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Maria del Rocío Rivera González – Cambios ocurridos en época visigótica CAMBIOS OCURRIDOS EN ÉPOCA VISIGÓTICA ISBN - 84-9822-320-2 MARÍA DEL ROCÍO RIVERA GONZÁLEZ [email protected] THESAURUS: Reestructuración del sistema vocálico y consonántico, sistemas vocálicos de la Romania, vocales tónicas, yod, diptongación, sonorización, fricatización, degeminación. ARTÍCULOS RELACIONADOS: “Principales cambios ocurridos en el latín hablado: vocalismo”, “Principales cambios ocurridos en el latín hablado: consonantismo” “Vocalismo tónico”, “Consonantes labiales y dentales”, “Consonantes palatales y velares”, “Consonantes nasales y líquidas”, “Grupos consonánticos”. RESUMEN: La época visigótica o protorromance; esto es, el período que abarca desde la fragmentación de la Romania hasta la aparición de los primeros textos romances, no está del todo esclarecida. Independientemente de los cambios que se pudieran producir según los diversos investigadores, para esta ocasión tan sólo estudiaremos la diptongación y la sonorización, atendiendo a las causas y motivaciones del fenómeno, su extensión geográfica y cronología. - 1 – © 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

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Maria del Rocío Rivera González – Cambios ocurridos en época visigótica

CAMBIOS OCURRIDOS EN ÉPOCA VISIGÓTICA

ISBN - 84-9822-320-2

MARÍA DEL ROCÍO RIVERA GONZÁLEZ [email protected]

THESAURUS: Reestructuración del sistema vocálico y consonántico, sistemas vocálicos de la

Romania, vocales tónicas, yod, diptongación, sonorización, fricatización, degeminación.

ARTÍCULOS RELACIONADOS: “Principales cambios ocurridos en el latín hablado: vocalismo”,

“Principales cambios ocurridos en el latín hablado: consonantismo” “Vocalismo tónico”,

“Consonantes labiales y dentales”, “Consonantes palatales y velares”, “Consonantes nasales y

líquidas”, “Grupos consonánticos”.

RESUMEN: La época visigótica o protorromance; esto es, el período que abarca desde la

fragmentación de la Romania hasta la aparición de los primeros textos romances, no está del

todo esclarecida. Independientemente de los cambios que se pudieran producir según los

diversos investigadores, para esta ocasión tan sólo estudiaremos la diptongación y la

sonorización, atendiendo a las causas y motivaciones del fenómeno, su extensión geográfica y

cronología.

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1. Diptongación

Ya se ha visto que el sistema común itálico constaba de siete vocales y cuadro grados de

abertura, en el que convivían cuatro vocales medias: dos palatales /ẹ/-/ę/ y dos velares /ọ/-/ǫ/.

Este sistema, en el caso concreto del español, se ha reducido a cinco fonemas vocálicos con tres

grados de abertura, motivado por la diptongación de las vocales medias abiertas /ę/-/ǫ/, quizá por

un intento de evitar homofonías entre vocales tan próximas, ya que en lenguas en las que no hay

diferencias cualitativas (sardo) no se ha producido la diptongación. A esto, hay que añadir el caso

del rumano, que sólo ha diptongado la /ę/, puesto que en esta lengua las vocales velares

evolucionaron al igual que en el sardo (vid. “Principales cambios ocurridos en el latín hablado:

vocalismo”).

1.1. Condicionamientos y diversidad de formas

Existen varias hipótesis que pretenden explicar por qué motivo se produjo la diptongación,

por qué razón tuvo que darse en las vocales breves (en francés, en dialectos del retorrománico,

del dálmata e italianos diptongaron también las largas) y cómo se puede explicar la variabilidad

de formas documentadas. El motivo de tal incertidumbre se debe a que, al originarse el

fenómeno, éste afectó –por lo general– a la /ę/ y a la /ǫ/ abiertas tónicas y tuvo como resultados

más generales /jé/ y /wó/, pero no hay que olvidar que también se dieron otras soluciones (iá / ua,

uó).

Partiendo de esas incógnitas, investigadores como L. Romeo (1968: 41) comentan que,

para originarse el diptongo, la vocal tuvo que ser tónica y que tuvo que realizarse más larga para

que se hubiese alterado al final de su emisión (no al principio), ya que las vocales tónicas se

realizaban más largas que las átonas, provocando que la cantidad larga fuese relativa (dependía

del acento). Apoyándose en esta hipótesis, estudiosos como G. Straka (1959: 295) y P. Spore

(1972: 299) suponen que, al emitirse la vocal, ésta se haría algo más cerrada ([ẹe], [ọo]) y que, a

lo largo de su producción, se exageraría en la parte final ([eę], [oǫ]) para que, posteriormente,

una –o ambas partes– evidenciase las diferentes partes de la misma. De este modo, se entiende

que el elemento inicial se cerrase hasta convertirse en una semiconsonante ([j], [w]), mientras

que la parte final se hubiese abierto lo suficiente como para llegar a confluir con la vocal central

/a/ ([ja], [wa]). Por su parte, J. Purzczinsky (1969-70), quien comparte la idea de que el factor que

originó la diptongación fue un proceso que afectó a las vocales alargadas bajo el efecto del

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acento, argumenta que, por ese motivo, el rasgo cuantitativo largo se habría transformado en una

semivocal que seguiría al núcleo vocálico ([ii ], [ei ], [ęi ], ¿[ai ] (<AE)?, [au ] (<AU), [ǫu ], [ou ], [uu ]),

por lo que el diptongo modificaría la parte final del núcleo y el acento no recaería sobre la

semivocal. Pero el problema está en que AE había monoptongado antes de que se produjese la

diptongación, por lo que no parece justificable su presencia en el esquema y, por esa razón,

aparece entre signos de interrogación. Sigue diciendo que, posteriormente, [ęi ] y [ǫu ] se habrían

asimilado a la semivocal media central (no a la alta) para diferenciarse de [ei ] y [ou ], dando como

resultado [ęa ] y [ǫa ]. Por su parte, retomando la idea de aquellos que defienden que la

diptongación, en su origen, afectó a la primera parte de las vocales medias del latín tardío (/ę/ y

/ǫ/), dando como resultado una semiconsonante inicial ([j], [w]) con algunas variantes en la

articulación de la fase final del diptongo ([je], [ja] y [wa], [we], [wo]), piensan que el acento

recaería en la parte final. Pero, según P. M. Lloyd, (1993: 198) no hay suficientes argumentos

para tachar de improbable el hecho de que estos mismos diptongos hubiesen alterado, en

primera instancia, la parte final de la vocal.

Ante esta división de opiniones, el investigador norteamericano (1993: 201) no cree que

existiese un desdoblamiento de la vocal, porque «si la diptongación incipiente no es más que una

variación en la realización de una parte de la vocal alargada, seguramente les parecería al

hablante y al oyente que era una sola vocal, y, por consiguiente, el acento afectaría a la vocal en

su conjunto, y no a una u otra parte». Además, P. Spore (1972), tomando como punto de partida

la hipótesis de E. Alarcos (1958 y 41965: 218-221), piensa que, en un primer momento, las

diferencias en las vocales medias abiertas serían poco perceptibles: habría “semidiptongos” que

convivieron con los diptongos y monoptongos existentes. Esta leve diferencia articulatoria pasaría

inadvertida por los hablantes, pero con el tiempo se produciría un cierre mayor que daría lugar a

las semiconsonantes ([j] e [w]), las cuales no se identificarían con la palatal /y/ ni con las vocales

más altas /i, u/ hasta más adelante, porque siguieron funcionando como fonemas diferentes. Así,

al iniciarse el proceso, el acento recaería sobre la totalidad del diptongo, pero tendería a moverse

del primer al segundo elemento, dando lugar a diptongos crecientes y decrecientes.

1.2. Cronología

A la hora de datar este fenómeno casi panrománico no todos coinciden en la antigüedad

de este hecho. Se podrían diferenciar tres vertientes fundamentales: a) los que piensan que tal

fenómeno se generó en el propio latín; b) los que piensan que se produjo en latín vulgar y c) los

que creen que se gestó en la época visigótica. La primera tesis fue defendida por Goidanich

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(1907, citado por Menéndez Pidal, 111999: 113) por la palatalización vocálica de origen celta, a la

que hay que sumar las ideas de Bruneau (1913, citado por M. Ariza, 1999: 44) por una inercia

articulatoria, y la de Menéndez Pidal (111999: 125) por un realce articulatorio que descompone a

las vocales abiertas, «dirigiendo la expresividad de la vocal, de una parte hacia el punto de

articulación, y de otra, hacia la abertura o claridad del sonido, es decir, hacia su mayor

perceptibilidad» (vid. 124-128). Este aspecto es bastante interesante, pues si para Menéndez

Pidal la causa y diversidad de formas del diptongo ue se explican por medio de un criterio

eminentemente estructuralista:

«la velaridad primitiva está ya representada por el elemento inicial cerrado, y después no

preocupa para nada que la mayor perceptibilidad del elemento abierto final se articule

atrás velarmente como en su origen, wǫ , o en un punto medio, wá, o adelante

palatalmente, wé, o palatal y labialmente, wö, etc. El elemento cerrado permanece fijo en

su punto de articulación, mientras el elemento abierto pasa a un estado bastante

indiferente, que sólo llega a fijar con el tiempo por obra de complicadas concausas

fonéticas e históricas» (p. 125)

para A. M. Badía-Margarit (1962: 8-11), al que le parece excesivamente complicada la hipótesis

pidaliana, argumenta que la diversidad de formas y el temprano triunfo de la forma ue (el

castellano se decantó por ella desde el siglo X) se podría explicar por un “rasgo de sonoridad”, en

el que ha triunfado la solución que llevaba implícito una mayor sonoridad en términos de

“acuidad” y “perceptibilidad”, ya que la /e/ parece ostentar el equilibrio entre ambos rasgos. Pero

también es cierto que no hay que descartar la posibilidad de que el triunfo de esta forma se deba

a la analogía con la forma /je/ (< /ę/). La segunda hipótesis se basa en varios casos de

diptongación de la /ĕ/ breve tónica latina (ej.: NIEPOS [c. 120 d.C]), y del único caso de

diptongación de /ŏ/ breve (PUOSUIT [c. 157 d. C]), aportados por A. Tovar (1976: 244-245), quien

piensa –tomando la terminología de Menéndez Pidal– que se trataría de un fenómeno en “estado

latente“, no consolidado. Pero ha de advertirse que el único ejemplo aportado para la

diptongación de la /ǫ/ abierta tónica no es del todo convincente, pues parece que se trata de una

lectura errónea. En la misma línea, G. Straka (1979) argumenta que la diptongación se tuvo que

dar en esta época, pero en momentos diferentes: no más allá de la primera mitad del siglo III

para la /ę/ abierta y a finales del siglo IV para la /ǫ/ abierta, porque la diptongación de /ę/ se dio

en el rumano y la Dacia se separó del Imperio en el 275. La tercera postura es la defendida por J.

Gil (1970), quien detecta bastantes casos de diptongación de /ĕ/, frente a la ausencia de la

diptongación de /ŏ/. El profesor Gil está convencido de que ambas vocales habían diptongado en

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esta época, reconociendo estar de acuerdo con la teoría pidaliana de que en el protorromance

existía «la vacilación de los diptongos, puoblo, puablo, pueblo, amariallo, amariello» (Menéndez

Pidal, 111999: 504). Frente a estas teorías, M. Ariza (1999: 23), a pesar de decantarse por la

tercera hipótesis, reconoce que podría haberse ido gestando en el propio latín vulgar, pero de

una manera tan incipiente que apenas podría pensarse en los orígenes de la diptongación, pues

los gramáticos –a excepción de Sergio y Servio que distinguen dos tipos de E– no mencionan

este fenómeno, sin pasar por alto el hecho de que la diptongación no se dio en todas las lenguas

romances.

Sea como fuere, independientemente de que unos investigadores se decanten por un

período u otro y a pesar de que se sigan sin explicar algunos fenómenos de vital importancia,

como la razón para que la vocal alargada disimile el primer elemento y no el segundo (ę > /jé/,

/*ei/) o por qué razón se produce la diptongación en sílaba trabada, cuando se supone que no

tendía a alargarse la vocal en dicha posición (cf. Tekavčić, 1980, citado por M. Ariza 1999: 45),

parece claro que este proceso tendría que estar totalmente consolidado en el siglo VIII, porque

fue general –aunque a veces hubo vacilaciones– en el mozárabe.

1.3. Extensión y repartición del fenómeno A pesar de que la diptongación fue un fenómeno que se documentó en casi todo el

dominio románico, lo que no es común a todas las lenguas romances es el contexto fónico de

aparición del diptongo, pues a) en rumano y en español la diptongación en sílaba libre y trabada

se dio en /ĕ/, mientras que, en el caso de la /ŏ/, sólo diptongó el español en el mismo contexto; b) en el retorrománico oriental y en el desaparecido dálmata se produjo la diptongación en sílaba

libre y trabada de la vocal palatal y velar, pero con la salvedad de que, en el segundo caso, el

diptongo /jé/ (</ĕ/) monoptongó en /i/ y /wé/ en /u/ en sílaba libre; c) en italiano y francés sólo se

produjo la diptongación de breves en sílaba libre, d) en catalán sólo se produjo la diptongación

ante yod (/ĕ/ + yod: sílaba trabada [LĔCTU > /llieito/ > /llit/] – sílaba libre [PODIOLU > puyol]; /ŏ/ +

yod: sílaba trabada [NŎCTE > /nueite/ > /nuit/] – sílaba libre [PŎDIU > /pueyo/ > /puig/]); mientras

que e) en gallego-portugués, sardo y en zonas suritálicas no se ha producido en ninguna

posición. Tomando como punto de referencia a H. Lausberg (1965) y a Meyer Lübke (1972), se

ofrecen los siguientes ejemplos:

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RUMANO Y ESPAÑOL

VEGLIOTA ITALIANO Y FRANCÉS

CATALÁN GALLEGO-PORTUGUÉS Y SARDO

SÍLABA LIBRE

rum. pĭatră esp. piedra

pitra

fuk

it. pietra fr. pierre

pedra

foc

pedra

gallego-port. fogo

NŎVUS rum. nou esp. nuevo

nuf

nou

gallego-port. ferro sardo ferru

ferre it. ferro fr. fer

fiar rum. fier esp. hierro

FĔRRUM

gallego-port. novo sardo nou

FŎCUS

PĔTRA

LATÍN

SÍLABA TRABADA

1.4. Causas

Para expl

la diptongación r

criterios fonéticos

bibliografía al res

más relevantes

pretenden explica

explicación gene

1.4.1. Hipótesis

Dentro de

en lenguas conc

investigador suiz

haya producido

influencia de las

a reforzar la idea

las vocales en sí

la bimatización d

/o/ > [ō] > [ọǫ] >

rum. foc esp. fuego

icar el porqué de este fenóm

ománica en general o en un

, fonológicos e, incluso, en c

pecto es excesivamente vas

y sus consiguientes matizac

r este fenómeno en lenguas

ral a toda la Romania (Schürr

parciales

las explicaciones que tratan

retas destaca –pese a sus

o, el hecho de que en francé

en sílaba libre se debería a

lenguas de los conquistadore

de un superestrato de tres pu

laba libre y abreviarlas en síla

e la vocal relajada, dando com

/wé/), consecuencia que no

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it. fuoco fr. ant. fuec (mod. feu)

it. nuovo fr. ant. nuef(mod. neuf)

eno se han postulado teorías que intentan explicar

a o varias lenguas en particular, apoyándose en

uestiones de sustrato y superestrato. Dado que la

ta, tan sólo se tendrán en cuenta las aportaciones

iones; esto es, se examinarán las hipótesis que

concretas (Wartburg) y las que pretenden dar una

).

de buscar las causas de la diptongación románica

objeciones– W. von Wartburg (1971). Para el

s, provenzal antiguo e italiano, la diptongación se

un origen común, el cual no sería otro que la

s (francos, burgundos y longobardos) que vendría

eblos germánicos diferentes que tendían a alargar

ba trabada. De ese alargamiento vocálico surgiría

o resultado la diptongación (/e/ > [ē] > [ẹę] > /jé/ y

pudo darse en sílaba trabada por no alargarse la

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vocal. Pero esta teoría presenta bastantes inconvenientes, pues su principal problema radica en

el hecho de que se basa en unos pilares poco sostenibles, pues como ya advirtiera D. Alonso

(1962: 29-33) esta teoría hace caso omiso del resto de la diptongación románica (español y

rumano), lo que conllevaría defender tres teorías para la diptongación (rumano, español y francés

e italiano), sin pasar por alto que resulta muy difícil explicar cómo tres pueblos distintos en tres

lugares distintos con tres leyes de superestrato distinto han podido ejercer la misma influencia en

tres lenguas y épocas diferentes. Quizá por ello piense D. Alonso que el distinto comportamiento

de la diptongación de las vocales, tanto las que diptongan en sílaba libre, como las que

diptongan en sílaba libre y trabada se debieran a causas diferentes.

Sea como fuere, E. Alarcos (1958 y 41965: 218-221), dentro de esta postura excluyente

de la diptongación, intenta dar una nueva explicación para este fenómeno –en esta ocasión para

el caso concreto del español–, rechazando la hipótesis del alargamiento de la vocal tónica como

factor de este hecho, ya que podría ser explicado por una influencia sustratística; es decir, por

lenguas prerromanas, como el ibérico y el vasco. Piensa que, generalizado el sistema común

itálico, los indígenas tendían a neutralizar las vocales palatales (/ę, ẹ/ > [e]) y las velares (/ǫ, ọ/ >

[o]), pues no poseían vocales abiertas y cerradas en su sistema. Con el paso del tiempo, se

fueron percatando de que había diferencias articulatorias entre las vocales medias /ę, ẹ/ y /ǫ, ọ/

latinovulgares, diferencias que no eran capaces de reproducir exactamente, provocando que los

indígenas, al querer pronunciar la /ę/ y la /ǫ/ –inexistentes en su lengua–, exagerasen su

articulación, adoptando la posición media de sus propias vocales medias /e, o/ para ir abriendo el

final de las vocales, originando el diptongo (cf. Spore [1972]). Pero, al igual que sucediera con la

teoría de Wartburg, el problema reside en que la diptongación se ha producido en zonas –

peninsulares y extrapeninsulares– en las que no es posible pensar en un sustrato de este tipo,

por lo que el intento de ofrecer tesis parciales no resuelve el problema del origen y motivación de

la diptongación románica.

1.4.2. Hipótesis generales

En esta vertiente destaca F. Schürr, quien defendía que la diptongación podría ser

explicada en toda la Romania por el influjo metafónico de la yod. Para ello, diferencia dos tipos

de diptongación: a) la “diptongación tardía”, que se dio en las vocales abiertas, creando los

diptongos crecientes (/ę, ǫ/ > /jé, wé/) en lenguas como el español, francés, italiano, dálmata y

rumano, producidos por una anticipación en el cierre de los elementos palatales o velares; y b) la

“diptongación moderna”, que se produjo en las vocales cerradas (/ẹ, ọ/ > /ei, ou/), originando los

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diptongos decrecientes del francés, de dialectos retorrománicos, del dálmata de la Veglia y de

dialectos italianos, como consecuencia de un alargamiento vocálico.

De estas dos posibilidades, piensa que la primera es “la verdadera diptongación

románica”, la que surgió independientemente de la cantidad silábica, puesto que no sería más

que un caso particular del fenómeno general de la metafonía (o inflexión) de la /-i/ e /-u/ finales:

así explica que en dialectos del sur y centro de Italia tengamos pęde (posteriormente piede

porque la diptongación se extendió a casos en los que la /ę/ no estaba en contacto con / -i, -u/

finales) frente a piedi (< pędi), porque «la anticipación de la cerrazón cambió é en í, ó en ú,

mientras que en las abiertas é,ó, naturalmente algo más largas, sobrevino inmediatamente la

rectificación: ié, uó» (Schürr, 1951: 389). La cuestión es que, en principio, esa diptongación de

las vocales abiertas tónicas se daría, según Schürr, tanto en sílaba libre, como en sílaba trabada

por el efecto metafónico, sólo que debió de darse en toda la Romania en época preliteraria, ya

que no encontramos en sincronía este fenómeno en todas las lenguas ni en los mismos

contextos sintagmáticos, por lo que tuvieron que producirse una serie de fenómenos que fueron

cambiando la situación primitiva, bien monoptongando y, consecuentemente, ocultando esa

primitiva diptongación (portugués), bien generalizando los contextos posibles de diptongación

(español), de tal manera que se produjo una bifurcación entre las lenguas que diptongan en

sílaba libre (francés e italiano) y otras en sílaba libre y trabada (español y rumano).

Esta teoría se mostraba, ante los ojos de D. Alonso (1962: 35), como probable, pues «no

hay, a priori, objeción posible a la suposición de que en una época preliteraria hayan podido

ocurrir las cosas más asombrosas: por todas partes en la Romania ha podido haber una

antiquísima diptongación, que la lengua habría ya abandonado en el primer momento de su

fijación escrita». Pero desde el momento en el que el austriaco pretende corroborar su tesis, ésta

se va quebrando paulatinamente, pues no es justificable su argumentación para la diptongación

toscana ni tampoco para la hispánica (cf. D. Alonso, 1962: 36-42), pues, en el caso de la

segunda, no parece probable la diptongación metafonética del portugués para monoptongar con

posterioridad, sino que más bien estarían motivadas por determinadas consonantes, tales como

las labiales y las guturales, sin pasar por alto que los diptongos existentes en la zona norte del

país lusitano serían, en palabras de D. Alonso, “innovaciones”. Además, para el castellano

resulta poco probable pensar que la no diptongación ante yod sea “aparente”, pues no se sabe

hasta qué punto se produjo una monoptongación de un primer estado en el que sí se había

producido la diptongación. En palabras de Schürr (1951: 389): «monoptongó ié, uó ante yod en é,

ó […] al extenderse hacia el Sur y el Oeste en el siglo IX, se mezcló con dialectos de tipo

mozárabe y leonés, caracterizado entonces por las vacilaciones, es decir, por la coexistencia de

formas diptongadas y sin diptongar en sílaba libre y trabada». La cuestión es que, como advierte

P. M. LLoyd (1993: 302-303), lo que sucedió fue que las vocales abiertas tónicas /ę, ǫ/ ante yod

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se elevaron «por anticipación del elemento siguiente», hecho que no ocurriría en los demás

casos y por eso se cumpliría el proceso de la diptongación. A todo esto, hay que añadir la

aportación de D. Catalán y Á. Galmés (1954), quienes pusieron de manifiesto la disidencia entre

la diptongación ante yod y el influjo metafónico de la vocal final, ya que se trata de dos

fenómenos diferentes, tal y como lo evidencia el asturiano central al superponer la metafonía a la

diptongación: güiyu / güeyos, puesto que por metafonía la vocal final ha cerrado un grado el

segundo elemento del diptongo en la forma singular, mientras que permanece intacta en el plural,

lo que hace pensar que la diptongación se produjo antes que la metafonía.

Pese a todo, hubo investigadores que se mostraron a favor de Schürr, ya que la teoría

fonológica de H. Weinrich (1958, citado por M. Ariza, 1999: 47. Vid. “Principales cambios

ocurridos en el latín hablado: vocalismo”) defiende que la diptongación fue general a la Romania

y que el hecho de que existan lenguas que sólo diptonguen en sílaba libre (francés e italiano) se

debería a un reajuste, promocionado por la pérdida de la combinación de vocal larga seguida de

consonante geminada, que propició que se perdiera la secuencia de vocal breve más consonante

simple, por lo que las posibilidades combinatorias quedaron reducidas a vocal breve seguida de

consonante geminada y a vocal larga seguida de consonante simple, que trajo como

consecuencia que la cantidad vocálica no fuese pertinente, sino que estuviese condicionada por

la cantidad consonántica; dicho de otra manera, una vocal se alargaría o se abreviaría según el

contexto consonántico que le siguiese, propiciando que una vocal seguida de doble consonante

(sílaba trabada) no diptongase, pues se abreviaría, mientras que si le seguía una consonante

simple (sílaba libre) ésta se alargase y, consiguientemente, diptongara. Pero, de todas formas,

esta teoría no sería válida para aquellas lenguas que han diptongado, también, en sílaba

trabada.

En la misma línea, pero optando por una explicación desde una perspectiva fonética, se

halla G. Straka (1953, 1959 y 1979) quien –como se advirtió con anterioridad– piensa que este

fenómeno ha de estudiarse en el mismo latín tardío, por su temprana documentación y por su

extensión. A diferencia de H. Weinrich (1958), no cree que la diptongación se remonte a las

posibles secuencias de vocales y consonantes, sino más bien a la imposibilidad de mantener en

la misma posición los órganos articulatorios durante la realización de una vocal larga, ya que al

final solía abrirse, aumentando la abertura de la parte final de la vocal, o cerrarse, disminuyendo

la abertura de la parte final, por lo que una vocal se diptongaría, bien abriendo o cerrando la

vocal en su emisión final, dando lugar a diptongos crecientes (/ę:/ > [ę ę ę] > /jé/; /ǫ:/ > [ǫ ǫǫ] >

/wó/) o decrecientes (/ẹ:/ > [ẹ ẹẹ] > /ei /; /ọ:/ > [ọ ọọ] > /ou /). Pero, como otras hipótesis

comentadas anteriormente, no se sabe el porqué de estos diptongos. Concretamente, G. Straka

–como se viera al principio del presente trabajo– cree que debió de conservarse el acento sobre

la primera parte de la vocal larga y sobre el primer elemento incipiente del diptongo, pues de esa

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manera se explicarían las vacilaciones del segundo elemento de los diptongos crecientes (ie-ia /

uo-ua-ue), ya que sería difícil pensar que el acento cayese sobre la segunda vocal, pues una

vocal tónica es difícil que presente tantas vacilaciones. Sea como fuere, esta última teoría, como

todas, sigue sin explicar el motivo por el cual hay lenguas que diptongaron en sílaba libre y sílaba

trabada, pues sólo sería válida para explicar la diptongación en sílaba libre. Para solventar este

hecho, G. Straka (y en cierta medida N. Corbett [1970: 287]) defiende que el español y el rumano

se separaron del francés y del italiano por el corte silábico, pues las sílabas que se cierran con

una consonante implosiva trasladaron la consonante a la sílaba siguiente (POR-TA > PO-RTA),

hecho que no parece probable en el español, si atendemos a su estructura silábica.

1.5. Conclusiones

El hecho de que la mayoría de las lenguas romances hayan desarrollado dos diptongos

crecientes, como consecuencia de una reestructuración del sistema común itálico en posición

tónica, hace pensar que tal proceso se generara en una época común y que, paulatinamente, se

fuera desarrollando de forma diferente. Pero tal revolución hubo de gestarse –como mínimo– tras

la fonologización del timbre, pues no se documenta en el sardo ni en la vocal velar /ŏ/ tónica del

rumano, por lo que parece que la diptongación pudo crearse por motivos como el alargamiento

vocálico de las abiertas tónicas y por la reestructuración del sistema que, de ostentar siete

vocales y cuatro grados de abertura, se quedó con cinco elementos vocálicos y tres grados.

Pero, aún así, este reajuste no se dio en todas lenguas (se mantuvo en portugués, por ejemplo).

Ya para concluir, atendiendo a las diversas hipótesis que se han planteado para explicar

el hecho de que la diptongación no es homogénea en toda la Romania, hubo lingüistas que

intentaron explicarla para lenguas concretas, mientras que otros pretendían una empresa mayor

y buscar una explicación totalizadora de este hecho lingüístico. La cuestión es que ninguna de

las tesis defendidas se presenta como irrevocable, pues todas presentan –como se ha visto–

puntos débiles. Ante tal situación es probable que las causas del origen de este fenómeno se

debieran a diversos factores y no a uno sólo, por lo que podría ser que tal fenómeno se hubiera

gestado primitivamente y que, con posterioridad, hubiera diptongado en sílaba libre o en sílaba

libre y trabada y que en tal reparto hubieran influido factores sustratísticos.

2. Sonorización

El latín clásico, a pesar de poseer un sistema consonántico bastante reducido en

comparación con el sistema de las lenguas romances, contaba con consonantes simples y

geminadas. En posición intervocálica, el sistema estaba compuesto por:

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Nasales y líquidas

•• -r

••

NOTA: Las gemina

y apenas tenían va

Oclusivas

a las que habría

consonantes gem

/ƀesּsura/ ‘basur

grupo /-nf-/ > /-ff

pues las lenguas

una regresión cu

“reestructuración

Pues bien

fueron producien

fricativo sonoro /ƀ

b-/ intervocálica,

relajación de la /-

por efecto de la y

produjo una tend

argumentaron q

íntimamente rela

simplificación de

sordas y fricatiza

Partiendo

un proceso de re

citadas, lo que c

fricatización o d

atracción (Alarco

simplificado, las o

la Romania Occi

fuertes y débiles

cambio por atrac

• Sonoras: /-b-, -d-, -g-/ • Sordas: /-p-, -t-, -k-/ • Geminadas sordas: /-pp-, -tt-, -kk-/ • Geminadas sonoras /-bb-, -dd-, -gg-/ das sonoras eran poco frecuentes

lor distintivo.

que incluir las asimilaciones de aquellos grupo

inadas: /-ps-/ > /-ss-/ (GYPSU > /gesּso/ ‘yes

a’); -ns- > -ss- (MENSA > /mesּsa/ > /meza/ ‘m

-/ [INFANTE > /ifּfante/ > /infante/]) nunca se c

romances conservan el grupo intacto en su ma

ltista, bien –como cree Maurer (1959: 61, citad

analógica” sobre los prefijos in- y con-, tan recu

, partiendo de todo lo anterior, ha de notarse

do algunos reajustes en el sistema, tales com

/, procedente de la consonantización de la wau

coincidiendo con el inicio de la variación e

b-/, la cual empezó a emitirse como fricativa; b)

od sobre las consonantes (/s /, /y/ y /l/, /n/); c) a

encia a la relajación consonántica que algunos

ue se debió a la lenición céltica que origin

cionados: 1) fricatización de sonoras, sonoriza

las consonantes geminadas; 2) simplificación

ción de sonoras; o 3) sonorización, fricatización

de todo lo anterior se señalará que el sistema c

lajación consonántica– una notable reestructura

onllevó que el cambio motor fuese una de las

egeminación). Tal cambio, explicado por pre

s 41965), viene a explicar el hecho de que las

clusivas sonoras se han fricatizado y las oclusiv

dental, trayendo como mayor consecuencia la “

. Según esta perspectiva, el procedimiento fue

ción, pues las sonoras se fricatizaron –pudien

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Sordas: /-f-/, /-s-/ Geminadas: /-ff-/, /-ss-/

Fricativas

Simples: /-m-, -n-/, /-l-, -r-/ Geminadas: /-mm-, -nn-/, /-ll-, r-/

s latinos que se convirtieron en

o’); /-rs-/ > /-ss-/ (VERSURA >

esa’). Pero esta tendencia en el

onsolidó como cambio general,

yor parte y ello se debe, bien a

o por P. Lloyd, 1993: 231)– a la

rrentes en el idioma.

que, desde el latín vulgar, se

o a) la creación de un fonema

, que entró en contacto con la /-

n la labiales, que ocasionó la

la creación del haz de palatales

l tiempo que en ciertas zonas se

investigadores –como se verá–

aría una serie de fenómenos

ción de sordas intervocálicas y

de geminadas, sonorización de

y degeminación.

onsonántico descrito sufrió –por

ción en las series anteriormente

tres posibilidades (sonorización,

sión (A. Martinet, 1974) o por

consonantes geminadas se han

as sordas se han sonorizado en

fonematización” de las variantes

el siguiente: a) se trató de un

do o no perderse–, provocando

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Maria del Rocío Rivera González – Cambios ocurridos en época visigótica

que las sordas sonorizasen y que las geminadas, consecuentemente, simplificasen, o b) se

produjo por un cambio por presión, motivado por el empuje que supuso la simplificación de

geminadas que, a su vez, empujaría a las sordas a sonorizar y a las sonoras a fricatizarse. Así,

en la serie oclusiva, el proceso se reflejaría de la siguiente manera:

Cambio por atracción

Cambio por presión

Serie de consonantes

oclusivas

• /-b-, -d-, -g-/ > /-ƀ-, -đ-, -ǥ-/ > (Ø) • /-p-, -t-, -k-/ > /-b-, -d-, -g-/ • /-pp-, -tt-, -kk-/ > /-p-, -t-, -k-/ • /-pp-, -tt-, -kk-/ > /-p-, -t-, -k-/ • /-p-, -t-, -k-/ > /-b-, -d-, -g-/ • /-b-, -d-, -g-/ > /-ƀ-, -đ-, -ǥ-/ > (Ø)

Con respecto a las fricativas, a pesar de no existir la serie sonora, el proceso fue bastante similar,

pues las geminadas (/-ss-, -ff-/) simplificaron (/-s-, -f-) y las simples sordas (/-s-, -f-/) sonorizaron

(/-z-, -v-/), creándose así la serie sonora. A todo esto, hay que añadir que la /-v-/ confluyó con la

consonantización de la semivocal /u / en una fricativa sonora, que a su vez, confluiría con la

fricatización de la oclusiva sonora. Llegados a este punto e independientemente de cuál fuese el

proceso de la transformación del sistema en posición intervocálica, la cuestión es que las

consonantes sordas que procedían de las antiguas geminadas se neutralizaron con las sordas

iniciales, mientras que las antiguas sordas se igualaron con las sonoras iniciales. Así pues, en las

oclusivas, la serie sorda /-p-, -t-, -k-/ (< -pp-, -tt-, -kk-) se igualó con la serie /p-, t-, k-/ inicial,

mientras que la serie sonora /-b-, -d-, -g-/ (<-p-, -t-, -k-) confluyó con la serie sonora inicial /b-, d-,

g-/ (estas series iniciales no experimentaron modificaciones, salvo algunos casos de

neutralizaciones entre /k-/ y /g-/ [vid. “Consonantes palatales y velares”]). Por otro lado, en lo que

a las fricativas se refiere, las geminadas /-ss-, -ff-/ se igualaron con /s-, f-/ iniciales, al mismo

tiempo que la /-v-/ pudo neutralizarse con la fricativa sonora /ƀ/ procedente, no sólo de la

fricatización de la oclusiva /-b-/, sino también de la consonantización de la wau. No se puede

decir lo mismo de la /-z-/, pues ésta no pudo buscar su correlato, porque no existía una /z-/ inicial.

Por su parte, la /s-/ normalmente se conservó como tal (SALTU > soto), pero en ocasiones

palatalizó (SAPONE > jabón) e, incluso, hubo casos en los que ha evolucionado como una

interdental (SETACEU > cedazo). (Vid. “Consonantes labiales y dentales”, “Consonantes

palatales y velares”).

Por otro lado, en lo que a las nasales y líquidas se refiere, a) la /-m-/ simple y la /-mm-/

geminada pudieron a.1) igualarse en /-m-/, confluyendo con la /m-/ inicial, a.2) modificar el modo

o lugar de articulación o a.3) desaparecer la simple y simplificarse la geminada; b) las alveolares

/-l-, -n-/ simples se mantuvieron en castellano, mientras que las /-ll-, -nn-/ geminadas se

modificaron, bien aumentando el contacto del dorso de la lengua con el paladar, dando lugar a

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sonidos palatales /l , /n /), bien exagerando la articulación con el ápice de la lengua o con el

cacumen, originando sonidos apicales o cacuminales; c) la vibrante simple /-r-/ se mantuvo sin

alteraciones, mientras que la geminada /-rr-/ modificó su modo de articulación, aumentando las

vibraciones (/r /). (Vid. “Consonantes nasales y líquidas”).

A todo esto, no hay que olvidar en el estudio de la sonorización de las sordas

intervocálicas el nuevo orden palatal creado en posición intervocálica (/s /, /y/ y /l /, /n/), pues es

necesario tener en cuenta la sonorización de la palatal /s / (procedente de la yod primera) en /⎦/.

Por tanto, con las palatalizaciones del latín vulgar, la aparición de un fonema fricativo sonoro /ƀ/ y

la sonorización, fricatización y degeminación, el sistema consonántico del latín vulgar estaba

compuesto de las siguientes series:

• Sonoras: /b, d, g, y, ž / • Sordas: /p, t, k, s /

• Sordas: /f, s/ • Sonoras: /z/ • Nasales: /m, n, n / • Líquidas: /l, l /

Fricativas

Nasales y líquidas

Sistema consonántico del latín vulgar

Aproximantes

Para ver su posterior evolución vid. “Consonantes labiales y dentales”, “Consonantes palatales y

velares” y “Consonantes nasales y líquidas”, pues ahora tan sólo se darán algunas pinceladas de

los aspectos más relevantes que conciernen al trabajo que aquí se realiza. Ahora mismo, a modo

de síntesis, interesa poner de manifiesto tres cuestiones: a) la vocalización de los grupos KT y

KS en época mozárabe trajo como consecuencia la palatalización de las consonantes en /s /

(NOCTE > noche) y en /⎣/ (TAXU > /te⎣o/ > /texo/), respectivamente, y de estas dos nuevas

palatales, la primera iba a confluir con el resultado palatal de la yod primera, lo que motivó que

adelantase su punto de articulación /ŝ / - /z /; b) la palatalización de la /ll/ geminada en /l / confluyó

con el resultado de la “yod segunda” (LY, IL [< C’L, T’L, G’L]), provocando que ésta se convirtiera

en una prepalatal fricativa sonora /ž/ (GALLUS > gallo / APICULA > /abel a/ > /abeža/ > /abeša/ >

/abexa/); y c) la /f-/ inicial latina comenzó a aspirarse.

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2.1. Extensión y repartición del fenómeno: el caso de Bearne y Aragón

Por todo lo anterior, se observa que las sordas intervocálicas sonorizaron, pero tal

fenómeno no es general a toda la Romania, puesto que sólo se ha producido en la zona

occidental; esto es, en Francia, Suiza, norte de Italia y en la Península Ibérica, por lo que la

sonorización presenta una clara isoglosa entre la Romania Occidental (+ sonorización) y la

Romania Oriental (– sonorización).

Ante esta situación, sorprende el hecho de que tanto en bearnés como en el alto

aragonés no se haya producido la sonorización de oclusivas sordas intervocálicas, mientras que

sí se ha producido la sonorización cuando le precede una consonante nasal o liquida. A este

respecto, resulta bastante interesante el estado de la cuestión de G. Salvador (1986: 168-175)

sobre las diversas hipótesis propuestas al respecto; a saber, la tesis de sustrato vasco-ibérico de

J. Saroïhandy (1913), la hipótesis de la colonización suditálica de R. Menéndez Pidal (111999 y

1960), la fonetista de W. D. Elcock (1938) y la estructuralista de F. Jungemann (1955), A.

Martinet (1950 y 1974), A. G. Haudricourt y A. G. Juilland (1949), R. L. Politzer (1951), J. Ronjat

(1932) y, sobre todo la de R. Lapesa (91981), quien compara el caso del mantenimiento de

sordas intervocálicas y la sonorización de éstas mismas precedidas de nasal o líquida con la

misma lengua vasca.

Partiendo de todas estas hipótesis, G. Salvador (1986: 175-176) desarrolla su visión a

través de una hipótesis fonológica, tomando como punto de partida el hecho de que los dos

fenómenos son inseparables y que, en la evolución del sistema consonántico, partirían de un

sistema en el que habría una serie de geminadas sordas (/-pp-, -tt-, -kk-/), otra de simples sordas

(/-p-, -t-, -k-/) y otra de simples sonoras (/-b-, -d-, -g-/), las cuales se vieron perturbadas, más por

atracción que por presión, pues estima que, fricatizadas las oclusivas sonoras intervocálicas, las

sordas tuvieron la posibilidad de realizarse, bien como sordas ([-p-, -t-, -k-]), bien como sonoras

[/-b-, -d-, -g-/), ocasionando un “polimorfismo”, cuya elección se debería a preferencias locales.

Llegados a este punto, piensa G. Salvador que, en el sistema consonántico romance, se tuvieron

que oponer las geminadas (/-pp, -tt-, -kk-/) frente a las oclusivas (/-p-, b-/, /-t-, -d-/, /-k-, -g-/) y

fricativas (/-ƀ-, -đ-, -ǥ-/) simples, pues el rasgo sonoridad / sordez no era distintivo. Finalmente,

las variantes contextuales (oclusivas iniciales o precedidas de consonantes) confluyeron con los

alófonos sonoros de las consonantes oclusivas simples, justificando el porqué de la sonorización

de sordas tras nasal o líquida en estos dos puntos de la Romania Occidental, ya que

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«no es que se hayan mantenido las oclusivas sordas intervocálicas y se hayan

sonorizado, en cambio, tras consonante nasal o líquida, es que en algún momento de la

historia del sistema consonántico, en esos lugares sólo hubo oclusivas que se oponían a

fricativas y esas oclusivas podían ser sordas o sonoras, irrelevantemente, y más

fácilmente sonoras tras consonante, pues esta combinación afianzaba su articulación

oclusiva y evitaba cualquier confusión» (p. 176).

2.2. Cronología

El establecimiento de una cronología sobre la sonorización de las consonantes

intervocálicas encierra una enorme complejidad y va a depender, sobremanera, de la teoría o

corriente que se sigua (estructural, fonetista o sustratística).

Según A. Tovar (1952) y B. H. Bichakjian (1977) el fenómeno de la sonorización se daría

entre los siglos II-IV, pero para V. Väänänen (31988: 106-112), salvo algunos casos pompeyanos,

como tridicum, pagatus, bompeiana y opordet, es difícil encontrar casos de sonorización con

anterioridad al siglo V. Aún así, también hay que advertir que, hasta estos ejemplos no son del

todo fiables, sobre todo en aquellos casos en los que ha sonorizado en posición inicial o tras

consonante. Lo que sí parece cierto, pues así lo demuestran J. Gil (1970) y J. L. Barbarino

(1981), es que en época primitiva, abundan ejemplos de este fenómeno en el Oeste, lo que

vendría a ser un argumento de peso para la teoría sustratística. Según el primero, los casos más

frecuentes se hallan en Ávila y Salamanca, lo que corroboraría la tesis de R. Menéndez Pidal

(111999), quien, apoyándose en el testimonio de A. Tovar (1948) de la presencia de

sonorizaciones y pérdidas de sonoras en nombres bárbaros de divinidades o personas mortales

en el Oeste, frente a la ausencia de las mismas en la zona Este, motivadas por un sustrato

céltico, don Ramón está convencido de que el fenómeno que aquí se trata se debe a cuestiones

sustratísticas (cf. 240-259). Según el segundo, quien registra ejemplos esporádicos de

sonorización y simplificación en los siglos VI y VII en el Oeste de la Romania, deduce que, por

entonces, el fenómeno se extendería por el área actual.

Sea como fuere, hoy se acepta que la sonorización ya se daba entre los mozárabes y

que, en esa época, convivían las formas sordas y sonoras, provocando diversas posturas por

parte de los investigadores. De todos ellos, destaca Á. Galmés (1983), quien piensa que ya se

daba la sonorización, por más que se conservasen las sordas en la zona levantina y andaluza,

ratificando la teoría sustratística. A esto, hay que añadir la aportación de V. Rodríguez (1985),

pues pudo demostrar la existencia de este fenómeno e, incluso, el de la simplificación, pero no el

de la pérdida de sonoras motivada por una fricatización previa.

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2.3. Causas

Tres son las perspectivas que pretenden explicar las causas de la sonorización de sordas

intervocálicas; a saber, la fonética, la sustratística y la estructural:

2.3.1. Teoría fonética

Desde el punto de vista de la fonética experimental, la sonorización de sordas

intervocálicas se produjo porque, al ir la consonante entre vocales, ésta se contaminaría hasta

hacerse sonora. Ahora bien, el problema de esta hipótesis se halla en que la sonorización sólo se

dio en la zona occidental de la Romania, salvo Bearne y el Alto Aragón, donde se produjo la

sonorización en contextos disidentes con el resto de su zona: tras nasal y líquida. Por todo esto,

no puede concebirse como único fenómeno causante de la sonorización el contexto sintagmático

“vocal + consonante + vocal”, porque, por más que pueda favorecerlo, no es un hecho exclusivo.

2.3.2. Teoría sustratística

El hecho de que en el celta existiese la pronunciación sonorizada de las consonantes,

llevó a una serie de investigadores, como K. Baldinger (1972) y A. Martinet (1974) a defender una

influencia celta en el proceso de la sonorización de sordas intervocálicas. La cuestión es que

estos investigadores defendían la influencia de este estrato prerromano en el latín hablado,

desde el momento en el que las lenguas célticas atestiguan a) un debilitamiento de las

consonantes intervocálicas y b) una repartición geográfica que, grosso modo, se ajusta con la

zona actual de la Romania Occidental. Pero el hecho de que, como vaticinara H. Weinrich (1958,

citado por M. Ariza, 1999: 26), en el veneciano se haya producido la sonorización (allí no es

posible hablar de sustrato celta), resta rigor a esta teoría, que no va más allá de ser un factor

más en el proceso que aquí nos ocupa.

2.3.3. Teoría estructural

Los estructuralistas han estudiado el fenómeno de la sonorización como fenómeno

totalmente vinculado con otros dos procesos: la fricatización de sonoras y la simplificación de

geminadas, pues se trata de tres hechos interrelacionados que han supuesto una transformación

en el sistema consonántico, desde el momento en el que en la zona occidental –como se viene

diciendo– a) se han simplificado las consonantes geminadas; b) se han sonorizado las sordas

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intervocálicas; y c) se han fricatizado las sonoras, tratándose de una reacción en cadena, cuya

causa podría estar en cada una de las tres posibilidades, porque, en última instancia, la evolución

no tiene otra finalidad que la de la diferenciar los tres fonemas latinos. El problema está en saber

cuál fue el factor desencadenante que produjo todo este reajuste.

A. La sonorización como cambio motor

Los que defienden la sonorización como causante del cambio del sistema consonántico

se apoyan en la idea de que todo el proceso se debió a una cuestión de sustrato celta, porque la

zona occidental de la Romania, zona en la que se ha dado este fenómeno, coincide, groso modo,

con el área en la que residió este pueblo indoeuropeo. Pero, aún así, el hecho de que en rumano

no haya habido sonorización (sí degeminación), que sí hayan sonorizado las sordas

intervocálicas en el veneciano y en zonas del sardo sin ser tierra de celtas, que en bearnés y en

el altoaragonés se hayan mantenido las sordas y queden en Bielsa restos de geminadas, son

argumentos de peso para poner en tela de juicio esta tesis. Además, si la sonorización fuese el

eje motor, ¿por qué se simplificaron las geminadas? Con respecto a la primera objeción, B. H.

Bichakjian (1977) defendió que la simplificación de geminadas del rumano se debería a la

influencia del eslavo, argumento parecido al que R. A. Hall (1975, citado por el mismo Bichakjian)

propuso para el caso de las sonorizaciones de algunas zonas del sardo. Con respecto a los

casos de mantenimiento de las sordas en la zona bearnesa y del pirineo aragonés, territorios no

asentados por los celtas, vid. Extensión y repartición del fenómeno: el caso de Bearne y Aragón.

Finalmente, atendiendo al último aspecto; esto es, la pregunta de por qué motivo se ha producido

la degeminación si el proceso empezó con la sonorización, la respuesta estaría en que la

degeminación sería consecuencia de la sonorización para perderse la oposición simple /

geminada, porque «la sonorización de -/s /- (procedente de TY) confirmaría que no hace falta la

existencia de una geminada para que se produzca la sonorización» (M. Ariza, 1994: 29. Cf. C.

Pensado, 1984: 215). Es cierto que con las nasales y líquidas, ha de notarse que «el resultado

gallego-portugués [/nn, ll/ > /n, l/ y /n, l/ > ] propugna que la degeminación fue la causa de la

pérdida de la simple, pero la solución castellana [/nn, ll/ > /n , l / y /n, l/ > /n, l/] parece mostrar lo

contrario: si las geminadas se simplifican, la modificación de /nn/ > /n / [también de /ll/ en /l /]

indica que la simplificación sólo ocurre cuando hay sonorización» (M. Ariza, 1994: 41). Asimismo,

sigue diciendo que «la evolución de estas geminadas es bastante posterior a la simplificación de

las demás geminadas, hasta el punto de que se pudieron conservar hasta hoy en Bielsa» (pp. 41-

42), donde, curiosamente, perviven sólo y exclusivamente las geminadas nasales y líquidas.

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B. La fricatización como cambio motor

El hecho de que en latín vulgar existiese la fricatización de /b/ en /ƀ/ dio pie a que

investigadores, como C. Pensado (1984) y G. Salvador (1986) pensaran que aquí se encontraba

el origen del cambio consonántico. Pero el hecho de que todo el proceso no afectase a todas las

lenguas romances se presenta como un inconveniente, pues si se dio en el latín vulgar debió de

afectar a una zona de mayor extensión. En palabras de la propia C. Pensado (p. 186) «tiene el

inconveniente [la fricatización latinovulgar] de que hay que suponer una regresión a las antiguas

d, g en toda la Romania Oriental», puesto que en rumano e italiano se conservan ambos

fonemas oclusivos. Con este hecho podría pensarse que la fricatización de /d/ y /g/ en latín vulgar

no se habría producido: al menos hasta el siglo III, pues así lo hizo ver J. M. Robles (1985) en

aquella inscripción palentina CINEUS QVI LEERIT, aunque, como advierte M. Ariza (1994: 45)

«Palencia es tierra indoeuropea, por lo que, más que del latín vulgar o del latín sin más, hemos

de pensar en el latín hispánico con influjo de celtas o similares». La cuestión es que esta

diferencia temporal entre la fricatización de la /b/ y la de /d/ y /g/ se debería a la consonantización

de la wau en una fricativa sonora, que vino a reestructurar el sistema, comenzando por las

labiales. Pero todo ello encierra un problema para defender que la fricatización haya originado

toda la transformación, pues si se asume que en el latín vulgar no se habría producido la

fricatización de las oclusivas sonoras, es difícil asumir que un fenómeno que no se ha producido

haya sido el eje principal.

Por su parte, otro investigador que parte de la fricatización como fenómeno determinante

es E. Alarcos (41965), quien, además, centra la atención en el hecho de que la generalización de

cada uno de ellos fue lenta y que los tres fenómenos se necesitaron mutuamente: «el fenómeno

de la sonorización, típico del occidente, ha triunfado porque había geminadas que tendían a

simplificarse, o bien las geminadas se simplificaron porque previamente las simples sordas se

modificaron, empujando a (o arrastradas por) las sonoras oclusivas que se debilitaban» (p. 243).

Partiendo de esta idea, cree que al principio no habría una revolución en el sistema, pues esto no

sucedería hasta que, por motivos de variación por fonética sintáctica (vid. H. Weinrich, 1958; A.

Martinet, 1974 y al mismo E. Alarcos, 41965) cada fonema tuviese una realización fuerte (no

intervocálica) y débil (intervocálica), tal y como sucedía en las lenguas célticas y, por eso,

investigadores, como A. Tovar (1948 y 1952) defendieron la hipótesis sustratística. Pero, de

cualquier manera, esta teoría de la variación, según M. Ariza (1994: 30-31) no obstruye la

degeminación, porque las realizaciones de un sonido, según el contexto fónico (+ intervocálico, –

intervocálico) no puede interferir en las geminadas.

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C. La degeminación como cambio motor

Los argumentos tradicionales para defender la simplificación de las geminadas como

cambio motor de todo el sistema consonántico se reducen a tres: a) el rumano simplificó las

geminadas, pero no sonorizó las sordas; b) el aragonés pirenaico tiende a la conservación de las

sordas intervocálicas y en zonas como Bielsa quedan restos de geminadas (cf. P. Carrasco,

1988); y c) el italiano tiene consonantes geminadas y conserva las sordas intervocálicas. Por

tanto, atendiendo a estos hechos, el proceso habría comenzado por la degeminación de las

consonantes geminadas sordas, lo que motivó que las sordas se vieran presionadas y se

sonorizasen y que, consecuentemente, las sonoras fricatizasen. Tal efecto parece ajustarse a las

series de oclusivas y fricativas:

• Geminadas sordas: /-pp-, -tt-, -kk-/ > /-p-, -t-, -k-/ • Simples sordas: /-p-, -t-, -k-/ > /-b-, -d-, -g-/ • Simples sonoras: /-b-, -d-, -g-/ > /-ƀ-/, /-đ-/, /-ǥ-/

Oclusivas

• Geminadas: /-ff-/, /-ss-/ > /-f-/, /-s-/ • Sordas: /-f-/, /-s-/ > /-v-/, /-s-/

s

Pero en las

simplificación

consonántico

Recuérdese

téngase en c

deba –como

correlatos si

degeminación

/-m-/, ni la pa

Fren

parte de la d

tomando com

la sonorizació

entre sonoro

provocando u

/-ff-, -ss-/, /-m

g-/, /-v-/, /-z-/

siempre ocurr

/), mientras q

Fricativa

nasales y líquidas esta tesis tradicional se cuartea, pues si se supone que la

de geminadas fue la causante de toda la reestructuración del sistema

, ¿por qué las geminadas líquidas no se simplificaron como sucedió en portugués?

que /-ll-/ palatalizó en /l / y /-rr-/ se convirtió en una vibrante múltiple /r /. Además,

uenta que la /-nn-/ geminada también palatalizó y no parece razonable que ello se

quiere Amable Veiga Arias (1983, citado por M. Ariza, 1994: 28)– a que los

mples /-l-, -r-, -n-/ se mantuvieran porque no se vieron presionados por la

, pues ello no explica, como estima M. Ariza (1994: 28) la confluencia de /-mm-/ y

latalización de /-ll-/ y /-nn-/.

te a esta postura tradicional, el profesor Alexandre Veiga (1988), quien también

egeminación como el fenómeno causante de la transformación del sistema, pero

o referencia que tal reestructuración se debe al rasgo de tensión articulatoria, no a

n, piensa que lo verdaderamente relevante es la dicotomía entre tenso / flojo, no

/ sordo, por lo que las geminadas (hipertensas), aflojaron su tensión articulatoria,

na disminución de la tensión en todo el sistema. Así, las hipertensas /-pp-, -tt-, -kk-/,

m-/ se hicieron tensas (/-p-, -t-, -k-/, /-f-, -s-/), las tensas se hicieron flojas (/-b-, -d-, -

) y, en el caso de las oclusivas, las flojas se relajaron (/-ƀ-/, /-đ-/, /-ǥ-/). Pero no

ió, pues las geminadas sonoras (/-bb-, -dd-, -gg-/) se redujeron sin más (/-b-, -d-, -g-

ue la /-f-/ no siempre sonorizó, quizá porque contaba con un escaso rendimiento

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funcional. Con respecto a los sonidos palatales (/n / y /l /) del castellano, el proceso lo explica «a

través de la hipertensión, que desembocó en dialectos de este tipo en una mayor zona de

contacto de la lengua contra el paladar» (A. Veiga, 1988: 202) y, en lo que a la vibrante múltiple

se refiere, estima que «no es más que el resultado directo de la suma en el margen explosivo de

los dos momentos articulatorios del geminado vibrante: la hipertensión se traduce en este caso

en el mayor número de vibraciones, por lo que -rr- > -r- supone detención de la evolución en la

primera fase del cambio» (Ídem). Pero, de todas formas, por más que el profesor A. Veiga

reconozca que se deja sin explicar la relajación en la tensión, se ha olvidado de las consonantes

palatales. Aún así, a su favor tiene el hecho de que hay zonas (rumano, bearnés y altoaragonés)

en las que, a pesar de haberse producido la degeminación, las consonantes sordas

intervocálicas se han mantenido.

Cercano a esta hipótesis, el profesor E. Martínez Celdrán (1993) estima que en la

evolución del sistema consonántico latino hacia la Romania Occidental no influyó –como dice A.

Veiga– el valor sonoro o geminado, pues piensa que el cambio se ocasionó en la duración

consonántica, pues una geminada, al fin y al cabo, no es más que una consonante alargada e

hipertensa y, la disminución articulatoria de la consonante conllevó a que ésta se degeminara.

Pero, si esto verdaderamente fue así, ¿por qué el proceso de la sonorización no se dio en toda la

Romania? Sea como fuere, las hipótesis de la degeminación plantean, para M. Ariza (1994: 37)

otro gran inconveniente, desde le momento en el que si se asume que la degeminación produjo

una reacción en cadena, no se explica a) por qué sólo se ha producido en las geminadas sordas

y b) por qué razón iba a afectar el cambio de las oclusivas y fricativas al resto de las consonantes

–nasales y líquidas– que no contaban con una serie sorda. A todo esto hay que sumarle los

problemas de las palatales, junto con el de las nasales y líquidas, problemas que vienen a

indicar, según M. Ariza (1994: 38-48), que el cambio se tuvo que fraguar en la sonorización.

2.4. Conclusiones

Sea por “contaminación” vocálica, por sustrato celta o por reajustes que la misma lengua

tuvo que llevar a cabo, lo cierto es que se produjo toda una reestructuración en el sistema

fonológico, acarreando la igualación con las variantes iniciales o tras consonante. Atendiendo al

fenómeno de la sonorización, éste se produjo en la zona occidental de la Romania, salvo las

zonas ya comentadas. En realidad, cada una de las teorías desarrolladas tiene sus puntos

fuertes y débiles, pues, al fin y al cabo, todas pretenden explicar un cambio fonético que ha

experimentado una gran parte de la Romania y no se puede pretender que una teoría sea más

plausible que otra, pues no son excluyentes. El mayor problema está en no saber con certeza el

origen de semejante reajuste, pues cada perspectiva requiere un orden en el acontecimiento de

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los hechos lingüísticos. Sea cual sea la verdadera causa del fenómeno, lo único cierto de todo

esto es que se interrelacionan los tres fenómenos, aunque primero se diese uno de los tres.

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