135
1

234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

  • Upload
    roaroy

  • View
    42

  • Download
    11

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Educación de niños

Citation preview

Page 1: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

1

Page 2: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

(Contraportada)

Este libro es resultado de la observación delos errores, de los aciertos y de lasintuiciones en el arte difícil de la educación.Su valor: el haber sido experimentado, enpositivo y en negativo, por muchos padres yeducadores.

2

Page 3: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

GASTON COURTOIS

EL ARTE DE EDUCAR A LOS NIÑOS DE HOY

Madrid1979

3

Page 4: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Tradujo Socorro Santos sobre el original francés

L’art d’enlever les infants d’aujourd’hui

4

Page 5: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN.........................................................................................................7

1.....................................................................................................................................9VUESTRA MISIÓN......................................................................................................9

1. Vuestra misión es bella..............................................................................................9

2. Vuestra tarea es difícil.............................................................................................10

2...................................................................................................................................14CONDICIONES PARA EL ÉXITO............................................................................14

1. Antes del nacimiento...............................................................................................14

2. Desde el nacimiento................................................................................................15

2. Conocer y comprender la psicología de vuestro hijo..............................................20

4. Crear un ambiente de confianza..............................................................................23

5. Crear un ambiente de afectos viriles.......................................................................26

6. Crear un ambiente cristiano.....................................................................................29

7. Conservar la calma y el dominio de sí.....................................................................31

8. Dar ejemplo.............................................................................................................35

9. Ser constantes..........................................................................................................37

18. Mesura y equilibrio................................................................................................39

11. Estar y parecer unidos............................................................................................41

3...................................................................................................................................46EL EJERCICIO DE LA EDUCACIÓN......................................................................46

1. El arte de hacerse obedecer.....................................................................................46

2. El arte de reprender.................................................................................................54

3. El arte de castigar....................................................................................................58

4. El arte de estimular y premiar.................................................................................63

5. Educación de la conciencia.....................................................................................65

6. Educación del sentimiento religioso........................................................................68

7. Educación de la voluntad.........................................................................................76

8. Educación del buen humor......................................................................................81

9. Educación de la sinceridad......................................................................................85

10. La educación del sentido de justicia......................................................................93

11. Educación del respeto y de la cortesía...................................................................95

12. Educación del orden..............................................................................................98

5

Page 6: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

13. Educación de la caridad.......................................................................................100

14. Educación de la castidad.....................................................................................105

4.................................................................................................................................112ALGUNOS PROBLEMAS PRÁCTICOS................................................................112

1. El espíritu de la familia..........................................................................................112

2. El niño enfadado....................................................................................................116

3. Problemas escolares...............................................................................................117

4. Juegos y distracciones...........................................................................................121

5. Adolescencia..........................................................................................................125

6. Evolución del amor de los padres a sus hijos........................................................128

CONCLUSIÓN..........................................................................................................133

6

Page 7: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

INTRODUCCIÓN

Este libro no tiene pretensiones. No es un tratado erudito. Ni un textode psicología. No es tampoco una investigación científica.

Imagino el gesto de enfado de algunos amigos que frecuentanasiduamente laboratorios de psicología experimental o institucionesanálogas, donde los iniciados elaboran las conclusiones posibles de lostests de Rorschach o de Murray...

Sus trabajos son de gran interés, y lejos de mí el pensamiento demenospreciar su ciencia. Algunas de estas páginas les deben mucho.

Pero este pequeño libro debe todavía más a la observación de laconducta de los padres con sus hijos, a la comprobación de muchoserrores de los que, en principio los niños y, finalmente, los padres son, condemasiada frecuencia, las víctimas.

Este libro se presenta, pues, en forma de consejos breves, sin otromérito que el de haber sido experimentados, en positivo y en negativo, pornumerosas familias pertenecientes a los más diversos ambientes.

Hay, afortunadamente, algunos padres con una admirable intuiciónde lo que es necesario ser y de lo que es preciso hacer para educar a sushijos. Pero muchos no poseen este don innato y se contentan con unempirismo elemental que los conduce a menudo al desaliento y a laabdicación de su autoridad.

Pero hay también otros, más numerosos, que ni siquiera se planteanla cuestión y que hacen a lo largo de cada jornada una labor contraria ala educación, y hasta sin darse cuenta de ello.

La educación es un arte difícil y delicado, integrado por un poco deciencia, mucho de buen sentido y, sobre todo, mucho amor. No es estelibro una simple colección de recetas, como las que usted, señora, usapara guisar una buena comida un día de fiesta. Ni un código como el queusted, señor, utiliza para conocer sus derechos y deberes en relación conla ley.

Este libro no ha de ser leído de un tirón, como una novela. Supresentación en frases sueltas facilita la meditación. Abridlo al azar y

7

Page 8: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

encontraréis casi siempre un pensamiento que os obligará a profundizarun problema que apenas habíais entrevisto.

¡El arte de educar a los niños de hoy! Muchas máximas y consejosvalen para todos los tiempos. Pero, confesémoslo, en el niño de hoy senotan, más que en los de otras épocas, las huellas de un contactoprematuro con las realidades menos bellas del mundo que le rodea.Carteleras, cines, radio, televisión, anuncios, ejemplos de la calle, de losparques, periódicos ilustrados con colores violentos se le graban en sualma.

Se embota su curiosidad, su confianza vacila, su espíritu deindependencia se manifiesta en forma anárquica; los valores capitales quese encierran en las palabras sinceridad, autoridad, conciencia, amor, hanperdido su fuerza y, también para ellos, han perdido su sentido.

Depende de los educadores, y sobre todo de vosotros, padres,restaurar en el espíritu de los niños los valores capitales que esas viejaspalabras encierran. Depende igualmente de vosotros guiar a través de laevolución acelerada de un mundo, con frecuencia enloquecido, a esepequeño ser que hoy, como siempre, encierra en sí mismo tantasposibilidades para el bien como para el mal.

El niño de hoy, como el de siempre, sigue siendo una inmensaesperanza. Por eso, lejos de ser desalentador este libro, es resueltamenteoptimista.

Puede ayudar a cuantos lo lean a educar mejor a sus hijos, y tal veztambién a educarse un poco más ellos mismos. Porque, según el conocidopensamiento de René Benjamín, «el secreto del arte de educar consiste eneducarse primero a sí mismo en provecho de aquellos a quienes se quieremejorar».

8

Page 9: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

1

VUESTRA MISIÓN

1. Vuestra misión es bella

En el pensamiento de Dios, un niño es un santo en flor. Que vosotroslo queráis o no, sois los colaboradores de Dios. Lo habéis sido en la obraadmirable de la «creación» de vuestros hijos. Debéis serlo también en laobra no menos bella de su «educación».

Educar procede de dos palabras latinas: ex ducere, sacar de, hacerbrotar de. Es hacer de un niño —y en lo posible con su colaboración cadavez más consciente a medida que crece en edad— un hombre pleno,maduro, responsable. Es, en otros términos, hacer resplandecer el rostro deCristo sobre su rostro de hombre.

No se hable de utopía. Si tuviéramos fe siquiera como un grano demostaza... Recordaremos las palabras de san Pablo sobre el ideal cristiano:«Vivo yo, mas no soy yo, es Cristo quien vive en mí» (Gál 2, 10), y labrillante afirmación de san Juan: se nos llama hijos de Dios y lo somos (1Jn 3, 1).

Los padres no deben estar nunca orgullosos. El orgullo esteriliza ydesorienta; pero tienen el derecho y el deber de ser ambiciosos con la másnoble ambición que puede darse, ayudar a sus hijos a realizar lo que Dios,en plan de amor, espera de cada uno de ellos.

No tendrá que realizar cada niño la misma misión. Tampoco, por otraparte, ha recibido cada uno el mismo número o naturaleza de talentos quesu hermano. Poco importa. Lo esencial es que cada uno desarrolle suspropios dones.

El niño es un «valor» de precio infinito confiado por Dios al espíritu,al corazón y a las manos de los padres, valor humano..., valor divino...,valor eterno.

«Toda alma que se educa, educa al mundo» (Isabel Leseur).¿Grandeza de vuestra misión? Preparar fermentos que eleven al mundo ylo ayuden a ser un mundo más feliz y mejor.

9

Page 10: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Los padres tienen una gracia específica para la educación de sushijos, y, normalmente, es de ellos de quien Dios quiere valerse para mol-dear su corazón y su inteligencia.

Hay una acción común irreemplazable del padre y de la madre en laeducación de sus hijos. Podrá haber en ella suplentes con abnegaciónadmirable. Pero por grandes que sean su valor y su competencia, notendrán otro papel que el de ser suplentes, y no valdrán en manera algunacomo la influencia conjunta de un padre y una madre para aquel que es lacarne de su carne y en quien se encarna su unidad.

Nada puede suplir a la educación primera dada por la familia. Lospadres han perdido la confianza en sí mismos, en su misión y en sus dere-chos de educadores. En gran parte, porque han estado como en minoríadurante el último medio siglo; pero también se han mostrado cansados,desfallecidos en su misión educadora.

No hay acción más saludable que la que consiste en dar a los padresuna conciencia clara de la nobleza de su misión.

2. Vuestra tarea es difícil

Vuestra tarea es difícil porque el niño es terreno dispuesto tanto parael mal como para el bien. En él, como en todo hombre, existen tendenciasmalas que es preciso neutralizar, y tendencias buenas que es precisodescubrir, sostener, animar.

Vuestra tarea es difícil porque se realiza con frecuencia encondiciones duras. A muchos padres, lo exiguo de la casa, la dificultad detener quien les ayude, los horarios de trabajo fuera de casa, complicanextraordinariamente su tarea y roban el tiempo necesario para pensar concalma en los problemas que plantea toda educación. Se ven obligados aactuar en ella bajo el impulso o la rutina, sin poder asombrarse de perdersu autoridad y aun la confianza de sus hijos.

Vuestra tarea es difícil porque no hay método universal ni recetainfalible. Existen, ciertamente, principios de buen sentido y de experienciaque es preciso conocer (¡hay tantos padres que los ignoran!); pero cadaniño es un mundo aparte. Más aún: el niño está en continua evolución y,por consiguiente, aun el mismo niño cada año necesita un trato diferente.

Vuestra tarea es difícil porque no es siempre fácil comprender alniño, saber exactamente qué pasa en su interior. Las reacciones del niño noson siempre inmediatas, a veces nos admiran las repercusiones lejanas de

10

Page 11: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

un gesto, de una palabra, de un incidente al cual nosotros, los adultos, nohabíamos atribuido la menor importancia.

Vuestra tarea es delicada porque los errores de dirección,imperceptibles en los comienzos, tienen el peligro —si no se hace a tiempola rectificación oportuna— de conducir a situaciones de difícil salida quese traducen en faltas de confianza o en oposiciones latentes que explotaránuno u otro día.

No se educa a los niños de hoy en las mismas condiciones que antes.El mundo evoluciona con ritmo acelerado. La aplicación técnica de losdescubrimientos científicos nos hace vivir a un ritmo casi inhumano. En elmismo ambiente social, hay más diferencia entre las condiciones de vidadel niño de hoy y las de sus padres cuando eran niños, que entre las de suspadres y las de sus abuelos.

Si no se tiene mucho cuidado, el foso de separación entre lasgeneraciones se ahonda con demasiada rapidez. Las palabras mismascorren el peligro de no tener el mismo significado.

La tarea de la educación es delicada porque supone, a la vez, amor ydesprendimiento, dulzura y firmeza, paciencia y decisión. Y estascualidades complementarias, que parecen con frecuencia contrarias, exigenen el educador no sólo corazón, sino también sentido común y equilibrio.

Aunque la tarea de la educación es difícil y delicada, es necesarioponerse en guardia contra todo desaliento, contra todo pesimismo. Escierto que no existen recetas universales, como no hay niños idénticos;pero hay, sin embargo, principios generales cuya aplicación evita muchosdesengaños.

Es preciso intentar conocer esos principios, frutos de la experiencia,de la observación y también de un estudio profundo de la naturalezapsicológica del niño a través de los diferentes estados de su evolución.

Además, es preciso plantearse el problema... Hemos encontradopadres siempre preocupados cuando se trata de la salud física de sus hijos,y, en cambio, completamente despreocupados cuando se trata de su higienemental y de su formación moral. Es un hecho; raros son todavía los padresque se preocupan de los problemas de educación. Muchos ni aunsospechan su existencia. Otros los han resuelto de antemano, porprocedimientos fuertes o por la abdicación erigida en sistema.

Hay, afortunadamente, otros que sienten la necesidad de aprender.Pero, atención: ningún manual suplirá a la reflexión personal y a esa

11

Page 12: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

intuición maravillosa que da el amor verdadero, que busca, sobre todo, elbien del niño, a expensas, si es necesario, de nuestra tranquilidad personal.

Muchos padres se desinteresan de la formación moral de sus hijos.Los alimentan, los visten, pero no tienen el menor cuidado de su espíritu yde su alma. Presentan, a veces, ostensiblemente su dimisión. Una madrehabla así de su hijo: «Yo ya le he prohibido que hiciese esto o lo otro; perose enfadó tanto, que no se lo volveré a prohibir más».

O bien descargan completamente su función en educadoresprofesionales. Una madre lleva al maestro a su hijo lloriqueando:«Castíguelo usted; yo no puedo con él». Y, en cambio, cuando loseducadores conscientes, a quienes los niños han sido confiados, indican alos padres algún defecto, alguna insuficiencia en el trabajo o algunainfracción en la disciplina, en lugar de dares las gracias por la ayuda queles proporcionan, los mismos padres se ponen al lado de su hijo, toman sudefensa y no tienen reparo en quitar la autoridad necesaria, precisamente aquienes antes pidieron colaboración.

La educación es una ciencia y un arte de los más delicados. A losanimales les basta el instinto. Al hombre le es necesario un esfuerzo deinteligencia y de reflexión.

No se construiría una casa sin estudiar arquitectura; en cambio, seeduca a un niño sin preparación para ello. Se aprende el arte de seleccionarlas plantas y los animales y no el de educar a un niño. Educar es tambiéncultivar. No se da el título de médico sin una enseñanza, sin unainstrucción, y, en cambio, se improvisa al educador. Es ejercitar unespíritu, una voluntad, un corazón. No ejercerá nadie como profesor degimnasia sin título, y, en cambio, ningún título se exige para educar yfortificar un alma. Educar es pulir, es adornar. Nadie se titula joyero, pintoro escultor sino después de larga preparación; y para modelar un alma no seexige título ninguno. Educar es fortificar. Para llegar a ser médico sonnecesarios amplios estudios, y, en cambio, se dirige el espíritu y el corazónsin haber aprendido ni ejercitado tan difícil oficio.

El concilio Vaticano n nos habla de la misión de los padres en laeducación de sus hijos: «Los padres tienen la gravísima obligación deeducar a los hijos, y, por tanto, hay que reconocerlos como los primeros yprincipales educadores de sus hijos. Este deber de la educación familiar esde tanta trascendencia, que, cuando falta, difícilmente puede suplirse. Es,pues, deber de los padres crear un ambiente de familia animado por el

12

Page 13: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

amor, por la piedad hacia Dios y hacia os hombres, que favorezca laeducación íntegra, personal y social de los hijos. La familia es, por tanto,la primera escuela de las virtudes sociales, que todas las sociedadesnecesitan (Declaración sobre la educación cristiana de la juventud, 3).

¿No creéis que deberían multiplicarse escuelas para los padres, dondesin pedantería ni términos cultos, sin oír tratar al niño normal como sifuera anormal, pudieran los esposos jóvenes aprender los principioselementales de la educación?

En todo caso es importante para los educadores no desanimarse,aunque su papel sea tan difícil. Algunas confusiones o torpezas esporá-dicas no tienen importancia, porque la perfección no es de este mundo. Loesencial es que esas confusiones o torpezas no sean el pan de cada día,como realmente ocurre con demasiada frecuencia.

En ciertas horas difíciles, el pensamiento ce que Dios comprendenuestros problemas os animará a llamarle en vuestra ayuda. Tenéis derechoa hacerlo, y su acción completará, en lo más mínimo del alma de vuestroshijos, los esfuerzos que hagáis para actuar según su amor.

Recordad también a los protectores de vuestros hijos. Su poderdepende de vuestra invocación: nuestra Señora, que es, en el sentido pro-fundo de la palabra, madre de sus almas; su ángel de la guarda; el santoque le habéis dado por patrón, y, después, todos esos antepasados de losque tal vez ignoréis el nombre, la historia y, aún más, las virtudes y losméritos, y que gozan todos o casi todos de la felicidad maravillosa de«pasar su cielo haciendo bien en la tierra». Y vuestros hijos, ya herederosde sus virtudes, se beneficiarían con su intercesión en la medida en quevosotros les pidáis que intervengan.

13

Page 14: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

2

CONDICIONES PARA EL ÉXITO

1. Antes del nacimiento

«La educación de un niño comienza veinte años antes de sunacimiento, con la educación de su madre».

¿No hay una parte de verdad en esta frase de Napoleón? ¿No hanmostrado la experiencia y los estudios científicos que la madre grabaprofundamente en su hijo lo que ella misma es?

Si existe un período durante el cual la madre desempeña un papelpreponderante en lo que serán las tendencias y hábitos morales de su hijo,es, ciertamente, el período prenatal, durante el cual puede la madre decircon toda verdad: «Yo soy algo él, y él es algo de mí misma», tan íntima esla participación orgánica del niño y de su madre; tan grande es también lainterdependencia en lo físico y en lo moral.

En el curso de esos nueve meses de pre-educación, la madre debepensar: puedo ayudar a mi hijo a llegar a ser lo que debe siéndolo yomisma, puedo ayudarle a ser tranquilo permaneciendo yo en calma, a sersonriente si sonrío yo, a ser fuerte siendo yo valiente, a ser bueno siendoyo bondadosa para todos.

Y en el plano sobrenatural, de qué cantidad de gracias no puede unamadre rodear a su hijo, por poco que piense de cuando en cuando en lapresencia en ella de Cristo por la gracia y en su pequeño por la sangre.

¿Mística, se dirá? Simple lógica de nuestra fe.

No es tiempo perdido para una futura madre el que reserve cada día(por ejemplo, al comienzo de la tarde) algunos minutos de reposo, tendida.Ocasión maravillosa para volver a la tranquilidad interior.

Las mejores condiciones físicas y psicológicas para que el niño sedesenvuelva lo más sanamente posible son las que se derivan del hecho deser muy deseado.

Algunos niños llegan a sentirse casi culpables de haber nacido. Elniño no sólo necesita alimento; tiene también necesidad de cariño.

14

Page 15: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Hay niños que son deseados por la madre como compensación a sufracaso conyugal; es éste un deseo egoísta: por amor de sí misma, quiereencontrarse de nuevo en él; es casi un papel de niño vengador el que se lequiere hacer representar. No es esto garantía de un buen desarrollo; alcontrario, las mejores condiciones tienen lugar cuando el niño es deseadono sólo como hijo, sino como consagración del amor mutuo; es decir,cuando la mujer desea un hijo «de su marido», y el marido, «de su mujer».

2. Desde el nacimiento

La solidaridad tan íntima que une a la madre con su hijo, lejos dedesaparecer cuando éste bien al mundo, continúa largo tiempo todavía. Poreso es tan esencial que se encargue la madre misma de la educación ycuidado de su hijo y no se resigne a confiarlo a otros más que en caso defuerza mayor.

Nunca se concederá demasiada importancia a las primeras semanas.Desde el primer día comienza una lucha silenciosa por el dominio entremadre y niño. Si cedéis, tendréis para siempre a vuestro lado un pequeñotirano doméstico, a quien todo deberá doblegarse y que más tarde sufrirácruelmente de una necesidad insaciable de dominio, puesto que no tendrásiempre cerca de sí una madre abnegada y dócil.

Sabed bien que la educación positiva del niño comienza el día de sunacimiento. Es éste un axioma que pocos padres conocen o admiten.

Habitualmente, los padres vician al pequeño, lo miman y consienten,se dan a él alegremente, sin pensar en las consecuencias, convencidos deque el momento de la educación llega cuando el niño comienza a hablar yhay posibilidad de entenderse directamente con él. En este momento, confrecuencia, es ya demasiado tarde para reparar los graves errorescometidos antes.

Es preciso rechazar la ridícula costumbre de coger en brazos a losniños desde el momento en que comienzan a gritar, mecerlos, cantarlescanciones, danzar con ellos a lo largo de la casa. Cuanto más miméis alniño, más molestará vuestro sueño, privándoos del reposo necesario.

Alrededor de las madres jóvenes siempre hay tías y consejeras, que, ala menor mueca del niño, dan la señal de alarma y las hacen creer que tienehambre, que tiene cólico y qué sé yo cuántas cosas más. No os dejéisimpresionar por los gritos del niño: si no está mojado, dejadlo llorar.

15

Page 16: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

El niño es un «registrador» convertido instintivamente en un tirano.Si se da cuenta1 de que toda la casa corre al menor llanto o al menor grito,aprende también que posee un medio seguro de que acudan sus padresjunto a él. Muy pronto ellos serán esclavos de sus caprichos o fantasías.

Por otra parte, el pequeño se afirmará en la idea de que todo elmundo está a su servicio y a su capricho. Más adelante le será dolorosodesprenderse de su egocentrismo infantil.

Es bueno en los comienzos que la madre continúe educando a suhijo, incluyéndolo en un «nosotros»: «Vamos a ser buenos hoy; vamos ano llorar, a tomar el biberón». Esta primera educación consiste en unaespecie de impregnación del niño en la vida interior de su madre, en esperade que tome poco a poco posesión de su yo consciente.

La educación —no lo repetiremos nunca demasiado— es elaprendizaje de la libertad; pero un aprendizaje progresivo.

Sed firmes desde los comienzos. Los llantos de los pequeñosconmueven penosamente el corazón de las mamás y el sistema nervioso delos papás. Será necesario dominar vuestro corazón sensible, por el bien devuestro hijo y también por el vuestro, pues si cedéis, os convertiréis en unaesclava, y el día que caigáis en la cuenta y queráis evitarlo, tendréis elpeligro de ser vencidas, de libraros de ello demasiado enérgicamente, pornerviosismo, provocando un desequilibrio afectivo en el pequeño.

Ningún servicio mejor puede proporcionarse a un niño que hacerleconocer una realidad que se impone: hay resistencias que no ceden másque ante un muro infranqueable que no puede ser desplazado nunca.

Imponeos un horario para darle el pecho. Seguidlo estrictamente, sinexcepción. Muchas madres son en esto esclavas de su pequeñín, y le dan elpecho sin importarles la hora ni la cantidad. Los niños muy pequeños notienen todavía control ni de su razón ni de su voluntad. Son los instintoslos que se imponen en ellos, y que crean hábitos de los cuales los mismosniños serán víctimas.

1 El niño «no observa» en el sentido en que nosotros entendemos esta palabra.Más bien él asocia confusa mente (o más bien no disocia todavía) sus acciones de lasreacciones de su alrededor. Desde los primeros días pueden crearse «bloques», talescomo «llanto = llegada de mamá, paseo», o «lloros = venida de la abuela, chupete».Son éstos reflejos provocados torpemente por el adulto, y tanto más difíciles deeliminar cuanto más precoces son. De ahí proviene la tiranía de la cual los padres sonlos verdaderos autores antes de ser las víctimas.

16

Page 17: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Si el niño llora, mirad si le molesta alguna cosa; pero no le deis nada,ni le arrulléis, ni le cojáis en brazos. Sed en esto tan exigentes por la nochecomo de día. Un bebé cuidado así, tiene todas las posibilidades de ser unniño fácil de educar.

Si no es para asearle o darle el pecho, que nadie toque al pequeño, nilo coja en brazos, ni lo arrulle. ¡Atención con las abuelas y las tías! Noserán ellas las víctimas de las nuevas exigencias que crean en el niño.

Se le acostará al niño en su cama. Aunque llore. Al cabo de algúntiempo ya no llorará, porque sabe que sus enfados no consiguen nada.

Sobre todo no creáis que es necesario dormir al niño. No les hacefalta más que a los que los han acostumbrado a ello. A los otros la na-turaleza se encarga de dormirlos. Lo mismo se puede decir en cuanto adormirse en la oscuridad. No es necesaria la luz ni dejar la puerta abierta.

Los niños deben aprender a estar solos, a divertirse solos. Si la madreo la persona encargada de su cuidado se ingenian para llenar cada uno desus minutos, se acostumbran a estar divertidos, y después puedenconvertirse en tiranos insaciables.

Conozco niños que acaparan a su madre desde sus primeros años,preguntándoles constantemente: «Mamá, ¿qué hago?», o «Mamá,cuéntame un cuento. ¡Me aburro tanto...!». Estos pobres niños sufren aconsecuencia de su continua agitación, y el vacío del tiempo constituyepara ellos un problema imposible de resolver.

También es perjudicial acariciar al niño tanto para calmarlo comopara proporcionarle placer. Es posible que la excitabilidad de la pielaumente en gran parte con estas caricias. La necesidad de caricias yhalagos puede subsistir durante toda la vida.

Con su maternal e irreemplazable sonrisa, mucho más que cediendo alos caprichos de su hijo, es como da la madre su ración de cariño.

El razonamiento con los niños muy pequeños debe reducirse almínimo, puesto que no están aún en posesión de su pensamiento lógico.Querer hacerle razonar demasiado pronto es como si se quisiera hacerleandar a los seis meses. Se corre el riesgo de convertirlo en enfermo paratoda su vida.

Uno de los mayores servicios que podéis proporcionar al niño esreglamentar sus automatismos, porque es librarlo para más adelante detrabas, cuidados, incertidumbres, inhibiciones. Facilitar su

17

Page 18: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

desenvolvimiento moral y físico: ayudarle a conquistar su verdaderalibertad. El orden y la regularidad son casi tan indispensables en esta edadcomo el cariño.

«Todo niño es en principio un psicólogo, que juzga a sus padres. Lostantea sin cesar, hasta que determina los límites de su poder y de la libertadque posee; usa a este efecto de todas las pequeñas armas, principalmentede las lágrimas o enfados. Si se le compadece, si se tiene miedo a susrabietas, si después de haberle regañado, amenazado y aun pegado, se cedepara tener paz, el rapaz registra esa vacilación, y en adelante basará en ella,con admirable conocimiento del corazón humano, toda su conducta.

La verdad es ésta. Es preciso que cuando el niño quiera pasar loslímites de lo que es razonable, choque su frentecilla testaruda en un murodespiadado. Se golpeará allí una, dos veces. Al tercer chichón se decidirá apermanecer en su jaula. Cuando sea mayor le explicaréis por qué sepueden hacer ciertas cosas y no otras. Y como ha adquirido desde hacetiempo —porque habéis sido padres avisados y fuertes— el hábito dehacer sólo lo que es permitido, no tendrá dificultad ninguna en ser buenolibremente...

Depende de ti, su madre, el que a los seis meses el pequeño sepa leer.El libro donde aprenderá el niño a discernir lo que es necesario hacer o nohacer es tu rostro, con sus distintas expresiones. Tú sabes lo que quieres deél, y cada vez que su manera de ser corresponda a tu voluntad, tu mirada ytu sonrisa le dirán: «Está bien». Cuando esta mirada amorosa y esta sonrisadesaparezcan y sean reemplazadas por una expresión seria, tendrá el niñola impresión de un «está mal». Tu lenguaje, si bien él no comprendetodavía las palabras, tiene un sentido que él aprecia. Un tono de enfado yotro acariciador no son lo mismo para él; las inflexiones de tu vozrefuerzan notablemente la comprensión de tu sonrisa o tu seriedad.

No tratéis nunca al niño como un juguete o una muñeca. Al cabo dealgunos meses el niño participa de tal manera en los juegos con que se ledivierte, que sentiréis la tentación de hacerle jugar para divertirse a símismo. En este momento existe en el adulto el peligro de sobrepasar lamedida. No olvidemos que el sistema nervioso del niño es frágil y sepuede fatigar muy pronto. Además de que se usa el recurso de los juegosde fisonomía, que son el primer lenguaje por el cual el niño comprende aladulto.

18

Page 19: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Es un contrasentido obligar a un niño a repetir veinte veces «buenosdías» a una misma persona con el pretexto de acostumbrarlo o para divertira los concurrentes. Los pequeños desean comportarse como personasmayores, y les repugna el oficio de perros sabios, y si no les repugnarasería todavía peor, porque supondría que tienen alma de cómicosambulantes.

Evitad el hablar a vuestro hijo en lenguaje «bebé», por enternecedorque éste sea. Le haréis un mal servicio imitando su manera de expresarse.Le será útil para más tarde que le enseñéis a pronunciar de manera correctasu lengua materna y el hacerle repetir los giros defectuosos.

Podéis coleccionar las palabras encantadoras de vuestros hijos, perono las citéis nunca delante de ellos. Nada como esto quitará al niño suingenuidad, considerándose como un fenómeno interesante.

El papel del padre en estos primeros años de la existencia de sushijos es y debe ser, ciertamente, menos destacado. Indudablemente, puedemanifestar a sus hijos su naciente ternura: el hombre, en general, es pocoapropiado para manifestar tales sentimientos. Es conveniente y bueno quese ocupe algunas veces de ellos para que se acostumbren a él y él a sushijos.

Pero que no intente dominar prematuramente sobre el papel de lamadre, creándose una fácil popularidad. ¿No es el elemento nuevo, a quienlos niños ven menos que a la madre, y que puede por este solo hecho tenerun atractivo particular? Que sepa oscurecerse de momento en relación consus hijos pequeños para dejar a la madre el primer papel.

Es de desear que la fuerte autoridad que le confiere su fuerza física,el vigor de su voz, contribuya alguna vez a sostener la autoridad de lamadre cuando ella, fatigada, es incapaz de llevar a cabo sola la tareaeducadora. Sin embargo, esto debe ocurrir lo más raramente posible, sobretodo delante de los muy pequeños.

La desproporción de fuerzas crea en el niño el miedo. El miedo es loinconsciente que se revela, y es también la inhibición de las mejoresfacultades. No se logra la educación completa con el miedo. Nos parecepreferible que su autoridad se ejerza directamente en la forma de plenaaprobación de las decisiones maternas, porque los niños son maestros en elarte de encontrar defectos en la autoridad, de crear discordancias, si nocontradicciones. Eso no debe existir. Si el marido no aprueba a su esposaen tal o cual de sus actos en relación con sus hijos, que se lo diga a ella

19

Page 20: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

sola, explicándole las razones. El hombre, que ve las cosas más desdefuera, ve también más lejos y más ampliamente, y puede dar un consejoútil a su esposa en cuanto a la educación; y decimos un consejo y no esaamarga critica que desanima, y menos una burla o mofa estériles.

Que se guarde de esas intervenciones de enfado, donde muchospadres encuentran una aparente satisfacción en su papel educador. No debeser él una máquina que haga las graves observaciones, los castigosejemplares, todo ese aparato dramático y nefasto en la educación.

Su calma firme y la claridad de una reprimenda valdrán más que unaactitud alborotada de padre enojado. Que se preocupe de que no le tenganmiedo sus hijos. La violencia de los gestos, la hinchazón extrema de lavoz, las miradas fulgurantes, son a menudo en él manifestaciones de unnerviosismo pasajero y sin importancia para el adulto, pero que ejercensobre los pequeños repercusiones inesperadas y desastrosas.

Os corresponde a vosotras, madres, interesar a vuestro esposo en lavida del pequeño. En vez de guardar celosamente para vosotras vuestrosdescubrimientos e intuiciones, reveládselas, haced que observe el despertarde sus facultades y todos los signos de su desarrollo. La confianza mutuabeneficiará vuestro esfuerzo.

Nada hace aumentar tanto la confianza del marido en su esposa comosentirse ayudado por ella a penetrar en el secreto íntimo de ese pequeñoser, todo enigmas, a quien juntos han dado la vida.

2. Conocer y comprender la psicología de vuestro hijo

Hay un conocimiento del niño que es esencialmente fruto del amor,de un amor atento y desinteresado.

Para conocer a un niño es indispensable vivir su vida, comunicarsecon él por una continua simpatía, sentir lo que él siente, comprobar todassus disposiciones, adivinar sus tendencias, conocerlo en su alma.

La madre debe observar, debe preocuparse por comprender a su hijo.Le ayudará su intuición, pero puede ser también auxiliada por lapsicología.

Desde el nacimiento hasta los dieciocho años, los cambios, tantointeriores como exteriores, se suceden tan rápidamente que los padrestienen dificultad en conservar la misma longitud de onda ante la realidad,siempre nueva y siempre movible, que tienen frente a ellos.

20

Page 21: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

El peligro de confusión es considerable, pues todo error grave yrenovado en psicología se traduce en el niño por un repliegue sobre símismo o en un desdoble de su personalidad. Su «yo» superficial oscureceal «yo» profundo. La falta de confianza y de comprensión mutua vaaumentándose aún bajo apariencias conformistas que tranquilizan yadormecen. ¡Cuántas superficies de nieve ocultan profundas grietas! Noaparecen claramente más que en ciertas horas de crisis. Muchos padres nose dan cuenta de ello jamás.

Cada niño tiene su personalidad, que lo hace diferente de cualquierotro: su genio propio, su misión irreemplazable sobre la tierra, su destinodivino...

Desconocerlo es arriesgarse a tratarlo como un número, un seranónimo, como un algo trivial que se trata de hacer entrar en un mundovago y en contradicción con su elemento vital; es exponerse a vaciar suoriginalidad legítima o a producir con un choque una sublevación encuanto las circunstancias favorables dejen en libertad sus energías,contenidas largo tiempo.

Conviene observar al niño, sobre todo en los momentos en que másnatural se muestra: en sus juegos, en la mesa, en sus ocupaciones, cuandodebe elegir algo, cuando escucha un cuento, cuando está con suscompañeros…

Así se descubrirá al goloso; al egoísta, que se sirve siempre elprimero; al caprichoso, que no puede jugar al mismo juego cinco minutosseguidos; al tramposo, que intenta engañar; al jefe, que tiene iniciativa ysabe mandar a los otros; al del mal carácter, que manda a cualquiera «apaseo» por una nonada; al rutinario, que con sus cubos de construcciónhace siempre construcciones iguales porque le falta imaginación; alespíritu práctico, que no se desconcierta por nada; al sensible, que lloradurante el cuento, y al generoso, que consuela o sabe ayudar.

Para conocer bien a un niño es necesario charlar con él, mantenerloen contacto. No pierde el tiempo una madre cuando por la noche se detieneun poco al lado de su hijo en su camita. Es preciso escuchar susinnumerables preguntas sin cansarse y tomarse el trabajo de contestarlasamablemente. Será éste el medio más seguro de darle muchas ideas, ytambién de mantener el lazo afectivo que favorece la confianza y la ex-pansión.

21

Page 22: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Importa recordar que el niño no reacciona como una persona mayor.Su ritmo no es el mismo. Su lenguaje no tiene matices; sus centros deinterés son completamente distintos. Las mismas palabras no despiertan enél los mismos contenidos. De ahí los errores y las diferencias deapreciación. Saberlo es ya, en parte, remediar el peligro.

Los niños no reaccionan como las personas mayores. Es ésta una leyelemental que los adultos no deben olvidar. La niña, ante un grabado decristianos entregados a los leones, exclama: ¡Mira este pobre león que notiene un cristiano que comerse!».

El gran arte de la educación consiste no solamente en pensar en elniño, sino en pensar desde el niño; como él, esforzándose por asimilar oconocer lo que pasa en su mente y en su corazón. Esto exige el olvido desí, práctica, renunciamiento y mucho amor; pero esto es el secreto deléxito.

Para que el niño se descubra al educador tal como es, es preciso quepueda ser siempre él mismo. Ciertas educaciones demasiado rígidas nohacen más que domar al niño, y hasta pueden llegar a aniquilar supersonalidad. Desconfiemos de los niños demasiado disciplinados ydemasiado prudentes, que viven y obran bajo el temor.

La imaginación del niño posee un poder de amplificar que nadafrena. Los niños se pasarán horas organizándose una segunda existencia,mezclada con su existencia real, poblada por ellos de personajes con losque hablan y viven una aventura que a veces parece verdadera epopeya.Puede ser esto un peligro cuando los niños sueñan con una huida ante unaeducación demasiado severa o estrecha.

Con los niños es preciso tener cuidado de no exigirles otros esfuerzosque los que están a su alcance, aptos a su medida. Deben evitarse losesfuerzos excesivos, alternarse período de reposo y de trabajo, no estarsiempre sobre ellos. No impulséis a los niños a que sean prodigios; tenedcomo ambición que lleguen a ser sólidos y equilibrados.

Por medio de Su papá y de su mamá se encuentra el niño unido atoda una cadena de antepasados, que le han transmitido, añadiendo cadauno modificaciones, lo que ellos han recibido de los otros.

Pero no os dejéis tentar por la idea de buscar a quien se parece elniño. El niño es una persona con su carácter personal original. Los donesheredados constituyen un conjunto de tendencias que no son absolutas.Libertad y educación pueden utilizarlos, canalizarlos o neutralizarlos.

22

Page 23: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

4. Crear un ambiente de confianza

Más aún que las observaciones directas y personales, es el alma, elambiente que los padres han sabido crear en casa, lo que moldea másprofundamente el alma de sus hijos.

¿No es la atmósfera que se respira y que nos penetra sin saberlo laque principalmente oxigena nuestra sangre y condiciona nuestra salud?

Un ambiente de confianza facilita la expansión, el progreso, elesfuerzo. El niño se siente en él moralmente obligado a hacerse mejor.

La desconfianza estrecha, inhibe, hace torpes; peor aún: suscita eldeseo de obrar mal.

No es necesario que la familia sea en principio el lugar donde no sehace más que reprender.

La alegría de vivir, fruto de la certeza de ser comprendido y amado,desempeña un papel importante en la vida del niño. Una madre nerviosa,cansada, rezongona; un padre brusco, que al regresar por la noche noencuentra ningún plato a su gusto, regaña sin cesar y distribuye sin razónpescozones y castigos, es lo más a propósito para replegar al niño en símismo, esperando el golpe...

Es necesario que la vuelta del padre por la tarde sea una fiesta y noun acontecimiento desagradable esperado o aceptado con filosofía.

Pueden varias personas vivir unas al lado de las otras amándosemucho y, sin embargo, extrañas, sin conocerse.

Un clima o ambiente de confianza donde pueda el niño manifestarselibremente es tanto más importante cuanto que los primeros conflictosafectivos son los que determinan los principales conflictos de carácter enel adulto.

Para hacer comprender la importancia de estos fenómenos de lasensibilidad, que se nos escapan porque con frecuencia son inconscientes,basta recordar el ejemplo clásico de la fuerza debida a la presión. Nuestrosistema nervioso es como una máquina que emite constantemente fuerzanerviosa, la cual, en muchos casos, no puede exteriorizar libremente. Seapor prohibición o por imposibilidad para expresarse, el individuo, desde laprimera infancia, acumula en sí una cierta presión, porque la energía ner-viosa no exteriorizada no queda, sin embargo, suprimida. Así como elexceso de presión provoca ruptura en una caldera, lo mismo la energíanerviosa que no ha podido canalizarse por las vías normales busca otras

23

Page 24: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

salidas imprevistas, a veces nocivas, pero que hacen bajar la tensión que seha hecho insoportable para el organismo. Tal es el origen de numerosasturbaciones de la sensibilidad y del carácter.

Pues bien: estos fenómenos son particularmente importantes en elniño, mucho más de lo que han de serlo después en el adulto. En contra delo que se cree, la edad de las grandes tensiones afectivas, no es la edadadulta. El adulto dispone, sin duda, de una potencia nerviosa superior, peroposee un «yo», una personalidad consciente suficientemente fuerte; unainteligencia formada, que le permite razonar y amortiguar los choques.Tiene actividad, intereses variados, que le permiten transferir o desplazarsu afectividad. En cambio, el niño es débil y sin medios intelectuales paraderivar sus emociones. Permanecen éstas en lo inconsciente casi siempre:las sufre sin dominarlas. Sus intereses son limitados: el padre, la madre, aveces los hermanos o hermanas o un educador. Además, sus primerossentimientos son absolutos, enteros, y ocupan todo su ser con una pujanzaque no se dará en él después.

Con frecuencia los adultos creen que los sentimientos del niño notienen gran importancia; es demasiado pequeño para comprender con cla-ridad, se dice. Si, en efecto, no comprende siempre con claridad. Siente, encambio, todo con una agudeza extraordinaria, y a veces hasta lo que noaparece claramente expresado.

Las disputas de los padres delante de un pequeñín pueden tener lasmayores repercusiones sobre el desenvolvimiento afectivo de supersonalidad. En análisis psíquicos de adultos se han encontrado huellas deescenas que habían tenido lugar allá cuando los interesados no contabanmás de dieciocho meses, y a veces menos. No conservaban recuerdoalguno consciente de ellas, y fue necesaria la confirmación de los padres,aún vivientes, para comprobar la existencia de los hechos así registradospor el cerebro del niño.

Es preciso que haya entre los padres e hijos un contacto afectivo contoda franqueza. La falta pasajera de dominio es menos nefasta que elcomprimir constantemente la afectividad natural, cuyo valor esindispensable para el desenvolvimiento de la sensibilidad del niño.

Si queréis conservar la confianza de vuestro hijo, guardad paravosotros sus confidencias y aun las preguntas que os hacen. Si faltáis a estaley de la discreción, se dará cuenta de ello el niño un día u otro. Tal vez no

24

Page 25: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

os lo diga, pero se sentirá como traicionado, y por lo menos su confianzavacilará.

Es también preciso cumplir las promesas que se les hacen a los niños,porque ellos toman en cuenta tanto vuestras promesas como las amenazas,y si se dan cuenta de que no son más que palabras vacías de sentido,llegarán al sentimiento de que no le dais importancia a lo que decís. Sudignidad se verá atacada por ello, y lo mismo su confianza hacia vosotros.

Nunca se debe engañar a los niños. Merece ser subrayada aquí laimportancia de este principio. Hay muchas maneras de no ser sinceros conun niño. Se disimulan detrás de artificios variados cosas desagradables quees necesario introducir en la vida del niño: la visita al dentista se le anunciacomo un placer; una medicina amarga se le asegura de antemano que esexcelente. Tristes subterfugios que producen inconvenientes graves.Empezando porque el niño no se dejará engañar dos veces. Se quiso conello lograr la tranquilidad, hacer fácil la prueba dolorosa; pero estapedagogía de visión estrecha preservará al niño contra toda intervenciónulterior semejante. En adelante se resistirá a las ofertas tranquilizadorascon el temor de engaños posibles. Y lo que es más grave todavía: para losucesivo habrá perdido la confianza en la palabra de aquellos en quienesciegamente creía, y en horas graves, difíciles, nada podrá calmarlo. Nohabremos hecho, pues, otra cosa que producir en él esa disposición deansiedad que se sabe es una de las más peligrosas para el niño y para sucrecimiento interior.

Los padres que prodigan así las mentiras piadosas para atenuarverdades desagradables dan al niño la impresión de que está sin cesarsuspendida sobre su cabeza una espada de Damocles que podrá caer sobreél de un momento a otro. En fin, y no es esto lo menos importante, el niñoqueda humillado de ver que lo tratan en pequeño, que lo consideranincapaz de recibir y poseer la verdad. Guardará siempre en relación con losque lo engañan un secreto resentimiento.

Al contrario, el pequeño hombrecillo a quien se le dice: «Esto no estámuy rico, pero tú te lo vas a tragar deprisita, de una sola vez, como unchico razonable»; o también: «No te prometo que no te voy a hacer daño;pero si no te mueves se terminará en seguida y no tendré necesidad deatarte las manos a los pies como a un niño pequeño que no comprende.»Cuando oye estas palabras francas, queda satisfecho de la confianza quetienen en él. Todo llamamiento a la altivez, al heroísmo, es casi siempre

25

Page 26: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

atendido por el niño si se le hace con calma y sencillez, en expresión de laverdad.

Guardaos de engañar a vuestros hijos y aun de inducirlos a engañocon explicaciones infundadas y falaces dadas a tontas y a locas para salirdel apuro o escapar a inoportunas preguntas. Si no creéis deber darlesverdaderas razones de una orden o de un hecho, os sería más fácilrecordarles su confianza en vosotros o su amor; por lo menos, no les digáisnada. Tal vez no imaginéis qué turbaciones y qué crisis pueden nacer enesas almitas el día en que se den cuenta de que se ha abusado de su naturalcredulidad.

Método seguro para ganar la confianza de un niño es tomarlo siempreen serio. El no comprende la ironía. Se siente profundamente lastimado,aunque no lo demuestre, por el menosprecio o el desdén.

El niño ve, y es normal, todo desde su punto de vista, que esforzosamente limitado. Hace reflexiones infantiles, a veces graciosas, aveces ridículas. Es preciso no extasiarse con las unas ni divertirse con lasotras, sino poner las cosas en su lugar, sencilla y noblemente, y, sobre todo,no hacerle creer que se coleccionan sus palabras graciosas o susequivocaciones.

5. Crear un ambiente de afectos viriles

El niño necesita sentir mucho cariño, pero no cariño blando, sino uncariño tan viril como tierno.

En América, en Austria, en ciertas guarderías infantiles, con elpretexto de una puericultura científica, se llegó a prohibir todo contactocon los pequeños. Las enfermeras, con guantes, enmascaradas, trataban alos niños según los últimos principios de la lucha contra los microbios.Naturalmente, prohibición de abrazarlos. Los resultados en el desarrollopsíquico de los niños fueron desastrosos. Encuestas hechas porcomparación en familias miserables que vivían sin higiene, con madresdescuidadas a veces, mostraron un desarrollo afectivo en los niños mássatisfactorio. Y aun con nodrizas mediocres, pero con un contacto humanocon los pequeños, el desarrollo ulterior se efectuaba en condiciones muchomejores.

Es sabido que una de las grandes quiebras de la beneficencia públicaes su actuación insuficiente en el plano de la sensibilidad. El gran númerode niños delincuentes entre los de esos centros se explica, mucho más que

26

Page 27: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

por la falta de cuidados materiales o por la defectuosa educaciónintelectual, por la pobreza afectiva del ambiente. El estudio de ladelincuencia infantil señala el papel primordial de los «sin familia» o«padres separados», produciendo una privación afectiva en el niño. Eldivorcio de los padres o el nuevo matrimonio de alguno de ellos sumergenal niño en conflictos de sentimientos; tienen con frecuencia consecuenciasgraves para el alma infantil.

Nada temen tanto los niños como el aislamiento, el abandono. Haypadres que no tienen nunca tiempo para sus hijos. Hay niños muy cuidadosque se resienten de que nadie los ama.

Hay muchos niños cuidados, mimados, regalados, convertidos enmuñecos, que no son en el fondo amados; quiero decir amados por símismos, por su bien. Se produce en esos casos una forma de egoísmo,paternal o maternal, que se busca inconscientemente, que tiende a su pro-pia satisfacción. El amor verdadero, saludable para el niño, incluyemuchos cuidados: supone para la mamá, sobre todo, infinita ternura, mu-chas manifestaciones sensibles, desde las palabras zalameras hasta losbesos. Pero esos testimonios exteriores no son más que el símbolo de unarealidad más profunda y eficaz. Para que el amor de los padres merezcaplenamente su nombre es preciso que se oriente a la persona moral delniño, que tienda a su bien. La nota sensible no es más que un medio dellegar a lo más profundo del ser. Y el peligro, siempre posible, es el dequedarse en esas apariencias tan dulces a la sensibilidad de los padres y delos hijos.

Es necesario que el padre tenga una autoridad fuerte, a la vez quetranquila e imperiosa, que emana de su fuerza indiscutida y que pro-porciona al niño el ideal viril, necesario para su desarrollo.

La madre, a su lado, debe ofrecer al corazón del niño esa ternuraarmoniosa y serena, alejada por igual de la tiranía y de la idolatría, que noson más que desviaciones del amor materno.

El niño posee una gran receptividad intuitiva. Aunque no sepaanalizarse, su sensibilidad es aguda. Para su equilibrio se precisa quepueda liberarse de sus resentimientos exteriorizándolos, según sunaturaleza, expresándose a su manera, confiándose con abandono.

Tratar mal moralmente a un niño que acaba de confiarse a vosotros oque os hace una pregunta es exponerlo a encerrarse en sí, a aislarse, a quese falsee.

27

Page 28: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Cuando un niño está en plan de confidencia no le interrumpáis; es lahora de gracia que pasa...

No uséis la ironía con un niño, porque él no tiene edad paracomprender las bromas; lo toma todo en serio, y hará falta poco para quelo tome en trágico.

Quien se imagina no ser suficientemente amado adopta una actitudde sublevación y odio hacia la sociedad (Oscar Wilde).

Los niños tienen necesidad de amor; sería cruel ser severo y duro conellos bajo el pretexto de educación viril.

Esto ocurre, a veces, cuando una generación reacciona contra losexcesos de la precedente. Niños mimados de una manera exagerada ven,cuando llegan a ser hombres, los inconvenientes de esta educación, y esposible que entonces lleguen demasiado lejos en sentido inverso.

Pero los niños educados sin calor de afectos se hacen muchas vecesegoístas, porque, decepcionados en su necesidad de cariño, adquieren lacostumbre de plegarse sobre sí mismos.

Por el contrario, la ternura sólo tiene valor cuando no cae en el abuso.Para los muchachos, sobre todo, las demostraciones excesivas debenevitarse; preparan los hombres desarmados ante la vida, que se imaginanque todo el mundo, al igual que los suyos, se preocuparán de no mo-lestarlos.

La educación del corazón corresponde principalmente a la madre.Siempre que no haga vibrar la cuerda sensible con demasiada frecuencia,que evite decir con cualquier motivo: «Si haces eso, me harás sufrir..., note querré más» etcétera.

Estas amenazas producen efectos diferentes, según las naturalezas.Unos niños llegan pronto a no hacerles caso ni darles ninguna importancia;por el contrario, los hipersensibles pueden tomarlas por lo trágico y llegara desequilibrios.

Es normal que el niño tenga caprichos. El papel de los padresconsiste en conducirlo afectuosa y firmemente a su camino. La felicidadverdadera del niño está en peligro, puesto que si él no aprende de muypequeño a reprimir sus fantasías, después será demasiado tarde y llegará aser la víctima de vuestra abdicación.

28

Page 29: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Para desarrollarse armónicamente, el niño necesita sentir el amor desus padres. Es asimismo bueno que este afecto se manifieste de cuando encuando con mayor ternura. Sin embargo, es preciso evitar todaexageración, como las caricias interminables o los abrazos apasionados,que pueden crear en el niño una necesidad morbosa de ternura.

Nunca debe manifestarse una compasión exagerada en caso depequeño golpe o caída sin gravedad.

Un niño se cae sin hacerse daño. La educadora, sonriente, dice:«Vaya, Pedrito ha hecho pum.» Pedrito se levanta y responde: «Pum»,riendo. Pero que alguien entre y diga con aire de compasión: «¡PobrePedrito, se ha hecho pupa!» Inmediatamente se pone a llorar.

Es preciso acostumbrar a los niños a reaccionar alegremente frente alas dificultades, a soportar las contrariedades sin manifestarlo, a re-gocijarse francamente en las pequeñas ocasiones de alegría, a considerartodo, es decir, todas las cosas y todas las gentes, por el lado bueno.

Lo que constituye el calor de un hogar es el clima creado por lospadres, donde todos los miembros de la familia, pequeños y mayores, seesfuercen en ser unos para otros sembradores de paz, de buena armonía, deamor verdadero.

Sucede a veces, cuando un niño enferma, que la legítimapreocupación de la familia se transforma en múltiples mimos y aun en unatendencia a ceder a todos sus caprichos.

Ciertamente, debéis proporcionar al niño los más afectuososcuidados, pero guardaos de un exceso de ternura, que tendría ciertospeligros. La enfermedad puede convertirse en un verdadero seguro deplacer. Ocurre que los niños así mimados llegan a desear estar enfermos.Hasta algunos astutos simulan una enfermedad para asustar a sus padres yprovocar esos excesos de cariño y mimos. Más aún: puede esta tendenciaconservarse en el adulto y explicar ese fenómeno extraño y casiincomprensible a primera vista, que se llama el deseo de enfermedad.

Un estilo de vida algo austero conviene más que nunca a las jóvenesgeneraciones de hoy. Se ve demasiado a qué conduce la educación entrealgodones. Los jóvenes a quienes nada ha faltado, y a quienes se hanquerido evitar hasta las menores molestias, son incapaces de realizar unesfuerzo sostenido cuando llegan a la edad adulta. Es preciso ayudar a losniños afectuosamente, y desde su más tierna edad, a templar su voluntad, y

29

Page 30: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

eso se hace con mucha facilidad y, naturalmente, cuando es ése el «estilo»de la casa.

6. Crear un ambiente cristiano

Una de las condiciones esenciales de la educación cristiana es que elhogar logre una atmósfera espiritual en la cual las almas se desenvuelvan yeduquen espontáneamente. La influencia ejercida sobre los niños se debemás a un conjunto armonioso de multitud de hechos, en aparienciaminúsculos, que a reprensiones excepcionales o arengas solemnes.

La religión no es algo que se coloca sobre un individuo, ni menos unvestido que se pone o se quita a voluntad, según las fiestas o cir-cunstancias. Es preciso que el ambiente de la casa esté constituido a basede una fe que lo informe todo para transfigurar todo, sin ensombrecernada.

El clima o ambiente de un hogar será cristiano si la religión semanifiesta no tanto en fórmulas, actitudes, tabús o rutinas como en unespíritu que todo lo penetre y que logre que se vivan con naturalidad lasrealidades sobrenaturales, muy sencillamente, sin respeto humano, porquees así.

Un verdadero fenómeno de osmosis se produce en una familiaauténticamente cristiana, donde el sentido de lo sagrado se manifiesta porel respeto a las cosas santas, donde las verdades sobrenaturales estánpróximas y se insertan en la trama de la vida de cada día.

Cuando los padres viven sencillamente en la lógica de su fe, todo sehace luminoso y bienhechor: Jesús es el gran amigo de quien se hablacomo de alguien misteriosamente presente y de infinito amor; la VirgenMaría es considerada como la madre de Jesús, nuestra madre; la Iglesia,como la gran comunidad, cuyos jefes son respetados, y los miembros, aunlos lejanos, amados fraternalmente. Los acontecimientos de su vida secomentan con agrado, se conoce su historia; su liturgia aporta un ritmo dealegría y esperanza. Lealtad, caridad en palabras y en hechos entre todos ycon todos, pureza sin equívocos ni gazmoñerías: todo esto termina porimpregnar las costumbres en el profundo sentido de la palabra parafelicidad de todos.

30

Page 31: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

La lealtad al servicio del Señor es una de las condiciones capitalespara el florecimiento de la vida religiosa en los jóvenes. Se le puede causarun grave mal al niño acostumbrándolo a considerar las virtudes cristianascomo cosas que se dicen, pero que no se hacen. El cristianismo, entonces,no es más que una lengua sublime, deja de ser una vida.

Seamos realistas: nuestros niños no encontrarán siempre ejemplos devida cristiana íntegra o auténtica. Por eso no hay que temer hablarles deéstos, y prevenirlos de antemano contra la decepción o el escándalo quepara ellos pudiera resultar. Y no con el intento de producir el despreciofarisaico frente al pecador; muy al contrario, se trata de hacer crecer enellos intensamente el ardiente deseo de que el Señor dé su luz a los ciegosy su fuerza a los enfermos. El odio al pecado puede muy biencompaginarse con el respeto y el amor al pecador. Y es ésta la piedra detoque de una verdadera educación evangélica.

En algunas familias cristianas, en el momento más favorable, cuandotodos están reunidos en la velada de la noche, se leen algunas líneas de unlibro cristiano: el evangelio, la historia sagrada, vidas de santos, uncomentario litúrgico sobre una fiesta próxima; nada mejor que esto parahacer penetrar en la inteligencia y en el corazón ideas que elevan para unirfuertemente las almas en un pensamiento común.

No hay nada que tanto atraiga la bendición de Dios sobre un hogarcomo la oración de la noche en familia; con la condición, sin embargo, deevitar dos excesos igualmente nocivos: el de la rutina fastidiosa y triste yel de una fantasía desordenada. Muchos métodos y maneras existen paraque la oración de la noche sea viva, adaptada a las circunstancias, a lostiempos litúrgicos, a los aniversarios, a las grandes fechas y a laspreocupaciones de la vida familiar.

Puede haber oraciones usuales recitadas en común. Es importanteque cada uno tenga, si no todos los días, alguno por tumo, parte activa enla oración, y que sea ésta, en realidad, expresión de sentimientos sinceros.

7. Conservar la calma y el dominio de sí

Tanto más necesarios son la calma y el dominio de sí en la educacióncuanto que el conocimiento del niño es diferente del adulto. Por otra parte,perdido en su sueño interior, no comprende el niño a la primera lo que ledecís. Si la voz es demasiado fuerte o chillona, su aparato auditivo noaprecia más que sonidos sin sentido. Atropellado, sacudido, pierde el

31

Page 32: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

pequeño control que sobre sí mismo tiene, se atonta, se hace torpe, tímido,miedoso. Si estos hechos se renuevan frecuentemente, podría adquirir esefamoso complejo de inferioridad que hará de él un fracasado en la vida oun ser subversivo.

Cuando un niño está haciendo algo lo mejor que puede, convienedejarle el tiempo que necesite, que normalmente es más largo que el deladulto para todos los movimientos cuya ejecución exija una coordinación yuna precisión que no son innatas. Algunos psicólogos han notado ya que lode «¡Deprisa!, ¡deprisa!, ¡termina!», en vez de facilitar la acción, lacomplican para el que debe realizarla, haciéndola en algún modo máscostosa.

No es fácil conservar la calma. A las numerosas preocupacionespersonales que pesan sobre quien tiene a su cargo una familia se añaden laprecipitación de la vida moderna, el desgaste de los nervios, sobre todocuando el hogar tiene un alojamiento precario e insuficiente.

Es necesario, sin embargo, conservarla a cualquier precio. Obtendréiscon ella diez veces más en resultados con diez veces menos gastonervioso. El equilibrio de vuestros hijos y su confianza en vosotrosdependen de ello.

Para conservar la calma debéis estar, por de pronto, persuadidos desu importancia para vosotros y para vuestros hijos. Después, al notar quese os agota, y en lo posible sin esperar a un límite extremo, deteneos,aunque no sea más que tres minutos; aislaos, tendeos si es posible, tran-quilizad vuestros nervios, estirad los músculos, respirad profundamentetres o cuatro veces, poneos como haríais si estuvierais en completa calma,volveos a levantar sonriendo. Podréis comprobarlo. Os sentará muy bien.

La mayor parte de las veces los niños resultan molestos porque antesse les ha molestado.

Excepto en casos de mal tiempo, los padres deben procurar que sushijos tomen el aire todos los días y puedan jugar a gusto. Tener a un niñoencerrado todo el día en una habitación es tener un león enjaulado, es pedirun esfuerzo inhumano.

No olvidéis que el niño funda instintivamente su conducta en lo queaprecia en las personas mayores. Si se intenta tranquilizar a un niño que noha pensado tener miedo, o consolar a aquel otro que no pensaba estartriste, se crea en sí mismo el miedo o la pena.

32

Page 33: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Un niño se da un golpe, llora. No se intenta aconsejarle mesura nitampoco castigarlo porque se ha hecho daño. El padre o la madre,molestos, exclaman a veces: «Te está bien», o «No debías habercorrido...», decididos a justificar este juicio después del golpe: «Podíastener cuidado...» «Si hubieras hecho lo que te dije, no te habríangolpeado.» Se reprende al desgraciado porque se ha hecho daño o, másexactamente, porque está enojado porque se ha hecho daño. La víctimaprotesta, por otra parte, contra tanta incomprensión dando gritos cada vezmás fuertes.

Un rabioso o colérico queda desarmado al ver la calma en tomo suyo.Encerrados en su propia tontería, no puede tener rencor contra nadie, notiene otro recurso que pedir perdón.

Por el contrario, oyen que se les exaspera con este motivo,comprenden más o menos conscientemente que se han salido con la suya yestán dispuestos a volverlo a hacer en la primera ocasión.

No respondáis a la cólera con la cólera. ¿Podéis exigir que el niño sedomine cuando no sois vosotros mismos capaces? Al contrario, frente a eseniño demostrad una calma redoblada. Con pegarle no adelantaréis nada.

Lo mismo que la calma se impone, el nerviosismo sobreexcita. Labrusquedad desconcierta al niño; para él una persona mayor tiene, sobretodo, tranquilidad y fuerza en el dominio de sí. Cuando la ve encolerizarsehasta el punto de salir de sí misma, cuando la ve excitada, molesta... ymolestadora, su respeto disminuye y la autoridad pierde su fuerza.

Marisa (catorce años) no se entiende bien con su madre, y, entre otrascosas, se da cuenta de que ésta no logra dominarse.

Después de varias reincidencias, como su madre la hubieraabofeteado, le dice: «Pues pega, que yo sé bien que eso te excita losnervios.»

Y su madre se ve obligada a dejar de pegar. Resultado: la madrecarece de autoridad e influencia ante su hija, a quien no inspira respetoalguno.

Se ha definido la calma como la majestad de la fuerza. Dominiointerior que hace que no se dé una orden importante sino después de re-flexión y conocimiento de causa, y que permite juzgar con imparcialidadlo que conviene al bien del niño.

33

Page 34: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Dominio exterior, transparencia interior, que se lee en la tranquilidaddel rostro, de la mirada, del andar, de los gestos, del lenguaje.

«La igualdad de humor, su equilibrio, debe presidir en los estudios,tanto de los pequeños como de los mayores. No golpeéis al niño, ni loembrutezcáis con reprimendas, ni lo hagáis vivir entre los truenos yrelámpagos de la impaciencia. No le digáis continuamente: «¡No serásnunca nada! ¡No valdrás para nada! ¡Serás la vergüenza de la familia!».Tiempo y fuerza perdidos. En vez de representar ese melodrama, repetiddulcemente, incansablemente, lo que el niño no haya comprendido. Porqueno se trata de otra cosa: el niño dice absurdos cuando no comprende ocuando no le gusta lo que se le enseña» (R. Benjamín).

Si nos tomáramos la molestia de vigilamos estrechamente durante undía entero en nuestras diversas actitudes con los niños, ¡cuántas riñasinútiles o excesivas, prohibiciones intempestivas, gritos y alborotosencontraríamos que corregir! ¡Cuánto ruido hacen los niños y loseducadores! ¡Y pensar que éstos hacen ruido para impedir que los niños lohagan!

Con frecuencia levantamos demasiado la voz; debemos reconocerque la mayor parte de las frases que dirigimos a los niños en el curso deldía se dicen en un tono elevado, molesto, de enfado, de disgusto, etc., yque, después de todo, en un cincuenta por ciento de los casos habríamospodido muy bien callar o hablar tranquilamente.

Porque dominamos al niño en un metro y debemos bajar los ojos paramirarlo levantamos la voz. Y él, porque tiene que levantar los ojos hadavosotros, se siente impotente y aplastado.

No nos inclinamos lo suficiente sobre los niños. Les hablamos desdelo alto y de lejos. Si tenéis una observación que hacer a vuestro pequeño,inclinaos ante él de manera que le podáis mirar muy de cerca y a su mismaaltura. Notaréis que la voz será mucho más dulce. Intentad encadaros enesta posición. No podréis.

No tenéis derecho a perder vuestro dominio. Que nunca triunfen envosotros los nervios. No aparezcáis ante vuestros hijos si no sois dueños devosotros mismos. Nada como los nervios y la cólera os harán perderprestigio y autoridad.

Para favorecer en el niño la conquista del cuerpo por el espíritu, notiene el adulto mucho que hacer. Darle un poco de espacio, dejarle mover yproporcionarle los materiales para sus experiencias. Pero lo que sobre todo

34

Page 35: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

debe darle es la tranquilidad, la calma, pues el ruido disipa y fatiga y elsilencio favorece el esfuerzo y conduce al recogimiento.

Cuando el adulto ha comprendido y tomado sobre sí la labor delniño, adopta espontáneamente una actitud de respeto. Se acostumbra ahablar en voz baja, a contar sus palabras. Se abstiene de intervenirindiscretamente y de imponerse. No juzga; compadece. No reprende; va ensu ayuda. Por eso, en la gran obra que ante sus ojos se realiza no seatribuye mérito ni papel primordial, sino que humildemente se aplica asecundar los esfuerzos de coordinación, que en el niño convertido enhombre deben conducir finalmente al triunfo del espíritu.

8. Dar ejemplo

¿Queréis conseguir algo de vuestros hijos? Comenzad por darlesejemplo. El ejemplo puede muchas veces sustituir a todo lo demás; él esinsustituible.

Consejo sin ejemplo, discurso sin contenido. El ejemplo es a menudoel más eficaz de los consejos.

El ejemplo sirve a la vez de modelo y de sostén. De modelo, porquelos conocimientos y las virtudes del niño son en principio imitaciones; porimitación aprende el niño a hablar y a obrar. De sostén, ya que el niño lonecesita: lo que se le manda hacer, sobre todo si se trata de algo nuevo, esdifícil para él. Es necesario que se domine, que venza sus repugnancias.Para tener ánimo precisa algo que lo anime. La mejor ayuda es el ejemplode quienes lo rodean.

Nada como el ejemplo para enardecer al niño, mostrándole conevidencia palpable que lo que se manda hacer es posible. Porque no haynada mejor para decidir a un niño que zambullirse, que sumergirse con él.

Sed vosotros mismos lo que queréis que sean vuestros hijos.Seguirán vuestras acciones más que vuestras palabras y consejos.

Es preciso conducirse en presencia del niño como si fuera mayor y locomprendiera todo. El niño no pierde de vista a sus padres. Los observacontinuamente, y con mayor atención cuanto más pequeño sea. Ninguna devuestras palabras ni de vuestros gestos se le escapa; todo se graba en supequeño cerebro, como los sonidos en el disco de un fonógrafo..., auncuando esté absorto en preocupaciones de otra clase. No da cuenta a lossuyos de lo que ha oído; pero un día u otro, tal vez mucho tiempo después,hará alguna reflexión en que demostrará que ha oído bien. Pues bien: las

35

Page 36: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

personas que ve y oye constantemente un niño son su padre y su madre,los seres humanos más importantes en el mundo para él, a los que juzgainfalibles en sus juicios, perfectos en su conducta. Sus propios juicios, suconducta personal, todo, hasta sus actitudes y las inflexiones de su voz, losmoldea el niño sobre los de su padre y su madre. Ni en cosas graves ni enlos menores detalles debe dársele motivo para pensar: «Mis padres nohacen lo que me dicen que haga.»

La vida de su padre y de su madre debe ser un modelo sin tacha de loque debe ser su propia vida.

La mirada del niño es más hábil de lo que se piensa para encontrarlas contradicciones de la vida con los consejos que se le dan. Juzga por loque hacemos de la importancia de lo que decimos.

Tiene el niño una lógica simplista y sin matices: «Si lo que se meexige es bueno, mis padres deben hacerlo; y si no lo es, ¿por qué me loimponen?». Se puede, sin duda, desarrollar este razonamiento. No sepuede impedir que se haga. Y cuando es sobre asuntos en los que hay, enefecto, negligencia en los padres, todas las explicaciones que se le dieranno cambiarían la lógica del niño ni lo engañarían; por ejemplo, principiosfundamentales: decir la verdad, tener buenos modales, etc.

El gran maestro de la educación es el ejemplo, autoridad tanto másfuerte cuanto que no produce estrépito; influencia la más poderosa, puestoque se insinúa sin hacer ruido.

«Las palabras mueren; los ejemplos arrastran», dice un proverbio. Ysi os negáis a dejaros arrastrar por ellos, vuelven hacia vosotros y ospersiguen con insistencia. Tan grande es la fuerza de su recuerdo.

Para formar una conciencia es preciso dejar ver la propia, recta y leal;para formar bien un corazón hace falta dejar ver el propio, abnegado,comprensivo; para formar un alma es necesario mostrar la de uno, fiel a laoración. Así para todo: para el gusto por el trabajo, por el orden, por lacaridad. El filósofo hace notar con acierto: «Los niños juzgan a sus padresen la edad en que sólo deberían amarlos; se hacen severos antes que larazón les haya enseñado a ser indulgentes».

Los niños son nuestros testigos; no los hagamos nuestros jueces.

Esta preocupación obliga a dominarse; es en realidad la educación delos padres por los hijos. ¡Cuántos actos heroicos realizados por los padres,

36

Page 37: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

ante el temor de entorpecer la educación de sus hijos, podría contar todoeducador!

La educación no consiste en discursos hechos a los niños mientrasellos están muy tranquilos. Algunas veces son necesarios, pero siempreinsuficientes. ¿La educación de nuestros hijos? Es nuestra granpreocupación cotidiana: frente a la alimentación, al vestido, al trabajo, alreposo, frente al sufrimiento de los demás, a los acontecimientos todos...Actitud que nuestros niños observan cada día, que los impregna, que losconstruye. Sólo viviendo rectamente, valientemente con generosidad,conduciremos a nuestros hijos a la vida recta, fuerte y abnegada.

La educación por discursos es una caricatura de educación. Laverdadera educación se consigue obrando. De la educación por discursospuede el niño, al llegar a mayor, evadirse; no puede escapar a la influenciade una vida recta.

9. Ser constantes

La educación exige continuidad. Si cambiáis de opinión o de humor acada instante, desconcertáis al niño. Lo mismo que si por idénticas faltasos mostráis tan pronto indulgentes como severos. El niño, que posee unalógica rigurosa, se pierde pronto en ella, y termina por no hacer más que sucapricho.

Los hábitos se adquieren principalmente en los primeros años.Cualesquiera que sean el temperamento y los atavismos del niño, es fácilorientar el «joven árbol» en el buen sentido. Para adquirir el orden, elrespeto, la limpieza, la cortesía, o bien la sinceridad, la aceptación alegrede las pequeñas dificultades de la vida, la adquisición de la caridad, nadavale tanto como la constancia. Se crearán costumbres que, convertidas enverdaderos hábitos psicológicos, harán todo fácil. Pero mientras el hábitono esté creado es necesario no cesar en el empeño.

Esta constancia, esta continuidad, exige a los educadores el mayoresfuerzo. Tal vez no es necesario intentar todo a la vez; pero sólo conesfuerzos repetidos en el mismo sentido, con dulzura y firmeza, se libera alniño de su tendencia profunda a la pereza o al egoísmo.

Obrar, castigar o recompensar por capricho, sin razón proporcionada,da la impresión al niño, más o menos vagamente, de que «esto no es

37

Page 38: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

serio». De eso a no dar importancia a los mandatos no hay más que unpaso.

Si mamá se enfada y hace sus caprichos, ¿por qué no tengo derecho ahacerlos yo también? Lo menos que se puede exigir de la autoridad es lacoherencia. Las órdenes contradictorias y la falta de lógica en laapreciación del mismo acto llevan al niño a la incertidumbre de lo quetiene derecho a hacer o el deber de no hacer.

Cuando no se ha ordenado o castigado bajo la impresión del enfadoes probable que se haya estado en el justo medio, que la medida haya sidojusta. Si no ocurren nuevos hechos, no debe rectificarse la decisióntomada. Cuando falta la perseverancia, el educador pierde poco a poco suautoridad moral, con grave daño para la formación del niño, que tantonecesita poder apoyar su debilidad y sus dudas sobre una base firme.

Hay a veces indulgencias que son traiciones.

Una mamá que ha creído que debía dejar sin postre a su chiquillo, deocho años. Que no se le ocurra al terminar la comida emocionarse ante elgesto desconsolado de su hijo y afirmar: «Vamos, por esta vez te perdono.Toma el pastel y no vuelvas a hacerlo más.» Sería un error. Porque el niñono merecía el castigo, y entonces no debería habérsele impuesto, o lomerecía y debía sufrirlo. Si lo perdona «por esta vez», no comprenderá elniño por qué no lo van a perdonar cada vez.

Aun si habéis tenido la mano algo dura y la sanción aplicada esexcesiva, será mejor sostenerla, en interés de vuestro hijo, con la intenciónde ser más mesurado en otra ocasión. Si no, el niño no tomará en serio lasamenazas o represiones.

El secreto de la autoridad moral de los padres sobre sus hijos consisteen que sea firme y estable su serenidad.

Si las órdenes que dais a vuestros hijos, si las reprensiones que leshacéis proceden de impulsos de momento, de actos de impaciencia, deimaginación o de sentimientos ciegos y mal ponderados, ¿cómo podrá serque no parezcan la mayor parte de las veces arbitrarios, incoherentes yhasta injustos e inoportunos? Un día tenéis una exigencia fuera de razónpara los pobres pequeños, una severidad inexorable. Al siguiente les dejáishacer lo que quieran.

38

Page 39: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Comenzáis por negarle una pequeña cosa, y un momento después,cansados de sus llantos y enojos, se la concederéis con demostraciones deternura, ansiosos de terminar de una vez una escena que os excita losnervios.

¿Por qué, pues, no sabéis dominar los movimientos del humor, frenarla fantasía, si queréis dedicaros a educar a vuestros hijos? Si en ciertosmomentos os parece que no sois plenamente dueños de vosotros mismos,retrasad para más tarde, para hora mejor, la represión que queríais hacer oel castigo que os parece necesario imponer. En la firmeza de espíritu,serena y tranquila, vuestras palabras y vuestros castigos tendrán una mayoreficacia, una potencia más educadora y más autorizada, que las sacudidasprovocadas por una pasión mal dominada.

No olvidéis que los niños, aun de muy pequeños, son todo ojos paraobservar: de una sola mirada se dan cuenta del cambio en vuestro humor.Desde la cuna, apenas hayan llegado a distinguir a su madre de entre lasotras mujeres, se dan cuenta pronto del poder que sobre sus padres puedentener un capricho, un llanto, y no dejarán, en su inocente y pequeñamalicia, de abusar de él.

18. Mesura y equilibrio

Evitad en el niño la tensión nerviosa, el agotamiento físico y moral.El niño tiene necesidad, para asimilar todo lo que se le dice o todo lo quese le enseña, de períodos en que se le deje tranquilo. Es necesario quepueda vivir un poco a su gusto.

Velad por vuestros hijos, pero no estéis vigilándolos sin cesar.

Estar siempre sobre un niño no consigue más que fatigarle sinprovecho e impedirle que se muestre tal como es.

Graduad los esfuerzos pedidos al niño. Su punto de fatiga se alcanzamuy pronto. No lo paséis. Necesita que se le deje respirar. Montaigne diceque la atención del niño es de pequeña embocadura. No pueden dárseledemasiadas cosas a la vez.

Conviene evitar con los niños toda exageración, porque toman al piede la letra todo lo que les decimos. El exceso de alabanzas puede ser tannocivo como el exceso de censuras.

39

Page 40: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

No intentéis dar miedo a un niño. Su organismo es todavía frágil ynunca se sabe qué repercusión profunda puede producir un pavorirracional. Evitad las historias de bandidos, de fantasmas, de lobos feroces.Y las amenazas ridículas: «Si no eres bueno, el sacamantecas vendrá acomerte.» No le amenacéis con el infierno por un pecadillo.

¡Qué grave error psicológico es presentar a Dios como un Padrecastigador! «¿Ves? Te está bien; has desobedecido: Dios te ha castigado...»El niño no tardará en darse cuenta de que Dios no sanciona siempreinmediatamente nuestras faltas. Y, por otra parte, ¿hay algo más falso y pe-ligroso para su fe que presentar al Dios de amor como un déspota, siempredispuesto a vengarse?

Proporcionemos siempre el esfuerzo al efecto que queremos obtener.A fuerza de encolerizarse, de hacer escenas por nada, de turbar al niño congritos, reproches, lágrimas o grandes discursos, el educador pierde toda suinfluencia. Es abrasado..., paz a sus cenizas. El niño toma pronto supartido, y termina por oponer la indiferencia, la inercia, cuando no elmenosprecio interior.

Es perjudicial cansar la atención del niño con discursosinterminables.

Una mamá le echa una filípica larga y vehemente a su hijo. Alterminar éste le dice impertinente, pero con una simpatía casi terrible:«¡Pobre mamá! ¡Qué sed debes de tener!».

No exijáis al niño más que cosas razonables a su alcance; o si lepedís un esfuerzo excepcional, cread antes un clima favorable; animadloen gran medida, y procurad no tirar demasiado de la cuerda. Así, porejemplo: no se debe pedir habitualmente a un niño que permanezca silen-cioso e inmóvil. Pero he aquí que una tarde el papá regresa del trabajo conuna fuerte jaqueca. La mamá deberá coger al niño y decirle: «Mira: a papále duele mucho la cabeza. Voy a pedirte esta tarde un gran esfuerzo (yo séque eres capaz pues tú eres ya un chico mayor); vas a hacer el menor ruidoposible. Siéntate en ese rincón y toma ese libro de estampas.» Y de cuandoen cuando, un beso viene a recompensar la docilidad del pequeñohombrecito.

No abuséis de ciertas palabras, como, por ejemplo, de la palabra«malo». «Pedro, eres malo porque siempre te estás metiendo los dedos enla nariz». «Juan, qué malo eres; estás arrugando las cortinas». En presencia

40

Page 41: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

de Fernando la mamá dice a su amiga: «Si usted supiera qué malo es: se haroto el pantalón...» El calificativo malo sirve y vuelve a servir para las másfútiles ocasiones y para los más leves pecadillos. ¿Cómo pretender quePedro, Juan o Fernando, que se oyen aplicar el calificativo de malos a lolargo del día por pequeñeces que ninguna relación tienen con un defectomoral o un vicio de carácter, puedan tener una noción un poco equilibradade la verdadera maldad?

El niño atribuye a las cosas el valor o la importancia que sus padresle dan. También es necesario que los padres tengan el sentido de lasproporciones y no atribuyan a lo accesorio la importancia de lo principal.

Ciertas aprobaciones pueden falsear interiormente la perspectivamoral de los seres muy jóvenes, para establecer ellos su escala de valores.

Así, por ejemplo: no deis más importancia a una silla rota, unpantalón desgarrado o una puerta mal cerrada que a la mentira, la obstina-ción, la crueldad.

Los niños —desde muy pequeños— tienen el sentimiento de sudignidad. Es preciso respetarlo. Ciertas humillaciones públicas pueden serorigen de complejos de inhibición o misantropía, que acompañarán al niñotoda su vida. Algunas madres tienen la costumbre de decir a sus hijos:«¿Ves? Todo el mundo te mira. Debería darte vergüenza». Puede resultarde ello una timidez exagerada, un miedo a ruborizarse, una preocupaciónpor la opinión pública, que será un perjuicio para el niño cuando seamayor.

Dos complejos son igualmente peligrosos: el sentimiento desuperioridad y el de inferioridad o insuficiencia. El grano generador deesos dos complejos, que tienen un papel importante en la germinación delas tribulaciones psíquicas, es sembrado desde la más tierna infancia. Sioye siempre decir el niño que es superior, inteligente, guapísimo, que tienedisposiciones excepcionales y un desenvolvimiento superior a su edad, sehará de una suficiencia insoportable; se creerá algo extraordinario, ychocará más tarde con las duras realidades de la vida.

Cuando, al contrario, le aseguran continuamente que es un niño torpey estúpido, se desenvuelve en él un sentimiento de inferioridad que lo hacede antemano un fracasado o un desesperado.

41

Page 42: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Evitad todo lo que puede perjudicar al «natural» del niño. La frescurade su alma es planta demasiado delicada para que no se la preserve detorpes admiraciones, que pueden empañarla y hasta falsearla.

¿Qué decir de esas invitaciones a lo cómico?: «Que vea este señor lobien que imitas a...»

Regla de oro: no habléis jamás de vuestros hijos en su presencia. Sihabláis en bien, corréis el riesgo de hacerlos vanidosos; si en mal, loshumillaréis peligrosamente.

11. Estar y parecer unidos

Uno de los problemas más graves de la educación es el de la buenaarmonía entre los educadores. El niño, en principio, se desconcierta por lafalta de inteligencia entre los que tienen la misión de guiarle. Después, encuanto advierte la falta por donde su capricho puede infiltrarse, seaprovecha de ella, con gran perjuicio para su formación.

Si es verdad que todos los educadores en general —familia, escuela,clero— deberían, en interés del niño, marchar positivamente de acuerdo, loes más aún en relación con la buena armonía, sin fisuras, que debe existirentre el papá y la mamá, porque aquí se añade un elemento afectivo de altocalibre, y cualquier manifestación de disentimiento entre los padres obradolorosamente en el corazón del niño, aunque encuentre en ello algunaventaja inmediata.

He aquí algunas reglas vitales que deberían estar dispuestos a noinfringir nunca los jóvenes esposos:

1. Jamás disputaremos delante de nuestros hijos. Si, como ocurreen todos los hogares —preciso es ser realista—, hay momentos —es-peremos que sean pocos y breves— en que no nos entendemos bien, nosexplicaremos a solas, nunca delante de testigos.

2. Jamás nos reprocharemos nada delante de nuestros hijos.

3. Jamás nos llevaremos la contraria delante de los niños, sobretodo en relación con ellos.

4. Jamás uno autorizará a escondidas lo que el otro prohíba.

5. Jamás tomaremos a ninguno de nuestros hijos por confidente denuestras penas.

42

Page 43: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

6. Jamás haremos alusión a los defectos y a las faltas uno delotro.

7. Jamás dirá uno algo que pueda perjudicar al respeto y al cariñode los hijos en relación con el otro.

8. Jamás diremos a un niño: «Sobre todo, no hables de esto a tumadre» o «No digas nada de esto a papá».

9. Tendremos la preocupación de reforzar nuestra mutuaautoridad en todas las circunstancias.

El padre sin la madre o la madre sin el padre, cuando uno y otroexisten, es algo deplorable. Aquella de las dos autoridades que se abstieney que no se demuestra más que para halagar, atenuar, acariciar, llega a serdespreciable para el niño y hace que la otra le sea odiosa. No hay situaciónmás falsa y más propicia para producir inevitablemente el niño mimado.No he oído nunca sin llorar y sin enrojecer por ello —y esto se oye todoslos días— a padres decir a sus hijos: «Si no eres bueno, se lo diré a tupadre», o lo que es todavía peor: «Se lo diré a tu madre.» Pero ¿quién erestú, desgraciada madre o desgraciado padre, que así hablas? ¿No hasrecibido entonces de Dios ningún derecho, ninguna obligación seria,ninguna autoridad que ejercer? ¿No eres más que un testigo impotente,encargado de dar cuenta de lo que pasa a tu mujer o a tu marido? ¿Quénociones falsas y funestas introduces en el alma de ese niño?

El padre puede a veces con una mirada o con un encogerse dehombros reducir a la nada todo el esfuerzo educativo de una mamá enrelación con su hijo. Una mirada de complicidad al hijo a quien la mamáha hecho un reproche justificado, y ya será su aliado en la lucha contra lamadre; una ligera caricia en la mano a la pequeña cuando la madre laregaña, la fortifica notablemente contra los justos razonamientos que sumadre pueda hacerle en lo sucesivo.

Un niño de catorce años decía: «Cuando tengo gana de alcanzar ohacer una cosa, mamá a veces no quiere. Papá dice siempre como yo.Somos dos contra uno. Eso hace que sea yo quien gane.»

Nada más contraproducente que decirle a un niño: «Le diré estanoche a papá lo malo que has sido. Verás lo que te va a pasar...» Si a losojos de los niños haces aparecer al padre como un coco, ¿cómo van aguardarle respeto y afecto?

43

Page 44: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Es el niño un ser que para desenvolverse en todos los aspectos tienenecesidad de vivir en una atmósfera de paz, de amor y de serenidad. Laseguridad que de esto resulta es condición para su desarrollo yexpansionamiento.

Un hecho que las estadísticas confirman: la casi totalidad de losniños desequilibrados, anormales morales o delincuentes pertenecen a fa-milias donde el padre y la madre no viven en buena armonía.

Contradecir delante de un niño respecto a él es deformarlo en lanoción del bien y del mal, puesto que para él, mientras que es niño, es bieno que sus padres permiten, y mal, lo que prohíben. No hay nada más apropósito que esto para desorientar una conciencia de niño.

Es ridículo y muy pernicioso intentar hacerse popular uno a expensasdel otro, mimando uno mientras el otro ordena o trata con severidad.

Nada más artificioso y más antipsicológico que plantear cuestionescomo ésta: «¿A quién quieres más: a papá o mamá?...» ¿Quién es mássevero: papá o mamá?...» La verdadera respuesta de un niño normal en unhogar normal será ésta: «Quiero a papá y a mamá, tanto a uno como a otro,y los dos me quieren a mí también».

Cuando la unión de corazones entre padre y madre no existe, precisoes tener valor para salvar las apariencias hasta el máximo por los niños.Conservadles el mayor tiempo posible un hogar normal.

Si la concepción del niño debe ser, en el plan divino, la consecuenciade una unión de amor entre los esposos, con más razón debe persistir esteamor en el curso de los años de formación. Es tanto más necesario puestoque el niño crece y llega a juzgar a las personas que lo rodean.

Si el hecho de ser concebido sin amor es ya una desgracia, al menosel niño no tiene conciencia de ello. No ocurre así a medida que supersonalidad se desenvuelve. La división de sus padres le aparece mástriste en cuanto adquiere más conciencia de ella, y el resultado seráprovocar en sus sentimientos una psicosis de la que resultaráfrecuentemente la víctima durante su vida.

Cuando respira en su hogar una atmósfera de indiferencia y defrialdad, incapaz de movimientos generosos, su alma se seca. Haciendonacer en él la nostalgia de un medio donde su corazón pudiera

44

Page 45: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

expansionarse en la alegría, se produce en él una disposición habitual dehostilidad frente a su medio familiar. Si a la indiferencia se añade lahostilidad mutua de los padres, entonces la sublevación, la rebelión o lacrueldad encontrarán en él terreno preparado. Y cuando sus padres sequerellan constantemente en su presencia se mostrará, a la vez, hostil yesquivo en sus relaciones con el prójimo.

Llegado a la adolescencia, se planteará por su propia cuenta elproblema del amor; el ejemplo de sus padres será como una sombra que leimpedirá descubrir las leyes morales. No podrá imaginar que el verdaderoamor pueda ser diferente de los lazos que unen a sus padres, y será comolanzarlo a la mala conducta, intentando buscar en falsos amores lasalegrías de que estuvo privado en su infancia y adolescencia.

Las consecuencias de la división entre los padres son tales que casisiempre hay que atribuir a ella las malas acciones de la delincuencia in-fantil. Hay una estrecha correlación entre el aumento de divorcios, últimaconsecuencia de las discusiones entre los padres, y los extravíos deconducta en los adolescentes.

Permítasenos insistir sobre la armonía que debe establecerse entre losesposos en lo referente a su actitud en la educación de los hijos. No sólo nodeben dar el espectáculo de un desacuerdo permitiendo uno lo que el otroprohíbe, sino que deben buscar una verdadera colaboración poniendo encomún la firmeza y la ternura para apreciar lo que conviene al carácter decada uno de sus hijos.

Y cuando hayan tomado en común y reflexivamente unadeterminación, deben practicar la unión sagrada de sus esfuerzos, que serála fuerza invencible de su autoridad. Los niños comprenden muy pronto lasdivergencias posibles en la actitud de sus padres, y son buenosdiplomáticos para explotarlas en beneficio de sus propios caprichos.

Puede a veces ser, en efecto muy molesto, para el padre que regresaal hogar después de una jornada de trabajo, o para la madre que ha tenidoque preocuparse de las labores de la casa y prodigar sus cuidados a lospequeños, el olvidar su propio cansancio para asegurar el frente único de laeducación, en vez de encerrarse en sí mismos o lamentar sus propiostrabajos. Pero este olvido lleva en sí mismo la recompensa.

«La familia es escuela del más rico humanismo. Para que puedalograr la plenitud de su vida y misión se requieren un clima de benévolacomunicación y unión de propósitos entre los cónyuges y una cuidadosa

45

Page 46: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

cooperación de los padres en la educación de los hijos» (Vaticano II, Cons-titución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual, 52).

Un pequeño consejo para terminar: madres, que vuestros deberes detales no os hagan nunca olvidar los deberes de esposas; padres, com-prended las preocupaciones de vuestra esposa, el cuidado que pone en quetodo marche bien, las dificultades que encuentra. Sostenedla, animadla.

De cuando en cuando encontraos sin vuestros niños. Volved a hacerun corto viaje de luna de miel; al menos, una salida los dos solos. Juntos,vuestro cariño encontrará una nueva juventud para el mayor bien devuestros pequeños.

46

Page 47: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

3

EL EJERCICIO DE LA EDUCACIÓN

1. El arte de hacerse obedecer

Colaboradores de Dios, tenéis sobre vuestros hijos una autoridad queno procede de la ley, ni del estado, ni de la tradición, sino de Dios mismo.Tendrá esta autoridad manifestación diferente a medida que el niño crezca;podéis hasta delegarla, pero no podréis en manera alguna renunciartotalmente a ella mientras el niño no llegue a la edad adulta.

Preciso es sostener con valentía que realizar la educación de un niñosupone necesariamente exigirle una obediencia. Y el niño a quien se dejaraa su capricho con el pretexto de respetar su libertad correría grave peligrode hacerse un malhechor contra el que fuera necesario emplear la fuerzabruta para defenderse. Es todo lo que se habría ganado. No tenemos porqué preocuparnos aquí de si la naturaleza es buena o mala. Afirmamos sólocomo un hecho que los niños no son espontáneamente —y que no llegan aserlo sin que se les ayude— lo que deben ser. Y, en consecuencia, decimosque hay necesidad de intervenir en su vida.

Si Dios os ha dado autoridad sobre vuestros hijos, es para qué laejercitéis en vista de su mayor bien y en la medida de su mayor bien.

¿Queréis que vuestros hijos os obedezcan? Acostumbradlos a creer,desde su más tierna infancia, que un mandato o un deseo de papá o mamádeber ser ejecutado sin ningún retraso.

Cuando un niño no obedece, decís bien que no es falta del niño, sinoculpa de sus padres.

Existen grandes ventajas en que los padres se hagan obedecer,especialmente la madre, que está en relación casi continua con suspequeños. No dejará pues, que sus mandatos se olviden ni que sus hijos seresistan abiertamente a cumplirlos. No consentirá nunca en sus labios esaspalabras tan desagradables: «quiero», «yo no quiero» o «no, no y no»,como decía un día un pequeñín de dos años, y la madre reía... ¿Qué

47

Page 48: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

pensáis que hubiera hecho una madre consciente de su papel deeducadora?

Habría colocado ante ella el pequeño rebelde; después, poniéndoseseria, le habría mirado con tranquilidad, pero tan fría, tan severa, tandiferente de su ternura ordinaria, que el niño no hubiera tardado encomprender. Nada impresiona tanto a un niño como ver a su madre,siempre buena, poner esa expresión austera y mirarle tan largo rato comosea preciso.

En pedagogía familiar, como en estrategia, vale más librar una batallagrande de una vez para siempre que comenzar sin cesar escaramuzas sinresultados.

Si la cosa es grave e importante, procurad que el niño obedezca enseguida sin murmurar, sin gestos, sin esa lentitud y esos pretextos a quetantos padres dejan acostumbrar a sus hijos poco a poco, y que tan difícilesson de vencer hada los catorce o quince años.

Si el niño resiste a vuestros mandatos hechos con bondad y dulzura;si se hace el sordo cuando, reuniendo toda vuestra energía, le habláis confirmeza y decisión, entonces usad los medios que juzguéis más eficacessobre el espíritu del niño; pero, a toda costa, hacedle obedecer.

En el niño, la convicción de que nada hará transigir a sus padresposee una eficacia tranquilizadora mucho más grande que la esperanza dehacerlos claudicar a fuerza de pataleo.

Más impresionables que los papás, las mamás tienen a vecestendencias a modificar pronto las órdenes dadas. No es conveniente, sinembargo, que los niños se den cuenta de que las autorizaciones o lasnegaciones dependen de un capricho o de un cambio de humor.

Al querer las madres imponer su voluntad, en términos generales, undía u otro, encuentran resistencia. Se guardarán de informar de elloruidosamente al círculo más o menos extenso de las familias, los vecinos,los amigos. ¿Quién no ha oído frases como éstas?: «¡Veréis cómo nocede!» «¡Lo que yo digo y nada es lo mismo!» «¡Estoy segura de que nohabéis visto semejante cabeza dura!».

La autoridad materna no gana nada con esas recriminaciones. El niñoencuentra con frecuencia una satisfacción de vanidad en no obedecer,

48

Page 49: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

sobre todo si sabe que lo miran. Si desobedece tercamente es para afirmara sus ojos y a los de los demás su independencia; desde luego, publicandosus rasgos de desobediencia, lejos de producirle humillación, se le halaga yse le hace una especie de elogio.

Es importante también que las mamas no crean demostrar suautoridad afirmando a cada momento que serán obedecidas: «Ya sabré yocómo te he de dominar...» «Se verá quién tiene la última palabra...» «Tú tedecidirás a ceder...». Esta especie de fanfarronadas disimulan mal ladebilidad de un poder medianamente seguro de sí mismo.

Si comprobáis que habéis vencido a una resistencia del niño, nohabléis en plan de triunfo, como si se tratara de un éxito personal al-canzado a costa de un adversario: «Ya sabía yo que tendrías que ceder...»«No pienses que eres más fuerte que yo...» «¿Ves este mocoso?... Noquiere escuchar a nadie; tendrás que comer todavía mucha sopa y crecermucho para no hacer más que tu voluntad...».

Esto es para el niño como regocijarse por la victoria que se le haganado. No se le debe humillar ni vejar porque haya obedecido; al con-trario, debe encontrar en vuestra aprobación afectuosa y en la satisfacciónde su conciencia la recompensa a su docilidad y ánimo para nuevosesfuerzos.

Hasta los dos años, la obediencia del niño no puede ser más quepasiva. Corresponde a la madre hacer esfuerzos para preparar los de suhijo y formar en él buenas costumbres, precisas asociaciones que seránbase de una conducta sana.

A partir de los tres años, y aun antes, según el desenvolvimientointelectual, la obediencia debe comenzar a ser activa; pero una cosa escierta, y es que desde uno a siete años el niño pasa por tres etapas en laobediencia: obedecer, porque se le quiere; saber obedecer, porque es pre-ciso; querer obedecer, por necesidad y por interés. A los siete años toda lasubconsciencia del niño debe estar ricamente formada con todas lascostumbres físicas, intelectuales y morales.

De los tres a los siete años, la formación de las costumbres continúaen otra forma; no sólo se intenta dominar al niño —los educadores no sondomadores de fieras—, sino despertar el sentido de obediencia y ejercitarloen esta facultad. Los primeros esfuerzos deben orientarse a conseguir esteobjetivo: obedecer. Que el niño sepa que existen en la vida necesidadesque no es posible eludir, porque «es así». El poder de sugestión de un «esto

49

Page 50: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

es así», dicho con calma, fuerza, persuasión, es inmenso. El pequeño debesentir que hay allí una especie de maravillosa necesidad que le facilitarátodo si acepta. Si uno se enfada para decir esta pequeña frase tan im-portante, si uno se enerva o cansa, todo está perdido, el resultado serácontrario.

A medida que el niño crece es mejor actuar a base de insinuación queen forma de mandatos imperativos: «Me parece que haríais bien en haceresto...» «¿No piensas que te interesaría hacer esto otro?...». «Creo que siyo estuviera en tu lugar, obraría de tal manera».

La imaginación puede facilitar el cumplimiento de ciertos deberesenojosos. Puede desviar la terquedad, preservar de choques demasiadoviolentos. Un pequeñuelo se niega desesperadamente a dejar un tintero queha cogido; mandatos y peticiones exasperan su negativa: catástrofeinminente; pero que alguien, en tono bajo y poniendo un dedo en loslabios, murmure: «|Chis! No hay que hacer ruido, se va a dormir eltintero...» Con mil precauciones el niño, encantado, coloca el objeto en susitio. La mamá cuyo niño llora, y que hace como si cerrara una llave a laaltura de la sien del niño: «¡Ris, ras! Cerrado el grifo de las lágrimas».

Le gusta al niño dar un carácter mágico a su mundo; todo lo quesensatamente posee ese carácter le seduce. Una mamá utilizó el procedi-miento siguiente: «¿Qué palabras es preciso pronunciar para que osquedéis inmediatamente tranquilos y obedientes?» La pregunta despertó elinterés de sus tres fierecillas, cada uno eligió por sí mismo la palabra quedebía tranquilizarlo. Para el primero fue ésta: «pi-kam»; para el segundo,«to-ki»; para el tercero, cualquier otro vocablo, también vacío de sentido.El resultado fue verdaderamente milagroso, y mucho tiempo despuésbastaba todavía pronunciar esas sílabas para conseguir la calma, triunfar deuna crisis, obtener una docilidad perfecta y sorprendente.

Evitad esos mandatos a tontas y a locas, mandatos que nadasignifican y que no son más que una necesidad de descargar los nervios:«Vamos, apresúrate...» «Más de prisa...» «Mira delante de ti...» «Ponatención...». Multiplicando las órdenes sin motivos, la autoridad se debi-lita.

¿Por qué mandar cosas que los niños están dispuestos a hacer por símismos?

50

Page 51: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

El educador debe comprender la necesidad que el niño tiene deactividad y libertad. A fuerza de intervenir sin cesar para impedir que losniños hagan algo a su gusto, se hace insoportable la autoridad. Comoaquella mamá nerviosa que daba un día a su sirvienta la siguiente orden:«María, vaya a ver qué hacen los niños en el jardín, y prohíbaselo...».

No confundáis la autoridad con el autoritarismo, ni seáis como esospadres que mandan a lo tonto, por el gusto de mandar, y que no consiguenotra cosa que agotar a sus hijos sin provecho alguno.

Limitad a lo esencial vuestras exigencias y mandatos. No digáis sinnecesidad: «haz esto», «no hagas aquello», «debes obrar así»... La mayorparte de los padres pasan su vida dando órdenes a sus hijos. Resultado:muchas de esas órdenes son letra muerta. Reflexionad antes de mandar.Comprobaréis que son inútiles las tres cuartas partes de las veces.

Cuando queráis mandar a vuestro hijo que haga alguna cosa,decídselo seriamente, con firmeza y, a la vez, sin ser ni duros nidesagradables. Hacedle saber que queréis ser obedecidos en seguida yprocurad serlo. A veces, no basta hablarle con tono persuasivo.

Cerrad entonces dulcemente, pero con energía, el libro del niño yconducidlo a su habitación.

De nada sirve chillar; es menester obrar a tiempo.

Es necesario saber con precisión lo que se quiere cuando se le mandaalgo al niño, y es preciso también quererlo verdaderamente. El niñocomprende muy pronto, como por instinto, por el tono de voz, laimportancia que los mayores dan a las órdenes que le formulan.

Las órdenes arbitrarias más bien producen la insubordinación que laobediencia, y ciertas tentativas inoportunas para conseguir la obedienciapor la fuerza no hacen más que afianzar la terquedad.

Basta que el niño se habitúe dulcemente a ceder a las exigencias de laobediencia; casi nunca es útil hacerlo ceder por la fuerza.

No deis nunca una orden en tono suplicante; no tenéis que mendigarla sumisión. No deis nunca una orden en tono brusco; no tenéis por quéhacer odiar la obediencia.

No compréis nunca la obediencia. Nada más odioso que discusionescomo ésta entre una madre y su hijo de ocho años que había recogido en lacalle no sé qué objeto sucio: «—Vamos, tira eso. —No. —¿Quieres tirareso, o te doy una bofetada? —No.» Y el niño echa a correr. Entonces la

51

Page 52: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

madre, como último remedio: «Tíralo y te daré una peseta». Respuesta quepone de manifiesto hasta dónde puede llegar la impertinencia cuando laautoridad es débil: «Primero, dámela, y ya veré después.»

Si mandáis a un niño con la certidumbre de que no os va a obedecer,no vale la pena hacerlo. Así aquella madre poco avisada que decía: «Hagomal en mandarle algo. No hace más que su capricho».

Si queréis conseguir la obediencia, procurad que vuestros hijos seenteren bien de lo que deseáis; no mandéis cosas superiores a las fuerzasdel niño y mandadlo con la firme seguridad de ser obedecido.

Que vuestros mandatos sean claros para la pequeña inteligencia devuestros hijos. No basta con que os oigan; es menester que os comprendan.

Para obtener con facilidad la adhesión de la voluntad del niño avuestro esfuerzo en mandarlo, suponed el problema resuelto, presentad asu imaginación la imagen atractiva de lo que él puede ser si se sobrepone así mismo; por ejemplo: «Dime cómo se hace eso cuando se es ya un chicomayor.»

Haced repetir a los mismos niños lo que queréis que hagan; de estamanera os aseguráis e si lo han oído y comprendido, y, por otra parte, elhecho de explicar ellos mismos lo que van a realizar los predispone a obraren el sentido indicado en el mandato.

Los niños no tienen la misma noción del tiempo que nosotros.

Se dejarán absorber por un juego hasta el momento en que ya notengan tiempo de poner todo en orden. El remedio para esto es sencillo:darles siempre un previo aviso. En tiempo oportuno decid al niño: «Lacomida va a estar pronto dispuesta; es tiempo de que te prepares.» Si no loestá cuando lo llaméis, el reproche será justificado; será suya la culpa y no,como muchas veces ocurre, vuestra.

¿Habéis notado que algunos mandatos que hacemos son malinterpretados por nuestros niños? Sus reacciones son a veces muy raras ydesconcertantes para el adulto. Pedrito —seis años y medio— hace untrabajo de clase y escribe con letras enormes. El papá, burlón, indica: «¿Nosabes escribir más grande?». Resultado: una página de escritura con las«s» y las «z» gigantescas.

En el momento de salir la mamá dice a Dioni, de tres años y medio:«Vete un momento a ver si mis guantes están en la habitación.» La

52

Page 53: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

chiquilla vuelve afirmándolo, pero... no trae los guantes. El niño es, enefecto, realista y objetivo. Su inteligencia, apenas formada, no comprendetodos los matices de nuestro lenguaje de adultos.

Además, menos artificioso que nosotros, toma al pie de la letra lo quedecimos y no transige con los varios sentidos de las palabras. Para él, es sío no, blanco o negro, grande o pequeño, y no comprende que se quieradecir sí diciendo no.

Debemos, por tanto, preocuparnos de expresar exactamente nuestropensamiento, sobre todo si se trata de órdenes importantes. Si digo: «No seva al jardín cuando está oscuro», es preciso que sea verdaderamente denoche; si no, el niño encontrará que todavía está claro. Más de un niño hadesobedecido así de buena fe, y durante mucho tiempo rumiará como in-justo e incomprensible el castigo.

Intentemos, en fin, enseñar a nuestros pequeños la verdaderasignificación de las palabras. Admira comprobar a veces que un término,aun corriente, no es bien comprendido por algún niño.

Los niños interpretan las prohibiciones textualmente. Un pequeño aquien se había prohibido ir al salón por la noche en camisa, fue al díasiguiente completamente desnudo, cuando había invitados. El motivo de suconducta «impúdica» fue la prohibición hecha.

Mandad en pocas palabras; evitad los discursos y lasrecomendaciones largas. Dado un aviso, no volváis sobre él cien veces;obligad al niño a conformarse con vuestro deseo, sin contestar a susmúltiples «porqués» y «cómos».

Podría ser imprudente explicar siempre al niño la razón de losmandatos o prohibiciones que se le hacen: sería exponer vuestra autoridada ser discutida, juzgada y..., acaso, condenada. Sin embargo, es muy útilque de cuando en cuando, y a manera de ejemplo, le hagáis comprenderpor qué se le impone tal o cual cosa.

Apelando así a su juicio y a su corazón, y haciéndole comprender porqué debe obedecer, le facilitáis la obediencia. El día en que no juzguéis apropósito darle vuestras razones, es muy posible que se someta con gusto,igualmente, sabiendo que vuestras razones son siempre buenas.

No habléis en tono autoritario; no tengáis continuamente en la boca:«yo lo quiero», «yo lo ordeno», «debe hacerse mi voluntad ante todo».

53

Page 54: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Esto, a veces, es una manifestación de fuerza; pero, con frecuencia,es un signo de debilidad, con el cual el niño no se deja engañar muchotiempo.

No tendría buen efecto un mandato si pareciera encerrar unaamenaza, un sentimiento de cólera o una represión anticipada, como si elmandato, aun antes de ser formulado hubiera sido mal cumplido.

Hay mandatos mal hechos, que sugieren a la vez la posibilidad deuna resistencia y el enojo. El mismo acto sin esta intervención habría sidoejecutado automáticamente sin enojo ni resistencia.

Parece que la voluntad decidida de la mayor parte de los padres y delos educadores es dar al niño, ante todo, el conocimiento y la preocupacióndel mal. ¡Y después se le prohíbe ese mal y se le castiga si lo hace!

Desde los primeros años, en lugar de apartar de él las ocasiones decometer torpezas, le hacemos vivir en medio de multitud de objetos a sualcance que excitan su curiosidad, y de los que le decimos sin cesar, aunantes que haya tenido la idea de tocarlos: «No toques esto.» En lugar deocupar su espíritu y sus manos para alejar de él la idea de hacer lo que nodebe, le dejamos ocioso, multiplicamos las prohibiciones: «No harás esto»,«no dirás esta palabra». Y no dudemos de que la misma prohibición hacenacer la idea y el deseo de la cosa prohibida. Así sucede siempre a lo largode la educación. En vez de evocar ante el niño el bien, la belleza, lajusticia, la bondad, etc., y de nutrir con esas ideas la imaginación,hacérselas amar y admirar, no le hablamos más que de lo malo, las faltas,las falsedades, con el pretexto de alejarlos de ellas. En lugar delentusiasmo por el bien, que lo haría fuerte, lo saturamos del temor del mal,que lo hace pusilánime, cuando no lo convierte en hipócrita.

La verdadera manera de preservar a un niño consiste en formar sudiscernimiento dándole alguna ocasión para ejercitarlo.

Cuando le decimos: «Vas a tener frío, te vas a costipar», «vas a tenerindigestión», «te vas a hacer daño», «te vas a caer», se formulanafirmaciones perentorias que tienden a realizarse por un solo poderevocador. Los temores de los padres adquieren realidad, se aumenta elpeligro en vez de aumentar, como debería hacerse, la resistencia del niño.

Decís a un niño que se sirva en la mesa; instintivamente afirmáis:«Ten cuidado, vas a tirar algo.» Sólo esta afirmación bastará a veces parahacer torpe al niño.

54

Page 55: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Sabed endulzar vuestros mandatos. Procurad dar al niño la impresiónde que emanan de su propio pensamiento, más que de una voluntadextraña. «Creo que tienes razón en querer esto». Así es como se obra. Noes ni necesario ni de desear que una orden produzca impresión des-agradable.

La forma impersonal: «Es necesario hacer eso», consigue mucho másdel niño que la forma del despotismo personal: «Quiero que hagas

Cuando el niño crezca no presentéis jamás la obediencia como unadisminución de su personalidad, sino, al contrario, como un medio demostrar que tiene espíritu de jefe. Jefe es quien sabe obedecer antes desaber mandar.

Si el educador en toda su actitud demuestra que no es ni por suplacer, ni por su provecho, ni por su capricho, ni por su orgullo, por lo queusa de su autoridad; si manda de tal manera que da la impresión de que élmismo obedece al mandar, aparece entonces para el niño como larevelación de una vida superior, donde, bajo el reinado de la justicia y de lapaz, desaparece la oposición de los egoísmos.

2. El arte de reprender

Los niños, por naturaleza, carecen de experiencia; es función de lospadres prevenirlos sobre los peligros en que pueden encontrarse. Pero losgritos de alerta excesivos o desproporcionados terminan por embotar laatención y la sensibilidad; y cuando haya un peligro real que prevenir,entonces la intervención de los padres tal vez no sea tomada en serio.

Dos extremos deben evitarse en educación. El que consiste en nointervenir nunca, el «dejar hacer, dejar pasar», o política de ojos cerrados:«haz lo que te plazca y déjanos en paz», política de dimisión que puedeconducir a consecuencias catastróficas. O el exceso opuesto, que consisteen intervenir a cada instante por menudencias sin importancia.

La verdad, como siempre, está entre ambos. El niño necesita la ayudadel adulto, y esta ayuda, aun cuando sea pequeña, puede consistir en unaespecie de adiestramiento incesante: el recuerdo de un dolor, regañar porun gesto o una actitud reprensible.

Los buenos ejemplos y los estímulos al bien no bastan siempre eneducación. El niño no nace perfecto; hay en él tendencias anárquicas, y en

55

Page 56: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

el momento en que menos se espera puede manifestarse un carácterenvidioso, autoritario, independiente, antisocial, etc.

Es, pues, normal que el padre y la madre tengan que canalizar yorientar en buena dirección las jóvenes fuerzas vivas, por medio de unareprensión que, si es bien dosificada —se adapta al caso y se aplica atiempo— contribuirá a hacerle conocer los límites entre el bien y el mal, lojusto y lo injusto; en una palabra: a formar su juicio moral.

Para que sea eficaz una amonestación debe ser poco frecuente ybreve. Si toma el aspecto de comedia con gritos muy fuertes, pierde todosu efecto. El niño, asustado al principio y bien pronto indiferente, dejarápasar la tormenta a expensas de la formación de su conciencia, pues unaconciencia no se forma por sí sola.

Es interesante que vuestras actuaciones se efectúen con serenidad yse revistan de un carácter apacible. Tendrán entonces —estad seguros— unresultado eficaz. Y aunque contraríen de momento las defensas instintivasdel niño, le ayudarán finalmente a encontrarse a sí mismo.

La mayor parte de los padres no se paran en barras y usan de suautoridad con observaciones inútiles y completamente secundarias, conrepetición de advertencias accesorias, en exceso de solicitud que va encontra del bien perseguido.

Por poco que se observe, en un jardín, en un tren, en una casa, unamadre con su hijo, se asusta uno del número de avisos, a vecescontradictorios, de las reprimendas, con frecuencia ilógicas einjustificadas, que llueven sobre los pobres pequeños: «Enrique, no corras;vas a sudar.» Algunos minutos después: «No te quedes ahí plantado comoun árbol; vete a jugar.» «No te acerques tanto al agua; te vas a caer.»«Fíjate en tus zapatos; te vas a ensuciar.» «Vas a desobedecerme, comosiempre...» «Enrique, ¿qué te he dicho?...» «Es terrible tener chicos comoéste.» «No puedo hacer nada contigo; nunca eres bueno.» Y menos mal sino añade la pobre madre, inconsciente del alcance de sus palabras: «Se vebien que tienes el carácter de tu padre».

La solicitud maternal no debe ejercerse más que cuando seaverdaderamente necesaria.

Haciendo reproches sin cuenta ni razón, se corre el peligro de falsearla conciencia del niño, que no aprende a atribuir a las órdenes y a lasprohibiciones la importancia relativa que a cada una corresponde; se le

56

Page 57: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

impide expansionarse, adquirir experiencia propia, sufriendo las conse-cuencias de sus necedades o de sus imprudencias, naturalmente allí dondeno existe un peligro grave.

«Entre las ventajas que ofrece el sistema de las reacciones naturalesvemos, en principio, que da al espíritu, en materia de conducta, esa nociónjusta del bien y del mal que resulta de la experiencia de los efectos buenosy malos. En segundo lugar, que experimentando el niño las consecuenciasdesagradables de sus malas acciones, debe reconocer, más o menosclaramente, la justicia de la pena; en tercero, que reconocida la justicia dela pena, y por ser aplicada ésta por mano de la naturaleza, no por las de unindividuo, siente en ella el niño menos irritación, mientras el padre, nohaciendo otra cosa que cumplir el deber comparativamente pasivo que porvías naturales, conserva una calma relativa; cuarto, que previniendo laexasperación mutua, las relaciones que existen entre padres e hijos sehacen más dulces y más fecundas en buenas influencias» (Spencer).

Cuando un niño se cae o se da con la cabeza en una mesa, siente undolor cuyo recuerdo tiende a hacerlo más atento. Si toca el tubo de lachimenea, pasa la mano por la llama de una cerilla o deja caer una gota deagua hirviendo sobre su piel, la quemadura que siente es una lección queno olvidará fácilmente. Un niño que tiene la costumbre de la inexactitudperderá su paseo; otro descuidado, que pierde o rompe los objetos de suuso, sufre la negativa de sus padres para reemplazar los objetos rotos operdidos. Más tarde, un niño que no cuida sus vestidos se ve privado desalir con la familia de excursión o de visita a casa de unos amigos. Másadelante, un joven indiferente e inactivo no obtiene una plaza codiciada;éstos son los castigos por las reacciones naturales que siguen a las faltascometidas.

Para que el niño adquiera conciencia de su responsabilidad yenseñarle de una manera concreta el alcance de lo que dice o hace, uno delos medios más eficaces consiste —siempre que la cosa sea posible— enhacerle reparar, material o moralmente, el daño que ha causado.

Cuando se tiene que reprender a un niño es mejor —siempre que lafalta no haya sido pública— hacerlo en particular y en voz baja.

No conviene prolongar la conversación con el niño a quien es precisocastigar. Ni aceptar, en manera alguna, la discusión. Es mejor cortar por lo

57

Page 58: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

sano, sin explicación, con la sonrisa apacible del que tiene sobradasrazones y no quiere exponerlas por el momento. El delincuente ultrajado seesforzará entonces en adivinar lo que no se dice. Los argumentos que élencuentra tendrán más valor que hubieran tenido los vuestros, porque losha deducido él mismo.

Lo que es preciso evitar a toda costa cuando se reprende a un niño escompararlo con otro: «Mira qué bueno es tu hermano. ¡Ah, si fuerassiempre como Javi!» Nada más a propósito que esto para crear entre él y elmodelo propuesto envidias y hasta enemistades inaplacables.

Nunca, en relación con un incidente cualquiera, conviene resucitarantiguos agravios. Una vez perdonada la falta pasada, no debe recordarse.Volver sobre ella significa que no se ha perdonado del todo, que seconserva tal historia humillante dispuesta para ser contada. Hay en esaactitud algo que desanimaría para siempre al niño a hacer esfuerzos.

Uno de los casos que suscitan generalmente la intervencióntumultuosa de los padres es el de las disputas entre hermanos y hermanas.Y está comprobado que en la mayoría de los casos, después de cuatro ocinco minutos de discusión, uno de los niños cede, sea porque se encuentramenos fuerte o porque se muestra más razonable que el otro. ¿Por quéintervenir, si el caso se resuelva satisfactoriamente por sí solo? Tanto máscuanto que con frecuencia nos engañamos respecto de la intención real delniño. No debemos malgastar nuestra autoridad por pequeñas faltas, sinestar libres, si hubiera abuso de poder por parte de alguno, de darle entiempo oportuno un concepto más exacto de la justicia distributiva y de lacaridad fraterna.

Conozco dos niños que duermen en la misma habitación.Naturalmente, algunas veces riñen, y lo más frecuente es que se diviertan ala hora de acostarse. Se les ha dicho que deben callarse en cuanto seacuesten, pero eso no ha servido de nada: cuando se apaga la luz y sale lamamá, continúan la alegría y la charla.

Una noche, la mamá vuelve por segunda vez a regañar a losdesobedientes. Un poco consciente de la necesidad de imponer un castigoy otro poco enternecida por la risa que todavía ve en las bonitas caras,dice: «¿Tan difícil os es obedecer? Las mamás son dignas de compasión:deben hacer hombres buenos y leales con chiquillos desobedientes. ¿Cómolo conseguiré ya con vosotros? Esto no es nada alegre, os lo aseguro.» Era

58

Page 59: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

una simple observación y la mamá no esperaba respuesta; perosúbitamente el más joven de los futuros «hombres buenos y leales» sacudesu cabeza y dice con una vocecita entristecida: «Sí, ya he pensado tambiényo que debe ser triste para ti el que no seamos buenos».

Y la madre se retiró contenta y agradecida.

3. El arte de castigar

La simple reprensión no basta a veces. Es necesario sancionar unadesobediencia descarada, una falsedad comprobada, un hurto desvergon-zado.

«Al período en que el niño está constantemente en su cuna sucede eltiempo en que comienza a alimentarse con cuchara. Ocurre entonces queen su exuberancia se entretiene el niño golpeando la mesa con eseutensilio. La primera vez, la mamá le hará comprender que desaprueba esejuego; le cogerá la mano y le dirá clara y distintamente: ‘No puedes hacereso’. Si se repite, protestará la mamá un poco más fuerte y repetirá laprohibición en tono más imperativo. Será necesario, ciertamente, hacer lomismo más de dos o tres veces; pero aunque tuviera que repetir cien vecesel mandato, no puede dejar de hacerlo sin gran peligro... Cuando llegue eltiempo de poder llevar al niño al parque, el ‘tú no puedes hacer eso’ seráaún más necesario. Cuanto más severas seáis en principio, menos tendréisque repetir las prohibiciones.

Pero a partir de esta edad comienza el niño a no querer; si hastaentonces las faltas que cometía eran por exceso de vitalidad y por igno-rancia, lo hace después por desobediencia. Ya sabéis cómo se produce:cuando el niño lleva a su boca un objeto que no está precisamentedestinado para ese uso, y se lo prohibís, puede suceder que repita el hechocon gesto de determinación, y entonces mirándolo de frente... Si el ‘nopuedes hacer eso’, pronunciado severamente, no produce estimulante másenérgico, un ligero cachete en la mano será más eficaz que las palabras. Noprohíbe, pues, el pegar, si es que al dar un ligero cachete puede llamarsepegar» ( J. Lamers-Hoogveld).

Nada más nocivo y cruel para el niño que esa falsa sensibilidad quese inclina ante sus caprichos y faltas con el pretexto de que no es más queun niño. No está bien tratarlo brutalmente, pero exigir, en principio, «queno se debe hacer al niño el menor daño» es un absurdo que hará del niñoun tirano.

59

Page 60: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

El niño de tendencias anárquicas. No es de admirar que uno u otrodía aparezca en él una tendencia insana. Desconfiemos de las perfeccionesprematuras. Es papel del educador intervenir, a veces enérgicamente, paraasociar en el espíritu y aun en la carne del niño la idea de un sufrimientocon la de la transgresión.

El castigo, para ser educador, es decir, formador de la conciencia,debe ser siempre adaptado a la edad del niño, a su carácter, a su tem-peramento y también a las circunstancias de la falta. Sin esto sería unatorpeza, una maldad, una ligereza, una falta de respeto.

Una sola y buena corrección puede producir la curación radical ydefinitiva allí donde la advertencia, la reprensión o los castigos ligeros noharían más que cansar sin provecho.

Es un error castigar a un niño por una acción de la cual él no habíaadivinado el carácter reprensible. Antes de castigarlo conviene comprobarsi sabía que la cosa estaba prohibida.

Debe el educador borrarse, aparecer lo menos posible en el castigo, afin de eliminar toda apariencia de lucha o de venganza personal, y parahacer sentir al culpable que es él mismo la principal causa de los enojoscontra él. Hasta se puede intentar que sea él quien fije la duración de sucastigo, bien entendido que éste no terminará antes que haya reconocidosus errores y esté resuelto a corregirse de ellos.

Todos los castigos deben tener, en cuanto sea posible, un caráctertranquilizador. La mayor parte de las veces la sanción será más eficaz siobliga al culpable a una pequeña cura de calma y reflexión.

Quien bien te quiere te hará llorar, dice el proverbio. En este sentido,todo castigo, para ser legítimo, debe proceder del amor; de un amor másfuerte que el sensible. ¿No es necesario, acaso, ir contra el propio corazónde carne para castigar a un ser débil y amado tiernamente? Pero es, aveces, el mejor testimonio de cariño profundo que se le puede dar. El niño,por otra parte, no se engaña en esto. Distingue con trazo seguro loscastigos merecidos y los que no lo son.

Nunca una sanción justa aplicada tranquila y aun firmemente puededisminuir el respeto y afecto hacia sus padres.

El educador que tiene conciencia de su tarea, que no quiere niabandonar a los niños a sí mismos, ni esclavizarlos haciendo de ellos

60

Page 61: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

instrumentos, se siente como identificado con ellos, de tal manera que susignorancias, sus miserias y sus faltas le pesan como si fueran propias ycomo si fuera él responsable de las mismas; de tal manera que, alcorregirlas por deber, no por ejercer un derecho, sufre con ello, como si secorrigiese a sí mismo, los castigos que impone y los esfuerzos que pide...Las amenazas y los castigos no tienen más que apariencias de violencia,como los castigos que uno se impusiera a sí mismo.

A la vez que los sufre, puede el niño comenzar a consentirlos. No selos impondría a sí mismo; precisamente por esto son necesarios; por elloshabla una conciencia que supliendo a la suya, acaba por despertarla eiluminarla.

No se debe nunca castigar con aire de triunfo como si se tratara de unarreglo de cuentas: «Verás si no soy más fuerte...» «Te voy a enseñar aobedecerme.» La educación no es un combate donde hay vencedores yvencidos, sino una colaboración eficaz, puesto que está hecha de confianzay cariño.

Destrozar una voluntad es siempre esterilizar el ser, y no es siempreaniquilar la insubordinación.

Es preciso evitar que adquiera el niño la idea de que ha sido arrojadode la sociedad normal, ya sea por su falta o por el castigo en que haincurrido.

Los niños castigados con demasiada frecuencia terminan por soportarcon alegría los castigos, como soportan cualquier otro momentodesagradable de su existencia.

¿Qué hacer cuando a una sanción contesta el niño: «Me es igual...»«Lo mismo me da»?

1. No responder igualmente: «A mí también...» o «Mucho mejor si tees igual.»

2. No amenazar con un castigo más fuerte: «Puesto que te es igual,será que no te he pegado mucho.»

3. Decir sencillamente: «Mi fin no es serte desagradable, sino darteocasión para que reflexiones, te tranquilices o impedir que molestes a losdemás.» La mayor parte de las veces esta dulzura después de la correcciónmerecida hará comprender al niño el verdadero fin de vuestra intervención.

61

Page 62: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Reflexionad antes de pronunciar una amenaza. Si amenazáis confrecuencia sin ejercitar las amenazas, llegarán a ser para los niños bromassin importancia o un verdadero juego.

Un día, dos chicos que, cansados de las amenazas continuas de sumadre, seguían en su mala conducta, confesaron: «Hemos querido verhasta cuándo podíamos continuar portándonos mal sin que nos castigaras.»

Evitad los castigos humillantes, absurdos o antieducativos. Absurdos,como privar al niño de ir a misa; humillantes, como ponerle el gorro decabeza de burro; antieducativos, como obligarle a copiar veinte veces: «Hedesobedecido a mamá» (por lo menos, que sea una frase positiva: «Quieroobedecer cada día mejor»).

«Un pequeño era tan terco y obstinado que se había adquirido lacostumbre de encerrarlo en una habitación hasta que terminara por ceder.

Al principio, su padre iba de cuando en cuando y entreabría la puertade la prisión para preguntar al niño con voz enfadada: ‘¿Terminaste ya?Fíjate bien. Si no eres bueno todavía, permanecerás ahí todo el día si espreciso’.

Este sistema de intimidación no daba resultado. El rebelde norespondía o lo hacía con altivez. Un día, los padres pensaron cambiar demétodo. Continuaron encerrando al chico obstinado en el mismo lugar,pero sin reñirle fuertemente: ‘Vas a reflexionar un poco tú solo’, se le dijo.‘Procura tranquilizarte; parece que estás cansado, y cuando se está cansadono se es capaz de reflexionar como sería necesario. Cuando hayas com-prendido que debes ser razonable volverás con nosotros’. Algunos minutosdespués se volvió junto a él, pero no profiriendo amenazas temibles; elpadre se contentó con decirle en tono animoso y persuasivo: ‘¿Hasreflexionado? Eres razonable ahora, ¿no es así?... Te has dado cuenta. Yoestaba seguro de que comprenderías pronto. Está muy bien. Ven, pues’. Elresultado fue inmediato. La crisis se terminó como por encanto. Y demanera análoga se resolvieron las siguientes, hasta espaciarse ydesaparecer por completo. Así, comprendiéndolo, se le proporcionó alchico el poder ceder honrosamente: pudo ganar otra vez su puesto entre lossuyos con el sentimiento consolador de una victoria ganada por él mismosobre sí mismo, y no con una derrota impuesta por los demás.

El educador obligado a obrar con severidad no debe perder de vistaun principio especial: se debe procurar que coincida siempre el bien conuna impresión de triunfo y expansión o elevación. Si el niño, haciendo lo

62

Page 63: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

que está bien que haga, experimenta, al contrario, impresión e vergüenza yabatimiento, es que se ha cometido un error pedagógico de consecuenciasinconmensurables» (A. Berge).

No se debe nunca aplicar un castigo de una manera implacable, sinremisión. Es preciso dejar al niño la posibilidad de reparar por la confesióno el esfuerzo. La sanción irreparable desanima en el deseo de reparar.

Cuanto mayor es el niño, es también mayor la necesidad de obtenersu aprobación interna en el castigo merecido. La ejecución material de unasentencia no es nada si la voluntad secretamente la contradice. Es precisoque el niño comprenda en qué es digno de reprensión.

Pero no abuséis de la fibra sensible o dramática: «Me harás morir depena» o «Terminarás en el patíbulo...» Y menos aún la amenaza: «Te voy amandar a un correccional».

No se debe volver sobre una sanción justa. Levantar, sinconsideración, un castigo impuesto es demostrar debilidad más bien queperspicacia. Recordemos que la voluntad del niño tiene necesidad deapoyarse en una autoridad tan lógica como firme.

Cuando vuestro hijo obre mal no caigáis sobre él como un águilasobre su presa. Bajará la cabeza como pájaro bajo el granizo y huirá. Y eneste caso no imitéis a aquella pobre mujer enfadada que perseguía a suhijo: «Marcelo, Marcelo, ven aquí que te dé una bofetada».

Intentad comprender la razón de las faltas de vuestros hijos.Encontraréis en la calle a uno de ellos tirando piedras. Llamadle en tononatural y decidle que se expone a romper un cristal o herir a cualquiera quepase. Pero orientad su deseo de lanzar algo, animadlo a jugar al tenis o a lapelota...

No es necesario castigar todo. Hay faltitas en las que convieneaparentar que no se ven, sobre todo si no tienen malas consecuencias mo-rales o sociales.

Pero lo que una vez se prohíbe debe prohibirse siempre, mientras novaríen las circunstancias.

4. El arte de estimular y premiar

«Los niños tienen más necesidad de estímulo que de castigo»(Fenelon).

63

Page 64: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Creer que existen en realidad las buenas disposiciones es crearlas yaumentarlas.

La idea del juicio o de la opinión que de ellos se tiene desempeña enel niño un papel importante en la elaboración de esa urdimbre psicológicaen la que bordan cada día sus actos y pensamientos un poco de su vida.

Quien se persuade de que es incapaz de una cosa, pronto se haceefectivamente incapaz.

No es malo que el niño tenga confianza en sí. Vale más, en definitiva,que la tenga en exceso que con escasez. El «yo soy más» es mejorestimulante que el «yo no sirvo para nada» o «yo no conseguiré nada».

El niño es esencialmente sugestionable. Si se le dice sin cesar que estorpe, egoísta, embustero, etc., se le hunde, se le hace decaer de tal maneraque no podrá salir de allí.

Mucho más sana es la sugestión, inversa, que consiste en repetir conobstinación a un niño atacado de tal o cual defecto que tiene en verdadalgunas manifestaciones del mismo, pero que está en camino de curarse.

Nada desanima tanto como la indiferencia: «Después de todo, no hashecho más que tu deber». «Puesto que nada te digo, es que está bien». Elniño necesita algo más. ¡Es tan feliz cuando ve que le miman y apruebanaquellos a quienes estima y ama!

La confianza facilita la acción; la desconfianza suscita el deseo dehacer mal.

No hay que temer en demostrar a los niños nuestra confianza en susposibilidades. A veces será ése el mejor medio para que aparezcan algunascualidades, todavía adormecidas. Recordemos la observación de Goethe,aplicable a los niños y a los hombres: «Si consideramos a los hombrescomo son, los haremos ser más malos; si los tratamos como si fueran loque deberían ser, los conduciremos a donde deben ser conducidos».

Tanto en la alabanza como en la reprensión, en el premio como en elcastigo, es necesario tener mesura, lógica y justicia. Mesura, porque elexceso termina por desconcertar y hasta hace dudar del juicio de quienejerce la autoridad. Lógica, porque ¿qué significa felicitar hoy una acciónque mereció ayer una crítica? Justicia, porque un premio no merecidopierde su interés y su fuerza.

64

Page 65: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Se debe estimular al niño, más por el esfuerzo que ha empleado quepor el resultado obtenido. Es necesario conseguir que la aprobación de suspadres tenga para él más importancia que una golosina.

Hay casos en que está permitido utilizar el amor propio; por ejemplo:«Intenta hacer tal esfuerzo; es difícil, pero creo que tú sí podrásconseguirlo».

Debemos evitar hacer elogios que conduzcan al niño a creerse mejorque los demás. Lo mejor es demostrarle los progresos que ha hecho sobresí mismo, dándole a entender que puede hacer más todavía.

Uno de los medios de estimular al niño es trabajar con él en larealización de tal o cual proyecto, sobre todo si ese proyecto necesita parasalir bien que se guarde un secreto, como, por ejemplo, la preparación dela fiesta de la madre.

Toma el niño gusto al esfuerzo cuando le vale nuestra aprobación.Hay impulsos que son más bien tímidos deseos, impulsos que no saldríande ese estado si no fueran auxiliados por las personas de alrededor. Unaplauso oportuno da valor y confianza a quienes dudan. Una de las cosasque más animan a un niño es decirle cuando ha expresado algo bueno: «Sí,tienes razón», y recordárselo hábilmente si hay ocasión: «Como tú acabasde decir» o «Como decías antes».

Reconocerle a un niño sus progresos es animarlo a hacer otrosnuevos.

Si el niño sufre un fracaso no se le debe tratar con rigor, puesto queha hecho por su parte un esfuerzo laudable.

Debe evitarse el alabar sin reserva al niño. El alabarle un poco es aveces necesario. Démosle testimonio de nuestra estima: «He creído siem-pre que eras capaz de eso y de mucho más.» Animémosle; pero no letratemos como si fuera una perfección confirmada en gracia. El niño aquien se le dice sin tino y sin medida todo lo bueno que de él se piensa,corre el peligro de engreírse y llegar a ser un pavo real fatuo y orgulloso.

Puede traducirse el estímulo a un niño en una recompensa material:golosina, juguete, dinero. Pero no abusemos: es una solución fácil. Uno delos peligros de este método es el de mercantilizar y materializar losesfuerzos de orden moral que deben encontrar su sanción funda-mentalmente en la aprobación de las personas que le rodean y en la

65

Page 66: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

satisfacción de la propia conciencia. Hay, además, otro peligro: a medidaque el niño crezca serán necesarias recompensas cada vez mayores. ¿Nohemos visto padres que han prometido imprudentemente una bicicleta o unabrigo de pieles con peligro de comprometer el presupuesto familiar?

Sucede, a veces, que los resultados no están a la altura de la buenavoluntad y de los sinceros esfuerzos del niño. Evitemos el agobiarlo, y aunpara que no quede bajo una impresión deprimente de fracaso, intentemosponer de relieve la buena cualidad desplegada.

Anita, de cuatro años, y Bernardo, de cinco años y medio, regresande paseo. Las zapatillas de la hermanita han quedado en la habitación delprimer piso. Bernardo se ofrece galante para ir a buscarlas. Corre por laescalera y baja triunfalmente llevando un par de zapatillas que no eran lasde Anita. En lugar de regañar a Bernardo y decirle: «¡Qué bruto eres;podrías fijarte; siempre lo haces igual!», es preferible decirle: «Has sidomuy amable queriendo traer las zapatillas de tu hermanita. El par que hastraído se parecen; es muy fácil confundirlas. Vas a ser del todo bueno...» Elniño comprenderá en seguida y volverá a subir con alegría, con lo cual seduplicará el valor de su gesto fraternal.

5. Educación de la conciencia

Sólo hay educación verdadera cuando hay educación de la libertad y,por tanto, educación de la conciencia.

Prácticamente, para el niño pequeño, el bien y el mal son lo que suspadres llaman así. De ahí el peligro que supone lo arbitrario, lo exageradoo los errores de apreciación.

Los padres son como la conciencia viva del niño hasta que él llegue aedad de tener un concepto personal de la vida moral y sus exigencias. Eneste sentido ocupan verdaderamente el lugar de Dios. ¡Grandeza yresponsabilidad! Porque todo error de orientación o toda falsa maniobraproducirá después defectos en el mecanismo de la conciencia, y será unade las causas ocultas de muchos desarreglos de conducta.

Todos los juicios de valor emitidos por los padres, sobre todo si sonrepetidos con frecuencia, confirmados con ejemplos y sanciones, se graban

66

Page 67: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

de buen o mal grado en la conciencia profunda del niño y hasta en sucuerpo.

Es necesario dar a los niños no sólo el conocimiento, sino también elgusto por el bien. La virtud que es sólo virtud fría puede cansar por suausteridad misma. Cuando se adorna con belleza llena el alma de unaalegría que estimula, arrastra y deslumbra. No digáis, pues, solamente: «esbueno» o «es malo», sino: «es bonito» o «es feo».

Mucho más que las lecciones expresas de moral, los pequeñosacontecimientos de la vida corriente ofrecen a los padres ocasión para for-mar juicios rectos.

«Hay que ayudar, pues, a los niños y a los adolescentes..., a fin deque adquieran gradualmente un sentido más perfecto de la responsabilidaden el recto y continuo desarrollo de la propia vida y en la consecución dela verdadera libertad..., tienen derecho a que se les estimule a apreciar conrecta conciencia los valores morales y a prestarles su adhesión personal, ytambién a que se les incite a conocer y a amar a Dios» (Vaticano II,Declaración sobre la educación cristiana de la juventud, I).

Por sí mismo, el niño tiene tendencia a juzgar del valor moral de unacto por su aspecto exterior y su resultado moral. Para formar suconciencia es preciso hacerlo remontar hasta la intención, puesto que enella, más que en el aspecto o las consecuencias, reside la moralidad de unacto. «Has roto esta taza. ¿Por qué? ¿Por torpeza, por atolondrado, porcólera, por venganza?» «Has acusado a ese compañero que copiaba enclase. ¿Por qué? ¿Por maldad? ¿Por gusto de ver que lo castigan? ¿Poramor a la justicia? ¿Porque no se falseen las composiciones? ¿Porque no lovuelva a hacer?...» «Has mentido. ¿Por qué? ¿Por broma, por excusarte,por evitar un castigo, por darte importancia?» «Has desobedecido. ¿Porqué? ¿Porque no has oído? ¿Porque no has comprendido lo que se tepedía? ¿Porque te crees demasiado mayor para obedecer? ¿Porque se tepedía algo demasiado difícil?», etc.

Conviene no dar al niño como único móvil de la acción: «Debesdarme gusto.» Ve pronto el niño si da gusto o no a los que ama, los cualestienen el derecho de mostrarle si están o no contentos de él. Pero hay enesto un peligro que evitar: es el de hacerle creer que el único principiomoral es el del ser bien visto o aplaudido. Se correría igualmente el riesgo

67

Page 68: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

de hacerlo esclavo de la opinión, y es preciso que adquiera una concienciasuficientemente formada para no confundir lo que es bueno con lo que losdemás aplauden.

Las intervenciones del educador deben ser tales, que tengan siemprecomo consecuencia despertar en el niño el sentido de la responsabilidad yla conciencia personal. Deberá llegar un día en que la influencia deleducador sea sustituida por el sentimiento del deber. La ley moral, que enprincipio es exterior al niño e impuesta por la voluntad del educador, debeconvertirse en interior. Y no necesitar otras sanciones que las de suconciencia.

Para formar poco a poco la conciencia del niño, conviene juzgar anteél y con él algunas de las acciones que se presencian o las que porcasualidad se encuentran en lecturas: «Este chico se ha pegado con uno desus compañeros. ¿Ha hecho bien o mal? ¿Por qué? ¿Qué habrías hecho túen su lugar?»

Por la noche es muy conveniente indicarle que haga examen deconciencia, y si tiene necesidad de ello, ayudarle, evitando el ver sólo losaspectos negativos de su jornada y procurando conducirle a tomar unaresolución para el día siguiente. La noche es un momento particularmentefavorable en que el alma, más tranquila, se entrega con gusto al análisis desí misma.

A medida que el niño crece se le debe ayudar a forjarse un ideal, aencontrar una divisa, a elegir un punto a que dirigir sus acciones y deseos,a tener conciencia de su responsabilidad.

Poco a poco, dejadle libre para decidirse por sí mismo, sin dejar poreso de sugerirle frases como ésta: «Si estuviera en tu lugar, me parece queharía esto...»

No nos forjemos ilusiones: nuestros niños viven actualmente en unmundo dominado por el egoísmo y por máximas dudosas. Hay quedemostrarles el sofisma de frases como éstas: «Hay que disfrutar de lavida». «Ojo por ojo y diente por diente». «Vale más ser ladrón querobado». «El éxito es de los sinvergüenzas». «Piensa mal y acertarás».

Queda sin decir que los padres deben evitar toda contradicción entrelos consejos que dan y los actos que piden o exigen.

68

Page 69: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Para formar hombres de conciencia conviene hacer llamamiento a laconciencia del niño y considerarla o tomarla en serio.

Tan posible es romper una voluntad como se rompe un resorte. Esposible igualmente producir un eclipse en la conciencia, o un apagar parasiempre su luz bienhechora, sustituyendo la conciencia personal del niñopor una conciencia sólo exterior. A este pernicioso resultado se puedellegar por una vigilancia minuciosa y excesiva, que, empeñándose en verloy saberlo todo, hace inútil la conciencia del propio niño. Y una facultadque no se emplea no tarda en atrofiarse. Es, pues, una mala acción, ya que,en definitiva, es destructora. Es, además, un juego muy peligroso. Lapsicología más elemental nos enseña que el niño hará poco caso de suconciencia si se da cuenta de que sus padres y maestros no hacen de ellaningún aprecio: no se preocupa de ser consciente cuando comprueba quesu conciencia es considerada como cualidad despreciable.

6. Educación del sentimiento religioso

Una madre cristiana se preocupa por su hijo incluso antes de sunacimiento. Durante ese período único en que forma un solo ser con el hijoque lleva en sí misma, puede la madre, por su espíritu de oración y deoblación, ejercer una influencia invisible sobre su pequeñín y alcanzar paraél las bendiciones divinas.

En el momento del nacimiento, madres y padres cristianos consagranal Señor al niño que él les ha dado, o más bien, que les ha confiado. ¿Quéserá ese niño más adelante? ¿No está destinado a llegar a ser un elegido?¿No es acaso la misión más importante de los padres ayudarle a que realicesu vocación sobrenatural o de hijo o hija de Dios?

Que la preocupación por el legítimo regocijo familiar noempequeñezca en vuestro pensamiento la grandeza del primer sacramentoque va a recibir el recién nacido. Pensad que desde el momento en que sevierta el agua sobre su frente, a la vez que son pronunciadas las palabrassacramentales, vuestro hijo se convierte en templo del Espíritu Santo y quefuerzas ocultas —los gérmenes de las virtudes teologales— quedanmisteriosamente depositadas en él.

Corresponden a los padres el honor y la alegría de la primeraeducación religiosa de sus hijos. Pero es preciso prevenirlo todo.

69

Page 70: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

El padrino y la madrina reciben oficialmente de la Iglesia la misiónde «suplemento» y de «complemento». Con este espíritu hay que elegirlos,y no teniendo en cuenta únicamente convenciones mundanas osusceptibilidades familiares.

Desde que comience el niño a hablar, puede la madre nacerle repetiralgunas invocaciones cortas en su lenguaje infantil. Muy pronto, además,será capaz de hablar espontáneamente con el Señor, por poco que su mamálo anime a ello.

De la maneta como los padres hacen rezar a sus hijos depende engran parte el concepto que de la oración tendrán durante toda su vida. Si sehace la oración sin gusto, sin devoción, de tal manera que se cansen yaburran en ella, tienen el riesgo de asociar de mayores la idea deaburrimiento con cualquier acto religioso.

El ideal es que la oración se convierta para el niño en una necesidady a la vez una alegría. Le supondrá en algunos momentos un esfuerzo —por ejemplo, por la noche, si tiene mucho sueño— pero debe ser siempreun esfuerzo aceptado generosamente.

Desenvolver el espíritu de fe en el niño es habituarlo a ver a Dios, atener en cuenta a Dios en la vida corriente. Corresponde a la mamá llenarsus jomadas de este espíritu. Debe evitarse el relegar las relaciones conDios para el comienzo y fin del día solamente; debéis aprovechar lascircunstancias, así como las disposiciones de vuestro hijo, para hacerlesentir el amor de su corazón hacia aquel que lo ve sin cesar y que tantiernamente lo ama:

No es bueno abusar de la expresión «niño Jesús». Ciertamente, elSeñor lo ha sido, se acuerda de ello; pero no lo es. Si le place sentirsetierno con los pequeños, no es el personaje amanerado de los bucles rubiosy la camisa rosa que una imaginería dulzona ha vulgarizado. Es y siguesiendo el Señor.

Es preciso guardarse, por una parte, de tratar a Dios como pequeño,lo que conduciría muy rápidamente a falta de respeto y desaparición delsentimiento de veneración a lo sagrado. Pero no hay que presentartampoco a Dios como un ser lejano, inaccesible, al acecho de las de-bilidades humanas, dispuesto siempre a castigar a los delincuentes, chicoso grandes. Esto sería una caricatura, una verdadera traición. ¡Cuánto malpueden hacer frases como esas que lo asemejan a un sacamantecas o al tío

70

Page 71: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

del saco! «Has desobedecido; te has caído, te has dañado: te ha venidobien. ¡Dios te ha castigado!»

Tampoco se debe presentar a Dios como un rico comerciante con elque se establece un trato interesado.

No es necesario refutar aquí ampliamente la afirmación de algunospadres inconscientes que quieren esperar a que sus hijos tengan veintiúnaños para dejarlos escoger «libremente» su religión. ¡Como si se esperaraveintiún años para darle un nombre de familia o una patria! ¡Como si —yéste es el punto más grave— a los veintiún años no estuviera ya el hombremoralmente orientado!

¿Por qué privar a ese niño de todas las riquezas que en la vida leproporcionará una fe clara? ¿Por qué privar a Dios del amor de ese niño?¿No es lo más importante ayudar a ese niño a adquirir, con la gracia delSeñor, convicciones y una piedad personal conformes con el plan divinosobre él?

A propósito de la libertad de los padres en la educación religiosa nosdice el concilio Vaticano ii: «Cada familia, en cuanto sociedad que goza deun derecho propio y primordial, tiene derecho a ordenar libremente su vidareligiosa doméstica bajo la dirección de los padres. A éstos corresponde elderecho de determinar la forma de educación religiosa que se ha de dar asus hijos de acuerdo con su propia convicción religiosa» (Declaraciónsobre la libertad religiosa, 5).

En cuanto el niño sea capa2, deben enseñársele las principalesoraciones de la iglesia: el padrenuestro, el avemaría. Explicarles el signi-ficado y procurar que sean recitadas correctamente, sin atropellarlas. Másaún: velemos por el sentido de lo sagrado y hagamos rezar «con belleza»:señal de la cruz bien hecha, genuflexión bien hecha, oración bien dicha,con todo corazón.

No considerar nunca las oraciones como ejercicios de recitación. Esun error aprovechar, por ejemplo, la visita de una persona amiga parahacerle recitar al niño sus oraciones como si fueran una fábula: «Dile aesta señora lo bien que sabes tus oraciones».

Estas fórmulas no tienen valor más que como expresión de unsentimiento interior, y para ayudar esta expresión nada es indiferente o se-cundario.

71

Page 72: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

No limitéis las oraciones a las fórmulas oficiales: a medida que elniño crece, se le debe iniciar en la oración espontánea y en el trato familiarcon Dios.

Tiene el niño curiosidad por saber historias. ¿No conviene que lo máspronto posible su mamá le cuente la más bella de todas, la de Jesús? Perosi se quiere sacar todo el provecho para la educación del sentimientoreligioso, es preciso, sin insistir, ayudar al niño a expresar su emoción enuna oración, un propósito, una resolución.

Con los niños no se toman nunca en exceso las precauciones. Porqueno se les ha explicado bien la historia de Jesús y no han comprendido suresurrección, hay niños que se quedan bien en el estadio de la cuna, bienen el de la cruz. Para los primeros, Jesús es un pequeño como ellos, que nocrece nunca; para los segundos, es un Dios muerto.

Mi hermano, de cuatro años de edad —cuenta una educadora—, seinteresaba siempre por la significación de los crucifijos. Pero un día queestaba insoportable le dijo su aya: «Juan, si no eres bueno, el niño Jesús vaa llorar». Mi hermanillo la miró con asombro y, encogiéndose de hombros,contestó: «No puede llorar, pues está muerto».

Un punto sobre el cual se debe formar el espíritu religioso del niño esel del misterio de la muerte. Bastantes ocasiones se ofrecen paraexplicárselo. En lugar de presentar la muerte como el hoyo negro, fatal,donde toda vida humana se derrumba o hunde, ¿por qué no hacerlecomprender que la muerte no es un fin, sino un comienzo, y, como dice laiglesia, un nacimiento a una vida nueva, incomparablemente bella, buena,feliz y eterna? El «yo no sé qué» de la tumba no debe asustarnos, ya quesólo es envoltura material. El alma vive siempre y renace. Como lamariposa deja la crisálida de que sale, para lanzarse al azul primaveral.

Una excelente revista preguntó en una ocasión a sus lectores «cómose podría ayudar a los niños a descubrir o conocer la muerte». Destacamos,entre las respuestas recibidas, estas dos experiencias:

«A propósito del niño ante la muerte, he aquí la experiencia de miinfancia en lo que concierne, al menos, al hecho material de la vista de losmuertos. Se retarda indefinidamente con el pretexto de no impresionar alos niños: Esto es, en mi opinión, un error: el golpe será mucho másviolento si el primer difunto que tenga que ver ha de ser un ser amado.

72

Page 73: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Cuando éramos muy niños aún, desde los seis o siete años, no dudabamamá de llevamos a casa de alguna de sus amistades que hubiera muerto,aun cuando nosotros, niños, no la conociéramos mucho.

Lo hacía muy naturalmente: ‘M. X. acaba de morir. Su alma está conDios o tal vez en el purgatorio. Vamos a rezar ante él, por él y por sufamilia, que está triste’. Se guardaba de añadir: ‘¿No tendréis miedo?’, oalguna torpe sugestión del mismo género. Así, desde muy pronto, nosacostumbramos a ver sin espanto, con el sueño de la muerte, rostros quehabíamos conocido viviendo. Al regreso, aprovechaba mamá la ocasiónpara hablarnos de la vida y de la muerte de un cristiano, muysencillamente, a propósito del que acabamos de ver; nos decía cómo habíavivido y cómo se había preparado para morir. Le hacíamos nosotrospreguntas de niño, y ella las contestaba tranquilamente.

Más adelante, cuando Dios llamó a sí a nuestras abuelas, después deuna hermana y un hermano a quien queríamos mucho, nuestro dolor,aunque muy grande, no se complicó con ese terror nervioso que yo hevisto experimentar a algunos adultos en esas ocasiones».

«Mónica, de siete años, va a ser operada. Yo querría que si porcasualidad muriera fuera acepta a Dios su muerte, y le dije:

—¿Qué te parece, Mónica, si murieras en la operación?

—Pero ¡si estaré anestesiada y no pensaré en nada! ¿Terminarían laoperación aunque yo muriera al principio?

—No, no tengas preocupación.

—Pero sería horrible.

—¡Bah! No pienses en eso. Pero ¿qué pasaría si tuvieras que morir?

De pronto la figura de Mónica se ilumina, sigue en su ocupación.

—¡Mamá, si yo muriera muy bien, iría al cielo!

Dijo esto con tono alegre y con ardor.

Después, embargada en una humildad convencida, inimitable, quehacía pensar en las palabras: ‘Si no os hacéis semejantes a estos pe-queños...’, añadió tímidamente:

—En fin..., si Dios no encuentra que tengo muchos pecados.

Y recobrando toda su seguridad:

73

Page 74: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

—Seguramente voy derecha al cielo si muero en la operación,porque no voy por deseo mío. Es Dios quien me hace ir. El me llevaráconsigo.

Y al cabo de un momento, pues todo esto pasa mientras se prepara lacena:

—Sí, estaría muy bien ir al cielo; pero creo que preferiría quedarmeun poco contigo, mamá. Pero será lo que Dios diga.

Y segura de esto, volvió a salir saltando a terminar de poner lamesa».

Sería preciso hablar un día del demonio, como representante del mal.Pero, atención, no dramaticemos nada; desconfiemos de esas pinturasmedievales o de representaciones terroríficas de los diablos con suscuernos, sus pies ganchudos y las calderas hirvientes. Existe el riesgo defalsear simplemente para siempre el equilibrio del sentido religioso delniño. El infierno eterno es una verdad. Nuestro Señor lo ha afirmado en elevangelio. Pero evitemos los detalles, que no responden a fundamentoalguno, y que sirven tan sólo para impresionar la imaginación hasta elpunto de crear en algunos verdaderas fobias, que se traducirán en lapubertad por crisis de escrúpulos. Evitemos, sobre todo, el amenazar anuestros niños con el infierno por leves pecadillos. Presentemos a lareligión en su verdadera noción: una ardiente vida de amistad con un Diosque nos ama y nos llama a una espléndida obra de amor, realizando cadauno el papel insustituible y la forma de servicio que sólo él puededeterminar en el gran conjunto, cuya perfecta armonía se verá toda en eldía de la eternidad.

No hay que dudar en dar al niño ya mayorcito la idea de lacomunidad cristiana de que forma parte. Contarle la historia de losapóstoles, de los mártires, de los santos, la hermosa historia también de lasmisiones2. Hablarle del papa, del obispo, e inspirarle con el ejemplo y lapalabra un gran respeto a los sacerdotes y su ministerio sagrado.

Mostremos también con hechos y con ejemplos cómo la fe cristianaennoblece al ser humano: grandes hombres, héroes, sabios, cristianos.

2 Será bueno inscribir al niño en la Obra Pontificia de la Santa Infancia. Ella estimulará en él el deseo de la fe para los otros niños del mundo que no conocen to-davía a Jesús. Lo preparará también para la responsabilidad misional de todo bautizado.

74

Page 75: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Debemos también hacer conocer al niño la grandeza de su título debautizado, sin menosprecio evidente para los que no lo están. Peroenseñarle que puede por medio de su vida cristiana ejercer una influenciabienhechora en el mundo entero.

Advertir al niño que no es de admirar que existan sombras,contradicciones, horas difíciles en la historia de la iglesia. La barca dePedro sufre acometidas en el lago de la tempestad. Persecuciones yabandonos han sido anunciados. Pero Cristo es el eterno vencedor, y seráél quien dirá la última palabra.

Es necesario, además, dotar al niño de una fe personal todo loardiente y luminosa que sea posible, de un bagaje de respuestas que lepermitan no desconcertarse nunca, pues el niño que no puede responder auna objeción está en peligro de adquirir un complejo de inferioridad quepuede, según los temperamentos, actuar contra la estima de su religión.Sugerirle que en el caso en que no pudiera responder de momento pida aquien hace la objeción que la exponga por escrito para que él puedainformarse de alguien más competente.

Con el fin de que los niños se formen en una vida cristiana nos diceel concilio Vaticano n: «Los bautizados se hagan más conscientes cada díadel don recibido de la fe, mientras se inician gradualmente en elconocimiento del misterio de la salvación; aprendan a adorar a Dios Padreen espíritu y en verdad, ante todo en la acción litúrgica, formándose paravivir según el hombre nuevo en justicia y santidad de verdad, y así lleguenal hombre perfecto, en la edad de la plenitud de Cristo, y contribuyan alcrecimiento del cuerpo místico. Conscientes, además, de su vocación,acostúmbrense a dar testimonio de la esperanza que hay en ellos y aayudar a la configuración cristiana del mundo, mediante la cual los valoresnaturales contenidos en la consideración integral del hombre redimido porCristo contribuyan al bien de toda la sociedad» (Declaración sobre laeducación cristiana de la juventud, 2).

¿Desde qué edad se deben llevar los niños a la eucaristía? Esodepende de cada niño y de un conjunto de circunstancias exteriores. Loque es preciso evitar es que el niño se aburra, hasta el punto de fastidiarlela misa. No olvidemos: una estancia prolongada, inmóvil y silenciosa escontra su naturaleza. Pero si sus padres le han explicado de maneraadecuada a su inteligencia el sentido de la eucaristía, los actos del

75

Page 76: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

sacerdote, las diversas partes del santo sacrificio, si orientan sus oraciones,actitudes e intenciones, el niño de siete años, y aun más pequeño, puedeparticipar con fruto.

El punto delicado es la homilía. Confesémoslo: pocas son lashornillas comprensibles para los niños. De una manera general, un niño noes capaz de seguir el encadenamiento de ideas de un discurso antes de lapubertad. ¿Qué ha de hacer durante ese tiempo? Lo más sencillo, si nopuede salir a tomar parte en una reunión especial para niños, como se haceen algunas parroquias, es darle un libro de estampas religiosas que puedaocupar su inteligencia y su cora2Ón.

La primera confesión es un acontecimiento capital en la vidareligiosa de un niño. Conviene tener cuidado en no presentársela comoalgo temible. Sería una torpeza decirle frases como ésta: «Verás lo que tehará el señor cura cuando te vayas a confesar». Es preciso, al contrario,animar a los niños a tener confianza e insistir sobre la alegría de recibir elperdón de Dios.

El papel de la mamá en este sentido ha de ser de gran discreción.Puede ayudar al niño a preparar su primer examen de conciencia. Pero queno vaya a decirle al confesor antes de la confesión las faltas y defectos desu hijo «para estar segura de que lo dirá todo.» Dejad, pues, al confesorcumplir su misión.

No olvidéis que el confesor está obligado por el secreto sacramental,tanto para los niños como para las personas mayores. No vayáis apreguntarle después de la confesión: «¿Qué le ha dicho mi hijo?»

Al mismo tiempo, respetad la conciencia del niño y no le preguntéis:«¿Qué te ha dicho el señor cura? ¿Qué penitencia te ha impuesto?» Es esteun dominio que a toda costa debe ser reservado. Los niños perderán prontola confianza en sus confesores y en sus padres si pudieran suponer, conrazón o sin ella, acuerdos entre ellos.

Donde el acuerdo con el sacerdote es de desear es en lo concernientea la primera comunión. Normalmente, el niño debería poder comulgar encuanto pueda para dar testimonio claro de su fe en la eucaristía. Animad alniño con vuestras palabras a comulgar, pero lo importante es que tengagusto por comulgar y que vaya espontáneamente a la sagrada mesa. Nointervengáis nunca en prohibirle la comunión con el pretexto de que no esbueno: la comunión es un remedio, no una recompensa.

76

Page 77: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Buscad la ayuda, en esta tarea de la formación religiosa de vuestroshijos, de asociaciones adaptadas. El niño encontrará allí, además de unagracia específica propia de estas agrupaciones, la fuerza de una comunidadcristiana a su medida.

7. Educación de la voluntad

Un sacerdote que ha ejercido profunda influencia en su parroquia,escribía un día a los padres y las madres de familia una carta abierta quecomenzaba con estas palabras:

«Yo veo a muchos padres. Me suplican que haga «algo» por sushijos. Y veo también muchos niños... Los conozco. Lo que les falta a todoses el hábito del esfuerzo. No se les ha formado en ese sentido; no se lesexige lo suficiente..., se transige..., se capitula. Son buenos, tieneninmensas posibilidades. Se podría sacar mucho de su buena naturaleza.Desgraciadamente, se les deja sólo vivir... No tienen suficiente voluntad...Es el mal de la época. Es absolutamente necesario remediarlo...,desenvolver en ellos la energía. Es urgente. Los niños llevan en sí todo elporvenir.»

Es un hecho: en muchas familias se tiene miedo a pedir esfuerzos alniño, y eso bajo los pretextos más fútiles: miedo de contrariar al niño, decausarle disgusto, de hacerle enfadar. Es la educación al revés, porque esosniños que no saben dominarse, ni renunciarse, ni molestarse por los demásde manera adaptada a su edad, serán más tarde vencidos en la vida, si no esque se convierten en verdugos de aquellos que les enseñaron a ser tiranos.

Una dirigente de una colonia escolar escribía al rendir cuentas: «Enmuchas familias son los niños los que mandan y toman a su madre porcriada. Los niños son apáticos; empiezan las cosas cuando se les ha dichoveinticinco veces, y es preciso tener cuidado para que lleguen hasta el fin.En conjunto no tienen ninguna espera: sienten sed, es necesario beberinmediatamente; notan hambre, son las dos de la tarde, no importa, comenya su merienda; están fatigados, se terminó todo, imposible ir más lejos,etc.»

Los padres encuentran esto muy natural y no reaccionan lo suficiente.Algunas madres responden a esto: «Yo fui educada duramente; no quieroque sufra como yo; tiempo le quedará para sufrir».

77

Page 78: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

A otra dirigente, la madre de una jovencita le respondió cuando lehablaba de la educación del valor para su hija: «No, nada de eso... Le doyreconstituyentes, pero no quiero que usted la obligue a hacer esfuerzos».

La vida está hecha para ser vencida, ha dicho René Bazin. Si en laedad en que se adquieren los hábitos el niño, ante un esfuerzo, adquiere elreflejo de vencerse en lugar de escapar, enriquece sus reservas conenergías que le ayudarán más tarde a dominar las dificultades de laexistencia.

Pata desenvolver la energía y la voluntad en los niños es necesarioque los padres den ejemplo; en este sentido se convierte el niño sin saberloen uno de los educadores más exigentes de sus padres. Es preciso que lospadres se preocupen de su sostén físico y moral: que se esfuercen en noquejarse ante los niños, en no tener nunca aspecto triste, malhumorado,abatido, desanimado.

No tengáis inconveniente en pedir a vuestros hijos cosas algodifíciles. Es bueno, sin embargo, prevenirlos y animarlos: «Tenemos quehacer una cosa difícil, pero verás qué bien la haces».

No temáis tampoco aprovechar ese deseo instintivo del niño de sermayor. «Si quieres hacerte mayor, demuestra que eres valiente. Vamos,eres ya un muchacho enérgico y no te quejarás por una molestia pequeña».

Cuando haya ocasión debe procurarse que el niño se sienta orgullosode su resistencia: un pequeño de cuatro años a quien su papá felicitaba porsu resistencia a la fatiga después de un paseo más largo de lo que se habíapensado, respondió: «Sí; estoy fatigado, papá, pero no lo digo».

Aprovechar igualmente la tendencia del niño a sostener la buenaopinión que se tiene de él es, por otra parte, un procedimiento muy legí-timo en pedagogía.

«Conocí a un hombre que había hecho muchas buenas acciones y unnúmero importante de acciones censurables —escribe Duhamel en Laposesión del mundo—. Un día en que yo lo vi indeciso entre sus diversasinclinaciones comencé a decirle frases que empezaban aproximadamentecomo éstas: ‘Tú eres tan bueno... Tú que tienes tal o cual buenacualidad...’. Sucedió que este hombre llegó a ser realmente muy buenopara no perder o faltar a la reputación que de él se tenía. Si hubiera yo

78

Page 79: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

atraído su atención sobre las bajezas de su carácter, tal vez se hubiera con-vertido en un pirata».

Es muy importante desarrollar en el niño el valor y el espíritu desacrificio, porque los hábitos morales se forman más fácilmente antes de lapubertad que después. Y es un hecho que se puede gozar más librementecon las alegrías sanas de la vida, en cuanto más capaz se sea de renunciar aellas.

Es necesario educar a los niños virilmente. Lo normal es que tengan,a vece?, chichones, arañazos y pequeñas heridas sin importancia. No sedebe dejar, naturalmente, que las heridas se infecten, pero convieneenseñarles pronto a curarse por sí mismos. Y de todas maneras se debeevitar ese papel ridículo de padres demasiados sensibles: «¡Ay, mi pobrehijo; cómo estás... Es espantoso..., sangras..., qué desgracia...», etc.

El niño que se siente objeto de una solicitud exagerada se imaginaque acaba de ser víctima de un terrible accidente y buscará instintivamenteel hacerse interesante. Además, la sugestión aumenta las sensacionesdolorosas producidas por las pequeñas heridas.

Tienen los padres el riesgo de hacer tontamente de su hijo unintranquilo que se asusta, teme todo sufrimiento, transformando la menorenfermedad en catástrofe, observa con susto el funcionamiento de suorganismo y se trastorna por la más pequeña irregularidad.

Evitemos igualmente los interrogatorios con inquietud, el aspectocompasivo, la solicitud excesiva: «¿Sufres mucho? Dinos todo lo que sien-tes...» Los padres llegan a persuadir a sus niños de que son frágiles,incapaces de ciertos esfuerzos o de ciertos triunfos; de eso proceden latorpeza, el miedo invencible, la aversión o, por choque de retroceso, lainclinación a las aventuras o lances.

Los padres deben dar a sus hijos ejemplo de valor. Cuando sintamosen nosotros el desaliento o el cansancio, ocultémonos de ellos hasta quepodamos de nuevo aparecer en su presencia como debemos ser.

¿Cómo sería de otro modo? Deben apoyarse en nosotros. ¿Podríanapoyarse en seres débiles y vacilantes?

Cuando la pena nos abrume, no busquemos a nuestros niños paradesahogarnos. No es ése su papel. Los decepcionaríamos y les haríamos

79

Page 80: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

mal. Debemos ser valientes en la prueba, sin disimular la tristeza; pero ladebilidad ante ellos no nos está permitida.

Hay que evitar el educar a los niños «entre algodones». Se les puededar de cuando en cuando golosinas; lo dulce a su edad les es útil. Sinempacharlos. Enseñándoles a pasar sin ellos, a privarse voluntariamentealgunas veces.

Uno de los mejores servicios que se puede prestar al niño esacostumbrarle al esfuerzo y hasta prepararle para sufrir sin quejarse.

He conocido una madre digna de admiración. De joven habíaestudiado los problemas de la educación. Sabía cómo se debe procederpara despertar en sus niños el gusto y la práctica del esfuerzo, elsentimiento de lo bello, el hábito de la franqueza, del orden, de la oraciónregulada, del buen humor. Cada semana atacaba un defecto... Pedía a sushijos que triunfaran en ellos asignándoles un fin elevado, práctico, capazde impresionarles. Los interesaba por los enfermos, por los pobres, por losmoribundos que necesitaran gracias..., por un retiro del que se esperabanbuenos éxitos. Apasionaba a sus niños con «un fin». Después les decía:«Es necesario que esta noche hagáis un sacrificio». Los niños se sentíanarrastrados y se vigilaban, luchaban... Por la noche la madre les hacíagustar la alegría que se experimenta cuando se practica el bien. Y los niñosse daban cuenta de ello. Comprendían que el obrar mal hace desgraciadasa las personas, y que, al contrario, hay en el cumplimiento del deberalegrías elevadas. Hacían la conquista de sí mismos; estaban orgullosos.

Uno de los mejores medios para desarrollar la voluntad del niño esrepetir ciertas afirmaciones siempre que se presente ocasión de hacer algúnesfuerzo: «Las cosas duras o difíciles me gustan.» «Eso me cuesta, loharé.» «Es difícil, mucho mejor.» Sólo mediante esfuerzos se llega a sermás fuertes.

Un poco de dureza, de austeridad, es necesario a la salud, tanto a lamoral como a la física. Nada bueno o bello se hace aquí abajo sin esfuerzo.El deporte exige esfuerzo; el arte, la ciencia, exigen esfuerzo. Se puedeconseguir aquí alegría, pero no sin superar valientemente las dificultadesdel camino. Para no descomponerse, la vida humana en todos los aspectostiene necesidad de una cierta tensión, cierto fervor que no se encuentrasólo en el héroe o el santo, sino en la sencilla virtud del hombre honrado y

80

Page 81: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

en el trabajo bien hecho del obrero. En toda vida es necesario algo deheroísmo, y a veces mucho. Es un error grave suprimir el heroísmo en laidea de la vida, un error que proviene tal vez entre nosotros de unaconfusión lamentable entre violencia y heroísmo. La violencia sí quedebiera desterrarse de la ciudad de los hombres; el heroísmo, no.

Existe en el fondo de todo niño un heroísmo latente que convieneinvocar con frecuencia si se quiere que él se eduque.

Tengamos realismo a la vez cristiano y humano. Es engañargravemente a los niños hacerles creer que tienen aquí abajo derecho ab-soluto, incondicionado, a la felicidad, a la satisfacción inmediata de suscaprichos o de sus fantasías. Es menester que sepan que en la vida nada seobtiene sin lucha, sin paciencia, sin esfuerzo. Lo es también que, comocristianos, colaboren en la redención del mundo, y esto no se hace sin elencuentro con la cruz. Sin embargo, no se intenta aquí en manera alguna elenloquecerlos.

A cada día le basta su afán; a cada afán le basta su gracia. Dios midelas cruces por el tamaño de nuestros hombros, y él mismo se ofrece allevarla con nosotros para acabar en nuestra carne lo que falta a su pasión.

A través de la lucha, y aun a veces del sufrimiento, es como elhombre digno de llamarse así encuentra su alegría más duradera yprofunda. Durcb Leiden Freude, decía Beethoven.

Tiene un sentido para nosotros el dolor que debemos hacérselocomprender a nuestros niños. No les diremos esta monstruosidad de que elsufrimiento sea un bien en sí, no. El sufrimiento es un mal; no procede deDios, sino del pecado. El complacerse en sufrirlo no debe ser como un fin,sino como un medio, un medio poderoso de expiar nuestras faltas y deayudar a Cristo en la obra de la redención: «Estoy lleno de alegría en missufrimientos —decía san Pablo— porque acabo en mi propia carne lo quefalta a la pasión de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia».

El educador que na comprendido el sentido del dolor y conoce suprecio lo hará comprender muy fácilmente a los niños. Sabrán que el sufrires doloroso, pero no le tendrán horror; sabrán encontrar en la mismaaceptación del dolor una alegría de calidad infinitamente superior, porquees fruto de una caridad más profunda.

81

Page 82: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Es normal que el niño tenga miedo; pero es inútil y aun peligrosocrear complejos de miedo con relatos terroríficos, gestos odiosos, historiasde aparecidos o de ladrones.

Cuando un niño siente miedo, no está bien burlarse de él, sinohacerle recobrar la confianza, darle ejemplos de «sangre fría», animarlo acomprobar que su miedo carece de fundamento.

Es bueno que el niño tenga, hasta cierto punto, gusto por el peligro.El primero de los medios de acción contra el peligro es no tenerle miedo.

Es preciso aprender a querer lo que a uno le gusta para acostumbrarsea que no guste más que lo que se debe querer.

Las grandes victorias morales no se improvisan. Son el fruto de unamultitud de pequeñas victorias obtenidas en el detalle de la vida cotidiana.

Uno de los fines de la educación es contribuir a forjar caracteres,conferir al niño, como se decía en la edad media, el más alto de los seño-ríos: el señorío de sí mismo.

8. Educación del buen humor

Una educación fuerte debe ser al mismo tiempo una educaciónalegre, para no tener el peligro de destrozar las energías del niño.

Para hacer de la propia vida algo bueno, es necesario, con la graciade Dios:

1. Tener conciencia.

2. Tener carácter.

3. Poseer una buena dosis de optimismo que permita en cualquiercircunstancia tomar hombres y cosas por el lado bueno.

Optimismo, buen humor, carácter jovial, expresiones semejantes —con alguna variedad de matiz— de una realidad preciosa que permiteafrontar la vida con el máximo de probabilidades de éxito para sí y dedicha para los demás.

Una actitud positiva frente a las situaciones difíciles permiteconservar la lucidez y sangre fría necesarias para encontrar las soluciones

82

Page 83: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

más ventajosas. La actitud negativa aumenta el riesgo de fracaso yabatimiento.

Desde los primeros años es preciso habituar al niño a sonreír a todo:a sus padres, a los amigos, a los que los visitan; y también a la vida, consus contrariedades, dificultades y obstáculos.

¿Creéis que cerrando los puños y golpeando la roca que obstruye elcamino es como se conseguirá desplazarla? Se utilizan nervios y músculosinútilmente. El mirar al obstáculo con una sonrisa buena nos ayudará adescubrir con más facilidad el medio de rodearla o superarla.

Desaliento es una palabra que debería quedar expulsada para siempredel vocabulario de un cristiano digno de este nombre. Por eso es necesarioque ni siquiera aparezca en el espíritu tal idea.

El clima de la familia —debemos añadir: del cuadro en que el niño sedesenvuelve— contribuye poderosamente a orientar a un alma joven enactitud positiva o negativa. Allí donde los padres no hacen más que gemir,criticar, quejarse de todo y de todos; donde el sol no penetra jamás; dondelos muros, como los días, son grises, no es de admirar que más tarde, aunen los días felices en que la alegría se le impone, le impida saborearla yextraer de ella nuevas energías bajo el pretexto de que «eso no durará.»

¿Por qué hablar a los niños con rostro severo? ¿No obtiene mejoresresultados la firmeza cuando es graciosa y aun sonriente?

La mayor parte de los padres no saben las riquezas que pierden parasí y para sus hijos con no sonreírles. La sonrisa endulza, calma, apacigua,anima, estimula, tonifica. Es como un rayo de sol «sin el cual las cosas noserían lo que son». Y, además, ¡es todo tan fácil cuando se ha comprendidosu importancia, y aun, si cuesta un poco, beneficia tanto!

Un niño que no sonríe, un niño que no canta, es niño predestinado ala desgracia y a la enfermedad.

Para formar un carácter jovial en un niño, nada mejor, en principio,que el ejemplo de una actitud alegre y sonriente en los padres, esfor-zándose en mostrarle el lado bueno de las cosas, de los acontecimientos,aun de las contrariedades, sin olvidar las cualidades de las personas que setratan. Ejemplo: la mamá ha proyectado un paseo; pero llueve... O biensalir a pesar de ello, mostrando con la alegría que no se tiene miedo a la

83

Page 84: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

lluvia y que se lleva el sol en sí mismo, o bien, si llueve de tal manera queno parezca razonable salir, alegrarse por poder improvisar una velada dejuego en casa.

«No se ha repetido lo bastante que es un deber hacia los demás el serjovial y alegre. Se afirma que gusta más, que se quiere más al que esalegre; pero se olvida que esta recompensa es justa y merecida, porque latristeza, el fastidio y la desesperación están en el aire que respiramostodos; por eso debemos reconocimiento y corona de atleta a los quetransforman los miasmas y purifican de alguna manera la vida común consu enérgico ejemplo» (Alain).

No temamos hacer confidentes a los niños de nuestras admiracionesy entusiasmos. Hay tal cantidad de cosas bellas a través del mundo, tantoen las obras de los hombres como en la de Dios, que es verdaderamentelástima que no las utilicemos para ascender hasta aquel que es el hogarsupremo de la alegría.

Los padres verdaderamente educadores deben renunciar a esa culturamorbosa de descontento que envenena Ja atmósfera familiar, que producela misantropía, lleva al desaliento y crea en los jóvenes o una impresión deahogo, de agobio, o el miedo de vivir.

No se debe presentar a los niños una imagen demasiado sombría deellos mismos. Insistiendo demasiado sobre lo que les falta para ser per-fectos, se crecen ante ellos las dificultades para conseguirlo. La mayoría delos educadores están dispuestos a pedir casi todo de la voluntad de losniños, sin preocuparse de facilitarles el esfuerzo actuando sobre suimaginación.

Cuando se dice a un niño: «Eres malo; hazte bueno», la proposición«tú eres malo» afianza en el pensamiento del interesado la idea de unamaldad congénita, absoluta, incurable; después de esto, el «hazte bueno»se encuentra reducido de antemano a la impotencia.

La felicidad es, ante todo, una manera de ver las cosas y un arte deadaptarse a ellas. Siendo Dios la felicidad suprema, ver las cosas como lasquiere Dios y adaptarse en ellas a la voluntad de Dios.

Nos gusta contar a los niños los apólogos de las dos ranas, de la rosao de la botella empezada:

84

Page 85: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Dos ranas iban de concierto a través de los campos, y he aquí quecayeron cada una en un jarro de leche. La primera, desesperada, renuncia ala lucha, y, croando: «Me ahogo, me ahogo», pereció asfixiada. Lasegunda lucha con la energía de la desesperación, rema con todas susfuerzas... tan bien, que transforma la leche en mantequilla y puede salir deella.

Frente a una rosa, dos actitudes son posibles: la del pesimista, que sedisgusta de que las rosas tengan espinas, y la del optimista, que se regocijade que sobre las espinas puedan brotar rosas.

Frente a una botella empezada, dos exclamaciones pueden lanzarse:«¡Qué desgracia: está medio vacía!» «¡Qué suerte: está medio llena!»

He aquí lo que escribe una excelente educadora:

«El único medio de conseguir la educación por la alegría cristiana enlos niños es que haga primero la suya propia el educador. Sin duda alguna,se nos da la alegría con la vida y, sobre todo, con la gracia. El alma enestado de gracia, puesto que tiene la caridad, es alma en estado de alegría.Pero la alegría debe también conquistarse. Sepamos, pues, conquistarnuestra alegría y la de nuestros alumnos: aprendamos a sonreír a nuestrosniños para enseñarles a sonreír. No sé si habréis jugado al juego de lasonrisa; es un juego muy divertido y educador que consiste en sonreírlargamente a un niño que haya cometido alguna falta y contra el cual seestá enfadado. Se tiene deseo de mirarle duramente y lanzarle un sermón, yse le sonríe; el efecto es irresistible.

Por la mañana —me escribe una antigua institutriz—, sentándomeante mi mesa, me froto las manos muy contenta y dijo a los niños: ‘¡Quéalegría! ¡Vamos a trabajar muy bien!’

Todos los sistemas pedagógicos son pequeños frente a éste; hayescuelas donde, con razón, se da a los alumnos el premio de buen humor.Seguramente habría más alegría en las clases si todos los maestrospudieran tener el primer premio de sonrisa...

Ocurre alguna vez que un violín produce sonidos cuando se hacenvibrar las cuerdas de algún otro instrumento en la misma habitación; lomismo, si sabemos nosotros vibrar a cada toque del Espíritu Santo,nuestros niños vibrarán al unísono, y, cantando cada uno a su manera lagloria de Dios, será nuestra jornada un amplio canto de alegría» (F.Derkenne).

85

Page 86: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Para conseguir un clima favorable a la educación, nada mejor que laparticipación activa de los padres en la vida alegre de los niños. ¿Por quéno alentar sus iniciativas en la elección de diversiones y distracciones,sobre todo en la preparación de pequeñas fiestas familiares, con ocasión deun triunfo conseguido, exámenes terminados con éxito, regreso deviajes...?

Que en las comidas padres y madres den tregua a sus preocupacionesy cuidados y animen alegremente las conversaciones. En términosgenerales, los niños aprenden de sus padres a tomar de manera jovial laspequeñas contrariedades de la vida.

Los niños tienen necesidad de calma; la agitación, la nerviosidad,actúan sobre ellos como los vientos fuertes en las dunas. Los árbolespequeños arraigan mal donde el huracán sopla.

Hay en la vida muchas molestias y dificultades; pero es muy funestopara el equilibrio y la armonía del niño ponerlas de manifiestocontinuamente. Con ello pueden crearse ideas fijas grandementepeligrosas.

El niño, como las plantas, tiene necesidad de sol.

La educación triste corta las alas; la educación jovial alegra,centuplica el esfuerzo.

Hay que impedir a toda costa que en el espíritu del niño aparezca lafamilia como su lugar fastidioso, monótono y triste: «el mundo donde unose aburre».

9. Educación de la sinceridad

Nada irrita tanto a los padres como las mentiras de sus hijos. Y tienenrazón, porque desde el momento en que la duplicidad se insinúe en elcorazón de su hijo o de su hija, no será ya posible el ambiente deconfianza, la atmósfera se hará pronto irrespirable. Pero con frecuenciaolvidan los padres que son precisamente ellos quienes desde el principiodeben dar a sus hijos ejemplo de la más escrupulosa sinceridad.

Es necesario formar a los niños en la franqueza. Tanto más porque,siendo la mentira un medio cómodo de defensa para los seres débiles,

86

Page 87: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

constituye pronto para el niño una permanente tentación; como, por otraparte, su juicio no está todavía formado, existe el riesgo de que poco apoco se deje envolver en sus propias mentiras. Ahora bien: quien no sabedistinguir lo verdadero de lo falso está muy cerca de no poder distinguir elbien del mal.

En un medio familiar y escolar donde se observa cuidadosamente lafranqueza, existen todas las probabilidades para que la mentira del niño seaaccidental sin degenerar nunca en falsedad.

La menor falta de sinceridad por parte de los padres es la ruina de suautoridad moral. Aun cuando el niño no lo manifieste, se produce en elfondo de su corazón una sorpresa dolorosa, una fisura en la confianza. Elniño no perdona nunca la mentira. Recordemos que las reacciones del niñono son como las del adulto. Como no posee el espíritu crítico ni el sentidode los matices, toma al pie de la letra lo que sus padres le dicen, seanpromesas, amenazas o aun «profecías». He aquí a este propósito una pe-queña historia auténtica:

Una niña de cinco años se disponía a salir con su tía. Le habíanpuesto un traje nuevo, que con amor habían hecho para ella las hábilesmanos de su mamá. Y ésta, orgullosa, vio salir a su niña, diciéndole: «Sevan a caer de espaldas de admiración cuantos encuentres, viéndote tanguapa». Transcurrió el tiempo del paseo. La tía y la niña regresaron a casa.Con la cara y gesto de enfado, «la señorita» se arranca su sombrero y loarroja sobre un mueble...

«¿Qué tienes?», pregunta sorprendida la madre. «Ni uno solo de losque han pasado ha caído de espaldas al verme...» ¡Amarga decepción!¿Diréis que la pequeña era bastante tonta tomando al pie de la letra lapredicción materna? Pero los niños toman siempre así lo que se les dice.

Si no se puede responder a una pregunta inoportuna o indiscreta deun niño, es mejor decirle sencillamente que no se le puede responder portal o cual razón; pero nunca engañarle, por poco que sea.

No se dirá nunca bastante el mal que hacen a los niños esas historiasde los reyes magos dejando juguetes en la ventana, o las fábulas ridículasde las cigüeñas para explicar el nacimiento de los niños. Los niñospequeños creen a sus padres como al evangelio. Algunos están dispuestos apelearse por defender las afirmaciones recibidas. Cuando se dan cuenta —

87

Page 88: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

y esto ocurre uno u otro día— de que los han engañado, sufren una crueldecepción, aun cuando en el momento no sepan expresarla. En algunostemperamentos generosos, el abuso de confianza de que han sido víctimaspuede hasta crear un verdadero traumatismo psicológico y moral.

Cuando contemos un cuento, tengamos cuidado de decir: «Esto es uncuento, una historia inventada, irreal.» Cuando, al contrario, contemos unrelato del antiguo o del nuevo testamento, digamos: «Esto es verdadero».Es de mucha importancia no engañar una inteligencia ingenua dándole lofalso como verdadero. No os admiréis si después quedan los niñosfuriosos, decepcionados, afligidos, por haber sido engañados, o sicontinúan durante su vida considerando como del mismo plano lo sagradoy lo profano, o si para ellos la religión queda sencillamente como un mitomaravilloso dado como alimento a los pobres hombres para embellecer suvida.

No es cuestión de suprimir el árbol de navidad, tan brillante, con susmil sorpresas; tampoco dejar de festejar las más emocionantes de lasfiestas. Se trata, sencillamente, de decir la verdad, tan bella. Los niñosquedarán muy contentos sabiendo que su mamá deposita ella misma ensecreto los bonitos juguetes la noche de los reyes.

No engañemos, pues, a los niños por el gusto de divertirnos con sucredulidad. La confianza es una cosa demasiado bella para exponerla aperderse para siempre. Seamos sembradores de la verdad.

No es aceptable mentir a un niño para lograr que nos diga lo quequeremos saber. Evitemos también ante los niños las mentirasseudocaritativas, ya para decidirlo a tomar una medicina o para evitarle uncastigo en la escuela.

Nicolás, niño de ocho años, debe sufrir una ligera operación. Pero sumamá, por no asustarle, le dice: «Mira, hijo mío: vas a ir a ver una fiestamuy bonita; vas a pasar muy bien la tarde. Te pondré tu traje nuevo.»Nicolás estaba encantado: pero a la puerta del dispensario comienza ainquietarse. Y bien pronto fue preciso rendirse a la evidencia; loadormecen para la operación. Inútil es decir que Nicolás perchó toda suconfianza en su mamá.

Sucede a veces que los padres que no se entienden bien entre sídeterminan en el niño una actitud perniciosa de disimulo: «Sobre todo, no

88

Page 89: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

dirás eso a tu padre», o bien, viceversa: «Si tu mamá te pregunta, le dirásque no hemos estado en tal sitio» (cuando esto no es verdad).

Para formar a los niños en la sinceridad no basta darles ejemplo; debehacerse más: conseguir que desprecien la mentira y hacerles amarapasionadamente la franqueza.

Es siempre excelente mostrar a los niños, cada vez que se presenteocasión, los inconvenientes de la mentira. Sobre todo, en un mundo en quese encuentran glorificados con frecuencia el arribismo, el robo, el fraudeen todas sus formas, no dudemos en subrayar que la mentira no triunfa.Mostremos que es causa de numerosos perjuicios, en particular, lacontradicción, la pérdida de confianza, y que, además, si ya es difícilengañar durante largo tiempo a los hombres, hay alguien a quien nunca seengaña: a Dios, testigo siempre presente y de quien nadie puede escapar.

Librémonos de admirar a niños que han podido con habilidad ygracias a mentiras salir de un mal paso o engañar a los demás. Frases comoestas: «Está bien; éste, él se defiende...», o bien: «El sabrá bandearse en lavida», pueden ejercer una influencia funesta sobre un alma joven.Compadezcamos abiertamente a los embusteros, que pierden todo elderecho al honor y a la confianza de los demás.

No dudemos en proscribir y desacreditar sistemáticamente todatrampa, hasta en el juego; toda deslealtad en clase, aunque sea para hacerun servicio (por ejemplo, el apuntar o soplar). Sobre todo, eso que es plagaterrible en muchas escuelas: el copiar en los ejercicios escritos. Hagamosver también qué perjudicial es para el interés general.

¡Cuántos hechos de contraeducación por parte de los padres podríancitarse en relación con la sinceridad!... Es preciso no generalizar; pero¡cuánto importa, si no se quiere deformar la conciencia del niño, evitarcualquier falta de verdad!...

En la clase octava hacen ejercicio escrito sobre conjugación. Maríahojea un cuaderno a escondidas. La maestra la sorprende: «¿Qué haces?»La niña, molesta, responde: «Busco lo que hay que poner. Mamá me hadicho que copie».

El director del Liceo de A... convoca en su despacho a los padres deun alumno que había copiado su ejercicio de composición y les dice que suhijo queda despedido. El padre grita entonces delante del director, ydirigiéndose a su hijo: «¡Qué imbécil eres! ¡Haberte dejado coger!»

89

Page 90: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Un hecho contado entre ciento por una educadora:

Viajaba yo en ferrocarril. En la estación de D... suben una mamá y suniña Juanita, de siete a ocho años. «Juanita —dice la madre—, si un señorte pregunta tu edad, dirás que seis años y medio...» «¿Qué señor?» «Unseñor con gorra de galones dorados.» «Pero tengo siete y medio; él loverá.» «No, no; seis y. medio. ¿Me oyes?» «Eso no es verdad, mamá. Túme has dicho el otro día que no se debe mentir nunca, y la señorita tambiénme lo ha dicho en la escuela.» «Vamos, cállate; no hables tan alto y haz loque te digo.» La chiquilla me miró; después miró a su madre. Me hizo laimpresión de que estaba consternada ante la actitud de su madre. Pero nose atrevió a continuar los «porqués» y los «cornos»; sin duda, laintimidaba yo un poco... La mamá enrojeció...

No demostremos la posibilidad de que un niño pudiera mentir.Evitemos toda advertencia como ésta: «Sobre todo, no mientas.» Digamosmás bien: «Estoy seguro de que me dirás la verdad.» Creerlo capaz dementir es hacer germinar en él la idea de la posibilidad de la mentira.

Es necesario demostrar al niño que creemos en su verdad y buena fehasta tanto que no tengamos pruebas de lo contrario. Esto lo eleva a suspropios ojos y le da una alta idea de la virtud de la franqueza.

No hagáis la franqueza demasiado difícil. No dramaticéis losinterrogatorios. Un papá que clama con aire enfadado: «¡Pobre del quehaya hecho esto!», y que en seguida pregunta: «¿Eres tú?», inhibe laconfesión del culpable amedrentado.

Aun cuando un niño no haya dicho la verdad, no se le debe tratardemasiado deprisa de embustero. Debe evitarse una generación prematura,que arraigaría en él la falta. Es mejor sobre todo las primeras veces,considerar la mentira como un error de óptica y decir al niño: «Sé que eresun chico franco y que no quieres engañarme; has podido confundirte. Lapróxima vez ten cuidado de no hablar hasta no estar seguro de lo quedices.»

Para el niño hay muchas causas de error que nosotros los adultos noconocemos. Lo que nos parece una mentira puede ser debido:

1. A un error de visión. La experiencia del niño es todavía muydébil; tiene pocos puntos de referencia y fácilmente puede emitir una apre-ciación errónea.

90

Page 91: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

2. A su imaginación desbordante, que lo arrastra en fantasíasdescabelladas, fuera de la realidad, que termina a veces por creer.

3. A la fuerza de sus sueños, que su juicio, poco formado todavía, nole permite diferenciar de la realidad.

4. Al hecho de ser muy sugestionable. El educador que pregunta alniño debe prestar atención a esta característica, porque insistiendo más delo conveniente se puede conseguir que confiese lo que nunca ha hecho.

Por eso se debe distinguir entre mentira subjetiva y objetiva.

Cuando hayan sido examinadas todas las causas de error y seapreciso rendirse a la evidencia de la mentira, debe buscarse la causa. Deella depende la gravedad de la mentira, y también los medios que se debanemplear para ayudar al niño a corregirse.

1. La mentira puede tener su causa en el deseo de molestar a losdemás.

2. La vanidad, el deseo de brillar, de hacerse admirar, causantambién muchas faltas de franqueza.

3. En cuanto al deseo de disculparse, se podrá decir que es la basede casi todas las mentiras: se disculpa para que no le regañen y se inventauna excusa para no hacer su trabajo de clase, para explicar su retraso; mirasu libro abierto y lee la lección que debe recitar, o copia la composición,etc. Disculparse para conseguir algo agradable...

4. La timidez paraliza a veces a un niño hasta el punto de quitarleel valor para decir la verdad; las primeras mentiras reales, verdaderas, soncasi todas debidas al miedo.

5. Una caridad mal entendida puede impulsar al niño a excusar auno de sus compañeros con una mentira. Pensará a veces que esa falta deverdad, de la que no se beneficia, no es una falta.

6. En fin, la maldad es causa de la calumnia.

El niño pequeño siente siempre la tentación, en uno u otro momento,de negar cualquier majadería. Si esta primera mentira le resulta bien,tendrá, naturalmente, tendencia a repetirlo. Por eso es muy interesantetener una gran perspicacia en relación con los niños, para no dejarloscomprometerse inútilmente en un camino que es tal vez tentador. Lo difíciles ser perspicaz sin ser desconfiado, y no todos lo consiguen. Hay niñosque tienen una resistencia extraordinaria a las preguntas de las personas

91

Page 92: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

mayores y que persisten en la mentira con tenacidad. Este hecho es debidomuchas veces a que la reprensión, en caso de descubrirse la mentira, esdemasiado fuerte. El niño es llevado a vender cara su piel. Si sabe que aunen caso de mentira puede contar con cierta indulgencia, llegará másfácilmente a exponer la verdad, y es preferible.

La mentira para excusarse tiene carácter más reprensible cuando esde doble fin; es decir, cuando al lado de la excusa en favor de quien lainventa atribuye a otro niño o a otra persona la falta que a él le esimputable. Es la mentira acusadora más refinada y mucho más reprensible.Esta debe acelerarse y ser corregida seriamente. La envidia de los niñoshacia sus hermanos o hermanas, ciertos deseos de venganza hacia criados,vigilantes o compañeros, entran en juego para producir esta orientaciónnueva. Cuando esta mentira aparece', es esencial conocer a fondo la razónpor la cual el niño ha intentado hacer daño a tal o cual persona; será unaindicación interesante sobre la tendencia de carácter y predominanteentonces.

La mentira inventiva tiene en el niño, como tiene en el adulto, elcarácter de una compensación. Inventa el niño toda clase de cosas de ordenmaterial o afectivo que compensan lo que puede faltarle o lo que él creeque le falta. Así, yo he visto niños y adolescentes que atribuyen bien a supadre o a su madre cualidades que claramente no tenían, cargados dehazañas que ni habían tenido ocasión de realizar. La riqueza y las grandesposibilidades económicas son también muchas veces objeto de laimaginación infantil: compensan las muchas negativas de sus padres deprocúrales una u otra cosa, a veces muy modesta, que le hubieran gustado.

El mundo se convierte así, para ellos, en algo mágico, maravilloso,más agradable que el mundo real, lleno de durezas inaceptables.

Hay que distinguir, entre las mentiras de los niños, la mentira social,que tiene por objeto ayudar a los demás; la mentira asocial, empleada eninterés personal sin deseos de molestar a otros; la mentira antisocial, quebusca el interés personal sin preocuparse del daño que pueda ocasionar alos demás.

Debe investigarse bien la culpabilidad del niño en su mentira. Serlaprofundamente injusto reaccionar del mismo modo frente a una mentirainventada a sabiendas, y sobre todo para molestar a otras personas, quefrente a una invención imaginaria producida inconscientemente, de la cual

92

Page 93: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

el niño no es en manera alguna responsable, pero que exige sólo hacerleadquirir conciencia del mundo real.

Según numerosos psicólogos, la mayor parte de las mentiras de losniños son originadas por temor; algunas, por interés, por atolondramiento,por gusto en la ficción; pocas, por altruismo o por maldad.

Sucede que el niño miente a veces por complacer a sus padres:

«Una madre no encontraba una caja de bombones y acusaba a suhija, de ocho años, de haberla cogido. Después de amenazar y suplicar, lamadre dice: ‘Confiesa que eres tú y no te castigaremos.’ La niña se acusódel hurto; al cabo de algunos días la caja apareció, y la niña dijo, admirada,a su madre: ‘Pero, mamá, de tal manera me habías pedido que confesara laverdad; creí que era preciso decírtelo para complacerte’. Influencia de lasugestión».

Aun cuando al mentir no haya querido el niño engañar, seráreprendido, pues toda falta debe ser castigada, y no se debe dejar pensarque puede engañar fácilmente a sus educadores.

Se intentará todo para que confiese su falta: hablarle con bondad,alabar el valor de los que saben reconocer sus errores, no asustarlo con elcastigo terrible que le espera.

Si confiesa, se le tratará paternalmente y no se le humillará deninguna manera; pero un castigo normal sí se le debe imponer.

Si se obceca en negar, será preciso, sin aires de victoria, sino, alcontrario, con acento muy natural, exponerle las pruebas que se tienen desu culpabilidad y pedirle que las refute. No podrá, puesto que es culpable,y se le demostrará que no es tan fácil engañar a sus padres.

No se le llamará embustero; eso lo afianzaría en su defecto. Seconsiderará su falta como accidental.

Si un niño abusa de la confianza que se le ha otorgado, debedecírselo con pena que se está obligado a retirársela durante un tiempodeterminado, prometiéndole devolvérsela al cabo de un espacio de tiemposi ha mostrado perfecta franqueza.

Y nunca en adelante recordarle que ha mentido.

93

Page 94: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

La educación de la sinceridad supone igualmente la educación deltacto, de la discreción y de la oportunidad. Porque ser sincero no consisteen decir todo a todos y siempre.

10. La educación del sentido de justicia

Los niños sienten naturalmente la tentación de apropiarse de lo queles gusta o puede serles útil. No es necesario, sin embargo, acusarlos derobo, porque no tienen siempre noción exacta de la propiedad. Sinembargo, conviene darles poco a poco idea clara del respeto debido a loque pertenece a los demás.

El respeto a los bienes de otros es una de las condiciones elementalesde la confianza mutua y del equilibrio en las relaciones sociales.

Aceptar que el niño se entregue a pequeñas raterías con el pretexto deque es todavía joven, es hacerse cómplice de hábitos indelicados quepodrán tener repercusiones lamentables.

De todas maneras, en un niño, el robo repetido puede ser un síntomade desequilibrio (robo de compensación) y constituir una señal de alarmapara los padres. A éstos les interesará consultar a un médico o a uneducador competente. Es verosímil que el tratamiento sea exactamente elcontrario de una actitud brutalmente represiva.

Cuando en un grupo humano el sentido del respeto de los bienesajenos no ha sido educado, se comprueba pronto el deterioro de todo loque es de uso de la comunidad; la vida en común se hace más molesta.

Importa desarrollar pronto en el niño, que es por sí mismoegocentrista y piensa fácilmente que todo se le debe, el respeto a lo que sedebe a los demás. Si es verdad que la justicia sola no basta, summum jussumma injuria, y que la educación de la caridad debe completar la de lajusticia, la caridad es sólo ilusión, hipocresía, si no respeta en principio losdatos de la justicia.

Los niños atribuyen a las cosas la importancia que les dan laspersonas mayores. Por eso es necesario que los padres den ejemplo de es-crupulosidad en este asunto del respeto al bien del prójimo, aun tratándosede robos ínfimos que por sí no tienen importancia, como un billete detranvía, una moneda falsa que se siente deseos de hacer pasar, un error en

94

Page 95: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

una cuenta. El niño verá principalmente el hecho de haberse apropiadoinjustamente de algo o de no haber pagado lo que se debía.

Contribuyen grandemente a deformar el juicio del niño esas historiasen que ladrones o gangsters son ensalzados. Debe desconfiarse también eneste sentido de ciertas películas o ilustraciones que presentan al bandidocomo héroe simpático.

Es tanto más importante insistir con los niños sobre la máxima:«Honor y honradez van a la vez», cuanto que más tarde encontraránejemplos aparentemente contradictorios. Pero es bastante fácil asegurarlescon numerosos ejemplos que «bienes mal adquiridos no aprovechannunca».

Importa enaltecer todos los actos meritorios de honradez para nodejar el monopolio de la gloria y de la publicidad al robo.

Se les debe insistir a los niños sobre el respeto debido a lo que es deuso común, mostrando con hechos precisos que son ellos las primerasvíctimas de los desperfectos que se le causen. Será útil subrayarlo, porqueel niño, que es «inmediatista», no ve las consecuencias de sus actos.

El niño refiere todo a sí mismo; son sus propias sensaciones lo que lesirve de unidad y de medida. El mejor medio de educarlo en el altruismoes conducirlo, por la sugestión y por la imaginación, a sentir lo queexperimentan los demás.

Cuando un niño se ha hecho culpable de un robo debe indagarse loprimero el móvil que lo indujo. Conviene hacerle restituir, pero sin com-prometer su reputación. En todo caso, no es apropiado amenazarle con losguardias o con la cárcel. Decir al niño que ha robado que está deshonradoirremediablemente y que terminará en la prisión, etcétera, es cortarle elúnico camino posible de enmienda.

Si el niño ha comprendido, por una parte, que el respeto a los bienesde los demás es una garantía para su propio pequeño haber, y por otra, quees condición precisa para la confianza y estima de los que le rodean, haymuchas posibilidades de que no vuelva a hacerlo.

¿Debe dárseles dinero a los niños? Antes, las cantidades que seentregaban a los niños más ricos eran insignificantes. Se pensaba conrazón que el dinero, tan difícil de ganar y causa inicial e tantas bajezas ycrímenes, no debía ensuciar las manos inocentes de los niños. Pequeños y

95

Page 96: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

pequeñas desconocían el valor del «vil metal». En la mayor parte de loscasos era preferida la posesión de alguna moneda a sumas importantes.Una peseta representaba un número considerable de caramelos o degolosinas, mientras que veinte duros era cantidad destinada a la libreta dela Caja de ahorros, constituyendo algo aborrecido: «los regalos oaguinaldos útiles». Los padres preocupados de la educación de sus hijos noponían en sus manos una cantidad relativamente considerable más quepara formarlos en la caridad.

Se oye decir con frecuencia que es necesario habituar pronto a losniños a conocer el valor del dinero. Sería preferible que supieran los niñospronto que el dinero no lo es todo, y que la riqueza no es felicidad. Es justoque se dé a los niños algún dinero suelto que puedan utilizar a su gusto;pero, fuera de esto, no sería necesario dárselo.

Los padres cometen con frecuencia el error de proporcionar a sushijos una hucha y animarlos a meter en ella las monedas que reciben, acontar el dinero que tienen, etc.

Yo mismo he visto, desgraciadamente, a madres que se aprovechanmás tarde de ese dinero; otras, lo utilizan para comprarle al niño objetosútiles que de todas maneras habían de comprarle.

Importa recordar a los niños que el dinero no es todopoderoso. Seríamuy peligroso dejarles entender que un ser vale lo que posee, conforme ala evaluación demasiado extendida por el capitalismo americano: unhombre vale tantos dólares. ¡Depende tanto el valor de los hombres de suconciencia y de su carácter!

11. Educación del respeto y de la cortesía

La cortesía que se trata de inculcar a los niños es una cortesía quenace del corazón: virtud cristiana por excelencia, es hija del respeto alprójimo y hermana de la caridad. Pero en una justa reciprocidad de cosas,la educación de la cortesía desarrollará el respeto y sugerirá muchospequeños actos de caridad en una época en que el egoísmo impulsa amuchas gentes a portarse en la vida como si estuvieran solos o como sifueran el centro del mundo.

No es que la educación consista únicamente en los buenos modalesexteriores. Pero los buenos modales exteriores pueden favorecer a los«modales» morales.

96

Page 97: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Es muy importante enseñar muy pronto a ' los niños las reglaselementales de la cortesía. Porque son hábitos, podría decirse, de automa-tismo poco difíciles de adquirir y que le durarán toda su vida. Laexperiencia enseña que cuando se descuida la formación de la cortesíadurante la primera infancia, es difícil adquirirla más tarde.

La mala educación compromete el porvenir humano y profesional deun niño, mientras que la buena educación lo favorece poderosamente.

La mala educación primera puede en muchos casos paralizar odisminuir la influencia del niño cuando llegue a adulto, mientras que unabuena educación la facilita y la multiplica.

La cortesía es una virtud educadora en el sentido de que sin esfuerzoconsiderable obliga a cierto dominio de sí mismo. Es virtud social, puestoque facilita las relaciones entre los hombres/ Sea en el medio social o en elfamiliar, es por completo desagradable y penoso vivir al lado de alguno delos que se pudiera calificar de desvergonzados. ¡Cuántos hogares se handeshecho porque uno de los dos esposos carecían de «formas sociales»!

¿No es cierto que con frecuencia lo que separa a los hombres es másbien cuestión de procedimiento que cuestión de fondo?

Se llama frecuentemente a la cortesía «el arte de saber vivir», porquesabe hacer dulce la vida a los demás. Se le llama también tacto, porque escomo una especie de sentido del alma que hace adivinar lo que convienedecir, hacer o pensar en todas las circunstancias para no ofender nimolestar a los demás.

Vale la pena emprender la educación de la cortesía. No supone perdertiempo, ni son cuidados inútiles. Las reglas de la buena educación —queno hay que confundir ni con la hipocresía ni con el amaneramientopreciosista— forman parte del bagaje de todos los hombres dignos, que serespetan y que respetan a los demás.

La cortesía no es un privilegio de casta o de clase. En todos losmedios se encuentran almas de tacto y delicadeza exquisitos. Tampoco hayque confundir la cortesía con un código complicado de reglasconvencionales. Basta conocer las grandes líneas y, sobre todo, no infringirel espíritu que las ha dictado.

Las «buenas maneras» no deben ser otra cosa que las más segurasmaneras de ser buenos.

97

Page 98: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Los detalles de lo que se suele llamar «la buena educación» no sonmás que uno de los elementos de la educación verdaderamente buena. Unhombre mal educado corre el peligro no sólo de molestar a los demás, sinode sufrir él mismo las consecuencias de su manera de ser, y de pagar muycara, a veces, su negligencia respecto a hechos convencionales, cuyoalcance le será desconocido. No se debe exagerar ni despreciar laimportancia de esta «cortesía pueril y honesta», variable según los países ysegún las épocas, y que, a pesar de su carácter formal y relativo, traducecon persistencia en el individuo un deseo fuerte y digno de hacersesoportable, y si es posible, amable a su prójimo.

Preciso es confesar que el principal obstáculo a la cortesía es eldesdén por el prójimo y el miedo a molestarse. Y, según nota Pascal, lacortesía es en principio «saber molestarse». Pero no temamos hacerloobservar: la pequeña molestia que nos tomamos se compensaampliamente, aunque no sea más que por el hecho, como decía unhumorista, de permitir a la libertad individual no hacer insoportable paralos hombres la vida en común.

Si la vida moderna tiende con demasiada frecuencia a atrofiar esadelicadeza de corazón que se expresa por la cortesía y el respeto de losotros, es una razón más para que los padres se preocupen de ella y deafianzarla por medio de hábito y reflejos en sus hijos.

El ejemplo tiene también aquí influencia capital. El niño en esto,como en todo lo demás, se moldea, en principio, sobre sus padres. ¿Cómoqueréis impedir a un niño que diga palabras groseras o trate con pocareverencia a sus maestros, si sus padres le dan ejemplo de ello?

¿Será necesario ir más lejos y recordamos, a veces, que la autoridadno nos da en manera alguna derecho a tratar al niño sin miramiento? Escuestión de tacto y de mesura; pero la intimidad y la mayor confianzaexigen la cortesía más delicada. Aun en los momentos de impaciencia,muy explicables a veces, no utilicemos esos apóstrofos y esos calificativosque expresan nuestro pensamiento, pero que demuestran una falta dedominio de nosotros mismos y de respeto a la dignidad de nuestros niños.

¿Cómo podrán los padres conseguir el respeto del niño cuando lotratan como un juguete durante sus primeros años, después como unpequeño sirviente, sin tener nunca en cuenta su personalidad y sin parecertomarlo en serio? ¿Cómo no comprenden que, contestando con excusas o

98

Page 99: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

con un «déjame en paz» a las preguntas del niño, destruyen con suspropias manos la confianza y la admiración, que son los elementosfundamentales de la noción de respeto? ¿Cómo podrá el niño respetar a suspadres, si son ellos os primeros en infringir las reglas que pretendenimponerle?

Educar en el respeto es provocar la admiración del niño por lapersona y los objetos que la merecen. El niño que sabe admirar es, general-mente, un niño respetuoso; aquel que se burla de todo no sabrá jamásrespetar a nadie.

«Querría decir una palabra de la cortesía que se debe a los niños. Encada uno de ellos se encuentra la necesidad innata de respeto. ¿Por qué hade ser tan poco tomado en serio por algunos adultos? Es maravilloso que elniño pueda ser movido tan pronto por el instinto de grandeza que existe enél. Se siente muy pronto alguien o aspira a llegarlo a ser. Desea para él lasconsideraciones que se le exigen a él hacia las personas mayores.Francisco, niño de tres años, dice a su padre, que le ha lanzado un pocobruscamente a través de la mesa un trozo de pan: ‘No, papá —y ledevuelve el trozo de pan—; el pan se debe dar así...; dámelo másamablemente’. El papá inteligente aprueba la protesta de su pequeño. Sabeque sólo se puede exigir del pequeñín el respeto y la cortesía en susmodales respetando al mismo pequeño, que, con justo título, se siente igualen dignidad a su papá» (M. Gemaeling).

La obediencia, como la cortesía, debe ser automática para la buenamarcha del orden familiar: el niño debe comprender que el orden, lalimpieza, las buenas maneras, hacen la vida agradable y bella. Si lospadres se esfuerzan en formar bien los actos de cortesía, éstos se realizaránpor sí mismos sin la menor dificultad.

«Buenos días... Gracias... Perdón... Si hace el favor...», soncumplimientos que el niño debe adquirir de golpe, en conjunto, por laimitación.

Es raro que padres corteses tengan hijos que no lo sean, sobre todo siellos subrayan intencionadamente el porqué de su cortesía desde que larazón del niño despierta.

99

Page 100: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

12. Educación del orden

Tener orden no es cosa de poca importancia, ni asunto pequeño. Esuna de las virtudes más preciosas para el buen equilibrio de la vida indi-vidual y para la buena armonía de la vida común.

Nuestras hijas necesitarán grandemente, durante toda su vida, tenerorden, sobre todo cuando a su vez sean amas de casa, esposas o mamás.Pero es en la edad en que los hábitos se forman cuando es precisodesenvolver en ellas esta disciplina.

El orden será también necesario a nuestros muchachos, porque entodas las profesiones aquel que tiene orden es clasificado mejor que el queno lo tiene. Asimismo, es cierto que el desorden incorregible constituyeuna verdadera contraindicación.

El orden es un medio de desarrollar en nuestros hijos el dominio de símismos, y en cierto sentido el espíritu de sacrificio, obligándolo a lucharcontra el abandono y la negligencia.

Es una verdad, comprobada por la experiencia, que el orden exteriorhace la vida más agradable. Alivia la memoria, permitiendo encontrar sinesfuerzo las cosas en su sitio. Facilita la calma, suprimiendo esas causas deenervamiento y fatiga que constituye el desorden. Hace ganar tiempo, puespermite obrar con seguridad para encontrar aquello que se necesita.Facilita el respeto al bien común y el sentido social, porque nada perjudicatanto la buena armonía y mutua ayuda como el no volver a su lugar losobjetos útiles pertenecientes a la comunidad familiar. El orden aseguratambién la exactitud, y la exactitud es a la vez una de las formas máspreciosas del orden y la cortesía.

Un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar; un tiempo para cadaocupación y cada ocupación a su tiempo. Dos fórmulas que es precisorepetir sin cesar y sobre todo hacerlas vivir.

Para despertar el amor al orden en los niños es preciso destacar cadavez que se presente ocasión lo agradable y práctico que es poder encontrarlos objetos a ojos cerrados3; por ejemplo, mostrarle las pequeñas ventajasde tener sus objetos personales bien ordenados en su armario, en sucarpeta, en su caja de escritura, su cartera o sus bolsos.

3 Hasta se puede hacer, a base de esto, un juego con preparación o improvisado.100

Page 101: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Es fácil habituar a los niños a colocar sus cosas en el mismo sitio yde la misma manera, con la condición de que los padres respeten lacolocación hecha por sus hijos.

Poner a los niños en guardia contra el orden que podríamos llamarhipócrita; por ejemplo, la mesa bien ordenada y los cajones embarullados.

«Colocar aquello que se acaba de utilizar inmediatamente en suverdadero lugar es cosa para lo cual se es más o menos apto por tempera-mento; pero es uno de los hábitos que se adquieren y es uno de los finesesenciales de la educación hacerlo adquirir a los niños» (A. Rédier).

«Que la madre dé a su hijo posibilidad y tiempo para colocar suscosas, que se sujete ella misma a volver los objetos a su lugar, y todo seordenará de prisa. A mamás ordenadas, niños ordenados» (R. Cousinet).

La señora Montessori ha notado que hacia los tres años hay unperíodo sensible, es decir, una época particularmente favorable para la ad-quisición del orden. Este dato es exacto y son muchos los padres que lohan comprobado. Si se espera demasiado tiempo para crear en el niño elhábito del orden, se corre el riesgo de no conseguirlo nunca.

Hacia los nueve o diez años debe confirmarse el hábito del orden conel de la exactitud. A esta edad debe acostumbrarse el niño a organizar sutrabajo y su tiempo, a prever también la sucesión de sus ocupaciones porun par de horas, después para una media jomada.

Todo niño, cuando regresa de clase, debería poder establecer, antesde ponerse a trabajar, su hoja de previsión: escritos que debe hacer,lecciones que tiene que aprender, libros que leer, etc.; indicar para cadaoperación un lapso razonable que se le concede y especificar el orden deejecución.

No se trata, ciertamente, de mecanizar al niño, sino de ayudar aconseguir la producción máxima en las horas de que dispone. Esto leproporcionará un inmenso servicio para después, pues el porvenirpertenece no a los grandes trabajadores agobiados siempre, sino a los hom-bres organizados que saben obtener más efecto con menos esfuerzo yadministrar los períodos de reposo en vista a un mayor rendimiento.

101

Page 102: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

13. Educación de la caridad

No se trata de hacer de nuestros niños, niños buenos y tranquiloscomo estatuas. Un niño no está destinado a ser una estatua, sino para obrar,para llevar un día pesadas responsabilidades; por eso tiene necesidad deque se le prepare.

Por amor ha sido el niño creado. En el amor ha sido concebido. Paraamar a Dios y al hombre está sobre la tierra. Amando a Dios es comocumplirá más perfectamente su misión. Son la delicadeza de su corazón yla intensidad de su caridad las determinantes de la calidad de su alma y dela fecundidad profunda de su vida.

Los padres cristianos deben proponerse la educación de la caridad ensus hijos como uno de los elementos esenciales de su misión. Des-graciadamente, hay muy pocos padres que piensen en esto. ¿Es o no elprimer mandamiento el del amor?

La caridad es la virtud cristiana por excelencia, la que resume todaley, aquella sin la cual las otras virtudes no son nada. Leamos de cuando encuando en familia el capítulo 13 de la primera carta a los Corintios.

La caridad es el signo distintivo de los cristianos. Por esta señalconocerán que sois mis discípulos, si os amáis los unos a los otros comoyo os he amado. Si hubiera caridad entre los cristianos, sería más extensala irradiación de su fe.

El amor al prójimo, con todo lo que supone de espíritu de sacrificioen su favor, es la mejor prueba de amor a Dios.

Cuando la caridad domina, la humanidad se engrandece. Cuando elegoísmo reina, la humanidad se rebaja.

Nuestros niños, en virtud de la gracia de su bautismo y de suconfirmación, están llamados a ser apóstoles en el medio en que tenganque vivir. No tendrán actuación positiva si no se ha desarrollado en ellosen la edad en que se forman los hábitos, la costumbre de la caridad y enparticular la preocupación por los demás.

Si el niño debe ser amado por sí mismo, debe también ser formado detal manera que pueda llegar a ser un hombre que viva deliberadamentepara sus hermanos.

102

Page 103: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

La educación de la caridad es tanto más necesaria en cuanto que elniño es por sí mismo egocentrista. Tiende a hacerse centro del mundo4, ycon gusto vería a todo el mundo a sus pies.

El «yo primero», cuando no es el «yo solo», es el grito instintivo deeste ser débil que tiene siempre miedo a desfallecer. Pero, al mismo tiem-po, hay en él posibilidades sorprendentes de generosidad cuando se sabedespertar su «buen corazón».

¿Es acaso otra cosa el arte de la educación que orientar hacia lobueno aprovechando todas las energías latentes de cada niño, del cualpuede depender, en parte, que en el mundo sea más feliz y mejor?

Para desarrollar en el niño la caridad y la bondad no hay nadacomparable al ejemplo de sus padres y educadores. Mostraos buenos, be-névolos, generosos, con los pobres, con todos los que sufren, y, de unamanera general, con los que se ha convenido en llamar «el prójimo».Haced favores siempre que podáis, demostrando que os complacehacerlos. Asociad en ellos a vuestros hijos en la medida de sus fuerzas.Mostrad que os da pena no poder ayudar tanto como desearíais a los quesufren. Que nunca en vuestra mesa se juzgue o critique a los ausentes. Queen vuestra casa sea una de las mayores preocupaciones la de sembrar ladicha; ese ambiente de caridad conseguirá más que los más bellossermones.

Haced conocer muy pronto al niño la realidad de la miseria.Aprovechadla para enseñarle a evitar todo despilfarro y más todavía apracticar el arte de compartir los bienes propios.

Cada vez que sea posible, comisionad a vuestros hijos para querealicen vuestra caridad y poco a poco animadlos a dar de su propio ypequeño haber.

Es necesario luchar contra la maldad bajo todas sus formas desde susprimeras manifestaciones. Es ridículo, por ejemplo, para consolar a unniño, enseñarle a mostrar el puño amenazador o golpear la mesa o la cosacontra la cual se ha hecho daño.

4 En realidad, nace dentro de un mundo que descubre por círculos concéntricos alrededor de sí. Es precisamente uno de los fines de la educación ayudarlo progresivamente a descentrar esta cosmogonía.

103

Page 104: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Todo lo que pueda despertar o acentuar la crueldad debe sereliminado de los juegos de los niños. En particular, desterrar y reprimirtodo juego que suponga dureza con los animales.

No se puede saber el mal que se hace a los niños para más tarde conlos consejos o frases de egoísmo que crean un desagradable estado deánimo en el niño que las oye.

En el catecismo se pide a los niños uno de sus juguetes para los niñospobres. Isabel, después de muchas vacilaciones, elige una de sus másbellas muñecas: «¿Puedo llevarla, mamá?» «De ninguna manera, nopienses en ello, da más bien tu viejo oso».

Una jovencita cuyos padres son comerciantes de buena posicióndecide un día ofrecer un regalo a una niña pobre. Al día siguiente, vuelvemuy triste a decir a su profesora: «Mamá no quiere; ella no conoce a esasgentes y, además, quiere que conserve todos mis juguetes».

En el transcurso de una excursión, a mediodía, la dirigente propone alas niñas reunir todas las comidas y hacerlas en común. Las chiquillasaceptan con entusiasmo. Al regreso, ellas cuentan su jornada. Una de lasmamás, comerciante, que por tanto tenía facilidades para el abasteci-miento, responde: «Pues, siendo así, la semana próxima dirás que hasolvidado tu comida».

Por el contrario, ¡cuál no será la satisfacción, para los padres mismos,de haber sabido ayudar a sus hijos a ser hombres o mujeres de corazón!

«Sí —dice una mamá—, Mari es verdaderamente una buena niña. Encasa lo comprendemos y todo el mundo la quiere. Pero... mirad, yo no laeduco para mí. Estamos muy contentos mi marido y yo de verla afanarsepor las más jóvenes y la animamos a ello. Eso la encanta. ¡Hubiéramosestado tan tristes si tuviéramos una niña egoísta y replegada sobre símisma!»

«Había hablado un día a las pequeñas —refiere un sacerdote— de lanecesidad de hacer buenas obras. Les había pedido que las hicieran conpersonas de mucha edad, haciéndoles comprender y sentir las penas de losviejos. Pues bien: una niña me comprendió. En la calle encontró a unanciano, y en seguida, amablemente, le dijo: ‘Parece que está usted muyfatigado, abuelo. Su paquete es muy pesado. ¿Quiere que se lo lleve hastael fin de la calle?’ El hombre admirado, se lo entregó. Antes de dejarlo, laniña le hizo esta reflexión: ‘Voy a entrar en la iglesia y rezaré por usted.’.

104

Page 105: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Al hombre se le llenaron de lágrimas los ojos. Por fin, la niña, volviéndosede nuevo a él, añadió: ‘Y usted, abuelo, ¿no reza también?’. El pobreanciano se echó a llorar».

Es bueno enseñar a los niños a ponerse en el lugar de otros.

Un joven glotón no tenía nunca valor para dar ni una golosina de lasque le pertenecieran. Un día que él tenía un paquete de bombones queguardaba celosamente para sí, se hizo pasar ante sus ojos un dulceapetitoso sin ofrecerle ni una miga, y cuando reclamó su parte, sus padresle objetaron: «¿Por qué quieres que se haga contigo lo que tú no has hechocon los demás?»

Hagamos observar a los niños el daño que puede producir la maldado la antipatía. Hay en la tierra demasiadas causas y ocasiones desufrimientos para que compliquemos más todavía la vida del prójimo. Porotra parte, ¿no es verdad que el que siembra vientos recoge tempestades?

Debemos glorificar ante el espíritu de los niños a los héroescristianos de la caridad. Demostrarles, además, que la caridad no es virtudpequeña, propia de gentes débiles, sino que supone valentía, porque espreciso a menudo el sacrificio propio cuando uno se consagra a los demás;es, por otra parte, la caridad más fuerte que la violencia, ya que ella triunfadonde la fuerza fracasa.

Habituar a los niños a descubrir lo que hay de bueno en los que losrodean, a reemplazar inmediatamente por un acto positivo de caridadcualquier sentimiento de malevolencia que nazca en su corazón. Hacerlesadquirir el hábito de dirigir mentalmente cada mañana, en el momento desu oración, un pensamiento benévolo a todas las personas que puedanencontrar en la jornada.

Una oración para recitarla con frecuencia: «Señor Jesús, haced quepensemos siempre en los demás antes de pensar en nosotros».

Son muy escasos los padres que se ocupan del esfuerzo necesariopara adquirir la bondad; es, sin embargo, la base elemental en la formacióndel sentimiento social, el cual no es innato en el hombre. Crear hábitosmorales de bondad, de generosidad, es muy difícil, y el esfuerzo en estesentido, muy meritorio para el niño, porque, aunque es sensible, esegocéntrico, nace propietario y es educado para ser terriblemente pro-pietario. No nos admiremos de que en nuestro siglo lo sea. De cada diez,nueve padres han dado a sus hijos alma de propietario, de acaparador, que

105

Page 106: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

quiere todo para sí, sin preocuparse de los demás y hasta ignorando que losdemás existen.

Hay esfuerzo donde hay sacrificio y desprendimiento. El niño quecoge una moneda del bolso de su mamá para darla a un pobre no realizaesfuerzo alguno; lo hará si toma la moneda de su hucha, si elige para elárbol de navidad un juguete en buen uso y que le gusta. Pero en este ordende ideas, sugirámosle sin imponernos. Indiquémosle porque, o bien puedehacer el niño un esfuerzo de generosidad demasiado grande, que lamentaráen seguida, o bien no quiere hacer ninguno. Pero si el esfuerzo hacia labondad debe ser inspirado, ayudado, dirigido, debe ser también libre,jamás impuesto. Si tarda en producirse, preciso es esperar; en educaciónno debe haber precipitación ni prisa; todo llega a tiempo a quien sabeesperar pacientemente. Sepamos que si este esfuerzo no se hace a base deamor, perderá su sentido y hasta habrá peligro de producir un resultadocontrario al que buscamos.

Es necesario colocar al niño de siete años frente a la miseria, lasprivaciones y los sufrimientos de otros, para que su corazón, tan rico enposibilidades, no se cierre ni se reseque. Si el esfuerzo para conseguir labondad y el amor no se orienta y educa muy pronto, ¿será posible algunavez?

14. Educación de la castidad

Problema crucial al cual muchos padres, ciegos, no dan demasiadaimportancia. Es necesario evitar dos excesos: negarse a plantear elproblema o dramatizar la cuestión.

¿De qué se trata? Se trata de formar niños con visión clara; almassanas en cuerpos sanos; muchachos y muchachas que se respeten y sehagan respetar; advertidos, mas no hipnotizados, de los peligros ytentaciones posibles, conscientes del plan del amor de Dios sobre ellos yde las exigencias que reclama la colaboración a ese plan.

En todo lo que concierne al origen de la vida, tiene el niño derecho ala verdad, al menos de una manera progresiva adaptada a su edad, a suinteligencia, a su temperamento.

106

Page 107: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

La táctica del silencio, erigida en sistema o tomada como principio,es una táctica peligrosa y claramente nociva al interés del niño y al de lasociedad.

Las iniciaciones claras, hechas con el tacto preciso, deben serconsideradas como una obligación grave que se puede imponer en nombrede la caridad y aun de la justicia.

El silencio de los padres, el misterio que se crea alrededor de esosproblemas, son causa importante de muchas deformaciones de conciencia.

El niño a quien nadie quiere ilustrar con precisión tiene el peligro dever el mal donde no lo hay y de no verlo donde está.

Todo niño normal se plantea un día y otro, y con frecuencia máspronto de lo que los padres creen, la cuestión sencillamente: «¿Cómo hevenido yo a la tierra?» Lejos de ser una curiosidad malsana, es eso unaprueba de inteligencia.

Lo más frecuente, por otra parte, es que el niño plantee esa cuestión asu mamá. Si ésta, en vez de tratar el asunto como la cosa más natural delmundo, parece escandalizarse o turbarse por semejante pregunta y lomanda bruscamente a sus juegos, el niño se planteará todavía con másagudeza el problema o intentará saberlo por todos los medios, guardándoseen adelante de hablar de ello a sus padres.

Si la madre da una explicación embustera —cigüeñas, París, bazar,etc.—, el niño creerá sus palabras —lo que dice mamá es siempre verdad—; pero el día, y ese día llegará infaliblemente, en que aprenda de maneramás o menos deformada la verdad, habrá perdido para siempre laconfianza en sus padres.

Cuando los niños no obtienen de sus padres o de persona autorizadala solución a las preguntas que plantean, la buscarán o la recibirán, aun sinbuscarla, sea en conjunto o en parte, de manera incompleta, deshonesta, aveces brutal y degradante.

Es un deber de los padres velar por la educación de la castidad de sushijos. Esta educación supone no sólo la respuesta leal y progresiva a losproblemas del origen de la vida, el advertir a tiempo las transformacionesde alrededor de los trece años, sino también, en un ambiente de confianzay amor, la educación de la valentía, del valor, para asegurar sin peligro elsostenimiento del equilibrio y el dominio de sí mismo en este período decrisis que caracteriza Ja adolescencia.

107

Page 108: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Los padres no tienen derecho, en una materia que puede tenerrepercusiones tan serias, a dejar que esta educación se haga «a la buena deDios», y con frecuencia, «a la gran desgracia» de los niños, que tantanecesidad tienen de ser instruidos afectuosamente, guiados, ayudados poraquellos que tienen el derecho de decirlo todo, y de quien ellos tienen laobligación de oírlo todo.

No porque sea un deber delicado y difícil hay derecho a eludirlo.

La revelación por los padres mismos del hermoso plan de amor deDios, lejos de disminuir el respeto, la confianza y el afecto hacia el papá ola mamá, despertará en el espíritu de sus hijos el sentimiento de lagrandeza y dignidad del matrimonio y avivará en su corazón —porque sonmás razonados— ternura y reconocimiento hacia aquellos a quienes deben,después de Dios, el ser y la vida.

No hay por qué crearse una montaña para decir la verdad de maneradelicada.

Gran número de libros se han editado a propósito de esto, confórmulas concretas de conversaciones para chicos y chicas, como respuestaa las distintas preguntas que suelen hacer y para las diferentes edades de lainfancia y de la adolescencia. Os será fácil inspiraros en ellos leyendo eltexto y añadiendo los comentarios que vuestro corazón os dicte. Lo que esmenester es decir las cosas con la mayor naturalidad, insistiendo sobre lagrandeza del amor que ha inspirado el plan divino hasta en los detalles ypidiendo a los niños que no hablen de ellos a los otros a fin de dejar a suspropios padres tomar la iniciativa, instruirlos y guiarlos5.

Si por casualidad se juzga que el niño puede aprovechar la lectura detal o cual página, que sea, al menos, como una conversación comenzada ocontinuada, y, por consecuencia, que acaba en conversación. La voz, con eltono, los matices, los acentos, crea alrededor de la letra muerta unaarmonía viva de pensamientos y de sentimientos que la coloca en su justopunto y la hace buena y bella.

¡Cuántos atenuantes, sugestiones, repeticiones, correctivos, dulzurasy vivacidades son necesarios para comunicar a pensamientos tan delicadosla pureza de forma, la veracidad exacta del sentido, el ritmo bienhechor de

5 Entre los libros sencillos y accesibles a todos sobre este tema, se pueden leer: C. Pereira, Digamos la verdad. Sal terrae 17 1965, Santander; F. Boix, Papá, ¿cómo nace un niño? Nova terra, Barcelona 1970; Carolina-Luis, ¿Cómo hablar a nuestros hijos? Atenas, Madrid 1962.

108

Page 109: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

la paz! Al libro el niño no responde, no se abre, permanece mudo, y la mássegura protección del niño está en hablar a sus padres. El libro esapresurado, no espera, trastorna el orden interior, las imágenes asaltan lasensibilidad. La conversación, al contrario, es paciente; va y vuelve;avanza y retrocede; vuelve a comenzar si hay necesidad; se pliega demanera muy sutil a la sinuosidad y elasticidad del alma infantil. Unamadre llena de experiencia y muy inteligente —sólo esta frase lodemostraría— decía con finura: «Es necesario adaptar los consejos alestilo de la familia».

Si el niño no pregunta, no hay que dudar en plantearle una cuestióncomo ésta: «¿Te has preguntado cómo vienen al mundo los niños?»

Hay a veces niños tímidos, o bien niños que no se atreven ainteresarse por esos problemas porque han oído alrededor de este asuntociertas reticencias y se imaginan que son cosas en las cuales no hay quepensar. Pero eso no sería sin gran inconveniente para el porvenir. Dadlesconfianza, pues, y no adoptéis nunca un aspecto solemne ni cohibido parahablar de estos asuntos.

Después de una conversación de este género no dudéis en decir avuestros hijos que recurran a vosotros de nuevo si en adelante alguna otracuestión se plantea a su espíritu. Mantendréis así entre vuestros hijos yvosotros una puerta abierta a la confianza total, tan necesaria en esteterreno.

En materia de pureza no son las costumbres o las convenciones lasque determinan lo que está bien y lo que está mal. Hay un orden en lacreación, y es este orden, o en otros términos: ese plan de amor que Diosha establecido, lo que es necesario respetar6.

No se trata de ver el mal en todas partes. Ni tampoco de ser ingenuose imaginar que nuestros niños están fuera de todo peligro. En este mundomoderno, que Bergson calificaba de afrodisíaco, se encuentrandesequilibrados, obsesionados, gentes más o menos morbosas, y nuestrosniños pueden ser uno u otro día, cuando menos lo sospechemos, víctimasde un camarada perverso o de un adulto impúdico.

6 En la obra de J.-S. Guillope, La educación sexual de los niños y adolescentes, Atenas, Madrid 1968, se encuentra un capítulo sobre educación de la pureza, que des-arrolla la síntesis sobre los tres elementos necesarios para toda verdadera educación moral: 1. Conocimiento progresivo de la verdad; 2. Educación del dominio de sí; y 3. Pedir la divina gracia.

109

Page 110: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Es necesario que la mamá haya podido decir un día muynaturalmente a su hijo: «Estate con cuidado: encontrarás a vecescompañeros o gentes mal educadas que se portan mal. Si alguno, porejemplo, quisiera jugar contigo a juegos indecentes, intenta hacertecosquillas entre las piernas, no te dejes y ven a hablar conmigo». Laexperiencia prueba que un 6o por 100 de los niños, por lo menos, niñas oniños, han sido uno u otro día objeto de tentaciones de ese género sin quelos padres lo sospecharan siquiera. Un niño prevenido vendrá másfácilmente a sincerarse con vosotros en caso de peligro.

Ante los inconvenientes del silencio en estas materias, varios paíseshan preconizado la educación colectiva en la escuela. Es ésta una medidaen extremo peligrosa, y varios países que la habían adoptado hanrenunciado finalmente a ella. En materia tan delicada, dirigiéndose aespíritus y a temperamentos tan diversos como los que puede ofrecer unaclase con una enseñanza uniforme en la que falta totalmente la gradaciónnecesaria según las circunstancias tan variadas del auditorio, existe elpeligro de convertirse en seguida en objeto de conversaciones malsanas yde crear en algunos la obsesión de la sexualidad.

Nada es mejor que la iniciación individual adaptada al desarrollofísico y moral e intelectual del niño.

Se mutila la verdad mostrando sólo el aspecto fisiológico de estosproblemas. Es muy importante exponerlos en una síntesis donde no seolvide el aspecto sentimental, el aspecto social y el aspecto religioso.

Nuestras respuestas deben estar impregnadas de espíritu de fe ydescubrir al iniciado el plan providencial de Dios en relación con el do-minio de lo sexual. Sin duda alguna, ciertos detalles son muy delicadospara explicarlos; pero, por otra parte, y si bien el hombre puede corromperel plan divino en esta materia, es necesario no perder de vista que laestructura del corazón del hombre o de la mujer, su madurez fisiológica,los actos fundamentales de la unión conyugal, de la paternidad, de lamaternidad y del nacimiento, de los hijos, son obra directa de Dios.

Es preciso no perder tampoco de vista que el Señor ha hecho delmatrimonio un sacramento y que los actos conyugales, realizados enestado de gracia y según la rectitud de su naturaleza, llegan a ser para loscónyuges fuente de gracia y de méritos para el cielo.

110

Page 111: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Es necesario, pues, enfocar el problema de la sexualidad con miradalímpida, bajo su aspecto providencial noble y puro. Con esta rectitud, conesta nobleza, debemos hablar de él a nuestros niños.

Importa que la niña sea prevenida por su mamá antes que seproduzca el acontecimiento que la consagrará como mujer.

Le explicará ésta primero el papel de la madre. Con la pubertad de lamujer, especialmente con ocasión de los nuevos cuidados de higiene quedeberá tener, y al corriente de los cuales es necesario ponerla, podrá lamadre volver sobre el asunto para precisar lo que haya dicho unos añosantes relativo al «papel de la madre» en la vida del niño pequeño. Comolas circunstancias se prestan, podrá darle de manera técnica los detallesfísicos y fisiológicos necesarios. El tema será el siguiente: la adolescentedeja de ser una niña para convertirse en mujer; su cuerpo está dispuesto aprepararse poco a poco para su hermoso papel de madre. Y precisamenteporque es obra importante y delicada, un trabajo de colaboración con Dios,la preparación se hace lentamente. Y puesto que su cuerpo será algún día laprimera cuna de un niño pequeñín, debe ella, a la vez, cuidarlo yrespetarlo.

Es importante, asimismo, que el chico sea prevenido por su papá —y,en defecto de él, por su mamá— de las transformaciones que van aoperarse en él, de las reglas higiénicas que debe observar. Convendráprevenirlo, para que no se inquiete por las perturbaciones fisiológicas quepueden sobrevenirle durante el sueño independientemente de su voluntad.

Una recomendación que tal vez sorprenda a algunos padres, a la cual,sin embargo, conceden una gran importancia quienes profesionalmentereciben numerosas confidencias: el niño no debe, en manera alguna,compartir el dormitorio de sus padres. Con frecuencia, las condicioneseconómicas impiden a los padres conformarse a esta exigencia esencial,pero cuantas veces sea posible, es necesario hacerlo.

Ignoramos todavía el grado de impresionabilidad del cerebro infantil.Es, no obstante, verosímil que el cerebro del niño, muy sensible, recibaciertas impresiones, como la placa de cera de un aparato registrador,aunque no las asimile hasta mucho más tarde.

A los padres —a la mamá, principalmente— incumbe formar al niñoen lo relativo al pudor, de modo que, de una parte, evite las fobias, lostemores exagerados, que le harían ver el mal en todo; pero, por otra, tenga

111

Page 112: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

el sentido de cierta reserva, tanto más indispensable cuanto que elambiente actual se empeña en destruirla.

¿Qué hacer si os dais cuenta de que vuestros hijos han adquiridomalos hábitos solitarios?

1. Nada de dramatizar, no amedrentar al chico ni hipnotizarlo coneste motivo; tendréis el peligro de formar en él una obsesión y de im-pedirle salir de ella.

2. Enseñar al niño a lavarse como es preciso y completamente.Con frecuencia, estos hábitos provienen de falta de higiene y de limpieza.

3. Plantear el problema en el aspecto de la buena educación y delrespeto a sí mismo: un niño bien educado no juega con su cuerpo, como nose rasca la nariz ni se frota los ojos.

4. Animar al niño a reforzar su voluntad haciéndola trabajar enotros dominios.

5. Asegurarle que no hay por qué extrañarse de las tentaciones enese sentido: son propias de la edad; pero es también propio de su edadejercitarse en el dominio de sí mismo con la gracia de Dios, que nunca sele niega al hombre de buena voluntad. Proporcionarle una vidaequilibrada; enseñarle a elegir lecturas, a evitar cualquier causa deexcitación y orientarlo en la técnica de la diversión en algo que le interese.

6. En esta materia es necesario insistir más sobre el aspectopositivo de la alegría de elevarse, de vencer, que sobre el aspecto negativode la falta moral. Este punto, preciso es dejarlo al juicio del confesor, quepara eso tiene gracia de estado.

Instruir a la juventud en las realidades de la vida no es, comopretenden algunos higienistas, prevenir contra los peligros de las enfer-medades venéreas, sino preservar de desviaciones morales que resultan dela mala conducta. El hombre no es un simple animal a quien hay queproteger de los contagios microbianos; es un ser que debe por sí mismodominar sus apetitos.

La juventud debe saber que si es depositaría del poder creador, esono es para que se envilezca y lo convierta en instrumento de placer. Laimpureza es a la vez una falta contra el respeto que el hombre se debe a símismo; una falta contra la que algún día será su esposa, una falta contralos hijos, herederos de sus potencias físicas y morales.

112

Page 113: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Un joven se prepara, pues, a la fidelidad en la medida que se respetaa sí mismo y en la que respeta a la mujer en general.

113

Page 114: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

4

ALGUNOS PROBLEMAS PRÁCTICOS

1. El espíritu de la familia

Cada familia puede tener un espíritu del cual se benefician todos susmiembros. Si ese espíritu no existe, los miembros están sólo yuxtapuestosy encontrarán siempre ocasiones de alejarse del hogar. Al contrario,cuando existe el espíritu de familia, un la2o de unidad consolidará elafecto de unos con otros, y aun cuando la vida obligue a los miembros adispersarse, ese lazo será suficientemente fuerte para sostener entre todosuna efectiva ayuda mutua.

El desarrollo de ese espíritu de familia depende, en principio, de lospadres, de su unidad de acción en la educación de los hijos; del ejemploque les den sin cesar; del modo con que, a medida que los niños crezcan,los hagan participar progresivamente de las tareas propias del hogar y sucuidado; de la manera también en que sepan enlazar el presente con elpasado, transmitir a los hijos un legítimo orgullo por sus abuelos y susantepasados; la verdadera nobleza no es tanta la del nombre como la delcorazón y la honradez; de la manera, en fin, con que sepan crear ese climade alegría y confianza que se manifiesta con mayor fuerza en las horasalegres de fiestas y aniversarios.

Los padres cristianos desean poder educar una familia numerosa.Muchos hijos son, en cierto sentido, más fáciles de educar; se beneficianunos y otros con un conocimiento psicológico que les será muy útil másadelante; el roce de caracteres les dará flexibilidad y, sin duda alguna, lasolidaridad que los unirá les será en la vida precioso sostén en horas de lu-cha o de sufrimiento.

Sucede con bastante frecuencia que aparece aun en las mejoresfamilias una especie de celos inconscientes de un niño frente a otro,especialmente del mayor con el que le sucede inmediatamente, envidia queproduce desacuerdo entre ellos o algunos otros fenómenos diversos, de loscuales Tos padres buscan en vano la explicación. La causa profunda esmuchas veces la siguiente: vuestro hijo ha tenido todo vuestro cariño, se ha

114

Page 115: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

sentido durante varios meses, si no es durante varios años, el centro devuestros pensamientos, preocupaciones y alegrías; he aquí que de prontose le da un hermanito o una hermanita. ¿Cuál será su reacción? Dependeráde vosotros en gran parte. Si parece que olvidáis al primero a causa delsegundo, no os extrañe que el primero, sin darse cuenta de ello, sientadesconfianza en relación con el otro, y aun una cierta envidia que podríallegar hasta el odio, cuando el recién nacido proporciona al otro algunossacrificios para los que no estaba preparado, como la disminución decaricias de su madre, tener que cederle su habitación o su cama.

En La hermanita de Troott, André Leichtenberget ha descrito demanera encantadora lo que puede ocurrir en el alma de un pequeño querecibe una hermanita. De antemano se le había hablado de la alegría que éliba a tener: se había imaginado que la hermanita sería una niña como conlas que él jugaba —y es un feo animalito rubio y llorón—. Querría él jugara caballitos, tocar su trompeta, y se le dice: «¡Chis!, vas a despertar a tuhermanita». Le gustaría que su mamá lo tome en sus rodillas como decostumbre, le cuente un cuento, escuche lo que él quisiera decirle, peromamá tiene mucho que hacer siempre con cambiar al bebé y prepararlebiberones. No se ocupa más que del bebé, y nada de Troott... Realmente,no le quiere ya...

Con frecuencia los celos de un niño no se manifiestan claramente, ylos educadores, desconcertados, no encuentran la causa de varias accionesextrañas. Su hijo, que era limpio, vuelve a mojar su cama. Hablaba más omenos bien y comienza a cecear. Comía solo y parece que no sabe sostenerla cuchara. En fin, no deja en ningún momento de hacer tonterías y se poneinsoportable. El pobre mayor sería en realidad incapaz de explicar lo quepasa en su pequeño cerebro, pero nosotros podemos traducir aproxi-madamente sus razonamientos oscuros: «Puesto que papá y mamá seocupan del niño y me olvidan, será necesario que lo imite para que mequieran de nuevo. Si mojo mi pantalón, mamá tendrá que cambiarme; si noquiero comer, me dará ella como lo hace con el bebé». Todas las tonteríasson los esfuerzos de una pequeña personalidad, que se cree olvidada, paraatraer de alguna manera la atención sobre sí.

Los padres prudentes no dejan de mostrar más solicitud por el primerniño con motivo de la llegada del segundo. Algunos le ofrecen regalos yjuguetes de parte del recién nacido. Hacen comprender al primogénito quela llegada del segundo lo hace mayor a él, y denotan esto por algún signo

115

Page 116: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

exterior, como comprarle un vestido nuevo o autorizarle a comer en lamesa con su papá.

He aquí cómo resolvió el problema una mamá:

«Yo no creo que Juan haya estado nunca celoso de su hermano. Esverdad que he tenido interés en no darle ocasión. Así, si paseo por el jardíncon Andrés en brazos, doy la otra mano a Juan. Si Andrés está sobre misrodillas y Juan llega, pongo un niño sobre cada rodilla. También Juanparece tener una idea muy clara de la igualdad entre ambos. Un día yohacía jugar a Andrés a los caballitos; pensé que no debía olvidar a Juan;dejé en el suelo a Andrés y tomé a Juan; apenas había terminado de hacer‘su galope’, cuando se bajó de mis rodillas diciendo: ‘Ahora Andrés’.Abrazo a Juan en su cama: ‘Y al otro también’, dice él. He pensado quepodría ser desagradable para Juan ver que su hermanito heredaba sus cosasviejas, que podría creerse despojado en provecho del otro. Así, cuandoAndrés creció y no cabía en la cuna comencé por dar a Juan una camagrande y subir al desván su cama pequeña durante tres meses. Al cabo deeste tiempo, cuando la he vuelto a bajar y he puesto en ella a Andrés, Juanno ha hecho notar que era la suya».

Si se quiere que los niños se entiendan bien entre sí, es preciso nooponerse nunca, librarse de toda frase comparativa que pudiera producirenvidia y determinar en uno u otro de los niños un complejo deinferioridad.

No digáis nunca a un niño: «¿Has visto qué bueno es tuhermanito?»... «Debes ser amable con tu hermana». Nada más a propósitoque esto para crear celos. Y es, a veces, gran injusticia, porque los niños notienen el mismo temperamento ni las mismas reacciones; es como si sedijera a un moreno: «Debes ser rubio como tu vecino».

Cuando los niños están envidiosos unos de otros, decidles: «Estábien; mañana os traeré una balanza de precisión», o bien: «Pide si quieresmás porque tienes hambre o porque te gusta tan dulce, pero no porque a tuhermano se le haya dado más que a ti; si estás satisfecho de tu parte, dejade quejarte; si no lo estás, devuélvenosla».

Cuando dos niños riñen, decidles: «Ni uno ni otro tenéis razón parareñir; es tarde para determinar cuál de los dos ha comenzado. Además, esono tiene importancia. A partir de ahora, el que vuelva a comenzar será elculpable».

116

Page 117: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Algunas veces los niños se acusan unos a otros. Conviene enseñar alos niños a distinguir entre acusación útil e inútil; sólo es útil cuando sehace a tiempo para poder impedir un accidente o una trastada grande; esinútil y peligrosa cuando tiene por fin hablar con más o menos maldadcontra el hermano o la hermana. Si los padres dicen al niño acusador: «Es-taría muy bien en ti acusarte cuando hayas cometido una falta; pero comohoy se trata de otro, no es a ti a quien debo escuchar», el pequeño noquedará con ganas de volverlo a hacer.

Es preciso repetirles a los niños que se les quiere a todos mucho, y acada uno por sí mismo; no puede haber rivalidades por eso si no haypreferencias.

Damos por descontado que nunca, en las comidas, se ha de mostraruna cara enojada o descontenta; no podemos imaginar hasta qué puntopueden contraerse enfermedades del estómago en algunas mesas familiaresen que se siente una atmósfera pesada y los corazones están oprimidos.

No se debe consentir nunca a los muchachos alardear de menosprecioo conmiseración respecto a sus hermanas. Conviene que éstas noadquieran ni un complejo de inferioridad ni el deseo de masculinizarsepara no quedarse atrás de sus hermanos. Si la niña es, en efecto, inferior enfuerza a los hermanos, tiene, en cambio, en su favor otras cualidades de lasque debe sacar razonablemente partido y ventajas: finura de intuición,paciencia, habilidad para los trabajos de la casa, gracia, flexibilidad, etc.Consciente de ello, adquirirá un sentimiento de compensación que coloquelas cosas en su punto.

Entre el menor de los hijos y el mayor se puede, inconscientemente,crear distancias, bien poniendo a cada instante al mayor como modelo tipoo exigiéndole desconsideradamente que se ocupe del pequeño o que sedeje importunar por él sin quejarse, con el pretexto de que es más pequeño.

Es preciso también evitar que el segundo o pequeño haya de sentirdemasiado esta condición de pequeño, porque no tenga nunca cosaspropias ni vestidos nuevos.

Un niño que usaba siempre los trajes de su hermano mayor, mientrasa aquél se los hacían nuevos, se lamentaba a Dios con estas palabras:«Dios mío, haced que mi hermano rompa sus trajes, para que no tenga queusarlos yo».

117

Page 118: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Recordad que cada niño tiene su personalidad. Haced todo lo posiblepor dedicar a cada uno el tiempo que sea sólo para él.

Si queréis conservar la confianza de cada uno de vuestros hijos, nohagáis bromas o burlas respecto a ellos. Cuando alguno en plan de con-fianza se acerque a vosotros, no lo interrumpáis, dejadle que os digacuanto quiera, aunque tengáis una ocupación urgente. No descubráis nuncaun secreto que un niño os haya confiado. Procurad de cuando en cuandosalir con uno de vuestros hijos por turno.

2. El niño enfadado

«Mostrar habitualmente enfado llega a ser para las personas conquienes se vive un reproche mudo. Es acusarlas tácitamente significán-doles que el lazo de confianza y simpatía se ha roto y que no se está segurode los buenos sentimientos. En el enfado habitual aparece una agresividadcontenida, llevada en términos tolerables sin demasiado riesgo para eldisgustado. Además, el enfado continuo es un medio de hacerseinteresante, de imponerse cuando la exposición franca de los agravios seríatrivial. Gracias a estas utilizaciones secundarias llega a ser pronto unmedio de presión sobre los de alrededor» (R. Allendy).

No hay que extrañarse de que el niño sienta la tentación de protestarponiéndose mohíno, enojado por una decepción o una observación queconsidera injusta. Adoptar un aspecto triste, abatido, agobiado desufrimiento, creerse víctima y aparentar que lo es, constituye un armapreciosa de los débiles contra los fuertes. Pero esta clase de enfado espeligrosa, y es necesario intentar que el niño se cure de ella en cuantocomience.

El enojo o enfado continuo es un arma peligrosa, porque el enojadollega a ser víctima de su hábito. Se condena a mantener una actitud tandesagradable para él como para los demás, y sin provecho para nadie.

El enojo o enfado prolongado tiene el peligro de hacerse contagiosoy determinar en algunos miembros de la familia roces que complicarían lasituación hasta crear una atmósfera irrespirable.

El enfado o despecho es el origen de actitudes que serán peligrosasen el porvenir, sobre todo en las chicas. Tienen ya ellas tendencias acompensar su complejo de inferioridad, por lo que se podría llamar «unreflejo de víctima». Si después, por la menor contrariedad, ponen rostro

118

Page 119: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

duro, desagradable, están en peligro de perjudicar gravemente la paz delhogar.

Los padres deben evitar sinceramente lo que podría producirdespecho en el niño. ¿Por qué hacen reproches a tiempo y destiempo? ¿Porqué encolerizarse contra él sin razón suficiente, sobre todo si se trata deuna faltilla de la que apenas es responsable? ¿Por qué abrumarlos delantede otros con advertencias que no son absoluta e inmediatamenteindispensables?

La mayor parte de los despechos tienen por origen un tono regañónagresivo, burlón o irónico, que se parece a una provocación. Tan verdaderoes, que en la mayoría de los conflictos familiares hay en cada uno un pocode culpa.

Si el niño se obceca en su enfado, aparentemos no notarlo, yprocuremos que no se exaspere más. La violencia y el nerviosismo sóloconseguirán crear una situación aún más delicada.

Cuando el niño esté mejor dispuesto se le debe hacer comprender quesu enfado y obcecación son algo malo, que harán su vida más difícil y susesfuerzos más penosos. Mostrarle también que tiene el peligro de adquirirun hábito malo, el del mal carácter, del cual será él más tarde la primeravíctima. Se le conducirá a renunciar a ese medio pueril ofreciéndole me-dios más sencillos de hacer oír su opinión. Una explicación sincera le quitaal enojado el deseo que tiene de suscitar remordimientos, y despoja susreivindicaciones del carácter misterioso, heroico o novelesco.

Ni qué decir tiene que el mejor remedio contra el enfado continuadoes un ambiente habitual de tranquilidad y optimismo. Si el clima familiares alegre y se sabe poner al mal tiempo buena cara, el carácter gruñón yenojadizo del niño no aparecerá quizá nunca, o al menos desaparecerá muyde prisa, ya que no encontrará en qué alimentarse.

3. Problemas escolares

La entrada en la escuela es un acontecimiento importante en la vidadel niño. Para muchos es el primer contacto con lo desconocido y condesconocidos. De la manera con que el niño reciba y sea recibidodependerá una actitud positiva o negativa frente al trabajo y la vida esco-lar, que influirá durante muchos años en su facilidad para la enseñanza yen el trabajo intelectual.

119

Page 120: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

No presentéis nunca al niño la escuela como un lugar en que seadiestrará: «¡Verás cuando vayas a la escuela: te sabrán domar! ¡Cuándollegará octubre para que vayas a clase y me dejes en paz!»

Haced desear la escuela a los niños con fiases como ésta: «Se haceuno mayor cuando se va a la escuela; se deja de ser un niño chiquito, yademás, ¡qué de cosas vas a aprender!»

La vida escolar representa para el niño lo que la profesión en nuestravida de adultos; es su ocupación principal.

A partir del momento en que frecuenta con regularidad la escuela,ésta ocupa lo más definido de su actividad consciente e influye de maneramuy importante en su desarrollo intelectual y físico. Su papel es, pues,capital. No hay, por consiguiente, nada de sorprendente en que lasdificultades escolares influyan grandemente en el comportamiento generaldel niño y que los dramas de la escuela tengan una repercusión fuertesobre la vida diaria y sobre la evolución psicológica de los niños.

Debe evitarse tanto como sea posible el internado, que es algo contrala naturaleza, sobre todo para los muy pequeños, en los cuales nadie puedereemplazar al elemento afectivo que representan el padre y la madre. ¡Silos padres sospecharan la tristeza que puede invadir en ciertas horas elalma de sus pequeños pensionistas, aun en los mejores internados!

Por lo menos, si no es posible otra cosa, que se compense confrecuentes salidas con la familia, que deben suprimir los arrestos abusivos,los cuales, por otra parte, transformarían de manera antipsicológica elinternado en prisión.

La elección de escuela es importante. El ideal sería que la escuelaelegida no solamente proporcione una instrucción sólida, desenvuelva enel niño las cualidades humanas de trabajo, limpieza, cortesía, sinceridad,exactitud y orden, sino que también cree un ambiente cristiano, favorablepara el desenvolvimiento espiritual y moral del niño.

El niño, sobre todo antes de la pubertad, es extremadamente sensiblea la influencia del medio escolar donde se forma. Si ese medio es religioso,puede producir en el niño el fundamento de la formación espiritual de unaparte notable de su vida. Si es antirreligioso, creará en él una perplejidadentre dos formaciones distintas.

Después de la pubertad, los centros del estado: institutos, colegios,etc., presentan inconvenientes menos graves, con la condición de tener una

120

Page 121: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

atmósfera moral aceptable, y pueden proporcionar al niño ciertas ventajas:contacto con incrédulos, ocasiones de fe más combativa, espírituapostólico afianzado, comprometerse a hacer el bien, etc.

En este caso, es preciso procurar que el adolescente continúe ycomplete su instrucción religiosa y tome parte en algún movimiento oasociación católica, sin la cual estará en peligro de sufrir sin compensaciónla influencia de un profesor o compañero que no comporta ni su ideal ni sufe7.

En todo caso, debe existir entre escuela y familia una verdadera yeficaz colaboración. Por cristiana que sea la escuela, no debe convertirseen un lugar que desvíe a los padres de su responsabilidad educadora. Aunsiendo cristiana, la escuela no debe separar al niño de su parroquia, encuyo caso los ejercicios religiosos podrían ser confundidos por los niñoscon ejercicios de clase, y dejarían de practicarlos al salir del colegio.

Es necesario que el niño sienta con precisión que proceden deacuerdo sus educadores: padres, sacerdotes, profesores. Siempre que existeesta armonía, al menos tácita, el niño experimenta en ella un sentimientode paz y seguridad.

Uno de los puntos sobre los cuales debe realizarse esta colaboraciónentre escuela y familia es el problema de los trabajos de clase que se hayande hacer en casa. Por una parte, preciso es evitar que sean los ejercicios tannumerosos que no dejen tener al niño algún momento de legítimodescanso, tan necesario, que dañen al ambiente familiar, y, sobre todo, queabrevien de manera habitual el sueño del niño. Por otra parte, si bien elniño puede pedir ocasionalmente consejo a sus padres, debe proscribirse elmétodo según el cual son los padres quienes hacen tales trabajos de claseen lugar de sus hijos.

Lo que es necesario, si se quiere que el niño triunfe en sus estudios,es que tenga, en la medida de lo posible, un pequeño lugar para él dondepueda trabajar con tranquilidad sin que lo molesten, ya con preguntasintempestivas sus hermanos o hermanas, o bien con el ruido de la radio ode la televisión.

7 Esto es particularmente sensible en institutos femeninos, especialmente en clase de filosofía. La experiencia y la psicología muestran que las chicas toman en serio, más que sus hermanos, las enseñanzas que reciben, y un profesor no cristiano y con prestigio puede sembrar la duda.

121

Page 122: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Es bueno que de cuando en cuando, sin abusar, vayan los padres avisitar a los profesores de sus hijos. Pero que no sea ni sin saberlo éstos nien su presencia. No sin que el niño lo sepa, para evitar en él el sentimientode complot contra él —sentimiento que no dejaría de aparecer el día quesupiera que se le había ocultado esta visita—; ni en su presencia, porque sise le alaba puede envanecerse; si se le reprocha, podría desanimarse.

Los padres deben interesarse por los progresos de sus hijos, miradosaisladamente más que en relación con sus compañeros. Porque todoespíritu de competición encierra, como reverso de medalla, el peligro decierta envidia hacia los que están mejor dotados o menosprecio para losque tienen menos capacidad.

El interés de los padres respecto al trabajo escolar no debe consistiren añadir automáticamente un castigo familiar a otro recibido en la escuelani en tomar como sistema la defensa del niño contra sus profesores. Entodo caso, no se deben nunca permitir críticas o burlas en relación con elpersonal de enseñaba.

No toleréis jamás delante de vosotros apodos o insolencias.Consintiendo en que disminuya la autoridad de los profesores, atentan lospadres contra su propia autoridad.

Es evidentemente necesario no hacerse cómplices con el niño paraengañar a sus maestros. «Una tarde vino una madre a buscar a su hijo, ydijo inocentemente a la maestra: ‘Señorita, haga el favor de excusar aMónica. No sabrá sus lecciones mañana porque sus abuelos pasarán lavelada con nosotros; pero traerá hechos sus trabajos de clase; yo los haréesta noche’».

¿Qué hacer si el niño es perezoso o si realiza sus estudios conevidente mala voluntad? Puede haber en eso muchas causas de origendiferente. Causas de orden físico: el niño no oye bien, no ve bien, noduerme lo suficiente, o también en ciertos casos puede existir una razón deorigen glandular, que hace necesaria una visita médica.

Causas de orden intelectual: está en una clase demasiado fuerte paraél; las explicaciones del profesor son superiores a su inteligencia; tal vezdeberían aplicarle un test que determinara su edad mental.

Causa acaso también de orden afectivo: se le ha considerado maldesde el principio, el esfuerzo que se le ha exigido era superior a susfuerzas o tiene la creencia de que no lo comprenden. En este caso conviene

122

Page 123: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

animar al niño, conducirlo a la convicción de que trabaja para sí y no parael maestro, y hacerle ver que cada esfuerzo serio se traduce en un aumentode su valor, de lo cual será él el primer beneficiado. No pedirle esfuerzossuperiores a sus posibilidades, pero exigirle pequeños esfuerzos que le densentimiento de triunfo y progreso.

Siempre que sea posible, enlazad el trabajo de clase con la vidacorriente. Ayudad al niño a sacar provecho de los conocimientos adqui-ridos.

Es ésta, sin duda, una de las ventajas de la llamada educación«nueva», y que está de acuerdo con la psicología del niño.

4. Juegos y distracciones

El juego no tiene para el niño la misma significación que para eladulto. Para el adulto es, sobre todo, un descanso, una distracción. Para elniño es la cosa más seria que pueda existir en el mundo; se podría decirque es su ocupación esencial. Por eso es interesante que los padres, aunocupándose de los juegos de sus hijos, eviten molestarlos conintervenciones intempestivas.

Claudio, niño de cuatro años, deja deslizar entre sus dedos un finohilillo de arena dorada, y no responde nada a las indicaciones imperiosasde su mamá, que le invita a jugar con ella. «No sabes divertirte, Claudio»,dice ella. «Pero sé muy bien lo que me divierte a mí», respondió Claudio.

El niño toma de tal manera en serio su juego, que con gusto seidentifica con el personaje que representa y se asocia todo lo que élimagina de su psicología.

Conocía yo a un pequeño de tres o cuatro años. Un día irrumpí en sucuarto de jugar, cuando se encontraba sentado en un rincón sobre una caja;delante de él aparecía un pequeño coche volcado sobre uno de los lados. Elniño estaba muy serio; con las dos manos colocadas sobre una de lasruedas del coche, conducía...

Quise hablarle de su oficio, y para entrar en materia le dije: «¡Buenosdías, pequeño conductor!» Pero mi frase quedó sin respuesta. Me parecióque el niño no estaba muy cortés. Lo que yo le decía era amable. ¿No erarealmente él un pequeño conductor? Repetí mis «buenos días». Siempresin respuesta. Después de una tercera tentativa, el niño, no sin haber

123

Page 124: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

tomado antes una vuelta peligrosa, se volvió, refunfuñón, y me dijotranquilo y altanero: «Esto no se les dice a los conductores».

El juego es el trabajo de los niños, y los juguetes, los utensilios deljuego.

Un niño se divierte con su ilusión en tomo a un juguete más que conel juguete mismo. Se entretiene uno mejor a los cuatro años con un trozode madera fajado o envuelto en trapos que con un juguete complicado ycostoso.

Descubre el niño en el dibujo y la pintura un excelente medio deexpresar para los demás y para sí mismo sus instintos creadores. Es mejorque él pueda inventar lo que le parezca que no el colorear los «espacios enblanco» de un método impreso de antemano; podría con esto desanimarsey renunciar a todo esfuerzo personal de imaginación.

Los juegos de construcciones son muy apropiados a la psicología delniño, con la condición de que él pueda construir, modificar y volver aempezar según su idea.

Lo que interesa es no tanto el juguete y lo que cuesta, sino laactividad creadora que determina en el niño.

En la época de navidad no deis a vuestro hijo de una vez unamultitud de juguetes comprados sin discernimiento; al contrario, haced laelección con cuidado; distribuid durante el año la mitad de las compras. Deesta manera los juguetes podrán realmente llenar su papel, que escontribuir al desenvolvimiento del niño, renovando su interés.

No temáis para vuestros hijos los ejercicios al aire libre. Habituadlospronto al viento, a la lluvia, al frío. Puede el niño hacerse fuerte muyfácilmente y poder sufrir la intemperie. Son con frecuencia los niñosdemasiado protegidos las víctimas de los cuidados excesivos de quieneslos rodean.

Haced que vuestro hijo aprenda a nadar lo más pronto posible.Cuanto más joven comience le será más fácil; algo parecido como paraaprender lenguas vivas.

Si tenéis ocasión de que vuestro hijo siga un curso de gimnasiarítmica, no dudéis en proporcionárselo; este método ejercita los músculosy las articulaciones, da al cuerpo proporciones armoniosas; el niño se harámás flexible y natural en sus movimientos; su sentido del ritmo se

124

Page 125: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

reforzará, lo cual le será útil más adelante, y no sólo en el aspecto musical.Aprenderá también a reaccionar prontamente y de manera eficaz; ganaráen sangre fría, cualidad indispensable en la actualidad a Tos niños;recordemos aunque sólo sea la circulación moderna en las calles y lospeligros que supone. La gimnasia rítmica armoniza el espíritu y el cuerpo;exige que el niño aprenda a dominarse, y fortifica la facultad deconcentración, por la cual podrá sin dificultad adquirir una actitud firme enpresencia de otras personas, y más adelante —por ejemplo, en período deexámenes— evitar el miedo, de tan deplorables resultados.

Cuando el niño crezca, la participación en grandes juegos y lassalidas al aire libre en unión de algún grupo de jóvenes será para él ocasiónde una formación buena, física y moral a la vez.

Para el tiempo de vacaciones, aceptar con gusto que vuestro hijoparticipe de una colonia o un campo. Será esto ocasión para él de desarro-llo físico y moral, que le beneficiará todo el año.

Sin embargo, es preciso ser exigente no sólo sobre el ambienteeducativo de la colonia, sino también sobre su atmósfera espiritual. Unacolonia de vacaciones de espíritu francamente cristiano es ocasión fecundade aprendizaje de vida cristiana, y se debe procurar ese beneficio para losniños.

El deporte posee en la actualidad —y es esto un gran bien— unatractivo prodigioso para la mayoría de los niños. Hay, sin embargo,deporte y deporte. Es preciso desconfiar —principalmente en el período dela adolescencia, en que se fatiga muy pronto— de los deportes de compe-tición, donde, por el deseo de vencer, hay peligro de pasar los límites de laprudencia.

El deporte no es aconsejable más que cuando, por otra parte, seasegura al niño equilibrio físico y moral con la gimnasia racional, ycuando se realiza además bajo dirección o inspección médica.

Una recomendación que no es seguramente del todo inútil: el juegodebe llevar —aun cuando el niño crezca— la recompensa en sí mismo y enla observación a conciencia de la disciplina del juego. El arte de saberperder lo mismo que ganar constituye un verdadero enriquecimientomoral. Sería de lamentar que el juego fuera estimulado por el incentivo deuna ganancia cualquiera. Normalmente, los juegos de dinero deberían estarprohibidos.

125

Page 126: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

La lectura para los niños debe ser cuidadosamente elegida. Esnecesario prohibir deliberadamente no sólo las obras de moralidad dudosa,sino también todo lo que pueda impresionar con demasiada viveza laimaginación del niño, en particular relatos de crímenes, de torturas,novelas policíacas, aventuras de gangsters.

En principio, esos relatos, fuertes de colorido, pueden falsear eljuicio y la imaginación de lectores jóvenes. Por otra parte —y el caso no esimaginario—, pueden crear un mundo ficticio, donde se centre el niñofuera de toda realidad, esperando ejecutar él mismo las aventuras de quientiene llenos el corazón y la inteligencia.

Hay en el momento actual gran cantidad de revistas y librosilustrados para los niños. No todos son igualmente formadores. Algunosconstituyen un verdadero veneno. Otros son una tontería embrutecedora.No enviemos a nuestros hijos a comprar cualquier revista en los quioscos.Puesto que las hay formativas, hagámosles, si es posible, una suscripción asu nombre. Eso evitará la tentación de comprar sin preocuparse de qué nide cómo.

¿Qué se debe pensar del cine en relación con los niños?

El cine posee un poder de hechizo excepcional, y puede servir con lamisma facilidad a las mejores causas o a las más malas. Desde el punto devista educativo, puede ser para el niño instrumento precioso de descanso einstrucción: filmes de historias, documentales de viajes.

Pero puede ser también en extremo peligroso, porque la mayor partede las películas que existen en la actualidad no son para ellos. Las grandespelículas de emoción y aventuras descargan verdaderos golpes deimágenes sobre los jóvenes cerebros, que se aturden con tantos choquesrepetidos. Las imágenes son el vehículo de una carga afectiva osentimental. Su multiplicidad superpone al mundo real un mundo ficticio,artificial, que ofrece el peligro de descentrar al niño, quitándole el sentidode la realidad en una edad en que precisamente necesita adquirirlo. Porotra parte, como él es muy sugestionable, tiende a reproducir las escenasque ve desarrollar en la pantalla, y si éstas son sentimentales o equivocas,pueden suponerse los efectos que producirán.

Se ha observado que el abuso del cine determina en el niñodisminución de la memoria y de la atención, y de manera general del pen-samiento.

126

Page 127: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

En fin, el cine, sobre todo si el niño asiste frecuentemente, determinauna especie de embriaguez y crea una necesidad ficticia, tanto que alguienhaya podido decir: «El cine es el opio de la infancia.» Por eso,exceptuando las sesiones especialmente reservadas para los niños y dondela elección de películas se determine por su carácter instructivo ytranquilizador, abusar del cine es contraindicado para los jóvenes.

Constituye el cine tal fuerza en la actualidad y ejerce de tal manerainfluencia, que no basta con preservar al niño de asistir. A medida que seamayor convendrá enseñarle a elegir sus películas y a verlas con espíritucrítico. La película discutida en familia, entre los padres y los hijosmayores, ofrece ocasión de puntualizar criterios, abrir horizontes ycontribuir a la formación del juicio.

La radio, y forzosamente la televisión, deben ser objeto de laatención de los padres, y también de educación del espíritu crítico y deljuicio. Hay emisiones sanas y a veces educadoras. Las hay que sonsimplemente de distracción, sin más. Las hay embrutecedoras yenvilecedoras. Aquí es bueno recordar que «vivir es elegir» y que es enestas opciones donde se revela la cualidad de un alma.

5. Adolescencia

Llega una edad en la que el niño deja de serlo y no es todavía adulto.Edad en que se produce una especie de ruptura de equilibrio en vista de unequilibrio nuevo y de la conquista de la personalidad, que harán poco apoco de este niño no sólo un joven o una joven, sino tal joven —chico ochica— determinado. Resulta de esto un período de crisis que comienza,en general, hacia los trece años y que puede durar dos o tres.

Con frecuencia, en ese período, los padres, que han olvidado porcompleto lo que a ellos mismos les pasó, se sienten desorientados, porqueno reconocen ya a sus hijos. Lo primero que ha de hacerse es no asustarse.Se trata de una crisis normal, que pasará con tanta mayor rapidez yfacilidad cuanto más los padres se esfuercen en comprenderla.

El adolescente, que deja de ser un niño, comienza por tener una crisisde emancipación. No quiere formar parte del mundo de los pequeños; noquiere ya ser tratado como un niño; no le gusta que le hagan decir suslecciones; no quiere que se le mande por la noche acostar; se molesta por

127

Page 128: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

la menor observación, sobre todo si se la hacen delante de hermanos ohermanas más pequeños.

Este deseo de emancipación es la manifestación de un progresonatural en vías de evolución. Sería en vano y peligroso intentar dominarlopor la fuerza.

Lo que caracteriza la adolescencia es una transformación fisiológica.Importa, pues, que los padres hayan prevenido a tiempo a sus hijos. Peroen cualquier caso resultará de ello una fatigabilidad física, unainestabilidad de carácter que es necesario tener en cuenta.

No hay por qué extrañarse en este período de los cambios de humor,arranques no razonados, desigualdad en el trabajo, sucesión imposible deprever de alegría ruidosa y gesto sombrío.

El adolescente siente la impresión de no ser él mismo. No comprendesiempre lo que pasa en él. Siente más o menos confusamente algo en símás fuerte que él mismo... Pero difícilmente lo afirmará. No aceptará congusto reproches o reconvenciones, y éstos le producirán, en general, lasensación de ser un incomprendido.

Los adolescentes intentan, con frecuencia torpemente, afirmar sunaciente personalidad oponiéndose a la tradición, al conformismo, alcriterio de los adultos. Pocas veces tienen pensamiento propio y reflexivo.La prueba es que varían con mucha facilidad sobre el mismo asunto enalgunos días de intervalo. Pero se colocan instintivamente en la oposiciónde lo que vosotros afirmáis. No saben siempre lo que quieren conprecisión. Por lo menos, quieren algo distinto de lo que vosotros queréis, ycon frecuencia lo contrario de lo que deseáis. Por otra parte, están dotadosen esta época de una plasticidad artística y de artesanía que los capacitapara interesarse por las actividades más inesperadas, a través de las cualesbuscan su orientación y realizan la selección de sus gustos y aptitudes.

En esta edad, que se llama impropiamente «la edad ingrata», no leses suficiente que los quieran, y —hecho que desconcierta mucho a lasmadres— hasta los abrazos, los mimos, las manifestaciones de cariñofamiliar, los encuentran indiferentes, si no hostiles. Lo que ellos quieren esno sólo ser amados; es amar por sí mismos y elegir sus amistades,naturalmente, fuera de su casa.

128

Page 129: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Son capaces, a la vez, de un egoísmo casi cínico para todo lo queconcierne al cuadro familiar y de una abnegación espléndida fuera: por lospobres, por un ideal, por un movimiento político o religioso.

Es la época en que principalmente conviene orientarlos, sinimponérselo nunca, hacia una organización de juventudes. La abnegacióncon que se entregarán a ella será tal vez lo que mejor podrá ayudarlos asalvar ese período de crisis y a volver a encontrar el equilibrio en las mejo-res condiciones: dándose es como se equilibrarán.

Para las jóvenes es la edad de la pasión amorosa: por un profesor, poruna profesora. Si el objeto de la pasión es algo bueno y equilibrado, no haypor qué inquietarse; pasará por sí solo.

Si la evasión del medio familiar no se orienta hacia una organizaciónjuvenil, el adolescente puede desviarse en otro sentido, no sin peligro: elde los sueños, la imaginación; es la edad por excelencia del romanticismoy de lo novelesco.

No os extrañéis si en esta época vuestro hijo no quiere salir convosotros. Lo importante —peto este importante es esencial— es que elmedio en que busque sus diversiones y descanso sea moralmente sano.Aquí interviene también la elección de la organización juvenil que mejorresponda a sus aspiraciones.

Esos niños grandes son capaces de entusiasmarse por las cosasgrandes y bellas, como también por cualquier pequeñez. No se os ocurraburlaros; son muy susceptibles, porque son sensibles. No intentéisadivinarlos; son muy suspicaces: se repliegan en sí mismos y se cierranmás; son muy celosos de su autonomía, de su independencia: supersonalidad se yergue. ¡Son muchachos mayores, no chiquillos! Sobretodo, que no les parezca que se los vigila.

Esta última palabra me trae a la memoria la distinción un poco sutil,pero fundamentada, que se estableció un día entre dos traducciones delmismo término griego episkopein, de donde procede la palabra obispo; unade las traducciones, que siguió literalmente los elementos de lacomposición del verbo griego, dio «vigilar». El otro invirtió, podríadecirse, el orden de los factores y dio «velar por». Se ve en seguida ladiferencia. Un padre no vigilará a su hijo ya mayor, tendrá confianza en él;pero velará por él para impedirle que haga tonterías; velará por él parahacerle aprovechar las ocasiones de demostrar su talento o sus cualidades.

129

Page 130: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

Dad a vuestros adolescentes ocasión de contribuir activamente a lasdecisiones comunes relativas a la casa. Será un medio de dominarrazonablemente la exagerada tentación de evadirse del hogar familiar.

La experiencia demuestra que los muchachos cuya opinión se tieneen cuenta en los asuntos del gobierno de la casa, alimenticio, de diver-siones, radiofónico, etc., en el seno de la familia, buscan menos que otrosejercitar su libertad fuera.

Sobre todo, ante las manifestaciones de independencia, de evasión,de oposición, de vuestros hijos y de vuestras hijas adolescentes, nodramaticéis. Nada de escenas, lágrimas o reproches...; menos aúnviolencias.

En esta edad más que nunca, sabed persuadirlos y procurad noobligarlos.

Cuando deseéis conseguir alguna cosa de ellos, apelad a los móvilesmás elevados; no os apoyéis en motivos exclusivamente utilitarios; a pesarde las apariencias, están en la época de los idealismos desinteresados. Estambién la edad de la poesía, en la que gusta hacer versos sobre todo y apropósito de todo.

En términos generales, evitad el burlaros de ellos; mostraoscompasivos; más aún: hacedles sentir que los comprendéis. Conservaréisde esta manera ante ellos la autoridad moral, de que tanta necesidad tienen,sin que lo sepan, para ayudarlos a canalizar en buen sentido las fuerzasnuevas y magníficas que los encaminan hacia la edad adulta.

Tranquilizaos; esos años difíciles pasarán. Si vuestros hijoscomprenden que los amáis por sí mismos, que no solamente no queréisimpedir que crezcan, sino que deseáis ayudarlos a conseguir unapersonalidad de hombres o mujeres dignos de tal nombre, vuestros hijos yvuestras hijas conservarán su confianza en vosotros o, pasada la crisis,sentirán y os demostrarán un afecto redoblado.

6. Evolución del amor de los padres a sus hijos

No hay nada más hermoso que el amor del padre y de la madre parasu hijo. Pero ¿se sabe suficientemente que este cariño es planta delicadaque, para no entorpecer el desarrollo y expansión legítimos del niño, debesaber evolucionar en sus manifestaciones y en sus exigencias? Pocospadres comprenden esta evolución. Y es esta incomprensión causa de una

130

Page 131: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

serie de conflictos afectivos más o menos latentes que desconciertan confrecuencia a los padres más abnegados y, principalmente, a las madres mástiernas.

Quiérase o no, el sacrificio será siempre la nota auténtica delverdadero amor.

No hay amor más grande que el de quien se sacrifica por aquellos aquienes ama.

La madre, sobre todo, debe sobreponerse a sí misma para llegar acomprender la evolución en las relaciones que debe tener con su hijo.Durante nueve meses era completamente suyo. Dependía por entero deella, puesto que por ella respiraba y en ella se alimentaba. En los primerosmeses era todavía un pequeño ser por completo dependiente. Si loalimentaba ella misma —como es de desear—, le daba aún su propiasangre al darle su leche. Y el pequeñín, débil, sólo encontraba apoyo yprotección en los brazos de su madre. Después, poco a poco, el niñocreció. Y al adquirir el uso de su libertad adquirió también suindependencia. Durante los primeros años continúa el niño todavía muycerca de su madre. Es ella su primera educadora, su confidenteprovidencial, a quien recurre en cualquier circunstancia. Pero el niño crecemás. Su personalidad se afirma lo mismo que su autonomía. Entoncessiente profundamente la madre que el hijo ya no es con ella el mismo deantes. Lamenta y añora, a su pesar, los años en que era pequeñín, venía arefugiarse en sus rodillas o lo estrechaba contra su corazón...

El niño se ha convertido en un joven o una joven. A pesar de ello, lamadre no quiere reconocer que la forma de su autoridad debe cambiar.Porque no puede ya mandarlo como antes, se la oye decir: «¡Era tan buenode pequeñín!». Y por una especie de retroceso al pasado sigue haciendorecomendaciones como si el niño tuviera siempre ocho años.

Algunas madres hasta creen tener como un derecho estricto al amorexclusivo de su hijo. Lo llevarán tal vez a sacrificarse por ellas con peligrode estropear su vida si no es que el hijo conquista violentamente sulegítima autonomía, lo cual no sucederá sin quebranto y sin sufrimiento deuna y otra parte.

El amor materno no debe ser el único factor de la vitalidad del niño.Es preciso que lejos de su madre, aunque sufra un poco con la separación,sea capaz de vivir. Parece también útil, desde los primeros años, que lamadre se decida a separarse alguna vez de él y confiarlo durante más o

131

Page 132: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

menos tiempo a otras personas. Se evita así la fijación demasiadoexclusiva sobre la mamá.

Así como al nacer debe cortarse el cordón umbilical entre la madre yel niño, para hacer posible la vida independiente de éste, lo mismo debenaprender muy pronto las madres a cortar progresivamente, cuando eltiempo oportuno llegue, el «cordón» invisible, pero mucho más resistente,que las une en lo afectivo, de una manera muy especial, con sus hijos. Nose trata de la destrucción sistemática del amor materno y filial, sino, muyal contrario, de una evolución en la forma, de una adaptación a las circuns-tancias de la vida, de un amor liberador y no captativo.

El amor maternal sofocando a los niños en el momento en que tienennecesidad de ser lanzados fuera del nido, hace pensar en los árboles que seplantan para proteger una casa del sol excesivo; terminan tales árboles porcrecer y prosperar tanto, que es necesario podarles las ramas si no sequiere morir de ahogo y palidez, de oscuridad en la casa.

Con frecuencia, la madre no se da cuenta del perjuicio extremo quepuede hacerles a sus hijos, sobre todo, a veces, a su hija, encerrándolos enlazos afectivos demasiado apretados. El pequeñín necesita casi físicamenteabundancia de cuidados maternales, pero a medida que crece debe saber lamadre liberarlo de ellos, progresiva e insensiblemente, sin romper nada desu amor mutuo, para dejarlo deslizar por la pendiente que lo conducirá a suindependencia afectiva e intelectual.

La madre presenta respecto del hijo una complicación de otro orden:sabe instintivamente que, merced al carácter viril que se desenvuelve en suhijo, va a escaparse completamente a su influencia materna. Tiene miedode perderlo, de verlo salir de su círculo de influencia, y adopta entoncesuna actitud que podría llamarse debilitadora: intenta por todos los medios,sin darse cuenta de ello, oponerse a la virilización de su hijo. Todos losmedios le son buenos: no sólo continuas prohibiciones que mantienen aladolescente en una vida infantil, sino también todas las sugerencias queproducen en su espíritu la impresión de que no es todavía un hombre y quepermanece largo tiempo siendo niño.

El asunto se complica cuando de hecho el adolescente mismo no estáfirme en su deseo y él también se resiste a esta evolución psíquica de lapubertad, negándose a abandonar las ventajas del estadio infantil enbeneficio de otro estadio cuyo interés desconoce. Pertenecen a esta claseesos muchachos que se ven de aspecto algo afeminado que tienen para su

132

Page 133: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

madre una finura extraordinaria y múltiples atenciones; todo ello endetrimento de la evolución que debería producirse en ellos. No se puedeuno imaginar la frecuencia de esta situación; pasa inadvertida si no se haceun estudio informativo, perspicaz y preciso.

La oposición de la madre a los deportes, reuniones de camaradería,estancias fuera de casa, lecturas, y hasta a la verdadera posibilidad detrabajo de su hijo, es uno de los aspectos de esta oposición de carácterdebilitador.

Basta con frecuencia explicar a las madres el origen de estosconflictos afectivos para conducirlas de nuevo al verdadero sentimientomaternal que debe buscar el interés de sus hijos y ninguna otra cosa.

Muchas mamás, con el pretexto de querer perfeccionar la educaciónde sus hijos en este delicado período de la pubertad, los agobian con untorrente de recomendaciones, órdenes, censuras, que terminan porexasperar a los muchachos.

La multiplicación de observaciones hace que pierdan la sensibilidaden relación con ellas, se acostumbran, dejan pasar las tormentas y se re-fugian en una sordera psíquica que los ayuda a no entontecer.

Es preciso conceder a la sensibilidad un mínimo de independencia,sin lo cual el desarrollo de la personalidad podría perjudicarse. Este mí-nimo de independencia será lo que más tarde permitirá al niño desasirse desu familia. Es un error frecuente en los padres el creer que el niño seseparará por sí solo y demasiado pronto del ambiente familiar. Si loseducadores no lo preparan para sobreponerse a las dificultades afectivas deesta separación, el niño puede continuar dependiendo de las personas queconstituyen su ambiente. De ahí las tendencias tan frecuentes en nuestraépoca, que son persistencia de tendencias infantiles; el grado de altruismo,es decir, el desprendimiento de los primeros intereses, es la medida delgrado de desarrollo afectivo de un individuo. La colaboración firme yafectuosa por parte de los padres, actuando muy pronto en el plan afectivoy cada vez más en el intelectual por consecuencia, es lo que permitirá alniño destacarse y desprenderse como personalidad.

Esta misma colaboración comprensiva y firme será lo que le darásuficiente confianza en sí para decidirse a pensar y sentir por sí mismo,para amar y detestar, cuando sea preciso, libremente. Todavía, en relacióncon esto, muchos padres desean que su hijo sea no él mismo, sino lo queellos han soñado para sí. Tienden a imponer con demasiado exclusivismo

133

Page 134: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

su manera de ver y de sentir en lugar de favorecer el desarrollo natural delniño. Lo identifican con ellos en vez de intentar colocarse en su lugar paracomprenderlo y ayudarlo eficazmente. Se quiere que sea de tal modeloimaginado, olvidando que es y debe ser él mismo, lo que supone superarmuchas dificultades para la sensibilidad infantil. Es que los padres olvidanesta verdad fundamental: que educar a los niños es acostumbrarlos a quepuedan arreglarse a pasar sin ellos.

¿Qué es el niño sino un futuro hombre, un ser espiritual, una personadotada de un alma, llamada ella también a un destino en uso de sulibertad? El niño es un valor puesto por Dios en manos de los padres. Lasolterona se puede permitir el lujo de tener un perrito para su diversiónpersonal. El hijo no es para los padres, sino los padres para el hijo. Antesde salir del seno materno se alimentó nueve meses de la vida de su madre.Por segunda vez, llegado a la edad de hombre, deberá salir del hogar,después de haberse alimentado de todo lo mejor que los padres tenían quetransmitirle: hábitos, tradiciones, manera de orientar la vida... La tarea d^los padres, la maternal sobre todo, es tarea de' desinterés, de olvido de sí.«No yo, sino él...».

El secreto de la felicidad para los padres: aspirar no a realizar supropio sueño, sino a hacer coincidir sus deseos con la voluntad de Diossobre sus hijos.

Si el amor está constituido por olvido de sí mismo y sacrificio,digámoslo francamente, el sacrificio tiene su recompensa también. Porqueel niño, llegado a hombre, conserva mayor cariño y reconocimiento a suspadres, a medida que comprenda —sin que sea necesario recordárselo acada momento— todo lo que debe a quienes se han desvelado por él, condesinterés, sin buscar nada para sí mismos.

Así vuestros hijos, realizando su vocación personal, serán másadelante vuestra recompensa viviente.

134

Page 135: 234958903 El Arte de Educar a Los Ninos de Hoy

CONCLUSIÓN

Al final de un libro como éste se tiene la impresión de no haber dichotodo lo que se habría tenido que decir.

¡Cuántas cosas todavía se podrían añadir! Pero hay que terminar.

Después de todo, lo importante es determinar una actitud generalpor parte de los padres que desean sinceramente cumplir su «hermosamisión de amor»' al servicio de los hijos.

No se puede decir todo en un libro. No puede ser previsto todo condetalle.

Al menos, del conjunto de lo que aquí se ha indicado, se desprendeuna impresión general que ayudará en este sentido a padres y a madres aencontrar las soluciones más adaptadas a cada caso particular.

Que los padres, una vez más, no se asusten de su tarea. Desde elmomento en que intentan lealmente educarse ellos mismos para educar asus hijos y, puesto que los aman con un amor desinteresado, poco importaque falten aquí o allá, en tal o cual regla; poco importa que hayan estadoen una u otra ocasión algo torpes. El Señor, que ve su buena voluntad,suplirá su insuficiencia. Y sus hijos serán eternamente su alegría y sulegítimo orgullo.

135