1251-El Trabajo Domestico Remunerado

Embed Size (px)

Citation preview

La Institucionalizacin Sociocultural y Jurdica de la Desigualdad:

EL TRABAJO DOMSTICO REMUNERADORESMENES DE ESTUDIOS DE LA REGIN CENTROAMERICAN AY REPBLICA DOMINICANA

gica: Lnea Estrat mica con Autonoma E s Mujeres de la

La Instituciona Sociocultural y lizacin Jurd de la desiguald ica ad:

EL TRABAJO DOMSTICO REMUNERAD ORESMENES D LA REGIN CE E ESTUDIOS DE NTR Y REPBLICA D OAMERICANA OMINICANA

Agencia Espaola de Cooperacin Internacional para el Desarrollo

ca: ratgi ea Est nmica Ln a Eco es tonom e las Mujer Au d

640.4 I59 sv

La Institucionalizacin sociocultural y jurdica de la desigualdad: el trabajo domstico remunerado: resmenes de estudios de la regin de Centroamrica y Repblica Dominicana / asesora tcnica Olimpia Torres; ed. Consejo Ministral de la Mujer de Centroamrica del Sistema de Integracin Centroamericana (COMMCA/SICA). 1. ed. San Salvador, El Salv. : Secretara Jurdica del Sistema de la Integracin Centroamericana (SG-SICA), 2010. 222 p. : il. ; 28 cm. ISBN: 978-99923-898-4-3 La Institucionalizacin sociocultural 2010 1. Economa domstica. 2. Trabajo no remunerado. 3. Ama de casa. 4. Violacin de derecho humanos-Amrica Central. 5. Conflicto Social-Repblica Dominicana. I. Torres, Olimpia, 1965-, asesora tcnica. II. Ttulo.

CRDITOSCoordinacin: Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer, (UNIFEM) Oficina Regional para Mxico, Centro Amrica, Cuba y Repblica Dominicana Agenda Econmica de las Mujeres (AGEM) www.unifem.org.mx Elabotado por: UNIFEM Institucin Colaboradora: CONSEJO DE MINISTRAS DE LA MUJER DE CENTROAMERICA (COMMCA) Edicin de texto y correccin de estilo: Ivn Larreynaga Pacas Concepto, diseo grfico e ilustracin de portada: Paola Lorenzana y Celina Hernndez Diagramacin: Eunice Abigail Hernndez Publicacin realizada por el Consejo de Ministras de la Mujer de Centro Amrica del Sistema de Integracin Centroamericana (COMMCA/SICA), gracias al apoyo financiero del Fondo Espaa/SICA de la Agencia Espaola de Cooperacin Internacional para el Desarrollo (AECID). Marzo, 2010. www.sica.int/fes/ 2009 Consejo de Ministras de la Mujer de Centro Amrica del Sistema de Integracin Centroamericana. www.sica.int/commca/ Se permite la reproduccin total o parcial de los materiales aqu publicados siempre y cuando no sean alterados en su contenido y diseo grfico, se asignen los crditos correspondientes y se haya autorizado por el COMMCA/SICA. Se prohbe la reproduccin con fines lucrativos.

ndicendice General Presentacin el trabajo domstico remunerado en costa rica. entre ocuPacin y Pilar de los cuidados introduccin I. Punto de Partida II. Cambios en la Economa y en el Mercado Laboral III. Dos Dcadas de Evolucin del TDR, 1987-2007 IV Marco Legal y Polticas Pblicas . bibliografa el trabajo domstico remunerado en el salvador. realidades y desafos resumen introduccin I. Experiencias y Resultados I.1 Evolucin y situacin actual del trabajo domstico remunerado I.2 Los derechos laborales de las y los trabajadores domsticos y su tutela I.3 Implicaciones del trabajo domstico remunerado sobre las personas que lo realizan, a nivel personal y familiar conclusiones el trabajo domstico remunerado en Guatemala introduccin I. Objetivos del Estudio II. Marco Conceptual III. Aspectos Metodolgicos IV Resultados del Estudio . conclusiones recomendaciones bibliografa anexos Pg. 9 11

13 14 15 17 25 35 39

41 43 45 45 50 53 57 59 61 63 63 64 65 77 79 81 85

el trabajo domstico remunerado en Honduras. a dos aGuas entre ocuPacin remunerada y Pilar del cuidado resumen ejecutivo I. Algunos Rasgos del Comportamiento del Trabajo Domstico Remunerado (TDR) en Honduras, entre 2001 y 2007 II. Oferta de TDR en Honduras III. Resultados del Estudio en Relacin a la Demanda de TDR IV Condiciones Laborales y Derechos de las y los TDRs . V Elementos del Marco Legal Vigente . VI. Impactos del TDR en la Vida de las Empleadas Domsticas y sus Familias VII. Principales Hallazgos y Recomendaciones para la Poltica Pblica siglas el trabajo domstico remunerado en nicaraGua. la institucionalizacin sociocultural y jurdica de la desiGualdad introduccin I. Objetivos II. Abordaje Terico III. Metodologa IV Principales Resultados . conclusiones recomendaciones bibliografa bsica abreviaturas y siglas el trabajo domstico remunerado en Panam. a dos aGuas entre ocuPacin y Pilar de los cuidados introduccin I. Objetivos del Estudio II. Marco Conceptual III. Aspectos Metodolgicos IV Resultados del Estudio . V Recomendaciones de Polticas Pblicas . bibliografa

89

91 92 92 93 95 96 97 98 105 107

109 111 111 113 114 123 127 133 135 137

139 142 142 145 146 156 161

el trabajo domstico en rePblica dominicana. entre su casa y la ma resumen ejecutivo I. Antecedentes II. Objetivos del Estudio III. Principales Aspectos Metodolgicos IV El Marco Legal Vigente . resumen reGional introduccin I. Objetivos II. Marco Conceptual III. Aspectos Metodolgicos IV Principales Hallazgos . conclusiones y recomendaciones bibliografa

165

167 167 167 168 170 185 187 189 189 192 193 213 221

9

Presentacin

El Consejo de Ministras de la Mujer de Centroamrica del Sistema de la Integracin Centroamrica (COMMCA/SICA), es consciente del rol que desempean las mujeres en el desarrollo econmico y social de los pases que integran el SICA, as como de la crudeza con la que se est sintiendo en la regin la crisis econmica mundial. El contexto actual requiere de acciones de poltica pblica de forma urgente a fin de reducir los factores de vulnerabilidad, falta de opciones laborales y de seguridad que enfrenta la poblacin ms pobre de la regin dada la brusca prdida de puestos en la econmica formal y la mayor precarizacin de la economa informal. Esta poblacin es eminentemente femenina, una vez ms son las mujeres quienes cargan con el mayor peso de las crisis socioeconmicas, agravndose la situacin de inequidad en cuanto al goce de sus derechos humanos y por ende de su calidad de vida y la de sus familias. Viven da a da la fragmentada y heterognea realidad centroamericana que entre otras, genera dramticas brechas de gnero, obligando, sin ms dilacin, a construir un espacio socioeconmico regional como medio para mejorar el desarrollo de sus pases y la regin. La creciente integracin de las mujeres en el mercado laboral y el incremento de hogares con jefatura

femenina, son factores que estn provocando cambios en la composicin de los hogares y al mismo tiempo en la distribucin del las tareas del cuidado de los personas. El trabajo domstico remunerado suele ser una solucin para este dilema pero la pregunta que no debemos dejar de hacernos es hasta qu punto esta ocupacin est aportando a la equidad de gnero? Por otra parte, la falta de oportunidades de empleo y la agudizacin de la situacin econmica de los hogares ha conllevado tambin a lo que se conoce como la feminizacin de la migracin. Una gran parte de las mujeres que emigran se ubican en el trabajo domstico remunerado en los pases receptores de esa migracin siendo stos, en su gran mayora, pases con mayor desarrollo que el pas de origen. Los anlisis sobre los flujos migratorios estn motivando la reflexin sobre la falta de polticas de cuidado en los pases de destino as como en los impactos para las familias de las mujeres en sus pases de origen. Entonces aqu nos surge otra interrogante- hasta qu punto est siendo til para la sociedad el crecimiento en trabajo domstico remunerado? La presente publicacin busca ser un insumo para promover un mayor conocimiento sobre el trabajo domstico remunerado, ampliando as la conciencia sobre las brechas entre los derechos de las personas

10

trabajadoras en el sector y sobre la necesidad de que se considere como un sector econmico que requiere de polticas especficas que lo dignifique como un tipo de trabajo en el mercado laboral. Esta fuente de empleo a la que miles de familias recurren como un mecanismo de conciliacin entre el trabajo domstico, y de mercado, y una estrategia de sobrevivencia para miles de familias pobres merece gozar de las normas laborales globales, evitando la violacin de los derechos humanos de las personas trabajadoras. Mayra Daz Mndez Presidenta Pro Tempore COMMCA Julio-Diciembre 2009

RESUMEN EJECUTIvO: EL TRABAJO DOMSTICO REMUNERADO EN COSTA RICA ENTRE OCUPACIN Y PILAR DE LOS CUIDADOS

13

introduccin

Este estudio primero aborda quines son, en qu condiciones trabajan y cules son los retos que enfrentan las ms de ciento treinta mil personas, principalmente mujeres, que en Costa Rica son actualmente contratadas para cuidar y hacer oficio. Para ello, se presentan las caractersticas sociodemogrficas de quienes desempean este trabajo, las condiciones sociales y laborales en que lo hacen, y las principales caractersticas de los hogares que las contratan. Contrariamente a la idea ms extendida, el trabajo domstico en Costa Rica es principalmente realizado por costarricenses y no por nicaragenses. Segundo, el estudio documenta el camino seguido para corregir la discriminacin laboral contra las trabajadoras domsticas, as como el papel de actores institucionales y sociales en promover o en vetar los necesarios cambios. Los retos que enfrenta el pas con quienes desempean el trabajo domstico remunerado son mltiples pero estn claros. De enfrentarse, se corregiran seis dcadas de discriminacin legalmente establecida, pero tambin se reconocera la importancia social de estas tareas en el marco de las nuevas tensiones existentes entre vida laboral y vida familiar.

14

I. El punto de partidaHace ms de 15 aos, un estudio pionero realizado por Chaney y Garca (1993) mostr que en toda Amrica Latina el trabajo domstico estaba principalmente a cargo de mujeres jvenes, con un bajo nivel educativo, frecuentemente inmigrantes de pases vecinos o del interior de sus propios pases. Al migrar, estas mujeres usualmente dejan hijos e hijas en sus pases o ciudades de origen, a cargo de redes familiares, principalmente femeninas, frecuentemente de abuelas, hermanas e hijas. A cambio, las trabajadoras domsticas utilizan su salario para enviar ayudas o remesas a sus madres u otros familiares. Si bien las trabajadoras domsticas realizan un trabajo remunerado, este trabajo se diferencia de otros porque no es completamente reconocido como tal. Primero, se considera una extensin de tareas naturalmente femeninas, carentes de calificacin, y por lo tanto, desvalorizadas. Segundo, se superpone parcialmente con relaciones familiares basadas en el afecto, en particular femenino, de las cuales se espera entrega y lealtad. Tercero, refleja resabios de relaciones de servidumbre, como se expresa en que en ocasiones se pague, no con salario, sino en especie, con comida o habitacin. Para complicar an ms las cosas, el aislamiento en que estas mujeres se encuentran, conlleva enormes y diversas dificultades para su organizacin. Al mismo tiempo, el servicio domstico es una actividad heterognea: algunas mujeres viven en los hogares que las contratan (cama dentro); otras no. Algunas trabajan jornada completa, otras medio tiempo o por horas. Por estas razones, el trabajo domstico remunerado (en adelante TDR) se ubica en la frontera entre el trabajo y el afecto supuesto no trabajo , entre lo pblico y lo privado, entre una mera ocupacin y una estrategia

para conciliar vida familiar y laboral. En otras palabras, constituye un eslabn crtico entre mercados laborales, familias, responsabilidades femeninas y polticas pblicas (o su ausencia). En Costa Rica la preocupacin por el trabajo domstico no es nueva. Contamos con estudios que caracterizan la legislacin y su evolucin (Castillo y otros, 1994) o que abordan el perfil de quienes trabajan en el servicio domstico a partir de encuestas de hogares (Menjvar, 1997). Tambin disponemos de un abordaje detallado, aunque no estadsticamente representativo, de la vulnerabilidad laboral de muchas de estas mujeres, costarricenses e inmigrantes (ASTRADOMES, 2004; MTSS, 2008; Rojas, 2008)2. Adems, Paniagua (2007) caracteriza las condiciones sociolaborales de las trabajadoras domsticas, en el marco de un anlisis de tres ocupaciones (construccin, agroexportacin y servicio domstico), en las que tiende a insertarse la poblacin inmigrante. Finalmente, Lerussi (2007) caracteriza las condiciones laborales de las trabajadoras migrantes, sus propias responsabilidades familiares como proveedoras de ingresos, y las cadenas de cuidados de las cuales ellas tambin dependen para poder generar un ingreso fuera de su propio pas. A lo largo de este estudio, hacemos referencia a los principales hallazgos e interrogantes que estos anlisis plantean. A la vez, este estudio llena un vaco. Primero, porque la caracterizacin disponible del trabajo domstico realizada por Menjvar (1997) tiene ya una dcada, corresponde exclusivamente a quienes trabajaban cama dentro y se enfoca slo en algunas caractersticas principales. Adems, desde entonces, ha ocurrido una transformacin profunda de la economa costarricense,

2 Aunque el trabajo no presenta una ficha tcnica pareciera que se trata de encuesta aplicada en siete pases (Bolivia, Brasil, Costa Rica, Guatemala, Repblica Dominicana, Per y Mxico). Fueron las mismas trabajadoras domsticas vinculadas a las organizaciones de mujeres las que realizaron las encuestas

15

con consecuencias importantes para el mercado laboral en general, y de servicios en particular. Segundo, este estudio aborda el trabajo domstico, no slo en tanto ocupacin sino tambin en tanto estrategia para lidiar con tensiones entre vida familiar y vida laboral. Tercero, en trminos metodolgicos, a diferencia de otros anlisis, ste consolida fuentes y tcnicas diversas, tanto estadsticas como cualitativas, propias y ajenas. En cuarto lugar, este estudio rene dos intenciones que en los previos aparecen separadas: la generacin de conocimiento y las recomendaciones de poltica.

y el banano, los pases pasaron a economas de servicios, altamente feminizadas; al surgimiento de la maquila, especialmente textil; y al desplazamiento de fuerza de trabajo fuera de la regin (Segovia, 2004). Como en toda Amrica Latina, estos cambios estuvieron acompaados de apertura comercial y liberalizacin econmica. En este escenario, y en trminos de empleo, aument considerablemente la proporcin de personas ubicadas en el sector servicios. Uno de los cambios ms importantes que primero trajo aparejado la crisis econmica y luego consolid el nuevo modelo, fue la alta incorporacin de mano de obra femenina (Grfico 1). Esta incorporacin ha sido adems reflejo y motor de profundos cambios culturales relacionados con las expectativas y prcticas de gnero en el mbito pblico: en tanto slo dos dcadas, la mujer proveedora de ingresos se ha generalizado (Flrez-Estrada, 2007). Por eso, aunque a inicio de los 80 la mayor insercin laboral femenina fue una manera de hacer frente a la cada de las remuneraciones, desde entonces, esta incorporacin ha sido sostenida. Ms an, desde

II. Cambios en la economa y en el mercado laboralEl TDR debe ubicarse en el marco de las tendencias de cambio de los mercados laborales de la regin centroamericana en general, y de Costa Rica en particular. La crisis econmica de los aos ochenta tuvo su mxima expresin en Costa Rica en 1982, dando en los siguientes aos lugar a una profunda reorganizacin de las economas y de los mercados laborales. De economas agroexportadoras que giraban en torno a dos principales productos, el caf

16

1995, la PEA femenina ha crecido ms rpidamente que la masculina: desde 1980, la tasa de participacin se ha mantenido constante entre los hombres pero se duplic entre las mujeres, pasando del 24,4% en 1980 al 40,7% en el 2007 (Estado de la Nacin, 2007). Este aumento fue tanto urbano como rural, aunque ms pronunciado en el primer caso que en el segundo. El aumento cuantitativo de las mujeres en el mercado laboral ha estado aparejado de serios problemas de calidad, reflejados en una sobre representacin femenina en la informalidad, el desempleo y el subempleo3. En el 2006 el desempleo femenino era

del 8,7% mientras que el masculino era del 4,4% (Grfico 2). En materia de generacin de puestos de trabajo, el sector informal ha sido el ms dinmico de la economa (Trejos en Castro y Martnez, en prensa), caracterizado por alta precariedad laboral y escasas remuneraciones, y ha absorbido una gran cantidad de mujeres: representa el 43% del empleo femenino pero slo el 30% del masculino (Nowalski, 2002; Sauma, 2006). Paralelamente a esta revolucin laboral, con trasfondo estructural y cultural (Flrez-Estrada, 2007), en lo que respecta al cuido y la reproduccin, la organizacin de las familias y de las polticas pblicas ha permanecido bsicamente inmutable. En el primer caso, las encuestas de uso del tiempo muestran que las cargas de trabajo de ellas (combinando lo remunerado con lo no

3 Hay subempleo cuando se trabaja pocas horas (subempleo visible) o las remuneraciones son inferiores a las horas que se trabajan (subempleo invisible) (Nowalski, 2003:72). Por eso, subempleo visible y subutilizacin son utilizados como sinnimos.

17

remunerado) son en promedio 16 horas ms que las de ellos. Las polticas pblicas, por su parte, han cambiado muy lentamente, tanto en el tipo de oferta como en la cobertura (INAMU, 2007).

III. Dos dcadas de evolucin del TDR, 1987-2007La Encuesta de Hogares de Propsitos Mltiples (EHPM) permite reconstruir la evolucin del trabajo domstico remunerado desde 1987 y el 2007, considerando no slo a las servidoras domsticas propiamente dichas, sino tambin a un conjunto ms amplio de ocupaciones como jardinera, seguridad y cocina. Bajo trabajo o servicio domstico las encuestas registran mensajeros/ as; jardineros/as; choferes; seguridad; cocineros/as, criados/as, sirvientes y niera; mayordomos y amas de llaves; lavanderos/as, planchadoras/as a domicilio y por cuenta propia; y miscelneos de limpieza4. Ms del 90% del TDR corresponde, sin embargo, a cocineros, criados,

sirvientes, nieras del servicio domstico (Grfico 3). La concentracin de personal en esta categora podra indicar la falta de especializacin que se le atribuye a este trabajo, el cual, generalmente, se considera como capaz de hacer de todo un poco (Torres, 2008). Cuando la categora se desagrega, la EHPM del 2007 muestra que alrededor del 90% de todo el TDR corresponde a servicio domstico o niera (Grfico 4 en pgina siguiente). El trabajo domstico remunerado es, bsicamente, trabajo femenino. Sin embargo, entre 1987 y el 2007 la proporcin de mujeres pas de ser el 98% a ser4 Se tomaron como ocupados en servicio domstico a aquellas personas que tenan asignada la categora ocupacional nmero 5 correspondiente a servicio domstico y que adems tenan como rama de actividad el servicio domstico de los hogares. Antes del 2001 los datos generados por el Instituto Nacional de Estadstica y Censos (INEC) impedan desagregar la categora cocineros, criados, sirvientes, nieras del servicio domstico segn la rama de actividad. Desde el 2001, tal desagregacin es posible y permite distinguir entre nieras, cocineras, servicio domstico, enfermeros/as y auxiliares, as como personal de mantenimiento.

18

90% (y por lo tanto los hombres del 2% en 1987 al 10% en el 2007). Dado que las EHPM slo registran servicio domstico con cama dentro (lnea roja en el Grfico 5), se realiza una estimacin del TDR que no es cama dentro basada en el nmero de personas que trabajan en TDR (lnea azul en el mismo Grfico). El supuesto incorrecto pero adecuado para la estimacin en tanto es sistemtico para todo el perodo- es que cada persona trabaja slo en un hogar, y que cada hogar contrata slo una persona en TDR. Aunque es un mejor acercamiento, la estimacin es todava insuficiente y recurrimos a las dos Encuestas Nacionales de Ingresos y Gasto (ENIG), realizadas en 1988 y en el 2004. A diferencia de las EHPM, la ENIG registra todo el TDR, y muestra que la proporcin de hogares con trabajo domstico aument del 13% al 19%. Es decir que los hogares con TDR son ms del doble de los que se registran en la EHPM. El trabajo domstico remunerado es, bsicamente, trabajo femenino.

III.1. Otras caractersticas del TDR: En el 2007 el 58% de las mujeres en TDR tenan entre 25 y 49 aos. Sin embargo, la composicin por edades ha experimentado el mismo cambio que la PEA en general: han disminuido las mujeres entre 15 y 24 y aumentado las de ms de 50 aos. El TDR es mayor en zonas urbanas: un 56% en comparacin a un 37% de TDR rural (EHPM, 2007). Hay, sin embargo, una diferencia significativa en la importancia relativa del TDR para mujeres y para los pocos hombres que se desempean en esta ocupacin. Entre ellas el 57% se encuentra en zonas urbanas mientras que, entre ellos, slo un 35%. En otras palabras, el empleo domstico rural es ms importante para los hombres (65%) que para las mujeres (42%).

19

La gran mayora de las personas ocupadas en TDR tiene escasa educacin formal. Sin embargo, sta ha mejorado a lo largo del tiempo: la proporcin de personas con primaria completa o menos, era del 80% en 1987 pero haba descendido al 70% en el 2007. Esta situacin podra estar indicando incapacidad del mercado laboral para absorber a personas costarricenses mejor calificadas, as como la presencia de migrantes nicaragenses calificadas (por ejemplo con educacin secundaria completa e incluso universitaria) que slo encuentran trabajo en el servicio domstico 5 . Una proporcin similar de personas se reparte entre ser las jefas del hogar (39.9%) y ser esposas o compaeras del jefe (36.6%), lo que indica que la jefatura femenina en hogares con personas en

TDR es mucho mayor que el 26.1% que segn la ENIG tiene lugar en la poblacin en general. Entre los hogares con jefatura masculina la casi totalidad (94.3%) es biparental en comparacin a slo el 15.4% cuando las jefas son mujeres. Tambin, entre los hogares monoparentales, son importantes los hogares extensos o compuestos que tiene jefatura femenina. Al menos un tercio de los hogares est compuesto por 5 o ms integrantes, situacin similar a la poblacin en general (29%). En el 87% de los hogares donde hay personas ocupadas en TDR hay presencia de por lo menos un hijo en el hogar. Para ambos sexos, un tercio de los hogares tienen ms de 3 hijos/as, aunque esto es ms claro para mujeres (34.7%) que para hombres (28.1%). Es decir que, como es de esperar, las mujeres tienden a ser parte de hogares con mayor nmero de cuidado-dependientes que

5 Dado que durante la dcada de los 80 la revolucin nicaragense puso nfasis en la expansin de la educacin formal, sera de esperar una mayor calificacin de personas que llegaron a Costa Rica durante los aos noventa.

20

los hombres. Son adems pocos los hogares sin hijos/as (14.1%), aunque los hombres forman ms frecuentemente parte de hogares sin hijos que las mujeres (27.9% y 11.9%, respectivamente). La gran mayora de los hogares donde viven las mujeres que trabajan en TDR (85.4%) tienen personas de 12 aos o menos, mientras que una proporcin muy alta (66.9%) tienen presencia de personas de 65 aos o ms. Si bien estas ltimas posiblemente estn cuidando a los primeros, son tambin personas que requieren o requerirn cuidados. Finalmente, encontramos presencia de personas de 75 aos y ms es decir, de personas con mayores y ms especializadas demandas de cuidados en un 4.3% de los hogares donde viven las personas ocupadas en TDR, un porcentaje an pequeo. En resumen, estamos ante mujeres con una importante demanda de cuidados. De hecho, entre la poblacin en general la situacin es diferente: slo en el 48% de los hogares hay personas de 12 aos o menos, y en el 16% personas de 65 o ms.

aunque persistieron interrogantes dado lo difcil que es estimar el total de poblacin inmigrante6 (Rosero, 2002). Clculos posteriores, a partir de un mtodo indirecto, estimaron el subregistro de personas nicaragenses en el censo en un 12%, con lo cual alcanzara las 258.489 (INEC y CCP 2002). En todo caso, el manejo de las , cifras tiende a hacerse de manera especulativa y sin fundamento emprico. De acuerdo a la ENIG, primero, slo 17 de cada 100 personas ocupadas en el trabajo domstico remunerado provienen de Nicaragua. Se trata de una proporcin alta, mayor que para la poblacin ocupada en su conjunto. Es probable, adems, que esta proporcin est subestimada debido al subregistro de personas que tienen una situacin migratoria irregular o no califican como residentes habituales. El no contar con permiso de trabajo, por ejemplo, es un factor decisivo entre las trabajadoras domsticas, dado que peridicamente se suspenden debido a estimaciones del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) de cifras de desempleo y subempleo por encima de la media nacional. Sin embargo, aunque el subregistro fuera del 100% (y por lo tanto, las trabajadoras nicaragenses fueran el 34% del total), contrario al sentido comn imperante, la enorme mayora de las trabajadoras domsticas es de todos modos, costarricense7. Si bien estos datos contradicen estudios previos (ver, por ejemplo, MTSS, 2008; Rojas, 2008), a diferencia de dichos estudios, se basan en una muestra representativa de la poblacin. Segundo, entre trabajadores/as nicaragenses, la proporcin de mujeres es similar a la que existe para el conjunto de las trabajadoras domsticas: 9 de cada 10 son mujeres (Cuadro 1). An cuando el dato6 La EHPM slo incluye a personas residentes en los hogares y a residentes con al menos 6 meses de vivir en el pas (o que piensan hacerlo (Castro, 2002). Una de las limitaciones ms destacadas es el no empadronamiento de los migrantes que segn el concepto en uso no califican como residentes habituales (Castro, 2002). 7 Consideramos que el margen de error mximo podra ser del doble (Corts, 2008b).

III.2 La importancia de la poblacin nicaragense en el TDRUno de los pilares del nuevo modelo econmico centroamericano es la emigracin. Adems de fuente de divisas, mecanismo para superar la restriccin externa al crecimiento y forma de preservar la estabilidad financiera y cambiaria, la emigracin acta como estrategia de sobrevivencia y de distribucin de los recursos, y le quita presin al mercado laboral local (Segovia, 2004). Estas migraciones se dirigen a los Estados Unidos pero tambin ocurren entre pases centroamericanos. Las cifras de inmigrantes nicaragenses que se manejan en el pas han oscilado entre 200.000 y 1 milln de personas. El censo del 2000 arroj una cifra de 226.000,

21

estuviera sobre representado, la importancia relativa de nicaragenses en el TDR es mucho menor a la esperada de acuerdo al sentido comn costarricense. Tercero, las trabajadoras nicaragenses estaran sobre representadas en el trabajo cama dentro: prefieren trabajos donde puedan contar con alojamiento y alimentacin, tanto porque sus salarios no les permitiran pagar el alquiler de una habitacin, como para enviar remesas a sus hijos e hijas residentes en Nicaragua (MTSS, 2008). Segn el INEC, en el 2004 haba alrededor de 218.000 hogares en Costa Rica que contrataron trabajo domstico, es decir, 19 de cada 100 hogares. Los factores que aumentan la probabilidad de que un hogar cuente con TDR se explican a partir de los resultados del siguiente anlisis multivariado y datos de la ENIG8. La variable dependiente es si el hogar contrata (1) o no (0) a alguien para el trabajo domstico (TDR). El modelo parte de que la probabilidad de que un hogar contrate TDR es una funcin de las siguientes variables independientes: ingreso disponible del hogar; ocupacin del/a jefe/a; caractersticas personales del/la jefe/a del hogar; caractersticas del hogar; y demanda de cuido en

el hogar. El Cuadro 2 de la siguiente pgina resume los resultados, y una explicacin que relacione las variables independientes utilizadas con la dependiente. El modelo obtenido tiene un buen desempeo: da cuenta del 86% de la variacin entre hogares con y hogares sin TDR. Concretamente, encontramos que: Entre las caractersticas asociadas a la ocupacin, importanlosingresos. El anlisis muestra lo evidente: todo lo dems constante, a mayores ingresos, mayor probabilidad de contar con TDR. Las otras caractersticas asociadas a la ocupacin no aparecen significativas, excepto si la persona jefa del hogar tiene acceso a seguro, aunque con un impacto pequeo. La ocupacin de la persona jefa, el nmero de horas que trabaja y el tipo de trabajo que realiza, no son significativos para la decisin de contratar trabajo domstico.

8 Dado que la relacin entre las variables independientes y dependiente no es lineal, el anlisis probit convierte la variable dependiente dummy (0-1), en una probabilidad. El anlisis mide la probabilidad de que un hogar contrate TDR a partir de un conjunto de variables independientes que impactan (positiva o negativamente) dicha probabilidad. El programa estadstico que usamos, Stata 9.2., reporta efectos marginales, es decir, el cambio en la probabilidad de que el hogar contrata TDR para un cambio infinitesimal en cada variable independiente continua, y reporta el cambio discreto en la probabilidad para variables dummy en puntos porcentuales. Hay que considerar que no se trata de un porcentaje, dado que no estamos trabajando con una base o con un punto de referencia.

22

Lascaractersticasdelapersonajefadelhogarsonmuy importantes. La presencia de TDR es ms alta en hogares encabezados por mujeres que por hombres. A mayor edad, mayor presencia de TDR (presumiblemente asociado a la presencia de cuidado-dependientes). A mayor nivel educativo, mayor probabilidad de contar con TDR. La nacionalidad del/a jefe/a no aparece significativa en la regresin.

Las caractersticas y organizacin de hogar son determinantes. El tamao tiene un efecto negativo en la probabilidad de contar con TDR. Este resultado es muy relevante porque indica que en la familia hay una divisin de trabajo y que, a mayor cantidad de integrantes, menor contratacin de TDR salvo que se trate de integrantes perceptores de ingreso. Si este es el caso, a mayor cantidad de perceptores de ingreso, mayor probabilidad de que haya TDR.

23

III.3. Condiciones laborales: jornadas, proteccin social y remuneracionesAl analizar la duracin de las jornadas, 6decada10 personasocupadasenTDRrealizanjornadasparciales. Esta proporcin aumenta levemente entre las mujeres y se reduce considerablemente entre los hombres. En cambio, entre los hombres, lo relevante son las sobrejornadas y no la jornada parcial. La importancia de las jornadas parciales para las mujeres y de las sobrejornadas para los hombres refleja al menos tres factores: la informalizacin de la demanda de servicio domstico propiamente dicho (hacia el trabajo por horas); las demandas familiares que experimentan las mujeres por parte de sus propias familias (lo cual no ocurre entre los hombres), y las dificultades de registro del trabajo por horas. Aunque este ltimo factor podra incidir tanto en hombres como en mujeres, en el caso de las mujeres se combina con sesgos de gnero que afectan las estadsticas, tanto entre quienes reportan como entre quienes registran. En cuanto a la remuneracin del TDR es importante sealar la existencia de brechas a favor de los hombres. En el 2007, por ejemplo, las mujeres obtuvieron en promedio 100 dlares (US$ 96.7) mensuales menos que los hombres. Medido en trminos de lneas de pobreza, en el 2007 la brecha entre hombres y mujeres era de una lnea de pobreza (los hombres reciban remuneraciones equivalentes a 2,6 lneas y las mujeres a 1,5 lneas). El Cuadro 3 de la siguiente pgina presenta las remuneraciones por hora en US dlares9 y muestra tres caractersticas destacables:

Para las mujeres, los salarios son menores entre las personas ms jvenes, aumenta entre los 25 y 49 aos, se reduce a partir de los 50 aos y a partir de los 65 cae a la mitad. En relacin con el salario mnimo legalmente estipulado, es importante sealar que en Costa Rica, el Consejo Nacional de Salarios define salario mnimo para la categora servidoras domsticas como una de las categoras especiales de trabajo (junto con estibadores, taxistas, recolectores de caf y

9 El tipo de cambio corresponde al promedio del tipo de cambio de compra y venta establecido por el Banco Central de Costa Rica, durante el periodo de la encuesta ENIG del INEC (abril 2004 - abril 2005).

24

periodistas, entre otros). Este salario mnimo es distinto e inferior al que tiene el trabajo no calificado. En el segundo semestre del 2008, por ejemplo, de acuerdo al decreto ejecutivo de fijacin de salarios, el del TDR correspondi a un 60% del salario del trabajo no calificado (179.799 y 107.883 colones mensuales, respectivamente) (Poder Ejecutivo, 2008). An as, poco ms de la mitad de las personas reciben un salario menor al mnimo, mientras poco menos de la mitad, reciben un ingreso superior. Las remuneraciones de las mujeres siempre son menores que las de los hombres. En promedio, la diferencia es de 0.31 dlares por hora, con lo cual las mujeres ganan el 78% que lo que ganan los hombres. Estas brechas parecen estar directamente asociadas a la valoracin social de las tareas que desempean mujeres y hombres: ellas realizan el oficio mientras ellos hacen el jardn. Es interesante agregar que entre las mujeres de menos de 25 aos el salario es menor que para las mujeres entre 25 y 49 aos, aunque la brecha con los hombres es menor.

Dado que en Costa Rica el aseguramiento es obligatorio para toda la poblacin ocupada, deberamos encontrar niveles similares de aseguramiento propio en hombres y mujeres. El aseguramiento propio o directo es el que obtiene la persona que cotiza. En cambio, el aseguramiento familiar, es el que obtienen hijos/as, esposas y otras personas de la familia, que son econmicamente dependientes de la persona que contribuye. En principio, toda persona que recibe ingresos por su trabajo, sea asalariada o trabajadora por cuenta propia, debera contribuir y tener un seguro propio. La realidad es sin embargo distinta, en particular para las mujeres. No slo los hombres se encuentran ms frecuentemente asegurados (72.5%) que las mujeres (69.7%), sino que, al igual que en la PEA en general, entre ellos predomina el aseguramiento directo (65.5) y entre ellas el familiar (43.9%) (Cuadro 3). A la vez, encontramos una alta proporcin de personas sin aseguramiento alguno, ms mujeres (32.1%) que hombres (27.5%). Mientras que para los hombres esta situacin es similar al de la PEA en general, para las mujeres es de mayor vulnerabilidad que para la PEA en general. Entre estas ltimas hay mucho ms mujeres (80.3%) que cuentan con seguro y un porcentaje mayor con seguro directo (52.6%).

25

Una situacin que afecta muy fuertemente al TDR es el tener varias patronas. Como reiteradamente le ha manifestado la CCSS (Subdirector Direccin Actuarial) a las autoridades y tcnicas del INAMU, las TDR tienen problemas para que el costo de ese aseguramiento se reparta entre varias patronas. Usualmente la que decide asegurarla se le recarga el costo de las otras pues a ella le corresponde pagar como patrona sobre un salario que supone jornada completa. Adems, para mostrar que existe otra relacin laboral en cuyo marco se est evadiendo la seguridad social, quien debe probarlo es la patrona que est al da con la CCSS.

en especie, mediante la habitacin y la alimentacin brindada por el hogar contratante. Esta regulacin diferencia el TDR del resto de trabajadoras/es, que slo reciben salario. Igual distincin se hizo en materia de jornadas laborales: mientras la poblacin trabajadora obtuvo las 8 horas diarias, para el TDR se mantuvo un descanso mnimo de 10 horas diarias, permitiendo as jornadas de hasta 14 horas. Adicionalmente, se defini un descanso semanal para la poblacin trabajadora en general, pero no para las trabajadoras domsticas en particular, a quienes tampoco se incluy en el disfrute de los das feriados. En 1964 se aprobaron reformas al Cdigo de Trabajo que fueron promovidas por un sindicato de servidoras domsticas10. El perodo de prueba, que hasta entonces era de15 das, aument a 30. La jornada laboral ordinaria dej de ser de 14 horas y se estableci en 12 horas11. La jornada extraordinaria se estableci en 4 horas. Adems se definieron medio da de descanso semanal y 15 das de vacaciones anuales remuneradas. Adicionalmente, se prohibi el trabajo de ms de 12 horas entre menores de 18 aos. A junio del 2009, las trabajadoras domsticas tienen los derechos laborales establecidos en la reforma de 1964. Sin embargo, acaban de aprobarse transformaciones muy significativas que entrarn en vigencia una vez publicadas en el diario oficial. El Cuadro 4 sintetiza estas tres principales olas de transformacin legal: la creacin del Cdigo de Trabajo de 1943, las reformas de 1964, y la reforma recin aprobada12, segn ocho dimensiones clave de la condicin laboral a las que haya aludido: contrato, perodo de prueba, jornada, salario, descanso semanal, vacaciones, das feriados y derecho a despido.

IV. Marco legal y de polticas pblicasDesde inicios del siglo veinte se crearon en Costa Rica instrumentos jurdicos para la regulacin de los derechos de las trabajadoras domsticas. A partir de 1902, la Ley de Servicios Agrcolas, Domsticos o Industriales regul el trabajo agrcola y domstico como formas de pago de una deuda de dinero (Castillo et al, 1994: 29). Adems, en 1933 la Ley de Salario Mnimo N 14 estableci que ningn trabajador adulto poda tener un salario inferior a 1 coln. Dado que no se exclua ninguna actividad laboral de la normativa, esta legislacin aplic al TDR. Recin en 1943 se aprob el Cdigo de Trabajo, vigente con reformas desde entonces. Este Cdigo regul las condiciones laborales del TDR mediante un captulo especial vigente hasta hoy. El captulo VIII del Cdigo de Trabajo estableci en su artculo 101 que trabajadores domsticos son los que se dedican en forma habitual y continua a las labores de aseo, asistencia y dems propias de un hogar o de otro sitio de residencia o habitacin particular, o de instituciones de beneficencia pblica que no importen lucro o negocio para el patrono (Castillo y otros, 1994: 36). En materia de remuneraciones, el artculo 102 del Cdigo de Trabajo estableci que poda hacerse en dinero y

10 Las reformas fueron aprobadas el 20 de noviembre de 1964. En las fuentes consultadas no se especifica el nombre de esta organizacin. 11 La jornada laboral diaria se estableci explcitamente en 12 horas (antes que inferirse de las horas establecidas de descanso, como era previamente en Costa Rica y como contina siendo en otros pases centroamericanos). 12 Como veremos ms abajo, esta ltima es parte de una ola de reformas que comenz a mediados de los 90 y que an no ha finalizado exitosamente.

26

27

En 1982 se reform el Cdigo de Trabajo (ttulo IV) que aborda la salud ocupacional y el seguro de riesgos del trabajo. Esta reforma extendi y universaliz este seguro a todas las personas trabajadoras asalariadas, incluyendo a las trabajadoras domsticas (Asamblea Legislativa, 1982). Aunque no contamos con datos sobre este tipo de aseguramiento para el TDR, sabemos que alcanza alrededor de la mitad de la poblacin ocupada en general (INAMU, 2003). En 1986 se regul la licencia por maternidad pre y post parto, y se cre un rgimen de estabilidad en el empleo para las trabajadoras asalariadas embarazadas y lactantes, incluyendo a las trabajadoras domsticas. Hasta 1996, se interrumpan las cotizaciones a la seguridad social, dado que durante las licencias por maternidad lo que se devengaba era un subsidio y no un salario. Por ejemplo, una mujer que hubiera tenido tres hijos/as, a lo largo de su vida laboral perda un ao entero de cotizacin, afectndole sus derechos en materia de pensiones por invalidez, vejez, y muerte. Adems, dicho subsidio equivala a un porcentaje menor al salario de la trabajadora. En 1996, una reforma del Cdigo de Trabajo introdujo dos nuevas modificaciones. Primero, estableci que la remuneracin durante las licencias fuera equivalente al total del salario de la trabajadora, en parte a cargo del patrono y en parte a cargo de la seguridad social. Segundo, la reforma estableci que durante ese perodo la cotizacin a la seguridad social fuera obligatoria. En materia de aseguramiento, la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) recientemente defini un ingreso mnimo de referencia. Ninguna persona puede cotizar por debajo de este salario mnimo de referencia, an cuando sus ingresos efectivos estn por debajo de dicho ingreso (CCSS, 1996 y reformas). Esta regulacin, establecida para reducir la subdeclaracin (es decir, situaciones en las que patronos/as cotizaban por menos

horas que las trabajadas), ha generado mayores grados de evasin (es decir, trabajadores/as que no contribuyen a la seguridad social y que, de necesitarlo, tienen acceso no contributivo, sea familiar o por el Estado). As, desde mayo del 2006, para el trabajo domstico, si los salarios mnimos que se dicten por decreto ejecutivo, son inferiores al ingreso de referencia mnimo considerado en la escala contributiva del seguro voluntario, la cotizacin se establecer dentro de este ltimo (CCSS, 1996). Durante los aos 90 se introdujeron en el pas medidas para el avance en el reconocimiento de los derechos de las mujeres. La promulgacin de la Ley de Promocin de la Igualdad Real de la Mujer fue fundamental en el reconocimiento de estos derechos. Le sigui la aprobacin de la ley Contra el Hostigamiento Sexual en el Empleo y la Docencia, y la Ley de Unin de Hecho, ambas de 1995. Un ao despus fueron aprobadas la ley Contra la Violencia Domstica y la Ley de Pensiones Alimentarias (INAMU, 2007). Sin embargo, como lo seala la Poltica Nacional de Igualdad y Equidad de Gnero (PIEG), aprobada en el 2007 para el perodo 2007-2017, a pesar de los avances significativos en el reconocimiento de los derechos de las mujeres, el pas enfrenta actualmente un estancamiento en la aprobacin de leyes muy importantes. As lo evidencian los esfuerzos, hasta el momento infructuosos, para reformar el Cdigo de Trabajo en lo relacionado con el TDR (INAMU, 2007) y que se detallan en la siguiente seccin. An as, no todas son malas noticias. En materia de tutela efectiva de derechos, primero una sentencia de la Sala Constitucional (1993) estableci que las personas trabajadoras pueden reclamar todos los derechos que les hayan sido violentados durante toda su relacin laboral, a partir de la fecha en que esta relacin termina y hasta seis meses despus. Luego, una reforma legal poco divulgada y poco conocida, ampli ese plazo a un ao a partir de la terminacin de

28

la relacin laboral. Se trata de una herramienta legal cuya importancia aumenta a medida que aumenta la debilidad a la que se enfrenta la persona trabajadora en relacin con su empleador. De hecho, la primera persona que logr el reconocimiento de los derechos no pagados durante ms de veinte aos fue una servidora domstica (ver Recuadro 2). En este caso de extrema violacin de derechos, esta trabajadora entr a trabajar y nunca se le pag un salario; slo se le dio alimentacin y dormida: I.- Doa Carmen Villegas Mena solicit el pago de los salarios, de las horas extra laboradas (36 por semana), de los aguinaldos y de las vacaciones de toda su relacin de trabajo; as como la cesanta, los intereses y, en caso de oposicin, las costas. Adujo que, desde el 2 de enero de 1950, es empleada domstica en la finca del hoy causante Miguel ngel Rodrguez Miranda y que, a cambio, slo ha recibido la alimentacin y el hospedaje... (Sala Constitucional, 1993). En 1993, como se resume en el Recuadro 2, esta trabajadora recibi todos los derechos sociales y laborales que su patrono no le haba reconocido. En la mayora de los casos en que se violentan derechos, las empleadas en TDR enfrentan enormes dificultades para reclamar sus derechos en el marco de la relacin laboral. Sin embargo, la divulgacin de la herramienta legal arriba mencionada es doble. Primero, las trabajadoras deben comprender que los empleadores cuentan un pasivo laboral que puede ser cobrado retroactivamente por ellas a partir del momentosonas contratantes deben saber que esta posibilidad existe y que les conviene ms respetar la legislacin vigente hoy, que tener que hacer frente a las consecuencias maana (Castro Mndez, 2008).

29

IV.1. La reforma legal aprobada en junio del 2009La reforma recientemente aprobada responde a demandas laborales impulsadas por las trabajadoras domsticas organizadas durante ms de quince aos. Los principales cambios contemplados son los siguientes. Primero, sobre la definicin de TDR, las trabajadoras domsticas son las que brindan asistencia y bienestar a una familia o persona, en forma remunerada, y que se dedican a las labores de limpieza, cocina, lavado, planchado y dems labores propias de una residencia o habitacin, sin que generen lucro para las personas empleadoras (artculo 101). Las trabajadoras domsticas pueden asumir dentro de sus labores el cuido de personas, siempre y cuando se acuerde entre las partes (artculo 101). Al igual que en el proyecto inicial, el proyecto dictaminado constituye un avance con respecto a la definicin actual dado que el cuidado no se entiende como inherente al TDR. Por el contrario, debe pactarse entre las partes. Se trata de un aspecto clave para avanzar hacia una delimitacin de las labores comprendidas en el TDR. Actualmente no hay lmites para las y los patronos respecto a las tareas que le asignan a la trabajadora domstica, lo cual se ve favorecido por el hecho de que las mismas empleadas tampoco conocen la existencia de la clasificacin existente para que puedan establecer esos lmites. An as, sealan que de hacerlo, probablemente, muchas podran ser despedidas. (MTSS, 2008:33). Adicionalmente, todas las labores que deben realizar las trabajadoras deben estipularse en un contrato por escrito (artculo 101). Esto debera ser igual para todos/as los trabajadores/as, aunque normalmente no se cumple. En tercer lugar, llamativamente, y a diferencia del proyecto inicial que mantena el perodo de prueba en

1 mes, el dictaminado lo ampla a 3 meses (artculo 102). La ampliacin del perodo de prueba vulnera antes que proteger derechos, dado que durante este lapso de tiempo el despido se realiza sin previo aviso (Castro Mndez, 2008). El cuarto lugar, el proyecto establece que las personas contratantes deben inscribir a las trabajadoras domsticas en la CCSS y otorgarle un seguro de riesgo de trabajo (artculo 104). Esta norma recalca una obligacin legal que ya est establecida en la Ley Constitutiva de la CCSS y en el Cdigo de Trabajo (Castro Mndez, 2008). En quinto lugar, en cuanto al salario, el proyecto corresponde ntegramente a la propuesta inicial. Corrige el actual artculo 105, estableciendo que Percibirn su salario en efectivo, el cual deber corresponder, al menos, al salario mnimo de la ley correspondiente a la categora establecida por el Consejo Nacional de Salarios. Adems, salvo pacto o prctica en contrario, recibirn alojamiento y alimentacin adecuados, que se reputarn como salario en especie para los efectos legales correspondientes, lo que deber estipularse expresamente en el contrato de trabajo, acorde con el artculo 166 de este Cdigo. En ninguna circunstancia el salario en especie formar parte del rubro del salario mnimo de ley. (inciso a) proyecto del ley). Esta norma es prcticamente la misma que la actual, slo que redactada de manera ms clara y con un agregado conveniente: que el pacto en contrario, relacionado con el salario en especie, se debe hacer dentro del contrato de trabajo (Castro Mndez, 2008). En sexto lugar, el proyecto establece que la jornada laboral ser de 8 horas diurnas y 6 horas nocturnas; puede ser de 10 horas diarias siempre y cuando no se exceda las 48 horas semanales (artculo 105). Esta norma equipara las jornadas del TDR al que tienen el resto de las personas trabajadoras.

30

En sptimo lugar, se establece que las trabajadoras domsticas podrn disfrutar de 1 da de descanso semanal y 15 das de vacaciones anuales remuneradas (artculo 105). Del proyecto inicial se elimin 1 hora de descanso mnimo por jornada y cuando se tratara de jornadas menores a 8 pero mayores a 3 horas, un descanso proporcional. Las vacaciones se mantienen como estn en la actualidad, y el pago y disfrute de das feriados qued resuelto con fallo de la Sala del 2007 que se discuti ms arriba. Finalmente, la reforma establece que no se podr contratar personas menores de 15 aos (artculo 108). Esta reforma es acorde al Cdigo de Niez y Adolescencia, que ya haba derogado, tcitamente, el inciso que permita el trabajo de menores de 15 aos (Castro Mndez, 2008).

Adicionalmente, hay varias medidas de poltica que son necesarias, fuera del mbito legislativo, que requeriran del trabajo concertado entre varias instituciones del Estado. Del anlisis previo se desprenden que estas seran, al menos, las siguientes. Primero, se deben crear mejores condiciones para que las entidades pblicas responsables por la tutela efectiva de estos derechos, tengan las condiciones institucionales y tcnicas necesarias para hacerlas cumplir. Un caso es el del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), cuyas capacidades de inspeccin y supervisin de las condiciones laborales de las trabajadoras domsticas, debe mejorarse. Ello requiere, por ejemplo, de una mejor relacin entre la cantidad de inspectores y el nmero de lugares de trabajo a su cargo, y de la dotacin de equipamiento como vehculos o computadoras. Pero para ser efectiva, en segundo lugar, la tutela de derechos no puede demandarse slo desde el Estado. Las propias trabajadoras deben conocer sus derechos y quienes las contratan deben, adems, idealmente, sentirse en falta si irrespetan la legislacin vigente. Una manera de promoverlo es mediante campaas masivas en medios de prensa que divulguen los derechos y deberes que afectan a estas personas. En tercer lugar, aunque sea efectiva, la sancin, por s sola, es insuficiente para lograr una adecuada tutela de derechos. Tambin es necesario que los mecanismos de proteccin se adecuen a la realidad laboral de las personas. Este es el caso del aseguramiento de las trabajadoras domsticas por horas, quienes actualmente carecen de un mecanismo adecuado para su aseguramiento. Distintos estudios y autores comprometidos con los principios de solidaridad que deben animar a la seguridad social, consideran que estas trabajadoras, al igual que quienes trabajan en la

IV.2. Principales retos para la poltica pblica y la organizacin socialEl TDR es un tipo de trabajo ubicado en la interseccin de relaciones de poder, tanto de gnero como de clase. Los retos para corregir las condiciones discriminatorias contra el TDR en el plano legal estn claramente identificados. Han sido adems ampliamente debatidos aunque, generalmente, quienes se oponen a las reformas tienden a posponer antes que a vetar abiertamente las reformas. Aunque la aprobacin de reformas legales no modificar automticamente el mundo laboral en el que se desenvuelven el TDR, la reforma del Cdigo de Trabajo permitira corregir, en el plano legal, la discriminacin social y laboral de la que son sujetas las personas que se desempean en TDR.

31

agricultura, deben tener mecanismos de aseguramiento que reconozcan la particularidad de estos trabajos (Mesa-Lago, 2001). Entre todos los problemas asociados a las condiciones laborales, uno central es el relativo al aseguramiento. Si bien la legislacin establece su obligatoriedad, una cobertura efectiva requiere pensar en mecanismos de aseguramiento apropiados para el trabajo parcial y, sobre todo, por horas. Los mecanismos especficos deberan construirse junto con la institucin responsable de la seguridad social, la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS). Un mecanismo ya existente y que podra aumentar el aseguramiento de las trabajadoras domsticas es el acuerdo colectivo que actualmente existe para trabajadores/as independientes, por ejemplo, agricultores. Este tipo de acuerdos se firma entre organizaciones sociales, en este caso la Asociacin de Trabajadoras Domsticas (ASTRADOMES), y la CCSS y, por lo tanto, tendra el doble efecto de aumentar el aseguramiento y fortalecer la representacin colectiva de intereses. En cuarto lugar, una poltica pblica que atienda las demandas actuales de las personas en el TDR, en su gran mayora mujeres, debe abordar las tensiones existentes entre vida laboral y responsabilidades familiares. Estas son actualmente manejadas privadamente por estas mujeres. Y si bien es una tensin que afecta a todas las mujeres, las afecta particularmente a las trabajadoras domsticas por la propia vulnerabilidad laboral en que se encuentran. Es necesario promover una conciliacin entre vida laboral y familiar, basada en el principio de corresponsabilidad de los cuidados. Para ello, el Estado debe crear y expandir servicios de cuidado, en principio infantiles; mejorar la retencin escolar a nivel secundario; y adecuar los horarios de los servicios pblicos para personas trabajadoras, para mencionar slo tres medidas que son esenciales.

A partir del anlisis previo y del aporte del rea de Polticas Pblicas del INAMU, un desglose de medidas indispensables a llevarse a cabo desde el Estado para mejorar las condiciones sociales y laborales de las trabajadoras domsticas remuneradas, seran las siguientes: En materia de educacin formal: Creacin de modalidades alternativas de educacin para trabajadoras domsticas que les permita completar la educacin secundaria y acceder a algn tipo de formacin tcnica. En materia de formacin ocupacional: Establecimiento de programas y proyectos de capacitacin tcnica en ocupaciones no tradicionales, tanto en el sector privado como en el sector pblico. Creacin de un programa en el Instituto Nacional de Aprendizaje, (INA), que impulse a las mujeres que trabajan en TDR a certificar sus conocimientos y experiencia (con nfasis en cuido de menores o personas adultas mayores). Creacin de la Certificacin Ocupacional (por parte del INA) para trabajos que han sido considerados no calificados y donde se han desempeado las mujeres, especialmente quienes trabajan en TDR. Establecimiento de cuotas, becas, transporte y horarios de fines de semana para las trabajadoras domsticas que se matriculen en cursos de Formacin Ocupacional del INA. Realizacin de campaas de divulgacin permanentes, especialmente dirigidas a trabajadoras domsticas, sobre los servicios del INA y de otras organizaciones gubernamentales que brindan Formacin Ocupacional.

32

Realizacin de campaas por parte del INAMU y el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social para que informen a las trabajadoras sobre los derechos que adquieren a partir de la aprobacin de la Ley No 15.417 (reforma al Captulo III del Cdigo de trabajo domstico remunerado). Promocin de proyectos y programas en organizaciones privadas no gubernamentales para que informen y capaciten a las trabajadoras domsticas sobre sus nuevos derechos laborales. Seguridad Social: Reconocimiento de la jornada parcial en las contribuciones que realiza el patrono y la trabajadora a la Seguridad Social. Dar a conocer a travs distintos medios y de manera permanente esta posibilidad a trabajadoras y patronos. Reconocimiento del tiempo completo por parte del Estado a las contribuciones de jornadas parciales que realizan patronos y trabajadoras a la Seguridad Social. Reconocimiento de pago de la Seguridad Social por parte de dos o ms patronos de una misma trabajadora. Creacin de estmulos para que las mujeres que laboran en TDR se inscriban en el Seguro Independiente. Plataforma institucional de apoyo al cumplimiento de los derechos de las trabajadoras domsticas: Fortalecimiento del Centro de Informacin y Orientacin de las Mujeres (CIO) del INAMU para brindar una atencin oportuna (presencial o telefnicamente) a las trabajadoras domsticas que acudan a ese servicio.

Fortalecimiento de los Departamentos de Inspeccin del Trabajo y Relaciones Laborales para que las trabajadoras consulten y denuncien situaciones relativas a sus derechos laborales (El Plan de Implementacin de las recomendaciones del Libro Blanco 2007-2010 trae algunas acciones en este sentido). Fortalecimiento y ampliacin de la lnea 800 Trabajo para que brinde informacin a las personas empleadoras de trabajo domstico sobre los derechos de estas trabajadoras. Plataforma institucional de cuido para las trabajadoras con responsabilidades familiares: Implementacin de las acciones de cuido planteadas en la Poltica Nacional para la Igualdad y Equidad de Gnero, (PIEG), especialmente para el cuido de menores. Implementacin de opciones de cuido de personas adultas mayores, especialmente para personas que trabajan en las ocupaciones catalogadas como no calificadas, quienes reportan los ingresos ms bajos. Finalmente, para que el conocimiento de derechos se traduzca en su demanda efectiva, las trabajadoras domsticas deben contar con una efectiva representacin colectiva de sus intereses. Si esto es fundamental en general, ms lo es para quienes trabajan de forma aislada, en el marco de profundas asimetras de poder, y con el agravante de la vulnerabilidad que les da, en muchos casos, el ser inmigrantes y frecuentemente con un estatus migratorio irregular. Una mayor y mejor representacin colectiva de intereses, requiere que ASTRADOMES se fortalezca, tanto en su membresa como en su capacidad de incidencia gremial y poltica. Esto ltimo podra requerir fortalecer las alianzas con otras organizaciones dedicadas a la representacin

33

de intereses gremiales, en particular sindicales. Adems, dicha representacin se vera beneficiada por la eliminacin de la prohibicin de que personas trabajadoras extranjeras ejerzan cargos de direccin sindical13. La OIT ha sealado reiteradamente que esta prohibicin es contraria a convenios internacionales ratificados por Costa Rica y que por lo tanto debe eliminarse (CEAR, 2008). En sntesis, los retos que enfrenta el pas con quienes desempean el trabajo domstico remunerado son mltiples pero estn claros. De enfrentarse, se corregiran seis dcadas de discriminacin legalmente establecida, pero tambin se dara un paso hacia reconocer la importancia social de estas tareas en el marco de las nuevas tensiones existentes entre vida laboral y vida familiar.

13 Artculo 60, prrafo segundo de la Constitucin y artculo 345, e), del Cdigo del Trabajo.

34

35

BiBLioGraFa

AGEM-BIMSA. Estudio sobre el trabajo domstico remunerado. Encuesta BIMSA para La Agenda Econmica de las Mujeres, 2008. Asamblea Legislativa. ProyectodeleydeReformadelcaptuloVIIIdelcdigodeTrabajo,LeyN2,del26deagosto de1943.Leydetrabajodomsticoremunerado.Expediente N 15.417. Asamblea Legislativa, San Jos, Costa Rica, 2003. Asamblea Legislativa. Ley sobre riesgos del trabajo N 6727 del 9 de marzo. Coleccindeleyesydecretos, ao 1982, tomo 1, semestre 1, p. 108. San Jos, Costa Rica, 1982. Asamblea Legislativa. CdigodeTrabajo. Ley nmero 2 del 27 de agosto de 1943 publicada en La Gaceta 192 del 29 de agosto de 1943. San Jos, Costa Rica, 1943. Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS). 1996 y sus reformas. Reglamento del Seguro de Salud y sus reformas. Consultado 22 de noviembre del 2008 en http://www.ccss.sa.cr/html/organizacion/normativa/ reglamentos.html. Castro Mndez, Mauricio y Juliana Martnez Franzoni. En prensa. Un modelo social exitoso en la encrucijada: Lmites del desencuentro entre rgimen laboral y de bienestar en Costa Rica. En: Fraile, Lydia (editora). Los modelossocialeslatinoamericanosenlaencrucijada. Instituto de Estudios Laborales, OIT, Ginebra. Castro Mndez, Mauricio. Consultas en la materia legal. Domicilio, San Isidro de Heredia, 20 de noviembre del 2008. CEACR. Observacin individual sobre el Convenio sobre la libertad sindical y la proteccin del derecho de sindicacin, 1948 (nm. 87) Costa Rica (ratificacin: 1960), 2008.

36

Chaney, Elsa M. y Mary Garca Castro (editoras). Muchacha, chachifa, criada, empleada, empregadinha, sirvientay...msnada:TrabajadorasdelhogarenAmricaLatinayelCaribe.Caracas Editorial Nueva Sociedad, Venezuela, 1993. Flrez-Estrada, Mara. Economa del gnero. El valor simblico y econmico de las mujeres. Editorial de la Universidad de Costa Rica, San Jos, Costa Rica, 2007. Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU), Programa Estado de la Nacin, UNFPA. PolticaNacionalparala igualdadylaEquidaddeGnero.INAMU, San Jos, Costa Rica, 2007. INAMU, Accesodelasmujeresalosbeneficiosdelaseguridadsocial:situacinactualyrecomendacionespara mejorarla. San Jos, INAMU, 2002. Instituto Nacional de Estadstica y Censo (INEC) y Centro Centroamericano de Poblacin. Costa Rica: Estimaciones y proyecciones de poblacin 1970-2100, actualizadas al ao 2000 y Evaluacin del Censo 2000 y otras fuentes de informacin. Informe metodolgico. INEC/CCP San Jos, Costa Rica, 2002. . Instituto Nacional de Estadstica y Censo (INEC). Clasificacin de ocupaciones de Costa Rica. Volumen 2. San Jos: INEC. Consultado en septiembre del 2008 en http://www.inec.go.cr/INEC_DIS/Publicaciones/ archivos%20SerieMetodologica%20xls/Ocupacion.pdf, 2000. Instituto Nacional de Estadstica y Censo (INEC). Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos (ENIG). Instituto Nacional de Estadstica y Censos, San Jos, 1988. INEC. Varios aos. Encuesta de Hogares de Propsitos Mltiples. Instituto Nacional de Estadstica y Censos, San Jos. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Estudio exploratorio de las condiciones laborales de empleadas domsticas y oficiales de seguridad privada en la provincia de San Jos. Costa Rica. Unidad de gnero. MTSS. San Jos, Costa Rica, 2008. Nowalski, Jorge. Generacin de oportunidades, empleos e ingresos. En: Asimetraseconmicas,laboralesy socialesenCentroamrica:Desafosyoportunidades.Facultad Latinoamrica de Ciencias Sociales (FLACSO). San Jos, Costa Rica, 2002. Programa Estado de la Nacin en Desarrollo Humano Sostenible. Decimotercero Informe del Estado de la Nacin.ProgramaEstadodelaNacin. San Jos, Costa Rica, 2007.

37

Poder Ejecutivo. Reforma Integral al decreto que fija salarios mnimos para el ao 2008 (establece salarios mnimos segundo semestre del 2008), nmero 34.612. http://www.pgr.go.cr/scij/Busqueda/Normativa/ Normas/nrm_repartidor.asp?param1=NRTC&nValor1=1&nValor2=63491&nValor3=72999&strTipM=TC. Consultado el 3/12/2008. Rosero, Luis. Fecundidad diferencial e inmigrantes nicaragenses en Costa Rica, Notasdepoblacin, nmero 74:27-51. 2002. Rojas, Lilliana. CondicioneslaboralesenquesedalacontratacindelastrabajadorasdomsticasenCostaRica. Tesis para Magster en Gestin de Servicios Pblicos de Empleo. Universidad de Zaragoza, Guatemala, 2008. Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia. NO. 363-1999 de las 10 hrs. del 19 de noviembre de 1999. Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia. Voto No. 5969, de las 15:21 horas, del 16 de noviembre de 1993. Sauma, Pablo. El Istmo Centroamericano durante el periodo 1990-2002: los efectos de la volatibilidad del crecimiento en el empleo, los salarios reales, el gasto pblico social, la pobreza y la distribucin del ingreso. Serie: Estudios y Perspectivas de la CEPAL. N 46. CEPAL, Mxico, 2006. Segovia, Alexander. Centroamrica despus del caf: el fin del modelo agroexportador tradicional y el surgimiento de un nuevo modelo. Revista CentroamericanadeCienciasSociales, N.o 2, Vol. 1, diciembre, 2004.

38

RESUMEN EJECUTIvO: EL TRABAJO DOMSTICO REMUNERADO EN EL SALvADOR REALIDADES Y DESAfOS

41

resumen

Histricamente se ha observado cmo el patriarcado ha ido transcendiendo a los diversos modos de produccin; logrando no slo adaptarse a ellos, sino tambin ha tenido la capacidad de utilizarlos para generar sociedades en las cuales el hombre pueda gozar de privilegios, tanto en la esfera pblica como privada. Esto a su vez ha ido determinando el tipo de trabajo que hombres y mujeres deben realizar en la sociedad, ubicando a estas ltimas, en general, en una relacin de subordinacin respecto de los hombres, obstaculizando su libertad y autonoma. Por otro lado, no se puede ocultar el papel fundamental de las mujeres en la reproduccin de la sociedad, ya que se encuentran desempeando trabajo productivo dentro del mercado laboral y trabajo reproductivo dentro del hogar; esferas en las cuales no slo producen y reproducen para ellas mismas, sino para todo un contexto familiar, en donde la mujer, en general, no se identifica como mujer (persona humana), sino como mujer en funcin de la familia, estableciendo sus prioridades en funcin de los dems. De tal forma que dadas las necesidades imprescindibles de reproduccin, unidas a las necesidades de las mujeres de salir (o entrar) a los espacios privados y pblicos, se han generado situaciones en las cuales necesita de una persona

que realice las actividades de reproduccin dentro del hogar, ya que socialmente la encargada de hacerlo est trabajando fuera de casa. En las situaciones en que la o las mujeres del hogar no asumen las labores del trabajo reproductivo, se crean condiciones para que exista lo que se llama trabajo domestico remunerado. Realidades y Desafos del trabajo domstico remunerado en El Salvador, muestra informacin sobre la evolucin y situacin actual del trabajo domstico remunerado, enfatizando los factores principales que influyen en l, destaca la preponderancia de las mujeres, quienes componen principalmente este sector laboral en El Salvador. As tambin, se busca generar recomendaciones y propuestas que puedan aportar a la formulacin de polticas pblicas. Este esfuerzo nace a iniciativa del Consejo de Ministras de la Mujer de Centroamrica (COMMCA) quienes decidieron elaborar un estudio regional sobre la situacin del trabajo domstico remunerado. Este esfuerzo incluye siete estudios nacionales: Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panam y Repblica Dominicana; para efectos de su realizacin, se cont con el apoyo financiero de la Lnea de Gnero del Programa de Cooperacin con Centroamrica (SICA AECID), en colaboracin

42

con el Programa Regional La Agenda Econmica de las Mujeres Fase II (AGEM), iniciativa conjunta del PNUD y UNIFEM, esta ltima adems asumi la coordinacin tcnica del proceso. Por lo tanto, la presente investigacin ofrece un anlisis contextualizado del tema del TDR (oferta, demanda y condiciones), considerando sus vinculaciones con: La situacin y dinmicas de cambios econmicos y sociales de los pases (tanto los de origen interno como externo); el marco legal y las polticas pblicas vigentes ms relevantes para el objeto de estudio; la creciente participacin en actividades econmicas de otras mujeres (que hacen o podran hacer uso de las/os trabajadores domsticos); las condiciones de vida personal y familiar de las trabajadoras domsticas y de las mujeres que las contratan.

43

introduccin

Cuando se trata de regmenes patriarcales, basados en el mercado, parece existir un consenso implcito de reservar a los hogares una cuota importante de actividades del cuidado que usualmente deben ser asumidas y realizadas directamente por sus miembros, fundamentalmente por las mujeres, a raz de la divisin sexual del trabajo promovida a travs de los hbitos, patrones culturales y procesos de socializacin. As pues, dentro de estas sociedades patriarcales, destaca que el hombre debe desempear el rol de jefe y proveedor del hogar, mientras la mujer es considerada como parte dependiente del jefe del hogar, e idealmente debe desempear tareas del cuidado sin esperar una retribucin econmica. Sin embargo, dadas las condiciones econmicas y sociales del pas, es frecuente encontrar familias en donde al ser insuficiente los ingresos provistos por los hombres, las mujeres salen del espacio privado hacia el espacio pblico para complementar con sus ingresos la necesidad del hogar, sin olvidar sus responsabilidades dentro del espacio privado, para con su familia. Esto puede presentar dos situaciones, la primera es que ellas asuman una doble jornada de trabajo (actividad econmica remunerada, ms las tareas de cuidado de la familia)

y la segunda contratar a una empleada domstica para solventar la mayora de tareas de cuido, o bien apoyarse en una persona que posee algn grado de consanguineidad (usualmente mujeres) para los quehaceres domsticos, remunerndole con dinero o especies, sin que medie remuneracin. A efectos de la investigacin entendemos por trabajo domstico remunerado (TDR), a la actividad econmica reportada en las estadsticas oficiales. Su definicin es un trabajo que se realiza dentro de los hogares, vinculado a las tareas del cuidado de las personas, pero que est a cargo de personas que generalmente no son miembros de dichos hogares. Esto permite considerar como parte del TDR a aquellas personas que reciben una remuneracin, no necesariamente financiera, sino en especie (casa, comida, atencin a necesidades personales, granos bsicos, etc.) En este documento el TDR ser abordado desde un marco conceptual constituido, fundamentalmente, por tres grandes componentes: La economa desde la perspectiva de gnero; la divisin sexual del trabajo y algunas de sus implicaciones en el ordenamiento social y econmico; y la economa del cuidado y los sistemas de bienestar.

44

La percepcin feminista de lo econmico ha llevado a la concepcin de definir el bienestar social como: un proceso de reproduccin social que requiere de bienes y productos materiales y servicios personales remunerados (provistos por el estado o por el mercado) y trabajo no remunerado (en el hogar o en la comunidad). Este proceso tiene lugar dentro de un contexto institucional que incluye familias, organismos estatales, empresas, mercados y comunidades (Benera 2005) A partir de lo anterior, se entiende que la base de la economa en su conjunto est integrada, no slo por lo productivo o por el mercado laboral, sino por todas aquellas actividades reproductivas, que tienen que ver con el bienestar del hogar y que ayudan al desarrollo de los miembros de la familia. As tambin, en cuanto a la economa del cuidado, el trabajo domstico puede ser provisto a una familia por el mercado, el Estado, las familias u hogares y en algunos casos por la comunidad. La demanda de cuido es resuelta por alguna combinacin de oferta en los mbitos comentados, incluyendo la ausencia de oferta en alguno de ellos. En esta lnea de argumentacin, el trabajo domstico remunerado, constituye una estrategia de las familias para la atencin de las demandas del cuidado en la que se recurre al mercado (servicios privados) como sustitutos o complemento del trabajo domstico no remunerado que realizan sus miembros, fundamentalmente mujeres. Se debe tener en cuenta que las relaciones y conflictos antes mencionados no son estticos, ms bien son continuamente afectados por cambios y dinmicas en el mbito econmico que pueden derivarse de decisiones de poltica pblica, condiciones sociales y

de vida de la poblacin, fenmenos internacionales, etc. Por lo que es importante un estudio contextualizado en el tiempo y el funcionamiento econmico-social del pas en cuestin.

45

I. Experiencias y resultadosI.1 Evolucin y situacin actual del trabajo domstico remuneradoAn tomando en cuenta hechos histricos fundamentales del pas como el conflicto armado, cualquier sector laboral (el TDR no es la excepcin para examinar un sector laboral dentro del territorio de El Salvador) requiere reformas econmicas y estructurales, y ms actualmente los procesos de flexibilizacin del mercado laboral . As tambin, para poder entender las implicaciones de la evolucin y situacin actual del TDR, es necesario conocer la situacin laboral salvadorea antes de los parmetros de lo que se conoce como trabajo decente, de acuerdo al Informe de Desarrollo Humano 20072008, una situacin de la que gozan menos del 20% de la poblacin econmicamente activa. El resto de personas que ofrecen su fuerza de trabajo presenta dficit, ya sea porque no encuentra empleo, porque las condiciones del trabajo son precarias o bien su trabajo carece de cobertura social o de remuneracin justa. As, el 7% estn desempleados, 43% estn subempleados1 y el 31%, pese a que reciben ingresos superiores al salario mnimo, no cubren el costo de la canasta bsica y no gozan la cobertura de las redes de seguridad social. Adicional a esta realidad, al interior del se presentan diferencias entre hombres y mujeres, un ejemplo claro que permite observar las condiciones del mercado laboral es comparar los ingresos mensuales promedios por sexo, con las canastas de mercado2. As al comparar encontramos que para el 2004 el precio de la canasta de mercado mensual fue de $267.65, mientras que para 2006 fue de $294.12. As tambin, los ingresos mensuales promedio total correspondientes a esos aos fueron de $249.79 y $271.19. Lo que permite observar que los ingresos son insuficientes para la adquisicin

de la canasta bsica a precios de mercado, en trminos de la equidad de gnero, la brecha en el caso de las mujeres es aun ms grande, ya que ellas se encuentran con un ingreso mensual promedio por debajo del total, mientras que los hombres se encuentran por encima del total, lo que lleva a que el ingreso mensuales promedios (2006) de las mujeres sea 7.5% menor que el ingreso mensual promedio de los hombres. El Salvador opera un modo de produccin capitalista patriarcal, el cual permite la explotacin del Ser Humano (que no posee ms que su fuerza de trabajo) por el Ser Humano (que posee los medios de produccin). A esto habr que agregar: divisin sexual del trabajo, que se encarga de presentar la realidad en dos esferas distintas: por una parte el masculino referido al imperio de la produccin material y actividades remuneradas, y el femenino referido a la reproduccin humana y actividades domsticas no remuneradas, donde hombres y mujeres reciben roles distintos que estn alineados, en general, hacia la supremaca de unos (hombres) y a la subordinacin de las otras (mujeres). Esta situacin se refleja en diferencias en el mercado de trabajo (en los ingresos, sector informal, en la carga global de trabajo), diferencias y subordinacin que previamente podan observarse casi exclusivamente en lo privado, lo cual ha transcendido a la esfera pblica.

1 Subempleo ha sido la forma de insercin laboral dominante (lo que ha producido una actitud de tolerancia social hacia este fenmeno) en la historia de El Salvador. Se refiere a aquellas personas que trabajan menos horas que la jornada laboral normal (44 horas semanales) o, trabajado esta jornada, ganan menos del salario mnimo establecido o ambos, produciendo una actitud de tolerancia social hacia este fenmeno. 2 Dato obtenido de la Direccin General de Estadsticas y Censos (DIGESTYC)

46

I.1.1. Evolucin del trabajo domstico remunerado: 1998 2006.El TDR representa entre un 4.34% y 4.92% entre 1998 y 2006 respectivamente, mostrando una evolucin lenta pero creciente con respecto al total de ocupados. Dadas las implicaciones del sistema patriarcal y la divisin sexual del trabajo, el realizar tareas de reproduccin debera ser trabajo propio de la mujer dentro del hogar; situacin que se proyecta en la esfera pblica. As muestran las estadsticas nacionales que el TDR es desempeado en un 90% por mujeres, (Grfico 1). Por otro lado la mayor demanda de ellas es entre las edades de 15 a 49 aos, mientras que en el caso de los hombres la mayor demanda es a partir de los 50 aos. De tal forma que pareciera que para los hombres a medida que envejecen incrementa la posibilidad de

que se inserten en ocupaciones de TDR, mientras que en el caso de las mujeres el porcentaje se reduce a medida que incrementa su edad; esto lleva a reflexionar sobre las escasas posibilidades para que una mujer mayor pueda insertarse en algn otro sector. Es interesante observar que el porcentaje que dedican los hogares (que contratan TDR) a servicio domstico es de 10.90% en 1998 y ha pasado a ser a 11.88% en 2006. Situacin que puede deberse a las necesidades propias de reproduccin, lo que lleva a una evolucun lentamente crecientes en el tiempo y podra estar confirmando un creciente porcentaje de mujeres dentro de los hogares que necesitan incertarse en el mercado laboral, y requieren de alguien que realice las tareas de cuido dentro del hogar, que ellas desempeaban previamente de forma gratuita. Este aumento en el TDR es desempeado, principalmente, por mujeres que trabajan en casa pero que no duermen

47

dentro de ellas, esto nos lleva a clasificar a las trabajadoras domsticas remunerasdas de acuerdo al tipo de jornada laboral como: tiempo completo con dormida dentro (puertas dentro), tiempo completo sin dormida dentro (puertas fuera) y tiempo parcial para uno o ms hogares. Resalta el hecho que las trabajadoras domsticas remuneradas que duermen dentro del hogar han disminuido de 1.05% en 1999 a 0.26% en 2006. De tal forma que el crecimiento de TDR ha sido con TDR puertas fuera y/o tiempo parcial.

La investigacin muestra que la edad en que las trabajadoras domsticas inician como tales (ms del 75%) fue antes de los 24 aos. En cuanto al perfil educativo de las personas en TDR, se ha mantenido un nivel de educacin baja: primaria incompleta, de hecho se presenta como una caracterstica histrica principal de quienes han ofrecido y ofrecen su fuerza en TDR. Sin embargo, se presentan cambios positivos entre 1998 y 2006: se ha reducido el porcentaje de trabajadores/as con ningn nivel educativo, y han pasado de encontrarse casi exclusivamente en primaria incompleta a distribuirse entre: primaria incompleta y secundaria incompleta; aun as los niveles de mejora en educacin no se corresponden con un perfil de ocupaciones especficas (no son requeridos por los demandantes), porque a las trabajadoras domesticas remuneradas se les requieren para ser limpiadoras, lavanderas y planchadoras manuales, justamente el tipo de ocupaciones que no requieren ninguna calificacin. Esto limita las posibilidades de mejorar laboralmente, as como su desarrollo personal como ciudadanas y sujetas de su propia vida. Predomina la jefatura monoparental femenina para los hogares de las personas en TDR, tanto para 1999 (91.42%) como para 2006 (89.35%). Lo contrario sucede cuando hablamos de casos de familias biparentales en donde el predominio lo tienen los hombres con ms del 90% de los casos. En cuanto a los tipos de familia, las familias extendidas son, fundamentalmente, de jefatura femenina, mientras que las familias nucleares son fundamentalmente de jefatura masculina. Situacin que no cambia para los siete aos de estudio.

I.1.2 La Oferta de trabajo domstico remunerado.Cuando se habla de oferta se refiere, especficamente, a las caractersticas de las personas que ofrecen este tipo de trabajo, pero habr que recordar que estas personas vienen de hogares que tambin poseen rasgos relevantes. Se puede establecer el perfil de origen de las personas en TDR, ms de la mitad de las mujeres empleadas en trabajo domstico (65.42%) han nacido en un casero, pueblo o el campo, lo que implica que han tenido que movilizarse a la ciudad para poder encontrar un empleo como domsticas, quiz mejor remunerado que en su lugar de origen. Para ms de la mitad de las mujeres en trabajo domstico (68.41%), sus madres han nacido en el campo, casero o pueblo. Esto puede llevarnos a pensar que el resto (31.59%) proviene de una migracin anterior de las madres. El TDR es desempeado, principalmente, por mujeres jvenes, ms del 80% entre las edades de 15 a 44 aos. Esto evidencia que hay menos oportunidad de empleo para aquellas mujeres de 45 aos en adelante en relacin al resto de ocupadas. Mientras que para los hombres la opcin de incorporarse al TDR parece aumentar si pasan de los 44 aos.

48

En cuanto al perfil de condicin de pobreza de las personas en TDR, en 2001, la mayora de los hogares de las/os TDRs se ubicaban en el quintil 3; sin embargo, es destacable que haba una mayor proporcin en el caso de las jefaturas masculinas (30.4%) que en las femeninas (27.75%). Para el 2006, los hogares se encontraban principalmente en el quintil 4, pero en menores proporciones que en 2001 en el quintil 3 hubo una leve mejora.

quintil superior, el porcentaje de los hogares que s tienen servicio domstico va aumentando al igual que para el 2006; lo que nos muestra que la mayor cantidad de hogares que efectivamente contratan servicio domstico se concentran en el quintil 5. El mayor porcentaje de hogares que contratan TDR corresponde a aquellos en los que las Jefas de Hogar o cnyuges estn ocupadas (Grfico 2). Se puede establecer una estrecha relacin entre mujeres empleadas (familias contratantes) y la contratacin de TDR. Dada la asignacin social de este trabajo a las mujeres es comprensible que stas que salen de su casa (mbito privado) a trabajar fuera (mbito pblico) se sientan obligadas a distribuir parte de su salario al pago de TDR. Se observa con claridad que en los hogares en donde la esposa trabaja, la frecuencia del uso de TDRs es

I.1.3 La Demanda de trabajo domstico remunerado.En este apartado la demanda definir las caractersticas de los hogares que hacen uso del TDR. La hiptesis es que poseen caractersticas particulares. Se destina a mostrar dichas caractersticas. En cuanto al perfil de ingreso se observa para 1998 que, en general, a medida que se va pasando a un

49

mayor que la promedio, tanto para el 2000 como para el 2006. (Grfico 3). As tambin se busca conocer el perfil del hogar con miembro migrante y remesas, especficamente, si tienen o no miembros en el extranjero y adems cuenta con servicio domstico. Para el 2006 se presenta una diferencia de 1.86%, mostrando que aquellos hogares en donde hay un miembro en el exterior es superior el porcentaje que cuenta con servicio domstico. La edad de los miembros de las familias contratantes es una variable fundamental porque evidencia qu tipo de actividades se desarrollan por las trabajadoras domsticas. Se presenta que los hogares que tienen un mayor peso, dentro del total de hogares que cuentan con servicio domstico, son aquellos que tienen miembros menores de 6 aos y mayores de 65 aos. Demostrando que las trabajadoras domsticas son utilizadas para

cuidados especiales. As pues, el Grfico 4 de la siguiente pgina nos ilustra que la gran mayora (43.08%) de requerimientos de cuidados especiales es por nios que van a la escuela, seguido de aquellos hogares en donde hay nios pequeos que no van a la escuela (17.30%).

I.1.4 La transnacionalizacin del trabajo del cuidado.Segn el Informe de Desarrollo Humano 2005, la ley ha dificultado que los hombres consigan trabajo cuando no tienen autorizacin legal para laborar. Aunque se emplean como jardineros, son pocos casos. En cuanto a las mujeres, generalmente, se ocupan en empleos domsticos que no siempre requieren de documentos legales para trabajar; por su parte Zamudio Grave explica que en general las mujeres en el mercado laboral se dividen principalmente en dos grupos: Nivel ms alto del espectro de ocupaciones: que son las mujeres migrantes que manejan corporaciones multinacionales, enseanza en universidades, proveen

50

a la industria y a la academia. Su participacin es escasa y muy inferior a la de los hombres migrantes. Nivel ms bajo del espectro de ocupaciones: las mujeres migrantes participan en cosechas de frutas y vegetales, manufacturan ropa y otros productos, procesan carne y aves, trabajan como ayudantes en asilos de ancianos, hospitales, limpian restaurantes, hoteles y proveen otros servicios como trabajo domstico remunerado, nieras, prostitutas. En estos casos, muchas de ellas an tienen un estatus migratorio irregular.

I.2 Los derechos laborales de las y los trabajadores domsticos y su tutela I.2.1 Trabajo domstico remunerado en el marco legal que tutela los derechos laborales de El Salvador.El orden constitucional vigente en El Salvador reconoce los derechos laborales del trabajo domstico remunerado, pero al mismo tiempo establece un rgimen de proteccin especial para este tipo de trabajo, de acuerdo a la Constitucin de la Repblica y

Cdigo de Trabajo, tal como se expresa en el artculo 45: Los trabajadores agrcolas y domsticos tienen derechoaproteccinenmateriadesalarios,jornada de trabajo, descansos, vacaciones, seguridad social, indemnizaciones por despido y, en general, a las prestacionessociales.Laextensinynaturalezadelos derechosantesmencionadosserndeterminadaspor laleydeacuerdoconlascondicionesypeculiaridades del trabajo. Quienes presten servicios de carcter domstico en empresas industriales, comerciales, entidades sociales y dems equiparables, sern considerados como trabajadores manuales y tendrn losderechosreconocidosastos. En cuanto a las disposiciones especiales sobre el trabajo de servicio domstico segn el Cdigo de Trabajo, especficamente el rgimen de proteccin especial, se observa un rgimen discriminatorio ya que reduce cuantitativamente y cualitativamente el ejercicio y tutela de sus derechos. Dentro del Cdigo de Trabajo vigente se establecen, como norma general, una serie de excepciones a las

51

normas establecidas para el resto de trabajadores, y que se traducen en una menor proteccin a los trabajadores/as domsticos/as y en una mayor ventaja de los empleadores de este tipo de trabajadores/ as. Tales como: los contratos de las personas que se dedican al TDR no tienen que estar por escrito. La jornada de trabajo diaria puede extenderse legalmente hasta 12 horas diarias y ms de 44 horas a la semana sin obligacin para el patrono de pago de horas extras. No se reconocen los mismos derechos de compensacin por das de asueto y por horas de trabajo extraordinarias. Se aplica al trabajo domstico causales especiales de despido sin previo aviso y sin responsabilidad para el patrono por una amplia variedad de razones, no siempre demostrables objetivamente y que en general favorecen a los patronos, tales como cometer infidelidades e insubordinacin. Por otra parte, el TDR en la Ley y Reglamentos del Instituto Salvadoreo del Seguro Social se presenta (dentro la Ley ISSS), en el artculo 3 que el rgimen del Seguro Social es obligatorio y que se aplicar originalmente a todos los trabajadores que dependan de un patrono, sea cual fuere el tipo de relacin laboral que los vincule, y la forma que se haya establecido la remuneracin. Sin embargo, el artculo 2 del Reglamento para la Aplicacin del Rgimen del Seguro Social elimina el artculo 3 de la Ley para: Art. 2.- El rgimen del Seguro Social no ser todava aplicable: a) A los trabajadores domsticos; b) A los trabajadores eventuales; y c) A los trabajadores agrcolas. Es importante notar que la exclusin de los TDR del rgimen de seguridad social se establece en una normativa de tercer nivel (reglamento de aplicacin de Ley) y que ello constituye una violacin de los derechos laborales de estos trabajadores/as que estn tutelados no slo en la legislacin secundaria (Ley del ISSS) sino adems en la legislacin primaria (Constitucin de la Repblica).

Entre las iniciativas de reformas para fortalecer el sistema jurdico de proteccin de los derechos laborales en el sector del servicio domstico, se presentan dos: una de estas iniciativas corresponde a reformas al rgimen del TDR contemplado en el actual Cdigo de Trabajo, concretamente reformulando los artculos 78, 79, 80 y 83; mientras que la segunda consiste en la supresin del artculo 2 del Reglamento para la Aplicacin del Rgimen del Seguro Social, para eliminar la exclusin que actualmente se contempla en esta normativa y para gozar de proteccin social a las personas empleadas en el sector TDR.

I.2.2 El respeto a los derechos laborales de las personas trabajadoras domsticas remuneradas en El Salvador: Situacin actual y el rol de las polticas pblicas.Entre los principales hallazgos de la encuesta sobre respeto a derechos laborales se present que existe una baja incidencia de abusos laborales declarados. Para el 2008 en promedio para los distintos tipos de contratacin de TDR, solamente declararon haber sido vctimas de abuso el 15.5%, mientras que el 84.5 % seal no haber sufrido ningn abuso laboral. Los principales reportes de abuso laboral de las personas trabajadoras domsticas a tiempo completo con dormida dentro son: el pago de salarios inferiores al acordado y agresiones fsicas. Para las trabajadoras de tiempo completo sin dormida dentro se presentan tres situaciones principales de violaciones a sus derechos laborales: retencin del sueldo cuando se ha renunciado, no concesin de das de descanso o negativa a cancelar das de descanso laborados, y no cancelacin de monto total adeudado en liquidacin. Finalmente para las personas bajo contrato de tiempo parcial, la violacin ms destacada a sus derechos laborales lo constituye la prctica de pagarles un salario inferior al pactado originalmente (31% del total), seguida de agresiones fsicas (18.75%).

52

Asimismo, se presentan en menor proporcin violaciones en das de descanso y anomalas en la cancelacin de liquidaciones por terminacin de contrato. De acuerdos a las estadsticas laborales del Ministerio de Trabajo, la proporcin de trabajadores y trabajadoras del servicio domstico que acuden a interponer demandas por violaciones a derechos laborales es mnima. Solamente en el ao 2007 se registraron apenas 19 demandas de este sector versus 5,557 recibidas de trabajadores y trabajadoras de otros sectores, lo que represent apenas el 0.3% del total.3 Esto puede suceder por falta de conocimiento, ya que menos de la tercera parte de los trabajadores y trabajadoras encuestadas identifica al Ministerio de Trabajo como la instancia pblica a la que deben acudir para solicitar a