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Gatica, el Mono Gatica, el Mono Ficha técnica Dirección Leonardo Favio Guion Leonardo Favio y Jorge Zuhair Jury Música Mariano Mores, Iván Wyszogrod y Dámaso Pérez Prado Protagonistas Edgardo Nieva Horacio Taicher Virginia Innocenti Cecilia Cenci Armando Capó María Eva Gatica (hija del fallecido boxeador) Juan Costa Miguel Fernández Alonso Leonardo Favio. Ver todos los créditos (IMDb) Datos y cifras País(es) Argentina Año 1993 Género drama histórico (basado en hechos reales). Duración 2 horas/17 min. Idioma(s) Español Compañías Productora Instituto Argentino de Ciencias Audiovisuales (IACA) Ficha en IMDb Gatica, el Mono es una película argentina, que narra la vida del boxeador argentino José María Gatica, desde sus años de infancia hasta su trágico fallecimiento en Buenos Aires en 1963. [editar]Comentarios En el filme se ve el lado humano de Gatica, el hombre detrás de la leyenda, ya que a pesar de ser un gran boxeador en su país, fue un hombre polémico, que cayó en el alcohol, anduvo por los bajos fondos, pero con un gran carisma.

1993 Gatica

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Gatica, el Mono Gatica, el Mono Ficha técnica Dirección Leonardo Favio Guion Leonardo Favio y Jorge Zuhair Jury Música Mariano Mores, Iván Wyszogrod y Dámaso Pérez Prado Protagonistas Edgardo Nieva Horacio Taicher Virginia Innocenti Cecilia Cenci Armando Capó María Eva Gatica (hija del fallecido boxeador) Juan Costa Miguel Fernández Alonso Leonardo Favio. Ver todos los créditos (IMDb) Datos y cifras País(es) Argentina Año 1993 Género drama histórico (basado en hechos reales). Duración 2 horas/17 min. Idioma(s) Español Compañías Productora Instituto Argentino de Ciencias Audiovisuales (IACA) Ficha en IMDb Gatica, el Mono es una película argentina, que narra la vida del boxeador argentino José María Gatica, desde sus años de infancia hasta su trágico fallecimiento en Buenos Aires en 1963. [editar]Comentarios En el filme se ve el lado humano de Gatica, el hombre detrás de la leyenda, ya que a pesar de ser un gran boxeador en su país, fue un hombre polémico, que cayó en el alcohol, anduvo por los bajos fondos, pero con un gran carisma.

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La obsesión de Leonardo Favio por deconstruir el lenguaje de la cultura popular argentina es una constante en su obra. Cuando muestra a Gatica en el ring, el boxeo siempre aparece como posibilidad de ser percibido en relación a nuevas configuraciones. Ya sea un ritual religioso y visión "cristica" en la crucifixión o como lujuria y potencia del deseo en los cuerpos. Bajo cualquiera de estos términos la operación de Favio es agotar a la pelea de Box como situación sensorio-motriz, en donde la acción y reacción ya no manifiesten la voluntad física de los boxeadores. Las peleas en Gatica se deforman hasta que los golpes de los boxeadores se vuelven el reflujo de fuerzas sistemáticas que chocan en el tiempo. La cuestión es que Favio decide constantemente poner en crisis el lenguaje popular del cual se apropia. Mostrar a Gatica cantando un tango completamente borracho, meandose como un chico y arrastrando a la leyenda por el ridículo sugiere una nueva idea de la leyenda popular. Lo articula como el personaje máximo para representar la metáfora del pueblo peronista oprimido. Un antihéroe que exige respeto a pesar de ser humillado y que pareciera estar destinado al grotesco por las contradicciones que lo atraviesan. Es la metáfora de la cultura peronista y la contradicción de transformarse paradójicamente en popular y clandestina a partir del golpe de estado de 1955 y de la proscripción. La imposibilidad de proyección política bajo las vías de la democracia, pone a los personajes en la contradicción de simbolizar a un movimiento popular masivo al cual el poder se le oculta. Todos los personajes centrales de Favio, como Carlos en Soñar Soñar, el Moreira y Gatica se debaten en la contradicción de una identidad indefinida que pelea y se asfixia en la reafirmación de su dignidad. En ellos están las fuerzas paralizantes que llevan a una sociedad a no reaccionar, o a reaccionar desde la impotencia sincera del llanto o de la risa. Según afirma Martín Prieto[1], Armando Discépolo a partir de la obra “Mateo” empieza a consolidar el grotesco criollo llegando a la conclusión de que “el grotesco es el arte de llegar a lo cómico a través de lo dramático”. La idea de que lo dramático termina siendo un puente hacia lo cómico, es una clave que nos permite pensar el teatro de Discépolo en relación con el cine de Favio. Para el director de cine lo trágico del pueblo peronista, su condena a ser humillado es un puente hacia la ternura en Gatica. Este límite entre lo dramático y lo cómico en Discépolo, y lo dramático y la ternura en Favio ocurre en el último límite de la desesperación. Cuando lo dramático no puede devenir más dramático aparece una nueva cualidad que habita a los personajes. Es una forma de liberación de la representación que nos otorga una nueva descripción y una nueva visión del personaje. Al fin de cuentas el grotesco criollo discepoliano es remplazado por el grotesco criollo óptico en donde los personajes excedidos por las situaciones e imposibilitados de actuar se borran y reconstruyen en la descripción cristalina que franquea el límite del ridículo y la ternura. Se nos da nuevas revelaciones del personaje que parece desapegado de lo dramático. Gatica se abre a una nueva mirada sobre la risa y el llanto que tiende a lo sobrehumano. El proyecto de la obra de Favio parece ser intuitivamente heidggeriano. Lo que primero marca esta relación es el concepto de destrucción, que para Heidegger es solo una relación negativa en términos parciales. Ya que su búsqueda no es eliminar toda creencia del pasado, sino pensar nuevas relaciones que lo reconstituyan en términos que nos permitan sacar nuevas conclusiones. Esto que Heidegger llama destrucción es lo que sirve después a Derrida en la creación del desconstructivismo. Las operaciones de Favio son desconstrucciones sobre mitos locales. En otra dirección la relación con la tierra de Heidegger como origen esencial y la crítica al mercantilismo al servicio de un tecnicismo devastador se enlaza a obras como Juan Morería, o

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Soñar, Soñar. Lo que se disputa es la cosificación del Ser en la conquista del ente. La preocupación en Favio está marcada por el secuestro de los personajes de sus pueblos, de sus barrios, de sus bosques. Sus lugares sagrados son devorados por la civilización que progresa. Para Heidegger, la posibilidad de acercarse al Ser esta siempre en lo innominado, en aquello que no deja aclararse, ni descubrirse. Aquello que se expresa en la tierra como esencia unisonante. Los personajes de Favio se sumergen en estos mundos heideggieranos de la tierra, para ser finalmente expulsados a la civilización tecnificada del progreso que solamente les recuerda aquello que ya no tienen. En el comienzo de la película Gatica llega a la ciudad en un tren que atraviesa el humo del pasado, viene desde un lugar perdido. Es un ser que pertenece a un estado espiritual perdido. ¿Acaso no es esta también la cuestión de recuperar la pregunta por el Ser en Heidegger? Gatica es la prueba contundente de que Leonardo Favio, como eje central del lenguaje cinematográfico argentino, disputa un lugar determinante en las grandes tradiciones narrativas populares que lo acercan a una dinastía que va de Arlt hasta Discépolo. Sus problemas de legitimación en el campo cultural son similares. Favio se diferenciaba de directores argentinos que imitaban el cine de autor europeo, aquellos que él llamaba “los amigos de Truffaut”... “Ellos querían ser franceses que hablaban castellano. Y nosotros somos argentinos, te guste o no”[2]. Algo de estas palabras del Favio, suenan a aquello que Juan Carlos Onetti escribió sobre la novela, Los siete Locos de Roberto Arlt. “Desdeñaba el idioma de los mandarines, pero si dominaba la lengua y los problemas de millones de argentinos, capaces de comprenderlo como amigo que acude en la hora de la angustia” [3] . Estas palabras de Onetti encajan perfectamente en Favio y sirven para darle su lugar merecido en el pensamiento cinematográfico latinoamericano.

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Cine peronista La primera noción ligada a algo del orden del acierto tuvo una constatación rotunda: cuando Oscar Terán preguntó sobre objetos de la cultura peronista y una voz – que pudo sentirse propia – dijo “Gatica, el mono, de Leonardo Favio”. El profesor Terán inclinó la cejas hacia el portador de aquella voz, guardó unos segundos de silencio, y dijo: “Muy bien, muy bien”. Gatica, el mono (1993, L. Favio) tuvo la particularidad, en su momento, de arrebatar con la noticia (de color) de que su protagonista, Edgardo Nieva, se había sometido a algunas cirugías plásticas con el fin único de alterarse el rostro y parecerse a José María Gatica, el boxeador cuya vida – en la película de Favio – traza una parábola paralela a la vida del movimiento peronista (o, como se lo podría llamar ahora, “el primer peronismo”, el “peronismo de Perón”). Nacimiento, apogeo, decadencia y destrucción (literalmente: golpe y aplastamiento) que Gatica y el Peronismo vivieron a la par. Sobre ese paralelo se trata Gatica, el mono. Apogeo en paralelo El José María Gatica de celuloide sigue la huella del real. El real, sigue la huella del Peronismo. Gatica llega de pibe a Buenos Aires en 1932, con la madre y un hermano – colados en un tren -. Llega desde el interior, desde la Villa Mercedes ubicada en la provincia de San Luis (la Villa Mercedes de Buenos Aires, no por nada, es la capital argentina del boxeo). Pobre, negrito, provinciano, Buenos Aires, la Reina del Plata, en plena Década Infame, le ofrece un sitio privilegiado – luminoso, de prosperidad discutible pero en cómodas cuotas - en Constitución. Gatica entrena por ese entonces la diestra y la siniestra con la que barrería algunos rings pero únicamente lustrando zapatos. De sus manos viviría el hombre durante varios años más. Por lo menos hasta la década del `40. A falta de una pera, buenas son las suelas. También por ese entonces Perón constituía sus primeras armas. Mientras en octubre de 1945 Perón se asentaba por fin donde correspondía – y colaboraba para que lo hicieran también tantos pobres, negritos, provincianos -, Gatica se sube al ring – las manos endurecidas por el lustre, el justo resentimiento entre ceja y ceja – y por fin se registra rápidamente donde correspondía. El apogeo es mutuo y compartido. Gatica, el mono establece esta comparación: mientras a Perón, en el gobierno, la “oligarquía” lo llama tirano o fascista, a Gatica, en el ring, lo llaman “mono” – “mono las pelotas, papito”, dice Gatica – y, fuera del ring, se le burlan – comprensiblemente – por el grotesco de un lumpen que viste traje blanco y a duras penas se muestra presentable en los mismos cafetines para pitucos. A razón de golpes reglamentarios y dinero bien habido, Gatica accede a espacios donde, de todos modos, no es bienvenido. Es un ídolo popular en las calles y, a la vez, una mancha grasienta en la dignidad de “la gente bien”. El Gatica de celuloide, por momentos, reúne en su lógica de apogeo peronista los estigmas y los dones de Perón y Evita juntos. Dos potencias se saludan

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La escena paradigmática: en el Luna Park, Gatica vence y el General Perón lo contempla desde el ring-side. El General se le acerca, lo abraza; Gatica – bañado en sangre, embanderado con la celeste y blanca – le grita “¡mire cómo ruge la leonera, General!”. Dos potencias se saludan. Gatica siguió peleando y siguió ganando. Se casó y tuvo hijos. El General Perón fue el padrino de uno. Cuando terminaba el primer gobierno justicialista, el Mono – "mono las pelotas, papito, y yo soy Gardel" – va a pelear a Estados Unidos. Pierde estrepitosamente. Comienza el segundo gobierno peronista en 1952. Decadencia en paralelo En 1953, Gatica tiene su última pelea. Pierde – y no le queda resto sino para retirarse – el 16 de septiembre de ese año. El 16 de septiembre de 1955, el General Perón es derrocado. El líder se exilia y la Revolución Fusiladora prohíbe nombrarlo. A Gatica se le prohíbe boxear y se lo expulsa de las debidas instituciones boxísticas. Perón y Gatica se convierten en (políticamente) impresentables. Los sucesivos gobiernos de facto tienen que negociar siempre con el líder en el exilio para subsistir. A Gatica, en todo caso, le toca negociar con quienes tuvieran algo que ofrecerle para subsistir. Trabaja un tiempo para otro boxeador, Alfredo Prada. Le paga para que se siente en la puerta de su cantina y salude a los comensales – “buenas noches, mucho gusto; buenas noches, mucho gusto” -. Gatica es una sombra que se emborracha. Lo pierde todo – como el peronismo – y vuelve a la indigencia originaria. Trasvasamiento Martín Karadagián – cuando Gatica ya estaba lo que se dice “en la lona” – lo convoca para algunas de sus peleas de catch. En una de esas peleas bobas, Karadagian le lastima de por vida una pierna al boxeador. Leonardo Favio aprovecha esta circunstancia: José María Gatica había sido el ídolo popular, un boxeador verídico, durante los años de esplendor del peronismo legítimamente democrático. Ahora, en cambio, la farsa payasesca del catch es la que impone ídolos más bien ridículos (momias, enmascarados y estupideces parecidas). La institucionalidad republicana también es otra farsa acorde con la de estos rings: más del 50% del electorado tiene prohibido votar por su candidato real – el General Perón – y entonces desfilan por el Poder (más simbólico que real) momias y enmascarados y estúpidos afines. Gatica – uno entiende mientras mira la película de Favio - no es el único que cojea irreparablemente hasta el fin de sus días. El Mono – “mono las pelotas” – muere arrollado por un colectivo cerca de la cancha de Independiente, donde se dedicaba a vender chucherías para subsistir, en 1963. Diez años después, el General retornaba a Argentina. Al año siguiente, muere. Gatica, el mono fue exhibida a manera de premier privada en el cine de la Quinta de Olivos. El anfitrión de la jornada fue el presidente justicialista Carlos Saúl Menem; el boxeador del momento, Látigo Coggi. Se cerraba un trasvasamiento.

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Gatica, “el Mono” Boxeador e ícono popular de Argentina Por Daniel C. Peñaranda Pinto - Periodista Invitado - 31/07/2011 Comentarios La película está dirigida por Leonardo Favio (Argentina, 1938), reconocido cantante y compositor y que también ha desarrollado una carrera como actor, guionista y realizador cinematográfico. - Los Tiempos Foto | Los Tiempos La película está dirigida por Leonardo Favio (Argentina, 1938), reconocido cantante y compositor y que también ha desarrollado una carrera como actor, guionista y realizador cinematográfico. El guion del filme, co-escrito por el mismo Leonardo Favio y su hermano Zuhair Jury, tardó tres años en ser terminado, y el rodaje y post producción duraron un año y medio, atravesando múltiples problemas, desde la falta de dinero hasta la molestia cardiaca que padeció el director antes del estreno del filme. Este drama biográfico obtuvo varios premios durante 1994, entre ellos cinco Premios Cóndor de Plata, además del Premio Goya a la Mejor Película Extranjera de habla hispana. La película recorre la vida de José María Gatica (1925-1963), desde su infancia llena de carencias, su trabajo como lustrabotas, pasando por su momento de gloria como boxeador, hasta su decadencia. Gatica desde mediados de los 40 y por más de una década, fue ídolo argentino del boxeo. Este ícono popular, analfabeto, mujeriego y alcohólico, daba un trato considerado a las chicas del cabaret y a los marginados y tenía desavenencias con las clases dominantes que a su propio pesar lo admiraban por ser el campeón. Leonardo Favio, aclara otros aspectos del personaje, diciendo: “…encontré en Gatica una suerte de síntesis de la forma de ser del hombre argentino que reside en esta gran capital que es Buenos Aires. Gatica era el prototipo: ingenuo, bullanguero, mentiroso, valiente, seductor, en fin, esas cualidades que tiene el argentino". El filme, además, resalta la amistad incondicional de su amigo “el Ruso” y la relación entre la pareja presidencial (Evita y Perón) con el boxeador, entre el hombre que es parte del pueblo y los que manejan el poder. La película hace un paralelismo entre los momentos de gloria del boxeador y los del gobierno de Perón. Asimismo, la decadencia deportiva de Gatica coincidirá con el derrocamiento de Perón. La proyección y posterior análisis del filme se realizarán, mañana lunes 1 de agosto, en las instalaciones del Cine Club ‘Lunes de película’, Baptista S-0110, a partir de las 19:00. Inicio puntual por largometraje.

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GATICA, EL MONO. Una película de Leonardo Favio La primera vez que oí hablar de Leonardo Favio fue al ver su nombre escrito en un disco de 45 rpm que mi papá llevó a la casa. Luego llevó un disco LP, entonces conocí al cantante, al compositor; pero su faceta de cineasta, la más querida por él, la he conocido sólo hace muy poco tiempo. Como cantante era muy bueno, como director de cine era un maestro. Y esto lo puedo afirmar con un ejemplo claro de su talento como cineasta: Gatica, el Mono, película de 1993, en la que nos cuenta la historia de la vida de José María Gatica, el «Mono», boxeador argentino y glorioso. El retrato que nos muestra con este largometraje de este peculiar boxeador, «basados en la mitología popular y recreados por los autores», nos pinta no sólo al valeroso púgil, sino también al hombre, con sus defectos y sus virtudes, con su manera picaresca de ser, sus mentiras divertidas (y a veces crueles) y su gusto por las mujeres, pero todo incrustado de una manera genial en los hechos históricos convulsos de la Argentina del siglo pasado. También se muestra su clara adhesión al peronismo y como por cuestiones políticas hicieron que terminara su carrera deportiva. Protagonizada magistralmente por Edgardo Nieva y por Horacio Taicher, la película inicia con Gatico-niño, en el año de 1940 y su amistad eterna con el rusito Emilio Samuel Palanké, pasando por su vida boxística, su matrimonio, hasta su muerte, al ser arrollado por un bus en 1963. Desde el inicio el director nos introduce en un mundo con una fotografía bellamente oscura, en el que por momentos la cámara lenta nos revela esos pequeños o grandes detalles que la vida nos oculta en su rapidez. El manejo del tiempo que corre y corre, presentado simultáneamente en momentos claves de su vida, es verdaderamente un efecto asombroso, un recurso atractivamente artístico. El engranaje perfecta y delicadamente hecho de cada suceso importante de Gatica es lo que más me gustó de la película. Para los que no la hayan visto, aquí les queda.

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Mitogenia y Peronismo Por Emiliano Basile El film está construido sobre el mito de Gatica. A través de este personaje Leonardo Favio simboliza la caída del Peronismo y lo que representó para el pueblo argentino; abordando así el tema que más le interesa: la lucha del proletariado dominado por la clase dirigente. Valoración 5 Dirección: Leonardo Favio Origen: Argentina Clasificación: ATP Ver Ficha + Contenido Relacionado INCAA TV y la TV Pública homenajean a Leonardo FavioNoticia Leonardo Favio: El adiós a un grande del cine argentinoArtículo Comentarios (0)Añadir comentario ¿Como construye esto? Leonardo Favio utiliza una puesta en escena que nos lleva a identificarnos con el pueblo. Accedemos al personaje del mono, con posiciones de cámara que nos ubican siempre cerca de él logrando conocerlo y a la vez simpatizar con el boxeador. Los travellings alrededor del ring en las escenas de combate (acompañadas de música de mambo) nos llevan a querer a este personaje, tal vez por su simpleza, perdonándole a sí sus errores y alabando sus aciertos como si se tratara de un Dios. Pero no para considerarlo un Dios a él sino al triunfo que el personaje logra. Para hacer esta diferenciación Leonardo Favio utiliza por momentos otra focalización: la del Ruso. El ruso, amigo cercano del ídolo, es quien lo cuida, quien se encarga de ayudar y querer a Gatica. Es el Ruso quien nos dará una mirada mas humana del mono. Pero falta un punto de vista, tal vez el mas importante (por ser el que logrará que el mensaje llegue a transmitirse), que es el del propio Gatica. Recordemos que la cámara se subirá al ring en el combate con Williams para que recibamos (nosotros espectador) junto al mono, los golpes “norteamericanos”. Aquí será evidente la caída de Gatica, así como la de Perón, por ser un personaje adorado por la clase popular y odiado por la clase dirigente, quien, tarde o temprano impone su dominio.