12. Ruiz (2008)

Embed Size (px)

Citation preview

  • Historia del Uruguay en el siglo XX (1890-2005)

    Ana Frega, Ana Mara Rodrguez Ay9aguer, Esther Ruiz, Rodolfo Porrini, Ariadna Islas,

    Daniele Bonfanti, Magdalena Broquetas, Ins Cuadro.

    El Ministerio de BANDA ORIENTAL Facultad de Humanidades Relaciones Exteriores y Ciencias de la Educacin

    Historia del Uruguay - Materias Comunes

    Obligatorio

    22 Copias

    12

    www.serviciosdelcecso.blogspot.com / [email protected]

    Por trabajos: [email protected]

    Cantina & Cafetera: 2410 6720 (220)

    Fotocopiadora: 2410 6720 (208 / 218)

    Material disponible en los Servicios del CECSo

  • Los AUTORES AGRADECEN A:

    Prof Jos Pedro Barrn; Centro Munici-pal de Fotografia de la Intendencia Municipal de Montevideo (CMDF); Archivo de Propagan-da Poltica (A.P.P.) de la Facultad de Humanida-des y Ciencias de la Educacin, UdelaR; Archi-vo General de la Nacin; Archivo Nacional de la Imagen, SODRE; Museo y Archivo Histrico Cabildo Municipal; Fotgrafo Carlos Contrera; Fotgrafo Aurelio Gonzlez; Fotgrafo Daniel Sosa; Fotgrafo Daniel Stonek; Prof Cecilia Robilotti; Dra. Adela Pellegrino; Ms. Andrea Vigorito; Jimena Alonso; Mario Etchechury; Roberto Garca; Bruno Hartmann; Grauert Lezama; Oscar G. Montao; Beatriz Weismann; Ral Zibechi; Clara Aldrighi; Funcionarias del Instituto de Ciencias Histricas, Nibia Lpez y Karinna Prez; Funcionarios de la Biblioteca de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin; Funcionarios del Dpto. de Micro-grafia de la Biblioteca Nacional.

    Colaboraron en la digitalizacin, diseo y edicin de imgenes:

    Ins Coira; Miguel Coira; Pablo Gamio.

    Este libro expresa la labor realizada por el Departamento de Historia del Uruguay de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin de la Universidad de la Repblica, en el marco de un convenio con la Direccin General para Asuntos Consulares y Vincula-cin del Ministerio de Relaciones Exteriores, con recursos proporcionados por el Fondo de Poblacin de Naciones Unidas, en el contexto del programa de cooperacin de dicha agencia con el Ministerio de Relaciones Exteriores.

    Ministerio de Relaciones Exteriores Departamento 20

    ISBN 978-9974-1-0492-1

    Cartula: Javier Carls y Marina Rivero Maquetacin: Patricia Carretto

    EDICIONES DE LA BANDA ORIENTAL S.R.L. Gaboto 1582- Tel: 408 3206 - 401 0164- Fax: 409 8138 11.200 - Montevideo, Uruguay. www.bandaoriental.com.uy

    Queda hecho el depsito que marca la ley. Impreso en Uruguay. 2' edicin: marzo 2008.

  • 84 85

    CAPTULO 3

    DEL VIRAJE CONSERVADOR AL REALINEAMIENTO INTERNACIONAL. 1933-1945

    Esther Ruiz

    r KESUMEN LLa dictadura del terrismo (trmino que da cuenta de la alianza supra-parti-

    daria que respald al nuevo rgimen encabezado por Gabriel Terra en 1933) dividi a gran parte de la sociedad entre golpistas y antigolpistas, fascistas y antifascistas) dando cuenta as del fervor con que Uruguay recepcion el gran debate ideolgico que sacuda a Europa y al mundo en ese entoncestLa dictadura pretendi legitimar-se con la sancin de una nueva Constitucin (1934), mientras la "oposicin" busca-ba diversos caminos para poner fin al gobierno de "facto". El terrismo profundiz el dirigismo econmico y monetario, y un creciente control del comercio exterior iniciado en el periodo anteriorj El gobierno de Alfredo Baldomir abri el camino para la restauracin democrtica, favorecida por la conflictiva situacin interna-cional que presagiaba el estallido de una nueva guerra. El gobierno baldomirista orient su poltica exterior hacia el apoyo a los aliados y al panamericanismo lide-rado por los Estados Unidos.tEl sector agropecuario se estanc y aument el xodo ruraj En 1942, otro golpe de Estado restableci plenamente nueva Constitucin mediante la democracia poltica.Turante el gobierno de Juan Jos de Amzaga, se impuls la agricultura y el proteccionismo a la industril mientras la abundancia de reservas de divisas y capitales permita al Estado llevar a cabo una importante poltica sociale produjo un incremento del nmero de sindicatos y se instalaron los Consejos de Salarios (mecanismos de negociacin colectiva con representacin de trabajadores, empresarios y el Estado), como medio de saldar, parcialmente, las diferencias entre el capital y el trabajo.

  • 86

    La "revolucin de marzo" en busca de la legitimidad Como seal el diputado socialista Emilio Frugoni en la "Revolucin del

    Machete", los primeros momentos que siguieron al golpe de Estado del Dr. Ga-briel Terra el 31 de marzo de 1933 fueron de confusin,!1La situacin comenz a ser ms comprensible para la poblacin luego del suicidio de Baltasar Brum en la misma tarde del 31 de marzo, la andanada de prisiones, destierros, censura de peridicos y especialmente luego del asesinato de Julio Csar Granen, lder de la "Agrupacin Avanzar" del Partido Colorado batllista, de ideologa muy prxima al marxismo. Granen, como ya fue sealado, fue baleado por la polica el 23 de octubre de 1933 cuando regresaba con otros dirigentes de un acto opositor en Mi-nas, falleciendo tres das despus. Ral Jacob ha mencionado que aquellos sectores de la poblacin que se sintieron involucrados por la ruptura institucional que puso fin a la que se crea como intocable "democracia uruguaya" se separaron en dos bandos irreconciliables. Familias divididas, amistades rotas, saludos negados, tan honda fue la fractura! Los bandos estaban frente a frente. De un lado antiterristas, antisituacionistas, o antifascistas, del otro "marzistas" (partidarios de la "revolu-cin" del 31 de marzo de 1933), tenistas, situacionistas o fascistas, tal como se

    Imagen 1. Gabriel Terra 1873-1942. Hijo de un destacado poltico, Jos Ladislao Terra; se vincul muy joven al Partido Colorado y al sector batllista, pero actuando siempre de forma heterodoxa. Ocu-p distintos cargos en los engranajes del gobierno: diputado, miembro del Consejo Nacional de Admi-nistracin, :integrante de la Convencin Nacional Constituyente, delegado a conferencias internacio-nales, ministro, accedi a la Presidencia en 1931, cuando ya se haba producido la muerte de Jos Ba-ffle y Ordez, quien se dice nunca hubiera permi-tido su candidatura para la primera magistratura. Adems de razones ideolgicas o coyunturales, se ha dicho que la realizacin del golpe de Estado de 1933, que Terra concret en alianza con el herreris-mo y ollas fuerzas conservadoras, se habra debido a su inters en recuperar la conduccin econmica del pas. De un carisma muy particular, concit el apoyo de numerosos miembros del Partido Colora-do. (Archivo E.B.0.)

    (1) Cfr. Emilio Frugoni, La revolucin del machete. Panorama poltico del Uruguay. Buenos Aires, Editorial Claridad, s/f, pp. 119-124.

    87

    los denomin en la poca. Polticamente: batllistas, nacionalistas independientes, comunistas y socialistas, los primeros; tenistas, herreristas, sosistas, vieristas y conservadores en general, los segundos (los integrantes de la Unin Cvica tuvie-ron una actitud oscilante).

    La dictadura pretendi legitimarse rpidamente, lo cual mostraba el peso que en la tradicin uruguaya tena el respeto por la "legalidad institucional", que el nuevo rgimen ni quera ni poda desafiar. Como seala Ral Jacob, cumpliendo lo prometido en sus discursos, Terra digit una Asamblea Deliberante que actu como Poder Legislativo. Esta convoc a elecciones para una Asamblea Consti-tuyente, que fueron realizadas el 25 de junio de 1933. La Asamblea, entre otras cosas, redact una nueva Constitucin.

    La Constitucin de 1934 fue conservadora e innovadora a la vez. En la parte poltica sustituy el Poder Ejecutivo "bicfalo" (formado por un Presidente y un Consejo Nacional de Administracin) por uno centralizado ejercido por el Presi-dente, que actuaba, segn los casos con el Ministro, o con un novel Consejo de Ministros. El precio de la participacin en el golpe de Estado qued plasmado en la disposicin que estableci que seis de los nueve ministros de dicho Consejo deban ser representantes de la lista ms votada del lema ms votado, y los restantes, de la lista con ms votos del lema que le siguiera (es decir tenistas y herreristas). Se mantuvo un Poder Legislativo bicameral: la Cmara de Diputados integrada por representacin proporcional integral y un Senado que, recogiendo las ambiciones de los principales sectores golpistas, se compuso por quince senadores de la lista ms votada del lema ms votado y quince de la lista ms votada del lema que le siguiera en nmero de votos. Conocido como "Senado del medio y medio", fue combatido encarnizadamente por la oposicin.

    Pero la innovacin fundamental de la Constitucin de 1934 estuvo en la de-claracin de derechos y deberes. A los derechos tradicionales de impronta liberal, siguiendo las tendencias de la poca se incorporaron derechos econmicos y socia-les, tales como el derecho a la educacin, al trabajo, la vivienda, la salud, la huelga, la organizacin sindical y la libertad de enseanza. Entre los deberes se incorpor la obligatoriedad del voto, que recin sera reglamentada para las elecciones de 1971. Se fijaron tambin nuevos mecanismos de reforma constitucional.'

    La Constitucin fue plebiscitada en las elecciones parlamentarias del 19 de junio de 1934, nueva fecha de elecciones generales contenida en la Constitucin, indudablemente pretendiendo vincularla a la conmemoracin del nacimiento de Artigas al que consideraban "padre" de la nacionalidad y la independencia. El Pre-sidente y el Vicepresidente haban sido electos por la Asamblea Constituyente re-

    (2) Ral Jacob, El Uruguay de Terra (1931-1938), Montevideo, E.B.O., 1983, pp. 55-61.

  • 88

    Imagen 2. Universidad de la Repblica. La sesin inaugural de la Asamblea Constituyente y Legis-lativa que incluy entre otros cometidos el de elaborar la nueva Constitucin tuvo lugar el 25 de agosto de 1933 en el Paraninfo de la Universidad de la Repblica. La realizacin de este solemne acto en uno de los auditorios de ms prestigio en el pas pudo de-berse al hecho de que pretenda rodearse al acontecimiento de la legitimidad que caracterizaba a la principal casa de estudios, as como del honroso sitial de la Universidad en la vida poltica y social del pas. En el momento de realizarse el golpe de Estado la sede de la Universidad haba sido ocupada por los estudiantes encabezados por su Decano el socialista Emilio Frugoni. La ocupacin dur pocos das, pero no la resistencia a la situacin, tanto a nivel de los estudiantes como por parte de su Decano, que fue en principio desterrado a Buenos Aires. All escribira su alegato contra la dictadura, titulado "La revolucin del machete".

    cayendo esos cargos en Gabriel Terra y Alfredo Navarro respectvamentelpara los golpistas, la situacin estaba legitimada, pues las elecciones haban sido "libres", aunque batllistas y nacionalistas independientes haban declarado la abstencin electoral como recurso para negarle al rgimen la legitimidad que buscaba. Para los opositores, tanto la situacin como la Constitucin seguan siendo ilegtimas pues su origen estaba en un golpe de Estadofflocialistas y comunistas, tan anti-dictatoriales como los anteriores, con otra filosofa, participaron en las elecciones, considerando que la presencia de sus representantes era la forma de llevar al recin-to parlamentario la voz de la oposicinj

    kLas dificultades del rgimen y las respuestas de la oposicin. La coali-cin terrista, pronto tuvo problemas. A poco de iniciado el gobierno, entre los ms

    89

    cercanos colaboradores de Terra se desataron enfrentamientos por posiciones de poder, mientras otros abandonaron sus filas caso del colorado Alberto Demicheli (futuro Presidente de la Repblica durante la dictadura de 1973), por discrepancias con algunas medidas polticas y econmicas.LE1 terrismo tena as que jugar en dos frentes. Por un lado tratar de mantener la cohesin de sus aliados y por otro enfrentar a la oposicinique desde el golpe segua la consigna lanzada por Carlos Quijano: "desde ahora, compaeros, a luchar y a conspirar La gran batalla ha comenzado". 3

    Las respuestas a las dificultades para mantener la unidad interna y evadir los peligros de la oposicin fueron sucesivas leyes electorales y reformas a la Consti-tucin (1934, 1935, 1936, 1938) que aseguraron la propiedad del lema partidario a

    (3) ACCIN, 31 de marzo de 1933, p. 1. Citado en: Juana Paris y Esther Ruiz, El Frente en los aos 30. Montevideo, Proyeccin, 1987, p. 23.

    Imagen 3. Facsmil de la ca-rtula del primer nmero del semanario "Marcha". Carlos Quijano formul la referida convocatoria a la unidad de los opositores desde las pgi-nas del peridico "Accin", de la Agrupacin Nacionalis-ta Demcrata Social, sector del Partido Nacional del cual era uno de sus lderes y fun-dadores. Al cerrar "Accin", QuijanO fund en junio de 1939 el semanario "Marcha" (no ceido estrictamente a la lnea poltica de la menciona-da Agrupacin), que marc un antes y un despus en la historia de la cultura y la pol-tica uruguayas, hasta su clau-sura definitiva en 1974 por la dictadura encabezada por Juan Mara Bordaberry.

  • 90 91

    los golpistas, la prohibicin de formar listas de coalicin para el Senado cerrando el paso a alianzas opositoras, disposiciones que estructuraron una compleja ingeL niera electoral,

    Los caminos de la oposicin. No es fcil precisar la forma en que empez a manifestarse la resistencia a la dictadura o cmo la oposicin fue encontrando los caminos para hacerse or, o cmo en grupos importantes de la misma alumbr la conciencia de la necesaria unin para derribar al

    "Rgimen de Marzo", luego , del llamado a la unidad que formulara la noche de la disolucin del Parlamento el Radicalismo Blanco, o el. emplazamiento a la

    "unidad de las izquierdas" que hiciera Carlos Quijano desde el peridico "Accin". Los recursos inmediatos fue- ron la crtica poltica pblica y la conspiracin dentro de los espacios que dejaba la dictadura. Una de las primeras manifestaciones de esta resistencia fue la pro- gramacin de un gran acto pblico convocado por el Partido Socialista. Con el nombre de

    "Mitin por la Libertad y contra la Dictadura", fue planificado como un plebiscito popular de oposicin a las elecciones nacionales que se realizaran el 18 de mayo de 1934. Los comits de apoyo cubrieron todo el pas, pero el "Mitin" no pudo realizarse por disensiones internas en la oposicin. Estas tuvieron su origen en un conflicto de los obreros grficos que estall en el diario "El Da", y al que adhirieron los obreros de la mayora de los diarios montevideanos. Esta decisin provoc el lock out patronal. Franciso Ghigliani, uno de los dirigentes terristas ms destacados, hizo pblico el acuerdo existente entre los dueos de los grandes diarios para tomar esa decisin en caso de huelga. El resultado fue el cierre de los diarios golpistas, pero tambin de los de la oposicin. De este modo "El Da", "El Pas", "El Plata", los grandes diarios opositores montevideanos tampoco se publi- caron. Como ha sealado Rodolfo Porrini, en este caso los dueos de los diarios de la oposicin hicieron prevalecer sus intereses econmicos y aun de clase, sobre los compromisos asumidos de combatir sin descanso a la dictadura. El Partido Socialista retir la convocatoria para la concentracin, exigiendo conductas claras en todos los sectores opositores. 4

    Los resultados de la conspiracin se vieron en enero de 1935, cuando un grupo de opositores comandado por el legendario y anciano lder nacionalista Ba- silio Muoz, lanz desde la frontera norte con Brasil la conocida

    "Revolucin de enero". Mezcla de "revolucin" y "patriada", tuvo sus muertos y sus errores, y para mucho s

    de sus participantes tuvo tambin connotaciones ideolgicas antiim- penalistas y antifascistas. Sus principales debilidades fueron la descoordinacin de los participantes y las vacilaciones del batllismo debido al fracaso de sus contactos con el ejrcito.

    El complicado escenario poltico nacional reciba, ade- ms, los desafos de una situa- cin internacional cada vez ms compleja. De modo que las deci-siones adoptadas por los distin-tos actores sociales y polticos estuvieron determinadas, tam- bin, por las actitudes asumidas frente a un mundo que presen-ciaba la expansin de los "fas- cismos" y las debilidades de las democracias liberales europeas. El rechazo a los fascismos jug a favor de la oposicin polti-ca retemplando sus decisiones. Cont para ello con el apoyo de numerosas organizaciones so- ciales de respaldo a la Repbli-ca Espaola amenazada por el levantamiento "nacionalista", y de los grupos opositores a todas las formas de fascismo. Alianzas que se fortalecan por la descon-fianza frente a la poltica del go- bierno, demasiado "sensible" a la Italia de Mussolini y a la Ale- mania nazi de peso creciente en nuestra economa, y de estrechos contactos con el Brasil donde se desarrollaba la experiencia clic- tatorial de Getulio Vargas.

    La actividad opositora tuvo, como sealan Paris y Ruiz, ms fuerza en el interior del pas, posiblemente porque el golpe desfibr las estructuras partida-ras, abriendo espacios que la centralidad de las dirigencias de

    capital no permita. Los re-

    PROCLAMA DEL JEFE DE LA "REVOLUCIN

    -

    DE ENERO" DE 1935, BASILIO MUOZ Al comenzar la revolucin Basilio Muoz

    dirigi una proclama a sus improvisados solda - dos: "Campamento en Marcha, Costa del Ro Negro, 27 de enero de 1935. Ciudadanos: Una dictadura inepta y rapaz arruina y deshonra la Repblica. Inicise con el arrasamiento de las instituciones libres que eran orgullo de nuez- tra patria y el derrocamiento de los poderes

    constituidos, perpetrados por un presidente que haba jurado solemnemente defenderlos, empleando para ese arrasamiento las armas que se haban puesto en sus manos para su defensa.

    Sigui despus el asalto a las posiciones pblicas realizado con inaudita temeridad y absoluto desprecio de los intereses nacionales [...] La consecuencia de tanta incapacidad, de tanta audacia y de tanta inferior ambicin

    la sufre hoy el pais en forma intolerable en la desocupacin reinante, en la miseria que asola los hogares humildes, [...] en la angustia de su comercio y de sus industrias, en la inquietud latente y estril en que se vive, en las pasiones y en los odios que desata la persecucin injusta

    contra todo lo que hay de activo y de digno en nuestro pas [...] Comprendo la inmensa res-ponsabilidad de alterar la paz de un pas que goz de ella durante treinta aos bajo la gida de instituciones libres [...] Esta revolucin no tiene ningcolor poltico, ni persigue el triunfo de

    n partido; no va tampoco contra el ejr- cito en cuyas filas alientan muchos que piensan como nosotros. Es la revolucin de la dignidad nacional y en sus filas son nuestros hermanos todos los hombres de bien, a quienes llamamos sin distincin de partidos y creencias a formar

    n

    o ellas

    ie

    codne eel iu dn dicdodnpor sogirnsamosapec eo hmadnosdequune

    convoquen

    para que ste decida su propio destino. ten- cedor o vencido, pero con una inmensa fuerza

    moral experimento en esta hora solemne la conviccin de que habremos salvado el ha-nor de la Repblica. Basilio Muoz." [Adolfo Aguirre Gonzalez, La revolucin de 1935. Lu-cha armada contra la dictadura. Montevideo, Librosur, 1985, pp. 96-98]

    (4) Rodolfo Porrini, "Mitin contra la dictadura o huelga contra la burguesa?", en: Hoy es Histo- ria,

    N 58, julio-agosto 1993, pp.! 9-26.

  • 92 93

    ciamos que desde distintas tiendas opositoras se reiteraban sobre la necesidad de definir la unidad en torno a un programa y estrategias comunes para enfrentar al terrismo parecieron encontrar su derrotero cuando, a mediados de 1935, luego de fracasada la "Revolucin de Enero", surgieron en varios departamentos del inte-rior organizaciones con caractersticas de Frentes Populares, con representantes de todos los partidos opositores as como de las distintas agrupaciones sociales que expresaban resistencias a la situacin y al fascismo. Si bien el "frentismo" no cuaj, ningn sector opositor lo descart hasta las elecciones de 1938, reservn-dolo como estrategia amenazante frente a un terrismo crecientemente debilitado. Solo el Partido Socialista se opuso siempre a la construccin de un Frente Popular, proponiendo en cambio una Concertacin Democrtica, que no supona ms que unidad para resistir a la dictadura, sin ningn tipo de compromiso poltico.

    Ha encontrado eco en la historia del pas la caracterizacin de la dictadura terrista como "dictablanda". En realidad, como lo ha sealado Rodolfo Porrini, fue una dictadura que poco tuvo de blanda. Us duros mecanismos represivos cuando fue necesario (destierros, prisiones, destituciones, torturas). Los derechos del hombre (recin en la dcada del cincuenta del Siglo XX comenzara a hablarse de derechos humanos) fueron reiteradamente violados.

    En el edificio de Bomberos funcionaba la Direccin de Investigaciones de la polica, la gran colaboradora de Terra en la realizacin del golpe de Estado. All y a otros lugares fueron conducidos numerosos opositores, que sufrieron duras tor-turas, muy bien documentadas en un libro de Venancio Prez Pallas. La denuncia de torturas presentada por la oposicin determin la formacin de una Comisin investigadora parlamentaria para estudiar su veracidad, llegando a la conclusin "esperada" de que no existieron. Pero la tortura era una verdad aun en el "pas modelo" que la polica aplicaba a las clases subalternas, presos comunes, obreros o dirigentes gremiales, aunque tal vez fuera la-primera vez que se ejerca sobre "presos polticos". 5

    El terrismo fue una corriente compleja, en la que coexistieron posturas de ultraderecha y conservadoras, con otras que mantenan antiguos postulados del batllismo. Terra en tal sentido fue la figura paradigmtica. Hubo casos en que actu como un verdadero batilista, ampliando la esfera industrial y asistencial del Esta-do. Su preocupacin por los sectores menos favorecidos de la sociedad determin la sancin de las leyes que crearon el Instituto Nacional de Alimentacin Cientfi-ca del Pueblo (hoy INDA, 1937), el Instituto Nacional de Viviendas Econmicas (INVE, 1937) y aprobaron el Cdigo del Nio (1934). Continu el desarrollo de la ANCAP, cuya desaparicin haba sido uno de los objetivos de los sectores conser-

    (5) Cfr. Rodolfo Porrini, Derechos humanos y dictadura terrista. Montevideo, Vintn Editor, 1994.

    vadores y de los intereses extranjeros. El 18 de mayo de 1935, Terra puso la piedra fundamental para la refinera que comenz a funcionar en 1937. Llev tambin adelante otro de los aspectos de la poltica energtica del batllismo: el comienzo de la construccin de la primera represa hidroelctrica en el Ro Negro, que hoy lleva su nombre. Esto no le impidi atender cuidadosamente los intereses del sector privado tanto del agro como del sector financiero nacional e internacional, favore-ciendo las inversiones extranjeras.

    En bsqueda de la democracia perdida. La transicin que llev al Uru-guay desde la dictadura tenista a la recuperacin del rgimen democrtico se cum-pli en dos etapas, la primera entre 1938 y 1942 y la segunda entre 1943 y 1946, coincidiendo ambas casi totalmente con la Segunda Guerra Mundial, que tuvo mu-cho que ver en este proceso. A comienzos de 1938 la alianza "marzista" estaba en peligro. Sus ms fieles seguidores seguan siendo algunos grupos del coloradismo tenista y el herrerismo, en cuya posicin se aunaban sensibilidades derivadas de su conservadurismo y anticomunismo e intereses polticos pues, siendo una minora

    Imagen 4. Instalacin de la re-finera de ANCAP. ("El Da Dominical", Ao V, N 177, 7 de junio de 1936). Estado del montaje de la unidad de "top-ping" (1936). El gobierno te-rrista fue un defensor tenaz de ANCAP. Llam a licitacin para la construccin de la refi-nera y el 18 de mayo de 1935, fecha que Terra elega para la inauguracin de las grandes obras de su gobierno, tal vez como smbolo de independen-cia nacional, coloc la piedra fundamental de la Refinera. Las obras de construccin se realizaron con rapidez y permi-tieron que en 1937 el Ente pu-diese empezar a atender la ven-ta de combustibles lquidos con su propia produccin. Terra de-safiaba de este modo a las pode-rosas petroleras, al igual que lo haban hecho los batllistas del "segundo impulso reformista" (1928-1933).

  • 94 95

    electora, gozaba prcticamente de la mitad de los engranajes del poder gracias a las disposiciones constitucionales y la ingeniera electoral elaboradas desde 1933. A ellos se agregaban sectores fascistas, filo fascistas y pro-nazis, que los haba tambin, aunque numricamente menores.

    El repunte de los sectores bsicos de la economa, adems de factores po-lticos y las repercusiones de la situacin internacional cada vez ms cerca de la guerra, contribuyeron al cambio de las alianzas que haban llevado al golpe.

    Los factores internos que condujeron al comienzo de la transicin democr-tica estuvieron vinculados con la definicin de las candidaturas presidenciales para las elecciones a realizarse en marzo de 1938. Terra se haba negado a su reeleccin. En un contexto poltico siempre inquieto se manejaron distintos nombres de candi-datos dentro del Partido Colorado. A mediados de 1936 se conocieron algunos de ellos: el General Arquitecto Alfredo Baldomir, en ese momento Ministro de Defen-sa, pero que haba actuado como Jefe de Polica en el momento del golpe de Esta-do, y el Ministro de Salud Pblica, el Dr. Eduardo Blanco Acevedo, destacadsimo mdico. Ambos eran parientes polticos de Terra. Cuado el primero, consuegro el segundo, de ah que la oposicin socarronamente seal que era una lucha de fa-milia, entre "cuadistas " y "consuegristas". A lo largo de la campaa presidencial, Baldomir, sin renunciar totalmente a su pasado tenista, fue separndose del entor-no presidencial. Los postulados de su campaa fueron: "paz espiritual, progreso

    Imagen 5. Alumnas de ense-anza pblica en torno a la ban-dera (Archivo Nacional de la Imagen. SODRE). Los grupos ms conservadores del terrismo impulsaron un cambio en las formas de patriotismo "cosmo-polita" que predominaba entre los uruguayos, proponiendo un nacionalismo a ultranza, con la exaltacin de los smbolos patrios, las efemrides y los desfiles. Dicha postura se ins-trument fundamentalmente desde la escuela pblica y los Institutos Normales siendo Presidente del Consejo Na- cional de Enseanza Primaria

    y Normal el Arquitecto Claudio Williman por ser mbito de alcance nacional. Los logros fueron escasos o prcticamente nulos. No en vano, de retomo de los festejos del 25 de agosto de 1937 en Pando, un diputado terrista se quejaba en la Cmara de que el pueblo no haba asistido. Solo haban concurrido, obligacin mediante, el ejrcito y las escuelas pblicas.

    GRUPOS CONSERVADORES, ULTRADERECHISTAS, NACIONALISTAS Y NAZIFASCISTAS

    Accin Revisionista del Uruguay (1937). Conservador de raz colorada, pro-fascista y pro-nazi. Publicaba COR-PORACIONES (1935-1938). Entre sus adherentes se contaban Adolfo Agorio, E. Bauz y Teodomiro Varela de Andrade.

    Movimiento Revisionista (1938). Conservador, pro-fascista y pro-nazi. Pu-blicaba FRAGUA, peridico de orienta-cin nacionalista, antiestadounidense y an- tisemita. Su director era Leslie Crawford.

    Movimiento de Accin Nacional. Nacionalista, catlico, antiliberal, anti- semita, y franquista. Publicaba AUDA-CIA (1935-1940), dirigido por Anbal lzaga y J. Boy Trabal. Entre sus ad- herentes se cont Carlos Real de Aza.

    Vanguardia Nacionalista Espaola del Uruguay. Catlica, antisemita, anti- norteamericana y franquista. Publicaba ESPAA NACIONALISTA.

    Unin Nacional del Uruguay. Pu- blicaba EL ORDEN (1936-1938), din- gido por Jos Castellanos.

    Movimiento Renovacin Nacional. De ultraderecha, militarista, que cre la Vanguardia Juvenil de Renovacin Na- cional. Publicaba COMBATE (1940), dirigido por G. Marichal.

    Estas agrupaciones desaparecieron del espacio pblico luego de la sancin en junio de 1940, de la Ley de Agrupa- ciones Ilcitas, que ilegaliz a los gru- pos que atentaban contra los principios democrticos y republicanos. [Vase: Alfredo Alpini, "Uruguay en la era del Fascismo", Montevideo, Relaciones, N 184, setiembre 1999]

    material, democracia verdadera y jus-ticia social", los cuales permitan pen-sar que estos objetivos no se haban logrado durante el gobierno de Terra. Seal tambin que era partidario de la reforma constitucional que recla-maba la oposicin. Su campaa iba dirigida, indudablemente, a un sector ms amplio que el coloradismo situa-cionista. Declarndose antifascista y anticomunista, afirm la necesidad de defender la "libertad dentro del orden y al amparo de la ley". En un proce-so llamativo, se convirti en el menos "continuista" de los candidatos del terrismo, y concit esperanzas en im-portantes sectores de la poblacin de que se avecinaba un cambio.

    La campaa de Eduardo Blan-co Acevedo, en cambio, fue fiel a los postulados "marzistas", ofreciendo la imagen de un hombre conservador y capaz de mantener el orden.

    Los candidatos del Partido Na-cional herrerista fueron dos figuras influyentes, pero sin el carisma y el prestigio de Herrera: el ingeniero Juan Jos de Arteaga (ex ministro de Obras Pblicas) y el agrimensor Carmelo Cabrera, un viejo luchador nacionalis-ta que haba participado en las dos l-timas guerras civiles. Luis Alberto de Herrera, socio y artfice del golpe, de simpatas no disimuladas por la Italia de Mussolini, y decidido partidario de Francisco Franco y su Cruzada Nacio-

    nalista en Espaa, era el objeto del fuego graneado de los opositores al terrismo, los antifascistas y los partidarios de los republicanos espaoles. Tal vez por esta ra-zn, o buscando atraer votantes que resistan su liderazgo, no encabez las listas.

    La oposicin no logr una frmula unitaria, tanto por diferencias ideolgicas como por las dificultades que les planteaba la legislacin electoral, que garantizaba