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1 1 Metodología y Filosofía de las Ciencia. Extensión a la economía política y la teoría económica. Borrador para discusión Miguel Ángel Rivera Ríos Introducción Las ciencias sociales, especialmente la economía considerada en su conjunto se encuentra ante serios desafíos para demostrar, en una época de cambios acelerados, su status de cientificidad. Por estatus de cientificidad nos referimos a la capacidad de los científicos de “probar” sus hipótesis y/o perfeccionar la estructura interna de sus teorías, en concordancia con las exigencias de la realidad. El referente para determinar el progreso de la ciencia lo bridan principalmente las hipótesis y teorías elaboradas por Popper y sus discípulos, entre ellos Lakatos, en debate con connotadas figuras como Kuhn. Pese a que los parámetros para medir el progreso científico se formularon para las teorías que tienen un alto contenido empírico, la tendencia de las últimas décadas ha sido extender esos instrumentos metodológicos y filosóficos a las ciencias sociales en general. Después de haber llegado a su cúspide en la llamada edad de oro, la reputación de los economistas como científicos capaces de explicar, prescribir y predecir, ha sufrido fuertes altibajos, asociados a desmembramientos, discontinuidades y cismas. Como resultado de lo anterior los especialistas en metodología y filosofía de la ciencia muestran perplejidad 1 y mantienen un férreo debate sobre el estatus científico de la economía. Lo anterior no deja de ser paradójico, ya que los economistas forman el principal soporte profesional que mantiene las actividades centrales de los gobiernos en el mundo actual. Como observa Mark Blaug, con la conmoción que sufrió el capitalismo en los 1930, una amplia corriente de economista adoptó un nuevo credo: “hacer el bien”, es decir , contribuir mediante asesoría científica y técnica al bienestar y prosperidad de las sociedades modernas; ese principio se extendió a los países “atrasados” cuyos problemas socio-económicos atrajeron el interés de un amplio contingente de científicos sociales, que aportaron la base de lo que sería después la teoría del desarrollo. Keynes fue el principal inspirador y referente intelectual de ese movimiento de amplitud mundial. La actividad de los economistas como tomadores directos de decisiones o consejeros, actividad que llamaremos prescriptiva y predictiva, se supone que se basa en una 1 . En el párrafo anterior está plasmada la razón de la perplejidad de los especialistas y obliga a invocar las palabras de Lakatos en su debate con Kuhn: “Si incluso en la ciencia no hay otro modo para juzgar una teoría que el número, la fe y la energía para vociferar de sus adherentes… la verdad está determinada por el poder” (Lakatos, 1970, p. 93).

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Metodología y Filosofía de las Ciencia.

Extensión a la economía política y la teoría económica.

Borrador para discusión

Miguel Ángel Rivera Ríos Introducción Las ciencias sociales, especialmente la economía considerada en su conjunto se encuentra ante serios desafíos para demostrar, en una época de cambios acelerados, su status de cientificidad. Por estatus de cientificidad nos referimos a la capacidad de los científicos de “probar” sus hipótesis y/o perfeccionar la estructura interna de sus teorías, en concordancia con las exigencias de la realidad. El referente para determinar el progreso de la ciencia lo bridan principalmente las hipótesis y teorías elaboradas por Popper y sus discípulos, entre ellos Lakatos, en debate con connotadas figuras como Kuhn. Pese a que los parámetros para medir el progreso científico se formularon para las teorías que tienen un alto contenido empírico, la tendencia de las últimas décadas ha sido extender esos instrumentos metodológicos y filosóficos a las ciencias sociales en general. Después de haber llegado a su cúspide en la llamada edad de oro, la reputación de los economistas como científicos capaces de explicar, prescribir y predecir, ha sufrido fuertes altibajos, asociados a desmembramientos, discontinuidades y cismas. Como resultado de lo anterior los especialistas en metodología y filosofía de la ciencia muestran perplejidad1 y mantienen un férreo debate sobre el estatus científico de la economía. Lo anterior no deja de ser paradójico, ya que los economistas forman el principal soporte profesional que mantiene las actividades centrales de los gobiernos en el mundo actual. Como observa Mark Blaug, con la conmoción que sufrió el capitalismo en los 1930, una amplia corriente de economista adoptó un nuevo credo: “hacer el bien”, es decir, contribuir mediante asesoría científica y técnica al bienestar y prosperidad de las sociedades modernas; ese principio se extendió a los países “atrasados” cuyos problemas socio-económicos atrajeron el interés de un amplio contingente de científicos sociales, que aportaron la base de lo que sería después la teoría del desarrollo. Keynes fue el principal inspirador y referente intelectual de ese movimiento de amplitud mundial. La actividad de los economistas como tomadores directos de decisiones o consejeros, actividad que llamaremos prescriptiva y predictiva, se supone que se basa en una

1 . En el párrafo anterior está plasmada la razón de la perplejidad de los especialistas y obliga a invocar las

palabras de Lakatos en su debate con Kuhn: “Si incluso en la ciencia no hay otro modo para juzgar una teoría

que el número, la fe y la energía para vociferar de sus adherentes… la verdad está determinada por el poder”

(Lakatos, 1970, p. 93).

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compresión cada vez más amplia y profunda del proceso económico. Eso es precisamente lo que postuló Keynes al proponer una “teoría general”. Las grandes transformaciones y conmociones que ha sufrido el mundo, empero, ponen en entredicho esa suposición, precisamente porque después de una contra-revolución contra el conocimiento y políticas keynesianas (que fueron consideradas por sus postulantes como “universales o generales), es cada vez más notorio que las prescripciones efectuadas por la corriente principal renovada tienen una base teórica que de acuerdo a los principios de la metodología y filosofía de la ciencia2 son demasiado estrechos.3 Para los especialistas en metodología y filosofía el sustento de la corriente teórica principal de la economía se caracteriza por desatender la realidad observable a la par que el análisis empírico se ha degradado a favor del razonamiento matemático formal. Los supuestos sobre el comportamiento humano son arbitrarios y sus abstracciones no tienen conexión con hechos concretos y son virtualmente indistinguibles de la matemática pura (ver la reseña de opiniones en Blaug, 1992, p. 237). Tomando esos elementos en consideración un metodólogo renombrado tituló uno de sus más conocidos artículos: Si la economía no es una ciencia ¿Qué es? (A. Rosenberg, 1983). Sin embargo esas evaluaciones aunque válidas soslayan dos problemas principales: que una teoría con esas mismas características (o sea el formalismo) sirvió como fundamento para transformar en las últimas tres décadas el funcionamiento de los sistemas económicos en el mundo; segundo, como lo había previsto Veblen en su crítica a la teoría de la utilidad marginal: al colocar en el centro una irreal racionalidad hedonística, persigue la convalidación y promoción de los valores de la cultura pecuniaria. Las corrientes heterodoxas no escapan de la crítica, ya que aunque exentas del peso del formalismo exhiben una fuerte tendencia a describir y explicar ex post los fenómenos económicos, sin interés predictivo o prescriptivo, lo cual contrasta con las preocupaciones de los clásicos. Por ejemplo, el estudio del cambio tecnológico y su incorporación a la agenda principal, se puede acreditar a Schumpeter, pero todos economistas independientemente de su filiación ortodoxa o heterodoxa describen y tratan de explicar ex post el cambio tecnológico. Como queda de manifiesto la extensa obra de Nathan Rosenberg (principalmente 1998, en co-autoría con Mowery), los promotores de avance científico y tecnológico de la posguerra durante la llamada revolución microelectrónica no fueron esencialmente economistas; estos últimos, en su mayoría, tenían una compresión 2 . Metodología se emplea y se ejerce en un sentido restringido como sinónimo de método, o sea los

procedimientos técnicos que emplea una disciplina para establecer la validez de un razonamiento o

planteamiento. En un sentido amplio se refiere a la investigación de los conceptos, teorías y principios básicos

en torno al razonamiento de una materia o temática. (ver Blaug, 1992, prefacio). En esa última definición se

borra la frontera entre metodología y filosofía de la ciencia, en tanto esa revisión de principios básicos se

aplique a la ciencia en su conjunto. La definición de filosofía de la ciencia y epistemología puede traslaparse

en tanto este última se entiende como el procedimiento que emplea la ciencia para establecer sus principios de

cientificidad. Nuestra definición de filosofía de la ciencia es la que deriva del debate Popper-Kuhn-Lakatos,

es decir, aquella que se extiende a la consideración de los límites de la racionalidad y el papel de los factores

“metafísicos” en el ejercicio de la ciencia. 3 . Schumpeter en un artículo donde comentó el libro de Keynes, se lamentaba que este último tratara de

subsumir los asuntos prácticos (o prescriptivos) bajo ropaje científico (citado por Blaug, 2006, p. 45).

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equivocada de la naturaleza y trascendencia del cambio tecnológico, ya que derivaban su comprensión de la función solowniana de producción. Eso cambio con la resurrección de las tesis de Schumpeter, pero cabe preguntar si se ha superado el enfoque ex post. Volveremos brevemente sobre ese punto en la segunda parte de esta exposición. Precisamente por lo anterior, Alexander Rosenberg afirma que no hay acuerdo entre los científicos sociales, sean economistas, antropólogos, sociólogos o sicólogos cual es el problema y el método central de sus respectivas disciplinas (2006. P. 1). El mismo autor da sin embargo una clave para explicar ese desacuerdo. Rosenberg hace referencia a la especificidad de las ciencias sociales, en particular a la economía en cuanto su objeto gira en torno al comportamiento humano. Ello lleva a dos problemas interrelacionados: a) el sujeto social es a la vez actor, es decir tiene capacidad de transformar el entorno; b) en la medida de lo anterior para el científico social es inseparable la visión normativa de la positiva, porque aunque difícil argumentar que el mundo social es el resultado directo es una intencionalidad, los practicantes de la disciplina, buscan un objetivo implícito o explicito, o sea, actúan normativamente. De hecho la propia visión de la realidad implica una interpretación o valoración, lo que da mayor peso al factor normativo. En las ciencias naturales, digamos en la biología, el sujeto estudiado no tiene conciencia o intencionalidad, pero el científico también ejerce un grado de elaboración pre-conceptual sobre la realidad que observa. Si el sujeto es a la vez actor, es decir, tiene un conjunto de atributos (consciencia, intencionalidad, racionalidad, voluntad), entonces su entorno es en gran parte creación humana, sea en sentido cultural o material, lo que retroalimenta el trabajo científico. Ello conduce a otro problema. El científico social debe comenzar su investigación proponiendo una idea de cuál es el factor o factores fundamentales que articulan de forma primaria u original el comportamiento humano (punto de partida de la investigación). Los metodólogos, esencialmente Lakatos, están de acuerdo en que tal idea es metafísica (un punto de vista filosófico), ya que constituye una preconcepción no sujeta a corroboración o incuestionable para los investigadores. Pero hay más: la elección del punto de partida no escapa al principio de la normatividad y deja un campo muy amplio para acotar y direccionar la “cientificidad”. Obviamente esa elección ha ahondado inevitablemente las diferencias entre vertientes, corrientes o facciones en la disciplina o disciplinas sociales. El cisma fundamental en las ciencias sociales deriva por ende a la posibilidad e incluso necesidad de dar respuestas diferentes a los problemas derivados del estudio del comportamiento humano, en función de diferentes puntos de partida.4 En lo económico, la economía política se asocia con la unidad de las ciencias sociales (interrelación entre economía y política y visón social de la economía), la historicidad de los fenómenos, así como la adopción de principio normativo explícito. La otra vertiente, la teoría económica neoclásica niega el compromiso normativo suplantándolo por el de neutralidad; por

4 . Una explicación convencional de las diferencias en el punto de partida se atribuye a intereses de clase

discrepantes. Pero la relación entre teoría y un determinado conjunto de intereses no es directa.

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medio abstracciones altamente restrictivas los neoclásicos llegan a la noción de homo economicus (individual, hedonístico y atemporal). La anterior dicotomía metodológica ha sido ampliamente discutida, pero lo que ha sido objeto de menor atención es que el proyecto epistemológico de la economía política se fragmentó desde fecha muy temprana, abriéndose diferentes vertientes, precisamente por las diferencias metodológicas y filosóficas que se han invocado aquí como centrales. En esa controversia ha jugado un papel central los preceptos metafísicos que constituyen el punto de partida de la investigación sobre el comportamiento humano. La hipótesis que se adopta aquí es, en consecuencia, los principios metafísicos que actúan como punto de partida llevan a diferentes direcciones en la construcción de los fundamentos de la disciplina. Si nos apoyamos en las herramientas analíticas de las teorías del progreso científico combinadas con la conceptualización de Lakatos de Programa científico de investigación, llegamos a la conclusión de que hay básicamente dos programas fundacionales en la economía política; ambos tienen gran similitud metodológica, pero brindan opciones diferentes para explicar la problemática central y aunque no está cerrada la posibilidad de una recombinación como en efecto intenta Hodgson, mantienen una fuerte controversia. Aquí no se adopta el criterio de argumentar la superioridad de un proyecto respecto al otro, sino de ponderar comparativamente los problemas metodológicos que afrontan, bajo la noción de progresión y degeneración de las hipótesis auxiliares propuestas por Lakatos. Para fundamentar la hipótesis se requiere una exposición que comience diferenciando los dos proyectos fundacionales de la economía política, buscando un punto medio entre la interpretación “racional” de Lakatos y la de “consenso” de Kuhn (o historiografía vs sociología de la ciencia). Un punto que Lakatos subraya es que un programa científico no es equiparable a una teoría específica, sino a constelaciones de teorías que comparten un determinado núcleo. Después de presentar los dos proyectos fundacionales, haciendo hincapié en la crítica al primero efectuada por el segundo, se ofrece en seguida una síntesis de lo que consideramos son las aportaciones centrales en el debate Popper, Kuhn y Lakatos sobre el avance de la ciencia y su aplicabilidad la controversia central que nos ocupa. La tercera parte se dedica a evaluar la propuesta unificadora efectuada por Hodgson, añadiendo elementos provenientes de autores que han tenido preocupaciones afines como North, Hirschman, Stiglitz Y Gramsci. Haremos una aproximación a los planteamientos de la teoría económica en sentido amplio, entendida como la propuesta metodológica que propone hipótesis auxiliares, desconectando la economía de la política (el proceso político es exógeno al modelo teórico). El autor es consciente de que la presente exposición al plantearse objetivos ambiciosos, incurre en diversos riesgos. Aunque la hipótesis principal (la competencia entre dos programas científicos de investigación en la economía política) es el producto de un trabajo de varios años, la presentación actual no puede ser más que tentativa. Constituye sobre todo una invitación a la discusión, apelando al debate metodológico y filosófico. Otra limitación obvia se refiere al tratamiento esquemático de ese último orden de

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problemas. La referencia a las aportaciones de las tres principales figuras de ese debate es más que esquemática, pero confío en que apunte a un objetivo claro: que hay elementos “racionales” para determinar la progresión o generación de un proyecto científico. 1.Las dos vertientes fundacionales de la economía política. Su diferenciación metodológica Aplicando la hipótesis anterior podemos distinguir dos bloques fundacionales que tienen un grado significativo de unidad como proyectos científicos de investigación:

La proyección de la economía política clásica en la crítica de la economía política de Marx.

El proyecto institucionalista derivado de la crítica de Veblen al bloque anterior, que se sustanció en el llamado a refundar la economía sobre bases evolutivas.

A)La economía política clásica creó instrumentos analíticos y conceptuales para explicar el primer avance del capitalismo, desde la perspectiva de los intereses industriales y librecambistas. En otras palabras adoptó una visión normativa explícita e invocó el uso del poder y la política en aras del progreso (lo que se expresó en el reconocimiento de la lucha entre terratenientes y capitalistas y el respaldo a estos últimos). La noción de progreso sintetizó su tratamiento descriptivo, explicativo, predictivo y prescriptivo. Sabemos que los intereses industrialistas y librecambistas se impusieron, pero el proyecto estrictamente científico de los clásicos colapsó al llegar a la conclusión teórica de un estado estacionario, en un periodo en que la progresión de la productividad se aceleró. Tenemos aquí un caso de refutación de una teoría por los hechos históricos, lo que condujo ulteriormente a la propuesta neoclásica y a la marxiana. En consecuencia hay en día nadie se declara economista clásico por formación, pero su temas fundamentales de la economía, como la renta, se remite a los planteamientos clásicos. Marx efectúa una recuperación superadora del legado teórico y metodológico clásico, por lo que podemos hablar progresión científica en sentido convencional. Empero no habría que perder de vista que en el ejercicio científico crítico del legado clásico, Marx añadió un nuevo factor. Ese nuevo factor fue el proyecto emancipatorio como indisoluble de su propuesta científica. La especificidad de la propuesta emancipatoria es que va asociada a la a noción clásica de progreso. Para calificar la interrelación entre economía clásica y marxiana como fundamento de un programa científico de investigación, debemos identificar su núcleo duro. Este está planteado en el breve pero contundente artículo de Marx: Prólogo de la contribución a la crítica de la economía política. Como se sabe en referencia a grandes épocas históricas Marx presenta como eje del desarrollo histórico la contradicción entre fuerzas productivas y relaciones de producción, enmarcada en la acción de la lucha de clases como “partera de la historia”.

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Los practicantes de la disciplina adheridos a este proyecto consideran este núcleo duro como incuestionable. Podemos interpretar las propuestas de desarrollo de la teoría de Marx como intentos de preservar el núcleo duro por medio de un conjunto de hipótesis auxiliares, que ofrecen nuevos hechos o rectifican las mismas hipótesis. Analizando algunas de las propuestas teóricas que se han presentado en las últimas décadas hay elementos para afirmar que el núcleo duro del proyecto fundado por los clásicos y Marx mantiene su integridad, pero a costa de importantes modificaciones en el cinturón protector de hipótesis auxiliares.5 El cambio más importante efectuado a fines del siglo XX consistió trasladar las fuerzas internas en conflicto a la propia historicidad del capitalismo, para llegar a la noción de sucesivas fases en las recupera la capacidad productiva del trabajo en función de revoluciones tecnológicas (un giro hacia Schumpeter). Volveremos sobre ese punto en la siguiente sección, ya que esa solución resuelve algunos problemas, pero plantea otros. B) Veblen percibió agudamente las implicaciones científicas y metodológicas de la propuesta de Marx y avanzó, aunque no de manera suficiente, hacia lo que podemos reconocer como un programa de investigación alternativo. Reconociendo la audacia y gran consistencia lógica de la doctrina elaborada por Marx, efectúo una doble crítica que cuestionó su núcleo duro: En su ensayo La economía socialista de Karl Marx y sus seguidores y en otros documentos incluidos en The Place of Science in Modern Civilizatión, publicado originalmente en 1919, Veblen se refirió a inconsistencias, vacíos u omisiones en la explicación de la dinámica social (la relación agente estructura). En realidad la crítica teórica de Veblen es parte de un ejercicio más amplio de crítica metodológica que forma parte de su llamado a refundar la ciencia económica sobre bases evolutivas (artículo incluido en el mismo volumen). Veblen dirige su crítica a la economía clásica, neoclásica, a la obra de Marx y el historicismo alemán, ninguno de los cuales, en su opinión, basaba su estudio en el método de en lo que llamó causación acumulativa. Tomaremos varios pasajes de ensayos comprendidos en su libro: The Place of Science… para ubicar las bases de lo que podemos considerar el segundo proyecto fundacional de la economía política, identificando como corolario su núcleo duro. Veblen observa que Marx es el originador de una escuela de pensamiento así como el líder de un movimiento que busca un fin práctico, combinación que concibe como problemática. Agrega: aunque hay un sesgo propagandístico en su trabajo, su búsqueda de la verdad científica es muy firme para verse menoscabada; lo que sí afecta su propuesta teórica son sus concepciones metafísicas (o sea su núcleo duro). En términos de sus preconcepciones Marx se alimenta de dos antecedentes: a) el materialismo de origen hegeliano y el sistema inglés de derecho natural. Su idea propagandística se basa en los derechos naturales, pero la presentación dinámica de esa idea, su método de

5 . Un criterio alternativo para mantener la integridad del proyecto de Marx, como en cualquier otro, es a

través de la cohesión y tenacidad de sus seguidores, al negarse a aceptar la disolución del núcleo duro, incluso

con “estratagemas”, como dirían Popper y Lakatos. Pero esta línea de resistencia tiene un límite, ya que al no

producirse nueva evidencia, el proyecto puede calificarse como “degenerativo”.

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investigación y formulación teórica está dada por la dialéctica hegeliana. Marx parece haber tomado, dice Veblen, la noción de derecho natural de escritores ingreses de principios del siglo XIX, como Williams Thompson. La declaración de que el trabajador tiene derecho al producto integro de su trabajo (con su corolario de la teoría del valor y de la plusvalía), es en consecuencia una extensión del derecho natural. Lo esencial, sin embargo, es como ese elemento se asimila a la concepción materialista de la historia, agrega Veblen. La formulación de la teoría está dominada, agrega, por una concepción de desarrollo, evolución o progreso, que tiene lugar a través de conflicto o lucha. El materialismo que domina la lucha de clases, se puede conceptualizar como sublimado por la presencia de la conciencia humana, pero está condicionado por la producción material de la vida. Este es un punto central de la crítica de Veblen, ya que agrega: una concepción materialista de la historia que sea consistente con los elementos anteriores, difícilmente evita la conclusión de que la lucha de clases es un mero factor inconsciente e irrelevante de las fuerzas materiales brutas. Como se advierte lo que Veblen considera más cuestionable es el supuesto de que la lucha consciente de clase es el vehículo de una auto-realización, hacia una meta final prefigurada desde el comienzo del conflicto material (en virtud de la dialéctica hegeliana invertida). La lucha de clases procede sobre motivos de interés (con respecto a los medios materiales de vida), pero Marx no establece, dice Veblen, la conexión causal directa entre las fuerzas materiales y las líneas intencionales de conducta. Estamos ante el problema de agencia, que exige considerar los hábitos de pensamiento y acción como el factor causal de la conducta humana en Veblen. Lo que importa ahora, para entender el proyecto que Veblen intentó crear, exige referirse al marco referencial a partir del cual efectúa su crítica, esto es a los factores que determinan la intencionalidad y la acción humana, individual y colectivamente. Habría que tener en cuenta que Veblen considera que la campaña intelectual de la humanidad se rige por sistemas de preconcepciones, que derivan de la práctica de la vida diaria. Argumenta que hay dos sistemas uno el teleológico y otro el práctico. Las concepciones prácticas se enfocan a los fenómenos observables y a la relación causal de una manera impersonal y desapasionada. Para Veblen, el eje de la metodología práctica, deriva de la concepción darwiniana de causación acumulativa, que implica un proceso de selección en el cual el ser humano ejerce sus intenciones y opciones, pero sin un fin pre-determinado, sino por la interacción de actores y fuerzas, en circunstancias naturales y sociales cambiantes (Veblen2003/1919; también Samuels, 2003). Veblen no disuelve la especificidad de las ciencias sociales, sino que identifica una metodología de investigación acorde. Dice Veblen: si sometiéramos la concepción materialista de la historia a las normas del método darwiniano, el primer principio materialista (las exigencias de la vida material que controlan la conducta humana), se reduciría a un rango de hábitos de pensamiento, es decir, cómo y en qué medida las exigencias materiales moldean los hábitos de

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pensamiento. El problema no es si las exigencias materiales guían racionalmente la conducta humana, sino si tales condiciones actúan como causa bruta o primaria o si por si sola moldea los hábitos de pensamiento. Bajo las normas darwinianas de investigación debe concluirse que el razonamiento humano está controlado por fuerzas que no son necesariamente lógicas e intelectuales; que la conclusión que pueden llegar los individuos que componen una clase es más una cuestión de sentimientos que de inferencia lógica; en los sentimientos que animan a los seres humanos individual y colectivamente, privan los hábitos y las propensiones originales tanto como el cálculo material. Por ello, continúa Veblen, no hay garantía en un esquema darwiniano suponer a priori que el interés de la clase trabajadora la opondrá necesariamente a la clase propietaria. Más bien por su educación e inclinaciones pueden convalidar el sistema de sujeción social e inequidad de la riqueza. La conclusión metodológica es que por la naturaleza de su objeto de estudio, el científico social debe privilegiar el descubrimiento de las relaciones causales no teleológicas (véase el énfasis de en ese punto a Hodgson, 2001, p. 144).6 Veblen deja claramente establecido que el cambio en la vida económica es un cambio en los hábitos de pensamiento. Ese es la esencia del núcleo duro que es incompatible con la noción de sujeto social racional y finalidad última.7 Ambos proyectos el de Marx y el de Veblen tienen algún grado de inconclusividad. Sin embargo el proyecto de Veblen no alcanzó sus metas, quedó para su época fallido de manera manifiesta. Se ha ofrecido varias explicaciones entre ellas la decadencia o desconfianza en las metáforas biológicas. Rutherford (1998) sostiene que el problema fundamental fue la incapacidad de Veblen de trasladar su planteamiento metodológico en una teoría viable del cambio institucional, que tampoco fue realizada por sus discípulos, incluido Commons. Hodgson coincide en el fracaso del proyecto evolutivo de Veblen, pero habla de una resurrección de la economía evolucionista después de 1945. Eso último es lo que le confiere al proyecto fundado metodológicamente por Veblen. Pero es incorrecto asumir, como lo hizo Hodgson, que el llamado evolucionismo moderno

6 . La teoría de la evolución de Darwin, cuyo objetivo es explica cómo las formas biológicas más

especializadas derivan de sucesión de formas menos especializadas por medio de un proceso de selección

natural que actúa para maximizar la capacidad reproductiva. La teoría de Darwin puede sacar diversas

conclusiones una vez que el proceso evolutivo ocurrió, pero puede predecir poco antes de que ocurra,

precisamente porque no hay manera de establecer leyes universales sobre la tasa de sobrevivencia de las

especies, ya las circunstancias ambientales cambian. Lo que esa teoría puede predecir, si acaso, es la

posibilidad de cierto resultado, condicionado a que ocurran ciertos eventos (y no la posibilidad de que estos

últimos ocurran). Por ejemplo, la teoría conjetura que cierta proporción de especies con capacidad de nadar

sobrevivirán a una inundación de su hábitat, peo no puede predecir que la proporción será mayor que cero. Lo

anterior se tomó de Blaug, 1992. Una derivación teleológica de la teoría de Darwin la especificó el mismo

como factor de refutación: “si pudiera probarse que cualquier parte de cualquier especie se forma con el fin

exclusivo de beneficiar a otra especie, eso aniquila mi teoría (citado por Blaug, 1990. P 23, infra). 7 . Derivado de su crítica metodológica Veblen reemplaza la noción de explotación basada en el derecho

natural por la de “apropiación”, en el cual la ingreso y la riqueza se distribuyen de acuerdo a un complejo de

fuerzas, que carecen de estatus normativo, aunque si ideológico derivado del propio estatus de poer (ver

Samuels, 2003; Veblen, 1991/2003, p. 364 y ss.).

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fundado por Nelson y Winter, constituye una continuación de al menos algunos de los elementos centrales de la propuesta de Veblen. Aunque estos autores popularizaron las metáforas biológicas, su concepción estrictamente institucionalista es más bien pobre. Nelson define las instituciones como tecnologías sociales y establece entre ellas y la tecnología propiamente dicha una relación mecánica. Tampoco la dicotomía propuesta por Hodgson de “viejo” y nuevo” institucionalismo es apropiada, como he explicado en otra parte (Rivera, 2009). Más recientemente Hodgson replantó el problema en torno al concepto de especificidad histórica, no solo revaluando el legado de Veblen, sino buscando una síntesis con elementos del materialismo histórico de Marx. Veremos ese punto en la tercera parte. En la medida que hablaremos de un programa científico de investigación en torno al cambio institucional, debemos referirnos inmediatamente a algunos elementos del debate Popper, Kuhn y Lakatos.

1. La lógica del descubrimiento científico y el programa de investigación Hasta los 1930, la filosofía de la ciencia estaba dominada por el positivismo lógico, pero la teoría de Einstein provocó una conmoción que llevó a Karl Popper a efectuar una crítica de esa corriente (ver Lakatos, 1970; Caldwell, 2006). Primero cuestionó el método inductivo, incluida la noción de que existen hechos brutos o primarios; por otro lado, al descartar el principio de demarcación (que es ciencia y que no lo es) de los positivistas lógicos, Popper adujo que todo conocimiento científico debe considerarse tentativo, es decir, es susceptible de falsearse o probarse como falso y descartarse. Llegar a la conclusión de que probar que una teoría es falsa implica descartarla llevó a una intensa controversia en la que finalmente Popper tuvo que ceder.8 Kuhn fue uno de los críticos más severos de la idea de descartar una teoría por el hecho de haber encontrado elementos de falsedad en ella. Lakatos contraatacó la noción de paradigma de Kuhn calificándola de verdad por consenso, pero no desconoció el peligro de la sojuzgamiento de la ciencia por el poder, especialmente peligrosa en las ciencias sociales (Lakatos, 1970, p. 93). 9 La otra controversia aun viva es si todo conocimiento científico es conocimiento probado. Nuevamente Kuhn se opuso a Popper y Lakatos propuso una solución intermedia. Lakatos plasma magistralmente esa controversia así: “por siglos el conocimiento significó conocimiento probado, probado fuera por el poder del intelecto o por la evidencia de los sentidos. El poder probatorio del intelecto o de los sentidos fue cuestionado por los escépticos por más de dos siglos, pero esos críticos fueron arrojados a la confusión por la gloria de la física newtoniana. Los resultados logrados por Einstein invirtieron de nuevo las cosas y ahora muy pocos filósofos de la ciencia siguen pensando que el conocimiento

8 . De hecho Popper aceptó la tesis Duhem-Quine que básicamente indica que una teoría puede probarse falsa

por razones meramente secundarias, que atañen a las observaciones, el experimento, las hipótesis, etc. 9 . La controversia entre Popper, Kuhn y Lakatos está rodeada de gran emotividad y soberbia (con acusaciones

y contraacusaciones de traidor), al punto de oscurecer importantes coincidencias. Pese a la invaluable

mediación de Lakatos que trabaja para aproximar los dos extremos del debate (Popper y Kuhn) menudea en

su principal trabajo referencias cripticas y casi peyorativas al referirse a Kuhn (ver Kuhn, 1970; Popper, 1970,

Lakatos, 1970 y Blaug, 2006).

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científico es o puede ser conocimiento probado”. Sin embargo, continúa Lakatos, no podemos tirar por la borda la idea de una verdad probada, a cambio de una verdad probable (como lo plantean algunos sociólogos del conocimiento) o una verdad cambiante por consenso como propone Kuhn (op. cit. p. 91-92). Empezaremos por una síntesis de Popper al inductivismo y su redefinición del método científico. Tomaremos la definición de lo que el autor citado llama el problema de la inducción, del primer capítulo de su libro fundamental: La lógica del descubrimiento científico (1962, p. p. 33 y ss.). Dice Popper que un científico, sea teórico o experimental, formula declaraciones o sistemas de declaraciones y las somete a prueba paso a paso. En el campo de las ciencias empíricas construye hipótesis o sistemas de teorías que somete a prueba por medio de la observación y la experimentación. Sin embargo, agrega Popper, detrás de esa descripción metodológica simple se esconde el problema de la inducción. Se acepta que las ciencias empíricas usan un método llamado “inductivo” (pasar de declaraciones singulares a declaraciones universales, como hipótesis o teorías). Para responder a la pregunta de si las inferencias inductivas están justificadas, dice el autor, debemos establecer cuál es el principio de la inducción. Los defensores identifican el método inductivo con la experiencia o como Kant lo justifican a priori. Para establecer la validez del método deductivo, Popper propone diferenciar la sicología del conocimiento de la lógica del conocimiento. La primera trata con hechos empíricos en tanto que la segunda solo con relaciones lógicas. La falsa creencia dice Popper en un método deductivo se basa en la confusión de ambos conceptos. Agrega: no hay método lógico para descubrir una idea; más bien cada descubrimiento contiene un elemento de irracionalidad o una intuición creativa. ¿En qué consiste ese proceso? Popper lo explica en los siguientes términos: partimos de una idea, planteada tentativamente, que puede ser una hipótesis, conjetura, etc., obtenida por deducción lógica. Continúa: podemos distinguir cuatro diferentes líneas que permiten someter a prueba una teoría:

a) La comparación lógica recíproca de las conclusiones, para verificar la consistencia interna

b) Se investiga la forma lógica de la teoría, con el fin de determinar si tiene el carácter de una teoría empírica o científica

c) Está la comparación con otras teorías con el objetivo de determinar si la teoría en cuestión constituye un avance científico

d) Tenemos finalmente la prueba sobre una teoría por medio de la aplicación empírica de sus conclusiones.

El objetivo de este último tipo de prueba es determinar en qué medida las nuevas consecuencias de la teoría se comportan ante las demandas de la práctica, sea por medio de la experimentación científica o por aplicaciones tecnológicas prácticas. Popper subraya que aquí también el procedimiento es deductivo.

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Con ayuda de declaraciones previamente aceptadas, surgen otras de tipo específico, que podemos llamar predicciones, que se deducen de la teoría. En seguida viene el proceso se eliminación, que implica compararlas con los resultados de las aplicaciones prácticas y los experimentos. Resumiendo: para Popper la selección de cualquier “hecho” está guiada por una idea, conjetura o teoría preexistente. Esencialmente eso significa que toda base empírica está “impregnada” teóricamente. De acuerdo a lo anterior no existe método inductivo de investigación, sino diferentes tipos de método deductivo. Podemos considerar una salvedad a la regla anterior que ha sido propuesta por Blaug. Este autor distingue una forma de inducción no demostrativa: “aunque una premisa [alcanzada inductivamente] pueda considerarse verdadera, no debe excluirse la posibilidad lógica de su falsedad… Así he visto un gran número de cisnes blancos y nunca he visto ninguno negro, luego todos son blancos” (1992, p. 16). En otras palabras, la inducción es no demostrativa, por la forma en que están planteadas la premisa principal y la secundaria, que no hace lógicamente obligatoria la conclusión. Para avanzar hacia la propuesta de Lakatos, es precisa una síntesis del debate entre Popper y Kuhn. Ambos son postulantes del progreso de la ciencia, pero la diferencia es que Kuhn insiste en que el avance de la ciencia es relativo y está marcado por elementos irracionales y por ello sugiere que requiere acuerdos extra-científicos para pasar a otra etapa de progreso (“relativismo”). Popper y algunos de sus discípulos acusa a Kuhn de incurrir en una falacia inductiva, ya que no se puede hacer una reconstrucción del avance de la ciencia sin una guía normativa: ciencia y no ciencia (“racionalismo”). La propuesta de Lakatos consiste en separar los principios normativos de los positivos en la metodología de la ciencia para intentar conciliar ambos extremos.10 En última instancia Lakatos afirma que no es inevitable que un programa científico de investigación “progrese”, ya que puede haber progresión como degeneración. Obviamente los practicantes de un proyecto en degeneración se negaran a aceptar ese veredicto, pero habrá elementos objetivos por el cual se podrá determinar, al cabo de algún tiempo, esa condición degenerativa.

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. Retóricamente Lakatos inclina su crítica contra Kuhn al decir: “En la visión de Kuhn no hay lógica sino

sólo sicología del descubrimiento. Por ejemplo, en la concepción de Kuhn, las anomalías e inconsistencias

siempre abundan en la ciencia, pero en periodos normales el paradigma dominante asegura el patrón de

progreso, que eventualmente es derrocado por una crisis. No hay una racionalidad causal particular para la

aparición de tal crisis. Crisis es un concepto sicológico, un pánico contagioso. Luego emerge un nuevo

paradigma, inconmensurable respecto a su antecesor. Ni hay estándares racionales para compararlos. Cada

paradigma contiene sus propios estándares. La crisis no sólo barre no sólo la vieja teoría, sino sus

estándares…. De este modo en la visión de Kuhn una revolución científica es irracional es un asunto de

sicología de masas (1970, p 178). Pero páginas antes de ese párrafo, reconoce el mérito de Kuhn al rechazar la

tesis de avance de la ciencia por acumulación y por conectar el cambio científico con vastos cataclismos (p.

92, infra). Lakatos le critica sin embargo su “tono” autoritario e irracional (Ibíd).

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La metodología del programa científico de investigación Para Lakatos11 un programa científico de investigación está constituido por una serie de teorías que cambian a lo largo del tiempo. Emplea las metáforas de núcleo duro y cinturón protector. El núcleo duro del programa contiene elementos metafísicos, que actúan como postulados fundamentales. Esos postulados, que bien pueden llamarse también supuestos, son irrefutables para sus adherentes al programa. Todas las pruebas tienen lugar en un cinturón protector, donde se llevan a prueba las implicaciones empíricas del programa, para llegar a graduales modificaciones o refinamientos. El proceso de prueba y modificación del cinturón toma un largo periodo de tiempo e implica problematizaciones. El primer ejemplo que ofrece Lakatos de Programa es el que se conoce como metafísica cartesiana, esto es, la mecánica teórica del universo: de acuerdo a ella el universo es un gigantesco reloj (y sistema de vórtices), cuyo empuje es la causa del movimiento. Tenemos aquí, dice Lakatos, un poderoso principio heurístico, que funciona así: desalienta el trabajo en las direcciones que le son incompatibles (heurística negativa). Por otro lado alienta trabajar en hipótesis auxiliares (como las elipses de Kepler) que podrían salvarlo de contra-evidencia, constituyendo así una heurística positiva. Como ejemplo clásico de programa exitoso de investigación Lakatos cita la teoría gravitacional de Newton. En dicho programa, la heurística negativa nos obliga a mantenernos en el campo de sus tres leyes de la dinámica y su ley gravitacional. El núcleo es irrefutable por la decisión metodológica de sus protagonistas: las anomalías deben conducir a cambios en el cinturón protector de hipótesis auxiliares y observacionales. En el avance de la física newtoniana, cada avance dice Lakatos, va ligada a una problematización que predice nuevos hechos, en el cual hay un incremento del contenido empírico. También hay un avance teórico. Cada predicción requiere ser verificada, aunque por un tiempo puede parecer “refutada”. El progreso teórico podría ser verificado inmediatamente, pero el progreso empírico no. Empíricamente pueden aparecer una serie frustrante de refutaciones, pero el ingenio y la afortunada formulación de hipótesis auxiliares, pueden revertir el fracaso en éxito, sea revisando ciertos hechos “falsos” o en el trabajo con las hipótesis auxiliares. Es decisiva esta observación: la idea de una heurística negativa racionaliza el convencionalismo clásico en una medida considerable. Podemos deliberadamente no aceptar las refutaciones, en tanto se incremente el contenido empírico de las hipótesis que forman el cinturón protector. Nuestro planteamiento difiere del de Poincare, dice Lakatos, en que cuando un programa cesa de anticipar nuevos hechos, su núcleo duro debe abandonarse. Un programa científico de investigación, plantea Lakatos, posee además de un a heurística negativa una positiva. Si la heurística negativa especifica el núcleo duro del programa, que

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. Lo que sigue es una síntesis de 1970, pp. 132-138.

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es irrefutable”, por decisión metodológica de sus protagonistas, la heurística positiva consiste en una serie de reglas más o menos explícitas para desarrollar o cambiar la parte refutable del programa de investigación, o sea, el cinturón protector de hipótesis auxiliares. Una aplicación tentativa del Programa Científico de Investigación Aunque ha sido esquemática la presentación del programa científico de investigación, efectuaremos una aproximación a la propuesta establecida por los Clásicos y Marx. Hablaremos de posibles interpretaciones de su proceso progresivo/regresivo. Una evaluación mejor fundamentada requiere un análisis bibliográfico mucho más extenso y detallado del que puede hacerse aquí. Una posible interpretación a discutir es que el núcleo duro del proyecto de referencia tiene un componente metafísico muy restrictivo (finalidad última, racionalidad de clase, determinación por el derecho natural), que tendió a acotar el desarrollo teórico y empírico posterior. Esa característica del núcleo puede explicar las divisiones internas de la comunidad científica adherida al programa. Dichas divisiones se presentaron desde la aparición del movimiento disidente llamado “revisionismo”. Igualmente la formulación de una metodología alternativa por Veblen puede interpretarse en el mismo sentido, o sea, la necesidad de romper ciertas restricciones del núcleo duro del proyecto clásico-marxiano. Posiblemente esa dispersión explique la variedad de heurísticas positivas que se presentaron a lo largo del siglo XX. Hay elementos para distinguir al menos 4 estrategias de reformulación de hipótesis auxiliares; esto no quiere decir que necesariamente sean las únicas, pero si las más visibles. A continuación se presentará un mero esbozo de esos sub proyectos con el fin de perfilar, como ya se dijo, elementos para una discusión posterior. De esos su proyectos, tres pueden calificarse como activos y uno como pasivo. En este último no hay propiamente heurística positiva, solo negativa, por cuanto se desestiman las críticas, refrendando el apego al núcleo duro. Lakatos hizo la observación que esta estrategia depende del grupo protagonista y hay varios ejemplos en la historia de la ciencia, el problema sin embargo es entrar en una ruta degenerativa. Una heurística positiva ha consistido en reforzar selectivamente el contenido empírico de la teoría. La línea más persistente ha consistido en probar estadísticamente la tendencia descendente de la tasa de ganancia. La hipótesis que se trató de reforzar indica que si la tasa de ganancia muestra una declinación persistente, es porque el capitalismo ha entrado en una fase de estancamiento (Parijs, 1990, efectúa una revisión del debate y la evidencia). Esa línea de defensa tendió a abandonarse a partir del inicio de la crisis mundial de los 1970, como parte de un movimiento en el que participaron prominentes teóricos como Mandel, que no se abordará aquí. Hay otra estrategia de reformulación de hipótesis auxiliares más ambiciosa, que se enmarca el movimiento teórico analítico asociada a la crisis mundial, pero muestra elementos “heréticos”. La propuesta ha consistido en proponer una periodización del

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capitalismo, sustituyendo el concepto de crisis terminal por el de sucesión de crisis estructurales que delimitan fases históricas. Esta aproximación tiene dos fuentes de inspiración y líneas de desarrollo: a) la que surge del planteamiento de Kondratiev de ondas larga, b) el “regulacionismo”, que modifica el concepto de instituciones de Veblen, para convertirlo en modo de regulación. La heurística negativa se refleja en la compatibilidad con la noción de caída tendencial de la tasa de ganancia y la acción de fuerzas contrarrestantes. Dentro de la estrategia anterior, el planteamiento más sofisticado es el efectuado por Freeman y Pérez de paradigma tecnoeconómico. Se puede argumentar la filiación de esa propuesta a la teoría de Marx (a través por ejemplo de la influencia regulacionsta en Pérez), pero sus autores se han esforzado en borrar esa filiación ya que se apoyan teóricamente en Schumpeter.12 En vista de que la propuesta es bien conocida por los economistas heterodoxos y ha sido ampliamente comentada por diversos autores, pasaremos directamente a la puntualización de ciertos problemas metodológicos. Primero, su estatus explicativo y predictivo es dudoso, ya que presenta una sucesión repetitiva de ciclos históricos con insuficiente fundamentación causal. Tylecote (1991) es de hecho el autor de esta crítica, demostrando que no hay uniformidad en los patrones históricos (ver sobre todo pp. 16- 24). La crítica de Tylecote refrenda la hipótesis de que el capitalismo sigue una tendencia de crecimiento irregular, donde operan leyes de desarrollo inmanente, pero que la modalidad especifica es impredecible, ya que el resultado final está determinado por una interacción compleja de factores.13 La crisis tiene que ocurrir inevitablemente, pero varía su intensidad y duración. Segundo, la crisis y el papel de los diferentes actores que intervienen es en Pérez “maravillosamente funcional” en tanto producen las reformas requeridas en el sistema socio-institucional” (Ibíd). Tercero, y quizás lo más preocupante. Como extensión de lo anterior: la noción de funcionalidad se extiende al estado que actúa oportunamente para propiciar el “acople”. En realidad esa noción funcional del estado se encuentra bastante extendida en los enfoques marxistas y heterodoxos al grado de constituir un problema metodológico sustancial.14 Con frecuencia el estado se concibe no sólo como actor funcional, sino

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. Excepto en la versión más “cruda” de paradigma tecnoeconómico, la de 1988 (de Freeman), en la que es

patente la influencia regulacionista, no se cita a Marx, o se le cita escasamente como autor secundario. Por

ejemplo en Pérez 2004, la única cita de Marx es la del Manifiesto comunista. 13

. Por ejemplo Tylecote señala que. “… hay un tercer escenario en el cual el viejo sistema socio-institucional

bloque parcialmente el nuevo paradigma. Luego este se difunde más amplia y rápidamente como para

incrementar las tensiones sociales y políticas, sin evitar, sin embargo, dificultades económicas; la crisis que

llega finalmente, pero con componentes socio-políticos y económicos mixtos… Si la crisis puede variar en

sus orígenes, puede variar en sus efectos…” (op. cit. p. 21). 14

. Podemos hablar también de una visión normativa del estado, que parece ser la combinación entre el

planteamiento efectuado por Marx en El Capital de que el estado, siendo un instrumento de clase, puede

actuar bajo determinadas circunstancias, por encima del interés de clase (reglamentación de la jornada de

trabajo) con la formulación efectuada en el XVIII brumario de Luis Bonaparte, de “autonomía relativa”. El

problema originario, como se insistirá en la segunda parte es, citando a Hodgson que: “… [aunque] Marx

estaba en lo correcto en destacar la primacía de las actividades relaciones o asociadas a las necesidades

humanas básicas [estructuradas en el modo de producción], no explicó el mecanismo de esa condicionalidad,

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también racional. Por ejemplo Pérez en su artículo de 1992 argumenta que la propagación inicial de la revolución tecnológica crea una doble ventana de oportunidades para los países en desarrollo. El aprovechamiento de esas oportunidades, afirma exige una reestructuración del aparato de gobierno (p. 54). En seguida la autora ofrece una lista de los niveles requeridos de acción estatal, sin especificar si hay viabilidad para que se cumplan. Esa manera de concebir el estado parece ser un viejo problema que Hirschman criticó en su momento al especificar el divorcio entre la economía y la política, cuando estudiaba el desarrollo económico (ver 1996, p. 510). Su observación fue que los científicos sociales mostraron la propensión a esperar de que el solo hecho de que algo es socialmente necesario, por eso se logrará (o que las cosas buenas van juntas). Cabe argumentar que una tercera vertiente de recomposición del cinturón protector está constituida por el planteamiento que para efectos provisionales llamaremos: el capitalismo como sistema capaz de abarcar el mundo entero”. Tal propuesta se inspira en los clásicos del marxismo y centra su atención en la noción de que las fuerza motoras del capitalismo provocan la expansión continua de la base de la acumulación, hasta lograr una propagación y profundidad máxima en la economía mundial. Este planteamiento parece sugerir una heurística negativa: queda en suspenso la meta final hasta que la expansión del capitalismo logre una masa crítica: la extensión y profundización mundial de las relaciones de producción capitalistas. En la versión de Dabat15 (ver 1993) hay tres cuestiones metodológicas a discutir: a) el planteamiento de que el sistema capitalista es un sistema “abierto”, complementado con la propuesta de “vías de desarrollo”, que podría interpretarse como deslinde de los enfoques teleológicos, b) aparente incongruencia entre la noción de extensión mundial y la persistencia del atraso económico, c) refrendo de la visión normativo-racional del estado. Esta parte de la exposición podría extenderse para abarcar la propuesta de Gramsci que cumple con los requisitos formales de heurística negativa y positiva, pero que ha sido calificado como disidente o revisionista (ver Kolakowski, 1978, vol. 3). Lo que parece evidente es que Gramsci hace un replanteamiento radical de hipótesis secundarias, que le lleva a confrontarse con otros teóricos marxistas. Si ha habido una reconciliación posterior con algunos núcleos es un asunto a investigar más a fondo. No carece de interés la relación entre los planteamientos fundamentales de Marx y lo que en otro lado llamados “nueva teoría económica”. El tratamiento de este punto es

en particular como esas actividades condicionan la mentalidad y creencias de los agentes humanos.”

(Hodgson, 2001, p. 288). Como se explicó esa es en realidad la principal crítica teórica de Veblen a Marx. 15

. La versión de Dabat se distingue por engarzar el planteamiento de la acumulación mundial a discusiones

de frontera, como la globalización y la revolución tecnológica, manteniendo un perfil propio, pero ampliando

la agenda de discusión. Su extensión al estudio de las estrategias de desarrollo se ha mantenido en un terreno

muy general, pero podría chocar con problemas metodológicos debido a las razones que se exponen en el

párrafo supra.

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problemático por varias razones entre ellas que los neoschumpeterianos pueden clasificarse no del lado de la economía política, sino de esa nueva teoría económica. La delimitación obedece al principio previamente expuesto: el estado o el poder político está fuera del análisis. Si esa noción de exogeneidad se extiendo a los planteamientos normativo-racionales del estado, entramos en un problema metodológico y teórico altamente controversial. Hodgson y el perfil de nuevo un programa científico de investigación en economía política Este autor se adentró en el estudio de la obra de Veblen desde fines de los 1980 (ver Economics and Institutions. A Manifesto for a Modern Institutional Economics, 1988), refrendando la validez de la crítica a Marx (Hodgson, 1999). En su libro de 2001 (How Economics Forgot History) propone lo que puede interpretarse como la refundación del proyecto de la economía política, al considerar necesario pero insuficiente el núcleo marxiano. Cabe advertir que el autor es enfático de que sólo ofrece sugerencias preliminares. A continuación una síntesis de su propuesta para especificar algunos puntos de discusión. El punto de partida del autor es que las ciencias sociales estándar han abusado de los principios generales. Se requieren ciertos principios generales, pero deben seleccionarse cuidadosamente para no diluir la especificidad histórica de un sistema socio-económico. El paso fundamental radica en identificar cuáles son a la vez los elementos comunes que caracterizan cualquier sistema socio-económico; en ellos también se encuentra su especificidad. Marx, argumenta que cada sistema socio-económico se diferencia, como se sabe, por las relaciones de producción y dentro de ellas por las relaciones de propiedad. Estando de acuerdo con Marx, Hodgson reitera la crítica de que: en Marx la naturaleza de la “estructura económica” es oscura. Continúa: en Marx y Engels las necesidades materiales con concebidas como básicas para la existencia humana y la producción como estructuradora de la sociedad en su conjunto; pero la primacía de las necesidades materiales dice poco sobre la forma en que esas actividades condicionan la mentalidad y creencias de los agentes participantes (2001, p. 288). Marx argumenta que la existencia social determina la conciencia, pero no explica en qué consiste la existencia social, o el mecanismo causal por medio del cual determina la conciencia. El estudio de la especificidad de las relaciones sociales, agrega Hodgson, implica la identificación de las fuerzas y limitantes que actúan sobre el comportamiento humano. Continúa: como lo formularon Veblen y Commons, el énfasis en los hábitos de pensamiento proporciona un medio para trascender la dicotomía entre materialismo e idealismo. “Sin ese concepto no tenemos una adecuada relación causal entre la naturaleza humana, la existencia social, conciencia e ideas”, (op. cit. p. 299).

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En seguida Hodgson expone la concepción de hábitos como fundamento de la razón y acción. Siguiendo a Veblen expone que hábito es una propensión a actuar de una manera determinada en una situación determinada. Los avances en la sicología moderna ponen de manifiesto que todas las ideas y creencias se sitúan en un contexto, pero lo importante que la base fundamental de la percepción es que resulta de proceso de habituación. La formación de los hábitos sustenta el comportamiento que al integrase en la estructura social contextual, forma rutinas. La rutina es esencialmente un sistema social de hábitos compartidos. En ese sentido también los hábitos son el fundamento de la cultura. ¿Cómo se pasa de los hábitos a las instituciones? Hodgson explica que una condición necesaria para el establecimiento de los derechos de propiedad (institución central) es que se materialicen en costumbres y hábitos. Pero puede suceder que un estatuto legal de lugar a nuevos hábitos. Pero en ambos casos sea una causación arriba (del hábito a la ley) o abajo (de la ley al hábito), la conexión con los hábitos es fundamental. En el sentido de Veblen las instituciones son sistemas duraderos de reglas sociales y convenciones que estructuran la interacción social. La durabilidad de las instituciones está relacionada con la estabilidad y predictibilidad que le imparten al comportamiento humano. Así, el concepto marxiano de relaciones de producción puede ser vista como un complejo de hábitos y normas relacionadas con la producción. La formación de una institución a partir de las necesidades de la producción, no desestima el papel de esta última, que sigue actuando como determinante, pero su influencia se ejerce bajo el canal institucional, por así decir. En ese sentido, agrega el autor, la institución es simultáneamente una estructura como un componente subjetivo del agente, situado en su mentalidad.16 Se deduce de lo expuesto por Hodgson que el conjunto de las instituciones que se desarrollan en un determinado sistema socio-económico, son como un complejo sistema de comunicación que mantiene la coordinación en el funcionamiento de las partes de ese sistema, cuya base crítica se encuentra en la producción. Si bien hay multitud de conexiones institucionales, eso no borra la especificidad de los estructura, sea la actividad productiva o el ejercicio del poder. En este último sentido es que podemos identificar una falla en la propuesta de Hodgson. No relaciona explícitamente el poder con la estructura institucional. Al insistir pero también acotar la definición de instituciones como: “estructuras sociales emergentes basadas en hábitos compartidos de pensamiento y en tal medida son constitutivos del comportamiento social, actual y potencial…”, deja en la ambigüedad su relación con el poder. ¿En beneficio de quién funcionan las instituciones y cuales intereses son determinantes en su constitución? Curiosamente Veblen dio una respuesta contundente a

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. En Hayek, la mentalidad es un capacidad meramente individual, para Veblen es a la vez individual y

colectiva.

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esa pregunta: a la clase que vive de los intereses pecuniarios.17 Los intereses pecuniarios se fundan en la propiedad de la cual deriva la posición de clase. Al haber una determinada legalidad para asegurar ese derecho la asistencia del estado es esencial. En este sistema, más que “explotación” en el sentido de Marx hay “apropiación”, ya que no hay estatus normativo (por ejemplo el derecho natural al producto integro del trabajo), sino el ejercicio del poder y su justificación (Veblen, op. cit., pp. 364 y ss. Ver también Samuels, 2006, p. xxiii). En suma, una teoría institucionalista que sustente un nuevo proyecto científico de investigación requiere centrar la estructura institucional en la instancia fundamental del poder. Ese requerimiento ha sido considerado cada vez más esencial por varios investigadores para el estudio por ejemplo del atraso/desarrollo económico (ver Hoff y Stiglitz, 2004) como de los sistemas financieros. Ese requerimiento es tanto más imperioso porque la concepción del estado en el proceso socio-económico aparece cada vez más teleológica. En este punto la aportación de North (especialmente 1984) es clave, pero está envuelta en importantes problemas de especificación y fundamentación, que se han agudizado con la emergencia de la llamada Economía Institucionalista. La economía institucionalista tiene a poner en un mismo saco todas los conceptos, hipótesis o propuestas, sobre instituciones, son ponderar su diferente estatus epistemológico. Conclusión Con el fin de emitir una evaluación metodológica del estatus científico de la economía, se ha utilizado los conceptos surgidos del debate entre los autores que forman el sustento de la filosofía de la ciencia actual. Se efectuaron varias observaciones: la corriente principal no se ajusta a los estándares establecidos, por lo que su estatus actual ha dejado perplejos a los metodólogos. La economía política ha seguido un desarrollo como programa científico de investigación en el siglo XX, que sólo se puede entender si se reconoce la existencia de dos trayectorias diferenciadas, cuyas bases ya estaban establecidas a inicios del siglo XX (o aun antes). Sin emitir una evaluación definitiva sobre cuál de ellos es superior metodológica o cognoscitivamente, se constata que tiende a emerger una nueva propuesta que prefigura la renovación del núcleo duro de la economía política. Ese nuevo programa de investigación está aun débilmente formulado y enfrenta insuficiencias notorias, aun dentro del esfuerzo sustancial efectuado por Hodgson. Lo que eventualmente suceda con este proyecto no se puede independizar de las heurísticas seguidas por otros científicos sociales. En última instancia, quizás el proyecto de la ciencia no es enteramente un asunto irracional o de poder, pero no escapa de esas influencias. Bibliografía

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. Veblen los llama primero especuladores, pero en un sentido más general los conecta con la actividad de

negocios, como opuesta a la industria. Se puede decir, agrega, que trabajan por un ingreso, pero ese ingreso

no tiene que ver con la producción (2003/1919, p. 293).

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