104273045 Homenaje a Conrado Eggers Lan

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    HOMENAJE A

    CONRADO EGGERS LAN

    El 7 de septiembre se realiz en la sede del Instituto un homenaje a

    Conrado Eggers Lan. Bajo la coordinacin de Catalina Pantuso, ex-

    pusieron Victoria Juli, Armando Poratti y Jos Pablo Martn. A con-tinuacin se exponen sntesis de la desgrabacin de sus exposiciones.

    misos vitales fue nuestra realidadlatinoamericana. Un afincamiento quefue ganando conciencia en la medidade su crecimiento personal, intelec-

    tual y poltico.En la dcada del 50 fue funda-dor de la revista cultural Semirrecta.Una empresa juvenil en la que l pusomucho trabajo, mucho amor y muchasexpectativas. Una revista cultural leg-timamente ambiciosa. Receptora devanguardias literarias, estticas,filosficas, pero tambin conser-vadora de valores culturales en quese nutren las verdaderas vanguar-dias. En uno de los primeros nmeros

    publica un artculo, Qu es laverdad?.Tambin en su primer ao de

    esta revista, a travs de un artculo deMaria Eugenia Valenti, se da cuentade la obra de Simone de Beauvoir,conocida en nuestro medio. Ellatambin supo de hacer del pensa-miento clsico un instrumento

    Este tema es demasiadovasto como para que lo aborde enmedia hora. Por eso mi exposicin se-r sobre la recepcin del pensamiento

    clsico en Amrica Latina tal como seencarn en la vida y en la obra deConrado.

    Como primer rasgo vital de sutrayectoria, quiero sealar su co-herencia. Esto podra parecerextrao, tratndose de quien ha teni-do tantos cambios en su vida. Peroestos cambios corresponden a unaprofunda coherencia con su compro-miso con la verdad. Cmo sercoherente en un mundo que cambia.

    Cmo sostener una coherencia a lolargo de la vida siendo como somos,seres cambiantes. La tensin trgicaentre desear y poseer, entre pensar yhacer, entre proyectar y realizar, hasido vivida intensamente porConrado.

    El punto de apoyo para desa-rrollar su ensamiento sus com ro-

    El p ensam ien to c ls ico en Amrica Latina

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    esencial para la comprensin de lasdramticas circunstancias de la Europaen que le toc vivir, atravesada por dosgrandes guerras. Esto se hace patentecomo concreto testimonio de vida y dacuenta de una identidad sellada con laentrega de la vida.

    Conrado Eggers Lan hizo delpensamiento clsico su instrumento, perodesde sus aos tempranos supo que su

    suelo de arraigo era ste, el suda-mericano. Ya en los aos 50 daba a leer asus alumnos en el colegio secundarioHistoria de una pasin argentina, deEduardo Mallea.

    La comprensin de la transcul-turacin opresora en Simone de Beauvoires fundamental, porque tal muestra decolonizacin traiciona la posibilidad deuna legtima integracin cultural. Unacomprensin anloga respecto denuestra situacin latinoamericana se

    halla en el testimonio de Conrado. En elmismo nombre de Latinoamrica, oHispanoamrica, est el sello de unacolonizacin brutalmente fctica, perotambin idealmente proyectada. Estamosante un resultado y ante una tarea, l losaba: recuperar races y administrar unaherencia.

    En 1955 viaja a Alemania y resideen Heidelberg, donde conoce a Gadamery completa su formacin, perfeccionandosu formacin filolgica. l saba que esta

    formacin no se completa nunca, es unpermanente aprendizaje y una perma-nente prctica.

    De Alemania vuelve nutrido por latradicin europea, pero tambin vienecon la confirmacin de que la miradalatinoamericana exige repensar heren-cias y tradiciones. Supo tomar de Europatodo lo que le poda dar, la conciencia dequerer llevar hasta el extremo el rigorcientfico propio de la disciplina quepracticaba.

    Su primer trabajo universitario asu vuelta fue en la Universidad Nacionalde Tucumn, donde dict en 1958 His-toria de la filosofa antigua, historia de lafilosofa moderna. All produjo su primerartculo especializado, que public en larevista Humanitas, una revista quetambin merece un homenaje.

    El artculo fue precisamenteHerclito. La imagen del ro, mas all dediscusiones filolgicas, est defi-nitivamente vinculada con este filsofo

    que tanto admir Conrado, que tanto losedujo y lo atrajo. Es el filsofo de lapermanencia y el cambio, de la unidad y lamultiplicidad. La vida es ese ro, mltiple yuno. En estos trminos se puede abordary describir la vida y la obra de Conrado.

    El par de nociones heracliteanas

    que l encarnaba en su magisterio eranlas de unidad y multiplicidad. La profundaunidad que articula los miembros de esamultiplicidad.

    En 1962 accede a la titularidad dela ctedra de historia de la filosofaantigua en la UBA y se acrecienta suproduccin escrita. De ella me interesamencionar su introduccin histrica alestudio de Platn, un trabajo de 1965, y la

    edicin comentada del Fedn de Platn.La introduccin al estudio de Platn es unlibro que no ha perdido vigencia, queensea a ubicar la produccin de unfilsofo en su contexto histrico cultural.

    Conrado es un representanteautorizado de los crticos del pretendidomilagro griego. Grecia la clsica, laluminosa, no fue un milagro, fue una tareaduramente consolidada. Con ladosluminosos y tambin con lados oscuros yhasta muy oscuros.

    De la edicin del Fedn meinteresa comentar que es el lugar dondeplasma por escrito de una manerasistemtica su lectura de la teora de lasideas de Platn. Una lectura en esemomento revolucionaria, hasta escan-dalosa, que bajaba del nivel supra-celeste, de la teora de las ideas, a laexistencia, no como lugares anquilo-sados y de una permanencia perfecta yabsoluta en un mundo idealizado, sinocomo metas de los autnticos esfuerzos

    en pos de la verdad, de la justicia, de lacomprensin de un orden poltico quediera lugar a la plena realizacin de lasposibilidades del ser humano.

    Vienen despus los aos 70, consus luces y sus sombras, terriblessombras, Los primeros aos estabanmarcados por la esperanza. Crece sucompromiso poltico con lo que l viva -como muchos de nosotros- como elmovimiento nacional por antonomasia. Yempieza a tomar forma ms especfica en

    lo terico y en lo acadmico unapreocupacin que estuvo siemprepresente, pero que parece en esemomento haber llegado a la madurez ensus planteos: el problema de laneutralidad tica y poltica de la ciencia.

    Eso, quizs, desde su lugar dedocente e investigador, hubiese podidoser su aporte ms lcido para una polticacultural enmarcada en un proyectonacional. La destruccin de nuestracultura, los estragos que hizo a nuestra

    vida, la vida cultural, el golpe de Estadodel 76 y sus secuelas, prcticamentecort este trabajo, que despus l retomrei teradamente porque era unapreocupacin constante.

    Entre las obras de esos primeroscinco aos de la dcada estn las edi-HO

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    ciones comentadas de la Apologa deScrates y un texto que nos ense amuchos -y sigue enseando- a leer conprolijidad un pasaje muy difcil de laRepblica de Platn: El Sol, la Lnea y laCaverna, de 1975.

    En marzo del 76, poco despus,viene su separacin de la ctedrauniversitaria. Lo sac la intervencin

    militar en la Universidad, que en el repartohaba correspondido a los marinos.No interrumpi su produccin.

    Fue ah donde inici la tarea detraduccin de los fragmentos de lospresocrticos. Slo su familia y el crculoms cercano de sus amigos puedensaber lo que fueron esos aos, eldesencanto y el sufrimiento.

    Los 80 lo encuentran todava en laArgentina. Pero en 1981 se reabrieron laspuertas de la UNAM de Mxico y march

    al exilio, cuando ya realmente le eraimposible la vida en nuestro pas. Lahospitalidad de los mexicanos significpara l realmente un renacer. En elInstituto de Filologa Clsica encontr elreconocimiento que antes del exilio le fueretaceado entre nosotros...

    l advirti claramente que no sepoda hacer historia de la filosofa antiguasi no se haca historia de la matemtica,de la astronoma, de la medicina, es decir,de todos esos saberes que se estabanorganizando sistemticamente en laGrecia del perodo clsico.

    En esos aos en la UNAM pusolas bases de lo que habra de ser laSociedad Internacional de Platonistas ytambin de la realizacin peridica de lossimposios platnicos, de alta calidadacadmica y de jerarqua mundial, que sesiguen celebrando. Precisamente elprimero se celebr en la ciudad deMxico. Tambin ah encontramos esasntesis entre la herencia clsica y elsuelo latinoamericano.

    En 1984, el regreso. No le fue fcilrecuperar su ctedra. Intereses ajenos alo acadmico, sabios en sobrevivir,hbiles en realineamientos oportunos,interpusieron muchos obstculos en sureivindicacin. En 1985 recin sereencuentra con la prctica docente en laUBA. En 1986 publica en Madrid sutraduccin comentada de La Repblica,

    en cuya introduccin se advierte una vezms ese compromiso poltico profundo. Yen el ao 88, la creacin de la revistaMthexis, una empresa en la que pusomuchas expectativas, mucho trabajo ymucha mala sangre, tambin. Inclusoporque quienes lo acompabamos nosiempre podamos seguirlo con el ritmoque l impona. Puso tambin gran

    empeo en la preparacin del volumen 6que representa la recepcin del debatesobre las doctrinas no escritas de Platn.

    All participan platonistas im-portantes que dan cuenta de lasopiniones encontradas sobre este marcopara el estudio de la filosofa de Platnque instaur la llamada escuela deTuringia.

    Su ltimo libro fue El nacimientode la matemtica en Grecia, de 1995. Sulectura de Platn haba ido creciendo en

    matematicidad. Recuerdo que una vez enuna reunin de ctedra coment: yo nos si realmente en el frontispicio de laAcademia platnica figuraba la pres-cripcin 'no entre quien ignore geometra'.De lo que s estoy seguro es que quienignore geometra no puede entender aPlatn. Cuento esta ancdota porque dealguna manera ilustra la importancia deeste texto que no se aprovechademasiado en la enseanza universitariade la filosofa platnica, quizs por lasdificultades intrnsecas de su lectura y porla aplicacin de ciertos principiosmatemticos en la lectura y el tratamientode Platn.

    Finalmente, quiero hablar de ladcada de su ausencia. Voy a mencionardos breves textos de Herclito y deParmnides. El fragmento 34 de Herclitocita un proverbio que habla sobre lossordos. Dice: de ellos da testimonio eldicho: aunque presentes, estnausentes. Y el fragmento 4 de Parm-nides dice: Fjate cmo cosas ausentesestn firmemente presentes para lamente. Hay una presencia que es au-sencia, pero hay ausencias que puedenvolverse presencias. Y la ausencia deConrado est de este lado, de lasausencias que son presencias.

    Victoria Juli

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    l lograba hacer sentir a los otrosesta pasin filosfica y existencial, estaconmocin, aunque de entrada no se lacompartiera, porque pona ante el oyenteese espectculo extrao -y tal vez untanto obsceno- de un tipo filosofando. Yesto lo demostraba corporalmente.Quizs otros slo ponen en publico losresultados o simulan pensar en pblico,como artilugio retrico o psicoptico, oaunque vean conmovida su seguridad nose apartan facialmente de ella. Conradoen cambio actuaba sus dudas en formaespontnea.

    Eso haca que sus clases fueranaparentemente ininteligibles. Otra de susgrandes vanidades era que el nicobochazo en su carrera haba sido en lamateria didctica, y que estas clasesestuvieran siempre pobladas y fueran elfenmeno despertador de entusiasmos yvocaciones ms notable en la facultad,que yo conozca.

    Para muchos alumnos, Antiguaera la experiencia de un primer encuentroverdadero con la filosofa. Jos Pablo va areferirse al Conrado poltico y cristiano,que es una conjuncin natural porque fuedesde su cristianismo militante, en laantpoda de toda comodidad y certeza,que su misma profundidad haca que seviera traspasado por todos los cuestio-namientos, no solamente intelectuales.

    Y ese cristianismo militante, queintuyo era bastante heterodoxo, en unprimer momento lo haba puesto en ellado del antiperonismo, y luego lo colocen la militancia peronista de los 60 y 70,donde se jug con coraje personal. Unamilitancia que en algn momento pudecompartir y que luego le cost la ex-pulsin de la ctedra y la prohibicin detrabajar, y luego el exilio.

    Su verdadero exilio, como tam-bin se ha dicho, fue el interior, en supropio interior, en su propia subjetividad.

    Primero ese exilio interno en CarlosCasares, obligado a no trabajar, a no darclases. Reducido casi a la miseria, tieneque optar entre el prestigio, el dinero de labeca Humboldt, o ir a Mxico. Elige ir aMxico por la posibilidad de dar clase.

    Como ya dijo Victoria, en Mxicotuvo un reconocimiento que en la Argen-tina ni antes ni despus haba obtenido.Solamente se quejaba de que no habaprevisto en sus alumnos el ser nacionalazteca. Nadie le haca ninguna pregunta,

    y entonces extraaba terriblemente a losalumnos argentinos.

    Recuerdo, antes de irse, una vezque fue a almorzar a mi casa... est-bamos con mi mujer y lo recibimos a lasonce de la maana y se fue a las siete de

    la tarde. Haba venido a preguntar si unaamiga nuestra an tenia el pao y lasastrera porque necesitaba hacerse untraje barato, porque no tena con qupresentarse en Mxico.

    En aquella charla justamente sehabl de la depresin que le signific laimposibilidad de dar clase. Lo pona comotema central y con pensamientos que casitenan en algn momento un velo suicida.Como una puesta a prueba de Dios sobresu misin en la tierra. Si no poda darclase, esa misin estaba agotada.

    Por supuesto, la dimensinpoltica estaba plenamente puesta en laenseanza y en la ctedra. En algunosperodos de su actuacin entre el 62 y el76, y luego de su exilio de los 80, diotambin sus batallas en la poltica univer-sitaria, aparte de su actuacin tambin enla poltica extra universitaria.

    En 1973 fue director de la carrera,con bastante ingenuidad poltica. Ahrenuncia con Ottalagano. Retorna a laFacultad en democracia, a una facultadrealmente querida. Pero su retorno seprodujo no sin chirridos de parte de lasestructuras oficiales de la Facultad.

    Las batallas de los 70 eran ticas,pero las de este segundo perodo son lasde declarar su amor por la enseanza, yen la Facultad fueron seguramente lasque ms lo amargaron. Recuero que mecont que estando todava en Mxico, enel 84, lo va a ver el decano de Filosofa yLetras, Rodrguez Bustamante, y le dice:si quers volver a la Facultad, volv, peroeso s, nada de hacer poltica; y agregaConrado: volv a frer papas.

    La poltica estaba presente en susclases, no slo por momentos, como laclase convertida en expresin de suconmocin al enterarse, entrando en laFacultad, del Cordobazo. O con perma-nentes decursos a la realidad Argentinaen pleno desarrollo de su clase, o

    verdaderos manifiestos desde la ctedray tomas de posicin pblica.

    Su militancia poltica entraba enforma orgnica en su pensamientofilosfico. Si recorremos sus obras del 60y del 70, hay 5 libros por lo menos que hoyson inencontrables. Cristianismo, Marxis-mo y Revolucin Social, Cristianismo ynueva ideologa, Peronismo y estruc-turas, Peronismo y liberacin nacional...

    An en sus publicaciones msintensamente eruditas y al parecer mas

    especficas se vea su preocupacin porlos enfoques, los nfasis y los problemas.Era consciente de que producir literaturapara consumo internacional solo podadarse desde una muy determinadasituacin latinoamericana y de Argentina.

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    Tal vez esto desde afuera no seatotalmente visible, pero s si se conoce lacorriente general de la falta de produccinde filosofa antigua y adems, en mi caso,puedo decirlo como colaborador dectedra y amigo personal que podaseguir la gnesis de su pensamiento.Podra por lo tanto decir qu puntos defilologa o de matemticas que parecen

    tan especficos estn sin embargoformando parte de un tejido que respondea una incitacin determinada, que erasiempre una incitacin concreta y situada.Es relativamente fcil hablar del Conradoprofesor, lo difcil es hablar del Conradojefe de ctedra y maestro. Por lo pronto,como jefe de ctedra se ocup de laformacin permanente de los miembros:trabajo permanente de investigacin, deestudios, o la generacin del centro deestudios de filosofa antigua en lafacultad.

    Para esto vuelvo a las ancdotaspersonales. l estaba en Casares, en lachacra con sus 8 hijos: haba ido all paratener leche y verduritas para alimentarlos.En el ao 73 fui en auto a entregarle unamonografa y nos quedamos a pasar elda. En el momento del almuerzo meencontr inesperadamente con unaescena: nosotros en el medio del campo,con las ventanas abiertas, los animales,las vacas, los toros, y una largusimamesa dividida en dos secciones, una en laque se hablaba y se tomaba vino, y otraen la que no se hablaba ni se tomaba vino.Conrado que abre y cierra el almuerzobendiciendo la mesa cantando cantogregoriano. Despus vinieron loscomentarios con los hijos -algunos de loscuales vuelvo a ver su cara hoy porprimera vez despus de ese da- acercade las exigencias, de la autoridadpaterna.

    En la ctedra, con respecto a losalumnos, Conrado rechazaba la idea deaparecer como una figura de autoridad.Daba la mxima amplitud intelectual ypersonal y una exigencia de inde-pendencia hacia el alumno... hastaprovocativa. Pretenda hacerle un lugarde participacin activa a los alumnos. Losalumnos tmidos que quedaban muyimpresionados. Se quedaban callados.

    Esa imagen daba, esa dobleimpresin de familiaridad, de profun-didad, y por otro lado de exigencia, erancaractersticas que parecen poco

    conjugables o contradictorias. Conradodaba mucho en el terreno intelectual, peroexiga demasiado. Tanto por perfec-cionista como por posesivo. No era slo la

    exigencia intelectual, sino tambin lapersonal, y esto a la larga jug en sucontra.

    Conrado es tal vez el nicoprofesor que form escuela. Todos losque trabajamos en filosofa antiguasomos de un modo u otro descendientessuyos, en primera o segunda generacin.Pero as como formaba mucha gente,

    perda mucha gente. No era fcilquedarse junto a l, con esta exigenciaque pasaba de lo acadmico e intelectuala lo personal. No era fcil colaborar yconvivir con Conrado.

    Para m sigue siendo clave laactitud hospitalaria y severa, que tieneque ver tanto con la rigidez personal comocon la seriedad y la pasin de su preguntafilosfica y vital.

    El filsofo dedicado a la filosofagriega supo dejar, adems de susdiscpulos y sus libros, dos grandeslegados de alcance internacional: lasociedad internacional de platonistas,que tena su sede en Mxico, y Mthexis,que se transform despus de su muerteen Revista Internacional de FilosofaAntigua.

    El pensador y militante polticoEggers Lan, adems de una trayectoriaque hay que recordar, dej escritos quedeben ser urgentemente recuperados yrevisados, una tarea que me propongo einvito a quienes quieran sumarse, parahacer de ellos una lectura actualizada yrelanzarlos a la circulacin. Tienen laimpronta de la poca y mucho que res-catar, pero sobre todo el ejemplo de unpensamiento siempre crtico y muchasveces heterodoxo, de alguien que nunca,ni en los 70, ni en los 80, ni en los 90,reneg de su peronismo ni claudic en sulealtad a Pern.

    Valdra la pena hacerlo tambinpara que sus descendientes acadmicos,sobre todo los jvenes de inicio noperonista, sepan por qu hasta hoy -ypese a que se lo cita como prcer de laUniversidad de Buenos Aires- proveniracadmicamente de Conrado siguesiendo un estigma. La dictadura del 55 enla universidad no ha terminado todava.No s si con lo que he dicho pude recordaral personaje a quienes lo conocieron yacercarlo a quienes no lo conocieron. Esun personaje con quien los que loconocimos seguimos dialogando. Ese esel mayor elogio. Muchas veces seguimos

    pelendonos por l.

    Armando Poratti

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    Conoc a Conrado Eggers Lan enel Congreso de Filosofa de 1980 y desdeese momento nos uni el estudio y el a-precio de los clsicos griegos. Unasegunda oportunidad de ahondar ennuestras relaciones se produjo cuando en

    1988 decid llevar a trmino un estudiosobre el movimiento de sacerdotes parael tercer mundo y me encontr con que elgran platonista de Ituzaing era un testigoprivilegiado tambin de este tema.

    Con el mismo compromiso conque estudiaba la herencia de Platn en lacultura occidental ha dedicado su vida apensar su cristianismo y su participacinen la polis, es decir su vida poltica, comouna unidad. Por ello le hice algunasentrevistas para la preparacin de mi

    libro. Antes de eso, en 1954, cuando seavecinaba una confusa ruptura entre elperonismo y la jerarqua catlica,Conrado, de 27 aos, decide acercarsems a la poltica. Era ya miembro de laAccin Catlica y de visita a MonseorD'Andrea, este le recomienda hablar conManuel Ordez, lder de la democraciacristiana en Argentina, que en 1945 habavotado por Tamborini y Mosca.

    El joven egresado se convierte asen uno de los fundadores del Partido

    Demcrata Cristiano, en medio de perso-nas mayores que l, como Ordez,Manuel Ro, Oscar Puiggrs, AmbrosioRomero Carranza y otros. Estos son losque l me nombr.

    Ms an, una beca para queConrado perfeccione sus estudios enAlemania le permite a la DemocraciaCristiana Argentina tener un represen-tante en Europa, a partir de 1955.

    En esos aos, los lderes de lospartidos cristianos democrticos eran losconductores de los pasos que llevaban ala Europa del mercado de los seis.Especialmente los lderes de Alemania,Italia, Blgica y Holanda. Cuatro pasesde los seis estaban en manos de gruposde la democracia cristiana o dedenominaciones similares.

    El joven Eggers pudo as sentarsea la mesa con Adenauer y la plana mayorde la Democracia Cristina de Alemania.Muchos aos despus describi suparticipacin en la reunin celebrada enLuxemburgo en mayo de 1956: de todoslos participantes en esa reunin enLuxemburgo, yo era el nico que no eradiputado, ni ministro, ni europeo. Trescosas homogneas. Me limit a escucharlo que se deca y fue una experienciaterrible. No se hablaba de cristianismo,

    sino de poltica, de negocios, de laprxima guerra. Se discuta si la prximaguerra iba a ser con medios convenciona-les o con armas atmicas. Hablaban cla-ramente de los intereses de cada grupo.Los franceses queran saber si los ale-

    manes dejaran que se hiciera algo enArgelia, los alemanes queran saberhasta qu punto iban a dejar que Ale-mania entrara en el mercado comn. Losbelgas estaban preocupados por lo quepodan pensar los dems de su poltica enel Congo. Recuerdo que haba un inglsque se interesaba por la poltica a adoptarrespecto de Malta. Y as en adelante.Cada uno llevaba los intereses de suspropios negocios. Yo me sent totalmenteajeno a esas conversaciones, que no

    tocaban para nada las cuestionescristianas de la poltica.La crudeza de las negociaciones y

    la ausencia de una referencia al objetivocristiano impact al joven Conrado. Hizoun informe de la reunin que envi aOrdez y nunca recibi una respuesta.En ese momento se produce el asesinatodel general Valle y de sus compaeros yla Democracia Cristiana argentina pareceaceptarlo. Eggers lee en la prensa quepareca que estaban de acuerdo. El

    silencio epistolar de los dirigentesdemcratas cristianos impide a Conradoconocer la posicin oficial de su partido.Poco despus renuncia a la DemocraciaCristiana y busca otros caminos. Pasa untiempo en la Alemania comunista, dedonde dice: las dos son ms o menos lomismo. Interrogndose sobre elcristianismo y su relacin con la poltica.

    Al regresar a la Argentina en 1957,a los 30 aos, organiza un grupo pacifistaghandiano, del que se desilusionarpidamente. Junto con las clases sobrefilosofa griega, dicta unos cursos sobrelos manuscritos de Marx y comienza apensar que lo que expona era el evan-gelio. La admiracin por los manuscritosde Marx, sin embargo, no lo llevan a de-finirse marxista. Dice seguir leyendo elevangelio y pensar que tiene unasignificacin poltica ineludible para elque dice seguir a Jess.

    Este es el ncleo de la cuestin.Conrado es un cristiano heterodo-

    xo que atraviesa muy joven la experienciadel mandato poltico de la fe, que loimpulsa a buscar la coherencia de sutrabajo como profesor de filosofa, comomilitante universitario, como esposo ypadre de familia. Y tambin comohospedero de Poratti.

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    Crist ian ismo y po ltic a

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    Pod r a pensa rse en unainconstancia temperamental, ya lo handicho los dos que me precedieron, por suscambios en la ubicacin poltica. Pero alcontrario, lo constante est en la bs-queda de Conrado. Lo variable est en laheterogeneidad y la incongruencia desituaciones que se le han presentado ensus intentos de vida poltica.

    En los 60, se toma muy a pechodos cosas referidas a la poltica: el dilogocon los marxistas en la universidad y elConcilio Vaticano II. Del dilogo con losmarxistas le quedan malos recuerdos.Dijo en la entrevista que le hice: lleg unmomento en que me satur del encuentrocristiano-marxista. Sal de eso porquetom conciencia de que en todos losesfuerzos por conciliar el marxismo y elcristianismo, eran los cristianos nica-mente los que tomaban en serio lascosas. Los marxistas hacan un calculopoltico y nos tomaban con pinzas. A mime vean como un peligro. Los comunis-tas me atacaban ms que los catlicos dederecha, los cuales me llamabancomunista.

    En efecto Fernando Nadra, con elcual tuvo muchas conversaciones,incluso personales, en el libro SocialismoNacionaldel 73 le dedica, desde la pgina96 a la 118, un captulo con el ttulo Lametamorfosis poltica del profesor Con-rado Eggers Lan.

    Su bsqueda se orienta cada vezms por su cristianismo, pero no por larelevancia poltica de ste, sino por la di-mensin poltica del cristianismo mismo.No pona sus ojos en la presencia socialdel cristianismo, sino en su teologa y lasconsecuencias polticas de la teologa.

    En su lectura de textos participaen numerosos encuentros con intelectua-les y telogos que quieren participar delgran debate que abri el ConcilioVaticano II, que l senta marchar en la

    misma direccin de su bsqueda. Par-ticipa de un oleaje generacional y epocalcomo protagonista.

    Cuenta que una amiga espaolale dice un da: T dices lo mismo queGonzlez Ruiz (que era un telogo muyledo y publicado en Espaa en esemomento), y l le dice: Quin esGonzlez Ruiz?, dndose cuenta de quehay una coincidencia en muchos camposque l ignora.

    Al trmino del Concilio en 1965

    ocurre lo que podramos describir entrminos religiosos: la conversin alperonismo. El paso es dado en medio y enrelacin con un proceso religioso en elque buscaba el sentido poltico de su fe y,para dar este paso, Eggers deba tener

    una determinada idea del cristianismo yuna determinada idea del peronismo.Recordemos sus palabras en la en-trevista: Lleg un momento en que pasoal peronismo. Veo que en el peronismo sepueden discutir las cosas que verda-deramente nos interesan. Al fin del 65 mehicieron un reportaje para una agencia,sobre los 20 aos del 17 de octubre y los10 aos de la revolucin libertadora. Estafue la primera vez que yo me sentidentificado con el peronismo.

    Cuando le pregunto a Conradopor qu daba ese paso, las respuestasson sorprendentes. No menciona ningncontacto con instituciones del Justicia-lismo, ms bien me cuenta de sus activi-dades en grupos que queran pensar elnuevo momento del cristianismo despusdel Concilio Vaticano II.

    La relacin entre poltica ycristianismo aparece nuevamente cuan-do entra en escena el movimiento de sa-cerdotes para el tercer mundo quecomienza a finales de 1967, inicios del 68.Conrado conoca a sus principaleshombres. Una revista francesa, Infor-macin Catlica Internacional, mesesdespus escribe que Conrado EggersLan es el fundador del movimiento desacerdotes para el tercer mundo. El malinformante argentino que est en elorigen de este error debi haber sidoimpresionado por la coincidencia deideas.

    Pero esta coincidencia no era muyperfecta. Lo dice el mismo Conrado:Cuando en Crdoba se funda el movi-miento de sacerdotes para el tercermundo, yo estaba durmiendo en Men-doza en la cama de uno de los curas queestaba fundndolo en Crdoba. Yoconoca a muchos de ellos, me interesabapor todo lo que decan. Pero me descon-cert esta gente. Mis temas eran los de lavida cristiana proyectada a la poltica. En

    cambio ellos queran entrar directamenteen el discurso poltico. Yo pensaba en otracosa. Estaba por ejemplo, preocupadopor discutir el tema de la hostia-cuerpo deCristo, y temas semejantes. Pero ellos notenan inters por discutir estos temas. Ami me pareca que discutiendo el tema dela hostia y de la presencia de Cristo y esascosas se llegara a la cuestin poltica porproyeccin, como proyecto, como crticade lo que son las comunidades cristianas.Yo sostena que la presencia de Cristo en

    la hostia no era una cuestin mecnica.Yo lea el Nuevo Testamento y sostenaque en la Epstola a los Hebreos no hayteora del sacerdocio distinto de la de losbautizados. l le hablaba a su amigoscuras del tercer mundo, de teologa, yHO

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    ellos decan: no es el momento de hablarde estas cosas.

    En ese tiempo, l como cristianoheterodoxo -aunque la pa labraheterodoxo tampoco es correcta porqueno le interesaba la heterodoxia ni la orto-doxia, sino la interpretacin de los textos yevangelios y de una comunidad que sepensaba era la original- tuvo la idea deescribir unos evangelios apcrifos,gnero muy poco frecuentado entonces.Hoy es excesivamente frecuentado hastapor la National Geographic, pero enaquella poca era algo totalmenteinusual.

    Sera interesante no perder lascopias de esos evangelios apcrifosredactados por Eggers Lan. Sera algomuy importante para completar elrompecabezas sobre este tema.Nuevamente Eggers pone el centro de lacuestin en la teologa ms que en la

    poltica. Es decir, buscaba lo poltico de lateologa.

    Repasemos algunas de susprincipales publicaciones: en 1964, muytemprano en el despertar de ese tema,escribe Cristianismo, Marxismo yRevolucin Social. Es una visin favo-rable a lo que l llamaba amalgama decristianismo y marxismo. En 1966 escribeCristianismo, Ideologa y Revolucin. Esla publicacin de unas conferencias queda en la parroquia de Cristo Obrero en

    Crdoba, donde haba un movimientoque despus produjo una gran alteracinen la Iglesia en la Argentina, origen de lasalida de Angelelli de Crdoba.

    En las conferencias insiste en quela oposicin fundamental es entre ca-pitalismo y marxismo, llegando a unacoincidencia ideolgica con losmarxistas. Exige que todos tengamos unamalgamiento de los valores en juego, enla medida en que esto sea posible entrecristianos y marxistas. Sin embargo, hay

    noticias muy negativas de estasreuniones y en Buenos Aires fueron tanimportantes que el diario La Raznpublica un informe largo sobre lasreuniones en Crdoba y la conferenciasde Eggers Lan con el preciso y filosficottulo: Qu barbaridad!.

    En 1968 publica Cristianismo yNueva Ideologa. Aqu ya cambia su pun-to de vista respecto al marxismo. Entre el66 y el 68 se ha producido aquel cansan-cio del cual hablaba en la entrevista, por el

    cual para l los marxistas utilizaban a loscristianos como socios del dilogo desdeun punto de vista tctico pero no estra-tgico. Tambin estas son palabras deEggers Lan: Debe verse primero si noexiste ya una fuerza poltica revoluciona-

    ria aunque no sea en estado puro, pero entodo caso real. Esta fuerza existe y sellama peronismo. Este es el punto devista que cambia, desde una perspectivade identificacin con el adversario delcapitalismo, el marxismo, para pensar enuna fuerza real que existe en la sociedad.Y esta fuerza para l es el peronismo.

    Hay un libro que es ya uno de losms importantes, del 70: Violencia yEstructuras. Est pensado sobre laexperiencia del Cordobazo, del cual novoy a hablar porque no pertenecedirectamente al tema que estoy desa-rrollando, aunque si lo leemos podremosver que s pertenece a esta razn de serpor la cual Eggers Lan busca en sucristianismo, al final, el nexo con lapoltica. Y no es un dilogo con otrasfuerzas preexistentes. Me refiero almarxismo.

    En 1972 escribe Izquierda, Pero-nismo y Socialismo Nacional. All recopilay da informacin sobre publicacionesanteriores y dice que para hacer polticaen Argentina hay que entender el procesodel peronismo y que los intelectuales nopueden entenderlo porque lo ven desdeafuera. Y habla de una pauta primordial,importante para comprender el equilibriode todo su pensamiento: es el recono-cimiento de Pern como jefe supremo delmovimiento peronista. Cualquier otrapauta o grupo de pautas que excluya o

    escamotee sta es contradictoria: Yo nome aferro a los que dicen o hablan deljuego pendular de Pern. La diversidadparte de las bases. Pern es un estrategagenial que las interpreta. Estas expre-siones, sobre las cuales tuve oportunidadde discutir con l, se deben entender enun contexto en el cual la izquierdacriticaba a Pern.

    Hay un esquema ideal, un orde-namiento absoluto, lgico, ontolgico, dela revolucin, y hay que esperar a que se

    den las condiciones para que la sociedadvaya entrando a ese ordenamiento eternoy permanente, la estructura de toda re-volucin que necesariamente va a tenerque venir alguna vez a la Argentina, nointeresa si en el siglo XXII o en el XXV,porque es una lgica ya prefigurada. Esaes la crtica que le hace Eggers Lan a estaposicin que podemos llamar de un mate-rialismo dialctico.

    Pern en cambio propone unadistincin en los trminos de Licastro, di-

    ciendo que no era lo mismo la ideologa yla doctrina. La ideologa tiene siempreque tener claros los objetivos, la doctrinasolamente discute los medios. Y en esecampo hay una discusin poltica sobremedios entre los peronistas.

    HOMENAJE

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    Pero tambin el libro termina conun captulo que se denomina Pueblo,Iglesia y Pueblo de Dios, donde distingueuna iglesia como factor de poder y unaiglesia como pueblo, como creyentes,que es lo que l buscaba.

    A este respecto voy a citaralgunos prrafos: nuevamente se produ-ce la infidelidad, en la iglesia, cuando losemperadores romanos ven multiplicarsea los cristianos, a pesar de los mrtires yde las persecuciones. Constantino lesofrece compartir su poder y convertirse enreligin oficial del imperio romano. Estohace que aun cuando este imperio desa-parezca como tal, sea preservada suestructura gracias a la accin de la iglesiaque retiene sus atributos, sus cdigos,sus ttulos, etc., como el sagrado imperioromano germnico, despus como mun-do occidental cristiano, y aparezcan nue-vamente profetas que son perseguidos.

    Lo que no impide vislumbrar el inminentederrumbe del nuevo imperio.

    En este sentido participa de lamisma percepcin de los curas del tercermundo: que esto se vena abajo pordentro. Discusin en la que yo a veces meatrev a avanzar con Eggers y aunque lya haba vivido la cada del muro, no llega vivir todo lo que nosotros ya vivimos enestos 10 aos para experimentar la saluddel imperio.

    Esta es la visin que quiero dar apartir de mi conocimiento, parcial, de unavida que debe ser interpretada desde estepunto central respecto de la poltica -y desu declaracin de que pertenece alperonismo-: la profundizacin y eldescubrimiento de un cristianismo hete-rodoxo que lo ha vivido profundamente.

    Jos Pablo Martn

    Isabella Cosse

    Buenos Aires, FCE, 2006, 208 pginas

    Est igmas de nacimiento.Peronism o y orden famil iar 1946-1955

    Isabella Cosse abre su discursocon anotaciones acerca de los cambiosproducidos en las ciudades de 1910 a1940: la poblacin se triplica, los despla-

    zamientos se hacen cada vez ms fre-cuentes, el 86% de los nios pasa por laescuela, y en consecuencia aumenta no-toriamente la cursada de la secundaria yla entrada a la universidad. Surge unaamplia oferta de revistas destinadas a unpblico cada vez ms segmentado, laradio instala los noticieros y los melo-dramas en los hogares, el centro se hacemasivo, y Buenos Aires cuenta con unaamplia red de sociabilidad barrial. La luz apleno y el transporte urbano permitan a

    los habitantes conectarse, transportarsey hasta perderse en la ensanchadaCorrientes, admirando la moderna arqui-tectura o sumndose a los 350.000 es-pectadores que convocaba el teatro o alos dos millones y medio que llenaban lassalas de cine.

    Todos ellos fueron cambios quegeneraron una acelerada integracin cul-tural, pero tambin fuertes tensiones enun pas con realidades sociales y tradi-

    ciones culturales muy diversas. Las din-micas familiares no fueron ajenas a esteproceso y es en este aspecto donde hincael estudio de Cosse, quien enfoca en a-quellas situadas al margen del modelonormativo y en especial la filiacin ileg-tima, esto es, las relaciones familiaresque no acuerdan con el modelo homog-neo y excluyente del matrimonio con hi-jos. Segn las estadsticas del perodo,dice la autora, uno de cada tres nios es-taban catalogados como ilegtimos. Es a

    partir de esta constatacin que el libro sepropone tratar de desentraar el sig-nificado que esta condicin tena paraesas personas cuyas vidas desento-naban con los mandatos sociales y lasimgenes modlicas, pensar las impli-cancias de esa situacin en una sociedadRE

    SEAS

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    Horacio Gaggero, compilador

    Buenos Aires, Proyecto Editorial, 2005, 115 pginas

    Argent ina en bu sca de una

    nu eva es tabil id ad (1930-1966)

    Se trata de una compilacin de ar-tculos escritos por un grupo de docentes dela Ctedra de Introduccin al Conocimientode la Sociedad y el Estado del CBC de laUniversidad de Buenos Aires. Ruth Garcaescribe sobre La Dcada del Treinta,Horacio Gaggero sobre La Etapa Populista(1943-1955) y Mara Ins Fernndez yAlejandro Rossi sobre Integracin yDesarrollo (1955-1966). Como lo sealaGaggero en la Introduccin, los textos

    presentados pretenden ofrecer a losalumnos una visin integradora de lastransformaciones que se produjeron en lasociedad y el Estado argentino a lo largo dela historia contempornea del pas desde lacrisis de 1930, entendida tanto en el mbitoeconmico y poltico, hasta la instauracinde la llamada Revolucin Argentina.

    Los textos son tiles tanto paraquienes quieran introducirse al cono-cimiento de la poca, como para quienesdeseen hacer una relectura sinttica de lamisma, porque son didcticos y brindan unanlisis cronolgico con informacin realque vincula la transformacin de lasociedad argentina en sus aspectos po-lticos, econmicos, sociales y culturales,con la transformacin del Estado argentinoy del escenario internacional. Esa es sufortaleza.

    Pero tambin tienen una debilidad.Radica en la subjetividad del enfoquepoltico e ideolgico de los autores, lo quese ve reflejado en las citas que no estn y labibliografa que es omitida. Por ejemplo,

    Ral Scalabrini Ortiz, Arturo Jauretche,Juan Jos Hernndez Arregui, JuanDomingo Pern, Eva Pern, etc., no sonautores de referencia para el anlisis.

    Esta observacin crtica segura-mente ser tomada como sectaria o dog-mtica por parte de quienes no se identi-fican con el pensamiento justicialista, por-que en su inmensa mayora piensan queste no existe como tal, o que se trata entodo caso de una construccin intelectualmenor que no merece ser tratada ni anali-zada en el plano acadmico.

    Pero para quienes s nos identifi-camos con el pensamiento justicialista yentendemos que es una construccinintelectual de Pern que existe, y que comotal ha sobrevivido a la muerte de su creador,el problema se plantea precisamente al

    revs: que el pensamiento justicialista nosea tenido en cuenta en el plano acadmicoes sectario. Por qu? Porque oculta quePern es el nico lder poltico argentino delSiglo XX que construy un pensamientointelectual orgnico y, a ms de 30 aos desu muerte, las grandes mayoras del puebloargentino piensan y sienten en consonanciacon la doctrina que l sintetiz e inculc. Yporque no brindar esa informacin y loscontenidos del pensamiento de Pern a los

    jvenes argentinos que intentan ingresar ala UBA impide que tomen contacto concomponentes esenciales y determinantesde la conformacin ideolgica poltica,econmica, social y cultural de la comuni-dad nacional donde han nacido, viven ydebern construirse su futuro. Y este es-camoteo de la realidad no es ajeno a lacrisis nacional que hemos sufrido en losltimos 30 aos, sino un componenteesencial de ella.

    Volviendo a la fortaleza de los tex-tos, hay que destacar que son objetivos yprecisos en la descripcin del procesohistrico que analizan. Por ejemplo,Gaggero seala correctamente que el in-cremento de la tensin entre el gobiernoperonista y la oposicin parlamentaria ra-dical reconoce un hito en 1949, cuando sereform la Constitucin Nacional dndoleun contenido justicialista; lo notable es loque omite a continuacin, ni una sola lneaexplica qu significaba justicialista. Ahora,se pudo haber dotado a la constitucin deuna identidad ideolgica justicialista desde

    el vaco intelectual? Evidentemente no. Ladebilidad de los textos aparece entonces enla omisin ideolgica en que incurren aldescribir el proceso histrico.

    Cabe rescatar como positivo quelos autores no escriben desde el pensa-miento imperial que descalifica a los mo-vimientos nacionales latinoamericanosllamndolos peyorativamente populismos,sino desde un pensamiento nacional quesimpatiza de alguna manera con esospopulismos; lo negativo es que omiteninformar y profundizar sobre la identidad

    ideolgica justicialista de ese populismoargentino dentro del cual encuadran alperonismo.

    Mario BertellottiRESEAS

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    Alberto Iribarne, compilador

    Buenos Aires, CS, 2006, 175 pginas

    Letras c ontra el miedo

    Documentos del peronism ocontra la dic tadu ra (1976-1983)

    Despus de treinta aos delgolpe militar de 1976, Alberto J. B.Iribarne realiz esta compilacin a laque llam: Letras contra el miedo. Enella encontramos documentos

    emitidos por el Partido Justicialista, elMovimiento Obrero y otros grupos delperonismo, como los que participarontanto de las jornadas econmico-so-ciales, como de las jurdico-institu-cionales, durante la ltima dictaduramilitar (1976-1983).

    Ms all de los acuerdos odesacuerdos que cada uno de losdocumentos genere, este libro sinlugar a dudas vale la pena ser ledo.

    Es un meritorio aporte al conocimientode nuestra historia como peronistas yun reconocimiento para algunos denuestros dirigentes. En estos docu-mentos, con sus lgicos desniveles,se pueden constatar los cambios quemarcaron una lnea evolutiva en lapostura del Partido Justicialista.

    Para contextualizar estecomentario, es necesario recordar losdifciles momentos que viva nuestro

    pas. Sera superficial y cmodo ha-cer una evaluacin de los escritosdesde las seguridades que nos brindael actual estado de derecho. La Confe-deracin General del Trabajo (CGT),el Partido Justicialista, al igual que losotros partidos, se encontraban pros-criptos, y un sector importante de lasociedad (especialmente los sectoresmedios), avalaban la dictadura recien-te. El Vicepresidente del Partido Justi-cialista, Deolindo Bittel, resaltando laconfusin de muchos peronistas,denunciaba a los estpidos de nues-tro movimiento que entran en el juego,ingenuo y cobarde, de creer que si hayun renunciamiento patritico de Isabel

    salvarn sus posiciones (Carta alcompaero Tuozzo, desde el cauti-verio, 20 de junio de 1976), y se la-mentaba por el triste papel de muchoslegisladores propios que se entrega-

    ron sin defender el orden constitu-cional. Es necesario destacar el valorde aquellos compaeros que tuvieronel coraje de hacer los documentos,aun a riesgo de sus vidas y la de susfamilias, y supieron con los escasos onulos recursos con que contabanaprovechar las situaciones que se lespresentaron para realizar las denun-cias ante entidades como la ComisinInteramericana de Derechos Huma-

    nos, en el ao 1979.Se debe destacar que resultainvalorable la contribucin que estelibro representa para las jvenes -y notan jvenes- generaciones. Este ma-terial, al que muchos compaeros nopudimos acceder en su momento (yaque se manejaba en mbitos restrin-gidos debido a la situacin poltica),deja constancia de que el Partido Jus-ticialista, a diferencia de otras fuerzas

    polticas, no hizo un silencio cmplicefrente a las trgicas situaciones queatravesaba nuestro pas.

    Otro punto que merece unamencin especial es la claridad conque se analizaron las causas delGolpe. Ya en los primeros escritos,nuestros dirigentes manifiestan serconcientes de los objetivos que elGobierno Militar tena, como lo de-muestra Bittel en su carta al compae-ro Tuozzo: la recesin ser la con-secuencia de una poltica liberal yentreguista que atenta contra la eco-noma popular; el negocio ser paraunos pocos, en desmedro de miles deargentinos que tendrn que hacer ma-

    RE

    SE

    AS

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    labarismos para comer. Sin pretenderentrar en un anlisis de tipo econmico aesta altura de la historia, queda claro quela dictadura se haca imprescindible parainstaurar un modelo econmico que con-tinu vigente muchos aos despus derecuperada la Democracia, e incluso en elltimo gobierno autodenominado pero-nista (menemista).

    Un comentario imposible de ob-viar es sobre la visin que aparece enreiterados documentos acerca de lossectores ms extremos del Movimiento.Se hace referencia a ellos utilizandofrases como: ideologa extraas, ele-mentos infiltrados y distorsiones ideol-gicas. Sin embargo, esta terminologa nofue producto de la confusin, como loprueba el siguiente prrafo: no podemosaceptar que a la lucha contra una minoraterrorista -de la que tambin hemos sidovctimas- se la quiera transformar en unaexcusa para implantar el terrorismo deEstado (en El Justicialismo denuncia losDerechos Humanos). Este modo dedenominar es, en todo caso, una forma deponer los lmites, definiendo qu esPeronismo. Qu est adentro y qu estafuera. No puedo dejar de preguntarme siesta definicin, aunque no est explcita,tiene que ver con aquellos sectores quelograron imponerse en la disputa que sedio dentro del Peronismo (entendidocomo Movimiento). En el informe final de

    las pr imeras jornadas Jurd ico-Institucionales leemos: Tambin se debediscernir entre la justificacin de la luchacontra la guerrilla, y la de los mtodosempleados en esa lucha. La represinilegtima tambin enlut a la Patria(Democracia y Estado de Derecho.Agosto de 1981). Se puede juzgar de lamisma forma el accionar de la guerrillaque la ejercida por el Estado?, uno y otrofueron lutos semejantes? Desde ya queno pretendo aqu encontrar el espacio

    para saldar estos temas. Slo intentoplantearlos, como cierta autocrtica.

    A modo de reflexin final, podradecir que este libro ha generado en mgrandes controversias, ha movilizadoviejas dudas Desde hace tiempo hetenido la certeza de que al Peronismo nole interesaba dar pelea sobre lasconstrucciones simblicas, aunque stasestuvieran muy presentes hasta el ao

    55. Ser tal vez que el peronismohace? Ser que an est presente lafrase de Pern: mejor que decir es hacer,y mejor que prometer es realizar?

    En esta lnea de pensamiento sehan ido relegando y regalando buenaparte de las construcciones simblicas, yde nuestras banderas. Podramos citarmuchos ejemplos, pero como muestraalcanza con ver cmo el Peronismo cediel reclamo por los Derechos Humanos aotros sectores, que rpidamente lohicieron propio. Y no hay duda alguna deque si una fuerza poltica deba hacersecargo del tema, esa era el Peronismo.Como cantbamos con emocin: y losdesaparecidos, compaeros peronistas.Recuerdo la campaa del ao 1983,donde escuchbamos con asombro aAlfonsn levantar, una a una, nuestrastradicionales consignas.

    No pretendo con estas ltimasreflexiones cuestionar el valor de estosdocumentos. No hay ninguna duda, ladictadura militar fue el instrumento parainstalar un modelo y para ello necesitabadestruir todo aquello que se le opusiera;es por eso que apunt con especialesmero a una fuerza poltica, a unproyecto de pas, a un modelo de so-ciedad, a un conjunto de valores. Todoesto encarnaba el Peronismo.

    Estos documentos no repre-sentan con veracidad la lucha que cada

    Peronista dio en esos aos. Desde elencierro, el exilio externo o interno, o sim-plemente desde su resistencia silenciosa.Porque el Peronismo hace, no discute niteoriza en forma abstracta. Sin embargo,creo que tambin es vlida la disputa enese plano, sobre todo si tiene el sostn deuna fuerza poltica anclada en la realidad.Espero que este libro, tambin, nos ayudea reflexionar sobre esta deuda que elPeronismo tiene con s mismo. Quizsdebamos decidir qu es mejor: si reeditar

    las construcciones anteriores, arraigadasen nuestra historia, o emprender el de-bate necesario para poder, rescatandolos elementos (que an estn vivos) yexpresando las luchas actuales pornuestros valores e ideales, encarar laconstruccin simblica del Peronismohoy.

    Ana Zeliz

    RESEAS

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    Homenaje a Conrado Eggers Lan

    Estigmas de nacimientoMnica Virasoro

    Argentina en busca de una nueva estabilidadMario Bertellotti

    Letras contra el miedoAna Zeliz

    Coordinacin:Fernando Duarte, Mariano Fontela y Silvio Maresca.