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Asuntos pendientes a 81 años de la masacre de 1932 Verdad, justicia y reparación Por Gilberto E. García. El Salvador | DDHH | LA MEMORIA

20130207 Verdad Justicia y Reparacion

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Asuntos pendientes a 81 años de la masacre de 1932

Verdad, justicia y reparación

Por Gilberto E. García.

El Salvador | DDHH | LA MEMORIA

El pasado 22 de enero de 2013 se cumplieron 81 años de la

insurrección indígena y campesina que marco la historia del

país. “Todos nacimos medio vivos, medio muertos después

de 1932”, escribió Roque Dalton1 al respecto. La insurrección

fue saldada con la masacre de 30 mil campesinos e indígenas,

según todos los estudios, testimonios y relatos. El Partido

Comunista Salvadoreño (PCS), que formó parte de los

preparativos de la insurrección y que recién había sido fundado

en 1930, enfrentó la desarticulación, la persecución y el

asesinato de sus principales dirigentes.

El PCS había logrado importantes avances electorales luego de obtener personería jurídica en 1931, pero en diciembre de ese año, un golpe de Estado lleva al poder al dictador Maximiliano Hernández Martínez.

A principios de 1932 el PCS se debate entre sumarse al descontento popular o trabajar por mejorar las condiciones objetivas y subjetivas para la inminente insurrección popular.

El 19 de enero de 1932 son capturados sus principales dirigentes: Farabundo Martí, Mario Zapata y Alfonso Luna, y el 22 de enero, estalla la insurrección campesina e indígena en diferentes zonas del país tomando el control de varias zonas cafetaleras en el occidente del país (Izalco, Nahuizalco, Juayúa, Ataco) y en los alrededores de San Salvador (Soyapango).

El Ejército responde con una movilización de tropas sin precedentes,

y usando su ventaja en armamento de ametralladoras y fuego de

fusilería asesinan a mansalva a los indígenas insurrectos.

1 1935-1975. Uno de los más importantes poetas salvadoreños, también ampliamente conocido en América Latina.

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La insurrección de 1932

tiene dos vertientes

que alimentaron la insatisfacción

La primera, el descontento indígena y campesino, el cual venía cultivándose desde la expropiación de las tierras ejidales entre 1881 y 1882 para implementar el cultivo del café como principal producto de exportación y como eje de acumulación de capital.

La independencia de las Provincias Unidas de Centroamérica en 1821 y la posterior formación de los países del istmo no trajeron beneficios a las grandes mayorías indígenas y campesinas. Lejos de eso, pasaron del dominio español al de los criollos y luego de las familias cafetaleras.

Ya en 1833 una insurrección indígena comandada por el legendario Anastacio Aquino, denominado “Rey de los Nonualcos”,2 fue aplastada con barbarie. Pero la expropiación de las tierras ejidales a partir de 1881 arrancó a los campesinos de origen nahuat-pipil su forma de subsistencia y de vida comunitaria, convirtiéndoles en peones de las plantaciones de café que fueron expropiadas por las familias oligárquicas de El Salvador, las famosas 14 familias.

La crisis capitalista internacional de 1929 trajo consigo la reducción de los precios del café, con lo cual la hambruna, la explotación y la miseria alcanzaron a estos grandes contingentes de población campesina

2 Nonualcos: etnia de origen nahuat-pipil que poblaba las actuales departamentos de San Vicente, La Paz y Cuscatlán en El Salvador y que fue casi exterminada en 1833.

Así lucían los pueblos cafetaleros en El Salvador a inicios del siglo XX.Foto: MUPI, Museo de la Palabra y la imagen. San Salvador.

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cuyos patrones, lejos de preocuparse por amortiguar el golpe a sus trabajadores, ya de por sí sometidos a condiciones miserables de existencia, incrementaron los niveles de represión y opresión.El segundo descontento que confluyó en la insurrección de 1932 fue el que desarrollaron sectores urbanos, obreros y estudiantiles. El proletariado gremial había dado origen a las primeras organizaciones mutualistas y sindicales en las zonas urbanas.

Así las cosas, el 21 de Julio de 1919 se registró por primera vez

una huelga en El Salvador, y fue desarrollada por la Unión de Sastres

Salvadoreños que recibió el apoyo de otros sectores del naciente proletariado como carpinteros, panaderos, barberos, zapateros y vendedoras de frutas.

La huelga fue exitosa y terminó siete días después, el 28 de julio de 1919, con conquistas salariales para este sector y con la fundación de la Unión Obrera Salvadoreña a la cual se incorporaron los sectores que se mostraron solidarios con esta lucha y que tuvo su sede frente al “Cuartel Quemado” (hoy mercado de artesanías, ex Cuartel).

Entre 1919 y 1924 se sucedieron huelgas en el sector magisterial, de

los panaderos y de los carpinteros. También hubo organizaciones de mujeres sufragistas que luchaban por el derecho al voto -entre ellas la reconocida Prudencia Ayala-, así como mujeres de los mercados que fueron reprimidas por alzar su voz contra la introducción del patrón oro y la pérdida de valor de las monedas de plata.

En 1920 también surge la Asociación General de Estudiantes Universitarios (AGEUS) en donde participó el joven líder Agustín

Farabundo Martí, quien por esos días ya era perseguido por los regímenes de turno.

Foto: Campesinos Izalcos-Nahuat-Pipiles, 1885.Museo de la palabra y la imagen MUPI. San Salvador

En 1924 surge la primera organización sindical que intentó aglutinar todo este movimiento: la Federación Regional de Trabajadores

Salvadoreños (FRTS), conocida como “La Regional”, la cual fue filial

de la Confederación Obrera Centro Americana (COCA).

En 1927 “La Regional” apoyó la huelga de tipógrafos, boicoteó la celebración de la independencia en protesta por la intervención estadounidense en Nicaragua y envía un delegado al Congreso de la Federación Americana del Trabajo (AFL) celebrado en Washington para exponer la situación en Centroamérica.

En 1928 va más allá, presenta ante la Asamblea Legislativa la propuesta de implementar la jornada de 8 horas, apoya la creación de una sección del Socorro Rojo Internacional en El Salvador y envía una delegación de solidaridad a incorporarse al Ejército de Hombres Libres

del General Sandino, encabezada por Agustín Farabundo Martí, quien en los años siguientes alcanza el grado de coronel combatiendo al ejército invasor de los Estados Unidos.

Ya en 1925, los salvadoreños Moisés Castro y Morales y Agustín

Farabundo Martí habían tomado parte en la fundación del Partido Comunista Centroamericano.

En esa línea, en enero de 1930 se funda el Partido Comunista Salvadoreño (PCS). También ese año, la líder del movimiento de mujeres sufragistas, Prudencia Ayala, anuncia que intentará competir por la Presidencia de la República.

Esta mujer había sido una activista desde 1914, había conocido la cárcel ya en 1919 por criticar al alcalde de Atiquizaya, había mostrado abiertamente su solidaridad con el general Sandino y su oposición a la agresión estadounidense a Nicaragua.

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También en 1930 surge la corriente sindical anarquista alrededor del Centro Sindical Libertario, encabezado por Enrique Conde. Dos años después, la organización y su líder también serían víctimas de la represión de Hernández Martínez, pero a diferencia de los comunistas no lograron sobrevivir y reagruparse.

En el momento en que se funda el Partido Comunista Salvadoreño, Farabundo Martí se encuentra en Nicaragua combatiendo al lado de Sandino. En el seno del PCS confluyen dirigentes obreros como Miguel

Cuenca, Miguel Mármol, Modesto Ramírez y Juan Gilberto Ramirios Santamaría, todos vinculados a los sindicatos de “La Regional” y al Socorro Rojo Internacional.

El PCS se concreta en las afueras de San Salvador, junto al lago de Ilopango, durante una reunión en el lugar conocido como “El Peñon”, en el cantón Asino.

Posteriormente, en 1931 empieza a conformarse la alianza obrero–campesina con la incorporación al PCS de Francisco Sánchez, líder indígena de Juayúa. Este líder fue vital para la articulación con el movimiento indígena y para establecer la coordinación con el cacique de Izalco y Nahuizalco, Feliciano Ama, quien era un reconocido líder de la zona.

Desde 1917 Ama era mayordomo de la Cofradía de “Corpus Christi” desde donde no solo cumplía labores religiosas, sino que velaba por los intereses de la comunidad dirigiendo reclamos de la población al gobierno.

Sandino, (tercero de pie de izquierda a derecha). Farabundo Martí (primero sentado de derecha a izquierda)

El fundador del PCS, Modesto Ramírez, fue encargado por el Partido de entrar en contacto con Feliciano Ama, quien ya buscaba tomar contacto con el PCS. Según Miguel Mármol hijo, en esa ocasión Ama dijo:

-No me voy a incorporar solo, tengo que sumar a mis hermanos.

Pero Modesto le contestó que no, que la afiliación era personal. Feliciano respondió que si sus hermanos no se integraban, él tampoco lo haría.

-¿Y cuántos son tus hermanos? -preguntó Modesto. -30 mil -respondió Feliciano. 3

Mucho se ha discutido entre intelectuales e historiadores sobre si el PCS dirigió la insurrección indígena o se sumó a ella. A la luz de la historia la dicotomía parece bastante irrelevante.

Lo cierto es que las circunstancias que envolvieron los hechos denotan una verdadera alianza obrera-campesina en el sentido clásico, con todas las características de un proletariado apenas naciente, de reciente sindicalización pero de intensa radicalización durante los años ’20, y de grandes sectores organizados del campesinado indígena arrastrando las herencias de la expropiación de sus tierras, así como de su marginalización y sobre explotación producto de la crisis.

Las condiciones del descontento creciente, el golpe militar de diciembre de 1931, el no respeto a los avances electorales del PCS, son factores que van conformando la situación revolucionaria de 1932. Las condiciones objetivas están dadas para el levantamiento

3 A 81 años de la masacre de Izalco, continua la lucha por reivindicar los derechos del pueblo. Entrevista a Miguel Mármol hijo, 31 de enero de 2013, Periódico Digital “Voces”.

Feliciano Ama, líder indígena de la Cofradía de Corpus Christi de Izalco, incorporado al PCS por Modesto Ramírez, capturado el 28 de enero de 1932, antes de ser ejecutado por el Ejército Salvadoreño

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Los líderes comunistas Farabundo Martí (recién incorporado al PCS a su regreso de sus tareas internacionalistas), Mario Zapata y Alfonso Luna son capturados por el régimen el 19 de enero de 1932 dado que la policía secreta de Hernández Martínez, logra enterarse de los preparativos de la insurrección.

Su fusilamiento tardaría unos días más, hasta el 1 de febrero de 1932. Miguel Mármol es también capturado antes de la insurrección, que ya no tenía marcha atrás y estalla el 22 de enero de 1932.

Según estimaciones de Miguel Mármol la insurrección movilizó alrededor de 75 mil hombres y mujeres. Francisco Sánchez, dirigente indígena y comunista, dirige la toma de Juayúa, un enclave cafetalero en el occidente del país en donde logra una rápida victoria.

En la batalla resultaron muertos el comandante local y, posteriormente, el terrateniente Emilio Radaelli y su esposa, quienes fueron ejecutados dado que los campesinos les identificaron como sus principales opresores. La iglesia y la casa de los terratenientes en el centro del pueblo fueron incendiadas durante la toma de Juayúa.

Francisco “Chico” Sánchez inicia inmediatamente el inventario

de las escrituras municipales de tierras para ser colectivizadas

y repartidas entre los campesinos. También manda destruir todas las existencias de aguardiente del pueblo por considerarlo un método de promoción del alcoholismo que usaban los terratenientes para acrecentar la dependencia económica de los campesinos con las tiendas de las fincas.

Al mando de las grandes fuerzas campesinas, Feliciano Ama logra el control de Izalco, Nahuizalco y las zonas circundantes. Pero la reacción del Ejército al mando del dictador Maximiliano Hernández Martínez no se hace esperar.

Tras la sofocación de la insurrección en los alrededores de San Salvador, principalmente en Soyapango e Ilopango, la infantería y artillería inician su marcha hacia el occidente del país. La represión comenzó el 28 de

enero, y aprovechando la superioridad de fuego el Ejército perpetra

una masacre dando muerte de la manera más cruel a los líderes

indígenas.

Los estigmas que aún persisten

Para las comunidades indígenas nahuats, pipiles e izalcos la represión de 1932 significó el principio de un gran letargo que aún hoy persiste. Ser de extracción indígena se hizo sinónimo de “comunistas”,

“guerrilleros”, “revoltosos”, “malagradecidos” que habían hecho

daño a sus patronos cafetaleros y que merecían todo el castigo de

estos a través de los militares.

Se dejó de usar la vestimenta tradicional, de practicar las

tradiciones comunitarias, se dejó de hablar el Nahuat, que había sido transmitido de madres a hijos por más de doce siglos, desde que los primeros migrantes provenientes del Valle de Tehuacán llegaron a la zona de Cuscatlán y Acaxual en el actual territorio salvadoreño. El

Nahuat paso a ser un susurro privado entre las familias; un idioma

proscrito, clandestino.

Juan Gilberto Ramirios Santamaría, fundador del PCS en 1930. Foto familiar de 1940 con sus hijas. Archivo de Julia Ramirios.

Una mujer, su testimonio

Dominga García Mazariego, una de las sobrevivientes de la masacre, mujer de extracción indígena de la zona de Soyapango, esposa de Juan

Gilberto Ramirios Santamaría, uno de los fundadores del PCS, relató a su familia cómo su compañero de vida se escondió durante cuatro meses en una finca de la zona del cantón El Limón para escapar de la represión.

Durante ese tiempo le visitaba en las noches, y le llevaba agua y alimentos a un agujero de los que se usaba para aserrar los árboles de gran tamaño, cubierto de hojarasca y acondicionado como refugio.

En ese momento nadie sabía quiénes estaban vivos o muertos, cuántos habían logrado escapar de la represión, quiénes habían sido fusilados o se habían escapado y andaban huyendo.

En las pocas ocasiones en que Dominga García contaba a sus familiares sus recuerdos de la época, decía con profunda consternación: “Eran carretadas de muertos; no terminaban de pasar por la calle

principal” (de Soyapango). Se refería a los cientos o miles de cadáveres que iban a ser depositados en carretas jaladas por bueyes hacia fosas comunes luego de los fusilamientos masivos.

Miguel Mármol, otro de los fundadores del PCS y que logró sobrevivir fue fusilado. Gravemente herido, y en medio de los cuerpos abatidos pero sin ser herido de muerte, logró sobreponerse y buscar refugio.

Su relato sobre este momento fue recogido magistralmente por Roque Dalton y convertido en una obra obligada de la historia salvadoreña.

Dominga García Mazariego, esposa de Juan Gilberto Ramirios, fundador del PCS, foto familiar tomada en 1975.

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También Eduardo Galeano en su obra denominada “El Siglo del

Viento” reconstruye la historia salvadoreña desde los relatos de Miguel Mármol.

Pero prontamente los sobrevivientes empezaron a reagruparse para luchar contra el tirano a pesar de semejante masacre.

A propósito del 81 aniversario de la masacre Miguel Mármol hijo concedió una entrevista a un periódico digital y comentó sobre esa época: “Imaginémonos la represión en aquel tiempo, el fantasma del comunismo, aquellos hombres perseguidos y la suspensión de los derechos civiles, había toque de queda, ley marcial, ese tipo de violaciones a los derechos humanos, para ubicarse cómo habrá sido de difícil agruparse para continuar la lucha. Pero aún así los

sobrevivientes de 1932 lograron verse después de meses y algunos

después de años.

Es importante cuando Julita cuenta el reencuentro de Juan Gilberto

Ramirios y Modesto Ramírez después de varios meses de no saber nada el uno del otro, y cuando Modesto llega a la casa de Juan

Gilberto y se vuelven a ver en aquellas condiciones clandestinas.

Así se encontraron muchos compañeros como Salvador Carrillo, sastre de Ilopango, Segundo Ramírez, Modesto Ramírez, Luis Días. Todos andaban huyendo, pero se reagruparon para continuar la construcción y organización del Partido. Hasta que en 1944, después de doce años, logran motivar en el pueblo la lucha para sacar al tirano Hernández Martínez del poder”.4

4 Bis. Voces 31 enero 2013.

Cuerpos de indígenas asesinados por en Sonsonate en 1932

El derrocamiento del dictador fue solo el primer eslabón de la lucha

popular y revolucionaria que se prolongó desde 1944 hasta los

años ‘70 y ‘80.

Las herencias del genocidio El pueblo salvadoreño Nahuat- Pipil se ha sobrepuesto a genocidios en repetidas veces. Pese a que actualmente muy pocos salvadoreños quizás puedan identificarse bajo esta etiqueta, lo cierto es que esa rebeldía, herencia de los ancestros, está presente y lo siguió estando a

pesar de la masacre en 1833 de los Pipiles Nonualcos y en 1932 de

los Pipiles Izalcos.

El Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) se fundó como una sola fuerza político militar el 10 de octubre de 1980 a partir de varias organizaciones político–militares5 -principalmente escindidas del PCS en los años ’70-.

Adoptó el nombre de “Farabundo Martí” durante la guerra de liberación que culmino con los Acuerdos de Paz de Chapultepec en 1992 con

importantes transformaciones democráticas al sistema político

salvadoreño.

Actualmente, en la zona de Izalco, Nahuizalco y Juayúa quedan tan

solo unos 60 Nahuat-parlantes. En 2011, la embajada de México en San Salvador realizó un evento cultural que convocó a aquellos que aún guardan el Nahuat como idioma materno. Todavía existen las canciones,

5 Partido Comunista Salvadoreño, Fuerzas Armadas de Liberación FAL-PCS. Fuerzas Populares de Liberación - Fuerzas Armadas Populares de Liberación FPL-FAPL. Partido de la Revolución Salvadoreña, Ejercito Revolucionario del Pueblo PRS-ERP. Resistencia Nacional, Fuerzas Armadas de la Resistencia Nacional RN-FARN y Parti-do Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos, PRTC.

Miguel Mármol. Fundador del PCS en 1930. Foto: Roque Dalton.

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los dichos los cuentos y hasta los poemas, pero están a punto de desaparecer junto a sus últimos parlantes.

Dominga García Mazariego y Miguel Mármol testificaron en 1992 que “Faramundo Martí” (como estaba escrito por error en su partida de nacimiento) y “Farabundo Marti” eran la misma persona que aquel carismático líder del PCS fusilado el 1 de febrero de 1932.

Una ley vigente prohibía al FMLN llevar el nombre de una persona viva. Por tanto, el testimonio de los dos sobrevivientes de la masacre de 1932 permitió al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), mantener su nombre como partido político.

Juan Gilberto Ramirios murió en 1953, Dominga García murió en 1996 y Miguel Mármol en 1998. Pero el 10 de octubre de 2010, con motivo del 30 aniversario del FMLN, una sobreviviente, Julia Ramirios, hija de Dominga García y Juan Gilberto Ramirios Santamaría, fundador del PCS, recibió un homenaje de la familia Mármol-García. Julia Ramirios, quien también fue una líder de las organizaciones sindicales y revolucionarias, murió poco después del homenaje, el 29 de junio de 2011.

El pasado 22 de enero, con motivo del 81 aniversario de la insurrección indígena, los “tatas” y “nanas” de Izalco -como se reconoce aún ahora las autoridades comunitarias en la zona- pidieron al gobierno salvadoreño -el “Gobierno del Cambio” presidido por Mauricio Funes, elegido luego de ser impulsado por el FMLN- que tome medidas para esclarecer la masacre de 1932, y hacer lo necesario para garantizar justicia, verdad y reparación frente a este genocidio.

Miguel Mármol Hijo, Comisión de la Memoria Histórica del FMLN 2013Foto: Periódico Digital Voces.

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Verdad, justicia y reparación

Por Gilberto E. García.

Autor: Gilberto E. García

Edición: Gerardo Iglesias

Diseño: Darío Falero

Febrero 2013

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