1 de PEDRO

1 de PEDRO: El

Triunfo En

Sufrimiento

Profesor: Roberto Locke

_________________________________________________________________________ 1 PEDRO: Triunfo en Sufrimiento, Profesor, Roberto Locke

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1 DE PEDRO: EL TRIUNFO EN SUFRIMIENTO Profesor: Roberto Locke

1. Introducción al Curso.

a. El Autor – El Apóstol Pedro.

“Pedro era el hijo de Jonás, y el hermano de Andrés. Hasta su llamado, Pedro era un pescador, socio de su hermano Andrés. Después de su llamado, fue constituido (1) un apóstol; (2) el líder de los doce discípulos; y, (3) el apóstol de la circuncisión, los judíos.” (1 Pedro, Gingrich, p. 1)

b. La Fecha y El Lugar.

(1) Fecha – alrededor de 63 o 64 d.C.

“Esta carta fue escrita probablemente al final de su vida. Se piensa que después de escribir esta epístola, fue arrestado y condenado. Entre su juicio y su ejecución, él escribió 2 de Pedro. Debe haber sido alrededor de 64 d.C., antes del inicio de la persecución de Nerón. Nerón murió en 68 d.C.” (GUÍA A LA BIBLIA, Willmington, p. 496)

(2) Lugar – Babilonia.

Hay dos teorías respecto a la identidad de esta ciudad. (a) “Es la Babilonia a las orillas del río Eufrates. Esto parece ser

la interpretación más natural del pasaje. Además, la lista de países de 1 Pedro 1:1 es escrita del este al oeste, lo cual sugiere que el escritor estaba en el este cuando lo escribió. Además, los descendientes de los judíos llevados cautivos por Nabucodonosor todavía estaban viviendo en y alrededor de Babilonia.” (Willmington, p. 497)

(b) “Es Roma. Charles Ryrie escribe… ‘el lugar de la escritura

era Babilonia (5:13), un nombre simbólico referente a Roma, usado mucho por escritores que querían evitar problemas con las autoridades romanas… Pedro estuvo en Roma durante la última década de su vida, y escribió esta epístola alrededor de 63 d.C., antes del inicio de la persecución de Nerón en 64 d.C. Pedro murió como mártir alrededor de 67 d.C.’ (Biblia de Estudio por Ryrie, p. 425)” (Willmington, p. 497)

c. El Tema Principal.


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EL TRIUNFO EN SUFRIMIENTO, lo cual es ejemplificado en la vida de Cristo.

d. El Texto Clave – 1 Pedro 2:20,21.

“Mas si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios. Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas.”

e. Las Palabras Claves.

(1) Sufrimiento – Sufrir.

Esta palabra aparece 16 veces en esta epístola, seis veces referente a Cristo, y diez veces referente al creyente.

(2) Gracia.

Esta palabra aparece 8 veces.

Estas dos palabras tienen una relación muy estrecha en las Escrituras, ya que la provisión de Dios para enfrentar el sufrimiento en nuestras vidas es Su suficiente gracia. (2 Corintios 12:9,10)

f. Los Receptores.

A creyentes sufridos, gentiles y judíos, dispersados a través de las cinco provincias romanas de Asia Menor. “Esta carta es una circular no dirigida a una sola iglesia, sino a un grupo de iglesias en las provincias de Ponto, Galacia, Capadocia, Asia, y Bitinia. Estas iglesias probablemente fueron fundadas por el Apóstol Pablo, a través de sus ayudantes y asociados. Sabemos del relato bíblico que Pablo fundó iglesias personalmente en las provincias de Asia y Galacia, y que sus asociados fundaron iglesias casi por todas partes de la provincia de Asia durante la estadía de Pablo en Efeso por tres años, Hechos 19:10,26.” (1 Pedro, Gingrich, p. 2) Hay dos teorías:

(1) Principalmente, aunque no exclusivamente, a creyentes hebreos.

“La primera epístola fue escrita a ‘los expatriados de la dispersión’. Esa expresión ‘la dispersión’ era un término judío bastante común para describir a aquellos miles de judíos que habían sido


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dispersados en las cautividades en todo el territorio sobre el cual los asirios y los babilonios habían reinado. Claramente, entonces, Pedro está escribiendo principalmente, aunque no exclusivamente, a creyentes hebreos.” (Explorando El Libro, J. Sidlow Baxter, p. 297) Muchos piensan que Pedro adaptó esta palabra griega para describir a los creyentes que habían sido separados de su patria, dispersados por la persecución.

(2) A Iglesias gentiles, con una minoría de judíos en su membresía.

“Las congregaciones a las cuales fue dirigida esta carta eran congregaciones gentiles, con una minoría de judíos en su membresía. Esta conclusión está basada en ciertos versículos del texto. 1:14; 2:9,10; 4:1-4.” (1 Pedro, Gingrich, p. 2)

g. El Fondo Histórico.

“En el verano de 64 d.C., Pablo hizo su viaje a España, dejando a Pedro, Silavano, y Marcos en Roma. Se quemó Roma en julio de ese año. Nerón, el emperador romano, acusó a los creyentes de Roma de haber causado la conflagración, y en octubre de 64 d.C., él declaró que el Cristianismo era una religión ilegal, e inició una persecución general de los creyentes en y alrededor de Roma. Antes de ese tiempo, los cristianos habían sido perseguidos, pero la persecución había sido de carácter religiosa, en vez de civil o política. Las autoridades romanas no habían perseguido a los creyentes antes de 64 d.C., porque hasta ese tiempo el gobierno romano había considerado que el Cristianismo era una parte del judaísmo, una religión legal en el imperio romano. La persecución de Nerón pronto se extendió de la ciudad de Roma a las provincias del imperio, incluyendo a aquellas de Asia Menor. Cuando 1 de Pedro fue escrita, los creyentes ya habían experimentado persecución a manos de los oficiales romanos locales, y de la población pagana, 1:6; 3:13-17; 4:12-19… Una persecución aun más severa parecía estar acercándose a ellos.” (1 Pedro, Gingrich, p. 3)

h. Características Especiales de 1 de Pedro.

(1) Esta epístola es Cristocéntrica.

Es interesante ver cómo el apóstol desarrolla la doctrina de Cristo en esta epístola breve.


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(a) La encarnación de Cristo, 1:20. (b) Los nombres de Cristo:

• El Cordero sin mancha, 1:19. • La Principal Piedra del Ángulo – su relación a las Escrituras,

2:6. • La Piedra Preciosa – su relación a los creyentes, 2:7. • La Piedra de Tropiezo – su relación a los incrédulos, 2:8. • El Obispo de Vuestras Almas, 2:25. • El Príncipe de los Pastores, 5:4.

(c) La Impecabilidad de Cristo, 1:19, 2:22. (d) El Sufrimiento y la Muerte de Cristo, 1:11; 2:23,23; 3:18; 4:1,13;

5:1. (e) La Resurrección de Cristo, 3:21,22. (f) La Ascensión de Cristo, 3:22. (g) Su Presencia a la Diestra del Padre, 3:22. (h) La Segunda Venida de Cristo, 1:13,17; 4:13; 5:1,4.

(2) Esta epístola nos da numerosos títulos que describen al creyente, tal vez

más que cualquier otro libro neotestamentario.

El creyente es descrito como: (a) Hijos obedientes, 1:14. (b) Niños recién nacidos, 2:2. (c) Piedras vivas, Sacerdocio santo, Casa espiritual, 2:5. (d) Linaje escogido, nación santa, pueblo adquirido por Dios, 2:9. (e) Extranjeros y peregrinos, 2:11. (f) Cristiano, 4:16 (g) Justo, 4:18 (h) Elegidos, 1:2 (i) El pueblo de Dios, 2:10 (j) La Grey de Dios, 5:2.

LA EXPOSICIÓN DE 1 DE PEDRO: EL CAPÍTULO 1

I. EL SUFRIMIENTO – Los Detalles de la Soberanía. (1:1-25)


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A. La Salutación. (Vs. 1-2)

1. El Siervo – Pedro.

a. Su nombre antiguo.

Simón, hijo de Jonás. Este es el nombre relacionado con su vida pasada, inestable y no regenerada.

b. Su nombre nuevo.

Pedro (Gr. PETROS), Cefas (Arameo). Juan 1:42. Proféticamente, este nombre representa lo que Pedro llegó a ser después de su conversión. Pedro llegó a ser un hombre estable, firme en sus convicciones y ministerio.

2. El Servicio – Apóstol.

Un apóstol es uno, enviado con credenciales, como representante de otro. (2 Corintios 12:12) “Cuando usado en el sentido técnico, ‘apostol’ se refiere a los DOCE, más Pablo (1 Cor. 15:9), a aquellos hombres, los cuales fueron llamados directamente, comisionados, equipados, y enviados por Cristo a fundar, establecer, y extender la iglesia en la tierra… Pedro era un apóstol en el sentido técnico.” (1 Pedro, Gingrich, p. 5) Pedro establece su autoridad apostólica desde el principio de la carta. “Esa autoridad es respaldada por la evidencia interna del texto, y por su temprana y universal aceptación como parte del canon bíblico.” (Comentario del Conocimiento Bíblico, Walvoord y Zuck, p. 839)

3. El Salvador.

El que había negado a su Salvador tres veces, entregó su vida al Mismo para anunciar Su nombre en todo el mundo. La prioridad de Pedro era predicar el evangelio de Cristo. (Hechos 1:8; 2:14-36)

4. Los Receptores.

Los creyentes sufridos, gentiles y judíos, dispersados a través de las cinco provincias romanas de Asia Menor. La palabra “expatriados” (Gr. PAREPIDEMOIS) enfatiza no sólo una nacionalidad extranjera, sino también una residencia temporal. Los creyentes, cuya ciudadanía es en el


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cielo (Filipenses 3:20) viven en medio de una sociedad pagana como extranjeros.

B. La Salutación. (Vs. 2)

1. Gracia. (Gr. CHARIS).

Esta es la gracia que nos capacita cada día para llevar una vida cristiana, la cual es suplida al creyente sumiso al Espíritu Santo.

2. Paz (Gr. EIRENE).

Esta es la paz producida en el corazón del creyente lleno del Espíritu Santo.

Pedro desea que estas dos bendiciones sean multiplicadas en las vidas de estos creyentes, Necesitamos una abundancia de gracia y de paz para poder enfrentar victoriosamente a un mundo tan problemático.

C. La Salvación. (Vs. 1,2)

1. La Fuente de la Salvación – LA TRINIDAD. (Vs. 1,2)

Es imprescindible reconocer la participación de las tres Personas de la Trinidad en la provisión de la salvación. Todo lo que Dios hace, lo hace en conjunto con el Hijo y con el Espíritu Santo. Un ejemplo es la creación – El Padre, Génesis 1:1,26; El Espíritu, Génesis 1:2; y, el Hijo, Colosenses 1:16)

a. El Padre nos eligió. (Vs. 2)

(1) El Hecho de la Elección.

La palabra “elegidos” (Gr. EKLEKTOIS) es un adjetivo plural, que quiere decir elegidos, escogidos, seleccionados de un número. La elección es EL ACTO DE DIOS, EN SOBERANA GRACIA, DE ESCOGER A ALGUNOS DE LA HUMANIDAD PARA LA SALVACIÓN.

(2) El Tiempo de la Elección.

La elección se efectuó en la eternidad pasada. (Efesios 1:4)

(3) La Base de la Elección.


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La base de la elección es la PRESCIENCIA de Dios. La palabra “presciencia” (Gr. PROGNOSIN) se refiere a lo que Dios sabe acerca de todo el tiempo – pasado, presente y futuro – un conocimiento poseído de antemano. La pregunta importante aquí es ésta: ¿Qué es lo que Dios sabía de antemano que fue la base de la elección del hijo de Dios? Hay diferentes puntos de vista.

(a) Algunos dicen que en el plan eterno de Dios, El había

decidido de antemano quiénes se salvarían y quienes se condenarían por voluntad divina. En otras palabras, Dios eligió a algunos para ser salvos, y a otros para ser condenados, y que todo fue determinado por Dios aun antes de la creación del mundo. Los que aceptan este punto de visto muy a menudo llegan a la conclusión de que Dios sólo ama, y que Cristo sólo murió, por los elegidos.

(b) Otros dicen que Dios escogió a algunos de la

humanidad para la salvación aun antes de la creación, basado solamente en su soberana voluntad. Es decir, Dios conoció y escogió a un grupo de entre la humanidad aun antes de crear al mundo, y los eligió para la salvación, “…según el puro afecto de su voluntad.” (Efesios 1:5)

(c) Otros dicen que Dios sabia de antemano quiénes de la

humanidad creerían en su Hijo, y basado en ese conocimiento de antemano, les eligió para la salvación.

H. C. Thiessen, apoyando este punto de vista, escribe, “Por el hecho de que la humanidad está muerta en sus delitos y pecados, sin esperanza, y no puede hacer nada para obtener la salvación, Dios, en su gracia, da a todos los hombres la habilidad suficiente para escoger en el asunto de la sumisión a El… En su presciencia, El percibe qué es lo que cada uno hará con esa habilidad, y lo elige a la salvación en armonía con Su conocimiento de su elección de El.”

Pero, ¿cuál punto de vista es la correcta?

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No pretendo tener todas las respuestas, pero todas estas verdades tienen que ser tomadas en cuenta al considerar el tema de la elección. • Dios no elige a algunos para la salvación y a otros para la condenación. Si es así, no hay

forma de explicar los siguientes pasajes bíblicos. (Juan 3:16; 1 Juan 2:2; Apocalipsis 22:17) • Dios ha hecho provisión para la salvación de TODOS los hombres, y quiere que todos sean

salvos, no sólo los elegidos. (1 Juan 2:2; 1 Timoteo 2:4; 2 Pedro 3:9) • Dios seria justo condenando a todos los hombres al infierno, porque todos lo merecen. Y al

mismo tiempo, Dios tiene el derecho de escoger a algunos de entre la humanidad para la salvación, porque El es Dios. El puede hacer lo que quiere. Y todo lo que El hace es justo y correcto.

• Dios no es injusto escogiendo a algunos para la salvación y no a todos, porque El igualmente

podría condenar a todos sin escoger a nadie. El elige a algunos porque El quiere manifestar su gracia, “según el puro afecto de su voluntad”. (Efesios 1:5)

• Las Escrituras claramente enseñan que Dios ha provisto en Cristo una salvación que es

suficiente para todos (1 Juan 2:1; 1 Pedro 3:18), aunque sólo algunos la experimentarán. (Romanos 10:16) No todos obedecerán el evangelio.

• El hombre es responsable de obedecer el evangelio, recibiendo a Cristo como su Salvador

personal. (Juan 1:12; Hechos 16:31; Romanos 10:9,10,13,16) • La decisión del hombre sólo puede ser tomada como una respuesta a la obra santificadora del

Espíritu Santo (Romanos 10:17), convenciéndolo de su incredulidad (no cree en Cristo), su carencia de la justicia de Cristo (él es injusto y le falta la justicia de Cristo), y la condenación que le espera en la eternidad si sigue a Satanás en esta vida. (Juan 16:7-11)

Dios, siendo omnisciente, sabe de antemano quiénes creerán en Su Hijo, pero en mi opinión, esto no puede ser la base de la elección. Si aceptamos esto, tenemos que concluir que la salvación se basa principalmente en lo que el hombre hace (él escoge a Cristo), en vez de lo que Dios hace (eligiendo al pecador para la salvación). Si la elección se basa en la decisión del hombre, entonces Dios, basado en su omnisciencia, está respondiendo al hombre de antemano, y no el hombre respondiendo a Dios. Esto simplemente no puede ser. La salvación es el cien por ciento de Dios. Para mí, la clave es esta frase completa, “…elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo.” El hombre no puede OBEDECER el evangelio, y SER ROCIADO CON LA SANGRE DE JESUCRISTO sin la OBRA SANTIFICADORA DEL ESPÍRITU en su vida. Por lo tanto, creo en ambas verdades – la elección de Dios y la responsabilidad del hombre. Estas verdades parecen ser contradictorias. Pero, ambas se encuentran en la Palabra de Dios, y tenemos


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que aceptarlas por fe. El hecho de ser difícil de entretejer estas verdades, y verlas en completa armonía, no nos quita la responsabilidad de creer y enseñarlas. Cuando yo era alumno en el Instituto Bíblico de Nuevo Brunswick, Canadá, uno de mis profesores, el Hno. Kenneth Robins, me lo explicó de esta manera. El dijo, “La elección de Dios y la responsabilidad del hombre parecen ser verdades contradictorias, pero ambas son enseñadas en la Biblia. Estas dos verdades son como los dos rieles del ferrocarril. Ambos son necesarios, pero estos rieles nunca cruzan. Sin los dos, el tren no puede avanzar. La elección de Dios y la responsabilidad del hombre son dos rieles de verdad atravesando toda la Biblia – ambas con necesarias, pero nunca cruzan. Tenemos que creer y enseñar ambas verdades, o no estamos predicando toda la verdad de Dios.” No he contestado todas sus preguntas, queridos alumnos, pero espero que lo escrito pueda ayudarles en su consideración de este tema. Al final de todo, sólo podemos hacer lo que Dios nos exige hacer – creer en Cristo. Por mi parte, he obedecido el evangelio, y estoy seguro de mi elección por parte de Dios. Estoy más que dispuesto a dejar este gran misterio en las manos del Dios de toda sabiduría. ******************************************************************************

b. El Espíritu nos santificó. (Vs. 2)

(1) La definición.

La palabra santificación (Gr. HAGIASMOS) quiere decir separar, apartar de una cosa a otra, en este caso, del mundo a Dios. Vines escribe, “La santificación del Espíritu es asociada con la elección, un acto divino que precede la aceptación del evangelio por el individuo.”

(2) Las Cuatro Clases.

Hay cuatro aspectos de la santificación:

(a) Pre-salvación: un cambio de mente o pensamiento.

Esta es la clase de santificación que encontramos en este versículo. El Espíritu Santo revela al pecador su condición perdida, a través de un ministerio de convencimiento. (Juan 15:26; 16:7-11; 2 Tesalonicenses 2:13) Por este ministerio, el Espíritu lo prepara para recibir a Cristo como su Salvador personal.


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(b) Posicional: un cambio de posición espiritual.

Esta santificación se refiere a un cambio de posición a la vista de Dios en el momento de creer en Cristo. (Romanos 8:9; 1 Corintios 6:11; Colosenses 1:13; 2 Corintios 5:17; Efesios 1:3) En ese momento, Dios ve al creyente como un santo (uno apartado exclusivamente a El).

El nuevo creyente es apartado de:

• La pena del pecado, 1 Tesalonicenses 1:10. • Satanás, 1 Juan 5:19. • El Reino de Satanás, Colosenses 1:13. • La carne, Romanos 8:9. • El mundo, 1 Juan 5:4.

(c) Progresiva: un cambio progresivo de condición espiritual.

Esta santificación es la obra diaria de Dios en apartar al creyente más y más a una vida de santidad. Es el proceso de conformar al creyente a la imagen de Cristo. (2 Corintios 3:18; Romanos 8:13-30) Es una obra que no terminará hasta estar en la presencia del Señor.

Dios logra esta santificación a través de:

• Su Palabra, Salmo 119:9,11; Juan 17:17,19; Efesios

5:26. • Su Espíritu, Efesios 5:26. • Su Disciplina, 1 Corintios 11:32; Hebreos 12;10; 1

Pedro 4:17)

(d) Perfecta (o Permanente): un cambio permanente de estado.

La santificación perfecta es la transformación total y final del creyente a la imagen de Cristo en la presencia de Dios en el cielo. (1 Juan 3:2; Filipenses 3:20,21) Es una transformación material (el cuerpo) y espiritual (el carácter).

(3) El Propósito.

El propósito de esta santificación es llevarnos a la obediencia. En este contexto, es la obediencia al mandato del evangelio –


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EL CREER EN CRISTO. (Juan 1:12; Hechos 6:7; 1 Pedro 2:22ª, Romanos 1:5; 6:17,18; 10:16) No hay esperanza para aquel que rehúse creer en Cristo.

c. El Hijo nos redimió.

Los que obedecen el evangelio son limpiados de todos sus pecados con la sangre preciosa de Cristo Jesús. Son declarados justos delante de Dios. (Romanos 3:24,25; Hebreos 9:14; 10:22; 1 Juan 1:7; Apocalipsis 1:5)

2. Las Bendiciones de la Salvación. (Vs. 3-5)

En el versículo 3, Pedro desea fijar toda la atención de estos creyentes en la persona del Padre. El propósito es alabarle por su grande misericordia en hacerles renacer. Pedro escribe, “Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.” La palabra bendecir (Gr. EULOGETOS) quiere decir alabar, celebrar con alabanzas. De esta palabra griega recibimos la palabra “elogio”. Antes de estudiar las profundidades de la doctrina, Pedro quiere poner su vista en la persona de Dios. ¡Qué triste es saber mucho acerca de la persona de Dios, sin conocerlo personalmente!

a. Una Esperanza Viva. (1:3)

(1) La Razón de la Esperanza – “nos hizo renacer”.

El tiempo gramatical de este verbo habla de algo que sucedió en el pasado, y que fue hecho completamente. Dios nos hizo renacer una vez para siempre. La vida que tenemos no es momentánea, sino eterna. Renacer es el acto de Dios, el Espíritu Santo, en darnos una nueva vida, haciéndonos participes de la naturaleza divina, y por lo tanto, hijos de Dios. Es un nuevo nacimiento resultando en una nueva vida.

(2) La Base de la Esperanza – “su grande misericordia”.

¿Por qué nos hizo renacer Dios? El fue conmovido por su grande misericordia.

(3) El Resultado de la Esperanza.


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La seguridad de la resurrección. La resurrección de Jesucristo es la seguridad de la resurrección futura del creyente también. (1 Corintios 15:21-23)

b. Una Herencia Eterna. (Vs. 4)

“Esta ‘herencia’ se refiere a la completa y final salvación a una participación en el reino eterno de Dios, y sus glorias.” (1 Pedro, Gingrich, p. 8)

(1) La Naturaleza de esta Herencia.

La Biblia enseña claramente que el renacido (el hijo de Dios) es heredero de Dios y co-heredero con Cristo Jesús. (Romanos 8:16,17) Todo lo que Dios posee será nuestro algún día. Nuestra herencia es…

(a) Perfecta – incorruptible.

Esta herencia permanecerá. No se corromperá, no se gastará, no se deteriorará, como los tesoros del mundo. (Mateo 6:19-21)

(b) Pura – incontaminada.

Esta herencia no puede, ni podrá ser contaminada por el pecado.

(c) Permanente – inmarcesible.

Esta herencia nunca desaparecerá, marchitará, defraudará, o desilusionará.

(2) La Certeza de esta Herencia. (Vs. 4b, 5a)

(a) La herencia nos ha sido reservada. (Vs. 4b)

La herencia ha sido reservada (Gr. TEREO) en el cielo. No es el hecho de ser reservada que es lo más importante, sino QUIEN la reserva. Ese “quién” es Dios Mismo. Por esta razón, podemos estar seguros de recibir la herencia cuando pasemos a Su presencia algún día.

(b) Estamos siendo guardados por el poder de Dios. (Vs. 5a)


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El tiempo gramatical de la palabra guardados (Gr. PHROUOMENOUS) implica que es una acción continua, algo sucediendo constantemente. Es un término militar – guardar, proteger. Dios no sólo nos ha reservado una herencia en el cielo, sino que nos guarda a nosotros constantemente para asegurar la recepción de esta herencia. El protege la herencia, y guarda continuamente a sus hijos para recibirla en el futuro.

(3) La Recepción de esta Herencia. (Vs. 5b)

La palabra salvación se refiere a la completa realización de la salvación final, incluyendo la glorificación de nuestros cuerpos. (Romanos 8:17,18,23,29; Filipenses 3:20,21; Colosenses 3:4; 1 Timoteo 2:11,12; 1 Juan 3:2) “La salvación (la gloria) está preparada ya (toda preparación ha sido hecha por Dios), y nos será manifestada en el tiempo postrero. ‘El tiempo postrero’ se inició en los días de la Iglesia primitiva y se terminará con la venida de Cristo en el Arrebatamiento). Cuando Cristo sea manifestado, 1:7, el velo será quitado, y nuestra salvación final, nuestra herencia, será manifestada.” (1 Pedro, Gingrich, p. 8)

3. Las Pruebas en la Salvación. (Vs. 6-9)

No debemos pensar que la recepción de la salvación de Cristo resultará en una vida libre de pruebas. La verdad es que muchas veces las pruebas aumentan, tanto en cantidad como de gravedad. Sin embargo, el apóstol Pedro indica el por qué en este pasaje.

a. Nos encontramos rodeados de muchas pruebas. (Vs. 6)

(1) La naturaleza de las pruebas.

La palabra pruebas (Gr. PEIRASMOS) se refiere a toda clase de prueba, abarcando las tentaciones PERMITIDAS por Dios, y las pruebas ENVIADAS (o permitidas) por Dios. Estas pruebas son diversas – de diferentes clases y de diferentes fuentes.

(2) El resultado inmediato de las pruebas.


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Estas pruebas resultan en aflicción. Ninguna prueba produce gozo. Es posible regocijarnos en medio de la aflicción, pero la aflicción misma no produce el gozo. El gozo proviene de nuestra relación con Dios, y la fe que hemos puesto en El, como el Soberano del universo.

(3) La duración de las pruebas.

“…ahora por un poco de tiempo…”

En comparación con la eternidad, el tiempo de las pruebas es breve. Esto nos debe animar bastante. Las pruebas no durarán para siempre. El Señor nos librará de todo pesar cuando nos lleve a Su presencia.

(4) La ocasión de las pruebas.

“…si es necesario…”

Esta frase implica que Dios nos manda pruebas sólo cuando es necesario hacerlo. El no permite pruebas sólo para hacernos sufrir, sino porque en ese momento, la prueba es una necesidad en nuestras vidas. Alguien escribió, “Muchas pruebas implican muchas necesidades espirituales.” Estas necesidades se relacionan con el plan eterno de Dios de conformarnos a la imagen de Su Hijo (Romanos 8:28-30). Son las pruebas, enfrentadas con fe en el poder de Dios, que nos transforman a esa imagen. Cuando son necesarias para cumplir este propósito, Dios envía (o permite) una serie de pruebas en nuestras vidas.

(5) El propósito de las pruebas. (Vs. 7)

La frase sometida a prueba (Gr. DOKIMION) se refiere al acto de someter a alguien a una prueba, a fin de determinar si es digno de ser aprobado o no. Dios prueba nuestra fe, para poder aprobarla.

(a) Probar nuestra fe.

Pedro hace una comparación entre la fe y el oro. Dios quiere probar nuestra fe para ver si es genuina o no. San Agustín escribió al respecto, “En el horno ardiente se quema la paja, pero se purifica el oro.” Tal como el fuego no destruye el oro, las pruebas no destruyen una fe verdadera.

(b) Purificar nuestra fe.


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Pedro hace un contraste entre la fe purificada y el oro purificado. Nuestra fe está mezclada con la escoria de la incredulidad. Dios somete a prueba nuestra fe para hacerla crecer, y en el proceso, purificarla, quitando de ella la escoria de la incredulidad. Una vez más, esta prueba de fe es para purificarla, no para destruirla. Es el hecho de pasar por el fuego de la prueba que nos fortalece espiritualmente, y que produce en nosotros la imagen de Cristo.

b. Nos gozamos en medio de las pruebas. (Vs. 6ª-9)

(1) A causa de la herencia asegurada en el futuro. (Vs. 6ª)

Pedro dice, “en lo cual vosotros os alegráis…” Él está refiriéndose a los versículos 3 a 5 que hablan de la herencia reservada en el cielo para el hijo de Dios. Si no podemos gozarnos en la presente prueba, por lo menos podemos gozarnos en la seguridad que tenemos en el futuro.

(2) A cause de la recompensa asociada con una fe aprobada y

purificada. (Vs. 7)

Cuando Cristo venga para arrebatar a la iglesia, cada creyente será examinado cuidadosamente en el tribunal de Jesucristo. Aquellos creyentes cuyo fe ha sido purificada a través de las pruebas, serán recompensados con galardones celestiales. Santiago habla de esto en su epístola – “la corona de vida”. La clave es que nuestra fe “sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo.” Esto sólo es posible si enfrentamos a las pruebas con una fe purificada. Cada prueba, enfrentada por la fe, nos prepara para enfrentar a la próxima en victoria.

(3) A causa de nuestra relación personal con Jesucristo. (Vs. 8,9)

(a) Una fe verdadera no tiene que ver, sino creer

solamente.

Nunca hemos visto a Cristo, pero El es una realidad en nuestras vidas. El nos ha sido revelado por el ministerio del Espíritu Santo. Le amamos porque hemos creído en El. Esa fe ha despertado en nosotros un amor profundo para con el Salvador de nuestras almas. No lo vemos,


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pero lo sentimos en nuestro ser. Esa relación con Cristo nos llena de gozo.

(b) Una fe verdadera obtiene en la práctica la salvación del alma. (Vs. 9)

El hecho de creer en Cristo tiene resultados prácticos en la vida actual. Tengo la confianza de que AHORA soy hijo de Dios, AHORA poseo la vida eterna, y AHORA Cristo vive en mí, etc. Hay un aspecto futuro de la salvación (la transformación del cuerpo), pero también hay un aspecto presente de ella (la transformación progresiva del carácter a la imagen de Cristo). Experimentando la realidad de esta obra de Dios en mi vida ahora resulta en “gozo inefable y glorioso”. (Vs. 8)

4. Los Profetas y la Salvación. (Vs. 10-12)

a. La salvación neotestamentaria fue profetizada en el Antiguo Testamento.

(1) El Autor de la profecía.

Aquí tenemos un ejemplo bíblico de la enseñanza dada por Pedro en 2 Pedro 1:20,21. Esta profecía no era la invención de unos hombres del pasado, sino la escritura de los profetas de Dios, inspirados por el Espíritu de Cristo, el Espíritu Santo. El es el autor de toda profecía verdadera.

(2) El Contenido de la Profecía.

Los profetas escribieron bajo inspiración de la GRACIA destinada al mundo entero. Es decir, ellos escribieron acerca de la gracia que habría de manifestarse por la encarnación, el sufrimiento, la muerte, la resurrección, y la exaltación de Cristo. Tito la describió de esta manera, “Porque la GRACIA de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres…” (Tito 2:11) Los profetas anunciaron los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos, [la salvación de todo aquel que cree en Cristo, y su futura glorificación con El]. (Romanos 8:18; 2 Corintios 4:17; 1 Pedro 5:10)

Los profetas se daban cuenta que lo que estaban escribiendo no era para sí mismos, sino para los que


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vendrían después de ellos. Ellos eran instrumentos para comunicar el mensaje de Dios a futuras generaciones.

(3) La Naturaleza de la Profecía.

Esta profecía era una revelación a los profetas, pero sin iluminación. Es decir, ellos “inquirieron y diligentemente indagaron acerca de la salvación…”

(a) Qué PERSONA.

Ellos querían saber quién iba a ser el Mesías, pero nunca lo supieron. El no fue revelado hasta después de su muerte.

(b) Qué TIEMPO.

Ellos querían saber cuándo el Mesías habría de manifestarse, pero tampoco lo supieron antes de morir.

Los profetas sólo supieron que esta revelación no era para ellos, sino para otros que vendrían después.

b. La salvación neotestamentaria ha sido anunciada en esta dispensación.

Los detalles de esta salvación ya han sido anunciadas a través de la predicación del evangelio por parte de los apóstoles al principio de esta dispensación, y luego, por sus siervos y discípulos hasta el día de hoy. El mensaje que nos fue revelado por los profetas del Antiguo Testamento nos ha sido anunciado por los predicadores neotestamentarios.

5. Los Ángeles y la Salvación. (Vs. 12)

Los ángeles buenos no son participantes, sino espectadores de la gracia de Dios. Por su observación del trato de Dios para con los hombres, ellos aprenden algo del carácter de Su gracia. Nunca tendrán la oportunidad de experimentarla personalmente. (1 Corintios 4:9; Efesios 2:7; 3:10)

6. El Llamamiento de la Salvación – la Santidad. (Vs. 13-17)

Después de hablar de la doctrina de la gran salvación que tenemos en Cristo Jesús, Pedro enfatiza la necesidad de un comportamiento práctico que es un buen reflejo de esta salvación. El que realmente ha


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sido salvo lo manifestará en su forma de vivir. El creyente verdadero vivirá en santidad.

a. El Mandato a la santidad. (Vs. 16)

La santidad es el separarse de todo lo que es moralmente maligno, y el abrazarse de todo lo que es moralmente bueno. Es la separación de la obediencia a la carne, a una obediencia a Dios. Todos hemos sido llamados a una vida de santidad – a una separación del mundo al Señor. (1 Tesalonicenses 4:3,7)

b. El Alcance de la santidad. (Vs. 15)

La santidad debe abarcar “toda vuestra manera de vivir”. Hay que ser santo en todo aspecto de la vida, y en toda conducta. No hay ninguna parte de la vida que pueda escapar el alcance de este mandato.

c. Las Razones por la santidad.

(1) Somos hijos de obediencia. (Vs. 14)

La frase hijos obedientes es hijos de obediencia. No es que siempre somos obedientes; no lo somos. Sin embargo, nuestra meta es vivir en obediencia. La santidad es una cuestión de obediencia. John Walvoord lo expresa de esta manera, “La obediencia es un acto consciente de la voluntad.” Si somos obedientes, es porque decidimos ser obedientes; si somos desobedientes, también es por voluntad propia. Los hijos de Dios han sido llamados a la obediencia. Por lo tanto, de acuerdo a los que somos (los hijos de Dios), debemos tomar la decisión de vivir en obediencia (en santidad).

(2) El que nos llamó es Santo. (Vs. 15,16)

Dios, él que nos llamó a ser sus hijos, es santo. Los hijos reciben la naturaleza de su padre; los hijos de Dios han recibido la naturaleza divina del Padre Celestial. Tal como El es santo, así sus hijos deben ser santos. Es importante ver que Dios no hace una comparación entre un hombre y otro hombre, sino entre el hombre y Dios Mismo. Nuestro ejemplo no es otro hombre, sino Dios.


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(3) Dios juzgará toda impiedad. (Vs. 17)

Dios juzgó nuestros pecados en la cruz, y Cristo pagó el precio completo por ellos. Por esta razón, “ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús.” (Romanos 8:1) Sin embargo, cada creyente tendrá que presentarse delante del Señor algún día para dar cuenta por sus obras, sean buenas o sean malas. (1 Corintios 3:10-15; 4:5; 2 Corintios 5:10) Si no vivimos en santidad, esta condición pecaminosa afectará la calidad de nuestras obras. El que anda según la carne no puede tener obras que agradan al Señor. La condición espiritual del creyente en el momento determinará si sus obras son buenas o malas, y si merecen ser recompensados o no. Ningún creyente escapará de esta examinación profunda.

d. Los requisitos humanos para la santidad.

(1) Preparar las mentes para acción. (Vs. 13)

“ceñid los lomos de vuestro entendimiento…” La frase “ceñid los lomos de vuestro entendimiento” es un CUADRO DE PALABRAS. Esta frase implica el hecho de recoger los vestidos a la cintura, para que no impidan el progreso, como por ejemplo, en el caso de correr. En este caso, el apóstol está hablando de la mente. El creyente tiene que tomar una decisión firme de vivir en santidad. Nadie vive en santidad que primeramente no ha tomado la decisión firme de seguir un camino recto. Satanás nos ataca en el área de la mente, porque él sabe que es allí donde se inicia la batalla. El creyente tiene que ganar la batalla de la mente, tomando una decisión definitiva de vivir en santidad.

(2) Ser sobrios. (Vs. 13)

La palabra sobrio (Gr. NEPHONTES) implica la idea de templanza o dominio propio. Todavía habla Pedro de la mente, diciendo que debemos pensar seriamente, sin ser influenciados por las emociones, o controlados por las circunstancias. Tenemos que pensar de acuerdo a lo que sabemos de la Palabra de Dios y no según los sentimientos y las circunstancias. Tenemos que ver las cosas del punto de vista eterno, y no temporal. (2 Corintios 4:18; Hebreos 11:25,26) La


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santidad no es una opción, sino un mandato claramente indicado en las Escrituras.

(3) Esperar por completo. (Vs. 13,14)

Una vida de santidad requiere determinación. Tenemos que esperar “por completo” (Gr. TELEIOS), sin reserva, completamente, inmutablemente. Después de tomar la decisión definitiva de vivir en santidad, el creyente tiene que seguir tomando la decisión de seguir viviendo en santidad, no dando lugar en su vida al diablo, al mundo, o a la carne. Es un proceso continuo. No cesará hasta la manifestación de Jesucristo. Esta decisión se revelará en el comportamiento del creyente. El no se conformará a los deseos que antes tenía, estando en su ignorancia y en su incredulidad. La palabra “conformarse” (Gr. SYSCHEMATIZOMENOI) se refiere al acto de asumir una apariencia externa que no representa la verdadera naturaleza interna. Este es el creyente que es un hijo de luz pero anda en la oscuridad. En su práctica, él no está comportándose de acuerdo a lo que es. El creyente que anda según la carne no está comportándose de acuerdo a su nueva naturaleza. Hay que esperar una vida de carnalidad en los incrédulos, pero no en los creyentes. El incrédulo anda según los deseos de su carne (Efesios 2:3); el creyente debe andar según el Espíritu (Romanos 8:9).

(4) Conducirse en temor. (Vs. 17)

El creyente debe conducirse en temor todo el tiempo de su peregrinación. Esto no quiere decir que él tiene miedo de Dios, o que tiene miedo de perder su salvación. Este temor es una reverencia tan profunda de la persona de Dios que uno no quiere hacer nada que le pudiese ofender. Teniendo esta meta, el creyente se conducirá cuidadosamente en su manera de vivir. ¿Por qué debemos temer a Dios? (a) Dios es nuestro Padre. (Vs. 17)

Dios siempre está observando al creyente. Dios sabe todo lo que hace. El creyente no puede esconder nada de Dios. Hay que temer a Dios porque El es su Padre Celestial.


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(b) Dios juzgará a sus hijos. (Romanos 14:10-12)

(c) El creyente está en este mundo como peregrino. (Vs. 17)

Si uno anda en temor a Dios aquí en la tierra, recibirá galardones eternos cuando llegue al hogar eterno, en el cielo.

7. El Gran Precio de la Salvación. (Vs. 18-19)

Al hablar de su “vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres”, Pedro está hablando principalmente a los judíos de la religión judía (aunque sin duda podría ser aplicado a las falsas religiones de los gentiles también). Las religiones del mundo no pueden prepararnos para la eternidad. La verdad es que sólo sirven para esclavizarnos. Tenemos que ser “rescatados” (Gr. ELYTROTHETE), librados por el pago de un rescate. Tal rescate no podría ser pagado con oro ni plata. A la vista de los hombres, el oro y la plata son valiosos. Sin embargo, lo terrenal no sirve para suplir una necesidad espiritual. El gran precio de la salvación, el único precio digno, era la sangre preciosa de Cristo, el Cordero de Dios. (Juan 1:29; Hebreos 9”14) Nuestra salvación le costó a Cristo su vida.

8. El Plan Eterno de la Salvación. (Vs. 20)

Dios ha tenido este plan de salvación en mente desde antes de la fundación del mundo. Dios sabia que Adán y Eva le desobedecerían, resultando en la caída espiritual de toda la raza humana. Aun antes de crear al mundo, Dios decidió enviar a Su Hijo Jesús en rescate por nosotros.

9. El Motivo Tras de la Salvación. (Vs. 20b)

Dios preparó su plan de rescate por un solo motivo – POR AMOR DE VOSOTROS. Dios nos salvó porque nos ha amado, nos ama, y nos amará eternamente.

10. El Método de la Salvación. (Vs. 21-25)

(1) Creer.

Es a través de Cristo, quien el Padre resucitó de los muertos, y glorificó en la Ascensión, que los hombres pueden llegar a conocer y confiar en Dios. Nadie viene al Padre sino por Cristo Jesús. (Juan


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14:6) Dios es nuestro Salvador por haber enviado a Su Hijo a la cruz por nosotros.

(2) Obedecer.

Nadie logra tener la salvación sin obedecer la verdad – en este caso, la verdad del evangelio de Cristo, indicado en el versículo 21. (Romanos 6:17; 10:16) La doctrina central del evangelio es la resurrección de Cristo de entre los muertos. (Romanos 10:9,10) El resultado de obedecer al evangelio es la purificación del alma. La salvación verdadera resulta en un cambio de comportamiento. No sólo tenemos una nueva relación con Dios, sino también con los demás hijos de Dios. Amamos a Dios, y recibimos una nueva capacidad de amar a la familia de Dios. Es un amor… (a) No fingido. (Gr. ANYPOKRITON)

Es un amor genuino, sin hipocresía.

(b) Entrañable (Gr. EKTENOS)

Es un amor ferviente y ardiente, que se esfuerza intensamente.

(c) De corazón puro (Gr. AGAPESATE)

Es un amor que proviene de un corazón transformado, de uno cuyos motivos son puros, y que desea dar más que recibe. (3) Renacer.

En el momento de creer en Cristo, somos renacidos de una simiente incorruptible, la Palabra de Dios. El renacer es el hecho de nacer de nuevo, nacer del cielo, de arriba. Cristo habló con Nicodemo del nuevo nacimiento en Juan 3:3. Es la obra del Espíritu Santo en darnos la vida eterna en el momento de creer en Cristo. Nacemos espiritualmente en la familia de Dios, llegando a ser Sus hijos. El agente del nacimiento es la simiente incorruptible, la Palabra de Dios. Nadie llega a ser hijo de Dios sin escuchar y creer el evangelio, presentado en las Escrituras. Es el oír la Palabra de Dios que produce la fe. (Romanos 10:17)


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La Palabra de Dios… (a) Es incorruptible. (Gr. APHTHARTOU).

Esta es la misma palabra griega usada por Pedro para describir el carácter de la herencia del creyente en 1:4.

(b) Vive.

Esta palabra es viva y eficaz. (Hebreos 4:12) Es poderosa para transformar vidas.

(c) Permanece para siempre. (Vs. 24,25)

Esta palabra no es de carácter pasajera. Es permanente; durará para siempre. Pedro cita a Isaías 40:6-8 para demostrar que lo que nace de la simiente corruptible se seca y se cae, pero la Palabra de Dios permanece para siempre.

EL CAPÍTULO 2

II. EL SUFRIMIENTO – Los Deberes de los Santos. (2:1-3:13)

Después de hablar sobre la doctrina de la salvación, Pedro cambia el énfasis de su carta, enfocándose en la vida cristiana, detallando los deberes del creyente en Cristo, y tratando el tema principal de la epístola – el sufrimiento. A. Sus Deberes concerniente las Escrituras. (2:1-3)

Para poder llevar una vida que agrada al Señor, el creyente tiene que llenar su vida de la Palabra de Dios. Sin embargo, junto con el deseo de alimentarse con las Escrituras, tiene que existir la disposición de enfrentar y renunciar cualquier pecado que haya en su vida. Vemos ambas cosas aquí en estos dos primeros versículos.

1. Desechad. (Vs. 1)

a. Malicia (Gr. KAKIAN).

Según Vines, es un carácter malo, despreciable, degradante. Gingrich sugiere que esta palabra es la principal descripción de la condición espiritual de la persona, y que las otras cuatro palabras son elaboraciones de la misma.

b. Engaño (Gr. DOLON).


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Según Vines, su significado fundamental es hacer caer a la trampa. Walvoord dice, “deshonestidad deliberada”, y Gingrich, “decepción, astucia, maña.”

c. Hipocresía (Gr. HYPOKRISEIS).

Según Walvoord, “amor y piedad fingido”, y Vines dice, “simulación, fingimiento”.

d. Envidias (Gr. PHTHONOUS).

Según Walvoord, “descontento resentido”. Vines dice, “un sentimiento de disgusto o desagrado, producido por observar o escuchar de la prosperidad de otro.”

e. Detracciones (Gr. KATALALIAS).

Según Vines, “hablando contra otra persona; murmurando o hablando mal de otro, difamaciones.”

Estas palabras son relacionadas con el mandato que encontramos en 1:22. Los que han renacido por la Palabra de Dios deben amar con “amor fraternal no fingido”. Es imposible amar y al mismo tiempo, practicar estos cinco vicios.

2. Desead. (Vs. 2)

Somos renacidos por la Palabra de Dios, pero también somos alimentados espiritualmente por ella. Tal como el recién nacido desea la leche maternal, así debemos desear la “leche espiritual no adulterada”. Tal leche (la Palabra de Dios) es libre de engaño, y por lo tanto, produce en nosotros un crecimiento verdadero que refleja la realidad de la salvación que hemos experimentado. La salvación mencionada aquí se refiere a ese aspecto de la salvación que todavía queda delante de nosotros – la salvación del cuerpo físico, y la transformación completa de nuestro ser a la imagen de Cristo. Estamos en un proceso de crecimiento que nos está llevando más y más a esa realidad – de “gloria en gloria en la misma imagen” (de Cristo), como dijo el Apóstol Pablo en 2 Corintios 3:18. Pero, no lo hemos logrado todavía. Nos entregamos a este proceso, porque hemos gustado la benignidad del Señor. Hemos experimentado personalmente que el Señor es bueno (Salmo 34:8)

B. Sus Deberes concerniente al Salvador. (Vs. 4, 6-8, 10)


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1. Las personas que éramos.

a. No éramos un pueblo (a la vista de Dios). (Vs. 10)

Éramos gentiles no salvos, sin ningún reconocimiento espiritual a su vista. No éramos Su pueblo.

b. Éramos personas que no habían alcanzado la misericordia de Dios.

Habíamos experimentado su misericordia providencial, pero no su misericordia redentora. (Romanos 11:30; Efesios 2:4)

2. La decisión que tomamos. (Vs. 4, 6-8)

Era nuestra decisión tomar la misma actitud respecto a Cristo que Dios tiene de El. En estos versículos, vemos tres actitudes respecto a Cristo.

a. La Actitud del Padre. (Vs. 4,6)

Para el Padre, Cristo era la piedra escogida y preciosa, la principal piedra del ángulo de la casa de Dios, la cual hoy en día es la Iglesia Universal. Pedro cita de Isaías 28:16 para apoyar sus conclusiones. Esta piedra posee vida en sí misma, y puede dar vida a otros. Es posible entrar en una relación personal y vital con esta Piedra.

b. La Actitud del Incrédulo. (Vs. 7,8)

Para el incrédulo, Cristo había sido examinado y desechado por los edificadores. (Salmo 118:22,23) En este caso, los edificadores eran los principales sacerdotes, y los fariseos que habían rechazado a Cristo como el Mesías. Ellos estaban edificando una religión, pero sin el fundamento de “la piedra escogida” por Dios. Sin ese fundamento, su religión no servia para nada. Cuando escogieron rechazar “la piedra principal del ángulo”, Jesucristo, El llegó a ser una “piedra de tropiezo, y roca que hace caer”. (Mateo 21:42) El rechazo de Cristo se hace a través del rechazo de “la palabra”, en este caso, el evangelio. Son deliberadamente desobedientes al evangelio (Romanos 10:16). El rechazar la Palabra escrita (el evangelio) es rechazar la Palabra personal (el Cristo) también. (2:8b) El versículo 8 nos enseña que algunos han sido predestinados por Dios, antes de la fundación del mundo, a tropezar en la palabra, para


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luego, ser condenados al infierno. Walvoord hace claro el sentido de este versículo cuando escribe, “Todos aquellos que no reciben a Cristo como su Salvador tendrán que enfrentarlo algún día como su Juez. Por su pecado, todos los incrédulos desobedientes son destinados a un ‘tropiezo’, lo cual les llevará a la condenación eterna.” Dios ha determinado de antemano que todos los que rechazan a Su Hijo también serán rechazados por El, y enviados al infierno.

c. La Actitud del Creyente.

Para el creyente, Cristo es precioso. Aunque antes de creer participábamos de la actitud de los incrédulos, ahora hemos abrazado personalmente la actitud de Dios respecto a Su Hijo, y Cristo nos ha llegado a ser muy precioso. Le hemos aceptado como “la piedra principal del ángulo”. En el momento de aceptarlo, dejamos de ser personas desobedientes, y llegamos a ser creyentes.

C. Sus Deberes concerniente al Cuerpo de Cristo. (Vs. 5,9,10)

En estos versículos, Pedro describe lo que hemos llegado a ser por creer en Cristo. Somos “piedras vivas”, habiendo recibido la misma vida de Cristo. Gingrich escribe, “En el Nuevo Testamento, tenemos por lo menos siete figuras que ilustran la relación entre Cristo y los creyentes de la dispensación de la Iglesia. Aquí encontramos una de esas figuras – Cristo, la piedra principal del ángulo, y los creyentes, las piedras vivas del templo espiritual. Los creyentes son presentados como piedras vivas, edificadas alrededor de la piedra principal del ángulo, Cristo, para que puedan ser un templo santo en la tierra, reflejando brillantemente la santidad de Dios, y la luz a un mundo de pecadores.” Ahora somos…

1. Una Casa espiritual. (Vs. 5)

Somos el templo de Dios hoy en día. (1 Corintios 6:19,20) Como piedras vivas, estamos siendo edificadas como una casa espiritual, sobre la piedra viva, Cristo, para que como sacerdocio santo, podamos ofrecer “sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.”

2. Un Linaje escogido. (Vs. 9)

De entre todos los pueblos del mundo, estamos siendo escogidos para formar parte de un linaje espiritual, que es el objeto del favor especial de Dios. Un linaje (o raza) es un grupo de personas que tienen una


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descendencia y una vida común. Somos un pueblo en Cristo, habiendo participado de su vida. Ya somos hijos del mismo Padre, Dios.

3. Un Sacerdocio real. (Vs. 9)

Siendo sacerdotes, tenemos el privilegio de entrar directamente a la presencia de Dios con nuestras peticiones. Antes de la cruz, sólo el Sumo Sacerdote de la nación de Israel pudo entrar al Lugar Santísimo, la misma presencia de Dios. Ahora, todos los creyentes se acercan al mismo Trono de Gracia, porque Cristo ha abierto el camino con su sangre. (Hebreos 4:16; 10:19-22)

4. Una Nación santa. (Vs. 9)

Antes, Dios tuvo una relación personal con una sola nación – Israel. Ahora, Dios está escogiendo a una nueva nación. Los creyentes somos una nación santa, separada de las demás naciones inmundas. Somos santos en nuestra POSICIÓN espiritual en los lugares celestiales en Cristo, y estamos llegando a ser santos en nuestra CONDICIÓN espiritual en este mundo.

5. Un Pueblo Adquirido por Dios. (Vs. 9)

Dios ha tenido que pagar un precio grande para adquirirnos como pueblo. Ese precio era la sangre de Su propio Hijo, Jesucristo. (1:18) Ya somos propiedad de El. (1 Corintios 6:19,20; Tito 2:14) No debemos fallar de entender cuál era el propósito de Dios en hacernos su pueblo. En el versículo 10 leemos, “para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”. Dios nos ha hecho su pueblo para que proclamemos sus virtudes (atributos, excelencias) a todo el mundo. Debemos declarar Su luz a aquellos que todavía andan en las tinieblas, para que ellos también participen de esa luz. (Filipenses 2:15,16)

D. Sus Deberes concerniente a los gentiles. (Vs. 11-12)

El Apóstol Pedro da dos exhortaciones en estos dos versículos, que resumen las responsabilidades del creyente frente a los gentiles (incrédulos). La base de estas dos exhortaciones de encuentra en las palabras “extranjeros” y “peregrinos”. Un EXTRANJERO es uno de otro país. Un PEREGRINO es uno que está pasando por un lugar, en camino a su verdadero hogar. El creyente es un extranjero, porque ya no es de este mundo. Es un peregrino, porque está pasando por este mundo en camino al cielo, su hogar verdadero. Siendo


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extranjeros y peregrinos, los creyentes deben tener una actitud distinta respecto a este mundo, y su forma de comportarse mientras estén en ello.

1. La Exhortación Negativa – ABSTENER.

Los incrédulos están acostumbrados a satisfacer todos los deseos de su carne pecaminosa, con poca limitación o restricción. El creyente verdadero debe refrenar la satisfacción de los deseos carnales. ¿Por qué? Estos deseos batallan contra su alma, impidiendo su crecimiento espiritual. Además, dañan su testimonio delante de los incrédulos. (1 Corintios 9:27; Gálatas 5:16-25; 1 Timoteo 6:9,10; Santiago 4:1)

2. La Exhortación Positiva – MANTENER.

El creyente tiene que mantener su testimonio delante del mundo. Su conducta debe ser moralmente excelente, la clase de conducta que los paganos pueden aprobar. A los paganos les gusta murmurar del creyente, especialmente cuando su comportamiento no apoya su testimonio verbal. Si los paganos hablan mal de nosotros, ojalá que sea por las buenas obras que ven en nuestras vidas, en vez de las malas. (Mateo 5:16; Efesios 2:10; Tito 3:8; Santiago 2:18)

De este modo, los incrédulos glorificarán a Dios en “el día de la visitación”. Esto se refiere al día de la visitación de Dios en su vida particular, es decir, en el momento de su salvación. Las vidas santas y llenas de buenas obras de los creyentes influirán más que todo en la salvación de almas. Cuando nuestros amigos incrédulos aceptan a Cristo como su Salvador personal, ellos glorificarán a Dios por el testimonio de nuestras buenas obras que han influido su conversión.

E. Sus Deberes concerniente al gobierno. (Vs. 13-17)

1. La Exhortación de Someterse a las autoridades civiles.

Pedro hace claro que es la responsabilidad del creyente someterse a las autoridades civiles. Él menciona específicamente al rey (al Presidente) y a los gobernadores. Es importante notar que Pedro no califica al rey con la palabra bueno. Sea bueno o malo, tenemos que someternos al Rey. Si no lo hacemos, porque él nos exige hacer algo claramente contraria a las Escrituras, tenemos que estar dispuestos a sufrir las consecuencias de la desobediencia. (Hechos 4:18-21) Bajo circunstancias normales, la obediencia del creyente debe ser completa y de buena voluntad.

2. Las Razones por someterse a las autoridades civiles.


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a. Es la voluntad de Dios. (Vs. 15)

b. Es como al Señor. (Vs. 13)

Nos sometemos a las autoridades civiles como al Señor. Es para que El pueda ser glorificado por nuestro buen testimonio delante de estos gobernantes.

c. Es para preservar el orden moral. (Vs. 14b)

Las autoridades civiles castigan a los malhechores, y alaban a los que hacen bien. Cuando cooperamos con estas autoridades, estamos participando en el mantenimiento del orden moral de la sociedad.

d. Es para callar la ignorancia de hombres insensatos. (Vs. 15b, 17)

Con nuestro buen testimonio, podemos callar (literalmente, poner bozal) a aquellos líderes civiles que quisieran señalarnos con el dedo de acusación. Debemos vivir de tal manera que estas personas no tengan por qué acusarnos. ¿Cómo lo podemos hacer? El versículo 17 nos ayuda al respecto.

(1) Honrar (Gr. TIMESATE) a todos.

Debemos respetar, estimar, y valorar a todos los hombres (Romanos 12:10; 13:7)

(2) Amar (Gr. AGAPE) a los hermanos.

Esto es amar constantemente, con el amor de Dios.

(3) Temer (Gr. PHOBEISTHE) a Dios.

Este temor es una reverencia y respeto profundo para con Dios que nos lleva a una vida de santidad y obediencia. Nadie tendrá respeto para otros que no teme a Dios primero.

(4) Honrar al Rey.

Esta es la misma palabra utilizada al principio del versículo. Debemos respetar en forma especial al Rey, porque Dios lo ha puesto en autoridad sobre nosotros.


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e. Es para practicar correctamente nuestra libertad cristiana. (Vs. 16)

Hay mucha confusión hoy en día sobre el asunto de la libertad cristiana. Déjeme ser muy claro – LA LIBERTAD CRISTIANA NO ES EL LIBERTINAJE. No somos libres para hacer lo que quisiéramos hacer. No somos libres para vivir según la carne. Somos libres DEL pecado, y NO PARA poder pecar. Somos libres del pecado para poder hacer la voluntad de Dios. Es la voluntad de Dios que llevemos vidas ordenadas, y que nos sometamos a las autoridades civiles. Nuestra libertad no nos libra de la responsabilidad de obedecer las leyes del país.

F. Sus Deberes concerniente la injusticia en el trabajo. (Vs. 18-25)

1. La Exhortación a los criados que sufren.

La palabra “criados” (Gr. OIKETAI) se refiere a siervos o esclavos de la casa. Es importante recordar que los siervos y los esclavos constituían un porcentaje alto de la iglesia primitiva, y su maltrato inmerecido era sin ninguna duda algo común. Pedro les escribía especialmente para ayudarles a enfrentar ese maltrato en el espíritu de Cristo. La exhortación era, “Estad sujetos con todo respeto a vuestros amos.” Las palabras “estar sujetos” (Gr. HYPOTAGETE) constituyan un término militar que da la idea de ‘estar bajo el liderazgo de otro, considerarse bajo otro’.

a. Los criados deben estar sujetos “con todos respeto”.

La idea aquí es con temor, la misma palabra usada para describir el temor del creyente para con Dios. El criado debe respetar, honrar a su amo. Si lo hace, esto afectará el desarrollo de su servicio.

b. Los criados deben estar sujetos a toda clase de amo. “…no solamente a los buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar…” Es fácil respetar a los buenos (que poseen una bondad interna) y afables (que tienen una disposición suave), pero no a los “difíciles de soportar” (Gr. SKOLIOS), torcidos, o doblados. La idea es que no son rectos, sino severos y duros. Algunos amos son difíciles de complacer y son desagradecidos. A ellos también les debemos respeto y honra. Sólo el poder del Espíritu Santo puede capacitar al creyente para soportar a una persona así, y seguir mostrándole respeto y honra.


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2. La Aprobación de los criados que sufren. (Vs. 19,20)

La palabra “aprobación” (Gr. CHARIS) quiere decir que ocasiona placer, deleite. En este contexto, la palabra habla de la expresión de alabanza y gratitud a una persona que ha sufrido injustamente.

a. No hay alabanza por sufrir pacientemente un castigo justo.

Si somos castigados por nuestros pecados, y sufrimos pacientemente, no debemos esperar ningún reconocimiento o recompensa. Merecimos lo que recibimos. Cosechamos lo que sembramos.

b. Hay alabanza por sufrir pacientemente un castigo injusto.

Si por hacer lo bueno sufrimos, y lo hacemos con paciencia, podemos esperar la alabanza de Dios. Hemos hecho lo que para Dios es digno de elogio.

3. El Ejemplo para los criados que sufren. (Vs. 21-25)

En estos versículos, Pedro comunica las BUENAS y las MALAS noticias.

a. Las Malas Noticias.

El creyente ha sido LLAMADO AL SUFRIMIENTO. Para muchos, casi todos, estas son malas noticias. ¿Quién de nosotros quiere sufrir? Nadie, ¿verdad? Sin embargo, el sufrimiento es nuestro llamado. Si no sufrimos, es una evidencia de que no somos de Cristo.

b. Las Buenas Noticias.

Uno ha sufrido antes de nosotros, para que “sigamos sus pisadas” (tomemos el mismo camino tras de El). Cristo ya ha pasado por esta experiencia, y nos puede ayudar en nuestro sufrimiento. Pedro intenta animar a los criados en su sufrimiento injusto, dándoles el mejor ejemplo que existe del mismo – Jesucristo, y el sufrimiento que El enfrentó en la cruz a manos de los hombres.

(1) Cristo sufrió por nosotros. (Vs. 21)

Cristo sufrió por cada uno de los creyentes. ¿Por qué? Hay varias razones – para salvarnos, por nuestros pecados, para ser nuestro ejemplo en el sufrimiento, y otras más. Su


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sufrimiento no era por algo malo en El (El nunca pecó), sino por nuestro pecado.

(2) Cristo sufrió para ser un ejemplo. (Vs. 21-23)

(a) Cristo llevaba una vida santa, sin pecado. (Vs. 22)

Es imprescindible entender esta verdad. Cristo era perfecto en todo, absolutamente sin pecado. Si no hubiera sido así, nunca podría haberse calificado para ser nuestro Salvador, mucho menos para ser nuestro ejemplo en sufrimiento.

(b) Cristo era un ejemplo en sufrimiento. (Vs. 21,23)

Pedro indica que Cristo es un ejemplo, y luego, lo ilustra de Su experiencia.

i. Cuando le maldecían, no respondía con maldición.

Aunque la gente se burlaba de Cristo, El nunca le respondía mal. Cristo sólo oraba por ellos – “Perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen.”

ii. Cuando padecía, no amenazaba.

Como el Hijo de Dios, Cristo podría haber destruido a sus enemigos con una sola palabra. Sin embargo, no les amenazaba. Se quedaba callado vez tras vez. Podría haber pedido doce legiones de ángeles para destruirlos, pero no lo hizo.

iii. Cristo encomendaba su causa al que juzga justamente.

Cristo tenía suficiente confianza en su Padre Celestial como para dejar su causa con El. Cristo no trataba de defenderse; Él dejó su defensa a Dios. Cristo encomendó su causa al Padre, literalmente, la entregó a las manos del Padre. Dios siempre justifica al justo en el momento propicio. Vemos la justificación de Jesús en su resurrección de los muertos y en su exaltación hasta lo sumo en el cielo, a la diestra del trono de Dios. (3:22)

(3) Cristo sufrió por los pecados. (Vs. 24)


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(a) Cristo llevó nuestros pecados en su cuerpo.

¿Puede imaginar usted este gran sufrimiento? Por primera vez en toda su vida terrenal (y en toda la eternidad), Cristo tuvo pecado en su cuerpo. No los suyos (porque El nunca pecó), sino los pecados de todos los hombres de todo tiempo. ¡Qué carga tan pesada!

(b) Cristo sufrió para librarnos del poder del pecado.

En Cristo, estamos muertos a los pecados. Esto no quiere decir que ya no poseemos la capacidad de pecar, sino que el pecado ya no posee el poder de dominar nuestras vidas. (Romanos 6:14)

(c) Cristo sufrió para que viviéramos a la justicia.

En Cristo, podemos vivir a la justicia. Esto no quiere decir que siempre vamos a ser justos en todas nuestras acciones, sino que la justicia de la ley puede ser cumplida en nosotros por la presencia y el poder del Espíritu Santo en nuestra experiencia.

(4) Cristo sufrió por las ovejas. (Vs. 25)

Como el Buen Pastor, Cristo sufrió por las ovejas. (Isaías 53:6) Éramos como ovejas descarriadas, pero ahora hemos vueltos al Pastor y Obispo de nuestras almas. Como nuestro Pastor, El es responsable de alimentar, guiar, y protegernos. Como nuestro Obispo, somos responsables de someternos a su liderazgo.

EL CAPÍTULO 3:

G. Sus Deberes concerniente el hogar. (3:1-7)

Habiendo terminado con el tema de los criados y el sufrimiento injusto, Pedro dirige su atención a otra clase de sufrimiento – el de sufrir como una esposa creyente con un marido incrédulo. Pedro habla primero a las mujeres, y luego, a los hombres.


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Charles Swindoll, en su libro, ENCENDIENDO EL FÓSFORO ORIGINAL, dice que es posible resumir estos siete versículos en dos preguntas penetrantes. La mujer debe preguntarse, ¿Amo lo suficiente a mi marido como para vivir por él?” Y, el hombre debe preguntarse, ¿Amo lo suficiente a mi esposa como para morir por ella?” ¡Qué excelente la observación! A continuación, voy a darles un resumen de su enseñanza acerca de este pasaje. Lo encontré tan bueno, que quise compartírsela en este bosquejo. En estos versículos, Pedro da unas sugerencias a…

1. La Esposa creyente. (Vs. 1-6)

Pedro resume la responsabilidad de la mujer, diciendo que ella tiene que estar sujeta a su marido. Las palabras “estar sujeta” (Gr. HUPOTASSO) es la misma frase que encontramos en 2:18. Es un término militar que da la idea de “estar bajo el liderazgo de otro”. Alguien ha definido esta frase en la siguiente manera – “una sumisión cariñosa a la voluntad, y obediencia a la autoridad, de su propio marido”. La esposa debe cuidar su…

a. Conducta. (Vs. 1,2)

Pedro describe un cuadro familiar – un marido incrédulo y medio obstinado. La frase “que no creen la palabra” es muy interesante en griego. La idea es uno que no se deja ser persuadido. Es obstinado, y no escucha a los que quieren hablarle del evangelio. Hay muchas hermanas que quieren ganar a sus maridos con sus palabras, cuando Pedro dice que les ganarán con su conducta. Swindoll dice, “A pesar de ser un hombre difícil, no está ciego. El no puede ignorar la conducta de su esposa piadosa.” La palabra “considerando” es la palabra griega por una observación cuidadosa, de cerca. El marido observará la vida de su esposa, y con el tiempo, será ganado por ella.

(1) Conducta casta - pura. (2) Conducta respetuosa – obediencia reverente.

b. Apariencia. (Vs. 3-5)

Pedro no está diciendo que una mujer no debe preocuparse de su apariencia externa, sino que debe poner más énfasis en su interior. La hermosura externa de una mujer no ganará a su marido


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para Cristo, así que no debe depender exclusivamente de su ropa, o joyas, o peinado para lograrlo. Sin embargo, muchos maridos tienen la tendencia de perder interés en sus esposas porque ellas no se preocupan de hacerse atractivas para ellos.

c. Actitud. (Vs. 3,4)

Es su hermosura interna – “un espíritu afable y apacible” – que ganará al marido para Cristo. Ella está vestida en lo interno de una fortaleza de carácter y confianza. Es tranquila, y bajo control. Tal espíritu es de “grande estima delante del Señor”. La enseñanza de Pedro es clara – No se exceda en lo externo; enfatice lo interno.

d. Reacción. (Vs. 5,6)

El versículo 6 dice que Sara obedecía a Abraham. Esta palabra “obedecía” quiere decir prestar mucha atención a alguien. Esto implica la idea de atender a las necesidades de alguien. Algunas mujeres tienen la tendencia de estar involucrada en tantas cosas fuera de la casa que a veces se descuidan de la familia, y en forma especial, del marido. El marido merece la atención de su mujer. Esto no quiere decir que la mujer es una esclava. Sin embargo, ella se esforzará para atender a las necesidades de su esposo. Pedro utiliza el ejemplo de Sara, que llamaba a su marido “Señor”. Por eso, Swindoll sugiere que la pregunta para la esposa debe ser, ¿Amo lo suficiente a mi marido como para vivir por él?” Muchas mujeres temen que su marido tome ventaja de su buena voluntad. Note la promesa en el versículo 6, “sin temer ninguna amenaza”. Esta frase sugiere que Dios protegerá a la mujer que es fiel a este principio en su relación matrimonial.

2. Al Marido creyente. (Vs. 7).

El marido debe…

a. Vivir con su Esposa.

Hay una diferencia entre vivir con su esposa, y vivir con ella sabiamente. Vivir con ella es compartir la casa y la cama; vivir sabiamente con ella es compartir su vida con ella, y participar en la vida de ella. Es un término que habla del compañerismo, de estar completamente en casa con una persona.

b. Conocer a su Esposa.


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La palabra “sabiamente” quiere decir según el conocimiento. El marido que quiere tener éxito en su matrimonio tiene que conocer profundamente a su esposa – sus gustos y disgustos, sus deseos y necesidades, sus sueños y secretos, sus temores y preocupaciones, sus pensamientos y planes. Esto requiere un espíritu sensible, una disposición de involucrarse en su vida, una disponibilidad para escucharle, y la habilidad de comunicar y preocuparse de ella.. La esposa anhela ser entendida, y necesita saber que su marido quiere conocerla en verdad.

c. Honrar a su Esposa.

La frase “dando honor” es muy interesante en griego. La idea es asignar un lugar de honor a alguien. En este caso esta persona es la esposa. ¿Su esposa tiene un lugar de importancia en su vida? ¿Es una prioridad? ¿Es un tesoro precioso? Y, si es así, ¿lo sabe ella? El honor no tiene valor si ella no lo experimenta en forma práctica. Hay que decírselo, pero hay que demostrárselo en la práctica – con flores, un regalo especial, una cita a su restaurante favorito, una expresión de gratitud y elogio frente a sus amigas, o frente a la familia. Hay tres razones para honrar a la esposa. (1) Es más frágil.

Esto se refiere a una debilidad física, y no a una inferioridad intelectual o espiritual. El cuerpo de la mujer es más débil que el del marido.

(2) Es coheredera de la gracia de la vida.

El evangelio no ha bajado la posición de una mujer en la sociedad, más bien la ha levantado. En aquel tiempo, el hombre no trataba a su esposa con dignidad. Muchas veces era nada más que una sierva en la casa. Pedro hace claro que el marido es responsable de honrar a su esposa, porque ella es coheredera de la gracia de la vida. Ella es creyente tal como el marido, y en ningún sentido inferior a él.

(3) Si no lo hace, las oraciones del marido serán estorbadas.

El marido que maltrata a su esposa no puede tener una conciencia limpia delante del Señor. El no podrá orar con


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confianza y fe, y por lo tanto, no será contestado. El pecado siempre impide la oración.

H. Sus Deberes concerniente a la iglesia local y la sociedad. (Vs. 8-12)

En estos versículos, Pedro da una serie de seis exhortaciones a todos los cristianos concerniente sus deberes el uno para con el otro, y para con sus vecinos paganos.

1. Las Seis Exhortaciones Generales. (Vs. 8,9)

a. Sed todos de un mismo sentir. (Gr. HOMOPHRONES).

Hay que vivir en armonía. No debemos ser carnales, sectarios, o divididos, sino espirituales, unidos en Cristo, guardando la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. (1 Corintios 3:2-4; Juan 17:21; Efesios 4:3)

b. Sed compasivos. (Gr. SYMPATHEIS)

La idea de la palabra es que simpatiza. Es el creyente que posee la capacidad de sentir lo que otros están sintiendo – de sufrir con los que sufren, gozarse con los que se gozan, y llorar con los que lloran. (Romanos 12:15)

c. Amar fraternalmente (Gr. PHILADELPHOI).

Hay que amar a otros creyentes en Cristo como si fuesen hermanos carnales, es decir, parte de nuestra familia. Esto no es el amor de Dios (AGAPE) sino el amor fraternal (PHILEO).

d. Sed misericordiosos (Gr. EUSPLANCHNOI).

La idea es ser compasivo, sensible, bondadoso, especialmente con los afligidos. (Filipenses 2:2; Filemón 7,20)

e. Sed amigables (Gr. TAPEINOPHRONES).

Esta palabra quiere decir humildes.

f. Devolver bendición por mal. (Vs. 9)

No debemos actuar de la misma manera que actúan los incrédulos. No debemos devolver mal por mal, ni maldición por maldición. (Mateo 5:38-48; Romanos 12:17-21; 1 Tesalonicenses 5:15) Fuimos llamados a la bendición cuando lo único que merecíamos era el


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juicio de Dios. De la misma manera, debemos bendecir a aquellos que no lo merecen.

2. Una Receta para tener una vida feliz. (Vs. 10-12)

Pedro cita el Salmo 34:12-16 para ilustrar la vida bienaventurada a la cual Dios nos ha llamado.

a. La Receta. (Vs. 10,11)

(1) Negativa.

Refrenarse de toda palabra u obra mala. No diga nada mal de nadie, ni le haga mal.

(2) Positiva.

Hacer el bien por buscar y seguir la paz. No hay que vengarse, sino buscar la paz, devolviendo bendición por mal.

b. Las Razones. (Vs. 12,13)

(1) Los ojos del Señor están sobre los justos, y contesta sus oraciones. (Vs. 12)

El otro lado es que su rostro está contra los que hacen el mal. El Señor no se olvida de nosotros. Algún día, El arreglará todas las cuentas.

(2) Generalmente, los malhechores nos dejarán en paz si llevamos una vida irreprensible y pacífica. (Vs. 13)

III. EL SUFRIMIENTO- La Disciplina del Sufrimiento. (3:13 – 4:19)

Todo lo que hemos estudiado hasta ahora ha sido una preparación para esta sección de la epístola. Pedro dedicará casi el resto de su carta a este tema. Su propósito es instruir, consolar, y fortalecer a sus lectores en sus aflicciones actuales, y prepararlos para enfrentar a persecuciones aun peores en el futuro. A. La Bienaventuranza (Gr. MAKARIOI) de la Persecución. (Vs. 14)

Esto parece ser una contradicción. La filosofía humana diría, “Somos bienaventurados si no padecemos nunca.” Dios dice, “Son bienaventurados cuando padecen a causa de la justicia.” ¿Por qué? Estamos sufriendo junto a nuestro Salvador. El sufrió por nosotros; ahora podemos sufrir junto a El, aunque


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es otra clase de sufrimiento. El sufrió para proveernos la salvación; nosotros sufrimos propagando la salvación. Los que sufren con El, también reinarán con El. (Lucas 6:22,23; 1 Pedro 4:14)

B. La Manera Correcta para Enfrentar la Persecución. (Vs. 14b-16)

1. No permita que sus perseguidores las amedrente. (Vs. 14b)

No debemos buscar la persecución, pero si viene a nuestra experiencia, no la debemos temer. Dios estará con nosotros en todo momento. El es el Soberano. Los malhechores no podrán hacernos más de lo que Dios les permita hacer en Su voluntad. (Vs. 17) No debemos dejar que sus amenazas nos amedrentan.

2. Santifique a Dios en su corazón. (Vs. 15ª)

El creyente debe tener a un solo Señor en su vida, el Señor Jesucristo. En tiempos de persecución, el cristiano debe procurar agradar a su Señor solamente, y no a los hombres. El temor a sus perseguidores no debe ser permitido desviarlo del cumplimiento de la voluntad de Dios para su vida.

3. Esté preparado para presentar su defensa. (Vs. 15b)

El creyente debe estar preparado en cualquier momento a dar una defensa de la esperanza que tiene en Cristo. Las palabras “presentar defensa” (Gr. APOLOGIAN) quieren decir dar una defensa, como lo hace un defensor delante de un juez. (Hechos 22:1; 25:16; 26:1)

a. Con mansedumbre – amabilidad, bondad. b. Con reverencia (Gr. PROBOS) – temor, respeto.

4. Tenga una buena conciencia. (Vs. 16)

Una buena conciencia es el opuesto a una conciencia culpable. Debemos vivir de tal manera que los que murmuran de nosotros lleguen a ser avergonzados por testificar falsamente contra personas tan santas.

C. La Recompensa por Padecer Injustamente. (Vs. 17-22)

Una vez más, es importante aclarar que no estamos hablando de sufrir justamente por hacer el mal, sino injustamente por hacer el bien.

1. Padeciendo por hacer el bien será recompensado. (Vs. 17)


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Si es la voluntad de Dios que suframos injustamente, y lo hacemos con paciencia, El nos recompensará algún día en la gloria. El nos llama, y luego, lleva a cabo su voluntad en la vida del creyente obediente. Esta obediencia será recompensada en el tribunal de Jesucristo. (1 Corintios 3:1-15; 1 Corintios 4:5; 2 Corintios 5:10)

2. El Sufrimiento de Cristo fue bien recompensado. (Vs. 18,22)

Cristo padeció una sola vez por los pecados del mundo (en contraste con los muchos sacrificios del Antiguo Testamento). El justo, sin pecado, murió por (Gr. HYPER – en lugar de) los injustos, los pecadores. El propósito era llevarnos a Dios, purificados, sin mancha ni arruga. Cristo presentará a la Iglesia al Padre en el arrebatamiento. (Efesios 5:25-27) Jesús murió físicamente en la carne (Gr. SARKI), pero fue vivificado en espíritu (PNEUMATI), literalmente por el Espíritu Santo. La recompensa de Cristo se encuentra en el versículo 22. Cristo subió al cielo (Hechos 1:11,12) para tomar su lugar a la diestra del trono de Dios (Salmo 110:1; Hebreos 1:13; 8:1; 10:12; 12:2). El fue exaltado sobre toda la creación – los ángeles, las autoridades, y las potestades. (Filipenses 2:9-11) Pedro hace una digresión de su tema principal para darnos algo de información respecto a la obra redentora de Cristo Jesús. Los versículos 19-21 son indudablemente muy difíciles de interpretar. He decidido traducir una parte del COMENTARIO DEL CONOCIMIENTO BÍBLICO, Tomo 2, escrita por Juan F. Walvoord y Roy B. Zuck, pp. 851-851. Estos autores han puesto en claro el significado de este pasaje, y lo han hecho mucho mejor de lo que yo podría hacer. Por lo tanto… “3:19-20. ‘...en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados…’ Este versículo ha sido sujeto a varias interpretaciones. Algunos creen que Pedro aquí hace referencia al descenso del Espíritu de Cristo al hades, entre su muerte y resurrección, para ofrecer una segunda oportunidad para ser salvo a la gente que vivía antes del diluvio. Sin embargo, esa interpretación no tiene apoyo bíblico. Otros han dicho que este pasaje se refiere al descenso de Cristo al infierno después de su crucifixión para proclamar su victoria a los ‘ángeles que pecaron, arrojados al infierno a prisiones de oscuridad…’, mencionados en 2 Pedro 2:4-5… Aunque hay mucho para recomendar esa opinión como una posible interpretación, el


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contexto parece referirse con más probabilidad a humanos en vez de ángeles. Los espíritus (PNEUMASIN, un término comúnmente aplicado a seres sobrenaturales, pero también usado por lo menos una vez para referirse a ‘espíritus humanos’; cp. Heb. 12:23) son descritos en 1 Pedro 3:20, como aquellos que fueron desobedientes ‘cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noe, mientras se preparaba el arca,’. Ellos se habían rebelado contra el mensaje de Dios durante los 120 años que el arca estaba siendo construida. Dios declaró que no toleraría para siempre la impiedad de esa gente, pero que extendería su paciencia por sólo 120 años más (Gén. 6:3). Por el hecho de que la raza entera, menos Noé (Gén. 6:5-9) era maligna, Dios decidió destruirla de la faz de la tierra. Los espíritus mencionados en 1 Pedro 3:20 son probablemente las almas de la raza humana maligna que existió en el tiempo de Noé. Esos ‘espíritus’ ahora están ‘encarcelados’ esperando el juicio final de Dios al final del tiempo. El problema sigue respecto a cuándo predicó Cristo a esos ‘espíritus’. La explicación de Pedro de la resurrección de Cristo, (3:18) ‘por el Espíritu’, trajo a la memoria que el Cristo preencarnado realmente estaba en Noé, ministrando a través de él, por medio del Espíritu Santo. Pedro (1:1) se refirió al ‘Espíritu de Cristo’ en los profetas del Antiguo Testamento. Más tarde él describió a Noé como ‘pregonero de justicia’ (2 Pedro 2:5). El Espíritu de Cristo predicó a través de Noé a los humanos impíos que, en el momento que Pedro estuvo escribiendo, eran ‘espiritus encarcelados’ esperando el último juicio. Esta interpretación parece caber en el tema general de esta sección (1 Pedro. 3:13-22) – manteniendo una buena conciencia en medio de una persecución injusta. Noé es presentado como un ejemplo de uno que se comprometía a una línea de conducta para mantener una conciencia limpia delante de Dios, aunque implicaba ser expuesto a la burla áspera. Noé no temía a los hombres, sino obedecía a Dios, y proclamaba su mensaje. Su recompensa por mantener una conciencia limpia en medio del sufrimiento injusto era la salvación de sí mismo y de su familia, los cuales ‘fueron salvadas por agua’ (3:20), siendo mantenidos vivos en el diluvio. 3:21. esta (HO, pronombre relativo – ‘agua’ es el antecedente entendido) agua simboliza el bautismo (BAPTISMA). El bautismo representa una rotura completa con la vida pasada. Tal como el diluvio destruyó el viejo mundo impío, así el bautismo representa la rotura con la vieja vida impía, y su entrada a una nueva vida en


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Cristo. Pedro ahora aplicó a sus lectores el principio que había presentado en los versículos 13-17, e ilustró en los versículos 19-20. Él les exhorta tener el valor de comprometerse a una línea de conducta por hacer un compromiso público con Cristo a través del bautismo. El acto de bautizarse públicamente les ‘salvaría’ de la tentación de sacrificar su buena conciencia para poder evitar la persecución. Para el creyente del primer siglo, el bautismo significaba una intención de cumplir su compromiso con Cristo, a pesar de las consecuencias. El bautismo no nos salva del pecado, sino de una conciencia mala. Pedro claramente enseñó que el bautismo no era un acto ceremonial de purificación física, sino (ALLÁ, haciendo un contraste marcado) la aspiración (EPEROTEMA…) de una buena conciencia (SYNEIDESEOS; cp. Vs. 16) hacia Dios. El bautismo es el símbolo de lo que ya ha sucedido en el corazón y la vida de aquel que ha confiado en Cristo como Salvador. (Cf. Rom. 6:3-5; Gál. 3:27; Col. 2:12) Para hacer clara la fuente de la salvación, Pedro añadió ‘por la resurrección de Jesucristo’ (cp. 1 Pedro 1:3).”

EL CAPÍTULO 4

D. La Necesidad de Tomar la Actitud de Cristo respecto a la Persecución. (4:1-6)

1. La Actitud de Cristo.

Pedro enseña que los creyentes deben armarse con el mismo pensamiento de Cristo. La palabra “armar” (Gr. HOPLISASTHE) habla del soldado vistiéndose de su armadura. Con el mismo cuidado que el soldado se viste de su armadura, el creyente debe adoptar el pensamiento (Gr. ENNOIAN) de Cristo respecto a la persecución. La actitud de Cristo es resumida en 3:17,18ª - “Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal. Porque también Cristo padeció...” La actitud de Cristo es ésta – EN MEJOR PADECER POR HACER EL BIEN EN LA VOLUNTAD DE DIOS, QUE PADECER POR HACER EL MAL FUERA DE SU VOLUNTAD.

2. Las Razones por las cuales debemos tomar esta actitud respecto a la persecución.

a. La persecución acompaña una vida santa. (Vs. 1b-4; Juan 15:20;

1 Timoteo 3:12)

(1) Antes de recibir a Cristo, vivimos para la carne. (Vs. 2,3)


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En nuestra incredulidad, todos vivimos conformes a las concupiscencias de los hombres. Cumplimos nuestra propia voluntad, sin tomar en cuenta la voluntad de Dios. Estábamos muertos en nuestros delitos y pecados. (Efesios 2:1) Nuestra vida era caracterizada por excesos externos producidos por una concupiscencia interna – (a) Lascivias – acciones que excitan disgusto o escándalo. (b) Concupiscencias – deseos o pasiones no restringidos. (c) Embriagueces. (d) Orgías (fiestas lujosas). (e) Disipación (Gr. POTOS) – fiestas, caracterizadas por

excesos, glotonería, y borrachera). (f) Abominables idolatrías.

Estas son las cosas que “agradan (Gr, BOULEMA TON ETHNON, escoger, porque lo desea hacer) a los gentiles”. Pecábamos porque queríamos hacerlo.

(2) Ahora vivimos para agradar a Dios. (Vs. 4)

Habiendo puesto nuestra fe en Cristo, hemos hecho una rotura con el pecado. Ya terminamos con el pecado en el sentido de que el pecado ya no puede dominar nuestras vidas. Ya no vivimos para satisfacer nuestras concupiscencias, sino para agradar a Dios. Nos hemos consagrado a hacer la voluntad de Dios mientras estemos aquí en la carne.

(3) Por esta razón, somos perseguidos por los incrédulos. (Vs. 4)

Los incrédulos no pueden entender por qué nuestras vidas han cambiado tanto; ellos sólo saben que somos diferentes a ellos. No entienden por qué no participamos en “el mismo desenfreno de disolución” – sus mismos excesos pecaminosos. Nuestra santidad expone la profundidad de su pecaminosidad, y están incómodos cuando se acercan a nosotros. Su reacción es perseguirnos con sus palabras y con sus acciones. Ellos nos ultrajan (Gr. BLASPHEMOUNTES, blasfeman). La idea es amontonar abuso sobre una persona.

b. Porque los perseguidores de los creyentes serán juzgados. (Vs. 5)

Los perseguidores darán cuenta a Dios algún día, y no podrán escapar de su juicio. Nadie escapará. Al otro lado, si nosotros, los


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perseguidos somos fieles, enfrentando la persecución con paciencia, recibiremos recompensa.

c. Porque la persecución sirve para cumplir el propósito de predicar el evangelio. (Vs. 6)

Este versículo también es difícil de interpretar a primera vista. Quisiera citar nuevamente del COMENTARIO DEL CONOCIMIENTO BÍBLICO, p. 853. “4:6. Porque por esto, porque todos darán cuenta a Dios, el evangelio fue predicado ‘a los muertos’. Esta frase ha sido interpretada, refiriéndose a (a) los que están muertos espiritualmente en pecado, (b) los que escucharon y creyeron el evangelio, pero ya habían muerto, (c) los que murieron sin escuchar o creer el evangelio. Barclay prefería la tercera interpretación, asumiendo que 3:19 se refería a Cristo predicando a los muertos. Como consecuencia, él creyó que aquí ‘había la indicación de un evangelio de una segunda oportunidad’. Esta interpretación no tiene apoyo bíblico, y es contraria a la doctrina cristiana ortodoxa. En el versículo 6, Pedro, en contraste al versículo 5, animó a sus lectores con el hecho de que, en vez de enfrentar juicio por sus pecados, los que habían escuchado y creído el evangelio de Jesucristo anticipaban un futuro completamente distinto. La pena de su pecado había sido pagada por Cristo en la cruz. El último efecto terrenal del pecado es la muerte física. Los creyentes todavía mueren físicamente; son juzgados respecto al cuerpo… Pero, para los creyentes, la muerte física no lleva a juicio, sino a la vida eterna. Ellos viven respecto al Espíritu.” Me gusta también el comentario de Roy Gingrich sobre este pasaje. El dice que “los muertos” eran los creyentes que habían muerto, pero abarca a aquellos que iban a morir después. El escribe… “El evangelio fue predicado para que los que lo creyeron fueran perseguidos en esta vida, pero completamente librados… en la vida venidera. La persecución no es contraria al plan de Dios, sino de acuerdo con ello. La persecución es una parte del juicio de la casa de Dios, 4:17, para prepararnos para la vida más allá.”

E. Los Deberes del creyente mientras espera liberación de la persecución. (Vs. 7-11)


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Pedro ha hablado de las cosas que no debemos hacer en el versículo 3. Ahora él dirige nuestra atención a las cosas positivas que debemos hacer. Estos son los deberes del creyente a la luz del fin – la segunda venida de Cristo. Sabiendo que Jesús viene en cualquier momento debe afectar nuestra conducta ahora.

1. Sed Sobrios (Gr. SOPHRONESATE).

Claridad de pensamiento, un dominio propio que abarca los pensamientos. Esta es la persona no llevada por las emociones. La persecución no debe afectar la forma de pensar – el discernimiento.

2. Velad en oración.

Ser vigilante y listo siempre para orar. Si vamos a mantener una conducta cristiana en medio de la persecución, tenemos que orar fiel y constantemente. (Lucas 18:1)

3. Tened ferviente amor.

Esto es el amor de Dios producido en el corazón del creyente por el Espíritu Santo. (Romanos 5:5; Gálatas 5:22) La palabra “ferviente” (Gr. EKTENE) quiere decir profunda, el resultado de extenderse para llegar a la meta. El sentido de la palabra es deportivo – un corredor que se extiende y se esfuerza para cruzar la meta, y ganar la carrera. Ante toda otra cosa, debemos extendernos al amor para con nuestros hermanos en Cristo. Si alcanzamos amarlos en verdad, lo demás será fácil. Además, el amor cubrirá una multitud de pecados. Este amor no está ciego, pero ve y acepta las faltas de otros. Un creyente con este amor está dispuesto a dejar que su hermano sea humano y falle, y seguir amándolo de todos modos.

4. Sed hospitalarios.

El creyente debe abrir su hogar a los demás hermanos, aun a los que son extranjeros (no conocidos). Lo hace sin murmurar – de corazón, de buena voluntad.

5. Sed buenos administradores de los dones espirituales.

a. Todos tenemos dones espirituales.

Un don espiritual es una habilidad, dada al cristiano por el Espíritu Santo al momento de creer en Cristo, a fin de capacitarlo para servir al Señor.


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Las palabras “cada uno” implican que cada creyente posee por lo menos un don. Sin duda, la mayoría de ellos posee más que uno. (1 Corintios 12:28-30; Romanos 12:6-8; 1 Pedro 4:10,11)

b. La posesión de un don constituye una responsabilidad que cumplir. (Vs. 10)

Los dones nos fueron dados para ministrar en el contexto del cuerpo de Cristo, para la edificación de todos los miembros.

c. Hay dos clases principales de dones mencionados en este pasaje.

(1) Los Dones de Ministerio Público.

Estos son los dones descritos con la frase, “si alguno habla…”. Son dones públicos, usados principalmente en la iglesia, y que generalmente ministran a grupos de personas a la vez. Ejemplos: la enseñanza, la profecía, y otros.

(2) Los Dones de Servicio.

Estos son los dones descritos con la frase, “si alguno ministra”. Estos dones son ejercitados “tras de la cortina”, impactando más a individuos que a grupos de personas. Ejemplos: la misericordia, la exhortación, el servicio y otros.

d. Hay una meta principal en el ejercicio de los dones.

La meta es que en todo Dios sea glorificado “por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria, y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.” Nosotros somos parte de Cristo ahora – somos miembros de Su cuerpo. Cuando Dios es glorificado en nuestras vidas, es “por Jesucristo”. Es la Cabeza que recibe el reconocimiento por el funcionamiento correcto de los miembros del cuerpo. Dios es glorificado por Jesucristo en nuestras vidas.

F. Las actitudes correctas frente a la persecución. (Vs. 12-19)

1. Debemos ver la persecución como una parte normal de la vida cristiana. (Vs. 12)

La persecución no es algo anormal para el creyente; es parte de la vida cristiana. No estamos hablando de una pequeña prueba, sino “el fuego de prueba” (Gr. PYROSEI, literalmente la prueba que quema.). Sin duda, Pedro está refiriéndose a las grandes persecuciones que quedaban


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delante de sus lectores en el primer siglo. Históricamente, esto podría referirse a la persecución de Nerón. Durante ese tiempo, muchos creyentes estaban siendo quemados como antorchas vivas en al jardín de Nerón. Hoy en día, no enfrentamos la misma clase de persecución, pero para algunos creyentes en ciertas partes del mundo, es excepcionalmente dura. Si es así con nosotros, no debemos pensar que es algo extraño, es decir, algo nuevo, que nunca ha sucedido antes.

2. Debemos ver a nuestros sufrimientos como una participación de los sufrimientos de Cristo. (Vs. 13; Filipenses 3:10)

La persecución indica que Cristo nos ha permitido participar de sus sufrimientos a causa de la justicia. Cuando sufrimos, no por nuestras faltas, sino por una relación estrecha con Cristo, participamos de sus padecimientos. (Juan 15:21; Romanos 8:17; 2 Corintios 1:7; 4:10; Filipenses 1:29; 3:10; Colosenses 1:24; 1 Timoteo 2:12) No hablamos de sus sufrimientos en la cruz, sino por nuestra identificación con el Cristo crucificado y resucitado. La persecución debe causarnos mucha alegría, porque al nivel que sufrimos con El en este mundo, así reinaremos con El después en la revelación de su gloria en el futuro. La “revelación de su gloria” no es el arrebatamiento de la Iglesia, sino la segunda venida de Cristo para establecer su reino aquí en la tierra, al final de la Tribulación.

3. Debemos ver los sufrimientos como una bendición para nuestra vida espiritual. (Vs. 14)

Si somos vituperados (Gr. insultados, criticados, burlados) somos bienaventurados (Gr. MAKATRIOI). Lo que sufrimos para Cristo es un privilegio, no una penalidad o un castigo. Al ser maltratados, experimentamos la dulce consolación del Espíritu Santo que mora en nosotros. El Espíritu Santo es glorioso por su habilidad de ministrarnos en el sufrimiento. Dios es blasfemado por los perseguidores, pero glorificados por los perseguidos, Sus hijos obedientes.

4. Debemos ver los sufrimientos como una oportunidad para glorificar a Dios. (Vs. 15-18)

a. Debemos tener vergüenza cuando sufrimos como criminales.

(Vs. 15)

Es una vergüenza cuando uno que profesa ser un cristiano es castigado por ser criminal. Lamentablemente, vemos mucho de esto hoy en día. En este contexto son mencionados el “homicida, el


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ladrón, los malhechores, y los entremetidos” (los que se entremeten en los asuntos de otras personas, sin permiso o razón).

b. No debemos tener vergüenza, sino glorificar a Dios, cuando sufrimos como cristianos. (Vs. 16-18)

(1) Esto demuestra que somos parte de la “casa de Dios”, su

familia, que está siendo purificada a través de la persecución.

Dios está obrando hoy en día en las vidas de sus hijos para purificarlas. Las persecuciones son “juicios” permitidos por Dios para hacernos santos. Dios empieza su juicio en nosotros ahora (purificándonos), pero lo terminará en los incrédulos en el futuro (condenándolos).

(2) Esto demuestra que no somos parte de la familia de Satanás, la cual será juzgada eternamente. (Vs. 18; Proverbios 11:31)

Si Dios juzga a sus hijos en esta vida por nuestras fallas, ¡cuánto más juzgará a los pecadores en el futuro que no obedecen el evangelio de Dios! Si el creyente sufre ahora, ¡cuánto más sufrirá el incrédulo en el futuro!

c. Debemos ver al Dios Creador como Aquel que nos puede proteger en medio de las persecuciones. (Vs. 19)

Nuestra responsabilidad es seguir haciendo el bien en la voluntad de Dios; es la responsabilidad de Dios preservarnos en medio de los sufrimientos que El mismo permite en nuestras vidas.

EL CAPÍTULO 5

IV. EL SUFRIMIENTO – Los Deleites del Servicio. (5:1-14)

En tiempos de persecución, los líderes espirituales son muy importantes. Si ellos no cumplen sus responsabilidades en la Iglesia, será difícil que los demás creyentes lo hagan. ¡Cuán importante es tener a pastores fieles en tiempos de sufrimiento, a pastores que aman y cuidan de la grey de Dios! A. Sirviendo como Pastor. (5:1-5ª)

1. Los que reciben la exhortación. (Vs. 1)

Pedro está exhortando a los ancianos (no a hombres de edad avanzada, sino a los pastores).


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2. El que les exhorta. (Vs. 1)

Pedro les exhorta, no sólo como apóstol, sino como consiervo, como un pastor. El también había participado en el sufrimiento de Cristo, y tenía la confianza de participar en la gloria futura, la de reinar juntamente con Cristo.

3. La Exhortación.

a. Las Responsabilidades de un Pastor. (Vs. 2-3)

(1) Apacentar la grey de Dios. (Vs. 2)

Es la responsabilidad del Pastor “apacentar” (Gr. POIMANATE) la grey de Dios. Esta palabra habla principalmente de la alimentación espiritual de las ovejas, pero implica también el cuidado, la guía y la protección de ellas.

(2) Apacentar la grey de Dios en la forma correcta. (Vs. 2b,3)

(a) No como profesional, sino como siervo.

El anciano debe pastorear porque quiere hacerlo, y no porque tiene que hacerlo. El pastor debe ser voluntario según la voluntad de Dios, trabajando no por obligación, sino por voluntad propia.

(b) No como asalariado, sino como un verdadero pastor. (Vs. 2)

La motivación tras del ministerio del pastor no es el salario, sino el beneficio espiritual de la grey de Dios y la gloria de Dios. (2 Corintios 12:14,15; Filipenses 2:19-23) El pastor debe trabajar con sacrificio, dispuesto a gastarse y a ser gastado por el bien del pueblo de Dios. Esto no significa que el pastor no merece un sueldo, sino que su motivo de servir a la iglesia no es la ganancia personal.

(c) No como señor, sino como ejemplo. (Vs. 3)

El pastor no es un papa. No debe ser tirano, ni dictador. EL ES UN SIERVO. El no debe mandar a la iglesia sino guiarla por su ejemplo consagrado. No debe


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decir la verdad solamente, sino modelarla. Si lo hace, las ovejas lo seguirán.

b. Las recompensas de un Pastor. (Vs. 4)

(1) La naturaleza de su recompensa. (Vs. 4)

Su recompensa es una CORONA – una corona incorruptible de gloria. Los pastores tiranos llevan coronas temporales aquí; un pastor fiel recibirá una corona incorruptible en el cielo. La Biblia habla de por lo menos cuatro coronas que el creyente puede ganar. Hay una quinta corona especialmente para el pastor fiel. (a) La corona incorruptible, 1 Corintios 9:25-27.

Esta corona es para los que dominan la naturaleza pecaminosa.

(b) La corona de gozo, 1 Tesalonicenses 2:19,20.

Esta es la corona para los que ganan almas para Cristo.

(c) La corona de vida, Santiago 1:12; Apocalipsis 2:10) Esta corona es para los que enfrentan la tentación, y son victoriosos.

(d) La corona de justicia, 2 Timoteo 4:8.

Esta corona es para los que aman la venida inminente de Cristo, el arrebatamiento.

(e) La corona incorruptible de gloria, 1 Pedro 5:2-4.

Esta corona es para los pastores fieles en su ministerio para el Señor, y en favor de la grey de Dios.

(2) El tiempo de su recompensa.

Los fieles pastores recibirán su recompensa en el tribunal de Jesucristo. (1 Corintios 3:10-15; 4:5; 2 Corintios 5:10) Cristo, el Príncipe de los pastores, se la dará.


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c. La sumisión de los jóvenes a los ancianos. (Vs. 5ª)

Los ancianos no son tiranos en la iglesia, pero esto no quiere decir que los creyentes no deberían someterse a ellos como líderes. Hay que someterse a los pastores, y respetarlos, en la voluntad de Dios. (Hebreos 13:17)

B. Sirviendo como Santos. (Bs. 5-11)

Aquí encontramos las últimas exhortaciones de Pedro a estos creyentes sufridos.

1. Ser Humildes. (Vs. 5b-7)

a. ¿Cómo humillarnos?

El creyente debe revestirse de humildad. La palabra “revestirse” (Gr. ENKOMBOSASTHE) quiere decir vestirse, poner como ropa. Este concepto viene de la palabra ENKOMBOMA, que era el delantal de un siervo o esclavo. El creyente humilde es el que está dispuesto tomar el; lugar de un siervo, y ministrar a otros. (Mateo 18:1-3; 20:25-28; Juan 13:4-17) Una persona humilde está dispuesta a obedecer a todos los que están en posiciones de autoridad sobre ella. Compare Santiago 4:6,7 con 1 Pedro 5:5,6 para ver la relación entre la humildad y la sumisión.

b. ¿Ante quién debemos humillarnos? (Vs. 5,6)

(1) Unos a otros. (Vs. 5)

Debemos ministrar a todos los que forman parte de la iglesia, y obedecer a los que están en autoridad sobre nosotros en ese contexto.

(2) Ante Dios. (Vs. 6)

Hay que humillarse ante la poderosa mano de Dios. Resistir a Dios es una locura. Si no nos humillamos, El nos humillará. El sabe hacerlo muy bien.

c. ¿Por qué debemos humillarnos? (Vs. 5,6)

(1) Dios resiste a los soberbios. (Vs. 5)


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La palabra “soberbios” significa arrogantes. El que rehúsa someterse al Señor hace a Dios su adversario. No es posible ganar una batalla con Dios.

(2) Dios da gracia a los humildes. (vs. 5)

La gracia de Dios necesaria para vivir la vida cristiana en victoria es dada a los humildes.

(3) Dios exalta a los humildes en el momento propicio. (Vs. 6)

La gran mayoría de los creyentes mantiene su posición humilde aquí en este mundo, pero allí, en la gloria, Dios le exaltará. Si no somos humildes aquí, no seremos exaltados allí.

d. ¿Quién nos sostendrá si nos humillamos? (Vs. 7)

Si nos humillamos delante del Señor, y tomamos el lugar de un siervo con los demás, ¿Quién se preocupará de nosotros? La respuesta: DIOS MISMO. Podemos echar todas nuestras ansiedades sobre El, porque El tiene cuidado de nosotros. (Mateo 6:25-32; Salmo 55:22) Nuestra confianza se basa en el hecho seguro del cuidado de Cristo.

2. Sed sobrios y velad. (Vs. 8-11)

a. El significado de estas palabras.

(1) Sobrios – equilibrado mentalmente, y no llevado por los sentimientos.

(2) Velad – estar despierto y vigilante, no dormido y sin

preocupación.

b. La necesidad de ser sobrios y velad. (Vs. 8b)

El diablo, nuestro adversario, busca destruir nuestras vidas espirituales. El no puede tocar nuestras almas, así que se contenta en destruir nuestra confianza en el Señor. El quiere arruinar nuestro andar diario con Dios. El enemigo no es pasivo, sino activo, atacando como león rugiente, queriendo devorarnos. Es lindo saber que “mayor es El que está en nosotros que él que está en el mundo.” (1 Juan 4:4b)

c. La manera para resistir al diablo. (Vs, 9,10)


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(1) Estar firme en la fe. (Vs. 9)

Tenemos que creer y mantenernos firmes en las doctrinas que constituyen “la fe” que hemos recibido en Cristo Jesús. Aun frente al martirio, no debemos negar la fe.

(2) Recordar que otros creyentes sufren el mismo ataque.

A veces pensamos que somos los únicos que enfrentamos los ataques del diablo, pero no es así. Los mismos padecimientos se van cumpliendo en nuestros hermanos en todo el mundo.

(3) Esperar en Dios para la gracia que necesitamos para resistir. (Vs. 10)

Sólo la gracia de Dios nos puede sostener frente a los ataques del diablo. El Señor quiere darnos su gracia, pero tenemos que confiar en El para recibirla. Servimos al Dios de toda gracia. El tiene todo lo que necesitamos. No hay por qué fallar frente a la batalla espiritual. Pedro no puede considerar la maravillosa gracia del Señor sin alabar su nombre. “A EL SEA LA GLORIA, Y EL IMPERIO POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS, AMÉN.”

C. Salutaciones Finales. (Vs. 12-14)

1. El Portador de la carta – Silvano, un hermano fiel. (Vs. 12)

2. El Propósito de la carta. (Vs. 12)

a. Amonestarlos – exhortarlos.

b. Testificarles de la gracia de Dios.

Pedro quería comunicarles que era Dios que permitía el sufrimiento en sus vidas, y por ser Su voluntad, seria acompañada por su gracia infinita.

3. Los Saludos de la carta. (Vs. 13,14)

4. La Bendición de la carta. (Vs. 14) ******************************************************************************


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LA BIBLIOGRAFÍA: La Biblia Concordancia Exhaustiva de la Biblia – Strongs Estudio de Palabras en el Nuevo Testamento Griego, Wuest. Estudio de Palabras en el Nuevo Testamento, Vincent Diccionario Expositorio de Palabra del Nuevo Testamento, W. E. Vine Lecturas en Teología Sistemática, Henry C. Thiessen El Comentario Del Conocimiento Bíblico, John Walvoord y Roy B. Zuck Pequeño Larousse Ilustrado, 1982 La Guía A La Biblia Por Wilmington Notas de Biblia de Referencia Thompson Explorando El Libro, J. Sidlow Baxter Bosquejo de 1 Pedro, Roy Gingrich Notas de Estudio de 1 Pedro, Roberto Locke Encendiendo El Fósforo Original, Charles Swindoll

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