Géneros narrativos: Narrativa fantástica

El día que los hermanos Lumiére realizaron su primera sesión de cinematógrafo, convirtieron al entonces director de un espectáculo dedicado a la magia, en el padre de los efectos especiales y del cine fantástico: el francés George Méliès, quien, impresionado por el invento, no sólo fundó el Montruil-sous-Bois, el primer estudio cinematográfico de la historia, sino que fue uno de los directores más destacados del cine de comienzos de siglo; cine que estuvo inicialmente plagado de películas de fantasía, hasta que el público se comenzó a interesar por historias y dramas más realistas, las costumbres y hechos cotidianos.

En estos primeros filmes, las técnicas de efectos especiales procedían de las usadas en el teatro, o de métodos clásicos, como la "linterna mágica". Las historias provenían de la literatura y el folklore popular, principalmente. La primera adaptación de Frankenstein fue rodada en 1910, basada en un texto literario. Pocos años después, en 1913, George Fuchs fundaba el Artistic Theatre en Munich, donde se asentarían las bases de la escenografía expresionista. El expresionismo alemán tendría como tema esencial el terror y otros temas fantásticos.

En Estados Unidos, Lon Chaney estrenaba el Jorobado de Notre Dame en 1923, y el Fantasma de la Ópera en 1925, sus filmes de terror más famosos.

Los filmes clásicos fueron en gran número, narraciones fantásticas.

En 1933 se estrenaba King Kong, producida por la RKO. Los dos directores, incluido el principal responsable del guión, Merian C. Cooper, combatieron en la I Guerra Mundial, y probablemente se inspiraron en los carteles de propaganda impresos durante el conflicto. En particular, en un modelo en el que se representaba a Alemania como un enorme simio sediento de sangre que apresaba en su mano a una indefensa mujer, diseño que gozó de amplia difusión en Estados Unidos y en Europa.

El tema vería diversas adaptaciones cinematográficas posteriores.

Los filmes basados en textos literarios de temática fantástica fueron abundantes.

La novela ha sido y sigue siendo, una frecuente fuente de inspiración para el cine. Cientos de obras conocidas se han llevado a la pantalla.

Desde los cuentos infantiles como «Blancanieves y los siete enanos», hasta novelas como Don Quijote de la Mancha, Oliver Twist, La Colmena, Orgullo y prejuicio, Los miserables, y muchas más. Casi todos los personajes populares de la literatura han pasado a las imágenes cinematográficas, e incluso al cine de animación.

Los principales problemas, aparentemente, para convertir una novela en guión de cine son la extensión y la complejidad psicológica de los personajes y de las situaciones; sin embargo, la realidad es que la literatura se expresa mediante un lenguaje visual verbal que tiene características distintas al de los signos visuales cinematográficos. Sin embargo, no es imposible trasladar un texto literario al cine con éxito.

Por otra parte, el cine tendría una enorme influencia en la literatura del siglo XX.

En cuanto a la extensión, la dificultad mayor es el tiempo y el metraje de la película. El nombre de la rosa, de Umberto Eco fue convertida en un thriller que no hace honor a la obra literaria, porque no todas las películas se deben adaptar de la misma manera y no todos los textos literarios son adaptables al cine.

Las narraciones de aventuras fantásticas, inspiradas en todo o en parte en textos literarios han sido temas recurrentes en el cine comercial y en el cine de arte.

Este género narrativo tiene sus propias características y como ocurre en la literatura, también en el cine suele derivar a series o a narraciones por entregas.

Los guiones teatrales, aunque distintos del guión cinematográfico, también han sido fuente inagotable que ha alimentado a los relatos audiovisuales filmados.

Grandes directores de cine han adoptado temas fantásticos con éxito, ejemplo de ello nos lo ofrecen los filmes de Jean Cocteau.

Las películas de Cocteau, en su mayoría escritas y dirigidas por él, fueron especialmente importantes en la introducción del surrealismo en el cine francés. Varias de ellas, especialmente La bella y la bestia (1945), Orfeo (1950) y Los muchachos terribles (1929), han llegado a ser consideradas obras maestras del cine de arte. A pesar de sus éxitos en prácticamente todos los campos artísticos, Cocteau insistió siempre en que era ante todo un poeta.

El cine de Bergman.

Bergman, cuya cinta de 1982 Fanny y Alexander ganó el Oscar al mejor filme extranjero, realizó más de 60 películas de gran calidad, hasta que se retiró en 2003.

En sus cintas, Bergman presentaba una visión profunda de los conflictos humanos, la depresión claustrofóbica del invierno sueco, la gentil felicidad de las tarde de verano y la imaginación. Fue uno de los grandes maestros y uno de los grandes humanistas del cine, no desdeñó la fantasía jamás.