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Domingo 24 de Febrero de 2013

27 de Febrero de 1989 - Correo del Orinoco, edición especial

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El Correo del Orinoco publica 24 páginas cargadas con la historia viva de los días previos y posteriores al estallido popular y la feroz represión contra el pueblo.

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Domingo 24 de Febrero de 2013

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Domingo 24 de Febrero de 20132E D I C I Ó N E S P E C I A L

ÍndiceLos antecedentes 3 a la 5

Miguel Ángel Contreras, en entrevista con Carlos Ortiz, afirma que El Caracazo fue la primera protesta global contra el neoliberalismo. El investigador considera que el 27-F marcó la ruptura entre la sociedad y el régimen puntofijista.

La protesta de ese día comenzó en Guarenas 6 a la 9

Las manifestaciones populares escenificadas en Guarenas contra el aumento del pasaje, el 27 de febrero de 1989, fueron la chispa que encendió la pradera en Caracas y otras ciudades del país. Alexan-der Escorche ofrece una reconstrucción de los hechos.

El Valle: uno de los blancos 10 y 11

Cuando el régimen de la época sacó a la calle a las tropas de las Fuerzas Armadas comenzó una repre-sión feroz contra el pueblo. Romer Viera cuenta los testimonios de quienes sufrieron la lluvia de balas en El Valle.

Nuevo Circo: la furia popular 12 y 13

El terminal del Nuevo Circo y sus alrededores recibieron todo el descontento del pueblo, que protestó el “paquetazo” neoliberal con saqueos y otras acciones. El mismo 27-F, un funcionario de la Policía Me-tropolitana apagó la vida de la estudiante Yulimar Reyes, en lo que se convirtió en uno de los crímenes emblemáticos de la represión de aquellos días. Jeylú Pereda entrevistó a algunos testigos de los hechos.

Moncada: el dolor de un padre 14 y 15

Una bala de FAL mató al hijo de Francisco Moncada durante El Caracazo. El impresor nunca pudo recu-perarse de la pérdida de su pequeño. El Estado nunca hizo justicia con este caso. ¿Quiénes son los res-

ponsables? Romer Viera reconstruye una historia desgarradora.

Los “monseñores Romero” de Venezuela 16 y 17

Los padres Matías Camuñas y Bruno Renaud acompañaron al pueblo de Petare durante los días duros de la represión militar

contra el pueblo. Camuñas recuerda, en entrevista con Romer Viera, la masacre de la escalera de Mesuca, conocida popularmente como la

“escalera de la muerte”.

Bernal: un policía rebelde 18 y 19

El diputado bolivariano Freddy Bernal era, en 1989, integrante del grupo CETA de la Policía Metropolitana. El luchador le cuenta a Rafael Leyva cómo, algunos funcionarios de

la PM, acompañaron al pueblo en su protesta.

Estudiantes: objetivo a perseguir 20 y 21

Luego de la rebelión popular del 27-F comenzó la represión. El régimen de Carlos Andrés Pérez dio vía libre a la persecución de centenares de estudiantes, que fueron secuestrados y encerrados en los sótanos de la Disip en Caracas sin saber siquiera de qué los responsabili-zaban. Carlos Ortiz conversa sobre estos hechos con Ernesto Serrano, uno de los “cazados” en aquella razia.

Frasso: la foto como denuncia 22 y 23

El fotógrafo Francisco Solórzano salió a las calles a capturar con su lente las evidencias de la represión militar y policial contra el pueblo. Para la posteridad quedaron sus fotografías sobre el toque de queda y las masacres perpetradas en barriadas populares como Petare. Héctor Escalante recoge algunas de sus vivencias durante esos días aciagos.

Diseño y diagramación:

José Manuel Hernández Chacín

Corrección: Judith Herrada, Eliézer Aché,

Miguel Hidalgo, Franklin Hurtado, José Brito

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Domingo 24 de Febrero de 2013

T/ Carlos OrtizF/ Joel Aranguren Caracas

La revuelta popular del 27 de febrero de 1989 “fue la primera protesta global con-tra el neoliberalismo. Posteriormente

vinieron los casos de Ecuador y Argentina, donde se dieron protestas más o menos si-milares”, afirma el sociólogo e investigador Miguel Ángel Contreras, quien sostiene que el histórico acontecimiento fue una ense-ñanza para los movimientos sociales.

–¿El 27-F influyó a tal punto en el auge de esas protestas, diría que les dio el ejemplo a otros países?

–Sí, como una expresión del hastío que producía y produce el neoliberalismo, como repuesta a la clausura del futuro que ese modelo planteaba y como evocación de la posibilidad de una vía distinta. Diría que a partir de entonces se fue extendiendo un movimiento molecular en América Latina. Fue el aprendizaje más emblemático de los movimientos populares en Ecuador y Ar-gentina, espontáneos pero vinculados con las luchas históricas de los pueblos.

–Sin embargo, en República Domini-cana, en abril de 1984, hubo tres días de fuertes protestas contra un plan de aus-teridad acordado con el Fondo Moneta-rio Internacional, con víctimas fatales. Y las manifestaciones se reactivaron entre 1987 y 1988. ¿Qué incidió para que fueran El Caracazo y El Guarenazo los que tuvieran ese impacto?

–No conozco las dimensiones de esas pro-testas anteriores, pero en el caso venezolano no podemos olvidar la tremenda expectativa creada por el segundo Gobierno de Carlos Andrés Pérez (CAP) y el poder multiplica-dor de un estado de ánimo que pasó de la es-peranza al trauma y la decepción. Además, el escenario era el del fin del socialismo y la clausura de otras alternativas, y eso generó desesperación. El neoliberalismo se presen-taba como la única alternativa y libraba una

Tecnocrátas que diseñaron el paquete de CAP insistieron en aplicarlo a pesar de la masacre

El 27-F fue la primera protesta global contra el neoliberalismoEl sociólogo Miguel Ángel

Contreras sostiene que

El Caracazo y El Guarenazo

fueron una subversión

social que activó una

corriente de cambio y

transformación que no

encontró conducción

política inmediata.

Pero el “por ahora” del 4-F

les dio sentido a las

protestas populares

al crear la expectativa

de una “rebelión indefinida”

tremenda ofensiva en todo el continente. El capitalismo vivía una reestructuración en la que las empresas de información se con-virtieron en los signos por excelencia de ese cambio. Creo que los medios jugaron un papel importante. La diferencia respecto a otras experiencias podría estar en esos dos puntos: la fortaleza del discurso neoliberal en la región en la década de los 80 y el rol de los medios, que además no deben haber di-fundido mucho los hechos anteriores.

–¿Qué elementos lo llevan a pensar que el 27-F fue una acción directa contra el neoliberalismo?

–Para responder a eso, diría que hay que analizar todo febrero de 1989. Pero incluso, previamente, se deben revisar las carac-terísticas de la campaña electoral entre Eduardo Fernández y Carlos Andrés Pérez (diciembre de 1988), que se libró entre dos proyectos: uno de carácter abiertamente neoliberal, que era el de Eduardo Fernán-dez, y otro que estaba marcado por lo que yo llamaría una visión nostálgica del primer Gobierno de Carlos Andrés Pérez, de carác-ter keynesiano, y que ofrecía la promesa de un estado de bienestar. Esas eran como las dos tesis de la campaña, a pesar de que ya en 1987 se había firmado un carta de intención entre los candidatos de que se iba a instru-mentar una política del Fondo Monetario Internacional.

CONTRA EL GRAN VIRAJEComo considera que se debe analizar todo

febrero de 1989 para evaluar el 27-F, Miguel Ángel Conteras se remonta hasta el día 2, cuando se dio la toma de posesión de Carlos Andrés Pérez. Recuerda “que fue calificada de ‘coronación’ en su momento”, no solo por la pompa con que se hizo, “sino porque rei-vindicaba a Carlos Andrés Pérez como un líder tercermundista”. Y comenta que “vi-nieron Dan Quayle, vicepresidente de los Estados Unidos, Fidel Castro y Daniel Orte-ga. Entonces, se veía que CAP tenía a su al-rededor diversas voluntades que reforzaban la imagen de líder tercermundista”.

“Eso influyó en que el 2 de febrero se viera como una promesa de que venía un cambio profundo. Pero el 16 de febrero fue el anuncio al país de la política del Gran Viraje. Cuando se anunció la política del Gran Viraje, se dio lo que uno podría lla-mar la primera ruptura con el Pacto de Punto Fijo”, sostiene.

–¿Por qué? ¿Qué le da al Gran Viraje el carácter de ruptura con el Pacto de Punto Fijo?

–El Gran Viraje fue presentado, tácita-mente, como una política que se desligaba del viejo acuerdo. Los ministros que nombró Carlos Andrés Pérez en ese momento y que diseñaron esa política no venían de Acción Democrática y Copei. No en los términos en que ocurrió con el programa mínimo del Pacto de Punto Fijo. Estos eran profesores que venían del IESA, del Banco Central de Venezuela y principalmente del sector fi-nanciero: Eglee Iturbe, Moisés Naim, Miguel Rodríguez, Pedro Tinoco; era un grupo de tecnócratas. Ahora, el 27 de febrero de 1989 es también la primera ruptura social que se da en el contexto del Pacto de Punto Fijo. Fue eso, una primera ruptura social y política.

–¿En qué sentido esa ruptura es so-cial y política?

–Como te dije, a partir de ese momento comienza una reacción abierta contra el neoliberalismo, que era el modelo que se decidió imponer desde el Estado y los pode-res establecidos. Pero esa protesta masiva contra un paquete de medidas es también una reacción contra el neoliberalismo en el mundo. Y esa es una de las cosas más im-portantes del 27-F: su impacto en la protesta global. Fue una subversión social –con alto impacto político– contra un orden estableci-do que estaba en decadencia.

–Hay opiniones contrarias a esa vi-sión. Se dice que el 27-F lo que había era gente destrozando y saqueando todo, y que nadie esgrimía ninguna consigna contra el neoliberalismo ni contra el Puntofijismo. Que nadie tocó las sedes de los partidos políticos, ni Miraflores...

–A eso habría que responder que cierta-mente no hubo una dirección política, ni vimos ese día una declaración formal que dijera: “Estamos aquí reunidos protestando contra el neoliberalismo y las medidas eco-nómicas de CAP”. Aunque también hay que decir que en el sitio de los acontecimientos tampoco se dio una entrevista de ese tipo. Lo que se registró fue un proceso, digamos, de apropiación o reapropiación, que en un pri-mer momento no lo protagonizaron las ba-rriadas. La protesta comenzó con grupos de personas que estaban concentradas por dis-tintas razones en lugares específicos de Gua-renas, Los Teques, La Guaira y Caracas.

Contreras llama la atención sobre el he-cho de que “esas zonas son prácticamente ciudades periféricas donde vive princi-palmente población obrera, población ad-ministrativa. Y en ese primer instante, aunque la protesta era contra el aumento del pasaje del transporte público, fue una irrupción contra una afrenta, contra una violencia más o menos institucionalizada. Después se extendió –digamos que se desa-tó la rabia, el resentimiento, en respuesta a esa afrenta. Eso no se entendió en ese momento como una reacción política, pero fue, sin duda, una subversión social.

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Domingo 24 de Febrero de 20134E D I C I Ó N E S P E C I A L

–¿El impacto político de esa subver-sión social fue inmediato?

–Quienes debían advertirlo no quisieron verlo así. Eso se aprecia claramente cuando se revisan las respuestas inmediatas al 27 de febrero. Uno ve las medidas económicas que se tomaron, el tipo de políticas que se co-menzaron a instrumentar, y entiende que lo que se buscó fue la profundización de lo que podríamos llamar los dispositivos tecnopo-líticos del neoliberalismo. Fue la economía política del neoliberalismo lo que empezó a imponerse a partir de entonces.

“Otro asunto que se debe destacar –seña-la Contreras– es la forma en que fue tratada la protesta. No se utilizaba la palabra “hor-da”, pero la protesta se presentaba siempre como hecha por personas que no tenían visión política, se les describía como seres sin voz. Esa fue una expresión que se usó en esos días, me parece. Sin embargo, el efecto lo intuyeron, porque aunque el estallido del 27-F fue espontáneo, ¿quiénes fueron los pre-sos esos días? Fueron militantes de algunos partidos políticos de izquierda, a quienes les atribuyeron responsabilidad en los hechos y se les persiguió. Pero de haber habido un partido de izquierda capaz de dar una res-puesta tan contundente y de esa magnitud, habría tomado el poder.

–Pero no lo había, ni hubo quien capi-talizara esa subversión.

–Es que inicialmente aquello no era un asunto político, sino eso: una subversión so-cial que después se convirtió en política. Las protestas del 27 de febrero y los días siguien-tes subvirtieron el orden social. Después se fueron politizando en todos sus aspectos, al punto de que Carlos Andrés Pérez llegó a de-cir que era un asunto entre ricos y pobres. Y los poderes constituidos casi estaban ha-ciendo agua ante ese tipo de movilización.

Las reacciones de esos poderes, señaló Contreras, fueron contradictorias: “Los par-tidos del statu quo, Acción Democrática (AD) y Copei, trataron de salvar las formas de re-presentación política que habían dominado desde 1958. Rafael Caldera y el secretario ge-neral de AD de entonces, Luis Alfaro Ucero, consideraban que se debía reajustar, adecuar todo el aparataje político”. A ese plantea-miento se oponía el discurso neoliberal, “que insistía en que era necesario profundizar las

reformas económicas, porque iban a traer bienestar social. Apelaban a la promesa de lo que ellos llamaban el trickle down effect, el ‘efecto derrame’, que supone que el creci-miento económico va a derramarse hasta producir crecimiento social. Esa era la posi-ción que defendían Eduardo Fernández, Car-los Andrés Pérez, los IESA y Chicago Boys, como Emeterio Gómez y Miguel Rodríguez”.

EL PAÍS ENTRÓ EN MOVIMIENTO Contreras explica que en medio de la

pugna entre los partidos y los tecnócratas, iba cobrando cuerpo “una fuerza incipien-te, que estaba conectada con todas las pro-testas que se venían dando en la década de los 80 en Mérida, en Caracas, en Oriente, en distintos lugares y por diversos motivos, incluida la masacre de El Amparo. Todas esas protestas encontraron como punto de inflexión el 27 de febrero, y uno pudiera de-cir que ese es el inicio de Venezuela como una sociedad en movimiento”.

–¿Quiere decir que antes de eso la so-ciedad estaba detenida?

–Es que antes, por mucho tiempo, no hubo esa confluencia. Digo que Venezuela pasó a ser una sociedad en movimiento porque a partir de ese instante todos los sectores que de una u otra forma fueron afectados por las medidas económicas neoliberales, comenzaron a agruparse molecularmente. Las protestas aisladas se hicieron cada vez más constantes durante toda la década de los 90, que fue una época de protestas en todo el país. Y los movimientos sociales sacaron sus aprendizajes. Entonces, para insistir en la idea, quienes dicen que el 27-F no fue exactamente un fenómeno político en respuesta al neoliberalismo, desconocen que inicialmente fue una subversión social. Después, el acontecimiento en sí mismo se convirtió en un acontecimiento político.

CHÁVEZ Y LA CORRIENTE INSURRECCIONAL–Vistos los hechos en la distancia, ¿qué

opina del planteamiento de que cuando estalló el 27-F en Venezuela se vivía una “situación prerrevolucionaria”?

–Yo creo que había una acumulación de situaciones que eran una abierta afrenta contra toda idea de justicia social, contra la democracia, contra los derechos de los estu-diantes y de la ciudadanía en general. Era una agresión a la gente, que se venía dando como efecto de que teníamos casi cuatro o cinco años de experimentos económico-po-líticos. Experimentos que uno de los proble-mas que conllevan es que crean desajustes internos en la sociedad. Como actor político de ese momento, te diría que al interpretar el momento tal vez estábamos forzando esque-mas teórico-políticos que se daban en otros contextos, debido a que la politización de nuestra sociedad no se había dado todavía.

–Pero de lo que dice se puede deducir que había un clima propicio para una explosión como aquélla.

–Había resentimientos y dolores muy pro-fundos desde el punto de vista de la sociedad, pero todavía no se habían convertido en una propuesta social y política. Lo que se dio fue una irrupción momentánea, espontánea y localizada, que se encontró con la brutal re-presión del aparato neoliberal. Eso hay que destacarlo: el neoliberalismo es siempre un modelo represivo que se sostiene en un apa-rato militar y político para aplastar cual-quier reacción. No se puede dejar de lado eso

en el análisis del papel del Estado represivo, que después de la masacre fue criminalizan-do cada vez más la protesta, especialmente en las universidades, a las que fue cercando.

El cerco y la criminalización, señala Con-teras, se debieron a que el Estado finalmen-te intuyó que el 27-F era el germen de algo mucho más profundo. Y no se equivocó, la represión no contuvo la fuerza que se había desatado: “A partir del 27-F se fue constru-yendo toda una corriente histórica de cam-bio y transformaciones en el país”.

–Ese planteamiento lo ha reivindicado el presidente Chávez. Él ha insistido en que la fecha no puede recordarse como un día de saqueos sino como el comien-zo de una insurrección.

–Sí, eso él lo vio claramente. –Y asumió el liderazgo de esa corrien-

te, ¿por qué ese liderazgo no salió de las universidades, que eran motor de tantas protestas y movimientos?

–Mira, a los desajustes que venían desde el Gobierno de Luis Herrera Campins les siguieron los intentos de adecuar el Estado mediante la creación de la Copre (Comisión Presidencial para la Reforma del Estado, 1984) instalada por Jaime Lusinchi. La Co-pre reunió a toda una intelectualidad a la que todavía estamos protestando. A la cabe-za estaban Carlos Blanco y Gerver Torres. A ellos les encargaron expresamente hacer una reingeniería del Estado, y para eso con-vocaron a cuadros de izquierda y de derecha a discusiones cerradas en las que generaban documentos. En esa época, a pesar de todo lo que había pasado, la conducción política de los grandes problemas era una de las princi-pales debilidades de la izquierda. Entonces, se veía como que al fin había un espacio en el que se podía incidir, pero muchos intelectua-les comenzaron a transitar hacia el neolibe-ralismo, que es un pensamiento de derecha. Llegó el momento en que el discurso neoli-beral terminó colonizando a intelectuales y partidos políticos. O sea, aquí todo el mundo era neoliberal, en el sentido de que se impuso esa visión como la única alternativa viable.

–¿Toda la izquierda universitaria es-taba intelectualmente colonizada?

–Una buena parte lo estaba. Se estaba dan-do lo que yo llamo “la neoliberalización es-piritual” de las izquierdas. Algunos intelec-tuales fueron enfocando los temas desde una orientación más bien socialdemócrata.Una vía de irrupción propiamente de izquierda no la veían posible. Pero había también una perspectiva negativa respecto al neolibera-lismo, de crítica, porque en la calle la gente estaba protestando por el desmantelamiento de todos los derechos, que era algo que se veía venir y que en parte ya estaba ocurriendo.

–¿Esa izquierda universitaria crítica estaba divorciada de lo que ocurría en la calle? ¿O no tenía como conducir las protestas?

–Lo que ocurría es que junto a la intelec-tualidad colonizada por la derecha había una arremetida brutal desde el punto de vista mediático y político de las formas de mediación y del discurso neoliberal. Desde diversos centros académicos comenzaron a crearse interpretaciones del mundo que se colocaban como visiones dominantes res-pecto de otras. Y había un desencanto ante cualquier perspectiva de cambio, porque se había producido la crisis del llamado mun-do socialista. La ofensiva neoliberal creó un clima de desarme de las izquierdas.

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Domingo 24 de Febrero de 2013 5E D I C I Ó N E S P E C I A L

T/ Carlos OrtizF/ CortesíaCaracas

Miguel Ángel Contreras se refiere a los paquetes neoliberales como “experi-

mentos económicos”. Un término que no es de menor importancia, pues son experimen-tos que se hacen en tiempo real y con seres humanos. En atención a ello se le hizo el si-guiente planteamiento:

–Se dice que quienes diseñaron la bom-ba atómica son directamente responsa-bles de las muertes causadas en Hiroshi-ma y Nagasaki. ¿Ocurre lo mismo con un paquete de medidas económicas como el de CAP? ¿Alguien que diseña una políti-ca de esa naturaleza e insiste en aplicar-la, a pesar de lo ocurrido el 27-F, debería responder por esos crímenes?

–Cuando lanzaron la bomba, Oppenhei-mer, dijo: “Tengo las manos llenas de san-gre”. Pero él sabía lo que estaba haciendo y sabía el efecto de la fusión del átomo. Quien fijó y confirmó el blanco para el lan-zamiento de la bomba en Ngasaki, se lla-maba Claude Eatherly, y creía que su mi-sión era volar un puente. Cuando retornó, lo recibieron como un héroe y lo condeco-

raron junto al grupo que lanzó las bombas. Terminó en un hospital psiquiátrico y ahí murió. Se volvió completamente loco por lo que había hecho.

El 27 de Febrero de 1989, comentó Contre-ras, “plantea la relación entre la ética y las consecuencias de la acción humana. Creo que estamos ante un tema de ética con-secuencialista”. En ese sentido, hizo esta reflexión: “Puedes no usar el ejemplo de la bomba atómica. Tú puedes ser dueño de un banco, y de un día para otro obtener una información privilegiada que te permitirá tomar grandes ganancias. Pero para ello tienes que tomar decisiones que arruinarán directamente vidas o incluso un país. ¿Eres responsable por esas vidas?”.

“Para interpretar el neoliberalismo se debe tener en cuenta que es un modelo inse-parable de un dispositivo militar y político. Yo le llamo a eso neoliberalismo armado. Se trata de un diseño altamente nocivo, que va contra la sociedad. Eso lo saben quienes lo proponen. Por eso creo que quienes diseña-ron el paquete de CAP son responsables de los crímenes del 27-F, porque se cometieron en su nombre, y no solo fueron asesinatos, sino que se arruinaron vidas enteras, se des-truyeron familias”.

Contreras no duda en afirmar que son crí-menes iguales o peores que los de Hiroshi-ma y Nagasaki: “El físico que crea la bomba atómica puede pensar que es un dispositivo, un aparato con un fin militar puntual, aun-que sabe que costará vidas. Pero desde las ciencias sociales, cuando creas una política neoliberal, sabes que tendrá un efecto sobre la gente mucho más devastador, porque pue-des arruinar sueños, arruinar generaciones, arruinar países. Pero para ti eso es solo un cómputo de un indicador que quieres ajus-tar. Entoncs, cuando aplicas los ajustes de-claras que has logrado equilibrar la balanza de pagos. Eso es típico del saber tecnocráti-co: mide sus logros por indicadores, pero no considera los efectos sobre la vida”.

Quienes diseñaron el paquete de CAP tienen

responsabilidad en los crímenes del 27 de febrero

Contreras acota que en ese momento el socialismo “no era, en términos reales, una propuesta que se pudiera llamar global, y se fue diluyendo como expectativa. Entre los principales factores que influyeron en eso, desde el punto de vista doctrinario, están la caída del Muro de Berlín y el desmem-bramiento de la Unión Soviética. Aunque uno no podría decir que nuestra izquierda estuviera asociada directamente a la Unión Soviética, esa pérdida de referente, y la apo-teósica ofensiva neoliberal que le siguió, golpearon mucho”.

El investigador hace referencia a los primeros años de la década de los 90, y menciona que “el texto más importante de ese momento, El fin de la historia y el último hombre, de Francis Fukuyama, nos decía que habíamos llegado al fin, que ya no había ninguna posibilidad de cambio. Que la única alternativa, como lo había dicho Margareth Thatcher en su momento, era el neoliberalismo. No ha-bía alternativas”.

Desde el seno de la propia izquierda, re-cuerda, “un autor que hoy es enemigo de la revolución venezolana, Jorge Castañeda, escribió un libro autobiográfico, La utopía desarmada, que era su propio tránsito ha-cia el neoliberalismo. Él y Alfredo Krauze crearon la noción de dos izquierdas: una atrasada y otra ‘moderna’, la de ellos”.

Al mismo tiempo, “el socialismo se loca-lizó, se parroquializó, quedó como una ex-periencia entre otras experiencias. Pero lo importante es que en febrero de 1989, y prin-cipalmente el 27, se produjo la apertura de un espacio de confrontación, de protesta, la construcción de una sociedad en movimien-to. Y como dije: se puede afirmar que fue el antecedente de protestas globales contra las políticas neoliberales”, agrega.

Ese antecedente se expandió una onda de gran impacto, insiste Contreras, pues aun-que no se veían indicios de una conducción política que encausara las protestas, “uno se encuentra –otra vez en febrero– con un hecho que les dio un sentido: el ‘por ahora’, que se convirtió en lo que he llamado ‘un principio de rebelión indefinida”.

Es decir, con Chávez se abrió la expectati-va de una insurrección que ya no se deten-dría, sostiene. Y acota que poco después, “el levantamiento del movimiento Zapatista con Marco en la selva mexicana, las protestas en París, en Italia, en Seattle, empezaron a te-ner también un sentido global. Es decir, la corriente histórica, que fue aplastada ideo-lógicamente en 1989, de nuevo cobró fuerza entre sectores y actores sociales y políticos muy importantes en Venezuela, en América Latina y en el mundo”.

MIOPÍA Y ARROGANCIA –Esta pregunta es el reverso de la otra:

¿Por qué el liderazgo sí salió del seno de la institución militar?

–Creo que algunos aspectos dentro de las Fuerzas Armadas se asemejan a la vi-sión leninista del partido de la vanguar-dia. Uno es la disciplina, otro es la cerca-nía con la masa: no se puede obviar que una característica de la Fuerza Armada venezolana es que, a diferencia de otras fuerzas armadas latinoamericanas, tiene una raigambre popular. En aquel enton-ces ya había un sector popular incrustado en ese cuerpo, y ese componente popular estaba siendo constantemente interpela-do por la cotidianidad. Los soldados y los cadetes padecían lo mismo que el pueblo. Además, hay cosas que tienen que haber producido un desajuste profundo en cual-quier cadete, por ejemplo: que te hablen de

soberanía y que en tu cotidianidad veas que esa palabra es completamente negada. Creo que eso explica que se dieran simbio-sis importantes entre el movimiento civil, los partidos de izquierda y los militares.

–El presidente Chávez y sus compañe-ros han dicho que el 27-F fue una señal de que no podían posponer por mucho tiempo pasar a la acción.

–No lo dudo, yo creo que la masacre del 27 de febrero y otras que se dieron posterior-mente, y la represión que siguió, debieron producir en ellos una interpelación exis-tencial muy fuerte, porque el ejército y las Fuerzas Armadas fueron utilizadas no con fines defensivos frente a otro Estado o con-tra un enemigo interno, sino contra el pue-blo. Eso quebró su propia doctrina, porque les impusieron una labor policial represivas y los golpeó éticamente, porque los usaron para atacar a su propia gente. Eso debe ha-ber producido un cisma interno, en cada uno de esos oficiales y en la institución.

–¿No fue miope la clase dominante al no advertir que en ese contexto una fuerza armada con ese componente po-pular podía llegar a ser una amenaza?

–Yo creo que no solo fue miope, sino fue claramente arrogante. La clase dominante pensaba que tenía absoluto control sobre la sociedad. Si uno mira los rostros del 27 de febrero, las cadenas nacionales, la gen-te que se desmaya, los rostros titubeantes, se da cuenta de que aquello fue completa-mente inesperado. Y aun así pensaban que podían seguir triturando cada vez más al pueblo con sus medidas económicas. Insis-tían en profundizar la política neoliberal. Lo único importante para ellos era la lec-tura tecnocrática. Los tecnócratas dijeron: la salida es el paquete de medidas. Esa es la salida. Y se fueron por ahí.

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Domingo 24 de Febrero de 20136E D I C I Ó N E S P E C I A L

T/ Alexander Escorche CañaF/ Héctor Lozano / Moisés PeraltaGuarenas

El estallido social del 27 de febrero de 1989, acontecimiento de la historia ve-nezolana que se conoce como el 27-F,

fue el resultado de una acción local que sus organizadores quieren que se reconozca como El Guarenazo. Es decir, que se reivin-dique que la reacción ante el “paquetazo” económico impuesto por el segundo Go-bierno del socialdemócrata Carlos Andrés Pérez (CAP), con supervisión del Fondo Monetario Internacional (FMI), tuvo como epicentro la ciudad de Guarenas y no la de Caracas.

PREPARACIÓN DE LA PROTESTAEleazar Juárez se presenta como un “lu-

chador social”. Dice que vive en Guarenas desde hace 39 años. Este hombre, que se muestra como un libro de historia andante, asegura que integró el movimiento popular que se alzó de primero en contra de las con-secuencias del “paquetazo” neoliberal del expresidente Pérez.

Juárez relató que a finales de los años 80 un total de 68 comunidades organi-

Dicen que debería llamarse El Guarenazo y no El Caracazo

El 27-F de 1989 empezó en Guarenasel estallido social que hizo historia

zadas de Guarenas integraban la Fede-ración de Asociaciones de Vecinos del municipio Plaza (Federeplaz). “La diri-gía el diputado suplente por Copei, Juan Arteaga, quien era el presidente; Ben-jamín Santelí, como vicepresidente; mi persona, como secretario general; Jovita Caraballo, como secretaria de organiza-ción; Hilda Gutiérrez, como secretaria de relaciones con las comunidades, y otros tres compañeros más”, apuntó.

Destacó que, para aquel entonces, las guareneras y los guareneros sufrían por el encarecimiento de los alimentos. “Venía-mos preparando una protesta general por el alto costo de la vida, que no tenía nada que ver con una planificación del 27 de fe-brero de 1989”, puntualizó.

Añadió: “No teníamos previsto, en nin-gún momento, ningún tipo de saqueo; solo queríamos hacer una propuesta para que los mismos conductores tomaran concien-cia y cobraran el aumento de pasaje que ha-bía sido aprobado por el Servicio Autónomo de Transporte y Tránsito Terrestre (Setra), que era de 30% pero ellos querían cobrar 50%”.

Juárez acotó que había sido miembro fundador de la Central Única de Carros Li-

bres y por Puestos y que conocía “muy bien cómo se arman las cosas cuando los chofe-res quieren un aumento”.

Agregó: “Uno más o menos los orienta so-bre qué tienen que hacer, y eso nos lo esta-ban aplicando a nosotros aquí”.

SE PROCURÓ EL DIÁLOGO Juárez dio fe de que antes del 27-F se ha-

bló con todos los organismos y todas las personalidades del municipio “para que no se viera como un extremismo lo que hacía-mos en contra de los choferes, sino que que-ríamos que se cumpliera el incremento del pasaje que se había aprobado”.

Sin embargo, añadió, “el partido Acción Democrática les dijo a los organismos de transporte que mantuvieran su posición. Nosotros hablamos con las dos líneas que existían, la Cooperativa Menca de Leoni y la Asociación Civil Unión Conductores de Guarenas, y ellos dijeron que no”.

De acuerdo con Juárez, la dirigencia de Federeplaz conversó con el padre Perdo-mo, que era el párroco de la iglesia Nuestra Señora de Copacabana, ubicada frente a la plaza Bolívar de Guarenas. “Le planteamos la situación; él estaba de acuerdo con noso-tros hasta cierto punto, y nos prestaba la casa parroquial para hacer las reuniones”, señaló.

Afirmó que también se habló con la Po-licía Metropolitana (PM) y se le planteó lo que estaba sucediendo, para que no toma-ran las acciones como un enguerrillamen-to, “aunque a lo mejor en el fondo tenía algo de eso, porque veníamos sufriendo un golpe por el paquete económico”.

Juárez dijo que la PM estuvo de acuer-do, y pidió que se le avisara el día que se iba a salir a la calle para prestar apoyo y evitar cualquier situación irregular. De acuerdo con su relato, también se dialogó con representantes de los partidos Acción Democrática (AD) y Copei, con la fracción de concejales municipales y, en especial, con el presidente del Concejo Municipal, el socialdemócrata Manuel Monjes. “Ellos de-cían que estaban de acuerdo con el pueblo, pero por otra parte estaban asesorando a los autobuseros”, refirió.

PRIMEROS ACONTECIMIENTOSLos representantes de Federeplaz no pen-

saron que el lunes 27 de febrero de 1989 ocu-rriría El Guarenazo. “Podía ser el martes, el miércoles o cualquier otro día, pero como fuera, los conductores tenían su estrategia y nosotros la descubrimos, porque éramos conocedores de la materia”, comentó Juá-rez.

Contó que la federación se fue a una tipo-grafía que funcionaba al final de la avenida Ruiz Pineda, y pidió colaboración para la impresión de una carta pública en la que el colectivo expresaba qué quería hacer y por qué.

“Hasta las 2:00 am del 27 estuvimos impri-miendo y salimos directo a la calle. Previo se había convocado a todas las asociaciones de vecinos, las cuales ya habían movilizado a sus comunidades, y desde muy temprano se tomó el terminal de pasajeros”, relató.

Luego decidieron acudir al Concejo Mu-nicipal y pasar por el centro de la urbaniza-ción Menca de Leoni, rebautizada como 27 de Febrero, pero grupos de esa comunidad les prohibieron el paso a las y los manifes-tantes, porque no estaba de acuerdo con la

El pueblo se organizó

para protestar contra las

consecuencias

del “paquetazo” neoliberal

de CAP y agotó todos

los recursos para ser

escuchado; finalmente,

salió a la calle

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protesta. “Respondían a intereses de los partidos”, acotó.

En consecuencia, añadió, cambiaron el trayecto y empezaron a atravesar la aveni-da Intercomunal hasta llegar a Valle Ver-de, donde esperaron a los representantes de las líneas de autobuses y al presidente del Concejo Municipal, quien supuestamente se había comprometido a estar en el lugar a la 4:00 am.

“Ahí vinieron grupos de AD, proce-dentes de Guatire y Petare, y quisieron romper aquello, pero la federación de-fendía su posición y tenía su pueblo al lado”, narró Juárez. “Por eso es que en la unión está la fuerza, y por eso es que a Chávez no lo derrocarán jamás, por-que tiene pueblo”.

El activista indicó que el presidente del Concejo Municipal llegó a Valle Verde a las 11:00 am y le pidió a la PM que disolviera esa manifestación. “El oficial encargado le dijo que no era posible, porque había más de 4 mil personas, y entonces él le respon-dió: ‘Usted cumpla las órdenes y después reclame’; entonces el oficial sacó su 9 mm y disparó al aire”, describió.

Al respecto, acotó: “Es mentira que aquí la policía disparó contra el pueblo, porque no es verdad que lo hicieron. Los disparos no causaron heridos ni muertos”.

Monjes, de acuerdo con su versión, se marchó al Concejo Municipal, y la gente lo siguió. “En ese momento llegó un reportero de YVKE Mundial, en un yip blanco, y me entrevistó en plena calle Ricaurte, frente a una vivienda que prestó su línea telefóni-ca para llamar a la radio, porque antes no había celulares. Yo informé lo que estaba sucediendo y esa información fue tomada y retransmitida hasta internacionalmente”, afirmó.

LOS SAQUEOSJuárez indicó que cuando la manifesta-

ción llegó al Concejo Municipal, a pleno me-diodía, ya habían empezado los saqueos.

“Mientras ocurría lo de Valle Verde ve-nían de Higuerote unas camionetas de la Guardia Nacional. Como todo estaba tran-cado, buscaron una salida y se metieron por la vía de Las Clavellinas”, relató.

Continuó: “Cuando iban pasando por el matadero El Ganado, los guardias se baja-ron con peinilla en mano, y mandaron a los parroquianos que estaban ahí a que llena-ran las camionetas de carne. Después, le dijeron a la gente: ‘Si quieren, ahora lleven

Curiosidades

De acuerdo con Eleazar Juárez, todo lo que sucedió en Guarenas el 27 de febrero de 1989 y los días sucesivos se escribió en un pergamino de papel cebolla que, supuestamente, se enterró de-bajo de la estatua ecuestre del Libertador que está en la plaza Bolívar.

“Nosotros escribimos todo, y pusimos el por qué sucedió. También colocamos quiénes fueron nuestros amigos y alia-dos y nuestros enemigos. El documento está firmado por los siete miembros de la Federación de Asociaciones de Vecinos del municipio Plaza. Enterrarlo era una idea del cronista del pueblo, para que quedara para la poste-rioridad, pero decidimos no darle los detalles sino hacerlo nosotros mismos, que éramos los prota-gonistas”, indicó.

El Correo del Orinoco inten-tó corroborar la veracidad de la existencia de este documento, pero no encontró otra fuente que lo confirmara.

La cronista municipal, Noraya Pérez Díaz, así como un grupo de habitantes de la zona que también fueron consultados, expresaron que desconocen la veracidad de este dato aportado por Juárez.

para su casa’, y empezaron los saqueos en Guarenas”.

También dijo que, cuando la manifesta-ción llegaba a la plaza Bolívar de Guarenas, popularmente conocida como “la plaza de los flojos”, donde funciona el Concejo Mu-nicipal, un muchacho que estaba ebrio se paró en una esquina y lanzó una arenga; afirmó que el pueblo tenía hambre y que de-bía salir a buscar la comida.

“En ese momento”, prosiguió, “llegó una patrulla de la PM. El dueño de un negocio que estaba enfrente bajó la santamaría pero no la trancó; los funcionarios se la le-vantaron y empezaron a sacar comida. Ahí fue que el pueblo empezó el segundo saqueo; luego, continuaron en otras partes”.

CIERRE DE LA JORNADAJuárez recibió información de que funcio-

narios del departamento de captura de la Disip (policía política de la época, hoy Ser-vicio Bolivariano de Inteligencia Nacional), lo estaban buscando a como diera lugar.

“Salí por la puerta de atrás del Concejo Municipal, y con mis compañeros me metí a la casa parroquial. Cuando el padre Per-domo se dio cuenta de lo que estaba pasan-do, nos sacó porque dijo que éramos unos extremistas”, señaló.

“Entonces nos devolvimos al Concejo, hasta que llegó el gobernador, que era el profesor Ángel Zambrano, y empezó a con-versar con nosotros. Se comprometió a ha-blar con el ingeniero José González Lander, que era el encargado de dirigir la planifica-ción, el diseño y la construcción del Metro de Caracas, porque el colectivo solicitaba el Metrobús para Guarenas”, concluyó.

La Federación tenía un proyecto de ter-minal de pasajeros, surtidores de combus-tibles y ventas de repuestos para reducir los costos de los choferes. “Incluso, solici-tábamos que los mismos conductores ad-ministraran y dirigieran ese proyecto, y no nosotros. Sin embargo, los partidos AD

y Copei nunca estuvieron de acuerdo con eso”, subrayó.

Juárez precisó que para minimizar el alto costo de la vida ocasionado por el au-mento de la gasolina, de los repuestos y los cauchos, se proponía una cooperativa de repuestos y surtidores de gasolina, y que el terminal de pasajeros fuera construido donde hoy día están los quioscos de Valle Verde y el centro de salud Argelia Laya. Pero “no nos aceptaron nada de eso por-que no éramos del partido”, afirmó.

De acuerdo con Juárez, a las 8:00 pm la gente de Federeplaz acudió a una radio lo-cal que se llamaba La Industrial y llamó a la calma.

“A los partidos les gusta enfrentar una lucha, pero para que otros la sigan. Cuan-do ellos ven que sus intereses pueden salir perjudicados, mandan a aguantarlas. Eso sucedió el 27 de febrero, porque el presiden-te de la federación era diputado suplente de Copei, y el día antes me dijo: 'Crea en mí desde el punto de vista social, pero no des-de punto de vista político. Es posible que si esto agarra mucho auge a mí me manden a retirar a la gente”.

DÍAS DESPUÉSDespués de los acontecimientos del 27-F,

el gobernador Zambrano habló con Lander y este le dijo que esos Metrobuses no ser-vían para Guarenas porque no aguantaban la subida.

“Le pedimos hablar directamente con él; yo le dije que tenía 28 años de ser autobuse-ro, y que esa vía me la conocía perfectamen-te”, expuso Juárez. “También le dije que yo manejaba un autobús con el mismo motor, y por lo tanto esos carros podían prestar-le servicio a Guarenas”. Para demostrarlo, probó una de las unidades acompañado por una comisión del Metro; así demostró que no se calentaban, y que además los motores llegaban frescos. “Entonces se decidió que sí los iban a mandar”, finiquitó.

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Domingo 24 de Febrero de 20138E D I C I Ó N E S P E C I A L

T/ Alexander Escorche CañaF/ Héctor Lozano/Moisés PeraltaGuarenas

Lo que se conoce como El Caracazo fue un estallido social que comenzó con El Guarenazo el 27 de febrero de 1989, en

respuesta al paquete de medidas económicas neoliberales aplicadas en el país durante el segundo Gobierno de Carlos Andrés Pérez.

Así lo indicó la cronista de Guarenas, Noraya Pérez, quien aseguró que en aquel entonces se vivía un momento bastante di-fícil, de opresión económica y política, lo que llevó a que el estallido social se diera y repercutiera.

“El Guarenazo fue la gota que derramó el vaso de agua, en un país donde ya no se po-día seguir aguantando el conjunto de medi-das que se venían aplicando”, indicó.

Pérez señaló que el detonante fue el abuso de las unidades de transporte, que decidie-ron aumentar la tarifa del pasaje arbitra-riamente. “A eso se le une la protesta estu-diantil, que como todo lo que ocurrió tuvo su impacto en las demás ciudades”, añadió.

Precisó que los acontecimientos se de-sarrollaron básicamente en las urbaniza-ciones Trapichito y Menca de Leoni, esta última reivindicada por la Revolución con el nombre 27 de Febrero.

El Estado respondió con una represión jamás vista en la historia contemporánea

El Guarenazo fue la gota que derramóel vaso del descontento popular

De acuerdo con la cronista

Noraya Pérez, en 1989

se vivía un momento

bastante difícil, de opresión

económica y política

CRISIS EN GESTACIÓNCon sus protestas y disturbios del

27-F, el pueblo de Guarenas “demostró su herencia insurgente y levantó su voz en contra de las injusticias sociales de los modos de producción y organización social capitalista, representadas por el Gobierno de Carlos Andrés Pérez y su paquete Económico del FMI”, destacó la historiadora.

En un breve paseo por los antecedentes históricos, Noraya Pérez relató que a fina-les de la década de los 80 el Estado venezola-no vivió una profunda crisis económica que venía gestándose desde mucho antes, con la reducción del valor de las exportaciones e importaciones.

Tras el derrocamiento de la dictadura de 1958, en Venezuela se estableció una demo-cracia representativa pactada por las gran-des élites, en la que dos partidos políticos dominaron el escenario político y compar-tieron el poder hasta 1999, cuando Hugo Ra-fael Chávez Frías asumió la Presidencia de la República.

Con el Pacto de Punto Fijo se sentaron las bases para una democracia represen-tativa en alianza con los Estados Unidos, instaurándose además un sistema político bipartidista (AD y Copei). La renta petrole-ra estaba solo al servicio de las clases socia-

les dominantes, “excluyendo al resto de la población”.

BOMBA DE TIEMPOPara la historiadora, la peor situación

que vivió el país fue el Viernes Negro, cuan-do el bolívar sufrió una devaluación frente al dólar estadounidense, derivado de políti-cas económicas asumidas por el entonces presidente Luis Herrera Campins (Copei).

A juicio de la cronista, esto marcó el ini-cio del deterioro económico del país. “Jaime Lusinchi recibe la Presidencia del país con una marcada crisis económica, y crea la Oficina del Régimen de Cambio Diferencial (Recadi), que era un órgano que se encarga-ría de establecer un control de cambio a fin de evitar la fuga de capitales”, relató.

Sin embargo, continuó, “en esta oficina se ocultó el tráfico de divisas por parte del sec-tor económicamente poderoso, llegando a niveles elevados y colocando al país en una grave situación fiscal que logró ocultar, pero dejando una gran bomba de tiempo que estalló en el segundo periodo de Carlos Andrés Pérez”.

MENOS INVERSIÓN EN LAS POLÍTICAS SOCIALES

El retorno de Pérez a la Presidencia es-condía dos grandes problemas: la exclusión social y el desastre económico, producto del anuncio que haría Lusinchi al afirmar que Venezuela no podía pagar su deuda debido a que se habían agotado las reservas inter-nacionales.

“La terrible realidad económica del país llevó a Carlos Andrés a justificar la inmi-nente entrega del país al Fondo Monetario Internacional. Aunado a esto, el 16 de febre-ro anuncia la aplicación de una serie de me-didas económicas neoliberales ganándose el descontento y la inconformidad del pue-blo, específicamente el de los sectores popu-lares que veían cada vez menos inversión y participación del Estado en las políticas so-ciales”, refirió.

FRUSTRACIÓN E IMPOTENCIAPérez sostiene que los sucesos que la his-

toria recuerda como El Caracazo son reco-nocidos por las guareneras y los guarene-ros como El Guarenazo, porque durante los días 27, 28 y 29 de febrero de 1989 fue al pueblo de Guarenas al que le tocó protago-nizar las primeras protestas y levantar su voz ante el atropello y violación de sus de-rechos.

En 1988 “la situación del país era dramá-tica. La inflación rondaba 100%, unida al desabastecimiento, la especulación de los alimentos y a que la población se empobre-cía exponencialmente y sus recursos eco-nómicos eran cada vez más limitados”.

Por lineamientos del FMI, se decretó el aumento de los precios de transporte, y sin esperar la publicación del aumento en Ga-ceta Oficial, las unidades de transporte pú-blico comenzaron a cobrarlo en el terminal de pasajeros de Guarenas.

“Además del abuso de los transportistas, se sumó la escasez de unidades. A partir de este momento, la gente comenzó a sentirse frus-trada e impotente, reclamó el atropello de los conductores, exigió la habilitación de unida-des para poder llegar a Caracas”, apuntó.

Se caldearon los ánimos y se sumó la ma-nifestación de las y los estudiantes, lo cual desató en Guarenas una ola de protestas.

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Domingo 24 de Febrero de 2013 9E D I C I Ó N E S P E C I A L

“El día transcurrió con disturbios y en-frentamientos entre efectivos policiales y el pueblo. Un pueblo que, cansado de la injusticia, el engaño y la opresión, decidió apropiarse de la mercancía de abastos, su-permercados, y otros comercios”, detalló.

Continuó: “El Gobierno, incapaz de con-trolar la situación, reprimió al pueblo con la activación de efectivos militares mediante su Plan Ávila; anunció la suspensión de las garantías constitucionales y declaró un to-que de queda para evitar más saqueos e in-cendios de vehículos y locales comerciales”.

Todo condujo a que se acabara la “lega-lidad burguesa”, que amparaba el acapara-miento y el sobreprecio de los productos de la cesta básica.

REPRESIÓNEl 27-F fue un estallido de carácter po-

pular que tuvo su epicentro en la ciudad de Guarenas, con un efecto en espiral sobre el resto de las ciudades del país en las que la población salió a tomar las calles.

Subrayó que el alzamiento de la sociedad tuvo como respuesta del Estado la mayor represión militar jamás vista en la historia contemporánea de Venezuela.

“El Guarenazo, El Caracazo, y la in-surgencia militar del 4 de Febrero de

1992, le gritaron al mundo que no es posible aplicar en Venezuela modelos neoliberales ni recetas económicas, que

T/ Alexander Escorche CañaF/ Joel ArangurenGuarenas

Cuando ocurrieron los hechos del 27-F, yo tenía 13 años de edad y estudiaba primer

año de bachillerato en el Liceo Benito Ca-nónico, ubicado en la urbanización Los Na-ranjos de Guarenas.

Recuerdo que todo ocurrió al mediodía. Yo había ido a clases ese día. Al finalizar la mañana, estudiantes de la Escuela Téc-nica Industrial (ETI) Rubén González, que estaba al frente del Liceo Benito Canónico, fueron a sacarnos, y nos lanzaban piedras para que saliéramos. Entonces, el director nos dejó salir porque decía que iban a des-trozar el plantel.

Uno de mis hermanos, que estudiaba tercer año en el mismo liceo, me dijo que me fuera para la casa y se quedó en la protesta.

No había autobuses, así que me tuve que ir corriendo por la autopista y por las calles, desde Los Naranjos hasta Menca de Leoni, ahora 27 de Febrero, que era donde yo vivía. Eso eran perdigones y bombas lacrimógenas por todos lados; la Policía Metropolitana (PM) disparaba a quien fuera.

Los estudiantes reclamaban el alza de pa-saje, y que no los dejaban subir a los autobu-ses porque no pagaban completo.

Cuando los empezaron a reprimir, enca-puchados comenzaron a lanzarle piedras a la policía; realmente se enardecieron y co-menzaron a quemar cauchos cuando la PM empezó a disparar.

intentan privilegiar a una clase social a expensas del empobrecimiento de la ma-yoría”, concluyó.

Fátima Reyes cuenta su experiencia en primera persona

“La Policía Metropolitanadisparaba a quien fuera”

“Hay saqueo y la policía está disparando contra la gente”, era lo que se escuchaba que decía la gente.

Cuando llegué al Centro Comercial Mi-randa, que está al frente del edificio donde yo vivía y aún viven mis padres (Bloque 20), estaban cerrando las tiendas. Terminé de llegar a mi casa, y me instalé a ver por la ventana.

Comenzó el saqueo. Desde mi casa veía a la PM disparando; ya no era perdigones, sino balas. La gente caía frente al Centro Comercial Miranda, cargada con comida, ropa y zapatos. Hasta lavadoras y mani-quíes con trajes de novia cargaban sobre los hombros. Los policías se metían a las casas y querían sacar las cosas.

El gas lacrimógeno se metía en los apar-tamentos, y todo el mundo tenía que poner-se vinagre en la nariz; tanto, que llegó un momento en que mis vecinos decían que teníamos que irnos del edificio, porque no aguantábamos los gases.

Mi mamá no nos dejaba salir, pero vio por la ventana a mi hermano, el que se que-dó en la protesta, y lo mandó a buscar con mi otro hermano mayor.

Cuando mi hermano mayor salió, tuvo que esconderse detrás de un quiosco, por los dis-paros, pero aún así lo alcanzó una bala que todavía tiene en el brazo. Mi papá salió a ayu-darlo y lo llevó al hospital, pero tuvieron que regresarse porque no lo pudieron atender, en vista de que estaba congestionado con tantos heridos. Entonces mi mamá tuvo que curar-lo y por eso nunca se le sacó la bala.

Supe de mucha gente que recibió el im-pacto de perdigones. Uno de ellos fue mi

hermano que se quedó en la protesta, que llegó con toda la espalda perdigoneada.

Todo duró como hasta las 6:00 pm, porque después vino el toque de queda. Los Guar-dias Nacionales tomaron Menca de Leoni, y francotiradores se subieron a las azoteas de los edificios.

Todo había sido un caos. Las vidrieras es-taban rotas y nadie conseguía donde com-prar, porque no había nada. Leche y otros productos de la cesta básica no se conse-guían en ningún lado.

En mi casa había comida, porque ya se escuchaba el rumor de que iba a haber una protesta, y mi mamá y mi papá compraron cosas con antelación. Sin embargo, a los días tuvimos que salir a buscar, porque las cosas se estaban acabando y decían que ya estaban vendiendo.

Luego vino la calma, pero a la semana volvieron los policías a meterse en las casas para sacar más cosas. La gente estaba asus-tada y lanzaba lo que tenía por los bajantes y por la ventanas. Recuerdo cómo lanzaban los betamax. En mi vida jamás he visto en Guarenas acontecimientos como este.

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Domingo 24 de Febrero de 201310E D I C I Ó N E S P E C I A L

A pesar de la represión, en las calles

12 y 13 solo hubo una víctima que

lamentar. La “escalera de la muerte”

en Palo Verde fue el escenario de la

violencia del régimen puntofijista

T/ Romer VieraF/ Manaure QuinteroCaracas

Miles de habitantes de las barriadas caraqueñas, en palabras del padre Bruno Renaud de la populosa parro-

quia Petare, debieron “devolver en sangre lo que habían saqueado” el 27 de febrero de 1989 durante El Caracazo.

Dos de los sectores populares de Caracas que sufrieron durante el acoso de las Fuer-zas Armadas fueron los barrios de Petare y los Jardines de El Valle. Algunas vecinas y algunos vecinos contaron sus anécdotas al Correo del Orinoco.

“LO ÚNICO QUE SE SALVÓ FUE LA BODEGA DE ALEJANDRO”

Cuando Jesús Darío Labrador, mejor conocido como Chucho, llegó al barrio de la calle 12 de los Jardines de El Va-lle, eran aproximadamente las 4:00 pm. Trabajaba en la Universidad Central de Venezuela y durante todo el día le había hecho seguimiento a los acontecimien-tos de aquel 27 de febrero. “En la radio dijeron que todo comenzó en Guarenas por lo del aumento de pasaje. De verdad la vida no estaba fácil en aquel enton-ces, y para completar aumentaron la gasolina y tú sabes lo que pasa en este país si aumentan el combustible: se pro-duce una reacción en cadena con todos los demás productos”, rememora.

Chucho vio cómo fueron desvalijados cada uno de los supermercados cercanos:

Ambas zonas fueron asediadas durante El Caracazo

Militares disparaban a todo lo quese moviera en Petare y en El Valle

Honor a los caídos

Son las 4:00 pm y por las es-caleras que comunican el sector de Mesuca de Petare con la es-tación del Metro de Palo Verde transitan cientos de personas que utilizan esa vía para dirigirse a la estación del nuevo Metroca-ble de Mariche, o para adentrar-se en la populosa barriada.

La inclinada escalinata dista mucho de aquel acceso que, durante la jornada del 28 de febrero de 1989, fue el esce-nario de la cruenta arremeti-da ejecutada por militares en contra de decenas de ciuda-danas y ciudadanos. Ya aque-lla vieja gradería de cientos de peldaños que ese día se man-charon de sangre, y que fuera bautizada como La Escalera de la Muerte, no existe.

Como recordatorio de los tristes acontecimientos que allí ocurrieron solo queda una des-cuidada plazoleta que sirve de improvisado baño a los transeún-tes y de refugio a personas sin hogar.

“Sobre la azotea del Centro Comercial Palo Verde había un batallón de militares que le echaban plomo a todo lo que movía”, recuerda el vecino Jesús Miranda. Cuando se le pregunta cuántas fueron las víctimas de aquella masacre, inmediatamen-te hace referencia a una placa recordatoria con los nombres, la que estuvo ubicada en uno de los extremos de un mural que decora la placita y de cuyo letre-ro solo queda un espacio vacío en la pared.

Miranda asegura que, lo que no duda en llamar “toque de plomo”, comenzó en la zona de Petare “bien temprano en la mañana del 27. Y solo tres días después los habitantes del sector pudie-ron salir con tranquilidad de sus viviendas en procura de alimen-tos”. “Todo fue saqueado, y aun-que algunas de las víctimas que cayeron en las escaleras eran personas que estaban saqueando los negocios, también es cier-to que muchos de los muertos fueron gente que inocentemente se dirigían o regresaban de sus trabajos huyéndoles a los distur-bios”, explicó.

Al igual que Miranda, algunos vecinos aseguran que la razón por la cual los soldados fue-ron especialmente agresivos en aquella barriada caraqueña era una tienda de armamento de la empresa Cavim, ubicada en el centro comercial. “Cuando co-menzaron los saqueos se pensó que la tienda de armas era una de las primera que sería atacada; por eso la brutal arremetida de los militares”, relató.

Los Criollitos, saqueado; El automercado Los Rojas, saqueado; El Vicruz, también saqueado. “Lo único que se salvó fue la bodega de Alejandro, y eso porque un gru-po de vecinos evitamos que se metieran. No había relación con los supermercados, pero con Alejandro era diferente. Él era un miembro más de la comunidad y hubiese sido injusto que el resto de los vecinos no hiciéramos nada para ayudarlo. Ahora pienso que menos mal que fue así, porque gracias a esa bodega pudimos medio resol-ver el problema de desabastecimiento que vino después”, relató.

Ya en su calle vio cómo las noticias que los medios de comunicación habían anun-ciado durante toda la tarde se convertían en una dramática verdad. “Eso era increí-ble, chamo. Estaban destrozando el auto-mercado Los Criollitos, el más popular, donde la mayoría de los vecinos del barrio hacíamos las compras. Se estaban llevando todo. Cientos, miles de personas entraban y salían como hormigas cargadas de cual-quier cosa. Parecía como si la gente se hu-biese vuelto loca”.

El incontrolable frenesí de las personas se convirtió en terror cuando se escucha-ron los disparos. “Una jaula de la Policía Metropolitana se estacionó frente a la puer-ta del supermercado, y se bajaron como 10 agentes y empezaron a disparar al aire. La gente corría desesperada. Salían asustados del supermercado, pero esta vez sin nada entre las manos”, recordó el vecino.

Según Labrador “no mataron a nadie, pero sí lograron retener como a 20 personas a quienes pusieron a sacar mercancía del negocio para que la metieran en la camio-neta. Era una fila india que trabajó por me-dia hora hasta que la jaula estuvo llena de comida de todo tipo; también había produc-tos de limpieza y licores, de todo. Cuando ya no cabía nada más, los policías se montaron como pudieron en el camión y se alejaron

disparando al aire. Al rato comenzó a lle-gar otra vez la gente y continuó el despelote. Por esta zona creo que solo murió una per-sona. Una muchacha que vivía en la 13, por el callejón de Rayao”.

LA ÚNICA VÍCTIMA DEL BARRIO “Estábamos guardados en la casa viéndo-

lo todo a través de la televisión. Según los medios de comunicación Caracas era un in-fierno. El Silencio había sido saqueado com-pletamente y las zonas populares sufrían la misma suerte”. Esto lo cuenta Adriana Es-cobino, quien junto a su esposo y su peque-ño niño de 3 años vio como por las escaleras subían cientos de vecinos hacia la parte alta de la calle 13 cargados con diversos produc-tos; recuerda “pesadas camas, grandes co-cinas y hasta enormes escaparates”.

“Eran aproximadamente las 6:00 pm del 28 de febrero. Durante casi toda la tarde los militares habían disparado contra las casas y los edificios. Se escuchó una ráfaga que impactó muy cerca de mi casa y 10 minutos después escuche los gritos de un hombre que me llamaba desde las escaleras. Chilla-ba mi nombre pidiendo ayuda”, contó.

Debido a la situación, el esposo de Adria-na inicialmente se negó a que esta abriera la puerta y constatara lo que sucedía.

“La situación era angustiante. No sabía-mos lo que sucedía en las escaleras, pero por la zozobra de los gritos y las constante balacera era fácil imaginarse que se trata-ba de un herido o un muerto”, refirió.

El callejón de Rayao, como se conoce aquella vereda del laberíntico barrio de la calle 13, era un lugar famoso entre los vecinos debido a la popular bodega aten-dida por este hombre cuyo mote identifi-ca a la pequeña trocha. En el diminuto pero bien surtido abasto las y los habi-tantes de la comunidad encontraban, además de alimentos, un lugar idóneo donde poder robarle al barrio un rato de entretenimiento acompañados de una cerveza bien fría y música.

En el lugar convivían cerca de una docena de familias. Esa tarde del 28 de febrero un joven había decidido gastarles una broma a los soldados ubicados en el pequeño edificio a la mitad de la calle 12. Para eso se valió de un palo de escoba con el que comenzó a apuntar al grupo de artilleros que, durante todo el día, había asediado a la gente.

Quizá la muchacha de 14 años miraba di-vertida como aquel joven salía de su escon-dite y apuntaba con el palo a los militares, para luego rápidamente volver a su posición inicial y protegerse de la arremetida de ba-las que chocaban contra la pared. “Una bala la alcanzó en la cabeza y fue cuando uno de sus familiares la cargó; mientras bajaba las escaleras gritaba mi nombre, solicitando ayuda para que los trasladara al hospital”, recordó Escobino.

Poco rato después de haber cesado los gri-tos Escobino salió de la casa, y ya en su ve-

Luis Rada, sobreviviente

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Domingo 24 de Febrero de 2013 11E D I C I Ó N E S P E C I A L

hículo (un volkswagen blanco) dio alcance al hombre que, desesperado y sin saber qué hacer, gritaba desconsolado en una esquina de la calle 14. “Subió a la muchacha en la par-te de atrás del carro y él se sentó a mi lado. Corrí hasta el Hospital Periférico de Coche, y cuando llegamos un militar nos cerro el paso y gritó que no podíamos estar en ese lugar porque era inseguro ya que les estaban dis-parando. El hombre sacó a la muchacha y la llevo en brazos hasta el interior del hospital. Yo me devolví al barrio. Esa noche me enteré de que la joven había muerto”.

“ESA NO ERA PA’ MÍ”Los recuerdos que tiene Luis Escobar del

27 de febrero de 1989 son simples cuentos referenciales que le llegaron por familia-res. Sin embargo, sí observó desde su ata-laya del barrio cómo un grupo de no más de cuatro soldados, ubicados en la azotea de un pequeño edifico llamado Belle Rosa, “escupían balas a todo lo que se moviera en el cerro, en las calles cercanas y en los edificios”.

Prosigue su narración: “Cuando llegué a mi casa conseguí a un amigo que me em-pezó a echar los cuentos. Me recosté de un poste para estar más cómodo cuando, de repente, sonó un disparo y el tubo que me servía de apoyo retumbó. Una bala había impactado unos centímetros más arriba de mi cabeza. Esa no era pa’ mí”.

Escobar terminó de trabajar el 27 de fe-brero en la tarde y decidió acompañar a un amigo hasta su casa, donde les espera-ban algunas cajas de cerveza. “Me fui para Petare a beber en la casa de un pana, no recuerdo el nombre del barrio. Mientras tomábamos se prendió la sampablera. El papá de mi amigo, un viejo estricto, viendo por la televisión todo lo que sucedía, tomó las llaves, cerró la puerta y dijo: ‘Ustedes no salen de aquí’. Cosa que hoy le agradezco”.

Al día siguiente, cuando Escobar –gra-cias a los servicios de un amigo con carro– logró llegar a su casa, se encontró con la

En la morgue había “paredes de muertos”

“Todos nos levantamos,menos mi hermano”

T/ Romer VieraCaracas

“Yo tenía 13 años cuando eso sucedió. Pero lo recuerdo claramente debido al

vacío tan grande que dejó en mi familia”, manifestó Juan Carlos Pérez, habitante de la Zona 1 de Petare.

“Ese día mi hermano había consegui-do traer a la casa una paca de arroz; eso fue lo único que pudo encontrar durante el saqueo. Ya por la noche toda la familia estaba reunida en la casa. Él se encon-traba asomado en la ventana observan-do como los militares disparaban desde

el centro comercial hacia las escaleras de Mesuca. De repente escuchamos un impacto de bala dentro de la vivienda y nos lanzamos al suelo. Al rato todos nos levantamos, menos mi hermano. Él per-maneció en el suelo. Cuando nos acerca-mos a su cuerpo nos percatamos de que había recibido un impacto de bala que le había destrozado el cráneo”.

Recuerda que debió acompañar a su fa-milia a la morgue y que al entrar al edificio fueron recibidos por la impresionante ima-gen dada por altas columnas de cadáveres. “Eran paredes de muertos. Uno sobre otro. Yo nunca había visto tantos muertos como aquel día”, exclamó Pérez.

“El cuerpo de mi hermano fue uno de los pocos que pudo ser velado por sus familia-res, con una urna y en su casa. Por suerte pudimos identificarlo cuando lo iban a tras-ladar al cementerio para ser enterrado en una fosa común”, relató.

poca afluencia de vehículos particulares. “A excepción de los carros policiales, las ambulancias y los camiones de bomberos, la circulación de vehículos era nula”, indi-có.

“Nadie estaba seguro en las calles”, co-menta Escobar en el presente, mientras señala hacia la cercana calle 12 para luego mirar en dirección a la 14, que fuera la vía (después de la avenida intercomunal de El Valle) que más daños sufrió en la zona.

PLOMO TRANCAO“Eso era plomo trancao pa’ rriba, pal’ ce-

rro”, exclamó Luis Rada, el famoso Rayao, dueño de la bodega ubicada en el callejón que muchos identificaban con su apodo. Para el famoso vecino de Los Jardines de El Valle, los sucesos de febrero de 1989 signifi-caron una explosión social tardía, pero que debía producirse. “Estábamos sufriendo los estragos de políticas económicas que no fa-vorecían al pueblo. La mayoría de los vene-

zolanos meses antes habían elegido a Carlos Andrés Pérez como presidente para que sa-cara adelante al país, y este en pocos días se olvidó de sus promesa y de sus deberes con el pueblo”, expresó.

Rayao cuenta entre risas que él pudo fá-cilmente engrosar el número de muertos que enlutaron a Venezuela en aquellas fe-chas. Busca en el interior de un pocillo de peltre que decora el lugar hasta dar con una serie de láminas de cartón sujetas con un alambre. “Aquí está. Esta es una bala de FAL”, explica Rayao, mientras se-ñala con el dedo un pequeño aro de metal rojizo de un centímetro de diámetro. Acto seguido apunta con su mano un lugar en el borde de una pequeña pared donde pa-reciese que con un martillo hubiesen roto parte del concreto de la viga de arrastre. “Allí fue que pegó. Me asuste tanto ese día, que casi me mato cuando intenté ba-jar las escaleras dando saltos”, relata, to-davía asombrado.

Adriana EscobinoRosa Hernández

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Domingo 24 de Febrero de 201312E D I C I Ó N E S P E C I A L

T/ Jeylú PeredaF/ Miguel Romero/Cortesía FrassoCaracas

“Esto lo dejaron por aquí como si hubiese pasado un huracán; no quedó nada”, aseguró el se-

ñor Ciro Mendoza mientras, sentado en la silla de la barbería en la que trabaja desde hace más de 25 años, recordaba cada una de las escenas –que sus ojos grabaron para siempre– de aquel lunes 27 de febrero de 1989 en la avenida Lecu-na y en las adyacencias del Nuevo Circo de Caracas.

La avenida Lecuna fue escenario de saqueos y muertes

Un huracán social recorriólas calles del Nuevo Circo de Caracas

Pasaron meses para que

los comercios volvieran

a abrir sus puertas,

y se necesitaron años

para que el pueblo

regresara a la calle

sin temor a la represión

Aunque aquella mañana reinó la incer-tidumbre, Mendoza recuerda perfecta-mente que las causas de aquel estallido social residen en el aumento de los pre-cios y las medidas económicas anuncia-das por el gobierno del entonces presiden-te, Carlos Andrés Pérez.

“Todo estaba subiendo por las medidas económicas; entonces la gente se molestó. La cosa empezó por Guarenas, hasta que llegó aquí”, indicó el caraqueño, al tiempo que describió cómo la gente tomó de punta a punta la Lecuna y cómo todos los locales, desde el negocio de enfrente hasta la popu-lar mueblería La Liberal, fueron saqueados.

La protesta, iniciada ese día en Guarenas debido a la imposición de nuevas tarifas en el transporte público y el desconocimiento del pasaje estudiantil, se extendió de inmediato a la capital, donde en el terminal de Nuevo Circo también se despertó el descontento por el excesivo aumento.

Muchas personas se concentraron en la Lecuna; en su mayoría, estudiantes. En poco tiempo los ánimos se caldearon y la violen-cia se desbordó por las calles de Caracas.

LA LLUVIA DE BALASEl señor Arminio Da Silva, más que el in-

tento de saqueo a su panadería ubicada en Parque Central, recuerda los perdigonazos que recibió cuando iba camino a su casa.

“Eso fue feo, feo. Yo me fui a pie porque vivía aquí en la avenida Lecuna, pero mien-tras la Guardia venía detrás de uno, sin ex-plicar nada. Había que correr y al que no corría lo caían a perdigonazos, como a mí”, contó. Por la falta de materia prima, Da Sil-va tuvo que esperar un mes para volver a abrir su negocio.

Así como Da Silva, centenares de ca-raqueñas y caraqueños fueron repri-midos por la Policía Metropolitana y la Guardia Nacional, en una lluvia de ba-las que negó el derecho a la defensa y a la vida misma.

“Unos decían que disparaba la guardia, otros que la policía y los revoltosos, pero la verdad es que eso era tiro pa’lla y pa’ca”, explicó Luis Sánchez, para entonces obrero del antiguo Fondo de Crédito Agropecua-rio. En esa institución, ya en horas de me-diodía, “cuando la cosa se puso más fuerte”, les dijeron a las trabajadoras y los trabaja-dores que podían irse a sus casas.

Fue esa misma lluvia de balas la que más tarde hizo cierto el rumor de que habían matado a Yulimar Reyes, estudiante de Le-tras de la Universidad Central de Venezue-la (UCV), activista de la izquierda y amiga de Téresa Gómez (conocida como “La Gua-ra”), con quien en la mañana había hablado sobre una entrevista en la que “le dio duro al paquete de Pérez”.

“La Guara”, también estudiante de la UCV y en ese tiempo militante del mo-vimiento Desobediencia Popular, contó cómo aquel 27 de febrero, paralelamente al alzamiento del pueblo, ellos se prepa-raban para la toma del arco de Plaza Ve-nezuela. “Nos llamó la atención la poca o casi nula presencia policial, pero seguía-mos sin atender a lo que decían los rumo-res, y el 27 llegamos, por primera vez, a la

Luis Sánchez

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Domingo 24 de Febrero de 2013 13E D I C I Ó N E S P E C I A L

Ciro Mendoza

torre Polar, espacio que nunca había sido ‘conquistado’ por las y los encapuchados”.

Sin embargo, la muerte de Yulimar cam-bió por completo el escenario de “La Gua-ra”. “Ese día el pueblo descubrió que esta que escribe y que gritaba a voz de cuello: ni la cárcel ni la muerte detendrá nuestra ac-ción… había sido neutralizada cuando vio el rostro de la muerte, instalado en uno de sus más grandes afectos”.

Sucesos como los de Yulimar se multi-plicaron en toda la ciudad, convirtiéndose la morgue en el fatídico lugar común de muchas caraqueñas y caraqueños. “Había montones de cadáveres en el piso tirados unos encima de otros”, contó “La Guara”.

GARANTÍA DE MUERTEAnte la incontrolable convulsión social,

el gobierno de Pérez no tardó en incremen-tar la represión y dictar la suspensión de garantías con la que se sentenció la vida de cientos de personas.

La imposición del toque de queda sembró aún más el pánico. Hasta las 6:00 pm era “válido” transitar por la Lecuna y cualquie-ra de las calles del territorio nacional, tal y

como lo recuerda Ciro Mendoza: “Todo el mundo estaba asustado. Esa imagen no la puede borrar uno, porque queda grabada para toda la vida”.

“La Guara” también recordó cómo aquel toque de queda sirvió para darles muerte a muchos inocentes. “Después, creo que el 28 mismo, me enfermó conocer por boca de otra gente, que habían ‘olvidado’ cerrar las puertas de un asilo de enfer-mos mentales y habían sido acribillados por ‘violar’ el toque de queda. Igual ocu-rrió en una cárcel. Esos muertos nunca fueron reclamados; hoy están en alguna de las ‘Pestes’ que se abrieron”.

LO QUE QUEDÓLos comerciantes que aún, después de

24 años, mantienen sus negocios en la Le-cuna, no olvidan la desolación que inundó aquella avenida luego de tanto caos. Pa-saron meses para que quienes lograron superar la quiebra volvieran a abrir las puertas de sus locales.

“Hasta las bodegas las saquearon. Se duró como cinco días sin ir al trabajo. Había mu-cho acaparamiento, no se encontraban las

cosas”, señaló Luis Sánchez, quien conside-ra que todos estos hechos estaban vincula-dos con el desconocimiento propio de la polí-tica en la que se mantenía al pueblo.

“La Guara”, hoy día socióloga y una de las voluntarias de la Radio Comunitaria Sa-nareña 101.9 FM., explicó como en los días posteriores Caracas se convirtió en un gran cementerio: “Carros con muchas urnas re-corriendo las avenidas. Gente saqueando, re-cuperando lo que nunca había tenido; peque-ños centros de resistencia, sobre todo en los barrios. Creo que lo que caracterizó los días posteriores al sacudón fue el desconcierto”.

Recuerda también cómo la prensa publi-caba “fotos dantescas”, terribles, que sur-tieron “buen” efecto. La gente se asustó por la desproporción de la respuesta del Estado. Muchos buscaban a sus deudos “desapareci-dos” entre las toneladas de basura que dejó la rabia de los descamisados.

“Se instaló el terror, e hizo tanto efecto que tendrían que pasar muchos años para que la gente tomara las calles de nuevo, como lo hace hoy sin que haya consecuencias que lamentar, en términos de vidas perdidas”, expresó “La Guara”.

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Domingo 24 de Febrero de 201314E D I C I Ó N E S P E C I A L

T/ Romer VieraF/ Manaure Quintero/Cortesía FrassoCaracas

Según estimaciones de organizaciones no gubernamentales, como el Comi-té de familiares de las víctimas del 27

de febrero de 1989, en El Caracazo fallecie-ron más de 2 mil personas. Son víctimas con historias y familiares que, en muchos casos, aún reclaman la justicia que por 24 años ha sido esquiva.

Este es el caso de Francisco Moncada. Su hijo perdió la vida la tarde del 28 de febre-ro de 1989 en el bloque 1 de La Silsa. Este trabajador ha dedicado parte de su vida a buscar que se haga justicia. La misma que, en su opinión, merecen todos lo asesinados durante aquellos sangrientos días.

“Ahora sí puedo hablar de eso”, confesó Francisco Moncada al periodista mientras ordenaba sobre el escritorio viejos periódi-cos amarillentos. En silencio abrió los dia-rios y buscó páginas ya establecidas.

“Hubo un tiempo en que no podía sopor-tarlo. Recuerdo un día que me encontraba en la playa con mi familia y debí meterme corriendo al mar” para que no se vieran las lágrimas, rememora.

En la Cuarta República “nunca fuimos atendidos por las autoridades”

Francisco Moncada exige justiciapor el asesinato de su hijo

Moncada toma una bolsa de papel marrón y del interior extrae una foto. Es el retrato en blanco y negro de un niño de aproxima-damente 9 años de edad.

“Después de 24 años no recordaba esta foto. La conseguí buscando papeles para mostrárselos. Este retrato me lo devolvió Amnistía Internacional. Allí tenía 8 añi-tos”, refiere.

“MI NIÑO NO MURIÓ AL INSTANTE”“Soy un esclavo del trabajo”, se definió

Moncada, quien considera su labor en las artes gráficas como su única forma de exis-tir. “Esta es mi vida”, dice, para luego con-fesar que trabaja de lunes a domingo, lo que explica el porqué aquel padre de familia caminaba por Catia el 28 de febrero de 1989, fecha en que las calles de Caracas probaron la sangre de miles de sus habitantes.

Eran aproximadamente las 4:00 pm cuan-do Moncada, agotado comenzó a subir los 17 pisos del bloque 1 de La Silsa. “Nosotros ha-bitábamos en el techo del edificio. Al tiempo solicité un permiso y amplié la casa como hizo mucha gente. Allí vivíamos mi esposa, una cuñada, mis tres hijas y mi hijo menor”.

Cansado por el esfuerzo que implicaba subir las oscuras escaleras, y agobiado por

todo lo que acababa de presenciar en las ca-lles, abrió la puerta y se consiguió con una familia exaltada, para la cual la presencia del padre era un elemento de tranquilidad.

“Luego de conversar con mi esposa y po-nernos al tanto de las novedades que cada uno había observado, decidí darme un baño. El agua fue un regalo. Me sentía tran-quilo, relajado, a pesar que los disparos no dejaban de sonar. Y fue cuando escuche los gritos”, relata.

Desconcertado por no saber lo que suce-día, Moncada se vistió como pudo y se diri-gió a la sala de la casa. A la primera que vio fue a su cuñada, quien tenía una herida en el cuello de la cual manaba mucha sangre. Luego entró su cuñado con su hijo menor en los brazos.

“Mi niño no murió al instante. Le co-loqué un paño en la cabeza y bajé los 17 pisos por las escaleras oscuras. Llegué a mi carro y lo traslade hasta un hospital pediátrico ubicado en la calle Colombia, cercana a la plaza Pérez Bonalde. No nos atendieron por la gravedad de la herida. Lo tomé de nuevo en mis brazos y cuan-do me disponía a llevarlo a otro hospital llegó la Disip. Nos subimos en la patrulla y partimos rumbo al Periférico de Catia. Durante el recorrido en varias oportu-nidades le dispararon al vehículo, y eso hizo que el chofer, asustado, condujera más rápido por las calles casi desiertas del oeste de Caracas”.

Recuerda Moncada que el arribo al hospi-tal fue dramático. El niño continuaba vivo, pero tampoco pudo ser atendido ya que la sala de emergencia estaba colapsada, por lo que prosiguió la angustiosa búsqueda; así llegaron al Hospital de Lídice, donde los médicos intentaron en vano salvar la vida del pequeño.

“Durante el recorrido en la patrulla yo le hablaba a mi hijo. Él no abría los ojos. Le indiqué que me apretara la mano si me es-cuchaba, e inmediatamente sentí una fuerte presión en mis dedos. Reaccionó de esta for-ma ante algunas preguntas que le hice. Esta fue la última vez que me comuniqué con él”.

UNA BALA CONTRA DOS VIDASAquella mañana Caracas había ama-

necido custodiada. El régimen a cargo del entonces presidente, Carlos Andrés Pérez, había decretado un toque de queda y los sol-dados tenían la orden de mantener a como diera lugar la paz en la ciudad. Muchos de estos jóvenes militares habían sido coloca-dos en las azoteas de algunos de los edifi-cios de Catia.

La tía y el niño de 8 años, aprovechando la buena vista que había desde la azotea del bloque 1 de La Silsa, observaban los alre-dedores desde el muro de concreto que de-limitaba la terraza del edificio: él, haciendo un esfuerzo para alcanzar con su mentón el borde del muro de aproximadamente un metro y medio; y ella detrás, cuidándolo.

La bala de FAL penetró la frente del niño y, luego de atravesarle el cráneo, continuó su violenta trayectoria hasta herir a la muchacha en el cuello. Ambos cayeron al suelo, donde fueron auxiliados por miembros de la familia. “Ya muchos detalles se me han olvidado. Procuro hablar sobre esto lo menos posible”, ex-clamó el hombre mientras, con los ojos rojos, continuaba buscando información entre los amarillentos diarios.

Su pequeño de 8 años

fue asesinado por una bala

de FAL en La Silsa,

el 28 de febrero de 1989

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Domingo 24 de Febrero de 2013 15E D I C I Ó N E S P E C I A L

Este ha sido el Gobierno que más interés ha demostrado en los casos

–¿Cuál ha sido la respuesta dada por este Gobierno a las víctimas de El Caracazo?

–Este ha sido el Gobierno que más interés ha demostrado en que estos casos se resuelvan. Pero la justicia sigue siendo len-ta, aunque con la actual fiscal Luisa Ortega noto hay una mayor diligencia. Pero mi pregunta es: ¿Por qué no fue igual desde un principio? ¿Por qué no se asig-naron buenos fiscales y el perso-nal suficiente desde el inicio del caso, incluso al comenzar este Gobierno?

–¿Sigue participando en las reuniones de Cofavic?

–No. Hay muchas cosas que allí sucedieron con las que no estuve de acuerdo. Por ejemplo, no en-tiendo cuáles fueron los paráme-tros de selección utilizados para solicitar la indemnización que este Gobierno otorgó a un grupo de familiares de las víctimas. De más de 200 personas que confor-man el listado de los que luchá-bamos para que se resolvieran los casos, solo 45 fuimos bene-ficiadas por la indemnización en al año 2005. Nunca supimos cuá-les fueron los parámetros que se utilizaron para definir quién po-día ser indemnizado y quién no. Para mí todos los muertos fueron iguales. Nunca se consultó con los familiares de las víctimas so-bre los parámetros con los que se seleccionaron a los beneficiados. Yo estoy casi seguro de que si mi hijo hubiese sido un adulto, (yo) no hubiese sido indemnizado.

–¿Cómo fue el trato del Gobierno de la Cuarta República?

–Nunca lo aceptaron. Nunca fuimos aten-didos por las autoridades competentes, ya fuese el Fiscal General del momento, el ministro de Relaciones Interiores, y mucho menos el Presidente de la República. Con decirte que a mí hasta me montaron un ex-pediente por robo de vehículos con la inten-ción de intimidarme. También fui acosado. Periódicamente llegaban a mi casa hom-bres armados que solo llegaban y se quedan parados sin hablar, esperando yo no sé qué, con la única intención de amedrentarme.

–¿Cuál es la situación actual del caso de su hijo?

–El año pasado me llamaron desde la Fiscalía para conversar sobre el caso de mi hijo. Yo no fui. Mi exesposa no quiere saber nada de aquello. Ella se vio bastante afectada por lo que pasó. Aún así me gustaría que algún día me dijeran algo. Cualquier cosa, como por ejemplo, “mire, señor Moncada, hay 10 personas involucradas”, o simplemente que me digan “allí no había nadie”. To-dos lo involucrados aún están en edad de pagar por lo que hicieron.

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Domingo 24 de Febrero de 201316E D I C I Ó N E S P E C I A L

Dos curas del pueblo ayudaron a los petareños durante El Caracazo

Bruno Renaud: “La gente debió devolveren sangre lo que había tomado gratis”

T/ Romer VieraF/ Manaure Quintero/Cortesía FrassoCaracas

El padre Bruno Renaud se encontra-ba en su pequeña habitación ubica-da en pleno Barrio San José de La

Urbina en Petare, cuando aproximada-mente a las 7:00 am fue despertado por un grupo de vecinas y vecinos que le ase-guraron que algo extraño sucedía en la autopista Petare-Guarenas. “Insistían en que había tres carros en llamas y que la circulación de vehículos era inusual. Efectivamente, al llegar a una especie de vereda que domina la autopista ubicada en la parte alta del barrio constaté que no había ninguna circulación de carros desde Guarenas hacia Caracas”, relató.

“Entre las y los asistentes hacíamos conjeturas sobre las posibles causas de

lo que sucedía, cuando de repente llegó una patrulla de la Policía Metropolitana y se detuvo en la autopista justo al frente de donde estábamos el grupo de perso-nas. Descendieron algunos agentes y, sin previo aviso, comenzaron a disparar en nuestra dirección. Recuerdo que las ba-las pasaban sobre nuestras cabezas por lo que la primera reacción que tuvimos fue correr y ponernos a resguardo. Creo que esa mañana del 27 de febrero habríamos podido ser unas de las primeras víctimas del Caracazo”, rememora.

Renaud aseguró que, ya en horas del mediodía, la mayoría de las venezolanas y los venezolanos estaban seguros de que aquel 27 de febrero iba a ser una fecha si-niestra que marcaría la vida del país. Se-ñaló que debido a la arremetida del ejér-cito, que durante tres días acosó a punta de artillería a las y los habitantes de los

barrios de Petare, él no pudo constatar de primera mano las atrocidades que se cometieron en esas fechas. “Pero las pruebas de los atropellos sobrevivieron a los acontecimientos, porque además de los centenares de muertos que hubo en la zona, y que fueron reclamados y llorados por sus deudos, también quedaron para la historia decenas de lisiados. La gente debió devolver en sangre lo que había to-mado gratis en el saqueo”, expresó.

¿REPETIRSE?El sacerdote, quien se cataloga como

“decididamente socialista”, considera que no se puede asegurar que sucesos como aquellos no volverían a ocurrir en el país. “No podemos contentarnos con simple-mente decirlo. No podemos ser ingenuos y creer en pajaritos preñados. Hubo en aquel momento una serie de elementos, muchos de ellos provocados, que se conjugaron y sirvieron como catalizadores del históri-co estallido social. Hay que recordar que hubo escasez de productos de primera ne-cesidad durante el mes de diciembre del año 1988, que se mantuvo durante los días de enero y febrero del año siguiente. Antes del 27 de febrero hubo escasez y después sobrevino el miedo”, expuso el sacerdote.

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Domingo 24 de Febrero de 2013 17E D I C I Ó N E S P E C I A L

Matías Camuñas: En el país nadiesabía lo que era un estado de sitio

T/ Romer VieraF/ Oswaldo Rodríguez/Cortesía FrassoCaracas

La intervención del padre Matías Ca-muñas fue un factor decisivo para que finalizaran los asesinatos en la triste-

mente famosa escalera de Mesuca, la lla-mada Escalera de la Muerte, lugar donde un número no determinado de personas perdieron la vida en los tenebrosos días de aquel febrero.

NERVIOS Y LLANTOLa tarde del lunes 27 de febrero, el padre

Matías Camuñas se encontraba en la Univer-sidad Central de Venezuela con dos amigos. Después circularon por la Cota Mil en direc-ción hacia Petare, y allí observaron cómo, en distintos puntos de la ciudad, se levanta-

ban largas columnas de humo. “Al llegar a la redoma de Petare el zaperoco era tal que decidimos dejar el carro en El Marqués y re-gresamos caminando”, contó.

El padre recuerda la noche del 27 como muy peligrosa. “Esa noche funcionarios de la Policía Metropolitana mataron a un joven del barrio José Félix Ribas, lo que causó un gran escándalo en la zona”, recordó Camu-ñas, quien ya anticipaba una jornada llena de dificultades el 28 de feberro.

En opinión de Camuñas lo peor que pudo suceder durante los hechos de febrero de 1989 fue el protagonismo que obtuvo el mi-nistro de la Defensa del momento, Ítalo del Valle Alliegro. “A partir de ahí cambia la si-tuación porque se decreta el estado de sitio, y en este país nadie sabía lo que era ese tipo de situaciones. Los militares creían que al que permaneciera en la calle después de la 7:00 pm había que dispararle y matarlo, como de hecho se hizo”, comentó.

“El día 1 de marzo la parroquia estaba llena de personas que lloraban y en evi-dente estado de nervios. Me fueron a bus-car para que hablara con los militares que se encontraban en Palo Verde. Me puse mi sotana y me dirigí hacia el lugar para conversar con los soldados. La intención era evitar que continuara la matazón que llevaban a cabo en la zona. La tarea no fue fácil, ya que los militares se encontraban nerviosos; sin embargo, logré que detuvie-ran los asesinatos”, subrayó.

Contó el padre que luego de hablar con los militares se dirigió hacia las escaleras de Mesuca. “Allí le di la unción a dos muertos: uno, con un disparo de FAL en el pecho; y otro que parecía que tenía tiempo en el lugar. También pude ver a una muchacha herida y a quien posteriormente le cortaron la pierna en el Hospital Pérez de León”.

En el estacionamiento del Centro Comer-cial Palo Verde se encontraban más de 200 jóvenes acostados con las manos en el cuello, mientras eran apuntados por los militares. “En la noche hicimos una misa al pie de la es-calera, en conmemoración de los fallecidos y durante el recorrido que hicimos por la zona pudimos encontrar algunos cadáveres per-didos entre los matorrales”, refirió el padre.

Relató que desde el 1 de marzo los cadá-veres fueron recogidos en camiones de ba-sura que los trasladaban directamente al Cementerio General del Sur. “No sabría de-terminar cuántas muertes se habrán dado en ese lugar, pero estoy seguro de que fueron muchas, ya que las escaleras de Mesuca era muy transitadas por personas durante esos días y permitían un blanco fácil desde dife-rentes puntos del sector de Palo Verde”, opi-nó Camuñas.

—¿A qué factores atribuye el estallido social del 27 de febrero de 1989?

—Yo pienso que el pueblo venezolano as-piraba a una vida mejor. Es un pueblo que demostró el cansancio que tenía de tanta ex-plotación y reaccionó en consecuencia. Creo que mucha de la esperanza que tenemos ac-tualmente en las organizaciones y en ciertos proyectos como las misiones tiene su semilla en aquella fecha.

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T/ Rafael LeyvaF/ María Isabel Batista/Cortesía FrassoCaracas

A más de dos décadas del estallido so-cial contra el paquetazo del Gobierno Carlos Andrés Pérez (CAP), que pa-

saría a la historia como El Caracazo aún permanecen frescas en la memoria del hoy diputado Freddy Bernal las escenas dan-tescas que terminaron enlutando a cientos de familias. El 27 de febrero de 1982 él tuvo la oportunidad de ver desde un helicóptero de la Policía Metropolitana (PM) a miles de venezolanos hambrientos en la calle.

En conversación con el Correo del Ori-noco rememoró que en esa fecha era ins-pector de la PM, adscrito a una brigada especial destinada a controlar el orden público de Caracas, grupo élite llamado Co-mando Especial Táctico de Apoyo (CETA). El escenario de efervescencia que se vivía en Venezuela antes de la implosión popular, con varias manifestaciones al día, señalaba

En Venezuela no habrá otro Caracazo mientras exista la Revolución Bolivariana, sostiene

Freddy Bernal: El 27-F provocaba quitarseel uniforme “y formar parte de ese estallido”

la pérdida del “control social” de los parti-dos tradicionales de la democracia repre-sentativa.

La dirigencia de Acción Democrática y Copei había perdido la conexión con el pueblo y el país era centro de escandalosos casos de corrupción, como el cobro de co-misiones por la compra de armas para el Ejército.

“Esos hechos de corrupción, más un montón que se registraron, terminó por asquear al pueblo. Sumado a eso había existido un deterioro de las condiciones de vida. Los estudiantes manifestaban en las universidades todos los jueves por el pasaje estudiantil, los cupos y las medidas de re-presión. Los viejitos por las pensiones; pro-testas que mandaban a disolver con gases lacrimógenos y peinilla”, recordó.

–¿Cómo podía lidiar con ese conflicto personal?

–Desde 1982 ya traíamos un movimiento clandestino con el que habíamos infiltra-do la policía. Con el Movimiento Boliva-riano por la Dignidad Policial hacíamos llegar información y denuncias a perio-distas como Sandra Guerrero que traba-jaba en El Nacional. Teníamos conexio-nes con la izquierda de aquel momento, como el actual asistente del gobernador Aristóbulo Istúriz, Fidel Vázquez, quien era concejal del MAS (Movimiento al Socialismo). Con él y otras personas nos reuníamos de forma clandestina para ha-cerles llegar documentos, panfletos y de-nuncias que luego se hacían públicas. Ser policía era tener una profesión de quinta, los sueldos eran de miseria y había un maltrato constante a la institución, ade-más del alto nivel de corrupción desde la propia cúpula. La policía era dirigida por la Guardia Nacional, lo que completaba el mar de contradicciones cuando llegó el 27 de febrero de 1982.

ORDEN A SAQUEOSLos primeros reportes policiales de radio

del 27-F daban cuenta de disturbios en Gua-renas y traslados de motorizados hacia Pla-za Venezuela, pero el Gobierno creyó que eran parte de las protestas cotidianas.

En la memoria de Bernal permanecen frescas las imágenes de miles de personas en las calles, la ciudad incendiada y la gen-te que corría con pedazos de carne, neveras y comida. Contó que mientras se trasladaba con su unidad por la avenida Fuerzas Ar-madas observó a muchas personas que sa-queaban el mercado Central Madeirense.

“Yo me paré con mi unidad y ordené aquello. Comenzamos a organizar las co-las para que no se llevaran licores u otras cosas que no fueran comida. Tuvimos que hacerlo porque en aquella locura la gente se hería, se cortaba con los vidrios; era una situación muy peligrosa”, rememoró.

Aclara que también tuvo que ordenar la cola en el Centro Comercial Anauco y “aun-que parezca risible, lo hicimos también por-que sabíamos que el pueblo tenía razón, ha-bía suficientes razones para esa explosión social; lo que provocaba era quitarse el uni-forme y formar parte de ese estallido”.

REPRESIÓN Y ASESINATOSSiempre se habla del 27 de febrero pero en

realidad fueron cinco días: desde el 27 has-ta el 3 de marzo, como lo aclara Bernal. “El Caracazo tuvo dos fases: los saqueos pri-mero y luego las represiones que iniciaron desde las 4:00 pm del 28 cuando el Gobierno ordenó sacar el Ejército”, detalló.

“El 28 en la noche se había impuesto el toque de queda. Viniendo de Propatria nos encontramos a cinco muchachos a los que les pedimos las cédulas y los dejamos dete-nidos en una unidad del Ejército que estaba en La Silsa. Cuando volvimos a pasar en la madrugada la unidad ya no estaba, pero sí los muchachos acribillados”, relató.

–¿Recuerda el oficial responsable que estaba en la Silsa?

–En realidad no. Había mucha confu-sión. Estábamos en medio de una guerra civil. Nos tocó ver personalmente esos crímenes, también vimos los camiones de volteo llenos de cadáveres, llevándolos ha-cia La Peste. En la morgue de Bello Monte la altura de los montones de muertos casi sobrepasaba la del sitio. Eso nos impactó muchísimo y llevó a que la Policía Metro-politana entrara en una parálisis, de bra-zos caídos, y dos meses después, el 9 y 10 de mayo se dio la primera rebelión de la policía contra el Estado porque nos negá-bamos a ser un instrumento de represión contra el pueblo.

El diputado socialista explicó como CAP ordenó tomar la Metropolitana con la tercera brigada de infantería del Ejér-cito el 9 de mayo, cuando se enfrentaron a tiros a cuatro tanques AMX 30. Eso lle-vó a que 34 oficiales se fueran a la clan-

Al entonces integrante

del grupo CETA de la PM

le tocó intentar poner

orden en los saqueos.

“Comenzamos a organizar

las colas para que no

se llevaran licores u otras

cosas que no fueran

comida. Tuvimos que

hacerlo porque en aquella

locura la gente se hería,

se cortaba con los vidrios;

era una situación muy

peligrosa”, rememora

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destinidad aunque luego volverían por decreto de pacificación.

Otro momento que remarca Bernal es el asesinato del comandante Acosta Carles, miembro del MBR-200 que mataron en la calle 18 de El Valle, en La Montañita. Según su versión, “lo mandó a matar Israel Weiser (alias Iván González), jefe de los Servicios de Contrainteligencia de la Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (Di-sip) y coronel de los servicios secretos del Mossad israelí. Eran los tiempos en que la Disip era dirigida por la CIA y el Mossad con asesinos como Posada Carriles y Or-lando Bosch”, denuncia.

PROHIBIDO OLVIDARBernal aclara que el pueblo salió a las ca-

lles contra las medidas neoliberales pero no tuvo organización ni carácter político. “De haberla habido hubiese caído el Gobierno”, considera.

“Por eso hemos levantado las banderas de prohibido olvidar, porque este proceso que vivimos en Revolución no siempre fue en Venezuela. Lo que estamos haciendo hoy con las misiones es tratar de reivindicar las luchas sociales de ese día y de toda una dé-cada. No cumplir con el pueblo hoy sería traicionar la memoria de los que murieron; quizá aún algunas reposan en fosas comu-nes. Hay que recordar también que fue el Gobierno del presidente Hugo Chávez el que indemnizó a los familiares de las vícti-mas. Por supuesto que nunca se podrán re-cuperar esas vidas ni pagar las lágrimas de esos padres y esos hijos, y por ello es que la Fiscalía aún tiene procesos penales contra esos genocidas”, comentó.

–¿Aún hay responsables que deben pagar por esos crímenes?

–En mi concepto, sí. Por ejemplo, no estoy de acuerdo con que el general Ítalo del Valle Alliegro y otros hayan quedado exonerados porque Del Valle fue el ministro de Defensa, el ejecutor de las órdenes de Carlos Andrés Pérez. Fue un crimen de lesa humanidad y estos nos prescriben. Aún a 24 años muchos de esos crímenes están impunes.

–¿Extraña su uniforme policial? –Pues fíjate que sí. De la Policía Metro-

politana se decían muchas cosas y algunos bajaban la cabeza cuando decían que eran de la PM. Yo nunca la bajé, porque mi uni-forme azul de la Metropolitana era de digni-dad, de lucha contra la corrupción. Me sien-to orgulloso porque cuando nos rebelamos

Policía prestado a la Revolución

Natural de la ciudad de San Cristóbal de Táchira, de proceden-cia humilde, Freddy Bernal pasó parte de su niñez en una casa del expresidente Marcos Pérez Jimé-nez, donde su padre trabajaba como conserje. La casa servía además como sede del partido de derecha Cruzada Cívica Naciona-lista, donde se hacían reuniones clandestinas para tumbar al Go-bierno. Confiesa que allí nacieron las banderas nacionalistas y la admiración profunda por Bolívar y su gesta independentista.

Fue también edecán de Violeta Barrios de Chamorro a quien con-sidera como un “ama de casa a la que las circunstancias la pusieron como presidenta de Nicaragua”. Violeta le regaló un fusil AK-47, el cual exhibió luego en su despacho en Venezuela junto con un afiche de Fidel con un arma similar, lo que casi le vale una investigación cuando un coronel descubrió sus “artículos de colección”.

Bernal posee la única condeco-ración en la historia de la policía venezolana por luchar contra la corrupción en los cuerpos poli-ciales: se la ganó por desmantelar una banda integrada por dos ins-pectores y 19 policías corruptos. Fue constituyente y trabajó en los artículos 55 y 332 que sirvieron de base para la formación de la Policía Nacional, los Bomberos, el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalís-ticas, entre otros.

el 27 de noviembre de 1992 le dijimos al país que nos levantábamos contra la represión, con las ideas de Bolívar. Por eso fui orgullo-so a la Asamblea Constituyente a defender el esquema de lo que es hoy el sistema de seguridad. Soy un policía prestado a la Re-volución Bolivariana.

–Hay sectores de la derecha que com-paran las medidas económicas del Go-bierno Bolivariano con las de CAP y sugieren que podría darse en Venezuela un nuevo estallido social como El Cara-cazo. ¿Lo cree posible?

–Hay que recordarles que ellos llegaron con pompas al poder con Carlos Andrés Pérez, y en apenas 45 días el país se in-cendió. Hoy la inmensa mayoría del país entiende que el Gobierno del presidente Chávez se ha entregado a dignificar a un pueblo maltratado. El pueblo entiende que había que equilibrar la economía venezo-

lana para tener el dinero necesario y así poder mantener las misiones sociales, la inversión en infraestructura para que el país pueda seguir adelante. No tengo du-das, por ejemplo, de que este año habrá aumento de salarios. Mientras los presi-dentes en la Cuarta República recorta-ban lo social para que los ricos siguieran teniendo sus privilegios, Chávez nunca recortará las reivindicaciones de la masa trabajadora, la obrera. Hugo Chávez es la expresión más sublime del pueblo en los últimos 200 años de vida republicana. Por eso te puedo asegurar que más nunca vol-verá a haber en Venezuela un hecho como el del 27 de febrero de 1989 mientras haya una Revolución consustanciada con las masas, escuchando a las mayorías.

Nota: Para escuchar parte de la entrevista, visita www.correodelorinoco.gob.ve

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T/ Carlos Ortiz F/ Sara AzócarCaracas-Cumaná

Como ocurrió en todo el país, el 27 de fe-brero de 1992 sorprendió a la dirigencia estudiantil de la Universidad de Orien-

te, aunque para entonces mantenía asam-bleas, movilizaciones y protestas. Muchas de esas acciones eran coordinadas con las casas de estudio del resto del país, pues desde las jornadas conocidas como el Marzo Merideño –acaecidas en 1987 a raíz del asesinato del

Exdirigente universitario recuerda que agentes de la Disip se jactaban de sus crímenes

El Gobierno de CAP secuestró e incomunicó a más de 200 estudiantes en febrero de 1989Ernesto Serrano era

secretario general

de la FCU de la UDO

núcleo Sucre cuando

fue aprehendido, un

día después de El

Caracazo. Desde Cumaná

lo trasladaron a Los

Chaguaramos, donde

lo encerraron en un

calabozo. Nunca le dijeron

por qué estaba detenido

estudiante Luis Carballo Cantor– no habían cesado la agitación y las movilizaciones.

En el núcleo de Sucre, la noticia del día an-terior no afectó los planes de sacar una mar-cha el 28, y así se hizo. Pero la manifestación se topó con una avalancha de personas que colapsó buena parte de las calles de Cuma-ná en medio de saqueos y escaramuzas. En cuestión de minutos, había una batalla cam-pal entre estudiantes, una gran masa espon-tánea, la policía y la Guardia Nacional.

Ernesto Serrano, secretario general de la Federación de Centros Universitarios

(FCU) en Sucre, tenía una pierna lesionada, y a sus compañeras y compañeros les costó evitar que entrara en el combate callejero. Pero eso no impidió que al final de la tarde, cuando el recinto universitario había sido evacuado, lo aprehendieran cuando se dis-ponía a salir.

No ha podido olvidar que “como a las 4:00 am me sacaron del calabozo y me traslada-ron en un carro sin destino conocido. Y en una avenida me sacaron y me apuntaron con sus armas. Y decían ‘mátenlo’. Mi pen-samiento se fue hacia mi familia. En eso se bajó un agente y dijo: ‘Viene un carro del Ejército, mételo en el carro’. Me dieron una golpiza, me metieron al vehículo y me re-gresaron al calabozo”.

“Me detuvo una comisión de la Guardia Nacional y la Disip, en la entrada del núcleo de Sucre de la Universidad de Oriente, en Cumaná. Yo iba saliendo con el decano, el profesor Jesús Noriega. Argumentaron que había suspensión de las garantías constitu-cionales. Violaron todos mis derechos. Esa comisión me trasladó, en primer lugar, al comando general de la Guardia Nacional, ubicado en Puerto Sucre, de allí me llevaron luego al cuartel de la Disip. Al día siguiente me trasladaron para Caracas. En Barcelona recogieron a otros dirigentes estudiantiles. En caracas fuimos llevados a los calabozos de la Disip en Los Chaguaramos, donde se encontraban presos más de 200 estudiantes, dirigentes y no dirigentes. De eso recuerdo al camarada Álvaro Carrera, que estaba en-cerrado; lo agarraron en Caracas”, detalló.

–¿Fue una detención o un secuestro?–Que el Gobierno había suspendido las

garantías constitucionales, no les daba la potestad de violar mis derechos funda-mentales. Mi detención se convierte en un secuestro porque fui retenido por la fuerza e incomunicado, nunca me dijeron por qué fui detenido. En nombre de la democracia que manifestaban defender cometieron las más crueles acciones de violación de los derechos humanos en todo el territorio na-cional, aprovecharon el 27 de febrero para desaparecer gente y matar a muchos otros. Auqnue el Gobierno reconoció 300 muertos, ya se sabe que ese número no es real, que fueron muchos más. La Disip era el órgano represivo de aquel entonces. Yo escuchaba a los agentes con qué tranquilidad decían que habían aprovechado para “limpiar” matando mendigos y gente de la calle. Se jactaban de eso.

–¿Le dijeron en algún momento por qué estaba detenido?

En ningún momento me lo dijeron. Solo por el hecho de ser el secretario general de la FCU de la UDO en Sucre fui considerado como un agente perturbador de la seguri-dad del Estado. O sea, que defender los dere-chos de los estudiantes en aquellos años era un verdadero riesgo y éramos considerados subversivos. Ninguno de los que fuimos de-tenidos conocimos el porqué de las deten-

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Internacional, que incluían el aumento de la gasolina y del pasaje en el transporte pú-blico. Eran ajustes que golpeaban el bolsillo de los trabajadores. Cuando el 27 y el 28 se produjo el estallido de la población que salió a la calle a protestar, fue contra ese paquete de medidas neoliberales. Hubo saqueos de comercios y una feroz represión de parte del Gobierno. Se suspendieron algunas garan-tías constitucionales y se obligó a las Fuer-zas Armadas a reprimir al pueblo.

Aun con ese cuadro, Serrano advierte: “Decir que por esas circunstancias existía una situación prerrevolucionaria es otra cosa. Para eso habría que analizar las condi-ciones objetivas y subjetivas de ese momen-to. Es cierto que había una situación econó-mica difícil, salarios insuficientes, niveles de pobreza altos y un rechazo a las políticas implementadas, que no se podría enten-der como un rechazo al sistema capitalista como tal, aunque sí concretamente a las medidas. El pueblo no entendía lo que signi-ficaba el socialismo como sistema alternati-vo. Entonces, no existía ninguna situación prerrevolucionaria. Pero sí comenzaron a profundizarse las condiciones objetivas y subjetivas para la Revolución. De ahí vienen los levantamientos del 4 de febrero y del 27 de noviembre de 1992, que desembocaron en la Revolución Bolivariana que dirige nues-tro comandante Chávez”.

TÁCTICA DE DESAPARICIÓN Ernesto Serrano era militante del Partido

Comunista de Venezuela (PCV) cuando lo secuestraron los cuerpos de seguridad del Estado. A pesar de que estaba acompañado por el decano del núcleo de Sucre de la UDO, las autoridades negaban tener conocimien-to de su detención. Luego lo admitieron, pero ningún funcionario daba información sobre su paradero. Tampoco se tenía certe-za de dónde estaban otros detenidos, como Luis Sanabaria. “Supe que a él lo sacaron en la noche de su casa y no se sabía ni quién se lo había llevado. Él estaba recién llegado de Cuba, donde lo habían operado de la vis-ta”, recuerda Serrano.

La táctica operaba en doble sentido, pues durante los primeros días, las y los estudian-tes secuestrados tampoco tuvieron contacto con sus familiares. Se les mantenía en só-tanos, y en muchos casos fueron sometidos a torturas. Era inútil insistir en que había testigos, la política era negarse a admitir de-tenciones o dar datos específicos.

Una alianza MAS-PCV llevó a la Asam-blea Legislativa del estado Sucre a José Luis

Meza (fallecido) como diputado. Serrano era su suplente, por eso se llegó a plantear que Meza se excusara y se llamara a cáma-ra al dirigente secuestrado. Pero ni Serra-no era el primer suplente, ni el mecanismo era algo que pudiera aplicarse en esas cir-cunstancias. Las perspectivas de tener si-quiera una fe de vida se iban reduciendo. Y esa situación se repetía por todos los casos similares en varios estados del país.

No obstante, y a pesar de la suspensión de garantías, la dirigencia estudiantil hacía la presión que estaba a su alcance hacer. Y se encontró con un valioso gru-po de aliados, rememora Serrano: “Hay que recordar que en aquellos momentos, los diputados de izquierda, del MAS, de La Causa R y el PCV, jugaron un papel fundamental para la libertad de todas y todos los estudiantes detenidos por el Go-bierno Nacional”.

La acción de diputados como Pablo Me-dina, Aristóbulo Istúriz, Ramón Martínez, así como la presencia constante de fami-liares en la sede de la Disip, evitó que ese cuerpo represivo ocultara por más tiempo la información. Por otra parte, la prensa daba cuenta de algunos allanamientos y capturas. Los parlamentarios lograron ver a varios de los detenidos, prácticamente a la fuerza, porque se les negaba el acceso a los calabozos. También se constituyó el Comité por los Desaparecidos, mediante el cual el diputado del MAS Enrique Ochoa Antich recibía y procesaba denuncias.

La madre de una de las estudiantes se-cuestradas, contó al Correo del Orinoco que “todos los días nos decían que los solta-ban en la tarde, y a las 5:30 nos decían que no, que quedaba para el día siguiente. Y te-níamos que retirarnos, porque había toque de queda a partir de las 6:00 pm”.

Serrano cuenta que “de todos los dete-nidos habíamos varios que íbamos para el Cuartel San Carlos. Pero ese grupo de diputados, del que recuerdo sobre todo a Ramón Martínez y Aristóbulo Istúriz, lo-graron que CAP decretara nuestra liber-tad. En mi caso, salí el 8 de marzo de ese mismo año”.

Ernesto Serrano es sociólogo y en julio se graduará de abogado en la Universidad Gran Mariscal de Ayacucho. Hoy milita en el Partido Socialista Unido de Vene-zuela y trabaja en comisión de servicio como coordinador de políticas bilaterales del despacho del vicecanciller para Asia, Medio Oriente y Oceanía.

ciones, fuimos incomunicados, no tuvimos un debido proceso.

–¿Cuánto tiempo estuvo preso?–Estuve secuestrado desde el 28 de fe-

brero hasta el 8 de Marzo–¿Puede nombrar a otras personas

que estuvieron detenidas?–Por supuesto que sí. De oriente estaban

varios camaradas, entre ellos Jaime Quijada, del partido de Douglas Bravo; José Sanabria, de la Liga Socialista; José Gregorio Norie-ga, de Bandera Roja; María Elena, esposa de Pedro Véliz, también de Bandera Roja. Y en caracas, como te dije, habían capturado a Álvaro Carrera. Todos en la sede de la Di-sip de los Chaguaramos. Inclusive estaba la compañera Vanessa Davies, que hoy dirige este diario y modera Contragolpe en VTV, ella trabajaba con Tribuna Popular, creo que fue detenida junto con Álvaro Carrera. Cla-ro, ella estaba en otra ala, donde encerraron a las mujeres. Aunque yo no la llegué a ver, supe que estaba allí.

–¿En algún momento la dirigencia es-tudiantil se planteó convertir las pro-testas en una acción subversiva?

–La dirigencia estudiantil combinaba distintas formas de lucha para lograr los objetivos propuestos. Hay que recordar que muchos de quienes estábamos en la di-rigencia estudiantil éramos militantes de los partidos de izquierda. Algunos todavía creían en la lucha armada. Otros la habían abandonado, esto generaba grandes dife-rencias al momento de discutir las acciones de lucha del movimiento estudiantil. Pero pienso que todas las acciones que llevamos a cabo, más allá de lo reivindicativo, eran una vía para hacer crecer más la concien-cia de nuestro pueblo, para lograr superar las desigualdades sociales producidas por el capitalismo. No podemos ocultar que to-das las acciones del movimiento estudiantil iban siempre con ese objetivo: crear con-ciencia al pueblo para cambiar el sistema explotador imperante en Venezuela.

Serrano afirma que, en atención a ese propósito, “buscábamos la vinculación con las comunidades, para emprender juntos la lucha por un futuro mejor, enar-bolando la consigna ‘del pueblo venimos y hacia el pueblo vamos’. Por eso, las pro-testas estudiantiles siempre fueron ca-talogadas por los gobiernos de la Cuarta República como subversivas, porque le-vantábamos las bandera de justicia y bien común para el estudiantado y el pueblo en general. Ahora, el levantamiento popular del 27 fue espontáneo, no lo dirigió nadie. Fue una protesta netamente popular que se inició en Guarenas y se extendió por todo el país. En cuanto a los estudiantes de la izquierda, éramos una esperanza para muchos excluidos. Y el esfuerzo de ayer lo vemos hoy validado con la Revolución Bo-livariana que comanda Hugo Chávez. Mu-chos de nosotros tuvimos participación en el levantamiento del 4 de febrero de 1992.

–¿Qué piensa de la tesis de que cuando estalló El Caracazo en Venezuela había una situación “prerrevolucionaria”?

–Cuando CAP asumió su segundo man-dato, había ya un desequilibrio macroeco-nómico, una renta petrolera insuficiente para cubrir las demandas de la población, y un descontento generalizado. Las medidas económicas implementadas por Pérez, cono-cidas como el “paquete”, eran medidas neo-liberales impuestas por el Fondo Monetario

Una reunión con CAP

Ernesto Serrano recordó que la dirigencia estudiantil “se reunió con el presidente Pérez en el Pa-lacio de Miraflores, allí estuvimos dirigentes estudiantiles de todas las universidades del país. Asistie-ron los presidentes de las federa-ciones de las cinco universidades autónomas, de las experimentales y de institutos universitarios”.

“Tratamos de hacerle entender a CAP lo equivocado de su política económica y la forma en que afec-taba a la población. Al presidente de la FCU de LUZ, Frank de Ar-mas, le correspondía plantearles nuestras propuesta al Presidente, quien no lo dejó terminar de ha-blar. Salió del salón y nos dejo ahí. De eso no recuerdo mucho más, solo que salimos a la sala de pren-sa y dimos unas declaraciones denunciando que el Presidente no permitió que el movimiento estu-diantil le expusiera sus propuesta. Por la UDO asistimos el presiden-te de la FCU, Hermes García, y los secretarios generales de los cin-co núcleos. Por la ULA, Manuel Dessa y Miguel Rodríguez por la UCV. Por la Unellez asistió nuestro actual embajador en La Habana, Edgardo Ramírez. Había muchos más, pero no recuerdo todos los nombres en este momento”.

Hermes García, que hoy es di-putado de Podemos a la Asamblea Nacional por Sucre, confirmó que la reunión se efectuó en 1990. “Allí presentamos una serie de peti-ciones para el sector estudiantil, como un seguro nacional de hos-pitalización, cirugía y maternidad, que se logró. También logramos la entrega de flotas de autobuses y la administración de muchos servi-cios estudiantiles por parte de las organizaciones de estudiantes”, precisó.

Pero el grupo también llevaba planteamientos políticos que pro-dujeron la intempestiva salida de CAP de la reunión: “Le expusimos nuestra posición de que debía re-nunciar a la Presidencia para ase-gurar la paz del país. También que cesara la represión y la persecu-ción contra el sector estudiantil. En esa época teníamos todavía gente detenida y manteníamos tomas en 20 estados del país. Esos puntos no los aceptó; se le-vantó y salió de la reunión”.

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T/ Héctor EscalanteF/ Héctor Rattia/Cortesía FrassoCaracas

Para el reconocido fotógrafo Francisco Solórzano, la imagen juega un papel fundamental en la divulgación de un

hecho noticioso. En el caso específico de Venezuela, considera que “si no hubiesen fotos de El Caracazo, este hecho tal vez se habría olvidado, porque aquí habían acostumbrado al pueblo a que tuviera la memoria corta”.

El trabajo fotográfico logrado por Frasso, como se le conoce en el medio periodístico, durante el estallido social del 27 de febrero de 1989, sirvió en buena parte como eviden-cia para establecer responsabilidades sobre las agresiones cometidas contra el pueblo que se rebeló contra las medidas neolibera-les implementadas durante el Gobierno de Carlos Andrés Pérez.

Entrevistado por el Correo del Orinoco, Solórzano ejemplificó que con los recien-tes sucesos acaecidos frente a la Embajada de Cuba en Caracas, donde un grupo de jó-venes opositores pretendió obtener una fe de vida del presidente Hugo Chávez para comprobar que quien ingresó en días pa-sados al país fuera ciertamente el Primer Mandatario, “el pueblo recordó la foto de Henrique Capriles Radonski saltando el paredón” durante el golpe de Estado del 11 de abril de 2002.

En ese sentido, reiteró que la fotografía se hace cada vez más importante en el mundo de hoy, “porque la imagen es la cosa más veraz y objetiva del periodismo”, dado que permite ubicar al lector en un espacio de-terminado al cual este no puede llegar.

Durante la Cuarta República acostumbraron al pueblo a que tuviera la memoria corta, indicó

Frasso: “Si no hubiesen fotos de El Caracazoeste hecho tal vez se habría olvidado”El reconocido fotógrafo

Francisco Solórzano

contó que la imagen

de un motorizado que carga

un cadáver “me costó

casi ocho días para que

la publicaran en El

Nacional, porque el director

y los jefes de información

no querían que eso saliera”

“Cuando yo estaba detrás del carro de perroscalientes en el barrio 19 de abril, en Petare, y entendí que estaba comenzando el quiebre político de la democracia repre-sentativa, sentí una gran tristeza por la forma en que eran asesinados cientos de venezolanos, pero a la vez entendí que te-nía que hacer esas fotografías, porque eso me serviría para ayudar a que esto se con-virtiera en un testimonio y no se olvidara lo sucedido”, relató.

UN OFICIO PELIGROSOFrasso, quien ejerce como reportero

gráfico desde hace más de 40 años, con-sidera que “el trabajo del fotógrafo en primera línea es uno de los oficios de más alto riesgo en el mundo”, incluso en Ve-nezuela. Recordó, en ese sentido, a Jorge Tortoza, quien falleció de un impacto de proyectil durante el golpe de Estado del 11 de abril de 2002.

También mencionó el caso de Jorge Agui-rre, asesinado el 5 de abril de 2006 en las adyacencias de la Universidad Central de Venezuela, mientras cubría una protesta opositora contra el secuestro y asesinato de los hermanos Faddoul.

“Ambos murieron en el ejercicio de sus funciones, lo que quiere decir que los fo-tógrafos pueden ser un objetivo durante la búsqueda de información. Hay quienes creen que la fotografía es un beso cálido, es robarle un instante a la vida, pero yo

creo que el concepto que más se aproxima es el de un hecho que no se repite jamás cuando es captado por el lente de la cáma-ra”, apuntó.

En la actualidad, Solórzano ocupa la dirección de Prensa en el Ministerio del Poder Popular para el Servicio Peniten-ciario, pero esto no le ha impedido seguir haciendo fotografías, que es una de sus grandes pasiones.

“En estos años, cuando me ha tocado vi-sitar las cárceles con Iris Varela, aquí en el ministerio, he hecho un viaje de fotos. No las puedo hacer todas porque para eso está Franklin Suárez, que es nuestro fotógrafo, pero yo cargo una camarita siempre por-que soy de los que cree que todavía me falta hacer la gran fotografía”, puntualizó.

Su recomendación a las nuevas genera-ciones: “No dejen de leer fotografía, no de-jen nunca de educar el ojo, la cultura del ojo le permite a uno ser más objetivo y veraz”.

CENSURA Y AUTOCENSURA MEDIÁTICAEn opinión de Solórzano, algunos medios

han querido y quieren ser factores políti-cos. “Antes trataban de influenciar sobre la vida de los dirigentes políticos, pero ahora ellos quieren ser esa dirigencia y eso es gra-ve, porque ellos cumplen un servicio públi-co. Además se antojaban de quitar y poner ministros, presidentes, pero ahora no tie-nen esa posibilidad porque eso lo decide el pueblo”, precisó.

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De hecho, comentó que en la actualidad se quedan miles de ejemplares de periódi-cos en los quioscos, “porque ya la gente ter-mina por no creer en sus mentiras”.

“La foto del motorizado cargando un muerto durante El Caracazo me costó casi ocho días para que la publicaran en El Nacional, porque el director y los jefes de información no querían que eso saliera. Primero la vendí a una agencia internacional antes de que la publicara el periódico. Fue portada en muchos medios del mundo, lo que me permitió el premio Rey de España”, asintió.

Señaló que el temor a la censura y luego a la autocensura, que era más fuerte en los medios, se reflejaba ahí, pues a los dueños de estos medios no les interesaba que en el mundo se supiera lo que estaba pasando en Venezuela en ese entonces.

“A mí nadie me va a hacer creer el cuen-to de que en El Caracazo hubo 200 muer-tos. El día que yo hice las fotos del camión cargado de urnas entrando al Cementerio General del Sur, pude contabilizar más de 400 personas que se habían registrado durante esos días; en su mayoría, muertas por disparos y otras por golpes o cortadu-ras con vidrios”, fustigó.

Dijo que aunque no fue sometido a pre-siones o amenazas tras divulgar estas imá-genes sobre El Caracazo, le censuraron algunas fotos y también fue desplazado en algunos espacios.

“El Premio Nacional de Periodismo no me lo dieron en ese año y aunque lo ganó un buen fotógrafo, había otra cosa por encima, que yo no era adeco. El año siguiente con-cursé por el premio Rey de España y tuve mejor suerte”, refirió.

Muestra de una rebelión

Cinco exposiciones fotográ-ficas, con imágenes de Frasso sobre El Caracazo son mostradas de manera simultánea en diver-sas zonas del país; una en Puer-to Ordaz, estado Bolívar; otra en Carúpano, estado Sucre, y tres más en Caracas: en la sede de la Asamblea Nacional, en la Univer-sidad Nacional Experimental de la Fuerza Armada y en la plaza el Venezolano.

De igual forma, la muestra será presentada en Ecuador, en el contexto de una conferencia sobre los derechos humanos que contará con la presencia de Anahí Arismendi, viceministra de Aten-ción al Adolescente en Conflicto con la Ley Penal, adscrita al Mi-nisterio del Poder Popular para el Servicio Penitenciario.

NO HAY POSIBILIDAD DE UN NUEVO CARACAZO

Solórzano comenta que mucha gente le pregunta en las calles si considera posible que vuelva a repetirse en el país un evento como El Caracazo, a lo que responde con un rotundo no.

“En aquel entonces en el país venía acumu-lándose una rabia por la manera en que eran excluidos los venezolanos en la participación política y ante eso, la gente salió a reclamar un derecho que le correspondía”, apuntó.

Indicó que los detonantes de la situación fueron la majestuosa toma de posesión de Carlos Andrés Pérez en el Teresa Carreño y el suntuoso matrimonio de una pareja de millonarios publicado en la primera página del Diario de Caracas, junto a la aplicación de una serie de medidas econó-micas impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

“Ahora uno se encuentra con una demo-cracia que ya no es representativa sino par-ticipativa, y con un pueblo incluido en to-das las tareas políticas y sociales. Cuando sucedió El Caracazo, las venezolanas y los venezolanos conocían medianamente su Constitución, ahora uno va a cualquier lu-gar, en cualquier momento, y las personas saben cuáles son sus derechos. El venezola-no ya no es un individuo pasivo o un objeto dentro de la democracia, sino un sujeto en relación al hecho político”, contrastó.

Refirió que el proceso revolucionario que vive actualmente el país comenzó el 27 de febrero de 1989 con el quiebre de la democracia representativa y el surgi-miento de la democracia participativa, que abrió las puertas, entre otras cosas, a la unión cívico-militar.

“El 27 de febrero no hubo militares del lado del pueblo, sino más bien los que sa-lieron a reprimir; luego, el 4 de febrero de 1992, son los militares quienes actúan en consecuencia, pero el pueblo los acompaña muy escasamente”, relató.

Después, el 27 de noviembre de 1992, “hay un poco de participación del pueblo y no lo-gran el objetivo, pero cuando Chávez gana en 1998 comienza a entender lo que el pue-blo quería: la relación cívico-militar que hace importante el ejercicio del poder en beneficio del pueblo”, añadió.

NO SE PUEDE GOBERNAR DE ESPALDAS AL PUEBLO

Frasso manifestó que la otra reflexión que quedó del 27-F como respuesta funda-mental para los que ejercen las funciones de gobierno, es que no se puede gobernar de espaldas al pueblo.

“Yo reivindico el 27 de febrero con esas víctimas que son sus héroes, aquellos que fueron asesinados en el barrio 19 de abril en Petare solo por cantar el Himno Nacional. Ahora el derecho a la protesta, quiéranlo o no, existe, y la gente dice lo que le da la gana”, enfatizó.

Para el fotógrafo, los medios siguen cons-pirando como conspiraban en el pasado y como han conspirado históricamente, “pero ahí están, siguen ejerciendo sus fun-ciones, basados en un hecho constitucional como es la libertad de expresión, la infor-mación veraz y el derecho a réplica sin cen-sura previa”.

Dijo que durante su desempeño como re-portero gráfico en los años 80 del siglo XX pudo ver cómo agredían a las y los adultos mayores y cómo morían miles de venezo-lanas y venezolanos por la falta de aten-ción médica. “Ahora la gente recibe sus pensiones de manera directa, y son más los pensionados que existen en este país. Además hay más centros de salud que atienden a los venezolanos”, apuntó.

Señaló que en muchas oportunidades cuando salía a trabajar, le tocó retratar a las y los estudiantes que luchaban por un cupo universitario, así como a las y los adultos mayores que eran maltratados por exigir el pago de sus pensiones, o a las familias que se alimentaban con perrari-na, “porque era lo más barato que había para comer”, y así descubrió el dolor que se había causado en la gente.

“Aquí había enfermos renales que necesi-taban diálisis; había gente que se moría, no solo por negligencia médica, sino por la au-sencia de servicios de salud. Esas fotogra-fías no las olvida uno nunca”, testificó.

Para aquel entonces, evaluó, había un pueblo pensando de manera distinta a los que decían ser sus líderes, que pedía mayor participación. La situación ahora es distin-ta, y una prueba de ello, argumentó, fue la llegada del presidente Hugo Chávez al país, quien procedía de Cuba tras recibir trata-miento médico, hecho que “llenó de alegría el rostro de miles de venezolanos”.

Asimismo, reseñó que en años ante-riores, cuando se iba a implementar un aumento del dólar, “a la población se le avisaba tres días antes, mientras los po-derosos compraban y compraban”. Al evaluar esa situación, estimó que esas personas “son las mismas que ahora quieren que se abran las puertas a la fuga de divisas para quebrar el país”.

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Domingo 24 de Febrero de 201324E D I C I Ó N E S P E C I A L

2 de febrero de 1989El dirigente acciondemocratista Carlos Andrés Pérez (CAP) asume su segundo periodo al frente de la Primera Magistratura. En el acto participan no solo la “crema y la nata” de la política, sino también invitadas e invitados internacionales.

16 de febrero de 1989El presidente Pérez anuncia al país las medidas económicas recomendadas por el Fondo Monetario In-ternacional, entre las que destacan: aumento del precio del combustible, liberación de tasas de interés, liberación del precio de todos los productos (salvo 18 de la cesta básica) y el incremento de las tarifas de los servicios.

27 de febrero de 1989Decenas de personas comenzaron las protestas en el terminal de Guarenas, debido al aumento en las tarifas del transporte público asociado con el incremento en el costo de la gasolina. Las mani-festaciones y saqueos se extienden como la pólvora en Caracas y en otras ciudades del país.

28 de febrero de 1989El régimen de Pérez anuncia la suspen-sión de las garantías constitucionales, impone el toque de queda y saca a la ca-lle a las tropas de las entonces Fuerzas Armadas y comienza la represión contra el pueblo. Centenares de personas fueron asesinadas y desaparecidas por los cuer-pos de seguridad del Estado. Un número no cuantificado de mujeres y hombres fue enterrado a escondidas y sin registro en el Cementerio General del Sur.

4 de febrero de 1992Un colectivo de soldados, comandados por el teniente coronel Hugo Chávez Frías, se levanta contra el régimen de CAP. Aunque la insurrección no logra conquistar el poder, las enigmáticas pa-labras de su líder, “por ahora”, fueron el punto de partida de una movilización popular que no cesó hasta la salida de Pérez del po-der. La acción del 4-F, como lo ha explicado Chávez en reiteradas oportunidades, respondió a la rebelión popular del 27-F de 1989.

De la rebelión popular del 27-Fa la insurrección militar del 4-F