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8/8/2019 1_ Las Sanciones Disciplinarias Penitenciarias
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I
Las sanciones disciplinarias penitenciarias y su debido control jurisdiccional
Marco de anlisis: Legislacin, jurisprudencia y doctrina variados.
Ponentes: Claudio A. Brun y Romina Sette.
1.- Introduccin.-
El sujeto que se encuentra privado de su libertad en una unidad dependiente del Servicio
Penitenciario de la Provincia de Buenos Aires -tanto sea condenado o procesado-,
queda sometido a las reglas de conducta que deben darse a conocer al momento mismo
de su ingreso al establecimiento carcelario.
La violacin de las mismas, constituye una infraccin disciplinaria a la que,
normalmente, le sigue una sancin. Este conjunto de normas y sanciones forma el
rgimen disciplinario, que se integra con el Captulo III seccin disciplina- entre los
artculos 42 al 61 de la Ley 12.256.
2.- Concepto.-
La sancin disciplinaria puede ser definida como aquella suspensin o restriccin de
los derechos reglamentarios de los internos, dispuesta por el director de un
establecimiento carcelario en virtud de las infracciones en que stos incurren como
consecuencia del incumplimiento de las normas de conducta que le han sido impuestas
legal y reglamentariamente.
3.- Naturaleza Jurdica.-
No existe en la doctrina un concepto unvoco sobre la naturaleza jurdica de esta
potestad disciplinaria de la administracin penitenciaria, pudindose diferenciar tres
grandes vertientes en la materia: los que ubican la misma como parte integrante del
derecho administrativo; los que entienden que pertenecen al derecho penal; y por
ltimo, los que afirman su naturaleza sui generis.
La primera postura, presenta la sancin disciplinaria como una restriccin puramente
administrativa, propia de la funcin que desempea la autoridad penitenciaria.
Y ello se explica atento que la ejecucin como etapa eventual del proceso penal, resulta
jurisdiccional pero combinndose dentro de la misma, elementos administrativos sujetos
al control judicial.
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Indiscutiblemente es jurisdiccional la condena judicial impuesta por un rgano de
juicio, como asimismo la orden de detencin y el control sobre la extensin y extincin
de la pena, o la suspensin de su cumplimiento efectivo.
Empero, el cumplimiento material de la privacin de la libertad en cuanto est regulado
por el derecho penitenciario y los reglamentos carcelarios, es de naturaleza
administrativa. Sin embargo, los actos de los funcionarios de la administracin deben
estar sujetos al control jurisdiccional, pudiendo el juez revisarlos cuando los mismos
importen un agravamiento indebido de la pena impuesta o una violacin de las normas
administrativas que rigen el encarcelamiento o la sustraccin del detenido del mbito de
efectiva disposicin del juez.
Coincidiremos con los lineamientos de la tercer postura, puesto que las sanciones
disciplinarias poseen una naturaleza jurdica especial dada por su participacin dentro
de un sistema sancionador especfico en el cual coexisten una especial relacin de
sujecin entre el interno y la autoridad penitenciaria que las impone mediando siempre
el objetivo y fin principal de la adecuada reinsercin social que debe lograrse alcance
el interno (Art. 4 Ley 12.256). Ello, sumado a las circunstancias particulares en que se
materializan estos institutos, otorgan a las sanciones disciplinarias una naturaleza
jurdica independiente e inabarcable por cualquier otra rama del derecho.
4.- Marco legal aplicable.-
En nuestro pas, el principal instrumento legal destinado a reglar la ejecucin de la pena
privativa de libertad es la ley 24.660, publicada en el B.O. del 16 de julio de 1996.
Hacen parte de esa normativa el Reglamento de Disciplina para los Internos, decreto n
18/97, publicado en el B. O. del 14 de enero de 1997, y el Reglamento de las
Modalidades Bsicas de Ejecucin, decreto n 396/99, publicado en el B. O. del 5 de
mayo de 1999.
Asimismo, en dicho plexo normativo encontramos todo lo relativo a la materia que aqu
nos interesa, vale decir, el rgimen disciplinario, con su poderosa proyeccin en el
rgimen de ejecucin penal, y, muy escuetamente expuesto, el rol de contralor
jurisdiccional respecto a tal sistema.
La ley 24.660, tal como lo seala en su artculo 229, resulta complementaria del Cdigo
Penal, sin perjuicio de lo cual, algunas provincias la han incorporado expresamente,
mediante las respectivas leyes provinciales- ej.: Entre Ros, al sancionar la ley
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provincial 9117 o Santa Fe, a travs de su ley 11551; y San Juan, en virtud de la ley
6883.
En el caso de la provincia de Buenos Aires, encontramos la ley Nro. 12.256, que
reglamenta la ejecucin de las penas; sin embargo, la misma no quita operatividad a la
ley nacional Nro. 24.660 en dicha jurisdiccin, para el caso de que sta resulte ms
beneficiosa al caso en anlisis que la normativa local.
Como es sabido, la ley de ejecucin de las penas privativas de libertad estatuye un
rgimen progresivo de ejecucin de dichas penas, otorgando al sujeto condenado la
posibilidad de lograr que las condiciones de su encarcelamiento y las privaciones y
restricciones a sus derechos se atenen progresivamente durante el lapso de
cumplimiento de la condena.
Consecuente con ese propsito de reinsercin social, el texto orienta a un objetivo
preciso, consistente en que el penado cumpla en libertad la ltima etapa de su condena,
en sintona con lo dispuesto en el artculo 5, numeral 6 de la Convencin Americana
sobre Derechos Humanos, y con la regla 56 y subsiguientes de las Reglas Mnimas para
el Tratamiento de los Reclusos, adoptadas en el Primer Congreso de las Naciones
Unidas sobre Prevencin del Delito y Tratamiento del Delincuente, llevado a cabo en
Ginebra en el ao 1955, y por el Consejo Econmico y Social de esa Organizacin
mediante las resoluciones 663C (XXIV) del 31 de julio de 1957 y 2076 (LXII) del 13 de
mayo de 1977.
Durante el perodo de encierro, tanto el ingreso a cada etapa de tratamiento como los
avances o retrocesos del sujeto dependern, en buena medida, de la interaccin entre el
interno y el personal del instituto en que le corresponda sobrellevar su condena.
Esta fase de confianza a conseguir, consiste en otorgar al interno una autodeterminacin
creciente, en miras a evaluar en qu medida ha podido introyectar los valores esenciales
para una convivencia social adecuada, de conformidad con la ejecucin del programa de
tratamiento oportunamente indicado. Y, si no fuera suficiente con lo expuesto, pinsese
en la trascendencia del rol de dicha autoridad penitenciaria durante la fase de confianza
que como sabemos-, consiste en otorgar al interno un creciente margen de
autodominio, con el objeto de evaluar en qu medida ha logrado internalizar los valores
estimados como esenciales para arribar a una convivencia social adecuada. Por ello,
cada paso en ese largo y sinuoso camino hacia el autogobierno del penado, depender
de la decisin del funcionario administrativo de turno.
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Es claro que los diversos perodos y fases en que transcurre el interno en prisin tienen
fundamental incidencia en la propia forma en que se cumple una pena privativa de
libertad; a punto tal que las decisiones que se adopten, a lo largo de ese continuo del
rgimen de progresividad, determinando el avance o el retroceso de la situacin del
interno respecto de las fases ya cursadas, incide tanto cualitativa como
cuantitativamente en la duracin y las condiciones de su forzado encierro. Deviene
entonces oportuna y conveniente la existencia de un contralor jurisdiccional sobre la
accin directa de los funcionarios penitenciarios de cualquier jerarqua.
Para que el interno progrese dentro del establecimiento carcelario, es de vital
importancia la calificacin que le suministre la autoridad penitenciaria, como asimismo
el concepto que se tenga del mismo. Por lo que entendemos, que la definicin de
conducta debe estar conformada como la observancia de las normas reglamentarias
que rigen el orden, la disciplina y la convivencia del establecimiento, y el concepto
descripto como la ponderacin de su evolucin personal, de la que se deduce su
mayor o menor posibilidad de adecuada reinsercin social.
5.- La judicializacin de la fase ejecutiva Anlisis de la Ley 12.256.-
Durante mucho tiempo, se entendi que una vez dictada la sentencia condenatoria, la
actividad desarrollada a posteriori ingresaba a la esfera reglada slo por la
administracin1.
En tal sentido, Foucault deca que La ejecucin de la pena tiende a convertirse en
un sector autnomo, un mecanismo administrativo del cual descarga a la justiciahay
en la justicia moderna y en aquellos que la administran una vergenza de castigar.2
La ciencia jurdico penal tuvo decisiva influencia en la construccin y consolidacin
de tal tendencia a la administrativizacin de la ejecucin penal; ya Saleilles en su obra3
reafirmaba la existencia de tres fases de determinacin: una legal, correspondiente a la
funcin legislativa establecindose el marco legal abstracto con que se amenaza
punitivamente; una judicial en la que el juez especifica dentro de esa escala legal
quantum de la sancin a cumplir; y otra administrativa, delegada a la administracin
penitenciaria encargada de la actividad posterior a la sentencia judicial.
1Jurisprudencia de los tribunales norteamericanos que hasta el precedente de la CS en el caso Monroe vs.
Pape en 1961 propiciaba la tesis de la no interferencia de la administracin penitenciaria (hands off).2
Foucault ( 1989:17).3Saleilles , Lindivisualisation de la peine, 1898.
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Sin embargo, y con base en los principios de legalidad y tutela judicial efectiva (arts.
18 de la Constitucin Nacional y 8.1 de la CADH), la ley 11.922 consagr la figura del
juez de ejecucin en la Pcia. De Buenos Aires art. 25 -, como refuerzo de la garanta
orgnica de jurisdiccionalidad en sentido amplio (nulla poena, nulla culpa sine
indicio)4
, permitiendo la observacin del resto de las garantas penales y procesales.
Empero, para lograr plasmar en los hechos ese proceso de judicializacin de la
ejecucin no basta con nombrar jueces especializados, sino asegurar que todas las
decisiones pertinentes a esta etapa procesal que representen una alteracin de la
determinacin de la pena como ser: cambios en la duracin temporal del encierro o
sustanciales en las condiciones de cumplimiento-, sean tomadas por un rgano judicial
independiente de la administracin que aplique para la toma de decisin un proceso
respetuoso de los principios del derecho procesal penal5.
Lo cierto es que la normativa aplicable a nuestra provincia no resulta clara al momento
de la determinacin de competencias, no adoptndose an el sistema de
jurisdiccionalizacin absoluta necesario (art. 3 de la ley 12.256), que asegurara: la
existencia de un decisor imparcial, de un acusador contradictor y de la garanta de
defensa amplia.
El sostn normativo de tales postulados sera el conformado por los artculos 25 incisos
1, 3, 4 y 5; y 497 del CPPBA, el artculo 10 de la referida ley 12.256 y los arts. 3 y 4 de
la ley 24.660 en consonancia con las normas constitucionales supra mencionadas (art.
18 C.N. y 8.1. CADH) y normas que otorgan competencia especfica al juez de
ejecucin en diversas materias (ej.: arts. 57, 58 y 25 inc. 5 del CPBA como Alzada en
los recursos sobre sanciones disciplinarias).
La mentada vigencia de esos principios en la fase ejecutiva puede verificarse en
relacin a dos tipos de situaciones jurdicas de diversa naturales que se presentan da a
da en el interior del mbito carcelario: por un lado, las vinculadas al cumplimiento de la
pena o medida cautelar por la cual se origina su ingreso al establecimiento; y por otro, la
referente a los procedimientos que se realizan por sanciones disciplinarias aplicadas a
las inconductas cometidas dentro de la institucin. Nos referiremos a estas ltimas
circunstancias dado el tema en anlisis en el presente trabajo.
4Bombini, Gabriel, Balance y Perspectivas de la ejecucin de la pena privativa de la libertad en la
Pcia. De Buenos Aires, Revista Ms Derecho?, Nro. 3, Ao III, junio 2003.5
Salt, (1998:23).
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Las sanciones disciplinarias que prevee la ley 12.256, deben estar sometidas a todas las
garantas del proceso penal y orientarse por la finalidad no-desocializadora de la pena
en esta fase6, y por el principio de la mnima intervencin
7, esto es, la utilizacin de
criterios de oportunidad y necesidad en el mantenimiento del orden.
Los primeros postulados se encuentran comprendidos en los arts. 42 y 43 de la ley
provincial, el orden y la disciplina se mantendrn con firmeza, pero sin imponer
otras restricciones que las absolutamente necesarias para permitir la correcta
implementacin de las actividades propias de cada rgimen o modalidades del mismo
en ningn caso se restringirn las posibilidades de visita, trabajo o educacin como
complemento de una medida sancionatoria, salvo los lmites que pudieran surgir de los
recaudos de control propios de cada rgimen; concretndose de esta forma el
principio de subsidiariedad que establece la obligacin de disear y buscar otros
mtodos, con el fin del mantenimiento del orden penitenciario, en base a estrategias de
autogestin, no represivas, teniendo como ltimo recurso la imposicin de la sancin
disciplinaria8.
Han sido criticados varios aspectos de la legislacin provincial vigente tales como el
pertinente a los deberes y prohibiciones de los internos arts. 44 y 45 de la citada ley -,
puesto que no se determina con claridad los mismos, resultando las llamadas
prohibiciones, slo pautas de orientacin de la conducta, no previndose para las
mismas sancin alguna.
Resulta esperable asimismo, que a fin de asegurar la observacin de los principios
mencionados ab initio, las prescripciones que se formulen deben completarse afirmando
la desvinculacin entre infraccin disciplinaria y rgimen progresivo y-o salidas
anticipadas, pues de otro modo, se reafirmara la lgica de premios y castigos en materia
ejecutiva. De all la crtica a la redaccin del art. 46 de la ley 12.256 en cuanto indica
que las faltas que cometan los internos sern objeto de sancin sin perjuicio de la
evaluacin tcnica posterior que se haga de dicha conducta y su motivacin, a los
efectos de su ubicacin o reubicacin en el rgimen que corresponda9.
Segn la ley analizada, las faltas disciplinarias pueden ser: leves, medias y graves,
enumerndose slo stas ltimas en el artculo 47, delegando a la reglamentacin
administrativa el tratamiento de las dos primeras (art. 48). Ello afecta el principio de
6Mapelli Cafarena, 1983.
7Asencio Cantisn, 1989.
8Calvet Barot, cit.:228.
9Bombini, G. , obra supra citada, pg.333.
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legalidad formal, pues las sanciones que pudieren afectar de modo esencial el contenido
punitivo de la pena por la que el interno se encuentra encerrado deberan ser adoptadas
por la autoridad jurisdiccional10
; slo resultara lcito entonces, dejar a la
reglamentacin administrativa las leves (ya que las mismas prevn como sanciones
amonestacin, apercibimiento y retiro de concesiones).
Asimismo se ha discutido sobre la propia redaccin de la norma que describe las faltas
graves art. 47 -, en consonancia con la del artculo 54 del mismo plexo normativo
principio non bis in idem -, pues por imperativo de rango constitucional, es imposible
castigar en el interior de la crcel conductas configurativas de tipos penales previstos en
el cdigo de fondo; pudiendo resultar los supuestos comprendidos en los incisos 1, 3,
5, 6, 8, ejemplos de doble sancin y en alguna medida tambin los de los incisos 7 y
9; consagrndose la violacin a tal principio en el 10(cometer un hecho previsto
como delito doloso sin perjuicio de ser sometido al eventual proceso penal) .
Atendiendo a los principios constitucionales en juego, el Dr. Bombini propicia no slo
la invalidez (inconstitucionalidad) del inciso 10 del art. 47 de la ley provincial, sino
una interpretacin de los dems acpites de la norma analizada, como subsidiarios ante
la inexistencia de conducta ilcita en trminos jurdico-penales11
.
Para el anlisis de tales situaciones, deben adoptarse en todas sus consecuencias, no slo
las reglas de la autora y participacin, sino los conceptos de iter criminis y los
pertinentes a la delimitacin de la tentativa; como as tambin las causales de
justificacin, importando la capacidad de culpabilidad y el conocimiento potencial del
injusto de que se trata por parte del interno, consagrados en el art. 9.8 de la ley 12.256
consagrndose all el derecho de los procesados y condenados a la ilustracin sobre
las particularidades y reglas disciplinarias dentro del rgimen en el que se lo ha
includo, para lo cual se le deber informar amplia y personalmente, entregndosele
una cartilla explicativa al momento de su ingreso a cada modalidad.
Las sanciones previstas para las faltas graves son: a) separacin del rea de convivencia
por un perodo no menor de quince das o siete fines de semana sucesivos o alternados;
b) traslado a otra seccin del establecimiento de rgimen ms riguroso y c) traslado a
otro establecimiento.
10Malarino, 1997.
11Bombini, G., obra mencionada supra, pg. 335- Hassemer, 1984.
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Se discute en doctrina y jurisprudencia12
la constitucionalidad de la primer sancin
mencionada supra, por la contradiccin con el principio de la dignidad de la persona,
puesto que tales castigos son de carcter altamente nocivo afectando la comunicacin
del individuo con el exterior impidiendo la consecucin de la meta preventivo especial
requerida; constituyendo en definitiva formas de tratos crueles, inhumanos o
degradantes en el sentido del artculo 5.2 de la Convencin Americana de los Derechos
Humanos.
Mismas crticas surgieron acerca de las restantes sanciones previstas para las faltas
graves, en especial las que imponen el traslado del interno a otro establecimiento
penitenciario, alimentando no slo el desarraigo del mismo, sino la prdida de
calificacin en cuanto a su conducta y dems consecuencias, en pugna absoluta con las
finalidades de la pena y los principios constitucionales descriptos.
Se propicia entonces la intervencin judicial amplia con las garantas de doble instancia
a travs del recurso de apelacin, rigiendo asimismo el principio in dubio pro reo (art.
54), lapresuncin de inocencia (art. 18 de la C.N. y art.1 del CPPBA), y la carga de la
prueba para el acusador sin admisin de presuncin alguna13
.
Prrafo aparte merece el anlisis del sistema recursivo planteado por las normas
vigentes, puesto que el mismo resulta engorroso e inexplicable el carcter no suspensivo
otorgado al mismo en los arts. 56 y 57; resultando necesaria la adopcin de una
judicializacin plena con recurso ante la Cmara de Apelacin correspondiente -
dejando reservadas las sanciones por faltas leves a la administracin con recurso ante el
juez de ejecucin o bien la adopcin para todas las sanciones del procedimiento
prescripto en el art. 58 apelacin por el trmino de cinco das ante el juez de ejecucin
o competente, quien resolver en otros cinco das otorgndose efecto suspensivo al
recurso-.
6.- Opinin de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Resulta aplicable al tema en anlisis el contenido de la Opinin Consultiva 9/87
brindada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en la que se establece que
las garantas judiciales deben respetarse en todo procedimiento administrativo y en
cualquier otro trmite cuya decisin pueda afectar los derechos de las personas.
12Caso Loayza Tamayo-Per, sentencia del 17-09-1997.
13Bombini, G., obra cit., pg. 339.
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Es relevante la doctrina surgida del caso Baena, Ricardo y otros vs. Panam, del 2 de
febrero de 2001, donde el mismo organismo referenciado expresa que en cualquier
materia inclusive en la laboral y la administrativa- la discrecionalidad de la
administracin tiene un lmite infranqueable, que es el respeto a los derechos humanos,
por lo que no pueden aplicarse sanciones sin respetar las garantas del debido proceso.
Con respecto a la ausencia de la debida asistencia letrada de los internos, la Comisin
Interamericana ha manifestado que la garanta del derecho de defensa figura entre los
elementos esenciales del debido proceso, incluso en el marco de un proceso
sancionatorio14
. Y, especficamente, ha recalcado que ese derecho es aplicable a todas
las etapas del procedimiento, incluso las administrativas15
.
7.- Conclusin
El principio de judicializacin de la pena est basado en el reconocimiento de las
personas privadas de su libertad como sujetos de derecho. A raz de ello, cabe asegurar
la efectiva instrumentacin de un rgimen progresivo de ejecucin de penas exento de
arbitrariedad, y sostener el respeto de las garantas previstas en los Tratados sobre
Derechos Humanos.
En cuanto al control efectivo del rgimen progresivo de ejecucin de la pena, la doctrina
ha considerado elogiable que nuestro sistema haya tendido a la humanizacin de la pena
privativa de libertad, favoreciendo la adopcin de medidas ms benignas. Sin embargo,
y como contrapartida se sostiene que debe impedirse el uso de tales concesiones como
mecanismos de negociacin en la relacin entre el interno y la administracin.
Marcos Salt vislumbra como la nica forma de mitigar tal efecto, que las decisiones que
representen un cambio sustancial en las condiciones de cumplimiento de la pena, sean
dispuestas por un juez en el marco de un proceso respetuoso de las garantas del debido
proceso penal, con amplia desarrollo del derecho de defensa en juicio por parte del
penado.
Asimismo y en relacin al aseguramiento de los derechos y garantas previstos en los
Tratados sobre Derechos Humanos, resulta trascendental la judicializacin, suponiendo
sta, la presencia constante de la figura del juez de ejecucin, ejercindose una
vigilancia permanente sobre el sistema penitenciario.
14Informe 49/99, Corte Interamericana de Derechos Humanos, caso Riebe Star vs. Mxico.
15Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Reinaldo Figueiredo Planchart vs. Venezuela.
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Una de las principales crticas al sistema sancionatorio actual, se encuentra centrada en
la demora incurrida por la autoridad penitenciaria al informar al rgano judicial de la
aplicacin de las faltas, exteriorizndose dicha comunicacin al juez tarda o
inexistentemente; resultando entonces ilegtima la sancin subsiguiente, tornndose su
anulacin extempornea e incluso injusta toda vez que el interno la cumple,
soportando as materialmente un castigo absolutamente carente de sustento legal.
Postulamos en virtud de tales circunstancias como la solucin ms adecuada al caso,
que tal sancin se imponga con carcter suspensivo, a fin de que el juez posea entonces
la oportunidad real para efectuar el debido control judicial. Se critica tambin del
sistema impuesto, la falta de notificacin de la sancin a la defensa oficial y/o
particular en la etapa administrativa de la misma, lesionndose as la garanta
constitucional del debido proceso y de la defensa en juicio. Cabe resaltar asimismo, que
en los escasos supuestos de notificacin a la asistencia letrada del penado, el contacto
efectivo resulta posterior al descargo que podra realizar el interno con el director de la
Unidad, no contando el causante con el asesoramiento legal correspondiente. (arts. 18
de la Const. Nacional 8.2 inc. d y e de la CADH, 14.3 inc. b y d del PIDCP, Principio
XXII Res. 1/08 de la CIDH).
Otra particularidad del proceso sancionatorio se produce con la utilizacin de
formularios pre-impresos como nica prueba de cargo, para motivar la resolucin final
adoptada, atentndose sin duda alguna contra los pilares del debido proceso.
En cuanto al marco legal aplicable, luego de las explicaciones dadas supra, resulta
imperioso que en nuestra provincia, sea sancionado un decreto que reglamente el
sistema de sanciones disciplinarias complementario de la ley 12.256 -, a fin de otorgar
mayor claridad a todas las dudas y vaguedades expuestas precedentemente gestadas al
momento de la imposicin de tales medidas.
Si ello no ocurre, es deseable se aplique no slo el marco legal destinado a nuestra
provincia, sino la ley nacional cuando la misma resulte ms beneficiosa al interno -,
en consonancia con los preceptos constitucionales descriptos supra y las normas de
corte internacional sobre Derechos Humanos.
Por ningn motivo vale tomar slo como fundamentos de la imposicin de tales
sanciones, el orden interno o la seguridad del establecimiento carcelario, menos an
cuando se producen afectaciones a derechos de los sujetos, utilizndose tales
circunstancias para camuflar abusos y desviaciones de poder.
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La intervencin coactiva a travs de la tipificacin de faltas leves, medias o graves -,
exige, inexorablemente, un nexo causal verificable entre la conducta prohibida y la
afectacin de las finalidades que la ley establece con la previsin del sistema de
sanciones disciplinarias.
Asimismo, resulta fundamental que se produzca una ntida distincin entre el rgimen
de progresividad y el sistema disciplinario. Lo contrario importar una utilizacin del
sistema sancionatorio como una herramienta de extorsin al servicio del sistema
penitenciario, en orden a obtener presos tranquilos y absolutamente funcionales,
poniendo en riesgo la finalidad resocializadora que por imperio constitucional (art. 75
inc. 22 C.N.) habra de satisfacer el encierro carcelario.
La aplicacin de sanciones debera regirse por la mxima prudencia, en un sentido
alejado del mero ejercicio del poder disciplinario. La imposicin de una sancin debe
someterse a los principios de oportunidad y necesidad en el mantenimiento del orden.
As, pues, la utilizacin del rgimen disciplinario debera regirse por el principio de
mnima intervencin, es decir, cuando sea absolutamente imprescindible.
Por otro lado, al estar enmarcado en la fase ejecutiva del proceso penal, y por las
consecuencias que implican las sanciones previstas, este rgimen disciplinario debe
estar regido por las garantas y los principios del proceso penal, debiendo ser
contemplados durante todo el proceso sancionador.
Todos y cada uno de los principios que rigen el procedimiento penal, como tambin el
procedimiento administrativo, deben operar en la aplicacin del sistema disciplinario
penitenciario: los principios derivados del proceso penal, por constituir su fase
ejecutiva; los principios del procedimiento administrativo, porque se trata del ejercicio
de la potestad sancionadora de la Administracin en materia penitenciaria.
Por ltimo, creemos que los rganos jurisdiccionales, deben esforzarse por vigilar el
ejercicio, por parte de la administracin, de esta potestad disciplinaria, pues de lo
contrario, lo que originalmente podra concebirse como algo entendible o racional al
carecer de control, correr el grave riesgo de transformarse en pura arbitrariedad y, por
ende, un impedimento para concretar el fin ltimo de la ley de ejecucin penal de la
Provincia de Buenos Aires, esto es, la adecuada insercin social. En tal sentido es dable
destacar la necesidad de la ms pronta puesta en marcha de la Acordada N 3415 de la
Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires (22/12/2008), de vistas y
control carcelario, que implementa dicho objetivo.