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el centenario

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COLECCIÓN PENSAMIENTO HISPANO CUBANO

CENTENARIO DE LAREPÚBLICA DE CUBA

1902-2002

CICLO DE CONFERENCIAS OFRECIDO POR LAFUNDACIÓN HISPANO CUBANA DURANTE LOS MESES DE

ABRIL Y MAYO DE 2002

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CENTENARIO DE LAREPÚBLICA DE CUBA

1902-2002

editorial hispano cubanaehc

Ricardo Bofill, Leonel A. de la Cuesta, Antonio Elorza,Leopoldo Fornés, Ileana Fuentes, César Menéndez, Carlos A.Montaner, Alberto Recarte, Jorge A. Sanguinetty, Pío E. Serrano

CICLO DE CONFERENCIAS OFRECIDO POR LAFUNDACIÓN HISPANO CUBANA DURANTE LOS MESES DE

ABRIL Y MAYO DE 2002

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Centenario de la República de Cuba (1902-2002)Ensayo. Colección Pensamiento Hispano Cubano.

© Reservados todos los derechos de la presente edición a favor de:Editorial Hispano Cubana, Madrid, 2003.

Edición y coordinación editorial: Grace Giselle Piney Roche.Ilustración de cubierta: “Mama Inés”, de Raúl Villarreal (Cuba, 1964 - EEUU).

Primera edición: Junio de 2003Segunda edición: Noviembre de 2003ISBN: 84-607-7931-9Depósito Legal:

Editorial Hispano CubanaC./ Orfila, 8, 1ro. A28010, MadridEspaña

Telf.: 34 91 319 6313Fax: 34 91 319 7008

Este libro ha sido editado gracias al patrocinio de la Fundación Hispano Cubana yel Comité Cubano Pro Derechos Humanos.Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio,salvo autorización por escrito de la editorial.Impreso en España por Publicaciones Digitales S.L.

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Índice

JAVIER MARTÍNEZ-CORBALÁNPrólogo ................................................................................................9

CARLOS ALBERTO MONTANERCuba: Un siglo de doloroso aprendizaje. Meditaciones sobreel primer centenario de la República (1902-2002) ................................ 13

ANTONIO ELORZALa República de Cuba, 1902-1959: Las grietas de la política ............... 35

ILEANA FUENTESFeminizar la Historia: Cuba y las cubanas, a 100 años de lainstauración de la República .............................................................. 55

JORGE A. SANGUINETTYPreguntas olsonianas sobre el futuro de Cuba: ¿Son factiblesuna economía de mercado y una democracia? ................................... 75

LEOPOLDO FORNÉS BONAVÍAPanorama de las religiones en Cuba ................................................. 115

CÉSAR MENÉNDEZEl problema racial en Cuba siglo XX ................................................ 143

LEONEL ANTONIO DE LA CUESTAAnálisis sobre el constitucionalismo en Cuba en el siglo XX .......... 163

RICARDO BOFILLLos derechos humanos y la sociedad civil durante el periodorepublicano. Breves apuntes para un estudio .................................. 183

PÍO E. SERRANOLa República y la cultura .................................................................. 195

ALBERTO RECARTE GARCÍA-ANDRADECuba: Análisis de la economía cubana. Proyecciones parauna reconstrucción .......................................................................... 219

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Prólogo

Recuperando la iniciativa editorial desarrollada durante el Centenariodel 98, la Fundación Hispano Cubana, nuevamente y esta vez en oca-sión de la conmemoración del Centenario del establecimiento de la Re-pública de Cuba en 1902, ha decidido recoger en un libro las distintasponencias que conformaron el ciclo de conferencias auspiciado por elComité Cubano Pro Derechos Humanos de España y la propia Funda-ción durante los meses de abril y mayo del año 2002.Desde un principio se buscó que las obras tuvieran un carácter diná-mico y diverso. Por ello junto a estudios de carácter marcadamente his-tórico político, aparecen otros de carácter social, económico o cultural.Igualmente algunos de los autores participantes realizan en sus estu-dios análisis y proyecciones sobre la posible evolución y desarrollo dela situación actual de la Isla.Dentro del esquema anteriormente planteado podemos encuadrar losdistintos textos que componen este libro. Así los trabajos de CarlosAlberto Montaner y Antonio Elorza se centran en el análisis históricopolítico de ciertos aspectos de la era republicana. Por su parte lasponencias de Ileana Fuentes, Ricardo Bofill, Leopoldo Fornés y CésarMenéndez, respectivamente dedicadas a la mujer, la sociedad civil, lasreligiones y el problema racial enfocan diversos ámbitos sociales delperiodo republicano. Leonel Antonio de la Cuesta desarrolla el fenó-meno del constitucionalismo cubano durante el siglo XX, mientras PíoE. Serrano aborda el tema de la cultura durante la República. Por último,Jorge A. Sanguinetty -a quien agradecemos especialmente la apari-ción de su trabajo- y Alberto Recarte analizan los fenómenos político-económicos desde una perspectiva dinámica y en su posible proyec-ción hacia el futuro.

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Todas estas distintas miradas sobre Cuba y el periodo republicanologran armonizar e integrar desde sus diversas perspectivas un panoramageneral que nos facilita una mejor comprensión y conocimiento de laCuba de hoy en día.Esta edición, al igual que el ciclo de conferencias que la originaron, es unesfuerzo conjunto del Comité Cubano Pro Derechos Humanos de Espa-ña -y debemos reconocer expresamente la dedicación y el apoyo cons-tante de su Presidenta la Dra. Marta Frayde- y de la Fundación HispanoCubana. Finalmente queremos reiterar nuestro agradecimiento a los dis-tintos ponentes por su participación en esta obra, así como a las distin-tas Instituciones que han financiado y colaborado en la realización deeste proyecto.

Javier Martínez-CorbalánSecretario GeneralFundación Hispano Cubana

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Comencemos por una especie de resumen: los papeles que siguendefienden una visión benévola, o acaso no demasiado trágica, de lahistoria de Cuba. Mi premisa es ésta: la conversión de una nación en unEstado, especialmente si se trata de una república verdaderamente de-mocrática, es casi siempre un parto largo y doloroso. Es una forma deaprendizaje duro, basado en el tanteo y el error, hasta que una masacrítica de ciudadanos, tras recorrer atroces experiencias, a veces juntos,a veces enfrentados, consigue crear cierto consenso sobre el modelo deEstado y logra compartir los valores, principios y creencias que hacenposible el extraño milagro de la convivencia pacífica bajo reglas abstrac-tas y equitativas que excluyen el uso de la violencia y la imposición delos más fuertes.Hace un siglo, el 20 de mayo de 1902, se estableció formalmente la Repú-blica de Cuba. Hasta hoy, grosso modo, los cubanos, a trancas y barran-cas, hemos disfrutado de 36 años de legitimidad política surgida de lavoluntad popular con arreglo a las leyes, y hemos padecido 64 de go-biernos basados en la fuerza, tuvieran o no el apoyo de la población.Vale la pena explicar cómo llegamos a esta última cifra: tres años de lasegunda intervención norteamericana (1906-1909); el segundo periodo deMachado (1928-1933), elección plagada de irregularidades que culminaen la renuncia y fuga del general; los siete años de revoluciónpostmachadista (1933-1940); los siete años de la dictadura de Batista(1952-1959); y los cuarenta y tres años de Fidel Castro hasta el pasado 1de enero (1959-2002).

Cuba: Un siglo de dolorosoaprendizaje. Meditaciones sobreel primer centenariode la República (1902-2002)

Carlos Alberto Montaner

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Por cada año de legitimidad, hasta ahora hemos tenido dos de lo contrario.El dato es incómodo, pero lejos de paralizarnos en el lamento o en laasignación de culpabilidades, debiera ser útil como punto de partida deuna reflexión encaminada a tratar de averiguar las causas de este fracasorelativo, y, de ser posible, a evitar inconvenientes parecidos en nuestrafutura vida pública. No es ésta, por supuesto, una historia política de laque podamos enorgullecernos, pero luego veremos que el fracaso en laconstitución de los Estados modernos y en la consolidación del modeloliberal democrático no es algo inusual o excéntrico, sino casi la regla en elmundo contemporáneo posterior al fin del absolutismo.

LA NORMA ES EL FRACASO

Vale la pena, pues, consolarnos, como se supone que hacen los tontos,en una observación portadora de cierto alivio comparativo: el Estado deDerecho como modelo de convivencia ciudadana, la república comocarpintería institucional, y la democracia como método para administraruna y otra, son formas de relación muy nuevas y complejas, de difícilaprendizaje, y trabajosamente adaptables a la naturaleza de los sereshumanos. Probablemente durante varios cientos de miles de años -losantropólogos no se ponen de acuerdo en la fecha en que los cromañonescomenzaron a organizarse en estructuras más complejas que la simplemanada- las relaciones de poder se formaron sobre la base de la jefaturadel más fuerte, del que tenía la capacidad potencial de infligir el mayordaño a los miembros del grupo propio o a los odiados adversarios. Conel tiempo, mucho tiempo, se fue abriendo paso la idea de un tipo distintode organización de la autoridad, basada en la razón y no en la fuerza,pero de eso no tenemos constancia fehaciente hasta hace pocos siglos,y lo que sabemos es que, hasta el siglo XVII, cada intento de recurrir aeste modelo de gobierno acabó en una forma de tiranía. No debe olvidar-se que dos mil quinientos años antes de Cristo, los griegos -al menos losatenienses y ciertas ciudades-estados bajo su magisterio y zona de in-fluencia- intentaron regirse por procedimientos basados en la razón ylas reglas y no en la fuerza y la arbitrariedad discrecional de los podero-sos, pero sus esfuerzos generalmente acabaron estrellados contra laaparición de tiranos aplaudidos por las multitudes, más o menos comosucedió en la Roma republicana, luego transformada en un Imperio regi-do por monarcas a los que se les atribuía una condición casi divina.En nuestra era, surgida de la Ilustración, lo que sucede no es muy dife-rente. Lo frecuente es fracasar una y otra vez hasta que la sociedad,poco a poco, adopta los valores que hacen posible una relación entre

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gobernantes y gobernados fundada en la razón y la concordia, pero sinninguna garantía de que hemos dado con una fórmula definitiva deconducta política. La experiencia más bien conduce a una melancólicacerteza de signo contrario: el principio de entropía que actúa en la natu-raleza, y que condena a su destrucción toda organización de la materia,no excluye a las instituciones creadas por las personas. La tendencianatural de todo Estado es a evolucionar en forma zigzagueante hacia sudesorganización, no hacia su perfeccionamiento, como podemos apren-der de tantas ruinas que suelen estudiar historiadores y paleontólogos,aunque existan esperanzadores periodos de auge que nos transmitan lafalsa sensación de que el mundo en el que vivimos sobrevivirá eterna-mente. Sin embargo, pese a esta ominosa convicción, nuestra responsa-bilidad moral, y probablemente nuestro instinto, son batallar contra esasfuerzas destructivas e intentar que nuestro modo de relacionarnos pre-valezca el mayor tiempo posible, de la misma manera que la fatal seguri-dad de que algún día hemos de morir no nos impide luchar por retardarese momento.Por eso al inicio de estos papeles me refería al fracaso “relativo” de larepública cubana. Era precisamente por los años en los que los cubanosguerreaban por separarse de España -unos para anexarse a la UniónAmericana, otros para establecer un Estado independiente- cuando lositalianos y los alemanes pugnaban a dentelladas por unir los fragmentosde sus respectivas tribus en Estados unitarios, o cuando la veneradaFrancia encontraba cierto sosiego institucional tras la renuncia delautoritario Luis Napoleón III -casi a los cien años de iniciarse la revolu-ción francesa-, todo ello ocurrido en el agitado bienio de 1870-1871, trasdécadas de guerras, conspiraciones y cuartelazos. En todo caso, estostres Estados, hoy envidiados modelos de civilidad y de respeto por losderechos humanos, a lo largo del siglo XX exhibieron monstruosos com-portamientos totalitarios durante los años terribles del fascismo, el na-zismo o la desdichada República de Vichy creada por los franceses ainstancias del invasor alemán.Acostumbrados como estamos a contemplar con admiración el fenóme-no de la república estadounidense, con sus doscientos veintiséis añosde ininterrumpido funcionamiento -parcialmente exceptuados los cuatrode la Guerra Civil-, nos figuramos que cualquier nación que se aparte deesta exitosa historia de continuidad institucional constituye un fracasototal, pero eso no es cierto. La verdad es que Estados Unidos es unaextraña excepción a la regla. El resto de eso a lo que llamamos “nacionescivilizadas de Occidente”, y muy especialmente las repúblicas moder-

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nas, tuvieron un largo periodo de altibajos y contratiempos hasta queconsiguieron transformarse en Estados de Derecho verdaderamente de-mocráticos, sean hoy repúblicas o monarquías.Más aún: la estabilidad democrática de Estados Unidos, al margen delos méritos de la generación de Washington, Jefferson y Madison -ungrupo admirable de políticos-, tiene una explicación histórica quegeneralmente se omite. Las Trece Colonias que constituyeron el núcleofundacional de Estados Unidos formaban parte de Gran Bretaña y eranherederas de una larga experiencia política transcurrida a lo largo devarios siglos de lucha casi siempre sangrienta por la conquista de liber-tades y por el establecimiento de un tipo de gobierno constitucionalistaen el que los poderes reales estuvieran limitados por la influencia delParlamento. “Los americanos” no surgieron de la nada, sino de hitosbritánicos como la imposición de límites a la autoridad, a principios delsiglo XIII, al monarca John “Lackland”, o Juan “Sin Tierra”, nombrecastellano de este peculiar monarca, hermano de Ricardo Corazón deLeón. Surgieron de la ejecución del rey Carlos I, de la sombría dictadura deCronwell, y, finalmente, de la llamada Revolución Gloriosa de 1689, cuan-do la nueva dinastía aceptó colocar al rey inglés bajo la autoridad delParlamento.Los angloamericanos, convertidos en estadounidenses a partir de 1776,tenían tras ellos toda esa historia truculenta patíbulos regios, guerras,fracasos y enfrentamientos. Tenían en su haber a Thomas Hobbes, aJohn Milton, a James Harrington, a John Locke, víctimas y protagonis-tas de la lucha por cambiar las formas políticas de Inglaterra. Los textosconstitucionales de las colonias habían sido escritos con este bagajecultural como referencia. Había una cierta experiencia de autogobierno,y los principios y valores de la monarquía constitucional inglesa habíansido asumidos por el conjunto de la sociedad norteamericana de unamanera natural. Incluso, el enfrentamiento de los angloamericanos conLondres no se debió al surgimiento de un fuerte sentimiento nacionalis-ta, sino al incumplimiento por parte de los británicos de una regla básicadel pacto entre gobernantes y gobernados que ya aparece en la CartaMagna de Juan Sin Tierra: no debe haber impuestos sin la aprobaciónprevia de los representantes de quienes deben pagarlos. “No taxationwithout representation”. No era una revolución contra la ley la queplantearon los norteamericanos, sino a favor de la ley. Por eso, entreotras razones, cuando en 1776 se proclama la República, los flamantesestadounidenses, contra el criterio de las representaciones diplomá-ticas europeas en América, que auguraban la disolución casi inmediata

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del nuevo Estado en medio del caos, consiguieron prevalecer. Paradójica-mente, la fuerza que los guiaba en la dirección del orden era la mentali-dad social del poder colonial al que acababan de derrocar por medio delas armas. Habían ganado los estadounidenses, pero habían triunfado elespíritu constitucionalista de los ingleses y algunas de las reflexionesmás pesimistas de Hobbes sobre la naturaleza humana, lo que llevó a los“padres fundadores” de la patria norteamericana a crear una repúblicaestructurada por medio de poderes que se equilibraban y contrapesa-ban, concebidos para evitar la humana tendencia a atropellar al prójimosi de ello se obtenía algún beneficio.Volvamos ahora a los cubanos. En 1868, cuando nuestros antepasadosse lanzaron a la manigua, formaban parte de España no sólo como unapéndice colonial enmascarado como una supuesta “provincia de ultra-mar”, sino también se insertaban en una cierta mentalidad social, en unapeculiar historia política muy diferente a la inglesa y, por supuesto, a lade los angloamericanos. Los hispanocubanos -denominación perfecta-mente razonable para los criollos y mestizos hasta 1898- no habían vividola experiencia de una monarquía sometida al control del parlamento,apenas tenían experiencia en funciones de autogobierno, y la raquíticarepresentación que finalmente obtuvieron ante las cortes españolasno pasó de ser un demagógico gesto simbólico concebido para disfrazarla realidad colonial que definía las relaciones entre Madrid y la Isla.Pero a los propios españoles tampoco les iba mucho mejor en la Penín-sula. Los esfuerzos de los liberales españoles por controlar el poder realhabían fracasado a lo largo del siglo XIX. Fernando VIII devolvió a losBorbones a la casa de gobierno al grito de “¡Vivan las caenas!” proferi-do por sus partidarios, e inmediatamente liquidó la prometedora Consti-tución de Cádiz de 1812. En 1823 el breve trienio liberal (1820-1823) fueahogado por las monarquías reaccionarias europeas y su expedición delos “cien mil hijos de San Luis”. Luego, tras la muerte del despótico rey,sobrevinieron las terribles guerras carlistas desatadas por la supuestailegitimidad de la viuda y la hija del rey muerto para continuar al frente dela Corona. Todo ello entreverado con varias décadas de pronunciamien-tos militares y caos que culminan en la revolución de 1868, punto departida de la Primera República y de una serie de increíbles desórdenesque estuvieron a punto de destruir la unidad del estado español logradaa sangre y fuego en las terribles guerras de 1700-1714, tras la instaura-ción de la dinastía borbónica, construida sobre los cimientos de lavieja estructura creada por los Reyes Católicos y luego continuada porlos Habsburgos. Después de la restauración borbónica de 1873 comien-

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za un periodo democrático en la historia española, inspirado por Anto-nio Cánovas del Castillo, aunque en él no faltan trucos electorales, caci-quismo, clientelismo, y manipulaciones indignas de regímenes verdade-ramente respetuosos del Estado de Derecho, mas se logra transmitir laautoridad de conservadores a liberales y viceversa de forma organizada,lo que constituye un indudable éxito de las instituciones. No obstante,esa etapa sólo dura hasta 1923, cuando el general Primo de Riverainstaura su dictadura, episodio que debilita la monarquía y en 1931 leabre la puerta a la Segunda República. Cuatro años más tarde Francoentra en la historia de España a sangre y fuego y en ella se enquistadurante casi cuatro décadas.Lo que quiero decir es que la historia de los cubanos del siglo XIX esun rincón de la historia de España, y ésta apenas contenía elementosque condujeran a la creación de estructuras políticas estables basadasen el respeto a la ley, el andamiaje institucional republicano y la de-mocracia como método pacífico para tomar decisiones colectivas. Nues-tra experiencia era otra: el despotismo, la violencia y la imposiciónarbitraria de normas decididas a espaldas del pueblo. Incluso, el exa-men de las migraciones españolas hacia Cuba a lo largo de esa centu-ria, muy bien estudiadas por Manuel Moreno Fraginals, revela un datosignificativo: la inmensa mayoría de las personas que arribaron a la Islaeran militares o esclavos. Es decir, dos tipos de personas insertadas enformas de organización basadas en una autoridad dura y vertical queno cultivan ni el consenso ni la tolerancia, pilares espirituales en losque se sustentan las repúblicas democráticas. La Isla estuvo casi todoel tiempo gobernada bajo las leyes que regían en una “plaza militar entiempos de guerra”, mientras en los barracones de esclavos restallabasin piedad el látigo de los mayorales. Obviamente, ése no era el mejorsubstrato para constituir una república estable gobernada por la per-suasión y las reglas.

VALORES, COSTUMBRES Y CREENCIAS

A esta mentalidad social habría que añadir otros elementos propios deltipo de Estado al que los cubanos estábamos acostumbrados. Aunquehubo algunos gobernadores ejemplares a fines del siglo XVIII, y aunqueno faltaron funcionarios españoles excelentes, la visión de las coloniasque los poderes europeos entonces tenían, se basaba en la creencia deque la tierra conquistada, colonizada y poblada, tenía como objeto servirlos intereses de la metrópoli y de los personeros enviados por el poderimperial a administrarla. La colonia era propiedad de la Corona. Podía

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cederse venderse o cambiarse según conviniera al gobierno central, tal ycomo ocurriera, por ejemplo, con Louisiana, Florida o la misma Cuba encierto momento de su historia.Inevitablemente, este tipo de vínculo entre metrópoli y colonia provoca-ba varias consecuencias. Los funcionarios veían a las colonias comopatrimonio propio -muchos cargos se compraban a la Corona- y rara vezse tomaban en cuenta los méritos profesionales de las personas envia-das a ultramar. La Corona buscaba lealtad, por encima de todo, y susagentes procuraban toda suerte de privilegios. De manera que el Estadoera una fuente constante de sinecuras y enriquecimiento ilícito. Era unaespecie de agencia de empleos para los favoritos y un dispensador deventajas para los cortesanos.Los cubanos no ignoraban esta situación y la tenían como uno de losmayores agravios, pero cuando sobrevino la República el comporta-miento de muchos criollos no fue otra cosa que una extensión delcomportamiento colonial. Arruinado casi todo el patriciado cubanodurante la guerra, y con las redes comerciales en manos españolas, elEstado parecía ser casi la única fuente de recursos al alcance de laclase política emergente, pero la capacidad de absorción de ese Estadoera limitada: entre 1898 y 1902, de los treinta mil mambises que acredi-taron su veteranía, apenas diez mil pudieron convertirse en funciona-rios o en militares que recibían un salario mensual. Todavía en los añostreinta del siglo XX los Matamoros popularizaron una canción muyconocida en la que se describía la aspiración risueña de un cubanohumilde de aquella época: trasladarse a La Habana para ser un “policíacon chapa y tolete”.Es importante entender que cuando se percibe al Estado como la fuenteprimordial de enriquecimiento y como un suministrador de puestos detrabajo, y no como un conjunto de instituciones al servicio de la totalidadde la sociedad, no suele esperarse honradez de los funcionarios que loadministran, sino compadrazgo y favoritismo. De ahí que a una buenaparte de la población le resultara indiferente si José Miguel Gómez, “Ti-burón”, fuera o no honesto, o si el “Chino” Zayas o Menocal utilizaransus cargos para enriquecerse. No había noción del Estado como un espa-cio común y propio. Lo importante no era que los políticos cumplieran lasleyes o las normas de la decencia, sino que “salpicaran”, que ayudarancon canonjías a los partidarios que habían conseguido que ellos resulta-ran elegidos. En esencia, esa era la vara moral con que se medía a lospolíticos: que fueran leales a los suyos. Enrique José Varona, en enero de1915, siendo Vicepresidente de la República, ingresa en la Academia Na-

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cional de Artes y Letras con un discurso triste y memorable en el queasegura:

El monstruo que pensamos haber domeñado resucita (...) Cuba re-publicana parece hermana gemela de Cuba colonial (...) han vuelto alasalto de la administración pública la incompetencia, el favor, el ne-potismo y la corrupción. Hay quienes resisten, pero hay quienesflaquean y hay quienes se rinden (...) se proclama la intangibilidadde lo mal adquirido (...) en los lugares más pintorescos de los alrede-dores o en el corazón mismo de la ciudad bulliciosa se levantan lospalacios de aquellos a quienes la suerte pródiga ha mirado con ojosrisueños y ha descubierto el secreto de la fortuna improvisada (...)sólo hemos progresado en que no son parásitos forasteros, sonparásitos indígenas los que amamantamos al seno ubérrimo del te-soro nacional y estos parásitos se llaman legión.

Pero cuanto sucedía en Cuba no resultaba excepcional ni demostrabauna diferencia sustancial entre los habitantes de la Isla y los de otraslatitudes de similar cultura. En cierta forma se trataba de rasgos típicosde sociedades de estirpe latina. Los índices de corrupción que de unosaños a esta parte publica Transparency International, señalan una claradiferencia entre los países, digamos, anglosajones protestantes y losque proceden de la matriz latino-católica. Como regla general, los escan-dinavos y los europeos del norte -alemanes, holandeses, británicos-tienen estados mucho menos corruptos que los griegos, italianos, france-ses, españoles y portugueses. América Latina pertenece al segundo grupo,aunque hay grandes variantes entre los diversos países. La corrupciónargentina es mucho mayor que la uruguaya; la boliviana y la paraguayason tremendas; entre los países andinos Ecuador, Colombia y Venezuelapadecen Estados terriblemente corrompidos. Algo parecido a lo queocurre en toda Centroamérica. Sin embargo, en Chile y Costa Rica elsector público no presenta niveles de corrupción mucho más elevadosque Estados Unidos o Canadá. La propia España de nuestros días exhi-be unos niveles de orden y decencia administrativos seguramente se-mejantes si no mejores que los de Alemania, cambio que demuestra queno hay destinos inmutables. Esto es importante señalarlo, porque esverdad que en Cuba hubo altos niveles de corrupción en la esferapública, pero esa lamentable conducta, corregible en el futuro y ob-servable en numerosos países de nuestra estirpe, no alcanza para expli-car la historia posterior del país, aunque no hay duda de que algunaimportancia ha debido tener en el desencanto general de la sociedad conlas estructuras democráticas.

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LA VIOLENCIA, PARTERA DEL DESASTRE

Menos mencionada que la corrupción, pero acaso más grave para laconvivencia democrática de los cubanos, ha sido el culto por la violen-cia exhibido a lo largo de toda la existencia republicana. Tampoco era uncomportamiento único de los cubanos. Estados Unidos había visto enpocos años una guerra civil y los asesinatos de los presidentes Lincoln,Garfield y McKinley. Los españoles el de Cánovas del Castillo, inspira-do por los conspiradores cubanos, por cierto, pero pronto verían los deJosé Canalejas y Eduardo Dato, ambos también Jefes de Gobierno. EnCuba, no obstante, los alzamientos, las insubordinaciones militares y laviolencia política selectiva se practicó sin intermitencia, a una escalarealmente estremecedora y con el entusiasmo de buena parte de la po-blación, aunque los insurgentes nunca se cobraran la vida de ningúncabeza de Estado.Probablemente este fenómeno se incubó a lo largo de las guerras contraEspaña y en la veneración por los hechos heroicos de los mambises.Pero, además, algo había de “matonismo”, de insolencia retadora en latradición social de los cubanos que no es fácil atribuirlo solamente alenfrentamiento con Madrid. Carlos Robreño, en una novela de princi-pios del siglo XX titulada La acera del Louvre, da cuenta de aquellos“tacos” criollos que disfrutaban retando a los paseantes que se lesponían en el camino. Cuando se inauguró la República, por supuesto,los ánimos no se calmaron. Entre 1902 y 1958 no hubo un año sin cons-piraciones, levantamientos o asesinatos políticos. Generalmente, se re-curría a la lucha armada invocando una violación de las reglas por partedel gobierno que debía hacerlas cumplir. Y de la misma manera que lasociedad condonaba la corrupción, estos hechos de sangre casi nuncaresultaban severamente castigados y ni siquiera recibían la censurapopular. La rebelión armada tenía algo de admirado gesto gallardo.Era una expresión de la cultura revolucionaria. Unos y otros citaban lafrase de Maceo: “los derechos no se mendigan; se conquistan con el filodel machete”. No había mucho espacio para el pacto y la búsqueda delconsenso. La negociación serena y la voluntad de ceder posiciones acambio de buscar soluciones pacíficas contrariaba la naturalezasicológica de muchos líderes políticos. Era una actitud que lindaba conla traición a los principios. Los políticos siempre tenían que estar dis-puestos a batirse a duelo o a enfrentarse a tiros con sus adversarios. Aveces lo hacían. Ninguno con fama de “cobarde” podía triunfar en lavida pública, y la valentía a que se referían los cubanos era casi siempreun enfrentamiento primario, no exento de cierta bravuconería tabernaria.

Carlos Alberto Montaner

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Los agravios no se ventilaban ante los jueces, sino “de-hombre-a-hom-bre”. Es impresionante la lista de dirigentes políticos víctimas de agre-siones y atentados así como sus lamentables consecuencias: a EstradaPalma planearon secuestrarlo en 1903, pocos meses después de inaugu-rada la República, lo que debilitó su ya reducida fe en la capacidad de loscubanos para sostener pacíficamente el delicado andamiaje de una Re-pública. A partir de ese acto, afortunadamente frustrado, no hubo unsolo gobierno que no tuviera que afrontar riesgos parecidos o que, a suvez, no recurriera a medidas ilegales de violencia estatal. A mediados desiglo, el asesinato de congresista Alejo Cossío del Pino le sirvió depretexto a Batista para su golpe militar de 1952. El de Pelayo Cuervo en1957, a manos de la policía de Batista, desacreditó totalmente las fórmu-las pacíficas para poner fin a la dictadura, volcando el peso de la opiniónpública a favor de las tesis insurreccionalistas.En 1933, cayó el dictador Machado por obra y gracia de una combina-ción entre el descrédito del régimen por su inherente ilegitimidad, losactos terroristas de la oposición, la conspiración de los militares, la crisiseconómica y las presiones norteamericanas. Pero este clima de violenciay estos valores primitivos reñidos con la esencia de las instituciones deDerecho, tan pronto fue derrotada la dictadura, encarnaron en el gangs-terismo político de las distintas facciones revolucionarias. Una genera-ción más tarde esto explica, como veremos luego, que la violenta biogra-fía juvenil de Fidel Castro, con su participación en pandillas gangsteriles,sus conocidos hechos de sangre -intentos de asesinato a otros estu-diantes-, no lo deslegitimara para aspirar a dirigir la vida pública nacio-nal. Por el contrario: estos hechos ilegales de una oscura manera contri-buyeron a fomentar su leyenda personal. Los revolucionarios eran así:violentos, decididos, audaces. Sin una pistola al cinto no resultaba fácilabrirse paso en la selva política cubana. Esto no quiere decir que losniveles de violencia generaran miles o siquiera cientos de muertos, por-que sólo fueron unas cuantas docenas, sino que los crímenes origina-dos en las pasiones políticas resultaban perfecta y constantemente to-lerados. El respeto a la ley, francamente, pesaba mucho menos que laadmiración por lo que entonces se llamaba “un hombre de acción”. ¿Enqué consistía ese personaje? Era alguien con una pistola al cinto, dis-puesto a usarla, en lugar de acudir a los tribunales para defender susderechos.

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CUBA Y ESTADOS UNIDOS

¿Qué peso tienen las conflictivas relaciones de Estados Unidos y Cubapara tratar de explicar nuestro, como he señalado, “relativo” fracaso? Lavisión simplista de la historia que el castrismo propone habla de unapequeña y heroica nación permanentemente asediada por la vocaciónimperial de un vecino poderoso empeñado en imponerle sus designios.Y a partir de ahí citan algunas frases de Jefferson, de Madison o deMonroe en apoyo de esa voluntad de absorción que no cesa ni se mitiga.En realidad eso no tiene ningún sentido. A principios del siglo XIXnadie se escandalizaba porque la Louisiana -entonces una quinta partede lo que hoy es Estados Unidos- pasara de manos españolas a manosfrancesas, o que luego Napoleón cediera ese territorio al gobierno deJefferson por un puñado insignificante de dólares. Incluso, sesenta añosmás tarde, cuando los rusos venden Alaska a los norteamericanos, esecambio de soberanía tampoco parece inquietar moralmente a ningún país.El siglo XIX, el del establecimiento de las repúblicas en el Nuevo Mun-do, las fronteras de los Estados eran flexibles. México “perdió” todaCentroamérica, de Guatemala hasta Costa Rica, por decisión de sus ha-bitantes. Y luego perdió la mitad norte del país por una combinaciónentre el apetito imperial de Estados Unidos, el peso de las emigracioneseuropeas que se habían asentado en esos territorios casi desiertos, y,sobre todo, las riñas intestinas entre bandos mexicanos adversarios.Fuera de México la mayor parte de las voces que se escucharon anteestos hechos fueron de agrado, y la más entusiasta, por cierto, fue la deKarl Marx, convencido, como estaba, de las ventajas que tendría paralos trabajadores de esa zona la llegada de una nación impetuosamenteprogresista como Estados Unidos.Ninguna de las actuales repúblicas latinoamericanas tiene hoy un con-torno parecido al que tenían cuando se establecieron. Algunas se segre-garon de su espacio histórico colonial -Bolivia, Paraguay, Uruguay-,otras se partieron en pedazos: Colombia, Venezuela, Ecuador. Es verdadque Estados Unidos a principios del siglo XIX tenía sus ojos puestos enCuba, entonces una colonia española, y es natural que así fuese. Yaentonces la Isla comenzaba a ser inmensamente rica para los estándaresde la época, y en la segunda mitad de la centuria, gracias al azúcar y a laactividad comercial, se convertiría -Hugh Thomas afirma- en la coloniamás rica del mundo. Riqueza que no sólo explica que los Estados Unidosambicionara poseerla, sino que España se negara a abandonarla contraviento y marea, mientras otros “hermanos” latinoamericanos -México yColombia- también acariciaban propósitos anexionistas.

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Sin embargo, esos proyectos extranjeros para absorber a Cuba dentrode sus fronteras no parecen haberles quitado el sueño a nuestros ante-pasados. La elite criolla era separatista con relación a España, pero nonecesariamente con respecto a otras entidades. Se sentía parte de unanación distinta a la española, pero en el siglo XIX eso no sólo conducíaa la formación de un Estado independiente. Hubo criollos que pensaronen vincular la Isla a Colombia y a México, y los hubo, en mucha mayorcantidad, fascinados con la idea de integrarse a Estados Unidos, paísque entonces simbolizaba la modernidad, la justicia, el progreso y elpredominio del gobierno local sobre la tendencia centralizadora tan odia-da por los criollos cubanos. Para ellos no era lo mismo un imperio comoel español, basado en la supremacía de la metrópoli, que la federaciónestadounidense, fundada en el constitucionalismo y el respeto a lasdecisiones de los pueblos que se unían bajo una misma bandera y entorno a leyes y principios.No había, pues, antiamericanismo, sino todo lo contrario, en aquellospatriotas como Narciso López, Domingo Goicuría y el resto de losanexionistas que dieron los primeros impulsos a la independencia deEspaña. No lo había en Céspedes ni en ninguno de los primeros jefes delos alzamientos del 68. Nadie mínimamente informado ignora que Igna-cio Agramonte se hizo coser en el hombro de su chamarreta la banderanorteamericana. Algo perfectamente razonable en una persona, como erasu caso, que colocaba los derechos del individuo por encima de cual-quier otra consideración, dato que revela su tesis de grado cuando acce-dió al título de abogado.Por extraño que a principios del siglo XXI nos parezca, tras tanto tiempode distorsiones y lecturas sesgadas de la historia, en aquellos años elpatriotismo y la cubanía se expresaban en la admiración por EstadosUnidos y en el deseo de integrarse plenamente en esa federación. Y noestábamos solos los cubanos en ese deseo. Había anexionistaspronorteamericanos en Canadá, en México, especialmente en Yucatán,en Nicaragua y en Santo Domingo. Incluso en España, cuando sedeclara la Primera República, en medio de los desórdenes que casiinmediatamente sobrevinieron, los sublevados del Cantón de Cartagena,Murcia, en 1874 solicitarían sin siquiera obtener respuesta su anexión ala Unión Americana. Fue por aquellas fechas que Cánovas del Castillo,desesperado por las fuerzas centrífugas que desgarraban a España, cuandole pidieron que definiera a sus compatriotas pronunció su frase másmelancólica: “español -dijo- es aquel que no puede ser otra cosa”.

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Los cubanos querían ser otra cosa. Los anexionistas querían vincularsea Estados Unidos. Los autonomistas, que vinieron luego, muchos deellos procedentes del anexionismo y del independentismo, querían se-guir formando parte del estado español, pero con el control administra-tivo y político situado en la Isla. Y más tarde, poco a poco, unos y otros,decepcionados con sus posturas originales, o convencidos de que ha-bía pasado el tiempo adecuado para estas opciones, fueron engrosando lapropuesta independentista, especialmente tras la convocatoria a un nue-vo esfuerzo bélico como el que Martí casi milagrosamente logró poneren marcha.

PROAMERICANISMO Y ANTIAMERICANISMO

¿Cuánto antiamericanismo había entre los mambises del 95? Probable-mente muy poco, y quien mejor lo fundamentaba, José Martí, lo limitó aunas cuantas frases incluidas en cartas personales que apenas pesanfrente al grueso de su enorme obra periodística, donde generalmente seexpresa una gran admiración por los aspectos positivos que contemplaen Estados Unidos. A lo que habría que añadir que los amigos máscercanos de Martí -Gonzalo de Quesada, Tomás Estrada Palma, FermínValdés Domínguez- luego formaron parte del grupo más próximo a Esta-dos Unidos. Su propio hijo, José Martí Zayas Bazán, fue edecán de Taftdurante la segunda intervención. En todo caso, en 1898, cuando seproduce la intervención norteamericana en la guerra, la reacción de losjefes mambises osciló entre el júbilo y la cautela, pero apenas huborechazos. La llegada del ejército estadounidense y la rápida derrota delos españoles fueron calificadas como una bendición tras tantos añosde lucha y sacrificios.Lo que ocurrió a partir de ese momento y el 20 de mayo de 1902 tampococonstituyó un trauma incurable para la sociedad cubana. Es frecuentecitar los agravios más notables, así que vale la pena repetir los principa-les: la afrenta a las tropas de Calixto García, a las que se les impide entraren Santiago de Cuba tras la victoria; la marginación de los cubanos delTratado de París que estipula las condiciones por las que España renun-cia a la soberanía sobre Cuba, y entre esas condiciones, la legitimaciónde los actos jurídicos de España durante la guerra -lo que incluye laconfiscación de las propiedades de muchos independentistas, y luegola adjudicación de esos bienes en subastas tramposas a partidarios deEspaña-; la torpe exclusión de los jefes mambises al frente del sepelio deGarcía, y, por supuesto, la obligación que tuvieron los cubanos de incluirla Enmienda Platt en la Constitución de 1901. También, naturalmente, la

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segregación provisional de Isla de Pinos del territorio bajo soberaníacubana -tema que se determinaría en el futuro-, lo que evidenciaba unaclara intención anexionista de esa isla, entonces muy poco habitada, porparte de Estados Unidos.Cuando se analiza estos hechos, la primera observación que se yergueante nosotros tiene que ver con el número de los pobladores de la Isla,directa y acaso negativamente afectados por la intervención norteame-ricana. Entonces la población cubana era, grosso modo, de millón ymedio de habitantes. Una parte sustancial, sobre todo en el occidentedel país, especialmente en La Habana, eran españoles y sus descendien-tes. Estos, paradójicamente, se sintieron aliviados con haber sido derro-tados por Estados Unidos y no por los criollos cubanos. Al extremo queen las deliberaciones de París, cuando se discuten las condiciones deltraspaso de soberanía, los españoles ruegan vehementemente que Cubasea anexionada por los estadounidenses. ¿Por qué ese cambio de posi-ción? Muy sencillo: era la forma más clara de proteger los intereses delos españoles radicados en la Isla.Entre los criollos cubanos, seguramente por las terribles consecuenciasde la guerra, sin que ello constituyera una paradoja, al mismo tiempo sehabía incrementado la simpatía por la independencia y por la presencianorteamericana. El hambre, la “Reconcentración” ordenada por Weylery los abusos de los militares españoles parece que multiplicaronexponencialmente el rechazo a España. Así que la inmensa mayoría de lapoblación recibió con agrado la llegada de un ejército de ocupación queimponía el orden, repartía raciones de comida, y en cuatro escasos añosle daba un vuelco extraordinario a la salud pública y a la educaciónnacionales. ¿Cómo no agradecerles a los norteamericanos que, guiadospor las investigaciones de Carlos J. Finlay -al que, sin embargo, no ledieron todo el crédito que merecía-, liquidaran la fiebre amarilla, el másterrible flagelo que había padecido la sociedad cubana a lo largo de suhistoria? ¿Cómo no sentir gratitud por una fuerza de ocupación queduplica las aulas escolares y triplica a los maestros, que envía a un millarde educadores a Harvard a tomar un cursillo pedagógico, que rehaceacueductos y alcantarillados, extiende el ferrocarril desde Santa Clara aSantiago de Cuba, amplía las líneas de telegrafía, electrifica los tranvíasde La Habana, organiza el correo y los tribunales de justicia, persigue alos bandoleros rurales, y limpia y fumiga unos centros urbanos podridosde infecciones y parásitos? No hay duda: la Cuba que los norteamericanosdejan en 1902 es infinitamente mejor que la que encuentran en 1898, y esejuicio es ampliamente compartido por la población.

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Es verdad que los mambises se hallaban en la incómoda situación deque otros habían ganado la guerra que tantos sacrificios les había costa-do a ellos, y que no podían ordenar y mandar sobre el territorio cubano,pero los mambises, estirando el número generosamente, apenas erantreinta mil veteranos, es decir, el dos por ciento de la población, aunquetuvieran las simpatías de muchos compatriotas. Para esos treinta milmambises, algunos de cuyos máximos jefes sentían la legítima urgenciade ocupar el gobierno, la Enmienda Platt podía percibirse como unahumillante limitación a los poderes soberanos que deseaban adminis-trar, pero lo razonable es pensar que para la inmensa mayoría de loshombres y mujeres de la Isla, ese millón largo que había padecido losrigores de la guerra, pero sin participar directamente en ella, las priorida-des de carne y hueso eran las que atendían los norteamericanos y no lasabstracciones que desvelaban a los patriotas salidos de la manigua yconvertidos en políticos que competían por ocupar el poder.Por otra parte, el conjunto de la sociedad cubana podía comprobar queel ejército de ocupación estadounidense, lejos de cerrarles las puertasde la administración a los mambises salidos de las filas insurrectas, losincorporaba al gobierno y a la burocracia en puestos tan importantescomo las gobernaciones de las provincias, el gabinete ejecutivo y lajefatura y la tropa de los cuerpos de policía. No era incierto que la En-mienda Platt limitaba los actos soberanos del futuro gobierno, pero cual-quier cubano capaz de juzgar ecuánimemente podía darse cuenta de quelas fuerzas norteamericanas estaban realizando una labor básica para elbuen funcionamiento posterior de un Estado independiente cubano:creaban instituciones y procedimientos sin los cuales era imposible elgobierno republicano.En efecto, una orden militar convocó a elecciones municipales en elverano de 1901. Otra, obligó a los cubanos a darse una Constitución, a laque forzosamente tuvieron que agregarle la Enmienda Platt. Una tercerale dio paso a los comicios nacionales de diciembre 31 de 1901, en los quesalió electo D. Tomás Estrada Palma ante la abstención de BartoloméMasó, el otro candidato. En el curso de esos tres eventos, y como con-secuencia de ellos, tuvieron que organizarse los primeros partidos polí-ticos. ¿Que hubiera sido preferible que todas esas decisiones las hubie-ran tomado libremente los cubanos en lugar de responder a tajantes einapelables órdenes norteamericanas transmitidas en el seco lenguajede los militares? Seguramente, pero el desenvolvimiento posterior de larepública indica que las desavenencias dentro de las filas del EjércitoLibertador, los personalismos y las naturales ambiciones de los jefes

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con vocación de poder, probablemente hubieran hecho mucho más difí-cil la creación pacífica de un gobierno cubano. Al fin y al cabo, lasúnicas elecciones totalmente diáfanas y sin manipulaciones de las urnasque vivió Cuba, fueron las organizadas por el ejército norteamericano enese año vertiginoso de 1901.

LA PERMANENTE FRUSTRACIÓN NORTEAMERICANA

¿Por qué los norteamericanos propiciaban el autogobierno de los cubanosy simultáneamente le ponían límites como los que marcaba la EnmiendaPlatt? Había tres razones básicas. Comencemos por la primera: mediante elTratado de París, ante los ojos del mundo entero, y especialmente de unaEuropa que contemplaba inquieta el surgimiento de una nueva poten-cia planetaria, Estados Unidos había contraído unas graves responsabili-dades con España. Washington había asumido la soberanía de la Isla ycon ella la tutela de los intereses y propiedades de todos los habitantes deCuba y de las otras siete mil islas que pasaron a cobijarse tras la banderanorteamericana, casi todas ellas, naturalmente, en el Pacífico. EstadosUnidos no podía librarse de esos compromisos por el sólo hecho deretirarse de Cuba. Si la república cubana derivaba hacia una guerra civil-cosa que comenzó a suceder casi de inmediato- para Washington eranecesario contar previamente con la legitimidad necesaria que le autori-zara a intervenir rápidamente en el conflicto. Estados Unidos, pues, asu-mía el papel de tutor de los cubanos en la difícil andadura de los primerosaños, para adiestrarlos en el difícil arte del autogobierno, la disciplina yel respeto a los compromisos adquiridos.La segunda razón tiene que ver con la diplomacia de las cañoneras,entonces vigente en el mundo. Por aquellos años, dos veces estuvoEstados Unidos a punto de ir a la guerra contra Inglaterra y la belicosaAlemania del Káiser Guillermo II por la política europea de enviar susbarcos de guerra al Caribe con el objeto de cobrar cuentas pendientes. Elbombardeo de La Guaira en Caracas, y el asedio a los gobiernos de Haitíy República Dominicana le indicaban a Washington que la mejor manerade mantener a raya a los poderes imperiales europeos era impidiendoque el nuevo estado cubano se endeudara irresponsablemente. Ese ob-jetivo -mantener las armas europeas lejos de las costas americanas- tam-bién formaba parte de la “Doctrina Monroe”, formulada en 1823 paratratar de impedir, precisamente, que las monarquías europeas retomaranel control de las entonces recién emancipadas colonias sudamericanas.Washington no podía olvidar que en fecha tan reciente como la década

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de los sesenta del siglo XIX, aprovechando la coyuntura de la guerra civilnorteamericana, los ejércitos de Francia y España habían colocado enMéxico a un rey títere, Maximiliano de Austria, en lo que parecía ser larevitalización del apetito imperial europeo sobre América Latina.La tercera razón era la menos obvia, y hay que deducirla de la correspon-dencia privada de algunas figuras clave de la ocupación norteamerica-na, como es el caso del general Leonardo Wood: ciertos políticos deWashington ambicionaban secretamente la anexión de Cuba a EstadosUnidos y querían crear las condiciones para ello. No podían actuar a lasclaras porque la clase política norteamericana estaba dividida entre“jingoístas” y quienes temían las consecuencias de la política imperia-lista. Los imperialistas o “jingoístas” sabían que la Enmienda Teller pro-mulgada en 1898 garantizaba la independencia de la Isla, pero pensabanque el ambiente favorable hacia Estados Unidos de los cubanos y de losespañoles que quedaron en la Isla, agradecidos por la indudablementebuena gestión del gobierno norteamericano de ocupación, indicaba queen algún momento cercano resurgiría imparable el sentimiento anexionista,y voluntariamente los cubanos pedirían su incorporación a la Unión,más o menos como a mediados del siglo XIX había ocurrido con laefímera República de Texas. Para esos fines, era muy importante que elnuevo Estado cubano no contrajera obligaciones ni firmara acuerdoscon otras naciones que luego pudieran entorpecer la absorción de la Isladentro de la gran patria federal estadounidense.Pero nada ocurrió como habían previsto los norteamericanos. Por elcontrario, al impulsar el establecimiento de un gobierno dirigido porlos cubanos, instantáneamente se fortaleció el sentimiento nacionalistaen la Isla, y la idea de la anexión a Estados Unidos se debilitó rápida-mente hasta perder toda posibilidad razonable de materialización, afir-mación que se comprueba cuando constatamos que ningún partidopolítico de los varios que surgieron al filo del siglo XX propuso seme-jante fórmula de organización política para la Isla. Simultáneamente, enel otro extremo del mundo, en Filipinas, en medio de una guerra san-grienta e impopular, en la que no faltaron verdaderos genocidios a losque Leonardo Wood estaría supuestamente relacionado, Estados Uni-dos pagaba con seis mil muertos norteamericanos el costo de no conce-derle a este pueblo la independencia por la que tanto habían luchadoJosé Rizal y Emilio Aguinaldo. Así que casi de inmediato la idea de laanexión de Cuba, otrora musitada en voz baja en los círculos de poderde Estados Unidos, dejó de ser un objetivo de los políticos norteame-ricanos más sensatos.

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Pero ésa sólo sería la primera frustración de Estados Unidos con rela-ción a Cuba. Luego vendrían otras en cadena. En 1906, tras el clarofraude electoral propiciado un año antes por un Tomás Estrada Palmaempeñado en reelegirse, y tras un serio conato de guerra civil motivadopor esta vulneración de las reglas, gobierno y oposición pedirían laintervención de Estados Unidos, invocando ambos las previsiones de laEnmienda Platt. ¿Qué había sucedido? Algo que en algún momento en-tendería muy bien el diplomático norteamericano Summer Welles y con-signaría con cierta ironía en sus memorias: que los cubanos habían apren-dido el arte de introducir a los norteamericanos en sus querellas internaspara volcar en su favor el peso del gigante vecino.Tras esa segunda intervención -1906-1909-, llevada a cabo por un TeddyRoosevelt molesto e incómodo porque se veía arrastrado a un conflictoen el que hubiera deseado no intervenir, al extremo de llegar a decir en sucorrespondencia privada que le gustaría que esos pendencieros cu-banos fueran borrados de la faz de la tierra, vino el triste episodio de la“Guerrita de los negros”, y de nuevo son los estadounidenses los quese ven obligados a poner presión sobre los cubanos, esta vez sobre elgobierno liberal del general José Miguel Gómez, para que se detenga lamatanza.Cinco años más tarde, en 1917, otro fraude electoral, ahora cometido porlos conservadores de Mario García Menocal, da inicio a otra insurrec-ción y Estados Unidos, de nuevo cortejado por ambos bandos, debedesembarcar tropas y presionar a los cubanos para evitar una guerracivil generalizada. Menocal conserva el poder hasta 1921, en que loentrega a Alfredo Zayas tras otras tumultuosas elecciones. Todo estosucede en medio de constantes denuncias sobre corrupción. El embaja-dor norteamericano trata de actuar como un procónsul. Da órdenes eintenta imponer el buen gobierno por medio de toda clase de humillantespresiones. Incluso, participa en la elección de los ministros del gabinetey se sienta él mismo en las reuniones del Ejecutivo. Pero no tiene dema-siado éxito. Los políticos cubanos se sienten muy molestos con estasconstantes ingerencias. Los liberales, muy orgullosamente, se procla-man antiplatisttas. Pero no es tan obvio que esa postura se transforma-ra en un sentimiento popular antinorteamericano. Al fin y al cabo, lo queEstados Unidos intentaba introducir en la vida pública cubana era loque supuestamente ansiaba el pueblo: buen gobierno, honradez en laadministración de los fondos, respeto a las leyes, orden y sosiego.En 1925, Estados Unidos, finalmente, admite la soberanía de Cuba so-bre Isla de Pinos aunque asocia ese hecho a la concesión de las bases

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carboneras, pese al número abultado de norteamericanos que viven enese territorio y que se oponen a ello. En 1928, Washington, discretamen-te, rechazará sin éxito la “prórroga de poderes” que prolongailegítimamente el mandato de Gerardo Machado, y en 1933 intentaráinútilmente evitar el desplome de las instituciones tras la renuncia y fugade Machado. En 1934 Franklin Delano Roosevelt, ya promulgada supolítica de “Buenos vecinos”, renunciará a la Enmienda Platt. En 1952 laCasa Blanca se sorprende negativamente con el nuevo golpe de Batista.Días antes se ha firmado un importante tratado de colaboración con elgobierno legítimo de Carlos Prío Socarrás. A fines de 1958 el Departa-mento de Estado y la CIA harán numerosas gestiones para salir de Batis-ta ordenadamente, pero cerrándole a Fidel Castro las puertas del poder.A partir de 1960, y hasta nuestros días, se instalará en Cuba un gobiernomilitantemente hostil a Estados Unidos sin que ningún esfuerzo porderrocarlo haya tenido éxito.A donde quiero llegar es a este lacónico resumen: la aseveración de queEstados Unidos ha impuesto su voluntad a los cubanos es totalmentefalsa. Ninguno de los objetivos diplomáticos y políticos básicos traza-dos por ese país para Cuba han sido cumplidos. Los cubanos no pidie-ron la anexión a principios del siglo XX. No fue posible inducir el buengobierno y la estabilidad en la esfera pública. Isla de Pinos quedó dentrodel perímetro soberano de Cuba. En 1933, durante el episodio final delmachadato, cuando Washington renunció al uso de la fuerza, el curso delos acontecimientos fue totalmente distinto al deseado por la Casa Blan-ca. En la década de los cincuenta, tanto Batista como Castro fueron dosrealidades no deseadas que acabaron imponiéndose. Síntesis última: losdos millones de cubano-americanos radicados en Estados Unidos sonbuena muestra de la frustración y la impotencia de Washington paramoldear los asuntos cubanos.En todo caso, no parece justo o razonable suponer que si Estados Uni-dos se hubiera inhibido de intervenir en los asuntos cubanos, como aveces se ha dicho, la clase política hubiera tenido otro comportamientoy el destino de la Isla hubiera resultado mejor que el que ha sido. Lacorrupción, la dictadura, la falta de acatamiento a las normas democráti-cas y la burla a las reglas electorales, han sido casi la regla en AméricaLatina, independientemente de la influencia ejercida por Washington.En el terreno político, los cubanos, sencillamente, hicieron barbaridadesparecidas a las que se vieron en la Venezuela de Juan Vicente Gómez yPérez Jiménez, en el Perú de Leguía y Odría, la Argentina de Perón, y nodigamos el Paraguay de Stroessner o la República Dominicana de Trujillo.

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Más aún: si alguna lección clara se desprende de las relaciones entreEstados Unidos y Cuba, es que resulta prácticamente imposible induciren otra nación los principios, valores y normas de conducta que rigen enel país dominante. Incluso, es posible llegar a la triste conclusión de quela supresión de la tutela norteamericana a partir del gobierno de F.D.Roosevelt, lejos de acelerar la madurez de la clase política cubana,potenció su creciente degradación.Dados estos antecedentes, ¿tiene algún sentido presumir, como es fre-cuente, que los cubanos, o la gran mayoría de ellos, albergan hoy oalbergaron a lo largo del siglo pasado un fuerte sentimientoantinorteamericano? Mi impresión es que eso nunca ha sido verdadcomo un sentimiento mayoritario de la población, aunque tal vez lo hayasido dentro de cierto sector de la clase política dirigente, donde pudierahaberse incubado algún resentimiento luego explotado por los comu-nistas. La masa, sin embargo, a juzgar por las pasiones deportivas ycinematográficas, por la imitación de los usos y costumbres norteameri-canos, por el curso de las migraciones, o por las ambiciones laborales -¿qué destino más ansiado hasta 1959 para el cubano medio que trabajaren una empresa norteamericana?- daba la impresión de admirar profun-damente a los poderosos vecinos, y allá iban los cubanos, cuando po-dían, a estudiar, a curarse las enfermedades más graves, o, simplemente,a pasear. Incluso hoy, tras cuarenta y tres años de incesante prédicaantinorteamericana, la obsesión de los cubanos por marcharse a Esta-dos Unidos antes que a ningún otro país, parece subrayar, aunqueincrementada, la fascinación de los cubanos por la gran potencia america-na. Es curioso recordar que ya a fines del siglo XVIII el rey Carlos IV emitióun decreto prohibiendo que los cubanos marcharan a estudiar a EstadosUnidos. Pareciera que esa atracción es de muy vieja data.

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La República de Cuba,1902-1959: Las grietas dela política

Antonio Elorza

1. La situación política cubana a principios de marzo de 1952, en vísperasdel golpe letal de Batista, queda inmejorablemente reflejada en la reme-moración de un testigo de la época:

Os voy a referir una historia. Había una vez una República. Teníasu Constitución, sus leyes, sus libertades; presidente, Congreso,tribunales; todo el mundo podía reunirse, asociarse, hablar y escri-bir con entera libertad. El gobierno no satisfacía al pueblo, pero elpueblo podía cambiarlo y ya sólo faltaban unos días para hacerlo.Existía una opinión pública respetada y acatada, y todos los pro-blemas de interés colectivo eran discutidos libremente. Había par-tidos políticos, horas doctrinales de radio, programas polémicosde televisión, actos públicos y el pueblo palpitaba de entusiasmo.Este pueblo había sufrido mucho y si no era feliz, deseaba serlo ytenía derecho a ello. Lo habían engañado muchas veces y miraba elpasado con verdadero terror. Creía ciegamente que éste no podíavolver; estaba orgulloso de su amor a la libertad y vivía engreídode que ella sería respetada como cosa sagrada; sentía una nobleconfianza en la seguridad de que nadie se atrevería a cometer elcrimen de atentar contra sus instituciones democráticas. Deseabaun cambio, una mejora, un avance, y lo veía cerca. Toda su espe-ranza estaba en el futuro.

Más allá de la viveza de las descripciones, el texto destaca tres elemen-tos que conviene retener: 1) el balance negativo de la vida políticacubana por la reiterada frustración de las expectativas populares, 2)como contrapartida, un ardoroso elogio del funcionamiento efectivo delas instituciones y de la sociabilidad política a la sombra de la Constitu-ción de 1940, y, en consecuencia, 3) la confianza de ese mismo pueblo en

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una democracia que lógicamente hubiera servido de marco para el acce-so del Partido Ortodoxo al poder.Ese cantor de las excelencias de una democracia pluralista se llamabaFidel Castro, en trance de hacer del orden constitucional una clave de sualegato en el proceso tras el asalto al Cuartel de Moncada. En los docu-mentos firmados en el período de lucha guerrillera, tales como el mani-fiesto firmado por Fidel, Raúl Chibas y Felipe Pazos el 28 de julio de 1957reaparece esa lealtad a la ley fundamental democrática, que sin embargoresulta arrumbada muy pronto. Una vez huido Batista, el régimen deexcepción, más tarde transformado en dictadura cesarista, resultaestablecido por la Ley Fundamental de 7 de febrero de 1959, auténticaacta de defunción de la democracia representativa basada en las eleccio-nes por sufragio universal y en la división de poderes. Resultaban lega-lizados los procedimientos represivos puestos en práctica contra losseguidores de Batista, y sobre todo la facultad legislativa era atribuida alConsejo de ministros, eliminando de hecho al Congreso, hasta el puntoque la reforma de la nueva norma fundamental era asignada al mismoConsejo de ministros por mayoría de dos tercios. El Presidente pasaba aasumir las competencias del antiguo Ejecutivo. Una vez preparado elterreno, sólo faltaban pocos días para que Fidel Castro emprendiera sulargo camino hacia la dictadura. La historia de la República iniciada el 20de mayo de 1902 había terminado.No por eso el balance establecido en La historia me absolverá pierde suvalidez. Tanto los detractores oficiales de la Seudorrepública o de laRepública neocolonial como la historiografía profesional coinciden endestacar la acumulación de obstáculos en el desarrollo de la vida políticacubana en el medio siglo de vida republicana, la incapacidad para asen-tar un gobierno democrático libre de corrupción y de violencia, el juegopendular de dependencia e intervención respecto a los Estados Unidosy la rápida frustración de las expectativas de reforma. En una palabra,mientras la sociedad cubana conoce profundas transformaciones y al-canza una sensible mejora en niveles de desarrollo económico y de bien-estar, y se da asimismo una vida cultural rica y muy compleja, en el marcode una americanización imperfecta, el edificio se resquebraja en el planopolítico hasta desembocar en la catastrófica dictadura de Batista, prelu-dio, no de la libertad democrática, sino de una interminable dictadurapersonal.Un desfase tan considerable, acompañado de un alto grado de continui-dad en el carácter de los procesos, e incluso en la dinámica de las crisis,indica que nos encontramos ante una estructura histórica con rasgos de

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permanencia comparables a los que M. Moreno Fraginals analizara parala Cuba colonial, un “complejo” económico, social y político, en el cualno sólo intervienen factores derivados del sistema económico, sino so-bre todo el conjunto de elementos político-sociales y culturales que sederivan de la forma en que tiene lugar el tránsito de la colonia a la inde-pendencia tutelada de 1902.Para ordenar la reflexión, conviene distinguir entre lo que llamaríamoscausas estructurales y las estrictamente históricas, vinculadas a la tran-sición de la colonia a la independencia. De las primeras, en el fondotambién históricas, destacaríamos el protagonismo de la producción yde la exportación del azúcar, de lo que se derivan el régimen esclavistaprimero y más tarde el problema racial, así como el problema habitual-mente marginado de la fragmentación del territorio en “las dos Cubas”.Entre las segundas, no es posible negar la primacía a la relación asimétricacon los Estados Unidos, pero tampoco la historia de la Isla puede redu-cirse al tema de la dependencia y de la afirmación nacionalista. Suelenolvidarse dos factores limitativos de enorme importancia: los malos usosheredados de la dominación colonial española y el peso de la guerra deIndependencia, en sus diversas facetas: la destrucción de la burguesíacriolla, la penetración masiva de capital norteamericano a favor de la mis-ma, y last but not least, la legitimación de la violencia, de la propensióninsurreccional y del caudillismo de base militar que la guerra introduce.Nuestra hipótesis interpretativa es que es en el período inmediato a laguerra, entre 1899 y 1905, cuándo queda configurada la malformación delsistema político republicano que ha de perdurar hasta 1959 a pesar de losintentos de reforma, en especial a partir de 1933.

2. Si hay un punto de acuerdo generalizado en la historiografía cubana,éste es el reconocimiento del protagonismo del azúcar en los siglos XIXy XX. El cultivo, la producción y la exportación del azúcar ejercen unpeso tal dentro de la economía cubana que de ellos depende siempre elcomplejo de relaciones sociales y políticas, no sólo en el interior de laIsla, sino también de su dependencia respecto del exterior al topar laexportación con una situación de monopolio parcial de demanda enmanos de los Estados Unidos. De este modo, tras el hundimiento de laguerra patria, podrá tener lugar un prolongado proceso de crecimientoeconómico a la sombra del tratado de reciprocidad regulado desde Was-hington: las 300.000 toneladas escasas producidas en 1900 pasan a ser2,5 millones en 1913 y más de 4 millones en 1919. Entre tanto, se duplicala población de la Isla y La Habana adquiere los rasgos de deslumbrante

Antonio Elorza

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capital que se irán acentuando hasta 1959. Lógicamente, cada vez quelos precios del azúcar se desploman, sobreviene la crisis, transitoria en1920-1921, mucho más profunda a partir de 1929, lo que explica la inten-sidad del malestar en que se apoya la movilización popular contra Ma-chado en 1933. Incluso en los años 50, la disponibilidad para el cambiode las capas burguesas tiene por referente una nueva coyuntura difícilpor las restricciones impuestas desde el mercado norteamericano.Así que el azúcar procura los períodos de riqueza y de bienestar deCuba, pero siempre en un marco de fragilidad, al someterles a los avata-res de una variable externa, y en un régimen de dependencia. De ahí quesean compatibles las dos afirmaciones en la forma contradictorias: “Porel azúcar hay país” y “Por el azúcar no hay patria”. El conjunto de secto-res burgueses relacionados con su exportación se moverá por fuerzadentro de una orientación defensiva, intentando salvaguardar las con-diciones favorables impuestas desde el exterior y sin motivo algunopara promover iniciativas de cambio, ya que la adopción de las decisio-nes que les conciernen se encuentra fuera de su alcance. Los textos dela prensa económica en los años 50 son a este respecto ilustrativos, enuna coyuntura desfavorable de zafras restringidas a partir de 1952 paramantener los precios ante las restricciones en el mercado norteamericano, yresultan intercambiables con los de etapas anteriores.Del azúcar provino además uno de los principales factores de estran-gulamiento de la construcción nacional cubana en el siglo XX: a laesclavitud sucedió el problema racial. Igual que sucediera a otrassociedades marcadas por el régimen esclavista, su abolición en 1886distó de ser el origen de un orden social igualitario. Dos estudiosrecientes, Lo que nos corresponde, de Aline Helg, y Una nación paratodos, de Alejandro de la Fuente, permiten estimar la cuestión en todosu alcance. La guerra de Independencia pareció ser el crisol donde lospatriotas blancos y de color se fundieran en el crisol martiano de la“nación para todos”, pero su mismo desarrollo fue la mejor prueba deque los prejuicios raciales seguían vivos. Si bien hubo generales negroso mulatos, tropezaron siempre con obstáculos: el caso más sobresalientees el de Antonio Maceo, relegado más de una vez para que un mulato nofuera visible como líder de la insurrección. Y todos los observadorescoinciden en apreciar que los puestos de mando tendían a asignarse ablancos, en tanto que el cuerpo de la tropa era de color. La asignación degrados por nivel de educación vino a sancionar lo que era ya productoespontáneo de la desigualdad económica. Luego, en la Cuba indepen-diente, los propios esfuerzos de los cubanos de color por ejercer en elespacio público como ciudadanos tuvieron como contrapartida la afir-

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mación de los usos discriminatorios -así en los parques o en los lugaresde paseo de las más diversas ciudades- por parte blanca. Las tensionesdesembocaron en la constitución en 1908 por parte de los afrocubanosdel Partido de los Independientes de Color, pronto afectado por una leyque prohibía la formación de partidos sobre bases raciales, y definitiva-mente objeto en 1912 de una represión implacable, con miles de muertos,decidida por el presidente liberal José Miguel Gómez de quien los líderes“independientes”, ahora asesinados, fueran correligionarios. La lecciónfue aprendida, si bien en lo sucesivo los períodos autoritarios, como elde Machado o más tarde el castrismo, intensificarán la oferta de igual-dad racial, no conseguida aún hoy en el fondo de la mentalidad cubana.

3. Otro factor de estrangulamiento de la cohesión nacional cubana, queha gravitado sobre la política desde tiempo de la colonia, es la fragmen-tación de su espacio, consecuencia de la longitud de la isla y del malestado de las comunicaciones hasta bien avanzado el primer tercio delsiglo XX.La unidad de Cuba había sido en buena medida el efecto de la toma deconciencia de los habitantes de la colonia frente a la explotación a queera sometida por la metrópoli, materializada y fortalecida en el curso delas dos guerras de independencia. Pero por debajo de esa cohesióndeterminada por la existencia de una situación político-administrativa ypor la construcción de un imaginario nacionalista, lo que predomina esla fragmentación en los comportamientos políticos. En 1836, las diferen-cias entre los generales españoles Tacón y Lorenzo respecto de la pro-clamación de la Constitución de 1812 constituyen el prólogo de unadisociación entre Occidente y Oriente que preside el desarrollo de laguerra de los Diez Años primero, de la definitiva de Independencia mástarde, y por fin de la propia insurrección guerrillera que lleva al poder aFidel Castro.A la división creada por la distancia y por la obsolescencia de la red decomunicaciones terrestre se sumaba la desigualdad, tanto en lo que serefiere a la producción y a la renta como en la distribución del poder. Fueun fenómeno que lógicamente saltó a la vista de Ramiro Guerra al histo-riar la guerra de los Diez Años y que posteriormente fue objeto de unagudo análisis por parte de Juan Pérez de la Riva en su ensayo “Una islacon dos historias”. De un lado, en una posición superior, Occidente, salvoel rincón siempre menospreciado de Pinar del Río, “el continente negro”como se le llamaba despectivamente a fines del siglo XIX; la Cuba opu-lenta, centrada en el cultivo de la caña y en la producción del azúcar, con

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la gran capital, La Habana, que con Matanzas y Cárdenas reúne al 80 por100 de los pudientes de la Isla. Y al este de las sábanas de Manacas, laCuba menos afortunada, salvo enclaves, con bastante menos de la mi-tad de la renta obtenida por las zonas occidentales.

Los orientales -resume Pérez de la Riva- veían su Cuba al margendel progreso, soñolienta, colonial y doblemente colonizada -porlos habaneros y por los peninsulares- y pensaban que, sin embargo,ella tenía mayores recursos edafológicos y una demografía másexpansiva, con más cubanos blancos y de color, menos peninsula-res y menos bozales en proporción que su antagonista. Es en estaoposición entre ambas regiones, en la disparidad en su ritmo decrecimiento, en la existencia de extensas zonas subdesarrolladasen donde hay que buscar las raíces del 10 de octubre (de 1868).

Lo mismo podría decirse del grito de Baire en 1895 y de la consolidaciónde la guerrilla castrista en 1957-1958. Las principales insurrecciones enla historia de Cuba arrancan y arraigan en Oriente, y de tener éxito éstese logra mediante la marcha hacia Occidente y la entrada en La Habana.El propio proceso de formación de los partidos políticos después del 98confirma esa fragmentación del espacio político cubano. De un lado, elepicentro habanero, con el Partido Nacional en primer plano, mientrassurgen partidos de base provincial como el republicano federal en LasVillas, en tanto que Oriente queda al margen, siendo campo abonadopara caciquismos locales como el ejercido temporalmente por elexautonomista Antonio Bravo Correoso. La citada fragmentación propi-cia la formación de redes clientelares de ámbito regional, presididas porun liderazgo personalizado, un obstáculo más para el proceso de agre-gación de intereses en el sentido de una cohesión nacional.

4. Pasemos a los factores que por articularse en torno a la coyuntura dela independencia hemos denominado históricos. Siempre es otorgadauna primacía absoluta en este plano a la hegemonía norteamericana,pero conviene no olvidar que la herencia del pasado colonial y la formaen que se resuelve la guerra de Independencia son asimismo factoresque han de ser tenidos en cuenta a la hora de explicar las deficiencias delrégimen republicano. Aparentemente, el dominio español queda atrás yla historia de Cuba independiente representa una especie de borrón ycuenta nueva, con el dominio absoluto de los Estados Unidos, en elpapel que antes era interpretado por España. De ahí la calificación oficialque bajo el castrismo recibe la era republicana: la Seudorrepública o la

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República neocolonial. Como veremos, la etiqueta de neocolonialismono resulta muy inadecuada, pero en un sentido bien diferente, para darcuenta del peso que los usos y las corrupciones propias del malgobiernoespañol tuvieron en la configuración de los modos republicanos. Y encuanto a la forma en que se resuelve la definitiva guerra de Independen-cia, las cosas son más complejas que la habitual condena de los efectosregistrados por la intervención americana.Hay que tener en cuenta de entrada el alto grado de inseguridad en quese movían todos los actores desde 1868. Carlos Alberto Montaner ha-blaba del posibilismo de las distintas corrientes políticas en los treintaaños que median desde Yara hasta la capitulación de Santiago. Casisiempre hay una opción preferente y otra subordinada, en la ruleta trian-gular que forman autonomismo, independentismo y anexionismo. El pro-pio Martí tuvo, al parecer, algún momento de simpatía hacia el Partidoautonomista en torno a 1886, cuando se desploman las expectativas deconspiración insurreccional a cargo de Máximo Gómez y de Maceo (ar-tículos hoy desaparecidos en “La Industria” de Santiago). El grito deBaire tuvo como contenido explícito un “¡viva la Autonomía!” y comobandera la autonomista, bicolor española con dos franjas blancas. Qui-zás pura táctica, pero algunos de los propios alzados se lo creyeron. Lospatriotas orientales en conjunto, pero también algunos muy representa-tivos de Occidente, jugaron alternativamente al autonomismo y a la inde-pendencia, sin duda su opción preferente. Y desde la famosa declara-ción de Guáimaro resultó evidente que las fronteras entreindependentismo y anexionismo podían ser franqueadas con sumafacilidad.No todo es positivo, sin embargo, en este desarrollo. En una coyunturatan importante como la fundación de la nueva República, ni los norte-americanos ni muchos patriotas tenían claros cuáles eran sus objetivos.La siempre discutida figura de Tomás Estrada Palma es el mejor ejemplode esa inseguridad. Tanto en sus cartas desde el penal de Figueras, en1878, como en las manifestaciones de la última etapa de su vida, así en lacarta a personaje desconocido de 1906, resultaba tan evidente su pesi-mismo acerca del futuro de la República cubana independiente como supreferencia por una integración, o cuándo menos por una subordina-ción respecto de los Estados Unidos que garantizase el orden y el pro-greso de la Isla al precio de la soberanía. Tras la torcida educaciónrecibida de España, advierte en 1878, Cuba independiente sería como unjoven que dilapida la fortuna heredada. La guerra de Independenciadebe conducir, por consiguiente a la anexión, a la asociación a “la sesuda

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y experta República”, conservando su autonomía dentro de ella en calidadde Estado federal.

Jamás he tenido empacho en afirmar, y no temo decirlo en alta voz,que es preferible cien veces para nuestra amada Cuba una depen-dencia política que nos asegure los dones fecundos de la libertad,antes que la República independiente y soberana, pero desacredita-da y miserable por la acción funesta de periódicas guerras civiles...

Confirma en 1906. Era sin duda la reflexión de un patriota, pero no deja deser signo de debilidad política que el primer presidente de una Repúbli-ca, cuya independencia ha sido tan costosa, no crea en ella y sí en laintegración en los Estados Unidos.De hecho el desenlace de la guerra de Independencia, convertida al finalen guerra hispano-norteamericana, fue asimismo paradójico, y sus efec-tos se harán sentir por mucho tiempo. El desarrollo del conflicto en 1896-1897 parecía conducir a un final mucho más simple. Weyler podía im-poner la desolación y obtener una “cuasi-pacificación” en Occidente,pero Oriente resistía sin dificultades y el gobierno norteamericano esta-ba en condiciones de medir el momento de su intervención cuando loestimara oportuno, esgrimiendo razones humanitarias. Cualquier fórmu-la que ofreciese para la Isla resultaría justificada. La concesión por Espa-ña de la autonomía invalidó semejante salida. Era preciso ir más allá,como refleja la decisiva Declaración Conjunta de abril de 1898: expulsiónde España, pero para garantizar la independencia de Cuba. Fue la stupidJoint Resolution de que hablará el senador Platt. Ahora será precisoensayar la cuadratura del círculo: otorgar una independencia a Cuba quepreservara la hegemonía norteamericana, y quizás dibujara el camino parauna futura anexión sobre el patrón tejano. Es lo que intentó la enmiendadel mismo Platt, de inserción obligada en la Constitución cubana de1901. Para Cuba significaba una soberanía restringida; para los EstadosUnidos, una forma de tutela imperfecta que acabará teniendo un efectobumerán. Así las cosas, la frustración de las expectativasindependentistas de soberanía plena resultaba inevitable. Eso explicala pluralidad de rechazos que recibió la enmienda, si bien por realismopolítico algunos de los opositores a su aceptación, como elexautonomista Eliseo Giberga, acabaron defendiéndola. Los dos prota-gonistas de la victoria de 1898 se encontraron así con una situaciónescasamente satisfactoria a corto y a largo plazo. Nueva paradoja: quiensalió mejor parado fue el vencido, España, que siguió desempeñando unpapel importante en la vida de la Isla, con la recuperación de la corrientemigratoria y de las inversiones, libre ya de obligación política alguna.

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Una vez cerrada la vía de la anexión, y comprobada por añadidura lacapacidad de generar conflictos de la vida política cubana, la actuaciónde los gobiernos norteamericanos estará guiada por dos criterios nosiempre compatibles entre sí: 1) la voluntad de racionalizar la políticacubana y 2) la exigencia de que en ningún momento se viese en peligrola hegemonía lograda en el verano de 1898 por la fuerza de las armas. Laimpresionante labor reformadora de la primera etapa de intervención,puesta en marcha en el período de gobierno del general Brooke, en elplano de las infraestructuras, responde a lo primero, dejando un balanceinapelable respecto de la rémora que significó la política española en laIsla. Ahora bien, también está ahí la otra cara de la realidad. El enviadode Theodore Roosevelt, William H. Taft, lo dejaría bien claro años des-pués: “La intervención está justificada cuando se trata de proteger mer-cados y capitales de los Estados Unidos”. Esta regla de oro seguirá envigor a lo largo de décadas, inspirando la suicida a largo plazo política deorden del embajador Sumner Welles en 1933-34. Tampoco cabe olvidar ladimensión imperialista. El verdadero protagonista de la enmienda detrásde Platt, el secretario de la Guerra con McKinley, Elihu Root, dejará ver elfondo de sus ideas cuando en 1912 aventure la profecía de lo que debeser la presencia de su país en el continente: “Es sólo cuestión de tiempoque Méjico, América Central y las islas que no poseemos en el Caribecaigan bajo nuestra bandera. Hacia 1950, las fronteras de los EstadosUnidos abarcarán todo el continente”. Es un planteamiento que enlazacon las previsiones del embajador norteamericano en Madrid, generalWoodford, en vísperas de la guerra del 98, cuando hablaba de Cubacomo la más rica tajada del continente o presumía de que era tan segurala incorporación de la Isla a EE.UU. como que al día siguiente iba a salirel sol. Haber expulsado a España de Cuba, advierte Root, convierte a losEstados Unidos en “fiadores de un gobierno estable y de orden quegarantice las vidas y las haciendas en dicha Isla”. También había quecrear unas relaciones entre Cuba y los Estados Unidos tales que veda-ran a la primera toda relación con terceros países. La intervención, porfin, sólo podría producirse en circunstancias excepcionales.Sólo que el híbrido de protectorado e independencia resultante de laenmienda Platt carecía de mecanismos tanto para garantizar el equilibrioen la relación asimétrica entre ambos Estados, como para poner remedioa las insuficiencias del nuevo régimen cubano. La única fórmula quefuncionó con plena eficacia fue la intervención militar con el consiguien-te período de sustitución de la independencia por una ocupación transi-toria. Es lo que tiene lugar entre 1906 y 1909, pero tal recurso extremovenía a significar el fracaso de toda perspectiva de normalización. El

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efecto bumerán se hizo notar además muy pronto: empezando por elpresidente Estrada Palma y por sus adversarios liberales, los políticoscubanos adoptaron la costumbre de recurrir a una eventual intervenciónnorteamericana a favor de sus propios intereses a la hora de resolver losconflictos, con lo cual esa perspectiva acabó convirtiéndose en un fac-tor adicional de inestabilidad. Hasta un intelectual nacionalista tan pon-derado como Fernando Ortiz piensa en 1927 que los Estados Unidostienen la obligación moral de garantizar el “buen gobierno” en Cuba, yen este sentido se dirige al Departamento de Estado. Es más, antes ydespués que el gobierno de los Cien Días de Grau San Martín derogasela enmienda Platt, el embajador de los Estados Unidos en La Habanafuncionó como un poder tutelar en la sombra, con una clara prioridad ala defensa de los propios intereses, y consecuentemente, de las solucio-nes conservadoras, cuando no antidemocráticas. El prolongado apoyoconcedido a Batista fue un ejemplo. Los resultados fueron, a corto y amedio plazo, la identificación entre independencia efectiva yantiamericanismo.Porque además el predominio político se vio acompañado por unaexcepcional penetración de intereses económicos norteamericanos, ini-ciada en la era colonial pero que sube en flecha durante los años deintervención, a favor de la misma y de la ruina que la guerra provoca enlos hacendados cubanos. La descripción y los datos ofrecidos por LouisA. Pérez nos muestran una Cuba adquirida en la crisis posbélica a preciode saldo. En palabras del gobernador Wood, la Isla ofrecía “maravillosasoportunidades a los industriosos americanos”. Los precios de las explo-taciones agrícolas se encontraban por debajo de la mitad de su valorreal: una propiedad que estaba valorada en mil dólares por caballería en1894 se vendía ahora entre cien y doscientos dólares por la misma uni-dad de medida. El capital norteamericano penetró masivamente en laproducción de azúcar y hacia 1920 más de la mitad de la zafra estaba enmanos americanas. A modo de sendos emblemas, los dos grandes inge-nios de preguerra, “Caracas” de los Terry y “La Constancia” deApezteguía pasaron a ser propiedad norteamericana. El nuevo indicadorde situación era el central Chaparra, de la Cuban American SugarCompany, donde desempeña un puesto destacado el joven ingeniero ygeneral mambí, luego presidente de Cuba, Mario García-Menocal. Cier-tamente, la situación cambiará desde los años 20, con un proceso derenacionalización que pone la mayor parte de la propiedad en manosinsulares. Así en 1939, el 55 por 100 de la zafra fue producto de capitalesnorteamericanos, por sólo un 22,5 por 100 cubano. En 1958, la relación sehabía invertido: 62 por 100 cubano, 36,5 por 100 norteamericano. En

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cualquier caso, la fuerte presencia del capital yanqui favorecía la imagende dependencia.El círculo se cerraba con la gran influencia ejercida desde un primermomento en el terreno de las formas y de las comportamientos económi-cos y sociales. Lo ha estudiado el mismo Louis A. Pérez en un libroapasionante y polémico, On Becoming Cuban, con un punto de partidainnegable: esa influencia fue un factor decisivo en la modernización delpaís. El proceso de interacción fue no obstante asimétrico y no impidióesa imagen dominante entre muchos jóvenes de los años 50, en el senti-do de que la plena realización de la nacionalidad solamente sería posiblequebrando de una vez el cordón umbilical que unía desde el siglo XIX alas elites cubanas con la cultura y las formas de vida del poderosovecino del Norte.

5. Tampoco puede ser olvidada la herencia de la dominación española,positiva en el orden cultural, al constituir un elemento de compensaciónrespecto del citado predominio norteamericano, y hacer posible así elmantenimiento de una personalidad propia, en el sentido que definiera elautonomista Eliseo Giberga en los años 90, pero muy negativa en mu-chos otros aspectos. Incluso el factor de dinamismo económico que intro-duce la oleada emigratoria de la Península en las tres primeras décadasdel siglo no deja de tener sus costes, ya que se inserta en un predominiosectorial de los intereses españoles -en el terreno financiero, pero sobretodo en el comercial- que obstaculiza el proceso de integración nacionalcubano. De ahí el carácter polémico de las leyes de Inmigración y elsentimiento de que el “gallego” se encuentra en una posición de privile-gio inmerecido dentro de la jerarquía social frente al cubano. Fueron400.000 españoles, la mayoría con un bajo nivel de educación, los quecruzaron el océano en dirección a Cuba entre 1902 y 1916. Casi un 10 por100 de la población total de la Isla, con proporciones aún mayores encentros urbanos como La Habana y alta concentración sectorial, teníainevitablemente que presentar dificultades para la asimilación. A esterespecto, resultan emblemáticos los dos grandes edificios del CentroGallego y del Centro Asturiano en el corazón de la capital, como sivinieran a recordar que a pesar del 98 la cohesión entre los inmigrantesespañoles, expresada a través de su origen regional, les seguía mante-niendo como un factor decisivo -y singularizado- de poder en el marcode la sociedad cubana.No es el fenómeno demográfico, sin embargo, el principal problema. Loverdaderamente grave es que la aparente ruptura con el orden -o mejor,

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desorden organizado- de la era colonial fue más formal que efectiva. Losmalos usos de la corrupción en el doble plano del falseamiento de losprocesos electorales y en la gestión administrativa se mantuvieron sincambios sustanciales al otro lado de la proclamación de la independen-cia. Un lúcido patriota, el exautonomista Tomás Terry lo hizo notar al vercómo quien controlaba una ciudad, un pueblo o una comarca, hacía ydeshacía en las elecciones tal y como antes se hiciera y deshiciera porlos integristas peninsulares a la sombra del Gobernador General: “Hasido una farsa representada con menos pudor que en los tiempos de lacolonia”, afirmó al comentar las celebradas el 28 de febrero de 1904. Paraempezar, como en la colonia, aquel partido que dominaba en una circuns-cripción, organizaba el copo para borrar del mapa a sus adversarios: asílo hicieron los nacionales en La Habana y los republicanos conservado-res en Las Villas. El panorama se componía de una propaganda muyagresiva en el plano personal, empleo de la violencia -partidas de laporra, carneros- para ahuyentar a los votantes de otros partidos, bata-llas campales para controlar las mesas y, para terminar, actas falsificadas.Los viejos tiempos reaparecían y en este sentido sí cabía hablar deneocolonia. Lo mismo que en el recurso a la corrupción para favorecerlos apetitos de los partidarios a costa del erario público, sin olvidar, igualque antes, el papel principal otorgado al fraude en la recaudación de lasaduanas. De la obtención del poder en cualquiera de sus niveles depen-día algo muy importante: “la preferencia en la provisión de los puestosvacantes en la administración pública”, cosa nada despreciable tenien-do en cuenta la situación de precariedad en que se encontraron tantoscubanos en los inicios del siglo. “Las cesantías llovían -explica un testi-go de la época al hablar del predominio ‘moderado’ en 1905-: quien noquisiera someterse podía darse por seguro fuera de nómina”. En losaños de la colonia, se habló de las “zafras de agua salada” para designarlos beneficios fraudulentos obtenidos por el marqués de Comillas consu Trasatlántica; ahora podía hablarse de las “zafras del presupuesto”.Las circunstancias económicas cambiaron muy pronto, con la abundan-cia de recursos generada por el boom azucarero que con altibajos semantiene hasta los años 20: a pesar de su asimetría, la reciprocidadcomercial con los Estados Unidos garantizaba un auge económico sinprecedentes. Pero el sistema político había definido ya sus rasgos polí-ticos fundamentales en el primer lustro del siglo y el nuevo contexto nolos alterará sustancialmente. Louis A. Pérez ha explicado el motivo prin-cipal para que la disociación perdurase: con los grandes recursos eco-nómicos en poder del capital exterior, sólo un sector permitía en exclusi-va a los cubanos acceder a la clase media, y éste era el político, conver-

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tido en ámbito para la promoción personal antes que como servicio a losintereses colectivos.Queda así definido el movimiento en tijera que ha de caracterizar a laCuba precastrista: una intensa dinámica de progreso económico, frágileso sí al depender de un sector sometido a la demanda exterior, que sirvede base a un proceso de desarrollo de las elites urbanas, con la impor-tancia de los problemas objetivos como aliciente para la entrada en jue-go de publicistas e intelectuales; como contrapartida, las malformacio-nes del sistema político se mantendrán, sin cambios sustanciales en suscausas y en sus efectos, a modo de agentes de estrangulamiento delcambio histórico hasta la crisis decisiva de los años 50.En su gestación, no sólo intervino el antecedente del malgobierno colo-nial, sino también, y decisivamente, el entramado de causas limitativasgeneradas por la guerra. Destacaríamos dos en particular: 1) la destruc-ción de la burguesía criolla que protagonizara políticamente las dos dé-cadas que siguieron al Zanjón, y 2) la legitimación de la violencia. Am-bas convergen en el período constituyente de la independencia y deter-minan, sobre el mencionado telón de fondo del legado colonial, la natu-raleza del sistema político republicano.Entre 1878 y 1895, únicamente la costra del régimen colonial parecíabloquear la emergencia de un protagonismo político de las elites criollasaglutinadas en torno al Partido Autonomista, con una eficaz distribu-ción de tareas entre el círculo de la dirección asignado a los profesiona-les urbanos, fundamentalmente capitalinos, y una base social compues-ta en su mayoría de la clase de hacendados, terratenientes insulares denivel medio. Pero la obstinación de los gobiernos españoles hizo literal-mente necesaria la guerra por la Independencia y el autonomismo resultóherido de muerte. No sólo eso, su base social fue desmantelada por lasdestrucciones acarreadas por el conflicto. Con la intervención económi-ca masiva del capital norteamericano, se hizo inútil pensar en el regresoal pasado y en reactivar la consigna positiva de “hacer país”. Tocabasalvar la piel y secundar actitudes ultraconservadoras. A corto plazo, larecuperación de la burguesía insular tendría lugar en un marco desubalternidad respecto de los poderes dominantes norteamericanos. Leinteresaría en todo caso la defensa sectorial de los propios intereses,mantenerse en la onda ascendente de la economía, pero en modo algunoarriesgarse al ejercicio del poder político. Lo hizo notar lúcidamente WilliamH. Taft en 1907:

La fuerza conservadora más importante en una comunidad, la quetiende a impedir que la paz sea perturbada, ni haya rebeliones con-

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tra el Gobierno, es el interés que tienen que mostrar los que poseenpropiedades, en ejercer toda su influencia para impedirlas, y gene-ralmente, en todos los países donde hay gobierno estable, en am-bos partidos o en todos los partidos, hay un fuerte elemento cons-tituido por esa clase conservadora. En Cuba no sucede así. Unagran parte de la propiedad está en manos de extranjeros y aquelloscubanos que tienen fincas no se mezclan en la política ni ejerceninfluencia en ella. Los políticos constituyen por sí solos una clase.Esto es lo cierto en ambos partidos, aunque el Partido Moderadoestá constituido por hombres más conservadores que el Liberal.

Taft no sólo apuntaba una deficiencia irremediable, sino al rasgo defini-torio de la política cubana desde el momento de la independencia: “lospolíticos constituyen por sí solos una clase”. Una clase política queresulta de un proceso en que la política estuvo ausente: la guerra deIndependencia. Los mambises no ganaron la guerra, pero sus caudillossí extrajeron de la misma la legitimidad para ejercer el poder políticodurante décadas. A partir de Estrada Palma, y con la única excepción deAlfredo Zayas, distinguido laborante en La Habana, los principales pues-tos recaen en los “generales” y “coroneles” del tiempo de guerra. Elproceso se gesta en la propia formación de los partidos en 1900 y semantiene hasta la presidencia del excoronel Mendieta, en 1934-36, pa-sando por las sucesivas presidencias de los generales José MiguelGómez, Mario García Menocal y Gerardo Machado. Cabe apuntar que suliderazgo militar tuvo mucho de inversión, voluntaria o involuntaria, decara al futuro, porque no fue precisamente el servicio desinteresado a lapatria el eje de su gestión. No fueron generales-presidentes de tipogaullista, sino ejemplos de miles gloriosus autoritarios, abiertos a lacorrupción y ansiosos de conservar a toda costa el poder, y de recupe-rarlo una vez perdido aunque fuese por la fuerza. Las conspiraciones delos expresidentes se suceden una tras otra, y alguna vez, cuando elgeneral García Menocal vuelve a presentarse en 1924, sus seguidoresllegan a anunciar la insurrección preventiva en caso de derrota electoral,o dicho en sus palabras, “de verse despojados de la victoria”; esta vezla amenaza no fue cumplida. Sus ideologías, de existir, apenas jugaronpapel alguno, ya que pasaron sin problemas de conservadores a libera-les o a la inversa, con tal de lograr una etiqueta rentable, proceso quetras la alianza de Liga Nacional en 1920 culmina en el “cooperativismo”impuesto por el “liberal” Machado para reforzar su cuasi-dictadura.Lo que llamaríamos “caudillismo mambí” tiene su expresión en la actua-ción política del General Gómez, con sus tres componentes: 1) Organiza-

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ción piramidal del poder en “su” territorio político, con relaciones dedependencia de tipo militar: la “falange macedónica” de que habló unode sus seguidores; 2) Posibilismo extremo en la política de alianzas, porencima de toda ideología, con tal de maximizar sus opciones al poder, y3) Recurso a la violencia, tanto en la represión defensiva (aplastamientode los “independientes” de color en 1912) como en el paso a la acciónarmada contra el poder constituido de signo adverso (contra EstradaPalma, contra García Menocal). En el régimen del “liberal” Gómez seencuentra el núcleo de la propensión dictatorial del que fuera su colabo-rador, Machado, quien desarrolla uno por uno los tres puntos mencio-nados.El sistema político republicano se configura de este modo como el juegode una minoría de actores, legitimados en su aspiración de poder por elpasado mambí, que se alían o se enfrentan de acuerdo con sus expecta-tivas de alcanzar o de mantenerse en el poder. Lo primero, la alianza, dejaen segundo plano los posibles objetivos nacionales o ideológicos aalcanzar, desnaturalizando la competencia política hasta desembocar enel soporte pluripartidario al régimen machadista. Lo segundo, abre unespacio de permanente inestabilidad por la ausencia de lealtad al siste-ma democrático representativo y la instauración de un clima de violen-cia, con proyección insurreccional heredada de la colonia en un primerperíodo, al que se suma desde los años 30 la incidencia del gangsteris-mo. Y todo ello sobre el telón de fondo de una corrupcióninstitucionalizada que marcará por ejemplo a la única presidencia civil, ladel desarrollista Alfredo Zayas, y que no logró superarse en las dospresidencias constitucionales de los años 40-50 de Grau San Martín y dePrío Socarrás.Los rasgos principales quedan definidos en la etapa fundacional, segúnresume el político liberal Martínez Ortiz:

Sólo había jefes; adónde éstos iban, allí los seguían los parciales,sin pararse a pensar sobre las causas determinantes de sus cam-bios de conducta. Los que eran conservadores hoy, podían ser sindesdoro liberales mañana, o viceversa. Más que por los nombresde partidos que significaran tendencias o doctrinas, gustaban lla-marse los parciales con adjetivos derivados de los nombres pro-pios de los caudillos de sus simpatías. Así se conocían por“miguelistas”, “zayistas”, “estradistas” (...) En todas las provin-cias existía la misma tendencia respecto de los caciques de segundoorden (...) Caudillaje semejante, tras apasionar sobre toda ponde-ración, tenía por consecuencia forzosa que ocasionar oscilaciones

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inesperadas y muy difíciles de explicar no estando de lleno en elconocimiento de tal estado de opinión (...) Los metidos en la luchano se daban cuenta del peligro, enfrascados en la brega de aspira-ciones y de intereses. Entretanto, todos resbalaban hacia la sima;en su fondo advertirían, con estupefacción, la distancia andada ylos graves peligros de la caída.

La sima de que hablaba Martínez Ortiz era la de 1906, pero habría otras enla historia de Cuba hasta llegar a la definitiva. Los impulsos de regenera-ción no faltarán, y ahí estuvo el gobierno de los Cien Días en 1933-1934,pero la ocasión sirvió también como prueba del enorme peso ejercidopor los factores limitativos, con el nuevo militarismo de manipulación,protagonizado por el sargento Batista, enlazando con los residuos delheredado de la guerra de Independencia que agonizaba tanto por razo-nes estrictamente biológicas como por un cambio en el contexto quehacía inevitable la búsqueda de nuevas soluciones. Orientadas, eso sí, agarantizar la continuidad del sistema de poder. Batista introducirá unadimensión populista, el gangsterismo de Estado en la represión, pero losenlaces con el pasado no pueden menospreciarse. De los caudillosmambises heredó la flexibilidad extrema en la política de alianzas que lepermitiera reforzar su poder -ahí está la alianza con el partido comunistaen el marco de la Constitución de 1940-, la pretensión de esconder sudictadura bajo formas representativas desnaturalizadas y, en fin, el re-curso al golpe militar con tal de recuperar el poder perdido. Una conti-nuidad que tendrá mucho de suicidio político.

6. La formación progresiva de una clase media al calor del crecimiento, yla consiguiente entrada en escena de intelectuales patriotas, hicieronposible la aparición de movimientos reformadores desde la década de1920. La crisis posbélica con que se abre la década y la espectacularcorrupción que caracteriza la presidencia de Alfredo Zayas son el ali-ciente para que se sucedan una serie de ensayos organizativos a lo largode 1923, cuándo ya están próximas las nuevas elecciones. El primero enmarzo, la llamada “protesta de los 13”, con la que enlazan la fundación dela Falange de Acción Cubana de Rubén Martínez Villena y el llamadoGrupo Minorista. Se perfila la actitud en lo sucesivo dominante entre losintelectuales jóvenes contra un sistema político sustancialmente co-rrupto. Sigue en abril la Junta Cubana de Renovación Nacional, presidi-da por Fernando Ortiz, que enumera una larga lista de insuficiencias yelementos de corrupción, con un apunte incluso antiimperialista -loscubanos no debían limitarse a ser “cortadores de caña ajena”, y unas

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soluciones de signo populista, moralizador y pedagógico. De mayorimportancia política fue el Movimiento Nacional de Veteranos y Patrio-tas, encabezado por el general García Vélez, hijo de Calixto García, y conel respaldo moral de Enrique José Varona y de Manuel Sanguily comovicepresidentes. En el plano simbólico, el Movimiento de los veteranosrepresentaba un aldabonazo al marcar la contraposición entre los idea-les de la insurrección por la Independencia y la realidad de la vida polí-tica republicana. Propugnaban soluciones armonistas entre el capital yel trabajo, en relación a la mujer, y censuraban ácidamente la corrupciónreinante y las prácticas que como la reelección presidencial la fomenta-ban. Su consigna, pronto captada por el general Machado para lograr elpoder, fue “Por la Regeneración de Cuba”. Muy pronto, sin embargo, elgobierno Zayas optó por desviarles de la vía política, con una persecu-ción a la que los Veteranos respondieron con el recurso habitual: unconato de levantamiento militar, esta vez fallido.Tras el sarpullido reformista de 1923, un nuevo impulso surgió de laoposición al proyecto de reforma constitucional autoritaria de Machadoen 1927. Entre sus manifestaciones, nos interesa sobre todo la moviliza-ción del mundo universitario, mancillado el año anterior con la conce-sión al presidente “liberal” del doctorado honoris causa. Es constituidoel Directorio Estudiantil Universitario contra la Prórroga de Poderes, yde un modo u otro en torno a él encontramos figuras de importanciadecisiva en ulteriores ensayos de reforma: Grau San Martín, EduardoChibás, Antonio Guiteras, quienes con el sargento-taquígrafo Batistaserán protagonistas de la nueva etapa de la República que se abre en1933 con la huida de Machado. El anciano Enrique José Varona sirve desímbolo y enlace con las frustradas aspiraciones de la lucha por la inde-pendencia. El movimiento universitario abre así un largo período deprotagonismo político del sector privilegiado de la juventud capitalina,impulsado por el mito positivo de la lucha por la independencia nacio-nal, contra la corrupción del sistema y en nombre del Pueblo Cubano,con mayúsculas. También incorporó pronto un componente de violen-cia, visible en la actuación de Guiteras y que en el futuro, en los años deformación del joven Castro, fundirá lucha política universitaria y gangs-terismo.Personajes y organizaciones pasaron, pero los rasgos de estas primerasmovilizaciones habían de mantenerse en las tres décadas siguientes. Elgolpe de Batista creó el vacío, ahuyentando las últimas expectativas deuna reforma política desde el interior del sistema, pero a pesar del elogiocitado que escribió Fidel Castro, o que redactó Jorge Mañach y firmó

Antonio Elorza

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Fidel, el desprestigio de la democracia representativa realmente existenteno escapaba a nadie. De ahí que los impulsos de regeneración, con susesgo populista, la mitificación de la lucha armada por la independencia-olvidando por completo el “caudillismo mambí” de ella surgido- y sudimensión antipolítica, se orientasen a la prioridad de la accióninsurreccional, y en definitiva de la violencia, por encima de la moviliza-ción ciudadana. La oposición a las malformaciones de la República abrióasí las puertas a un caudillismo supuestamente inspirado en Martí, envez de propiciar la regeneración de las instituciones.

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Feminizar la Historia:Cuba y las cubanas, a 100 añosde la instauración de la República

LA HABANA, 1902En el principio fue la protesta. Y la protesta se hizo militancia.Las integrantes del Club Esperanza del Valle, presidido por EdelmiraGuerra de Dauval, convocaron a sus compatriotas a manifestar pública-mente su repudio de la nueva Constitución. Durante la Asamblea Consti-tuyente de 1901, el tema del sufragio femenino se había discutido amplia-mente. Algunos delegados, como Juan Gualberto Gómez, abogaban porel sufragio universal que habría de incluir a las cubanas. ¿No habíancolaborado ellas con el esfuerzo de la guerra y recaudado fondos enTampa, Cayo Hueso y Nueva York, a través de diversas organizacionesfemeninas? ¿No hubo en el Ejército Libertador capitanas, coronelas, yhasta una generala?Aquellas primeras feministas exigieron no solamente el voto femenino,sino el derecho al divorcio, y el acceso a empleos públicos. EdelmiraGuerra había ayudado a redactar el manifiesto revolucionario hechopúblico el 19 de marzo de 1897; en él se incluían, específicamente, losderechos de las mujeres solteras o viudas, y mayores de 25 años, alsufragio; al divorcio por “causas justas”; y al trabajo de acuerdo a “lasleyes fisiológicas y sociales”.1

Pero la Constituyente de 1901 no aprobó el sufragio universal. El CódigoCivil Español del siglo XIX se mantendría intacto para controlar la viday milagros de la mitad femenina de la población. La independencia terminósiendo un partido de ajedrez entre caballeros y guajiros machos, y la

1 STONER, K. Lynn. From the House to the Streets: The Cuban Woman’s Movementfor Legal Reform, 1898-1940. Durham: Duke University Press, 1991, p. 32.

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política, vista desde su óptica tradicional, un asunto para deliberar conun buen ron y un habano. Las cubanas, como soñó Martí, debían portarsebien, y retirarse al rincón puro, noble, y abnegado de sus casas... al“frente del fogón”, como a mí me gusta llamarle.La historiadora norteamericana Lynn Stoner dice de ese momento en lahistoria de Cuba: “La principal preocupación legal consistía en el estable-cimiento de un estado político, sin trascender a los derechos humanos”.2

Así empezó esta historia que hoy, cien años más tarde, se conmemora.Yo no suscribo la tesis de que la república nació torcida, ni que hasta1959 fuese una “seudorrepública”. ¿Cuál es el bosquejo de la república“derecha”? ¿Tiene alguien el esquema? ¿Qué se entendería por“verarepública”, para explicar que la fundada en 1902 fue una impostura?Cuba surgió como lo posibilitaron los acontecimientos, los imponde-rables, las variantes geopolíticas, y cuatrocientos años de quehacerracista, patriarcal, explotador y caudillista. Así y todo, se lograría conbastante dignidad para un país devastado, diezmada su población (porla guerra, y el genocida de Valeriano Weyler), achicharrada hasta la últimacaña, su economía en bancarrota, entre la fiebre amarilla y el cólera.Dejemos de repetir esa tontera de que la república “nació torcida”, comosi tuviésemos en la mano un manual de historias paralelas.La tesis que me anima es otra: la historia de esa República, su fundación,desarrollo y evolución ha sido contada a medias, en términos masculi-nos. A esa narrativa hay que darle un vuelco radical.

CADA CUAL CUENTA DE LA FERIA...Mientras los nuevos encargados de la recién nacida república se rasga-ban las vestiduras por la intervención militar norteamericana, y malde-cían la hora en que los constituyentes aceptaron la Enmienda Platt, lascubanas, hartas del autoritarismo de sus padres, hermanos, maridos,amantes, y ahora también de los recién electos jefes políticos, aplaudíanla influencia del Norte protestante y laico, y su arrasadora influencialiberal. Se necesitaba todo el apoyo posible para contrarrestar el peso delos cánones católicos y la influencia de la Iglesia Católica en materiasocial y política.

2 Catálogo de la exposición Cuban Women: Their Struggles and Achievements,Museo Cubano de Arte y Cultura. Miami, 1985, p. 14.

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En 1913, la legendaria Magdalena Peñarredonda -que alcanzó rango decomandante en el Ejército Libertador- escribía un artículo titulado “Elfeminismo en Cuba” en el que ponderaba indirectamente la intervenciónnorteamericana:

El primer feminista que hubo en Cuba fue el general LeonardoWood, que pidió se colocasen mujeres en las oficinas públicas,cosa que jamás se había hecho, es verdad que el judaísmo españolno admitía siquiera a los nativos en los altos empleos... La revolu-ción libertó al hombre cubano, ahora falta libertar a la mujer.3

Muchas cubanas de la época vieron en esta actitud norteamericana loscielos abiertos. Más que un entrometimiento humillante, la brevísima yeficientísima presencia norteamericana -con todos sus defectos y pre-juicios- fue una oportunidad de ampliar horizontes. Aunque no ideal, lasociedad norteamericana de entonces era mucho más abierta al librealbedrío de las mujeres que la sociedad cubana. Eso lo vieron y vivierontodas las cubanas exiliadas en Estados Unidos durante el siglo XIX. Elpensamiento socio-feminista de las norteamericanas influyó profunda-mente en el de muchas cubanas de la clase alta, sobre todo, para quienesla independencia no era aún una realidad personal.Especialmente sensibles a esta influencia fueron las educadoras, que sebeneficiaron de programas de capacitación en Estados Unidos desde elprincipio mismo de la intervención norteamericana, proyecto promulgadopor el propio Wood.4 Lo que para algunos cubanos era una agendacolonialista para “americanizar” la mente cubana a través del magisterio,para las cubanas fue la oportunidad del siglo: salir de la asfixiante retó-rica decimonónica y entrar con un empujoncito anglosajón en la nuevaera. Una de las cubanas más prominentes entre finales del siglo XIX ylas primeras décadas del XX, fue María Luisa Dolz, feminista, escritora,y educadora, cuya labor tuvo una profunda repercusión en los derechosde la mujer en general, y en la educación universitaria en particular.5

Tanto fue el progreso en el área de la docencia, que para 1915 había enCuba 4.244 maestras, el 82% de la profesión.6

3 PEÑARREDONDA, Magdalena. “El feminismo en Cuba”. La Noche, 2 de enerode 1913, p. 1.4 Interventor General norteamericano entre 1900 y 1902.5 STONER, From the House…, Opus cit., pp. 36-39.6 DÍAZ VALLINA, Elvira y Julio César GONZÁLEZ PAGÉS. “The Self Emancipationof Women”. En Cuban Transition at the Millenium. Maryland: IDO, 2000, p. 17.

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Entre 1915 y 1940, las cubanas adelantaron una agenda económica ysocial que no tiene comparación. Hay que decir que lo hicieron con elapoyo de muchos hombres progresistas e ilustres. Así lograron garantíade ciertas plazas laborales para las mujeres, donde antes se empleaba aextranjeros u hombres cubanos (1917 y 1922);7 el control de su propie-dad y la potestad de los hijos en 1917,8 una verdadera revolución femi-nista si entendemos que la potestad era el derecho del padre desde elImperio Romano; la aprobación del divorcio por cualquiera de trece ra-zones diferentes (1918);9 la Oficina de Asuntos Laborales de la Mujer,como parte de la Secretaría de Agricultura, Comercio y Trabajo, en 1926,ampliada más tarde en 1940 durante el primer período presidencial deFulgencio Batista;10 el derecho al aborto, en caso de violación,predecibles defectos del feto, y si ponía en peligro la vida de la madre(1927-28);11 la anulación de la Ley de Adulterio (Artículo 437 de la Cons-titución vigente) que permitía el feminicidio por adulterio (1930);12 elderecho al voto, las terceras en lograrlo en el continente (1934);13 lainstauración de la Maternidad Obrera y de la Caja de Maternidad (1934);14

equidad salarial con los hombres por el mismo tipo de trabajo, entreotros derechos delineados en el Reglamento sobre el Trabajo de la Mu-jer (Decreto 1024 del 27 de marzo de 1937);15 el código de protección a lamaternidad (1940); la prohibición de la categoría “hijo ilegítimo” y pro-tección de hijos naturales cuya paternidad fuese comprobable o recono-cida (1940);16 la ley de igualdad de todos los ciudadanos ante la ley(1940);17 e infinidad de otras leyes de protección a las trabajadoras, a lasembarazadas, y a los niños.

7 STONER, From the House…, Opus cit., p. 40.8 ARROYO, Anita. “Presencia de la mujer en la vida cubana”. Catálogo CubanWomen. Opus cit., 1984.9 Ibid.10 Ibid.11 SMITH, Lois y Albert Padula. Sex and Revolution: Women in Socialist Cuba.Oxford: Oxford University Press, 1996.12 STONER, From the House…, Opus cit., p. 155.13 DE LA CUESTA, Leonel y Roland A. ALUM. Constituciones cubanas: Desde1812 hasta nuestros días. Nueva York: Ediciones Exilio, 1974, p. 187.14 ARROYO, Opus cit.15 Ibid.16 STONER, From the House…, Opus cit., p. 164.17 DE LA CUESTA y ALUM, Opus cit., p. 246.

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Merece un aparte al menos uno de los hombres ilustres que fueronfeministas: Don Leopoldo Mederos, padre de Elena Mederos González,puntal ella del feminismo cubano del siglo XX, de quien hablaré másadelante. Cuando se aprobó la ley de propiedad en 1917, Don Leopoldodividió parte de su fortuna y a cada una de sus hijas le estableció unadotación personal. Elena tenía apenas 17 años. Las luces de este hombrelo llevaron a hacer en pro de la independencia de sus hijas lo que laescritora Virginia Wolf recomendaría en su obra Un Cuarto Propio en1929, ¡doce años más tarde!18

Las cubanas saltaron sin interrupción del activismo contra la Españacolonial al activismo contra el patriarcado criollo. Desde los primerosaños de la República, la sociedad civil cubana contó con la participa-ción femenina, tanto en las causas políticas como en las sociales. Hasta1934, muchas de esas organizaciones eran, principalmente, sufragistas.Se destacaron el Partido Nacional Feminista (1912); el Partido Sufragista(1913); y el Partido Nacional Sufragista (1913).19 Pero fueron importan-tes también la Asociación de Damas Isabelinas (1910); el Club Femeninode Cuba (1918); la Alianza Feminista (1928), el Lyceum (1930); la UniónLaborista de Mujeres (1930); entre otras.20 Después de 1940, y hasta lalucha en contra del dictador Batista en los años cincuenta, el activismose concentró más en el campo social y laboral. Para el año1930, ya habíaen Cuba unas 320 organizaciones independientes de mujeres inscritasoficialmente.21

Se destacaron entre éstas las Damas Isabelinas, fundadas en 1925,cuyos objetivos eran atender y abogar por los enfermos, huérfanos,tuberculosos, y demás, mediante su Oficina de Servicio Social; tambiénorganizaban actividades culturales, bibliotecas rodantes, y programasde instrucción.22 De corte parecido también sobresalió el Lyceum, fun-dado en 1929 y que en 1939 se unió al Lawn & Tennis Club, para conver-tirse no sólo en el principal promotor de los servicios sociales y de laeducación de la mujer, sino en el centro de la actividad intelectual cubanade la época. En las década del cuarenta y del cincuenta, la institución

18 Ver la excelente biografía de Elena Mederos escrita por María Luisa GUERRERO:Elena Mederos: Una mujer con perfil para la historia. Madrid: Fundación ElenaMederos, 2000.19 STONER, Cuban Women, Opus cit.20 ARROYO, Opus cit.21 DÍAZ VALLINA y GONZÁLEZ PAGÉS. Opus cit., p. 18.22 ARROYO, Opus cit.

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Lyceum Lawn and Tennis Club se extendió a otras ciudades de la Isla:Camagüey, Pinar del Río, Matanzas, Cárdenas, Santa Clara y Ciego deÁvila.23

En 1921 se establece la Federación Nacional de Asociaciones Femeni-nas de Cuba, que coordina el Primer Congreso Nacional de Mujeres-el primero en el continente- en 1923. Se organiza un segundo en 1925,y un tercero en 1939.24 Estos son los años tormentosos de la dictaduradel general Gerardo Machado, época de fuerte militancia femenina enlas filas de su oposición. En las elecciones de 1936 -ya derrocadoMachado- y con el sufragio femenino aprobado dos años antes, salenelectas seis mujeres a la Cámara de Representantes. En la Constitu-yente del ‘39 hubo tres delegadas: Alicia Hernández de la Barca, doc-tora en ciencias, de Santa Clara; Esperanza Sánchez Mastrapa, far-macéutica, de Oriente; y María Esther Villoch Leyva, abogada, deOriente.25 Entre 1934 y 1944 fueron electas 2 senadoras, 3 alcaldesas,15 representantes.26

Batista nombró una ministra sin cartera entre 1940 y 1944, y otra vezcuando se instala como presidente en 1952 mediante un golpe; igual-mente hizo Carlos Prío Socarras;27 pero Ramón Grau San Martín sólo seacordó de las mujeres cuando dijo aquello de “las mujeres mandan”,aunque hay que apuntarle la escritura del proyecto de ley del sufragio,que no firmó él, como insisten muchos, sino Carlos Mendieta, el 3 defebrero de 1934.28

En 1928, durante la VI Conferencia Panamericana, celebrada en La Habana,se funda la Comisión Interamericana de Mujeres, que se reúne por pri-mera vez en La Habana en 1930.29 Son las cubanas y las norteamericanaslas principales promotoras de esta idea.Así las cosas, la sociedad civil cubana se desarrolló plenamente durantelos años cuarenta y cincuenta, a tal punto que con 6 millones de habitan-

23 Ibid.24 STONER, From the House…, Opus cit.25 de la CUESTA y ALUM, Opus cit., p. 329.26 DÍAZ VALLINA y GONZÁLEZ PAGÉS, Opus cit., p. 19.27 de la CUESTA y ALUM, Opus cit., p. 208.28 Ibid.29 ARROYO, Opus cit.

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tes, Cuba contaba con más de 920 organizaciones independientes demujeres en 1959.30

La República que terminó su segunda etapa el primero de enero de 1959no era un paraíso, pero estaba en quinto lugar en los índices de desarro-llo del continente, y en algunos renglones superaba a Canadá, Argentinay Uruguay, números 2, 3, y 4, respectivamente.31 Según la investigadoraAnita Arroyo:

... el 40% de los profesionales en Cuba eran mujeres; el 5,5% de losgerentes; el 25% de los oficinistas (incluyendo mensajeros, cobra-dores, y agentes); el 9,5% de los vendedores; el 14,5% de losartesanos y el 12,2% de los trabajadores manuales y jornaleros;sólo el 54% de los trabajadores domésticos eran mujeres.32

Como señala la socióloga Norma Rojas en su trabajo “Obreras y consu-midoras de Cuba: invisibilidad y desatención como norma nacional”:

Antes de 1959, Cuba ya había obtenido grandes logros en materiade emancipación femenina respecto a países subdesarrollados eincluso a países desarrollados. Por ejemplo, el libro El empleo fe-menino en Cuba de Ramiro Pavón González (La Habana: EditorialCiencias Sociales, 1977), cita que en 1953, el 18,9% de la poblaciónfemenina estaba económicamente activa... En 1974 -veinte añosmás tarde, y en el décimo sexto año de experimento socialista-, eraescasamente el 25,3%.... Si comparamos la situación laboral de las cubanas con la situa-ción mundial, vemos que en los años cincuenta, el índice cubanode 18,9 % (1953) es altísimo frente a países como Estados Unidos(21,8%) o Canadá (16,9%). Respecto a la mayoría de los paíseslatinoamericanos, la incorporación de la fuerza laboral femeninacubana era muy superior: en Argentina era el apenas 6,6%; enColombia el 12,4%; en Venezuela el 12,2%; en Costa Rica el 10,4%;y en Nicaragua el 8,6%.33

30 Cifra citada en DÍAZ VALLINA y GONZÁLEZ PAGÉS, Opus cit., p. 20, que enla opinión de esta autora es una cifra conservadora.31 Esto, según los índices de desarrollo proporcionados por la ONU y otras agenciasinternacionales pertinentes.32 ARROYO, Opus cit.33 Trabajo presentado en la Conferencia Anual de la Asociación para el Estudio de laEconomía Cubana (ASCE) en 1999. Inédito.

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Es importante mencionar que un cálculo razonable y realista arroja quehabía en Cuba hacia 1958 unas 10.000 mujeres ejerciendo la prostitución,y no 100.000, como se ha dicho en Cuba a partir de 1959. De haber sido100.000, una de cada 10 mujeres de entre 16 y 40 años hubiera sidoprostituta. Un rastreo extraoficial de los barrios de prostitución de lasprincipales ciudades da un cálculo de entre 10.000 y 11.000 trabajadorasdel sexo. Al menos una fuente consultada habla de 12.000.34

Siguiendo el patrón establecido en los primeros quince años de Repú-blica, la mujer predominó en el campo de la educación. El censo de 1953arrojó que el 51,3% de los rectores, profesores e instructores universita-rios eran mujeres; el 89,8% de los maestros de escuela secundaria; y el84,4% de los maestros de primaria.35

No obstante las muchísimas obras públicas que realizó Batista en superíodo dictatorial (1952-58), y la labor que su gobierno desempeñó pormejorar las condiciones de vida en el interior del país, los cubanos que-rían un buen gobierno, constitucional, del pueblo y para el pueblo. Elapoyo a los rebeldes de la Sierra Maestra fue masivo, espontáneo, yconsecuente. Las mujeres no se quedaron atrás: hicieron sabotaje en lasciudades, transportaron armas, escondieron a sus colegas activistas,vendieron bonos del Movimiento 26 de julio. Frente Cívico por un lado,y Mujeres Oposicionistas Unidas -que presidía la Dra. Martha Frayde-encabezaron una selecta lista de grupos femeninos anti-batistianos.36

En el frente armado, se conformó en la Sierra Maestra el Pelotón MarianaGrajales, de donde emergen los nombres femeninos más identificadoscon este proceso.37

Este trabajo sería interminable si pasáramos revista gremio por gremio ycampo por campo, porque cubanas destacadas, y de renombre interna-cional hay para una enciclopedia: en la música, la literatura, el arte, ladocencia, los negocios, las ciencias, la medicina, el periodismo, elactivismo social, la medicina, el campo benéfico. Donde menos mujereshallamos es en la política nacional, aunque debo señalar que después de1933, los cubanos de Consolación del Norte, Guane, Aguacate, Jaruco,

34 SMITH y PADULA, Opus cit.35 ARROYO, Opus cit.36 DÍAZ VALLINA y GONZÁLEZ PAGÉS, Opus cit., p. 20.37 Ibid.

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Matanzas, Caibarién, Corralillo, Rancho Veloz, y Jatibonico eligieron onombraron alcaldesas en sus respectivas ciudades.38

El primer gobierno revolucionario instituido en 1959 incluiría a una mujercomo ministra de Bienestar Social: su nombre, Elena Mederos de González.Incansable humanista, Mederos luchó por los derechos de la mujer, de lafamilia, y del trabajador desde los primeros congresos feministas en losaños veinte. Había sido fundadora de la Escuela de Servicio Social,inaugurada en 1943, con la colaboración directa de expertos norteame-ricanos y puertorriqueños.39 En su puesto revolucionario duró unosmeses; la sustituiría en el cargo Raquel Pérez. En septiembre de 1961,Elena Mederos partiría al exilio.40

Otras mujeres ocuparon diversos cargos. Martha Frayde, médico, fuenombrada embajadora de Cuba ante la UNESCO. Querer renunciar a esepuesto unos años más tarde le costó prisión.41 Pastorita Núñez fuenombrada al Instituto Nacional de Ahorro y Vivienda; Haydeé Santamaría,que se suicidaría en 1980 -ante los atropellos y actos de repudio quesuscitó el éxodo por el puerto de El Mariel-, a dirigir Casa de las Améri-cas. Vilma Espín a dirigir a las cubanas en una organización nacional demasas, la Federación de Mujeres Cubanas; Celia Sánchez, al privilegiadopuesto de asistente personal de Fidel Castro. Teté Puebla permanece enel ejército; hoy lleva grados de general en las Fuerzas Armadas Revolu-cionarias.42 Melba Hernández, abogada, es hoy diputada ante la Asam-blea Nacional del Poder Popular.43

Es indiscutible que en los últimos 43 años -que coinciden con el períodorevolucionario 1959-1962 y el régimen totalitario de corte socialista 1963-2002-, las mujeres han despegado en lo que en educación y trabajo serefiere. Han sido impulsadas masivamente, al menos en teoría, a rendirvidas más útiles, desde la fábrica de cemento hasta los laboratorios de

38 FREIRE, Joaquín. Historia de los municipios de Cuba. Santo Domingo: EditoraCorripio, 1985.39 GUERRERO, Opus cit., pp. 99-102.40 Ibid., pp. 145-149.41 ALMENDROS, Néstor y Orlando JIMÉNEZ LEAL. Conducta Impropia. Ma-drid: Editorial Playor, 1984.42 BÁEZ, Luis. Historias de Generales. La Habana: Editora Política, 1997.43 ALFONSO, Pablo. Los últimos castristas. Caracas: Centro de Documentación yFormación, 1998.

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investigación científica. Me suscribo a la tesis de que lo mismo hubiesesucedido en estos 43 años, durante los “once” gobiernos democráticosque Cuba hubiese tenido si el proceso democrático se hubiese restaura-do como fue la promesa de la revolución de 1959. Este año centenariohubiera sido año de elecciones en Cuba. Ahora mismo quizás estaría-mos haciendo campaña política por alguna candidata a la presidencia, yno escuchando las diatribas paternalistas del decano de dictadores.¿Cómo podemos medir el progreso de las cubanas en la Tercera República,la inapelable república socialista de los últimos 43 años? Empecemospor decir que en 1960, cuando se funda la Federación de Mujeres Cuba-nas, el régimen cubano ya había hecho desaparecer a las organizacionesfemeninas y feministas independientes, unas 1.000 según varios estima-dos. En 43 años, la gestión centralizada del régimen no ha permitido elsurgimiento de ninguna otra entidad independiente, y mucho menos laFMC, que dirige los asuntos de la mujer con la misma férula dictatorialque el régimen emplea con el resto del país.44 Si en 1930 había unas 300organizaciones femeninas independientes, y en 1953 casi llegaban a1.000, hoy, con 12 millones de habitantes serían más de 2.000 las entida-des cívicas, profesionales, políticas, culturales y benéficas de mujeres.Las cubanas han perdido autonomía y autogestión, a cambio de unplato racionado de frijoles y masa cárnica de soya, y un pomo de aspirinas-que ahora tienen que comprar con dólares-, y anticonceptivos por lalibre, que no sirven de nada en un país donde más del 40% de los emba-razos terminan en aborto,45 y los condones se utilizan como globos enlas fiestas infantiles porque a pesar de las campañas de educación sexual,los hombres cubanos se niegan a usarlos, y las mujeres a exigírselo.En 1958, el 78 % de la población cubana global estaba alfabetizada.46

Hoy lo están el 95%; el 57% de ellas representa fuerza laboral disponible,y son el 42% de la fuerza laboral activa del país, representadas en losdiferentes sectores de la manera siguiente:47

44 En 1995 se fundó la organización Magín, compuesta por comunicadoras, artistasy escritoras. Apenas se le permitió operar por un año. Le fue negado el registro y elestatus de no-gubernamental, y bajo la presión de la FMC, Magín dejó de existir.45 KRAUSE, Mónica. Anuario de América Latina. Análisis e informaciones. Tomo No.24. Género y Poder. 2000, pp. 106-12046 Anuario Estadístico, 1958.47 Estadísticas publicadas en Granma, años 1998-2000.

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El 40% de la empleomanía civil del gobierno; el 38% en las empre-sas mixtas y corporaciones; el 15% en las cooperativas; el 38% encompañías extranjeras; el 37% en asociaciones e institutos;El 18% de los trabajadores manuales; el 28% de la dirigencia (queparticipa en la toma de decisiones); el 53% del personal de servi-cios; el 64% personal técnico; el 85% gerencia y administración(media y baja);En las áreas de la educación y la salud: el 40% y el 32 % respectiva-mente de los trabajadores manuales; el 70% y 79% del personaltécnico; el 90% y el 86% de la administración media y baja; el 87%y 82% en la salud; y el 48% y el 35% de la dirigencia responsable dela toma de decisiones.

En la actualidad se puede decir que hay país sin azúcar, pero no hay paíssin las mujeres. Ellas son el 72% de los trabajadores en la industrialigera; y en la agricultura, el 30-35% del sector técnico y entre el 40 y 45%de los ingenieros agrícolas. Según estadísticas de la Federación de Mu-jeres Cubanas, los porcientos de mujeres en diferentes sectores de lafuerza laboral eran los siguientes en 1997:

Sectores técnicos 65,5% Comercio 46,3%Comunicaciones 50,1% Industrias 27,9%Educación 70,0% Salud Pública 72,4%

Todo esto puede parecer regio, pero el avance de las cubanas no puedemedirse en el campo laboral exclusivamente. Más importante es ver suparticipación en la esfera política. Allí, la realidad de las cubanas es muydiferente:48

1991 1997 2001

Mujeres Total Mujeres Total Mujeres Total

PCC Buró Político 3 25 (12%) 2 24 (8%) 2 24 (8%)

PCC Comité Central 38 225 (17%) 19 150 (12%) 19 150 (12%)

Consejo Ministros 2 39 (5%) 4 36 (11%)

Consejo de Estado (13,6%) 5 31 (17%) 1 10 (10%)

Asamblea Nacional (33%) 134 589 (23%) 162 601

48 Estadísticas tomadas de Granma, noviembre 1991; noviembre 1997; noviembre2001.

Ileana Fuentes

(27%)

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Según un estudio de Mayda Alvarez Suárez, en 1997 eran mujeres el61% de los fiscales, el 49% de los jueces profesionales, y el 47% de losmagistrados del Tribunal Supremo Popular. La dirigencia del sistemajurídico hace cinco años era femenina en un 34,6%.49

Pero “es” precisamente en el Buró Político y en el Consejo de Estadodonde verdaderamente “se corta el bacalao” y allí, mujeres son pocas.En el Buró, la participación femenina ha bajado del 12% al 8%, en menosde diez años, con sólo dos mujeres en el mismo. En el Consejo de Estadohay solamente tres mujeres. No pasan de 50 las mujeres en la cúpulapolítica.50 Según mis cálculos, no pasan de 1.000 -y creo que exagero-,las mujeres “en cargos políticos importantes”, a pesar de que en la baselas mujeres constituyen un sector considerable de la militancia sindical(52,5%) y del partido (30,1%) según las estadísticas de 1997-98.51 Si bienen 1995 se eligieron 2.144 mujeres a las asambleas municipales del poderpopular, no es allí donde radica el poder de decisión política en Cuba.52

Quizá donde mejor representadas han estado las cubanas en los últimos40 años es en el presidio político. Se calcula que unas 10.000 mujeres hanpasado por las cárceles políticas del régimen de Fidel Castro.53 La doc-tora Martha Frayde fue una de ellas; la poeta María Elena Cruz Varela,también. Maritza Lugo Fernández, fundadora y vicepresidenta del Mo-vimiento Democrático “30 de noviembre” -en el exilio desde mediadosdel 2001-, pasó 3 de los últimos 5 años presa por razones de conciencia.La opositora más conocida hoy en día dentro de Cuba, la economistaMarta Beatriz Roque, co-autora del documento La patria es de todos, estambién una ex presa política, declarada “Prisionera de Conciencia” porAmnistía Internacional.54

Ahora bien, ¿de qué le vale a las cubanas ser protagonistas de tanimpresionantes estadísticas, cuando su salario promedio está por debajo

49 ALVAREZ SUÁREZ, Mayda. “Mujer y poder en Cuba”. Cuba, construyendofuturo. Madrid: El viejo topo, 2000.50 No considero parte de la “cúpula política” ni los cargos de viceministro, ni losescaños en la Asamblea Nacional del Poder Popular. Por “cúpula” me refiero alcerradísimo círculo de poder central que emana de Fidel Castro.51 Ibid.52 Ibid.53 Ver MEDRANO, Mignón. Todo lo dieron por Cuba. Miami, Ediciones Universal,2000.54 Amnistía Internacional. Informe Anual. Londres, 1998, 1999.

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de los 250 pesos al mes, y la ración de alimentos distribuidos por lalibreta de abastecimiento sólo cubre dos semanas del mes? Doscientoscincuenta pesos: aproximadamente $12 dólares mensuales, o $144 dóla-res al año. Las ancianas cubanas viven hoy sumidas en la pobreza,-sumidas en la miseria, según las normas de Naciones Unidas-, conpensiones que no llegan ni a los 100 pesos mensuales.55

El Estado cubano jamás ha cumplido con la demanda interna femenina,en ningún otro sector mejor demostrado que en la Industria Ligera. LaIndustria Ligera en cuarenta años no ha cumplido con las prioridadesde las mujeres. En lo más elemental, las almohadillas sanitarias, el abas-tecimiento alcanza sólo para cuatro meses del año. ¡Que la sangrellegue al río en los ocho meses restantes! A fines del año 2001, enSantiago de Cuba, hubo disturbios en las colas de abastecimiento deíntimas. Entrevistadas por periodistas independientes, las santiaguerasdicen:

Las mujeres que no tenemos quién nos mande dólares desde elextranjero nos pasamos casi todo el año poniéndonos trapitos,que tenemos que lavar una y otra vez para seguir usándolos...Los trapos que me tengo que poner durante la regla me ocasionanmolestias, me queman las entrepiernas, y para no andar chorreán-dome por las calles tengo que romper cuanta tela encuentro en micasa.56

De los trapitos que no pueden higienizarse correctamente por la escasezde detergente y desinfectantes apropiados, y de las aguas insalobrescon que se lava, es que las cubanas se enferman de moniliases y parási-tos uterinos, condiciones rampantes en la población femenina.57

Las mujeres han adquirido obligaciones sobrehumanas: sobre el tradi-cional horario doméstico, se suma el del centro de trabajo, y un tercero,que es el del trabajo comunitario o ideológico voluntario. A todo esto,yo le he llamado la doble carga del mantenimiento doméstico domésticoy el mantenimiento doméstico nacional.58

55 Diversos artículos en Bohemia, del año 1999 y 2000, abarcan este problema.56 Reportado a través de CubaNet, julio-agosto 2001.57 MENDOZA, Dr. Dessy, e Ileana FUENTES. Dengue: La epidemia secreta deFidel Castro. Washington DC: Center for a Free Cuba, 2001.58 Ver FUENTES, Ileana. Cuba sin caudillos: Un enfoque feminista para el siglo 21.Princeton: Linden Lane Press, 1994.

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Cito de nuevo a la socióloga Norma Rojas, porque su vivencia y expe-riencia profesional como investigadora in situ en el Instituto de la De-manda Interna, son relevantes:

Cuba es uno de los países donde el segundo turno de la mujer -eldel hogar- es tan alto como su labor en la producción social. Laobrera cubana siempre ha ocupado la mayor parte de su tiempo enla búsqueda de abastecimientos necesarios para la supervivenciapor una parte, y por la otra no ha recibido de la ineficiente econo-mía socialista ni los recursos materiales, ni el apoyo ideológicopara resolver su plena incorporación al trabajo.59

Las vicisitudes de las cubanas también las resalta la antropóloga espa-ñola Isabel Holgado en su libro ¡No es fácil! Las mujeres cubanas y lacrisis revolucionaria.60 En él, la autora hace patente,

1 Que la pobreza se ha generalizado y feminizado, dado el dobleestándar creado por la economía dolarizada por un lado, el bloqueoque mantiene el régimen contra la población, y el altísimo númerode familias encabezadas por mujeres; y2 Que ha resurgido la prostitución “popular” esta vez completa-mente concentrada en torno al cliente extranjero y acompañada derentabilidad, aceptación y prestigio sin precedentes.

En materia social, Cuba y las cubanas han dado un paso gigantescohacia atrás. En un país donde la familia y la maternidad han sido demáxima importancia para la población femenina, incluso hasta para lasfeministas más radicales, el hecho de que la tasa de divorcio haya ascen-dido del 6,17% en 1961 al 44,01% en 1989 es evidencia de la crisis que sevive en Cuba detrás de la fachada propagandística. Hoy esa tasa siguesiendo alta: el 23,44%.61 No hay duda que la escasez de vivienda -otroincumplimiento de la Demanda Interna- y la fracasada lucha contra elmachismo -fracaso de los ideólogos- son responsables de la crisis. Enúltima instancia, es el sistema -el régimen, el gobierno, el Estado, comose le quiera llamar-, el único responsable.

59 ROJAS, Opus.cit.60 HOLGADO Fernández, Isabel. ¡No es fácil! Mujeres cubanas y la crisis revolucio-naria. Barcelona: Icaria, 1999.61 FLEITES-LEAL, Marisela. “Women, Family and the Cuban Revolution: A Per-sonal and Socio-political Analysis”. En Cuban Transition at the Millenium, Opuscit., pp. 41-42.

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En cuanto a la fertilidad de las cubanas, los informes oficiales hacenalarde de que las cubanas paren solamente 1,63 hijos en comparacióncon 5 ó 6 hijos por mujer en otros países del Tercer Mundo.62 Cómopuede reconciliarse esta cifra con la otra que advierte que las cubanasson las mujeres que más jóvenes se casan en el continente -a los 19años- es un misterio. Pero lo que nadie previó, ni los demógrafos cuba-nos, fue que la baja fertilidad crearía otro tipo de problema, que ya es unarealidad demográfica cubana: desde hace dos décadas, se ha dejado deproducir lo que los científicos sociales denominan la “hembra de reem-plazo”.63 Esto se traduce en que la población cubana será una poblaciónde ancianos en los próximos 20 años. La política poblacional cubana haseguido los mismos pasos desastrosos que la política de industrializa-ción con respecto al medioambiente.Donde más claramente vemos la debacle social en que viven las cuba-nas es en el resurgimiento de la prostitución. Si la propaganda castristaha convencido al mundo de que Cuba era el prostíbulo de los norteameri-canos en 1958, toda la evidencia que existe en estos momentos -palpableen los aeropuertos de las grandes ciudades donde se fletan avionespara turismo sexual en Cuba, y palpable en las calles de La Habana, y enInternet- indica que hoy Cuba es el prostíbulo del mundo, con los espa-ñoles encabezando la fila cual conquistadores modernos recuperando laexótica colonia.Las “jineteras” son las únicas personas en Cuba verdaderamente due-ñas de los medios de producción: su cuerpo, que es suyo para hacer conél lo que sea necesario para sobrevivir. Con una población altamenteeducada y activa en la economía, el hecho de que una maestra o unatécnica textil tenga que ofertarse en el mercado sexual para mejorar suestándar de vida es quizás el mejor indicador de hasta qué punto larepública socialista le ha fallado a las cubanas.La Dra. Monica Krause, alemana, ex-directora del Centro Nacional deEducación Sexual de Cuba y ex-profesora del Instituto Superior de Cien-cias Médicas en La Habana, revela en un reciente estudio:

En la actualidad, la situación económica extremadamente difícil y laposibilidad de ‘ganarse’ fácilmente sumas considerables de dólaresa través de la prostitución, induce a muchas muchachas cubanas,

62 Ibid.63 “Madres sin trono”. Bohemia, 19 de mayo de 2000, p. 29.

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a menudo aún menores de edad, a ejercer el oficio horizontal. Inclusoexisten mujeres graduadas universitarias que reciben un pago tanpobre por sus trabajos oficiales que apenas alcanza para alimentar asus familias y que no vacilan a ofertarse a turistas extranjeros.64

Eso sí, el propio Fidel Castro lo ha repetido varias veces: “Si aquí hayprostitución, entonces sépase que es la prostitución más educada ysaludable del mundo”.65 Las cubanas viven hoy en un entorno tansurrealista que hasta su propio presidente promueve públicamente losméritos autóctonos de la prostitución. Y siguen siendo discriminadas.Lo confiesa la propia Vilma Espín:

No son pocas las ocasiones en que al valorarse las posibilidadesde promoción, se prefiere al “hombre” por estimarse que “la mujer”propuesta, aunque posee mejores cualidades y capacidad paradesarrollar el cargo en cuestión, tiene muchos hijos y se vería“sobrecargada de trabajo, lo que no se toma en cuenta a la hora deseleccionar a un hombre.66

LA HABANA, 2002En el año centenario, la protesta.Si en el principio se hicieron oír, cien años más tarde no podía ser dife-rente. Las cubanas iniciaron su gestión en la República luchando por losderechos humanos, y en este año centenario sus biznietas y tataranietassiguen fielmente sus pasos. Por eso no puedo terminar este recorrido sinhablar de las mujeres en la oposición interna cubana; aproximadamenteel 35% del liderazgo opositor es femenino. Las únicas organizacionespolíticas y de derechos civiles independientes de mujeres que existenhoy en Cuba están en las filas de la disidencia. El régimen no las admiteen sus registros. Por el contrario, hostiga y persigue a sus directoras ymiembros, y además las amenaza con la seguridad de los hijos y de lafamilia. Es obligatorio conocer sus nombres:

Marta Beatriz Roque Cabello, economista independiente y activistapolítica;

64 KRAUSE, Opus cit.65 Entrevista en televisión nacional cubana, Circa 1992.66 ESPÍN, Vilma. “La batalla por el ejercicio pleno de la igualdad de la mujer.” CubaSocialista, marzo-abril 1986.

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Gisela Delgado, directora del independiente Centro de EstudiosSociales de la Mujer, y directora de la biblioteca independiente“Dulce María Loynaz”;Hilda Molina Morejón, otrora la máxima eminencia neurológica deCuba, hoy opositora y presa domiciliaria;Tania Díaz Castro, laureada poeta, hoy periodista independiente,que fue presidenta fundadora del Partido Cubano de DerechosHumanos;Odilia Collazo Valdés, presidenta del Partido Pro Derechos Huma-nos de Cuba;Beatriz Pacheco Núñez, presidenta de Mujeres Cubanas por laLibertad;María de los Ángeles Menéndez Villalta, presidenta de la Funda-ción Jesús Yánez Pelletier;Mercedes Ruiz Fleites, presidenta de la Fundación Martha AbreuPro Derechos Humanos;Mercedes Clementina Constantín Figueroa, directora del Centrode Información sobre Democracia;María Felicia Matas Machado, coordinadora en la provincia deVilla Clara del Partido Pro Derechos Humanos de Cuba, afiliado a laFundación Andrei Sajarov;Ana Pérez Paseiro y Yusnaimy Jorge Socam opositoras indepen-dientes;Ana Margarita Perdigón Brito y Maritza Roteta Yantá, activistasdel Partido Democrático 30 de Noviembre;Isabel Rey Rodríguez, Maria Elena Alpízar Airosa, periodistas in-dependientes;Tania Quintero y Marvin Hernández, periodistas independientesde Cuba Press;Alina Ramírez Carbonell, periodista independiente de la AgenciaSantiago Press;Lourdes Hernández Torres, periodista independiente de la Agen-cia de Prensa Occidental;Fara Armenteros Rodríguez, periodista independiente de la Agen-cia UPECI;

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Ana María Espinosa Escobedo y Graciela Ávila, fundadoras delForum Femenino de Ayuda Humanitaria en Santiago de Cuba;Gladys Aleida Núñez Villalta e Ileana González Rodríguez, econo-mistas independientes;Mayelín Erevita Cedeño Constantín, subdirectora del Centro deInformación sobre Democracia.Berta Antúnez Pernet, del Movimiento Nacional de ResistenciaCívica Pedro Luis Boitel;Lidia Beinómez, del Movimiento Democracia y Paz;Noris Durán Durán, del Comité Pro-Amnistía Leonor Perez;Zoe Fuentes Rodríguez, del Movimiento de Jóvenes del NuevoSiglo Pro Derechos Humanos;Arelia Hernández Álvarez, del Proyecto Cívico Femenino;Celia Jorge Ruiz, de la Corriente Liberal Cubana, y directora de labiblioteca independiente “Gertrudis Gómez de Avellaneda II”;Isabel del Pino Sotolongo, de la Asociación Humanitaria Seguido-res de Cristo Rey;Gladis Linares Blanco, del Frente Femenino Humanitario Cubano;Elsa Morejón Hernández, de las Mujeres Defensoras de PresosPolíticos;Marta Orta Pasos, Centro Pro Libertad y Democracia;Yamila Pérez Reyes, de la Fundación Médica Independiente;Rosa Rodríguez Díaz, del Movimiento de Madres Cubanas por laSolidaridad;María Magdalena Valdés, del Movimiento Cívico Máximo Gómez;Yassera Sessín Herrero, Alina Ramírez Carbonell, Marcia PérezCastrillo, Eva Facunda González, Astrea Ibáñez Isaaz, TulimiaAmores Rodríguez, Aleida Godínez, Estrella Gracía, Lourdes Ceci-lia Góimez, María Elena Iturralde Bello, Marlenes González Oneza,Julia Cecilia Delgado González, Ileana de los Ángeles Iglesias,Odalys Zayas, Nohemí Sánchez, Diana Margarita Cantón, MagalysLópez García, Aniley Fuentes Varela, Alina Álvarez Cabrera, yElizabeth Bruneda, directoras cada una de ellas de una bibliotecaindependiente, afiliadas al movimiento de Bibliotecas Independien-tes de Cuba.67

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Son muchas, muchas más. Algunas han partido al exilio obligadas por elhostigamiento del que han sido objeto sus familias, entre ellas, las yamencionadas María Elena Cruz Varela (Criterio Alternativo) y MaritzaLugo (Movimiento Democrático 30 de noviembre); María de los Ánge-les González Amaro (fundadora de la Unión de Periodistas y EscritoresCubanos Independientes); Ileana Someillán, fundadora de la UnidadFemenina Cubana; Berta Mexidor (fundadora, junto a su esposo, RamónColás, del Movimiento de Bibliotecas Independientes de Cuba, desdesu Las Tunas natal).Otras mujeres van surgiendo del anonimato al liderazgo en esta luchaque me describió una vez Someillán como “una carrera de relevo”. EdelmiraGuerra y las integrantes del Club Esperanza del Valle, se quitarían elsombrero ante estas cubanas de hoy.El advenimiento de la Cuarta República -el estado de derecho democráticoque ha de surgir en el poscastrismo- será mucho más paritario gracias aestas cubanas, cuyos nombres ya están inscritos en nuestra Historia.

67 Varias fuentes nutren esta lista parcial -además de los contactos personales de laautora-, especialmente el portal digital de la Asociación de Economistas Indepen-dientes de Cuba; el de CubaNet; y el del Movimiento de Bibliotecas Independientes.

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Preguntas olsonianas sobreel futuro de Cuba: ¿Son factiblesuna economía de mercado y unademocracia?

1. INTRODUCCIÓN

El foco de Olson (2000) en su último libro es “el ejercicio del poder y elpapel de la ciudadanía” (Cadwell, 2000) donde se estudia el procesomediante el cual el bien común podría determinar lo que es un buengobierno. Este tema lo desarrolla el autor tratando de explicar dos fenó-menos importantes: “¿Por qué el comportamiento económico fue muchomejor, especialmente con relación a las expectativas, después de la de-rrota del fascismo que después de la caída del comunismo? ¿Por qué losantiguos países comunistas sufren tanto de la corrupción oficial y delcrimen organizado?”Pensando en Cuba después de Castro, o sea, una vez que puedanemprenderse reformas económicas y políticas en ese país, yo me pre-gunto ¿cómo podrá evitarse o reducirse la incidencia de la corrupción yel crimen y se logra montar una economía de mercado en un contextodemocrático? Este trabajo se basa en la premisa que una economía demercado es el mejor vehículo hacia el desarrollo económico y por lotanto es un bien público universalmente deseable. Aún cuando es posi-ble que haya desarrollo económico sin economías de mercado plena-mente consolidadas, estas economías han demostrado que son las máseficientes en materia de crecimiento y las más equitativas en cuanto a la

Jorge A. Sanguinetty

1

1 Agradezco los comentarios de Roger Betancourt, Rolando Castañeda, MauricioFont, Luis Locayy asistentes a la presentación de este trabajo en la Oncena ReuniónAnual de la Asociación para el Estudio de la Economía Cubana, Hotel Baltimore,Miami, Florida, 2001. También agradezco el trabajo editorial de Mercy Sanguinettyy el emplanaje de Margarita Tassi. Por supuesto, yo sigo siendo el único responsablepor el producto final.

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distribución de las oportunidades de progreso para todos sus ciudada-nos. Por lo tanto, el foco de este trabajo está en examinar los problemasde establecer una economía de mercado en Cuba cuando el país esté encondiciones de acometer las reformas necesarias para su instalación ycómo preparar el terreno para vencer los muchos obstáculos que yacenen ese camino. Siguiendo la terminología de Olson, el establecimientodel bien público “economía de mercado” requiere de alguna forma deacción colectiva. En el transcurso del trabajo aplicaremos el mismo con-cepto al bien público “democracia”. Aunque el montaje de un sistemapolítico que pueda ser calificado de democrático es presumiblementemenos complejo que el de una economía de mercado, su desarrollo para-lelo al de una economía de mercado aumenta las dificultades que puedanpresentarse en el proceso y deben ser tenidas en cuenta explícitamente.Como es mi deseo que este trabajo circule en Cuba, debo aclarar que unaeconomía de mercado no es una economía de “capitalismo salvaje” comoalgunos han tratado de hacer ver maliciosamente. Ni lo que Marx llamócapitalismo ni lo que son las economías modernas de mercado son eco-nomías predatorias, sino economías creadoras. Las economías de mer-cado están sujetas a un sistema legal basado en ciertas reglas y cons-truido sobre instituciones y organizaciones que velan por el cumpli-miento de las mismas.2 Muchas de esas reglas están encaminadas agarantizar instituciones como los derechos de propiedad, la seguridadde los contratos, la libertad de comercio, la competencia entre las empre-sas y evitar o regular el monopolio. No cualquier forma de capitalismo esequivalente a una economía de mercado. Una verdadera economía demercado ofrece la más amplia gama de oportunidades económicas y departicipación por medio de un sistema basado en las libertades indivi-duales y derechos civiles que le permiten al individuo emplearse dondeprefiera, consumir libremente lo que sus recursos le permitan, vivir don-de escoja, comprar y vender sus propiedades cuando sean legítimamenteadquiridas y fijar los términos de sus intercambios y contratos con otrosindividuos sin intervención del estado. Por esas razones, las economías

2 Aquí se aplica la terminología de la Nueva Economía Institucional (NEI) quediferencia entre instituciones y organizaciones. Las primeras son entidades queinvolucran conceptos y formas de operación, como son los derechos de propiedad,mientras que las segundas indican conjuntos de personas que se arreglan para ejercerciertas misiones o funciones, como son las firmas o empresas y las agencias guber-namentales. Para mayor elaboración de estos y otros conceptos de NEI véase aBetancourt (1991) y a Harriss, Hunter y Lewis (1995).

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de mercado más prósperas y dinámicas han sido y siguen siendo aqué-llas que operan en el seno de las sociedades democráticas donde todoslos ciudadanos disfrutan amplios derechos civiles y libertades indivi-duales.No obstante sus ventajas obvias, instalar una economía de mercado apartir de una economía socialista centralizada y deformada, que ademásopera en una sociedad totalitaria no es un proceso fácil. La experienciade más de 25 países ex-socialistas así lo indica. En Cuba, cuando seaposible introducir reformas profundas, las condiciones pueden llegar aser especialmente difíciles, dependiendo de qué clase de equipo de go-bierno suceda al régimen vigente de poderes unipersonales. Entre losobstáculos que pueden esperarse se encuentra la oposición de muchospor razones que van desde la incomprensión y el temor a la economía demercado hasta los prejuicios ideológicos e intereses creados de tipoparticular o partidista.Sin embargo, es de especial interés en este análisis determinar qué facto-res, además del montaje mismo de una economía de mercado y de labondad de las políticas macroeconómicas, pueden ser necesarios paraque esa economía produzca el desarrollo que todos esperan. Al fin y alcabo, existen economías que representan buenas aproximaciones, aun-que imperfectas, al ideal de mercado que no han conseguido tasas decrecimiento satisfactorias o estables. Puede argumentarse que las razo-nes básicas consisten en que dichas economías no han conseguidomontar completamente los mecanismos de mercado o que el manejo deque han sido objeto por medio de las políticas económicas correspon-dientes no ha sido el más adecuado para desatar todo el potencial exis-tente y ganarse la confianza de los inversionistas que representan laprincipal fuente de crecimiento.Independientemente de la validez de tales argumentos, es necesariotener en cuenta que las empresas que constituyen una economía son lafuente vital de energía que alimenta el crecimiento económico y juntocon ellas, el capital humano, sin los cuales y a pesar de que operen enuna economía de mercado, el desarrollo deseado no es posible. Dehecho, el dinamismo empresarial puede llegar a ser de tal magnitud quepermita el desarrollo económico sostenido aunque no exista una econo-mía de mercado en toda su plenitud, lo cual no invalida en lo más mínimolas razones para montar una economía de mercado. Las empresas detodo tipo, manufactureras, agropecuarias, comerciales, de servicios,energéticas, o de transporte son los núcleos productores de la actividadeconómica de una sociedad. La política macroeconómica conjuntamente

Jorge A. Sanguinetty

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con el sistema legal de los países crea las condiciones más o menosfavorables en que las empresas impulsarán el crecimiento.Por lo tanto, la factibilidad de una economía de mercado en Cuba y decómo hacer que la misma sea capaz de crecer debe ser examinada en dosgrandes escenarios o teatros de operaciones. Uno es el de las reformasdel estado y el otro es el del desarrollo de las empresas y la red devínculos entre las mismas. Las reformas del estado en sus diversosmodos, desde los cambios institucionales, organizativos y legales, hastala ubicación del personal que ha de efectuar esos cambios y manejar lossistemas resultantes serán indispensables para crear el medio en el cuallas empresas podrán operar, crecer y contribuir al desarrollo económicodel país. Pero tales reformas por sí solas no crearán las empresas capa-ces de hacer tales contribuciones. Esas empresas, desde las mayoreshasta las más pequeñas, tendrán que ser creadas por una alta multiplici-dad de agentes actuando con independencia del estado, persiguiendosus propios intereses, especialmente la posibilidad de obtener una ga-nancia o utilidad financiera que justifique la inversión, enfrentando unnivel moderado de riesgo, pero todo dentro de las reglas establecidaspor la sociedad bajo la supervisión del estado.En este marco, el papel del estado es velar porque las reglas se respe-ten, no el dirigir las empresas, ni siquiera ser propietario o copropieta-rio de ellas. El foco principal del respeto a las leyes deberá ser el cum-plimiento de las disposiciones fiscales, especialmente el pago de losimpuestos por parte de los contribuyentes tanto individuales comocorporativos, y el uso eficiente y apropiado de los recursos por partede las administraciones gubernamentales. Una buena parte de la crea-ción de esas empresas se deberá a la capacidad del país de crear ymantener el clima que atraiga las inversiones externas en suficientecantidad y que además estimule los esfuerzos inversionistas internos.De esta manera, aún cuando sea relativamente fácil crear una econo-mía de mercado en Cuba (lo cual veremos que no es) la gran preguntaque tendríamos que hacernos todavía es ¿surgirán automáticamentelas empresas capaces de hacer crecer la economía cubana de manerasostenida una vez que las reformas se hayan efectuado? ¿Serán esasempresas capaces de crear el empleo, los niveles de ingreso y losniveles de productividad suficientes para elevar gradual perosistemáticamente el nivel de vida de la población cubana? Las res-puestas a estas preguntas dependen eminentemente de la política dereformas que se adopte y de la capacidad del país en su conjunto deincentivar la actividad inversionista.

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Es por eso que este trabajo enfatiza lo que debe y lo que puede ocurrir anivel de gobierno, dejando en un segundo plano (por falta de espacio,no de importancia) el tratamiento de lo que debe ser el comportamientode la empresa y de la ciudadanía en general en una economía de mercado.El trabajo está dividido en varias secciones, comenzando con esta intro-ducción. La segunda sección presenta algunas definiciones y concep-tos que servirán de antecedentes. La tercera sección presenta un bos-quejo de la evolución de la economía cubana enfatizando aquellos ele-mentos más pertinentes para este análisis, como la reducción de sucomplejidad desde el nivel alcanzado en 1959 hasta los comienzos de ladécada de los noventa. La cuarta sección consiste en una breve discu-sión de la evolución de la economía que comienza con los efectos de lacrisis provocada por la desaparición de la Unión Soviética. En la secciónquinta se revisan algunas experiencias en el montaje de economías demercado que pueden ser útiles en Cuba. La sección sexta presenta unbosquejo de las medidas que deben tomarse en Cuba para instalar unaeconomía de mercado. La sección séptima está dedicada al análisis queOlson lleva a cabo sobre la lógica de la acción colectiva y la evoluciónde los países que dejaron el socialismo. La sección ocho presenta losresultados de la aplicación de las teorías de Olson a una posible transi-ción cubana. Finalmente la sección nueve presenta algunas conclusio-nes del análisis y a las implicaciones que pueden extraerse de interéspara los diversos estamentos de la ciudadanía cubana y otros agentesinteresados en lo que suceda en el postcastrismo.

2. ANTECEDENTES

La cuestión planteada en el título de este trabajo de si es factible unaeconomía de mercado en Cuba fue tratada en un marco mucho másamplio por Betancourt y Seiglie (1998) al cuestionar la factibilidad deldesarrollo económico en algunos países. Pero en vez de limitarse a dis-cutir la factibilidad del desarrollo, dichos autores también abordaron lascondiciones de factibilidad del desarrollo, o sea, cuáles son los factoresque permiten o facilitan el desarrollo. En este trabajo, además de enfo-carme en el futuro de la economía cubana, yo planteo un problema dedoble factibilidad, por un lado, la de mover al país hacia una economía demercado y, por otro lado, lograr que esa economía de mercado opere enuna democracia. Ambas condiciones deben contribuir para que Cubasea capaz de crecer y desarrollarse. En este último aspecto, parto de lamisma concepción que siguieron Betancourt y Seiglie (1998) basada asu vez en Betancourt (1996) y que consiste en ver el desarrollo económico

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como “un proceso o conjunto de procesos por medio de los cuales unasociedad aumenta sistemáticamente el estándar de vida de la mayoría desu población”.Yo también adopto esa concepción, que algunos ven relativamente limi-tada pero que es muy práctica, del nivel de vida en función del ingresode los ciudadanos. Tal concepción es la más utilizada por los economis-tas alrededor del mundo y por casi todos aquellos que tratan con cues-tiones económicas y, desde el punto de vista de los objetivos de esteanálisis, es más que suficiente. Una concepción más comprensiva com-plicaría el análisis innecesariamente. Además, esa concepción materialdel desarrollo, que no menosprecia las otras muchas dimensiones deldesarrollo humano, puede ser considerada prioritaria dadas las condi-ciones de gran pobreza material en que la inmensa mayoría de la pobla-ción cubana ha subsistido todos estos cuarenta y más años. Creo quees seguro suponer que una mayoría abrumadora de esa población esta-ría de acuerdo con que dicha concepción del desarrollo sea la guía prin-cipal de una estrategia de reforma y de las políticas económicassubsecuentes de los gobiernos que sucedan al castrismo.En su indagación sobre la naturaleza de la organización social de laactividad económica, Knight (1933) señaló que el grado de complejidadde una economía moderna llega a ser tan elevado que con frecuencia sele ha comparado con un ser vivo u organismo. La analogía se puedeextender al modo gradual en que se desarrollan los organismos biológi-cos, especialmente los de alta complejidad. Los sistemas económicos noevolucionan a altas velocidades, mucho menos surgen por generaciónespontánea. Los cambios de las economías más dinámicas no son per-ceptibles de un día para otro.La historia muestra que las economías crecen y se desarrollan con lassociedades que las rodean durante largos períodos de maduración ylos cambios que experimentan llegan a ser perceptibles y hastamensurables en ciertos intervalos de tiempo. Incluso las empresas yotras organizaciones económicas, aún cuando individualmente pue-den desarrollarse más rápidamente que las sociedades, también re-quieren de ciertos períodos de gestación y maduración; rara vez sedesarrollan de un día para otro. La historia también nos enseña que laevolución de las economías generalmente se basa en una aglomera-ción de organizaciones económicas de complejidad creciente, resultadode las decisiones de múltiples agentes económicos, cada cual persi-guiendo sus intereses privados.3

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El desarrollo económico tiene por lo menos una dimensión cuantitativaen términos de crecimiento y una cualitativa en términos de estructurasorganizativas e institucionales. De hecho, el desarrollo económico sepuede percibir como el aumento de la complejidad orgánica e institucionalde la economía vista mediante el crecimiento de la diversidad de loseslabonamientos (linkages) hacia atrás y hacia delante, en la concep-ción de Hirschman (1958), y del proceso continuo de fraccionamientorepresentado por las divisiones y subdivisiones del trabajo dentro delas empresas o por medio de la creación de nuevas empresas, a la manerade fractuales como los trata Çambel (1993). Estas consideraciones per-miten ver el proceso de desarrollo de una economía como el de la evolu-ción de una red de organizaciones de complejidad creciente.4 El socialismointentó acelerar este desarrollo haciéndolo más eficiente y trabajando pormedio de la planificación centralizada y las empresas estatales y fracasórotundamente porque no podía manejar centralizadamente ni un sistemade alta complejidad, ni mucho menos uno de complejidad creciente. Mises(1920) fue uno de los primeros en ver este problema, pero la instalaciónde una economía socialista es una decisión política y los criterios eco-nómicos no cuentan. Por otro lado, es preciso tener en cuenta que notodo aumento de la complejidad de una economía es sinónimo de desa-rrollo. Como bien lo documenta de Soto (1987), el desarrollo de la buro-cracia es una manera de incrementar la complejidad que obstaculiza eldesarrollo económico.

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3 Es necesario recalcar las condiciones de complejidad de una economía porqueexisten muchos que todavía subestiman este fenómeno y mantienen la ilusión de queuna economía debe dirigirse para que pueda satisfacer las necesidades de una nación.4 El concepto de red orgánica e institucional implica un modelo analógico de laeconomía similar al de una red neural que interconecta sus empresas y otros organis-mos sujetos a las restricciones y reglas que están representadas por instituciones.Dicha red representa la memoria productiva de la sociedad. El concepto de comple-jidad que se aplica aquí es el mismo que se deriva de la teoría del caos, en este casoaplicado a la naturaleza de la red orgánica como formas de complejidad organizativay funcional, siguiendo la nomenclatura de Rescher (1998). Véase también a Day(1994) y a Simpson (1990). Su aplicación en este trabajo está motivada por lanecesidad de ilustrar que en sistemas altamente complejos, tanto biológicos comoeconómicos, existen procesos evolutivos naturales que no pueden ser replicadosdesde afuera por una burocracia estatal. La planificación socialista, por mucho queintentó replicar el proceso de creación y desarrollo de eslabonamientos entre em-presas, sólo consiguió generar una réplica extremadamente burda de los sistemascreados bajo economías libres. Las empresas creadas bajo el socialismo tuvieron queser abandonadas en muchos casos una vez que se sometieron a los procesos deprivatización en el desarrollo de economías de mercado.

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Estas consideraciones implican que aún cuando sea factible y aconseja-ble aplicar lo que se ha dado en llamar “terapia de choque” en oposiciónal enfoque “gradualista” en una política de reforma económica, el desa-rrollo en sí mismo no operará instantáneamente, sino de manera gradual.Esta condición a la vez implica que las políticas de reforma, para quetengan los resultados deseados, deberán ser no solamente las adecua-das, sino que deberán ser aplicadas sistemáticamente a lo largo de todoel proceso de instalación y consolidación de las reformas. La inestabili-dad o las vacilaciones generadas por un equipo de gobierno inseguroen la implementación de tales políticas o los cambios continuos en suformulación serán una fórmula segura para el fracaso. Esto es importanteporque en Cuba es de esperarse que tanto la población como cualquiergobierno a cargo de un proceso de reforma estarán muy deseosos deproducir muestras rápidas de desarrollo económico en respuesta a tantosaños de estancamiento y hasta retroceso, pero la realidad es que los mila-gros económicos no existen y que la impaciencia puede ser el principalenemigo de una verdadera recuperación de la economía nacional.

3. LA REDUCCIÓN INSTITUCIONAL DEL SOCIALISMO

Típicamente, el socialismo reduce la complejidad institucional de laseconomías donde se establece. Cuba siguió el proceso típico introdu-ciendo restricciones diversas en varios frentes de manera simultánea.Por un lado, mediante el proceso de expropiaciones, se hizo desaparecerel sector financiero de la economía cubana en todas sus modalidades,tanto desde el punto de vista orgánico de las empresas, como el de lasinstituciones como las de la propiedad privada y la del crédito.Igualmente se redujo drásticamente el sector de comercio, tanto al deta-lle como al por mayor, junto con todas las modalidades del transporte yservicios complementarios. El sector de servicios fue severamente redu-cido y actividades de tipo contable, legal, de publicidad y otras desapa-recieron o fueron estatalizadas.5 Todo este proceso fue facilitado por la

5 La desaparición de estos sectores se fundamentaba teóricamente en la definiciónmarxista de que la plusvalía sólo se genera en la “esfera de la producción material”siendo los demás sectores consumidores de plusvalía y, por ende, parasitarios o partedel sistema de “explotación del hombre por el hombre”, que debía ser completa-mente liquidado. En el caso cubano hay suficientes razones para afirmar que lasverdaderas razones eran de tipo político, eminentemente, la liberación de los recur-sos humanos dedicados a la producción y su reasignación a labores de control demasas, seguridad y fuerzas armadas.

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falta de una acción colectiva de defensa eficaz por parte de los propieta-rios y de la población para oponerse al proceso y, en su lugar, por ladecisión de muchos de abandonar el país en la creencia de que EstadosUnidos intervendría militarmente y revertiría el proceso a su condiciónanterior. Es interesante observar cómo en lugar de una acción colectivapara defender sus intereses privados y comunes, muchos ciudadanosparecieron depender de la acción de una nación extranjera como freeriders o viajeros de gratis.6

La consolidación o conglomeración de las empresas eliminó la compe-tencia, reduciéndose así la complejidad orgánica de la economía pormedio de la creación de monopolios estatales. En teoría, la eliminaciónde la redundancia representada por la competencia entre las empresasaumentaría la eficiencia global de la economía mediante la reducción delos costos de transacción.7 Sin embargo, no se tomó en cuenta que laincapacidad de procesar los inmensos volúmenes de información querequería la sustitución de los mercados por la planificación centralizadaaumentaría mucho más los costos de transacción. Al mismo tiempo, laeliminación de los mecanismos de mercado liquidaría los precios comoparte del sistema de señales que una economía necesita para lograr unaasignación eficiente de recursos. Los costos de transacción de la plani-ficación fueron tan elevados que los recursos disponibles no eran sufi-cientes para mantener los niveles tradicionales de producción, consumoe inversión. De ahí que hubo que introducir el racionamiento en la eco-nomía cubana, aún cuando el mismo también tenía motivaciones de tipopolítico (control de la población y sus movimientos) y la economía cubanacomenzó a depender de los subsidios soviéticos para mantener a unnivel mínimo la actividad económica del país.La empresa misma, una vez nacionalizada o socializada, veía reducidatambién su complejidad desde un punto de vista interno. De este modo,la empresa recién estatizada no sólo perdería las ventajas que se deriva-

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6 El concepto se usa para denominar a los ciudadanos que no pagan por un bienpúblico cuyo consumo no es excluible, por definición, como el alumbrado de lascalles o la seguridad nacional, pero se beneficia del servicio que es financiado dealguna manera por las contribuciones de otros ciudadanos, generalmente por mediode impuestos u otra forma de acción colectiva.7 Las transacciones entre agentes económicos no son gratuitas sino que tambiénconsumen recursos. Por ejemplo, un acto de compra-venta puede requerir que elcomprador se desplace al mercado (o haga colas) y que el vendedor gaste en publi-cidad (o mantenga inventarios).

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ban de la propiedad privada (independencia, gobernabilidad, inversio-nes, competitividad) sino la autonomía en el manejo de sus recursospara ejercer las funciones de mercadeo, gerencia financiera y desarrollotécnico, entre otras, todas necesarias para ser eficiente. En la medida enque las empresas pierden su capacidad de gestión autónoma tambiénpierden la libertad de contratar los mejores empleados, lo cual repercuteen la pérdida de la libertad de los trabajadores (incluyendo empresariosy antiguos dueños) de ofrecer sus servicios donde más les convenga.La complejidad misma de la empresa socialista se reduce a la de un tallero sistema de producción donde apenas decide cómo producir con losrecursos que tiene, pero pierde su capacidad de determinar los precios alos que venderá sus productos y de responder a señales de precios, dedecidir sobre sus niveles de producción e inventarios y de funcionar entérminos de algún otro criterio de eficiencia que reemplace el viejo concep-to de ganancia. Es interesante indicar que en la medida que la empresa sesocializa con relación a la propiedad, al mismo tiempo se des-socializa enla medida en que pierde su capacidad de responder con su producción alas necesidades de la sociedad.Con la introducción del racionamiento, el consumidor sufre una reduc-ción dramática de su soberanía y la mayor parte de las actividades demercados libres se declaran ilegales, las que persisten se convierten enclandestinas y, por lo tanto, se criminalizan. El consumidor pierde sucapacidad de decidir sobre las cantidades de alimentos y otros bienesque va a consumir y su variedad, la variedad misma es severamentereducida, los bienes de consumo duradero, mayormente electrodomésti-cos desaparecen por varios años y con ellos todas las opciones econó-micas de adquirir o construir viviendas, todo tipo de vehículo y la liber-tad de viajar al exterior, además de sufrir drásticas restricciones en cuantoal transporte urbano e interurbano. Concomitantemente, el ahorro dejade tener sentido, tanto porque la mayor parte de los ingresos apenasalcanzan para comprar lo disponible en la libreta de racionamiento y elmercado negro, como porque no hay nada que comprar con los ahorros.Del mismo modo desaparece toda forma de crédito al consumidor.

4. LA EVOLUCIÓN DESDE LOS NOVENTA

La crisis económica que Cuba sufre entonces como resultado de la pér-dida de los cuantiosos subsidios soviéticos fuerza al gobierno cubano aadoptar medidas de ajuste que introducen nuevos cambios en la redinstitucional y orgánica de su economía, aumentando su complejidad.

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Tales medidas adoptan la forma de un levantamiento selectivo de res-tricciones a una selección estrecha de actividades económicas y eselevantamiento de restricciones, que no está encaminado a introducirreformas profundas de la economía, sí acaba introduciendo grados ma-yores de complejidad en la organización económica del país. El levanta-miento de tales restricciones aumentó algunos grados de libertad deciertos agentes y le permitió al gobierno enfrentarse a una crisis que losalvó de una posible explosión social y política. A nivel macroeconómicoy en busca de un equilibrio entre los ingresos y los gastos del gobierno,una de estas medidas es el despido de trabajadores cuyas fábricas esta-ban paralizadas por falta de suministros. Esta medida fue complementadacon el levantamiento de la prohibición del trabajo por cuenta propia demanera que esta modalidad generara el empleo que ya el gobierno nopodía garantizar a todo ciudadano por poco productivo que fuera. Lareaparición limitada de formas de propiedad privada o capitalismo “dededo” (pues depende de que Castro dé su consentimiento) es una de lasmedidas de tipo microeconómico que el gobierno adopta, aunque esteproceso ya había comenzado desde los años ochenta pero sin mayorimpacto en la urdimbre institucional del país.Aunque este fenómeno está restringido a propietarios extranjeros ma-yormente, el mismo incrementa las opciones de muchos agentes econó-micos en el país, mientras que permite que las empresas beneficiadaspuedan operar con grados de libertad desconocidos en Cuba desde lasnacionalizaciones de 1960.Otras medidas incluyen la apertura cautelosa de mercados campesinosaunque no al nivel que se experimentó a mediados de la década de losochenta (antes que el proceso fuera detenido por el llamado Proceso deRectificación, Mesa-Lago, pp. 264-288), la descriminalización de la te-nencia y circulación del dólar de Estados Unidos, la legalización deltrabajo por cuenta propia, la promoción del turismo internacional, latolerancia de la prostitución especialmente dirigida al turista, una mayorautonomía para las empresas estatales con la desaparición de la planifi-cación central y, por último, la facilidad otorgada a los cubanos pararecibir remesas en dólares de fuentes externas. Paradójicamente, la pér-dida de los subsidios soviéticos forzó al gobierno cubano a adoptarmedidas de ajuste muy dolorosas del tipo que recomienda el FondoMonetario Internacional en situaciones similares de desequilibrio y quetan criticadas han sido por el propio gobierno cubano. En este caso, sinembargo, lo más interesante es que el ajuste tuvo que ser acometido sinla anestesia de un préstamo de corto plazo del Fondo y Cuba pudo

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navegar la crisis mediante el puente o by-pass creado por el dualismomonetario que engendrado por la dolarización parcial de la economía,según el análisis de Sanguinetty (1993, 1994).Es interesante observar que los grados de libertad económica ganadosresultaron de la combinación del levantamiento de ciertas restriccionespor parte del gobierno y la respuesta inmediata de los agentes económi-cos tanto cubanos como extranjeros que adoptaron medidasconcordantes. Este fenómeno es indicativo de que cuando llegue elmomento de liberalizar más la economía cubana, lo cual no hay que hacergradualmente sino que se puede hacer por lo que se dio en llamar “tera-pia de choque” la economía del país ya dispone de una cierta capacidadde respuesta. Esto constituye posiblemente la lección más importantede los noventa con relación a las numerosas incógnitas que presenta lasociedad cubana en relación a su predisposición para marchar hacia unaeconomía de mercado. Los años de privaciones extremas han acumuladodemandas y deseos que pueden ser el principal resorte de una recupera-ción económica. Es difícil exagerar la importancia de la capacidad derespuesta de la población a estímulos económicos, pero debe ser tenidaen cuenta por aquéllas que cuando piensan en proyectos específicossobre la rehabilitación de la economía vuelven a caer en esquemaspaternalistas y estatalistas que han quedado obsoletos.Cabe preguntarse, sin embargo, cual será la capacidad o techo de unarecuperación basada solamente en la liberación de restricciones sin ma-yores esfuerzos en materia de nuevos sistemas legales, cambios consti-tucionales profundos, reformas institucionales comprensivas o progra-mas de privatización que resuelvan todos los casos de expropiaciones yreduzcan significativamente y lleguen a eliminar la propiedad estatal delas empresas. La respuesta a esta interrogante no radica en la capacidaddel gobierno para manejar la economía, sino en su capacidad para fo-mentar los mercados y todos aquellos factores necesarios para que losmismos operen con flexibilidad y eficiencia.

5. EXPERIENCIAS SOBRE ECONOMÍAS DE MERCADO

Aún cuando en ciertos períodos el desarrollo de algunas empresas sedebe al liderazgo de individuos de gran talento y energía, no se puededecir que una economía entera fue construida por la voluntad de unasola persona o un grupo reducido de personas. Incluso los experimen-tos socialistas en materia de “ingeniería” económica por medio de losque se construyeron sistemas de planificación centralizada, no consi-

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guieron replicar la eficiencia de los sistemas económicos modernos ba-sados en la propiedad privada y los mercados libres, a pesar de quefueron impulsados por personajes que concentraban una gran cantidadde poder como Lenin, Stalin, Mao Tse-tung y Castro. Cuba ha aportadosus propias experiencias bajo el manto del socialismo con las inversio-nes que intentaron una industrialización acelerada a comienzos de larevolución bajo la égida del Che Guevara y que fracasaron tal como seha estudiado por Sanguinetty (1999). No obstante, tales esfuerzos fue-ron subrepticiamente guiados por la imitación de las estructuras econó-micas generadas por otras economías ya que las formas socialistas deorganización de las economías nunca fueron capaces de generar unadinámica autóctona. De hecho hay que decir que el poder de estosgrandes “ingenieros sociales” fue más reductivo o destructivo quecreativo o constructivo cuando observamos las diversas fases en laevolución de la complejidad orgánica de sus respectivas sociedades.Gracias al nivel de conocimientos adquiridos y de experiencias acumula-das sobre las economías de mercado, hoy se conocen muy bien lascondiciones que hay que cumplir para que una economía pueda alcanzaraltos niveles de crecimiento y desarrollo general. Esto se manifiesta enlas pocas discrepancias que existen entre los economistas sobre losobjetivos que las reformas institucionales y de política deben perseguirpara guiar la transición de las economías socialistas o de alta interven-ción estatal hacia economías de mercado. Sin embargo, esta aparenteuniversalidad del conocimiento económico está limitada en dos aspec-tos, ni los expertos están necesariamente de acuerdo sobre las trayecto-rias a seguir, ni el conocimiento de los mismos está compartido con otrascapas de la población.El acuerdo entre los expertos se limita a los objetivos de las reformas,pero no a los caminos para lograr tales objetivos, caminos que estándeterminados tanto por factores económicos como políticos y de otraíndole. De hecho, parece haber muchas estrategias racionales para lo-grar las reformas y lo que es racional en un país puede no serlo en otro,dependiendo de las características propias de cada caso. Por ejemplo,pueden haber diversas estrategias para el restablecimiento de los dere-chos de propiedad, especialmente en lo que toca a la devolución depropiedades confiscadas durante la instalación del inicial del régimensocialista. Otra área de posibles discrepancias radica en la selección delrégimen monetario que el país debe adoptar en una transición, en el casode Cuba representado por si se debe seguir con la economía parcialmentedolarizada o se debe restaurar el régimen del peso como moneda única.

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Por otra parte, el acuerdo sobre objetivos por parte de los expertos no sepuede extrapolar mecánicamente a otros miembros de las sociedades entransición. Ni las bondades ni las propiedades de las economías demercado son necesariamente aceptadas o comprendidas por proporcio-nes de ciudadanos lo suficientemente elevadas como para que garanti-cen su instalación. En muchos casos, esta condición puede llegar arestringir severamente las posibilidades de avanzar en una transición.Un caso interesante es el de Chile en los años setenta bajo la dictadurade Pinochet, cuando los militares miembros del gobierno veían con des-confianza muchas de las medidas que le recomendaban los entoncesvilipendiados Chicago Boys.8 Estos últimos tuvieron un gran éxito enpersuadir a los agentes decisorios del momento sobre las ventajas quetenían las reformas propuestas.Pero es necesario destacar que los gobernantes de turno, aún sin albergarideas socialistas de ningún tipo, desconfiaban sin embargo del mercadocomo eje central de la organización de la actividad económica. Los milita-res chilenos, como los de Argentina, Brasil y Perú, seguían creyendo en elLeviatán estatal como el motor o instrumento, si no principal, al menos,esencial tanto de dirección como de producción del desarrollo económico.No obstante, el proceso de educación del dictador chileno y sus ayu-dantes resultaría más fácil que el de educar a todo un cuerpo legislativosi éste hubiese existido como resultado de elecciones libres, aunque nohay razones para esperar, ni yo estoy en condiciones de recomendar,que Cuba repita ese proceso de instalación de economías de mercado.Pero, entonces ¿cómo lograr la instalación de una economía de mercadoen un contexto político democrático? ¿Cómo impedir el largo impasse depaíses como Rusia, Ucrania, la República Dominicana, Brasil, Guatemalao Ecuador cuyos cuerpos legislativos o marcos constitucionales impi-den o parecen incapaces de definir y adoptar las medidas que mejoraríansus posibilidades de progresar?A pesar de todas estas interrogantes, la simple falta de comprensiónsobre las ventajas y el modo de operar de una economía de mercado noes la única fuente de oposición a las reformas que conducen a ella.Ciertas coaliciones o grupos de intereses especiales pueden ver que lasreformas representan pérdidas significativas para los mismos, bien detipo pecuniario, de poder o de ambos. Un ejemplo de esto lo da Gaidar

8 Ver a Mesa-Lago (2000), 34.

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(1996) señalando la resistencia de los directivos de koljoses y sovjoses alas reformas que significarían la pérdida de sus privilegios. A veces,como ocurrió en Rusia, algunas de estas coaliciones surgen como resul-tado de errores iniciales en el mismo proceso de transición y pueden sertan fuertes que la falta de comprensión de otros grupos ciudadanos dejade ser el obstáculo principal al proceso de reformas, como lo relatanShleifer y Treisman (2000), 177-181.En Cuba estas fuerzas opositoras al cambio pudieran estar representa-das por los administradores de empresas estatales y dirigentes del par-tido que sobrevivan a los cambios políticos iniciales.Adicionalmente, existen organizaciones políticas disidentes que enar-bolan diversas agendas de tipo socialista basadas en una profundadesconfianza e incomprensión de la economía de mercado. La propa-ganda de sus más acérrimos enemigos, proponentes todavía de las eco-nomías dirigidas, continúa afectando a individuos bien intencionadosde tendencias socialdemócratas o socialcristianos y es de esperar quelos mismos representen una fuente importante de obstáculos al estable-cimiento de una economía de mercado, a una política agresiva de creci-miento y, por ende, a una recuperación de la economía cubana. De hechono debe sorprendernos que una transición cubana hacia un régimendemocrático sea mucho más fácil que una transición hacia una economíade mercado.La cuestión es si Cuba, en una transición hacia una economía de mercadotiene necesariamente que sufrir los mismos problemas que los otrospaíses socialistas o tiene opciones de política que permitan o, por lomenos, aumenten las probabilidades de una transición más adecuada asus intereses. Más adelante, exploraremos la cuestión de si es factible ono alguna forma de acción colectiva antes que esa transición sea posi-ble, teniendo en cuenta las limitaciones existentes en Cuba. Dichas limi-taciones hacen que uno piense también en la factibilidad de algunaacción originada desde fuera de Cuba, bien sea por grupos de cubanosexilados, gobiernos interesados u organismos internacionales.

6. MONTANDO UNA ECONOMÍA DE MERCADO EN CUBA9

Como indiqué más arriba, lo que hay que hacer para establecer unaeconomía de mercado está bastante bien definido y comprendido y existe

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9 Esta sección se incluye para darle un contenido más completo al trabajo que, como

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un alto grado de acuerdo entre los economistas al respecto. Dondetiende a haber menos acuerdo es en el cómo montarla y ponerla enmarcha, ya que cada país presenta condiciones diversas, especialmentede tipo político, y lo que puede ser una buena estrategia en un sitiopuede ser mala en otro. Es importante resaltar, sin embargo, que lasmedidas que pueden ser adoptadas rápida y radicalmente no debendemorarse. La aplicación gradual de medidas como la liberación de losmercados no tiene sentido y retardaría el desarrollo de la economía.Otras medidas, por ejemplo, la creación de un nuevo sistema legal, tienecomponentes que pueden ponerse en práctica de inmediato, como puedeser la derogación de leyes que criminalizan el libre comercio y la librecontratación, mientras que otras medidas, como, por ejemplo, la capaci-tación, reclutamiento y nombramiento de jueces competentes en áreasespecializadas y en números suficientes, tomará más tiempo. Lo que esimportante tener en cuenta es que mientras más rápidamente se creenlos mecanismos de una economía de mercado, mayores serán las proba-bilidades de que la economía crezca y resuelva los enormes problemaseconómicos de la población cubana acumulados durante más de cuatrodécadas de negligencia y despilfarro. En términos generales las medidasprincipales que hay que tomar en el caso cubano se exponen brevementea continuación:a) Restablecer la libertad de empresa.

Entre las primeras medidas que debe adoptar un gobierno de tran-sición en Cuba es el levantamiento inmediato de los impedimentosdel libre comercio interior e internacional, la libre contratación defactores productivos (capital y trabajo) y el establecimiento denuevos negocios y empresas productoras y distribuidoras de bie-nes y servicios. Igualmente debe liberarse toda restricción a laproducción y comercialización de productos del agro. El gobiernodebe facilitar el registro de nuevas empresas y crear sistemas su-mamente ágiles de permisos especiales cuando sean necesariospara ciertas actividades como son las de las industrias de la saludy de los alimentos, entre otras. Del mismo modo el gobierno debeexcluirse de toda actividad de intervención en los mercados comoel de la fijación o control de precios, con la posible excepción de

indiqué anteriormente, está escrito con la intención de que circule en Cuba. El lectorfamiliarizado con esta materia puede saltar a la próxima sección sin perder conti-nuidad.

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unos pocos productos o servicios creados bajo monopolios natu-rales o en ciertas condiciones de excepción como emergencias. Elracionamiento, si es que todavía queda alguno en el momento deuna transición, debe ser eliminado y cerradas todas las oficinas odependencias de control de precios. Los miembros del gobiernodeben evitar la falsa creencia que el proceso de construcción delos eslabonamientos entre las empresas que fueron destruidosdurante el socialismo pueden ser recreados con la intervenciónestatal. Es importante comprender que este proceso de reestructu-ración de la red de eslabonamientos será guiado por los propiosinversionistas y empresarios persiguiendo sus intereses privadosy nada más. La analogía de esta red con la de un sistema biológicoo uno neural que se utilizó anteriormente es para ayudar a visualizarel proceso como uno donde la mano del estado es sólo capaz deentorpecer el proceso, pues la complejidad del mismo es de talmagnitud que sólo la intervención de una multiplicidad de agentesactuando en función de sus intereses puede llegar a construir unsistema eficiente. El interés personal de los agentes económicosserá el motor o la fuente de energía principal de la economía y lasreglas trazadas por el estado y hechas cumplir por su sistema legalharán que las energías individuales se combinen para lograr el biencomún.

b) Restaurar la propiedad privada.La restauración de la propiedad privada de los medios de produc-ción debe tener la más alta prioridad aunque es sabido que el pro-ceso no será fácil debido a los cambios sufridos tanto por el ladode los activos afectados como por el lado de las familias o entida-des propietarias. Otras reclamaciones deberán ser atendidas por elgobierno, como son las de expropiaciones de bienes inmuebles, enforma de vivienda o en otras formas. Cuando la devolución directade los bienes no sea posible, por diversos motivos, el gobiernodeberá definir y llevar a cabo una política de compensación por laspropiedades confiscadas. Del mismo modo, deberán privatizarselos activos que queden en manos del estado y que no sean recla-mados o que nunca fueron privados. Igualmente deberán legalizar-se todas las empresas creadas antes del comienzo de la transicióny que operen negocios económicamente legítimos. Lo que es im-portante recalcar en este aspecto es que el gobierno de transicióndebe evitar que este proceso se prolongue pues dañaría seriamentesu credibilidad sobre cómo manejar una cuestión árida de la política

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pública y retardaría severamente el proceso de restablecimiento dealguna normalidad económica. Es imprescindible evitar en Cubauna repetición de las experiencias nicaragüense y rusa en estesentido. El proceso de recuperación de la propiedad privada nopuede estar empañado con concesiones discutibles de derechosde propiedad pues reduciría la legitimidad de las propiedades asíobtenidas.

c) Facilitar las inversiones.Las inversiones directas, creadoras de nuevas capacidades pro-ductivas de bienes y servicios de toda clase representan el princi-pal motor del crecimiento económico y jugarán un papel crucial enla rápida recuperación de la economía cubana. Crear las condicio-nes necesarias para atraer e incentivar la inversión directa (nacio-nal y extranjera) en todos los sectores de la economía cubana de-berá ser, por lo tanto, una de las máximas prioridades del gobiernode transición. El gobierno debe facilitar el proceso inversionista yevitar caer en la trampa de condicionar o restringir ganancias ointentar dirigir inversiones a ciertos sectores o regiones geográfi-cas. Del mismo modo hay que evitar caer en otra trampa de atraerinversiones creando distorsiones en la economía como arancelesu otros dispositivos proteccionistas, exenciones de impuestos uotros privilegios. La contribución de las inversiones a la economíacubana estará en forma del empleo e ingresos concomitantes quegeneren, incluyendo sus contribuciones al fisco mediante los im-puestos correspondientes a las ganancias.Los inversionistas deben tener amplias facilidades para repatriarganancias si así lo desearan. En la medida que la economía cubanaofrezca oportunidades atractivas de inversión no hay por qué te-mer la llamada “fuga de capitales”.También deberá evitarse una tercera trampa y es la de la creenciaen que el simple crecimiento de las inversiones puede promover eldesarrollo de la economía. Como lo demuestra convincentementeEasterly (2001), la concepción de crecimiento económico de Harrod-Domar o de Solow en que el crecimiento del acervo de capital escondición suficiente para el crecimiento del producto es falsa.Tal concepción sirvió para justificar transferencias masivas decapital de organismos financieros internacionales que en lugarde tener un impacto positivo en el crecimiento del Producto Brutode los países receptores, tuvieron el efecto de dejarlos con go-

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biernos hipertrofiados, empresas estatales obsoletas y montosde deuda externa injustificados. Aunque el aumento del acervode capital se puede considerar necesario para el crecimiento de laproducción, debe tenerse en cuenta que los factores principalesen el crecimiento del producto y de la productividad de los paísesmás avanzados han sido el desarrollo técnico y el crecimiento dela calidad del capital humano. Es por eso que las inversiones másimportantes son las que hagan las empresas privadas, de todotamaño, origen y sector de actividad, no necesariamente el sectorestatal. Es también por esas razones que tanto el gobierno detransición como la población en su conjunto deben estar cons-cientes de la importancia crítica de las empresas en el crecimientode los niveles de producción del país, por lo que deben todosesmerarse en que existan las condiciones macroeconómicas y elambiente propicio para atraer inversionistas a Cuba de todas par-tes del mundo.

d) Redefinir el régimen monetario.El gobierno de transición debe definir e instalar un régimen mone-tario congruente con una economía de mercado y formular eimplementar las políticas monetarias que ayuden a maximizar lainversión y mantengan la estabilidad cambiaria y de precios inter-nos. Una de las primeras decisiones que ese gobierno deberá to-mar es si continúa con el dualismo monetario actual que permite aldólar de Estados Unidos circular libremente en el país junto al pesocubano, o si se regresa al peso como moneda única. Son varias lasalternativas que deben ser examinadas, incluyendo una combina-ción de las dos anteriores. Por ejemplo, el gobierno de transiciónpuede mantener el régimen dual por un tiempo hasta que existanlas condiciones de restablecer la banca central y mantener una altacredibilidad por medio de la política monetaria adecuada. En granmedida la credibilidad dependerá de la calidad técnica y ética delos individuos que estén a cargo del sector y de su independenciade presiones del gobierno. Es por esta última razón que lo másprudente al principio de un régimen de transición es dejar que eldólar siga jugando el papel que ha estado jugando en los últimosaños para no alterar las condiciones en que Cuba puede atraerinversiones a su economía. En este aspecto es de particular impor-tancia facilitar al máximo la repatriación de las ganancias de losinversionistas extranjeros después de pagar los respectivos im-puestos.

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e) Reforma fiscalEn una economía de mercado los gastos del gobierno deben serfinanciados con los ingresos que se deriven de los impuestos y nocomo es típico en el socialismo, de los ingresos de las empresasestatales. Por lo tanto, el primer paso en la reforma fiscal será ladefinición e instalación de un sistema tributario compatible con labase económica del país según se recupera y capaz de satisfacerlas necesidades de mayor prioridad del gasto público, especial-mente en materia de administración de justicia, el segmento deeducación pública que se decida ser financiado por el estado, se-guramente la educación básica desde kindergarten hasta novenogrado, el seguro social, las fuerzas armadas y la seguridad pública.Nótese que la reforma fiscal es una parte integral del proceso deremodelación o redefinición de los papeles del estado que se dis-cuten brevemente en la sección siguiente. Antes que el estadocubano se remodele en función de una economía de mercado, eldesarrollo de su sistema fiscal debe contar con una muy alta prio-ridad pues obviamente sin la capacidad recaudadora no es posiblemanejar ninguna otra actividad gubernamental. Al mismo tiempo,es necesario definir cuál será la estructura tributaria más deseableen los primeros años, o sea, los impuestos que deberán imponersey sus tasas respectivas. Para un análisis de este tema puedeconsultarse el trabajo de Gallagher (1999).

f) Modernización del estadoEn la proporción en que la actividad económica pase a manosprivadas y el estado cese en sus funciones productivas se haránecesaria una redefinición del papel del estado en la nueva socie-dad, favoreciendo la reducción del tamaño de los gobiernos cen-tral y locales, estableciendo un alto nivel profesional y salariosconcomitantes (y congruentes con el resto de la economía) paralos servidores públicos, la posible descentralización fiscal y la efi-ciencia en la administración de justicia. El tamaño del estado, espe-cialmente el número de empleados y el volumen de salarios en lanómina estatal, debe estar estrictamente restringido a los ingresosfiscales que, por otra parte no pueden depender de impuestosexcesivos que ahoguen la actividad económica del país. El estadomoderno debe existir en función de los bienes públicos necesariospara que la economía de mercado y el sistema democrático funcio-nen y de aquellos servicios que pueden ser considerados de altovalor social y que los mecanismos de mercado pueden no ser lo

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suficiente para enfrentarlos. Sin embargo, todo debe ser financiablecon los recursos generados por el fisco y evitar los dos grandesmales que afectan muchas economías, especialmente en AméricaLatina, el financiamiento inflacionario de proyectos con fines polí-ticos y el uso de los recursos del estado para generar empleo arti-ficial que también tienen un fin político. Un aspecto de laremodelación del estado a llevar a cabo cuanto antes es el de laseparación de todo vínculo entre el estado y el actual partido quegobierna al país y todas las organizaciones llamadas de base o demasa. Oportunamente habrá que darle atención y asignar un volu-men adecuado de recursos a los sectores legislativos y judicialbajo el supuesto que adoptamos en este trabajo de que una transi-ción cubana hacia una democracia se basará en un sistema deseparación de los tres grandes poderes.

g) Desarrollo constitucionalPartiendo de la base que la Constitución de 1940 está obsoleta yno era precisamente una constitución para una economía modernade mercado es de suponer que oportunamente el gobierno detransición, en colaboración con los partidos políticos en forma-ción y los organismos de la sociedad civil deben trabajar parasentar las bases necesarias para la formulación de una constitu-ción moderna.Las alternativas en este campo son muchas y se complican con lasposibles presiones para lograr algún gobierno electo democrática-mente. Es importante sin embargo señalar que Cuba debe evitar loserrores de muchos países de promulgar cartas constitucionalesque son más un compromiso entre partidos o tendencias políticasque un marco para la administración de los asuntos del país. Eneste sentido debe considerarse que en lugar de que en su momentose convoque una asamblea constituyente (proposición favorita demuchos proponentes pero carente hasta ahora de un análisis pro-fundo), pueden existir otros métodos más eficientes de lograr eltexto adecuado. Hay quienes proponen que se aplique provisio-nalmente una constitución resultado de la eliminación de los ele-mentos socialistas de la vigente, posiblemente con algunas adicio-nes temporales. En cualquier caso, los cubanos deben pensar enqué marco constitucional es el que mejor serviría sus intereses yposteriormente adoptar las medidas necesarias para promulgarlo yhacerlo respetar.

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h) Creación del sector financieroLa necesidad de re-instaurar la institución del crédito y la funciónde intermediación financiera hace necesaria la creación rápida delas condiciones legales y organizativas para estimular el desarro-llo de bancos privados con participación de entidades naciona-les y extranjeras de todos los tipos de empresas que forman unsector financiero moderno. Las empresas de este sector debenoperar en un ambiente competitivo al igual que las demás empre-sas productoras de bienes y servicios. Existirán presiones paraque se cree un sector financiero nacional protegido de la compe-tencia de las grandes entidades financieras internacionales. Unoligopolio nacional financiero no se justificaría pues restringiríaseveramente el desarrollo y la recuperación económica del país.La banca internacional debe tener cabida en la reconstruccióneconómica del país, especialmente si sus casas matrices en elextranjero están dispuestas a jugar el papel de prestamistas deúltimo recurso a sus sucursales en Cuba. El gobierno de transi-ción deberá evitar seguir el consejo de muchos que todavía creenque la banca estatal tiene algún papel que jugar en la reconstruc-ción económica de Cuba o de que deben facilitarse préstamos“blandos”, o sea, a tasas de interés subsidiadas que están debajode las tasas de equilibrio predominantes en los mercados interna-cionales o las que puedan predominar en Cuba. La experiencia demuchos otros países en cuanto al fracaso de prácticamente todaforma de banca estatal es abrumadoramente negativa. Los ban-cos o instituciones financieras estatales que se dedicaron al de-sarrollo agrícola o industrial, a la vivienda o simplemente a lasoperaciones comerciales corrientes acabaron desviando recur-sos financieros a actividades menos productivas, en detrimentode las más competitivas y sirvieron de instrumento para que fuerala política y no la economía la fuente de los criterios primordialesen la asignación de los recursos. Instituciones como el Banco deDesarrollo Económico y Social (BANDES) y el Banco de FomentoAgrícola e Industrial (BANFAIC) de los años cincuenta debenconsiderarse obsoletas y nunca deben reemplazar a la banca pri-vada competitiva.Lo mismo puede decirse de otras instituciones financieras comolas compañías de seguros, los bancos e inversión, las bolsas devalores, los fondos de inversión y todas aquellas que forman elvasto mundo de los mercados de capital y de moneda. De nuevo, el

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estado cubano tiene un gran papel que jugar en este sector enmateria de establecer las reglas del juego y hacer que las reglas secumplan cabalmente.

i) Reforma educativaUna primera prioridad en el sector educativo será el de la depura-ción ideológica del sistema actual, seguida por la necesidad deque Cuba genere la base de capital humano del país cubriendotodas las formas en que el mismo se hace necesario para su desa-rrollo económico, desde la enseñanza preescolar y básica, hastala técnica y superior y sistemas de financiamiento. Con estosfines, se deberán crear todo tipo de facilidades para que sereinstale en el país un sector educativo privado cubriendo todoslos niveles y formatos de enseñanza formal, informal y no formal.Igualmente, Cuba debe conseguir que sus sistemas educativosoperen con una escala de excelencia académica a tono con lasnecesidades de competitividad del país para lo cual deberá estaren condiciones de recuperar los costos de la educación superiormediante una combinación del pago privado de matrículas paraaquellos que puedan pagarlas y de créditos educativos de largoplazo para los más necesitados. Es muy importante que las uni-versidades se autofinancien además de que puedan atraer a unpersonal docente e investigador altamente calificado medianteempleos a tiempo completo y no a tiempo parcial. Las nuevasuniversidades deberán estar sujetas a altos estándares académi-cos y evitar la devaluación académica que ha venido ocurriendoen muchos países con la masificación de la enseñanza superiorpor motivos meramente políticos. En lugar de intentar dar unacobertura exagerada de una educación universitaria que resulta-ría engañosa en cuanto a su calidad, el país debe organizarsepara dar amplias facilidades para la capacitación de técnicos yartesanos o artistas de alta calidad y productividad, para lo cualse pudiera contar con un cierto financiamiento del sector esta-tal pero también con una participación activa, tanto en direc-ción como en asesoría y financiamiento parcial, del sector em-presarial del país, el cual sería un beneficiario directo de la exis-tencia de un amplio y rico inventario de recursos humanos. Enla reforma educativa que se adopte debe incluirse en loscurrÍculos la educación del individuo para producir en un mun-do competitivo y en una sociedad de libertades civiles y departicipación democrática.

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j) Reforma del sector salud y del seguro socialEl paternalismo socialista hizo creerle a una gran mayoría de lapoblación que los servicios de salud así como los de educación acualquier nivel podían ser gratuitos, cuando en realidad no existenada realmente gratuito en el mundo. Toda actividad que utilizarecursos tiene que ser pagada por alguien. Los programas de edu-cación y de salud y seguridad social que tanto se mencionaroncomo “logros de la revolución” fueron financiados con los subsi-dios soviéticos, sin los cuales tales logros no se hubieran materia-lizado. La educación y los programas de salud así subsidiados, sinembargo, sirvieron como un recurso de propaganda que tuvo ungran impacto internacionalmente, pero son bien conocidos losdescalabros sufridos por tales programas cuando los subsidiosdesaparecieron al comenzar la década de los noventa. En una eco-nomía independiente, estos programas pueden ser parcialmentepagados por el estado pero deben ser financiados con los ingre-sos que el estado genere, de lo contrario se pueden generar seriosdesequilibrios fiscales que afectarán la economía en su conjunto.Es por estas razones que se requiere la implantación de una políticade recuperación de gastos combinada con mecanismos definanciamiento de las pensiones, los seguros de salud y de progra-mas preventivos y asistenciales de salud. Será también una altaprioridad para un gobierno de transición el desarrollo de unossistemas de pensiones que permitan hacerle frente a las necesida-des de una población con una proporción alta y creciente de per-sonas de la tercera edad.La formulación de todas estas medidas desde la a) a la j) es relativa-mente simple. Uno de los grandes obstáculos, como ya hemosdiscutido, es que no vaya a existir un acuerdo dentro del equipo degobierno, o entre el poder ejecutivo y el legislativo si fuera el caso,para implementarlas. La falta de comprensión de una gran masa dela población combinada con una posible falta de confianza en elequipo de gobierno puede ser también un gran impedimento. Laotra fuente de obstáculos es que no haya un manejo eficiente (enel sentido de management) de las reformas por parte del equipogobernante.Los economistas y otros asesores recomiendan estas medidas confacilidad pero no siempre están al tanto de las dificultades para suimplementación, especialmente en lo que respecta a las personas

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que estarán a cargo de su implementación y del manejo ulterior delos nuevos sistemas. Muchos programas de reforma fracasan por-que no se llevan a cabo con el personal adecuado. Sin embargo lasreformas serían tan importantes para Cuba después de tantos añosde incapacidad estatal, que se justificaría la importación de perso-nal extranjero por algún tiempo para poder llevar a cabo los cam-bios necesarios y capacitar al personal local en suficientes números.Nótese que estas medidas deben ser implantadas más o menossimultáneamente, pues son altamente complementarias, lo cualcomplica aún más los problemas de manejo y gerencia. Por ejem-plo, el facilitar las inversiones no atraerá capitales si no existeuna clara definición en materia tributaria, o si no se pueden ex-portar las ganancias de las empresas, o si hay muchas dificulta-des para importar materias primas y piezas de repuesto. Sin unareforma fiscal capaz de generar los ingresos necesarios para aten-der las necesidades del gobierno no se podrá ir muy lejos en eldesarrollo del estado de derecho y la modernización de la admi-nistración de justicia. La capacidad gerencial o de managementdel equipo de gobierno a cargo de una política macroeconómicay de la transición debe ser muy elevada precisamente por la nece-sidad de coordinar las reformas entre sí y mantener el esfuerzo decoordinación por largo tiempo. En las transiciones que hemosvisto desde la caída del Muro de Berlín y la desaparición de laUnión Soviética, los aspectos organizativos o gerenciales de lasreformas fueron seriamente subestimados, lo cual hace peligrartodo el proceso, o en el mejor de los casos, puede limitar la pro-fundidad y eficacia de los cambios. El establecimiento de un sis-tema legal, por ejemplo, no se limita a la emisión de una nuevanormativa jurídica, sino que incluye la capacitación de personalde todo tipo, como jueces, defensores y fiscales y empleados encategorías técnicas casi no existentes en Cuba durante el socia-lismo, los cuales, además de su capacitación requieren acumularuna práctica sustancial durante varios años de trabajo antes quelos sistemas se puedan considerar plenamente operativos y efi-cientes. En el mismo caso de la administración de justicia, lasuniversidades tienen un papel que jugar por muchos años al mis-mo tiempo que otros centros de capacitación deben preparar alpersonal técnico de nivel intermedio en el mismo giro, como sonadministradores de juzgados, secretarios legales, registradores oarchivistas de propiedad, etc.

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7. EL ANÁLISIS DE OLSON

Las teorías de Olson sobre la acción colectiva pueden ayudarnos apredecir algunos de los escenarios posibles que se pueden presentar enCuba después de la desaparición de Castro y a determinar las condicio-nes en que el establecimiento de una economía de mercado y de unademocracia pueden ser factibles. El problema de Cuba, como hemosvisto, no se resuelve simplemente definiendo, como hemos hecho aquísomeramente, lo que se requiere hacer para construir una economía demercado y una democracia, sino encontrando el método o la estrategiapor medio de la cual esos objetivos son factibles. Más concretamente,¿de qué manera es posible que lleguen al poder los que crean en lademocracia y en la economía de mercado? ¿Qué factores harán que losque estén a cargo del poder coincidan en el programa necesario parallevar a cabo los cambios necesarios?Para abordar este problema, examinaremos primero lo que sucedió en lospaíses que se liberaron de las restricciones del socialismo bajo un prismaolsoniano. Recordemos las dos preguntas de Olson enunciadas al co-mienzo de este trabajo, a saber: “¿Por qué el comportamiento económicofue mucho mejor, especialmente con relación a las expectativas, despuésde la derrota del fascismo que después de la caída del comunismo? ¿Porqué los antiguos países comunistas sufren tanto de la corrupción oficialy del crimen organizado?”Creo que la primera pregunta de Olson se puede responder mucho másfácilmente que la segunda y la respuesta yace en los grados de comple-jidad relativa de las sociedades correspondientes. Después de la derrotadel fascismo en la Segunda Guerra Mundial, las economías de los paísescorrespondientes no sufrieron la reducción de complejidad orgánica einstitucional que sufrieron las socialistas, por eso es que las primeraspudieron recuperarse mejor que las segundas. A pesar de la destrucciónque llegan a sufrir durante la Segunda Guerra Mundial, la memoria pro-ductiva de esas sociedades quedó prácticamente intacta, así como unabuena parte de su acervo de capital humano. Al contrario, las economíassocialistas carecen de una memoria productiva anterior a la reduccióninstitucional y una buena parte de la memoria que subsiste debe ser“olvidada” ya que representa formas inferiores de producción. Las bom-bas fueron menos destructivas que el socialismo. No tiene sentido tratarde reconstruir una economía socialista ya que típicamente muchas de susempresas se crean bajo un sistema distorsionado de precios relativos ysolamente pueden subsistir en un sistema totalitario donde las decisionespolíticas priman siempre sobre las consideraciones económicas. Después

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de la desaparición del bloque socialista, las economías de esos paísestuvieron que ser reinventadas en gran medida, lo cual no se podía hacerpor terapia de choque. Por eso es que mientras el Plan Marshall erafactible en la reconstrucción de Europa, no lo puede ser en la transicióndel socialismo al mercado. En este caso no se trata de reconstruir unabuena parte de lo que existía si no de crear sistemas económicos nuevos.La segunda pregunta es de más difícil respuesta. En relación al papelque la corrupción y el crimen han jugado en las sociedades ex-socialis-tas en comparación a las ex-fascistas hay una diferencia sustancial. Enlas primeras, los gobiernos socialistas desaparecieron junto con sussistemas políticos y dejaron los derechos de propiedad en el limbo, muycerca de un estado anárquico, lo cual se prestó para una situaciónhobesiana, donde la actividad predadora llenó el vacío creado por lacombinación de una falta de autoridad y de un verdadero plan estratégicode reforma. Este fenómeno, llamado “piñata” en el caso nicaragüense,puede repetirse en Cuba, aún cuando involucre propiedades sujetas areclamación por sus dueños legítimos. O sea, el estado de ingravidezinstitucional en que de súbito se encontraron los países que ven des-plomarse la autoridad totalitaria que mantenía el orden permite liberta-des descontroladas que son aprovechadas por los elementos más em-presariales y sin muchos atavismos éticos en esas sociedades. Sin em-bargo, la devolución rápida de los bienes expropiados al comienzo de larevolución puede ser un freno al saqueo de propiedades públicas. Enuna sociedad socialista las fuentes de poder radican en el aparato polí-tico, no en el económico, por lo que la política atrae generalmente a losmiembros más ambiciosos y empresariales de la sociedad, especialmentelos que tienen menos atavismos éticos contra el nuevo orden. Aunquemuchos puedan pensar, en sintonía con el credo socialista, que el siste-ma político está manejado por líderes sinceramente motivados por losprincipios del socialismo y el comunismo, es más realista suscribirse alsupuesto clásico de que el comportamiento de tales ciudadanos, inclu-yendo a los participantes de menos nivel, está motivado por ambicionespersonales y avaricia (greed). Esta proposición no contradice el hechode que muchos pueden creer en el socialismo en grados diversos. Loque aquí suponemos es que el interés personal tiende a tener un pesomayor del que generalmente se le asigna.Bajo el socialismo, la acumulación de riqueza no se lleva a cabo mediantecuentas bancarias o propiedades (con la excepción de unos pocos, in-cluyendo a los máximos dirigentes) sino mediante la acumulación de“riqueza” política en forma de méritos reconocidos en base a lealtades y

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a otras actividades decretadas como meritorias. O sea, en consecuenciacon los principios marxistas, la reducción del dinero como medio deexpresión de la avaricia es sustituida por monedas menos tangibles ydefinitivamente menos eficientes desde el punto de vista de la econo-mía.10 Aplicando una concepción algo desquiciada o hasta surreal deriqueza, vemos por lo tanto que lo que enriquece a algunos ciudadanosen el socialismo es el sistema político, no el sistema económico.Sin embargo, las oportunidades de progreso están limitadas por dosrazones, una es que el sistema político es más ineficiente que el sistemaeconómico como vehículo de enriquecimiento personal y la otra es queofrece muchas menos oportunidades y, por ende, es mucho menos equi-tativo. Los individuos más empresariales, con la excepción de aquellosque sostienen valores éticos incompatibles (¿altruismo negativo?), apren-den el juego político y ganan méritos vendiendo sus lealtades.La ambición del capitalista es reemplazada por la ambición del oportunistao arribista, que no es otra cosa que una forma especial de empresario.De hecho, este fenómeno observado bajo toda forma de socialismo y apesar de la retórica del heroísmo y el desinterés total, abala el principiodel interés personal como motor universal, aunque no sea único, delcomportamiento humano. La empresa lucrativa está en el sistema político,que a su vez puede dar acceso a unos pocos a una cierta riqueza econó-

10 Es interesante notar que en el caso cubano, la metáfora olsoniana del bandidoestacionario no es directamente aplicable por dos razones. Una es que las preferen-cias de Castro no coinciden con las de los ciudadanos subordinados a su control, osea, en el lenguaje de Olson, Castro no tiene un interés comprensivo (encompassing),su agenda es de tipo mesiánico no simplemente de consumo como parece haber sidola de Batista durante la dictadura anterior. De aquí que muchos prefieran a Batistaantes que a Castro o a cualquier otro déspota con una agenda más mundana. La otrarazón es que el bandido estacionario de Olson no tenía el poder de Castro paraexpropiar a sus víctimas de más de lo que hubiese sido óptimo y todavía maximizarsu nivel de consumo y riqueza. De hecho Castro ha funcionado como el bandidoerrante aunque ha sido estacionario gracias a los subsidios soviéticos. Es interesanteobservar que después de la desaparición de la Unión Soviética, el comportamientode Castro tiene forzosamente que acercarse al del bandido estacionario porque lasrestricciones “presupuestarias” que de hecho resultan de la desaparición de lossubsidios hace que sus preferencias se parezcan más a las del cubano común, que susintereses sean más comprensivos de lo que nunca fueron. Irónicamente, Castro,forzado a ajustar la economía cubana, finalmente tiene que restringir su comporta-miento a lo que Kornai (1980) dio en llamar una restricción presupuestaria rígida odura o “hard budget constraint”.

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mica, limitada de todos modos por la pobreza económica característicadel sistema. En la medida que el autócrata olsoniano desaparece con lacaída del régimen, el balance de poder entre los demás “empresarios”políticos puede quedar en una especie de estado de suspensión o ingra-videz. Aún suponiendo a la Olson que no será la cultura de la democra-cia o la existencia de líderes altruistas lo que determine un nuevo sistemade equilibrio, sino el comportamiento egoísta e interesado de los actoresque más poder tienen, la corrupción puede predominar en la ausencia deun sistema de reglas establecidas. De hecho yo no creo que la denomi-nación de Olson de corrupción sea el término adecuado pues la existen-cia de un sistema legal puede no estar debidamente establecida. Comoquiera que sea, los regímenes socialistas se caracterizaron por no cum-plir sus propias leyes y la ciudadanía, junto a la nomenclatura, conside-raba normal tal forma de comportamiento. En otras palabras, corrupciónes el comportamiento que burla excepcionalmente las leyes establecidasy trata de ignorar (o de sobornar) a las organizaciones a cargo de sucumplimiento, pero cuando ni las leyes ni sus organismos se respetan loque hubiera sido corrupción se convierte en algo más cercano a la anar-quía, una especie de anarquía reprimida o restringida.

8. LA TRANSICIÓN CUBANA

Un aspecto del problema de factibilidad que nos ocupa es si Cuba, enuna transición hacia una economía de mercado tiene necesariamenteque sufrir los mismos males que los otros países socialistas o tieneopciones de política que permitan o, por lo menos, aumenten las proba-bilidades de una transición más adecuada a los intereses de sus ciuda-danos. O sea, no existe razón alguna que nos permita predecir que latransición hacia una economía de mercado y hacia una democracia enCuba van a ser consecuencias naturales de la desaparición del castrismo.De hecho, es mucho más fácil que alguna forma de democracia se instaleen Cuba antes de que se instale una economía de mercado que es muchomás compleja. Una democracia mínima puede ser factible en el sentidoestrictamente electoral y como una solución negociada entre las muchasfacciones políticas que posiblemente caractericen el postcastrismo. Elfenómeno no es único. Un ejemplo cercano a Cuba es el de la RepúblicaDominicana donde ha costado cuarenta años, precisamente desde lamuerte de Trujillo, llegar a un sistema político que ya elige a sus servido-res públicos por sufragio universal limpio, aunque todavía existen mu-chas quejas de cuán democrático es el régimen después de cada períodoelectoral. Para un análisis de este proceso véase a Espinal (2001).

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Son muchos los que creen que una vez desaparecido Castro o elcastrismo, Cuba marchará inexorablemente hacia una democracia y ha-cia una economía de mercado, que casi automáticamente se restaurará laeconomía que existía en Cuba antes del advenimiento del socialismo.Implícitamente, tal expectativa incluye a veces la noción de que todovestigio del gobierno actual desaparecería y sería reemplazado pacíficay gentilmente por un equipo reformista. Otros creen o esperan que elequipo castrista debe ser reemplazado por medio de la violencia. Aun-que no es posible descartar la posibilidad de que el primer gobiernodespués del castrismo acometa las reformas que aquí se postulan comolas más representativas del interés público cubano, la primera lección deOlson (1965) en su lógica de la acción colectiva es que las sociedades nosuelen voluntaria o automáticamente actuar en favor de sus interesescolectivos. Sólo los grupos pequeños son capaces de llegar a acuerdosvoluntariamente, mientras que los grupos mayores, como los de unanación entera, requieren de coerción para lograr alguna forma de organi-zación estable o el establecimiento de incentivos para que los ciudada-nos se comporten, paradójicamente, en función de sus intereses comu-nes. Olson va más lejos cuando afirma en su libro Power and Prosperity(El Poder y la Prosperidad) publicado póstumamente que “nadie haencontrado una sociedad de gran tamaño que haya logrado un ordenpacífico... por medio de una acción colectiva voluntaria”. Todo estosignifica que si Castro fuera derrotado por medio de la violencia queseguramente estaría liderada por una mano fuerte, sería altamente pro-bable que el viejo autócrata sea reemplazado por otro, después de todo,eso fue lo que Castro hizo con Batista y lo que suele suceder en muchosotros países.Si descartamos la posibilidad de un milagro, no es realista esperar que laacción colectiva voluntaria de casi 12 millones de cubanos llevará al paísa una economía de mercado o a una democracia como guiados por lafuerza de la gravedad o por una mano invisible. De hecho, la democraciallegó a Cuba por la fuerza y desde afuera y la sociedad cubana no fuecapaz de mantenerla. No hay evidencia de que la sociedad actual estémejor preparada que las generaciones anteriores para producir un régi-men democrático. Por su parte, la economía cubana, con todas sus ca-racterísticas mixtas de mercado anterior a 1959 fue resultado de un largoproceso no dirigido que comenzó con la propia colonización de la isla.Fue fácil destruirla, no será fácil recuperarla.La cuestión es entonces determinar qué forma de acción colectiva coer-citiva o de incentivos selectivos es factible y deseable y cómo pudiera

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estimularse antes que la sociedad evolucione hacia estructuras econó-micas y políticas incongruentes con el bien común, teniendo en cuentalas condiciones existentes en Cuba. Dichas condiciones incluyen laposibilidad de acciones originadas fuera de Cuba, bien sea por gruposde cubanos exilados, gobiernos interesados u organismos internaciona-les. En este caso una de las interrogantes que surge es si las concepcio-nes o preferencias en materia de políticas y bienes públicos de los cuba-nos en la isla son congruentes con la de los exilados que quisieranregresar.En las condiciones actuales apenas se sabe de la existencia de coinci-dencias o divergencias dado que los intercambios entre representantesde ambos grupos son muy limitados o simplemente no existen. Sin em-bargo, no es irrealista suponer que las divergencias pueden ser másprobables que las convergencias, especialmente en lo tocante a políti-cas de devolución y compensación de bienes expropiados y otras recla-maciones lo cual, aunque debe considerarse como pre-requisito del es-tablecimiento de una economía de mercado, puede al mismo tiempo serparte de una agenda más simple no comprometida con esta última.Otra fuente de divergencias profundas y que se ha puesto de manifiestocon frecuencia en círculos cubanos es el balance de preferencias entrejusticia o reconciliación. Hay un número desconocido de cubanos, tan-to en el exilio como en la isla, que creen que antes que se puedan em-prender reformas políticas y económicas en Cuba es necesario aplicaralguna medida de justicia a aquellos miembros del régimen socialistaque cometieron desmanes, especialmente los responsables de fusila-mientos, encarcelamientos y otros abusos de poder. Hay otro númeroigualmente desconocido que prefieren una política de borrón y cuentanueva. Entre ambos grupos puede suponerse que hayan actitudeseclécticas con dosis variables de cada polo. Estas actitudes sin dudaañaden un elemento de incertidumbre en la formulación de escenariosfuturos probables, pero aunque complican el análisis y el planteamientoy estudio de los escenarios correspondientes, no es posible descartar-los. En este contexto hay que señalar que la incertidumbre existentepudiera aglutinar las fuerzas de los individuos que sustentan el poder enCuba en la actualidad y que saben que su desunión una vez desaparecidoCastro puede ser muy costosa. Igualmente hay que tener en cuenta quelos cubanos que están fuera de este círculo de poder han estado sujetosa una política sistemática de represión contra prácticamente toda formade asociación, el instrumento castrista para elevar significativamentelos costos de transacción e imposibilitar casi cualquier negociación

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coasiana en busca de alianzas políticas.11 Este fenómeno, totalmenteincomprensible para los cubanos que salieron al exilio antes de llegar avivir esta experiencia, es uno de los que explica la falta de movimientosrebeldes o de desafíos serios a la autoridad castrista. La falta de cohe-sión entre los ciudadanos cubanos -incluyendo a los que forman lasfilas del gobierno-, que el gobierno aprovecha y hace más profunda porsu control absoluto sobre toda fuente de información, afecta igualmentela capacidad de acción colectiva en lo que respecta a la definición deintereses comunes. La dispersión que puede esperarse en la distribu-ción de actitudes, expectativas o preferencias de los cubanos en materiade políticas públicas, especialmente en las decisiones que conlleven a lacreación de los bienes públicos que componen el interés común, secomplica aun más por el fenómeno que Olson denominó “ignoranciaracional” del ciudadano común y que se refiere al hecho de que losmiembros de cualquier sociedad no tienen incentivos para ser expertosen todas las cuestiones de la política pública. Este caso se aplica concre-tamente a la ignorancia lógica del ciudadano sobre qué es una economíade mercado y cómo se monta, ignorancia que se puede suponer exa-cerbada actualmente por el aislamiento informativo y educativo yamencionado.A pesar de las similitudes, el caso cubano puede apartarse del casotípico de la transición de los países ex-socialistas por varias razones, laprimera de las cuales es la políticamente débil y paupérrima situación dela oposición al gobierno, tanto en la isla como fuera de ella, que nopermite vislumbrar un espacio seguro donde pudiera caer la sociedaduna vez que sus actuales líderes desaparezcan.Esto significa que, a menos que existan fuerzas ocultas en la sociedadcubana actual que puedan tomar las riendas del poder a tiempo, la anar-quía y no la corrupción predominarán. Si aceptamos estos principioscomo válidos, se desprende que después de Castro la única manera deestablecer los bienes públicos “economía de mercado” y “democracia”

11 Una negociación coasiana (por Ronald Coase, el Premio Nobel de economía quecontribuyó el concepto) es aquella por medio de la cual dos partes en posiciónpotencial de conflicto llegan a un acuerdo por medio de un pago o concesión de unaparte a la otra de manera que el beneficio que deriva el que paga es mayor que elcosto de la transacción. Por ejemplo, un agricultor cuyos cultivos están siendodañados por las vacas del vecino puede beneficiarse si le paga al ganadero pormantener sus vacas alejadas de los cultivos.

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es mediante la acción coercitiva que se derivaría de uno de los siguien-tes escenarios: a) el propio equipo castrista decide acometer las refor-mas deseadas, b) el equipo castrista es reemplazado mediante un golpede estado interno, o c) el equipo castrista es reemplazado por una fuerzaexterna de naturaleza reformista. Descartamos como inverosímil el tercerescenario, pues no hay indicios que semejante fuerza pueda llegar amontarse.12 Los escenarios a y b son verosímiles pero no necesariamentegarantizan el programa de reformas deseable. Castro puede ser reempla-zado por los que hoy son sus subordinados y nadie sabe si los mismospodrán ponerse de acuerdo en un programa de reformas coherente, aúncuando tengan los incentivos para hacerlo mencionados más arriba. Esmuy posible que todos quieran sacar a Cuba del impasse económico enque hoy se encuentra pero es posible que existan agendas diversas yhasta incompatibles para lograrlo. En tales condiciones, lo que Olsonllama el “surgimiento autónomo de una democracia” se haría poco pro-bable y el establecimiento de otro autócrata ganaría en probabilidades.Sin embargo es difícil que un autócrata nacido de las ruinas del castrismopersiga la agenda mesiánica de Castro. Lo más probable que el mismo seacerque al modelo del bandido estacionario de Olson y prefiera intentarconsolidar su poder por medio de reformas económicas que serían alta-mente populares.De este modo llegamos al escenario verosímil número uno, el de la posi-bilidad de una transición hacia una economía de mercado antes de unatransición hacia una democracia. Dos pueden ser los principales obstá-culos a este proceso. Uno es la oposición interna si logra organizarse ymanifestar sus protestas por el único medio disponible, las calles de lasciudades cubanas. El otro obstáculo puede provenir de Estados Unidospor medio de la Ley Helms-Burton que exige el llevar a cabo “eleccioneslibres” como condición previa a la normalización de las relaciones eco-nómicas entre los dos países. No cabe duda que el mantenimiento de lasrestricciones al comercio entre Estados Unidos y Cuba derivadas delembargo vigente limitarían severamente los resultados de cualquier re-forma económica. En este escenario, la democracia pudiera surgir poste-riormente, por presiones externas, especialmente las provenientes de

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12 Algunos pueden pensar que esa fuerza puede ser las fuerzas armadas de EstadosUnidos. Independientemente de lo indeseable de tal acontecimiento, yo creo quedicho escenario es poco probable a menos que Cuba caiga en una anarquía sangrientay no existan fuerzas internas capaces de mantener el orden.

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Estados Unidos. Por supuesto, que dadas las condiciones actuales enCuba, la carencia de una sociedad civil y de partidos políticos, más eltiempo que se necesitaría para desarrollarlos (sin incluir un nuevo marcoconstitucional, etc.), tal forma de democracia improvisada puede llegar aser muy débil y, por ende, sujeta a serias crisis en un proceso largo deconsolidación, como en el caso dominicano referido arriba.Por otro lado y siguiendo a Olson, lo ideal para una democracia en Cubapuede ser que el balance de poder después de Castro se distribuya entre“un número pequeño de líderes, grupos o familias” (p. 31) de manera talque ninguno de los miembros tenga el poder suficiente para prevalecersobre los demás ni para atreverse a dar un golpe de estado. Aunque estaforma de gobierno puede ser demasiado frágil, es de suponer que susmiembros son individuos racionales que tendrán como interés común elmantenimiento de sus posiciones en la sociedad cubana y hasta el de supropia sobrevivencia. Por lo tanto, es razonable suponer que los mismosintentarán adoptar una estrategia colectiva congruente con esos objeti-vos lo cual nos conduce al escenario verosímil número dos, o sea, laposibilidad de que los primeros líderes y agentes de una transición haciauna democracia y una economía de mercado sean algunos de los altosfuncionarios del gobierno actual. Nótese el dilema moral que todo estoplantea al ciudadano cubano opuesto al régimen actual. En la medidaque se desee, como proponen algunos, que se haga justicia a los miem-bros del gobierno de Castro que abusaron del poder y que, por otraparte, los miembros del gobierno actual crean que tales deseos puedenconvertirse en realidad, los mismos, actuando racionalmente seguiránuna estrategia de acción colectiva que tendría el potencial de lograr unatransición en Cuba hacia una democracia y una economía de mercado.Tal resultado es lo que se puede suponer que la mayoría de los cubanosresidentes en la isla y un cierto número en el extranjero desean, inclu-yendo los que claman por una medida de justicia, pero esta última alter-nativa parece ser incongruente con el objetivo general. Esto significaque el clamor de justicia creará las fuerzas que la pueden impedir, peroque a su vez pueden propiciar una rápida normalización de la vida ciuda-dana en el postcastrismo.Es importante recalcar que si suponemos que los miembros del equipode gobierno cubano que sobrevivan a Castro actuaran racionalmente,no tiene sentido que los mismos intenten mantener el castrismo sinCastro, pues es aquí donde pueden sobrevenir presiones internas deuna intensidad tal que ellos no puedan enfrentar sin la presencia dellíder desaparecido. Y es de esperar que mientras más se prolongue ese

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momento, más se acumularán esas presiones. Se desprende que un errorde cálculo por parte de los funcionarios del gobierno que sobrevivan aCastro puede crear un tercer escenario verosímil si estalla un proceso dedesorden civil incontrolable. En tal caso la anarquía puede prevalecer,cualquier forma de acción colectiva se haría casi imposible y el futuro deuna democracia y una economía de mercado en Cuba sería muy incierto.De manera que podemos identificar por lo menos dos coaliciones decubanos con intereses que son parcialmente comunes y parcialmentedivergentes. Los que ostentan cargos en el gobierno actual y los queestán fuera del gobierno, incluyendo a los exilados. En base a los razo-namientos anteriores, se puede suponer que el primer grupo desea unademocracia y una economía de mercado en el postcastrismo al igual queel segundo grupo. La divergencia estriba en que un subconjunto delsegundo grupo (llamémoslo los intransigentes) desea una medida dejusticia antes de las reformas y que sean sus representantes y no losviejos funcionarios de Castro los que lleven a cabo la transición. Sin losintransigentes, se presentaría una oportunidad de negociación que con-duciría a un mejoramiento paretiano, pero dependiendo de la fuerza delos intransigentes, dicha mejoría puede ser imposible.13

Por otro lado, si los intransigentes fueran lo suficientemente poderosospara impedir que los funcionarios de Castro gobiernen, pero no lo sufi-cientemente poderosos como para tomar el poder, entre ellos y los de-más, se presenta una situación cercana a la paradoja del prisionero, puesno habría coincidencia de estrategias y el resultado sería un sub-óptimode Pareto.14 Esta situación daría lugar a un cuarto escenario verosímilque se caracterizaría por un largo proceso donde prevalecería la incapa-cidad de acometer reformas, aún cuando se puedan lograr algunos avan-ces en libertades económicas e individuales.

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13 Se dice que un estado distributivo de recursos entre varios agentes ha alcanzado unequilibrio óptimo paretiano (por Wilfredo Pareto) cuando ninguno puede mejorarsin que empeore por lo menos uno de los otros. El concepto se puede extender a unatransacción de posiciones políticas o conductas. O sea, se supone que lo que se buscaen toda negociación, que puede involucrar una transferencia de bienes o de conduc-tas, es que cada parte mejore como resultado de la negociación, aún cuando elresultado no sea de la entera satisfacción de las partes.14 Los intransigentes pueden surgir por varias razones, una es que no identifican lasventajas de una negociación o sea, son miopes, o porque los costos de transacciónson demasiado altos con relación a los beneficios.

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En el caso del tercer escenario y también si el cuarto acaba conduciendodel estancamiento a la violencia es donde fuerzas externas pueden inter-venir y forzar una solución hacia un equilibrio que en principio puedefavorecer más a los intereses extranjeros que a los cubanos. Es por esoque es de interés para los cubanos en la isla y en el exilio intentar algunanegociación coasiana que permita que el interés nacional predominesobre los otros y dirimir la cuestión de justicia por medio de métodosmás creativos, acaso parecidos a los que han seguido África del Sur yotros países que no han podido seguir procesos tradicionales de justi-cia por la falta de los poderes correspondientes.

9. CONCLUSIÓN

Aplicando la lógica de la acción colectiva de Olson a las condiciones enque las diversas coaliciones cubanas están organizadas, podemos con-cluir que tanto una economía de mercado como una democracia sonfactibles en Cuba si se dan ciertas condiciones. Aunque la materializa-ción de esas condiciones está sujeta a una buena dosis de incertidum-bre, en principio es posible influenciar la evolución de los acontecimien-tos. Tales condiciones se refieren a las formas en que las coalicionesexistentes, especialmente la formada por los miembros más influyentesdel gobierno actual, consiguen encontrar una negociación coasiana queles permita mantener una agenda común. El problema que enfrentarán esque el tamaño del grupo puede ser lo suficientemente grande como paraque el aumento de los costos de transacción de las negociaciones a unnivel tan elevado las imposibilite. La incapacidad de este grupo de en-contrar una agenda común puede llevar el país a la anarquía creándoseuna situación que pudiera llamarse de regresión paretiana donde todoslos cubanos pudieran ser perdedores, especialmente si el interés nacio-nal se midiera exclusivamente por la capacidad de la economía de recu-perarse, como sería en muchos países.En estas circunstancias se puede argumentar que hay tres subescenariosposibles. Uno es que las fuerzas armadas tomen el poder de las autorida-des civiles y mantengan el orden. En este caso, puede haber vacilacio-nes sobre qué curso tomar, pero uno de ellos puede ser el de la democra-cia y de la economía de mercado si suficientes presiones se ejercendesde el exterior. Un segundo subescenario sería que las fuerzas dedisidentes internos estén en condiciones de mediar o de ayudar al grupode gobierno en el postcastrismo a encontrar una negociación coasianade manera que se forme un gobierno de transición aunque sea de natu-

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raleza temporal pero que esté en condiciones de comenzar algunas refor-mas. En este caso se puede pensar que la factibilidad de las reformasserá muy limitada pues dependerían del equilibrio lábil que se puedeesperar de tal arreglo. La evidencia existente hasta el momento es quelos grupos disidentes no han dado muestras de una capacidad de nego-ciación coasiana entre ellos mismos y no hay muchas razones para creerque esa capacidad puede nacer de la noche a la mañana en una crisis dela naturaleza de la que estamos discutiendo. Es cierto que esto ha sidomotivado en parte porque los costos de transacción han sido elevadospor la represión castrista y una vez eliminada ésta por lo menos se puedepensar que tales transacciones no serán tan costosas y, por lo tanto, sepudieran lograr. Esto, por supuesto, es imposible predecir en las condi-ciones actuales.Un papel parecido, como mediador o catalizador, pudieran jugar las di-versas coaliciones del exilio cubano que tienen interés en tener influen-cia en el futuro de Cuba. Está claro que en todos estos años estosgrupos no han podido definir una agenda común que vaya más allá dedeclaraciones muy generales que carecen de valor operativo. Por otraparte, las coaliciones del exilio no parecen haber intentado mantenercontactos o alguna forma de intercambio con personajes del gobierno,aunque esto, por supuesto hubiera tenido que mantenerse con sumadiscreción dada la represión castrista.Es de suponer, sin embargo, que tales contactos pudieran ser un instru-mento sumamente valioso para influir en los acontecimientos futuros enCuba. De hecho, puede ser la única oportunidad de fuentes del exilio deinfluir como grupos en los asuntos internos de Cuba, ya que los mismosno tienen la fuerza para ejercer influencias de otro modo.Se desprende entonces que si el interés nacional de los cubanos sepuede circunscribir al montaje de una democracia y de una economía demercado, lo cual significa limitar severamente el alcance de las deman-das de justicia por abusos cometidos por ciertos miembros del gobiernobajo Castro, tanto los disidentes como los grupos fuera de Cuba debenoptar por una agenda común para enfrentar la desaparición de Castro,que incluya las siguientes acciones coordinadas: a) la definición de unprograma de trabajo para la instalación de un régimen democrático y unaeconomía de mercado que pueda ser aceptado por las principales fuer-zas del país incluyendo a los miembros del gobierno actual, aunque nonecesariamente a los más cercanos colaboradores de Castro, b) la pro-ducción masiva de material de lectura sobre los diversos aspectos y lascondiciones en que Cuba se desarrollaría después de Castro, insertán-

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dose en la economía internacional y gozando de las libertades civilesque le han sido negadas por tantos años y c) la conducción de activida-des diversas dirigidas a establecer lazos entre los cubanos para discutirel futuro del país y quebrar el monopolio del discurso del futuro de Cubahasta ahora mantenido por Castro.

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Hablar de religiones no es tarea fácil en ningún caso, sobre todo cuandono se es teólogo consumado, sino simple historiador o mejor, cronista.Definirlas es tarea aún más ardua. Circunscribir en un solo paquete to-das las creencias religiosas de un país, de un pueblo, aunque sea relati-vamente “nuevo” como en nuestro caso, es todo lo contrario de coser ycantar. De las definiciones que dan los diccionarios y las experiencias deeste cronista recogemos el siguiente refrito: “conjunto de creencias odogmas acerca de lo divino acompañadas de un profundo sentimientomístico de lo ignoto, de lo que está por encima y más allá de nuestra viday conciencia; normas morales, individuales y colectivas y prácticas comola oración, los ritos y los sacrificios en loor de un ser o seres superioresque las diversas culturas han tratado de identificar e imponer mediantela intuición de lo divino, para así conseguir una conducta ética colectivay social por un lado, y un control sobre las actividades de los pueblos,cualquiera que sea el estadio de su desarrollo ético, cívico, cultural,político y económico en el que se encuentren”. Etimológicamente, setrata de la intuición de restablecer o “reengancharse” a lo divino separa-dos por la supervivencia desde los albores del alma y de la autoconciencia.Religio, en latín, no significa otra cosa que tener una escrupulosa con-ciencia del bien individual y común.Aplicar estos principios en el caso de un territorio insular como es Cubaes tarea que han realizado los místicos de varios pueblos, los cuales hancontribuido a dar forma al sentimiento religioso en los seres que habita-ban esa isla desde el siglo XII en que llegaron los primeros pobladoreshasta la actualidad: guanajatabeyes, siboneyes, taínos y caribes ocasio-nales; españoles meridionales, judíos sefarditas conversos, portugue-ses, italianos, africanos bantúes, africanos yoruba del oeste, franceses,ingleses, chinos cantoneses (coolies), indios yucatecos, norteamerica-

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nos, españoles septentrionales, jamaicanos y judíos ashkenazís de Po-lonia, Rusia, Alemania, Bélgica, EE.UU. y judíos sefardíes de Siria yTurquía, así como población árabe de origen cristiano como los libaneses.Tan abigarrada composición étnica ha contribuido a dejar su improntacultural en el pueblo cubano, que vive y muere en una de las islas másgrandes del mundo. Entre lo mejor que traían estaban sus intuicionesreligiosas, su lazo con lo divino, aquello que a duras penas sabemosdefinir pero que nos observa desde el otro lado de la vida. Cuba, crisolde razas, es poblada primero por otro crisol de razas, los pueblos deexpresión arawak o arauacos, procedentes del norte de la América delSur. Llegan a ella “saltando” en frágiles canoas a golpe de remo y brazopor el arco-rosario de islas: las Barlovento y Sotavento, las actualesAntillas Menores. Sobre este conglomerado humano, que al parecersumaban unas cien mil almas en la última década del siglo XV, comienzana llegar con el “descubrimiento” o el encuentro de dos mundos otrocrisol de razas. Los llamados españoles, mezcla de celtas e iberos, grie-gos, romanos y visigodos indoeuropeos; y de cartagineses, judíos yárabes semitas. Como si esto fuera poco la población africana introducidaforzosamente también es un mosaico de etnias: yorubas, sudaneses,bantúes, carabalíes, ashantis, guineos.Vamos a tratar en unas pocas páginas acerca de la contribución religiosaque todos estos pueblos han aportado durante el devenir histórico delos algo más de cinco siglos de la realidad cubana. Para ello seguiremosel doble criterio de su número y de la impronta religiosa fundamental enla formación de la nacionalidad cubana. Enumerarlas a priori quizá nosdé una idea del abigarramiento espiritual que los isleños han soportadoen todos estos últimos siglos en la medida en que el país se iba poblandode seres nuevos sobre los existentes. Fundamentales son los gruposcristianos como los católicos -los primeros y de influencia más prolon-gada llegados con los europeos- los episcopales, presbiterianos,metodistas, gedeonistas, cuáqueros, testigos de Jehová, bautistas yotros, venidos con la intervención y en República. Entre las religionesafrocubanas o afrosincréticas la Regla de Ocha, la Regla de Palo Montey el vudú de origen haitiano; los espiritistas de origen franco-norteame-ricano y las dos ramas del judaísmo, los sefardíes o sefaradíes, origina-rios de Sefarad (España en hebreo) y los ashkenazim, los judíoscentroeuropeos. Ante este palimpsesto vamos a comenzar por el deve-nir de la religión fundamental en la isla.

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CRISTIANISMO

La principal religión formadora que trae el conquistador, el catolicismoapostólico y romano, ha sido y sigue siendo la estructura ético, místicay filosófica en que se vertebra la nacionalidad cubana. Esto puede queno guste ni sea admitido por sectores radicales y anticlericales del país,actitud romántica e irracional, decimonónica y al final, periclitada. Consus luces y sombras el catolicismo es, indudablemente, la religiónformadora de lo que hoy entendemos por pueblo cubano, ya que tuvouna influencia fundamental en los valores éticos y culturales que lefueron transmitidos mediante su función docente -a unos sectores so-ciales más; a otros menos- participando casi en exclusiva en la funcióneducadora del país hasta que España perdiera la rica colonia el 1 deenero de 1899. Separemos de esto a la clase criolla rica, la sacarocracia ylas familias vertebradas alrededor de ese grupo social, que ya se educabaen centros docentes superiores de los EE.UU. o de Europa Occidental(España, Gran Bretaña y Francia, principalmente).Uno de los primeros clérigos católicos preocupados por el devenir delos primitivos habitantes de Cuba es el Padre Bartolomé de las Casas,quien denuncia al emperador Carlos los malos tratos recibidos por losindios “encomendados” a los colonizadores, lo cual contribuyó a diez-mar la raza aborigen. Su campaña fue tal que obtuvo graciosamente lasuspensión de la servidumbre india y ser nombrado “Protector de losIndios”. Sin embargo, como “compensación”, dio origen a la esclavitudde africanos en América, que recomendó por ser ésta preexistente enCastilla, Portugal, Valencia, Cataluña, Vascongadas y Andalucía si biense arrepintió de haberlo sugerido de buena fe ya que creía a los africanosmás fuertes y resistentes a las enfermedades. El dominico, al final de suvida, fue premiado con el obispado de Chiapas, en el meridión de México,donde su apellido aún figura en el nombre de su capital, San Cristóbal delas Casas.El primer prelado que consta en las crónicas de la primitiva Cuba esJohan de Witte, obispo de Baracoa, primera ciudad y primer obispadoubicados en la costa NE de Oriente y fundada por el Adelantado DiegoVelázquez de Cuéllar. Originario de Flandes ejerció su cargo de 1517 a1525 y durante su función nombró un maestreescuela, un sacristán queenseñara castellano y religión a los indios, enviando a algunos a Españapara que éstos, al volver, enseñaran a sus hermanos de raza.Importantes son algunos nombres de obispos o arzobispos que se dis-tinguieron en Cuba por hacer progresar la religión, la arquitectura de

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iglesias y monasterios, y la enseñanza. Juan de Cabezas Altamirano, queen 1607 funda un seminario tridentino seguidor de las enseñanzas delConcilio de Trento, el concilio de la Reforma católica o de laContrarreforma como muchos la llaman. El prelado es historia por apare-cer en el primer poema “cubano”, escrito por Silvestre de Balboa enPuerto Príncipe: Espejo de Paciencia, sobre el rapto del buen preladopor un malvado pirata francés y hugonote y cómo fue salvado por eltambién buen negro Salvador Golomón.Es importante durante su cargo haber encontrado flotando en 1606 unaimagen de la Virgen en madera oscura en medio de la bahía de Nipe portres pescadores humildes. Ésta en su pie tenía grabada la leyenda: “Yosoy la Virgen de la Caridad”. Con el tiempo y la veneración popular estahumilde imagen devendrá la patrona de Cuba hoy ubicada en el santua-rio de El Cobre, cerca de Santiago de Cuba, primera capital de la isla en elsiglo XVI.Otro prelado importante fue el obispo Diego Evelino de Compostela,que ejerció su cargo entre 1685 y 1704. Un año antes de entrar en funcio-nes fue construido el primer santuario dedicado a la imagen de la Virgenen el pueblo de El Cobre. También fundó el colegio de San Ambrosiopara niños y el de San Francisco de Sales para niñas en La Habana,además de otros en Santiago, Bayamo, Puerto Príncipe, Trinidad, SantaClara y Sancti Spiritus. En el mismo año de su muerte, en 1704, entraronlos betlemitas procedentes de la Nueva España para hacerse cargo de laConvalescencia de Belén, de la que es también responsable. Su obra fuetan importante que cuenta, para su memoria, con una calle que lleva suapellido, aún existente en La Habana Vieja.Entre 1705 y 1729 Jerónimo Nosti Valdés crea el colegio y seminario deSan Basilio el Magno en Santiago de Cuba y la primera casa de niñosexpósitos de donde saldrá la posterior Casa de Beneficencia. En su ho-nor, todos los niños huérfanos recibirán el apellido Valdés, cedido por él.Importante es la creación por los frailes dominicos en 1728 del primercentro superior de enseñanza en Cuba, la Pontificia Universidad de SanJerónimo, la actual universidad. El canónigo de Santiago de Cuba nacidoen Santiago de los Caballeros, La Española, Pedro Agustín Morell deSanta Cruz, hombre bien intencionado y con una moral estricta, envíacarta al rey Don Felipe V poniéndole en conocimiento de los maltratosque reciben los esclavos en las minas de El Cobre. Ya como prelado esnombrado obispo de La Habana en 1753, cargo que ejerce -interrumpidopor la ocupación inglesa- hasta 1768.

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Es en el año de su inicio como obispo cuando la Santa Sede y la CoronaEspañola crean el Patronato Real Universal de la Corona, privilegio realpara nombrar prelados de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana envirtud del Segundo Concordato firmado entre la Santa Sede y el Rey. Elprimero concordato se remonta a 1508, firmado entre los Reyes Católi-cos y el Papa Julio II. El tercero y último, firmado entre la Santa Sede y lareina Isabel II en 1851, reafirmó los privilegios del Patronato. Este seperderá definitivamente tras la firma del Tratado de París rubricado entrela Corona Española y los EE.UU. de América en París, el 10 de diciembrede 1898. A partir de ese momento la Iglesia cubana comenzará su traba-joso remontar, relegada como había estado por el Patronato, que conce-día sus altos cargos más a los clérigos peninsulares que a los criollos.Como consecuencia de esto se creó en el pueblo por un lado ciertafrialdad con el catolicismo, que vinculaban al poder de España y unacierta displicencia que les hizo proclives a aceptar cualquier respuestamística ante lo desconocido y el Más Allá, o ninguna.Un año antes de la desaparición de Morell se produjo en todas las tierrasde los Borbones españoles, Cuba incluida, la primera expulsión de laorden jesuita, acaecida en 1767, sustituida por dominicos y francisca-nos. A partir de 1790, durante el gobierno del gobernador Luis de lasCasas, Cuba comienza a convertirse en una próspera colonia de planta-ción de caña de azúcar, que la llena a la vez de riquezas y de esclavostraídos desde África masivamente a través de la vergonzosa trata deesclavos. Es esta riqueza la que variará la composición racial del país ypor ende, su cultura y visión religiosa.Importante para Cuba como para el resto del imperio español son lasdesamortizaciones de las tierras de la Iglesia, unas baldías, otras demanos muertas y algunas de conventos y monasterios. Tierras no pro-ductivas acumuladas por siglos de herencias donadas a la Iglesia con laesperanza de recibir un mejor trato en la otra vida a cambio de estapecaminosa o simple robo estatal de edificios y terrenos que el tiempoha situado en lugares privilegiados. Existe una primera, de la que sehabla poco y que se extendió desde 1789 hasta 1796 durante el reinadode Carlos IV, con cierto influjo en Cuba y que sentó precedente. Lasegunda desamortización, legislada en 1820 por el gobierno liberal traí-do por el Gral. Rafael de Riego tuvo vida limitada. En virtud de la inva-sión de “Los 100.000 Hijos de San Luis”, los franceses realistas enviadospor la Santa Alianza contra el gobierno liberal a España en 1823, las propie-dades incautadas a conventos, monasterios y tierras de la Iglesia fuerondevueltas íntegramente con el retorno del absolutista Fernando VII.

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De la tercera desamortización, entre 1836 y 1838, la llamada deMendizábal, primer ministro liberal, se puso en práctica en 1838 en todaCuba. Veinte conventos con sus tierras de franciscanos, dominicos,hospitalarios y mercedarios fueron entregados en pública subasta almejor postor.Personalidad eclesiástica importante fue el obispo Juan José Díaz deEspada y Fernández de Landa, conocido por el obispo Espada, quienejerció su apostolado de 1802 a 1832 en La Habana. Su obra en la isla esmuy amplia: prohíbe los enterramientos en las iglesias por razones higié-nicas, para lo cual crea en 1806 el cementerio que lleva su nombre, sito enla Calzada de San Lázaro, cerca de la entonces Beneficencia. También encompañía de su gran amigo, el Dr. Tomás Romay, propaga las bondadesde la vacuna contra la viruela. En 1811 ordena de presbítero al padrecubano Félix Varela, profesor por oposición de la cátedra de filosofía delSeminario de San Carlos y San Ambrosio. Más tarde, en 1820, apoya lacreación de una cátedra en el seminario para explicar la constitución.Varela es elegido uno de los tres representantes de Cuba en las Cortes yparte hacia Madrid, pero debido a la invasión de la Santa Alianza en 1823tiene que huir hacia Gibraltar y exiliarse en EE.UU. Más tarde se trasladaráa San Agustín de La Florida, donde fallecerá en 1851. Sus restos sagra-dos descansan desde 1911 en una urna del Aula Magna de la Universi-dad de La Habana, en la Plaza Cadenas.Otro prelado de singular importancia, esta vez arzobispo de Santiago deCuba, ciudad primada y capital religiosa de Cuba, es Antonio MaríaClaret, que ejercerá su apostolado allí de 1850 a 1859. En 1854, un añodespués de las ordenanzas reguladoras de emancipados, apoya las me-didas paliativas de los esclavos dadas por el gobernador Juan de laPezuela a favor de esclavos, y de colonos españoles, chinos y yucatecosintroducidos en régimen similar al de servidumbre. Su actitud ética encontra de la esclavitud y de los abusos le hace víctima de un atentadocontra su vida, presumiblemente por un esclavista, un año antes de sumuerte, acaecida en 1859. Más tarde, su virtuosa labor en España y enCuba será elevada a los altares siendo proclamada su santidad.A la sazón, en La Habana es nombrado obispo el capuchino JacintoMaría Martínez Sáez, que ocupa su cargo de 1865 a 1873. Pero soplanmalos vientos y le toca vivir la intolerancia de los Voluntarios, fuerzaparamilitar española de dependientes del comercio, desatada con motivodel estallido de la Guerra Grande de 1868-1878. Las órdenes del Gral. BlasVillate, Conde de Valmaseda y del gobernador Antonio Fernández y Caba-llero de Rodas destierran del país al prelado en 1869 lo cual aprovecha

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para ir a Roma. Al retornar del Concilio Vaticano I, celebrado en Roma en1871, se le prohíbe poner pie en tierra cubana y tiene que regresar aEspaña, esta vez para siempre, en el mismo barco.La guerra de los diez años termina con el Pacto del Zanjón de 1878 sinlograr los resultados de independencia perseguidos. Estalla la llamadaGuerra Chiquita un año después, pero también fracasa. La isla ha quedadodividida en seis provincias desde el 9 de junio de 1878 y se abren unaquincena de años de esperanzas de paz, de autonomismo y quizá, deseparación pacífica. La esclavitud es definitivamente abolida en 1880 ydesaparece en 1886 con la derogación del “Patronato” por Real Orden.La cultura, la prensa, los adelantos modernos y cierta democracia llegana Cuba de la mano de la Restauración de Martínez Campos y la constitu-ción de 1876, opción política encabezada por el conservador AntonioCanovas del Castillo y el liberal Práxedes Mateo Sagasta. Empero, losradicales independentistas lo siguen intentando. A su vez España pierdela posibilidad de evitar un segundo enfrentamiento mediante medidaspolíticas y mano suave desestimando el Plan Maura de 1893 que, aun-que insuficiente, pudo ser la base de una transición pacífica y pausadaa la independencia. La torpeza política se refleja también en dos preladosespañoles.Arzobispo de La Habana es nombrado Manuel Santander y Frutos. queejerce su función de 1888 a 1899. Es la época de la encíclica RerumNovarum publicada por el Papa León XIII en 1891, de las conspiracionesdel Partido Revolucionario Cubano fundado en Tampa en 1892, del PlanReformista de Maura en 1893, del estallido de Baire en 1895, de la procla-mación, tardía, del autonomismo en 1898, de la explosión del Maine enfebrero de 1898 y de la guerra con los EE.UU en el verano de 1898. ParaSantiago de Cuba, la primada de Cuba, el Patronato Regio nombra arzo-bispo al franciscano Francisco Sáenz de Urturi, cargo que ejerce de 1894a 1899, precisamente en la ciudad de Santiago, escenario principal deldesenlace a tres bandas de la separación de Cuba y España y su inser-ción definitiva dentro de la órbita de América y del Caribe.Ambos prelados son fieles al nombramiento de la Reina Regente y alPatronato Regio. Por supuesto, no aceptan el independentismo, perotampoco el autonomismo, pues Cuba, la Siempre Fiel, siempre ha sidouna provincia de España. Así, al estallar la segunda contiendaindependentista en la provincia de Oriente, fiel al Patronato, publicanpastorales a sus feligreses, casi todos españoles residentes, sobre “cómohacer de las iglesias fortalezas refugio de sus fuerzas armadas para com-batir al descastado y desagradecido rebelde mambí”. En julio y octubre

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de 1896 publica otras pastorales antimambisas. La autonomía se proclamael 1 de enero de 1898 y a fines de enero visita La Habana el acorazadoMaine. El barco vuela por razones desconocidas con gran estruendo enla noche del 14 de febrero de 1898 produciendo 260 muertos, motivo ypretexto por el cual estalla la Guerra Hispano-Cubano-Americana en elverano de 1898. Entretanto, en Oriente, el arzobispo Sáenz de Urturi,ante el peligro del desembarco de una fuerza extranjera, decide repartir acada párroco, con apoyo del Ejército, un fusil Remington con 100 cápsu-las para disparar al enemigo desde los campanarios. En julio la flota delalmirante Sampson, situada a unos kilómetros de la boca de la bahía deSantiago comienza a bombardear a la flota del almirante Cervera, refugiadaen el puerto, y de paso, a las fortalezas de El Morro y la Socapa. Previa-mente, en Daiquiri, al este de Santiago, ayudados por el ejército cubanoal mando del Gral. Calixto García, desembarca el grueso de la tropa ame-ricana. Tras la toma por los americanos de los fuertes de El Caney y de laLoma de San Juan, al NO de Santiago, la rendición de la ciudad en manosinvasoras es inevitable. El arzobispo Urturi envía un telegrama al Gral.Ramón Blanco, gobernador en La Habana, instándole capitular. Esteresponde escueto: ¡Capitular, imposible capitular, antes morir! Santiagocapitula dos días más tarde.Cuba celebra su primera fiesta religiosa, terminada la guerra, el día de laCaridad, 8 de septiembre de 1898, en una misa celebrada en El Cobredonde el padre Desiderio Mesnier se declara en pro de la creación deuna república cristiana. Entretanto, en La Habana, el 24 de octubre elobispo Santander da publicidad a una Carta Pastoral donde dice: “Notemamos a los cubanos, que no vienen a hacer una revolución religiosa,sino política... ¿En sus programas de gobierno, en sus proclamas handicho alguna vez que venían a hacer la guerra al catolicismo? Nunca. Alcontrario, durante la sangrienta lucha... no ha habido que lamentar ata-que alguno a los ministros de la religión...”La tutela de España en Cuba y la del Patronato Regio sobre la Iglesiaterminan ambas el 1 de enero de 1899 en virtud del Tratado de París.Firmado en 10 de diciembre de 1898 éste garantiza un traslado pacíficode soberanía, de respeto al derecho de propiedad... pero sin la presenciade los cubanos. Aquí cambia el sentido de la Iglesia que, con algunapenuria, pasará a formar parte del entramado republicano cubano. Hoyes la única organización estructurada y no comunista que queda en laCuba actual independientemente de la presencia de otras iglesias cris-tianas reformadas y de las no estructuradas afrosincréticas. A partir deese momento la Iglesia Católica tendrá que “cubanizarse” y por necesi-

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dad competir con otras denominaciones cristianas que, en virtud de lademocracia liberal inspirada por la lucha mambisa y la temporal ocupa-ción norteamericana, llegarán a la isla desde 1898.

IGLESIAS REFORMADAS

Las iglesias cristianas llamadas protestantes comenzaron a llegar a Cuba,salvo excepciones, detrás de las tropas interventoras de la unión ameri-cana. No obstante tener una feligresía escasa -los últimos datos fiablesacusaban un 7% de los creyentes en Cuba- realizaron proselitismo entrelos más desposeídos, los marginados y han realizado una importantelabor social y educativa que les honra dada su condición de cristianos.En su mayoría, tras la revolución marxista y anticlerical, marcharon delpaís entre 1960 y 1964, aunque quedaron ciertos núcleos de feligresesque en los noventa del siglo XX han hecho resurgir, junto con la IglesiaCatólica, a algunas de esas religiones.La Iglesia Episcopal o Anglicana, fundada por Enrique VIII Tudor hacia1532 en Inglaterra, ya tenía una representación en Cuba desde 1871.Pero los pastores llegaron masivamente en 1899 concentrándose al prin-cipio en predicar entre extranjeros, población negra y criollos principal-mente. Con una sólida feligresía, aún minoritaria, inauguran el 20 denoviembre de 1947 el edificio de la catedral en las calles Trece y Seis delbarrio de El Vedado, La Habana, donde se ubica también la CathedralSchool. También fundan la Escuela St. Paul en Camagüey y la Ashhursten Guantánamo. En los años sesenta la revolución les prohibió la facul-tad de docencia e hizo del edificio un local social y religioso. En susparedes fueron espiados jóvenes intelectuales, críticos con el régimen,como los escritores Reinaldo Arenas, Vicente Echerri y otros.La Iglesia Metodista, fundada en Oxford en 1729 por el pastor J. Wesley,llegó también como la anterior, en 1899, de la mano de la enfermera IreneTolland y del obispo Warren A. Candler. Pronto se dedicaron a la ense-ñanza y en 1909 fundaron el Candler’s College en Marianao; el ColegioPinson en Holguín y el Eliza Brown en Cienfuegos. Su templo se encon-traba en las calles K y 25 donde también contaban con un Hogar Univer-sitario. Con la revolución marcharon de Cuba masivamente en 1960 sibien los restantes comenzaron a reorganizarse en 1991 al punto de que elgobierno televisó una misa metodista, quizá en represalia con la jerar-quía católica por la malograda fecha de la visita del Papa en 1990 alsolicitar la jerarquía en carta privada la democratización del país como enlos demás países socialistas del este de Europa.

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La Iglesia Presbiteriana, fundada por el calvinista escocés John Knox yotros en el siglo XVI, desembarcó en 1900 en Cuba diseminándose por elcentro de la isla. Dedicados también a la enseñanza fundaron en Cárde-nas la escuela “La Progresiva” en 1900; también otras escuelas en Sagua,Colón y Sancti Spiritus. En 1918 se fundieron los presbiterianos delNorte y del Sur con la Iglesia de los Discípulos de Cristo, colaborandotambién con la sociedad Y.M.C.A. americana. También atendieron a loschinos presbiterianos de Cuba desde 1923. En su iglesia han militadopersonalidades chinas como el Dr. Sun Yatsen, fundador de la RepúblicaChina en 1911, el Gral. Chiang Kaishek, y el escritor chino Lin Yutan.Publicaban la revista Heraldo de Cuba, reputada como la mejor revistaprotestante de la época.La Sociedad de Amigos o Los Cuáqueros fue fundada por George Foxen Inglaterra en 1667 llamados popularmente quakers en inglés por elmandato de “temblar (quake) ante Dios”. Se extendieron por Gibara,Holguín, Banes, Puerto Padre y otros puntos orientales en cuyas ciuda-des establecieron los Colegios Los Amigos. Trabajaron con los america-nos y más tarde con los criollos. Realizaron una intensa labor con losinmigrantes judíos de Europa Oriental a los que acogieron en una fincade Calabazar perteneciente al Gral. Alberto Herrera, incluidos los pocosrefugiados del trasatlántico Saint Louis de la Naviera Hamburgo quetraía a casi mil refugiados desde la Alemania nazi y que no les fue permi-tido desembarcar en el puerto de La Habana por trapacerías de la jefaturade policía. Durante la dictadura de Batista en los cincuenta, que habíasido alumno de los cuáqueros en su niñez, tuvieron el civismo de enviarel 14 de septiembre de 1958 cartas a Batista, Castro, Márquez Sterling yRivero Agüero pidiendo la paz ante la guerra civil que existía. Durante larevolución enviaron otra carta a Castro, en 1964, pronunciándose encontra del Servicio Militar Obligatorio, entonces iniciado, lo que lesvalió cárcel y reclusión en los campos de rehabilitación de la UMAP.La Iglesia Bautista, fundada en Inglaterra por John Smith en 1565, seestableció, tras la entrada de las tropas americanas, en Santiago de Cubay en Guantánamo desde 1898. Divididos aún entre los del norte y los delsur, los bautistas del norte permanecieron en la zona oriental y desde1909 los bautistas del sur en el Occidente del país. En La Habana esemismo año fundaron el Colegio Bautista. Es de destacar que en la radiocubana contaron con el programa religioso “La Hora Bautista” desde1937 que fue escuchado hasta cesar en 1963 por orden de la Revolución.Ha sido una iglesia reformada bastante nutrida, con casi 9.000 miembrosen 1958 y de las más perseguidas por el anticlericalismo marxista pues en

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1965 se vieron sometidos a un gran proceso judicial revolucionario 48pastores o ministros siendo condenados a penas que oscilaban entrelos dos y los treinta años de cárcel. Otros muchos fueron enviados a laUMAP. Es iglesia importante en EE.UU. pues a ella han pertenecido losRockefeller, los presidentes Truman y Carter y el pastor y mártir de losderechos civiles Martín Luther King, entre otros.Los Testigos de Jehová, fundados en EE.UU. por Charles T. Russell en1884 bajo el nombre de “Estudiantes Internacionales de la Biblia”, entra-ron en Cuba en 1918 anunciando el Armageddón, batalla cósmica finalentre el Bien y el Mal, tal como reza en el Apocalipsis o la Parusía, laSegunda Venida de Cristo a la Tierra anunciada por San Pablo de Tarso.Cambiaron el nombre por el actual en 1931 y habitualmente han entradoen conflicto con los poderes constituidos debido a su rechazo del estadoy de ciertos poderes fácticos como obras contrarias a la Ley de Dios porlo que rechazan a católicos y protestantes por igual. Publicaban la revis-ta Atalaya (The Watchtower). Muy extendidos entre las clases humildesdel país y no tan humildes, al comienzo de la revolución tenía más de12.000 miembros. Tuvieron conflictos con el gobierno revolucionarioporque se negaban a prestar servicio militar, como en el resto del mundo.Muchos de sus miembros han sido enviados a la UMAP como castigopara realizar trabajos forzosos.La Iglesia Salvacionista o Ejército de Salvación organización no sectariade inspiración metodista fue fundada en Inglaterra en 1865 por WilliamBooth para ayudar a marginados, pobres y necesitados. Entró en Cubaen 1918 y muy pronto realizaron notables labores sociales. En 1928 fun-daron un asilo para niños en Tiscornia, financiado por el Club Rotario; alaño siguiente el Hogar Evangelina para niñas, en 1930 un asilo de ancia-nos en Jesús del Monte, en Holguín el hogar Anna Walker y un asilopara niñas en Rancho Boyeros. Han hecho una gran labor cristianaorganizando asilos, hospitales y colegios y acogiendo a dipsómanos ymendigos “irrecuperables”. No es una religión propiamente dicha sinouna organización de caridad semi-militarizada donde hombres y mujeresvisten uniforme militar.La Iglesia de los Adventistas del Séptimo Día aparece en Cuba en 1904y funda el Colegio Las Antillas. Se dividen en occidentales, radicadosen Rancho Boyeros, y orientales, establecidos en Camagüey. Tam-bién se establecieron desde 1905 en La Lisa, Marianao. A pesar dehaber tenido problemas con el gobierno revolucionario en los sesenta-muchos fueron enviados a la UMAP- cuentan en 1974 con 109 iglesiasy unos 8.500 adeptos.

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El Bando Evangélico de Gedeón o los Gedeonistas, fundada enWisconsin en 1898, se establecieron en Cuba desde 1933 hasta 1959 enque se convierte en iglesia reformada de extensión nacional. Desde el 13de julio de 1942 se establecieron en Playa Baracoa, al Oeste de La Habanay llevan uniforme como el Ejército de Salvación. Tienen a su cargo impri-mir y distribuir las biblias protestantes en español, la versión de Casiodorode Reina revisada por Cipriano de Valera, de los siglos XVI y XVII res-pectivamente.Young Men Christian Association (Y.M.C.A.), fraternidad no sectariaque llega a Cuba en 1904. El presidente Estrada Palma fue su primer socioen 1905. Tiene por todo el mundo albergues baratos, gimnasios y clasesde calistenia para estudiantes y jóvenes. Su primera sede estuvo en elPaseo del Prado. Admiten jóvenes católicos y de otras confesiones ensus servicios sociales.La Iglesia Luterana, fundada por Martín Lutero y Philip Melanchthon(traducción al griego de su nombre alemán Schwarzerd, es decir “tierranegra”) en la Alemania del siglo XVI vino a Cuba desde Missouri, esta-bleciéndose en Isla de Pinos desde 1912 y en La Habana en 1946 pero hacontado con pocos miembros.Existen otras iglesias reformadas de menor importancia como losNazarenos, los Carismáticos, los Pentecostales, Los Pinos Nuevos, laIglesia de Dios y las Asambleas de Dios y no ha sido poca su laboreducadora, tanto en temas religiosos y éticos como en temas científicosy humanísticos hasta la ley de nacionalización de la enseñanza privadade junio de 1961.

LA IGLESIA CATÓLICA EN LA REPÚBLICA

Los obispos españoles Santander y Sáenz de Urturi son cesados por laSanta Sede en 1899. Para sustituirlos el Papado envía como obispo de LaHabana al italiano Donato Sbarreti Tazza quien, con los vientos en con-tra, se mantiene hasta 1902, desalojado al fin por presiones gubernamen-tales en pos de una jerarquía eclesiástica más cubanizada. Cumple per-fectamente su función con el gobierno de ocupación desde el mismo1900 en que llega: lograr una compensación económica por las desamor-tizaciones (confiscaciones de las propiedades eclesiásticas) de los go-biernos liberales españoles en 1838 y 1855. El acuerdo de compensaciónse firma el 2 de enero de 1902 por el gobernador L. Wood, el arzobispo deSantiago, el obispo Sbarreti de La Habana y el Delegado de la SantaSede. Es nombrado junto con los sacerdotes cubanos Pedro González

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Estrada y Braulio Orúe Vivanco, el sacerdote norteamericano Buenaven-tura Broderick, respectivamente obispo de La Habana, Pinar del Río yobispo auxiliar de La Habana. Este último, de 1903 a 1905, desarrolla sufunción con el disgusto del presidente Estrada Palma así expresado alDelegado Vaticano La Chapelle, que desea una jerarquía totalmente cu-bana, hasta que retorna a los EE.UU., su país de origen. Como obispo deSantiago de Cuba es nombrado, por fin, el Padre Francisco de PaulaBarnada, santiaguero vetado desde 1876 por el Patronato Regio.La Constitución de 1901, a pesar de invocar el nombre de Dios en supreámbulo, se pronuncia por una república seglar que no financiará aninguna religión manteniendo, eso sí, la libertad de cultos. Esto obliga alos centros docentes tanto de la Iglesia Católica como de los protestan-tes a autofinanciarse. Así comienza la existencia de escuelas privadas enel país, en franca competencia con las escuelas públicas del estado. A laescuela de los Jesuitas de Belén, fundada en 1854, las Escuelas Pías en1857 y las Dominicas Francesas en 1891, entronizadas en Cuba antes dela independencia, hay que agregar la entrada a mayor ritmo de maestrosy profesores de órdenes religiosas docentes a partir del nuevo siglo.En 1900 son las Dominicas Americanas y las Oblatas, escuelas paraniñas blancas y negras respectivamente. Los Hermanos Maristas seestablecen en 1903 y los Hermanos de las Escuelas Cristianas de La Salleen 1905, ambas escuelas para varones en La Habana. Los Escolapios en1911, las Filipenses en 1914 y los Salesianos y las Teresianas en 1916. LaIglesia Católica en dos décadas llega a controlar un buen porcentaje dela enseñanza privada de pago, lo cual la hace parecer elitista ante elpueblo. Los desvelos del obispo italiano que marchó en 1902 dan sufruto en 1908 cuando el Segundo Gobierno Interventor entrega una in-demnización de $1 millón U.S. a la Iglesia, compensación de las propie-dades confiscadas a la Iglesia por los liberales españoles 70 años antes.Esto hace al abogado Charles E. Magoon merecedor de la Orden de SanGregorio el Magno, otorgada por el Papa X. La Iglesia se reconstruye y“cubaniza” poco a poco, pues, en 1911 llegan los restos del Padre FélixVarela desde la ciudad de San Agustín, Florida, donde muriera en 1853.Se les hace reposar en una urna del Aula Magna de la Universidad de LaHabana dándole un sesgo de sacralidad al lugar. En ese mismo espíritullega a manos del Papa Benedicto XV la petición firmada por 2.000 oficia-les veteranos de la independencia para que nombre a la Virgen de laCaridad de El Cobre, patrona de Cuba, gracia que se obtiene en 1915.Pero la consolidación religiosa no se produce como desearía la IglesiaCatólica. La ley de divorcio aprobada en 1918 por el gobierno del Gral.

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García-Menocal produce lógicas fricciones. El año crítico es 1923, du-rante el gobierno del Pres. Zayas. A la mentalidad positivista ylibrepensadora del siglo XIX y principios del XX de muchos cubanosilustrados se une el rechazo de ciertos sectores ideologizados como losanarquistas y los comunistas. En marzo de 1923 estalla en los mediospúblicos de entonces el “chivo” de la compra del viejo y enorme Con-vento de Santa Clara a las monjas clarisas que tras abonarles algo menosde $1 millón el asiento de gastos del estado declara dos millones tres-cientos mil pesos lo que da lugar en marzo a “La protesta de los Trece”.Si a todo esto agregamos la presencia cada vez mayor de escuelas cató-licas de pago, el surgimiento de la ideología comunista tras la revoluciónbolchevique, y la presencia anarquista venida con la inmigración deobreros españoles tras la independencia tenemos el caldo en el que segesta un nuevo anticlericalismo ideológico, no nacional.En este ambiente nace la Liga Anticlerical de la mano del líder estudiantilJulio Antonio Mella y la anarquista española Belén de Sárraga. No obs-tante, en octubre de 1923 se organiza y reúne el Primer Congreso Nacio-nal de Estudiantes de Cuba donde los elementos anticlericales presen-tan una moción contra la educación católica que es derrotada por lapresencia de católicos. El santuario de El Cobre, tal como hoy se leconoce, es inaugurado en 1927 y la presencia de las sociedades civilesde católicos se hace patente. Así surge la Orden de los Caballeros deColón en 1909, inspiración del Padre E. Moynihan; la Asociación deJóvenes Católicos en 1920 como respuesta al éxito de la protestanteY.M.C.A.: la Asociación de Jóvenes Cristianos. Las Damas Isabelinas,rama femenina de los Caballeros de Colón, aparece en 1925 y la Federa-ción de la Juventud Católica Cubana es fundada en los locales del Cole-gio de La Salle de El Vedado, inspiración del Hno. Victorino DLS, en1928. Los jesuitas de Belén a principios de la década de los treinta, creanla Agrupación Católica Universitaria, la ACU, con estudiantes intelec-tuales de elite que rendirá sus frutos más adelante.La Santa Sede surge como un estado minúsculo dentro de Roma envirtud del Tratado de Letrán firmado en 1929 entre el Papa Pío XI y eldictador Benito Mussolini. Así queda anulada la “prisión” vaticana pro-clamada desde que la Iglesia perdiera el estado vaticano con la unifica-ción de 1860-1861 realizada por los liberales italianos. A su vez, el toda-vía inestable estado cubano presidido por el Gral. Carlos Mendieta esta-blece relaciones diplomáticas con la Santa Sede en 1935 representadapor el delegado apostólico Padre Jorge Caruana, que es nombrado nun-cio. Entretanto, la Iglesia se desmarca de los ismos extremistas en 1937.

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La encíclica Mit brennender Sorge (Con ardiente preocupación) es unalegato contra el nazifascismo, fue seguida de la Divini redemptoris,contra las tesis comunistas.Al redactarse la Constitución de 1940 la invocación a la bendición deDios vuelve a producir, como en la de 1901, polémicas entre los constitu-yentes anticlericales, que al final defiende Don Miguel Coyula. Conce-sión al poder de los comunistas por parte de la coalición socialista de-mocrática que lleva a Batista a la presidencia es el nombramiento deldirigente comunista Juan Marinello Vidaurreta, presidente de la Comi-sión de Enseñanza Privada, en 1942, que suscita la lógica inquietudeclesiástica. Saladrigas, candidato de Batista, pierde las elecciones antela popularidad del nuevo presidente Ramón Grau San Martín, del PartidoRevolucionario Cubano (Auténtico). La Santa Sede nombra el primercardenal cubano en la Nochebuena de 1945: Monseñor Manuel ArteagaBetancourt, que ya era arzobispo de La Habana desde 1942, recibe elnombramiento del Papa Pío XII.Importante para la vida católica del país es la convocatoria del PrimerCongreso Eucarístico Nacional, acto masivo concentrado en la Avenidadel Puerto en 1946 con la asistencia de miles de feligreses y escolarescatólicos. Un año más tarde, inspirada en las enseñanzas de los filóso-fos franceses Jacques Maritain y Emmanuel Mounier, se funda en Cubala Juventud Obrera Católica, la JOC. Entretanto, en Santiago de Cuba, ala muerte del arzobispo Zubizarreta en 1948, le sustituye en el cargoapostólico Mons. Enrique Pérez Serantes, sacerdote gallego que desem-peñará un papel en la historia de Cuba hasta su muerte acaecida en 1968.En marzo de 1952 el Gral. Batista vulnera la constitución y la legalidaddemocrática del país al asestar un golpe de estado incruento, deponiendoal presidente Prío Socarrás. El cardenal, inspirado en la idea errónea deestar bien con “cualquier” gobierno no mantiene un distanciamientoadecuado y la Iglesia pierde crédito ante los cubanos. No obstante, losmilitantes católicos comienzan cada vez más su labor política de oposi-ción a la dictadura: la Federación de Juventudes Católicas desfila en1953 contra el régimen con una pancarta que reza: “Para Cuba que sufre...”En la medida que la oposición a la dictadura batistiana aumenta con elasalto al Cuartel Moncada de Santiago, al Cuartel Goicuría de Matanzas,el levantamiento de Santiago y el desembarco del yate Granma, el asaltoal Palacio Presidencial y a la emisora CMQ, el movimiento católico secompromete cada vez más en la lucha contra el régimen de Batista. Víc-timas de la represión ciega es el asesinato de parte del profesorado delColegio San Pablo de La Habana, donde caen asesinados los maestros

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Luis Morales, Fernández Duque, y Ciro Hidalgo. La represión se ceba encuatro estudiantes de la Universidad de Villanueva que pertenecen a laA.C.U., asesinados en Pinar del Río cuando se dirigían para penetrarcomo rebeldes alzados en la Sierra de los Órganos.El gobierno de Batista ya no da más. Los poderes fácticos exigen sumarcha, que se produce en la madrugada del 1 de enero de 1959 tras lafiesta de fin de año a la que asistía y se asila en dos aviones en laRepública Dominicana del dictador Trujillo.

CATOLICISMO Y REVOLUCIÓN

Tras una explosión de júbilo del pueblo y algunos enfrentamientos cruen-tos, los rebeldes del Movimiento 26 de Julio, encabezados por FidelCastro, antiguo alumno de los Jesuitas de Belén, bajan a Santiago deCuba desde la Sierra Maestra, proclaman Santiago como capital tempo-ral y Mons. Pérez Serantes pronuncia el discurso “Vida Nueva”. La Iglesiaconcede apoyo a las medidas sociales del gobierno, la Reforma Urbana, el50% de rebaja de los alquileres, la Reforma Agraria, pero se pronunciatímidamente sobre los fusilamientos, muchas veces sumarísimos, de losdos primeros meses en La Habana, Santiago y otros lugares. Aunque1959 conserva visos de democracia y de libertades el temor al papel cadavez mayor del comunismo se materializa en cuatro pastorales de Mons.Pérez Serantes y en la convocatoria del Segundo Congreso Católico ennoviembre de 1959 en La Habana, adonde se ha trasladado la imagen dela Virgen de la Caridad. La participación popular es masiva e incluso elgobierno asiste en pleno. Los choques entre gobierno e Iglesia son cadavez mayores y en 1960 queda claro hacia dónde se mueve la revolución,cada vez más autoritaria y criptomarxista. Por ello los obispos de Cubapublican una Circular Colectiva del Episcopado que inicia una etapamuy conflictiva. Es la demostración fehaciente de que siempre puedehaber una dictadura peor que la que se ha combatido.El año crucial del choque con las iglesias es 1961 donde el gobiernoespera el ataque de los invasores anticastristas cubanos y norteameri-canos desde el extranjero. El 17 de abril, ante el ataque aéreo procedentede Guatemala miles de ciudadanos son arrestados en sus casas por loscuerpos de seguridad y las milicias por simples sospechas de oposición.Mons. Evelio Díaz Cía y el Padre Boza Masvidal son detenidos duranteunos días. El Cardenal Arteaga se refugia en esos días en la embajadaargentina, aunque más tarde sale con garantías expresas. Castro amenazael 1 de mayo que expulsará a los “curas” contrarrevolucionarios del país.

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La enseñanza privada, el eje vertebral de la Iglesia, es nacionalizada el 6de junio, sean los colegios católicos, protestantes o seglares.Castro cumple su palabra y aprovecha unos disturbios por una manifes-tación con motivo del día de la Caridad el 8 de septiembre. Ciento treintay un sacerdotes, hermanos y religiosas son expulsados o desterradosen el vapor español Covadonga y enviados a España. Cuba comienza adescristianizarse. En 1966 se expropia el Seminario El Buen Pastor deArroyo Arenas, varios sacerdotes y seminaristas son enviados forzo-sos a las Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP), entreotros el hoy Cardenal Ortega y el obispo Alfredo Petit. Se hace célebre laacusación contra el Padre Miguel Ángel Loredo, franciscano, que escondenado a treinta años de prisión por haber, supuestamente, dadoasilo en la iglesia de San Francisco a un empleado de Cubana de Avia-ción acusado de asesinato al intentar desviar un avión. El Padre Loredoserá liberado 9 años más tarde. Con el pretexto de no interrumpir la zafrade los Diez Millones y afirmando que es una celebración “ajena a nues-tras costumbres” el gobierno da una vuelta más a la tuerca represiva ylas fiestas navideñas son abolidas en 1969 y no se volverán a permitirhasta 1997.No obstante, las relaciones entre la Santa Sede y el gobierno revolucio-nario, son razonables según declaración del Nuncio Cesare Zacchi, quienafirma en la revista mexicana Sucesos que: “las relaciones son muy cor-diales... no se ha desatado persecución de ninguna índole; tampoco sehan cerrado templos...” La primera constitución socialista, aprobada en1976 proclama la “concepción científica y materialista del universo” aun-que al morir los Papas Pablo VI y Juan Pablo I en un breve lapso de 1978el gobierno declara tres días de duelo oficial.Ante la fuga masiva de 11.000 cubanos que se asilan en la embajada delPerú y sus consiguientes “actos de repudio” masivos convocados porCastro, la Iglesia cubana condena estos actos de violencia en los púlpi-tos, si bien no trasciende a los medios de comunicación. La Iglesia decideen 1982 una renovación y aggiornamento que se ven plasmados en laReflexión Eclesial Cubana (REC).Tras la invasión de la isla de Granada por tropas combinadas delCARICOM y de EE.UU. en 1983 la Iglesia cubana condena el acto, sinmayor análisis, debido a la muerte de 24 obreros-militares cubanos caí-dos en combate afirmando que... “es más condenable cuando es el po-deroso quien emplea la fuerza contra el pequeño”. El deshielo en losochenta entre la religión y el gobierno se hace patente por una parte enla creación del Dpto. de Asuntos Religiosos del Comité Central dirigido

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por el Dr. José Felipe Carneado, militante del antiguo PSP. Esta atmósferapropicia la reunión en 1986 en La Habana del Primer Encuentro NacionalEclesial Cubano (ENEC) con la tolerancia gubernamental y la participa-ción del Vice-ministro de Exteriores Ricardo Alarcón en la clausura. Esen ese año que se inicia la causa de canonización del Padre Félix Varela,aún en curso, y que la famosa Madre Teresa de Calcuta, premio Nóbel dela Paz, visita Cuba obteniendo la presencia de su orden en los centros deasistencia de la isla. Al año siguiente se permite la visita del Padre EduardoBoza Masvidal, al cual el Dr. Carneado devuelve sus notas universita-rias como gesto amistoso. Simultáneamente, entran 30.000 biblias.Las tornas comienzan a variar con la visita en 1988 de cuatro obisposgermano-occidentales encabezados por el presidente de la ConferenciaEpiscopal de la RFA y critican la imposibilidad de los profesionalescatólicos a acceder a la docencia pública. No obstante, al año siguienteel Cardenal Roger Etchegaray, presidente del pontificio Cor Unum anun-cia por vez primera la posibilidad de que el Papa visite Cuba. Meses mástarde, en una nota la Iglesia se pronuncia contra la pena de muerteaplicada a cuatro altos oficiales del ejército en junio de 1989. Se cursanlas invitaciones oficiales a la visita del Papa y éste en Praga la anunciapara los primeros días de diciembre de 1990, pero la crisis de los paísessocialistas, la caída del muro de Berlín, el fin de la guerra fría y la desapa-rición del campo socialista “desaconsejan” la visita, que es torpedeadapor Castro en Brasil, al parecer, como respuesta a una nota privada einterna de la Jerarquía eclesiástica solicitando la democratización delpaís. No obstante, la entidad Caritas Internacional comienza a funcio-nar en la Isla como O.N.G. de la Iglesia.La TV oficial transmite por primera vez una misa metodista y ese mismoaño de 1991 ve la visita de los prelados de la Conferencia EpiscopalEspañola encabezada por Monseñor Suquía a la isla. En la celebracióndel IV Congreso del Partido se permite por primera vez que una personacon creencias religiosas milite en el partido comunista, aunque en unacircular de los obispos se rechaza esa posibilidad ya que “...a un católicole es moralmente imposible pertenecer a dicho partido sin perder por ellosu identidad cristiana”. La Iglesia, no obstante, se pronuncia contra elembargo de la Ley Torricelli y ante las crecientes dificultades el 8 de sep-tiembre de 1993 publica un Mensaje de la Conferencia de Obispos Católi-cos de Cuba titulado “El amor todo lo espera”. El extenso escrito abordatodos los temas de la grave crisis que afecta al país con espíritu concilia-dor. La reacción interior del gobierno es contraria pero discreta, aunque enlas TV extranjeras lo consideran “una puñalada por la espalda”. Sin em-

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bargo, el arzobispado, sin más propaganda que la boca, vende por 20centavos casi cien mil ejemplares en fotocopia.El año 1994 es testigo de la crisis de los balseros y el hundimiento“accidental” del remolcador 13 de Marzo, con el resultado de 32 ahoga-dos, entre ellos niños. El arzobispo Jaime Ortega censura el hundimientode la lancha y exhorta a los cubanos a no marcharse en endebles balsascon riesgo de sus vidas. A fines de noviembre de ese año la Santa Sedenombra Cardenal el segundo cubano en la historia de Cuba al arzobispoJaime Ortega Alamino, el cual es recibido clamorosamente el 9 de diciem-bre en el aeropuerto José Martí. El décimo aniversario del ENEC se cele-bra en 1996 y en noviembre Castro visita por primera vez al Papa JuanPablo II en Roma, circunstancia que abre la posibilidad de que visite laisla. Se autoriza la celebración de una misa al aire libre en la Plaza de laCatedral que tiene lugar a fines de junio de 1997.La visita del Papa Juan Pablo II se produce entre el 21 y el 25 de enero de1998, celebrando misas al aire libre en las ciudades de Santa Clara,Camagüey, Santiago de Cuba, donde el arzobispo de la ciudad hace unafuerte crítica del régimen ante los responsables del país. Por último en LaHabana. También visita el santuario de San Lázaro en El Rincón, sereúne con representantes de otras confesiones salvo las afrosincréticasy en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, pronuncia unaconferencia frente a muchos intelectuales y artistas que han permanecidoen el país, donde reposan los restos del Padre Varela. Al final, el mensajedel Papa es diáfano: “que el mundo se abra a Cuba; que Cuba se abra almundo”. Los resultados positivos de la visita y de la apertura son aúnuna incógnita pero el propio cardenal señaló días antes en la TV cubanaque la visita no constituye ni una aprobación del régimen cubano, ni unadesestabilización del mismo. En el 2001 se ha celebrado un CongresoEucarístico Diocesano y han tenido lugar procesiones públicas por laAvda. del Puerto y de la Virgen de las Mercedes, La Tutelar, enGuanabacoa.

RELIGIONES AFROSINCRÉTICAS

Desde el inicio de la esclavitud africana en Cuba a principios del sigloXVI, los africanos transportados a la fuerza a Cuba, a las islas del Caribey al Brasil traen consigo, para mitigar su desgraciada situación y eldesarraigo familiar y territorial, sus creencias religiosas animistas. Dosson los troncos lingüísticos y culturales que llegan a la isla de estaforma: el yoruba o lucumi, procedente principalmente de los actuales

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países de Nigeria, Benín (antes Dahomey), Togo, Ghana y Costa deMarfil en la costa del Golfo de Guinea. El otro tronco importante es elbantú o congo, procedente de la Guinea Ecuatorial, Gabón, el Congo yAngola. Esto ha desarrollado en la actualidad dos religiones que, con eltiempo y la emigración masiva del grupo caucásico cristiano, ha determi-nado una extensión tan importante de éstas como la de las iglesias cris-tianas, si no más. No existen estadísticas fiables del número de practi-cantes. Al principio concentradas entre la población negra descendien-te de esclavos, con el tiempo han devenido religiones extendidas entrecubanos negros, mulatos y blancos, con un importante influjo en lossentimientos religiosos, en la cultura del país y en la propia lengua cas-tellana que se habla en Cuba. No olvidemos que cabildos negros existenen Cuba desde 1568, sociedades de carácter religioso y a la vez mutualis-tas de apoyo, organizadas por etnias, tribus o “naciones”.La Regla de Ocha o Santería es la religión más extendida y compleja delas africanas en Cuba y Brasil. Se trata de ritos de protección unas ve-ces; de adivinación del futuro y de mitigación de su condición humildeotras. Han sido estudiadas cuidadosamente por Don Fernando Ortiz,Lydia Cabrera, Natalia Bolívar, Argeliers León y otros. Proceden de lallamada costa de Calabar, de donde surge el nombre de carabalíes. Du-rante la colonia los africanos introducidos en Cuba eran obligados atrabajar de sol a sol y de paso, aprendían la lengua del colonizador y sureligión, la católica. El gobierno colonial español legaliza las religionesafricanas en 1870 para restar apoyo al levantamiento independentista de1868 en Oriente. Aunque la rebelión fracasa en 1878 consigue que laesclavitud sea abolida en 1880, desapareciendo definitivamente con elpatronato de dueños en 1886.A fines del siglo XIX un babalocha (sacerdote) de Matanzas, LorenzoSamá, se asienta en la ciudad de Regla, al otro lado de la bahía de LaHabana, donde une sus creencias y ritos con los de Taita Gaytán yObalufadei, santeros afincados en la capital. Samá cambia su nombrepor el de Rey Dos Veces Coronado, Obadimeyi y se desposa con Latuán,negra yoruba hija de Changó. Con el aporte de sus mutuos conocimien-tos unificaron los ritos yoruba y constituyeron la Regla de Ocha (Reglade Santos o Santería) a principios del siglo XX.Al mismo tiempo, tras la emancipación de 1880, Eulogio Gutiérrez, escla-vo de Calimete, Matanzas, de profunda e inteligente religiosidad y mís-tica, al parecer tras acumular cierta riqueza, marchó a Nigeria en busca desus raíces como Obba (Rey) donde vivió un tiempo tratado con respetopor la población local. Identificado y nostálgico de la isla, retorna a

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Calimete y asentándose en Regla, trae el culto adivinatorio de Ifá, ciudaddel mismo nombre en Nigeria, inspirado por Orula, la deidad adivina, quele “hace hijo suyo”. Sabemos que sean santos o dioses, para hacerposibles sus cultos animistas, mezclaban sus deidades con los santos yvírgenes católicos para burlar las prohibiciones, de modo que cuandorezaban o asistían a los ritos católicos, al mismo tiempo rendían culto asus entidades religiosas. Así Changó, deidad del rayo, de la guerra, delfuego y del trueno se mezcla con el culto a Santa Bárbara de Bitinia;Yemayá, madre de dioses, diosa de los mares y de la maternidad, con elculto a la Virgen de Regla; Ochún, diosa del amor, del oro y el agua dulce,con la Virgen de la Caridad, patrona de Cuba; Babalú Ayé, deidad de lasenfermedades y médico de los pobres se mezcla con San Lázaro, uno delos cultos más extendidos en el país. Orula es la deidad de la adivinacióntraída del culto de la ciudad de Ifá, sincretizado con San Francisco deAsís; Oyá Yansá, deidad terrible de los cementerios, tempestades y laguerra, unas veces es la Virgen de la Candelaria, y en La Habana ySantiago, la Virgen del Carmen. Elegguá es el guardián de los caminos,culto mezclado con el de San Antonio de Padua o con el niño de Atocha;Oggun es el dios herrero, del hierro y también de la guerra, sincretizadocon San Pedro y San Pablo. El panteón yoruba es mucho más extensoy sería interminable reproducir todas las deidades o santos. Baste de-cir que los dioses creadores son Olofi, Olorun y Oloddumare, a loscuales se remiten los babalochas, padres de santo y sacerdotes padri-nos, o las iyalochas, las sacerdotisas. Los babalawos son padres sa-cerdotes del culto adivinatorio regido por Orula, deidad de Ifá, que seexpresan a través del Diloggún, sistema de adivinación donde el sa-cerdote tira los dieciséis cauris (caracoles) y dice al “registrado” supasado, presente y futuro según caigan bocarriba o no, pero está au-torizado sólo a leer doce. El destino está representado por las “letras”que marcan el camino a seguir u oddun. Todos los años los babalawosmás importantes de Cuba se reúnen a fin de año y en los primeros díasdel siguiente dan la “letra” u oddun, predicción de lo que sucederá enel país en ese año. Se reúnen en casas-templo donde se realizan losritos, viven los sacerdotes y su familia, así como la deidad o santo. Noolvidemos que se rinde culto a la naturaleza, como por ejemplo, a laceiba, iroko, donde vive la deidad, árbol sagrado venerado en Cubapor negros, chinos y blancos, por lo que no se puede cortar ni arrancarsin permiso. También la palma real es hogar de los ibeyis, los diosesmellizos o jimaguas, por lo que es sagrada. Además, es el árbol nacio-nal que figura en el escudo de armas del país.

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Las Reglas Congo o de Palo Monte proceden principalmente del Congo(tanto el exbelga como el exfrancés), Camerún y Angola. Sus seguidorespertenecen originalmente al tronco lingüístico bantú con una buenacantidad de etnias representadas en Cuba. Su máximo sacerdote es elTata Nganga. Cuentan con tres sectas fundamentales: Mayombe, don-de el hombre “trata” directamente con el muerto (Nfumbe); Brillumba,donde se mezcla el culto al muerto con la regla de Ocha, de origen yoruba.La última y más complicada es la Kimbisa, mezcla del mayombe, espiri-tismo, santos católicos y kimbisa. Se llama mayombero al sacerdote de laprimera secta. Esta regla dio origen a una sociedad secreta de proteccióny ayuda para esclavos y libertos por igual, surgida en 1836 en los mue-lles de La Habana: los abakuá o ñáñigos, a la que sólo pueden pertene-cer los hombres. En la religión de Palo Monte o Congo, la nganga es elfundamento o prenda, la esencia contenida en una olla de barro, hierro ogüira. Para el “fundamento” la regla de Ocha utiliza como receptáculouna sopera.Es notable la cantidad de vocablos que de ambos troncos han penetradola lengua española que se habla en Cuba. Así verbos como ñampear(matar), nkobo (caracol grande llamado cobo), asere (amigo íntimo), añá(tambor), ampanga (de cuidado), cauris (caracoles), ekobio (hermano),chévere (atractivo, bueno), ekó (tamal de maíz), butuba (comida), iyabó(novicia de Santería), ocambo (viejo) y aché (bendición, gracia, virtud).La lista sería interminable y valgan estos vocablos como ejemplos de suconstante uso en Cuba.Vaudu o vudú es religión minoritaria y localizada en la zona de Santiagode Cuba. Venida de Togo en África, se desarrolló en Haití. Entró enOriente, Cuba entre 1800 y 1810 con los colonos franceses que huíancon sus esclavos domésticos de la revolución de Haití. El gobernador deSantiago les concedió tierras a los colonos franceses para que cultiva-ran café. Tributan culto a la naturaleza y a los ancestros y es una amalgamade varias religiones africanas con la católica. Su presencia es, sobretodo, en el folklore, en los carnavales de Santiago y en los ritos deSemana Santa, con instrumentos como la caolina, bacines o mambí. Esreligión mucho menos estructurada que las dos anteriores. Rinden tributoa loas o deidades como Ersulí Fredá, diosa bella y coqueta similar a laOchún del panteón yoruba, procedente del Dajomé (Benín); Papa Guedéo Papá Legbá (el Elegguá yoruba); Bon Dieu (Cristo) y otros de menorimportancia. Es famoso el conjunto de percusión de este grupo, La TumbaFrancesa, donde muchos tambores, sagrados, se percuten horizontal-mente y sus diversos tamaños crean con sonoridades, tiempos y ritmos,

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un contrapunto que envuelve al ser humano, le lleva a danzar y hasta aser “montado” por el dios.Justo es decir que estas religiones procedentes de África y transforma-das en Cuba mezcladas con el catolicismo y otros aportes, han producidouna religiosidad primero entre las clases humildes negras y mulatas.Aunque no contamos con estadísticas mínimamente fiables, es posibleque se hayan convertido en la mística dominante de la nación cubana,por encima en número del tradicional catolicismo que forjó y educó a lanación cubana junto con otros elementos culturales hasta 1958.

EL ESPIRITISMO

Más que una religión estructurada, el espiritismo es una creencia fuerte-mente arraigada que convive con otras creencias como el catolicismo ylas religiones afrosincréticas. El pueblo cubano, creyente en las fuerzasdel Más Allá, y con una estructura familiar y hogareña muy acusada,echa mano de esta creencia con el afán de comunicarse con los espíritusde los seres queridos ya desaparecidos. Salido de los trabajos de LéonH. Denizard, francés de Lyon conocido por el sobrenombre de AllanKardec, éste nos ha dejado la base del espiritismo en obras como Ellibro de los espíritus, El libro del médium, El evangelio según el espi-ritismo y otros más. Esta literatura llega a Cuba procedente en su mayorparte del pragmatismo y empirismo filosófico americanos a mediados delsiglo XIX. Estaba considerado, en medio de un siglo positivista, ateo yanticlerical como una creencia moderna, experimental, científica, com-probable y eficaz acorde con el espíritu “científico” del siglo XIX. En esesiglo todo llevaba la impronta científica para que fuera aceptado, hastael socialismo. Se verificaba el contacto con el espíritu a través de unmédium que sabía hacer contacto en otra dimensión con el alma del serquerido. En los años ochenta del siglo XIX, ese interregno cultural entredos guerras independentistas, el espiritismo permeó todo el país. En1883 se publicaba en Cuba un semanario espiritista: Redención y en1888 se publicó en Santiago de Cuba un Catecismo de moral y religiónespiritista, que alcanzó cierta difusión. Según el nivel social y culturalde los practicantes existen varias modalidades. El científico o de mesa serealiza alrededor de una mesa donde el médium cae en trance para comu-nicarse con los espíritus. El espiritismo de caridad, que concede benefi-cios o caridad al solicitante mediante el despojo o la santiguación. Elcruzado, que tiene influencias de la regla de Palo Monte, cultivado porlos sectores afrocubanos y por último el espiritismo de cordón, que

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realiza cánticos y danzas con un “cordón” de médiums enlazados paraobtener el contacto espiritual. Famoso espiritista en Cuba fue Juan LuisMartín, que apareció en La Habana en 1856 con conocimientos y prácti-cas procedentes de EE.UU., de donde venía. El espiritismo urbano esilustrado; el primitivo es el practicado en el campo, utilizando agua,incienso, imágenes, cruces y ramas. En su forma popular cuenta conalgunas deidades como Papá Hilarión, Pedro Pimienta y Don Juan. Tuvogran difusión en esa época y durante la República. Estaba influido por elcatolicismo y adaptaba elementos de esa religión.

RELIGIÓN JUDAICA

La religión hebrea o judía siempre fue muy minoritaria. Su práctica enCuba, empero, es tan antigua como la del catolicismo, aunque soterradapor estar perseguida. Al comenzar el período colonial de Cuba los espa-ñoles estaban divididos en dos grupos: los cristianos “viejos” y los“nuevos” o judíos conversos, a veces, criptojudíos, es decir, personasoficialmente convertidas al catolicismo por razones sociales y prácticaspero que, en privado, seguían fieles a los ritos judíos. El primero quepisó tierra de Cubagua, nombre arahuaco de la isla, fue Luis de Torres,intérprete del Gran Almirante, que hablaba hebreo, arameo, castellano yárabe, ya que al llegar a América creía Colón que exploraba Cipango(Japón), Catay (China) o la India. Aunque en esos países estas lenguastampoco servirían era mayor garantía un políglota para entenderse conaquellos “indios”. La prueba más fehaciente de que existían conversosy criptojudíos fueron los procesos de la Inquisición en Cuba, tan anti-guos como 1520, el primero registrado. En 1613 fue sonado el juicioinquisitorial contra Francisco Gómez de León, que fue ejecutado por laInquisición, decomisándole 149.000 pesos, considerable fortuna paraaquella época, que hace poner en duda que el móvil para su juicio yejecución sólo fuera su íntimo celo por Jehová. En 1627 fueron condena-dos por “judaizantes” los vecinos de La Habana, Blas Pinto y JuanRodríguez Mesa, junto con otros. Otro caso de probable origen judío,aunque sincero cristiano, fue en el siglo XVIII el del obispo Pedro AgustínMorell de Santa Cruz, nacido en Santiago de los Caballeros, La Española.No se tiene constancia, pero se sabe que prohibió ser embalsamado ensu testamento a pesar de la costumbre de embalsamar a los preladoscatólicos. Sus restos, como eclesiástico importante fueron enterradosen una iglesia pero hasta hoy siguen desaparecidos.Sin embargo, cuando los judíos comienzan a llegar a Cuba en tiemposmodernos es a partir de la intervención norteamericana de 1898. Primero

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vinieron con éstos unas cien familias, casi todas de origen rumano, peronacionalizados americanos, de clase pudiente y educación esmerada. Yaen república, entre 1904 y 1920, junto con la inmigración de miles deespañoles, vino una primera oleada de sefardíes o sefarditas proceden-tes de Turquía y Siria, que hablaban lengua ladina, es decir, castellanoarcaico del siglo XVI, siglo de la primera expulsión de judíos de Españaya que la segunda fue en 1609.La segunda oleada de judíos, los ashkenazíes, de expresión yiddish,lengua de origen germánico con vocablos hebreos, fue más numerosa.Venidos entre 1918 y 1945, muchos de ellos huyendo del antisemitismolatente en Polonia -la mayoría-, Rusia, Bielorrusia y Lituania, el restovenía de diversos países de Europa Central, incluida Alemania, Austriay Checoslovaquia, aunque siempre pensando utilizar a Cuba como paísde paso para saltar a los EE.UU. Pero las leyes migratorias se endurecie-ron en la unión con la crisis económica y muchos no tuvieron otra salidaque asentarse en la isla. En medio de la crisis y de la falta de puestos detrabajo en Cuba, se produjo en mayo de 1939 el triste episodio deltrasatlántico alemán Saint Louis, que traía desde Hamburgo a más de 900judíos alemanes de clase media. El jefe de policía no permitió que estosbajaran en La Habana a pesar de traer visados de Hamburgo y la jefaturade policía exigió a cada uno por desembarcar unos mil dólares, cantidadentonces exorbitante para personas despojadas de sus riquezas por elrégimen Nazi. Sólo pudo bajar una veintena de ellos por diversos moti-vos, incluso uno que, desesperado, saltó del barco a la bahía y fuellevado a un hospital. Muchos de estos inmigrantes fueron acogidos yauxiliados por los cuáqueros cubanos. La primera organización hebreaen Cuba fue la Unión Hebrea Shevet Ahim, fundada en 1914 en la calleInquisidor 407 de La Habana Vieja, aunque ya existía un cementeriojudío fundado en Guanabacoa en 1906 por la United HebrewCongregation. Para 1925 los inmigrantes eran ya tantos que surgió elCentro Israelita de Cuba y entre 1956 y 1959 la Comunidad Adath Israelconstruyó un edificio moderno en las calles Acosta y Picota. El edificiomás importante, con sinagoga, centro social y biblioteca fue y es LaCasa de la Comunidad Hebrea, sita en las calles 13 e I de El Vedado,donde continúa, comenzada a construir en 1953. En 1943 había en Cubaunos 14.000 judíos que contribuyeron con su esfuerzo y su cultura aenriquecer la isla. Existieron hasta 36 publicaciones periódicas judías enespañol y en yiddish. Fue famoso el bisemanario Havaner Lebn, editadoen castellano y yiddish entre 1932 y 1960. Debido a que la gran mayoríade la emigración judía provenía de Polonia (un 60% aprox.) los cubanoscomenzaron a llamar “polacos” a los judíos, epíteto que, a veces, se

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atribuía a todos los de pieles rosadas, ojos azules y pelo rubio, aunquefueran “gallegos”.La revolución castrista rompió ese flujo y los judíos, en su mayoría porrazones económicas y algunos por temor a las nuevas relaciones proárabes, marcharon exiliados a los EE.UU., México, Israel y otros puntos.No obstante, siguió existiendo la Escuela Hebrea Albert Einstein en elbarrio de Santos Suárez que terminaron sus clases de bachillerato en1961 cuando la nacionalización, aunque la primaria pudo continuar hastael 1 de septiembre de 1925. Si bien las relaciones con Israel continuaroncomo antes de la revolución, Cuba rompió con el país en octubre de 1973al estallar la Guerra del Yom Kippur o del Ramadán.Se calcula que entre 1959 y 1989 emigró el 94% de los judíos de la islaquedando sólo núcleos aislados de unos mil o dos mil. Desde 1989 hancreado la Organización Juvenil Hebrea y existen cementerios judíos: dosen Guanabacoa y uno en Sta. Clara, Camagüey y Santiago de Cuba. Haycomunidades hebreas también en Cienfuegos, Camagüey y Santiago deCuba. En la actualidad, con los pocos elementos que tienen, han creadouna Junta Coordinadora de Sociedades Hebreas y acogiéndose a latolerancia religiosa tras la visita del Papa Juan Pablo II en enero de 1998,desde los EE.UU. y Canadá vinieron a celebrar el Pesaj, la Pascua judía,sus hermanos del norte, trayendo productos kasher (puros) y regalos ala comunidad judeo-cubana que ha reverdecido. Al parecer, siguen fun-cionando cuatro sinagogas en La Habana y recientemente una en San-tiago de Cuba. Si bien se convocó una manifestación de corte más anti-inmigrante que antisemita en mayo de 1939, dirigida por PrimitivoRodríguez, del PRC de Grau San Martín, se puede decir que en Cuba elantisemitismo fue muy aislado y la comunidad hebrea pudo integrarse ypracticar su religión a gusto en un país multirracial y plurirreligioso.Esperemos que pronto sea también pluripartidista.Dice Aguilar León, al final de su libro Cuba y su futuro, donde hacehablar de nuestro pueblo al Profeta: “... Los cubanos creen simultánea-mente en el Dios de los católicos, en Changó, en la charada china y enlos horóscopos. Tratan a los dioses de tú y se burlan de los ritos religio-sos. Dicen que no creen en nadie y creen en todo...”Superando el humorismo algo amargo de este genial retrato del cubanohay bastante de verdad en esa aseveración que pone en boca del Profetacuando era interpelado por el politikon de Elmira. La religiosidad delcubano es proverbial. Existe un sector radical, marxista e ideologizado,herencia del positivismo y del anarquismo que afirma no tener ningunacreencia, ser agnóstico o ateo en último caso. Los organismos estadísticos

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oficiales dicen que constituyen el 15% de la población, presumiblemente,la que ejerce actualmente el poder omnímodo. Sin embargo, afirma quelos religiosos constituyen otro 15%. Como no poseemos estadísticasfidedignas sobre temas religiosos salta a la vista, en el que haya vividoo viva en la isla, una religiosidad popular que se refleja en la asistencia alsantuario de la Virgen de la Caridad de El Cobre para adorar a la Virgen oa Ochún, al Rincón para rendir culto a San Lázaro y a Babalú Ayé almismo tiempo, a sesiones de espiritismo a través de médiums con agua,a toques de bembé en casas-templo, y a decenas de actitudes, amuletosy costumbres que tienen más que ver con la magia que con la religiosi-dad. Pero cuarenta años de ateismo militante y obligatorio no hanborrado, como suponían algunos ilusos, el sentimiento religioso en elpueblo cubano.Mientras el quehacer cotidiano sea azaroso y difícil; mientras exista eltemor a atravesar el umbral de la muerte, tanto el de uno mismo como elde ese reducido grupo que llamamos seres queridos; no saber qué hay alotro lado de la vida, pero, sobre todo, mientras exista en el ser humanoesa intuición milenaria de la existencia de un Ser Superior y de unasfuerzas desconocidas que nos orientan y que percibimos sin compren-der, el cubano y todos los seres humanos seguirán poniendo su espe-ranza en esa Superioridad, todo orden y bondad. Quitárselo y “conven-cer” al ser humano de que esas creencias son nocivas o que le “explo-tan” es sumirlo en un mundo de angustia, de temores ante sus semejan-tes, de una carencia de ética y de una explicación de por qué está aquí ypor qué tiene conciencia de ello. Es dejarle el alma desnuda; quitarle elclavo ardiendo para cuando lo necesite. Una vez, un político socialistaen España me dijo algo que llamó mi atención: “la religión es buena;ayuda a vivir”. Tampoco olvidemos que el Buda, cinco siglos antes deCristo en la India nos dejó esta aseveración: “La Verdad es lo que ossirve”. Aprovechémosla.

Leopoldo Fornés Bonavía

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Ante todo debo expresar las gracias a la doctora Marta Frayde, Presi-denta del Comité Cubano de Derechos Humanos en España y a la Fun-dación Hispano Cubana, que han hecho posible el Ciclo de Conferen-cias sobre el Centenario de la República de Cuba, conferencias ahorafelizmente compendiadas en este libro.El tema que me ocupa es un tema harto difícil, mal tratado, manipulado yesquivado por los historiadores a lo largo de estos 100 años de República.Se trata del problema racial en Cuba en el siglo XX.No pretendo sentar cátedra, ni abarcar todo del tema. Mi intención estan sólo acercarme humildemente a la historia reciente cubana y desta-car algunos momentos que pudieran darnos una idea de cómo han sidolas relaciones raciales en Cuba a lo largo de todo este siglo.Para abordar con claridad este asunto es menester plasmar a modo de intro-ducción cuál era la composición social de la isla a finales del siglo XIX:población, clases sociales, composición étnica, y así poder comprender laCuba encontrada por la República en el instante de su nacimiento.A finales de la decimonónica centuria la población cubana se mantuvoen el rango de un millón y medio de habitantes, de ellos la tercera parteera negra. En las clases altas se encontraban los hacendados criollos,dueños del 84,9 por ciento de las tierras cultivables y de casi la totalidadde los esclavos que existían entonces. Le acompañaban en la cúspide dela pirámide social los comerciantes -en su mayoría catalanes y vascos-que se encargaban de la importación de mercancías y mano de obra,preferentemente española.Los funcionarios constituían en sí una clase, eran los representantes dela Corona en la isla. Estos se encargaban de gobernar y administrar las

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El problema racial en Cubaen el siglo XX

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riquezas que se generaban en la isla. Y debido a sus favores lograronatesorar importantes riquezas.Más abajo se encontraban los artesanos,1 los precaristas2 y los negros.Estos últimos, al abolirse la esclavitud, se dividieron en libertos y ex-esclavos. A principio de los años 90 los ex-esclavos constituían el 42por ciento de la población de color. Los libertos se dedicaban a diversostrabajos artesanales, a trabajar de domésticos, cocheros, precaristas ycon muy raras excepciones realizaban trabajo intelectual. Es bueno se-ñalar que el 11 por ciento de las tierras cultivables de entonces se encon-traban en manos de negros libertos.3

LOS NEGROS EN LA GUERRA DE LIBERACIÓN

En la Guerra de liberación los negros cubanos jugaron un papel esencial.Según algunos estudiosos del tema, al final de la contienda el 70 porciento de los soldados del ejército mambí y el 40 por ciento de los gene-rales eran negros. Si acordamos que este grupo étnico en aquella épocaconstituía sólo el 30 por ciento del total de la población cubana, enton-ces podemos confirmar la magnitud del aporte de los negros a estaepopeya histórica.Cuando comenzó la lucha contra la metrópolis española el 10 de octubrede 1868, los insurrectos, encabezados por Carlos Manuel de Céspedes,que representaba a los terratenientes y hacendados cubanos, tenían unobjetivo claro: la independencia de Cuba. Los intereses económicos ypolíticos de la isla y de España, entonces, estaban en franca contraposi-ción. Es inexacto aseverar que, en sus inicios, esta fue una guerra contrala esclavitud, porque en la declaración de la Demajagua se hablaba sólode la liberación gradual de los esclavos con la consiguiente indemniza-ción a los hacendados revolucionarios. Así se reconocía de facto elmantenimiento de la esclavitud. Esta ambigüedad no dejaba una posi-ción clara con respecto a la población negra.En el primer decreto, emitido el 27 de diciembre de 1868, Céspedes, comoCapitán General del Ejercito Libertador y encargado del Gobierno Provi-

1 Sastres, talabarteros, zapateros, carpinteros, albañiles, costureras.2 Personas que vivían en la más grande de las miserias no poseían recursos y traba-jaban las tierras ajenas a cambio de comida y a veces de un espacio para vivir.3 BARCIA ZEQUEIRA, María del Carmen . Élites y Grupos de Presión. Cuba 1868-1899, p. 41.

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sional revolucionario, intentó hacer coincidir los intereses de los ne-gros, los esclavistas y la revolución, cuando declaró que Cuba libre esincompatible con Cuba esclavista.4

También en 1869 el artículo XXIV de la Constitución de Guáimaro decía:“Todos los habitantes de la República son enteramente libres”, preten-diendo demostrar de esta forma que la idea del Gobierno en Armas era,una vez alcanzada la independencia de Cuba, abolir la esclavitud. Perodespués redactó el Reglamento de los Libertos que limitaba el sentidode igualdad y libertad de los negros.5

La Guerra de liberación constituyó también un pulso entre los bandosbeligerantes con el propósito de ganar el favor de los negros. El go-bierno español, al observar la contradictoria posición del Gobiernocubano en Armas, toma una serie de medidas para desalentar a losnegros a levantarse en su contra. En 1870 proclama “la ley de vientreslibres”. Esta ley consideraba libres a todos los hijos de esclavas naci-dos a partir del cinco de julio de ese año. Por esas fechas declara libresa todos los que pelearan a favor de España. Así surgió el “batallón depardos y morenos”, que luchó bajo la bandera española contra losmambises. En abril de 1879 el gobierno español de la isla permite quelos niños negros asistan a la escuela. Al siguiente año aprueba de la“ley de abolición de la esclavitud”. En 1881 permite los matrimoniosinterraciales.Estas maniobras no quedaron sin respuesta por parte del Gobierno cu-bano en Armas, que decretó la abolición de la esclavitud y derogó elReglamento de los Libertos.

LA REPÚBLICA

En 1898, cuando la balanza se inclinaba favorablemente hacia la victoriadel ejercito mambí, Estados Unidos declara la guerra a España e intervieneen el conflicto cubano. Con la firma del Tratado de París, sin la presenciade representantes cubanos, España reconoce su derrota ante los norte-americanos. Estados Unidos ocupa la isla y forma un gobierno militarencabezado por el General John R. Brooke.

4 FERMOSELLE, Rafael. Política y color en Cuba, p. 22.5 ROBAINA, Tomás Fernández, El negro en Cuba, p. 20.

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La intervención norteamericana en Cuba produjo un cambio radical enlas relaciones entre las razas. En la isla, aunque existían ciertos prejui-cios raciales, la discriminación no era tan radical como en los EstadosUnidos en esa época. Pudiéramos decir que los representantes norte-americanos trajeron sus buenas y malas costumbres y entre estas últi-mas, la discriminación racial.El propio general Brooke, primer gobernador norteamericano en Cuba,solamente nombró a blancos dentro de su gabinete de gobierno obviandoa revolucionarios cubanos negros que habían participado y dirigido lalucha por derrocar a la colonia española.Los cuerpos armados organizados durante la intervención, la guardiarural y el cuerpo de artillería, se conformaron “a la norteamericana”. Losrepresentantes de Estados Unidos no tuvieron en cuenta que el ejercitomambí estaba integrado por dos razas que lucharon juntas por una mismacausa y discriminaron a los negros mambises.El temor negro fue una de las armas utilizadas por los anexionistas cuba-nos con el auspicio de algunos norteamericanos. Ellos planteaban queen Cuba sucedería lo mismo que en Haití, que los negros tomarían elpoder y lincharían a la población blanca. Con estas injurias se pretendíaque el gobierno estadounidense controlara a Cuba y la llevara a consti-tuir un estado más de la Unión. Los periódicos norteamericanos tambiénfomentaron el racismo, el 7 de agosto de 1899, el “New York Times” sehacía eco de las declaraciones de un comerciante cubano que argumen-taba que si en las elecciones cubanas participaban los negros, éstos, alser mayoría, ocuparían el poder de la nación. El periódico no fue losuficientemente objetivo en señalar que los negros en Cuba, según elúltimo censo de la época, constituían sólo la tercera parte de la pobla-ción.6 Además, daba por negativo el hecho de que los negros goberna-sen, si fueran mayoría, mostrando así su carácter totalmente racista.Bajo esta óptica el segundo gobernador norteamericano, Leonard Wood-cuyo gabinete era mayoritariamente anexionista- realizó las eleccionesde 31 delegados que redactarían una constitución para Cuba. Entre ellosse encontraba el intelectual negro Juan Gualberto Gómez.En una carta enviada al presidente norteamericano, Theodoro Roosevelt,el General Wood cataloga a Juan Gualberto Gómez de “negrito degene-

6 FERMOSELLE, Rafael, Política y color en Cuba, p. 35.

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rado y agitador de la Convención Constituyente, hombre de infame re-putación así en lo moral como en lo político”. De esta forma el goberna-dor norteamericano evidenció su talante racista y de menosprecio alpueblo cubano. Juan Gualberto Gómez era uno de los símbolos vivos dela Cuba soñada por José Martí. Además de gran intelectual, Gómez fueorganizador de la guerra del 95, delegado del Partido Revolucionario enCuba. Logró incitar a muchos revolucionarios a tomar parte en la últimaetapa de la gesta libertadora.En resumen, durante los cuatro años de ocupación norteamericana-1898-1902- la participación negra en el gobierno fue mínima. Los gober-nantes norteamericanos trasladaron a Cuba sus actitudes racistas, con-siderándolos ciudadanos de segunda clase.En la campaña electoral para la primera presidencia cubana participarondos candidatos, Estrada Palma y Bartolomé Masó. El primero, predilectode los Estados Unidos, estuvo apoyado por los veteranos más influyen-tes del ejercito mambí. Entre ellos se destacaba el insigne luchadorMáximo Gómez. El segundo candidato, representante del Partido UniónDemocrática, se opuso fervorosamente a la Enmienda Platt,7 y entre susseguidores se distinguieron dos líderes negros, Juan Gualberto Gómez yGeneroso Campos Marquetti.El 20 de mayo de 1902, Don Tomás Estrada Palma tomó posesión comoprimer presidente electo de Cuba. Su primer gobierno se puede catalogarde austero, conservador y pro norteamericano. Recuperó la economíadel estado de guerra, creó muchos empleos y aumentó la cantidad deescuelas y maestros por todo el territorio nacional. Al finalizar su primermandato en 1905, había alrededor de 166 000 alumnos en todo el territo-rio nacional, de ellos una tercera parte eran negros.8

No obstante, en los primeros años de la República, la población negraencabezada por sus líderes comenzó a dar muestras de descontento

7 Enmienda de ley aprobada por el Congreso norteamericano y añadida comoapéndice a la constitución cubana que condicionaba el retiro de las tropas de Cuba ala aceptación por la Convención Constituyente de la limitación al derecho de Cubapara suscribir tratados con terceros países sin el consentimiento norteamericano,dándole a Estados Unidos el derecho a intervenir en los asuntos internos cubanos yademás forzaba al gobierno cubano a ratificar todos los actos del gobierno de ocupa-ción norteamericano.8 FERMOSELLE, Rafael. Política y Color en Cuba, p. 45.

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debido al trato discriminatorio que estaba sufriendo de parte del gobier-no de Estrada Palma.En un mitin del Comité de Veteranos y de Sociedades de la Raza de Colorcelebrado en el Teatro Albizu, en junio de 1902, donde participaron re-presentantes del Senado el Gobierno y dirigentes negros, Juan GualbertoGómez señaló que la discriminación en esa época se debía principalmentea la presencia norteamericana. Enfatizó que no se podía ver peligro enlas peticiones de los negros de que se cumplimentaran los compromi-sos de la Revolución Martiana y se observara el artículo XI de la Cons-titución.En una carta publicada en el periódico La República Cubana, CamposMarquetti se quejaba de que el gobierno no había dictado ninguna me-dida tendente a

...sacarnos de la postergación en que nos tiene, todas las oficinassiguen en el mismo estado, los de color siguen siendo solicitadospara porteros, para cocheros, para criados, para ínfimos puestos,lo mismo en el correo y en la aduana. La moda es ocultar en loscuarteles a los artilleros de color. Y pena deberían sentir los que taldisponen, porque ningún extranjero que aquí traiga la representa-ción de su nación, ignora que este es un pueblo de blancos y decolor, que nosotros fuimos la mayoría en la guerra de redención yque si no estamos debidamente representados en todas partes esporque a ello se opone un sentimiento de profunda injusticia, yuna peligrosa usurpación de derechos...

Varios incidentes evidenciaron los prejuicios racistas del gobierno deEstrada Palma. Uno de los más conocidos es el caso ocurrido en unarecepción en el Palacio Presidencial, a la que fueron invitados todos lossenadores y sus esposas. La única esposa excluida fue la del senadornegro Martín Morúa Delgado.Otro caso es el del general del ejercito mambí Quintín Banderas, quien alos 73 años, pobre y hambriento, fue al Congreso para que le otorgaranun empleo y le ofrecieron el cargo de portero de la Cámara de Represen-tantes. Banderas, humillado, le dirigió una misiva a Estrada Palma ape-lando a su espíritu patriótico, en la que pedía una pensión de 150 pesospara vivir tranquilo los últimos años de su vida. Estrada Palma nunca lecontestó, en su silencio no pesó que este hombre había dedicado 55años de su vida a luchar por la independencia de Cuba.Con la reelección fraudulenta de Estrada Palma en 1905, esta vez comolíder del Partido Moderado, aumentó el descontento de la oposición. El

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partido liberal, dirigido por José Miguel Gómez, e integrado por los prin-cipales líderes negros del momento -Juan Gualberto Gómez, GenerosoCampos Marquetti y Martín Morúa Delgado- instó a la rebelión.El descontento provocado por el fraude de Estrada Palma fue el deto-nante de la guerrita de agosto de 1906. En este conflicto se enfrentaronsimpatizantes del Partido Liberal contra las tropas gubernamentales. Allíperdió la vida Quintín Banderas, quien se había unido a la insurrecciónatraído por las promesas de los liberales. Los rebeldes sumaron a mu-chos negros, bajo el juramento que una vez en el poder eliminarían lassupuestas prácticas discriminatorias existentes en la isla. Estrada Palmaprefirió entregarle el gobierno a Estados Unidos antes de reconocer lajusteza del descontento nacional. Dio así luz verde a la segunda inter-vención norteamericana en Cuba, esta vez encabezada por el tristementecélebre Charles Magoon. Este representante norteamericano puso demanifiesto todas sus artes para corromper al pueblo cubano. Una de lasprimeras medidas de su gobierno fue otorgarles puestos importantes alos principales promotores de la insurrección liberal, para tranquilizarlesy así evitar que constituyeran un obstáculo en su carrera malversadorade los fondos públicos.Durante los años 1907-1908, Evaristo Estenoz líder negro cubano, or-ganizó reuniones a lo largo de todo el país con el fin de crear un PartidoIndependiente Negro. Según sus propias palabras, con su posiciónradical aspiraba a conseguir la parte proporcional de los beneficios dela independencia que le pertenecía a los de su raza. Estenoz sosteníaque las promesas hechas por los liberales se habían quedado en eso,en palabras. Los liberales, una vez recibidos los puestos públicos queambicionaban, se habían olvidado de la situación de sus compatriotasnegros, a quienes habían utilizado para la rebelión. No obstante losargumentos de Estenoz, El Partido Independiente de Color sólo repre-sentó a un pequeño número de la población negra. En las eleccionesde 1908 obtuvo nada más que 2000 votos para sus candidatos. Y cuandodecidieron ir a las armas en 1912, en sus filas agruparon a algo más de2000 descontentos. Esta rebelión fue sofocada casi de inmediato, al nocontar con el apoyo suficiente del resto de la población. El costo para lapoblación cubana de ese conflicto que duró apenas dos meses fue de3000 compatriotas muertos. Así se escribió una de las páginas más tris-tes y vergonzosas de la historia de la República.Es bueno señalar que los líderes negros, en su mayoría, se opusieron ala creación de tales movimientos y consideraban que, a pesar de la discri-minación racial, la situación del negro en general había mejorado desde la

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abolición de la esclavitud hacía apenas 30 años. Atribuían las causas delracismo simplemente a las presiones extranjeras y no a una política delos cubanos.Después de estos acontecimientos la vida del negro en la República nomejoró sustancialmente, aunque sí hubo algunos avances en lo social.En la década del treinta los negros cubanos a través de revistas y socie-dades de color lograron manifestarse. Muchas publicaciones se hicie-ron eco del sentir del negro. Un ejemplo claro lo podemos apreciar en larevista del Diario de la Marina, que dedicó una sección dominical altema negro. En su columna fija, llamada “ideales de una raza”, el perio-dista negro Gustavo E. Urrutia, una vez expresó:

Ahora ya logrado nuestro progreso cultural y dotados de todaslas condiciones requeridas para vivir dignamente en nuestro país,venimos en el ritmo pacífico de la República a pedir cordialmenteun papel activo en las funciones edificantes de la vida cívica cubana(no es un atisbo mezquino a las nóminas del estado), para trabajarcon ellos en pro de Cuba en idéntico modo que conspiramos yguerreamos por la independencia, todos juntos y a la vez.

En el gobierno de Gerardo Machado, de 1925 a 1933, hubo una mejora enla representación de los negros en los órganos de poder. El generalManuel Delgado ocupó tres importantes secretarías: agricultura, inte-rior y comunicaciones. Manuel Capestany fue nombrado subsecretariode justicia, Ramón Vasconcelos y el doctor Raúl Navarrete fueron desig-nados para el servicio exterior.Machado también rindió homenaje al héroe negro Antonio Maceo,cuando firmó una ley que declaraba el 7 de diciembre como día de duelonacional.Machado se convirtió en un dictador, y a través de su cooperativismopolítico eliminó todos los pilares de la democracia de la época, afectandode esta forma a todos los integrantes de la sociedad.Una década después, con Batista en la presidencia, la revista NuevosRumbos emprendió una campaña para denunciar la discriminación exis-tente en las playas y en los alquileres de viviendas.Por otro lado Bohemia, en 1943, analizaba a través de los censos realiza-dos desde 1899 el progreso conseguido por los negros en la República.El periodista decía:

...que tanto por su propio afán de superación, como por la protec-ción legal que constitucionalmente se le ha otorgado (no sin que

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todavía reclame lucha), el ciudadano negro ha avanzado notable-mente. Las estadísticas demuestran que el progreso del negro cu-bano, desarrollado en las peores condiciones económicas y socia-les, es hoy por hoy uno de los aspectos más destacados de la vidanacional...9

En el año 1948, con Carlos Prío en la presidencia por el Partido Revolu-cionario Auténtico, la situación del negro no cambia. En un artículopublicado en la revista Hoy, el periodista Severo Aguirre puntualizó:

...Hoy como ayer, al negro cubano no se le admite ni como jefe dedespacho de un Ministerio ni como administrador de aduana; nose le da el más mínimo chance para colocarse de oficinista en nin-guna empresa privada, ni se le admite como dependiente en lastiendas, restaurantes, cafés y bodegas; en las casas de apartamentono se le alquila, tampoco en los hoteles llamados de primera ni enmuchos de segunda.10

El Partido Socialista de Cuba influyó en la mejora de las condiciones delos obreros y en particular del negro. Muchos dirigentes sindicales ne-gros militaron en sus filas y desde allí representaron a la clase obreracubana en general. Por sólo citar algunos ejemplos tenemos los casosde Jesús Menéndez, Aracelio Iglesias, Lázaro Peña y Blas Roca. Laemisora “Mil Diez” (1010), propiedad del partido, ofreció a cubanos deorigen africano la oportunidad de expresarse en programas socio-políti-cos y culturales. En el campo de la música popular, debutaron en lasondas de dicha emisora músicos importantes de los cincuenta, comoCelia Cruz y la Sonora Matancera.Las sociedades de socorro y beneficencia como la “La Unión Fraternal”,“El Club Social de Buenavista”, “La Tropical”, y “Los Amalianos”; “ElClub Atenas”, en Santiago de Cuba; “Moncada” y “La Nueva Era” enGuantánamo, le permitieron al negro acceder a la educación y a algunosempleos vedados para los de su raza.No obstante, había colegios, sobre todo religiosos, como el de Belén enla Habana, que no aceptaban en general a niños negros. Existían inclusograndes almacenes que no atendían a clientes negros, pisos de alquiler

9 REDONDO, Alberto. “¿Progresa o se estanca el cubano negro?”. Revista Bohe-mia, 23 de marzo de 1947, n.º 12, p. 10.10 AGUIRRE, Severo. “El PRC no defiende a los negros”. Hoy, 5 de mayo de 1948, p. 2.

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que no querían inquilinos negros y en los trabajos de cuello blanco seveían pocos negros.En resumen, a pesar que desde el primer gobierno de la República losnegros tuvieron representantes en el Senado (en el segundo gobierno elpresidente del senado era negro), a pesar de que la Constitución prohi-bía la discriminación racial; a pesar de que tuvieron más acceso a todoslos sectores de la sociedad (25 cubanos de raza negra formaron parte delaparato legislativo del país, contando solamente a quienes ocuparonpuestos relevantes como concejales, representantes, senadores y go-bernadores de provincia),11 a pesar de todo esto, la discriminación racialestuvo presente siempre a lo largo de toda la República. Tal vez, el negrocontó con medios para ejercer la lucha, tal vez pudo expresar su des-acuerdo con la horrenda situación que vivía cotidianamente, tal vezpudo organizarse en clubes y asociaciones de beneficio que aliviaran susituación. Pero todas estas medidas fueron insuficientes para que elnegro en la República se equiparara con su compatriota blanco.

PROBLEMA RACIAL EN LA CUBA ACTUAL

Desvelar el carácter racista de la sociedad cubana actual resulta real-mente difícil. Antes deberíamos analizar a este país con todas suscaracterísticas, tratando de no hacer un paralelo comparativo con otrassociedades donde existen parámetros totalmente diferentes al casocubano.La dificultad de analizar la actualidad de Cuba, entre otras razones, radicaen la carencia de estudios referentes para establecer criterios seriossobre el tema.La sociedad cubana actual, como en su momento las de Europa deleste, adolece del elemento fundamental para su desarrollo: la sociedadcivil. El gobierno de Castro, desde el mismo triunfo revolucionario seha encargado de desmontarla pieza a pieza. Esta característica, ahoramuy particular de Cuba, nos obstaculiza tomar muestras sociales exac-tas o por lo menos relativas de los elementos que forman el fenómenoque deseamos analizar. Por eso, cualquiera que intente establecer al-

11 LÓPEZ MONTENEGRO, Omar. “De verdades a medias a la acción negativa:Relaciones raciales y estructuras de poder en Cuba”.

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Sólo existe un sentimiento palpable en los ciudadanos, sólo existe elcriterio aritmético que permite comparar la presencia de representantesde determinado grupo étnico en las esferas de poder o en las institu-ciones más importantes del país. Pero estos elementos no bastan parahacer un análisis serio de un hecho que golpea a la sociedad cubana.Nos encontramos ante la escena de un crimen perfecto, cometido porun conocido profesional de la delincuencia que mata, tortura, esclaviza yextorsiona a sus víctimas a la luz del día con el rostro al descubierto yparadójicamente no deja ni una huella que le pueda inculpar. Vayamosentonces por partes y podremos establecer algunas pautas de estefenómeno.

ESPACIO SOCIAL CUBANO

Cuba es un país que vive desde hace más de 43 años bajo la represiónde un régimen totalitario, dictatorial, de gobierno unipersonal, dondelas instituciones sociales carecen del más mínimo de los sentidos. To-das las instituciones son parte de la tramoya escenográfica del dicta-dor para, de cara el exterior y de muchos incautos internos, dar unaimagen más suave de la esencia y la realidad cubana. Dicho de otraforma, en Cuba no existe más poder legislativo que el Congreso deFidel Castro, no existe más poder ejecutivo que el mando de FidelCastro, no existe más poder judicial, que la justicia de Fidel Castro, noexiste más prensa que la prensa de Fidel Castro, no existe más Cartamagna que la palabra de Fidel Castro, ni más partidos políticos que elpartido de Fidel Castro.Dentro de este marco viven 11 millones de personas, de ellas dicenalgunos censos que el 51% son mulatos, el 27% blancos y el 24% sonnegros. Si somos más radicales podemos decir mulatos y negros consti-tuyen el 75 % de la población y el resto son blancos.12

gún criterio sobre las relaciones raciales en Cuba va a tropezar con lacarencia de datos concretos, cifras, análisis, encuestas o documentosdonde apoyarse para establecer las bases de un criterio de discrimina-ción racial.

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12 Existen censos que señala que la población blanca en Cuba constituye el 61 porciento.

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De ellos tienen mayor presencia en los órganos de poder -recuerden quedijimos antes que todos son meramente escenográficos- los represen-tantes de la raza blanca en Cuba.Ya tenemos un dato, los blancos mandan en Cuba, los blancos ocupan laesfera del poder en Cuba. Si, realmente esto es cierto, pero tiene un granmatiz: el poder está en manos únicamente de Fidel Castro.Hagamos un poco de historia. Cuando triunfa la revolución cubana, lagran mayoría de los jefes del ejército de Fidel Castro eran blancos. Poreso, y como muestra de agradecimiento a su lealtad y esfuerzo, fueronellos los que ocuparon los cargos de dirección de todas las institucio-nes importantes del país, los ministerios, las direcciones de las grandesempresas, la dirección de las Fuerzas Armadas, etc. Estos a su vez hanpasado el testigo de mando a sus hijos y a gente de su círculo de amigosíntimos que, por lo general, también habían pertenecido a las fuerzasrevolucionarias de Fidel Castro. En esta elite de poder desde un iniciohubo pocos negros, y como nunca se ha relevado en pleno, todavíasiguen siendo minoría. Esto no significa que no haya entre ellos algunosrepresentantes de la raza negra decorando estas instituciones desde elprincipio mismo de la Revolución.

OPORTUNIDADES DE LOS DIFERENTES GRUPOS SOCIALES

Desde el triunfo de la revolución la situación del negro se aparejó con lade su compatriota blanco. Las oportunidades en cuanto a educación,sanidad, remuneración económica son las mismas que poseen los blan-cos. El racismo queda desterrado legalmente y constituye un delito todotipo de discriminación, ya sea por sexo, raza o edad.Pero con la revolución no se borran los prejuicios raciales y aunque seacepta al negro como compañero de obra y no se le discrimina pública-mente por el color de su piel, en círculos más estrechos e íntimos aún sesiguen viendo como seres diferentes. Los chistes raciales se cultivan,los padres blancos prefieren que sus hijas aspiren a un esposo de supropia raza. El concepto de belleza sigue siendo el creado en Hollywood.La revolución en estos aspectos no llega a los rincones de la concienciade quienes ellos llaman el hombre nuevo. Y por consiguiente, aunquelas oportunidades son las mismas para todos los cubanos, el negrojuega con la desventaja histórica y la agravante actual de no poderprotestar por ninguna vía legal. Todo lo contrario, debe estar agradecidoporque por primera vez en la historia de Cuba un gobierno lo trata deigual a igual y por eso le recuerda todos los días de forma terapéutica,

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que si no fuera por la revolución, aún seguiría viviendo en la trastiendade la patria.A raíz del tercer congreso del Partido Comunista de Cuba, Fidel Castroreconoce que los negros tienen poca presencia en los órganos de direc-ción del país. Por ello crea una especie de discriminación positiva, dondesupuestamente los negros jóvenes, revolucionarios, tendrían mejoresoportunidades con relación a los blancos en iguales condiciones. Estopudo funcionar en un principio, pero en la realidad, pocos negros seincorporaron en este empujón revolucionario. Y en la actualidad siguesiendo insignificante la presencia negra en los órganos de dirección delpaís.

LOS NEGROS EN LA REVOLUCIÓN

En este marco social el negro puede adoptar cuatro posturas para alcan-zar su pleno desenvolvimiento.

1- Aprovechar la oportunidad histórica para reivindicar la valía desu raza.2- Segregarse y marginarse en círculos totalmente raciales dondese siente más seguro.3- Creerse inferior y servir a los de los blancos como forma desubsistencia.4- Vivir la vida como un ser humano normal sin darle más importan-cia al color de su piel que el que realmente tiene: “ninguno”.

1- Los que aprovechan la oportunidad histórica para demostrar la valíade su raza se pueden catalogar como racistas pasivos. Ellos cargan ensus conciencias el peso de su raza como una imagen que deben cuidar.Hablan del orgullo de ser negros, del esfuerzo que deben realizar paraque los blancos no les vean como seres inferiores. Cada paso en su vidaes una competencia. No pueden darse el lujo de demostrar su lado débil,su lado humano. Creen que el negro debe esforzarse doblemente paraobtener la mitad de beneficio que el blanco. Utilizan el lenguaje política-mente correcto en público, pero en su círculo de amigos tratan de ro-dearse de negros o blancos claramente no racistas. Al comenzar unargumento con sus semejantes siempre enarbolan una frase parecida aesta: “Recuerda que somos negros”. Este fenómeno no es más que lareacción directa a ese pensamiento tan arraigado en la conciencia racistacubana: “Tenía que ser negro”.

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2- Sin embargo, piensan inconscientemente en que al ir escalando en lacurva social van destiñéndose y alcanzando la blancura del saber. Unnegro doctor es más blanco que un negro zapatero.3- Los segregados no resisten la “competencia”, no están dispuestos aestar demostrando día a día cuanto valen y prefieren hacer una vida máslimitada en círculos negros donde ser negro no constituya un agravante.En público, cuando son minoría, apenas se hacen notar, todo lo contem-plan desde las negras barreras de sus horizontes mentales. Cuando sonmayoría tratan de demostrar los estereotipos “positivos” que la socie-dad tiene de los negros. Los exhiben como un atributo de orgullo, comosímbolo racial. Los negros son más fuertes, más valientes, más hombres,mejores bailadores y portadores de mayores atributos sexuales.4- Esta segregación es el resultado de la existencia de prejuicios raciales,de la indefensión que sienten estos negros ante un sistema que, aunqueno los discrimina, se hace de la vista gorda y no actúa debidamentecontra las acciones racistas existentes.5- Los que se sienten inferiores son pocos. Estos utilizan el servilismocomo forma de supervivencia. Incluso llegan a creerse merecedores detodas las injusticias que oculta el racismo. Se desarrollan en círculos deblancos, pero tienen bien sabido cuáles son sus limitaciones. Hay dostipos: el primero esta formado por negros inteligentes, que todos losdías demuestran que pueden ser tan buenos médicos, por poner unejemplo, como sus compañeros de otra raza. Utilizan esta capacidad para“ayudar” a sus blancos colegas y hacerse “imprescindibles” en suspuestos de trabajo o en sus círculos de amigos. Los segundos de estacategoría están allí para contar chistes, hacer trabajos pesados a cambiode migajas y favores. Admiran a los blancos, a lo que han alcanzado, yentre los negros se sienten incómodos. Es como estar en el atraso.Todos los días de su vida se arrepienten de ser negros.6- ¿Qué hace la sociedad para evitar tales complejos? ¿Por qué se sien-ten abochornados de ser negros? La respuesta es precisamente la quenos lleva a cuestionarnos la existencia en Cuba de un equilibrio justoentre las razas. Estos negros buscan el “adelanto” a través del matrimo-nio o prefieren, a pesar de sus capacidades, vivir a la sombra de unhombre blanco.7- Los que entienden que existe el racismo pero no se dejan arrastrar poresta red. Estos negros sufren con las tres anteriores posiciones, discre-pan de ellas aunque las entienden. No tratan de demostrar que son taninteligentes como los blancos, lo asumen, mucho menos se muestran

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serviles o marginados. Saben que hay sutileza racista, piensan que estoconstituye un atraso social que se elimina solamente en sociedadesdemocráticas donde todos los sectores puedan ejercer la palabra. Sonconsientes que el racismo en Cuba es el resultado directo de la falta dedemocracia y el resultado de una sociedad en la cual no se puede disen-tir abiertamente de las posiciones fijadas por el régimen. Creen en elhombre y son contundentes contra cualquier manifestación racista, tantode un lado como del otro. No hacen círculos raciales, y piensan en elhombre como un único ente social.

LOS VERDES CLAROS PRIMERO

La revolución realmente eliminó las diferencias raciales, pero desgraciada-mente para ello no elevó al negro al lugar que ocupó el blanco antes de1959, todo lo contrario, “ennegreció” la situación general de la sociedad.Antes existían barrios donde los negros no podían entrar si no eran deservicio. Ahora existen esos barrios a los cuales los cubanos de a pie,sea cual sea el color de su piel, no pueden entrar. Antes los negros nopodían entrar en ciertos hoteles, ahora los cubanos no pueden pisarninguno de los hoteles que existen en Cuba, cualquiera sea el color desu piel. Antes los negros no podían aspirar a las mejores plazas labora-les, ahora las mejores plazas laborales se le otorgan a los cómplices delrégimen sin importar el color de la piel que estos posean. Entonces ¿cuales la diferencia?La diferencia se puede explicar a través de un chiste popular cubano:Está un grupo de hombres discutiendo quién debe entrar primero a unautobús. De esos autobuses que hay en Cuba, feos, sucios, ruidosos,sin aire acondicionado y que circulan en muy pocas ocasiones. No losautobuses lujosos de los turistas extranjeros. Los negros decían queellos deberían ser los primeros y los blancos sostenían lo contrario.Llegó el conductor y al ver esa fea discusión les trató de hacer concien-cia al grupo, explicándole lo improcedente que era ser racista.Parece mentira que en pleno siglo XXI estemos discutiendo sobre razas,en la revolución los hombres no tienen raza, los revolucionarios todossomos iguales.Entonces propuso una singular idea para organizar la cola:Hagamos una sola fila imaginando que todos somos verdes como eluniforme del glorioso comandante en jefe, pero por favor, los verdesclaros primero.

César Menéndez

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Así entraron todos al autobús, sin percatarse de la discriminación deque habían sido víctimas. Este chiste engloba cual es el estado real delas cosas en la historia reciente cubana. Ninguno de los que discutía porentrar al autobús se fijó en que los autobuses para extranjeros circula-ban vacíos. Todos se conformaron con pelear contra el compatriota paraobtener las migajas de poder entrar en el sucio, caluroso y ruidoso auto-bús. En tal bronca todos los argumentos son válidos para derrotar alcontrario, incluso el de la raza.Ese es el juego sutil cubano, los blancos para mantener las pequeñasparcelas de poder, que se imaginan poseer, se agrupan y rechazan todolo raro. Por eso levantan la bandera de la revolución y la igualdad por unlado, mientras que por el otro discriminan y se quejan de la falta delibertades. Es el juego de la doble moral, impuesta por el terrorismo deestado a que está sometido el pueblo cubano.También existen blancos racistas convencidos, como en todas partesdel mundo, pero estos tampoco pueden expresar sus sentimientos enninguna parte públicamente.

PRIMERAS CONCLUSIONES

¿Existe realmente racismo en la Cuba actual? Debemos decir de formacontundente, SÍ.¿Es el racismo un problema esencial en la Cuba actual? No, creo que esmás importante centrarnos todos en la lucha por la democracia. Una vezalcanzada ésta, dispondremos de un marco legal donde se pueda hablarlibremente de todos los problemas que aquejen a la futura sociedad,entre ellos el del racismo en todas sus manifestaciones. Desviar nuestraatención ahora al problema del racismo, es debilitar las fuerzas que tene-mos para impulsar el carro de la democracia.¿Es política del gobierno que haya racismo? No podría afirmarlo conseguridad. Lo único que podemos decir es que el gobierno saca benefi-cio de este fenómeno, porque constituye una amenaza latente al negro,que constituye casi el 65 por ciento de la población -esa amenaza lerecuerda lo que podría ocurrir en Cuba con un cambio de gobierno. Esdecir,

si ahora que nos esforzamos para que los negros y los blancossean todos iguales y sin embargo se dan estas manifestacionesracistas (prohibidas por ley), cómo será cuando lleguen los deMiami que han sido racistas de toda la vida.

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Con esta carta se juega y se extorsiona la mentalidad de los negros. EnCuba puede haber corporaciones comerciales de gran importancia eco-nómica en las cuales todos los que trabajan son blancos, pero imagínesequé pasaría si a un negro gerente se le ocurriera emplear sólo a negros.Esto sería rápidamente analizado por el partido como un acto racista ycontrarrevolucionario.Por otra parte, los negros son las primeras víctimas del acoso policial.Como es sabido, en Cuba se vive gracias a las más diversas prácticasilegales: el mercado negro, la prostitución, el tráfico ilegal, etc. Lasúnicas tiendas que tienen productos de primera necesidad son lasllamadas dolarizadas, y nadie en Cuba cobra en dólares a no ser losque delinquen a diario en la calle. Todos los cubanos hemos pasado elumbral legal para garantizar la supervivencia de nuestras familias, hastalos más revolucionarios. La policía, como norma, supongo que no es-tablecida, detiene por su aspecto más a los ciudadanos negros que alos blancos. Un negro con una bolsa en una esquina, se encuentrapracticando el mercado negro; sin embargo, un ciudadano de otra razaen las mismas condiciones se aprecia como alguien que viene de unacompra y no se le registra el contenido. Lo mismo sucede con lasprostitutas, las negras son las primera que caen en las redadaspoliciales. De mis experiencias personales pudiera contar muchas anéc-dotas: los negros no pueden salir sin carné de identidad, son los máspropensos a ser llamados por la policía para identificarse. A mí, en unanoche me han pedido tres y cuatro veces identificación. Este hecho lohe comentado a amigos blancos y me han confesado que a ellos jamásen la vida les han pedido que se identifiquen. Incluso alguno ha llegadoa sugerir que yo tenía cara de delincuente. Más tarde, reflexionando,me di cuenta que lo que yo tenía era “color de delincuente”. En Cubahay un dicho que refleja muy bien este aspecto: “todos los pájaroscomen arroz, pero sólo el Totí paga”.

EL COLOR Y LA DISIDENCIA

No obstante todas las presiones que sufre el negro por el supuestocompromiso moral con la revolución de Fidel Castro, muchos están tra-tando de cambiar la realidad cubana.Un grupo de opositores de distintas corrientes políticas creó años atrásel Movimiento de Integración Racial “Juan Gualberto Gómez”, que tieneentre sus objetivos luchar en contra de la discriminación racial en la isla.

César Menéndez

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Entre las más de 400 organizaciones disidentes que actúan en Cuba, haytambién líderes negros que se oponen pacíficamente a la dictadura deFidel. Debo resaltar a dos figuras: una el Doctor Oscar Elías Biscet,presidente de la organización Lawton de Derechos humanos, condena-do a tres años de prisión, el 25 de febrero de 2000 -bajo el cargo de ultrajea los símbolos de la patria- después de haber colgado al revés unabandera cubana desde su balcón.La otra figura es Vladimiro Roca, presidente del Partido Social DemócrataCubano, condenado a cinco años de privación de libertad tras hacerpúblico el documento titulado “La patria es de todos”, donde se analizala situación actual de Cuba y se llama a las autoridades y a todos loscubanos a participar en los cambios que necesita el país.Al observar con horror lo anterior me surgen algunas preguntas: ¿quésentencia se merece quien tiene de cabeza a la patria, la patria real dehombres y mujeres, la patria de todos los días, la tangible, la patria denuestras vidas simbolizada en esa bandera colgada de cabeza que noacaba de despertar?¿Qué condena se merece ese usurpador empecinado en demostrarnosque él es el único propietario de la patria, y encarcela o intimida a todosaquellos, sin importar el color de su piel, que piensan que la patria es detodos?Algún día la patria de todos le condenará.

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Análisis sobre elconstitucionalismo en Cubaen el siglo XX

Leonel Antonio de la Cuesta

Quiero agradecer a los organizadores de este acto la oportunidad queme brindan para expresar mis ideas respecto a un tema sobre el quevengo reflexionando desde hace unas tres décadas. En 1973 afirmé queel constitucionalismo es una constante en la historia política de Cuba,cuyo origen hay que situar aproximadamente a principios del siglo XIX,o quizá mejor, con la generación de Arango y Parreño.1 No he de seguiradelante sin recordar a Marco Tulio Cicerón quien decía que debíamosiniciar toda discusión definiendo aquello que vamos a explicar. Estanecesidad intelectual se hace más urgente cuando, como en este caso,se habla del constitucionalismo, un concepto que no maneja con fre-cuencia el ciudadano promedio. El Diccionario de la Lengua Española,de la Real Academia, en su última edición (p. 428) defineconstitucionalismo como: “sistema político regulado por un texto cons-titucional”, y también : “ideología partidaria de ese sistema político”.Obviamente, hay que definir también la palabra constitución de la cualse deriva constitucionalismo.El vocablo constitución tiene una curiosa evolución semántica. En la an-tigüedad clásica, donde parece haber surgido esta palabra, tenía un con-tenido y sentido semejante al que posee hoy, sobre todo en Grecia. EnRoma era una ley que durante la época del Imperio establecía el princepsmediante documento escrito. Durante la Edad Media el término pasó allenguaje canónico2 y su campo semántico se extendió considerablemente.

1 Véase mi artículo “El constitucionalismo: una constante en la historia cubana”.Exilio. Revista de humanidades. Invierno-primavera de 1972-73, pp. 107-122.2 Constitución vino a significar las reglas por las que regían sus vidas los monjes y

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El concepto de constitución en su sentido moderno surge en la ÉpocaContemporánea, después de la Revolución Francesa de 1789.Específicamente durante el Directorio, cuando apareció, en su sentidode norma escrita y codificada, en las repúblicas italianas creadas durantela primera etapa del bonapartismo.3 En el mundo de las doctrinas políti-cas la inmensa mayoría de los tratadistas opinan que la constitución ensu sentido actual es producto del racionalismo, doctrina que informaraal movimiento iluminista francés y más tarde sería desarrollada hasta susúltimas consecuencias por el pensamiento liberal clásico del siglo XIX.Para los iluministas el gobierno de la cosa pública debía estar organizadoen forma coherente, racional, lógica y expresado de manera que fuerade fácil conocimiento. La doctrina liberal, por su parte, proclamó lanecesidad de organizar la sociedad política en función del individuo,defendiéndolo del poder omnímodo del Estado, encarnado entoncesen los monarcas de derecho divino. Esto, institucionalmente, se con-seguía mediante la proclamación de los derechos del hombre y delciudadano y la escrupulosa reglamentación de las funciones atribui-das a los diversos poderes y órganos del Estado. Lo que presuponía elacatamiento a un código o ley suprema.4 Esa ley debía ser la base delorden jurídico del Estado, y por ende, sería nulo y sin valor legal todoacto del gobierno o de los ciudadanos que fuera en contra de lo esta-tuido en la misma. Su acatamiento era en definitiva esencial a la buenamarcha de la cosa pública.No podría seguir adelante sin brindar una definición clara y precisa de loque se entiende hoy en día por constitución o lex fundamentalis de unanación-Estado, forma política que han adoptado la casi totalidad de losEstados soberanos de nuestro tiempo.

frailes. Después, o quizás coetáneamente, aparece el término constituciones apos-tólicas que son los mandatos solemnes del Papa cuya observancia abarca a toda laIglesia Católica o una parte de ella. No deben confundirse estos decretos pontificioscon el conjunto de reglas atribuidas a los apóstoles (de autor o autores anónimos) alas que también se llaman Constituciones Apostólicas.3 Hay autores que retrotraen la historia de la constitución a la Edad Media y fijan suorigen en la Magna Carta, otorgada por el rey Juan sin Tierra de Inglaterra allá por1215, donde este monarca reconocía a los nobles, clérigos y burgueses (en el sentidomedieval de esta palabra) determinadas libertades y privilegios frente a su poderabsoluto.4 Es curioso constatar que nación tan constitucionalista como el Reino Unidotodavía hoy no tiene una constitución totalmente codificada, pero ya se sabe que laexcepción confirma la regla.

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Una definición moderna de constitución es la siguiente: “Entendemospor constitución la ley fundamental y suprema de una nación, que definesu estructura política, regula el funcionamiento de los órganos del Estadoy pone límites a sus actividades. Ha de ser estable, duradera y más bienrígida”.5 El autor de esta definición es Fidel Castro y Ruz. El texto apareceen La Historia me absolverá. Como gobernante Castro y Ruz no haseguido su propia definición en las constituciones que ha impuesto alpueblo de Cuba. Su definición se ajusta al modelo clásico, aunque nototalmente, puesto que la necesidad de que la constitución proclame ygarantice las libertades humanas frente al monopólico poder del Estado,sólo aparece implícitamente. Pero bueno, vayamos por partes y no nosadelantemos...Es más que sabido que toda constitución digna del nombre, en su con-cepción moderna, cuenta de tres partes: la orgánica, que estructura lospoderes del Estado; la dogmática, que lista las libertades cívicas y losderechos políticos de los ciudadanos y la cláusula de reforma, que esta-blece la manera de cambiar o modificar el instrumento constitucional.Ahora bien, ninguna constitución tiene valor si no es respetada, si elgobierno, según la fórmula clásica, no la cumple y la hace cumplir. Heaquí la base del constitucionalismo: la implantación de una constitucióny la lucha por su plena y absoluta vigencia. Hacer valer elconstitucionalismo ha sido, dentro del marco europeo y el latinoameri-cano, la esencia de la vida política en el Viejo y Nuevo Mundo durantelas dos últimas centurias. Cuba, como ha de verse, no fue por cierto laexcepción a esta regla. Otro elemento esencial del constitucionalismo loconstituye el Estado de Derecho, que en esencia es el respeto por partedel gobierno de un país tanto a la constitución como también a lasdemás leyes vigentes. Algunos tratadistas llaman a esta fenómeno ladespersonalización de la soberanía, o la autolimitación del Estado. Estainstitución en la concepción marxista del Estado y del gobierno, se llama

Leonel Antonio de la Cuesta

5 Esta definición, en general, concuerda con la definición clásica de constitución yno menciona para nada la enumeración de los medios materiales con que el Estadoasegura a sus ciudadanos los derechos y libertades consignados en la carta, que esprecisamente una de las aportaciones de la Rusia Soviética a la técnica del DerechoConstitucional de nuestros días. Por otra parte, el término “ley fundamental” -queluego aparecerá en la superley del 7 de febrero de 1959- sí es típico del DerechoConstitucional Soviético. Fidel Castro y Ruz: La Historia me absolverá, La Habana,Ediciones de Ciencias Sociales, 1972, p. 26.

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legalidad socialista, pero ambos conceptos no son totalmente igualescomo se verá más adelante.Tras esta breve incursión en el campo de la teoría política, cabe plantearse,¿cómo se ha manifestado el constitucionalismo en la historia política denuestra nación?Hace unos momentos afirmé que, desde que en Cuba aparece el fenómenopolítico hasta nuestros días, éste ha estado estrechamente ligado alconstitucional. Prácticamente todos los movimientos tendentes a modi-ficar la situación política de la Isla, quizás con las excepciones del Refor-mismo y el Anexionismo, se han preocupado por redactar una constitu-ción. Tal vez sería más justo decir que la verdadera excepción la consti-tuyó el Partido Revolucionario Cubano de Martí. Sin embargo, su pro-grama junto con el Manifiesto de Monte Christi sirvieron de base a laConstitución de 1901. De todas maneras, inclusive con alguna excep-ción, es posible postular que casi todas las constituciones cubanas hantenido, aparte de su valor legal, un valor histórico-político, ya que hanconcretado no sólo las instituciones jurídicas y políticas propias deestos documentos, sino también los proyectos de gobierno de los gru-pos que han intervenido en la historia política de la nación. Su implanta-ción y cumplimiento han sido la piedra de toque en las luchas políticascriollas.Por otra parte, si se recuerda que el elemento doctrinal que coloró todoslos partidos políticos del siglo XIX en Cuba fue precisamente el libera-lismo, se sigue que tanto para los separatistas como para los autonomis-tas, la existencia de una constitución y el consiguiente Estado de Dere-cho en la Isla era su ideal máximo. Las discrepancias surgían al tratar dedeterminar qué tipo de constitución así como la extensión, contenido ysentido del Estado de Derecho en sí, nunca su existencia.6

6 Algunos autores consideran anexionista la Constitución de Narciso López. En lamisma se hablaba de proclamar la independencia de Cuba, pero hay quienes sospe-chan que la intención última del prócer venezolano-cubano era de proceder a la SamHouston y anexar Cuba a los Estados Unidos. El problema de la filiación ideológicadel creador de la bandera cubana es uno de los más controvertidos en los anales denuestra historia patria. Escritores de tanta nota como Ramiro Guerra y ManuelSanguily consideran a López anexionista, otros del calibre de Herminio PortellVilay Ramón Infiesta Bagés creen que era separatista. La opinión más matizadaresulta, a nuestro juicio , la del profesor Elías Entralgo, quien sobre este particularopinó que: “ [los] propósitos [de López] eran vagos y personalísimos, y al acometer

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Desde los primeros momentos los separatistas se preocuparon por re-dactar cartas constitucionales como elemento esencial de sus activida-des independentistas.7 Con todo, las constituciones de la República enArmas fueron más anhelo que realidad, debido a lo exiguo del territoriosobre el cual ejercieron su autoridad los gobiernos mambises. Sólo apartir de la Constitución de 1901 es posible hablar de un verdaderoconstitucionalismo cubano. Sin embargo, si, como se vio, se entiendepor constitución un documento escrito cuyas normas remplazan la vo-luntad absoluta y omnímoda del rey en el antiguo régimen, tenemos queconcluir que la Enmienda Platt, que puso a Cuba en estado de tutela ocuratela en relación con los Estados Unidos, impidió que esta cartamarcara el zenit de nuestro constitucionalismo. A pesar de ello, la superleyde 1901 tuvo un significado profundo en la vida política del país y,aparte de su valor legal, fue bandera de reivindicaciones públicas hastael 4 de septiembre de 1933. Inicio sin duda del constitucionalismo tras laindepedencia nacional.Nuestra primera superley de la era republicana fue una constitución decorte liberal clásico; Juan Clemente Zamora la ha llamado, con razón,“constitución individualista”8 pues se inspiró directamente en la consti-tución americana y por ello listó con cuidado los derechos humanos ylimitó la acción del Estado en el ámbito privado, estableciendo la auto-nomía de la sociedad civil. La defensa de las libertades públicas recono-cidas en su texto o, la interpretación de las mismas, propiciaron el naci-miento de los dos partidos políticos tradicionales en Cuba: el Liberal y elConservador. A veces cambiaron de nombre, pero siempre representa-ron dos emociones políticas diversas; sus diferencias no estribaron ensus programas políticos, sino en una serie de factores, entre los cuales

Leonel Antonio de la Cuesta

su empresa no contaba con una solución ciertamente querida.” La cita aparece en lanota al pie, número 239, p. 240 de la Historia Cosntitucional de Cuba, de RamónInfiesta Bagés, La Habana, 1942.7 En referencia a los autonomistas ha dicho el historiador marxista Elías Entralgo:“Coaligación, encabezada en gran número por abogados, asemejaría las luchas polí-ticas a pleitos terminados por transacciones o sentencias. Cada ley administrariva ocivil de España aplicada a Cuba por acuerdo del Parlamento o resolución del Minis-terio de Ultramar era algo así como una sentencia judicial”. Perioca sociográfica dela cubanidad, La Habana, Editorial Montero, 1942, p. 18.8 ZAMORA, Juan Clemente: “Tratado de Derecho Constitucional Cubano, CapítuloI”, publicado en forma de artículo en la Revista Universidad de La Habana, 1948,año 12, número 70, p. 86.

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preponderó la defensa de los valores políticos consagrados en la cons-titución. Los liberales siempre se presentaron como celosos guardianesde las libertades republicanas y acusaban a los conservadores de violarlos derechos ciudadanos, sobre todo el del sufragio. Salvo Machado,ningún presidente liberal aceptó la reelección. En cambio, los conserva-dores siguieron la práctica contraria. Estos últimos acusaban a los li-berales de ser malos administradores y señalaban el peculado, el nepo-tismo y el prebendaje como típicos productos del liberalismo, aunque dehecho también ocurrían en los gobiernos conservadores. Finalmente,los conservadores no acudieron nunca a la rebelión, mientras que losliberales, tanto en 1906 como en 1917, no dudaron en usarla como armapolítica. Ambos partidos fueron de tendencia caudillista y ninguno deellos llegó al estadio del “encuadramiento de masas” de que hablan lossociólogos políticos contemporáneos. Esto no obstó para que provoca-ran la vergonzosa intervención americana de 1906 a 1909. Aquello deque en Cuba “nada se parece más a un liberal que un conservador”, escierto, pero sólo parcialmente, puesto que si ambas agrupaciones aspira-ban al poder por el mero hecho de disfrutarlo, su diferente actitud hacia laslibertades públicas y los derechos cívicos plasmados en la Constituciónde 1901, su constitucionalismo, les dio un perfil político diferente.Este sistema de democracia formal -de hecho un sistema de turnismo- sedesplomó debido al progresivo apartamiento entre los dirigentes tradi-cionales y las masas electorales, lo que dio origen a la formación denuevos partidos. Fue precisamente un problema constitucional: la pró-rroga de poderes del presidente Machado, el que vino a servir de catali-zador a esta crisis. Los cuatro primeros años del gobierno de GerardoMachado y Morales han sido calificados por algunos historiadores tra-dicionales como muy positivos, aunque otros como Hugh Thomas nocomparten este juicio.9 De cualquier manera su ambición de continuar enel poder le llevó a propiciar la fórmula del cooperativismo político, mer-ced a la cual se eliminaba a la oposición al no permitir la formación denuevos partidos políticos, y se burlaba así el derecho a postular, que esal fin y al cabo tan esencial para el proceso democrático como el derechode elegir.

9 El citado erudito inglés, en su obra Cuba: the pursuit of Freedom (Nueva York,1971), mantiene que Machado tenía orígenes “rough and crooked” y que su gobiernoestuvo presidido desde el primer momento por la soberbia, la corrupción y elcrimen. Véanse las pp. 569-74 de la obra de referencia.

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Esta crisis del constitucionalismo se reflejó en la llamada Constituciónde 1928, que no fue más que una modificación de la del 1901, y en la que,junto con una serie de reformas positivas, como la creación del DistritoCentral en la Ciudad de La Habana, el sufragio femenino y la representa-ción de las minorías en los cuerpos políticos deliberantes, se permitió aMachado reelegirse por seis años. Conste que las reformas positivasnunca se llevaron a la práctica. El artículo 115 de la Constitución de 1901establecía que para modificar su texto era necesario que el Congresoaprobase las reformas específicas a incorporar y que después fueranratificadas -o rechazadas- in toto, por una convención constituyenteelegida a ese efecto. La Constituyente de 1928 modificó el plan del Con-greso, extralimitándose en el ejercicio de sus funciones. Tanto esta in-fracción de la cláusula de reforma, como la evidente falta de apoyo po-pular, hacen que la Constitución de 1928 no se pueda considerar comouna constitución de jure. Fue combatida por los dirigentes de aquellospartidos políticos tradicionales que se habían negado a entrar en elcooperativismo -el ex-presidente Menocal y el futuro presidenteMendieta- y también por los líderes de las nuevas agrupaciones políti-cas: Grau, Chibás, Prío, Martínez Sáenz y en un primer momento loscomunistas. La caída de Machado el 12 de agosto de 1933, propiciadapor elementos que habían participado en la mediación auspiciada por elembajador norteamericano Benjamín Sumner Welles, produjo el resta-blecimiento de la Constitución de 1901. La misma volvió a ser abrogada-esta vez definitivamente- el 4 de septiembre del propio año al hacersecon el poder los elementos de la oposición que habían estado al margende la mediación extranjera. De 1933 a 1940 el país se vio sacudido porviolentas convulsiones políticas que renovaron el afán constitucionalistael cual se plasmó en los Estatutos de Gobierno de 1933, en los que GrauSan Martín abrogó unilateralmente la Enmienda Platt como parte de laconstitución de la República, así como en las Leyes Constitucionales de1934 y 1935.La generación que propició la caída de Machado interpretaba el fracasode lo que pudiéramos llamar la “Primera República Cubana” en funciónde su estrecha dependencia con los Estados Unidos y la falta de comu-nicación con los elementos de la masa popular; de ahí que su ideologíaestuviera marcada por un fuerte anti-imperialismo -puesto entonces demoda a escala continental por el peruano Haya de la Torre y su APRA-y una vigorosa conciencia de la problemática económico-social. Sinembargo, esta generación no produjo dirigentes capaces de canalizar deinmediato esas ansias rectificadoras, salvo Antonio Guiteras, cuyas re-

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formas sociales: jornada máxima de ocho horas, rebaja de las tarifas delos servicios públicos de teléfono y alumbrado, nacionalización del cin-cuenta por ciento de los puestos de trabajo, etc., se incorporaron defini-tivamente al derecho usual de la nación. Por otra parte, Batista, aupadopor algunas figuras de la política tradicional y finalmente bendecido porWashington, logró escamotear la Revolución de 1933 imprimiéndole uncontenido totalmente militar.Desde el momento de la caída de Machado se planteó la necesidad deredactar una constitución que institucionalizara los logros de la Revolu-ción de 1933. El primer dilema fue determinar qué debería hacerse primero.La oposición propiciaba la fórmula “constituyente primero y eleccionesdespués”. Batista, apoyado ya por los comunistas y parte de las figurasde la política tradicional, optó por la fórmula inversa, lo que provocó elretraimiento de la oposición liderada por Grau San Martín. Después, lacrisis institucional que trajo la destitución amañada del presidente Mi-guel Mariano Gómez (elegido en 1936) precipitó la convocatoria a unaconvención constituyente, a la que se dieron poderes soberanos, aun-que comprometiéndola a terminar sus trabajos antes de la renovación demandatos en 1940. Como no había antecedentes autóctonos aplicablesa los nuevos rumbos del derecho constitucional, se siguieron las orien-taciones de la Constitución de la Segunda República Española y la de laRepública Alemana de Weimar. Se incluyeron por oportunismo político,regulaciones a todas luces extraconstitucionales, como la millonésimaen el pago a los maestros públicos, por no citar más que una.10 Si se veeste documento desde otra óptica es posible afirmar que, como produc-to de un compromiso, la Constitución fue lo suficientemente ambiguapara ser tomada como bandera tanto por tirios como por troyanos y quemuchas de sus normas nunca llegaron a tener vigencia plena. No obs-tante, por la veneración formal que todas las agrupaciones políticas leprestaron, llegó a convertirse en un mito político, dando a esta palabra

10 Como bien dice Hugh Thomas: “…to implicate controversial legislative ideas inthe text of a Constitution means that opposition to those measures may lead todiscussion, criticism or even denunciation of the Constitution itself.” No obstante,este autor reconoce que “Despite these shortcomings the Constitution of 1940marked a real attempt at social democracy”, pues para él “It was very much a post-New Deal Document”. Desde el punto de vista de los sociólogos políticos, el eruditoinglés mantiene que “This new Constitution was one of the most serious politicalachievements of the Cubans, and it was certainly achieved as a result of an unusualdegree of cooperation between the different politicians”.

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su sentido moderno de fuerza social que hace mover a los dirigentes y alas masas, y cuya validez y eficacia están más allá de toda crítica.Al igual que con la Constitución de 1901, el respeto a la plena vigenciade la nueva carta -que en mucha mayor escala que la anterior podíaconsiderarse como un programa político- se convirtió en tema obligadode las elecciones que cada dos años, entre 1940 y 1952, se llevaron aefecto en el país. Fue así, como un verdadero hito en el desarrollo delconstitucionalismo cubano. La necesidad de aprobar ciertas leyescomplementarias de la Constitución11 contribuía asimismo a mantenerlaen el tablado político. Resulta lógico que cuando Fulgencio Batista en1952 decidió interrumpir el ritmo constitucional que él mismo había ini-ciado en 1940, su primera justificación fuera acusar a Carlos Prío Socarrásde haber anulado de hecho la vigencia de la Constitución y de proponersedar un golpe de Estado para impedir las elecciones convocadas para el 1de junio de 1952.Si se analiza con cuidado el proceso que va del 10 de marzo de 1952 hastael 31 de diciembre de 1958, se comprueba fácilmente que tanto lospersoneros del régimen de facto, como los de la oposición, trataron depresentarse como los campeones de la defensa de la carta de 1940, comolos verdaderos constitucionalistas. Batista, tras hacerse “elegir” presi-dente en noviembre de 1954, “restauró” la superley de referencia y tratóen todo momento de mantener una apariencia de régimen constitucio-nal. Esto posiblemente contribuyó a precipitar su caída. Además, en susEstatutos Constitucionales del 4 de abril de 1954 reprodujo casi literal-mente el articulado de la Constitución del cuarenta, salvo, claro está, laparte orgánica. Además, una lectura cuidadosa de La Historia me ab-solverá, que fue de hecho la base doctrinal de todo el movimiento castristaen la etapa insurreccional, muestra que Fidel Castro y Ruz no propuso

Leonel Antonio de la Cuesta

11 Batista no se preocupó en lo absoluto por la aprobación de las leyes complemen-tarias. Grau sólo hizo aprobar la ley de colegiación profesional obligatoria, aunqueal principio de su gobierno tuvo la excusa de no contar con mayoría en las cámaraslegislativas. Prío fue, en el orden institucional, grandemente fecundo. Durante sugobierno se aprobaron las leyes sobre bateyes de los ingenios, y los contratos dearrendamientos rústicos y aparcería; se crearon numerosas cajas de seguros socialesy se votaron varias de las leyes complementarias de la Constitución de 1940: BancoNacional de Cuba (1948), Ley Orgánica de los Presupuestos (1949), Ley del Tribu-nal de Cuentas (1950), Ley de Universidades Privadas (1950) y Ley Orgánica de lasProvincias (1950). Así y todo quedaron sin aprobar la mayoría de las trece leyescomplementarias que disponía la superley.

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entonces otra cosa que una restauración de la propia carta, amén de unaaplicación extensiva de la misma. La superley de 1940 debía ser restable-cida tan pronto como triunfara la Revolución.12

El 5 de enero de 1959 Manuel Urrutia Lleó, designado presidente por elpropio Castro, publicó una proclama por la cual el Consejo de Ministrosse arrogaba la función legislativa que la Constitución de 1940 atribuía alCongreso de la República. Resultó evidente que con esta proclama seratificaba la intención del Gobierno Provisional de la Revolución de res-taurar dicha superley, pero también anticipaba que tal restauración nosería inmediata. De hecho, el 13 de enero de 1959 el Consejo de Minis-tros se atribuyó el poder constituyente -tal como había hecho Batista- ymodificó cinco veces la Constitución. Dichas modificaciones: restable-cimiento de la pena de muerte para los delitos no militares, autorizaciónde la confiscación de bienes como pena accesoria, establecimiento de laretroactividad de la ley penal, suspensión del derecho de habeas cor-pus, etc., constituyeron una repudiación abierta a algunos de los princi-pios de derecho consagrados por la superley del cuarenta y constituyó,además, un quebrantamiento del Estado de Derecho establecido porvoluntad popular en el propio año de 1940.

12 En su interesante folleto titulado Las motivaciones de Pedro Luis Boitel, Miami,Ediciones Memorias, 2001, pp. 12 y 13, el abogado y poeta cubano Ángel Cuadrareproduce la Proclama de la Sierra Maestra, fechada el 11 de julio de 1957 y suscritapor Fidel Castro y Ruz en nombre del Movimiento 26 de Julio, Raúl Chibás y Rivas,en representación del Partido Ortodoxo del Pueblo Cubano y Felipe Pazos y Roquepor las demás organizaciones anti-batistianas. El texto -dice Cuadra- lo redactó elpropio Castro. He aquí el texto citado por el abogado y poeta:“Desde la Sierra Maestra, donde nos ha reunido el sentido del deber, hacemos estellamamiento a nuestros compatriotas...Unir es lo único patriótico en esta hora. Unir en lo que tienen de común todos lossectores políticos, revolucionarios y sociales que combaten la dictadura. ¿Y quétienen de común todos los partidos políticos de oposición, los sectores revoluciona-rios y las instituciones cívicas? El deseo de poner fin al régimen de fuerza... y buscarla paz que todos anhelamos por el único camino posible que es el encauzamientodemocrático y constitucional del país.¿Es que los rebeldes de la Sierra Maestra no queremos elecciones libres, un régimendemocrático, un gobierno constitucional?Porque nos privaron de esos derechos hemos luchado desde el 10 de marzo. Pordesearlos más que nadie estamos aquí... luchando por el hermoso ideal de una Cubalibre, democrática y justa...Queremos elecciones, pero con una condición: elecciones verdaderamente libres,democráticas, imparciales...

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El 7 de febrero de 1959, el Consejo de Ministros dictó la llamada LeyFundamental de la República que sustituyó definitivamente a la Consti-tución de 1940. Al igual que los Estatutos Constitucionales del Viernesde Dolores de 1952, la nueva ley constituciónal reproduce mucho delarticulado de la del cuarenta, pero lo importante de este documento “noes lo que mantiene del viejo texto constitucional, sino lo que cambia”.13

La parte dogmática reproduce casi literalmente la superley de 1940 -conlas cinco modificaciones que habían sido aprobadas por el Consejo deMinistros durante el mes de enero de 1959- pero las adiciona con nume-rosos “no obstante” -se ha hablado de la “legislación del no obstante”-merced a los cuales el gobierno no venía a quedar limitado en su acciónpública por la declaración restrictiva inicial. Un ejemplo contribuirá aaclarar esto. La Ley Fundamental de la República establece, reprodu-ciendo lo preceptuado en la Constitución de 1940, que las leyes notendrán efecto retroactivo, salvo las penales, cuando beneficien al reo,pero “no obstante” las leyes penales se podían aplicar retroactivamentea un número tan crecido de figuras delictivas que resultaba difícil imagi-nar a qué delitos se podría aplicar el principio de non ex post facto lexcon que se abre el artículo en cuestión.14

Leonel Antonio de la Cuesta

Las elecciones deben ser presididas por un gobierno provisional neutral, con elrespaldo de todos, que sustituya la dictadura para propiciar la paz y conducir al paísa la normalidad democrática y constitucional.Esta debe ser la consigna de un gran frente, cívico-revolucionario que comprendatodos los partidos políticos de oposición, todas las instituciones cívicas y todas lasfuerzas revolucionarias.En consecuencia proponemos lo siguiente:7) Declarar bajo formal promesa, que el gobierno provisional celebrará eleccionesgenerales para todos los cargos del Estado, las provincias y los municipios en eltérmino de un año bajo las normas de la Constitución del 40 y el Código Electoraldel 43 y entregará el poder inmediatamente al candidato que resulte electo...B) Garantía absoluta a la libertad de información, a la prensa radial y escrita y detodos los derechos individuales y políticos garantizados por la Constitución...Esperamos, sin embargo, que nuestra apelación será oída y que una verdadera solu-ción detenga el derramamiento de sangre cubana y nos traiga una era de paz ylibertad.Sierra Maestra, julio 12 de 1957Firmado: Raúl Chibás, Felipe Pazos, Fidel Castro”.13 Comisión Internacional de Juristas: El imperio de la ley (sic) en Cuba (Ginebra,Suiza, 1962), p. 93.

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Del 7 de enero de 1959 hasta el 31 de diciembre de 1962, la superley fuemodificada dieciocho veces. En los últimos años de su vigencia lasmodificaciones fueron escasas y de menor importancia. Las dieciochoprimeras modificaciones -que son, a mi dictamen, las verdaderamenteimportantes- estuvieron encaminadas a dos fines:1. Establecer la “dictadura del proletariado”, o sea, a suprimir el reco-nocimiento de cualquier derecho humano a las personas desafectas alrégimen.2. Establecer el principio del “centralismo democrático”, es decir, unafuerte centralización de las actividades del Estado en torno al superpoderdenominado Consejo de Ministros.Esto constituyó un giro de ciento ochenta grados en el desarrollo delconstitucionalismo cubano y de hecho la desaparición del Estado deDerecho en la Isla. La Ley Fundamental de la República, supuestamenteuna constitución de transición, rigió 16 años. Claro que detrás de sularga vigencia estuvo la lucha entre los veterocomunistas apoyados porla Unión Soviética, y los neocomunistas de Fidel Castro. La peregrinaidea de Castro y Ruz de construir a la vez el socialismo y el comunismo,los episodios de la microfracción, los cohetes, el juicio de Marquitos, yotra serie de fenómenos políticos bien conocidos, se sumaron para re-trasar la aparición de la constitución socialista. Tras el fracaso de la“Zafra de los Diez Millones”, triunfó la idea apoyada por la URSS depromulgar una nueva constitución. Esta, como las del 52, 59 y 92, nofueron el producto de una asamblea constituyente.A finales de 1965 se creó en el seno del Comité Central del PartidoComunista una Comisión de Estudios Jurídicos presidida por Blas Roca.La comision no preparó de inmediato la constitución socialista sino quepriorizó la revisión de los códigos civil, penal y otros, y dispuso laintegración en un “sistema judicial” de las jurisdicciones existentes:

14 La propia Comisión Internacional de Juristas, en el estudio a que nos referimos enla nota 16, p. 106, mantiene que la publicación de las disposiciones del Alto MandoRebelde nunca llegaron a realizarse y que “se llegó al extremo de modificar, pormedio de una ley, una disposición del Ejército Rebelde que aún no había sido publi-cada en la Gaceta Oficial, es decir, se modificó una ley que no existía como tal. Fueel caso de la Ley núm. 33, que modificó el Reglamento núm. 1 del Ejército Rebelde”.La Ley Fundamental no llena, pues, los requisitos que para una constitución cual-quiera señaló Castro en La Historia me absolverá, sería interesante comparar estasuperley con los Estatutos de Batista a fin de determinar cuál responde mejor a ladefinición del letrado Castro y Ruz.

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ordinaria, revolucionaria, popular y militar. Las cosas fueron lentamente.La Comisión del Partido se integró en el aparato del Estado mediante eldecreto-ley de fecha 22 de octubre de 1974. ¡Nueve años después defundada! Tras numerosos trámites y revisiones, el texto fue sometido aun referendo el 15 de febrero de 1976 en el cual, sin oposición organizada,resultó aprobado por un noventa y seis por ciento de los votantes. Sepromulgó en la fecha patria del 24 de febrero de ese año.Parte de la nueva organización del Estado ya había sido puesta en vigora destajo. Una ley del 30 de junio de 1976 había reorganizado el sistemajudicial; las estructuras administrativas locales también habían sido en-sayadas antes con el llamado Poder Popular, y a mediados de 1973, sehabía organizado ya el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros. Enesta carta se introducían elementos que faltaban a la superley remendada,la Ley Fundamental de la República, por ejemplo: el papel del PartidoComunista en el Estado cubano, la Junta Central de Planificación(JUCEPLAN), las organizaciones de masa y por supuesto, el caráctersocialista de la República de Cuba.15

Hay que apuntar que en sus 16 años de vida se le dio poca publicidad ala Constitución de 1976. Así lo han testimoniado dos altos personerosdel sistema jurídico cubano: Emilio Marill Rivero y Juan Vega Vega, fun-cionario el primero del Consejo de Ministros y su Comité Ejecutivo ypresidente el otro de la Unión de Juristas de Cuba. Este último llega ahablar de “analfabetismo jurídico” y afirma que este fenómeno afectabaa gran parte de los dirigentes estatales y a toda la masa de la población.Marill confirma este juicio y llega a mantener que en Cuba era casi impo-sible conseguir el texto de la Constitución de 1976 en las librerías y hartodifícil en las bibliotecas públicas.16

No obstante, se dictaron numerosas medidas complementarias de lacarta del 76. Según Marill: 48 leyes, 59 decretos-leyes, 72 decretos, 107resoluciones y 23 instrumentos de otras categorías jurídicas como lostratados internacionales, los acuerdos de la Asamblea Nacional del Po-der Popular que no constituyen leyes, acuerdos del Consejo de Estado,acuerdos del Consejo de Ministros, decretos del Presidente del Consejo

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15 Todo lo referente a esta constitución está tratado in extenso en mi artículo “Thenew Cuban Constitution: Originalism and its Role in Institutionalization”, CubanStudies/ Estudios cubanos. 6. número 3 (julio de 1976): 29, nota 4.16 MARILL, Emilio. Constituciones de la República de Cuba: temática y legisla-ción complementaria, La Habana: Edición de Ciencias Sociales, 1989, pp. 219-21.

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de Ministros, acuerdos de la Sala de Gobierno del Tribunal SupremoPopular y hasta resoluciones del Fiscal de la República.17 Como se ve,dicho sea de paso, el derecho socialista es muy, muy fluido. Personal-mente me parece casi irracional. ¿Cómo una resolución del Fiscal de laRepública puede modificar o interpretar la Constitución? Para mí es,repito, simplemente demencial.La adopción de un nuevo texto se debió a la Unión Soviética, pero ahorano a su acción sino a su retirada de la Comunidad Jurídica Internacionaly el consiguiente “desmerengamiento” (como se le llama en Cuba) delBloque Socialista. La desaparición de los subsidios económicos sovié-ticos forzaron al Estado cubano a redefinirse, tras el llamado Proceso deRectificación de Errores y de la aparición del llamado Período Especialen Tiempos de Paz.El número 7, año XC de la Gaceta Oficial de la República de Cuba, enedición extraordinaria del 1 de agosto de 1992, contiene el texto de lanueva constitución, que es una reforma más o menos profunda de lacarta de 1976. Fue discutida y aprobada unánimemente en el oncenoperíodo ordinario de sesiones de la III legislatura de la Asamblea Na-cional del Poder Popular, del 10 al 12 de julio de 1992. Según el periódi-co Granma del 16 de julio de 1992, el proyecto hubo de ser discutidoen el Buró Político y en el Comité Central del Partido Comunista deCuba. En la cámara legislativa se produjeron más de 300 intervencio-nes y se adoptaron “no pocas modificaciones e inclusiones nuevas”.Por desgracia, el Granma no nos remite a ninguna fuente donde sepueda comprobar este extremo. Según la citada edición del periódico,las modificaciones “no implican retrocesos... ni asomos de vuelta alpasado” sino que consolidan los “criterios inalterables” en los que sebasa el Estado socialista cubano. Son criterios inalterables pero comose verá, obviamente, se alteran... Esta información periodística recuerdaa la perestroica en su fase inicial, en la cual se decía que venía a ratifi-car y actualizar las bases del marxismo-leninismo, pero que en el fondoiniciaba su liquidación. Aquí es posible que no haya tanto, pero sí algode ello.Retórica aparte, las reformas a la Constitución de 1976 pueden clasificarseen tres categorías: 1) omisiones de artículos; 2) adiciones de artículos,secciones o párrafos, etc.; 3) modificaciones parciales; 4) modificacio-nes totales; en esto último entran aquéllas que cambian la norma -y a

17 Ibid. p. 4.

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veces la redacción- aunque conceptualmente ya existía la instituciónjurídica; por ejemplo, el principio de la libertad de conciencia y de cultos.Sin entrar en un estudio artículo por artículo resulta obvio que la superleyde 1992 muestra una serie de cambios; unos mayores, los menos; otrosmenores, los más, y abundantes cambios de detalles.Los mayores son la apertura a las inversiones de los extranjeros, idea yaexperimentada por los chinos y con remotas referencias a la nueva polí-tica económica soviética de la época bolchevique, conocida por sussiglas en inglés como la NEP. Ahora bien, ¿a qué inversores -como sedice ahora- se abre Cuba? Se abre fundamentalmente a las naciones deEuropa Occidental. En este sentido un entendimiento con el Papa era unespaldarazo de primer orden. Ya lo había hecho Franco en 1953 aunqueen escala mayor. De ahí, el otorgamiento de un mejor régimen legal parala Iglesia, si bien todavía muy lejano del garantizado por la Constituciónde 1940 y la práctica de los gobiernos europeos burgueses.18

Entre las reformas menores, se nota un fortalecimiento del Estado. Sepodan estructuras aparentemente inoperantes (por ejemplo, los comitésejecutivos de las asambleas provinciales y municipales) y se crean es-tructuras de gobierno a los niveles del barrio. Estas últimas parecenestar en franca oposición con las organizaciones de masas tales comolos Comités de Defensa de la Revolución. Asimismo, se le pone sordinaa la afiliación marxista-leninista del régimen sin renunciar a ella y sedisminuye, en el papel al menos, la importancia del Partido Comunista;sin embargo, no se le elimina totalmente. Es algo parecido a lo que hizoFranco con el Fascismo y la Falange a mediados de los años 40. Lasreformas menores no obedecen a un plan fijo pues si bien se lleva a lalegislación ordinaria aspectos de detalle de la organización del Estado,en otros rubros recién creados se vuelve a caer en el reglamentismo y lareiteración. Además, se crean otras poderosas organizaciones estatalescomo la Junta de Defensa, y al Jefe del Estado y del Gobierno, lejos dedisminuírsele sus archihipertrofiadas facultades, se le adiciona una más.Si comparamos las tres constituciones del castrismo dentro del marco dela evolución del constitucionalismo cubano, se ve que obviamente no

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18 La legalidad socialista entendida como el respeto del Estado a su propia normativano dispone en el caso cubano de mecanismos procesales que la garanticen, especial-mente si se considera el tristemente célebre Artículo 62 de la Constitución de 1992(61 en la superley de 1976) que subordina el ejercicio de las libertades públicas y losderechos cívicos a la preservación del socialismo.

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han servido para controlar la acción del Estado y del gobierno comoocurre en el mundo occidental. El concepto del Estado de Derecho, unode los tres pilares del constitucionalismo occidental ha brillado por suausencia.19 Las tres han girado alrededor de una figura política, sin dudacarismática, en cuyo régimen se mezclan la tradición caudillista hispánicacon una especie de führerprinzship pero a la rusa, o al menos, cubiertocon el manto del marxismo, amén de un antiamericanismo a ultranza, unprofundo desprecio por las libertades individuales y los derechos hu-manos, un odio acendrado al capitalismo y una gran indiferencia religiosa,aunque estos dos últimos rubros parecen haber disminuido algo en lacarta del 92.Aunque se les puede llamar constituciones, estos tres cuerpos son tansui generis, están tan unidos a una determinada circunstancia política,que es bien posible que en el futuro, terminada la existencia física delcaudillo, queden, como quedó la legislación constituciónal de Franco enEspaña, relegadas y consideradas como una excepción dentro del desa-rrollo del constituciónalismo del país.Si ha resultado obvio que estas constituciones no pueden ser juzgadasbenévolamente por los juristas occidentales, voy a analizarlas ahora atenor de los principios del derecho constitucional marxista.El análisis se efectuará mediante el uso de dos doctrinas formuladas porel pensamiento jurídico soviético. Por una parte, la concepción marxistade los derechos individuales y, por la otra, la teoría de los diversosgrados de desarrollo del socialismo marxista. Para los corifeos de Marx,los derechos fundamentales de la persona humana no son derechosanteriores y superiores al Estado, el cual simplemente los proclama ygarantiza, sino que estos derechos y libertades están condicionadospor la posibilidad que tenga el propio Estado de satisfacer previamentelas necesidades básicas de la subsistencia de sus ciudadanos. Por esose hace hincapié en los derechos sociales y, hasta cierto grado, en loseconómicos, los cuales, según ellos, permitirán la realización de los de-rechos humanos clásicos. Los derechos y libertades clásicos son algo

19 Me refiero a la libertad para la enseñanza católica a todos los niveles, inclusive eluniversitario, utilización irrestricta de los medios de comunicación social para elapostolado, libertad para la apertura y mantenimiento de centros asistencialescatólicos, libertad para la creación de asociaciones de fieles al estilo de la AcciónCatólica o las congregaciones marianas; libre entrada de sacerdotes y religiososextranjeros, etcétera, etcétera.

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así como el colofón de la realización efectiva de los derechos con conte-nido económico y social. En consecuencia, en la primera etapa de unrégimen marxista habrá menos derechos para el individuo y más autori-dad para el Estado. Esta situación irá variando según el grado de desa-rrollo del socialismo en cada nación. Su primera fase es la llamada dicta-dura del proletariado. En esta etapa se han de eliminar las diferencias declase hasta el momento en que el proletariado haya absorbido en susintereses, formas de propiedad y producción a todo el pueblo, y ademásse haya liquidado a los enemigos internos de la revolución; así se llegaa una nueva etapa en el desarrollo de la sociedad marxista-leninista, quees la llamada la de “el Estado socialista de todo el pueblo”. Dentro de esemarco constitucional ha de ejercerse una dictadura menos estricta y conmayores libertades para el ciudadano frente al Estado. En la historia delsocialismo hasta la crisis del bloque soviético, este estadio sólo habíasido “oficialmente” alcanzado por un país: la URSS20 donde, según sedecía, la clase obrera, a pesar de ser la fuerza más avanzada de la socie-dad socialista, no disponía de privilegio social alguno. La esencia deldenominado Estado socialista de todo el pueblo había de radicar preci-samente en expresar la voluntad y los intereses de toda la nación yasocialista.La Constitución de 1992 parece apuntar que Cuba ha llegado ya a eseestadio, pues en el texto constituciónal las menciones al proletariado sehan visto sustituidas por menciones al pueblo de Cuba cuya vanguar-dia, se dice, la integra el Partido Comunista.Ahora bien, ¿cómo se refleja este avance del socialismo en lo tocante alas libertades públicas, los derechos cívicos y la existencia de un Estadode Derecho? Parecería lógico que en 1992 al alcanzar esta segunda etapade desarrollo político-económico se reconocieran más derechos al ciu-dadano y menos al Estado. Sin embargo, el estudio de la última cartaconstitucional muestra que solamente en materia de libertad religiosa hahabido un relativo cambio en favor de la masa de los ciudadanos de a pie.A mayor abundamiento, hay que agregar que esta nueva libertad pública,como todo el resto de las demás libertades públicas de la constitución,carece de garantías reales pues no hay mecanismos para hacerla efectivay sobre todo, que no puede utilizarse contra el régimen establecido.

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20 Algunos tratadistas creen que también la desaparecida Checoslovaquia, pero elasunto no tiene mayor importancia.

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En Cuba las tres constituciones promulgadas después de 1959 no refle-jan que se haya alcanzado progreso alguno en el desarrollo del socialismoen su evolución en los últimos cuarenta años. Los cubanos de la callesiguen sin disfrutar de las libertades públicas y de la posibilidad deejercer sus derechos cívicos, los cuales continúan careciendo de efecti-vidad fáctica, tanto ahora en la fase del “Estado de todo el pueblo”,como en la de la “dictadura del proletariado”.El peor aspecto de la vigencia de las tres últimas constituciones en lahistoria de nuestra patria radica -aparte de su poca originalidad- en queel pueblo de Cuba haya dejado de practicar la democracia por casi mediosiglo y que el concepto de Estado de Derecho sea conocido por losjuristas, si acaso. Lo único bueno -y es poquísimo- es que estas cartasnos dan a contrario un esquema de lo que se habrá de evitar en unafutura legislación constitucional y, quizás, hasta un esbozo de lo quehabría que incluir en un futuro, cuya conversión en presente esperamosque no tarde otras cuatro décadas.

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Los derechos humanosy la sociedad civil duranteel periodo republicano.Breves apuntes para un estudio

Ricardo Bofill

En estas breves notas me propongo exponer varios criterios sobre lainfluencia que ejercieron, en el movimiento cubano de derechos huma-nos fundado en l976, algunos de los antecedentes históricos del progresosocial que representaron los preceptos constitucionales y las legislacio-nes complementarias, para el ejercicio de los derechos individuales en laCuba Republicana, inaugurada el 20 de mayo de l902.En tal sentido, pienso que las ideas que nos llevaron a indagar acerca dela ejecutoria de la República, en el campo de los derechos humanos,estaban muy presentes en la cultura política cubana de aquella época, aprincipios de los años sesenta. De manera muy particular, la lectura delos textos legales relacionados con la instauración del Tribunal de Ga-rantías Constitucionales y Sociales, -la primera corte de Derechos Hu-manos de todo el mundo-, nos despertó una atención especial.A pesar del entorno asfixiante de la Cuba totalitaria en que comenzamosesta interpretación, la decisión de hacer una búsqueda y de pensar,sobre las aspiraciones al ejercicio ciudadano de las libertades públicas,se hizo insoslayable a la luz del legado en garantías de la persona queexistía, incluso, desde la Constitución de Guáimaro en el siglo XIX. Fueasí, que comenzamos a planear los futuros esfuerzos, para abogar por lasensibilización de la ciudadanía sobre el carácter inalienable de los dere-chos humanos o, al menos en aquellos días de aislamiento, entre algu-nos de los pocos contertulios, entonces dispuestos a escuchar ese tipode discurso comprometedor.

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Los primeros pasos en esa dirección, los dedicamos a explicar el méritopara el país, que había significado el hecho de que la delegación de laNación Cubana, haya sido una de las proponentes y de las redactoras,así como una de las primeras firmantes, de la Declaración Universal deDerechos Humanos, aprobada por las Naciones Unidas, el día l0 dediciembre del año l948.En aquellos tiempos de incertidumbre generalizada, el encuentro con eleducador francés Jean Baptiste de Weck, -quien era el director del Cen-tro Regional de la UNESCO, con sede en nuestra capital-, fue de singularimportancia. Conocí a Jean B. de Weck en un seminario titulado “LosDerechos Económicos y Sociales desde la fundación de la OrganizaciónInternacional del Trabajo en l9l9”, del que él había sido patrocinador.Ese forum, aun sin proponérselo, dejó demostrado que a partir de l940hasta l958, la República de Cuba fue firmante y cumplió con cada uno delos Convenios Internacionales de Legislación Laboral. En esta oportu-nidad, además, se iniciaron vínculos de intercambio de puntos de vista,sobre el tema de los derechos humanos, que me dieron acceso a unabibliografía que incluía la historia de la Comisión de Derechos Humanosde la ONU. De esta forma, también, pudimos estudiar la DeclaraciónAmericana de Derechos y Deberes del Hombre, y obras en torno a estosmismos temas, de escritores como Raymond Aron, Jean Lacroix, TomasPayne, Jacques Maritain y Gabriel Marcel, entre otros.Aquella búsqueda de las realizaciones en el área de los Derechos Huma-nos en la República, encontró una excelente fuente de referencias en lapersona del profesor Juan Pérez de la Riva, autor del libro El Barracón,y de otros ensayos sobre la sociedad cubana.En el cubículo de Pérez de la Riva en la Biblioteca Nacional, establecimosnumerosos paralelismos aleccionadores entre, por ejemplo, las conquis-tas económicas y sociales que obtuvieron los trabajadores y agriculto-res cubanos a partir de la década de los años treinta por una parte y, delotro lado, la situación que confrontaban los obreros y los campesinosde la Unión Soviética que estaban bajo el yugo del terror y de lashambrunas impuestas por Stalin. A mano teníamos las obras de BorisSouvarine. En esta misma dirección, hicimos estudios comparativos en-tre los niveles de vida de los pueblos cubano y soviético, tomandocomo basamento la información contenida en libros de Lion Shapiro,sobre todo, en Los Orígenes de la Autocracia Comunista.Por su parte, mucho nos aclararon en cuanto al análisis contrastado ycontrapuesto, sobre los abusos de poder, las dictaduras, la represión ylos derramamientos de sangre, así como otras violaciones a los dere-

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chos humanos en la Cuba Republicana; en relación al terrorismo deestado, el genocidio, la aniquilación de todo vestigio de garantías indi-viduales y otros horrores, acaecidos en los países del, por aquellostiempos, llamado socialismo real. La lectura de libros como La Sombrade Stalin, de Jean Paul Sartre; El Cero y el Infinito, de Arthur Koestler;l984, de George Orwell; La Confesión, de Arthur London, y los escritosde Albert Camus, sobre la falsía del movimiento comunista francés, enrelación a su silencio, o a la justificación, del terror rojo en Europa Cen-tral y del Este, representaron fuentes de documentación aleccionadoras,acerca de los valores del modelo de democracia representativa que tuvi-mos en Cuba, por sobre los autoritarismos de utopías totalitarias.Así mismo, la lúcida diatriba titulada La Decadencia del MovimientoComunista Internacional, de Fernando Claudín, contribuyó de maneranotable a destacar los alcances en el área de los derechos civiles ypolíticos, y de los derechos económicos y sociales de la población cu-bana de l902 a l958, con respecto a la debacle y a las degollinas provoca-das en los pueblos del llamado “campo socialista”. Otra sólida respuestaa los bulos en cuanto a la “ruina republicana”, como los lanzados por losteóricos de la izquierda cubana Carlos Rafael Rodríguez, Raúl CeperoBonilla, Raúl Roa, Regino Boti, Julio Le Riverand, Mirta Aguirre, JoséAntonio Portuondo, y hasta por figuras de pensamiento moderado comoRamiro Guerra y otros, la encontré, a mediados de los años sesenta, en latrilogía El Profeta Armado, El Profeta Desarmado y El ProfetaProscripto, de Isaac Deutscher, quien además, echaba por tierra el me-nor vestigio de seriedad al argumento de que, los partidos comunistas,representaban los intereses de los trabajadores.Ante las evidencias abrumadoras que fuimos recopilando, en cuanto a losresultados devastadores en el entorno de los derechos y libertades ciuda-danas y, en los niveles de vida, de los pueblos sometidos a las “revolucio-nes proletarias” en la órbita soviética, la lógica más primaria indicaba quelos males de la república de l902 a l958, quedaban como problemas cuyassoluciones debían ser acometidas a través de las reformas, y por interme-dio del perfeccionamiento del sistema legislativo y de la administraciónpública del país, si de aspiraciones a la solución real de aquellos vicios ydesmanes se trataba. En esta esfera de la corrección y del adecentamiento,de los marcos institucionales del sistema democrático cubano, ya trabajanentre otros, el Partido del Pueblo Cubano, -Ortodoxo-; un ala destacadadel Partido Revolucionario Cubano, -Auténtico-; La Sociedad de Amigosde la República y sectores importantes de muchos de los demás partidospolíticos y organizaciones cívicas nacionales.

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DEFENDER LOS DERECHOS HUMANOS

La aceptación en silencio, con el disimulo como recurso frente al terror,del orden de paredones, rejas y mordazas que había implantado en CubaFidel Castro, se me hizo insoportable. La crítica opositora, dentro de loscírculos de amigos, ya estaba en marcha. Pero, ese matiz de respuesta noera suficiente. ¿Cómo, entonces, llegamos a considerar que la protesta yla denuncia, de las violaciones a los derechos humanos, era el rumboadecuado? No existe una respuesta categórica, porque esa solución anuestras preocupaciones fue llegando con el transcurso del tiempo y,con los nuevos acontecimientos, que nos aguardaban. Sin embargo, lasexperiencias contestatarias frente a toda suerte de abusos de poder en elperiodo republicano, sin lugar a dudas también fueron una inspiracióncapital. De manera especial, la certidumbre de que era preciso actuar seme acentuó cuando supe de la resistencia heroica, que se estabaescenificando en el presidio político, por parte de los defensores de laslibertades públicas y de las promesas y realizaciones democratizadorasde la Constitución de l940.Un momento decisivo lo fue, cuando escuchamos los testimonios defamiliares de algunos luchadores por la libertad que habían sido tortura-dos y, posteriormente fusilados, sin que mediara ninguna de las máselementales garantías procesales que, había aprendido, eran consustan-ciales en el ejercicio del poder judicial republicano. De manera muy espe-cial, escuché el relato de los familiares de un oficial del ejercito rebelde,el Capitán José Luis Bello, que era hijo de un amigo de mi padre y, quienhabía sido sometido a todo género de atrocidades para, al final, serasesinado en el paredón de fusilamiento.Después de este encuentro con una de las caras ocultas del terror revo-lucionario, comencé a recopilar información que me hacía saber del des-tino fatídico que Fidel Castro reservaba para los insumisos. Supe queDavid Salvador, nada menos que el Secretario General de la Central deTrabajadores de Cuba, había sido encarcelado por sus pronunciamien-tos oposicionistas. Obtuve los detalles del crimen perpetrado contraPorfirio Ramírez, el Presidente de la Federación Estudiantil Universitaria,de la Universidad Central de las Villas. Precisamente, los estudios sobrelos sobresalientes logros de la institucionalidad republicana, me habíanhecho comprender el importante desempeño que, tanto la CTC como laFEU, habían tenido en la pujante sociedad civil cubana de l940 a l958.Paulatinamente, seguí recopilando nuevos datos que, después, utilicéen el primer documento de denuncia oposicionista, que redacté y traté

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de hacer llegar al exterior. Se trató del escrito Apuntes para la HistoriaCrítica de la Revolución Cubana. Este texto, fue usado como causaincriminatoria, por el Tribunal Revolucionario No.l de La Habana, paracondenarme a los primeros l2 años de cárcel que me fueron impuestos,por los supuestos delitos de propaganda enemiga y atentado contra losPoderes del Estado. El día 2 de febrero de l968, apareció publicada en elperiódico Granma, edición internacional, una cita de mi denuncia, en unainformación titulada Sanciones a la Microfracción. El Granma dice “aRicardo Bofill le fue ocupado bajo el asiento de su automóvil, un escritoen el que tergiversa por completo la historia de la revolución. Ese docu-mento lo iba a entregar a Mijail Roy, el corresponsal en Cuba de laagencia de prensa soviética Novosti”. Es cierto que Mijail Roy salíahacia Roma en esos días. El estudio crítico que había redactado lo queríahacer llegar a Lucio Lami, un periodista del diario italiano Il Giornale.Con Mijail Roy había entablado relaciones porque él era otro disidenteen potencia. En l97l se convirtió en activista de derechos humanos y, fuecondenado a once años de reclusión en el gulag ruso. Más tarde, cono-ció a Andrei Sajarov y a Elena Bonner y, ahora, pertenece a la Fundaciónde Derechos Humanos que ella preside.

OTRAS FUENTES DE INSPIRACIÓN NACIONALES

Para mí, como para tantos otros, el aprecio a la República de l902, deaquella que era liberal y parte de la civilización occidental, ese aprecioque obliga, comenzó después que la perdimos.La misión dirigida a la defensa de los derechos humanos en un régimenterrorista como el castrismo, es parte de las razones del corazón. Deaquellas que a veces la otra razón quiere desconocer. Esa misión para mí,también se remonta a otro ejercicio de cubanidad republicana. Fueronlas charlas con el historiador Elías Entralgo, por aquellos tiempos decanode la Facultad de Humanidades de la Universidad de La Habana. DeEntralgo recibí las enseñanzas acerca de la faena educadora, en materiade civilidad, emprendida por Enrique José Varona, en el marco de susreformas pedagógicas. Presente tenemos las lecciones de Varona, sobrela necesidad de incluir en el trabajo docente de todo el país, una suertede código de valores, en cuanto a democracia y libertades públicas,como se comenzó a desarrollar, a partir de los años cuarenta, con laasignatura de Moral y Cívica. El pensamiento de Enrique José Varona, elformador del sistema de instrucción pública de la República, sobre eldesempeño de la educación en las instituciones democráticas, lo lleva-mos a la iniciativa que hizo posible la Fundación del Comité Cubano Pro

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Derechos Humanos. Sobre todo, el concepto de Varona que sitúa alciudadano, como el centro del alma de la nacionalidad.Bajo el magisterio del profesor Elías Entralgo, también estudiamos aFernando Ortiz, y le escuchamos, disertar sobre la importancia de laintegración racial y acerca del engaño de las razas. De Don Fernandoaprendimos las nociones del aporte negro -la transculturación-, que formóa la sociedad cubana.Elías Entralgo nos proporcionó la bibliografía primaria, que incluía aJorge Mañach y sus prédicas sobre lo imprescindible de la ética, en todoasunto público y privado. En la misma dirección y a través de Entralgo,me presenté a conocer al profesor Alfonso Bernal del Riesgo, quienhabía sido, en Viena, discípulo de Sigmund Freud. Bernal del Riesgo, sinembargo, nos habló mucho de Descartes y, sobre todo, de la duda metó-dica. Don Alfonso, a su vez, era un gran amante de la Cuba Republicana.De él escuchamos el relato sobre su amigo y, cofundador del PartidoComunista de Cuba, Julio Antonio Mella, quien en verdad había sidoasesinado como resultado de una conspiración, dirigida por dos agen-tes del Kremlin. La amante de Mella, Tina Modotti y el comisario VitorioVidali. Alfonso Bernal del Riesgo, -quien terminó en virtual prisión domi-ciliaria-, fue el primero que me contó los detalles del asesinato, en l942,del líder obrero Sandalio Junco, otro de los fundadores del Partido Co-munista de Cuba, a manos de un grupo ejecutor dirigido por OsvaldoSánchez, quien cumplía un mandato del Comité Nacional del PartidoSocialista Popular.El estudio de la historia de la Cuba Republicana, para nuestro entendi-miento de las bases de los derechos civiles y políticos, así como de losfueros económicos y sociales, que emanaron de las Constituciones Cu-banas de l902 y de l940, fue realizada a su vez con la ayuda de RamónInfiesta y de Francisco Carone. Con ellos, asimismo, conocí de las in-fluencias del humanismo español. De Fray Bartolomé de las Casas y deJuan Luis Vives. De Francisco de Vítoria y del surgimiento del DerechoInternacional. Infiesta y Carone me hablaron de la obra de GuillermoBelt, de Guy Pérez de Cisneros y de Ernesto Dihigo, y de sus contribu-ciones en la elaboración de la Declaración Universal de Derechos Huma-nos, aprobada por la Organización de Naciones Unidas el día l0 de di-ciembre de l948.Después llegó el horror, en primera persona, al permanecer durante cincomeses incomunicado en una celda de “Villa Marista”, el centro de opera-ciones de la Seguridad del Estado; ser sometido a un Consejo de Guerra

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Sumarísimo que me condenó a doce años de cárcel y, posteriormente, elchoque frontal con esos cuarteles de torturas y atrocidades permanen-tes, que es el presidio político de Fidel Castro. A pesar del salvajismocon que se me trató, pude emerger airoso e incólume de mis conviccio-nes en esta prueba y continuar adelante.

EL SIGLO XXI SERÁ EL SIGLO DE LOS DERECHOS HUMANOS

Al salir de aquellos antros de tratos crueles y condiciones de vidainfrahumanas, ya había tomado la decisión de crear una agrupación dederechos humanos. Poco después se fundó el Comité Cubano Pro Dere-chos Humanos. En uno de sus primeros documentos, que fue enviado aGobiernos de Europa Occidental, expresamos que nuestro reclamo prin-cipal consiste en, “la sustitución del modelo estalinista, impuesto enCuba por Fidel Castro, y el renacimiento de un estado de derecho, inspi-rado, entre otros aspectos, en el legado civilista de la Constitución Cu-bana de l940”.Para algunos de mi generación, fue esencial el pasar la universidad delpresidio político. En este contexto, traigo de la memoria fragmentos demis conversatorios en la cárcel con Aníbal Escalante, quien fue uno delos líderes del Partido Socialista Popular. Aníbal Escalante había sidomiembro del Congreso de la República y allí, al igual que otros líderescomunistas cubanos, pasó a ser una suerte de “reformista del momento”.En la Cámara de Representantes, Escalante había entablado relacionespersonales de trabajo y amistad con muchos de sus contrincantes polí-ticos. En especial, con José Manuel Casanova, el Presidente de la Aso-ciación Nacional de Hacendados de Cuba y, con Orestes Ferrara, uno delos mas importantes pensadores conservadores del país.En l96l, Aníbal Escalante devino en un alto jefe de la nueva entidadpartidaria comunista montada por Fidel Castro: las Organizaciones Re-volucionarias Integradas (ORI). Pero, en l962 fue purgado y linchadomoralmente por el supremo comandante, en medio de las clásicas luchasde poder del sistema. La sanción consistió en enviarlo de castigo aMoscú. Sin embargo, Escalante llegó a una Unión Soviética que se es-tremecía en las campañas anti estalinistas, que al inicio parecían tan sóloser otra modalidad de las eternas luchas de los jerarcas por la domina-ción total, y que se habían producido después del informe de NikitaKruschev al XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética,en el que denunció al estalinismo como a “una plaga criminal que habíaque erradicar”.

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En este entorno, Aníbal Escalante fue designado como redactor, para lasección de América Latina, del semanario reformista Novedades deMoscú. En aquellos tiempos, Nikita Kruschev autorizó la publicación dellibro del disidente Alexander Soljenitsin Un día en la Vida de IvanDenisovich, que trata sobre la barbarie de los campos de concentraciónde Stalin. Aníbal Escalante conoció a Soljenitsin. Poco después, Aníbalpudo conversar con Yuri Orlov y, con otros disidentes rusos que habíansobrevivido al Gulag. El filme Cielo Despejado y las narraciones de suautor, Grigory Chrujrai, también causaron un serio impacto en las anti-guas convicciones de ortodoxia comunista de Aníbal Escalante. Segúnél me contó, años más tarde en el presidio político, cuando regresó aCuba en l965, a pesar de que Nikita Kruschev había sido derrocado,mediante el golpe de estado cuasi estalinista organizado por LeonidasBrezvnev, “el Escalante de la Capilla Roja había muerto”. Más tardepude saber, que esta era una experiencia muy similar a la vivida porAlexander Dubsheck, el líder reformista checoslovaco, que fue el impul-sor principal de las teorías del “Socialismo de Mercado”, el “Socialismocon Rostro Humano”, y de otros conceptos disidentes, que desemboca-ron en la Primavera de Praga. Aunque la posible evolución política deAníbal Escalante, hacia el reformismo teórico al estilo social demócrata,es un tema controvertido, lo cierto es que en la cárcel, para quienesquisimos escucharlo, Aníbal se convirtió en un defensor de la Constitu-ción de l940 y de las labores legislativas del Congreso de la República,de donde, afirmaba, habían salido las leyes más progresistas en materialaboral, de todo el hemisferio Occidental.

EL COMITÉ CUBANO PRO DERECHOS HUMANOS

Los primeros activistas del Comité Cubano, que nos reuníamos en elhogar de la Dra. Marta Frayde, y entre los que estaban Eddie LópezCastillo y Adolfo Rivero Caro, abogamos por la nueva institucionalizaciónde las libertades públicas y las garantías individuales, contenidas en lasconstituciones republicanas de l902 y de l940. Años mas tarde, en unacarta abierta dirigida al entonces presidente norteamericano RonaldReagan, reiteramos esta demanda y, nos adherimos a los pronunciamien-tos del mandatario norteamericano, acerca de que la Unión Soviética ytodo el sistema comunista constituían una suerte de “imperio del mal”.El pensamiento contestatario basado en la defensa de la DeclaraciónUniversal de Derechos Humanos de l948, para enfrentar al comunismodesde dentro de la Isla, fue la característica esencial del Comité CubanoPro Derechos Humanos.

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De esta manera, los primeros pasos en l976, de lo que ahora es un exten-dido Movimiento de Derechos Humanos y de Oposición Civilista, y quehoy cuenta con miles de adherentes, se dieron haciendo la exaltación delas constituciones de la Cuba Republicana. Aquellos iniciadores estu-diamos y defendimos los procesos legislativos, incluida la aspiración deRepública libre, desde Guáimaro hasta l940.Para subrayar estos puntos de vista, en varios escritos fundacionalesdel Comité Cubano, expresamos que “Aquellos, relativamente cortos,procesos de debates legislativos, sobre criterios muchas veces diame-tralmente opuestos, obligaron al comienzo a cierto grado de toleranciapara las ideas políticas contrarias, y abrieron paso a un margen de nego-ciaciones y a la búsqueda de convergencias, que empezaban a imponerlas primicias de una cultura parlamentaria en Cuba. Todo ello iba dandoresultados para la instauración de un Estado de Derecho, que incluía lospreceptos jurídicos más avanzados de la época en materia de derechosciviles y políticos”. La protección al derecho a la vida y a la integridadfísica del ciudadano. La libertad de movimientos, de reunión, de asocia-ción y de cultos. El derecho a la creación de partidos políticos de oposi-ción y la facultad de elegir y de ser electo a través de normas democráti-cas. Así como, además, la libre sindicalización y el respeto de las garan-tías individuales de todo acusado ante los tribunales de justicia, entreotros fueros de la población frente a los poderes nacionales, quedaronestablecidos en la Constitución puesta en vigor en l902, con el comienzode la vida republicana y con el conjunto de leyes básicas, que se aproba-ron por el Parlamento y, también, en algunos casos, se incorporaron a lajurisprudencia a través de decretos presidenciales.Por esas razones, los disidentes cubanos que, a partir de l976, desdeintramuros comenzamos a actuar a cara descubierta, y dimos inicio a laagrupación de personas, dispuestas a firmar con sus nombres las críti-cas y las denuncias ante la opinión pública y los organismos internacio-nales de derechos humanos, sobre los crímenes del modelo estalinistaimpuesto por Fidel Castro en Cuba, nos declaramos seguidores de figu-ras del presidio político histórico, que habían luchado por la vigencia dela Constitución de l940, como era el caso de Húbert Matos, de MarioChanes de Armas, de Pedro Luis Boitel, de Armando Valladares, deÁngel Cuadra, de Alberto de la Cruz, de Ramón Guín, de Ernesto DíazRodríguez, de Emilio Adolfo Rivero, entre otros miles de resistentescívicos desde la cárcel.Cada una de las denuncias, sobre la violación de los derechos humanosen Cuba, que redactamos en aquellos años, estaban fundamentadas en

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el hecho de que Fidel Castro había demolido a la sociedad civil y a lainstitucionalidad jurídica, surgidas de las constituciones de l902 y de l940.La razón primaria para la creación del Comité Cubano Pro DerechosHumanos y, el inicio de la disidencia pública de los años setenta, estáasentada en nuestra convicción de que, en la Cuba del primero de enerode l959, ya existía un Estado de Derecho en formación que, como esobvio para todo estudiante de historia comparada, enfrentaba grandesdificultades, riesgos y retrocesos circunstanciales notables. No obstante,era un Estado de Derecho que había logrado crear un marco jurídico y desociedad civil, independiente a los poderes ejecutivos oficiales, que eraun freno a las tentaciones despóticas.Nuestros fundamentos nos hacían y nos hacen subrayar que, medianteaquel orden de República semi parlamentaria, el derecho a la vida y a laintegridad física se imponían legalmente, a pesar de que por etapas secometieran crímenes y atrocidades políticas. Cuando algún gobiernosuspendía las garantías constitucionales, por regla general la vigenciade los estados de excepción era mínima. El derecho al habeas corpus eravirtualmente sagrado. Los cubanos podían defender la libertad de expre-sión, aun cuando las autoridades imponían la censura de prensa. Siem-pre recordamos y citamos el ejemplo de Guillermo Martínez Márquez ysus bregar en la Sociedad Interamericana de Prensa. Los trabajadores sesindicalizaban y defendían sus intereses, aunque había presiones ex-traordinarias de parte de los empleadores. La organización de partidospolíticos y entidades de oposición civil al gobierno, era un lugar comúnen la vida nacional, e incluso en la provincial y la municipal. El libremovimiento de las personas en toda la Cuba territorial y, la facultad deentrada y salida al país de todos los nacionales, eran preceptos tancomunes que, ni siquiera se citaban en los discursos reclamantes. Laigualdad de todos los ciudadanos ante la ley y la independencia de losTribunales de Justicia, eran un credo ciudadano. No se puede olvidar elvoto del Magistrado Manuel Urrutia Lleó, en aquel juicio por el alza-miento armado en Santiago de Cuba, el 30 de noviembre de l956, y laabsolución de todos los acusados. Ni tampoco es posible soslayar elsignificado del procesamiento criminal, del jefe policial Esteban VenturaNovo, por parte del Magistrado Francisco Alabau Trellez. El Tribunal deCuentas había sido inaugurado en l950 y, fue precursor, en la descomu-nal tarea de la lucha contra la corrupción administrativa en todo el planeta.El derecho a la propiedad personal, a su disfrute, a su trasmisión, y atoda actividad mercantil legítima, estaba vigente en Cuba con todos loscódigos y reglamentos de rigor, frente a las amenazas de las expropiacio-

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nes arbitrarias. Esta era la fuente principal de la prosperidad económica,que avanzaba en la sociedad cubana a un ritmo ejemplar.Estos argumentos en defensa de la República de l902, los teníamos muyclaros los activistas que, en l976, fundamos el Movimiento Cubano deDerechos Humanos. Por las razones anteriormente expuestas, defendi-mos la Constitución de l940, en medio del estado de ley marcial perma-nente, impuesto por Fidel Castro. Frente al hecho de que todas las liber-tades y garantías ciudadanas de aquel orden jurídico liberal habían que-dado suprimidas. Teniendo en cuenta y repudiando la aberración quesignificaba el castigo penal que se imponía a los ciudadanos por susopiniones y, por sus aspiraciones políticas para crear partidos y movi-mientos de oposición al gobierno. Habida cuenta y como protesta, tam-bién, de las agresiones y la discriminación de que habíamos sido vícti-mas por defender la Declaración de Derechos Humanos y el sistema civilrepublicano de l940. En respuesta al encarcelamiento arbitrario y a lasagresiones de que fuimos objeto en l967, por el simple hecho de expresarnuestras opiniones acerca de la historia y de los destinos de la nación.Por todo ello, fundamos el Comité Cubano Pro Derechos Humanos.Nada de lo anteriormente expuesto quiere decir que somos complacien-tes, en el ámbito de la critica de la etapa republicana. Opinamos que losproblemas principales que contribuyeron a la ruptura del orden consti-tucional, con el preámbulo del golpe de estado del l0 de marzo de l952 ysus consecuencias en la catástrofe generalizada que se inició en l959,fueron impulsados por una multitud de factores políticos, económicos ysociales que los historiadores y los especialistas seguirán analizandocon todo rigor. Tal vez la falta de arraigo de una voluntad de genuinoservicio público, en las elites del país, tiene responsabilidades en esaproblemática que aún está por estudiarse con la debida amplitud yobjetividad.En resumen, considero que el balance de las realizaciones republicanases de signo positivo y que estará presente en la refundación nacional.

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LOS PRESUPUESTOS

Antes de abordar el tema concreto que nos convoca es convenientedespejar algunos de los presupuestos con los que habremos de transi-tar en este trabajo. Me referiré a tres. En primer lugar al de la temporali-dad impuesta por la celebración del Centenario de la República y lasfechas que lo delimitan: 1902-2002, pero que, a todos se nos hará evidente,no es posible asomarse al desarrollo cultural de los últimos cien años sinreferirnos, en cada momento y aunque sólo sea someramente, a los ante-cedentes que, de muchas maneras, hicieron posible algunos de los ras-gos caracterizadores de lo cultural cubano republicano a los que habre-mos de asomarnos.En segundo lugar, habremos de entender que, aunque impreciso a la luzde nuestra historia, el término República será considerado de maneraconvencional como el referente para todo el período (1902-2002), aun-que ello incluya indistintamente la primera república basada en la Cons-titución de 1901, el paréntesis de ausencia de vida republicana durantela segunda intervención norteamericana, lo que podríamos llamar la se-gunda república fundamentada en la Constitución de 1940, el segmentode república intervenida a partir del golpe de estado de Batista en 1952 yla etapa comprendida entre el inicio de la Revolución en 1959 y la instau-ración de un régimen totalitario entre 1968 y 1976, hasta la fecha.Y, en tercer lugar, trazar las fronteras sobre el uso que aquí habrá dedarse al dilatado y controvertido concepto de cultura. Para simplificarproponemos circunscribir el término a la descripción de un sistema devalores e ideaciones (estéticos, éticos, políticos, económicos, religio-sos, etc.) y a la producción de las expresiones (literarias, musicales,filosóficas, plásticas, arquitectónicas...) que lo objetivan.

La República y la cultura

Pío E. Serrano

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Nuestro recorrido por la cultura cubana se encauzará por la exposiciónde una serie de tensiones o líneas maestras, permanentes unas, even-tuales otras, que nos servirán para descubrir algunos de los rasgos queparcialmente nos ayudarán a comprender las naturalezas sucesivas, fu-gitivas y maleables, de la cultura cubana.Tal propuesta no es más que una manera de problematizar, poner encuestión los presupuestos generalizadores de complacencia con quesolemos asomarnos a nuestra historia cultural. Creo que una circunstan-cia como la que nos convoca debe aprovecharse más para abrir un debateesclarecedor de nuestras carencias que para autocomplacernos con elrepertorio, a veces hiperbolizado, de nuestros, sin duda meritorios, lo-gros culturales. En una apretada síntesis repasaremos algunas de lasexpresiones y movimientos culturales más sobresalientes de los últimoscien años.

LA EDUCACIÓN

El primero de ellos es el de la educación, marcado por un sostenidoprogreso y fundamento primero de cualquier manifestación cultural su-perior. Como reacción a la precaria condición en que el período colonialhabía dejado la instrucción en la Isla, el primer gobierno republicanocontinuó la tarea comenzada durante la primera intervención norteame-ricana. Así en estos primeros años se creó un amplio sistema de escue-las públicas, aprovechando para ello los casi dos mil maestros que en1900 tomaron cursos acelerados en la universidad de Harvard. Se crea-ron los primeros kindergarten, se regularon los grados, programas ymétodos de enseñanza, a la vez que se fundaron Escuelas Normales parala formación de maestros. El lema del gobierno de Estrada Palma fue“Más maestros que soldados”, y lo cumplió. Al frente de la reforma de laenseñanza secundaria y universitaria se situó la figura ejemplar de Enri-que José Varona. La universidad, respondiendo a un nuevo modelo desociedad y, sin duda, influida por una nueva concepción pragmática yeficaz de raíz norteamericana, amplió sus facultades y se crearon lasEscuelas de Pedagogía, Veterinaria, Cirugía Dental, Arquitectura y lasIngenierías Agrónoma y Eléctrica. La Escuela de Medicina se dotó de unplan para la formación de enfermeras, parteras y laboratoristas.En los primeros 25 años de república, y a pesar de la manifiesta corrup-ción de nuestra clase política, se había creado la Superintendencia Ge-neral de Escuelas y su correspondiente cuerpo de inspectores de escue-las públicas y privadas; se establecieron las Granjas-Escuela, una por

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provincia, para formar técnicos agrícolas de grado medio, siete nuevasEscuelas Normales, una Escuela Técnica Industrial y una Escuela deComercio en cada provincia. Quedó establecido el sistema de EscuelasPrimarias Superiores; se fundaron las Academias de la Historia y la deArtes y Letras, el Museo Nacional. Todo ello, al tiempo que se concedíala autonomía a la Universidad de La Habana.Al comienzo de la década del 40 la escuela primaria tiene una matrículade más de medio millón de estudiantes, cien mil de los cuales de losInstitutos Cívicos-Militares en las zonas rurales. Se fundan la OrquestaSinfónica y la Filarmónica Nacional. Reabierta la Universidad, se fija lamatrícula en 45 pesos, pagadera en tres plazos a lo largo del curso; deacuerdo a sus expedientes, los estudiantes tienen derecho a matrículagratis.Dieciocho años después, en 1958, observamos que la situación en laeducación ha continuado progresando. La escuela primaria pública al-canza una matrícula de 1.300.000 estudiantes, mientras que la escuelaprivada servía a más de 200.000 alumnos. Una escuela privada, por cierto,plural en su conjunto, aunque también elitista y discriminadora en elcomportamiento de algunas de ellas. Esta pluralidad se manifestaba porel hecho de estar integrada la escuela privada tanto por centros laicoscomo por los correspondientes a las más variadas adscripciones religio-sas, mayoritarias las católicas, pero también protestantes y judías. Losinstitutos de bachillerato ascienden a 95, entre públicos y privados;existen 19 Escuelas Normales, 14 Escuelas de Economía Doméstica, 7Escuelas de Artes Plásticas y varias escuelas de periodismo, artes dra-máticas y ballet, la principal adjunta al Ballet Nacional de Alicia Alonso,protegido oficialmente ya desde entonces. Al suprimirse en 1949 el pri-vilegio de la enseñanza superior que monopolizaba la Universidad de LaHabana desde 1728, se crean dos nuevas universidades estatales (las deSantiago de Cuba y la de Las Villas), y pudieron establecerse variasuniversidades privadas, las más importantes las de los dominicos, laUniversidad de Villanueva, y la Universidad Masónica. Cuba contabacon 3,8 estudiantes universitarios por cada mil habitantes, la misma cifrade Argentina, Chile y México. Los graduados universitarios, sobre todolos de carácter técnico e industrial, los técnicos de grado medio y lostrabajadores especializados constituyeron una vasta red que permitió laprogresiva y plena cubanización de la producción y la gestión del país.El país poseía una industria editorial propia que abastecía de textos a laescuela pública y privada. Muestra de su alta calidad fue la exportaciónalcanzada por este rubro de 10 millones de dólares en 1958.

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Sobrevivía un 20% de analfabetos, concentrados en los bolsones demiseria de las áreas rurales y las amplias zonas marginales de las grandesciudades. Un porcentaje, por cierto, igual al de Chile y Costa Rica, sólosuperado en América Latina por Argentina y Uruguay.A la Revolución correspondió la verdadera universalización de la ense-ñanza, a partir de la gigantesca campaña de alfabetización de 1961 y de lanacionalización de la escuela privada en el mismo año. Como conse-cuencia del éxodo masivo de maestros en esos años, se implementarondiferentes instituciones para la formación acelerada de un nuevo magis-terio. Así se comenzó una progresiva concentración de estudiantes detodos los niveles en grandes centros de becarios, al tiempo que se mul-tiplicó la presencia de escuelas a lo largo de toda la isla.La matrícula de los diferentes niveles de la educación alcanzó cifrasexorbitantes, en el afán premeditado de generar una profunda transfor-mación de la conciencia nacional. El monopolio de una educación uni-versalizada garantizaba la presencia excluyente de un único discursoformativo; una experiencia que, sin duda, los dirigentes cubanos habíanaprendido de los modelos soviéticos y, sobre todo, chinos. Para alcan-zar sus objetivos -la formación de una conciencia nacional uniforme yortodoxa- no era suficiente para la Revolución la apropiación de losmedios de producción y de las instituciones del Estado. Para ello eraimprescindible también apoderarse de todos los medios formativos de lasociedad: escuela, prensa, radio, televisión... La Universidad debió su-frir en julio de 1960 un proceso de depuración que liquidó el 80% de suprofesorado, sustituido improvisadamente por nuevos docentes revo-lucionarios. En diciembre del mismo año se anuló la autonomía universi-taria y se creó el Consejo Superior de Universidades, al frente del cual sesituó el intelectual comunista Juan Marinello. Durante el I CongresoNacional de Educación y Cultura, en 1971, Castro subrayó el carácterancilar de la educación en el país al anunciar que “la educación es unarma de la revolución”.Gracias a la economía subvencionada por la antigua Unión Soviética, laRevolución pudo sostener su ambicioso programa educacional durantedécadas. Gracias también a la ayuda soviética y de los países del Este,tanto material como humana, se ampliaron las facultades tecnológicas ymiles de cubanos pudieron realizar estudios superiores en las universi-dades del bloque comunista. Con la caída del Muro de Berlín la depau-peración y la precariedad se han instalado en la gestión educativa delrégimen, carente ahora de las cuantiosas subvenciones antes recibidas.

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MEDIOS DE COMUNICACIÓN SOCIAL

En cuanto a los medios de comunicación social, un importante factorcoadyuvante al desarrollo de la educación, cabe mencionar en 1959 laexistencia en La Habana de, al menos, 14 grandes diarios, algunos deellos de distribución nacional; más los diarios de distribución regional,contando cada provincia, al menos, con dos cabeceras. Esto arrojaba lacifra de 101 ejemplares por cada mil habitantes, superado en AméricaLatina por Uruguay, Argentina y Panamá. Añádase a ello la existencia dedos revistas semanales de información general, Bohemia y Carteles, dedistribución continental, y que llegaron a sobrepasar, en algún momento,los cien mil ejemplares; además de Vanidades y Ellas, revistas de cortemás banal y circunstancial. Funcionaban más de 250 estacionesradiotransmisoras y el país contaba con un radiorreceptor por cada 6,28habitantes, el tercero en Latinoamérica. En cuanto a la televisión, emitíancinco canales, uno de ellos en colores desde 1958. La población contabacon un televisor por cada 25 habitantes, ocupando Cuba el primer lugaren América Latina. Todos estos medios garantizaban una pluralidad deposiciones políticas, incluyendo la oposición al régimen de Batista y lapresencia descontinuada de publicaciones comunistas, como el diarioHoy y otras revistas de diversa suerte.

LA LITERATURA

El movimiento literario cubano de los últimos cien años ha dado prue-bas, a pesar de múltiples adversidades, de una enorme capacidad degestación, tanto en los géneros de creación, como en los especulativos,en particular el ensayo historiográfico, si bien en estos últimos se puedeapreciar una adscripción sostenida de corte positivista, sin que las nue-vas escuelas historiográficas tuviesen una presencia significativa en elperiodo hasta 1958. La primera mitad del siglo se caracteriza por lo queen fecha temprana Jorge Mañach señaló como la ausencia de una con-ciencia nacional que respaldase y estimulara a sus creadores. Carente deapoyos oficiales, de instituciones favorecedoras, de un sistemático me-cenazgo privado, de una estimulante cobertura editorial a la creación, deuna red de bibliotecas públicas, de un sistema de premios y becas apro-piado, el talento, generalmente aislado, deja la huella de una escrituraque se resiste a la indiferencia en que germina.Sin embargo, es digno de señalarse, que una parte de la sociedad civil,alerta y activa, dio muestras de responsabilidad y con su modesto es-fuerzo logró germinar una sucesiva preocupación por nuestra cultura en

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sus más variados registros. Algunas de estas instituciones fueron lasAcademias de Artes y Letras, de la Historia; los Departamentos de Ex-tensión Cultural (revista Islas, fundada en 1958 por Samuel Feijoo) y losCursos de Verano de las universidades; la Institución Hispano Cubanade Cultura, presidida por don Fernando Ortiz; los distintos Clubes Ate-nas y sociedades de color a lo largo de toda la isla; la Universidad delAire, alentada por Jorge Mañach; la Sociedad de Estudios Afrocubanos,fundada en 1937 por don Fernando Ortiz y Emilio Roig de Leuchsering,y donde colaboraron figuras como las de Lydia Cabrera, José LucianoFranco, y otros, y continuada a partir de 1983; la Sociedad Lyceum yLawn Tennis Club, fundada en 1928 y que desde 1938 publicó su propiarevista, alentó ciclos de conferencias y exposiciones personales y co-lectivas de artes plásticas; la Sociedad Pro-Arte Musical, fundada en1918 y de sostenida presencia hasta la década de los 50; la SociedadEconómica de Amigos del País, que en su época republicana alentó lasegunda época de la Revista Bimestre Cubana, con duración hasta1959; y la Sociedad Nuestro Tiempo, de inspiración izquierdista, conmarcada presencia de comunistas, en la década del 50; además, porsupuesto, de las actividades desarrolladas por las distintas asociacio-nes de profesionales (Colegios de Abogados, de Periodistas, de Arqui-tectos, de Ingenieros, de Pedagogos, etc.), entre otras varias.A pesar de todo ello, de aquella desidia oficial a la que nos referíamos, laresistencia de los agentes culturales cubanos alcanza logros más quemeritorios. Entre ellos, la fundación de 558 revistas de variado caráctercultural, de las que más de una veintena alcanza una continuidad deentre 15 y 20 años, y cinco logran imantar un grupo generacional, unaconciencia común de responsabilidad intelectual y fueron exponente dela difícil condición de resistencia a la mediocridad, la corrupción y eldesencanto. Son ellas:Cuba contemporánea (1913-1927), fundada por Enrique José Varona,heredera de la tradición comenzada por la Revista de Cuba (1877-1884) yla Revista cubana (1885-1895) y cuyo primer número advertía de maneraejemplarizante “estas páginas quedan abiertas a todas las orientacionesdel espíritu moderno, sin otra limitación que la impuesta por el respeto alas opiniones ajenas”. Esta revista puede considerarse como el órganode la primera generación de escritores de la República. Entre sus colabo-radores estuvieron Agustín Acosta, Regino Boti, José Manuel Poveda,José María Chacón y Calvo, Domingo Figarola, Enrique Gay-Galbó, MaxHenríquez Ureña, Fernando Ortiz, Alfonso Reyes, Emilio Roig deLeuchsering, Bertrand Russell, Juan Marinello y Jorge Mañach, entre otros.

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Esta generación habría de generar un sólido grupo de pensadores, cu-yas figuras cimeras son Medardo Vitier y Fernando Ortiz. El primeroahonda en las raíces del pensamiento cubano del siglo XIX, al tiempoque expone y comenta con fervor la obra de Enrique José Varona; Fer-nando Ortiz, por su parte, autor de una obra monumental de proyecciónuniversal, considerado como el tercer descubridor de Cuba, venciendola densidad de prejuicios sobre el factor africano en la constitución de lacultura cubana, levanta un cuerpo de investigación antropológica,etnográfica y musical que habría de ser decisivo para la instalación deese factor africano en el mundo académico. A ellos podríamos añadir laingente labor historiográfica llevada a cabo por Ramiro Guerra, EmilioRoig de Leuchsering, Emeterio Santovenia, Manuel Márquez Sterling yHerminio Portell Vilá; así como en el campo de la filología la destacadaactividad de José María Chacón y Calvo.Orto (Manzanillo, 1912-1957), una de las publicaciones culturales másimportantes de la época y, sin duda, la más significativa de las publica-das en provincias. Es, por su prolongada vida, una publicaciónintergeneracional. A su alrededor se nucleó un grupo destacado decreadores, como Agustín Acosta, Boti, Poveda, Navarro Luna, Luis Fe-lipe Rodríguez y Nicolás Guillén, quien en la década del 30 habría de dara conocer su poesía mulata o afrocubana, la mejor muestra de nuestraescuálida vanguardia, y, sin duda, uno de los más altos momentos de lapoesía cubana en la búsqueda de su identidad.Revista de Avance (1927-1930), heredera, a su vez, de Cuba contempo-ránea, (y a la par de sus contemporáneas americanas, la argentina Sur, laperuana Amauta o la mexicana Contemporáneos) a pesar de su breveduración constituyó el núcleo de la segunda generación de escritoresde la República y fue portavoz de las corrientes estéticas y políticas desu tiempo, entre ellas la vanguardia. Su primer consejo editorial estuvointegrado por Alejo Carpentier, Martín Casanovas, Francisco Ichaso,Jorge Mañach y Juan Marinello, lo que nos da una idea de su pluralidady de la capacidad, entonces, de los cubanos de convivir en la diferencia.Entre sus colaboradores estuvieron figuras prominentes como EmilioBallagas, Eugenio Florit, Mariano Brull, Lino Novás Calvo, Raúl Roa yRegino Pedroso. Como consecuencia del asesinato del estudiante univer-sitario Rafael Trejo bajo la dictadura de Machado cesa su publicación.La resistencia cívica de la inteligencia pudo apreciarse entonces con elsurgimiento del Grupo Minorista, un puñado de jóvenes intelectualesque sale del gabinete para exigir una revitalización en todos los ámbitosde la vida nacional.

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Una seria disposición hacia la reflexión sobre los problemas másangustiantes de la nación cobra vida en esta generación, testigo delcaos producido por la caída de la dictadura de Machado y del posteriorreordenamiento de la vida política de la nación. Figuras como las deFrancisco Ichaso, Juan Marinello, José Antonio Fernández de Castro,Raúl Maestri, Roberto y Antonio Sánchez de Bustamante, abordan te-mas éticos, políticos, sociales, jurídicos y económicos. Quizá la perso-nalidad descollante del momento fuera Jorge Mañach, uno de los hom-bres que, aunque polémico en algunas de sus ideas, más fatigó su inte-ligencia en el esfuerzo por articular y orientar una conciencia nacionalque observaba desmañada y endeble.Orígenes (1944-1956), José Lezama Lima, su fundador y alentador ad-vierte en el editorial del primer número de una nueva sensibilidadesencialista que impulsa a sus colaboradores: “No le interesa a Oríge-nes formular un programa, sino ir lanzando las flechas de su propiaestela... No nos interesan superficiales mutaciones, sino ir subrayandola toma de posesión del ser... Nos interesa fundamentalmente aquellosmomentos de creación en los que el germen se convierte en criatura y lodesconocido va siendo poseído en la medida en que esto es posible y enque no engendra una desdichada arrogancia”. Desde esta perspectiva,Orígenes favoreció el florecimiento de una pluralidad de voces dondesobresalieron, junto a la de Lezama Lima, la de Gastón Baquero, EliseoDiego, Fina García Marruz, Cintio Vitier y Ángel Gaztelu, el momento másalto de la poesía cubana del XX.Esta tercera generación habría de engrosar y adensar el cuerpo de re-flexión nacional con la catedralicia construcción del sistema poéticolezamiano, uno de los hitos mayores del pensamiento literario americano.Al mismo tiempo, Cintio Vitier y Samuel Feijóo trazaban el rico y enambos personalísimo mapa de la poesía nacional; Guy Pérez Cisnerosfijaba los aportes estéticos de la vanguardia plástica nacional; mientrasque Raúl Cepero Bonilla, Julio Le Reverand y Manuel Moreno Fraginalsdespejaban segmentos preocupantes de nuestra historia económica ysocial.Ciclón (1955-1957, 1959), representó, por una parte, un cambio de acti-tud ante el hecho cultural, una puesta en sintonía con el pensamientocontemporáneo, y, por otra, un relevo generacional. Dirigida por JoséRodríguez Feo, co-director con Lezama de Orígenes, y por Virgilio Piñera,el mayor espíritu de resistencia a la banalidad, al discurso teleológicocon el que algunos quisieron cargar a Orígenes y a la corrección hipócritay bienpensante antes y después de 1959, Ciclón, decía, abrió sus pági-

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nas a la que habría de ser la generación cubana del 50 y cuya extensión,ya en la Revolución, habrá de encontrarse en Lunes de Revolución.Como resumen de la excelencia alcanzada por la literatura cubana enestos cien años, baste señalar la recepción de tres premios Cervantes-sólo igualada con Argentina- a escritores tan disímiles y de generacio-nes distintas como Dulce María Loynaz, Alejo Carpentier y GuillermoCabrera Infante.

LA MÚSICA

En el desarrollo de la música del período habríamos de distinguir entre lamúsica popular y la llamada música culta. Las singularidades y excelen-cias de la música cubana han sido destacadas recientemente por losmusicólogos Aurelio de la Vega, Natalio Galán, Cristóbal Díaz Ayala yTony Evora, precedidos por la labor de Fernando Ortiz y Alejo Carpentier.A los efectos de esta conferencia, lo más destacable, a nuestro entender,es la manera armónica en que se fundieron en la música los factoresculturales africano y europeo. La integración de los elementos rítmicosde la música africana con los valores melódicos de procedencia europea.Una integración que, infelizmente, no cobró vida en otros segmentos denuestra vida cultural, a excepción, quizá, de la experiencia de la poesíaafrocubana y de ciertos aspectos de la plástica, a partir de la vanguardia.La llamada música culta fue también fecundada por esta voluntadfusionadora, un fenómeno ya presente en los dos músicos cubanos másrepresentativos del XIX, Saumell y Cervantes. Especial mención mere-cen dos solistas negros excepcionales, a caballo entre los dos siglos,José White y Brindis de Salas. Las dos mayores figuras de la músicarepublicana, Amadeo Roldán y Alejandro García Caturla, en correspon-dencia con los movimientos nacionalistas de los grandes músicos delcontinente, rehabilitan valores musicales populares tradicionalmentepostergados. Así, Roldán nos puede ofrecer piezas como la Oberturasobre temas cubanos, La rebambaramba, El milagro de Anaquillé olos Motivos de son; o las elaboradísimas composiciones, de GarcíaCaturla, atentas a las últimas tendencias de la música internacional, talescomo Bembé, Yamba-O, Tres danzas cubanas o La rumba, ninguna deellas adscritas al fácil folklorismo, elevadas, por el contrario, a las máscomplejas técnicas contemporáneas.El magisterio de Roldán y de García Caturla fue continuado por la cons-tancia imbatible de José Ardévol y sus discípulos del Grupo Renova-ción, que habría de darse a conocer a finales del 40 y en la década del 50,

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y entre los que sobresalieron Julián Orbón, integrado a los origenistas,Harold Gramatges y Gisela Hernández, entre otros.Dos figuras extraordinarias de la música cubana del período fueron Er-nesto Lecuona y Gonzalo Roig. Lecuona sobresalió por sus excelenciascomo intérprete pianístico y por sus composiciones, entre las quesobresalieron sus piezas para piano y las zarzuelas El cafetal, María laO y Rosa la China, entre otras. Todas ellas marcadas, como en Roldán yGarcía Caturla, por la fusión del elemento musical y temático africano denuestra identidad cultural.

LAS ARTES PLÁSTICAS

Junto a la literatura, las artes plásticas constituyen la expresión más altade la producción cultural cubana. Si bien el siglo XIX ofreció un panoramade “pobreza” e “incoherencia”, según Guy Pérez Cisneros, quien, juntoa Jorge Mañach (La pintura en Cuba, 1925) ha sido el mejor expositor dela época, por el carácter ancilar e instrumental que tuvo la plástica enCuba entonces (sobre todo en los hermosos grabados generados parala industria del tabaco), y que la etapa finisecular conociera de la fatigaacademicista, el primer cuarto del siglo XX se ve estremecido primeropor la presencia de los pintores de la Escuela de París, el desembarco delcezanismo, con Víctor Manuel a la cabeza, renovador tanto de la paletacromática, de la técnica pictórica, como de la temática, y posteriormentepor la pintura de vanguardia.En 1910, Víctor Manuel funda la Asociación de Pintores y Escultores,que, unida al grupo de la Revista de avance, habrá de situar la pinturacubana en una nueva perspectiva. A diferencia de otros países, la van-guardia cubana no nació al reclamo de un programa o manifiesto. Senci-llamente fue la eclosión de una nueva sensibilidad expresada en la obrade Eduardo Abela, Amelia Peláez, Marcelo Pogolotti, Fidelio Ponce yCarlos Enríquez, quienes integraron un movimiento crítico que incorporólos recursos del cubismo, el expresionismo y el surrealismo al imaginariopopular cubano, la tradición barroca y la sensualidad del paisaje y de lasgentes. Una experiencia que habría de encontrar un continuador excep-cional en René Portocarrero.Los años cuarenta conocieron de dos experiencias singulares. La apro-piación por parte de Mariano, uno de los pintores vinculados a Oríge-nes, de las técnicas muralistas mexicanas; y la llegada a Cuba de WifredoLam, poseído de la fuerza indagatoria surrealista puesta al servicio deuna semántica y de una sintaxis expresivas de los factores iconográficos

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africanos latentes en la tradición cubana. Lam, el pintor cubano másimportante del siglo XX, sin embargo, no hizo escuela; únicamente y demanera fragmentaria podemos encontrar su huella en Roberto Diago,desaparecido tempranamente, con una obra que en su máximo desarro-llo habría desplazado al propio Lam. Posteriormente, el lenguaje surrealistaencontraría su mejor continuador, aunque con motivos más personales,en la obra de Jorge Camacho.Mariano y Portocarrero habrían de ser maestros en la Escuela Libre dePintura y Escultura, fundada por Abela a contrapelo del conservadurismode la Escuela de San Alejandro, y que habría de dar forma definitiva a laescuela moderna cubana.La década del cincuenta mostró un agotamiento de las tendenciasnacionalistas y criollistas, y dio paso a las nuevas corrientes: la abs-tracción, y en particular el expresionismo abstracto norteamericano. Lanueva sensibilidad se corporizó en el Grupo de los Once, donde sobre-salieron Luis Martínez Pedro, Mariano Carreño, Cundo Bermúdez, JoséMijares, Sandú Darié, Hugo Consuegra, Gina Pellón y Raúl Martínez,entre otros.Obras más personales pudieron verse en la sensualidad de la línea deServando Cabrera Moreno, en el feroz realismo expresionista de ÁngelAcosta León y de Antonia Eiriz o en las enigmáticas propuestas deJessie Fernández.La escultura, por su parte, no alcanzó ni en el XIX ni en el XX las excelen-cias de la pintura. Eugenio Sánchez de Fuentes nos dejó una obra extraor-dinaria, Cuba monumental estatuaria y epigráfica (1916), donde serecorre minuciosamente la huella de este arte hasta entonces.Le correspondió a Juan José Sicre romper con las ataduras academicistasen la década del 20. Sicre habría de establecer los valores del racionalismoo plástica pura, incrementando la solidez de los volúmenes y su relacióncon los espacios. A él se debe la estatua de Martí en la Plaza Cívica, hoyPlaza de la Revolución. Alfredo Lozano continúa esta línea con un noto-rio alejamiento de lo anecdótico y realista. Al extremo de esta tendencia,el abstraccionismo inspirado en Brancusi, tiene sus representantes másnotables en Ernesto Navarro, Rita Longa, Rodolfo Tardo y las alegoríassemi-abstractas de Roberto Estopiñán. Las esculturas en hormigón, broncey madera, a veces grandes conjuntos monumentales, de Rolando LópezDirube aportan una plenitud poética sorprendente. Dentro de esta mismalínea, pero con la integración de elementos afrocubanos se alza laespléndida obra de Agustín Cárdenas.

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LA ARQUITECTURA

La arquitectura trajo con el siglo la ampliación de las grandes ciudades.Las décadas iniciales coincidentes con los períodos de las “vacas gor-das”, el alza de los precios del azúcar y la expansión de la industrianacional, hicieron florecer el período ecléctico de nuestra arquitectura,mezcla de diferentes estilos históricos, monumentalidad y poca adecua-ción al clima y a la tradición cultural de la ciudad, un periodo en que sedistinguieron los arquitectos Nicolás Quintana (padre) y Miguel ÁngelMoenck. En la década del 20 La Habana, al menos, parece recuperarse deaquella ensalada de estilos y favorece la aparición del Art Deco en arqui-tectos como Govantes y Covarrubias, pero que la crisis del 30 habría deparalizar.Nicolás Quintana (hijo) no ha dejado de contarnos la importancia quetuvieron en su generación las figuras internacionales de Walter Gropius,Richard Neutra, José Luis Sert y Franco Albini hacia finales de la décadadel 40. A partir de esta generación la arquitectura cubana se desplazahacia un modernismo de avanzada, de un alto sentido de la creatividad yque regresa a las maneras expresivas de una identidad nacional arqui-tectónica. Este grupo habría de vincular sus proyectos arquitectónicosa la pintura y la escultura nacional, convocando para sus proyectos aplásticos como Portocarrero, Amelia Peláez, Rolando López Dirube,Cundo Bermúdez y Alfredo Lozano, entre otros, cuya presencia quedabaintegrada en obras como el Museo Nacional de Arte, la Ciudad Deportiva,el Tribunal de Cuentas o el hotel Habana-Hilton.La década del 50 habría de dejar la huella de un poderoso movimientoarquitectónico que habría de cancelarse hacia finales de 1960. Emilio delJunco, Miguel Gastón y Martín Domínguez diseñan el edificio de RadioCentro; Ernesto Gómez Sampera y Martín Domínguez diseñan el edificioFocsa; Max Borges dio la nueva estampa al cabaret Tropicana; MiguelGastón realizó el plan regulador de La Habana del Este y el Palacio deComunicaciones de la Plaza Cívica; Antonio Quintana trazó el RetiroOdontológico y el Seguro Médico; Nicolás Arroyo y Gabriela Menéndezse ocuparon del Teatro Nacional, la Ciudad Deportiva y el Habana-Hilton;y Ricardo Porro habría de alentar el proyecto de las Escuelas de Arte, enparticular las de Artes Plásticas y Danza Moderna, hoy prácticamenteen ruinas.Estos mismos arquitectos habrían de demostrar su cuota de resistenciaal oponerse, desde el Colegio de Arquitectos, en 1953 al proyecto de laPlaza Cívica, demostrando su pseudomonumentalidad y lo inadecuadodel proyecto.

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El propio Nicolás Quintana ha dejado constancia de la creación de laJunta Nacional de Planificación de Cuba, fundada en 1955, que comenzólos estudios del Plan Nacional y los Planes Pilotos de La Habana,Varadero, Trinidad e Isla de Pinos. Ese proyecto, con graves errores enlo que concernía a La Habana, quedó paralizado después de cuatro añosde estudios iniciales. Es de esperar que, alguna vez, mejor pronto quetarde, se recuperen y corrijan algunos de estos proyectos fatalmenteinterrumpidos en 1959.No quiero terminar este breve repaso a la arquitectura en Cuba sin reco-mendar enfáticamente la lectura de Invención de La Habana de laarquitecta y ensayista cubana Emma Alvarez-Tabío, publicado por laEditorial Casiopea de Barcelona, y que es un ensayo de una densa ypoliédrica interpretación de la cultura cubana a través de la arquitectura.

EL CINE

El cine, quizá debido a las íntimas relaciones entre su proyección cultu-ral y las circunstancias que lo convierten en mercancía, para lo que sesupone la existencia de un mercado que facilite su existencia, tuvo enCuba un desarrollo proporcional al de su crecimiento económico. Cuandoen la década del cincuenta se comenzaban a dar los primeros pasoshacia una industria nacional del cine, su desarrollo fue frenado por eladvenimiento de la Revolución. El proceso iniciado en 1959 recibió ypotenció la herencia recibida, pues desde fechas muy tempranas ladirigencia tuvo conciencia del importante papel que el cine podría des-empeñar en la formación de una nueva conciencia nacional. Con la crea-ción en 1959 del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica(ICAIC), el régimen hizo suyas las palabras de Lenin “de todas las artes,la más importante para nosotros es el cine”. La eficacia de los noticierosy documentales de Santiago Álvarez, y desde sus primeros filmes (His-torias de la Revolución y El joven rebelde) se dio paso a una carteleraal servicio de la ideología dominante; a pesar de lo cual, es merecidoseñalarlo, se pueden destacar algunos logros estéticos notables en suconjunto y la consolidación de un movimiento cinematográfico de al-cance internacional. Como en otras esferas, con la pérdida de las sub-venciones soviéticas y del Este, el cine cubano atraviesa ahora unaépoca de recesión y debe acudir a las coproducciones internacionalespara sobrevivir.

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EL TEATRO

El teatro cubano conoció en el siglo XIX un auge extraordinario, tantoen su vertiente vernácula y de comedia, como en su aspecto más culto.No deja de sorprendernos la proliferación de teatros, no sólo en LaHabana, sino a lo largo de las principales ciudades de la isla. Así Santiagode Cuba con su Teatro de la Marina, el Reina Isabel II o el Teatro Reina;el teatro Brunet en Trinidad; El Principal y el Fénix en Camagüey; el Terryen Cienfuegos; el Sauto en Matanzas; y en La Habana el Villanueva, elVariedades, el Lersundi, el Ariosa, el Alhambra, el Tacón, el Payret, entreotros.Así las cosas, cuando llega la República la tradición continúa, pero poruna tradición trillada y convencional. El teatro bufo, de gran éxito, man-tiene las figuras del “negrito catedrático” o el “negrito chévere”, la mu-lata y el gallego, con autores como Federico Villoch y los hermanosRobreño (Francisco y Gustavo), que a pesar de su jocosidad, o quizá porello, llegaron a asomarse a la actualidad a veces con un fuerte sentidocrítico. El melodrama fue cultivado por Gustavo Sánchez Galarraga y elteatro lírico, símbolo de la representación de la nueva riqueza de lasacarocracia, alcanzó una inusitada demanda de compañías y divos deprestigio internacional, como Titta Ruffo, Hipólito Lázaro y el propioCaruso. El desarrollo de la propia zarzuela nacional, con Anckerman yErnesto Lecuona, se vio favorecido por este auge de lo lírico.También las compañías de teatro internacional nos visitaron, como lasde Benavente, María Guerrero, Linares Rivas, Margarita Xirgú o SaraBernhardt.El teatro moderno cubano no aparecerá hasta la década del 40. La primeraexperiencia seria la había emprendido en 1935 Luis A. Baralt con el grupoLa Cueva para desembarazar la escena nacional del provincianismo quela asfixiaba. En 1940 se funda la Academia de Artes Dramáticas, contabacon un plantel de jóvenes profesores entre los que se contaban Luis A.Baralt, José Manuel Valdés Rodríguez, Alejo Carpentier y Luis AmadoBlanco; el español José Rubia Barcia y el refugiado judío-austríacoLudwih Schajowicz, entre otros. Aquí se formaron algunos de los másconstantes y rigurosos alentadores del teatro cubano de las siguientesdécadas: Francisco Morín, Modesto Centeno y Adolfo de Luis, así comovarias de las figuras sobresalientes del teatro, el cine y la TV: AlejandroLugo, Ana Saínz Reinaldo de Zúñiga, Violeta Casal.En 1941, Baralt y Schajowicz, fundan el Teatro Universitario, al tiempoque se crea el Patronato del Teatro. Estas instituciones recrean un rigu-

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roso repertorio clásico, a la vez que estrenan en La Habana piezas de losmás importantes autores contemporáneos. En 1943 Paco Alfonso echó aandar su Teatro Popular, donde estrenó La tembladera, obra de profundacrítica social, de José Antonio Ramos, así como otras de autores cubanos.Desaparecida la Academia de Artes Dramáticas, algunos de sus anti-guos alumnos, como Modesto Centeno y Francisco Morín, crean en1944 el grupo ADAD (sigla de la Academia de Artes Dramáticas), dandootra vuelta de tuerca al desarrollo del nuevo teatro cubano. Dos añosdespués, en 1946, se inauguró la nueva Academia Municipal de ArtesDramáticas.ADAD, con el siempre alerta entusiasmo de Morín, estrenaría las prime-ras obras de Virgilio Piñera, el dramaturgo más sobresaliente del sigloXX cubano. Después vinieron Prometeo, TEDA (Teatro Experimental deArte), Farseros, El Grupo Escénico Libre, Los Comediantes, La Carreta,Las Máscaras, Talía, la sala Hubert de Blanck, Atelier, Arlequín...Es cierto que esta proliferación de grupos independientes, unos máscercanos al teatro de arte, otros al teatro comercial, y siempre impulsa-dos por un reducido número de apasionados alentadores del teatro, nocontó con una suficiente respuesta de la sociedad, que su vida econó-mica fue siempre precaria, que las salas son pequeñas y casi nunca sellenan, que el número de representaciones era exiguo; pero también lo esque su esfuerzo profesional continuado sostuvo una vocación que ha-bría de florecer en los primeros años de la Revolución, con una fuerza yuna alta calidad que a muchos sorprendió.

LA CULTURA ENTRE 1959 Y 2002La acción cultural de las últimas cuatro décadas, las correspondientes alPeriodo revolucionario (1959-1968) y a la posterior institucionalizaciónde un régimen totalitario (1968...) no es uniforme, y está regida por dife-rentes etapas y sus correspondientes políticas culturales. Las resumoapretadamente.

I. 1959-1961: La luna de mielLos tres primeros años de la Revolución fueron los de una mayor crea-ción cultural en libertad. Cuajaron entonces algunos de los esfuerzosculturales que, como hemos visto, comenzaron a forjarse en la décadaanterior: el cine incipiente, la profesionalización del teatro, la renovacióndel movimiento plástico, la aparición de la generación de escritores del 50.

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Algunos observadores de la reciente historia cubana al apreciar la eclo-sión de talento creador de la década del 60 suelen creer que todo ello haaparecido ex nihilo, tocado únicamente por la gracia revolucionaria,olvidando su desarrollo precedente y recordando únicamente las zonasoscuras del pasado.Lo cierto es que estos primeros años se vivieron en un clima de “espon-taneidad y desorientación”, al decir certero del crítico oficialista JoséAntonio Portuondo, quien, por supuesto, cargaba ambos términos deuna solemne carga crítica. La cúpula revolucionaria no se definía aúnideológicamente y aguardaba la oportunidad apropiada para identificarse.En un clima tal de relativa tolerancia y bajo el amparo oficial de lasnuevas autoridades todavía plurales, el mundo de la cultura se puso enmarcha con un entusiasmo inusitado, sobre todo en los más jóvenes.Lunes de Revolución, el suplemento cultural del órgano del 26 de Julio,con Guillermo Cabrera Infante como director, abrió un espacio polémicoy dinámico a su generación, que pronto encontró una respuesta másortodoxa y conservadora en las filas de los antiguos comunistas desdelas páginas del suplemento cultural de su periódico Hoy. Al mismo tiempo,una generación más joven, inicia la única experiencia cultural autónomae independiente del período, es el grupo que se nuclea en torno a laspublicaciones de El Puente, alentadas por José Mario y Ana María Simo.El movimiento editorial encuentra en la Imprenta Nacional (1959, A.Carpentier), las Ediciones R y en las Ediciones La Tertulia espacio paralos nuevos jóvenes novelistas y poetas. En 1959 queda establecido elInstituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC), bajo ladirección de Alfredo Guevara. En 1961 se funda el Consejo Nacional deCultura y su Departamento de Literatura y Publicaciones, se crea elTeatro Nacional que comienza a socavar la experiencia de las salas inde-pendientes y funda en su entorno numerosos grupos dramáticos adjun-tos, y se echan a andar las Escuelas de Instructores de Arte. Sólo en1960 se montan 49 obras cubanas y se amplía notablemente el repertoriointernacional.Paralelamente, entre 1959 y 1960 se estatalizan los medios de comunica-ción y la escuela privada. El régimen se aseguraba para disponer detodos los recursos de formación de una nueva conciencia.Después de la invasión de Playa Girón, en mayo de 1961 se produce elcélebre encuentro de Castro con los intelectuales cubanos en la Biblio-teca Nacional. Su discurso de clausura, fija los nuevos y ambiguos lími-tes culturales: “Dentro de la Revolución: todo; contra la Revolución

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ningún derecho”. Se clausura Lunes de Revolución, abatido por loscomunistas y se dispersa el grupo. Como resultado del encuentro seconvoca al primer Congreso de Escritores y Artistas Cubanos, que decidela creación de la Unión de Escritores y Artistas Cubanos (UNEAC),según el modelo soviético, dotada de dos nuevas publicaciones, LaGaceta de Cuba y la revista Unión. La importante revista Casa de lasAméricas, ya había sido fundada en 1959 por Antón Arrufat.Lunes, cuyas señas de identidad ofrecía Cabrera Infante: “Teníamos elcredo surrealista y en cuanto a estética, al trostkismo, mezclados, conmalas metáforas, como un cóctel embriagador”, significaba para ladirigencia la hegemonía de lo efímero y la representación de la deca-dencia, y lo sustituía por una línea dura que proclamaba el compromisosin fisuras.La luna de miel había terminado.

II. 1962-1970: La convivencia inquietanteA pesar del reconocimiento del carácter socialista de la Revolución en1961, este es todavía un periodo contradictorio y paradójico. El desarro-llo cultural se verá sujeto a los vaivenes que tienen lugar en la pugna porel poder en una doble escala: nacional e internacional. En lo nacionalCastro deberá enfrentarse a algunos viejos dirigentes comunistas quepretenden poner en precario su propio liderazgo; en lo internacionalCastro desarrollará una hostil resistencia al acoso soviético para queproceda a una institucionalización de la Revolución, de acuerdo con suspropios modelos. Una pugna en la que la tozudez de Bresniev parecerásalir triunfadora.El dogmatismo y la ortodoxia cultural es vinculada a los sectoresprosoviéticos, mientras que las líneas más flexibles son sostenidas porlos revolucionarios, digamos, “castristas”. En el período se entrecruzanambas tendencias, y según la ascendencia de una u otra se moverá latendencia cultural.Todavía en esta etapa el teatro, el cine y las ediciones conocen un ciertoflorecimiento. En 1967 el recién creado Instituto del Libro emprende unplan de publicaciones inédito en el ámbito del socialismo real. Se publi-can obras de Proust, de Thomas y Heinrich Mann, Marcel Schwob,Trotski, Deutscher y Un día en la vida de Iván Denisovich deSolzhenitsin; la novela y la poesía cubana recoge títulos que van delcanto o el relato épico a la exploración existencial. La pintura avanza

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entre la experimentación formal al servicio de la Revolución, un inquie-tante expresionismo y la búsqueda de lenguajes propios.También en 1967 Castro pudo representar su última provocación a lospatrones estéticos del realismo socialista soviético. Para ello convocó aLa Habana al Salón de Mayo francés, una desbordante muestra de losmás arriesgados experimentos del arte moderno.Pero, en 1968, se crean las Unidades Militares de Ayuda a la Producción,verdaderos campos de concentración contra toda actitud consideradacomo una desviación sexual o ideológica. El temporal homofóbico afec-tará notablemente la actividad teatral, sometida a los célebres procesosde “parametración”, a los estudiantes universitarios y al profesorado.En el mismo año, 1968, Heberto Padilla recibe el premio de poesía de laUNEAC por su libro Fuera del juego y Antón Arrufat por su obra teatralLos siete contra Tebas. Ambas obras fueron severamente criticadas,publicadas con un prólogo-advertencia denigratorio y sus ejemplaresrápidamente secuestrados.Con la aquiescencia de Castro a la invasión soviética a Praga, el dirigentecubano debió someterse provisionalmente a los dictados de Moscú en1968. El estruendoso fracaso de la zafra de los 10 millones en 1970, habríade poner la rúbrica a la dependencia cubana de los soviéticos, y con elloal sometimiento de la cultura cubana a nuevos modelos estéticos.

III. 1971-1989: un largo túnel oscuroEl 20 de marzo de 1971 Heberto Padilla fue detenido y forzado, 28 díasdespués, a una grosera autoinculpación, que tanto recordó laescenificación de los procesos de Moscú de los años 30, y que serviríade advertencia al mundo cultural sobre una nueva etapa de rígida intole-rancia. El suceso desató una airada respuesta de docenas de personali-dades intelectuales internacionales.La reacción institucional al caso Padilla se vio en el Primer Congreso deEducación y Cultura en el que Castro resumiría con una eficaz yestremecedora consigna: “El arte es un arma de la Revolución”. Comen-zaba así lo que el crítico oficial Ambrosio Fornet llamó con matiz restric-tivo “quinquenio gris”, pero que en realidad habría de ser un largo túneloscuro hasta finales de la década del 80.En 1974 se aprobó la ley “contra la propaganda enemiga”, un instru-mento destinado a reprimir cualquier tipo de disonancia ideológica, deespecial repercusión en el ámbito de la cultura.

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En 1975 el primer congreso del Partido Comunista de Cuba confirma lanueva política cultural al condenar expresamente “cualquier intento parausar el arte como instrumento o pretexto para difundir o legitimar posi-ciones ideológicas contrarias al socialismo”. Un año después la nuevaConstitución proclamaría igualmente la supeditación de la cultura al ré-gimen. En el mismo año se crea el Ministerio de Cultura, a cuyo frente sepone al veterano dirigente Armando Hart, quien abre una etapa definidapor el investigador norteamericano John Reed como de “prisión de ter-ciopelo”. En este periodo se fomenta el cultivo de la literatura policíaca,puesta al servicio de los órganos represivos. El mismo año muere oscu-ramente Lezama Lima y Virgilio Piñera volverá a ser molestado por lapolicía política hasta su fallecimiento en 1979. Con los sucesos de laEmbajada del Perú en 1980 y el éxodo masivo de jóvenes creadores, sepone en evidencia el fracaso de la proclamada “tolerancia” auspiciadapor el ministro Hart.Para reafirmar el movimiento cultural de masas se crearon las Casas de laCultura, los Talleres Literarios y se estimuló el movimiento de aficiona-dos. Se abrieron nuevos espacios culturales, siempre oficiales, como loscentros de Estudios Martianos, el Alejo Carpentier, el Wifredo Lam y elJuan Marinello, entre otros. La política de Hart estimuló también el res-cate de la “nueva trova cubana”, encabezada por dos espléndidos crea-dores, Pablo Milanés y Silvio Rodríguez, ambos incondicionales de laideología oficial.Hacia finales del periodo la contradictoria política de Hart -abrir nuevosespacios, al tiempo que se apela a la “conciencia revolucionaria”- desataalgunas reacciones inesperadas. En el cine se produce Alicia en el pue-blo de las maravillas, una crítica a las estructuras de poder, rápidamentesecuestrada; y otras como Techo de vidrio repaso de la corrupcióngeneralizada; Se permuta, sobre lo precario de la vivienda, o Plaff sobrela propia incompetencia de la industria cinematográfica. Los creadoresmás jóvenes -plásticos y escritores- comenzaban a manifestar un estadode insatisfacción que amenazaba con quebrar el principio de“autocensura” deseable por el régimen.

IV. 1989... El reino de la doble moralA partir de la caída del bloque socialista el régimen ha optado por soste-ner la continuidad y generar una legislación cada vez más restrictiva dela libertad de expresión. Pero, paralelo al discurso oficial, desbordado elrégimen por urgentes problemas de subsistencia y debilitado en su ca-

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pacidad de un control total efectivo, los creadores han ido tomandoposiciones cada vez más avanzadas y temerarias. Una consecuenciatambién del relevo generacional. El terror de las década pasadas pareceno hacer mella en un movimiento virtualmente disidente que busca suexpresión de los modos más controvertidos, provocadores e imagina-tivos.La dolarización de la economía ha abierto un singular espacio. Los artis-tas capaces de generar dólares son tolerados, al tiempo que ellos hacencomo que toleran al régimen. Se vive en un impasse, ganando tiempo, a laespera del ineludible cambio que habrá de producir el “hecho biológico”aguardado por todos.Los creadores saben que viven en un indeterminado proceso de transi-ción y avanzan sus fronteras de libertad expresiva todo lo que el agota-miento del régimen no puede detener. Aun desde las páginas de lasrevistas oficiales se han podido leer textos denunciadores de la repre-sión, la autocensura, la censura o la homogenización de la cultura. Sinavanzar hasta la misma disidencia -aunque algunos lo hacen, como elpoeta Raúl Rivero- los escritores se posicionan en unos límites difícil-mente concebibles en décadas pasadas.Ello no significa que el régimen abandone la elaboración de nuevasmedidas represivas. Pero son muchos -entre los jóvenes- los que hanperdido el miedo. En 1991 diez escritores dieron a conocer un documento-“Declaración de los intelectuales cubanos”- donde se pedían eleccio-nes libres, derecho a emigrar sin restricciones, la reapertura de los mer-cados campesinos, la amnistía a los presos políticos; firmado en LaHabana por María Elena Cruz Varela, Manuel Díaz Martínez y ManuelGranados, entre otros.Los jóvenes creadores se organizan de manera independiente. Dan aconocer sus inquietudes en publicaciones efímeras. El lenguaje de losplásticos de los 80 y los 90 desarrolla estrategias de resistencia al mono-polio cultural del Estado, imponiendo un discurso irónico y paródico yalternativas en el mercado del arte.El régimen, sin embargo, muestra todavía su tozuda inmovilidad. En1996, en un informe al Buró Político del Partido Comunista, Raúl Castrodenunció airadamente a los que llamó “quintacolumnistas” y con motivodel juicio a los autores del documento “La Patria es de todos”, el régimenanunció una nueva y más rigurosa “Ley de protección de la indepen-dencia nacional y la economía de Cuba”.

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Durante el VI Congreso de la UNEAC, el nuevo ministro de Cultura,Abel Prieto, renovó la política cultural de Hart, e incluso anunció nue-vos y más flexibles espacios de participación cultural.Como en toda postrimería, algo nuevo se fermenta en las contradiccio-nes actuales. Son muchos los creadores que han renunciado a marcharsedel país. Entre los mayores se han recuperado fragmentos de dignidad ylos jóvenes se muestran temerarios. Algunos son forzados al transtierro,otros viajan al extranjero por breves temporadas para aliviar la miseriadel “periodo especial”. Los hay que desean permanecer en la isla ypreservar lo salvable de estas cuatro décadas. ¿Qué puede ser salvado?Sólo a ellos y al resto de la población cubana en la isla correspondedefinir el espacio de una nueva sociedad. Con razón se muestran reaciosa un regreso mimético de la Cuba de los 50; con razón también rechazanla herencia del totalitarismo.

EL MOVIMIENTO CULTURAL EN EL EXILIO

En el exilio, esa extensión del territorio cubano donde también se multi-plica la cultura cubana, las generaciones mayores continuaron su obraen libertad: Agustín Acosta, Lydia Cabrera, Jorge Mañach, EugenioFlorit, Gastón Baquero, Lino Novás Calvo, Levi Marrero, Enrique Labra-dor, Cundo Bermúdez, Gina Pellón, Mijares, Antonia Eiriz, Ricardo Porroy tantos otros.Las generaciones intermedias han ampliado y completado su labor crea-dora, como en los casos de Guillermo Cabrera Infante, Severo Sarduy,Heberto Padilla, Lorenzo García Vega, Matías Montes Huidobro, LuisRicardo Alonso, Reinaldo Arenas, Juan Arcocha, César Leante, JoséTriana, Eduardo Manet, Nivaria Tejera, Antonio Benítez Rojo, Isel Rivero,José Mario, Eliseo Alberto, Jesús Díaz, etc.La plural geografía de un destierro de más de cuatro décadas ha sidotambién el marco para la aparición de una nueva promoción de creadoresque enriquece nuestro legado: Narradores como Mayra Montero, Fer-nando Villaverde, Zoé Valdés, Rosario Hiriart, Eugenio Suárez Galbán,Carlos Victoria, los hermanos Abreu (Juan, José y Nicolás), DaínaChaviano, Daniel Iglesias Kennedy, Jacobo Machover y mucho otros;poetas como José Kozer, Octavio Armand, Orlando Rodríguez Sardiñas,Julio Miranda, Lillian Moro, Rodolfo Hässler, Jesús Barquet, CarlotaCauldfield, Felipe Lázaro, y un largo etc.; ensayistas como Rafael Rojas,Iván de la Nuez, Emma Alvarez Tabío, Enrique Patterson, Madeline Cá-mara, Ileana Fuentes, Emilio Ichikawa, Osvaldo Sánchez, etc.

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El ensayo filológico y lingüístico tiene en el exilio una nutrida nómina enla que sobresalen el lingüista Humberto López Morales, en la actualidadSecretario General de la Asociación de Academias de la Lengua;José Olivio Jiménez, maestro de varias generaciones de hispanistasen EE UU; Roberto González Echevarría, la máxima figura de loslatinoamericanistas en Norteamérica; Leonel de la Cuesta, entre otrossaberes, experto en traductología; Enrico Mario Santí, Emilio Béjel, LuisGonzález del Valle, Adriana Méndez Rodenas, Mariela Gutiérrez, CarlosEspinosa y muchos otros.Las características del exilio cubano -su dispersión geográfica y la con-vivencia traumática de diversas generaciones- no ha facilitado la crea-ción de grupos culturales homogéneos, lo que no ha impedido el suce-sivo surgimiento de revistas culturales de diversa índole. Entre ellasCuadernos Desterrados, fundada por Mauricio Fernández, uno de nues-tros más entusiastas fundadores de revistas; Nueva Generación, PuntoCardinal, El Alacrán Azul, Exilio (fundada por Víctor Batista, otro fer-viente alentador de publicaciones), Linden Lane Magazine (la decanade nuestra revistas, echada a andar por Belkis Cuza y Heberto Padilla),Enlace, Guánguara Libertaria, Escandalar, Mariel, ApuntesPosmodernos, Újule, Catálogo de Letras, Ars (alentada desde París porZoé Valdés) o Encuentro de la Cultura Cubana, entre otras muchas.Tampoco han faltado editoriales cubanas en el universo del exilio. Uni-versal, dirigida por Manuel Salvat celebró recientemente sus 25 años deexistencia continuada. A ella se unen en España Playor, Betania, Plie-gos, Colibrí, las ediciones no venales de El Cocodrilo Verde, la editorialTrópico (para las obras completas de J. Mañach) y Verbum; en NuevaYork, durante años, Pedro Yánez alentó las ediciones Las Américas; y enMiami La Torre de Papel, las Ediciones Deleatur (de Ramón Alejandro) y,sobre todo, la Editorial Cubana, dedicada al rescate de textos canónicosde nuestro fondo bibliográfico.Y termino. Cerramos un siglo paradójico y complejo, rico en manifestacio-nes culturales, pero frustrado, antes y después de 1959, en la articulaciónpolítica de la Nación. En el mismo año del Centenario se ha producido enCuba un acto que, a mi entender, proclama la capacidad de recuperaciónética del país, y por lo tanto esencialmente cultural. La entrega de once milfirmas respaldando el Proyecto Varela es algo más que una anécdota.Revela la imposibilidad del régimen de reprimir la voluntad creciente decambio de la sociedad. Ante el nuevo siglo, una fracción mínima de socie-dad civil ha comenzado a soñar una Nación moderna, plural, tolerante,integradora, solidaria y democrática. Podemos ser optimistas.

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Cuba: Análisis de la economíacubana. Proyecciones parauna reconstrucción

Alberto Recarte García-Andrade

I. INTRODUCCIÓN

Cada vez resulta más difícil hablar sobre la economía cubana. Los únicosdatos fiables de que disponemos son los que suministran gobiernos yagencias extranjeros, en la medida en que registran transacciones entresus respectivos países y Cuba. Tenemos datos sobre el endeudamientoexterior frente a Rusia y los antiguos regímenes del este de Europa yfrente al resto de los países del mundo. Tenemos algunos datos sobreturismo, inversiones extranjeras y remesas de exiliados. También sobreexportaciones e importaciones de Cuba. Y poco más.De estos escasos datos se deduce que Cuba sigue aumentando sudeuda exterior, que no paga siquiera los intereses y que, si lo hiciera,aumentaría dramáticamente la pobreza del país. Se deduce que el régi-men castrista sigue viviendo, por tanto, del ahorro del resto del mundo,que se transfiere a Cuba a través de múltiples canales. En este momen-to, la principal ayuda es la de Venezuela, -que suministra petróleo aprecios por debajo del mercado-. En segundo lugar, los exiliados cuba-nos, principalmente los residentes en Estados Unidos, siguen remi-tiendo dólares a sus familiares para que no pasen hambre. En tercerlugar, hay un grupo de empresarios extranjeros que compran en Cubaactivos capaces de generar exportaciones, como Tabacalera con eltabaco, los hoteleros mediante compra o gestión de hoteles, la Tele-fónica mexicana y la canadiense Sherrit con la minería de níquel y cobal-to. En cuarto lugar, se vive de la concesión de nuevos créditos porparte de gobiernos occidentales que, por criterios puramente políti-cos, caen en la tentación de intentar comprar la voluntad del tirano ode vender a su electorado solidaridad con un régimen que se autodeclara“bloqueado”.

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En este panorama sólo la ayuda de Chaves es una novedad. Se haacentuado la dependencia de las remesas de los exiliados, y se estánagotando las posibilidades de obtener inversión exterior. Tampoco elturismo es nuevo, aunque sólo comienza a desarrollarse a partir de 1990,después de décadas de negativa de Castro a permitirlo, por temor aperder el control total sobre la población. Finalmente, hay que señalar elestancamiento, o desplome, según los casos, de las exportaciones demercancías por debajo, incluso de las cifras de 1959.

II. LAS EXPORTACIONES CUBANAS

Si de las partidas de ingresos eliminamos las que no dependen del fun-cionamiento de la economía sino del favor político, la caridad y la ventade activos capaces de generar ingresos por una sola vez, nos encontra-mos con que sólo el turismo y las exportaciones de mercancías sonrecurrentes y reflejan la capacidad económica de la isla.En cuanto al turismo, continúa creciendo, pero opera como un sectordesvinculado del resto de la economía cubana -gestionado, básicamente,por cadenas españolas-; su unidad de cuenta es el dólar, los turistas sonextranjeros y un pequeño grupo de la nomenclatura cubana; y lo mássignificativo, se abastece básicamente desde el exterior.Del resto de las exportaciones hay que destacar el aumento de la pro-ducción de níquel y de cobalto, en las minas compradas por la cana-diense Sherrit; el retroceso en cantidad y calidad de las ventas detabaco, en rama, y en forma de habanos, a pesar de que Tabacalera esya propietaria del 50% de la empresa elaboradora y comercializadoraestatal, y el desplome del azúcar, que con cifras de alrededor de 4millones de toneladas anuales, está un 40% por debajo de las produc-ciones medias de antes del castrismo y un 60% de las cifras máximasalcanzadas a finales de los años setenta. El café ha desaparecido. Fi-nalmente, siguen estancadas a niveles de finales de los ochenta lascapturas de pescados y mariscos, y las ventas de cítricos no han evo-lucionado como se creía. Quizá la única novedad es la producción yventa de algunos productos farmacéuticos, -hablamos de 25-30 millo-nes de dólares anuales- y que el gobierno norteamericano relacionacon la intención de producir armas biológicas.Otro renglón de ingresos del que desconocemos casi todo es elnarcotráfico y el lavado de dinero. Castro mandó asesinar a sus compa-ñeros traficantes cuando fue descubierto por la DEA. Es seguro queesta actividad, dadas las conexiones con la guerrilla de las FARC colom-

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biana no ha desaparecido y que, con los ingresos extraordinarios queconsigue, se acumulan fondos para la financiación del terror o paranutrir las fortunas personales de los líderes.Estos datos son los únicos fiables para saber qué ocurre en la economíacubana; el resto de los que se manejan son oficiales, de nula o escasísimafiabilidad, aunque, como siempre ocurre en estos casos, se puede, apesar de todo, como veremos, sacar algunas conclusiones.

III. LOS PRECIOS EN CUBA

Los dos informes oficiales más recientes que conozco, ambos publica-dos por el Banco Central de Cuba,1 rebosan de datos inútiles sobre laeconomía cubana. No se diferencian en exceso de los que publican ins-titutos similares en otros países del mundo, pero tenemos la certeza deque sus cifras, excepto parcialmente en sus relaciones con el exterior,son falsas.Para empezar, Cuba nunca liberalizó sus precios interiores, con lo que lasestadísticas de base utilizan precios oficiales fijados en algún momentode los últimos cuarenta y dos años.En 1976 se intentó poner al día los precios. En lugar de liberalizarlos, ypermitir que se fijaran libremente en el mercado, se trató de modificarlospor criterios políticos. Para comenzar, se recopilaron los precios conoci-dos. Las autoridades se encontraron con 8 millones de precios de otrastantas mercancías y servicios, -aunque muchos de ellos correspondíana los mismos bienes descritos de forma diferente-. Ante el temor, mani-festado públicamente, de que actividades básicas, como la producciónde azúcar, dejaran de ser rentables si se aplicaban precios de mercado, seoptó por modificar un puñado de precios no sustanciales; y por recopi-larlos todos, para que los agentes económicos supieran lo que teníanque pagar, o cobrar, cada vez que intercambiaban algún bien. La recopi-lación ocupó 29 volúmenes de más de 300 páginas cada uno y dado que-según declaraciones oficiales- era muy caro hacer una edición paratodos los agentes económicos, se optó por imprimir sólo 200 edicionescompletas, que teóricamente tendrían que consultar los interesados enlas correspondientes sedes del Poder Popular.

1 “La economía cubana en el período especial (1990-2000)”. Informe económico2000 .

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En ese momento comenzó la guerra de Angola, a la que siguieron la deEtiopía, Yemen, Nicaragua, Panamá, la caída del muro y la desapariciónde la URSS. Pero el sistema de precios oficiales continuó. Al mismotiempo, desde hace unos años, hay precios en dólares, pero no se utili-zan en la elaboración estadística, y sólo se informa que el tipo de cambiointerno es de 22 pesos por dólar. Por otra parte, durante los intermina-bles años del castrismo, en repetidas ocasiones, coincidiendo con mo-mentos de crisis y cambios de orientación económica y política, losmáximos dirigentes cubanos -Raúl Castro en particular- han reconocidoque los datos oficiales estaban falsificados, pero esta confesión no setradujo en la modificación de las estadísticas históricas. Para curarse ensalud y lograr comparaciones más o menos favorables la referencia esta-dística más importante de ambos informes es la que corresponde al des-plome de la economía en 1990, cuando se retira la ayuda soviética. Losmás de treinta años anteriores del castrismo no existen yaestadísticamente.Finalmente, aunque, según las autoridades, a partir de 1992 ha tenidolugar un crecimiento continuado del PIB, nunca se llega a afirmar que seha recuperado el nivel de producción y de renta de 1990. La realidad, apesar de todo, se cuela en las estadísticas.

IV. ENDEUDAMIENTO, PIB Y RENTA PER CAPITA

Según datos oficiales, el PIB cubano alcanzó en 2000 un total de 27.000millones de pesos corrientes (17.000 millones de pesos constantes de1981). Esta cifra se puede comparar con la deuda exterior, que es laresultante de sumar 11.000 millones de dólares en moneda convertiblereconocida por el gobierno castrista, más 25.000 millones de antiguosrublos convertibles con la desaparecida URSS, más 2.000 millones másde rublos, también convertibles, con países del este de Europa, más2.000 millones de dólares más con otros proveedores y suministradores.Convirtiendo los antiguos rublos al tipo de cuatro por un dólar, llegamosa una cifra total de endeudamiento exterior de más de 20.000 millones dedólares.Ese endeudamiento exterior ¿es mucho o poco? En relación a las expor-taciones de mercancías, y de los ingresos por turismo, que entre ambosalcanzan 3.600 millones de dólares, es una cifra abrumadora, pues conlos ingresos netos de esos dos rubros sólo se podrían pagar los intere-ses de la deuda y amortizar anualmente el 10% del principal, pero sinimportar absolutamente nada. Desde una perspectiva económica inter-

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nacional, una relación de uno a cinco entre exportaciones y deuda seconsidera una catástrofe.La relación entre deuda pública y PIB es básica para saber cuál es elestado de las finanzas públicas. Recuérdese, por ejemplo, que una de lascondiciones de convergencia exigidas por el Tratado de Maastricht eraque la deuda pública (en el caso de Cuba toda la deuda es pública yexterior, simultáneamente) no superara el 60% del PIB o, en el caso deque lo hiciera, que fuera descendente. Ahora bien, para poder hacer esacomparación surge un problema, ¿cómo transformar a dólares, a qué tipode cambio, los pesos cubanos en que se mide su PIB? Según los infor-mes del Banco Central de Cuba el tipo de cambio interno entre el peso yel dólar -recuérdese que desde hace unos años el dólar circula libre ylegalmente en la isla- es de 22 pesos por dólar. Si aplicáramos ese tipo decambio resultaría que el PIB cubano sería de 1.227 millones de dólaresUSA, lo que significaría una renta per capita de 111 dólares, la más bajadel mundo. Siguiendo con las comparaciones, la deuda pública y exte-rior significaría el 1.700% del PIB, nuevamente el ratio más alto del mundo.Unos resultados excesivos. No cabe duda que la renta per capita debeser bajísima, en continuo deterioro, y que el PIB es igualmente reducido,pero no se puede utilizar el tipo de cambio de 22 pesos por dólar paracalcularlo. Ese tipo de cambio refleja el exceso de pesos y la apetencia dedólares por los residentes cubanos, no sólo como moneda interna, queconserva su valor, sino porque es, además, universalmente aceptada,porque con pesos cubanos hay muchos lugares a los que no se puedeacceder y muchos bienes y servicios que no se pueden adquirir. Enconclusión, es imposible saber cuál es el PIB y la renta per capita de loscubanos.Por eso se acude con tanta frecuencia a indicadores alternativos, comola ingesta de calorías, la esperanza de vida, el número de viviendas, etc.Un campo estadístico fértil, porque el falseamiento de datos ha sidosiempre una especialidad de las economías centralizadas. Recuérdeseque días antes de la caída del muro se mantenía que el PIB per capita deAlemania del este era comparable a la de occidente, y que su nivel desofisticación industrial era muy superior al de otros países europeos,como España. De los antiguos países socialistas sólo quedan Cuba,Corea del Norte y Vietnam, además de China. Vietnam reconoce abierta-mente su fracaso y ha dejado de hacer declaraciones sobre su nivel devida. En Corea del Norte, la población se muere de hambre. Y en la propiaChina, moderna y abierta al exterior, se producen contradicciones esta-dísticas de imposible justificación, como el caso puesto de relieve re-

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cientemente de que en un período de cinco años de crecimientosinteranuales acumulativos del PIB superiores al 7%, la producción yconsumo de energía eléctrica ha disminuido en un 15%. Las autoridadeschinas dicen que la explicación es la mayor eficiencia del sistema eléctrico.Esta digresión viene a cuenta de las estadísticas cubanas y del empeñode muchos académicos occidentales, de organismos especializados delBanco Mundial y la CEPAL, por analizar la economía cubana con losdatos suministrados por el gobierno. Los datos son falsos y cualquierconclusión que se obtenga de ellos es igualmente falsa.

V. LA BALANZA DE PAGOS. EL CONTINUO ENDEUDAMIENTO

Para terminar esta parte de la exposición conviene recordar algunas gran-des cifras. Por turismo se ingresan alrededor de 2.000 millones de dóla-res, pero no se sabe cuál es el resultado neto de la actividad, porque elaprovisionamiento de los hoteles es básicamente extranjero, y, además,hay que pagar a los operadores y permitirles un beneficio sobre suactividad. Los ingresos por exportaciones de bienes sólo alcanzan 1.600millones de dólares; hace 25 años, a precios subvencionados por laURSS, sumaban más de 5.000 millones de dólares; y antes del castrismo,en 1959, alcanzaron los 700 millones de dólares. (Mientras tanto, el dólarha perdido una parte significativa de su valor, pues un dólar de 1958 valealrededor de 6’35 dólares de hoy por lo que 700 millones de dólares de1959 valdrían hoy 4.445 millones). Los envíos de exiliados no aparecenen las cuentas del Banco Central de Cuba, aunque la partida de transfe-rencias corrientes netas del exterior, por valor de 850 millones de dólares,podría ser la que recogiera parte de estas remesas. Según fuentes nor-teamericanas, estamos hablando de que las familias cubanas en la islareciben entre 800 y 1.000 millones de dólares anuales. Si a esto sumamoslas subvenciones venezolanas en forma de petróleo barato, que quizásupongan cerca de 1.000 millones de dólares, y un promedio de 500millones de dólares anuales por inversiones extranjeras en bienes nacio-nales, (en total, en 10 años, según el Banco Central de Cuba, las inver-siones extranjeras han alcanzado 5.000 millones de dólares), tenemos losdatos básicos que explican la miseria en que vive la población.Para mantener ese nivel de pobreza, con hambre pero sin desnutriciónsevera, con educación, pero sin medios pedagógicos, y teniendo queexplotar el trabajo de los escolares y permitir la prostitución de la juven-tud, hacen falta, al menos unas importaciones anuales de cerca de 6.000millones de dólares. Y, como acabamos de ver, Cuba ingresa 2.000 millo-

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nes de dólares por turismo, 1.600 millones por exportaciones de bienes,1.000 millones por envíos de exiliados, 500 millones anuales por venta deactivos nacionales; en total, 4.100 millones de dólares. Sin la ayuda deChávez el país se endeudaría en 2.000 millones de dólares más anual-mente; con el petróleo barato venezolano el desbalance anual es de1.000 millones de dólares, que es, más o menos, lo que recogen lasestadísticas oficiales.De lo que no cabe duda es de la capacidad vendedora de Castro. A lolargo de los años ha engañado a los soviéticos, a los países socialistasextranjeros (excepto China, que no se dejó), a los banqueros occidenta-les, a las compañías estatales suministradoras de seguros de crédito a laexportación de los países occidentales, al gobierno de Franco, al deSuárez, Felipe González y José María Aznar, al resto de los gobernanteseuropeos, a los principales suministradores de Cuba, a la Argentina deCampora y a la de Videla, y, ahora a la Venezuela de Chávez, (aunque ésteengaña, a su vez, a la población venezolana, porque dice que Cuba paga,a cambio del petróleo servicios médicos y educativos). Agotados lossuministradores de créditos, ha convencido a hoteleros, tabaqueros,mineros y “telefónicos”. Pero lo que de verdad ha volcado la balanza,permitiendo que la población cubana se mantenga en un estado razona-ble de salud -ya que no de otras cosas- han sido las transferencias de losexiliados. Sin ellas estaríamos hablando ahora de una tragedia todavíamayor. Son los exiliados los que han roto el embargo norteamericano. Yla lluvia de dólares que recibe el régimen castrista por esta suma demillones de decisiones individuales no ha servido económicamente paranada. Ha permitido sostener el nivel de vida de los que lo reciben, perono ha propiciado cambios en la política del castrismo. Igual que loseventuales beneficios de un levantamiento del embargo de los EstadosUnidos se traduciría en un aumento de los dólares recibidos por el Go-bierno, que permitiría vivir un poco mejor a la población y mucho mejora la clase dirigente, pero no servirían para sanear la economía.

VI. LAS RAZONES DE LA POBREZA

Cuba es pobre porque a Castro le resulta más fácil controlar a la pobla-ción cuando la preocupación general es cómo llegar al día siguiente.Cuba es pobre porque cada vez -y son bastantes- que se ha producidouna mejora en las condiciones de vida, ya sea por un alza del precio delazúcar, o por una mayor ayuda internacional, o por el éxito de los peque-ños negocios individuales, o por la mayor productividad de los campe-

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sinos cuando se les ha dado libre acceso a los mercados para parte de suproducción, Castro ha intervenido para doblegar las iniciativas perso-nales, para aplicarles impuestos (por cierto, el único legado de las ideasSolchaga) expropiatorios, para que fuera evidente, para todos, que laisla era suya, que sólo él tiene iniciativa y capacidad de decisión. Y hacemucho tiempo que decidió mantener un poder omnímodo y marginar-excepto para perseguir, encarcelar y expulsar del país- a cualquier cubanoque se atreviera a tener una postura ética que contradijera sus manda-mientos, o demostrara tener alguna iniciativa económica que pudieratraducirse en ahorro y cierta sensación de independencia.

VII. EL FUTURO DE LA ECONOMÍA CUBANA

Si difícil es analizar el presente, porque los datos fiables que tenemosson escasísimos, opinar sobre el futuro es tarea imposible; a lo más quese puede aspirar es a hacer un catálogo de los datos negativos y positi-vos que podrían producirse una vez que muera Castro o sea desalojadodel poder. Aunque también es posible que el régimen no desaparezca yque se repita la historia de Haití, una isla que vivió de las exportacionesde sangre y de la que todos, hoy, tratan de escapar, porque la herenciade Duvalier sigue viva en la clase política. A favor de esta horribleposibilidad juegan datos como la consolidación de las mafias, la expul-sión del país de generación tras generación de líderes que han intentadoel cambio, el acomodo a la miseria, el continuo control policial de cual-quier movimiento de la población, el desinterés de Estados Unidos unavez desaparecido el poder soviético y las leyes de Murphy. Si Castroconsiguiera morir en la cama, el cambio sería más difícil. En la experienciahistórica las transiciones políticas hacia la democracia ocurren cuandohay golpes de estado o, si los dictadores mueren pacíficamente, cuandola población tiene un cierto nivel de vida, la corrupción es limitada, hayinstituciones que reconocen el derecho a la libertad no política y a lapropiedad y el inmediato entorno internacional está constituido por paí-ses democráticos; y aunque es verdad que Cuba está cerca de EstadosUnidos también lo está de Venezuela, Haití y México. Si a Castro lesucediera una clase política mafiosa, el país viviría mejor en todo caso,aunque al turismo en expansión le acompañarían una prostitución toda-vía mayor de la que hoy existe y un narcotráfico que es cada vez máspoderoso en países cercanos.Si los militares cubanos -al menos una parte-, apoyaran un golpe deestado, ahora o a la muerte de Castro, contarían con una excepcional

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clase política, los miles de disidentes que continúan viviendo en Cubay que, a riesgo de sus vidas y libertad, han sido capaces de enfrentarseal castrismo, defendiendo valores democráticos desde todos los posi-bles puntos de vista políticos. La existencia de esta clase política es laúnica garantía que tiene Cuba de que su futuro puede ser diferente. Siesto ocurriera, si se impusieran los valores democráticos, los retoseconómicos, por no hablar de los políticos, que ha correspondido de-sarrollar a otros conferenciantes, serían formidables, pero habría espe-ranza.A exponer los factores positivos y negativos que condicionarían el fu-turo económico, en caso de cambio democrático, dedico los siguientespárrafos.

VIII. LOS FACTORES NEGATIVOS

A) Entre los factores negativos quizá el más importante sea la desapari-ción del Estado de derecho, en toda su extensión, y de la economía demercado. No hay justicia, el código penal es un catálogo de arbitrarieda-des y desafueros, han desaparecido los títulos de propiedad, los Regis-tros mercantiles y los catastros. No hay jueces con una formación ade-cuada y, sobre todo, la sociedad cubana ha olvidado cómo dirimir susdiferencias de una forma legal; todo se reduce, desde hace mucho tiempo,a decisiones autoritarias. Recuperar las instituciones políticas y econó-micas básicas es una condición necesaria, pero no suficiente, para con-seguir establecer una sociedad democrática y próspera. Cuba tiene, sinembargo, en su tradición, muchos siglos de imperio de la ley en el ámbitode las transacciones civiles y mercantiles, y, de ellas, cincuenta añoscomo República independiente. Recuperar lo mejor de esos años difíci-les sería imprescindible para prosperar.B) La destrucción de las clases dirigentes. Generación tras generaciónde dirigentes cubanos ha sido perseguida por Castro. Se ha utilizado, yse sigue utilizando, el asesinato, la prisión y la expulsión del país. Másde cuarenta años de política sistemática de persecución de todo el quedisiente en aspectos políticos, culturales, sociales o económicos, dejauna huella terrible en el paisaje. Aunque, como mencionaba en el apartadoanterior, que los dirigentes de la disidencia interior mantenga sus posi-ciones -y que sean capaces de lograr más de 11.000 firmas pidiendo unreferéndum- compensa en parte el empobrecimiento que supone paraCuba haber perdido tantas generaciones de potenciales dirigentes, inte-lectuales, empresarios y artistas.

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C) El empeoramiento del nivel educativo. Todos los países del entornode Cuba tienen hoy niveles parecidos de alfabetización y educacióngeneral. Cuba ya no es una excepción por su nivel educativo enLatinoamérica, como lo era antes del desgraciado triunfo de la revolu-ción castrista. La percepción, subjetiva, imposible de verificar, es quetras extenderse a la generalidad de la población, el nivel educativo estáempeorando. Peores profesores, ausencia de disciplina, desprestigiodel sistema, carencias de materiales educativos, escasísimas posibilida-des de una mejor formación profesional, carencia de estímulos; todo ellocontribuye al deterioro de la calidad de la educación y de la formación engeneral. Este deterioro y falta de valores se refleja en una frase pronun-ciada por una niña cubana, -en un artículo publicado en uno de losprimeros números de la revista de la Fundación Hispano-Cubana-, cuando,al ser preguntada por sus aspiraciones vitales, decía que ella, de mayor,quería ser “ingeniera jinetera”.D) Una población estancada. El crecimiento descontrolado de la pobla-ción es una maldición para muchos países, pues en una fase en la quenecesitan ahorrar para consolidar su desarrollo, se encuentran con quelas mejoras sanitarias permiten crecimientos de la población superioresal 3%, con lo que es muy difícil mejorar el nivel de vida, porque paralograrlo necesitan tasas de crecimiento del PIB superiores permanen-temente, sin caídas ni estancamientos, a ese porcentaje. Pero es igual-mente difícil crecer cuando la población se estanca o retrocede. Históri-camente, en los pocos casos en los que ha ocurrido, cuando deja decrecer la población, y no hay corrientes inmigratorias, el crecimiento separaliza. La población envejece, las necesidades sanitarias son cada vezmayores y sólo con una economía cada vez más productiva, se puedemantener o mejorar el nivel de vida. Un objetivo que sólo puede lograrsecuando la población ocupada, en retroceso, está cada vez más formada,trabaja más y es más eficiente. Japón es un buen ejemplo de país cadavez más envejecido y sin inmigración; y estancado desde hace diezaños.Cuba, por su parte, ha dejado de crecer demográficamente. Las penuriaseconómicas, la destrucción de la familia como institución, la renuncia delestado a hacerse cargo de la población juvenil -a la que antes perseguíapara separarla de la influencia familiar-, han convencido a los cubanosde que es imprescindible limitar drásticamente los nacimientos. En estoCuba repite la historia de los países de la Europa del este.E) El renacimiento del populismo y la extensión de la corrupción y elnarcotráfico en Latinoamérica. Aunque son fenómenos diferentes, si

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Cuba consiguiera una transición o un golpe de estado democrático, seencontraría con un entorno político mucho menos favorable que el dehace unos pocos años. El fracaso de los experimentos políticos teórica-mente liberales en Argentina, en Perú y Ecuador, la concesión a la gue-rrilla terrorista colombiana de una parte del territorio del estado por elincalificable Pastrana, la llegada al poder de Chávez, la extensión delnarcotráfico en México y las incompletas reformas en Brasil, dibujan unentorno dificilísimo para los próximos años en Iberoamérica. Desgracia-damente para los cubanos, su tirano es apoyado por Chávez y sus pe-trodólares, y ha sido una referencia constante para Pastrana en sustratos con la guerrilla terrorista.F) El reparto de la economía entre las mafias internas. Castro siempreaprende y aprovecha lo peor de la realidad internacional. De la evolu-ción en Rusia, Bielorrusia y Ucrania dedujo que podía perder el poder sila nomenclatura interna creyera que podía beneficiarse económicamentecon su desaparición. En esa tesitura decidió repartir en vida el botín delas empresas públicas entre los posibles sucesores, empezando por elejército. Desconocemos hasta qué punto está avanzado el proceso, peroes evidente que la transición a un régimen democrático va a ser muchomás difícil, porque los interesados en mantener las actuales estructurasde poder, o similares, son mucho más numerosos que antes. Probable-mente ya no se trata sólo de los allegados más íntimos, de la familia y unestrecho círculo pretoriano. Es posible que una parte sustancial del ejér-cito y la policía esté disfrutando ya del manejo de grupos de empresasen beneficio propio.G) La destrucción de la infraestructura y el deterioro del parque deviviendas. Por increíble que parezca Cuba sigue viviendo, en parte, delas infraestructuras construidas antes de la revolución. Y lo que másllama la atención es cómo siguen prestando servicios instalaciones cons-truidas antes de 1959. Durante el castrismo sólo se invirtió unos pocosaños, entre 1972 y 1982. El resto del tiempo no se ha invertido; se hareparado parte de lo heredado y se han construido algunas industriascon tecnología soviética, que después ha sido imposible reparar.Mientras, en estos 42 años, la población se ha doblado y hay, probable-mente, menos viviendas habitables de las que existían en 1959. En cual-quier caso, la ausencia de carreteras, de infraestructuras para el suminis-tro de agua, electricidad y teléfonos y de toda clase de vehículos cons-tituyen un enorme handicap para cualquier desarrollo posterior a ladesaparición de Castro. Hay más habitaciones en hoteles para turistas,pero su capacidad de suministrar servicios a los visitantes no refleja una

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mejora de la economía general, sino que son un ejemplo de economíadual, de islotes de desarrollo mínimo, que obtienen autónomamente todolo que necesitan, mediante equipos exclusivos, -no compartidos con elresto de las ciudades- y por compras en el exterior.H) La privatización de empresas públicas. En las transiciones a la de-mocracia, o a la economía de mercado, una tradicional fuente de recur-sos para el presupuesto público, ha sido la venta de empresas públicas.Además de ingresos presupuestarios se lograba algo más importantetodavía, la modernización de los sectores privatizados que, en la medidaen que invertían según las leyes del mercado, conseguían una mayoreficacia y una mejoría general de la economía de todo el país.También aquí se ha adelantado el genio malévolo de Castro a lo quepudiera ocurrir tras su desaparición. Se ha privatizado, en porcentajesvariables, el tratamiento y comercialización del tabaco, la producción deníquel y cobalto, la escasa producción de petróleo y gas, la red de telé-fonos, la producción de cemento, la red de hoteles, parte, incluso de losservicios bancarios -en la medida que existen-, y un grupo de pequeñasy medianas empresas con capacidad para generar divisas. Con ello, elrégimen castrista ha logrado ingresos presupuestarios, (5.000 millonesde dólares), pero ha perdido el beneficio más importante, el impulsomodernizador. Por otra parte -excepto en casos muy concretos-, en losque la actividad desarrollada por empresas privatizadas tiene muchomás que ver con la economía exterior que con la nacional cubana, comola minería y el tabaco, ha prostituido al capital foráneo, convirtiéndoloen explotador y acostumbrándolo a operar en condiciones no de mercado,sino de explotación de una población condenada a la sumisión.I) El endeudamiento exterior. Ya he dado las cifras de endeudamiento alcomienzo de este artículo. Su enorme volumen, alrededor de 20.000 mi-llones de dólares, desproporcionado en relación al tamaño de su PIB ysus exportaciones, constituyen un obstáculo enorme al desarrollo econó-mico. A esta cifra hay que sumar, además, las reclamaciones norteame-ricanas por las propiedades expropiadas a sus ciudadanos -incluidoslos cubanos nacionalizados norteamericanos- sin ningún tipo de com-pensación. El tamaño de la deuda es tal que Cuba es el único país delmundo que no renegocia la deuda vencida, pues sabe que, por extensosque sean los plazos de carencia y bajos los intereses que se acuerden,no conseguiría liquidarlos nunca, ni por un mínimo espacio de tiempo. Elrégimen castrista, dispuesto a no perder oportunidades, hace tiempoque está planteando no una renegociación, sino una cancelación parcialo total de las deudas más antiguas, tal y como se hace con los países

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más pobres que, sin embargo, son capaces de emprender reformas paramejorar su situación general y la de sus ciudadanos. No es el caso deCuba, que se niega a adoptar cualquier cambio. A pesar de lo cual,sufrimos hace unos meses el bochorno de escuchar que el gobiernoalemán había decidido la condonación de una parte importante de ladeuda cubana a cambio de unos mínimos pagos, que, por cierto, el go-bierno castrista ha sido incapaz de realizar.He dejado para el final este problema porque, a pesar de su tamaño, sicualquier gobierno democrático cubano planteara su condonación oaplazamiento, la respuesta de la inmensa mayoría de los países afecta-dos sería positiva. Esa sería la aportación a la democracia de los acree-dores; mucho más que la concesión de nuevos créditos, que seríanescasos y que sólo se concederían tras un largo período en el que elgobierno cubano pudiera demostrar, en la práctica, que era merecedor dela confianza internacional.Esta terrible acumulación de datos negativos, causados la mayor partede las veces por la maldad del déspota, son un obstáculo enorme paraque Cuba pueda volver a ser un país en el que vivir no sea una constantehumillación y una angustia diaria.Existen, afortunadamente, otras circunstancias positivas que mitigan ypueden incluso llegar a saldar el balance negativo de más de cuarentaaños de castrismo.A continuación expongo esos factores positivos, a los que, en parte, ytangencialmente, ya he hecho referencia en las páginas anteriores.

IX. LOS FACTORES POSITIVOS

A) La educación. Cuba tiene una tradición cultural que no se ha perdidodefinitivamente, como atestiguan las publicaciones, las creaciones em-presariales, las obras de arte y las aportaciones intelectuales de loscubanos tan pronto se liberan de la opresión del castrismo. Esas mani-festaciones culturales son el fruto lógico de una tradición educativa quese instala en Cuba antes de su independencia en 1898. La única aporta-ción del castrismo a este fenómeno fue la extensión de la alfabetizaciónal 22% de la población que quedaba sin saber leer y escribir en 1959 y lageneralización de unos estudios universitarios de mala calidad. La expe-riencia de países del este de Europa, como la República Checa y Hun-gría, es que, donde hubo cultura y educación, es mucho más fácil cons-truir un estado de derecho y una economía de mercado que en los paísesque nunca han disfrutado de estas tradiciones.

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B) Los disidentes. Ya he hecho referencia al carácter fundamental quepodrían tener en el futuro un grupo de hombres y mujeres forjados en laresistencia, la cárcel, los maltratos y, en gran parte, en el perdón. Ellosson el mejor activo de la Cuba actual y de la Cuba post-castrista. Sinellos no habría ninguna esperanza. Al margen de lo que representanpara el resto de los cubanos, y de cualquier ser humano con un mínimode dignidad, es de destacar la multiplicación de grupos disidentes de lasmás diversas ideologías. Fragmentación que se explica por las dificulta-des de comunicación, porque sus movimientos de protesta responden asituaciones diversas en cada pueblo y ciudad y porque sus dirigentesno disponen de textos y documentos básicos, que les ayudarían a con-cluir que sus movimientos de protesta podrían englobarse en dos o tresfuerzas opositoras de relativo tamaño. Aunque, en este caso, les seríatodavía más fácil a los sicarios del régimen penetrarlos y descabezarlos.C) La proximidad a Estados Unidos. La situación geográfica de Cuba esel gran activo de su economía. El desarrollo de la industria del azúcartuvo lugar porque la demanda norteamericana de ese producto crecíaimparablemente durante la segunda mitad del siglo XIX y primera partedel siglo XX. Después, el azúcar cubano tuvo un cupo especial, a pre-cios privilegiados, dentro de las importaciones norteamericanas. Otrasindustrias se vieron igualmente favorecidas por la proximidad: el tabaco,el incipiente turismo y la producción hortofrutícola y ganadera, entreotras.La actual estabilidad de la economía mexicana obedece, por una parte, alequilibrio fiscal que logró el anterior presidente, y, por otra, a la entradaen vigor del Tratado de Libre Comercio, que ha permitido la implantaciónen México de un considerable número de empresas que exportan, des-pués, a los Estados Unidos. El gobierno norteamericano ha ofrecido auna potencial Cuba democrática integrarse en el ALCA, en igualdad decondiciones con los otros miembros, Canadá y México; una oferta queno se ha extendido a muchos otros países sudamericanos.España ha logrado desarrollarse y unirse a la Unión Europea porque susituación geográfica ha permitido que el turismo juegue un papel esen-cial en la formación de capital nacional. El turismo continúa siendo laprimera industria española. Si en Cuba hubiera libertad y la industriaturística estuviera incardinada en la estructura del país, sería también laprimera industria y la que tiraría del resto de su economía. En 1959, esaperspectiva para el turismo no era tan evidente y, de hecho, los gastospor turismo de los cubanos en el exterior eran superiores a los ingresosque la isla recibía por turismo extranjero. Pero, en estos cuarenta y dos

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años, el turismo se ha consolidado como la industria más estable, demayor crecimiento y mayor fiabilidad de entre todas las existentes en elmundo.No sólo se beneficiarían las industrias ya mencionadas. La tecnologíanorteamericana, la proximidad de los grandes puertos del sur de losEstados Unidos y las masivas inversiones que podrían ocurrir, justificanque la proximidad geográfica sea el primero de los activos de la econo-mía cubana.D) Los exiliados cubanos asentados en Estados Unidos. Los envíos delos exiliados cubanos en Estados Unidos es la principal fuente de divi-sas del castrismo, igual que las remesas de emigrantes de Haití, Colom-bia, Ecuador y un largo etcétera son también la principal fuente de divi-sas de todos estos países. Además de generadores de transferencias,una situación que presumiblemente se mantendría en caso de reformasdemocráticas, el exilio cubano ha conseguido unos niveles de forma-ción, acumulación de rentas y capacidad de influencia política que lodistinguen del resto de las colonias de emigrantes de otros países insta-lados en Estados Unidos. El idioma común favorecerá la transferenciade tecnología; el conocimiento del país y los lazos familiares permitiráncanalizar una enorme cantidad de pequeñas y grandes inversiones; y elinflujo político asegurará que Cuba volverá a contar con un trato dife-rencial en muchos mercados, agrícolas y no agrícolas, que permanecencerrados para otros muchos países.E) La potencialidad turística y agropecuaria. Ya hemos mencionadoestas industrias como las más beneficiadas por la proximidad y aperturadel mercado norteamericano. Precisamente, una de las mayores dificul-tades que tienen los países en vías de desarrollo más adelantados, comoBrasil y Argentina, en Iberoamérica, es que, en el proceso de crecimiento,es esencial que los sectores donde son más competitivos, como la agri-cultura, la ganadería y la agroindustria, tengan mercados abiertos a losque poder exportar. En la actualidad esto no es así, porque las políticasagrarias europeas y estadounidenses protegen tanto a sus pequeñosnúcleos de agricultores, -que apenas suponen el 2% de la poblaciónocupada en Estados Unidos y el 5% en Europa-, que estos países seencuentran con un obstáculo insuperable en su camino hacia el desa-rrollo. No sería esa la situación de Cuba. Podría especializarse, comoestaba empezando a hacerlo antes de 1959, en productos que demandael mercado norteamericano, abandonando, en muchos casos, el cultivodel azúcar, que sólo es rentable en contadas ocasiones, tierras determi-nadas y trabajadas con maquinaria especializada.

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F) La dolarización. Los residentes en Cuba hace mucho tiempo quehacen sus cuentas en dólares norteamericanos. La legalización de latenencia de dólares ha sido una de las pocas medidas positivas de losúltimos años del castrismo, aunque nada asegure que cualquier día nose vuelva a prohibir su circulación. Si no se produjera una vuelta atrás,la economía cubana contaría, en caso de cambios democráticos, con lasolución de uno de los mayores problemas de cualquier país, comoinstrumentar su política monetaria. El tema no es baladí; en Argentina, laindefinición monetaria, la convivencia, -a tipo de cambio fijo-, de dosmonedas, el peso y el dólar, ha terminado por provocar una auténticatragedia económica, social y política. Cuba debería renunciar a tener unamoneda nacional propia. Los posibles efectos negativos de dependerdel dólar se atenuarían en el caso cubano, porque su economía estaríafirmemente integrada en la norteamericana, con 2 millones de cubanosviviendo en Estados Unidos, con inversiones potencialmente enormesde ese origen y con la mayoría de sus ingresos por ventas de bienes yservicios en esa moneda. Sería un caso de zona monetaria óptima, lo queno ocurre en Brasil, Argentina o México. Por otra parte, la dolarizaciónde derecho sería una recuperación de la plena convertibilidad del anti-guo peso cubano, de antes de 1959, que siempre estuvo respaldado pordólares en las reservas del Banco Central.G) Ayuda financiera pública norteamericana e inversiones desde esepaís. Existe un documento oficial norteamericano con el compromiso deaportar fondos de ayuda pública a una República de Cuba democrática.Aunque, en realidad, estas ayudas tardan mucho en plasmarse, porquelos controles y exigencias para su otorgamiento los hacen lentos y difí-ciles, existe el pleno convencimiento de que una Cuba democrática con-taría con ayuda alimentaria, en un primer momento, además con subven-ciones a fondo perdido para educación, sanidad y la reconstrucción dela administración pública y de parte de las infraestructuras, así como conla apertura de muchos mercados de bienes y servicios norteamericanos.Más importante serían, sin duda, las masivas inversiones privadas quepodrían producirse. En artículos especializados se ha mencionado quela inversión norteamericana, sólo en turismo, podría superar los 3.000millones de dólares anuales durante bastante tiempo. Sea cual fuere eltamaño final de la inversión, lo determinante es que tendría un carácterdiferente de la que hoy realizan en Cuba inversores extranjeros. Losinversores de hoy buscan comprar empresas en marcha, con mercadosasegurados y monopolizados, con la protección de la dictadura y laausencia de competencia internacional. Las nuevas inversiones ten-

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drían por objeto desarrollar otras potencialidades, compitiendo abierta-mente con terceros y confiando en el desarrollo de la propia economíacubana y en su integración con las de los países más próximos, enespecial con la de Estados Unidos.

X. CONCLUSIÓN

Pocas economías en el mundo funcionan tan mal como la cubana. En sucaso, se unen los problemas de las antiguas economías del socialismoreal -el falseamiento de estadísticas, la fijación administrativa de precios,la falta de criterios de inversión- con los propios de los países africanosdescolonizados. El descenso del nivel de vida que se sigue produciendoen Cuba sólo es similar al que tuvo lugar en las ex-colonias europeas enÁfrica, tales que Argelia, Zimbabwe, Angola o Guinea Ecuatorial. Com-parte con estos países africanos la falta de nuevas inversiones eninfraestructuras, la asombrosa duración de las que dejaron construidaslos colonizadores y el sustancial aumento de la población que, en Cuba,se ha doblado desde 1959, aunque han huido, o han sido expulsados dela isla, más de un millón de personas. Y tal y como hicieron los paísessocialistas, y siguen haciendo muchos de los africanos, ha reducido sunivel de vida hasta poder vivir con las importaciones que puede comprarcon la generación de divisas que logra exportando. El comercio exteriormarca el nivel de vida, porque es el escenario en el que de verdad secompite. Y, en este campo, Cuba exporta menos hoy que lo hacía, entérminos cuantitativos, en 1959, antes del castrismo.En lo que se refiere al futuro se puede ser optimista, siempre que seproduzca una decidida transición política a la democracia. Sin democra-cia no habrá más que miseria.El análisis de los múltiples factores negativos que podrían pesar en unaCuba democrática podría hacer caer en la desesperanza. Sin embargo, lamayor parte de esos aspectos negativos los comparte con una pléyadede países, latinoamericanos y africanos, que intentan, a pesar de todo,salir del subdesarrollo. Comparte con los latinoamericanos la corrup-ción, el poder de los narcotraficantes, el endeudamiento exterior, la des-trucción de las clases dirigentes y la extensión del populismo. Con lospaíses africanos comparte el deterioro educativo y la desaparición delestado de derecho. Y con los países socialistas y ex-socialistas, el repartoentre las mafias de las empresas públicas.Tiene, sin embargo, más potencialidades que casi ningún país iberoame-ricano. Ninguno tiene un movimiento disidente como el cubano, sólo

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comparable al de la República Checa durante el socialismo. Ningunotiene una población emigrante instalada en Estados Unidos de un tamañoy éxito semejante. Ninguno puede tener las “rentas de localización” deque podría disfrutar en un futuro la República de Cuba. Y con ninguno seha mostrado tan abierto los Estados Unidos de América.La historia no está escrita de antemano ni nada es inevitable. Lo queocurra en un futuro en Cuba dependerá de cómo y cuándo desaparezcaCastro y de cómo el movimiento disidente y el exilio exterior sean capa-ces de coordinarse y convencer al resto de los cubanos -en especial alos que hoy detentan el poder en segundos niveles- que la Cuba queellos proponen será más próspera y pacífica que la que proclama larevolución castrista.

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Colaboradores

RICARDO BOFILL PAGÉS

Abogado cubano. Ex profesor de la Universidad de La Habana. Funda-dor y presidente del Comité Cubano pro Derechos Humanos.

LEONEL ANTONIO DE LA CUESTA

Nació en Pinar del Río (Cuba) en 1937, es Licenciado en Derecho Diplo-mático y Consular por la Universidad de La Habana. Doctor en Derechopor la Universidad Católica Santo Tomás de Villanueva, también en LaHabana. Docteur d l’Universite de Paris (Derecho Público). M.A. (Lin-güística) The American University, Washington. Ph. D. The HopkinsUniversity. Filología Hispánica, Baltimore. Desde 1982 ejerce como Ca-tedrático y Director del Programa de Formación de Traductores e Intér-pretes de la Universidad Internacional de la Florida. Es miembro delInstituto de Estudios Cubanos, de la American Translators Association,del Translators and Interpreters Educational Society. Ha recibido innu-merables galardones y es autor de diversas obras.

ANTONIO ELORZA

Catedrático de Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid.Ha colaborado en Triunfo, Cuadernos para el Diálogo, CuadernosHispanoamericanos, Revista de Occidente y El País. En su bibliografíase cuentan estudios sobre historia del socialismo, del anarquismo, delos movimientos nacionalistas y del pensamiento ilustrado. En 1999publicó con M. Bizcarrondo Queridos camaradas. La internacionalcomunista y España, 1919-1939, y en 1998, con E. Hernández Sandoica,La guerra de Cuba, historia política de una derrota colonial.

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LEOPOLDO FORNÉS BONAVÍA DOLZ

Es historiador. Estudió historia en las Universidades de La Habana yCarolina de Praga. Se licenció de Historia y Geografía por la UniversidadComplutense de Madrid. Traductor de inglés, francés, italiano y checo,es además profesor y conferenciante, y cuenta entre sus publicacionesdos volúmenes de Historia de América (Madrid, 1986; Madrid, 2001).Ha coordinado una obra colectiva, Historia Universal (San Juan, PuertoRico, 1995), en la que ha colaborado como autor. Artículos y ensayossuyos han aparecido en publicaciones nacionales e internacionales desu especialidad.

ILEANA FUENTES

Ensayista e Investigadora. Nació en La Habana, en 1948. Ha escritoCuba sin Caudillos: un enfoque feminista para el siglo 21 (1994) y escoautora de Outside Cuba/ Fuera de Cuba: Artistas cubanos contem-poráneos (1989).

CÉSAR MENÉNDEZ PRYCE

Graduado de Periodismo Internacional en el Instituto de Relaciones In-ternacionales de Moscú. Trabajó como corresponsal de Prensa Latinaen la Redacción Norte. Exiliado en España desde 1997. Es colaboradorde la Revista Hispano Cubana y de Encuentro de la Cultura Cubana.

CARLOS ALBERTO MONTANER

Nació en La Habana en 1943. Es graduado de Master of Arts de laUniversidad de Miami. Ha relizado estudios doctorales en las Univer-sidades de Puerto Rico y Complutense de Madrid, ciudad en la quereside desde 1970. Ha publicado 13 libros, entre los que destacan susnovelas Trama (1989) y Perromundo (1972) -ambas publicadas porPlaza &Janés-, y los libros de ensayo Cuba: claves para una con-ciencia en crisis (1978); Fidel Castro y la revolución cubana (1984);La agonía de América (1990); Víspera del final (1992); y Libertad: laclave de la prosperidad (1995). Varios de sus libros han sido publica-dos en inglés en Estados Unidos, así como traducidos al ruso y alitaliano. Escribe una columna semanal que se publica en Europa, Esta-dos Unidos y América Latina. Es director de Firmas Press y de la Edi-torial Playor. Es presidente de la Fundación Liberal Cubana y vicepre-sidente de la Internacional Liberal.

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ALBERTO RECARTE GARCÍA-ANDRADE

Nació en Madrid, 1947. Es Licenciado en Derecho y en Ciencias Econó-micas por la Universidad Complutense de Madrid. Técnico comercial yEconomista del Estado. De 1974 a1978 fue Consejero Comercial de laEmbajada de España en La Habana. Ha sido Director General de Organi-zación del Gabinete del Gobierno y Consejero Económico del Presidentedel Gobierno con Adolfo Suárez. Es Vicepresidente Ejecutivo y Conse-jero Delegado de Centunión. Además es Consejero de Caja Madrid,Presidente del periódico Libertad Digital, Vicepresidente de la Funda-ción Hispano Cubana, entre otras responsabilidades. Es autor del libroCuba: Economía y poder (1959-1980), Alianza Universidad (1981), asícomo de diversos artículos y estudios económicos.

JORGE A. SANGUINETTY

Ph.D. en Economía comenzó su carrera en Cuba donde fue un alto fun-cionario de la Junta Central de Planificación y asesor del Ministerio de laIndustria Azucarera en los años sesenta. Después de emigrar a los Esta-dos Unidos trabajó en instituciones de investigación económica y orga-nismos internacionales y fue Director del Programa de Postgrado enEconomía Aplicada en American University en Washington. Desde 1984es fundador y presidente de DevTech Systems, una firma asesora inter-nacional dedicada a proyectos de reforma económica y educativa, pro-cesos de transición hacia economías de mercado y cuestiones de género.Actualmente está terminando un libro sobre cómo reconstruir la econo-mía cubana en el postcastrismo, que será publicado próximamente.

PÍO E. SERRANO

San Luis, Oriente, 1941. Poeta, ensayista y editor. Fue profesor de Filo-sofía en la Universidad de La Habana y en la Escuela Nacional de Arte(Cubanacán). Realizó labores de investigación literaria en el Instituto delLibro (La Habana). Reside en Madrid desde 1974. Dirige la EditorialVerbum. Literariamente estuvo vinculado al Grupo El Puente y al CaimánBarbudo. Fue fundador y Director Adjunto de la Revista Encuentro de laCultura Cubana (Madrid, 1996-1997). Ha dictado cursos y conferenciasen universidades de Europa y América. Su obra poética está recogida enel volumen Poesía Reunida (Madrid, 1987).

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Este libro se terminó de impimir en Sevilla, España,en los talleres de Publicaciones Digitales S.L.,

en noviembre de 2003.