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1 1.- TÉRMINOS Y ELEMENTOS DEL PROCESO EDUCATIVO 1.1. Algunos términos pedagógicos básicos 1.1.1. Enseñanza. 1.1.2. Aprendizaje 1.1.3. Instrucción 1.1.4. Formación 1.1.5. Educación 1.1.6. Educación Permanente 1.1.7. Currículo. Fuentes para la elaboración del currículo 1.1.8. Competencia 1.2. Los elementos del proceso educativo 1.2.1. Para qué, a quién, por quién, qué, cómo, dónde, con qué medios, cuándo 1.2.2. Para qué, a quién, por quién, qué, cómo y cuándo evaluar Lectura complementaria del tema: Esteve, JM. 1. ¿A qué llamamos educación? (2010). Educar: un compromiso con la memoria. Barcelona: Editorial Octaedro, pp. 19-53. (Documento 1). Bibliografía de apoyo para elaborar el tema: Colom, A.J. (coord.) (1997). Teorías e instituciones contemporáneas de la educación. Barcelona: Editorial Ariel, pp.221 – 236. COMUNIDADES EUROPEAS (2006). Competencias clave para el aprendizaje permanente. Un marco de referencia europeo. http://eur-lex.europa.eu/LexUriServ/LexUriServ.do?uri=OJ:L:2006:394:0010:0018:ES:PDF Delors, J. (1996). La educación encierra un tesoro. Madrid: Santillana /UNESCO, pp.13-36. Escamilla, Amparo (2008). Las competencias básicas. Claves y propuestas para su desarrollo en los centros. Barcelona: Graó. Capítulos 2 y 3. Esteve, José Manuel (2010). Educar: un compromiso con la memoria. Barcelona: Ediciones Octaedro. Capítulo 1, pp. 19-53. Gimeno Sacristán, José (1989). El curriculum: una reflexión sobre la práctica. Madrid: Editorial Morata. Capítulos 1 y 2. Lorenzo Vicente, JA. y M. (1998). III. La Pedagogía como fuente en el currículo en el Área de Religión. En Esteban, Carlos et al. Claves curriculares de la Reforma. Tomo II. Madrid: Ediciones PPC, pp. 121- 197. Medina Rubio, Rogelio y otros (2001). Teoría de la Educación. Educación Social. Madrid: UNED, pp. 58-66 y 104-115. OCDE (1999). Proyecto sobre Competencias en el contexto de la OCDE. Análisis de base teórica y conceptual. http://www.deseco.admin.ch/bfs/deseco/en/index/03/02.parsys.59225.downloadList.58329.Download File.tmp/1999.proyectoscompetencias.pdf OCDE (2005). Proyecto DeSeCo. La definición y selección de competencias clave. Resumen ejecutivo. http://www.deseco.admin.ch/bfs/deseco/en/index/03/02.parsys.78532.downloadList.94248.Download File.tmp/2005.dscexecutivesummary.sp.pdf Quintana Cabanas, J.M.ª (1988). Teoría de la Educación. Concepción antinómica de la educación. Madrid: Editorial Dykinson, capítulos 2 (páginas 33-45) y 3 (páginas 47 – 59).

1.- TÉRMINOS Y ELEMENTOS DEL PROCESO …webs.ucm.es/info/jlorenzo/TEORIA/tema1.pdf · 2 Román López, Martiniano y Díez López, Eloísa (1994). Curriculum y Enseñanza. Una didáctica

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1.- TÉRMINOS Y ELEMENTOS DEL PROCESO EDUCATIVO

1.1. Algunos términos pedagógicos básicos

1.1.1. Enseñanza. 1.1.2. Aprendizaje 1.1.3. Instrucción 1.1.4. Formación 1.1.5. Educación 1.1.6. Educación Permanente 1.1.7. Currículo. Fuentes para la elaboración del currículo 1.1.8. Competencia

1.2. Los elementos del proceso educativo

1.2.1. Para qué, a quién, por quién, qué, cómo, dónde, con qué medios, cuándo 1.2.2. Para qué, a quién, por quién, qué, cómo y cuándo evaluar

Lectura complementaria del tema: Esteve, JM. 1. ¿A qué llamamos educación? (2010). Educar: un compromiso con la memoria. Barcelona: Editorial Octaedro, pp. 19-53. (Documento 1). Bibliografía de apoyo para elaborar el tema: Colom, A.J. (coord.) (1997). Teorías e instituciones contemporáneas de la educación. Barcelona: Editorial Ariel, pp.221 – 236. COMUNIDADES EUROPEAS (2006). Competencias clave para el aprendizaje permanente. Un marco de referencia

europeo. http://eur-lex.europa.eu/LexUriServ/LexUriServ.do?uri=OJ:L:2006:394:0010:0018:ES:PDF Delors, J. (1996). La educación encierra un tesoro. Madrid: Santillana /UNESCO, pp.13-36. Escamilla, Amparo (2008). Las competencias básicas. Claves y propuestas para su desarrollo en los centros. Barcelona:

Graó. Capítulos 2 y 3. Esteve, José Manuel (2010). Educar: un compromiso con la memoria. Barcelona: Ediciones Octaedro. Capítulo

1, pp. 19-53. Gimeno Sacristán, José (1989). El curriculum: una reflexión sobre la práctica. Madrid: Editorial Morata.

Capítulos 1 y 2. Lorenzo Vicente, JA. y M. (1998). III. La Pedagogía como fuente en el currículo en el Área de Religión.

En Esteban, Carlos et al. Claves curriculares de la Reforma. Tomo II. Madrid: Ediciones PPC, pp. 121-197.

Medina Rubio, Rogelio y otros (2001). Teoría de la Educación. Educación Social. Madrid: UNED, pp. 58-66 y 104-115.

OCDE (1999). Proyecto sobre Competencias en el contexto de la OCDE. Análisis de base teórica y conceptual. http://www.deseco.admin.ch/bfs/deseco/en/index/03/02.parsys.59225.downloadList.58329.DownloadFile.tmp/1999.proyectoscompetencias.pdf OCDE (2005). Proyecto DeSeCo. La definición y selección de competencias clave. Resumen ejecutivo. http://www.deseco.admin.ch/bfs/deseco/en/index/03/02.parsys.78532.downloadList.94248.DownloadFile.tmp/2005.dscexecutivesummary.sp.pdf Quintana Cabanas, J.M.ª (1988). Teoría de la Educación. Concepción antinómica de la educación. Madrid: Editorial Dykinson, capítulos 2 (páginas 33-45) y 3 (páginas 47 – 59).

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Román López, Martiniano y Díez López, Eloísa (1994). Curriculum y Enseñanza. Una didáctica centrada en procesos. Madrid: EOS. Capítulo 1.º

Zabala, Antoni y Arnau, Laia (2007). 11 ideas clave. Cómo aprender y enseñar competencias. Barcelona: Graó. Capítulos 1 y 2.

Legislación LEY ORGÁNICA 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (LOE) (BOE de 4 de mayo). http://www.boe.es/boe/dias/2006/05/04/pdfs/A17158-17207.pdf

LEY ORGÁNICA 8/2013, de 9 de diciembre, DE MEJORA DE LA CALIDAD EDUCATIVA (LOMCE) (BOE de 10 de diciembre). http://www.boe.es/boe/dias/2013/12/10/pdfs/BOE-A-2013-12886.pdf RECOPILACIÓN TEXTO COMPLETO LOE-LOMCE: http://www.anpe.es/wp-content/uploads/2013/12/Recopilaci%C3%B3n-LOMCE_LOE-

docx-21.pdf REAL DECRETO 126/2014, de 28 de febrero, por el que se establece el currículo básico de la Educación Primaria (BOE de 1 de marzo) (BOE de 1 de marzo). http://www.boe.es/boe/dias/2014/03/01/pdfs/BOE-A-2014-2222.pdf DECRETO 89/2014, de 24 de julio, del Consejo de Gobierno, por el que se establece para la Comunidad de Madrid el Currículo de la Educación Primaria (BOCM de 25 de julio). http://w3.bocm.es/boletin/CM_Orden_BOCM/2014/07/25/BOCM-20140725-1.PDF

1.1. Algunos términos pedagógicos básicos

Desde el momento en que tratamos temas o aspectos relacionados con la educación aparecen de inmediato una serie de términos de uso frecuente sobre los que conviene tener claro su sentido y significado. Desde una perspectiva científica y profesional de la educación resulta

necesario que el sentido de estos términos sea claro y preciso1, característica imprescindible para

poder entenderse adecuadamente. Por otra parte se hace, si cabe, más evidente esta necesidad por la utilización imprecisa que se hace del lenguaje educativo socialmente. Existe una predisposición a hablar de educación por parte de todos, especialmente por parte de las familias que tienen hijos o familiares en edad escolar.

Términos de uso muy frecuentemente utilizados por los profesores y otras personas en el ámbito de la educación son: enseñanza, aprendizaje, instrucción, formación, educación, currículo, competencia, educación permanente, etc. En el texto de JM. ESTEVE2 que se propone como lectura complementaria a estos apuntes se trata de establecer una clarificación de estos y otros términos que nos resultan de utilidad para una mejor comprensión.

Para el análisis y clarificación de estos términos y su distinción de otros (adiestramiento, adoctrinamiento, entrenamiento), así como llegar a definir con mayor precisión el término de educación ha aplicado cuatro criterios:

Criterio de contenido no se califican como educativos aquellos procesos en los que aprendemos algo que va en contra de nuestros criterios morales. Dicho en términos positivos, sólo calificamos de educativo el aprendizaje de contenidos moralmente irreprochables (un problema se produce cuando existen diversos códigos morales).

1 Un término o concepto es una palabra o una expresión asociada a una realidad. Es la relación entre una palabra y

una realidad concreta, con un significado determinado que lo convierte en algo único. En Abellán, Joaquín (2011). Democracia. Conceptos políticos fundamentales. Madrid: Alianza Editorial, p. 13. 2 Esteve, JM. (2010). 1. ¿A qué llamamos educación? Educar un compromiso con la memoria. Barcelona: Octaedro, pp. 19-

53.

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Criterio de forma, señala Esteve, que no consideramos educativo enseñar un contenido que el alumno aprende sin que se respete su libertad o su dignidad como persona, es decir, que la educación debe respetar la libertad de la persona que aprende.

Criterio de uso no calificamos de educativos a aquellos aprendizajes en los que el alumno repite algo que no entiende y que no sabe cómo usar. Desde una interpretación positiva, para calificar de educativo a un aprendizaje el alumno debe desarrollar algún tipo de esquema conceptual propio sobre lo aprendido, incorporándolo a su forma personal de entender el mundo o de entenderse a sí mismo.

Criterio de equilibrio para hablar de educación exigimos que consiga una personalidad integrada, sin que el desarrollo excesivo o unilateral de una de esas áreas produzca hombres y mujeres desequilibrados. En términos negativos, se rechaza calificar como educativo a aquellos procesos de aprendizaje en los que el resultado es un desequilibrio.

De un modo breve vamos a tratar de concretar estos conceptos con objeto de que en

adelante, al tratar de analizar y explicar de un modo científico la educación lo hagamos con la precisión requerida a los profesionales y técnicos de la educación.

1.1.1. Enseñanza

Desde una perspectiva etimológica, enseñar significa “mostrar algo”. En ese sentido se

utiliza, tanto socialmente, como por algunos sectores profesionales de la educación. Uno enseña lo que sabe a otros, se lo transmite. Esta forma de entender la enseñanza entendida únicamente como transmisión de conocimientos ha identificado lo que conocemos como enseñanza “tradicional”.

En general, como señala Esteve en la lectura complementaria, cuando hablamos de enseñanza estamos refiriéndonos a la acción del educador que pretende producir aprendizaje. La enseñanza es la acción del profesor y el aprendizaje es el resultado esperado de esa acción (puedo enseñar sin conseguir que el alumno aprenda). La enseñanza es una tarea, el aprendizaje es un resultado. La definición de enseñanza que nos propone: el proceso mediante el cual una persona pretende inducir un aprendizaje en otra.

En la actualidad, y desde la perspectiva de las actuales teorías pedagógicas y didácticas, y de la práctica escolar, el término enseñanza se concibe de un modo más complejo, tratando de incorporar todas acciones que ha de realizar un profesor para conseguir el aprendizaje de sus alumnos. En este sentido, el término enseñanza consiste en proyectar, programar o planificar; dirigir y desarrollar; diagnosticar y orientar; y evaluar los procesos educativos (procesos de enseñanza-aprendizaje en términos didácticos) que se producen en el ámbito escolar. Enseñar consiste, por tanto, en:

Planificar y proyectar los procesos educativos, que permitan organizar las tareas que se han de realizar.

Iniciar a los alumnos en el conocimiento a través de la selección cultural concretada en el correspondiente currículo.

Diagnosticar las causas de las dificultades y/o fracasos que puedan encontrar los alumnos en estos procesos.

Orientar a los alumnos en sus procesos de aprendizaje a través de la dirección del desarrollo de éstos para llevarlos a adquirir un creciente dominio “reflexivo” de lo que estudian.

Evaluar objetivamente los aprendizajes de los alumnos, la planificación o programación realizada, así como la propia práctica docente.

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1.1.2. Aprendizaje Tradicionalmente aprender se ha considerado como sinónimo de “memorizar”. A partir

del siglo XVII, ya JA. Comenio, creador de la Didáctica, planteó que en el aprendizaje han de producirse tres efectos:

Comprensión reflexiva (no se aprende si no se entiende lo que se está estudiando).

Memorización de lo comprendido (hay que distinguir aquí entre memoria comprensiva y memoria repetitiva. Cada una juega su papel en el aprendizaje. Nos referimos aquí, sobre todo, a la memoria comprensiva).

Aplicación de lo comprendido y memorizado a diversas situaciones diferentes a la del modelo aprendido, en su caso.

Este concepto ha sido definido por Esteve, en el texto citado, como la adquisición de un

conocimiento, un comportamiento o una respuesta nueva. Se habla de dos condiciones que debe cumplir el aprendizaje: primera, que al observar la acción de alguien en diferentes momentos observemos que ha habido un cambio; y, segunda, que se observe una mejora cuantitativa en el cambio de conducta. Se contará si ha habido aprendizaje con nuevos modelos de conducta que no se podían usar antes del aprendizaje. El aprendizaje es ambivalente, dado que se puede aprender algo bueno o malo, por lo que no todo aprendizaje puede considerarse educativo.

El aprendizaje es un proceso bastante complejo en el que actividad fundamental la tiene que realizar el alumno. El aprendizaje tiene fundamentalmente un carácter reflexivo y asimilador. Toda experiencia de un aprendizaje de estas características ha de conseguir:

Modificar la actitud y conducta anterior del alumno.

Promover la formación de nuevas actitudes, conductas y comportamientos.

Enriquecer la personalidad del alumno con nuevos y mejores recursos de pensamiento, acción y convivencia social.

En la actualidad al aprendizaje se le consideran, desde las actuales teorías psicológicas, tres

características fundamentales: significativo, que consiste en que el alumno desde sus conocimientos previos y la experiencia construida anteriormente es capaz de incorporar nuevos conocimientos o experiencias integrándolos en su bagaje cultural, convirtiéndolos en conocimientos relevantes que le permiten resolver nuevos problemas; constructivo, supone que el conocimiento aunque existe independientemente de que el alumno lo tenga, hasta que no es reconstruido e interiorizado por éste no se ha producido tal aprendizaje; y funcional, es decir, que los conocimientos y experiencias adquiridos a través del aprendizaje han de servir para poder ser utilizados en diversas situaciones en la vida real.

1.1.3. Instrucción Es un término algo menos utilizado actualmente, aunque ha tenido una gran importancia

en la Historia de la Educación en el Mundo Contemporáneo. Es un término asociado a los procesos escolares que trata de poner en relación en claves escolares, la enseñanza con el aprendizaje. El alumno adquiere unos conocimientos y experiencias y perfecciona sus capacidades mediante la enseñanza del profesor o de otro agente educador y el esfuerzo personal que realiza (se podría decir que nadie aprende por otro). En este sentido podemos decir que instruir es enseñar con efecto. Según Herbart, la instrucción tiene como misión construir desde fuera y por medio de estímulos externos la personalidad del niño.

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La instrucción así entendida es la integración ordenada de lo que se enseña con lo que se aprende. Enseñanza y aprendizaje son dos fases de un mismo proceso que desemboca en la instrucción. Se caracteriza por tener sentido pedagógico.

Cuando hablamos de enseñanza, aprendizaje o de instrucción, generalmente, lo hacemos desde un plano académico o escolar. Aquí encuentra su sentido pleno, la actuación de los profesores en su quehacer profesional. Es su ámbito específico de trabajo, es decir, como ya señalábamos antes, planificar o programar, dirigir y desarrollar, diagnosticar y orientar, así como evaluar lo programado, lo realizado, así como los resultados obtenidos. La competencia técnica y profesional para este trabajo la tienen reconocida los profesores en el Sistema Educativo. Las decisiones sobre lo que han de enseñar los profesores y aprender los alumnos, a partir del currículo establecido por las Administraciones Educativas las toman los profesores, a través del Claustro de Profesores, de los Departamentos Didácticos o de los Equipos Docentes.

1.1.4. Formación La lengua alemana ha designado el quehacer del educador con el término educación,

mientras que la obra del propio educando se expresa con la palabra formación (Bildung). La palabra formación puede tomarse, a su vez, en dos sentidos: uno activo, cuando se entiende como proceso de formación; y otro pasivo, cuando se entiende como el resultado de la misma. Por tanto, el término formación hace referencia a los procesos y actividades a través de los cuales la persona desarrolla sus capacidades y aprende valores, y también designa el estado al que se llega después del proceso.

En general, se entiende la educación como la actuación para configurar el carácter de la persona, mientras que la formación es lo que da a la persona la comprensión de sí misma y del mundo que le rodea. La formación designa el proceso de desarrollo, en el que se manifiesta al exterior algo interior y es inconcebible sin la educación.

La experiencia y el conocimiento que se tiene sobre el mundo y la realidad se entienden como saber, pero el hombre formado no es el “sabelotodo”. El saber sólo es eficaz cuando está ordenado e integrado en la persona. Formada es aquella persona que ha puesto en orden todas sus experiencias y sabe tomar decisiones sobre lo que le conviene. La formación se orienta hacia el desarrollo de la totalidad de la persona. La expresión más elevada de la formación es la “autoformación”.

Por formación entendemos aquel saber que la persona no sólo ha conseguido, sino que le pertenece y le permite actuar desde su propio conocimiento. Podemos, por tanto, definir la formación como la integración de conocimientos y experiencias, de acuerdo con el marco cultural existente, para actuar y relacionarse autónomamente en el entorno natural, social y cultural, para una mejor comprensión de sí mismo y del mundo que le rodea. Implica un desarrollo de todas las capacidades humanas (formación integral) y el aprendizaje de actitudes y valores de la sociedad en la que se vive (dimensión ética o moral).

Como se indica en la lectura complementaria de JM. Esteve, los procesos de formación son aquellos en los se cumplen dos condiciones:

1. El aprendizaje ha desarrollado en la persona que aprende esquemas conceptuales propios que se han

interiorizado, y que se aplican a la hora de actuar utilizando los razonamientos y los principios científicos o técnicos aplicables a esa acción.

2. El alumno comprende la importancia de lo aprendido, ha desarrollado algún tipo de esquema conceptual propio y organiza su información en torno a dicho esquema, permitiéndole encontrar soluciones al afrontar situaciones nuevas pues aplica en ellas los esquemas conceptuales que ha aprendido3.

3 Op. cit, p.48.

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1.1.5. Educación La formación en determinadas edades y momentos requiere de una ayuda e influencia

exterior. La Educación así entendida sería la ayuda que desde el exterior se presta a las personas (alumnos en clave escolar) para que se formen y se eduquen. Hay quienes consideran que el término educación engloba el de formación. En este sentido, la formación haría referencia al desarrollo de la personalidad y el de educación incluiría, además, la influencia y ayuda que se presta desde fuera desde un marco de valores (criterio moral). La educación, desde esta perspectiva, incorpora los valores morales o éticos que definen nuestra forma de actuar, distinguiéndose así de la formación.

La educación así entendida tiene como finalidad la ayuda que se proporciona al alumno para que desarrolle al máximo sus capacidades, destrezas y habilidades, para que adquiera conocimientos (conceptuales, procedimentales y actitudinales) y experiencias que le faciliten la comprensión del mundo que le rodea (desarrollo del entendimiento), y para el aprendizaje de normas, actitudes y valores que le permitan adaptarse y actuar del mejor modo posible en el entorno en el que ha de vivir (desarrollo de la voluntad desde una dimensión ética).

Se pueden precisar diversos conceptos de educación, según el plano a que nos estemos refiriendo: etimológico, pedagógico, socio-político, etc.

Existen diferentes formas de aproximarnos al concepto de educación. En otro capítulo se analizará con más detenimiento este concepto. Podemos aproximarnos en función de la opinión que los no especialistas tienen del término (vulgar); desde su origen etimológico de los términos latinos educare y educere; desde cómo lo han definido a lo largo de la Historia de la Educación científicos y pedagogos que se han ocupado de este concepto; desde la concepción que se tiene en las sociedades democráticas, que se concreta en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (artículo 26.2) o desde el artículo 27.2 de la Constitución Española de 1978; o, finalmente podemos concretar un concepto técnico que englobe los diversos elementos que la integran. Vamos a adelantar aquí tres conceptos para situarnos:

Desde un plano socio-político, la Constitución Española de 1978 y las leyes educativas que la desarrollan han concretado el concepto de educación, inspirándose en el artículo 26 de la Declaración de los Derechos Humanos, aprobada por la ONU en 1948:

Art.º 27.2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales.

Desde un plano técnico-pedagógico existen numerosas definiciones sobre el término

educación, según la variable o variables que considere el autor respectivo. Un posible concepto que englobaría todas las claves de la educación en el mundo actual sería:

Un proceso sistemático e intencional para conseguir el desarrollo integral de la persona, así como su máxima integración social, en el seno de una sociedad democrática, a través de una formación personalizada, para que pueda llegar a cabo su proyecto vital, en el marco del aprendizaje a lo largo de toda la vida.

En los últimos años, finalmente, la UNESCO, a través del Informe J. Delors (1996) ha

tratado de definir un concepto de educación para el siglo XXI:

La educación ha de articularse en torno a cuatro ejes, denominados los cuatro pilares: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser.

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1.1.6. Educación Permanente (Formación a lo largo de toda la vida) En la segunda mitad del siglo XX fue abriéndose paso la idea de una educación

permanente. Es decir, que la formación y educación de las personas no acababan con su paso por el sistema educativo. Esta idea no sólo era acertada sino que se ha demostrado como algo incuestionable en la actualidad. La educación se inicia a edades cada vez más tempranas y se prolonga mucho más en el tiempo. Por otro lado, nuevas necesidades educativas han venido a constatar esta realidad: la educación de adultos, la formación para el empleo (para personas sin trabajo o para la actualización y reciclaje de los trabajadores en activo); la formación para personas mayores; la formación para el ocio y el tiempo libre, etc., son algunas necesidades que ponen de relieve la importancia de este concepto.

En la actualidad se concibe la educación permanente como el principio inspirador de los sistemas educativos, designando a la persona como agente de su propia educación, que abarca todas las dimensiones de la persona y que se proyecta durante toda la vida. Los últimos documentos de los organismos internacionales que se ocupan de este tema, hablan de la necesidad de un aprendizaje a lo largo de toda la vida. Desde que nacemos hasta que dejamos de existir la formación y la educación ocupan un lugar cada vez más preponderante en la vida de las personas.

Estos términos que acabamos de definir hemos de organizarlos a continuación para entender bien en qué planos se sitúan. En función de la perspectiva en que nos fijemos veremos cómo su importancia se corresponde con un determinado plano o ámbito. Así, en el gráfico siguiente, podemos ver como los términos enseñanza, aprendizaje e instrucción los situamos con claridad en el plano académico o escolar – es el ámbito que corresponde al trabajo de los profesionales de la educación en el Sistema Educativo –. A su vez, los términos aprendizaje y formación forman parte del plano personal, es decir, nos referimos a los cambios que se producen en la persona a través de la educación. Por otra parte, como podemos observar, los términos formación y educación pertenecen también al ámbito o plano político y social, puesto que es la Sociedad a través de sus organizaciones institucionales y representativas quien define y concreta la educación y la formación que se pretende desarrollar para las personas que forman parte de la misma. Y, finalmente, los términos educación y educación permanente (formación a lo largo de toda la vida) no se reducen al ámbito académico o escolar sino que las personas se forman y se educan desde el ámbito formal, no formal e informal.

El siguiente gráfico (red nomológica, según Esteve) categoriza los términos analizados en sus diferentes ámbitos (personal, escolar, política y social, contextos, etc.):

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EDUCACIÓN PERMANENTE

(Formación a lo largo de toda la vida)

EDUCACIÓN

INSTRUCCIÓN

FORMACIÓN

ENSEÑANZA APRENDIZAJE

CO

NT

EX

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RM

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CLARIFICACIÓN DE CONCEPTOS

CURRÍCULO

Desde otra perspectiva, fijándonos sobre todo, en el plano político – social y el académico

o escolar podemos organizar estos términos del modo que aparecen en el gráfico siguiente para distinguir con claridad estos planos que podemos analizar desde una doble perspectiva: por un lado, la educación y la formación están en el ámbito o plano socio-político, correspondiéndole a la Sociedad establecer el tipo de educación y formación que deben recibir sus ciudadanos y, al mismo tiempo, se destaca que la educación engloba a los otros términos, incluida la formación, porque incluye el proceso de aprendizaje y de formación que se produce en cada persona, así como la influencia que se ejerce sobre ella por los agentes educadores, principalmente los profesores en el Sistema Educativo o las propias familias y la sociedad.

En un plano dependiente del anterior tendríamos el ámbito académico o escolar puesto que está al servicio de la formación y educación de las personas que ha fijado la Sociedad, siendo el Sistema Educativo y los Profesores los encargados de proporcionarla a través de la enseñanza, del aprendizaje y de la instrucción.

La actividad académica o escolar no es un fin en sí misma, sino un medio para conseguir el tipo de formación y de educación que la sociedad quiere conseguir para sus miembros. Finalmente, el término educación permanente engloba todo el proceso, en el sentido de que tanto la formación como la educación se conciben actualmente como una actividad que se realiza a lo largo de toda la vida.

Cuando hablamos de formación y/o de educación, estamos ya en un plano diferente. El tipo de formación o de educación que se pretende reciban los alumnos no la deciden los profesores, sino que es la propia sociedad a través de sus mecanismos de representación y de decisión quien determina en cada época que se entiende por formación (cuando se considera que

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una persona está formada) y por educación. Como aparece reflejado en el esquema anterior, hablar de formación y de educación es referirse a un plano socio-político en el mundo contemporáneo. Es la propia sociedad, a través de sus representantes democráticamente elegidos, quien establece qué educación y qué formación quiere para sus ciudadanos. Y lo hace a través de las leyes educativas que aprueban La Cortes o, en su caso, los Parlamentos de las Comunidades Autónomas. Posteriormente, el Gobierno de la Nación o el de las Comunidades Autónomas, según en que ámbito nos desenvolvamos, tiene la potestad reglamentaria para desarrollar las leyes a través de Decretos, Órdenes, etc. Y, finalmente, dentro del Centro Educativo, en el caso de los Centros públicos o concertados, las decisiones sobre los temas referidos a la formación o a la educación las toma el Consejo Escolar del Centro, en el que está representada la Comunidad Educativa (profesores, padres, alumnos, administración local).

El proceso de enseñanza tiene su correlato en el aprendizaje. La síntesis de ambos es la instrucción. Ésta acorde con los principios y valores educativos facilita la formación de la persona. La educación abarca el proceso intencional completo, distinguiendo claramente el proceso académico o escolar como el medio para conseguir lo planteado por el plano socio-político donde se sitúan la formación y la educación.

1.1.7. Currículo

Uno de los términos más utilizados en el Sistema Educativo en los últimos años es el de

currículo. Procede del latín curriculum y, como sucede con tantos otros, presenta cierta complejidad al no existir unanimidad en cuanto a su significado. A veces con este término nos estamos refiriendo al conjunto de experiencias de aprendizaje que se le ofrecen a los alumnos. Otras, a los saberes y experiencias alcanzados por una persona (curriculum vitae).

Desde nuestra perspectiva, hemos de considerarlo en un doble sentido: desde claves sociales y desde claves escolares. En realidad esta doble lectura hemos de hacerla en casi todos los procesos educativos. Según a qué aspecto de la educación nos estemos refiriendo, podemos hablar desde una perspectiva social o escolar/académica. Desde nuestra forma de entender la educación, la dimensión social ha de prevalecer sobre la escolar, al considerar que ésta es el medio o un medio para la lograr el desarrollo personal de los alumnos, así como su integración social. Por eso, la actividad escolar nunca debe considerarse como un fin en sí misma o como el fin de la educación, sino como un medio para lograr la formación y educación de los alumnos.

En la perspectiva escolar, la LOMCE en su artículo 6 define el Currículo del siguiente modo:

1. A los efectos de lo dispuesto en esta ley orgánica, se entiende por currículo la regulación de los

elementos que determinan los procesos de enseñanza y aprendizaje para cada una de las enseñanzas. 2. El currículo estará integrado por los siguientes elementos:

a. Los objetivos de cada enseñanza y etapa educativa. b. Las competencias, o capacidades para activar y aplicar de forma conjunta los contenidos propios de cada enseñanza y etapa educativa, para lograr la realización adecuada de actividades y la resolución eficaz de problemas complejos. c. Los contenidos, o conjuntos de conocimientos, habilidades, destrezas y actitudes que contribuyen al logro de los objetivos de cada enseñanza y etapa educativa y a la adquisición de competencias. Los contenidos se ordenan en asignaturas, que se clasifican en materias, ámbitos, áreas y módulos en función de las enseñanzas, las etapas educativas o los programas en que participen los alumnos y alumnas. d. La metodología didáctica, que comprende tanto la descripción de las prácticas docentes como la organización del trabajo de los docentes.

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e. Los estándares y resultados de aprendizaje evaluables. f. Los criterios de evaluación del grado de adquisición de las competencias y del logro de los objetivos de cada enseñanza y etapa educativa.

Tal y como hemos planteado los conceptos anteriormente expuestos esta definición es

claramente incompleta, al referirse sólo a los aspectos escolares de la formación y de la educación y dejar fuera los aspectos socio-políticos, en los que están claramente encuadrados los dos términos. Por eso, como señalaba José Gimeno4 por curriculum ha de entenderse “una selección cultural, socialmente condicionada que se lleva a cabo en los centros escolares en función de las condiciones en la que éstos realizan su práctica docente”.

El currículo escolar es, sobre todo, una selección cultural y esta selección se hace desde claves sociales y culturales. Es la propia sociedad la que establece el currículo escolar y es en los centros educativos donde se lleva a cabo. Por tanto, cualquier concepto de currículo ha de incorporar necesariamente los dos planos: el socio-político y el escolar (técnico-pedagógico). Esta perspectiva social y cultural no debe ser olvidada, dado que la educación y la formación son conceptos eminentemente sociales. En los centros educativos esta doble perspectiva se percibe con claridad: Los aspectos educativos se recogen en el proyecto educativo, competencia del Consejo Escolar; mientras que los aspectos instructivos, se recogen en el proyecto curricular (selección cultural organizada en áreas o asignaturas), competencia del Claustro de Profesores, Departamentos Didácticos y Equipos Docentes.

Otro aspecto de interés relacionado con el concepto de currículo, que desde esta perspectiva ha resultado ser un acierto para la planificación y prácticas educativas consiste en tener presente e incorporar desde qué fuentes se debe concretar y seleccionar el currículo. Los documentos en los que se presentó la Reforma de 1990 (LOGSE) lo planteaban en el siguiente gráfico:

Organización social Desarrollo tecnológico

Valores sociales Tipo de sujeto

Evolución científica Práctica educativa

Lógica interna de la disciplina Fines de la educación

Procesos de aprendizaje Características de los alumnos

4 Gimeno Sacristán, José (1989). El curriculum: una reflexión sobre la práctica. 2.ª ed. Madrid: Morata, p. 40.

Fuente socio-cultural

CURRÍCULO Fuente pedagógica

Fuente psicológica

Fuente epistemológica

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Como venimos destacando, conjugar la dimensión social y cultural de la educación y de la

formación con la escolar; tener en cuenta las características de los que aprenden, tanto en lo que respecta a sus procesos de desarrollo como a los de aprendizaje en cada grupo de edad; tener, asimismo, en cuenta las características del conocimiento; así como también los conocimientos teórico-prácticos que sobre la educación existen, se convierten en herramientas indispensables para una actuación eficaz en el ámbito escolar.

1.1.8. Competencia El término competencia, es necesario considerarlo en la actualidad porque se ha

incorporado al concepto de currículo y es referencia para el desarrollo de la práctica escolar. Inicialmente, es un término que aparece asociado a la formación profesional y si vamos más allá, a lo que se pide que sepan hacer los profesionales de un sector laboral determinado. En su origen, por tanto, está asociado al “saber hacer” en un trabajo determinado.

La reforma de la Formación Profesional en la década de los años noventa en España incorporó el término competencia y más recientemente, tanto la reforma universitaria para adaptarse al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) como la reforma del Sistema Educativo Español de 2006 (LOE) apuestan decididamente por incorporar este término a los procesos formativos de todo nuestro sistema educativo.

Desde una perspectiva teórica, Antoni Zabala5 señala que el uso del término “competencia” es una consecuencia de la necesidad de superar una enseñanza que, en la mayoría de los casos, se ha reducido al aprendizaje memorístico de conocimientos, hecho que conlleva la dificultad para que éstos puedan ser aplicados en la vida real. Continúa diciéndonos este autor que la competencia, en el ámbito de la educación escolar, ha de identificar aquello que necesita cualquier persona para dar respuesta a los problemas a los que se enfrentará a lo largo de su vida. Por lo tanto, la competencia consistirá en la intervención eficaz en los diferentes ámbitos de la vida, mediante acciones en las que se movilizan, al mismo tiempo y de manera interrelacionada, componentes actitudinales, procedimentales y conceptuales.

Las competencias tienen como finalidad la realización de tareas eficaces o excelentes; están relacionadas con las especificaciones de una ocupación o desempeño profesional claramente definido (o sea un contexto concreto de aplicación; e implican una puesta en práctica de un conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes.

Implican, por tanto, una combinación de conocimientos, habilidades (intelectuales, manuales, sociales), actitudes y valores que capacitarán a un titulado para afrontar con garantías la resolución de problemas o la intervención en un asunto en un contexto académico, profesional o social determinado.

Las competencias, por tanto, se entienden como la actuación eficiente en un contexto determinado. Zabala6 ha definido la competencia como:

La capacidad (qué) o habilidad de efectuar tareas o hacer frente a situaciones diversas (para qué) de forma eficaz (de qué manera) en un contexto determinado (dónde). Y para ello es necesario movilizar actitudes, habilidades y conocimientos (por medio de qué) de forma interrelacionada (cómo).

Desde esta perspectiva de las competencias podemos distinguir, al menos, los siguientes

componentes7:

5 Zabala, Antoni y Arnau, Laia (2007). 11 ideas clave. Cómo aprender y enseñar competencias. Barcelona: Graó, p.

13. 6 Ibidem, pp. 43 – 44.

7 Escamilla, Amparo (2008). Las competencias básicas. Claves y propuestas para su desarrollo en los centros. Barcelona:

Graó , p.30.

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La competencia es un saber que mira a la acción, pero que ha de estar sólidamente basado en conocimientos teóricos, e inspirado en principios y valores.

Es un saber complejo porque es una forma de respuesta eficaz que, a partir del conocimiento y la comprensión también contempla la evaluación y la adecuación a valores y normas (requiere saber, saber cómo hacerlo, tener la voluntad de hacerlo y de hacerlo de acuerdo con unos principios).

Implica la idea de formación en términos de implicación activa y personal en un contexto social.

Son transferibles a diferentes contextos (académico, social, familiar, profesional) y en distintas situaciones.

Las recomendaciones del Parlamento y el Consejo Europeo en 2006, recogidas por

Amparo Escamilla en el capítulo 3 del libro citado, identificaron ocho competencias clave para el aprendizaje permanente:

Comunicación en lengua materna (competencia lingüística).

Comunicación en lenguas extranjeras (competencia lingüística).

Competencia matemática y competencias básicas en ciencia y tecnología (competencia matemática y de conocimiento e interacción con el mundo físico).

Competencia digital (tratamiento de la información en diferentes lenguas y soportes).

Aprender a aprender.

Competencias interpersonales y cívicas (competencia social y ciudadana).

Espíritu emprendedor (autonomía e iniciativa personal).

Expresión cultural (competencia cultural y artística). Las competencias hacen referencia a que las capacidades que aparecen expresadas en los

objetivos se han desarrollado y las posee la persona y que, por tanto, son susceptibles de comprobación externa. Se pueden apreciar los resultados obtenidos.

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CONOCIMIENTO(Construcción cultural con la que se

establecen las relaciones de las

personas entre sí y con el entorno)

OBJETIVO

CAPACIDAD

COMPETENCIA

CONTENIDOS

ACTIVIDADES Y

EXPERIENCIAS

Algo que se pretende conseguir

y que se expresa en infinitivo del

verbo (meta,fin,etc.).

Aptitud, talento, que se posee o

que se quiere desarrollar

Capacidad para intervenir, para

actuar, para resolver problemas.

Implica saber, saber hacer en un

marco de relaciones

Adaptación del conocimiento

abstracto, científico a las

posibilidades de aprendizaje de

los alumnos

Puesta en práctica del saber, del

saber hacer en el marco de

relaciones existente

CLARIFICACIÓN DE TÉRMINOS PEDAGÓGICOS

CONOCER, por tanto, implica desarrollar una capacidades en la persona con posibilidad

de actuar en el entorno por poseer unas competencias y, finalmente, actuar de forma

eficiente para resolver problemas y situaciones vitales de acuerdo con el marco de valores

existente en la sociedad.

CONOCER supone SABER, SABER HACER Y ACTUAR EN EL MARCO DE VALORES

DE LA SOCIEDAD. La EDUCACIÓN, por eso, implica estas tres dimensiones que

repetimos: SABER (conocimiento teórico), SABER HACER (conocimiento aplicado) y

ACTUAR EN EL MUNDO (marco ético y de valores).

Desde esta perspectiva la educación pretende contribuir a que las personas desarrollen al

máximo sus capacidades a través del conocimiento (saber y saber hacer) y les sirva par

desenvolverse en la sociedad en el marco de valores que ésta ha fijado, y llevar a cabo así

su propio proyecto vital.

1.2. Los elementos del proceso educativo La educación es un proceso muy complejo. En ella intervienen una serie de elementos

que han de ser previamente conocidos si queremos desarrollar una actividad educativa de carácter sistemático y organizado. Durante mucho tiempo se ha pensado de un modo equivocado que lo importante era únicamente el saber (los contenidos conceptuales escolares) y, por tanto, la función del profesor consistía desde esta perspectiva en transmitir sus saberes a los alumnos. Las propias fuentes desde las que se construye el currículo destacan que intervienen, además, otros elementos que han de ser tenidos en cuenta si se quiere alcanzar cierto éxito en la acción educativa. Sólo con saber y transmitir esos conocimientos no basta. Se requiere tener un conocimiento de todos los elementos que intervienen en los procesos educativos y de los cuales forma parte, sin duda, el referido al conocimiento (contenidos escolares – conceptuales, procedimentales y actitudinales) como uno de los dos ejes claves en la práctica docente. Otro tipo de conocimientos que requiere un profesor se refieren al saber enseñar, que implican otro tipo de capacidades y destrezas, además de poseer el conocimiento que se ha de transmitir, relacionados con el aprendizaje de los alumnos y de sus características según la edad, las características del contexto (claves sociológicas), pedagógicas, didácticas, organizativas, etc.

Lejos del carácter lineal que tradicionalmente se le atribuía a la enseñanza en el que el protagonismo se le atribuía casi en exclusiva al profesor y a los contenidos que había que transmitir, hoy se puede constatar que en el proceso educativo intervienen un conjunto de elementos que han de ser conocidos y analizados por los profesores a la hora de planificar y desarrollar su práctica docente. Los elementos que hemos de analizar y conocer previamente a la planificación y desarrollo de los procesos educativos son los que aparecen a continuación:

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El siguiente gráfico nos sitúa ante la totalidad de los elementos, en los que debemos

destacar el enfoque circular con el que está presentado, lo que pone de relieve que ningún elemento predomina sobre otro, todos tienen su importancia en los procesos educativos. En la planificación o programación docente es donde se sitúan en un orden y con una estructura determinada:

PARA QUÉ

(Principios, Fines,

Objetivos

DÓNDE

(Lugar: Centro y

Entorno)

QUÉ

(Conocimiento,

Contenidos)

CUÁNDO

(Tiempo: Etapa y

Curso)

A QUIÉN

(Educando)

POR QUIÉN

(Educador)

CON QUÉ MEDIOS

(Medios y Recursos)

CÓMO

(Metodología: métodos,

técnicas y actividades)

PARA QUÉ, A QUIÉN, POR QUIÉN, QUÉ , CÓMO, CUÁNDO EVALUAR

PROCESO

EDUCATIVO

Para qué (principios, fines y objetivos de la etapa y de las áreas o materias); Por quién (educador, profesor, maestro); A quién (educando, estudiante, alumno); qué (conocimientos, contenidos escolares: conceptuales, procedimentales y actitudinales); cómo (metodología didáctica: principios, técnicas y recursos, actividades); con qué medios (medios y recursos, del entorno y de propio centro); cuándo (temporalización: etapa, ciclo o curso, unidad didáctica o tema); dónde (centro educativo y entorno en el que se encuentra); para qué, a quién, por quién, qué, cómo y cuándo evaluar .

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Desde otra perspectiva los elementos del proceso educativo podemos agruparlos también del siguiente modo:

FINALIDAD Para qué: fines, principios y objetivos.

PROTAGONISTAS A quién: educando, estudiante, alumno. Por quién: educador, profesor, maestro.

EJES DEL PROCESO ESCOLAR

Qué: conocimientos, contenidos escolares – selección cultural –. Cómo: metodología didáctica, técnicas y actividades

ELEMENTOS CONTEXTUALIZADORES

Dónde: centro educativo y entorno. Cuándo: Temporalización (etapa, ciclo o curso, unidad didáctica o tema). Con qué medios: medios del centro educativo y del propio entorno.

1.2.1. Para qué, a quién, por quién, qué, cómo, dónde, con qué medios, cuándo

Para qué: Hace referencia a los principios, fines y objetivos del sistema educativo, de una etapa, ciclo y/o área o asignatura. En ellos encontramos las intenciones de lo que se quiere conseguir. Inspiran y guían la acción educativa. Además de los fines y principios de la educación generalmente reflejados en las leyes que regulan el sistema educativo, nos encontramos básicamente con dos tipos de objetivos: objetivos de la etapa que expresan las intenciones de una etapa o nivel educativo, y que están relacionados con los fines y principios del sistema pero adaptados a una etapa determinada. Aparecen expresados a través de las capacidades que se pretende que alcancen los alumnos. El siguiente gráfico lo refleja:

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A quién: Son alumnos en circunstancias concretas de desarrollo madurativo, capacidades, nivel socio-cultural, etc. Dos tipos de saberes se han de tener respecto a los alumnos: por un lado, las características de su desarrollo, tanto a nivel general, para su edad, como sus circunstancias personales; y cómo aprenden, por otro (Psicología del Desarrollo o Evolutiva y Psicología de la Educación o de la Instrucción, como algunos la denominan). Además, ha de tenerse muy en cuenta la experiencia previa y los saberes con que cuenta el alumno, así como su capacidad de aprender. Los alumnos, por tanto, tienen unas capacidades determinadas, un nivel de desarrollo y una experiencia construida anteriormente. Por quién: Por el profesor o maestro, en el caso de la educación primaria. Su actividad está relacionada con la enseñanza y, por tanto, ha de planificar y programar, dirigir y desarrollar, diagnosticar y orientar, así como evaluar los procesos educativos de sus alumnos. El papel del maestro o del profesor, como ya se ha dicho se ha hecho mucho más complejo que en otras épocas como consecuencia del papel que actualmente se le asigna socialmente a la educación, concebida como un derecho de todos. También por la complejidad que la propia educación conlleva. Se le asignan entre otras, las siguientes funciones:

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A) La programación y la enseñanza de las áreas, materias y módulos que tengan encomendados. B) La evaluación del proceso de aprendizaje del alumnado, así como la evaluación de los procesos de enseñanza. C) La tutoría de los alumnos, la dirección y orientación de su aprendizaje y el apoyo en su proceso educativo, en colaboración con las familias. D) La orientación educativa, académica y profesional de los alumnos, en colaboración, en su caso, con los servicios o departamentos especializados. E) La atención al desarrollo intelectual, afectivo, psicomotriz, social y moral del alumnado. F) La promoción, organización y participación en las actividades complementarias, dentro o fuera del recinto educativo, programadas por los centros. G) La contribución a que las actividades del centro se desarrollen en un clima de respeto, de tolerancia, de participación y de libertad para fomentar en los alumnos los valores de la ciudadanía democrática. H) La coordinación de las actividades docentes, de gestión y de dirección que le sean encomendadas. I) La participación en la actividad general del centro. J) La participación en los planes de evaluación que determinen las Administraciones educativas o los propios centros. K) La investigación, la experimentación y la mejora continua de los procesos de enseñanza correspondiente. Estas funciones se realizarán bajo el principio de colaboración y trabajo en equipo (art.º 91 de la LOE).

El papel del maestro se convierte desde esta perspectiva en el de un mediador entre el

conocimiento seleccionado en el currículo de la etapa y el alumno. Su objetivo básico consiste en conseguir el máximo desarrollo personal y social de sus alumnos contribuyendo con su ayuda al desarrollo de todas sus capacidades (máximo desarrollo de su personalidad) y al aprendizaje de valores (integración y participación activas en la vida social y cultural). Qué: El conocimiento se desarrolla y progresa a través de la metodología científica, tiene un alto nivel de abstracción y trata de comprender y explicar ámbitos de la realidad natural, social y cultural.

Los contenidos escolares son el resultado de adaptar ese conocimiento a las características de los alumnos, quienes hasta determinadas edades (adolescencia) no están en condiciones de comprenderlo y aplicarlo por su carácter abstracto.

El conocimiento que debe ser aprendido por los alumnos es seleccionado a través del currículo. En claves escolares, el conocimiento se denomina contenidos (el conocimiento adaptado a las características de los alumnos, en función de su edad, sobre todo y de sus posibilidades de aprenderlo). Éstos no son otra cosa que un medio para conseguir el desarrollo de las capacidades del alumno expresadas en los objetivos. El conocimiento engloba tres tipos de saberes muy relacionados: contenidos conceptuales (hechos, conceptos y principios y leyes científicas); procedimentales (procesos, estrategias y procedimientos/métodos); y, actitudinales (normas, actitudes y valores). Los contenidos han de ser secuenciados en función de la lógica interna del propio conocimiento y de la capacidad del alumno para aprenderlo en una edad determinada, para poder integrarlo en sus esquemas de pensamiento y de acción. El siguiente gráfico nos ayuda a verlo con más claridad:

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El currículo en la Educación Primaria se organiza en áreas de conocimiento, lo que

permite un enfoque globalizador (Matemáticas, Lengua y Literatura, Educación Física, Educación Artística, etc.). Todas las áreas del currículo están al servicio de los principios, de los fines de la educación y de los objetivos de la etapa y de las áreas. El currículo incorpora también desde la perspectiva de los contenidos actitudinales saberes y experiencias relacionados con el mundo de los valores: Educación para la paz, la igualdad entre sexos, respeto al medio ambiente, educación sexual, educación para la salud, educación del consumidor, educación vial. Cómo: Se refiere a la metodología didáctica. Ha de tener en cuenta los siguientes aspectos: a) Tener en cuenta todos los elementos que intervienen en el proceso educativo. b) Tratar de conseguir el máximo desarrollo e integración de cada alumno. c) Distinguir en la metodología: los principios metodológicos y de intervención educativa, las

técnicas y procedimientos didácticos, y las actividades y experiencias a través de las que se concreta el aprendizaje.

CONOCIMIENTO

Lo llamamos contenidos cuando lo adaptamos a los alumnos. A través del conocimiento pretendemos educar y formar a los alumnos.

SABER (Teoría)

SABER HACER (Tecnología)

ACTUAR/ RELACIONARSE

(Ética)

Contenidos conceptuales

Contenidos procedimentales

Contenidos actitudinales

HECHOS

CONCEPTOS

PRINCIPIOS

ACTIVIDADES /PROCESOS

ESTRATEGIAS

PROCEDIMIENTOS

/MÉTODOS

NORMAS

ACTITUDES

VALORES

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La metodología ha de conseguir:

Adaptarse a las características de cada alumno.

Favorecer su capacidad de aprender por sí mismo.

Iniciarlo en el conocimiento de la realidad (el contenido escolar ha de considerarse como un medio para que el alumno aprenda a conocer e interpretar la realidad natural, social y cultural).

Los principios metodológicos que inspiran la práctica docente son:

a) Personalización: Tratar de adaptar la metodología a las características de cada alumno, tener

en cuenta sus saberes y experiencias construidos anteriormente y facilitar su aprendizaje y desarrollo, integrando dos grandes principios: el de individualización (tener en cuenta a cada uno, no sólo al colectivo) y socialización (que aprenda a relacionarse con otros y con su entorno en un marco democrático de convivencia).

b) Globalización: Justificada en la Educación Primaria desde una doble perspectiva: porque el alumno percibe la realidad de un modo global y concreto; y porque se trata de que relacione de forma significativa lo nuevo con lo que ya sabe.

c) Actividad: Se aprende, sobre todo, haciendo. La actividad del alumno en la clase ha de presidir todo lo que sucede en ella. A través de la actividad el alumno a de aprender a aprender.

d) Organización cíclica del currículo: Partiendo de la estructura cíclica con que está concebida la Educación Primaria, se trata de secuenciar los objetivos y contenidos de la etapa en ciclos en los que se trabajarán los mismos objetivos y contenidos desde la perspectiva de una mayor profundización. Es un planteamiento que facilita el refuerzo de los aprendizajes básicos de un modo gradual y progresivo.

e) Creatividad y trabajo autónomo: Inspirarán todas las actividades, tanto las dirigidas por el profesor como aquellas otras en las que cada niño es especialmente protagonista. Se refuerza la autonomía personal y también la autoestima, facilitando el desarrollo de las capacidades para las que está especialmente dotado.

Finalmente, desde las actuales teorías del aprendizaje, se pueden concretar los principios

de intervención educativa:

PRINCIPIOS METODOLÓGICOS

TÉCNICAS Y PROCEDIMIENTOS

ACTIVIDADES/PROCESOS/EXPERIENCIAS

Personalización Individualización

Socialización Globalización

Autonomía, etc.

Trabajo individual,

Dinámica de grupos, etc. Autonomía

Actividades básicas, optativas, adaptaciones, etc.

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1. Partir del nivel de desarrollo del alumno, teniendo en cuenta las capacidades y nivel de desarrollo que el alumno posee y los saberes y experiencias construidos anteriormente. Por él.

2. Asegurar la construcción de aprendizajes significativos. El contenido ha de ser relevante para el alumno, tanto desde la estructura lógica del mismo como desde la psicología del propio alumno. Procurar la motivación y el interés por aprender, y utilizar lo aprendido en situaciones reales de la vida o en nuevas situaciones de aprendizaje.

3. Posibilitar que los alumnos realice aprendizajes por sí solos, es decir, que sean capaces de aprender a aprender.

4. Que el aprendizaje modifique los esquemas de conocimiento que el alumno posee y le permita desenvolverse en situaciones nuevas.

5. Que el alumno realice una “intensa actividad” (procesos internos y no simplemente manipulativos), distinguiendo lo que el alumno puede hacer por sí solo de lo que es capaz de aprender con ayuda de los demás.

Cuándo: La temporalización hace referencia a la duración de los procesos educativos. En Educación Primaria se puede hablar de tres tiempos de carácter educativo. La etapa que abarca de los seis a los once años. Los objetivos de la etapa y de las áreas están pensados para ser alcanzados a lo largo de los seis años que dura; el ciclo, periodos de dos años en los que se divide la etapa (tres ciclos en Educación Primaria) y, finalmente, la unidad didáctica, organización de los procesos educativos para periodos más cortos de tiempo (una semana, una quincena, un mes) que permiten controlar y dirigir el día a día. Los tres son periodos con sentido educativo, es decir, se cuenta con el tiempo suficiente para que se produzcan aprendizajes significativos y se alcancen objetivos.

Estos tiempos educativos no deben confundirse con otros como el tiempo administrativo (el curso escolar) o el económico (el ejercicio presupuestario), etc. También respecto al tiempo ha de tenerse en cuenta el que se asigna a cada una de las áreas. El tiempo es un elemento más del proceso educativo que ha de ser tenido en cuenta. Ha de controlarse y adaptarlo al servicio del resto de los elementos.

Dónde: Este elemento se refiere al lugar donde se realizan los procesos educativos. Generalmente en los colegios – públicos, concertados o privados –. En este apartado han de tenerse en cuenta los requisitos que las Administraciones educativas le exigen a los centros en cuanto a espacios (aulas, patios, gimnasio, servicios, etc.) y medios personales (profesorado y otro personal) y materiales (laboratorios, biblioteca, aula informática, etc.) para poder dedicarse a la educación.

Otro aspecto importante referido al dónde es el contexto en el que está situado el colegio. El contexto adquiere una especial importancia, convirtiéndose en un medio excelente para facilitar determinados aprendizajes (espacios, recursos, teatros, mercados, etc.). La utilización de experiencias de la vida cotidiana, el uso de las posibilidades que ofrece el entorno inmediato, la utilización de acontecimientos considerados importantes, permitirá enriquecer la actividad educativa y mejorar la motivación e interés de los alumnos. Con qué medios: Los medios y recursos constituyen un elemento más en los procesos educativos. Están bastante relacionados con la metodología didáctica. También dependerán del tipo de conocimientos que se impartan y, por tanto, de las áreas del currículo. En todo caso, estarán directamente relacionados con el interés y motivación de los alumnos, las características del conocimiento seleccionado y el medio en que se desarrolla.

Han de incorporarse todos aquellos medios que social y culturalmente son utilizados (medios audiovisuales, informáticos, prensa, radio, diccionarios, biblioteca etc.). Todos ellos estarán al servicio de las actividades que propongamos a los alumnos para alcanzar los objetivos propuestos.

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1.2.2. Para qué, qué, a quién, cómo y cuándo evaluar La evaluación juega un papel fundamental en el proceso educativo. La evaluación ha de

ser entendida, sobre todo, como una valoración. Es un proceso a través del cual comprobamos en qué medida se han conseguido los objetivos propuestos, los alumnos han desarrollado sus capacidades y han alcanzado las competencias previstas en el currículo, lo que supone un juicio de valor sobre la información recogida. No ha de confundirse evaluación con calificación. Ésta es la valoración final de los procesos educativos y de los resultados obtenidos. La evaluación así entendida tiene varias funciones: formativa, es un medio más para que los alumnos aprendan; orientadora, ayuda al maestro y a los alumnos a modificar los procesos en función de la información recibida; transferencial, acredita unos aprendizajes valorados socialmente. Para qué evaluar: Para orientar y guiar a los alumnos en los procesos educativos, así como para acreditar su nivel de aprendizaje. Qué evaluar: Los diseños, los programas y proyectos, los procesos y los resultados. A quién evaluar: Al profesor y su práctica docente; al centro y al sistema educativo, incluyendo todos los elementos que lo configuran; a los alumnos (el desarrollo de sus capacidades, expresados a través de los objetivos de la etapa y de las áreas y de los cambios producidos en los alumnos por los aprendizajes efectuados). Cómo evaluar: La evaluación ha de ser: sistemática, formativa, orientadora, criterial, continua y cualitativa. Cuándo evaluar: Continuamente. Inicial o diagnóstica, formativa o continua y sumativa o final.

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Texto para el comentario

¿Enseñar o aprender? Francesco Tonucci

La escuela pública está hoy en crisis. No funciona; no satisface, de hecho, las exigencias

de nadie: ni las de los pedagogos, que la querrían adecuada a las modernas teorías cognitivas, ni las de los empresarios, que la querrían capaz de preparar a trabajadores, técnicos y cuadros para la mejora de la productividad de un país moderno, ni las de los políticos, que la querrían adecuada a las leyes que nuestros países han establecido y la necesidad de reducir las desigualdades socioculturales existentes, ni las de los padres, que continúan percibiéndola más como una guardería segura para sus hijos que como un lugar de desarrollo cultural, ni las de los profesores que soportan toda la carga de estos conflictos y que reaccionan con actitudes de desconfianza, de huida y con un aumento de patologías, ni las de los alumnos, a los que la escuela sigue sin gustarles.

La escuela no logra ser un instrumento eficaz para favorecer aquella igualdad que nuestras Constituciones democráticas sancionan con solemnidad. La escuela es el servicio público más costoso, aunque sigue siendo adecuada sólo para los estudiantes inteligentes, voluntariosos y que provienen de buenas familias, y sin embargo, nuestra sociedad necesita ante todo un buen servicio público, para los más atrasados, para los perezosos y para los que no pueden apoyarse en una buena familia.

Su supervivencia depende de una rápida y profunda reconversión. Si permanece como un lugar de transmisión de nociones, esta función pueden asumirla mucho mejor y con un coste mucho menor los medios de comunicación, desde la televisión al ordenador; si permanece como un lugar de socialización, esta función pueden asumirla de forma mucho más satisfactoria las asociaciones, los clubes y los lugares de ocio, especialmente para los niños y jóvenes; si se pretende, en cambio, que cumpla lo que la sociedad le exige, es decir, que sea un lugar de elaboración cultural a partir de los conocimientos ya existentes, con la contribución de todos (alumnos y docentes) y en su propio beneficio, entonces debe cambiar radicalmente.

En los últimos tiempos se ha producido un aluvión de propuestas, pero, en el fondo, todas se han reducido a nuevas consignas, a nuevas modas: ya no se habla de programas, sino de programación; después, de curriculum; luego, de diseño; pero sustancialmente, la práctica educativa no cambia. En el análisis que realizo de la situación de la escuela en la obra ¿Enseñar o aprender?, sitúo una premisa y tres condiciones para el cambio. La premisa es que no es cierto, y que nunca ha sido verdad, que la enseñanza produce aprendizaje; otros son los procesos y otras las vías.

La primera condición para el cambio es que la escuela renuncie al actual monopolio educativo y que, además, la sociedad dé a los ciudadanos, y sobre todo los ciudadanos más jóvenes, la posibilidad de utilizar los recursos culturales, productivos y de servicios existentes en la localidad. Urge, en suma, hacer que se invierta la perversa tendencia actual al aislamiento y especialización, para que se permita de nuevo al niño, de forma adecuada a las exigencias de la época, tener sus experiencias libres y significativas. La escuela será una de estas experiencias, más estructuradas, que intentará elaborar las experiencias libres de los individuos para construir colectivamente una nueva cultura.

La segunda y consecuente condición para el cambio es que la escuela se transforme, que pase de una praxis sustancialmente transmisiva, repetitiva, fundada sobre el convencimiento de que el niño no sabe y debe ser instruido, a una praxis sustancialmente constructiva, es decir, fundada sobre el convencimiento de que el niño sabe y que debe poder encontrar un ambiente favorable en el que su saber pueda crecer en el grupo de los compañeros y en colaboración con los adultos.

Tercera condición para el cambio es que se formen profesores nuevos para esta escuela nueva. Un nuevo profesional de alto nivel, que renuncie al inútil papel de aquel que sabe para

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asumir el otro más significativo de aquel que hace crecer; de guardián de la verdad a guardián del método.

Nuestras sociedades son conscientes de la inadecuación actual de su escuela pública, pero no está claro si efectivamente quieren que cambie o prefieren o que permanezca aún como garantía de reproducción social.

Se están haciendo muchas cosas para cambiar la escuela, pero parece que se esquiven precisamente aquellas que son decisivas. Se están cambiando las leyes, los programas, las orientaciones, pero no se hace casi nada para que el nivel de formación de los nuevos docentes, y de los que están en ejercicio, se eleve hasta que puedan alcanzar el nivel de las reformas legislativas. Se prefiere despilfarrar enormes sumas, por ejemplo, en propuestas de formación en cascada, como la denominada de formación de formadores, que se ha comprobado ineficaz en varios países. No se hace nada, en cambio, para que se pueda invertir la selección negativa que se encuentra en el origen del reclutamiento de los profesores; nada se hace para que el profesor pueda, periódicamente salir de la rutina de su preciosa pero dura profesión, para recargarse, reoxigenarse y volver más rico, más crítico y con un mayor y más directo conocimiento del mundo.

Si no se pone manos a la obra, temo que los tiempos de la escuela pública se acerquen irremediablemente a su fin. (*) Francesco Tonucci, investigador y ensayista, resume en este artículo las ideas de su último libro publicado en España ¿Enseñar o aprender? La escuela como investigación 15 años después (Editorial Graó). Este artículo se publicó en El País el 8 de enero de 1991. (Traducido del italiano por Virginia Ferrer Cerveró).