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174 AUTOBIOGRA.FÍA. CAPITULO XI. llEolBESO DE BOLÍVAR Á ANGOSTURA.-MORILLO SE PRESENTA DE- LANTE DE SAN FERNANDO.-HERÓICO PATRIOTISMO DE LOS HABI- TANTES DE ESTA CIUDAD.-INCIDENTE CURIOSO DE MI CAMPAIilA CONTRA MORILLO.-V ARIOS ENCUENTROS _DE LAS FUERZAS DE MI MANDO CON LAS DE LOS REALISTAS.-MI OPINION SOBRE EL PLAN DE OPERACIONES QUE DEBrAMOS ADOPTAR CONTRA MORILLO.- GLORIOSA VICTORIA EN LAS QUESERAS DEL MEDIO.-FUGA DE LOS REALISTAS.-PROCLAMA DE BOLÍVAR Á LOS BRAVOS DE APURE • . -LISTA DE LOS HÉROES DE LAS QUESI~RAS DEL MEDIO. 1819. A PRINCIPIOS de Enero de este año volvió el Libertador á San Juan de Payara '* j pero inmediatamente regresó á An- gostura para asistir á la apertura del Congreso que debia reunirse allí, dejándome el mando del ejército y facultades para obrar á discrecion en defensa del territorio de Apure, amenazado por Morillo de invasion con un fuerte ejército que había estado organizando hacia mas de dos meses en el lugar del Chorreron, á dos jornadas de tropa de San Fer- nando. Tenia yo mí cuartel general en este punto, ::i poco del re- greso de Bolivar, cuando se presentó Morillo delante de aquella plaza con cinco mil infantes y dos mil caballos. Yo no disponía entonces sino de cuatro mil hombres, entre in- fantes (reclutas) y caballería. Era el ejército de Apure el mas fuerte con que contaban 108 patriotas en Venezuela, y no me pareció prudente expo- .. Ent6nces me l,regunt6 si no temi .. yo que el hecho de las actas de que y.. hice men- cíon, tuviera malas consecuencíaa j le contesté que no, puesto que 108autores del phm so habían retractado, y convencidos de que 110 estaba en sus atribuciones el dar aquel paso, me habían suplicado olvidara lo p ..... do. Ent6uces se tranquiliz6 Bolivar.

174 AUTOBIOGRA.FÍA.una ligera escaramuza provocada por el comandante Narciso Lopez que con un escuadron de carabineros se acercó áha-cernos fuego por laespalda. Yo dispuse que veinticinco

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174 AUTOBIOGRA.FÍA.

CAPITULO XI.

llEolBESO DE BOLÍVAR Á ANGOSTURA.-MORILLO SE PRESENTA DE-

LANTE DE SAN FERNANDO.-HERÓICO PATRIOTISMO DE LOS HABI-

TANTES DE ESTA CIUDAD.-INCIDENTE CURIOSO DE MI CAMPAIilA

CONTRA MORILLO.-V ARIOS ENCUENTROS _DE LAS FUERZAS DE MI

MANDO CON LAS DE LOS REALISTAS.-MI OPINION SOBRE EL PLAN

DE OPERACIONES QUE DEBrAMOS ADOPTAR CONTRA MORILLO.-

GLORIOSA VICTORIA EN LAS QUESERAS DEL MEDIO.-FUGA DE LOS

REALISTAS.-PROCLAMA DE BOLÍVAR Á LOS BRAVOS DE APURE •

. -LISTA DE LOS HÉROES DE LAS QUESI~RAS DEL MEDIO.

1819.

A PRINCIPIOS de Enero de este año volvió el Libertador áSan Juan de Payara '* j pero inmediatamente regresó á An-gostura para asistir á la apertura del Congreso que debiareunirse allí, dejándome el mando del ejército y facultadespara obrar á discrecion en defensa del territorio de Apure,amenazado por Morillo de invasion con un fuerte ejércitoque había estado organizando hacia mas de dos meses en ellugar del Chorreron, á dos jornadas de tropa de San Fer-nando.Tenia yo mí cuartel general en este punto, ::i poco del re-

greso de Bolivar, cuando se presentó Morillo delante deaquella plaza con cinco mil infantes y dos mil caballos. Yono disponía entonces sino de cuatro mil hombres, entre in-fantes (reclutas) y caballería.Era el ejército de Apure el mas fuerte con que contaban

108 patriotas en Venezuela, y no me pareció prudente expo-

.. Ent6nces me l,regunt6 si no temi .. yo que el hecho de las actas de que y .. hice men-cíon, tuviera malas consecuencíaa j le contesté que no, puesto que 108autores del phmso habían retractado, y convencidos de que 110 estaba en sus atribuciones el dar aquelpaso, me habían suplicado olvidara lo p..... do. Ent6uces se tranquiliz6 Bolivar.

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nerlo contra fuerzas snperiores, no solo en número sino encalidad. Por lo mismo, resolví adoptar otro género deguerra, guerra de movimiento, de marchas y contramarchas,y tratar de llevar el enemigo á los desiertos de Cariben.

Esto resuelto, convoqué á todos los vecinos de la ciudadde San Fernando á una reunión, en la cual les participé laresolucion que tenia dc abandonar todos los pueblos y dejaral enemigo pasar los rios A pure y Arauoa sin opm~icion,paraatraerlo á los desierto!' ya citados. Aquellos impertérritosciudadanos acogieron mi idea con unanimidad y me propu-sieron reducir la ciudad á cenizas para impedir que sirvieseal enemigo de base de operaciones militares muy importan-tes, manifestándome ademas que todos ellos estaban dis-puestos á dar fuego á sus casas con sus propias manos cuan-do llegara el caso y tomar las armas para incorporarse alejército libertador. Ejecutóse así aquella sublime resolu-cion al presentarse el ejército realista en la ribera izquierdadel rio. iOh! tiempos aquellos de verdadero amor á la li-bertad!

Morillo al divisar el incendio no pudo ménos de confesar laimposibilidad de someter á gente de tal calibre. El hechoprueba otra vez que" el ciudadano que se interesa en eltriunfo de la cansa por la cual se bate el soldado, no se detie-ne en sacrificios de ningun linaje, cuando estos ayudan al buenéxito de la cansa."De paso me ocurre aquí referir un incidente curioso de

aquella campaña.Atravesó el ejército realista el rio Apure sin oposicion, y

nosotros nos retiramos al otro lado del Arauca. Cuando yatenia Morillo su ejército preparado para el dia siguiente mar-char en nuestra busca, hice traer cuatro caballos salvajes á laorilla de su campamento, y como á tiro de fusil. Siendo lasdiez de la noche mandé que les atáran cueros secos al raboy que los soltáran en direccion al campamento haciendo almismo tiempo algunos tiros. Los caballos partieron furiosa-mente disparados por entre el campamento, y los españolescreyeron que les venía encima una tremenda carga de caba-llería; varios cuerpos rompieron el fuego, cundió el desör-

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den por todas partes, y nuestros caballos hicieron mas estra-go en su impetuosa carrera que los dos mil bueyes que Ani-ballanzó sobre el campamento romano. Al dia siguiente nopudieron los españoles ponerse en marcha, y dos ó tres díasperdieron en organizarse.

Salió entonces Morillo en busca nuestra y habiéndonosencontrado en el paso del Caujaral, rio de Arauca, dondehabiamos resuelto resistirle atrincherados con algunas piezasde artillería, estuvimos cambiando tir"ossin interrupcion pordos dias. Conociendo que no podia forzar la posicion, eljefe español se dirijió al paso Marrereño á donde llegó alamanecer del 4 de Febrero.

Allí tenia yo situado al comandante Fernando Figueredocon un escuadron de carabineros á distancia de tres ó cuatroleguas de mi cuartel general. Aquel jefe fué atacado vigo-rosamente con artillería é infantería y resistió con admirabledenuedo, pero sin poder impedir que los realistas pasáran elrio por otro punto á media milla mas abajo del paso Marre-reño en seis canoas que habian sido traidas desde San Fer-nando. Sabiendo yo por Figueredo que se hallaba atacadopor todo el ejército enemigo, me puse en marcha con seis-cientos lanceros para reforzarle, pero cuando llegué al punto,ya mas de mil infantes habian pasado el rio.Desde que tuvimos al enemigo con el rio á retaguardia,

principié á ejecutar mi plan. Coloqué mi infantería en laisla de la Urbana, situada en el Orinoco, y el resto de lacaballería, la remonta y la emigrarion de los pueblos comar-canos en lugares seguros. Tomando todas estas díspoaicíones,salí con ochocientos hombres á buscar al enemigo y en elhato de Cañafístola eneontré al general Morales que contres mil hombres venia hácia este punto. Habiendo com-prendido que no era aquel todo el ejército, lo ataqué; masMorales, favorecido del bosque en la orilla del Arauca, sepuso en retirada sobre el Caujaral, como á medía legua dedistancia de donde habia quedado Morillo con el resto delejército. Este ataque les costó muy caro, porque Moralesperdió allí un escuadron que había destinado á cojer ganado.Entonces mandó cuatro hombres para dar parte á Morillo

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del aprieto en que se hallaba: acudió éste con el resto delejército y yo entónces organicé mis ochocientos hombres encuatro columnas paralelas formando un cuadrado, y me puseen retirada con órden de que si la caballería enemiga noscargaba, como era de esperar lo hiciera confiada en su número,mas que doble del nuestro, las dos columnas de retaguardia sepusieran al trote y pasáran por entre las dos de delante: queentonces estas volvieran carns una á la derecha y otra ála izquierda y luego que las dos de atrás ejecutáran la mismaevolucion para cargar de frente al enemigo que no debía es-perar tan repentina vuelta á la ofensiva.

Morillo nos fué persiguiendo desde las ocho de la mañanabasta las seis de la tarde, casi siempre á distancia de tiro defusil; pero nunca quiso comprometer su caballería, aunqueera esta numéricamente superior á la nuestra. Solo tuvimosuna ligera escaramuza provocada por el comandante NarcisoLopez que con un escuadron de carabineros se acercó á ha-cernos fuego por la espalda. Yo dispuse que veinticinco hom-bres lo cargaran repentinamente y tal sorpresa causó á Lopezaquel ataque, que mandó á sus carabineros echar pié á tierra,y sin embargo de que tal medida lo ponia en peor situacion,porque mal podía contener el ímpetu de nuestros caballos noteniendo bayonetas sus carabinas, se salvó por no haber car-gado los nuestros en peloton, como yo se los habia ordenado.

Pernoctó aquella noche Morillo en el Congrial de Cuna-biche muy cerca de la entrada al desierto de Cariben. yanduvo acertado en no pasar adelante, pues allí no habríaencontrado recursos de ningun género, y en el caso forzosode retirada hubiera tenido que luchar con las emboscadasque yo me proponía tenderle por la espalda.

Morillo, harto perito y avisado, no quiso internarse mas yen la noche siguiente contramarchó, repasó el Arauca y sefué á la ciudad de Acháguas donde estableció su cuartel ge-neral.

En la retirada le seguia yo con mis ochocientos hombres,molestándole sin cesar con guerrillas por el frente, los flan-cos y la retaguardia. Diariamente le hadamos prisioneros, ysobre todo se le impedía recoger con facilidad ganados para

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racionarse. Una de las guerrillas compuesta de treinta bom-bres de la Guardia, al mando del infatigable Aramcndi, atacóvigorosamente á Ia caballería enemiga cuando cruzaba el rioArauca por el paso del Caujaral y á pesar de los prodigiosque hizo Aramendi en las sucesivas cargas que dió á aquella,fué puesto en fuga con pérdida de doce hombres entre muer-tos y prisioneros. Nuestros enemigos también perdieron al-guna gente, y entre ellos fué herido el comandante AntonioRamos por un jóven soldado de la Guardia llamado Juan Tor-ralba, que perseguido por él se tiró á tierra, le atravesó consu lanza y se apoderó del caballo que montaba el jefe español,

El comandante Juan Gómez, destinado á obrar entre lospuebles San Fernando y Guasimal, logró destruir, cn las in-mediaciones de este último, el escuadron mandado por el co-mandante realista Palomo, que recogia víveres para abastecerla plaza de San Fernando.

En tal estado se hallaba la campaña cuando Bolívar llegóá mi cuartel general en el Caujaral de Cunabiche, á fines deMarzo, con la resolucion de buscar y atacar á los realistas.Habiendo de paso tomado el mando de la infantería que

estaba en la Urbana y el resto de la caballería, me pidió in-formes sobre el número del ejército enemigo: yo le aseguréque ascendia á seis mil hombres," y que por eso no habiacreido prudente empeñar todas mis fuerzas en un combategeneral, sino entretenerlo á larga distancia de Carácas á fintambien de dar tiempo á Urdaneta para que ocupase dichaciudad con mil quinientos hombres que se pusieron Ú Sil dis-posieion en la isla de Margarita, segun habia dispuesto Bo-lívar. Si Morillo marchaba contra este, era mi intencion se-guirlo con todo el ejército.Bolívar aprobó el plan, pero observó que estábamos muy

• El Libertador no quiso creer que ('1enemigo tuviese tanta fuerza; pero lOA prisio ..neros europeos que hizo llamar lo dijeron 'lue constaba del mismo número que yehabía dicho. Todavía so negó ti creerlo, y preguntándoles el número de batalloneshizo UUIl cuenta con la~ plnzns de que estos se componían, y asogur6 que el enemigono podiu tener mas de tres mil hombres. Mas tarde, cuando Bolivar tU\"Q lu entre ..Tista con Morillo, esto le confesé quo cn la época. en que estamos ahora de nuestra na.r ..ración tenia siete mil hombres.

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distantes de Morillo para darle alcance cuando se pusiera enmarcha sobre Urdaneta. Se le hizo Ia observacion de que sinos acercábamos más con todo el ejército, podia el generalespañol comprometernos á dar una batalla. Estuvo deacuerdo con mis observaciones; pero dijo que era preciso,para quedar mas espeditos en la persecucion de Morillo,que el ejército pasara el Arauca, Así lo hizo, y despues decruzado el rio en San Juan de Payara, resolvió ponerse enmarcha para Acháguas con objeto de atacar á Morillo.

A cinco leguas de esta ciudad nos encontramos con elsegundo batallon de Valencey, á las órdenes de Pereira, ydoscientos hombres de caballería, al mando de NarcisoLopez, en un trapiche, llamado de la Gamarra, rodeado debosques por todas partes. Bolívar lo mandó atacar con cuatrobatallones que fueron dispersados en menos de un cuarto dehora; mas sabedor el enemigo por algunos prisioneros deque aun quedaba un batallón que no entró en accion y dosmil hombres de caballería á quienes el terreno impedia ma-niobrar, se puso en retirada sobre Acháguas. Bolívar se ocu-pó en reunir los dispersos, y luego contramarchó sobre laribera del Arauca,

El día siguiente, cuando supo que Morillo venia sobre no-sotros con su ejército, me llamó á una conferencia para sa-ber mi opinion sobre el plan que debiamos adoptar; yo esta-ba algo resentido porque no habia atendido á mis observa-ciones anteriores, y le manifesté simplemente que me sentíadispuesto á secundarle en cualquier plan que él adoptase,aunque no mereciese mi nprobacion, N o satisfecho con esto,y como para obligarme á emitir mi opinion, convocó á losjefes á una junta ele guerra. El general Soublette dijo enella que no con otro objeto que el ele oir mi parecer habiaBolívar convocado aquella reunión, y ya me pareció sobradaterquedad resistirme por mas tiempo. A mas de las razonesque yo habia comunicado anteriormente á Bolívar y querepetí entonces, añadí que debíamos hacer todo lo posiblepor no exponer á Guayuna, único punto por donde estába-mos recibiendo recursos del extranjero: conservar la infan-tería, porque si era destruida, Morillo verificaria impune-

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mente su marcha sobre aquel punto, lo cual tenia yo porcierto era su íntencion; y sobre todo que debiamos tratar deconservar siquiera por un año un ejército para inspirar con-fianza á los patriotas.

Despues de la conferencia, Bolívar, siguiendo la opinionde la junta, dispuso que pasáramos el rio Arauca para evitarel compromiso de un encuentro con el enemigo. El dia des-pues llegó Morillo á la ribera izquierda de este rio y se acam-pó en la Mata del Herradero, una milla mas abajo delpunto en que nos hallábamos.

Aquel mismo día, á las tres de la tarde, se pasó á nosotrosun oficial de caballería, llamado Vicente Camero, y antes depresentarse al jefe supremo me informó de que Morillo babiaorganizado un plan para hacerme prisionero. Consistia en quesi yo volvia á provocar al ejército del modo que lo habíahecho el día anterior, atacándolo y fingiendo retirada paravolver inmediatamente á la carga, Morillo se movería centramí con todo el ejército para obligarme á huir sin poder vol-ver cara, y ya en fuga me perseguirian doscientos hom-bres escogidos de la caballería, montados en caballos debuena carrera y resistencia, para acosarme y hacerme prisio-nero.

En descargo de este encono que contra mí tenia el jefeespañol, tengo que referir un hecho ocurrido cuando el ejér-cito comenzó á pasar el Arauoa, Aquella mañana muy tem-prano salí yo con unos diez y nueve compañeros al encuen-tro de Morillo, y apénas ~os divisaron cuando este lanzósobre mí toda su caballería; yo dividí mi gente en dos pe-queñas secciones, é hice que Aramendi, encargado de una deellas, diera frente, avanzara, se retirara, y sin cesar le hosti-gase, apoyándolo yo al mismo tiempo con el resto de lagente. En uno de aquellos choques y retiradas, se vieronAramencli y el comandante Mina en grave conflicto, pues seinternaron tanto en las filas enemigas que si yo no hubieracorrido á darles personalmente auxilio, habrían sido com-pletamente rodeados. Entonces suspendieren los realistasel ataque, con pérdida de algunos ginetes, no habiendo noso-tros tenido mas desgracia que un caballo herido.

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Bien se comprenderá ahora que el general español no meperdonara aquella mala pasada que yo le había jugado en susmismas barbas, y que estuviera deseoso de hacérmela pagarcon usura. N o era yo mala presa para él.

Despues de oir la relacion del oficial corrí á ver á Bolivar,y habiéndole referido el plan de Morillo, le dije que si él mepermitia pasar el rio con un corto número de los mios, yocon mi táctica habitual atraería á los realistas hasta frenteal lugar en donde estábamos, y si él emboscaba en las orillasdel rio las compañías de granaderos y cazadores con toda suartillería, podriamos dar un buen golpe á los españoles; pues,cuando les tuviéramos en el punto citado, yo cargaría defrente al mismo tiempo que las fuerzas emboscadas atacasende flanco.

Accedió Bolívar á mis deseos, é inmediatamente conciento cincuenta hombres crucé el rio, y á galope nos diriji-mos al campamento de Morillo. Movióse este para poner enpráctica su plan, y nosotros le fuimos entreteniendo con freocuentes cargas y retiradas hasta llevarlo frente al punto quehabiamos señalado para la emboscada. Al llegar á él rom-pió fuego centra los realistas una compañía de cazadores queestaba allí apostada, pero no todo la fuerza que yo suponiaemboscada, segun babia convenido con Bolivar antes de se-pararnos. Muy apurada era entonces nuestra situacion, puesel enemigo nos venia acorralando por ambos costados consu caballería, y nos acosaba con el fuego de sus fusiles y ca-ñones, cuando afortunadamente el valeroso comandante rea-lista Don Narciso Lopez me brindó la oportunidad de pasarcon alguna ventaja á la ofensiva. Fué el caso que Lopez seadelantó á la infantería con el escuadron de carabineros quemandaba: en el acto dispuse que el comandante Rondon,uno de aquellos jefes en quienes el valor era costumbre, conveinte bombres lo cargase á viva lanza y se retirase sin pérdidade tiempo antes que lo cercasen los dos trozos de Ia caballeríaenemiga, que yo deseaba formasen una sola masa para enton-ces revolver nosotros y atacarlos de firme. Cargó Rondoncon la rapidez del rayo, y Lopez imprudentemente echó pié{L tierra con sus carabineros: Rondon le mató alguna gente

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y pudo efectuar su retirada sin que lograsen cercarlo. AI verque las dos secciones de caballería no formaban mas que unasola masa, para cuyo objeto habia ordenado el movimiento áRondon, mandé á mi gente volver riendas y acometer conel brio y coraje con que sabían hacerlo en los momentosmas desesperados. Entonces, la lanza, arma de los héroesde la antigüedad, en manos de mis ciento cincuenta hom-bres, hizo no menos estragos de los que produjera en aque-llos tiempos que cantó Homero.-Es tradición que trescien-tos espartanos, á la boca de un desfiladero, sostuvieron hastamorir, con las armas en la mano, el choque de las numerosashuestes del rey de Persia, cuyos dardes nublaban el sol :cuéntase que un romano solo disputó el paso de una puenteá todo un ejército enemigo. ¿N o será con eso comparableel hecho ejecutado por los ciento cincuenta patriotas delApure? Los héroes de Homero y los compañeros de Leoni-das solo tenian que habérselas con el valor personal de suscontrarios, mientras que los apureños, armados únicamentecon armas blancas, tenian tarn bien que luchar con ese ele-mento enemigo que Cervantes llama " diabólica invencion,con la cual un infame y cobarde brazo, que tal vez temblóal disparar la máquina, corta y acaba en un momento lospensamientos y vida de quien la merecía gozar luengosaños."

Cuando ví á Rondon recoger tantos laureles en el campode batalla, no pude menos de exclamar: Bravo, bravísimo,comandante.e-General, me contestó él, aludiendo á una re-prension que yo le habia dado despues de la carga que die-ron á Lopez pocos días antes, general, asi se baten los hi-jos del Alto Llano.

Todo contribuia á dar á aquel combate un carácter de hor-rible sublimidad: la noche que se acercaba con sus tinieblas,el polvo que levantaban los caballos de los combatientes deuna y otra parte confundiéndose con el humo de la pólvora,hacian recordar el sublime apóstrofe del impetuoso Ayaycuando pedía á los Dioses que disipasen las nubes para pelearcon los griegos á la clara luz del sol.

La caballería enemiga se puso en fuga i la infantería se sal-

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vó echándose sobre el bosque y la artillería dejó sus piezasen el campo, lo cual no pudimos ver por la oscuridad de lanoche. Finalmente, mucho antes de amanecer se puso Mori-llo en retirada para Ancháguas.Bolívar, con los demás jefes del ejército desde la otra parte

del rio, había presenciado la refriega, y despues me confesóque aquella noche no había podido dormir, preocupado conla idea de que yo pudiera baber muerto en la contienda.La mañana del mismo 3 de abril, pocas horas ántes de

presentárseme Camero, Bolivar, con su característica fogo-sidad, se manifestaba impaciente por la inaccion en queestaba el ejército, y deseaba vivamente entrar en acciono-Paciencia, general, le decia yo, que tras un cerro está

un llano. El que sabe esperar el bien que desea, no toma elcamino de perder la paciencia, si aquel no llega.-j Paciencia! paciencia! me contestó, mucbas veces bay

tanta pereza como debilidad en dejarse dirijir por la pa-ciencia. Cuánta suma de esta virtud puede ser bastantepara resistir las amargas privaciones que sufrimos: sol abra-sador como el mismo fuego, viento, polvo, carbon, carne detoro flaco, sin pan ni sal, y por complemento agua sucia. Sino me deserto es por que no sé para dónde ir.Estas rabietas de Bolívar no provenian de que su ánimo

desmayase en la adversidad; solo eran efecto de la naturalimpaciencia de los caracteres impetuosos que desean recojercuanto ántes el fruto de sus desvelos y fatigas.Despues de la acción, cuando nos reunimos á él, dió la

Cruz de Libertadores á los ciento y cincuenta guerreros y lasiguiente proclama:

Á LOS BRAVOS DEL EJÉROITO DE ApURE.

" Soldados! acabáis de ejecutar la proeza mas extraordi-naria que puede celebrar la historia militar de las naciones.Ciento y cincuenta bombres, mejor diré ciento y cincuentahéroes, guiados por el impertérrito general Páez, de propó-sito deliberado han atacado de frente á todo el ejército es-pañol de Morillo. Artillería, infantería, caballería, nada ha

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bastado al enemigo para defenderse de los ciento y ein-cuenta compañeros del intrepidísimo Páez, Las columnasde caballería han sucumbido al golpe de nuestras lanzas; lainfantería ha buscado un asilo en el bosque; los fuegos desus cañones han cesado delante de los pechos de nuestroscaballos, Solo las tinieblas habrían preservado á ese ejércitode viles tiranos de una completa y absoluta destruccion.

"Soldados! lo que se ha hecho no es mas que un preludiode lo que podeis hacer. Preparáos al combate, y contad conla victoria que Ilevais en las puntas de vuestras lanzas y devuestras bayonetas.

"Cuartel General en los Potreritos Marrereños, á 3 deAbril de 1819.

BOI.ÍVAR."

El hecho sucedio en el lugar llamado las Queseras delMedio. Morillo lo llama en su parto el Herradero; y el his-toriador realista Torrente, para hacer aparecer menos ver-gonzosa la derrota, dice que los nuestros eran quinientosllaneros de figura gigantesca y de herculca musculatura.Bolívar hizo contar los muertos que había tenido cl enemigo,y ascendieron á cerca de quinientos; de los nuestros salieronheridos del combate, entre otros, el teniente coronel ManuelArraiz, y los capitanes Francisco Antonio Salazar y JuanSantiago Torres; muertos solamente dos, Isidoro Mujiea yel cabo 10 Manuel Martinez ; pero la anchura Je sus heridasy el tenerlas en la espalda nos demostraban que habian sidoabiertas por lanzas de los nuestros, que en la confusion yoscuridad habían tomado por enemigos á aquellos compañe-ros suyos.

Copio á continuacion los nombres de los ciento cincuentaque compusieron aquella falange de defensores de la patria,confesando que esta acción de armas es una de las que masme envanecen, y creo que no sin razon:

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AOCION DE LAS QUESERAS DEL MEDIO.8 de Abril de 1819.

GEN ERAL DE DIVISION.

José Antonio Páez.

Francisco Carmona,Cornelio Muñoz,

CORONELES.

Francisco Aramendi

TENIENTES CORONELES.

Juan Antonio Mina,José Maria Angulo,Juan Gómez,Juan José Gonzalez,Francisco Farfan,Hermenegildo Mugica,

OAPITANES.

Francisco Abreu,Ramon García,Leonardo Parra,Juan Santiago Torres,Juan Crusate,J osé María Pulido,Mariano Gonzalez,Francisco Antonio Salazar,Juan José Mérida,

TENIENTES.

Pedro Camejo (a) el "NegroPrimero,"

Juan Rafael Sauoja,Romualdo Meza,Victor González,Francisco Pérez,

Juan José Rondon,José Jiménez,Fernando Figueredo,Leonardo Infante,Francisco Olmedilla, hijo,Manuel Arraiz.

Ramon Valero,Antolin Torralba,Juan Martinez,Alejo Acosta,J uan Mellados,Celedonio Sánchez,José María Monzón,Juan Rusate,Juan Martinez.

Luciano Hurtado,Gregorio Acosta,Francisco Bracho,Pedro Juan Oliváres,Miguel Lara,Raimundo Contreras,

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José ]Haría Oliveras,Marcelo Gómez,Nicolas Arias,Domingo :l\Iirabal,Mateo Villasana,Manuel Figueredo,Diego Parpasen,

Rafael Aragona,Manuel Fajardo,Pastor ::\Iartinez,Bartolo Urbina,Roso Sanchez,Juan José Perdono,Juan Torralba,Pedro Gámes,Juan Palacio,Eusebio Ledesma,

Isidoro Mugica,José María Camacaro,Luciano Delgado,Simon ::\Ieza,Encarnacion Castillo,José María Paiba,

Serafin Bela,Juan Carvajal,Juan José Bravo,Vicente Várgas,Vicente Gómez,Alberto Pérez.

SUBTENIENTES.

Bautista Cruzate,J oaquin Espinal,Alejandro Salazar,Domingo López,Vicente Castillo,Pedro Escobar,Cruz Parédes,Pedro Cortés,Romualdo Salas,Romualdo Contreras.

SARGENTOS.

Francisco Mirabal,Francisco Villegas,Juan José Moreno,Gaspar Torres,Francisco González.

CABOS Y SOLDADOS.

Encarnacion Rangei,Juan Sanchez,Basilio Nieves,José María Quero,Mauricio Rodrigues,Ramon Figucrcdo,Francisco :Mibel,Antonio Leon,Inocente Chinea,Francisco Medina,

Remigio Lozada,Félix Blanco,José Arévalo,Nicolas Hernández,Manuel García,Pablo Lovera,Juan Sánchez,Simon Gudiüo,Domingo Riera,Agustin Romero,

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DEL GENERAL PÁEZ.

Antonio Pulido,Francisco Lozada,Santos Palacio,Antonio Manrique,N olasco Medina,Luis Alvarez,Diego Martinez,Jacinto Hernández,Ramon Fl6res,José Antonio Cisneros,José Tomas Nieves,Manuel Martines,Jacinto Arana,J osé Antonio Hurtado,Francisco Sanoja,Isidoro Gamarra,Anselmo Ascanio,Paulino Fl6res,Eusebio Hernández,Domingo García,Fernando Guedes,

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Francisco Nieves,Domingo Navarro,José Milano,José Fuentes,Roso Canelon,Pedro Burrueta,Pedro Fernández,José Bravo,Roso Urbano,Ascension Rodriguez,Manuel Camaoho,Romualdo Blanco,Juan Rivero,Juan Gonzalez,Francisco Escalona,Ramon García,José Giron,José Hernandez,Juan Ojeda,Alejandro Flóres.