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1 Jorge Valderrama Gutiérrez EPISODIOS HISTORICOS TALQUINOS

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Jorge Valderrama Gutiérrez

EPISODIOS HISTORICOS

TALQUINOS

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PLANO DE TALCA 1904

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No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informáticoni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico,por

fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del autor del copyright.

PORTADA: Palacio Consistorial de Talca, aproximadamente 1900. Archivo Universidad de Talca.

DISEÑO Y DIAGRAMACION: Leonardo Canales Quijada

DIGITALIZACION DE IMAGENES: Wilfredo González Herrera

REGISTRO DE PROPIEDAD INTELECTUAL: N° 148.345

Contestación delmaulino a las amenazas

de un minero de Lota

Campesino chileno. Grabado de Charles Joseph Mettais.

De todos soi respetado cuandome bato a puñal y nunca la he sa-cado mal con más de mil que hepeleado. La vez que topo un mine-ro que quiera ser un terror, enton-ces con más valor desnudo el cor-tante acero; le salgo al frente, lije-ro, yo con mi puñal marcado conletras por cada lado en que estámi nombre escrito, el cual dice muiclarito: de todos soi respetado.

Si vienes con tono altivo bus-cando la sin razón, yo del primerestrellón capaz que te coma vivo;en la daga te recibo como que soismi rival; para mí no hai otro igual,tu insolencia no la abono, i pare-ce que me entono cuando mebato a puñal.

Fíjate, hombre profano, de queyo eznuco no soi: conmigo quieroverte hoy en un campo mano amano, si te muestras mui tirano, de-círtelo es natural, que poniéndo-

me formal i ya entrando en la ba-talla, con un zaino de tu laya nun-ca la he sacado mal.

Si alguien me dice te pego, meda tentación de risa: sacándome lacamisa, sin temor más me le alle-go; a ninguno se las niego aunquevenga encorazado; el cuerpo ten-go encallado de recibir tanto tajo,y nunca me han dado el bajo conmás de mil que he peleado.

Al fin, no me atemorizo por másque usted se pondere: póngase elhilo si quiere, que le tostaré macizo;también aquí se lo aviso, claro le ha-blo y le repito: si se está haciendomaldito as fe de hombre se lo juro,que me encuentro mui seguro de pe-garle cantadito.

(De "Ayes i Lamentos" - LiraPopular, siglo XIX, Colección Ala-miro de Avila, Archivo LiteraturaOral y Tradiciones Populares, Biblio-teca Nacional)

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EPISODIOS HISTÓRICOS

TALQUINOS

Palacio de Cruz año 1905, Uno Oriente Uno y Dos Norte, con Alameda al fondo. Archivo Universidad de Talca.

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La materialización de esta obra sólo fue posible gracias a las siguientespersonas:

Pedro Emilio Zamorano Pérez, Vicerrector de Extensión y ComunicacionesUniversidad de Talca; Francisco Javier Pinedo, Director Instituto de EstudiosHumanísticos Abate Juan Ignacio Molina, Universidad de Talca; Francisca Bur-gos Valderra ma, Estudiante de Licenciatura en Arte, Valparaíso; Coronel Car-los O'Ryan Burotto, Comandante Regimiento Talca; Marco Salazar Pardo,Periodista y Director Diario El Centro; Patricio Moraga Vallejos, Periodista yJefe de Informaciones Diario el Centro; Rodrigo Contreras, Periodista y EditorDiario El Centro; Eduardo Bravo Pezoa, Periodista y Editor Diario El Centro;Leonardo Canales Quijada, Técnico en Artes y Gráficas; Wilfredo GonzálezHerrera, Técnico en Fotografía de Reproducción; Alejandro Morales Yamal,Director Museo O’Higginiano y de Bellas Artes de Talca; Jorge Belmar, anti-

AGRADECIMIENTOS

Huamachuco. Obra atribuida a Luis Rogers.

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Uno Sur con Uno y Dos Oriente. Década del cincuenta.

cuario y librero; Iván García, fotógrafo profesional; Raúl Ramírez González,Corredor de Propiedades y Claudio Hernández Cáceres, pintor; César AldanaNorambuena, Presidente del Directorio de Diario El Centro S.A.; Hugo Saave-dra Oteíza, Gerente General de Diario El Centro S.A.

Escenade unasalto aun fortínperuano.Acuarelade LuisRogers.

Cuartel de Bomberos. Enero de 1954.

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Palabras preliminares

Con un pedazo de mialma a Bernardita Mu-ñoz, mi esposa, amiga,amante y compañera,un ángel en la travesíade la vida; a nuestrostesoros: Paz Natalia,Nicolás Eduardo y Jo-sefina Valeria, nues-tras más fuertes cade-nas con el tiempo; a mimadre Aída del Car-men, espejo de energíay amor infinitos que re-gala con generosidad

Oleo de Miguel Venegas quepertenece al Instituto deInvestigaciones Históricas GeneralJosé Miguel Carrera Verdugo.

En rigor, este no es un libro histórico, sino una recopilación de algunos de mis escritos que yacían esparc idos en diarios y revistas a los

que fui anexando estudios inéditos. Así, consciente deque todo lo doblega el tiempo, aún las obras humanasmás “colosales” y extraordinarias, estos “Episodios his-tóricos talquinos” pretenden ser un efímero destello queinspire a las generaciones venideras a erigir otros mejo-res o distintos, en un contínuom escénico donde la pre-sencia de nuestra propia especie es pasajera y limitada,viajando en nuestro majestuoso hogar a una velocidadde 225 kilómetros por segundo hacia las explosiones desupernovas en veloz carrusel hacia el exterminio total:en pos del triunfo de la entropía. Un poco para pausarlarasgueé al implacable vendaval del tiempo hasta crista-lizar estas gotas estrujadas de historia. Los temas abar-can desde los aborígenes que hollaron la zona de Talcahasta entelequias, cuya compilación es el producto deocho a nueve años de investigación artesanal perseve-rante. Asimismo, durante ellos frecuentemente requerí abibliotecas públicas y privadas, tanto de anticuarios ycoleccionistas, como de académicos e intelectuales ge-nerosos y poseedores de grandeza espiritual. Y armadocon tales panoplias fui tras las huellas y senderos quetantos otros crearon o recorrieron antes que yo y cualargonauta hurgueteé y los desempolvé de esotéricosestantes para violentar adscritos un tanto herméticos,teniendo siempre presente la sabia predicción de Dide-rot: “Si, desde sus primeros tiempos, la historia hubiesetomado por sus cabellos y arrastrado a los tiranos civilesy religiosos, no creo que éstos hubiesen aprendido a sermejores, pero habrían sido más detestados, y sus desdi-chados súbditos habrían aprendido tal vez a ser menospacientes”. En tal premisa, Talca posee un destacadopasado histórico-cultural, efluvio de nuestra propia his-

toria patria, parte del cual se evidencia a través de estaspáginas, porque en ellas mora el espíritu de una ciudadque contempla viviendas y construcciones con tradición,destellos de un pretérito en que cobijaron a célebres oanónimos moradores. Por ello, si queremos que nues-tras raíces no se evaporen junto a una arquitectura quelentamente va enmudeciendo, conversemos con nues-tros hijos del pasado. Mostrémosles sus raíces, constru-yámosles con la imaginación una máquina que los tras-lade en el tiempo para que amen el suyo e imaginenuno mejor, porque el conocimiento de nuestro pasadono debe ser propiedad de algunos "iluminados" erudi-tos. He aquí estos “Episodios históricos talquinos” que,cual alma en pena, nos refieren parte de una época queya se marchó. A través de su mirada espectral, pléyadesde insignes personalidades van surgiendo desde susmuros: la solemne imagen de la madre del escritor Ma-nuel Rojas; la silueta rebozada en un chal negro de Car-men Arriagada cruzar presurosa la plaza; los pies des-calzos del niño Manuel Soto Morales corriendo por lascalles polvorientas de su barrio (quien con el pseudóni-mo de Lautaro Yankas escribió entre otros “El últimotoqui”, “El cazador de pumas”); al músico Oscar Gaci-túa Weston aplanando la Alameda y los recuerdos; elensimismamiento adolescente de José Donoso (autor de“Coronación”); los sueños espolvoreados de GuillermoBlanco (creador de “Gracia y el forastero”); la timidezinfantil de la poetisa Stella Corvalán; el mirar reflexivode la romántica Maité Allamand; las risotadas de clari-nete de Mario Kreutzberger (Don Francisco); las penuriasde un Juan Cualquiera; en fin, capítulos concatenados deuna obra llamada Talca que aún continúa escribiéndose,aunque haya desaparecido su terco orgullo filtrado deegoísmo colonial al saber que algo de un eslabónico puel-che mora en los ojos de sus descendientes.

Prmer cuartel Cuerpo de Bomberos de Talca, 2 Oriente entre 1 Sur y 1 Norte. Año 1870.Oleo de Fortunato Rojas Labarca. Museo Bomberil.

DEDICATORIA

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S U M A T O R I A

Capítulo I Página 10

Nacimiento de una ciudad• Los hijos del sol en el Maule• Un espacio para culturas extraviadas• Malones en el Maule• Emplazamiento de una ciudad• Talca: ¿Efluvio de una ciudad romana?• Abnegados Corregidores• Trajes y cosas de época

Capítulo II Página 28

Un recorrido por nuestro pasado amnésico• Plaza de Armas y de Abastos• José Miguel en Talca• El día que tronaron los cañones• Un escenario para dos batallas• Proscenio de “aguas aconchadas”• El sistema federal• Revoluciones de 1851 y 1891

Moneda del Bancode Talca 1935.

Capítulo III Página 44

Presencia vernacular• La batalla más sangrienta• La sangría de Chorrillos y Miraflores• Äguilas inmortales• El torbellino de la guerra• Incidentes relegados• La Victoria• Talquinas en la guerra• Estatua Ecuestre de O’Higgins• Monumento a la Legión Talquina• Talca Sub-terra

Capítulo IV Página 62

Devenir histórico• El Pehuenche• Plataformas de El Enladrillado• El puerto de Nueva Bilbao• Instituciones señeras• Estampas de una haraganería que nunca fue tal• ¡Esos viejos talquinos!• Repartimiento de Huenchullamí• El tesoro del “Oriflama”

Capítulo V Página 78

Cultura protagónica• Casa de la Independencia• Museo O´Higginiano• Casona de Albano• Construcciones piadosas• Crisol de talentos talquinos• Alucinante Surrealismo• Caballeros del fuego• Ecos que el tiempo se llevó

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Aviador talquino Luis AlbertoAcevedo llegando a Iquique, 1911.

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S U M A T O R I A

"Primer directorio de la Compañíade Fósforos". Oleo sobre tela de

Miguel Venegas -1963.

Moneda del Bancode Talca 1935.

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• Huilquilemu: una villa nuestra incrustada en el tiempo• Esos efervescentes recuerdos olvidados

Capítulo VI Página 98

Legados del pasado• En el último patio de la casa de Albano• Sinopsis de una gran mujer• Dialogo de amor• Auge y caída del Teatro Oriente• Volutas de un pasado colonial• Desaparecido Seminario San Pelayo• Templos de Talca: vértices neurálgicos de religiosidad• Dedos de Dios

Capítulo VII Página 114

Para contar y saber• Entre Talca y Londres• Legado cultural amnésico• Grandeza de dos barrios• ¿Y dónde están las estatuas?• Por la senda equivocada• Cuando el tren llegó a Talca• Caballo de hierro• Periodismo de vieja guardia• Sara Bernhardt en Talca

Capítulo VIII Página 134

Protagonismo social• Fantasmas en la cordillera• Lujoso palacio talquino• Imágenes de otro tiempo• Materializaciones de Euterpe• Bullentes empresas talquinas• Grandeza perdida• El dilema de los cementerios• Coordenadas Trueno• Vertientes y aromas en el corazón• Talca y los talquinos

Capítulo IX Página 160

Proyecciones piducanas• El Chivato• ¡Misericordia, Señor!• Entelequias• Cartografía urbana piducana• Románticos tranvías• Captura de fenómenos estéticos• Desarrollo urbano• “Naranjazo” curicano

Bibliografía referencial Página 175Guiños del pasado Página 176Reseña biográfica del autor Página 185

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Calle Uno Sur de Talca - 1912. Archivo Universidad de Talca.

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Los hijos del sol en el MauleUn espacio para culturas extraviadasMalones en el MauleEmplazamiento de una ciudadTalca: ¿Efluvio de una ciudad romana?Abnegados corregidoresTrajes y cosas de época

CAPITULO I

NACIMIENTODE UNACIUDAD

“Evocaciones de una ciudad erigida piedrasobre piedra; remembranzas de efímeros

escenarios que han dado paso a otrosigualmente breves, pero por cuyos entornos

carcomidos y succionados reflotan losproyectos humanos que van modificando,una y otra vez, sus estructuras, a la parque vamos olvidando los cimientos de laprimigenia ciudad invisible al igual como

ignoramos que lo valioso de la vida es lo quehacemos con ella”

Jorge Valderrama

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Una vez que Pachacuti Inca Yupanqui consolidó sus conquistashasta Quito por el norte -aproximadamente en 1460- miró hacialas desconocidas tierras del sur. Poco se sabía de los habitan-

tes de ese territorio que aislaba un gigantesco desierto. A partir de 1463Huayna Capac, junto a su hijo y sucesor Topa o Túpac Inca Yupanqui, inicióla expansión de su imperio hacia esas latitudes. Primero Lipes, luego Ata-cama: el avance de los guerreros incásicos no encontró mayores dificulta-des, aplastando los pequeños poblados costeros del Norte Grande. Así,bajo su reinado el pueblo incaico incorporó el territorio de los atacameñosy alcanzó el valle de Coquimbo. En una segunda oleada siguió su avancehasta el río Maipo, penetrando al territorio de Copiapó donde encontróuna tenaz resistencia por parte de los feroces promaucaes (en quechua:“indios alzados”), la que tras algunos días de combates y parlamentostermina con una nueva anexión al imperio. En este punto los incas estable-cieron la frontera meridional de su imperio: Tahuantinsuyo. Paso a paso,pueblo tras pueblo, tribu a tribu, los estandartes incas cruzan Coquimbo,Melipilla, Cachapoal y finalmente se asientan en las riberas del Maule.Resistencia y sometimiento son los actos diarios de esta gigantesca aven-tura. En unos veinticinco años habían ocupado la parte chilena más desa-rrollada. Más allá del Bío-Bío existían pueblos reunidos en pequeñas co-munidades, renuentes al trabajo agrícola sistematizado y sin jerarquías,con los cuales se estrellan sus huestes ante la primera resistencia total y laprimera victoria de los indígenas de Chile. La terrible oposición de los indó-mitos araucanos hace trastabillar a los guerreros del sol y después de cuatrodías de enconados combates los incas retroceden hasta el Maule y allí sefortifican. En 1498 Huayna Cápac extiende sus conquistas más allá de Quito,hacia el interior de Colombia. Termina la construcción de la calzada andinadesde Quito hasta lo que hoy es Talca (Chile) de cinco mil 230 kilómetros.

Vestigios de su presencia en el Maule aún perviven. En este contexto, laregión Altos de Vilches -en la precordillera talquina- ha sido asentamientomilenario del hombre: los vestigios que guardan sus faldeos cordilleranos,sus hondonadas y los aleros rocosos que conforman su suelo así lo testi-

monian. Y es que dicha zona aún es un lugar de misterios, de presuntas“apariciones” OVNIS, vértice de esotéricos tanto como de estudiosos ar-queólogos y antropólogos. En la década del sesenta el arqueólogo e histo-riador talquino Alberto Medina -conjuntamente con Ciro Vergara y Ruper-to Vargas- exploró la zona, y sus investigaciones fueron profusa y amplia-mente divulgadas a través de artículos y textos sintetizados. Asimismo, laexistencia de una amplia diversidad de libros respecto al Imperio Inca es-tablece que éste se instaló en Vilches Alto en 1492. Así, el libro “Los abo-rígenes de Chile” (José Toribio Medina) cita la existencia de varias de estasdefensas de los hijos del sol en territorio chileno: río Cachapoal, Coquim-bo, Marga-Marga, Talagante, Aconcagua; además, Vicuña Mackenna infor-ma que en el cerro Mauco, cerca de Quintero, existiría en la cumbre unmalal o fortaleza de indios; que se agrega a los antecedentes recopiladospor el padre Rosales (Siglo XVII) acerca de ruinas en Itata, en el Cerro deRío Claro, en Maule y la Angostura; y el precedente sentado por Bollaertrelativo al cerro llamado de los Incas cerca de Tagua-Tagua. Dichas fortale-

Los hijosdel sol enel Maule

ENCUENTRO SANGRIENTOEl historiador Carvallo y Goyeneche nos cuenta: “Puestos a la

vista los dos ejércitos, convidaron los peruanos a los chilenos conla paz sin más condición que prestar adoración al sol y a la luna yreconocer a sus emperadores como hijos de estos planetas. Mas,aquellos racionales, que jamás hincaron la rodilla y siempre lesfue desconocida la sujeción, finos amantes de la libertad, cono-cieron por instinto natural que estas eran proposiciones de con-quistadores. Se remitieron a las armas y contestaron que seríanverdaderos hijos del sol y de la luna los que con mejor y con másfortuna peleasen, protestando que el sol mismo sería testigo desu valor, y la verdad salieron con ello, y después de un sangrientocombate, tuvieron que retirarse los peruanos”, derrotados, des-baratados y temerosos de tal pueblo indómito.

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zas están siempre a orillas de ríos. Además, hay que destacar que los cami-nos incas estaban destinados sólo para el tránsito de personas o llamas, yaque su civilización nunca conoció la rueda.

PURURAUCASEstas fortalezas de los hijos del sol se denominan purumaucas, deriva-

ción fonética de pururaucas: piedras que los indios sitiados lanzaban comoproyectiles desde lo alto de las murallas a sus sitiadores. Para ello, esco-gían las pururaucas más redondeadas por los torrentes.

En el libro “Los reinos Americanos del Sol: Aztecas, Mayas, Incas” (VíctorWolfgang Von Hagen -Ed. Babor S.A. 1964- Página 201) se afirma que “cuan-do el Imperio de los Incas se encontraba en su apogeo, hacia el año 1500 denuestra era, las construcciones incas hallábanse, difundidas a una enormedistancia, desde los templos del sol y la Fortaleza Purumauca, en la riberaseptentrional del Río Maule (35 grados de latitud sur)”. Es decir, hasta laparte meridional de Chile, y hacia el norte hasta el río Ancasmayo, en lo queahora es Colombia, o sea, una extensión de aproximadamente 5.229 kiló-metros. En la página 302 se lee: “La ruta de la costa, que comenzaba enTumbes, la ciudad fronteriza que señalaba el extremo litoral del reino de losincas, corría hacia el sur a través el desierto, siguiendo toda la longitud delPerú; de aquí descendía hasta llegar al interior de Chile, conectando en Co-piapó con la carretera que venía de la Argentina, y continuaba descendiendohasta el río Maule, en Chile, donde terminaba”.

En toda la extensión de esta ruta había grandes centros, llenos de edi-ficios administrativos y templos del sol; había palacios de piedra, templosde las Vírgenes del Sol, almacenes oficiales y fortalezas. A lo largo de todala red de carreteras aparecían tampus o paradores, a trechos de cinco aquince kilómetros, de forma que el gran conjunto de construcciones delImperio de los Incas igualaba casi al de los romanos. Famosos por la can-tidad y variedad de sus construcciones de piedra, su arquitectura nos diceque no había ciudades amuralladas. Cada ciudad de cierta importancia

poseía, si estaba edificada cerca de una colina -y generalmente era así-una fortaleza, y dentro de ésta había una miniatura de la misma ciudadque defendía la fortaleza. Cuando la ciudad era atacada, esperábase desus habitantes que se subieran a la fortaleza con sus armas y desde allí sedefendieran. La administración de tan ambicioso imperio dependía de suscomunicaciones, donde la plaza de Cuzco y capital, constituía el punto departida de sus carreteras, la red que unía al reino y que llegaba hastaChile, donde terminaba junto al río Maule. Allí los incas construyeron unafortaleza, y su estación más meridional, en Purumauca. La carretera andinatenía 5.180 km. de longitud -más larga que la más larga carretera romana,desde el Muro de Adriano, en Escocia, hasta Jerusalén-. La carretera de lacosta medía 4.050 km. de longitud (“Los reinos americanos del sol”).

En 1492 los incas descubren El Enladrillado, fenómeno geológico a dosmil 200 metros snm y su nombre se transforma en: Fortaleza Purumauca,último refugio al sur de Chile, los pies de su territorio. Su asentamiento seubica en el sector de Las Tacitas o “Piedra de los Platos”, que eran treintay siete piedras con ciento ochenta y cinco morteros del asentamiento incaesparcidos en setecientos cincuenta metros de longitud.

Quien fuera secretario de la Sociedad Arqueológica de Talca, Luis Ramí-rez, ha investigado el tema y concluido que “Las Tacitas son morterosmanufacturados por las avanzadas incásicas, Ejército adiestrado comouna milicia agraria. Asimismo, el mortero era el artefacto vital para prepa-rar la dieta alimenticia, basada en la molienda de maíz tostado, seco, tier-no, charqui, papa seca o chuño, ají, calabazos y otros”. También y en 1979,después de un viaje al Cuzco, Raúl Ramírez González confirma que la rocamirador del Enladrillado, aprovechando la altura, equivale a un comunica-dor visual en Machu Picchu. Los restos de esta Fortaleza Purumauca sebasan en un estudio arqueológico de petroglifos de Piedras de las Marcasefectuado en 1970 en los que se estudió una roca mirador, tres bloques demil 500 metros aproximadamente, así como una gran cantera con piezaselaboradas, de aproximadamente dos mil 500 metros cada una.

Escena recreada que era habitual en la cultura inca y que también la practicaron en Vilches Altos, cerca de Talca. Codex 1960.

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Según Pérez García (citado por José Toribio Medina en su libro “Los aborígenesde Chile”) el asentamiento se comunicaba, aprovechando la cima del cerro El Mo-rrillo, para enviar mensajes por medio de señales de humo, conectándose así con laFortaleza, en donde existe, aún, una roca mirador que apunta en forma precisa adicho cerro.

VILCHES ALTOSEl Enladrillado es una curiosa formación geológi-

ca, en cuyas cumbres dejó sus restos prendidos una omás culturas. Al respecto, arqueólogos y antropólo-gos han encontrado material lítico abundante: husos,cuchillos, raspadores, cuentas (que podrían correspon-der a hechiceros) y piedras circulares con perforacio-nes en su centro. Este paraje natural aún guarda sussecretos y enigmas, cuyas laderas han visto desarro-llar la flora y cambiar la fauna, como también hansido espectadoras silenciosas del tránsito del hombrey las modificaciones al entorno. Existe allí un conglo-merado adyacente que exhibe el resto fósil de un tron-co petrificado. El lugar denominado Piedra de los Pla-tos consiste en un grupo de grandes rocas graníticasen cuya superficie se hicieron en época precolombinaoquedades a las que se dio forma de una cavidadelipsoidal, semejante a las llamadas Piedras Tacitas

Casonas en el camino hacia Talca. Oleo de Claudio Hernández.

Camino a Vilches. Oleo de Claudio Hernández.

existentes en diferentes lugares de nuestro país. Sintetizando: durante 50 años elfenómeno geológico El Enladrillado fue una fortaleza inca llamada Purumauca,Las Tacitas son 105 morteros, su alrededor un asentamiento y la cima del cerro ElMorrillo habría sido un punto de comunicación por señales de humo. Un temaapasionante que de seguro depara aún más conclusiones.

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A lbergada en el seno de la flora talquina, la hermosa palmera chilena esun testigo de otros tiempos, de una geografía y fauna diferentes a la ac-tual. Análogamente, el suelo que nos sostiene esconde aún secretos no

hollados, que numerosas excavaciones efectuadas en localidades colindantes a Talcahan hecho aflorar, materializados en trozos de la prehistoria y del período prehispáni-cos del territorio en el que hoy se levanta la ciudad. Así, Alberto Medina -arqueólogo,historiador y docente talquino- exploró Altos de Vilches en los años sesenta. Posterior-mente -década del ochenta- se llevó a cabo una investigación sistemática en el sectorParque Inglés, y en los años noventa se excavó -de 1991 a 1997- el periplo costero deCauquenes, en que surgió una edad cronológica cultural de más de seis mil años dehistoria. Asimismo, se investigó la desembocadura del río Maule que dio paso a untrabajo arqueológico más extenso que abarcó todo el curso meándrico hasta las na-cientes (El Pehuenche), investigaciones generadas por proyectos FONDECYT (FondoNacional para el Desarrollo Científico y Tecnológico). Partes del material descubiertoen estas excavaciones fueron donados al Museo O’Higginiano y de Bellas Artes deTalca (excepto dos momias que, para su adecuada conservación, se entregaron alMuseo Regional de Antofagasta).

INVESTIGACIONESLos estudios arqueológicos en la Región del Maule son de antigua data, variados

y de una riqueza poco conocidos, quizás por inadecuada difusión popular de losmismos. El arqueólogo y Visitador Especial del Consejo de Monumentos Nacionalesy miembro de la Sociedad Chilena de Arqueología, Nelson Gaete, afirma que elloshan “permitido aplicar diferentes enfoques teórico-metodológicos a lo largo de másde cien años de investigación, lo que se traduce en resultados de gran importanciapara el conocimiento de nuestra prehistoria regional, los cuales se encuentran engran parte publicados en revistas y textos nacionales e internacionales”.

El experto señala que a comienzos del siglo XIX el vértice desde el cual seimpulsan tales estudios se inicia con el arqueólogo alemán Max Uhle en la costade Constitución. Empero, es en la década del sesenta del siglo XX cuando unaserie de investigaciones en las comunas de Constitución, Chanco y Pelluhue yotras en ambientes cordilleranos genera un renovado impulso a la arqueologíaprehistórica, a la cabeza del arqueólogo talquino Alberto Medina y de su colegaHans Niemeyer (en las provincias de Talca y Linares, respectivamente).

Un espaciopara culturasextraviadas

Piedra Las Tacitas en VilchesAltos, vestigio de la culcuraincaica en la Región del Maule.Fotografía de Darío Zúñiga.

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Ingreso ponienteal desaparecido

Hotel de Vilches,en donde serealizó el VII

CongresoNacional deArqueologíaChilena en

1977. Oleo delpintor Claudio

Hernández.

el teatro de la Universidad de Chile, viajó a Altos de Vilches donde tomónotas de las piedras tacitas y expertizó una momia traída del Alto Perúpor Ciro Vergara. Asimismo, la sociedad auspició en 1977 el VII Congreso

Nacional de Arqueología Chilena, efectuado en el Hotel de Vilchesy al que asistieron -del 27 de octubre al primero de noviembre-científicos e investigadores de Estados Unidos, Brasil, Argenti-na, Perú y otros países. En una de sus sesiones se rindió unhomenaje a la doctora y antropóloga de origen austríaco GreteMostny Glasner, por su destacada labor científica y hondo signi-ficado de sus obras.

COLECCIONES ENCLAUSTRADASHasta avanzada la década del 90 el Museo O’Higginiano y de

Bellas Artes de Talca exhibía una muestra de Prehistoria Chilena,la que hoy día -junto a otros tesoros culturales- yace embalada.Entre estas colecciones resaltan: armería, materiales y objetos deIsla de Pascua, textiles aborígenes, platería mapuche y muebles.También, donaciones de las Monjas Carmelitas como crucifijos ytallas policromadas. La lista es extensa: fósiles, colección minera-lógica, caracolas; uniformes, documentos y reliquias de la Guerra

del Pacífico; una variada reunión de arte sacro, ornamentos e ins-trumentos musicales; imágenes religiosas, casuyas y capas pluvia-les provenientes del antiguo templo San Agustín y objetos variosdel ex Seminario San Pelayo. Cuchillos, raspadores, instrumentoslíticos, puntas de flechas, arpones, cacharros de greda y alfareríaindígena; arcos, estólidas para lanzar dardos y otras.

Todo es parte de un patrimonio histórico-cultural brumoso, en

SOCIEDAD ARQUEOLÓGICACreada en 1964, la Sociedad Arqueológica de Talca -depen-

diente de la Sociedad de Historia- desplegó durante más de ca-torce años vastas actividades, las que finalizaron abruptamente aconsecuencia del fallecimiento, en un accidente automovilísti-co, de su presidente y socio fundador Ciro Vergara Dupla-quet, acaecido el doce de diciembre de 1978. Durante esteperíodo se efectuaron importantes hallazgos en el sector ElEnladrillado, formación natural ubicada a unos 80 kilóme-tros al oriente de Talca y adyacente al cerro Torrecillas (dosmil 200 msnm). Dichas plataformas de origen volcánico po-seen una edad que oscila entre lo 700 mil a un millón 200 milaños. La casi totalidad de las piezas encontradas fue donada alMuseo O’Higginiano y de Bellas Artes de Talca. Además, estaentidad trajo a Talca, del tres al cinco de octubre de 1967, alpadre jesuita Gustavo le Paige -nacido en Lieja, Bélgica, 1903-, quien escoltado desde y hacia Santiago por patrullas poli-ciales fue todo un acontecimiento en aquella época. Esteprestigioso filósofo cultivó la arqueología (después de salirdel Congo Belga) en San Pedro de Atacama, dejando comolegado un imponente museo y una lista impresionante depublicaciones científicas. En la ciudad del Piduco dictó una charla en

Padre francés Gustavo Le Paige en Talca,invitado por el ex secretario de la Sociedad

Arqueológica del Maule, Raúl Ramírez.

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Zaguán de ingreso al Museo O'Higginianoy de Bellas Artes de Talca.

el que también cabe la posibilidad de que hayan implementos colonialesen fundos y añosas casonas de campo que se están perdiendo, porque enla actualidad los museos tienden a ser interactivos y multidisciplinarioscomo una forma de atraer y documentar a un público que parece inmuneal asombro y motivación “intelectual”. Pareciera que más que destinarfondos para rescatar estos retazos de nuestro pasado (el CORE dispone deun dos por ciento para cultura), se hace imprescindible el surgimiento deuna institución que genere una alternativa al Museo O’Higginiano, paraque cuando nuestros hijos claven sus ojos en estos “testigos” del pasado,paralelamente a su través oteen el cielo de sus mentes y perciban algo deun universo inquietante, soberbio y perpetuo… el mismo que pendió so-bre estas culturas ancestrales.

CULTURAS ABORIGENESSegún el arqueólogo talquino Nelson Gaete, “durante el período

paleoindio -de 122 mil a 10 mil añosAC- la zona de Talca y sus alre-dedores era recorrida por cazadores de megafauna (mamut, megate-rio, milodón) y de su cultura no existen precedentes. Sin embargo, enel período arcaico -10 mil a 8 mil años AC- existían grupos de caza-dores nómadas y recolectores de los que sí se tienen referentes. Porúltimo, del período alfarero y sociedades cultígenas poseedoras dechacras y una economía de caza-recolección, es del cual se tienenmayores antecedentes”. En esta zona y dispersos por la región esta-ban los aborígenes promaucaes -feroces y temidos-, y Gerónimo deVivar -presumiblemente poseedor de algún parentesco con RodrigoDíaz de Vivar el Cid Campeador y quien acompañaba a Pedro deValdivia, al pasar por lo que hoy es Talca y sus alrededores- describióa los Maule y a los Cauquenes. Asimismo, el ya citado investigadorAlberto Medina acentuó el hecho de que “siempre se pensó que losindios pehuenches (hombres del pehuén) habitaban en la zona deChillán y no aquí en Talca. Empero, se ha establecido que estuvieronfrente a este lugar, y un reflejo de ello sería el paso El Pehuenche,aspecto en el que pocos han reparado”. De igual forma, el historia-dor talquino Francisco Antonio Encina (Historia de Chile, tomo I) ase-gura que habitaba desde la zona central hasta el canal de Chacao unpueblo conocido como la “gente de los túmulos”, quien colocaba susmuertos tendidos en pequeñas cámaras formadas por lajas o simplespircas, maestros en la confección de alfarería negra lisa y admirable-mente pulimentada, mientras que entre el Aconcagua y el Bío-Bíodeambulaban los picunches (hombres del norte; huilliches, hombresdel sur) en un número aproximado de 290 mil. También, dispersospor este territorio, estaban los indómitos araucanos y desde San Fer-nando hasta el seno del Reloncaví chuquillanes, puelches y poyascazaban y recorrían la región.

Elaboración de “Mudai”, grabado de Smith.

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Hasta mediados del siglo XVII la lucha contra los araucanos -palabra inventada por Ercilla al hablar de los habitantes delAillarehue Arauco y sus colindantes- fue difícil y sangrienta. El

río Bío Bío fue una frontera traspasada continuamente por ambos comba-tientes. Un ejército profesional y una línea de fuertes resguardaba aquellafrontera. Hacia 1600, estas tierras de Talca estuvieron ocupadas por losindios del pueblo de Duao (en mapuche: “Asunto por tratar”), en cuyoseno construyó en 1584 el fuerte del mismo nombre el gobernador donAlonso de Sotomayor. Putagán, Catentoa -entre los ríos Achibueno y Lon-gaví- y Fuerte Viejo eran los otros baluartes que amparaban el desarrolloagrícola e industrial, administrativo y político del Corregimiento del Mauleo Talca (creado en 1595), cuyas ciudades -Talca, Cauquenes, San Javier deLoncomilla, Curicó, La Huerta, Linares y Constitución- estaban bajo la au-

toridad de un corregidor. Aun cuando nose encontraba en el epicentro de la Gue-

rra de Arauco, tanto el interiorcomo la frontera del Partido del

Maule soportaronlas vicisitudesdel conflicto.

SENSIBLECONQUISTALa llegada de los

frailes Agustinos a la ri-bera del Maule, de los

jesuitas a Longaví, los

Malones en el Mauledestacamentos de los bastiones, el establecimiento de estancieros, el de-sarrollo de las encomiendas y el acentuado cultivo del suelo cimentaronnuevos bríos de crecimiento en la región. Por ello, frente a las permanen-tes incursiones indígenas a los territorios conquistados los habitantes re-querían de protección. Así, a petición del entonces corregidor talquinoMartín Muñoz -de 1605 a 1606- el Cabildo de Santiago envió veinte sol-dados, “todos bien provistos de armas y caballos, pólvora, mecha y balas”.También el general Cristóbal Amaya y Platas -dos veces corregidor-, conexperiencia en la Guerra de Arauco, organizó milicias a partir de 1649 enel Corregimiento, la que con el tiempo llegaría a ser la más numerosa ydisciplinada del reino.

ALZAMIENTO ARAUCANOUn acuerdo de paz logrado en enero de 1641 se rompió a causa del

asesinato de los sobrevivientes de un bergantín español a manos arau-canas ocurrido en Punta Calera (cerca de Corral). Como expiación y porórdenes del gobernador Manuel de Amat y Junyent, el capitán IgnacioCarrera hizo ajusticiar a tres caciques. La indomable ferocidad araucanadetonó en la reducción de Tomeco (“agua de totora”), en febrero de1655, expandiéndose centellante a todos los indios y sembrando páni-co, muerte y destrucción. Entre los ríos Maule y Bío Bío atacaron cuchi-triles, establecimientos y plazas interiores, capturando más de 300 espa-ñoles, saqueando 396 estancias, robando más de 400 mil cabezas deganado vacuno, caballar y cabrío.

Irrumpiendo intempestivamente, la invasión encontró sumidos en sustareas cotidianas a los habitantes del Maule, incursiónsobre la cual el capitán Francisco de Gaete relata: “Ha-

llándose mis padres, abuelos y tíos en la fronte-ra y Plaza de Armas de Concepción,

por entonces entró elenemigo sin ser sentido has-

ta la ribera del Maule y maloquiótodas las estancias de la cordillera al mar,

entre ellas la de mi padre, que quemó y abrazó; yotenía entonces ocho años, y dos hermanos menores

estaban conmigo, a uno lo mató con cruel-dad el indio; yo y mi otro hermano

fuimos cautivos con toda lagente que tenía la estan-

cia… Padecimos uncautiverio de

Araucanos. Dibujo deLuis Roger Rojas.Colección Museo

Histórico Nacional.

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La indomable ferocidad araucana generó sangrientos enfrentamientos entre“huincas” e indígenas. Acuarela de Luis Rogers. Club de Oficiales de la FACH.

dos años…” Los fuertes de Putagán, Unihue, Que-lla, Catentoa y Peteroa fueron briznas devastadaspor un tifón.

En marzo 15 de 1657 se dejaron caer los pe-huenches (que transitaban desde los pasos cordille-ranos El Planchón hasta Antuco, alimentándose depiñones, carne de sus caballos y vacunos) y puel-ches sobre “Tralca” (Talca), robando mujeres y ga-nado y abarcando su rebelión hasta Cauquenes yPutagán. Maloquiaron las estancias y cautivarontrescientas personas. En mayo del mismo año reali-zaron una nueva invasión, maloquiando todas lasestancias hasta el Maule, matando y llevándose másde doscientos cautivos.

El mestizo Alejo sembró pavor al sur del Bío Bío.Fue un soldado que sirvió en el Ejército español yque desertó de sus filas por haber sido postergadosu ascenso a oficial en razón a su origen. Inició susactividades en 1656 y las mismas terminaron enagosto de 1660, cuando fue asesinado por dos desus mujeres celosas de una española cautiva que elmestizo privilegiaba.

Uno de sus tenientes, el toqui Inaqueupu “llevótodo el horror de las hostilidades sobre ambas ribe-ras del río Maule”. Ulteriormente “entró en el parti-do de Cauquenes hasta el territorio de Chanco”,retirándose victorioso hacia la cordillera con despo-jos, prisioneros y caballos. Después de cinco añosde lucha, entre 1660 y 1725 hubo un período depaz sólo adulterado por las actitudes perjudicialesde Manuel de Salamanca hacia los indios.

Si bien no abunda información relativa a las ma-tanzas y crueldades cometidas por los “cristianos”,algo ocultas en la neblina de los escenarios, las fa-milias coloniales de esta zona experimentaron elterror que se manifestó en sus viudas, huérfanos,cautivos y deshonra por la barbarie aborigen.

Hasta mediados del siglo XVII la lucha contra los araucanos fue difícil ysangrienta. “El Malón”, obra del pintor teutón Juan Mauricio Rugendas(Colección Eugenio Yrarrázabal).

CAUTIVAS ESPAÑOLASRelata el capitán Alonso González de

Nájara: “De ser apacibles huéspedes o se-ñores, quedaron esclavos, sujetos a mil mi-serias y desventuras, viviendo en pajizasbarracas, donde aún allegarse a calentaral fuego no les era permitido. Las que ensu tierra y casa gozaban de mil regalos,servidas de rodillas en los compuestosestrados de sus tapizadas salas, en estadura esclavitud les sirve el duro y desnu-do suelo de cama, porque la más regala-da que usan los indios, consiste en unasencilla piel de cabra o cordero… Las co-sas en que comúnmente se ocupan, sonlas más abatidas y bajas en que suelenocupar a los más viles y despreciados es-clavos, maltratándolas los indios con ri-gurosos castigos y con títulos y nombresinjuriosos… Tráenlas descalzas y tan po-bremente vestidas que mucho más mues-tran de su cuerpo desnudo que vestido…Las obligan a ir a guardar el ganado…asimismo a traer haces de leña sobre losdesnudos hombros”. García Ramón: “Es-tán tan aquerenciadas, poseídas y preña-das, que se verifica pudieron algunas ha-berse venido a nosotros y no han querido”(“El toqui Pelantaru, guerrero de la Con-quista”, Estado Mayor del ejército, 1979).

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Litografíadel Cabildode Talca en

1794realizada

por JoaquínToesca.Museo

O'Higginianoy de Bellas

Artes deTalca.

Emplazamientode una ciudad

Mucho antes de los intentos de refundar la ciudad de Talca yque culminarían en 1742, la corona venía se desgastandosocial, económica y políticamente -así como también en el

plano espiritual- en una guerra sangrienta y sin cuartel contra los altivos ybelicosos araucanos. Así, desde 1541 hasta 1664 estos permanentes en-frentamientos habían costado a España una fortuna y la utilización demás de 25 mil hombres… y el problema persistía sin solución. Si bien elproceso conquistador en América estaba consolidado en el siglo XVII, hacia1723 los indómitos araucanos estaban lejos de ser “pacificados” y eran losamos desde el Maule al sur, de cordillera a mar, hostigando y constituyendouna amenaza inclaudicable para los conquistadores ibéricos.

FUNDACIONES FRUSTRADASInspirados en su sed de conquista territorial y orgullo hispano, los de

ultramar no cejaron en su objetivo de dominar a los aborígenes. Para locual, en una zona eminentemente conflictiva y ante la situación desespe-rada de los emigrados del sur del Maule después del alzamiento de 1655se llevó a efecto lo que puede ser considerada la primera idea de fundaruna población en Talca, ese mismo año, y que buscaba la consolidación deun centro urbano en los solares del Repartimiento de Duao, tierras delhidalgo don Juan de Ahumada, concreción que tuvo un eco pasajero. Elsegundo intento correspondió al del gobernador Tomás Marín de Poveda,quien en 1692, haciéndose eco de la instrucción que mandaba agrupar lapoblación dispersa como protección frente a los ataques indígenas, orde-

nó fundar una ciudad en la confluencia de los esteros Piduco (en araucano“agua sin fuerza”) y Baeza, tomando como punto central la actual conver-gencia de las calles Dos Sur con Ocho Oriente, en el lugar denominadoPlacilla (hoy Plaza La Victoria). Tampoco esta iniciativa prosperó, debido ala renuencia de los lugareños a vivir alejados de sus haciendas y quehace-res domésticos. En esa época -siglo XVII- existían cuatro haciendas impor-tantes en la zona maulina: la de Bernardo Arroyo, junto al río Lircay; la deIsabel de Mendoza, junto al río Claro; la de Antonio Méndez, tambiénbesando este afluente; y la de Luis Núñez de Silva, en la desembocaduradel Maule.

SAN AGUSTIN DE TALCAEn un contexto de hostilidad con los araucanos, el ya gobernador y capi-

tán general del reino, José Manso de Velasco, redactó un proyecto en el queproponía al monarca celtibérico fundar ciudades “a proporcionadas distan-cias unas de otras para que puedan sostenerse en mutuo socorro, y que elarraigo de su vecindad les haga subsistir con permanencia…” para afianzarlo conquistado y frenar los sorpresivos malones y ataques de las huestesindomables de Arauco. El rey aprobó el plan y Manso de Velasco, con laceleridad y eficacia que lo caracterizaron, se apresuró a ponerlo en práctica.

En aquel entonces, el emprendedor representante del rey de España enel reino de Chile consideró dos grandes factores para materializar su pro-grama refundacional de la villa: el que ya alrededor de 1700 Talca era muypróspera en el ámbito agrícola y había desarrollado un boyante comercio

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21Acarreo de mercaderías. Grabado de Schmidtmeyer.

de cereales con Nueva Bilbao (Constitución) a través del ríoMaule, y el de constituir un sitio estratégico de avanzada haciael territorio de los fieros indígenas.

Casi un siglo antes -1651- la orden religiosa de losErmitaños de Nuestro Padre San Agustín se había ins-talado en la comarca del Maule gracias a los terrenoslegados por doña Isabel de Mendoza, quien mandófundar un convento. Viuda de don Gil de Vilches yAragón, capitán y corregidor desde 1632-1634,tal herencia -actual sitio en el que se encuentrala cárcel- provenía de dos títulos otorgados en1601 y 1613, la que permitió que la Villa SanAgustín de Talca fuese fundada en la parte altade la hacienda de Talcamo mediante una cláu-sula testamentaria que obligaba a éstos a dar“los terrenos necesarios para cuando S.M. deseara fun-dar una ciudad, villa, aldea o lugar”, de más de mil cua-dras de extensión. En dicha hacienda se eligió el po-trero de Los Perales como lugar en el que se asentaríala Plaza de Armas. El corregidor del partido del Maule,Juan Cornelio de Baeza del Valderrama, delineó las calles y repartió los

solares (comisionado por Manso de Velasco). El doce de mayo de1742 Manso de Velasco tomó posesión de las tierras donadas,

en el tercer intento después de los fracasados en 1655 y1692. El plan urbano abarcó cuatro cuadras en cuyo cen-

tro estaba la Plaza Mayor y trazó seis manza-nas cuadradas. Inicialmente las calles toma-ron nombres de iglesias y familias: Cienfue-

gos, calle de La Merced, Gamero, Baeza y otros.Asimismo, y respetando la tradición, las casonas más

próximas a la Plaza de Armas se dejaron para la parro-quia, Cabildo, cárcel y autoridades militares. Existía una

división en dos barrios: uno era el barrio alto que

abarcaba desde la alameda hacia el norte, mientras que elbarrio bajo comprendía desde la alameda hacia el sur.

Cuando en octubre de 1743 Manso de Velasco realizóuna inspección a la villa, constató su prosperidad y deli-

neamiento depurado, pero enquistada de casas po-bres al negarse los criollos nobles a construir las

propias. Por tal razón, el gobernador redactó unbando el doce de octubre del mismo año, en elque señalaba que los señores que no constru-yeran sus hogares en la villa serían multados.

Así, en productivos terrenos situados en elárea central de una depresión intermedia encuyo norte estaba el río Lircay, con un clima sua-

ve y estaciones marcadas, nacía una villa, un enla-ce con España, una extensión entre Andalucía y Amé-

rica, con poco más de 83 familias originales de las que sedistinguirían en 1774 los Donoso, Silva, Opazo y Vergara, tanto

por su poder económico como social. En aquel “campocrial y monte espeso”, según Nicolás de la Cruz, se eri-gió la que en 1796 poseería título de ciudad. El ilustre

diplomático, historiador y modelador del cerro Santa Lucía de Santiago,Benjamín Vicuña Mackenna, el siete de diciembre de 1874 obsequió a laMunicipalidad de Talca un retrato del fundador de la Villa San Agustín:Tomás Marín de Poveda. Asimismo, una gigantesca pintura ecuestre delgobernador sobresalía al lado derecho del escenario del desapa-recido Teatro Palet. La misma en la cual en un remolino deltiempo aún giran su calle de Comercio (hoy Uno Ponien-te); los numerosos puentes sobre el estero Baeza; el orode la mina del Chivato; sus valerosos araucanos y lospregones y diálogos de quienes están entroniza-dos en los ladrillos y vegetación de la ciudadde Talca.

Tomás Marín de Poveda. ColecciónMuseo Histórico Nacional.

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H istóricamente está registrado el nombre Thalca o Pillán como “erup-ción volcánica, trueno”, de preclaro origen araucano. Empero, existeun testimonio escrito en el siglo XII que tiene una acepción…

¿asombrosa? En 1976, a través del periódico La Mañanade Talca, el hoy ex presidente de FITAL y ex secretario de laSociedad Arqueológica de Talca, Raúl Ramírez, publicó unartículo que pese a su trascendencia no generó mayorescomentarios. Hace algunos años me regaló su investiga-ción, la cual yo sintetizo, anexo e interpreto de la maneraque sigue.

PRIMER ANTECEDENTEEl capitán godo Gil de Vilches y Aragón se estableció en

estas tierras, bautizando Talca a su hacienda en remem-branza de los Campos de Talca existentes allende el mar,cercanos a la localidad de Baeza (Sevilla) donde nació en1581, en su Andalucía natal… y que trajo a estas tierras

retenidos en su retina y memoria. Fue él quien encargó fundar la ciudad ybautizarla. Este personaje era hijo de Juan de Vilches y Collados y María deAragón, entrando al real servicio a la edad de diecisiete años -1598- llegando

a Chile con las tropas de Alonso de Ribera en 1602. EnArauco se distinguió en las refriegas contra los indómitosaraucanos. Existe esta cita del historiador Diego de Rosa-les: “… siendo ayudante mayor del ejército, mandóle elMariscal de Campo Pedro Cortés, a averiguar el autor deciertos robos hechos a un auxiliar de Arauco, sobre un bandopublicado con la pena de la vida al que robase en la plaza,y que descubierto el autor, le ahorcase. Se practicó la dili-gencia. Negada la verdad por el cómplice, presumiendo lofuese el soldado Alonso Ranquel, que no se excusaba enforma, lo mandó ahorcar, pero la Virgen Santísima NuestraSeñora lo sostuvo libre de la soga y al descolgarlo lo halla-ron sano, y entrando de jesuita fue un santo, en cuya opi-nión murió”. Pareciera haber sido piadoso don Gil, puesto

Talca: ¿Efluvio de unaciudad romana?

Plaza de Armas y Palacio Consistorial a comienzos del siglo XIX.Tarjeta postal del editor Enrique Prieto. Colección del Museo Histórico Nacional.

Estatuas en segundo patiodel Museo O´Higginiano.

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que a expensas de su fe se fundó el convento de los Agustinos en Talca. Ya en1608 se encontraba radicado en las márgenes del Maule, dueño de las tierras deTalca o Talcamo. También es probable que don Gil de Vilches haya leído La Arauca-na, que ya a fines del siglo XVI era comentada en Europa.

SEGUNDO VERTICEEn Sevilla, Andalucía, se encuentran las ruinas de Itálica, ciudad romana

fundada por Escipión en la conquistada región de Hispania, la que tuvo suesplendor sociocultural entre los siglos III y IV después de Cristo, para luegodecaer. Su total abandono, J. M. Luzón lo dibuja como “…ya en el siglo VI (año583) Leovogildo, en las luchas con su hijo Hermenegildo, tuvo que restaurarlas murallas que comenzaban a desmoronarse. Los últimos testimonios histó-ricos sobre Itálica los tenemos en las Actas de los Concilios de Toledo, en losque figuran sus obispos hasta el año 693. A partir de entonces, se puede decirque la ciudad fundada por Escipión, patria de dos hombres que llegaron adominar el orbe, no es más que un pueblecillo sin importancia al que queda-ban poco más de dos siglos de existencia. Se habla de Talikah en el siglo XIIdurante el período de dominación musulmana, pero de la ciudad no debíaquedar más que las ruinas impresionantes de sus edificios públicos, y el recuer-do de su nombre, convertido en Campos de Talca, que otros menos informadosllaman Sevilla la Vieja”.

Sabemos que casi todos los guerreros profesionales españoles llegados alreino de Chile eran de ascendencia visigoda o goda y por formación étnicatenían dificultad fonoarticulatoria para emitir los sonidos “r”, “dr” y “tr” (mor-fografemas o dífonos), pronunciando -y escribiendo- Talca en vez de Tralca,Talcahuano en vez de Tralcahuano. Además, tenían el vicio -presente hasta hoyen los pueblos de América- de contraer las palabras (m’ijo por “mi hijo”).

Hispania fue una provincia romana cuyo vértice administrativo era la ciu-dad de Itálica, palabra que con la corrupción o desvanecimiento del latín pro-dujo el cambio de nombre de innumerables localidades y la transformación dela palabra Itálica -poseedora de dos vocales débiles “i”- en Talca, al omitirselos fonemas suaves “i”. Así, ya en el siglo XII Talikah era conocida por musul-manes que le habían “sustraído” una “i”, perdiendo la otra los andaluces yquedando la originaria Itálica hasta la actualidad como Campos de Talca.

TRALCA MAPUCHELa palabra mapuche Tralca, originada en Chile, varió a Talca gracias a la

interpretación de los españoles. Basta recordar que ya en la primera parte deLa Araucana, canto segundo, don Alonso de Ercilla menciona a los caciquesTalcahuano, Talca, Talcamávida y otros. Algunas modalidades de su “interpre-tación” son: Talcán, Thalcan, Tralcan: sonar, tronar; Thalca: ruido sordo, trueno;Tralcan: tronador. Thalcamávida: monte de truenos; Talcaguano: trueno del cie-lo. Sin embargo, el diccionario trasandino de Esteban Erize nos documenta losiguiente: “Chr: este sonido es el más difícil de transcribir. Extraño al español,era denominado T particular por algunos autores y T especial por otros. En labibliografía se han utilizado cuatro formas de grafías para representarlo: pri-mero t, con sus variantes t y t’; segundo: th, con sus variantes thr, th ® y th(rr); tercero: tr, con sus variantes trr, t ® y t (rr): y cuarto: ch, en contadoscasos”. Continúa en su página 19 afirmando que la forma de t fue la “de losiniciadores de la filología mapuche que encabezó Valdivia a principios del sigloXVII”, en tanto que la “segunda forma, la th, iniciada con Febrés, fue usa-da por los autores del siglo XVIII”, mientras que la tr “representa la reac-ción de los autores” de los siglos XIX y XX. Una variación metamorfoseadapor algunos estudiosos dio nacimiento a la thr, una transición consensua-

da entre todas la anteriores.Así, la th sonaba en labios delos últimos indígenas sobrevi-vientes como chr: chres por tres,chradición por tradición, cua-chro por cuatro, chrenza portrenza. En este contexto medióel prestigioso padre Ernesto Wil-helm de Moesbach, quien en1951 falló lo siguiente: “En sulugar, cortaría de una vez elnudo gordiano y escribiría chr”,que posteriormente -1953-consolidaría al escribir: “El so-nido áfano y explosivo, propiodel mapuche, transcrito en tr, th,t, ch, no tiene equivalente encastellano. Suena aproximada-mente como la ch chilena se-guida de una suave r” y parapronunciar la chr se toca el pa-ladar con la punta de la lengua.Esta inadecuada interpretaciónde un sutil sonido nativo podríaser la diferencia de que el ori-gen de la palabra Talca seaaraucano o hispano.

“Confidencias”. Oleo sobre tela de Ernesto Molina, 1897. Museo O´Higginiano y de Bellas Artes de Talca.

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Abnegados corregidoresEnviado por Almagro para reconocer el sur de Chile, el admirado ca-

pitán Gómez de Alvarado pasó por las tierras de la actual Talca en1536 deteniéndose en las riberas del Maule, donde contempló una

población indígena semidesnuda, hambrienta y viviendo en miserables chozasde paja que no sometió a despojos, misma que recibiría a Diego Rojas comoprimer magistrado del Corregimiento de Maule, creado en 1593, y que le escu-charía prestar juramento el 30 de julio de ese año. Ya entonces en todos lostítulos de nombramiento de los corregidores se sentencia “que hayáis y llevéissalario en cada un año, otra tanta cantidad como hasta ahora hubiere llevado

y gozado los demás corregidores que han sido del partido… y que se os paguesegún y de la manera que se les ha pagado a ellos, sin diferencia alguna” (RealCédula 13 febrero. AGI Chile 181. Informe de los oficiales reales José de Cañas yAdrián Bavilvaso. 1713, Chile, 436). Injusto procedimiento para compensar laautoridad y obligaciones de tan alto funcionario, en un Corregimiento de Mauleque comprendía territorios que formaban parte de los términos de la ciudad deSantiago por el norte (desde el estero Nilahue y su desembocadura en la laguna deLos Choros, o de Cáhuil) extendiéndose hasta tocar con los de Concepción hacia elsur (río Pequilauquén) e incorporado espiritualmente al obispado de Santiago.

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CoroPaladín de tus áureos blasonescada hijo se jura al nacer,y el baluarte de tus tradicionesél, por siempre, sabrá defender.

Desde el Claro, plateado y azulhasta el Maule, de reales memorias,resplandecen ¡Oh Talca!, tus glorias,con dos siglos que exaltan su luz.Acunada en tu lecho, al fragorde un volcán que denota su arrullo,das al mundo tu ejemplo de orgulloy de fuerza encendida de amor.

En las gestas del Orbe, grabóel abate Molina tu nombre,dando a Chile el más caro renombrey a su historia el más vivo esplendor.Tus montañas, vestales del sol,y tus ríos, lebreles sin pares,son las galas que adornan tus laresy el sitial que algún rey ensoñó.

HIMNO A TALCA

Uno Sur esquina Cuatro Oriente. ArchivoUniversidad de Talca.

Reconociendo aciertos y errores, el académi-co de la Universidad de Chile, Francis GoicovichVidela, examina minuciosamente el libro “Histo-ria de los antiguos mapuches del sur. Desde an-tes de la llegada de los españoles hasta las pa-ces de Quilín” (Editorial Catalonia, Santiago,2003), dado a luz por la pluma del antropólogoJosé Bengoa. Goicovich nos conduce por esta re-copilación investigativa -cronológicamente agru-pada en tres grandes secciones- que escarba vi-cisitudes enroscadas durante el primer siglo deenfrentamientos entre españoles y los dispersosnativos del ultra Bío Bío, en la cual el autor con-cluye en la primera de ellas -”La sociedad ribere-ña”, esbozo de los orígenes y formas de vida abo-rigen- que los mapuches del período de Conquistabasaron sus sistemas disuasivo-ofensivos en di-ferentes vías fluviales de su hábitat. Es decir: exis-tió una Venecia prehispánica en el centro-sur chi-leno que el autor retrata, cual acuarela histórica,mediante los variados niveles de integración so-ciopolítica que relacionaban a grupos de parien-tes y amigos mapuches a partir de “un mundoacuático”, como las reglas matrimoniales queregían el intercambio de mujeres (efectivos “goz-nes” articuladores de una red de alianzas en elámbito bélico o cooperativo), su organización almomento de enfrentar una amenaza extranjeray sus recursos económicos (pesca, caza, recolec-ción, actividad ganadera y agrícola). Todo ello am-parado por las aguas del Bío Bío y el seno delReloncaví. Así, Bengoa asevera que el mundo na-tivo de ese entonces estuvo estrechamente liga-do a los sistemas lacustres y cursos fluviales quese deslizaban por los faldeos cordilleranos hastapenetrar la vastedad del Pacífico: los ríos. Éstos,de ortodoxos hitos fronterizos se reconoceríanahora como vías de comunicación expeditas porlas cuales navegaron aerodinámicas piraguas owampu (bote hecho de tronco). Así, previo y pos-terior al contacto con los peninsulares el pueblomapuche tuvo como principal eje latitudinal in-tegrativo una orientación este-oeste, según el cur-so de las vías fluviales, concepción revoluciona-ria que asemejó esta región chilena a una gigan-

tesca Venecia con rutas de integración mapuchesentre unidades parentales complementadas en laintrincada red intraétnica (festividades, matrimo-nios, asistencia económica y militar, otras), quesólo con la adopción del caballo a finales del si-glo XVI crearán una rearticulación longitudinal delas alianzas que en los siglos venideros se deno-minarán vutanmapus. Empero, tal “propuesta” -según Goicovich- es una exageración indocumen-tada del autor, ya que está demostrado que la es-tructuración de un sistema mapuche defensivo tuvosu eje rector en la alianza sempiterna de vutanma-pus costinos, llanistas y precordilleranos, que ya enel “Estado Indómito” inserto en los versos litera-rios de “La Araucana”, de Alonso de Ercilla, habíaalcanzado renombre y fue el responsable del pri-mer alzamiento indígena en 1553, apenas muertoPedro de Valdivia. Estas alianzas apegadas al mol-de geográfico en donde se materializaron tuvo prio-ridad por sobre las alianzas que estructuraron lasagrupaciones mapuches que vivieron apegadas entorno al curso de los ríos, lagunas y deltas. Por tan-to jamás, históricamente, los ríos y lagos del sur –especialmente entre el Bío Bío y el Toltén- fueronuna segunda Venecia en pro de una defensa ima-ginativa pero sin fundamentos.

Finalmente y en otro ámbito, José Bengoa ase-vera que en la desecada laguna de San Vicentede Tagua Tagua estuvieron “los más antiguos po-bladores de estas tierras (Chile)”, página 31, bor-deando una antigüedad de 11 mil años. Otro error,pues las investigaciones de Tom Dillehay demos-traron que el asentamiento humano más antiguode Chile corresponde al sitio paleoindio de Mon-teverde en las cercanías de Puerto Montt, con unadata basal de aproximadamente 13 mil años. “Laguerra del sur” es la segunda sección, centradaen las transformaciones del mundo mapuche alcontacto con la cruz y el acero españoles y la ter-cera, “De la liberación a la paz”, habla del alza-miento general de 1598 y las bases del mundofronterizo. La estrecha relación de los mapuchesdiseminados en la zona cercana a Talca no obe-deció exclusivamente a la existencia de cursos flu-viales, sino a su espíritu invasor.

FICTICIA VENECIA MAPUCHE

NEPOTISMO Y GENEROSIDADAlgunos corregidores maulinos -a diferencia de sus colegas de otros lares

de América hispánica que percibían riquezas y elevadas gratificaciones-, antela carencia de remuneración se inclinaron por el nepotismo, el favoritismo y enconvertir las mercedes de minas en un comercio: obrajes de paños, cría decerdos, molinos, astilleros, curtiembres, vacunos, ganado menor, viñas, lagares,compra de esclavos negros e indios. Empero, también existieron otras perso-nas e instituciones que monopolizaron privilegios, como “prestamistas parti-culares, órdenes religiosas, cajas de indios, instituciones tales como cabildos,

hospitales y cofradías que preferían gozar de una renta fija y segura, o susadministradores determinaban destinarlas a este fin” (Juan Guillermo Muñoz,“Cajas de indios del Corregimiento de Maule”, revista Universum de la Uni-versidad de Talca, segundo semestre 1987, p69). El historiador talquino Gus-tavo Opazo Maturana tilda a los corregidores de los períodos de la Conquistay de la Colonia de “ambiciosos e insaciables” (“Historia de Talca, 1742-1942”,Santiago, 1942, 69) sin probar con documentos tal afirmación. Fernando Cam-pos Harriet, en cambio, tiene la impresión, tras revisar algunos juicios de resi-dencia incoados a corregidores chilenos, de que los corregidores no sólo tuvie-

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ron un rol relevante en el desarrollo de las áreas rurales chilenas en el períodoindiano, sino que no les son imputables los cargos de “servicia, prevaricación yabusó” (“La institución del Corregidor en el Reino de Chile”, en III Congresodel Instituto Internacional de Historia del Derecho Indiano, Madrid, 1973, 676),tal cual ocurrió en otras provincias de la monarquía (Perú, Panamá).

En este tenor, los repartimientos de Huenchullamí, Vichuquén y Lora perte-necieron al conquistador Juan de las Cuevas por merced del 17 de noviembrede 1552; los de Peteroa, Mataquito y Pocoa al conquistador -primer corregi-dor- Juan Jofré y Monteza y a la vez primer industrial de la Colonia al estable-cer un obraje de paños y en Pocoa un astillero (Gustavo Opazo Maturana,“Historia de Talca”, pp.24-27).

Así, con tales limitaciones monetarias, en junio de 1775, cuando la VillaSan Agustín de Talca contaba tres mil habitantes, llegó el Corregidor de Maule-por mandato de Su Majestad Carlos III- Fernando García de Padilla y Nieto yEspinoza de los Monteros, el “Loco Padilla”, acompañado de su esposa Toma-sa, sus tres hijas (Antonia, María y Juana Norberta), además de su hermanoJuan y su sobrino Manuel, a quien abril de 1776 se le sometió a juicio por sercausa “de ira y escarnio”, destituyéndosele y obligándosele a salir de la pobla-ción con lo puesto.

FUNCIONESVERSUS LIMTACIONES

Las funciones de un corregidor al administrar justicia -labor más importan-te- les proveían de ejecuciones, embargos, comisiones, inventarios y decretosprovinciales, por lo cual el año 1746 evacuaron una cláusula prohibiendo alGobierno enviar jueces comisionarios a ventilar causas judiciales propias de sucompetencia para no mermar sus exiguos ingresos. Asimismo, monótonamen-te se reiteran las disputas por los emolumentos entre el corregidor y otrospersoneros judiciales, que hizo que los primeros a mediados del siglo XVIIImonopolizaran temporalmente la administración de justicia en las áreas rura-les al suspender el funcionamiento de los cabildos y restableciéndolos muylentamente. Conocidísimos por lo anterior se hicieron los corregidores IsidroPineda, en Puchacay; Antonio Ugarte, en San Fernando; Gerónimo Hurtado deMendoza, en Quillota; Cortés y Cartavío, en Copiapó; Andrés de Toro y Ureta,en Coquimbo; y Martín Vega, en Melipilla.

Es en el comercio el comercio de villas y asientos mineros donde estospersoneros cometerían los mayores abusos, puesto que no existía ninguna

disposición legal que se los impidiera, como Dimas Echaurren, de Coquimbo,quien prohíbe que en Melipilla el pescado “lo callegeen de puerta en puerta”y que el ganado se venda en sus calles, obligando la transacción de los produc-tos en la recova, recinto donde él impone reglas y productos.

Antonio de Aguirre por Real Cédula de 16 de noviembre de 1719 fue nom-brado corregidor de Maule. Aguirre viajó desde España a Chile para asumir talcargo, regresando decepcionado a la península sin haber tomado posesión desu cargo al enterarse que el mismo no era rentado. Posteriormente se le desti-nará -a petición suya- al corregimiento de Guamalíes, en Perú, que sí ofrecíaexpectativas económicas. En Chile, a diferencia de los corregidores peruanosque sí eran pagados generosamente con terrenos y oro, estos gobernantes nopercibían remuneración alguna.

El corregidor Francisco Iglesias, al asumir su investidura del corregimientode Chillán, también solicita a la corona se le cambie de destino, porque en suspalabras “no sufraga para su subsistencia y pagar los empeños precisos queha contraído para ir desde estos reinos” (Real Cédula 12 febrero 1780, pp234-239). Ante estas bochornosas experiencias el Consejo de Indias recomiendaen 1782 que se deberán nombrar como corregidores a “sujetos que están allá,pues la experiencia ha acreditado que los pocos que han ido provistos de aquíhan tenido que dejarlos, pues de ningún modo podrían subsistir sobre los pre-cisos empeños que llevaban, y así lo ha practicado V.E. en las últimas previsio-nes” (“Acuerdo del Consejo de Indias, 16 junio 1782, AGI Chile, 331), con locual se legaliza la designación de criollos en este cargo que hizo que la mayo-ría de los corregidores chilenos eran naturales del Reino.

Existieron quienes llegaron a un corregimiento con la pretensión de man-tener el sueldo que percibían como oficiales del Ejército o monopolizaandoáreas productivas, por lo cual el Consejo de Indias les recuerda que tal oficiono tiene sueldo por su brevedad, pero ante el clamor de peticiones de sueldoen 1779 la entidad pide que los propios corregidores sugieran la forma deremunerarlos. En tal situación, el corregidor de Colchagua, Antonio Ugarte,propuso estancar el aguardiente producido en su zona y lo que rentaran losbaldíos para sueldo de los corregidores, en tanto sus colegas opinan que laúnica manera de remunerarlos es con cargo a la Real Hacienda (“Noticiasterritoriales de los partidos del Reino”, 1779, MB. Manuscritos 17.599). Sinsueldo, las expectativas económicas se restringen a los emolumentos, talescomo: ingresos por visitas a minas, visita a indios encomendados y los quepudieran obtenerse de “las diligencias jurídicas verbales que tienen de ad-ministración de justicia” (“Relación del Obispado de Santiago hecha por losoficiales reales Francisco de la Sota y José Fernándes Campino”, Santiago,“Una trilla”, grabado de Claudio Gay.

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“Casa y Carretas”, óleo de Juan Mauricio Rugendas, 1835 (Colección Carlos Cardoen)

DEPOSITARIO DELREAL ESTANDARTE

Cuando en diciembre 17 de 1744 Manso deVelasco estableció el Cabildo en la recién erigi-da villa, “eligió y nombró por Alcaldes ordina-rios a don Francisco de Silva y oídor Josef deAguirre, para que lo sean en virtud de este nom-bramiento todo el año de 1745 y cumplido pasela facultad de elegir a los capitulares del Ayun-tamiento, en cuya conformidad, el día primerode enero, anualmente, harán elección de Alcal-des ordinarios en personas idóneas de honor ycalidad correspondiente al mencionado oficio,y por Alférez real a don Joaquín de Orostegui, ypor Regidores a don Josef de Besoaín y donMario de Velasco”. Nombró, además, a don Ber-nardo de Azócar Alcalde provincial para la ad-ministración de justicia en lugares despoblados,reafirmando el cargo de Escribano. De la mis-ma forma, comisionaba al primer corregidor dela villa Juan Cornelio Baeza para que les entre-gara las varas de Justicia Real, el Real Estandar-te y libro del Cabildo, como así también les hi-ciera entrega de los cargos mencionadas y delas tierras, aguas, usos y costumbres que perte-necían a Talca para cumplir con sus roles. Juntocon ello, ordenó que se eligiera de ahí en ade-lante al Procurador General, síndico mayordo-mo y demás personalidades que conformabanun Cabildo, en tanto que Baeza como magis-trado de la villa era la máxima autoridad y sóloestaba supeditado directamente al Gobernadordel Reino. A él le correspondía -de acuerdo ainstrucciones de Manso de Velasco- recepcio-nar los procesos criminales y civiles de todoslos lugartenientes y alcaldes de la Santa Her-mandad que existían en el partido. El corregi-dor mantenía en cada doctrina -territorio- unoo dos comisarios que tenían el deber de dete-ner a ociosos, ladrones y vagabundos.

El emplazamiento y alzado de la villa estuvoa su cargo. Juan Cornelio hubo de delinear lacuadrícula original y característica de la funda-ción de poblados a la usanza española, ade-más de repartir los solares, dirigir la edificaciónde otros nuevos, estimular y supervisar nuevasedificaciones, redactar edictos y ordenanzas ysobre todo apremiar con medidas severas aaquellos vecinos reticentes o recalcitrantes queno quisieran habitar la aldea. Ortiz de Valderra-ma aplicaba las leyes y encabezaba el Cabildocaracterizándose por ser un esforzado y progre-sista regente y leal representante de la autori-dad de Manso de Velasco.

14 junio 1744). En realidad, durante el siglo XVIII lo único rentable eran las visitas a minas y excepcio-nalmente, el corregidor de Maule testimonia haber percibido dinero en 1769 por visitar a indios enco-mendados amén de las minas Chivato y Loma Blanca, ya que muchos antes, durante la administracióndel vizcaíno José Manso de Velasco en 1737 a 1744, se dictaron bandos e instrucciones destinados aejercer tuición respecto del cometido de alcaldes de minas como El Chivato..

En el corregimiento del Maule los cabildos de las villas recién fundadas permanecieron suspendi-dos -excepción del juicio al “Loco” Padilla- como una forma de acaparar la administración de justi-cia en las áreas rurales, para beneficiarse en exclusividad de los emolumentos que esa labor repor-taba, logrando los corregidores que desde mediados del siglo XVIII hasta 1772 los cabildos de estasvillas restablecieran su funcionamiento muy lentamente. En Aconcagua es costumbre que de cadacatorce a dieciséis viajes que cada arriero efectuaba a Valparaíso, debía ineludiblemente reservaruno al corregidor, práctica que Ambrosio O’Higgins exterminó con el decreto del nueve de mayo de1791, como una forma de hacer aflorar la abnegación y entrega desinteresada que, cual verdaderosy perennes jardines, los futuros corregidores deberían llevar siempre consigo en su interior.

Costinos en la Alameda de Talca.

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En el siglo XVIII los nobles eran la antítesis de los plebeyos. Enaquel tiempo, ser noble no implicaba un origen alto, sino ser unapersona con riquezas que ocupaba cargos políticos y militares

hasta la generación de sus abuelos; ellos se anteponían el DON (DeOrigen Noble).

Hacia 1822 el traje de las talquinas era muy similar al de las damasinglesas, que no usaban sombrero, sino un pañuelo que les cubría la cabe-za. Se tomaban todo el tiempo del mundo para arreglarse sus rizos, asícomo para adornar y trenzar su cabello. El chal es una prenda de vestirinsustituible y su uso atraviesa todas las clases sociales: tela basta comorebozo para las aldeanas, de seda o gasa para las mujeres bien. Se sientenliteralmente desnudas cuando andan sin él y hasta los pordioseros reser-van una mantilla negra para asistir a misa. Los talquinos usan zapatos -más bien zapatillas- y sombreros, aunque también adquieren trajes deEuropa a través de tiendas existentes en el puerto de Valparaíso. Aún seconserva la costumbre de hilar, tejer, teñir y hacerse las vesti-mentas donde la rueca y el huso, la devanadera, el telar grose-ramente confeccionados fabrican desde unos calzones a unaalfombra. Las tinturas las proveen las yerbas y raíces locales asícomo medicinales. La corteza del quillay limpia y restaura colores.El traje de los talquinos se asemeja al de los campesinos del surde Europa y aunque en Valparaíso y alrededores priman los pan-talones largos, acá se usan los calzones cortos de paño y la clasealta adimentos de medias blancas de algodón o lana y losmás pobres ojotas. El pelo es largo, terminando en una grue-sa trenza y altos bonetes o sombreros de fieltro negro. (Ex-tractado de “Imágenes de Chile” pp193-196).

Las boticas exhiben paquetes de hierbas secas, suciasvasijas de greda, cabezas de pescado y cueros de serpien-tes rodeados de dibujos cabalísticos de bestias con pelícu-las de polvo y mugre espeluznantes. El agua se vende através de barriles en mulas que salen de la Plaza de losBurros (actual Trece y Catorce Oriente con Siete y OchoSur), terminal cuadrúpedo al que arriban y se disgregantoda clase de personajes y productos patéticos de una épo-ca ida procedentes de Colín, Maule, Constitución, Linares,San Javier, Villa Alegre, San Clemente y otros. Los talquinosson buenos para la siesta: a las cuatro de la tarde sólo som-bras transitan las calles y cuando el sol comienza a ponerseen el poniente aparece el velero con sus velas de sebo y elhojalatero para acompañar con sus estentóreos gritos el pa-seo de las damas y caballeros por la Plaza y Alameda

“Todo debía ser importado… y lo mejor.¿Carruajes? Sólo Million, Guieto o Binder.

¿Mobiliario? Unicamente Krieger. ¿Plaqués?

Cristoffe, y los cristales. Por supuesto, Baccarat” (Historia de Chile, Gonza-lo Vial Correa, 1984- P 24).

Hacia 1850 Talca era invadida, como las principales ciudades del país,por la penetración de ideas liberales con un espíritu de fonda y resistenciaa la autoridad gobernante.

Véliz señala: “Vestían a sus huasos con ponchos de bayeta inglesa,montaban en sillas fabricadas por los mejores talabarteros de Londres,consumían champaña de verdad e iluminaban sus mansiones con lámpa-ras florentinas. Por la noche se acostaban en camas hechas por excelentesebanistas ingleses, entre sábanas de hilo irlandés y abrigados con fraza-das de lana inglesa. Sus camisas de seda venían de Italia y las joyas yadornos de sus mujeres de Londres, París y Roma. Para estos hacendados,pagados en libras esterlinas, la idea de gravar la importación de trigo o deimponer derechos proteccionistas sobre las imposiciones era sencillamen-te digna de un manicomio. Si Chile quería industria propia para producir

bayeta, muy bien, que las tuviera, pero que produjerapaño de tan buena calidad y tan bajo precio como elinglés”. (Adaptado del libro de Hernán Godoy, “Es-

tructura Social de Chile”, 1976, pp. 233-234).Entre 1850 y 1882 la provincia de Talca esta-

ba dividida en dos departamentos: Talca y Lon-tué, subdividios el primero en 19 subdelegacio-nes y 86 distritos, y el segundo en cuatro subdele-

gaciones y 15 distritos.Según el doctor Francisco Hederra Concha

manifestaciones literarias regionales recogenacertadamente esta situación de negación alos cambios (“Así se vive”, novela, 1919 p22).

Hacia 1900, en la sociedad talquina, abo-lengo y posesión de riqueza son fundamen-tos de relevancia para determinar el esta-tus. Acerca del buen gusto, “era de buentono pertenecer al Club Talca, que reunía ala ‘sociedad’; participar de las veladas delTeatro Municipal, no por satisfacción estéti-ca o intelectual, sino porque este lugar es-taba consignado como de moda; o bien ca-minar por la calle de Cruz al atardecer”.

“El rol de la mujer en este ambiente erade un ‘figurín’, pues la fortuna de su familia sereflejaba en su vestuario” (Talca: Medio Siglode Oligarquía, Raúl Sanchez Andaúr - Univer-sum Año 7 -1992, Universidad de Talca).

Según Benjamín Vicuña Mackenna en“Historia de Santiago”, página 451:

Trajes y cosas de época

Damas chilenas segúndibujo de John

Constance Davie.

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Damas talquinas de finales del siglo XIX.Archivo Universidad de Talca.

Traje de laelite talquina

1850-1890.Museo

O‘Higginianoy de Bellas

Artesde Talca.

“Mucha hebilla, poquísimo zapato, media blanca bruñida, y sin calceta, Cal-zón que con rigor el muslo aprieta, Vestido verde inglés, más no barato.

Magníficos botones de retrato,/ Chupa blanca bordada a cadene-ta,/ bien rizado erizón, poca coleta,/ talla estrecho, a las corvas inme-diato. / Con esto y vuelta de Antolas muy finas,/ felpudo sombrerón, yuna corbata/ que cubra el cuello; mucha muselina, / Aguas de olor,rapé, capa de grana,/ trampa adelante, y bolsa no mezquina,/ es peti-metre quien le da la gana”.

Acuarela de Giast: “De compras en una tienda”.

ESCLAVOS EN TALCAEn consideración a una Real Cédula sobre administración de esclavos

en América, despachada en Aranjuez el 31 de mayo de 1769, los integran-tes del Cabildo de Talca determinan cómo deberían tratarse a los esclavosdel Corregimiento de Maule, para lo cual acordó: “Que el vestido de losesclavos sea el mismo de los gañanes de campo: cotón y calzoncillos deballeta, calzones de jerga, zapatos i medias; que el alimento sea una librade charqui cocido, con frangollo de trigo i pan i medio por día, i en caso deno darles charqui, los frejoles correspondientes a la comida regular de unhombre. En cuanto a las tareas, se asigne media tarea de siembra por cadadía de trabajo o el beneficio de una rés de matar i en los demas trabajos searreglen las tareas por lo que jeneralmente trabajan los peones asalaria-dos por meses o por año”.

Además, hacia 1780 los talquinos que habitaban en la parte urbanatenían como hábito el notariar sus contratos, incluso aquéllos en que ven-dían sus esclavos. He aquí un acápite de una de aquellas peculiares ven-tas: “Sepan cuantos esta carta de venta real vieren, como yo don Anto-nio Bravo de Naveda, residente en la ciudad de nuestro señor San Agus-tín (Talca), otorgo por esta carta de venta real a Frai Pedro Bravo, delórden (sic) de ermitaños de nuestro padre San Agustín de la Buena Muerte,que está presente, una negra, mi esclava, llamada María, de casta ango-la, de edad 16 años, poco más o menos, por bozal recién venida de laGuinea, alma en boca, queso en costal, con seguros de tachas de borra-cha, ladrona, cimarrona mi de otras que tuviere o pareciere tener, escep-to de enfermedad pública ni secreta, si la tuviere, por cobro de derechosreales el peso que por dicha negra me ha dado i pagado en reales decontado, de los cuales me doi por bien contento, entregado i pagado. Enconsecuencia, le cedo el dominio de lo enajenado, en la mejor forma dederecho” (“Cosas de Viejas: Tradiciones talquinas” de Pantaleón Arave-na Azócar, 1905, pp 49-50).

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Calle de Cruz de Talca (actual Uno Sur). Recaredo Santos Tornero.

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“En tanto algunos antepasados nos susurran quedebemos dejar una huella en las movedizas arenas del

tiempo, la historia nos recuerda que encontrar 'uncamino' para entenderla es complejo, por lo cual sólopodemos capturar brotes de reminicencias atesorados

herméticamente en la memoria para que nuestro origenpermanezca goteando en el tiempo”

Jorge Valderrama

CAPÍTULO II

UN RECORRIDOPOR NUESTRO

PASADO AMNÉSICO

Plaza de Armas y de AbastoJosé Miguel en TalcaEl día que tronaron los cañonesUn escenario para dos batallasProscenio de “aguas aconchadas”El Sistema FederalRevoluciones de 1851 y 1891

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Plaza de Armas y de AbastosEn rigor histórico la primera Plaza de Armas de Talca se ubicó en la

confluencia de los esteros Piduco y Baeza, en el lugar denomina-do Placilla (actual Dos Sur Siete y Ocho Oriente), centro de una

ciudad ideada en 1692 por el gobernador Tomás Marín de Poveda quefracasó por la renuencia de los paisanos a abandonar sus haciendas. Así,la actual Plaza de Armas data de enero 17 -aunque formalmente es mayodoce y por José Manso de Velasco- de 1742 que posteriormente fue trans-formada en un verdadero fortín. Ya en 1832 contaba con cuarenta farolesde alumbrado público que en 1855 fueron reemplazados por cincuentalámparas a parafinay en 1874 por ilumi-nación a gas. Orde-nanzas municipalesde 1834 y 1857 pro-hibían botar basurasen la calzada y obli-gaban a los dueñosa blanquear sus ca-sas. En 1858 las ca-lles perimetrales seadoquinan, se asfal-tan sus veredas y sediseñan sus jardinescentrales trasplan-tando árboles traí-dos desde los viverosde la Quinta Normalde Santiago; tresaños después -1861- se instaló unapileta de agua de in-fluencia barroca im-perante en la época.Asimismo, el regidortalquino, arquitecto y literato destacado, Daniel Barros Grez, logró materiali-zar su anhelo de que las casas y calles fueran numeradas teniendo comopunto de partida la Plaza de Armas en 1869. En 1874 se construyó el primerkiosko de fierro -un tabladillo- para retretas municipales en el cual tocaba labanda municipal. También y en 1877 se prohibieron los baños en el esteroPiduco, entre las calles Cruz y Baeza (Uno Sur y Dos Norte).

A inicios del siglo XX fue centro de burla por parte de algunos gracio-sos o malintencionados que aseguraban que en alguna parte de ella sehabía enterrado una canilla perteneciente a don Quijote de la Mancha,chuscada satírica -narrada por el doctor Francisco Hederra- que regocijabaa quienes se mofaban del orgullo piducano.

Única en Chile -que se sepa- que estuvo profundamente dividida en

dos sectores: uno para los tipos o siúticos y otro para la gente bien.Los sábado, domingo y festivos amenizaban bandas musicales, esta-ban las distracciones como kermés de Pascua y Año Nuevo y las infal-tables caminatas después de comer -a las siete de la tarde- que con eltiempo disminuyó en la gente bien o “linda” para evitar su roce conlos siúticos (rotos). En su lado poniente (actual Plaza Hotel) estaba elprestigioso Hotel Colón (1873).

A finales del siglo XIX y comienzos del XX eran caminatas obligadas elrecorrer las dos primeras cuadras de la calle de Comercio -Uno Sur-, una

cuadra de la Plazade Armas, parte dela Alameda y la Ga-lería del Portal (UnoSur Tres y CuatroOriente). En 1912cuando ya los habi-tantes contabancon teléfono, seasombraban conlas acrobacias delos precursores dela aviación nacionaly ya habían debuta-do por las calles tal-quinas los tranvíasde tracción eléctri-ca, fue levantado elactual kiosko, desobria y firme arma-zón. Centro social ygravitacional de laciudad ha sido tes-tigo de aconteci-mientos relevantes:

presentaciones de visitas ilustres, celebraciones populares (como los feste-jos por la llegada del tren a la ciudad en 1875), despedida del BatallónTalca cuando partió al norte durante la Guerra del Pacífico, recibimiento yhomenajes a los héroes talquinos que participaron en este conflicto, pro-clamaciones políticas así como muda testigo del sacrificio de los patriotasCarlos Guido Spano y Marcos Gamero y Toro, quienes ofrendaron sus vi-das el cuatro de marzo de 1814 por defender la plaza ante fuerzas realis-tas muy superiores durante la Batalla de Talca. Actualmente, hacia UnoSur, existe un monolito conmemorativo erigido por la Sociedad de Historiay Geografía en 1971, en un escenario que desde siempre se ha tratadoque luzca atractivo y acogedor, pues el mismo es una carta de presenta-ción que heredamos de nuestros ancestros ibéricos.

Mercado Municipal, 1931. Archivo Universidad de Talca.

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“Calle Uno Norte”, Talca. Oleo de Fortunato Rojas Labarca, 1927.Museo O'Higginiano y de Bellas Artes de Talca.

TESTIGO DEL TIEMPOLos vecinos de la Villa de San Agustín de Talca, siempre han tratado de

que ésta luzca atractiva y acogedora. En 1742 fue el punto del cual partieronsus calles y con la determinación de Spano y Gamero fue epicentro de he-roísmo y sacrificio durante la Batalla de Talca en 1814. La Plaza de Armasconstituyó el principal núcleo de encuentro desde 1860 hasta la actualidad.

En 1874 un tabladillo de fierro fue instalado con el propósito de quesobre él tocara la banda municipal. Y algo que no debe quedar en el tinte-ro: siempre fue el centro de acontecimientos sociales memorables, comopresentaciones de visitas ilustres, celebraciones populares, inauguracionesde eventos y edificaciones. Aníbal Jara recuerda que “la tertulia se llevabaa cabo durante los meses de verano; cuando aparecían los primeros fríosnos instalábamos en un rincón del café Palet, que pertenecía a don Este-ban Calaf”. Con fama de que “su aristocracia no toleraba mezclas ni que-ría jamás compenetrarse con los elementos de clase media” (DomingoMelfi, italiano avecindado en la urbe), ostentó la peculiar segregación so-cial -única en Chile- de dividir su Plaza de Armas en dos sectores. Hoy, conmodernas luminarias, el ruido habitual de murmullos, risotadas, bocina-zos, taconeos, sordos rugidos de motores y pésima conservación, esperaun remozamiento que la haga sentirse respetada y querida… porque enella se atesora gran parte de la memoria de esta ciudad.

LA PLAZA DE ABASTOSEn sus inicios sólo escuálidos locales comerciales sin confor-

mar una agrupación fueron dando origen a la Plaza de Abastos,en el sitio que se asentó inicialmente la Plaza José Ignacio Cien-fuegos con anterioridad al emplazamiento del Liceo Literario. Fuela sumatoria de ideas arquitectónicas acumuladas a través deltiempo. Ya entre 1835 y 1840 el intendente de la época, MiguelConcha, ordenó la adquisición del solar comprendido entre lascalles Uno Norte, Uno Sur, Cuatro y Cinco Oriente, entonces Mo-lina, Comercio o Gamero, El Carmen y San Luis, para erigir laconstrucción de una Plaza de Abastos más acorde al crecimientoy necesidades de la urbe.

Este es considerado el primer período del mercado que antesfue conocido como Feria Municipal y en su alzamiento se super-pusieron las influencias neoclásicas, arte industrial y art noveau.

De la obra del Presidente José Manuel Balmaceda sólo quedó elgalpón central, ya que un incendio en septiembre de 1910 consu-mió los antiguos locales de estilo Neoclásico. Entre 1886 y 1928está inserto el que es considerado como descollante segundo pe-ríodo histórico del Mercado Central, ensalzado por expertos comoel de “mejor factura arquitectónica”. Y desde 1939 hasta la actua-lidad se extiende el tercer período. Así, hasta antes del funestoincendio que destruyera a este Monumento Histórico, la imagen desu mole evidenció los efectos de los sismos de 1928 y 1939 (Ex-tractado de Martín Domínguez Vial, Revista Universum, 1987).

Kiosko hacia 1920. Archivo Universidad de Talca.

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dores y se mostraba favorable a los sarracenos otorgándoles diversos pues-tos públicos. Tal conducta alarmó a los patriotas que creyeron ver materia-lizado el régimen pasado, que sólo las obras del líder–publicación de unperiódico- probarían su patriotismo. Era una época en que los celos y riva-lidades entre provincias estaban exacerbados y Santiago no quería queConcepción ocupara un plano preponderante a través de las armas. Ya en1812 un proyecto revolucionario fraguado en el cuartel de artillería rom-pió la tranquilidad capitalina y originó la prisión por algunos días de algu-nos oficiales involucrados. Los corsarios enviados por el Virrey del Perúinquietaban el comercio.

VIAJE A TALCALas cuestiones pendientes en el sur de Chile -Concepción no se some-

tería al Gobierno de no existir un tratado u otro arreglo- hicieron queCarrera resolviera -investido de amplios poderes- viajar a Talca el 18 deabril de 1812 con una escolta de tropas de caballería y con su amigoabogado y líder de los Húsares de la Muerte, Manuel Rodríguez, a su vera,como secretario. La tradición oral refiere que pernoctó en los salones de lacasona del portugués Juan Albano Pereira. Una vez en ella, el día 25 des-pachaba a un ayudante con documentos para Rozas, en los que anuncia-ba que todo se zanjaría si ambos celebraban una conferencia. La juntaprovincial de Concepción se trasladó a Linares avanzando Rozas hasta lasmárgenes del Maule, premunido de plenos poderes para negociar, for-mando unos mil hombres de caballería entre Dragones de la Frontera ymilicianos. Pasó el río Maule Rozas con un reducido séquito y en la orillaopuesta le esperaba Carrera, en la casa de un hacendado maulino apelli-dado Alvarez. Ambos caudillos, que no se conocían en persona, se mostra-ron reconciliados y comieron en la misma mesa. Estaban de acuerdo en las

José Miguel en TalcaOpositor a la invasión francesa, valeroso combatiente en trece

batallas, herido en el desastre de Ocaña, el aristocrático e im-petuoso José Miguel Carrera -con 25 años a la espalda- des-

embarcó en Valparaíso de la fragata inglesa “Standart” a fines de junio de1811 y días después escribió a su atemorizado padre Ignacio de la Carre-ra: “Las obras, cuando empiezan, es menester concluirlas… Con un buenGobierno, hay armas, dinero y cuanto se necesita para el logro de nuestralibertad. Ha llegado la época de la Independencia americana; nadie puedeevitarla”. Así, el cuatro de Septiembre José Miguel apoyó el golpe de losLarraín, que dejó como amos del país al grupo de los llamados “ochocien-tos” que presidían Juan Enrique Rosales, Juan Mackenna y el impulsivosacerdote Joaquín Larraín Salas.

Al amanecer del 14 de noviembre de ese año, ansioso por un mayorprotagonismo y liderazgo, el paladín rebelde asestó su ya segundo golpemilitar en menos de dos meses, asumiendo el poder y reemplazando laJunta de Gobierno por otra, constituida por Juan Martínez de Rozas -porConcepción-, Gaspar Marín -por Coquimbo- y JM Carrera, por Santiago. El15 de noviembre 1811 lo llevó al poder y el dos de diciembre clausuró elCongreso acaudillando una revolución que lo empujaría por audaces ata-jos. (extractado de “Historia de Chile” de Jaime Eyzaguirre pp.361-366).

BRISAS REVOLUCIONARIASEl otrora inteligente y resuelto Juan Martínez de Rozas, dueño absoluto

de la provincia de Concepción en abril de 1811, un año después flaqueabaante un inminente choque con José Miguel y una ineludible guerra civilque podría restablecer el viejo régimen. Empero, el audaz revolucionariocriollo era además un patriota. Así, José Miguel Carrera suavizó las medi-das aplicadas a quienes en diciembre de 1811 fueron considerados agita-

Este grabado deClaudio Gay

inmortaliza unachingana.

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ventajas de la unión de todas las provincias, pero llegadas a la palestra lasbases del arreglo, Carrera evitó respuestas explícitas y se limitó a invitar asu rival a otra conferencia a celebrarse en Talca, lo que Rozas aceptó.

José Miguel Carrera narra en su Diario Militar estas conferencias: “Afines de abril del mismo año fui comisionado a Talca por el Gobierno conplenos poderes para transar con Rozas, jefe de las tropas enemigas, todaslas desavenencias amistosamente. Muy pronto llegué a aquel destino. Ro-zas estaba al otro lado del Maule y lo provoqué a una entrevista que severificó al sur del mismo río. Retiré a Talca todas mis guardias, y lo esperéen las orillas del río con cuatro oficiales y tres ordenanzas. Rozas llegó congran acompañamiento, y pasó el último brazo del río con la música de susdragones. Comimos aquel día juntos, y en la tarde se despidió, quedandode ir a Talca al día siguiente”. Narración que adolece de inexactitudes:Carrera estaba acompañado de muchos más hombres y tropa y la entre-vista se realizó en la ribera norte, Duao, cercano a un vado del río pordonde pasaba entonces el camino público más frecuentado entre Talca yLinares. Poco satisfecho de tal encuentro, Rozas comunicó a sus oficialessu intención de ir a Talca a celebrar una nueva conferencia, los que seopusieron enérgicamente, pues estaban convencidos de que Carrera lesestaba tendiendo una celada con el propósito de “descabezar” la revolu-ción, matándole. Así, Rozas envió una bien intencionada misiva a travésdel comandante Bernardo O’Higgins, quien partió rumbo a Talca en lamadrugada del 27 de abril.

Si bien estas tratativas no fueron exitosas, sí eclosionaron un efectopráctico, ya que los rumores que circulaban en Santiago referían que Ca-rrera estaba prisionero -en Talca- de Rozas al haber sido abatido y su tropadispersada, lo que apresuró su regreso. “Durante mi permanencia en Talcaquisieron los facciosos introducir el desorden. Corrieron la voz de que es-tábamos prisioneros de Rozas, y que ya era todo acabado” (Diario Militarde JM Carrera). Finalmente, JM Carrera propuso –ocultando su real inten-ción- a su rival que las tropas acantonadas a orillas del Maule regresarana sus cuarteles respectivos, lo que fue aceptado. Al respecto, Rozas consig-nó: “… don José Miguel Carrera y yo hemos quedado en Talca y Linarespara seguir la negociación que reponga la tranquilidad, el orden y la unión”.Empero, el descontento quebraría la fidelidad hacia Juan Martínez de Ro-zas. Un Ejército sin sueldo que se pagaba desde Santiago generó un motínque culminó con la entrega de Rozas a Carrera, quien lo desterró a suciudad natal de Mendoza, donde falleció en 1813. Fue el epílogo paraJuan Martínez de Rozas, nombrado por el mismo Carrera representante deConcepción en 1811, y el pináculo del capitán de húsares, quien obtuvoen Talca su hegemonía y quedó dueño del país.

El 13 de abril de 1813 la Junta de Gobierno estaba compuesta por Recreación artística de Francisca Burgos Valderrama.

Agustín Eyzaguirre, José Miguel Infante (espíritu del Gobierno) y el sacer-dote maulino José Ignacio Cienfuegos (reemplazó a Francisco Antonio Pé-rez, quien se retiró en octubre). Desde el 21 de octubre de 1813 y hastafinales del mes de febrero de 1814 la Junta de Gobierno de Chile asentósus reales en la ciudad de Talca, siendo presidida por José Miguel Infante yAgustín de Eyzaguirre, regresando el uno de marzo de 1814 a la capital.Posteriormente, el once de febrero de 1817 el comandante patriota Ra-món Freire ocupó la villa San Agustín de Talca con sus fuerzas. Don JoséManuel Borgoño fue elegido alcalde y al día siguiente se desencadenabala Batalla de Chacabuco que libertaría a la patria de la opresión goda.

Reacia a distanciarse del soberano español, las familias acaudaladasde la ciudad no otorgaron ningún tipo de ayuda a Carrera y sus hombres -armas, soldados ni apoyo- cuando éste va al encuentro del brigadier espa-ñol Pareja en 1813.

Para 1814 las últimas desgracias de la campaña habían empañado elprestigio de JM Carrera, quien se dibujaba prístino en esta composición:“Saeta que voladora/ cruza arrojada al azar,/ sin adivinarse dónde/ tem-blando se clavará;/ hoja que del árbol seca/ arrebata el vendaval,/ sin quenadie acierte el surco/ donde a caer volverá;/ gigante ola que el viento/riza y empuja en el mar,/ y rueda y pasa, y no sabe/ qué playa buscandova” ( tres primeras estrofas de Rima II, Gustavo Adolfo Bécquer).

Después de su regreso a la capital, Carrera vuelve a salir rumbo aTalca en abril de 1813, llevando consigo al Batallón de Granaderos, for-mado por 600 hombres al mando del sargento mayor Carlos Spano, y asus primos hermanos Nicolás y José María Carrera, acusados de asesi-nato, con el fin de preparar la defensa en el río Maule y reunir las mili-cias de Cauquenes, Linares y Parral, investido con el grado de brigadierotorgado por un temeroso Senado ante el desembarco del almiranteAntonio Pareja en San Vicente y la adhesión de Concepción a la causarealista. En su camino a Talca encuentra en Curicó al tesorero de Con-cepción, José Jiménez Tendillo, conduciendo 36 mil pesos. El día cincoCarrera llega a Talca con 50 hombres a los que se adicionan otros 20más provenientes de Concepción. Carrera encuentra una población des-alentada y poco cooperadora. Ese mismo día destacamentos realistas seencuentran a 40 kilómetros al sur del río Maule patrullando la zona deCauquenes, Linares y Parral, al mando del comandante Melchor Carva-jal, con el fin de impedir la retirada de tropas desde el sur hacia Talca. El

nueve el coronel Luis de la Cruz es nombrado comandante de la plazade Talca, mientras José Miguel distribuye su ejército a lo largo del ríoMaule para vigilar más de 30 vados. Asimismo, el día 13 ordena que lasmilicias de Talca sean relevadas de sus puntos de guardia por milicias deCuricó y San Fernando y dos días después al teniente coronel BernardoO’Higgins ocupar el cerro Bobadilla y construir un fortín. Tras el combatede Yerbas Buenas Carrera dispone retirar las tropas desde Talca hacia elnorte, lo que provoca un desbande del ejército que es controlado enCancha Rayada. El nueve de mayo José Miguel Carrera ocupa nueva-mente Talca y concentra 9 mil hombres, de los cuales 7 mil eran decaballería. Finalmente, el 26 llega a Talca procedente de Concepción,reuniéndose con el coronel Juan de Dios Vial, quien junto a sus tropas sehallaba al sur de Talca y posteriormente inicia la persecución de la po-blación realista, e incluso la neutral, acciones que lo apartan de la JuntaGubernativa por la expropiación de inmuebles, robo de animales y viola-ción de mujeres.

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Las primeras campañas de la Independencia tuvieron como esce-nario el territorio comprendido entre Concepción y Talca, en elcual la defensa y dominio del río Maule fue importante hito. Por

ello, al desembarcar el almirante Antonio Pareja en la bahía San Carlos deAncud en enero 18 de 1813, centra su objetivo en ocupar sus orillas paraluego atacar Santiago. Eran tiempos inestables en los que se alzaba comoparadigma de libertad y espejo de audacia el general José Miguel Carrera,que alejó al país de su marasmo. Las primeras escaramuzas contra losgodos fueron favorables a los patriotas, lo que contribuyó a levantar elánimo de las personas. Pero al poco tiempo se sucederían acontecimientosdesafortunados, como el sitio de Chillán, la lentitud de las operacionesofensivas y el desmembramiento de las tropas, todos hechos que convul-sionaron al país y obligaron a la Junta Gubernativa -residente en Santia-go- a tomar medidas enérgicas que confluyeran en cambios radicales en ladirección de la guerra.

En este marco referencial, el Gobierno se trasladó a Talca el 21 de agostode 1813, quitándole el mando del Ejército al osado caudillo José MiguelCarrera y colocando en su lugar a un hombre tan valiente y abnegadocomo generoso y modesto: el coronel Bernardo O’Higgins. Ese mismo díala Junta Gubernativa designó al coronel Carlos Spano en la dirección delcuerpo de granaderos. Spano era un militar de brillantes antecedentes,español de nacimiento, pero chileno de espíritu y a quien mucho debía lacausa americana.

OPERACIONES MILITARESRestableciéndose de heridas sufridas en batalla -en Santiago-, ya el

nueve de diciembre Spano se posesionaba de su cargo, reorganizando a latropa y adiestrando a nuevos reclutas. Era un hecho que los realistasestaban concentrados en Concepción a las órdenes del recién llegado ge-neral Gabino Gaínza, por lo que el gobierno patriota se aprestó para retor-nar a Santiago, considerando que O’Higgins, con el grueso de las fuerzasse encontraba en Concepción y que Juan Mackenna observaba al enemigoen Membrillar, al mando de una división auxiliar.

La situación era crítica. Ante el avance enemigo Talca estaba indefen-sa, considerando el poderío español. Solo la protegía una guarnición de390 hombres: 170 fusileros, 60 granaderos, 70 artilleros, 90 lanceros mili-cianos y tres cañones. Así, ante la inminencia de un ataque, la Junta Gu-bernativa regresó a Santiago el uno de marzo de 1814, dejando comogobernador y comandante general de la ciudad al coronel Carlos Spanocon sólo 300 hombres, 230 de los cuales debieron partir al sur. Contabasólo con 70 artilleros y 30 milicianos. El coronel escribió a la junta expli-cando sus aprensiones ante un ataque. No obtuvo ayuda.

El día quetronaron los cañones

La ciudad estaba plagada de traidores que se oponíanal sistema de libertad y que propiciaron el ataque

enemigo ocurrido el cuatro de marzo de 1814. A lasnueve de la mañana comenzó el ardoroso combate y al

mediodía los realistas eran los vencedores (Dibujosegún Luis Fernando Rojas).

PRESAGIOS DE UNA BATALLAAl día siguiente de haber partido el Gobierno hacia la capital, Spano

recibió informaciones del sur, en las que Juan Mackenna instaba el prontoenvío de auxilio so pena de perder toda la división a su mando. Paralela-mente, tomaba conocimiento de que partidas guerrilleras enemigas ame-nazaban la ciudad, y de que un espía español -José Miguel Ojeda- advertíaa los talquinos del inevitable ataque. La noche del 3 Elorreaga atravesó elMaule desobedeciendo órdenes de Gaínza.

El día tres, nuevamente el jefe talquino dirigió otra comunicación a lajunta. Sin embargo, no recibiría contestación, pues los enemigos no le die-ron tiempo a esperar refuerzo alguno. Spano, para evitar que 200 fusilesenviados por O’Higgins cayeran en manos ibéricas, ordenó a los arrieros quelos transportaban proseguir de inmediato su camino hacia Santiago.

Talca, por otra parte, contaba con muchos traidores y fieles a la monar-quía y, salvo excepciones honrosas, a la poca fuerza para la defensa, se

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Marcos Gamero y Toro. GentilezaEduardo Russo.

unía la mala fe de los habitantes del pue-blo, los que informaron al enemigo acercade las debilidades defensivas.

DEFENSA DELA CIUDAD

La madrugada del cuatro de marzode 1814, una fresca brisa mecía las ho-jas de los árboles de la plaza y al des-puntar los primeros rayos de sol deste-llaban los sables, bayonetas y adornos me-tálicos de los patriotas que protegían laciudad. Spano... aguardaba.

A eso de las siete de la mañana, el oficialespañol y vecino talquino Angel Calvo penetra-ba como parlamentario por la Calle de Comercio(Uno Sur) y le entregaba un escrito intimidatorio departe de Ildefonso Elorreaga -quien contaba con 400guerrilleros-, jefe de las fuerzas enemigas, medianteel cual le conminaba rendirse y entregar la plaza.Hay que mencionar que las fuerzas realistas conta-ban con más de mil soldados bien armados y experimentados en el com-bate. La misiva resaltaba “que si me da lugar al disparo de un fusilazo,pasaré la guarnición a cuchillo”.

Sin acobardarse por el ultimátum, pero con mucho sentido común,Spano explicó la situación al Cabildo y a sus oficiales, entre los que esta-ba el teniente de artillería Marcos Gamero y Toro, de 17 años. Este jovenoficial afirmó que la defensa debería hacerse has-ta morir por la bandera.

Aún así, se determinó intentar dilatar la situa-ción con Eliorraga en espera de la llegada de lasfuerzas patriotas, que venían en camino a las órde-nes de Rafael Bascuñán.

El comandante realista Ildefonso Elorreaga ha-bía pasado por el camino que desde el paso del Maulepor Duao conduce a esta ciudad. Enseguida, avan-zando por las calles de Talca con 150 hombres bienarmados hizo un alto en los suburbios y envió otranota de intimidación, a la que Spano respondió: “...Sólo después de mi muerte podrá ocupar la ciudadque está encargada a mi cuidado”. Luego erigió ba-rricadas en los cuatros vértices de la Plaza de Armas,ubicando en tres de las esquinas los únicos cañonesque poseía: en la esquina surponiente a cargo delmayor Guzmán, en la suroriente del teniente Game-ro y en la norponiente del teniente Cienfuegos.

Aún no construían la última trinchera cuando

les cayó el enemigo por las calles de Cruzy del Comercio (Uno Oriente con Uno Sur).Eran las nueve de la mañana. Entoncesse alza la grandeza de Spano. Dando co-raje a sus hombres, con serenidad desen-vaina su espada y les espeta: “¡De elloses el número, de nosotros el valor. Recor-dad que si somos vencidos la patria nos

tomará cuentas de nuestras acciones!”.Comenzaba un desigual combate con

ardor y valentía. Al tronar de los caño-nes, el choque de sables, el relampagueo

de las bayonetas y los gemidos de los heri-dos, la figura de Spano se multiplicaba por los

cuatro puntos cruciales, atrayendo voluntariospara la defensa patriota.De igual forma, Marcos Gamero, el muchacho héroe,arrojaba un mar de fuego contra los enemigos, cuyoímpetu inicial dio paso a la impotencia. Al sentir eldenuedo de aquellos valientes que mantenían en altoel pabellón nacional al centro de la plaza, los oficia-

les Guzmán y Silva no daban pie atrás, y Cienfuegos empujaba al enemigocomandado por el oficial español Angel Calvo, los que huían precipitada-mente por la Calle de Molina (Uno Norte).

Dos horas duraba ya el combate y uno a uno iban cayendo los valero-sos defensores, cuando don Vicente de la Cruz y Burgos, influyente vecinode la ciudad, introdujo en la casa de su padre -Cruz Polloni- a un piquete

de fusileros realistas que dieron muerte a MarcosGamero. La traición segaba vidas patriotas, ya queElorreaga auxiliado por vecinos traidores penetra-ba con un grupo de soldados cubriendo de heri-das a Spano que al ser instado por un oficial asalvarse, respondió: "Aún no hemos hecho lo bas-tante; yo no debo sobrevivir a la patria". Así, en elinstanteque corre a proteger el tricolor patrio unabala le hiere mortalmente y a las doce del día ex-pira con estas palabras: "Muero por mi patria, porel país que me adoptó por hijo".

Sólo Guzmán pudo escapar disfrazado paraservir más tarde a la olvidadiza patria en Chaca-buco y en Maipo. Y Talca vio morir al valienteSpano y al digno hermano de Joaquín Gamero ynieto del Conde de la Conquista, don Mateo deToro y Zambrano: el teniente de artillería Mar-cos Gamero y Toro. Después de 190 años estaciudad aún está en deuda con estos dos héroes,plenos de amor por el suelo que pisamos.

Monolito que se encuentra enla Plaza de Armas de Talca.

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Francisco de la Lastra.Dibujo de Desmadryl.

C uando las guerrillas realistas de Ildefonso Eleorraga se posesio-naban de la ciudad, el cuadro que presenciaron nos lo describeel cronista y médico talquino Francisco Hederra Concha: “Allí

tendidos al sol, quedaron los cadáveres de los patriotas. El de Gamero,despojado de la casaca, los pantalones y las botas, descansaba sobre eldorso; la cara al cielo, abiertos los ojos, las manos caídas a loscostados, los pies cubiertos con las medias, tenía una extrañaexpresión de serenidad en el rostro. Por la camisa abiertase veía la ancha herida que había hecho el proyectilentrando por la espalda y saliendo a la altura del co-razón”. Estaba por cumplir 17 años y pocos días antes-en el sitio de Chillán- había visto morir a su her-mano Joaquín.

BATALLA DE CANCHA RAYADALa toma de Talca por las tropas de su majestad

Fernando VII, en marzo 4 de 1814, caló hondo enel espíritu de los patriotas, fundamentalmente porel temor existente en Santiago que quedaba expues-to a los realistas. La respuesta no se hizo esperar ydías después el Director Supremo Interino, AntonioJosé de Irisarri, mandó una división compuesta por mil370 soldados, dividida en 600 infantes, 70 artilleros, 700milicianos y 4 cañones a recuperar Talca -e impedir el avan-ce de las fuerzas realistas- al mando del teniente coronel Ma-nuel Blanco Encalada. En la tarde del 29 de marzo, desobe-deciendo órdenes de O’Higgins (quien el 28 le había ordena-do distraer al enemigo, mientras él cruzaría el río Maule en una semanamás y no enfrentarlo directamente), colocó la artillería en la periferia tal-quina, batiendo las trincheras enemigas. Defendida por 400 realistas, des-

de el norte. 40 fusileros, al mando del Alférez Florentino Palacios se apo-deran del Convento de San Agustín, situado a 3 cuadras de la plaza,atacando desde ahí la trinchera norte con gran éxito y replegando a losibéricos hasta la Plaza de Armas de Talca, provocando el que numerososvecinos se dirigieran hacia las fuerzas patriotas. Informado que fuerzas

realistas del comandante Ildefonso Elorreaga han cruzado el río Maule-alertadas por el vecino talquino Juan Crisóstomo Zapata- or-

dena la retirada a Cancha Rayada, produciéndose desor-den en los patriotas, donde toma posiciones para con-

trarrestar la arremetida de las fuerzas enemigas. El cho-que formidable de las huestes hispanas y su superiori-dad militar liderados por quien abrazó la causa espa-ñola -Calvo- pudo más que las órdenes de enfrentaral enemigo de Blanco Encalada y la falta de entre-namiento de sus hombres (o indisciplina) que sólopensaron en salvar la vida, obligó una retirada haciaSantiago, dejando a la urbe en poder de los espa-ñoles y 300 prisioneros, amén de artillería, armas,animales, municiones y víveres. Fue la primera Bata-

lla de Cancha Rayada, librada entre la actual calle DosNorte y la Alameda a orillas del estero Piduco.Las tropas del brigadier español Gabino Gaínza, re-

forzadas por 800 soldados enviados por el Virrey del Perúy desembarcadas en la costa de Arauco, asestaban derrotatras derrota a los patriotas que con la caída de Talca vioabierto el camino a la capital, en circunstancias que lasdivisiones de O’Higgins y Juan Mackenna se encontraban

en el sur y aisladas una de otra. En esos momentos, el porvenir de la causaamericana era sombrío. En todas partes los ejércitos del rey obtenían gran-des victorias: los patriotas argentinos eran derrotados en el Alto Perú e

Un escenario para dos batallas

1813 Acontecimientos locales: Nuestros corresponsales nos co-munican que el cuatro de abril llega a Talca el teniente coronel BernardoO’Higgins, proveniente de Los Angeles y Chillán a través de caminos cor-dilleranos. En tanto, el desembarco del almirante Antonio Pareja en SanCarlos de Ancud el 18 de enero y la adhesión de Concepción a la causarealista, provocan que el Senado otorgue el grado de brigadier a JoséMiguel Carrera y el mando del Ejército Restaurador. Entonces, Carrera saledesde Santiago -una vez más- rumbo a Talca, llevando consigo al Batallónde Granaderos, formado por 600 hombres al mando del sargento mayorCarlos Spano, y a sus primos hermanos Nicolás y José María Carrera, acu-sados de asesinato, con el fin de preparar la defensa en el río Maule yreunir las milicias de Cauquenes, Linares y Parral. En su camino a Talca, elcaudillo encuentra en Curicó al tesorero de Concepción, José Jiménez Ten-dillo, conduciendo 36 mil pesos. El 9 de diciembre la Junta quita su con-fianza a Carrera entregándole a O’Higgins la jefatura del Ejército. Cuandoa las 20 horas del cinco de abril José Miguel Carrera arriba a Talca, juntocon 50 hombres, encuentra una población desalentada y poco coopera-

dora. De igual forma, al intentar una avanzada realista el 26 de abril unreconocimiento, al mando del comandante Ildefonso Elorreaga, se trabaen una lucha en la ribera sur del río Maule con el Regimiento de SanFernando, matando a dos milicianos patriotas. Las fuerzas de Elorreaga setrasladan después desde Bobadilla a Yerbas Buenas. Un despacho de últi-ma hora reseña que en persecución de la escolta realista de IldefonsoElorreaga (300 soldados), a las tres de la mañana del 27 de abril 600patriotas enviados por Carrera llegan a Yerbas Buenas y desconociendoque el grueso del ejército realista -seis veces superior al patriota- se halla-ba acampando en dicho lugar atacan en completo desorden, al mando delos capitanes José María Benavente y Enrique Ross, más el teniente San-tiago Bueras, los cuales embisten la artillería realista y toman prisionero alcapitán José María Berganza, además de capturar algunos cañones. Alamanecer, las fuerzas patriotas se retiran de Yerbas Buenas con armas,prisioneros y artillería, pero son perseguidas por las fuerzas enemigas quetornan su retirada en un desastre al no proteger la caballería patriota laretirada de la infantería, la cual fue diezmada por los godos.

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General Juan Gregorio Las Heras.Dibujo de Desmadryl.

igual suerte corrían mexicanos y venezolanos. Análogamente, la situaciónde los patriotas chilenos no era nada favorable, y a la caída de todo el suren poder de los soldados del rey de España se anexaba el agotamientofinanciero y el desaliento generalizado, pero los ibéricos no estaban enmejores condiciones. Era el período de la Patria Vieja.

DESASTRE DE CANCHA RAYADACuatro años después e informado José de San Martín del desembarco

de Mariano Osorio -oficial español- en Talcahuano y llegado a Linares,movió su Ejército de cuatro mil hombres desde las Tablas hacia el sur, conel propósito de unirlo con el de O'Higgins -quien el 27 llegaba aCuricó donde descansó ocho días- en Talca. El prócer chileno,a su vez, recibió una orden del general en jefe de marcharhacia San Fernando para encontrarse con el grueso delas fuerzas patriotas. En Santiago las familias orabanen los templos por el triunfo de la patria y el gobiernosubrogante reunió con la ayuda del clero las dona-ciones que se guardaron como sagrado depósito.

El día 10 de marzo de 1818 se concentran lasfuerzas de ambos caudillos en Chimbarongo, conun total de 6 mil efectivos. Asimismo, y despuésde muchas dificultades por falta de transporte,Osorio y sus 5 mil hombres se movió al norte, atra-vesó el Maule y ocupó Talca, acampando en Ca-marico el 14 de marzo.

Mientras, en Santiago las familias oraban en lasiglesias por el triunfo de la patria, entregando a la cau-sa sus últimas alhajas y monedas. San Martín marchó consu ejército desde San Fernando al sur y después de un en-cuentro a orillas del río Lontué, otro en Quechere-guas, en Lircay y en el perímetro de Talca, acampó

en Cancha Rayada, mientras Osorio se refugiaba en la ciudad.Al oscurecer del día 19 de marzo -cuatro años más tarde de la batalla

entre Blanco Encalada y Calvo en el mismo sitio- San Martín, previendouna sorpresa, ordenó cambiar posiciones a sus hombres para evitar cual-quier ataque nocturno. No obstante esta precaución, los realistas y comouna forma de compensar su inferioridad numérica, ejecutaron un deses-perado asalto envueltos por las sombras de la noche. Así, dirigidos porOrdóñez cayeron sobre la vanguardia patriota que estaba presta a mo-verse. O?Higgins, alertado por un extenuado vecino que llegó a prevenir-le desde Talca, no tuvo ocasión de reaccionar, pues de inmediato vino el

ataque. La confusión fue total. Unicamente el ejército de Chile, acuya cabeza estaba el Director Supremo, resistió solo todo el

peso del ataque, mientras la caballería y artillería argenti-na y toda la reserva se dispersaron desordenadamente.

Santiago Bueras -“El Huaso”- y Viel defendieron fiera-mente el campo para proteger la retirada de O'Higgins-herido en un brazo e imposibilitados sus esfuerzospor organizar alguna resistencia- hacia el CuartelGeneral ubicado al pie del cerro Baeza. Desespera-do, San Martín huyó con O'Higgins al norte del ríoLircay y de ahí a Santiago. En el campo de la Sorpre-sa de Cancha Rayada quedaron 300 patriotas, entremuertos y prisioneros. Empero, el Ejército no fue ani-quilado, ya que el oficial argentino Juan Gregorio Las

Heras, con un total de mil 500 hombres, no fue ataca-do y tampoco pudo atacar dada la oscuridad reinante

que no permitía distinguir a amigos de enemigos.Esta batalla acaecida en lo que hoy es el barrio nor-

te de Talca, habría significado, de tener éxito, la derrotadefinitiva de los españoles, lo que ocurriría pocosdías después (5 de abril) en los llanos de Maipú.

Batalla deChacabuco,11 defebrerode 1817.Dibujo deGericault.BibliotecaNacional,Santiago.

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V iniendo por la Panamericana o en tren hacia Talca desde el nor-te, es posible apreciar una añosa casona en el punto más eleva-do de Lircay -en araucano “irse al fondo la impureza de un

líquido”, “aconcharse”, que en alguna magnitud refleja la secuela de unfugitivo tratado- hacia el este, testigo material de un acontecimiento his-tórico. Este caserón ha sido muy descuidado como patrimonio cultural y -quizás- depauperado por algunos entroncados personajes talquinos cuyasviviendas ostentarían tapices, cuadros, portales, biombos y diversas piezasoriginarias de esta mansión. Si bien añorar el pasado sólo sirve para revol-carse, deplorarlo es una pérdida de identidad.

TRATADO DE LIRCAYEn marzo siete de 1814 una Junta Gubernamental otorgaba el cargo de

Director Supremo al coronel Francisco de la Lastra. En ese entonces tantopatriotas como realistas estaban en una difícil situación. Gaínza, hombreacoquinado e indeciso, estableció sus cuarteles de invierno en Talca y lainactividad de la tropa produjo deserciones. Los patriotas enfrentaban unaguerra civil entre conciudadanos, una economía en decadencia y contabacon un único militar experto: Mackenna. En estas circunstancias llegó a Val-paraíso el comodoro inglés Hillyar, para mediar en un tratado con los insur-gentes chilenos con la venia del virrey del Perú. Francisco de la Lastra envióa O’Higgins con instrucciones de obtener una tregua honrosa.

Al revelar Hillyar a Gaínza el objeto de su misión, este último escrutó laposibilidad de salir de una situación muy difícil. Así, el tres de mayo -dosmeses después de la Batalla de Talca- se realizó un conferencia de pleni-potenciarios a orillas del río Lircay: O’Higgins y Mackenna por los patrio-tas, con la asesoría del doctor boliviano Jaime Zudáñez; y Gabino Gaínzaacompañado por el diestro jurista José Rodríguez Aldea, por los ibéricos.

Después de redactado el tratado por el Chuquisaqueño Zudáñez éstese firmó a las once de la noche, a unas cuadras al oriente del actual puentedel ferrocarril en una ramada situada en un islote frente a la casona donde

pernoctaron los pactantes. Empero, más que un tra-tado fue una imposición dictada por los genera-

les chilenos que tuvo la fugacidad que las cir-cunstancias impusieron, puesto que la fuga de

los hermanos Carrera, presos en Chillán, fra-guada por el patriota Rodríguez Aldea enconnivencia con el coronel español Luis Urre-jola, reavivó antiguas discrepancias patrio-

tas y José Miguel derrocó a de La Lastra yasumió el poder de una Junta, lo que estuvo a

punto de enfrentar a éste y a O’Higgins, impi-diendo este combate la notificación del des-

embarco del brigadier Mariano Osoriocon órdenes de rechazar el Tratado

de Lircay y someter a Chile.

BATALLA DE LIRCAYDurante el período de anar-

quía (1823-1830) el Ejército delSur al mando del general Joaquín

Prieto avanzó hacia la capital y chocó con las tropas del Gobierno almando del general Francisco de la Lastra en el Combate de Ochagavía -diciembre de 1829-, que conllevó a ambos jefes a concertar un pacto,relegando el mando al general Ramón Freire, hombre irresoluto y quepronto se dejó dominar por los pipiolos. Así, la Junta confió el mandomilitar a Joaquín Prieto y difundió a través del territorio nacional que ungeneral rebelde (Freire) se alzaba para sumir a Chile en la confusión.

Quedando José Tomás Ovalle como Presidente provisional y Diego Por-tales como Ministro del Interior, Relaciones, Guerra y Marina, las tropas deFreire desembarcaron en la hoy Región del Maule. La guerra civil se decidi-ría en las márgenes del río Lircay, específicamente en el sitio que hoy ocu-pa la Universidad de Talca. Prieto contaba con dos mil 200 hombres ydoce cañones contra los mil 750 de Freire y cuatro cañones. Sinembargo, este último poseía una infantería mejor preparada ylos servicios de valerosos jefes extranjeros: Benjamín Viel (fran-cés, veterano en las campañas napoleónicas), José Ron-dizzoni (italiano que actuó junto a Napoleón y queWaterloo lo obligó a emigrar a América) y Gui-llermo de Vic Tupper (comerciante inglés queparticipó en la conquista de Chiloé). Enplena batalla, las tropas de Freire fue-ron obligadas a replegarse hacia elrío Lircay y el combate cobró in-usitada violencia: las milicias de lacaballería de Prieto fueron destro-zadas por la caballería del galoViel, la que a su vez y por suafán de perseguir a sus enemi-gos abandonó la línea de bata-lla, siendo rechazados y per-seguidos por Bulnes que losforzó a buscar salvacióna orillas del río. La lu-cha duró dos horasmás, ya que los hom-bres de Freire al nopoder escapar presentaron lamás enconada y sangrienta re-sistencia a todo el Ejército dePrieto que los avasallaba,pereciendo la mayor partede hombres y oficiales. Tup-per y Bell fueron asesina-dos a lanzadas y sablazos.Disimuladas oficialmente lasbajas de la Batalla de Lircaypara no horrorizar a la pobla-ción, esta lid puso fin a unaépoca anárquica e instauró loscimientos de un Gobierno es-table y poderoso.

Proscenio de “aguas aconchadas”

Guillermo de Vic Tupper.Dibujo de Desma Desmadryl.

Dibujo de Luis FernandoRojas. Colección Museo

Nacional de Bellas Artes.

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A fines de septiembre de 1810 el vecino talquino Anselmo de la Cruzviajó desde Santiago a Talca con el fin de obtener el reconocimiento de laPrimera Junta Nacional de Gobierno por parte de los vecinos. Además, enabril de 1811 el coronel de Ingenieros, Manuel Olaguer Feliú, es confina-do en Cauquenes, tras su participación en el motín realista encabezadopor el coronel Tomás Figueroa. Con posterioridad José Miguel Carrera leencargará un plan de defensa del río Maule en su enfrentamiento con laJunta de Concepción. Asimismo, el cuatro de septiembre del mismo añoManuel Rodríguez Erdoiza es elegido diputado por Talca. El día 24 de sep-tiembre el Congreso Nacional suprime los derechos parroquiales, iniciati-va del cura párroco de Talca José Ignacio Cienfuegos y el 18 de diciembreel coronel José Miguel Carrera refuerza la plaza de Talca con tropas deSantiago -200 hombres y 4 cañones- y designa a su padre, Ignacio de laCarrera, jefe de las fuerzas de Talca. En abril 6 de 1813 un destacamentopatriota compuesto por 29 soldados y 36 milicianos al mando del tenientecoronel Bernardo O'Higgins cruza el río Maule por el vado de Bobadillamarchando posteriormente a Parral, donde toman prisionero al cura JoséUrrutia, partidario de la causa realista y disuelven las milicias locales. Otrofechado el 13 de abril da a conocer que asumió la recién instaurada nuevaJunta de Gobierno, compuesta por Agustín Eyzaguirre, José Miguel Infante(espíritu del Gobierno) y el sacerdote maulino José Ignacio Cienfuegos(quien reemplazó a Francisco Antonio Pérez que se retiró en octubre). El15 de octubre la Junta Gubernativa sale desde Santiago rumbo a Talca,escoltada por 200 hombres al mando del teniente coronel SantiagoCarrera, provenientes desde Argentina. Asimismo, en la víspera una fuerzarealista compuesta por 200 hombres, al mando del comandante Juan An-tonio Olate, se dirige a Cauquenes, con el fin de interceptar un convoy conmuniciones y dinero proveniente de Talca, al mando del capitán patriotaJoaquín Prieto. El 21 de octubre la Junta Gubernativa llega a Talca a asen-tar sus reales, donde están acantonados 200 hombres provenientes deArgentina leales al rey, al mando del coronel Andrés de Alcázar, y pocomás de 100 hombres a cargo del teniente coronel Enrique Larenas. LaJunta Gubernativa propone los términos de paz al jefe de las fuerzas rea-listas, coronel Juan Francisco Sánchez, comprometiendo su perdón gene-ral a todos los que se han alzado contra la patria, trasladar a las fuerzas

chilotas a su isla y a pagar indemnizaciones a los realistas que hayan sidovíctimas de despojos. Finalmente, comunicamos que el capitán Pedro Va-lenzuela salió desde Talca, al mando de un convoy con víveres, junto a 100granaderos de la II División, siendo atacado en octubre 29 en Santa Rosade Trancoyán por tropas realistas del comandante Juan Antonio Olate. LaJunta de Gobierno regresó el uno de marzo de 1814 a la capital. Final-mente, el cuatro de abril llega a Talca el teniente coronel Bernardo O’Higgins,proveniente de Los Angeles y Chillán a través de caminos cordilleranos.1814 Lircay: El 23 de abril el comodoro británico y Zudáñez llegan a Que-chereguas para informar sobre su misión. La inactividad beneficia al ejér-cito patriota, el cual ve aumentar su número, alcanzando los dos mil 300hombres. El 26 llegan a Talca a negociar con el General Gabino Gaínza,cuando el ejército realista se encontraba en malas condiciones productodel desbande de tropas que se produjo tras la reconquista de Concepción,la falta de recursos en Talca para abastecer un ejército de más de mil 500hombres y por carecer de elementos de movilización y dinero para pagar alas tropas. 1816 El día once de mayo a través de un decreto, se ordenaerigir un monumento en la Plaza de Armas de Talca en honor al coronelCarlos Spano, además de concederle una pensión a su viuda, Nieves deCeballos. En este contexto y en pleno otoño, Manuel Rodríguez inicia lahostilización de fuerzas realistas reclutando -entre otros- a José Miguel Nei-ra, ex ovejero de la hacienda de Cumpeo y salteador, el cual asola los territo-rios comprendidos entre los ríos Cachapoal y Maule. Neira asesina al mayor-domo de la hacienda de Cumpeo y estuvo a punto de fusilar a José ManuelBorgoño para robarle una chaqueta militar, cuando iba a reunirse con Ra-món Freire en el Paso del Planchón. También en septiembre Fray MelchorMartínez, ferviente realista, despacha desde Curicó agentes de confianza alos territorios indígenas trasandinos con el fin de conocer el pacto entre Joséde San Martín y las tribus pehuenches, en tanto que el dos de diciembre elcomandante Antonio Quintanilla intenta capturar al guerrillero Neira en lasserranías de Cumpeo, pero tras su fracaso fusiló a 4 guerrilleros patriotasque le acompañaban. Finalmente, los agentes enviados por Fray MelchorMartínez vuelven a Curicó, informando de la efectividad del pacto, pero notienen noticias de preparativos en la zona por lo que suponen que el pasodel ejército patriota se hará por Antuco, frente a Concepción.

RUGIDOS DE LIBERTAD

“Rodeo dehuasosmaulinos”.Oleo sobremadera deJuanMauricioRugendas.

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Expulsión de los jesuitas en 1767.Archivo del Museo Histórico Nacional.

En julio de 1817 Anselmo de la Cruz asumió el cargo de Jefe Militar yPolítico de los partidos de Curicó, Linares, Maule y Talca, reemplazandoa Luis de la Cruz quien obtuvo un cargo dentro de una nueva Junta deGobierno, integrada además por Francisco Antonio Pérez, presidente delTribunal de Justicia; y José Manuel Astorga, jefe de la Aduana. El once defebrero el comandante patriota Ramón Freire ocupó la Villa San Agustínde Talca con sus fuerzas, previo al triunfo de Chacabuco acontecido en

febrero doce. Asimismo, José Manuel Borgoño fue elegido alcalde y aldía siguiente se desencadenó la Batalla de Chacabuco que liberó a lapatria de la opresión goda. El día 26 y ante la amenaza de las guerrillasrealistas de Pincheira, el capitán José Antonio Fernandois y el Goberna-dor de Cauquenes, Juan de Dios Urrutia, reunieron algunos destacamen-tos y atacaron la montonera, dejando 43 muertos, 64 prisioneros, y to-mando 110 caballos, armas y monturas, aunque Pincheira logró escapar.

FLASHES PRELIMINARES

El Sistema FederalExtinguido el federalismo en Chile -agosto de 1827- se mantuvie-

ron las Asambleas Provinciales; se continuó con la elección po-pular de los cabildos y la división administrativa del territorio

prevaleció sin alteraciones. Así, la villa de Curicó permaneció como capitalde la Provincia de Colchagua, residiendo los intendentes en esta urbe o enSan Fernando. Obviamente, Talca no toleró pasar a segundo plano y dejarque Curicó le “pasara a llevar”.

Indignados los talquinos por esta división administrativa hecha en1826 no aceptaron a Curicó como capital de la provincia. Esgrimían quetal rango era exclusivo de Talca: más antigua, con más relevancia histó-rica, más importante comercialmente, con mayor número de habitantesy con inestimables servicios a la patria. De esta manera, volvía a emergeruna vieja rivalidad latente desde la Colonia, cuando Curicó formaba par-te del territorio del Partido de Maule cuya capital era Talca. Posterior-mente, al crearse el Partido de Curicó e independizándose ésta de Talca,los piducanos se opusieron tenazmente, lo que originó diversas inciden-cias. Y que ahora Talca dependería de Curicó significaba que la primerano podría entenderse directamente con el Gobierno, sino que deberíarecurrir para cubrir sus necesidades y solucionar problemas a las autori-dades de Aguas Negras.

De los variados versos populares que comparaban a Talca con curicó elsiguiente es el más decoroso: “¿Por qué diablos Curicó/ quiere a Talcagobernar/ siendo Curicó una aldea/ y Talca una gran ciudad?”. Ello hizoque en febrero de 1826 el Cabildo de Talca designara al canónigo de laCatedral de Santiago, Casimiro Albano, para que lo representara ante elGobierno y lograse la reconsideración de la medida, “por el derecho quetiene Talca para ser capital del cuarto departamento”, que sólo obtuvouna diplomática respuesta indirecta de las autoridades. En mayo explicita-ron que Talca cuatruplicaba en población a Curicó, era más fácil encontrarauxilio, poseía más personas capacitadas y tanto los ríos Maule y Claroeran navegables por embarcaciones pequeñas que podían transitar hastaNueva Bilbao (Constitución), comparando la grandeza alcanzada por EE.UU.y Holanda al disponer de este sistema.

Ya en flagrante rebelión, el 19 de mayo inicia sus sesiones la AsambleaDepartamental de Talca con diputados de Pelarco, Lontué, Talca, Curepto,Pencahue y Talpén, siendo elegido presidente don Miguel Opazo y Artigas.Informaron al Ministro del Interior esta proclamación iso facto. El gober-nador asumió como intendente y esta actitud rebelde se mantuvo “sin que

se encontrara medio alguno para que se ajustara a la legalidad”. Ello eraun reflejo del estado de anarquía imperante en el país. Hasta Diego Porta-les fue sobrepasado por la audacia talquina.

Finalmente, el exponente principal del régimen portaliano, la Cons-titución de 1833, otorgó una luz al problema talquino: la división ad-ministrativa seguiría tal cual, con Curicó como capital de la Provinciade Colchagua y Talca parte de la misma… mas, ante la persistenteactitud de Talca, don Diego Portales ofreció crear la Provincia de Talcasi ésta juraba la Constitución. Solución salomónica: por ley del 30 deagosto de 1833 se creó la Provincia de Talca y sus habitantes ya notendrían a Curicó por capital.

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Acuarela de Giast que muestraa “Gente de Chile”.

Revoluciones de 1851 y 1891Bajo la Presidencia de Manuel Bulnes, en 1845, renunció como

intendente de Talca Miguel Concha, episodio que el tabloideTalquino “El Alfa” en su edición de abril doce de ese año infor-

mó: “Sabemos que el intendente de la provincia ha dirigido por el presen-te correo su renuncia al Supremo Gobierno”. Sólo uno de la concaneta-ción de acontecimientos que se proyectarían en Talca hasta desembocaren la Revolución de 1851. Así, don Antonio Varas, oriundo de Cauquenes yquien vivió durante su niñez en Talca, asumió como Ministro de Justicia,Culto e Instrucción Pública. Antonio tenía fuertes lazos con la ciudad delPiduco, ya que su familia había fundado un colegio de primeras letras queen 1836 estuvo bajo la adminstración de su hermano Vicente Varas. Estosvientos de cambio trajeron como nuevo intendente de Talca a José MiguelBascuñán, que no había nacido en Talca y por tal hecho “no era de fiar”según algunos criticones de la época, el uno de septiembre de 1845.

También, la opinión pública talquina frente a las elecciones presiden-ciales estaba polarizada dicotómicamente respecto a la muerte de JuanZapata el nueve de agosto de ese mismo año -1845-prócer en el ambientepiducano que había presidido el Cabildo en octubre cuatro de 1810. Porun lado, el doctor de origen británico Henrique O‘Hea aseveraba que sudeceso lo había provocado un cólico agudo. Del otro, el también médicoJoaquín Noguera, español residente, diagnosticaba que el mismo se debióa “una inflamación interna del pulmón”. En torno a este deceso se prolon-gó una enconada querella ventilada por “El Alfa”. O‘Hea “dio de guasca-zos” al doctor Noguera. El médico británico fue tomado preso y procesa-do. El juez ni bajo fianza le quiso liberar. Tras Noguera habían connotadospersonajes, al igual que a las espaldas de O‘Hea.

Vino a apaciguar los caldeados ánimos provincianos la muerte del obispoJosé Ignacio Cienfuegos, el cuatro de noviembre de 1845 a las ocho de lamañana, vocal de la Junta de Gobierno en 1813 y 1814, desterrado a laIsla de Juan Fernández durante la Reconquista española; senador entre1818 y 1820 y Ministro Plenipotenciario de la República de Chile -nom-brado por O‘Higgins- en agosto de 1821; diputado por Talca en 1826 ysenador interino por Coquimbo. Senador por Concepción en 1831, cargoque no ejerció por consagrarse al Obispado de Concepción. Algunas desus obras en Talca: la Casa de Ejercicios, la iglesia parroquial y el InstitutoLiterario (el abate Juan Ignacio Molina le entregó su fortuna para esteefecto) fundado el cinco de julio de 1827. Su funeral fue un acontecimien-to sin precedentes en Talca.

Así, en 1848 Chile gozaba de tranquilidad, aunque las elecciones par-lamentarias de 1849 enturbiarían el ambiente. Como materia prima enmanos de un alfarero, las reformas francesas de 1848 comenzarían a ger-minar en los circunspectos espíritus criollos que en el invierno de 1851elegirían Presidente.

REVOLUCIÓN DE 1891En las turbulentas aguas de 1891, el Comité Revolucionario de Talca

estaba encabezado por Vicente Rojas, Manuel Chaparro, José Astorquiza,José Vergara, Crisólogo Molina, Ricardo Ahumada, Clodomiro Silva, Virginio

Sanhueza, Pedro Ruz y Mateo Donoso, comunicándose con la Junta Oposi-tora de Santiago mediante mensajeros que se desplazaban por el lado ar-gentino de la cordillera. Así, cuando los líderes de la oposición balmacedistazarparon desde Valparaíso hacia las provincias de norte, el Gobierno esta-bleció Estado de Sitio el 10 de enero. El oficial del Regimiento Coraceros,Virginio Sanhueza -de quien se creía que era leal al Presidente-, fisuró alrégimen entregando valiosos informes a los revolucionarios piducanos. En-tonces, el oficial superior del Coraceros, Manuel Tomás Vargas, fue imán deodiosidades para los sublevados, quienes le endilgaron lanzar una carga decaballería contra ciudadanos indefensos en la Plaza de Armas y perseguir ajóvenes que gritaban consignas contrarias al régimen, todas arbitriariedadescometidas por subordinados. Por ello se le expulsó del Club de la Unión.

Al tomar conocimiento el Comité Revolucionario que tropas guberna-mentales desembarcarían en Talcahuano, dispuso volar los puentes ferro-viarios Lircay, Putagán y Achibueno -a la medianoche-, y al unísono lossones de las campanas del Cuerpo de Bomberos anunciarían a los rebel-des que debían apresar a las autoridades y adueñarse de la ciudad. Empe-ro, los intentos dinamiteros fracasaron por la vigilancia de estos puntosestratégicos y sólo fue destruido un puente secundario del estero Paso deMoya. Un grupo opositor escapó hacia el fundo Las Lomas y hacia Talca,

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44Costado sur de la Plaza de Armas circa - 1872. Recaredo Santos Tornero.

CONSPIRACION EN TALCALa llama de la rebelión se encendió en el espíritu de los vecinos

talquinos con la candidatura a la Presidencia de Manuel Montt. La cons-piración estaba encabezada por tres personajes: Roberto Souper, caba-llero de origen inglés casado con la talquina María Guzmán y Cruz;Nemesio Antúnez, rico hacendado dueño de la hacienda Quechereguas;y el presbítero Domingo Méndez, "viejo sacerdote de rancia vinculaciónpipiola" según Opazo Maturana. Mas, estaban perfectamente identifi-cados por las autoridades locales de la época, ya que sus reuniones"secretas" habían sido denunciadas por traidores. El cura Méndez fueaprehendido por el intendente Pedro Nolasco Cruzat cuando el primerovino desde Molina a Talca a agitar aguas sociales, siendo encarceladojunto a sus compinches de asonada. En tanto, en Concepción el general

José María de la Cruz detonó la revolución y los insignes presos toma-ron el Camino Real hacia la capital para mayor seguridad. Los inquili-nos de Antúnez atacaron la caravana y liberaron a su patrón, quien sepasó a las filas de Cruz para servir en la Caballería de Milicias o de lasprovincias libres. El vecindario talquino simpatizaba con los revolucio-narios y se mantuvo expectante hasta la llegada del general Bulnes el25 de septiembre de 1851. Santiago Urzúa, culto y distinguido talqui-no educado en Santiago, condiscípulo de Antonio Varas y comandantedel Regimiento Talca desde 1849, se puso -junto a sus 300 hombres-a las órdenes de Bulnes encabezando el asalto al monte Urra y mos-trando la fiereza de su batallón en Loncomilla -campos de la Haciendade Reyes, su propiedad- al cargar a la bayoneta, lo que fue reconocidopor el intendente interino Bernardo Letelier.

CONTEXTOCon la proclama en febrero de 1851 como candidato a la Presidencia

de la República del otrora héroe de la Independencia, general José Maríade la Cruz y Prieto, intendente de Concepción desde el 14 de noviembrede 1846, general en jefe del Ejército del sur, sobrino en segundo grado delex Presidente José Joaquín Prieto y primo de Manuel Bulnes, arreciarían

huracanes revolucionarios. No simpatizaba con Manuel Montt Torres. “De-jaría que me ahorcasen antes que acaudillar una revuelta o una guerracivil”, era su cita reincidente. Ya entonces la tensión política acumuladaauguraba una explosión súbita. Esta sería abanderada por el coronel Urriola,“experto” profesional en golpes militares que en diciembre había aborta-do un golpe en Valparaíso y envuelto en otro fracasado organizado por

en tanto que los encargados de volar el puente Achibueno se retiraron amata caballos, siendo los sirvientes rezagados apresados y fusilados díasmás tarde en el mismo sitio. El desenlace de las batallas de Concón yPlacilla hizo que las fuerzas "leales" huyeran dejando a Talca sin resguar-do, lo que propició caos y saqueos. Agustín Solar tomó las riendas de lasituación y a la cabeza de la Guardia Cívica, una compañía del Séptimo deLínea, voluntarios del Cuerpo de Bomberos y otros ciudadanos pudo con-tener el desbande popular. En la Bola Dorada los soldados del Séptimo deLínea hicieron frente a una turba enloquecida que, desafiando las balas,huyó sin abandonar el fruto de su rapiña. Ya aquietadas las aguas sociales,

Abdón Silva asumió el mando de la provincia el 29 de agosto de 1891,siendo reemplazado por José Bonifacio Correa, quien hizo salir de Talca alos oficiales que habían sido fieles a la dictadura. Finalmente, el 4 de sep-tiembre la Intendencia dictaminó la prisión de los siguientes vecinos lealesa Balmaceda: Agustín del Solar, Florencio Gana, Fidel Urrutia, Juan Alem-parte, Juan Bianchi Tupper, Ramón Cousiño, Manuel Veillón B., Pedro To-más Bustos, José Antonio Fernández Rufat, Emilio Vergara y Vergara, Cons-tantino Cruz, Jorge Cruz Concha, Nicolás Lois Vargas, Saladino Rodríguez,Carlos A. Prieto, José Manuel Donoso Fantóbal, Segundo Gana, CustodioVargas Clark y José Bernardo Mandiola.

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Plaza de Armas hacia 1890. Gentileza Jorge Belmar.

Carrera y Bilbao. La fecha de los conspiradores para el golpe era 20 deabril, así que el coronel arrebujado en su capa, la medianoche del 19 en-cabezó el Batallón Valdivia y la rebelión, que finalizó con su vida al seralcanzado por una bala perdida disparada por un policía fugitivo. El 26 dejulio de 1851 lo cómputos de las elecciones arrojaron lo resultados si-guientes: “De los 162 sufragios emitidos en los comicios electorales, reca-yeron 132 en don Manuel Montt, 29 en don José María de la Cruz y 1 endon Ramón Errázuriz”.

El sufragio -delegando su derecho por mandato- fue manipulado: vul-gar circo (las picas de gallos) disfrazado de progreso (arbolado de la ala-meda talquina, dotar de agua el cementerio, el empedrado de los cuatrocostados de la Plaza de Armas y la construcción de una pila en su centro)que consiguió desviar la atención. Así, el Gobierno obtuvo un amplio triun-fo en todo el país y en Talca la elección municipal se volcó directa e indirec-tamente a la familia Cruz, con todos sus candidatos triunfantes, a excep-ción de José Anacleto Valenzuela, rector del Instituto Literario. La familiaCruz se transformó en base de sustentación del Gobierno en Talca y en ussoporte principal.

Como amo y señor del Gobierno se alzó Manuel Camilo Vial, ministrodel Presidente Manuel Bulnes, poseedor de una actitud cambiante y con-tradictoria que permitió el acceso al poder de un clan familiar (clan deBulnes), cuyos vínculos tocaban a Talca en la persona del intendente, he-chos que repercutirían en el acto electoral. En Curicó el Jefe de Estado,Manuel Bulnes, descalificaba al líder opositor Antonio Varas, quien comose ha mencionado precedentemente vivió en Talca su infancia. Existía unestado de “brutal opresión” (“Guillermo Donoso Vergara en la Historia deTalca”, Ediciones Universidad de Talca).

Guillermo Donoso Vergara retrata: “En medio de este mar embraveci-

do, desafiando con su tajante quilla el golpe incesante de las olas, la can-didatura Montt era como el barco que sabe sortear los temporales, por lapericia de sus pilotos y la acción acompasada de sus remeros”, misma queviviría su prueba de fuego en los vados del río Loncomilla, cuando cerca deTalca y pocos días antes que don Manuel Montt ocupara la Presidencia seproduciría una revolución en las provincias de Concepción y Coquimbo.Después de haber entregado el Gobierno (18 de septiembre), el generalManuel Bulnes se hizo cargo del Ejército y fue en busca del general Cruz.

El ataque por la alameda, abril 20 de 1851. Revista Zig Zag de 1910.

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“Plaza Cienfuegos”, cuadro de Leonardo Galetti que se encuentra en dependencias de diario “El Centro”.

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“Este rincón nativo borboteante dehistoria nos abre horizontes hacia un

mapa más amplio, uno pleno de remolinosy cascadas, mas donde el agua jamás dejade fluir; uno enfocado a aquel tiempo enque la vida olía a aromas y naranjales, apodredumbre y tierra mojada, mas en la

cual siempre era posible escuchar el susurrode arroyos y manantiales como gregorianoscánticos regurgitados desde muy dentro”

Jorge Valderrama Gutiérrez

CAPITULO III

PRESENCIAVERNACULAR

La batalla más sangrientaLa sangría de Chorrillos y MirafloresAguilas inmortalesEl torbellino de la guerraIncidentes relegadosEstatua La VictoriaTalquinas en la guerraEstatua Ecuestre de O’HigginsMonumento a la Legión TalquinaTalca Sub-terra

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Típica vivienda campesina de la época.“Casa de campo”. Oleo de Claudio Hernández.

La batalla más sangrientaDurante la Revolución de 1851 hubo un hecho de armas que tiñó

de sangre una página de nuestra historia patria. Este y otrosacontecimientos de la Revolución de 1851 fue informado en

parte por el diario “El Talquino” simpatizante de Cruz, siendo Ministro deGuerra y Marina el coronel piducano José Francisco Gana. El siete de di-ciembre de ese año los revolucionarios contrarios a la causa de ManuelMontt y antes que éste ocupara la Presidencia, se encontraban en las ribe-ras del río Maule, cercanos a Talca, comandados por el general e intenden-te de Concepción, José María de la Cruz (de ancestros españoles y sinningún parentezco con la familia Croce talquina originaria de Génova).Ese día el Ejército del Gobierno al mando del también general ManuelBulnes ocupaba sólidas posiciones en las riberas opuestas del mismo afluen-te. Relatos orales refieren que Bulnes estaba atribulado y sombrío, presin-tiendo quizá el horror de un choque cruento y que parecía encumbrarsepor sobre el silencio que envolvía su campamento.

SIGILOSOS MOVIMIENTOSBajo los toldos y carpas del vívac el ejército revolucionario descansaba,

a excepción de Cruz y algunos de sus oficiales que comentaban el poderíoadversario. De improviso el general opositor es informado que las tropasenemigas han comenzado a moverse e interpreta este hecho como ungesto evidente que intentan cruzar el Maule. Ordena que catorce lanchassean sumergidas inmediatamente como obstáculos y ordena a FernandoBaquedano recorrer las avanzadas. Este y José Antonio Alemparte le insi-núan la posibilidad de un ataque sorpresivo, empero Cruz está convencidoque la batalla será al otro lado del Maule. Paralelamente, Bulnes se poneen movimiento a las tres de la mañana amparado en la oscuridad, sigilo-samente, dirigiendo sus columnas hacia la Hacienda de Reyes que hastahoy se llama Barros Negros, en la fértil comarca de Loncomilla que se

corporiza entre los ríos Maule y Loncomilla, formando un delta. Aquel yaocho de diciembre el campo estaba reverdecido y los trigales fulgurabancon su tinte oro pálido de las espigas que pronto lucirían salpicadas desangre vomitada por una extraña guerra entre connacionales que no con-templaba primaveras.

Benjamín Vicuña Mackenna nos ilustra: “Solemne y casi tan terriblecomo la batalla misma era aquel momento en que los soldados desperta-ban a la voz de sus cabos e iban a formar en silencio sus columnas demarcha. ¿Para cuántos aquel sueño era el último de la vida? La luna llenailuminaba con su resplandor el callado movimiento de las armas”. De estemodo, en brazos de Morfeo unos, semidespiertos otros, los oposicionistasse reponían de largas caminatas por entre el verdusco paisaje. Los caballa-res pastando en alfalfales vecinos y la aurora asomándose por entre lascerrazones cordilleranas no presagiaban el desenlance. Al alba, Pedro Cidgritaba la presencia del enemigo y todo es confusión y desorden por elentrechocar de fusiles, gritos, temor. Deshacen los pabellones y forman.Cruz desde una loma observa con sus catalejos a las tropas de Bulnes -quien había entregado el Gobierno el 18 de septiembre- serpentear caute-losamente en busca de su “presa”.

EL COMBATELos reflejos de las bayonetas caladas buscaban cuerpos revoluciona-

rios y en el momento inicial los dos ejércitos -que se espiaban recíproca-mente a diez cuadras de distancia- chocan con alaridos como si temieranpor sus vidas. Alemparte solicita al general Cruz sacar más tropas a la líneade combate para distraer al enemigo y no presentarlas compactadas comoun haz cerrado, pero con vehemencia éste le contesta: -”¿Y para qué so-mos los soldados sino para morir?”. Así, informado Bulnes por un guerri-llero de que algunos revolucionarios huían, atacó. Fue en busca de losenemigos a la Hacienda de Reyes, para lo cual sus hombres atravesaronun callejón que era barrido por la metralla, siendo uno de los primeros encaer el general Peña y Lillo que llevaba una manta terciada junto al cora-zón para evitar las balas. En pleno fragor del combate ambos lados sebaten con ímpetu ardoroso. Las tropas de Gobierno merman las filas ene-migas concentrando sus fuegos. Cruz ordena cargar a la caballería al pre-sentir una derrota inminente. La orden fue funesta: no existía el terrenosuficiente para que maniobraran los escuadrones en columnas y ademáséste era arenoso. A las diez y cuarto horas la caballería rebelde -muy supe-rior- estaba completamente derrotada. Así, los jinetes al sentirse rodeadosse lanzan al río en sus cabalgaduras desde alturas considerables comoúnica salvación, siendo perseguidos furiosamente por un fuego nutrido defusilería mientras alcanzaban la orilla opuesta. El silencio se va imponien-do sobre los gritos guerreros y los ayes de los heridos que eran rematadosen la ribera “salvadora”, en la que sólo existía un paso estrecho dondeapenas cabía un caballo y las balas van acallando las imprecaciones ylamentos, a la par que las aguas del Loncomilla se tiñen de un rojo fuegoy arrastran con su corriente los cadáveres como guiñapos. Cuatro horasduraba la contienda y los rebeldes se mantenían firmes en sus posicionesde las casonas de la Hacienda de Reyes. El comandante Solva Chávezordena a sus tiradores encerrarlas y comienza una lucha cuerpo a cuerpohorrorosa. El fusil, sable y bayoneta eran suplidos por las culatas de losrifles. En un cauce cercano a la hacienda se amontonaban cadáveres y al

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Batalla de Loncomilla. Revista Zig Zag 1910.

día siguiente se recogieron 700 fusiles con sus culatas despedazadas ysangrientas. A las 13:30 horas se incendiarion y cañonearon las casas yuna vez despejado el humo se reinició el combate, cuando ya los batallo-nes rebeldes tenían sus jefes fuera de combate y los hombres estaban casirendidos. En estas circunstancias acuden en su ayuda los capitanes revolu-cionarios Gaspar y Contreras, disparando un cañón que mata a varios es-trellándole los sesos en la cara a Rondizzoni. El pánico se apodera de lossoldados de Bulnes quien mandó a la caballería a impedir el desbande,infructuosamente, y tuvo que retirarse con el Ejército que le quedaba. Cruzfue a refugiarse a las casas de la Hacienda de Reyes, propiedad del general

Después del Tratado de Purapel, la rutinaria calma volvió ala ciudad. “La Cueca”, en Album Recuerdos de Chile.

talquino Santiago Urzúa. Es el hecho de armas más sangriento: más dedos mil muertos y mil 500 heridos. Bulnes, de dos mil 300 hombres deinfantería no alcanzó a salvar a 900, participando a su lado el BatallónCívico de Talca al mando de Santiago Urzúa.

Este baldón infame y fratricida que enfrentó a padres e hijos finalizócon el Tratado de Purapel -popularmente conocido como Capitulación deSanta Rosa- firmado el 17 de diciembre entre Antonio García en nombrede Bulnes y José Alemparte en nombre de Cruz. Entre los heridos estabaFernando Baquedano, coronel jefe del estado mayor de Cruz, traído a Tal-ca por su hijo: capitán Manuel Baquedano, ayudante de Bulnes.

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La sangría de Chorrillos y Miraflores

Carga deGranaderos en

la Batalla deChorrillos, al

mando delcomandante

Tomás Yávar,muerto en

combate(Oleo de Juan

Mochi - MuseoHistórico

Nacional).

Previa a la declaración de guerra a Bolivia y Perú, el periódicotalquino “La Opinión” expresaba premonitoriamente en enerode 1879: “Los acontecimientos se precipitan en el norte de ma-

nera sorprendente y es el Gobierno de Bolivia quien los impulsa con elostensible propósito de no dejar a la controversia otro desenlace que laguerra”. Deshenbrados los acontecimientos y una vez inmerso nuestropaís en la magnitud del conflicto, en Chorrillos y Miraflores volverían atronar las gargantas araucanas con su Horrísono: ¡Viva Chile! Para el día13 de enero de 1880 el Departamento de Talca había enviado a Perú seismil 640 hombres.

Si bien muchos y destacados talquinos ya habían tenido su bautismode fuego en Pisagua, Tarapacá, Dolores y otras batallas, el RegimientoTalca aún no había -como unidad “provinciana”- entrado en combate,pero el día “D” para los piducanos estaba ad portas. La primera defensaperuana que debía atacar el Ejército de Chile comprendía una línea defortificaciones enemigas en altura que, desde la costa, formaban un semi-círculo saliente hacia las posiciones chilenas, compuestas de trincheras yobstáculos en dirección al Portezuelo de San Juan. El plan de Manuel Ba-quedano era simple: atacar de frente y efectuar con el arrojo chileno undispositivo de rompimiento en las posiciones peruanas de tal forma queno se descubriera el sitio de la fisura. En vísperas del ataque el generaldictó en Turín la siguiente proclama: “Esta tarde a las 6 PM marchará todoel Ejército para caer sobre el enemigo antes de aclarar. La primera división(Lynch) atacará a la derecha del enemigo; la segunda división (Sotoma-yor), el centro, por San Juan; y la tercera (Lagos), el ala izquierda. Yo esperoque todos cumplirán con su deber. Somos chilenos y el amor a Chile nosseñala el camino de la victoria. ¡Adiós, compañeros! ¡Hasta mañana des-pués de la batalla!, Manuel Baquedano, general”.

BALNEARIO DE CHORRILLOSUna carta del general talquino José Francisco Gana -miembro del Estado

Mayor de Baquedano- enviada a su familia, consigna que un oficial chileno

preguntó que cuántos estarían aún vivos al día siguiente, a lo que el coman-dante -talquino también- Holley respondió: “Qué importa si la victoria deChile está más allá de la muerte”. En el balneario de Chorrillos, entre 25 a30 mil hombres encabezados por el dictador Piérola tenían a su cargo ladefensa de Lima, distante sólo 30 kilómetros. Fuertes reductos esparcidospor morros, cerros y gargantas desde la costa hacia el este, baterías abiertas,trincheras y minas automáticas, defendían el balneario, además de 80 caño-nes en un frente de 16 kilómetros. La decisión de Baquedano de romper lalínea adversaria comenzó al amanecer del trece de enero de 1881, en unambiente inundado por la brisa marina, pues cerca estaba el Océano Pacífi-co. A la derecha estaba el Morro (con tres fuertes y tres baterías), al centroSanta Teresa y San Juan y a la izquierda las cerrilladas de Pamplona hastaMonterrico Chico. Los hechos sobrepasarían los planes del estratega, mis-mos que desencadenarían una serie de errores logísticos retrasando a laprimera división a la que pertenecía el Regimiento Talca. Iniciados los fue-gos, 23 mil 129 oficiales y soldados chilenos y 26 mil soldados de líneaperuanos no se daban cuartel y cuando una hora después tambaleaba elEjército patriota se escuchó el detonar vivísimo del general José FranciscoGana comandando al Buin, que adelantó a la brigada del general Barbosa.El sargento del Buin, Daniel Rebolledo, fue el primero en clavar la banderachilena en el cerro Viva el Perú gracias al ímpetu del piducano. Esta primerafase del combate se desarrolló hasta las 07:30 horas y rompió las defensasen Santa Teresa y San Juan dejando casi expedito el camino hacia Chorrillos.Una segunda consistió en romper la resistencia del formidable bastión Mo-rro Solar a las 09:00 horas, donde se habían apertrechado los defensores deLima. El teniente talquino Tadeo Rivera Barceló tenía a su mando una briga-da. En una osada carga de caballería una bala le atravesó el cuello, dandocon él en tierra. El Regimiento Talca cerraba la retaguardia y luego se desple-gó hacia la izquierda del enemigo. Unas seis mil bajas tuvo Perú entre muer-tos y heridos, siendo arrasados los batallones Huánuco, Paucarpata, MancoCápac y Ancash. El ataque «a la chilena» significó la pérdida de 88 oficialesy mil 873 soldados debido a la porfía de Baquedano de atacar de frente, no

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Homenaje al Batallón Talca en la Plaza de Armas frente al Edificio Morisco, después de su regreso de tierras enemigas.

De 955 combatientes en 1880, el BatallónTalca tuvo 528 bajas en total en toda laGuerra del Pacífico, entre muertos encombate (322) y heridos, mutilados ydesertores (206). Sin embargo, otro

documento reconoce 158 bajas en total(85 por Fiebre Amarilla) y 340 heridos.

aceptar enmiendas a sus órdenes ni cambiar de estrategia. Ya en Chorrillosse trabó combate casa a casa, ventana a ventana, de azotea a azotea, quehicieron del balneario construido de madera ligera un montón de escom-bros, en una sangrienta acción que culminó a las 15:00 horas, cuando fuecompletamente derrotado Piérola y su Ejército de Línea. Descerrajadas aculatazos las puertas de los pocos departamentos en pie, las tropas chilenasse embriagaron y en grupos comenzaron a dispararse entre sí, resultandomuerto por una bala perdida el comandante Bal-domero Dublé Almeida, quien intentó detener labatahola. El comando chileno no hizo nada -si esque se hubiese podido hacer algo- y el baleo con-tinuó. Al final, se concluye que cada jefe desarro-lló una iniciativa propia para enfrentar la contin-gencia más que ceñirse al plan de Baquedano. ElEjército chileno tuvo tres mil 416 bajas en total -quince por ciento de sus efectivos- contra cuatroa seis mil bajas peruanas. En Lima, en tanto, elterror hacía presa de sus habitantes por las expectativas de saqueo por partede los soldados vencidos y anhelaban que llegaran las tropas regulares chi-lenas a poner orden al caos reinante. Los jóvenes oficiales chilenos aprende-rían rápido las exigencias de la guerra moderna, pero no los generales y jefes

de más de 45 años, quienes generarían lamentables fracasos, puesto que laslecciones por inexperiencia costarían muchas vidas.

PLANICIE DE MIRAFLORESMiraflores -situada a seis y medio kilómetros de la capital- era una

planicie con pequeñas ondulaciones saturadas de fortines peruanos,amén de fosos, pircas de piedra y adobes, cierros y pequeñas quebra-

das. Después de una tregua de dos días y defracasadas negociaciones en las que intervinoel cuerpo diplomático de Lima intercediendoante el dictador peruano para que concedieraun armisticio, en el Cuartel General de éste secelebró una reunión -según Benjamín VicuñaMackenna- el día 14 en forma secreta para pla-nificar una nueva batalla, por estimar que loschilenos fueron muy castigados. A las 14:00horas del 15 de enero de 1881 comenzó la

batalla al romperse la tregua por el fuego de fusilería descargado so-bre los chilenos. Los peruanos hicieron estallar las poderosas minascolocadas debajo del fuerte de La Merced, haciéndolo volar, y a las16:00 horas los chilenos hacían huir por sus vidas

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SOBRE HEROES Y TUMBAS

a los peruanos con gritos como: “¡Aquí está elTalca! ¡Agarrarse y atrás cholos maricones!¡No hay cuartel, mierda!”. Y la audaz furiatalquina -como preludio de Huamachuco-se llevó por delante pechos y vidas, asal-tando los reductos enemigos que tras cua-tro horas de lucha huían desbandados yperseguidos, dejando abierto el camino aLima. El costo fue de dos mil 124 bajaschilenas -de diez mil combatientes- entremuertos y heridos. En “el otro lado” cincomil peruanos entre muertos, heridos y pri-sioneros, de un total de trece mil. Dos díasdespués de tomarse Chorrillos los chilenoshabían asaltado a la bayoneta la línea fortifi-cada de Miraflores defendida por 14 mil sol-dados peruanos y en sólo cuatro horas destroza-ron a los regimientos del Rímac. En ambasacciones épicas destacó el arrojo del Regi-miento Talca, reconocido por el almirante Pa-tricio Lynch, jefe de la primera división, quienle otorgó dos medallas por heroismo en combate.

BAJAS PIDUCANASEl laureado Regimiento Talca vio morir en Chorrillos a su segundo co-

mandante, teniente coronel Carlos Silva Renard, el 17 de enero productode graves heridas; al joven subteniente Francisco Wormald Valenzuela; sub-teniente Ruperto Donoso Cruz; y al teniente Waldo Baeza. Asimismo, per-dieron la vida en Miraflores el subteniente Carlos Manuel Fernández Lete-lier; su hermano y capitán Eneas Fernández Letelier. De esta manera, loshéroes de Chorrillos y Miraflores no fueron los únicos hijos de Talca quedejaron su sangre en tierras peruanas. Un centenar de oficiales talquinosservía en diferentes regimientos: Emilio Letelier (gravemente herido en Cho-

rrillos); José Dionisio Cienfuegos, muerto; el sexagenario gringo RupertoSouper, inglés avecindado en Talca, inmolado delante de Chorrillos; AngelCustodio Corales destacó por su heroísmo en el Cuarto de Línea, muerto.En el Combate de Chipana (abril doce de 1879) el teniente CenobioMolina sobresalió por su coraje a bordo de la “Magallanes” por lo cualhabía recibido un tributo del municipio consistente en un reloj de orocon una inscripción. En síntesis, el diario “La Libertad” dada la largalista de heridos y bajas prefirió publicar: “Se hallan completamentebuenos el mayor Cruz, los capitanes Vergara, San Cristóbal, Chaparro,Parot, Urzúa y Villalobos; los tenientes R. Concha, A. Donoso Concha,L. Novoa, R. Azócar y C. Rojas y los subtenientes Pamplona, Salcedo, A.Rojas, White, Pozo, Armas, Letelier y F. A. San Cristóbal. Los demás ofi-ciales talquinos están heridos” (tomado de “Guillermo Donoso Vergara

en la Historia de Talca”, pp.309-329). Entre todos estos héroes el tenien-te coronel Carlos Silva Renard recibió un especialhomenaje en Talca otorgado por el intendenteJosé Ignacio Vergara Urzúa a su viuda, Enri-queta Saldívar: “No alcanzó a gozar de laalegría del triunfo, ni pudo percibir la por-ción que le correspondía de los laurelesadquiridos por su Regimiento, pero

mientras viva el recuerdo de esta gran-diosa jornada en la memoria de los chi-lenos, se mencionará el nombre del se-gundo comandante del Talca unido conlujo a las proezas admirables ejecuta-das por las huestes talquinas”. No obs-tante, la autoridad no consideró la fragi-lidad de la memoria ni la superficialidadde algunas autoridades.

La verdad en torno al triunfo chileno en la Guerra del Pacífico pasa nece-sariamente por el reconocimiento a muchos que cayeron en la contienda,entre los cuales existieron talquinos cuyos restos descansan eternamente entierras desconocidas o, con suerte, como anónimas carcasas en un cemente-rio. Hoy, una nebulosa de olvido les cubre, a la par que la frágil memoria desus compatriotas encuentra un aliado en los sismos y terremotos que hanhecho las de San Vito en Chile, desparramando osamentas, jirones de unifor-mes, preseas e identidades.

El Decreto Nº 37 de marzo 6 de 1880 creó el Batallón Cívico Talca con elobjetivo de optimizar la situación militar en el contexto de la Guerra del Pacífi-co. En sus inicios lo integró una selección de 600 hombres, en su gran mayoríaestudiantes y profesores del Liceo de Hombres de esta ciudad -situado enton-ces en Dos Sur, entre Uno y Dos Poniente-, y ulteriormente, el 31 de agosto de1880, el Decreto 4467 lo elevó a la categoría de Regimiento. Contando conmil 272 soldados y oficiales divididos en tres grupos se embarcó en septiembre8 de 1880 en uno de los tres buques destinados al entonces comandante enIquique, Patricio Lynch, quien se dirigía al norte del Callao, Chimbote o Santa,para después caer sobre Trujillo y Huaraz, de acuerdo a los planes del EstadoMayor chileno. Dicha unidad estaba compuesta por 602 hombres al mandodel teniente coronel Silvestre Urízar Garfias, 350 a cargo del teniente coronelCarlos Silva Renard y 320 a las órdenes del sargento mayor Alejandro Cruz.Allegados los barcos a la inestable protección costera, las tropas son desem-barcadas en Lurín, yendo siempre a la vanguardia el Regimiento Talca. Una vezallí y hasta el 25 de diciembre de ese año, sus hombres -como todas las divisio-nes involucradas- sufrieron las permanentes emboscadas de fuerzas peruanas

comandadas por el coronel Sevilla, en una caminata de más de 300 kilómetrosque finalmente causó una víctima talquina: el soldado Olegario Reyes. Des-pués de Chorrillos y Miraflores, en todo un simbolismo se transformaron losfunerales del teniente coronel Carlos Silva Renard, en Talca, cuando el inten-dente José Ignacio Vergara envió a su viuda, Enriqueta Saldívar, la siguientenota: “No alcanzó a gozar de la alegría del triunfo, ni pudo percibir la por-ción que le correspondía de los laureles adquiridos por su Regimiento, peromientras viva el recuerdo de esa grandiosa jornada en la memoria de loschilenos, se mencionará el nombre del Segundo Comandante del Talca uni-do con lujo glorioso a las proezas admirables ejecutadas por las huestestalquinas”. El 10 de febrero ella respondió: “La patria exige cruentos sacrifi-cios de sus hijos. Y al sacrificarse gustosos por ella el ángel de mi hogar, mesiento orgullosa que mis hijos lleven el nombre del chileno que al caer en lasfilas de su Regimiento, cuando lo guiaba a la victoria, le transmitió, comoUd. dice, su aliento de bravura y de coraje que hizo invariable el empuje delos arriesgados talquinos”. Con el Tratado de Ancón -22 de octubre de 1883-se puso término a la guerra y a las ocho horas del 23 de ese mes las tropasforman en la Plaza de la Independencia de Lima, a las órdenes del coronelEnrique Baeza, para bajar la bandera del Palacio de los Reyes abandonandola capital del Rímac en último lugar los 714 soldados del Regimiento Talca,que llegaron a su ciudad natal -que les esperaba embanderada y con arcosde triunfo- el 23 de mayo de 1884, de la cual estuvieron alejados cuatroaños y un mes. De 955 combatientes en 1880, el Batallón Talca tuvo 528bajas en total en toda la Guerra del Pacífico, entre muertos en combate(322), heridos, mutilados y desertores (206).

Teniente RomilioPamplona.Archivo Regimiento Talca.

Teniente Carlos Rojas Arancibia.Archivo Regimiento Talca.

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Aguilasinmortales

TenienteEgidio Gómez.

ArchivoRegimiento

Talca.

1883. Era otra época, tiempos de guerra. Y en la sierra peruana elescurridizo general peruano Andrés Abelino Cáceres, era aún unenemigo que frenaba las posibilidades de una rendición perua-

na y el advenimiento de la paz. El coronel chileno Gorostiaga, de la Divi-sión del Norte, comandaba la campaña de la sierra y a comienzos de julioestaba acantonado en el asiento minero de Huamachuco, ciudad con ochoa diez mil habitantes que se extiende en una planicie plena de pastizales yvegas circundada por cerros horadados por minas y ventisqueros. El Bata-llón Talca, aguerrido en Chorrillos y Miraflores e inconfundible por un sig-no masón bordado en la parte superior derecha de su guerrera -único enel Ejército de entonces- constaba de 620 hombres y se encontraba aposta-do en la iglesia a modo de cuartel. Al despuntar el ocho de julio los mon-toneros, indiada y tropas de elite de los veteranos batallones peruanosZepita y el glorioso Tarapacá, entre otros, mandados por Cáceres, comen-zaron a descender de los cerros colindantes, descolgándose protegidospor trece cañones de su bien parapetrada artillería. Un craso error del jefechileno les hacía vulnerables a un desastre y posterior derrota: no haberocupado las protectoras alturas y encontrarse en el llano de Huamachucocompletamente descuidados y a merced del enemigo. A las tres de la tardecomienzan a explotar las primeras cargas enemigas.

Capitán Gabriel Armas.Archivo Regimiento Talca.

Capitán Luis Chaparro.Archivo Regimiento Talca.

Capitán Manuel Fernando Parot Silva.Archivo Regimiento Talca.

El Batallón Talca era inconfundiblepor un signo masón bordado en la

parte superior de su guerrera, únicoen el Ejército de entonces

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Las fuerzas chilenas las componían mil 775 hombres. Las peruanasseis mil 500 efectivos -cuatro mil soldados de línea, indios y montoneros-y la ventaja de la sorpresa y conocimiento del escabroso terreno. Como semencionó, a las tres de la tarde del domingo ocho de julio estalló el primerdisparo de cañón en la plaza de Huamachuco como preludio del combate,a pasos de los talquinos y destruyendo la ambulancia patriota. Era el pre-ludio de la enérgica carga enemiga.

El primero en reaccionar a la ofensiva fue el comandante del Talca,Alejandro Cruz, quien forma a sus "niños"y al correteo asciende en buscade parapetos. Su grupo desfila completo, sin que le falte un hombre y sujefe y ayudantes recorren incesantemente las diversas compañías de suavezado batallón que una vez -día 9- en la cima del cerro Cuyulga formala extrema defensa chilena, casi frente al pueblo.

Asimismo, los jefes chilenos iniciaron una retirada ascendente y orde-nada hacia las cumbres del cerro Sazón. Sin abrigo ni comida, atrinchera-

Teniente Agustín Donoso Concha.Archivo Regimiento Talca.

Oficiales del Batallón Talca después de la Batalla de Huamachuco.Gentileza Regimiento Talca.

Teniente Tadeo Rivera Barceló.Archivo Regimiento Talca.

Teniente Ricardo Torres.Archivo Regimiento Talca.

dos en las ruinas existentes en dicho cerro, transcurrió el lunes con esporá-dicas escaramuzas... a un año exacto en que el caudillo de la sierra exter-minara al Chacabuco en el épico combate de la Concepción.

BATALLON TALCAA las siete de la mañana del martes diez de julio, dos compañías del

Regimiento Zapadores son rodeadas y baleadas a quemarropa por losperuanos: no había más alternativa que vencer o morir. Comenzaba uncruento combate. Enseguida comenzaron a descolgarse de los cerros co-lindantes las fuerzas de Cáceres. La oportuna intervención de dos compa-ñías del Concepción salvó del desastre. A las diez y media el combate erageneralizado, sangriento, sin cuartel. Y aunque el dios de la guerra estabaindeciso, los jefes peruanos y sus tropas celebraban su inminente triunfosobre “los invasores” chilenos. De derrotarlos, nadie habría escapado para“contar el cuento”. Así, seguros de su victoria, los enemigos comenzaron

Teniente Luis Novoa.Archivo Regimiento Talca.

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a descender su artillería -hasta entonces inexpugnable y letal- al llano,abandonando sus magníficas posiciones.

El comandante Alejandro Cruz, quien se mantiene sereno, frío, ordenaa todos sus cornetas tocar calacuerda, esto es: carga a la bayoneta. Seenfrentan al fogueado Zepita y al célebre Tarapacá. El aciago y penetrantesonido, conocido por los veteranos soldados peruanos, causaba pavor. Cargael Batallón Talca, al frente de sus decididos oficiales y junto con ellos sebate con bravura. La sangre mana e inunda los peñascos, corriendo cerroabajo, misma dirección que siguen los aterrorizados peruanos a la des-bandada. El capitán ayudante Julio Zacarías Meza acaudillaba a sus hom-bres: oficiales Alberto Parot Silva, Carlos Yávar, Ramón Muñoz, Luis Alber-to Silva, teniente Luis Chaparro, Luis Labra, Carlos Rojas Arancibia recibensu bautismo de fuego. Cargan los “señoriales” piducanos y sus líneas on-dulan como los campos de trigo maulinos en época de cosecha, a la parque se escuchan alaridos de muerte y de venganza con el pavoroso yhorrísono tronar de los cañones.

¡Viva Chile mierda! Al son de caramayola (ataque) y el guerrero voza-rrón “manos al sable y a degüello” dejó laderas, cimas y quebradas inun-dadas de cuerpos peruanos bayoneteados, sableados y acribillados a tiros.El subteniente talquino Manuel Jesús Poblete encontró a dos connotadosoficiales peruanos sobrevivientes, que fueron fusilados iso facto.

Los ágiles legionarios talquinos fueron apodados “águilas invenci-bles, inmortales”, por la velocidad y fiereza con que combatieron. Elcapitán Whitting manda a los granaderos del Talca. También destacaTadeo Riveros o Rivera Barceló, de 17 años; así como el mayor curicanoFrancisco Merino Feliú, entre tantos.

Cinco horas duró la gesta, que de derrota volcó espectacularmente envictoria gracias a la carga de bayoneta iniciada por el Concepción y segui-da por el Talca.

No hay misericordia para los batidos: no hubo prisioneros. Más de mil200 cadáveres peruanos yacen tendidos para siempre. Sesenta y seis chi-lenos dejaron sus vidas en tan yermo paisaje, lejos de sus hogares. Deellos, cinco eran talquinos.

El 14 de ese mes caía prisionero el estoico coronel peruano LeoncioPrado -Pradito-, siendo fusilado en la mañana del día siguiente. AbelinoCáceres con un grupo de oficiales pudo huir gracias a que las cabalgadu-ras chilenas estaban exhaustas. Huamachuco -hoy La Libertad- fue el últi-mo hecho de armas de la Guerra del Pacífico, que llevó a Perú a firmar lapaz en octubre de ese año.

CapitánGregorioSalgado.ArchivoRegimientoTalca.

Teniente Alberto Parot Silva. ArchivoFamilia Parot.

Cuando silbaban las balas en Huama-chuco y la sangre hervía en las venas chi-lenas, el subteniente talquino Manuel Je-sús Poblete tomó prisioneros en el campode batalla al mayor Cáceres Osma y al co-ronel Miguel Emilio Luna (comandante delJauja). Posterior a un breve interrogatorio,dos soldados de cazadores montados re-ciben orden de matarlos a una señal delcoronel Gorostiaga; avanzan donde se en-cuentran, los toman por la espalda y lossacan hacia un zanjón que estaba cerca,

les dan un caballazo y al caer de bruces lesdisparan sus carabinas, matándolos des-pués de varios tiros (episodio narrado porel general Alejandro Binemelis, del Bata-llón Concepción, al historiador Ricardo Mo-linari A.). Corrieron la suerte de todo ofi-cial y soldado capturado, fusilados en elmismo sitio. Antes y por órdenes terminan-tes del Cuartel General de Lima se habíapasado por las armas al coronel peruanoLeoncio Prado. ("La Batalla de Huamachu-co", Nicanor Molinari).

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El torbellino de la guerra

Teniente Ricardo Canales.Archivo Regimiento Talca.

APORTE MILITAREstando acantonados los regimientos de línea del Ejército al

sur del Bío Bío y una vez encendido el fervor patriótico con lagesta heroica de Prat, el veterano Batallón Talca de GuardiasNacionales dio paso al Batallón Talca estipulado en el DecretoNº 37 de marzo 6 de 1880. Así, tomando como base la organiza-ción del Batallón Cívico, el intendente José Ignacio Vergara inicióel reclutamiento de quienes irían a luchar al norte en el Liceo deHombres, entonces situado en Dos Sur Uno y Dos Poniente. De900 hombres que se presentaron se seleccionaron 600 que fue-ron destinados al Batallón Talca, en su mayoría alumnos y profe-sores que conformaron los primeros la mayoría de los soldados yoficiales sus maestros. Asimismo, se adicionaron algunos jóve-nes agricultores de la zona. El 15 de abril de 1880 arriban aQuillota, sede de su primera instrucción de guerra, hasta que el 2de mayo de ese año abordan el vapor "Copiapó" rumbo a Iqui-que donde completan su formación durante cuatro meses. (Ex-tractado de "Actuación del Regimiento Talca en la guerra de1879", Ladislao Bravo Valenzuela, pp. 13-25).

Durante la Guerra del Pacífico muchas fueron las familias tal-quinas que lloraron a sus hijos o esposos, pero ninguna pagótan alto precio como el matrimonio de José María Fernández y

su señora Carmen Letelier, quienes ofrendaron a sus hijos Milcíades, Eneasy Carlos Manuel.

Milcíades fue quien primero abandonó lacalidez del hogar para volver al Ejército deLínea al cual pertenecía, enrolándose comoteniente del Regimiento Buin y combatiendoen Calama, desmostrando su temeridad enel sangriento asalto y toma de Pisagua ocu-rrido el dos de noviembre de 1879. En plenamarcha a Tacna reprendió a un soldado ebrioquien lo mató de un tiro. Hasta la fecha, susrestos descansan en las bóvedas de la iglesiade Locumba, Perú.

Asimismo, Eneas y Carlos Manuel seguirían su ejemplo. Buscaban colo-cación en las ya apretadas filas del Batallón Talca, liderado por el coman-dante José Silvestre Urizar Garfias.

Eneas fue un alumno distinguido en el Liceo de Talca, donde despuésde finalizar sus humanidades ocupó un puesto en las oficinas de la Inten-dencia, destacando por su profesionalismo e inteligencia. Ingresó al bata-llón con el grado de capitán. Carlos Manuel, el menor de los tres herma-nos, acababa de terminar en forma sobresaliente sus estudios de humani-dades en el mismo prestigioso liceo. Con sus 18 años a cuestas, su sueñoera irse a Santiago a estudiar Derecho y ser abogado, pero al comenzar latormenta de la guerra ingresó al batallón con jinetas de subteniente. Eldiario talquino “La Libertad” relató el siete de febrero de 1881: “El capi-

tán Eneas Fernández Letelier pareció transformarse en furia en medio delas balas. Su compañía no perdonaba la vida a nadie. Las balas le hicieronpedazos parte de sus ropas y siguió con la espada en alto y, a pesar deestar ronco, gritando siempre. En Chorrillos no sufrió nada. En Miraflorespeleó hasta el fin y cuando ya su batallón estaba cubierto de gloria, una

bala le penetró por el cuello y le salió por laespalda. Su herida es grave (…) SubtenienteCarlos Manuel Fernández Letelier. Salvó comolos demás en Chorrillos. En Miraflores una balale atravesó la pierna izquierda y fue a ente-rrarse en el hueso de la derecha”.

MARTIRES DE TALCAEl siete de febrero el mismo periódico in-

formaba: “En el tren de hoy llega el cadáverde don Carlos Manuel Fernández, subtenien-

te del Regimiento Talca, que falleció ayer en Santiago como resultado desus heridas (…) Sus restos fueron recibidos por sus hermanos, autorida-des y otros connotados talquinos”. El día de sus funerales llegó la noticiadel fallecimiento de su hermano, capitán Eneas Fernández. Ambos sepe-lios tuvieron la emotiva solemnidad que estos hijos talquinos merecían. Aldía siguiente “La Libertad” destacaba: “Milcíades Fernández Letelier, te-niente del Buin, perdió su vida en Locumba; Carlos Manuel, su hermano,subteniente del Talca, dio su último suspiro el seis de este mes; Eneas, suotro hermano, tal vez se sentía demasiado solo y por eso fue a acompañar-los”. Los tres hermanos fueron en busca de sus destino. La muerte los salióa encontrar a todos en el norte.

En agosto de 1879, la organización de cuerpos regionales produjo cier-

Con el heroico Batallón Talca sucedió algosimilar a la trama de la película de Steven

Spielberg, “Rescatando al soldado Ryan”. Lafamilia Fernández Letelier perdió a tres de sus

hijos durante la sangrienta campaña delPacífico. Aunque nadie fue en su rescate, lejosde amilanar a los padres, estas muertes fueron

un incentivo para la juventud de la época

Subteniente Manuel Jesús Poblete.Archivo Regimiento Talca.

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ALEJANDRO CRUZLas vicisitudes de la guerra encontraron a un apacible Alejandro Cruz entre-

gado de lleno a las labores del campo. Aunque bajo ese exterior afable y cariño-so, con esas maneras distinguidas y corteses que hacían tan agradable su trato,se ocultaba un corazón ardiente, apasionado, fácilmente impresionable por todosentimiento noble y generoso. Por esto, a nadie extrañó que apenas nacida laidea de formar un batallón talquino, que llevara al norte el nombre de la ciudady provincia, Alejandro Cruz fuera uno de los primeros en alistarse abandonandotodo por cumplir lo que él llamaba el más sagrado de sus deberes como ciuda-dano chileno.

Con el cargo de capitán ayudante condujo al Batallón Talca hacia su acción enla Guerra del Pacífico. Hijo de Diego Miguel de la Cruz -prestigioso vecino piduca-no- y de Dolores Vergara, Alejandro nació en Talca el 24 de febrero de 1839.Realizó su enseñanza formal en el Liceo de Talca, en donde terminó sus estudiosde humanidades, siendo inmediatamente llamado por Antonio Varas -que admi-raba su honorabilidad y talento- para ejercer como su secretario privado, cargoque posteriormente dejó para dedicarse a la enseñanza de la juventud. Mas, sucarácter audaz y emprendedor lo llevaría a correr aventuras en tierra extranjera,puesto que de 1874 a 1875 reside en las serranía de Oruro, Bolivia, mezclado conlos animosos exploradores de aquel rico mineral. Poderosas aflicciones y lazosfamiliares lo impulsaron al fin a regresar a su pueblo natal, en donde había dedi-cado toda su actividad y energía a las pesadas labores agrícolas, hasta cuando“se encontró” con la guerra.

Teniente Daniel Rocha.Archivo Regimiento Talca

Teniente Felipe S. Granifo.Archivo Regimiento Talca.

ta rivalidad en las provincias, las que contribuyeron complacidastanto con sus hijos como con los gastos originados por el ves-tuario y equipo que el Gobierno no podía sufragar agobiado porlos desembolsos originados por la guerra. Así, se formaron comi-tés en las cabeceras de provincias y departamentos encargadosde recibir erogaciones para la adquisición de telas para el unifor-me y la confección de prendas interiores para la tropa, en tantolas señoras formaron talleres en sus casas a los cuales acudíanniñas de toda condición social a trabajar en la costura. Es asíque frente a la guerra hubo aportes numerosos, como el de laPolicía de Talca -con 150 hombres dispuestos en dos compa-ñías- que, encabezada por su bandas, se incorporó al Batallónde Infantería que se estaba organizando.

Inicida la organización del Batallón Cívico Movilizado Talca,todas sus plazas fueron prontamente copadas por la flor y natade la juventud talquina, especialmente la “clase alta” y del pres-tigioso Liceo de Hombres, quien consideraba un honor el perte-necer a sus filas y marchar al combate. Así, el domingo 21 demarzo de 1880 el intendente Vergara le dirigió una peroratafinalizando su intervención con una solicitud: quien quisiera de-jar las filas podía dar un paso atrás… y aquí no ha pasado nada.Todos permanecieron clavados al suelo mientras una nube dequepis volaba por los aires acompañada de un atronador vivaChile. Entre otros, estaban presentes Ramón Villalobos, EleodoroVergara, Domingo Urzúa, Manuel Fernando Parot, AlejandroConcha, Alberto Chaparro y muchos más.

Sargento Santiago Herrera.Archivo Regimiento Talca.

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carta escrita por el teniente Cenobio Molina -tripulante talquino de laCorbeta “Magallanes”- narraba el Combate de Chipana; y en otra fecha-da en enero 18 de 1881 el piducano Emeterio Letelier, comandante gene-ral de la caballería, relató: “El trece nos batimos en Chorrillos desde elamanecer y duró el combate nueve horas. Las pérdidas son muy grandes.El Regimiento Talca se batió tan bien, tan bravamente, que llamó la aten-ción de todo el Ejército. En este combate fue herido el Comandante SilvaRenard (Carlos), que murió ayer”. Una tercera misiva del oficial de estadomayor y quien actuaba al lado de Baquedano, José Francisco Gana –tal-quino-, decía: “Entramos en batalla con dos mil 980 hombres y perdimosen el ataque 710… El 14 lo pasamos recogiendo heridos, enterrando muer-tos y juntando dispersos”. Asimismo, una esquela anónima informaba sobrela Batalla de Miraflores: “Los peruanos rompieron el fuego sobre el Talca,que iba adelante… Las balas pasaban por sobre nuestras cabezas… Tuvi-mos que subir la pendiente del cerro en medio de una lluvia de balas. Unoscaían, pero los demás seguían extenuados subiendo. Como a las doce te-níamos tomadas todas las trincheras, exceptuando un cerro muy elevado dedonde se nos hacía nutrido fuego de artillería, ametralladoras y fusilería.Eran tan alto el cerro y estaba tan bien defendido que nos hizo por un mo-mento desanimar…El pueblo de Talca puede estar orgulloso de sus hijos…

En plena Guerra del Pacífico, casi todos en Talca se preguntaban sieran dos o tres los enemigos de Chi-le, puesto que el uno deenero de 1881 “El Telégrafo Marítimo”, diario de Montevideo,

reproducía textualmente: “El doctor Coyena irá a Lima antes que se deci-da la suerte de aquella capital por las armas. Se abriga la convicción que elEjército peruano sucumbirá a la larga y de que los chilenos victoriosos seapropiarán de los territorios de Tarapacá y de Cobija, sea como imposi-ción, sea por medio de un tratado. El doctor Coyena irá en tal caso alevantar una protesta enérgica en la cual se desconozca el derecho deconquista invocado por Chile, protesta que sería aprobada por el Gobier-no argentino que no puede abandonar al Perú, al ser éste vencido por lasarmas”. Al parecer, los “hermanos” argentinos eran muy “solidarios” yésta una de sus tantas materializaciones que finalizarían con la cesiónchilena del territorio de la Patagonia.

PRIMEROS RELATOSEstas y otras publicaciones más ofensivas de allende los Andes, eran

citadas por “La Libertad”, periódico talquino, en tanto en la mayoría delos hogares de la época reinaba la angustia más que el júbilo por victoriasparciales, ya que no se conocía el desenlace de los acontecimientos. Una

Incidentes relegados

Batallón Talca. Gentileza Regimiento de Artillería de Talca.

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Capitán ayudanteJulio Zacarías Meza.

Capitán Víctor ManuelPamplona.

Coronel SilvestreUrizar Garfias.

A no ser que la noche se nos venía encima, ese mismo día entramos a Lima”.Finalmente, en julio 26 de 1882 el periódico talquino “La Libertad” dabacuenta de que “una muy pequeña guarnición chilena en Tambo de Moracompuesta de doce soldados y comandada por el teniente don ElíasCruz Cañas, fue atacada por 400 montoneros, pareciendo todaesta guarnición, incluso este teniente que supo vender biencara su vida”. Elías Cruz era talquino y su actuación en elconflicto bélico, junto a muchos otros, dejó regada desangre las tierras del norte.

EL VIAJEEl aporte militar de Talca al conflicto de la Gue-

rra del Pacífico fue destacado y ello tuvo un pre-cio: muchas vidas en plenitud cercenadas por laguerra y otras tantas mutiladas. El primer contin-gente de mutilados por efecto de la lucha arribóa Talca el nueve de febrero de 1881. El talquinoCamilo Donoso -jefe del Ferrocarril Urbano- ges-tionó en Santiago el primer traslado de estos in-válidos desde los hospitales a la estación.

Posteriormente arribaría un contingente de cua-renta heridos más, todos del Regimiento Talca, per-teneciendo otros en Santiago -veintidós- y Lima -trein-ta y dos- y el 24 de abril diez soldados piducanos lle-gaban a Valparaíso.

La locomotora con los carros que traían de regreso asu ciudad natal a los heridos del Talca pitió al abandonarla estación santiaguina. Un telegrama dirigido al dueño delhotel de Rancagua, rezaba: “Necesitamos almuerzo y re-fresco para los heridos”, el que no tuvo respuesta. Sin em-bargo, ya en la estación de este pueblo la concurrencia era

extraordinaria: casi toda la ciudad vitoreaba a los defensores de lapatria y una comitiva encabezada por el gobernador, Tristán MattaUgarte, abordó los carros llevando platos de caldo, copas de helados,

limonadas, vino, cigarros y todo cuanto necesitaran. El silbido dela locomotora apagó las estruendosas manifestaciones de

los rancagüinos y el convoy continuó su viaje.En San Fernando los jóvenes treparon a los vagones para

distribuir entre los heridos paquetes de cigarros y un he-ladero repartió cien copas del refrescante producto, ne-gándose a recibir el pago afirmando: “¡No, señor! ¡Yofestejo sin condición a los grandes defensores de lapatria!”. En Teno don Víctor Carrasco hizo subir tresgrandes canastos con variada fruta y ya en Curicóaguardaba a los heridos talquinos una banda demúsica en un marco de concurrencia tan numerosocomo entusiasta. En Molina, el doctor Madariagaauxilió gratuitamente a los más graves. En Pangui-lemo el coterráneo Pastor Cerda hizo repartir “ciga-rros de papel i de hoja”, dos atados por persona.

Aproximadamente a las 14:00 horas arribó eltren a Talca, donde en la actual estación de Ferroca-

rriles diez mil personas le aguardaban y fuera de ellaotras tantas. La ciudad estaba atiborrada: en sus ca-

lles, tejados, balcones en coches, en las rejas. Aquellamarea humana que cantaba, silbaba y rugía era el abra-

zo talquino a sus combatientes, que dicho sea de paso, notienen ni un monumento en esta olvidadiza ciudad. El inten-

dente José Ignacio Vergara, exteriorizó su anhelo de construir“una tumba capaz de contener todas las preciosas reliquias deestos talquinos que habían rendido su vida en los campos debatalla”, mismo que el tiempo sepultó en el olvido colectivo.

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Teniente CoronelCarlos Silva Renard.

Teniente coronelAlejandro Cruz.Archivo Regimiento Talca.

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Plaza Serrano en 1978. Martín Domínguez Vial.

La Placilla en 1904. Plano del Museo O'Higginiano.

EstatuaLa Victoria

E l obelisco que se yergue en Alameda con Uno Oriente fue edifica-do durante la segunda mitad del siglo XIX en conmemoración ala Independencia Nacional y en un comienzo se denominó Mo-

numento a la Legión Talquina. Este histórico pedestal construido con lasingular piedra verde de Rauquén, sostuvo en su cima el Monumento delDos de Mayo o Estatua de la Victoria, que el coronel José Francisco Ganaretiró de la aduana desde el puerto peruano del Callao para enviarlo aTalca, su ciudad natal, como valioso trofeo de guerra, dada la destacadaparticipación del Batallón Talca en la Guerra del Pacífico y encomendandotal misión a don Julio Zenteno, Auditor de Guerra.

MONUMENTO DEL DOS DE MAYOEl Monumento del Dos de Mayo -o estatua a la Victoria- fue construido

por orden del Gobierno del Perú en conmemoración del Combate del Ca-llao, el dos de mayo de 1864, en el cual las fuerzas peruanas derrotaron ala escuadra española del almirante don Luis Pinzón, al parecer descen-diente de uno de los hermanos Pinzón que vinieron a América en el primerviaje de Cristóbal Colón. Diseñado por el escultor francés León Cugnot lo

construyeron ingenieros galos en 1870, siendo exhibido en París en laAvenida Des Champs Elysées, frente a la gran puerta del Palacio de laIndustria. Posteriormente el buque de bandera francesa Decrés al mandodel contralmirante Du Petir Touars lo llevó al Perú.

Durante la Guerra del Pacífico, en 1879, el Regimiento Talca tuvo unaparticipación determinante en la tercera campaña de Lima, en las batallasde Chorrillos y Miraflores -el 13 y 15 de enero de 1881-; y posteriormenteen la Campaña de la Sierra, en Huamachuco, el diez de julio de 1883. Enmérito a lo anterior, el jefe político y militar del Callao, coronel José Fran-cisco Gana -general talquino del estado mayor de Baquedano-, retiró de laaduana de ese puerto dos enormes cajones que contenían la Estatua delDos de Mayo para ser enviados a Talca (según la tradición oral, don JoséFrancisco Gana, originario de Talca, encomendó a don Julio Zenteno, Audi-tor de Guerra, solicitar al almirante don Patricio Lynch algún presente parala ciudad. Este sugirió, entonces, revisar dos cajones ubicados en la adua-na del Callao). En sesiones municipales de esa época se dejaba constanciadel envío, recepción y ubicación de lo que se podría denominar un “trofeode guerra”.

LA VICTORIA EN ALAMEDA Y SITIO ACTUALUna vez en Talca, la imagen fue ubicada sobre el obelisco de los Héroes

de nuestra Independencia, en el mismo sitio actual y en las proximidadesdel antiguo Teatro Municipal construido en 1875, iniciando su vida ciuda-dana emplazada en la intersección de la calle Uno Oriente con AlamedaBernardo O’Higgins. La estatua se cayó del cipo que la elevaba durante elterremoto de 1906, permaneciendo largo tiempo en el suelo. Después,ésta fue trasladada a un predio eriazo vecino al Teatro Municipal por calleUno Oriente, siendo protegida por una empalizada de roble. Actualmenteese terreno es parte del Teatro Municipal ya casi terminado.

Después de interminables peripecias y trámites burocráticos, de sesio-nes corporativas, la escultura fue trasladada a la Plaza Ignacio Serrano en1935, previas sesiones alcaldicias presididas por seis alcaldes: Andrés Va-ccaro, Pedro Valdés, Isidoro del Solar, Gabriel Pando Ocampo, Luis BarrosFernández y Roberto de la Cerda. Esta placilla en 1872, en sus comienzos,tenía una forma cuadrada. Su centro se encontraba en la intersección delos ejes de las calles Ocho Oriente y Dos sur, cuyo trazado interrumpe.

Así, en 1904 una hilera de árboles le imponía un límite virtual a suscontornos, una reja ornamental de diseño helicoidal protegía la vegeta-

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Plaza La Victoria a inicios de la década del sesenta. Jorge Belmar.

La Victoria en los Campos Elíseos. Martín Domínguez Vial.

ción interior y existía un kiosko ubicado en su esquina surponiente. La rejafue utilizada posteriormente para cerrar el recinto del Estadio Fiscal, por sucostado sur frente a la Alameda. Asimismo, después del terremoto de 1928la Estatua de la Victoria se emplazó definitivamente el año 1935 en laAvenida Monseñor Larraín (Dos Sur) en la Plaza Ignacio Serrano, hoy Plazade la Victoria. Desde 1921 las líneas de tranvías “San Luis-Matadero” y“Plaza-Estación”, de la Compañía Eléctrica de Talca y luego CompañíaGeneral de Electricidad Industrial, transitaban por el eje central de la calleDos Sur, dividiendo la placilla en dos.

En 1939 un nuevo sismo destruyó parte del monumento de la Victoria,el día 24 de enero. Entre 1929 y 1977 se realizaron varias obras urbanísti-cas que modificaron el entorno, como asimismo, se situó a la esculturasobre un pedestal diseñado por el arquitecto Fernando Astorquiza, direc-tor de Obras en 1935. En 1978 se le incorporaron los prados, los jardinesy espejos de agua.Asimismo, en octubre de 1986 se produjo un desprendi-miento del ala derecha y cierta inestabilidad en la estatua, lo que fueconstatado incluso por vecinos. Debido a ello, en 1987, veintisiete de fe-brero, se otorgó la cotización para restaurar la efigie al Centro Nacional deRestauración, por cuanto fue el único que habría presentado un diagnós-tico señalando el cómo y por qué del deterioro, así como por poseer ma-yor experiencia (las otras cotizaciones fueron de las escultoras RoxanaGutiérez Gyllen y Rosa Cea Mora).

Finalmente, y después de arduas gestiones administrativas, legales, ur-banísticas y económi-cas, el día tres de No-viembre de 1987 se in-auguró oficialmente laPlaza de la Victoria conun gran desfile cívico-militar y la presencia deSu Excelencia el Presi-dente de la República -cargo discutido en laactualidad- en aquelentonces don AugustoPinochet Ugarte. El cos-to total de la obra fuede 14 millones 072 milpesos. (Extractado de lainvestigación de MartínDomínguez Vial - Revis-ta Universum segundosemestre 1987 - Uni-versidad de Talca).

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ESTATUA ECUESTRE DE O’HIGGINS

E n 1959, siendo alcalde de la ciudad de Talca don BernardoMandiola Cruz, como primera autoridad comunal quiso perpetuar en dicha urbe la memoria del Director Supremo Bernardo

O’Higgins Riquelme, considerando que fue en aquí y en la casona de unode los mejores amigos de su padre, el ex comerciante portugués avecin-dado en la villa San Agustín de Talca, don Juan Albano Pereira, donde elniño Bernardo vivió desde el primer mes de vida y hasta aproximada-mente los diez años, alternando su despaternalizada niñez con estadíasen el Fundo Quepo-Quepo y Potreros de Lircay -propiedades de la fami-lia Cruz Bahamonde-. Además, en esta ciudad O‘Higgins recibió su nom-bre por el bautismo cuando contaba cinco años (en 1783), fue nombra-do y juró como General en Jefe del Ejército de Chile, fijó el estilo y losconceptos de la Declaración de Independencia y juró esa declaración enfebrero 12 de 1818 -ya como adalid emancipador- junto a su Ejército,siendo también herido la noche aciaga de Cancha Rayada.

Así, con el apoyo del Ejército de Chile se mandó hacer dicha escul-tura en hierro forjado, para lo cual se enviaron a Santiago los materia-les para ser fundidos, en tanto que toda la base se trabajó con la her-mosa piedra verde de Rauquén, hasta ver finalmente coronados susesfuerzos con la materialización -en el corazón de la Alameda Bernar-do O’Higgins con Seis Oriente- de este simbólico monumento. Cuandose dudaba hacia dónde debería mirar el monumento, el alcalde Man-diola dijo: “Hacia la cordillera, a la espera de San Martín y el EjércitoLibertador”. No hubo dudas al respecto y aún sigue allí en majestuosaubicación, aunque existe otra versión oral que sustenta que la posición

hacia el oriente del Padre de la Patria fue elegida por laLogia Masónica talquina, ya que el este es un simbolis-mo superlativo: por ahí sale el sol. Desde esa data seyergue majestuosa e imponente la estatua ecuestre delLibertador, que lo eterniza en una congelada imagen ico-nográfica triunfal, lejano ya el Sitio de Rancagua. Final-mente, un soleado 14 de noviembre de 1959 Talca sedesperezó de su malintencionada y manida repu-tación de apática volcándose entera hacia unasolemne ceremonia cívica enla que participaron las másaltas autoridades de laregión y del país.

En su posi-ción de re-

suelta acometida, el Padre de la Patria quedó perpetuado asal-tando los fortines y piezas españolas, testificando consu perennidad estática que en la transitoriedad hu-mana hay tiempo para todo, e incluso hay tiem-po para que los tiempos se junten.

En 1884 Víctor Nicanor Silva y Cienfuegos descollócomo presidente de la comisión encargada de la cons-trucción de un Monumento a la Legión Talquina que sesituaría en calle Uno Oriente con Alameda, el que se ma-terializó en un hermoso obelisco de piedra verde de Rau-quén que horadaba el cielo. El escultor florentino radica-do en Talca, Pietro Baldi Manella, fue artífice de su base yde la obra en general y fue inaugurado en 1887, tres añosdespués del regreso del Batallón Talca a su ciudad natal,cubierto de gloria en Chorrillos, Miraflores y Huamachu-co. En su construcción también participó Enrique Osorio.

Esta histórica columna se yergue sobre un pedestaltambién construido con la singular piedra verde parasostener en su cenit el Monumento del Dos de Mayo,que desde entonces se rebautizó como Estatua de laVictoria, efigie que el coronel talquino José FranciscoGana Castro retiró de la Aduana del puerto peruano delCallao para enviarla a Talca, su ciudad natal, como va-lioso trofeo de guerra, encomendando tal misión a donJulio Zenteno, auditor de Guerra.

Así, en 1904 una hilera de árboles le imponía un lími-te virtual a sus contornos, en tanto que una decorativareja de diseño helicoidal protegía la vegetación interior y

en su es-quina sur-p o n i e n t eexistía un in-crustado kios- ko. La reja fueutilizada poste- riormente para cerrar el recin-to del Estadio Fiscal por su costado frente a la Alameda ypoco a poco comenzó a ser conocido como Monumentoa la Bandera por izarse en su truncado alto el tricolorpatrio durante la conmemoración de todas las efeméri-des y acontecimientos relevantes de Talca y el país.

Situado en las proximidades del antiguo Teatro Mu-nicipal, el terremoto de 1906 y el de 1928 causarongraves destrozos que el profesor de dibujo y esculturaMiguel Cruz reparó. A partir del Centenario el obeliscocomenzó a ser conocido como Monumento a la Inde-pendencia. El citado profesor de dibujo y escultura Mi-guel Cruz -primer conservador del Museo O’Higginiano-, estampó en sobrerrelieve las imágenes de BernardoO’Higgins, Juan Gregorio de Las Heras, las fundacionesde la ciudad de Talca y un texto sobre el chileno ante labandera, como también las leyendas sobre planchas demármol impresas en cada uno de sus lados.

MONUMENTO A LA LEGIÓN TALQUINA

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Talca sub-terraHurgando en recuerdos de ancianos, mapas y libros -como “Cosas de

Viejas: Tradiciones talquinas” de Pantaleón Aravena Azócar, 1905-, surge unTalca casi no hollado, enrarecido aún para quienes contemplaron sus silue-tas. Así, cuando en la década del cincuenta se sacó la piedra huevillo enCuatro Oriente con Dos Norte, para pavimentar la vía, bajo la calle aparecie-ron los túmulos inconfundibles de las tumbas que pertenecieron al antiguocementerio de las Monjas Carmelitas que tenían su congregación en esa víay que en su época fue su “patio trasero”. Además, Talca se distingue de otrasciudades chilenas por la cantidad de canales y napas subterráneos que lahumedecían naturalmente en sus primeros años de fundación, vestigios delos cuales aún perviven en su subsuelo. Bajo Siete Oriente con Nueve Norte-contiguo al retén Cancha Rayada- aún es distinguible un antiquísimo canalsellado en la década del sesenta. También en esta ciudad, el arquitecto Joa-quín Toesca y Ricci introdujo nuevos métodos de construcción con adobes,como el desaparecido Cabildo, que los terremotos se encargaron de desplo-mar; y en Uno Oriente esquina Dos Norte existió un hermoso puente de arcohecho de cal y piedra que servía para vadear el canal Baeza que entoncestorcía en ese lugar hacia el oriente de la ciudad. Don Julio Cárdenas Hall lovio y asevera que una amiga, hoy en el extranjero, tomó fotos del mismocuando surgió tras una excavación para ensanchar la calle. Igualmente, se-pultada se encuentra una carta firmada por ilustres familias talquinas, juntoal edicto del arzobispo Rafael Valentín Valdivieso y cuatro monedas de cincocentavos y otra de diez, los que fueron colocados en una botella lacrada quese depositó en un hueco abierto en el corazón de la piedra el 10 de mayo de1868, del que emergería el Seminario San Pelayo. En más de una ocasión seha citado a monseñor Ernesto Rivera, quien recordaba que en este arcaicoinstituto existió un cementerio del período de la Colonia que muchos pudie-ron conocer. Numerosos ductos para el agua, acequias entubadas, acueduc-tos y tajamares en los sectores comprendidos entre Cuatro Poniente y hastaTres Oriente entre Uno y Seis Sur, así como piedras, fierros,ladrillos, cal, maderas y osamentas aún permanecen bajoel suelo del Talca antiguo que habitaron nuestros ances-tros.

FANTASMAS Y LÉMURESHacia 1890 decorativos carros alegóricos daban vida

a la consuetudinaria monotonía pueblerina y en las pos-trimerías de 1898 una Shand Mason -bomba a vaporadquirida por Bomberos de Talca- llegaba a la ciudadproveniente de Londres. Entonces, en la ciudad de callesempedradas y patios polvorientos predominaban unaarquitectura Barroca Romana, el estilo Neoclásico y artrodó en la década del veinte. Después, cuando el 2 denoviembre de 1902 nació el club de deportes Rangers,los teatros -como el Municipal- refulgían poderosamen-te y con ellos singulares personajes. Aunque hoy tierra,mucha tierra, oculta para siempre -cual a nosotros undía- a Emilio del Llano, la quimera del tiempo aún parece desperdigar susmelodías, porque este destacado maestro español titulado en Barcelonaacompañaba al piano aquellas películas mudas de antaño proyectadas enel desaparecido Teatro Variedades que se alzaba en Uno Sur entre Uno yDos Oriente lado sur, en el mismo lugar donde en 1915 se erigiría el Palet.El compositor seleccionaba piezas de distinguidos autores o bien improvi-saba con la pericia del que sabe. De su ingenio brotaron pitazos de indus-

trias, silbatos de trenes, traqueteos de una carga de caballería, sones ycompases que denotaban alegría y pena, hasta que años después -julio de1915- el Biógrafo Comercial canjearía entradas por etiquetas de cigarrillode la marca “Corneta” que pertenecía a Figari y Compañía, de Talca. Enaquellos años ya evolucionaban sobre la ciudad audaces pilotos aéreostalquinos que causaban estupor y admiración y en junio de 1915 en elTeatro Fénix se efectuó una multitudinaria velada a favor de Emma Gallo-rio, primera aviadora chilena y esposa del también aviador ligado a Talca,Emilio Castro Ramírez. En la ocasión se proyectó una película e intervino elpiloto nacional dando a conocer las vidas tronchadas por esta crecienteactividad. Ambos habían hecho estudios en la academia parisina SánchezBessa y obtenido su brevet con brillante examen final. La velada del TeatroFénix fue amenizada por la Banda del Chorrillos y luego brindaron unespectáculo aéreo en un biplano Farmen de 50 HP, según la escritora Am-paro Pozo. E igual tierra de la necrópolis aún recita algunos nombres sinsentido para nosotros: Pastor Avaria Vial, Epaminondas Donoso, FortunatoSilva, Amelia Munita…

Hacia 1844 existió un foso que dividió a la población con las hijue-las del Guapi, y poco después ya existían los Campos de Marte en elbarrio norte, empotrados entre la Dos y Seis Oriente y entre la Ocho yDiez Norte, ocupando aproximadamente ocho manzanas, donde se efec-tuaban espectáculos públicos, ventas de beneficencia, desfiles milita-res que se engalanaban con carpas y banderas. El convento San Agus-tín ya estaba situado en Alameda con Dos Oriente y según Opazo Ma-turana unos años después (1850) se extendieron terraplenes para ni-velar la Alameda y efectuar plantaciones de álamos que años despuésfueron reemplazados por olmos y acacias. Increíble que justo aquí, bajoel suelo, yacen juntas una desaparecida arquitectura palaciega de no-table estilo gótico veneciano, roídas monedas, trozos de mármol, bo-

tones, llaveros, dedales, osamentas y la extinta Ge-neración del Centenario, que junto a la mano delcantero que trabajó la piedra hasta descascararla,sustentan nuestra flora de todos los días.

Tumbados en movedizosuelo yacen numerososconductos para el agua,

acequias, tajamares, piedras,fierros, ladrillos, cal,

maderas, una desaparecidaarquitectura palaciega de

notable estilo góticoveneciano y osamentas del

Talca que habitaron nuestrosancestros, aquél que alobscurecerse se llevótambién a quienes lo

transitaron

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La imagen que el diario talquino “La Libertad” -del 7 de febrero de1881- proyecta a la posteridad describiendo cómo “las señoritasLetelier y Donoso colocaron sobre el féretro varias grandes co-

ronas de siemprevivas y una cantidad considerable de flores todas decolor blanco” durante el traslado al camposanto de los restos delsubteniente del Regimiento Talca, Carlos Manuel Fernández, muertoheroicamente en Chorrillos, puede inducir a error si se cree quelas damas talquinas sólo se resignaron a llorar la partida de susguerreros. En esta hazaña casi desconocida de nuestra historia,anónimas talquinas fueron parte de ella no sólo confeccionandouniformes, ropa interior, pañuelos, bordando banderas, estan-dartes, colaborando anónimamente desde sus hogares, des-empeñando trabajos hospitalarios o cooperando en so-ciedades de beneficencia en pro de viudas y huérfanosde la guerra, sino que acompañando a sus hombres alcombate como cantineras, enfermeras, vivanderas otomando las armas en casos puntuales.

RUMBO AL NORTEDurante el desarrollo de la Guerra del Pacífico

la mujer chilena tuvo un rol preponderante y bas-tante ignorado, que hizo que desde el comienzodel conflicto comenzara a llegar a Valparaíso desde di-versos puntos del país para embarcarse rumbo a Antofa-gasta. Un ejemplo del denuedo -y ansias- femenino por de-fender a la patria se vislumbró cuando el Batallón Tercerode Línea, que viajaba en tren procedente de Angol haciaValparaíso, detuvo su trayecto en Talca y en Rancagua. Losreporteros del noticiero santiaguino “El Ferrocarril” co-municaron a Santiago: “Talca, 13 de Febrero. Desde lasprimeras horas de la mañana una gran concurrencia in-vadía toda la estación ansiosa de presenciar el embar-que de las tres compañías del Tercero de Línea que ibaa Valparaíso. Esa fuerza compuesta de 11 oficiales,280 hombres de tropa y como 100 mujeres, ocupabaun tren especial” (Telégrafo de “El Ferrocarril” entreSantiago y Talca, Santiago, 16 de febrero de 1879). Igual-mente, el enviado especial del periódico “El Ferrocarril”apostado en la ciudad de Talca describió la partida de losque iban a Santiago a enrolarse en el Regimiento de Arti-llería de Línea de la capital, entregando antecedentes va-liosos sobre la participación de mujeres talquinas en elconflicto bélico desatado por Perú y Bolivia: “Durante eltiempo que duró la despedida, fuimos testigos de escenasbastante tristes y conmovedoras que desgarraban el cora-zón: en una parte padres despidiéndose de sus hijos, her-manas de sus hermanos, esposas de sus esposos, etc. Tam-bién iban dos carros completamente llenos de mujeresen número como de 200” (“El Mercurio” de Valparaíso,3 de octubre de 1879, 3). Hay que agregar que al perio-

Talquinas en la guerradista del mismo diario en Rancagua también le llamó la atención el altonúmero de mujeres que acompañaba al batallón, porque también lo rese-

ñó: “En Rancagua se preparó comida en el hotel a los oficiales y ala tropa en las diversas fondas. Vienen como cien mujeres de lossoldados. (“El Ferrocarril”, Santiago, 16 de Febrero de 1879, 2).Sin embargo, el diario talquino “La Opinión” informaba, en suedición del 23 de ese mes, dos días después del primer contactode los talquinos con el tren que llevaba a los soldados que sedirigían al norte: “El embarque de las tropas que llegaron ante-

ayer a Talca fue un gran acontecimiento para las gentes del pueblo.A la hora de salida del tren, la estación se veía llena de curiosos de

todos los sexos y edades. Al tiempo de la partida la banda demúsicos rompió con la Canción Nacional, en medio de estrepi-tosos y entusiastas vivas a Chile de soldados y oficiales y detodos los concurrentes. La locomotora iba lejos ya y aún sedejaban oír en la estación esos gritos de verdadero patriotis-

mo” (“Guillermo Donoso Vergara en la Historia de Talca”, p315). En esta instancia, un periodista talquino le preguntaa la compañera de un soldado presto a embarcarse: “Yqué vas a hacer tú a la guerra”. La mujer, sin vacilar, le

contestó: “A pelear, pues, patrón”. El periodista insis-tió manifestándole: “¿Pero de qué servirán Uds.?”.Y ella con indignación le replicó: “¿Cómo? ¿De quéserviremos? Mire, señor, cuando se acaben las gra-

nadas echaremos a nuestros chiquillos a los caño-nes como balas. Nosotras agarraremos las ropas de los

muertos, y, ¡zas!, a pelear con esos maricones de los bo-livianos” (“Guillermo Donoso Vergara en la Historia deTalca”, p 315). También regresaban del campo de bata-lla: “El Paquete del Maule llegó anoche de Iquique tra-yendo a su bordo tres soldados enfermos en comisióny 163 soldados enfermos y licenciados. De Antofagas-ta trajo también siete oficiales, 20 soldados y muje-res”, informó “El Mercurio“ de Valparaíso el 30 deAbril de 1880, 2.

Asimismo, “El Mercurio” de Valparaíso del 20 deFebrero de 1879 en su página dos, respecto al embar-

que de contingente femenino hacia el norte precisa: “Lasmujeres de la tropa fueron alojadas en el piso superior del

vapor, en cubierta, bajo una gran carpa. Tuvimos la curiosi-dad de visitar ese alojamiento; una visita de esta naturalezay a tal local no carece de curiosidad, por de pronto, la prime-ra impresión de tal museo ambulante es de una novedadencantadora. Ahí estaban ochenta y tantas mujeres, revuel-tas con tortillas, barrilitos, tremendas pañoladas de humitas,arrollados y otras municiones de guerra; todo esto ameni-

zado con chiquillos que gritan, párvulos que riñen y mu-chachos que devoran. ¿Van ustedes contentas?, le pre-guntamos a estas Cornelias a la rústica, ¡pues noría!(sic) nos respondió una amazona de rompe y rasga,Cantinera de 1879. Historia del

Ejército de Chile. Nuestrosuniformes, Santiago, 1986, Tomo

XI, p. 169.

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Plaza de Armas en 1900. Propiedad de la Municipalidad de Talca.

nosotras somos soldados y a la guerra vamos. Y ustedes agregó una(in)oportuna interruptora, ustedes que no vienen más que a curiosear, ¿por-qué no nos dejan un vientecito? Pero chica, ¿qué papel haría un pobre 2ºentre doscientas interesadas? (noría significa cualquier cosa). Sabemos quese habían puesto en lista los nombres de 120 camaradas, pero como aúltima hora se les dijera que sus compañeros podrían dejarles mesada, algu-nas desistieron del viaje, y sólo partieron unas 80 y tantas” (“Las rabonas enel Rimac”, “El Mercurio”, Valparaíso, 20 de Febrero de 1879, 3).

A caballo o a pie seguían a los soldados a plenos rayos del sol comoatestigua el inglés William Acland al afirmar que “un considerable grupode mujeres marchaba detrás del ejército, para cocinar y lavar, pero losoficiales me dijeron que su presencia causaba disputas y disturbios, y queno las hubieran aceptado de ser posible su exclusión” (“Descripción sobreel ejército chileno del Norte”, 1986, 52). La incomodidad entre las autori-dades gubernamentales por el alto número de mujeres instaladas en An-tofagasta, entre ellas varias talquinas, llevó al Gobierno a publicar oficial-mente el decreto del 14 de junio de 1879 que explicitó la primera prohibi-ción para que no fuesen mujeres acompañando al Ejército de campaña.

AMANTE, CONFIDENTE Y GUERRERAEn la novela de Jorge Inostroza “Adiós al Séptimo de Línea”, Leonora

Latorre es una amante ficticia del general peruano Juan Buendía, coman-dante en jefe de los Ejércitos Aliados de la Campaña de Tarapacá, a quien enla vida real y basado en informaciones fidedignas se le atribuía haber tenidouna amante chilena (que efectivamente la tuvo y se llamó Anita, hermosaportaestandarte de 18 años, “linda, picaresca, vivaracha y provocativa, hu-biera sido capaz de trastornarle los cascos al mismísimo ejército de Godofre-do de Bouillón, con toda la austeridad de su destino”, según Alberto delSolar en “Diario de Campaña”). Un periódico boliviano que dio a conocereste hecho como una de las razones de la derrota sufrida en la Batalla deDolores o del Cerro San Francisco, enfatizó irónicamente que se sabía “quehabía un general Buendía, célebre por su constancia en hacer la corte a unachilena de 13 a 14 años, en Iquique, y de la cual se decía que al general learrancaba hábilmente todos los secretos de la campaña” (Pascual Ahuma-da. Versión boliviana del combate de San Francisco y causas que originaronla derrota de los aliados. Artículo publicado en “La Democracia”, periódicooficial de Bolivia, Diciembre 12 de 1879). Por otra parte, Pedro Sienna con-signa la trágica muerte en Ite, zona de enormes dunas y extensos arenales,de una patrulla completa junto a sus infelices –pero leales- “camaradas”,como se las llamaba. La fidelidad de talquinas y otras chilenas no ostentabalímites, como lo comprueba “El Mercurio” de Valparaíso de abril 15 de 1880:“Dos mujeres más, disfrazadas de soldados, se embarcaron con los Zapado-res. Una de ellas, joven de 14 o 15 años a lo sumo y no mal parecida, sequitó el vestido en el malecón y se metió los pantalones que le pasaron lossoldados, luego las demás prendas militares y por último se le iba a cortar elpelo, operación que no se hizo por falta de cuchillo. Creemos más bien quenadie se atrevió a facilitarlo por escrúpulo de conciencia. Pero ella estabaresuelta a todo, porque allí mismo dijo, y parecía decirlo de corazón, quequería ir a padecer por su patria. Otra debe ser sin duda la madre del corde-ro, o el padre de la cordera, por lo que habría sido más propio dijese como

dice Rouget en situación idéntica la cantinera de la “Marsellesa”: ‘Hasta elfin del mundo iré si hasta el fin del mundo vais’. Sea como quiera, es lo ciertoque aquella varonil muchacha, una vez convertida en ‘soldada’, ya no pensóni en su madre que quedó en el malecón hecha una Magdalena y dandocada grito que partía el alma. - Y ustedes, ¿por qué lloran también? Pregun-tamos a otras camaradas que estaban cargadas de chiquillos. - Por qué hade ser, porque no nos dejan ir con ellos, y sabe Dios si los volvamos a ver!Mientras tanto los soldados no se preocupaban más que de echar vivas aChile” (idéntica noticia transcribió “El Constituyente” de Copiapó el 19 deabril de 1880). La participación de mujeres talquinas fue algo común tantoen los campamentos como en los campos de batalla. Al respecto, el observa-dor francés Charles Varigny apuntó en víspera de la batalla de Chorrillos:“Antes de levantar el campo los soldados prendieron fuego a las chozas defollaje que por varias semanas les habían dado abrigo. Las mujeres queseguían al ejército, los enfermos y los equipajes, quedaron reunidos en laribera custodiados por dos compañías” (“La Guerra del Pacífico”, EditorialFrancisco de Aguirre, Buenos Aires, Santiago, 1971, 168). Otro tanto aconte-ce con Daniel Riquelme, quien en su libro “Bajo la tienda. Recuerdos de lacampaña al Perú y Bolivia, 1879-1884”, relata que durante la Batalla deChorrillos y al estallar una mina “un muchacho lloraba a gritos y un coro demujeres demandaba socorro para él: otra mina le había despedazado horri-blemente una pierna. El General (se refiere a Manuel Baquedano) mientrascambiaba de caballo, ordenó despejar esas alturas, que estaban como elcerro del Parque en una parada de septiembre. Todas las mujeres de la divi-sión, sus chiquillos y muchos paisanos, habían tomado allí balcón para con-templar la fiesta, habiéndose venido de Lurín tras las pisadas del ejército encuanto retiraron la guardia puesta expresamente para contenerlos”. Y final-mente, esta narración de Raimundo Valenzuela sobre un hecho ocurrido enel campamento de Locumba en Abril 16 de 1880. “La compañía del Talcacontinuó avanzando, pero una peruana llamada Juanita Ramírez que habíasido fiel admiradora de nuestros triunfos y que desde el 81 acompañaba alTalca en un puesto parecido al de cantinera, se separó de la compañía, avan-zó hacia el bajo, entre una granizada de proyectiles, quitó su ropa al soldadomuerto, se la presentó al jefe de la compañía y le dijo: ‘vea mi capitán, si esevaliente lleva algún papel de importancia que sea una reliquia para su espo-sa, madre o hermana’. Juanita, la fiel compañera del Talca, se encuentra hoyen ese pueblo y lo menos desea es volver al Perú”. ¿Dónde vivirán actual-mente los descendientes de esta homérica y atalquinada peruana?

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Kiosko de la Plaza de Armas de Talca, construido en 1912. Archivo Universidad de Talca.

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“La ciudad de Talca es un afluente reciente dehistoria y cultura en que se reconcilian el hombrecon su pasado, naturaleza y creencias, tal cual launcida yunta del labrador arañando la tierra o la

chuscada irónica que le atribuyó la enterradura enplena Plaza de Armas de una canilla del personaje

de Cervantes, hidalgo manchego de ingenua bondady buscador de ideales… pero profundo en su

semichifladura de buscar un sentido a la vida.”

Jorge Valderrama

CAPÍTULO IV

DEVENIRHISTÓRICO

El PehuenchePlataformas de El EnladrilladoEl puerto de Nueva BilbaoInstituciones señerasEstampas de una haraganería que nunca fue tal¡Esos viejos talquinos!Repartimiento de huenchullamíEl tesoro del "Oriflama"

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“Casa de campo” a comienzos del Siglo XIX, óleo de Camilo Mori.

pueblos indígenas de Cauquenes, Chanco, Pungal, Purales, Pocoa, Vi-chuquén, Loncomilla, Putagán, Duao, Lora, Huenchullamí, Gualemos, Lon-tué, Peteroa, Peuquén, Mataquito y Gonza”. Por lo extenso del territorioen la práctica no fue posible ejercer una administración efectiva, sinohasta mediados del siglo XVIII, cuando ya se habían fundado varias ciu-dades y se proyectó una división más práctica.

En relación al paso El Pehuenche, existen algunos indicios arqueológi-cos en Vilches Altos que evidenciarían el conocimiento de este pasadizotranscordillerano por parte de los incas hacia 1500, aunque los primerosantecedentes sobre este paso fronterizo que comunica con Argentina da-tan desde antes de 1658, cuando los indios Pehuenches ya conocían yutilizaban este boquete montañés con frecuencia, manteniendo en estric-to hermetismo su existencia. El año 1805 y en forma casi circunstancial, elcientífico francés Sourryere de Souillac extravió su itinerario que formabaparte de una de expedición, lo que le llevó a que expedicionara por sucuenta y riesgo este paso por el sector de la laguna del Maule, redescu-briéndolo para los chilenos en una época en que se preferían los rastrosdel Atuel y el Planchón. Asimismo, El Pehuenche fue conocido ademásporque era común el fruto del pehuén, base alimenticia de pueblos aborí-genes, especialmente pehuenches, poyas y promaucaes.

Posteriormente, en la década de 1920, el chileno Arturo Cortés Loza-da elaboró una propuesta para la construcción de un camino que unieraambos países, lo que generó burlas irónicas que se hicieron escucharfuerte. Finalmente, el historiador, parlamentario y diplomático talquino,Guillermo Donoso Vergara, es considerado el constructor del camino ElPehuenche y el de laguna del Maule.

El PehuencheUn reducido número de terratenientes establecidos en la región

a fines del siglo XVI y XVII fueron la simiente fecunda que daríaorigen a las familias posteriores, como los descendientes de la

estirpe Aravena que en 1650 se reducía sólo a “un hijo del conquistadorEsteban de Aravena y a mediados del siglo XVIII era tan extensa, que susdescendientes eran lo suficientemente numerosos como para formar unacompañía de las milicias del Maule”, afirma Opazo Maturana.

Finalizando el siglo XVI, la jurisdicción que hoy se conoce como Re-gión del Maule dependía administrativamente de Santiago. Así, antes dela creación del partido del Maule existía un Protector General de losIndígenas que tutelaba este territorio y que sentaba sus reales en San-tiago, lo que impedía ejercer algún tipo de función de regencia en lapráctica. Por ello, el tres de marzo de 1593, el entonces Gobernador delReino, García Oñez de Loyola, creó el cargo de Corregidor del Maule ynombró al capitán Diego de Rojas corregidor y alcalde de minas de laribera del Maule. De Rojas era un militar de antigua raigambre y habíaservido durante veinticuatro años en la guerra de Arauco y era reconoci-do por su “hidalguía notoria”. Aunque no fue en esa fecha cuando seinició la vida admnistrativa de la hoy Séptima Región del Maule, sinoque el momento exacto de su creación quedó estampado como el 30 dejulio de 1593, fecha en que el corregidor designado por la legislaciónhispánica, el precedentemente citado Diego de Rojas, aceptó el cargo,prestó juramento ante el Cabildo de Santiago, rindió fianza y finalmenterecepcionó la vara de la justicia que le hacía tomar posesión de su terri-torio. La jurisdicción del Corregimiento del Maule -narrada por GustavoOpazo Maturana en su “Historia de Talca” página 69- “comprendía los

Durante la Colonia ésta era una escena clásica en esta zona. “Paisajechileno”. Elías Mella (Museo O´Higginiano).

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“Robles con frío”. Oleo de Claudio Hernández.

Un estudio geológico efectuado por Hugo Moreno Roa en 1977reveló que las denominadas Plataformas de El Enladrillado, ubi-cadas en el cerro Torrecillas, tienen un origen natural y no arti-

ficial. Se trata de estratos volcánicos de disposición horizontal desgasta-dos por la acción glacial pleistocena y pertenecen a una capa ignimbríticacon fracturamiento en bloques de contornos poligonales. La erupción quedio origen a esta formación se produjo entre hace 700 mil a un millón 200mil años, en el Pleistoceno Medio.

UBICACIONEl Enladrillado está situado en la Región del Maule, provincia de Talca,

a unos 80 kilómetros al oriente de la ciudad en la precordillera andina. Sepuede acceder al área utilizando el camino carretero Talca-Altos de Vilches(66 kilómetros). Las plataformas se encuentran adyacentes al cerro Torre-cillas que está a dos mil 200 metros sobre el nivel del mar.

Respecto a su origen, durante mucho tiempo una minoría pensó queserían construcciones realizadas por el hombre durante la Prehistoria. Inclu-so, algunos más audaces sugieren hipótesis descabelladas al atribuirles unorigen extraterrestre, como canchas de aterrizajes para vehículos alieníge-nas. Esta última teoría fue muy bien recibida por los artífices de la cienciaficción europea durante más de dos décadas, entre los que se encuentra elescritor de Realismo Fantástico de origen germano Erich Von Daniken, locual fue muy difundido y aceptado por la prensa sensacionalista.

Empero, este y otros estudios concluyen que: son estructuras naturalesde origen volcánico, corresponden a remanentes por erosión, están forma-das por bloques de contornos poligonales que se han originado por enfria-miento y solidificación del depósito de piroclásticos incandescentes y elcentro de emisión del flujo se sitúa en los alrededores del volcán Rajaderas

-a unos diez kilómetros al noreste del volcán Descabezado Grande-; y ha-cia el este, en el borde del escarpe glacial que cae al río Claro, aún existendos remanentes de este antiquísimo flujo.

En síntesis: hermosas y envueltas en un velo de misterio durante dece-nas de años, los estudios -y éste en especial- exterminan las leyendas demísticos sobre estas curiosas formaciones naturales, aunque las creenciasen un origen de otra inteligencia de El Enladrillado permanecerán juntocon la humanidad, y si bien traspasó las fronteras dando a conocer partede nuestra geografía, no poseen sustento científico y caen en el área delas “ensoñaciones” románticas.

Plataformas de El Enladrillado

Camino a Vilches. Oleo de Claudio Hernández.

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Barcos en Constitución. Gentileza historiadorJaime González Colville.

El puerto de Nueva BilbaoEn la edición del trece de julio de 1849 el

diario piducano a cargo de Juan de laCruz Donoso Cienfuegos, "El Alfa", des-

tacaba: “Hoy está de vuelta en ésta el señor In-tendente don Antonio Jacobo Vial, después dehaber dejado establecido los trabajos para me-jorar el puerto. Cada día crece la seguridad queel señor Lambert forme el establecimiento quese propone” (refiriéndose al comerciante e in-geniero de origen alsaciano educado en la Es-cuela Politécnica de París). Desde siempre losvisionarios chilenos proyectaron en sus inquie-tos espíritus un puerto en la cercana Nueva Bil-bao o Constitución, lo que se materializaría en 1828al ser declarado Puerto Mayor.

Los veraneos en Constitución hacia 1840 eran loshabitué comunes y centros neurálgicos de familiaridadde la ciudad de Talca y sus alrededores cuando arreciabael calor. “Apenas se aproxima el carnaval, todo el mundo

se pone en movimiento y sacude el sopor a que loobliga la fuerza de la estación. Esta familia se retira

al campo; aquélla proyecta viajes; el puerto deConstitución ha hecho furor este año; muchosbailes y muchas diversiones de todo género ala sombra de su delicioso temperamento” (ElAlfa 17 de febrero 1849). Y es que ‘Conti’ yagozaba de ser imán irresistible para las fami-lias maulinas y fundamentalmente de Talca,que acudían pletórica de ansias de descanso y

gozo arrulladas por la brisa del Pacífico.En “Navegando por el Maule” página 73 se

retrata: “De esta norma habitual de los talquinosse hacía eco, en su carta de 13 de febrero de 1849,

don Juan de la Cruz Donoso Cienfuegos, al informar asu hijo que él estaba en su fundo de Chocoa, colindan-te del Loncomilla, y que su familia se encontraba en elPotrero del Maule, hacienda ubicada al norte de esterío, de propiedad de su primo y concuñado don Manuel

Paseo a losCalabocillos.Zig Zag 11de marzode 1906.

Constitución hacia 1900. Archivo Universidad de Talca.

El vapor “Chillán” visto defrente. Revista Zig Zag 1906.

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Los inicios de Constitución se remontan al año 1578, cuando seasientan en las riberas del río Maule algunos españoles intentandolevantar en este sector un astillero que construyera embarcacionespara la corona española. El primero de éstos perteneció al capitán denavío Juan Jufré, quien se dio a la tarea de construir pequeñas embar-caciones que prestaban auxilio a otros asentamientos ibéricos. En1618 una merced de tierras hecha por el Gobernador de la época leotorga al Alguacil Mayor, Pedro de Recalde, extensos territorios parael establecimiento de otros astilleros, escogiendo éste la zona de ladesembocadura del Maule conocida hoy como “La Barra”. Los pri-meros años de Nueva Bilbao fueron duros y difíciles por el hecho deque no convenía instalar allí un puerto tan lejos de las capitales pro-vinciales -el Maule marcaba el límite de la provincia de Santiago conla de Concepción-, que significaba destruir el orden tradicional de laColonia; y también porque si Nueva Bilbao llegaba a convertirse enpuerto -con vías fluviales expeditas desde el interior- le restaría fuerzacomercial a Valparaíso y Talcahuano. Después de arduas luchas la villafue creciendo hasta tomar forma de ciudad con una incipiente indus-tria naval, que en 1817 hizo pensar en la formación de una fuerzamarítima, para lo cual se contaba con los bergantines “Carmelo” -español del Río de La Plata- y “El Rambler” -norteamericano- másuna goleta recién construida en sus astilleros, formándose así la pri-mera Armada Nacional. En 1828 su nombre de Nueva Bilbao, evoca-dor de resabios realistas, fue cambiado por el de Constitución en re-memoración de la Carta Fundamental promulgada ese año.

Barco entrando al puerto de Constitución.Archivo Javier Pinedo.

Donoso Vergara y que, como era tiempo de carnaval, él en los próxi-mos días iría a Constitución”. Ciclo normal en esos años para elcomún de los talquinos o no tan común.

Asimismo, no sólo de puerto vivía Talca. Existía desde mucho an-tes el anhelo frustrado del prócer Bernardo O’Higgins de hacer nave-gables algunos ríos de la región, entre ellos el de sus sueños: Maule.

UN SUEÑO, UNA ESPERANZALlegar a la atractiva Nueva Bilbao remontando el río Maule

era absolutamente factible. Es más: el viaje al puerto de Consti-tución sólo se llevaba a cabo navegando este afluente y teníasu embarcadero en Perales, localidad empotrada cerca de la con-vergencia de los torrentes Claro y Maule. Quienes conducían aremo batiente las aparentemente frágiles embarcaciones eranlos guayanes, legendarios bogadores que entre todos el que másedificó muchos de sus versos fue el poeta Jorge González Bas-tías (el que invitó a apearse y pernoctar en su hogar una fríanoche invernal al jefe de una cuadrilla de abigeos y cuatreros:

“Calle de Constitución”, Nicanor González Méndez. Museo O´Higginiano y de Bellas Artes.

1900: Dama y Piedra de la Iglesia. ArchivoJavier Pinedo.

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Caminata por la playa del puerto de constitución.Gentileza Javier Pinedo.

Paseo a caballo por una playa de Constitución - 1906.Archivo Javier Pinedo, Doctor en Literatura.

“Nueva Bilbao de Gardoqui”. Album de Claudio Gay.

“El Tordo”). “Tu torso se inclinaba puntero de los cables y tu pechocrujía ardoroso y potente”. El vate recordaría “el remanso, la arenaacogedora y el pan que se amasaba y en la arena se cocía y el odre

palpitante, con una mano abierta, estilando el licor” queaseveraba era “el mejor de la vida”.

Así, la travesía partía desde el Claro hasta entron-car con el Maule y proseguía sin escalas hasta Cons-

titución a través de un servicio de lanchas que lehabía sido concedido por seis años a Miguel Ba-

razarte nada menos que por el Presidente Ma-nuel Prieto y su ministro Joaquín Tocornal.

A la postre este atípico empresario de hace más de 150 años quebró,pese a trasladar cecinas, trigo, harina y otros productos. Hoy, pocos onadie siquiera piensa en circunscribir un viaje a través del río Maulehasta la misma ciudad de Constitución, no sólo con fines turísticos, sinoademás de desarrollo a escala humana. Después, estudios de ingenieríainiciados en 1888 finalizarían en 1915, cuando la colosal estructura delpuente “Banco de Arena” que se alzaba 25 metros sobre el agua permi-tió el paso al primer caballo de hierro. El sueño de Bernardo O’Higgins,que aún en su casa de Perú recordaba, iría desapareciendo lentamente,al igual que los guayanes que un día estibaban y navegaban por nues-tros ríos hoy tan abandonados.

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Entonces, la escasa producción de oro de El Chivato y una incipiente yfranciscana agricultura no permitían la creación y sostenimiento de unhospital propio. Talca fue la tercera ciudad en poseer un hospital, des-pués de Santiago y Concepción, en virtud de donaciones e iniciativas delos hermanos Juan Manuel, Vicente (y su esposa Josefa Burgos) y Nico-lás de la Cruz y Bahamonde, en 1796, quienes gravaron sus bienes a finde conseguir el dinero para construirlo, todo lo cual fue aprobado por elrey a través de Real Cédula del ocho de julio de 1803, dándole parte deldiezmo del Partido para su dotación. Cuando el ayuntamiento contabacon siete mil habitantes -amén del desarrollo de la agricultura y ganade-ría- los hermanos De la Cruz plasmaron su ideal fundando el primerhospital de Talca al que se denominó “San Juan de Dios” por situarse allado de la iglesia de ese nombre, en Dos Sur con Cuatro y Cinco Oriente,uno de los más antiguos del país. El sacerdote Augusto Rencoret fue elprimer administrador y su capacidad alcanzaba alrededor de 40 camasrepartidas en Medicina y Cirugía. El caos y desorden económico de laguerra de la Independencia generó un retroceso en el naciente hospital.Por ello, cuando Bernardo O’Higgins pasó por Talca en abril de 1817,después de la Batalla de Chacabuco que liberó a la patria de la opresiónibérica, ordenó su reorganización, imponiendo por decreto la obligaciónde los habitantes de la ciudad de abastecerlo con camas y otras vituallasmenesteres para su funcionamiento y al prominente vecino Vicente de laCruz y Bahamonde la responsabilidad de continuar otorgando los dine-ros necesarios para su mantenimiento.

Instituciones señerasLa escritora talquina Amparo Pozo, en una de sus publicaciones

rememora las desaparecidas bandas militares que iluminaban ros-tros de niños y ensanchaban los pechos de todos quienes disfru-

taban sus variados acordes desde marciales a primaverales. En su libro“Desde mis ojos” -1995- nos cuenta que “me acuerdo de mis cuatro ocinco años de edad; de mis zapatos negros de charol, que me llevaban,como raudos Mercurios, hacia la esquina de Uno Oriente con Uno Norte,cuando oía desde lejos el estruendo de los platillos, la voz ronca de la tubay el ritmo juguetón del clarinete… De niña, no supe ponerle nombre a loque sentía, marchando junto a la banda. Era un regocijo interior mezcladocon una suerte de importante seriedad. Quizás fueron los primeros valoresde patriotismo que recibí en la vida: el orgullo de ser chilena… Tambiénnos unía en la paz pueblerina y en el regocijo familiar a través de la músi-ca, ese perfecto idioma que nos hace a todos los hombres hermanos”. Lasbandas -como toda obra humana- abandonaron para siempre el escena-rio, mas aún quedan sus notas flotando en muchos espíritus.

El primer Cabildo talquino se construyó en 1744 y se ubicaba en elcostado suroriente de la Plaza de Armas: actual edificio del ex Banco deTalca, Uno Sur Uno Oriente. Este albergaba a la Intendencia y la cárcel.

En 1852 el antes Cuerpo de Vigilantes -encargado de velar por el ordenen Talca- pasó a llamarse Guardia Municipal y el número de integrantesfue aumentado a 16, “mitad a pie y mitad montados” cuenta GustavoOpazo en “Historia de Talca” p 23. Asimismo, era típica su costumbre con-servada desde la Colonia de cantar las horas y el estado del tiempo. “Lasnueve han dado y sereno”, parecemos oír a través de las murallas impene-trables del tiempo. Sólo en 1870 pudieron tener uniformes. En 1874 seestableció el servicio de agua potable y en 1915 se instala la electricidad,según contrato celebrado con la Compañía Eléctrica de la ciudad.

EL HOSPITALDesde su refundación en 1742, los vecinos de la Villa San Agustín de

Talca anhelaron poseer un hospital, puesto que los poblados más impor-tantes en esos días -Santiago y Concepción- estaban a una distanciaconsiderable en caso de necesitar trasladar a alguno de sus habitantes.

Calle Dos Sur con Tres Oriente. Terremoto de 1928. GentilezaJavier Pinedo, director Instituto de Estudios Humanísticos JuanIgnacio Molina, Universidad de Talca.

RETAZOS TALQUINOSEn la Colonia no hubo agua potabe, cuyo servicio se estableció en

1874 por el empresario Santiago Laugthon, quien también dotó a la ciu-dad de faroles de gas en 1875 (en 1832 en las calles de Talca habíancuarenta faroles). En 1915 un contrato establece que este servicio se rea-lizará a través de electricidad con la Compañía Eléctrica de Talca. El servi-cio de Correos, Telégrafos y Teléfonos se instaló en 1853, 1857 y 1888,respectivamente. La idea de poseer un Hospicio talquino nació en el Con-vento de los Agustinos y fue creado en septiembre 18 de 1857, siendointendente Adriano Borgoño.

Hacia 1847 el sector Cancha Rayada tenía sobre doscientas personasen posesión de sitios municipales. En 1850 se hicieron terraplenes en laAlameda y ésta se extendió en 1870 hasta el río Claro al donar el sacer-dote Miguel Rafael Prado, en nombre del Seminario San Pelayo reciénfundado, los terrenos para tal efecto. El origen colonial de la ciudad esta-ba evidenciado en sus construcciones hasta finalizado el siglo XIX, dán-dole a la urbe un aspecto inconfundible y su sello particular. (Extractos de"Historia de Talca", Gustavo Opazo Maturana)

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74Cárcel a comienzos del siglo XX.

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La primera Escuela de Medicina en Chile fue creada en 1833 y una vezconsolidada la Independencia de la patria pudo permitirse la llegada deextranjeros vedada por España, llegando a Talca los primeros médicos in-gleses: Guillermo Cripe y Jorge Burton; Nicolás Pedro Meller, dinamarqués;Joaquín Noguera, catalán; P. Casijal, italiano; Pedro Fisher, alemán; JorgeBurton, francés, entre muchos otros. En 1820 mediante decreto supremose creó la Junta Nacional de Beneficencia que tomó a su cargo la adminis-tración del dispensario y en 1854 el Presidente Manuel Montt promulgó el“Reglamento para la administración y régimen de los hospitales” con larúbrica de uno de sus ministros, Antonio Varas, quien tenía raíces en Talcapues vivió durante su infancia en esta ciudad y administró, con su familia,una escuela. Llegado 1873 el hospital colapsó debido a una epidemia deviruela, y se construyó uno nuevo inaugurado en 1886 en su actual ubica-ción. Así, sintetizando, tenemos que el nuevo Hospital San Juan de Diosfue donado por la familia De la Cruz y Bahamonde entre 1796 y 1804,funcionando en calle Dos Sur hasta 1835, fecha en que el terremoto deesta data lo destruyó, erigiéndose otro en 1886 que pasó a ocupar suactual sitio con el nombre de “El Salvador”. El terremoto de 1928 lo lanzónuevamente al suelo, debiendo sus pacientes ser trasladados a barracas ycarpas del Ejército instaladas en Uno Norte con Trece Oriente hasta quefue nuevamente completamente reconstruido en el mismo sitio. Nueveaños más tarde, mayo 16 de 1937, se inauguró el hoy Hospital Regionalde Talca. El doctor Sótero del Río en parte de su discurso al hacer entregadel hospital a la ciudadanía, resaltó: “… el hospital no debe limitarse sóloa tratar de mejorar y curar al que a sus puertas llega agobiado por el dolor,causado por una enfermedad, sino que debe desarrollar por intermedio delos policlínicos una amplia labor externa, correspondiendo a éstos consti-tuir las antenas para infiltrarse en nuestras clases necesitadas…”.

LA CARCEL Y El CEMENTERIOLa primera cárcel de la ciudad estaba dotada en sus inicios “de vigilan-

tes a sueldo, sin ninguna instrucción, ni conciencia de su oficio. Muchos,como el tiempo de Parrao, en 1768, eran verdaderos verdugos, que notenían compasión alguna de los presos. Pero, llegada la República esto fuecambiando, hasta que se formó el Cuerpo de Gendarmería de Prisiones”,según narra Opazo Maturana. El cementerio fue creado en 1847 cuandoera intendente don José Miguel Bascuñán. Al parecer, una de las tumbasmás antiguas es la de Pedro Urzúa y Opazo, fallecido en 1849.

El Club Talca fue fundado el 18 de septiembre de 1868 y su edificio selevantaba en Uno Oriente entre Uno Sur y Uno Norte, local que fue sacadode sus cimientos por el terremoto de 1928. Veinte años después, el 28 de

julio, se fundó la Corte de Apelaciones de Talca, instalándose el cinco deseptiembre del mismo año 1888, a cuya cabeza estaba su primer presi-dente: José Manuel Fernández Carvallo.

El 16 de octubre de 1968, en los lujosos salones del acogedor ClubTalca (Uno Oriente Uno y Dos Sur) se formó el directorio de la Sociedad deHistoria y Geografía de Talca, inspirada tanto en el estudio y difusión de losacontecimientos y personajes relevantes de nuestra patria, como en labúsqueda de valores axiológicos del pasado de la identidad talquina. “Elcoronel don Carlos Spano y Padilla” publicado en mayo tres de ese año y“El convento de San Agustín de Talca” editado en mayo 31 del mismo año,son las dos primeras publicaciones de carácter histórico. Contribuyeron,entre otros, a su renombre allende las fronteras de la Región del Maulemonseñor Ernesto Rivera -Camarero del santo Padre- y Guillermo DonosoVergara (De Revista Médica Maule, año 1999; e Historia de Talca, GustavoOpazo Maturana, p 207).

Hospital de Talca en 1910. Revista Médica Maule, 1999.

Aspecto de la Plaza de Armas, década del treinta.

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por ejemplo- durante la década del sesenta.Como ya ha sido mencionado, en el ambiente social de aquel entonces

pasear era casi un condicionamiento. Y eran caminatas obligadas el recorrerlas dos primeras cuadras de la calle del Comercio (Uno Sur), una cuadra de laPlazas de Armas, parte de la Alameda y la Galería del Portal Las Heras (UnoSur Tres y Cuatro Oriente). La mayoría de estos paseos se realizaban tanto enlas mañanas de los días domingo o festivos, como en las noches después decomer -a las siete de la tarde-, costumbre que se acentuó en 1911. Asimis-mo, poco antes de esta data la urbe ya contaba con servicio telefónico y elmismo año -1911- hacían su debut por las calles piducanas los modernos yatípicos tranvías de tracción eléctrica. De igual modo, hay que resaltar que lagente siútica se fue absteniendo paulatinamente de asistir a estos paseospor su reticencia a mezclarse con la ”chusma”.

La gente paliaba su ocio caminando, amenizada por retretas de algunasbandas de músicos existentes, y además con distracciones públicas como laskermés de Pascua y Año Nuevo, las carreras del Club Deportivo y el patinaje,y se realizaban las primeras rendez vous con fines de beneficencia.

Un punto aparte merece el tema de los aeroplanos. Entre 1912 y 1913 losprecursores de la aviación nacional asombraban a los asistentes con sus arries-gadas maniobras, efectuadas con temeridad e intrepidez: el capitán EduardoMolina Lavín, Clodomiro Figueroa y Emilio Castro Ramírez.

En 1745 poblaban la recién fundada villa 124 vecinos; quince añosdespués se incrementaba a 143 familias y en 1780 bordeaba loscinco mil habitantes. Un siglo después, las 17 mil seiscientas die-

cisiete personas que se asentaban en la urbe la colocaban como la terceraciudad del país, superada sólo por Santiago y Valparaíso. La ciudad seexpandía cual tsunami, evidenciando cambios que modificaban su faz: ár-boles transplantados desde los viveros de la Quinta Normal de Santiago ala Plaza de Armas (1858) y la instalación -tres años después- de una piletade agua en este mismo sitio y que se originaba en la influencia barroca delmodelo francés imperante en la época. El devenir del tiempo engullía ver-tiginosamente las huellas en las piedras de aquellos que un día atesoraronentresijos desentrañables. Llegó 1869 y los primitivos nombres de las ca-lles fueron redenominados según los puntos cardinales a petición del regi-dor, escritor, ingeniero, arquitecto y pintor Daniel Barros Grez. Así, el traza-do urbano de Talca en 1870 alcanzaba a 120 manzanas que albergaban770 casas de teja y 220 con techo de paja; la ciudad ya tenía 14 calles ensentido norte-sur y trece de oriente a poniente.

AMBIENTE SOCIALEn ese entonces, las primeras distracciones sociales eran los paseos, el

teatro y otros espectáculos emergentes de breve periodicidad. Sin embar-go, en 1886 la haraganería de la ciudad se convulsionaba con la llegadade una diva de fama mundial: Sara Bernhardt, una de las más notablesartistas de la farándula y el teatro francés, quien se presentó en el tabladodel famoso (en América y Europa) Teatro Municipal. Hija de israelíes, lapresencia de esta intérprete del género clásico y romántico sería equiva-lente (guardando proporciones históricas) a una estadía de Elvis Presley -

Estampas de unaharaganería que nunca fue tal

1940. Uno Oriente Uno Sur. A la izquierda: Adolfo Concha Guerra. A la derecha: Luciano Muñoz. Gentileza Fotos Chévere.

Pasatiempos y recreaciones donde las primeras ”rendez vous” so-ciales, las temerarias maniobras de los aviadores en 1912 y la canillade Don Quijote aún se presienten en el subsuelo de una ciudad queatesora entresijos desentrañables

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Estos efectuaban piruetas y acrobacias en lugares espaciosos (Prospe-ridad, Club Deportivo y Escuela Agrícola, respectivamente). El aviador Clo-domiro Figueroa realizó la hazaña de sobrevolar Talca varias veces (“Talcay su muy Noble Historia”, Universidad de Talca), provocando expectaciónen sus habitantes y convulsionando a alumnos y profesores del SeminarioSan Pelayo, quienes salieron en masa a recibirlo. Figueroa había llevado acabo tan memorable hazaña antes que ningún otro.

RECREACIONES Y DISTRACCIONESEn las proximidades de las fiestas centenarias de la Independencia Na-

cional, se construyeron dos nuevos teatros que se sumaron al rutilante Mu-nicipal: el Fénix (ubicado en Uno Sur esquina sureste de Dos Oriente) y elVariedades (Uno Sur entre Uno y Dos Oriente, lado sur), en el sitio donde selevantaría después el Teatro Palet. Estos presentaban generalmente espectá-culos cinematográficos y ocasionalmente representaciones teatrales. Antesde la proyección de las películas y durante ellas se tocaba el piano, puestoque éstas eran mudas en aquellos tiempos. La asiduad en la exhibición defilmaciones –casi todas francesas e italianas- se debía a su gran calidad, yaque los productores privilegiaban los temas de obras literarias famosas como,asimismo, por la categoría de los intérpretes, entre los cuales el público teníaa sus ídolos top: Gabriela Robinne, Susan Grandais, Lina Cavallieri, FranciscaBertini y otros. En el teatro Variedades el maestro español Emilio delLlano –titulado en Barcelona- introdujo la novedad de acompa-ñar las películas tocando el piano y echando a rodar melodías deautores seleccionados… o improvisando. Ya conocido, don Emi-lio del Llano del Variedaes pasó al Fénix, hasta que fue reempla-zado por don Fernando Navarrete, español también y concertistade piano. Así, por estos tres escenarios talquinos desfilaron gran-des compañías de fama internacional, fulgentes actrices, gran-diosos espectáculos y obras clásicas que el devenir inexorable deCronos -y la complicidad de los hombres- centrifugaría hacia unirreversible abandono.

LA CANILLA DE DON QUIJOTEEn revista “En Viaje” -1942-, el doctor y literato don Francisco

Hederra Concha narra que en calle Uno Sur cercana a la Plaza deArmas existió una tienda que se distinguía de las demás por sunovedosa exhibición de mercaderías y aspecto elegante. En eltelón tras los vidrios de la ventana, escrito en grandes letras, seleía: “Sombrerería de lujo de F. Bedineau – artículos para caballe-ros” y más abajo “Talca, París y Londres”. El llamativo foco de luz,

cual llamarada deslumbrante, opacaba a las otras pobres tiendas y atraíalas curiosas miradas de los pasajeros del ferrocarril que estaban obligadosa pernoctar en la ciudad. Y fueron estos “turistas” circunstanciales quie-nes leyeron con sonrisa irónica “Talca, París y Londres”. Con su fama deorgullosa y altiva, este eslogan talquino escrito por un “petulante e inge-nuo” francés quedó grabado en la retina de los vaijeros, asociándolo a lafanfarronería talquina el parangonar estas capitales. De esta manera, Tal-ca era sinónimo de París y Londres, hasta que una pluma, posiblementetalquina, escribió el enroquete en un diario capitalino, lo que provocómolestia en los piducanos y placer en sus detractores.

Después, y ya mellado el “Talca, París y Londres”, algunos “graciosos”o malintencionados agregaban la antiquísima chuscada del entierro deuna canilla de Don Quijote en plena Plaza de Armas. Y fue una dama deesta urbe quien durante la celebración de un baile en un 18 de septiem-bre, al requerimiento de un señorito santiaguino: "¿Es verdad, señorita,que en la plaza de aquí hay enterrada una canilla de don Quijote?”, res-pondió al instante: “Sí, señor, es verdad, y no hay tonto ni siútico quevenga que no tropiece con ella”. Mordaz y severa lección para un chiste

satírico y picante que provocaba regocijo en sus inge-niosos creadores al atribuir a Talca la posesión de

una canilla del personaje de Cervantes de inge-nua bondad y buscador de ideales… pero

profundo en su semichifladura de buscarun sentido a la vida.

Aviador talquino Luis Alberto Acevedo (derecha) acompañado por su mecánico Pierre Coemme, junto a suBlériot. Primer mártir de la aeronáutica chilena. “Historia de Chile en el siglo XX”, Gonzalo Vial correa, p 26.

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Para nuestros ancestros talquinos la modorra de la Colonia seconvulsionaba con la algarabía de los payasos que deambula-ban por las calles de la villa. Luego asomarían innumerables com-

pañías de títeres con chillones vestuarios, riñas de gallos y más adelanteen el tiempo el café Santo Domingo, desde donde partían los coches haciaSantiago hasta antes de la llegada del ferrocarril. Hacia 1881 Talca experi-mentaba una apacible vida provinciana. Por aquellos años, si bien aún noterminaba el conflicto de la Guerra del Pacífico y el Batallón Talca continuabasu campaña en tierras enemigas, don José Ignacio Vergara, intendente deTalca, ordenaba con estrictez el blanqueo de las viviendas, el riego de lasveredas y la nivelación de las acequias, dada su profesión de ingeniero. LaLibrería y Mercería de don Andrés Vaccaro -que tenía su lujosa casa en laactual Cinco Oriente entre Uno y Dos Norte- era el más importante estable-cimiento mercantil de entonces e insinuaba a los lectores talquinos "Lascartas de Santa Teresa de Jesús", "Don Quijote de la Mancha", "Don JuanTenorio" y "Un drama en el campo", este último de Alberto Blest Gana, avalores que oscilaban entre ocho pesos y un peso ochenta centavos, asícomo horquetas de acero, lámparas, tazas de té, grasa de pino, sacos paratrigo, fierro, juegos de lavatorio, servicios para agua, petate de la India yplumeros. Igualmente, las boticas de Gutiérrez, de Alcaíno y Compañía, la deAzócar Hermanos y la de Wagenan cumplían rigurosamente sus correspon-dientes turnos, mientras la Fundición Inglesa de Brown y Trewhela anuncia-ba que tenía para la venta siete segadoras americanas con muy poco uso,recién compradas. Don Fernando Smits ofrecía miel muy buena y se anun-ciaba que don Pedro Grez Letelier había instalado una curtiembre en laAvenida Oriente del Ferrocarril -actual Doce Oriente- y que se había abier-to la nueva Panadería Francesa de don Clemente Bonnet.

Del mismo modo, y unos años antes, como no pocos piducanostenían familiares en Europa, especialmente en París, ellujoso Teatro Municipal -el segundo quese había construido en Chile- exhi-bía óperas y zarzuelas francesas denivel internacional, constituyén-dose en un centro social obli-gado para la elite de la época.Previo a su inauguración, eldirector del diario “La Opi-nión” escribió en su Editorial:“¿Acaso la rica Talca, la popu-losa Talca, la orgullosa Talca, latercera ciudad de Chile, la quetiene el segundo coliseo de laRepública, se cree incapaz desostener una compañía y darvida a su hermoso teatro?Que el gasto es enorme paraun conjunto artístico por-que pasan los ocho mil pe-sos mensuales, y ¿qué di-ría la prensa de Santiago yValparaíso de nosotros?

Esto es una vergüenza

¡Esos viejos talquinos!

“Vendedores en unaEstación de Ferrocarriles”.

Durch Sud America.

pues otras ciudades como Copiapó y Concepción mantienen compañías todo elaño". Y los talquinos reaccionaron a esta arenga inaugurando esta obra arqui-tectónica el 15 de agosto de 1875 con la presencia de Benjamín Vicuña Macken-na (que había sido compañero de celda del Buffalo Bill talquino: Guillermo Souper,casado con la hermosa Manuelita Guzmán y Cruz) en representación oficial delGobierno. Aquel día Talca se vació a la calle uno Oriente con Alameda y losprincipales hoteles como "El Colón" y "El Comercio" no daban abasto paraalojar a sus huéspedes actores/as. Sus aposentadurías (con capacidad para mil400 personas) de los palcos y platea se habían mandado a confeccionar a Euro-pa y era motivo de envidia para Chillán, Concepción, Valparaíso y hasta Santiago.El talquino José Luis Borgoño regaló el telón de boca, obra del pintor galo Boudet.Epaminondas Donoso formó cuadrillas de milicianos para resguardar la integri-dad de los artistas expuestos a los bandidos de Teno y les procuró bienestar. El"gringo" Laughton colgó en el centro de la platea una lámpara con ciento treintay tres luces con tulipas de fino cristal que se extendían al estilo de la Opera deParís como racimos dentro de los palcos… y anónimos brazos talquinos, suda-dos y sucios por el trajín, lo encaramaron.

En aquella época -1875/1881- Talca se volcaba a los Baños deCatillo que, situados a medialones de francos, informaba quehabía nombrado como su agente en la ciudad Trueno adon José Escobar, a la par que don Pedro Urzúaofrecía yeguas trilladoras en su fundo Lagunillasy… breves huellas de una Talca que jun-to a sus antiguos moradores se tra-gó el tiempo.

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Iglesia de Huenchullamí.

Repartimiento deHuenchullamí

Luis

Cas

anov

a.

En plena Conquista -hacia 1560- había tres capillas en Santiagodel Nuevo Extremo. Nuestra Señora del Socorro, fundada por Pe-dro de Valdivia en acción de gracias por su expedición, quien

trajo en el arzón de la montura la Virgen del Socorro, que todavía se vene-ra; la Ermita de Santa Lucía al pie del cerro Huelén, edificada por JuanFernández de Alderete en recuerdo del día de la llegada a Santiago, 13 dediciembre de 1540; e Inés de Suárez construyó en las faldas del cerroBlanco la de Monserrat.

HUENCHULLAMIGustavo Opazo Maturana en “Historia de Talca” narra que “los indios

de Huenchullamí, junto con otros ricos repartimientos, fueron cedidos alconquistador don Juan de las Cuevas, por merced de 17 de noviembre de1552. Le sucedió, como en todos los otros repartimientos, su hijo Luis delas Cuevas y Mendoza, que los gozó hasta 1630, fecha de su muerte”.

Ya el aniquilamiento de los asentamientos autóctonos en el primer cuartode siglo XVII era sistemático, quedando como mudos testigos de esta de-voración pueblos completamente abandonados, como Mataquito y otros.

El rico estanciero nacido en Santiago alrededor de 1580, Luis Núñez deSilva, emprendedor hijo del portugués Antonio Núñez de Fonseca y de lacriolla Juana de Silva, obtuvo pingües utilidades. Hizo construir una barcade madera al otro lado del Maule que prestaba servicios irremplazables atodos sus vecinos y a las autoridades de la época, ya que era frecuenteque muchos perecieran al remontarlo en frágiles balsas de paja. CuentaMaturana que “agradecido el Gobernador don Francisco Lazo de la Vegade los servcios de Núñez de Silva, no trepidó en darle por merced los indiosde Huenchullamí”, “obsequio” que tuvo que aumentarse con indios deChanco, Loanco y Lora: 250 en total recibió. Durante más de 30 añosmantuvo su barca del Maule y encomiendas, con desmedro de su fortuna,dejando herencia a su muerte en 1663 a Juana de Loyola, Jerónimo deLoyola, Pedro Núñez Sedeño y Josefa como hijos legítimos.

Elvira de Neira Loyola -hija- prosiguió con Huenchullamí y uno de sushijos, Pedro de Elguea y Neira, heredó la estancia de Libún, obteniendofama de despótico y soberbio con los indios a su “cuidado”. Convertido enpoderoso industrial poseía una gran curtiduría. Doña Elvira de Elguea yNeira heredó el feudo y casó en 1688 con Juan Donoso y Manrique del

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Interior de la añosa iglesia en cuyo altar hay sepulados indígenas.Fotografía de Luis Casanova.

POLIGAMIA IBÉRICAEl godo que llegó a estas latitudes traía sólo su cabalgadura -muchas

veces prestada o cedida a crédito-, sus armas, ambiciones personales,una que otra enfermedad y un irrefrenable apetito carnal, que se asoma-ba en febriles sueños de contorneadas formas femeninas enquistadasallende el océano. A partir de 1547, con la llegada de los primeros espa-ñoles a la hoy Región del Maule, poyas, puelches, araucanos, promau-caes, pehuenches y otras etnias aborígenes fueron el centro de la poliga-mia ibérica con la anuencia de gobernadores y capellanes, la que rebasóel sanctasanctórum del celibato de los más castos, pudiendo un ibéricotener tantas indias como pudiese mantener. Así, la lasciva voluptuosidadinvasora se ensañó con la mujer nativa. El español no eliminó al indiopara hacer prevalecer su raza: se refundió con la mujer aborigen -al con-trario del anglosajón inglés que las consideraban seres inaccesibles a laverdadera naturaleza humana- y se cruzó con ella engendrando una nuevaraza. Por ello, desde los primeros días de la Conquista, la unión del pe-ninsular con las jóvenes indias del valle del Mapocho tomó una formaregular, consentida por autoridades civiles y religiosas. La mujer chincha-chilena, a su vez, buscó ansiosamente al hombre blanco, al macho de laraza superior y vencedora.

En tal contexto, el toqui Michimalonco prestó al capitán extremeñoPedro de Valdivia -además de mil doscientos mancebos de veinticuatro atreinta años- quinientas mujeres solteras y doncellas… todas de quince aveinte años. Los conquistadores se apoderaban de cuanta india joven seponía a su alcance. De esta forma, en 1580 cien soldados del maestre decampo Juan Álvarez de Luna reunieron en el campamento de Arauco talcantidad de mujeres mapuches que “hubo semanas que parieron sesentaindias de las que estaban en su servicio, aunque no era el de Dios” (“Co-lección Historiadores de Chile”, tomo VI, página 396). Posteriormente, lamujer aborigen despreció al indio hasta dentro del matrimonio. Tal apetitosibarita fue poco a poco aplacado por los sermones de una Iglesia que veíatambalear su autoridad establecida ante los embates de gozadores quedescomponían a las doncellas. Las aras de las capillas exculparon concien-cias (Extractado de “Historia de Chile”, Encina y Castedo, p 122)..

Águila. En 1742 al fundarse Talca, Huenchullamí tenía 17 tributarios y unapoblación de 49 almas. En 1793 había 183 personas. Actualmente es pro-piedad de la familia Donoso.

¿LA IGLESIA MAS ANTIGUA?Visitamos la capilla de Huenchullamí (vocablo araucano que se traduce

como “hermana” o “hermano”), la que planificada por capellanes y reli-giosos católicos se levantó con el sudor de indígenas y fervor godo en elaño 1580. ¡Y aún está en pie!

Inserta en la provincia de Talca, la comuna de Curepto está ubicada a74 kilómetros de la capital regional y se eleva diez metros por sobre elnivel del mar. Pueblo-cuna de poetas como Abel González, Pedro AntonioGonzález, Matías Rafide y Pedro Armengol Valenzuela, situado 25 kilóme-tros al suroeste atesora un vestigio casi desconocido: como si estuvieradescolgándose de improviso se yergue, cual vestigio fantasmal de un pa-sado amnésico, la capilla de Huenchullamí. Sólo culebreando por laderasque besa el Pacífico, con paciencia y tesón, se arriba al caserío de Huen-chullamí. Iglesia colonial de paredes de grueso adobe, vigas de roble mau-lino, cobija en su interior voces y letanías de una religiosidad para noso-tros los ciber-hombres del siglo XXI, incomprensible. Tapizada de excre-mentos de murciélagos hiede a pudredumbres indescriptibles. Oscura, fría,al ir bañándose de luz se va haciendo más “cómoda”, menos desconoci-

da. Tras el altar hay una virgen (de inspiración claramente bizantina y pro-bablemente de madera policromada) de indecible data. Sólo ha estadoahí. Su piso de ladrillo, rústicas bancas y el descuido generalizado de suimaginería religiosa la exhiben en toda su desnudez de abandono y des-preocupación. Sólo tenemos algunas certezas: los restos de una escaleraque va hacia un invisible púlpito es original, al igual que la obra gruesa dela iglesia, sus portones, vigas y el cementerio indígena que duerme al am-paro de su popa. La campana -¿colonial, quizás?- hace años que fue des-colgada y llevada a Curepto, al igual que varias imágenes.

CEMENTERIO INDIODel que fuera cementerio de indios sólo es posible apreciar túmulos

ondulantes en un suelo tapizado de maleza y arbustos. De este modo,este ícono de devoción con más de 420 años embutidos en sus muros esuno de los más provectos de nuestro país y tal mérito le hizo merecedor deser reconocido como Monumento Histórico Nacional por Decreto Supre-mo 814 de noviembre 30 de 1992. Pero el deterioro, abandono y estadoprecario de conservación en el que se encuentra hacen que cualquiera sepregunte si una golondrina puede hacer verano... o si es real el respetohacia nuestras tradiciones y memoria secular o el mismo constituye unparadigma de contradicciones. Así y todo, terremotos incluidos, “está”.

Asimismo, los lugareños afirman que hace seis años atrás se excavó elinterior de la iglesia, a unos dos metros del altar, y a consecuencia de elloencontraron cuatro cráneos y osamentas humanas, de religiosos o indios.Los vestigios de tal aseveración son ostensibles al observar el suelo terrosopisoteado, sin ladrillos. Aunque físicamente ha sido tocada por un grado deabulia, aún en su interior se celebra misa: cada tres domingo un sacerdotede la iglesia de Curepto, como el fallecido padre Roberto, recorre la sinuosi-dad costina y oficia un servicio religioso. Finalmente, a sólo dos kilómetros aloeste se encuentra la playa La Trinchera, hermoso balneario que cuenta conun clima privilegiado y atracciones turísticas e históricas: aquí, en sus dunas,se atrincheró el toqui Lautaro para neutralizar la caballería española. Al in-troducirse en Huenchullamí se puede intuir que aquello que atesoramos enla memoria es un legado al alma que llevamos incrustado en nuestros genes.

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El tesoro del “Oriflama”

Durante el Renacimiento, ya estaban implementadas las instituciones españolas encargadas de organizar y controlar la construcción de barcos, su dotación y carga: la Casa de Contratación

y el Consulado de Cargadores a Indias, fundados en Sevilla en 1503 y1543 -respectivamente-, las que en 1717 se trasladaron a Cádiz. Este ré-gimen comercial y de protección de la flota constituía un monopolio esta-blecido por España -en su relación con el mercado americano- como répli-ca a los numerosos ataques de piratas, bucaneros y corsarios de potenciasrivales que provocaban importantes pérdidas. Así, las travesías por el At-lántico desde y hacia la península ibérica aumentaron los riesgos a los bar-cos de su nacionalidad que transportaban productos en uno y otro sentido.Pero existía un peligro que era igual para amigos y enemigos: el impredeci-ble océano. Los barcos de la corona al llevar oro desde Chile viajaban enconvoyes como protección contra piratas, corsarios y filibusteros. Uno deestos navíos bautizado como el estandarte de laabadía de San Dionisio que usaban los antiguosreyes de Francia, “Oriflama”, naufragó en cos-tas cureptanas y es uno de los diez barcos másbuscados por la corona española, pero jamásencontrado, reposando sus diseminados restosen el mar, entre la desembocadura de los ríosMaule y Mataquito, en la Región del Maule.

PODEROSO NAVIO DE GUERRAConstruido por el ingeniero y arquitecto PierreCoulomb en los astilleros de Toulón en 1743, el“Oriflama” era un poderoso navío pertenecien-te a la Armada Francesa dotado de una artille-ría de 56 cañones de fierro y bronce. En 1756Francia e Inglaterra se declararon la guerra y trassucesivos enfrentamientos que duraron más deseis años, el “Oriflama” terminó siendo captu-rado por los ingleses, quienes optaron por noutilizarlo en su armada y lo transformaron enun navío mercante. Misteriosamente, en 1762la embarcación pasó a manos de España, quelo rebautizó como “Nuestra Señora del BuenConsejo y San Leopoldo”, conservando siempreel apodo de “Oriflama”. Posteriormente la navemercante reaparece, esta vez en manos de un connotado comerciante his-pano que la transfirió a la poderosa Casa Uztariz de Cádiz, la que a su vez lodestinó a la Carrera de Indias como Navío de Registro. Al pasar de buque deguerra a navío mercante sufrió importantes modificaciones -no en su es-tructura, sino en su equipamiento-, eliminándosele gran parte de su artille-ría, que entre 1763 y 1768 lo llevarona realizar varios viajes a Nueva Espa-ña. Asimismo, diversos documentos dan fe que en esa data frecuentaba latravesía desde Cádiz hacia Veracruz, desde allí a La Habana para retornarfinalmente a España cargado con los caudales de México.

NAVE DE LOS AGONIZANTESEl “Oriflama” -sinónimo de emblema y pendón- zarpó el 19 de febrero de 1770

La nave venía hacia América al mandodel capitán José Antonio Alzaga y del piloto

Manuel de Buenechea. “Historia delMundo”, José Pijoan.

desde el puerto de Cádiz al mando de uno de los capitanes navales más compe-tentes que poseía la corona española: José Antonio Alzaga; y el no menos expe-rimentado piloto Manuel de Buenechea, quien había participado en varios des-cubrimientos. Lo hizo junto a otro navío llamado “San Joseph”, alias “El Gallar-do”, gobernado por el capitán Juan Esteban Ezpeleta, un lobo de mar y amigoíntimo de Alzaga. Lo más probable es que ambos navíos se separaran al cruzarel temido Cabo de Hornos para reencontrarse posteriormente en infortunadascircunstancias, porque desde que levó anclas el “Oriflama” ráfagas aciagas secernieron sobre sus escarpados mástiles y ya en altamar, pleno Pacífico, hincha-ron sus velas céfiros que presagiaban horripilante desastre. Una epidemia miste-riosa (¿escorbuto, malaria, hanta, tifus…?) y el hambre diezmarían a la tripula-ción y pasajeros.Su destino era al Puerto de El Callao, en Lima, Perú, transportando un carga-mento indeterminado de diferentes bienes y objetos, tales como vajillas, lozas,vidrios, ropas, papelería, relojes, cuchillería, relicarios, centenares de barriles,

cofres con anillos, gargantillas y aretes de oroamonedado e instrumentos de navegación, fierro,telas, herramientas y mercadería en general, des-tacando una invaluable cristalería fina manufac-turada en La Fábrica Real de España. Los destina-tarios de las mercancías eran las más ilustres fa-milias de la nobleza limeña y quiteña.Al atardecer del 23 de junio de 1770 -cuatro mesesdespués del zarpe en Europa-, el “Oriflama” fue avis-tado a unos 150 kilómetros al sudoeste de Valparaíso-al parecer rumbo al puerto de Talcahuano despuésde haber recalado en Valparaíso para dejar merca-dería- por el velero español “San Joseph”, al mandodel avezado capitán Ezpeleta, quien ordenó identifi-car al otro navío disparando un par de cañonazos alaire e izando una bandera como aviso.. Sin embargo,el “Oriflama” no dio seales de vida y continuó silen-ciosamente su marcha, lo que provocó natural extra-ñeza en la tripulación de «El Gallardo». Entonces,como no respondió a las señales, el oficial ordenódarle alcance. Sobrevino la tarde y se puso el sol.Vino la noche y con ella una calma que impidió al-canzar al sigiloso barco. Mientras desesperaban lostripulantes de «El Gallardo» por la imposibilidad desaber lo que le acontecía, sucedió lo increíble e im-presionante, erupción de un suceso fulminante: vie-ron que izaba con gran rapidez sus velas, encendía

todas sus luces, la de los mástiles, incluso la del tope del palo mayor, y se alejabavelozmente. El día 24 y a una distancia de dos leguas, «El Gallardo» por fin arrió unbote que se acercó al «Oriflama» para inspeccionarlo, no tardando en informar losmarineros el silencio impresionante reinante en su cubierta y el desastroso estadode la tripulación. Se había declarado la peste al interior del “Oriflama”. Ezpeleta loabordó acompañado por un grupo de marinos, dándose cuenta de la magnitud deldesastre. Así, los hombres presenciaron un cuadro macabro: de los 300 tripulantesy pasajeros, sólo quedaban con vida 106. Todos moribundos. Sólo 30 podían sos-tenerse en pie maniobrando con dificultad las velas inferiores. Estos, debilitados engrado supremo, eran incapaces de articular la menor palabra ni de hacer la másleve maniobra. El frío, el hambre y el escorbuto habían diezmado a la tripulación ydesde su partida habían echado al mar 78 cadáveres. Esa era la razón del silencio

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Según cuentan las crónicas de la época, el desastredel naufragio causó gran alarma en Talca, Santiagoy particularmente en Lima, puesto que se vieronafectados los más importantes comerciantes y ofi-ciales reales del Perú, por las enormes pérdidasmateriales y los impensados decesos de vidas hu-manas. Desde Lima nombraron en carácter de sumaemergencia como comisionado al propio corregi-dor del Maule, quien recibió la orden de encontrarel máximo del cargamento perdido en el naufragiodel “Oriflama”, ayudado por una veintena de tro-pas, sin importar vidas ni gastos, para enviar direc-tamente al Perú todos los bultos que fueran reco-lectados.Si bien numerosas mercancías fueron saqueadas des-

de que se produjo el desastre marítimo, el comisionadologró recuperar desde la orilla de la playa una variadamercancía y llenó más de cien cajones, equivalentes a2 toneladas aproximadamente, aunque la carga totaldel barco superaba las mil toneladas. Las pérdidas del“Oriflama” fueron avaluadas en 1770 en cuatro millo-nes de pesos. El volumen total de la carga era de 108mil palmos, de los cuales 30 mil correspondían a vi-drios y cristalería de la Fábrica del Rey en Madrid. Los78 mil palmos restantes correspondían a mercaderíasurtida. Según relata Mario Gisande, “el variado carga-mento del ‘Oriflama’ destaca dentro de los registros deinventario la siguiente carga: 4 mil cajones de cristale-ría de la fábrica real de San Ildefonso, platería, fardosde telas en general, hebillas de zapato, herrería, ador-

nos, ropas, relojes, cuchillería, papelería, herramien-tas coloniales, relicarios, centenares de barriles, co-fres con anillos, gargantillas y aretes de oro, botonescon incrustaciones de piedras preciosas, oroamonedado e instrumentos de navegación”. Dentrodel cargamento también cuentan todos los efectosmuebles y fijos del navío de guerra habilitado comomercante, vale decir, sextantes, octantes y astrolabios,ampolletas para medir el tiempo, cañones de broncelabrados, picas, hachas de abordaje, culebrinas, ba-llestas, sables, puñales y pistolas. Finalmente, las pri-meras pistas sobre el “Oriflama” aparecen en cróni-cas narradas por Enrique Bunster, Benjamín VicuñaMackenna, LeDantec, Luis Risopatrón y Francisco VidalGormaz, entre otros destacados investigadores.

“Naufragio de la Aretusa”. Carlos Wood. Museo Nacional de Bellas Artes.

y de que la nave llevara solamente una de las velas izadas y ninguna luz indicadora.El día antes un marinero del «Oriflama» había tratado de trepar a un palopara encender una luz, mas la debilidad lo había arrojado al mar al no podersujetarse. Constatando tal catástrofe y el que aúnquedaban supervivientes, Ezpeleta determinó re-gresar a su nave en busca de alimentos, sin des-echar del todo la posibilidad de un remoto intentode rescate. Regresó el bote de «El Gallardo» paraexplicar su asombroso descubrimiento y buscarauxilio. El comandante Ezpeleta ordenó bajar cua-tro botes con 40 hombres para ayudar a las vícti-mas del «Oriflama».Pero en los instantes en que se cumplía esta manio-bra, a las deplorables condiciones descritas se sumóun violento viento sur -normal en esta costa- quemutó en tormenta. La suerte del barco estaba irre-mediablemente sellada al quedar a la deriva. Era elmediodía del 26 de julio de 1770 y desde la costadel Maule lugareños avistaron a la distancia el “Ori-flama”, observando con asombro y pavor cómo elgran navío era empujado por tan inusual temporal hasta terminar azotándolocontra las rocas costeras en una rompiente, tras lo cual se partió en dos. La

terrible tempestad de viento y agua, amén de la fuerza del oleaje, impidieronbrindar ayuda a los escasos sobrevivientes. Entrada la noche y al cabo de unashoras fue evaporándose en las aguas: el barco de matrícula de Cádiz y sus

tripulantes desaparecieron para siempre en las pro-fundidades oceánicas, muy probablemente frentea la playa La Trinchera.Sus restos son la pasión de aventureros,buscadores de riquezas y científicos. DiscoveryChannel y National Geographic lo buscan inten-samente con Equipos de Posicionamiento Satelital(GPS), centrados todos en Huenchullamí («lugarde hermana/o»), donde finalmente recaló este mis-terioso buque. Existe algo de inexplicable queapasiona en este naufragio acontecido frente alas costas de lo que es hoy la comuna de Curepto,entregándose versiones de que el «Oriflama» esun barco fantasma que recorre los puertos del li-toral chileno desde Valparaíso hasta Arauco conlos nombres de Nave de los Agonizantes, Nave delos Muertos y El Cementerio Flotante, yaciendo

más de 230 años sepultado en el lúgubre lecho salobre, allí donde los secretosde mar desnudan y desencajan las miradas.

Pistolas del siglo XVIII. Gentileza MuseoO´Higginiano y de Bellas Artes de Talca.

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Calle del Comercio (actual Uno sur). Grabado de RecaredoSantos Tornero. Museo O´Higginiano y de Bellas Artes de Talca.

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“Mucho aún yace debajo de la piel de la historia.Porque aún no se escribe el libro que perfore el

alma como un estilete, el viaje más trascendenteque podemos realizar en la vida es el de conocerel que emprendieron otros y compartirlo en elcamino, pues aquello que atesoramos en la

memoria es un legado al alma que titila comoestrellas de una constelación remota”

Jorge Valderrama

CAPITULO V

CULTURAPROTAGÓNICA

Casa de la IndependenciaMuseo O´HigginianoCasona de AlbanoConstrucciones piadosasCrisol de talentos talquinosAlucinante SurrealismoCaballeros del fuegoEcos que el tiempo se llevóHuilquilemu: villa incrustada en el tiempoEsos efervescentes recuerdos olvidados

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Pila que se encuentra en el primer patio.

O riundo de la Colonia de Sacramento, extendida en las márge-nes del Río de la Plata, Juan Albano Pereira y Márquez siendoun adolescente emigró -en 1752- a Chile, prosiguiendo a Lima

para establecerse como comerciante, extendiendo sus actividades a Potosí,Paraguay y Tucumán. Después de interminables altibajos regresó a la urbeen 1771 (había estado en 1765), comprando a doña Francisca Zambrano -27 de junio de 1772- un sitio en el cual edificaría su casa, proyecto que sevio frustrado al morir su segunda esposa impidiéndole heredar la propiedad.

Una vez avecindado en Talca y estando la hija de su primer matrimonio,Ana Policarpa, en el Convento de las Monjas Clarisas, el mercader portuguésno tenía casa en qué vivir. La que estaba construyendo debería venderla ennoviembre de 1773 para completar la dote que se había visto obligado aentregar a su infanta al ingresar al claustro. Y ello le implicaba liquidar todossus bienes. En abril de 1776 se casó por tercera vez, en esta ocasión con lahermana de su primera mujer: Bartolina de la Cruz. Esposado con su casiadolescente cuñada el hermano de ésta, Faustino de la Cruz, le entregó másde ocho mil pesos en plata, dinero con el cual Albano compró una viviendaa doña Rita Gaete, la que se componía de “media cuadra defrente de 65 varas a la Plaza Pública, toda edificada por laparte del sur, con esquina en calle Real que sale a la cár-cel y con 95 varas en el otro frente a la otra calle quemira al oriente, con el correspondiente fondo de mediacuadra, según la forma en que fueron delineadas las de-marcaciones en la ejecución y formación de esta villa”,hecho que consta en el Archivo Nacional Notarial de Tal-ca, volúmenes XI y XIX y Judicial de Talca.

La escritura fue suscrita ante el corre-gidor del Partido del Maule el seis dejunio de 1774. La transfirió a su ter-cera mujer el 18 de marzo de 1775.En síntesis: la vivienda de Albano sesituaría entre las antiguas calle deMolina (actual Uno Norte) y Real(cercana a la que es hoy Tres Nor-te), con deslinde en la calle del Rey(Uno Oriente) y frente a calle Cien-fuegos (Uno Sur). Es decir, aproxi-madamente en el sitio que ocu-pa la actual municipalidad ycuando Talca contaba -segúncenso de 1780- con dos mil664 habitantes.

MUSEOO’HIGGINIANO

En los ante-cedentes his-tóricos de la

casona recopilados por Mauricio Mezzano y Sergio Ulloa al editar unaGuía del Museo O’Higginiano y de Bellas Artes de Talca, impresa en 1991,éstos dan entender en forma explícita sus razonables dudas acerca de la

autenticidad de que perteneciera al negociante portugués. No existeninformes fidedignos del origen de esta edificación reafir-mada como Monumento Histórico Nacional mediante De-creto Supremo 1749 del 26 de julio de 1971. Asimismo, ydigno de Ripley, la casa colindante a la de la Independen-cia -donde funciona la sede de un partido político- tam-

bién ostenta la “justipreciación” de Monumento Históricootorgado por ídem decreto y cronología. La versión de queen ella recibiera Albano Pereira al niño Bernardo O’Higgins,quien habría permanecido entre 1782 y 1788, se funda-menta en una tradición verbal. Se atribuye también que

en ella se estableció la Junta Gubernativa de Chile en1813, que otorgó la potestad del Ejército al joven Ber-nardo O’Higgins. Así, el postular además que en estavieja casona colonial de Dos Norte esquina Dos Orientese efectuó la revisión del borrador manuscrito del Actade la Independencia (1818) es más que dudoso. Ade-más, los autores citan una recopilación de fuentes do-cumentales descubiertas por el investigador José UrzúaPrieto, en el sentido “que dicho solar no habría perte-necido al comerciante portugués Albano Pereira, sien-do, de tal modo, improbable que los hechos descritos sedesarrollaran en esta casa”.

INVESTIGACIONES TRUNCADASEl origen de la casa, hoy museo y Monumento Histó-

rico Nacional, o bien no ha concluido o, simplemente,

Casa de la Independencia

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no se ha emprendido. Existen documentos en que consta que losprimeros propietarios del blasón talquino fueron don Luis de Aliaga ysu cónyuge, Petronila de Torres, hacia mediados del siglo XVIII, hastaque en 1791 don Juan Francisco Prieto inició la construcción de estasuntuosa mansión. Asimismo -según Omar Retamal, ex conservadordel museo-, a comienzos del siglo XX perteneció a las hijas de donDomingo Opazo Retamal.

Cuando en septiembre de 1925 se fundó el Museo de Bellas Artesfue puesto bajo la tuición de la municipalidad y entregada su direc-ción al pintor y escultor José Miguel Cruz, ocupando una dependen-cia del Liceo de Hombres. el actual Museo O’Higginiano se fundó el31 de diciembre de 1928, en sus inicios unas pocas estatuas y 88obras pictóricas -en su mayoría de talquinos- constituían todo supatrimonio, el que con el paso de los años fue in crescendo hastaalcanzar su período de auge entre 1932-1935. Es en 1964 cuando eltalquino Guillermo Feliú Cruz formó un museo histórico y de bellasartes, eligiendo la actual casona como sitio expositor. Sometido elinmueble a una completa restauración por el deterioro sufrido porsismos y el paso del tiempo, se erigió un par de metros más al interior,perdiendo el tercer patio “de los temblores” y se le anexó el pilarclásico que originalmente la casa nunca tuvo. En rigor, nuestro Mu-seo O’Higginiano y de Bellas Artes posee un historial mucho más ricoy complejo que la inmensa telaraña que encubre sus orígenes, y queconstituye sólo una nota al pie de página de un ícono nuestra “peque-ñísima”historia.

Frontis de la casona talquina durante la década del setenta.

Al igual que la Catedral, el Museo O'Higginianoes un icono de Talca.

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Respecto a las circunstancias históricas de esta vivienda del sigloXVIII, es necesario aclarar que hasta antes de 1964 sólo existeuna versión oral respecto a su primer propietario, la que trans-

mitida por generaciones dice que esta casa habría pertenecido a don JuanAlbano Pereira, amigo íntimo de don Ambrosio O’Higgins, general irlandésdel Real Ejército de Su Majestad de España y de las Tierras del NuevoMundo y quien sería designado gobernador del reino de Chile. SegúnFrancisco Urzúa Prieto esta casa colonial habría sido construida hacia 1791por Juan Francisco Prieto Espiella, casado con Mercedes Vargas. Posterior-mente tuvo otros propietarios, como Domingo de Opazo y Artigas y sushijos, siendo el último habitante de la misma don Andrés Mazorriaga.Mediante Ley Nº 8.167 en 1945 se estableció la expropiación de casa ysitio y la creación de Museo, y a don Jorge Alessandri Rodríguez le corres-pondió otorgar el título y carácter de Monumento Nacional a la casona,inaugurada en agosto 20 de 1964 por el Ministro del Interior, Sótero del

Museo O´HigginianoRío Gundián. En la ceremonia-que fue televisada- se encon-traban presentes el director deBibliotecas, Archivos y Museo,Guillermo Feliú Cruz, su pri-mer conservador; el intenden-te de la época, José EscobarPuccio; y el obispo ManuelLarraín. Con ello se materiali-zó un anhelo talquino en quesobresalieron el tesón de Uli-ses Correa -senador- y JaimeSilva Silva -Ministro del Inte-rior- impulsores de tal inicia-tiva.

En este museo resalta la“Sala Carmen Arriagada”, connotada dama de la aristocracia criolla tal-quina quien fuera el gran amor del afamado pintor germano Juan Mauri-cio Rugendas, considerado uno de los artistas más representativos de lapintura clásica chilena. En ella se exhiben parte de la intimidad, de lossentimientos de ambos personajes a través de un epistolario muy hermo-so: cartas, escritos, joyas literarias. En dicha sala se recrea el ambiente querodeó a Carmen Arriagada durante la parte del siglo pasado.

Estando O’Higgins replegado con sus fuerzas aquí en Talca, y ante elinminente desembarco de Mariano Osorio en Talcahuano, además de lapresión ejercida por el libertador argentino José de San Martín para quedeclarase la independencia de Chile lo más pronto posible, le solicita adon Luis de la Cruz y Goyeneche, en ese entonces Director Supremo Dele-gado que se encontraba en el Palacio Directorial de Concepción, que for-mara una comisión para redactar el borrador del manuscrito del acta deindependencia. Después de algunas correcciones a este primer escrito, fi-nalmente le da su aprobación en Talca, firmando dicho documento deautorización el día dos de febrero de 1818, proclamándose posteriormen-te la independencia de Chile el doce de febrero de 1818 simultáneamenteen Santiago, Concepción y Talca.

Los documentos que se encuentran en el museo son fotocopias. Losoriginales están en el archivo del Senado de la República.

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“Los gansos”: Rafael Correa Muñoz. Oleo sobre tela. Pinacotecadel Museo O´Higginiano y de Bellas Artes de Talca.

El desaparecido diario “La Mañana”publicó en su edición del viernes 21 deagosto de 1964 el nombre de las perso-nalidades públicas -además de las cita-das anteriormente- que estuvieron pre-sentes en la majestuosa inauguración:diputado por Talca, Guillermo DonosoVergara; subsecretario de Agricultura,Ciro Iturriaga Garcés; el visitador de in-tendencias y subsecretario (s) del Minis-terio del Interior, Luis Octavio ReyesUgarte; los generales Máximo ErrázurizWard, Manuel Montt Martínez y el al-mirante Oscar Manzano Villablanca.

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En marzo de 2002 la entonces directora del Museo O’Higginiano yde Bellas Artes de Talca, María Soledad Parra, encargó una inves-tigación acerca de la casa que ocupa esta entidad al Doctor en

Historia y profesor del Instituto de Estudios Humanísticos Juan IgnacioMolina, de la Universidad de Talca, Andy Daistman. Básicamente son treslas controversias respecto a la casa que alberga al museo: BernardoO’Higgins niño fue mantenido por su tutor Juan Albano Pereira en unaresidencia campestre y no en Talca como una forma de cautelar su existen-cia; la casa de Albano Pereira estuvo situada en la Plaza de Armas y jamásen su ubicación actual que se le reconoce; el cuartel del prócer nuncaestuvo en esta casona, sino en un punto no identificado de Talca que fuedonde efectivamente firmó el Acta de la Independencia.

Transcribo textualmente las conclusiones del Doctor en Historia, Uni-versidad de Wisconsin, publicadas en Revista Universum Nª 15 pp.61-71 del año 2000.

“Las evidencias que hemos considerado en el presenteartículo nos permiten afirmar con el más alto grado de con-fianza las siguientes conclusiones: 1) que BernardoO’Higgins vivió varios años de su juventud dentro de laciudad de Talca, y es probable que allí recibió su primeraeducación; 2) que la casa donde residió BernardoO’Higgins era la de Juan Albano Pereira, el comercian-te de origen portugués naturalizado español; 3) queAlbano adquirió el sitio de su casa a Rita Gaete, viudadel fundador de Talca Francisco de Silva, y que el sitioreferido era el mismo en la Plaza de Armas que lehabía tocado a Silva en el primer reparto de solaresrealizado en 1742, donde actualmente se eri-ge el edificio de la Municipalidad de Tal-ca; 4)que la casa del MuseoO’Higginiano y de Bellas Artes de Tal-ca, en la calle Uno Norte con DosOriente perteneció por más de un si-glo a miembros de la familia OpazoVargas, una familia que disfrutaba bue-nas relaciones sociales con la familia Al-bano Cruz; y 5) que Domingo Opazo, pa-triarca de la familia referida, adquirió lacasa en 1832 a la señora Mercedes Vargas,viuda de Juan Francisco Prieto, y este últimoera el dueño original de la casa.

No hemos tocado el tema de la firmadel Acta de la Independencia de Chi-le, acto que Bernardo O’Higginsrealizaría en la ciudad de Talca enfebrero de 1818. Las evidenciasque hemos visto al respectoson inconclusas, y no permi-ten una declaración clara a fa-vor o en contra.

Bernardo O’Higgins vivióen Talca, pero no en la casadel Museo O’Higginiano.

Ésta, sin embargo, es ciertamente un edificio colonial, uno de los pocosque quedan en la ciudad de Talca. Su construcción data, probablemente,del año 1790 (Urzúa, “Hacia la verdadera historia...”, pp. 23-27 sic), unaépoca de prosperidad en la vida de la antigua Villa de San Agustín deTalca, el momento justo cuando los vecinos del pueblo levantaron al reyde España la solicitud que pidió el título de ciudad. Poco tiempo después,en 1796, el rey no sólo confirió se título, sino agregó los honoríficos “muynoble y muy leal”, en reconocimiento al adelanto que había alcanzado elpueblo y a los dineros que pudo recaudar para costear los gastos del trá-mite (Nicolás de la Cruz , quien representaba la petición de Talca en Espa-ña, canceló 153.600 maravedises para el título de ciudad, y 12.800 parael de “muy noble y muy leal”. Opazo, Historia de Talca, pp. 217-19). Lacasa es testigo de la mayor parte de los momentos más mportantes en la

historia de esta ciudad, y tiene la dignidad demás para albergar sumuseo histórico”.

VIDA OCULTAEn el suplemento Segundo Cuerpo de diario El

Centro, domingo 12 de mayo de 2002, Jaime Gon-zález Colville, miembro de la Academia Chilena

de la Historia, publicó una investigación con eltítulo "Vida oculta del Museo O´Higginiano".Un trabajo que se inició en Talca, archivos del

notario Sergio Mendoza Aylwin y que finalizó en elArchivo Nacional de Santiago. “Así, establecimos

que el 30 de junio de 1870, las hermanas Úrsu-la, Carlota, Mercedes, Mariana y Leo-

nor Opazo inscriben este edificioen herencia de su madre, doñaDolores Opazo, viuda de don Do-mingo Opazo de Artigas.

Don Domingo Opazo de Artigas,a su vez, lo había heredado de su

padre, don Domingo Brisio de Opa-zo y Castro, nacido en Talca en 1754 y

fallecido en esta misma ciudad en 1817.Como se observa, don Juan Albano

Pereira no aparece en esta sucesiva rela-ción de propietarios.Ahora bien, don Gustavo Opazo Maturana,

en su libro Familias del antiguo Obispadode Concepción (edición de 1957, pág.186) señala que en casa de don Domin-go Opazo 'firmó O’Higgins, en 1818, la

Declaración de la Independencia de Chi-le'. Opazo Maturana no citafuente de este aserto”.

Casona de Albano

“Crudo invierno”.Escultura de Rebeca Matte Bello.Colección Museo Nacional deBellas Artes.

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Construcciones piadosasMonjas del Sagrado Corazón de Jesús: El Colegio de las

Monjas del Sagrado Corazón de Jesús, conocido tambiéncomo Sagrados Corazones (SS.CC.) fue levantado en 1858

gracias al tesón de Justo Pastor Tapia, sacerdote oriundo de la ciudad deTalca, quien siempre se esmeró por dotarlo de las comodidades propias deesos tiempos y de un establecimiento de tal naturaleza. Prestigiosa escue-la para señoritas, las monjas del Sagrado Corazón entregaron su vida yesmero anónimos para siempre a la difícil labor encomendada: ser maestras.Ellas, durante décadas, se encargaron de forjar los espíritus de las entoncesniñas que estaban llamadas a ser las mujeres del porvenir. Aunque a nues-tros ojos “modernos” dicha formación exudaba imperfecciones, era lo que lasociedad de entonces les demandaba a través de deberes contextualizadosy adscritos. Su triste sino lo llevaría a un vértice insalvable: a las once de lamañana del 27 de febrero de 1907 la campana del Cuerpo de Bomberostañía un trágico crujido de impotencia ante un voraz incendio iniciado en laiglesia El Carmen -Uno Norte Cuatro Oriente- y que dejó el otrora prestigio-so establecimiento educacional católico reducido a humeantes ruinas.

Casa de Ejercicios: El que en su génesis fuera un vasto inmuebledestinado a brindar inapreciables servicios espirituales, fue fundado gra-cias a la infatigable tenacidad del presbítero talquino Manuel Pío Silva en1848, demorándose su construcción más de ocho años. Don Manuel hubode echar mano a su propio bolsillo y poner más de 20 mil pesos paraterminar dicha obra, que albergó con toda comodidad a 600 hombres.Hasta 1861, data en que falleció su impulsor, esta casa fue atendida per-sonalmente por él y entre sus muros hay acontecimientos relevantes. En laRevolución de 1851 y después de la sangrienta Batalla de Loncomilla,sirvió de hospital para los heridos (entre ellos el general Fernando Baque-dano, coronel jefe del Estado Mayor del disidente José María de la Cruz,malherido y traído a Talca por su hijo, en aquel tiempo capitán ManuelBaquedano, quien militaba en las filas gubernamentales como ayudantede Bulnes) y posteriormente de abrigo a los soldados del Batallón Talcaque regresaban del norte cubiertos de gloria y heridas.

Monjas del Buen Pastor: Al proactivo sacerdote ya conectado comoadalid del Seminario San Pelayo, Miguel Rafael Prado, no se le escapó que elestablecimiento de la Congregación del Buen Pastor en su parroquia le pro-vocaría beneficios y puso manos la obra. Con aportes del Ismael Urzúa -10mil pesos- el 19 de mayo de 1870 sus propósitos comenzaron a tomar forma

al comprar el terreno sobre el que en 1872 las religiosas del Buen Pastorpondrían sus firmes pies para dar vida a este nuevo monasterio (CuatroPoniente con Dos Norte). Asimismo, no es menor la participación en esteacontecimiento del también religioso Agustín Vargas, quien colocó su pasiónpersonal y aproximadamente seis mil pesos de su pecunio. Sobre esta corpo-ración religiosa, otro olvidado talquino de estirpe luchadora y sobresalientesdotes intelectuales, el sacerdote José Fortunato Berríos aporta un meritoriotestimonio en 1884: “Ella es como la suave i eficaz medicina que cicatriza ycura las heridas, abiertas en el corazón de la mujer en un momento de extra-vío”. Un decreto de noviembre 14 de 1881 emitido por el Gobierno confió lacustodia de las presas de la ciudad a las religiosas del Buen Pastor.

Sociedad de San Luis Gonzaga: Fundada en 1859 por el sacerdoteJosé Fortunato Berríos -entonces seglar y quien además fuera rector delSeminario San Pelayo- tuvo como norte el regalar caridad y hoy son susherederos los Traperos de Emaús. La capilla es una espaciosa iglesia detres naves de ladrillo con paredes a la altura de los arcos. Albergó a nume-rosas escuelas y generaciones de personas del barrio norte fueron blancode su socorro desinteresado. A estos niños pobres brindaba “médico, boti-ca i alimento”. En la actualidad, en el altar de la iglesia de Cinco Orientecon Ocho Norte descansan los restos de su creador: José Berríos, insigne ydesconocido personaje talquino.

Casa de Huérfanos: Esta obra fue parida por el sacrificio y entrega delmismo infatigable cura José Fortunato Berríos, quien la erigió en 1883. Estaentidad católica se inició gracias al primer recurso económico con el que contóel eclesiástico Berríos: una casa y sitio de doña Luz Cruz de Antúnez, situado enla parte norte de la urbe. De igual forma, las señoras Domitila y MagdalenaLeal cedieron una casa y sitio situados al costado oriente de la Casa de Ejerci-cios. y en agosto 18 de 1882 se compró a doña Juana Arenas una parte de supropiedad, cediendo la señora Nieves Concha de Sancristóbal la parte quefaltaba para concretar esta misión que abrió sus puertas en abril de 1883.Congregación de las Hijas de María: Esta sociedad de la que formaronparte “casi todas las principales señoritas de Talca” -reuniéndose el primersábado de cada mes en la capilla de las monjas del Sagrado Corazón-. susten-tó sus propósitos en otorgar consuelo y caridad a los más necesitados con losrecursos que ellas aportaban. Fue fundada en 1869 y durante más de unadécada tuvo como presidenta a la señora Eduvijes Letelier.

Interior dela casa delhistoriador

talquinoAlfonso

FernándezBarros

hacia1890.

ArchivoJavier

Pinedo.

Paseo campestre en el auto nuevoinicios siglo XX. Archivo Universidad de Talca.

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E l período 1820-1830 se caracterizó por una gran inestabilidadpolítica y desorganización del recientemente independiente Es-tado de Chile. Seis presidentes de la República se suceden en el

lapso de cuatro años. En 1826 existían en nuestro paísel Instituto Nacional de Santiago, el Instituto Literariode La Serena y el Liceo de Hombres de Concepción,bastiones educacionales en aquella época. En Talcacon sus casas de adobe y sus calles transformadas enlodazales en los ciclos de lluvias, no existía ni una solaescuela. Es entonces cuando el obispo José IgnacioCienfuegos concretó el deseo del Abate Juan IgnacioMolina de fundar, con la donación de la fortuna deéste, una casa de educación. Así, el cinco de julio de1827 se funda el Instituto Literario de Talca, que con el tiempo sería elLiceo de Hombres. Abrió las puertas a sus alumnos en 1829, funcionandoen un comienzo en el Convento Santo Domingo, que se ubicaba en lasactuales calles Dos y Tres Sur Uno y Dos Poniente. Su primer rector habríasido Manuel Guerrero Prado, aunque fue su sucesor Aniceto Valenzuela,hombre joven y dinámico, Licenciado en Leyes, quien abrió con su esfuerzo

Crisol de talentos talquinosEdificio donde funcionó el Liceo de Hombres de Talca desde el 4 de octubre

de 1843 hasta el 8 de abril de 1925. Propiedad del Liceo Abate Molina de Talca.

una senda transitable al liceo.El violento sismo de 1835 destruyó aquel local, inaugurándose un nue-

vo edificio el nueve de octubre de 1843 en la calle Liceo (actual Tres Orien-te con Uno Sur, Escuelas Concentradas) e iniciandosus labores pedagógicas con 51 alumnos. Dos cajo-nes con libros donados por el obispo Cienfuegos con-formaron su primera e incipiente biblioteca. Llegado1926 se hubo de abandonar el vetusto edificio paraocupar su actual ubicación y en una infraestructuramás apropiada de Alameda con Cinco y Seis Oriente,gracias a las inclaudicables gestiones desplegadas porsu ex rector Enrique Molina.

HEREDEROS DE UN SABEREl aporte de este liceo señero a la cultura chilena es parte de un legado

casi arcano a nuestra historia. A su alero se desarrollaron talleres literariosque germinaron en el florecimiento de connotados escritores cuyas obrastraspasaron fronteras e idiomas, encumbró su floresta el movimiento su-rrealista Mandrágora y se forjaron los talentos de un Volodia Teitelboim,

"El 31 de junio de 1923 pide permisoel Obispo Cienfuegos al gobierno parafundar en Talca un Instituto Literario, ex-presa la solicitud que se hará con el auxi-lio de Juan Ignacio Molina y señala losramos: gramática castellana, latín, filo-sofía y teología. El permiso fue dado el 5de julio de 1827", Walter Hanisch en"Juan Ignacio Molina y sus obras", 1999.

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Mariano Latorre, Jorge González Bastías, Max Jara, Jerónimo LagosLisboa, José Fortunato Rojas Labarca, Fernando Rojas Labarca, Pablode Rockha, Enrique Gómez-Correa, Braulio Arenas, Teófilo Cid, Eduar-do Anguita, Ricardo Donoso, Francisco Antonio Encina, Domingo MelfiDemarco, Homero Gutiérrez, Servando Jordán, Jaime La-vados... y tantos otros.

MAGISTERIO DE ENRIQUE MOLINAMarcado fuertemente por la influencia de sus profesores

alemanes del Instituto Pedagógico, el estudioso de idiomasextranjeros que incursionaba en los escabrosos terrenos dela filosofía, Enrique Molina Garmendia –de 34 años de edad-, llegó en 1905 a posesionarse del cargo de rector del Liceode Hombres de Talca. Con la experiencia de diez años demagisterio en Chillán y dos como profesor del Liceo de Hom-bres de Concepción, llegó a un establecimiento que se en-contraba en un estado de desorganización y decadenciaextremos. La indisciplina de los alumnos era un tema decomún ocurrencia en el mentidero talquino. “Si usted salebien de esta prueba se pone las botas para lo que sea”, leadvirtió Valentín Letelier, uno de los mentores espiritualesde Enrique. Había llegado a “un avispero”. Asimismo, Lete-lier le confidenció una pesimista advertencia: “No toque anadie, hombre, porque en esta ciudad, si remueve un porte-ro, se lo comen vivo”. Pero tanto los alumnos, personal delliceo y la comunidad encontrarían en este educador al zapato de suhorma: siempre adoptó sus decisiones con firmeza.

En un gesto de lealtad, Molina invita a sumarse a su gestión a su amigoAlejandro Venegas, con el cargo de vicerrector y profesor de castellano.Juntos rector y amigo formaron una extraordinaria dupla que ya en Chillán

había dado que hablar hasta en el Congreso Nacional. De esta forma, elideólogo confiado y abierto Molina se complementaba con un intuitivo,analítico y perspicaz Venegas para combatir con reflexión humanista eldeterioro, sordidez y pena de la construcción física y los denigrantes casti-

gos e indisciplinas de los alumnos: Mariano Latorre ostentaba150 horas de detención por una falta nimial. Remozó el in-mueble, suprimió los castigos por un estado de orden, com-prensión y clima afectuoso, afirmando que la primera regla,pedagógica eficaz es educar comprendiendo y amando. Sepa-ró la cizaña del grano y todo lo que ocurría tras los muros delliceo era la comidilla de las familias citadinas. Empero, y apesar de la editorial de los domingos del procaz diario La Li-bertad que centraba sus ataques al rector y antojadizamentealgún acontecimiento ocurrido en el liceo -que Molina consi-deraba “un refinamiento de crueldad”-, los talquinos Francis-co Hederra Concha (doctor) y Agustín Barros (ministro de laCorte de Apelaciones) comprendieron la labor pedagógica deMolina y Venegas. Y las charlas literarias creadas por Venegasy la perseverancia de Molina comenzaron a fructificar. Ya en1907 dictó su primera conferencia de filosofía en la Universi-dad de Chile, en 1910 fue demostrada su proposición visiona-ria de que el Gobierno dictara la Ley de Instrucción Primaria ycorrió el albur de incorporar a unas 30 niñas al liceo, en 1911el Gobierno lo comisiona a Francia y Alemania, visita dos ve-ces Estados Unidos, en octubre de 1915 asume la rectoría del

Liceo de Hombres de Concepción y en 1927 vuelve al viejo continente. Fueel principal gestor de la fundación y consolidación de la Universidad deConcepción. Nacido en 1871 en La Serena, fallece en Santiago en 1956.En el actual ingreso al Liceo Abate Molina de Talca sólo un busto recuerdaa este insigne filósofo y educador.

Fundado en 1827,el Liceo de Hombres

de Talca ha sidocuna de grandes

pensadores, artistasy escritores,

ocupando un sitialde privilegio en la

historia de laeducación chilena.Liceo de Hombres

antes de 1928.Archivo Universidad

de Talca.

Enrique MolinaGarmendia,

Rector del liceo 1905.

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Alucinante surrealismo¿Dónde yacen la lucidez y el “libro secreto” de la legendaria Man-

drágora? La esencia de los años veinte marcó en Talca una compul-sión espiritual extraordinaria, simbolizada alegóricamente por un templodedicado al arte pictórico y por otro que albergó a la Logia Teosófica “Tal-ca” y que anhelaba el desarrollo personal a través de los arcanos de Dios,el universo y el alma, quimera que el tiempo se encargó de modificar y a lavez desnudar la inconsistencia de las ambiciones humanas, transformandoestos iniciales sitios sagrados en recintos absolutamente ajenos a sus repre-sentaciones iniciales. Ese manido sueño histórico se evaporó cual aroma deflores desahuciadas que buscaban los aleteos de efímeras mariposas.

ESCENARIO DE REMISIONEn Europa, entretanto, Guillermo Apollinaire

daba a luz su obra de teatro “Los pechos de Ti-resías”; al poco tiempo, Tristán Tzara imponía suoriginal dadísmo -mero juego fónico- para ha-cer de la poesía un desafío. Estaba eclosionandoel Surrealismo. Y André Breton –tercero y defini-tivo en este parto- da a conocer (1924) el PrimerManifiesto en que define al Surrealismo como“automatismo psíquico puro, en virtud del cualuno se propone expresar el funcionamiento realdel pensamiento. Dictado de pensamiento conausencia de todo control ejercido por la razón yal margen de toda preocupación estética y mo-ral. El Surrealismo reposa sobre la creencia en larealidad superior de ciertas formas de asociacio-nes desdeñadas hasta la fecha, en la omnipo-tencia del sueño y en el juego desinteresado delpensamiento”. Este galo, estudiante de medici-na nacido en París en 1896 (murió en 1966),pronto fue reconocido como padre y líder delmovimiento. Escritor y teorizador, prospectivo yde estirpe romántica, sintió siempre antipatía porel clasicismo grecorromano y hostilidad por elDios de los cristianos. Se definió como un hom-bre de las brumas del norte y llevaba en el ojalde su solapa –como Chateaubriand- la flor aus-tera y ardiente de las Landas (tradición herméti-ca). Breton fue la niebla y el relámpago, la ocul-tación y la revelación.

Y en diciembre de 1929 elabora el SegundoManifiesto, que en lo medular revela que “existe cierto punto del espíri-tu donde la vida y la muerte, lo real y lo imaginario… dejan de serpercibidos contradictoriamente y no debe buscarse en la actitud surrea-lista otro móvil que la esperanza de determinar este punto”. En 1942 –teniendo como escenario la Segunda Guerra Mundial- surge de sus en-trañas el tercer y último Manifiesto, clarificando que el Surrealismo ha-bía cumplido su labor y de ahí en adelante sería objeto de estudio de loshistoriadores del arte.

POSICION DE HUIDOBRO“Cuando el movimiento había dejado de ser una llama, pero todavía

era una brasa que podía encender la imaginación y calentar el espíritu”(Octavio Paz), fue aceptado que el Surrealismo -pese a creerse artística-mente original y despreciar el pasado- tuvo predecesores: el médico vie-nés Sigmund Freud; y los poetas franceses del siglo XIX posteriores a Víc-tor Hugo: Baudelaire, Rimbaud, Mallarmé y otros.

El brillante poeta chileno Vicente Huidobro, estando en Francia en 1916–plena Primera Guerra Mundial- conoce (además de los ya nombrados) aJoan Miró, Picasso, Hans Harp, Delauney, Reverd y Juan Gris. Traba amis-tad con ellos y con ellos se pelea. Rechaza el futurismo de Marinetti ytambién el Surrealismo. Los cuestionamientos de Vicente son de fondo,

relevantes y sugestivos, que podrían sintetizarseen esta afirmación del vate: “el poeta no tieneen su vida ningún otro placer comparable al es-tado de clarividencia de las horas de producción”.

LEGENDARIAMANDRAGORA

Eran tres. Y Winett de Rokha les llamaba “LosTres Mosqueteros”: Braulio Arenas, Jorge Cáceresy Enrique Gómez-Correa, principales representan-tes del grupo surrealista chileno Mandrágora, sur-gido en el Liceo de Hombres de Talca en la décadadel treinta. El talquino Enrique Gómez-Correa con-fesó a Stefan Baciu (autor de “Surrealismo Latino-americano. Preguntas y respuestas”, 1979) que enla década del treinta “Talca presentaba un marca-do estilo medieval, feudal, en cuanto se refiere asus costumbres y a su estructura social”. BraulioArenas provenía del Norte Chico, región caracteri-zada por sus minas y buscadores de metales. Teó-filo Cid era oriundo de Temuco, de las tierras fríasdel sur, que se destaca por sus movimientos telúri-cos y abundantes viñedos. Así, Arenas aportabalos metales, Cid el elemento vegetal y Enrique Gó-mez-Correa el alcohol y la violencia sísmica. ¡Ar-canos alquimistas de cuyos “calderos” emergeríala Mandrágora! Nombre que alude a una plantaherbácea de las regiones cálidas, cuya raíz, tuberi-zada y bifurcada, recuerda la forma de un cuerpohumano, a la que antaño se le atribuían numero-

sas virtudes y se usaba en las prácticas de hechicería.Gómez-Correa recuerda que desde su fundación el azar jugó en la vida

del grupo Mandrágora un rol cardinal, puesto que fue el albur quien juntóa sus tres fundadores durante 1932-1933, y en el Liceo de Hombres deTalca. Posteriormente se les unirían otros literatos y creadores, como EduardoAnguita. Así, a sus primeros encuentros fortuitos en Talca les seguiríanotros en Santiago, lugar -afirma Gómez-Correa- “en donde estudiamosmucho, convirtiéndonos en devoradores de bibliotecas públicas y privadas

Enrique Gómez-Correa. Revista Río ArribaN° 1. Eduardo Klein, Talca 2001.

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El Liceo antes del terremoto de 1928. Archivo Universidad de Talca.

y en donde también terminamos por adoptar una posición común fren-te a los fenómenos políticos, sociales y culturales que se desarrollabanentonces en Chile y en el mundo entero”. Eran tiempos de convulsiones yestertores socioculturales y proselitistas. Había estallado la Guerra CivilEspañola y triunfado el Frente Popular en Francia, España y Chile; VicenteHuidobro editaba la revista “Total”, en la cual los integrantes de Mandrá-gora colaboraron. El trío surrealista realizó un recitalpoético -como primera expresión pública- en el audi-tórium de la Universidad de Chile, el 18 de julio de1938, mismo año en que apareció el primer númerode la revista Mandrágora.

Braulio Arenas edita el libro “Actas Surrealistas” yel poeta talquino (vanguardista de cepa) publica “Poe-sía Explosiva”, piedra angular de la poesía latinoame-ricana y una de las principales voces de la “Américamandragórica”. En Buenos Aires, Enrique Gómez-Co-rrea se encontró con el escritor francés Roger Callois(1939), intercambiando extensas conversaciones so-bre poesía. Posteriormente, Callois vino a Santiago adictar unas conferencias en la Universidad de Chile,ciudad en la que tuvo oportunidad de conocer a Brau-lio Arenas y Teófilo Cid. El vate talquino recuerda que“seguimos hablando de poesía. La Segunda GuerraMundial acababa de estallar. Después recibimos car-tas de Benjamín Péret y de André Breton, quienes nos

manifestaban su simpatía. También tomamos contacto con el grupo su-rrealista belga”. Más tarde -1948- Jorge Cáceres viajaría a París y colabo-raría con el grupo de Breton y al siguiente año lo haría Gómez-Correahasta 1951. “Frecuenté a Breton, a Péret y a todos los poetas y pintoresque por aquellos años se reunían a diario en el Café de la Place Blanche.Mantuve amistad con ellos. El pintor Jacques Hérold desde entonces es mi

gran amigo. También lo fue el genial pintor belga RenéMagritte hasta su muerte”.

En relación a los llamados “cuatro grandes de lapoesía chilena (la Mistral, Huidobro, De Rokha y Neru-da), para Gabriela Mistral pasaron inadvertidos. ConHuidobro compartieron una amistad por largos años yjamás fueron sus acólitos como los tildaban sus adver-sarios. Existía un abismo entre él y Mandrágora. Vicen-te era un racionalista “a outrance”. Asimismo, los inte-grantes de Mandrágora llamaban jocosamente “LosTres Chiflados” a Huidobro, Neruda y a De Rokha. Coneste último igualmente mantuvieron una gran amis-tad, como asimismo con su esposa: la poetisa Winettde Rokha. Mención aparte es el “caso Neruda” (a quientambién alcanzó el Surrealismo, lo mismo que a MaríaLuisa Bombal y a los runnunistas). El y su “coro deaduladores” fueron sus mayores adversarios. “Le ata-camos duramente… Para mí, su poesía era fácil, co-mercial, oportunista, superficial, interesada, incondi-

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PINCELADASCuando llega 1783, Vicente de la Cruz pretendió crear un puerto en el

astillero del Maule y Joaquín Toesca -constructor del palacio La Moneda yotras grandes obras- realizó los planos del Ayuntamiento y la cárcel de SanAgustín de Talca, por encargo del emprendedor Vicente. Asimismo, ya en1786 el Cabildo exteriorizó su deseo de que Talca fuese sede de una Gober-nación y de un Obispado. Poco después la Villa San Agustín de Talca teníasu propio Conde de Maule: Nicolás de la Cruz Bahamonde, que en agosto16 de 1803 adquirió su título nobiliario rematado en Castilla, a través de surepresentante José Alano Valverde y Luxan. Don Nicolás, mecenas del abateilustre, de su propio bolsillo canceló 153 mil 600 maravedises para el títulode ciudad (1796), y 12 mil 800 para el de “muy noble y muy leal”.

Su generoso legado eclosionó el cuatro de junio de 1846, fecha en queel regidor Juan de Mata de la Cruz presentó al Cabildo una caja de platacon el sello real de España, cuyo interior atesoraba un documento que cons-taba de once hojas con la reproducción del Escudo de Armas de la Villa SanAgustín de Talca, concedido el año 1760 por el gobernador catalán y capi-tán general del Reyno de Chile, Antonio de Amat y Junyent, conjuntamentecon el título de ciudad enviado por el aludido Conde de Maule. Su hijo Juande Mata Cruz lo puso en manos de la municipalidad.

Asimismo, el talquino Juan Nepumoceno Cruz y Burgos, gobernador-intendente en los días de rebelión del período de Independencia, guardósagradamente el título de ciudad otorgado a la villa el seis de junio de 1796por real Gobierno de las Españas que regentaba el soberano Carlos IV.

Entonces, los hacendados talquinos son abiertamente partidarios de lamonarquía, no quieren a Bernardo O’Higgins ni ayudan a José Miguel Carreracuando éste estuvo en la ciudad en 1813, al no concederle hombres ni ar-mas. Liberado Talca del dominio godo el once de febrero de 1817, el guerrille-ro José Manuel Borgoño -casado con Mercedes Vergara Donoso- fue electoalcalde y posteriormente al ser nombrado Ministro de Guerra y Marina, susgestiones diplomáticas lograrían que España reconociera la independenciachilena en abril 25 de 1844. Asimismo, las crónicas de la época testimonianque en 1835 un terremoto echó por los suelos construcciones y vidas talqui-nas y hacia 1855 pocos piducanos se enteraron que el profesor, periodista yex regidor Juan de la Cruz Donoso Cienfuegos -pobre y con once hijos-, teníaproblemas de salud. Sin mediar sacudida alguna, el esforzado profesional seprecipitó a la ruina, pues desde una perspectiva económica su periódico ElAlfa -creado en 1845- había sido un mal negocio, además que tres querellasconsecutivas entre médicos residentes repercutió en su espíritu de modo ne-gativo. Cabe señalarl que Juan de la Cruz era sobrino del obispo José IgnacioCienfuegos, amigo de Eduardo Gutike y de su mujer, Carmen Arriagada. Igual-mente, que Gutike luchó en tiempos de la guerra de la independencia alema-na, vino a Chile a ayudar en el proceso emancipador, distinguiéndose en com-bate contra los indios y fue despedido del Ejército por estar “implicado en unconato revolucionario a favor de Freire”.

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cional hasta el servilismo… Asfixiado por su va-nidad, sufría el día que no recibía un homenajepúblico o leía un comentario adulándole…”

Mandrágora mantuvo contactos con intelec-tuales latinos como el peruano César Moro, elargentino Aldo Pellegrini, el mexicano Octaviosy muchos otros, y en Caracas el Teatro Munici-pal exhibió la obra teatral de Gómez-Correa“Mandrágora, rey de gitanos”.

Enrique Gómez-Correa nació en Talca en 1915y expiró en Santiago en 1993. Y con la partida dequien fuera fundador y líder del grupo fue implo-sionando la estrella refulgente del Surrealismocriollo, quedando como legado el “libro secreto”y la alucinante leyenda de la Mandrágora: quehechizó por décadas a América y Europa.

Ejemplar de diario “El Alfa”, marzo de 1848.

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EL INCENDIO DEL COLEGIO DELOS SAGRADOS CORAZONESA las once de la mañana del 27 de Febrero de 1907, la campana del

Cuerpo de Bomberos tañía en angustioso llamado a sus voluntarios. Unvoraz incendio se había iniciado en la iglesia El Carmen, situada enton-ces en la esquina nororiente de las calles Uno Norte y Cuatro Oriente.Según los diarios de la época, el incendio se originó por un descuido enla manipulación de una fragua destinada a forjar estructuras de fierropara reforzar los muros de la iglesia, seriamente dañados por el terremo-to ocurrido algunos meses atrás.

Todo se confabuló para hacer de ese siniestro una catástrofe; el calor yviento reinantes, propios del verano; los cielos, altares y pisos de maderadel templo, fácilmente combustibles; la falta de agua en las acequias, noexistían grifos; y la pobreza material del Cuerpo de Bomberos que sola-mente tenía dos bombas a vapor, de lento accionar, que debieron extraer elagua desde el estero Baeza, perdiendo presión en sus mangueras por ladistancia del lugar amagado. Por tal motivo, el fuego con violencia incon-trolable y por falta de muros cortafuegos, se propagó al edificio contiguo,de dos pisos, ocupado por el Colegio de los Sagrados Corazones de lasmonjas francesas, cuyo frontis ocupaba toda la cuadra de la calle UnoNorte entre la Cuatro y la Cinco Oriente. Al cabo de algunas horas deestériles esfuerzos, solamente ruinas humeantes quedaron del que fueraun prestigioso establecimiento educacional, orgullo de la ciudad.

Relato de Julio Cárdenas Hall, directordel Museo Bomberil “Benito Riquelme”

Caballeros del fuegoDurante más de un siglo desde su segunda fundación por Manso

de Velasco, la fructífera ciudad de Talca hubo de resistir, impo-tente, aciagos y frecuentes siniestros sólo con la ayuda de pre-

carios elementos y la voluntad noble de algunos de sus habitantes. Estossiniestros causaban estragos, dejando una secuela de ruinas y víctimas, loque inspiró a un selecto grupo de lugareños la creación de un cuerpocapaz de luchar organizadamente y con recursos más adecuados contra ladestructiva acción del fuego y en la prevención del mismo. La primitivaidea de constituir un cuerpo de bomberos nace en 1850, fecha en que sepropuso a la Municipalidad su creación, rechazada por falta de fondos. En1860 el municipio autorizó a don Nicolás Lois a comprar hachas, escale-ras, baldes y ganchos que contribuyeran a sofocar incendios, que dada laligereza de las construcciones no eran nada infrecuentes. Esta idea decrear una institución con tales características ya tenía su propia historia enel mundo, por lo cual los gestores de los caballeros del fuego materializa-ron su ideal fundando el Cuerpo de Bomberos de Talca el uno de octubrede 1870. La primavera de este año fue nombrado director capitán donVicente Rojas Labarca.

En sus ya más de 130 años de existencia el Cuerpo de Bomberos de Talcaes dueño de una tradición histórica que ha corrido paralela a los grandesacontecimientos que han tocado a la ciudad. Su labor no sólo se ha centradoen especificidades circunscritas, como la extinción de patibularios incendios,sino que además a una labor social reconocida, llegando a asumir delicadasfunciones cuando la seguridad interna de la nación así lo ha requerido. Entres ocasiones, durante su trayectoria institucional, debió aceptar la difícillabor de resguardar el orden público: durante la Guerra del Pacífico y poste-riormente en los enfrentamientos revolucionarios de 1891 y 1931.

Su vocación de servicio quedó evidenciada cuando la epidemia del có-lera atacó a la ciudad de Talca en 1886. Entonces, con sacrificio y riesgo desus vidas, los voluntarios colaboraron con las autoridades de la época paraauxiliar y sepultar a los millares de víctimas que consumió el flagelo.

Cada temporal, cada sismo, cada tragedia con que habitualmente nosdemuestra su indómita furia la naturaleza en nuestro siempre vapuleadoterritorio, Bomberos se ha hecho presente para ayudar y auxiliar a quieneslo requieren. De este modo, en 1939 llegó con sus hombres a Chillán,después que el terremoto de ese año echó por tierra a la ciudad y a otrasde la zona.

Mencionar la larga lista de hombres ilustres de la ciudad que fueronbomberos sería largo. Sólo basta mencionar a don Salustio Sánchez Car-mona; los hermanos José Fortunato y Vicente Rojas Labarca; Benito Ri-quelme González, fundador del Museo Bomberil y tantos, tantos otros.

Durante más de un siglo esta señera entidad piducana ha sido genero-sa en ofrendar vidas en forma silenciosa e inadvertida para muchos. Así lotestimonia la bitácora institucional que consigna millares de servicios pres-tados a la ciudadanía en misiones de alto riesgo, que tuvieron consecuen-cias fatales para algunos de sus hombres, provocando irreemplazablesmermas en sus filas y dejando a sus mártires suspendidos en la flamaeterna que arde en conmemoración a los caídos en actos de servicio. Elsoporte de Bomberos en el progreso y logros ciudadanos es lo que alcuerpo el espíritu, reflejo de filantropía real y pura que pervive en las sem-piternas tradiciones de entrega desinteresada que son la razón de ser delos caballeros del fuego.

1907: Colegio de los SS.CC. después del incendio.1 Norte 4 y 5 Oriente.

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Recepción a la Tercera Compañía de Bomberos en casa de don Nicanor Garcés. Año 1895. Archivo fotográfico Museo Bomberil.

EL INCENDIO DEL MERCADO CENTRALEl 22 de Septiembre de 1910, la ciudad de Talca aún permanecíaengalanada tras la entusiasta celebración del primer centenario dela Independencia Nacional. El Mercado Central, único centro deabstecimientos, lucía embanderado y guirnaldas tricolores adorna-ban su frontis por la calle Uno Sur, lugar en que estaban estableci-das las mejores tiendas, por lo que se le conocía como el principalcentro comercial de la ciudad.El 22 fue un día apacible. Sentíase un relajamiento en el ambientedespués de la agitada fiesta popular. Al término de la jornada laboral,la mayoría de los talquinos habíanseretirado a sus hogares en busca deun reparador descanso. Faltando mi-nutos para las ocho, la campana delCuartel de Bombas interrumpió laquietud de la noche: una inmensahoguera surgía en una de las princi-pales tiendas del lugar. Pronto el fue-go fue amagando a otros locales, has-ta comprometer a todos los negociosde la cuadra, a pesar de los denoda-dos esfuerzos del Cuerpo de Bombe-ros para contener el avance de lasllamas con su efecto destructor.La causa de tan violento incendio seatribuyó al hecho de que el edificioestaba cubierto por un solo techo, sincortafuegos entre cada local, hacien-do un efecto de chimenea, lo quehizo imposible controlarlo.Ese siniestro de tan graves conse-

cuencias, tuvo la virtud de motivar a las autoridades locales para sureconstrucción y modernización. El primitivo estilo neoclásico con murosde ladrillos a la vista que lucía en sus tres fachadas, fue sustituido porel concepto arquitectónico acorde con la época, que se ha conservadosin cambios hasta el presente. Esta es la razón por la cual la edifica-ción -también destruida por otro incendio- poseyó tal estilo arquitectó-nico y no como consecuencia del terremoto de 1928 (nota del autor).

Relato de Julio Cárdenas Hall, directordel Museo Bomberil “Benito Riquelme”

Formación Segunda Compañìa Cuerpo de Bomberos de Talca,19 de septiembre de 1928. Archivo Museo Bomberil.

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Ecos que el tiempo se llevóIntendencia y Palacio Consistorial en Plaza de Armas, 1900. Archivo Universidad de Talca.

En los inicios de la segunda mitad del siglo XIX Talca era una ciu-dad tranquila, plácida, con calles solitarias, plazas ornadas deverde, claras noches de luna y en el que un hálito romántico

envolvía su arquitectura casi consolidada. La urbe evi-denciaba sesgos modernizadores: la consagración dela Catedral en 1864; fundación del Seminario San Pe-layo, del Club Musical y el Club de Talca en 1868;prolongación de la Alameda hasta el río Claro y lacreación del Club Hípico (actual terreno de Rangers),en 1870; en 1873 emerge la mole del lujoso HotelColón y en 1874 se dota a la Plaza de Armas del ac-tual quiosco de fierro.

Era el período en que llegaba el ferrocarril (1875) y, con él, la expansiónde sus vértices y la aparición de la movilización colectiva de carros desangre. Época -1870 a 1890- en que sus vías y casonas eran dotadas conagua potable y reemplazada la iluminación pública a parafina por farolesa gas. Sin embargo... parecía carecer de”algo”.

CIUDAD CON ESPIRITULa ciudad del trueno no estaba exenta de los condicionamientos socia-

les de la época... como ocurre hoy ¿y siempre? Los dueños de las tierras ydescendientes de los antaño comerciantes, constituían la casta dominantey un linaje patriarcal que encarnaban el espíritu aristocrático que acendra-

ba el distanciamiento entre las generaciones másjóvenes y orgullosas de aquéllas “inferiores”. Elbackground escollo de los dominantes y dominadosno era, empero, marca registrada de los talquinosde entonces ni sus exacerbamientos una rúbrica vis-ceral de estos: en casi todas las ciudades -chilenaso de América- era una ley social implícita. Y estaimpronta coyuntural eclosionó el espíritu de una ciu-

dad condensada en su pasado, y con terquedad Talca fue considerada portradición como una ciudad de abolengo y un poco soberbia.

EL TEATROYa en la era de la Colonia se realizaron a la vera de sus árboles y te-

chumbres de paja o teja, representaciones histriónicas. Basta recordarque en el año 1760, a solo dieciocho años de su fundación, fueron repre-sentadas dos comedias para honrar la subida al trono de heredero de lacorona de España. De igual forma, en el devenir republicano talquino

Estrenado la noche del 15 de agosto de1875, en el palco se encontraba el inten-dente de Santiago, Benjamín Vicuña Mac-kenna. En sus tablas se lucieron la actrizdramática francesa Sara Bernhardt, la incom-parable Pavlova y la compañía Pantanelli.

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existió en el patio del Cabildo un tablado construido en1796 y como una forma de conmemorar y celebrar lostítulos obtenidos por ésta de parte del Rey de España de“Ciudad” y de “Muy Noble”, y de “Muy Leal”. Existeconstancia escrita que se exhibieron tres comedias, consus entremeses, sainetes y loas, en dicho patio del Cabi-do, a cargo de don Nicolás Cienfuegos y Arteaga.

Con tales antecedentes históricos y retrotrayén-donos a este contexto didáctico, varias fueron las per-sonas que visualizaron e hicieron el intento de plas-mar materialmente un espacio que proyectara las an-sias de representar un escenario de la vida. A la mo-notonía colonial sacudida por payasos callejeros queprovocaban curiosidad pública, las compañías de tí-teres con sus personajes ataviados con colores chi-llones estamparon evocaciones memorables a travésde sátiras y comedias regocijantes.

Tal desafío compensatorio de una sociedad enclaus-trada en sus propias limitaciones, estimuló a FranciscoNavarro a organizar un grupo dramático de aficionadosque representaron la obra de Francisco de Quevedo “Elmédico a palos” y la “Escuela de maridos” en un localprovisorio que funcionaba frente al templo de la Merced(1 Oriente con 3 Sur) y don Genaro Silva continuó dichainiciativa erigiendo un teatro de construcción precaria enel año 1860. Después de doce años de funcionamientofue demolido en 1872. Posterior a estas incipientes ini-ciativas, así como el fallido intento municipal de 1861, elliderazgo y gestiones del intendente Ursicinio Opazo Silvalogró recolectar dinero -colectas y empréstitos- para ha-cer realidad la obra de construir un teatro. Utilizando

planos del teatro de Quillota, el arquitecto Ricardo Brown levantó -por fin-una infraestructura de cal y ladrillo, teniendo en su centro una lámpara degas y aposentadurías adquiridas en Europa. Era el año 1875.

ESTRENO Y GRANDEZALa inauguración del teatro Municipal de Talca tuvo una relevancia so-

cial y artística con ribetes de una revolución trascendental para la ciudad ytal efervescencia era legítima, considerando que era el segundo que exis-tía en el país (el otro estaba en Santiago) y el orgullo de los talquinos fue“bombardeado” por las afirmaciones mordaces y descalificatorias de otrasciudades del país: Valparaíso exigía que dicho coliseo lo entregasen a losratones para que “den cuenta de sus decoraciones” (europeas, por cierto),y Chillán y Concepción nos motejaban -a través de la prensa- de ignoran-tes en materia artística.

Arbitro de también otra álgida polémica -la de inaugurarlo con una óperao zarzuela -en la que no pocos talquinos tenían familiares en París y desea-ban darle ribetes de “la belle epoque” y de aquellos que pensaban que nosatisfacía la comprensión del público-, don Benjamín Vicuña Mackenna quefue compañero de celda de un gringo similar a un Buffallo Bill made in Talca,llamado Souper, zanjó las diferencias optando por el género ligero, más ac-cesible a todo público y a la raigambre hispana de las piezas teatrales.

No hay que olvidar que la noche del estreno -además de entregar per-gaminos y medallas recordatorias- Benjamín Vicuña Mackenna pronuncióun discurso con su peculiaridad típica: “Era muy lengüetilla, pero no enti-biaba”, según Benito Riquelme. Como tampoco a José Luis Borgoño -regaló el telón de boca- quien siendo talquino residió en Valparaíso; a donEpaminondas Donoso -trajo a la compañía Jacques y Mateos-; y a don

Diego de la Cruz y varios más.La prensa exhortaba a talquinos y habitantes de pueblos vecinos a cola-

borar al magno evento de su inauguración y la editorial del diario La Opinióndestacaba: “¿Acaso la rica Talca, la populosa Talca, la orgullosa Talca, latercer ciudad de Chile, la que tiene el segundo coliseo de la República secree capaz de sostener una compañía y dar vida a su hermoso teatro?”.

Talca se vació a la calle el día de su inauguración. La Intendencia y laMunicipalidad tenían su palco a la manera francesa, es decir, a ambos ladosdel escenario. La noche del 15 de agosto de 1875, el Teatro Municipal, conuna lámpara instalada por el “gringo” Augthon al centro de la platea (po-seía ciento treinta y tres luces a gas de fino cristal al estilo de la ópera deParís), 700 personas en los palcos, 400 en la platea y 700 en la galeríacolmaron sus aposentadurías. Cómodamente arrellanado en el palco seencontraba el intendente de Santiago Benjamín Vicuña Mackenna. Así na-ció a la vida el Teatro Municipal de Talca con el estreno de la obra “Conquis-ta de Madrid”. Con posterioridad se harían presentes la Compañía de Dra-mas y Comedias de Velasco y la famosa Compañía Pantanelli.

Los flirteos en sus pasillos y las miradas insinuantes fueron parte delglamour de la época. En sus tablas se lucieron la actriz dramática -y divade aquel entonces- francesa Sara Bernhardt, 1886; la incomparable Pavlo-va y la española Marcelina Cuarenta y tantos otros personajes célebres.

En sus estertores agónicos quedó abandonado como cine de barrio,dando su última función en 1963. Y seis años después el desquicia-miento de los hombres no dejó piedra sobre piedra. La orgullosa Talcaperdió un preciado eslabón con su pasado glorioso y el majestuoso tea-tro bajó para siempre su telón.

Ejercicios del Cuerpo de Bomberos en Uno OrienteCuatro Norte, 1895. Museo Bomberil.

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E s un remanso de paz y a la vez una especie de imagen holográ-fica que traslada al pasado. Un vértice de encuentro con ángulosde nuestra historia. Ubicada a nueve kilómetros de Talca por el

camino a San Clemente, se encuentra el “bosque con zorzales” (“Huil-qui”, zorzales, y “lemu”, bosque, en lengua mapuche). Es la Villa CulturalHuilquilemu “Hernán Correa de la Cerda” perteneciente a la UniversidadCatólica del Maule, casona con más de 140 años de historia, construidaen adobe tendido, tejas, gruesas maderas y rodeada de un parque dotadode exóticos vegetales. Sus enormes ventanas proporcionan iluminación yventilación a sus extensas piezas. Posee un parque contiguo dotado degigantescas y longevas secoyas, típicas araucarias, frondosos cedros, aro-máticos magnolios y espigadas palmeras, creando un minibiotopo esplén-dido, frondoso e inspirador.

HISTORIALa primera merced de Huilquilemu fue otorgada en 1630 al capitán Die-

go de León.Tras una sucesión de propietarios la merced fue adquirida por elrico minero Bruno González Julio, quien erigió la casona en 1870. Poseedorde minas de oro y plata en el norte, este acaudalado empresario materializóuna vivienda que no es sino muestra generosa de la clásica casa chilena decampo. Personaje notable en la sociedad del siglo XIX, Bruno adquirió estastierras como lugar de solaz y descanso, para “parar” cuando se dirigía a lahacienda de Mariposas. El parque centenario maravilla con sus vegetalesexóticos: cedros del Líbano, sequioas, palmeras, magnolios.

La casa, de amplios corredores, permaneció en el olvido durante mu-cho tiempo. En 1967 fue expropiada por la Corporación de Reforma Agra-ria, hasta que Hernán Correa de la Cerda (fundador de la villa y entonces

Huilquilemu: villaincrustada en el tiempo

director de la sede Maule de la Pontificia Universidad Católica), visionaria-mente oteó la posibilidad de hacer de ella un museo. En 1975 se iniciaronlas gestiones para comprar la casa, que en aquel entonces albergaba a uncolegio, lográndose tal objetivo, en cuya remodelación y acicalamiento res-taurador participaron personas, instituciones y el Gobierno a través de laIntendencia y Gobernación, proyecto que integra armónicamente las tra-diciones, la naturaleza y las expresiones humanas.

EXHIBICIÓNDe entre la variada gama de atracciones que brinda la hacienda, resal-

tan el restaurante “Mesón de Rugendas”, rincón en el que se puedendegustar platos típicos en un ambiente que recuerda la figura del pintor.

El Patio de España, formado por naranjos regados a canal abierto, encuyo centro hay una pila con surtidor de agua, resaltan una colección detinajas, un antiguo alambique para destilar alcohol y perfumados naran-jos. También destaca un busto confeccionado en cemento del segundofundador de Talca y Conde de Superunda, José An tonioManso de Velasco.

El Patio de América, símbolo de las raíces aborígenes, en donde hay ins-talado un texto del historiador Jaime Eyzaguirre sobre Isabel la Católica.

El Patio de la Ciencia, en homenaje al Abate Molina –tan desconocido porla mayoría- y en una de cuyas salas se muestra un antiguo laboratorio para laenseñanza de la química y física, que perteneciera al ex Seminario San Pelayo.

La Sala Mayor del Museo “Obispo Manuel Larraín”, la que ostenta eldocumento que contiene una bendición especial para los visitantes departe de Su Santidad Pablo VI.

En su centro está la pila bautismal donde fue bautizado el prócer Ber-nardo O’Higgins. Mención especial merecen las cabezas talladas en made-

Diez kilómetros al oriente de Talca se levanta la antigua casa patronal de Huilquilemu.

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De principios de siglo: carruaje victoria que en una época ya ida se desplazó por calles y caminos de esta región.

ra y complementa con vestimentas que les dan un aspecto natural, en unarecreación de la Ultima Cena, espectáculo que presenciado a la débil luzde una vela -montaje escénico- acústico en semipenumbras-, estremece alespectador (la voz solemne paraliza: “Yo soy la vid, vosotros los sarmien-tos..) Y hay libros, muebles, artesanía, objetos mapuches, pascuenses, es-critores, poetas; en síntesis: historia, arte, redención espiritual, piezas des-membranadas del puzzle de nuestra propia situacionalidad proyectadasdesde una “actualización hipnóticos para la mente y el cuerpo, un viaje alpasado…tan cerca nuestro”.

Suspendidos, haciendo gala de una colosal explosión de colores y for-mas, existen los llamados murales de Sevilla. Pintados en 1928 para laexposición de Sevilla, España. Cuatro murales en óleo sobre tela del pintormolinense Laureano Guevara y dos de Arturo Gordon, los que fueron exhi-bidos en España representando a Chile y que posteriormente fueron des-tinados al Museo de Talca, el que por razones de espacio los pasó encomodato -1977-, a la villa, pero que aún son de propiedad de la Direc-ción de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile.

REFLEXIONESApacible, de otro tiempo, relajadora, sencilla, fresca, oxigenadota es la

Villa Cultural Huilquilemu “Hernán Correa de la Cerda”. En nuestras pupi-las quedaron adheridas, incrustadas, las imágenes del palio o baldaquinocon el sillón episcopal que perteneció al obispo Manuel Larraín, sobrena-tural “aparición” de la Ultima Cena, el taller de bordados, la enorme Arau-caria en el Patio de la Ciencia, las tinajas, los murales, y la galería depoetas maulinos: Januario Espinoza, Jorge González Bastías, Pablo deRokha, Mariano Latorre, Pablo Neruda, Lautaro Yankas, Eduardo Anguita,Carlos Acuña, Raimundo Echevarría y Larrazabal, Manuel Francisco MesaSeco, Augusto Santelices, Jerónimo Lagos Lisboa y Max Jara.

Asimismo, destaca una interesante colección de libros históricos y reli-giosos, la mayoría de los cuales pudieron ser donados gracias a las gestio-nes del historiador y arzobispo de Talca, Ernesto Rivera. También se exhi-ben los murales pintados por Arturo Gordon y Laureano Ladrón de Gueva-ra para el pabellón de Chile en la exposición de Sevilla en 1930.

Al traspasar el portón de fierro de la villa se abandona un mundo y sepenetra en otro, bullicioso y acelerado, que contrasta con la apacibilidad ysilencio de este "Bosque de zorzales", un patrimonio cultural de Talca y laregión, que no sin razón ha sido denominado "fuerte de cultura", en quese hace realidad la aventura de reconciliar al hombre con su historia, lanaturaleza y la religión.

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1900: Carreta transitando por San Juan de Dios (Dos Sur).Archivo Javier Pinedo.

Esos efervescentesrecuerdos olvidados

En el arcón de los recuerdos de los más viejos yacen calesas, berli-nas, rechinantes tranvías, tertulias, trompos, palitroques, fiestasprimaverales y pregoneros extintos. Así, perdidos en la noche de

los tiempos se encuentran partes de nuestro idioma, una vasta diversidadde carromatos, pasatiempos, costumbres y personajes, algunos de los cua-les sólo eventualmente emergen como curiosidades un tanto excéntricas.Y es que el hoy, el ahora, semeja una sumatoria sinérgica cuya evidenciaes más que cada una de las partes que lo han conformado. Así, en laerupción de acontecimientos que enfilan hacia el infinito apenas percibi-mos diminutas oquedades en las que se filtran algunos de sus incompletostrazos: una fecha, un rostro, una palabra, un escenario, llovizna de sensa-ciones hápticas, gustos y olores. Porque aunque privilegiemos nuestraspersonales proyecciones, ¡qué agradable es subir al ático de los recuerdosen ocasiones, empinarse y curiosear¡ Para que en la travesía vayan eclosio-nando grandioso, nimiales, presentidos, arrellanados, imprevistos, en cu-clillas, desmembranados, sudorosos y dislocados todas aquellas imágenes,recuerdos y vivencias que cual improntas, nos han moldeado.

CARRUAJESEra frecuente que hacia 1880 los campesinos que llegaban a Talca con

sus animales de carga, carretas y caballos pernoctaran en la posada “LaHiguera”, emplazada en Cinco Oriente Uno y Dos Norte. De igual forma ycasi colindante a ésta, en Cinco Oriente esquina Dos Norte (actual Gimna-sio Municipal) existió otro hospedaje de renombre: “La Posada del Pa-rrón”, donde se brindaba una atención similar a la de un hotel de hoy endía. Entonces, la Peluquería Mascaró -que en sus inicios fue también alma-cén y donde se efectuaban extracciones dentales- publicitaba con viveza através de un letrero este curioso eslogan: “¡Alto! El chileno se afeita y secorta el pelo y se lo lleva en burro a su casa”. Así, a finales del siglo XIX

también era muy conocida la Plaza de los Burros, situada en 14 y 15 Orientecon Ocho Sur, donde actualmente hay un liceo, lugar al que arribabancomerciantes provenientes de la zona precordillerana -como San Clemen-te-, del sur y de la costa -Constitución, Iloca- en mulas y burros. Alrededorde esta plazoleta bullían los negocios y locales comerciales que brindabanalojamiento, así como chicha y vino en recipientes, a sus sedientos y can-sados huéspedes. Finalmente, la Alameda talquina cobijaba con sus fron-dosos árboles, fondas y albergues a los viajeros provenientes de Curepto ydel litoral norte de la región. Luego que la Posada y Café Santo Domingo -emplazado al surponiente de Talca- vino a menos la gente acomodadasintió la necesidad de reunirse en un sitio exclusivo. Así nació el Club Talca,en 1868, en la calle Cruz (ocupando el mismo lugar donde se sitúa hoy),en la casa que para estos efectos se compró a Juan Antonio de Armas. Fueel gran suceso del año y en 1872, fecha de aprobación definitiva de losestatutos, los socios llegaban a 270" (Óscar Pinochet de la Barra, RevistaUniversum Nº 17 -2002, pp 200-201).

En la avenida Beaucheff, frente al Parque Cousiño, practicaba el talqui-no Luis Alberto Acevedo, entusiasta integrante del club ciclista “Estrella deChile”. Atraído por la aviación que por ese entonces daba sus primerospasos, sus ilusiones se estrellaron por la falta de dinero para viajar y reali-zar estudios en Francia, por lo cual vendió su bar ubicado en los bajos delantiguo Teatro Santiago para pagar el viaje a la Escuela Bleriot de Etam-pes. Recibió su brevet y adquirió un aeroplano con ayuda de amigos hastallegar a Chile en 1912 y tender sus alas sin cansancio, primero en el Par-que Cousiño, luego en el Club Hípico y en Batuco, hasta efectuar vuelospor todo el país. Un día se supo que el aviador argentino Macías se habíaelevado a 3.000 metros y se prometió superarlo elevándose a 3.680, conlo cual batió el récord sudamericano de altura. Era el top ten de la aviaciónchilena. Anunció un raid Concepción-Santiago y temiendo una falta debencina agregó otro depósito al aeroplano. Frente a San Pedro, una multi-tud alborozada lo vio elevarse el 13 de abril de 1913 hasta perderse sobreel ancho Bíobío. Su Bleriot cayó al agua, quizá por una falla de motor o porel peso del estanque de bencina agregado. Su muerte repercutió en elcorazón de Chile. Sólo fantasmas deambulando por tendones de mi inte-lecto que no quedarán sepultados en un cúmulo de oscurantismo por ha-ber sido proscritos de todo apunte secular.

A la actual ciudad de Talca, los primeros carruajes históricamente men-cionados en antiguas crónicas o conocidos por relatos orales arribarondurante la Colonia desde Santiago y del viejo continente, para formar par-te del “glamour” de las familias más aristocráticas de la segunda mitaddel siglo XVIII y gran parte del XIX: del Solar, Donoso, Parot, Cruz, Meza,González y otros.

En las otroras gramíneas calles talquinas se desplazaron imponentes, ycomo reflejo de estatus social, diligencias, calesas, victorias, berlinas, ca-rrozas, coches y tranvías tirados por caballos, hoy silenciados por los esca-pes y ruidos de miles de vehículos motorizados.

JUEGOSEn el Talca del ochocientos y primera mitad del novecientos, los lugares

de interacción social eran una necesidad fundamental, como lo son hoy laluz o la televisión, en los que brotaban y se expandían diversos juegos, diver-