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Combatiendo los TLCs | 5 La naturaleza cada vez más integral y la envergadura de muchos de los tra- tados de inversiones y libre comercio (TLC) bilaterales contemporáneos es asombrosa. Estos acuerdos abarcan generalmente una gama creciente- mente amplia –y preocupante- de áreas y temas, que hacen que los impac- tos que generan en todas las sociedades y sectores se multipliquen, moti- vando el surgimiento de movimientos generalizados de resistencia en su contra en muchos países. Estados Unidos (EEUU) firmó su primer TLC bila- teral con Israel en 1985. La Unión Europea (UE) viene forjando acuerdos de “cooperación comercial” blandos desde la terminación formal de su 1 Nos referimos a la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA por sus siglas en inglés): Suiza, Lichenstein, Noruega e Islandia. 1 TLCs: el Panorama global (bilaterals.org and GRAIN) La recolonización: nuevos acuerdos, viejas jugarretas bilaterals.org y GRAIN (Septiembre 2007) “Los leopardos coloniales rara vez cambian sus manchas. Solo asechan a sus presas de distintas formas”. Moana Jackson, Ngati Porou/Ngati Kahungunu, abogada maorí, 1995 “Los TLC y los agricultores no pueden convivir bajo el mismo cielo”. Choi Jae-Kwan, Liga de Campesinos Coreanos, julio 2006 régimen colonial a finales de la década de 1960, avanzando gra- dualmente hacia TLC más duros desde la década de 1990, a menudo siguiendo las huellas de Estados Unidos. Lo mismo vale para los paí- ses de Europa Occidental que no integran la UE, que han estado cose- chando en forma sistemática sus propios TLC desde que firmaron el primero con Turquía en 1991. 1 Australia, Japón y otros países indus- Para los movimientos populares core- anos, la introducción de las políticas del FMI en Corea del Sur en 1987, la entrada de la Nación en la OCDE y la OMC a mediados de los años 1990 y la presión por los TLC en los 2000 signifi- can una continuidad en la neoliberal- ización que provocó estragos en el país, especialmente en los agricultores y tra- bajadores. (Foto: Chamsaesang)

1 TLCs: el Panorama global - bilaterals.org · dos de “comercio y amistad” que se remonta al siglo XIX. Raíces de la presión en pos de los TLC Si bien algunos pueden ver la

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La naturaleza cada vez más integral y la envergadura de muchos de los tra-tados de inversiones y libre comercio (TLC) bilaterales contemporáneos esasombrosa. Estos acuerdos abarcan generalmente una gama creciente-mente amplia –y preocupante- de áreas y temas, que hacen que los impac-tos que generan en todas las sociedades y sectores se multipliquen, moti-vando el surgimiento de movimientos generalizados de resistencia en sucontra en muchos países. Estados Unidos (EEUU) firmó su primer TLC bila-teral con Israel en 1985. La Unión Europea (UE) viene forjando acuerdos de“cooperación comercial” blandos desde la terminación formal de su

1 Nos referimos a la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA por sus siglas en inglés):Suiza, Lichenstein, Noruega e Islandia.

1 TLCs: el Panorama global(bilaterals.org and GRAIN)

La recolonización: nuevos acuerdos, viejas jugarretasbilaterals.org y GRAIN (Septiembre 2007)

“Los leopardos coloniales rara vez cambian sus manchas. Solo asechan a sus presas de distintas formas”.Moana Jackson, Ngati Porou/Ngati Kahungunu, abogada maorí, 1995

“Los TLC y los agricultores no pueden convivir bajo el mismo cielo”.Choi Jae-Kwan, Liga de Campesinos Coreanos, julio 2006

régimen colonial a finales de ladécada de 1960, avanzando gra-dualmente hacia TLC más durosdesde la década de 1990, a menudosiguiendo las huellas de EstadosUnidos. Lo mismo vale para los paí-ses de Europa Occidental que nointegran la UE, que han estado cose-chando en forma sistemática suspropios TLC desde que firmaron elprimero con Turquía en 1991.1

Australia, Japón y otros países indus-

Para los movimientos populares core-anos, la introducción de las políticas delFMI en Corea del Sur en 1987, laentrada de la Nación en la OCDE y laOMC a mediados de los años 1990 y lapresión por los TLC en los 2000 signifi-can una continuidad en la neoliberal-ización que provocó estragos en el país,especialmente en los agricultores y tra-bajadores. (Foto: Chamsaesang)

trializados han sido algo más lentos en subirse al trende los TLC, aunque el Acuerdo Comercial de RelacionesMás Estrechas que celebraron Nueva Zelanda y Australiaen 1983 es un ejemplo temprano de un TLC integral.Pero los gobiernos del Sur han puesto históricamente unmayor énfasis en la formación de bloques regionales,2 apesar de que en la década de 1980 varios Estados lati-noamericanos firmaron gran cantidad de pequeños tra-tados de comercio preferencial entre ellos. Los tratadosbilaterales de inversiones (TBI) surgieron en 1959, peroson el resultado de una historia aún más larga de acuer-dos de “comercio y amistad” que se remonta al siglo XIX.

Raíces de la presión en pos de los TLC

Si bien algunos pueden ver la desconcertante prolifera-ción de TLC bilaterales y TBI en todo el mundo como unfenómeno relativamente nuevo, sus raíces son muy pro-fundas. Es posible rastrearlas hasta una época muy ante-rior a la creación del Banco Mundial y el FondoMonetario Internacional (FMI), por no mencionar a orga-nismos internacionales como la Organización Mundialdel Comercio (OMC) o su antecesor Acuerdo Generalsobre Aranceles y Comercio (GATT por sus siglas eninglés). Los orígenes de la actual manía por los TLC seremontan a una larga historia de explotación colonial,capitalismo e imperialismo –de la misma manera quemuchos de los movimientos populares contra los TLChoy tienen sus orígenes en las generaciones anterioresde resistencia anti-colonial y antiimperialista y las luchaspor la autodeterminación.

Los antecesores de las primeras empresas transnaciona-

les (ETN) que hoy dominan las economías nacionales yla economía mundial –e inciden decididamente en lapropagación, el alcance y las prioridades de los TLC-conjugaron los intereses del Estado y los intereses pri-vados capitalistas, tal como fue el caso de la relaciónentre la British East India Company y el Parlamento y laCorona británicos, y los acuerdos tejidos por las poten-cias coloniales y sus compañías con los nuevos paísesindependientes del Sur.

La estrecha interrelación entre el poder estatal, la geo-política y la explotación empresarial capitalista no espor lo tanto nada nuevo. Los opositores al Tratado deLibre Comercio entre América Central, RepúblicaDominicana y Estados Unidos (CAFTA por sus siglas eninglés) por ejemplo, nos recuerdan que debemos volvera escudriñar la historia para entender a cabalidad losintereses geopolíticos y económicos que llevan aWashington a imponerles los TLC a los países del conti-nente americano. En la Doctrina Monroe de 1823,Estados Unidos declaró que el ‘hemisferio occidental’ [elcontinente americano. NT] era su propia esfera deinfluencia. Cualquier intento de parte de las potenciaseuropeas de “ampliar su sistema a cualquier porción deeste hemisferio” se considera “peligroso para nuestrapaz y seguridad”. Estos conceptos fueron reforzados en1904 con el Corolario Roosevelt, que sostuvo queEstados Unidos como “nación civilizada” tenía el derechode intervenir en los asuntos de sus vecinos del sur comoun “poder policial internacional”. La agenda de comerciode George W. Bush y la ayuda militar de Washington aColombia y México en apoyo a los intereses empresaria-les y geopolíticos estadounidenses, no hacen más quecontinuar esta tradición imperialista.

El Estado colonial clásico estaba estructurado para laexplotación y extracción de recursos. Más reciente-mente, la globalización neoliberal ha obligado a los paí-ses a transformarse en fuentes de saqueo para las trans-nacionales y facilitarles el flujo sin trabas de capitalfinanciero volátil en distintas formas. En el centro de latáctica y la estrategia de las “negociaciones” de los TLC–especialmente aquellos entre países del Norte y paísesdel Sur—nos topamos con un plan de juego despiadadoque consiste en “dividir para reinar”, luchas intestinasentre los poderosos, sean Estados o corporaciones (inclu-sive las potencias emergentes como Sudáfrica, China,Brasil e India) por ampliar sus “esferas de influencia”, yuna visión del mundo que mercantiliza la naturaleza, laspersonas y las relaciones humanas en aras de la explo-tación comercial y el control monopólico. A la par deesto podemos advertir luchas y contradicciones entreformas contrastantes de organización capitalista, y nue-vas guerras por los recursos como la energía, los mine-rales y el agua, entre otros. En los últimos años estosprocesos se han intensificado de manera exponencial.

El polítólogo argentino Atilio Borón describe esta etapadel imperialismo como

“signada, hoy con mayor contundencia que en elpasado por la concentración del capital, el abrumadorpredominio de los monopolios, el acrecentado papeldel capital financiero, la exportación de capitales y elreparto del mundo en distintas “esferas de influen-cia”. La aceleración de la mundialización acontecidaen el último cuarto de siglo, lejos de atenuar o disol-ver las estructuras imperialistas de la economía mun-dial, no hizo sino potenciar extraordinariamente lasasimetrías estructurales que definen la inserción delos distintos países en ella. Mientras un puñado de

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2 Quizá algunos puedan reconocer alguno de estos en la sopa deletras: Mercosur, ASEAN, CAN, SADC, COMESA, SAARC, UEMOA, GCC,y demás.

"No queremos esta anexión-NO al CAFTA!”, desde las calles de Costa Rica en el 2007

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naciones del capitalismo desarrollado, reforzó sucapacidad para controlar, al menos parcialmente, losprocesos productivos a escala mundial, la financiari-zación de la economía internacional y la creciente cir-culación de mercancías y servicios, la enorme mayo-ría de los países vio profundizar su dependenciaexterna y ensanchar hasta niveles escandalosos elhiato que los separaba de la metrópolis”.3

Desde el fin de la Guerra Fría, se ha vendido en todo elmundo la idea de que los modelos capitalistas neolibe-rales de “desarrollo” son la única alternativa posible. Sinembargo, la evidente ascendencia de las transnacionalesy el “triunfo” del capitalismo no ha estado exento de tro-piezos para quienes promueven el neoliberalismo. Lastensiones internas entre y dentro de las elites políticas yeconómicas, así como la presión externa de las crecien-tes y diversas luchas populares de masas contra diferen-tes rostros de la globalización neoliberal, han obligadoa sus promotores a adoptar una postura defensiva. Almismo tiempo, hay tensiones entre las distintas formasde regionalismo y de globalismo. En los días a menudoinciertos de las negociaciones de la Ronda Uruguay delGATT (1986-94) a nivel multilateral, muchos gobiernosse propusieron el establecimiento de iniciativas regiona-les paralelas como el Tratado de Libre Comercio deAmérica del Norte (TLCAN o NAFTA por sus siglas eninglés) y el Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico(APEC). En ese entonces, tales iniciativas estaban vistascomo una opción de retaguardia, en caso que la RondaUruguay fracasara.

Los intentos de los partidarios de la globalización neoli-beral de minimizar o negar los vínculos entre la devas-tadora crisis financiera que azotó a Asia en 1997-98 y laimposición de la liberalización económica, fueron recha-zados con creciente escepticismo. Sin embargo, las ins-tituciones financieras y los gobiernos les prescribieron alos países más afectados más de la misma amarga medi-cina como solución. En el contexto de una resistenciacreciente al neoliberalismo, el ex Director General de laOMC Supachai Panitchpakdi llegó a sostener que el 11

de septiembre era una “bendición disfrazada” para losglobalizadores.4 De hecho, esa fecha ha sido utilizadadesde entonces cínicamente como garrote para mango-near y hostilizar a los países del Sur e impulsar la ofen-siva neoliberal. Mientras la OMC anda a los tumbos deuna crisis de legitimidad y credibilidad a otra, y lasnegociaciones multilaterales de comercio avanzan rápi-damente hacia la nada, las cumbres internacionales sehan transformado en terreno fértil para concertar TLCbilaterales. La posición oficial de la OMC sobre el creci-miento explosivo de los TLC pasó de una actitud desobrada confianza y negación a una de patética deses-peración. Su actual Director General, Pascal Lamy,insiste: “considero que un poco de pimienta bilateral enel aderezo multilateral lo hace más sabroso. Pero comobien sabemos, un plato de pimienta no es una grancomida”.5

4 “Supachai: Tragedy a blessing in disguise”, Bangkok Post, 22 denoviembre de 2001

5 WTO etraining session, 29 de marzo de 2007,https://etraining.wto.org/chat/archive/29mar2007.htm

Activistas denuncian la realidad dellibre comercio en la Cumbre de la APECen Sydney, septiembre de 2007. Laciudad estaba bajo una intenso bloqueode seguridad para que las negocia-ciones del TLC entre los delegadosoficiales pudieran continuar sin pertur-baciones. (Foto: Selwyn Manning)

3 Atilio Borón, “Imperio e Imperialismo: una lectura crítica de MichaelHardt y Antonio Negri”, CLACSO, Argentina, ver enhttp://www.clacso.org.ar/difusion/institucional/difusion/Publicaciones/catalogo/coleccion-secretaria-ejecutiva/publicacion.2006-05-27.2726886327

“Va a ser un sí, así que pueden olvidarse de la letra pequeña”

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De compras

Detrás de cada uno de los TLCpodemos apreciar la mano de losempresarios capitalistas. Amedida que las transnacionales yotras compañías nacionales sehan ido fusionando, reestructu-rando, diversificando y lanzán-dose a la conquista de nuevosmercados y fuentes de gananciasdurante el proceso de transnacio-nalización (a menudo con elapoyo de los gobiernos naciona-les), su capacidad de cabildeo ysu peso político a nivel nacionalse ha multiplicado, al igual quesus exigencias de marcos legalesde mayores libertades respectode cualquier tipo de regulacionesque les pudieran resultar perjudi-ciales. Las transnacionales - y susaliados políticos recompensadoseconómicamente- han estado decompras, de foro en foro. Si noencuentran lo que buscaban enun lugar, siguen y se van paraotro. Las empresas han impul-sado agresivamente la aceptaciónde disciplinas vinculantes queredefinen y/o arrastran áreas delo que hasta el momento se consi-deraban áreas de política nacionalsoberana –como la agricultura,los servicios y la propiedad inte-lectual- para llevarlas al terrenode las reglas del comercio inter-nacional formuladas a través deacuerdos mundiales como los queadministra la OMC. Dos ejemplos–inversiones y propiedad intelec-tual- ilustran cómo las transnacio-nales han ido de foro en foro enlas últimas décadas intentandoconseguir su objetivo, y cómo losTLC se han convertido en suúltima arma preferida.

Inversiones: En la década de1960, la Organización para laCooperación y el DesarrolloEconómico (OCDE) adoptó doscódigos no vinculantes en materiade liberalización de las inversio-nes: el Código de la Liberalizaciónde los Movimientos de Capital y elCódigo de Liberalización de lasOperaciones Corrientes deInvisibles. La aplicación dependíade la presión entre pares. Luego,durante la Ronda Uruguay delGATT, Estados Unidos, la UE yJapón intentaron dar un paso másen esa dirección, impulsando unacuerdo sobre inversiones de apli-cación obligatoria. Pero encontra-ron oposición. Entre 1995 y 1998hubo igualmente nuevos intentos

para crear un Acuerdo Multilateralde Inversiones (MAI por sus siglasen inglés) de carácter vinculanteen el marco de la OCDE, queincluía medidas similares a las delCapítulo 11 del TLCAN. Despuésdel fracaso de la propuesta delMAI en 1998 debido tanto a laoposición externa como a diferen-cias internas entre los gobiernos,los intentos renovados de lograrun acuerdo sobre inversiones enla OMC no han rendido fruto.Muchos países – especialmentedel Sur – se opusieron firmementea cualquier resurrección del MAIen la OMC. Pero los países indus-triales han logrado ampliar la libe-ralización de las inversiones a tra-vés de los TLC y los TBI. Losacuerdos bilaterales ofrecen uncamino gradual que puede trans-formarse en plataforma de lanza-miento para acuerdos multilatera-les más integrales. Una vez quelos países se hayan envuelto enredes de tratados bilaterales deinversiones, será más difícil resis-tir un acuerdo tipo MAI a nivelmultilateral, si acaso lleganalguna vez a reanudarse allí lasnegociaciones seriamente.

Propiedad intelectual: Lo mismose aplica a los Derechos dePropiedad Intelectual. En ladécada de 1970, los gobiernosdel Norte vieron frustrados susintentos de impulsar reglas depropiedad intelectual más estric-tas a través de la OrganizaciónMundial de la Propiedad Intelec-tual de Naciones Unidas. Los paí-ses del Sur, conscientes de lospeligros de los regímenes mono-pólicos fuertes, especialmentegracias a la orientación políticaproveniente de la Conferencia delas Naciones Unidas sobreComercio y Desarrollo (UNCTADpor sus siglas en inglés), utiliza-ron el mecanismo de “un país unvoto” de Naciones Unidas parabloquear la presión del Norte, quebuscaba obtener mayores rentasde la propiedad intelectual en fun-ción de la naturaleza cambiantede los activos empresariales ensus países. En la década de 1980,fueron al GATT y colocaron a lapropiedad intelectual en laagenda de la Ronda Uruguay. Elacuerdo propuesto sobre losAspectos de los Derechos dePropiedad Intelectual relaciona-dos con el Comercio (ADPIC) sepresentó como una herramientapara ayudar a las transnacionales

a frenar el flujo de ropas, músicay videos de marca falsificados.6

Pero preparó el terreno paraampliar agresivamente los dere-chos de patente sobre microorga-nismos, semillas y medicamentosvitales. En ese momento, la mayorparte de los países no permitía laspatentes sobre alimentos, pro-ductos farmacéuticos y otros pro-ductos considerados básicos paralas necesidades humanas. ElComité de Propiedad Intelectual deEstados Unidos (US IntellectualProperty Committee) –una coali-ción de 13 grandes empresas esta-dounidenses entre las que seencuentran DuPOnt, Pfizer, Bristol-Myers y Merck- trabajó en conjuntocon los representantes de comer-cio estadounidenses para redactarun texto que estandarizara lasleyes de DPI a nivel mundial segúnlos criterios estadounidenses, ypara hacerlas de aplicación obli-gatoria en el marco de lo queluego devendría como la OMC.Este activismo empresarial fue engran parte el que le dio forma alos ADPIC: un total de 96 de los111 integrantes de la fuerte dele-gación estadounidense que nego-ció el texto durante la RondaUruguay provenía del sector pri-vado.7

Los ADPIC se transformaron asíen el primer acuerdo internacio-nal vinculante en permitir mono-polios empresariales sobre seresvivos. Sin embargo, en virtud desus concesiones mutuas con laUE, Estados Unidos no pudo con-seguir todo lo que quería. En vezde exigir patentes para las varie-dades vegetales –es decir, lassemillas que plantan los agricul-tores- el acuerdo dejó este puntoabierto para que los países opta-ran por patentes o alguna otraforma de propiedad sobre lasvariedades vegetales. Desdeentonces, Estados Unidos, la UE yJapón han estado trabajando

6 Los ADPIC abarcan también los derechosde autor y los derechos relacionados, eldiseño físico de circuitos integrados, lasindicaciones geográficas (como en el casode vinos y quesos), las marcas registradasy los diseños industriales.

7 Rob Weissman, “Patent Plunder: TRIPpingthe Third World”, Multinational Monitor,noviembre 1990; ver también AzizChoudry, “Biotechnology, IntellectualProperty Rights and the WTO” en BrianTokar (ed.), Gene Traders: Biotechnology,World Trade and the Globalization ofHunger, Toward Freedom, Burlington, VT,2004.

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Patrick Cronin, primer vice presidente del Centro deEstudios Estratégicos e Internacionales (Center forStrategic and Internacional Studies) de Washington,escogió una mejor analogía en 2004: “ante el retrocesode la reforma de la OMC en Cancún, la administración[Bush] se concentra ahora como un rayo láser en losacuerdos comerciales regionales y particularmente, enlos bilaterales”.8 La liberalización quirúrgica con láser- osea, el bilateralismo a través de los TLC- le permite a laspotencias mundiales como EEUU y la UE mantener bajocontrol a países seleccionados y reducir la posibilidadde que algunos de sus aliados se alcen contra el mango-neo, los atropellos y el doble discurso de Occidente enlos foros como la OMC. A través de los tratados bilate-rales, estas potencias han podido enfocar la mira y enfi-lar sus baterías con mayor precisión contra las políticasu otras medidas gubernamentales que les desagradan,recortando seriamente los derechos y capacidades delos gobiernos nacionales para mantener marcos de polí-ticas económicas, sociales y ambientales soberanas.

Perpetuar y consolidar el neoliberalismo

Los TLC son hoy la herramienta preferida para perpetuary expandir el desacreditado modelo social y ecológica-mente destructivo que el Banco Mundial, el FMI y las ins-tituciones financieras regionales le han impuesto a granparte del mundo en nombre del “desarrollo”. Los progra-mas de ajuste estructural, cuya misión era encarrilar alos países por el camino correcto, implican la privatiza-ción de las empresas y servicios estatales, el recorteabrupto del gasto público, el desarrollo de economíasorientadas a la exportación, el aumento de las tasas deinterés y los impuestos, y la reducción drástica de lossubsidios a los productos de consumo básico como ali-mentos, medicamentos y combustibles. Aunque estemodelo ha funcionado sumamente bien para el capitaltransnacional, para la mayoría de los pueblos del mundoha sido una catástrofe indescriptible. El llamado modelodel libre mercado generó un aumento de las desigualda-des al interior de los países y entre distintos países. ElBanco Mundial, el FMI, el Banco Interamericano deDesarrollo y el Banco Asiático de Desarrollo les impusie-ron durante décadas la “asistencia técnica” y los présta-mos a los países deudores para prepararlos y acondicio-

narlos para la liberalización total de las inversiones y elcomercio, con el Banco Mundial aumentando drástica-mente los fondos destinados a actividades relacionadascon el comercio, apuntando especialmente a los paísesmenos adelantados, las economías en transición y lospaíses en proceso de ingreso a la OMC. En realidad setrata de ayuda para la liberalización del comercio.

De manera similar, las políticas de cooperación para eldesarrollo también funcionan en el mismo sentido. Losvínculos entre el comercio y la cooperación han sido uti-lizados por los gobiernos donantes como un medio parapromover el avance general del neoliberalismo y refor-mas de políticas específicas a través de acuerdos decomercio e inversiones multilaterales, regionales y bila-terales. USAID, por ejemplo, es uno de los principalespromotores de la biotecnología en el Tercer Mundo –sutrabajo va de la mano con las agendas de las grandescompañías estadounidenses y las prioridades deWashington en materia de comercio internacional.Ofrece “asistencia técnica” a los países que tienen TLCcon Estados Unidos.9 Los cambios legislativos realizadosen Vietnam en materia de legislación sobre derechos depropiedad intelectual (DPI) contaron con la asistenciatécnica del proyecto STAR-VIETNAM financiado porUSAID, que está apoyando la implementación delacuerdo de comercio bilateral Vietnam – EEUU. Otrosgobiernos tienen programas similares de “asistenciapara la generación de capacidad comercial”, como es elcaso de la asistencia técnica en asuntos comerciales quebrinda la Agencia Canadiense de Desarrollo Inter-

arduamente para elevar esa“norma mínima” a un escalón másalto de exigencia a través de susTLC bilaterales. Mientras EstadosUnidos impone patentes sobreplantas y animales en sus TLC, laUE y Japón, en beneficio de suspropias compañías de biotecnolo-gía, imponen el Convenio UPOV(Unión Internacional para laProtección de las ObtencionesVegetales), que consiste en ungrupo de reglas similares a laspatentes que impiden a los agri-cultores guardar semillas.

Con los medicamentos, el escena-rio es similar aunque aún mássiniestro. En la OMC, los gruposde presión de la industria farma-céutica tampoco consiguierontodo lo que querían; en particularlos ha enervado una batalla por lainterpretación de las condicionesque se aplican al otorgamiento delicencias obligatorias y a la impor-tación paralela de drogas patenta-das. La industria por eso ha recu-rrido agresivamente a los TLCcomo herramienta para imponerreglas mucho más estrictas que

impidan la fabricación y el comer-cio de los medicamentos genéri-cos. Sea en materia de semillas ode medicamentos, la idea esfrenar la competencia y hacersede mayores ganancias en base amonopolios más prolongados yestrictos –no importa en absolutoque se trate de alimentos o de lasalud. Los TLC son en estemomento el camino más fácil yefectivo para que las transnacio-nales obtengan lo que quieren enel momento.

8 Daily Yomiuri, Tokio, 1 de enero de 2004.9 Ver el sitio web del Consejo de Comercio Estados Unidos-Vietnam

(US–Vietnam Trade Council ).http:// www.usvtc.org/trade/ipr/STAR_ IPR_28apr05.pdf

"Libre comercio, al fin!" Estados Unidos corporativo frente alos trabajadores de todo el mundo.

nacional (CIDA por sussiglas en inglés) y otrosprogramas similares de losgobiernos de Australia,Europa y Nueva Zelanda. ElMinisterio de Economía,Comercio e Industria deJapón también ha desarro-llado acuerdos de asisten-cia relacionados con losTLC, destinados a la coo-peración técnica y la capa-citación de personal en lossectores de la industriaautomotriz y el acero enMalasia y Tailandia.

Entretanto, en muchos paí-ses del Norte, las reformaseconómicas nacionales amenudo reflejan las mis-mas tendencias neolibera-les, con olas de privatiza-ción, desregulación y libe-ralización en nombre del crecimiento económico y lacompetitividad. Nueva Zelanda, Australia y Canadá, porejemplo, cuyos gobiernos son activos participantes enlos TLC, han promovido agresivamente las políticas delibre comercio a nivel internacional, al mismo tiempoque todos, en diferente grado, han llevado sus propiaseconomías hacia modelos corporativos, privatizados ydesregulados. Como en cualquier otro lugar, adherir al“libre comercio” significa aplicar un paquete de refor-mas: controles mínimos a las grandes empresas; inver-sión extranjera sin restricciones; exportación ilimitadade las ganancias; privatización de bienes, empresas yservicios del Estado; apertura plena de los mercadosnacionales a las importaciones baratas; infraestructurafinanciada por privados y de propiedad privada, queopera a través de mercados desregulados; sectores deservicios regidos por el mercado, incluyendo los servi-cios de carácter social como la educación, el transportey la salud; mercados laborales competitivos (o sea, conun costo bajo, y procesos de des-sindicalización) y flexi-bles (aplicando sistemas de contrato temporal y demedio tiempo); y libertad de movimiento para los inver-sionistas extranjeros (a la vez que se mantienen contro-les estrictos sobre trabajadores extranjeros y refugia-dos). El fin último es crear un régimen neoliberal hipe-rextendido a escala mundial, firme y perennementeentramado, con una maquinaria de aplicación obligato-ria plenamente funcional.

De compras

Detrás de cada uno de los TLC podemos apreciar lamano de los empresarios capitalistas. A medida que lastransnacionales y otras compañías nacionales se han idofusionando, reestructurando, diversificando y lanzán-dose a la conquista de nuevos mercados y fuentes deganancias durante el proceso de transnacionalización (amenudo con el apoyo de los gobiernos nacionales), sucapacidad de cabildeo y su peso político a nivel nacionalse ha multiplicado, al igual que sus exigencias de mar-cos legales de mayores libertades respecto de cualquiertipo de regulaciones que les pudieran resultar perjudi-ciales. Las transnacionales – y sus aliados políticosrecompensados económicamente – han estado de com-pras, de foro en foro. Si no encuentran lo que buscaban

en un lugar, siguen y se van para otro. Las empresas hanimpulsado agresivamente la aceptación de disciplinasvinculantes que redefinen y/o arrastran áreas de lo quehasta el momento se consideraban áreas de políticanacional soberana – como la agricultura, los servicios yla propiedad intelectual – para llevarlas al terreno de lasreglas del comercio internacional formuladas a través deacuerdos mundiales como los que administra la OMC.Dos ejemplos –inversiones y propiedad intelectual- ilus-tran cómo las transnacionales han ido de foro en foro enlas últimas décadas intentando conseguir su objetivo, ycómo los TLC se han convertido en su última arma pre-ferida.

Inversiones: En la década de 1960, la Organización parala Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) adoptódos códigos no vinculantes en materia de liberalizaciónde las inversiones: el Código de la Liberalización de losMovimientos de Capital y el Código de Liberalización delas Operaciones Corrientes de Invisibles. La aplicacióndependía de la presión entre pares. Luego, durante laRonda Uruguay del GATT, Estados Unidos, la UE y Japónintentaron dar un paso más en esa dirección, impul-sando un acuerdo sobre inversiones de aplicación obli-gatoria. Pero encontraron oposición. Entre 1995 y 1998hubo igualmente nuevos intentos para crear un AcuerdoMultilateral de Inversiones (MAI por sus siglas en inglés)de carácter vinculante en el marco de la OCDE, queincluía medidas similares a las del Capítulo 11 delTLCAN. Después del fracaso de la propuesta del MAI en1998 debido tanto a la oposición externa como a dife-rencias internas entre los gobiernos, los intentos reno-vados de lograr un acuerdo sobre inversiones en la OMCno han rendido fruto. Muchos países –especialmente delSur– se opusieron firmemente a cualquier resurreccióndel MAI en la OMC. Pero los países industriales hanlogrado ampliar la liberalización de las inversiones a tra-vés de los TLC y los TBI. Los acuerdos bilaterales ofre-cen un camino gradual que puede transformarse en pla-taforma de lanzamiento para acuerdos multilateralesmás integrales. Una vez que los países se hayanenvuelto en redes de tratados bilaterales de inversiones,será más difícil resistir un acuerdo tipo MAI a nivel mul-tilateral, si acaso llegan alguna vez a reanudarse allí lasnegociaciones seriamente.

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TLC significa muerte por patentes para las personas con HIV/SIDA y otras enfermedadesdijeron los manifestantes en la XVI Conferencia Internacional sobre el SIDA en Toronto en2006 (Foto: Riekhavoc)

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Propiedad intelectual: Lo mismo se aplica a losDerechos de Propiedad Intelectual. En la década de1970, los gobiernos del Norte vieron frustrados susintentos de impulsar reglas de propiedad intelectualmás estrictas a través de la Organización Mundial de laPropiedad Intelectual de Naciones Unidas. Los países delSur, conscientes de los peligros de los regímenes mono-pólicos fuertes, especialmente gracias a la orientaciónpolítica proveniente de la Conferencia de las NacionesUnidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD por sussiglas en inglés), utilizaron el mecanismo de “un país unvoto” de Naciones Unidas para bloquear la presión delNorte, que buscaba obtener mayores rentas de la pro-piedad intelectual en función de la naturaleza cambiantede los activos empresariales en sus países. En la décadade 1980, fueron al GATT y colocaron a la propiedad inte-lectual en la agenda de la Ronda Uruguay. El acuerdopropuesto sobre los Aspectos de los Derechos dePropiedad Intelectual relacionados con el Comercio(ADPIC) se presentó como una herramienta para ayudara las transnacionales a frenar el flujo de ropas, música yvideos de marca falsificados. Pero preparó el terrenopara ampliar agresivamente los derechos de patentesobre microorganismos, semillas y medicamentos vita-les. En ese momento, la mayor parte de los países nopermitía las patentes sobre alimentos, productos farma-céuticos y otros productos considerados básicos paralas necesidades humanas. El Comité de PropiedadIntelectual de Estados Unidos (US Intellectual PropertyCommittee) –una coalición de 13 grandes empresasestadounidenses entre las que se encuentran DuPOnt,Pfizer, Bristol-Myers y Merck– trabajó en conjunto conlos representantes de comercio estadounidenses pararedactar un texto que estandarizara las leyes de DPI anivel mundial según los criterios estadounidenses, ypara hacerlas de aplicación obligatoria en el marco de loque luego devendría como la OMC. Este activismoempresarial fue en gran parte el que le dio forma a losADPIC: un total de 96 de los 111 integrantes de la fuertedelegación estadounidense que negoció el texto

durante la Ronda Uruguay provenía del sector privado.

Los ADPIC se transformaron así en el primer acuerdointernacional vinculante en permitir monopolios empre-sariales sobre seres vivos. Sin embargo, en virtud de susconcesiones mutuas con la UE, Estados Unidos no pudoconseguir todo lo que quería. En vez de exigir patentespara las variedades vegetales – es decir, las semillas queplantan los agricultores- el acuerdo dejó este puntoabierto para que los países optaran por patentes oalguna otra forma de propiedad sobre las variedadesvegetales. Desde entonces, Estados Unidos, la UE yJapón han estado trabajando arduamente para elevaresa “norma mínima” a un escalón más alto de exigenciaa través de sus TLC bilaterales. Mientras Estados Unidosimpone patentes sobre plantas y animales en sus TLC, laUE y Japón, en beneficio de sus propias compañías debiotecnología, imponen el Convenio UPOV (UniónInternacional para la Protección de las ObtencionesVegetales), que consiste en un grupo de reglas similaresa las patentes que impiden a los agricultores guardarsemillas.

Con los medicamentos, el escenario es similar aunqueaún más siniestro. En la OMC, los grupos de presión dela industria farmacéutica tampoco consiguieron todo loque querían; en particular los ha enervado una batallapor la interpretación de las condiciones que se aplican alotorgamiento de licencias obligatorias y a la importa-ción paralela de drogas patentadas. La industria por esoha recurrido agresivamente a los TLC como herramientapara imponer reglas mucho más estrictas que impidan lafabricación y el comercio de los medicamentos genéri-cos. Sea en materia de semillas o de medicamentos, laidea es frenar la competencia y hacerse de mayoresganancias en base a monopolios más prolongados yestrictos – no importa en absoluto que se trate de ali-mentos o de la salud. Los TLC son en este momento elcamino más fácil y efectivo para que las transnacionalesobtengan lo que quieren en el momento.