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El parque nacional de Neringa, naturaleza báltica en Lituania [P2] El restaurante de Atapuerca COMER Los Claveles de Ibeas de Juarros, una referencia de la cocina burgalesa y la segunda casa de los arqueólogos [P5] El ‘pitufimundo’ a sus pies CINE ‘Los pitufos en 3D’ llegan a la gran pantalla con una cuidada mezcla de modernidad y tradición [P9] Un paraíso de arena y pinos GPS GUÍA PARA SALIR Viernes 29.07.11 La arquitectura de la localidad lituana de Nida se caracteriza por la viveza de los colores de sus casas de madera, con diseños que evocan su pasado marinero. :: J. PRIETO GALLEGO Fin de fiesta en San Benito MÚSICA Los Sabandeños cierran mañana el ciclo musical vallisoletano. Su director, Elfidio Alonso, adelanta cómo será la actuación [P12]

110729 Neringa Lituania

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El‘pitufimundo’asuspies ElparquenacionaldeNeringa, naturalezabálticaenLituania [P2] LosClavelesdeIbeas deJuarros,unareferencia delacocinaburgalesa ylasegundacasadelos arqueólogos [P5] ‘Lospitufos en3D’llegan alagranpantalla conunacuidada mezclade modernidad ytradición [P9] LosSabandeñoscierran mañanaelciclomusical vallisoletano.Sudirector, ElfidioAlonso,adelanta cómoserálaactuación [P12] COMER MÚSICA CINE Viernes 29.07.11

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El parque nacional de Neringa,naturaleza báltica en Lituania [P2]

El restaurantede Atapuerca

COMER

Los Claveles de Ibeasde Juarros, una referenciade la cocina burgalesay la segunda casa de losarqueólogos [P5]

El ‘pitufimundo’ a sus piesCINE

‘Los pitufosen 3D’ llegana la gran pantallacon una cuidadamezcla demodernidady tradición [P9]

Un paraíso dearena y pinos

GPSGUÍA PARA SALIR

Viernes29.07.11

La arquitectura de la localidad lituana de Nida se caracteriza por la viveza de los colores de sus casas de madera, con diseños que evocan su pasado marinero. :: J. PRIETO GALLEGO

Fin de fiestaen San Benito

MÚSICA

Los Sabandeños cierranmañana el ciclo musicalvallisoletano. Su director,Elfidio Alonso, adelantacómo será la actuación [P12]

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Lo más parecido que tene-mos por aquí cerca a la penín-sula de Neringa –Lituania–es la Manga del Mar Menor–Murcia–. Solo que aquellafue convertida en parque na-cional para preservar el deli-cado equilibrio ecológico enel que conviven hombres yarenas y la de aquí es el mo-numento perfecto al turis-mo arrollador que pavimen-

tó nuestro mejor litoral en-tre los años 60 y 70 del siglopasado. Osea, a la insensatez.

El istmo de Courtlandia,como también se conoce aeste singular accidente geo-gráfico, es una larga lenguade tierra estirada entre dosaguas, las del mar Báltico, porel oeste, y las del lago Curo-nian, por el este. Y tambiénentre dos países, Rusia, queposee la zona sur, y Lituaniaque administra los 52 kiló-metros de la mitad septen-trional. Con unos 98 kilóme-tros de longitud total y unaanchura que varía entre los370 metros, en Lesnoe, y los3,8 kilómetros, en el cabo deBulvikis, aparece sobre elmapa como un espagueti detierra que, en realidad, fueesculpido por los vientos ylas corrientes hace unos cin-

co mil años. Antes de eso, di-cen los geólogos que lo quesalpicaba ese lugar era unacadena de pequeños islotesinconexos asomando sobrelas aguas del mar.

Brisa marinaPero la singularidad de estalengua de tierra estriba en supeculiar formación: una su-cesión de dunas, muchas deellas auténticas montañas,amasadas por una brisa ma-rina que ha convertido el em-puje de la arena en una au-téntica obsesión. Tanto, queen algunos folletos se com-paran las dunas y arenalesque contornean toda la líneade costa báltica de esta pe-nínsula con un Sahara en elcorazón de Europa. Aunque,ya puestos, las dimensionesde algunas de las dunas ha-

cen pensar más en Egipto,por sus pirámides.

Y aunque en un principiocuesta creer que este sea unlugar tan bueno como paraempeñarse en vivir como sino hubiera otro lugar en laTierra, lo cierto es que exis-ten rastros de habitación hu-mana desde finales del Neo-lítico, momento en el que lastribus bálticas que coloniza-ron después el interior delcontinente en esta zona, en-contraron acomodo entre lasdunas para protegerse delviento y dedicarse a la pesca.

De hecho, la península, deuna u otra forma, estuvosiempre ocupada por peque-ñas aldeas de pescadores quesupieron apreciar la abundan-cia de recursos que ofrecía ellago. Al menos hasta que elturismo se convirtió, a lo lar-

go del siglo XX, en una fuen-te de ingresos mucho más se-gura y menos fatigosa.

Porque la península de Ne-ringa, con sus casitas de ma-dera pintadas de colores al es-tilo marinero, perdidas entrebosques, al pie de las dunaso alineadas junto a la costaamable del lago Curonian, eshoy uno de los lugares másdeseados para los lituanosque planean vacaciones desol y playa. Un paraíso de na-turaleza y descanso que es-tuvo a punto de desapareceren el siglo XVIII. La guerratuvo la culpa.

Hasta entonces, la vida enla península se había mante-nido gracias a un delicadoequilibrio. Los arenales y losbosques autóctonos mante-nían su particular batalla de-jando espacio suficiente para

La península lituanade Neringa, un paraísode arena y pinos enel norte de Europa

JAVIERPRIETO

RUTAS CON ENCANTOPENÍNSULADE NERINGA

PLANES Viernes 29.07.11EL NORTE DE CASTILLAGPS2

El milagro de lasdunas y los hombres

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que los pescadores tambiénpudieran dedicarse a lo suyo.La invasión de los caballerosteutónicos en el siglo XVIIsupuso una primera amena-za de devastación. Pero la he-catombe se rozó con motivode la Guerra de los Siete Años(1756-1763) que convirtió lapenínsula en el principal su-ministrador de madera parala construcción de los barcosque se armaban en el cerca-no puerto de Klaipedá. Tan-to, que sobre Neringa apenasquedó un vegetal que dierasombra.

Nida, la ciudad principalLa consecuencia inmediatafue que las dunas encontra-ron un camino tan despeja-do como un circuito de carre-ras. Y sin nada que frenara suansia de conocer mundo, aca-

baron sepultando, granito agranito, hasta catorce deaquellos asentamientos pes-queros. Nida, el principal nú-cleo turístico en la actuali-dad, continúa vivito y colean-do gracias a que sus habitan-tes tuvieron que cambiarlode sitio hasta tres veces enun pasado no tan lejano.

El caso es que, efectiva-mente, Neringa sería hoy unSahara pelado si no hubierasido por la inteligente –y de-sesperada– actuación que lle-vó a sus habitantes a empren-der una batalla que, final-mente, ganaron: detener elavance de la arena emplean-do diferentes técnicas de re-población forestal. La princi-pal, la reforestación con pinocomún y pino negro impor-tado de Dinamarca y Suecia.Hoy, el 70% de la superficie

de Neringa está cubierta debosques. El avance de mu-chas de las dunas se consiguiódetener combinando la cons-trucción de barreras de esta-cas y entramados y el recu-brimiento de los arenales conmatorrales y herbáceas.

Y es así como fue configu-rándose un perfil costero enel que unas pocas dunas mó-viles, que aquí tienen nom-bre y apellidos, conviven conotras muchas dunas muertasque acabaron por transfor-marse en permanentes mon-tículos arbolados. Algunos deaquellos arenales, que en oca-siones alcanzan los 64 me-tros de altura, se han conver-tido en puntos panorámicosde hermosas vistas. En el año2000 la península de Nerin-ga entró a formar parte de lalista del Patrimonio Mundialde la Unesco, reconociéndo-se así una compleja historianatural y cultural plagada deretos y sustentada sobre undelicado equilibrio.

La puerta de entrada a estesingular espacio natural es laciudad lituana de Klaipedá.Situada en lado continentalde su costa báltica es la ter-cera ciudad en importanciadel país y su principal –y úni-co– puerto de mar. Es, tam-bién, la ciudad más antiguadel país y una de las más an-tiguas del Báltico. Debe granparte de su pujanza pasada yactual al hecho de ser el puer-

to del Báltico más septentrio-nal que permanece si conge-larse durante el invierno, cir-cunstancia que ha manteni-do a la ciudad como un agita-do foco de actividad cultural,económica y también gue-rrera. Su puerto antiguo, entorno al que se sitúa el cascohistórico, rico en arquitectu-ra del XVIII y XIX, es, tam-bién, el único lugar desde elque parten los ferrys que per-miten saltar desde la orillacontinental a la parte lituanade la península de Neringa.

De otro lado, apenas 500metros de estrecho, una úni-ca carretera, la 167, y un her-moso carril bici enlaza losprincipales asentamientosde la península: Juodkranté,Pervalka, Preila y Nida.

Paisajes singularesLa singularidad de los paisa-jes, que a menudo se asomana las dos costas, la sensaciónde pisar sobre una fuerza con-tenida de la naturaleza a pun-to de estallar, las masas bos-cosas y el perfecto encaje conlas pequeñas poblaciones ri-cas en una colorista arquitec-tura emanada directamentede siglos de tradición pesque-ra, atrajeron ya a principiosdel siglo XX a miembros delmovimiento expresionista,que fueron los primeros endescubrir este rincón comoel lugar perfecto para perder-se y crear.

Uno de los veraneantesmás ilustres de la penínsulafue el escritor Thomas Mann,que llegó a Nida en 1929 y seprendó tanto de los paisajesy la tranquilidad del ambien-te que decidió levantar supropia casa de veraneo en unlugar llamado la colina de laSuegra, una hermosa vivien-da con tejado vegetal y vivoscolores al estilo tradicionalque puede visitarse hoy con-vertida en museo.� [email protected]

A la izquierda, parque de dunas cercano a Nida y al lagoCuronian. Arriba, arquitectura típica de Klaipedá y, a laderecha, una veleta decorada, seña de identidad de lapenínsula de Neringa. :: REPORTAJE GRÁFICO DE JAVIER PRIETO

La península,Patrimonio Mundialde la Unesco, estuvosiempre ocupadapor pequeñas aldeasde pescadores Arriba, una cervecería de la localidad de Klaipedá. Sobre

estás líneas, calles del casco antiguo de la localidad.

Viernes 29.07.11EL NORTE DE CASTILLA PLANES 3GPS