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2. ª PONENCIA Materiales, técnicas artísticas y sistemas de trabajo: el ye o.

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2. ª PONENCIA Materiales, técnicas artísticas

y sis temas de trabajo: el ye o.

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MATERIALES, TECNICAS ARTISTICA Y SISTEMA DE TRABAJO: EL YESO

EL YE O

Materiales

PEDRO J. L VADO P RADI AS

PONE CIA

Algez. Tipo . Diferencias. Propiedades. Terminología. Uso : Doméstico. Religioso y Funerario. Proceso: E.xploiación. Yacimien10 : Yesar-Algezare . . Preparación. Fabricación.

Horno y Molino . Utilización. Mezclas y tipos.

Técnica

Herramientas. Andamiaje : Tipos y terminología. Revoque . Enlucidos. uelo . E gra fiados. Careado . . Daño y restauracione . Aditivos: Impermeabilizante . Policromía. Bruñido. Soportes: Madera y caña. Estructuras: Soporte ; Muro ; Cubiertas. Tema decorativos: E tuco ; Molduras; E grafiado. Vano ; Ro etones; Chimeneas. Geometría; Floral; Figurado; Simbolismo. Epigrafía (tipos y letra ). Localización: Zócalo ; Muros; Hornacinas; Arrocabes; Techumbres; Púlpitos;

Bóveda ; Celo ía ; Claraboya ; Barandillas; Capi1ele ; Alero ; Lápidas ... Técnicas: Talla; Molde; Plamilla ; Vaciado .

Sistemas de trabajo

Características del ye ero. Arti tas y artesano en Cen os, Fuero , Documemo . Ordenanza : Toledo, evilla, Córdoba ... Arti ta nominados: Talleres. Oficio. Categoría . Aprendizaje. Co to y Pago . Pro e. o de trabajo. Ye ero-Calero. Enlucido. El ye o en la con trucción mudéjar. Precedente Manife\laciones.

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PEDRO J. LAVADO P RADINAS

El fin de este trabajo no e ofrecer una visión histórico-artística de la yesería mudéjar, ni una seriación que agrupe diferentes escuelas, talleres y campos de ac­tuación, sino remitirse, dentro del proyecto general del 111 Simpo io Internacional de Mudejarismo, a un análi is sobre el propio material en cuestión, us técnicas ar­tísticas y los sistema de trabajo que conlleva, que en muchos aspectos ofrecen con­comitancias con la fabricación y preparación de yeserías artesanales en la actua­lidad.

No cabe ninguna duda de que el yeso es un material conocido y usado en la An­tigüedad y en el mundo clásico, así como específicamente en la España premusul­mana. El mismo hecho de utilizarse un término de origen clásico, el término griego de «Gypsum» , reutilizado y rebautizado por los musulmanes como «Al-yiZ» y man­tenido en el ca tellano antiguo como el «aljcZ». nos da claramente prueba desuco­nocimiento a través del tiempo. Esta existencia y pervivencia que encontramos en muchas edificaciones romana antigua , en múltiples «villae» y en algunas iglesias, en donde a nivel ornamental o en las mismas olerías existe, corre paralela con la presencia de topónimo en la geografía española que manifiestan la validez de tal denominación, al establecer la relación entre el nombre histórico y la explotación comercial, muchas veces aún en uso. Este es el caso de poblaciones como Yesa en Navarra, Yesero en Huesca, La Yesa en Valencia o Los Aljezares en Murcia, que prueba aún más completamente el origen del topónimo hispano-mu ulmán, aunque hoy día la población denomine como «el yesarn al propio lugar de la explota­ción (!).

El yeso es el sulfato de cal hidratado, que a la hora de presentarse en la natura­leza tiene algunas variantes como la anhidrita o la carstenita, que aparecen en for­ma de roca con elementos silíceos incorporados, o por el contrario, maclado y fra­guado en e pejo , cristalizado en formas conocidas como «punta de flecha», o las acepciones populares de «e pejuelo, espejo de asno» o «guingle» (2). Este mineral necesita naturalmente un proceso de refinamiento y elaboración para convertirse en el ye o usado en la con trucción . Material que por otra parte tiene innumerables ventajas, no sólo constructivas en cuanto a sus elemento depurados y refinados, sino en cuanto a los elemento obrantes, que denominados «yesones», se utilizan en los muros y en los rellenos de mamposterías. El yeso ha tenido aplicaciones que \an desde el plano doméstico, en uelos, vanos, entradas. más o menos ricas y or­namentadas, hasta enlucidos y chimeneas. Pero también, combinando lo práctico, lo económico y lo perdurable ha pervivido en múltiples e t ructuras monumentales religiosa<> y funerarias.

El yeso tiene unas propiedade que le han hecho verdaderamente útil y ubicuo en nuestra cultura. Este es el caso del mundo musulmán que supo resucitarlo y ela­borarlo en gran medida, y creó de e ta manera su reconocido prestigio en este mate­rial, durante el período medieval. El hecho de que sea un material fácil de trabajar y económico, a la vez de que por su solubilidad en el agua y su fraguado rápido de una cierta baratura y agilidad constructiva, son algunas de sus ventaja más nota­bles. Tiene una gran resi tencia a la erosión. lo que le hace utilizable en algunos fri­sos y zócalos, cuando no en la mismas solerías, de la misma manera que su re is­tencia al gruego le hace ser u ado frecuentemente en las chimeneas, con ejemplos que pueden ser constatados en los palacios de Medina de Pomar y Astudillo, para

(1) TEIGER, A., «Toponimia árabe de Murcia. Contribución a la historia lingüística de la historia murciana». Murgetana. XI. 1958; pág. 21. «Algezare> - (Aljepi;ar en s. XI V)- Aljezar (de yabs-yiz =yeso, algez)». «Algebel,'.a, citada en 1266, rico en algern. (2) ENCICLOPEDIA ESPASA. 101110 LXX, págs. 709-725.

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MATERIAL.ES, TE l\ICA ARTI TICAS \ SI. rr~t ·\ DE: TR!\BAJO· u \E o

los primeros casos, y en el palacio de Miranda en Peñaranda de Duero y el de lo Tovar en Cevico de la Torre para el segundo caso. Allí es donde e demuestran e -tas propiedades y la awmodación que le e. proverbial: su adherencia a materiales, la resistencia a la corro ión, la permeabilidad y u resi tencia mecánica combinada con las propia estructuras leñosa o arquitectónicas. Lo inconvenientes, aunque mm1mos también tienen una cierta importancia; asi, el hecho de fraguar muy rápi­damente tras u mezcla con el agua, requiere una cierta ílexibilidad y rapidez en el artesano, y de la misma manera, el exce o de agua hace que ésta sea su mayor ene­migo, por lo que en mucho caso hay que utilizar impermeabilizante , protectore o incluso una película polícroma para defender al yeso de una destrucción rápida. Este es el caso de algunas ales que actúan retardando el proce o de fraguado y la grasas o resina que actúan como impermeabilizante (3).

Los tipos de ye o se acomodan a las funciones y a los usos en los que va a er empleado: unas veces el yeso sufre grandes e fuerzo o un gran desgaste, caso de las solerías, de la que existen muy escasos ejemplos, como la que apare ió en 1983 en Astudillo, que e taba formada por un uelo de ye o, coloreado con almagre, di uel­to en el agua empleada para fraguar y delimitado en pequeñas cuadrículas iguale con línea inci a. Si esto sucedía en un palacio de Pedro 1 de Castilla, hemos de pen­sar que imitar solución debieron de tener los suelo del Alcázar de Sevilla o lo. de Tordesillas, donde generalmente las su tituciones por mármol en el siglo XVI o sue­los cerámicos posteriores, debieron de ocultar los primitivos. En estos suelos, el ye­so resiste grandes presione y para ello ha ido preparado con cocciones a más alta temperaturas, capaces de darle esa re istencia y dureza. El ye o empleado para de­corar o para enlucidos e más débil y fácil de trabajar. Hay también un ye o colo­reado según se aplique una diferente técnica de cochura. Unas veces, para aparejos es méÍ.$ oscuro y mate, lo cual e conoce como «yeso negro» y que tiene la ventaja de poder ser utilizado, alternando con el blanco, en alguno enlucidos que de e. ta manera adquieren una ambivalencia coloreada. Otra variante del ye o es el e tuco, muy empleada en la decoración y que cobra mayor dureza y brillo debido a la adi­ción al yeso de un sulfato de Cinc o de Cobre con caliza en polvo, u ando un adhe­sivo de cola y puliendo con piedra pómez y aceite de linaza. De esta manera e lo­gra un material má rico en su presencia y que pretende con u dureza y blancura emular al mármol, siendo empleado generalmente para decoraciones heráldica y al­guno remates arquitectónicos.

Los careados, al igual que los encalados o lo jaharrados vienen a simbo lizar e. a cubierta rica y esa protección que se aplica a lo muro medievales, dada u preca­riedad. Los términos que aluden la fuentes de época son tale como «cubrir muro», «cubrir pared», « lavar yeso» o inclu o lo apuntado por Borrá a partir de los documentos de S. Pedro Mártir de Calatayud, como los referente a «la ar mu­ros y pincelar ... », que aluden generalmente a la terminología propia del ye. ero mu­déjar en su tiempo (4).

La difusión del yeso en la naturaleza por su procedencia de terrenos del Tercia­rio justifica su presencia en casi toda la mitad oriental de la Penin ula. A i, hay ya­cimientos del Triásico en Granada, Málaga, Teruel y Cataluña, otros del Eoceno­Oligoceno en Castilla, Cataluña y valles del Duero, Ebro y Tajo, a í como otros del

(3) ARREDONDO, F., El yeso. 8.ª ed. Madrid, 1976, C.S . l.C., 65 págs., 16 figs. (4) GARCIA SALI ERO, F., Léxico de alarifes del siglo de Oro. Madrid, 1968. BASSEGODA, B., Glosario de las voces más usadas en Arquitectura. Barcelona, 1968. Algunos términos hallan cabida en el Vocabulista Arávigo en letra ca tellana. editado por PE­DRO DE ALCALA en Granada en 1505 y que conoció una edición micrográfirn i:n Nueva York, 1928, Hispanic Society.

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Pl:DRO J 1 \ ADO P'\R'\Dl"1A.·

lioccno en Le' ante. o exi ten, in embargo, yacimiento en el Occidente: Galicia, León, Extremadura y Huelva . La abundancia del producto en cuanto a u extracción actual va de de el caso de Zaragoza con el yacimiento mayor, ha ta Vizcaya con el menor, sin embargo, las cifra on poco valederas con re pecto al mundo medieval, ya que asimi mo se contraponen la e tadí tica aciuale al eñafar que Almería es el centro con mayor porcentaje actual (23%) junto a Madrid (12%) y con una canteras e\tremadamente conocidas como la de Vallecas, Vi ál aro, Getafe, Villarejo o Cara­baña, lo cual olamente es explicable dentro de las nece idade constructiva actua1e , puesto que puede haber una mayor explotación de una cantera menores. Ejemplo que es clá ico en Toledo y en uenca, mientras que otras enorme no tienen esa de­manda, rn o de Zaragoza, artagcna. In i to que on cifra má o meno actuale , pero que remitiendo a un hecho probado, como e el de la exí tencia o ínexi tencia de yacimiento yesifero en E paña y u vía de comunicación explicaría en mucho ca­'º· la tendencia y gusto por e te material en el mundo m dieval y en determinada zo­nas. la ro está, que en otras no explicaría nada y plantearía alguno problemas (5).

1 proceso de fabricación del ye, o e en sí clásico: una explotación a cielo abierto que procura ex traer las rocas lo más limpia posibles y fuera del contacto con otro elementos como los silíceos, que a continuación se encarga de fragmentar y triturar las piedra , para que é ta pasen a un horno que antiguamente se situaba en una lade­ra y e cargaba con pieza grande y pequeña sobre el material inflamable que era madera seca, rama y jaras y que por 1 general hacían que el fuego estuviera en con­tacto con la piedras ha ta calcinarla . La industria actual ha evolucionado hacia otros tipo, de horno , i bien e han mantenido alguna. palabras de la terminología arte. anal como el «preparar el h rno» o «el apagar el horno» que formaban parte de lo. conocimiento que debía de tener un maestro yesero para conocer bien u oficio.

ntre tras coas se indicaba que lo. «ye one » o grande piezas en brut formaban la parte baja del horno, en contact con la llama y que el elemento leño o, que bien podía proceder de la zona, había de er un elemento que no manchara , ni tuvie e re i­na en abundancia. La pirámide del horno e iba calentando hasta lograr que us inte­grantes se de hicieran y pudieran . er fácilmente molidos por medio de caballerías y con ruedas de molino pétreas. Tra la molienda, cernido y tamizado, el material re ul­tante había de er almacenado lejo de la humedad y de forma organizada, para que ningún fenómeno atmo férico pudiera dañarle, ca o del aire que p dría le,antarlo entorpecer la labor de lo obrero y del agua que le haría fraguar ante de tiempo. E curioso que aun hoy día e ·onocc como «maestro-ye ero», no ólo al que labora con este material de forma artística o arte anal, ino al que dirige e te proce o y conoce toda. e ta técnica , tanto del corte de la piedra. almacenamiento, preparación del horno, organización, molienda, almacenamiento di tribución. En mucho docu­mentos medie' ales e habla de la acci · n de e tos ye eros y de lo pago recibido por alguna de u funciones como «apagar el horno» o «moler el material>>. o e tá de má~. reconocer en las técnicas act u ale. , muchas de la~ artesanales del pasado. Tanto unas como otra , adquiridas de forma práctica. transmitida de padres a hijos y decan­tadas con la e.xperiencia de quien empiem de aprendiz y llega a mae tro . o que ju ti­lica en cierta manera la exi tencia de escuelas de yesero en el medievo y en el renaci­miento e~pañol. Pién ese, si no, en lo casos de lo de la Torre en randa de Duero y entorno, o de lo archirnnocido. Corral de Villalpando, acti' º' en la~ prO\'incia de Zamora'. Valladolid y Palencia (6).

(5) BURG HOH , Jorge; LOPEZ BLAZQUEZ, Manuel y f\IONJO C RRIO, Juan, El )'e o en Esp:iña ) sus :iplicaciones en la construcción, l. Madrid, 1976. (6) LA DO, P., «Aproximación al arte mudéjar en Tierra de Campo<.». Actas de las 1 Jornudas de Cultura Arabe l' lslám!ca. Madrid, 197 ( 1981 ); pág• .. 303-304.

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MATERIALES, T · NIC RTI TICA y SI TE IAS oro rRABAJO· ll \ l· ·o

El si tema de cochura de la piedra va desde temperatura que o citan entre lo 300 y 1.000 grado, lo que irve para diferenciar los di tinto tipo de ye.o de lo. que se ha hablado y de u po ibilidade de utilización, ya como conglomerante. guarnición, moldura, mortero o ai !amiento.

Dentro de las técnica con que e trabaja el referido material ha que hacer un apartado con respecto a la herramientas y de las que lastimo amente hemo de afirmar que abemo muy poco, por las que hayan llegado hasta noso1 ro . Tenemos que buscar en el oficio actual y en lugares donde aún e labora con una cierta acri­vidad artesanal para tener al meno una ospecha de cómo fueron. Por 01ro lado, el primitivi mo que mue tran é tas en alguns fábricas, al igual que los mismos albañi­le actuales, e buena prueba de su larga pervivencia, mo trando por lo general. ran olo un cambio de lo maLeriale con los que hoy día se fabrican tale. herramienra~.

pero respetando en mucho ca os las formas y funcione primiti as. Por rérmino medio predomina la madera y el metal en tales herramienta . caso de las baridcras, para mover el ye o en lo cubo , las gavetas o fuenre de mezcla. lo. difercnrc~ útiles de metal para trabajar el ye o fresco o modelar: punzone~. cincele. , lima~. palos, palillo de modelar, terraja pequeño martillos para cla\'ar la. e tructura~ !ígnea . Por otro lado, para ustentar los moldeo de alguno arrocabes y friso-, son necesarias varilla , listone , madera y elemento de cañizo. Todo ello no. habla de una cierta e olución del sistema que ha pervivido ha ta nosotro y que poco a poco deja introducir algunas técnica nueva o mejor técnicas vieja con matcriale nue­vo , como es el ca o del ye o armado o lo que e conoce como el «Rabitz» (7).

Conocemos a partir de la construccione mudéjare lo i tema de andamiaje~ empleados, tanto para encalar y enlucir muros, como para levantar pared, elevar torres o decorar fachada . Lo agujero de los mechinale que aparecen en las to­rre mudéjares, tanto de tapial, como de ladrillo, no vienen a indicar el istema de andamiajes, que aún hoy en alguno paíse ubde arrollado y a nivel rural e em­plean. Son andamiaje simples y ligero y que por medio de cuerdas y nudo son fá­cilmente ampliable , montable y de montable . Hoy lo amarre e usan con cade­na y cables, cuando no e usan ya e 1ructura prefabricada que ensamblan ha ta el infinito. Lo andamiaje mudéjare al exterior cargaban obre basa de yeso que nivelaban el terreno y apoyaban los poste y po tecito sobre el muro, sujeto~ por los agujero de lo mechinale y por puntales que evitaba el movimiento diagonal. Lo interiores buscaban dobles oportes en cuanto a los po te y otro oporte. en ángulo y con e tribado que evitaban lo agujero de lo muro y que ujeLaban el andamiaje contra la pared. En algunos ca o , la en ambladuras a bi el y con e pal­dón robu tecían e te i tema de oporte para el operario, que de e ta manera podía trabajar cómodamente a u altura on la ye erías, ya tallándola o colo ·ando las piezas acada a mode, y que a í mi mo p día tener a mano las arte as con la bati­dera, la talocha o llana y las paleta o paletine diverso. , amén de la espátula, la ra queta, las regla , ángulos y cepillo , herramienta mucha veces impro,·i\adas con una maravillosa imaginaci · n y con un oberbio conocimien10 de la nece:-.ida­de preci a , que hizo muchas vece emplear caña , anillos y pieLas de cerámica, usada para di eñar complicada forma geométrica y lograr re ultado. artí tico sorprendente . Este ería el ca o de las falsa ye erías mudéjares del monasterio de Astudillo en Palencia, en la que el ingenio suplió mucha ece a la necesidad, y la

(7) LADE, K. y WlNKLER, A .. Yeseria y estuco. Revoques. enlucidos, moldeos. RabilL, Barcelona, 1960, G. Gili; 419 pág., 1.053 fig . (Cfr. págs. 53, 72, 118 y 269 emre otras).

OVO DE IGUEL, Luciano, El yeso en la construcción . Barcelona, 1968. CEAC. 10. ª ed., 160 págs., 169 figs.

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PEDRO J . LAVADO PARADINA

habilidad demostró que habiendo una buena muestra y un diseño correcto, cual­quier obra es realizable por difícil que parezca (8).

El yeso formaba parte de la edificacione mudéjare no sólo en u e tructura, ino en su decoración y enlu ·ido. De e ta manera d interior de lo muro muestra

en muchas oca ione el relleno de lo ye one y del ripio que constituía el alma de las bellas torres de ladrillo, como en el ca o de Teruel, y donde también la torre in­terior y su uelos e tán realizado en el mismo yeso in purificar. Otro hecho con -tatable, es el de los interiores de las edificaciones mudéjare que iban completamen­te enlucido y cubiertos por una capa de ye o coloreado, que imitaba una nue a e -tructura de ladrillo , regulares y bien acabado , con pequeño perfile de línea y al­guna decoración en la laga, caso del templo de San Miguel en Villalón de ampo o de algunas decoraciones figuradas imitando te tiles y páginas miniada en el ca o de Toro (Santa Clara) o auténticas e cena religiosas, caso de San Pablo de Peñafiel. La·justificación es clara, pues no e nada fácil conseguir una regularidad en los ma­teriales realizados a mano, má en el caso de ladrillos, por lo que optar por una de­coración suplementaria, siendo por tanto la limosas muchas de la modernas res­tauraciones que eliminan parte de e to enlucidos, bajo la acu ación de que son re­pinte barrocos y que no dejan ver la pureza, prístina de lo materiale , concepto totalmente moderno y que nada tiene que ver con la realidad medieval.

Los enlucidos buscan esos si temas de policromía o algún si tema de decoración en el que e combine el color con la inci ión, siendo en e te ca o lo esgrafiado , el tema más característico y con mayor importancia en el e pacio aragoné y con la variante egoviana para algunos e teriores. Los ejemplo en Aragón on importan­tes para el ca o de Maluenda, Tobed, Morata de Jiloca o Cervera de la Cañada, por sólo señalar algunos, o citando entre variantes de tipo geométrico, imitaciones de muro y zócalo y algunas aportacione figurativista de gran interé . La elabo­ración de tale diseños ha supuesto un problema para diferente expertos, encon­trándose las postura entre los que egún Prieto y Vives en un perfecto diseño geo­métrico y lo que como Galiay creen más en una cierta creatividad manual del arte­sano que con una cuerda y una cañas traza el di eño en la pared húmeda . Herencia de ellos e lo que aún es po ible ver en alguna construccione realizada en Sego ia actualmente, y donde careciendo de trepas u otro di eño de forma , se acude a lo objetos cotidianos, como caña , bote y algunos objeto cerámi o para realizar lo complicado frisos de esgrafiado, que a la larga no son má que círculos ecante y tangentes, orlas, cadeneta y líneas quebradas en zig-zag. El proceso empleado par­te del muro enlucido y aún fresco, sobre el que e da un frata ado con el fin de igualar las uperficie y donde por medio de una inci ión realizada con una punta metálica, urge la po ibilidad de trazar una macla geométrica, de de la que luego se complerará el dibujo y se lograrán dos o tres niveles de profundidad, a lo. que puede unir e la propia policromía del ye o o del colorante di luido en el material fresco (9) .

Junto a la policromía se busca, cuando ha superficies amplia , que é tas re~al ­

ten y queden brillantes, para lo cual e bruñen con telas, con cuero o con madera , u ándose incluso alguno aceites que, a la vez que de impermeabilizadores, j uegan el papel de dar una mayor riqueza aparencia! al imple ye o.

(8) CO TES, Jean, Manual del )'esero y del estucador. Barcelona, 1966. Ed. Técni..:O\ \O­

ciados, 277 págs. {En e pecial lo referente a andamiaje ). (9)' PRIETO Y VIVES, A., El Arle de la Laceria. Madrid, t904. Re' . de Obra> Pública\. Separata, 63 págs., 86 figs. GALIA Y SARAÑANA, José, El Lazo en el e tilo mudéjar. u trai'.ado simplish1. Zarago1a (s .a.), !ns. Fdo. el Católico, 35 págs. , 18 fig . Cfr. pág . 11 -1 .

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~11\ TERIA I LS. TECNlt AS ARl l~T I( f\ \ SI TE\I \ S DI: TRAll \ JO: l:l \ E. O

La utili tación del yeso en algunas bó' edas ofrece oluciones de interé . Sin tener que remitir e a lo ejemplo conocido de alguna bó\edas de lacería que pervivirán hasta el siglo XVIII en Aragón y que fueron estudiada por Iñiguez (10), puede en­contrarse 1ambién una amplia variación de temática y aplicación a diversas uperfi­cies a lo largo de la pervivencia del arte mudéjar. Algunas combinan la geometría con temas heráldicos, como en el ca. o de la Clau tri llas del Monasterio de las Huelgas. mientras que otra ~e irven de temas figurativos animalísticos, que repiten formas de te\tiles o cueros repujados, cuando no de arq uetas de marfil, caso del Clau. lro de San Fernando en la Huelgas o los frisos existentes en el palacio episco­pal de Cuenca y en el de Suero Téllez de Toledo (lámina 1, 1, 3 y 4). Por otra parte, las bO\ edilla~ de mocárabes on clásicas en los edificios mudéjares, siendo las em­pleadas en yeso harto frecuentes. tanto en Sevilla como en Toledo (San Andrés) (lá­mina l, 2). Durante lo!-. siglos XI V y X\' e\i te de manera un tanto frecuente la asi­milación de las formas góticas a la arquitectura de los mudéjares, tanto en materia­les como el ladrillo, usado en cabeceras y torres, como el yeso empleado en el em­bellecimiento interior. Una completa tipología de formas góticas y otras má. evolu­cionadas en este material surge en los 'anos, friso } lucillos sepulcrales, de la mis­ma forma que en el siglo siguiente son las temáticas renacentistas las que dejan su huella en las mismas partes y elementos estructurales. La H1riación de modelos e-. mu) amplia. y sólo a manera de ejemplo se pueden citar las arquerías del claustro de Santa Maria de Calatayud (lámina 11, 1), que ofrecen variantes con respecto al má~ claro si-.tema geométrico del claustro de la Catedral de Tarazona) muestran la aceptación de modelos góticos.

Hay bóvedas que en el siglo XVI repiten sistemas de lacería idénticas a lo que se al1an en esos momentos en madera, caso de una pequeña capilla en la iglesia Ma­gistral de Alcalá de Henares, paralela y quizás coetánea de la obra de Alonso de Quevedo en San lldefonso de esta localidad (lámina 11, 3), o por lo general son las formas renacentistas las que se sir\'en de e te ma1erial para alguna bó\.edas, como en el caso de la capilla de la sacristía de Santa María en Bena\ente, que realiza y encarga un miembro de la familia Pimentel (lámina 11, 5) o los ya clásicos ejemplo. de algunas bó' cda~ aragone as, bien cu pu lares o de medio cañón con luneto que llegan hasta inicios del siglo XV 111 y de las que tenemos ejemplos de interés en Ca­lalayud. Albarracín, Aihama de Aragón (lámina 11, 6) y (lámina V, 7 y 8). Aparece asimismo de forma un tanto habitual en la arquitectura civil del iglo XVI y si­guient es, un tipo de bó, edas que trazadas entre la jácena de un alfarje emplean diferente lemas en rclie\'e, ya figu rativos o alegóricos, para embellecer los e pacios interiorc. y aportar algún tipo iconográfico relacionado con el edificio. Este hel.'.ho es frecuente en las bo,·edillas de algunos hospitales en tierra castellanas y principal­mente de Burgo -Palencia, en donde el estampi llado se hace a la inversa, es decir, a partir de unos moldes convexos que ofrecen algunos temas alegóricos o eucarísticos en su uperficie que e repiten a todo lo largo del espacio a decorar, de Ja mi ma forma que en algunas 'i\iendas, donde los temas son má simples y, por lo general, iguen las pautas marcadas por la bóvedas de revoltone o por algún arrocabe de­

corativo. La estructura de madera en estos casos, e la que soporta el peso de la~ bovedilla , de la misma forma que posteriormente serían elementos de caña los qui formarían parte de estructuras posteriore de las cubierta en los edificio .

Un análisi completo de lo temas decorativos empicado ofrece no ólo la eno• me variación de éstos. sino la curiosa asimilac.ión de los temas usuales en otros es1 lo o procedentes de otras cultura . Los moti, os geométricos o florales tienen 111

(t0} 1.-IGUEZ, F .. «Sobre algunas bóvedas aragonesas con laLO». A. E.A.A., VIII, I' pág. 37; pág. 38 ingeniosidad; pág. 42 técnica y ss. ejemplos.

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Pl:'DRO J l.\\ \DO PARADlr> \~

cho que ver con la tradición islámica y con su concepción de visión en escala des­cendente de los seres hasta las cosas. Pero también, el tema epigráfico ailerna gra­fias árabes con otras latinas o incluso hebreas, llegándose incluso a com i' encia de los tres tipos de letra en un mismo edificio, como en el de tinado a Sinagoga por los judíos toledanos en el siglo XIV y que en el siglo . iguiente fue consagrado como iglesia del Tránsito de la Virgen, pero en la que desde su momento fundacional con­viven textos alusivos al rey castellano, citas bíblicas y frase , eulogía!> del mundo musulmán. La convivencia ideológica y vi1al que muestran muchos monumentos c~­pañoles medievales implica, a su vez, una convivencia arte anal ) una comunicación de técnicas artísticas. El transcurso del tiempo hará que se mantengan alguno. mo­tivos ornamentales, si bien cada vez más transformado en cuanto a su grafía. ha ta llegar a momentos en que los textos comienzan a repetir errores ronético ) grama­ticales, debido al desconocimiento de la lengua y a la incorporación a la tarea art í -tica de otros grupos sociales de diferente procedencia. De esta manera, las letras árabes pierden sus puntos diacri1ico en la cursiva, repiten errores y se acomodan al mundo cristiano, para convertirse finalmente en textos ilegibles e indcsci frables. Rara'vez el texto religioso o litúrgico da cabida a un da10 hi tórico como un pa1ro­nazgo o una fundación, siendo un caso importan'te el de la capilla de Arbás en la­yorga de Campos, donde se recogen todo estos datos. Pero má difícil aún es, que entre las grafías empleadas aparezca el nombre del yesero que las hizo, siendo en este caso los ejemplos comados y extremadamente conocido , como el llamado Braymi que firma la sala capi1ular del monas1erio de Astudillo, Alon o Martine1 de Carrión que firma el púlpito de Becerril de Campo y el lucillo epulcral de lo Sar­miento en la antesacristía de San Francisco de Palencia y un probable ¿Servendo? que aparece en las yeserías de la Mejorada de Olmedo (11), (lámina 111, 8 y V, 3 y 4).

Conocemos muy poco acerca de estos ye eros mudéjares, mínimos on los nom­bres que aparecen en documentación y muchos meno los publicado con referencia a alguna obra determinada, más aún si no atenemos a su etnia o religión. Tan ólo podemos atenernos a sus realizaciones artisticas y a la~ temá1icas mudéjare que emplean, unas veces independientemente y otra combinada a los propios motivo~ góticos o renacentistas. Conocemos su actuación, 1an10 en lo zócalos, corno en la~ partes baja de la lechumbrc y en los arrocabes. En uno enma carando los pobres materiale usados, y en otros rematando los salientes y partes angulosa~ de la obra de madera. Trabajaron en ventana cerrada con rica labor de claraboya como en la Colegiata de Talavera o en los ricos ejemplo del monas1erio de Guadalupe, en claustros con rica geometría como Tarazana o en la ven1ana de los 1emplos del ar­cedianato de Calatayud (12), (lámina V, 1 y 2). Dejaron sus muestras un tanto ocul­tas en aleros y óculos, curiosas formas de celosía que cerraron 'ano como Jo del castillo de Benavente (lámina ll, 4) o algunos conventos de clausura como los de Cuenca de Campo o Sanla María de Palencia (lámina 111, 3 y 4). El mundo funera­rio con sus lucillos, hornacinas y elementos tumbales fue uno de los que dio mayor acogida a las formas de yesería, caso del sepulcro de los Hineslro a-Zuazo en Cué­llar o las hornacinas de Calabazanos y la capilla de Santiago en San Andrés de Ol­medo (lámina lll, 1 y lámina V, 3 y 5). La utilización de la yesería en arcos y porla-

(11) LAVADO, P., «Braymi, un yesero mudéjar en lo monasterim de Clarisas de Astudillo y Calabazanos». P.l.T.T.M .. n. 0 39, 1977, págs. 21-33, 4 lám~ . ldem, «Púlpitos mudéjares de yeso». R.1.E.E.f., XX, 1979-1980. pag. 145-171 y 2 lám. Cfr. págs. 157-158. (12) LO PEZ LANDA, J. M . ª, «Iglesias gótico mudéjares del arcedianato de Calatayud». Arquitectura, mayo 1923, 8 págs. BORRAS, G., Arte mudéjar aragonés. Zaragoza, 1978, Ed . Guara, 237 pág>.

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M TERI LE . TECMCAS ARTI. TICAS Y 1 THIAS DE: rR BAJO: [l \' O

da interiore tiene u validez, tanto en ámbito palaciego como en religiosos, ien­do muy abundantes lo ejemplos de este tipo que aparecen con lo primero año del iglo XVI perviven largo tiempo. Por lo general, so n algunas puertas y venta­na la que e ornamentan con temas evolucionado del arte mudéjar y con otro má novedoso del renacimiento italiano o de la propia arquitec1ura de Serlio. La t ransmi ión de alguno motivo y la cronología al respecto, pro ocan cierta di cor­dancias no fácilmente explicables por línea formal, haciéndono so pechar a menu­do la existencia de una creatividad muy personal. En e lo elemento son lo capite­le , lo frisos y las molduras la piezas que tienen mejor repre entación en el ye o, y que de de los tempranos ejemplo del mundo islámico en España e hallan presen­te por doquier.

Do clemen10 urgen en la etapa final del iglo XV y dentro del mundo arti tico en el que predomina la mano de obra mudéjar. Estos on los coro en alto, a los pies del templo y lo púlpito . Uno con el fin de no estorbar la vi ión del público obre el a ltar mayor a la manera de los grandes coro catedrali ios y, a u vez, per­

mitir que la comunidad eclesiástica pudiera proseguir su lecLUra y oraciones litúr­gicas sin la intromisión de un grupo numeroso de per ona entre el coro y el altar. Tanto esta olución, como la del púlpito, no hablan de un incremento de fíele en el interior de los templos y de unos si temas de en cñanza religio a nuevo . El hecho pintoresco, y repetido por toda España, acerca de la predicación de San Vicente Fe­rrer y de lo púlpitos donde la tradición quiere \er que e tuviera u figura y que ir­vieron para llamar a la conversión de numerosas minorías de otra religiones, ó\o puede er concebido de manera un Ianto metafórica, no ya por el hecho de una pre­dicación tan amplia, en lo que no quisiera entrar, ino por el hecho de que mucho de los púlpitos señalados on esti lí ticamente po. teriores a la vida y obra de San Vi­cen1e o inclu o e alzan en edificio renacentistas. füte podría ser el caso del púlpito tic Santa 1aría de Ch in hilla, cuya cabecera .donde se alza, se le\antó en la primera mi1ad del XVI. o el púlpito de la igle ia de antiago en Toledo, que e mu_ po te­rior en mamo a temática decorati\ a a la acción del predicador ( 13). in embargo, e harto frecuente encontrar una cierta relación entre obras mudéjares y la predica­ción destinada a la conversión de judíos y moro en lo últimos años del iglo XV o inicio. del XVI. Tanto lo coro , de lo que, por lo general, conozco lo mejore. ejemplos en madera y uno de cuyo~ ejemplos más curio o . en ye o es el de igüella (lámina 11, 7), con , ·ario paneles calados con diferentes motivos góti ·os y un em­blema heráldirn, a<.í como lo púlpitos de ye o, se <.irvieron de estruclUra~ de made­ra para mantener los paneles decoraii\ os, las balau tradas y palos de la escalera. Enlre los ejemplos más imrortantes hay que de. tacar los de Bet:erril de Campos, Torre !\!arte. Santa María del Campo, l\laluenda, Paredes de Na\a, facalona, Ammt:o, Villalcázar y alguno como el de . an l\lartín de lorata de Jiloca, que es rcla1ivarrn.'nle moderno , pero que imi1a las consabidas formas mudéjares de la 1ona ( 14), (lámina 111, 8 y lámina~ 1 V, 1 al 8). Alguno' ejemplm llegan a tener un variado rcpenorio en lm paneles 4ue ornamentan la forma geométrica del antepe­cho o los diferen1es tramos de la est:alera, '>iendo de es1a manera el púlpi10 de Amusco que alterna moti\ os na1aries con formas renat:emistas y un cierto figura! i­' ismo. o la c~t:alcras del coro de Santa !\!aria de ..\randa de Duero y de . an ico­lás de SinOI as. obra de Sebast ián de la Torre. dcnt ro de los primeros año~ del si­glo \:VI (lámina 11. 2).

(13) At\1ADOR DE l O RIOS, J., «P\1 lp11m de estilo mudéjar en Toledo». 1\1.E.A., 111, :\ladríd, 1874, rág,, J35 ) \\, (14) l.A \ 'ADO, P., «Pulp110, mudéjare' de )eso » .. ., op. c1l., pags. 159 y S\.

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PFDRO J IA\ \DO P \R \l>I \~

La utilización de diferente. sistema~ decorativos en arcos y paramemos tiene que ver en gran manera con la tradición islámica que gu la de repetir la formas de arcos lobulados, angrelado o mixtilíneos junto con otros empicados en la arquitec­tura gótica, como los conopiales o los apuntado de diferente abertura. El uso de los primeros responde a lo acceso de alas y 'entana. de algunos edificios, mien­tras que lo segundo tienen u mayor utilización en lo conjuntos funerarios y en algunas \'Cotana geminadas. Ejemplos de esto puden ver e en el arco del Salón de Notarios en Burgos o los arcos mudéjares del Museo Diocesano de Sigüenza, de la misma forma que en los singulares palacios leone e de Enrique de Trastámara o de lo Luna, cuyos resto se guardan en el tu eo Arqueológico Nacional y en el Pro­vincial de León, tanto como alguno fragmentos de chimenea en el mi mo material (láminas 111, 2, 5 y 6, y láminas 1, 5 y 6).

Otro punto importante del análi is de la yesería mudéjar es el correspondiente a la técnicas empleada en el trazado y decoración. Dos son lo is temas más usua­l e : la talla o inci ión, que en alguna parte e conoce como técnica a cuchillo, y el molde. La primera e. la más primitiva y Ja que permite una mayor creatividad por el artesano que a menudo improvisa sobre rasgo deformes o algunos temas vegeta­les con problemas de trazado. El yeso en fre co, lanzado sobre la pared y fratasado con e mero, permite el trazo de una retícula fina, generalmente de pequeños cua­drado . obre lo que se trazan nue"a líneas, e \'acían netos y se logra con la pun­ta del cincel o del punzón una alternancia de superficie, que luego erán coloreadas o retalladas con una diminuta ílora en el fondo. De esta manera, e logran efecto de uperficie a dos o tres nivele , y fondo con calados o ombreado a partir de un fino rayado. Otro tanto ucede con la ornamentación \egetal que rellena algunas 'ainas y hojas carno a de pequeñas y diminutas estilizacione de las conocidas ho­ja digitada y anilladas o inclu ' O de una llora naturali ta gótica con inclusión de hojas de vid, higuera, roble y otro modelos, a i como bellotas, capullo y otras aportaciones ílorales. Entre las manife taciones del primer mudejarismo y las fina­le o las que ya son coetánea del Renacimiento, se da una abundante proliferación de lema que se cargan de naturalismo, en contacto con el mundo gótico ca tellano, de igual manera que se dejan in íluir por la reiteración de algunos tema como el grutesco o una geometría que cada vez olvida más su pasado oriental y se inclina hacia un occidentalismo claro.

La cgunda de las técnicas es la que se sirve de molde para efectuar una labor má. rápida y repetida. Goza de Jo tema epigráfico , geométricos y de algunos ve­getalc , alternando en po ición y ituación en el plano. Las piezas realizadas por pre~ión con moldes, que suponemos de madera, enmarcan frases eulogías hechas, partes de un lazo, cadeneta , o un fragmento de una parte que consta de otro mu­chos detalles indi,·iduales. La piezas fraguada y situadas sobre el muro, antepecho o zócalo están dispue tas para una última labor de remate, que también se hace a cuchillo, y en la que se incorporan alguna menudencia decora! iva , no fácilmente realizables por el molde y donde ror lo general se deja entir un tanto la huella per­~onal del arte ano. Lo. ejemplos de estas yesería y de amba~ técnicas del trabajo del material son reconocible en mucha obras, ya por una detallada observación o mejor a través de la contemplación de una obra inacabada, como pasa en el palacio de Pedro 1 de Astudillo, en el que primero la muerte de Maria de Padilla y luego la del propio rey, debieron de cau ar la interrupción de las obras. Unas realizadas a talla, como las pertenecientes al arrocabe del palacio, donde incluso se deja \er Ja diferente mano de obra y la falta de un remate final para coordinar las diferentes temática~ empicada~ en el diseño, o en el caso de la llamada puerta de la patatera, habitación junto a la entrada de otra de las partes del palacio y cuyo tratado a par-

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\IATf'RIAI ES. íEC ICAS ARrl';rtCA) Y SISTEMAS DE TRABAJO: l:I YESO

tir de una retícula de cuadrados y sus variantes creativa , un tanto improvi ado , puede desprenderse de una atenta mirada.

Por el contrario, el segundo piso de es1e edificio pre enla la segunda de las téc­nicas mencionada , caso de una de las puertas en que la inscripción en cur ivo de una frase eulogia, repetida varias veces a lo largo del alfiz, se ofrece acabada pero sin rematar en cuanto a la talla final de los fondos y a la definición de alguno. pun­tos diacríticos que faltan y a la conclu ión de las bolas caladas que enmarcan el al­fiz en sus ángulos. La típicas expresiones «Al-Mulk» (El poder para Dios), «Al­Wahda» (La Unidad) o «Baraka» (Felicidad), entre otras aparecen en las yeserías mudéjares como auténticas piezas de un rompecabezas, realizada a molde que per­miten el logro de unas inscripciones en positivo, frente a los sistema normales de estampillado que e dirigen más a la utilización del negativo de tale frases o temas animados y vegetales.

Es posible·, ya que no conocemos ninguna pieza arqueológica que no permita certificar tales asertos, que se emplearon alguno sistemas de plantillas para puntear los temas sobre el ye o fresco, de la misma manera que debieron de exi tir modes para improntas y para vaciados de algunas piezas, como podría ser el caso de los leoncillos protomos que aparecen en algunos sepulcros toledano o de algunas figu­ras de bulto que se incorporaron a coros, púlpito y frisos palatinos.

Otro tanto sucede con respecto a los sistemas de trabajo de que se sirvieron es­tos yeseros mudéjares y sobre los que tanta luz pueden aportar alguno documen­tos, pero de los que actualmente conocemos más bien poco, remitiéndono por lo general a los sistemas de trabajo artesanales, mantenidos en la actualidad o algunas Ordenanzas Reglamentos del Gremio de albañiles y de alarife .

Sabemos, tal y como se señaló en páginas anteriores, algo de las cualidades que debían de adornar al maestro yesero, tanto en u mi ión con re pecto a los hornos, su ·distribución y encendido o apagado, así como en cuanto a u dispo ición o pro­gramación para el trabajo y la distribución de materiales y ello nos implica a la hora de hacer un retrato sobre las características de este maestro yesero tópico, que junto a una mayor o menor profesionalidad, era de destacar la ventaja de pertene­cer a una familia de artesano que durante años se dedicaron a e te menester, por lo que había recibido por vía familiar tales enseñanzas y trucos profesionales. De e ta manera, se explicaban las diferentes familias de yeseros que hemos citado más de una vez en el trabajo. Podemos sospechar que existieron al igual que en otros ofi­cios determinadas pruebas para mostrar la habilidad profesional y adquirir la titula­ción de maestro, pero en el caso de los artesanos mudéjares de esta rama, nada nos es conocido. Si sabemos en cambio, que el oficio se aprende en casa de estos maes­tros, de la forma en que estipula el contrato que realiza Alonso Ramos, como aprendiz de yesero con el maestro Y\:a de Málaga que duraría tre años a contar desde el primero de julio de 1499, y en los que cobraría la cantiadad de 3.500 mara­vedíes, divididos en tres panes que se entregarian al acabar cada uno de los tres años mencionados (15).

Aunque Torres Balbás recoge el nombre de algunos yeseros, y otros son cxtraí­bles de los documentos de Zarco del Valle y Pérez Sedano, como el Abrain, moro que realiza una chimenea en la catedral de Toledo (16), por lo general son mínima las noticias de yeseros al respecto y más escasas aún, las relativas a su vida. Es im-

(15) WAGNER, Klaus, Regesto de documentos de archivo de protocolos de Sevilla, referen­tes a judíos y moros. Sevilla Univ., Pubis., n. 0 42, 1978, pág. 80 (libro de 1506, doc. 6.12. 1499). (16) ZARCO DEL VALLE, M., Datos documentales inéditos para la Historia del Arle E>­pañol. Madrid, 1914, tomo 1, pág. 26.

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PEDRO J. LAVADO P<\RADI NAS

portante sin embargo, constatar cómo en alguno cen os de Inquisición del si­glo XVI, se reseña correciamente la profesión de lo moriscos castellanos y de algu­nos otros repartidos por la Penín ula tras los sucesivos levamamientos, pero a los que el topónimo o la referencia a su origen en el mismo nombre o mole dejan en­l rever su act uación y campo de acción , i bien en el caso de lo yeseros, estos son una mínima parte, dentro de la vida profesional, si los comparamos con otros ofi­cios como lo hortelanos, los arrieros, lo ca rpinteros y los ollero (17) . Por lo gene­ral, son minimas las alusiones a yeseros, pudiéndose sospechar así mismo que den­tro del oficio de albañil se comprende la actuación de é to . Ya que, si bien en el 1rabajo de Le Flem, no apa recen mencionado de esla manera, e de sospechar que C'<istían, puesto que algún censo como los que maneja para Palencia García Chico y que corresponden a los ai'io 1533, 1557 y 1561 , no sólo mencionan alguno yeseros, como Juan Verde o Juan Gil, sino que inclu o sitúan al primero de ellos. viviendo en la llamada ca lle de Valdresería, lo que avala un e!>pac io que ya de nombre impli ­ca esta actuac ión, . ino que debió de tener una cierta importancia en años posterio­res, hasta llegar al momen10 álgido de los Corra l de Villalpando y Ramos Villalpan­do entre lo~ años 1557 y 1561 (18).

Algunas otras menciones de obra de yesería nos son conocidas de algu nas obras y reformas, como las que acontecen en el siglo XVI en el alcázar de Madrid (19), si bien de. l·onoeemos muchos datos acerca de los autores y de ~u or igen étnico o reli­gioso, cuando más dudamos de que pueda tratar~e de moriscos. Otros nombres de art i1,1as de la yesería los conocemos a 1 ravés de alguno. documentos acerca de la obra rea li Lada en templos, palacim y algunos 01ros ed ificios públicos. Tanto los cemos , como los li bros de fábrii.:a y algunos protocolos rei.:ogen la nominación de L'Stm an islas de los que muy difíi.:i lmente puede ob tenerse la conclusión que esta­ble1i.:a el paralelo entre ellos~ · alguna obra que pudiéramos ca lificar dentro de la es­tética mudéjar.

Por otro lado, tanto algunos libros como el Libro del Paso de los Alarifes, edi­tado en Sevilla en 1443 y cariado en 1540) que según Rafael Góme1 fuera hecho en Se\ illa hacia 1260, aunque t U\ o una \ er~ión en Toledo en 1400 y una rrimera adición en 1443 (20), o las Ordena111a.\ de Sevil la ( 1527. 1632), las de Córdoba (1503. 1791), la~ de Madrid (1661) y naturalmente Ja, de Toledo. de las que hace

( 17) LE FLEM, J. P., «Les marisque' du nord-oucst de I' fapagne en 159.\ d 'a pres un réccn­:-.cmcnt de l'lnqui ilion de Valladolid». Mélanges de la Casa \ 'el:í..:que.t. 1, 1967 ; págs. 223-243 (Hace referencia al Legajo 2.109 del A.H .. Inquisición) . (18) (JARCIA CHICO, E., Palencia. Papeletas de Historia ~ Arte. Palencia, I951. 211 págs., 37 lá1m . (En especial pág;.. 75-83). Id., «Artis1a-. palentinos». B.S.E.A., XI, 1944-5, págs. 197-201. ( I 9) CERVE RA VERA, L., «Cario' V mejora el aká!ar madrikiio en 1540». Re'. de la Bib. Archiv. ~ Museo del A~· trnlarniento de Madrid, n.'' 5. 1979. p:íg,. 70-72, 73-74 y 77-80, docs. 10-13 (relativos a )Csero<,). Algunas yeserías de c. ta época son relativamente bien conocidas documcntalmcllle, rn'o de las C\i,tentes en las sala> capitu lar ~ antccapi1ular de la Catedral de Toledo, de las que cono­cemos el nombre de todo' lo' arti,las. pero que de por si no de"clan ningún ameccdcntc mo­risco, aunque la obra muestre en su profusión y técnica. much¡' del mudejarismo que caractc­ri1ó a esta profesión. (20) GOJ\·1EZ RA:\IOS. Rafael, «El libro del Pc'o de los Alarife,». 1 Simposio lnlernacional de Mudejarismo. Teruel. 1975. J\ladrid, 1981, púgs. 255-266

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MATERIALES, TECNICAS \RTISTICAS ~ ~IS 11:\1 \S Dl fRl\1!\J(l· l I \ l 'O

amplia mención Amador de los Ríos (21 ), son algunas de las fuen1cs en las que den­tro del apartado de albañilería o de alarifes puede hallarse mención de la labor del yesero, tal y como en alguna se recoge la actuación del ane~ano en relación con la elaboración de púlpitos o de frisos (22).

El yeso en las construcciones mudéjares contó con un arraigo muy 1radicional. desde las importantes obras y decoraciones del período laífa o del corrcspondicn1e a las invasiones africanas, con ejemplo tan singulares como la Alja fe ría de Zarago­za, y algunas viviendas de Toledo y Sevilla, has1a el desarrollo cobrado en la~ ~ina­gogas de Toledo y Córdoba, los monasterios de las Huelgas y Tordcsilla' y lo' nu ­merosos recintos palaciegos que se extienden por 1oda la península, lanto en el le­rritorio cristiano, como en el mu ulmán . El problema. 'iiempre candenle, a la hora de definir o bautizar una delerminada mani fe~1ación artística, como mudéjar. mu­sulmana o cristiana. siempre tropezará rnn el anonimato de la obra arte'>anal ~ rnn una ambi,alencia estética, en la que tan sólo un profundo conocimiento acerca de las técnicas empleadas o un análisis de los materiale-, ~ del proce'>o de trabajo pn­drían convertir en un conocimiento má~ dcfiniti\() . .

(21) Algunas de estas Ordenanzas gozaron de una amplia difu;.ión al \cr incluidas en ;ilgu­nos textos arquiteclónicos como en el Tratado de fra) LorenLo de S. Nicol<b (las de folcdo), a parle de la refundición realizada por Juan de Torija ( 1661) ) Teodoro Ardemans ( 1719 ) reed. 1866) para Madrid. Cfr. Ordenanzas del Arte y Oficio de Carpintería de foledo, 1858, pág~. 75-76. Apud. AMADOR DE LOS RIOS, J., O.e., pág. 346. (22) COLLANTES DE TERAN, A., «los mudéjares sC\·illano,». 1 Simpo>io Internacional de Mudejarismo. Teruel, 1975, Madrid, 1981. pág. 232 (re fer. a VC'>cros mudéja1c-. 'l'' i­llanos). JIMENEZ. A., «Andalucía Islámica: Las yesería, de la Giralda». Andaluda lsl:'1mka. Tl"\los y estudios. 11-111 (1981-1982), Granada, 1983, págs. 195-206 (Cfr. en c'pccial pág. 203). TORRES BALSAS, L., «Figuras de leones en decoraciones arquitectónica> rnudéjarc<-». Al­Andalus, V, 1940, págs. 187-190.

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Page 19: 2. ª PONENCIA en cuanto a los elemento obrantes, que denominados «yesones», se utilizan en los muros y en los rellenos de mamposterías. El yeso ha tenido aplicaciones que \an desde

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5 6 7 1 AMINA IV - Yemia Mudéjar; Pulpllus. - / TORREMARTE (PalM<w/, Ermna del Cmio. - 1 STA. MARIA DEI CAMPO (811r· RD>I. Parroquial. - J . . \1AI liEl>DA flaragol,11/, Sta. Ju>ta y Rufina. - 4. P·1RfDES DE NA VA !Palencia/. Sta. Maria - 5. t.SCA L0."1.·1 tTuledoJ. Rdccrono del c:On\lcmo de Conct:pcio111s1as_ - 6. A.~USCO tPofencwJ. Nira Sra. de la~ Fucnles. 7- VILLA/ CAZAR Dr SIRGA fPolenrtoJ • .S1a . \.1aria . - H. \10RATA f)f JI LOCA (Zoro~oz.a), S. \.1anin. Pulp110 moderno imitando un góltco mudé1ar

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7 /.AMINA V Ye~ería Mudéjar: Arc-O.f, A/fice.'i y otros elementos ornamentales. J. MALVENDA (Zarugoza}, Sta~. Ju~ta y Rufina . Ventano. 2. TODED (Zarar.:,ow). lgle5ia de la Virgen. Ventana. - 3. CALABAZANOS (Palencia), Convento de Sta. Clara. Luctllo tte­pukral en la iglesia. - 4. OLMEDO (Valladolid), La Mejorada. Detalle de un arco. - 5. 01.Mt.DO (Valladolid), S. André(ó. Elementos her6/d1co.'i en lo cap11/o de Santiago. - 6. CUENCA. Palacio E'ipittcopal. f..n1ura de uno puerta. - 7. CA lit TA YUD flaraxoza), S. llcni-

LO. Intradós. - 8. CAi.ATA YUD (laragoza), S. Benito. Bóvedas de lacería enmarcadas.

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