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Historia

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  • :: portada :: Europa ::

    04-06-2012

    Nazis en el BlticoHiginio PoloRebelin

    En junio de 2008, Vclav Havel y otros destacados exponentes de la derecha poltica y delanticomunismo impulsaron la Declaracin de Praga, que fue amparada por la Unin Europea, dondeinsistan en la idea de considerar semejantes el nazismo y el comunismo, equiparndolos,extendiendo una condena que pretendan fuese definitiva. Al margen de la falta de rigor de esadeclaracin y de su recurso a las ms burdas mentiras de los libelistas conservadores, quepretenden ignorar la obvia relacin entre el nazismo y el fascismo con el sistema capitalista, la ideano era nueva, y, de hecho, tena precedentes en la propaganda norteamericana en los aos de la guerra fra y, ms recientemente, en la actividad poltica de los gobiernos de los pases blticos,cuya actual identidad nacionalista mantiene una evidente filiacin con el nacionalismo fascistacmplice de la Alemania hitleriana durante la Segunda Guerra Mundial, aunque hoy esos lazosprocuren ocultarse.

    Esa iniciativa de Havel (que fue apoyada por distintas cmaras legislativas, como en Bulgaria, ypor el propio Parlamento Europeo, en 2009), y otras semejantes han estimulado el nuevorevisionismo histrico en Europa, poniendo nfasis en la condena del comunismo y haciendoposible la reaparicin de los fantasmas nazis del pasado de Europa, en una alocada carrera quetiene en los pases blticos algunos de sus principales protagonistas y difusores. Porque, pese a latramposa equiparacin, lo cierto es que son los comunistas a quienes se persigue en la Europa dehoy, mientras los veteranos nazis y fascistas y sus seguidores reciben el apoyo de los gobiernosblticos, y, en otros pases, consiguen que sus actividades sean toleradas. Por eso, entre otrasdestacadas denuncias, Efraim Zuroff, un historiador de origen norteamericano que dirige el CentroSimon Wiesenthal en Jerusaln, public en 2010 un artculo en The Guardian donde alertaba de lasactividades nazis en Letonia y Lituania y de los lemas contra los judos que recorran esos pases,como si no hubieran pasado ms de sesenta aos desde el fin de la guerra. Zuroff tambindenunciaba la pasividad de la Unin Europea ante las actividades de los nazis. No es para menos,porque mientras las instituciones europeas no se han preocupado lo ms mnimo (traicionando assus proclamadas convicciones democrticas) por el encarcelamiento de dirigentes comunistas o porlos intentos de declarar ilegales a algunos partidos comunistas, han contemplado impasibles laexaltacin del nazismo que se produce dentro de las fronteras de la Unin Europea.

    En los tres pases blticos la situacin es muy preocupante. Los gobiernos de esos pases, mientrasmantienen un discurso oficial que intenta equiparar comunismo y nazismo, el Ejrcito Rojo con lastropas nazis, la Alemania de Hitler con la Unin Sovitica, confundiendo vctimas y verdugos, tratana los veteranos nazis como "combatientes por la libertad", como algunos ministros se han atrevidoa denominarlos. As, Estonia se ha convertido en un lugar habitual de reunin de los veteranosnazis de las Waffen-SS, con el apoyo del gobierno, que incluso enva mensajes de saludo a lasconcentraciones, y que tiene en el ministro de Defensa estonio uno de sus principalespropagandistas. Hace aos que se suceden los desfiles, actos y concentraciones de exaltacin delnazismo. En 2004 aparecieron en la prensa internacional noticias sobre el propsito de levantar unmonumento a las SS en Estonia, y los veteranos de la 20 Divisin SS Waffen Grenadier 1 Estonia,que colabor con los nazis, siguen celebrando encuentros en el pas, libremente. No eran grupos

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  • aislados: entre sesenta y setenta mil estonios integraron los destacamentos nazis que lucharonjunto con la Alemania de Hitler.

    En Sinime, donde tuvo lugar la principal batalla entre el ejrcito alemn y las tropas soviticasdurante la Segunda Guerra Mundial, suelen concentrarse cada ao centenares de personas,acompaadas por las autoridades locales y por veteranos nazis de Letonia, Lituania, Dinamarca yAustria, y los antiguos miembros de las Waffen-SS desfilan bajo las banderas nazis. Una de suspeticiones es que se levante un monumento en Tallinn, la capital estonia, a los veteranos de la"Segunda Guerra de Liberacin", como denominan a su participacin junto a los nazis en la guerra.Despus de 1945, muchos de esos nazis siguieron combatiendo contra el Ejrcito Rojo, en guerrillasque contaron con el apoyo de la CIA norteamericana y de los servicios secretos britnicos, hasta sudesaparicin en los aos cincuenta. Libros de Mart Laar (que fue primer ministro de Estonia y es elactual ministro de Defensa) como La legin estonia y El soldado estonio en la Segunda GuerraMundial, donde ampara la preservacin de su memoria y defiende la actuacin de esos hombres enlas filas nazis, son vendidos habitualmente dentro de esos actos de propaganda fascista,abiertamente protegidos por el gobierno estonio.

    Alrededor de esos aquelarres nazis, proliferan otras iniciativas. Grupos musicales como Untsakadhan publicado discos con canciones nazis estonias, y en 2008, todas las libreras del pas ofrecanun calendario con doce carteles propagandsticos de la 20 Divisin Waffen-SS. Pese a las protestasde ciudadanos de izquierda y de grupos democrticos antifascistas, el gobierno ha seguidotolerando y protegiendo las actividades nazis, que se extienden a pases vecinos. En Helsinki,aprovechando un certamen anual de exposicin de productos estonios, suelen venderse camisetasque ensalzan a la legin estonia de las SS y panfletos de guerra con llamamientos para atacar aRusia y destruir Mosc. El Comit Antifascista de Estonia, que intenta frenar el avance de las ideasnazis, denuncia la justificacin que se realiza en el pas "de los crmenes contra la humanidad" quecometieron los integrantes estonios de las Waffen-SS.

    La complacencia gubernamental con las actividades nazis contrasta con el empeo en lapersecucin de los comunistas: en mayo de 2008, empresarios y polticos (entre ellos, el ex primerministro Mart Laar, el conde Damian von Stauffenberg, y el empresario Meelis Niinepuu)presentaron una fundacin para "investigar los crmenes del comunismo", dirigida por Ranno Roosi,un antiguo asesor de Lennart Meri (un conservador que lleg a la presidencia del pas comocandidato de Isamaaliit (Patria), y que falleci en 2006). Para intentar evitar las crticasinternacionales, los responsables del gobierno estonio formulan rituales declaraciones de condenadel comunismo y del nazismo... aunque su aplicacin prctica se limita a la persecucin de lasideas comunistas y de todo lo que tenga relacin con la Unin Sovitica, de las que son muestras lademolicin y traslado de monumentos al Ejrcito Rojo; la decisin del gobierno, en 2007, en unanueva provocacin, de desmantelar el monumento a los soldados soviticos libertadores de Tallinndel fascismo, que estaba ubicado en el centro de la ciudad, y trasladarlo a un cementerio militar(aunque no ha podido impedir que sigan depositndose flores en l), y el proceso contra ArnoldMeri, un anciano estonio que cuenta con la distincin de Hroe de la Unin Sovitica por susactividades como guerrillero contra los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. La liberacin deEstonia de los nazis le cost al Ejrcito Rojo la vida de ciento cincuenta mil soldados.

    Los gobiernos conservadores que han dirigido Estonia se han esforzado en denunciar el supuesto"genocidio estonio" que habra sido protagonizado por la URSS entre 1940 y 1953, acusando a

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  • Mosc de la muerte de sesenta mil estonios durante ese perodo. Sin embargo, las cifras fueronpuestas en evidencia cuando el historiador Alexandr Dikov public en 2009 su investigacin (Elmito del genocidio. Represin sovitica en Estonia, 1940-1953) que rebajaba la cifra de muertos amenos de diez mil, y afirmaba que el genocidio tuvo lugar... pero contra la poblacin sovitica quevio perecer a manos nazis a dos millones y medio de prisioneros de guerra soviticos en 1941.

    Tambin se celebra anualmente la Marcha de Erna, en recuerdo del batalln especial de lasWaffen-SS de ese nombre, que consiste en repetir el recorrido desde Tallinn hasta una antigua basemilitar nazi a ciento cincuenta kilmetros de distancia. Con el pretexto de realizar pruebasdeportivas, en realidad, la marcha es una exaltacin del nazismo y de la actuacin de loslegionarios estonios durante la Segunda Guerra Mundial. El apoyo del gobierno lleg al extremo deque, en 2010, la 17 marcha fue abierta por el anterior ministro de Defensa, Jaak Aaviksoo. Hacedieciocho aos que se celebra. La ltima provocacin ha surgido del actual ministro de Defensa, elhistoriador nacionalista y antiguo primer ministro, Mart Laar, que lanz la iniciativa de reconocer alos estonios de las Waffen-SS como "luchadores por la libertad", aunque ante la reaccininternacional el gobierno se vio obligado a maquillar sus intenciones haciendo pblico uncomunicado, en enero de 2012, donde declaraba su intencin de "reconocer a quienes lucharon porla independencia de Estonia", categora en la que entraran los veteranos nazis del pas, y, paraconsumo externo, equiparando las actividades de la Alemania nazi y de la Unin Sovitica.

    El abierto apoyo del gobierno estonio a esas actividades llega al extremo de anunciarlas en laspginas web de los organismos oficiales, en un deliberado intento de convertir en hroes a loscriminales de ayer. Colaborando en la exaltacin del nazismo, el gobierno pone todo tipo dedificultades para que no se celebren manifestaciones antifascistas y ha llegado al extremo dedeclarar "un peligro para el Estado" al Comit antinazi de Letonia. Los miembros de la organizacinantifascista Nochoy Dozor, entre otros, se manifiestan contra los actos nazis, y siguendepositndose flores en homenaje a los soldados del Ejrcito Rojo y a las vctimas estonias quemurieron en los campos de exterminio nazis, pero muchos otros estonios de ideologa nacionalistase complacen ante los desfiles de los veteranos nazis. No en vano, figuras histricas delnacionalismo estonio, como Jri Uluots, primer ministro en 1940, encabezaron el llamamiento paraluchar contra el Ejrcito Rojo junto a las tropas nazis alemanas.

    En Letonia, se celebraba oficialmente, cada 16 de marzo, un homenaje a la legin letona de lasWaffen-SS, iniciativa que se instaur en 1994, poco despus de la desaparicin de la URSS. Lalegin letona, que lleg a integrar a ms de cien mil hombres, partici en el asedio nazi aLeningrado, donde murieron ms de un milln de ciudadanos soviticos, pese a lo que lasautoridades letonas no pusieron ningn impedimento para que una pelcula, The Soviet Story, congroseras manipulaciones histricas, circulara profusamente. Vaira Vike-Fraiberga, ex presidenta delpas e hija de un antiguo colaboracionista nazi, decidi en 2001, para evitar las crticasinternacionales, que la celebracin continuase realizndose pero de forma extraoficial. En Lesteneexiste un monumento conmemorativo a los nazis letones, que fue inaugurado por ministros delgobierno, y organizaciones como Daugavas Vanagi apoyan abiertamente los desfiles nazis. Daugavas Vanagi (Halcones del Daugava), es una organizacin creada en Blgica en 1945 paraayudar a los prisioneros letones nazis, y que cuenta con centros en Estados Unidos, Canad,Australia y otros pases, donde siguen manteniendo grupos de jvenes con indumentariaparamilitar.

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  • El desfile anual de los legionarios de las Waffen-SS fue prohibido por el Ayuntamiento de Riga, perolos tribunales derogaron la decisin, recibiendo el apoyo del presidente del pas hasta julio de 2011,Valdis Zatlers, quien defendi pblicamente los actos de homenaje a los veteranos nazis. Losletones que colaboraron con la Alemania nazi en los campos de exterminio fueron especialmentesanguinarios. Los enfrentamientos entre los participantes en las marchas nazis y los antifascistas(que en ocasiones han asistido vestidos como prisioneros de los campos de exterminio) han sidofrecuentes, y la polica letona no ha dudado en detener a militantes antifascistas como el diputadoVctor Dergunov. La complicidad con los nazis ha llegado al extremo de que el anterior presidenteletn, Valdis Zatlers, declarase, en marzo de 2008, que la opinin pblica internacional seequivocaba al calificar como nazis a los letones miembros de las Waffen-SS.

    Esa complacencia contrasta con la obsesin anticomunista. Debe recordarse que, en Letonia, elPartido Comunista est prohibido, y que los comunistas actan bajo el nombre de socialistas. Elprincipal dirigente comunista, Alfreds Rubiks ha sido encarcelado en diferentes ocasiones por losgobiernos conservadores, cumpliendo seis aos de prisin. La obsesin anticomunista y antirusallev al Parlamento letn, el Seim, en febrero de 2004, a anular el derecho de que los ciudadanosletones pudiesen educar a sus hijos en la lengua rusa, aprobando una ley discriminatoria eimpulsando una verdadera segregacin para los ciudadanos rusohablantes de Letonia. Resultaincreble que suceda dentro de las fronteras de la Unin Europea, pero el nacionalismo letn niegala ciudadana a casi un veinte por ciento de la poblacin, que carece as de derechos, convirtindoa esos ciudadanos en aptridas aunque sean nacidos en Letonia: ni siquieran pueden votar en laselecciones. La entrada en la OTAN y en la Unin Europea alent las tentaciones segregacionistasdel gobierno conservador, que calcul que ni la alianza militar occidental ni Bruselas pondranobjeciones a la decisin, como as fue.

    Tambin el gobierno letn ha iniciado la revisin de la Segunda Guerra Mundial. As, VasiliKnonov, un veterano guerrillero comunista de casi noventa aos, fue acusado de haber asesinadoa civiles colaboracionistas con los nazis durante la guerra. Knonov, cuya familia muri en loscampos de exterminio, es un letn que luch contra las tropas nazis en Letonia, destruyendo conexplosivos objetivos militares y volando trenes que transportaban armas. Ha sido juzgado enLetonia en seis ocasiones y ha cumplido dos aos de crcel. Estaba acusado de ejecutar acampesinos que denunciaban a los guerrilleros soviticos ante las autoridades nazis de ocupacin.La sentencia fue declarada nula por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, pero, en 2010, laapelacin del gobierno consigui revertir la sentencia. Uno de los representantes del Comitantifascista de Letonia, Eduard Goncharov, declar que el plan del gobierno conservador letn erainiciar un proceso para impugnar los juicios de Nremberg, y que era una consecuencia delrevanchismo: quienes huyeron con los nazis cuando se retiraron de Letonia, son ahora quienestienen el poder en la repblica. Por ello, no debe extraar que en el pas est prohibido hacerpropaganda de las ideas comunistas, y aunque tambin prohbe la difusin de las ideas nazis, latolerancia hacia ellas es evidente.

    En Lituania, donde los nazis asesinaron a ms de doscientos mil judos, los gobiernosconservadores han intentado borrar de la historia las matanzas, por la implicacin del nacionalismoy de los voluntarios lituanos nazis en ellas. No en vano, esas matanzas fueron realizadas porlituanos a las rdenes de los nazis, de manera que el nacionalismo actual gobernante pretendeocultarlo. No es casualidad que la ministra de Defensa, Rasa Jukneviien, durante su visita aEstados Unidos, realizase una ofrenda en la tumba del general Povilas Plechaviius. Plechaviiuslleg a Lituania con las tropas nazis durante la operacin Barbarroja, y luch con ellos contra losguerrilleros polacos antifascistas, como tantos miles de lituanos nacionalistas.

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  • El presidente del pas entre 2004 y 2009, Valdas Adamkus, luch durante la Segunda GuerraMundial contra el ejrcito sovitico, junto a las tropas nazis, y, cuando la guerra finalizaba, seinstal en Alemania junto con su familia, y no es precisamente un caso aislado entre los polticosnacionalistas. El parlamento (Seimas) prohibi tambin, en junio de 2008, los smbolos soviticos ynazis, utilizando el mismo recurso burdo a la equiparacin entre la ideologa fascista y elcomunismo que Vclav Havel introdujo en la Declaracin de Praga. Sin embargo, en mayo de 2010,en un revelador gesto, los tribunales lituanos sentenciaron que la svstica nazi forma parte del"patrimonio cultural del pas", por lo que poda utilizarse, a diferencia de la hoz y el martillo u otrossmbolos comunistas. Porque esa comprensin hacia el nazismo y persecucin de los comunistasviene de lejos, y ha conseguido abrirse camino en las instituciones europeas, por la pasividad de laUnin, como ha denunciado Efraim Zuroff, el director del Centro Simon Wiesenthal de Jerusaln.Unos meses antes, el Tribunal Europeo de derechos humanos haba hecho pblica una sentenciadesestimando una denuncia presentada (siete aos antes!) contra las autoridades lituanas por elsecuestro y encarcelamiento de dirigentes comunistas, como el doctor Mikolas Burokiavicius, quefue secretario del Partido Comunista Lituano, que ha pasado once aos en la crcel, desde sucondena en 1994, por haber participado en las actividades del Partido Comunista de la UninSovitica. Desde 1991, miles de militantes comunistas lituanos han padecido persecucin poltica.Con esa sentencia, un verdadero ultraje a la justicia, el Tribunal colaboraba, de hecho, con lapasividad mostrada por las instituciones europeas, tanto de la Unin como del Consejo de Europa,en la limitacin de los derechos ciudadanos en Lituania.

    Sin embargo, mientras las autoridades permitan manifestaciones con consignas racistas ("Lituaniapara los lituanos", obviamente dirigida contra los "diferentes") y con smbolos neonazis, arreciabala represin contra los comunistas y la izquierda. En abril de 2011, se abri el proceso contra elpresidente del Frente Popular Socialista, Algirdas Paleckis por "negar la agresin sovitica aLituania". El fondo del proceso era que Paleckis impugna la versin oficial de los sucesos ante latorre de televisin de Vilna, el 13 de enero de 1991, donde murieron catorce personassupuestamente asesinadas por las tropas soviticas, en los meses de la agona del gobierno deGorbachov. Paleckis mantiene, con slidas pruebas y testimonios, que la matanza fue unaprovocacin organizada por los nacionalistas lituanos, cuyas fuerzas armadas (DTP, Departamentode Proteccin del Territorio) dispararon contra la multitud con la intencin de hacer responsablesdespus al gobierno y al ejrcito sovitico. Entonces, consiguieron sus propsitos. Aunque Paleckisfue absuelto en enero de 2012, el fiscal ha recurrido, reiniciando as el proceso.

    En Lituania, la degradacin poltica del pas ha llevado incluso a la destitucin, en abril de 2004, deun presidente, Rolandas Paksas, por vnculos con la Mafia, y de la sensibilidad democrtica de lasautoridades del pas puede dar razn el hecho de que, en 2009, aparecieron evidencias (citadas porla cadena de televisin estadounidense ABC, que se haca eco de las declaraciones de un antiguoagente de los servicios secretos norteamericanos) de que el gobierno haba permitido crear, en2002, una crcel secreta a la CIA norteamericana en las cercanas de Vilna, donde se torturaba alos detenidos. La presidente actual, Dalia Grybauskait, "no excluy la posibilidad" de la existenciade esa crcel secreta.

    En el Bltico, el nacionalismo pretende impugnar el resultado de la Segunda Guerra Mundial, eincluso revertir, si pudiera, el proceso de Nremberg. El racismo, el culto a las armas y almilitarismo, el desprecio a las minoras, la xenofobia y el odio a judos y gitanos, estn cada vezms presentes en esa zona y en otras regiones de Europa del Este. La tolerancia hacia los actos deexaltacin del nazismo y del fascismo, el racismo nacionalista y el desprecio hacia las minoras,convive con la represin del comunismo y con una preocupante deriva antidemocrtica que debera

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  • preocupar a los ciudadanos y a las instituciones europeas, porque, adems, las seales de alarmano vienen slo de los estados blticos, aunque stos se hayan convertido en el foco mspreocupante. Tentaciones semejantes han aparecido en Rumania, Hungra, donde impera unasevera persecucin contra los comunistas; y en la Repblica Checa (cuya derecha pretendeilegalizar el Partido Comunista, uno de los ms importantes del pas), y en Polonia. Y, aconsecuencia de la poltica nacionalista y conservadora, crecen los movimientos fascistas. Mientrascontina la caza de brujas en el Bltico contra los comunistas, no se ha incoado ningn proceso,hasta hoy, contra criminales nazis originarios de Estonia, Letonia o Lituania, y la persecucin y elrecelo contra los judos, las minoras y la izquierda sigue siendo la pauta de conducta de losgobiernos de esos pases. El veneno de la serpiente fascista sigue empozoando el continente:nadie puede imaginar, sin conmoverse, la idea de que los soldados nazis desfilen otra vez enAlemania, y, por eso, debera inquietar que las enseas nazis sigan agitndose en el viento de lospases blticos.

    Rebelin ha publicado este artculo con el permiso del autor mediante una licencia de CreativeCommons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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