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SABER PROFANO Se pierde la ciencia cuando se pierde la pureza del corazón. Nicolás de Valois. Debes saber que esos filósofos cuya sabiduría tanto alabas, tienen la cabe- za donde nosotros ponemos los pies. Isaac de Acre. La meta alcanzada por el teólogo es el principio del camino para el der- viche. ‘Abd al-Wahhâb al-Sha‘rânî. Muchos cuyas naturalezas son imperfectas y cuyas almas están mutiladas y desfiguradas por la mezquindad son atraídos por la filosofía… Y cuando las personas indignas de educación se acercan a la filosofía y establecen una alian- za con lo que está por encima de ellos ¿qué clase de ideas y opiniones podrán salir de ahí? ¿No serán sofismas que cautivan el oído, pero que nada tienen de auténtico, valioso o semejante a la verdadera sabiduría? Platón (La República, VI, 495e)

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SABER PROFANO

Se pierde la ciencia cuando se pierde la pureza del corazón.

Nicolás de Valois.

Debes saber que esos filósofos cuya sabiduría tanto alabas, tienen la cabe-

za donde nosotros ponemos los pies.

Isaac de Acre.

La meta alcanzada por el teólogo es el principio del camino para el der-

viche.

‘Abd al-Wahhâb al-Sha‘rânî.

Muchos cuyas naturalezas son imperfectas y cuyas almas están mutiladas

y desfiguradas por la mezquindad son atraídos por la filosofía… Y cuando las

personas indignas de educación se acercan a la filosofía y establecen una alian-

za con lo que está por encima de ellos ¿qué clase de ideas y opiniones podrán

salir de ahí? ¿No serán sofismas que cautivan el oído, pero que nada tienen de

auténtico, valioso o semejante a la verdadera sabiduría?

Platón (La República, VI, 495e)

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El ser reintegrado, el yogui, habiendo batido las cuatro Sabidurías (Vedas)

y todas las Escrituras, disfruta de su nata, de su esencia. El erudito sólo obtiene

el suero de la leche.

Jñânasankalini Tantra, LI.

Con toda su ciencia, esa gente de París no es capaz de discernir que Dios

está en la menor de las criaturas, ¡incluso en una mosca!

Eckhart.

Las especulaciones vanas y estériles pueden estar rondando y agitándose

arriba y abajo en torno a la divinidad, pero no pueden establecerse o fijarse en

ella; extienden los pliegues de las vestiduras de la verdad, pero no pueden con-

templar su hermoso rostro.

John Smith El Platónico.

Hermanos, la teología de este hombre (san Francisco), basada en la pure-

za y la contemplación, es como un águila voladora, mientras que nuestra cien-

cia se arrastra sobre su vientre por la tierra.

Espejo de Perfección, LIII.

Sería muy de desear que los ojos de nuestros tercos doctores se abrieran y

la película nebulosa, o la máscara sofista, que obscurece su visión, fuera elimi-

nada, para que pudieran ver con mayor claridad. Pienso en particular en los

aristotélicos, y otros teólogos ciegos y sofistas, que se pasan la vida discutiendo y

disputando acerca de las cosas divinas de una manera no cristiana, y no propo-

nen ningún fin a las múltiples distinciones, divisiones y confusiones, obscure-

ciendo así la doctrina de la Escritura respecto a la unión de las naturalezas y la

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comunicación de las substancias en Cristo. Si no quieren creer en Dios y su Pa-

labra sagrada, podrían al menos ser iluminados por el estudio de nuestro Arte

químico, y de la unión de las dos aguas (a saber, la del mercurio y la del Sol)

que nuestro Arte muestra tan notable y palpablemente.

El Hidrólito Sófico.

Si uno se convierte en un hombre instruido, existe el peligro de que pier-

da la disposición para practicar el Nembutsu.

Hônen.

Este arte se basa en la reducción del Corpora a Argentum Vivum.

Es la Solutio Sulphuris Sapientium in Mercurio. Un conocimiento no infundido

de vida es un conocimiento muerto. Una inteligencia carente de espiritualidad

es sólo una luz falsa y prestada.

Henry Madathanas.

Estos hombres presumen demasiado de su mente, se figuran que su inge-

nio basta para encontrar este Arte.

Thomas Norton.

Porque en alma maliciosa no entrará la sabiduría, ni morará en cuerpo

esclavo del pecado.

Sabiduría, 1, 4.

Los filósofos son hombres a quienes el demasiado saber y pensamiento ha

vuelto locos.

Michael Sendivogius.

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Que el componer libros es cosa sin fin y el demasiado estudio fatiga al

hombre.

Eclesiastés, 12, 12.

El conocimiento de los objetos efímeros no es propiamente conocimiento,

y tiene la misma relación con la realidad que el espejismo del desierto con el

agua, de modo que el que va en pos de él no obtiene nada sino un incremento

de la sed.

Azar Kaivân.

En esta edad del fin del mundo, que es la edad de las disoluciones… la

maravillosa ley del espíritu único está siendo desechada en todas partes, y cada

individuo piensa ahora como individualmente quiere pensar. A veces parece

como si hubiera ahí un deseo real de conocer la verdad, casi, por decirlo así,

como por casualidad, pero pronto se revela que no es sino una especie de dis-

cusión filosófica o una manera elegante de hablar.

Hakuin.

Uno de los signos de la Hora es que el conocimiento será desterrado y

reinará la ignorancia como poder absoluto.

Muhammad.

Los hombres insensatos e ignorantes, con un esfuerzo tan vano como obs-

tinado, buscan la naturaleza de las cosas mientras permanecen en la ignorancia

del Único que es el autor y Hacedor de ellos mismos y de todas las cosas. Sin

embargo, no se preguntan por Él, como si se pudiera encontrar la verdad o po-

seer la felicidad al margen de Dios. Y, para que puedas apreciar con mayor cla-

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ridad todavía cuán estériles y perniciosos son esos estudios, debes saber que no

sólo no iluminan la mente para conocer la verdad, sino que realmente la cie-

gan, de manera que la propia verdad no pueda ser reconocida…

¿Qué aprovecha, pues, al hombre examinar cuidadosamente la naturaleza

de todo y comprenderla a fondo, si ni recuerda ni sabe de dónde viene, ni a dón-

de irá cuando esta vida haya llegado a su fin? ¿Pues qué es esta vida mortal sino

un viaje? Pues atravesamos este mundo y vemos las cosas que en él están como si

estuvieran al borde del camino. ¿Se sigue de ello, pues, que deberíamos parar y

examinar cualquier cosa que vemos al pasar que sea inhabitual o extraña a noso-

tros, y apartarnos de nuestro camino por ello? Eso es exactamente lo que hace la

gente a la que miras. Como viajeros insensatos han olvidado a dónde van y es

como si se hubieran sentado en el camino para investigar las cosas extrañas que

ven. Por el abandono habitual a esta locura, se han vuelto ya tan extraños a sí

mismos que no recuerdan que están de viaje, ni que van en pos de su tierra na-

tal… Ninguna vida podría ser más vergonzosa y ningún fin más desdichado que

no tener ninguna esperanza de salvación cuando uno muere, por no haber esta-

do dispuesto a tomar la senda de la virtud mientras vivía.

Hugo de San Víctor.

Aquí se plantea una pregunta: ¿Lograron los discípulos en esta escuela

superior del Espíritu el discernimiento en todas las ciencias que se aprenden en

la escuela de la naturaleza? Yo respondo: Sí, les fue dado comprender toda

ciencia, sea respecto al curso de los cuerpos celestes o no, en la medida en que

podía conducir a la gloria de Dios, o referente a la salvación del hombre; pero

aquellos aspectos de la ciencia que no aportan ningún fruto para el alma, no les

fue dado conocerlos.

Tauler.

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No deseo que ningún hombre tenga aversión o renuncie a su capacidad

para las lenguas antiguas o modernas; su conocimiento de medallas, grabados,

pinturas, historia, geografía o cronología… pero… todas estas cosas deben

ocupar el lugar que les corresponde…

La redención cristiana es de naturaleza totalmente distinta; no tiene nin-

guna afinidad con estas artes o ciencias; no pertenece al hombre exterior natu-

ral, sino que va dirigida a la naturaleza interior y celestial.

William Law.

Jesús (la Paz sea con él) dijo: «¡Cuántos árboles hay; sin embargo, no to-

dos tienen fruto; y cuántos frutos hay; sin embargo, no todos ellos son buenos; y

cuántas ciencias hay, sin embargo, no todas ellas son provechosas!».

Christ in Islâm.

Es un hombre miserable el que conoce todas las cosas y no conoce a Dios;

y es feliz quien conoce a Dios, aunque no sepa nada más. Pero aquel que cono-

ce a Dios y todo lo demás, no es más santo por ello; pues sólo a través de Dios

es bendecido.

San Agustín.

Silencio, oh hermano, aparta de ti el saber y la cultura;

hasta que tú nombraste la cultura, no conocí más cultura que Tú.

Dîvâni Shamsi Tabrîz, XXXII.

Pero tú eres todo mi arte, y elevas

a la altura de la erudición mi tosca ignorancia.

Shakespeare (Soneto, LXXVIII).

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Si Dios no te muestra el camino,

no te será revelado por la lógica.

Shabistarî.

Los ulemas literalistas reciben el conocimiento por transmisión de uno a

otro hasta el Día del Juicio. El origen está lejos. Pero el elegido saca su conoci-

miento de Dios, que lo ha colocado en su corazón.

Ibn ‘Arabî.

Todo conocimiento que no nos produce la bienaventuranza y la libertad

supremas no vale la pena. Llenamos nuestras mentes con el conocimiento de

múltiples hechos y cosas sacados de todos y de cada uno, o leyendo toda clase

de libros. El cerebro se convierte en un depósito de conocimientos sobre las fa-

ses efímeras y transitorias de la vida. Naturalmente, el hombre se vuelve un ser

inquieto, desequilibrado, confuso y errático en su comportamiento y en su

conducta. Busca, por consiguiente, conocer la verdadera fuente de la vida:

Dios. Para eso es para lo que estás aquí.

Swami Ramdas.

Esa clase de erudición no sirve sino para andar en busca de abstracciones.

Mucho saber y muchas artes llevan únicamente a engaños que no son sino

germinantes semillas de fantasía. La erudición no es más que eso.

Hakuin.

Si un hombre tuviera todos los conocimientos habidos alguna vez, no se-

ría en absoluto un sabio; sólo sería capaz de jugar con los hombres, confun-

diéndoles y desconcertándoles con distinciones de palabras. Sería como una

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persona que aparta bruscamente un taburete de alguien cuando está a punto

de sentarse, y luego se ríe y se burla a la vista de su amigo derribado y caído en

el suelo.

Platón (Eutidemo, 278c).

Nadie tan fácil de coger, cuando se le agarra,

como el ingenioso que se ha vuelto loco; su locura, en la sabiduría incu-

bada,

tiene la garantía de la sabiduría y el auxilio de la escuela

y la gracia del ingenio para agraciar su locura.

Shakespeare (Trabajos de amor perdidos, V, II, 69).

Si aprietas con bastante fuerza, puedes, incluso, llegar a obtener aceite de

la tierra;

agobiado por la sed, puedes llegar a beber las aguas del espejismo;

quizás, si vas lo bastante lejos, puedas encontrar un cuerno de conejo;

¡pero nunca responderás satisfactoriamente al necio que se cierra en sus

opiniones!

Bhartrihari.

Los libros son comprensibles sólo para quienes comprenden, y las co-

sas son valiosas sólo para quienes pueden apreciarlas. Regala un arco de

adorno a un granjero, y lo usará para ahuyentar los pájaros de su granja;

da una túnica de emperador a un bárbaro del sur y la llevará para acarrear

leña. Son simplemente ignorantes. ¿Qué otra cosa se puede esperar de

ellos?

Ko Hung.

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Holofernes: Satis quod sufficit.

Sir Nathaniel: Ruego a Dios por vos, Señor. Las razones ofrecidas por vos

durante la comida han sido agudas y sensatas; agradables sin grosería, ingenio-

sas sin afectación, audaces sin imprudencia, sabias sin subjetividad y extrañas

sin herejía. Conversé hace tiempo con un compañero del rey, que se hace lla-

mar, se llama o le llaman, Don Adriano de Armado.

Holofernes: Novi hominem tanquam te: su aire es altanero, su discurso perento-

rio, su lengua afilada, su mirar ambicioso, sus andares majestuosos, y su con-

ducta, en general, vana, ridícula y petulante. Es demasiado puntilloso, dema-

siado acicalado, demasiado afectado, demasiado extravagante, digamos, dema-

siado peregrino, por decirlo de algún modo.

Sir Nathaniel: Un epíteto singular y escogido…

(Sacando su cuaderno de notas.)

Holofernes: Despliega el hilo de su verborrea con mayor fineza que la

hebra de sus argumentos. Aborrezco a esos fanáticos fantasiosos, a esos per-

sonajes insociales y maquiladores: a esos destructores de la ortografía que

pronuncian dout cuando debería decir doubt; det cuando deberían pronunciar

debt, d, e, b, t, no d, e, t; que dicen cauf por calf, hauf por half; que a neighbour

«vocatur» nebour, que abrevian neigh en ne. Esto es abhominable, o, como él

diría, abominable. Esto me vuelve loco: anne intelligis, domine?. Me pone frené-

tico, lunático.

Sir Nathaniel: Laus Deo bone intelligo.

Holofernes: ¿Bone? Rascáis un poco, Prisciano; bien, da igual.

Shakespeare (Trabajos de amor perdidos, V, I, 1).

Quién no quiera buscar un hombre nuevo nacido en Dios, y aplicarse di-

ligentemente a ello, que no se meta en mis escritos.

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Yo no he escrito nada para ese buscador, y tampoco él sería capaz de

comprender nuestra intención fundamental, por más que se esforzare en ello, a

menos que se abandonare a la resignación en Cristo; ahí puede aprehender el

espíritu de lo universal, de otra manera, nada conseguirá; y advertimos since-

ramente al crítico curioso que no se distraiga, pues nada conseguirá de ese mo-

do, a menos que él mismo entre en el interior, y entonces se le mostrará sin

mucho buscar; pues es como un camino de niños.

Boehme.

El estudio es como el sol glorioso del cielo,

que no quiere ser examinado con miradas descaradas;

poca cosa han ganado nunca los estudiantes aplicados

salvo una vil autoridad de los libros de los otros.

Shakespeare (Trabajos de amor perdidos, I, I, 84).

En cuanto a la mera explicación literal de esta dialéctica, tú eres suficien-

temente experto; pero para comprender su verdadera importancia es necesario

renunciar a las ocho ambiciones mundanas, cercenar sus cabezas, subyugar la

ilusión de la creencia en el ego personal, y, considerando nirvana y samsâra inse-

parables, conquistar el ego espiritual mediante la meditación en lugares solita-

rios de la montaña. Nunca he valorado o estudiado el mero conocimiento a

través de las palabras, puesto por escrito en libros en la forma convencional de

preguntas y respuestas para ser aprendidas de memoria (y soltadas contra el

oponente); esto no lleva sino a la confusión mental y no a esa práctica que trae

la verdadera realización de la Verdad. De ese conocimiento a través de las pa-

labras, soy ignorante; y si alguna vez lo aprendí, lo olvidé hace mucho tiempo.

Milarepa (dirigiéndose a un pándit).

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Si quieres conocer divinamente los misterios de la naturaleza, el fun-

damento y la razón del bien y el mal en este mundo, la relación y conexión

entre el mundo visible y el mundo invisible, cómo las cosas temporales pro-

ceden de las cosas y las fuerzas de la eternidad, son influidas por ellas y de-

penden de ellas, no hay sino una única llave de entrada; nada puede abrir

la visión sino ver con los ojos de ese mismo amor que dio origen y mantiene

todo lo que es y actúa en la naturaleza visible e invisible. Si quieres conocer

divinamente los misterios de la gracia y la salvación, si quieres avanzar co-

mo testigo fiel de las verdades evangélicas, espera hasta que ese fuego del

amor divino haya hecho su obra perfecta en tu interior. Pues hasta que tu

corazón sea un altar en el que ese fuego celestial arda continuamente, esta-

rás muerto y sólo podrás ser un orador de palabras muertas sobre cosas que

nunca vivieron en tu interior. Pues sin un nacimiento verdadero de ese

amor divino en la esencia de tu alma, aunque seas tan culto y educado co-

mo quieras, tu corazón no será sino el corazón obscurecido del Adán caído,

y tu conocimiento del reino de Dios será solamente como el que tenía Caín

el asesino.

William Law.

El que es instruido no es sabio,

el que es sabio no es instruido.

Tao Te King, LXXXI.

Porque donde hay mucha ciencia hay mucha molestia, y creciendo el sa-

ber crece el dolor.

Eclesiastés, 1, 18.

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Un hombre pasa setenta años aprendiendo

y no es capaz de encender fuego.

Otro, no aprende nada en toda su vida

pero escucha una palabra

y es consumido por ella.

Ansârî.

La luz que busca la luz hace lucir el engaño de la luz.

Shakespeare (Trabajos de Amor Perdidos, I, I, 77).

Oíd esto, pueblo necio e insensato, que tiene ojos y no ve, que tiene oídos

y no oye.

Jeremías, 5, 21.

Las palabras santas no moran en corazones ciegos, sino que van a la Luz

de la que vinieron, mientras la maldición del diablo se introduce en los corazo-

nes retorcidos como un zapato retorcido en un pie retorcido.

Aunque puedas aprender la Sabiduría de memoria, ella se zafa de ti en

cuanto dejas de ser digno; y aunque la escribas y la anotes, y aunque te jactes y

la expliques, ella aparta su rostro de ti, oh buscador de querellas; rompe sus

ataduras y alza el vuelo lejos de ti.

Rûmî.

«Si por mi clemencia no te hubiera dado de beber de la copa de mi auto-

revelación, el pozo de cada conocimiento te habría dado sed, y la confusión de

cada pensamiento te habría desconcertado».

Niffarî.

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Aquellos que no están prestos a beber la ambrosía de la instrucción de su

maestro, mueren de sed en el desierto de los numerosos tratados.

Saraha.

Cuando Ananda estuvo en presencia del Señor Buda, se inclinó hacia el

suelo con gran humildad acusándose de no haber desarrollado plenamente las

potencialidades de la iluminación, porque desde el comienzo de sus vidas ante-

riores se había dedicado en exceso a estudiar y aprender.

Surangama Sûtra, 1.

«Quien no se avergüenza del conocimiento superfluo, nunca se avergon-

zará de nada».

Niffarî.

Antes querría morir de puro amor que dejar que Dios escape de mí en

obscura sabiduría.

Matilde de Magdeburgo.

El saber sin temor religioso es como una mujer llena de contradicciones,

desobediente y sin educación, que hace que sus ojos parezcan grandes median-

te el uso del colorete y los ungüentos y que se adorna con collares y pendientes.

¿De qué sirve toda su belleza y esplendor cuando su ropa está desaseada y se

revela su verdadera naturaleza?

Yesod Hayirah, 24.

Tú eres sabio, culto y realizas las prácticas espirituales, te has puesto el ves-

tido de la santidad, puedes predicar y puedes preguntar; pero todo eso no es nada

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si no experimentas la bienaventurada unión con el Amado. El Saguna (Atributo)

que buscas es una imagen de tu propia mente y no puede satisfacerte.

Swami Ramdas.

La única cosa que el saber me ha enseñado es su total impotencia para

concederme Ôjô 1.

Hônen.

El mero raciocinio, ¡lo desprecio! ¡No me sirve de nada! (El maestro escupió

en el suelo).

Sri Ramakrishna.

La gente espera encontrar a Brahma en estos libros, pero es bhrama (confu-

sión), no Brahma (Dios), lo que allí encuentran.

Sai Baba.

El primer paso en este camino (sufismo) es la rotura de los tinteros, hacer

pedazos los libros y olvidar toda clase de conocimiento.

Abû Sa‘îd ibn Abi ’l-Khayr.

Son ignorantes quienes son salvados, más que aquéllos cuyo ego no ha

sido dominado a pesar de su saber. Los ignorantes están a salvo de la implaca-

ble garra del engreimiento, de la enfermedad de los torbellinos de innumera-

bles pensamientos, de la interminable persecución de la riqueza (mental); no es

de un solo mal de lo que están a salvo.

Sri Ramana Maharshi.

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1 Nacimiento en la Tierra Pura.

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Suprime la erudición, y no se conocerá el dolor.

Suprime el conocimiento y rechaza la sabiduría, y aprovechará cien veces

más al pueblo.

Tao Te King, XIX.

Aquellos que desean progresar por el Camino, deben primero deshacerse

de la escoria adquirida mediante saberes heterogéneos.

Huang Po.

Conoce el gusto de ese sabor que consiste en la ausencia de conoci-

miento.

Saraha.

Cuida lo que está dentro de ti, y aparta lo que está fuera; pues el mucho

conocimiento es maldición.

Chuang-tse (cap. XI).

Gnóstico no es quien aprende de memoria pasajes del Qur’ân, que cuando

olvida lo que ha aprendido se vuelve ignorante. Sólo es gnóstico quien obtiene

el conocimiento de su Señor en todo momento, sin haberlo aprendido, y sin

estudiar, y este (conocimiento) permanece en él durante toda su vida, y no lo

olvida sino que lo recuerda siempre. No tiene necesidad de libros, y es el (ver-

dadero) gnóstico espiritual.

Abû Tâlib al-Makkî.

Los falsos alquimistas sólo buscan hacer oro, mientras que el verdadero

filósofo no desea nada sino conocimiento; el primero obtiene sólo tinturas, co-

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sas adulteradas y estériles, mientras que el segundo investiga los principios de

las cosas.

Becher.

Estoy convencido de que es sólo el don de Dios por lo que este Arte puede

ser comprendido. Si, en efecto, todo lo necesario para su comprensión fuera la

agudeza mental y la sutileza, yo he conocido muchas mentes poderosas, bien

capacitadas para la investigación de esos temas. Pero te digo: sé sencillo y no

pretendas que lo sabes todo, hasta que hayas encontrado el secreto. Entonces

estarás obligado a ser prudente, y serás capaz de componer con facilidad algu-

nos libros, que es sin duda más sencillo para el que está en el centro y percibe la

cosa en sí misma, que para quien está únicamente en la circunferencia y sólo

puede hacerlo de oídas.

Michael Sendivogius.

Y sabe, oh alma, que no te será posible, cuando salgas del mundo de los

sentidos, llevar contigo ningún conocimiento del mundo de las cosas compues-

tas (o concretas), como si ese conocimiento estuviera (que no lo está en reali-

dad) separado (de las cosas externas) y unido y mezclado con el ser del alma.

Aprovecha, pues, el conocimiento de las cosas simples, y abandona el conoci-

miento de las cosas compuestas.

Hermes.

Las modificaciones del intelecto, llamadas «conocimiento recto», «cono-

cimiento dudoso» y «conocimiento falso», se desvían de su existencia. Hay una

única Conciencia en todas ellas. Las diferencias se deben a las modificaciones.

Shrî Shankarâchârya.

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Un vislumbre momentáneo de la Sabiduría divina, nacido de la medita-

ción, es más precioso que cualquier suma de conocimiento derivada sólo de

escuchar y el pensar en las enseñanzas religiosas.

Gampopa.

Aquél en cuya alma Dios ponga la piedra de toque, se distanciará cierta-

mente de la duda.

Rûmî.

Intermedios entre los objetos de intelección y los objetos de los sentidos

son los objetos de opinión; y de éstos, algunos participan de los objetos de inte-

lección, pero otros no.

Hermes.

El conocimiento tiene dos alas, la opinión, una: la opinión es defectuosa y

limitada en su vuelo.

Rûmî.

Como el ser es al devenir, así es el intelecto puro a la opinión.

Y como el intelecto es a la opinión, así es la ciencia (gnosis) a la creencia,

y la comprensión a la percepción de las sombras.

Platón (La República, VII, 534a)

La palabra de tu Señor se ha cumplido en verdad y en justicia. Nadie

puede cambiar Sus palabras. Él es quien todo lo oye y todo lo sabe.

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Si siguieras a la mayoría de los que están en la tierra, te extraviarían el

camino de Dios. No siguen sino conjeturas, no formulan sino hipótesis… y és-

tas, frente a la Verdad, no sirven de nada.

Qur’ân, 6, 115-116; 53, 28.

Aquellos que aman la Verdad en cada cosa deben ser llamados amantes

de la sabiduría y no amantes de la opinión.

Platón (La República, V, 480b).

El que persigue la erudición crecerá cada día,

el que persigue el Tao decrecerá cada día.

El que decrece continuamente,

llega a la no-acción.

Por la no-acción son hechas todas las cosas.

Tao Te King, XLVIII.

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