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2 ENCUENTRO XXI Invierno de 1998 año 4 Nº 12

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ENCUENTRO XXI Invierno de 1998 año 4 Nº 12 3

INDICE

ANALISIS DE COYUNTURA

FUTBOLIZADAS COYUNTURASFrancisco Rivas 10

PRESENTACION

150 AÑOS DEL MANIFIESTO COMUNISTA

INTRODUCCION AL MANIFIESTO COMUNISTAEric Hobsbawn 18

VANO TRIUNFOJohn Gray 32

REFORMA Y REVOLUCION A 150 AÑOS DEL MANIFIESTO COMUNISTAMarta Harnecker 38

150 AÑOS DEL MANIFIESTO COMUNISTA, UNA VISION DESDE CHILEManuel Riesco 50

MARX, LOS MARXISTAS, NOSOTROS...Carlos Pérez Soto 56

RECABARREN Y EL MANIFIESTO COMUNISTALuis Moulian 76

MANIFIESTO DEL PARTIDO COMUNISTAMarx-Engels 86

REFLEXION TEORICA

TEXTOS, VISIONES Y NOTAS

EL CAPITALISMO GRIS: UN MANIFIESTO PARA EL FIN DE MILENIORobin Blackburn 98

ESTO NO ES UNA BIOGRAFIARaquel Olea 124

MAURICIO REDOLES, MARCA REGISTRADA DE IRREVERENCIASoledad Bianchi 128

HOMENAJE

A MI PADRE

Camila Piñeiro 136

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COMITE DE REDACCION

CLODOMIRO ALMEYDA † JAIME INZUNZAMANUEL CABIESES DAVID MAC CONELLJAIME CAVADA TOMAS MOULIANJACQUES CHONCHOL RAQUEL OLEAHUGO FAZIO KEMY OYARZUNMANUEL GAHONA FRANCISCO RIVASTOMAS HIRSH JOSE SANFUENTESNELSON GUTIERREZ

COMITE EDITORIAL INTERNACIONAL

ROBIN BLACKBURN INGLATERRAATILIO BORON ARGENTINAJULIO CARRANZA CUBAELVIRA CONCHEIROS MEXICOOSVALDO FERNANDEZ FRANCIARINA GIGLIARDI ITALIAPABLO GONZALEZ CASANOVA MEXICOMARTA HARNECKER CUBANARCISO ISA CONDE REP. DOMINICANAROBERTO KOHANOF ARGENTINAMICHAEL LOWY FRANCIARUY MAURICIO MARINI † BRASILARNOLDO MARTINEZ MEXICOANTONIO MELIS ITALIAMANUEL MONEREO ESPAÑAPHILIP OXHORN CANADAANIBAL QUIJANO PERUADAM SCHESCH ESTADOS UNIDOSEMIR SADER BRASILGÖRAN THERBORN SUECIAJUAN VALDES CUBA

DIRECCION

HUERFANOS 1761 Dpto. 211 FONO: 6969690Sitio web: http://www.geocities.com/~encuentroxxi

ENCUENTRO XXI

DIRECTOR

MANUEL RIESCO

EDITORES

MARIA E.HORVITZCARLOS ZUÑIGA

CO-EDITORES

PATRICIO QUIROGA PATRICIO RIVASCARLOS MOLINA

PRODUCTOR GENERAL

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GERENTE

HARRY ABRAHAMS

REPRESENTANTE GENERAL

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CONSEJO EDITORIAL

SERGE DE LA FUENTECARLOS DONOSOHECTOR DUQUEJAIME DURANGALO EIDESLSTEINGLORIA ELGUETARAUL ESPINOZAFAUD FARAHHUGO FAZIOJOSE FERESHECTOR FERNANDEZROSITA FERRADAGUILLERMO FERANDEZAIDA FIGUEROACLAUDIO FONSECACLAUDIO FRIEDMANFRANKLIN FRIEDMANTITAZ FRIEDMANMANUEL GAHONAJORGE GAJARDOTRISTAN GALVEZSERGIO GONZALEZCARLOS GUTIERREZHUGO GUTIERREZNELSON GUTIERREZNELIDA HERESI

FOTOGRAFIAS

Encuentro XXI - LOM Ediciones

JUAN PALOMOCELSA PARRAUMARTIN PASCUALJORGE PAVEZTADEO PAVISICHCARLOS PEREZFRANCISCA PEREZRAMON PEREZBRUNO PEZZUTOPATRICIO QUIROGAMARIANO REQUENAMANUEL RIESCONORA RIESENBERGEDITH RIVASFRANCISCO RIVASPATRICIO RIVASANTONIOROMANISABEL ROPERTPEDRO SADAANGEL SALASALICIA SALOMONEJOSE SANFUENTESMARCELA SANTISJACOBO SCHATANNISSIN SHARIMVICENTE SOTA

PAULINA SOTODANIEL TROMBENJOSE MIGUEL VARASJAIME VALDESANDRES VARELAANGELICA VEGAPABLO VEGALAUTARO VIDELAHUGO VILLARALEX VOJKOVICALEJANDRO YAÑEZAMERICO ZORRILLARENE ZORRILLACARLOS ZUÑIGA

JAIME HERRERACARMEN HERTZTOMAS HIRCSHMARIA E. HORVITZJAIME INZUNZARODRIGO INZUNZAMARIO INZUNZAISABEL JARALEONARDO JEFFSSERGIO JIRONJOSE JORQUERAGASPAR KUSARHECTOR KOYCKJUAN LASENMIGUEL LAWNERALEX LEIVABEATRIZ LIZANAANA LOBOSMANUEL LOYOLADAVID MAC CONELLCARLOS MARGOTTAALBERTO MARTINEZENRIQUE MARTINIJORGE MARTINEZMARIO MATUSRAMON MENESES

ORIEL MICHELLEVIVIANA MIRANDAHECTOR MIRANDAVICTOR HUGOMIRANDACARLOS MOLINARAFAEL MOLINATIRSO MOLINAGUILLERMOMONTECINOSJUAN PABLO MORENOTOMAS MOULIANVICENTE MUÑOZMARIO NAVARRETERAQUEL OLEAESTELA ORTIZCARLOS OSSAVICTOR OSORIOCECILIA OTEIZACECILIA OSTORNOLFERNANDO OSTORNOLMARCIA OSTORNOLROBERTO OYARZOKEMY OYARZUNALVARO PALACIOSPATRICIO PALMA

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PRESENTACION

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Presentación

150 años después de haber sido escritopor dos jóvenes de 28 y 30 años, el ManifiestoComunista mantiene su vigencia asombrosa. Enla misma medida que las relaciones sociales queellos describieron en embrión se van constitu-yendo hoy día en la forma en que viven y traba-jan más de mil millones de seres humanos.

Es la opinión del historiador EricHobsbawm, en su introducción a la recienteedición de la editorial británica Verso —asocia-da en un proyecto editorial con nuestro editorLOM y Encuentro XXI—de El Manifiesto. Coin-cide con Hobsbawm en este punto el conserva-dor británico John Gray, en un artículo publica-do hace poco por El Mercurio, de Santiago.Ambos trabajos, junto a otros que abordan eltema desde diferentes ángulos, constituyen eltema central de este número de Encuentro XXI.Incluimos en esta sección, asimismo, el primercapítulo del Manifiesto Comunista, “Burguesesy Proletarios”, para que nuestros lectores pue-dan disfrutar de primera mano la pluma pode-rosa de Marx y Engels.

Robin Blackburn, por su parte, nos pre-senta un “Manifiesto para el milenio” en quenos dice que “un espectro está penando al ca-

pitalismo de fin de siglo, el espectro de la ve-jez”, en aquellos países donde este régimen sedesarrolló por vez primera.

Francisco Rivas nos presenta su personalresumen de lo que fue la discusión del Comitéde Redacción respecto a la coyuntura política.

Raquel Olea y Soledad Bianchi inaugu-ran la nueva sección “Textos, Visiones y Notas”de nuestra revista, la que esperamos nos acom-pañe número a número.

Camila Piñeiro cierra el número con unhomenaje a Manuel, su padre.

Nuestro productor presenta sus excusasa nuestros subscriptores y lectores por los abun-dantes errores contenidos en nuestro númeroanterior. El director no fue ajeno a los mismos,al presionar por cumplir estrictamente con nues-tra fecha de entregas: el primer día diecinuevede cada estación. Confiamos en resarcirles, enparte, presentando esta vez a Uds. un númeromás cuidado en este aspecto y nuevamente enla fecha comprometida.XXI

El Director

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ANALISIS DE COYUNTURA

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Futbolizadas Coyunturas

Hay un fenómeno que cruza la coyuntu-ra y que no puede soslayarse. Se trata del cam-peonato mundial de fútbol, la participación enél del equipo chileno y todas sus implicancias yconsecuencias.

Sin duda el fútbol se ha transformado enun fenómeno sociológico de envergaduraplanetaria, que probablemente exija un análisismás específico, que no pretendemos, pero losucedido en nuestro país en el último mes nosexige algunas reflexiones porque tiene un indu-dable vínculo con nuestra cotidianeidad máspermanente. (Y con la próxima)

Durante la participación de la selecciónnacional en Francia, parecieron velarse de laconciencia ciudadana, de la opinión pública (queno es la misma cosa) y hasta de los medios decomunicación los temas más recurrentes y/opreocupantes de la vida del país. Por lo pronto lallamada crisis asiática declinó en su alarmanteintimidación, los Campos de Hielo se entibiaronen las oficinas de nuestra Cancillería (donde ade-más se aprovechó de nombrar a conspicuos co-laboradores de Pinochet en importantes cargosen Chile y en el exterior ) y la vecina, ambasmundialistas, el exhorto al general Contreras seretrasó, la operación Océano se transformó enuna laguna y la ardua disputa presidencial en elseno de la Concertación pareció apaciguarse.

Lo anterior, no sólo por la expectaciónque nuestra representación provocaba, tambiénpor el florecimiento de concursos, animadores,apuestas, rebajas, liquidaciones y por sobre todo,programas estelares en la insignificante progra-mación de la televisión chilena. El tema del fút-bol apareció en todas partes, contaminando

cenáculos culturales y seguramente reunionesque querían ser transcendentes.

Esta realidad debe esconder algo de fon-do, preocupante, que hace aflorar la crisis deidentidad y de cultura que sufre nuestro pue-blo, por un lado, y hace evidente, por otro, lasuperficialidad y frivolidad de los estímulos ca-paces de movilizarlo. Esto queda claro si reco-nocemos que hoy la “chilenidad” tiene su ex-presión más manifiesta en una oncena de juga-dores y que sólo un gol de Salas o de Zamoranopuede activar el entusiasmo de una Nación.

Aquí hay claras responsabilidades queasignar. No es posible atribuir lo sucedido sóloa un brote espontáneo y legítimo de la pobla-ción ante el desafío internacional que enfrenta-rían nuestros futbolistas. Aquí obviamente hayuna manipulación de la idea de patria, país, fa-milia, héroe, y hasta de los conceptos dehombría, esfuerzo, entrega y consenso.

Lo más grave de todo es la complici-dad de los medios de comunicación con laextensión de este fenómeno. La televisión, tancuidadosa a la hora de censurar películas ycomerciales, produce y emite programas, ahoras de alta audiencia, de una vulgaridadnunca vista antes en Chile. Cuesta entendertodo esto únicamente por la tiranía del “peoplemeter”, cuesta aún más si tomamos en cuentael papel de custodio de los valores cristianosque se adjudica el canal 13 y el hecho de queel máximo ejecutivo del canal nacional seaun ex ministro del gobierno de la Concerta-ción. Inconcebible parece atribuirlo, con sim-plicidad, a una desculturización masiva denuestro pueblo.

Francisco Rivas

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Parecemos, en todo caso, ser un puebloansioso de triunfos épicos, inconscientementeaburrido de la banalidad de una existencia de-dicada a la sobrevida, en la mayoría de los ca-sos, o al consumo y el endeudamiento desen-frenado. Parecemos un pueblo que ha olvidadogestas que hicieron a nuestro país un ejemplo yun baluarte de la democracia y de la cultura enel continente. Chile no era como ahora lo per-cibimos. No era un país copado en su líbidocreadora, no era un país sin habla propia, eraun país en que se soñaba no sólo en la estabili-dad de los índices macroeconómicos, sino enel desarrollo cultural y espiritual; era un paísque disfrutaba más con el reconocimiento quede él hacían los grandes centros de expresióncultural del mundo, que el que podía provenirdel Banco Mundial o del Fondo Monetario.

Sin duda durante la dictadura se inicióeste proceso de estímulo al envilecimiento denuestra alma colectiva, pero no es menos ciertoque en los años de la llamada transición pocose ha hecho por revertir este estímulo.

Y no es posible, hoy, obtener la ayudapara una rectificación de parte de un gobiernoque no ha tenido conducción, y que ni siquieraha tenido la prudencia y la precaución de darseuna regencia.

El gobierno no ha sido capaz de ofreceropciones cualitativas distintas, en ningún cam-po, a las que nos propone la modernidadglobalizada, la sociedad de consumo y el mer-cado. Y esto, es obvio, incrementa la distanciaque hoy Chile tiene con su propia historia, sucultura y su identidad como Nación y fortalecela idea de que nuestra sociedad carece de unproyecto definido y que no existe, por tanto, unhorizonte social coherente.

Con un Primer Mandatario (y seguramen-te un gabinete) más preocupados de la forma-ción con que el fútbol chileno enfrentaría supróximo partido en el mundial reciente que detemas verdaderamente relevantes, no es obra delazar que la derecha vaya consolidando más y

más sus diseños políticos y económicos quequizás, en el primer gobierno de la Concerta-ción, estuvieron relativamente estancados. Existela sensación de que, desde la oposición, es laderecha la que gobierna, la que dirime en defi-nitiva los conflictos de competencia dentro delequipo gobernante, porque también parece quea éste más le preocupa la “comodidad” y opi-nión de esa derecha que sus propios compro-misos programáticos.

De este modo, en este período como sehabía prometido, no sólo no habrá“reforzamiento” de los programas sociales, nireforma tributaria; no sólo no aumentarán losimpuestos a las transnacionales mineras, ni elrecorte fiscal tocará el gasto militar. Además,como se ha anunciado, se reducirá en más dediez mil millones de pesos los aportes a Educa-ción y en nueve mil quinientos millones el deSalud. Y ¿qué hacen los integrantes del“progresismo” concertacionista?, pues reabrenel debate sobre los Derechos Humanos, en unadiscusión que saben sin destino, con un discur-so oportunista que creen los releva de la res-ponsabilidad que tienen en un gobierno que noha querido sacudirse la tutela empresarial. Oafirman que es necesario convocar a un plebis-cito para dirimir importantes materias, pero queantes hay que organizar y movilizar a la “gen-te”, presumiendo que un argumento de esa na-turaleza tiene algún grado de credibilidad. Deesta manera, con graznidos de queltehues, sebusca alejar la atención de hechos y decisionesque afectan y afectarán en el futuro a todos loschilenos.

Ya en las postrimerías de este gobierno,por otra parte, la discusión se va trasladandocada vez con más fuerza hacia el tema de lasucesión. Hacia el tema de la sucesiónconcertacionista y de su próximo liderazgo pre-sidencial. Los roces internos y las opiniones di-vergentes de las transversalidades en el seno delconglomerado oficialista se atenúan cuando setrata de reconocer la importancia mayor que tie-ne la supervivencia de esa multipartidaria. Por

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sobre toda otra consideración.

Ya se ha informado que los candidatosdel PS-PPD, Ricardo Lagos y de la DC, AndrésZaldívar no presentarán programas distintosdurante su campaña previa a las primarias, loque, de suyo, significa que ni siquiera habráentre ellos una diferencia de matices ni de énfa-sis. La uniformidad total será soslayada por lasingularidad de los candidatos a la que, por lodemás, los obliga la naturaleza.

Se dice que lo anterior no es tan ciertoy que entre una Presidencia de Ricardo Lagosy una de Andrés Zaldívar sí habrán diferen-cias sustanciales y que el hecho de que ellasno se reflejen en un programa previo se debea un imperativo táctico que privilegia la in-demnidad de la Concertación. Que un even-tual gobierno de Ricardo Lagos significa uncambio profundo en la forma de examinar losproblemas políticos, económicos, sociales yculturales de nuestro país y, en consecuen-cia, la forma de resolverlos. Que habrá unamirada distinta, abierta, hacia temas tan im-prescindibles como el divorcio, los derechosde las minorías, la censura en T.V. Que ungobierno Laguista podría satisfacer la deman-da de cambios culturales latente en el país yque podría culminar satisfactoriamente la de-mocratización del parlamento, la exclusión dela Izquierda en este poder del Estado y el finde la presencia sobredimensionada de la de-recha en el Congreso Nacional. Que, por lodemás, así lo visualizaría una parte importan-te de la juventud.

Y que si bien no hay señales claras en rela-ción a modificaciones estructurales profundas, ungobierno dirigido por el actual Ministro de ObrasPúblicas trataría seriamente de corregir lasinequidades de las que el actual modelo está im-pregnado tanto en lo económico como en lo ins-titucional. Y que el acercamiento constante dellíder del PS-PPD hacia sectores ligados con la de-recha y el pinochetismo, no son otra cosa quepasos tácticos que buscarían tranquilizar a milita-res y empresarios para un futuro gobierno Laguista.

Opiniones en contrario señalan que laspúblicas declaraciones de Ricardo Lagos conrelación al mercado, las privatizaciones, losequilibrios macroeconómicos y otras materiasreflejan su verdadero pensamiento y que es sin-cero cuando afirma aceptar una mayor apertu-ra, un menor gasto público y una reducción deltamaño y del rol regulador del Estado. Es decir,que está de acuerdo, básicamente, con lo queha hecho la Concertación. Su condición de Mi-nistro de ambos gobiernos haría indesmentibleesta afirmación.

No importando cuál de las consideracio-nes anteriores sea más verosímil, el cambio designo en el interior de un próximo gobierno dela Concertación alienta esperanza de incluso enaquellos que nunca antes creyeron en esa coa-lición. Ya sea por razones históricas, por carac-terísticas personales (carisma, inteligencia), porvariantes en el equipo, (no sólo de fútbol) asu-men que un gobierno presidido por RicardoLagos podría ser el punto de partida real a unaverdadera democratización de nuestro país y denuestra sociedad.

Pero en un análisis de la circunstancia loanterior no deja de ser política ficción, aún. Por-que los escenarios son movedizos y lo que hoypodría aparecer como inmutable, mañana pue-de ser un ventarrón. En los hechos nadie podríaasegurar que en la Concertación se llevarán acabo primarias, ni que de haberlas en ellas gana-ría Ricardo Lagos, ni que en el caso que así fue-ra, la DC aceptaría la derrota, presumiendo queella profetizaría derrotas mayores en el futuromediato. Tampoco, que el enfrentamiento entreLagos y Zaldívar, que se prevé no exento de brus-quedades, haga emerger un candidato distinto,de “consenso”. Al revés, de ser triunfadorZaldívar, quién podría negar la posibilidad de queLagos no continuara con su opción haciendo unllamado más amplio, hacia la Izquierda y de noser así que se potencie una candidatura “progre-sista” encabezada por el senador Jorge Lavande-ro. U otro candidato que sea capaz de haceremerger una amplia alianza político-social que

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articule sus demandas específicas tras las bande-ras de un verdadero cambio sistémico. ¿Un can-didato de la Concertación, dos candidatos, untercero..., quién se caerá primero?, esa es la pre-gunta del momento.

Sin embargo lo anterior no descarta elpeligro, cada vez más inminente de la transfor-mación de la Concertación en una fuerza polí-tica semejante al PRI mexicano. De hecho losdos documentos redactados por distintospersoneros, de distintos partidos, y con distin-tas visiones, como ya se dijo, reiteran suadscripción primordial a la integridad, fortale-za y reproducción de ella. Y la amenaza de untercer documento, más rupturista, aún no seconcreta. Si así ocurriera sería de gran relevan-cia, pues podría, de algún modo significar comose ha anunciado, la voluntad de algunos secto-res, también transversales, de aproximar la Con-certación hacia la Izquierda. Esto obstaculiza-ría esa anunciada “PRI...arización”, aunque sepercibe que lo único que a la Concertación lefalta del PRI es la institución del “tapado”. (Oquizás no...)

Las disputas dentro de los partidos de lacoalición en el gobierno tampoco son meno-res. Sólo por mencionarlas, es emergente la“Laguización” de algunos dirigentes DC (¿sen-tido de la oportunidad, visión de futuro? ) y lasrecriminaciones internas en ese partido por ellento posicionamiento encuestal de Zaldívar. Enel Partido Radical la controversia entre partida-rios de apoyar a Lagos o a Zaldívar, en el PPD ladramática constatación de sus carenciasdoctrinarias y en el PS la perpetua lucha por elpoder y la conmovedora gestión de sus sectoresmás conscientes por terminar con las tenden-cias y organizar elecciones internas que respe-ten las más mínimas condiciones democráticas.

En este cuadro la derecha tampoco estáexenta de dificultades. Al patético, peropreocupante populismo del alcalde Lavín, quealoja en casa de pobladores y se reúne con fa-miliares de desaparecidos durante el régimen

del cual fue parte, se agrega la pugna entre libe-rales y “duros” en Renovación Nacional. Sin seridéntica, la situación es similar a la de la Con-certación. Quizás a ellos les preocupe más elcambio de folio en las personas que dirigirán lacoalición actualmente en el gobierno, que sutriunfo en las urnas el próximo año. Total, elgobierno de la Concertación aplica el progra-ma que para ellos y la derecha económica esmás funcional.

La alternativas extraconcertacionistas tie-nen dificultades mayores. El Partido Comunistaha levantado a Gladys Marín como su candidatapara toda la izquierda. El Partido Humanistapersevera en su tesis del camino propio y losdemás grupos, se resisten majaderamente enavanzar hacia algún tipo de unidad. Destaca-mos los esfuerzos del Movimiento por la Digni-dad Nacional que busca un plebiscito, pero sedesconocen, hasta ahora, esfuerzos serios parahacer coincidir esos vastos sectores en una bús-queda, sino orgánica, a lo menos programáticapara el período que viene.

En otras palabras, esta Izquierda tambiénfomenta la “PRI...arización” de la Concertacióny estimula la internalización y el carácter ex-cluyente de las propuestas de sus elementos máslúcidos y progresistas, al no ser capaz de levan-tar una alternativa verosímil que pudiera servirde marco de referencia para una futura alianzaexplícita o implícita con ellos.

Se dice que la crisis asiática ya ha costado500 millones de dólares a la dependiente econo-mía chilena. Ella redundará, como se ha dicho,en el recorte del gasto fiscal, que también afectarálos programas sociales. También se verá compro-metido el sector privado. El gobierno ha dadoseñales equívocas de como enfrentará esta crisis.

Seguirán cayendo los ingresos productode las importaciones y se alzarán las tasas deinterés. Esto provocará mayor desempleo y másbajos salarios, ensanchándose la desigualdadhoy existente en el país, desigualdad reconoci-da por estudios de organismos internacionales.

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En este marco, es posible que el epílogodel gobierno de Frei hijo se vea marcado por uncreciente descontento social y que lasmovilizaciones, desalentadas por la propia Con-certación, reaparezcan por las consecuencias desus propias políticas.

Aún así, no se avizora ni siquiera la in-tención de modificar la dirección del timón eco-nómico del gobierno y hemos escuchado comolos ministros del área simulan desconocer lacrisis o no le dan la importancia que tiene.

De este modo el área social se resentiráaún más y la ridícula, pero paradigmática me-dida anunciada por el recién nombrado Subse-cretario de Salud para paliar la epidemia de vi-rus sincisial en los niños (“se habilitarán otras14 camas en el hospital Félix Bulnes”) se multi-plicarán en todos los ámbitos.

La Concertación, se afirma desde unaperspectiva, no ha sido capaz de resolver losproblemas de la mayoría de nuestro pueblo. Noha sido fiel a su programa y no ha intentado,seriamente, democratizar al país. Los cambiosque ha realizado son, en cuanto a su importan-cia, objeto de polémicas, pero muchos los con-sideran insignificantes. Eso, se argumenta, senota claramente en los últimos resultados elec-torales, los cuales le fueron claramente adver-sos al gobierno y a la coalición política que losustenta. Esto ya era conocido, pero se expresa,en la ocasión actual, de manera más novedosa,en evidentes y públicas contradicciones dentrode la Concertación. Que si antes las había, esposible, pero se vaporizaban antes de salir a laluz pública porque la caldera del poder se ca-lentaba homogéneamente.

Otros puntos de vista reconocen, en losocho años de gobierno concertacionista, algu-nos logros y hechos que serán de importancia einfluencia decisiva en la próxima década y con-secuentemente introducirán matices de diferen-cia en el manejo del próximo gobierno en rela-ción con los anteriores. Entre otros y quizás losmás recientes, la reforma del poder Judicial,

avalada por la inmensa mayoría de la ciudada-nía y que se inscribe en el ámbito de las difíci-les y peligrosas materias político-institucionales.Los cambios ya ocurridos o que pudieran ocu-rrir en el seno del ejército con la salida de Pino-chet tampoco son irrelevantes.

A finales de los años cuarenta, un niño dedoce o trece años le preguntaba a su padre, se-ñalándole un gran cajón de madera junto a unmodesto obelisco en construcción a la entradade nuestra avenida Alameda, ¿qué era aquello?El padre le respondió que en esa caja esperabasu pronta inauguración la merecida estatua delPresidente Balmaceda, quien se suicidara en 1891después de ser derrotado en la revolución de esemismo año. En esas fechas de mitad de siglo, enun importante diario de Santiago, un indignadogrupo de ciudadanos protestaba por la decisiónde erigir ese monumento al “mechudo”, comolo denominaban peyorativamente. Habían trans-currido más de cincuenta años del hecho, perolas heridas del enfrentamiento que llevó a lamuerte a Balmaceda persistían. La extinción dela generación que, de un modo u otro participóo fue testigo de la revolución del 91 seguramen-te terminó con la polémica, pero sea así o no losea, hay evidencias para pensar que nadie hoydía resta valor al gobierno del Presidente Balma-ceda, a su ideario progresista y a su fiel apego ala Constitución.

A finales de los años noventa no hay nin-gún niño que pregunte por ninguna estatua amedio levantar, junto a ningún obelisco u otraconstrucción que pretenda recordar la memo-ria de Salvador Allende. Tal vez sea lícito pre-guntar si Salvador Allende es tema para un aná-lisis de coyuntura. Creemos que sí lo es, másaún cuando se van a cumplir veinticinco añosdel golpe militar. Se levantarán las voces paraestigmatizar su gobierno y su figura, como cin-cuenta años después de su muerte se hizo conel “mechudo” Balmaceda. Seremos testigos delsilencio de quienes lo acompañaron, en quie-nes Allende confió, preocupados hoy no enhonrar su memoria, sino que en mantener cuo-

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tas de poder que no supieron defender junto aél.

En la ocasión actual tener presente lamemoria de Allende es tener presente un inten-to por hacer de Chile un país comprometido conla democracia, con sus valores culturales, in-serto con dignidad en un mundo que ya seglobalizaba. La justicia social no era un meroconcepto relativizado por los dictámenes de laeconomía, era un imperativo que en la coyun-tura actual nos hace meditar sobre el lugar queocupa en las preocupaciones del gobernante.

Las opciones, vistas globalmente, son devariado signo. No son, desde luego, simétricasni en el caso de la Concertación son válidas lastesis maniqueas. Lo que sí no merece dudas sonsus diferencias internas que, en ningún caso,pronostican un cambio profundo en los conte-

nidos ni en las formas de un tercer gobierno dela coalición gobernante.

Y aunque es poco probable que una nuevafuerza política de Izquierda, un nuevo actor en laescena política de este país alcance a levantarsecon el vigor suficiente, en el transcurso de los mesesvenideros, como para amenazar el bipolarismoexistente, no por ello no es esperable un germende organización en esa dirección. Lo cual no de-penderá únicamente del desarrollo de sus propiasposibilidades, sino que también de las contradic-ciones que se producen, y que son cada vez másvisibles, en los campos adversarios.

Difícil fin de siglo el que se acerca, in-ciertos los escenarios en los que se jugará eldestino de Chile. Esperemos que el ambiente ylos resultados no sean los mismos que rodearona nuestra selección de fútbol.XXI

Francisco Rivas

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Introducción al ManifiestoComunista

En la primavera de 1847, Karl Marx yFriedrich Engels decidieron afiliarse a la deno-minada Liga de los Justos (Bund der Gerechten),una rama de la más antigua Liga de los Proscri-tos (Bund der Geächteten), una sociedad secre-ta revolucionaria que habían creado en Parísobreros alemanes en su mayoría sastres y eba-nistas, bajo la influencia revolucionaria france-sa y compuesta principalmente por ese tipo deartesanos radicales expatriados. La Liga, con-vencida por su “comunismo crítico”, se brindóa publicar un Manifiesto redactado por Marx yEngels como documento político suyo y tam-bién a modernizar su organización de acuerdocon las propuestas que ellos hiciesen. Efectiva-mente, se reorganizó en el verano de 1847, serebautizó Liga de los Comunistas (Bund derKommunisten) y se declaró a favor del “derro-camiento de la burguesía, del gobierno del pro-letariado, del fin de la vieja sociedad basada enlas contradicciones de clase(Klassengegensätzen) y del establecimiento deuna nueva sociedad sin clases ni propiedad pri-vada”. Un segundo congreso de la Liga, que tam-bién tuvo lugar en Londres en noviembre-di-ciembre de 1847, aceptó formalmente esos ob-jetivos y los nuevos estatutos e invitó a Marx yEngels a redactar el nuevo Manifiesto que ex-pusiese las finalidades y la política de la Liga.

Aunque Marx y Engels prepararon borra-dores y el documento representa claramente lavisión común de ambos, Marx escribió casi conseguridad el texto final después de una enérgi-ca advertencia de la Ejecutiva, pues a Marx, tantoentonces como más tarde, le costaba completarsus textos a menos que fuera bajo la firme pre-sión de una fecha límite. La práctica ausencia

de versiones preliminares podría sugerir que fueescrito con rapidez. 1 El documento de 23 pági-nas resultante, titulado Manifiesto del PartidoComunista (conocido en general desde1872como el Manifiesto Comunista), se “publicó enfebrero de 1848”, impreso en la sede de laWorkers Educational Association (más conoci-da como KommunistischerArbeiterbildungsverein, que sobrevivió hasta1914) situada en el nº 46 de la calle Liverpool,de Londres.

En 1998 conmemoramos el 150 aniver-sario de la publicación de este breve panfletoque, a buen seguro, es con mucho la pieza deliteratura política más influyente desde la De-claración de los Derechos del Hombre y el Ciu-dadano de la Francia revolucionaria. Por fortu-na salió a la calle sólo una semana o dos antesdel estallido de las revoluciones de 1848, quese extendieron como un incendio forestal des-de París a todo el continente europeo. Aunquesu horizonte era claramente internacional conoptimismo, pero errando, la primera ediciónanunciaba la inminente traducción del Mani-fiesto al inglés, francés, italiano, flamenco ydanés, su impacto inicial tuvo lugar exclusiva-mente en Alemania. A pesar de lo pequeña queera, la Liga Comunista desempeñó un papel sig-nificativo en la revolución alemana, sobre todopor medio del periódico Neue RheinischeZeitung (1848-1849), que Marx editaba. En po-cos meses se reimprimió tres veces la primeraedición del Manifiesto, se publicó por entregasen el Deutsche Londoner Zeitung, se reescribióy corrigió en abril o mayo de 1848, en treintapáginas, pero se esfumó con el fracaso de lasrevoluciones de 1848. Cuando Marx se estable-

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ció en Inglaterra en 1849, en un exilio que du-raría toda la vida, debían existir tan pocos ejem-plares que Marx pensó que valía la pena reim-primir la sección III del Manifiesto(“Sozialistische und kommunitische Literatur”)en el último número de su revista en Londres,Neue Rheinische Zeitung, politischökonomischeRevue (noviembre de 1850), que apenas teníalectores.

Nadie hubiera predicho un futuro brillan-te para el Manifiesto en la década de 1850 y pri-meros años de la de 1860. En Londres, un impre-sor alemán emigrado publicó por su cuenta unacorta nueva edición, probablemente en 1864 yotra pequeña edición vio la luz en Berlín en 1866,la primera que realmente se publicó en Alema-nia. No parece que entre 1848 y 1868 hubiesetraducciones, aparte de una versión sueca publi-cada probablemente a finales de 1848 y una in-glesa en 1850, que es significativa en la historiabibliográfica del Manifiesto sólo porque al pare-cer la traductora consultó a Marx, o (puesto queella vivía en Lancashire) más probablemente aEngels. Ambas versiones desaparecieron sin de-jar huella. Hacia mediados de la década de 1860casi nada de lo que Marx había escrito en el pa-sado estaba ya en el mercado.

El destacado papel de Marx en la Asocia-ción Internacional de Trabajadores (la denomi-nada “Primera lnternacional”, 1864-1872) y elsurgimiento en Alemania de dos importantespartidos de clase obrera, ambos fundados porantiguos miembros de la Liga Comunista que letenían en gran estima, llevaron a una renova-ción del interés por el Manifiesto y por sus otrosescritos. En particular, su defensa elocuente dela Comuna de París de 1871 (que se conocecomúnmente como La guerra civil en Francia)le proporcionó una considerable notoriedad enla prensa como un peligroso líder de la subver-sión internacional temido por los gobiernos. Másconcretamente, el juicio por traición de los lí-deres socialdemócratas alemanes, WilhelmLiebknecht, August Bebel y Adolf Hepner enmarzo de 1872, le dio una inesperada publici-

dad al documento. La acusación leyó el textodel Manifiesto en la sesión del tribunal y así lesdio la primera oportunidad a los socialdemó-cratas de publicarlo de forma legal y con unalarga tirada, como parte de los procedimientosdel juicio. Puesto que parecía claro que un do-cumento publicado antes de la revolución de1848 necesitaría algún comentario explicativoy una cierta puesta al día, Marx y Engels escri-bieron el primero de una serie de prefacios quedesde entonces han acompañado habitualmen-te las nuevas ediciones del Manifiesto2. Pormotivos legales, el prefacio no se pudo distri-buir ampliamente en aquel momento, pero dehecho la edición de 1872 (basada en la ediciónde 1866) se convirtió en la base de todas lasediciones subsiguientes. Mientras tanto, entre1871 y 1873, aparecieron al menos nueve edi-ciones del Manifiesto en seis idiomas.

En los cuarenta años siguientes, el Mani-fiesto conquistó el mundo impulsado por el as-censo de los nuevos partidos obreristas (socia-listas), en los que la influencia marxista aumen-tó con rapidez en la década de 1880. Ningunode estos partidos optó por darse a conocer comoPartido Comunista hasta que los bolcheviquesrusos volvieron al nombre original después dela Revolución de Octubre, pero el título Mani-fiesto del Partido Comunista permanecióinalterado. Incluso antes de la Revolución rusade 1917 se había publicado en varios cientosde ediciones en unos treinta idiomas, incluyen-do tres ediciones en japonés y una en chino.No obstante, su principal zona de influencia sehallaba en la franja central de Europa que seextendía desde Francia al oeste, hasta Rusia, enel este. No es sorprendente que el mayor núme-ro de ediciones se hiciera en ruso (70), más 35ediciones en las lenguas del imperio zarista: 11en polaco, 7 en yiddish, 6 en finés, 5 enucraniano, 4 en georgiano, 2 en armenio. Ha-bía 55 ediciones en alemán, más, para el impe-rio de los Habsburgo, otras 9 en húngaro y 8 encheco (pero sólo 3 en croata, 1 en eslovaco y 1en esloveno), 34 en inglés (abarcando tambiénlos Estados Unidos, donde la primera traduc-

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ción apareció en 1871), 26 en francés y 11 enitaliano (la primera en esta lengua no se hizohasta 1889). 3 Su impacto en la Europa del su-roeste fue pequeño: 6 ediciones en español* (in-cluyendo las latinoamericanas) y una en portu-gués. El mismo impacto tuvo en la Europa delsureste (7 ediciones en búlgaro, 4 en serbio, 4en rumano y una sola edición en ladino,presumiblemente publicada en Salónica). Euro-pa del norte estuvo moderadamente bien repre-sentada con 6 ediciones en danés, 5 en sueco y2 en noruego4.

Esta distribución geográfica desigual re-flejaba no sólo el desarrollo desigual del movi-miento socialista, y de la misma influencia deMarx, como movimiento diferenciado de otrasideologías revolucionarias como el anarquismo.También debería recordarnos que no se dabauna correlación estrecha entre el tamaño y elpoder de los partidos socialdemócratas yobreristas y la circulación del Manifiesto. Porejemplo, hasta 1905 el Partido Socialdemócra-ta Alemán (SPD), con sus cientos de miles deafiliados y sus millones de votantes, publicónuevas ediciones del Manifiesto en tiradas queno sobrepasaban los 2.000 o 3.000 ejemplares.Del Programa de Erfurt de 1891, el partido hizouna tirada de 120.000 ejemplares, mientras queno parece que se publicaran más de 16.000copias del Manifiesto en los once años que vandesde 1895 a 1905, año en el que la circula-ción de su periódico teórico, Die Neue Zeit, erade 6.400 ejemplares5. No era de esperar que elafiliado medio de un partido socialdemócratamarxista de masas superara un examen de teo-ría. Por el contrario, las setenta ediciones de laRusia prerrevolucionaria representaban unacombinación de organizaciones, ilegales lamayor parte del tiempo, cuya afiliación total nodebió ser superior a unos pocos miles. De modoparecido, las 34 ediciones inglesas fueron pu-blicadas por y para unas cuantas sectas marxis-tas del mundo anglosajón que operaban en elmargen izquierdo de los partidos socialistas yobreristas que existían. Este era el medio en que“la perspicacia de un camarada se podía cali-

brar invariablemente por el número de anota-ciones personales en su Manifiesto”6. En defini-tiva, los lectores del Manifiesto, aunque forma-ban parte de los nuevos partidos y movimientossocialistas y de trabajadores en alza, a buen se-guro no eran una muestra representativa de suafiliación. Eran hombres y mujeres con un inte-rés especial en la teoría que subyace en esosmovimientos. Probablemente todavía sea esteel caso.

Esta situación cambió después de la Re-volución de Octubre, en todo caso en los parti-dos comunistas. A diferencia de los partidos demasas de la Segunda Internacional (1889-1914),los de la Tercera (1919-1943) esperaban quetodos sus miembros comprendiesen la teoríamarxista, o al menos mostraran cierto conoci-miento de ella. La dicotomía entre los líderespolíticos reales, que no estaban interesados enescribir libros, y los “teóricos” tipo Karl Kautsky,conocidos y respetados como tales pero nocomo activistas políticos prácticos, se desvane-ció. Siguiendo el modelo de Lenin, se suponíaque todos los dirigentes eran importantes teóri-cos, puesto que todas las decisiones políticas sejustificaban con el fundamento del análisis mar-xista, 0, más probablemente, haciendo referen-cia a la autoridad textual de “los clásicos”, Marx,Engels, Lenin y en su momento Stalin. La publi-cación y la difusión popular de los textos deMarx y Engels se convirtió, por consiguiente, enalgo mucho más importante para el movimien-to de lo que había sido en los días de la Segun-da Internacional. Abarcaba desde series de es-critos menores, probablemente encabezados porel Elementarbücher des Kommunismus alemán,durante la República de Weimar y compilacio-nes de lecturas adecuadamente seleccionadas,como la inestimable Correspondencia seleccio-nada de Marx y Engels, hasta las Obras selectasde Marx y Engels, primero en dos y luego entres volúmenes y la preparación de sus Obrascompletas (Gesamtausgabe); todas ellas respal-dadas por los ilimitados recursos-para estos pro-pósitos—del Partido Comunista Soviético, y amenudo editados en la misma Unión Soviética

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en mulitud de idiomas extranjeros. El Manifies-to comunista se benefició de esta nueva situa-ción por tres vías. Aumentó sin duda su circula-ción. La edición económica que publicaron en1932 las editoriales oficiales de los partidos co-munistas norteamericano y británico, de “cien-tos de miles” de ejemplares, se ha descrito como“probablemente la edición más masiva que ja-más se haya publicado en inglés”7. Su título nofue ya una supervivencia histórica, ahora se vin-culaba directamente a la política del momento.Puesto que ahora un estado importante se re-clamaba de la ideología marxista, la posicióndel Manifiesto como texto de ciencia políticase reforzó y por consiguiente entró a formar partedel programa docente de las universidades, don-de su destino fue una rápida expansión despuésde la segunda guerra mundial y donde el mar-xismo de los lectores intelectuales iba a encon-trar su público más entusiasta en las décadas de1960 y 1970.

La URSS salió de la segunda guerra mun-dial convertida en una de las dos superpoten-cias mundiales, encabezando una vasta regiónde estados y satélites comunistas. Los partidoscomunistas occidentales (con la notable excep-ción del alemán) emergieron de ella más fuer-tes de lo que nunca habían sido ni iban proba-blemente a ser. En el año de su centenario, aun-que se había iniciado la guerra fría, el Manifies-to ya no fue publicado exclusivamente por co-munistas u otros editores marxistas, sino en gran-des ediciones de editoriales no políticas conintroducciones de académicos destacados. Esdecir, no fue ya sólo un documento marxistaclásico, sino que se había convertido en un clá-sico político tout court.

Sigue siéndolo incluso después del finaldel comunismo soviético y el declive de lospartidos y movimientos marxistas en muchaszonas del mundo. En los estados donde no haycensura, es casi seguro que cualquiera que ten-ga al alcance una buena librería y con seguri-dad si tiene una buena biblioteca a mano, pue-de tener acceso a él. Por lo tanto, el objetivo deuna nueva edición en su 150 aniversario no es

hacer accesible el texto de esta sorprendenteobra maestra y mucho menos, volver a revisarun siglo de debates doctrinales acerca de la in-terpretación “correcta” de este documento fun-damental del marxismo. El objetivo es recordar-nos que el Manifiesto tiene todavía mucho quedecir al mundo en vísperas del siglo XXI.

II ¿QUE TIENE QUE DECIR?

Es, obviamente, un documento escritopara un momento concreto de la historia. Partede él envejeció casi inmediatamente. Por ejem-plo, las tácticas que se recomendaban a los co-munistas alemanes, que no fueron las que dehecho aplicaron durante la revolución de 1848y sus secuelas. Una parte mayor de él se fuehaciendo obsoleta, a medida que aumentaba eltiempo de separación entre los lectores y la fe-cha de su escritura. Hace mucho tiempo queGuizot y Metternich se pasaron de la direcciónde los gobiernos a los libros de historia; el zar(aunque no es el caso del papa) ya no existe. Ypor lo que se refiere a la discusión de la “litera-tura socialista y comunista”, los mismos Marx yEngels admitieron en 1872 que incluso enton-ces estaba anticuada.

Todavía más: con el tiempo, el lenguajedel Manifiesto no es ya el de sus lectores. Porejemplo, se ha dado mucha importancia a lafrase en la que se dice que el avance de unasociedad burguesa había sustraído “a una con-siderable parte de la población al idiotismo dela vida rural”. Pero aunque no hay duda de queMarx en aquel momento compartía el habitualdesprecio, a la vez que la ignorancia, de loshombres de ciudad con respecto al medio cam-pesino, la frase alemana real y más interesantedesde el punto de vista analítico (“demIdiotismus des Landlebens entrissen”), no se re-fería a la “estupidez”, sino a la “estrechez demiras” o al “aislamiento de la sociedad másamplia” en el que vivía la población del cam-po. Se hacía eco del significado original del tér-mino griego idiotes, del que se deriva el sentidohabitual de “idiota” o “idiotez”, a saber, “perso-na que sólo se preocupa de sus intereses priva-

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dos y no de los de la comunidad más amplia”.Desde los años cuarenta del pasado siglo, a lolargo de las décadas y en movimientos cuyosmiembros, a diferencia de Marx, no habían re-cibido una educación clásica, el sentido origi-nal se evaporó y se malinterpretó. Esto es toda-vía más evidente en su vocabulario político.Términos como Stand (“condición social”),Demokratie (“democracia”) o “Nación / nacio-nal” o bien tienen poca aplicación a la políticade finales del siglo XX o bien ya no tienen elsignificado que tenían en el discurso político ofilosófico de la década de 1840. Para poner unejemplo obvio, el “Partido Comunista” cuyomanifiesto reclama ser nuestro texto no teníanada que ver con los partidos de la política de-mocrática moderna o los “partidos de vanguar-dia” del comunismo leninista y no digamos conlos partidos de estado de tipo soviético y chino.Ninguno de ellos existía todavía. “Partido” sig-nificaba todavía esencialmente una tendenciao corriente de opinión o política, aunque Marxy Engels reconocían que, una vez encontraraexpresión en los movimientos de clase, desa-rrollaría cierto tipo de organización (“dieseOrganisation der Proletarier zur Klasse, unddamit zur politischen Partei”). De ahí la distin-ción, en la sección IV, entre los “partidos obre-ros ya constituidos ... los carlistas en Inglaterray los reformistas agrarios en Norteamérica “ylos demás, todavía no constituidos8. Como de-jaba claro el texto, el Partido Comunista de Marxy Engels no constituía ninguna organización enaquel momento, ni pretendía establecerla, mu-cho menos una organización con un programaespecífico diferente de otras organizaciones9. Porcierto, el grupo real en nombre del cual se es-cribió el Manifiesto, la Liga comunista, no semenciona en ningún lugar. Además, está claroque el Manifiesto no sólo fue escrito en y parauna situación histórica particular, sino que re-presentaba una fase una fase relativamenteinmadura del desarrollo del pensamientomarxiano. Esto se hace muy patente en sus as-pectos económicos. Aunque Marx había empe-

zado a estudiar economía política desde 1843,no se puso a desarrollar seriamente el análisiseconómico expuesto en El capital hasta que lle-gó a su exilio en Inglaterra después de la revolu-ción de 1848 y accedió a los tesoros de la Biblio-teca del Museo Británico en el verano de 1850.De modo que la distinción entre la venta por partedel proletario de su trabajo al capitalista y la ventade su fuerza de trabajo, que es esencial a la teo-ría marxiana de la plusvalía y la explotación, to-davía no había sido elaborada con claridad en elManifiesto. Tampoco el Marx maduro sostendríala visión de que el precio de la mercancía traba-jo fuera su costo de producción, es decir, el cos-to del mínimo fisiológico necesario para mante-ner vivo al obrero. En definitiva, Marx escribió elManifiesto menos como un economista marxianoque como un comunista ricardiano.

No obstante, aunque Marx y Engels recor-daban a los lectores que el Manifiesto era undocumento histórico, que estaba anticuado enmuchos aspectos, fomentaron y contribuye rona la publicación del texto de 1848 con correc-ciones y clarificaciones relativamente insignifi-cantes10. Reconocían que seguía siendo una ex-posición fundamental del análisis que distinguíasu comunismo de todos los demás proyectos decreación de una sociedad mejor. En esencia esteanálisis era histórico. Su núcleo central era lademostración del desarrollo histórico de las so-ciedades y de forma específica, de la sociedadburguesa, que había reemplazado a sus prede-cesoras, había revolucionado el mundo y a suvez, había creado necesariamente las condicio-nes para su inevitable sustitución, A diferenciade la economía marxiana, la “concepción mate-rialista de la historia” que subyace en este análi-sis, había encontrado ya su formulación maduraa mediados de la década de 1840. En los últimosaños permaneció sustancialmente inalterada11. Eneste aspecto, el Manifiesto era ya un documentoque definía el marxismo. Expresaba la visión his-tórica, aunque su trazado general quedase toda-vía por completar en análisis más acabados.

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III

¿Qué efecto tendrá el Manifiesto en ellector que acceda a él por primera vez en 1998?El nuevo lector difícilmente se podrá resistir aser arrastrado por la convicción apasionada, labrevedad sintética, la fuerza intelectual yestilística, de este sorprendente panfleto. Pare-ce que haya sido escrito en un único impulsocreativo, en frases lapidarias que casi se trans-forman de forma natural en aforismos memora-bles que han llegado a ser conocidos muchomás allá del mundo del debate político : desdeel principio, “Un fantasma recorre Europa: es elfantasma del comunismo”, hasta el final, “Losproletarios no tienen nada que perder ... másque sus cadenas. Tienen un mundo que ganar”.12

De forma igualmente poco común en la litera-tura alemana del siglo XIX, está escrito en pá-rrafos cortos, apodícticos, predominantementede una a cinco líneas, sólo en cinco casos deentre más de doscientos son de quince o máslíneas. Se mire como se mire, el Manifiesto co-munista como retórica política tiene una fuerzacasi bíblica. Es decir, no es posible negar su irre-sistible fuerza literaria13.

No obstante, lo que también llama sinduda la atención del lector contemporáneo esel notable diagnóstico del Manifiesto acerca delcarácter revolucionario y el impacto de la “so-ciedad burguesa”. No se trata simplemente deque Marx reconociese y proclamase los logrosextraordinarios y el dina mismo de una socie-dad que él detestaba, para sorpresa de más deun defensor posterior del capitalismo contra laamenaza roja. Sino de que en el mundo trans-formado por el capitalismo que él describía en1848, en pasajes de elocuencia sombría y lacó-nica, se reconoce el mundo en que vivimos 150años después. Curiosamente, el optimismo nadarealista, desde el punto de vista político, de dosrevolucionarios de 28 y 30 años, ha demostra-do ser la fuerza más duradera del Manifiesto.Porque aunque el “fantasma del comunismo”obsesionase ciertamente a los políticos y aun-que Europa atravesara un importante período

de crisis económica y social y fuera a estallaren la revolución continental más extendida desu historia, de ningún modo había fundamentopara la creencia expresada en el Manifiesto deque el momento de derrumbe del capitalismose estaba acercando (“la revolución burguesaalemana sólo puede ser el preludio inmediata-mente anterior a una revolución proletaria”). Porel contrario. Como ahora sabemos, el capitalis-mo estaba preparado para su primera era deavance global triunfante.

Lo que da al Manifiesto su vigor son doscosas. La primera es su visión, incluso en loscomienzos de la marcha triunfal del capitalis-mo, de que este modo de producción no erapermanente, estable, “el final de la historia”, sinouna fase temporal en la historia de la humani-dad y que, como sus predecesores, estaba des-tinado a ser superado por otro tipo de sociedad(a menos que —la frase del Manifiesto apenasha sido advertida—concluya “con la destruc-ción de las clases beligerantes”). La segunda essu reconocimiento de las tendencias históricasdel desarrollo capitalista necesariamente a lar-go plazo. El potencial revolucionario de la eco-nomía capitalista era ya evidente; Marx y Engelsno pretendían ser los únicos que lo reconocían.Desde la Revolución francesa algunas de lastendencias que ellos observaron estaban tenien-do claramente un efecto sustancial: por ejem-plo, la decadencia de “provincias independien-tes, apenas aliadas y con intereses, leyes, go-biernos y aranceles diferentes”, ante los esta-dos-nación” con un gobierno, una ley, un inte-rés nacional de clase y una línea aduanera”. Sinembargo, hacia finales de la década de 1840,lo que la burguesía había logrado era muchomás modesto que los milagros que se le atri-buían en el Manifiesto. Al fin y al cabo, en 1850en el mundo no se producían más de 71.000toneladas de acero (casi el 70 por 100 en GranBretaña) y se habían construido menos de38.000 km de vías férreas (dos terceras partesde ellas en Gran Bretaña y los Estados Unidosde América). Los historiadores no han tenidodificultad en de mostrar que, incluso en Gran

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Bretaña, la Revolución industrial (un términoutilizado explícitamente por Engels desde 1844en adelante)14 apenas había creado un país in-dustrial, ni siquiera predominantemente urba-no, antes de la década de 1850. Marx y Engelsno describían el mundo tal como había sido yatransformado por el capitalismo en 1848, sinoque predecían cómo estaba lógicamente desti-nado a ser transformado por él.

Hoy vivimos en un mundo en el que estatransformación se ha realizado en su mayor par-te, aunque los lectores del Manifiesto en el ter-cer milenio del calendario occidental sin dudaobservarán que ha avanzado incluso más alládesde 1998. En algunos sentidos, hoy podemosincluso ver de forma más clara la fuerza de laspredicciones del Manifiesto que las generacio-nes situadas entre nosotros y su publicación.Porque hasta la revolución en los transportes ylas comunicaciones, a partir de la segunda gue-rra mundial, existían límites a la globalizaciónde la producción, a “dar una conformación cos-mopolita a la producción y al consumo en to-dos los países”. Hasta la dé cada de 1970, laindustrialización siguió estando preponderan-temente confinada a sus regiones de origen. Al-gunas escuelas de marxistas podían incluso ar-gumentar que el capitalismo, al menos en suforma imperialista, lejos de “obliga(r) a todas lasnaciones a apropiarse del modo de producciónde la burguesía, si es que no quieren sucum-bir”, por naturaleza perpetuaba, o incluso crea-ba, “subdesarrollo” en el llamado Tercer Mun-do. Mientras un tercio de la especie humanavivía en economías del tipo comunista soviéti-co, parecía que el capitalismo nunca consegui-ría obligar a todas las naciones a convertirse enburguesas. No “crea(ría) un mundo a su propiaimagen y semejanza”. Tampoco, antes de ladécada de 1960, el anuncio hecho por el Mani-fiesto de que el capitalismo llevaba consigo ladestrucción de la familia parecía haber sido ve-rificado, ni siquiera en los países occidentalesavanzados donde hoy más o menos la mitad delos hijos nacen de madres solas y son criadospor ellas, y la mitad de los hogares en las gran-

des ciudades son unipersonales. Para acabar, loque en 1848 pudo sorprender a un lector nocomprometido como retórica revolucionaria o,como mucho, como predicción verosímil, hoyse puede leer como una caracterización conci-sa del capitalismo a finales del siglo XX. ¿Dequé otro documento de la década de 1840 sepuede decir lo mismo?

IV

No obstante, si a finales del milenio de-bemos sorprendernos por la agudeza de la vi-sión que el Manifiesto daba del entonces remo-to futuro de un capitalismo masivamenteglobalizado, el fracaso de otra de sus previsio-nes es igualmente sorprendente. Hoy es evidenteque la burguesía no ha producido “ante todo,sus propios sepultureros” en el proletariado. “Suhundimiento y el triunfo del proletariado” no sehan demostrado “igual mente inevitables”. Elcontraste entre las dos mitades del análisis he-cho en el Manifiesto en su sección titulada Bur-gueses y proletarios reclama más explicacióndespués de 150 años que en el momento de sucentenario.

El problema no reside en la visión de Marxy Engels de un capitalismo que transformabanecesariamente a la mayor parte de la pobla-ción que ganaba su sustento en esa economíaen hombres y mujeres que dependen para susubsistencia de alquilarse a cambio de jornaleso salarios. Sin duda la tendencia ha sido esa,aunque hoy en día los ingresos de algunos delos que técnicamente son empleados contrata-dos a cambio de un salario, como los ejecuti-vos de las grandes empresas, difícil mente sepueden contar como proletarios. Ni tampocoreside esencialmente en su creencia de que lamayor parte de esa población trabajadora con-sistiría en una fuerza de trabajo industrial. Aun-que Gran Bretaña siguió siendo completamen-te excepcional como un país en que los obrerosmanuales asalariados constituían la mayor par-te de la población, el desarrollo de la produc-ción industrial exigió una entrada masiva y cre-ciente de trabajo manual durante mucho más

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de un siglo después del Manifiesto. Es incues-tionable que este ya no es el caso en la produc-ción moderna de capital intensivo y alta tecno-logía, un desarrollo que no se tomó en conside-ración en el Manifiesto, aunque de hecho ensus estudios económicos más maduros el mis-mo Marx concibiera el posible desarrollo de unaeconomía que prescindiera progresivamente deltrabajo, al menos en una era poscapitalista15.Incluso en las viejas economías industriales delcapitalismo, el porcentaje de gente empleadaen la industria manufacturera se mantuvo esta-ble hasta la década de 1970, excepto en los Es-tados Unidos, donde el declive se inició un pocoantes. Desde luego, con muy pocas excepcio-nes, como las de Gran Bretaña, Bélgica y losEstados Unidos, en 1970 los trabajadores indus-triales probablemente constituían una propor-ción mayor del total de población ocupada enel mundo industrial y en vías de industrializa-ción, que en cualquier momento anterior.

Sea como sea, el derrocamiento del capi-talismo previsto por el Manifiesto no residía enla transformación previa de la mayoría de la po-blación ocupada en proletarios, sino en la asun-ción de que la situación del proletariado en laeconomía capitalista era tal que, una vez organi-zado como un movimiento de clase necesaria-mente político, podía encabezar y aglutinar eldescontento de otras clases y así adquirir poderpolítico como “el movimiento independiente deuna ingente mayoría” en interés de esa ingentemayoría. De este modo el proletariado llegaría a“elevarse a clase nacional ... constituirse a sí mis-mo en cuanto nación”16.

Puesto que el capitalismo no ha sido de-rrocado estamos en condiciones de desecharesta predicción. Sin embargo, por muy impro-bable que pareciera en 1848, la política de lamayor parte de los países capitalistas europeosiba a ser transformada por el ascenso de losmovimientos políticos organizados que se ba-saban en la conciencia de clase proletaria y queapenas habían hecho su aparición fuera de GranBretaña. Los partidos socialistas y obreristas

emergieron en muchas zonas del mundo “desa-rrollado” en la década de 1880. Llegaron a serpartidos de masas en los estados con derechodemocrático al voto que ellos mismos habíancontribuido en tan gran medida a conseguir.Durante la primera guerra mundial y despuésde ella, mientras una rama de los “partidos pro-letarios” siguió el camino revolucionario de losbolcheviques, otra rama se convirtió en el pilarque sustentaba un capitalismo democratiza do.La rama bolchevique ya no tiene una gran sig-nificación en Europa, o bien los partidos de estetipo se han asimilado a la socialdemocracia. Lasocialdemocracia, tal como se entendía en tiem-pos de Bebel e incluso de Clement Attlee, estáluchan do en retaguardia en la década de losnoventa. Sin embargo, mientras escribo esto(1997), los descendientes de los partidos social-demócratas de la Segunda Internacional, algu-nas veces bajo sus nombres originales, son lospartidos de gobierno en todos los estados euro-peos excepto dos (España y Alemania) y enambos han gobernado en el pasado y es proba-ble que lo vuelvan a hacer.

En definitiva, lo que está equivocado noes la predicción del Manifiesto acerca del papelcentral de los movimientos políticos basados enla clase obrera (y que todavía llevan explícita-mente el nombre de clase, como los partidoslaboristas británico, holandés, noruego y deAustralasia). Es la proposición de que “de todaslas clases que enfrentan hoy en día a la burgue-sía, sólo el proletariado es una clase verdadera-mente revolucionaria”, cuyo destino inevitable,implícito en la naturaleza y el desarrollo delcapitalismo, es derrocar a la burguesía: “Su hun-dimiento y el triunfo del proletariado son igual-mente inevitables”.

Incluso en los famosos “hambrientos añoscuarenta”, el mecanismo que debía asegurar estehecho, a saber, la caída inevitable de los traba-jadores en la indigencia17, no era totalmente con-vincente; a menos que se supusiera, lo cual in-cluso entonces no era creíble, que el capitalis-mo se encontraba en su crisis final y a punto de

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ser derrocado inmediatamente. Se trataba de unmecanismo doble. Sumado al efecto del aumen-to de la indigencia sobre el movimiento obrero,demostraba que la burguesía era “incapaz dedominar porque es incapaz de asegurar a susesclavos la existencia inclusive dentro de su es-clavitud, porque está obligada a dejarlos que sesuman en una situación en la cual debe alimen-tarlos en lugar de ser alimentada por ellos”. Le-jos de proporcionar el beneficio que alimenta-da la máquina del capitalismo, el trabajo lodrenaba. Pero, dado el enorme potencial eco-nómico del capitalismo que tan enfáticamentese exponía en el mismo Manifiesto, ¿por quéera inevitable que el capitalismo no pudieseproveer subsistencia, por muy miserable quefuera, a la mayor parte de su clase obrera, o,dicho de otro modo, que no pudiese proporcio-nar un sistema de bienestar? ¿Era inevitable que“la indigencia [en sentido estricto, véase la nota17] se desarrolla (ra) aún con mayor celeridadque la población y la riqueza”?18 Si el capitalis-mo tenía una larga vida ante él—como fue evi-dente muy poco después de 1848—, esto notenía que ocurrir. Y de hecho, no ocurrió.

La visión del desarrollo histórico de lasociedad burguesa que daba el Manifiesto, in-cluida la clase obrera que ésta generaba, noconducía necesariamente a la conclusión de queel proletariado derrocaría al capitalismo y, alhacerlo, abriría el camino hacia el desarrollodel comunismo, porque la visión y la conclu-sión no derivaban del mismo análisis. La metadel comunismo, adoptada antes de que Marxfuera marxista, no se derivaba del análisis de lanaturaleza y el desarrollo del capitalismo, sinode un argumento filosófico, en realidadescatológico, acerca de la naturaleza humana ysu destino. La idea fundamental para Marx des-de aquel momento de que el proletariado erauna clase que no se podía liberar a ella mismasin liberar de ese modo a toda la sociedad, apa-rece primero como “una deducción filosóficamás que como un producto de la observación”19.Como señaló George Lichtheim: el proletaria-do hace su primera aparición en los escritos de

Marx como la fuerza social que se necesita pararealizar las metas de la filosofía germana talcomo lo veía Marx en 1843-1844.20

La “posibilidad positiva de la emancipa-ción alemana”, escribió en la Introducción a laCrítica de la filosofía del derecho de Hegel, re-side “en la formación de una clase con cadenasradicales ... una clase que es la disolución detodas las clases, una esfera de la sociedad quetiene un carácter universal porque sus sufrimien-tos son universales y que no demanda un bienparticular porque el mal que se ha cometidocontra ella no es un mal particular, sino malcomo tal ... Esta disolución de la sociedad comouna clase particular es el Proletariado ... Laemancipación alemana es la emancipación delser humano. La filosofía es la cabeza de estaemancipación y el proletariado es su corazón.La filosofía no se puede realizar sin abolir elproletariado y el proletariado no se puede abo-lir sin que la filosofía se haya hecho realidad”.21

En aquel momento, Marx sabía poco másdel proletariado que lo siguiente: “se está for-mando en Alemania sólo como resultado delavance del desarrollo industrial” y este era pre-cisamente su potencial como fuerza liberadora,puesto que, a diferencia de las masas pobres dela sociedad tradicional, era el hijo de una diso-lución drástica de la sociedad y por consiguien-te, con su existencia “proclama (ba) la disolu-ción del orden mundial existente hasta ahora”.Todavía sabía menos acerca de los movimien-tos de trabajadores, aunque poseía un gran co-nocimiento sobre la historia de la Revoluciónfrancesa. En Engels encontró un compañero queaportó a la asociación el concepto de “Revolu-ción industrial”, una forma de comprender ladinámica de la economía capitalista tal y comoexistía realmente en Gran Bretaña y los rudi-mentos de un análisis económico22. Ambos leconducían a predecir una revolución social fu-tura que debería realizar una clase obrera real,acerca de la cual, al vivir y trabajar en GranBretaña a principios de la década de 1840, sa-bía mucho. Las aproximaciones de Marx y de

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Engels al “proletariado” y al comunismo se com-plementaban mutuamente. Lo mismo ocurría consu concepción de la lucha de clases como motorde la historia. En el caso de Marx derivaba am-pliamente del estudio del período revoluciona-rio francés, en el de Engels de la experiencia delos movimientos sociales en la Gran Bretañaposnapoleónica. No es sorprendente que estu-viesen (en palabras de Engels) “de acuerdo entodos los terrenos teóricos”23. Engels proporcio-nó a Marx los elementos de un modelo que de-mostraba la naturaleza fluctuante y propensa ala desestabilización de las operaciones de la eco-nomía capitalista, en particular los esbozos deuna teoría de las crisis económicas-24 y materialempírico acerca del ascenso del movimiento dela clase obrera británica y el papel revoluciona-rio que podía desempeñar en Gran Bretaña.

En la década de 1840 no era inverosímilla conclusión de que la sociedad estaba al bor-de de la revolución. Tampoco lo era la predic-ción de que la clase obrera, por inmadura quefuera, la dirigiría. Después de todo, al cabo depocas semanas de la publicación del Manifies-to un movimiento de los obreros de París derro-có a la monarquía francesa y dio la señal parala revolución a media Europa. Sin embargo, latendencia a generar un proletariado esencial-mente revolucionario, por parte del desarrollocapitalista, no se podía deducir del análisis dela naturaleza del desarrollo capitalista. Era unaconsecuencia posible de ese desarrollo, pero nose podía demostrar que era la única posible.Todavía menos se podía demostrar que el he-cho de que el proletariado derrocara con éxitoal capitalismo debía abrir necesariamente elcamino al desarrollo del comunismo. (El Mani-fiesto sólo afirma que entonces se iniciaría unproceso de cambio muy gradual.)25 La visión deMarx de un proletariado cuya misma esencia ledestinaba a emancipar a toda la humanidad y aacabar con la sociedad de clase por medio desu derrocamiento del capitalismo, representauna esperanza que se lee en su análisis del ca-pitalismo, pero no una conclusión que este aná-lisis imponga de forma necesaria.

Lo que se puede desprender sin duda delanálisis del capitalismo hecho en el Manifiesto,en especial cuando Marx amplía su análisis,sobre la concentración económica y que ape-nas está insinuado en 1848, es una conclusiónmás general y menos específica acerca de lasfuerzas autodestructivas que se generan en eldesarrollo capitalista. Llegar a un punto y en1998 no sólo los marxistas aceptarán esto —enque “las relaciones burguesas de producción ycambio, las relaciones burguesas de propiedad,la sociedad burguesa moderna, que ha produ-cido, como por arte de magia, medios de pro-ducción y cambio tan ingentes, se asemeja alhechicero que ya no logra dominar las fuerzassubterráneas que ha conjurado ... Las delacio-nes burguesas se han tornado demasiado estre-chas como para abarcar la riqueza por ellasengendrada”.

No es irrazonable concluir que las “con-tradicciones” inherentes a un sistema de mer-cado basado en “ningún otro vínculo que el in-terés desnudo, que el insensible ‘pago al conta-do’, un sistema de explotación y de acumula-ción sin fin”, nunca pueden ser superadas; queen un punto determinado en una serie de trans-formaciones y reestructuraciones, el desarrollode este sistema que tiende esencialmente adesestabilizarse, conducir a un estado de cosasque no pueda ser ya descrito como capitalis-mo. 0, para citar al último Marx, cuando” la cen-tralización de los medios de producción y lasocialización del trabajo alcanzan un punto enel cual hacen incompatibles con su coberturacapitalista”26 y esta “cobertura estalla en peda-zos”. No importa qué nombre se le dé al estadode cosas subsiguiente. No obstante —como de-muestran los efectos de la explosión económi-ca mundial en el medio ambiente mundial—,deberá marcar un giro drástico de la apropia-ción privada a la gestión social a escala global.

Es muy improbable que esta sociedadposcapitalista se corresponda con los modelostradicionales de socialismo y todavía menos conel socialismo “realmente existente” de la era

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soviética. Las formas que pueda tomar y hastaqué punto encarnará los valores humanistas delcomunismo de Marx y Engels, dependerá de laacción política por medio de la cual llegue estecambio. Porque esto, como sostiene el Mani-fiesto, es determinante para la configuración delcambio histórico.

V

En la visión marxiana, como sea que des-cribamos aquel movimiento histórico en el que“la cobertura estalla en pedazos”, la política seráun elemento fundamental. El Manifiesto se haleído principalmente como un documento quedescribe un pro ceso histórico inevitable y des-de luego su fuerza derivó sobre todo de la con-fianza que proporcionaba a sus lectores acercade que el capitalismo estaba destinado de for-ma inevitable a ser enterrado por sus sepulture-ros y de que ni entonces ni en ninguna épocaanterior de la historia, se habían dado las con-diciones para la emancipación. Con todo, con-trariamente a las presunciones más extendidas,puesto que admite que el cambio histórico tie-ne lugar por medio de los hombres que hacensu propia historia, no es un documentodeterminista. Las tumbas deben ser cavadas porla acción humana o a través de ella.

Ciertamente es posible hacer una lecturadeterminista del argumento. Se ha sugerido queEngels tendía a ella de forma más natural queMarx, lo que tuvo importantes consecuenciaspara el desarrollo de la teoría y el movimientoobrero marxistas después de la muerte de Marx.De todos modos, aunque los propios esbozospreliminares de Engels se han citado como prue-bas27, de hecho no se puede leer en el Manifies-to mismo. Cuando deja el terreno del análisishistórico y se adentra en el presente, es un do-cumento de opciones, de posibilidades políti-cas más que de probabilidades y no digamos decertezas. Entre “ahora” y el momento, imposi-ble de predecir, en que “en el curso de la evolu-

ción” habría “una asociación en la cual el libredesarrollo de cada cual será la condición parael libre desarrollo de todos”, se encuentra el rei-no de la acción política.

El cambio histórico a través de la prácti-ca social, a través de la acción colectiva, estáen el corazón del Manifiesto: contempla el de-sarrollo del proletariado como la “organizaciónde los proletarios en una clase y con ello en unpartido político”. La “elevación del proletaria-do a clase dominante” (“la conquista de la de-mocracia”) es “el primer paso de la revoluciónobrera” y el futuro de la sociedad depende delas posteriores actuaciones políticas del nuevorégimen (cómo el proletariado utilizará su he-gemonía política). El compromiso con la políti-ca es lo que, históricamente, distinguió al so-cialismo marxista de los anarquistas y de lossucesores de aquellos socialistas cuyo rechazode toda acción política condena explícitamen-te el Manifiesto. Incluso antes de Lenin, la teo-ría marxiana no sólo trataba acerca de “lo quenos dice la historia que ocurrirá”, sino tambiénacerca de “lo que se debe hacer”. Es verdad quela experiencia soviética del siglo XX nos ha en-señado que quizás sea mejor no hacer lo que sedebe en condiciones históricas que prácticamen-te hacen el éxito imposible. Pero esta lección sepodría haber aprendido tomando en considera-ción las aplicaciones del Manifiesto comunista.

Para acabar, el Manifiesto —y esta no esla menor de sus extraordinarias cualidades —esun documento que preveía el fracaso. Manifes-taba la esperanza de que el resultado del desa-rrollo capitalista fuera “una transformación re-volucionaria de toda la sociedad”, pero, comoya hemos visto, no excluía la alternativa: “des-trucción de las clases beligerantes”. Muchosaños más tarde otro marxiano volvió a formularesta idea como la elección entre socialismo ybarbarie. Cuál de los dos prevalecerá es unapregunta que el siglo XXI debe responder.XXI

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NOTAS

(*) El Manifiesto se tradujo por primera vez enEspaña en noviembre-diciembre de 1872,en el semanario madrileño La Emancipa-ción. El autor de la traducción era JoséMesa, que decidió omitir el pasaje sobre el«El socialismo alemán o “verdadero”», porconsiderarlo de interés local y superado porel tiempo. Esta traducción se reprodujo enEl Obrero, de Barcelona, en 1882 y en 1886lo fue en el semanario El Socialista, a la vezque se publicaba por primera vez como unfolleto de 32 páginas en Madrid. La primeraedición que apareció en América Latina fue,al parecer, la que se hizo en El Socialista deMéxico en 1888. (N. del e.)

1 Sólo se han descubierto dos materiales deeste tipo: un esquema para la sección 111 yel borrador de una página (véanse pp. 151-152 y lámina 2). Karl Marx y FriedrichEngels, Collected Works, vol. 6, pp, 576-577.

2 Durante la vida de los fundadores hubo: l)Prefacio a la (segunda) edición alemana,1872; 2) Prefacio a la (segunda) ediciónrusa, 1882. La primera traducción rusa,hecha por Bakunin, había aparecido en1869, se entiende que sin la bendición deMarx y Engels; 3) Prefacio a la (tercera)edición alemana, 1883; 4) Prefacio a laedición inglesa, 1888; 5) Prefacio a la(cuarta) edición alemana, 1890; 6) Prefacioa la edición polaca, 1892; y 7) Prefacio Allector italiano, 1893 (reproducidos todosellos en esta edición; véanse pp. 121-150).

3 Paolo Favilli, Storia del marxismo italiano.Dalle origini alla grande guerra, Milán,1996, pp. 252-254.

4 Me baso en las cifras del inestimable BertAndréas, Le Manifeste Comuniste de Marxet Engels. Histoire et bibliographie, 1848-1918, Milán, 1963.

5 Datos procedentes de los informes anualesde las SPD Parteitage. No obstante, no sedan datos numéricos acerca de las publica-ciones teóricas para los años 1899 y 1900

6 Robert R. LaMonte, The New lntelectuals,New Review, II (1914), citado en PaulBuhle, Marxism in the USA: From 1870 tothe present day, Londres, 1987, p. 56.

7 Hal Draper, The Annotated CommunistManifesto, Center for Socialist History,Berkeley, CA, 1984, ISBN 0-916695-01-8,p. 64.

8 El original alemán empieza esta seccióndiscutiendo das Vërhaltniss derKommunisten zu den bereits konstituiertenArbeiterparteien ... also den Chartisten, etc.La traducción inglesa oficial de 1887,revisada por Engels, atenuaba el contraste.

9 Los comunistas no son un partido aparte,frente a los demás partidos obreros ... Noestablecen principios especiales según loscuales pretendan moldear el movimientoproletario (sección II).

10 La más conocida de ellas, que Lenindestacó, fue la observación, en el prefaciode 1872, de que la Comuna de París habíademostrado que la clase obrera no puedetomar simplemente posesión de la máquinaestatal ya acabada y ponerla en movimientopara sus propios fines. Después de lamuerte de Marx, Engels añadió la nota a piede página que modifica la primera frase dela sección 1 para excluir a las sociedadesprehistóricas del campo de aplicación de lalucha de clases. Sin embargo, ni Marx niEngels se tomaron la molestia de comentaro modificar los pasajes económicos deldocumento. Se puede dudar de que Marx yEngels tomaran realmente en consideraciónuna Umarbeitung oder Erganzung máscompleta del Manifiesto (prefacio a laedición alemana de 1883), pero no de quela muerte de Marx hizo imposible talreescritura.

11 Comparemos el pasaje de la sección II delManifiesto (“¿Se requiere una comprensiónprofunda para entender que, con lascondiciones de vida de los hombres, consus relaciones sociales, con su existenciasocial, se modifican asimismo sus ideas,puntos de vista y conceptos, en una palabra,su conciencia?”) con el pasaje correspon-diente del Prefacio a la Crítica de la econo-mía política (“No es la conciencia de loshombres la que determina la realidad; por elcontrario, la realidad social es la que

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determina su conciencia.”)12 Aunque esta es la versión inglesa aprobada

por Engels, no es una traducción del textooriginal correcta en sentido estricto: Mögendie herrschenden Klassen vor einerkomnitinistischen Revolution zittern. DieProletatier haben nicht in ibr (“en ella”, osea,” en la revolución”; la cursiva es mía) zuverlieren als ihre Ketten.” [En la versión delas OME la frase se corresponde porcompleto con el texto original. (N. de la t.)]

13 Para un análisis estilístico, véase S. S.Prawer, Karl Marx and World Literature,Oxford, Nueva York y Melbourne, 1978, pp.148-149. Las traducciones del Manifiestoque conozco no tienen la fuerza literaria deltexto alemán original.

14 En Die Lage Englands.Das l8.Jahrhundert,MarxEngels,Werke, I, pp. 566-568.

15 Véase, por ejemplo, la discusión acerca de(Capital fijo y el desarrollo de los recursosproductivos de la sociedad en los manuscri-tos de 1857 -1858, Coll. Works, vol. 29,Londres, 1987, pp. 80-99.

16 La frase en alemán “sich zur nationalenKlasse erheben” tenía con notacioneshegelianas que la traducción inglesaautorizada por Engels modificó,presumiblemente porque pensaba que nosería entendida por los lectores de la décadade 1880. [En la edición inglesa de 1888figura: elevarse a clase dirigente de lanación. (N. de la t.)]

17 Pauperism no se debe leer como unsinónimo de poverty. Las palabras alemanastomadas del uso inglés son Pauper (personaindigente ... que recibe caridad o algún tipode provisión pública, Chambers’ TwentiethCentury Dictionary) y Pauperismus(pauperism: situación de ser pauper,ibid).[La palabra utilizada por Hobsbawm espauperisation, que he traducido por caídaen la indigencia. (N. de la t.)]

18 Paradójicamente, hoy los capitalistas y losgobiernos que defienden el libre mercado

utilizan algo parecido al argumentomarxiano de 1848 para demostrar que laseconomías o los estados cuyo PNB se siguedoblando cada pocas décadas irán a labancarrota si no acaban con los sistemas deredistribución de la renta (estados delbienestar, etc.), que se establecieron enépocas de menor riqueza, por medio de loscuales aquellos que tienen ingresos mantie-nen a aquellos que no pueden tenerlos.

19 Leszek Kolakowski, Main Currents ofMarxism, vol. 1, The Founders, Oxford,1978, p. 130.

20 George Lichtheim, Marxism, Londres, 1964,p. 45.

21 Karl Marx y Friedrich Engels, Coll. Works,vol. 3, pp. 185-187. En este pasaje hepreferido en general la traducción deLichtheim, loc. cit. La palabra alemana queél ha traducido como clase es Stand, quehoy es errónea.

22 Publicado como Outlines of a Critique ofPolitical Economy en 1844, Coll. Works,vol. 3, pp. 418-443.

23 On the History of the Communist League,Coll. Works, vol. 26, Londres, 1990, p.318.

24 Outlines of a Critique, Coll. Works, vol. 3,pp. 433 ss. Parece que procedía de losescritores radicales británicos, en particularde John Wade, History of tbe Middle andWorking Classes, Londres, 1835, a quienEngels hace referencia en este aspecto.

25 Esto queda incluso claro en lasformulaciones de Engels en lo que son,realmente, dos borradores anteriores alManifiesto, Draft of a CommunistConfession of Faith, Coll. Works, vol. 6, p.102, y Principles of Communism, ibid., p.350 (Principios del comunismo, en OME, 9,pp. 12 l).

26 De Historical Tendency of CapitalistAccumulation, en Capital, vol. I, Coll.

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Works, vol. 35, p. 750 (trad. cast. en Elcapital, libro primero, vol. 2, OME, 41,Crítica, Barcelona, 1978, p. 409).

27 George Lichtheim, Marxism, pp. 58-60.

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Vano Triunfo

En su introducción a la edición Verso delaniversario del “Manifiesto Comunista’’, EricHobsbawm comenta: ‘En el mundo descrito porMarx y Engels en 1848. . . se puede reconocerel que vivimos 150 años después’.

De los muchos pasajes que sustentan laafirmación de Hobsbawm, uno llama particu-larmente la atención. Marx y Engels escriben:“Todas las industrias nacionales establecidasdesde hace tiempo han sido destruidas o estánsiendo destruidas a diario. Se ven desplazadaspor nuevas industrias, cuya introducción se con-vierte en un asunto de vida o muerte para todaslas naciones civilizadas, industrias que ya nocontinúan trabajando con materia prima local,sino con materia prima proveniente de las zo-nas más remotas; industrias cuyos productos sonconsumidos, no sólo localmente, sino en cual-quier parte del globo. En lugar de las antiguasnecesidades satisfechas por la producción delpaís, encontramos nuevas necesidades que re-quieren para su satisfacción los productos depaíses y climas distantes. En lugar de la antiguareclusión y autosuficiencia locales y naciona-les, nos encontramos con un intercambio entodas las direcciones, una interdependenciauniversal de las naciones’’.

Si esto parece una impresionante predic-ción del mundo en que vivimos, se debe a losacontecimientos políticos inesperados que re-forzaron y aceleraron los avances económicosestablecidos desde tiempo atrás descritos porMarx y Engels. Dos grandes hechos políticosinesperados que, durante la mayor parte de estesiglo, parecieron personificar una refutación dela visión de Marx del capitalismo se han desva-necido durante la última década. El primero fue

el comunismo. Hace menos de diez años habíados sistemas económicos en el mundo. Ahorahay dos variedades de capitalismo. El colapsosoviético fue una demostración final de que enla economía moderna no existe una alternativapara la competencia de mercado. La caída delcomunismo destruyó al socialismo marxistacomo proyecto político.

Al mismo tiempo, le dio nueva vida alanálisis del capitalismo de Marx. Al eliminar delmundo cualquier otro sistema económico alter-nativo, el derrumbe soviético permitió que sedesarrollara un capitalismo verdaderamente glo-bal, cuyas consecuencias destructivas con res-pecto a la cohesión social habían sido previstasen el pensamiento de Marx. Los resultados deeste nuevo capitalismo global han sido en parteresponsables de un segundo importante acon-tecimiento político: la retirada de la democra-cia socialista. En casi todos los países en los quecontinúan sobreviviendo regímenes socialistasdemocráticos, estos están a la defensiva, luchan-do en vano con problemas que hace menos deuna generación, creían haber resuelto. No setrata solamente de que las estrategias de la pos-guerra para un empleo pleno ya no se puedanhacer efectivas; incluso la gente con un trabajoestable está visiblemente menos segura de lo quelo estaba antes. El capitalismo manejado delperíodo de posguerra ha dado lugar a una va-riedad más volátil y predatoria. A causa de ello,lo que por mucho tiempo pareció algo suma-mente anacrónico en el Manifiesto Comunista,hoy en día parece profético. Al llegar a fines deeste siglo, no podemos dejar de apreciar la pa-radoja de que, en parte como consecuencia dela implosión del socialismo marxista, la visiónde Marx del capitalismo haya sido vindicada en

John Gray

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algunos aspectos básicos.

No debemos olvidar por qué fracasó elsocialismo marxista. No pudo sobrevivir a laexperiencia histórica de una planificación eco-nómica centralizada. A las economías central-mente planificadas les hacen falta institucionesque puedan velar porque se estén usando losrecursos con prudencia. La ausencia de un me-canismo de precios que funcione correctamen-te y de derechos de propiedad claros y aplica-bles significa que los planificadores tienen po-cos medios para evaluar la relativa escasez ypoco incentivo para hacerlo.

El incalculable despilfarro y la especta-cular indiferencia a las necesidades humanasque marcaron al ‘’socialismo realmente existen-te’’ desde un comienzo, su incapacidad de po-nerse al día con las innovaciones técnicas pro-ducidas por las economías de mercado y la ca-tastrófica destrucción producida en el medioambiente en todos los países en los que fue im-puesto, no fueron defectos incidentales.

Fueron productos inevitables de un pro-yecto político—el reemplazo de los procesos demercado por una planificación central—que fueutópico en el sentido más literal del término. Enlas economías modernas actuales, es imposibleuna planificación centralizada. Cualquier régi-men que pretenda hacerlo ahoga el flujo denuevas tecnologías de las cuales depende engran medida, la creación de las riquezas. Inclu-so, los recursos prácticamente ilimitados delcomplejo militar-industrial soviético no fueroncapaces de mantener el ritmo de las contínuasinnovaciones técnicas de las economías demercado occidentales. Ninguna economía diri-gida puede alcanzar los estándares de vida cadavez más altos que la gente exige en las socieda-des modernas actuales. Por esa razón, ningunaeconomía centralmente planificada puede serlegítimamente democrática.

Es un error pensar que la planificaciónsoviética fracasó porque no fue implementadapor un gobierno democrático. La verdad es casi

lo opuesto. Al sistema soviético le faltaban ins-tituciones democráticas, porque las fallas de laplanificación central necesitaban de una tira-nía. La escasez crónica, la corrupción endémi-ca y las jerarquías acaparadoras de la nomen-clatura en la vida soviética, sólo se podían per-petuar a través de una negación generalizadade las libertades personales y políticas. Por lamisma causa, la profunda falta de legitimidadpopular del sistema soviético lo hacíairreformable. Los observadores occidentales queapoyaron las propuestas de Gorbachov para re-estructurar la economía soviética, demostraronno ser capaces de distinguir entre reformas fac-tibles y un derrumbe inminente. En 1989, lamayoría de los observadores no se dio cuentade que la Unión Soviética, incapaz de solucio-nar el caos económico que las reformas deGorbachov sólo habían empeorado y que ame-nazaban con crecientes exigencias secesionistasde las demás nacionalidades, había entrado enuna etapa prerrevolucionaria. Disidentes comoAndrei Amalrik y Vladimir Bukovsky, cuyos in-formes de la fragilidad del poder soviético ha-bían sido desestimados por la opinión occiden-tal por ser apocalípticos, demostraron ser guíasrealistas y confiables llegado el caso. SiGorbachov no se hubiera lanzado en sus refor-mas impracticables, es posible que aún tuviéra-mos con nosotros a la Unión Soviética. Perohabría continuado sobreviviendo con tiempoprestado.

La historia soviética está llena de contin-gencias, pero no se la debe considerar más quecomo una tragedia en la que los elementos utó-picos del pensamiento de Marx jugaron un pa-pel principal. En su calidad de receta para unnuevo tipo de sociedad, el marxismo clásico fueuna fusión del deseo romántico de la unidadsocial junto con la negación jacobina de la ne-cesidad de instituciones. La visión de una so-ciedad socialista de Marx no proporcionaba pro-cedimientos con los que se pudiera mediar enintereses y valores en conflicto. Tampoco teníainstituciones que mitigaran el efecto de la des-igualdad como resultado. Le faltaba la tarea más

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importante de una democracia representativa,que es la de limitar el perjuicio que los podero-sos le pueden causar a los indefensos. La faltade preocupación de Marx por las funcioneslimitadoras de perjuicios de la democracia fueheredada por Lenin, quien la sintetizó. Lenin nofue un realista político, excepto en lo que serefiere a sus propias maniobras. El esperaba unasociedad en la que el conflicto político se fueraextinguiendo. En esto, reflejaba fielmente la vi-sión utópica de Marx.

Como observa Wal Suchting en su admi-rable contribución ‘’The Comunist Manifiesto:New Interpretations”, los escritos de Marx estánrepletos de ideas que son utópicas “en el senti-do de que programa posibilidades no seriamentejustificables con respecto a la evidencia empíri-ca”. Yo diría aún más. La visión borrosa del go-bierno de los trabajadores heredada por Leninde Marx es utópica en el sentido más fuerte deque contradice mucho de lo que sabemos escierto. No es sólo que no se pueda cumplir conlas exigencias de una economía moderna en unaplanificación centralizada. Aún más, los comen-tarios someros de Marx de cómo se debe dirigiruna economía socialista no dicen nada acercade cómo se deben negociar los intereses y obje-tivos conflictivos de los trabajadores. El socia-lismo marxista es un proyecto utópico porquechoca de plano con estas realidades perdura-bles. En el contexto soviético, su costo humanofue inconmesurable. Los millones que murie-ron en sus hambrunas y terrores murieron pornada. Las vidas de los demás fueron experimen-tos en paciencia.

¿MARX ECOLOGISTA?

Los marxistas occidentales que se resis-ten a las lecciones de la experiencia soviética,no le hacen ningún favor a Marx. Al defendersu pensamiento en lo que tiene de menosdefendible, ensombrecen sus intuiciones máspoderosas. Es en este sentido que John BellamyFoster, escribiendo sobre “El Manifiesto Comu-nista y el medio ambiente” trata de refutar lascríticas contra Marx como pensador

antiecológico. Foster se zambulle en los escri-tos de Marx buscando citas que se puedan in-terpretar cómo éste era consciente del contextoambiental de la vida económica, asegurandoencontrar en ellos anticipaciones de las preocu-paciones de fines del siglo XX sobre un desarro-llo sustentable. Está ansioso por demostrar queMarx no compartió la falta de sensibilidad porel costo social del progreso económico de lamayoría de sus contemporáneos. En este aspec-to, Foster sostiene que el desprecio de Marx porla vida campesina ha sido mal interpretado. Escierto, como lo aseveran Foster y Hobsbawm,que se debe leer a Marx teniendo como trasfon-do su época, usando lo que conocemos acercade su vida y sus creencias. Si hacemos esto, seconvierte en algo discutible que cuando Marxcondenó “la idiotez de la vida rural, “ estabausando el término griego clásico “idiotes” parademostrar los horizontes estrechos y el aisla-miento del conjunto de las sociedad que en-contró y condenó en la vida rural. Pero esto noquiere decir en absoluto que Marx no conside-rara la vida campesina como un obstáculo parael progreso. Sugiere que esto es como él lo vio.De hecho, junto con muchos otros pensadoresdel siglo XIX, Marx despreciaba el inmovilismosocial y tecnológico de las sociedades campe-sinas. Consideraba que la abolición de la agri-cultura campesina era un prerrequisito indispen-sable para el progreso económico y a la fábricacapitalista como el modelo sobre el que se de-bía basar la agricultura en el futuro Al creer quela colectivización agraria era un paso necesariopara construir el socialismo, los bolcheviquessólo seguían a Marx. La agricultura campesinadebía ser abolida, ya que el desarrollo de la in-dustria era una condición previa para el socia-lismo. Aparte de todos los demás, no se podíaconfiar en los campesinos para apoyar un régi-men socialista.

Actuando sobre la base de estas creen-cias compartidas por Lenin, Trotsky, Bujarin yStalin, cuyas opiniones sobre la colectivizacióndiferían sólo en materia de tácticas y de plazos,los líderes soviéticos fueron auténticos obser-

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vantes del socialismo marxista.

Representar a Marx como un pensadoranterior a los “verdes” de la manera que tratade hacerlo Foster es absurdo. En ninguno de losescritos de Marx existe el ambiente natural a noser como un recurso que debe ser explotado parasatisfacer las necesidades humanas. Marx con-sideraba a la tecnología como un instrumento pormedio del cual los humanos ejercen su poder so-bre la tierra. Como lo atestiguan sus frecuentesrechazos a Malthus, Marx desdeñaba la idea deque el ambiente natural de la especie humanapudiera ponerle límites a sus ambiciones. El avi-zoraba un futuro en el cual la naturaleza se hubie-ra “humanizado”, lo que significa que se hubierasubordinado por completo a los propósitos hu-manos. Ciertamente, Marx no difería mucho deotros pensadores europeos del siglo XIX (siendoJohn Stuart Mill una admirable excepción) en estacombinación de ética antropocéntrica conprometeanismo tecnológico

En tanto el fin del comunismo mató almarxismo como proyecto político, la retirada dela democracia socialista ha revivido el análisismarxista del capitalismo. La opinión convencio-nal en todos los partidos, consideró ladesintegración de la planificación centralizadacomo un triunfo para el capitalismo que cono-cían, creyendo que todos los negocios prose-guirían como siempre, pero en adelante a esca-la global. Aparentemente a estos observadoresno se les ocurrió que un acontecimiento histó-rico mundial de esta envergadura pudiera trans-formar muchos aspectos de la vida económicay política del mundo. Pocos fueron los que per-cibieron que su mayor impacto sería el de ace-lerar los cambios en el capitalismo occidentalque habían estado madurando durante décadas.Menos aún fueron los que previeron que laseconomías de libre mercado que surgirían ten-drían muchas características en común con elcapitalismo anárquico, pletórico de contradic-ciones que Marx previó, y que los demócratassocialistas pensaron que habían logrado domes-ticar desde hacía tiempo.

CAPITALISMO VERSUS LIBERALISMO

Las opiniones más equivocadas sobre elcapitalismo global se encontraban en la dere-cha neoliberal. Así como el marxismo clásico,el pensamiento neoliberal encarnaba una acti-tud prometeica hacia la naturaleza y un despre-cio por las víctimas del progreso económico,características de los pensadores europeos defines del siglo XIX. El pensamiento neoliberalfue (el tiempo pretérito es necesario en este caso,ya que queda tan poco de aquel movimientoefímero ) una especie de determinismo econó-mico casi marxista del que se había eliminadoen cierta manera el sentido de conflicto históri-co trágico que caracterizaba los mejores escri-tos de Marx. Es imposible imaginar a Marx com-partiendo la fe ingenua de los neoliberales deque la Rusia poscomunista rápidamente adqui-riría una economía de mercado y política deestilo occidental. Los neoliberales olvidaron (sialguna vez lo supieron) los recurrentes dilemasde sus relaciones con Europa y Asia que forma-ron la política y cultura rusas. Marx no se ha-bría sorprendido al ver que lo que surgió enRusia es una especie de sindicalismo criminal,presidido por una autócrata electivo cuasizarista. Poseídos de una certidumbre milenaristade que había llegado el fin de la historia, losneoliberales creyeron que la desaparición de laplanificación centralizada significaba la expan-sión universal de un tipo particular, occidentalde economía de mercado, cuando en Rusia yChina ha producido variedades de capitalismoque expresan las tradiciones y recientes histo-rias de esos países.

El pensamiento neoliberal interpretó equi-vocadamente la tendencia económica más fun-damental de fines del siglo XX, que no es la ex-pansión del libre mercado sino la banalizaciónde las nuevas tecnologías a través del mundo.Al mismo tiempo, reprimió las contradiccionesque obstruían las economías de libre mercado.Celebró la muerte del socialismo, sin detenersea preguntar lo que implicaba aquel aconteci-miento para los partidos políticos que habían

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contribuido a establecerlo. En Gran Bretaña, elPartido Conservador le debió su razón de serdurante gran parte de este siglo a su oposiciónal socialismo. Cuando el socialismo desapare-ció como fuerza política—en parte como resul-tado de las políticas conservadoras—el PartidoConservador perdió gran parte de su identidady comenzó a escurrirse en una marginalidaddesorientada. La derecha norteamericana se haencontrado con un destino similar. Ladesintegración de los movimientos conservado-res en Gran Bretaña y Estados Unidos tuvo mu-chas causas contingentes; pero no fue un acci-dente histórico. Fue la expresión de una contra-dicción central del capitalismo moderno actual.

CAPITALISMO VERSUSCONSERVADURISMO

Los partidos conservadores buscan promo-ver los mercados libres, en tanto defienden almismo tiempo los “valores tradicionales”. Es di-fícil encontrar una empresa más quijotesca. Losmercados libres son el solvente más poderoso dela tradición que se pueda encontrar en el mundoactual. Al revolucionar continuamente la produc-ción arrojan todas las relaciones sociales a lacorriente. Los conservadores glorifican el ince-sante cambio exigido por los mercados libres yal mismo tiempo creen que nada—en la vida fa-miliar o en la incidencia del crimen, por ejem-plo – cambiará. La realidad se asemeja más a ladescrita por Marx y Engels en el Manifiesto Co-munista; “La constante revolución de la produc-ción, la perturbación ininterrumpida de todas lascondiciones sociales, la perpetua incertidumbrey la agitación distinguen a la era burguesa de to-das las anteriores. Todas las relaciones estables einmutables con su séquito de prejuicios y opi-niones antiguas y venerables son dejadas de ladoy todas las recientemente formadas se convier-ten en anticuadas antes de que puedan osificarse.Todo lo sólido se desvanece en el aire, todo losagrado es profanado y el hombre se ve obligadoal fin a enfrentarse, con sus sentidos sobrios, a sureal condición en la vida y a sus relaciones consu especie. “

En un discurso que pronunció en Ciudadde México en 1948, Joseph Schumpeter adoptóuna línea de pensamiento paralela a la de Marxy Engels, al especular que el desarrollo del ca-pitalismo fuera tal vez incompatible con la exis-tencia de lo qué el llamó una “civilización in-tacta”. En dicha civilización hay una fuerte co-herencia de ideas e intereses. Las partes enca-jan para formar una especie de todo. Natural-mente, este tipo de civilizaciones siempre con-tiene conflictos. Pero sus clases gobernantes lossolucionan, recurriendo a un fondo de valorescomúnmente aceptados que van de la mano conlas estructuras sociales prevalecientes. Usandola noción de Schumpeter, uno podría decir quela alta sociedad burguesa que existió en algu-nas partes de Europa antes de 1914 poseía unacivilización intacta, en tanto Gran Bretaña y losEstados Unidos no la tienen hoy en día.

FIN DE LA CARRERA PROFESIONAL

Los mercados libres socavan algunas delas principales instituciones de las sociedadesburguesas. Entre estas se encuentra la institu-ción de la carrera. Para mucha gente, el trabajose orientaba en una época alrededor de unavocación de toda la vida, cuyas fases se equipa-raban a las de un ciclo de vida normal.

Uno de los logros menos celebrados delcapitalismo de libre mercado es haber termina-do con esta reliquia burguesa. Poca gente hoyen día puede planificar su futuro esperando quepermanecerá en una sola ocupación, a lo largode toda una vida de trabajo. Los cambios decategorías y de estratos, en los que las empresasdejan atrás categorías completas de empleos ydonde los empleados, repentinamente, encuen-tran estructuras de carreras establecidas desapa-reciendo ante sus ojos se han convertido en ex-periencias comunes. Para un número cada vezmayor de gente, una vida de trabajo ya no sig-nifica tener un trabajo. Los mercados libres es-tán produciendo pocos trabajos establecidos yanticuados y cada vez hay una mayor variedadde trabajos temporales. Aunque la mayoría delos que aún tienen trabajo no tienen mayores

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probabilidades de perderlo que en el pasado re-ciente, estas tendencias ejemplifican la princi-pal percepción de Schumpeter y de Marx. Nocabe duda de que los tipos de seguridad en elempleo, necesarios para carreras burguesas, es-tarán en el futuro al alcance de una minoría queirá en disminución. En cierta medida real, lostrabajadores están siendo reproletarizados, amedida que sectores de clase media son arroja-dos a los estilos de vida disipados de los ex bur-gueses. Las expectativas de Marx del socialis-mo se han visto desilusionadas por todas par-tes; pero su visión de cómo el capitalismo vacorroyendo las sociedades burguesas están de-mostrando ser proféticas.

Nada asegura en el desarrollo del capita-lismo que éste sea compatible con una civiliza-ción burguesa intacta. La combinación de capi-talismo angloamericano a rompe y raja, con ta-sas sin precedentes de innovaciones técnicas esparticularmente contraria a la vida burguesa.Cuando un flujo de nuevas tecnologías corre através de mercados no reglamentados, el resul-tado no es el equilibrio social o económico. Esarrojar la división social del trabajo a la corrien-te. El resultado es una versión capitalista que esuna parodia de la utopía marxista, en la que losroles económicos fijos ya no siguen gobernan-do las vidas de trabajo de la mayoría. Las socie-dades liberales no han podido aceptar la ten-dencia de los mercados libres, a excluir a lamayoría obrera de la vida burguesa que les esprometida a todos. Esta contradicción—entre losvalores liberales y la vida real en las sociedadesde mercado—es la verdad imperecedera conte-nida en el Manifiesto Comunista.

No es necesario que uno sienta nostalgiapor las culturas de alta burguesía, como lo hizoSchumpeter, para sentir preocupación por estosacontecimientos. No conozco ningún país enel que las instituciones liberales se hayan ido

renovando a lo largo de varias generaciones enlos que la sociedad subyacente no haya sidopredominante burguesa. Sin embargo, el impac-to generalizado de los tipos menos reguladosde capitalismo es el de quebrantar las estructu-ras ocupacionales y sociales sobre las que handescansado en el pasado las civilizaciones bur-guesas. Si otras variedades de capitalismo—enAlemania, Japón, o en otras partes—puedenevitar estos efectos es, en este momento, unapregunta abierta. Sabemos que, aparte de una odos instancias como las de Noruega, las demo-cracias socialistas de Europa no han logradosolucionar la falla más evidente del capitalismocontemporáneo, que es el desempleo a granescala. En algunos países europeos, sobre todoen Francia, el desempleo masivo reproduce ac-tualmente las respuestas políticas característica-mente equivocadas de los periodos entre gue-rras, con los partidos de centro derecha que sefragmentan y partes de ellos que se unen a par-tidos racistas de la derecha antiliberal. La lec-ción del capitalismo veleidoso de los años en-tre guerras es que, evitar las grandesinestabilidades económicas es una condiciónprevia para la democracia liberal. Hoy en día elcapitalismo global es menos estable que lo quelo ha sido desde los años 20.

El logro de Marx fue identificar una con-tradicción en la civilización liberal. Sus teoríaseconómicas se extraviaron irremediablemente.Su doctrina de clases es totalmente inadecua-da, como informe de estratificación social. Susactitudes prometeicas hacia la naturaleza con-dujeron a catástrofes ambientales. Sus recetaspolíticas fueron recetas para la tragedia. Pero alpronosticar, hace un siglo y medio, un abismocada vez mayor entre los imperativos del capi-talismo y los requisitos previos para una socie-dad liberal estable, Marx identificó un proble-ma que aún falta resolver. XXI

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El Mercurio, Junio 1998

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REFORMA Y REVOLUCION A 150 AÑOS DEL MANIFIESTO COMUNISTA. Marta Harnecker

Los comunistas luchan por los interesesinmediatos de la clase obrera; pero, al mismotiempo defienden también, dentro del movi-miento actual, el porvenir de ese movimiento--escribían Marx y Engels hace ciento cincuen-ta años en El Manifiesto Comunista1, relacio-nando dialécticamente la lucha por las refor-mas con la lucha por la revolución.

I. PROBLEMAS CONCEPTUALES

En una etapa ultra conservadora como laque estamos viviendo, en un mundoglobalizado, donde la correlación de fuerzas anivel mundial es absolutamente desfavorable ala izquierda, la utilización de la institucionali-dad existente y el camino de las reformas ad-quiere para ella un significado cada vez mayor.

Muy distinta era la situación a comien-zos de los sesenta cuando para importantes sec-tores de la izquierda la lucha armada era el ca-mino de la revolución.

El triunfo cubano a través de un movi-miento guerrillero había proporcionado contun-dentes argumentos a los críticos de la vía pacífi-ca al socialismo -adoptada XX Congreso delPCUS en 1956 y seguida fielmente por la ma-yor parte de los partidos comunistas de Améri-ca Latina-.

Sin tener en cuenta las condiciones con-cretas de cada país, la lucha armada llegó a ser

considerada el camino exclusivo para llevaradelante la revolución.

La vía armada era entonces -como sos-tiene Carlos Vila- el documento de identidad deuna propuesta revolucionaria2.

Muy pocos fueron los que intentaron ago-tar primero todos los otros caminos para mostrara sus pueblos que no eran los revolucionarioslos que elegían la violencia, como sabiamente lohizo Fidel en Cuba, quien poco antes de lanzarla expedición del Granma volvió a plantear aBatista la posibilidad de evitar la guerra si se ibaa elecciones verdaderamente libres, para dejarbien claro que la violencia no era elegida porellos, sino impuesta por el enemigo.

La misma polémica contra los partidoscomunistas ya señalada y el hecho de que éstosutilizaran la lucha electoral como una de lasformas principales de lucha, determinó que lamayor parte de las organizaciones de izquierdaarmada rechazara cualquier tipo de incursiónen el terreno institucional. La diferenciaciónentre reformistas y revolucionarios pasaba porsu definición en contra o a favor de la utiliza-ción inmediata de la lucha armada.

En los noventa, luego del fracaso de lasdos primeras olas guerrilleras en América Lati-na3 y de la búsqueda de una salida negociadaen el caso de las guerrillas de la tercera ola cen-troamericanas como la de El Salvador y la de

Reforma y revolucion a 150 años delManifiesto Comunista

Ponencia de Marta Harnecker a la ConferenciaInternacional «La emancipacion social a 150 añosdel manifiesto comunista»17 al 20 de febrero 1998

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150 AÑOS DEL MANIFIESTO COMUNISTA

Guatemala, la mayor parte de la izquierda lati-noamericana está comprometida con el cami-no institucional que, en varios países, ha tenidoavances importantes a pesar del negativo con-texto internacional en que se encuentra inmersa.

Especialmente notables son los avancesde la izquierda en Uruguay, El Salvador, Méxi-co, Venezuela, Nicaragua y Argentina.

El líder del Partido de los Trabajadoresde Brasil, fundado en 1980, Luis Inácio da Sil-va, más conocido como Lula, estuvo a punto dellegar a ser presidente del más poderoso Estadode América Latina en 19894 y todas las encues-tas en las siguientes elecciones del 94 lo dabanpor ganador hasta que la derecha fabricó la can-didatura de Fernando Henrique Cardoso y suPlan Real. El PT ha seguido, sin embargo avan-zando, tanto en número de diputados y sena-dores, como de alcaldías conquistadas.

El Frente Amplio de Uruguay, el máslongevo frente político de izquierda de Améri-ca Latina, con más de veintiséis años de vida,gana en 1989 la Intendencia de Montevideo,donde radica la mitad de la población de laRepública, con la figura de Tabaré Vasquez, uncarismático médico oncólogo socialista, quien,cinco años después, estuvo muy cerca de ganarla presidencia de la República, de hecho obtu-vo ciento cincuenta mil votos más que el candi-dato triunfante, Sanguinetti, quien sólo por laLey de Lemas, que rige el sistema electoral uru-guayo, pudo acceder a ese alto cargo. Al mis-mo tiempo el Frente Amplio reconquistó la In-tendencia (Harnecker, 1995).

En las últimas elecciones en El Salvadort16 de marzo de 1997t el FMLN ganó el gobier-no de la ciudad capital y cincuentitrés alcaldías,incluyendo la mayoría en las ciudades más im-portantes, donde vive la mayor parte de la po-blación del país. Al mismo tiempo obtenía vein-tisiete escaños en el Parlamento, de un total denoventicuatro. ARENA, por su parte, obtenía eltriunfo en ciento sesentiuna alcaldías menoresy sacaba veintiocho diputados. Los gobiernos

locales del FMLN abarcan a más de la mitad dela población del país, en cambio su representa-ción parlamentaria alcanza sólo a un tercio delParlamento. Esto refleja las deformaciones delsistema electoral que esta organización políticaestá luchando por transformar. El problema aho-ra es ver qué hará con los espacios de poderconquistado.

El Partido Revolucionario Democráticoen México, luego de un fraude electoral de granenvergadura que impide que Cuauhtemoc Cár-denas, máximo líder del PRD5, llegue en 1988al sillón presidencial, en 1997 nada ha podidoimpedir que gane sin discusión las eleccionesdel Distrito Federal y se vislumbre como un se-rio rival para las próximas elecciones presiden-ciales, obteniendo, al mismo tiempo, una am-plia mayoría en el poder legislativo distrital.

Por su parte, La Causa R, en Venezuela,que inicia su incursión en el terreno institucio-nal en 1984 con cuatro concejales en la Alcal-día de Caroní, ciudad industrial del Estado deBolívar, cuatro años después logra tres diputa-dos federales y al año siguiente conquista laAlcaldía de Caroní y el gobierno del Estado deBolívar. Tres años más tarde reconquista ambosgobiernos locales y gana la Alcaldía de Cara-cas, capital de Venezuela, obteniendo mayoríaabsoluta en las tres cámaras legislativas ttriunfoelectoral notable en el que parece haber contri-buido grandemente el que el pueblo identifica-ra a La Causa R con el Movimiento Bolivarianoencabezado por Chávezt. Y en las eleccionesgenerales de 1993 sube de tres a cuarenta dipu-tados y ocho senadores, aunque luego, por ra-zones que aquí no podemos analizar, pierdetanto la gobernación del Estado de Bolívar, comola Alcaldía de Caracas. La Causa R denunciófraudes electorales en ambas situaciones. La rea-lidad parece ser más compleja que eso. De he-cho este partido terminó en un lamentable divi-sión en febrero de 1997.6

El hecho de que crecientes sectores de laizquierda latinoamericana hayan privilegiado enlos últimos años los espacios institucionales ¿sig-

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nifica que mayoritariamente esta izquierda seha vuelto reformista?

Para responder a esta pregunta debemosresponder previamente otras: ¿una izquierda queprivilegia lo institucional es necesariamentereformista?; ¿una izquierda que rechaza lo ins-titucional y plantea salidas muy radicales esnecesariamente revolucionaria?; ¿ser partidariode avanzar por la vía de las reformas es hoy serreformista?

Para empezar me parece importante re-flexionar sobre las siguientes palabras: el ma-yor peligro tquizá el únicot para el verdaderorevolucionario es exagerar el revolucionarismo,ignorar cuáles son los límites en que los méto-dos revolucionarios son adecuados y eficaces.Estas no son palabras de un socialdemócrata,son palabras de un revolucionario, nada menosque de Lenin, quien continúa así desarrollandosu idea: Casi todos los revolucionarios auténti-cos fracasaron cuando se pusieron a escribir lapalabra +revolución+ con mayúscula, a elevarla +revolución+ a algo casi divino, a perder lacabeza y la capacidad de reflexionar, analizar ycomprobar con la mayor sensatez y calma enqué momento, en qué circunstancias y en quéesfera de acción se debe actuar de manera re-volucionaria y en qué momento, en qué circuns-tancias y en qué esfera de acción se debe ac-tuar de manera reformista (Lenin, t.35, p.555.)7

La distinción entre reformistas y revolu-cionarios no siempre es fácil, porque como diceNorberto Bobbio (1982, p.1404)t no siempre lasreformas son propugnadas para evitar la revolu-ción, ni la revolución está necesariamente liga-da al empleo de la violencia. Cuando las posi-ciones son desarrolladas hasta sus últimas con-secuencias es más fácil distinguirlas, pero en lapráctica política cotidiana es mucho más difícil.

De hecho los dirigentes revolucionariosmarxistas siempre estuvieron a favor de la lu-cha por las reformas aunque sabían que éstas

producen cambios que no privan del poder alas clases dominantes (Lenin, t.21, p.219).

El problema no es decir sí o no a las re-formas, sino examinar el cuándo es convenien-te luchar por reformas y cómo se pueden obte-ner de ellas frutos revolucionarios.

Rosa Luxemburgo, en su clásico libro:Reforma o revolución (1967, pp.50t51) sostie-ne que la actividad parlamentaria y la de lossindicatos son actividades importantes para losrevolucionarios, porque preparan al proletaria-do, es decir, crean el factor subjetivo de la revo-lución socialista. Según la dirigente política ale-mana, a través de esta práctica los trabajadoresllegan a convencerse de la imposibilidad de rea-lizar un cambio social fundamental a través detales actividades y llega a comprender que laconquista del poder es inexcusable.

Estas luchas tienen importancia en lamedida en que sirvan para impulsar la organi-zación de los trabajadores y fortalezcan su con-ciencia de clase explotada, pero si éstos sirvenpara adaptarse mejor a la economía capitalista,si las reformas son hechas como si fueran un finen sí mismas, pierden su efectividad y cesan deser medios de preparación de las mayorías po-pulares para la conquista del poder.

Concluyendo, ni el uso de la violencia,por una parte, ni el uso de la institucionalidad yla promoción de reformas, por otra, pueden sercriterios para establecer una línea de demarca-ción entre revolucionarios y reformistas.

¿Qué criterio usar entonces?

Me parece que la mejor definición esaquella que designa como reformistas a los quemediante las reformas buscan perfeccionar elactual orden existente, y como revolucionariosa aquellos que, al impulsar las reformas, luchan,al mismo tiempo, por modificarlo profundamen-te, cambio que no puede producirse sin unaruptura con el orden anterior.

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II. CONDICIONES PARA QUE LA LUCHAINSTITUCIONAL CUMPLA OBJETIVOS

REVOLUCIONARIOS

Pero, ¿cómo detectar si una práctica po-lítica emplea las reformas y la vía institucionales reformista o revolucionaria, sobre todo cuan-do las autodeclaraciones sirven cada vez me-nos en política?

Propongo los siguientes criterios paraapreciar como revolucionaria esta práctica po-lítica:

Primero: examinar si las reformas que sepropician van acompañadas por un esfuerzoparalelo por fortalecer al movimiento popular,de tal modo que sectores crecientes del pueblose organicen e incorporen a la lucha.

Segundo: constatar si se obtienen resul-tados pedagógicos del accionar institucional dela izquierda. Una campaña electoral, por ejem-plo, puede ser un excelente espacio para la edu-cación popular, siempre que se oriente expre-samente a aumentar el grado de conciencia delpueblo sobre las cuestiones políticas más im-portantes, pero puede limitarse también a unmero ejercicio de marketing, lo que en lugar deelevar la conciencia desorienta o simplementeno agrega nada a la maduración popular.

Tercero: mostrar una práctica política di-ferente, que impida que se confunda la actua-ción de la izquierda con la de los partidos tradi-cionales, y que refleje, al mismo tiempo, un es-fuerzo por señalar los límites de las institucionesactuales y la necesidad de transformarlas evi-tando crear ilusiones de que por la vía de lasreformas se van a poder resolver los problemasque exigen soluciones revolucionarias8.

Coincido con Carlos Vilas (1996, p.47)en que el desafío a que se enfrentan las organi-zaciones que en el pasado recurrieron a la víaarmada o a intensas confrontaciones políticas,se refiere a su capacidad y voluntad de mante-ner las propuestas de cambio profundo en elnuevo escenario institucional. Un escenario que

exige adaptaciones en los estilos, los ritmos ylas estrategias, pero que en principio no debe-ría involucrar cambios en las concepcionessustantivas o en los alcances de las propuestasalternativas.

III. INFLEXIONES REFORMISTAS

Algunos elementos que servirían, por elcontrario, de indicadores de desviaciones de tiporeformistas serían:

Primero: tendencia a moderar los pro-gramas e iniciativas sin acompañarlos con laformulación de propuestas políticas alternativasal presente orden de cosas (Vilas, 1996, p.33),usando el argumento de que la política es elarte de lo posible. Se parte de la base de que sinos encontramos con la imposibilidad inmediatade cambiar las cosas debido a la tan desfavora-ble correlación de fuerzas hoy existente, no nossqueda otro camino que ser realistas y recono-cer esa imposibilidad adaptándonosoportunistamente a la situación existente. Lapolítica así concebida excluye de hecho todointento por levantar una alternativa frente al ca-pitalismo realmente existente.

Si ésta hubiese sido la visión de los obre-ros de comienzos de siglo jamás se habrían pro-puesto luchar contra sus patrones capitalistas,porque éstos contaban con un inmenso poder y,en primer lugar, el poder de dejarlos en la callesin medios para sobrevivir. La lucha en esas con-diciones era un suicidio. ¿Qué hacer entonces?¿Aceptar la explotación sometiéndose sumisa-mente a ella, porque en ese momento era impo-sible ganar la batalla o luchar por cambiar esasituación aprovechando las potencialidades in-herentes a su condición de explotados: existen-cia de grandes concentraciones de obreros, sucapacidad de organización, su identidad comoclase oprimida? La organización y la unidad delos trabajadores, cuantitativamente mucho másnumerosos que sus enemigos de clase, era su fuer-za, pero era una fuerza que había que construir,y sólo tomando ese camino se volvía posibleaquello que inicialmente parecía imposible.

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La política no es el arte de lo posible, es elarte de descubrir las potencialidades que existenen la situación concreta para hacer posible loque en ese momento aparece como imposible.La política entonces no puede ser realpolitik9,porque eso significa de hecho resignarse a noactuar sobre la realidad, limitarse a adaptarse aella; renunciar de hecho a hacer política ydoblegarse a la política que otros hacen.

A la realpolitik debemos oponer una polí-tica que sin dejar de ser realista, sin negar la rea-lidad, vaya creando las condiciones para la trans-formación de esa realidad, es decir, para que loimposible hoy se vuelva posible mañana.

Por ejemplo, partiendo del dato objetivode que hoy en América Latina ha disminuidoenormemente el poder de negociación de la cla-se obrera, tanto por el fantasma del despido tsonprivilegiados los que pueden acceder a un tra-bajo asalariado establet, como por la fragmen-tación que ha sufrido con el nuevo modelo dedesarrollo neoliberal, hay quienes predican laimposibilidad de luchar en esas condiciones. Esevidente que la clásica táctica de lucha sindi-cal: la huelga tue se basa en la unidad de laclase obrera industrial y su capacidad de pararlas empresast no parece dar hoy frutos positivosy los oportunistas se aprovechan de ello paratratar de inmovilizar al movimiento obrero yconvencerlo de que debe aceptar pasivamentesus actuales condiciones de sobretexplotación.El arte de la política, por el contrario, consisteen descubrir a través de qué vías se pueden su-perar las debilidades actuales de la clase obreraindustrial, que son debilidades reales, para ircambiando la correlación de fuerzas. Ahí surgeuna nueva táctica: ya no se trata de la solidari-dad de clase del siglo XIX, si entonces era fun-damental la unidad de los proletarios explota-dos por el capital, hoy es fundamental la uni-dad de los explotados por el capital con el restode los sectores sociales perjudicados por el sis-tema neoliberal (Hinkelammert, 1990 p.33).Sólo así se puede lograr ese poder de negocia-ción que la clase obrera por sí sola ya no tiene,

y que mucho menos tiene el resto de la pobla-ción.

Esta salida ya ha sido probada en la prác-tica. Los sindicalistas argentinos han logradoavances en su lucha justamente cuando hansabido involucrar en su movimiento a ampliossectores de la sociedad como lo hicieron los sin-dicalistas de Río Turbio en la provincia de SantaCruz (Coñoercar, 1997, p.145t147).

La única reserva y la única garantía paraque los sindicatos puedan pasar hoy una luchaexitosa tsostiene Alfonso Coñoercar (1997,p.146) del sindicato minero de esa localidadt esrespaldándose en el resto del pueblo. Ningúnsindicato solo puede ganar hoy una contienda,porque el neoliberalismo ataca por todos lados.

Esta ha sido también la experiencia delMovimiento Sin Tierra de Brasil. Mientras estemovimiento trabajó sólo a nivel campesino, es-taba aislado y no tenía gran fuerza; pero cuan-do muy lúcidamente comprendió que tenía quehacer un viraje en su forma de trabajar, y queera necesario lograr que los habitantes de la ciu-dad comprendiesen que la lucha por la tierrano era sólo la lucha a favor de unos pocos cam-pesinos, sino que significaba la solución demuchos problemas críticos de la propia ciudad,comenzó a tener un apoyo cada vez más am-plio y hoy se ha transformado en un punto dereferencia de todas las luchas sociales en Brasil.Hoy está proponiendo acciones que permitanorganizar a todos los excluidos de Brasil.

El programa alternativo tiene que elabo-rarse entonces teniendo en cuenta los elemen-tos anteriormente señalados.

Quizá sea necesario aclarar que no exis-ten alternativas en abstracto (Vilas, 1997,pp.34t35). Se pueden diseñar propuestas y pro-gramas, pero para que éstos tengan eficaciapolítica deben ser asumidos por grandes gruposde personas. De ahí que sea fundamental queestas propuestas partan de los anhelos y espe-ranzas de la gente afectada negativamente porel régimen imperante.

REFORMA Y REVOLUCION A 150 AÑOS DEL MANIFIESTO COMUNISTA. Marta Harnecker

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Segundo, apelación constante a la +res-ponsabilidad+ y la +madurez+10 de los dirigen-tes sindicales y del movimiento obrero en lugarde invertir fuerza y tiempo en fomentar la rebel-día y el espíritu de lucha (Harnecker, 1991b,p.85). Tratar de encauzar siempre su accionarhacia el terreno de las negociaciones y compo-nendas en las cúpulas, evitando lasmovilizaciones combativas con el pretexto deno trabar el funcionamiento de los aparatos delEstado ni hacer peligrar la democracia tan du-ramente reconquistada.

La consigna oportunista: +No haganolas+ refleja muy bien esta situación. Y comodice Carlos Vilas: lejos de impulsar una búsque-da creativa de alternativas, actúa más bien parabloquearla y adaptar el contenido y los alcan-ces de los proyectos de cambio al espacio tole-rado por el sistema institucional (1996,p.46).

Tercero: tendencia a usar una lógica de noconflictividad, de diálogo, de paz, en lugar de lalógica de cambio habitual en la izquierda.11

Esto no quiere decir que la izquierda nodeba luchar hoy por establecer las más ampliasalianzas contra las fuerzas neoliberales. Y paraello es importante que se maneje adecuadamen-te la dialéctica de la confrontacióntconcertación.El FMLN, por ejemplo, plantea una doble con-certación antineoliberal: una concertación na-cional y otra popular, dándole principal trata-miento a esta última.

Cuarto: tendencia a adaptarse a las re-glas del juego mucho más que a luchar por im-plantar nuevas reglas del juego.

Y este adaptarse al escenario está produ-ciendo modificaciones en sus orientacionesideológicas, propuestas programáticas, estruc-turas organizativas y alcances de su acción (Vilas,1996, p.34).

IV. DESAFÍOS GENERALES DE LA IZQUIERDAINSTITUCIONAL

El innegable avance institucional de laizquierda no debe hacernos olvidar que la ins-titucionalidad democrática actualmente existen-te no sólo ofrece ventajas si no que tambiénimpone restricciones. El gran desafío que se nospresenta tcomo dice Enrique Rubiot es descu-brir cómo maximizar las primeras y minimizarlas segundas (1997, p.118) y cómo acumularfuerzas a favor del cambio y no a favor del or-den existente, sobre todo cuando la sola parti-cipación en las instituciones burguesas de algu-na manera las legitima y cómo ir construyendoinstitucionalidades alternativas a partir de laactuación de los distintos sujetos sociales y po-líticos.

Por lo tanto no son pocos los desafíos quese le plantean a la izquierda para que sea capazde conseguir ta través de su usot acumular fuerzasa favor del cambio y no a favor del status quo.Entre otros podríamos señalar los siguientes:

En primer lugar no aceptar pasivamenteocupar las instituciones existentes, sino usar esosespacios para luchar por modificarlas y cam-biar las reglas del juego. Esto que parece bas-tante obvio suele estar ausente en el accionarlegal de la izquierda latinoamericana.

¿Cuántas veces no hemos oído sus que-jas contra las condiciones adversas en las quetuvo que dar la contienda electoral, cuandoconstata que no ha logrado en las urnas los re-sultados electorales esperados? Sin embargo, esamisma izquierda muy pocas veces denuncia ensu campaña electoral las reglas del juego quese le imponen y plantea como parte de esa cam-paña una propuesta de reforma electoral. Por elcontrario, suele ocurrir que en búsqueda de losvotos ten lugar de hacer una campaña educati-va, pedagógica, que sirva para que el pueblocrezca en organización y concienciat utiliza lasmismas técnicas para vender sus candidatos quelas que usan las clases dominantes.

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Y esto determina que, en caso de un fra-caso electoral, además de la frustración, el des-gaste y el endeudamiento productos de la cam-paña, el esfuerzo electoral no se traduzca en uncrecimiento político de quienes fueron recepto-res y actores de la campaña, dejando la amargasensación de que todo ha sido en vano. Muy dis-tinta sería la situación si la campaña se pensasefundamentalmente desde el ángulo pedagógico,usando el espacio electoral para fortalecer laconciencia y la organización popular. Entonces,aunque los resultados en las urnas no fuesen losmejores, el tiempo y los esfuerzos invertidos enla campaña no serían algo perdido.

Un segundo desafío es el de esforzarsepor evitar caer en las prácticas políticas tradi-cionales desarrollando prácticas nuevas que di-ferencien la gestión popular de la de los demáspartidos políticos. Sólo así se puede conquistara una opinión pública cada vez más escépticade la política y de los políticos.

Un tercer desafío es usar los espaciosinstitucionales para fortalecer y no debilitar almovimiento popular. Eso significa, entre otrascosas, evitar la tendencia a incorporar al apara-to administrativo a líderes del movimiento po-pular, pero también aceptar y fomentar la auto-nomía del movimiento popular aunque éste ten-ga posiciones encontradas con el gobierno.

En cuarto lugar, la izquierda debe evitarcaer en las deformaciones habituales de la prác-tica política burguesa:

Una de estas deformaciones es elcarrerismo político, es decir, la idea de quesiempre debe ir ascendiendo, que es una de-gradación volver a ser un simple militante debase. Muchas veces se trata de justificar estaactitud argumentando que no se puede perderla inversión que se ha hecho en la preparaciónde ese cuadro.

Parece interesante la política de cuadrosque se ha seguido en Porto Alegre, donde el PTya gobierna por tres mandatos consecutivos. Allí

se ha rotado a los cuadros entre el aparato ad-ministrativo, el partido y el movimiento popu-lar. Así la experiencia adquirida en una de esasesferas es trasladada a las otras. Esto es espe-cialmente útil en el caso de los cuadros que hanadquirido experiencia administrativa.

Otra deformación muy ligada a esta es eluso del partido como trampolín para el ascen-so personal.

Otro elemento pernicioso es preferir másel ambiente de la corte, que el trabajo en terre-no. Como dice Lula12, estos cuadros son sedu-cidos por el perfume de las élites y ya no sopor-tan el olor a pueblo.

Suelen usar las barreras burocráticas parano enfrentar la atención directa de la gente.

Tienden a informarse a través de su gru-po de asesores perdiendo la posibilidad de to-marle el pulso al estado de ánimo de la gente,pretendiendo ignorar que el mejor cercodesinformativo suele estar constituido por quie-nes deberían mantenerlo informado; estos +ase-sores+ suelen comunicar al jefe sólo lo positi-vo, obviando los aspectos negativos, las dificul-tades, sea por el noble motivo de no sobrecar-garlo con preocupaciones, sea por el egoístamotivo de ser congratulado por las buenas nue-vas de las que es portador.

Uso de la prensa con fines de destaque ypromoción personal y no como medio de lu-cha ideológica contra los opresores del pueblo.

En quinto lugar, y muy ligado a lo ante-rior, está el gran desafío de no dejarse cooptarpor un sistema que tiende miles de hilos paraatrapar a los cuadros en sus redes, desde lossalarios, que son muy superiores a los que unrepresentante del movimiento popular puedelograr con su trabajo, hasta la serie de preben-das que acompañan al cargo: pasajes en avión,hoteles, dietas, pago de asesores y hasta localesdonde vivir, además del status social que esecargo significa.

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V. DESAFÍOS ESPECÍFICOS DE LOSGOBIERNOS LOCALES

Entre los desafíos específicos de los go-biernos locales están:

No caer en lo que un dirigente políticoitaliano de izquierda denomina: cretinismo es-tatal13, es decir, en creer que el estado es unente neutro, que es como una botella vacía quepuede llenarse con cualquier líquido, que pue-de utilizarse indistintamente en beneficio de unau otra clase, porque su función es meramentetécnica.

No se trata de gobernar por gobernar, nisolamente de administrar la crisis, sino de go-bernar de manera diferente mostrando a nivellocal lo que la izquierda podría hacer a nivelnacional. Un buen gobierno local es la mejorcarta de presentación que hoy ten momentosde tanto escepticismot tiene la izquierda.

Coincidimos con Carlos Vilas (1997,p.54) en que uno de los grandes desafíos de laizquierda, es cómo dotar a las instituciones de-mocráticas de una potencialidad transformado-ra, cómo fortalecer el valor de la democraciasin legitimar al capitalismo ni abandonar un pro-yecto de transformación.

Si la izquierda aspira a ser algo más queun buen administrador a nivel municipal depolíticas macroeconómicas que se definen enotros ámbitos, debe ser capaz de articular estosniveles locales o regionales con la problemáti-ca nacional, para mostrar a la población las li-mitaciones del proyecto global neoliberal.

No es fácil para la izquierda latinoameri-cana, acostumbrada a ser oposición, pasar depronto a ser gobierno. Uno de sus mayores de-safíos, como dice Tarso Genro (1996) es cómolograr ser un partido de gobierno sin dejar deser un partido de lucha.

Concordamos con Massimo Gorla tlíderdel grupo parlamentario italiano +DemocraziaProletaria+ a finales de los setentat en que lapresencia de una agrupación política en las ins-

tituciones sólo tiene razón de ser en cuanto quereflejo de otra oposición, mucho más enérgicay masiva: la constituida por los cientos de milesde trabajadores que se oponen en la calle al ré-gimen, que lo combaten y que forjan con susluchas una alternativa de cambio. Esa es la ver-dadera oposición: la lucha de masas.14

Es necesario estar dispuestos a ser conse-cuentemente democráticos, es decir, a otorgarrealmente poder de decisión a la gente.

Un notable ejemplo de cómo se otorgópoder de deliberación a la comunidad organi-zada son las experiencias del llamado Presu-puesto Participativo en los gobiernos munici-pales petistas de Brasil, especialmente la de laAlcaldía de Porto Alegre, donde la experienciase haya más consolidada. Similares esfuerzosse han llevado a cabo en la Intendencia deMontevideo tgobernada por el Frente Ampliode Uruguayt, y en las alcaldías gobernadas porLa Causa R en Venezuela.

Los gobiernos populares deben ser com-pletamente transparentes, y estar dispuestos asometerse al control público tanto en lo que serefiere a las finanzas, y al uso de los recursosestatales, como en la contratación del personal.

Deben respetar la autonomía de las or-ganizaciones populares aceptando como nor-mal que existan tensiones y contradiccionesentre el gobierno y el movimiento popular.

VI. DESAFÍOS ESPECÍFICOS EN EL TERRENOELECTORAL

El gran desafío de la izquierda en esteterreno es la de ser capaz de combatir la des-viación electoralista que se traduce en rasgoscomo los siguientes: la tendencia a transformarel acceso a un cargo representativo en un finen sí mismo y no como un medio para servir aun proyecto de transformación social, de ahí queesos cuadros se aferren a sus mandatos y consi-deren una humillación volver a ser simples mi-litantes de base; la vinculación con los movi-mientos populares sólo en momentos electora-

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les y por objetivos electorales; el individualis-mo en las campañas: se busca fondos y apoyopara sí y no para el partido; disputas electoralescomo si los propios compañeros del partido fue-ran sus principales enemigos, entre otros.

La izquierda tiene que combatir los man-datos individualistas típicos de la gestión bur-guesa, que se caracteriza por una ausencia decontrol de los electores sobre los representan-tes por ellos electos. El mandato debe ser sagra-do, debe respetar la voluntad de los electores,y, por lo tanto, si, por alguna razón de fondo sedeja la agrupación política por la que fue elec-to, se debe renunciar a ese mandato.

Un ejemplo de actitud correcta en estesentido ty que sin embargo fue catalogada dequijotescat fue la de Hugo Cores, dirigente delPartido por la Victoria del Pueblo, que fue elec-to diputado por la lista del MPP15 y que cuandolo abandona renuncia a su cargo como diputa-do en el Parlamento.

Por eso también, tan o más importanteque la función de la instancia política en la de-signación de los candidatos, es luego de su elec-ción, el control que este ejerza sobre sus man-datos.

Una de las razones que ha tenido la iz-quierda para aceptar ingresar en las institucio-nes burguesas ha sido siempre el espacio queéstas creaban para difundir desde ellas en for-ma mucho más abarcadora los planteamientosde la izquierda y hacerlos llegar a los sectoresmás atrasados, es decir, hacer del parlamentouna caja de resonancia, una plataforma de de-nuncia de los atropellos, abusos e injusticias deun régimen basado en la opresión. Hoy, sinembargo, el control muchas veces monopólicoque ejercen las clases dominantes sobre losmedios de comunicación, constituye una ver-dadera barrera de silencio que impide conse-guir esos objetivos y que es muy difícil traspa-sar cuando la izquierda no ha logrado ser unafuerza con una significativa representación par-lamentaria.

Cómo obligar a los medios de comuni-cación a dar cuenta de su accionar es otro grandesafío de la izquierda, que sólo puede enfren-tarse exitosamente con gran creatividad tcomolo han hecho los zapatistast o crear situacionespolíticas que no puedan ser ignoradas, como laimportante marcha del MST hacia la capital deBrasil a mediados de 1997, o la realización demurales por niños con mensajes democráticosdurante el gobierno de la Alcaldía de Caracaspor La Causa R.

Otro de los desafíos de la izquierda escómo vencer la enorme influencia de los me-dios audiovisuales monopolizados por las fuer-zas de derecha, cuyos mensajes permean a todala sociedad, especialmente a los sectores máspobres y desvalidos, que tcomo veíamost sonincapaces de establecer un distanciamiento crí-tico frente a estos mensajes tde ahí el que laderecha tenga una alta votación en esos secto-res populares en América Latinat. Muchos se danpor derrotados de antemano, ya que piensan queeste combate sólo se puede dar en ese mismoterreno que es absolutamente desfavorable a laizquierda.

Sin embargo, existen experiencias en quela izquierda ha logrado vencer electoralmentea la derecha tobteniendo mayoría absoluta enla primera vueltat a pesar de que su acceso a latelevisión ha sido completamente bloqueado:la municipalidad de Porto Alegre, capital delEstado de Rio Grande do Sul, cuyos habitanteshan elegido por tercera vez consecutiva a unalcalde del Partido de los Trabajadores. Y estoha sido posible, porque ellos han vivido unaexperiencia democrática práctica que los hamarcado. Alrededor de ciento treinta mil habi-tantes de una ciudad de casi un millón trescien-tos mil han participado en el Presupuesto Parti-cipativo desde que el proceso comenzó. Estaexperiencia tjunto a múltiples otros espacios departicipación creados por la administración: fo-ros temáticos, consejos de cultura, de salud, deciudadanía, consejos contra la discriminacióny racismot, han dejado una huella en la gente.

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La contrapropaganda de la televisión y la pren-sa en manos de los poderosos poco ha podidocontra esta vivencia democrática práctica. Hasurgido una opinión pública independiente quees cada vez más difícilmente manipulable.

VII. CREATIVIDAD PARA EXPLOTAR ELTERRENO DE LO A LEGAL

Por último, no sólo existe tcomo ya vimostel terreno de lo legal y su antagónico, lo ilegal;hay todo un campo de lo que podríamos llamara legal, es decir, de aquello que no entra ni enel terreno de lo legal ni en el de lo ilegal. Mu-

chas veces la izquierda no tiene la creatividadsuficiente para usar este espacio.

Avanzando en el terreno institucionalconsciente de los desafíos que se le plantean,ocupando creativamente los espacios de loalegal, la izquierda latinoamericana puede iracumulando fuerzas transformadoras e irgestando la transformación cultural de la gentehaciendo que ésta asuma cada vez más en susmanos su destino, creando así una de las basesfundamentales de la sociedad por la que Marxy Engels abogaban en el Manifiesto Comunista,una sociedada caracterizada por elprotagonismo popular en todos los niveles.XXI

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NOTAS

1. Dietz Verlag, Berlin, 1975, p.111.

2. Carlos Vilas, «La izquierda en AméricaLatina: presente y futuro (notas para ladiscusión), Alternativas de izquierda alneoliberalismo, H. Dillas, , M. Monereo y J.Valdés Paz, coordinadores, editado porFundación de Investigaciones Marxistas,Madrid, 1996, p.45.

3. El sociólogo chileno Gabriel Gaspardistingue las siguientes cuatro fases en elfenómeno guerrillero latinoamericano: a. Laetapa foquista (desde el triunfo de larevolución cubana hasta la muerte del Cheen Bolivia , en octubre de 1967); b. La fasede la «guerrilla urbana» y el incremento delas movilizaciones nacionales y populares(fines de los sesenta y comienzos de lossetenta); c. La crisis centroamericana y elsurgimiento de las denominadas «organiza-ciones político-militares (desde el triunfode la revolución sandinista hasta losAcuerdos de paz de El Salvador y Guatema-la) y d. Las guerrillas de la post guerra fría.(«Guerrillas en América Latina», FLACSOChile, Santiago 1997) (D 876). A la primerafase pertenecen los movimientos guerrillerosrurales de Perú, Bolivia, Argentina, Guate-mala, Nicaragua, Venezuela; a la segunda,la de los movimientos guerrilleros urbanosdel cono Sur como los Tupamaros enUruguay, los Montoneros y el ERP enArgentina; el MIR de Chile; a la cuarta fasepertenece el movimiento guerrillerozapatista de México.

4. Sólo perdió en la segunda vuelta por tresmillones de votos de un electorado deochentidós millones setenticuatro milsetecientos dieciocho votos.

5. Un desprendimiento del Partido Revolucio-nario Intransigente (PRI), que nuclea asectores provenientes de otros partidos deizquierda.

6. El sector que encabezado por el secretariogeneral, Lucas Mateo, y por el máximo líderpopular, Andrés Velásquez, apoyado por la

gran mayoría del Nuevo Sindicalismo, conposiciones más moderadas y aceptando lapolítica de privatización de las empresas delOrinoco, mantiene el nombre de La CausaR. El otro sector, encabezado por PabloMedina, su anterior secretario general, y encuyas filas militan figuras tan importantescomo Aristóbulo Istúriz tex alcalde deCaracast y Clemento Scotto tex alcalde deCaronít se autodenomina Patria Para Todos(PPT).

7. Lo subrayado es de Marta Harnecker.

8. En plena Primera Guerra Mundial Leninadvierte que los revolucionarios deben votaren los parlamentos, incluso en ese momen-to, por mejoras, aunque sean pequeñas, enla situación de las masas, por mayor ayudaa las regiones desvastadas, por la disminu-ción de la opresión nacional, pero que nohay que crear ilusiones que por la vía de lasreformas se van a resolver los problemasque exigen soluciones revolucionarias (t.23,p.285). En enero del 17 insiste: Nosotroscreemos que sería el mayor disparate quelos socialdemócratas revolucionarios seabstuvieran de luchar por las reformas engeneral, incluyendo la +reforma constitucio-nal+, pero condicionaba esta lucha a nodesconocer que los grandes problemashistóricos se resuelven mediante la violen-cia directa de las masas que creará nuevasbases, y no mediante acuerdos basados enlo viejo, decadente, agonizante (t.24a,p.291).

9. Según Hinkelammert (1995, p.153), desdeBismark se habla de realpolitik y Kissingerfue el que reutilizó el término fascinado consu contenido. Por su parte Marx, en unacarta a Kugelmann del 23 de febrero de1865 expresaba su adversión contra lo quelos alemanes llaman realpolitik. (Se trata deesa clase de +realidad+ que coloca aAlemania tan atrás de todos los paísescivilizados). Critique des Programmes deGotha et D’Erfurt, Editions Sociales, París,1966, p.115.

10. Entrevista a Hugo Cores (Harnecker, 1991b,p.85).

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11. Entrevista a Hugo Cores (Harnecker, 1991b,p.85).

12. Luis Inácio da Silva, líder sindical brasileroque llega a ser el máximo dirigente delPartido de los Trabajadores.

13. Me refiero a Massimo Gorla, presidente delgrupo parlamentario +Democrazia Proleta-

ria+ quien tilda de esta manera al PartidoComunista Italiano en entrevista realizadapor Miguel Barroso Ayats en El Viejo TopoNº 1001, de junio de 1977, p.42.

14. Entrevista a Miguel Barroso Ayats, (1977,p.42).

15. Movimiento de Participación Popular.

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El Manifiesto Comunista, 150 AñosDespués: Una Visión desde Chile

Manuel Riesco

Para la generación de Chilenos que vivi-mos la Unidad Popular del Presidente SalvadorAllende, el Manifiesto Comunista fue, primero,el documento que mejor que ningún otro resu-mía los motivos por los cuales estuvimos todosconvencidos de entregarnos por entero a la trans-formación de nuestra patria. Sus contenidos fue-ron, por así decirlo, nuestros Santos Evangelios.Fueron millones los seres humanos que se agi-taron por aquellos años sobre esa muy larga ymás angosta falla geológica ubicada en el bor-de mismo del planeta, llamada Chile. La capa-cidad movilizadora del Manifiesto Comunistademostró, también allí, su potencia asombrosa.No parece inapropiado recordar, además, quepor aquellos días no pocos Chilenos ofrenda-ron nada menos que sus vidas, por su fe en lasideas expresadas en el Manifiesto Comunista.Ello debería ser suficiente, a mi juicio, para ge-neralizar en la población, al menos en Chile, elmayor de los respetos hacia los contenidos deeste documento, que inspirara a tantos a ofren-darlo todo por el progreso de su pequeño país.Probablemente algo así ocurrirá, a medida quecon el paso del tiempo las aguas vayan buscan-do su justo nivel.

En nada desmerece lo anterior el hecho,más que probable, que aquellos millones deChilenos que se inspiraron en el Manifiesto Co-munista estuvieran en verdad impelidos a ac-tuar allí y entonces, por poderosas urgencias dela historia. Esas que, de tarde en tarde, empujana los pueblos a remover las trabas que, de una uotra forma, están frenando el progreso de sussociedades. Las mismas que, en el Chile de esosaños, se caían de maduras a la espera que al-guien las removiese. De no existir el ManifiestoComunista, es probable que las mismas gentes,

para dar curso a estas urgencias, hubiesen ape-lado a otros idearios. Así ha ocurrido con otrospueblos antes y más tarde. Todos los ideariosque inspiran a los pueblos en revolución poreso sólo deberían ser motivo del mayor respeto.

Sin embargo, el hecho es que en Chilefueron las ideas del Manifiesto Comunista, prin-cipalmente, las que jugaron ese distinguido pa-pel. Ideas que en su radical rechazo a la viejasociedad agraria y en su urgencia revoluciona-ria identificaban el requerimiento preciso de lasociedad chilena de esos días. Ideas que en suanti-capitalismo y comunismo de futuro remo-vían visiones del alma campesina tan cercanaal corazón de los chilenos. Ideas que fuerandifundidas con orgánica paciencia en Chile,durante casi un siglo, por artesanos que lastrajeron en sus bolsos de inmigrantes, por cam-pesinos que empezaban a aprender a ser obre-ros, por los intelectuales enamorados de lasrevoluciones sociales, todos los cuales pue-den adoptar gustosos el nombre de Luis Emi-lio Recabarren.

Parte de la historia Chilena posterior alderrocamiento del Presidente Salvador Allendees de sobra conocida. Mediante el terror mássanguinario, la dictadura de Pinochet impusoen forma pionera el nuevo orden usualmentedenominado “modelo neoliberal”, cuyos resul-tados en cuanto al desenvolvimiento económi-co del país han sido ampliamente difundidospor todo el mundo. La frustración de las espe-ranzas generadas por el Gobierno de SalvadorAllende, la brutalidad de Pinochet y los gran-des sufrimientos que trajo para la mayoría de lapoblación, inspiraron una de las mayores ex-presiones de solidaridad mundial con la lucha

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de los chilenos por terminar con la dictadura.Este objetivo lo logró finalmente el alzamientogeneralizado de los chilenos durante los añosochenta, el triunfo en el plebiscito de 1988 y laelección de los gobiernos democráticos de Pa-tricio Aylwin y Eduardo Frei. Aunque a vecesnos exaspera ese tranco tan lento y negociado,del todavía incompleto proceso de recuperaciónde la democracia.

La inspiración de parte importante dequienes participamos en aquel alzamiento de-mocrático fue, nuevamente, el ideario del Ma-nifiesto Comunista. En Chile, por aquellos años,una vez más fue necesario que miles de chile-nos asumieran colectivamente su propio desti-no. Y cuando se entregaran en avalancha a unapeligrosa lucha político-insurreccional, las ideasdel Manifiesto Comunista demostraron nueva-mente su poder de inspirar los sueños de liber-tad y justicia de millones de personas. La ten-dencia que finalmente se impuso en el seno delas fuerzas antidictatoriales de entonces, sinembargo, no fue aquella que se inspiraba prin-cipalmente en las ideas del Manifiesto Comu-nista. A pesar de esto, es por todos reconocidoque fue precisamente este sector político el quesobrellevó quizás lo más duro de aquella luchas.De esta manera, en el Chile de los ochenta sereprodujo, en cierta medida, la gesta que cul-minó, hace 50 años, con la caída del fascismoen Europa. Y de alguna forma también sus re-sultados. En Chile llegará, asimismo, el momentode reconocer debidamente el noble papel deaquellos que enfrentaron y derrotaron el terro-rismo fascista inspirados en las ideas del Mani-fiesto Comunista. Habrá que esperar que el pasodel tiempo vaya poniendo las cosas en su lugar.

Menos reconocido que lo anterior, es la tre-menda relevancia económico-social de las trans-formaciones realizadas en Chile durante lo añossesenta y principios de los setenta, bajo la inspira-ción predominante de las ideas del ManifiestoComunista.

No es muy conocido —y de este desco-nocimiento no se eximen los partidarios de

aquellas transformaciones— el hecho que Pi-nochet, quién violó en Chile todas las leyes, sevió forzado a respetar, sin embargo y llevó a sutérmino en forma más o menos escrupulosa, loestipulado por dos leyes fundamentales: la Re-forma Agraria y la Nacionalización del cobre.En el primer caso, es cierto que devolvió a losantiguos patronos todo lo que la ley de ReformaAgraria le permitía y un buen poco más. Es ver-dad, asimismo, que excluyó sistemáticamentedel masivo reparto de parcelas realizado a quié-nes más las merecían, es decir, a los campesi-nos partidarios del proceso de Reforma Agraria.A ellos los persiguió con especial saña, además,sus nombres hacen mayoría entre los tres milgrabados en la piedra del mausoleo a los ejecu-tados y desaparecidos. Se remataron enormesextensiones de tierra, a grandes empresas fores-tales. Sin embargo, no se reconstituyó en Chileni un sólo latifundio. Nunca más hubo un sóloinquilino. Los centenares de miles de campesi-nos que abandonaron su centenaria condicióndurante todo este proceso conforman la baseprincipal sobre la cual se sustentó el posteriordesarrollo capitalista del agro y del país entero.En el caso del cobre, es cierto que Pinochet y suministro Piñera le torcieron la nariz a lo esta-blecido en la Constitución, incluso en la suya,respecto a la propiedad nacional sobre los ya-cimientos mineros. Es debido a ello que hoydía empresas extranjeras pueden llevarse másde la mitad de nuestro cobre sin pagar siquieraimpuestos. Pero paralelamente, Pinochet dupli-có el tamaño de CODELCO y profitó de los milmillones de dólares anuales que dicha empre-sa, creada por Allende, ha venido entregandoal presupuesto nacional.

Se ha saturado hasta el cansancio al mun-do entero durante años, con propaganda acer-ca de los éxitos económicos del jaguar chileno,presentándolo como el resultado de las políti-cas neoliberales aplicadas por los Chicago Boysde Pinochet. Si tal jaguar en verdad existe, aun-que sea medio tiñoso, les será bastante incó-modo quizás, cuando se empiecen a reconoceren sus facciones las trazas de sus padres legíti-

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mos: la Nacionalización del Cobre y la Refor-ma Agraria. Estas leyes y su aplicación exitosa,junto al medio litro de leche para todos los ni-ños chilenos, la erradicación del analfabetismo,la extensión de la enseñanza básica obligatoriade seis a ocho años y la Reforma Universitariaconstituyen como se sabe, algunos de los lega-dos más importantes de los gobiernos del Presi-dente Eduardo Frei Montalva y particularmen-te, del Presidente Salvador Allende. Todas estasmedidas que transformaron para siempre la carade Chile, terminando con siglos de atraso y pro-yectándolo de una u otra manera a la moderni-dad, son de manera importante también en Chi-le, el legado progresista del Manifiesto Comu-nista.

En Chile pudimos comprobar la sabidu-ría de varias de las reflexiones hechas por Marxrespecto de las diferentes fases de la Revolu-ción Francesa. En particular aquello que las re-voluciones, procesos bastante caóticos, cuan-do llegan a un punto de su desarrollo, una vezque las tareas que las precipitan han sido cum-plidas en lo fundamental, las sociedades que lashan requerido se vuelven en su contra. Se leshace entonces imperativo restablecer un ciertoorden, consolidar de alguna manera las tareasrealizadas. Puesto que los protagonistas o másbien los antagonistas principales de las revolu-ciones se encuentran a estas alturas ya bastanteexhaustos, es usual que el orden sea restableci-do por esas capas especiales de la sociedad, aje-nas a ella en cierto sentido, que son las deno-minadas burocracias, civiles y militares. Al pa-recer este fenómeno ha sido una constante delas revoluciones posteriores. Todos losBonapartismos, aún aquellos cuyo pelaje se hateñido a veces de ilustración e incluso de rojo,han sido las fases más oscuras de las transicio-nes a la modernidad.

En muchas de las revoluciones de estesiglo, empezando por la Revolución Rusa, di-cho ingrato papel de restablecimiento del or-den fue asumido también en nombre de las ideasdel Manifiesto Comunista. En Chile de ésta, al

menos, nos escapamos. A decir verdad, princi-palmente por nuestras propias debilidades polí-ticas. Nuestra derrota del 73 puede habernoseximido a los seguidores Chilenos del ideariodel Manifiesto Comunista, de tan ingrato aun-que necesario papel, pero no eximió al pueblochileno de los sufrimientos de la peor versiónposible del orden post revolucionario: el ordende Pinochet.

Aprovechando la sólida disciplina delejército y el resto de las fuerzas armadas chile-nas, un hombre asesinamente traicionero, bru-to y astuto logró mantenerse casi dos décadasdirigiendo el país con mano de hierro. Las prin-cipales razones de tan prolongada permanen-cia deben buscarse, quizás, en las diferenciasde la dictadura chilena respecto a otras dicta-duras militares latinoamericanas más o menoscontemporáneas y más aún, con el caudillismomilitar tradicional de este continente. Pinochetno se limita a restablecer un orden conserva-dor. Por el contrario, apoyándose en un equipode profesionales jóvenes formados en universi-dades norteamericanas, introduce una serie dereformas que, en definitiva, aceleraron el pro-ceso de desarrollo capitalista del país en la mis-ma medida que agudizaron las miserias de supoblación, incluidos amplios sectores de laspropias clases acomodadas. Observadores in-cisivos de este proceso—entre ellos la unidadde inteligencia de la revista inglesa “TheEconomist”—han hecho presente que Pinochetencontró el camino despejado, en parte impor-tante, porque el proceso revolucionario previohabía barrido con las clases más conservado-ras, especialmente los latifundistas. Puede agre-garse que el conjunto de las clases dominanteschilenas fueron transformadas substancialmentepor el proceso revolucionario previo, duranteel cual, puestas en trance de desaparecer com-pletamente, fueron forzadas a asumir un rol di-ferente, aún cuando éste les haya significadograndes bajas en sus propias filas. Por estas ra-zones, quizás no es completamente descabe-llado afirmar que la génesis y temple de la mo-derna clase burguesa Chilena no son del todo

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ajenos al Manifiesto Comunista.

Culminada en Chile lo que EricHobsbawm quizás denominase nuestra Era delas Revoluciones, aparece más que claro quenuestra Era del Capital ha llegado para quedar-se por un largo rato. Incluso nuestros capitalis-tas más audaces están abriendo su propia Eradel Imperio, hacia América Latina. El cuadro quese presenta ahora a quiénes aspiran a transfor-mar la sociedad con un sentido de justicia y li-bertad es mucho más complejo que el de losaños sesenta. Por aquel entonces era clarito dequé lado estaba el progreso de la sociedad yqué y quiénes —nos dimos el gusto de bautizar-los “momios”—eran los que se oponían a sudesenvolvimiento. Ahora, en cambio, son loscapitalistas y los políticos derechistas que losrepresentan quiénes se dan el lujo de acusar alos obreros y a los izquierdistas de conservado-res. Y a veces han logrado arrinconarnos enposiciones desde las cuales a éstos últimos, enverdad, no nos ha quedado otra sino darles larazón.

Debido a ello quizás es ahora, cuando lavisión dialéctica acerca de la modernidad con-tenida en el Manifiesto Comunista está cobran-do verdaderamente toda su potencia. Esa visiónes tal vez más útil que nunca, como guía paranavegar en el torbellino desatado de las fuerzaspoderosas de esta sociedad en la cual “todo losólido se desvanece en el aire”. MarshallBermann titula con esa frase del Manifiesto Co-munista el libro donde sostiene bellamenteprecísamente este argumento.

Es quizás la mayor ironía de la historiadel siglo XX que tantos pueblos se hayan inspi-rado en el Manifiesto Comunista para conquis-tar la modernidad que aquel criticaba y se pro-ponía espantar con el fantasma del comunismo.Como muchas ironías, sin embargo, ésta tam-bién contiene una gran cuota de sabiduría. Noes nada extraño, en verdad, que los puebloshayan escogido para salir de su odiado atraso,las ideas más progresistas de la época, conteni-das en el Manifiesto Comunista. No tiene nada

de malo tampoco que, al igual que los propiosautores del Manifiesto Comunista, tantos pue-blos se hayan hecho ilusiones acerca de un finmás pronto —incluso no nato—de la sociedadcapitalista cuyos rasgos oscuros, al igual que suradical capacidad de revolucionarlo todo, tanmagistralmente son descritos en el ManifiestoComunista.

El Manifiesto Comunista nació entre plie-gues de placenta de una modernidad recién pa-rida. Sus autores, dos jóvenes de 28 y 30 añostuvieron la genialidad de avizorar ya en ese em-brión y describir magistralmente, muchos de losrasgos que hoy, al cabo de 150 años—tiempoapenas de adolescencia para un modo de pro-ducción—, la modernidad capitalista está mos-trando con claridad al menos a una mitad de lahumanidad. Nos ha legado asimismo una visióninsuperable para apreciarla críticamente en sudialéctica grandeza y limitación histórica.

El Manifiesto Comunista va más allá, sinembargo y nos profetiza cómo las contradiccio-nes que la propia modernidad capitalista gene-ra harán llegar, tarde o temprano, el momentoen el cual serán las propias relaciones capitalis-tas las que se habrán transformado en trabas aldesarrollo que ellas mismas han desatado enforma tumultuosa. Llegado ese momento, con-tinúa la profecía, será la clase obrera que lamisma modernidad capitalista ha engendrado yeducado, la que asumirá en sus manos la tareade remover dichas trabas y establecer nuevasrelaciones sociales, más avanzadas, que permi-tan continuar avanzando en la historia de lahumanidad. O no estará a la altura de las cir-cunstancias, insinúa el Manifiesto y burguesía yproletariado se hundirán junto con la moderni-dad toda en la decadencia y el barbarismo, talcomo el Imperio Romano.

Estas profecías del Manifiesto, sobre todoaquella que dice relación con el papel de la claseobrera, son hoy día tan cuestionadas como ad-mirada es su poderosa descripción de la socie-dad moderna. ¿Tendrán razón los escépticos?¿Será acertado descartar, tan tempranamente,

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como históricamente frustrada a una clase queni siquiera ha llegado a ser todavía ni en unaquinta parte de la humanidad? ¿A una clase querecién en los países capitalistas mas antiguos yen los sectores más avanzados de la economíay las empresas está alcanzando los grados de

educación y responsabilidad en la producciónque la pueden acercar a un rol de clase dirigen-te? Tal vez sí. Yo me inclino a creer, más bien,que esta parte de la profecía del Manifiesto Co-munista, asimismo, dará todavía mucho másque hablar.XXI

París, Santiago, Mayo-Junio 1998

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Marx, los marxistas, nosotros(A propósito de los 150 años

del Manifiesto Comunista)

Carlos Pérez SotoTaller de Teorías Críticas - Centro de InvestigacionesSociales - Universidad ARCIS

1.- INTRODUCCIÓN

Las tesis que presento en este trabajo sonsimples de formular y complejas en su funda-mentación. Por eso, y porque, en el fondo, siem-pre es la voluntad la que determina el orden delpensamiento, primero voy a dictar la sentenciay, luego, procederé a argumentar en torno a al-gunas pruebas.

La primera es que es posible distinguirclaramente entre Marx y los marxistas. Obvia-mente en cuanto al mundo que les tocó enfren-tar, pero también, a partir de eso, en cuanto alcontenido de sus obras, a sus iniciativas políti-cas concretas, al trasfondo filosófico con queoperaron.

La segunda es que es perfectamente po-sible distinguir entre los marxistas, a los que voya agregar el adjetivo de “clásicos” y un “noso-tros”, en que quiero incluir a los que aún cree-mos que es posible ser marxistas. Desde luegoesta distinción, nuevamente, es tan profundacomo es profunda la brecha abierta conjunta-mente por el colapso del socialismo real y losgrandes cambios en el mundo precipitados porlas nuevas formas de la tecnología y el movi-miento del capital. Vivimos actualmente en unmundo distinto al que vivieron los marxistas clá-sicos : necesitamos un marxismo de nuevo tipo.

La tercera es que en la construcción deun marxismo de nuevo tipo es necesaria unaoperación teórica drástica y dramática : desha-cernos del marxismo clásico, volver a pensardesde Marx. Sacarnos de encima el peso decien años de construcción teórica, acción polí-

tica, triunfos contradictorios y fracasos especta-culares, e inventar el marxismo de nuevo.

La cuarta, que deriva directamente de laanterior, es que lo que debemos hacer es “in-ventar” el marxismo de nuevo, en lugar de per-feccionar lo que ya tenemos, o agregar hipóte-sis explicativas auxiliares. No intentar salvarnada del naufragio, como no sea la voluntad decambiar el mundo. Usar directamente el pensa-miento de Marx, buscando las claves que nospermitan entender nuestra situación. Ir directa-mente a los fundamentos a pensar de nuevo.

2.- MARX Y LOS MARXISTAS

Marx vivió en la época de pleno desarro-llo del capitalismo industrial clásico, los mar-xistas tuvieron que vivir en la época del impe-rialismo, y en la de la coexistencia entre dossistemas sociales y políticos enfrentados, y ama-rrados por el empate nuclear.

Marx vivió en la época del auge de laclase obrera, y del radicalismo generado desdesectores de artesanos y pequeños burgueses queestaban siendo arrasados por el gran capital in-dustrial, un radicalismo que contagió las prime-ras fases del desarrollo de la consciencia obre-ra. Los marxistas tuvieron que vivir en la épocadel auge de las capas medias, es decir, del au-mento sostenido, a pesar de los períodos de in-terrupción y de crisis, de la capacidad global deconsumo en sectores cada vez más amplios detrabajadores. Un auge que permitió hablar, yadesde 1890 de “aristocracia obrera”, y que sereflejó en la actitud básicamente integracionistay reformista de las organizaciones obreras más

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masivas. El kautskismo no fue una simple “des-viación”, una simple “corrupción”, algo asícomo un error lamentable y condenable. Res-pondió a una situación económica y social muyprofunda, que se fue acentuando a lo largo delsiglo en los países capitalistas más avanzados,y que se reprodujo en cada lugar en que existie-ron desarrollos de capitalismo nacional.

Hay evidencias, en su defensa de la Co-muna de París, en su amarga crítica al Progra-ma de Gotha, de que Marx nunca logró enten-der la lógica de los partidos obreros masivos queempezaron a surgir justamente en los años desu vejez. El, grande y terco, se mantuvo másbien aferrado a la lógica radicalista, herederaen buena medida de los heroísmos románticos,en medio de una época marcada por la medio-cridad, el arribismo, el afán de integración, queafectó también, muy profundamente, a los pro-gramas y las estrategias políticas de los partidosobreros nacientes. Ya la teoría de la importa-ción de la consciencia, o la necesidad de fun-dar un movimiento comunista más radical quela estrategia general del movimiento obrero has-ta entonces, muestran la diferencia, y lainadecuación, entre el marxismo de Marx y elmarxismo de los marxistas.

Marx vivió en la época de esplendor deliluminismo científico, del optimismo tecnoló-gico, de la cultura naturalista y realista, y susrelaciones con todo este conjunto ideológico soncontradictorias y complejas. Admira a Darwin,y lo critica. Admira el humanismo de Feuerbach,y le parece superficial. Admira los grandes avan-ces de la ciencia, y razona de una manera sus-tancialmente más compleja, y más política, quela ciencia natural e, incluso, que la ciencia so-cial que le es contemporánea. Desprecia pro-fundamente lo que considera la superficialidadde Stuart Mill, desconfía abiertamente deldarwinismo, o del realismo objetivista. Los mar-xistas, sin embargo, teniendo perfectamente ala mano las revoluciones expresionista, surrea-lista, cubista, dadá, etc., tienen una relación fun-damentalmente más simple, y sumisa, respecto

del conjunto ideológico del siglo XIX. Práctica-mente toda la tradición marxista, ya seakautskista, leninista y, muchas veces, incluso elconsejismo, se afirma en el realismo científico,por mucho que lo flexibilice. Comparte unnaturalismo con pocos matices, que pone a lahistoria humana como prolongación de la na-turaleza, que cree en la existencia de leyes queabarcan al conjunto de la historia de maneranecesaria y teleológica, cuestiones que difícil-mente pueden encontrarse en la obra del mis-mo Marx. (Salvo que creamos la tesis, muy fre-cuente entre los marxistas clásicos, de que Engelsposeía poderes telepáticos especiales que lepermitían, a pesar de las dudas de Marx, inter-pretar, descubrir, y poner por escrito sus verda-deros pensamientos).

El marxismo clásico nunca logró asimi-lar las grandes revoluciones culturales del sigloXX, y se comportó por doquier, incluso más alláde sus múltiples diferencias políticas, como unaprolongación de la Ilustración, algoideologizada, quizás más militante de lo que alos filósofos ilustrados les habría gustado, pero,básicamente, con el mismo fundamento filosó-fico. Y aquí hay una tesis importante que quierosostener : el pensamiento de Marx está siempremás allá del horizonte teórico de la Ilustración.Se equivocan los críticos que lo asimilan a unaIlustración politizada o, al revés, a un Romanti-cismo politizado. Estos juicios quizás son perti-nentes para retratar a la tradición marxista, des-de Engels en adelante, pero siempre son inade-cuados para abordar el pensamiento de Marx.La tesis que me importa defender en este puntoes que de la obra del Marx se puede derivartoda una filosofía política que está más allá dela dicotomía simple, y perfectamente moderna,entre Ilustración y Romanticismo. Operaciónque, en cambio, sólo puede hacerse con muycontados marxistas posteriores.

Marx vivió en la época de la plena hege-monía política, económica y cultural europea,en que la revolución era un bello y lejano sue-ño. Los marxistas tuvieron que vivir el cerco

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económico, político y cultural de la hegemoníade los Estados Unidos, prolongada sobre Euro-pa, omnipresente en formas cada vez más arti-culadas del mercado mundial, en que la revo-lución fue muy frecuentemente un espacio depesadillas de improvisación, urgencia y violen-cia, en realidades culturales, políticas y econó-micas que no estaban contempladas en absolu-to en los cálculos de Marx.

El mismo Marx vivió, durante su largo exi-lio, el primer y quizás más importante fracaso dela revolución que postulaba, y nunca lo asumió,y la tradición marxista continuó tercamente conesa omisión : el “fracaso” de la revolución ingle-sa. Y es necesario poner la palabra “fracaso” en-tre comillas, porque, en realidad, la cuestión fuemucho más grave y profunda : simplemente anadie se le ocurrió hacer una revolución comu-nista en el país capitalista más avanzado del pla-neta. Este “fracaso”, largamente omitido, o tan-tas veces eludido a través de hipótesis ad hoc, ode variantes teóricas forzadas por las situacionespolíticas inmediatas, es la gran anomalía que pre-side el desarrollo de la teoría marxista despuésde Marx. Y, de una u otra forma todos los fraca-sos posteriores, en Alemania y todo el centro deEuropa, en los años veinte, y en el campo socia-lista como conjunto por fin, en los años ochenta,pueden ser vistos desde ese gran enigma inicial.E, incluso, toda la serie de “triunfos” del marxis-mo, en realidades periféricas que van desde laprecaria Rusia, pasando por países comoBulgaria, Albania, o incluso Etiopía, o Angola,no hacen sino mostrar, a través de su reverso, elmismo gran enigma.

Es cierto que la mayor parte del desarrolloteórico del marxismo en el siglo XX ha girado entorno a las revoluciones triunfantes que, heroicay titánicamente, los marxistas pudieron lograr.Pero es casi igualmente cierto, al revés, que todaese desarrollo teórico puede ser visto como unalargísima serie de hipótesis ad hoc que prolon-gan al marxismo, a través de sus triunfos aparen-tes, omitiendo su fracaso fundamental.

Después de una afirmación tan dramáti-

ca, y dado que los que quieren seguir siendomarxistas suelen tener los nervios algo altera-dos actualmente, sobre todo después de la caí-da del muro, se impone aquí un pequeño pa-réntesis, más subjetivo que teórico, para calmaransiedades prematuras, o alegrías infundadas.Lo que quiero sostener como resultado de estasconjeturas y argumentos, es que el comunismoes posible, y que tiene pleno sentido ser marxis-ta hoy día, y por bastante tiempo más. Para losque quieran vigilar este texto desde el punto devista de la consecuencia revolucionaria, acti-tud tan típica de la mentalidad estalinista, y tanextendida aún entre los más furiosos antiestalinistas, sepan que creo que el comunismoes posible. Y que creo que del fracaso del mar-xismo clásico no se puede inferir sin más la fal-ta de viabilidad del marxismo como conjunto.Es posible un marxismo revolucionario de nue-vo tipo. Y para que sea posible es necesariodeshacerse del marxismo clásico y su larga ca-dena de triunfos pírricos y paradójicos, y fraca-sos profundos y nunca asumidos.

Marx no alcanzó a dimensionar, a lo lar-go de su vida, la progresiva emergencia de lademocracia liberal moderna, de la “opiniónpública”, y de las masas del siglo XX. Cuandose acercó a estos fenómenos desconfió abierta-mente, con un olfato visionario, de sus conteni-dos reales, y sospechó explícitamente la posibi-lidad de su corrupción por los poderes capita-listas. Los marxistas, en cambio, han vivido todoel siglo XX atrapados entre el auge de las demo-cracias, reales o ficticias, con su enorme poderde integración social, sostenido en la amplia-ción progresiva de la capacidad de consumo, ylas realidades periféricas de la opresión brutal,de las dictaduras criminales, en las que se hanincubado las revoluciones triunfantes, a partirde la indignación incontenible de los pobres dela tierra, o de los obreros sometidos a sobre ex-plotación.

Marx no alcanzó a verse enfrentado a esteproblema. Los marxistas, simplemente, nuncasupieron qué hacer con la democracia. Obliga-

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dos a vivir la revolución como dictadura militar,por el cerco capitalista, por las necesidades in-ternas de los procesos de revolución industrialforzada, no encontraron nunca las fórmulas quepermitieran conciliar revolución y democracia,y oscilaron permanentemente entre la participa-ción reformista en los auges democráticos, y elenfrentamiento militar a las situaciones de cercou opresión. No veo en esta oscilación un error, ouna falta de agudeza teórica. Simplemente hayallí un dato de la realidad. Y es importante noeludirlo nuevamente a través de hipótesis ad hoc,o de teorías extraordinarias acerca de la “demo-cracia”. La tradición marxista se educó muy pro-fundamente, obligada por la realidad circundan-te e interna, en el totalitarismo político, y es ne-cesario mirar esta realidad a la cara y decidir quévamos a hacer respecto de ella. Como mínimo, ypara retener un poco la enorme hipocresía conque el pensamiento político común trata estepunto, es necesario decir que no veo en esta rea-lidad flagrante una característica propia, o intrín-seca, del marxismo. Toda la modernidad está im-pregnada de esta profunda vocación totalitaria.Hay un nexo profundo entre totalitarismo e in-dustrialización clásica que es visible en todos losprocesos de industrialización, y que sólo la hi-pocresía política podría asociar como exclusivodel estalinismo, pasando por alto el fascismo dela industrialización japonesa, el nazismoindustrializador alemán o, incluso, el totalitarismopresente en la industrialización inglesa, cuya“democracia” fue censitaria, y discriminadorahasta épocas mucho más recientes de lo que losoportunistas quisieran reconocer.

3.- LOS MARXISTAS Y NOSOTROS

El marxismo clásico se desarrolló en elmundo de la industrializaciónhomogeneizadora, de la taylorización del tra-bajo físico, de la gran cadena de producciónfordista. Nosotros vivimos en el mundo de laindustria de alta tecnología, capaz de producirde manera diversificada, en que se ha empeza-do a taylorizar la subjetividad del trabajador yse ha desagregado fuertemente la cadena de

producción, tanto a nivel nacional como inter-nacional.

El marxismo se desarrolló en un mundoen que los grandes talleres industriales junta-ban multitudes de obreros, y hacían posiblegrandes sindicatos. Un mundo en que la Ilus-tración mantenía plenamente su prestigio deideología progresista e iluminista, lo que hacíaposible la existencia de obreros ilustrados, debibliotecas y prensa obrera, de intelectuales quesurgían desde el mismo mundo obrero. Noso-tros vivimos un mundo en que la desagregaciónde las cadenas productivas quita la base físicaconcreta desde la que los sindicatos eran posi-bles, lo que conduce a un progresivo debilita-miento de la organización sindical. Un mundoen que el iluminismo ha perdido gran parte desu atractivo, y el sistema de la comunicaciónsocial puede copar casi completamente el cam-po de la cultura obrera posible. Un mundo enque la taylorización de la subjetividad promue-ve patrones conductuales de fuerte integraciónsubjetiva entre el capital y el trabajo, llevandoel reformismo clásico del movimiento obrerohasta el extremo de colaboracionismo simple,de la integración de los trabajadores al espíritucorporativo de las grandes empresas.

El marxismo clásico se desarrolló en unsistema de producción cuya capacidad tecno-lógica básica era producir enormes cantidadesde productos iguales, lo que se traducía en unatendencia a la homogeneización general, a lacentralización de todo el poder en un sólo po-der que planifica y manda de manera centrali-zada, y se expresaba también en un patrón co-mún de normalidad conductual, intolerante antela diferencia, que promovía de manera represi-va la adaptación a un sólo tipo de mundo, auna sola clase de vida. Nosotros vivimos en unmundo en que la producción altamente tecno-lógica tiene la capacidad de producir de mane-ra diversificada, y dominar en esa diversifica-ción. Un mundo en que el poder no requieretodo el poder para mantener su situación hege-mónica, y reparte de hecho importantes cuotas,

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que puede dominar en un segundo orden, man-teniendo un diferencial de poder sobre los po-deres repartidos y atomizados. Un mundo enque la “normalidad” clásica se ha desagregadoen una infinidad de “normalidades” particula-res, configuradas como series, o combinatoriasde características puntuales, y en que los pode-res dominantes tienen la capacidad tecnológi-ca suficiente como para interactuar con esosparticulares, dominarlos en su diversidad, e in-cluso proporcionarles diversidad ilusoria demanera interactiva y reconocedora. Un mundocon muchas formas de vida posibles, muchosmundos aparentes, en el mismo mundo. Unmundo que puede reprimir, y mantener el esta-do de cosas imperante, a través de la toleran-cia, promoviendo la tolerancia en el orden in-mediato de la vida, aunque la niegue en el se-gundo orden desde el cual domina.

Los marxistas clásicos, aunque nuncasupieran muy bien qué hacer con la democra-cia, y oscilaran entre el reformismo democratistade los países avanzados y el revolucionarismoarmado en la periferia, vivieron en la época enque la democracia parecía ser real o, al menos,se ampliaba progresivamente, de manera obje-tiva, en muchos lugares del mundo, aunque suampliación se encontrara invariablemente conel límite de no poder cambiar las estructurasbásicas de la dominación sin verse enfrentadaal fascismo y a la violencia reaccionaria.

Es importante señalar los límites, tan no-torios, de esa ampliación democrática en todassus dimensiones. Nunca ha habido, en ningúnpaís moderno, esa mítica democracia que sería“el gobierno del pueblo, por el pueblo y para elpueblo”. Sólo muy lentamente se amplió el de-recho a voto desde el voto censitario al votouniversal. La libertad de expresión ha sufridoconstantes y profundas alteraciones, por el mo-nopolio de los sistemas de información, por lacensura y la auto censura obligada,omnipresentes en todo el siglo, en todo el pla-neta. Los derechos civiles han sido respetadossólo y en la misma medida en que la burguesía

ha conservado el poder, y no lo ha visto en pe-ligro. Los derechos económicos y sociales sóloexistieron en el papel, y cada ampliación posi-ble costó confrontaciones y guerras, o crisis eco-nómicas.

Es muy importante señalar, sin embargo,que todos esos límites podían ser removidos, queexistía un horizonte de ampliación democráti-ca real, que las luchas por la democracia, ensus muchas formas, tuvieron un amplio campode acción, e importantes resultadoshumanizadores, aunque se dieran todos dentrodel horizonte utópico liberal. Ningún resultadoque no pudiera ser revertido, por cierto. Nin-gún avance del que se pueda decir que sea de-finitivo para la historia humana.

Nosotros vivimos, en cambio, la plenadecadencia de la democracia liberal, de su ho-rizonte humanista, e incluso de las bases socialesy subjetivas que hacían pensable y posible suampliación. La profunda distorsión de los me-canismos de representación, por la comunica-ción social, por el mercado, por la intervencióncruda y simple de la fuerza. La destrucción pro-gresiva de la autonomía psíquica de los ciuda-danos, que actuaba como base subjetiva de suposible autonomía civil. La progresivadesustancialización de los mecanismos demo-cráticos a través de su reducción al formalismoeleccionario, ampliamente manipulado ymanipulable, por otro lado. La aparición depoderes que simplemente están fuera de la ju-risdicción, o de la vigilancia, de los organismosrepresentativos, como los Bancos Centrales au-tónomos, los servicios de inteligencia militar, ola coordinación transnacional de las economíasdesde las empresas, o desde los organismosburocráticos de más alto nivel.

Esto significa que mientras para los mar-xistas clásicos un problema político central erael de llegar a la democracia o ampliarla, paranosotros, en cambio, un problema político cen-tral es qué hacer con el uso represivo, y fuerte-mente integrador, de una democracia formal ymanipulada, que actúa más como fuente de le-

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gitimación del poder que como espacio en quela política es realmente posible.

Los marxistas clásicos vivieron en unmundo en que, a pesar de las muchas eviden-cias en contra, aún era posible el optimismo tec-nológico, la confianza en la neutralidad de laciencia, y las bondades del realismo. Nosotrosvivimos, obligados por las catástrofes ecológicascotidianas, por la manipulación de masas, porel uso represivo de las técnicas terapéuticas, porla amplia reflexión vanguardista en el arte y enla filosofía, en un mundo en que se puede des-confiar abiertamente de la ciencia y la técnica,de su neutralidad respecto del mundo que lasproduce, y que contribuyen a reproducir.

Los marxistas clásicos vivieron en unmundo en que era claramente formulable la di-ferencia geográfica entre imperialismo y depen-dencia, entre primer y tercer mundo, entre po-bres, capas medias y ricos. Nosotros vivimos enun mundo en que las diferencias geográficas sehan diluido : hay primer mundo en todo el mun-do, hay tercer mundo en todo el mundo. En quelas diferencias en la integración al sistema pro-ductivo, y en la capacidad de consumo se hanradicalizado violentamente, dando origen aenormes sectores de la población mundial fuer-temente excluidas del consumo, e incluso delsistema productivo en general, que no son ejér-cito de reserva de nada, que no cumplen prácti-camente ninguna función en la articulación delmercado mundial, frente a otros sectores, de unaenorme importancia cuantitativa, tanto relativacomo absoluta, de integrados a la producciónmoderna, en que se amplían progresivamentela capacidad de consumo, el acceso a los bie-nes más sofisticados de la tecnología, el com-promiso con el sistema de dominación que haceposible sus vidas estresadas, pero con muy gran-des apariencias de confortabilidad.

Los marxistas clásicos vivieron en la épo-ca de la Doctrina de Seguridad Nacional que,en la práctica, predicaba una guerra abierta con-tra todo intento progresista, y que contemplabael recurso al fascismo, a la violencia militar abier-

ta, a la participación explícita de los militaresen la política. Una doctrina de la derecha y parala derecha, que se podía combatir desde unámbito político muy amplio. Nosotros vivimosen la época de la Doctrina de los Conflictos deBaja Intensidad, en que la guerra se hace per-manente, pero se difunde en miles de pequeñasiniciativas, que no aparecen explícitamentecomo políticas. Una doctrina que ya no requie-re de las dictaduras militares, porque le bastacon el vaciamiento de los mecanismos demo-cráticos. Una guerra que se presenta como com-bate a la delincuencia, y que es de interés delos ciudadanos integrados, debido a lo cual pue-de ser apoyada sin notar su trasfondo político,prácticamente como política de bien público,de protección de la familia, y de la paz.

Dominio de la diversidad, interdependen-cia desigual, amplia integración a través de laidentificación psíquica de los ciudadanos conlos intereses de la dominación, tolerancia re-presiva, democracia formal y legitimadora, am-plias posibilidades para todo reformismo queacepte la premisa del mercado como reguladoro, en resumen, un mundo nuevo, un nuevomodo de dominación, que requiere un marxis-mo nuevo.

4.- MARX

Hoy, en que ninguna de nuestras certe-zas clásicas puede darse por obvia, es necesa-rio volver a preguntarse por qué es necesaria larevolución. Debemos volver a preguntarnos sila revolución es posible. Y estos son dos pro-blemas distintos. Muy bien podría ocurrir quela revolución sea muy necesaria pero, simple-mente, no sea posible. Ninguno de estos dosproblemas puede darse hoy por evidente. ¿Porqué habríamos de querer la violencia?, ¿por quéno intentar ampliar el horizonte democráticodesde dentro?, ¿por qué querer ir nuevamente ala guerra que hemos perdido tantas veces?. Na-die va a la guerra hasta que no tiene poderosasrazones para hacerlo. Los pueblos no van a laguerra incluso en condiciones de extrema mi-seria y explotación, hasta que no haya una al-

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ternativa que les permita pensar que el futuropuede ser mejor. Hoy, cuando el sistema de lacomunicación social es capaz de manejar am-pliamente las expectativas, ¿por qué habrían decreernos que nuestra guerra sí que es la paz delfuturo y, en cambio, la perspectiva real, o inclu-so ficticia, pero sentida, del consumo, no es unfuturo mejor o, al menos, menos incierto?.

Para pensar directamente desde Marx esnecesario preguntarse una vez más por qué a élle pareció que la revolución era necesaria, y porqué le pareció que era posible, y comparar suscálculos con nuestra situación.

Propongo, como tesis, que Marx pensó quela revolución era necesaria por la evidencia ob-jetiva de los efectos del capitalismo, es decir, lapobreza, la deshumanización, la ruptura con elmundo natural, pero que siempre ligó estos efec-tos a una condición más profunda y central : laenajenación. Su razonamiento siempre discurreprimero en torno a la enajenación y, como con-secuencia, en torno a la pobreza. Esto puede ver-se, por ejemplo, en su duro repudio a las políti-cas filantrópicas, o a las meras políticas de rei-vindicación económica o social.

Marx piensa a la enajenación como unproblema objetivo, como una situación históri-ca que trasciende las voluntades o lasconsciencias de los actores, es decir, la piensacomo algo global, estructural, intrínseco al sis-tema capitalista, de tal manera que sólo abo-liendo el conjunto del sistema puede resolverserealmente. En el caso del capitalismo la enaje-nación se expresa en el mecanismo de extrac-ción y apropiación privada de la plusvalía que,desde luego, no puede resolverse caso a caso, oaliviarse con mayores cuotas de participaciónen el producto por los trabajadores, porque esuna construcción histórica que está protegidamuy densamente por todo el sistema jurídico,político e ideológico que llama “dictadura dela burguesía”. Las diferencias entre lo legítimoy lo ilegítimo, lo sano y lo enfermo, lo permiti-do y el delito, la honradez y la sinverguenzura,están todas concebidas históricamente en torno

al hecho esencial de la apropiación de laplusvalía. La conversión de todo trabajo huma-no al equivalente universal y abstracto “dinero”es la forma eficaz y aceptada en que opera unsistema cuya profundidad, en los hechos so-ciales, en las consciencias, en el pensamiento yla acción, es de tal envergadura que sólo puedeser llamado “dictadura”, independientemente sies una dictadura militar, o una que practiquelas formalidades democráticas.

Marx pensaba que sólo una “dictadurarevolucionaria del proletariado” podía terminarcon la dictadura de la burguesía. Y en más deuna ocasión consideró que esta era en el fondola única idea que le pertenecía realmente a élen el conjunto de su obra. La cuestión esencial,más allá de si esa dictadura del proletariado esde tipo militar, o se consigue a través de la de-mocracia, es qué contenidos podría tener. Másallá de derrocar la dictadura de la burguesía,Marx pensaba que la revolución tenía que su-perar los efectos objetivos que había produci-do, es decir, la pobreza, el atraso, la desigual-dad. Pero, más allá, la cuestión esencial es siem-pre la enajenación. Superar la enajenación re-quería, en su pensamiento, superar al menos elmecanismo desde la cual operaba, es decir, laapropiación privada de la plusvalía, por lo cualpropuso que la producción estuviera en manosde los productores directos o, en general, quehubiese control democrático sobre el modo deproducción.

Pero Marx propuso también cuál era elcontenido radical que debe esperarse de unarevolución comunista, y éste no es sino lasuperación de la división social del trabajo. Essólo ésta radicalidad la que permite llamar “re-volución” a la revolución comunista : laautoproducción humana sin la mediación de lamercancía o, en general, sin la mediación deningún fetiche. El reconocimiento humano enuna objetivación universal, diferenciada yreconciliable : el trabajo libre.

Es necesario en este punto especificar quées lo que puede entenderse por “revolución”.

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Aunque, en general, el contenido de esta pala-bra refiere a un cambio en el modo de vida, aun proceso de auto producción humana, a unaexpresión de la libertad, puede usarse, sin em-bargo, para procesos de distinta extensión y dis-tinta profundidad, de tal manera que sólo lamáxima extensión, y la máxima profundidad,abarcan realmente a su concepto.

En extensión quizás pueda hablarse de“revoluciones” locales, sociales y globales. Haycasos en que los cambios radicales en las co-munidades o, incluso, en los individuos, pue-den llamarse revolución. Este es, desde luego,el sentido que más le gusta a los reformistas.Puede hablarse, sin embargo, de revolución so-cial cuando toda la sociedad está involucrada.Es el caso de las revoluciones en el capitalismo,como la Revolución Francesa, o la GloriosaRevolución Inglesa. Pero sólo tenemos el senti-do fuerte y propio del término cuando habla-mos de una revolución global, de algo que leocurre al capitalismo como sistema, como larevolución industrial, o la revolución socialista.

En profundidad, por otro lado, hay revo-lución cuando hay cambios en las formas deltrabajo, como en las revoluciones tecnológicaspre modernas, que abren la división del traba-jo, ejemplarmente, la revolución agrícola. Másallá, hay revolución cuando le ocurre un cam-bio a la forma del trabajo, y ese es el contenidoesencial de la revolución industrial moderna,que puede ser vista como la auto conscienciade las fuerzas productivas. Pero sólo tenemos elsentido fuerte y propio del término cuando ocu-rren cambios en la forma general de la vida, esdecir, cuando lo revolucionado son las relacio-nes de producción, más allá de los cambios enlas fuerzas productivas, es decir, cuando hayrevoluciones políticas. Las revoluciones burgue-sas implican ya un grado de consciencia de lasrelaciones sociales, y con ellas empieza, en sen-tido propio, la política. Pero sólo la autoconsciencia de las relaciones sociales, es decir,sólo el grado en que los hombres descubren queson ellos mismos los autores de los cambios his-

tóricos, y dejan de atribuirselos a Dios, o a al-guna raíz natural, puede ser llamado, propia-mente, política. La revolución rusa, al menosen su horizonte bolchevique, es la primera ex-presión real de esta soberanía de lo humano,por sobre, incluso, la naturaleza. También lasrevoluciones burocráticas pueden serlo.

O, en resumen, ¿por qué es necesaria unarevolución comunista? : porque sólo lasuperación de la división social del trabajo pue-de crear el espacio en que la reconciliaciónhumana sea posible, en que sea posible el tra-bajo libre, el control democrático de la produc-ción por los productores directos, en que ya nohaya enajenación.

Desde luego una exigencia tan radicalhace inaplazable la segunda pregunta : ¿es po-sible una revolución como ésta, de tal enverga-dura, de tal profundidad?. ¿Cuál era el cálculode Marx?.

Marx creyó que la revolución comunistaera posible, en primer lugar, en virtud de lascontradicciones estructurales que él veía en elsistema capitalista. La anarquía del mercado, enque cada productor no sabe qué van a producirlos otros, y la competencia como forma intento,siempre frustrado, de reducir la anarquía. La ten-dencia a la baja en la taza de ganancia, y lacompetencia tecnológica y la super explotacióncomo intentos, siempre frustrados, de revertir-la. La tendencia a crisis de super produccióncomo efecto de la disparidad entre el crecimien-to en la oferta de productos y el lento crecimien-to de la capacidad de consumo, producido porla tendencia a mantener los salarios en el nivelmínimo posible. En “El Capital” mostró el ciclode competencia anárquica, baja en la taza deganancia, crisis de super producción, quiebrageneral, y nueva competencia anárquica que,en su opinión, iría agravándose cada vez más,hasta llevar al colapso del sistema.

Pero, Marx creyó que la revolución co-munista era posible, en segundo lugar, por laformación de una clase universal, cuya libera-

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ción implicaría la liberación de toda la humani-dad : la clase obrera. Por una parte la produc-ción se ha socializado de manera objetiva, esdecir, se habría alcanzado un grado de muy altadivisión del trabajo, y de máxima interdepen-dencia de todos los trabajos. Por otra parte lascontradicciones de clase se habrían simplifica-do, en la medida en que todo trabajo ha sidoreducido al intercambio mercantil, quedandosólo los propietarios de los medios de produc-ción ante los asalariados, “que sólo tienen suscadenas para perder”, es decir, que están uni-dos entre sí por la máxima enajenación posi-ble. Por último, estos obreros ejercen de hecho,y pueden dominar la división social del trabajo,hacerse cargo de ella, reapropiarla. Todas estascondiciones son las que pueden llamarse “sur-gimiento de una clase universal”.

Marx creyó, en tercer lugar, que la revolu-ción comunista era posible porque ha surgido laconsciencia que puede articular a esta clase uni-versal como una voluntad, es decir, porque hasurgido una teoría revolucionaria, que es expre-sión de la auto consciencia de las relaciones so-ciales, que sabe que son los hombres mismos losque hacen y pueden cambiar la historia.

O, en resumen, el agravamiento de lascrisis estructurales, la conformación de una cla-se universal que puede hacerse cargo de la divi-sión social del trabajo, y que no tiene nada queperder, como condiciones objetivas, y la articu-lación de esa clase como una voluntad revolu-cionaria, gracias a una teoría que lleva esa obje-tividad a la consciencia. O, también, una revo-lución comunista resultante de un proceso obje-tivo, estructural, consciente, movido por unavoluntad : una revolución propiamente política.

5.- MARX Y NOSOTROS

La distancia entre los marxistas clásicosy nosotros es ya, desde luego, una distancia res-pecto de Marx. En este punto, sin embargo, loque quiero considerar es, directamente, cómosus cálculos básicos, y sus consecuencias polí-ticas, se han alterado, y cuál es la continuidad

que nos permitiría pensar en que aún es posiblepensar desde su obra.

De manera breve, las principales diferen-cias de la situación actual con la lógica expues-ta en el apartado anterior son tres. La primera esla amplia capacidad para regular las crisis cícli-cas que tiene un sistema en que la competenciase ha hecho cada vez más ficticia, o se ha con-vertido en un mero recurso de potenciación alinterior de las mismas compañías y conglome-rados transnacionales. Una capacidad de regu-lación que es aumentada por la enorme infla-ción del sector financiero y especulativo en laeconomía mundial, lo que implica que puedenhaber crisis con gigantescas pérdidas de capitalde papel sin que necesariamente se expresenen transtornos a gran escala de la vida social. Y,también, una capacidad de regulación cuya baseobjetiva es la casi completa compenetración delcapital transnacional, que pierde sus bases na-cionales clásicas, y se deja dirigir por organis-mos de negociación a nivel global, que repar-ten cuotas de mercado y territorios, sin grandesconmociones ni, menos aún, crisis ínter impe-rialistas, ese viejo sueño leninista, que ya noocurrirá nunca más.

La segunda gran alteración es el aumen-to objetivo, tanto en sentido absoluto como ensentido relativo, de los niveles de consumo ylos estándares de vida en sectores muy impor-tantes de la población mundial, en particular,precisamente, entre los trabajadores integradosa las ramas más dinámicas de la producción al-tamente tecnológica. Justamente los trabajado-res de los sectores más dinámicos de la produc-ción, es decir, aquellos que, eventualmente,podrían hacerse cargo y dominar la divisiónsocial del trabajo, ya no tienen “sólo sus cade-nas para perder”, cuestión que altera sustancial-mente el cálculo que se puede hacer sobre susopciones políticas. Es cierto que nunca en lahistoria hubo tantos pobres, tan pobres, comoahora. Pero un dato más significativo que éste,y que es permanentemente omitido por el cál-culo marxista, es que nunca en la historia, por

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otro lado, tanta gente había tenido estándaresde vida tan altos, sostenidos, y con amplias pers-pectivas de crecimiento, como ahora. Y ésta esuna poderosa fuerza estabilizadora de la políti-ca, que desafía todo intento de pensamientoradical.

Pero, en tercer lugar, la fuerza deestabilización objetiva que representa el aumen-to en los niveles de vida, se ve reforzada por laamplia capacidad tecnológica para intervenirdirectamente la consciencia, y la voluntad po-sible, desde el sistema de comunicación social.Esta capacidad extiende la fuerza estabilizadoraincluso a los sectores que consumen menos,pero que están constantemente bajo el peso delas expectativas, reales o ficticias, realizables odemagógicas, con una enorme fuerza para de-terminar patrones de conducta políticaintegracionista y colaboracionista. Aún en situa-ciones de extrema pobreza, los pobres actualestienden a comportarse políticamente como siconsumieran, como si el consumo estuviese alalcance en un tiempo razonable, con un esfuer-zo razonable.

Y eso es más que suficiente. No se va a laguerra sólo por la consideración de la miseria yla opresión actual. El cálculo siempre es mássutil : se va o no se va a la guerra según lasexpectativas de vivir mejor o no que puedanencontrarse después de ella. Y la pregunta cru-cial, entonces, es : ¿por qué razones los pobreshabrían de escoger el camino riesgoso de la re-volución, con su fracaso tan ampliamentepublicitado y remachado, si siempre es posibleesperar algún beneficio, algún ascenso en la si-tuación actual?. Se podrá demostrar una y milveces que los excluidos, que los marginados,tienen cada día menos probabilidades de quese cumplan sus esperanzas, pero la demostra-ción teórica no es suficiente : caerá una y otravez en el espacio de enajenación que los me-dios de comunicación y el consumo objetivode los integrados puede crear en las bases mis-mas del aparato psíquico de los más pobres.

Ante un panorama como éste, ante laposibilidad de que la enajenación sea vivida enplena abundancia, contra todo pronóstico ilus-trado, incluido el del propio Marx, ante la posi-bilidad de que la enajenación de los integradosse refleje incluso en la consciencia y conductapolítica de los excluidos, es necesario pensarradicalmente, una vez más, las dos preguntascruciales anteriores : ¿por qué es necesaria unarevolución, hoy?, ¿por qué se puede esperar quesea posible en algún plazo razonable?.

6.- EL REFORMISMO

Desde luego hoy la revolución es nece-saria, en primer lugar, también por las razonesbásicas que Marx pensó, es decir, por los efec-tos objetivos de pobreza extrema e inhumanaque el sistema produce intrínsecamente, en vir-tud de la dinámica de su crecimiento. Pero hoyéste problema es doble, y doblemente grave,respecto de los tiempos de Marx. Es doble por-que frente a la extrema pobreza, y a la margina-ción radical, está el consumo masivo y la inte-gración cómoda, mientras se alza cada día unabarrera más grande entre ambos. No esesperable que los marginados sean progresiva-mente integrados a un sistema que requiere cadavez menos trabajadores, aunque requiera cadavez de más consumidores. En los cálculos decrecimiento del capital regulado por el poderburocrático fácilmente sobran unos dos mil mi-llones de pobres. Y la política hacia ellos se irátornando cada día simplemente más criminal.Los pobres extremos serán simplemente exter-minados. La guerra fratricida, las políticascompulsivas de control de la natalidad, las pes-tes, terminarán poco a poco, pero siempre conmás rapidez de la que los filántropos quisieran,con un tercio o más de la población del plane-ta. Y esta política, objetivamente homicida, sólopuede ser revertida por el intento humanista ra-dical de una revolución. Los reformistas queaspiren a ampliar la base del consumo, a inte-grar a los excluidos, llegarán tarde, ya están lle-gando tarde, el crimen masivo ya está en curso.

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Pero, en segundo lugar, no es claro quelos reformistas puedan llegar a tiempo siquierapara salvarse ellos mismos de la catástrofe eco-lógica en que el crecimiento compulsivo einorgánico ha sumido al planeta. Elarmamentismo no disminuye, la discriminaciónno disminuye, los derechos humanos son cadavez más sólo parte del espectáculo.

Sin embargo una perspectiva reformistaradical es perfectamente posible, y verosímil.Ante el exterminio de pobres siempre se puedeaspirar a ampliar los bienes del consumo, a lle-var la abundancia a sectores postergados. E in-cluso podría ser un buen negocio hacerlo, des-pués de todo, justamente lo que siempre esca-sea en un sistema de tan alta productividad sonconsumidores. Quizás un Plan Marshall paratoda la humanidad. Quizás una conversiónmasiva de la industria armamentista a industriasde paz. Quizás una campaña que muestre quees del propio interés del capital, y de la admi-nistración, salvar el ecosistema en el que ellosmismos viven. Quizás tomar en serio la capaci-dad tecnológica para producir diversidad, y fo-mentar la tolerancia creando mercados diver-sos, llenando el mundo de colores y formas devida diferenciadas, que coexisten, y que no ne-cesitan aniquilarse mutuamente.

Todo esto es posible. Todo esto está den-tro, completamente, de las posibilidades del sis-tema de producción altamente tecnológico, quees el actual sistema de dominación. Y todo estoes deseable y mínimo. No se puede plantear unaperspectiva revolucionaria sin compartir al me-nos, como mínimo, las políticas y las esperan-zas reformistas. La cuestión, sin embargo, es quetodo esto es perfectamente posible aún dentrodel sistema de dominación, es decir, en el ejer-cicio pleno, y ahora llevado al extremo, de laenajenación humana. Esta es la diferencia cru-cial entre una política reformista y una políticarevolucionaria : el reformismo se limita a pedirlo que el sistema puede dar, pero no ha dadoaún. Una política revolucionaria consiste enpedir justamente lo que el sistema no puede dar.

La política reformista es el arte de los posible.La política revolucionaria es el arte de hacerposible lo imposible. Y ante la enajenación có-moda, con posibilidades de ampliación del ho-rizonte del consumo, e incluso de ampliaciónde la razonabilidad de la vida en general, laexigencia radical, aquella que la dominaciónno logra nunca satisfacer, es simplemente quequeremos ser libres y felices.

Pero ¿es que es posible decir que los queviven cómodamente en el consumo no son feli-ces?. Postulo que en éste punto hay que metermano en una vieja omisión de los sacrificadosrevolucionarios marxistas clásicos : justamenteel tema de la felicidad humana. “Queremos serlibres y felices” es una afirmación que exige unjuicio sobre la felicidad posible en un sistemasocial, y su comparación con otro. Y esto es algoque los marxistas han dado por obvio hasta hoy,y que obviamente ya no es de la obviedad quetodos suponían. Ahora, cuando las posibilida-des del reformismo son más amplias que nun-ca, o parecen serlo de una manera tan verosí-mil, el poder pensar en una perspectiva revolu-cionaria exige un esfuerzo mayor, un riesgo másgrande, que el clásico. Y es justamente en estepunto que el concepto de enajenación de Marxresulta crucial.

No sólo queremos dejar de ser pobres,queremos ser felices. Y la diferencia entre unacosa y la otra es claramente demostrable en eldesencanto con que se viven incluso los mayo-res estándares de vida que el sistema de domi-nación pueda ofrecer. Muy bien, si es cierto queson tan felices ¿por qué tanta droga, por quétanto suicidio, por qué la permanente sensaciónde que la vida ha perdido sentido, de que elmundo es cada vez peor?. La trágica maldiciónde este sistema enajenante es que los que noconsumen sufren porque no lo hacen, y los queconsumen sufren de todas maneras, aunque lohagan. ¿Por qué habría que aceptar un sistemade mierda como este, en que incluso los privi-legiados están declarando constantemente queno son felices, mientras es justamente por sus

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patrones de producción y consumo que la ter-cera parte de la humanidad está siendo exter-minada?. Esta es quizás la base radical desde laque es necesario pensar la revolución, y el con-cepto de enajenación es el concepto central quepuede ayudarnos a hacerlo.

7.- LA ENAJENACIÓN

Por cierto éste es un problema largamen-te comentado en la tradición marxista. Pero esjustamente de esa tradición que, creo, debemosliberarnos. Por eso voy a hacer una serie de dis-tinciones, para las que no pretendo originali-dad alguna, pues se pueden encontrar de una uotra manera en muchos autores marxistas, peroque quiero poner en un orden y con unas con-notaciones definidas, que nos ayuden a pensarlos problemas de hoy.

Creo que es útil y necesario distinguirentre objetivación, alienación, extrañamiento,enajenación, reconocimiento y reconciliación.Pero que es previo, metodológicamente, esta-blecer cuatro principios, en beneficio de nues-tra salud intelectual. El primero es que voy ahacer esta distinción en castellano, no en ale-mán. Es decir, no voy a preguntarme por los tér-minos alemanes que habrían usado Hegel oMarx para, luego, encontrar sus equivalentesposibles y problemáticos en castellano, sino quevoy a pensar directamente en castellano cadauno de los conceptos que me interesan. El se-gundo es que voy a describir estos conceptosen lenguaje natural, es decir, usando las pala-bras que usamos todos los días. La hipótesis esque siempre pensamos en lenguaje natural, pormuy sofisticadas que sean nuestras ideas, y quela traducción posterior a lenguaje técnico es másbien un truco gremial que una necesidad real.El tercero es que voy a usar el truco de las eti-mologías, sean reales o no, que es un recursoretórico típico de la tarea intelectual, desde elcastellano, nuevamente, no desde el alemán, ysólo para dar a entender mejor el sentido de unanoción, ni siquiera pretendiendo que sean eti-mologías reales o rigurosas. Me importa másespecificar un conjunto de nociones que pasar

por erudito. Y el cuarto que, desde luego, nodebe darse por obvio, es el de usar palabras dis-tintas para nociones distintas. En el caso quedesarrollaré se trata de nociones estrechamenterelacionadas, en que es muy fácil mezclar lasconnotaciones de cada término. El principio queseguiré será el de asociar palabras distintas paradesignar connotaciones distintas, aunque lasnociones sean de hecho difícilmente separables.

La base de todos estos conceptos es laidea, originalmente hegeliana, de objetivación.Considerada desde el marxismo esta nociónsugiere que en el acto de la producción un su-jeto pone su subjetividad en un objeto y, a lavez, por hacerlo, resulta él mismo, objetivado.Puede parecer extraño, es una lógica no con-vencional, pero lo que ocurre es que la produc-ción es el término real y central, de la que re-sultan los otros dos términos. Dicho de unamanera elegante, lo que ocurre es que estoyconsiderando a la producción de maneraontológica, algo que, ciertamente, no está demoda, y afirmo que en ella, por un lado, se sub-jetiva un objeto y, por otro, se objetiva un suje-to, en el mismo acto. Todo objeto es el objetoque es en virtud de la subjetividad que contie-ne, no hay “objetos objetivos”. Todos sujeto esobjetivado en la producción, no hay “sujeto porsí mismo”, no hay individuos sino como efec-tos. Los sujetos son objetivados de manera li-bre, es decir, en la autodeterminación, o demanera enajenada. Pero no hay auto determi-nación pura sino del género. Los individuos sonefectos, reales y potencialmente autónomos, quesólo pueden auto determinarse a través de unotro, ya sea como inter subjetividad (sépanlo ono), o como trans individualidad, y este es elpunto esencial, más allá de sus conciencias, sinque puedan saberlo.

El simple movimiento entre objetivacióny reconciliación, que pasa por el auto recono-cimiento en el objeto producido, debería ser lamanera del ser, y la felicidad humana. Pero haydos cuestiones esenciales que cambian sustan-cialmente este cuadro idílico. Una es que exis-ten los otros, de tal manera que el objeto pro-

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ducido es, con más frecuencia de lo que unmisántropo quisiera, otro ser humano, y la rela-ción de reconocimiento y reconciliación posi-ble es sustancialmente más compleja. La otracuestión es que la felicidad humana sólo en-cuentra su cumplimiento en esta clase de obje-to producido que es un otro humano. Esto espolítica y existencialmente esencial. Hegel lodice así : “una autoconsciencia sólo encuentrasu satisfacción en otra autoconsciencia” En elcamino que va desde la objetivación a la re-conciliación está la presencia del otro, no sim-plemente de lo otro en general, sino precisa-mente la del otro humano, sin el que no pode-mos realizarnos como sujetos.

La primera consecuencia posible de lamediación que el otro hace respecto del objetoproducido puede llamarse alienación. Más allá,o por debajo, de su consciencia, quiéralo o no,sépalo o no, el otro puede introducir una ene-mistad entre el sujeto y el objeto inmediato pro-ducido en que se objetiva, produciendo así unadificultad en su propia subjetivación. Esto pue-de relacionarse también con el delirio, es decir,con el salirse del surco de lo admitido, o de lareconciliación posible. Me interesa reservar elconcepto de alienación para un efecto que seda en la inter subjetividad, aunque no aparez-ca, temporalmente, en la consciencia, o comoconsciencia. Me interesa porque quiero estable-cer esta como una situación que, en principio,puede resolverse de manera inter subjetiva, enel plano de la consciencia, haciendo conscien-te lo que no lo era, por ejemplo.

Un grado mayor de “gravedad” puede en-contrarse en la noción de extrañamiento, en queno nos reconocemos en el objeto que hemos pro-ducido, y nos produce, en que nuestro propioobjeto nos resulta extraño. Creemos haber hechoalgo, haber construido algo, haber actuado de unadeterminada manera, y nos encontramos con quelo hecho, lo actuado, lo construido, resulta ser algoque no nos parece salido de nuestra propia ac-ción, y somos llevados, subjetiva y objetivamen-te, a la insatisfacción. El extrañamiento es mas gra-

ve porque para resolverlo se requiere la participa-ción y el consentimiento activo del otro, que estámediando la obra, el acto, o del otro mismo queha resultado extraño. Volver a ser amigos, recono-cer que los poemas que uno escribía no eran tanmalos, entender por fin un poco más a su propiopadre, darse cuenta de que los burgueses tambiénquieren a sus hijos, son ejemplos en que lo que hadevenido extraño debe participar activamente enel reencuentro, y puede, en principio, no hacerlonunca.

Es importante, en términos existencialesy políticos, el que el extrañamiento sea esen-cial, consustancial, a la objetivación : nunca haytransparencia perfecta entre el creador y la obra,porque esa transparencia sólo se puede realizara través de un otro que la reconozca, y ese otro,que es esencialmente libre, puede obstinarsesiempre en el no reconocer. Pero la obstinaciónposible, en este caso, no debe verse como unadeliberación, como un acto de la consciencia,aunque también pueda darse de esa manera,sino, esencialmente, como un hecho objetivo,que puede trascender la voluntad y laconsciencia de ese otro. Podemos resultar ob-jetivamente involucrados en el extrañamiento,querámoslo o no, sepámoslo o no. Esto es im-portante políticamente porque significa que launiversalidad del género humano SIEMPRE esuna universalidad dividida o, dicho en térmi-nos coloquiales, siempre es posible ser infeliz.Sin embargo el extrañamiento puede resolver-se, podemos volver, o llegar a ser amigos, si lle-vamos a la consciencia ese impedimento que,desde la obstinación, nos hacía devenir extra-ños. El comunismo no será una sociedad en quetodos seremos felices, sino una sociedad en queel sufrimiento PUEDE ser resuelto. El que elextrañamiento sea esencial al acto de laobjetivación, es decir el que el acto de laobjetivación, que nos produce, siempre estémediado por un otro, que es libre, implica queincluso en el comunismo se podrá, perfectamen-te, ser infeliz, que el sufrimiento aparecerá yvolverá a aparecer una y otra vez. Pero será unasociedad en que cada vez podrá ser resuelto.

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Cosificación y reificación son dos térmi-nos que sólo agregan grados de gravedad alextrañamiento. No son otra cosa, sólo marcanotros énfasis, útiles para situaciones concretasde cierto tipo. Cosificación es el devenir cosa,ya sea un sujeto particular (que es usado paraalgo), o un objeto (en tanto se lo usa descono-ciendo lo que hay en él de subjetivo, de trabajohumano). Reificación es el estado en que lacosificación es adoración del objeto que hadevenido una mera cosa. El caso más evidentees el del consumismo. Es importante notar quela cosificación es el estado de relación más co-mún que tenemos con prácticamente todas lascosas o, aunque parezca redundante, es el he-cho de que nos relacionamos con las cosascomo si fueran meras cosas. No es frecuente,reconozcámoslo, que tratemos a las cosas, co-múnmente, cotidianamente, guiandonos por lahumanidad que contienen, y que potencialmen-te podrían realizar. Consumimos las cosas igno-rando completamente que lo consumido es tra-bajo humano, humanidad cosificada. El actocaníbal del consumo abstracto, destruye la hu-manidad en las cosas, deshumaniza. Los obje-tos de artesanía o de arte, nuestros objetos másinmediatos, en nuestra casa, en nuestro trabajo,suelen retener su virtud de ser humanidadobjetivada, y nos encariñamos con ellos, y lostratamos con un cierto respeto, por lo que re-presentan ... hasta que empezamos a usarlos enreemplazo de la subjetividad que contienen. Esel caso de las fotos de los seres “queridos”, a losque nunca vamos a visitar ... pero al menos te-nemos su foto.

Desde luego la cosificación y lareificación pueden ser aliviadas de maneras intersubjetivas, a través de la consciencia, delreencuentro, potencialmente humanizador,pero, en general, no pueden ser resueltas sinocon un cambio en el conjunto de la vida. Noestamos en la cosificación : vivimos así, somoseso. Sólo viviendo de otra manera podemos lle-gar a ser algo otro. O, para decirlo de maneraelegante, la cosificación y la reificación marcanel límite en que el simple extrañamiento, en prin-

cipio restaurable, se hace objetivo, es decir, sonaspectos de la enajenación.

La enajenación es el estado objetivo enque nuestros productos, actos, obras, se hanconvertido simplemente en nuestros enemigos.Somos, en lo producido, un otro, que no sólono reconocemos, sino que nos resulta ajeno.Ajeno en el sentido enfático de enemigo, de algoque nos niega. Lo más importante de la enaje-nación, como concepto, es que es una situa-ción objetiva, es decir, algo en que estamos in-volucrados más allá de nuestra voluntad, bue-na o mala, o de nuestra consciencia posible.Hasta el punto de que hay en ella una diferen-cia objetiva entre el discurso y la acción, unadiferencia que no sólo no se sabe, sino que nopuede saberse desde sí.

Es útil, al respecto, distinguir entre lamentira, el error y la enajenación. En los trescasos tenemos una diferencia entre el discursoy la acción : se dice algo y, en realidad, ocurreotra cosa. En la mentira hay consciencia, hayinterés : sé que miento. No tiene sentido decirque miente alguien que no sabe que miente. Yme interesa : hay un compromiso existencial enel discurso que hago, algo en mi existencia haceque me interese mentir. En el error no hayconsciencia, ni interés. No sé, desde luego, queestoy en un error, y no me interesa estarlo. Elerror es subjetivo, depende de mí y del objeto.La mentira es inter subjetiva. Miento para otroso, a lo sumo, me miento para aparecer de unmodo distinto ante otros. Pero ambos son fenó-menos de la consciencia. Estoy en un error, nolo sé, pero puedo llegar a saberlo. Miento, losé, pero puedo ser sorprendido, y puedo llegara reconocerlo. Conocer, reconocer, son cues-tiones que son posibles en ambos casos.

Frente a esto lo característico de la ena-jenación es que no sólo no sé, no reconozco, ladiferencia entre lo que digo y lo que hago, sinoque no puedo reconocerlo : hay un fuerte com-promiso existencial que me impide saberlo oreconocerlo. La enajenación, como discurso, esun fenómeno inconsciente en el sentido

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freudiano. No sólo no se sabe, sino que no pue-de llegar a saberse sólo por medio laconsciencia. Y como situación, o como acto, esuna situación objetiva, no depende, en esen-cia, de mí. Me trasciende. No es que alguienesté enajenado, como si él mismo pudiera noestarlo. Uno es su enajenación. Y no se puededejar de estar en ella hasta que no cambie loque uno es. Para salir del error, o de la mentira,se debe llegar a saber o reconocer algo, parasalir de la enajenación debe ocurrirnos algo,debe haber una experiencia, no propiamente, oprimariamente, un saber. Una experiencia quenos saque de lo que somos y nos haga experi-mentar algo que no éramos, desde lo cual po-damos llegar a saber lo que no podíamos saber.Este proceso, en general doloroso y catastrófi-co, es lo que se puede llamar autoconsciencia.El discurso de la enajenación es plenamenteconsistente con la situación que expresa, aun-que desde fuera de esa situación se vea una di-ferencia flagrante, e indignante. Es plenamenteconsistente porque no es un discurso sobre algo,sino que es, de una manera más profunda, esealgo mismo. Es una situación de vida, un ámbi-to de la experiencia.

Desde luego el concepto inverso de laenajenación, que nos vuelve al principio, a laobjetivación, es el de reconocimiento. Sin em-bargo, es necesario distinguir el reconocimien-to del otro como otro, es decir, el reconocimien-to de la diversidad, cercano a la tolerancia, delreconocimiento del otro como un sí mismo, esdecir, de la solidaridad como producción mu-tua, del reconocimiento de la universalidad delgénero humano en sus diferencias. Pero esto, elreconocimiento, es más bien un estado del sa-ber, o de la consciencia, que de la vida. Entre elreconocimiento y la reconciliación puede ha-ber, perfectamente, un mundo de distanciasobjetivas. Todos podríamos, en principio, seramigos de todos. Pero la historia humana esmuchísimo más compleja que nuestras buenasintenciones. No se puede predicar, simplemen-te, el reconocimiento, es necesario remover lastrabas objetivas que lo impiden. Reconocer,

aunque sea solidariamente, y seguir viviendo dela misma manera, es simplemente una hipocre-sía filantrópica. Ayuda al otro pero, fundamen-talmente, ayuda a nuestra propia consciencia,nos tranquiliza ... y el mundo sigue igual, aun-que hayamos cambiado el curso de alguna desus partículas.

Por esto, al hablar de reconciliación, esnecesario tener en cuenta un proceso objetivo,un cambio en el modo de vida global del géne-ro, que crea el espacio en que el reconocimien-to es posible. Un espacio en que el reconoci-miento de sí de lo universal se da a través de laautonomía de lo particular. La totalidad comu-nista no consiste en identificar a los particula-res en lo universal (cuestión que, justamente,puede ser llamada totalitarismo), sino del reco-nocimiento de lo particular en la universalidadque lo produce, le da sentido, en la universali-dad del acto de producción social en que resul-tan objetivados los sujetos y subjetivados losobjetos. Y si es así, entonces no estamos hablan-do de una reconciliación que opera desde laconsciencia, en el plano de la consciencia, sinode un cambio radical en el modo de ser delmundo, en su modo de producir la vida : la re-conciliación sólo es posible a partir de una re-volución.

Esa es la que llamamos revolución co-munista. Aquella que es capaz de terminar conla enajenación humana. El comunismo sólopuede ser tal si ha creado el espacio en que seha superado la reificación, es decir, nuestra ado-ración a lo que los objetos tienen de simplesobjetos y, más en general, la cosificación, esdecir, hemos llegado a relacionarnos con lascosas en virtud de la humanidad que contie-nen, y podemos, en ellas, a través de ellas, re-conocernos unos a otros en el acto de producir-nos mutuamente. El comunismo es ese espacioen que es posible ser feliz, porque el génerohumano en su conjunto se ha reconciliado.

Pero es clave, es políticamente esencial,algo que ya he advertido. El comunismo no su-perará, ni puede superar, la posibilidad del

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extrañamiento. Esto es esencial sobre todo siatendemos al origen que lo hace posible : laposibilidad del extrañamiento deriva de la li-bertad humana, es decir, del que un particularsiempre puede obstinarse en el no reconoci-miento del otro. O, dicho de otra manera, surgede la autonomía esencial de los particulares res-pecto del universal que los produce, aún en ple-na sociedad reconciliada. Lo he dicho así, y esimportante recalcarlo : el comunismo no es esasociedad en que todos seremos felices, es lasociedad en que ser feliz será plenamente posi-ble. Como también será posible el sufrimientoy, también, plenamente, la posibilidad de supe-rarlo en cada reaparecer, en cada obstinación.¡Posible!, esa es la categoría lógica que es ne-cesario entender para entender en qué puedeconsistir la libertad humana.

Quizás, por último, sea necesario agre-gar que creo que en el comunismo tampocodesaparecerá la alienación, en el sentido intersubjetivo en que la he definido. Es decir, dichode manera coloquial, en el comunismo segui-rán habiendo locos. Dos cuestiones esencialesserán distintas, sin embargo, una es nuestra re-lación sustancialmente reconciliada con los lo-cos, y con la locura en general, otra, la posibili-dad de que cada uno esté loco, y deje de estarlo,en marcos muy distintos de las compulsionesactuales. Una nueva comprensión de la locura,es decir, de lo que sólo la impotencia históricapuede declarar como lo incomprensible.

8.- LA REVOLUCIÓN NECESARIA

Puestas las cosas en los términos anterio-res, podemos hoy decir por qué una revoluciónes necesaria, y no simplemente una perspectivareformista. Y por qué la revolución es posible,en el sentido de indicar qué aspectos de la rea-lidad apuntan hacia su posibilidad.

Clásicamente la necesidad de la revolu-ción se enunciaba a través de las que se llama-ban “contradicciones fundamentales” del siste-ma. Hoy también es posible ese ejercicio. Enprimer lugar, como ya he indicado más arriba,

la revolución es necesaria, por la guerra no con-vencional, permanente y soterrada, entre losintegrados y los excluidos del sistema de la pro-ducción moderna, contradicción esencial, res-pecto de la cual los reformistas siempre llega-rán atrasados con su filantropía, mientras sigue,sin tregua, el exterminio de los pobres más po-bres del planeta. Es decir, para decirlo en lostérminos que he definido en el apartado ante-rior, la enajenación en la pobreza se agravacomo nunca antes en la historia humana.

En segundo lugar, hay una contradicciónprofunda entre el aumento de la calidad de vidaa nivel particular y la degradación general delambiente, es decir, de las condiciones en queesas vidas se desarrollan. Cada vez es más có-modo vivir en un mundo en que ya no vale lapena vivir. Cada vez es más fácil tener auto enun mundo en que es cada vez más frustranteviajar en auto. Cada vez nuestros sistemas deventilación hogareños son mejores, y cada vezprocesan más smog.

Esto encuentra, a su vez, su fundamento,en la contradicción, más profunda, entre la po-sibilidad creciente de acceso al consumo y lafrustración que produce en consumo, aún cuan-do es gozado. Es decir, como he sostenido enotros textos, el agrado que produce el consumoes frustrante, se traduce en mediocridad de lavida, en fragmentación, en stress. Y este es unpunto crucial en que estamos muy lejos de loscálculos de Marx : hoy es perfectamente posi-ble la enajenación, y el dolor de la enajenación,en medio de la abundancia.

En cuarto lugar, hay una contradicción agran escala entre la reducción progresiva deltrabajo socialmente necesario, por la alta tec-nología, lo que produce un sistema de altísimaproductividad, que genera enormes cantidadesde productos, y que requiere, en cambio, cadavez menos trabajadores, que serían, al menosen principio, los que, a través de sus salarios,podrían comprar todos esos bienes. Esto obligaal sistema a mantener la capacidad de compraa costa de crear trabajos improductivos o sun-

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tuarios, trabajos inútiles, cuya únicafuncionalidad económica es que permiten lacapacidad de compra que hace posible realizarel capital invertido. Empleos estupidizantes,autolegitimados, inerciales, en los que hay queestar constantemente levantando el ánimo paraque no aflore la mediocridad general, la tauto-logía del sin sentido, sin más racionalidad quela irracionalidad del mundo.

No hay que olvidar, sin embargo, en estepunto, que la capacidad para generar empleoimproductivo tiene límites o, en la práctica, esmuchísimo más lenta que lo que los reformistasquisieran, de tal manera que un efecto inme-diato de esta contradicción es que cada día seincrementan, al menos en sentido absoluto,numéricamente, los excluidos de la producciónmoderna, sobre todo en las regiones de indus-trialización clásica, lo que ha generado la apa-rición de enormes bolsones de tercer mundo enlo que era el primer mundo, como en las ciuda-des del acero en Inglaterra, o del automóvil enAlemania.

En quinto lugar, hay una contradicciónentre el aumento radical de la intensidad del tra-bajo y las posibles pérdidas por fallos en la cade-na productiva desagregada, articulada a nivelinternacional. Esto genera dos cuestiones graves.Una es que el sistema de la producción se hacetan complejo que es cada vez más inmanejable,y los más simples errores redundan en fallos ca-tastróficos, con enormes pérdidas de capital. Elcaso de las centrales nucleares es ejemplar. Elcaso de los sistemas de tránsito, o de teléfonos, ode agua potable, en las grandes ciudades, es co-tidiano. Las pérdidas gigantescas de capital finan-ciero generadas por errores, voluntarios o sim-plemente inesperados, que se propagan por unsistema altamente interconectado, son cada díamás comunes. Los colapsos en los sistemas com-putacionales que manejan la información en losaeropuertos, en los bancos, en los sistemas denoticias, son cosa de cada día.

Pero, por otro lado, la altísima intensi-dad del trabajo y, en general, de la vida diaria,

genera un nuevo tipo de cansancio, no simple-mente físico, muy distinto al cansancio clásico.Un cansancio neuro muscular, que se expresaen enfermedades psicosomáticas endémicas,que afectan directamente a medios de produc-ción que requieren de la involucración subjeti-va del trabajador en la tarea de producción. Alrespecto quizás conviene recordar en este pun-to la idea muy clásica, del marxismo clásico, deque habría una contradicción principal entre lasmuchas contradicciones del sistema. Esa era, porcierto, la contradicción burguesía - proletaria-do. Hoy yo creo que la contradicción principalsería entre los grandes burócratas, administra-dores del mundo, y los productores directos. Sinembargo, esa vieja idea tenía, en realidad, doscomponentes. Por un lado se apuntaba al he-cho objetivo de la contradicción de clase, pero,por otro lado, se apuntaba a una cuestión sub-jetiva : a la burguesía como representante de unmodo de vida. Se podía criticar a alguien por“ser burgués”, y eso connotaba individualismo,egoísmo, falta de cariño real por los demás. Sise me preguntara, en el mismo plano, cual eshoy la contradicción principal subjetiva en elsistema de la dominación burocrática, yo diríaque es la mediocridad de la vida. Pueden tenersus autos, pueden tener sus computadores y susequipos de sonido, pueden sentirse buenos yvivir cómodamente, pero de todas maneras vi-ven como perros, y los saben, en el fondo losaben. Unos viven como perro Fifí, faldero, ser-vil, disponible para los cariños y las patadasaleatorias del poder. Otros simplemente comoperros callejeros, juntando cartones, o pidien-do eternamente trabajo, por mucho que los al-caldes de derecha los hayan convencido paravotar por ellos.

El cansancio de nuevo tipo, no sólo en-tre los que trabajan frente a interfases de enor-me intensidad productiva sino, incluso, entre losque no trabajan, y viven el cansancio perma-nente de ver día a día como los otros consu-men, hace que la industria del espectáculo ad-quiera un carácter estratégico. Sólo un enormecirco, llevado directa y eficientemente casa a

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casa, una enorme feria de variedad ilusoria y deolvido, puede mantenernos amarrados a la tor-peza de la vida mediocre, y lo hace, y lo hacecon mucha eficacia.

9.- LA REVOLUCIÓN POSIBLE

Cuando digo que la revolución es posi-ble no quiero referirme a las circunstancias po-líticas concretas que la acercan o la alejan denuestro horizonte cotidiano. Tampoco Marxsacó cuentas tan contingentes. No podía hacer-lo, no necesitaba hacerlo. Lo que necesitamoses mostrar que ya están dadas en el mundo lascondiciones que hacen posible el comunismo,y que existe, en la realidad, un horizonte parala política, por mucho que la tarea aparezcacomo lejana y enormemente difícil. No vamosa la revolución porque creamos que vamos aganarla, vamos simplemente porque creemosque es necesaria, y creemos que es preferiblecorrer el riesgo que seguir amarrados a esta li-bertad ilusoria que es la tolerancia represiva.Como lo he dicho en otro texto : los oportunis-tas, los políticos, y los canallas, sólo dan laspeleas que pueden ganar. Los caballeros, encambio, los revolucionarios, y los ingenuos,damos las peleas que debemos dar.

La revolución es posible porque ya existela capacidad tecnológica suficiente como pararepartir el trabajo socialmente necesario, reducien-do sustancialmente la jornada laboral socialmen-te obligatoria para mantener la productividadmoderna, y aumentando sustancialmente el tiem-po libre de los ciudadanos. Y existe la capacidadtecnológica suficiente como para hacer sustancial-mente más humano ese trabajo socialmente obli-gatorio, que ocupará una parte menor en nues-tras vidas. Y existen los técnicos, los trabajadoresaltamente cualificados que pueden hacerlo.

La revolución es posible porque ya esposible la completa articulación del mercadomundial, a través de la extensión masiva y re-volucionaria de los estándares de vida más avan-zados hasta cubrir a todos los sectores de lapoblación humana. Existe la tecnología adecua-

da como para democratizar radicalmente lascomunicaciones y la educación, el acceso a lacultura y a la salud, el acceso a la vivienda, y laconstrucción de ciudades a escala humana, enque se pueda vivir realmente cara a cara, sinestar por ellos desconectados del sistema mun-dial de producción altamente tecnológica.

La revolución es posible porque existe lacapacidad tecnológica como para contraponera la diversidad simple, y manipulada, una uni-versalidad del género, diferenciada, de particu-lares autónomos, que adquieren sentido en supertenencia. Estos tres primeros puntos se pue-den resumir así : la revolución es hoy, desde unpunto de vista técnico, plenamente posible.

Esto implica una visión claramente defi-nida de lo que puede ser el comunismo. Es unasociedad en que el tiempo de trabajo socialmen-te necesario para mantener el sistema de la pro-ducción altamente tecnológica a nivel mundialha sido repartido, a partir de una amplia demo-cratización del saber, haciendo que la jornadalaboral socialmente obligatoria sea sustancial-mente menor que el espacio del tiempo libre.Es decir, que habrá superado las compulsionesque creaba la división social del trabajo en laprehistoria humana. Una sociedad en que el tra-bajo obligatorio será sustancialmente más hu-mano de lo que es hoy día, y en que el tiempolibre estará ocupado por el trabajo libre, y nopor la industria del espectáculo. Una sociedaden que es la belleza, y no la verdad, el centrode su forma ideológica. Una sociedad en que laerotización general de las relaciones socialespermitirá el reconocimiento humano sin másmediación que el trabajo libre, y en que el sexoreerotizado es una opción, más que un dato dela dominación, naturalizado por el poder. Unasociedad en que habrá desaparecido la enaje-nación, y en que el extrañamiento y la aliena-ción son plenamente restaurables, aunque apa-rezcan una y otra vez. Una sociedad en que losproductores directos controlarán democrática-mente la producción social. Una sociedad deseres humanos libres.

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Sin embargo la posibilidad sólo puedehacerse real si hay una voluntad que la promue-va. Yo creo que el cansancio, es hastío, el grissofocante de la vida mediocre, la guerra perma-nente con los excluidos, la degradación gene-ral de los estándares globales de vida, le ponenun límite a lo que la industria del espectáculopueda administrar. Yo creo que la enajenacióndel agrado frustrante tiene un límite. Y que esavoluntad revolucionaria puede formarse. Exis-ten las condiciones objetivas, puede existir lavida política concreta que la realice.

Yo creo que para que esa voluntad revo-lucionaria sea posible es necesario, en primertérmino, ir más allá de la derrota, y de las infini-tas secuelas de desencanto, académico, cotidia-no, político, que nos ha dejado la derrota. Darun salto hacia el futuro, abandonar esas expe-riencias que no son sino nuestros fracasos, in-ventar, empezar de nuevo.

Creo que es necesario dar una batalla enel campo de la subjetividad, que es el campoen que actualmente se consuma el dominio, pordebajo de la consciencia. Y esa batalla se pue-de dar a través de una radical erotización de lavida política y cotidiana. Una erotización quellene de vida a la sexualización cosista y mani-puladora, una erotización que ponga a la belle-za en el centro de nuestras luchas. Una batallaen que se reconozca, más allá de la diversidadmanipulable, a la gran humanidad, que es eluniversal que nos congrega. Erotización y uni-versalidad, dos cuestiones de fondo que el sis-tema no puede dar.

Tres conceptos son centrales en este ra-zonamiento : la gran izquierda, los nuevos co-

munistas, un marxismo de nuevo tipo. La granizquierda es la izquierda en que conviven to-das las izquierdas. Los nuevos comunistas sonlos que creen que el comunismo es posible, yque lo pueden hacer los trabajadores. El mar-xismo de nuevo tipo es el que parte de Marx,mira la realidad cara a cara, y se deshace decien años de triunfos paradójicos y fracasos es-pectaculares. También se puede decir de mane-ra inversa. La gran izquierda da todas sus lu-chas contra las derechas, y no para defendersus ortodoxias parciales, y sus mezquinos po-deres clásicos, a penas sobrevivientes al grannaufragio. Los nuevos comunistas no se confor-man con superar la pobreza a costa de dictadu-ras burocráticas, por mucha cultura y educacióny salud que repartan. El marxismo de nuevo tipono mejora, ni completa al marxismo clásico : loabandona, y se inventa a sí mismo de nuevo.Los comunistas de nuevo tipo no quieren mejo-rar este mundo, sino destruirlo, para que unmundo más bello sea posible. Los nuevos co-munistas van a la guerra por la libertad, por laverdad, por la justicia, por la belleza, con todala universalidad que sea posible darle a esosconceptos. Los nuevos comunistas creen que larevolución es posible, y esa voluntad los haceproducir teoría y estrategia política. No una vo-luntad que aparece desde una teoría, sino unateoría que aparece a partir de una voluntad.

Por la justicia, por la verdad, por la liber-tad, por la belleza, los viejos fantasmas no de-jan de recorrer el mundo.XXI

Carlos Pérez SotoProfesor de Estado en FísicaSantiago de Chile, en el Sur del mundo, 25de Abril de 1998.-

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Recabarren y elmanifiesto Comunista

Luis Moulian E.

“...los comunistas trabajan en todas par-tes por la unión y el acuerdo entre los partidosdemocráticos de todos los países”. El Manifies-to Comunista.

“El Manifiesto insiste en que los comu-nistas en ningún modo se han de considerarcomo un partido aparte, opuesto a los otros par-tidos obreros: no tienen intereses contrarios alos intereses del proletariado en su conjunto”.

G. D. Cole. Historia del Pensamiento So-cialista. Tomo I

“¿Qué fin u objetivo persiguen todas lasescuelas socialistas? Digo yo a mi vez y respon-do: el fin que dicen perseguir socialistas, demó-cratas, anarquistas y demás es, buscando el tér-mino más adecuado a todos: la felicidad prole-taria, para llegar a la felicidad universal”. Reca-barren. Escritos de Prensa, tomo I.

En 1948 al cumplirse los cien años de lapublicación original del Manifiesto, apareció enSantiago de Chile una “edición del centenario”en traducción nueva, de sólo cien ejemplaresnumerados. El financiamiento corrió por cuen-ta de un comunista argentino, de un españolque grabó el retrato de los autores en talla dul-ce, la revista Babel prestó su sello editor y laEditorial Universitaria se encargó de la impre-sión. La traducción desde el original en alemándel Manifiesto y del proyecto de edición corrióa cargo de Mauricio Amster. La versión anteriorfue realizada en España que, según Amster, “pe-caba de ser algo libre y de contener variadonúmero de inexactitudes en relación al docu-mento original”.

En aquella época el comunismo estabaproscrito en Chile y el título de la publicación

habría podido provocar su decomiso. De allí quela “edición del centenario” fuera sólo de cienejemplares numerados, que se repartieron enprivado. Se trataba -en forma elegante- de salirdel cerco tendido al comunismo en Chile. Go-bernaba el país Gabriel González Videla, quehabía sido elegido Presidente con apoyo delpartido Comunista; tres Ministros de sus filasformaron parte de su primer gabinete.

En elecciones de regidores, que tuvieronlugar un poco tiempo después del ascenso deGonzález Videla al poder, la votación de loscomunistas registra un alza importante que lle-vó preocupación a la derecha, a González Vi-dela y especialmente al gobierno de los EstadosUnidos de Norteamérica, país que quería unalineamiento sin condiciones de Chile en laguerra fría contra la Unión Soviética.

Esta situación lleva a González Videla adictar la Ley de Defensa Permanente de la De-mocracia, conocida en amplios sectores de laciudadanía como la “Ley Maldita”, que poníaal partido Comunista fuera de la ley, sus mili-tantes fueron eliminados de los registros electo-rales, expulsados de la administración públicay varios de sus dirigentes enviados al campo deconcentración de Pisagua.

La medida, provocada por el temor alapoyo que daba el pueblo al partido Comunis-ta, se rompía simbólicamente con la “edicióndel centenario” con ejemplares distribuidosclandestinamente.

La misma edición proyectada porMauricio Amster en 1948 es reeditada en 1971,siendo el Partido Comunista parte del gobiernocon Salvador Allende. El Manifiesto en esta oca-

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sión tiene un tiraje de 15.000 ejemplares, queson leídos por los obreros de las industrias delArea Social, los campesinos de los Centros deReforma Agraria, los mineros de las minas decobre nacionalizadas, las juventudes de los par-tidos populares y muchas personas que queríanconocer de donde nacía uno de los sustentosideológicos del gobierno popular.

También ese mismo año EditorialQuimantú saca una edición del Manifiesto contextos introductorios, entre otros, de Riazianovy Labriola también con un tiraje grande a costoal alcance de todos, como era característico deesa editorial. El destino de esta edición en 1973en pleno Golpe Militar fue ser sacada de loshogares de obreros, campesinos, mineros y delos jóvenes, formar parte de las hogueras pren-didas por los militares golpistas en calles, pasa-jes y caminos rurales(1).

Pero, ¿que pasaba con el Manifiesto y conlos comunistas? ¿por qué la Ley Maldita y elGolpe de Estado de 1973?

El Manifiesto escrito por Marx y Engels,como su nombre lo dice, es una reflexión entorno a como ven estos autores las contradic-ciones de clase de la sociedad capitalista. Enese texto se describe -en forma magistral- quées la clase burguesa, su origen, su desarrollo enla historia del capitalismo y, como contraste deldominio de la clase burguesa, la clase proleta-ria, que es la que, como fuerza de trabajo, ge-nera la riqueza de la sociedad capitalista y esexplotada por la burguesía.

El Manifiesto también analiza -en formaclara y contundente- el origen del proletariado,su desarrollo y misión histórica de terminar conla explotación de una clase sobre otra. Es unadeclaración de intenciones y presentación delproyecto social de los comunistas, pedida porel Comité Central de la Liga Comunista residen-te en Londres al Comité Regional de Bruselas, através de una nota que lleva las firmas del cajis-ta de imprenta Carlos Schapper, del relojero JoséMoll, del zapatero Enrique Bauer.

Marx se demora más de lo esperado enla elaboración del texto y en forma perentoriael Comité Central de la Liga Comunista de Lon-dres le impone: “que en caso que el ciudadanoMarx no cumpliera su trabajo, el Comité Cen-tral pedirá la devolución inmediata de los do-cumentos puestos a disposición de Marx”. Unavez más le jugaba una mala pasada una claraconciencia de su responsabilidad; su espíritucrítico de tal modo exigente lo lleva a corregir yrehacer sus obras tantas veces que el tiempo sele iba insensiblemente entre las manos. No obs-tante, el llamado a poner término al Manifiestotiene peso en la persona de Marx y cumple conlo pedido por el Comité Central de la Liga Co-munista.

El Manifiesto -según decían estos militan-tes obreros de la Liga Comunista en su nota aMarx- debía definir el papel histórico de la bur-guesía y el proletariado en esa sociedad. De-mostrar el papel jugado por la burguesía en eldesarrollo insospechado de las fuerzas produc-tivas desde el siglo XVI, cuando se inicia la tran-sición del feudalismo al capitalismo(2).

Para Marx y Engels no cabe duda de quela burguesía fue una clase revolucionaria, peroesa acción con características revolucionariasse realizó con un fuerte contenido capitalista yclasista que permitió que el peso del desarrollosostenido de las fuerzas productivas, como ac-ción revolucionaria, cayera sobre la explotaciónde la clase proletaria.

El Manifiesto es un análisis sin contem-placiones de esa explotación. Tiene en su argu-mentación un sólido conocimiento de la histo-ria de Europa y son frecuentes sus comparacio-nes y analogías con el pasado remoto y cercanodel continente. Sus referencias a la Grecia dePericles y la imagen de mundo de la religiosaépoca medieval hablan de la riqueza y capaci-dad de dominio de la historia universal de Marxy Engels. El Manifiesto -en la idea de los auto-res- va más allá de una observación de la histo-ria vista a través de la lucha de clases o de laexplotación, entregando también a factores ideo-

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lógicos y jurídicos un papel importante comoelemento coayudante de la explotación de unaclase por otra. Allí bosqueja una posible com-prensión de la historia de la humanidad a travésde las contradicciones de clase en los niveleseconómicos, político-jurídico e ideológico(3).

La propia historia del Manifiesto en Chi-le con la “Ley Maldita” de González Videla y,por otro lado, el gobierno de la Unidad Populary las hogueras de libros tras el Golpe Militar de1973 son demostrativas de que sus apreciacio-nes son aplicables a nuestra historia.

Lo que dice el texto acerca de las contra-dicciones entre burguesía y proletariado, asícomo el papel rector del segundo, en parte denuestra historia nacional es claramente visible.Cuando a fines del siglo XIX en Chile se agudizanlas contradicciones y la burguesía acentúa suexplotación sobre el proletariado nace el Parti-do Democrático en 1887, como expresión deldescontento del pueblo y demostración de quehabía que canalizar las reivindicaciones de estesector a través de organizaciones propias.

En ese partido empieza sus primeras acti-vidades como líder obrero Luis Emilio Recaba-rren. Ingresa al PD a los 18 años. Es la única co-lectividad donde un obrero puede expresarse poresos años, donde le permiten acercarse hastahombres que hablaban de cambios y trabajado-res. Recabarren primero se acerca al anarquis-mo, llamándole la atención su intransigencia antelos sectores dominantes en su práctica política.Ese paso por el anarquismo le deja huellas queduran hasta su muerte, especialmente en rela-ción a su visión anti-estatista y la importancia quetiene para el movimiento obrero mantener auto-nomía en sus decisiones políticas.

El 1 de Mayo de 1902 se funda laMancomunal Obrera de Tocopilla, pidiéndolea Recabarren que se traslade hacia esa ciudadpara que cree un diario de la organización. Re-cabarren acepta y da nacimiento a “El Trabajo”.

El ejercicio del periodismo obrero parael líder es muy importante y será permanente

en su vida de dirigente obrero. Dará nacimien-to a varios periódicos; entre ellos el más dura-dero y de mayor contundencia ideológica pro-letaria es “El Despertar de los Trabajadores”(4)

En Recabarren pronto la burguesía chilenave un peligroso líder obrero, cuando usando re-cursos legítimos sale elegido diputado por la zonaNorte, lo que da motivo a un encarcelamiento yluego el exilio que será muy importante en su vidade dirigente obrero. Ese exilio primero lo vive enArgentina y en 1908 parte a Europa.

En Argentina entra a militar en el partidoSocialista y se convierte en interlocutor de JuanB. Justo, destacado dirigente del socialismo yuno de los miembros de lo que se puede llamar“el marxismo latinoamericano”. Un tiempo seinstala en España, donde se entrevista con Pa-blo Iglesias y Largo Caballero, los cuales por sutrayectoria política y sus conocimientos en re-lación al marxismo y el movimiento obrero lemerecieron a Recabarren respeto y admiración.Con ellos se interiorizó de Marx y el marxismoy de un pequeño texto llamado Manifiesto Co-munista(5).

Esto no está registrado ni hay constata-ción empírica, pero es claro -como veremos másadelante- que en su paso por España y su parti-cipación en la reunión del Buró de la Interna-cional Socialista que se realiza en Bruselas hasocializado una forma de reflexión, intuída ensu accionar en Tocopilla, en torno a las contra-dicciones entre ricos y pobres.

Este viaje a Europa cuando se escribe so-bre Recabarren no es lo suficientemente resal-tado en su formación política, lo que es un erroren el estudio de la vida del dirigente obrero.Siempre se pone énfasis en su segundo viaje,donde va a la Unión Soviética.

El viaje de 1907- 1909 al viejo Continen-te, su conocimiento y relación con Pablo Igle-sias y Largo Caballero es una escuela dondeRecabarren profundiza mucho de lo que -des-de Chile- intuía debía ser una conducción co-rrecta del movimiento obrero.

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En Recabarren pesa una larga tradiciónde lucha y los logros en el plano de la autono-mía de los obreros, no sólo de España sino de lamayoría de los países europeos. Para él la expe-riencia de las luchas de los proletarios en Fran-cia en la revolución de 1848 o en La Comunade París, que le relataban Iglesias y Largo Caba-llero le amplió su horizonte y muchas de susintuiciones las ve hecha historia.

Al dirigente chileno le llama la atenciónque los trabajadores españoles tuvieran desde1906 su Casa del Pueblo y, al mismo tiempo, lariqueza e importancia de la reflexión en torno alos problemas del socialismo y el comunismo,con fuerte presencia de partidos inspirados enel marxismo y la clase obrera. Esto debe habercalado en su conciencia y ha de haber ayudadoen su aprendizaje como dirigente obrero.

En Europa las organizaciones partidariasobreras eran muy fuertes y así como en Españaexistía un Iglesias y un Largo Caballero, en Ale-mania se encontraban líderes como Kaustky,Berteins y Rosa Luxemburgo. Lo mismo pasabacon el movimiento obrero en Francia, Bélgica oInglaterra o en la Rusia zarista, que se estreme-ce con la revolución de 1905. No cabe dudaque Recabarren se empapa de la experienciade los proletarios europeos y las ideas que losinspiraban, entre ellas el marxismo.

Una vez vuelto a Chile dedica parte im-portante de su tiempo a la acción política, perotambién da charlas que luego se publican comofolletos y escribe mucho. En el lapso de cuatroaños publica sus trabajos que -a nuestro juicio-son los más importantes. Entre ellos el resultadode una Conferencia dada en Rengo en Septiem-bre de 1910, con el sugestivo título de “Ricos yPobres a través de un siglo de vida republica-na”(6). Además, en ese mismo período lleva ala imprenta “El Socialismo: ¿qué es y cómo serealizará?”, un folleto de 90 páginas(7).

En estos trabajos deposita la experienciade su viaje a Argentina y Europa en relación asus reflexiones anteriores, especialmente en el

diario “El Trabajo”. Sin desmerecer tales esfuer-zos no tienen la riqueza ni la claridad que pre-sentan trabajos como “Ricos y pobres” y menosaquel un poco posterior sobre “El Socialismo”.

“Ricos y Pobres” es uno de los textos másinteresantes de Recabarren, podemos decir quees un ensayo que resume la historia de Chile ensus cien años de vida independiente en formamagistral. No es la típica mirada de un Francis-co Antonio Encina, Nicolás Palacios o Juan En-rique Concha en esos mismos años.

También estos autores critican la historiade Chile en el siglo XIX pos-independencia, es-pecialmente luego de los decenios conservado-res (1830-1860), pero las razones y causas queellos ven en la crisis de Chile al producirse elcentenario, expresado claramente a través de lacuestión social, son de un marcado tinte con-servador-nacionalista. Encina y Palacios buscanla causa en problemas de orden racial, en elcarácter mestizo de nuestra etnia y en las carac-terísticas de los españoles e indígenas que notienen espíritu “emprendedor” ni práctico como,por ejemplo, los anglo-sajones.

Hay que recordar que cuando Recaba-rren escribe “Ricos y Pobres” en Chile se habíamanifestado con fuerza la “cuestión social” ytodos buscaban explicación a ese fenómeno enla historia pasada igual que Recabarren, perocon interpretaciones y conclusiones distintas.

En relación a la “cuestión social” habíanlecturas como la de los conservadores, repre-sentados en el debate por Juan Enrique Conchaquien atribuyó los orígenes de la cuestión so-cial a un colapso de la moral, haciendo derivarsus soluciones principalmente de las enseñan-zas de Cristo, según la interpretación de la igle-sia católica. Para Concha los problemas socialesdel Chile de principios de siglo se debían a quese había quebrado en Chile el “orden natural”de unidad y armonía.

En lo relativo a los trabajadores, Conchadecía que había tres fuerzas que recientementehabían comenzado a afectar poderosamente sus

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actitudes y hábitos. En primer término la propa-ganda antirreligiosa en las escuelas públicas, laprensa y la liza política. En segundo lugar, lostrabajadores habían sido influidos por la propa-ganda socialista, cuya principal fuente en for-ma de partido político se disfrazaba con el nom-bre de “Democrático”. Finalmente las clasesdirigentes no sólo habían olvidado, sino aban-donado completamente al proletariado, sin ocu-parse de sus necesidades ni de sus deberes legí-timos. Según Concha el efecto combinado deestas fuerzas fue cambiar la actitud del trabaja-dor respecto a su trabajo y salario.

En el pasado -para el miembro del parti-do conservador- el trabajador había aceptadotrabajar por el salario que le ofreciese un pa-trón- padre; ahora pedía más y más, pensandosiempre que su salario era bajo. Juan EnriqueConcha cree en soluciones -tanto para el obre-ro como para el patrón- en cambios de ordenmoral para que se vuelva a la armonía perdida.

Por el lado de liberales y radicales el apor-te consistió primordialmente en hacer remontarlos orígenes de la cuestión social al colapso delsistema feudal y el incremento de una fuerza detrabajo industrial, lo que produce un desajustetransitorio que con pequeñas reformas podíanuevamente lograr el equilibrio necesario. Den-tro de la vertiente radical hay que destacar elesfuerzo de Valentín Letelier, que limitado porun marco de referencia teórico de carácter evo-lutivo-progresista, trató de entender la historiade Chile en sus cien años de vida independien-te y la explosión de la cuestión social de unamanera distinta a la tradicional de los conserva-dores y liberales(8).

Recabarren en la interpretación de loscien años de vida independiente como en lacrisis social manifestado en la cuestión sociales mucho más revolucionario y rupturista. A nodudarlo, la suya es una visión de nuestros cienaños de vida independiente absolutamente ori-ginal, en relación a las distintas tendencias quese habían desarrollado para analizar nuestra his-toria del siglo XIX.

Está cerca de Alejandro Venegas (ValdésCanje), que escribe un relato desenmascarandola “cuestión social” como resultado de las con-tradicciones sociales. “Sinceridad: Chile íntimo”de Valdés Canje puede ser mirado en paralelocon “Ricos y Pobres” y hay en ambos puntos deencuentro.

Recabarren -a diferencia de Encina, Pala-cios y Juan Enrique Concha, como también deValentín Letelier- la interpretación de la realidadhistórica de Chile en el centenario la ve, es cier-to, en el esfuerzo para lograr formas de desarro-llo, (es evidente que algo había logrado en loscien años de historia) pero éstas son hechas porlos pobres, en beneficio sólo de los ricos.

Para Recabarren en nuestro país se hanproducido cambios, hay progreso; durante cienaños se desarrollaron las fuerzas productivas:“...con todas sus fallas, la independencia ayudóal desarrollo del capitalismo chileno y con él ala creación de la clase obrera en Chile”(9).

Como lo señala también el ManifiestoComunista la burguesía europea -no cabe duda-produce un incesante crecimiento de la econo-mía, pero para su propio beneficio. Mientras más-dice Recabarren- crecen las riquezas en Chile,más crece la pobreza en el grupo social queactúa en el proceso productivo como fuerza detrabajo.

En la Europa del Manifiesto se vive el re-sultado de la Revolución Industrial en Chile;desde la independencia se explota el mineralde Chañarcillo, se exporta a California y Aus-tralia el trigo producido con el trabajo de inqui-linos y peones. Meiggs construye con obreroscarrilanos chilenos; le llaman la atención porsu capacidad de trabajo, líneas férreas haciaValparaíso y el Norte, después de la conquistade Tarapacá y Antofagasta el obrero pampinochileno produce el salitre que permite que losricos viajen a Europa, traigan muebles, vajilla yotros productos suntuarios para sus palacios dela calle República, Ejército y la avenida Españaen Santiago.

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Dice en “Ricos y Pobres”: “Hay progre-sos evidentes en el siglo transcurrido, ello nopuede negarse. Pero esos progresos correspon-den a la acción de toda la colectividad y enmayor proporción si se quiere a la clase prole-taria que es el único agente de producción, decreación, de ejecución de las ideas y de los pen-samientos. Pero esos progresos ostensibles, sonprecisamente la causa de la miseria proletaria.El progreso está construido, pues, con cuotasde la miseria. Pretenderá la burguesía destruirestos hechos pero no conseguirá destruir la ver-dad...” “De lo expuesto... se deduce que todoslos progresos de que el país se ha beneficiado,al proletariado no le ha correspondido sino con-tribuir a él, pero para que lo gocen sus adversa-rios”(10).

En estas contradicciones se detiene el tex-to “Ricos y Pobres”. Es un relato muy semejantedel papel jugado en el desarrollo del capitalis-mo en Europa por la burguesía y el proletariadoanalizado por Marx en el Manifiesto.

Pero también hay otros “acuerdos” entreambos textos. Para Recabarren la situación quevive Chile en el centenario (1910) puede cam-biarse. No es la contradicción ricos-pobres unasituación permanente. Es una observación quetambién se encuentra en el Manifiesto. Recaba-rren ve salidas, varias salidas. En el artículo quecomentamos -como en el trabajo de Marx- pien-sa en una salida radical, ajena al capitalismo,pero para lograrlo ya vislumbra que es necesa-rio separarse de cualquier vínculo con organi-zaciones burguesas.

Recabarren -a diferencia de la experien-cia europea a la cual estaba ligado Marx en losaños cercanos a 1848 cuando escribe el Mani-fiesto- no pone el centro de la discusión en re-lación a las formas de socialismo existentescomo el aristocrático, el feudal y el utópico en-tre otros. La realidad chilena lleva a que en “Ri-cos y Pobres” el obrero tipógrafo no desarrollaun debate en torno a las distintas corrientes so-cialistas, sino a problemas como la justicia bur-guesa la cual, según él: “...sólo existe para con-

servar y cuidar los privilegios de los capitalis-tas. La organización judicial es el dique másseguro que la burguesía opone a los que aspi-ran a las transformaciones del actual orden so-cial”(11).

Por otro lado recogiendo la realidad chi-lena, entre ellas el drama habitacional, dice quela cuarta parte de la población de Santiago viveen habitaciones insalubres e impropias para lavida humana.

En Recabarren el pilar está dado, en unaaplicación de la idea de la contradicción entrericos y pobres, a problemas concretos como lajusticia y la realidad habitacional en los cités yconventillos en los años del centenario.

El Manifiesto -a diferencia de Ricos yPobres- no es un relato de la historia de unasociedad, en su desenvolvimiento durante losprimeros cien años de vida independiente. Esun ensayo donde se despliegan tesis sobre eldesarrollo de la historia, a través del problemade la lucha de clases (la historia de la humani-dad es la historia de la lucha de clases, diceMarx). En cambio Recabarren realiza una apli-cación a una situación concreta de las tesis deMarx. Creemos que es una excelente puesta enfuncionamiento en Chile en sus cien años devida independiente del esquema marxiano delManifiesto.

En relación a si el líder obrero chilenotuvo conocimiento de la obra de Marx, el textoRicos y Pobres es un buen índice de que en suprimer viaje a Europa socializó las ideas quedicen relación con la lucha de clases en las so-ciedades capitalistas. Recabarren siempre miróel mundo desde la barricada de los pobres yello se debe a su origen obrero, a la situacióncrítica por la que pasaba la sociedad chilena enlos años del centenario (1910) por la abulia dela oligarquía, la cual a través de uno de sus pre-sidentes de la República llegó a decir que habíaproblemas sociales que se solucionaban solos yotros que no tenían solución, y también a laactividad política incesante de distintas tenden-

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cias políticas de los proletarios entre ellas elanarquismo, el socialismo, el comunismo; a unasituación mundial en lo político de ascenso ge-neral de las luchas obreras y a que Recabarrenestaba dotado de una capacidad intelectual quele permitía procesar en mejor forma las necesi-dades de su clase.

Fernando Ortiz, profesor de Historia Con-temporánea en el Departamento de Historia dela Universidad de Chile, detenido-desapareci-do por la DINA, organismo represivo de la dic-tadura de Pinochet decía que la primera obramarxista escrita y publicada en Chile era “Ricosy Pobres”. Para él son indudable los méritos deese trabajo. Para Ortiz era evidente que en “Ri-cos y Pobres” hay una serie de conceptos queno están suficientemente desarrollados, pero lonotable -según decía- es que otros sí lo están.Por nombrar uno, el concepto de igualdad tra-tado a la luz de la lucha de clases.

Según Ortiz, quien en la década de lossesenta era considerado el mejor conocedor dela herencia de Recabarren; el líder obrero supocaptar toda la riqueza de los problemas del so-cialismo, influenciado entre otros por las ideasmarxistas y su acelerado paso a convertirse enel pensamiento hegemónico en el mundo obre-ro durante el siglo XX.

Para otro estudioso Osvaldo Fernándezlas temáticas del marxismo con la obra de Re-cabarren, no sólo ya referida a “Ricos y Pobres”,se plantea para América Latina por primera vezla posibilidad durante el período que se sitúaentre la Primera Guerra Mundial y la crisis del29 de un “marxismo latinoamericano”. SegúnFernández “Nos hallamos ante un discurso quese hace cargo de la idea antiimperialista lati-noamericana”(12).

La relación de Recabarren con el pensa-miento marxista hay que tratar de observarlodentro de la situación histórica que al líder obre-ro le tocó vivir, tanto en relación a Chile comorespecto a América Latina y Europa. En la épo-ca de Recabarren en nuestro país las luchas

obreras en el salitre, en puertos como Valparaí-so, Iquique, Talcahuano, en la austral Punta Are-nas, en Santiago entre otras manifestaciones yhuelgas con la Huelga de la Carne en 1905 seencontraban, producto de una crisis generali-zada de la dominación oligárquica, en un mo-mento de grandes luchas políticas yreivindicativas. En países de América Latinacomo Argentina surge la figura de Irigoyen, lle-vando a cabo una política de reformas. En Eu-ropa -ya lo hemos dicho- se vive una gran agi-tación obrera. Decir que Recabarren se entroncacon las ideas del Manifiesto Comunista es acep-tar, como el mismo Marx sostiene en ese texto,que los hombres se deben a su época más que acualquier otra influencia.

La experiencia de Recabarren está librede los rigores que siguieron a la práctica delsocialismo a la llegada del stalinismo. En gene-ral, las ideas socialistas y entre ellas las de Marx-eran cuando escribe Recabarren “Ricos y Po-bres” en Chile, en los años de 1900- tenían unainfinidad de expresiones, cada una de ellas con-vivía pluralmente y era posible esa conviven-cia en el mundo de los proletarios. Allí estabanlos anarquistas, los anarcosindicalistas, los de-mócratas, los social-demócratas, grupos delbalmacedismo popular, los socialistas, los mar-xistas que no era más que una idea vaga, expre-siones de comunismo, fourierismo, saint-simonismo, las ideas de Proudhon, la comuni-dad tolstoiana, el mutualismo, sociedades deresistencia, las mancomunales, entre otras.

Donde se ve mejor reflejado este fenó-meno es en la historia de la prensa obrera delperíodo. Hay diarios de todas las tendencias,era un período de circulación fluida de distintasideas en el mundo obrero. Si uno lee la prensaobrera en los años del centenario en 1910, loprimero que llama la atención es la pluralidadde miradas, aunque ello no implicaba que nohubiera un debate fuerte entre las distintas ver-tientes del pensamiento que expresaba al pro-letariado. Incluso Recabarren, son conocidas susdiscrepancias con algunas de esas corrientes,

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pero siempre dejando que la multiplicidad demiradas será respetada.

Recabarren no rompe con esa tradicióncuando se separa en el año 1912 del PartidoDemócrata para dar origen al Partido ObreroSocialista. Además no era la única opción, mu-chos obreros continuaron en el Partido Demó-crata y otros pensaron que las ideas socialistasno necesitaban un partido. En el debate Reca-barren opta abiertamente por la organizacióndel POS pero como una federación de seccio-nes, en vez de una organización nacional y cen-tralizada. El POS por bastante tiempo permiteen su interior la coexistencia de distintas inter-pretaciones de cuestiones relacionadas con laidea de partido, a la acción política del partido,sobre la relación partido-sindicato y la idea delsocialismo.

En el diario “El Despertar de los Trabaja-dores” de Iquique en el año 1812 Recabarrenpublica un pequeño ensayo titulado “El Socia-lismo ¿Qué es y cómo realizará? Según nuestroparecer “El Socialismo” del dirigente obrero esuna especie de continuación de su trabajo “Ri-cos y Pobres”. En el primero se analiza la luchaentre ricos y pobres durante los cien años desdela independencia y en el segundo, “El Socialis-mo”, se entregan las pautas centrales para su-perar la lucha entre ambos sectores, proponien-do la construcción del socialismo.

Si vemos el orden de exposición de Re-cabarren en “Ricos y Pobres” y en su trabajo dedos años después “El Socialismo”, sigue el or-den que Marx le da a su exposición en el Mani-fiesto Comunista. Primero, ambos realizan unanálisis descarnado de las características de lalucha de clases. Marx en un nivel de abstrac-ción mayor y de un valor universal, como efec-to del modo de producción capitalista en la his-toria universal. Recabarren en cambio aplica elesquema a una sociedad concreta, como la chi-lena en sus cien años de vida independiente(1810-1910). En la segunda parte del Manifies-to Comunista Carlos Marx propone la sociedadde reemplazo, la sociedad socialista. Lo prime-

ro que hace en esta segunda parte es ver lasfallas de las distintas formas de socialismo quese han propuesto, para luego concluir con loque él considera debería ser una correcta cons-trucción socialista. Recabarren sigue el mismocamino, pero en un trabajo separado escrito dosaños después en 1912: “El Socialismo”.

“El Socialismo”, además de ser la segun-da parte de “Ricos y Pobres” también echa lasbases de una constante en la historia del movi-miento obrero chileno hasta la derrota de 1973.

Recabarren dice que: “La táctica se de-sarrollará en cada país, según su ambienteatávico, y según las modalidades de cada pue-blo y las conveniencias locales”(13). El dirigen-te obrero nunca se apartó de esta idea, siemprepartió del análisis concreto de la sociedad chi-lena y es una idea que seguirán Lafferte, Salva-dor Allende, Víctor Díaz y otros.

El líder obrero reconocía las particulari-dades de cada país en la lucha por el socialis-mo. Chile era distinto a como se iba a dar elcambio en México, que en esos mismos añosdesarrollaba un proceso revolucionario o añosmás tarde la revolución soviética o la cubana.Al reconocer las particularidades de tácticas yde ambiente de cada país para llegar al socialis-mo, Recabarren prefigura el recorrido seguidopor el movimiento popular en Chile al buscarpermanentemente la formación de bloques am-plios y siempre unir a la mayoría del pueblocontra la minoría oligárquica. El Frente Popularen 1938 y la Unidad Popular en 1970 siguieronuna táctica más acorde al ambiente y las moda-lidades de la sociedad chilena. Esto no indicaque el movimiento popular al cual inspiró Re-cabarren no tuviera lo que destacaba OsvaldoFernández: un gran espíritu latinoamericanistay de gran solidaridad con todos los pobres deAmérica Latina.

Recabarren es parte en nuestro continen-te, de una pleyade de dirigentes obreros que lle-varon a cabo la organización primera de los tra-bajadores. Junto a Juan Antonio Mella y José

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Carlos Mariategui. El mérito de Recabarren y losotros dirigentes es haber captado en la obra deMarx y con mayor razón en el Manifiesto Co-munista, la explicación de que en América lati-na existían contradicciones entre la burguesía yel proletariado (entre ricos y pobres), pero quelas formas de manifestarse esa contradicciónadquirían características propias, distintas a lasque se daban en Europa.

Recabarren no traslada mecánicamente lasreflexiones en torno al socialismo que ve en suprimer viaje a Europa; constata que no puedeintroducir esquemas o sistemas que no dan cuentade la compleja realidad social del continentemestizo. Al líder obrero en ese sentido no se lepuede acusar -como ha hecho la oligarquía ysectores ligados al progresismo- de que Recaba-rren “importó” a Chile un esquema que no to-maba en cuenta las particularidades de nuestrasociedad. En este sentido, si analizamos sus es-critos de prensa, sus folletos y su acción comodirigente obrero veremos que siempre parte dela realidad que constataba en su práctica.

Era un dirigente al día respecto a los pro-blemas reales y concretos de la clase obrerachilena. Que es su Conferencia en Rengo titu-lada “Ricos y Pobres” sino la aplicación prácti-ca de la idea del Manifiesto Comunista que lahistoria de Chile (del Chile independiente) es lahistoria de la lucha de clases.

Aquí no hemos tratado de numerar cuan-tas veces Recabarren citó a Marx o pasajes delManifiesto Comunista, tampoco discutir si el líderobrero era marxista o no, ese sería un ejercicioabsolutamente improductivo y equivocado. Anuestro entender, el camino es tratar de explicarque había en la forma como se daba la lucha en-tre ricos y pobres en el Chile del centenario de laIndependencia que permitió que se formara unlíder de la talla de Recabarren. Más adelante loharán partidos populares con fuerte arraigo en lasociedad chilena y alianzas políticas que llevarona gobiernos tales como el Frente Popular en 1938y en 1970 la Unidad Popular. No cabe duda queparte de la explicación se encuentra en la figurade Luis Emilio Recabarren y en la Conferencia deRengo titulada “Ricos y Pobres”.XXI

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CITAS

1 Marx, K., Engels, F.“El Manifiesto Comunis-ta”, Santiago, 1970.

2 Cole, G. “Historia del pensamiento Socialis-ta” Tomo I, México, 1975.

3 Althusser, L. “La revolución teórica deMarx”, México, 1968.

4 Ljubetic, I.“Don Reca”, Santiago, 1992.

5 Ljubetic, op. cit.

6 Recabarren, L. obres a través de un siglo devida republicana”, Santiago, 1970.

7 Recabarren, op. cit.

8 Morris, J. “Las elites, los intelectuales, y elconsenso”. Santiago, 1967.

9 Recabarren, op. cit.

10 Recabarren, op. cit.

11 Recabarren, op. cit.

12 Fernández, Osvaldo “Sobre los orígenesdel marxismo en América Latina, RevistaAraucaria de Chile Nº15.

13 Recabarren, op. cit.

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Manifiesto delPartido Comunista

Karl MarxFriedrich Engels

Un fantasma recorre Europa: es el fantas-ma del comunismo. Todas las potencias de lavieja Europa se han aliado en una sacrosantacacería de este fantasma: el papa y el zar,Metternich y Guizot, los radicales franceses ylos policías alemanes.

¿ Dónde está el partido opositor al cualsus adversarios en el gobierno no hayan tildadode comunistas? ¿Dónde está el partido opositorque no haya lanzado de retorno laestigmatizadora acusación de comunismo tan-to a los opositores más avanzados como a susenemigos reaccionarios?

De este hecho surgen dos cosas.

Todas las potencias europeas reconocenya al comunismo como una potencia.

Ya es tiempo de que los comunistas ex-pongan abiertamente ante todo el mundo suenfoque, sus objetivos, sus tendencias, oponien-do a la leyenda del fantasma del comunismo unmanifiesto de su propio partido.

Con esa finalidad se han reunido en Lon-dres los comunistas de las más diversas nacio-nalidades y han esbozado el siguiente Manifies-to, que se publica en inglés, francés, alemán,italiano, flamenco y danés.

BURGUESES Y PROLETARIOS *1

La historia de todas las sociedades exis-tentes hasta el presente*2* es la historia de lu-chas de clases.

Hombres libres y esclavos, patricios yplebeyos, señores y siervos, maestros y oficia-les, en suma, opresores y oprimidos siempreestuvieron opuestos entre sí, librando una lu-cha ininterrumpida, ora oculta, oradesembozada, una lucha que en todos los ca-sos concluyó con una transformación revolu-cionaria de toda la sociedad o con la destruc-ción de las clases beligerantes.

En las épocas anteriores de la historia ha-llamos casi por doquier una total división de lasociedad en diversas clases, un múltipleescalonamiento de las posiciones sociales. En laantigua Roma tenemos patricios, caballeros, ple-beyos y esclavos; en el Medioevo tenemos seño-res feudales, vasallos, maestros, oficiales, siervosy, por añadidura, en casi cada una de estas cla-ses hay, a su vez, gradaciones particulares.

La sociedad burguesa moderna surgidadel ocaso de la sociedad feudal no ha abolidolos antagonismos de clase. Sólo ha sustituidolas antiguas clases, condiciones de la opresióny formas de la lucha por otras nuevas.

MANIFIESTO DEL PARTIDO COMUNISTA. Karl Marx, Friedrich Engels

NOTA: Esta edición del primer capítulo del manifiesto(Grijalbo Mondadori, Barcelona, 1998) reproduce laversión castellana publicada en OME, 9, Crítica, Barcelona, 1978, pp. 133169, a partir de la edición deKarl Marx Friedrich Engels, Werk̈ ,, DietzVerlag, Berlín Oriental, reimpresión de 1975, vol. 4, pp. 459-493, reproducida también en este volumen. Como en aquella edición, las notas a pie de pagina de Marxy Engels se indican con números procedidos de asterisco; las que no llevan asterisco son notas de edición.

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Nuestra época, la época de la burguesía,se distingue empero por el hecho de haber sim-plificado los antagonismos de clase. Toda la so-ciedad se divide cada vez más en dos grandesbandos hostiles, en dos grandes Clases, que seenfrentan directamente entre sí: la burguesía yel proletariado.

De los siervos de la Edad Media surgie-ron los vasallos de las primeras ciudades; a par-tir de esta clase urbana se desarrollaron los pri-meros elementos de la burguesía.

El descubrimiento de América, la circun-navegación del África crearon nuevos terrenospara la burguesía en ascenso. Los mercados delas Indias Orientales y de la China, la coloniza-ción de América, el intercambio con las colo-nias, la incrementación de los medios de cam-bio y de las mercancías en general proporcio-naron al comercio, a la navegación y a la in-dustria un auge jamás conocido, y con ello unarápida evolución al elemento revolucionariodentro de la sociedad feudal en desintegración.

La explotación feudal o gremial de la in-dustria, imperante hasta entonces, ya no basta-ba para satisfacer las necesidades, crecientes conlos nuevos mercados. Su lugar fue ocupado porla manufactura. Los maestros de los gremios fue-ron desplazados por la clase media industrial;la división del trabajo entre las diversas corpo-raciones desapareció ante la división del traba-jo dentro del propio taller individual.

Pero los mercados crecían constantemen-te, la demanda aumentaba de continuo. Tam-poco la manufactura resultaba ya suficiente.Entonces, el vapor y la maquinaria revolucio-naron la producción industrial. El lugar de lamanufactura fue ocupado por la gran industriamoderna y el de la clase media industrial porlos millonarios industriales, los jefes de ejérci-tos industriales enteros, los burgueses modernos.

La gran industria ha instaurado el merca-do mundial preparado por el descubrimiento deAmérica. El mercado mundial ha dado origen aun desarrollo inconmensurable del comercio,

la navegación y las comunicaciones terrestres.A su vez, este desarrollo ha repercutido sobre laexpansión de la industria, y en la misma medi-da en que se expandían la industria, el comer-cio, la navegación y los ferrocarriles, se desa-rrolló la burguesía, incrementó sus capitales yrelegó a un plano secundario a todas las clasesheredadas de la Edad Media.

Vemos, pues, que la propia burguesíamoderna es producto de un prolongado cursoevolutivo, de una serie de revoluciones en losmodos de producción y tráfico.

Cada una de estas etapas evolutivas dela burguesía estuvo acompañada por un corres-pondiente progreso político1. Clase oprimidabajo la dominación de los señores feudales; aso-ciación armada y autogobernada en la comu-na; *3 en algunas partes república urbana inde-pendiente2 en otras tercer estado tributario dela monarquía3; luego, en tiempos de la manu-factura, contrapeso de la nobleza en la monar-quía feudal o en la absoluta4, base fundamen-tal de las grandes monarquías en general, desdela instauración de la gran industria y del merca-do mundial conquistó finalmente la hegemoníapolítica exclusiva en el moderno estado repre-sentativo. El poder estatal moderno es solamen-te una comisión administradora de los negocioscomunes de toda la clase burguesa.

La burguesía ha desempeñado un papelextremadamente revolucionario en la historia.

Dondequiera que llegó al poder, la bur-guesía destruyó todas las condiciones feudales,patriarcales, idílicas. Ha desgarradodespiadadamente todos los abigarrados lazosfeudales que ligaban a los hombres a sus supe-riores naturales, no dejando en pie, entre hom-bre y hombre, ningún otro vínculo que el inte-rés desnudo, que el insensible “pago al conta-do”. Ahogó el sagrado paroxismo del idealismoreligioso, del entusiasmo caballeresco, delsentimentalismo pequeñoburgués, en las géli-das aguas del cálculo egoísta. Ha reducido ladignidad personal al valor de cambio, situan-

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do, en lugar de las incontables libertades esta-tuidas y bien conquistadas, una única desalma-da libertad de comercio. En una palabra, ha sus-tituido la explotación disfrazada con ilusionesreligiosas y políticas por la explotación franca,descarada, directa y escueta.

La burguesía ha despojado de su aureolaa todas las actividades que hasta el presente eranvenerables y se contemplaban con piadoso res-peto. Ha convertido en sus obreros asalariadosal médico, al jurista, al cura, al poeta y al hom-bre de ciencia.

La burguesía ha arrancado a las relacio-nes familiares su velo emotivamente sentimen-tal, reduciéndolas a meras relaciones dinerarias.

La burguesía ha develado que la brutalmanifestación de fuerza que tanto admira la re-acción en el Medioveo tenía su complementoapropiado en la más indolente holgazanería.Sólo ella ha demostrado qué puede producir laactividad de los hombres. Ha llevado a caboobras maravillosas totalmente diferentes a laspirámides egipcias, los acueductos romanos ylas catedrales góticas, ha realizado campañascompletamente distintas de las migraciones depueblos y de las cruzadas.

La burguesía no puede existir sin revolu-cionar permanentemente los instrumentos de pro-ducción, vale decir las relaciones de produccióny, por ende, todas las relaciones sociales. En cam-bio, la conservación inalterada del antiguo modode producción era la condición primordial de laexistencia de todas las clases industriales ante-riores. El continuo trastocamiento de la produc-ción, la conmoción ininterrumpida de todas lassituaciones sociales, la eterna inseguridad y mo-vilidad distingue la época burguesa de las todasdemás5. Todas las relaciones firmes y enmohe-cidas, con su secuela de ideas y conceptos vene-rados desde antiguo, se disuelven, y todos los deformación reciente envejecen antes de poderosificarse. Todo lo estamental y estable se eva-pora, todo lo consagrado se desacraliza, y loshombres se ven finalmente obligados a contem-

plar con ojos desapasio-nados su posición frentea la vida, sus relaciones mutuas.

La necesidad de una venta cada vez másexpandida de sus productos lanza a la burgue-sía a través de todo el orbe. Ésta debe estable-cerse, instalarse y entablar vinculaciones pordoquier.

En virtud de su 6 explotación del merca-do mundial, la burguesía ha dado una confor-mación cosmopolita a la producción y al con-sumo, Con gran pesar de los reaccionarios, hasustraído el terreno de sustentación nacionalbajo los pies de la industria. Las antiquísimasindustrias nacionales han sido aniquiladas, y aúnsiguen siéndolo a diario. Son desplazadas pornuevas industrias, cuya instauración se convierteen una cuestión vital para todas las nacionescivilizadas, por industrias que no elaboran yamaterias primas locales, sino otras provenien-tes de las zonas más distantes, y cuyos produc-tos no se consumen ya sólo en el propio país,sino, en forma simultánea, en todos los conti-nentes. El lugar de las antiguas necesidades, sa-tisfechas por los productos regionales, se veocupado por otras nuevas, que requieren losproductos de países y climas más remotos parasu satisfacción. El sitio de la antigua autosufi-ciencia y aislamiento locales y nacionales se veocupado por un tráfico en todas direcciones, poruna mutua dependencia general entre las na-ciones. Y lo mismo que ocurre en la produc-ción material ocurre asimismo en la producciónintelectual. Los productos intelectuales de lasdiversas naciones se convierten en patrimoniocomún. La parcialidad y limitación nacionalesse tornan cada vez más imposibles, y a partir delas numerosas literaturas nacionales y localesse forma una literatura universal.

Mediante el rápido mejoramiento de to-dos los instrumentos de producción y la infinitafacilitación de las comunicaciones, la burgue-sía también arrastra hacia la civilización a lasnaciones más bárbaras. Los bajos precios de susmercancías constituyen la artillería pesada conla cual demuele todas las murallas chinas, con

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la cual obliga a capitular a la más obcecadaxenofobia de los bárbaros. Obliga a todas lasnaciones a apropiarse del modo de producciónde la burguesía, si es que no quieren sucumbir;las obliga a instaurar en su propio seno lo queha dado en llamarse la civilización, es decir, aconvertirse en burguesas. En una palabra, creaun mundo a su propia imagen y semejanza.

La burguesía ha sometido el campo a ladominación de la ciudad. Ha creado ciudadesenormes, ha incrementado en alto grado el nú-mero de la población urbana con relación a larural, sustrayendo así a una considerable partede la población al idiotismo de la vida rural. Asícomo ha hecho depender al campo de la ciu-dad, también ha hecho depender a los paísesbárbaros y semibárbaros de los civilizados, a lospueblos campesinos de los pueblos burgueses,y al Oriente del Occidente.

La burguesía va superando cada vez másla fragmentación de los medios de producción,de la propiedad y de la población. Ha aglome-rado a la población, centralizado los medios deproducción y concentrado la propiedad en po-cas manos. La consecuencia necesaria de elloha sido la centralización política. Provinciasindependientes, apenas aliadas y con intereses,leyes, gobiernos y aranceles diferentes, han sidocomprimidas para formar una nación, un go-bierno, una ley, un interés nacional de clase yuna línea aduanera.

En su dominación de clase apenas secu-lar, la burguesía ha creado fuerzas productivasmás masivas y colosales que todas las genera-ciones pasadas juntas. El sojuzgamiento de lasfuerzas de la naturaleza, la maquinaria, la apli-cación de la química a la industria y a la agri-cultura, la navegación de vapor, los ferrocarri-les, los telégrafos eléctricos, la urbanización decontinentes enteros, la navegabilización de losríos, poblaciones íntegras como surgidas de latierra, qué siglo anterior sospechaba que dor-mitasen semejantes fuerzas productivas en elseno del trabajo social?

Hemos visto, pues, 7 que los medios deproducción y comunicación en los que se basóla creación de la burguesía se engendraron enla sociedad feudal. En determinada etapa de laevolución de estos medios de producción y co-municación, las condiciones en las que la so-ciedad feudal producía y traficaba, la organiza-ción feudal de la agricultura y la manufactura,en una palabra, las relaciones de propiedad feu-dales, ya no correspondían a las fuerzas pro-ductivas ya desarrolladas. Las mismas inhibíanla producción, en lugar de estimularla. Se con-virtieron en otras tantas ataduras. Había queromperlas, y se las rompió.

Su lugar fue ocupado por la libre compe-tencia, con la constitución social y política apro-piada a ella, con la hegemonía económica ypolítica de la clase burguesa.

Bajo nuestra vista está transcurriendo unmovimiento similar. Las relaciones burguesas deproducción y tráfico, las relaciones burguesasde propiedad, la sociedad burguesa moderna,que ha producido, como por arte de magia,medios de producción y tráfico tan ingentes, seasemeja al hechicero que ya no logra dominarlas fuerzas subterráneas que ha conjurado. Des-de hace décadas, la historia de la industria y delcomercio8 es sólo la historia de la rebelión delas fuerzas productivas modernas contra las re-laciones de producción modernas, contra lasrelaciones de propiedad que constituyen lascondiciones existenciales de la burguesía y desu dominación. Basta citar las crisis comercia-les que, con su recurrencia periódica, cuestio-nan en forma cada vez más amenazadora laexistencia de la sociedad burguesa toda. En lascrisis comerciales se destruye regularmente granparte no sólo de los productos engendrados,sino9 de las fuerzas productivas ya creadas. Enlas crisis estalla una epidemia social que en to-das las épocas anteriores hubiese parecido uncontrasentido: la epidemia de la superproduc-ción. Súbitamente, la sociedad se ha a retrotraídaa una situación de barbarie momentánea; unahambruna, una guerra de exterminio10 gene-

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ralizada parecen haberle cortado todos sus me-dios de subsistencia; la industria, el comercio,parecen aniquilados. ¿Y ello por qué? Porqueposee demasiada civilización, demasiados me-dios de subsistencia, demasiada industria, dema-siado comercio. Las fuerzas productivas de quedispone ya no sirven al fomento11 de las rela-ciones de propiedad burguesas; por el contrario,se han tornado demasiado poderosas para estasrelaciones, y éstas las inhiben; y en cuanto supe-ran esta inhibición, ponen en desorden toda lasociedad burguesa, ponen en peligro la existen-cia de la propiedad burguesa. Las relaciones bur-guesas se han tornado demasiado estrechas comopara abarcar la riqueza por ellas engendrada. Dequé manera supera la burguesía las crisis? Poruna parte, mediante la destrucción forzada degran cantidad de fuerzas productivas; por la otra,mediante la conquista de nuevos mercados y laexplotación más a fondo de12 mercados viejos.¿De qué manera, pues? Las supera preparandocrisis más extensas y violentas y reduciendo losmedios para prevenir las crisis.

Las armas con las que la burguesía haabatido al feudalismo se vuelven ahora contrala propia burguesía.

Pero la burguesía no sólo ha forjado lasarmas que le darán muerte; también ha engen-drado a los hombres que manejarán esas armas:los obreros modernos, los proletarios.

En la misma medida en que se desarrollala burguesía, es decir el capital, se desarrolla elproletariado, la clase de los obreros modernos,quienes sólo viven mientras hallan trabajo y quesólo lo hallan mientras su trabajo incrementa elcapital. Estos obreros, quienes deben vendersepor pieza, son una mercancía como cualquierotro artículo del comercio, y en consecuenciase hallan igualmente expuestos a todos losavatares de la competencia, a todas las fluctua-ciones del mercado.

En virtud de la expansión de la maquina-ria y de la división del trabajo, el trabajo de losproletarios ha perdido todo su carácter indepen-

diente y, con ello, todo atractivo para los traba-jadores. El obrero se convierte en un mero ac-cesorio de la máquina, a quien sólo se le exigenlas operaciones más sencillas, monótonas y demás fácil aprendizaje. De ahí que los costos queacarrea el obrero se limiten casi exclusivamen-te a los medios de subsistencia que requiere parasu manutención y para la propagación de suraza. Pero el precio de una mercancía, y en con-secuencia también el trabajo, es igual a sus cos-tos de producción. Por ello, en la misma medi-da en que aumenta el lado desagradable del tra-bajo, decrece el salario. Más aún, en la mismamedida en que se incrementan la maquinaria yla división del trabajo, se eleva asimismo la can-tidad13 del trabajo, sea por aumento de las ho-ras de labor, sea por incremento del trabajo exi-gido en un lapso determinado, por aceleracióndel movimiento de las máquinas, etcétera.

La industria moderna ha transformado elpequeño taller del maestro patriarcal en la granfábrica del capitalista industrial. Las masas obre-ras, apiñadas en la fábrica, se organizan militar-mente. En su calidad de soldados industrialesrasos son puestos bajo la supervisión de toda unajerarquía de suboficiales y oficiales. No sólo sonesclavos de la clase burguesa, del estado burgués,sino que son esclavizados a diario y a toda horapor la máquina, por el capataz y sobre todo porlos propios fabricantes burgueses individuales.Este despotismo es tanto más mezquino, aborre-cible y exasperante cuanto más abiertamente pro-clame a la ganancia como su fin.14

Cuanto menos requiera el trabajo manualla habilidad y el empleo de la fuerza, esto escuanto más se desarrolla la industria moderna,tanto más resulta desplazado el trabajo de loshombres por el de las mujeres.15 Las diferen-cias de sexo y edad ya no tiene vigencia socialpara la clase obrera. Sólo hay ya instrumentosde trabajo, que acarrean diferentes costos se-gún su sexo y edad.

Una vez que la explotación del obreropor el fabricante ha concluido y aquél recibe elpago de su salario en efectivo, caen sobre él las

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partes restantes de la burguesía: el casero, eltendero, el prestamista, etcétera.

Las pequeñas capas medias existenteshasta la fecha, los pequeños industriales, comer-ciantes y rentistas, los artesanos y campesinos,todas estas clases se van sumiendo en el prole-tariado, en parte porque su pequeño capital re-sulta insuficiente para la explotación de la granindustria y sucumbe a la competencia con loscapitalistas de mayor envergadura, en parte por-que sus habilidades quedan desvalorizadas envirtud de nuevos modos de producción. De estemodo, el proletariado se recluta entre todas lasclases de la población.

El proletariado recorre diversas etapasevolutivas. Su lucha contra la burguesía comien-za con su propia existencia.

Al comienzo, luchan los obreros indivi-duales, luego los obreros de una fábrica, des-pués los obreros de un ramo laboral en una lo-calidad contra el burgués individual que losexplota directamente. Dirigen sus ataques nosólo contra las relaciones burguesas de produc-ción, sino contra los propios instrumentos deproducción; destruyen las mercancías extranje-ras que compiten con ellos, destrozan las má-quinas, incendian las fábricas, tratan de conquis-tar nuevamente la desaparecida posición del tra-bajador medieval.

En esta etapa, los obreros constituyenuna masa diseminada por todo el país y frag-mentada por la competencia. La cohesión ma-siva de los obreros no es aún la consecuenciade su propia unificación, sino consecuencia dela unificación de la burguesía, la cual, a fin delograr sus propios objetivos políticos, debeponer en movimiento a todo el proletariado,cosa que, por ahora, aún puede hacer. Por con-siguiente, en esta etapa los proletarios no com-baten aún a sus enemigos, sino a los enemigosde sus enemigos. Los resabios de la monarquíaabsoluta, los terratenientes, los burgueses noindustriales, los pequeños burgueses. De estemodo, todo el movimiento histórico está con-

centrado en manos de la burguesía; cualquiervictoria que se logra de esta manera es una vic-toria de la burguesía.

Pero con el desarrollo de la industria nosólo se acrecienta el proletariado, sino que seva concentrando en masas mayores, sus fuerzasaumentan y las siente en mayor medida. Losintereses y las condiciones de vida dentro delproletariado se nivelan cada vez más, pues lamaquinaria desdibuja cada vez más las diferen-cias del trabajo y deprime casi por doquier elsalario a un nivel igualmente bajo. La crecientecompetencia de los burgueses entre sí y las cri-sis comerciales resultantes de ello tornan cadavez más fluctuante el salario de los obreros; elcada vez más acelerado e incesante mejora-miento de la maquinaria hace cada vez más in-ciertas todas sus condiciones de vida; las coli-siones entre el obrero individual y el burguésindividual adoptan cada vez más el carácter decolisiones entre dos clases. Los obreros comien-zan a formar coaliciones16 contra los burgue-ses; se unen para asegurar su salario. Hasta lle-gan a formar asociaciones permanentes, paraasegurarse los medios para estas ocasionales su-blevaciones. En diversos puntos estalla la luchamediante insurrecciones.

De tanto en tanto triunfan los obreros,pero ello sólo de manera transitoria. El verda-dero resultado de sus luchas no es el éxito in-mediato, sino la cada vez más amplia unifica-ción de los obreros. Favorecen a la misma loscrecientes medios de comunicación, engendra-dos por la gran industria, que comunican entresí a los obreros de las diversas localidades. Nose requiere más que esta comunicación paracentralizar las numerosas luchas locales, de igualcarácter por doquier, y convertirlas en una lu-cha nacional, en una lucha de clases. Sin em-bargo, toda lucha de clases es una lucha políti-ca. Y la unificación, para la cual los habitantesde las ciudades de la Edad Media, con sus ca-minos vecinales, necesitaron centurias, logranestablecerla los proletarios modernos, con losferrocarriles, en pocos años.

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Esta organización de los proletarios enuna clase, y con ello en un partido político, vuel-ve a ser destruida a cada instante mediante lacompetencia entre los propios obreros. Pero re-nace una y otra vez, más fuerte, firme y podero-sa. La misma obliga, al reconocimiento en laforma de leyes de diversos intereses de los obre-ros, al aprovechar éstos las escisiones internasde la burguesía. Tal el caso del bill de las diezhoras en Inglaterra.

En general, las colisiones de la vieja so-ciedad favorecen diversamente el proceso evo-lutivo del proletariado. La burguesía se halla enpermanente lucha: al comienzo, contra la aris-tocracia; luego, contra aquellas partes de la pro-pia burguesía cuyos intereses entran en contra-dicción con el progreso de la industria; y siem-pre contra la burguesía de todos los países ex-tranjeros. En todas esas luchas se ve forzada aapelar al proletariado, a recurrir a su auxilio,arrastrándolo así hacia el movimiento político.En consecuencia, ella misma proporciona alproletariado sus propios elementos deformación,17es decir, armas contra sí misma.

Además, como ya hemos visto, el pro-greso de la industria precipita hacia el proleta-riado a partes componentes íntegras de la clasedominante, o cuando menos las amenaza en suscondiciones existenciales. También éstas apor-tan al proletariado gran cantidad de elementosformativos.18

Por último, en tiempos en los que la lu-cha de clases se acerca a su desenlace, el pro-ceso de disolución que tiene lugar acerca den-tro de la clase dominante, dentro de toda la an-tigua sociedad, asume un carácter tan vivo yviolento que una pequeña parte de la clase do-minante se separa de ella y se adhiere a la claserevolucionaria, a la clase que tiene el futuro ensus manos. De ahí que, así como antes una par-te de la nobleza se pasó a la burguesía, ahorauna parte de ésta se pasa al proletariado, y enespecial una parte de los ideólogos de la bur-guesía, quienes han avanzado hacia la compren-sión teórica de todo el movimiento histórico.

De todas las clases que enfrentan hoy endía a la burguesía, sólo el proletariado es unaclase verdaderamente revolucionaria. Las cla-ses restantes decaen y perecen con la gran in-dustria; en cambio, el proletariado es su pro-ducto más peculiar.

Los estratos intermedios —el pequeñoindustrial, el pequeño comerciante, el artesa-no, el campesino— combaten todos ellos a laburguesía para asegurar su existencia en cuantoclases medias ante su hundimiento. Por lo tan-to, no son revolucionarios, sino conservadores.Más aún, son reaccionarios19, tratan de hacergirar hacia atrás la rueda de la historia. Si sonrevolucionarios, lo son teniendo en cuenta suinminente pasaje al proletariado, no defiendensus intereses presentes sino futuros, abandonansus propios puntos de vista para adoptar los delproletariado.

El proletariado en harapos, ese productopasivo de putrefacción de los estratos inferioresde la antigua sociedad, resulta parcialmente arras-trado hacia el movimiento por una revoluciónproletaria, pero por toda su situación existencialse hallará más dispuesto a dejarse sobornar paraprestarse a maniobras reaccionarias.

Las condiciones existenciales de la anti-gua sociedad ya se hallan aniquiladas en lascondiciones existenciales del proletariado. Elproletario carece de propiedades; su relaciónpara con su mujer y sus hijos nada tiene ya encomún con la relación familiar burguesa; el tra-bajo industrial moderno, el moderno sojuzga-miento bajo el capital, que es el mismo en In-glaterra y en Francia, en Norteamérica y en Ale-mania, lo ha despojado de todo carácter nacio-nal. Para él, las leyes, la moral y la religión sonotros tantos prejuicios burgueses, detrás de loscuales se ocultan otros tantos intereses de laburguesía.

Todas las clases anteriores que conquis-taban la hegemonía trataban de asegurarse suposición existencias ya conquistada sometien-do a toda la sociedad a las condiciones de sumodo de apropiación. Los proletarios sólo pue-

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den conquistar las fuerzas productivas socialesaboliendo su propio modo de apropiación envigencia hasta el presente, aboliendo con ellotodo el modo de apropiación vigente hasta lafecha. Los proletarios no tienen nada propio queconsolidar; sólo tienen que destruir todo cuan-to, hasta el presente, ha asegurado y garantiza-do la propiedad privada.

Todos los movimientos existentes hastala actualidad han sido movimientos de mino-rías o en el interés de minorías. El movimientoproletario es el movimiento independiente deuna ingente mayoría en interés de esa ingentemayoría. El proletario, estrato inferior de la so-ciedad actual, no puede alzarse, no puede er-guirse sin hacer saltar por los aires toda la su-perestructura de los estratos que conforman lasociedad oficial.

Aunque no lo es por su contenido, en suforma la lucha del proletariado contra la burgue-sía es, por ahora, una lucha nacional. Es naturalque el proletariado de cada país debe acabar enprimer término con su propia burguesía.

Al esbozar las fases más generales de laevolución del proletariado, hemos seguido laguerra civil más o menos encubierta dentro dela sociedad imperante hasta el punto en que lamisma estalla en una revolución franca y en queel proletariado cimenta su hegemonía median-te el derrocamiento violento de la burguesía.

Todas las sociedades existentes hasta elpresente se han basado, como ya hemos visto,en la contradicción entre clases opresoras yoprimidas. Pero para poder oprimir a una clase,es menester asegurarle condiciones dentro delas cuales pueda sobrellevar, cuando menos, suexistencia esclavizada. El siervo evolucionó amiembro de la comuna dentro de la servidum-

bre, así como el pequeño burgués se elevó aburgués bajo el yugo del absolutismo feudal. Encambio, el obrero moderno, en lugar de elevar-se con el progreso de la industria, se hunde cadavez más por debajo de las condiciones de supropia clase. El obrero se convierte en indigentey la indigencia se desarrolla aún con mayor ce-leridad que la población y la riqueza. Con ellose manifiesta francamente que la burguesía esincapaz de seguir siendo por más tiempo la cla-se dominante de la sociedad y de imponer a lasociedad, en cuanto ley reguladora, las condi-ciones existenciales de su clase. Es incapaz dedominar porque es incapaz de asegurar a susesclavos la existencia inclusive dentro de su es-clavitud, porque está obligada a dejarlos que sesuman en una situación en la cual debe alimen-tarlos en lugar de ser alimentada por ellos. Lasociedad ya no puede vivir bajo su dominio, esdecir, que su vida ya no resulta compatible conla sociedad.

La condición 20 esencial para la existen-cia y para la dominación de la clase burguesaes la acumulación de la riqueza en manos depersonas privadas, la formación y multiplicacióndel capital; la condición del capital es el traba-jo asalariado. Este se basa exclusivamente en lacompetencia de los obreros entre sí. El progresode la industria, cuyo agente involuntario e in-capaz de oponérsele es la burguesía, sustituyeel aislamiento de los obreros mediante la com-petencia por su asociación revolucionaria me-diante las asociaciones. Con el desarrollo de lagran industria se sustrae, pues, bajo los pies dela burguesía, el propio fundamento sobre el cualproduce y se apropia de los productos. Produ-ce, ante todo, sus propios sepultureros. Su hun-dimiento y el triunfo del proletariado son igual-mente inevitables.XXI

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NOTAS

*1 Por burguesía se entiende la clase de loscapitalistas modernos, quienes son poseedo-res de los medios sociales de producción yexplotan el trabajo asalariado. Entiéndesepor proletarios a la clase de los trabajadoresasalariados modernos quienes, puesto queno poseen medios de producción propios,dependen de la venta de su fuerza detrabajo para poder vivir. [Nota de Engels a laedición inglesa de 18881.]

*2 Esto significa, estrictamente hablando, lahistoria transmitida por escrito. En 1847 aúnera prácticamente desconocida laprehistoria de la sociedad, la organizaciónsocial que precedió a toda la historia fijadapor escrito. Desde entonces, Haxthausendescubrió la propiedad común de la tierraen Rusia, Maurer demostró que fue elfundamento social del cual partieronhistóricamente todas las tribus teutonas ypoco a poco se descubrió que las comuni-dades aldeanas con posesión comunitariadel suelo fueron la forma primitiva va de lasociedad desde la India hasta Irlanda. Porúltimo, el descubrimiento cimero deMorgan acerca de la verdadera naturalezade la gens y su posición dentro de la tribu,puso al descubierto la organización internade esta sociedad comunista primitiva en suforma típica. Con la disolución de estascomunidades primitivas comienza laescisión de la sociedad en clases separadasy finalmente opuestas entre sí. [Nota deEngels a la edición inglesa de 1888 y a laedición alemana de 1890.1 He intentadoseguir este proceso de disolución en Elorigen de la familia, de la propiedad privaday del Estado, segunda edición, Stuttgart,1886. [Nota de Engels a la edición inglesade 1888.]

1. (Agregado en 1888): de esta clase.

*3, En Francia se denominaban comunas a lasciudades que surgían, inclusive antes aún deque sus señores feudales y maestros logra-sen conquistar la autonomía administrativalocal y los derechos políticos en condiciónde Tercer Estado. En términos generales

hemos citado aquí a Inglaterra como paístípico del desarrollo económico de laburguesía y a Francia como país típico de suevolución política. [Nota de Engels a laedición inglesa de 1888.1 Así denominabanlos habitantes de las ciudades de Italia yFrancia a sus comunidades urbanas, luegode haber adquirido sus primeros derechosde autonomía administrativa a sus señoresfeudales o de haberles forzado a cedérselos.[Nota de Engels a la edición alemana de1890.1

2. (Agregado en 1888): (como en Italia yAlemania).

3. (Agregado en 1888): (como en Francia).

4. (En 1848): y

5 (En 1848, 1872 y1883):anteriores

6 (En 1848);la

7 (En 1848): empero.

8 (Interpolado en 1848): ya.

9 (Interpolado en 1848): hasta.

10 (En 1848): guerra de devastación.

11 Interpolado en 1848): de la civilizaciónburguesa y.

12 (En 1848 y 1872): los.

13 En,1888): carga.,

14 ( En 1848, 1872 y 1883): último15 (En 1848): y los niños.

16 (Interpolado en 1888): (Trade-Unions).

17 (Interpolado en 1888): políticos y generales.

18 (En 1888): elementos de ilustración yprogreso).

19 (interpolado (,@í 1848, 1872 y 1883): pues.

20 (Interpolado en 1848, 1872 y 1883): más.

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REFLEXION TEORICA

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Capitalismo Gris y SocialismoComplejo: Un Manifiesto

para el Milenio

Un espectro está penando al capitalismode fin de siglo, el espectro de la vejez — el mie-do y la ira levantados entre ciudadanos crecien-temente inseguros y los nuevos patrones de eco-nomía política promovidos por los fondos depensiones. El nivel de las pensiones estatales estásiendo erosionado en todas partes a medida quelos poderes de cobrar impuestos del gobiernoson estrechados y una población cada vez máscanosa requiere que los ocupados de hoy sos-tengan números siempre crecientes de jubila-dos. Estos últimos, habiendo pagados ellos mis-mos una vida entera de contribuciones e im-puestos destinados a una previsión más genero-sa, descubren que sus ingresos se reducen enun setenta u ochenta por ciento cuando jubilany que ellos son considerados una carga incon-veniente para el sistema de salud. Pero el es-pectro gris pena a la acumulación capitalistamisma no menos que a las finanzas públicasdesde que los fondos de pensiones y de segurosprivados han crecido enormemente en impor-tancia, y potencialmente ocupan un lugar es-tratégico en el nuevo panorama económico. Losbarquinazos y temores especulativos de las bol-sas son de una importancia vital para grandesnúmeros de trabajadores de la misma forma quepara la élite corporativa. las diversas manerasmediante las cuales las sociedades modernashacen provisiones para la edad avanzada ya tie-nen grandes implicancias para el patrón econó-mico y político prevaleciente.

Marx una vez escribió que, en Gran Bre-taña, el pasado pesa como una pesadilla en elcerebro de los vivos. Recientes eventos mues-

tran que es ahora el futuro el que pesa comouna pesadilla sobre el presente. En 1996 unacrisis que amenazó las pensiones llevó al co-lapso del gobierno de Berlusconi; en 1997 unacrisis similar casi destruye la administración deCentro-Izquierda de Prodi. En Francia las agita-ciones de Noviembre-Diciembre de 1995, yfogonazos posteriores, mostraron que los fran-ceses no abandonarían livianamente un siste-ma de retiros establecido por el Consejo de laresistencia a mediados d los cuarenta. El temacontribuyó a un latente malestar industrial y ala elección del gobierno de Jospin en Junio de1997. En Alemania las pensiones y seguridadsocial han producido repetidos enfrentamientosentre Kohl y los sindicatos. En Suecia la defensade las pensiones y el bienestar social inclusoproporcionaron el pretexto para un nuevo mo-vimiento terrorista, “Salvemos Nuestra Casa”,que, en Diciembre de 1996 explotó un artefac-to en un ministerio y amenazó con secuestrarministros del gabinete si el valor de los benefi-cios no se restituía. en Gran Bretaña la previ-sión de pensiones ha sido identificada como unárea de reforma profunda por el Nuevo Laboris-mo, sobre el telón de fondo de una ‘falsa venta’gigantesca de pensiones privadas.

En los EE.UU. la hábil explotación porparte de Clinton de los temores de los ‘Ciuda-danos Mayores’ contribuyó a su reelección en1995 mientras el control del fondo de pensio-nes de los empleados jugó un papel en la victo-ria de los Teamsters contra la UPS en Agosto de1997. Mientras los fondos de pensiones han sidoenvueltos en el torbellino financiero del Sudes-

Robin Blackburn

CAPITALISMO GRIS Y SOCIALISMO COMPLEJO. Robin Blackburn

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te Asiático y están siendo llamados a jugar unrol aun mayor en las economías del Cono SurLatinoamericano a medida que enfrentan losdesafíos de la globalización y la austeridad com-petitiva. En lo que sigue yo trataré de argumen-tar que la previsión de pensiones ha llegado aser tan importante debido al nuevo patrón deeconomía política tanto como debido al enve-jecimiento de las poblaciones. Yo pido una res-puesta específica de parte de las fuerzas progre-sistas en el terreno de la nueva realidad y llamoa un enfoque que junte el tema de las pensio-nes con otras preguntas, aún mayores, concer-nientes a la forma y dirección de la sociedad.Enfrentada de manera apropiada, argumento, laprevisión de pensiones puede conferir a los ciu-dadanos una nueva especie de soberanía eco-nómica desarrollada.

EL ADVENIMIENTO DEL CAPITALISMO GRIS

El mundo del capitalismo gris en el queahora vivimos es desconcertante tanto para aIzquierda como para la Derecha. Por ‘capitalis-mo gris’ yo me refiero a un nuevo complejo fi-nanciero y régimen de acumulación basado enla relevancia de los fondos de pensiones en GranBretaña y los EE.UU., un modelo que ahora estásiendo recomendado a muchas otras naciones.En un libro reciente Giovanni Arrighi ha desta-cado que los ciclos de crecimiento del capita-lismo han concluido típicamente en orgías deespeculación, a medida que la acumulación fi-nanciera desborda los límites de la produccióny la productividad. El valor de los fondos depensiones y esquemas de seguros se han multi-plicado por cuatro en términos reales desde1980. En los hechos los fondos de pensionessolos controlan ahora activos equivalentes alvalor total de las acciones de las tres mayoresbolsas del mundo. En 1994 el valor total de di-chos fondos de pensiones habían alcanzado US$10.000 millones de millones (US$billions) mun-dialmente, con aquellos del Reino Unido con-trolando activos de £650 millones de millones(£billions) en 1996. En el Reino Unido los fon-dos de pensiones poseían el 27.8 por ciento detodas las acciones, y los fondos de seguros el

21.9 por ciento de todas las acciones, en 1994,comparados con el 6.4 por ciento y 10 por cientorespectivamente en 1963. Todavía escuchamoshablar mucho de las compañías multinaciona-les pero ésta típicamente comandan menos ac-tivos, y en aspectos cruciales son dependientesde, los fondos de pensiones y fondos de segurosy sus administradores. A menudo se da el casoque un fondo de pensiones de los empleados— como el que es administrado en beneficio delos empleados de British Telecom — es mayorque el patrimonio de la entidad para la cual tra-bajan.

Los fondos de pensiones cobran particu-lar importancia en los EE.UU. y Gran Bretaña,pero son también significativos en los países delCono Sur Latinoamericano, en los Países Bajosy Japón, y adquieren creciente importancia casien todas partes. La administración de estos fon-dos está altamente concentrada; en el ReinoUnido cinco entidades administradoras de fon-dos — Merril-Lynch Mercury Asset Management,Schroder, Deusche Morgan Grenfell AssetManagement, PDFM and Gartmore — contro-lan dos tercios de todos los activos de fondosde pensiones. Los fideicomisarios de los fondosde pensiones descansan en un pequeño núme-ro de consultores para monitorear el funciona-miento de los fondos y para recomendar un mo-vimiento si ello fuera necesario. Hay pocos deestos consultores y un reciente estudio encon-tró que el 65 por ciento de las transferencias defondos fueron el resultado de sugerencias de sólocuatro consultores, entre ellos Watson Wyatt,Bacon and Woodrow, y William Mercer. Un re-ciente sondeo del Finantial Times acerca de laindustria Británica de fondos de pensiones con-cluyó que los dos grupos entremezclados de ad-ministradores de fondos y consultores ‘han pro-ducido un estilo de inversiones rígidamente con-servador en el Reino Unido que, muchos desdeafuera creen, limita las utilidades y es malo paralos pensionados.’ En este contexto ‘estilo con-servador’ quiere decir conformidad con elmodus operandi de la City de Londres y las uti-lidades limitadas de hecho han estado por de-

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bajo del promedio del rendimiento bursátil. Es-tos pobres resultados son particularmente im-pactantes en vista del hecho que los fondos depensiones se enorgullecen de su habilidad paraescoger los primores entre las más prometedo-ras inversiones del mundo; casi un tercio de losactivos de los fondos de pensiones Británicosestán invertidos en el exterior.

El nuevo complejo puede ser llamado‘gris’ no sólo porque se refiere a la previsión delos ciudadanos de más edad sino también por-que los derechos de propiedad de los dueñosde los fondos son débiles y poco claros. Esta esuna zona crepuscular en lo que concierne alproceso de acumulación y genera el así llama-do problema del agente/principal en su formaclásica. En el hecho los propietarios de los fon-dos actualmente no tienen control sobre los fon-dos a su nombre. Aquellos que sí controlan losfondos están supuestamente limitados estricta-mente por reglas y regulaciones que los obligana asegurar la mejor tasa de retorno consistentecon un portafolio balanceado. En la práctica losadministradores de fondos han adquirido noto-riedad por su ‘corto-placismo’, y por su negli-gencia de objetivos sociales más amplios o de-finiciones mas generosas de lo que constituyeel interés de los dueños de los fondos. MichelAglietta destaca que los inversionistasinstitucionales, levantados por el ahorro masi-vo, han jugado un papel preponderante en ladesestabilización y desplazamiento del régimende regulación previamente dominante: ‘El régi-men de mercado financiero ...modifica decisi-vamente las restricciones que actúan sobre laacumulación de capital transformando el ejer-cicio del control de la propiedad. El controlgerencial anterior aceptaba tratos de sueldos ysalarios basados en compartir el valor agregadode la empresa. Su objetivo era la estabilidad delargo plazo. El control institucional de la pro-piedad, de otra parte, insiste en criterios deperfomance evaluados por el mercado financie-ro. Constriñe a las empresas a maximizar su va-lor accionario inmediato utilizando la presiónpermanente de flotaciones, tomas de control y

golpes gerenciales. Este tipo de administraciónde empresas envuelve una obsesión con la re-ducción de costos de sueldos y salarios y con el‘downsizing’, sin la menor preocupación por eldesarrollo de largo plazo.’

El advenimiento del nuevo régimen finan-ciero fue promovido, él mismo, por ladesregulación patrocinada por el estado. Mien-tras ésta estaba dirigida a liberar a los propieta-rios de molestas restricciones el efecto en losahorrantes y propietarios de fondos frecuente-mente fue exponerlos a intermediarios con co-nocimiento privilegiado y especuladores, comoen los escándalos de Ahorros y Préstamos en loEE.UU. en los ochenta y principios de los no-venta. En Gran Bretaña se dio el extraordinariocaso del fraude Maxwell: el desfalco de £400millones de los fondos de pensiones de las em-presas Maxwell terminó siendo un ‘crimen sincriminales’ desde que los fideicomisarios delfondo fueron declarados inocentes de delito.Uno de los mayores fondos de Londres — DMG— está atribulado actualmente a partir del des-cubrimiento que uno de sus brillantes ejecuti-vos jóvenes, Peter Young, se había apropiadoen forma corrupta de unos £200 millones de sufondo Europeo para adquirir acciones en Solv-Ex, una compañía Norte Americana que pro-clamaba haber descubierto un método econó-mico para extraer petróleo del alquitrán. Resul-tó que Young mismo tenía intereses en Solv-Exde tal manera que se podía beneficiar de su pre-cio rápidamente creciente. Y a pesar de la mag-nitud de estos dos escándalos ellos son peque-ños al lado del descubrimiento que a fines delos ochenta y principios de los noventa vende-dores de pensiones engañaron a más de 1.5millones de empleados de manera que abando-naran buenos esquemas de retiros colectivos enfavor de pólizas personales privadas inferiores.Los culpables de contratar estos vendedores, yestimularlos en sus engaños mediante incenti-vos ligados a las ventas configuran un verdade-ro listado de los miembros de la comunidad fi-nanciera Británica. Tras una acción legal del sin-dicato de GMB, el Prudential mismo, la nave

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insignia de aquella comunidad, fue obligada acompensar unos 44.000 de sus asegurados, al-gunos de ellos miembros del GMB, en unos£25.000 cada uno por pérdidas incurridas comoresultados de los falsos beneficios ofrecidos porsus vendedores. Más de un millón de otros es-peran aún restitución, aunque muchos de ellosestarán muertos antes que ello ocurra. Los es-quemas de pensiones personales fueron casisiempre una mala adquisición debido a los al-tos costos de administración cargados a los mis-mos. Mientras dichos cargos estaban repartidosentre muchos participantes de un esquema co-lectivo podían sin embargo absorber un terciode las contribuciones en un esquema individual.Pero en Gran Bretaña de los ochenta y princi-pios de los noventa el dogma de la privatizaciónprodujo una campaña auspiciada por el gobier-no que llevó a cientos de miles de empleados adejar sus esquemas colectivos y caer en las ga-rras de vendedores cazadores de incentivos.

Se ha argumentado que los fondos depensiones no afectan la economía real porquelas grandes compañías Británica y Norte Ameri-canas financian sus programas de inversionesprincipalmente a través de utilidades retenidas.Aunque es ciertamente verdadero que el finan-ciamiento interno es la norma para las grandescorporaciones es también el caso que la bajatasa de inversiones que ha sido característicatanto de las economías Británicas como NorteAmericanas, ayudando a explicar salarios altope inferior de la tabla de la liga OECD en elcaso Británico, y dos décadas de utilidades es-tancadas en el caso Norte Americano. El régi-men financiero predominante a menudo sirvepara disuadir a las grandes corporaciones derenovar su base doméstica. Un problema carac-terístico del capitalismo bursátil Anglo-Sajón hasido a menudo el que favorece a las mayores100 compañías o, a lo más las 500 mayores, aexpensas de la gran mayoría de negocios me-dianos y pequeños, que consecuentemente en-cuentran grandes dificultades para encontrarrecursos para inversión. Las preocupaciones glo-bales y elitismo de la City de Londres hace de

ésta una característica especialmente pronun-ciada en el caso Británico. En Alemania los ban-cos han jugado un rol clave en el financiamien-to de la inversión corporativa, con los Sparkasseo banca de ahorro local, prestando a empresasdentro de cada Lander o estado. El resultado hasido la fortaleza del Mittelstand Alemán. En Ja-pón las constelaciones de keiretsu han permiti-do a las grandes corporaciones dar al financia-miento de las menores. En Gran Bretaña y losEE.UU. los inversionistas institucionales favore-cen las acciones de compañías grandes,transadas en bolsa porque las operaciones delas últimas es más conocida y más fácilmentemonitoreada que lo que es el caso con las com-pañías medianas y pequeñas. Lasobreconcentración de las decisiones de inver-sión en unas pocas manos conduce a una bru-ma de información. Los administradores de fon-dos encuentran más fácil identificar y observarlas grandes y altamente visibles montañas e ig-norar los valles cubiertos de neblina donde unamasa de medianas y pequeñas empresas se ani-dan. Unos pocos bancos y fondos cazadores deoportunidades de hecho se especializan en com-pañías pequeñas pero generalmente carecen deuna red ramificada y bien informada en las re-giones. En 1997 los fondos de pensiones Britá-nicos rindieron bajo el mercado por un margenconsiderable porque habían canalizado dema-siada inversión al exterior, conduciendo a unacreciente moda de los fondos asociados a índi-ces bursátiles que simplemente mantienen unacanasta proporcional a las acciones de las 100principales compañías. Si esta práctica se gene-raliza entonces se agravará el premio asociadoal tamaño. Debería tomarse en cuenta que lamayoría de los trabajadores no trabajan para lasgrandes empresas; en el Reino Unido un 57 porciento de los empleados trabaja en compañíasque emplean menos de cincuenta personas.

Cualquiera sean sus fortalezas y debili-dades en contextos nacionales específicos losmás serios defectos del ‘capitalismo gris’ van aencontrase a nivel global. El capitalismo ha sidosiempre no planificado y anárquico. Pero hoy

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día el ir y venir espontáneo del capital especu-lativo es una fuerza globalmente disruptiva.Debido a su adicción a los retornos elevadoslos grandes fondos invirtieron fuertemente enAsia Sudoriental, su presteza a prestar con bajaseguridad agudizando el torbellino financierode 1997. Fondos Británicos y Norte America-nos han incrementado sus tenencias de accio-nes transadas en la bolsa de París hasta el puntoque controlan paquetes significativos de la in-dustria Francesa y aumentan el peso de la bolsamisma sobre todos los sectores, con los resulta-dos destacados por Aglietta. Si bajo Thatcher,Major o Blair los gobiernos Británicos se hanacostumbrado a la desaparición del control lo-cal — la banca de inversión de la City de Lon-dres está ahora dominada por jugadores extran-jeros, dejando sólo dos entidades de cualquiertamaño de propiedad Británica, Shroder yRothschild. Pero el gobierno de Lionel Jospincomprensiblemente está preocupado que gran-des entradas de Merrill Lynch, Goldmann Sachsy otros de su laya completarán la transición ha-cia una economía de casino. En la elevación ala hegemonía mundial del modelo Anglo-Sajónel poder financiero de los grandes fondos ha sidoavalado por autoritarios pronunciamientos delBanco Mundial, cuyo informe de investigaciónde 1994 Averting the Old Age Crisis cantaba lasalabanzas de los esquemas de pensiones priva-tizados. El informe del Banco estimula que elsistema de financiar las pensiones a ‘paga amedida que avanzas’ a partir de los impuestosdebe ser crecientemente suplementado o reem-plazado por previsión de fondos de pensiones.La pensión estatal a partir de impuestos debepermanecer sólo como una malla de protecciónpara quiénes no tengan fondos de pensionespropios.

El informe del Banco Mundial sostieneque las tendencias demográficas en todas par-tes condenan a los sistemas públicos de pensio-nes a penurias crecientes a medida que el au-mento en la expectativa de vida prolonga elperíodo durante el cual el ciudadano es titularde una pensión y una tasa de natalidad decre-

ciente disminuye la disponibilidad de jóvenesproductores de riqueza. Si el nivel de pensio-nes pagado a una creciente cohorte de perso-nas mayores de 60 o 65 va a mantener el pasono sólo con la inflación sino con los ingresospromedios entonces las contribuciones tendránque reclamar una porción rápidamente crecientede los ingresos actuales. La introducción de fon-dos de pensiones ‘mandatorios’ (i.e. obligato-rios) hará más aceptables dichos niveles de con-tribución, argumentan los autores del BancoMundial, porque dichas contribuciones se su-pondrán en su beneficio directo. También pro-porcionarán fondos a los mercados de capitalesmientras los sistemas ‘paga a medida que avan-za’, teme, desalentarán el ahorro. En buenamedida el informe del Banco utiliza también unargumento igualitario. Desde que los más ricosviven más que los pobres, ellos derivarán másbeneficios de un sistema de pensión universalmientras más alto se fije. En lo que al BancoMundial concierne la única solución para esteproblema (a menudo real) es requerir que lamayor cantidad de ciudadanos posibles se afi-lie a esquemas de fondos de pensiones. La in-dustria de fondos de pensiones, habiendo sidocreada en su forma actual mediante dispendiosasconcesiones de impuestos, de esta manera seráincrementada más aún mediante contribucio-nes obligatorias de la masa de los empleados.El informe recomienda que dichos fondos per-sonales sean de carácter individual más quecolectivo — a pesar de los cargos de adminis-tración que admite son mayores — y que ellosdeben ser provistos por la industria privada depensiones — con su orientación a la venta, de-rroche competitivo y sed de ganancias. El infor-me es capaz de citar varios ejemplos de fondosde pensiones públicos donde el valor de los fon-dos ha sido absorbido por la propensión de losgobiernos a canalizar los fondos de pensionespúblicos hacia bonos públicos de bajo rendi-miento, usando en efecto dichos fondos comoun conveniente flujo de ingresos para gasto co-rriente. Pero mientras los vicios de los esque-mas de pensiones privados plantean ‘temasregulatorios’ que deben ser atendidos, aquellos

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de los esquemas de pensiones públicos debenser simplemente abandonados. El informe favo-rece lo que denomina un enfoque ‘de pilar múl-tiple’ que combina una pensión estatal básica,esquemas colectivos y fondos personales en unamezcla no diferente a la que se obtiene en loshechos hoy en día en Gran Bretaña. De otrolado urge que los sistemas públicos universales‘paga mientras avanzas’ acumulan problemaspara el futuro mientras los sistemas de fondosde pensiones públicos los crean en el presente.Advierte que si ‘fondos de pensiones centrali-zados’ hubieren de ‘invertir en activos empre-sariales, los funcionarios públicos podrían ob-tener el control de los asuntos corporativos, unapuerta trasera hacia la nacionalización’.

Donde se ha establecido ya el nuevo ré-gimen financiero del capitalismo gris emergiócomo subproducto de un compromiso entre losempleadores y los sindicatos, y de la compe-tencia entre los partidos por apoyo electoral.Dado que la industria de pensiones toda nopodría existir sin exenciones de impuestos ellaes la criatura de la legislación pública por pocoque haga para ser merecedora de sus privile-gios. Los esquemas de pensiones han sido ofre-cidos al público a veces como sustituto y alter-nativa a alzas de sueldos y salarios; desde elpunto de vista del gobierno dichas postergacio-nes ayudan a combatir la inflación de salarios.Los esquemas de pensiones así operaron parapermitir que una capa de empleados estable-ciera un derecho indirecto y mediado sobre unaporción del excedente. En países como Italia yAlemania donde los fondos de pensiones tie-nen poco desarrollo los mismos van probable-mente a crecer en el futuro porque es más fácilpara los gobiernos el favorecer estos esquemasque enfrentar derechos de pensionesdesfinanciados a partir de los impuestos gene-rales. El clima de opinión estimulado por el Ban-co Mundial, y por los intereses financieros quetienen que ganar con la privatización de los fon-dos previsionales, presionan insistentemente enesta dirección, a pesar que la amenaza a losderechos civiles encuentra una resistencia so-

cial significativa.

Los recientes eventos en Francia e Italiamuestran que se pueden montar grandes cam-pañas para defender los derechos previsionalesde grupos particulares de empleados, aún cuan-do éstos estén fijados en niveles por sobre laprevisión de pensiones general. Muchos pue-den ser persuadidos que las promesas de pen-siones, por caras que sean, deben ser manteni-das como un asunto de principios, y por respe-to a la solidaridad entre generaciones. Pero porestimulantes que sean dichas campañas hayansido a veces permanece el desafío de diseñarun sistema de previsión de retiro adecuado y delargo plazo para todos, con garantías que elnúmero creciente de pensionados no será deja-do atrás de los avances de la prosperidad. Laerosión generalizada de la previsión de pensio-nes pública estimula al ciudadano a recurrir aesquemas privados, primero como un suplemen-to y luego como una alternativa.

La industria de fondos de pensiones mis-ma está atrapada en una competencia globalrecientemente intensificada entre imperios finan-cieros y bancarios rivales, marcada por una fie-bre de fusiones entre casas Europeas y NorteAmericanas. La lógica comercial tras la crea-ción de bancos de inversión cada vez más gran-des está bastante alejada de cualquierracionalidad económica sustantiva. Lo que haceposible es la formación de redes internaciona-les de vendedores — luego, que duda cabe, aser acompañados de crecientes números de ven-dedoras — cada uno el portador de una marcafinanciera internacionalmente reconocida —Merrill Lynch/MAM, Goldmann Sachs, J.P.Morgan, the Swiss Bank Corporation/UnionBank of Switzerland, Deutsche Morgan Grenfell,Fidelity y así sucesivamente. Así, luego de laadquisición por parte de Merrill Lynch se argu-mentó que Mercury Asset Management se be-neficiaría ahora de su posibilidad de utilizar unafuerza de ventas de 100.000 personas en losEE.UU.. Y en Noviembre del año pasado MerrillLynch anunció que estaba contratando a 2.500vendedores previamente empleados por la casa

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Japonesa en falencia Yamaichi Securities. Losnuevos super-bancos pueden asimismo dispo-ner de nuevos y costosos sistemas de informa-ción — Fidelity gasta US$500 millones al añoen SI — que le permiten procesar movimientosglobales de mercados y ubicar nuevas apertu-ras rentables. Tales sistemas les permiten perse-guir oportunidades y discrepancias, en todos losmercados globales, haciéndoles posible perió-dicamente lograr ciertos beneficios, como es elcaso con el así llamado ‘arbitraje de índices’ ocompraventa de canasta que aprovecha la dife-rencia entre precios en el mercado del día y defuturos comprando y vendiendo todas las ac-ciones registradas, una operación financiera querequiere de recursos gigantescos. Y mientras lasconcentraciones de poder computacional y fi-nanciero juegan un rol importante todavía tie-nen que ser puestos en marcha por ejecutivos‘estrellas’ con remuneraciones extravagantes querecorren el globo a la caza de la ganancia espe-culativa. La oportunidad de manejar fondos depensiones, o de atraer esquemas privados deretiro con subsidios de impuestos, es central paraestas nuevas oleadas de rivalidad financiera. Talrégimen tiene sólo la más ocasional de las rela-ciones con los complejos regionales y localesde actividad productiva y cultural que pudieraformar la base de un desarrollo sustentable. Losrecursos supuestamente invertidos para el biende los propietarios de los fondos sonsuccionados hacia escenarios bastante remotosde ellos.

En lo que concierne a la masa de propie-tarios de fondos el resultado es una nueva di-mensión de alienación económica. Marx escri-bió acerca del proceso mediante el cual los tra-bajadores se encontraban que los frutos de supropio trabajo se transformaban en una fuerzavuelta en contra de ellos. En una nueva capa dealienación los trabajadores ahora frecuentemen-te encuentran que sus propios ahorros están sien-do utilizados en especulaciones hostiles a la vidade sus propias comunidades. En los ochenta losfideicomisarios del British Miners Fund recha-zaron exitosamente intentos de hacerlos

reportables a los propietarios de los fondos; enor-mes sumas fueron invertidas por el Fondo enbienes raíces metropolitanos al mismo tiempoque los yacimientos de carbón eran apagadospor la decadencia. En años recientes ha habidoindignación en Gran Bretaña por los escanda-losos salarios y opciones de acciones que losdirectorios de las empresas recientemente pri-vatizadas han votado otorgarse a si mismos.Cuando se han hecho intentos en las AsambleasAnuales de Accionistas para protestar contra los‘peces gordos’ remunerándose a si mismos enesta forma los Fondos de Pensiones, cuyos ad-ministradores son aún mejor pagados, han in-tervenido ágilmente para respaldar las decisio-nes de los Directorios. En los EE.UU. los fondosde pensiones típicamente tienen grandes parti-cipaciones en compañías cuyas agresivas polí-ticas de reestructuraciones han ayudado a man-tener bajos los salarios.

El TUC ha atacado la fragilidad y com-plejidad de la legislación de fondos de pensio-nes existente. La Pensions Act de 1995, que aca-ba de entrar en vigencia, tiene, junto a la legis-lación previa que incorpora, no menos de unmillón de palabras — dos veces la extensión dela Biblia. Aún los especialistas legales y conta-bles consideran esta espesura sencillamenteabrumadora; y pocos creen que la multiplica-ción de cláusulas legales realmente está redu-ciendo el robo y ratereo. A pesar de su volumenla nueva Act fracasó en despejar algunas cues-tiones elementales — así todavía fracasa en asig-nar claramente la propiedad al excedente que amenudo se acumula en los así llamados fondosde pensiones de ‘último salario’ (o beneficiodefinido) en períodos de crecimiento. Aquellosque contribuyen a un fondo de pensiones tipo‘último salario’ tienen garantizada una propor-ción específica de su salario como pensión encontraste con los así denominados esquemas de‘compra en dinero’ (o de contribución definida)en los cuales la pensión recibida corresponderáautomáticamente a la anualidad que pueda sercomprada al momento del retiro por la sumaque se ha acumulado en el fondo. En tiempos

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de precios de acciones crecientes un excedentepuede aparecer fácilmente en los fondos tipo‘último salario’, en el sentido que el fondo crea-do por las cotizaciones sea excesivo en rela-ción a la obligación en pensión que el mismodebe enfrentar. Mientras la mayoría de los nue-vos esquemas de pensiones en Gran Bretañaestán definidos ahora sobre una base tipo ‘com-pra en dinero’ todavía mas o menos la mitad delos esquemas de empresa están orientados al‘último salario’ creando la posibilidad de quese forme un fondo en exceso. Al momento deeste escrito la compañías Británicas todavía es-tán autorizadas para hacer retiros sobre el ‘ex-ceso’ del fondo de pensiones de sus emplea-dos, con un fallo legal reciente reforzando elpoder de los Directorios para disponer de‘aproximadamente £60 mil millones (£billions)en fondos en exceso de esquemas de pensionesde compañías Británicas’. Esta situación ha pro-vocado que grupos de acción de pensionadospresenten querellas rivales. Los ex empleadosdel Trustee Savings Bank, una de las primerasmutuales en ser privatizadas, ha sido testigos dela apropiación de su fondo de pensiones por laadministración del Lloyds-TSB a pesar que suesquemas de ‘último salario’ los dejó obtenien-do pensiones penosamente inadecuadas de unenorme fondo conformado sobre la base de suscotizaciones pasadas. En otro caso el exceso enel fondo de pensiones de la ex National BusCompany simplemente fue apropiado por elgobierno cuando los servicios de la compañíafueron privatizados. Gracias solamente a los es-fuerzos aislados de Frank Wheeler, un sindica-lista solitario opuesto aún por su propio sindi-cato (TGWU), el Ombudsman de Pensioneseventualmente decidió que el excedente de£200 millones debía, en una construcción es-tricta del acto original de fideicomiso, ser paga-da al Bus Employee’s Superannuation Trust(BEST). Más de doce años después del robo ofi-cial del dinero de los autobuseros su restitucióntodavía espera el resultado de un juicio en elcual un brazo del estado, el Official Solicitor, sequerella contra otro, el Department of Transport.

Mientras los esquemas de ‘compra endinero’ no conducen a los mismos problemasque los esquemas de ‘último salario’ están acu-ciados por otras desventajas y peligros. Aque-llos cuyos retiros coinciden con un mercadofuertemente deprimido encontrarán que el ‘di-nero’ acumulado en su bolsa de ahorros com-prará solamente una modesta anualidad. La au-sencia de control de los propietarios de fondosha reducido la urgencia percibida de mitigar esteproblema mediante procedimientos de seguroso mediante el adelanto o retraso del momentode la compra de la anualidad. Otro problemaes que los esquemas de ‘compra en dinero’ tien-den a incorporar altos cargos individuales al pro-pietario del fondo lo cual tiene un impacto re-gresivo dado que los cargos representan un pesoproporcional mayor sobre las pensiones meno-res que sobre las más grandes. En general todoslos esquemas de pensiones ‘personales’ en con-traste con los ‘colectivos’ o ‘de grupo’ tieneneste defecto; a niveles relativamente modestosde cotizaciones el costo de administrarlos sacaun fuerte mordisco de los beneficios esperados.

De hecho los fondos de pensiones Britá-nicos a menudo enfrentan el problema que losFideicomisarios están mucho más cercanos a losempleadores que a los propietarios de los fon-dos. Los directorios usualmente representan di-rectamente representados en el fondo de pen-siones de su compañía y en cualquier caso es-tán en una buena posición para manipular loscriterios y la información sobre la base de loscuales los Fideicomisarios tienen que tomardecisiones. Los Fideicomisarios, aún si son nom-brados por un sindicato, están restringidos porfórmulas legales altamente restrictivas que in-terpretan los intereses de los propietarios de fon-dos en forma estrecha. El remedio más obviopara el tipo de abusos puesto de relieve por elcaso Maxwell pueden ser reforzar la represen-tación de los beneficiarios y establecer a losFideicomisarios el deber de proteger los intere-ses de largo plazo de los empleados pasados,presentes y futuros y de las comunidades don-de habitan. Pero esto contradice el espíritu todo

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de la ley de fideicomiso que está basada en su-poner que los beneficiarios están incapacitadospara reconocer sus propios intereses y que cons-truye dichos intereses en los términos más es-trechos e inmediatos. Una revisión de la ley deFideicomisos podría remover el supuesto de laincompetencia de los beneficiarios y estimularuna definición de largo plazo, colectiva e inter-nacional del interés del beneficiario. Obviamen-te un número de soluciones diferentes son posi-bles acá que probablemente representarían di-ferentes ventajas y desventajas. Sin embargo esdifícil pensar que directorios de fideicomisosmás representativos de los beneficiarios pasa-dos y presentes no serían más sensibles a unaconstrucción más amplia y de largo plazo delinterés del beneficiario que la que ahora preva-lece. Otros temas que no están reflejados ade-cuadamente en la legislación existente incluyenlos derechos de las esposas a la muerte de unbeneficiario y la ausencia de reglas adecuadasque regulen la colocación de los fondos en losmercados financieros. El primer defecto deja amuchas viudas con pensiones penosamente in-adecuadas mientras el segundo hace más omenos inevitables futuros escándalos y shocksa medida que se descubra que los administra-dores de los fondos están apostando con el di-nero de los beneficiarios en orden a elevar supropio prestigio o sus propios bonos. Bajo elrégimen actual del capitalismo gris los adminis-tradores de fondos a menudo no se contentancon simplemente mantener un activo en su fon-do — en una operación denominada‘securitización de activos’ ellos también lo pres-tan como un seguro de manera de obtener re-sultados extra.

El impulso inicial hacia una especie decapitalismo embozado de empleados emergiócomo un subproducto del conflicto social y po-lítico mas que como un programa consideradode reforma social — a pesar que Peter Druckerha venido escribiendo sobre éste por casi dosdécadas. No corresponde solamente a los idea-les socialistas o socialdemócratas de bienestaruniversal y propiedad pública, ni tampoco en-

vuelve autogestión y control obrero. La lógicade los esquemas no es igualitaria. Mientras hayuna mayor dispersión de mínimos derechos depropiedad los beneficios llegan a los emplea-dos en formas altamente no equitativas — yaquellos fuera de los esquemas son dejados conprevisión pública crecientemente inadecuada.En Gran Bretaña Jack Jones, el ex líder sindicalque dirige una organización de pensionados, yBarbara Castle, la ex ministro Laborista respon-sable de introducir las pensiones relacionadascon las remuneraciones (earnings relatedpensions, SERPS) en los setenta, han hecho cam-paña, ambos, por un alza en el valor de las pen-siones públicas, con Castle exigiendo que laspensiones sean indexadas con las remuneracio-nes promedio y no los precios. Sin embargoCastle y Jones no se han opuesto a los esque-mas privados de fondos de pensiones como ad-juntos discrecionales al sistema estatal. El vete-rano experto en pensiones Laborista Tony Lynesha diseñado un mecanismo para restituir el sis-tema SERPS pero lo hace en parte permitiendola creación de un fondo de pensiones público.Los dirigentes de los sindicatos a menudo exi-gen pensiones estatales más generosas pero enel intertanto están obligados a explorar otras for-mas de aumentar el ingreso de retiro de susmiembros. A menudo esto implica mejorar lastenencias de sus miembros en esquemas de fon-dos de pensiones. Necesariamente apoyan ungrado de subsidio público a los esquemas defondos, incluyendo aquellos que invierten en elsector corporativo. Mientras algunos fondos hansido establecidos especialmente para cuidar delos sindicalistas — por ejemplo el Coop Bank— es muy raro que se haga algún intento deutilizar las cotizaciones de los empleados parainfluenciar el comportamiento o políticas de lasinstituciones que las reciben. Los gobiernos hansido asimismo pasivos, otorgando concesionesa la previsión del sector privado sin demandarnada a cambio.

El nuevo híbrido financiero es desconcer-tante para la Izquierda porque sumerge a unacreciente proporción de la población trabaja-

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dora en instituciones capitalistas; en Gran Bre-taña el 48 por ciento de todos los empleados,incluyendo muchos sectores de trabajadoresorganizados, están cubiertos por esquemas defondos de pensiones. Los sindicatos muy ade-cuadamente prefieren pensiones ocupacionalescolectivas por sobre pensiones personalesindividualizadas — mientras existan provisio-nes que permitan a los beneficiarios retener susderechos cuando se cambian de un trabajo aotro. Pero los sindicalistas que defienden esque-mas de fondos de cualquier tipo están a estepunto sin alternativa. Quiéranlo o no implica-dos en formas de propiedad capitalistas. Mien-tras aquellos excluidos de estos esquemas songeneralmente los de mejor pasar exigir su parti-cipación puede simplemente exponerlos mástodavía a las incertidumbres del mercado. Deotro lado el nuevo régimen no es particularmen-te congruente con las esperanzas de la Derechalibremercadista. Hayek y la escuela Austríacaafamadamente insistían que las decisiones eco-nómicas debían estar en manos de empresariospropietarios, gente que sufrieran ellos mismoslas consecuencias si eran irresponsables o estú-pidos. Los administradores de fondos son res-ponsables de una manera mucho menos tangi-ble; y colectivamente no enfrentan ninguna san-ción por el mas rendimiento. Un aspecto inte-resante de a manera en que funcionan los fon-dos es que grandes sumas tienen que ser inver-tidas, manteniendo una continua presión ascen-dente sobre el mercado. Desde luego los admi-nistradores de fondos pueden mantener efecti-vo o invertir en bonos del gobierno o bienesraíces, pero hay límites a la flexibilidad de estasalternativas. A diferencia de individuos ricos ofamilias los fondos tienen cantidades fijas parainvertir no pueden decidir consumir en cambio.

Aquellos que no gustan o desconfían delcapitalismo de fondos de pensiones deben re-conocer el hecho que éste es ya enormementeimportante y en disposición de serlo aun más.Afirmar que los esquemas de fondos son intrín-secamente reaccionarios y por lo tanto debe-rían ser desmantelados es escasamente posible

— si por esto se quiere decir cerrar los esque-mas y devolver su dinero a los beneficiarios. Ellosería simplemente la receta para el pánico fi-nanciero y el colapso. De todas las formas deexpropiación esta sería aquella calculada parahacer enemigos más que ganar amigos. Escasa-mente sería apoyada por aquellos que poseenque poseen derechos de pensiones mientras quepor si misma no haría nada a favor de los ex-cluidos. El capitalismo gris es una nueva espe-cie de capitalismo financiero; en contraste conel antiguo concentra la riqueza de un segmentode los empleados así como de la clase capitalis-ta (que en si misma no ha desaparecido auncuando su peso relativo ha disminuido de algu-na manera). Los administradores financieros hanobtenido un poder extra en relación a la élitecorporativa, a pesar que existen, por cierto,muchos nexos entre ambas.

LAS PROPUESTAS DE ‘PENSIONES DEPARTICIPANTES (STAKEHOLDERS)’ DEL

NUEVO LABORISMO

Las propuestas para una economía de‘participantes’ levantada por un número de au-tores presenta temas muy pertinentes al capita-lismo gris. Para algunos la economía de propie-tarios es un poquito más que una nueva filoso-fía de administración o ethos corporativo queproclama tener más en cuenta los intereses dela fuerza de trabajo, de los consumidores y dela comunidad. Robin Cook, que aún tiene res-ponsabilidades por la coordinación de políticas,ha escrito que una previsión pública debidamen-te financiada pudiera ser crucial para una eco-nomía de propietarios. Pero son las propuestasde Frank Field, un Ministro de seguridad socialen el gobierno del Nuevo Laborismo, las másespecíficas e institucionales si bien en últimotérmino igualmente ambivalentes. Field es par-tidario resuelto de esquemas laborales yfamilismo convencional. Ha hecho especial-mente de la previsión de pensiones un área desu especialidad. Haciéndose eco de un tema delBanco Mundial Frank Field argumenta que con-tribuir a un esquemas de fondos de pensioneses un albur menor que confiar en que la con-

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ciencia de futuros políticos y contribuyentesmantendrán el valor de las pensiones. Desde queel propio partido de Field prometió restaurar elvalor de las pensiones estatales tan recientemen-te como en 1992 hay algo desconcertantementeautocumplido en su insistencia que no se pue-de confiar en los políticos. Sin embargo sus ideasmerecen ser consideradas con detenimiento.Demás de presentar el caso acostumbrado delos esquemas de fondos de pensiones Field aveces permite que una lógica radical se aparez-ca en sus planes lo que ya ha causado alarmaentre algunos de sus colegas. Los arreglos defondos de pensiones de Field visualizan un rolmuy incrementado a los cuerpos públicos yapuntan a cubrir a toda la población. El exige elestablecimiento de un plan universal basado enfondos de pensiones, administrado por un Di-rectorio de Pensiones público, al cual todos losempleados y empleadores estarían obligados acontribuir, con las cotizaciones de los ciudada-nos pobres a ser efectuadas por el tesoro públi-co. En un panfleto firmado conjuntamente consu entonces investigador Matthew Owen, Fieldexige que la previsión universal era la esenciade su concepción y que consecuentemente elgobierno debería estar preparado para interve-nir haciendo las cotizaciones de aquellos queestuviesen desempleados. Field proponía que elestado pagara las cotizaciones de los cuidadoresa tiempo completo de inválidos y niños meno-res de cuatro años a una razón de 6% de lasremuneraciones promedio; este porcentaje re-flejaría el 6% de las remuneraciones pagadas alesquema por los empleadores en beneficio desus empleados. Los padres que no trabajaran deniños entres cuatro y doce años recibirían unacontribución igual al 3% de las remuneracio-nes promedio. Field y Owen agregaban: ‘Paralos desempleados, la previsión de pensionesdeberá asegurar que sus jubilaciones no seanafectadas porque el gobierno los ha utilizadocomo un arma para combatir la inflación Estosignifica que se deben hacer cotizaciones en sufavor del mismo nivel que disfrutaban cuandoestaban empleados.’ En Noviembre de 1997 laDSS evacuó un documento de consulta que re-

flejaba estas ideas en sus propuestas para una‘pensión de participantes’ basada en cotizacio-nes para los trabajadores de bajos ingresos, yuna ‘pensión de ciudadanos’ para los cuidadoresde niños y ancianos. Sin embargo no se entre-gaban cifras detalladas acerca de las tasas decotización y el alcance del subsidio guberna-mental, así como tampoco era claro si estos es-quemas iban a ser voluntarios u obligatorios.

Field ha exigido que el mérito de las pen-siones universales basadas en fondos de pen-siones sea el que los mismos permitan a todosevitar ser dejados atrás por una previsión estataldébilmente indexada. Argumenta que aún to-mando en cuenta derrumbes bursátiles como elde 1987 el dinero invertido en esquemas de fon-dos de pensiones ha tenido una tendencia a cre-cer más rápidamente que los precios. Y desdeel momento que el esquemas de Field requeri-ría mayores contribuciones de parte de los tra-bajadores de remuneraciones más altas sería másprogresivo que las cotizaciones a la SeguridadNacional que reemplazaría. En 1980 MargaretThatcher reemplazó la indexación de las pen-siones estatales a las remuneraciones por unaindexación al más lentamente creciente nivelde precios. La pensión estatal básica Británicaes en consecuencia hoy una de las más bajasen la Unión Europea y pronto será inferior a unquinto de las remuneraciones promedio. DEhecho unos tres millones de pensionados Britá-nicos son tan pobres que pueden reclamar unbeneficio suplementario por este concepto; delos £42 mil millones (£billions) percibidos anual-mente por los pensionados un cuarto es perci-bido como ‘suplemento de ingresos’ y no comojubilaciones. Muchos reciben también un be-neficio de incapacidad que (de momento) noestá sujeto a un test de ingresos (a pesar que elNuevo Laborismo ha indicado su intención decambiar esto). Field argumenta que la promesadel Laborismo en 1982 de restituir la relaciónde las pensiones a las remuneraciones signifi-caría poco o nada a los jubilados que reciben elsuplemento de ingresos dado que el aumentoen sus pensiones sería equivalente a la pérdida

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de dicho beneficio. De otro lado aquellos quepudieran ganar serían los jubilados que estánmejor y que no tienen derecho al suplemento.Este argumento apuntaba a un problema realpero ignoraba el hecho que alrededor de unmillón de pensionados que tienen derecho alsuplemento de ingresos no lo reclamaban seapor ignorancia o porque objetaban el test deingresos. Y, por supuesto, los jubilados que sebeneficiarían de la indexación son merecedoresdel dinero en razón de sus cotizaciones pasa-das; muchos no están tan bien de todas formasy tendrían que pagar impuestos sobre el extra silo hubiera.

Field ha dejado entrever diversas varian-tes de sus ideas. A veces dice que la industriade servicios financieros debería dar la bienve-nida a sus propuestas puesto que le traerían unflujo de nuevos negocios. Pero ocasionalmentesugiere que no estaría bien permitir que su pro-puesto Directorio de Pensiones o de SeguridadSocial simplemente sea agregado a las institu-ciones existentes de lo que yo he denominadoel ‘capitalismo gris’. En el panfleto Fabiano co-escrito con su investigador Matthew Owen en1994 — cuando el era todavía un francotiradoraislado — Field implicaba que las ‘enormes su-mas’ que llegarían a su propuesto Esquema Na-cional de Ahorros deberían ser invertidas tenien-do en mente los intereses nacionales. Pero por-que Field gusta de explotar la desconfianza enlos políticos y el estado el hace esta propuestaen una forma subrepticia. ‘Las decisiones acer-ca de la inversión tendrán que ser independien-tes de la interferencia de la política de día a día.Presumiblemente los Fideicomisarios tendránque tomar en cuenta las necesidades de largoplazo de las economías Británica y Europea yen este sentido actuarán claramente tanto eco-nómica como políticamente.’ Esta frase‘presumiblemente’ es un poco extraña acá, es-pecialmente si se considera que se trataba deun legislador discutiendo legislación. Si quere-mos fomentar la inversión doméstica o socialhay diversas maneras de lograr este resultado,sea fomentando dicha inversión mediante re-

ducciones selectivas de impuestos orequiriéndolo mediante obligaciones legalesestablecidas para los Fideicomisarios. Aún la le-gislación actual especifica proporciones del fon-do que deben estar en bonos del gobierno o ins-trumentos financieros del Reino Unido, aunquesea en límites amplios. Dicha legislación podríaestrechar dichos límites y también especificarque las compañías que deseen vender sus ac-ciones al Fondo Nacional de Pensiones debensometerse a una auditoría social y ecológica desus actividades. La ‘industria’ de fondos de pen-siones en su conjunto sólo existe gracias a lalegislación gubernamental y las exenciones deimpuestos que ella ofrece. Sería fácil retenertodos los privilegios de impuestos de aquellosfondos que no cumpliesen con los criterios es-pecificados de responsabilidad social.

El gobierno de Blair, insuflado como estácon los hombres de negocios, no será persuadi-do con facilidad de cargarlos con tales obliga-ciones y rogará el apoyo de la City. De otro ladola desconfianza originada en el escándalo de la‘sobre-venta’ significa que simplemente entre-gar los ahorros de la gente a las institucionesexistentes generará descontento público. Fon-dos públicamente organizados y garantizadosestán ahora en una mejor posición para generarconfianza que una multiplicación de los pro-ductos ofrecidos por la industria financiera. Fieldmismo declara que los fondos de pensiones de-ben ser de propiedad y operados por los sindi-catos, sociedades de amistad y afinidad, todossometidos a regulación y auditoría pública. Di-chos cuerpos pudieran, ciertamente, simplemen-te ser estimulados a poner sus fondos a disposi-ción de los administradores existentes. Pero elcaso para una mayor regulación de dichos cuer-pos mismos nunca ha sido más fuerte. Field notiene habilidades políticas ni una base seguraen el Partido Laborista Parlamentario; las impli-caciones radicales de las ideas que ha hechocircular sólo podrán emerger si son tomadas ytrabajadas de nuevo por fuerzas considerablesen el movimiento laboral.

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Un enfoque más radical requeriría inno-vaciones institucionales adicionales dirigidas alograr un patrón más igualitario y participativode relaciones sociales. El núcleo de dicho enfo-que podría ser la construcción de un esquemauniversal de pensiones basado en fondos encar-gado a una variedad de cuerpos de propiedadmutual y regulados públicamente. Será apropia-do introducir un nuevo estatuto para los fondosde pensiones, haciéndolos mas responsablesante los beneficiarios y a los cuerpos que tienenlos intereses de los beneficiarios como raisond’etre, incluyendo los sindicatos. Aseguraría quelas cotizaciones estatales en beneficio de aque-llos que no estén en condiciones de financiarlas propias sean fijadas a un nivel decente. Sepreocuparía de obligar a los administradores defondos a observar estándares mucho más altosde ética y responsabilidad social al hacer susdecisiones de inversión que los que se dan hoyen día. Aquellos fondos que, por cualquier mo-tivo, no deseen conformarse a tales criteriosperderían su derecho a cotizaciones y benefi-cios con privilegios de impuestos. Los gobier-nos y cuerpos tales como la Comunidad Euro-pea tienen una gran perspectiva para regular losfondos de pensiones y ya en los hechos deter-minan importantes aspectos de su práctica deinversiones. Y mientras los grandes privilegiosde impuestos de los fondos, como he argumen-tado, proporcionan a los gobiernos una palan-ca para influirlos, o de hecho a obligarlos, aadoptar diferentes prácticas, aún pequeños cam-bios en las reglas que gobiernan el tipo de acti-vos en los cuales pueden invertir puede tenerun gran impacto en los flujos de capital. JohnPlender del Finantial Times ha diseccionado losfracasos de los administradores de fondos Britá-nicos y promovido el caso para una reforma de‘participantes’ que requeriría de ellos tomar unavisión más amplia de su rol y de los intereses delos beneficiarios y de la comunidad. El llama laatención que los fondos Británicos adoptan lapolítica pasiva de apoyar a las administracio-nes existentes. Si están descontentos simplemen-te abandonan el barco en vez de ofrecer unadirectriz positiva.

Mientras el Banco de Inglaterra ha sidoresponsable de regular a la banca, las otras ins-tituciones claves de la City han estado hastaahora siempre sujetas a regulación por una se-rie de cuerpos establecidos por las diferentesramas de la industria financiera misma — el PIA(Personal Investment Authority), IMRO (theInvestment Management Regulation Authority)y SFA (Securities and Futures Authority), tras lascuales ha estado el Security and InvestmentBoard (SIB). Gordon Brown ahora propone unreemplazo muy retrasado del principio deautorregulación por el establecimiento de unnuevo cuerpo regulador público, un remozadoSecurities and Investment Board (SIB), con unstaff inicial de 2,000 empleados y la responsa-bilidad de regular a los bancos y todas las ra-mas de la industria de servicios financieros. Pro-funda como esta medida promete ser, está esen-cialmente dirigida a garantizar la integridad delas instituciones financieras, a prevenir futurosescándalos bancarios y ‘sobreventa’ de servicios.Mientras algunos en la City la han tratado comouna novedad revolucionaria el rol propuestopara la SIB probablemente se parecerá a la USSecurities and Exchange Commission. Lo queno se ha tomado en cuenta en absoluto es que aSIB pueda establecer lineamientos que permi-tan y estimulen a los fondos a perseguir priori-dades claramente sociales y éticas. Tampoco estápropuesto que se ofrezcan incentivos para ca-nalizar fondos a los directorios de desarrollo re-gional de John Prescott. Sin embargo no hayningún motivo por el cual el nuevo aparato deregulación financiera no pueda ser adecuado,con las modificaciones apropiadas, para dichospropósitos.

Lo que realmente se necesita es, en loshechos, una especie de regulación que vaya másallá del objetivo mínimo de perseguir ladrones,o sancionar administradores descuidados, o so-meter a fiscalización pública a instituciones quedelinquen, y que en los hechos sirva para pro-mover un desarrollo socialmente deseable y sus-tentable. Mientras que probablemente se requie-ran nuevas instituciones para llevar esto a la

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práctica — probablemente modeladas siguien-do los lineamientos del Coop Bank — tambiénse requieren medidas fiscales y reguladoras quelas apoyen respaldadas por el Tesoro, la nuevaSIB y cualquier Dirección de Pensiones y Segu-ridad Social. Nuevos incentivos y rebajas de im-puestos pueden ser diseñados para premiar alos fondos que sean socialmente conscientes.Existen también buenas razones para reempla-zar la administración privada de los fondos porcuerpos responsables, de propiedad pública omutual. La administración privada de los fon-dos de pensiones simplemente agrega un costoadicional a la administración de los fondos enla forma de la utilidad empresarial. Antes de con-siderar más implicancias de la propiedad públi-ca o mutual de los fondos de pensiones puedeser de ayuda el considerar algunos modelos yexperimentos famosos.

LA EXPERIENCIA INTERNACIONAL

Las propuestas de ‘fondos de los asala-riados’ hechas por Rudolf Meidner en Suecia afines de los setenta y principios de los ochentarepresentaba un interesante intento de aprove-char la lógica del capitalismo gris. Avanzó lapropuesta que las grandes compañías podían serobligadas a emitir acciones a cuerpos de pro-piedad pública representativos de los asalaria-dos de cada región. Los ‘Fondos de los Asala-riados’ podían, se esperaba, asegurar que losfrutos del avance económico iban a ser com-partidos por el público en general; a pesar quelas utilidades de estos fondos ayudarían a finan-ciar la previsión de pensiones este no era suúnico objetivo. Sin embargo la propuesta de‘fondos de los asalariados’ en su robusta formaoriginal fue derrotada. Los entonces partidos deoposición o ‘partidos burgueses’ (como se lesconoce en Suecia), fueron capaces de explotardemagógicamente ciertas debilidades del esque-mas original; entre éstas estaba la decisión dehacer de los dirigentes sindicales los principa-les representantes populares en los directoriosde inversión regionales, apareciendo así comoconcentrando el poder en sus manos y dejandosin representación a aquellos que no tenían em-

pleo o pertenecían a un sindicato. La oposiciónburguesa también implicaba que los derechosprevisionales y de beneficencia estarían másseguros si se les dejaba bajo responsabilidadcompleta del estado — confiándolos a fondosfluctuantes sería un riesgo innecesario. Irónica-mente el esquema Meidner, si fueraimplementado en forma apropiada, habría dehecho provisto un elemento de protección alsistema de bienestar Sueco, puesto que habríaprevenido que los bancos Suecos y multinacio-nales sabotearan el sistema de bienestar Suecoretirando su participación en instalaciones do-mésticas y dedicándose a inversiones en el ex-tranjero. Dentro de dos o tres décadas un es-quema Meidner completo habría transformadoa los ‘fondos de los asalariados’ en los amos dela economía lo que es el motivo por el cual losintereses burgueses se movilizaron tan enérgi-camente en su contra. En cambio una verdade-ra hemorragia de capital tuvo lugar debilitandola base productiva, creando desempleo masivopor la primera vez en más de un siglo, y expo-niendo la ‘casa Sueca’ a ejercicios de dumpingsocial.

En Singapur el Central Provident Fund,de propiedad y administración estatal, proveeun mecanismo mediante el cual cada ciudada-no está obligado a provisionar para enfermeda-des y edad avanzada; sus fondos individualespueden utilizarse para financiar la adquisiciónde una vivienda o la calificación educacional.Dicho sistema estimula la participación y res-ponsabilidad individual, mientras permite flexi-bilidad. Si pudiera promover igualitarismo de-pende de la política general del gobierno, quesiempre puede proveer correctivos y controles.Los empleados y empleadores están ambos obli-gados a hacer cotizaciones al esquema públi-camente administrado, a pesar que el principiode obligatoriedad no es tan diferente de aquelque se da en sistemas impositivos que no estándestinados a ser voluntarios. El CPF invierte un90% de su dinero en bonos públicos, aunque elgobierno ha utilizado estos bonos para efectuarsus propias inversiones patrimoniales. Comen-

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taristas a menudo desechan el sistema de Sin-gapur como si las características autoritarias delgobierno de la isla descalificaran su considera-ción. Sin embargo el esquema fue establecidooriginalmente en los 50 bajo condiciones polí-ticas muy diferentes, en momentos que habíauna fuerte competencia política entre los prin-cipales partidos y una presión significativa dela insurgencia Comunista. El CPF surgió comoun compromiso entre el estado colonial y suoposición nacionalista y socialdemócrata. ElFondo de Previsión de Singapur, bajo controlpúblico, con su cobertura universal puede sercomparado con el esquema Chileno de pensio-nes (AFPs), de propiedad y administración pri-vada, que ha incrementado el poder de los ban-cos (incluyendo bancos extranjeros) mientras hafallado en cuanto a confrontar la pobreza y des-igualdad. En el sistema públicamente adminis-trado de Singapur los costos administrativosanuales han sido del orden del 0.2% de los fon-dos en el esquema; la administración de los fon-dos Chilenos cuesta alrededor de un 2% de losfondos en el esquema.1 La tasa de retorno de lascontribuciones en el sistema de Singapur hanpromediado el 3-4 por ciento; hacia fines de losochenta y principios de los noventa las AFP Chi-lenas registraron una tasa de retorno de 7.5-10-5 por ciento pero los tres últimos años la tasa deretorno ha caído a sólo 1%.2 Las AFP Chilenassólo tienen un 62% de cobertura respecto de lafuerza de trabajo, comparada con casi un 100por ciento para Singapur. En algunos casos losempleadores Chilenos han hecho deduccionesde los salarios sin pagarlas en los fondos de susempleados como debieran. 3 También han sur-gido problemas con los trabajadores desemplea-dos, que no han sido capaces de mantener suscotizaciones.4 Sin embargo, a pesar de sus de-bilidades y su establecimiento relativamentereciente (pocas pensiones han sido pagadasaún), el caso Chileno si sugiere que los fondosde pensiones pueden ser un instrumento paraorientar inversiones; para empezar estaban pro-hibidos de invertir fuera del país y aún hoy sólo10 por ciento5 de los activos pueden ser mante-nidos en el exterior. Algunos grupos profesiona-

les han formado sus propias AFPs de propiedadde trabajadores, aún cuando hasta ahora sustenencias comprenden sólo el 2% de los US$25 mil millones (US$ billions) 6 mantenidos porlos fondos chilenos.

Escuchamos mucho acerca de las restric-ciones casi absolutas de la globalización en es-tos días. Se nos dice que los gobiernos ya noson capaces de perseguir sus propias políticassociales y económicas si estas no son del agra-do de la comunidad financiera internacional.La tesis es adelantada a menudo en una formaunilateral y exagerada pero sin embargo contie-ne un fuerte elemento de verdad doquiera elpatrón de una economía la deja vulnerable a lafuga de capital y la especulación. Elempulgamiento de varios de los tigres asiáticosen 1997 ofrece ejemplos impactantes del pro-blema. Pero hasta el punto en que son capacesde movilizar los ahorros domésticos, como hahecho Singapur, y evitar o reducir la exposicióna los préstamos en dólares como Taiwan ha he-cho, ellos han sido capaces de sobrevivir la tor-menta especulativa en una forma notablementebuena. Aún en China, que está ahora en algunamedida expuesta, el impacto de la especulaciónsobre la economía real ha sido reducido por-que los préstamos retirados por las empresasestatales están denominados en yuanes y no endólares, las dinámicas industrias rurales son ensu mayoría de propiedad colectiva y los extran-jeros están sólo permitidos de tener acciones Bsin derecho a voto en instrumentos financierostransados en forma privada.

EL IMPASSE DE LA DISTRIBUCIÓN ESTATISTA

Uno de los problemas de raíz que Unenfoque de participantes (stakeholders) puedealiviar es la hostilidad popular a los impuestoselevados. Por cierto la previsión pública de de-rechos universales de beneficencia basados enimpuestos progresivos debe ser defendida. Perolos sistemas impositivos actuales no son muyprogresivos –esto es no redistribuyen muy vigo-rosamente de los ricos a los pobres. La generali-dad de los empleados bien pueden preferir pa-

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gar contribuciones a sus propios fondos de pen-siones y seguros que pagar impuestos genera-les. Mientras exista algún vínculo entre lo queponen y lo que ellos o sus familias obtienen delsistema no pondrán objeciones si existe un mí-nimo garantizado, y un máximo estatutario, debeneficios. Hoy día el gran peso de los impues-tos recae sobre los individuos y, debido al Se-guro Nacional, hay pocos empleados que nocontribuyen substancialmente. Esto contrastacon la situación a fines de los cuarenta cuandocerca de la mitad de la fuerza de trabajo no pa-gaba ningún tipo de impuesto a la renta. La in-troducción de esquemas de participantes(stakeholders) pudiera permitir impuestos másefectivos a las empresas, puesto que podrían serrequeridas, como en el esquema Meidner, deemitir acciones a los fondos de pensiones.

Si los beneficios potenciales de las refor-mas de participantes (stakeholders) pueden serimportantes, habría sin duda muchos temas di-fíciles para negociar. Los sindicatos tendrían quejugar un rol especial en la representación activade los intereses de los tenedores de pólizas, yen el monitoreo del cumplimiento por parte delos fondos de objetivos sociales. Por supuesto,los intereses de estos sindicatos externos tam-bién deberían ser regulados y todos los fondospodrían ser requeridos de someterse a unaauditoria social regular. Los fondos ‘éticos’ y ‘so-ciales’ ya han iniciado el trabajo de monitorearlas inversiones, y los abogados progresistas yahan empezado a explorar formas en que los in-tereses de los tenedores de pólizas pudieran serdefinidos en formas que reflejen a la ‘personacompleta’. Pero queda mucho por hacer. Nue-vos códigos de práctica y criterios se necesita-rían para manejar los fondos de pensiones ynuevas instituciones tendrían que ser diseñadaspara regularlos y monitorearlos. El trabajo devigilancia y la planificación de las estrategiasde inversión no es una actividad que pueda sermonopolizada por profesionales. En términossimples, los clubes de inversiones a menudo tie-nen mejores perfomances que los profesiona-les; cuando se trata de tomar en cuenta los te-

mas sociales y ecológicos entonces la contribu-ción de los ciudadanos será tanto mayor.

La construcción de una variedad de fon-dos sociales debería ser acompañada por medi-das de asistencia y monitoreo públicos. Aún es-quemas elaborados con buenos objetivos pu-dieran encontrar dificultoso contrarrestar dere-chos desiguales. Algunos grupos de empleadosestarían bien ubicados para administrar sus pro-pios esquemas, pero otros no –los últimos re-querirían apoyo profesional subsidiado públi-camente. Si los derechos de diferentes gruposde empleados estuvieran ligadas a diferentesfondos entonces existiría la posibilidad que sedesarrollaran diferencias significativas. Cada in-dividuo podría ser requerido de repartir sus fon-dos sobre no menos de tres, o más de cinco,fondos. Habría necesidad de maneras de ase-gurar los fondos y una red de seguridad paraaquellos en peligro de perder. De estas formassería posible de estimular el uso prudente delos fondos sin penalizar a los desafortunados.Podría haber un caso en favor de que los direc-torios regionales de fondos se vincularan a de-partamentos de universidades para ganar acce-so a expertitud financiera y técnica apropiadas;dichos vínculos podrían ser asimismo fuente dehonorarios y experiencia que pudiera asistir alsector de educación superior.

Los cuerpos más apropiados para admi-nistrar las pensiones de participantes(stakeholders) serían aquellos con cierta formade propiedad colectiva, como sociedadesmutuales o de amistad, en que cada participan-te es un accionista igual. Sería legislativamenteuna materia muy sencilla el confinar todas lasconcesiones de impuestos a dichos cuerpos deforma que el subsidio público no estuviera sos-teniendo las utilidades de los grandes bancos ofinanciando una competencia dispendiosa en-tre ellos. La idea mutual ha estado bajo ataqueen Gran Bretaña en años recientes pero en Juliode 1997 el intento de privatización de la mayorBuilding Society, Nationwide, fue derrotada poruna gran mayoría de sus miembros a pesar queun voto positivo habría significado un pago de

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£1.500 o más para cada uno del millón y me-dio de votantes. La conciencia de los interesesindividuales e inmediatos está fuertemente esti-mulada en la sociedad en que vivimos. Pero semantiene el caso que las percepciones de inte-reses están construidas socialmente y abiertas adefiniciones más generosas, iluminadas y visio-narias. En este caso la administración de la so-ciedad salió en defensa del consentimientomutuo y derrotó a los piratas corporativos. Eldebate político y las legislación gubernamentalasimismo pueden jugar un rol vital en promo-ver –o inhibir– las percepciones colectivistas.

Si hay una gran variedad de organizacio-nes de administración de fondos entonces cual-quier cuerpo que tenga raíces populares y es-tructuras de contabilidad puede, en la medidaque está dispuesto a someterse a procedimien-tos de auditoría apropiados, jugar este rol. Lossindicatos deberían estar en la primera línea dequiénes buscan promover una visión de máslargo plazo y socialmente responsable aún si ellosignifica pedir a sus miembros poner la solida-ridad de grupo antes de la ganancia individualinmediata. En la disputa de la UPS en el verano(boreal) de 1997 uno de los objetivos claves delsindicato fue que los empleados de UPS debíanser miembros del fondo de pensionesintercompañías de los Teamsters y no del fondode UPS. La administración de UPS estuvo encondiciones de proclamar, de forma no entera-mente poco plausible, que la última seríafinancieramente más fuerte que un fondo de sin-dicato basado en una bolsa mixta de institucio-nes mayoritariamente más pequeñas. Sin em-bargo la fuerza de trabajo de UPS desconfió dela administración y optó por fortalecer el fondodel sindicato adhiriendo al mismo. Vale la penadestacar, de paso, que la UPS es ella misma unacorporación de propiedad (una parte mayorita-ria) de sus empleados, principalmente un nú-cleo de empleados permanentes. Esquemas quepromueven la práctica de empleados propieta-rios de una parte de la compañía para la cualtrabajan implican riesgos para los empleadosinvolucrados, cuyos de ahorros y empleos es-

tán colocados, de esta manera como huevos enla misma canasta, y para otros, puesto que di-chos empleados están estimulados a identificarsecon el egoísmo y exclusión corporativos. En elcaso de UPS se requirió una huelga dramáticapara recordar a los trabajadores-propietarios delnúcleo permanente que la suerte de la mayoríade los trabajadores temporales y de tiempo par-cial tenían derechos sobre su empresa. La legis-lación para favorecer a grupos de fondos de pen-siones debería buscar asegurarse que las mejo-res ventajas estuvieran disponibles sólo paraaquellos administrados sobre bases igualitariase inclusivas.

En la medida que se establezcan fondosde pensiones de propiedad y administracióncolectivas el poder de fuego antisocial del capi-tal financiero es disminuido. Yo he argumenta-do ya que los incentivos de impuestos puedenfavorecer a aquellos fondos que invierten en suspropias economías regionales o nacionales; ac-tualmente los fondos británicos colocan cercade un tercio de sus inversiones en el extranjero.Pero una medida más fuerte pudiera simplemen-te hacer ilegal mantener más de, digamos, diezpor ciento de los activos en el exterior. En con-junción con controles de capitales, e ‘impues-tos Tobin’ (contra la especulación), fondos depensiones de propiedad social y públicamenteregulados podrían reducir la vulnerabilidad deuna economía a las fuerzas de la globalización.Removería los activos de propiedad e los fon-dos de pensiones del libre juego de los merca-dos financieros. Al mismo tiempo estos fondosde pensiones serían requeridos de alcanzar unamezcla socialmente deseable de inversionesdoméstica. Las empresas podrían todavía deci-dir si invertir o no en equipamiento de plantas oentrenamiento pero costos d capital ventajosospodrían influenciar grandemente dichas deci-siones. De hecho los fondos de pensiones tie-nen tan grande y amplia influencia que han to-mado algunas de las funciones de conducciónalguna vez monopolizado por las tesorerías obancos centrales.

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En un tiempo de enorme incertidumbreconcerniente a los mercados financieros inter-nacionales parecería bizarro sugerir que los tra-bajadores coloquen su fe colectivamente en fon-dos transados en las bolsas. Sin embargo paralos muchos millones que ya tienen dichas in-versiones métodos para vigilarlos y protegerlosparecen ahora aún más urgentes que antes. Porsupuesto mercados inciertos pueden aún otor-gar recompensas lo cual es la razón por la cualel crash de 1987 no frenó el avance de los fon-dos de pensiones. Los fondos de pensiones acu-mulan inversiones sobre ciclos relativamentelargos permitiendo al individuo beneficiarse conel promedio de décadas de crecimiento. Peroesto es precisamente el porqué el régimen decorto plazo del capitalismo gris es particular-mente mal adaptado y vicioso. Las pensionesde cualquier tipo es poco probable que se man-tengan si una recesión en mayor escala es per-mitida de desarrollarse. Las medidas defendi-das más arriba buscan contrarrestar las estruc-turas especulativas que posibilitan la crisis y elcaos. Por sobre todo buscan socializar un pro-ceso de acumulación actualmente anárquico.Pensiones estatales coexistiendo con un capita-lismo aún privado y anárquico serían con mu-cho menos confiables que pensiones afincadasen relaciones de propiedad colectivizadas.

MUTUALIZACION Y SOCIALISMOCOMPLEJO

Más allá de los problemas específicos dedichos esquemas subyace la objeción filosóficaque las ‘pensiones de participantes(stakeholders) ‘ están destinadas a permanecerprofundamente sujetas a conceptos y métodosde organización capitalistas. Más que socialis-mo, tradicionalmente entendido, lo que tene-mos aquí es, en el mejor de los casos, capitalis-mo popular, vigilado más o menos efectivamentepor el gobierno y aquellos movimientos socialesque sean capaces de hacerse efectivos; y, en elpeor de los casos, el resultado será simplemen-te un mayor compromiso con los peores aspec-tos del capitalismo contemporáneo, con los aho-rros de muchos millones confiados a la lotería

de los mercados de capitales. El simple hechoque ya estamos inmersos en el mundo del capi-talismo gris debe ser registrado. Es este pantanoel que es nuestro punto de partida y salirnos delmismo va a ser una tarea exigente.

Michel Aglietta sugiere que subordinar losfondos de pensiones al control social pudieraproporcionar un ingrediente vital al nuevo régi-men de acumulación. ‘Si los sindicatos recupe-ran influencia sobre la división del ingreso seráporque aprecian que el control de las accionescorporativas es una batalla vital que dar yganar...En efecto la conversión de los ahorroscontractuales en derechos de propiedad sobreempresas implica un cambio decisivo en el go-bierno de las empresas. Las últimas están dirigi-das decrecientemente por su propia organiza-ción, como fue el caso del capitalismo gerencialde la época Fordista, y crecientemente sujetasa los fondos de pensiones’.

La mayoría de los sindicatos mantienenya acciones como una forma de adquirir infor-mación y el derecho de atender las juntas deaccionistas. También están dispuestos a nego-ciar lograr paquetes de pensiones basadas enfondos para sus miembros. A la luz de esto esciertamente absurdo no utilizar el poder exis-tente sobre los fondos para impulsar objetivossindicales y para impulsar legislación que lesdé a los tenedores de pólizas más derechos vis-a-vis el ‘establishment’ financiero. Al fomentarel caso por el aprovechamiento, exploración yexpansión de los nuevos poderes que los fon-dos de empleados abren yo no pretendo impli-car que las garantías de bienestar existentes de-ban ser abandonadas o que las privatizacionesdeben ser bienvenidas. Más bien yo veo el pa-quete de medidas propuestas acá como mediosprogresivos para mutualizar y socializar el sec-tor ahora privado de la previsión de pensiones,creando un sector público y mutual basado enfondos que puede actuar como una influenciapoderosa al interior de la economía en su con-junto. En el límite estos fondos colectivos pue-den juntarse con el sector público y cooperati-

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vo para establecer un patrón bastante diferentede economía política. La propuesta básica delnuevo régimen de pensiones podría proveer uneslabón faltante crucial en las propuestas deaquellos que desean promover una mayor ‘de-mocracia asociativa’ a un nivel regional, mien-tras que fallan en anclarlo en nuevas formas depropiedad. En lo que respecta a Aglietta el nue-vo régimen de acumulación basado en fondosde retiro responsables puede ser establecidoesencialmente al interior del capitalismo. Perosería más probable que la lógica de estas medi-das pudiera conducir a esa mayor ‘socializacióndel mercado’ argumentada por Diane Elson. Dela misma manera elementos que pueden serencontrados en el modelo ‘socialismo de mer-cado’ de John Roemer, o en el argumento deRoberto Unger a favor de ‘fondos rotativos decapital’, deberían ser estudiados con una visiónde descubrir si pueden ser escalones hacia unaprogresiva ‘socialización de capital’.

Si los fondos ‘participantes (stakeholding)’invierten en el mercado entonces los mismossufrirán, inescapablemente, de las fluctuacionesdel mercado, las que pueden ser severas. Exis-ten, por supuesto, varios mecanismos estándaresutilizados por los fondos de pensiones y segu-ros para mitigar la incertidumbre resultante. Losfondos pueden ser requeridos de mantener unaproporción de bonos del gobierno como unaseguridad; los tenedores de pólizas pueden serobligados a invertir en más de un fondo de ma-nera de extender su riesgo. El gobierno pudieralevantar una red de seguridad para los fondosmás duramente golpeados. Pero si el conjuntodel mercado se desliza o colapsa los tenedoresde pólizas aún van a sufrir. Una ramificaciónimportante del argumento que he venido desa-rrollando es que los fondos que operan de acuer-do a criterios sociales claros, y orientados haciatecnologías sustentables, tendrían méritos intrín-secos aún si la ‘tasa de retorno’ inmediata fuerabaja. Un resultado financiero decepcionante envivienda social o diversificación regional es sus-ceptible de arrojar ganancias medidas en otrostérminos comparados con la ramplonería de la

especulación monetaria mal concebida.

Permanece el problema que el modelode ‘prioridades sociales’ pudiera no ser capazde superar la opacidad de ligazones en una eco-nomía de mercado entres las decisiones de aho-rro, de un lado, y la inversión efectiva, del otro.Si fondos canalizan dinero en una direccióndada por ‘razones sociales’ hacen bajar la tasade retorno en ese sector, con el efecto de des-alentar a otros de comprometerse en él. Desdeel momento que mucha inversión es financiadaa partir de utilidades retenidas no está directa-mente disponible para manipulación por los ad-ministradores de fondos. Sin dejar de conside-rar las muchas complejidades reales de cual-quier economía de mercado, especialmente enel mundo más globalizado de hoy, cualquieresquema ‘participante (stakeholder)’ queabarcase el grueso de los activos de fondos depensiones tendría un gran impacto, especial-mente si fuera apoyado por la acción guberna-tiva. En efecto dichas instituciones ayudaríanellas mismas a estructurar el mercado, como hasido el caso en Alemania y Singapur.

La alternativa al ‘socialismo participante(stakeholder)’ es recargar al estado con la totalresponsabilidad de llevar adelante la redistribu-ción y el dinamismo de la economía. En la ma-yoría de los países hay espacio para mucho másiniciativa estatal y redistribución estatal que laque se encuentra actualmente. Pero la Izquier-da sería poco sabia si una vez más pusiera to-das sus esperanzas en el simple Keynesianismoo bienestarismo. Estas políticas populistas y so-cialdemócratas clásicas dejan intocada la diná-mica central del proceso de acumulación pri-vado. Las mismas pueden ser fácilmente sabo-teadas por contra-medidas financieras talescomo la hiperinflación o la fuga de capitales.Está también el problema que el estado puedetrastabillar bajo el peso de promesas que nopuede cumplir o en las cuales se encuentra so-brecargando de impuestos a los ingresos me-dios para pagar una cuenta de bienestar crecien-temente hinchada. Aquí es cuando nos allega-

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mos inconfortablemente cerca del equivalenteoccidental del esquema de ventas piramidales,en el cual los actuales trabajadores de medianaedad, habiendo contribuido todas sus vidas agenerosos esquemas de pensiones para sus ma-yores, encontrarán que simplemente no hay su-ficiente retorno de impuestos para asegurar queellos reciban el mismo tratamiento. A medidaque la globalización hace mas difícil elevar losimpuestos de los ricos son mayormente aque-llos con ingresos promedios quiénes cargan elbulto de los impuestos. Esto genera una especiede alienación ‘política’ que ya ha probado sertan socialmente disruptiva como la alienacióneconómica representada por el ‘capitalismogris’, contribuyendo durante la última década ymedia a fenómenos tales como la influencia deMargaret Thatcher sobre los trabajadores califi-cados, los ‘Demócratas de Reagan’, la Lega Norden Italia, y una parte del apoyo de trabajadoresa la extrema derecha en Italia, Austria y Fran-cia. Un sistema de bienestar ‘participante(stakeholder)’ , si se le saca del contexto delcapitalismo gris y se subordina a una socializa-ción compleja, ofrece a la masa de empleadosel prospecto de contribuir ellos mismos a la pros-peridad de su región y también de construir supropio fondo, reinstalando la redistribuciónsobre una base diferente.

Partidarios de soluciones ‘participantes(stakeholders)’ a la crisis de pensiones y bienes-tar encuentran ahora una objeción que proba-blemente los fuerce o a radicalizar o abandonarsus propuestas. Las bolsas del mundo están atra-padas por una especulación afiebrada y espan-tadas por temores de un derretimiento. En estascircunstancias la moda por pensiones privadaspudiera fácilmente empezar a verse muy tonta.De otro lado si hay una recesión seria y prolon-gada en la actividad económica en las econo-mías capitalistas principales entonces medidasextraordinarias van a ser requeridas para con-trarrestarlas. Una parte de la fuente de la crisis,como Robert Brenner mostrará en el número deMarzo-Abril de New Left Review, es la acumu-lación de capacidad productiva en exceso en la

mayor parte de las ramas de las ahoraglobalizadas industrias de bienes de consumo.Esta sobrecapacidad es un subproducto del for-cejeo competitivo por ventajas y mercados en-tre corporaciones Americanas, Europeas y deAsia del Este. Los administradores de fondos deinversión han hecho su parte para soportar esteproceso ofreciendo crédito fácil a industrias yregiones de moda. Pero al mismo tiempo laamenazante crisis de sobreproducción estáacompañada de negligencia de inversión socialy asimismo atestigua las falencias de la deman-da. Esfuerzos públicos para promover una es-tructura social más igualitaria e invertir en in-fraestructura social ayudarían restaurar deman-da y a promover un modelo más virtuoso y sus-tentable de crecimiento. El desafío aquí es al-canzar nuevos regímenes de regulación en ni-veles nacionales, regionales e internacionalesque sean aislados de la volatilidad e irracionali-dad de los mercados de capitales. Y la únicamanera de asegurar esto es ‘neutralizar’ la car-ga eléctrica flotante de capital atándolo a la ‘tie-rra’ de la propiedad mutual, que no puede sermás comprada o vendida. las instituciones dela ‘socialización compleja’ pueden lograr esteresultado.

El llamado a ‘enfrentar el futuro’ es partedel desacreditado chaucheo del politicastro. Elverdadero perfil del futuro de nuestras socieda-des está dado por el proceso de acumulación ylas prioridades que éste dicta. El método insi-nuado por el presente trabajo es que dando prio-ridad a una incremental pero genuina ‘sociali-zación del proceso de acumulación, asentadaen primera instancia a través de la elaboraciónde nuevas reglas y prácticas, nuevos poderes einstituciones, gobernando las inversiones parael futuro. Esta no es una preocupación solamentede los empleados mayores desde el momentoque la socialización del proceso de inversionesproporcionaría instrumentos para enfrentar mu-chos problemas sociales urgentes en el presen-te. Fondos que fueran responsables ente la co-munidad en forma amplia podrían combatir eldesempleo, ayudar a limpiar el medio ambien-

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te y evitar inversiones poco éticas. Regulacio-nes que sólo sean promulgadas y forzadas des-de las alturas del poder del gobierno a menudoson poco efectivas o contraproducentes. Si elmonitoreo cívico está alojado en la sociedadcivil misma tendrá una chance mucho mayorde ser efectivo — aunque por supuesto será to-davía necesario ganar mayorías populares parapolíticas progresivas.

Aunque yo he planteado mi argumenta-ción en términos apropiados al contexto políti-co mundano que enfrenta a los políticos Britá-nicos los temas acá son obviamente mucho másamplios y en este sentido buscan abarcar lasmutaciones del milenio ahora encima nuestro.Los marxistas del siglo veinte encontrarán algu-nos de los términos de mi análisis curioso dadoque busca apropiarse para la Izquierda de insti-tuciones y prácticas que ellos han visto siempreantagónicos al proyecto socialista. Sin embargola verdad es que hay una tradición de ‘socialis-mo complejo’ que siempre vio un lado progre-sista en la compleja organización de la socie-dad capitalista. El socialismo o el comunismoiba a ser alcanzado no anulando esta complejaorganización y revirtiendo a un idilio primitivosino domesticando la superior productividad so-cial del trabajo que la misma hacía posible ha-cia un futuro verdaderamente humano —sustentablemente humano diríamos hoy. El tér-mino mismo socialismo fue puesto en circula-ción primeramente por los Saint-Simonianosquiénes ciertamente no rechazaban las altas fi-nanzas sino buscaban, demasiadoindulgentemente, es cierto, adaptar las técnicasdel financista a la causa proletaria. El mismoMarx saludó el advenimiento de las sociedadespor acciones como un paso hacia la socializa-ción del capital: ‘Esto es la abolición del capitalcomo propiedad privada dentro de los confinesdel modo capitalista de producción mismo’.Nosotros podemos, yo creo, estar confiados queMarx habría visto el advenimiento del capitalis-mo gris como un desarrollo de inmensa impor-tancia, con un aspecto progresivo así como otroreaccionario.

Es digno de hacer notar que Marx, aun-que dispuesto a considerar las cooperativas detrabajadores como experimentos ocasionalmen-te útiles, aunque limitados, al interior del capi-talismo debido a la experiencia que los trabaja-dores ganarían de ellas, no era sin embargo unproponente de la auto propiedad o elautogobierno obrero. En sus términos laplusvalía podía surgir en el punto de produc-ción pero sólo era realizada en el circuito másamplio de la acumulación que envolvía a laeconomía en su conjunto. Buscar atrapar y con-trolar la plusvalía dentro de la esfera de la pro-ducción inmediata de mercancías era un errory una ilusión. La plusvalía sólo era realizada enla operatoria del proceso de acumulación en suconjunto. Cuando escribió que la administra-ción por parte de los ‘productores asociados’Marx se refería a un punto de vista que era en simismo no sólo aquel de un colectivo de traba-jadores en particular sino más bien de un inte-rés social que era aquel de los productores, yde sus familias, como un todo. Pudiéramos con-cluir que hasta donde este interés social ampliorequiriese instituciones particulares parapersonalizarlo entonces los fondos de pensio-nes mutuales podrían aportar algo bastante útila la mezcla requerida, junto con otras formasde auto gobierno cívico y productivo.

Yo he sugerido que los derechos incor-porados en los esquemas de pensiones de losempleados deberían ser reconocidos como unaforma específica de propiedad privada. Tal comoestán las cosas actualmente los tenedores depólizas no ejercen normalmente nada que separezca a derechos de propiedad reales sobrelos activos mantenidos por el fondo al que ellospertenecen. Ellos no tienen ni la más mínimainfluencia sobre la disposición de activos en loque la industria de pensiones gusta llamar su‘pot’. En el hecho la noción de un ‘pot’ de in-versiones individualizado es en sí misma unaficción dedo que los activos en particular noestán ligados a individuos en particular. Los te-nedores de pólizas no pueden vender los acti-vos en su ‘pot’ y generalmente sufren una pér-

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dida si solamente quieren cambiarse de un es-quema a otro. La masa de inversiones manteni-da por un fondo están sujetas a valorizacionesconvencionales y a manipulación actuarial delos reclamos que sean colocados sobre éste portenedores de pólizas. Los activos mantenidospara servir reclamos de tenedores de pólizasretornan al fondo general a la muerte del tene-dor tanto en el esquema de ‘último salario’ comoen las anualidades adquiridas por esquemas de‘compras en dinero’. En lo que he escrito yo heapelado a la noción que los reclamos de tene-dores de pólizas deberían ser más fuertes de loque son y, en ciertos aspectos, que sus dere-chos deberían acercarse más a los derechos depropiedad individual. Pero últimamente el ca-rácter social de la ‘propiedad’, o los derechosde los tenedores de pólizas, en un fondo de pen-siones deberían ser mantenidos y clarificados.Esta forma específica de propiedad debería re-cibir algunos privilegios y garantías en parteporque sirve el propósito de asegurar contra lasnecesidades del retiro y en parte porque estáinvertida de acuerdo a prioridades sociales.

Visto estadísticamente las ideas que yohe expuesto más arriba equivalen a argumentarque los trabajadores deberían, colectivamente,tomar control de las instituciones capitalistas yadministraras. Yo pienso que tal profunda, aun-que algo curiosa, alteración en las relacionesde propiedad casi con seguridad no podría sersostenida sin provocar una ruptura fundamen-tal con el entramado capitalista. Hasta el puntoque una ‘economía de participantes(stakeholders)’ o un nuevo régimen de acumu-lación basado en los fondos de los empleadosno lograse ir más allá de un ‘capitalismo ético’hacia la supresión de los mecanismos fundamen-tales de la competencia capitalista se estaría ex-poniendo a un subsecuente recibidismo social.Pero por ahora la preocupación más vital de laIzquierda debe ser promover movimientos so-ciales, movilizaciones de clase y campañas po-líticas que confronten la dinámica actualmenteexistente de acumulación capitalista, que estáarrasando con conquistas sociales históricas y

amenaza la frágil envoltura de un planeta hu-manamente habitable. Entre los debates queayudarían a instruir tal terreno de resistenciaestará el si proceder o no a la construcción deun orden socio-económico colectivista. En cadaetapa sólo es necesario llegar a acuerdos acer-ca del siguiente paso práctico, permitiendo auna generosa coalición formarse alrededor deéste. La agitación por el uso progresista del po-der accionario de los empleados en sí mismorepresenta sólo una adición más al amplio pro-grama de propuestas y requerimientos a ser pues-tos lado a lado con las reducciones en la dura-ción de la jornada laboral y la introducción deun ingreso básico ciudadano (parte del cualpodría, quizás, estar ligado a una seguridad so-cial de participantes (stakeholders)).

Si miramos más allá del presente hacia laforma del colectivismo del nuevo milenio apa-rece claro que el éxito en la socialización delnuevo marco global de control financiero va aplantear algunas tareas inesperadas a los socia-listas. Este nuevo orden necesariamente encon-traría un propósito útil para algunos de los ins-trumentos y mecanismos del capital financiero.Mientras sería absurdo espiar un contenido pro-gresista en cada uno de los últimos ‘productos’exóticos de la ‘industria’ financiera el hechopermanece que el principio del derivativo oswap o ‘put option’ puede ser fácilmente laceadoa la reducción de la incertidumbre tanto comoal juego de apuestas y especulación que sonahora su interés primario. Esto fue señalado hacemucho tiempo por Condorcet pero pocos so-cialistas captaron el punto establecido por elgran pensador del iluminismo. Del mismo modolas agencias de tarjetas de crédito internaciona-les poseen ahora una red global capaz de pro-cesar cantidades formidables de información, unrecurso que no puede ser simplemente ignora-do o suprimido.

La disposición a capturar el potencial pro-gresista de la previsión de pensiones basada enfondos requiere asimismo se nosotros recono-cer que la significación global de una medida

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social no puede simplemente se leída de las ten-dencias políticas de aquellos que las introduje-ron primero. Las pensiones estatales fueron in-troducidas primeramente en Europa por Bismark,en Gran Bretaña por un gobierno Liberal. losSocial Demócratas Alemanes no se opusieron adichas pensiones simplemente porque fueroninauguradas por el Canciller imperial ni tampo-co los Socialistas Británicos se opusieron a laoperación de un sistema de pensiones basadoen un estado capitalista; aunque en ambos ca-sos, como Wolfgang Abendroth ha señalado, elsistema de pensiones de hecho actuó para ci-mentar lealtades populares a un orden socialencaminado hacia la guerra imperialista. Lanacionalización de la industria fue llevada acabo por gobiernos de derecha tanto como deizquierda, y en ambos casos los resultados nosiempre impulsaron el poder de los trabajado-

res involucrados. Está en la naturaleza tanto dela lucha de clases como de la competencia polí-tica que hay un forcejeo sobre la dirección espe-cífica y utilización de cada nueva medida social.Las instituciones del capitalismo gris colocan laescena tanto para más enredos de libre mercadoque nunca antes — o para la socialización pro-gresiva del proceso de acumulación. La respues-ta indicada aquí como aquellas que puedan em-pezar a socializar el proceso de acumulación sonsimplemente un ‘check list’ inicial, que a medi-da que se desarrolla cualquier movimiento realpronto necesitará una revisión profunda,rectificación, radicalización y amplificación.

Robin Blackburn (Editor, New LeftReview; Senior Research Fellow, Kings College,Cambridge).XXI

Traducción: Manuel Riesco

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NOTAS

1 En Chile el costo de administración delsistema (incluyendo utilidades de las AFP) esaproximadamente el 2% de la masa desalarios de los cotizantes. Hacia 1997 estaúltima cifra coincidió con el fondo acumu-lado. En 1997 los números son los siguien-tes: Costo de adminsitración de las AFP eseaño, (pesos)$258,461.000.000, aproximada-mente US$615 millones. Ese año los fondosacumularon (pesos)$ 11,555,632.000.000en enero y $13,405,826.000.000, comoUS$31,919 millions, a fin de año. De estamanera, el costo de administración enrelación al fondo promedio fue de 2.07%ese año. (nota del traductor).

2 Según el reciente indicador elaborado porCENDA, de hecho la tasa de retorno anualde los ahorros previsionales netos (calcula-dos como los aportes totales menos losbeneficios recibidos por los cotizantes, mesa mes) ha sido de 4.5% desde 192 a 1997.Los últimos tres años, 95, 96 y 97 la tasaanual promedio ha sido negativa, -2.45%anual. Los últimos doce meses que terminanen febrero de 1998 la tasa ha sido tambiénnegativa, de -8% (nota del traductor).

3 La cifra adeudada por este concepto en laactualidad supera los US$ 100 millones(nota del traductor).

4 En realidad la causa principal de lascotizaciones no pagadas está en los llama-dos “trabajadores por cuenta propia yfamiliares”, casi un 30% de los trabajadoresy más de un 40% de los trabajadoresagrícolas que en Chile son un 15% del total,quiénes están afiliados al sistema en forma“voluntaria” y no pagan sus cotizaciones. Entotal, entre aquellos afiliados que no pagansus cotizaciones (un 40% del total) másaquellos que pagan poco, alrededor de un70% de los trabajadores no recibirá másque la pensión mínima garantizada por elestado, que es de $55.000 pesos en laactualidad, unos US$ 110 al mes. (nota deltraductor).

5 El límite actual es 12%, lo realmenteinvertido afuera menos del 2% (nota deltraductor).

6 A fines de 1997 el fondo acumulaba casiUS$ 30 mil millones (US$ billions) (nota deltraductor).

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Esto no es una Biografía

“Mezquina Memoria”, última novela de Antonio Gil.(Stgo, Ed Cuarto Propio, 1997)

Un texto literario siempre está inscrito enun tejido cultural más amplio que lo que con-tiene, lo problematiza, lo excede, y con el cual-queriéndolo o no-construye sus conexiones.

La recepción crítica, al menos, la lecturano podría dejar de establecerlas. Estas relacio-nes constituyen instrumentos de lectura queenriquecen sus significaciones.

Por eso, al referirme hoy a “MezquinaMemoria”, última novela de Antonio Gil nopuedo dejar de mirarla en el contexto de la pro-ducción y recepción de la literatura chilena dela actualidad.

Producción que pareciera estar conteni-da en la marca editorial totalizante, nueva Na-rrativa chilena.

Así, nos encontramos a menudo que parareferir a la producción literaria chilena de post-dictadura incluso el género de la crónica y elcuento, tanto como a la novela chilena de ladécada de los 90, se utiliza con frecuencia elnombre de nueva narrativa.

La nueva narrativa se constituye en lamarca literaria de la transición chilena.

Nueva narrativa: tema, fenómeno cultu-ral, problema literario o programa editorial haconcitado la atención de la crítica, del públicolector, de los medios de comunicación y de lascasas editoriales; en torno a los autores y auto-ras que la componen se han organizadosimposios, se han escrito cientos de artículos,algunos libros y aunque las posiciones, tantoentre autores como entre críticos no son coinci-

dentes, la marca nueva narrativa a perpetuadosu instalación y se utiliza, a veces más de loque corresponde para mencionar con peligrosaindiferenciación a una producción de autores,novelas y/o cuentos en los últimos veinte años.

Pero cuando se habla de nueva narrativano se habla sólo de autores o autoras determina-das, menos de novelas específicas, menos aúnde asuntos literarios. Cuando se habla de nuevanarrativa se habla predominantemente de ven-tas. Nueva narrativa, recordemos, fue el nombreque dio inicio a un programa creado para insta-lar en el mercado del libro un producto editorialde éxito comercial; no había en ello la preocu-pación por delimitar una producción estética, pormarcar propuestas escriturales o por señalar losderroteros de lo literario en la época en que locultural salía de la oscuridad de la censura y elcontrol ejercido por el autoritarismo. Nueva na-rrativa se legitimó antes como marca comercial,que como producción cultural.

Indice de ventas que señala autores yautoras de más demanda, de mayor éxito co-mercial.

Desde entonces se habla polémicamentede nueva narrativa chilena. Posteriormente lacrítica literaria no pudo, no fue capaz de eludirla trampa. Entonces podríamos estar de acuer-do en que nueva narrativa, hace sistema conlibre mercado. Su coincidencia, eso sí, afecta eltrabajo literario en su producción y recepción,recompone el contexto de las preguntas por laliteratura, altera la figura del escritor y la escri-tora, reinstala la función de la crítica, introducela sanción del mercado y sobre todo surge pa-

Raquel Olea

ESTO NO ES UNA BIOGRAFIA. Raquel Olea

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ralelamente a la instalación en el país de lasgrandes casas editoriales; en ellas se ha fabrica-do la nueva narrativa.

He querido introducir mi presentación a“Mezquina Memoria” con esta pequeña refe-rencia de contexto, porque pienso que la obrade Antonio Gil podría simbolizar las contradic-ciones entre las producciones de marca comer-cial nueva narrativa y la significación literariade las producciones narrativas que se han ins-talado en el campo literario de los noventa des-de otros derroteros.

Autor de una escritura innovadora, pro-ductiva en la creación de lenguaje, y en la cons-trucción del relato, su obra no ha sido novedadde ventas, ni su nombre aparece entre aquellosautores ya instituidos como pertenecientes a lanueva narrativa.

No estuvo presente entre los diecinuevenombres mencionados por el suplemento lite-ratura y libros de La Epoca, cuando hace un año,este diario organizó un encuentro de NN. Tam-bién estuvo ausente de dicho evento.

La obra literaria de Gil, silenciosa, no haparticipado del ruido con que la literatura hacontribuido a la fiesta neoliberal.

La legitimidad literaria de su producciónha demarcado su escritura de la necesidad deprogramas editoriales, luces mercantiles o apa-ratos publicitarios, para validar la construcciónde su propuesta escritural. El reconocimiento desu obra se ha realizado en un circuito de pro-ducción recepción alejado de las estridenciasfestivas del marketing.

En su modo de narrar, como en su espe-cífico trabajo de construcción de texto y len-guaje su producción se lee, sin embargo, comoun lugar ineludible en la literatura chilena deestos años.

En sus tres novelas publicadas, “Hijo demi” (1992), “Cosa Mentale” (1995) y “Mezqui-na Memoria” (1997) Antonio Gil parece haberelegido construir su ficción narrativa con aque-

llo de lo que poco se sabe. Signo que ingresa enla producción del texto como miseria de len-guaje al construir el habla de lo que no ha teni-do espacio en la historia. El lugar y el habla bas-tarda de Diego de Almagro, la figura huidizadel mulato Gil de Castro, la mezquindad bio-gráfica de Alonso de Ercilla. Su escritura operael rasguño, la escasez que hurga en las sombrasde los signos, en lo ajeno del tiempo de las ha-blas, en lo obstruido del lenguaje, para nom-brar lo que se ha escurrido de la historia oficial.La metáfora figura lo trabajoso de un saber im-preciso.

La escritura convoca el oficio de la me-moria, allí donde el habla se hace poca, se vuel-ve escasa, en sus vueltas a la pregunta por laescritura y la construcción del olvido comomateriales del recuerdo.

“Mezquina Memoria” escribe el intentode narrar la vida de el ‘único paje’, “esbeltopaje”, “alegre paje” de Felipe que “amaba” aAlonso en un sentir “que no terminaba de alum-brar bien sus formas” escribe el narrador, “esealegre paje no es otro que don Alonso de Ercillay Zúñiga, a quien el cronista Calvete de la Es-trella llama don Alonso de Zúñiga, mientras otrosle nombran también Azila, Arcilla y Ercilla”.“Ercilla y Zuñiga (Alonso de). Famoso poeta yguerrero español. Asistió a la conquista de Chi-le, cuyos episodios narró después maravillosa-mente en su célebre poema La Araucana “. . . .. lo nombra el diccionario Sopena, agregando,“dio brillantes pruebas de talento diplomático.Figura entre los primeros clásicos españoles.Nació en Madrid en 1533; murió en 1594”.

El texto explicita una voluntad que reco-ge indicios, hurga en el tiempo, busca señalesen la reconstrucción de su figura; interrogandola invención de su estatuto.

En la mezquindad de su saber organizaun relato fragmentado que se interroga por laproducción de hablas que no pueden hablar;Saber del narrador, del cronista, del dicciona-rio; saber de los decires no consignados en la

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historia, decires de la taberna donde se reunenla voz del hereje, del estudiante de Salamanca,metáfora del saber académico, junto a la voz“hembrahombruna” del andrógino, en el afánde concitar otras voces en el tiempo de las tan-tas hablas que (no) hacen la historia. Entre ellassurge el desprecio burlón de la prostituta por elsaber de “códices, grimorios y compendios”. Ellaen su no saber femenino oferta otro conocimien-to. Inquietante. “Buscadme la hondura y en ellaos toparéis con toda la sabiduría que os está vi-sada”. Disputa de hablas por un saber que sedifiere, se aleja, marcando la imposibilidad deuna totalidad.

Como escritura de búsqueda, que permitenombrar una vida, la novela opera la forma deconstrucción de un relato anti-biográfico que ins-tala su desvío al género de la biografía, como or-ganización textual orientada a la revelación de unpersonaje y su sublimación por la escritura. El gestoescritural de Antonio Gil no busca construir elpersonaje Ercilla, sino interrogar en la escasez dela historiografía la razón política para el no lugarde quien “llegó donde otros no han llegado”

Saber del cronista, saber del historiador,saber del crítico literario son ironizados por lainvención mínima que posibilita una recupera-ción, especulada en la memoria; su máximologro el retazo, el fragmento biográfico(biografema, diría Rolan Barthes).

El relato de la vida de Ercilla, se constru-ye en la novela, hecho pedazos, residual, en lasafueras del género biográfico. Hilachas, hilva-nes, astillas de olvido que cruzan tiempos y ha-blas insisten en la pregunta por los modos y lossentidos de construir el relato de la historia, elestatuto de una existencia.

“Días horas, hechos hilvanados. Se debepues narrar en atención a ello” o “ir habla aden-tro”, dice la re-unión de hablas vagabundas ensu trama de retazos que al intentar reconstruir elolvido, emergen como proposición narrativa.

Cruces, destellos de recuerdos y olvido;mezquindad de las memorias que no alcanzan

a cubrir su propio saber ni el modo como lostiempos de la escritura trenzan la armazón dela historia.

“Cual es el hilo lógico del relato si sepuede saber. ¿A qué desenlace se encamina?.Cuál apuntaría como su idea principal o sumotivo?”.

Al exhibir la operación de su desconcier-to frente al olvido del historiador, a la borraduradel tiempo; paralelamente, la escritura desechala necesariedad del recuerdo; descarta la obli-gatoriedad del saber en un acierto de escritura.En un descubrimiento; “nada de esto existe aho-ra que me lees. Polvo todo, menos la Araucanacon su sol y su sombra, sus premios”

La mención introduce, en la escritura dela novela, la interrogante específicamente lite-raria por la significación del autor, por la per-manencia posible del único Ercilla que ha per-petuado su nombre, en la firma de la Araucana.No importa entonces el paje del rey, ni el solda-do de las guerras de Arauco, tampoco el enemi-go de García Hurtado de Mendoza o de Pineda.Es la letra del poeta grabada en el tronco delárbol; “aquí llegó donde otro no ha llegado donAlonso de Ercilla que el primero”.

Es el trabajo del lenguaje el que haconstruido el lugar de Ercilla en la historia. Lanovela produce a Ercilla como el saber delpoeta. Su conocimiento, su gloria está en ellugar de la escritura, en la historia literariadonde: “Sí es la Araucana, un territorio en síella misma”.

Es por ello que el trayecto de la escrituradesconstruye la voluntad del saber biográfico,que el propio narrador ha enunciado; “no pesamenos que el casco o la coraza el andamiaje delas octavas musita Hernán Díaz entre espesassombras que la luz de la fogata en vano empujahacia otras sombras. Pero ya no están aquí niMaese Verrés, ni el decapitado de Salamancapara preguntar quién es Hernán Díaz tambiénllamado Alone, ni a título de qué viene hacien-do los tales comentarios”.

ESTO NO ES UNA BIOGRAFIA. Raquel Olea

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El transcurso de la novela disuelve su in-terés en la pregunta biográfica, en la construc-ción de un relato que se afirma en lo irremedia-ble de la escritura como única respuesta a lahistoria; “tendido en esta alcoba barrenada degusanos, cuento los minutos esperando la horadel negror y del olvido. Ercilla fuimos, y eso yano puede remediarse. Morirá esta mano y laAraucana seguirá ahí”.

Si una de las preguntas que ha recorridola construcción de una nueva narrativa chilenaen el período de post-dictadura, ha sido la nece-sidad de contar la historia no contada, de escri-bir la memoria, la escritura de Gil no se compla-ce en el gesto, en el sólo hecho de narrar sino enel despliegue de las interrogantes a los sentidosdel narrar y a las políticas de la narración.

“Mezquina Memoria” no habla de un pa-sado selectivamente organizado como recono-cimiento indispensable de la construcción delpresente y el futuro. El pasado no tiene futuro,sólo está ahí como huella, como indicio comoícono que destella descascarado, sin monumen-to posible. Contra la biografía como nostalgia delmonumento, Antonio Gil trabaja el residuo, elfragmento que no garantiza ni verdad ni lugarheroico. La memoria siempre será mezquina, nohay recuperación de ella en la pseudo verdad dela historia. La escritura de Antonio Gil, me atre-vo a suponer apuesta por la literatura, por laficcionalización en la lengua poética.XXI

Raquel Oleajunio 1998.

TEXTOS, VISIONES Y NOTAS

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Mauricio RedolésMarca Registrada de Irreverencia.

PreAmbulos;

Bordeando los veinte años, MauricioRedolés (1953) fue detenido, en Valparaíso, lu-gar donde realizaba sus estudios de Derecho.Fue allí, en prisión donde comenzó a escribirpoesía, con posterioridad, continuó haciéndoloen su exilio en Inglaterra, que se prolongó entre1975 y 1985.

Por ahí por el año 1980 fue publicadopor la revista Araucaria, que aparecía en Ma-drid, pero cuyo consejo de redacción sesionabaen París, como Araucaria circulaba en distintospaíses donde había grupos de chilenos exiliados,el trabajo escrito de Redolés comenzó a cono-cerse.

Hacia esa misma época, Redolés partici-pó en algunas de las Escuelas de Verano deRotterdam, organizada por el Instituto para elnuevo Chile, dirigido, entonces, por Jorge Arrate.Además de los cursos, las charlas, los semina-rios, la Escuela servía de punto de reunión y deacogida de múltiples actividades: entre ellas, laslecturas de poesía y los recitales adquirieronespecial relieve. En ellos participó MauricioRedolés evidenciando una capacidad histrióni-ca que inmediatamente se hizo notar y que leimprimió una diferencia respecto a los otrospoetas que se limitaban a leer sus textos. Por elcontrario Redolés los cantaba, los actuaba,impostaba la voz, hacía reír.

Recuerdo que, entonces, mi duda respec-to a sus “actuaciones” fue hasta que punto lacarcajada podía hacer olvidar el poema o elverso, y si no existía el riesgo del facilismo por-que el objetivo era conseguir la buena acogida

del público presente. De lo que no hubo dudafue que Redolés “se robaba la película” y, paradesmentirme, muy pronto, la audiencia solici-taba poemas por sus nombres e, incluso memo-rizaba imágenes o fragmentos de ellos. . .

En agosto de 1982 en Inglaterra aparecióuna suerte de antología de los textos de Redolés,impresa a mimeógrafo, poemas urgentes, queanunciaba que, en breve, se publicaría “Notas parauna contribución a un estudio materialista sobrelos hermosos y horripilantes destellos de la(cabrona) tensa calma”, que fue editado enBudapest, en junio de 1983. Antes, varios de suspoemas integraron mi antología, “Entre la lluvia yel arcoiris” (1), que recopilaba obra de dieciséispoetas jóvenes- muchos de ellos inéditos en libro,hasta ese momento -, y reunía autores que esta-ban produciendo en Chile con otros, exiliados.

Me ha interesado iniciar con estos co-mienzos porque pienso que el quehacer actualde Mauricio Redolés tiene una profunda rela-ción con su trabajo anterior ; por su humor, ter-nura, desparpajo, el modo de usar el lenguaje,etc., , etc.

La Vuelta A Chile;

Desde 1985, Redolés vive en chile, - en1987-dio a conocer su libro, Tangos (2). Quizápor la dimensión del volumen cuyo tamaño lohace difícil de (h)ojear, y vuelve más complica-do todavía ordenarlo en un estante o, más pro-bablemente, por el deseo de acceder a un pú-blico mayor que el únicamente lector, Redolésfue optando por la música, sin dejar de escribirpoesía. Primero estuvo investigando sobre rock,y aplicando sus conocimientos de sociología que

Soledad Bianchi

MAURICIO REDOLES, MARCA REGISTRADA DE IRREVERENCIA. Soledad Bianchi

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había adquirido en sus estudios londinenses,pero no se quedó en la teoría y continuó aproxi-mándose al rock y otras melodías, acercándo-las a sus textos ; sin embargo no se trataba sólode ́ ́ponerles música“ sino que iba generandouna integración, una fusión, que dio como re-sultados poemas que fueron escritos para serdichos, para ser oídos, para ser cantados o reci-tados en voz alta. Y Redolés comenzó a cantarsin una gran voz, es cierto, como casi todos losrockeros nacionales. . . , claro que eso no im-portaba pues el objetivo era más bien difundir,dar a conocer, enanchar una mirada y, sobretodo, lograr que la poesía llegara a otros públi-cos y que éstos se relacionaran con ella, conmenos temores y distancias. . . fue así comoRedolés y su grupo comenzaron a recorrer dis-tintos tipos de locales; universitarios, pubs, etc.,Fue así como, pronto, editó, dos cassettes conpoemas y canciones hasta que en 1996 apare-ció la tercera, ¿Quién mató a Gaete ?(3) queenfocare más adelante.

Magia, Juego Y Desmitificación;

Elementos varios integran y componeneste cassettes que, por esta heterogeneidad demateriales -canciones, poemas de Redolés y deotros autores, diálogos etc.- podría considerar-se un collage, tal como buena parte de cadauno de éstos que van “construyéndose”, muchasveces, por asociaciones, por fragmentos de orí-genes diversos, por la emisión de otras voces...Esto nos predispone al cambio, a la sorpresa, ano saber que viene porque -a diferencia de au-tores como Marcela Serrano- Redolés juega yconoce bien el procedimiento poético que con-siste en quebrar certezas, romper con las seme-janzas, porque el acostumbramiento sólo llevaa la rutina que es opuesta a la poesía.

Para el poeta- cantante/cantante -poetase trata de subvertir el orden para exigir disposi-ción a la novedad mediante visiones menos can-sadas y contaminadas y, por esta razón, lairreverencia se expande y la parodia no “afec-ta” sólo ciertos asuntos sino, también, las for-mas, los lenguajes, las situaciones, etc.

Los trastocamientos mayores se encuen-tran en esa “locura que es ¿”Quién mató a Gaete?’’, el tema que le da nombre al conjunto y que,muy acertadamente, ocupa el último lugar puessu fuerza, ingenio y perspicacia habrían podidodesequilibrar el conjunto, de haber sido ubica-do antes. . . En realidad, la preferencia de suubicación resulta muy oportuna tanto por laextensión de las delirantes suposiciones y répli-cas a esa suerte de interrogatorio, condensadoen la pregunta inicial, como por ser la síntesisde casi todos los procedimientos utilizados enlos otros materiales del cassette, además de suhumor, ironía y desacato por todo discurso einstitución oficial. “¿Quien mató a Gaete? es unaferoz crítica al presente, una crítica que, a ve-ces, se logra con un mínimo desplazamientoque, de inmediato, crea la ambigüedad y cam-bia los sentidos, como cuando se dice; “MurióGaete en un campo de con-cer-ta-ción /o fue lacon-cen-tra-ción de partidos”. Este tema puedeconsiderarse un panorama de Chile de la transi-ción, de la post- dictadura, que da a conocersus limitaciones y debilidades, sus modismoslingüísticos, algunos de sus personajes e institu-ciones.

A través de asociaciones insólitas quebuscan, en muchas ocasiones, engarzar una rimaque provoca la risa a causa del nuevo sentidoque crea, se pretende desmitificar y hacer queel escucha se enfrente con una realidad que tam-poco es tan ordenada ni coherente. Esadesmitificación pasa, por ejemplo, por revelary hacer ver las múltiples frases-hechas que es-tán a nuestra disposición y que utilizamos sinningún cuidado ni conciencia. Sin darnos cuentaque al hacerlo nos plegamos al sin sentido, alsimulacro de comunicación, a la incapacidadde relacionarnos y comprendernos. La política,a través de su lenguaje, sus consignas, ciertasmelodías etc. ; es uno de los asuntos másfustigado. Como correa transmisora, ella podríallevarnos al “No tengo”, una extraordinaria pa-rodia del discurso político público; se trata deuna alocución-emitida por Redolés, al estilo deun dirigente que estaría en un acto masivo don-

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de se escuchan ecos y ovaciones. Lo que éstedice es totalmente absurdo y tan vacío comoinfinitos parlamentos de personalidades de to-dos los ámbitos y que se expresan, sea en losmedios de comunicación, sea en el Congreso,etc. dice así.

“No tengo, pero si tuviera, para no con-vidarles, les diría que no tengo, pero en reali-dad no tengo. Si tuviera, les diría que no tengo,porque si les digo que tengo, pero que no quie-ro convidarles, ustedes van a pensar, y con jus-tificada razón-ética o moral-, que yo soy egoís-ta, pero como yo no quiero parecer egoísta por-que no creo serlo, a pesar de no querer convi-darles, entonces les diría que no tengo, pero enrealidad no tengo. “

Oyendo este discurso -y no sólo con él,es cierto, pienso en algunos textos de NicanorParra y la anti-poesía; y remontándome más,pienso en el surrealismo, De todos modos, loque hace Redolés-en este caso- es extremar elabsurdo y llevarlo a un grado inusitado, algo asícomo lo que realizaba Raúl Ruiz con algunasimágenes visuales o con algunas conversacio-nes, en “Palomita blanca”.

Es fundamental esta preocupación deRedolés por el lenguaje pues al tomarlo comoobjeto, lo que pone en evidencia, lo vuelve loco,opaco y lo vemos, y percibimos de qué modolo usamos y si nos comunica o incomunica.Porque una de sus obsesiones- que los conteni-dos de este cassette reiteran una y otra vez- esla incomunicación; la amorosa, en especial;”De lisias con yugales” y “Soy yo” son ejemplosparadigmáticos, de la dificultad para entender-se y respetarse. Fuera de estas dos conversacio-nes hay también, una “canción”; “chica pococomunicativa” donde la “ puesta en escena”-que es casi un parlamento teatral- la hace muyeficaz y graciosa ( por la aguda y por cómica).No creo una casualidad el gusto por “reprodu-cir” -quizá sea más apropiado decir; “represen-tar” o fingir- conversaciones telefónicas, ya queapuntan, me parece, en el sentido de la inco-municación por la imposibilidad- que acogen-

de relacionarse directamente sin mediacionestécnicas. (A propósito, dos notas lingüísticas;¡ojo! con la explosión de las palabras en el titu-lo, “De lisias con yugales” -en lugar de “ deli-cias conyugales”-, que juega con la semejanzafonética, pero sólo para quienes lo leen ya queambas formas se oyen exactamente iguales. Esverdad que las palabras que Redolés “produce“, no son las más habituales, pero resulta serlabor de quién lee descubrirlas: una conjugacióndel verbo lisiar, además de una cercanía conliso, posiblemente; y para “yugal, palabra que,al parecer, no existe la ligazón con yugo resultaobvia, especialmente si se considera el diálogoque ella nomina, Recuérdese que, incluso, existela expresión “yugo del matrimonio”.

Quiero llamar nuevamente, la atenciónrespecto a esta suerte de transcripción fonéticapues no me parece que haya aquí inadverten-cia de parte del autor. Creo, más bien, que esteno quiere olvidar, ni quiere que el publico sedesentienda, que su actividad de productor detextos se realiza con signos- notas musicales ypalabras, en este caso- y que, por lo general,pasa por la escritura),

Porque Redolés tiene el talento de hacerun “acontecimiento” de nada o de casi nada.Porque él “trabaja” con la cotidianeidad másfrecuente y cercana, y no la magnifica sino quela muestra tal cual es ( algo deformada, a veces,para hacerla más visible), obligándonos a en-frentarla y reconocerla ¿Qué más habitual, porejemplo, que una llave del agua no funcione?no obstante, en “Así habló Lorena”, el modograndioso como se reclama para que sea repa-rada resulta totalmente desproporcionado y pa-rece transformarse en una burla de la burocra-cia y, tal vez, a un cierto modo de entender lamodernidad que supone que todo está contro-lado y dominado por una eficiencia casi sobrehumana. Por que al cliente- que es la voz delpropio Redolés hablando por teléfono- le bastadecir la complicada clave del aparato descom-puesto para que, después de mínimas averigua-ciones, la empleada sepa de qué se trata, lo que

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en realidad significaría un control terrorífico delo habitantes y sus residencias. . .

La mezcla de distintas melodías o el aco-modo de otras- el “blues acuecado”- rompe conla noción de estructuras fijase inmutables. Porel contrario, existe, aquí una opción por la plu-ralidad, la integración, el devenir, el cambio,que se percibe, asimismo, en el modo de rela-cionarse con el lenguaje.

Redolés es un gran observador y tiene lacompetencia que el sistema detectar la fisura,la mínima grieta que evidencia que el sistemano es tan perfecto, y su crítica la trasmite enimágenes, con una agudeza que puede llegarhasta el chiste, pero, asimismo, con cierta dosisde escepticismo.

Pero, ¿por qué me ha interesado abordarel trabajo Mauricio Redolés? producido, en par-te, en esta época de transición, creo que su pro-ducción toma como punto de partida muchode lo que sucede en el Chile actual, que des-pliega y expone ante auditores que ya no pue-den negarse a oír ni saber; Redolés se apropiade la memoria y la “moldea”, y la hace presen-

te, y la respeta y la altera, con fantasía, imagi-nación y no pocos trazos de ficción. Me atrae,entonces, la opción por la oralidad que ha he-cho este poeta cantante, si se piensa, sobre todo,en la crisis de lectores y en las dificultades queimplica la lectura. Lo que él ha hecho, final-mente, ha sido aprovechar su aptitud escénicapara “hacerle el juego” al mercado - al merca-do editorial, me refiero. . . (el discográfico que-dará pendiente)- y a su negativa de publicarpoesía; él se burla de todas las sospechas querodean a la lírica y utiliza y/o inventa otros ca-nales de difusión, que le acomodan más.

Siento, además que colaboran a los mé-ritos de este quehacer, algunas fuertes inversio-nes; porque Redolés se apropia de la preferen-cia hacia y por el espectáculo que hoy(pre)domina y es utilizada para suprimir la po-lémica y el debate, para despistar y enfatizar ladistracción y lo más efímero, y él “monta” unespectáculo de signo contrario que se proponedevelar, evidenciar, desmitificar, apuntar a losproblemas, desde una perspectiva profundamen-te controversial. XXI

Soledad Bianchi

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NOTAS

(1) Soledad Bianchi ; Entre la lluvia y elarcoiris. Algunos jóvenes poetas chilenos.Barcelona, Ediciones del Instituto para elnuevo chile, 1983.

(2) Mauricio Redolés: Tangos dibujos deNemesio Antúnez Santiago, EditorialEléctrica chilena Alto Voltaje, 1987.

(3) Redolés. ¿Quien mató a Gaete? Santiago,Krater Sony Music Entertainment chile.1996, kni-4 476097. Stereo.

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HOMENAJES

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A mi padre

Padre,

quizás si fueses eso tan sólo para mí, midolor hoy no sería tan grande. La pérdida de unpadre no es solamente la causa de mis lágri-mas, no es lo que me ha hecho entregar cora-zas de esta manera. Junto con mi dolor de hijatengo el de todos los que te acompañaron día adía en tu quehacer revolucionario, cubanos yde cualquier parte del mundo, planificando yconstruyendo sueños, en Cuba y fuera de ella,en los buenos momentos en que la oscuridad sequería hacer luz y ya cuando la luz quedó rene-gada al tiempo -porque más tarde o más tem-prano confió en que se hará la luz, por ti y porlos muchos otros que han dedicado su vida aello así tendrá que ser-.

Recién estaba descubriendo la inmensi-dad de persona que escondías detrás del padreque nunca estaba; dentro del padre tan tierno ytímido que te me mostrabas. ¡Qué increíblemodestia la tuya! Todo lo que me contaste de tuobra siempre venía cargado de humor, inclusotus errores de campaña (la vez que le disparastepor error a Camilo, la vez que le escondiste ellibro al Ché, la vez que te quitaste las botas paradormir y te sorprendió un bombardeo); y muypocas veces contaste el esfuerzo de la labor dia-ria que ejecutaste, ni siquiera hablaste de tupapel individual. Me encantaba cuando chicaque me contaras “tus cuentos” -como yo te de-cía-, y tenía que pedírtelo casi siempre aprove-chando las ocasiones en que después de comi-da nos quedábamos hablando en la mesa. ¿Adónde se irán todos “los cuentos” que queda-ron por contar? Siento que te me fuiste de entrelas manos, como el agua que se escurre y dejahuellas para que la recuerden. Te tuve tan cercaúltimamente y no supe aprovechar los últimosmomentos que me brindaste. ¿Por qué alguienno me avisó que tu camino en esta vida se esta-

ba acabando? Me da rabia notar que es precisa-mente en estos momentos cuando me siento máscerca de ti que nunca. Ahora te he abierto mialma y sólo tú estás en toda ella,desbordándome.

Quizás si me hubieses contado tus haza-ñas, junto con las anécdotas graciosas, habríaencontrado razones de sobra para perdonarte tupresencia intermitente, tu dificultad en asumir lastareas de la casa, tu debilidad con el tabaco, tusvanas promesas de cambiar tu estilo de vida ycomenzar a cuidarte. ¿Qué son ahora para míesos defectos que tanto me molestaban conscien-te o inconscientemente? Nada. Ahora sólo po-drían ser vergüenza por no entenderte, y ganasde que me perdonaras por no haberte hecho másagradable tu estancia a mi lado. Son también lascosas que ante mí hoy te hacen más grande: por-que no eres un hombre perfecto, como todos loshombres, pero supiste construirte en cada ins-tante de tu vida con las virtudes humanas quemás admiro y, por encima de todo ello, escogisteel empedrado camino de servir a las causas deliberación de los pueblos del mundo.

Por eso, porque ya no se paseará entrenosotros un luchador infatigable de las batallasde los explotados, porque Cuba pierde alguienque apuesta y se juega por su futuro, porque losmovimientos de liberación están de luto, porquela gracia y la cubanía nunca se sentirán igual enesta casa, porque es una pérdida colectiva, esque lloro con todas mis fuerzas. Está bien, ahorano te tendré de carne y hueso -y no es porqueme conforme con ello-, pero estarás en cada ár-bol, en cada pájaro, en cada energía palpitantede un amanecer; ahora tu ser no tiene fronteras yte tendré en todo y a toda hora. Ya lo siento.

Quizás lo que más duele es saber lo tantoque tú amabas la vida, sus placeres, sus desa-

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fíos, y que aún te habría gustado hacer mu-chas cosas más. Sí, sé que sigues vivo en elcorazón de incontable gente en todo el mun-do, que no has muerto y ahora tu vida es unejemplo para muchos; pero yo te quiero aquíjunto a mí sencillamente, al menos un pocomás, y prometo que dispuesta a compartirte.Siento que no me diste tiempo de demostrartetodo lo que te admiro, todo, sin que puedaencerrar su real magnitud, todo lo que te quie-ro y por siempre.

Vas a ser mi luz en la adversidad. Comolo es ahora recordar tu sonrisa tan pura e infan-til, incluso en estos momentos: los más tristesde mi vida. Los recuerdos felices de mi infanciason ahora todos aquellos intensos momentos de

juego que supiste darme en medio de tus ta-reas. Las sensaciones de tus cosquillas, de laeuforia del juego, de tu mirada embobecida deamor paternal, de tu orgullo por tu hija estudio-sa -aunque me habría gustado darte otras cosaspara admirar-, de tus celos por el novio, sonahora mis mayores tesoros.

Tu ejemplo lo llevaré conmigo para siem-pre, cada día, porque gran parte de lo que soyhoy te lo debo a ti y te lo deberé por siempre.Porque ahora el deseo de hacerte un padre or-gulloso es una meta de mi vida. Porque cadavez que algún compañero me hable de ti se quete tendré más presente reluciendo entre todasmis estrellas. Porque eres y siempre serás mipadre, mi único padre, mi padre por siempre.

Hoy creo en la eternidad.

Camila Piñeiro12 de marzo 1998

HOMENAJES

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Curso de Otoño

Objetivos generales del Curso:

Conocer la primera mano de la obra fundamental que permite una comprensióndel modo capitalista de producción desde el punto de vista de la Economía Política.Comprender de esta manera los mecanismos que ocultan las categorías básicasque sustentan este sistema social y cómo se presentan en la superficie, enconfrontación y crítica con otras concepciones de la economía.

Contenido del Curso:

Se hará un estudio completo de los tres libros que componen la obra de Marx. Esteestudio significa una lectura de la obra por parte del alumno y su comentariodetallado durante el curso, de cada uno de sus capítulos y secciones.

Profesores:

Coordinadores: Galo Eidelstein y Manuel RiescoOtros profesores invitados a sesiones específicas.Este curso está dirigido a toda persona que tenga hábitos de estudio y lectura.

Evaluación del Curso:

El estudiante será evaluado periódicamente a través de trabajos para la casa. Seentregará al final de cada semestre un certificado con el rendimiento del alumno.

Duración del Curso:3 semestres, una vez por semana, días lunes de las 19 a las 21:00 hrs.

Inicio de Clases: 27 de Abril de 1998

Lugar: Sede del CENDA, Vergara 578 (Entre Toesca y Gay)

Inscripciones: 688 37 60 - 688 37 62 - 688 37 63

Valor del Curso: 15.000 (quince mil pesos) semestrales

“El CAPITAL” DE K. MARX

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Curso de Otoño

TALLER: ” 1789-1989 : EL Advenimiento de laModernidad “

Objetivo General:

El taller se propone la lectura activa de los cuatro libros de la obra deERIC HOBSBAWN, uno de los principales historiadores contemporáneos.

Relatores:

Manuel Riesco - Patricio Rivas - María Eugenia Hortwitz -Willy Thayer - Gabriel Salazar.

1789 - 1878: ” La Epoca de las Revoluciones “

1870 - 1878: “ La Era del Capital “

1870 - 1914: ” La Era del Imperio “

1914 - 1989: “ La Era de los Extremos “

Coordinadora: Viviana Miranda

Horario: días jueves desde las 19:00 a las 21:00 hrs.

Inicio de Clases: 30 de Abril de 1998

Lugar: Sede del CENDA, Vergara 578 (Entre Toesca y Gay )

Inscripciones: 688 37 60 - 688 37 62 - 688 37 63

VALOR DEL CURSO: 15.000 PESOS SEMESTRALES

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