17 - Las Dos Espadas

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    REINOS OLVIDADOS

    Las Espadas del Cazador volumen 3

    LASDOSESPADAS

    R.A. SALVATORE

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    PRELUDIO

    La luz de las antorchas pareca exigua contra la implacable oscuridad de lascuevas enanas. El aire cargado de humo se arremolinaba en torno a Delly Curtie y le

    irritaba los ojos y la garganta del mismo modo que los rezongos y las protestas de losotros humanos que se encontraban en la sala comn la irritaban a ella. Regis, elregente, haba cedido gentilmente un considerable nmero de habitaciones a aquellasgentes tan poco agradecidas; todos eran refugiados procedentes de los numerososasentamientos saqueados por el bestial rey Obould y sus orcos durante su incursin enel sur.

    Delly se record que no deba ser demasiado crtica con esas personas. Todoshaban sufrido dolorosas prdidas y muchos de ellos eran los nicos que quedaban deuna familia asesinada; de hecho, de toda la poblacin de una de las localidadesatacadas slo haba tres supervivientes. Adems, aunque Regis y Bruenor habanintentado que las condiciones fuesen dignas, en realidad no eran las adecuadas parahumanos.

    Esa idea sacudi emocionalmente a Delly, que mir hacia atrs para ver a supequea, Colson, dormida -por fin!- en una cunita. Cottie Cooperson, una mujer debrazos flacos, cabello fino y del color de la paja, y ojos entornados bajo el peso de ungran quebranto, se haba sentado junto a la pequea dormida y se meca atrs yadelante, una y otra vez, con los brazos cruzados fuertemente sobre el pecho.

    A buen seguro la pobre mujer estaba recordando a su propio beb, muerto en elasalto.

    Eso le dio que pensar a Delly, por cierto, Colson no era realmente su hija, no lahaba parido, pero la haba adoptado, como haba hecho Wulfgar, que a su vez habatomado a Delly como su compaera de viaje y su esposa. Delly lo haba seguido aMithril Hall de buen grado, incluso con Ilusin, y se haba considerado una personabuena y generosa al ser condescendiente con su espritu aventurero, por estar a sulado supeditada a sus necesidades sin tener en cuenta los propios deseos.

    La sonrisa de Delly tena ms de triste que de gozosa. Quiz era la primera vezque la joven se haba considerado buena y generosa.Pero los muros enanos la opriman, la agobiaban.Jams haba imaginado que abrigara recuerdos nostlgicos de sus andanzas en

    las calles de Luskan, de la vida desaforada, al lmite, que haba llevado, medio ebria lamayor parte del tiempo y en brazos de un hombre diferente noche tras noche. Pensen el despabilado Morik, que era un amante maravilloso, y en Arumn Gardpeck, eltabernero que haba sido como un padre para ella. Tambin se acord de Josi Charcosy hall consuelo en cierta medida al evocar la patente estupidez de su sonrisa.

    --Bah!, no seas tonta -mascull entre dientes.Sacudi la cabeza para desechar aquellos recuerdos. sa era su vida entonces,

    con Wulfgar y los dems. Se dijo que los enanos del Clan Battlehammer eran buenaspersonas. A menudo excntricos, amables siempre, y simple y jocosamente absurdos

    muchas veces; eran una pandilla adorable bajo su tpico aspecto bronco. Algunosvestan armaduras o ropas estrafalarias, otros tenan nombres extraos y ridculos, y lamayora luca estrambticas barbas, pero el clan le haba mostrado a Delly unaafectuosidad como no haba visto nunca, salvo en Arumn, quiz. La trataban como auno de los suyos, o lo intentaban, ya que las diferencias persistan.

    Eso no se poda negar.Haba diferencias entre las predilecciones de humanos y enanos, como el aire

    sofocante de las cuevas, un aire que sin duda se volvera an ms cargado puesto quelas puertas de Mithril Hall haban sido cerradas y atrancadas.

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    --Ah, quin pudiera sentir de nuevo el aire y el sol en la cara! -grit una mujerdesde el otro lado de la sala comn, mientras levantaba en un brindis una jarra dehidromiel, como si le hubiese ledo los pensamientos a Delly.

    Por toda la sala se alzaron jarras que entrechocaron unas con otras. Delly se diocuenta de que el grupo casi al completo llevaba camino de llegar al estado deembriaguez una vez ms. No haba ningn lugar en el que integrarse, y el hecho de

    beber era para aliviar su impotente frustracin tanto como para apaciguar losespantosos recuerdos del paso de Obould por sus respectivas comunidades.Delly ech otro vistazo a Colson antes de internarse entre las mesas. Haba

    accedido a atender al grupo basndose en su experiencia como camarera en Luskan.Capt retazos de conversaciones por donde pasaba, y cada idea tena repercusin enella y mermaba el escaso gozo que quedaba en su corazn.

    --Voy a montar una herrera en Luna Plateada -manifest un hombre.--Bah, Luna Plateada! -arguy otro cuyo tosco dialecto haca que pareciera casi

    un enano-. En Luna Plateada no hay ms que un puado de elfos danzarines. Ponla enSundabar. Ten por seguro que te ganars mejor la vida en una ciudad donde la gentesabe lo que es hacer negocios.

    --Es mejor Luna Plateada -argument una mujer que estaba sentada en otramesa-. Y ms hermosa, a decir de todos.

    Aqullas eran casi las mismas palabras que Delly haba odo en cierta ocasin yque describan Mithril Hall. En muchos sentidos, el reino enano estaba a la altura de sufama. Desde luego, el recibimiento que le haban hecho el rey Bruenor y los suyos slopoda calificarse de maravilloso; a su estilo, se entiende. Y Mithril Hall era un parajeespectacular, igual el puerto de Luskan, indudablemente. No obstante, en seguida sedilua en una montona igualdad, como Delly saba muy bien.

    Cruz la estancia desvindose hacia donde estaba Colson; la pequea seguadormida, pero haba empezado a tener esa tos spera que Delly haba odo en todoslos humanos con los que se cruzaba por los tneles llenos de humo.

    --Estoy realmente agradecida al regidor Regis y al rey Bruenor -oy que decauna mujer, de nuevo como si le hubiese ledo el pensamiento-. Pero ste no es sitiopara una persona! -La mujer levant la jarra-. Entonces, por Luna Plateada o por

    Sundabar! -brind, y la corearon muchos-. O cualquier otro lugar desde el que sevean el sol y las estrellas!--Everlund! -grit otro hombre.En la austera cuna posada sobre el fro suelo de piedra junto a Delly Curtie,

    Colson volvi a toser.Cerca de la pequea, Cottie Cooperson se meca.

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    PRIM ERA PARTE

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    AMBICIONES ORCAS

    Contemplo la ladera, ahora silenciosa salvo por las aves. Nada ms. Las avesgraznando, chillando y clavando los picos en globos oculares ciegos. Los cuervos no

    planean en crculo antes de aterrizar en un campo sembrado de muertos. Vuelan comola abeja hacia una flor, derechos a su meta, donde los espera tan suculento banquete.Son los limpiadores, junto con los gusanos, la lluvia y el incesante viento.

    Y el discurrir del tiempo. Eso siempre est. El paso de los das, de las estaciones,de los aos.

    Cuando todo acaba, slo quedan huesos y piedras. Ya no hay gritos, ya no haydolor. La lluvia ha arrastrado la sangre. Al alzar el vuelo, las aves cebadas se llevanconsigo todo lo que identificaba como individuos a los guerreros cados.

    Y quedan los huesos y las piedras para confundirse y mezclarse. A medida que elviento o la lluvia desarman los esqueletos y los revuelven, a medida que el paso deltiempo entierra a algunos, lo que queda se vuelve, quiz, indistinguible para todosexcepto para los ms observadores. Quin recordar a los que murieron aqu, y quhan ganado a cambio que compense todo lo que los componentes de. ambos bandoshan perdido?

    La expresin en el semblante de un enano cuando est en plena batalla denotasin lugar a dudas que la recompensa merece la pena el esfuerzo, que la guerra, en loque respecta a una nacin enana, es una causa noble. Para un enano no hay nada msdigno de respeto que luchar para ayudar a un amigo; la suya es una comunidadvinculada firmemente por la lealtad, por la sangre compartida y la sangre derramada.

    Y as, en la vida de un individuo, tal vez sta sea una buena forma de morir, unfinal digno de una existencia vivida con honor, o incluso de una existencia a la que eseltimo sacrificio ha hecho digna de ser vivida.

    Sin embargo, no puedo evitar preguntarme, en un contexto ms amplio, y elconjunto en su totalidad? Obould obtendr algo que compense los cientos, tal vez losmillares, de muertos de su bando? Obtendr algo duradero? La resistencia que los

    enanos presentaron aqu, en esta elevada escarpa, proporcionar al pueblo de Bruenoralgo que merezca la pena? No habra sido mejor retirarse a Mithril Hall, a los tneles,que eran mucho ms fciles de defender?

    Y de aqu a cien aos, cuando slo quede polvo, acaso le importar a alguien?Me pregunto que alimenta los fuegos que encienden imgenes de batallas

    gloriosas en los corazones de tantas razas pensantes, entre ellas la ma, descollante.Contemplo la matanza en la ladera y veo la perspectiva del vaco. Imagino los gritos dedolor. En mi cabeza oigo las llamadas a los seres queridos cuando el guerreromoribundo sabe que le ha llegado su hora, Veo caer el torren con mi mejor amigo enlo alto. Ciertamente, los restos tangibles -los despojos y los huesos- difcilmentepueden valer la pena por un momento de batalla, pero me pregunto si es que hay otracosa menos tangible aqu, algo que provenga de un lugar mejor. O acaso es que entodo ello -y es mi temor- hay una ilusin vana que nos empuja a la guerra una y otra

    vez?Siguiendo la lnea de este pensamiento, qu es lo que alienta dentro de todos

    nosotros, cuando los recuerdos de la guerra se han borrado, el deseo de ser parte dealgo ms grande y por lo que desechamos la tranquilidad, la calma, lo mundano, lapropia paz? Llegamos colectivamente a equiparar la paz con el hasto y laautocomplacencia? Tal vez conservamos estas ascuas de a guerra en nuestra interior,amortiguadas exclusivamente por el intenso recuerdo del dolor y de la prdida, ycuando esa manta mitigadora se disipa con el paso del tiempo que todo lo cura, losfuegos se avivan de nuevo y renacen. Esto lo he visto en m mismo, en menor grado,

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    cuando me di cuenta de que admita que no estaba hecho para la comodidad y laautocomplacencia, de que slo poda ser realmente feliz con el viento en la cara, elcamino bajo mis pies y la aventura aguardndome a lo largo del trayecto.

    Recorrer esos caminos, desde luego, pero me parece que eso es completamentedistinto de llevar conmigo todo un ejrcito, como hizo Obould. Porque hay unaconsideracin de una mortalidad mayor aqu, mostrada tan crudamente en los huesos

    mezclados con las piedras. Corremos a la llamada a las armas, a reagrupar tropas, a lagloria, mas qu pasa con los atrapados en el paso de esta sed de grandeza?Quin recordar a los que murieron aqu y qu han ganado a cambio que

    compense todo lo que han perdido en uno y otro bando?Siempre que perdemos a un ser querido estamos resueltos a no olvidar jams, a

    recordar a ese ser querido durante toda la vida. Pero los que vivimos nos enfrentarnosal presente, y el presente exige a menudo toda nuestra atencin. Y as, con el paso delos aos, no nos acordamos a diario de aquellos que se han marchado, ni siquiera cadatantos das. Entonces surge la culpabilidad, porque si no me acuerdo de Zaknafein, mipadre, mi mentor, que se sacrific por m, de quin me voy a acordar? Y si no lorecuerdo es que, quiz, est realmente muerto. Conforme pasan los aos, laculpabilidad se atena porque olvidamos con mayor consistencia y el pndulo oscilahacia nuestros pensamientos interesados para aplaudirnos en esas ocasiones, cada vez

    ms escasas, en las que recordamos. Quiz siempre haya culpabilidad, porque somosseres egocntricos hasta el ltimo suspiro. Es inherente a la individualidad, una verdadque no puede negarse, Al fin y a la postre, todos vemos el mundo a travs de laperspectiva personal de nuestros propios ojos.

    He odo a padres expresar su miedo a la propia mortalidad poco despus delnacimiento de un hijo. Es un temor que no abandona a un padre, en mayor medida, alo largo de los primeros doce aos de la vida de un hijo. No es por el nio por el quetienen miedo a morir -aunque indudablemente existe tambin tal preocupacin-, sinopor s mismos. Qu padre aceptara su muerte antes de que su hijo sea lo bastantemayor para recordarlo?

    Pues quin mejor puede poner un rostro a los huesos mezclados con laspiedras? Quin mejor puede evocar el brillo en unos ojos antes de que el cuervo

    acuda al reclamo?Ojal los cuervos planearan en crculo, y el viento se los llevara lejos, y losrostros no desaparecieran nunca para que nos recordaran el dolor! Cuando el toque arebato llame a la gloria, antes de que otros ejrcitos pisoteen los huesos mezcladoscon piedras, que los rostros de los muertos nos recuerden el precio.

    Ante m tengo una vista aleccionadora: las piedras salpicadas de rojo.En mis odos resuena un toque de advertencia: el graznido de los cuervos.

    Drizzt Do'Urden

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    ______ 1 ______POR AMOR A MI HIJO

    --Hemos de ir ms de prisa! -coment el humano por ensima vez esa maanasegn les pareci a los ms de cuarenta enanos que avanzaban en lnea a sualrededor. Alto incluso para ser humano, sacaba hombros y cabeza a los bajos yrechonchos enanos barbudos.

    --He mandado por delante a mis exploradores, que trabajan todo lo rpido quepueden -contest el general Dagna, un venerable guerrero con muchas batallas a suespalda.

    El viejo enano enderez y cuadr los an anchos hombros y sujet la punta de labarba amarillenta en el grueso cinturn de cuero antes de estudiar a Galen con unosojos todava penetrantes, una mirada escrutadora que haba logrado que los enanosdel Clan Battlehammer se escabulleran a la defensiva durante muchas, muchasdcadas. Dagna haba sido un comandante de guerra muy respetado desde que todostenan memoria, ms tiempo de lo que Bruenor llevaba de rey y antes de que Tiniebla

    Brillante, el dragn de las sombras, y sus secuaces los duergars conquistaran MithrilHall. Dagna haba ascendido al puesto de mando por sus proezas como guerrero ycomandante de campo, y nadie cuestionaba su destreza para liderar enanos a travsde conflictos difciles. Muchos haban esperado que fuera Dagna quien dirigiera ladefensa del risco que se ergua sobre el Valle del Guardin, por delante incluso delvenerable Banak Buenaforja. Como no ocurri as, se supuso que a Dagna se lonombrara regidor del reino cuando Bruenor estuvo al borde de la muerte.

    De hecho, a Dagna se le haban ofrecido ambas competencias por quienesestaban en disposicin de hacer que ocupara cualquiera de las dos, pero l las habarechazado.

    --No querrs que ordene a mis exploradores que avancen ms de prisa a riesgode delatar su presencia a trolls y similares, verdad que no?

    Galen Firth se ech ligeramente hacia atrs al or aquello, pero no parpade ni

    recul.--Lo que querra es que movieses esta columna lo ms rpido posible -repuso-.

    Mi ciudad est sometida a un terrible hostigamiento, puede ser que la hayan invadido,y al sur, fuera de estos tneles infernales, es posible que mucha gente se encuentre engrave peligro. Haba esperado que esa situacin fuera un acicate para los enanos queafirman ser nuestros vecinos y amigos.

    --Yo no afirmo nada -replic con presteza Dagna-. Hago lo que el regidor y mirey me ordenan que haga.

    --Y no te importan nada los cados?La pregunta de Galen, hecha sin rodeos, provoc que los enanos que se

    encontraban ms cerca dieran un respingo, ya que iba dirigida a Dagna, el orgullosoenano que haba perdido a su nico hijo haca pocas semanas. El guerrero contempl

    fija y largamente al hombre mientras enterraba el aguijn que lo impulsaba a dar unarespuesta iracunda y se recordaba cul era su sitio y su deber.--Vamos tan de prisa como se puede, y si quieres ir ms de prisa an, entonces

    puedes echar a correr y adelantarte. Les dir a mis exploradores que te dejen pasarsin impedimentos. Es muy posible que contine la marcha pasando sobre tu cadvercuando te encontremos medio devorado por los trolls camino adelante. Es muy posibleque a tus parientes de Nesme, si es que siguen por all, se los rescate sin tu ayuda. -Dagna hizo una pausa y mantuvo la mirada fulminante sobre Galen Firth un poco ms,en una silenciosa constatacin de que no hablaba por hablar-. Y tambin puede ser

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    que no ocurra as.Esas palabras le bajaron un tanto los humos a Galen, que resopl mientras se

    volva y ech a andar por el tnel que se abra ante ellos pisando fuerte adrede.Dagna se plant a su lado en un visto y no visto, y lo agarr firmemente del

    brazo.--Haz pucheros y cgete una rabieta si quieres, pero hazlo sin hacer ruido -le

    increp.Galen dio un tirn para soltar el brazo de los dedos del enano, firmes comotenazas, y sostuvo la mirada iracunda de Dagna con otra igualmente colrica.

    Varios enanos que estaban cerca pusieron los ojos en blanco y se preguntaron siDagna dejara a ese necio revolcndose en el suelo con la nariz rota. Esecomportamiento de Galen era muy reciente. Unos cincuenta enanos lo habanacompaado fuera de Mithril Hall muchos das antes, con rdenes del regidor Regis deque hicieran todo lo posible para ayudar a los asediados habitantes de Nesme. El viajehaba ido bien, sin incidentes, hasta que los atac un grupo de trolls en los tneles.Aquella lucha los haba obligado a huir un buen trecho hacia el sur y salir a lasuperficie, al borde de una extensa zona anegadiza, los Pantanos de los Trolls, peromuy desviados al este, segn los clculos de Galen Firth. As pues, se encaminaronhacia el oeste y encontraron ms tneles. En contra de las protestas de Galen, Dagna

    haba decidido que el grupo viajara mejor a cubierto, yendo por los corredoressubterrneos que iban en direccin oeste. Ms de tierra que de piedra, con races derbol colgando sobre sus cabezas y criaturas que reptaban por doquier entre el polvonegro, los tneles eran muy distintos de los que haban utilizado para dirigirse al surdesde Mithril Hall, lo cual slo consigui que Galen se sintiera ms desdichado. Lostneles eran ms estrechos, ms bajos, cosa que a los enanos les pareca estupendo,sobre todo teniendo en cuenta que unos enormes trolls los perseguan; a Galen, sinembargo, lo obligaban a caminar inclinado la mitad del tiempo.

    --Ests presionando demasiado al viejo -coment un enano joven, de nombreFender Mazofuerte, cuando hicieron el siguiente alto para comer.

    Galen y l estaban apartados del grueso del grupo, en una zona ms amplia yalta que permita que Galen estirara las piernas un poco, si bien eso no haba servido

    para mejorar su malhumor.--Mi empresa...--Sabemos cul es y cuenta con nuestro apoyo -le asegur Fender-. Todos

    sentimos por Mithril Hall lo mismo que t sientes por Nesme, no lo dudes.No obstante, el intento apaciguador de Fender no encontr respuesta en Galen,

    que hizo un gesto admonitorio con el largo dedo tan cerca del rostro del enano queFender tuvo que reprimir las ganas de arrancrselo de un mordisco.

    --Pero qu sabes t de mis sentimientos? -gru el humano-. Conoces a mihijo, que tal vez se encuentre hecho un ovillo al fro de la noche, o quiz haya sidoasesinado o est rodeado de trolls? Sabes la suerte corrida por mis vecinos?Ests...?

    --El general Dagna acaba de perder a su hijo -lo interrumpi Fender, y suspalabras consiguieron frenar un poco a Galen.

    Se llamaba Dagnabbit -continu-, un valeroso guerrero y un compaero leal,como lo son todos los suyos. Cay a manos de la horda orca en Shallows, defendiendoa su rey y a su pueblo hasta su ltimo aliento. Era el nico hijo de Dagna, con unacarrera tan prometedora como la de su padre. Los bardos enanos entonarn cantoscon el nombre de Dagnabbit largo tiempo. Pero supongo que esa idea no aplacar grancosa el ardiente dolor en la sangre del viejo Dagna ni cerrar la herida de su vetustocorazn. Y ahora vienes t, cretino de vida efmera, husmeador de nubes, exigiendoesto y aquello, como si tus necesidades fuesen mayores que las que nosotros, losenanos, pudiramos imaginar. Bah!, he intentado tomarme las cosas con calma

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    contigo. He intentado ver el miedo desde tu perspectiva. Pero sabes una cosa? Eresun prepotente, un avasallador que probablemente acabe pisoteado sobre la piedra sinvolver a ver su hogar como no cierres esa bocaza.

    El estupefacto Galen Firth sigui sentado unos instantes al mismo tiempo quebalbuceaba.

    --Me ests amenazando a m, un Jinete de Nesme? -consigui finalmente

    farfullar.--Lo que te estoy diciendo, como amigo o como enemigo, eso lo decides t, esque pelendote con Dagna en cada recodo del tnel no te ests ayudando ni a ti ni alos tuyos.

    --El tnel... -escupi el testarudo humano-. Deberamos estar al aire libre,donde podramos or las llamadas de mi gente o ver el resplandor de sus fuegos!

    --O encontrarnos rodeados por un ejrcito de trolls. A que eso seramaravilloso?

    Galen Firth resopl e hizo un ademn despectivo con la mano. Fender pill laindirecta y se incorpor, dispuesto a dejar solo al humano, aunque hizo una pausapara hacer un ltimo comentario.

    --Sigues comportndote como si estuvieses entre enemigos o seres inferiores.Como todos los habitantes de Nesme sean tan estpidos como t, tan necios como

    para no reconocer a un amigo cuando se presenta dispuesto a ayudar, entonces quinpondra en duda que a lo mejor los trolls estn hacindole un favor al mundo?

    Galen Firth tembl y, por un instante, Fender casi esper que el hombre se leechara encima e intentara estrangularlo.

    --Acud a vosotros, a Mithril Hall, como amigo! -arguy el humano en un tono lobastante alto como para llamar la atencin de los enanos agrupados alrededor deDagna, en la cmara principal del tnel.

    --Viniste a Mithril Hall en un momento de gran necesidad y todo lo que has hechoha sido protestar y exigir ms de lo que podemos darte -le corrigi Fender-. Aun as,el regidor Regis, al igual que todo el clan, asumieron el deber de la amistad, no comouna carga, sino con responsabilidad, pedazo de cretino! No estamos aqu porque ledebamos a Nesme una mierda, y, a la postre, hasta t tendras que ser lo bastante

    espabilado como para darte cuenta de que todos albergamos la misma esperanza, quees encontrar a tu chico y a todos los vecinos de la ciudad sanos y salvos.La opinin tajante, sin rodeos, dio que pensar a Galen, y en ese momento, antes

    de que decidiera si gritar o arrearle un puetazo, Fender se volvi, solt un despectivobah! y agit la callosa mano en direccin al humano.

    --Podrais intentar meter menos ruido, vale? -lleg una voz del otro lado, la delgeneral Dagna, que les asestaba una mirada iracunda.

    --Sigue en tus trece si quieres o piensa en lo que te he dicho -le dijo Fender aGalen a la par que repeta el gesto de la mano-. La decisin es tuya.

    Galen Firth se alej despacio del enano y se desplaz hacia el grupo que estabaen mitad de la cmara del tnel. Sin embargo, camin ms de soslayo que en unadireccin concreta, como para protegerse la espalda de la persecucin de palabras quesin duda le haban escocido.

    A Fender le alegr eso, aunque slo fuera por bien del propio Galen Firth y de laciudad de Nesme.

    * * *

    Tos'un Armgo, esbelto y gil, avanzaba a lo largo del tnel bajo con un dardosujeto entre los dientes y un cuchillo de filo aserrado en la mano. El elfo oscuro sealegraba de que los enanos hubieran vuelto bajo tierra; al aire libre se sentavulnerable, expuesto. Un ruido le hizo detenerse y pegarse ms al muro rocoso, de

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    manera que su cuerpo elstico se amold a las irregularidades y depresiones de lapiedra. Se arrebuj un poco ms en su piwafwi, la capa drow encantada que loocultara de miradas escrutadoras, y gir la cara hacia el muro, de forma que atisbabanicamente de reojo.

    Pasaron unos segundos. Tos'un se relaj al or que los enanos reanudaban surutina de comer y charlar. Crea que estaban a salvo por haber vuelto a los tneles, ya

    que pensaban que haban dejado atrs a los trolls. Despus de todo, qu troll leshabra seguido el rastro durante los dos ltimos das despus de la escaramuza?Ningn troll, eso lo saba Tos'un, a quien hizo sonrer tal idea. Los enanos no

    haban contado con el hecho de que sus brutos enemigos de apariencia bestialestuvieran acompaados por un par de ojos de elfo oscuro. Rastrearlos y conducir altroll de dos cabezas, llamado Proffit, y a su apestosa banda hacia esa segunda seccinde tneles no haba sido una tarea difcil para Tos'un.

    El drow ech un vistazo hacia el otro extremo, donde su compaera, lasacerdotisa Kaer'lic Suun Wett, esperaba agazapada encima de una piedra pegada a lapared. Ni siquiera Tos'un la habra visto, oculta bajo la piwafwi, de no haber sidoporque se movi cuando l gir la cabeza y levant un brazo en su direccin.

    Derriba al centinela -comunicaron velozmente sus dedos en el intrincado lenguajedrow-. Sera conveniente tener un prisionero.

    Tos'un respir profundamente y, en un gesto instintivo, fue a coger el dardo quesujetaba entre los dientes prietos. La punta estaba untada de veneno drow, unmejunje muy potente que pocos resistan. Cuntas veces haba odo esa orden deKaer'lic y de sus otros dos compaeros drows a lo largo de los ltimos cinco aos,pues, de todo el grupo, era l quien haba resultado ms hbil en capturar sujetos parael interrogatorio, sobre todo cuando el blanco formaba parte de un colectivo msgrande.

    Tos'un hizo una pausa y sac la mano que tena libre para que Kaer'lic pudieraverla.

    Es realmente necesario correr ese riesgo? Estn alerta y son muchos, -respondi.

    As sabr si ste es un grupo aislado o una avanzadilla de exploradores del.

    ejrcito de Mithril Hall!, replicaron de inmediato los dedos de Kaer'lic.La mano de Tos'un volvi al punto hacia el dardo. Tos'un no osara discutir conella sobre esos temas. Eran drows, y en el reino de los elfos oscuros, incluso en ungrupo que se haba apartado tanto de los convencionalismos de las grandes urbes de laAntpoda Oscura, la mujeres ocupaban un rango muy superior al de los varones, y lassacerdotisas de la Reina Araa, Lloth, estaban al ms alto nivel.

    El explorador se gir y se agazap ms an antes de empezar a medio andar,medio arrastrarse, hacia su blanco. Hizo un alto cuando oy que el enano levantaba lavoz y discuta con el nico humano que viajaba con el grupo. El drow se desliz haciaun lugar donde disfrutaba de una posicin ventajosa e idnea para seguir oculto.

    A no tardar, varios de los enanos que se encontraban un poco ms all lesdijeron a los dos que se callaran, y el enano que estaba cerca de Tos'un rezong algo ehizo un gesto al hombre con la mano.

    Tos'un mir hacia atrs una sola vez; despus se qued quieto y escuchando,hasta que su fino odo capt el ruido de la partida de guerra de Proffit que se acercaba.

    El drow se desliz hacia adelante. Atac primero con el brazo izquierdo y clav eldardo en el hombro del enano, e inmediatamente adelant la mano derecha, armadacon el cuchillo aserrado, con el que cort un tajo muy preciso en la garganta delenano. Habra sido fcil hacer un corte mortal, pero Tos'un hizo un sesgo con el armapara no cortar las arterias, la misma tcnica que haba utilizado haca poco con unenano en un torren prximo al Surbrin. Finalmente, el corte resultara letal, perodespus de un buen rato, no antes de que Kaer'lic interviniera y, con unos cuantos

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    hechizos de poca monta concedidos por la Reina Araa, salvara la vida de esadesdichada criatura.

    No obstante -pens Tos'un-, el prisionero desear que le hubieran dejadomorir.

    El enano se gir velozmente e intent gritar, pero el drow le haba cortado lascuerdas vocales. Entonces el enano intent asestar puetazos y arremeter contra l,

    pero el veneno ya empezaba a actuar. Sangrando por la herida mortal, el enano sedesplom en la piedra y Tos'un recul sigilosamente.--Bah, sigues siendo un boceras! -dijo alguien en el grupo-. Cllate, Fender,

    vale?Tos'un sigui retrocediendo.--Fender? -La llamada son ms insistente.Tos'un se aplast contra el ngulo del muro con el suelo y se volvi Invisible bajo

    la capa encantada.--Fender! -grit un enano.El drow sonri por su sagacidad, consciente de que los estpidos enanos creeran

    que su compaero, afectado por el veneno, estaba muerto.El grupo se alborot cuando los enanos se levantaron de un salto y asieron sus

    armas, y a Tos'un se le pas por la cabeza la idea de que la decisin de Kaer'lic de

    tomar a un prisionero podra salirles muy cara a Proffit y a sus trolls. El precio delataque inicial del drow haba sido el elemento sorpresa.

    Por supuesto, para el elfo oscuro aquello slo haca ms apetecible el asalto.

    * * *

    Algunos enanos llamaron a Fender en voz alta, pero la voz que ms se alz fue lade Bonnerbas Ironcap, el que estaba ms unido al centinela cado.

    --Trolls! -chill, y la palabra todava se abra paso en la comprensin de suscompaeros cuando les lleg tambin el olor de los repugnantes brutos.

    --Retroceded hacia fuego! grit el general Dagna.Bonnerbas vacil porque estaba a un paso de Pender. Avanz en lugar de

    retroceder y agarr a tu amigo por el cuello de la ropa. Fender se desplom, yBonnerbas solt una exclamacin ahogada cuando vio claramente la lnea de sangrebrillante. El enano estaba inerte.

    Bonnerbas lo dio por muerto o, si no lo estaba ya, lo estara en seguida.Entonces oy la carga de los trolls, alz la vista y comprendi que no tardara en

    reunirse con Fender en los Salones de Moradin.Retrocedi un paso, enarbol el hacha y, arremetiendo violentamente, abri un

    profundo tajo en los brazos del troll ms cercano. ste recul dando traspis y se fuede bruces, pero antes de que tocara el suelo sali rodando cuando lo arrollaron dostrolls que se abalanzaban sobre Bonnerbas.

    El enano asest otro hachazo y luego se volvi para huir, pero una garra de trolllo asi por el hombro. Bonnerbas fue consciente entonces de la enorme fuerza de losbrutos porque de repente se encontr volando hacia atrs, dando volteretas y

    rebotando contra piernas tan duras como troncos de rbol. Finalmente cay deespaldas con fuerza, pero aun as el furioso enano sigui blandiendo el hacha yconsigui propinar un par de golpes. Sin embargo, los trolls lo rodeaban, seinterponan entre l y Dagna y los otros, y el pobre Bonnerbas no tena adonde huir.

    Un troll alarg la mano hacia l, y el enano se las arregl para golpearle el brazocon fuerza suficiente como para seccionarlo por el codo, Ese troll aull y retrocedi,pero cuando Bonnerbas intentaba rodar sobre s mismo e incorporarse, el troll ms feoy enorme que haba visto en su vida apareci a su lado. Era un bruto con dos cabezasque lo miraban sonriendo de oreja a oreja. Mientras el troll se inclinaba para agarrarlo,

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    Bonnerbas ensay una arremetida.Cuando el hacha pas sin dar en nada, el enano se dio cuenta del engao, y

    antes de que tuviera ocasin de echar el arma hacia atrs, un pie enorme apareci porencima de l, baj con violencia y lo aplast contra el suelo.

    Bonnerbas intent forcejear, pero fue intil. Quiso respirar, pero la presin erademasiado grande.

    * * *

    Cuando los trolls apartaron a los dos enanos cados y los dejaron atrs, elgeneral Dagna slo pudo gruir y maldecirse en silencio por permitir que sorprendierana su tropa tan desprevenida. En su mente bulleron maldiciones y preguntas. Cmopodan haberlos seguido hasta los tneles unos trolls apestosos y estpidos? Cmohaban logrado esos brutos explorar y salvar el difcil acceso hasta la zona que habaconsiderado segura para hacer un alto y comer?

    Sin embargo, el revoltijo de pensamientos amain en la mente del veteranocomandante cuando se puso a dar rdenes para que su tropa formara. Su primera ideafue retroceder a los tneles bajos para que los trolls tuvieran que agacharse an ms,pero el instinto le aconsej que se quedara all, con un fuego ya encendido a mano; de

    modo que orden a sus muchachos que se situaran en formacin defensiva al otroextremo de la lumbre. El propio Dagna, que ocupaba el centro de la formacin decolumna de a cinco, dirigi el contraataque y se neg a ceder terreno en contra de lapresin de los trolls.

    --Frenadlos! -grit repetidamente mientras asestaba mazazos a diestro ysiniestro-. Machcalos! -bram al enano que tena al lado y que blanda una hacha-.No te abras paso entre ellos si eso les da ocasin de avanzar un solo palmo!

    El otro enano, que por lo visto se haba dado cuenta de que la idea era defenderel lado opuesto de la cmara a toda costa, dio un giro al hacha y empez a aporrear altroll que tena ms cerca con el canto romo de la hoja para mantenerlo a raya.

    Los cinco enanos hicieron lo mismo, y Galen Firth se situ detrs de Dagna yempez a asestar estocadas con la fina espada larga. Pero saban que no podran

    aguantar mucho tiempo, pues ms trolls se iban amontonando detrs de las primeraslneas y la mera presin de sus cuerpos haca avanzar a los de delante.Creyendo que todos estaban condenados, Dagna grit de rabia y golpe con

    tanta fuerza al troll que intentaba agarrarlo que la maza se quebr y arranc el brazopor el codo al bruto.

    El troll ni siquiera pareci darse cuenta del impacto, y Dagna comprendi suerror. Habra sobrepasado la lnea y entonces se encontraba en una posicinvulnerable.

    Pero el troll recul de repente, y Dagna se agach y solt una exclamacin desorpresa cuando la primera antorcha, gentileza de Galen Firth, entr en combate. Elhumano alarg el brazo por encima del enano agachado y arremeti con la ardienteantorcha contra el troll, que retrocedi de manera frentica para evitar el fuego.

    Indudablemente los trolls eran adversarios poderosos, y se deca -y era cierto-

    que si se despedazaba a uno en cien cachos el resultado era un centenar de trollsnuevos, pues cada trozo se regeneraba en una criatura entera. Sin embargo, tenan unpunto dbil, uno que todas las razas de los Reinos conocan bien: el fuego detena eseproceso de regeneracin.

    A los trolls no les gustaba el fuego.A Dagna y a los otros cuatro enanos les pasaron ms antorchas, y los trolls

    dieron un paso atrs, pero slo uno.--Adelante, pues! Por Fender y Bonnerbas! -bram Dagna, y todos los enanos

    prorrumpieron en vtores.

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    Pero entonces son un grito justo detrs del general.--Trolls en los tneles!Todos los tneles estaban bloqueados, y Dagna comprendi al insume que su

    tropa haba sido rodeada y no tena adonde huir.--A qu profundidad estamos? -pregunt a gritos.--No mucha. Hay races en el techo -respondi un enano.

    --Entonces, abrmonos paso por l! -orden el viejo enano.Al punto, los enanos prximos al centro del cerco, que se iba estrechando,enriaron en accin. Dos agarraron a un tercero y lo alzaron en vilo, bien alto; con elpico, el enano izado se puso a rebajar la tierra por encima de su cabeza.

    --Y a la cuenca de tres! -grit Dagna, y supo que no tena que decir mas parahacerse entender por sus compaeros.

    --Al piln con l! -lleg la coletilla apropiada por parte de ms de un enano.--Galen Firth, refuerza el agujero! -bram Dagna al humano.--Pero qu hacis? -demand el hombre-. Seguid luchando, buen enano,

    porque no tenemos adonde huir!Dagna amag con la antorcha, y el troll que se enfrentaba a l recul de un salto.

    El enano se gir rpidamente y empuj a Galen.--Ve all, necio, y scalos de aqu!

    Un aturdido Galen dio la espalda al combate de mala gana justo cuando la luz delda apareci por encima, a la izquierda de la lumbre. Los dos enanos que aguantabanal que picaba le dieron un tuerte impulso y lo lanzaron hacia arriba, donde l se aferry gate hacia la superficie.

    --Despejado! -inform.Entonces, Galen entendi el plan, corri hacia el agujero y de inmediato se puso

    a levantar enanos a pulso. No obstante, despus de aupar a cada uno tena que hacerun alto, porque los que estaban arriba empezaron a echar ms madera para el fuego.

    Dagna asinti con la cabeza y anim a su formacin a seguir con el combate. Loscinco lucharon con ferocidad, de forma admirable, coordinando los movimientos a finde que los trolls no pudieran avanzar. Pese a todo, los enanos tampoco ganabanterreno, y el corazn le deca al general que sus dos compaeros, Fender y Bonnerbas,

    estaban muertos.El duro enano apart el desalentador pensamiento de su mente y no dej que loarrastrara de vuelta a la pesadumbre por la prdida de su hijo. Se centr en la rabia,en la situacin apurada, y sigui adelante, blandiendo maza y antorcha. Detrs notque el calor se acrecentaba a medida que sus muchachos alimentaban el fuego. Yvaya si tendran que hacerlo si lo que intentaban era sacarlos a todos del tnel a lasuperficie!

    --Abajo los de ah delante! -grit una voz dirigida a Dagna y a su formacin.Como si fueran uno, los cinco enanos arremetieron ferozmente y obligaron a los

    trolls a dar un paso atrs. Despus, de nuevo todos a la vez, retrocedieron de un saltoy se echaron al suelo.

    Ramas y troncos ardiendo volaron por encima de sus cabezas y rebotaron en lostrolls, que se empujaron unos a otros, frenticos, en un intento de quitarse de en

    medio.A Dagna se le cay el alma a los pies porque, al observar la eficaz descarga,

    vislumbr ms all de la lnea desordenada a dos de los suyos tendidos, y sin dudamuertos, en el suelo. Entonces, los otros cuatro y l recularon hacia la zona situadajusto debajo del agujero y detrs de Galen, que segua aupando enanos hacia elboquete abierto en el techo.

    El tnel se fue llenando a cada segundo que pasaba ms y ms de humo, merceda la maleza y las ramas que seguan cayendo por el conducto. Una brigada de enanosacarreaba la lea al fuego. La broza -en su mayora, ramas finas de pino- arda con

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    rapidez y fuerza, y tras ser lanzada por el aire, haca retroceder a los trolls que seencontraban ms cerca, mientras que los troncos se echaban al montn parareemplazar los que ardan ya, que se apartaban y se arrojaban contra las filasenemigas. De manera gradual, los enanos iban construyendo muros de fuego ysellaban todos los accesos.

    El nmero de combatientes fue disminuyendo conforme los enanos trepaban a la

    superficie, aupados por el incansable Galen, que los pona en brazos de loscompaeros que los esperaban arriba. La actividad se volvi frentica cuando losefectivos menguaron hasta reducirse a unos pocos.

    El enano que estaba junto a Dagna lo inst a marcharse, pero el viejocascarrabias desestim la idea con el expeditivo mtodo de apartarlo de un manotazoque lo arroj en los brazos preparados de Galen Firth. Alzado hacia el agujero, sali alexterior. Uno tras otro, la formacin de Dagna disminuy.

    Galen le dio una enorme rama ardiendo a Dagna, y el viejo enano le pas lamaza para cargar el pesado tronco, que sujet en posicin horizontal y hacia adelante;lanzando un bramido, carg directamente contra los trolls. Las llamas le quemaron lasmanos, pero ms estragos causaron en los brutos, que chocaron unos contra otros ensu afn de alejarse del desenfrenado enano. Con un fuerte impulso, Dagna les arroj eltronco encendido y luego se volvi a todo correr hacia donde Galen lo esperaba. El

    humano se agach con las manos entrelazadas entre si, y Dagna salto sobre aquellasmanos que aguardaban su llegada. Galen se gir, guindolo justo hacia el agujero, y loimpuls baca arriba,

    El general no haba acabado de salir al exterior cuando Galen se volviinstintivamente para afrontar la carga troll que sin duda se estara produciendo, perovarios pares de manos enanas entraron por la abertura y aferraron firmemente losantebrazos de Galen.

    El humano fue izado a los gritos de Arriba con l!.La cabeza y los hombros salieron al exterior y, por un instante, Galen crey que

    lo haba conseguido.De pronto sinti unas garras que le sujetaban las piernas.--Tirad, majaderos! -grit el general Dagna, que corri hacia el grupo, agarr a

    Galen por el cuello de la ropa, clav los calones y tirone con todas sus fuerzas.Galen grit de dolor. Sali un poco por el agujero y en seguida volvi a hundirseun trecho; su cuerpo era como la cuerda del juego de tira y afloja.

    --Dadme una antorcha! -bram Dagna, y cuando vio que un enano corra en sudireccin con una rama encendida, solt a Galen, quien, durante un instante, casidesapareci por el agujero-. Agarradme por los pies! -orden el general mientrassorteaba a Galen.

    En el mismo momento en que un par de enanos lo sujetaron firmemente por lostobillos, Dagna se zambull en el agujero por detrs del humano, que forcejeaba y sedebata, y con la antorcha por delante; Galen solt un chillido cuando pas junto a l.

    El humano grit con frenes un poco ms al sentir que la antorcha le quemaba laspiernas, pero al punto qued libre. Los enanos sacaron de un tirn tanto a Galen comoa Dagna del agujero. El general no cedi terreno y aguant firme cuando un troll se

    irgui y alarg las manos hacia la abertura. El viejo enano lo aporre con la antorcha ylo mantuvo a raya hasta que sus muchachos pudieron llevar madera encendida encantidad y la arrojaron por el agujero.

    Llevaron troncos ms gruesos y los metieron a empujones, de manera queobstruyeron el acceso; despus, Dagna y los dems se apartaron para recobrar elaliento.

    Sin embargo, un grito los hizo ponerse en movimiento de nuevo, porque taponarel agujero con troncos encendidos no haba detenido a los trolls. Las garras de lasbestias araaban la tierra para abrir sus propias salidas al exterior.

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    --Poneos en pie y largumonos de aqu! -rugi Dagna, y los enanosemprendieron la marcha a gran velocidad a travs de campo abierto.

    A mucho tuvieron que ayudarlos, e incluso cargar a dos de ellos, pero elrecuento mostr que slo haban perdido a dos: Fender y Bonnerbas. No obstante,ninguno quiso calificar el choque como una victoria.

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    ______ 2 ______HUESOS Y PIEDRAS

    La descomposicin y la putrefaccin se haban alzado con la victoria del da,reptando entre piedras y rocas. Cadveres hinchados irradiaban vaho al aire fro de lamaana y los ltimos vestigios de calor desaparecan flotando en formasinsustanciales: la energa de la vida perdida en el constante plaido paliativo del vientoindiferente.

    Drizzt Do'Urden caminaba por los lmites inferiores del campo de muerte con untrapo atado sobre la negra tez para protegerse del hedor. Casi todos los cadveres delterreno bajo eran de orcos; muchos haban muerto a causa del estallido monumentalque haba tumbado la cresta de la montaa hacia la ladera donde se disputaba elgrueso de la batalla. Aquella explosin haba convertido la noche en da, haba lanzadollamas trescientos metros hacia lo alto y haba arrojado toneladas de cascotes sobre elenjambre de monstruos, a los que la onda expansiva haba aplastado contra el suelo.

    --Una arma menos que habr de reponer -dijo Innovindil.

    Drizzt se gir para mirar a su compaera, la elfa de superficie. La elfa rubiatambin llevaba la cara cubierta, aunque su belleza no menguaba por ello. Por encimadel pauelo, los brillantes ojos azules observaban a Drizzt y el mismo viento quetransportaba la peste de la muerte sacuda los largos mechones dorados a su espalda.Esbelta y grcil, los pasos que daba Innovindil le parecan una danza a DrizztDo'Urden, y ni siquiera el peso de su dolor, pues haba perdido a su compaero yamante, Tarathiel, era lastre suficiente para que tuviera el nimo por los suelos.

    Drizzt la observ mientras la elfa se inclinaba sobre un cadver conocido, el deUrlgen, hijo de Obould Muchaflecha, el orco que haba empezado la espantosa guerra.Innovindil haba matado a Urlgen o, ms bien, l se haba matado a s mismo sinquerer: al darle un cabezazo a la elfa, se haba empalado en una daga que ella habadesenvainado en ese momento. Innovindil plant un pie en la cara hinchada del orcomuerto, asi la empuadura de la daga con firmeza y la sac de un tirn. Sin apenas

    torcer el gesto, se agach un poco ms y limpi la hoja en la camisa del orco muerto,tras lo cual la volte en el aire, la recogi y la envain en la funda que llevaba sujeta altobillo.

    --Ni se han molestado en saquear el campo de batalla, ya fuera a los enanosmuertos o los cadveres de los suyos -coment la elfa.

    Ese detalle ya se haba hecho patente incluso antes de que su pegaso,Crepsculo, se hubiese posado en la rocosa vertiente de la montaa. La zona estabadesierta por completo a pesar de que los orcos no andaban lejos. Hasta la parejallegaban las voces desde el valle situado detrs de la cima de la ladera, desde el parajellamado Valle del Guardin, que sealaba la entrada occidental a Mithril Hall. Drizztsaba que los enanos no haban ganado la batalla aun cuando el nmero de cadveresorcos superaba con mucho al de sus amigos barbudos. Al final, los orcos los haban

    empujado desde la escarpa hasta el Valle del Guardin, de vuelta a su agujero enMithril Hall. Los orcos haban pagado un alto precio por aquel pedazo de tierra, peroera suyo. Dada la profusin del contingente orco agrupado fuera de las puertascerradas de la fortaleza del Clan Battlehammer, a Drizzt no se le ocurra ningn modode que los enanos recuperaran el terreno perdido.

    --Que la batalla no haya acabado no es la nica razn de que el saqueo no sehaya producido -respondi Drizzt-. Hasta ahora, los orcos no han tenido un momentode reposo, primero empujando a los enanos de vuelta a Mithril Hall, y despuspreparando a su gusto el rea adyacente a las puertas occidentales. Dira que volvern

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    aqu a no tardar.Alz la vista hacia Innovindil y la vio distrada, de pie ante los restos de una

    lucha particularmente desagradable, con la mirada fija en un cmulo de cuerpos. Drizztentendi su sorpresa antes incluso de acercarse y confirmar que la elfa se encontrabaen el punto donde l haba contemplado cmo los camorristas, la famosa brigadaRevientabuches, plantaban una valerosa resistencia. Se par al lado de la elfa y torci

    el gesto ante el espantoso cuadro de cuerpos hechos trizas -en los muchachos deThibbledorf Pwent jams haba habido nada sutil-, y su gesto se torci ms an alfijarse en ms de una docena de enanos muertos, todos formando un montnapretujado. Haban muerto, del primero al ltimo, protegindose unos a otros; un finaladecuado paro los valerosos guerreros.

    --Sus armaduras... -empez Innovindil al mismo tiempo que sacuda la cabezacon una expresin mezcla de estupor, espanto y asco.

    No hizo falta que aadiera ms para que Drizzt entendiera a la perfeccin, ya quela armadura de los Revientabuches propiciaba a menudo ese desconcierto. Repleta deafiladas placas solapadas entre las que sobresalan abundantes pinchos mortferos, laarmadura de un Revientabuches converta el cuerpo de un enano en una armadevastadora. Mientras que otros enanos cargaban enarbolando picos, hachas deguerra, mazas y espadas, los Revientabuches cargaban, sin ms.

    Drizzt: haba pensado inspeccionar el rea con ms detenimiento para ver si suviejo amigo Thibbledorf se encontraba entre los muertos, pero cambi de idea. Sermejor que siga mi camino, reflexion. El recuento de muertos se haca despus de laguerra.

    Claro que tambin esa actitud era la que le permita a Drizzt justificar suincapacidad de regresar con el Clan Battlehammer y enfrentarse a la realidad de quetodos sus amigos haban muerto, abatidos en la ciudad de Shallows.

    --Vayamos a la cresta -dijo-. Deberamos descubrir qu ocasion esa explosinantes de que los secuaces de Obould vuelvan aqu para dejar limpios los cadveres.

    Innovindil accedi de buen grado y se puso en camino hacia el devastado perfilde piedra.

    Si ella y Drizzt hubiesen avanzado slo otros veinte pasos hacia el borde del Valle

    del Guardin habran encontrado otro cmulo de cuerpos revelador: orcos, algunostendidos tres en hilera, muertos y con un nico agujero quemado por toda herida.Drizzt Do'Urden conoca una arma, un arco llamado Taulmaril, que infliga ese

    tipo de herida, un arco manejado por su amiga Catti-brie, a quien crea muerta enShallows.

    * * *

    El enano Nikwillig se encontraba sentado en la vertiente oriental de unamontaa, recostado pesadamente en una piedra, y se enfrentaba a tal desesperacin ydesaliento que tema quedarse paralizado en el sitio hasta que la inanicin o algn orcodescarriado se lo llevara por delante. Le consolaba saber que haba cumplido con sudeber y que su expedicin a los picos situados al este del campo de batalla haba

    ayudado a darle la vuelta al encarnizado conflicto; al menos lo necesario para queBanak Buenaforja se las arreglara para conducir la mayora de los enanos vertienteabajo, hacia la seguridad de Mithril Hall, por delante de la hora orca.

    Aquel momento de victoria pasaba una y otra vez por la mente debilitada delenano como una letana para alejar los miedos acuciantes que le despertaba lasituacin apurada en que entonces se encontraba. Haba trepado por las laderas hastasituarse por encima de las huestes adversarias mientras que el campo de batallasegua envuelto en la oscuridad de la madrugada, y haba vuelto su atencin y elespejo que llevaba hacia el sol naciente. Haba dirigido el rayo reflejado por el espejo

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    hacia la ladera opuesta de la cresta y lo haba movido hasta localizar el segundo espejocolocado all, iluminando as la diana para Catti-brie y su arco mgico.

    Entonces, Nikwillig haba visto iluminarse repentinamente la oscuridad y unestallido de fuego que se haba alzado trescientos metros sobre el campo de batalla.Semejante a la ondulacin en un estanque o al golpe de viento que dobla la hierba deuna pradera, las ondas de aire caliente y de desechos se haban extendido a partir de

    la monumental explosin y haban barrido los lmites septentrionales del campo debatalla, donde la mayora de los orcos iniciaban la carga. Se haban desplomado enhileras, muchos para no volver a levantarse. Su carga qued frenada, igual que sehaban frenado los enanos.

    As pues, Nikwillig haba hecho su trabajo, pero aunque haba partido confiandoen lograr aquel resultado, el enano de Felbarr haba sabido que sus posibilidades deregresar no eran muchas. Banak y los dems no podan esperarlo hasta que bajara atrompicones, y aunque hubieran querido hacerlo, cmo iba Nikwillig a pasar a travsdel enjambre de orcos que se interpona entre l y los otros enanos?

    Aquel da se haba separado de las tropas enanas para emprender una misinsuicida y no lo lamentaba, pero eso no borraba el miedo real que se agazapaba y loenvolva a medida que vea acercarse la hora de su muerte.

    Entonces pens en Tred, su compaero de Felbarr. Los dos, junto con varios

    compaeros ms, haban partido de la ciudadela del rey Emerus Warcrown un dasoleado, no haca mucho, en una tpica caravana de mercaderes. Aunque la ruta era untanto diferente de la habitual, pues tenan el propsito de consolidar una nueva rutacomercial tanto para el rey Emerus como para sus propios bolsillos, no habanesperado topar con verdaderos peligros. Desde luego, jams esperaron tropezar conla avanzadilla de la fuerza de asalto orca ms grande que se recordaba en la regin!Nikwillig se pregunt qu habra sido de Tred. Habra cado en la terrible batalla ohabra conseguido bajar al Valle del Guardin y entrar en Mithril Hall?

    El desolado enano solt una risita de impotencia al recordar que Tred habadecidido previamente marcharse de Mithril Hall y regresar a casa, a la CiudadelaFelbarr, para llevar las noticias. Luchador vido y aguerrdo, curtido en la batalla, Tredhaba pensado actuar como emisario entre las dos fortalezas y, el colmo de la irona,

    Nikwillig lo haba disuadido.--Ah, qu tonto eres, Nikwillig! -exclam el enano, y sus palabras se las llev elviento gemebundo.

    En realidad no crea lo que haba dicho ni siquiera mientras pronunciaba la frase.Se haban quedado porque haban llegado a la conclusin de que estaban en deuda conel rey Bruenor y con su pueblo, porque haban decidido que la guerra tena que ver conla solidaridad de los enanos Delzoun, con mantenerse unidos, hombro con hombro, enuna causa comn.

    No, no haba sido tonto por quedarse y no lo haba sido por ofrecerse voluntario,incluso por haber insistido, en ser el que llevara el espejo para captar los primerosrayos del amanecer. Despus de todo, l no era guerrero. Se haba metido libremente,como deba ser, en ese aprieto, pero saba que el camino que lo aguardabaprobablemente tendra un final rpido y atroz.

    El enano se puso de pie, ech un vistazo por encima del hombro al Valle delGuardin, y de nuevo desestim toda idea de ir en esa direccin. Claro que era la rutams corta y ms segura a Mithril Hall, pero llegar a ella significaba tener que cruzar uninmenso campamento orco. Aun en el caso de que fuera capaz de lograr semejantehazaa, los enanos se haban metido en su agujero y las puertas estaban cerradas sinmuchas probabilidades de que fueran a abrirse pronto.

    Slo queda ir hacia el este -decidi Nikwillig-. Al ro Surbrin y con suerte, apesar de los pronsticos, ms all.

    Le pareci or un ruido cerca e imagin que una patrulla orca lo estaba vigilando,

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    presta para saltar sobre l y matarlo a golpes. Respir profundamente y ech a andar.Su tenebroso viaje haba comenzado.

    * * *

    Drizzt e Innovindil se desviaron al sur en su camino hacia la destrozada cresta y

    avanzaron en ngulo, de manera que divisaron el Valle del Guardin muy cerca delpunto donde los enanos haban colocado la hilera de tubos metlicos. Esa lneaascenda desde el nivel del suelo hasta la entrada a los tneles que zigzagueaban pordebajo de lo que antes haba sido la silueta de la cresta. Ni que decir tiene queninguno de los dos saba para que era la tubera. Tampoco tenan ni idea de que losenanos, siguiendo instrucciones de Nanfoodle, el gnomo, haban conducido hacia arribagases naturales desde las bolsas subterrneas, gases que haban llenado los tnelesque corran por debajo de los gigantes -desconocedores de lo que pasaba- y de suscatapultas.

    Tal vez si la pareja hubiese tenido tiempo para plantearse lo de la tubera,descender del risco e inspeccionarla con ms detenimiento, Drizzt e Innovindil habranempezado a descifrar el misterio de la gigantesca bola de fuego. En ese momento, sinembargo, la bola de fuego era el menor de sus problemas, ya que all abajo pululaba

    como un enjambre el ejrcito de orcos ms grande que cualquiera de los dos habavisto nunca, virtualmente un mar de formas oscuras arremolinadas en torno a losobeliscos que marcaban el Valle del Guardin. Miles, decenas de miles, se movan allabajo, y de vez en cuando la figura descomunal de un gigante de escarcha destacabaentre la masa indistinta.

    Mientras recorra la multitud con la mirada, Drizzt Do'Urden atisb ms y ms deesos monstruos colosales, y trag saliva al darse cuenta de la magnitud del ejrcito.En el valle haba centenares de gigantes, como si la poblacin de colosos de laColumna del Mundo al completo hubiese acudido a la llamada del rey Obould.

    --Ha conocido un da ms negro la Marca Argntea? -inquiri Innovindil.Drizzt se volvi para mirarla, aunque no saba con seguridad si le estaba

    haciendo una pregunta o si haca simplemente un comentario.

    La elfa gir la cabeza para encontrarse con la mirada de sus ojos color deespliego.--Recuerdo cuando Obould se las ingeni para expulsar a los enanos de la

    Ciudadela Felbarr -explic-. Y qu negro fue ese da! Pero, aun as, fue como si el reyorco hubiese trocado un agujero por otro. Mientras que su conquista tuvoconsecuencias terribles para el rey Emerus Warcrown y los otros enanos felbarrenses,en ningn momento se contempl como una amenaza a la regin en s. El monarcaorco haba aprovechado una oportunidad inesperada y, en consecuencia, se alz conuna victoria que todos confibamos en que fuese efmera, como as ocurri. Peroesto... -Dej la frase sin acabar y sacudi la cabeza con impotencia mientrascontemplaba el valle y al masivo ejrcito orco.

    --Hemos de suponer que la mayora de los enanos del Clan Battlehammer se lasarreglaron para regresar a los tneles -razon Drizzt-. No ser nada fcil aniquilarlos,

    tenlo por seguro. En su terreno, el Clan Battlehammer repeli en una ocasin el ataquede Menzoberranzan. Dudo de que haya bastantes orcos en todo el mundo paraapoderarse de Mithril Hall.

    --Quiz tengas razn, pero acaso eso importa?Drizzt mir a la elfa con curiosidad. A punto de contestar que cmo no iba a

    importar tal cosa comprendi todo el alcance de los temores de Innovindil y refren lalengua.

    --No -convino con la elfa-. La fuerza reunida por Obould no es un contingente alque se puede hacer retroceder fcilmente de vuelta a sus agujeros de la montaa.

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    Sern necesarias las tropas de Luna Plateada y Everlund, tal vez incluso las deSundabar... Y de la Ciudadela Felbarr y la Ciudadela Adbar. Harn falta los elfos delBosque de la Luna y el ejrcito del Marchion Elastul de Mirabar. Todo el norte ha deagruparse en ayuda de Mithril Hall en estos momentos de adversidad, cuando ms lonecesita.

    --E incluso si se es el caso ser a un alto coste, un coste horrible -contest

    Innovindil, que volvi la vista hacia el sangriento campo de batalla sembrado decadveres-. Esta degollina del risco parecer una escaramuza y los cuervos de la MarcaArgntea estarn cebados.

    Mientras la elfa hablaba, Drizzt sigui escrutando el panorama, por lo que reparen un movimiento al oeste, que en seguida identific como una fuerza de orcos queascenda por una ruta circular para salir del Valle del Guardin.

    --Los carroeros orcos no tardarn en llegar -anunci-. Pongmonos en marcha.Innovindil sigui contemplando el valle un poco ms.--No hay seales de Amanecer -observ, refirindose al pegaso compaero de

    Crepsculo y que haba sido la montura de Tarathiel, su camarada.--Obould lo tiene todava, y vivo, estoy seguro -contest Drizzt-. Ni siquiera un

    orco destruira una criatura tan magnfica.Innovindil sigui con los ojos fijos en el horizonte e hizo un ligero encogimiento

    de hombros antes de volverse hacia Drizzt para mirarlo dilectamente de nuevo.--Confiemos en ello -dijo.El elfo oscuro se levant, la tom de la mano y, juntos, descendieron hacia el

    norte, a lo largo de la cresta de piedras reventadas y fracturadas. La explosin habahecho saltar el techo de la cspide y haba dejado un barranco chamuscado. En unsitio encontraron una catapulta quemada que, a saber cmo, segua conservando laforma a despecho de la tremenda deflagracin.

    Los descubrimientos que hicieron, no obstante, planteaban ms preguntas enlugar de dar respuestas, de forma que la pareja no tena la ms remota idea de qupodra haber causado semejante cataclismo.

    --Una vez que hayamos encontrado un modo de entrar en Mithril Hall podrspreguntarles a los enanos -dijo Innovindil cuando ya estaban lejos del campo de

    batalla, en una meseta despejada donde esperaban el regreso del alado Crepsculo.Aparte de un ligero asentimiento de cabeza, Drizzt no respondi a lo queimplicaba el comentario de la elfa con respecto al regreso a la fortaleza enana, en laque no tendra ms opcin que afrontar sus miedos.

    --Algn truco de los dioses, quiz -aadi la elfa.--O de los Harpell -apunt Drizzt.Se refera a una familia de hechiceros excntricos y poderosos (demasiado

    poderosos para su propio bien o para el de los que estaban a su alrededor), de lapequea comunidad de Longsaddle, situada a muchos kilmetros al oeste. Los Harpellya haban acudido antes en auxilio de Mithril Hall, y tenan una vieja amistad conBruenor y su pueblo. Drizzt los conoca lo suficiente como para saber que si habaalguien capaz de provocar sin querer una catstrofe semejante como la ocurrida en lacresta era aquel extrao clan de atolondrados humanos.

    --Los Harpell?--Cuanto menos sepas de ellos, mejor -repuso muy seriamente el elfo oscuro-.

    Baste con decir que Bruenor Battlehammer mantiene ciertas amistades pococonvencionales.

    No bien haba pronunciado las palabras, Drizzt se dio cuenta de la Irona quehaba en ellas, y mir a Innovindil al mismo tiempo que esbozaba una sonrisa que erafiel reflejo de la de la propia elfa.

    --Si no me equivoco, no tardaremos en saberlo -coment ella-. De momento,tenemos que ocuparnos de nuestros propios deberes.

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    --Por Amanecer -convino Drizzt, que estrech la mano tendida de Innovindil-. Ypor venganza. Tarathiel descansar en paz cuando Obould Muchaflecha haya muerto.

    --Muerto por la estocada de una espada -inquiri la elfa mientras llevaba lamano hacia la empuadura de su arma- o por el filo de una cimitarra?

    --Creo que por el filo de una cimitarra -contest Drizzt sin la menor vacilacin; sevolvi a mirar hacia el norte-. Me he propuesto matarlo.

    --Entonces, por Tarathiel y tambin por Bruenor -adujo Innovindil-. Por los quehan muerto y por el bien del norte.--O simplemente porque deseo matarlo -dijo Drizzt en un tono tan fro e

    impasible que un escalofro recorri la columna vertebral de la elfa. No respondiporque no le habra salido voz.

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    _____ 3 _____PASIN

    Con un gruido que ms pareca de clera que de pasin, Tsinka Shinriil hizo queObould se girara y se encaram sobre l.

    --Los has metido en su oscuro agujero! -grit la chamana con los ojos muyabiertos, tanto que el blanco amarillento de los globos oculares se vea nulo alrededorde las oscuras pupilas, lo que le daba una expresin mas semejante a una caricaturade demencia que cualquier otra cosa-. Ahora excavaremos en ese agujero!

    El rey Obould Muchaflecha mantuvo a raya a la excitada hechicera sin dificultadmientras ella intentaba rodearlo con su cuerpo tembloroso, y los gruesos y musculososbrazos del orco la levantaron del jergn de paja.

    --Mithril Hall caer ante el podero de Obould es Gruumsh -continu Tsinka-. Ypoco despus, la Ciudadela Felbarr volver a ser tuya. Los Venceremos a todos!Acabaremos con los seguidores de Bruenor y de Emerus! Nos baaremos en susangre!

    Obould se encogi ligeramente de hombros y apart a la orca a un lado, fueraincluso del jergn. Ella cay al suelo gilmente y volvi a encaramarse junto a l,babeantes las comisuras de la boca por la que asomaban los colmillos.

    --Hay algo que Obould es Gruumsh no pueda conquistar? -pregunt al mismotiempo que trepaba sobre l de nuevo-. Mithril Hall, Felbarr... Adbar! S, Adbar!Todas caern en nuestro poder. Todas las fortalezas enanas del norte! Haremos huir alos pocos que no devoremos. Libraremos el norte de la maldicin de los enanos.

    Obould esboz una sonrisa, pero la mueca era ms un gesto burln hacia lasacerdotisa que un modo de mostrar su acuerdo con ella. Ya haba odo la mismaletana antes; de hecho, la haba odo una vez tras otra.

    Desde que las puertas occidentales de Mithril Hall se haban cerrado, aislando ensu agujero al Clan Battlehammer, Tsinka y los otros chamanes haban barbotadoridculas esperanzas sobre conquistas masivas por toda la Marca Argntea y ms all.

    Y Obould comparta tales esperanzas. Lo que ms deseaba era recobrarCiudadela Muchaflecha, a la que los enanos haban vuelto a poner nombre deCiudadela Felbarr. Pero Obould vea la locura que era seguir ese curso. Se habaalertado sobre ellos a la totalidad de la regin.

    Cruzar el Surbrin significara entablar batalla con los ejrcitos de Luna Plateada yde Everlund, sin duda, as como con los elfos del Bosque de la Luna y las fuerzascombinadas de los enanos Delzoun al este del profundo y glido ro.

    --Eres Gruumsh! -dijo Tsinka, que le agarr la cara y lo bes bruscamente-.Eres un dios entre los orcos! -volvi a besarlo-. Gerti Orelsdottr te teme! -Tsinkachill y lo bes una vez ms.

    Obould esboz una mueca al rememorar su ltimo encuentro con la princesa delos gigantes de la escarcha. Gerti lo tema, vaya que s. O debera, porque Obould la

    haba superado en el breve combate, la haba tirado al suelo, y ella se habaescabullido. Era una hazaa sin precedentes y haba servido para evidenciar a todoslos que la presenciaron y a todos a los que se la contaron que el rey Obould era muchoms que un simple orco. Tena el favor de Gruumsh el Tuerto, dios de los orcos. Lehaba dotado de fuerza y velocidad, una agilidad extraordinaria y, a su entender, dems perspicacia que nunca.

    O tal vez esa perspicacia no era tan reciente. Quiz Obould, despus de haberconquistado de manera tan insospechada todo el territorio que haba entre la Columnadel Mundo, el Paso Rocoso, el ro Surbrin y los Pantanos de los Trolls con tanta

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    facilidad e irrefrenable poder, estaba contemplando el mundo bajo una perspectivadistinta y superior.

    --... en Mithril Hall... -deca Tsinka cuando Obould enfoc de nuevo su atencinen la balbuciente hechicera. Al parecer advirti su repentina atencin e hizo una pausapara retomar la idea desde un punto previo-. Tenemos que entrar en Mithril Hall antesdel invierno. Hemos de aniquilar al Clan Battlehammer para que la noticia de su

    derrota y humillacin se propague antes de que la nieve cierre el paso. Trabajaremosen las forjas enanas a lo largo del invierno para reforzar nuestro armamento.Saldremos en primavera como una fuerza imparable a travs de la regin

    septentrional y devastaremos y aniquilaremos a todos los que sean tan necios comopara presentar resistencia!

    --Hemos perdido muchos orcos al empujar a los enanos bajo tierra -arguyObould con intencin de frenarla un poco-. Las piedras estn teidas de sangre orca.

    --Se derramar sangre! -grit Tsinka-. Y morirn ms! Deben morir ms!Nuestra primera gran victoria est a nuestro alcance!

    --Nuestra primera gran victoria ya se ha conseguido -la corrigi Obould.--Entonces, tenemos ante nosotros la segunda gran victoria! -le respondi ella a

    gritos-, una victoria digna del que es Gruumsh. Nos Hemos apoderado de piedras yterreno agreste. An falta recibir la recompensa.

    Obould la apart estirando los brazos del todo y gir la cabeza para mirarlamejor. Estaba temblando de nuevo, aunque el rey orco no habra sabido decir si erapor la pasin o por la rabia. El cuerpo desnudo de la hechicera brillaba por el sudor a laluz de la antorcha, y tena los msculos tensos, agarrotados, temblorosos, como unmuelle enroscado en exceso.

    Mithril Hall tiene que caer antes del invierno -repiti Tsinka, entonces mscalmada-. Gruumsh me lo ha mostrado. Era Bruenor Battlehammer quien se erguasobre esa piedra y rompa el flujo de la oleada de orcos, privndonos as de unavictoria mayor.

    Obould gru al or aquel nombre.--Se ha propagado el rumor de que est vivo. Al parecer el rey de Mithril Hall se

    ha levantado de entre los muertos. Se trata de un reto de Moradin a Gruumsh, es que

    no lo ves? Eres el campen de Gruumsh, de eso no cabe duda, y el rey BruenorBattlehammer lo es de Moradin. Zanja esto y znjalo cuanto antes; has de hacerloantes de que los enanos se agrupen y acudan a la llamada de Moradin, igual que losorcos se unieron al mandato de Obould.

    Aquello dio que pensar al rey orco porque tena ms sentido de lo que habraquerido admitir. No estaba deseoso de entrar en Mithril Hall. Saba que su ejrcitotopara con obstculos y dificultades a cada paso del camino. Podra soportar unaprdida de efectivos tan tremenda y aun as ser capaz de asegurar el territorio que sepropona que fuera su reino?

    Indudablemente, el rumor se haba extendido por las filas orcas igual que sepropagaba un incendio por la hierba seca de una pradera. No poda negarse laidentidad del enano que haba dirigido la lnea defensiva en la retirada al interior de lafortaleza subterrnea. Era Bruenor, a quien se haba dado por muerto en Shallows. Era

    Bruenor, que haba Vuelto de la tumba.Obould no era tan necio como para desestimar la importancia de ese giro en los

    acontecimientos. Entenda hasta qu punto su presencia era una acicate para susguerreros; as pues, porque no iba a tener Bruenor ese efecto estimulante en lossuyos? Obould odiaba a los enanos ms que a ninguna otra raza, incluso ms que a loselfos, pero la amarga experiencia sufrida en la Ciudadela Felbarr le haba despertadoun respeto a regaadientes por ese pueblo achaparrado y barbudo. Haba tomadoFelbarr en un momento oportuno y con el elemento sorpresa a su favor, peroentonces, si se hacan las cosas como Tsinka quera, conducira a sus tropas hacia una

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    fortaleza enana defendida y preparada. Haba alguna raza en todo Toril que supieradefender mejor su hogar que los enanos?

    Tal vez los drows, pens, y la idea desvi sus reflexiones a los acontecimientosdel sur, donde se supona que dos elfos oscuros ayudaban a Proffit y a sus trolls ahostigar a Mithril Hall desde esa posicin. Obould comprendi que sa sera la clave dela victoria si decida caer sobre el reino subterrneo. Si Proffit y sus apestosas bestias

    conseguan hacer salir a un buen nmero de guerreros enanos y atraer en parte laatencin de Bruenor, un golpe audaz y directo contra las puertas cerradas del extremooccidental de Mithril Hall podra proporcionarle acceso al interior.

    El rey orco volvi la vista hacia Tsinka y se dio cuenta de que, por as decir, surostro reflejaba lo que estaba pensando, ya que la chamana enseaba los dientes enuna amplia sonrisa y en los oscuros ojos bulla la excitacin del deseo; deseo deconquista y deseo por l. El gran rey orco afloj los brazos y dej que el peso deTsinka reposara sobre l al mismo tiempo que apartaba de su mente todos los planes.No obstante, mantuvo la imagen de enanos muertos y puertas enanasdesmoronndose porque para Obould esas ideas eran absolutamente embriagadoras.

    * * *

    El aire fro haca que cada zarandeo resultara un poco ms doloroso, pero Obouldapret los dientes y presion las piernas con ms fuerza alrededor de los costados delpegaso. El blanco equino tena las alas atadas firmemente hacia atrs. Obould noestaba dispuesto a dejarle que alzara el vuelo, porque el pegaso no estaba en absolutodomado en lo que concerna a los orcos. Obould haba visto al elfo montado en lacriatura sin el menor problema, pero todos los orcos que se haban subido a su lomohaban salido lanzados por el aire, y ms de uno haba acabado pisoteado por la bestiaantes de que los adiestradores pudieran tenerla bajo control.

    Todos los orcos haban salido disparados por encima de las orejas salvo Obould,que cea tan poderosamente las piernas alrededor de los flancos del pegaso que elanimal no haba conseguido desmontarlo todava.

    La criatura levant la grupa en una cabriola, y el cuerpo de Obould recibi una

    violenta sacudida en el cuello que le hizo doblar la cabeza hacia atrs, hasta el puntode que le pareci ver al revs la coz que lanzaban las patas traseras como remate dela corcova. Aferr con ms firmeza la gruesa cuerda del ronzal y, entre gruidos,apret las piernas alrededor de los flancos de la montura, tan fuerte que pens que lerompera las costillas.

    Sin embargo, el pegaso sigui dando brincos, girando en mitad de un salto ycoceando violentamente. Por su parte, Obould encontr el ritmo en aquel frenes y,poco a poco, las sacudidas empezaron a ser menos impetuosas.

    Los giros del pegaso tambin empezaron a hacerse ms lentos, y el rey orcoesboz una mueca al comprender que la bestia se estaba cansando por fin. Aprovechese momento para relajarse un poco y su sonrisa se ensanch al comparar las salvajessacudidas del animal con las de Tsinka la noche anterior. Una comparacinapropiada, pens lascivamente.

    Entonces sali volando por el aire, por encima del lomo del pegaso, cuando elanimal se lanz a una repentina y frentica serie de brincos. Obould se golpefuertemente contra el suelo al caer de cara y torcido, pero rechaz el dolor con ungruido y se oblig a girar en una postura que le devolvi cierta dignidad, aunque nolograra ponerse de pie. Mir a su alrededor un momento, alarmado, al pensar queaquella voltereta en el aire podra menoscabar su imagen a los ojos de los orcos queestuvieran por all. A decir verdad, todos lo miraban con incredulidad -o con gestoestpido, resultaba difcil diferenciar lo uno de lo otro- y tan sorprendidos que losentrenadores ni siquiera hicieron intencin de agarrar al pegaso.

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    Y el equino se diriga hacia el rey orco cado en el suelo.Obould sonri de oreja a oreja y se incorpor de un salto, abiertos los brazos,

    para soltar un tremendo rugido con el que invitaba a luchar al pegaso.La montura se fren en seco, resopl y pate el suelo.Obould se empez a rer, con lo que rompi la tensin, y camin directamente

    hacia el pegaso como si lo retara a atacarlo. El animal ech las orejas hacia atrs y se

    puso en tensin.--A lo mejor debera comerte -dijo sosegadamente Obould, que se par delantede l y lo mir a los ojos, lo que, huelga decir, consigui que el pegaso se pusiera msnervioso-. S, tu carne ser deliciosamente tierna, no me cabe duda.

    El rey orco sigui mirando fijamente al pegaso unos segundos ms y despus segir y solt una risotada, y los orcos que estaban cerca se sumaron a su regocijo.

    Tan pronto como tuvo la seguridad de haber recobrado la dignidad perdida,Obould se volvi hacia el pegaso y pens de nuevo en Tsinka.

    Ri con ms ganas cuando sobrepuso mentalmente la cabeza equina sobre la dela fiera y apasionada chamana, pero mientras que el hocico y los rasgos ms alargadoseran muy distintos a los de la hechicera, al rey orco le pareci que, aparte de blancodel globo ocular alrededor de los iris de Tsinka, los ojos eran muy semejantes: lamisma intensidad, la misma tensin, las mismas emociones salvajes e incontrolables.

    No, iguales no son, acab razonando Obould, porque mientras que lassacudidas y el brillo chispeante de los ojos de Tsinka eran producto de la pasin y elxtasis, los virajes y el frenes del caballo alado eran resultado del miedo.

    No, no es miedo, se le ocurri de repente a Obould. No era miedo. El animalno era salvaje, no lo acababan de capturar ni haca falta domarlo. Lo haban montadodurante aos, y jinetes elfos, cuyas piernas flacuchas no servan para sujetarse alomos de un pegaso que no quisiera que lo montaran.

    La reaccin del animal no era fruto del miedo, sino de puro odio.--Ah, bestia lista! -dijo suavemente el rey orco, y las orejas del pegaso se

    irguieron y volvieron a aplastarse como si entendiera cada palabra-. Guardas fidelidada tu amo, y a m, que lo mat, me odias. Nunca dejars de oponerme resistencia siintento subirme a tu lomo, verdad que s?

    El orco asinti con la cabeza y estrech los ojos para escrutar intensamente alpegaso.--O no? -pregunt, y su mente se orient en direccin distinta, como si enfocase

    las cosas bajo el punto de vista del pegaso.El animal lo haba engatusado a propsito para que se confiara, encaramado a su

    espalda. Se haba comportado como si estuviera calmado, y justo cuando l se habarelajado, se haba puesto a saltar de nuevo como un loco.

    --No eres tan listo como te crees -le dijo al pegaso-. Deberas haber esperado atenerme en las nubes antes de tirarme por encima de las orejas. Deberas habermehecho creer que era tu amo. -El orco resopl y se pregunt a qu sabra la carne depegaso.

    Los amaestradores tuvieron bajo control al animal poco despus, y el jefe de lacuadrilla se volvi hacia Obould.

    --Volveris a montar hoy, mi dios?Para sus adentros, Obould se ri burlonamente del ttulo, aunque jams

    intentara disuadirles para que no lo usaran.--Tengo mucho que hacer -dijo sacudiendo la cabeza.Repar en que los orcos trababan bruscamente las patas traseras al pegaso.--Basta! -orden, y el grupo de orcos se qued paralizado-. Tratad a la bestia

    con cuidado, con el debido respeto.Sus palabras fueron causa de expresiones incrdulas en mayor o menor grado.--Busca nuevos entrenadores! -bram al jefe de la cuadrilla-. Ahora se le dar

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    un trato suave. Nada de golpes!Mientras hablaba, Obould comprendi el error que haba cometido al distraer a la

    cuadrilla, porque el pegaso dio un brusco y repentino tirn que lo libr de un par deorcos que lo sujetaban, y acto seguido coce con fuerza y alcanz de lleno la frente deldesafortunado orco que le haba trabado las patas traseras. El orco sali lanzado por elaire y empez a retorcerse en el suelo y a gemir lastimeramente.

    Los orcos orcos se volvieron de manera instintiva para castigar al pegaso, peroObould los fren en seco con un grito.--Basta!Mir directamente al pegaso y despus al jefe de los orcos.--Cualquier marca que vea en el animal tendr rplica en tu pellejo -prometi.Cuando el jefe de cuadrilla se encogi, sacudido por los temblores, Obould supo

    que haba hecho su trabajo. Ech una mirada de desprecio al necio gravemente herido,que segua retorcindose en el suelo, y se alej de all.

    * * *

    La sorpresa reflejada en la cara de los centinelas gigantes de la escarcha -unoscolosos apuestos y bien proporcionados de cuatro metros y medio de estatura- no era

    menor que la que Obould haba dejado plasmada en la de sus compaeros orcoscuando les inform, con clamorosas protestas por parte de Tsinka Shinriil entre otros,que iba a visitar a Gerti Orelsdottr solo. No exista duda alguna respecto a la malasangre que haba entre Gerti y Obould. En su ltimo encuentro, el orco haba tumbadoa la giganta en el suelo, lo que era causa de vergenza y supona un ultraje.

    Obould caminaba con la cabeza alta y la mirada fija al frente, a pesar de que nisiquiera llevaba el maravilloso casco protector que los chamanes haban preparadopara l. Los gigantes lo rodeaban por doquier como torres; muchos portaban espadasque eran ms largas que alto el rey orco.

    Al aproximarse a la entrada de la inmensa cueva en la que Gerti se habainstalado temporalmente -muy al sur de su montaa natal-, los guardias gigantes sedesplazaron hasta formar un pasillo ante l. Dos filas de imponentes brutos lo

    contemplaban desde su aventajada altura con una sonrisa burlona. Cuando el rey orcopasaba, los gigantes que dejaba atrs se giraban y lo seguan para cerrar cualquierposible ruta de escape.

    Obould no toc la espada larga que descansaba sujeta a su espalda y mantuvoalzada la barbilla, e incluso se las arregl para esbozar una sonrisa que transmitaconfianza en s mismo. Saba que estaba rindiendo, fsicamente, el terreno alto, perotambin saba que tena que hacerlo as para conquistar, emocionalmente, ese terrenoalto.

    Advirti cierto alboroto dentro de la cueva y vio formas colosales que iban deaqu para all. Cuando entr, despus de que la vista se ajustara al repentino cambiode la claridad del da en el exterior al apagado brillo de unas cuantas antorchas,descubri que no tendra que hacer mucho para conseguir la audiencia que buscaba.Gerti Orelsdottr, hermosa y terrible conforme a los cnones de los gigantes, se

    encontraba al fondo de la cueva y lo observaba con una expresin mezcla de sospechay desprecio.

    --Se dira que has olvidado tu squito, rey Obould -dijo, y a Obould le dio lasensacin de que en su voz se trasluca un atisbo de amenaza.

    Con todo, segua teniendo la certeza de que la giganta no actuara contra l. Lahaba derrotado en combate singular y, efectivamente, la haba avergonzado, peromayor sera su vergenza ante los suyos si echaba a otros sobre l como castigo. Porsupuesto, Obould no acababa de entender a los gigantes de la escarcha -susexperiencias con ellos eran bastante limitadas-, pero saba que se trataba de

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    verdaderos guerreros, y los guerreros casi siempre compartan ciertos cdigos dehonor.

    Las palabras de Gerti consiguieron que muchos de los gigantes que seencontraban en la cueva soltaran risitas y cuchichearan.

    --Hablo en nombre de los millares que somos -repuso el rey orco-, igual que ladama Orelsdottr habla en nombre de los gigantes de la escarcha de la Columna del

    Mundo.Gerti se irgui y estrech los enormes ojos de color azul, un azul que hacaparecer ms intenso an el viso azulado de la piel de la giganta.

    --Habla pues, rey Obould. An me quedan muchos preparativos que hacer y nopuedo perder tiempo.

    Obould adopt una postura relajada, deseoso de ofrecer una apariencia tranquilay segura. A juzgar por los murmullos que sonaron a su alrededor, tuvo la satisfaccinde constatar que su actitud haba encontrado resonancia.

    --Hemos conseguido una gran victoria aqu, dama Orelsdottr. Nos hemosadueado del territorio septentrional en una extensin como nunca se haba visto.

    --Nuestros enemigos apenas han empezado a alzarse contra nosotros -argument Gerti.

    Obould asinti para mostrar su conformidad en ese punto.

    --Te pido que no niegues nuestro progreso -dijo-. Hemos hecho que se cierrenlas dos puertas de Mithril Hall. Es posible que Nesme haya sido destruida y que laposicin en el Surbrin est consolidada. No es momento para que dejemos que nuestraalianza se... -Hizo una pausa y gir lentamente la cabeza para sostener un instante lamirada de todos y cada uno de los gigantes que estaban presentes.

    Dama Orelsdottr, hablo en nombre de los orcos, decenas de miles de orcos. -Hizo hincapi en el impresionante clculo aproximado-. Tu lo haces en nombre de losgigantes. Vayamos a parlamentar en privado.

    Gerti adopt una pose que Obould haba visto muchas veces ya, una que eraobstinada y pensativa por igual. La giganta apoy una mano en la cadera y se volvijusto lo suficiente como para que la torneada pierna asomara por el corte de la faldadel vestido blanco, y frunci los labios en un gesto que bien poda interpretarse como

    un puchero o como una mueca burlona justo antes de lanzarse sobre un enemigo paraestrangularlo.Obould respondi a eso con una reverencia respetuosa.--Acompame -pidi Gerti, y cuando el gigante situado ms cerca de ella inici

    una protesta, la giganta lo hizo callar con el ceo ms fiero que el orco haba visto ensu vida.

    El rey orco pens que todo iba esplndidamente.A peticin de Gerti, Obould la sigui por un corredor. El orco dedic unos

    instantes a examinar los muros, ensanchados por los gigantes obviamente, mediantecortes nuevos en la piedra, claramente visibles. Tambin la altura del techo era mayorque la que tendra una formacin natural; todos los salientes haban sido rebajadospara que los altos seguidores de Gerti pudieran caminar por el corredor sin agacharse.Se trataba de un trabajo impresionante, sobre todo considerando la eficacia y la

    rapidez con las que se haba realizado. Obould no haba imaginado que los gigantesfueran tan hbiles para trabajar la piedra con rapidez, una revelacin que sin dudapodra serles til si finalmente decida echar abajo las puertas de Mithril Hall.

    Saltaba a la vista que la estancia situada al final del pasadizo era la cmara deGerti porque estaba cerrada por una pesada puerta de madera y decorada con muchaspieles de oso espesas y suntuosas. De forma harto significativa, Gerti apart unascuantas con el pie hasta dejar a la vista un trozo suelo desnudo, e indic a Obould quese sentara all.

    El rey orco no protest ni discuti, y an sonrea cuando se agach para sentarse

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    con las piernas cruzadas mientras desenvainaba la espada en el proceso. La espadaera tan larga que no le habra permitido sentarse sin quitrsela de espalda. Coloc elacero sobre las piernas cruzadas, a punto, pero de nuevo adopt una actitud relajada ymantuvo las manos lejos de la empuadura, sin mostrar el menor atisbo de amenaza.

    Se dio cuenta de que Gerti observaba todos sus movimientos con atencin,aunque intentaba fingir indiferencia mientras se volva hacia la puerta para cerrarla.

    Luego cruz la estancia hacia el montn de pieles ms grande y tom asiento conactitud recatada. Aun as, segua estando muy por encima del rey orco, que adems deestar sentado en el suelo, era bastante ms pequeo que ella.

    --Que quieres de m, Obould? -pregunt Gerti sin andarse por las ramas, contono brusco y sin pestaear.

    --Estamos enfadados, los dos, por el retorno del rey Bruenor y por haber perdidouna gran oportunidad -contest el orco.

    --Y por la prdida de gigantes de la escarcha.--Y en mi caso, ms de un millar de orcos, entre ellos mi propio hijo.--Para m no valen lo que uno solo de mi especie -replic Gerti.Obould encaj el insulto en silencio y se oblig a pensar a largo plazo en lugar de

    levantarse de un salto y matar a aquella bruja.--Los enanos valoran a los suyos tanto como nosotros a los nuestros, dama

    Orelsdottr -argument-. No se ufanan de una victoria aqu.--Muchos escaparon.--A un agujero que se ha convertido en una prisin; a unos tneles que quiz

    apestan ya con el tufo a troll.--Si Donnia Soldou y Ad'non Kareese no hubieran muerto, tal vez tendramos

    noticias ms claras sobre Proffit y su pandilla de desgraciados -dijo Gerti, refirindosea dos de los cuatro drows que haban actuado como consejeros y exploradores paraella y para Obould, y a los que se haba encontrado muertos al norte de su posicinactual.

    --Lamentas su muerte?La pregunta hizo pensar a la giganta, que hasta delat su sorpresa al enarcar

    fugazmente una de las perfiladas cejas.

    --Te habrs dado cuenta, por supuesto, de que slo nos estn utilizando a suconveniencia -recalc el rey orco.Gerti volvi a enarcar la ceja, pero en esa ocasin la mantuvo as unos segundos.--Sorprendida? -aadi Obould--Son drows. nicamente miran por s mismos y por sus propios deseos. Claro

    que lo s. Slo un estpido habra pensado otra cosa.Pero te has sorprendido, pens Obould, aunque no dijo nada.--Y si los otros dos mueren con Proffit en el sur, pues tanto mejor -aadi Gerti.--Despus de que no los necesitemos -arguy el orco-. Los drows que quedan

    sern importantes si intentamos abrirnos paso en las defensas de Mithril Hall.--Abriros paso en las defensas?Habra sido difcil que Obould no notara la incredulidad que denotaba su voz o la

    duda implcita.

    --Tomar el reino subterrneo.--Tus orcos perecern a millares.--Sea cual sea el precio que paguemos, valdr la pena -respondi Obould, y tuvo

    que esforzarse para que no se le notaran en la voz sus verdaderas dudas-. Tenemosque seguir presionando a nuestro enemigo antes de que tenga ocasin de organizarsey coordinar los ataques. Los tenemos casi fuera de combate y no permitir queafiancen los pies en el suelo. Y conseguir la cabeza de Bruenor Battlehammer, al fin.

    --Entonces, reptaris por encima de los cadveres de orcos para conseguirlo,pero no sobre los cuerpos de gigantes muertos.

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    Obould acept aquello con un asentimiento de cabeza, convencido de que silograba tomar los tneles de los niveles superiores de Mithril Hall, Gerti entrara en eljuego.

    --Slo necesito a los tuyos para abrir brecha en el exterior de la concha -dijo.--Hay formas de desencajar hasta las puertas ms grandes -coment una Gerti

    que pareca intrigada de repente.

    --Cuanto antes resquebrajis la concha, antes tendr la cabeza del rey Bruenor.Gerti solt una risita y accedi con un asentimiento de cabeza. Obouldcomprendi, por supuesto, que seguramente estaba ms interesada en la posibilidadde ver diez mil orcos muertos que en una derrota de los enanos.

    Obould utiliz la gran fuerza de sus piernas para levantarse del suelo mientrasechaba la espada hacia atrs y la enfundaba en la vaina sujeta a la espalda. Respondia Gerti con otro cabeceo, abandon la cmara y pas pavonendose entre las hilerasde guardias gigantes sin perder el aire engallado.

    A despecho de su actitud tranquila y segura, sin embargo, tena revuelto elestmago. Gerti se pondra en marcha, y no le caba duda de que les proporcionaraacceso al reino subterrneo a l y a su ejrcito; pero mientras consideraba la ejecucinde su peticin, la mera idea lo reconcoma. Una vez ms, imagin fortalezas oreasrepartidas por todas las cumbres de la regin, protegidas por murallas defensivas que

    forzaran a cualquier atacante a pelear duramente para ganar cada palmo de terreno.Cuntos enanos, elfos y humanos tendran que yacer muertos entre esas

    cumbres antes de que la maldita trada renunciara a su propsito de erradicarlo yaceptara la conquista como algo definitivo? A cuntos enanos, elfos, y humanostendra que matar antes de que sus orcos pudieran entrar en el reino subterrneo yrecibieran su parte de la munificencia del ancho mundo?

    Esperaba que a muchos, porque disfrutaba matando enanos, elfos y hum