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Proyecciones de cifras coherentes con la realidad Elementos Considerar Integrales Mínimos Esenciales 10 A

1. Proyecciones de cifras coherentes con la realidad · otra de los tantos “espejismos” en materia de administración pública (ya que lo que se ha hecho básicamente es diferir

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Page 1: 1. Proyecciones de cifras coherentes con la realidad · otra de los tantos “espejismos” en materia de administración pública (ya que lo que se ha hecho básicamente es diferir

Proyecciones de cifras coherentes con la realidad

Elementos Considerar

Integrales

MínimosEsenciales10 A

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Esta publicación fue realizada por FOSDEH, con el apoyo �nanciero de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación COSUDE y la iniciativa Think Tank.

Las ideas y opiniones expresadas en el texto son de exclusiva responsabilidad de sus autores, y no re�ejan necesariamente la visión ni la opinión de la entidad cooperante, en este caso COSUDE y Think Tank.

Se autoriza la utilización total o parcial de este documento, siempre y cuando se cite la fuente.

Foro Social de la Deuda Externa y Desarrollo de Honduras© FOSDEH 2017Col. Alameda , avenida Tiburcio Carías Andino, Casa 1011, Tegucigalpa, Honduras. Tel/Fax: (504) 2239-3404 | (504) 2239-2110Correo Electrónico: [email protected] web o�cial: www.fosdeh.netfb: Facebook/fosdehTwitter: @fosdeh

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EL FOSDEH no se cansa de mencionar que el Presupuesto General de cualquier país es un instrumento de desarrollo, y este, debe contener las soluciones inmediatas a las necesidades del país y acciones que progresivamente solventarán los problemas mayores de una nación, siempre, bajo los lineamientos de la planificación nacional. Cuando no es así, perdemos la oportunidad de mejorar las condiciones de vida de las y los ciudadanos, tener un crecimiento económico inclusivo, encontrar las rutas del desarrollo sostenible, entre otros, y nos mantienen sumergidos en la pobreza y desigualdad. No obstante, para convertir el presupuesto general de la República en una herramienta de desarrollo debe contener un alto nivel de aproximación de la realidad, ya que “una buena receta, depende de una buena radiografía” [1].

Aunado, si deseamos que el presupuesto sea una herramienta de desarrollo, es necesario el combate a la corrupción, flagelo importante de erradicar, así tener ingresos y egresos del Estado coherente a la realidad. Para que los egresos no se desvíen, no se

otorguen a terceros sin respaldo, sean mal gastados, se usen en intereses particulares, se debiliten las instituciones para privatizar los servicios públicos, entre otros, debido que los ingresos por recursos fiscales que financian los egresos son escasos, y la carga de impuestos a la población, dada la política fiscal regresiva, es casi asfixiante, al igual que la deuda pública.

La corrupción también se expresa en el “maquillaje positivista” de las cifras, vender “ilusiones” o no contar “la película” completa, tener sistemas financieros no actualizados y acordes al contexto. La vacuna de la corrupción es la transparencia, la verdadera rendición; ligada a una contabilidad real de los gastos e ingresos del Estado y la participación ciudadana, esta última, según la Encuesta sobre el Presupuesto Abierto 2015, “el gobierno de Honduras puede considerarse débil en cuanto a las oportunidades que le ofrece al público para participar en el proceso presupuestario”. Y para finales del año 2016, seguimos con debilidades en un Presupuesto Ciudadano y una Declaración Pre-Presupuesto [2] . Siendo las finanzas públicas sanas (y reales) un determinante (o las bases) para formular otras finanzas en los años sucesivos…

En los dos últimos años el Gobierno presume de una reducción sustancial en el déficit fiscal, aún más, resaltan la construcción y el cumplimiento de la Ley de Responsabilidad Fiscal (Decreto No 25 - 2016), mediante la cual, el déficit (Sector Público No Financiero) no podrá ser mayor a 1.5% en 2017, 1.2% en 2018 y así hasta llegar a un déficit global menor o igual al 1% del Producto Interno Bruto (PIB). Sin embargo, levanta la desconfianza que esta reducción no sea más que una “ilusión” procesada y/o limitada mediante instrumentos legales (Ley de Secretos) y disposiciones generales del presupuesto anual acomodadas e ¨incoherentes¨ a las normativas contables internacionales aplicables al sector público,

administración sea pública o privada esto no contribuye a la disminución real de un déficit, lo que se hace perpetuar aún más la deuda pública, es decir, el pago de deuda con deuda no es más que un juego financiero, para postergar obligaciones actuales para que las enfrenten las generaciones venideras. Operaciones que conllevan un alto costo financiero adicional a la tasa de interés, donde se pagan comisiones a las empresas que intervienen, las que preparan la documentación técnica del proceso, empresas internacionales calificadoras de riesgo, despachos de abogados nacionales e internacionales, bancos intermediarios, lobistas y los costos de viajes de funcionarios.

Per se, el déficit fiscal no es un problema, hasta puede considerase cómo necesario en ocasiones para aceitar y lograr girar el engranaje del Gobierno, hacia inversiones que aumentan la cobertura y calidad de los servicios básicos a la población y potencializar de manera efectiva la inversión e iniciativa privada, sin embargo, cuando se presentan cifras que ocultan la verdadera naturaleza de éste se vuelve no sólo un problema de transparencia, sino también, un problema de sostenibilidad y vulnerabilidad de las finanzas de un país. Ya que lo que se ha hecho realmente no es una reducción del déficit, sino más bien, ocultar el gasto. Cabe resaltar el hecho que nadie “esconde” algo de lo que se está orgulloso, al contrario, se “ocultan” aquellas cosas desagradables, desordenadas, etc. y que en cierto sentido avergüenzan.

Para que las finanzas públicas y sus presupuesto sean acorde a la realidad de un país, es necesario ver el escenario económico y social. En Honduras contamos con varias radiografías importantes para la “supuesta” formulación de los parámetros de ingresos y egresos del Estado. Uno de ellas, es el Programa Monetario 2017-2018 publicado por el Banco Central de Honduras (BCH) en marzo, revisado en junio-julio y publicado en agosto, se elevan las proyecciones de la tasa crecimiento económico de 3.7% a 4.1% (variación del PIB real), que en una lógica rápida se aprecia que, al incrementar el PIB se alienta aumentar los techos de gasto presupuestario y permitirá aumentar el nivel de gasto corriente

1. Ver editorial FOSDEH; Una buena receta depende de una buena radiografía. Presentación del Presupuesto General de la República 2018 (Septiembre 2017).

pareciera que opera una ¨creatividad¨ para lo contrario y hacia el debilitamiento de instituciones claves que hasta cierto momento ha tenido no obstante los esfuerzos e intenciones de la Contaduría General para la generación de cifras consolidadas del sector público Honduras. Esto, que ha sido en parte por la aplicación de la Ley para el Ordenamiento de las Finanzas Públicas, Control de las Exoneraciones y Medida Anti evasión (Decreto 278 – 2013), que prohíbe la inclusión de nueva deuda al Sistema de Administración Integrada (SIAFI) en el Articulo No 35. Nos da “luces” que las cifras oficiales también no se aproximan a la realidad de las finanzas públicas, debido a estos mecanismos “legales”.

Por ejemplo, al cierre del año 2016, el déficit fiscal fue de 2.8% respecto del PIB, reducción que va más allá del simple hecho de utilizar mecanismos legislativos y contables para lograr la disminución porcentual (observando que en montos absolutos, sigue siendo elevado), sino que también incurren otros elementos, como la postergación del vencimiento en la deuda pública interna (sobre todo, el pago de capital y disminuyendo las tasas de interés a niveles mínimos y a plazos más largos), alargando la “amargura” y poniendo en riesgo a las instituciones de jubilaciones y pensiones. Esto, mediante la emisión de bonos y letras del Estado para saldar deuda de las instituciones estatales mediante la permuta de “otros” bonos y letras que estuviesen por vencerse, esto no es más, que otra de los tantos “espejismos” en materia de administración pública (ya que lo que se ha hecho básicamente es diferir los desembolsos de capital presupuestados, necesarios para la reducción del déficit fiscal anual en Honduras). Otro elemento es el pago de “deuda con deuda”, esto es visto, en la colocación de bonos soberanos para financiar la deuda de las instituciones estatales, evidencia de esto, lo que sucedió en el primer trimestre del año, que el Gobierno percibió alrededor de US$ 700 millones por la colocación de bonos soberanos, con el fin de “aliviar temporalmente” parte de las finanzas precarias de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE) y a la vez incrementar las reservas internacionales. No obstante, bajo cualquier lógica de

(sueldos y salarios), de hecho se ha incrementado el salario a 83,000 empleados públicos (maestros y a los acogidos al régimen de servicio civil), casualmente en plena campaña electoral, y dar imagen que se está dentro de los parámetros de la Ley de Responsabilidad Fiscal, al igual que otros indicadores; como la deuda, déficit fiscal, presión tributaria, etc., simplemente porque se incrementa el parámetro de referencia, así se hacen porcentualmente menores las relaciones… ¡Creativo, debido que sí usted mide 1.55 cm de estatura, no será lo mismo, si se compara con alguien que mide 1.60 cm a con alguien que mida 1.90 cm, en la segunda comparación usted será más “chaparro”!

Aun alcanzando el supuesto optimista crecimiento económico, ese supuesto se basa en el crecimiento de los mismos “sectores dinámicos”… Por ejemplo; en el período 2000-2016 el país ha experimentado tasas de crecimiento levemente aceptables, pero no “rimbombantes” como políticamente se publicitan, ya que no se distancian de manera considerable de las tasas de crecimiento demográfico, el aumento de población absorbe el crecimiento económico real, siempre y cuando el crecimiento obtenido sea distribuido correctamente, cosa que no sucede en Honduras, sino que el efecto es ampliar o a lo sumo mantener los niveles de pobreza y desigualdad.

Se ha crecido levemente año con año, pero ello no ha significado un cambio relevante en materia de distribución del ingreso o de generación masiva de empleo y; por tanto, afirmamos que el modelo económico de Honduras ha propiciado solamente el “dinamismo” de sectores cómo energía, telecomunicaciones y sobre todo el sistema financiero que; precisamente, no son generadores intensivos de empleo y a la distribución de la riqueza. Interesa destacar, que no es ninguna coincidencia que el costo de la energía para la mayoría de hogares ha crecido enormemente, igual en las tasas de interés en el sistema financiero y los precios de los servicios de telecomunicaciones. Este dinamismo de energía, banca y comunicaciones, por tanto, descansa en extraer mucho dinero de los presupuestos limitados de la mayoría de hogares. A

esto, se suma el deterioro de los Servicios Públicos, de energía, agua, telecomunicación de las empresas estatales, y nos preguntamos, supuestamente estos sectores impulsan el crecimiento económico para “toda” Honduras o solo de algunos, ya que, afectan la economía de la mayoría a través de apagones, costo de la energía, costos de producción, incremento de precios, resta capacidad de compra los hogares y en consecuencia incide en la calidad de vida.

Sin embargo, el comportamiento de sectores económicos que si son grandes generadores de empleo, propician derrame económico, pagan la mayoría de los impuestos, distribuyen en mejor manera el ingreso y aplacan la desigualdad, como lo son la Agricultura, Ganadería, Silvicultura, Caza y Pesca, el Comercio, también la Construcción- han sido verdaderamente muy escaso desde el mismo inicio del período 2000-2016. Además, no es capaz de generar efectos de arrastre o efectos multiplicadores para los sectores económicos donde se concentra la gran mayoría de la población ocupada. Acentuando más bien (los sectores que impulsan el dizque crecimiento económico), el empleo precario, con 7 de cada 10 hondureños ocupados recibiendo por debajo de un salario mínimo.

Consideramos como un aspecto sobresaliente, probablemente vinculado al dinamismo bien diferenciado entre subsectores económicos, son las tendencias observadas en la relación del PIB con el volumen de comercio internacional (técnicamente llamado; grado de apertura de la economía) pues se muestra un notable y preocupante crecimiento en el período: de 80% a 112% del PIB en el período 2000 – 2016 respectivamente. El notable crecimiento de las importaciones, estaría afectando a varios subsectores de actividad económica, tal es el caso de las crecientes importaciones de alimentos, ropa, muebles, insumos de varias industrias que; en buena medida, generan la pérdida de empleos y el uso cada vez menor de materias primas nacionales (restando producción y productividad a nuestros empresarios). A esto, se suma una disminución de Inversión Extranjera Directa (IED) de alrededor de

US$ 200 millones al año 2016, con respecto al año 2015, y cabe mencionar, que el 70% de esos aproximadamente US$ 1,000 es un “reciclaje o reinversión” de utilidades de las grandes industrias, no de “capitales frescos”. La inversión nacional privada se mantiene a la “expectativa”, y sigue siendo moderado por cierto acomodo con a la incertidumbre política.

Estas distorsiones económicas en la producción de bienes y servicios, y comercio, nos dan según dicen ciertas entidades públicas bajas tasas de inflación en el período 2010-2016 (de un solo dígito) generando una “ilusión” de incremento del poder adquisitivo del Lempira. Sin embargo en la realidad, se trata de un deterioro de aproximadamente 10 centavos al Lempira respecto al año base 2000 (en base en el Índice de Precios al Consumidor –IPC, en años anteriores 2000-2010 ha perdido aproximadamente 57 centavos, por lo tanto el Lempira de hoy en relación al del año 2000, vale 33 centavos ) y; por otra parte, la tasa de inflación es un promedio que oculta muchas realidades; para el caso, ha estado ocurriendo con la leche en polvo importada, con medicamentos como los antibióticos o con el precio del combustible o el LPG, o la ineficiencia de los servicios públicos. Las amas de casa se quejan que cada vez tienen que suprimir el consumo de muchos bienes que antes eran accesibles pero ahora han alcanzado precios exorbitantes (en el año 2000 una docena de huevos costaba 12.67 Lempiras en Tegucigalpa y 13.65 en San Pedro Sula y ya en 2016 esa misma docena de huevos costaba 35.7 Lempiras lo que representa que el precio de los huevos creció 161.7% y no es difícil constatar que los salarios no crecieron a dicha tasa). Y; además, nada indica que los huevos bajarán de precio al finalizar el año 2017 o al 2018. La tendencia a la baja del poder adquisitivo de los hogares seguirá el rumbo o; lo que es lo mismo, la celebrada buena macroeconomía del país no pasa por las mesas de la gran mayoría de hogares. Observando el gran deterioro de la calidad de vida de los y las hondureñas, y el mayor impacto lo recibe la Región Central de Honduras (la zona también más poblada del país) que presenta los niveles de inflación más altos, la pregunta es entonces, cual es el peso de esta región en el cálculo del IPC, ya que siempre está por

arriba del promedio nacional y cuáles son los factores que inciden en ello, la mayor persecución fiscal nacional, municipal, extorsión; la incidencia de los peajes en los precios de los bienes importados de otros países y/o regiones del país. Por ejemplo, Francisco Morazán (en esencia el Distrito Central) genero entre 2012-2016 el 72.2% de los impuestos y Cortes (sumando Puerto Cortes, Choloma, San Pedro Sula, Villanueva, y otras ciudades intermedias con zonas industriales) el 22.0%; los siguientes departamento son Copán con el 1.6% y Ocotepeque con 1.1%; los 14 departamentos restantes el 3.1%.

En estos momentos, los hondureños viven el país de lo “usado”. Somos una sociedad del reciclaje de ropa, zapatos, hasta ropa interior, electrodomésticos, juguetes, herramientas, en fin lo desechado principalmente de EEUU. Esto no son síntomas de una economía sana, robusta y con crecimiento sostenible. La proliferación de los comercios de lo “usado” no solo es “a veces” la opción de compra, para la mayoría son la única forma de adquirir estos bienes. Señales de la degradación de la calidad de vida de los hondureños y hondureñas, no solo en materia económica, sino de la dignidad humana.

A pesar de intentar invisibilizar las regiones del país, nos hacemos preguntas si ¿Existe el análisis de las economías territoriales?, hacemos referencia porque el motor económico de algunas regiones, eran el narcotráfico. Y este es, uno de lo que el actual gobierno se “ufana”, lo cual, es logro de otros gobiernos (puntualmente de E.E.U.U.). Los casos de la depresión económica es notable, municipios en Occidente, Litoral Atlántico y algunas zonas de oriente, peor aún, no existe políticas públicas de parte del gobierno coherentes de sustituir estos agentes económicos negativos que tuvieron carta abierta (narcotraficantes) hasta que desde afuera presionaron; por ahora solo se percibe un apetito “voraz” de adueñarse de los bienes que amasaron. ¿Tendrá que verse disminución en la importación y exportación, así como el financiamiento y consumo interno nacional, el no tener capacidad de suplantar esas “economías subterráneas”?

En la formulación de políticas económicas, ahora en el caso particular referido al Marco Macro Fiscal de Mediano Plazo de la Secretaría de Finanzas como otras radiografías poco claras del país, y así tener una buena receta, que tiene casi son las mismas cifras que el Programa Monetario del BCH (sólo que desactualizadas, ya que en la revisión del Programa Monetario, incrementaron las “perspectivas”), ¿Qué tan efectivo serán los instrumentos de política económica, sociales y fiscales sí sus fundamentos se alejan de la realidad?

Una parte de la dinámica económica mostrada con anterioridad y de conocimiento de todos, nos da a pensar que debe existir un alto nivel de aproximación a la realidad, sin embargo, la situación es otra, tanto de las finanzas públicas como económica del país. El sector público a pesar de tener una observación diferente de la realidad y que a través de categorías estructuradas para la formulación de políticas fiscales coherentes, pensamos que deben tener las acciones encaminadas a mejorar las condiciones de las mayorías debido que cuentan con los diversos datos y relaciones que son trasladados en indicadores. No obstante, la dinámica macroeconómica actual no llega a la mayoría de los hogares, que al final son los que financian la mayoría del ingreso a través de los impuestos. Los ingresos totales “supuestamente” de la Administración Central llegarán a L 140,283.6 millones para el año 2018, por Endeudamiento Público se obtendrán recursos por L 28,390.6 millones según las proyecciones del Presupuesto, que al parecer no existe conciencia del impacto del nivel de endeudamiento externo e interno de Honduras. Como expresamos anteriormente pagar “deuda con deuda” no es algo de unas finanzas sanas. Importante mencionar por concepto Servicio de la Deuda Pública pagaremos L 34,032.4 millones, en tanto en educación L 28,077.7 millones, en salud L.14,434.2 millones. Cabe hacer notar que el impacto de los incrementos salariales otorgados será de alrededor de L 5,500 millones mas en sueldos y salarios y sus colaterales.

Cuando se tiene un nivel de ingreso alto, sobre todo debido que la

mayor parte de esos ingresos viene por recaudación tributaria, por cierto mayormente por impuestos indirectos que consolidan un sistema regresivo “perverso”. Hace que la presión tributaria (relación de los ingresos tributarios con respecto al PIB) sea la más alta de Centro América. Esto, sin sumar las contribuciones L 6,800 millones a los sistemas de pensiones y jubilaciones y al sistema de seguridad social, que harán el sector privado (empleados y empleadores) para el año 2018.

La realidad es otra, y el “espejismo” es más intenso. Pero porque no cuadran las cifras oficiales con la realidad. Gran parte de ello, es no querer expresarla, otra, es la perversidad concierne a las instituciones que producen la información fiscal, monetaria, económica y social. Para citar uno de tantos ejemplo; El BCH utiliza un Sistema de Cuentas Nacionales del año 1993 (los países optan por el año 2008) y su año base es del año 2000 (lejos de la actualidad; 17 años, hace 17 años la realidad cambió enormemente). Por ejemplo; ¿Acaso no daño el patrimonio forestal de Honduras El Gorgojo, así como las explotaciones mineras, la sustitución de coberturas forestales por expansión de palma africana y el café?, sin embargo, eso no es contabilizado por el desfase en el ajuste ambiental y la pérdida de patrimonio de bienes nacionales por el Sistema de Cuentas Nacionales. Y para esto la necesidad de actualizarnos, así acortar la brecha de la realidad y las cifras oficiales, debido;

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EL FOSDEH no se cansa de mencionar que el Presupuesto General de cualquier país es un instrumento de desarrollo, y este, debe contener las soluciones inmediatas a las necesidades del país y acciones que progresivamente solventarán los problemas mayores de una nación, siempre, bajo los lineamientos de la planificación nacional. Cuando no es así, perdemos la oportunidad de mejorar las condiciones de vida de las y los ciudadanos, tener un crecimiento económico inclusivo, encontrar las rutas del desarrollo sostenible, entre otros, y nos mantienen sumergidos en la pobreza y desigualdad. No obstante, para convertir el presupuesto general de la República en una herramienta de desarrollo debe contener un alto nivel de aproximación de la realidad, ya que “una buena receta, depende de una buena radiografía” [1].

Aunado, si deseamos que el presupuesto sea una herramienta de desarrollo, es necesario el combate a la corrupción, flagelo importante de erradicar, así tener ingresos y egresos del Estado coherente a la realidad. Para que los egresos no se desvíen, no se

otorguen a terceros sin respaldo, sean mal gastados, se usen en intereses particulares, se debiliten las instituciones para privatizar los servicios públicos, entre otros, debido que los ingresos por recursos fiscales que financian los egresos son escasos, y la carga de impuestos a la población, dada la política fiscal regresiva, es casi asfixiante, al igual que la deuda pública.

La corrupción también se expresa en el “maquillaje positivista” de las cifras, vender “ilusiones” o no contar “la película” completa, tener sistemas financieros no actualizados y acordes al contexto. La vacuna de la corrupción es la transparencia, la verdadera rendición; ligada a una contabilidad real de los gastos e ingresos del Estado y la participación ciudadana, esta última, según la Encuesta sobre el Presupuesto Abierto 2015, “el gobierno de Honduras puede considerarse débil en cuanto a las oportunidades que le ofrece al público para participar en el proceso presupuestario”. Y para finales del año 2016, seguimos con debilidades en un Presupuesto Ciudadano y una Declaración Pre-Presupuesto [2] . Siendo las finanzas públicas sanas (y reales) un determinante (o las bases) para formular otras finanzas en los años sucesivos…

En los dos últimos años el Gobierno presume de una reducción sustancial en el déficit fiscal, aún más, resaltan la construcción y el cumplimiento de la Ley de Responsabilidad Fiscal (Decreto No 25 - 2016), mediante la cual, el déficit (Sector Público No Financiero) no podrá ser mayor a 1.5% en 2017, 1.2% en 2018 y así hasta llegar a un déficit global menor o igual al 1% del Producto Interno Bruto (PIB). Sin embargo, levanta la desconfianza que esta reducción no sea más que una “ilusión” procesada y/o limitada mediante instrumentos legales (Ley de Secretos) y disposiciones generales del presupuesto anual acomodadas e ¨incoherentes¨ a las normativas contables internacionales aplicables al sector público,

administración sea pública o privada esto no contribuye a la disminución real de un déficit, lo que se hace perpetuar aún más la deuda pública, es decir, el pago de deuda con deuda no es más que un juego financiero, para postergar obligaciones actuales para que las enfrenten las generaciones venideras. Operaciones que conllevan un alto costo financiero adicional a la tasa de interés, donde se pagan comisiones a las empresas que intervienen, las que preparan la documentación técnica del proceso, empresas internacionales calificadoras de riesgo, despachos de abogados nacionales e internacionales, bancos intermediarios, lobistas y los costos de viajes de funcionarios.

Per se, el déficit fiscal no es un problema, hasta puede considerase cómo necesario en ocasiones para aceitar y lograr girar el engranaje del Gobierno, hacia inversiones que aumentan la cobertura y calidad de los servicios básicos a la población y potencializar de manera efectiva la inversión e iniciativa privada, sin embargo, cuando se presentan cifras que ocultan la verdadera naturaleza de éste se vuelve no sólo un problema de transparencia, sino también, un problema de sostenibilidad y vulnerabilidad de las finanzas de un país. Ya que lo que se ha hecho realmente no es una reducción del déficit, sino más bien, ocultar el gasto. Cabe resaltar el hecho que nadie “esconde” algo de lo que se está orgulloso, al contrario, se “ocultan” aquellas cosas desagradables, desordenadas, etc. y que en cierto sentido avergüenzan.

Para que las finanzas públicas y sus presupuesto sean acorde a la realidad de un país, es necesario ver el escenario económico y social. En Honduras contamos con varias radiografías importantes para la “supuesta” formulación de los parámetros de ingresos y egresos del Estado. Uno de ellas, es el Programa Monetario 2017-2018 publicado por el Banco Central de Honduras (BCH) en marzo, revisado en junio-julio y publicado en agosto, se elevan las proyecciones de la tasa crecimiento económico de 3.7% a 4.1% (variación del PIB real), que en una lógica rápida se aprecia que, al incrementar el PIB se alienta aumentar los techos de gasto presupuestario y permitirá aumentar el nivel de gasto corriente

2. Presupuesto Ciudadano: Versión más simple y menos técnica del presupuesto general del gobierno, específicamente diseñada para transmitir información superficial al público. Declaración Pre-Presupuesto: Revela los parámetros generales de las políticas fiscales de un país antes de la Propuesta de Presupuesto. Describe las previsiones económicas del gobierno, así como los ingresos, gastos y deuda previstos.

pareciera que opera una ¨creatividad¨ para lo contrario y hacia el debilitamiento de instituciones claves que hasta cierto momento ha tenido no obstante los esfuerzos e intenciones de la Contaduría General para la generación de cifras consolidadas del sector público Honduras. Esto, que ha sido en parte por la aplicación de la Ley para el Ordenamiento de las Finanzas Públicas, Control de las Exoneraciones y Medida Anti evasión (Decreto 278 – 2013), que prohíbe la inclusión de nueva deuda al Sistema de Administración Integrada (SIAFI) en el Articulo No 35. Nos da “luces” que las cifras oficiales también no se aproximan a la realidad de las finanzas públicas, debido a estos mecanismos “legales”.

Por ejemplo, al cierre del año 2016, el déficit fiscal fue de 2.8% respecto del PIB, reducción que va más allá del simple hecho de utilizar mecanismos legislativos y contables para lograr la disminución porcentual (observando que en montos absolutos, sigue siendo elevado), sino que también incurren otros elementos, como la postergación del vencimiento en la deuda pública interna (sobre todo, el pago de capital y disminuyendo las tasas de interés a niveles mínimos y a plazos más largos), alargando la “amargura” y poniendo en riesgo a las instituciones de jubilaciones y pensiones. Esto, mediante la emisión de bonos y letras del Estado para saldar deuda de las instituciones estatales mediante la permuta de “otros” bonos y letras que estuviesen por vencerse, esto no es más, que otra de los tantos “espejismos” en materia de administración pública (ya que lo que se ha hecho básicamente es diferir los desembolsos de capital presupuestados, necesarios para la reducción del déficit fiscal anual en Honduras). Otro elemento es el pago de “deuda con deuda”, esto es visto, en la colocación de bonos soberanos para financiar la deuda de las instituciones estatales, evidencia de esto, lo que sucedió en el primer trimestre del año, que el Gobierno percibió alrededor de US$ 700 millones por la colocación de bonos soberanos, con el fin de “aliviar temporalmente” parte de las finanzas precarias de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE) y a la vez incrementar las reservas internacionales. No obstante, bajo cualquier lógica de

(sueldos y salarios), de hecho se ha incrementado el salario a 83,000 empleados públicos (maestros y a los acogidos al régimen de servicio civil), casualmente en plena campaña electoral, y dar imagen que se está dentro de los parámetros de la Ley de Responsabilidad Fiscal, al igual que otros indicadores; como la deuda, déficit fiscal, presión tributaria, etc., simplemente porque se incrementa el parámetro de referencia, así se hacen porcentualmente menores las relaciones… ¡Creativo, debido que sí usted mide 1.55 cm de estatura, no será lo mismo, si se compara con alguien que mide 1.60 cm a con alguien que mida 1.90 cm, en la segunda comparación usted será más “chaparro”!

Aun alcanzando el supuesto optimista crecimiento económico, ese supuesto se basa en el crecimiento de los mismos “sectores dinámicos”… Por ejemplo; en el período 2000-2016 el país ha experimentado tasas de crecimiento levemente aceptables, pero no “rimbombantes” como políticamente se publicitan, ya que no se distancian de manera considerable de las tasas de crecimiento demográfico, el aumento de población absorbe el crecimiento económico real, siempre y cuando el crecimiento obtenido sea distribuido correctamente, cosa que no sucede en Honduras, sino que el efecto es ampliar o a lo sumo mantener los niveles de pobreza y desigualdad.

Se ha crecido levemente año con año, pero ello no ha significado un cambio relevante en materia de distribución del ingreso o de generación masiva de empleo y; por tanto, afirmamos que el modelo económico de Honduras ha propiciado solamente el “dinamismo” de sectores cómo energía, telecomunicaciones y sobre todo el sistema financiero que; precisamente, no son generadores intensivos de empleo y a la distribución de la riqueza. Interesa destacar, que no es ninguna coincidencia que el costo de la energía para la mayoría de hogares ha crecido enormemente, igual en las tasas de interés en el sistema financiero y los precios de los servicios de telecomunicaciones. Este dinamismo de energía, banca y comunicaciones, por tanto, descansa en extraer mucho dinero de los presupuestos limitados de la mayoría de hogares. A

esto, se suma el deterioro de los Servicios Públicos, de energía, agua, telecomunicación de las empresas estatales, y nos preguntamos, supuestamente estos sectores impulsan el crecimiento económico para “toda” Honduras o solo de algunos, ya que, afectan la economía de la mayoría a través de apagones, costo de la energía, costos de producción, incremento de precios, resta capacidad de compra los hogares y en consecuencia incide en la calidad de vida.

Sin embargo, el comportamiento de sectores económicos que si son grandes generadores de empleo, propician derrame económico, pagan la mayoría de los impuestos, distribuyen en mejor manera el ingreso y aplacan la desigualdad, como lo son la Agricultura, Ganadería, Silvicultura, Caza y Pesca, el Comercio, también la Construcción- han sido verdaderamente muy escaso desde el mismo inicio del período 2000-2016. Además, no es capaz de generar efectos de arrastre o efectos multiplicadores para los sectores económicos donde se concentra la gran mayoría de la población ocupada. Acentuando más bien (los sectores que impulsan el dizque crecimiento económico), el empleo precario, con 7 de cada 10 hondureños ocupados recibiendo por debajo de un salario mínimo.

Consideramos como un aspecto sobresaliente, probablemente vinculado al dinamismo bien diferenciado entre subsectores económicos, son las tendencias observadas en la relación del PIB con el volumen de comercio internacional (técnicamente llamado; grado de apertura de la economía) pues se muestra un notable y preocupante crecimiento en el período: de 80% a 112% del PIB en el período 2000 – 2016 respectivamente. El notable crecimiento de las importaciones, estaría afectando a varios subsectores de actividad económica, tal es el caso de las crecientes importaciones de alimentos, ropa, muebles, insumos de varias industrias que; en buena medida, generan la pérdida de empleos y el uso cada vez menor de materias primas nacionales (restando producción y productividad a nuestros empresarios). A esto, se suma una disminución de Inversión Extranjera Directa (IED) de alrededor de

US$ 200 millones al año 2016, con respecto al año 2015, y cabe mencionar, que el 70% de esos aproximadamente US$ 1,000 es un “reciclaje o reinversión” de utilidades de las grandes industrias, no de “capitales frescos”. La inversión nacional privada se mantiene a la “expectativa”, y sigue siendo moderado por cierto acomodo con a la incertidumbre política.

Estas distorsiones económicas en la producción de bienes y servicios, y comercio, nos dan según dicen ciertas entidades públicas bajas tasas de inflación en el período 2010-2016 (de un solo dígito) generando una “ilusión” de incremento del poder adquisitivo del Lempira. Sin embargo en la realidad, se trata de un deterioro de aproximadamente 10 centavos al Lempira respecto al año base 2000 (en base en el Índice de Precios al Consumidor –IPC, en años anteriores 2000-2010 ha perdido aproximadamente 57 centavos, por lo tanto el Lempira de hoy en relación al del año 2000, vale 33 centavos ) y; por otra parte, la tasa de inflación es un promedio que oculta muchas realidades; para el caso, ha estado ocurriendo con la leche en polvo importada, con medicamentos como los antibióticos o con el precio del combustible o el LPG, o la ineficiencia de los servicios públicos. Las amas de casa se quejan que cada vez tienen que suprimir el consumo de muchos bienes que antes eran accesibles pero ahora han alcanzado precios exorbitantes (en el año 2000 una docena de huevos costaba 12.67 Lempiras en Tegucigalpa y 13.65 en San Pedro Sula y ya en 2016 esa misma docena de huevos costaba 35.7 Lempiras lo que representa que el precio de los huevos creció 161.7% y no es difícil constatar que los salarios no crecieron a dicha tasa). Y; además, nada indica que los huevos bajarán de precio al finalizar el año 2017 o al 2018. La tendencia a la baja del poder adquisitivo de los hogares seguirá el rumbo o; lo que es lo mismo, la celebrada buena macroeconomía del país no pasa por las mesas de la gran mayoría de hogares. Observando el gran deterioro de la calidad de vida de los y las hondureñas, y el mayor impacto lo recibe la Región Central de Honduras (la zona también más poblada del país) que presenta los niveles de inflación más altos, la pregunta es entonces, cual es el peso de esta región en el cálculo del IPC, ya que siempre está por

arriba del promedio nacional y cuáles son los factores que inciden en ello, la mayor persecución fiscal nacional, municipal, extorsión; la incidencia de los peajes en los precios de los bienes importados de otros países y/o regiones del país. Por ejemplo, Francisco Morazán (en esencia el Distrito Central) genero entre 2012-2016 el 72.2% de los impuestos y Cortes (sumando Puerto Cortes, Choloma, San Pedro Sula, Villanueva, y otras ciudades intermedias con zonas industriales) el 22.0%; los siguientes departamento son Copán con el 1.6% y Ocotepeque con 1.1%; los 14 departamentos restantes el 3.1%.

En estos momentos, los hondureños viven el país de lo “usado”. Somos una sociedad del reciclaje de ropa, zapatos, hasta ropa interior, electrodomésticos, juguetes, herramientas, en fin lo desechado principalmente de EEUU. Esto no son síntomas de una economía sana, robusta y con crecimiento sostenible. La proliferación de los comercios de lo “usado” no solo es “a veces” la opción de compra, para la mayoría son la única forma de adquirir estos bienes. Señales de la degradación de la calidad de vida de los hondureños y hondureñas, no solo en materia económica, sino de la dignidad humana.

A pesar de intentar invisibilizar las regiones del país, nos hacemos preguntas si ¿Existe el análisis de las economías territoriales?, hacemos referencia porque el motor económico de algunas regiones, eran el narcotráfico. Y este es, uno de lo que el actual gobierno se “ufana”, lo cual, es logro de otros gobiernos (puntualmente de E.E.U.U.). Los casos de la depresión económica es notable, municipios en Occidente, Litoral Atlántico y algunas zonas de oriente, peor aún, no existe políticas públicas de parte del gobierno coherentes de sustituir estos agentes económicos negativos que tuvieron carta abierta (narcotraficantes) hasta que desde afuera presionaron; por ahora solo se percibe un apetito “voraz” de adueñarse de los bienes que amasaron. ¿Tendrá que verse disminución en la importación y exportación, así como el financiamiento y consumo interno nacional, el no tener capacidad de suplantar esas “economías subterráneas”?

En la formulación de políticas económicas, ahora en el caso particular referido al Marco Macro Fiscal de Mediano Plazo de la Secretaría de Finanzas como otras radiografías poco claras del país, y así tener una buena receta, que tiene casi son las mismas cifras que el Programa Monetario del BCH (sólo que desactualizadas, ya que en la revisión del Programa Monetario, incrementaron las “perspectivas”), ¿Qué tan efectivo serán los instrumentos de política económica, sociales y fiscales sí sus fundamentos se alejan de la realidad?

Una parte de la dinámica económica mostrada con anterioridad y de conocimiento de todos, nos da a pensar que debe existir un alto nivel de aproximación a la realidad, sin embargo, la situación es otra, tanto de las finanzas públicas como económica del país. El sector público a pesar de tener una observación diferente de la realidad y que a través de categorías estructuradas para la formulación de políticas fiscales coherentes, pensamos que deben tener las acciones encaminadas a mejorar las condiciones de las mayorías debido que cuentan con los diversos datos y relaciones que son trasladados en indicadores. No obstante, la dinámica macroeconómica actual no llega a la mayoría de los hogares, que al final son los que financian la mayoría del ingreso a través de los impuestos. Los ingresos totales “supuestamente” de la Administración Central llegarán a L 140,283.6 millones para el año 2018, por Endeudamiento Público se obtendrán recursos por L 28,390.6 millones según las proyecciones del Presupuesto, que al parecer no existe conciencia del impacto del nivel de endeudamiento externo e interno de Honduras. Como expresamos anteriormente pagar “deuda con deuda” no es algo de unas finanzas sanas. Importante mencionar por concepto Servicio de la Deuda Pública pagaremos L 34,032.4 millones, en tanto en educación L 28,077.7 millones, en salud L.14,434.2 millones. Cabe hacer notar que el impacto de los incrementos salariales otorgados será de alrededor de L 5,500 millones mas en sueldos y salarios y sus colaterales.

Cuando se tiene un nivel de ingreso alto, sobre todo debido que la

mayor parte de esos ingresos viene por recaudación tributaria, por cierto mayormente por impuestos indirectos que consolidan un sistema regresivo “perverso”. Hace que la presión tributaria (relación de los ingresos tributarios con respecto al PIB) sea la más alta de Centro América. Esto, sin sumar las contribuciones L 6,800 millones a los sistemas de pensiones y jubilaciones y al sistema de seguridad social, que harán el sector privado (empleados y empleadores) para el año 2018.

La realidad es otra, y el “espejismo” es más intenso. Pero porque no cuadran las cifras oficiales con la realidad. Gran parte de ello, es no querer expresarla, otra, es la perversidad concierne a las instituciones que producen la información fiscal, monetaria, económica y social. Para citar uno de tantos ejemplo; El BCH utiliza un Sistema de Cuentas Nacionales del año 1993 (los países optan por el año 2008) y su año base es del año 2000 (lejos de la actualidad; 17 años, hace 17 años la realidad cambió enormemente). Por ejemplo; ¿Acaso no daño el patrimonio forestal de Honduras El Gorgojo, así como las explotaciones mineras, la sustitución de coberturas forestales por expansión de palma africana y el café?, sin embargo, eso no es contabilizado por el desfase en el ajuste ambiental y la pérdida de patrimonio de bienes nacionales por el Sistema de Cuentas Nacionales. Y para esto la necesidad de actualizarnos, así acortar la brecha de la realidad y las cifras oficiales, debido;

Page 5: 1. Proyecciones de cifras coherentes con la realidad · otra de los tantos “espejismos” en materia de administración pública (ya que lo que se ha hecho básicamente es diferir

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EL FOSDEH no se cansa de mencionar que el Presupuesto General de cualquier país es un instrumento de desarrollo, y este, debe contener las soluciones inmediatas a las necesidades del país y acciones que progresivamente solventarán los problemas mayores de una nación, siempre, bajo los lineamientos de la planificación nacional. Cuando no es así, perdemos la oportunidad de mejorar las condiciones de vida de las y los ciudadanos, tener un crecimiento económico inclusivo, encontrar las rutas del desarrollo sostenible, entre otros, y nos mantienen sumergidos en la pobreza y desigualdad. No obstante, para convertir el presupuesto general de la República en una herramienta de desarrollo debe contener un alto nivel de aproximación de la realidad, ya que “una buena receta, depende de una buena radiografía” [1].

Aunado, si deseamos que el presupuesto sea una herramienta de desarrollo, es necesario el combate a la corrupción, flagelo importante de erradicar, así tener ingresos y egresos del Estado coherente a la realidad. Para que los egresos no se desvíen, no se

otorguen a terceros sin respaldo, sean mal gastados, se usen en intereses particulares, se debiliten las instituciones para privatizar los servicios públicos, entre otros, debido que los ingresos por recursos fiscales que financian los egresos son escasos, y la carga de impuestos a la población, dada la política fiscal regresiva, es casi asfixiante, al igual que la deuda pública.

La corrupción también se expresa en el “maquillaje positivista” de las cifras, vender “ilusiones” o no contar “la película” completa, tener sistemas financieros no actualizados y acordes al contexto. La vacuna de la corrupción es la transparencia, la verdadera rendición; ligada a una contabilidad real de los gastos e ingresos del Estado y la participación ciudadana, esta última, según la Encuesta sobre el Presupuesto Abierto 2015, “el gobierno de Honduras puede considerarse débil en cuanto a las oportunidades que le ofrece al público para participar en el proceso presupuestario”. Y para finales del año 2016, seguimos con debilidades en un Presupuesto Ciudadano y una Declaración Pre-Presupuesto [2] . Siendo las finanzas públicas sanas (y reales) un determinante (o las bases) para formular otras finanzas en los años sucesivos…

En los dos últimos años el Gobierno presume de una reducción sustancial en el déficit fiscal, aún más, resaltan la construcción y el cumplimiento de la Ley de Responsabilidad Fiscal (Decreto No 25 - 2016), mediante la cual, el déficit (Sector Público No Financiero) no podrá ser mayor a 1.5% en 2017, 1.2% en 2018 y así hasta llegar a un déficit global menor o igual al 1% del Producto Interno Bruto (PIB). Sin embargo, levanta la desconfianza que esta reducción no sea más que una “ilusión” procesada y/o limitada mediante instrumentos legales (Ley de Secretos) y disposiciones generales del presupuesto anual acomodadas e ¨incoherentes¨ a las normativas contables internacionales aplicables al sector público,

administración sea pública o privada esto no contribuye a la disminución real de un déficit, lo que se hace perpetuar aún más la deuda pública, es decir, el pago de deuda con deuda no es más que un juego financiero, para postergar obligaciones actuales para que las enfrenten las generaciones venideras. Operaciones que conllevan un alto costo financiero adicional a la tasa de interés, donde se pagan comisiones a las empresas que intervienen, las que preparan la documentación técnica del proceso, empresas internacionales calificadoras de riesgo, despachos de abogados nacionales e internacionales, bancos intermediarios, lobistas y los costos de viajes de funcionarios.

Per se, el déficit fiscal no es un problema, hasta puede considerase cómo necesario en ocasiones para aceitar y lograr girar el engranaje del Gobierno, hacia inversiones que aumentan la cobertura y calidad de los servicios básicos a la población y potencializar de manera efectiva la inversión e iniciativa privada, sin embargo, cuando se presentan cifras que ocultan la verdadera naturaleza de éste se vuelve no sólo un problema de transparencia, sino también, un problema de sostenibilidad y vulnerabilidad de las finanzas de un país. Ya que lo que se ha hecho realmente no es una reducción del déficit, sino más bien, ocultar el gasto. Cabe resaltar el hecho que nadie “esconde” algo de lo que se está orgulloso, al contrario, se “ocultan” aquellas cosas desagradables, desordenadas, etc. y que en cierto sentido avergüenzan.

Para que las finanzas públicas y sus presupuesto sean acorde a la realidad de un país, es necesario ver el escenario económico y social. En Honduras contamos con varias radiografías importantes para la “supuesta” formulación de los parámetros de ingresos y egresos del Estado. Uno de ellas, es el Programa Monetario 2017-2018 publicado por el Banco Central de Honduras (BCH) en marzo, revisado en junio-julio y publicado en agosto, se elevan las proyecciones de la tasa crecimiento económico de 3.7% a 4.1% (variación del PIB real), que en una lógica rápida se aprecia que, al incrementar el PIB se alienta aumentar los techos de gasto presupuestario y permitirá aumentar el nivel de gasto corriente

pareciera que opera una ¨creatividad¨ para lo contrario y hacia el debilitamiento de instituciones claves que hasta cierto momento ha tenido no obstante los esfuerzos e intenciones de la Contaduría General para la generación de cifras consolidadas del sector público Honduras. Esto, que ha sido en parte por la aplicación de la Ley para el Ordenamiento de las Finanzas Públicas, Control de las Exoneraciones y Medida Anti evasión (Decreto 278 – 2013), que prohíbe la inclusión de nueva deuda al Sistema de Administración Integrada (SIAFI) en el Articulo No 35. Nos da “luces” que las cifras oficiales también no se aproximan a la realidad de las finanzas públicas, debido a estos mecanismos “legales”.

Por ejemplo, al cierre del año 2016, el déficit fiscal fue de 2.8% respecto del PIB, reducción que va más allá del simple hecho de utilizar mecanismos legislativos y contables para lograr la disminución porcentual (observando que en montos absolutos, sigue siendo elevado), sino que también incurren otros elementos, como la postergación del vencimiento en la deuda pública interna (sobre todo, el pago de capital y disminuyendo las tasas de interés a niveles mínimos y a plazos más largos), alargando la “amargura” y poniendo en riesgo a las instituciones de jubilaciones y pensiones. Esto, mediante la emisión de bonos y letras del Estado para saldar deuda de las instituciones estatales mediante la permuta de “otros” bonos y letras que estuviesen por vencerse, esto no es más, que otra de los tantos “espejismos” en materia de administración pública (ya que lo que se ha hecho básicamente es diferir los desembolsos de capital presupuestados, necesarios para la reducción del déficit fiscal anual en Honduras). Otro elemento es el pago de “deuda con deuda”, esto es visto, en la colocación de bonos soberanos para financiar la deuda de las instituciones estatales, evidencia de esto, lo que sucedió en el primer trimestre del año, que el Gobierno percibió alrededor de US$ 700 millones por la colocación de bonos soberanos, con el fin de “aliviar temporalmente” parte de las finanzas precarias de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE) y a la vez incrementar las reservas internacionales. No obstante, bajo cualquier lógica de

(sueldos y salarios), de hecho se ha incrementado el salario a 83,000 empleados públicos (maestros y a los acogidos al régimen de servicio civil), casualmente en plena campaña electoral, y dar imagen que se está dentro de los parámetros de la Ley de Responsabilidad Fiscal, al igual que otros indicadores; como la deuda, déficit fiscal, presión tributaria, etc., simplemente porque se incrementa el parámetro de referencia, así se hacen porcentualmente menores las relaciones… ¡Creativo, debido que sí usted mide 1.55 cm de estatura, no será lo mismo, si se compara con alguien que mide 1.60 cm a con alguien que mida 1.90 cm, en la segunda comparación usted será más “chaparro”!

Aun alcanzando el supuesto optimista crecimiento económico, ese supuesto se basa en el crecimiento de los mismos “sectores dinámicos”… Por ejemplo; en el período 2000-2016 el país ha experimentado tasas de crecimiento levemente aceptables, pero no “rimbombantes” como políticamente se publicitan, ya que no se distancian de manera considerable de las tasas de crecimiento demográfico, el aumento de población absorbe el crecimiento económico real, siempre y cuando el crecimiento obtenido sea distribuido correctamente, cosa que no sucede en Honduras, sino que el efecto es ampliar o a lo sumo mantener los niveles de pobreza y desigualdad.

Se ha crecido levemente año con año, pero ello no ha significado un cambio relevante en materia de distribución del ingreso o de generación masiva de empleo y; por tanto, afirmamos que el modelo económico de Honduras ha propiciado solamente el “dinamismo” de sectores cómo energía, telecomunicaciones y sobre todo el sistema financiero que; precisamente, no son generadores intensivos de empleo y a la distribución de la riqueza. Interesa destacar, que no es ninguna coincidencia que el costo de la energía para la mayoría de hogares ha crecido enormemente, igual en las tasas de interés en el sistema financiero y los precios de los servicios de telecomunicaciones. Este dinamismo de energía, banca y comunicaciones, por tanto, descansa en extraer mucho dinero de los presupuestos limitados de la mayoría de hogares. A

esto, se suma el deterioro de los Servicios Públicos, de energía, agua, telecomunicación de las empresas estatales, y nos preguntamos, supuestamente estos sectores impulsan el crecimiento económico para “toda” Honduras o solo de algunos, ya que, afectan la economía de la mayoría a través de apagones, costo de la energía, costos de producción, incremento de precios, resta capacidad de compra los hogares y en consecuencia incide en la calidad de vida.

Sin embargo, el comportamiento de sectores económicos que si son grandes generadores de empleo, propician derrame económico, pagan la mayoría de los impuestos, distribuyen en mejor manera el ingreso y aplacan la desigualdad, como lo son la Agricultura, Ganadería, Silvicultura, Caza y Pesca, el Comercio, también la Construcción- han sido verdaderamente muy escaso desde el mismo inicio del período 2000-2016. Además, no es capaz de generar efectos de arrastre o efectos multiplicadores para los sectores económicos donde se concentra la gran mayoría de la población ocupada. Acentuando más bien (los sectores que impulsan el dizque crecimiento económico), el empleo precario, con 7 de cada 10 hondureños ocupados recibiendo por debajo de un salario mínimo.

Consideramos como un aspecto sobresaliente, probablemente vinculado al dinamismo bien diferenciado entre subsectores económicos, son las tendencias observadas en la relación del PIB con el volumen de comercio internacional (técnicamente llamado; grado de apertura de la economía) pues se muestra un notable y preocupante crecimiento en el período: de 80% a 112% del PIB en el período 2000 – 2016 respectivamente. El notable crecimiento de las importaciones, estaría afectando a varios subsectores de actividad económica, tal es el caso de las crecientes importaciones de alimentos, ropa, muebles, insumos de varias industrias que; en buena medida, generan la pérdida de empleos y el uso cada vez menor de materias primas nacionales (restando producción y productividad a nuestros empresarios). A esto, se suma una disminución de Inversión Extranjera Directa (IED) de alrededor de

US$ 200 millones al año 2016, con respecto al año 2015, y cabe mencionar, que el 70% de esos aproximadamente US$ 1,000 es un “reciclaje o reinversión” de utilidades de las grandes industrias, no de “capitales frescos”. La inversión nacional privada se mantiene a la “expectativa”, y sigue siendo moderado por cierto acomodo con a la incertidumbre política.

Estas distorsiones económicas en la producción de bienes y servicios, y comercio, nos dan según dicen ciertas entidades públicas bajas tasas de inflación en el período 2010-2016 (de un solo dígito) generando una “ilusión” de incremento del poder adquisitivo del Lempira. Sin embargo en la realidad, se trata de un deterioro de aproximadamente 10 centavos al Lempira respecto al año base 2000 (en base en el Índice de Precios al Consumidor –IPC, en años anteriores 2000-2010 ha perdido aproximadamente 57 centavos, por lo tanto el Lempira de hoy en relación al del año 2000, vale 33 centavos ) y; por otra parte, la tasa de inflación es un promedio que oculta muchas realidades; para el caso, ha estado ocurriendo con la leche en polvo importada, con medicamentos como los antibióticos o con el precio del combustible o el LPG, o la ineficiencia de los servicios públicos. Las amas de casa se quejan que cada vez tienen que suprimir el consumo de muchos bienes que antes eran accesibles pero ahora han alcanzado precios exorbitantes (en el año 2000 una docena de huevos costaba 12.67 Lempiras en Tegucigalpa y 13.65 en San Pedro Sula y ya en 2016 esa misma docena de huevos costaba 35.7 Lempiras lo que representa que el precio de los huevos creció 161.7% y no es difícil constatar que los salarios no crecieron a dicha tasa). Y; además, nada indica que los huevos bajarán de precio al finalizar el año 2017 o al 2018. La tendencia a la baja del poder adquisitivo de los hogares seguirá el rumbo o; lo que es lo mismo, la celebrada buena macroeconomía del país no pasa por las mesas de la gran mayoría de hogares. Observando el gran deterioro de la calidad de vida de los y las hondureñas, y el mayor impacto lo recibe la Región Central de Honduras (la zona también más poblada del país) que presenta los niveles de inflación más altos, la pregunta es entonces, cual es el peso de esta región en el cálculo del IPC, ya que siempre está por

arriba del promedio nacional y cuáles son los factores que inciden en ello, la mayor persecución fiscal nacional, municipal, extorsión; la incidencia de los peajes en los precios de los bienes importados de otros países y/o regiones del país. Por ejemplo, Francisco Morazán (en esencia el Distrito Central) genero entre 2012-2016 el 72.2% de los impuestos y Cortes (sumando Puerto Cortes, Choloma, San Pedro Sula, Villanueva, y otras ciudades intermedias con zonas industriales) el 22.0%; los siguientes departamento son Copán con el 1.6% y Ocotepeque con 1.1%; los 14 departamentos restantes el 3.1%.

En estos momentos, los hondureños viven el país de lo “usado”. Somos una sociedad del reciclaje de ropa, zapatos, hasta ropa interior, electrodomésticos, juguetes, herramientas, en fin lo desechado principalmente de EEUU. Esto no son síntomas de una economía sana, robusta y con crecimiento sostenible. La proliferación de los comercios de lo “usado” no solo es “a veces” la opción de compra, para la mayoría son la única forma de adquirir estos bienes. Señales de la degradación de la calidad de vida de los hondureños y hondureñas, no solo en materia económica, sino de la dignidad humana.

A pesar de intentar invisibilizar las regiones del país, nos hacemos preguntas si ¿Existe el análisis de las economías territoriales?, hacemos referencia porque el motor económico de algunas regiones, eran el narcotráfico. Y este es, uno de lo que el actual gobierno se “ufana”, lo cual, es logro de otros gobiernos (puntualmente de E.E.U.U.). Los casos de la depresión económica es notable, municipios en Occidente, Litoral Atlántico y algunas zonas de oriente, peor aún, no existe políticas públicas de parte del gobierno coherentes de sustituir estos agentes económicos negativos que tuvieron carta abierta (narcotraficantes) hasta que desde afuera presionaron; por ahora solo se percibe un apetito “voraz” de adueñarse de los bienes que amasaron. ¿Tendrá que verse disminución en la importación y exportación, así como el financiamiento y consumo interno nacional, el no tener capacidad de suplantar esas “economías subterráneas”?

En la formulación de políticas económicas, ahora en el caso particular referido al Marco Macro Fiscal de Mediano Plazo de la Secretaría de Finanzas como otras radiografías poco claras del país, y así tener una buena receta, que tiene casi son las mismas cifras que el Programa Monetario del BCH (sólo que desactualizadas, ya que en la revisión del Programa Monetario, incrementaron las “perspectivas”), ¿Qué tan efectivo serán los instrumentos de política económica, sociales y fiscales sí sus fundamentos se alejan de la realidad?

Una parte de la dinámica económica mostrada con anterioridad y de conocimiento de todos, nos da a pensar que debe existir un alto nivel de aproximación a la realidad, sin embargo, la situación es otra, tanto de las finanzas públicas como económica del país. El sector público a pesar de tener una observación diferente de la realidad y que a través de categorías estructuradas para la formulación de políticas fiscales coherentes, pensamos que deben tener las acciones encaminadas a mejorar las condiciones de las mayorías debido que cuentan con los diversos datos y relaciones que son trasladados en indicadores. No obstante, la dinámica macroeconómica actual no llega a la mayoría de los hogares, que al final son los que financian la mayoría del ingreso a través de los impuestos. Los ingresos totales “supuestamente” de la Administración Central llegarán a L 140,283.6 millones para el año 2018, por Endeudamiento Público se obtendrán recursos por L 28,390.6 millones según las proyecciones del Presupuesto, que al parecer no existe conciencia del impacto del nivel de endeudamiento externo e interno de Honduras. Como expresamos anteriormente pagar “deuda con deuda” no es algo de unas finanzas sanas. Importante mencionar por concepto Servicio de la Deuda Pública pagaremos L 34,032.4 millones, en tanto en educación L 28,077.7 millones, en salud L.14,434.2 millones. Cabe hacer notar que el impacto de los incrementos salariales otorgados será de alrededor de L 5,500 millones mas en sueldos y salarios y sus colaterales.

Cuando se tiene un nivel de ingreso alto, sobre todo debido que la

mayor parte de esos ingresos viene por recaudación tributaria, por cierto mayormente por impuestos indirectos que consolidan un sistema regresivo “perverso”. Hace que la presión tributaria (relación de los ingresos tributarios con respecto al PIB) sea la más alta de Centro América. Esto, sin sumar las contribuciones L 6,800 millones a los sistemas de pensiones y jubilaciones y al sistema de seguridad social, que harán el sector privado (empleados y empleadores) para el año 2018.

La realidad es otra, y el “espejismo” es más intenso. Pero porque no cuadran las cifras oficiales con la realidad. Gran parte de ello, es no querer expresarla, otra, es la perversidad concierne a las instituciones que producen la información fiscal, monetaria, económica y social. Para citar uno de tantos ejemplo; El BCH utiliza un Sistema de Cuentas Nacionales del año 1993 (los países optan por el año 2008) y su año base es del año 2000 (lejos de la actualidad; 17 años, hace 17 años la realidad cambió enormemente). Por ejemplo; ¿Acaso no daño el patrimonio forestal de Honduras El Gorgojo, así como las explotaciones mineras, la sustitución de coberturas forestales por expansión de palma africana y el café?, sin embargo, eso no es contabilizado por el desfase en el ajuste ambiental y la pérdida de patrimonio de bienes nacionales por el Sistema de Cuentas Nacionales. Y para esto la necesidad de actualizarnos, así acortar la brecha de la realidad y las cifras oficiales, debido;

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EL FOSDEH no se cansa de mencionar que el Presupuesto General de cualquier país es un instrumento de desarrollo, y este, debe contener las soluciones inmediatas a las necesidades del país y acciones que progresivamente solventarán los problemas mayores de una nación, siempre, bajo los lineamientos de la planificación nacional. Cuando no es así, perdemos la oportunidad de mejorar las condiciones de vida de las y los ciudadanos, tener un crecimiento económico inclusivo, encontrar las rutas del desarrollo sostenible, entre otros, y nos mantienen sumergidos en la pobreza y desigualdad. No obstante, para convertir el presupuesto general de la República en una herramienta de desarrollo debe contener un alto nivel de aproximación de la realidad, ya que “una buena receta, depende de una buena radiografía” [1].

Aunado, si deseamos que el presupuesto sea una herramienta de desarrollo, es necesario el combate a la corrupción, flagelo importante de erradicar, así tener ingresos y egresos del Estado coherente a la realidad. Para que los egresos no se desvíen, no se

otorguen a terceros sin respaldo, sean mal gastados, se usen en intereses particulares, se debiliten las instituciones para privatizar los servicios públicos, entre otros, debido que los ingresos por recursos fiscales que financian los egresos son escasos, y la carga de impuestos a la población, dada la política fiscal regresiva, es casi asfixiante, al igual que la deuda pública.

La corrupción también se expresa en el “maquillaje positivista” de las cifras, vender “ilusiones” o no contar “la película” completa, tener sistemas financieros no actualizados y acordes al contexto. La vacuna de la corrupción es la transparencia, la verdadera rendición; ligada a una contabilidad real de los gastos e ingresos del Estado y la participación ciudadana, esta última, según la Encuesta sobre el Presupuesto Abierto 2015, “el gobierno de Honduras puede considerarse débil en cuanto a las oportunidades que le ofrece al público para participar en el proceso presupuestario”. Y para finales del año 2016, seguimos con debilidades en un Presupuesto Ciudadano y una Declaración Pre-Presupuesto [2] . Siendo las finanzas públicas sanas (y reales) un determinante (o las bases) para formular otras finanzas en los años sucesivos…

En los dos últimos años el Gobierno presume de una reducción sustancial en el déficit fiscal, aún más, resaltan la construcción y el cumplimiento de la Ley de Responsabilidad Fiscal (Decreto No 25 - 2016), mediante la cual, el déficit (Sector Público No Financiero) no podrá ser mayor a 1.5% en 2017, 1.2% en 2018 y así hasta llegar a un déficit global menor o igual al 1% del Producto Interno Bruto (PIB). Sin embargo, levanta la desconfianza que esta reducción no sea más que una “ilusión” procesada y/o limitada mediante instrumentos legales (Ley de Secretos) y disposiciones generales del presupuesto anual acomodadas e ¨incoherentes¨ a las normativas contables internacionales aplicables al sector público,

administración sea pública o privada esto no contribuye a la disminución real de un déficit, lo que se hace perpetuar aún más la deuda pública, es decir, el pago de deuda con deuda no es más que un juego financiero, para postergar obligaciones actuales para que las enfrenten las generaciones venideras. Operaciones que conllevan un alto costo financiero adicional a la tasa de interés, donde se pagan comisiones a las empresas que intervienen, las que preparan la documentación técnica del proceso, empresas internacionales calificadoras de riesgo, despachos de abogados nacionales e internacionales, bancos intermediarios, lobistas y los costos de viajes de funcionarios.

Per se, el déficit fiscal no es un problema, hasta puede considerase cómo necesario en ocasiones para aceitar y lograr girar el engranaje del Gobierno, hacia inversiones que aumentan la cobertura y calidad de los servicios básicos a la población y potencializar de manera efectiva la inversión e iniciativa privada, sin embargo, cuando se presentan cifras que ocultan la verdadera naturaleza de éste se vuelve no sólo un problema de transparencia, sino también, un problema de sostenibilidad y vulnerabilidad de las finanzas de un país. Ya que lo que se ha hecho realmente no es una reducción del déficit, sino más bien, ocultar el gasto. Cabe resaltar el hecho que nadie “esconde” algo de lo que se está orgulloso, al contrario, se “ocultan” aquellas cosas desagradables, desordenadas, etc. y que en cierto sentido avergüenzan.

Para que las finanzas públicas y sus presupuesto sean acorde a la realidad de un país, es necesario ver el escenario económico y social. En Honduras contamos con varias radiografías importantes para la “supuesta” formulación de los parámetros de ingresos y egresos del Estado. Uno de ellas, es el Programa Monetario 2017-2018 publicado por el Banco Central de Honduras (BCH) en marzo, revisado en junio-julio y publicado en agosto, se elevan las proyecciones de la tasa crecimiento económico de 3.7% a 4.1% (variación del PIB real), que en una lógica rápida se aprecia que, al incrementar el PIB se alienta aumentar los techos de gasto presupuestario y permitirá aumentar el nivel de gasto corriente

pareciera que opera una ¨creatividad¨ para lo contrario y hacia el debilitamiento de instituciones claves que hasta cierto momento ha tenido no obstante los esfuerzos e intenciones de la Contaduría General para la generación de cifras consolidadas del sector público Honduras. Esto, que ha sido en parte por la aplicación de la Ley para el Ordenamiento de las Finanzas Públicas, Control de las Exoneraciones y Medida Anti evasión (Decreto 278 – 2013), que prohíbe la inclusión de nueva deuda al Sistema de Administración Integrada (SIAFI) en el Articulo No 35. Nos da “luces” que las cifras oficiales también no se aproximan a la realidad de las finanzas públicas, debido a estos mecanismos “legales”.

Por ejemplo, al cierre del año 2016, el déficit fiscal fue de 2.8% respecto del PIB, reducción que va más allá del simple hecho de utilizar mecanismos legislativos y contables para lograr la disminución porcentual (observando que en montos absolutos, sigue siendo elevado), sino que también incurren otros elementos, como la postergación del vencimiento en la deuda pública interna (sobre todo, el pago de capital y disminuyendo las tasas de interés a niveles mínimos y a plazos más largos), alargando la “amargura” y poniendo en riesgo a las instituciones de jubilaciones y pensiones. Esto, mediante la emisión de bonos y letras del Estado para saldar deuda de las instituciones estatales mediante la permuta de “otros” bonos y letras que estuviesen por vencerse, esto no es más, que otra de los tantos “espejismos” en materia de administración pública (ya que lo que se ha hecho básicamente es diferir los desembolsos de capital presupuestados, necesarios para la reducción del déficit fiscal anual en Honduras). Otro elemento es el pago de “deuda con deuda”, esto es visto, en la colocación de bonos soberanos para financiar la deuda de las instituciones estatales, evidencia de esto, lo que sucedió en el primer trimestre del año, que el Gobierno percibió alrededor de US$ 700 millones por la colocación de bonos soberanos, con el fin de “aliviar temporalmente” parte de las finanzas precarias de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE) y a la vez incrementar las reservas internacionales. No obstante, bajo cualquier lógica de

(sueldos y salarios), de hecho se ha incrementado el salario a 83,000 empleados públicos (maestros y a los acogidos al régimen de servicio civil), casualmente en plena campaña electoral, y dar imagen que se está dentro de los parámetros de la Ley de Responsabilidad Fiscal, al igual que otros indicadores; como la deuda, déficit fiscal, presión tributaria, etc., simplemente porque se incrementa el parámetro de referencia, así se hacen porcentualmente menores las relaciones… ¡Creativo, debido que sí usted mide 1.55 cm de estatura, no será lo mismo, si se compara con alguien que mide 1.60 cm a con alguien que mida 1.90 cm, en la segunda comparación usted será más “chaparro”!

Aun alcanzando el supuesto optimista crecimiento económico, ese supuesto se basa en el crecimiento de los mismos “sectores dinámicos”… Por ejemplo; en el período 2000-2016 el país ha experimentado tasas de crecimiento levemente aceptables, pero no “rimbombantes” como políticamente se publicitan, ya que no se distancian de manera considerable de las tasas de crecimiento demográfico, el aumento de población absorbe el crecimiento económico real, siempre y cuando el crecimiento obtenido sea distribuido correctamente, cosa que no sucede en Honduras, sino que el efecto es ampliar o a lo sumo mantener los niveles de pobreza y desigualdad.

Se ha crecido levemente año con año, pero ello no ha significado un cambio relevante en materia de distribución del ingreso o de generación masiva de empleo y; por tanto, afirmamos que el modelo económico de Honduras ha propiciado solamente el “dinamismo” de sectores cómo energía, telecomunicaciones y sobre todo el sistema financiero que; precisamente, no son generadores intensivos de empleo y a la distribución de la riqueza. Interesa destacar, que no es ninguna coincidencia que el costo de la energía para la mayoría de hogares ha crecido enormemente, igual en las tasas de interés en el sistema financiero y los precios de los servicios de telecomunicaciones. Este dinamismo de energía, banca y comunicaciones, por tanto, descansa en extraer mucho dinero de los presupuestos limitados de la mayoría de hogares. A

esto, se suma el deterioro de los Servicios Públicos, de energía, agua, telecomunicación de las empresas estatales, y nos preguntamos, supuestamente estos sectores impulsan el crecimiento económico para “toda” Honduras o solo de algunos, ya que, afectan la economía de la mayoría a través de apagones, costo de la energía, costos de producción, incremento de precios, resta capacidad de compra los hogares y en consecuencia incide en la calidad de vida.

Sin embargo, el comportamiento de sectores económicos que si son grandes generadores de empleo, propician derrame económico, pagan la mayoría de los impuestos, distribuyen en mejor manera el ingreso y aplacan la desigualdad, como lo son la Agricultura, Ganadería, Silvicultura, Caza y Pesca, el Comercio, también la Construcción- han sido verdaderamente muy escaso desde el mismo inicio del período 2000-2016. Además, no es capaz de generar efectos de arrastre o efectos multiplicadores para los sectores económicos donde se concentra la gran mayoría de la población ocupada. Acentuando más bien (los sectores que impulsan el dizque crecimiento económico), el empleo precario, con 7 de cada 10 hondureños ocupados recibiendo por debajo de un salario mínimo.

Consideramos como un aspecto sobresaliente, probablemente vinculado al dinamismo bien diferenciado entre subsectores económicos, son las tendencias observadas en la relación del PIB con el volumen de comercio internacional (técnicamente llamado; grado de apertura de la economía) pues se muestra un notable y preocupante crecimiento en el período: de 80% a 112% del PIB en el período 2000 – 2016 respectivamente. El notable crecimiento de las importaciones, estaría afectando a varios subsectores de actividad económica, tal es el caso de las crecientes importaciones de alimentos, ropa, muebles, insumos de varias industrias que; en buena medida, generan la pérdida de empleos y el uso cada vez menor de materias primas nacionales (restando producción y productividad a nuestros empresarios). A esto, se suma una disminución de Inversión Extranjera Directa (IED) de alrededor de

US$ 200 millones al año 2016, con respecto al año 2015, y cabe mencionar, que el 70% de esos aproximadamente US$ 1,000 es un “reciclaje o reinversión” de utilidades de las grandes industrias, no de “capitales frescos”. La inversión nacional privada se mantiene a la “expectativa”, y sigue siendo moderado por cierto acomodo con a la incertidumbre política.

Estas distorsiones económicas en la producción de bienes y servicios, y comercio, nos dan según dicen ciertas entidades públicas bajas tasas de inflación en el período 2010-2016 (de un solo dígito) generando una “ilusión” de incremento del poder adquisitivo del Lempira. Sin embargo en la realidad, se trata de un deterioro de aproximadamente 10 centavos al Lempira respecto al año base 2000 (en base en el Índice de Precios al Consumidor –IPC, en años anteriores 2000-2010 ha perdido aproximadamente 57 centavos, por lo tanto el Lempira de hoy en relación al del año 2000, vale 33 centavos ) y; por otra parte, la tasa de inflación es un promedio que oculta muchas realidades; para el caso, ha estado ocurriendo con la leche en polvo importada, con medicamentos como los antibióticos o con el precio del combustible o el LPG, o la ineficiencia de los servicios públicos. Las amas de casa se quejan que cada vez tienen que suprimir el consumo de muchos bienes que antes eran accesibles pero ahora han alcanzado precios exorbitantes (en el año 2000 una docena de huevos costaba 12.67 Lempiras en Tegucigalpa y 13.65 en San Pedro Sula y ya en 2016 esa misma docena de huevos costaba 35.7 Lempiras lo que representa que el precio de los huevos creció 161.7% y no es difícil constatar que los salarios no crecieron a dicha tasa). Y; además, nada indica que los huevos bajarán de precio al finalizar el año 2017 o al 2018. La tendencia a la baja del poder adquisitivo de los hogares seguirá el rumbo o; lo que es lo mismo, la celebrada buena macroeconomía del país no pasa por las mesas de la gran mayoría de hogares. Observando el gran deterioro de la calidad de vida de los y las hondureñas, y el mayor impacto lo recibe la Región Central de Honduras (la zona también más poblada del país) que presenta los niveles de inflación más altos, la pregunta es entonces, cual es el peso de esta región en el cálculo del IPC, ya que siempre está por

arriba del promedio nacional y cuáles son los factores que inciden en ello, la mayor persecución fiscal nacional, municipal, extorsión; la incidencia de los peajes en los precios de los bienes importados de otros países y/o regiones del país. Por ejemplo, Francisco Morazán (en esencia el Distrito Central) genero entre 2012-2016 el 72.2% de los impuestos y Cortes (sumando Puerto Cortes, Choloma, San Pedro Sula, Villanueva, y otras ciudades intermedias con zonas industriales) el 22.0%; los siguientes departamento son Copán con el 1.6% y Ocotepeque con 1.1%; los 14 departamentos restantes el 3.1%.

En estos momentos, los hondureños viven el país de lo “usado”. Somos una sociedad del reciclaje de ropa, zapatos, hasta ropa interior, electrodomésticos, juguetes, herramientas, en fin lo desechado principalmente de EEUU. Esto no son síntomas de una economía sana, robusta y con crecimiento sostenible. La proliferación de los comercios de lo “usado” no solo es “a veces” la opción de compra, para la mayoría son la única forma de adquirir estos bienes. Señales de la degradación de la calidad de vida de los hondureños y hondureñas, no solo en materia económica, sino de la dignidad humana.

A pesar de intentar invisibilizar las regiones del país, nos hacemos preguntas si ¿Existe el análisis de las economías territoriales?, hacemos referencia porque el motor económico de algunas regiones, eran el narcotráfico. Y este es, uno de lo que el actual gobierno se “ufana”, lo cual, es logro de otros gobiernos (puntualmente de E.E.U.U.). Los casos de la depresión económica es notable, municipios en Occidente, Litoral Atlántico y algunas zonas de oriente, peor aún, no existe políticas públicas de parte del gobierno coherentes de sustituir estos agentes económicos negativos que tuvieron carta abierta (narcotraficantes) hasta que desde afuera presionaron; por ahora solo se percibe un apetito “voraz” de adueñarse de los bienes que amasaron. ¿Tendrá que verse disminución en la importación y exportación, así como el financiamiento y consumo interno nacional, el no tener capacidad de suplantar esas “economías subterráneas”?

En la formulación de políticas económicas, ahora en el caso particular referido al Marco Macro Fiscal de Mediano Plazo de la Secretaría de Finanzas como otras radiografías poco claras del país, y así tener una buena receta, que tiene casi son las mismas cifras que el Programa Monetario del BCH (sólo que desactualizadas, ya que en la revisión del Programa Monetario, incrementaron las “perspectivas”), ¿Qué tan efectivo serán los instrumentos de política económica, sociales y fiscales sí sus fundamentos se alejan de la realidad?

Una parte de la dinámica económica mostrada con anterioridad y de conocimiento de todos, nos da a pensar que debe existir un alto nivel de aproximación a la realidad, sin embargo, la situación es otra, tanto de las finanzas públicas como económica del país. El sector público a pesar de tener una observación diferente de la realidad y que a través de categorías estructuradas para la formulación de políticas fiscales coherentes, pensamos que deben tener las acciones encaminadas a mejorar las condiciones de las mayorías debido que cuentan con los diversos datos y relaciones que son trasladados en indicadores. No obstante, la dinámica macroeconómica actual no llega a la mayoría de los hogares, que al final son los que financian la mayoría del ingreso a través de los impuestos. Los ingresos totales “supuestamente” de la Administración Central llegarán a L 140,283.6 millones para el año 2018, por Endeudamiento Público se obtendrán recursos por L 28,390.6 millones según las proyecciones del Presupuesto, que al parecer no existe conciencia del impacto del nivel de endeudamiento externo e interno de Honduras. Como expresamos anteriormente pagar “deuda con deuda” no es algo de unas finanzas sanas. Importante mencionar por concepto Servicio de la Deuda Pública pagaremos L 34,032.4 millones, en tanto en educación L 28,077.7 millones, en salud L.14,434.2 millones. Cabe hacer notar que el impacto de los incrementos salariales otorgados será de alrededor de L 5,500 millones mas en sueldos y salarios y sus colaterales.

Cuando se tiene un nivel de ingreso alto, sobre todo debido que la

mayor parte de esos ingresos viene por recaudación tributaria, por cierto mayormente por impuestos indirectos que consolidan un sistema regresivo “perverso”. Hace que la presión tributaria (relación de los ingresos tributarios con respecto al PIB) sea la más alta de Centro América. Esto, sin sumar las contribuciones L 6,800 millones a los sistemas de pensiones y jubilaciones y al sistema de seguridad social, que harán el sector privado (empleados y empleadores) para el año 2018.

La realidad es otra, y el “espejismo” es más intenso. Pero porque no cuadran las cifras oficiales con la realidad. Gran parte de ello, es no querer expresarla, otra, es la perversidad concierne a las instituciones que producen la información fiscal, monetaria, económica y social. Para citar uno de tantos ejemplo; El BCH utiliza un Sistema de Cuentas Nacionales del año 1993 (los países optan por el año 2008) y su año base es del año 2000 (lejos de la actualidad; 17 años, hace 17 años la realidad cambió enormemente). Por ejemplo; ¿Acaso no daño el patrimonio forestal de Honduras El Gorgojo, así como las explotaciones mineras, la sustitución de coberturas forestales por expansión de palma africana y el café?, sin embargo, eso no es contabilizado por el desfase en el ajuste ambiental y la pérdida de patrimonio de bienes nacionales por el Sistema de Cuentas Nacionales. Y para esto la necesidad de actualizarnos, así acortar la brecha de la realidad y las cifras oficiales, debido;

Page 7: 1. Proyecciones de cifras coherentes con la realidad · otra de los tantos “espejismos” en materia de administración pública (ya que lo que se ha hecho básicamente es diferir

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EL FOSDEH no se cansa de mencionar que el Presupuesto General de cualquier país es un instrumento de desarrollo, y este, debe contener las soluciones inmediatas a las necesidades del país y acciones que progresivamente solventarán los problemas mayores de una nación, siempre, bajo los lineamientos de la planificación nacional. Cuando no es así, perdemos la oportunidad de mejorar las condiciones de vida de las y los ciudadanos, tener un crecimiento económico inclusivo, encontrar las rutas del desarrollo sostenible, entre otros, y nos mantienen sumergidos en la pobreza y desigualdad. No obstante, para convertir el presupuesto general de la República en una herramienta de desarrollo debe contener un alto nivel de aproximación de la realidad, ya que “una buena receta, depende de una buena radiografía” [1].

Aunado, si deseamos que el presupuesto sea una herramienta de desarrollo, es necesario el combate a la corrupción, flagelo importante de erradicar, así tener ingresos y egresos del Estado coherente a la realidad. Para que los egresos no se desvíen, no se

otorguen a terceros sin respaldo, sean mal gastados, se usen en intereses particulares, se debiliten las instituciones para privatizar los servicios públicos, entre otros, debido que los ingresos por recursos fiscales que financian los egresos son escasos, y la carga de impuestos a la población, dada la política fiscal regresiva, es casi asfixiante, al igual que la deuda pública.

La corrupción también se expresa en el “maquillaje positivista” de las cifras, vender “ilusiones” o no contar “la película” completa, tener sistemas financieros no actualizados y acordes al contexto. La vacuna de la corrupción es la transparencia, la verdadera rendición; ligada a una contabilidad real de los gastos e ingresos del Estado y la participación ciudadana, esta última, según la Encuesta sobre el Presupuesto Abierto 2015, “el gobierno de Honduras puede considerarse débil en cuanto a las oportunidades que le ofrece al público para participar en el proceso presupuestario”. Y para finales del año 2016, seguimos con debilidades en un Presupuesto Ciudadano y una Declaración Pre-Presupuesto [2] . Siendo las finanzas públicas sanas (y reales) un determinante (o las bases) para formular otras finanzas en los años sucesivos…

En los dos últimos años el Gobierno presume de una reducción sustancial en el déficit fiscal, aún más, resaltan la construcción y el cumplimiento de la Ley de Responsabilidad Fiscal (Decreto No 25 - 2016), mediante la cual, el déficit (Sector Público No Financiero) no podrá ser mayor a 1.5% en 2017, 1.2% en 2018 y así hasta llegar a un déficit global menor o igual al 1% del Producto Interno Bruto (PIB). Sin embargo, levanta la desconfianza que esta reducción no sea más que una “ilusión” procesada y/o limitada mediante instrumentos legales (Ley de Secretos) y disposiciones generales del presupuesto anual acomodadas e ¨incoherentes¨ a las normativas contables internacionales aplicables al sector público,

administración sea pública o privada esto no contribuye a la disminución real de un déficit, lo que se hace perpetuar aún más la deuda pública, es decir, el pago de deuda con deuda no es más que un juego financiero, para postergar obligaciones actuales para que las enfrenten las generaciones venideras. Operaciones que conllevan un alto costo financiero adicional a la tasa de interés, donde se pagan comisiones a las empresas que intervienen, las que preparan la documentación técnica del proceso, empresas internacionales calificadoras de riesgo, despachos de abogados nacionales e internacionales, bancos intermediarios, lobistas y los costos de viajes de funcionarios.

Per se, el déficit fiscal no es un problema, hasta puede considerase cómo necesario en ocasiones para aceitar y lograr girar el engranaje del Gobierno, hacia inversiones que aumentan la cobertura y calidad de los servicios básicos a la población y potencializar de manera efectiva la inversión e iniciativa privada, sin embargo, cuando se presentan cifras que ocultan la verdadera naturaleza de éste se vuelve no sólo un problema de transparencia, sino también, un problema de sostenibilidad y vulnerabilidad de las finanzas de un país. Ya que lo que se ha hecho realmente no es una reducción del déficit, sino más bien, ocultar el gasto. Cabe resaltar el hecho que nadie “esconde” algo de lo que se está orgulloso, al contrario, se “ocultan” aquellas cosas desagradables, desordenadas, etc. y que en cierto sentido avergüenzan.

Para que las finanzas públicas y sus presupuesto sean acorde a la realidad de un país, es necesario ver el escenario económico y social. En Honduras contamos con varias radiografías importantes para la “supuesta” formulación de los parámetros de ingresos y egresos del Estado. Uno de ellas, es el Programa Monetario 2017-2018 publicado por el Banco Central de Honduras (BCH) en marzo, revisado en junio-julio y publicado en agosto, se elevan las proyecciones de la tasa crecimiento económico de 3.7% a 4.1% (variación del PIB real), que en una lógica rápida se aprecia que, al incrementar el PIB se alienta aumentar los techos de gasto presupuestario y permitirá aumentar el nivel de gasto corriente

pareciera que opera una ¨creatividad¨ para lo contrario y hacia el debilitamiento de instituciones claves que hasta cierto momento ha tenido no obstante los esfuerzos e intenciones de la Contaduría General para la generación de cifras consolidadas del sector público Honduras. Esto, que ha sido en parte por la aplicación de la Ley para el Ordenamiento de las Finanzas Públicas, Control de las Exoneraciones y Medida Anti evasión (Decreto 278 – 2013), que prohíbe la inclusión de nueva deuda al Sistema de Administración Integrada (SIAFI) en el Articulo No 35. Nos da “luces” que las cifras oficiales también no se aproximan a la realidad de las finanzas públicas, debido a estos mecanismos “legales”.

Por ejemplo, al cierre del año 2016, el déficit fiscal fue de 2.8% respecto del PIB, reducción que va más allá del simple hecho de utilizar mecanismos legislativos y contables para lograr la disminución porcentual (observando que en montos absolutos, sigue siendo elevado), sino que también incurren otros elementos, como la postergación del vencimiento en la deuda pública interna (sobre todo, el pago de capital y disminuyendo las tasas de interés a niveles mínimos y a plazos más largos), alargando la “amargura” y poniendo en riesgo a las instituciones de jubilaciones y pensiones. Esto, mediante la emisión de bonos y letras del Estado para saldar deuda de las instituciones estatales mediante la permuta de “otros” bonos y letras que estuviesen por vencerse, esto no es más, que otra de los tantos “espejismos” en materia de administración pública (ya que lo que se ha hecho básicamente es diferir los desembolsos de capital presupuestados, necesarios para la reducción del déficit fiscal anual en Honduras). Otro elemento es el pago de “deuda con deuda”, esto es visto, en la colocación de bonos soberanos para financiar la deuda de las instituciones estatales, evidencia de esto, lo que sucedió en el primer trimestre del año, que el Gobierno percibió alrededor de US$ 700 millones por la colocación de bonos soberanos, con el fin de “aliviar temporalmente” parte de las finanzas precarias de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE) y a la vez incrementar las reservas internacionales. No obstante, bajo cualquier lógica de

(sueldos y salarios), de hecho se ha incrementado el salario a 83,000 empleados públicos (maestros y a los acogidos al régimen de servicio civil), casualmente en plena campaña electoral, y dar imagen que se está dentro de los parámetros de la Ley de Responsabilidad Fiscal, al igual que otros indicadores; como la deuda, déficit fiscal, presión tributaria, etc., simplemente porque se incrementa el parámetro de referencia, así se hacen porcentualmente menores las relaciones… ¡Creativo, debido que sí usted mide 1.55 cm de estatura, no será lo mismo, si se compara con alguien que mide 1.60 cm a con alguien que mida 1.90 cm, en la segunda comparación usted será más “chaparro”!

Aun alcanzando el supuesto optimista crecimiento económico, ese supuesto se basa en el crecimiento de los mismos “sectores dinámicos”… Por ejemplo; en el período 2000-2016 el país ha experimentado tasas de crecimiento levemente aceptables, pero no “rimbombantes” como políticamente se publicitan, ya que no se distancian de manera considerable de las tasas de crecimiento demográfico, el aumento de población absorbe el crecimiento económico real, siempre y cuando el crecimiento obtenido sea distribuido correctamente, cosa que no sucede en Honduras, sino que el efecto es ampliar o a lo sumo mantener los niveles de pobreza y desigualdad.

Se ha crecido levemente año con año, pero ello no ha significado un cambio relevante en materia de distribución del ingreso o de generación masiva de empleo y; por tanto, afirmamos que el modelo económico de Honduras ha propiciado solamente el “dinamismo” de sectores cómo energía, telecomunicaciones y sobre todo el sistema financiero que; precisamente, no son generadores intensivos de empleo y a la distribución de la riqueza. Interesa destacar, que no es ninguna coincidencia que el costo de la energía para la mayoría de hogares ha crecido enormemente, igual en las tasas de interés en el sistema financiero y los precios de los servicios de telecomunicaciones. Este dinamismo de energía, banca y comunicaciones, por tanto, descansa en extraer mucho dinero de los presupuestos limitados de la mayoría de hogares. A

esto, se suma el deterioro de los Servicios Públicos, de energía, agua, telecomunicación de las empresas estatales, y nos preguntamos, supuestamente estos sectores impulsan el crecimiento económico para “toda” Honduras o solo de algunos, ya que, afectan la economía de la mayoría a través de apagones, costo de la energía, costos de producción, incremento de precios, resta capacidad de compra los hogares y en consecuencia incide en la calidad de vida.

Sin embargo, el comportamiento de sectores económicos que si son grandes generadores de empleo, propician derrame económico, pagan la mayoría de los impuestos, distribuyen en mejor manera el ingreso y aplacan la desigualdad, como lo son la Agricultura, Ganadería, Silvicultura, Caza y Pesca, el Comercio, también la Construcción- han sido verdaderamente muy escaso desde el mismo inicio del período 2000-2016. Además, no es capaz de generar efectos de arrastre o efectos multiplicadores para los sectores económicos donde se concentra la gran mayoría de la población ocupada. Acentuando más bien (los sectores que impulsan el dizque crecimiento económico), el empleo precario, con 7 de cada 10 hondureños ocupados recibiendo por debajo de un salario mínimo.

Consideramos como un aspecto sobresaliente, probablemente vinculado al dinamismo bien diferenciado entre subsectores económicos, son las tendencias observadas en la relación del PIB con el volumen de comercio internacional (técnicamente llamado; grado de apertura de la economía) pues se muestra un notable y preocupante crecimiento en el período: de 80% a 112% del PIB en el período 2000 – 2016 respectivamente. El notable crecimiento de las importaciones, estaría afectando a varios subsectores de actividad económica, tal es el caso de las crecientes importaciones de alimentos, ropa, muebles, insumos de varias industrias que; en buena medida, generan la pérdida de empleos y el uso cada vez menor de materias primas nacionales (restando producción y productividad a nuestros empresarios). A esto, se suma una disminución de Inversión Extranjera Directa (IED) de alrededor de

US$ 200 millones al año 2016, con respecto al año 2015, y cabe mencionar, que el 70% de esos aproximadamente US$ 1,000 es un “reciclaje o reinversión” de utilidades de las grandes industrias, no de “capitales frescos”. La inversión nacional privada se mantiene a la “expectativa”, y sigue siendo moderado por cierto acomodo con a la incertidumbre política.

Estas distorsiones económicas en la producción de bienes y servicios, y comercio, nos dan según dicen ciertas entidades públicas bajas tasas de inflación en el período 2010-2016 (de un solo dígito) generando una “ilusión” de incremento del poder adquisitivo del Lempira. Sin embargo en la realidad, se trata de un deterioro de aproximadamente 10 centavos al Lempira respecto al año base 2000 (en base en el Índice de Precios al Consumidor –IPC, en años anteriores 2000-2010 ha perdido aproximadamente 57 centavos, por lo tanto el Lempira de hoy en relación al del año 2000, vale 33 centavos ) y; por otra parte, la tasa de inflación es un promedio que oculta muchas realidades; para el caso, ha estado ocurriendo con la leche en polvo importada, con medicamentos como los antibióticos o con el precio del combustible o el LPG, o la ineficiencia de los servicios públicos. Las amas de casa se quejan que cada vez tienen que suprimir el consumo de muchos bienes que antes eran accesibles pero ahora han alcanzado precios exorbitantes (en el año 2000 una docena de huevos costaba 12.67 Lempiras en Tegucigalpa y 13.65 en San Pedro Sula y ya en 2016 esa misma docena de huevos costaba 35.7 Lempiras lo que representa que el precio de los huevos creció 161.7% y no es difícil constatar que los salarios no crecieron a dicha tasa). Y; además, nada indica que los huevos bajarán de precio al finalizar el año 2017 o al 2018. La tendencia a la baja del poder adquisitivo de los hogares seguirá el rumbo o; lo que es lo mismo, la celebrada buena macroeconomía del país no pasa por las mesas de la gran mayoría de hogares. Observando el gran deterioro de la calidad de vida de los y las hondureñas, y el mayor impacto lo recibe la Región Central de Honduras (la zona también más poblada del país) que presenta los niveles de inflación más altos, la pregunta es entonces, cual es el peso de esta región en el cálculo del IPC, ya que siempre está por

arriba del promedio nacional y cuáles son los factores que inciden en ello, la mayor persecución fiscal nacional, municipal, extorsión; la incidencia de los peajes en los precios de los bienes importados de otros países y/o regiones del país. Por ejemplo, Francisco Morazán (en esencia el Distrito Central) genero entre 2012-2016 el 72.2% de los impuestos y Cortes (sumando Puerto Cortes, Choloma, San Pedro Sula, Villanueva, y otras ciudades intermedias con zonas industriales) el 22.0%; los siguientes departamento son Copán con el 1.6% y Ocotepeque con 1.1%; los 14 departamentos restantes el 3.1%.

En estos momentos, los hondureños viven el país de lo “usado”. Somos una sociedad del reciclaje de ropa, zapatos, hasta ropa interior, electrodomésticos, juguetes, herramientas, en fin lo desechado principalmente de EEUU. Esto no son síntomas de una economía sana, robusta y con crecimiento sostenible. La proliferación de los comercios de lo “usado” no solo es “a veces” la opción de compra, para la mayoría son la única forma de adquirir estos bienes. Señales de la degradación de la calidad de vida de los hondureños y hondureñas, no solo en materia económica, sino de la dignidad humana.

A pesar de intentar invisibilizar las regiones del país, nos hacemos preguntas si ¿Existe el análisis de las economías territoriales?, hacemos referencia porque el motor económico de algunas regiones, eran el narcotráfico. Y este es, uno de lo que el actual gobierno se “ufana”, lo cual, es logro de otros gobiernos (puntualmente de E.E.U.U.). Los casos de la depresión económica es notable, municipios en Occidente, Litoral Atlántico y algunas zonas de oriente, peor aún, no existe políticas públicas de parte del gobierno coherentes de sustituir estos agentes económicos negativos que tuvieron carta abierta (narcotraficantes) hasta que desde afuera presionaron; por ahora solo se percibe un apetito “voraz” de adueñarse de los bienes que amasaron. ¿Tendrá que verse disminución en la importación y exportación, así como el financiamiento y consumo interno nacional, el no tener capacidad de suplantar esas “economías subterráneas”?

En la formulación de políticas económicas, ahora en el caso particular referido al Marco Macro Fiscal de Mediano Plazo de la Secretaría de Finanzas como otras radiografías poco claras del país, y así tener una buena receta, que tiene casi son las mismas cifras que el Programa Monetario del BCH (sólo que desactualizadas, ya que en la revisión del Programa Monetario, incrementaron las “perspectivas”), ¿Qué tan efectivo serán los instrumentos de política económica, sociales y fiscales sí sus fundamentos se alejan de la realidad?

Una parte de la dinámica económica mostrada con anterioridad y de conocimiento de todos, nos da a pensar que debe existir un alto nivel de aproximación a la realidad, sin embargo, la situación es otra, tanto de las finanzas públicas como económica del país. El sector público a pesar de tener una observación diferente de la realidad y que a través de categorías estructuradas para la formulación de políticas fiscales coherentes, pensamos que deben tener las acciones encaminadas a mejorar las condiciones de las mayorías debido que cuentan con los diversos datos y relaciones que son trasladados en indicadores. No obstante, la dinámica macroeconómica actual no llega a la mayoría de los hogares, que al final son los que financian la mayoría del ingreso a través de los impuestos. Los ingresos totales “supuestamente” de la Administración Central llegarán a L 140,283.6 millones para el año 2018, por Endeudamiento Público se obtendrán recursos por L 28,390.6 millones según las proyecciones del Presupuesto, que al parecer no existe conciencia del impacto del nivel de endeudamiento externo e interno de Honduras. Como expresamos anteriormente pagar “deuda con deuda” no es algo de unas finanzas sanas. Importante mencionar por concepto Servicio de la Deuda Pública pagaremos L 34,032.4 millones, en tanto en educación L 28,077.7 millones, en salud L.14,434.2 millones. Cabe hacer notar que el impacto de los incrementos salariales otorgados será de alrededor de L 5,500 millones mas en sueldos y salarios y sus colaterales.

Cuando se tiene un nivel de ingreso alto, sobre todo debido que la

mayor parte de esos ingresos viene por recaudación tributaria, por cierto mayormente por impuestos indirectos que consolidan un sistema regresivo “perverso”. Hace que la presión tributaria (relación de los ingresos tributarios con respecto al PIB) sea la más alta de Centro América. Esto, sin sumar las contribuciones L 6,800 millones a los sistemas de pensiones y jubilaciones y al sistema de seguridad social, que harán el sector privado (empleados y empleadores) para el año 2018.

La realidad es otra, y el “espejismo” es más intenso. Pero porque no cuadran las cifras oficiales con la realidad. Gran parte de ello, es no querer expresarla, otra, es la perversidad concierne a las instituciones que producen la información fiscal, monetaria, económica y social. Para citar uno de tantos ejemplo; El BCH utiliza un Sistema de Cuentas Nacionales del año 1993 (los países optan por el año 2008) y su año base es del año 2000 (lejos de la actualidad; 17 años, hace 17 años la realidad cambió enormemente). Por ejemplo; ¿Acaso no daño el patrimonio forestal de Honduras El Gorgojo, así como las explotaciones mineras, la sustitución de coberturas forestales por expansión de palma africana y el café?, sin embargo, eso no es contabilizado por el desfase en el ajuste ambiental y la pérdida de patrimonio de bienes nacionales por el Sistema de Cuentas Nacionales. Y para esto la necesidad de actualizarnos, así acortar la brecha de la realidad y las cifras oficiales, debido;

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EL FOSDEH no se cansa de mencionar que el Presupuesto General de cualquier país es un instrumento de desarrollo, y este, debe contener las soluciones inmediatas a las necesidades del país y acciones que progresivamente solventarán los problemas mayores de una nación, siempre, bajo los lineamientos de la planificación nacional. Cuando no es así, perdemos la oportunidad de mejorar las condiciones de vida de las y los ciudadanos, tener un crecimiento económico inclusivo, encontrar las rutas del desarrollo sostenible, entre otros, y nos mantienen sumergidos en la pobreza y desigualdad. No obstante, para convertir el presupuesto general de la República en una herramienta de desarrollo debe contener un alto nivel de aproximación de la realidad, ya que “una buena receta, depende de una buena radiografía” [1].

Aunado, si deseamos que el presupuesto sea una herramienta de desarrollo, es necesario el combate a la corrupción, flagelo importante de erradicar, así tener ingresos y egresos del Estado coherente a la realidad. Para que los egresos no se desvíen, no se

otorguen a terceros sin respaldo, sean mal gastados, se usen en intereses particulares, se debiliten las instituciones para privatizar los servicios públicos, entre otros, debido que los ingresos por recursos fiscales que financian los egresos son escasos, y la carga de impuestos a la población, dada la política fiscal regresiva, es casi asfixiante, al igual que la deuda pública.

La corrupción también se expresa en el “maquillaje positivista” de las cifras, vender “ilusiones” o no contar “la película” completa, tener sistemas financieros no actualizados y acordes al contexto. La vacuna de la corrupción es la transparencia, la verdadera rendición; ligada a una contabilidad real de los gastos e ingresos del Estado y la participación ciudadana, esta última, según la Encuesta sobre el Presupuesto Abierto 2015, “el gobierno de Honduras puede considerarse débil en cuanto a las oportunidades que le ofrece al público para participar en el proceso presupuestario”. Y para finales del año 2016, seguimos con debilidades en un Presupuesto Ciudadano y una Declaración Pre-Presupuesto [2] . Siendo las finanzas públicas sanas (y reales) un determinante (o las bases) para formular otras finanzas en los años sucesivos…

En los dos últimos años el Gobierno presume de una reducción sustancial en el déficit fiscal, aún más, resaltan la construcción y el cumplimiento de la Ley de Responsabilidad Fiscal (Decreto No 25 - 2016), mediante la cual, el déficit (Sector Público No Financiero) no podrá ser mayor a 1.5% en 2017, 1.2% en 2018 y así hasta llegar a un déficit global menor o igual al 1% del Producto Interno Bruto (PIB). Sin embargo, levanta la desconfianza que esta reducción no sea más que una “ilusión” procesada y/o limitada mediante instrumentos legales (Ley de Secretos) y disposiciones generales del presupuesto anual acomodadas e ¨incoherentes¨ a las normativas contables internacionales aplicables al sector público,

administración sea pública o privada esto no contribuye a la disminución real de un déficit, lo que se hace perpetuar aún más la deuda pública, es decir, el pago de deuda con deuda no es más que un juego financiero, para postergar obligaciones actuales para que las enfrenten las generaciones venideras. Operaciones que conllevan un alto costo financiero adicional a la tasa de interés, donde se pagan comisiones a las empresas que intervienen, las que preparan la documentación técnica del proceso, empresas internacionales calificadoras de riesgo, despachos de abogados nacionales e internacionales, bancos intermediarios, lobistas y los costos de viajes de funcionarios.

Per se, el déficit fiscal no es un problema, hasta puede considerase cómo necesario en ocasiones para aceitar y lograr girar el engranaje del Gobierno, hacia inversiones que aumentan la cobertura y calidad de los servicios básicos a la población y potencializar de manera efectiva la inversión e iniciativa privada, sin embargo, cuando se presentan cifras que ocultan la verdadera naturaleza de éste se vuelve no sólo un problema de transparencia, sino también, un problema de sostenibilidad y vulnerabilidad de las finanzas de un país. Ya que lo que se ha hecho realmente no es una reducción del déficit, sino más bien, ocultar el gasto. Cabe resaltar el hecho que nadie “esconde” algo de lo que se está orgulloso, al contrario, se “ocultan” aquellas cosas desagradables, desordenadas, etc. y que en cierto sentido avergüenzan.

Para que las finanzas públicas y sus presupuesto sean acorde a la realidad de un país, es necesario ver el escenario económico y social. En Honduras contamos con varias radiografías importantes para la “supuesta” formulación de los parámetros de ingresos y egresos del Estado. Uno de ellas, es el Programa Monetario 2017-2018 publicado por el Banco Central de Honduras (BCH) en marzo, revisado en junio-julio y publicado en agosto, se elevan las proyecciones de la tasa crecimiento económico de 3.7% a 4.1% (variación del PIB real), que en una lógica rápida se aprecia que, al incrementar el PIB se alienta aumentar los techos de gasto presupuestario y permitirá aumentar el nivel de gasto corriente

pareciera que opera una ¨creatividad¨ para lo contrario y hacia el debilitamiento de instituciones claves que hasta cierto momento ha tenido no obstante los esfuerzos e intenciones de la Contaduría General para la generación de cifras consolidadas del sector público Honduras. Esto, que ha sido en parte por la aplicación de la Ley para el Ordenamiento de las Finanzas Públicas, Control de las Exoneraciones y Medida Anti evasión (Decreto 278 – 2013), que prohíbe la inclusión de nueva deuda al Sistema de Administración Integrada (SIAFI) en el Articulo No 35. Nos da “luces” que las cifras oficiales también no se aproximan a la realidad de las finanzas públicas, debido a estos mecanismos “legales”.

Por ejemplo, al cierre del año 2016, el déficit fiscal fue de 2.8% respecto del PIB, reducción que va más allá del simple hecho de utilizar mecanismos legislativos y contables para lograr la disminución porcentual (observando que en montos absolutos, sigue siendo elevado), sino que también incurren otros elementos, como la postergación del vencimiento en la deuda pública interna (sobre todo, el pago de capital y disminuyendo las tasas de interés a niveles mínimos y a plazos más largos), alargando la “amargura” y poniendo en riesgo a las instituciones de jubilaciones y pensiones. Esto, mediante la emisión de bonos y letras del Estado para saldar deuda de las instituciones estatales mediante la permuta de “otros” bonos y letras que estuviesen por vencerse, esto no es más, que otra de los tantos “espejismos” en materia de administración pública (ya que lo que se ha hecho básicamente es diferir los desembolsos de capital presupuestados, necesarios para la reducción del déficit fiscal anual en Honduras). Otro elemento es el pago de “deuda con deuda”, esto es visto, en la colocación de bonos soberanos para financiar la deuda de las instituciones estatales, evidencia de esto, lo que sucedió en el primer trimestre del año, que el Gobierno percibió alrededor de US$ 700 millones por la colocación de bonos soberanos, con el fin de “aliviar temporalmente” parte de las finanzas precarias de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE) y a la vez incrementar las reservas internacionales. No obstante, bajo cualquier lógica de

(sueldos y salarios), de hecho se ha incrementado el salario a 83,000 empleados públicos (maestros y a los acogidos al régimen de servicio civil), casualmente en plena campaña electoral, y dar imagen que se está dentro de los parámetros de la Ley de Responsabilidad Fiscal, al igual que otros indicadores; como la deuda, déficit fiscal, presión tributaria, etc., simplemente porque se incrementa el parámetro de referencia, así se hacen porcentualmente menores las relaciones… ¡Creativo, debido que sí usted mide 1.55 cm de estatura, no será lo mismo, si se compara con alguien que mide 1.60 cm a con alguien que mida 1.90 cm, en la segunda comparación usted será más “chaparro”!

Aun alcanzando el supuesto optimista crecimiento económico, ese supuesto se basa en el crecimiento de los mismos “sectores dinámicos”… Por ejemplo; en el período 2000-2016 el país ha experimentado tasas de crecimiento levemente aceptables, pero no “rimbombantes” como políticamente se publicitan, ya que no se distancian de manera considerable de las tasas de crecimiento demográfico, el aumento de población absorbe el crecimiento económico real, siempre y cuando el crecimiento obtenido sea distribuido correctamente, cosa que no sucede en Honduras, sino que el efecto es ampliar o a lo sumo mantener los niveles de pobreza y desigualdad.

Se ha crecido levemente año con año, pero ello no ha significado un cambio relevante en materia de distribución del ingreso o de generación masiva de empleo y; por tanto, afirmamos que el modelo económico de Honduras ha propiciado solamente el “dinamismo” de sectores cómo energía, telecomunicaciones y sobre todo el sistema financiero que; precisamente, no son generadores intensivos de empleo y a la distribución de la riqueza. Interesa destacar, que no es ninguna coincidencia que el costo de la energía para la mayoría de hogares ha crecido enormemente, igual en las tasas de interés en el sistema financiero y los precios de los servicios de telecomunicaciones. Este dinamismo de energía, banca y comunicaciones, por tanto, descansa en extraer mucho dinero de los presupuestos limitados de la mayoría de hogares. A

esto, se suma el deterioro de los Servicios Públicos, de energía, agua, telecomunicación de las empresas estatales, y nos preguntamos, supuestamente estos sectores impulsan el crecimiento económico para “toda” Honduras o solo de algunos, ya que, afectan la economía de la mayoría a través de apagones, costo de la energía, costos de producción, incremento de precios, resta capacidad de compra los hogares y en consecuencia incide en la calidad de vida.

Sin embargo, el comportamiento de sectores económicos que si son grandes generadores de empleo, propician derrame económico, pagan la mayoría de los impuestos, distribuyen en mejor manera el ingreso y aplacan la desigualdad, como lo son la Agricultura, Ganadería, Silvicultura, Caza y Pesca, el Comercio, también la Construcción- han sido verdaderamente muy escaso desde el mismo inicio del período 2000-2016. Además, no es capaz de generar efectos de arrastre o efectos multiplicadores para los sectores económicos donde se concentra la gran mayoría de la población ocupada. Acentuando más bien (los sectores que impulsan el dizque crecimiento económico), el empleo precario, con 7 de cada 10 hondureños ocupados recibiendo por debajo de un salario mínimo.

Consideramos como un aspecto sobresaliente, probablemente vinculado al dinamismo bien diferenciado entre subsectores económicos, son las tendencias observadas en la relación del PIB con el volumen de comercio internacional (técnicamente llamado; grado de apertura de la economía) pues se muestra un notable y preocupante crecimiento en el período: de 80% a 112% del PIB en el período 2000 – 2016 respectivamente. El notable crecimiento de las importaciones, estaría afectando a varios subsectores de actividad económica, tal es el caso de las crecientes importaciones de alimentos, ropa, muebles, insumos de varias industrias que; en buena medida, generan la pérdida de empleos y el uso cada vez menor de materias primas nacionales (restando producción y productividad a nuestros empresarios). A esto, se suma una disminución de Inversión Extranjera Directa (IED) de alrededor de

US$ 200 millones al año 2016, con respecto al año 2015, y cabe mencionar, que el 70% de esos aproximadamente US$ 1,000 es un “reciclaje o reinversión” de utilidades de las grandes industrias, no de “capitales frescos”. La inversión nacional privada se mantiene a la “expectativa”, y sigue siendo moderado por cierto acomodo con a la incertidumbre política.

Estas distorsiones económicas en la producción de bienes y servicios, y comercio, nos dan según dicen ciertas entidades públicas bajas tasas de inflación en el período 2010-2016 (de un solo dígito) generando una “ilusión” de incremento del poder adquisitivo del Lempira. Sin embargo en la realidad, se trata de un deterioro de aproximadamente 10 centavos al Lempira respecto al año base 2000 (en base en el Índice de Precios al Consumidor –IPC, en años anteriores 2000-2010 ha perdido aproximadamente 57 centavos, por lo tanto el Lempira de hoy en relación al del año 2000, vale 33 centavos ) y; por otra parte, la tasa de inflación es un promedio que oculta muchas realidades; para el caso, ha estado ocurriendo con la leche en polvo importada, con medicamentos como los antibióticos o con el precio del combustible o el LPG, o la ineficiencia de los servicios públicos. Las amas de casa se quejan que cada vez tienen que suprimir el consumo de muchos bienes que antes eran accesibles pero ahora han alcanzado precios exorbitantes (en el año 2000 una docena de huevos costaba 12.67 Lempiras en Tegucigalpa y 13.65 en San Pedro Sula y ya en 2016 esa misma docena de huevos costaba 35.7 Lempiras lo que representa que el precio de los huevos creció 161.7% y no es difícil constatar que los salarios no crecieron a dicha tasa). Y; además, nada indica que los huevos bajarán de precio al finalizar el año 2017 o al 2018. La tendencia a la baja del poder adquisitivo de los hogares seguirá el rumbo o; lo que es lo mismo, la celebrada buena macroeconomía del país no pasa por las mesas de la gran mayoría de hogares. Observando el gran deterioro de la calidad de vida de los y las hondureñas, y el mayor impacto lo recibe la Región Central de Honduras (la zona también más poblada del país) que presenta los niveles de inflación más altos, la pregunta es entonces, cual es el peso de esta región en el cálculo del IPC, ya que siempre está por

arriba del promedio nacional y cuáles son los factores que inciden en ello, la mayor persecución fiscal nacional, municipal, extorsión; la incidencia de los peajes en los precios de los bienes importados de otros países y/o regiones del país. Por ejemplo, Francisco Morazán (en esencia el Distrito Central) genero entre 2012-2016 el 72.2% de los impuestos y Cortes (sumando Puerto Cortes, Choloma, San Pedro Sula, Villanueva, y otras ciudades intermedias con zonas industriales) el 22.0%; los siguientes departamento son Copán con el 1.6% y Ocotepeque con 1.1%; los 14 departamentos restantes el 3.1%.

En estos momentos, los hondureños viven el país de lo “usado”. Somos una sociedad del reciclaje de ropa, zapatos, hasta ropa interior, electrodomésticos, juguetes, herramientas, en fin lo desechado principalmente de EEUU. Esto no son síntomas de una economía sana, robusta y con crecimiento sostenible. La proliferación de los comercios de lo “usado” no solo es “a veces” la opción de compra, para la mayoría son la única forma de adquirir estos bienes. Señales de la degradación de la calidad de vida de los hondureños y hondureñas, no solo en materia económica, sino de la dignidad humana.

A pesar de intentar invisibilizar las regiones del país, nos hacemos preguntas si ¿Existe el análisis de las economías territoriales?, hacemos referencia porque el motor económico de algunas regiones, eran el narcotráfico. Y este es, uno de lo que el actual gobierno se “ufana”, lo cual, es logro de otros gobiernos (puntualmente de E.E.U.U.). Los casos de la depresión económica es notable, municipios en Occidente, Litoral Atlántico y algunas zonas de oriente, peor aún, no existe políticas públicas de parte del gobierno coherentes de sustituir estos agentes económicos negativos que tuvieron carta abierta (narcotraficantes) hasta que desde afuera presionaron; por ahora solo se percibe un apetito “voraz” de adueñarse de los bienes que amasaron. ¿Tendrá que verse disminución en la importación y exportación, así como el financiamiento y consumo interno nacional, el no tener capacidad de suplantar esas “economías subterráneas”?

En la formulación de políticas económicas, ahora en el caso particular referido al Marco Macro Fiscal de Mediano Plazo de la Secretaría de Finanzas como otras radiografías poco claras del país, y así tener una buena receta, que tiene casi son las mismas cifras que el Programa Monetario del BCH (sólo que desactualizadas, ya que en la revisión del Programa Monetario, incrementaron las “perspectivas”), ¿Qué tan efectivo serán los instrumentos de política económica, sociales y fiscales sí sus fundamentos se alejan de la realidad?

Una parte de la dinámica económica mostrada con anterioridad y de conocimiento de todos, nos da a pensar que debe existir un alto nivel de aproximación a la realidad, sin embargo, la situación es otra, tanto de las finanzas públicas como económica del país. El sector público a pesar de tener una observación diferente de la realidad y que a través de categorías estructuradas para la formulación de políticas fiscales coherentes, pensamos que deben tener las acciones encaminadas a mejorar las condiciones de las mayorías debido que cuentan con los diversos datos y relaciones que son trasladados en indicadores. No obstante, la dinámica macroeconómica actual no llega a la mayoría de los hogares, que al final son los que financian la mayoría del ingreso a través de los impuestos. Los ingresos totales “supuestamente” de la Administración Central llegarán a L 140,283.6 millones para el año 2018, por Endeudamiento Público se obtendrán recursos por L 28,390.6 millones según las proyecciones del Presupuesto, que al parecer no existe conciencia del impacto del nivel de endeudamiento externo e interno de Honduras. Como expresamos anteriormente pagar “deuda con deuda” no es algo de unas finanzas sanas. Importante mencionar por concepto Servicio de la Deuda Pública pagaremos L 34,032.4 millones, en tanto en educación L 28,077.7 millones, en salud L.14,434.2 millones. Cabe hacer notar que el impacto de los incrementos salariales otorgados será de alrededor de L 5,500 millones mas en sueldos y salarios y sus colaterales.

Cuando se tiene un nivel de ingreso alto, sobre todo debido que la

mayor parte de esos ingresos viene por recaudación tributaria, por cierto mayormente por impuestos indirectos que consolidan un sistema regresivo “perverso”. Hace que la presión tributaria (relación de los ingresos tributarios con respecto al PIB) sea la más alta de Centro América. Esto, sin sumar las contribuciones L 6,800 millones a los sistemas de pensiones y jubilaciones y al sistema de seguridad social, que harán el sector privado (empleados y empleadores) para el año 2018.

La realidad es otra, y el “espejismo” es más intenso. Pero porque no cuadran las cifras oficiales con la realidad. Gran parte de ello, es no querer expresarla, otra, es la perversidad concierne a las instituciones que producen la información fiscal, monetaria, económica y social. Para citar uno de tantos ejemplo; El BCH utiliza un Sistema de Cuentas Nacionales del año 1993 (los países optan por el año 2008) y su año base es del año 2000 (lejos de la actualidad; 17 años, hace 17 años la realidad cambió enormemente). Por ejemplo; ¿Acaso no daño el patrimonio forestal de Honduras El Gorgojo, así como las explotaciones mineras, la sustitución de coberturas forestales por expansión de palma africana y el café?, sin embargo, eso no es contabilizado por el desfase en el ajuste ambiental y la pérdida de patrimonio de bienes nacionales por el Sistema de Cuentas Nacionales. Y para esto la necesidad de actualizarnos, así acortar la brecha de la realidad y las cifras oficiales, debido;

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EL FOSDEH no se cansa de mencionar que el Presupuesto General de cualquier país es un instrumento de desarrollo, y este, debe contener las soluciones inmediatas a las necesidades del país y acciones que progresivamente solventarán los problemas mayores de una nación, siempre, bajo los lineamientos de la planificación nacional. Cuando no es así, perdemos la oportunidad de mejorar las condiciones de vida de las y los ciudadanos, tener un crecimiento económico inclusivo, encontrar las rutas del desarrollo sostenible, entre otros, y nos mantienen sumergidos en la pobreza y desigualdad. No obstante, para convertir el presupuesto general de la República en una herramienta de desarrollo debe contener un alto nivel de aproximación de la realidad, ya que “una buena receta, depende de una buena radiografía” [1].

Aunado, si deseamos que el presupuesto sea una herramienta de desarrollo, es necesario el combate a la corrupción, flagelo importante de erradicar, así tener ingresos y egresos del Estado coherente a la realidad. Para que los egresos no se desvíen, no se

otorguen a terceros sin respaldo, sean mal gastados, se usen en intereses particulares, se debiliten las instituciones para privatizar los servicios públicos, entre otros, debido que los ingresos por recursos fiscales que financian los egresos son escasos, y la carga de impuestos a la población, dada la política fiscal regresiva, es casi asfixiante, al igual que la deuda pública.

La corrupción también se expresa en el “maquillaje positivista” de las cifras, vender “ilusiones” o no contar “la película” completa, tener sistemas financieros no actualizados y acordes al contexto. La vacuna de la corrupción es la transparencia, la verdadera rendición; ligada a una contabilidad real de los gastos e ingresos del Estado y la participación ciudadana, esta última, según la Encuesta sobre el Presupuesto Abierto 2015, “el gobierno de Honduras puede considerarse débil en cuanto a las oportunidades que le ofrece al público para participar en el proceso presupuestario”. Y para finales del año 2016, seguimos con debilidades en un Presupuesto Ciudadano y una Declaración Pre-Presupuesto [2] . Siendo las finanzas públicas sanas (y reales) un determinante (o las bases) para formular otras finanzas en los años sucesivos…

En los dos últimos años el Gobierno presume de una reducción sustancial en el déficit fiscal, aún más, resaltan la construcción y el cumplimiento de la Ley de Responsabilidad Fiscal (Decreto No 25 - 2016), mediante la cual, el déficit (Sector Público No Financiero) no podrá ser mayor a 1.5% en 2017, 1.2% en 2018 y así hasta llegar a un déficit global menor o igual al 1% del Producto Interno Bruto (PIB). Sin embargo, levanta la desconfianza que esta reducción no sea más que una “ilusión” procesada y/o limitada mediante instrumentos legales (Ley de Secretos) y disposiciones generales del presupuesto anual acomodadas e ¨incoherentes¨ a las normativas contables internacionales aplicables al sector público,

administración sea pública o privada esto no contribuye a la disminución real de un déficit, lo que se hace perpetuar aún más la deuda pública, es decir, el pago de deuda con deuda no es más que un juego financiero, para postergar obligaciones actuales para que las enfrenten las generaciones venideras. Operaciones que conllevan un alto costo financiero adicional a la tasa de interés, donde se pagan comisiones a las empresas que intervienen, las que preparan la documentación técnica del proceso, empresas internacionales calificadoras de riesgo, despachos de abogados nacionales e internacionales, bancos intermediarios, lobistas y los costos de viajes de funcionarios.

Per se, el déficit fiscal no es un problema, hasta puede considerase cómo necesario en ocasiones para aceitar y lograr girar el engranaje del Gobierno, hacia inversiones que aumentan la cobertura y calidad de los servicios básicos a la población y potencializar de manera efectiva la inversión e iniciativa privada, sin embargo, cuando se presentan cifras que ocultan la verdadera naturaleza de éste se vuelve no sólo un problema de transparencia, sino también, un problema de sostenibilidad y vulnerabilidad de las finanzas de un país. Ya que lo que se ha hecho realmente no es una reducción del déficit, sino más bien, ocultar el gasto. Cabe resaltar el hecho que nadie “esconde” algo de lo que se está orgulloso, al contrario, se “ocultan” aquellas cosas desagradables, desordenadas, etc. y que en cierto sentido avergüenzan.

Para que las finanzas públicas y sus presupuesto sean acorde a la realidad de un país, es necesario ver el escenario económico y social. En Honduras contamos con varias radiografías importantes para la “supuesta” formulación de los parámetros de ingresos y egresos del Estado. Uno de ellas, es el Programa Monetario 2017-2018 publicado por el Banco Central de Honduras (BCH) en marzo, revisado en junio-julio y publicado en agosto, se elevan las proyecciones de la tasa crecimiento económico de 3.7% a 4.1% (variación del PIB real), que en una lógica rápida se aprecia que, al incrementar el PIB se alienta aumentar los techos de gasto presupuestario y permitirá aumentar el nivel de gasto corriente

pareciera que opera una ¨creatividad¨ para lo contrario y hacia el debilitamiento de instituciones claves que hasta cierto momento ha tenido no obstante los esfuerzos e intenciones de la Contaduría General para la generación de cifras consolidadas del sector público Honduras. Esto, que ha sido en parte por la aplicación de la Ley para el Ordenamiento de las Finanzas Públicas, Control de las Exoneraciones y Medida Anti evasión (Decreto 278 – 2013), que prohíbe la inclusión de nueva deuda al Sistema de Administración Integrada (SIAFI) en el Articulo No 35. Nos da “luces” que las cifras oficiales también no se aproximan a la realidad de las finanzas públicas, debido a estos mecanismos “legales”.

Por ejemplo, al cierre del año 2016, el déficit fiscal fue de 2.8% respecto del PIB, reducción que va más allá del simple hecho de utilizar mecanismos legislativos y contables para lograr la disminución porcentual (observando que en montos absolutos, sigue siendo elevado), sino que también incurren otros elementos, como la postergación del vencimiento en la deuda pública interna (sobre todo, el pago de capital y disminuyendo las tasas de interés a niveles mínimos y a plazos más largos), alargando la “amargura” y poniendo en riesgo a las instituciones de jubilaciones y pensiones. Esto, mediante la emisión de bonos y letras del Estado para saldar deuda de las instituciones estatales mediante la permuta de “otros” bonos y letras que estuviesen por vencerse, esto no es más, que otra de los tantos “espejismos” en materia de administración pública (ya que lo que se ha hecho básicamente es diferir los desembolsos de capital presupuestados, necesarios para la reducción del déficit fiscal anual en Honduras). Otro elemento es el pago de “deuda con deuda”, esto es visto, en la colocación de bonos soberanos para financiar la deuda de las instituciones estatales, evidencia de esto, lo que sucedió en el primer trimestre del año, que el Gobierno percibió alrededor de US$ 700 millones por la colocación de bonos soberanos, con el fin de “aliviar temporalmente” parte de las finanzas precarias de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE) y a la vez incrementar las reservas internacionales. No obstante, bajo cualquier lógica de

(sueldos y salarios), de hecho se ha incrementado el salario a 83,000 empleados públicos (maestros y a los acogidos al régimen de servicio civil), casualmente en plena campaña electoral, y dar imagen que se está dentro de los parámetros de la Ley de Responsabilidad Fiscal, al igual que otros indicadores; como la deuda, déficit fiscal, presión tributaria, etc., simplemente porque se incrementa el parámetro de referencia, así se hacen porcentualmente menores las relaciones… ¡Creativo, debido que sí usted mide 1.55 cm de estatura, no será lo mismo, si se compara con alguien que mide 1.60 cm a con alguien que mida 1.90 cm, en la segunda comparación usted será más “chaparro”!

Aun alcanzando el supuesto optimista crecimiento económico, ese supuesto se basa en el crecimiento de los mismos “sectores dinámicos”… Por ejemplo; en el período 2000-2016 el país ha experimentado tasas de crecimiento levemente aceptables, pero no “rimbombantes” como políticamente se publicitan, ya que no se distancian de manera considerable de las tasas de crecimiento demográfico, el aumento de población absorbe el crecimiento económico real, siempre y cuando el crecimiento obtenido sea distribuido correctamente, cosa que no sucede en Honduras, sino que el efecto es ampliar o a lo sumo mantener los niveles de pobreza y desigualdad.

Se ha crecido levemente año con año, pero ello no ha significado un cambio relevante en materia de distribución del ingreso o de generación masiva de empleo y; por tanto, afirmamos que el modelo económico de Honduras ha propiciado solamente el “dinamismo” de sectores cómo energía, telecomunicaciones y sobre todo el sistema financiero que; precisamente, no son generadores intensivos de empleo y a la distribución de la riqueza. Interesa destacar, que no es ninguna coincidencia que el costo de la energía para la mayoría de hogares ha crecido enormemente, igual en las tasas de interés en el sistema financiero y los precios de los servicios de telecomunicaciones. Este dinamismo de energía, banca y comunicaciones, por tanto, descansa en extraer mucho dinero de los presupuestos limitados de la mayoría de hogares. A

esto, se suma el deterioro de los Servicios Públicos, de energía, agua, telecomunicación de las empresas estatales, y nos preguntamos, supuestamente estos sectores impulsan el crecimiento económico para “toda” Honduras o solo de algunos, ya que, afectan la economía de la mayoría a través de apagones, costo de la energía, costos de producción, incremento de precios, resta capacidad de compra los hogares y en consecuencia incide en la calidad de vida.

Sin embargo, el comportamiento de sectores económicos que si son grandes generadores de empleo, propician derrame económico, pagan la mayoría de los impuestos, distribuyen en mejor manera el ingreso y aplacan la desigualdad, como lo son la Agricultura, Ganadería, Silvicultura, Caza y Pesca, el Comercio, también la Construcción- han sido verdaderamente muy escaso desde el mismo inicio del período 2000-2016. Además, no es capaz de generar efectos de arrastre o efectos multiplicadores para los sectores económicos donde se concentra la gran mayoría de la población ocupada. Acentuando más bien (los sectores que impulsan el dizque crecimiento económico), el empleo precario, con 7 de cada 10 hondureños ocupados recibiendo por debajo de un salario mínimo.

Consideramos como un aspecto sobresaliente, probablemente vinculado al dinamismo bien diferenciado entre subsectores económicos, son las tendencias observadas en la relación del PIB con el volumen de comercio internacional (técnicamente llamado; grado de apertura de la economía) pues se muestra un notable y preocupante crecimiento en el período: de 80% a 112% del PIB en el período 2000 – 2016 respectivamente. El notable crecimiento de las importaciones, estaría afectando a varios subsectores de actividad económica, tal es el caso de las crecientes importaciones de alimentos, ropa, muebles, insumos de varias industrias que; en buena medida, generan la pérdida de empleos y el uso cada vez menor de materias primas nacionales (restando producción y productividad a nuestros empresarios). A esto, se suma una disminución de Inversión Extranjera Directa (IED) de alrededor de

US$ 200 millones al año 2016, con respecto al año 2015, y cabe mencionar, que el 70% de esos aproximadamente US$ 1,000 es un “reciclaje o reinversión” de utilidades de las grandes industrias, no de “capitales frescos”. La inversión nacional privada se mantiene a la “expectativa”, y sigue siendo moderado por cierto acomodo con a la incertidumbre política.

Estas distorsiones económicas en la producción de bienes y servicios, y comercio, nos dan según dicen ciertas entidades públicas bajas tasas de inflación en el período 2010-2016 (de un solo dígito) generando una “ilusión” de incremento del poder adquisitivo del Lempira. Sin embargo en la realidad, se trata de un deterioro de aproximadamente 10 centavos al Lempira respecto al año base 2000 (en base en el Índice de Precios al Consumidor –IPC, en años anteriores 2000-2010 ha perdido aproximadamente 57 centavos, por lo tanto el Lempira de hoy en relación al del año 2000, vale 33 centavos ) y; por otra parte, la tasa de inflación es un promedio que oculta muchas realidades; para el caso, ha estado ocurriendo con la leche en polvo importada, con medicamentos como los antibióticos o con el precio del combustible o el LPG, o la ineficiencia de los servicios públicos. Las amas de casa se quejan que cada vez tienen que suprimir el consumo de muchos bienes que antes eran accesibles pero ahora han alcanzado precios exorbitantes (en el año 2000 una docena de huevos costaba 12.67 Lempiras en Tegucigalpa y 13.65 en San Pedro Sula y ya en 2016 esa misma docena de huevos costaba 35.7 Lempiras lo que representa que el precio de los huevos creció 161.7% y no es difícil constatar que los salarios no crecieron a dicha tasa). Y; además, nada indica que los huevos bajarán de precio al finalizar el año 2017 o al 2018. La tendencia a la baja del poder adquisitivo de los hogares seguirá el rumbo o; lo que es lo mismo, la celebrada buena macroeconomía del país no pasa por las mesas de la gran mayoría de hogares. Observando el gran deterioro de la calidad de vida de los y las hondureñas, y el mayor impacto lo recibe la Región Central de Honduras (la zona también más poblada del país) que presenta los niveles de inflación más altos, la pregunta es entonces, cual es el peso de esta región en el cálculo del IPC, ya que siempre está por

arriba del promedio nacional y cuáles son los factores que inciden en ello, la mayor persecución fiscal nacional, municipal, extorsión; la incidencia de los peajes en los precios de los bienes importados de otros países y/o regiones del país. Por ejemplo, Francisco Morazán (en esencia el Distrito Central) genero entre 2012-2016 el 72.2% de los impuestos y Cortes (sumando Puerto Cortes, Choloma, San Pedro Sula, Villanueva, y otras ciudades intermedias con zonas industriales) el 22.0%; los siguientes departamento son Copán con el 1.6% y Ocotepeque con 1.1%; los 14 departamentos restantes el 3.1%.

En estos momentos, los hondureños viven el país de lo “usado”. Somos una sociedad del reciclaje de ropa, zapatos, hasta ropa interior, electrodomésticos, juguetes, herramientas, en fin lo desechado principalmente de EEUU. Esto no son síntomas de una economía sana, robusta y con crecimiento sostenible. La proliferación de los comercios de lo “usado” no solo es “a veces” la opción de compra, para la mayoría son la única forma de adquirir estos bienes. Señales de la degradación de la calidad de vida de los hondureños y hondureñas, no solo en materia económica, sino de la dignidad humana.

A pesar de intentar invisibilizar las regiones del país, nos hacemos preguntas si ¿Existe el análisis de las economías territoriales?, hacemos referencia porque el motor económico de algunas regiones, eran el narcotráfico. Y este es, uno de lo que el actual gobierno se “ufana”, lo cual, es logro de otros gobiernos (puntualmente de E.E.U.U.). Los casos de la depresión económica es notable, municipios en Occidente, Litoral Atlántico y algunas zonas de oriente, peor aún, no existe políticas públicas de parte del gobierno coherentes de sustituir estos agentes económicos negativos que tuvieron carta abierta (narcotraficantes) hasta que desde afuera presionaron; por ahora solo se percibe un apetito “voraz” de adueñarse de los bienes que amasaron. ¿Tendrá que verse disminución en la importación y exportación, así como el financiamiento y consumo interno nacional, el no tener capacidad de suplantar esas “economías subterráneas”?

En la formulación de políticas económicas, ahora en el caso particular referido al Marco Macro Fiscal de Mediano Plazo de la Secretaría de Finanzas como otras radiografías poco claras del país, y así tener una buena receta, que tiene casi son las mismas cifras que el Programa Monetario del BCH (sólo que desactualizadas, ya que en la revisión del Programa Monetario, incrementaron las “perspectivas”), ¿Qué tan efectivo serán los instrumentos de política económica, sociales y fiscales sí sus fundamentos se alejan de la realidad?

Una parte de la dinámica económica mostrada con anterioridad y de conocimiento de todos, nos da a pensar que debe existir un alto nivel de aproximación a la realidad, sin embargo, la situación es otra, tanto de las finanzas públicas como económica del país. El sector público a pesar de tener una observación diferente de la realidad y que a través de categorías estructuradas para la formulación de políticas fiscales coherentes, pensamos que deben tener las acciones encaminadas a mejorar las condiciones de las mayorías debido que cuentan con los diversos datos y relaciones que son trasladados en indicadores. No obstante, la dinámica macroeconómica actual no llega a la mayoría de los hogares, que al final son los que financian la mayoría del ingreso a través de los impuestos. Los ingresos totales “supuestamente” de la Administración Central llegarán a L 140,283.6 millones para el año 2018, por Endeudamiento Público se obtendrán recursos por L 28,390.6 millones según las proyecciones del Presupuesto, que al parecer no existe conciencia del impacto del nivel de endeudamiento externo e interno de Honduras. Como expresamos anteriormente pagar “deuda con deuda” no es algo de unas finanzas sanas. Importante mencionar por concepto Servicio de la Deuda Pública pagaremos L 34,032.4 millones, en tanto en educación L 28,077.7 millones, en salud L.14,434.2 millones. Cabe hacer notar que el impacto de los incrementos salariales otorgados será de alrededor de L 5,500 millones mas en sueldos y salarios y sus colaterales.

Cuando se tiene un nivel de ingreso alto, sobre todo debido que la

mayor parte de esos ingresos viene por recaudación tributaria, por cierto mayormente por impuestos indirectos que consolidan un sistema regresivo “perverso”. Hace que la presión tributaria (relación de los ingresos tributarios con respecto al PIB) sea la más alta de Centro América. Esto, sin sumar las contribuciones L 6,800 millones a los sistemas de pensiones y jubilaciones y al sistema de seguridad social, que harán el sector privado (empleados y empleadores) para el año 2018.

La realidad es otra, y el “espejismo” es más intenso. Pero porque no cuadran las cifras oficiales con la realidad. Gran parte de ello, es no querer expresarla, otra, es la perversidad concierne a las instituciones que producen la información fiscal, monetaria, económica y social. Para citar uno de tantos ejemplo; El BCH utiliza un Sistema de Cuentas Nacionales del año 1993 (los países optan por el año 2008) y su año base es del año 2000 (lejos de la actualidad; 17 años, hace 17 años la realidad cambió enormemente). Por ejemplo; ¿Acaso no daño el patrimonio forestal de Honduras El Gorgojo, así como las explotaciones mineras, la sustitución de coberturas forestales por expansión de palma africana y el café?, sin embargo, eso no es contabilizado por el desfase en el ajuste ambiental y la pérdida de patrimonio de bienes nacionales por el Sistema de Cuentas Nacionales. Y para esto la necesidad de actualizarnos, así acortar la brecha de la realidad y las cifras oficiales, debido;

Page 10: 1. Proyecciones de cifras coherentes con la realidad · otra de los tantos “espejismos” en materia de administración pública (ya que lo que se ha hecho básicamente es diferir

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EL FOSDEH no se cansa de mencionar que el Presupuesto General de cualquier país es un instrumento de desarrollo, y este, debe contener las soluciones inmediatas a las necesidades del país y acciones que progresivamente solventarán los problemas mayores de una nación, siempre, bajo los lineamientos de la planificación nacional. Cuando no es así, perdemos la oportunidad de mejorar las condiciones de vida de las y los ciudadanos, tener un crecimiento económico inclusivo, encontrar las rutas del desarrollo sostenible, entre otros, y nos mantienen sumergidos en la pobreza y desigualdad. No obstante, para convertir el presupuesto general de la República en una herramienta de desarrollo debe contener un alto nivel de aproximación de la realidad, ya que “una buena receta, depende de una buena radiografía” [1].

Aunado, si deseamos que el presupuesto sea una herramienta de desarrollo, es necesario el combate a la corrupción, flagelo importante de erradicar, así tener ingresos y egresos del Estado coherente a la realidad. Para que los egresos no se desvíen, no se

otorguen a terceros sin respaldo, sean mal gastados, se usen en intereses particulares, se debiliten las instituciones para privatizar los servicios públicos, entre otros, debido que los ingresos por recursos fiscales que financian los egresos son escasos, y la carga de impuestos a la población, dada la política fiscal regresiva, es casi asfixiante, al igual que la deuda pública.

La corrupción también se expresa en el “maquillaje positivista” de las cifras, vender “ilusiones” o no contar “la película” completa, tener sistemas financieros no actualizados y acordes al contexto. La vacuna de la corrupción es la transparencia, la verdadera rendición; ligada a una contabilidad real de los gastos e ingresos del Estado y la participación ciudadana, esta última, según la Encuesta sobre el Presupuesto Abierto 2015, “el gobierno de Honduras puede considerarse débil en cuanto a las oportunidades que le ofrece al público para participar en el proceso presupuestario”. Y para finales del año 2016, seguimos con debilidades en un Presupuesto Ciudadano y una Declaración Pre-Presupuesto [2] . Siendo las finanzas públicas sanas (y reales) un determinante (o las bases) para formular otras finanzas en los años sucesivos…

En los dos últimos años el Gobierno presume de una reducción sustancial en el déficit fiscal, aún más, resaltan la construcción y el cumplimiento de la Ley de Responsabilidad Fiscal (Decreto No 25 - 2016), mediante la cual, el déficit (Sector Público No Financiero) no podrá ser mayor a 1.5% en 2017, 1.2% en 2018 y así hasta llegar a un déficit global menor o igual al 1% del Producto Interno Bruto (PIB). Sin embargo, levanta la desconfianza que esta reducción no sea más que una “ilusión” procesada y/o limitada mediante instrumentos legales (Ley de Secretos) y disposiciones generales del presupuesto anual acomodadas e ¨incoherentes¨ a las normativas contables internacionales aplicables al sector público,

administración sea pública o privada esto no contribuye a la disminución real de un déficit, lo que se hace perpetuar aún más la deuda pública, es decir, el pago de deuda con deuda no es más que un juego financiero, para postergar obligaciones actuales para que las enfrenten las generaciones venideras. Operaciones que conllevan un alto costo financiero adicional a la tasa de interés, donde se pagan comisiones a las empresas que intervienen, las que preparan la documentación técnica del proceso, empresas internacionales calificadoras de riesgo, despachos de abogados nacionales e internacionales, bancos intermediarios, lobistas y los costos de viajes de funcionarios.

Per se, el déficit fiscal no es un problema, hasta puede considerase cómo necesario en ocasiones para aceitar y lograr girar el engranaje del Gobierno, hacia inversiones que aumentan la cobertura y calidad de los servicios básicos a la población y potencializar de manera efectiva la inversión e iniciativa privada, sin embargo, cuando se presentan cifras que ocultan la verdadera naturaleza de éste se vuelve no sólo un problema de transparencia, sino también, un problema de sostenibilidad y vulnerabilidad de las finanzas de un país. Ya que lo que se ha hecho realmente no es una reducción del déficit, sino más bien, ocultar el gasto. Cabe resaltar el hecho que nadie “esconde” algo de lo que se está orgulloso, al contrario, se “ocultan” aquellas cosas desagradables, desordenadas, etc. y que en cierto sentido avergüenzan.

Para que las finanzas públicas y sus presupuesto sean acorde a la realidad de un país, es necesario ver el escenario económico y social. En Honduras contamos con varias radiografías importantes para la “supuesta” formulación de los parámetros de ingresos y egresos del Estado. Uno de ellas, es el Programa Monetario 2017-2018 publicado por el Banco Central de Honduras (BCH) en marzo, revisado en junio-julio y publicado en agosto, se elevan las proyecciones de la tasa crecimiento económico de 3.7% a 4.1% (variación del PIB real), que en una lógica rápida se aprecia que, al incrementar el PIB se alienta aumentar los techos de gasto presupuestario y permitirá aumentar el nivel de gasto corriente

pareciera que opera una ¨creatividad¨ para lo contrario y hacia el debilitamiento de instituciones claves que hasta cierto momento ha tenido no obstante los esfuerzos e intenciones de la Contaduría General para la generación de cifras consolidadas del sector público Honduras. Esto, que ha sido en parte por la aplicación de la Ley para el Ordenamiento de las Finanzas Públicas, Control de las Exoneraciones y Medida Anti evasión (Decreto 278 – 2013), que prohíbe la inclusión de nueva deuda al Sistema de Administración Integrada (SIAFI) en el Articulo No 35. Nos da “luces” que las cifras oficiales también no se aproximan a la realidad de las finanzas públicas, debido a estos mecanismos “legales”.

Por ejemplo, al cierre del año 2016, el déficit fiscal fue de 2.8% respecto del PIB, reducción que va más allá del simple hecho de utilizar mecanismos legislativos y contables para lograr la disminución porcentual (observando que en montos absolutos, sigue siendo elevado), sino que también incurren otros elementos, como la postergación del vencimiento en la deuda pública interna (sobre todo, el pago de capital y disminuyendo las tasas de interés a niveles mínimos y a plazos más largos), alargando la “amargura” y poniendo en riesgo a las instituciones de jubilaciones y pensiones. Esto, mediante la emisión de bonos y letras del Estado para saldar deuda de las instituciones estatales mediante la permuta de “otros” bonos y letras que estuviesen por vencerse, esto no es más, que otra de los tantos “espejismos” en materia de administración pública (ya que lo que se ha hecho básicamente es diferir los desembolsos de capital presupuestados, necesarios para la reducción del déficit fiscal anual en Honduras). Otro elemento es el pago de “deuda con deuda”, esto es visto, en la colocación de bonos soberanos para financiar la deuda de las instituciones estatales, evidencia de esto, lo que sucedió en el primer trimestre del año, que el Gobierno percibió alrededor de US$ 700 millones por la colocación de bonos soberanos, con el fin de “aliviar temporalmente” parte de las finanzas precarias de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE) y a la vez incrementar las reservas internacionales. No obstante, bajo cualquier lógica de

(sueldos y salarios), de hecho se ha incrementado el salario a 83,000 empleados públicos (maestros y a los acogidos al régimen de servicio civil), casualmente en plena campaña electoral, y dar imagen que se está dentro de los parámetros de la Ley de Responsabilidad Fiscal, al igual que otros indicadores; como la deuda, déficit fiscal, presión tributaria, etc., simplemente porque se incrementa el parámetro de referencia, así se hacen porcentualmente menores las relaciones… ¡Creativo, debido que sí usted mide 1.55 cm de estatura, no será lo mismo, si se compara con alguien que mide 1.60 cm a con alguien que mida 1.90 cm, en la segunda comparación usted será más “chaparro”!

Aun alcanzando el supuesto optimista crecimiento económico, ese supuesto se basa en el crecimiento de los mismos “sectores dinámicos”… Por ejemplo; en el período 2000-2016 el país ha experimentado tasas de crecimiento levemente aceptables, pero no “rimbombantes” como políticamente se publicitan, ya que no se distancian de manera considerable de las tasas de crecimiento demográfico, el aumento de población absorbe el crecimiento económico real, siempre y cuando el crecimiento obtenido sea distribuido correctamente, cosa que no sucede en Honduras, sino que el efecto es ampliar o a lo sumo mantener los niveles de pobreza y desigualdad.

Se ha crecido levemente año con año, pero ello no ha significado un cambio relevante en materia de distribución del ingreso o de generación masiva de empleo y; por tanto, afirmamos que el modelo económico de Honduras ha propiciado solamente el “dinamismo” de sectores cómo energía, telecomunicaciones y sobre todo el sistema financiero que; precisamente, no son generadores intensivos de empleo y a la distribución de la riqueza. Interesa destacar, que no es ninguna coincidencia que el costo de la energía para la mayoría de hogares ha crecido enormemente, igual en las tasas de interés en el sistema financiero y los precios de los servicios de telecomunicaciones. Este dinamismo de energía, banca y comunicaciones, por tanto, descansa en extraer mucho dinero de los presupuestos limitados de la mayoría de hogares. A

esto, se suma el deterioro de los Servicios Públicos, de energía, agua, telecomunicación de las empresas estatales, y nos preguntamos, supuestamente estos sectores impulsan el crecimiento económico para “toda” Honduras o solo de algunos, ya que, afectan la economía de la mayoría a través de apagones, costo de la energía, costos de producción, incremento de precios, resta capacidad de compra los hogares y en consecuencia incide en la calidad de vida.

Sin embargo, el comportamiento de sectores económicos que si son grandes generadores de empleo, propician derrame económico, pagan la mayoría de los impuestos, distribuyen en mejor manera el ingreso y aplacan la desigualdad, como lo son la Agricultura, Ganadería, Silvicultura, Caza y Pesca, el Comercio, también la Construcción- han sido verdaderamente muy escaso desde el mismo inicio del período 2000-2016. Además, no es capaz de generar efectos de arrastre o efectos multiplicadores para los sectores económicos donde se concentra la gran mayoría de la población ocupada. Acentuando más bien (los sectores que impulsan el dizque crecimiento económico), el empleo precario, con 7 de cada 10 hondureños ocupados recibiendo por debajo de un salario mínimo.

Consideramos como un aspecto sobresaliente, probablemente vinculado al dinamismo bien diferenciado entre subsectores económicos, son las tendencias observadas en la relación del PIB con el volumen de comercio internacional (técnicamente llamado; grado de apertura de la economía) pues se muestra un notable y preocupante crecimiento en el período: de 80% a 112% del PIB en el período 2000 – 2016 respectivamente. El notable crecimiento de las importaciones, estaría afectando a varios subsectores de actividad económica, tal es el caso de las crecientes importaciones de alimentos, ropa, muebles, insumos de varias industrias que; en buena medida, generan la pérdida de empleos y el uso cada vez menor de materias primas nacionales (restando producción y productividad a nuestros empresarios). A esto, se suma una disminución de Inversión Extranjera Directa (IED) de alrededor de

US$ 200 millones al año 2016, con respecto al año 2015, y cabe mencionar, que el 70% de esos aproximadamente US$ 1,000 es un “reciclaje o reinversión” de utilidades de las grandes industrias, no de “capitales frescos”. La inversión nacional privada se mantiene a la “expectativa”, y sigue siendo moderado por cierto acomodo con a la incertidumbre política.

Estas distorsiones económicas en la producción de bienes y servicios, y comercio, nos dan según dicen ciertas entidades públicas bajas tasas de inflación en el período 2010-2016 (de un solo dígito) generando una “ilusión” de incremento del poder adquisitivo del Lempira. Sin embargo en la realidad, se trata de un deterioro de aproximadamente 10 centavos al Lempira respecto al año base 2000 (en base en el Índice de Precios al Consumidor –IPC, en años anteriores 2000-2010 ha perdido aproximadamente 57 centavos, por lo tanto el Lempira de hoy en relación al del año 2000, vale 33 centavos ) y; por otra parte, la tasa de inflación es un promedio que oculta muchas realidades; para el caso, ha estado ocurriendo con la leche en polvo importada, con medicamentos como los antibióticos o con el precio del combustible o el LPG, o la ineficiencia de los servicios públicos. Las amas de casa se quejan que cada vez tienen que suprimir el consumo de muchos bienes que antes eran accesibles pero ahora han alcanzado precios exorbitantes (en el año 2000 una docena de huevos costaba 12.67 Lempiras en Tegucigalpa y 13.65 en San Pedro Sula y ya en 2016 esa misma docena de huevos costaba 35.7 Lempiras lo que representa que el precio de los huevos creció 161.7% y no es difícil constatar que los salarios no crecieron a dicha tasa). Y; además, nada indica que los huevos bajarán de precio al finalizar el año 2017 o al 2018. La tendencia a la baja del poder adquisitivo de los hogares seguirá el rumbo o; lo que es lo mismo, la celebrada buena macroeconomía del país no pasa por las mesas de la gran mayoría de hogares. Observando el gran deterioro de la calidad de vida de los y las hondureñas, y el mayor impacto lo recibe la Región Central de Honduras (la zona también más poblada del país) que presenta los niveles de inflación más altos, la pregunta es entonces, cual es el peso de esta región en el cálculo del IPC, ya que siempre está por

arriba del promedio nacional y cuáles son los factores que inciden en ello, la mayor persecución fiscal nacional, municipal, extorsión; la incidencia de los peajes en los precios de los bienes importados de otros países y/o regiones del país. Por ejemplo, Francisco Morazán (en esencia el Distrito Central) genero entre 2012-2016 el 72.2% de los impuestos y Cortes (sumando Puerto Cortes, Choloma, San Pedro Sula, Villanueva, y otras ciudades intermedias con zonas industriales) el 22.0%; los siguientes departamento son Copán con el 1.6% y Ocotepeque con 1.1%; los 14 departamentos restantes el 3.1%.

En estos momentos, los hondureños viven el país de lo “usado”. Somos una sociedad del reciclaje de ropa, zapatos, hasta ropa interior, electrodomésticos, juguetes, herramientas, en fin lo desechado principalmente de EEUU. Esto no son síntomas de una economía sana, robusta y con crecimiento sostenible. La proliferación de los comercios de lo “usado” no solo es “a veces” la opción de compra, para la mayoría son la única forma de adquirir estos bienes. Señales de la degradación de la calidad de vida de los hondureños y hondureñas, no solo en materia económica, sino de la dignidad humana.

A pesar de intentar invisibilizar las regiones del país, nos hacemos preguntas si ¿Existe el análisis de las economías territoriales?, hacemos referencia porque el motor económico de algunas regiones, eran el narcotráfico. Y este es, uno de lo que el actual gobierno se “ufana”, lo cual, es logro de otros gobiernos (puntualmente de E.E.U.U.). Los casos de la depresión económica es notable, municipios en Occidente, Litoral Atlántico y algunas zonas de oriente, peor aún, no existe políticas públicas de parte del gobierno coherentes de sustituir estos agentes económicos negativos que tuvieron carta abierta (narcotraficantes) hasta que desde afuera presionaron; por ahora solo se percibe un apetito “voraz” de adueñarse de los bienes que amasaron. ¿Tendrá que verse disminución en la importación y exportación, así como el financiamiento y consumo interno nacional, el no tener capacidad de suplantar esas “economías subterráneas”?

En la formulación de políticas económicas, ahora en el caso particular referido al Marco Macro Fiscal de Mediano Plazo de la Secretaría de Finanzas como otras radiografías poco claras del país, y así tener una buena receta, que tiene casi son las mismas cifras que el Programa Monetario del BCH (sólo que desactualizadas, ya que en la revisión del Programa Monetario, incrementaron las “perspectivas”), ¿Qué tan efectivo serán los instrumentos de política económica, sociales y fiscales sí sus fundamentos se alejan de la realidad?

Una parte de la dinámica económica mostrada con anterioridad y de conocimiento de todos, nos da a pensar que debe existir un alto nivel de aproximación a la realidad, sin embargo, la situación es otra, tanto de las finanzas públicas como económica del país. El sector público a pesar de tener una observación diferente de la realidad y que a través de categorías estructuradas para la formulación de políticas fiscales coherentes, pensamos que deben tener las acciones encaminadas a mejorar las condiciones de las mayorías debido que cuentan con los diversos datos y relaciones que son trasladados en indicadores. No obstante, la dinámica macroeconómica actual no llega a la mayoría de los hogares, que al final son los que financian la mayoría del ingreso a través de los impuestos. Los ingresos totales “supuestamente” de la Administración Central llegarán a L 140,283.6 millones para el año 2018, por Endeudamiento Público se obtendrán recursos por L 28,390.6 millones según las proyecciones del Presupuesto, que al parecer no existe conciencia del impacto del nivel de endeudamiento externo e interno de Honduras. Como expresamos anteriormente pagar “deuda con deuda” no es algo de unas finanzas sanas. Importante mencionar por concepto Servicio de la Deuda Pública pagaremos L 34,032.4 millones, en tanto en educación L 28,077.7 millones, en salud L.14,434.2 millones. Cabe hacer notar que el impacto de los incrementos salariales otorgados será de alrededor de L 5,500 millones mas en sueldos y salarios y sus colaterales.

Cuando se tiene un nivel de ingreso alto, sobre todo debido que la

mayor parte de esos ingresos viene por recaudación tributaria, por cierto mayormente por impuestos indirectos que consolidan un sistema regresivo “perverso”. Hace que la presión tributaria (relación de los ingresos tributarios con respecto al PIB) sea la más alta de Centro América. Esto, sin sumar las contribuciones L 6,800 millones a los sistemas de pensiones y jubilaciones y al sistema de seguridad social, que harán el sector privado (empleados y empleadores) para el año 2018.

La realidad es otra, y el “espejismo” es más intenso. Pero porque no cuadran las cifras oficiales con la realidad. Gran parte de ello, es no querer expresarla, otra, es la perversidad concierne a las instituciones que producen la información fiscal, monetaria, económica y social. Para citar uno de tantos ejemplo; El BCH utiliza un Sistema de Cuentas Nacionales del año 1993 (los países optan por el año 2008) y su año base es del año 2000 (lejos de la actualidad; 17 años, hace 17 años la realidad cambió enormemente). Por ejemplo; ¿Acaso no daño el patrimonio forestal de Honduras El Gorgojo, así como las explotaciones mineras, la sustitución de coberturas forestales por expansión de palma africana y el café?, sin embargo, eso no es contabilizado por el desfase en el ajuste ambiental y la pérdida de patrimonio de bienes nacionales por el Sistema de Cuentas Nacionales. Y para esto la necesidad de actualizarnos, así acortar la brecha de la realidad y las cifras oficiales, debido;

Page 11: 1. Proyecciones de cifras coherentes con la realidad · otra de los tantos “espejismos” en materia de administración pública (ya que lo que se ha hecho básicamente es diferir

EL FOSDEH no se cansa de mencionar que el Presupuesto General de cualquier país es un instrumento de desarrollo, y este, debe contener las soluciones inmediatas a las necesidades del país y acciones que progresivamente solventarán los problemas mayores de una nación, siempre, bajo los lineamientos de la planificación nacional. Cuando no es así, perdemos la oportunidad de mejorar las condiciones de vida de las y los ciudadanos, tener un crecimiento económico inclusivo, encontrar las rutas del desarrollo sostenible, entre otros, y nos mantienen sumergidos en la pobreza y desigualdad. No obstante, para convertir el presupuesto general de la República en una herramienta de desarrollo debe contener un alto nivel de aproximación de la realidad, ya que “una buena receta, depende de una buena radiografía” [1].

Aunado, si deseamos que el presupuesto sea una herramienta de desarrollo, es necesario el combate a la corrupción, flagelo importante de erradicar, así tener ingresos y egresos del Estado coherente a la realidad. Para que los egresos no se desvíen, no se

otorguen a terceros sin respaldo, sean mal gastados, se usen en intereses particulares, se debiliten las instituciones para privatizar los servicios públicos, entre otros, debido que los ingresos por recursos fiscales que financian los egresos son escasos, y la carga de impuestos a la población, dada la política fiscal regresiva, es casi asfixiante, al igual que la deuda pública.

La corrupción también se expresa en el “maquillaje positivista” de las cifras, vender “ilusiones” o no contar “la película” completa, tener sistemas financieros no actualizados y acordes al contexto. La vacuna de la corrupción es la transparencia, la verdadera rendición; ligada a una contabilidad real de los gastos e ingresos del Estado y la participación ciudadana, esta última, según la Encuesta sobre el Presupuesto Abierto 2015, “el gobierno de Honduras puede considerarse débil en cuanto a las oportunidades que le ofrece al público para participar en el proceso presupuestario”. Y para finales del año 2016, seguimos con debilidades en un Presupuesto Ciudadano y una Declaración Pre-Presupuesto [2] . Siendo las finanzas públicas sanas (y reales) un determinante (o las bases) para formular otras finanzas en los años sucesivos…

En los dos últimos años el Gobierno presume de una reducción sustancial en el déficit fiscal, aún más, resaltan la construcción y el cumplimiento de la Ley de Responsabilidad Fiscal (Decreto No 25 - 2016), mediante la cual, el déficit (Sector Público No Financiero) no podrá ser mayor a 1.5% en 2017, 1.2% en 2018 y así hasta llegar a un déficit global menor o igual al 1% del Producto Interno Bruto (PIB). Sin embargo, levanta la desconfianza que esta reducción no sea más que una “ilusión” procesada y/o limitada mediante instrumentos legales (Ley de Secretos) y disposiciones generales del presupuesto anual acomodadas e ¨incoherentes¨ a las normativas contables internacionales aplicables al sector público,

administración sea pública o privada esto no contribuye a la disminución real de un déficit, lo que se hace perpetuar aún más la deuda pública, es decir, el pago de deuda con deuda no es más que un juego financiero, para postergar obligaciones actuales para que las enfrenten las generaciones venideras. Operaciones que conllevan un alto costo financiero adicional a la tasa de interés, donde se pagan comisiones a las empresas que intervienen, las que preparan la documentación técnica del proceso, empresas internacionales calificadoras de riesgo, despachos de abogados nacionales e internacionales, bancos intermediarios, lobistas y los costos de viajes de funcionarios.

Per se, el déficit fiscal no es un problema, hasta puede considerase cómo necesario en ocasiones para aceitar y lograr girar el engranaje del Gobierno, hacia inversiones que aumentan la cobertura y calidad de los servicios básicos a la población y potencializar de manera efectiva la inversión e iniciativa privada, sin embargo, cuando se presentan cifras que ocultan la verdadera naturaleza de éste se vuelve no sólo un problema de transparencia, sino también, un problema de sostenibilidad y vulnerabilidad de las finanzas de un país. Ya que lo que se ha hecho realmente no es una reducción del déficit, sino más bien, ocultar el gasto. Cabe resaltar el hecho que nadie “esconde” algo de lo que se está orgulloso, al contrario, se “ocultan” aquellas cosas desagradables, desordenadas, etc. y que en cierto sentido avergüenzan.

Para que las finanzas públicas y sus presupuesto sean acorde a la realidad de un país, es necesario ver el escenario económico y social. En Honduras contamos con varias radiografías importantes para la “supuesta” formulación de los parámetros de ingresos y egresos del Estado. Uno de ellas, es el Programa Monetario 2017-2018 publicado por el Banco Central de Honduras (BCH) en marzo, revisado en junio-julio y publicado en agosto, se elevan las proyecciones de la tasa crecimiento económico de 3.7% a 4.1% (variación del PIB real), que en una lógica rápida se aprecia que, al incrementar el PIB se alienta aumentar los techos de gasto presupuestario y permitirá aumentar el nivel de gasto corriente

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pareciera que opera una ¨creatividad¨ para lo contrario y hacia el debilitamiento de instituciones claves que hasta cierto momento ha tenido no obstante los esfuerzos e intenciones de la Contaduría General para la generación de cifras consolidadas del sector público Honduras. Esto, que ha sido en parte por la aplicación de la Ley para el Ordenamiento de las Finanzas Públicas, Control de las Exoneraciones y Medida Anti evasión (Decreto 278 – 2013), que prohíbe la inclusión de nueva deuda al Sistema de Administración Integrada (SIAFI) en el Articulo No 35. Nos da “luces” que las cifras oficiales también no se aproximan a la realidad de las finanzas públicas, debido a estos mecanismos “legales”.

Por ejemplo, al cierre del año 2016, el déficit fiscal fue de 2.8% respecto del PIB, reducción que va más allá del simple hecho de utilizar mecanismos legislativos y contables para lograr la disminución porcentual (observando que en montos absolutos, sigue siendo elevado), sino que también incurren otros elementos, como la postergación del vencimiento en la deuda pública interna (sobre todo, el pago de capital y disminuyendo las tasas de interés a niveles mínimos y a plazos más largos), alargando la “amargura” y poniendo en riesgo a las instituciones de jubilaciones y pensiones. Esto, mediante la emisión de bonos y letras del Estado para saldar deuda de las instituciones estatales mediante la permuta de “otros” bonos y letras que estuviesen por vencerse, esto no es más, que otra de los tantos “espejismos” en materia de administración pública (ya que lo que se ha hecho básicamente es diferir los desembolsos de capital presupuestados, necesarios para la reducción del déficit fiscal anual en Honduras). Otro elemento es el pago de “deuda con deuda”, esto es visto, en la colocación de bonos soberanos para financiar la deuda de las instituciones estatales, evidencia de esto, lo que sucedió en el primer trimestre del año, que el Gobierno percibió alrededor de US$ 700 millones por la colocación de bonos soberanos, con el fin de “aliviar temporalmente” parte de las finanzas precarias de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE) y a la vez incrementar las reservas internacionales. No obstante, bajo cualquier lógica de

(sueldos y salarios), de hecho se ha incrementado el salario a 83,000 empleados públicos (maestros y a los acogidos al régimen de servicio civil), casualmente en plena campaña electoral, y dar imagen que se está dentro de los parámetros de la Ley de Responsabilidad Fiscal, al igual que otros indicadores; como la deuda, déficit fiscal, presión tributaria, etc., simplemente porque se incrementa el parámetro de referencia, así se hacen porcentualmente menores las relaciones… ¡Creativo, debido que sí usted mide 1.55 cm de estatura, no será lo mismo, si se compara con alguien que mide 1.60 cm a con alguien que mida 1.90 cm, en la segunda comparación usted será más “chaparro”!

Aun alcanzando el supuesto optimista crecimiento económico, ese supuesto se basa en el crecimiento de los mismos “sectores dinámicos”… Por ejemplo; en el período 2000-2016 el país ha experimentado tasas de crecimiento levemente aceptables, pero no “rimbombantes” como políticamente se publicitan, ya que no se distancian de manera considerable de las tasas de crecimiento demográfico, el aumento de población absorbe el crecimiento económico real, siempre y cuando el crecimiento obtenido sea distribuido correctamente, cosa que no sucede en Honduras, sino que el efecto es ampliar o a lo sumo mantener los niveles de pobreza y desigualdad.

Se ha crecido levemente año con año, pero ello no ha significado un cambio relevante en materia de distribución del ingreso o de generación masiva de empleo y; por tanto, afirmamos que el modelo económico de Honduras ha propiciado solamente el “dinamismo” de sectores cómo energía, telecomunicaciones y sobre todo el sistema financiero que; precisamente, no son generadores intensivos de empleo y a la distribución de la riqueza. Interesa destacar, que no es ninguna coincidencia que el costo de la energía para la mayoría de hogares ha crecido enormemente, igual en las tasas de interés en el sistema financiero y los precios de los servicios de telecomunicaciones. Este dinamismo de energía, banca y comunicaciones, por tanto, descansa en extraer mucho dinero de los presupuestos limitados de la mayoría de hogares. A

esto, se suma el deterioro de los Servicios Públicos, de energía, agua, telecomunicación de las empresas estatales, y nos preguntamos, supuestamente estos sectores impulsan el crecimiento económico para “toda” Honduras o solo de algunos, ya que, afectan la economía de la mayoría a través de apagones, costo de la energía, costos de producción, incremento de precios, resta capacidad de compra los hogares y en consecuencia incide en la calidad de vida.

Sin embargo, el comportamiento de sectores económicos que si son grandes generadores de empleo, propician derrame económico, pagan la mayoría de los impuestos, distribuyen en mejor manera el ingreso y aplacan la desigualdad, como lo son la Agricultura, Ganadería, Silvicultura, Caza y Pesca, el Comercio, también la Construcción- han sido verdaderamente muy escaso desde el mismo inicio del período 2000-2016. Además, no es capaz de generar efectos de arrastre o efectos multiplicadores para los sectores económicos donde se concentra la gran mayoría de la población ocupada. Acentuando más bien (los sectores que impulsan el dizque crecimiento económico), el empleo precario, con 7 de cada 10 hondureños ocupados recibiendo por debajo de un salario mínimo.

Consideramos como un aspecto sobresaliente, probablemente vinculado al dinamismo bien diferenciado entre subsectores económicos, son las tendencias observadas en la relación del PIB con el volumen de comercio internacional (técnicamente llamado; grado de apertura de la economía) pues se muestra un notable y preocupante crecimiento en el período: de 80% a 112% del PIB en el período 2000 – 2016 respectivamente. El notable crecimiento de las importaciones, estaría afectando a varios subsectores de actividad económica, tal es el caso de las crecientes importaciones de alimentos, ropa, muebles, insumos de varias industrias que; en buena medida, generan la pérdida de empleos y el uso cada vez menor de materias primas nacionales (restando producción y productividad a nuestros empresarios). A esto, se suma una disminución de Inversión Extranjera Directa (IED) de alrededor de

US$ 200 millones al año 2016, con respecto al año 2015, y cabe mencionar, que el 70% de esos aproximadamente US$ 1,000 es un “reciclaje o reinversión” de utilidades de las grandes industrias, no de “capitales frescos”. La inversión nacional privada se mantiene a la “expectativa”, y sigue siendo moderado por cierto acomodo con a la incertidumbre política.

Estas distorsiones económicas en la producción de bienes y servicios, y comercio, nos dan según dicen ciertas entidades públicas bajas tasas de inflación en el período 2010-2016 (de un solo dígito) generando una “ilusión” de incremento del poder adquisitivo del Lempira. Sin embargo en la realidad, se trata de un deterioro de aproximadamente 10 centavos al Lempira respecto al año base 2000 (en base en el Índice de Precios al Consumidor –IPC, en años anteriores 2000-2010 ha perdido aproximadamente 57 centavos, por lo tanto el Lempira de hoy en relación al del año 2000, vale 33 centavos ) y; por otra parte, la tasa de inflación es un promedio que oculta muchas realidades; para el caso, ha estado ocurriendo con la leche en polvo importada, con medicamentos como los antibióticos o con el precio del combustible o el LPG, o la ineficiencia de los servicios públicos. Las amas de casa se quejan que cada vez tienen que suprimir el consumo de muchos bienes que antes eran accesibles pero ahora han alcanzado precios exorbitantes (en el año 2000 una docena de huevos costaba 12.67 Lempiras en Tegucigalpa y 13.65 en San Pedro Sula y ya en 2016 esa misma docena de huevos costaba 35.7 Lempiras lo que representa que el precio de los huevos creció 161.7% y no es difícil constatar que los salarios no crecieron a dicha tasa). Y; además, nada indica que los huevos bajarán de precio al finalizar el año 2017 o al 2018. La tendencia a la baja del poder adquisitivo de los hogares seguirá el rumbo o; lo que es lo mismo, la celebrada buena macroeconomía del país no pasa por las mesas de la gran mayoría de hogares. Observando el gran deterioro de la calidad de vida de los y las hondureñas, y el mayor impacto lo recibe la Región Central de Honduras (la zona también más poblada del país) que presenta los niveles de inflación más altos, la pregunta es entonces, cual es el peso de esta región en el cálculo del IPC, ya que siempre está por

arriba del promedio nacional y cuáles son los factores que inciden en ello, la mayor persecución fiscal nacional, municipal, extorsión; la incidencia de los peajes en los precios de los bienes importados de otros países y/o regiones del país. Por ejemplo, Francisco Morazán (en esencia el Distrito Central) genero entre 2012-2016 el 72.2% de los impuestos y Cortes (sumando Puerto Cortes, Choloma, San Pedro Sula, Villanueva, y otras ciudades intermedias con zonas industriales) el 22.0%; los siguientes departamento son Copán con el 1.6% y Ocotepeque con 1.1%; los 14 departamentos restantes el 3.1%.

En estos momentos, los hondureños viven el país de lo “usado”. Somos una sociedad del reciclaje de ropa, zapatos, hasta ropa interior, electrodomésticos, juguetes, herramientas, en fin lo desechado principalmente de EEUU. Esto no son síntomas de una economía sana, robusta y con crecimiento sostenible. La proliferación de los comercios de lo “usado” no solo es “a veces” la opción de compra, para la mayoría son la única forma de adquirir estos bienes. Señales de la degradación de la calidad de vida de los hondureños y hondureñas, no solo en materia económica, sino de la dignidad humana.

A pesar de intentar invisibilizar las regiones del país, nos hacemos preguntas si ¿Existe el análisis de las economías territoriales?, hacemos referencia porque el motor económico de algunas regiones, eran el narcotráfico. Y este es, uno de lo que el actual gobierno se “ufana”, lo cual, es logro de otros gobiernos (puntualmente de E.E.U.U.). Los casos de la depresión económica es notable, municipios en Occidente, Litoral Atlántico y algunas zonas de oriente, peor aún, no existe políticas públicas de parte del gobierno coherentes de sustituir estos agentes económicos negativos que tuvieron carta abierta (narcotraficantes) hasta que desde afuera presionaron; por ahora solo se percibe un apetito “voraz” de adueñarse de los bienes que amasaron. ¿Tendrá que verse disminución en la importación y exportación, así como el financiamiento y consumo interno nacional, el no tener capacidad de suplantar esas “economías subterráneas”?

En la formulación de políticas económicas, ahora en el caso particular referido al Marco Macro Fiscal de Mediano Plazo de la Secretaría de Finanzas como otras radiografías poco claras del país, y así tener una buena receta, que tiene casi son las mismas cifras que el Programa Monetario del BCH (sólo que desactualizadas, ya que en la revisión del Programa Monetario, incrementaron las “perspectivas”), ¿Qué tan efectivo serán los instrumentos de política económica, sociales y fiscales sí sus fundamentos se alejan de la realidad?

Una parte de la dinámica económica mostrada con anterioridad y de conocimiento de todos, nos da a pensar que debe existir un alto nivel de aproximación a la realidad, sin embargo, la situación es otra, tanto de las finanzas públicas como económica del país. El sector público a pesar de tener una observación diferente de la realidad y que a través de categorías estructuradas para la formulación de políticas fiscales coherentes, pensamos que deben tener las acciones encaminadas a mejorar las condiciones de las mayorías debido que cuentan con los diversos datos y relaciones que son trasladados en indicadores. No obstante, la dinámica macroeconómica actual no llega a la mayoría de los hogares, que al final son los que financian la mayoría del ingreso a través de los impuestos. Los ingresos totales “supuestamente” de la Administración Central llegarán a L 140,283.6 millones para el año 2018, por Endeudamiento Público se obtendrán recursos por L 28,390.6 millones según las proyecciones del Presupuesto, que al parecer no existe conciencia del impacto del nivel de endeudamiento externo e interno de Honduras. Como expresamos anteriormente pagar “deuda con deuda” no es algo de unas finanzas sanas. Importante mencionar por concepto Servicio de la Deuda Pública pagaremos L 34,032.4 millones, en tanto en educación L 28,077.7 millones, en salud L.14,434.2 millones. Cabe hacer notar que el impacto de los incrementos salariales otorgados será de alrededor de L 5,500 millones mas en sueldos y salarios y sus colaterales.

Cuando se tiene un nivel de ingreso alto, sobre todo debido que la

mayor parte de esos ingresos viene por recaudación tributaria, por cierto mayormente por impuestos indirectos que consolidan un sistema regresivo “perverso”. Hace que la presión tributaria (relación de los ingresos tributarios con respecto al PIB) sea la más alta de Centro América. Esto, sin sumar las contribuciones L 6,800 millones a los sistemas de pensiones y jubilaciones y al sistema de seguridad social, que harán el sector privado (empleados y empleadores) para el año 2018.

La realidad es otra, y el “espejismo” es más intenso. Pero porque no cuadran las cifras oficiales con la realidad. Gran parte de ello, es no querer expresarla, otra, es la perversidad concierne a las instituciones que producen la información fiscal, monetaria, económica y social. Para citar uno de tantos ejemplo; El BCH utiliza un Sistema de Cuentas Nacionales del año 1993 (los países optan por el año 2008) y su año base es del año 2000 (lejos de la actualidad; 17 años, hace 17 años la realidad cambió enormemente). Por ejemplo; ¿Acaso no daño el patrimonio forestal de Honduras El Gorgojo, así como las explotaciones mineras, la sustitución de coberturas forestales por expansión de palma africana y el café?, sin embargo, eso no es contabilizado por el desfase en el ajuste ambiental y la pérdida de patrimonio de bienes nacionales por el Sistema de Cuentas Nacionales. Y para esto la necesidad de actualizarnos, así acortar la brecha de la realidad y las cifras oficiales, debido;

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EL FOSDEH no se cansa de mencionar que el Presupuesto General de cualquier país es un instrumento de desarrollo, y este, debe contener las soluciones inmediatas a las necesidades del país y acciones que progresivamente solventarán los problemas mayores de una nación, siempre, bajo los lineamientos de la planificación nacional. Cuando no es así, perdemos la oportunidad de mejorar las condiciones de vida de las y los ciudadanos, tener un crecimiento económico inclusivo, encontrar las rutas del desarrollo sostenible, entre otros, y nos mantienen sumergidos en la pobreza y desigualdad. No obstante, para convertir el presupuesto general de la República en una herramienta de desarrollo debe contener un alto nivel de aproximación de la realidad, ya que “una buena receta, depende de una buena radiografía” [1].

Aunado, si deseamos que el presupuesto sea una herramienta de desarrollo, es necesario el combate a la corrupción, flagelo importante de erradicar, así tener ingresos y egresos del Estado coherente a la realidad. Para que los egresos no se desvíen, no se

otorguen a terceros sin respaldo, sean mal gastados, se usen en intereses particulares, se debiliten las instituciones para privatizar los servicios públicos, entre otros, debido que los ingresos por recursos fiscales que financian los egresos son escasos, y la carga de impuestos a la población, dada la política fiscal regresiva, es casi asfixiante, al igual que la deuda pública.

La corrupción también se expresa en el “maquillaje positivista” de las cifras, vender “ilusiones” o no contar “la película” completa, tener sistemas financieros no actualizados y acordes al contexto. La vacuna de la corrupción es la transparencia, la verdadera rendición; ligada a una contabilidad real de los gastos e ingresos del Estado y la participación ciudadana, esta última, según la Encuesta sobre el Presupuesto Abierto 2015, “el gobierno de Honduras puede considerarse débil en cuanto a las oportunidades que le ofrece al público para participar en el proceso presupuestario”. Y para finales del año 2016, seguimos con debilidades en un Presupuesto Ciudadano y una Declaración Pre-Presupuesto [2] . Siendo las finanzas públicas sanas (y reales) un determinante (o las bases) para formular otras finanzas en los años sucesivos…

En los dos últimos años el Gobierno presume de una reducción sustancial en el déficit fiscal, aún más, resaltan la construcción y el cumplimiento de la Ley de Responsabilidad Fiscal (Decreto No 25 - 2016), mediante la cual, el déficit (Sector Público No Financiero) no podrá ser mayor a 1.5% en 2017, 1.2% en 2018 y así hasta llegar a un déficit global menor o igual al 1% del Producto Interno Bruto (PIB). Sin embargo, levanta la desconfianza que esta reducción no sea más que una “ilusión” procesada y/o limitada mediante instrumentos legales (Ley de Secretos) y disposiciones generales del presupuesto anual acomodadas e ¨incoherentes¨ a las normativas contables internacionales aplicables al sector público,

administración sea pública o privada esto no contribuye a la disminución real de un déficit, lo que se hace perpetuar aún más la deuda pública, es decir, el pago de deuda con deuda no es más que un juego financiero, para postergar obligaciones actuales para que las enfrenten las generaciones venideras. Operaciones que conllevan un alto costo financiero adicional a la tasa de interés, donde se pagan comisiones a las empresas que intervienen, las que preparan la documentación técnica del proceso, empresas internacionales calificadoras de riesgo, despachos de abogados nacionales e internacionales, bancos intermediarios, lobistas y los costos de viajes de funcionarios.

Per se, el déficit fiscal no es un problema, hasta puede considerase cómo necesario en ocasiones para aceitar y lograr girar el engranaje del Gobierno, hacia inversiones que aumentan la cobertura y calidad de los servicios básicos a la población y potencializar de manera efectiva la inversión e iniciativa privada, sin embargo, cuando se presentan cifras que ocultan la verdadera naturaleza de éste se vuelve no sólo un problema de transparencia, sino también, un problema de sostenibilidad y vulnerabilidad de las finanzas de un país. Ya que lo que se ha hecho realmente no es una reducción del déficit, sino más bien, ocultar el gasto. Cabe resaltar el hecho que nadie “esconde” algo de lo que se está orgulloso, al contrario, se “ocultan” aquellas cosas desagradables, desordenadas, etc. y que en cierto sentido avergüenzan.

Para que las finanzas públicas y sus presupuesto sean acorde a la realidad de un país, es necesario ver el escenario económico y social. En Honduras contamos con varias radiografías importantes para la “supuesta” formulación de los parámetros de ingresos y egresos del Estado. Uno de ellas, es el Programa Monetario 2017-2018 publicado por el Banco Central de Honduras (BCH) en marzo, revisado en junio-julio y publicado en agosto, se elevan las proyecciones de la tasa crecimiento económico de 3.7% a 4.1% (variación del PIB real), que en una lógica rápida se aprecia que, al incrementar el PIB se alienta aumentar los techos de gasto presupuestario y permitirá aumentar el nivel de gasto corriente

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pareciera que opera una ¨creatividad¨ para lo contrario y hacia el debilitamiento de instituciones claves que hasta cierto momento ha tenido no obstante los esfuerzos e intenciones de la Contaduría General para la generación de cifras consolidadas del sector público Honduras. Esto, que ha sido en parte por la aplicación de la Ley para el Ordenamiento de las Finanzas Públicas, Control de las Exoneraciones y Medida Anti evasión (Decreto 278 – 2013), que prohíbe la inclusión de nueva deuda al Sistema de Administración Integrada (SIAFI) en el Articulo No 35. Nos da “luces” que las cifras oficiales también no se aproximan a la realidad de las finanzas públicas, debido a estos mecanismos “legales”.

Por ejemplo, al cierre del año 2016, el déficit fiscal fue de 2.8% respecto del PIB, reducción que va más allá del simple hecho de utilizar mecanismos legislativos y contables para lograr la disminución porcentual (observando que en montos absolutos, sigue siendo elevado), sino que también incurren otros elementos, como la postergación del vencimiento en la deuda pública interna (sobre todo, el pago de capital y disminuyendo las tasas de interés a niveles mínimos y a plazos más largos), alargando la “amargura” y poniendo en riesgo a las instituciones de jubilaciones y pensiones. Esto, mediante la emisión de bonos y letras del Estado para saldar deuda de las instituciones estatales mediante la permuta de “otros” bonos y letras que estuviesen por vencerse, esto no es más, que otra de los tantos “espejismos” en materia de administración pública (ya que lo que se ha hecho básicamente es diferir los desembolsos de capital presupuestados, necesarios para la reducción del déficit fiscal anual en Honduras). Otro elemento es el pago de “deuda con deuda”, esto es visto, en la colocación de bonos soberanos para financiar la deuda de las instituciones estatales, evidencia de esto, lo que sucedió en el primer trimestre del año, que el Gobierno percibió alrededor de US$ 700 millones por la colocación de bonos soberanos, con el fin de “aliviar temporalmente” parte de las finanzas precarias de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE) y a la vez incrementar las reservas internacionales. No obstante, bajo cualquier lógica de

(sueldos y salarios), de hecho se ha incrementado el salario a 83,000 empleados públicos (maestros y a los acogidos al régimen de servicio civil), casualmente en plena campaña electoral, y dar imagen que se está dentro de los parámetros de la Ley de Responsabilidad Fiscal, al igual que otros indicadores; como la deuda, déficit fiscal, presión tributaria, etc., simplemente porque se incrementa el parámetro de referencia, así se hacen porcentualmente menores las relaciones… ¡Creativo, debido que sí usted mide 1.55 cm de estatura, no será lo mismo, si se compara con alguien que mide 1.60 cm a con alguien que mida 1.90 cm, en la segunda comparación usted será más “chaparro”!

Aun alcanzando el supuesto optimista crecimiento económico, ese supuesto se basa en el crecimiento de los mismos “sectores dinámicos”… Por ejemplo; en el período 2000-2016 el país ha experimentado tasas de crecimiento levemente aceptables, pero no “rimbombantes” como políticamente se publicitan, ya que no se distancian de manera considerable de las tasas de crecimiento demográfico, el aumento de población absorbe el crecimiento económico real, siempre y cuando el crecimiento obtenido sea distribuido correctamente, cosa que no sucede en Honduras, sino que el efecto es ampliar o a lo sumo mantener los niveles de pobreza y desigualdad.

Se ha crecido levemente año con año, pero ello no ha significado un cambio relevante en materia de distribución del ingreso o de generación masiva de empleo y; por tanto, afirmamos que el modelo económico de Honduras ha propiciado solamente el “dinamismo” de sectores cómo energía, telecomunicaciones y sobre todo el sistema financiero que; precisamente, no son generadores intensivos de empleo y a la distribución de la riqueza. Interesa destacar, que no es ninguna coincidencia que el costo de la energía para la mayoría de hogares ha crecido enormemente, igual en las tasas de interés en el sistema financiero y los precios de los servicios de telecomunicaciones. Este dinamismo de energía, banca y comunicaciones, por tanto, descansa en extraer mucho dinero de los presupuestos limitados de la mayoría de hogares. A

esto, se suma el deterioro de los Servicios Públicos, de energía, agua, telecomunicación de las empresas estatales, y nos preguntamos, supuestamente estos sectores impulsan el crecimiento económico para “toda” Honduras o solo de algunos, ya que, afectan la economía de la mayoría a través de apagones, costo de la energía, costos de producción, incremento de precios, resta capacidad de compra los hogares y en consecuencia incide en la calidad de vida.

Sin embargo, el comportamiento de sectores económicos que si son grandes generadores de empleo, propician derrame económico, pagan la mayoría de los impuestos, distribuyen en mejor manera el ingreso y aplacan la desigualdad, como lo son la Agricultura, Ganadería, Silvicultura, Caza y Pesca, el Comercio, también la Construcción- han sido verdaderamente muy escaso desde el mismo inicio del período 2000-2016. Además, no es capaz de generar efectos de arrastre o efectos multiplicadores para los sectores económicos donde se concentra la gran mayoría de la población ocupada. Acentuando más bien (los sectores que impulsan el dizque crecimiento económico), el empleo precario, con 7 de cada 10 hondureños ocupados recibiendo por debajo de un salario mínimo.

Consideramos como un aspecto sobresaliente, probablemente vinculado al dinamismo bien diferenciado entre subsectores económicos, son las tendencias observadas en la relación del PIB con el volumen de comercio internacional (técnicamente llamado; grado de apertura de la economía) pues se muestra un notable y preocupante crecimiento en el período: de 80% a 112% del PIB en el período 2000 – 2016 respectivamente. El notable crecimiento de las importaciones, estaría afectando a varios subsectores de actividad económica, tal es el caso de las crecientes importaciones de alimentos, ropa, muebles, insumos de varias industrias que; en buena medida, generan la pérdida de empleos y el uso cada vez menor de materias primas nacionales (restando producción y productividad a nuestros empresarios). A esto, se suma una disminución de Inversión Extranjera Directa (IED) de alrededor de

US$ 200 millones al año 2016, con respecto al año 2015, y cabe mencionar, que el 70% de esos aproximadamente US$ 1,000 es un “reciclaje o reinversión” de utilidades de las grandes industrias, no de “capitales frescos”. La inversión nacional privada se mantiene a la “expectativa”, y sigue siendo moderado por cierto acomodo con a la incertidumbre política.

Estas distorsiones económicas en la producción de bienes y servicios, y comercio, nos dan según dicen ciertas entidades públicas bajas tasas de inflación en el período 2010-2016 (de un solo dígito) generando una “ilusión” de incremento del poder adquisitivo del Lempira. Sin embargo en la realidad, se trata de un deterioro de aproximadamente 10 centavos al Lempira respecto al año base 2000 (en base en el Índice de Precios al Consumidor –IPC, en años anteriores 2000-2010 ha perdido aproximadamente 57 centavos, por lo tanto el Lempira de hoy en relación al del año 2000, vale 33 centavos ) y; por otra parte, la tasa de inflación es un promedio que oculta muchas realidades; para el caso, ha estado ocurriendo con la leche en polvo importada, con medicamentos como los antibióticos o con el precio del combustible o el LPG, o la ineficiencia de los servicios públicos. Las amas de casa se quejan que cada vez tienen que suprimir el consumo de muchos bienes que antes eran accesibles pero ahora han alcanzado precios exorbitantes (en el año 2000 una docena de huevos costaba 12.67 Lempiras en Tegucigalpa y 13.65 en San Pedro Sula y ya en 2016 esa misma docena de huevos costaba 35.7 Lempiras lo que representa que el precio de los huevos creció 161.7% y no es difícil constatar que los salarios no crecieron a dicha tasa). Y; además, nada indica que los huevos bajarán de precio al finalizar el año 2017 o al 2018. La tendencia a la baja del poder adquisitivo de los hogares seguirá el rumbo o; lo que es lo mismo, la celebrada buena macroeconomía del país no pasa por las mesas de la gran mayoría de hogares. Observando el gran deterioro de la calidad de vida de los y las hondureñas, y el mayor impacto lo recibe la Región Central de Honduras (la zona también más poblada del país) que presenta los niveles de inflación más altos, la pregunta es entonces, cual es el peso de esta región en el cálculo del IPC, ya que siempre está por

arriba del promedio nacional y cuáles son los factores que inciden en ello, la mayor persecución fiscal nacional, municipal, extorsión; la incidencia de los peajes en los precios de los bienes importados de otros países y/o regiones del país. Por ejemplo, Francisco Morazán (en esencia el Distrito Central) genero entre 2012-2016 el 72.2% de los impuestos y Cortes (sumando Puerto Cortes, Choloma, San Pedro Sula, Villanueva, y otras ciudades intermedias con zonas industriales) el 22.0%; los siguientes departamento son Copán con el 1.6% y Ocotepeque con 1.1%; los 14 departamentos restantes el 3.1%.

En estos momentos, los hondureños viven el país de lo “usado”. Somos una sociedad del reciclaje de ropa, zapatos, hasta ropa interior, electrodomésticos, juguetes, herramientas, en fin lo desechado principalmente de EEUU. Esto no son síntomas de una economía sana, robusta y con crecimiento sostenible. La proliferación de los comercios de lo “usado” no solo es “a veces” la opción de compra, para la mayoría son la única forma de adquirir estos bienes. Señales de la degradación de la calidad de vida de los hondureños y hondureñas, no solo en materia económica, sino de la dignidad humana.

A pesar de intentar invisibilizar las regiones del país, nos hacemos preguntas si ¿Existe el análisis de las economías territoriales?, hacemos referencia porque el motor económico de algunas regiones, eran el narcotráfico. Y este es, uno de lo que el actual gobierno se “ufana”, lo cual, es logro de otros gobiernos (puntualmente de E.E.U.U.). Los casos de la depresión económica es notable, municipios en Occidente, Litoral Atlántico y algunas zonas de oriente, peor aún, no existe políticas públicas de parte del gobierno coherentes de sustituir estos agentes económicos negativos que tuvieron carta abierta (narcotraficantes) hasta que desde afuera presionaron; por ahora solo se percibe un apetito “voraz” de adueñarse de los bienes que amasaron. ¿Tendrá que verse disminución en la importación y exportación, así como el financiamiento y consumo interno nacional, el no tener capacidad de suplantar esas “economías subterráneas”?

En la formulación de políticas económicas, ahora en el caso particular referido al Marco Macro Fiscal de Mediano Plazo de la Secretaría de Finanzas como otras radiografías poco claras del país, y así tener una buena receta, que tiene casi son las mismas cifras que el Programa Monetario del BCH (sólo que desactualizadas, ya que en la revisión del Programa Monetario, incrementaron las “perspectivas”), ¿Qué tan efectivo serán los instrumentos de política económica, sociales y fiscales sí sus fundamentos se alejan de la realidad?

Una parte de la dinámica económica mostrada con anterioridad y de conocimiento de todos, nos da a pensar que debe existir un alto nivel de aproximación a la realidad, sin embargo, la situación es otra, tanto de las finanzas públicas como económica del país. El sector público a pesar de tener una observación diferente de la realidad y que a través de categorías estructuradas para la formulación de políticas fiscales coherentes, pensamos que deben tener las acciones encaminadas a mejorar las condiciones de las mayorías debido que cuentan con los diversos datos y relaciones que son trasladados en indicadores. No obstante, la dinámica macroeconómica actual no llega a la mayoría de los hogares, que al final son los que financian la mayoría del ingreso a través de los impuestos. Los ingresos totales “supuestamente” de la Administración Central llegarán a L 140,283.6 millones para el año 2018, por Endeudamiento Público se obtendrán recursos por L 28,390.6 millones según las proyecciones del Presupuesto, que al parecer no existe conciencia del impacto del nivel de endeudamiento externo e interno de Honduras. Como expresamos anteriormente pagar “deuda con deuda” no es algo de unas finanzas sanas. Importante mencionar por concepto Servicio de la Deuda Pública pagaremos L 34,032.4 millones, en tanto en educación L 28,077.7 millones, en salud L.14,434.2 millones. Cabe hacer notar que el impacto de los incrementos salariales otorgados será de alrededor de L 5,500 millones mas en sueldos y salarios y sus colaterales.

Cuando se tiene un nivel de ingreso alto, sobre todo debido que la

mayor parte de esos ingresos viene por recaudación tributaria, por cierto mayormente por impuestos indirectos que consolidan un sistema regresivo “perverso”. Hace que la presión tributaria (relación de los ingresos tributarios con respecto al PIB) sea la más alta de Centro América. Esto, sin sumar las contribuciones L 6,800 millones a los sistemas de pensiones y jubilaciones y al sistema de seguridad social, que harán el sector privado (empleados y empleadores) para el año 2018.

La realidad es otra, y el “espejismo” es más intenso. Pero porque no cuadran las cifras oficiales con la realidad. Gran parte de ello, es no querer expresarla, otra, es la perversidad concierne a las instituciones que producen la información fiscal, monetaria, económica y social. Para citar uno de tantos ejemplo; El BCH utiliza un Sistema de Cuentas Nacionales del año 1993 (los países optan por el año 2008) y su año base es del año 2000 (lejos de la actualidad; 17 años, hace 17 años la realidad cambió enormemente). Por ejemplo; ¿Acaso no daño el patrimonio forestal de Honduras El Gorgojo, así como las explotaciones mineras, la sustitución de coberturas forestales por expansión de palma africana y el café?, sin embargo, eso no es contabilizado por el desfase en el ajuste ambiental y la pérdida de patrimonio de bienes nacionales por el Sistema de Cuentas Nacionales. Y para esto la necesidad de actualizarnos, así acortar la brecha de la realidad y las cifras oficiales, debido;

La creciente necesidad de los agentes económicos de contar con más y mejores servicios estadísticos, en un mundo cada vez más vinculado económica y financieramente, ha llevado a las oficinas responsables de compilar y publicar las estadísticas oficiales a realizar cambios de año de referencia de las cuentas nacionales con una mayor amplitud (detalle) y frecuencia, procurando migrar, en el mediano y largo plazo, hacia el desarrollo de un sistema de estadísticas económicas integrado, mediante el cual se vincula y aprovecha toda la estadística básica disponible en las instituciones públicas y/o privadas, con las

estadísticas de síntesis que conforman las principales estadísticas macroeconómicas de un país.

Los países que conforman Centroamérica y la República Dominicana (CARD o Región) no están exentos a este entorno, el cual conlleva una serie de nuevos desafíos para desarrollar este tipo de sistema, tanto en la reorganización de los procesos de trabajo, como en la gestión de los recursos humanos, y en la suficiencia y oportunidad de los flujos financieros y desarrollos tecnológicos, requeridos para la ejecución de investigaciones de gran envergadura, como son los censos y encuestas especiales, y la compilación de un nuevo año de referencia de las cuentas nacionales [3]

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Otra ejemplo que amplía la brecha de la realidad. Son la no vinculación del Censo XVII Poblacional y VI Vivienda 2013 del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) con otras valoraciones estadísticas del país, para obtener valores económicos y sociales representativos a la realidad, ya sea para el análisis del gasto en consumo, ingresos, empleo y subempleo, producción agropecuaria, salud, educación, entre otros, como pobreza, desigualdad, cuestiones de producción de las pequeñas, micro y medianas empresas. Hasta para las elecciones generales, por ejemplo; el Censo nos dice que existen una cantidad de hondureños y hondureñas y el Tribunal Supremo Electoral (TSE) nos dice una cantidad mayor en su Censo Nacional Electoral (CNE). De tal manera que los cambios de años y referencia de las cuentas nacionales y de las estadísticas demográficas siempre serán demandados y con mayor frecuencia su actualización dados los cambios constantes que se viven en la actualidad.

En ocasiones pensamos que existe una “Política institucional perversa” en la cual se permite el deterioro de todo, como el de

La creciente necesidad de los agentes económicos de contar con más y mejores servicios estadísticos, en un mundo cada vez más vinculado económica y financieramente, ha llevado a las oficinas responsables de compilar y publicar las estadísticas oficiales a realizar cambios de año de referencia de las cuentas nacionales con una mayor amplitud (detalle) y frecuencia, procurando migrar, en el mediano y largo plazo, hacia el desarrollo de un sistema de estadísticas económicas integrado, mediante el cual se vincula y aprovecha toda la estadística básica disponible en las instituciones públicas y/o privadas, con las

estadísticas de síntesis que conforman las principales estadísticas macroeconómicas de un país.

Los países que conforman Centroamérica y la República Dominicana (CARD o Región) no están exentos a este entorno, el cual conlleva una serie de nuevos desafíos para desarrollar este tipo de sistema, tanto en la reorganización de los procesos de trabajo, como en la gestión de los recursos humanos, y en la suficiencia y oportunidad de los flujos financieros y desarrollos tecnológicos, requeridos para la ejecución de investigaciones de gran envergadura, como son los censos y encuestas especiales, y la compilación de un nuevo año de referencia de las cuentas nacionales [3]

3. Miguel Medina Fonseca. (2017). Apuntes sobre el cambio de año de referencia de las Cuentas Nacionales, Experiencia reciente de Centroamérica y República Dominicana. Notas económicas regionales No. 91. Consejo Monetario Centroamericano.

carreteras y otros servicios para utilizarlos posteriormente en temas de campaña. Y los datos y cifras también son utilizados en campañas, sino busque datos 2017 en el Instituto Nacional de Estadística, y eso que estamos en el décimo mes del año. Mientras no tengas aproximaciones a la realidad, nunca tendremos políticas económicas coherentes…

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Otra ejemplo que amplía la brecha de la realidad. Son la no vinculación del Censo XVII Poblacional y VI Vivienda 2013 del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) con otras valoraciones estadísticas del país, para obtener valores económicos y sociales representativos a la realidad, ya sea para el análisis del gasto en consumo, ingresos, empleo y subempleo, producción agropecuaria, salud, educación, entre otros, como pobreza, desigualdad, cuestiones de producción de las pequeñas, micro y medianas empresas. Hasta para las elecciones generales, por ejemplo; el Censo nos dice que existen una cantidad de hondureños y hondureñas y el Tribunal Supremo Electoral (TSE) nos dice una cantidad mayor en su Censo Nacional Electoral (CNE). De tal manera que los cambios de años y referencia de las cuentas nacionales y de las estadísticas demográficas siempre serán demandados y con mayor frecuencia su actualización dados los cambios constantes que se viven en la actualidad.

En ocasiones pensamos que existe una “Política institucional perversa” en la cual se permite el deterioro de todo, como el de

carreteras y otros servicios para utilizarlos posteriormente en temas de campaña. Y los datos y cifras también son utilizados en campañas, sino busque datos 2017 en el Instituto Nacional de Estadística, y eso que estamos en el décimo mes del año. Mientras no tengas aproximaciones a la realidad, nunca tendremos políticas económicas coherentes…

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Introducción general

El Presupuesto General de la República (PGR) no es un instrumento más de la política económica, los presupuestos son en esencia la convergencia de las políticas públicas, las cuales se expresan en términos monetarios. Las asignaciones presupuestarias dan luces del horizonte de desarrollo y la forma en que los países lo desean lograr. Asimismo no solo vislumbran las asignaciones presupuestarias, sino la forma en como estas serán financiadas. Por lo cual, es trascendental determinar no sólo la viabilidad económica financiera en los ingresos, sino la justicia fiscal en materia de recaudación. También es necesario que el PGR se construya en el marco de la realidad económica y social de las y los hondureños, sus necesidades y sus capacidades. Por tanto, es imperativo que documentos de referencia del presupuesto, como el Marco Macro Fiscal de Mediano Plazo (MMFMP), pueda brindar los elementos que acerque a este instrumento a la realidad de los hondureños y hondureñas.

Es preciso indicar, que el PGR debe promover los Derechos Humanos, particularmente los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC), del cual el Estado de Honduras es signatario del Pacto Facultativo (PIDESC), por lo cual está obligado a rendir cuenta del cumplimiento de estos derechos. En este sentido, en junio del 2016 el Estado de Honduras fue sometido al Examen Periódico Universal (EPU) presidido por el Comité de Derechos Económicos Sociales y Culturales, en Ginebra. Producto de esta evaluación, el Comité emitió 60 observaciones y recomendaciones para la preservación de los DESC en el país. Para efectos de los “10 Elementos [Integrales, Mínimos, Esenciales] a Considerar” haremos referencias de las observaciones recomendaciones 19, 20, 27, 28,29, 30, 31,33, 34,39, 40 y 57 de esta evaluación, no dejando sin efecto, la importancia de las demás observaciones y recomendaciones.

En las consideraciones 19 y 20 del EPU se lamenta que no haya información oportuna alrededor del presupuesto, que las políticas económicas, particularmente las tributarias agudicen la pobreza y la desigualdad de la población hondureña, de manera que las y los hondureños viven sin gozar de salud, educación, vivienda y seguridad social, a efecto de ello el Comité DESC, exhortó al Estado de Honduras a la construcción de un presupuesto participativo, transparente y respetuoso de los DESC. En consonancia con esto, el FOSDEH propone una serie de aspectos estructurales alrededor de la política presupuestaria, presentando diez puntos que orbitan alrededor del presupuesto, elementos que resultan de un diagnostico a la estructura del presupuesto y sobre todo del análisis contextual del mismo, de manera que se advierten los peligros y oportunidades para que se vulneren o preserven los DESC de la población hondureña.