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    Tatin, Diego

    Una introduccin a Spinoza. - 1a ed. - Buenos Aires: Editorial

    Quadrata, 2009.

    128 p. ; 14x21 cm.

    ISBN XXX-XXX-XX-XXXX-X

    1. Filosofa. I. Ttulo

    CDD XXX.X

    Editor de contenidos: XXXXXXXXXXXXXXXXXXXDiseo de cubierta: XXXXXXXXXXX

    Ilustraciones: XXXXXXXXXXXXXX

    Diseo de interiores: XXXXXXXXXXX

    1aedicin, noviembre de 2009

    Con las debidas licencias - Queda hecho el depsito que ordena

    la ley 11.723. Editorial Quadrata, XXXXXXXXXXXXXXXX

    XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX

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    XXXXXXXXXXXXXXXXXXXX

    ISBN XXX-XXX-XX-XXXX-X

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    PENSAMIENTOSLOCALES

    Imaginamos una coleccin popular de filosofa en la tradicin delensayo. Tradicin que ha mantenido vivas las voces de la crtica y el com-promiso irrevocable con la insistencia y resistencia vital. Reconocemostanto las impresiones indecisas como las expresiones conceptuales, lasilueta o el contorno en el que viven ritmos y figuras como la fuerzade creacin de conceptos que renuevan el sentido e imponen nuevas

    circunscripciones a las cosas y acciones. Ambas tradiciones son parte delensayo filosfico argentino y del cono sur, que no carece ni de ritmoslocales ni de colores epocales que definan una atmsfera en la que vivenmovimientos del pensamiento. Valoramos el ensayo de intervencin queno slo se contenta con la precisin de los saberes sino que discute ex-periencias existenciales y modos sensoriales frente a la apropiacin y usodel conocimiento para la vida. Confiamos en el pensamiento local, queocupndose de otros pensamientos al parecer lejanos, crea de improviso

    un giro en la lengua, un silencio capaz de provocar tempestades o unaconstelacin proclive a traer del afuera potencias amputadas en el inte-rior. Creemos valiosa la composicin en nuestro medio de tradicionesque avanzan hacia la construccin de conceptos o hacia impresionespersonales voluntariamente fragmentarias. Para el conocimiento comopara la vida una mirada exhaustiva nos parece tan intensa como la prime-ra impresin. Nos interesa lo singular bajo la figura estilstica del nombrepropio y creemos que es posible hacer convivir miradas dispares, tanto

    las que captan el mundo de cerca, comprometidas con el detalle, comolas que permiten entrever de lejos, tramadas por los ojos entornados. Noproponemos aqu un estril debate entre objetividad y subjetividad, slocreemos que por parcial que fuera una mirada hay caminos hacia el con-cepto y los hay hacia la opinin. Nos interesa la posibilidad de hacer con-

    vivir en el ensayo filosfico local, los mil ojos de la diferencia, sin que elprodigio del pensamiento se desvanezca. Por ello, nos provocan a pensartanto las miradas directas como las oblicuas, las que creen atesorar una

    verdad, como aquellas otras que se disponen en el ngulo que entorpez-ca menos el movimiento del objeto. Nos aventuramos en una tradicinde polemistas y estilistas, en la que las ideas propias yacen en el magma

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    indiferenciado de voces entremezcladas, haciendo convivir la fidelidad alas obras que interrogan y el punto de vista que recrea los vnculos conlas fuentes. Tradicin, en la que el intrprete con criterio y movimientoafectivo personal inaugura pensamientos anunciadores de una poca an

    no avistada en todos sus trminos conceptuales. Como si dijramos queen sta conviven el mpetu expositivo instruido y la intuitiva y spera in-curia espontnea, la apropiacin fundada en citas de autoridad y el desvocreativo, los modos cultivados en tiempos de calma y otros imprecisosamasados en tiempos de convulsin, los gestos serenos de una tcnica fi-losfica y la intuicin inaugural encarnada en la experiencia, la evocacinde una ontologa definidora de un sentido y un modo de autogobiernoprctico para la vida. Nos interesan los escritores a contrapelo, que ha-blando idiomas singulares y estableciendo posicin crtica, hacen de losproblemas que plantean una dramaturgia. La filosofa es, para nosotros,una posicin singular de un singular, y por lo tanto, requiere de ritmos,figuras y estilos, tambin singulares. Filosofa inseparable de un modode escritura, de apropiacin y de transformacin de una tradicin, a laque se valora, pero no como ltima palabra; porque nos interesa en elconjunto los puntos de inestabilidad que sirvan de enlace con un futurodistinto. Cuando imaginamos esta coleccin, un slo acto de conciencia

    y emocin acompa el entusiasmo. Sabamos que nos dirigamos a un

    pblico amplio. Pero la constatacin abri la pregunta: quin ser eldestinatario de una coleccin popular y local de filosofa.

    Un texto de filosofa vive en nuestra contemporaneidad comouna botella lanzada a las aguas movedizas de un mar indiferente,sin embargo, una coleccin no se reduce, para nosotros, a un con-

    junto de libros-botellas ajustados de antemano a un pblico acotado,en la medida en que alcance la forma de una intervencin, de unacierta capacidad para evocar la palabra de pueblos por venir. Una in-

    tervencin apela a la reserva virtual frente a la actualidad de un es-tado de cosas dado, porque enfrenta al mismo tiempo, el nihilismosegn el cual no hay mucho en que creer y la poltica revocable quepiensa de antemano todo lazo social como precario. Ante una sociedadcomo la nuestra, constituida por identidades efmeras amenazada por

    vnculos sociales fragilizados, modelos laborales deleznables y por unanica velocidad de vencimiento de las mercancas elegimos imaginaruna intervencin capaz de hacer de la inestabilidad de nuestro tiempo

    una apertura del sentido que resiste abierto y vigilante.Adrin Cangi - Ariel Pennisi

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    UNA INTRODUCCIN A SPINOZA

    Diego Tatin

    E D I T O R I A L Q U A D R A T A

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    PRLOGO

    El texto del presente libro corresponde a la transcripcin de uncurso dictado durante el ao 2004, en el marco del Programa deEstudios Judos de la Universidad Nacional de Crdoba1. La deli-berada conservacin de su carcter oral procura lograr un relato de

    la vida y la obra de Baruch Spinoza dirigido a un pblico amplio,despojado, en la medida de lo posible, de referencias eruditas ybibliogrficas que obstruyan su lectura de corrido. El pronombreindeterminado en el ttulo Unaintroduccin a Spinoza-, pretendeacentuar la obviedad de que muchas otras son posibles, y sobretodo que seguramente esta misma no est exenta de objeciones.

    La vitalidad del pensamiento spinozista y su actualidad en la fi-losofa contempornea, tienen su antecedente prximo en la lla-

    mada segunda Spinoza-Renaissance(si consideramos que el primerrenacimiento haba tenido lugar en Alemania con la generacin deGoethe, Lessing, Jacobi, Mendelssohn y luego el Idealismo ale-mn), es decir en la incorporacin de Spinoza a la interlocucinmarxista de los aos 60, en especial a partir de Lire Le Capital(1964), donde Althusser invoca a Spinoza no tanto para una re-construccin de su filosofa en sentido estricto, como para inscri-birlo en forma hertica en los problemas de contemporneos,

    valindose de nociones como proceso sin origen, sin sujeto y sinfin(es) o causalidad estructural. La filosofa de Spinoza es consi-derada el instrumento crtico que permite liberar al marxismo de loselementos ideolgicos en los que se hallaba atrapado.

    La recuperacin del spinozismo en esos trminos se inscribe deinmediato en la llamada cultura del 68, en coincidencia con dos

    1 Una primera versin fue publicada en Forster, Ricardo y Tatin, Diego, Mesian-ismo, nihilismo, redencin, Altamira, Buenos Aires, 2005.

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    libros fundamentales de Deleuze2 y Matheron3que, inspirados enel rigor de Martial Gueroult, reconstruyeron la filosofa de Spinozacon erudicin y creatividad. Pero ms all de los estudios formales,el spinozismo est en el corazn de los sucesos de Mayo,4aliado alespontanesmo de la potencia poltica como expresin y alegra trans-formadora ms ntimamente que Marx cuyos herederos oficialesdesconfiaron en todo momento de la revuelta sesentayochesca.

    De ese laboratorio terico-prctico derivan de un modo u otrolos aportes ms relevantes y creativos de la literatura spinozista msreciente, no slo en lengua francesa. Aunque tambin en el mbitode los estudios sobre Spinoza se ha producido un giro acadmico

    que sigue pautas muy distintas de la lucha ideolgica en la que sehallaba inscripta la filosofa algunas dcadas atrs, su pensamiento-como el de muy pocos otros clsicos- sigue siendo fundamentalpara quienes se proponen interpelar la poca, comprenderla, trans-formarla, y no slo estudiar cientficamente una obra.

    Esta extraa presencia de un filsofo del siglo XVIIen las discu-siones acadmicas y polticas contemporneas, se corrobora tam-bin en la cultura filosfica argentina, donde, ya sostenida a travs

    de varios aos, tiene lugar una investigacin spinozista de la que

    2 Deleuze, Gilles, Spinoza et le problme de lexpression, Minuit, Paris, 1968 [existeversin espaola, Spinoza y el problema de la expresin, Muchnik, Barcelona, 1975].3 Matheron, Alexandre, Individu et communaut chez Spinoza, Minuit, Paris, 1969.4 En la primavera de 1967 se forma una misteriosa organizacin de intelectualesactivistas llamada Grupo Spinoza, del que formaron parte, entre otros, Althusser,Badiou, Balibar. Jean Pierre Osier, Pierre Macherey -nombres que produciranluego importantes contribuciones en el spinozismo contemporneo. Las relacionesentre las actividades de este grupo y los eventos de mayo de 1968 han sido sugeri-das por Joaqun de Salas Vara de Rey en su artculoAlthusser y Spinoza en Mayo del68. Biopoltica comunista, ledo en La Casa Invisible, Mlaga, 10 de mayo de 2008.Cfr. tambin el texto de Franois Matheron Louis Althusser et le Groupe Spi-noza, presentdo el 30 de julio de 2002 en el Coloquio sobre Spinoza Aujourdhui,Centre Culturel International de Cerisy-La-Salle: En 1966-67, Louis Althusser

    form en torno suyo un misterioso grupo Spinoza, grupo poltico terico calcadodel modelo de organizaciones polticas clandestinas muy corrientes en la poca.Si los archivos conservados por Althusser son exactos, en las reuniones se hablabamucho de poltica pero muy poco de Spinoza.

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    da cuenta el incremento de libros, monografas y ensayos sobre eljudo de Voorburg.5

    Por ltimo, quiero dedicar este libro a mis amigos del grupo deinvestigaciones en filosofa poltica de Crdoba, como reconoci-miento por tanta conversacin, dentro y fuera de la universidad; porla apertura hacia otros, conocidos y desconocidos; por el placer depensar y de inventar cosas nuevas, que ha logrado crear y manteneruna comunidad tan difcil como rara.

    D. T.Crdoba, junio de 2009

    5 Cfr. el repertorio bibliogrfico en espaol incluido como apndice, que no pro-cura proporcionar un informe exhaustivo de los textos sobre Spinoza en nuestralengua, sino servir como orientacin de lectura a un pblico no especialista.

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    I. LAFORMACINDELSPINOZISMO: EXCOMUNIN,FILOSOFA, MILENARISMO

    Durante la dcada del veinte, al iniciar un seminario que dicta-ba sobre Aristteles, habra dicho Heidegger: Este seminario vaa constar de dos partes: una, sobre la biografa de Aristteles, y laotra, sobre la Fsicade Aristteles. En cuanto a la biografa, Arist-

    teles fue alguien que naci, pens y muri. Pasemos ahora a la se-gunda parte, que es la que interesa. Con esto, el joven fenomen-logo explicitaba su propia perspectiva: no importan las biografas,importan los textos y lo pensado en esos textos. Probablemente,en algunos casos esto sea cierto. En lo que respecta a Spinoza, encambio, resultan relevantes los avatares y las circunstancias de esa

    vida, porque condensan, de alguna manera, la conmovedora y tr-gica historia del pueblo de los judos conversos, cristianos nuevos

    o marranos, que tuvo mucho que ver con el surgimiento de lamodernidad filosfica y cultural.

    La familia de Spinoza era marrana. Los marranos constituyeronuna cultura que se form a partir del edicto de expulsin de Espaa,en 1492. Casi todos los judos se trasladaron entonces a Portugal,hasta 1498, cuando el cambio en las circunstancias polticas haceque sean perseguidos nuevamente y que se vean obligados a con-

    vertirse o emigrar (algunos se irn a Brasil, otros a Grecia o a Tur-qua). Desde entonces hasta fines del siglo XVI, cuando se forma lacomunidad de Amsterdam, esta cultura marrana desarrollar ciertasparticularidades que son muy importantes, y muy pertinentes tal

    vez, algunas de ellas, para comprender el pensamiento de Spinoza.Como es sabido, uno de los episodios ms significativos de su

    vida fue el de excomunin, que tuvo lugar el 27 de julio de 1656,en la Sinagoga del barrio judo, cuando Spinoza tena apenas veinti-

    cuatro aos (haba nacido en 1632). Su padre, que era un importan-te referente de la comunidad juda -formaba parte del Mahamad-,haba muerto haca dos aos. Spinoza habra tenido la precaucin o

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    la delicadeza de esperar que su padre muriera para hacer pblica suheterodoxia, su desvo.

    Cmo nos ha llegado este episodio de la excomunin de Spino-za? Por una serie de documentos antiguos que han sido recogidospor un investigador alemn del siglo XIX, Jacob Freudenthal, queen 1899 escribi una Historia de la vida de Spinoza6. En este libro,adems de cuatro antiguos textos biogrficos, se puede encontrar elacta notarial redactada al momento de la muerte del filsofo, dondese registran todos los elementos que haba en su casa, incluyendosus libros, que fueron vendidos o rematados para costear su entie-rro. En una de las casas en que vivi Spinoza, en Rijnsburg, hay en

    la actualidad un museo en el que est reconstruida esa biblioteca,con todos los libros que tena Spinoza -no con los mismos estricta-mente, pero s con las mismas ediciones.

    La obra de Freudenthal es quiz la ms importante y sistemticafuente biogrfica sobre Spinoza de la que disponemos, aunque cabehacer referencia tambin al trabajo de K. O. Meinsma, estudiosoholands del contexto intelectual de Spinoza que en 1896 publicun libro fundamental, Spinoza en zijn Kring (Spinoza y su crcu-

    lo), traducido al francs en 19837. Despus de la dcada del trein-ta, dos investigadores holandeses, Van der Tak y Vaz Dias, agrega-rn nuevos documentos, que se sumarn a lo que hasta nuestrosdas, con sucesivas ampliaciones, constituye el corpusspinozista. EnEspaa, Atilano Domnguez tradujo la obra completa de Spinoza ycompil los citados documentos en un volumen titulado Biografasde Spinoza, en donde, entre otras cosas, se encuentra el acta conser-

    vada de la excomunin, del Herem, escrito en portugus:

    Los seores del Mahamad hacen saber a Sus Seoras cmo, hacedas, teniendo noticias de las malas opiniones y obras de Baruch deEspinoza, procuraron por distintas vas y promesas apartarlo de susmalos caminos; y que no pudiendo remediarlo, antes al contrario

    6 Freudenthal, J., Die Lebensgeschichte Spinozas in Quellenschriften, Urkunde undnicht-amtlichen Nachrichten, Leipzig, 1899.7 Existe una reedicin ms reciente, Meinsma, K. O., Spinoza et son cercle. tudecritique historique sur les htrodoxes hollandais, Vrin, Paris, 2006.

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    teniendo cada da mayores noticias de las horrendas herejas que prac-ticaba y enseaba y de los actos monstruosos que cometi; teniendo deello muchos testimonios fidedignos que presentaron y testificaron todoen presencia del susodicho Espinoza, y quedando ste convencido; queexaminado todo ello en presencia de los seores rabinos, decidieron,con su acuerdo, que dicho Espinoza sea excomulgado y apartado de lanacin de Israel, como por el presente lo ponen en excomunin, con laexcomunin siguiente:

    Con la sentencia de los ngeles y con el dicho de los santos, con elconsentimiento del Dios Bendito y el consentimiento de toda esta Comu-nidad Santa, y en presencia de estos libros santos, con los seiscientos trece

    preceptos que en ellos estn escritos, nosotros excomulgamos, apartamos yexecramos a Baruch de Espinoza con la excomunin con que excomulgJosu a Jeric, con la maldicin con que maldijo Elas a los jvenes y contodas las maldiciones que estn escritas en la Ley. Maldito sea de da ymaldito sea de noche, maldito sea al acostarse y maldito sea al levan-tarse, maldito sea al entrar y al salir; no quiera el Altsimo perdonarlehasta que su furor y su celo abrasen a este hombre; lance sobre l todaslas maldiciones escritas en el libro de esta Ley, borre su nombre de bajo

    los cielos y seprelo, para su desgracia, de todas las tribus de Israel, contodas las maldiciones del firmamento escritas en el libro de la Ley. Y vo-sotros, los unidos al Altsimo, vuestro Dios, todos vosotros que estis vivoshoy, advirtiendo que nadie puede hablarle oralmente ni por escrito, nihacerle ningn favor, ni estar con l bajo el mismo techo ni a menos decuatro codos de l, ni leer papel hecho o escrito por l8.

    Al parecer Spinoza no estaba presente cuando se ley el acta,pero habra enviado un texto de descargo, de defensa -que uno desus bigrafos antiguos menciona-, una especie de apologa escritaen espaol (sus lenguas maternas eran el portugus y el espaol,lenguas en las que al parecer pensaba mientras escriba en latn todasu obra salvo algunas cartas, escritas en holands). Qu significa-ba la excomunin para este muchacho del siglo XVII, de veinticuatroaos, que hasta ese momento haba vivido, con su hermano, del

    8 Domnguez, A. (comp.), Biografas de Spinoza, Alianza, Madrid, 1995, pp. 186-187.

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    comercio heredado de su padre? De la vida de Spinoza durante losaos que siguieron a la excomunin se sabe muy poco. Probable-mente vivi en las afueras de Amsterdam, y hasta 1660 no hay msnoticias. No podemos menos que sorprendernos ante el acta que seacaba de citar. Cules eran las horrendas herejas que practicaba

    y enseaba y los actos monstruosos que cometa? Spinoza nohaba escrito nada hasta ese momento. Presumiblemente, su prime-ra redaccin -el Tratado de la reforma del entendimiento- data de1657/8, lo cual hace muy difcil saber cules eran esas herejas queenseaba y practicaba. En cuanto a los actos monstruosos que co-meti, tampoco es fcil discernirlos. Spinoza era una personalidad

    poco afecta a los escndalos; su lema era, precisamente, con caute-la. No parece, por tanto, que haya cometido actos monstruosos yhorrendas herejas que pudieran ser testimoniadas fidedignamente.Entonces, a qu se refieren estas acusaciones?

    La obra de Spinoza no es muy voluminosa -fue publicada por CarlGebhardt en cinco tomos (cuatro de los cuales corresponden al cor-pus spinozista, y el quinto a un suplemento con comentarios sobre

    los textos) en 19259. El primer escrito -segn el orden de redaccin-sera el Tratado de la reforma del entendimiento, de 1657/8, textoque quedara inconcluso y que, por lo dems, es considerado pormuchos como su discurso del mtodo. En el ao 1660/1 redactala composicin filosfica que se conoce como Breve Tratadounaespecie de tica rudimentaria, que antecede a la mayor de todas lasobras de Spinoza10. A diferencia de la tica, no est escrito en forma

    9 Spinoza, B., Opera, im Auftrag der heildelberger Akademie der Wissenschaften,herausgegeben von Carl Gebhardt, Carl Winters Universittbuchhandlung, Hei-ldelberg, 1925. [En espaol, hay una edicin de las Obras completas de Spinoza,hecha en Buenos Aires, en el ao 1977, dirigida por Abraham Weiss para la editorialAcervo Cultural].10 La literatura spinozista hasta finales del siglo XXhaba sostenido de manera un-nime la anterioridad del Tratado breverespecto al Tratado de la reforma del enten-dimiento. Sin embargo, en diversos trabajos desde los aos 70, Filippo Mignini ha

    modificado esta perspectiva con una impecable reconstruccin conceptual, filolgi-ca y filosfica, segn la cual la cronologa de las primeras obras de Spinoza debe serinvertida para afirmar, contra la completa historiografa spinozista, la anterioridaddel TRE respecto del TB. (Cfr. en particular Per la datazione e linterpretazione

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    geomtrica. Al igual que la anterior, esta obra circular como bo-rrador entre sus amigos librepensadores y herticos protestantes deRijnsburg, y no aparecer publicado sino hasta 1862 (cuando van

    Vloten encuentra el manuscrito holands, que se presume es la tra-duccin de un original latino perdido). Dos aos ms tarde, en unapensin en la que Spinoza alquilaba un cuarto, un muchacho estu-diante de medicina le pide que le explique la filosofa de Descartespor entonces muy en boga en las universidades holandesas, sobretodo en la de Leiden. Spinoza accede al pedido y redacta un libro,que va a salir publicado en 1663 (nico libro que Spinoza publicaraen vida con su nombre) y que se llama Principios de la filosofa de

    Descartes. Esta es su primera redaccin more geomtrico. Y es dignode notar que esta primera y nica publicacin de una obra de Spinozaes siete u ocho aos posterior a la excomunin.

    Se sabe que, inmediatamente despus, entre 1662 y 1665, conel material del Breve Tratado, obra juvenil donde ya estn puestaslas ideas cardinales de su filosofa (la identidad de Dios con la na-turaleza, el concepto de inmanencia, la negacin de toda tras-cendencia), se dedic a darles un orden geomtrico del que saldrn

    las tres primeras partes de la tica o ms seguramente todo encontenido de la ticapero organizado en tres partes y no en cinco.En 1665 Spinoza interrumpe la redaccin de la ticapara dedicarsea la escritura de un libro de circunstancia, de intervencin poltica-un panfleto, diramos, si no se tratara de una de las obras msimportantes del pensamiento del siglo XVII- que le llevar cinco aosconcluir: el Tratado teolgico-poltico, publicado en 1670, annimo

    y con un falso pie de imprenta. Spinoza tena un amigo librerollamado Rieuwertsz (mdico, coleccionista, editor, libertino),quien publicaba todo lo que la censura impeda editar por los ca-nales corrientes: Descartes, los atomistas, las discusiones sobre elatomismo moderno. Aunque el pie de imprenta era de Hamburgo

    del Tractatus de intellectus emendationedi Spinoza, en La cultura, n 17, 1979,, pp. 87-160; Introduzione a Spinoza, op. cit., pp. 5-35; Nuovi contributi per la

    datazione e linterpretazione del TIE(separata), Bibliopolis, 1985; Per una nuovaedizione del Tractatus de intellectus emendazione, Studia Spinozana, IV, 1988;Donnes et problmes de la chronologie spinozienne entre 1656 et 1665, Revuedes sciences philosophiques et thologiques, LXXI, 1987).

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    y el texto no llevaba el nombre de Spinoza, inmediatamente todo elmundo supo quin era su autor.

    Gracias a la correspondencia sabemos que en 1675 ya estaba ter-minada la tica. En una carta Spinoza que en ese momento residaen La Haya- dice que ya haba dado la tica a la imprenta de Amster-dam, pero tuvo que hacer un viaje para retirar el manuscrito debidoal escndalo que haba suscitado entre los telogos la sola inminenciade la publicacin de una obra suya. Se llev el manuscrito a su casa,lo guard en un cajn y la tica, su obra capital, fue editada pstu-mamente el mismo ao de su muerte. La ltima obra redactada porSpinoza, a los cuarenta y cinco aos, es el Tratado poltico, texto que

    va a quedar inconcluso debido a la muerte del filsofo en 1677. Locual es una pena porque haba escrito ya la parte correspondiente ala monarqua, la correspondiente a la aristocracia, y le faltaba la partesobre la democracia que haba anunciado en el prlogo. Ese mismoao, Jarig Jelles y otros de sus amigos, costearon la edicin de lasobras completas de Spinoza en latn y en holands (Opera posthuma/ Nagelate schriften, 1677), con un prlogo del mismo Jelles quees una de las fuentes antiguas ms importantes sobre Spinoza. Salvo

    el Tratado Breve(del que slo tenemos la versin holandesa), se en-cuentra all casi toda la obra, incluyendo las cartas - importantsimaspara comprender el pensamiento de Spinoza-, un Clculo de probabi-lidades, un opsculo sobre elArco-irisy una Gramtica hebrea. Estaes toda la obra de nuestro autor.

    Si seguimos el itinerario geogrfico de su vida, aunque sobre loscuatro aos que siguieron a la excomunin no sabemos mucho, ssabemos, por algunas cartas, que en 1660 ya estaba en Rijnsburg,centro intelectual de los denominados colegiantes (cristianos quese oponan al clero y a toda autoridad religiosa, y que trataban deconciliar una interpretacin absolutamente libre de la Escritura conla filosofa de Descartes y con el libre examen). Hay una frmula,a mi modo de ver muy exacta, de un historiador polaco que se lla-maba Kolakowsky, que da nombre a un libro suyo: Cristianos sinIglesia. Estos cristianos sin iglesia formaban sectas (crculos inte-

    lectuales ms bien, que discutan sobre filosofa, teologa y ciencia),llevaban adelante una importante actividad intelectual en la Holan-

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    da del siglo XVII, y acogieron a Spinoza cuando fue excomulgado.De hecho, ya antes de serlo, haba tenido relacin con ellos.

    En 1663, se traslad a Voorburg, donde viva Christian Huygens,el famoso fsico con quien Spinoza mantuvo una clebre polmicaepistolar y personal, cientfica, sobre ptica. Hay una leyenda segnla cual Spinoza, para ganarse la vida, tena que pulir lentes. Es ciertoque pula lentes, pero no tanto por necesidad -ya que sus amigoscolegiantes, menonitas y dems, le proporcionaban una pensin para

    vivir- sino por un inters terico en la ptica. Entonces, a partir desu trabajo con instrumentos pticos se trab en una discusin muyintensa con Huygens, sobre si los mejores lentes eran los cncavos-

    convexos o los planos. Finalmente Huygens reconoci que el judode Voorburg tena razn. Tambin viva all un grupo de libertinosfranceses, que luego traducirn el Tratado teolgico-poltico. En 1670,se traslad a La Haya, alquil una piecita en una pensin que era deun pintor, Van der Spick, y all vivi hasta su muerte en 1677.

    Hubo en Holanda, durante el siglo XX, dos grandes asociacionesde spinozistas. Una, de Rijnsburg que tiene su centro en la quefuera casa de Spinoza. Este grupo interpreta a Spinoza acentuando

    el racionalismo, el influjo cartesiano, el inters por la ciencia y lasmatemticas, en fin, considera a Spinoza un filsofo moderno ensentido estricto. Es una asociacin que todava existe. Y la otra, deLa Haya -cuyo primer gran mentor fue Carl Gebhardt, editor delcorpus spinozista-, que acenta la vertiente juda y mstica. Estaltima asociacin ya no existe.

    Las fuentes antiguas sobre Spinoza son cuatro o ms bien cinco.La primera, es el prlogo que hace su amigo Jarig Jelles a la edicinde la Opera posthumade 1677 texto que presenta un Spinoza com-pletamente cristiano. Todo este prlogo es un gran esfuerzo por con-ciliar la filosofa de Spinoza con el cristianismo. La segunda fuente esel artculo de un erudito francs, Pierre Bayle, que en 1697 escribiel clebre Diccionario histrico y crtico, una especie de antecedentede la Enciclopediade Diderot y Dalembert (fue muy difcil hacer unaedicin de bolsillo de este Diccionario-originalmente de gran forma-

    to-, porque cada pgina contiene muchos textos dentro de otros tex-tos, que se remiten entre s, segn una composicin simultnea msque sucesiva). En este Diccionario, en la voz Spinoza, Bayle escri-

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    bir una frmula que se har clebre: la de ateo virtuoso. Se harclebre porque, para el odo de su poca, esta construccin verbal,ateo virtuoso, sonaba como una contradiccin en los trminos.Bayle dice que Spinoza es un ateo en su sistema, pero, sin embargo,

    vive como un santo. Y esta voz del Diccionario ser la va maestra porla que se conocer a Spinoza en el continente. La tercera fuente esla de un pastor alemn, cuyo nombre latino es Colerus. Es la fuenteantigua ms completa; se trata de una biografa sobre Spinoza quetard veinte aos en escribir y finalmente sali publicada en 1705.Por ltimo, la nica fuente -adems de la de Jelles- contemporneade Spinoza, es una biografa que hizo de l un mdico francs, muer-

    to en La Haya en 1720, llamado Jean Maximilien Lucas. Este escritofue publicado despus de haber muerto Lucas, con el detalle curiosode contar con una advertencia del editor y una advertencia del copis-ta. La del editor dice algo as como Pongo a vuestra consideracineste libro de opiniones horrorosas, que es el libro ms maldito, delateo ms terrible, etc. y dice ponerlo a consideracin, para darles laposibilidad a todos los doctores y hombres piadosos de que lo re-futen. Esta es una tcnica que, en el siglo inmediatamente posterior,

    en el siglo XVIII, ser muy usada. Boulanvilliers, por ejemplo, hacalo mismo. Citaba largos pasajes de la ticasimulando despus estarescandalizado y condenar afectadamente a su autor por impo. Erauna forma de contrabandear las ideas de Spinoza a Francia sin correrpeligro de ser acusado de spinozismo.

    En la primera fuente que hemos mencionado, el prlogo deJarig Jelles, no hay referencias al episodio de la excomunin. Dicesu autor que Spinoza, en un principio, tuvo una formacin juda;que cuando era joven se ocup de asuntos de teologa pero que,cuando madur, se dedic exclusivamente a la filosofa y se hizocristiano (esta es la versin naturalista de Jarig Jelles). Sin embargo,hay que decir en su favor que probablemente sin su intervencincomo editor (l haba costeado la edicin del nico libro publicadoen vida por Spinoza, as como despus su obra completa), la obra de

    Spinoza se hubiera desperdigado, se hubiera perdido o no hubieratenido la eficacia que tuvo. Es decir que Jarig Jelles le prest al spi-nozismo y a su transmisin un servicio grande.

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    En la segunda fuente antigua, dice Pierre Bayle que la filosofade Spinoza es la hiptesis ms monstruosa que quepa imaginar, yla ms diametralmente opuesta a las nociones ms evidentes de lafilosofa. Afirma tambin que muy pocas personas adhieren a ella, yde las pocas personas que adhieren a Spinoza casi nadie lo ha ledo.Se llama spinozistas -define- a todos aquellos que no tienen re-ligin y no lo ocultan demasiado: los libertinos (cuando se usa lapalabra libertino, en los siglos XVIIy XVIII, no se entiende por elloun libertino de costumbres, sino un libertino erudito, es decir, unlibre pensador, un esprit fort) En el comienzo de la noticia de PierreBayle, s se menciona el hecho de la excomunin:

    Como posea un espritu geomtrico y se exiga dar razn de todaslas cosas, comprendi muy pronto que la doctrina de los rabinos no eralo suyo. De ah que se percat fcilmente de que desaprobaba el judasmoen varios artculos, porque era un hombre que no simpatizaba con lacoaccin de conciencia y detestaba el disimulo. Declar, pues, librementesus dudas y su creencia. Se dice que los judos le ofrecieron tolerarlo, contal de que l quisiera adaptar su conducta exterior a su ceremonial, y

    que incluso le prometieron una pensin anual, pero que l fue incapazde asumir tal hipocresa. Slo poco a poco, sin embargo, se alej de lasinagoga. Y quiz hubiera guardado con ellos las formas por ms tiem-po, si, a la salida del teatro, no hubiera sido atacado a traicin por unjudo, que le dio una pualada. La herida fue leve, mas l pens que laintencin del asesino haba sido matarlo. Desde se momento, rompitotalmente con ellos, y esa fue la causa de su excomunin...

    Si indagamos en la biografa -similar a la de Colerus- de Kortholt(1700), tenemos que tener presente que este autor haba escrito unTratado de los tres impostores(con el que se haca eco de un ttuloque era muy comn en la poca, sobre todo en los escritos anni-mos de los libertinos, donde estos tres impostores no eran otrosque Moiss, Mahoma y Cristo11). En el tratado de Kortholt, en

    11Tratado de los tres impostores. Moiss, Jess Cristo, Mahoma, annimo clandestino delsiglo XVIII, El cuenco de plata, Buenos Aires, 2006 [existe otra reciente versin espaola,Tratado de los tres impostores (Moiss Jesucristo, Mahoma), Yukali, Madrid, 2006].

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    cambio, los tres impostores son Hobbes, Shaftesbury y Spinoza.Dice all que Spinoza, sin razn alguna, fue un ateo malvado, quese entregaba al estudio en plena noche, y que la mayor parte de sustenebrosos libros los escriba entre las diez de la noche y las tres de lamadrugada. Agotado por el trabajo nocturno, el filsofo comenz aponerse enfermo. Siempre pensaba, sin embargo, en la vida, y le venaa la mente la muerte inminente. Por todo argumento, slo diceesto: un libro tenebroso escrito en mitad de la noche. En general,este es el tono de todo el relato de Kortholt que no hace, tampo-co, ninguna mencin de la excomunin.

    Una de las fuentes fundamentales sobre la vida de Spinoza -es

    decir una de las ms fiables respecto a la verdad histrica de losdatos y las informaciones que proporciona-, si no la fundamental,es la de Colerus (1705), que tiene un sentido apologtico del cris-tianismo, contra el atesmo de Spinoza. En efecto, sostiene queste es el ms impo ateo que haya existido jams en el mundo, y lededica varias pginas al tema de la excomunin, estudiando cmoes el mecanismo interno de la Sinagoga a la hora de pronunciar elHerem. Se encuentra con que los dos motivos fundamentales para

    pronunciar el Herem contra alguien eran el dinero (incumplimien-to en el pago de deudas por ejemplo) y lo que se conoca en esemomento por epicuresmo (podramos decir, libertad de pensa-miento). Y las causas que encuentra Colerus para la excomuninde Spinoza son la contradiccin y ridiculizacin de sus maestros, eldesprecio de la palabra de Dios, etc.

    La ltima fuente antigua es el relato de Jean Maximilien Lucas(1719), escrito con una evidente simpata por el filsofo. Este textoes el origen lo que se conoce como la leyenda negra de la exco-munin. Lucas sostiene que Spinoza tena dos condiscpulos en laescuela rabnica de Amsterdam, que hablaban con l y trataban desonsacarle informacin; siempre segn Lucas, estos compaeros deestudio de Spinoza declararon que el filsofo les habra dicho queno hay nada en la Biblia que induzca a pensar que el alma es inmor-tal y que Dios es inmaterial. Se trata de dos aspectos fundamenta-

    les, puesto que haba en la sinagoga de Amsterdam una importantecorriente que atacaba al farisesmo y reivindicaba la versin saduceaque, justamente, niega la inmortalidad del alma. En resumen, estos

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    dos condiscpulos habran ido ante los rabinos y habran acusado aSpinoza de andar diciendo esas cosas.

    La doctrina de la inmortalidad del alma, probablemente lesvena a los judos amstelodanos del marranismo, impregnados porelementos del cristianismo que, como ste de la inmortalidad, noformaran parte de la verdadera religin juda primitiva. Lo que esten discusin es precisamente cul es la verdadera religin juda.Efectivamente, el marranismo de los judos de voluntad pero sintradicin contena elementos cristianos que haban impregnadola Sinagoga, por lo que no estaba tan claro cules rabinos acepta-ban y cules no aceptaban la inmortalidad del alma. Segn Lucas,

    los rabinos citaron a Spinoza para preguntarle si era verdad lo quedecan sus condiscpulos: Seguidamente, lo conminaron a que lesdijera si era culpable. Cuando vieron que lo negaba, sus falsos amigosse adelantaron y declararon descaradamente que lo haban odo bur-larse de los judos como de gente supersticiosa, nacidos y educados enla ignorancia, que no saben lo que es Dios y que no obstante tienen laaudacia de llamarse Su pueblo para desprecio de otras naciones. Encuanto a la Ley, que haba sido instituida por un hombre, ciertamente

    ms hbil que ellos en poltica, pero apenas ms informado en fsicaque en teologa, que con una onza de sentido comn se poda descubrirla impostura [esta idea de Moiss como impostor est en toda latradicin libertina], y que haba que ser tan estpido como los hebreosde tiempos de Moiss para hacer caso a un hombre tan orgulloso.

    Segn Lucas, el viejo maestro de Spinoza Saul Lev Morteira-uno de los rabinos ms importantes de la comunidad juda amste-lodana- se habra encolerizado, y la excomunin se habra debidoa su clera, su saa y sus deseos de venganza. Lucas dice una cosamuy curiosa, al relatar cmo recibi Spinoza, por intermedio de su

    viejo maestro, la noticia de su excomunin: Tan pronto lo supo, sedispuso a la retirada, y muy lejos de asustarse, dijo a quien le trajo lanoticia: Enhorabuena. No me fuerza a nada que no hubiera hechopor m mismo de buen grado, de no haber temido el escndalo. Pero,ya que se lo quiere as, entro con jbilo por el camino que se me ha

    abierto y con el consuelo de que mi salida ser ms inocente que la delos primeros hebreos de Egipto, aunque mi subsistencia no est mejorgarantizada que la suya.

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    En verdad, cuesta imaginar que un muchacho de veinticuatro aoshaya dado gritos de jbilo por su excomunin. La expulsin de la Sina-goga, en el siglo XVII, significaba el aislamiento ms extremo, la sancinde un destino de paria. Despus, Lucas describe el rito de excomuninal que fue sometido Spinoza. Y su conclusin es quelos eclesisticos,cualquiera sea su religin (mahometana, cristiana o juda), son ms ce-losos de su autoridad que de la equidad, de la justicia y de la verdad, yestn todos animados por el mismo espritu de persecucin.Con lo cualinscribe su narracin en la leyenda de que los curas son todos malos, ypersiguen a los buenos filsofos que piensan distinto.

    El relato de Pierre Bayle, el de Colerus y el de Lucas, constituyen

    nuestra fuente sobre el episodio de la excomunin de Spinoza y porsupuesto el acta misma del Herem. Lo que resulta inconcebible noes tanto la apostasa (que era muy frecuente), como el hecho de queSpinoza saliera de su comunidad sin entrar en ninguna otra. No setrata de un caso de conversin, del pasaje de una religin a otra, deuna iglesia a otra (lo que tambin era muy frecuente), sino de la exco-munin de alguien que durante toda su vida permanece sin iglesia.La nica pertenencia que asume es poltica dice de s mismo ser un

    ciudadano de Holanda. De hecho, junto a la firma de su obra publi-cada sobre Descartes, agrega:Amstelodamensem, es decir ciudadanode Amsterdam. Tambin en el Tratado teolgico-poltico, hace elogiosmuy explcitos a Holanda y la llama mi patria. Aunque quiz tam-poco haya aceptado la pertenencia poltica como esencial. Spinozaes un marrano en doble sentido, alguien que fue expulsado de unacomunidad de origen marrano que apenas se estaba estableciendo. Ytal vez haya que leer en Spinoza la conclusin de toda esa experienciamarrana, a la vez que la primera experiencia del judasmo secular.Spinoza, como dice Yirmiyahu Yovel, es el primer judo secular, unproto-ilustrado que piensa la humanidad; que no piensa en trmi-nos de pueblo ni mucho menos de pueblo elegido, sino de unahumanidad en la que se deben tratar de esclarecer las causas de laseparacin entre los hombres.

    Spinoza nunca hubiera podido ser lo que hoy llamamos un judo

    asimilado; no era recibido, adonde iba, como un habitante ms deAmsterdam. Su condicin era la de un expulsado de la Sinagoga, esdecir, se lo reciba como un ateo, como un libertino, como un paria.

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    Hay que tener en cuenta que Spinoza estudia durante trece o catorceaos en una Sinagoga de Amsterdam, que se llama El rbol de la

    Vida, donde lee el Talmudy la Tor, aprende -con Sal Lev Mortei-ra- el hebreo, y llega a conocer perfectamente las Sagradas Escrituras.Toda su formacin es la que en ese momento poda tener un nio oun adolescente judo. La Sinagoga de Amsterdam (constituida en elltimo decenio del siglo XVIy establecida a partir del segundo deceniodel siglo XVII, donde el padre de Spinoza, llegado de Portugal en 1626,haba sido un personaje muy influyente) reciba grandes contingentesde judos sefaraditas que, a consecuencia de largos aos de persecucin

    y conversiones, estaban totalmente desarraigados de toda la tradicin

    maimonideana y de la filosofa juda medieval en general. No sabanhebreo y desconocan por completo las pautas ms elementales de losrituales y las prcticas del judasmo.

    Si bien el marranismo consista justamente en tratar de conservarel estudio de la Tor, del Talmud, y la prctica de los rituales en elpatio trasero, despus de dos o tres generaciones, el conocimien-to de la tradicin haba desaparecido casi por completo. Eran casitodos comerciantes, temerosos de la Inquisicin, que reciban con

    llanto las noticias que todos los das llegaban de los condenados ylas hogueras. (Hay que tener esto muy en cuenta, para comenzara atemperar un poco la leyenda negra de la excomunin de Spi-noza, y de otras dos que son tambin muy clebres: las de Uriel daCosta y Juan de Prado).

    Entonces, estos judos nostlgicos del judasmo, que tenanintereses espirituales muy profundos, a la vez que intereses muyconcretos en la prctica del comercio, llamarn a rabes del judas-mo oriental, ashkenazita, para reintroducir a los marranos en el ju-dasmo. Estas dos tendencias estarn encarnadas en los dos grandesmaestros de Spinoza en la Sinagoga: Menasseh ben Israel y SalLev Morteira. El primero, que haba nacido en Oporto (Portugal),

    y que llega a Amsterdam en los primeros aos del siglo XVII, era unlatinista (no hebrasta) y un humanista muy permeable a las corrien-tes msticas y mesinicas que cristalizarn finalmente en el frenes

    alucinado de la empresa sabbatesta. El segundo, judo ashkenazita,talmudista ortodoxo, maestro del hebreo -de quien lo aprender el

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    joven Spinoza-, era el guardin mximo de la observancia religiosaen la comunidad de su tiempo.

    Hay que sealar aqu un hecho muy importante, que tiene quever con el lenguaje y su pregnancia: el esfuerzo que hace Morteirapor introducir al hebreo a los jvenes marranos, chocar con unaresistencia muy fuerte alojada en la lengua misma; en el idioma es-paol, que era considerado casi como una lengua sagrada por los

    judos sefaraditas de Amsterdam. La Biblia que ellos leen es la Bibliade Ferrara, que est traducida pgina por pgina del hebreo al espa-ol. Sus clsicos y sus grandes obras litrgicas estn en espaol. Elespaol es la lengua por la que hay que pasar para acceder a Dios.

    La cbala de Abraham Cohen de Herrera, La puerta del cielo, eramuy importante en Amsterdam en esos aos. Por lo tanto, habr unchoque, que ser algo ms que un choque de lenguas y que tendrconsecuencias de gran envergadura.

    Spinoza no ingresa a la escuela para rabinos (a la que se ingresainmediatamente despus de los trece o los catorce aos); se dedicaa atender el comercio de su padre y a estudiar minuciosamente laEscritura. De all, pasar a la escuela de Morteira, donde seguir estu-

    diando el Talmud, el hebreo y los textos sagrados. A sus ocho aos, ysiendo su padre miembro del mahamad, ocurre el primer gran escn-dalo de la Sinagoga de Amsterdam: la excomunin de Uriel da Costaen 1640. ste, haba sido ya excomulgado, se haba arrepentido, lohaban vuelto a excomulgar, y en su segundo arrepentimiento fuesometido a una humillacin que lo llevar inmediatamente al suici-dio. Antes, escribi un libro que se llama Espejo de una vida humana(editado hace algunos aos en espaol por Gabriel Albiac), sobrecuya autenticidad hay an muchas dudas (el texto manuscrito habrasido dejado por Da Costa, en el momento de la decisin final, sobresu mesa; habra sido hallado y hecho circular durante cuarenta o cin-cuenta aos en Holanda por los arminianos hasta su publicacin, fi-nalmente, a cargo de esta misma secta calvinista).

    Es poco probable que Spinoza haya podido conocer y leer estetexto, pero s pudo haber estado entre los nios que se hallaban en

    la Sinagoga el da en que se someti a Uriel da Costa a los castigoscorporales que se consideraban necesarios para su readmisin. Ymuchos ven en Uriel da Costa, una de las fuentes principales de

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    la heterodoxia spinozista. El desgarrador episodio se relata en unpasaje del Exemplar humanae vitae:

    Entr en la Sinagoga, llena de hombres y mujeres que haban veni-do como para un espectculo, y, llegado el momento, sub a un estradoque hay en medio de la Sinagoga para los sermones y dems oficios, yall, con voz clara, le un escrito, redactado por ellos, en el que se conte-na mi confesin: que yo era digno mil veces de la muerte, pues habacometido desde la violacin del Sabbat y la no observancia de la leyhasta su misma violacin, ya que haba disuadido a otros para que nose hicieran judos, y que, para reparar todo ello, estaba dispuesto a eje-

    cutar sus rdenes y cumplir cuanto me fuera impuesto, prometiendo,por lo dems, no reincidir en semejantes iniquidades y crmenes. Aca-bada la lectura, baj del estrado y, acercndoseme el Sumo Sacerdote,me susurr al odo que me apartase hacia un ngulo de la Sinagoga.As lo hice, y me dijo el portero que me desnudara. Lo hice hasta lacintura, me at entonces un lienzo en torno a la cabeza, me quit loszapatos y extend los brazos, agarrndome con las manos a una especiede columna. Se acerc el portero y me at las manos con una cuerda.

    Acto seguido, lleg un sayn, tomo unas correas y me propin en la es-palda treinta y nueve azotes, segn es la tradicin: pues, est en la Ley,que no debe excederse el nmero de cuarenta, y como son hombres muyreligiosos y observantes, se cuidan mucho, no vaya a ser que pequen porexceso. Entre azote y azote cantaban salmos. Cuando hubo acabado,me sent en el suelo y lleg el predicador sabio (cun ridculas son lascosas de los mortales), y me absolvi de la excomunin. Y hete aqu quede nuevo se abran para m las puertas del Paraso, de cuyo umbral yacceso me haba sido vetado el paso con frreas cerraduras. Luego tommis ropas y me postr en el umbral de la Sinagoga, y el custodio aquelsostena mi cabeza. Todos lo que salan pasaban sobre m levantandoun pie por encima de la parte inferior de mis piernas; y esto lo hicierontodos, tanto los nios como los ancianos (no hay monos que puedanexhibir actos ms absurdos ni gestos ms grotescos a los ojos de los hom-bres), y, acabado todo, cuando ya nadie quedaba, sal de aquel lugar,

    y una vez que el que me asista me hubo quitado el polvo (y que nadievenga a decir ahora que no me trataron honorablemente, ya que, si

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    bien flagrantemente me golpearon, igualmente luego me compade-can y me acariciaban la testuz), volv a casa12.

    Es muy improbable que esta biografa sea de puo y letra deUriel da Costa. Por lo dems, el Exemplar... ha sido el documentocannico al que se ha recurrido siempre en toda contienda antiju-da. De todas maneras, sea de Uriel o no, este texto adelanta algu-nas ideas que sirven como antecedentes para entender a Spinoza-que muy probablemente, debido a que su padre era uno de los quetena a cargo la excomunin de da Costa, haya sido alguno de losnios que pas su pierna por encima del condenado.

    Qu motivos tena da Costa, dadas sus convicciones, para soli-citar ser readmitido por la Sinagoga? No era fcil afrontar las conse-cuencias de una excomunin. Juan de Prado tambin sale y vuelve aentrar. A dnde podan ir? Quedar excomulgado, en ese momento,significaba una muerte civil, una muerte religiosa, una muerte en

    vida. Se trataba de una situacin absolutamente dramtica. Uriel daCosta se pega un tiro, no tolera la humillacin. Era un verdaderoproblema ser excomulgado, y mucho ms en un pas del que no se

    era originario (eran portugueses y espaoles que a duras penas com-prendan algo, si es que lo hacan, de la lengua holandesa). El Heremera la sancin extrema, de ltima instancia. En realidad, haba unagran cantidad de sanciones intermedias, que iban desde apartar alcado por un da hasta otras ms severas pero no extremas. En casode que la oveja se considerase descarriada sin retorno, en general, losrabinos, que no queran escndalos, lo que proponan era una pen-sin a cambio del silencio, un sustento a condicin de la autocensura(eso harn con Juan de Prado, entre otros.) Pero Spinoza no aceptael sustento econmico, y esa parece ser la principal causa del enojo deMorteira. Acepta, s, una pensin de los colegiantes, de los libre-pensadores que estaban en Rijnsburg, que por lo general eran ricos(incluso el propio Jarig Jelles, que es uno de los que tal vez sustentaeconmicamente a Spinoza, dejar un prspero negocio para dedi-carse a la filosofa, sin mayor preocupacin).

    12 Uriel da Costa, Ejemplo de una vida humana / Exemplar humanae vitae, edicinde Gabriel Albiac, Hiperin, Madrid, 1985, pp. 40-43.

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    Cules, entonces, habran sido los verdaderos motivos de laexcomunin de Spinoza? Podemos encontrar una hiptesis plausi-ble en una conferencia que dio Jacob Teicher en la Universidad deCambridge en los aos cincuenta, y que fue publicada en la revistaDavarpor Len Dujovne13. A mi modo de ver, este texto planteauna de las conjeturas ms convincentes. Jacob Teicher encuentrauna serie de cartas y documentos, sobre una disputa al parecer ferozentre los rabinos de la comunidad de Amsterdam, que tuvo lugar enla dcada del treinta (poca en que nace Spinoza). En concreto, setrataba de una disputa teolgica acerca de si los castigos por peca-dos graves, como la apostasa o la hereja, despus de la muerte eran

    o no eternos. Problema que divide a la comunidad en dos grupos:los llamados eternalistas y los no eternalistas. Segn parece, ladisputa cobr una dimensin tal, que la sometieron al arbitraje deltribunal rabnico de Venecia. A resultas de lo cual, se induce a losno eternalistas, cuya cabeza era el rabino Isaac Aboab, a aceptarsu derrota. Entre los eternalistas estaban los mismsimos Sal LevMorteira y Menasseh ben Israel. Esta discusin, dice Teicher, noest registrada en los anales de la Sinagoga pero Menasseh ben Is-

    rael dejar testimonio de la misma en un escrito donde dice que,aparte de estos dos bandos, hay una minora radical extrema quellega a sostener que Dios, en su infinita misericordia, incluso salvara los gentiles. Esto, a pesar de todo su humanismo, desorientarprofundamente a Menasseh ben Israel. Pero lo que se disputaba noera un asunto meramente teolgico, sino teolgico-poltico.

    El argumento poltico de los eternalistas planteaba que si se lle-gaba a inducir a los judos a creer que los castigos por pecados gravesno eran eternos, se producira una desmoralizacin de la comuni-dad, que tendra efectos desastrosos sobre los marranos que anquedaban en Espaa y Portugal, ya que, al no contemplar la posibi-lidad de la salvacin o condenacin de su alma despus de la muerte,no arriesgaran su vida para emigrar y salvarse aunque ms no fueraen la eternidad. Por otra parte, si los cristianos llegaban a enterarsede que haba una parte de la comunidad juda que opinaba que los

    13 Teicher, J., Por qu fue excomulgado Spinoza?, Davar, n 81, Buenos Aires,1959, pp. 55-76.

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    pecados graves no tenan castigos eternos, se lanzaran a decir quelos judos no distinguen entre justo e injusto, bueno y malo o peca-dor y virtuoso. Este es quiz el motivo ms importante por el queesta discusin se mantuvo en el mximo secreto; en el fondo, lo quese tema era la opinin desfavorable de las autoridades amstelodanas,

    ya que Amsterdam era el nico lugar donde a los judos se les per-mita vivir como judos el nico caso del judasmo moderno en elque no se produjo una ghettificacin. Los judos deban guardarsede toda heterodoxia, puesto que estaban siendo puestos a pruebapor el poder poltico y religioso.

    En 1615, las autoridades holandesas encomiendan nada ms y

    nada menos que a Hugo Grocio la redaccin de un documentoque reglamentase jurdicamente el establecimiento de los judos enel pas. Y Hugo Grocio presenta, en 1618, el documento que seraprobado en 1619 y que se conoce con el nombre de Remonstrantie.

    Algunos fragmentos de este texto, que era un marco legal conocidoa la perfeccin por toda la comunidad juda de Amsterdam, resultanreveladores de la condicin en la que se hallaba la Sinagoga: Todoslos judos mayores de edad deben hacer ante el magistrado la siguiente

    declaracin respecto a su fe, especialmente si creen en un Dios nico,creador y rector del Universo y origen de todo bien, a quien es obligacinhonrar, servir y venerar; si Moiss y los profetas han escrito la verdadbajo la inspiracin de Dios; y si existe otra vida despus de la muerte, enla que el justo ser premiado y el pecador, castigado.

    Poco ms adelante se dispone que quien ensea, de manerapblica o secreta, principios opuestos, ser pasible de la pena de muerteo de otros castigos corporales conforme la gravedad del delito.Se lesest diciendo a los judos que, si quieren ser judos, sean ortodoxa-mente judos; y que, en caso de desvos tocantes a las creencias del

    judasmo, caer sobre los herticos, con todo el peso de la ley, laautoridad poltica. Esto es indito. Mientras en toda Europa se per-sigue a los judos por el hecho de serlo, en Holanda, la condicinpara no ser molestados, es que profesen un judasmo monoltico ycerrado. Como justificacin, Grocio alega lo siguiente: Entre los

    judos, al igual que en otras comunidades religiosas, no es raro en-contrar ateos. Un buen gobierno poltico no debe tolerar al pueblo delos ateos. Es necesario que esos individuos sean separados de los dems

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    y castigados sin misericordia si existen pruebas de que hayan cometidoun acto propio de ateos [esto, por tanto, era ley, obligacin]. Pero sialgunos ateos entre los judos-contina-, osaran formular vanos prin-cipios de una nueva doctrina, o negar la Resurreccin de los Muertos,o el Juicio Final, o dudar de que Dios es el creador o que los ngeles sonreales, es nuestro deseo que quienes hicieran manifestaciones de estaclase sean castigados con la pena mxima, y de este modo se purgue alpueblo judo de los errores que hayan podido infiltrarse en su seno14.

    Este documento nos permite comprender que la decisin deltribunal rabnico de Venecia sobre la disputa entre eternalistas y noeternalistas, y los temores de Sal Lev Morteira y Menasseh ben

    Israel -que hicieron que la misma se mantuviera en secreto- estabanperfectamente fundados.Holanda era calvinista. Y ese calvinismo holands tena, por un

    lado, un sentido religioso, de oposicin ferviente a la idolatra ro-mana; y por otro lado, un sentido poltico, de cuo antiespaol yantifrancs. Y, efectivamente, haba en Holanda una ortodoxia cal-

    vinista, que era la de los sacerdotes gomaristas (Gomar era un c-lebre telogo calvinista, que propugnaba una obediencia absoluta,

    tanto al poder terrenal del Prncipe como al espiritual de la Iglesia,por ms que la fuente de las dos obediencias fuera la misma, Dios),rodeada de una infinidad de sectas, de cristianos sin iglesia, queiban no slo contra la Iglesia Romana, sino tambin contra la propiaIglesia Protestante, y que se denominaban arminianos (Arminiohaba sido el antagonista de Gomar en Leiden). Los arminianos te-nan como ideal una especie de comunismo del trabajo, de sencillezen las costumbres; una concepcin de la Biblia no especulativa niteolgica ni filosfica, sino que la conceba como un conjunto de

    verdades sencillas para regular la conducta en la vida (esto va a pasardirectamente a Spinoza). Sin embargo, eran tolerados.

    La comunidad juda, en esos aos, no sanciona la excomuninpor cualquier hereja ni cualquier desvo, sino que, quienes se hacenpasibles de ella, como Uriel da Costa, son exactamente aquellosque estn contemplados en el texto de Hugo Grocio como ateos.

    En efecto, Uriel sostena que la ley mosaica no enseaba ni la

    14 Cit por J. Teicher, op. cit.

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    inmortalidad del alma ni la eternidad de los castigos despus de lamuerte. Por lo cual, a los rabinos no les quedaba otra alternativams que excomulgarlo, despus de haber seguramente fracasadoen los intentos disuasivos. Se trataba, en efecto, de una comunidadque estaba buscando establecerse y conseguir al fin un lugar en elmundo. De hecho, se podra decir que, hasta 1940, la comunidadsefaradita de Amsterdam logr su principal cometido: vivir en paz,sin ser molestados, como judos.

    El texto Grocio, entonces, conminaba a la comunidad juda avelar por su ortodoxia, si queran seguir viviendo y seguir siendo

    tolerados polticamente en Holanda. Pero el hecho es que en el ao1656, cuando excomulgaron a Spinoza, las cosas haban cambiadobastante, por no decir completamente. En 1652, en Holanda sehaba instaurado la Repblica de la mano del llamado Gran Pen-sionario, Jan de Witt, amigo de Spinoza, que morir linchado porel populacho en 1672. En el ao 1656, seis meses despus de laexcomunin de su amigo, este aristcrata partidario de la toleranciadeclarar, en cuanto Pensionario -esto es, en cuanto mxima auto-

    ridad de Holanda-, por decreto, que la filosofa es algo enteramentediferente de la teologatesis que ser la fundamental del Tratadoteolgico-poltico. Y, al parecer, decretada por Jan de Witt, dejaba au-tomticamente sin efecto el texto de Grocio. Por ms que este de-creto haya sido unos meses posterior a las excomuniones de Spino-za y de Prado, las autoridades de la Sinagoga no ignoraban el climapoltico que se estaba viviendo, mucho ms tolerante y abierto.

    Por eso, dice Teicher, las excomuniones de Spinoza y de Pradono estaban ordenadas a cumplir con la reglamentacin de Grocio(ya abstracta), sino que las autoridades rabnicas obraban lisa y lla-namente contra las nuevas autoridades polticas de Holanda. El di-lema de la comunidad era si la libre declaracin filosfica puedehacerse dentro de la comunidad o no. Y lo que dice este historiadorresulta, a mi modo de ver, una hiptesis bastante plausible: en elcaso de Uriel da Costa, estaban obligados a excomulgarlo; en los

    casos de Spinoza y de Prado, no solamente no estaban obligados,sino que adems obraron directamente contra el espritu y la polti-ca liberales del gobierno de Holanda.

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    Sin embargo, hay motivos polticos para estas excomuniones. Pre-cisamente, entre el ao 1656 (excomunin de Spinoza) y el ao 1657(excomunin de Prado), se produce en Inglaterra un importantsimodebate, que tiene que ver con el milenarismo, sobre la readmisin delos judos en la isla. En el momento en que excomulgan a Spinoza,Menasseh ben Israel, su viejo maestro, no estaba en la ciudad de

    Amsterdam. Estaba en Londres, comisionado por la Sinagoga ams-telodana para convencer a Cromwell de que era necesario readmitir alos judos en Inglaterra. Este asunto de la readmisin de los judos enInglaterra, dice Teicher, es la causa de las excomuniones de BaruchSpinoza y de Juan de Prado. Son excomuniones polticas.

    Cul era la discusin que haba en Inglaterra en ese momento?En relacin a este interrogante, resulta pertinente un artculo15de Ri-chard Popkin sobre el clima milenarista que haba en ese momento, yen el que estaba involucrado de manera central un personaje conmo-

    vedor: Sabbatai Zeb, la gran esperanza mesinica, la gran aventuramesinica del siglo XVII. Qu fue a decirle Menasseh ben Israel aCromwell? Que de los acontecimientos previstos para la llegada delMesas se haban producido todos, menos uno: la dispersin comple-

    ta de los judos por la totalidad de los puntos cardinales del globo. Yque el nico lugar donde no haba judos era Inglaterra.

    Cierto viajero portugus, que haba recorrido Amrica, le habacontado a Menasseh que, andando por Los Andes, en Sudamrica,ms precisamente en Colombia, se haba encontrado con una tribuindgena que celebraba un oficio religioso judo. Menasseh se con-

    venci de que aquella tribu era nada ms ni nada menos que una delas tribus perdidas de Israel, y en el ao 1650 escribi Esperanza deIsrael16, que fue traducida al ingls ese mismo ao y dedicada por eltraductor (que era tambin milenarista) al Parlamento ingls. Estees un tema poltico de primera magnitud. Y los casos de Spinoza

    y de Prado, al revelar el cuidado de la ortodoxia en la comunidad,

    15 Popkin, R., El milenarismo del siglo XVII, en, Malcolm Bull (comp.), La teora

    del apocalipsis y de los fines del mundo, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1998,pp. 133-157.16 Menasseh ben Israel, Esperanza de Israel, edicin de Henry Mchoulan y GrardNabon, Hiperin, Madrid, 1987.

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    tienen una directa relacin con el intento de lograr la readmisinde los judos en tanto que judos en Inglaterra, ya que pretendenmostrar que entre los judos no hay ateos, ni descarriados, ni hete-rodoxos, ni herejes. Este delirio milenarista, que estaba en el aire, seconcentrar luego en la figura de Sabbatai Zeb, y en otras persona-lidades muy importantes para Spinoza, como se ver por una cartaque ste recibe precisamente sobre este tema.

    Entonces: por una parte, efectivamente, la Sinagoga amstelodanay su comit de rabinos, estaban en una situacin de precariedad tal,que no se podan permitir en su seno la tolerancia de una hereja;por otra parte, este asunto poltico con Inglaterra, tambin inhiba la

    tolerancia del libre pensamiento o de la filosofa al lado de la religin.Igualmente, a mi modo de ver, el tema de la excomunin de Spinozasigue siendo un misterio. Poco despus de que se excomulga a Juande Prado, Jan de Witt prohibir a la Sinagoga excomulgar a nadiems. Y de hecho, despus de 1657, no habr ms excomuniones.

    Hay una tesis contempornea nuestra que niega la validez de lasexcomuniones de Uriel da Costa, Spinoza y Juan de Prado, alegan-do que la Sinagoga juda estaba bajo presin poltica, y que, como

    universalmente se acepta que ningn acto realizado bajo presintiene validez legal, esas excomuniones no la tienen. Es como si nohubieran existido. Es una tesis que en la Argentina, sostuvo Salva-dor Kibrick en un libro colectivo de homenaje a Spinoza editadopor el Museo Judo de Buenos Aires en 1977.17Ahora, si Teichertiene razn, en los casos de Spinoza y de Prado, no hubo presinpoltica alguna, sino ms bien una decisin autnoma muy clara porparte de las autoridades rabnicas.

    Existe tambin una conjetura muy curiosa de Richard Popkin.Historiador de la filosofa, autor de una clebre Historia del escepticis-mo desde Erasmo hasta Spinoza, escribi un artculo intitulado OtroSpinoza18, donde estudia la relacin de Spinoza con los misioneros

    17 Kibrick, S., Ante el tribunal de la posteridad, en AA.VV., Homenaje a Ba-

    ruch Spinoza con motivo del tricentenario de su muerte, Museo Judo, Buenos Aires,1977, pp. 9-25.18 Popkin, R., Un autre Spinoza, en Archives de philosophie, n 48, 1985,pp. 37-57.

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    cuqueros ingleses que se hallaban en Amsterdam, en medio de todaesa efervescencia religiosa y milenarista. A partir de un conjunto dedocumentos de la poca, Popkin deduce que Spinoza habra traduci-do, del holands al hebreo, un texto de quien era por entonces la msimportante figura entre los cuqueros ingleses: Margaret Fell. Spi-noza no saba ingls; saba italiano, espaol, portugus, latn, hebreo

    y alemn. Por lo que se supone que haba una traduccin del inglsal holands, y que de sta habra traducido Spinoza este texto quebuscaba la conversin de los judos- al hebreo. Popkin hace una seriede contrastaciones entre el texto de Margaret Fell y el Tratado teo-lgico-poltico, a partir de la cual concluye que habra muy sugestivas

    superposiciones entre ciertos pasajes. Segn Popkin, Spinoza habraadoptado algunas de las opiniones de los cuqueros, como por ejem-plo la necesidad de conocimiento interior de Moiss, el Jess de losprofetas, el acento puesto sobre el Espritu Santo, etc. En base a estatraduccin, que Popkin dice que es la primera publicacin de Spino-za, se nos introduce en todo un mundo de conjeturas que mostrarala existencia de otro Spinoza, desconocido, a la manera en que sehabla de dos Leibniz (un Leibniz exotrico, el filsofo racionalista

    que todos conocen; y otro Leibniz, esotrico, secreto, mstico, vin-culado a los Rosacruces, muy poco conocido, del que muy poco sesabe, pero muy importante).

    Entonces, Popkin dice que Spinoza no es, como se cree, tan sloun filsofo racionalista, cartesiano, de espritu geomtrico, sino quehabra sido un seguidor secreto de Sabbatai Zeb, que vivi en elmundo alucinado del milenarismo y que, a travs de un ingls lla-mado Serrarius (llegado de Leiden a Amsterdam, el cual habra vivi-do con el filsofo a fines de la dcada del cincuenta), que iba y venaentre Inglaterra y Holanda, mantena contactos con miembros dela Royal Society, cuyo secretario era Oldenburg, y a la que perte-neca, por ejemplo, Robert Boyle. Popkin sostiene, por lo tanto,que Spinoza no sera tanto un marrano de la razn (segn laconocida tesis del estudioso judo Yirmiyahu Yovel19), sino que msbien el elemento marrano que efectivamente posea, el doble juego

    19 Yovel Y., Spinoza, el marrano de la razn, Anaya & Muchnik, Madrid, 1995.

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    de lenguaje que efectivamente jugaba, era el ocultamiento, tras esamascarada racionalista y geomtrica, de un elemento mstico.

    La correspondencia de Spinoza es una fuente invaluable, no slopara comprender su vida, sino tambin su filosofa. Y de hecho,la carta que abre el Epistolarioes una carta de Henry Oldenburgque, al igual que Robert Boyle, tena simpatas milenaristas-, conquien mantuvo una muy prolongada correspondencia, a lo largo demuchos aos. El 8 de diciembre de 1665, Oldenburg le escribe aSpinoza una carta donde, luego de toda una serie de disquisicionesfilosficas, y ya preludiando el saludo final, dice: Paso ahora a lapoltica. Aqu est en boca de todos el rumor de que los israelitas, en

    la dispora despus de ms de dos mil aos, regresan finalmente a supatria. En este pas pocos lo creen, pero muchos lo desean. Usted indi-car a su amigo [se presume que este amigo es Serrarius] qu oyesobre esto y cul es su opinin [es importante tener en cuenta que elmilenio sabbatasta deba cumplirse en 1666. Esta carta es de di-ciembre de 1665]. Por lo que a m respecta, cuando semejantes noti-cias no son enviadas por escrito por hombres fidedignos de la ciudad deConstantinopla, que es la ms interesada en este asunto, no les puedo

    dar crdito. Me gustara mucho saber qu han odo de esto los judosde Amsterdam y cmo han reaccionado ante tal noticia, pues, de serexacta, me parece que provocara una catstrofe de todas las cosas enel mundo20. Lo curioso es que, despus de esta carta, Spinoza inte-rrumpir abruptamente -hasta el ao 1675, una dcada ms tarde ycasi al final de su vida- la correspondencia ms antigua e intensa quehaba tenido hasta ese momento. Popkin, obviamente, confiere lamayor importancia a esta prolongada y misteriosa reticencia.

    Existen varias perspectivas muy diferentes sobre el origen de lahereja de Spinoza. La primera, de una editora francesa de la obraspinoziana, Madeleine Francs -y otros muchos intrpretes-, sostieneque la principal fuente de lo que se llama spinozismo es un perso-naje holands muy curioso, de nombre Francis van den Enden. stese instala en los aos cincuenta en Amsterdam y abre una escuela

    20 Spinoza, Correspondencia, versin de Atilano Domnguez, Alianza, Madrid,1988, pp. 243-244.

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    de latn, donde Spinoza aprender ese idioma. Dicho sea de paso,al taller de Van den Enden concurra tambin Rembrandt, que vivaen el barrio judo y con quien tal vez Spinoza -que siempre viva encasas de pintores- haya tenido algn contacto. Van den Enden era unpersonaje curioso porque, para ensear el latn, haca lecturas y pre-paraba representaciones de obras de teatro de clsicos romanos comoTerencio, Salustio, Plauto, etc. Se sabe que haba un teatro donde losalumnos de Van den Enden representaban estas obras, y se especulaque fue a la salida de una representacin cuando Spinoza fue vctimade un intento de homicidio que lo confirmar dramticamente en sulema: cauteDeleuze apunta con razn que si bien no es infrecuente

    que un filsofo acabe condenado, es ms raro que su vida filosficacomience con una excomunin y un intento de asesinato.Lo cierto es que, en la casa de Van den Enden, Spinoza bien

    pudo leer a Hobbes, Maquiavelo, Gassendi, el epicuresmo roma-no, el De rerum natura de Lucrecio, y otras obras denostadas porla ortodoxia religiosa y filosfica. Entonces, algunos historiadoresdicen que lo que se conoce como spinozismo nace y se forja en lacasa de este extrao personaje, que luego abandonar los Pases

    Bajos, para acabar tambin de una manera trgica: ajusticiado en laBastilla por atentar contra el rey de Francia.

    A principios de 1970, en la Biblioteca Nacional de Pars, dos his-toriadores del spinozismo descubrieron los escritos polticos de Vanden Enden, donde, entre otras, al parecer se encuentran las ideasdel radicalismo democrtico, de la libertad de pensamiento, de laidentidad entre Dios y naturaleza, de la separacin entre filosofa

    y teologa, de la subordinacin de la Iglesia al Estado; en fin, losgrandes temas del spinozismo poltico21.

    Como resulta de todo este material, hay una disputa historiogr-fica muy intensa, entre quienes piensan a Spinoza como un filsofo

    judo y quienes le atribuyen una ruptura absoluta con el judasmo(como Madelaine Francs).

    21 Bedja, M., Franciscus van den Enden. Matre spiritual de Spinoza, en Revuede lHistoire des Religions, n 207, 1990, pp. 289-311; Klever, W., A New Sourceof Spinozism: Franciscus van del Enden, Journal of History of Philosophy, n 29,1991, pp. 613-633.

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    Los ms radicales de los autores judos -segn la primera pers-pectiva-, sostienen que el Dios de Spinoza es, en esencia, el Diosde Maimnides. Hay, por ejemplo, un estudioso espaol llamadoMiquel Beltrn, que escribi un libro sobre Spinoza y la filosofa

    juda medieval, donde lleva como nadie al extremo la tesis de queno hay nada en la filosofa de Spinoza que no sea judo, y que todassus presuntas rupturas con el judasmo no son en realidad sino suspropias lecturas de Maimnides y sobre todo de Hasdai Crescas.Tambin Henry A. Wolfson, autor de un libro clsico de la historio-grafa spinozista22, sostiene que las fuentes, para analizar la rupturade Spinoza con la tradicin, son los autores judos del medioevo. Y

    Rvah, afirma que el spinozismo y el fenmeno de la excomuninse explican por un solo nombre propio: Juan de Prado23.Juan de Prado era un mdico espaol, nacido en Alcal de He-

    nares, que lleg a Amsterdam en 1655. Se sabe que, en ese ao,Spinoza y De Prado tuvieron un contacto muy intenso; que de Pradoopinaba lo mismo que Da Costa antes, y que adems participabade la idea de que no haba un Dios trascendente, sino que Dios y lanaturaleza eran la misma cosa. Entonces, segn Rvah, ser este Juan

    de Prado quien inicia al joven Baruch en el camino del mal. Lo asom-broso es que resulte suficiente un ao para producir tamao desvo.El mismo ao en que excomulgaron a Spinoza le hicieron un llamadode atencin a Juan de Prado, quien sera a su vez excomulgado al aosiguiente. De Prado niega que el pueblo judo sea el pueblo elegido,rechaza la fe en la revelacin y afirma, como lo hiciera antes el primerheterodoxo amstelodano, Abraham Ferrer, que la filosofa estaba porencima de la cbala y el Talmud. En el acta de excomunin de Juande Prado, se dice, al final, que se lo excomulga, entre otras cosas,por reincidir en sus malas y falsas opiniones contra la ley divina, desca-rriando as a algunos jvenes estudiosos. Algunos conjeturan que unode esos jvenes estudiosos era Baruch Spinoza24.

    22 Wolfson, H., The philosophy of Spinoza, Harvard University Press, Cambridge,1934.

    23 Rvah, I., Spinoza et Juan de Prado, tudes juives I, Paris, 1959.24 Esta tesis clsica de Juan de Prado corruptor de Spinoza, ha sido relativizadapor investigaciones de Joseph Kaplan (From Christianity to Judaism. The story ofIsaac Orobio de Castro, Oxford University Press, 1989), Yirmiahu Yovel (cfr. Spi-

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    Por otra parte, hay elementos de la filosofa de Crescas, msprecisamente de su ontologa, que efectivamente estn en la filoso-fa de Spinoza. As como su oposicin al ideal asctico (muy claropor ejemplo en el escolio de la proposicin 45 de la parte IVde latica25), puede perfectamente superponerse con este texto de Mai-mnides: El virtuoso que sigue su inclinacin y su disposicin espiri-tual en sus actos, y que saca provecho del placer y del deseo, es mejor queel abstemio que anhela y que ansa realizar malas acciones, pero luchacontra esta locura, acta contra sus impulsos, su sensualidad y sus ten-dencias espirituales, y hace el bien aunque le resulte difcil. Los neciosatormentan sus cuerpos de todos los modos posibles, y piensan que han

    hecho algo virtuoso y bueno, y que se acercan ms a Dios con ello, comosi Dios fuese enemigo del cuerpo y lo quisiese destruir y aniquilar. Nocaen en la cuenta de que estas acciones son malas en s. Esta pginaes muy similar a la crtica spinozista del tormento y el sacrificio, queprobablemente haya encontrado all su inspiracin.

    En cuanto a Crescas, bsicamente, lo que afirma es que Dios esmateria. Spinoza, por su parte, va a decir que uno de los atributosde Dios es la Extensin, lo que quiere decir que forma parte de la

    esencia misma de Dios. Por lo tanto, es plausible que algunas deestas ideas, que aparecen en el siglo XVIIcomo escandalosas, hayanestado ya, aunque ocluidas, en la tradicin medieval juda.

    Luego -tercera perspectiva acerca del origen de la hereja spinozis-ta-, en el ensayo sobre el milenarismo del siglo XVIIal que referimos

    noza and other heretics, Princeton University Press, 1989) y fue recientemente in-vertida por un estudio de Wim Klever (Spinoza corruptor de Prado o la teorade Gebhardt y Rvah invertida, en A. Domnguez -comp.-, Spinoza y Espaa,Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 1994, pp. 217-227), quiensostiene una influencia intelectual de Spinoza sobre Prado a partir de un anlisistextual de la Epstola invectivade Orobio de Castro, y adjudica a Franis van denEnden el origen de la hereja spinozista.25 All escribe Spinoza: slo una torva y triste supersticin, puede prohibir eldeleite Ningn ser divino, ni nadie que no sea un envidioso, puede deleitarse conmi impotencia y mi desgracia, ni tener por virtuosos las lgrimas, los sollozos, elmiedo y otras cosas por el estilo, que son seales de un nimo impotente. Muy al

    contrario, cuanto mayor es la alegra que nos afecta, tanto mayor es la perfeccin a laque pasamos, es decir, tanto ms participamos necesariamente de la naturaleza divina.As pues, servirse de las cosas y deleitarse con ellas en cuanto sea posible (no hasta lasaciedad, desde luego, pues eso no es deleitarse) es propio de un hombre sabio.

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    antes, dice Popkin que hay un personaje, Isaac La Peyrre, que es-cribi un libro muy raro, cuyo ttulo es Los preadamitas, dondesostiene, entre otras cosas, que hubo hombres antes de Adn; que elrelato de la Escritura afirma, en realidad, que Adn no es el primerhombre sino el primer judo; que el diluvio fue un hecho local dePalestina, etc. Para sostener estas tesis, La Peyrre haba hecho unestudio de las Sagradas Escrituras que anticipar en muchos puntosal que har despus Spinoza en el Tratado teolgico-poltico. En labiblioteca de Spinoza, de hecho, se encontr una edicin de Lospreadamitas de Isaac La Peyrre. Quien adems, como buen mile-narista, estaba en Londres, en el mismo momento en que Menasseh

    ben Israel intentaba convencer a Cromwell de que readmitiera a losjudos en Inglaterra (episodio en el que tambin estuvo involucradala reina Cristina de Suecia, clebre anfitriona de Descartes y otrosfilsofos cortesanos. El pobre Spinoza nunca era invitado a las cor-tes, donde adems no hubiera aceptado ir).

    Segn Popkin, Isaac La Peyrre es una fuente de gran importan-cia para comprender la ruptura spinoziana en la manera de leer einterpretar la Biblia. La Peyrre crea que en el plan divino haba un

    pueblo que iba a conducir a los otros a la redencin, que no era ni elcristiano ni el judo, sino el de los judos conversos, es decir, los ma-rranos. La idea de la conversin de los judos de Amsterdam tenaque ver, precisamente, con la necesidad de este paso fundamentalpara la consecucin del milenio. Es muy probable que Spinoza hayaconocido a este intenso personaje.

    La disputa acerca las principales fuentes de Spinoza, no concier-ne slo al carcter judo o antijudo de su pensamiento, se extiendetambin a la procedencia de algunos conceptos claves de su filosofa.Por ejemplo: hay una expresin muy desconcertante, muy extraa,que cierra la ticay que ha trado muchas dificultades a los inves-tigadores de la filosofa de Spinoza. Es la idea de amor intelectualde Dios donde el genitivo es objetivo, como lo entiende Borgescuando escribe: El ms prdigo amor le fue otorgado, el amor que no

    espera ser amado. En una parte de la tica, dice Spinoza que ama-mos a Dios intelectualmente, pero que es absurdo esperar que Diosnos ame; porque no es un Dios-persona, no es un alguien que

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    pueda amar. El amor intelectual de Dios es un amor de las cosas,amor del mundo. Ms conocemos a Dios mientras ms conocemoslas cosas. El tercer gnero de conocimiento es la forma ms elevadadel conocimiento de Dios, es decir, del mundo, es decir, de la na-turaleza. No es un conocimiento por especies ni universal, sino unconocimiento de las cosas singulares. No son dos cosas distintas elamor y la inteligencia. No es que se ama a Dios porque se lo cono-ce, ni que se lo conoce porque se lo ama. Sino que hay una inteli-gencia amante y un amor intelectual. Y ese es para Spinoza el puntode llegada de la tica, lo ms alto a lo que podemos acceder.

    Ahora bien, de dnde toma Spinoza esa expresin, amor Dei

    intelectuallis? Esta frmula, como frmula, est, en italiano, en losDilogos de amor de Len Hebreo (filsofo del Renacimiento co-nocido tambin como Abrabanel); se dice que tambin est en Mai-mnides; y los investigadores que hallaron los escritos polticos de

    Van den Enden (publicados recientemente), dicen que tambin all,en holands, se la puede encontrar.

    Entonces, de qu cmulo de fuentes es Spinoza una caja deresonancias? Todos estos antecedentes, lejos de excluirse mutua-

    mente, se conjugan; podramos decir que se componen entre s.La tradicin juda medieval, Uriel da Costa, Van den Enden, LaPeyrre, Juan de Prado, son el trasfondo que tiene esta anomalauna anomala salvaje, dir Toni Negri.

    A diferencia de Descartes, de Bacon, de Hobbes, que concibena la filosofa como un instrumento de dominacin del mundo y alos que ha ledo intensamente-, Spinoza es un filsofo antiguo.Como los platnicos y los aristotlicos, como los estoicos y los epi-creos, como los escpticos y los cristianos, como los cnicos, Spi-noza concibe a la filosofa como tica y a la tica como arte de vivir.Es este el sentido ltimo del libro que no por azar se llama tica,aunque comience por Dios.

    Se podra reescribir la ticaprescindiendo de la palabra Dios?Hay un problema de lenguaje que es central para entender a

    Spinoza. Una poltica del lenguaje. Qu significa decir Deus sivenatura? Esa partcula, sive, es el dispositivo, la mquina de guerrade Spinoza para usar los trminos clsicos, resignificarlos y destruir

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    la acepcin anterior. Usa las palabras Dios, gloria, salvacin,pero las usa en un sentido desesperante. Desesperante para quieneslo leen, sobre todo en su momento. Desesperante porque hay quetomarse un recaudo para leerlo, porque est todo el tiempo que-riendo decir otra cosa, una cosa nueva. Qu significa que la natu-raleza es Dios, qu significa que no hay un Dios personal es decircon una voluntad y un entendimiento, que cree el mundo, quesalve, que castigue y premie, que garantice la inmortalidad? Quiencree semejantes cosas es, en trminos clsicos, lo que llamaramosun ateo.

    Pero Spinoza niega con todas sus fuerzas ser un ateo. Nunca

    pierde tanto la calma como cuando lo acusan de atesmo. Es quepara l el atesmo no es tanto un concepto terico ni una opinincomo una manera de vivir orientada a la consecucin de riquezas yde honores, cosas que nunca le interesaron a Spinoza, quien prefiri

    vivir y morir pobre y alejado de toda la maquinaria de reconoci-mientos y prestigios simblicos que otorgan los cargos pblicos, lospuestos universitarios, etc.

    A mi entender, Spinoza no se conceba como un ateo, ni fue un

    mstico oculto y un seguidor milenarista de Sabbatai Zeb, comopropone Popkin. Creo que Spinoza quiso siempre, simplemente,ser un holands, un ciudadano, un filsofo universalista que desea-ba la vida racional de los hombres, el final de las guerras, del odioracial, del odio religioso y del desprecio por los que son diferentes.Era sta la principal motivacin de su pensamiento y no la presuntallegada del Mesas.

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    II. UNDIOSQUENOESUNDIOS

    En los ltimos aos de su vida, despus de que Spinoza escribiel Tratado teolgico-poltico, aparecen una gran cantidad de librosque se proponen refutar esta obra. Spinoza posea en su bibliotecaalgunos de estos libros, que l mismo haba comprado. Incluso co-

    mentaba su contenido en la correspondencia que mantena con susamigos. Durante todo el siglo XVIII, en las universidades europeasse consideraba de buen tono concluir una buena carrera de filosofacon un Anti-Spinoza, con un Contra Spinoza o con un Tratadodonde se demuestran los errores monstruosos de Benito de Spinoza...,en fin, ttulos como esos hay muchos; y se trata ciertamente deobras muy menores. Esta tradicin, o moda, de losAnti-Spinoza-as como antes lo haba sido la de losAnti-Maquiavelo- estaba muy

    arraigada y era muy comn. Positivamente, en cambio, la filosofade Spinoza circula, de manera bastante salvaje en un principio, encrculos libertinos y entre grupos calvinistas heterodoxos. Tambinde aqu surge una copiosa literatura annima: el famoso y mltipleTratadodelostresimpostores, una proliferacin de panfletos militan-tes contra las religiones constituidas que abrevan sobre todo en elpensamiento de Spinoza y, en menor medida, en el de Maquiave-lo, Vanini, Pomponazzi, Hobbes, Naud, Charron y otros autoresmalditos de la primera modernidad.

    Durante la vida de Spinoza, la tica circul entre sus amigos,bajo la divisa que imprima en lacre en todas sus cartas: caute. Mu-chos han visto, en este lema de prudencia, en este ocultamiento, eneste uso de la mscara, un elemento marrano. Efectivamente, eseelemento existe, pero no es toda la explicacin de este asunto. Sitomamos en cuenta que exactamente lo mismo ocurra con Descar-

    tes, Hobbes y Galileo -quienes no provenan de la cultura marrana-,tenemos que concluir que el siglo XVIIno era un siglo en el que sepudiera decir alegremente cualquier cosa; la libertad de pensamiento

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    es la gran conquista de la poca y el Tratado teolgico-poltico ser elmanifiesto ms acabado en favor de esa libertad. La filosofa requerade cuidado, y, en general, los filsofos del Settecento no buscabanla confrontacin, buscaban simplemente pensar en paz. Habr queesperar hasta Voltaire, los enciclopedistas y en general el radicalismofilosfico del siglo XVIII, para encontrarse con ese espritu agresivo,mordaz y desenvuelto que animar la pluma de losphilosophes contralos poderes establecidos.

    Pero el nimo del siglo XVIIera otro y la ticase difunda muyrestringidamente. Cuando uno de los amigos de su crculo, queestaba ocasionalmente en Alemania, le pregunt a Spinoza si poda

    ensearle el manuscrito de la ticaa Leibniz -quien haba visitadoa Spinoza al menos una vez en La Haya, y haba mantenido corres-pondencia con l-, Spinoza le pide a su amigo que, por favor, nose lo muestre, porque cree recordar a Leibniz y no le haba cadonada bien o le haba despertado alguna sospecha. Efectivamente, ala luz de documentos que hoy se conocen, se puede ver que Lei-bniz haba escrito que las opiniones de Spinoza eran ridculas;que el TTPera un libro altamente pernicioso y un escrito inso-

    portablemente insolente, etc. Los filsofos ms arriesgados parasu tiempo -como los profesores cartesianos- buscaban explicitar detodas las maneras su rechazo de la filosofa de Spinoza para de estemodo evitar la acusacin de spinozismo. Y si Leibniz estaba taninteresado en la tica, era tal vez porque su propio sistema estaba alborde del pantesmo, y porque vea en Spinoza el extremo del cuall quera precaverse a toda costa.

    Se sabe que la filosofa de Spinoza tendr gran relevancia en laRevolucin Francesa. Hay un trabajo de Paul Vernire, Spinoza y elpensamiento francs antes de la Revolucin26, en el que se muestracmo, desde una situacin poltica, no acadmica, a media voz y a

    veces deformado, este pensamiento se adaptar al territorio del com-bate como fuente del Partido de la Libertad, como inspiracin de unradicalismo republicano. El primer uso del pensamiento spinozistafue un uso militante. Salvo esta circulacin poltica de Spinoza como

    26 Vernire, P., Spinoza et la pense franaise avant la Rvolution, Slatkine, Genve-Paris, 1979.

  • 7/26/2019 214539145 Tatian Diego UNa Introduccion a Spinoza

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    arma de guerra, su obra no tendr -a excepcin de algunos materia-listas franceses, como Helvetius y La Metrie- una recepcin propia-mente filosfica, sino hasta finales del siglo XVIII, cuando en Alemaniase produzca la disputa en torno al pantesmo (Streit der Panteismus),que tendr como principales contendientes a Jacobi, Mendelssohn yLessing. Aqu se produce el renacimiento filosfico de Spinoza. Todosurge de la publicacin del libro de Jacobi Cartas sobre Spinoza(quecontiene un conjunto de cartas Mendelssohn). Este trmino, pan-tesmo, es un neologismo acuado por John Toland27a comienzosdel siglo XVIII, precisamente para designar el sistema de Spinoza. Y ladiscusin en torno al pantesmo es una discusin que tiene que ver

    tambin con la relacin entre razn y fe.Bsicamente, Jacobi dir que no hay filosofa superior a la deSpinoza, que no se puede ir ms all con la razn, y que la filosofaspinozista conduce al pantesmo, es decir, al atesmo (pantesmo yatesmo son, para Jacobi, sinnimos). Por lo tanto, concluir Jaco-bi, es necesario abandonar la filosofa -que nos conduce ineluctable-mente al atesmo-, en favor de la fe, nico camino para llegar a Dios.Cuenta Jacobi que poco tiempo antes de la muerte de Lessing, fue

    a visitarlo y que all, en casa del viejo ya moribundo, tuvie