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ELA
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ESTUDIOS BÍBLICOS
ELA:
EDIFICANDO PARA DIOS
(NEHEMÍAS)
RAFAEL PORTER
A menos que se indique lo contrario,
todas las citas bíblicas están tomadas de la
Versión Reina-Valera, 1960
Primera edición, 1991
© Todos los derechos reservados
Editado por el personal de:
EDICIONES LAS AMÉRICAS, A.C. Domicilio: Dirección Postal:
Prol. Reforma 5514 Apartado Postal 78
72130 Puebla, Pue., México 72000 Puebla, Pue., México
Teléfonos. 48 39 23 y 48 23 23 FAX 49 59 84
ISBN 968-6002-99-5
CONTENIDO
1. ¡De Rodillas!
(Nehemías 1:1–11a)
2. Siguiendo el Plan de Acción
(Nehemías 1:11b–2:20)
3. Organizando para Edificar
(Nehemías 3)
4. Enfrentando el Desánimo
(Nehemías 4)
5. El Verdadero Enemigo
(Nehemías 5)
6. El Engaño, la Intimidación y la Voluntad de Dios
(Nehemías 6:1–14)
7. Perseverancia Recompensada
(Nehemías 6:15–7:73)
8. ¡Cinco Horas para Predicar!
(Nehemías 8)
9. El Dios Fiel Confronta al Pueblo Rebelde
(Nehemías 9–10)
10. Desconocidos pero no Olvidados
(Nehemías 11–12:26)
11. Tiempo para Celebrar
(Nehemías 12:27–13:3)
12. ¡Sigue Caminando!
(Nehemías 13:4–14)
EDIFICANDO PARA DIOS NEHEMIAS
RECONSTRUCCION DE LOS MUROS 1–7 RESTAURACION
ESPIRITUAL DEL
PUEBLO 8–13
PREPARACION
1–2
EJECUCION 3–6:14
CONCLUSION 6:15–7:73
LA
CONFIRMAC
ION DEL
PACTO 8–
10
REFORMAS
11–13
El problema del
pueblo 1:1–3
La comisión 1–2
La condición 3 La oración del
siervo 1:4–11a
Su lamento 4
Su adoración 5
Su confesión 6–
7 Su apelación 8–
10 Su petición 11a Petición al
rey 1:11b–2:8 Petición
presentada 11b–
2:5 Petición
concedida 2:6–8 Inspección del
sitio 2:9–16 Presentación a
oficiales
locales 9 Descontento de
oficiales
locales 10 Revisión de
condiciones 11–
16 Presentación del
plan 2:17–20 Plan
aceptado 17–18
Plan opuesto 19 Plan
asegurado 20
División de
responsabilidade
s 3
Dificultades 4–6:14 Obstáculos
externos 4
La buría 1–6
El complot 7:23 Obstáculos
internos 5 Lucha sobre
condiciones
económicas 1–5 Abusos de los
líderes 6–13 Abnegación de
Nehemias 14–
19 Obstáculos
personales 6:1
–14 Tentación por
distracción 1–4 Tentación por
acusación 5–9 Tentación por
distracción 10–
14
Terminación del
muro 6:15–19 Advertencia a
líderes 7:1–4 Lista de
genealogías 7:5–
69 Genealogía
preparada 7:5–7 Genealogía
grabada 7:8–69 Ofrendas para la
obra 7:70–72 Conclusión de la
obra 7:73
Lectura de la
ley 8 Instrucción de la
ley 1–8 Celebración
gozosa 9–12 Construcción de
tabernáculos 13–17 Continuación de
lectura 18 Arrepentimien
to del
pueblo 9:1–
37 Separación y
confesión 1–
4 Alabanza al
Señor 5–15 Por su
creación 5–6 Por su
pacto 7–8 Por su
saivación 9–
12 Por su
revelación 13
–15 Confesión de
fracaso
nacional 16–
37 Compromiso
formal con
Dios 9:38–
10:39 Firma del
acuerdo 9:38
Establecimiento
de
ciudades 11 Base de la
selección 1–4a Resultado de la
selección 4b–
19 Habitantes de
otras
ciudades 20–
36 Identificación
de sacerdotes y
levitas 12:1–
26 Dedicación de
los
muros 12:27
–13:3 Convocación y
purificación del
pueblo 12:27–
30 Celebración de
dos
coros 12:31–
43 Preparación para
las
ofrendas 12:4
4–47 Separación de
extranjeros 13
:1–3 Reformas
posteriores 13:4–31 En cuanto al
templo 4–14
–10:27 Aceptación del
acuerdo 10:2
8–29a Contenido del
acuerdo 10:2
9b–39
Cámara de
Tobías 4–9 Restauración de
diezmos 10–
14 En cuanto al
sábado 15–22 En cuanto al
matrimonio 23
–31 Prohibición de
matrimonios
mixtos 23–27 Eliminación del
sacerdote
ilegítimo 28–
31
1
¡De Rodillas!
Nehemías 1:1-11a
Cuando era niño, uno de mis pasatiempos favoritos era jugar “sigue al líder” y solía
pasar largos períodos de tiempo entretenido con mis amigos. Teníamos que estar
dispuestos a seguir a quien iba al frente en todo lo que nos dijera, lo que a veces nos
ponía en situaciones y actividades bastante ridículas por cierto. Una de ellas era caminar
de rodillas, pero pronto descubrimos que esa posición no nos permitía avanzar con
rapidez.
En la actualidad, es difícil que a alguien se le ocurra dirigir a otros andando de
rodillas, porque es evidente que no se logrará mucho. Lo más común es guiar a los otros
estando de pie; por ejemplo, se puede pelear mejor en esa posición porque hay mayor
movilidad estando parados.
Sin embargo, tratándose del pueblo de Dios, la mejor posición desde la cual se debe
guiar a otros es precisamente de rodillas. El líder espiritual auténtico no se mueve, ni
aún para realizar lo que sabe que Dios quiere que haga, hasta no haber pasado tiempo
conversando con su Señor acerca de la tarea a realizarse, ide rodillas!
Así es el caso de Nehemías, uno de los grandes personajes del Antiguo Testamento.
Su historia empieza aproximadamente trece años después del regreso de los judíos a la
tierra de Israel que fue dirigido por Esdras (458 a.C.). Hacía casi 92 años que habían
vuelto a Jerusalén del exilio. El templo ya se había reconstruido y el pueblo había
experimentado un avivamiento espiritual bajo la dirección de Esdras, pero los muros de
la ciudad estaban derruidos. Por lo tanto, estaban indefensos porque la mayoría del
pueblo vivía en las afueras de la ciudad, sin protección para sus casas y familias.
Durante esa época, el rey Artajerjes, hijo de Jerjes, gobernaba sobre el gran imperio
persa. Jerjes se conoce en la Biblia como Asuero, y se menciona en el libro de Ester. Así
que Artajerjes debe haber conocido a esa heroína y posiblemente por influencia de ella
elevó a Esdras y Nehemías a posiciones de influencia en su reino.
Nehemías, el personaje principal de esta historia, era copero real de Artajerjes en ese
tiempo. Este oficio siempre se asignaba a una persona de mucha confianza porque era
quien probaba el vino que el rey iba a tomar para asegurarse de que no estuviera
envenenado. Debido a que compartían el mismo riesgo, existía entre ambos cierta
unidad y dependencia mutuas.
El relato se inicia diciendo que una delegación de israelitas llegó desde Jerusalén
para saludar a Nehemías entre quienes estaba su hermano carnal Hanani, pues querían
informarle de las condiciones imperantes en la ciudad y su muralla. Este reporte motivó
a Nehemías a hacer algo a favor de la ciudad de sus padres.
EL AUTOR Y LA FECHA
Encontramos dos clases de material en el libro. Una buena parte da evidencia de que
fue escrita por Nehemías. La prueba más contundente de esta afirmación está en el uso
de los pronombres personales de primera persona (1:1–7:5; 12:27–43; 13:4–31). Otras
porciones del libro son parecidas al estilo de Esdras, o de los documentos que usó para
escribir sus otros relatos (7:6–12:26; 12:44–13:3).
Los dos tipos de material han servido para fundamentar dos opiniones contrarias
entre los eruditos conservadores en cuanto a quién es el autor de este documento
histórico. Algunos creen que fue Nehemías, que quería narrar su propia experiencia y
que después unió su relato con otros escritos, semejantes a los que utilizó Esdras. Otros
piensan que fue este último quien escribió el libro basándose en los materiales
disponibles, incluyendo porciones de las memorias de Nehemías.
Debido a que no encontramos entre los escritos de Esdras referencias a otras
personas que emplean el pronombre personal de primera persona, el primer punto de
vista parece más probable. Aunque Esdras y Nehemías aparecían como un solo libro en
las primeras versiones hebreas del Antiguo Testamento, es probable que esto se haya
debido a que ambos estaban relacionados por ser contemporáneos y por contener un
mensaje común, independientemente de quién haya sido el autor.
Los eventos relatados en este libro ocurrieron entre 444 a.C., cuando Nehemías se
preparaba para dirigir el tercer regreso a Jerusalén, y 425 a.C. cuando retornó a la tierra
con otra misión. Esta última fecha probablemente identifica el año en que el libro se
terminó.
MARCO HISTORICO
Aunque queda mucho por conocer acerca de los eventos de aquélla época, Esdras
4:6–23 nos da suficiente base para estar seguros de algunos hechos. Parece que cerca
del principio del reinado de Artajerjes (464 a.C.), hubo un intento por parte de los judíos
de reconstruir la muralla alrededor de Jerusalén. Aunque no se encuentra evidencia de
que hubiera habido oposición por parte de Jerjes, es probable que su hijo Artajerjes haya
escuchado a los consejeros de su padre en el sentido de no permitir la reconstrucción
sabiendo que se trataba de un pueblo que tenía una larga historia de rebeliones. Sin
embargo, según Esdras 4:21, parece que Artajerjes dejó abierta la posibilidad de
permitirlo en fecha posterior.
El viaje de Esdras posiblemente fue autorizado con el fin de asegurar el control de
los judíos que vivían en la región. Cuando Nehemías sintió el deseo de promover la
reconstrucción de los muros de la ciudad, Artajerjes tal vez ya estaba inclinado a aceptar
su petición gracias a la confianza que le tenía y a la buena labor de Esdras. No existía
entonces un líder más conocido ni de más confianza que le permitiera al rey conservar
el dominio sobre esa zona.
Por eso lo nombró gobernador y le dio la autoridad necesaria para que siguiera sus
planes, pero también para que buscara la reconstrucción moral y política del pueblo. Así
que, con esa comisión, Nehemías dirigió el tercer regreso a la tierra en 444 a.C. y
después volvió a Persia por un tiempo. Es probable que su segunda visita fuera
simultánea al ministerio profético de Malaquías, porque ambos tratan los mismos
problemas que enfrentaba Israel.
PROPOSITO Y TEMA
Como todos los libros históricos del Antiguo Testamento, Nehemías tiene varios
propósitos. El más obvio es describir las circunstancias relacionadas con el tercer
regreso de la cautividad a Jerusalén en 444 a.C. que incluyen la reconstrucción de la
muralla de la ciudad para proveer algo de seguridad a sus moradores y la restauración
política y espiritual de la gente.
Además, muestra la participación activa de Dios y su preocupación al buscar el
restablecimiento espiritual de sus escogidos. Se pone de manifiesto que él es quien
controla la historia y que es capaz de utilizar aun a reyes paganos para llevar a cabo sus
propósitos. El Señor tenía en sus planes que el pueblo regresara a la tierra que les había
prometido siglos antes, pero antes tenían que reconocer su santidad y empezar a vivir
como santos, apartándose de la vida pagana de sus vecinos que no conocían a Jehová.
Tal como Dios les había dicho desde el principio, experimentarían su bendición si
eran fieles y obedientes, pero si no, recibirían la maldición indicada en Deuteronomio
28. El autor utiliza la experiencia previa de Israel para ilustrar las exigencias divinas.
Otra característica de este libro, que parece haber sido incluida intencionalmente, es
que describe en forma detallada la clase de líder que Dios puede utilizar para llevar a
cabo sus planes. La descripción de Nehemías como persona y sus actividades como
líder dirigen nuestra atención a las características que el Señor busca y bendice en la
vida de quienes le sirven.
En resumen, se nota que Nehemías mantuvo un equilibrio sano entre las tres
cualidades que debe tener un líder espiritual:
Primero, estaba comprometido con Dios. Al observar su vida con detenimiento,
podemos reconocer los rasgos que denotan un compromiso genuino con su Señor.
Aunque detentaba una posición política elevada, nunca dejó de depender de Dios.
La segunda cualidad que se observa es que tenía una visión de lo que Dios quería
lograr a través de su ministerio. En todo tiempo podía contestar a la pregunta: “¿Para
qué estoy aquí?”
En tercer lugar, destaca su capacidad administrativa aplicada correctamente. Al
estudiar su vida, podemos aprender a ser mejores administradores.
¡PENSEMOS!
Al considerar estas tres cualidades de Nehemías como
líder espiritual del pueblo de Dios, vale la pena compararlas
con nuestra vida. ¿En cuál de estas áreas debemos
dedicarnos a trabajar para que se desarrolle más? ¿Qué
quiere Dios que usted haga al respecto?
ORGANIZACION DEL LIBRO
El libro se divide en dos partes principales. La primera relata la reconstrucción física
de los muros de la ciudad de Jerusalén (1–7). La segunda tiene que ver con la
restauración espiritual de los escogidos a fin de que sirvieran a Dios y recibieran su
bendición (8–13).
RECONSTRUCCION FISICA
DE LOS MUROS DE JERUSALEN 1–7
RESTAURACION ESPIRITUAL
DEL PUEBLO 8–13
AUTORIZACION DE SU MISION 1:1–11
El problema 1:1–3
El primer capítulo empieza con una descripción de los eventos previos que hicieron
posible la realización de su misión. Nehemías supo del problema cuando recibió la
visita de una delegación de judíos de Jerusalén que llegó a Susa, capital del imperio
persa (1:1-2).
Este encuentro nos enseña varias cosas acerca de Nehemías. Primero, notamos que
sus sentimientos estaban puestos en el lugar correcto. Aunque geográficamente vivía en
Susa, su interés estaba en los sucesos que ocurrían en la ciudad de sus antepasados.
Segundo, hizo las preguntas adecuadas. Quería saber todo acerca del estado en que se
encontraba el pueblo y la ciudad que el Señor había elegido y cómo iba el proyecto de
su reconstrucción. Finalmente, podemos observar que estaba dispuesto a escuchar con
cuidado la respuesta que sus hermanos le traían.
Los miembros de la comisión le informaron de la condición de los muros y este
informe no fue positivo. Asimismo, el estado del pueblo era lamentable. El remanente
estaba en pésimas condiciones y el muro permanecía derribado.
Aunque sólo se nos cuenta un resumen de lo que respondió, parece que Nehemías
pasó bastante tiempo averiguando más detalles acerca de la situación. Investigó
cuidadosamente hasta conseguir los datos necesarios para determinar un plan de acción.
La oración del siervo 1:4–11a
Nehemías se separó de todo el mundo por un tiempo para dedicarse a la oración y
evaluación del asunto, considerando la situación y buscando la solución. Valdría la pena
preguntarnos cuándo fue la última vez que dedicamos varios días a la oración y a la
consideración de la voluntad divina para nuestra vida. Si queremos cumplir los
propósitos de Dios, debemos pasar más tiempo en el aposento alto.
Su lamento y preocupación 1:4. Al principio Nehemías se quedó quieto, expresando
su tristeza ante el Señor. Estaba preocupado por causa de la gran necesidad que existía y
porque sabía que podía afectar negativamente a la gloria de Dios. Esto lo motivó a
buscar un remedio (1:4a), pero antes de hacer cualquier otra cosa, llevó su problema al
Señor, le abrió su corazón y lo presentó todo ante él. No podía ignorar la situación de su
pueblo, debía intentar hacer algo para cambiar su condición; por eso elevó sus oraciones
y pidió ser utilizado (1:4b).
Su adoración 1:5. Después del prolongado tiempo pasado en silencio en presencia
de Dios, Nehemías se dirigió a él y lo alabó; lo adoró por su fidelidad para con su
pueblo. Reconoció que es fuerte y temible, fiel y todo amor. Confiado en todo ello, y en
su grandeza, Nehemías elevó su petición.
NEHEMIAS RECONOCE LA GRANDEZA
Y FIDELIDAD DE DIOS HACIA SU PUEBLO
Su confesión 1:6–7. La consideración de la fidelidad de Dios nuevamente puso de
manifiesto la infidelidad y rebelión del pueblo. Por eso, Nehemías confesó su pecado y
desobediencia y se identificó con el pueblo y su fracaso. No trató de justificar su
participación como miembro de él, ni de culpar a los demás. Reconoce su parte de
culpabilidad diciendo “Yo… he pecado”.
NEHEMIAS RECONOCE LA INFIDELIDAD
DEL PUEBLO HACIA DIOS
Hace su apelación basado en el pacto mosaico 1:8–10. Nehemías recuerda lo que
Dios les había prometido y le pide que cumpla sus promesas. Su petición se basa en el
pacto palestino (Deuteronomio 28–30). Admite que la condición triste del pueblo era
resultado de su desobediencia y de acuerdo con lo que Dios les había prometido si
desobedecían. Sin embargo, también les había prometido que si se arrepentían, serían
restaurados. La presencia del remanente en la tierra era evidencia de que Dios quería
bendecirlos.
Nehemías se dirigió a él como representante de su pueblo. Su deseo más ferviente
era que el Señor aceptara esta confesión y le permitiera seguir adelante con el plan de
restauración. Quería ver la realización del plan que se les había anunciado previamente.
Observe el énfasis que hace en el pronombre “tu” en el versículo 10; ellos le pertenecían
y él tendría que realizar su obra como había dicho.
¡PENSEMOS!
¿Qué tiene este relato que ver con nosotros? Todo esto
se refiere a Israel y aunque vale la pena conocer el plan de
Dios para ellos y como lo llevó a cabo, ¿cómo nos afecta a
nosotros hoy?
Nehemías relacionó la necesidad de su pueblo y su deseo
propio con el plan de Dios, poniéndose del lado de la
divinidad, en solidaridad con sus planes. De la misma
manera, si deseamos que el Creador haga alguna obra
grande, debemos asegurarnos de que entendemos sus deseos.
Esta es la esencia de la oración de este siervo y así como de
todas las demás intercesiones bíblicas. Nehemías hace suya
la voluntad divina para sus escogidos y ora pidiendo que
Dios la realice.
Identifique alguna situación en su vida en que usted
debe responder de esta manera. Señale lo que cree que el
Señor quiere lograr por medio de esta situación. Pídale que
él realice su plan de manera que sólo él sea glorificado.
Su petición 1:11a. Finalmente, presenta su oración específica, pensando que esa es
la forma en que Dios quiere realizar su plan. Así que le pide éxito en su intento. Se pone
a la disposición del Señor para servir a su pueblo con el fin de satisfacer la necesidad
del momento. Es en este espíritu de servicio que Nehemías hace su petición.
Nehemías considera que esta es típica de la que haría cualquier siervo de Jehová,
Dios verdadero de Israel, pues considera que todos ellos tienen el propósito de
reverenciar su nombre. La palabra “desear” que se emplea en este pasaje literalmente
quiere decir “deleitarse” o “gozarse”, indicando la emoción que siente al hacerlo.
También se utiliza en otras ocasiones para señalar el deleite que un hombre obtiene en
una mujer atractiva. Nehemías se emociona y se goza al reverenciar el nombre de
Jehová, porque lo quiere glorificar.
Además, reconoce la grandeza del Señor, y lo describe como grande y temible (v.
5). La actitud de reverencia va de la mano con un estilo de vida acorde con ella.
Reverenciar el nombre de Jehová equivale a respetarlo y manifestar el temor que se
siente hacia él. El que teme a Dios, anda en sus caminos (Salmos 128:1).
Parece que la visión de Nehemías es la misma de todos los que se deleitan en
reverenciar a ese Creador grande y temible. Basado en el pacto divino y en la
obediencia de su siervo, ora pidiendo que el Señor intervenga y mueva al rey para
concederle su petición. Se da cuenta de que la única manera de realizar su sueño es con
la ayuda divina.
La restauración del muro no era su meta, sino el medio para lograrla. Jerusalén era
la ciudad de Dios y los judíos su pueblo. La ciudad estaba materialmente en ruinas así
como la nación lo estaba espiritualmente. Nehemías quería ver la gloria de Dios
revelada por medio de la ciudad y del pueblo.
En un sentido, el propósito de Nehemías era egoísta; quería ver la restauración de su
patria, que fuera restaurada y que se convirtiera en un lugar bonito y que el pueblo fuera
atractivo. Sin embargo, esta meta personal iba de acuerdo con Dios y sus planes.
¿Qué de nosotros? ¿Estamos preocupados de verdad acerca de la condición
espiritual que impera a nuestro alrededor? Nehemías deseaba ver la reedificación de la
ciudad porque tenía la visión de que su gente fuera restaurada. ¿Cuál es nuestra visión?
¿Qué nos gustaría lograr a través de nuestros esfuerzos? Puesto que sentía una gran
reverencia hacia Jehová, tenía como objetivo lograr que Dios fuera glorificado y que el
pueblo se volviera al Señor. ¿Tenemos nosotros una visión semejante?
Al estudiar la oración de Nehemías, por lo menos aprendemos tres lecciones
importantes. La primera tiene que ver con Nehemías y la oración; él sabía que la única
manera de realizar esta gran obra era a través de la intervención divina, por eso la puso
ante el trono del Altísimo.
La segunda se relaciona con el líder y el plan de Dios. El reconocía que su comisión
sólo podría efectuarse si estaba de acuerdo con el plan divino para su pueblo. Es por ello
que se aseguró de que su plan personal se encontrara alineado con el de él.
La tercera lección tiene que ver con Nehemías y las promesas divinas. Este líder
sabía que la misión que tenía en mente sólo podría llevarse a cabo como resultado de las
promesas que Dios había hecho a sus escogidos. Por eso se apoyó en ellas, sabiendo que
el Señor es fiel.
¡PENSEMOS!
¿Vivimos nosotros conforme a estos principios?
¿Pasamos tiempo con Dios en oración, encomendándole
nuestras peticiones? ¿Estamos seguros de que nuestros
planes se conforman a los divinos? ¿Hemos investigado para
descubrir el plan de Dios para hoy? ¿Están de acuerdo
nuestras prioridades con las del Señor? ¿Conocemos sus
promesas, las que fueron dadas para hoy y para nuestro
futuro? ¿Vivimos en base a ellas?
¿Qué diferencia debe producir este estudio de la vida de
Nehemías en nuestra vida? ¿Qué piensa hacer al respecto?
2
Siguiendo el Plan de Acción
Nehemías 1:11b–2:20
¡Cómo nos cuesta depender de Dios! Queremos que él haga todo con rapidez y
muchas veces nos parece que tarda demasiado en llevar a cabo su obra. ¿Por qué no
puede hacerlo todo de inmediato, conforme a nuestro deseo?
A los creyentes nos da mucho trabajo aprender que en el programa educativo del
Señor para llevarnos a la madurez espiritual, se encuentra una lección muy importante:
la paciencia. Todos tenemos que aprender a esperar en él.
Nehemías ya conocía esta lección antes de llegar a los momentos en que lo
observamos en este pasaje; ya no tenía prisa. Estaba dispuesto a prepararse bien y
esperar a que Dios realizara su plan en el tiempo designado.
El relato de la reconstrucción de los muros de Jerusalén empieza con los eventos
previos, que hicieron posible su realización (1–2). Una comisión de sus compatriotas
llegó a Susa para informarle de la condición desolada que existía en la ciudad de Dios y
entre su pueblo (1:1–3).
Profundamente afectado por lo que había oído, Nehemías llevó su petición a Dios en
oración, ajustándose al plan divino y basándose en sus promesas (1:4–11a). Habiendo
presentado su súplica, decidió esperar en el Señor.
LA PETICION AL REY 1:11B–2:8
Primero aguardó a que el Altísimo cambiara el corazón del rey pagano a quien
servía; el mismo que antes había negado el permiso de reconstruir la ciudad. Sabía que
esto y obtener su permiso para llevar a cabo su objetivo necesitaba tiempo. Pasaron
cuatro meses para que Jehová abriera la puerta. De la misma manera José, el hijo amado
de Jacob y Raquel tuvo que esperar varios años, de los cuales probablemente más de
dos, los pasó en la cárcel de Egipto. En realidad, ni aun esa espera fue demasiada.
¡Moisés en cambio tuvo que esperar cuarenta años en Madián!
Según Esdras, (4:6–23) antes de que él llegara a la tierra en tiempos de Zorobabel,
Artajerjes les había impedido completar la reedificación de la ciudad. Por eso Nehemías
oró desde el mes de Quisleu (noviembre/diciembre) hasta Nisán (marzo/abril). Después
de ese período, se enfrentó al rey para pedirle permiso. ¿Creería el monarca que su
copero estaba participando en un movimiento de insurrección?
Al estudiar este pasaje, observamos cuatro principios fundamentales del ejemplo de
Nehemías. En primer lugar, debemos aprender a orar y esperar a que Dios haga su obra
en los corazones. El no hace las cosas conforme a nuestro calendario. Nehemías tuvo
que aguardar cuatro meses. De igual manera puede suceder con nosotros.
NEHEMIAS TUVO QUE ORAR Y ESPERAR
HASTA QUE DIOS HICIERA LA OBRA
EN EL CORAZON DEL REY
Muchas veces tenemos que conformarnos con orar dejando a Dios el tiempo que él
considere conveniente para realizar sus designios, especialmente si primero tiene que
cambiar el corazón de alguien. Algunos casos son difíciles. Nehemías no habría podido
manipular al rey para lograr su objectivo, tampoco podría obligarlo a cooperar. Sólo
Dios podía transformar la actitud de un rey prejuiciado.
¡PENSEMOS!
Tendemos a impacientarnos fácilmente cuando las cosas
no suceden conforme a nuestro deseo, ¿no es cierto? Si el
Señor no actúa cuando pensamos que es mejor, muchas
veces decidimos intervenir y hacerlo por nuestra cuenta.
Piense en alguna ocasión en que usted intentó llevar a
cabo algo por su parte al ver que Dios no parecía interesado
en hacerlo a tiempo. ¿Cómo resultó?
Identifique una situación actual en que el Señor lo está
obligando a esperar. ¿Qué piensa hacer? ¿Cómo debe actuar
para poner en práctica lo que hemos visto en el ejemplo de
Nehemías?
La petición presentada 1:11b–2:5
Mientras el líder aguardaba la oportunidad para presentar su inquietud ante el rey,
parece que constantemente pensaba en la condición de Jerusalén, a tal grado que el
monarca se fijó en su tristeza y preocupación. Cuando le preguntó a qué se debía esto,
Nehemías tuvo temor porque sabía que podía ser condenado a morir por estar así
delante del soberano (1:11b–2:2).
La actitud correcta que se debía asumir al estar en presencia del rey era muy
diferente, porque esto equivalía a un gran privilegio. El monarca era responsable de
proveer lo que su pueblo necesitaba y distribuirlo de una manera justa. Si un súbdito
estaba afligido ante él, indicaría su descontento con lo que se le había proporcionado.
Por eso, Nehemías tuvo miedo cuando él advirtió su estado de ánimo.
Pero también había pensado bien en su petición; sabía lo que debía pedir y estaba
preparado para hacerlo. Cuando Dios abrió la puerta, temblando presentó su solicitud.
Contestó que estaba triste como lo estaría cualquiera al enterarse de que su pueblo
estaba en ruinas. En ese momento no mencionó el nombre de la nación a la que
pertenecía. Parece que conocía bien la mentalidad del rey pagano porque en vez de
hacerlo, apela a la reverencia que se debe dar a los antepasados cuando hace referencia a
la condición en que se encontraban los sepulcros de sus padres. Nehemías sabía usar los
recursos con que contaba, tanto humanos como divinos.
Esta capacidad equilibrada de Nehemías muestra la segunda lección que debemos
aprender; pues indica que conocía el terreno que pisaba. Por una parte, sabía que el
Señor cumpliría su propósito, y por otra, que a él lo había enviado a realizar
determinado trabajo. Lo importante era que estaba dispuesto a hacerlo fielmente. Es
difícil mantener este equilibrio en la vida cristiana.
NEHEMIAS CONOCIA EL EQUILIBRIO ENTRE LO
QUE DIOS LOGRARIA Y LA PARTE
QUE A EL LE CORRESPONDIA
Frecuentemente invertimos los papeles. Queremos que Dios haga lo que nos ha
ordenado a nosotros y cuando él dice: “déjame a mí los resultados”, queremos meternos
para realizar su parte del trabajo porque pensamos que podemos acelerar las cosas. Si él
no actúa conforme a nuestro calendario, nos sentimos con derecho a intervenir. Pero
Nehemías sabía exactamente lo que tenía que hacer cuando se presentara la
oportunidad. De inmediato, elevó una oración instantánea al Señor pidiendo su ayuda y
sólo entonces continuó con la tarea asignada.
La tercera lección es que el líder supo cuándo y cómo utilizar los recursos que se le
habían dado para cumplir con su tarea; no esperó a que Dios le indicara qué hacer, él lo
sabía perfectamente. Cuando el rey abrió la puerta de la oportunidad, Nehemías la
utilizó sabiamente explicando que no sólo buscaba su propia ventaja, sino que estaba
dispuesto a volver a Susa y seguir sirviendo al soberano.
Cuando se dio cuenta de que contaba con el apoyo del rey para su plan, sin temor
pidió una ayuda más; de antemano sabía lo que necesitaba y dónde podía conseguirlo.
Estaba convencido de que aún los recursos del rey pagano estaban bajo el control de
Dios y por tanto, disponibles para la obra divina. Así que la fe no fue una excusa para
justificar la falta de preparación adecuada o para no planear cuidadosamente con
antelación.
La petición concedida 2:6–8
Cuando el rey respondió que sí, Nehemías pidió más. Debido a la disposición
favorable que observó en el monarca hacia su programa, no le costó gran esfuerzo
conseguir la ayuda adicional que buscaba.
Tanto al hacer su solicitud como en las respuestas que dio a las preguntas que el rey
le hizo, Nehemías nos enseña una cuarta lección, pues mostró que tenía un plan bien
pensado. Sabía cuánto tiempo le llevaría (2:6), qué problemas y qué clase de oposición
debía esperar, etc. (2:7). Había estudiado qué recursos harían falta para la
reconstrucción (2:8). No obstante, estaba concencido de que Dios era quien había
logrado todo. El Señor hizo que hallara misericordia a los ojos del rey. La buena mano
de Dios estaba con él.
LA INSPECCION DEL SITIO 2:9–16
Contando con el respaldo oficial del rey Artajerjes, Nehemías inició su viaje hacia
Jerusalén. Al llegar a la región, presentó sus cartas de autorización a los gobernadores
locales (2:9). Cuando éstos se dieron cuenta de sus intenciones de ayudar a Israel, se
molestaron pero no pudieron hacer nada para detenerlo (2:10). Sin embargo, a través del
libro observamos que siempre buscaban maneras de desanimarlo y oponerse a sus
planes. Todo su ministerio da evidencia de que podemos esperar que surja la oposición
siempre que se intenta llevar a cabo la voluntad de Dios.
Al establecerse en la ciudad, Nehemías guardó silencio en cuanto a su misión. No
convocó ninguna conferencia de prensa, ni reunión pública, no prometió nada, no dio al
enemigo ninguna pista acerca de su plan. Una vez más esperó el momento preciso para
motivarles a unirse a él en su ambicioso proyecto. Mientras tanto, tuvo la oportunidad
de observar a la gente y determinar quiénes eran capaces de identificarse con él e
involucrarse en el plan. Antes de proseguir, salió de noche para conocer las condiciones
que imperaban, comprender más adecuadamente la situación, y definir las tareas
específicas para cada parte del muro (2:11–16).
LA PRESENTACION DEL PLAN 2:17–20
Al llegar el momento adecuado, Nehemías convocó al pueblo para presentarles su
proyecto, fundando su anuncio motivador en tres elementos que todos sabrían apreciar.
Primero, les hizo un recuento de su evaluación personal acerca de la condición en que se
encontraba la ciudad. No les dijo nada nuevo porque todos la conocían de sobra al
observarla a diario, pero aprovechó el descontento que imperaba para animarlos a
edificar el muro (2:17).
El segundo elemento motivador fue su testimonio acerca de lo que Dios había hecho
a través de él reconociendo la obra directa del Señor. Finalmente, los animó
recordándoles el apoyo que había obtenido del emperador y el milagro de que Dios se
manifestara a través de un pagano, el cual había quedado bien convencido de lo
importante que era la obra después de escuchar el deseo de su copero de contribuir a la
reconstrucción de la ciudad (2:18).
Nehemías conocía a la gente con la que estaba hablando y supo motivarlos a
trabajar. No usó la fuerza, sino que supo esperar el momento adecuado. Tampoco se
valió de estímulos externos prometiendo premios y recompensas personales para
involucrarlos, sino de lo interno, apelando al deseo natural del pueblo de ver la
restauración de su patria. No debían esperar de él ni de Dios grandes premios por su
esfuerzo. Sin embargo, el Señor iba a realizar una gran obra y ellos serían parte de ella.
Como una motivación adicional para que se unieran al proyecto, les recordó que el
Altísimo ya había mostrado su interés en ellos.
NEHEMIAS ENTENDIA A SU PUEBLO Y
SUPO MOTIVARLOS A TRABAJAR
¡PENSEMOS!
Al empezar un proyecto en la obra de Dios, es necesario
que los creyentes estén conscientes de que la mano divina se
hará manifiesta entre ellos. Se requiere pasar tiempo en
oración para comprender el plan que el Altísimo quiere
realizar. Al conocer sus promesas y su plan para nosotros,
debemos “levantarnos y edificar”.
¿Tienen los hermanos de su iglesia una visión acerca de
esto? ¿Han trazado algún plan? ¿Por qué no dedicar un día
de oración y planificación con los líderes para determinar
qué quiere lograr el Señor a través de su ministerio?
Establezca metas para el futuro, buscando la dirección
divina y trabajando en consecuencia.
Cuando Dios quiere realizar una obra significativa, la oposición no tarda en
aparecer. Los gobernantes locales empezaron a burlarse y a hacer preguntas capciosas
(2:19). Nehemías no dejó ningún lugar a dudas de que estaba decidido a terminar el
proyecto. Puesto que estaba convencido de lo que Dios quería, no permitiría, que se
diera un solo paso atrás.
NEHEMIAS ESTABA COMPROMETIDO
A TERMINAR EL PROYECTO
Las amenazas no lo iban a intimidar porque estaba decidido a cumplir con la tarea
que se le había asignado. Quien determina dirigir una obra en el nombre del Santo de
Israel se enfrentará a la oposición. Un líder espiritual tiene que darse cuenta de esto y
estar dispuesto a resistirla sin permitir que las amenazas lo arredren. Nadie que no tenga
el valor para permanecer firme en sus convicciones alcanzará éxito al frente de la obra
divina porque siempre habrá quien se oponga.
Es importante notar que la confianza de Nehemías no se basaba en lo que lo
rodeaba. Veía más allá de todo ello, depositando toda su confianza en Dios, quien lo
había llevado hasta ese punto (2:20). Los que se opusieran no tendrían parte en la
herencia tampoco.
¡PENSEMOS!
¿Qué aprendemos en este pasaje del ejemplo de
Nehemías acerca del estilo de liderazgo espiritual que honra
a Dios? Encontramos cuatro enseñanzas principales:
1. Tenemos que aprender a orar y esperar para que Dios
haga su obra en los corazones.
2. Debemos encontrar el equilibrio adecuado entre el
papel divino y el nuestro como sus siervos.
3. Comprender a la gente con la que trabajamos y
motivarla a realizar la obra.
4. Cuando Dios nos dirige a hacer algo, comprometernos
a cumplirlo.
Nehemías siguió estos cuatro principios. No fue sino
hasta después de que se comprometió personalmente de esta
manera, que principió a buscar colaboradores que quisieran
trabajar con él.
La clave para entender este pasaje reside en reconocer
que en realidad no se trata únicamente de un proyecto de
construcción. La inquietud de Nehemías era que el pueblo
escogido que vivía en la tierra desolada se diera cuenta de la
gloria de Dios y se volviera a él. La reedificación era sólo un
medio para lograr esta meta. Así debe ser nuestra visión.
Tal como aquel pueblo, con seguridad hemos podido ver
los cuidados de Dios en nuestra vida y ministerio. Es
importante confiar sólo en él si queremos lograr grandes
cosas y comprometernos a seguir su dirección en todo
tiempo.
¿Qué quiere Dios hacer para glorificarse a través de la
iglesia en el lugar donde usted vive? ¿Cómo debe su iglesia
poner en práctica los principios que hemos visto para
realizar el trabajo que el Señor tiene para su pueblo? Haga
un plan de acción que señale cuando menos los primeros
pasos que deben darse.
3
Organizando para Edificar
Nehemías 3
Después de que Nehemías convenció al pueblo de que lo ayudaran, de considerar la
oposición de parte de sus enemigos y de recordar las promesas de Dios, todos estaban
listos para poner manos a la obra. Nehemías 3 se dedica a presentar la división de
responsabilidades entre los diferentes grupos del pueblo. Fácilmente se puede pasar por
alto esta parte del relato porque parece que sólo es una lista de nombres y lugares por lo
que algunos predicadores la eluden. Sin embargo, se puede aprender mucho al estudiar
entre líneas lo que se dice acerca de la organización del proyecto según se explica en el
pasaje.
Aunque es fácil perderse en los muchos detalles que da el capítulo, se puede
apreciar el resultado de la inspección nocturna y de la planificación cuidadosa hecha
previamente por Nehemías. Primero, dividió las responsabilidades por familias,
asignando a cada una una tarea específica. La distribución empezó en el norte de la
ciudad pasando hacia el occidente y de allí seguía hasta terminar en el norte de nuevo.
División de Responsabilidades 1. De la puerta de las Ovejas a la puerta del Pescado 3:1–2 2. De la puerta del Pescado a la puerta Vieja 3:3–5 3. De la puerta Vieja a la puerta del Valle 3:6–12 4. De la puerta del Valle a la puerta del Muladar 3:13 5. De la puerta del Muladar a la puerta de la Fuente 3:14 6. De la puerta de la Fuente a la puerta de los Caballos 3:15–27 7. De la puerta de los Caballos a la puerta de las Ovejas 3:28–32
La obra estaba bien organizada; cada persona tenía un trabajo distinto y todos
conocían el propósito principal. Para ellos, era primordial la dedicación personal y
cumplir con la tarea que Dios les había dado. Todos tenían que colaborar para que el
proyecto fuera exitoso.
Al preparar el plan para dirigir al pueblo en la reconstrucción de la ciudad,
Nehemías puso en práctica cuatro principios claves del buen liderazgo y que se ponen
en evidencia en este capítulo. Aunque existen otros elementos que también utilizó,
decidimos hacer hincapié sólo en estos cuatro, por lo que este estudio se organizará
alrededor de ellos.
EL PRINCIPIO DE LA ORGANIZACION
La grandeza y complejidad de la tarea exigía mucha organización. Era importante
que cada persona entendiera su responsabilidad y la realizara fielmente. Observe la
repetición de las frases: “Junto a ellos”, “después de ellos”, “tras ellos”, y otras frases
semejantes a través del relato. Cada uno tenía su lugar, trabajando hombro con hombro
con sus vecinos.
Esta preparación detallada requirió muchas horas de investigación, evaluación y
planificación. Una vez que todos conocían cuál era su lugar, necesitaban supervisión y
recursos adecuados para realizar su trabajo. Este ejemplo demuestra que la obra de Dios
debe hacerse de manera ordenada y organizada.
De esta porción bíblica aprendemos tres pasos primordiales para la buena
administración que se pueden aplicar a cualquier proyecto. Primero, la división del
trabajo, que se debe dividir en secciones fáciles de manejar. El segundo paso es la
jerarquización. Cada parte debía hacerse en determinado orden, conforme a las
prioridades. El tercer paso es la realización del trabajo; cada porción se lleva a cabo una
por una, hasta terminarlas todas.
Un gran maestro en administración de empresas, Peter Drucker, ha dicho: “Los
ejecutivos eficaces hacen las cosas de mayor importancia primero, y las hacen una por
una”.
TRES PASOS PARA LA BUENA ORGANIZACION
DIVISION JERARQUIZACION REALIZACION
Divida la obra en secciones manejables. Ordénela conforme a prioridades Haga cada parte una por una.
EL PRINCIPIO DE LA DELEGACION
Nehemías se dio cuenta de que para alcanzar la meta de reconstruir la ciudad, todos
tendrían que participar. Por eso, el líder asignó distintos equipos de personas a cada
parte del proyecto. Logró involucrar a todo el pueblo, desde los más pequeños hasta los
más grandes, hombres y mujeres. Todos tenían su trabajo, asignado conforme a las
capacidades de cada uno.
El año pasado nuestra iglesia se dio cuenta de que para seguir creciendo tendría que
construir un nuevo edificio. Debido a que tiene un colegio dentro de sus diversos
ministerios, era necesario comprar una nueva propiedad, lo cual trajo la urgencia de
recabar una gran cantidad de dinero. Al organizarnos para esta campaña espíritual y
económica, se hizo evidente que debíamos involucrar a la mayoría de nuestra
congregación. En aquel entonces teníamos una asistencia de aproximadamente
doscientas cincuenta personas cada domingo, de las cuales más de cien colaboraron en
los equipos de liderazgo. La campaña fue un gran éxito, en parte porque todos
contribuyeron.
Nehemías nos enseña lo mismo; este capítulo da una lista de las familias completas
que colaboraron en la reconstrucción de los muros de Jerusalén. Nehemías supo delegar
responsabilidades y todos trabajaron de alguna manera en el proyecto. De este ejemplo
podemos observar que la obra de Dios es de cooperación; sólo así se obtienen buenos
resultados.
Asimismo, requiere la colaboración de toda clase de personas. Observamos en este
pasaje que el Señor utilizó gentes de diversos oficios y de todas las clases sociales;
algunos tenían grandes talentos, otros, dones administrativos, y unos sólo contaban con
buena disposición de trabajar. Sin embargo, todos, hombres y mujeres de todas las
edades, estuvieron dispuestos a cumplir con su tarea y aun a sacrificar sus propios
intereses por el bien común. Las familias completas trabajaron unidas (3:12).
La obra de Dios requiere gente comprometida. Algunos tenían que laborar por sí
solos o en lugares solitarios; otros tenían trabajos muy difíciles y algunos trabajos más
fáciles. No obstante, todos tuvieron que comprometerse a pagar el precio que les
pudiera costar para terminar el trabajo que se les había encomendado.
Con demasiada frecuencia la obra de Dios se parece a un estadio de fútbol soccer en
que 50,000 espectadores necesitados de ejercieio se la pasan observando a once
jugadores que tienen necesidad de descansar. Pero esto no debe ser así; todos debemos
participar en ella.
Es interesante notar que aun con toda la organización de Nehemías, no todo fue
éxito. Algunos se negaron a colaborar (3:5). ¿Qué fue lo que pasó con estos “grandes”
tecoítas que no se animaron a colaborar? ¿Cómo afectó esto a la obra de Dios y a la
tarea específica asignada a ellos? Observe que el Señor llevó a cabo su obra sin
necesidad de los que permanecieron al margen. No tuvieron la satisfacción de los
demás.
¡PENSEMOS!
¿Qué trabajo está realizando su iglesia en el que usted
está colaborando? ¿Está comprometido para ayudar en él?
¿Qué más puede o debe hacer?
No es nuestro deseo crear un sentido de culpa en quienes
ya están sobrecargados de tareas. Muchos necesitan un poco
de descanso. Sin embargo, otras personas están contentas
con ser espectadoras de lo que los demás hacen. ¿De cuál de
estas dos clases de personas es usted? ¿Debería estar
haciendo más?
¿Qué tarea debe de aceptar para colaborar en el
ministerio de su congregación? ¿Qué piensa hacer al
respecto?
EL PRINCIPIO DE LA COORDINACION
Un factor esencial de la reconstrucción del muro fue la coordinación de los distintos
aspectos del trabajo de tal manera que todas las piezas se unieran bien para formar la
obra completa, no podían dejar algo olvidado. Cada uno tenía que empezar sus labores
precisamente donde el anterior terminaba.
Parece que la asignación del trabajo fue determinada conforme al lugar donde vivían
(3:21, 23, 24, 28–30). Observe la repetición de las frases: “cerca de su casa”, “frente a
su casa”, o algo semejante. De esa manera, cada uno sería motivado a trabajar con
mayor interés, porque era más conveniente para ellos. En caso de un ataque enemigo,
estarían cerca para defender su casa y podrían participar en la obra con mayor facilidad.
Los que vivían fuera de la ciudad también recibieron tareas y colaboraban en las
partes más remotas del muro donde había menos gente.
Otra consideración que se tomó en cuenta para asignar las tareas tenía que ver con el
oficio de cada quien. Los sacerdotes eran responsables de la puerta de las Ovejas, donde
los animales entraban para los sacrificios en el templo y algunos otros lugares claves. Es
probable también que se adjudicaran de acuerdo a los talentos individuales de los que
trabajarían en ciertas zonas.
EL PRINCIPIO DEL RECONOCIMIENTO
Nehemías reconocía el trabajo bien hecho de los trabajadores, se interesaba por ellos
y los conocía por nombre. Aunque no aparecen todos, muchos se mencionan
específicamente. Es interesante notar que el líder sabía quién había hecho determinada
parte de la obra y no olvidó agradecer sus logros.
Dios honra a quienes le sirven bien y los líderes no deben dejar pasar desapercibidos
y olvidar a quienes trabajan con ellos. Nehemías alentaba y estimulaba a quienes lo
merecían, ya fuera en lo positivo o en lo negativo (3:5, 20). Se destaca el trabajo
fervoroso de Baruc. No nos cuenta en qué manera se hizo resaltar este obrero notable,
pero su entusiasmo especial era evidente y Nehemías lo señala para todas las
generaciones futuras de pueblo de Dios.
El líder no se ocupa de llamar la atención a su propio esfuerzo. Ni siquiera menciona
su nombre entre las labores asignadas. ¿Dónde habría estado? Seguramente estaba
trabajando continuamente en forma entusiasta, haciendo tal vez más que cualquier otro.
Sin embargo, su interés era animar a los demás y no felicitarse a sí mismo.
¡PENSEMOS!
Los principios que Nehemías siguió en la etapa de
planificación para la reconstrucción de la muralla sugieren
algunas preguntas que valdría la pena hacernos y aplicarlas
a la obra que Dios nos ha dado hoy:
1. Cuando usted empieza algún proyecto, ¿lo organiza
de tal manera que se haga el mejor trabajo posible para la
gloria de Dios? ¿Lo divide en secciones manejables? ¿Lo
ordena conforme a las prioridades principales? ¿Lo hace por
partes hasta haberlo terminado todo?
2. ¿Está satisfecho con trabajar a solas, sin que nadie
más le ayude? O, ¿concede a otros el privilegio de colaborar
con usted y participar en el trabajo de Dios?
3. ¿Planifica los proyectos de tal manera que todos los
aspectos sean realizados por alguien, sin dejar partes
incumplidas? ¿Intenta hacerlo lo más conveniente posible
para quienes colaboran?
4. ¿Reconoce públicamente a sus ayudantes? ¿Anima y
agradece a quienes lo han apoyado? ¿A cuántas personas
conoce usted personalmente por nombre en su iglesia?
¿Hasta qué punto está involucrado en el ministerio de su
congregación, utilizando todos sus dones espirituales,
capacidades, y recursos personales?
Al considerar estas preguntas prácticas, señale algunas
áreas que debe corregir. ¿Dónde está su lugar en el gran
“muro”? ¿Qué pasos debe dar para colaborar en la mejor
forma posible para la gloria de Dios?
4
Enfrentando el Desánimo
Nehemías 4
Al principiar el trabajo en el muro, los obstáculos no se hicieron esperar. Así resulta
casi siempre. Cuando empezamos la obra de Dios, la oposición nunca tarda en llegar.
Los primeros problemas eran externos, introducidos por los vecinos que se oponían
al trabajo y que querían frenar el proyecto de reconstrucción. Cuando observaron el
progreso alcanzado, empezaron a poner tropiezos desde afuera, burlándose y
amenazándolos con supuestos ataques violentos para hacerlos desistir de su empeño.
Nehemías se vio obligado a trazar un plan para enfrentarse a esta situación y al
desánimo que surgió en medio de los escogidos.
LA BURLA: GUERRA PSICOLOGICA 4:1–6
El problema 4:1–3
Los enemigos perpetuos de Israel que se mencionan en este libro pronto regresaron.
Sanbalat y Tobías no estaban conformes con el proyecto de reedificación (2:10). Desde
el primer día empezaron a menospreciar a quienes tenían la intención de realizar esta
magna obra para la gloria de Dios (2:19). Es probable que no creyeran en que iban a
avanzar gran cosa, porque hacía mucho tiempo que habían regresado a la tierra y nada
había sucedido. ¿Por qué creer que esta vez tendrían éxito? No obstante, después de
unos días, les llegó la noticia de que el muro se estaba levantando con rapidez.
Sanbalat estaba furioso. Aunque probablemente no creía que los judíos pudieran
terminar su plan, al ver tanto progreso, empezó a tener sus dudas y no quería
arriesgarse. Por eso, hizo burla de ellos en público con el fin de hacerlos flaquear (4:1–
2). Sus palabras indican que no temía a Dios ni lo tomaba en serio. Convocó una
asamblea con el exclusivo fin de hacer mofa de los esforzados judíos, probablemente de
una manera sarcástica para poner de manifiesto su desprecio. Quería desanimarlos.
Los describió con desdén diciendo: ¡Estos débiles judíos! ¡Jamás podrán completar
el trabajo! ¿Harán sacrificios u orarán, pidiendo que Dios lo haga de la noche a la
mañana? ¿Creerán que el Señor les va a conceder un milagro sobrenatural para terminar
en un día? ¿Pensarán que pueden hacer algo de valor de ese montón de ruinas?
A las palabras de Sanbalat, Tobías añadió que cuando terminaran el muro, éste sería
tan débil que cualquier ataque, por pequeño que fuera, lo haría caer; no serviría para
frenar el avance de los enemigos (4:3). Añadió que hasta una zorra podría derrumbarlo.
Al repasar este texto, concluimos que la única razón lógica que tenían para hablarles
así era que les tenían miedo, al ver la posibilidad de que tal vez lograran su propósito.
Sin embargo, los enemigos cometieron un error grave; pensaban que el muro pertenecía
al pueblo de Israel y no se daban cuenta de que no era así, sino que era del Señor.
El remedio 4:4–6
Nehemías no respondió al ataque con violencia; hacerlo hubiera sido rebajarse. En
lugar de dar una contestación en público, se apartó a solas. En el pasaje se registra la
oración quieta del siervo de Dios. Tal como Pablo aconseja en Filipenses 4:6–7, no se
sentía ansioso; mediante la oración y súplica, con acción de gracias, dio a conocer sus
peticiones delante del Señor y su corazón fue consolado con la paz del Padre celestial
que sobrepasa todo entendimiento.
No sofocó sus sentimientos de ira y frustración ni los ocultó en su corazón, sino que
todo lo presentó delante del Señor. No se dejó desanimar por el desprecio ni lo discutió
con nadie. Dios era su único refugio y le entregó el problema (4:4–5). La verdad es que
nunca tenemos mayor éxito que cuando estamos de rodillas en oración. Nada logra
menos que un debate a gritos con el enemigo. Si queremos alcanzar las metas que el
Altísimo nos ha dado, es mejor cerrar la boca y entregar cualquier oposición en sus
manos para que él se encargue del asunto.
NEHEMIAS ENTREGO SUS ENEMIGOS A DIOS
PARA QUE EL SE ENCARGARA DE ELLOS
Proverbios 15:28–29 nos recuerda este mismo principio:
El corazón del justo plensa para responder;
Mas la boca de los impíos derrama malas cosas.
Jehová está lejos de los impíos;
Pero él oye la oración de los justos.
Sin duda, una de las reacciones más inútiles que podemos tener cuando nos
encontramos bajo el ataque de nuestros enemigos es tratar de pelear o vengarnos.
Nehemías no malgastó su tiempo en esas trivialidades sino que las puso en las manos de
Dios para que él las manejara.
Dios es dueño de su obra; él puede arreglar los problemas con sus opositores. La
oración del líder no era en el sentido de pedir un castigo fulminante contra ellos; más
bien pedía que todo se hiciera de acuerdo a la voluntad divina.
¡PENSEMOS!
¿Cómo respondemos cuando alguien nos critica o se
opone al plan de Dios para nuestra vida o para la iglesia?
¿Qué resultados ha habido?
Al observar lo que hizo Nehemías, ¿qué podríamos
cambiar que fuera más adecuado y eficaz para lograr lo que
Dios quiere? ¿Qué debe hacer usted al respecto?
El pueblo de Dios estaba desmoralizado porque había estado trabajando duro, bajo
presión y seguramente estaba cansado. La gente que los rodeaba no reconocía su
esfuerzo. Por el contrario, lo despreciaban. Además, temían por sus vidas.
Quienes buscan el aplauso de los espectadores, especialmente de los del mundo,
tendrán que esperar un largo rato y se verán frustrados continuamente. Realizar la obra
del Señor conforme a su plan pocas veces obtiene el respeto y reconocimiento de los
circunstantes.
Sus adversarios profesaban adorar a Jehová, Dios de Israel; se suponía que
apreciarían lo que estaban haciendo. Sin embargo, esta gente que se decía ser religiosa
no entendía su entrega ni tampoco los felicitaba por su deseo de glorificar al Creador.
Además de su decisión de dejar a los enemigos en las manos de Dios, se observa
otra actitud de Nehemías ante la oposición. Decidió seguir adelante, cumpliendo la tarea
que se le había asignado (4:6).
HACIENDO CASO OMISO DE SUS ADVERSARIOS,
NEHEMIAS SE DEDICO A CUMPLIR LA TAREA
QUE DIOS LE HABIA ENCOMENDADO
De este ejemplo podemos aprender que nuestro deber es hacer lo que Dios nos
indica sin importar cómo responden los demás. Nehemías sabía que tenía que motivar a
la gente a continuar el proyecto y se dedicó a ello enteramente. Los enemigos intentaban
desmoralizar al pueblo para que se concentraran en la imposibilidad de completar la
tarea, pero el líder los animó a seguir trabajando y dejar en manos del Señor los
resultados.
Los creyentes estaban dispuestos a trabajar y él muy motivado por la esperanza de
cumplir la visión que Dios le había encomendado. Gracias a esta actitud, todos se
dedicaron a la obra con más ahínco y no dejaron que la oposición les desanimara. Dice
el pasaje que trabajaron sin interrupción hasta que alcanzaron la mitad de la altura
requerida. La respuesta entusiasta del pueblo también animó a Nehemías para seguir
adelante. El intento de sus adversarios falló por la intervención divina y les dio nuevas
fuerzas para trabajar y terminar el proyecto porque sabían que era para la gloria de Dios.
EL COMPLOT: AMENAZA FISICA DE VIOLENCIA 4:7–
23
El problema 4:7–11
Parece que el número de sus enemigos iba en aumento; otros más se unieron a ellos
cuando observaron que el proyecto continuaba en dirección ascendente. Se sumaron los
de Samaria en el norte, los del pueblo de Amón en el este, los árabes en el sur, y Asdod
(Filistea)al occidente, de tal modo que los rodeaban por doquier.
Cuando la oración de Nehemías fue contestada y los opositores vieron que el
desprecio no había servido para parar la reconstrucción de los muros, se conjuraron para
atacar la ciudad y destruirla (4:7–8). Querían eliminar a los trabajadores.
La amenaza llegó en mala hora. Los israelitas estaban cansados y decaídos (4:10) y
en lugar de concentrarse en lo que Dios ya había hecho, sólo les preocupaba el
escombro. Todos corremos el peligro de fijarnos en la basura, en lo mucho que nos
queda por hacer y olvidar la visión de lo que el Señor desea. Por supuesto que esta
actitud nos desalienta. La madre que sólo pone su atención en los pañales sucios en
lugar de su bebé, se desanimará pronto; esa era la situación en aquellos días.
Esto los llevó a considerar la imposibilidad de la tarea que tenían por delante; sabían
que era más grande que sus fuerzas. Pero ignoraban que muchas veces Dios nos da
encargos difíciles para que reconozcamos que nada podemos hacer sin él. Sólo así
aprendemos a confiar plenamente en su poder. Si pudiéramos realizar la obra por
nuestra cuenta, no tendríamos que depender del Señor. Esto nos enseña que él puede
utilizarnos para realizar sus metas sobrenaturales. De esta manera, él es quien recibe
toda la gloria.
Diez veces les advirtieron que el enemigo venía para atacarlos. Parece que era una
guerra de nervios. Les dieron a entender que cuando menos lo esperaran, iban a caer
sobre ellos por todos lados. Esta amenaza les dio miedo. Aunque sabían que Dios los
había regresado a su tierra, que había prometido restaurarlos, y que habían visto su
mano providente durante la preparación de los planes para la reconstrucción, tenían
temor. El Señor puede utilizar estos momentos de miedo y desánimo para prepararnos a
realizar una obra que lo honre.
El gran predicador inglés Carlos Spurgeon lo describió así:
“Antes de conseguir algo grande, frecuentemente nos asalta algo de depresión… Tal
fue mi experiencia al llegar a ser pastor de la iglesia en Londres… Fue precisamente en
aquellos días que Dios levantaba el telón para revelarme el que sería el ministerio
principal de mi vida… Parece que este tipo de depresión llega a molestarme siempre
que él prepara una mayor bendición para mi ministerio”.
¡PENSEMOS!
¿Qué tipo de escombro se encuentra alrededor del
proyecto de construcción que Dios quiere realizar en usted?
¿Está confiando en él para que lo retire y traiga algo de
valor a su vida?
¿Cuándo fue la última vez que se atrevió a intentar
algún proyecto imposible de realizar sin la intervención
divina? El pueblo de Dios tenía miedo. ¿Conoce este tipo de
reacción cuando se ve amenazado y hay quien se opone a sus
proyectos? ¿Ha experimentado la sensación de que Dios
quiere hacer algo a través de usted pero le ha dado miedo
aceptar la encomienda? ¿Cómo debe reaccionar?
¿Qué clase de oposición encuentra a lo que el Señor
quiere hacer en su vida? ¿Qué debe hacer para convertir en
realidad la visión de lo que Dios quiere hacer en su iglesia, su
comunidad, su familia, o su vida? ¿Cómo podrá llegar a la
victoria y vencer a los enemigos que se le presenten?
El remedio 4:12–23
En lugar de permitir que esta amenaza les hiciera parar la obra para contraatacar al
enemigo, diseñaron un plan que les permitió seguir edificando el muro mientras
vigilaban y protegían a los obreros y el proyecto. Esta solución creó desconcierto en sus
atacantes y no les hicieron nada. Fue así que pudieron seguir adelante a pesar del miedo.
El plan que Nehemías utilizó para vencer a sus enemigos nos puede enseñar a
entrentar a quienes nos agreden. Cuando los enemigos nos amenazan, ¿cómo seguir
hasta cumplir con la encomienda que Dios nos ha dado? Este ejemplo bíblico nos
muestra cuatro pasos:
1. Presente el problema a Dios y deje que él se encargue del asunto (4:9). Aun
antes de conocer todo lo que el enemigo tenía en mente, sin saber la severidad de su
amenaza, Nehemías enseñó a sus seguidores a que se unieran a él en oración. Observe
que el pasaje dice “nosotros oramos”. Es evidente que motivó al pueblo a involucrarse
juntamente con él en la súplica.
2. Recuerde quién es el que está con usted (4:14; Romanos 8:31). Nehemías hizo
frente a las circunstancias recordándoles que Jehová, el grande y Todopoderoso estaba a
su lado. El era quien había hecho el pacto de ser su Dios, protegerlos y proveer todo lo
que necesitaran. Por lo tanto, también les daría el poder para vencer cualquier enemigo.
3. Prepare un plan de defensa. Decidieron poner guardias de día y de noche (4:9)
para no quedar a merced de sus adversarios ni un solo instante del día; aun en los
lugares menos protegidos pusieron gente armada (4:13). La mitad del pueblo se asignó a
la defensa y el resto a la reconstrucción del muro (4:16). Además, todos trabajaban con
una mano y sostenían sus armas en la otra; de esta manera siempre estaban listos para
contraatacar (4:17).
Debemos notar que la defensa se basó en la participación de toda la comunidad.
Tenían que unirse para pelear contra el enemigo. Se les dijo que una trompeta les
avisaría para que todos acudieran al lugar que recibiera un ataque (4:19–20). Nadie
debía pelear a solas con el enemigo porque sería imposible vencerlo; más bien tenían
que ayudarse unos a otros. Aun con todos estos preparativos, sabían que era Dios quien
ganaría la pelea. No obstante, ellos tenían que hacer su parte. Debían estar siempre
listos (4:23).
4. Organícese para continuar la tarea que Dios le ha dado aun cuando esté bajo
amenaza. Mientras la mitad de la gente trabajaba con sus armas en una mano, la otra los
defendía (4:16–17). Nehemías no permitió que la necesidad de protección se
interpusiera en la obra que tenía entre manos.
Tampoco se dio por vencido porque sabía que el Señor lo había enviado a edificar la
ciudad de nuevo. Se lo había probado cuando se enfrentó a Artajerjes, el enemigo más
fuerte que podría oponerse a su plan.
Al ver la determinación del siervo de Dios y del pueblo en general, los contrincantes
se dieron cuenta de que esta estrategia había arruinado sus planes malvados; el Altísimo
los había desbaratado. Habían contado con tener la ventaja al atacarlos por sorpresa,
pero debido al informe anterior y la preparación de Israel, ahora tendrían que
enfrentarlos en una batalla total para la que no estaban preparados. Fue así que el Señor
dio a su pueblo la capacidad de dominar a sus enemigos y seguir cumpliendo su tarea.
¡PENSEMOS!
También nosotros tenemos que estar listos para
enfrentar a los enemigos de la obra de Dios, quienes no
pierden la oportunidad de socavar la obra divina. Se
requiere de vigilancia continua para estar listos y
defendernos del adversario, pero sin suspender nuestro
trabajo.
Tenemos que reconocer que al fin de cuentas, es Dios
quien pelea por nosotros. No podemos ganar ninguna batalla
a solas, sólo él es capaz de hacerlo (4:10, 14–15, 20). La
desesperación y urgencia del momento obligó a Nehemías a
permanecer de rodillas orando al Señor. ¿Qué está usted
encomendando a Dios sabiendo que sólo él lo puede realizar?
¿Serán nuestras oraciones sólo ritos vacíos, basadas en
teorías que nunca hemos puesto a prueba?
Repase los principios que hemos observado en este
estudio. ¿Qué nos enseñan en cuanto a lo que Dios quiere
lograr hoy? ¿Cómo debemos realizar la obra que él quiere
hacer y a la vez, defendernos del ataque del enemigo? ¿Qué
cambio debe hacer en su vida para hacerlo? ¿Qué piensa
hacer en este sentido?
5
El Verdadero Enemigo
Nehemías 5
“Hemos encontrado al enemigo: ¡somos nosotros!” Estas palabras reflejan la
realidad que Israel enfrentaba en los días de Nehemías, y que algunas veces se repite en
nosotros. El mayor enemigo del pueblo de Dios viene de adentro.
Israel, la nación elegida de Jehová mató a los profetas que venían en su nombre.
Jesucristo dijo que nadie se atrevería a quitarle la vida excepto los judíos; sólo ellos eran
capaces de hacer tal cosa. Así sucedí en el tiempo de Nehemías, los ataques originados
dentro del mismo pueblo eran más devastadores que los de afuera.
Ya se ha observado que cuando se realiza una obra para Dios, la oposición no tarda
mucho en aparecer. La mayoría de los obstáculos fueron provocados por los vecinos que
no querían que continuara el plan de reconstrucción de la ciudad de Jerusalén. Sin
embargo, también los había internos. En primer lugar, las condiciones económicas
afectaban a los colaboradores de Nehemías. La injusticia y el desaliento debilitaban el
deseo de seguir con la obra. Realmente la interferencia de parte de los vecinos enemigos
no era tan importante como la división que había en sus propias filas.
LUCHA CONTRA LAS CONDICIONES ECONOMICAS
5:1–5
El pueblo empezó a quejarse por las aflicciones que sufrían, especialmente por tres
causas principales. Primero, la escasez de alimentos les hacía difícil la sobrevivencia. Se
desanimaban porque tenían que empeñar todo lo que tenían para poder comer (5:1–3).
El segundo problema era el de los impuestos. Además de los adeudos por comida,
algunos tenían que pedir prestado para cubrir los tributos al gobierno (5:4) y muchas
veces tenían que garantizarlos con su tierra, sus casas, y aun sus hijos.
Por último, sufrían también por causa de los intereses elevados que les cobraban (v.
7). Algunos estaban obligados a entregar a sus hijos e hijas como esclavos para pagar
sus deudas. Los ricos se enriquecían cada vez más mientras que los pobres se
empobrecían. La gente protestaba porque sus compatriotas se estaban enriqueciendo a
expensas de ellos. La moral estaba muy baja por la condición desesperada en que se
encontraban pero también por la injusticia y el trato abusivo de que eran objeto.
ABUSOS DE LOS NOBLES 5:6–13
Al darse cuenta de esta triste situación, Nehemías se indignó, cosa que no había
hecho cuando enfrentó los ataques de afuera porque era de esperarse que los enemigos
de Dios se comportaran como lo hacían. No obstante, su ira se encendió con quienes
decían ser parte del pueblo del Señor y cometían injusticias. Reflejando la actitud de
Jehová mismo, no atacó a los paganos por comportarse como tales, pero sí se enojó en
gran manera cuando vio que los israelitas se conducían como ellos.
La hora de la ira había llegado. Nehemías había sabido cómo enfrentar el miedo y
desánimo que habían sembrado los vecinos enemigos y había exhortado a sus
seguidores a que confiaran en Dios a pesar de la tarea aparentemente imposible y la
oposición continua. También los había preparado para defenderse del ataque y los había
organizado para trabajar. Pero el abuso de parte de su propio pueblo era demasiado.
Estaba enojado por su egoísmo, codicia e insensibilidad.
Antes de actuar, el líder pensó con cuidado la acción a seguir. Se calmó un poco,
consideró todos los detalles conocidos del caso, evaluó las alternatives, y solo entonces
inició su plan.
¿Por qué estaba enojado Nehemías? Los líderes de mayor influencia violaban tanto
el espíritu como la letra de la ley, según la cual la ayuda que se daba a los necesitados
no debía ser para ganancia personal. No debían cobrar interés (Exodo 22:25; Levítico
25:35–37) y tampoco debían tomar como esclavo a otro judío (Levítico 25:39–46).
La gente adinerada no sólo desanimaba al pueblo sino que también desobedecía la
ley divina. Aunque Nehemías no suspendió el trabajo en el muro por causa de la
oposición externa, sí lo hizo ante este obstáculo con el fin de corregir el problema antes
de seguir adelante porque, ¿de qué sirve levantar un gran edificio para Dios cuando
adentro está un pueblo que vive para el diablo?
LOS NOBLES DE ISRAEL:
• Desobedecían la voluntad revelada de Dios
• Daban mayor prioridad a su prosperidad que al bienestar de los demás
• Daban mayor prioridad a la gratificación presente que a la bendición
permanente Esta actitud iba en contra de todo lo que Nehemías pensaba y hacía. Por eso
convocó a los líderes y les hizo varias acusaciones directas. Primero les reclamó que
cobraran intereses a sus compatriotas porque según la ley no debían hacer tal cosa con
los necesitados (5:7). En contraste, Nehemías les presenta su actitud de sacrificio
personal. El había tenido que ceder muchas cosas para librar al pueblo de las naciones
que estaban en derredor. En cambio, ellos querían sojuzgarlos (5:8).
Enseguida introduce la segunda acusación diciendo que querín usar a sus
conciudadanos como esclavos, lo que provocaría que él interviniera para terminar con
ello. Lo ilógico era que tuviera que pagar a los judíos por ser los opresores de sus
hermanos.
La tercera acusación fue en el sentido de que este comportamiento daba mala fama
al Señor. La reputación de Dios estaba en juego porque los enemigos cercanos se darían
cuenta de lo que pasaba y se burlarían por causa de ello (5:9). Nehemías les recuerda su
propio ejemplo. El ayudaba a las familias que colaboraban en la reconstrucción de la
ciudad haciéndoles préstamos sin cobrar interés porque estaba completamente entregado
a lograr la meta (5:10).
¿Qué debían hacer entonces? Primero, poner fin de inmediato a su conducta
equivocada. No quería que esperaran más; tenía que hacerse ya. Era necesario suspender
el cobro de intereses elevados para dejar de hacer daño al nombre de su Dios (5:10). En
segundo lugar, debían recompensar a quienes habían perjudicado y devolverles lo que
les habían quitado (5:11).
En tercer lugar, tenían que comprometerse a hacer lo correcto de ahí en adelante.
Nehemías llamó a los sacerdotes y obligó a los abusivos a prometer públicamente que
no seguirían más con sus prácticas (5:12). Por último, les hizo ver la gravedad de sus
actos y la severidad con que Dios trataría a quienes abandonaran el voto hecho ante
todos. A continuación les presentó una lección audiovisual sacudiendo sus vestidos para
mostrarles el peligro de no cumplir lo prometido. El Altísimo haría con ellos
exactamente igual que ellos habían hecho a sus hermanos. Como resultado, el pueblo se
reanimó y dio gracias al Señor. Todos hicieron su parte y la restauración espiritual se
realizó tal como el Creador lo había dicho (5:13).
Una lección de primera importancia para los judíos era que no debían imitar las
constumbres de las naciones que los rodeaban sino que debían unirse todos para
ayudarse en tiempos de adversidad y no aprovecharse de la situación para obtener
ganancias exageradas. Cuando el pueblo empezó a obedecer lo que Dios había
ordenado, los problemas internos terminaron.
EL PUEBLO DE DIOS NO DEBE SER IGUAL
A LAS DEMAS NACIONES
¡PENSEMOS!
¿En qué maneras siente la iglesia de hoy la presión de
conformarse al estilo de vida del mundo? ¿Qué debemos
hacer en cuanto a esto? ¿Qué estamos haciendo
actualmente? ¿Qué debe cambiar en usted que muestre al
mundo la diferencia que Dios ha hecho en su vida?
LA ABNEGACION DE NEHEMIAS 5:14–19
Nehemías nunca habría podido convencer a los abusivos de que no se aprovecharan
de sus hermanos si su vida no respaldara sus dichos y se estuviera enriqueciendo a costa
de los poco favorecidos. Nunca usó los privilegios que se le habían concedido y mucho
menos abusó de ellos. No había seguido el ejemplo de los gobernadores anteriores que
inclusive sus subalternos se aprovechaban del pueblo (5:14–15).
Este líder ejemplar no permitió que hubiera conflicto de intereses (5:16). Había
decidido mantenerse ajeno a cualquier circunstancia que pudiera interpretarse como un
intento de enriquecerse.
No compró propiedades para sí aunque estaban a muy buen precio; habría podido
invertir en la compra de tierra y ganar bastante sabiendo lo que Dios pensaba hacer en
ese lugar. Sin embargo, no hizo nada de esto. También habría podido prestar dinero a
otros para sacar buena ganancia, pero, tampoco aprovechó esta situación.
Nehemías había viajado a la tierra para reconstruir el muro, no para sacar ventaja.
Inclusive se negó a usar los privilegios que merecía con tal de terminar los muros.
Durante esos 12 años Nehemías no aceptó el sueldo que se le debía. No quería que se le
acusara de robar a los pobres para enriquecerse.
No sólo hizo esto, sino que de su propia bolsa proveyó diariamente de comida a 150
judíos así como para los dignatarios oficiales que lo visitaban. En otras palabras, era un
ejemplo de integridad personal que podían imitar si querían andar en los caminos de
Dios. Nunca pretendió conformarse al conocido modelo aceptado por los líderes
mundanos que sabían obtener provecho propio.
¡PENSEMOS!
Con el fin de mantener su buen testimonio delante del
mundo que lo observaba con cuidado, Nehemías no usó ni
abusó de sus privilegios para que no hubiera conflicto de
intereses. Nuestras circunstancias son distintas hoy. Pocos
tendríamos la oportunidad de manifestar nuestra fidelidad
para con Dios de esta manera.
Considere las oportunidades donde podamos aplicar los
principios estudiados en nuestro contexto. ¿Qué cambio se
podría observar en su vida si los aplicara? ¿Qué pasos debe
dar para que Dios sea glorificado en su vida como lo fue en
la de Nehemías?
¿Por qué asumió este siervo de Dios tal actitud? El pasaje revela los tres motivos
que tuvo. Primero porque estaba motivado por el temor a Dios (5:15). Se había
comprometido a obedecerlo y hacer sólo su voluntad.
El segundo motivo era su sensibilidad a la necesidad del pueblo (5:18). De por sí ya
llevaban una carga muy pesada. El dirigente estaba dispuesto a hacer sacrificios
personales con tal de identificarse con ellos y ayudarlos a sobrellevarla.
Por último, estaba motivado por el deseo de recibir la bendición de Dios en su
propia vida. Buscaba la recompensa divina, no la humana. No le interesaban los
premios temporales, sino los que no se manchan o pierden.
Este dirigente aprendió lo difícil que es ser líder político al servicio de Dios en
medio de un mundo contaminado. Los puestos de liderazgo político proveen una
plataforma desde la cual se puede presentar un testimonio sólido para Cristo. Pero a la
vez, se está expuesto a mayores tentaciones, especialmente la de enriquecerse
ilícitamente.
Carlyle, famoso historiador escocés dijo: “La adversidad es difícil para cualquier
persona; sin embargo, por cada persona que debe aguantar la prosperidad, se encuentran
cien que deben soportar la adversidad”. Pocas personas tienen la integridad personal
necesaria para mantenerse firmes en su compromiso con Dios y con otros cuando se les
presenta la oportunidad de enriquecerse como a Nehemías. Sin embargo, él resistió con
firmeza la tentación porque no quería abusar de sus privilegios para edificar un imperio
personal. Aceptó el liderazgo por los motivos correctos.
Motivos Correctos
Temor a
Dios
Sensibilidad
a las
necesidades
de otros
Deseo de
recibir la
bendición
de Dios
Produjeron
en él Actitudes y
estilo de vida
distintos
Produjeron en él El deseo de
ayudar a sus
hermanos y
realizar la obra de
Dios sin ganancia
personal
¡PENSEMOS!
Nehemías temía a Dios. Con
frecuencia sucede que nos olvidamos del
respeto que merece el Señor. Además, era
sensible a las necesidades del pueblo.
Muchas veces nosotros somos insensibles.
¿Alguna vez pensamos en qué forma
podemos ayudar a los demás? ¿Utilizamos
nuestros puestos de privilegio para el bien
de otros?
Nehemías anhelaba la bendición
divina más que cualquier otro beneficio
que pudiera conseguir. ¿Nos preocupamos
nosotros más por la recompensa presente
que por la eterna?
Cuando estudiamos los tres motivos
que movían a Nehemías, Dios nos recuerda
la importancia de hacer su voluntad y de
arreglar cualquier área de nuestra vida
que no esté conforme a sus normas.
Asimismo, se nos piden ciertas respuestas
apropiadas:
• Reconocer el pecado en nuestra vida y
confesarlo.
• Decidir cambiar de conducta y
comprometernos a hacer lo que es
correcto.
• No rendirnos frente a la presión que nos
impide cumplir este compromiso.
¿Participa usted del mismo celo que
distinguió a Nehemías? ¿Qué hay en su
vida que debe cambiar? ¿Qué hará cuando
lo descubra?
6
El Engaño, la Intimidación y la
Voluntad de Dios
Nehemías 6:1–14
Israel estaba ocupado realizando la voluntad de Dios, la cual era que las personas de
los alrededores conocieran a Jehová por medio del amor de su pueblo y por un estilo de
vida distinto. Aunque el propósito principal del Señor no era que edificaran la ciudad de
Jerusalén. Esto era parte esencial del plan. Si no se lograba, no habría nada visible que
observar. Primero tendrían que existir como nación unida.
Cuando el pueblo empezó a hacer lo que Dios los había llamado a hacer, la
oposición los asaltó (Nehemías 4–6). Es una realidad que cuando los creyentes deciden
hacer la voluntad divina, no tardan en hacerse presentes los que se oponen. En este caso,
emplearon tres estrategias principales para parar la obra, que son las mismas que casi
siempre aparecen. Cuando Satanás quiere frenarnos, utiliza alguna de estas tres
argucias.
El primer ataque del enemigo vino del exterior, por parte de los vecinos de Israel
que no querían ver la reconstrucción de la ciudad; estaban cerca y amenazaban
destruirlos. Pensaban que el temor por la posibilidad de un ataque violento podría
obstaculizar la obra directa o indirectamente si los judíos decidieran que el proyecto no
valía la pena tal riesgo. La otra alternativa sería que se vieran obligados a pararla con el
fin de defenderse.
Sin importar qué decisión tomaran, los contrincantes sabían que lograrían parar la
reconstrucción del muro. Esta artimaña trataba de desviar la atención que los
trabajadores tenían en Dios y en su habilidad de permitirles realizar su plan para que la
fijaran en los enemigos externos (Nehemías 4).
El segundo ataque fue interno. Las condiciones económicas dentro del mismo
pueblo se convirtieron en un obstáculo para la realización del plan original. Surgieron
divisiones entre los hermanos por el egoísmo y falta de amor. Tal como en el tiempo en
que Pablo escribió a los Corintios, la escasez de dinero era síntoma de la falta de amor.
Esta estrategia distrajo a los trabajadores de tal manera que no se fijaban en Dios sino en
sus semejantes (Nehemías 5).
La tercera argucia del enemigo fue agredir directamente al líder (Nehemías 6), que
es el pasaje que nos toca estudiar. Los muros ya estaban completos aunque las puertas
no estaban colocadas en sus lugares todavía (6:1). Los oponentes escuchaban informes
acerca del éxito que se estaba logrando y nuevamente trataron de frenar su terminación.
Querían provocar la suspensión del trabajo poniendo obstáculos de toda índole. Si
lograban asustar o eliminar a su dirigente destruyendo su credibilidad frente al pueblo,
los podrían desanimar y poner fin a su esfuerzo. Desde la perspectiva del líder del
pueblo de Dios, esta estrategia estaba diseñada para que no se fijara en el Altísimo y en
su plan para Israel, sino que se concentrara en sí mismo y en sus propios problemas.
SATANAS EMPLEA CUATRO CLASES DE ESTRATEGIAS
PARA IMPEDIR LA OBRA DE DIOS:
• Que nos fijemos en los enemigos
• Que nos fijemos unos en otros
• Que nos fijemos en nosotros mismos
• Que nos fijemos en cualquier otra cosa que no sea en Dios.
¡PENSEMOS!
Identifique alguna ocasión en que Satanás ha usado una
de estas artimañas en su vida para distraerle de lo que Dios
ha querido lograr en su vida. ¿Cuál es la solución adecuada
para vencerlo? Al darse cuenta de ellas y encontrar la forma
de dominarlas, ¿cómo afectó su vida?
En su interés por frenar a Nehemías poniéndole obstáculos personales, sus
adversarios trataron tres veces de desviarlo del plan que Dios le había dado usando cada
vez una forma diferente de engaño. En cada ocasión se nos describe el verdadero
propósito que tenían y las respuestas que da el líder, las cuales siempre estuvieron
apegadas a la verdad. Cuando se dieron cuenta de que los engaños por sí solos no eran
suficientes para llevar a cabo su idea, los rivales añadieron un elemento de intimidación
en los últimos dos intentos.
TENTACION POR DISTRACCION 6:1–4
Los vecinos enemigos inventaron diferentes pretextos para inducir a Nehemías a
dejar la obra y reunirse con ellos. Insistían constantemente en que debían juntarse para
tener una sesión de negocios y discutir las cosas pendientes. Hasta cuatro veces lo
invitaron. Al parecer, querían reconocer delante de Nehemías que se sentían derrotados
por él y por eso, pedían verlo para hacer la paz.
A simple vista parecería una actividad buena, de mucho valor para el pueblo. Sin
embargo, todo era una farsa; en primer lugar, querían distraerlo de la obra que Dios le
había llamado a hacer y después planeaban matarlo durante esa consulta en el campo de
Ono, que quedaba a una distancia aproximada de 27 kilómetros de Jerusalén.
Nehemías respondió con un enfático “¡no!” a la propuesta enemiga, porque tenía
una visión clara de lo que Dios quería para su vida. Veía su comisión con profunda
seriedad porque reconocía que la responsabilidad que tenía sobre sus hombros era
enorme y había decidido cumplirla a cualquier costo, aunque tuviera que hacer algún
sacrificio personal.
Por otro lado, no podía desenmascarar a Tobías públicamente porque la acusación
aumentaría el enojo del pueblo y despertaría sospechas. La reacción podría resultar muy
negativa por causa del apoyo popular que su rival gozaba entre muchos de sus
compatriotas.
Debido a estas circunstancias, Nehemías rechazó la invitación diciendo que no
quería descuidar la gran tarea que Dios le había encomendado. Nadie podría criticarle
por ese motivo. Sin embargo, ellos mostraron sus verdaderas intenciones cuando
rehusaron ir a donde él estaba. Cuatro veces insistieron en que él saliera a encontrarse
con ellos, pero nunca ofrecieron reunirse con él en la ciudad, donde no le llevaría
mucho esfuerzo ni tiempo. En lugar de acusarlos, Nehemías esperó hasta que dieran el
siguiente paso.
Al igual que este gran siervo de Dios, los líderes espirituales actuales deben
aprender a decir no a las muchas invitaciones que reciben. Tenemos que decir no
cuando enfrentamos la tentación de hacer algo malo que nos pueda distraer del camino
designado por nuestro Señor. Asimismo, cuando se nos pide hacer concesiones en
cuanto a la verdad o la moralidad, o cuando algo aparentemente bueno puede interferir
con la realización de algo mejor. Debemos ser capaces de discernir con claridad lo que
está en juego antes de decidir lo que debemos hacer o no y responder en base a tal
evaluación. Nehemías no dejó que lo bueno obstaculizara la obra mejor y al mismo y al
mismo tiempo evitó el daño que planeaban hacerle.
TENTACION POR DISTRACCION 6:1–4
ENGAÑO: PROPOSITO: RESPUESTA:
DISTRACCION HACERLE DAÑO “¡NO!” VISION CORRECTA DE SUS PRIORIDADES
TENTACION POR ACUSACION FALSA 6:5–9
En su quinta invitación para que saliera a encontrarse con ellos en el campo de Ono,
sus opositores cambiaron su estrategia y le añadieron la intimidación. Esta vez enviaron
una carta abierta para que se leyera frente al pueblo.
Contenía una acusación falsa que públicamente ponía en duda sus motivos (6:5–7a):
Usted no está haciendo esta obra para el bien del pueblo. En realidad, lo que quiere es
coronarse como rey. La reconstrucción del muro es un engaño. Lo querían acusar de
rebelión contra el emperador, pero sólo eran chismes. Observe que no mencionan
ninguna fuente autorizada para fundamentar su informe y terminan con un elemento de
intimidación, amenazándolo con desenmascararlo (6:7b).
Su propósito principal era asustar al pueblo y desanimarlo, pero sin dejar de pensar
en perjudicar a Nehemías (6:9a). ¿Cuál habría sido el resultado de la lectura de esta
carta abierta? ¿Cómo habría respondido el pueblo en general? ¿Cómo lo manejó
Nehemías? ¿Cómo respondió a las acusaciones en cuanto a sus motivaciones?
El líder respondió aduciendo su motivación sincera y hablando de manera directa y
clara les dijo que no había nada de verdad en sus imputaciones. Ellos las habían
fabricado con el fin de destruir su influencia sobre la gente como guía espiritual. No
trató de discutir con ellos, simplemente, con toda tranquilidad, negó la acusación
presentada. Su propia reputación de integridad tendría que servir para defenderlo de
estos ataques. Puesto que estaba seguro de su comportamiento, se queda quieto, dejando
el asunto en manos de Dios, el Juez Justo (6:9b).
Notemos que Nehemías no perdió tiempo en discutir con sus detractores. Tenía la
conciencia limpia y podía enfrentar el conflicto con confianza. No tenía ninguna
intención de rebelarse contra el emperador ni deseos de convertirse en rey, así que se
colocó en manos de Dios.
TENTACION POR ACUSACION 6:5–9
ENGAÑO: INTIMIDACION: PROPOSITO: RESPUESTA:
ACUSACION FALSA AMENAZAN DESENMASCARARLO DESANIMAR AL PUEBLO DECLARACION DE INTEGRIDAD DEJAR DEFENSA EN
MANOS DE DIOS
TENTACION POR UNA SEGUNDA DISTRACCION 6:10–
14
Cuando nada dio el resultado deseado, trataron de utilizar el miedo para obligarlo a
esconderse. Semaías estaba encerrado en su casa, no se nos dice por qué, pero su
ausencia del proyecto parece indicar que fingía enfermedad o miedo para forzar a
Nehemías a que lo visitara.
Los enemigos utilizaron a este hombre, quien se presentó como si fuera profeta con
un mensaje divino. La historia no deja ninguna duda de que en realidad trabajaba para
Sanbalat y Tobías. Aparentemente era bien conocido de Nehemías y se había hecho
acreedor a su confianza, pero se había vendido por dinero.
El engaño que emplean en este caso tiene la apariencia de una revelación divina.
Semaías afirma: Dios me envió. De otra manera, ¿cómo conocería lo que el enemigo
tenía en mente? Lo sabía porque Dios se lo había hecho saber y a continuación le revela
en nombre de Jehová el complot para matarlo.
Al añadir esta amenaza al engaño, sus adversarios querín hacer tambalear su
seguridad. El falso profeta le advirtió que sería sorprendido de noche cuando durmiera
para ser asesinado. Su propósito era asustarlo de tal manera que buscara escapar y
desobedecer a Dios. Entonces podrían desacreditarlo ante el pueblo.
Esta situación nos hace preguntar: “¿Cómo podemos discernir la voluntad de Dios y
evitar tales trampas?” En la reacción de Nehemías aprendemos algunos principios
válidos para nuestra vida también.
Nehemías sospechaba algo malo por dos razones. Primero, el profeta decía venir en
el nombre de Jehová para distraerle de la realización de una obra que Dios mismo le
había llamado a hacer. Su mensaje no tenía sentido, porque el Señor le había revelado
con claridad lo que quería realizar y le había demostrado que él se podía encargar de
cualquiera de sus enemigos. ¿Por qué le diría ahora que escapara?
En segundo lugar, el líder desconfió de Semaías porque utilizó el nombre de Jehová
para hacerlo desobedecer la ley de Dios. Nehemías era un líder laico; no sacerdote. Por
lo tanto, no le estaba permitido estar en el templo. Si lo hacía, sería merecedor del juicio
de Dios (Números 18:7; 2 Crónicas 26:16–21). Esta instrucción tampoco era válida.
Además, esconderse en el templo era una costumbre pagana. Los judíos nunca
hacían tal cosa porque no se les permitía. Si decidiera hacerle caso, el pueblo perdería
su confianza en él como líder espiritual porque estaría cometiendo un acto punible, que
traería el juicio divino.
Así que Nehemías se negó a huir. No tenía por qué hacerlo; tampoco pecaría
entrando en el templo. En cuanto a la voluntad de Dios, sabía lo que él quería lograr.
Además, conocía bien la Palabra del Señor y cómo se debe aplicar en situaciones
semejantes a ésa. Estos dos elementos fueron los que lo dirigieron en cuanto a la
decisión que debía tomar.
¡PENSEMOS!
Tome un momento para considerar cómo podrían estos
mismos elementos ayudarnos a discernir la voluntad de Dios
para nuestra vida. Señale alguna ocasión en que le hayan
ayudado. ¿Qué debemos hacer hoy para determinar la
voluntad divina para nosotros?
En cuanto a su respuesta a la intimidación, Nehemías estaba seguro del papel que
tenía dentro del plan de Dios y estaba ocupado precisamente en realizarlo. Por eso, no
permitió que nada ni nadie lo distrajera de su propósito. Tampoco dejó que la oposición,
por fuerte o maliciosa que fuera, lo asustara y lo hiciera huir. Nosotros también
necesitamos esta clase de seguridad en Dios y en el trabajo que quiere lograr en medio
de nuestro pueblo y dedicarnos a realizarlo con toda confianza.
TENTACION POR OTRA DISTRACCION 6:10–14
ENGAÑO: INTIMIDACION: PROPOSITO: RESPUESTA:
REVELACION FALSA AMENAZA A SU SEGURIDAD PERSONAL TEMOR, PECADO Y DESACREDITACION NEGACION A ESCONDERSE
¡PENSEMOS!
La solución para la tentación de esconderse fue poner la
mirada en Dios y preocuparse ante todo de agradarle a él. Al
vivir de esta manera, podemos encomendar cualquier
proyecto y la oposición que levante en manos de él.
En este estudio hemos observado la vida de un gran
siervo de Dios. Hemos notado cómo entendía la voluntad
divina y su propósito de realizarla. Antes de dejar este
pasaje, tome unos minutos para volver a él y con la ayuda de
este comentario, haga una lista de los estrategias que
Santanás emplea para desviarnos y de los obstáculos que
resultan de ellas. Haga otra lista de los principios que
Nehemías utilizó para vencerlos. ¿Cómo respondió a cada
uno? ¿Cuál fue el resultado en cada vez?
Ahora, apunte las enseñanzas que aprendió de
Nehemías y que debe aplicar en su vida. ¿Qué pasos debe
dar para lograr lo que Dios quiere hacer a través de usted?
7
Perseverancia Recompensada
Nehemías 6:15–7:73
Los observadores de las Olimpiadas de 1988 en Seúl, Corea gozaron muchos
momentos emocionantes en esa gran justa deportiva. Tal vez ninguno esté mejor
grabado en la memoria que la competencia acuática de clavados. Nadie que la haya
visto podrá olvidar la participación de Greg Louganis de los Estados Unidos.
Tal vez ninguno de los contendientes había llegado al final de la gesta deportiva por
un camino más difícil que él. Su vida comenzó siendo hijo ilegítimo dado en adopción.
Había pasado toda su existencia luchando contra la idea de que nadie lo quería ni lo
aceptaba.
Sin embargo, su capacidad en el salto siempre ha sido excepcional. Louganis
inventó la mayoría de las técnicas que los demás clavadistas del mundo imitan,
incluyendo uno tan peligroso que provocó la muerte de un soviético.
Ganó sin dificultad la primera competencia en que participó, pero en la etapa
preliminar de la segunda, se golpeó la cabeza en el trampolín mientras realizaba el
mismo salto que había costado la vida al soviético. Todo el mundo creyó que seguiría la
misma suerte.
No obstante, su puntaje anterior le había asegurado un puesto en la etapa final de la
competencia y volvió a la lucha. Al enfilarse al último clavado, iba detrás de un joven
chino. Su último salto fue lindo, un acto de precisión tan perfecto que le valió una
medalla. Todo el mundo enloqueció. Su perseverancia al tratar de lograr lo imposible le
ganóel premio.
Louganis no es el único héroe de perseverancia digno de mencionar. Nehemías
también siguió luchando frente a una tarea que parecía imposible. Su determinación de
realizar la voluntad de Dios lo llevó al éxito. A pesar de obstáculos enormes por todos
lados, permaneció fiel y así cumplió la tarea que Dios le había dado.
Winston Churchill, el gran orador y líder político de Inglaterra dijo: “¡Nunca se dé
por vencido! Nunca, nunca, nunca, nunca. ¡Nunca se dé por vencido!” Eugene Peterson
comenta: “Nuestra capacidad de concentrar la atención en algo ha sido condicionada por
los comerciales de treinta segundos… No es difícil interesar a la gente en el evangelio…
En nuestra cultura cualquier cosa, aun las noticias en cuanto a Dios, pueden ser
vendidas fácilmente si se colocan en un paquete atractivo. Sin embargo, cuando pierde
su novedad, se tira a la basura”. Lo más difícil es perseverar a través del largo camino
de la vida.
Esta es la tentación que Nehemías tuvo que resistir. Se daba cuenta de la
importancia de seguir trabajando hasta terminar el proyecto de reconstrucción. No podía
relajarse, tenía que insistir en cada detalle, por insignificante que fuera, para que nada lo
desviara del propósito de Dios.
El simple hecho de lograr que los muros estuvieran de pie, no quería decir que la
obra de Nehemías hubiera terminado. En realidad, apenas principiaba. La
reconstrucción del muro sólo les costó cincuenta y dos días, pero la restauración
espiritual tardaría otros veinte años.
Mientras el líder se dedicaba a la tarea que Dios le había dado, también tenía que
atender algunos detalles específicos, aparentemente aislados. Por medio de ellos
aprendemos siete lecciones importantes que valdría la pena poner en práctica en nuestra
vida.
Es difícil predicar acerca de este pasaje. Muchos comentaristas lo excluyen por
completo porque no es fácil aplicarlo a la vida diaria contemporánea. La mayoría de los
comentarios antiguos lo alegorizan demasiado. A cada detalle se le asigna algún
significado místico especial. Seguramente Nehemías se habría sorprendido al escuchar
esta interpretación de lo que escribió.
Sin embargo, hay cierta validez en la aplicación figurada cuidadosa de los principios
señalados en el pasaje. Aunque normalmente evitamos hacer esto, quisiéramos hacer
algunas observaciones y notar estos siete principios de la vida y ministerio de
Nehemías.
TERMINACION DEL MURO 6:15–19
Debido a la dedicación y administración cuidadosa de Nehemías, el proyecto se
terminó en apenas cincuenta y dos días. Su confianza en el Señor lo inspiraba a seguir
adelante a pesar de los obstáculos convirtiéndolos en oportunidades para animar al
pueblo y glorificar a Dios. No obstante, no permitía que se le diera crédito por lo que
había logrado.
Este siervo ejemplar insistió en que hasta sus enemigos aceptaran que sólo el Señor
había logrado este gran triunfo, no su siervo (6:15–16). Se aseguró de que Dios
recibiera toda la gloria. Mantener este testimonio claro no es tan fácil como podríamos
creer. Nos hemos acostumbrado a reconocer la obra divina y a pedir su ayuda mientras
estamos luchando por realizar algo, pero al completarlo con éxito, tenemos la
inclinación a querer ser admirados. Pero el único interés de Nehemías era que Dios
fuera glorificado. Al ver cómo el Señor había defendido a Israel, sus enemigos se
desanimaron. ¿Cómo pidian oponerse a lo que Dios mismo apoyaba (Romanos 8:28–
39)?
1. NEHEMIAS SE ASEGURO DE QUE AUN
SUS ENEMIGOS RECONOCIERAN QUE
DIOS HABIA REALIZADO ESTA OBRA. El segundo principio importante que debemos aprender del ejemplo de este gran
siervo de Dios es que no permitió que su éxito le cegara impidiéndole ver que todavía
había enemigos en el campamento (6:17–19). Decimos que “más sabe el diablo por
viejo que por diablo”. En este caso, al darse cuenta de que había fallado, decidió
cambiar su estrategia. Dejó de atacar el proyecto del muro con enemigos externos y
empezó un asalto más sutil utilizando el enemigo interno de las concesiones y de la falta
de precaución.
2. NEHEMIAS NO PERMITIO QUE EL EXITO
LOGRADO LE CEGARA A LA PRESENCIA
DE LOS ENEMIGOS EN EL CAMPAMENTO. Nehemías estaba alerta al peligro y listo para tratarlo. Sabía que todavía había
problemas por resolver. Muchos eran simpatizantes de quienes se oponían a la voluntad
expresa del Señor. Algunos se sentían comprometidos con Tobías y le debían lealtad, lo
cual les impedía romper sus vínculos con él.
¡Tobías no había sido eliminado (6:17–19)! Seguía enviando cartas a sus seguidores
y tenía espías e informadores por todos lados que se sentían comprometidos con él.
Muchos ricos eran sus familiares por lo que tenían mucha influencia. Estos aliados
suyos hacían un gran trabajo de relaciones públicas a su favor, tratando de animar a
Nehemías para que confiara en él.
Cuando esta nueva estrategia no logró el resultado deseado, Tobías usó otra táctica
mejor conocida. Le enviaba cartas amenazadoras para intimidarlo.
ADVERTENCIA PARA LIDERES 7:1–4
Al darse cuenta de la presencia de los enemigos en medio de su gente, Nehemías
decidió motivar al pueblo para que eliminara los compromisos que había contraído y
suspendiera su amistad con los enemigos que se habían infiltrado en el campamento.
Estas concesiones siempre provocaban problemas y nunca fueron totalmente
eliminadas. Para lograr esto, tuvo que establecer un ejemplo piadoso que pudieran
imitar.
3. NEHEMIAS DELEGO EL TRABAJO EN
LIDERES FIELES Y TEMEROSOS DE DIOS
Al ver que necesitaba el ejemplo de buenos líderes, Nehemías designó a Hanani y a
Hananías como encargados de las operaciones militares y de la seguridad de Jerusalén.
Observe cuál era el requisito primordial para ocupar estos puestos: que fueran fieles, en
otras palabras, personas de integridad reconocida (Exodo 18:21; Filipenses 2:19–21).
Hananías se había destacado como persona leal y temerosa de Dios, mucho más que la
mayoría del pueblo.
Nehemías decidió que el tiempo había llegado para encomendar el ministerio a otras
personas y apoyarlas con el fin de proporcionar al pueblo más ejemplos que pudieran
imitar. Hanani ya había demostrado su interés por el bienestar de la ciudad al hacer el
viaje a Susa para informar a Nehemías de las condiciones en que estaba (1:1–2).
El pueblo de Dios tenía necesidad de protegerse contra los ataques del enemigo, no
para fijar la atención en ellos, sino para estar listos a afrontarlos. Nehemías preparó un
plan de seguridad usando un sistema de guardias. Organizó a la gente en patrullas para
proteger a los residentes. Además, estableció normas que debían seguir para mantener la
vigilancia adecuada. No quería dejar que el enemigo penetrara para destruir lo que Dios
había edificado.
4. NEHEMIAS LES ADVIRTIO QUE ESTUVIERAN
ATENTOS Y ESTABLECIO NORMAS
PARA PROTEGER AL PUEBLO FRENTE A
LOS ENEMIGOS DE DIOS. Aunque la ciudad estaba segura, la gente no quería mudarse y ocupar el lugar
fortificado. La mayoría vivía fuera de los muros de defensa que se habían provisto, así
que todavía tenían que aceptar la importancía de vivir dentro de la muralla de protección
que los tendrían a salvo de ataques enemigos. Aparentemente, preferían vivir en las
afueras.
5. NEHEMIAS LES ANIMO A ENTRAR Y
APROVECHAR LA CIUDAD QUE DIOS
HABIA PROVISTO PARA SU PROTECCION.
¡PENSEMOS!
En sentido espiritual, ¿cuáles son las defensas que Dios
nos ha provisto contra los ataques del enemigo? ¿Cómo
debemos aprovecharlas? ¿Lo hacemos? ¿Qué resulta cuando
no lo hacemos? ¿Qué diferencia resulta si lo hacemos?
Señale alguna área del sistema de defensas que Dios ha
provisto y que usted debiera aprovechar más.
LISTA DE GENEALOGIAS 7:5–69
Después de establecer el sistema de defensa se tomó un censo para descubrir
quiénes habían regresado del exilio. El autor principia con los líderes (7:5–7) y después
de ellos prosigue a mencionar a los grupos que los acompañaron (7:8–69).
Entre quienes menciona se encuentran algunos de ascendencia desconocida, que no
podían demostrar a ciencia cierta que pertenecían al pueblo de Dios por nacimiento.
Este problema no era demasiado serio hasta que se dieron cuenta de que algunos de
ellos eran sacerdotes, los cuales no podrían funcionar como tales hasta que pudieran
identificar su línea de ancestros. Esto se requería para conservar la pureza ritual libre de
cualquier contaminación.
Este requisito ilustra la importancia de la pureza personal que Dios requiere de su
pueblo. Por eso los líderes no podrían entrar en funciones hasta que el Urim y Tumim
determinaran la selección divina.
6. NEHEMIAS INSISTIO EN QUE LOS QUE
MINISTRARAN EN EL LUGAR SANTO
FUERAN DE PUREZA INTACHABLE. La descendencia de los sacerdotes tenía que ser inmaculada y sin ninguna duda. Lo
que se exigía en cuanto al linaje y rito era una lección gráfica para Israel de las normas
elevadas estrictas que Dios requiere.
OFRENDAS PARA LA OBRA 7:70–72
A continuación se hizo un registro minucioso de las contribuciones para la obra de
Dios. Con seguridad el compromiso hecho con Dios afectaría tanto sus billeteras como
su estilo de vida. Algunas personas, Nehemías incluido como gobernador de la región,
hicieron una contribución fuerte y sacrificial.
7. LA OFRENDA SACRIFICIAL ES UN INDICADOR
IMPORTANTE DEL COMPROMISO
PERSONAL CON LA OBRA QUE DIOS
REALIZA ENTRE SU PUEBLO.
CONCLUSION DE LA OBRA DE RECONSTRUCCION
7:73
Cuando el proyecto se terminó, cada uno regresó a su casa o pueblo sin tomar
posesión de la ciudad que Dios les había restaurado
¡PENSEMOS!
A través de esta historia se nota la persistencia y
cuidado de Nehemías para realizar a cabalidad la obra que
Dios le había asignado. ¿Cómo calificamos nosotros en este
esfuerzo? ¿Es usted fiel y perseverante? ¿Cuáles de los
principios aprendidos debe usted desarrollar en su propia
vida? Si no los practica, ¿qué debe hacer? ¿Cómo
responderá usted a la exhortación divina en cuanto a ellos?
8
¡Cinco Horas para Predicar!
Nehemías 8
“¡El sermón de hoy durará cinco horas!” Muchos predicadores aprovecharían esta
oportunidad para compartir todo lo que quisieran comunicar a su iglesia, aunque sus
feligreses seguramente no estarían tan entusiasmados con la idea. Un día le dije a mi
esposa que pensaba dar un mensaje de cinco horas pero me respondió que nadie se
quedaría hasta el final. ¡Ni siquiera ella!
Amós profetizó antes del tiempo histórico que estamos estudiando que escasearía la
proclamación de la Palabra de Dios (Amós 8:11–13) y que la gente la buscaría sin
encontrarla para saciar su sed espiritual. ¿Existe tal carencia del mensaje divino en
nuestro tiempo? No, la Palabra está a nuestro alcance pero no la estamos utilizando
adecuadamente.
Es indudable que en la actualidad existe hambre entre los pobres del mundo, pero
hay un problema mayor que sólo se encuentra en países donde no falta comida. Los
padres tienen suficiente dinero y proporcionan buenos alimentos para sus hijos, pero
éstos no quieren comer. Se enferman y a veces mueren no por escasez, sino por no
ingerir lo necesario.
En el campo espiritual también encontramos este conflicto. En la mayoría de
nuestros países encontramos una buena existencia de Biblias. Sin embargo, muchos no
disfrutan este tesoro provisto por Dios y no dedican tiempo a leerla. Debido a ello, se
debilitan por falta de alimento espiritual. En otras palabras, no comen porque no
quieren.
¿Cómo responde usted a la bendición de poseer una Biblia y poder leerla o
escucharla? ¿Está agradecido por este privilegio? ¿Cuándo fue la última vez que dio
gracias al Señor por la oportunidad de recibir más de su Palabra de la que puede digerir?
¿Qué tan frecuentemente comparte con otras personas este refrigerio espiritual?
Una vez que Nehemías terminó de solucionar los problemas materiales del pueblo
de Dios, se dedicó a resolver los conflictos de mayor importancia, los internos y
espirituales que requerían su atención inmediata. Destinó la última parte del libro a
tratarlos (8–13).
El líder religioso del pueblo en ese tiempo era Esdras, quien había dirigido otro
regreso a la ciudad algunos años antes y que todavía estaba en Israel cuando Nehemías
administraba el proyecto de reconstrucción. Esdras estaba interesado en algo más que el
aspecto material. La condición de los corazones era de mayor importancia que la de los
muros. Dos características claves de cualquier avivamiento espiritual se manifestaron en
ese tiempo:
1. Proclamación de la Palabra de Dios
2. Interés por parte del pueblo
En Nehemías 8–13 se describe la confirmación del pacto antiguo y la renovación
espiritual que resultó. La gente fue movida a acatar su compromiso con el Creador y sus
mandamientos. En primer lugar, hacía falta que aceptaran ser sumisos a la autoridad de
Jehová, el Dios del pacto; esta era la necesidad básica (Nehemías 8–10). A continuación
encontramos las normas específicas que regirían esa obediencia (Capítulos 11–13).
LA INSTRUCCION DE LA LEY 8:1–8
El punto de partida para lograr la transformación del pueblo de Dios es su Palabra.
Todos se reunieron para escucharla en el séptimo mes, que era cuando les tocaba
celebrar tres de las fiestas religiosas de Israel: la de las Trompetas, la del día de la
Expiación y la de los Tabernáculos.
En el primer día de la fiesta de las Trompetas, se congregaron en asamblea nacional
(Levítico 23:24–25; Números 29:1–6). Era un día santo en que se convocaba a todo el
pueblo para adorar a Dios; el pueblo se juntó como un solo hombre. Pidieron a Esdras
que trajera la ley; de ellos surgió la idea, no del siervo de Dios (8:1).
Al fin mostraron interés, después de catorce años de intentos infructuosos por parte
de Esdras para que se volvieran a Jehová y lo siguieran. Este había dado ejemplo de
paciencia, fidelidad y obediencia y había esperado y orado por ellos durante todo ese
tiempo.
El proceso de avivamiento empezó con oración (8:6). Esta les despertó la esperanza
de que Dios hiciera algo en hadio de ellos. Es probable que la oración del pueblo (9:5–
6) fuera reflejo de la que Esdras elevó en esa ocasión.
EL AVIVAMIENTO ESPIRITUAL PRINCIPIO
CON ORACION
El segundo paso que dieron para restaurar espiritualmente a los escogidos fue dando
lectura a las Escrituras (8:3). Durante cinco horas escucharon atentamente. El propósito
de Esdras era enseñarles la Palabra Santa.
La gente estaba ansiosa de escucharla. Es probable que sólo tuvieran un ejemplar de
la ley, por eso era necesario que se le diera lectura pública, porque no la tenían
disponible en sus casas para estudiarla.
Esdras estaba decidido, quería comprender la voluntad de Dios, obedecerla, y
enseñarla a otros también (Esdras 7:10). Como escriba, su misión era explicar la ley. Es
interesante que no les pidió que hicieran algo que él no estaba dispuesto a hacer. Estaba
comprometido personalmente en conocer y hacer la voluntad divina. Su entusiasmo era
contagioso y lo transmitió a todos.
La respuesta de los congregantes no se debió a la energía del hombre, a su mensaje
dinámico o a una presentación atractiva, sino a que estaban dispuestos a escuchar la voz
del Señor. El líder no tuvo que regañarlos ni convencerlos con palabras persuasivas.
Simplemente expuso la Palabra divina y el pueblo respondió.
EL AVIVAMIENTO ESPIRITUAL SE BASO
EN LA LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS
El tercer paso que se dio para lograr la reconsagración espiritual fue la exposición de
la misma Palabra Santa, de manera que todo el mundo pudiera entenderla (8:7–8). No
prepararon complicados programas o presentaciones llamativas. Las 30,000 personas
permanecieron bajo los rayos calcinantes del sol, escuchando con atención.
Consideremos que no contaban con sistemas de amplificación de sonido para ayudarles.
Es evidente que su deseo de escuchar las palabras divinas era enorme. Querían saber
lo que Dios había dicho. Su hambre resultó en renovación espiritual.
EL AVIVAMIENTO ESPIRITUAL RESULTO
DE LA EXPOSICION DE LA PALABRA
LA CELEBRACION GOZOSA 8:9–12
Cuando recibieron la Palabra, se vieron impelidos a celebrar la fiesta de los
Tabernáculos conforme a las normas bíblicas establecidas. Cuando comprendieron el
mensaje, muchos empezaron a llorar. La lectura produjo convicción de pecado. Otros se
entristecieron debido a sus fracasos anteriores.
Sin embargo, al observar esta reacción de parte del pueblo, los líderes los
instruyeron para que callaran porque no era tiempo de tristeza, sino de gozo, ya que
ahora comprendían la verdad. Nehemías los animó a regocijarse por la bendición
recibida. Debían procurar ser santos y no entristecerse. La obediencia, no las lágrimas,
era la respuesta indicada a la Palabra de Dios. Debían alegrarse por el proceso de
restauración; este era un día de fiesta nacional y debían celebrarlo con gozo. El júbilo
del Señor sería su fortaleza, no su tristeza.
Los maestros de Israel decían: “El que no haya visto a Jerusalén en la fiesta de los
Tabernáculos, no puede comprender el verdadero significado del gozo”. En esa fiesta,
debían recrearse por la bendición de Dios en sus vida, y después compartirla con los que
no podían celebrar como ellos.
Dios les daría gozo si lo seguían; cambiaría la tristeza del pecado por alegría si
obedecían su Palabra. Los líderes de las familias y los religiosos aceptaron la
responsabilidad espiritual y guiaron a la nación a ajustarse a la orden divina.
LA CONSTRUCCION DE TABERNACULOS 8:13–17
El segundo día los líderes se reunieron de nuevo para repasar la Palabra y
descubrieron que era tiempo de celebrar la fiesta de los Tabernáculos, la cual era para
recordarles las bendiciones recibidas en el pasado. Al ver hacia atrás, conmemoraban la
provisión divina durante los cuarenta años que deambularon en el desierto.
También representaba la promesa futura de su cuidado para con ellos. Las tres
fiestas del séptimo mes se juntaron en una sola para analizar el plan de Dios para el
porvenir. El los había traído a su tierra en conformidad con la promesa de la fiesta de las
Trompetas; los había restaurado a la comunión consigo mismo según había restaurado a
la comunión consigo mismo según había prometido durante el día de la Expiación.
Ahora podrían celebrar esta fiesta esperando la llegada del Mesías y el establecimiento
de su reino (Mateo 17:1–5). El pueblo no había conmemorado esta fiesta con tanto gozo
desde los días de Josué, cuando entraron en la tierra prometida viniendo del desierto.
Esta era la base histórica de la celebración.
CONTINUACION DE LA LECTURA 8:18
La gente siguió reuniéndose cada día para escuchar la lectura pública. El octavo día
terminó con la asamblea que la ley prescribía para la celebración de esta fiesta.
La respuesta del pueblo
Además de observar los pasos principales que se dieron con el fin de producir esta
transformación espiritual, tenemos que fijarnos en la reacción del pueblo. Aparte de su
participación en conjunto, todas las reformas externas que se les impusieran no serían
suficientes para efectuar la renovación espiritual necesaria. Se observan ocho elementos
básicos en la manera en que respondieron al estímulo espiritual.
Primero, fueron ellos los que tomaron la iniciativa de solicitar la lectura de la
Palabra de Dios. Por lo menos dos veces, y tal vez más, pidieron a Esdras que la leyera.
Ellos eran quienes mantenían vivo el fuego. No fue un acto impuesto por parte de los
líderes. Desde el principio, ellos acudieron a Esdras (8:1) y después regresaron (8:13),
tal vez varias veces durante los ocho días (8:18).
En segundo lugar, manifestaron reverencia ante la Palabra de Dios porque se
pusieron de pie para escucharla (8:5). Esta acción no es tan importante en sí misma; es
la actitud del corazón la que provocó este acto. Fácilmente podemos convertir en rito
ésta, o cualquiera otra acción. En esa ocasión, la reverencia les nació del alma.
Tercero, respondieron espontáneamente, desde lo más profundo del corazón (8:6).
Tome nota de las diversas formas de adoración que emplearon: dijeron “¡Amén,
Amén!” como señal de conformidad con la Palabra de Dios, alzaban las manos, se
postraban y adoraban con el rostro en tierra.
No eran las acciones en sí las que tenían tanto valor, y no tenemos por qué imitarlas,
porque con facilidad pueden convertirse en rituales vacíos. Por otro lado, pueden
olvidarse y llegar a ser despreciadas. La trascendencia de estas manifestaciones es que
eran acciones de adoración genuina que brotaban del corazón del pueblo. Ponerse de pie
para escuchar la Palabra, alzar las manos, postrarse delante del Señor o acostarse con el
rostro en tierra, eran evidencia de reverencia y adoración, una respuesta de alabanza
motivada por lo que Dios había hecho en sus vidas.
Cuarto, permanecieron tranquilos, sin moverse de su lugar y escucharon con
atención (8:7). No se nos da idea de que estuvieran mirando a sus relojes con
impaciencia. Sabían que Dios les estaba hablando y querían escuchar su voz.
Quinto, se entristecieron y lloraron (8:9). La prueba verdadera de quien escucha y
comprende la Palabra de Dios no consiste en la cantidad de lágrimas derramadas. En
realidad éstas pueden servir como escape para no poner en práctica lo que se nos pide.
La mejor evidencia es la obediencia. Sin embargo, esta no debe limitarse tan sólo al
conocimiento ni a las acciones; la Palabra de Dios también había tocado sus emociones;
se sintieron agobiados por la tristeza y lloraron ante el Señor.
En sexto lugar, su respuesta no se limitó a las emociones, también obedecieron
(8:10–18). Todo el pueblo se dedicó a poner en práctica lo que Dios les indicó (8:12,
16, 17).
Séptimo, todos se regocijaron porque comprendieron la voluntad de Dios (8:12).
Después de años de buscar cómo debían glorificar al Señor, por fin lo hacían
físicamente porque habían descubierto lo que él quería que hicieran para completar su
restauración espiritual. Por eso, se gozaban en esta nueva relación con Dios.
Por último, regresaron vez tras vez para recibir más conocimiento. No se cansaban
de escuchar la Palabra de Dios. Querían oir más para agradarlo en todo.
EL AVIVAMIENTO ESPIRITUAL PRODUJO
UNA RESPUESTA DE CORAZON
¡PENSEMOS!
Nosotros tenemos gran cantidad de Biblias y
comentarios para ayudarnos a comprender mejor la Palabra
de Dios. Sin embargo, muchas veces no aprovechamos estos
recursos disponibles. Revise la lista de principios señalados
en la última parte de este estudio. ¿Cuántas de estas
respuestas observa en su propia vida?
Un estudio hecho en los Estados Unidos de
Norteamérica hace poco revela que mientras 93 por ciento
de las personas poseen una Biblia, sólo el dieciocho por
ciento lo lee diariamente y otro dieciocho la lee tres a seis
veces cada semana. El 37 por ciento la lee una o dos veces a
la semana y el 23 nunca la lee.
Hace poco oí acerca de un hombre que resultó herido en
una explosión. Su cara quedó completamente desfigurada,
perdió la sensibilidad en ambas manos y la vista. Como sabía
que algunos leen la Biblia por medio del sistema Braille,
pidió que le trajesen una de ellas, pero pronto se dio cuenta
de que las puntas de sus dedos tampoco le servían porque se
habían dañado los nervios. Después descubrió que la punta
de su lengua todavía tenía sensibilidad y era capaz de sentir
las letras alzadas y aprendió a leer Braille con la lengua.
Para cuando se escribió su historia, ya había leído toda la
Biblia más de cuatro veces. Tal como Israel en los días de
Nehemías, este minusválido tenía un gran deseo de conocer
la Palabra de Dios. ¿Cómo está nuestro deseo de escucharla?
Muchos de nosotros la podemos leer fácilmente y no
aprovechamos la oportunidad que el Señor nos ha dado.
¿Buscamos de verdad la voluntad de Dios? ¿Queremos
comprenderla para acatarla? ¿Obedecemos lo que hemos
comprendido ya? Evalúe su propia vida a la luz de los ocho
aspectos de la respuesta de Israel a la lectura bíblica.
¿Cuáles hacen falta en su vida? ¿Qué puede hacer al
respecto?
9
El Dios Fiel Confronta al Pueblo
Rebelde
Nehemías 9–10
Cuando la necesidad material de la reconstrucción del muro ya se había resuelto, los
asuntos espirituales internos tomaron precedencia. La esencia del problema era renovar
el compromiso de Israel con el pacto.
De suprema importancia era la sumisión a la autoridad de Jehová, quien había
establecido el pacto (Nehemías 8–10). Más tarde, tendrían que iniciar una amplia serie
de reformas específicas para conformar su estilo de vida al que Dios quería ver en
medio de ellos (Nehemías 11–13). Primero tenían que resolver el asunto primordial de
la confianza en Jehová y la obediencia a su autoridad; después se dedicarían a las
condiciones específicas de su vida diaria.
En el proceso inicial se dieron tres pasos. Empezaron con la lectura de la ley, según
ya se observó en Nehemías 8. El estudio de ella despertó la conciencia en cuanto a lo
que Dios exigía. En base a esta lectura, decidieron hacer lo que el Señor les pidiera.
ARREPENTIMIENTO DEL PUEBLO 9:1–37
El segundo paso era buscar el arrepentimiento del pueblo. Después de haber
escuchado las demandas de Dios, expresadas en su Palabra, respondieron con
sinceridad. Este arrepentimiento nació del reconocimiento del pecado.
A través de la historia de la iglesia, muchos han observado que los avivamientos
más notables en el pueblo de Dios se han originado porque se reconoce el pecado
personal. Así empezó el movimiento galés en el siglo diecinueve, el que se realizó bajo
Wesley en el siglo dieciocho, la Reforma en el siglo dieciseis, y aún el de Nínive en
tiempos de Jonás. La primera evidencia de que el Espíritu Santo se está manifestando
entre el pueblo es una conciencia despierta que resulta en tristeza genuina por causa del
pecado y la decisión de abandonarlo. El punto de vista de Israel hasta ese momento era
que ellos eran más o menos buenos y que era el Señor quien se había alejado de ellos.
En cambio, la perspectiva verdadera es que sólo él es bueno (Lucas 18:18–19) y que
ellos se habían apartado. Dios permanece fiel aunque seamos rebeldes y desobedientes.
De la misma manera, mientras no cambiemos nuestra opinión en cuanto a quién es Dios
y cómo es y en cuanto a quiénes y cómo somos nosotros, jamás habrá una renovación
verdadera en nuestra vida.
Después de leer la Palabra tres horas al día y alabarle tres horas al día durante tres
semanas, estaban listos para comprometerse en serio con Dios. En realidad no sabemos
exactamente cómo utilizaron esos días porque sólo se nos dan algunas pistas. El primer
día lo pasaron leyendo la ley y alabando desde la madrugada hasta el mediodía (8:1–3).
El segundo, vinieron de nuevo para escuchar (8:13). Vivían en enramadas, recordando
lo que Dios había hecho a favor de ellos (8:17). Volvieron diariamente a reunirse (8:18).
La fiesta concluyó el día veintidós. No se nos indica cómo pasaron el siguiente día,
pero en el día veinticuatro, se nos explica que pasaron tres horas leyendo la Palabra de
Dios y tres horas en alabanza y confesión de pecado (9:3). Después de pasar más de tres
semanas concentrados en esta clase de actividad, ¿qué supone que estarían pensando?
¿En qué pensamos nosotros? ¿Nos debe sorprender, entonces, que no hayamos llegado a
este punto decisivo?
Para ellos el proceso empezó con la lectura prolongada de la Palabra Santa.
Después, llegaron al punto de cambiar su opinión en cuanto a Dios y ellos.
Reconocieron que tenían un gran Dios y que tenían un gran problema.
Su separación y confesión 9:1–4
Al final de este período de celebración, decidieron ayunar y humillarse con cilicio y
polvo. ¿Qué quiere decir todo esto? El ayuno era un acto simbólico que mostraba su
compromiso serio en arreglar cuentas con Dios. Dejaron a un lado la comida con el fin
de dedicarse a buscar con intensidad y sin interrupción, sólo lo que él deseaba.
A veces el ayuno tenía que ver con alguna petición que traían delante del Altísimo.
En otras ocasiones se relacionaba con su preocupación o tristeza por causa de una
situación seria. Otras veces estaba asociado con el arrepentimiento y con el deseo de
arreglar su relación personal con Dios. En este caso parece que se reúnen los últimos
dos propósitos en uno. Su expresión de tristeza se junta con la expresión de
arrepentimiento.
El cilicio era una tela tosca, hecha de pelo de cabra, que indicaba que la persona
estaba de luto. Con menos frecuencia se echaba polvo sobre la cabeza con el mismo
propósito.
Otra evidencia de su seriedad en cuanto a este compromiso se presenta en que se
apartaron de los extranjeros que se encontraban en medio de ellos. Esto era mucho más
que la simple separación de los pueblos de la región. Al estudiar el contexto se observa
que esas personas se habían opuesto al plan de Dios para el progreso del pueblo y
muchas veces los habían encaminado por caminos contrarios a la fidelidad a Jehová. Por
eso, al hacer la convocación para renovar su compromiso con Dios, era necesario que
abandonaran sus relaciones con quienes representaban un obstáculo.
El resto del libro tiene que ver con la necesidad de librarse de la práctica de tener
devoción con Dios a medias. Su compromiso con él había sido relativo. Ahora se les
pide una entrega total. Nehemías 9 prepara el camino para ello al recordar el pasado
haciendo una oración de confesión (9:6–37).
El pueblo reconoció cuán lejos se había extraviado de Dios y querían regresar a él.
Afirmaron una vez más su reconocimiento de la grandeza y fidelidad divinas y su propia
infidelidad y rebelión en contra de él. Al finalizar esta su confesión, clamaron al Señor
fiel pidiendo su ayuda.
TRES ELEMENTOS CLAVES EN SU ORACION:
1. RECONOCEN LA FIDELIDAD DE DIOS
2. RECONOCEN SU FRACASO
3. RECONOCEN SU DEPENDENCIA DE JEHOVA
Este formato, aunque no se presenta como un rito a seguir, se recomienda como un
bosquejo adecuado para la oración cristiana en general, para lograr una renovación
personal. Lea la súplica de los líderes del pueblo y busque estos elementos.
Ya se ha observado que la invocación estaba enlazada con la lectura de la Palabra de
Dios. En segundo lugar, observamos que la confesión fue tanto en grupo como
individual. Se dieron cuenta de que eran pecadores y que formaban parte de una nación
pecadora (9:2; Isaías 6:5). Cuando se da un avivamiento verdadero, la gente deja de
presentar excusas en base a lo que otros, aun sus padres, han hecho y confiesan su
pecado abiertamente.
Su alabanza al Señor 9:5–15
La mayoría de Nehemías 9 es una oración formal, dirigida a Dios por parte de los
levitas, quienes se encontraban parados frente al pueblo entero orando en nombre de
todos. Este acto sincero les hizo pensar en la bondad y poder de Dios y los preparó para
finalmente pedirle misericordia (compare Salmos 78, 105, 106). La oración sigue el
desarrollo histórico del Antiguo Testamento y provee un bosquejo de él. Manifiesta
cómo Dios ha sido fiel para cumplir sus promesas y lo alaban por todo lo que ha hecho
a favor de ellos:
Por su creación 9:5–6
Por su pacto 9:7–8
Por su salvación 9:9–12
Por su revelación 9:13–15
Su confesión de fracaso nacional 9:16–37
En contraste con la gracia y fidelidad de Dios, tuvieron que admitir su infidelidad.
El contraste sigue, cambiando veztras vez entre el reconocimiento de la bondad,
grandeza y fidelidad de Dios, y la rebelión y desobediencia del pueblo. Cada
manifestación del amor del Señor había sido pagado con un acto desleal de parte de
ellos.
La Tercera Ley del Movimiento de Newton dice que para cada acción hay una
reacción opuesta de igual fuerza. Así era el caso de Israel en su relación con Dios. Cada
vez que él intentaba mostrarles su fidelidad y amor, había una reacción contraria de
infidelidad y rebelión.
No les había faltado nada a través de todo su peregrinaje por el desierto (9:21), pero
ellos no se lo habían agradecido (9:17). Sabían que ahora estaban en esta situación tan
triste por causa de su propio fracaso y merecían todo lo que habían recibido. No
obstante, durante siglos de pecado y rebelión (9:29), Dios había seguido siendo paciente
con ellos exhortándoles por medio de los profetas (9:30).
La oración de confesión concluye con una petición. Dios ya había comunicado las
normas que debían seguir si querían gozar de su misericordia: “Si se humillare mi
pueblo sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro y se
convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus
pecados, y sanaré su tierra” (2 Crónicas 7:14).
Si pensamos que no andamos en malos caminos, nunca nos alejaremos de ellos. Nos
engañamos a nosotros mismos (1 Juan 1:8). Si sólo nos fijamos en los pecados del
prójimo, nunca hallaremos el perdón divino por nuestras faltas. Conscientes de dónde
habían venido, los israelitas se comprometieron en un acuerdo formal con Dios.
¡PENSEMOS!
Tome nota de que este paso de renovación nunca se
realiza a no ser que primero leamos la Palabra de Dios,
reconozcamos nuestro pecado y nos arrepintamos,
cambiando nuestra opinión acerca de quién y cómo es Dios,
y acerca de quiénes y cómo somos.
Suponga que esta oración hubiera sido escrita por
miembros de su iglesia. ¿Qué se incluiría en ella? ¿Qué
elementos de la grandeza y fidelidad de Dios se
mencionarían? ¿Qué se tendría que confesar en cuanto a
nuestra infidelidad? ¿Qué petición de ayuda se haría,
reconociendo nuestra dependencia total de Dios?
Al considerar estas preguntas? ¿se ha dado cuenta de
algo que usted debe hacer? ¿Qué hará al respecto?
COMPROMISO FORMAL CON DIOS 9:38–10:39
En la actualidad, amuenta cada día la popularidad de la consejería psicológica.
Muchas personas consultan con un psicólogo regularmente. Con tanta ayuda disponible,
uno se podría imaginar que ya no hay muchos problemas que la consejería no pueda
resolver. Sin embargo, persisten las dificultades y aún aumentan. ¿Por qué? Porque
mientras la gente no quiere cambiar, no hay solución.
No queremos abandonar nuestro pecado. Es posible que derramemos muchas
lágrimas por causa de nuestros fracasos. Sin embargo, no progresamos porque queremos
seguir haciendo lo de siempre. Este peligro era tan grave en tiempos de Nehemías como
lo es hoy. Por eso, cuando el pueblo de Dios se comprometió a obedecer, decidió
dejarlo por escrito.
El tercer paso en el proceso del compromiso era la declaración formal de desear
cambiar. Lo consideraban un pacto legal que les obligaba a cumplir lo prometido al pie
de la letra.
Firma legal del acuerdo 9:38–10:27
Todos los líderes del pueblo firmaron y después lo sellaron. Los firmantes dejaron
sus nombres grabados para siempre. Se presentan los nombres empezando con
Nehemías, después los sacerdotes, los levitas y los otros líderes del pueblo. Como
sucede con todos los acuerdos legales significativos, este convenio se hizo por escrito.
Los líderes estaban dispuestos a comprometerse y firmarlo porque se daban cuenta de su
importancia.
Aceptación popular del acuerdo 10:28–29a
El resto del pueblo estaba dispuesto a seguir la dirección de sus líderes y a
comprometerse personalmente a obedecer las condiciones del pacto. Se señalan tres
características de la gente que se comprometió en esta ocasión. Primero se observa que
habían decidido apartarse del mundo. Ya no pensaban identificarse con los demás
pueblos, sino con el Dios fiel que había hecho su pacto con ellos. Segundo, decidieron
obedecer la Palabra Santa con el fin de vivir para ella.
En tercer lugar, el autor nota que ellos sabían lo que hacían. El hecho de
comprometerse no constituía un error; no actuaban por ignorancia, sino que eran
personas con discernimiento, conocimiento y comprensión. Cada jefe de familia hizo
una decisión y los demás se identificaron con él. No era cuestión de si los demás lo
hacían o no, ellos ya estaban decididos.
También fue un compromiso voluntario. Nadie los obligaba ni presionaba a
participar; nadie pidió que firmaran para satisfacer a las personas. Lo hicieron con ganas
de cumplir con lo que Dios esperaba de ellos. Al hacer un convenio de esa naturaleza,
nadie debe hacerlo bajo presión, ni tampoco obligar a otro para que lo haga; cada uno
debe hacerlo porque sabe que se hace con Dios.
LOS QUE SE COMPROMETIERON:
1. HABIAN DECIDIDO SEPARARSE DEL MUNDO
2. HABIAN DECIDIDO SEGUIR LA PALABRA DE DIOS
3. SABIAN LO QUE HACIAN
Contenido del acuerdo 10:29b–39
El voto básico que hicieron fue de obediencia a la ley de Dios. A la vez se
incluyeron tres cláusulas específicas: en relación con los matrimonios con paganos, al
sábado y a los deberes en el templo. Demostraron su deseo de vivir en relación con el
espíritu de la ley, no sólo conforme a la letra.
Acerca de los casamientos mixtos, la prohibición mosaica mencionaba
específicamente a ciertas naciones. La mayoría de ellas habían sido destruidas en las
invasiones anteriores. Sin embargo, Israel se comprometió a evitar que sus
descendientes se unieran a los incrédulos que los rodeaban aunque no estuvieran
incluidos en la prohibición de la ley mosaica.
En cuanto a las ofrendas para la adoración, tampoco se había establecido la manera
en que debían entregarse. Prometieron hacer todo lo necesario para sostener la obra de
Dios adecuadamente. Pagarían el precio que fuera.
En toda esta respuesta se observa todo lo contrario al fariseísmo. No buscaban
pretextos para hacer lo que les viniera en gana. Estaban dispuestos a obedecer al Señor
ante todo.
El compromiso general era obedecer en forma total lo que Dios había dicho. No sólo
aceptaron este compromiso para vivir de esta nueva manera, sino que también
aceptaban la maldición implícita. Era como decir: “¡Qué Dios nos castigue si nosotros
no…!” Estaban firmes y decididos en cumplir el convenio. ¿Qué tal nosotros?
¡PENSEMOS!
¿Somos más parecidos a los fariseos, o a estos seguidores
comprometidos? ¿Tratamos de hacer lo mínimo posible para
satisfacer las exigencias de Dios, o estamos comprometidos a
hacer lo que sea necesario para distinguirnos como
creyentes? ¿Qué aspecto de su propia conducta debe
cambiar para que presente este testimonio frente a quienes
lo conocen mejor?
1. El problema de los matrimonios mixtos 10:30. Este asunto no tenía nada que ver
con prejuicios raciales ni con distinciones de clase. Siempre había habido gente de otras
razas entre ellos. Inclusive Rahab y Rut, dos extranjeras, intervinieron en la línea de
ascendientes del rey David y de Cristo. La frase “pueblos de la tierra” se refiere a
paganos que adoraban dioses ajenos y que con frecuencia seducían al pueblo de Dios
para que les rindieran culto. Los enlaces mixtos con esa gente los desviaban de su
promesa de seguir a Jehová y les impedían mostrar lealtad a Dios conformándolos a la
religión y estilo de vida de los incrédulos.
Por eso se les había dicho con claridad que no debían mezclarse con los que no
seguían al Dios verdadero (Exodo 34:12–16; Deuteronomio 7:3–6; Josué 23:11–13;
Esdras 9–10; Nehemías 13:23–27; 2 Corintios 6:14–16). Los paganos marchaban “al
son de otro tambor” y por eso no debían unirse con ellos.
En aquel tiempo como hoy, era sumamente fácil rendirse a la presión popular y vivir
como todo el mundo. Hace algunos años se hizo un experimento entre un grupo de
jóvenes universitarios. Se les dio un examen que contenía preguntas de selección
múltiple con el fin de que identificaran la línea que fuera más larga entre una serie de
varias líneas. Dividieron los jóvenes en grupos de diez. Nueve de cada grupo recibieron
la instrucción de que en lugar de elegir la línea más larga, buscaran siempre la segunda
más larga. El examen se planeó de tal manera que los muchachos podían conocer la
selección que hacían sus compañeros. Al evaluar los resultados, se encontró que en el
75 por ciento de los casos, la única persona que no sabía lo que estaban haciendo los
demás se rindió frente la presión del grupo y eligieron la línea equivocada.
Así funciona el mundo. La verdad no es lo más importante; la gente se rinde ante la
presión, pero el pueblo de Dios no puede funcionar así. Como creyentes en él, tenemos
que mantener nuestra identidad diferente. Sólo familias comprometidas cien por ciento
con Dios vivirán y manifestarán el estilo de vida que busca honrar al Altísimo ante todo.
2. Celebración del Sábado 10:31. Andar conforme a las normas establecidas por
Dios también quiere decir administrar los negocios en conformidad a ellas. No se les
permitía realizar transacciones comerciales los sábados. Ellos podrían haber dicho que
no lo habían, pero por otro lado permitían que otros lo hicieran, provocando así la
desobediencia a la ley durante su permanencia en la tierra que el Señor les había dado.
Otras disposiciones que recordaron y afirmaron en esa ocasón eran las de dejar que
la tierra decansara cada séptimo año y la de remitir las deudas. En el contexto de las
normas relacionadas con el sábado y la práctica establecida por Dios para controlar las
deudas en Israel, este mandamiento parece referirse al año de la remisión de deudas que
se hacía cada siete años (Deuteronomio 15:1–2). Una de las razones por las cuales Israel
fue juzgado con el cautiverio fue que no observaban esta norma. Ahora el pueblo se
compromete a hacerlo.
Una de las grandes tragedias de la vida de la iglesia en la actualidad es que muchas
veces participamos en todas las actividades de la iglesia el día domingo y aún entre
semana, pero no dejamos que esto nos afecte en la manera en que manejamos nuestros
negocios. Sin embargo, parece que es en el trajín de la vida diaria donde Dios honra más
a quienes le honran.
3. Mayordomía 10:32–39. Además de la familia y el negocio, el pueblo se
comprometió a manifestar actitudes correctas en cuanto a la adoración de Dios.
Prometieron no descuidar su santo templo. Nueve veces lo mencionan, lo que indica que
era una preocupación para ellos.
Primero, se obligaban a contribuir con lo necesario para el sostén de la adoración
pagando oportunamente los impuestos para el templo (10:32–33; Exodo 30:11–16;
Mateo 17:24). Prometieron proveer lo que fuera necesario para la adoración aun lo que
no fuera cuestión de dinero. Traerían la madera para el altar y las primicias de sus
cosechas y árboles (Exodo 23:19; Deuteronomio 26:2).
Además de sus posesiones, dedicarían sus primogénitos. Los de sus animales, los
darían directamente para la obra de Dios y sus siervos. Normalmente acostumbraban
redimir a los hijos pagando una cantidad estipulada que se utilizaba para sostener el
ministerio de los levitas. Estas normas sirvieron para recordarles que todo lo que
poseían pertenecía a Dios (Exodo 13:2; Números 3:13; 8:14–19).
Finalmente, prometieron dar sus diezmos regularmente para apoyar el ministerio
sacerdotal. Las generaciones posteriores descuidaron cumplir con los diezmos y
permitieron que el servicio en el templo degenerara.
El énfasis repetido que se hace aquí en el templo, no es porque fuera muy
importante en sí, sino porque se había descuidado cuando el pueblo regresó a la tierra.
Esta negligencia era síntoma de la falta de importancia que tenía Dios en la vida diaria
del pueblo. Ahora se comprometen a cambiar esto y dar al Señor el lugar debido en sus
vidas. La adoración los uniría como nación pero también los traería cerca de él.
Debido a que ellos habían logrado vivir en la cautividad sin asistir al templo,
podrían creer que no les era necesario ahora tampoco. Esta misma actitud sigue entre la
mayoría de los judíos hasta el día de hoy. Dicen que su religión no es de ritos y
sacrificios; deben amar a Dios y hacer bien a la humanidad. Pero la realidad es que no
aman al Señor lo suficiente como para regresar a su Palabra y obedecerla como lo
hicieron en los días de Nehemías. Necesitan renovar este mismo compromiso hoy en
día.
¡PENSEMOS!
Existe un peligro en hacer compromisos con Dios. El nos
hace responsables del cumplimiento de tales promesas. Por
otro lado, son importantes. En la ocasión que estamos
estudiando, Israel comparó su vida con las normas
establecidas en la Palabra de Dios y decidieron tomar acción
en cuanto a los requisitos que había establecido y que no
estaban obedeciendo. Redefinieron sus responsabilidades y
se comprometieron a cumplirlas.
Los aspectos de nuestra vida hoy que necesitan atención
no son los mismos. Sin embargo, hay ciertas áreas que
necesitan cambios aunque nosotros no deseemos hacerlos.
Tenemos que hacer el compromiso de hacer lo que Dios
quiera.
Ellos se dijeron: “¿Qué ha estado tratando de decirnos
el Señor durante los últimos diez años? ¡Pues ahora nos
comprometemos a hacerlas!”
Tal vez para usted será una de las mencionadas en este
estudio, o una diferente. ¿Qué quiere Dios que usted haga?
¿Qué piensa hacer al respecto? Escríbalo y haga un acuerdo
formal con Dios y fírmelo. Después, cumpla su promesa.
10
Desconocidos, pero no Olvidados
Nehemías 11–12:26
En las afueras de la ciudad de San Francisco, California, E.U.A. se encuentra un
cementerio militar en una loma verde e impresionante. De inmediato se observan fila
tras fila de cruces idénticas. Aunque cada una tiene apuntado el nombre de algún
soldado caído, la mayoría en batalla, desde lejos no se pueden leer y es imposible
distinguir uno de otro.
No sabemos los nombres de quienes están sepultados en ese cementerio. Aun si
hubiéramos conocido a alguno de ellos personalmente, no podríamos identificarlo al
pasar por la autopista cercana porque todas las tumbas parecen iguales. Estas personas,
desconocidas por nosotros hoy, han sacrificado su vida para que podamos gozar de
libertad.
En el campo de batalla espiritual también muchos varones y mujeres de Dios han
hecho en silencio lo que el Señor los ha llamado a hacer. Permanecen ignorados,
desconocidos y olvidados por nosotros, mientras la historia sigue corriendo hacia su fin.
Sin embargo, sin su servicio fiel y obediencia al Altísimo, no estaríamos aquí gozando
de los beneficios espirituales que hemos recibido. Muchas de esas personas han servido
al Creador de buena voluntad, para que nosotros pudiéramos recibir la herencia que
gozamos hoy, y sobre la cual edificamos.
PRUEBA BIBLICA:
IDENTIFIQUE A LA PERSONA 1. El encargado de supervisar la construcción del tabernáculo (Exodo 35:20–
36:2). 2. El encargado de la construcción del templo. Cuántas otras personas que
colaboraron en él puede identificar por nombre? 3. El líder del primer coro en el templo.
4. ¿Puede identificar por nombre a cualquiera de los que se trasladaron a vivir a
la ciudad de Jerusalén en el tiempo de Nehemías?
Tal como muchas de las personas que hicieron una obra importante en la historia
bíblica nos son desconocidos, muchas de las que trabajaron en nuestras iglesias nos son
desconocidos hoy también. Colaboro ahora como pastor de una iglesia que tiene más de
110 años de historia. La obra aquí en Salt Lake City siempre ha sido muy misionera y
bastante difícil. Muchas personas se han sacrificado dedicando años de ministerio duro
y algunos han sufrido grandes aflicciones por servir al Señor en esta iglesia.
Sin embargo, a excepción de pocos nombres, la mayoría de los grandes varones y
mujeres que la forjaron han pasado al olvido. Pocos miembros actuales podrían recordar
el nombre de 10 personas que colaboraron con nuestra iglesia veinticinco años atrás. Se
nos han ido y se han olvidado. Pero Dios no los ha desechado porque fue él quien los
envió a trabajar aquí. Nosotros podemos adorarlo en este lugar gracias a la obra
dedicada de quienes nos precedieron.
¿Cómo está la iglesia en cuanto a esta capacidad de recordar a quienes colaboraron
para establecerla y edificarla? A excepción de las que se fundaron hace pocos años o las
de los pueblos donde siempre han participado algunas pocas familias, es probable que
los hermanos que se congregan en la que usted asiste hoy no puedan identificar a los
pioneros y trabajadores principales de su historia. Pero, ¡podemos estar seguros de que
Dios no los ha olvidado!
Cuando hayan pasado otros treinta años más, nadie sabrá que nosotros hemos estado
aquí tampoco, y tal vez no puedan identificarnos por nombre. Sin embargo, ¡el Padre
Celestial todavía lo sabrá! ¿Qué diferencia visible permanente se podrá observar por
causa de nuestro paso por el lugar donde el Señor nos ha puesto hoy?
Un estudio ligero nos muestra que nos encontramos frente a otro capítulo lleno de
nombres largos y difíciles de pronunciar, la mayoría de ellos desconocidos. Sentimos la
tentación de pasarlo por alto.
Esos nombres representan a muchas otras personas que ni siquiera se mencionan
específicamente y que también participaron en este proceso. Ninguno de ellos vienen a
nuestra mente cuando pasamos por la lista mental de nombres sobresalientes de la
Palabra de Dios.
Esta parte del libro nos presenta una historia misionera al revés porque habla de
personas que regresaron a la patria de los campos misioneros del mundo en que vivían
para establecerla de nuevo. Dios todavía busca a quienes están dispuestos a ir adonde él
quiera, y a ser lo que él quiere que sean, y a quienes no les importa no recibir la honra,
con tal que Dios sea glorificado.
ESTABLECIMIENTO DE LAS CIUDADES 11:1–36
La historia de quienes pasaron a vivir en las ciudades principia con los habitantes de
Jerusalén. Por causa de la condición arruinada en que se encontraba esa ciudad, la
mayoría del pueblo vivía fuera de ella, en los pueblos vecinos. Antes ya se describió
este problema y las condiciones que lo provocaron (7:4).
Era difícil motivarles para que se trasladaran a Jerusalén para poblarla. Existían tres
problemas mayores como estorbo. El primero era la ruina y escombro que había por
todos lados. Si fue difícil reconstruir los muros ¿cómo sería rehacer el interior de la
ciudad?
¿Ha visto alguna vez una casa que ha estado totalmente abandonada durante varios
años? ¿La ha mirado de cerca desde adentro? Normalmente se llenan de hierbas,
animales, arañas, polvo, basura, etc. ¿no es cierto? Entonces, trate de imaginarse ¡cómo
habría quedado una ciudad entera, abandonada por más de 140 años! Estaba peor que un
barrio pobre de una ciudad grande que ha sido totalmente descuidado.
La reconstrucción no sería una obra agradable. Era más fácil poblar otros lugares o
construir casas en el campo abierto, que limpiar todo y empezar de nuevo allí. Lo
mismo sucede cuando una ciudad es afectada por un terremoto o una guerra. Pensamos
que es más fácil abandonarla, colocar una valla alrededor y empezar de nuevo en las
afueras.
El segundo estorbo para la repoblación de la ciudad era la falta de trabajo. Si no
había tiendas o almacenes, y si no había gente, ¿en qué podrían trabajar? La
reconstrucción de los negocios en la ciudad y otras fuentes de trabajo costaría tiempo.
El tercer problema eran los enemigos vecinos, que permanecían a su alrededor.
Mientras todo el pueblo vivía regado en el campo, los enemigos no tenían mucha
motivación para atacarlos, ni un blanco específico qué atacar. Si establecían la ciudad
de nuevo y se hacía fuerte, sería el centro de atención y sus enemigos tendrían mayor
motivación y un blanco digno de atacar. Por esto, la gente prefería quedarse afuera,
donde había estado antes.
TRES BARRERAS PARA LA RECONSTRUCCION
1. RUINAS Y ESCOMBROS
2. FALTA DE TRABAJO
3. ENEMIGOS ALREDEDOR
Base de la selección 11:1–4a
Para empezar la restauración de la ciudad, los líderes habían puesto el ejemplo y ya
vivían dentro de ella. Entonces decidieron echar suertes para asignar a uno de cada diez
personas la responsabilidad de trasladarse a Jerusalén. Quienes se presentaran
voluntariamente serían felicitados por su acto valioso.
El proceso de la selección fue semejante al reclutamiento obligatorio por lotería. En
el Antiguo Testamento acostumbraban echar suertes para averiguar la voluntad de Dios.
Jehová les habló por medio de las suertes. Al observar que les había asignado para
poblar la ciudad, estaban dispuestos a obedecerle e ir adonde los había enviado. Así que
fueron voluntariamente; nadie los obligó a ir contra de su voluntad.
El pueblo bendijo a los que respondieron positivamente al llamado divino. Los
bendijeron por estar dispuestos a hacer lo que Dios les había dicho. Su respuesta fue
más que obediencia; fue del corazón.
En una manera semejante, existen regiones del mundo hoy día que no tienen ningún
testimonio para Jesucristo entre ellos. Existe la necesidad urgente de personas que
lleven el mensaje del evangelio, sean ciudades grandes o pueblos y tribus pequeñas y
aisladas. ¿Cómo decidimos hoy quiénes deben ir para presentar la Palabra de Dios?
¡PENSEMOS!
Muchas veces pensamos en la seguridad que
disfrutamos porque nos encontramos muy cómodos. Sería
mejor no arriesgarse moviéndose a otra parte más peligrosa
aunque eso signifique glorificar a Dios ¿no es cierto?
¿Le ha preguntado usted al Señor dónde quiere él que
usted viva? ¿Se ha colocado en el lugar donde vive con el fin
de ser el representante divino y de servirle dondequiera que
él lo envíe?
Resultado de la selección 11:4b–19
La gente obedeció el plan divino para ocupar la ciudad. Se nos ha dejado una lista
de los que vivían en Jerusalén. Vinieron principalmente de las tribus de Judá y
Benjamín. Esta preferencia en la elección fue apropiada por la relación anterior que
tenían con Jerusalén. Habían sido llevadas a Babilonia por lo que la mayoría de la gente
que regresó de la cautividad babilónica procedían de esas dos tribus. Las restantes tribus
de la nación hermana en el norte fueron llevadas a la cautividad por Asiria, 280 años
antes.
Las listas de personas que habitaron Jerusalén fueron organizadas conforme a la
descendencia física y el liderazgo político. No eran nombres elegidos al azar.
Representaban a personas que ejercían el liderazgo gubernamental o religioso del
pueblo. Su descendencia se ha registrado en la Biblia con el fin de demostrar que tenían
las credenciales necesarias para ocupar esos puestos que se les había asignado. En
realidad son pocos los héroes que se mencionan. Aún los que se identifican son
desconocidos.
Habitantes de las otras ciudades 11:20–36
Además de las personas que se quedaron en Jerusalén, otros decidieron ocupar las
otras ciudades de la tierra. Los principales entre estas personas y las ciudades que
ocuparon se mencionan también al final del capítulo.
IDENTIFICACION DE LOS SACERDOTES Y LEVITAS
12:1–26
Para garantizar la pureza de la descendencia sacerdotal, se hizo necesario identificar
las familias legítimas del período de la restauración. Se dejó una lista que les serviría
como fundamento para identificar a los futuros sacerdotes con derechos en base a su
genealogía.
Al considerar una vez más las listas de nombres mencionados en el pasaje completo
que estudiamos, podemos observar siete grupos con diferentes clases de personas que
han sido honradas como héroes de ese período. Aunque son desconocidos para la
mayoría de quienes leen el libro, delante de Dios son nombres familiares.
1. Los que habitaron Jerusalén voluntariamente (11:1–4).
2. Los 822 que trabajaron en diferentes ministerios dentro del templo (11:10–11).
3. Los que trabajaron en ministerios fuera del templo (11:15–16).
4. Los encargados de la adoración. Dirigían al pueblo en la acción de gracias y oración
(11:17; 12:8–9; 12:23).
5. Los porteros que guardaban las entradas del templo y los almacenes junto a ellas (11:19;
12:25–26).
6. Los siervos en el templo (11:21).
7. Los cantores y los líderes de los cantores (11:22–23).
¡PENSEMOS!
Al hacer una lista de quienes fueron considerados
dignos de servir en el pueblo de Dios y recomendarlos por su
ministerio fiel a Dios, tenemos que preguntarnos: “¿Quiénes
son los siervos fieles desconocidos que trabajan en nuestra
iglesia como éstos?” ¿Qué grupos se deben incluir?
Se podrían mencionar los ujieres, coro, comité de
adoración, dirigentes de cultos, músicos, equipo de
mantenimiento, guardianes, comité de misiones, maestros,
consejeros, secretarias, tesoreros, encargados de sociales, y
encargados de saludar a las visitas. Estos son algunos de los
que merecen nuestra gratitud. ¿Cuáles otros deben
incluirse? ¿En qué formas podríamos reconocer su
ministerio y agradecerlo?
¿Le ha preguntado a Dios dónde quiere que usted viva y
qué quiere que usted haga para servirle? Para algunos este
compromiso podría significar trasladarse a una tierra
lejana. Para otros, podría ser quedarse donde está ahora.
¿Se ha colocado con el propósito de ser su representante y
servirle allí? ¿Está dispuesto a ir donde él quiera y a ser lo
que él quiera que usted sea?
Existe mucho trabajo en su iglesia que nunca atraerá la
atención del noticiero oficial del pueblo, pero que es de
mucha importancia. Dios conoce a quienes están dispuestos a
servirle, motivados por amor sincero hacia él. El Señor juzga
conforme a nuestra fidelidad, no conforme al aplauso del
público.
El nos pide que estemos dispuestos a servirle fielmente,
sin preocuparnos quién reciba la honra, con tal de que él sea
glorificado. La gente mencionada en estos dos capítulos
había aprendido que había algo más importante en la vida
que la fama y tesoros materiales. Sólo deseaban ir, decir y
ser lo que él quería que fueran.
¿Qué de nosotros? ¿Está usted dispuesto a servirle en la
forma en que él le indique? Si no sabe cómo empezar, hable
con su pastor o algún líder de la iglesia ofreciendo su ayuda
en lo que pueda colaborar.
11
Tiempo para Celebrar
Nehemías 12:27–13:3
No recuerdo nunca haber escuchado un sermón navideño basado en Nehemías. Es
probable que al estudiar este pasaje, usted tampoco este pensando en ella. Sin embargo,
esta porción bíblica tiene relación con la celebración del nacimiento de Cristo y vale la
pena considerarla.
La ciudad de Jerusalén está tomando vida una vez más. La renovación urbana está
manifestándose por medio de casas reconstruidas y negocios empezando a establecerse
de nuevo. La gente se ha comprometido a obedecer la ley de Dios y se ha obligado a
cumplir su promesa.
Al llegar al final de la reconstrucción, el pueblo fue convocado para festejar un culto
de dedicación. Querían poner su ciudad en manos de Dios para que él la usara como
quisiera. Se puede observar que la renovación era parte de la misma tarea de
reconstrucción. Aunque los muros se habían terminado con antelación, la celebración se
pospuso hasta que se obtuvo la restauracón espiritual. Hasta no haber completado este
aspecto de la obra, no estuvieron listos para una celebración completa.
LA CONVOCACION Y PURIFICACION DEL PUEBLO
12:27–30
Nehemí fue un administrador eficaz, pero también fue un varón dedicado a la
verdadera adoración a Dios. Quería que el pueblo adorara a su Creador tanto con la
música como con sus ofrendas. Por eso, el gobernador convocó a un culto de acción de
gracias y adoración al Señor que los había capacitado para la realización de esta magna
obra.
El pueblo tenía muchas razones para regocijarse. Así que los cantores y músicos se
unieron para alabarlo por su gracia y misericordia mostradas hacia ellos. Los “hijos de
los cantores” participaron también. Esta descripción no se refiere a los hijos de las
familias de los cantores, sino que era una designación técnica semejante a los “hijos de
los profetas”. Se refiere a quienes estaban estudiando música con el fin de entrar en ese
ministerio más adelante, cuando terminara su preparación. Sería como un grupo de
estudiantes de un instituto bíblico que se prepara para colaborar en la música y
adoración en la iglesia. Estos fueron los que se reunieron también para participar en esta
ocasión tan importante en la historia de Israel.
Antes de comenzar la celebración en sí y la reunión del pueblo, los sacerdotes y
levitas se purificaron a sí mismos y a todos los congregantes. Su corazón tenía que estar
limpio y preparado para entrar en la comunión con Dios. La santidad tenía que
anteceder a la felicidad.
LA SANTIDAD DEL PUEBLO DE DIOS ES MAS
IMPORTANTE QUE LA FELICIDAD
LA CELEBRACION DE LOS DOS COROS 12:31–43
Se integraron dos grandes coros para dirigir al pueblo en su expresión de gozo y
para cantar alabanzas a Dios. El nombre usado para describir a estos dos grandes grupos
significa literalmente “acciones de gracias”. Casi da la idea de que ellos mismos eran la
personificación de lo que cantaban y se crearon exclusivamente para dar gracias al
Altísimo. La primera procesión de acción de gracias siguió el muro del lado derecho;
por el lado izquierdo la siguiente hizo lo mismo. Al fin los dos grupos se reunieron en la
casa de Dios, el templo (12:31, 38, 40).
El gran autor inglés Rudyard Kipling fue tan popular que llegó al punto de que
recibía media libra esterlina por cada palabra que escribía. En una ocasión algunos de
sus alumnos de la universidad, le enviaron una carta con media libra esterlina y sus
escritos con la petición de que les enviara “su mejor palabra”. El escritor contestó
diciendo: “Gracias”.
El señor Guillermo Law escribió: “¿Quisiera saber quién es el mayor santo en todo
el mundo?
No es quien ora más o ayuna más.
No es quien da mayores limosnas a los pobres.
Tampoco es quien se destaca más en templanza, pureza moral, o justicia.
Más bien, es quien siempre le da gracias a Dios, quien desea todo lo que Dios
quiere, quien recibe todo como muestra de la bondad de Dios, y quien tiene el corazón
dispuesto siempre a alabar a Dios por todo”.
Siguiendo la ceremonia de dedicación, la gente se distribuyó, la mitad a la derecha y
la otra a la izquierda del muro. Esdras estaba entre los de la derecha y Nehemías entre
los de la izquierda.
La ocasión no era ni triste ni excesivamente solemne. El pueblo estaba lleno de gran
gozo y lo querían expresar abiertamente. Toda la región de alrededor de Jerusalén se
llenó con el ruido de la celebración pública. Se había reunido una gran multitud de gente
bullanguera y alegre y se oiría algo parecido a lo que sucede en un estadio de fútbol
cuando el equipo favorito anota un punto y los gritos se escuchan a varios kilómetros a
la redonda. Gozaron por largo rato de la alabanza a Dios que exaltaba las bendiciones
que les había dado.
¡PENSEMOS!
¿Aprovechamos nosotros oportunidades para reunirnos
con el fin de aclamar con júbilo al Señor por lo que ha hecho
por nosotros? ¿Le cantamos con gozo recordando todos sus
beneficios (Salmos 147:1–2, 13; 103:1–8; 98:4; 100:1)?
En esta ocasión no se preocuparon de la dignidad ni del
dominio propio. Era una fiesta de alegría ante Dios y le
querían expresar su gozo abiertamente y sin reservas. ¿En
qué manera podríamos imitar su ejemplo hoy día?
La alegría de ese momento tan especial se destaca al recordar la frecuencia con que
los Israelitas se reunían para lamentar la tristeza provocada por su pecado y fracaso.
Ahora Dios los había restaurado y tenían razón de sobra para regocijarse. En el idioma
original se utiliza la raíz gozo cinco veces en 12:43. Las mujeres y los niños también
participaron en la celebración alegre. ¿Sería por eso que se oía el estruendo que hacían
desde lejos?
DIOS ES LA FUENTE DEL GOZO
LA PREPARACION PARA LAS OFRENDAS 12:44–47
Después asignaron a hombres de confianza como responsables de las bodegas del
templo en que se guardarían las ofrendas que la gente traería. Estaban emocionados por
tener de nuevo a los sacerdotes y levitas presentes dirigiendo la obra de Dios entre ellos
y estaban felices de que al fin podrían presentar sus ofrendas para sostener este
ministerio. Después de tantos años de no tener a dónde traerlas, lo consideraban como
un verdadero privilegio.
¡PENSEMOS!
A través de los años de ministerio, se me han presentado
muchas oportunidades de visitar iglesias pequeñas, lejos de
las ciudades grandes, que no han tenido oportunidad de
escuchar a predicadores y líderes de renombre. Por falta de
fondos, no han podido llamar a un pastor u obrero para
colaborar con ellos.
Debido a esta situación, cuando alguien viene para
predicarles o guiarles en otro ministerio, siempre lo recíben
con mucho gozo y gratitud al Señor. Se observa el
entusiasmo con que le proveen de comida y al darle una
ofrenda especial.
Las iglesias que siempre tienen a su pastor y otros
líderes preparados a veces se acostumbran a ello y se les
olvída reconocer el privilegio que Dios les ha dado. ¿Cómo
podemos asegurarnos de que no se nos olvide el honor que
gozamos de tener a quienes nos dirigen en la obra? ¿Qué
podemos hacer para expresar al Señor y a sus siervos nestro
agradecimiento por este servicio?
LA SEPARACION DE LOS EXTRANJEROS 13:1–3
Al leer la ley una vez más, descubrieron la enseñanza de Deuteronomio 23:3–6 y se
dieron cuenta de que los extranjeros no debían participar con la asamblea de los
escogidos en el culto de adoración para Jehová. Al oír esta instrucción, alejaron a los
extranjeros de en medio de ellos.
El pasaje que encontraron excluye a los amonitas y moabitas de sus reuniones por
causa de la enemistad tradicional con ellos, porque los habían seducido a abandonar la
adoración del único Dios verdadero, Jehová. Esta exclusión no les impedía la
posibilidad de la salvación. Dios mismo había establecido el camino de salvación por
medio de su pueblo Israel.
Los extranjeros podrían llegar a ser participantes de las promesas divinas si se
convertían en prosélitos, tal como lo hicieron Rahab, Rut y muchos otros, en cuyo caso
ya no se consideraban extranjeros. Las mujeres mencionadas llegaron inclusive a formar
parte de la línea de ascendencia del Mesías.
Los que se identifican como “extranjeros” se refiere a aquellos que se consideraban
pertenecientes a otras naciones y que seguían sometidos a sus dioses paganos y que
nunca se habían arrepentido para seguir al Jehová, Dios de Israel. En realidad, estas
personas querían tentar a Israel para que lo abandonaran y adoraran a sus dioses falsos.
Después de años pasados de disciplina, los hijos de Dios tuvieron que volver a
empezar en el principio. Llegaron dispuestos a escuchar y obedecer los mandamientos
encontrados en la ley divina. Existían dos extremos que tenían que evitar. Por un lado
tendrían que rehuir el peligro del fariseísmo. Aunque el grupo político que llevaría este
nombre no había nacido todavía, sus actitudes existían desde mucho antes. Estas
personas observaban cuidadosamente la letra de la ley, pero perdían de vista el espíritu
de ella. Podían interpretar cualquier punto de tal manera que la obedecían en forma
externa y se ufanaban de que la estaban cumpliendo.
Por otro lado, existía el legalismo o extremismo, el cual pasaba más allá de lo que
Dios les había dicho, y trataba de imponer otras leyes inventadas por los hombres. En
realidad esta alternativa es otra manifestación del mismo problema: establecer normas
humanas y cumplirlas para satisfacer a Dios pensando que él los aceptaría. Debido a la
naturaleza del corazón humano, jamás podríamos lograr este fin.
Los judíos presentes con Nehemías en este gran día de celebración evitaron las dos
direcciones equivocadas. Comprendieron el espíritu de la ley y aseguraron que se
hiciera lo que agradaba al Señor.
Se regocijaron con tanto entusiasmo que se podía escuchar la celebración en varios
kilómetros a la redonda. ¿A qué distancia se puede escuchar nuestra celebración cuando
agradecemos a Dios los muchos beneficios que hemos recibido? ¿Cómo le damos
nuestras ofrendas a quien nos ha amado tanto y que ha hecho tanto por nosotros?
¿Damos con corazón agradecido y alegre? ¿Damos de manera sacrificial como él se dio
por nosotros? ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a obedecerlo? ¿Somos fieles,
totalmente comprometidos con él?
Hace muchos años un cristiano auténtico fue a una venta de esclavos para comprara
uno. El varón odiaba la esclavitud y quería dar la libertad al esclavo que comprara.
Cuando los dos hombres se conocieron, el nuevo amo le informó al esclavo, “Yo te he
comprado, pero lo hice para darte libertad”. Enseguida le dio los papeles que servirían
para garantizar su emancipación
El esclavo le observó incrédulo y le dijo: “¿Estoy libre de verdad? ¿Puedo ir adonde
yo quiera?” El cristiano respondió: “Sí, por eso te compré; para que estuvieras libre de
tus cadenas para siempre”. El siervo se postró ante el amo y le dijo: “Entonces, será mi
mayor gozo quedarme aquí contigo y servirte el resto de mi vida”.
Esta es la esencia de la verdadera gratitud a Dios. El nos ha dado tanto que tenemos
que alabarlo con gozo, dar nuestras ofrendas abundantemente, y obedecerlo en forma
total.
EL CORAZON AGRADECIDO:
• CANTA GOZOSAMENTE
• OFRENDA ABUNDANTEMENTE
• OBEDECE TOTALMENTE
Israel respondió de esa manera cuando Dios les dio de nuevo la ciudad antigua.
¿Cuánto más ha hecho Dios a favor de nosotros? Al llegar la época de Navidad,
¿Cuánto tenemos que celebrar? Es un tiempo de regocijo, de dar, y de obedecer,
haciendo el compromiso firme de hacer todo cuanto él nos ha pedido.
Al pensar en la venida de nuestro Señor Jesucristo a esta tierra a morir en nuestro
lugar, ¿cuánto más debemos celebrar? ¿Cuánto más debemos ofrendar en gratitud a él?
¿Cuánto más debemos obedecerle?
Ellos se regocijaron con tanto entusiasmo que se oía desde muy lejos. ¿Hasta dónde
se da cuenta la gente que nos rodea de los muchos beneficios que hemos recibido?
Se relata la historia de una maestra de segundo grado de escuela dominical que le
decía a su clase: “Esforcémonos para que esta Navidad sea la mejor de todas”. Un niño
pensó un momento y después respondió: “¿Qué tan difícil sería hacerla mejor que la
primera?” Es evidente que no podemos añadirle nada a la venida de nuestro Señor
Jesucristo para mejorarla. Pero sí podemos vivir de tal manera que nuestro estilo de vida
sea un “regalo de Navidad” continuo dado como muestra de agradecimiento por todo lo
que Dios nos ha otorgado.
¡PENSEMOS!
Se ha observado en este estudio cómo Israel respondió
en gratitud por lo que Dios había hecho a favor de ellos.
Escriba una lista de las cosas que el Señor ha hecho por
usted. Considere una vez más las respuestas específicas que
el pueblo escogido manifestó para celebrar los beneficios
recibidos. ¿Cómo debe usted expresar su agradecimiento por
lo que el Padre Celestial ha hecho en su vida?
12
¡Sigue Caminando!
Nehemías 13:4–14
En la televisión ha aparecido recientemente una serie de anuncios para cierta clase
de pilas eléctricas. Un conejito rosado de peluche pasa frente a nuestros ojos tocando su
tambor vez tras vez, con el aviso: “¡Sigue caminando!”
El comercial principia con la escena de una famosa arpista que está tocando en la
pantalla. Al empezar a sentir que algo no va bien en el anuncio, de repente entra el
conejito rosado a interrumpir con su aviso: “¡Sigue caminando!” Este anuncio que más
parece un insulto a la inteligencia se repite constantemente todo el día. ¿Cuándo dejarán
de recordarnos al famoso conejito?
Al llegar a la iglesia, parece que los predicadores también siempre están insistiendo,
vez tras vez, en recordarnos los mismos sermones. Esta repetición continua del mismo
mensaje no nació en el siglo veinte. Esdras predicó acerca de la separación de las
naciones paganas y la necesidad de ser fieles a Jehová por lo menos dos veces.
Nehemías lo repitió dos veces. Después de ellos, Malaquías regresó con el mismo
sermón. Estos siervos de Dios no lo inventaron. Los otros profetas ya lo predicaban
mucho antes.
Nehemías llega de su viaje a Persia con los mismo temas que el pueblo ya se había
comprometido a cumplir según el capítulo 10: mantenerse apartado de las demás
naciones, guardar el día de reposo, ofrendar a Dios parte de sus ingresos, y no permitir
los matrimonios mixtos con los incrédulos. Tal vez los predicadores repetían estos
asuntos porque el Padre Celestial insistía en ellos. Parece que son importantes para el
Señor. El pueblo tenía que arrepentirse una vez más de su negligencia en cuanto a la ley
divina. A Jehová no le gustaba repetirlo una vez más, ni a ellos les agradaba escucharlo
de nuevo, pero era muy necesario hacerlo.
El gobernador había ido a su casa en Susa donde pasó varios años. En esta época se
cumplió el refrán que dice: “Mientras el gato anda afuera, los ratones juegan en casa”.
Al regresar algunos años más tarde, Nehemías descubrió que los judíos estaban en las
mismas condiciones de antes. Era necesario volver a poner en vigor las mismas
reformas. Una vez más los dirigió a reconsagrarse.
Las tres reformas principales se presentan teniendo como base tres elementos:
• Se describe la falta cometida
• Se define la reforma indicada
• Se dirige una súplica a Dios
REFORMA EN CUANTO AL TEMPLO 13:4–14
Eliminación de la cámara de Tobías 13:4–9
Tobías había participado en el complot militar para atacar a Israel y suspender la
reconstrucción del muro. También había participado en el plan para distraer y destruir al
varón de Dios que guiaba al pueblo en su regreso a la ciudad de Jerusalén y a la
comunión con Jehová.
Ahora el antiguo enemigo se ha vuelto a sentar cómodamente dentro del templo y es
respetado por el pueblo. ¡El sacerdote Eliasib le había preparado una cámara de invitado
de honor dentro de la casa de Dios! Era triste que las ofrendas no fueran suficientes para
llenar el espacio destinado a ellas. No obstante, era peor todavía que el almacén se
destinara para apoyar intereses comerciales privados. Pero lo más grave de todo era que
se le había asignado una porción de la casa de Jehová a un pagano que no había
escondido sus intenciones contra el Todopoderoso y su pueblo. Era como meter una
zorra en el gallinero.
HABIAN DEJADO DE ADORAR A DIOS
POR SUS ASOCIACIONES COOPERATIVAS
Al darse cuenta de este arreglo, Nehemías lanzó todas las pertenencias de Tobías
fuera del lugar, ordenó que se purificaran las cámaras y las restauró al uso correcto.
Al Señor le importa mucho con quiénes estamos unidos en yugo comprometedor, ya
sea en matrimonio o en los negocios, pero aún más importante, en el servicio que le
damos a él (2 Corintios 6:14–18). Esta verdad bíblica no quiere decir que debamos
aislarnos de los incrédulos y no tener nada que ver con ellos porque así jamás
podríamos presentarles a Jesucristo (1 Corintios 5:9–10). Pero sí nos enseña que
debemos separarnos de quienes creen en otros mensajes (Gálatas 1:6–9).
Los líderes del pueblo de Dios habían decidido trabajar en unión con quienes habían
estado en contra de la obra divina. Decidieron que era tiempo de hacer concesiones,
construir puentes, y unirse para realizar grandes obras en nombre del Altísimo. Sólo
existía un problema: El Señor les había dicho que no lo hicieran.
Hoy día también hay muchos que dicen que debemos colaborar con el mundo para
realizar grandes cosas en el nombre del Creador, para restablecer la justicia, para salvar
a nuestro planeta, para edificar el reino de Dios, etc. Sin embargo, él quiere que su
pueblo sea distinto, y se aparte de quienes siguen otros sistemas religiosos y sirven a
otros dioses. Ser religioso no es suficiente. Muchos religiosos trabajan en el nombre
Santo pero no lo honran y se niegan a acercarse a él conforme a lo que ha establecido en
su Palabra.
No debemos vivir aislados de todo el mundo que no sea “de los nuestros”, pero
debemos ser distintos de quienes no siguen a nuestro Señor. Amós pregunta: “¿Andarán
dos juntos, si no estuvieren de acuerdo (3:3)?” Pablo pregunta: “¿Qué comunión tiene la
luz con las tinieblas (2 Corintios 6:14)?”
Hace unos días un amigo mío estaba hablando con una mujer que decía que ella
podía ver en la oscuridad. Mi amigo, que es un perfeccionista y siempre está dispuesto a
discutir las cosas cuando se le presenta la oportunidad, respondió: “Discúlpeme, señora,
siento llevarle la contraria, pero ni usted ni ninguna otra persona puede ver en las
tinieblas”. No dijo más, pero quería indicar que la vista se basa en el reflejo de la luz,
aunque se tenga sólo una cantidad mínima de ella. Si estamos en un lugar de completa
oscuridad, no podemos ver absolutamente nada. La luz es lo contrario de lo que es la
oscuridad. Las dos cosas no pueden existir juntas; la una elimina la otra.
¡PENSEMOS!
Mi esposa me dio un cartel con la foto de dos perritos
algo feítos pero idénticos. Se ven preciosos a pesar de que no
son finos. El cartel lleva el dicho: “Cuando dos pasan mucho
tiempo juntos, empiezan a parecerse”. ¿Cuántas veces se ha
oído la historia de algún joven que se fue por mal camino
debido a la influencia de sus compañeros? Lo mismo pasa
con los adultos. Si nos juntamos con quienes van en otra
dirección, empezamos a andar como ellos.
Dios quiere que su pueblo tenga una apariencia distinta.
Sólo lo lograremos si nos reunimos con otros del mismo
sentir porque nos apoyarán y animarán. ¿Cómo debe esta
verdad afectar sus asociaciones y decisiones en el pueblo
donde usted vive?
Restauración de los diezmos 13:10–14
Otro problema relacionado con el templo, y también con el uso de sus cámaras, fue
que el pueblo había dejado de traer el diezmo para sostener a los siervos de Dios. Esta
dificultad tenía dos lados. Las cámaras estaban disponibles para el uso de Tobías porque
no las usaban de todos modos y por otro lado, la falta de obediencia de Eliasib podría
haberles dado una excusa a quienes no estaban motivados a traer sus ofrendas. ¿Por qué
apoyar el ministerio cuando el mismo sacerdote no seguía las normas divinas?
NO HONRARON A DIOS
CON SUS POSESIONES MATERIALES
Por falta de sostén económico, quienes debían haber servido en el templo regresaron
a trabajar en las granjas. Israel y los líderes se habían comprometido a no permitir que
esta condición volviera a existir en la tierra, pero no habían cumplido con su promesa.
Por eso, Nehemías entró en acción. Primero, fue a los líderes y los acusó de
negligencia en cuanto a esta responsabilidad (13:11a). Ellos debían cumplir con sus
obligaciones aunque Eliasib no cumpliera con las suyas. Personalmente eran
responsables de acatar los mandamientos divinos y también Eliasib.
En segundo lugar, Nehemías estableció una vez más el plan que Dios les había
encomendado (13:11b–12). Por último, nombró a líderes de confianza encargados del
inventario del templo y su distribución para animar al pueblo a ser fieles en obedecer las
normas establecidas por Dios (13:13).
Muchas personas consideran que si no seguimos insistiendo en al ley de los diezmos
la gente no ofrendará como debe. Lo interesante es que Israel siempre se fijaba en la ley
de los diezmos pero aun así la gente no ofrendaba. La ley no los motivaba a dar en equel
tiempo y tampoco lo haráahora. El énfasis en la ley nunca ha servido para motivar a la
gente para dar sus ofrendas.
Cuando Israel obedeció las leyes y trajo sus ofrendas, siempre fue por un corazón
agradecido por lo que habían recibido. Hoy también damos generosamente cuando
reconocemos cuánto nos ha dado Dios. La bendición siempre sigue a la obediencia de
este principio, tal como se ha prometido. Lo mismo se aplica para el día de hoy. No
debemos dar con el fin de recibir más. Sin embargo, siempre es emocionante escuchar
testimonios de quienes han tomado en serio esta área de su vida y han experimentado la
bendición divina como resultado.
La historia de R.G. LeTourneau se conoce alrededor del mundo. Menos conocida es
la historia de Mary Crowley de Dallas, Texas. Ella empezó con la desventaja de ser
huérfana, su matrimonio terminó en divorcio y ella se quedó con dos hijos que sostener.
Vivía con muy pocos ingresos, sin contar con lo suficiente para pagar sus cuentas y el
pasaje de autobús. Un día, sentada a la mesa en su cocina, luchaba dentro de sí misma
con la obligación de dar el diezmo para apoyar la obra de Dios. Sabía que si lo daba, no
podría pagar las cuentas que tenía pendientes. Al hablar del asunto en oración, el Señor
la motivó a dar su ofrenda. Desde ese día, su historia se tornó increíble. Poco a poco fue
progresando y hoy administra una empresa multimillonaria.
Hace unas semanas uno de los hombres de nuestra iglesia me contó cómo hacía
algunos años había llegado a la conclusión de que aunque no tenía empleo, debía
ofrendar el diezmo del sueldo que quisiera ganar al encontrar un empleo. Se
comprometió a hacerlo y así empezó. A los pocos días encontró empleo y empezó a
devengar el sueldo que buscaba, diez veces mayor que lo que estaba dando a la iglesia.
Me contó que aunque nunca ha sido rico, siempre ha tenido suficiente para comer.
Estas historias no son una garantía de que nos haremos ricos por dar a Dios la parte
que le corresponde de nuestros ingresos, porque él no nos prometió tal cosa. Sin
embargo, ha ofrecido que bendecirá a quien decida honrarlo con sus bienes materiales.
La ausencia de la bendición divina en Israel en aquellos días se debía en parte a su falta
de interés en honrarlo con sus posesiones.
¿Podrá ser que la razón por la que algunos de nosotros parecen haberse enfriado
espiritualmente y no se gozan de la bendición de Dios, es porque hemos dejado de
ofrendar lo que nuestro Hacedor merece? La gratitud y ofrenda generosa van juntas. Es
un círculo continuo:
Gratitud > Ofrenda > Bendición > Gratitud
REFORMA EN CUANTO AL SABADO 13:15–22
Juntamente con la negligencia en cuanto al templo, se dio el descuido en cuanto al
sábado. Anteriormente se habían comprometido a cumplir con él (10:31), pero cuando
Nehemías regresó de Persia, no sólo permitían que los extranjeros paganos comerciaran
en los mercados el día sábado, sino que ellos mismos lo estaban haciendo. Los
extranjeros estaban presentes de nuevo. Muchos judíos trabajaban y los comerciantes
hacían sus negocios sin que nadie los molestara.
Nehemías dio cuatro pasos para eliminar esta ofensa. En primer lugar advirtió a los
líderes del pueblo que esta falta era uno de los factores mayores que lo había llevado a
la cautividad (13:17–18). Segundo, ordenó que se cerraran las puertas al caer la noche
antes del sábado para abrirlas hasta después de ese día, de modo que ninguno pudiera
entrar llevando sus mercaderías (13:19).
En tercer lugar, Nehemías amenazó a quienes intentaran establecer sus ventas en las
afueras de la ciudad. Si se reunían allí para vender él los arrojaría por medio de la fuerza
(13:20–21). Finalmente, dio órdenes a los levitas para que se purificaran y les asignó la
tarea de vigilar las puertas para prevenir otras ofensas en contra de la ley del sábado
(13:22).
NO HONRARON A DIOS CON SU TIEMPO
Tal como en el caso de la ley del diezmo, la ley del sábado no se encuentra en el
Nuevo Testamento. Inclusive el día en que el pueblo de Dios se reúne para darle
adoración, conmemorar la comunión, y la enseñanza de la palabra de Dios, se cambío
en el Nuevo Testamento. Del séptimo día, que equivale al sábado, al primer día, o sea el
domingo, cuando se realizó la resurrección de nuestro Señor.
Ya no estamos bajo la ley del sábado del Antiguo Testamento. No obstante, tal
como en muchas otras áreas de la vida cristiana, se ha confundido la gracia con el
libertinaje. Muchos cristianos, a sabiendas de la libertad que gozan en Cristo, pasan el
menor tiempo posible en la adoración a Dios, en su servicio, en la comunión con otros
hermanos en Cristo, y con sus familias. No hacen caso a la enseñanza de Hebreos
10:24–25 que los anima a pasar tiempo juntos estimulándose unos a otros al amor y a
las buenas obras.
Dios creó nuestro cuerpo de tal manera que necesitara descanso físico. Nuestra vida
necesita reposo espiritual también. Nos privamos de éste a sabiendas del gran riesgo
personal que conlleva.
REFORMA EN CUANTO AL MATRIMONIO 13:23–31
Durante la ausencia de Nehemías, los matrimonios llegaron a ser mixtos una vez
más. Muchos israelitas se habían casado con gente pagana. La separación y purificación
del pueblo de Dios se había perdido. Muchos de los hijos de esas familias ni sabían
hablar hebreo y no podían comprender la ley de su Dios.
NO HONRARON A DIOS
SIGUIENDO SU PLAN PARA EL MATRIMONIO
Prohibición de matrimonios mixtos 13:23–27
Nehemías se enojó tanto en cuanto a este asunto que los reprendió, los maldijo, los
golpeó, les arrancó el pelo y los hizo prometer en el nombre de Jehová que dejarían de
casarse así, contraviniendo la Palabra de Dios. Les recordó cómo este mismo problema
había hecho daño al pueblo de Dios antes, especialmente en días de Salomón (13:26–
27).
Eliminación del sacerdote ilegítimo 13:28–31
La ofensa más alarmante para Nehemías fue que el nieto del sumo sacerdote,
heredero al puesto, se había casado con una hija de Sanbalat, el enemigo y opositor del
pueblo. Este enlace era el símbolo que representaba la gravedad del problema y hasta
dónde había llegado la indiferencia de los líderes. Por eso Nehemías lo echó de allí.
SUPLICA DE NEHEMIAS
El celo de Nehemías por agradar a Dios causó la purificación del pueblo y su
restauración a la comunión con Dios. Ahora podrían pedir al Señor su bendición.
Nehemías buscaba ante todo ser fiel a su Hacedor y seguirle. Por eso esperaba recibir la
bendición divina. Presenta su súplica tres veces en este último capítulo del libro, tanto la
personal como corporativa, haciéndola en nombre de toda la nación.
Su ruego aparece al final de cada intento de reforma y repite la petición principal:
“Acuérdate de mí, oh Dios…” y añade el propósito específico que quería lograr
juntamente con la solicitud (13:14, 22, 31).
De mayor importancia es el efecto de las acciones de Nehemías en el pueblo entero.
Decidieron seguir a Jehová de nuevo. Por lo tanto, podían esperar que él les enviara su
bendición.
La petición de Nehemías en el sentido de que Dios se acordara de él y sus obras se
coloca al lado de otra, pidiéndole que se acuerde de quienes no han sido fieles (13:29).
Sabía que él merecía recibir la bendición divina, pero ellos deberían ser juzgados por su
falta de fidelidad y su mal ejemplo, que desviaba a los que querían seguir al Señor.
Es triste que aunque el pueblo respondió positivamente, la oración de Nehemías
refleja su celo personal y no tanto el deseo de la nación en sí. Por eso, Israel pronto
volvió al mismo estado de negligencia y no experimentó la bendición que Nehemías
esperaba. Al llegar el profeta Malaquías al escenario, otra vez había necesidad de tocar
los mismos temas. Se nos da indicio de que probablemente pocos años después estaban
en las mismas condiciones.
La nación tendría que seguir esperando la bendición prometida por Dios. ¡Tan
pronto se arrepentían se les olvidaba! Cuando la salvación de su aflicción pasaba y la
memoria de la bendición de Dios se empezaba a desvanecer, olvidaban su dependencia
del Señor y la importancia de obedecer su Palabra.
¡PENSEMOS!
¿Cuáles aspectos de nuestra vida tienen que arreglarse
hoy? ¿Habrá algunos asuntos que tenemos que repasar una
vez más para asegurarnos de que vivimos conforme al plan
divino para la vida de su pueblo?
No podemos pedir a los paganos que no conocen a
Cristo que vivan como si fueran cristianos. El reto es para el
pueblo de Dios. ¿Somos distintos a las demás personas que
viven alrededor de nosotros? O, ¿intentamos parecernos a
todo el mundo? ¿Qué quiere Dios que cambiemos para que
nos identifiquen como sus hijos? ¿Qué debe hacer esta
semana al respecto? ¿Cuándo vamos a dejar de hablar del
asunto y empezar a ponerlo en práctica?
Para Israel este paso de obediencia requirió que alejaran a los enemigos de Dios y
sus pertenencias del templo, que ofrendaran lo necesario para sostener el ministerio en
su casa, que consagraran el sábado, y que eliminaran los matrimonios mixtos de modo
que fueran distintos a las naciones paganas. Es probable que Dios no nos hable de estos
mismos problemas en el día de hoy. Sin emargo, él quiere que nuestra vida sea distinta.
Debemos identificar el área que a él le interesa cambiar en nuestra vida y
comprometernos a hacer lo que él quiera.
Nehemías fue tenaz. Como líder tuvo que insistir continuamente en las cosas que
eran de suprema importancia delante de Jehová. Tenía que confrontar con amor a los
que se desviaban. No podía quedarse quieto y pasar por alto los problemas del pueblo.
Tampoco nosotros podemos. Nehemías siguió insistiendo en los temas viejos porque
Dios todavía estaba interesado en ellos. Tal como el conejito rosado, él tuvo que seguir
caminando.
Esto es perseverancia espiritual. Nehemías la tenía de sobra. Dios quiere que
nosotros seamos firmes en obedecerle, que sigamos caminando, aunque sea necesario
insistir en lo mismo de siempre, hasta cumplir la carrera que nos ha asignado.
Nehemías hizo un compromiso con Dios. No podía aceptar menos que las normas
divinas establecidas. Aunque otros no lo acompañaran en su deseo, él se mantendría
fiel. La gente recibió sus advertencias porque su propio ejemplo como varón que andaba
con Dios se manifestó abiertamente ante ellos. Si nuestros actos están en duda, la gente
no nos seguirá aunque les empujemos con toda nuestra fuerza.
Como pueblo de Dios tenemos que analizar nuestra propia vida y asegurarnos de
que todas las áreas de ella están entregadas y comprometidas a hacer la voluntad divina
a toda costa. Debemos dedicarnos a hacer lo que honra al Señor, sea
• en nuestra asociación comercial con otros,
• en el uso de nuestra posesiones,
• en el uso de nuestro tiempo,
• en seguir su plan para el matrimonio.
¿Acabaremos nuestra carrera fielmente? ¿Podremos decir: “Acuérdate de mí, Dios mío,
para bien”?
REPASO DEL LIBRO
El relato de Nehemías empezó aproximadamente trece años después del regreso de
Esdras a Jerusalén. El pueblo había estado en la tierra por noventa y dos años. El templo
se había reconstruido y el pueblo había pasado por un período de avivamiento espiritual
bajo la dirección de Esdras.
Aunque habían estado en la tierra varios años ya, los muros estaban deshechos y
casi nadie vivía en la ciudad. El estado espiritual del pueblo dejaba mucho que desear.
Por eso Nehemías quería ver la reconstrucción de los muros, la repoblación de
Jerusalén, y la restauración espiritual del pueblo.
Nehemías era copero del rey de Persia. Como tal, compartía la suerte del rey y tenía
una relación de alta confianza con el que reinaba sobre el imperio persa. Artajerjes
estuvo dispuesto a permitir la reconstrucción de la ciudad a sabiendas de que Nehemías
estaría allí encargado del proyecto y lo nombró gobernador con autoridad para dirigir la
reconstrucción física y espiritual. Por eso, Nehemías asumió la responsabilidad y dirigió
el tercer regreso a la tierra de Israel en 444 a.C.
El libro de Nehemías tiene como su propósito más obvio describir las circunstancias
históricas relacionadas con el tercer regreso a Jerusalén. También intenta demostrar que
Dios estaba involucrado personalmente en la restauración de su pueblo. Jehová controla
la historia y aún puede utilizar a los reyes paganos para realizar sus propósitos. El se
encargó de traer al pueblo a la tierra de nuevo y los estableció allí.
Antes de que el plan del Señor se lograra en su totalidad, el pueblo tenía que
reconocer su santidad y siguiendo su ejemplo, dedicarse a un estilo de vida santo,
apartado de sus vecinos paganos. La bendición divina llegaría en base a su fe y
obediencia a la Palabra revelada de Dios. Si desobedecían, serían juzgados una vez más.
La primera parte del libro describe la reconstrucción física de los muros que
rodeaban la ciudad (Nehemías 1–7). A través de este aspecto, se observan las
características más notables de este gran administrador utilizado por Dios para realizar
esa obra tan importante. Se aprende de su ejemplo la clase de líder que Dios utiliza para
lograr sus propósitos en su pueblo.
La segunda parte del libro presenta la reconstrucción espiritual para que los
escogidos sirvieran sólo a su Señor y recibieran su bendición (Nehemías 8–13). Las
normas que Dios estableció para que su pueblo lo honrara y revelara su naturaleza en
medio de los pueblos paganos del mundo se destacan a través de este relato.
¡PENSEMOS!
Repase el libro entero con la ayuda del diagrama que se
encuentra al principio de este comentario. Busque las
respuestas para las siguientes preguntas: • En base a las normas que Dios subraya en el libro de
Nehemías, ¿cuáles quíere ver manifestadas en la vida diaria
de su pueblo hoy? • Al observar el carácter y estilo de vida de Nehemías, ¿qué se
nos enseña en cuanto al liderazgo espiritual verdadero? • Considere las aplicaciones personales que se han señalado a
través del libro. ¿Qué cambios todavía hacen falta en su vida
en base a esta enseñanza? • ¿Qué pasos debe dar en los próximos días para que se
realicen estos cambios en su vida? Haga una lista de ellos y
pida a Dios en oración que lo guíe y capacite para
realizarlos.
1
1Porter, R. (1991).