9
 LA NATURALEZA DE LOS MITOS GRIEGOS G S Kirk

08-LA NATURALEZA DE LOS MITOS GRIEGOS.pdf

Embed Size (px)

Citation preview

  • ..

    LA NATURALEZA . DE LOS MITOS

    GRIEGOS

    G. S. Kirk

  • \ {

    CAPTULOS

    Los mitos griegos en la literatura

    Los mitos griegos tal como nosotros los conocemos no pertenecen al tipo de historias tradicionales que alteran sus lemas predominantes de acuerdo con los intereses cambiantes y las presiones sociales. Por el contrario, la mayora de ellos estn ya fijados en formas litemrias rela-tivamente innexibles. Han dejado de ser parte de una cultura orctl y de una sociedad de tipo plenamente tradicional. Se han convertido en una patte de la literatura y esta consideracin es esencial siempre que surja la tentacin de compararlos con los mitos de otros pueblos ms simples. Todava experimentan cambios, pero estos cambios estn de-terminados por autores individuales cuya finalidad es puramente est-tica o por el desarro.llo de nuevas tcn icas y gneros literarios, y no principalmente por intereses sociales, intelectuales y emociona-les de la comunidad como un todo. El resultado son una serie de mitos de un tipo poco corriente. cmo han llegado a ser as, cul ha sido la naturaleza precisa de esta evolucin literaria y cules son los especia-les gustos y preocupaciones de las principales fuentes literarias de Jos mitos griegos? ste es el tipo de preguntas que el presente captulo se plantea.

    La literatura griega est dominada por Homero, una figura crubial, a pesar de su ambigedad. en la transmisin de Jos mitos. Se le sita en el comienzo de la historia de la literatura occidental (aparte de algunos fragmentos de Mesopotamia y de Egipto) y sabemos muy poco de su persona; pero ni los mismos griegos del periodo clsico saban mucho ms. Vivi al otro lado del mar Egeo, en algn lugar de Jonia, en una de las colonias griegas del litoral de lo que hoy es Turqua occidental, probablemente durante la segu nda mitad del siglo VIII a. C. Fue el hombre responsable principalmente de la !liada, poema de aproxima-

    79

  • r~~------------

    damente diecisis mil hexmetros sobre la clera de Aquiles y la lucha ante Troya, en el dcimo ao de la guerra troyana. El segundo gran poema pico, la Odisea, relata las aventuras de Ulises durante el ~e~reso de la misma guerra a su isla nativa en ltaca, y el modo como eh mana a los pretendientes que asediaban a su mujer y trataban de apoderarse de su palacio. Si el autor de la IHada fue tambin el de la Odisea, es un tema debatido desde hi antigedad y quizs ha dejado de ser relevante. 1 mpllrta que ambos poemas, a pesar d pequeas djfe~encias, son igua-les en cuanto a su entorno, lenguaje y valores herotcos y que. hacen abundante uso de la narrativa tradicional procedente de los pnmeros cantores.

    Homero llega casi al final de una larga tradicin oral.' Hizo algo espectacularmente nuevo a partir de la poesa asimilada de sus antece-sores; sin embargo, el hecho es que gran parte de su material, in-cluyendo el contenido mtico, es muy anterior al siglo VIII a. C., otra parte a su vez se considera prxima a la propia Guerra de Troya Y al-gunos detalles curiosos muy anteriores a esta poca. La guerra parece haber tenido lugar en la mitad y la ltima parte del siglo XIII, y fue una de las ltimas aventuras importantes de los griegos aqueos, los que, en la ltima edad del bronce, vivieron en los palacios y fortalezas de Mi-cenas, Tirinto, Lacedemonia, Pilos, Corinto, Tebas, Orcmeno, Ate-nas, Calidn, Yolco. Gran parte del contenido de la Illada y la Odisea es un desarrollo potico e imaginativo de aquellos tiempos. Que Aga-menn, Menelao, Aquiles, Diomedes, Ulises, Paris, Andrmaca Y Hctor faeran en su origen personas reales es algo muy discutible. En general, parece probable que los personajes ms importantes en trmi-nos polticos, cuando menos Agamenn de Micenas y Pramo de Troya, hayan tenido una base histrica y que los secundarios a menu-do careciesen de ella. Sin embargo, es importante para el estudio de los mitos (y sta es la razn por la que califiqu de ambigum> a Homero) que estas figuras estn haciendo historia, aunque no sean realmente histricas: personajes de leyenda ms que de mito, en el sentido ms amplio del trmino.

    Las referencias homricas a personas y acontecimientos anteriores a la Guerra de Troya son' ms superficiales y vagas. La expedicin co-nocida como la de los Siete contra Tebas (que es' tambin el ttulo de uno de los dramas que se conservan de Esquilo) perteneca, para los cantores de la tradicin homrica, a un paisaje ms incierto; lo mismo ocurre con las hazaas de Heracles y de Belerofonte. Otras grandes fi -guras de la era pre;troyana, como Perseo, Tntalo, Penlope, Ddalo, Atamante o Jasn, son an ms vagos. Los relatos que existen acerca de ellos eran sin duda conocidos, pero no relevantes para la gesta

    troyana; sin embargo en otra lnea de la tradicin han perdurado lo

    80 . .

    ) 1 l \

    1 ~ 1 1 t

    1 \

    bastante como para adquirir las cualidades de mitos. Una, tercera .clase. de personajes en los poemas homricos (aparte

    de los he:oes ~s an.ttguos, brevemente mencionados, y de personajes legendanos m~. ~c~e~tes) es la fo"!"ada por dioses y djosas. En este aspecto la trad1c1on eptca es,.en conJ~nto, ms rica en material mtico. Los poemas no hacen excesiVas alustones a nacimientos divinos y al d~ollo .del mundo . pero nos ofrecen frecuentes descripciones de dtoses. y dto~~ (espectalmente de Zeus, Poseidn, Apolo, Atenea y H~ra~ mtervmtendo en los acontecimientos de los mortales; estas des-cnpctOn~s n?s revelan mucho acerca de las caractersticas de las dei-dad_es Ol~mptcas. En este tema, Homero es y ha sido la principal fuen-

    ~e hterana, y una de sus principales series de mitos se refera a una epo.ca que los grie~os de la era clsica consideraron como un pasado

    a~.tJguo y reve17nctado. Se equivocaban, desde luego, en esta aprecia-Cion 700 a. C., epoca en la que los poemas homricos estaban ya ms 0 menos concluidos, no estaba ni siquiera a medio camino (desde el punto de vista de un griego que viviese en el siglo v) de la poca Mic-nica, en la que se situaron los acontecimientos del poema y muchos de los dioses y diosas con sus principales caractersticas fueron forja-dos todava antes. Sin embargo, Herdoto pudo escribir que fueron Homero y Hesodo, cuya actividad comenz poco despus, quienes establecieron para los griegos el nacimiento y las caractersticas de sus dioses.2 No se equivocaba demasiado en cuanto a las fechas de Home-ro y Hesodo - Cuatrocientos aos antes de mi tiempO>) escribi (es decir, alrededor del 380 a. C.}- pero no acertaba tanto en cuanto a su originalidad. Lo mismo que para Herdoto, tambin Homero es nues-tra fuente literaria con la pequea excepcin de las tabletas Lineal B de Cnoso y de Pilos; pero nosotros sabemos por la arqueologa, el len-guaje pico y a travs de los estudios comparados, que gran parte del material homrico es tradicional y se remonta a un pasado ms lejano.

    Herdoto no se benefici mucho con otra de sus teoras favoritas: sostuvo que la mayora de los dioses griegos procedan de Egipto, lugar por el que senta especial predileccin. Fue una intuicin brillante: le llev a suponer que gran parte de la religin de su pas proceda de otros lugares, pero ya veremos en el captulo 11 que se equivoc al de-terminar la esfera de influencias. En cualquier caso, sus contempor-neos no compartan tan avanzados criterios teolgicos. Para ellos, era suficiente con que la mayora de los mitos divinos tuvieran races en Homero para garantizar su origen nativo. La /liada y la Odisea eran tan famosas que se convirtieron en un tesoro de conocimientos tradi-cionales y morales. Fue necesario un poeta de espritu critico como Eurpides o un poeta sabio como Jenofonte -un par de generaciones antes-- para criticar la concepcin homrica de los dioses y poder la-

    81

  • montarse como hiciera Jenofonte de que Homero y Hesodo haban atribuido a Jos dioses todo Jo que es vergonzoso y desgraciado, propio de Jos hombres: el robo, el adulterio y el engao.3 Pero este tipo de crtica, que ahora puede parecer sencilla, era en su tiempo enorme-mente sofisticada; tuvo poco impacto en la mayora de la gente, que continu cumpliendo sus deberes religiosos (e incidentalmente admi-rando a Homero) aun cuando no creyera en todo Jo que ste hab~ di-cho en los mitos acerca de los dioses.

    Hesodo en el siglo VIl a. C. escribi un largo poema llamado Teo-gonla o Generacin de los Dioses, que afortunadamente se conserva. No es un poema extraordinario comparado con la obra de Homero, pero contiene cierto encanto rudo y una cantidad de material mtico y teolgico extraordinario, ordenado de manera que constituye una his-toria del mundo desde sus primeras etapas hasta llegar al tiempo en el que Zeus se establece como el dios supremo. Herdoto estaba en lo cierto al creer que el propio Hesodo era el autor de la mayor parte de la ordenacin de este material, pero lo mismo que Homero, es eviden-te que operaba basndose en fuentes anteriores. El mito de Cronos cas-trando a su padre, el Cielo (cuya completa descripcin est expuesta en el capitulo 6), es sin duda anterior a Hesodo, y lo mismo puede de-cirse del episodio en el que Cronos es dominado por su hijo Zeus. Por otra parte, la concepcin de la primera condicin del mundo como caos, un gran abismo tenebroso, probablemente debe algo a la pro-pia imaginacin del poeta.

    La siguiente etapa en la codificacin literaria de los mitos es de ca-rcter ms reproductivo. Cien aos despus de Hesodo, en el siglo VI a. C., los griegos cultos se aficionaron a los poemas acompaados de msica y cantados, bien por un solista, bien por un coro, ms variados rtmicamente que la antigua pica del poeta siciliano Estesicoro; de ellos slo se conservan fragmentos, pero se sabe que sus largos poemas corales (el poema sobre Gerin constaba de mil versos) eran na~ciones relativamente derivadas de temas mticos: los cuentos sobre Hele-na, Europa, Orestes, Erilila, sobre la caza del jabal en Caledonia, sobre las diversas hazaas de Heracles, sobre la cada de Troya. Sus poemas trataban ms de hroes, especialmente los de carcter legen-dario que de dioses aunque lo mismo que en Homero, los hombres y Jos dioses estaban complicados en numerosos puntos cruciales. En ciertas ocasiones, Estescoro aport algn detalle nuevo; por ejemplo, fue l quien propag la fantstica aunque moral idea de que Helena nunca se fug con Paris, y que fue un fantasma quien en realidad mar-ch a Troya. Esto, si se quiere, puede considerarse como la evolu-cin de una historia en respuesta a valores ticos de la poca; pero es evidentemente una invencin literaria, demasiado satrica en sus im-

    82 .

    ? 1 1 l 1

    plicaciones (ya que es el tema de una Palinodia, o cancin de retracta-cin escrita con el fin de evitar el peligro del pecado de impiedad) para confundirla con la evolucin de los mitos en un contexto oral. En cual-quier caso, la mayoria de sus versiones eran claras, y su embelleci-miento ms bien de carcter literario y musical que interpretativo o fi-losfico.

    Algo parecido puede decirse de Simnides y de Baqulides, escrito-res de poemas lricos para solistas, que vivieron entre los siglos VI y V a. C. El bello poema de Simnides sobre Dnae, navegando a la deriva con su hijo Perseo, no pretende alterar o reinterpretar el mito; sino simplemente, a partir de uno de los ms conocidos cuentos tp~dicionaJes presentar alguna de sus partes bajo la nueva forma poettca y con un' nuevo patetismo.s Incluso Safo dedic una de sus canciones, de la que se conservan slo algunas lineas, a evocar de un modo ms o me-nos claro el matrimonio de Hctor y Andrmaca.6 Homero no haba tratado este tema directamente, ya que se situaba algunos aftas antes de la accin de la l/lada, y quizs una de las intenciones de Safo fuera aprovechar una laguna en la forma tradicional del mito. En resu-men durante ms de doscientos aos despus de Homero, Y a pesar de la n~eva poesa personal de Arquiloco, Safo y ~!ceo, la tend~ncia po-tica predominante era la de ofrecer el contentdo ya conocado de los mitos tradicionales, aparte de los ya agotados previamente por Home-ro en nuevas formas poticas. Esto nos revela algo importante sobre el p~der de los viejos mitos como un gran corpus de cultura nacional, y al mismo tiempo, sobre su posible limitacin como modo vivo de expre-sin propia y de comunicacin.

    La siguiente fuente importante de los mitos griegos es el poeta te-bano Pndaro, quien, al igual que Estescoro, escribi poesas corales. Su vida abarc gran parte del siglo v, y sus grandes odas, que le fueron encargadas para celebrar las victorias en los Juegos religiosos de O lim-pia, Delfos, Nemea y el Istmo de Corinto, estn llenas de alusiones m-ticas, tanto a hroes como a dioses.

    Se abandona por fin el conservadurismo de 1a tradicin.Estesico-reana poco imaginativa, y Pndaro se convierte en un violnto critico de aJiuno de sus rivales, incluyendo quizs a Baquilides y Simnides, a los que critica calificndolos de

  • lizar los mitos iluminando el presente sin la embarazosa necesidad de relatar nuevamente toda la accin. Esto no significaba que considerase el mundo de los mitos subsidiario e inferior; por el contrario la exce-lencia)) (la palabra griega que utiliza es areta) que celebra e~ sus ven-cedores, debe su valor precisamente a sus conexiones heroicas y divi-

    n~, a .sus races en un radjante pasado mtico, del cual los Juegos Oh"!p1cos, en mayor grado que cualquier otra manifestacin, son considerados como una preciosa reliquia.

    A pes~r de la rica co~centracin de su poesa, Pndaro era una per-sona relativamente senc11la, y los intentos modernos por descubrir al-s.una clave profunda en su utilizacin de la imagen y de los mitos han s1do un completo fracaso. No existe una nica clave; Pndaro se com-porta como el poeta inspirado y voltil que l mismo se precia de ser. Naturalmente hay cierto mtodo en su locura potica. A menudo exis-te una razn histrica concreta para la referencia mstica. La tercera oda ptica dedicada al poderoso gbemador Hiern de Siracusa trata

    d~ los .mticos m6dicos Quizn y Esculapio, y esto se debe a que el pro-PIO H1eron ha cado enfermo. Otras odas dedicadas.a los dinastas sici-lianos deben sus brillantes efectos no al desarrollo de ciertos mitos conocidos (excepto en el caso de Heracles), sino a la gloria y a las ri-quezas del vencedor o al escenario olimpico de su triunfo escenario que le une al heroico pasado de toda Grecia. Los otros venc~dores me-

    ~os i~portan!es, y es~~cialmente los pertenecientes a ciudades peque-nas sm conextones mtttcas destacadas, eran tratados ms brevemente e.incluso de Corinto suele hacer un mero inventario de sus asociacio~ nes heroicas.

    Algunas de las canciones ms nobles de Pndaro fueron escritas para atletas de la isla de Egina, cercana a Atenas y geogrficamente poco importante. Pndaro se senta all como en su casa y fue a travs de los heroicos descendientes de su mtico rey aco como Pndaro pre-firi hac.er delicadas alusiones a la antigua distincin de su propia ciu-dad. Y sm embargo, su reaccin ante una victoria de Egina es sorpren-dente: gran parte de la oda est dedicada a narrar fragmentos de la P?CO imaginativa serie de mitos referentes a los Ecidas, los descen-dte~tes de aco .. cmo se entiende que con su geu.io y su pasin por la van edad, por volar como una abeja (como l mismo escribi) de uno a otro tema pudiera relatar una y otra vez las hazaas de Telamn Ayax, Peleo y Aquiles? La contestacin a esta pregunta puede revela; algo importante no slo acerca del poeta sino tambin acerca de los usos literarios a los que se podan aplicar los mitos. Evidentemente no es una falta de inspiracin por lo que repite las famosas hazaas de los

    Ecidas .. Por el c~ntrario, las odas de Egina, en otros aspectos, aparte de los m1tos que mcluyen, son especialmente brillantes, densas y alu-84 .

    si vas. La monotona de las referencias mticas no es el resultado de una composicin mecnica o de la indiferencia, sino que nace de la admi-racin del poeta por el pasado de la isla y de su delicada percepcin de que al vencedor de una tierra cuya gloria ha declinado drsticamente nada puede complacerle ms que alguien le recuerde que por sus ve-nas corre la vigorosa sangre de sus hroes. Mi regla ms sencilla)), es-cribi Pndaro,

  • gran expedicin argonutica para conquistar el Vellocino de Oro, se nos presenta abandonando a Medea por una esposa ms segura, ms joven y menos extranjera; Medea sucumbe fcilmente a unos celos en-fermizos, que la llevan a matar a sus propios hijos. Esto no impide que sea rescatada por el carro de su abuelo, eJ Sol: tratamiento equivoco de una deidad que se ha seguido, por ejemplo, en la descripcin que hace Euripides de Apolo en el J6n, en donde el dios-orculo de Delfos se nos muestra cometiendo errores muy humanos.

    Esquilo y especialmente Sfocles no tenan estos mismos objeti-vos, pero existen otros medios quiz ms sutiles a travs de los cuales pueden ofrecer los mitos nuevos significados. Prometeo haba sido una de las figuras ms importantes de la tradicin, por lo menos a par-tir de Hesodo y probablemente antes de l; pero nadie haba tenido an la idea de explorar, a travs de sus hazaas, las responsabilidades del poder y las obligaciones de la cultura. Esto es lo que hace Esquilo en su Prometeo encadenado y en las otras dos obras dramticas (perdi-das} de la misma triloga. Incluso en Hesodo, Prometeo habla sido algo ms que un simple personaje hbil y astuto; pero en la pelea rela-tada por el autor, entre Zeus luchando por ordenar el mundo y Prome-teo protegiendo los intereses de los hombres, no haba un signo claro del conflicto de Esquilo entre la tirana descarada y las libertades de-sordenadas de la civilizacin. Este es un dilema en parte teolgico y en parte poltico. Ambas facetas, la poltica y la teolgica, haban sufrido cambios radicales hacia la mitad del siglo v, y Esquilo utiliza la tradi-cin mtica como teln de fondo para hacer consideraciones sobre es-tos nuevos problemas en trminos dramticos. La representacin del mito, el drama mismo, todava era importante, pero adquiri una pro-fundidad desconocida a travs de estas nuevas implicaciones. En cier-to modo, es una evolucin en el nfasis del relato tal como ya seal que era frecuente en ambientes de cultura oral. Pero existe una dife-rencia significativa. El nfasis elegido por Esquilo es slo incidental para la situacin dramtica; especialmente, el hecho de que Prometeo sea castigado por Zeus y se le encadene a una roca, mientras un buitre le devora el hgado da a da. La violencia de Zeus apenas se mencio-naba en la versin de Hesodo sobre el enfrentamiento con Prometeo. Esquilo, por otra parte, interpreta la lucha de Zeus por establecer el orden como una transicin de la represin fsica a la norma aceptada bajo la influencia de su eventual ayudante, Dik,la Justicia; y sta es una concepcin claramente no mtica.

    El mtodo de plantear y examinar problemas actuales a travs de una situacin mtica tradicional se hace todava ms patente en la An tlgona de Sfocles, escenificada el ao 441 a. C., cuando la naturaleza de La ley, el conflicto entre la conciencia del hombre y los deberes que

    86 .

    el Estado te impone se discutan entre polticos y filsofos. Antgona, hija de Edipo y hermana de Polinice, es un personaje secundario en la tradicin mtica. Cuando Polinice intenta reconquistar su parte del trono y muere en la expedicin de los Siete contra Tebas, el rey Crean-te abandona su cuerpo a merced de los perros, Antgona le da sepultu-ra segn los ritos acostumbrados y es condenada a muerte por su deso-bediencia. Es ste un aspecto menor en Ja historia tradicional, y puede incluso ser una invencin relativamente reciente; los detalles relativos a la muerte de su prometido Hemn probablemente se deben a Sfo-cles. Es cierto que el conflicto entre Dios y el Csar est implcito en el cuento original, y tambin en la situacin general de dos hermanos lu-chando cada cual por su herencia; pero la utilizacin del mito para de-sarrollar esta implicacin es una especie de tour de force, Y el proble-ma que se debate no es central en la narracin tradicional. En ocasio-nes como sta el manejo literario de los cuentos tradicionales'difiere en gran manera de la transmisin oral. . . . .

    Aun as, la utilizacin consciente y no tradtctonal de una sttuact.n como la de Antlgona puede en ocasiones dar a un problema tenco un relieve ms incisivo del que le dara un planteamiento directo y discursivo. Aristteles dedic algunos captulos complicados de su tica a Nicmaco al problema de la accin voluntaria e involuntaria; sin embargo, las complejidades psicolgicas estn planteadas mu~ho ms claramente en los casos implicados en el Agamen6n de Esqutlo, donde Agamenn est desgarrado por la aparente necesidad de sacrifi-car a su hija lfigenia, o en el Hiplito de Euripides, en el que Fedra lu-cha para sofocar su pasin por su hijastro Hiplito. Algunas veces, una tragedia pone de manifiesto incluso polaridades que son menos evidentes en una situacin mtica. El Filoctetes de Sfocles se basa en la historia de Filoctetes abandonado en la isla de Lemnos de camino a Troya debido a que la mordedura de una serpiente se le ulcera Y el he-dor se hace insoportable para sus compaeros. Ms tarde, el profeta Calcante revelar que Troya slo puede ser conquistada con la ayuda del arco de Heracles, en poder de Filoctetes, a quien se lo regal en re-compensa por haber encendido la pira funeral del hroe, ~cabando as( con su agona. Ulises y Diomedes irn a Lemnos a buscar a Ftloctetes Y su arco para llevarlos al campamento a9ueo delante de T~ya.. . . .

    Este es el mito. En la obra de Sofocles, esta senc1lla sttuacton, cast de cuento folklrico, adquiere una dimensin completamente nueva. Filoctetes se convierte en un ejemplo de generosidad altruista a pesar de su sufrimiento; Ulises (que se haba hecho cada vez ms impopular a medida que las versiones literarias descubrieron sus dotes de hombre astuto} representa al hbil y deshonesto retrico de la ciudad. En cier-to modo, es el contraste entre la virtud innata, la areta de Pindaro Y la

    87

  • destreza adquirida con el pragmatismo y la sofistica. En otro aspecto, se convierte en una confrontacin simblica entre la soledad an no P,rofana de la isla y la ambicin mundana de los 'aqueos. Algo parecido a1 este tipo de valoracin de la naturaleza frente a la cultura, en un sen-tldo rousseauniano, puede aparecer incluso en mitos orales, como ve-remos (p. 167), pero su presencia en la historia de Filoctetes es puro Sfocles, y procede de un enfoque muy diferente, ms consciente y ra-cionalista q~e el mtico. Es necesario hacer una distincin entre la uti-lizacin instintiva de una historia como expresin de una actitud, y la eleccin consciente de una situacin ficticia conocida, como medio para presentar un anlisis deliberado y personal.

    Fue en la poesa donde los mitos encontraron su principal expre-sin en la era literaria, pero tambin la prosa desempe su papel. Los prosistas ms destacados que utilizaron mitos son Herdoto y Platn. Les separaba en el tiempo solamente dos generaciones; el primero era a menudo ingenuo en su actitud frente a los mitos, y el segundo, exce-sivamente sofisticado. Herdoto utiliza temas de cuentos folklricos para llenar los huecos de su conocimiento histrico, o quizs aceptara versiones folklricas de acontecimientos reales sin demasiados escr-pulos. El primer libro de sus Historias ofrece los ejemplos ms sor-prendentes de esta tendencia. Nos cuenta con toda seriedad que Creso, rey de Lidia, so que su hijo y heredero, Atis, sera asesin.ado por la punta de hierro de una lanza. Despus de inmensas precauciones, ce-di sin embargo a la peticin del joven de unirse a una expedicin para cazar un monstruoso jabal; durante la caza, Atis result muerto acci-dentalmente por la lanza de su mentor Adrasto, a quien el mismo Cre-so haba ya castigado por un anterior delito de sangre. 8 Esto es un mito, o cuento popular, pero no historia; lo mismo ocurre con el fabu-loso relato sobre Creso, que ser descrito en el captulo 7, de cmo con-sigui escapar de morir en la hoguera.

    Esta ltima historia era conocida por muchos otros adems de He-rdoto, pero se ve claramente que se especializ en este tipo de histo-rias, tal como se desprende de su relato sobre Astiages, rey de los Me-das.9 Astiages so que; su hija Mandane orinaba tan copiosamente que inundaba toda el Asia; la cas con el persa Cambises, pero enton-ces so que de su vagina nacra una via que cubra el Asia; lo que se interpret como un aviso de que el hijo de Mandane le derrocara. Por lo tanto, orden a su visir Harpagn que matase al nio. Harpagn en-comend la desagradable tarea a un pastor de vacas, el cual lo susti-tuy por su propio hijo muerto; el hijo de Mandane creci y fue reco-nocido por Astiages, quien entonces castig a Harpagn, sirvindole a su propio hijo como comida.

    Todo esto es claramente un tejido de motivos folklricos: el nieto

    destinado por un orculo o un sueo a suceder al rey, el intento del rey de matarle, el pastor que salva al nio, el ofrecimiento a un hombre de su propio hijo como un acto de venganza, su horror ante el acto de ca-nibalismo involuntario, el inevitable cumplimiento del sueo u orculo. Los ciclos de Edipo, de Atreo y Tiestes, de Tntalo y de Li-cn! son los paralelos mticos ms evidentes que se nos ocurren. Her-doto puede racionalizar ciertos mitos cuando se lo propone: aqu est haciendo lo contrario, y parece contentarse con aceptar las versiones rurales sobre hechos histricos, siguiendo las lineas de los modelos de narraciones tradicionales. No slo se limita a hacerlo cuando se trata de la historia de pueblos extranjeros; en el VI, 61-2 cuenta como el rey Aristn de Esparta, que vivi poco antes de su poca, haba consegui-do poseer legalmente a la atractiva esposa de un amigo valindose de una de esas situaciones e.n las que un juramento dado no se cumple, tan frecuentes en los mitos. En efecto, consigui convencer a su amigo de que cada uno se comprometiera bajo juramento a conceder al otro cualquier pertenencia que uno pidiera al otro. Como Aristn era rey, el ms rico y adems estaba ya casado, el amigo crey estar a salvo. Lo mismo que Herdoto, probablemente utilizaron otros el cuento si-guiendo el modelo tradicional, hecho que confirma simplemente que, a mediados del siglo v a. C., los mitos eran todava un aspecto predo-minante de la cultura griega, tanto entre los hombres corrientes como entre los historiadores.

    En la poca de Platn e incluso en la de su maestro Scrates, a fina-les del siglo v, las cosas haban cambiado. Es dificil distinguir en los primeros dilogos platnicos qu ideas pertenecen a Scrates y cules a Platn, pero es probable que el hbito de referirse a los mitos como una forma de persuasin emotiva fuera ya propia del mismo Scrates. En el Fedn de Platn, por ejemplo, le vemos confirmando ciertas pruebas dudosas sobre la inmortalidad del alma, con un mito lrico acerca de los paisajes imaginarios de la otra vida. Las pruebas eran en parte de Platn, pero el mito puede deberse a Scrates. En cualquier caso Platn no desdea la utilizacin de esta tendencia en otras visio-nes escatolgicas, en el Gorgias, en el Fedro y en el ltimo libro de la Repblica. Alguien puede creer (como yo) que Platn hubiera hecho mejor trabajando algo ms los argumentos filosficos antes de recu-rrir al mtodo tradicional del mito como forma de persuasin; pero sola hacerlo as!, y con ello sucumba a una fuerza casi irresistible de la cultura griega a lo que l mismo llamaba poesa>> (incluidos los mitos), considerada como el enemigo natural de la filosofa.

    En todas estas fuentes puramente literarias, lo mismo en la poesa que en la prosa, los mitos acostumbraban a ser considerados como algo especial, como una especie de pozo de sabidura recibida del pa-

    89

    1

    1

    1 !

  • sado. En efecto. proporcionaban un gran nmero de ejemplos tpicos: podan utilizarse par ilustrar o bien para argumentar sobre la mayo-ra de las situaciones de la vida corriente; se podan tambin variar y adaptar para obtener claras innovaciones o efectos sensacionales. Sin embargo todo esto es sutilmente diferente al cambio orgnico que los mitos tienden a experimentar en una sociedad oral. En cierto modo, en la poca de la literatura griega en que los encontramos por primera vez ya estn osi ficados. Homero vuelve a relatar los mitos pre-troyanos en unos casos como motivo de deliberada diversin o en otros con un sentido puramente ejemplar, Hesodo simplifica y reor-ganiza los relatos teognicos, pero los trata ya como literatura sagrada. Estos importantes cambios, tal .como suelen hacerse, son, desde el punto de vista de la calidad narrativa, poco beneficiosos. Las interfe-rencias raciales y polticas son inevitables; los atenienses intentaron tergiversar el texto de la Iliada para apoyar sus reclamaciones sobre la isla de Salamina;10 los dorios, que penetraron en el Peloponeso desde el noroeste a finales de la edad de Bronce. se apoderaron de Heracles convirtindolo en una especie de hroe tribal; los atenienses, enton-ces, intentaron promocionar a Teseo para hacer de l una figura nacional, atribuyndole hazaas y aventuras semejantes a las de Hera-cles. No solamente los hroes sino tambin los dioses estaban expues-tos a esta clase de explotacin. Apolo inici su carrera griega como dios explcitamente jnico, pero cuando el orculo de Oelfos alcanz una influencia panhelnica fue este aspecto oracular suyo el que se destac tanto en los mitos como en el culto; y cuando Oelfos se inclin a favor de la Esparta drica en lugar de la Atenas jnica, durante la guerra del Peloponeso, Eurpides retoc algunos de los mitos apol-neos para mostrar al dios bajo una luz nada halagea.

    Estas drsticas reinterpretaciones polticas y religiosas, general-mente presuponen una cultura literaria, lo mismo en Grecia que en otras partes. Las variaciones de estatus del dios del Sol Re en diferen-tes perodos y partes de Egipto, o la difusin dramtica del culto y del mito de Osiris, fueron posibles gracias a un clero culto; es dificil ima-ginar el tipo de reajuste que tuvo lugar en la Mesopotamia del segun-do milenio a. C. (en donde la ascendencia de Babilonia fue proba-blemente acompaada por la transformacin del extendido mito de la creacin, en favor del dios de la ciudad, Marduk) ya que ocurri en un contexto oral. Recprocamente, es improbable en un medio culto una situacin como la de Australia, donde personajes mticos muy exten-didos como los Dos Hombres o las Hermanas Djanggawul desarrolla-ron funciones completamente distintas en diferentes regiones. La cul-tura escrita es contraria a este tipo de inconsistencia. Con el concepto del texto fijo aparece el co~cepto del texto correcto y las versiones in-90.

    congr:uentes se van destruyen~o gradualmente. Es sabido que los mi-tos gnegos, a pesar de su alto mvet de organizacin, todava conservan alg~nas ~iferencias regionales y ciertas inconsistencias, y existen con-fusiones mcluso sobre acontecimientos primitivos como la gran Inun-dacin o la creacin del primer hombre. Tales inconsistencias se refie-ren a menudo a temas que no estn profundamente arraigados en los mitos o que estn copiados de otros paises (lo expondr en el capitu-lo 11) como la idea de la Inundacin. Otras variantes, especialmente las que se refieren a detalles como los nombres de figuras menores o de ciertos lugares, son el resultado de ((mejoras tardas y acadmicas o de torpes intentos librescos por reivindicar alguna historia mtica para la ciudad propia.

    Ms que su profundidad es su consistencia y su complejidad lo que hace que los mitos griegos parezcan tan superiores a los otros, junto a las extraordinarias cualidades literarias de las obras clsicas que inspi-ran. Y sin embargo esta frtil complejidad exista incluso antes.de la poca clsica, aunque indudablemente se expandi gracias a las apor-taciones li~erarias y enciclopdicas que se hicieron usuales ya en el ao 600 a. C. En efecto, en la llfada y en la Odisea est ya presente y por lo tanto no puede ser un fenmeno puramente literario. Me refiero no slo a la organizacin de Homero de los hroes relativame-nte nue-vos de la guerra de Troya, aunque incluso aqu, el nmero de los per-sonajes implicados y la individualidad con la que estn descritos son bastantes asombrosos. Pero adems, el fondo de acontecimientos he-roicos anteriores es asumido como algo familiar y las referencias alusi-vas a l demuestran que lo mismo el poeta que su audiencia .conocen una extraordinaria masa de episodios y de nomenclaturas. .

    Cundo el aqueo Diomedes y Glauco de Licia se encentran en el libro sexto de la 1/fada, Diomedes no reconoce a su adversario y se pregunta si es un dios disfrazado y le lleva a considerar con todo deta-lle el sino de Licurgo, quien atac a Dioniso (el pasaje est citado en la p. 129).

    Entonces Glauco revela a Diomedes su identidad en trminos no menos detallados e jndirectos: .

  • 1

    e~t relatando el cuento. Este tipo de digresin es frecuente y sin duda Homero est resumiendo algn poema existente sobre Belerofonte y su familia. iPero qu conocimiento de todo el trasfondo heroico presu-pone en su audiencia este exigente resumen! , Probablemente la mejor manera de imaginar la imponente com-

    plejidad de los mitos griegos en su fase literaria sea leer las odas de Pn-d3.ro, ya que en ellas las alusiones son abundantes y rpidas y la impre-sin que nos dejan es la de un pasado esplendoroso y profundamente poblado que todava eclipsa el presente. Los vencedores del si-glo v para quienes escribe Pndaro, reencarnan en cierto sentido a los hroes mticos del pasado. Dioses y diosas tienen un poder evocador todava mayor, porque continuaron si~ndo objeto de cuidadoso culto hasta la decadencia final de la civilizacin griega. Y tambin porque estaban implicados en los mitos, dirigiendo los destinos de los hroes y apareciendo ante ellos constantemente -o compartiendo sus ca-mas- y parecfan conferir una especie de realidad a ese mundo, pro-cedente de la viva tradicin religiosa en la que su presencia continua-ba siendo reconocida. En el siglo v a. C., la poca de Pindaro, de los tr-gicos, de Pericles y Scrates, hubo, en efecto, numerosos ataques a los dioses; el mismo Eurpides, como vimos, no se sustrajo a una repre-sentacin equvoca de sus actos. La gente, en general, continuaba, sin embargo, celebrando sus devociones privadas y tomando parte en los grandes festivales pblicos. La creencia en los dioses distaba mucho de estar muerta, aun cuando ciertos mitos importantes no se aceptaban ya corno relatos literales de sus hazaas y de su carcter. No todas ni tan siquiera la mayora de las historias que se contaban acerca de ellos eran inmorales, ni tenan que ser necesariamente cuestionadas por las ticas ms refinadas; la continuidad de la religin Olmpica, un mun-do preservado y recreado por la literatura, confera al mundo de los mitos un destello de actualidad. Los mitos tradicionales eran, a fin de cuentas, el hecho cultural dominante de la vida griega. Los mitos pro-porcionaban la principal materia prima a la literatura (al menos a la poesa), eran el principal sostn de la educacin, los polticos y per-suasores de todo tipo apelaban a ellos constantemente, invadan todo el campo de la religin y de los ritos; y los griegos, a su manera, eran un pueblo religioso.

    Los mitos griegos, en la forma literaria en que los conocemos, no son enteramente representativos de los mitos en general. Se les puede criticar en este aspecto. Sin embargo, no por ello son menos grandio-sos y si carecen, como veremos, de la fantasa de otros mitos, la suplen por su propio alcance, su rica textura y su in_1plicacin en una religin atractiva y una literatura notable. Un completo tratamiento de estos aspectos queda fuera del alcance de este libro. Pero vale la pena

    '92

    recordar, mientras continuamos examinando ejemplos especficos, que incluso en las formas evolucionadas y algunas veces artificiosas de La alta edad clsica, los mitos griegos poseen importantes virtudes propias.11

    93