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20130819 ADRIÁN MOYA: HUMANO, DEMASIADO HUMANO-Miguel Ángel Mila

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Texto "In Memoriam" sobre el pintor Adrián Moya (Villalba de la Sierra, 1952-Cuenca, 2012).

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Page 1: 20130819 ADRIÁN MOYA: HUMANO, DEMASIADO HUMANO-Miguel Ángel Mila

20 ❙ OPINIÓN LanzaW W W . L A N Z A D I G I T A L . C O M LUNES, 19 DE AGOSTO DE 2013

MIGUEL ÁNGEL MILA

En abril del año pasado moría en su ca-sa de Cuenca el pintor Adrián Moya,según el periódico, “por causas natu-

rales”. La noticia les debió parecer a los re-dactores clasificable en la sección de suce-sos, puesto que la encabezaba la injustifica-ble fotografía del traslado del cadáver porlos operarios de la funeraria. Inmediatamen-te hubo reacciones airadas ante semejantefalta de sensibilidad y el periódico lo rectifi-có, publicando luego, con más respeto, cró-nicas sobre la figura del artista y testimoniosde condolencia de algunos personajes des-tacados de la ciudad, junto a la reproduc-ción de una magnífica obra del pintor en laFundación Antonio Pérez.

Por causas naturalesYo no conocía personalmente al artista, pe-ro estaba entonces preparando el terrenopara que alguien me lo presentara y propo-nerle una entrevista. Desde entonces, he ha-blado con algunos de sus amigos y conotros que le conocieron. Todos ellos desta-can la importancia de Adrián en el arte delas últimas décadas y su posición central enlos discursos plásticos en Cuenca, desde suscomienzos, como tantos, junto a FernandoZobel, hasta la configuración de una perso-nalidad artística en plena madurez.

Este verano, la Galería Pilares de Cuenca,le ha dedicado una exposición-homenaje,donde he podido ver con detenimiento unasustanciosa colección de obras, de casi to-dos sus periodos, que conservan los herma-nos Catalá. Quedan también algunos catá-logos de sus exposiciones en la Galería Ja-mete, de Carlos Codes, en la Galería LaEscalera, de Aurelio González, o en el Des-pacho de Arte, de Nathalie Ron. Por último,están los testimonios de sus colegas, de Mi-guel Ángel Moset, de Óscar Lagunas, de An-tonio Mancheño “El Manchas”, etc. En largasconversaciones, por fin, me han contado decerca los pormenores de una vida y de unatrayectoria difícil y apasionante. Me hancontado de un artista en voluntario aisla-miento, en lucha con sus demonios, ásperocon los extraños, pero, también, de la perso-na afectuosa y sencilla en la proximidad delos más cercanos. De todo ello, me queda laconvicción de que Adrián Moya, el gran pin-tor de Cuenca, no debió morir, sino vivir “porcausas naturales”.

Una corriente poderosaLas escasas informaciones sobre la trayec-toria de Adrián Moya, además de estar pla-gadas de errores, dibujan un perfil en extre-mo difuminado sobre su vida y su obra. Esalgo ya frecuente en la historiografía denuestro arte. Es necesario desbrozar en lostextos, entre poéticos y hagiográficos, paradestilar algún dato o algún análisis más omenos lúcido. Los datos ciertos le sitúan afinales de los ’60, adolescente apenas, en laórbita del recién creado Museo de Arte Abs-tracto, bajo la afectuosa égida del maestro

Zobel que, andando el tiempo, le abriría laspuertas de la Fundación Juan March. Adriánes uno de los pintores del llamado “Grupode La Merced” que tenían sus talleres en elantiguo Asilo de Cuenca en los ’70. De aquelentonces, únicamente, he visto una obra, defactura “cézanniana”, que salió hace algunosaños en una subasta. Gianna Prodan, en su“Historia del Arte de CLM en el siglo XX”(2003), relata brevemente su currículum yreproduce dos obras de 1988 y 1996, queenmarcarían un periodo neo-expresionistadel pintor, hasta mediados de los ’90, con re-ferencias en De Kooning.

Sin embargo, el caldo de cultivo de su po-ética nace en la corriente poderosa de losartistas jóvenes que frecuentan la bibliotecadel Museo de Arte Abstracto, los estudiosdel Asilo y el taller de grabado del MuseoProvincial. Es entre los Bonifacio, Pacheco,Moset, Pagola, Ángel Cruz, Óscar Lagunas,Giancarlo Canela, José María Lillo, Javier Flo-ren, etc., que se forma una personalidadque, a través y más allá de las influencias, en-cuentra su propio universo creador.

Hacia un universo personalConviene aquí hacer un inciso y destacar laimportancia que, para la formación artísti-

ca, tienen determinados contextos ricos ensugerencias, precisamente ahora que ciega-mente se cierran o se recortan los presu-puestos de los centros de creación. Qué hu-biera sido de Cuenca y de Castilla-La Man-cha, qué hubiera sido de toda unageneración de artistas, sin aquellos centros,sin aquel ambiente y sin aquellos maestros.¡Y eso que no había subvenciones ni políti-ca cultural!

Las raíces plásticas de esa corriente, quetransitará Adrián Moya hacia la consecuciónde su estilo propio, las comparten tambiénotros pintores del momento como Bonifa-cio Alfonso, Javier Pagola o incluso MonMontoya. Estas raíces derivan de la fusiónque realiza Picasso entre el cubismo sinté-tico y el surrealismo, del mundo onírico deÓscar Domínguez o Ashile Gorky y de lasegmentación del espacio pictórico que re-aliza Joaquín Torres García. Sin embargo, enel caso de Adrián Moya, se configura un uni-verso personal que, por un lado, se podríavincular más cercanamente a la obra de unRoberto Matta y, por otro, más remotamen-te, remitiría a modelos medievales en la con-cepción abstracta del espacio plástico o enlas temáticas de los micro-mundos panorá-micos de un Brueghel u un Bosco.

LA MÁQUINA DEL TIEMPO

Adrián Moya: Humano, demasiado humano

Perfil fugadoTratar de saber algo de Adrián Moya (Villalba dela Sierra, 1952-Cuenca, 2012) es ardua tarea.Parece como si borrara sus huellas o algunacircunstancia fortuita las fuera borrando. En lospocos catálogos que se han hecho sobre su obra,rara vez fechados, casi nunca hay ningún datobiográfico que contextualice su trayectoria.Incluso, alguna vez y por error, apareceincreíblemente ¡la biografía de otro artista! En elmomento álgido de esa carrera pública, haciamediados de los ’70, expone en Egam, Amadís,Sen, etc., y gana el premio del “I Concurso deJóvenes Artistas” que organizó Juana de Aizpuru.Hasta ahí todo va bien, pero la fatalidad secruzará en su camino. No es este el lugar parahablar de episodios traumáticos en la vida deAdrián, ni para divulgar asuntos privados sabidospor confidencias de sus allegados. Sí decir, porqué es público, que su objeción de concienciaante el servicio militar franquista, le obligó a salirde España, fracturando su carrera, hasta quepudo volver tras la Amnistía.Tras pasar algún tiempo en Mallorca, la historiade Adrián ha sido un continuo retorno. Unretorno a Cuenca y a la pintura, un retorno deamor-odio, que se cuenta con gran delicadeza enobras como “Días de San Mateo”,“Actividad rural”o “Salida nocturna”, de 2008,“De feria” o “Ciudadinhóspita”, de 2009, o la serie “Camino delCalvario”, de 2010. Estos años de delirio yaislamiento son también los más fecundos, losmás profundos, del artista. Profundidad yaislamiento que procesan el sufrimientopersonal y lo trasmutan en creación. Como diríaNietzsche:“Cuanto más espíritu, más sufrimiento”(Fragmentos póstumos, 1875).Los últimos testimonios de la vida de AdriánMoya los debemos al vídeo que Saúl Valverderealizó a finales de 2010 para el homenaje aJulián Pacheco, donde Adrián comparece en elestudio y habla de su relación con Pacheco. JoséVicente Ávila cuenta también la anécdota de suamor a los perros como contra-imagen de susdificultades con las personas. Como dijo LordByron:“Cuanto más conozco a los hombres, másquiero a mi perro”. Demasiado humano…

“Adrián Moya”, Cuenca, 1999Foto: Máximo Sánchez

Sin título- 2009- Foto Despacho de Arte

Safari submarino I - 2011. Foto: M.A. Mila