3. Dialéctica de La Revolución. Hegel, Schelling y Hölderlin Ante La Revolución Francesa, Daniel Innerarity

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  • DIALCTICA DE LA REVOLUCIN. HEGEL, SCHELLING Y HLDERLIN ANTE LA

    REVOLUCIN FRANCESA DANIEL INNERARUY

    "No aguanto ms tiempo consumindome en la mazmorra de esta fundacin teolgica; ha llegado el tiempo de que cada cual sea ciudadano libre del mundo. He comprado una caja de lata para empacar los escritos de Kant y, acompaado por ellos, marchar a Pars" (Carta de Kerner compaero de Hegel, Hlderlin y Schelling en la Tbinger Stift a su pa-dre. Das Bilderbuch aus meiner Knabezeit, Braunschweig, 1849, p. 101).

    Probablemente no haya habido en toda la era moderna un aconte-cimiento de tanta significacin filosfica como la revolucin francesa. El propio idealismo alemn se presenta como una manera de pensar suscitada por la revolucin, a la que presta atencin no tanto como acontecimiento histrico concreto sino, ms bien, como una aventura de la razn, como una gesta en el drama de la historia universal. El prerromanticismo no haba dejado de vincular los sucesos polticos de 1789 con otros de carcter ms silencioso que aparecan como el re-sultado de una larga maduracin de la historia reciente de Europa. Friedrich Schlegel menciona, junto a la revolucin francesa, a la Wissenschaftslehre de Fichte a al Wilhelm Meister de Goethe como "las tres tendencias ms grandes de nuestra poca". A lo que aade: "quien se escandalice de esta comparacin, a quien no le parezca im-portante ninguna revolucin que no sea ruidosa y material, no se ha elevado todava al supremo punto de vista de la historia de la humani-dad"1. De este modo, la reivindicacin de libertad poltica aparece

    1 Cfr. Kriische Ausgabe, ed. E. Behler, Schningh, Paderborn, 1958, II, p,

    198.

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    formando un todo con la exaltacin de la libertad interior del hombre y el descubrimiento de su intimidad. Unos aos ms tarde considerar que la revolucin francesa no fue tan significativa e importante "como aquella otra, mayor, ms rpida y de mayor alcance que tuvo lugar mientras tanto en lo ms interior del espritu humano". Esta revolu-cin fue "el descubrimiento del idealismo", cuyo ncleo ha consistido en que "el hombre se descubri a s mismo"2. Y en 1822 declarar como "el error principal de nuestro tiempo" la idea de que la revolu-cin ya este cerrada y acabada. Tambin aqu ve en "todo dfactum de la llamada revolucin francesa" solamente "un sntoma particular, una erupcin parcial, una primera crisis"3 de un cambio que habra de ser mucho ms radical. En uno de sus primeros escritos, ocho aos des-pus del estallido de la revolucin francesa y cuando todava se senta el efecto inmediato de su presencia, hace notar Hegel que "las grandes revoluciones visibles van precedidas de una revolucin silenciosa y secreta en el espritu de la poca, revolucin que es invisible a muchos ojos y es especialmente difcil de observar por los contemporneos, a la vez que es arduo comprenderla y caracterizarla. El desconocimiento de esta revolucin dentro del mundo espiritual hace que los hombres se asombren luego ante el resultado"4. La idea de revolucin que se constituye como el punto central de la autocomprensin del idealismo alemn no es un suceso casual, un hecho histrico; es el aconteci-miento de la emancipacin, por el que la libertad subjetiva del hombre

    2 Id., III, p. 96; un juicio similar puede verse en Novalis, Schriften, ed. R.

    Samuel, Kohlhammer, Stuttgart, 1960, II, p. 459. 3 Kritische Ausgabe, VII, p. 488.

    4 FrSchr., I, p. 203. Las referencias al tomo y pgina de las obras de Hegel se

    hacen siguiendo la edicin Eva Moldenhauer-Karl Markus Michel, G.W. F. Hegel: Werke, Suhrkamp, Frankfurt, 1986. Las abreviaturas utilizadas son: Frhe Schriften (FrSchr.)(lomo I); Jenaer Schriften 1801-1807 (JenSchr.) (tomo II); Grundlinien der Philosophie des Rechts (Rechtsphil.)(tomo VII) ;V'orlesungen ber die Philosophie der Geschichte (PhilGesch.)(omo Xll);Vorlesungen ber die Asthetik (st/z.)(tomos XIU, XIV, XV); Vorlesungen ber die Geschichte der Philosophie (GeschPhil)(tomos XVIII, XIX, XX). Los escritos de juventud no re-cogidos en la edicin de Suhrkamp se citan por la edicin de H. Nohl, Hegels Theologische Jugendschriften, Mohr, Tbingen, 1907 (Nohl) y J. Hoffmeister, Dokumente zu Hegels Entwicklung, Stuttgart, 1963 (Dok). La correspondencia de Hegel se cita por Briefe von und an Hegel, ed. J. Hoffmeister-F. Nicolin, Hamburg, 1952.

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    se convierte en el fundamento esencial de una nueva era. "Hemos dejado atrs un siglo escriba Herder en 1803 y en

    casi todo hemos vivido una revolucin del modo de pensar"5. Uno de los efectos de esta transformacin es que incluso la idea de libertad que la puso en marcha debe convertirse en objeto de una nueva re-flexin. Esta valoracin de la revolucin francesa es, a la vez, exalta-cin y relativizacin. Encumbrada en la galera de los monumentos histricos, queda tambin reducida a momento del pasado. Una vez que sta ha tenido lugar, agotado su impulso dinamizador, la tarea que se presenta ha de estar dirigida por nuevos principios. El itinerario re-corrido por la filosofa idealista deja de ser tan enigmtico cuando se tiene presente esta consideracin. Para iluminar este captulo esencial de la historia de la filosofa conviene aclarar la vivencia de la revolu-cin francesa en el ambiente intelectual de Alemania, su repercusin en la gestacin del idealismo y las nuevas respuestas a los problemas que plantea un orden postrrevolucionario. El idealismo alemn es el protagonista de un nuevo captulo de la historia europea: el trazado que va desde una libertad arrebatada hacia una libertad ejercida y que aspira a convertir la reivindicacin en expresin, la protesta en forma.

    Cualquier juicio acerca de la fidelidad de Hegel y los dems idea-listas al espritu de la revolucin ha de estar precedido por una co-rrecta comprensin de los motivos que suscitaron su entusiasmo y de las circunstancias que explican su desilusin. Pienso, en concreto, que un examen detenido de ambos aspectos permite afirmar que el in-ters por asegurar las conquistas revolucionarias no desaparece nunca del pensamiento hegeliano. Para confirmar esta hiptesis es preciso recorrer un largo camino, cuya primera etapa requiere una clarifica-cin semntica. Qu fue exactamente lo que suscit tanto entusiasmo en unos jvenes estudiantes de teologa? Por qu no se tradujo este sentimiento en un programa concreto de accin poltica? Cul era el contenido de esa expectativa que el curso de la historia convierte en desilusin?

    Lo que la generacin de Hegel apreci en la revolucin francesa fue un verdadero signo de los tiempos, un acontecimiento de signifi-cacin universal por tanto, algo cuyo sentido slo poda compren-derse en el contexto de la historia universal, ms all de su modo de ser inmediato por el que se inauguraba la posibilidad de una nueva creacin del mundo, de la realidad poltica y social, a partir de la

    5 Smtliche Werke, ed. B. Suphaii, Weimann, Berlin, 1870, XXV, p. 183.

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    fuerza del espritu. Schelling cuyo pensamiento estaba por la d-cada de los noventa formulado con mucha ms precisin que el de Hegel defini esta empresa como una revolucin que deba partir de la conciencia del hombre6. Toda la obra juvenil de Hlderlin est igualmente presidida por la exigencia de una renovacin interior del hombre. La revolucin francesa es entendida por todos ellos como parte de una empresa de liberacin cuyo xito depende menos de las circunstacias exteriores cuanto de la fortaleza espiritual del hombre.

    La conmocin que produjeron los acontecimientos de 1789 en Alemania tienen una cierta explicacin en el contexto cultural de la poca. Hacia finales del siglo XVIII haba en este pas una expectativa de cambio histrico alimentada por telogos, poetas y filsofos. Antes incluso de la revolucin francesa haba definido Herder la historia de la humanidad como "el paso de Dios sobre las naciones", que en los tiempos recientes se ha convertido en "pasos de gigante"7. Y Lessing lo haba expresado con mayor dramatismo: "vendr, tiene que venir, la era de la plenitud"8. Pero la escatologa que el idealismo tena ms inmediatamente a la vista proceda de la filosofa kantiana. En La religin dentro de los lmites de la simple razn (1793) haba hablado Kant del establecimiento del Reino de Dios como algo que no debe esperarse de una revolucin exterior, sino mediante una reforma que sea obra humana9. La realizacin de esta comunidad tica resul-taba un sueo indemostrable para la filosofa kantiana de la historia, pues la significacin moral de los hechos empricos es un secreto que la razn no est en condiciones de desvelar. La plenitud de la revolu-cin es tan slo objeto de la esperanza. El trnsito de la filosofa kan-tiana al idealismo tiene aqu, como en otros muchos aspectos- el carcter de una incursin en terreno prohibido. La desvelacin terica del en-s de lo real se corresponde con la penetracin en su sentido escatolgico. No existe ya dicotoma entre el sentido externo de las acciones y su significado interior: todo lo que acontece se carga de significacin. Pero como el desvelamiento del en-s de lo real es

    6 Cfr. Vom Ich ais Prinzip der Philosophie, Smtliche Werke, ed. K. F. A.

    Schelling, Stuttgart-Augsburg, I, 1 pp. 156-157. 7 Auch eine Philosophie zur Geschichte der Bildung der Menschheit (1774),

    Smtliche Werke, IV, p. 565. 8 Erziehung des Menschengeschlechts (1780), Smtliche Werke, ed., K.

    Lachmann, Stuttgart, 1886, Abs. 85. 9 Cfr. ed. PreuBische Akademie der Wissenschaften, VI, p. 122.

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    asunto de la razn prctica, la esperanza se convierte en escatologa intra-histrica, cuya realizacin corre a cargo del hombre mismo.

    La revolucin francesa estimul estos presentimientos. Apareca, por un lado, como culminacin de la Ilustracin francesa en un estado presidido por la razn. Mas, por otro lado, se presentaba como el co-mienzo de una nueva era cuyo principio configurador haba de ser la idea de humanidad. La exigencia de culminar la revolucin para lo que Francia se vena mostrando cada vez ms incapaz pareca poner punto final a la hegemona cultural francesa y reclamar un nuevo pro-tagonista. La tarea de Alemania vendra definida como una verdadera emancipacin del espritu, ante la que la liberacin material y poltica alcanzada resultaba demasiado trivial. El deseo de profundizar en la revolucin impona mantener una distancia frente al compromiso poltico concreto, anteponer la discusin de los principios a la accin inmediata, lo que dio a la polmica un tono apasionado e intelectua-lista. La filosofa marxista ha entendido el idealismo alemn como una compensacin ideal de la renuncia a hacer efectiva la revolucin. Pienso que esta crtica no hace justicia a la problematicidad que haba adquirido la idea de revolucin tras la experiencia que el idealismo te-na a la vista. El problema consista en que al deseo de hacer efectiva la revolucin no acompaaba ya ninguna evidencia acerca de los me-dios que deban ponerse. Pero en cualquier caso, el propio Hegel en-tendi el entusiasmo desmedido como la otra cara de la pasividad, y lamentaba el hecho de que en Alemania "cualquier ocurrencia es transformada rpidamente en algo general, convertida en dolo del da y su proclamacin en pasto de charlatanes, de modo que se olvida con la misma rapidez y se pierde el fruto que hubiese dado si hubiera sido mantenida en sus lmites"10. Los franceses quisieron llevar a la prc-tica el principio de la autonoma de la voluntad, lo que para los alema-nes no pas de ser una pacfica teora. Dicho de otra manera: los fran-ceses tienen la cabeza caliente debido al entusiasmo; los alemanes, porque se ponen el gorro de dormir11.

    La semntica del trmino "revolucin" en los orgenes del idea-lismo alemn presenta tres sentidos sobre los que se articula la idea de revolucin, a saber: revolucin como trnsito de la naturaleza a la li-bertad, revolucin como reivindicacin poltica de obediencia a leyes

    l0JenSchr., II, pp. 565-566. Cfr. PhilGesch., XII, p. 525; GeschPhil, XX, p. 297.

    11 Cfr. GeschPhil., XX, p. 332.

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    frente a la sujecin a hombres y revolucin como realizacin del Reino de Dios en la armona de las facultades humanas y en una co-munidad libre. Se hace preciso distinguir, por tanto, la dimensin natural, la dimensin poltica y la dimensin religiosa de la revolu-cin. La primera libera al hombre de la naturaleza, la segunda de la arbitrariedad de la represin, la tercera del caos, el conflicto y la esci-sin. Me parece que los estudios de acerca de la relacin de Hegel con la revolucin francesa no han tomado suficientemente en cuenta esta triple dimensin, lo que explica que hayan arribado a conclusiones poco clarificadoras. Pienso especialmente en el caso de Lukcs, cuyo intento de juzgar el pensamiento de Hegel desde categoras exclusi-vamente polticas supone limitar el horizonte de interpretacin a un marco demasiado estrecho. Ms adelante habremos de volver sobre esta cuestin.

    1. Revolucin como trnsito de la naturaleza a la libertad. Desde que en el prlogo a la segunda edicin de la Crtica de la razn pura hablara Kant de la "transformacin del modo de pensar" como una revolucin copernicana, la filosofa trascendental tan reacia en principio a la metfora naturalista se defina a s misma mediante una analoga astronmica. Con ello trataba de explicar una novedad que no surga evolutivamente de un estado anterior, sino mediante una ruptura a la que bien poda drsele el nombre de revolucin. El idea-lismo recoge ntegramente esta nueva perspectiva que se ofrece al pensamiento y a la accin del hombre.

    Hlderlin es quien ha explicado con mayor belleza y plasticidad este singular itinerario del espritu. En su Oda an Kepler antiguo alumno de la Tbinger Stiftescrita precisamente en 1789, vincula de manera simblica la revolucin de las rbitas celestes con las re-voluciones antropolgicas de la era moderna. En ella se subraya el destino del hombre como ser que ha de revolucionar su condicin natural y exiliarse en una segunda y verdadera patria. La revolucin espiritual del hombre es un peregrinaje de la naturaleza a la cultura, marcada por el estigma del desarraigo. En el Fragmento de Hiperion describe as esta alternativa a la que el hombre se enfrenta: "Hay dos ideales para nuestra existencia: un estado de suprema inocencia (...) y un estado de suprema cultura"12. Hlderlin est definiendo con ello la

    1 2 Samtliche Werke. Grosse Stuttgarter Ausgabe, ed. F. Beissner,

    Kohlhammer, 1968, III, p. 163 (en adelante citada como StA). 40

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    condicin del hombre, para quien una existencia meramente natural es algo bello pero indigno y la vida de la cultura una aventura incierta. Lo especficamente moderno es que estas dos posibilidades de exis-tencia discurren en dos trayectorias paralelas, sin que las vincule nin-gn gnero de memoria o finalidad comn alguna. La libertad es para el hombre, a la vez, emancipacin y condena. La revolucin es aqu el nombre de la trayectoria excntrica ("exzentrische Bahr') que arroja al hombre del curso natural al escenario histrico.

    La antropologa de la modernidad es revolucionaria en la medida en que entiende el trnsito de la naturaleza a la cultura como un salto y exige del hombre el valor de acometer tan audaz empresa. Esto se debe a que la mecanizacin de la imagen del mundo haba hecho de la naturaleza un reino extrao a la dignidad humana "el horror del mundo objetivo"13, en expresin de Schelling cuya huida se presentaba como una exigencia moral. La revolucin es, pues, la dinmica propia del espritu, el camino de acceso a la libre creatividad, frente al aburrido, montono y repetitivo ciclo de la historia natural.

    El principio de revolucin como trnsito de la naturaleza a la liber-tad

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    naturaleza se convierte en un crculo que regresa a s mismo. La re-volucin habr logrado con ello su objetivo.

    2. Revolucin como reivindicacin poltica de obediencia a leyes y no a hombres. La liberacin frente a la naturaleza tiene su corolario poltico en la liberacin respecto de las formas de sujecin personal. Estos dos aspectos de la emancipacin estn vinculados entre s como las dos formas de servidumbre contra las que combaten. En uno de sus escritos de juventud subraya Hegel el parentesco entre la necesi-dad natural y la arbitrariedad poltica, as como la imposibilidad de superar la una sin la otra. "Quien ha adoptado como mxima de su ra-zn la obediencia a la naturaleza y a la necesidad, y respeta esta ley como algo sagrado para nosotros incomprensible qu instancias de apelacin le quedan? Qu puede exigir Edipo como indemnizacin por los sufrimientos inmerecidos, si crea estar al servicio y bajo el dominio del destino? Slo un pueblo en sumo estado de corrupcin, en la ms profunda debilidad moral, era capaz de convertir en su mxima la ciega obediencia a la malvada arbitrariedad de hombres ab-yectos"15.

    Una expectativa se produce cuando confluyen una conciencia de los derechos del hombre y una situacin poltica adversa que amenaza ruina. Esta confluencia caracteriza muy bien la situacin poltica de Alemania en el ltimo cuarto del siglo XVIII. En un escrito del aol798 en el que Hegel analiza las circunstacias polticas de Wrttemberg, se subraya esta contradicin: por un lado, en los tiem-pos modernos, la idea de una condicin humana libre ha entrado en la conciencia de los hombres de tal modo que ningn tirano puede borrar esa imagen; por otro lado, el sistema poltico en su totalidad gira en torno a un hombre que concentra todo el poder y no ofrece ninguna garanta de reconocer y respetar los derechos humanos16. La libertad poltica que aqu se exige tiene una clara resonancia aristotlica: un hombre libre es aquel que no est bajo la voluntad de otro17. La co-

    15 FrhSchr., I, p. 100.

    16 Cfr. "Das die Magistrate von den Brgern gewhlt werden mssen [ber die

    neuesten inneren Verhltnisse Wrttembergs, besonders ber die Gebrechen der Magistratsverfassung]", FrhSchr., I, pp. 268 ss. (El manuscrito se interrumpe en la p. 271 y es continuado por R. Haym, Hegel und seine Zeit, Berlin, 1857, pp. 65 ss y 483 ss).

    17 Cfr. Met., I, 2, 982 b 25.

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    rrespondencia que Hegel mantiene con Schelling desde Berna est llena de expresiones que reivindican la superacin de la arbitrariedad individual por un espacio poltico libre definido en trminos de dere-cho, es decir, la universalidad de la razn contra la particularidad del arbitrio. El estado aparece as como la forma poltica de la libertad en la medida en que sustituye los mandatos unipersonales por normas de carcter universal. El principio de obediencia a leyes y no a hombres exige la constitucin de una Mnemosyne, de una memoria que se sustraiga al capricho del momento. Aparece aqu un concepto que tendr una especial significacin a lo largo del pensamiento hegeliano: la libertad solamente es posible si el ejercicio de la soberana est subordinado al derecho. Como es evidente, esta concepcin de la libertad est muy alejada de la idea de revolucin como ejercicio ili-mitado de la soberana hacia la que deriv la poltica francesa a partir de 1792. Nos encontramos as ante un nuevo elemento de continuidad entre el joven Hegel y el maduro. La supuesta contraposicin entre un joven jacobino y un viejo adulador del estado prusiano no se compa-dece con un dato esencial que ha de presidir toda interpretacin evolutiva de la filosofa hegeliana: el inters por dar una forma a la li-bertad es el trasfondo, supuesto y comn denominador de toda su reflexin poltica.

    El hombre moderno ha opuesto a lo que es la nocin de lo que debe ser. La razn que se subleva no es la de un hecho que se en-frenta contra otro, un conflicto de intereses, sino la razn como tal, el deber y la libertad reivindicando su derecho a regir el mundo de los hechos. El sujeto ha comenzado a pedir razones y el primer resultado de su reflexin es la sospecha generalizada respecto de todo aquello que ha obtenido vigencia, facticidad o valor sin su intervencin. La confianza y la costumbre detienen su ingenuo curso y son sometidas a una discriminacin racional. "El principio de la libertad de la voluntad se hizo valer contra el derecho existente"18, se observa retrospectiva-mente en el apartado sobre la revolucin francesa de las lecciones de Berln sobre filosofa de la historia. Pero Hegel ha elaborado tambin una patologa de este sujeto moderno y ha tratado de analizar los re-quisitos para que esta libertad no se revuelva contra sus propias con-diciones de supervivencia. Hegel detect desde el principio la incom-pletitud de la libertad subjetiva (lo cual era perfectamente compatible con el hecho de que considerara su reivindicacin como una tarea

    nPhilGesch., XII, p. 528.

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    irrenunciable). Pero la misin histrica de la revolucin no se agota en una revuelta contra lo existente, del mismo modo que la libertad hu-mana no se detena en el momento de la emancipacin respecto de todo vnculo natural. Quedarse fijado en el movimiento de desvin-culacin y tratar de buscar la realizacin al margen del todo, sera co-mo haber abandonado la trayectoria natural sin encontrar la trayectoria de la libertad, en un continuo peregrinaje hacia ninguna parte. El ideal de reconstruir la naturaleza desde la libertad se corresponde en el es-pacio poltico con la configuracin de un marco institucional que ase-gure las conquistas de la revolucin. Pero ese marco no puede ser de-finido por la mecnica revolucionaria misma, sino que remite a una teologa poltica.

    La interpretacin del desarrollo del idealismo alemn como una su-cesiva renuncia primero compromiso y despus traicin a los impulsos revolucionarios iniciales se basa en lo que sin exageracin podra ser calificado como una leyenda. Toda ella gira en torno a la interpretacin de Lukcs, quien vio en la reaccin del romanticismo tardo contra la revolucin francesa una "enemistad hacia la Ilus-tracin", de la que se seguira un "salto mortal a la religiosidad"19. Esta crtica se apoya en el supuesto de que el entusiasmo inicial ante la revolucin apuntara en una direccin jacobina y que en ella estara ausente la motivacin religiosa, aadido tardo que vendra a compen-sar un fracaso real. De lo segundo me ocupar ms adelante, en el anlisis de la expresin "Reino de Dios". Acerca de lo primero, qui-siera sealar ahora algunas objeciones.

    La leyenda de la Tbinger Stift suele describir esta institucin de la Iglesia Evanglica para la formacin de sus futuros pastores sea-lando especialmente su rgimen autoritario. Rosenkranz20 traduce el entusiasmo de los estudiantes ante las noticias provenientes de Francia como una autntica conspiracin. Un club poltico organizado al efecto, la plantacin de un rbol de la libertad (smbolo de los jacobi-nos), la traduccin de La Marsellesa por Schelling, cantos y bailes, y el discurso apasionado de Hegel contemplan el cuadro sobre el que se ha venido deduciendo una inequvoca adhesin al jacobinismo.

    La investigacin ms reciente ha matizado algunas conclusiones precipitadas y ha puesto en duda diversos datos sobre los que se apo-

    19 Cfr. Zur sthetik Schillers, Werke, Neuwied-Berlin, 1969, X, p. 22 y Der

    junge Hegel und die Probleme der kapitalistischen Gesellschaft, Berlin, 1954. 2 0

    Cfr. G. W. F. Hegels Leben, Berlin, 1844, p. 29.

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    yaban. Para los parmetros de la poca, el rgimen de la institucin era bastante liberal en lo que se refiere a la circulacin de las ideas y estricto en cuanto a las normas de convivencia. La lectura de los peridicos franceses, por ejemplo, no era ilegal21. Hay que tener en cuenta que las autoridades Wrttemberg la fundacin dependa directamente del Duque haban aceptado la inevitabilidad de las re-formas. La reforma educativa, en concreto, supona una cierta aper-tura a las nuevas ideas sobre un concepto tradicional de la disciplina. Los conflictos con las autoridades de la Stift se deban ms a esta rigidez que a una falta de libertad en el primer sentido, como lo muestra el hecho de que las prdicas de Hegel, Schelling y Hlderlin estuvieran en plena conformidad con el espritu de la fundacin, osci-lante entre una religiosidad racionalista y el pietismo rural. Entre 1792 y 1793 dos acontecimientos turbaron este equilibrio y crearon las ten-siones sobre las que se edifica la leyenda: la acusacin de que los es-tudiantes preparaban una conspiracin republicana y el proyecto de reforma de los estatutos. Los informes de la direccin y el juicio de los inspectores aseguraron al Duque la falsedad de tales acusaciones, si bien haciendo notar la simpata de los estudiantes con las ideas de-mocrticas22. Las tensiones que surgieron en torno a las reformas tu-vieron motivos de muy escaso contenido poltico23. No consta en nin-

    2 1 En Berna se entera Hegel de que las autoridades de Wrttemberg haban pro-

    hibido la prensa francesa (cfr. la carta a Schelling del 24.12.1794). 2 2

    Cfr. el informe de la direccin en StA, VII, 1, pp. 443 ss y Dok., p. 102. El juicio de la inspeccin ha sido recogido por M. Leube, Das Tbinger Stift 1770-1950, Steinkopf, Stuttgart, 1954, p. 74: "no se pueden rebatir las acusacio-nes de que haya entre los becarios un modo democrtico de pensar, pero si se puede afirmar que ste se ha expresado a lo sumo en palabras, sin que haya tenido la me-nor influencia contra el orden y la paz".

    2 3 Las actividades "subversivas" consistieron sobre todo en beber y fumar. En

    el registro de castigos se puede comprobar que la mayora de ellos se debieron a este tipo de actividades y no a conspiraciones polticas. Sacada de este contexto, la siguiente afirmacin de Hlderlin permite ser interpretada como una declaracin re-volucionaria: "tenemos que dar a la patria y al mundo un ejemplo de que no hemos sido creados para dejar que se juegue con nosotros arbitrariamente" (StA, VI, 1, nQ 49, pp 443 ss). Pero se trata de una protesta ante la amenaza de un endurecimiento de los estatutos. El Duque mantena, entre otras, la prohibicin de fumar para que el espritu de subordinacin no fuera perturbado por un exceso de libertad, y Hlderlin era un fumador empedernido (Cfr. StA, VII, p. 146).

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    gn documento que se plantara ningn rbol de la libertad. El director de la fundacin desmiente esta acusacin que circulaba entre la no-bleza local. El hijo de Schelling tampoco le concedi ninguna verosi-militud. Igualmente rechaza que fuera su padre quien tradujo La Marsellesa24. Las actividades revolucionarias fueron esencialmente canciones liberales, poesas y discursos.

    Se debe distinguir, por tanto, entre el entusiasmo revolucionario y la ideologa jacobina. Los Stiftler fueron principalmente partidarios de los girondinos, lo cual estaba en consonancia con el renacimiento que el patriotismo suabo haba experimentado desde 1770 por influencia del Sturm und Drang. Es la rebelin del sentimiento contra la razn uniformizadora, el descubrimiento de las races y el deseo de perte-nencia, la exaltacin de lo concreto frente al cosmopolitismo abs-tracto, tal como se expresan en la primera poesa de Hlderlin. La po-ltica de los girondinos responda mejor al objetivo de sintetizar el va-lor de la radicacin en el tiempo y el espacio con las nuevas aspiracio-nes de libertad, que la racionalidad abstracta, subjetivista y centraliza-dora del jacobinismo. Sabemos que Hegel lea en Berna la revista "Minerva" de tendencia girondina, que Schelling simpatizaba con los constitucionalistas moderados en Alemania y con los liberales doctri-narios que en Francia se agrupaban en torno a Guizot y que las crti-cas al terror jacobino eran compartidas por los tres antiguos compaeros de Tubinga25. Encajaran bastante adecuadamente en lo que Valjavec ha agrupado con el calificativo de "demcratas platni-cos": "ilustrados que defienden los puntos de vista del progresismo liberal, sobre todo en el mbito de la cultura, que no fueron necesa-

    2 4 Cfr. G. L. Plitt, Aus Schellings Leben in Briefen, Leipzig, 1869, I, p. 31.

    En las Lecciones de esttica se encuentra el siguiente comentario de Hegel sobre esta cancin: "no se puede negar el poder de la Marseillaise, del Qa ira, etc, en la revolucin francesa. Pero el entusiasmo verdadero encuentra su fundamento en la idea determinada, en el verdadero inters del espritu del que una nacin est llena" (sth., XV, p. 158).

    2^ Cfr. la carta de Hegel a Schelling del 24.12.1794. Para la interpretacin de

    Hlderlin como jacobino cfr. P. Bertaux, Hlderlin und die franzsische Revolution, Suhrkamp, Frankfurt, 1969. La hiptesis de Bertaux ha sido con pos-terioridad seriamente desacreditada. Cfr. H. E. Holthusen, "Winkler, Bertaux und Hlderlin. Zum Problem einer Falschung", Merkur 25 (1971) y W. Mller-Seidel, "Hlderlins Dichtung und das Ereignis der Franzsischen Revolution. Zur Problemlage", Hlderlin-Jahrbuch 17 (1971-1972).

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    riamente radicales en poltica esto les distingue de los autnticos ja-cobinos alemanes pero que vieron en la revolucin la conquista de unas ventajas, contra las que no se poda combatir sin provocar con ello un grave dao a la causa de la libertad. En el continuo miedo a los poderes de las 'tinieblas' y de la reaccin, estaban menos a favor de la revolucin en todo su desarrollo y particularidades que contra cual-quier expresin antirrevolucionaria"26.

    3. Revolucin como realizacin del Reino de Dios. El trmino que resume y sintetiza el significado ms profundo que la revolucin tuvo para el idealismo es: Versohnung (liberacin y reconciliacin a un tiempo). Se trata de un trmino religioso que indica la recuperacin del status de hijo (Sohn), la redencin tras el destierro, la sustitucin del par dominio desptico-rebelin contra el padre por la categora del reconocimiento, del principio de subordinacin por el principio de unidad armnica27. El movimiento desgarrador de la emancipacin se completa con una unificacin en todos los rdenes: la razn con la sensibilidad, la libertad con la naturaleza, los sujetos entre s, el ser y el deber, la felicidad y la historia... La revolucin no es considerada como libertad lograda mientras no alcance a armonizar estos contra-rios. De ah la insistencia en considerar a la revolucin francesa como un momento parcial de una liberacin ms profunda. Se trata de al-canzar una nueva religin de la humanidad, impulsada por ese "deseo revolucionario de realizar el Reino de Dios" en el que F. Schlegel si-

    2 6 F. Valjavec, Die Enstehung der politischen Strmmungen in Deutschland

    1770-1815, Herold, Mnchen, 1961, p. 162. 2 7

    Este concepto tiene una funcin central en el pensamiento de Hegel y ex-presa lo que Hegel entiende por libertad, en tanto que libertad de la subjetividad verdaderamente infinita (Cfr. sth., XIV, p. 33). La Versohnung es el reino del espritu, en el que la libertad aparece como una reconciliacin con la objetividad (Cfr. PhilRel., XVII, p. 203). Es este tambin el trmino que Hegel utiliza para asignar a la razn la tarea de proporcionar al hombre la mayor libertad: la reconci-liacin con la realidad por medio de la filosofa, a quien corresponde reconciliar la oposicin de vida y conciencia introducida por la subjetividad moderna. (Cfr. RechtsphiL, VII, p. 27; PhilGesch., XII, p. 385; sth., XIII, p. 81) Igualmente, una verdadera Versohnung es lo que tiene lugar en el estado moderno, segn las condiciones y caractersticas que Hegel le asigna (Cfr. RechtsphiL, VII, 360, p. 512).

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    tuaba "el comienzo de la historia moderna"28, y cuyo resultado final nadie supo definir mejor que Hlderlin:

    "... que un pueblo amante, reunido en los brazos del Padre est humanamente alegre, (...) y un espritu sea comn a todos"29.

    Resulta muy significativo que expresiones como "Reino de Dios", "Razn y Libertad", "Iglesia invisible" o "Hen kai pan" (Uno y To-do), abunden en los escritos juveniles de Hegel y que esta mitologa de la revolucin se mantenga incluso despus de la experiencia del terror30. Esto indica que tales trminos tienen una funcin estricta-mente escatolgica, es decir, que designan una realidad que no puede ser acreditada ni desmentida por ningn hecho histrico concreto. Pero ms significativo todava es que en plena madurez no dejara de vincular el entusiasmo ante la revolucin con la esperanza de una re-conciliacin de Dios con el mundo. "Fue una maravillosa aurora. Todos los seres pensantes han celebrado esta poca. Una emocin sublime reinaba en aquel tiempo, un entusiasmo del espritu estreme-ci al mundo, como si slo entonces se hubiera llegado a la reconci-liacin (Vershnung) real de lo divino con el mundo"31. Hegel no en-tendi nunca la revolucin como un fenmeno meramente poltico, sino como un acontecimiento religioso, como un hito de la realizacin histrica del Reino de Dios.

    Para aclarar este conjunto de expresiones que se agrupan en torno al trmino "Reino de Dios" puede ser conveniente desentraar su sig-nificacin en tres conceptos: unidad, felicidad y plenitud. Con ellos se obtiene, a mi juicio, una caracterizacin bastante precisa del sentido que la idea de revolucin presenta en la gnesis del idealismo alemn.

    La gran preocupacin del idealismo es la consecucin de la unidad. El idealismo es la Vereinigungsphilosophie por antonomasia. No se trata de la unidad ingenua o inmediata del sentido comn: es la unifi-cacin alcanzada al final de un largo proceso, al que pertenecen tam-bin la experiencia de la separacin y del desgarro interior. Como su-peracin de la filosofa de la conciencia, el idealismo no pretende

    2 8 Friedrich Schlegel, Kritische Ausgabe, II, p. 261.

    2 9 Der Archipielag, StA, II, vv. 239-240.

    3 0 Cfr. la carta de Hegel a Schelling escrita en Berna el mes de enero de 1795.

    3 1 PhilGesch., XII, p. 529.

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    ahorrarse ninguno de los dolorosos pasos que la conciencia moderna ha tenido que dar para conseguir la autodeterminacin subjetiva. Pero en el Reino de Dios "no hay libertad de oposicin, no hay un yo libre, ni un libre t... Los hombres son como deben ser; el deber-ser sera una aspiracin infinita si el objeto no pudiera ser en modo alguno su-perado, si la sensibilidad y la razn o la libertad y la naturaleza, o el sujeto y el objeto estuvieran tan absolutamente separados que fue-ran absolutos"32. Puede interpretarse este texto como una cierta utili-zacin de Kant para criticar a Fichte: el postulado kantiano de una co-laboracin entre la naturaleza y la libertad que debe ser introducido para resolver las aporas a que conduce su estricta separacin es el origen de una nueva manera de pensar que pretende superar la contra-posicin entre el ser y el deber. Fichte tambin haba visto la necesi-dad de superar ese estricto dualismo y as lo intenta, por ejemplo, en la deduccin del Naturrecht de 1793 pero dicho objetivo recla-maba un horizonte conceptual distinto del que poda proporcionar una concepcin estrictamente afirmativa del yo.

    Qu relacin guarda entonces este ideal de unificacin con la ex-periencia de la revolucin? En primer lugar, hay que sealar que este ideal no surge de la revolucin francesa, sino que tiene su origen en una serie de textos anteriores a 1789 y a travs de los cuales estaba ya introducida la conciencia de que era necesario pensar la libertad de una manera que podramos llamar unitiva. Este programa puede resumirse as: superar la extraeza del objeto y reconciliarse con l. La revolu-cin es un primer paso, ya que destruye unas instituciones en las que no caba el libre reconocimiento de sujetos autnomos, pero nada ms. Como ha sealado Kondylis, la postura de Hegel, Schelling y Hlderlin ante los acontecimientos revolucionarios se explica desde una "axiomtica" cuyas lneas fundamentales ya estaban trazadas, y no al revs. El estallido de la revolucin no les proporcion nuevas ideas u objetivos, sino un aumento del "ambiente apocalptico" por el que toda escisin y ruptura era considerada como un movimiento que anunciaba una futura reunificacin. "La revolucin no aparece ni como un sistema de pensamientos ni como un programa poltico que haya de ser asumido y aplicado, sino como prueba del cumplimiento anticipado de una expectativa escatolgica, como anuncio del Reino de Dios o como precursora de la unificacin de todo con todo, princi-

    3 2 Nohl, p. 395.

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    plmente del cielo y la tierra"33. No entendieron los Droits de l'Homme como una garanta individual, como una clausula de reserva por el que el sujeto defenda su autonoma frente al todo social. Libertad, igualdad, fraternidad se traduce en reconocimiento, reconci-liacin y solidaridad. El ideal de libertad ha sido explicitado en una tarea comn. Nada ms lejos que unos revolucionarios derrotados o seducidos por la restauracin. La exigencia de superar el inters indi-vidual no es un compromiso tardo con el aparato estatal prusiano, sino el ideal juvenil de la libertad como Vershnung convertido en forma poltica. Por eso se puede concluir que si la teora hegeliana del estado resulta inaceptable en relacin con la salvaguarda de la libertad individual, habr que retroceder hasta estas primeras formulaciones, en lugar de achacar el fracaso del proyecto a circunstacias exteriores que le obligaran a abandonar un ideal de juventud.

    La reivindicacin de felicidad es otro de los aspectos que est nti-mamente unido a la idea de Reino de Dios. Una filosofa orientada hacia la unificacin de las antinomias generadas por la filosofa mo-derna de la conciencia no poda dejar de experimentar un profundo desagrado ante la conversin de la felicidad en una recompensa fu-tura, aadida a una seca tica de la obligacin. El ideal de armona y despliegue de todas las fuerzas humanas recogido bsicamente de la antropologa de Schiller rechaza toda subordinacin interior en el hombre y cualquier gnero de primaca entre las facultades. Unifi-cacin significa aqu superacin de la diferencia entre libertad y ex-presin, forma y fondo, bien y gozo. La nocin de juego adquiere cada vez mayor relevancia en el ideal de humanidad que se forma por oposicin al kantismo. Aplicado a la teora poltica, esto supone en-tender la libertad como algo que se pone precisamente enjuego, como configuradora de espacios de accin y no ya como un valor que se protege del trfico social y que slo se despliega en forma de inters individual o accin destructiva.

    Pero la felicidad gozaba por aquella poca de escaso crdito como argumento poltico. Por un lado, el buen funcionamiento de la maqui-naria estatal pareca prohibir la presentacin en pblico de reivindica-ciones de ese tenor. La poltica es una tcnica organizativa que no re-quiere la mejora de los hombres, sino que ha de valer como dice

    3 3 P. Kondylis, Die Entstehung der Dialekiik. Eine Analyse der geistigen

    Entwicklung von Hlderlin, Schelling und Hegel bis 1802, Klett-Cotta, Stuttgart, 1979, p. 188.

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    Kant para un pueblo de demonios34. La separacin estricta entre moral y derecho era concebida como garanta de liberalidad poltica. Toda la crtica de Fichte a la idea del gobernante como bienhechor de sus subditos vea en el paternalismo poltico un resabio totalitario35. Para el jacobino Erhard, la felicidad con la ayuda de otros resultaba incompatible con el valor de la indepencia personal36. Y Jacobi en-tiende que la bsqueda de la felicidad pone en peligro la libertad inte-rior37. El eudaimonismo es barbarie, despotismo, abandono en lo ex-terior.

    Es fcil comprender cules son los motivos por los que el idea-lismo alemn se distancia tambin en este punto de la filosofa kan-tiana. El elogio de la revolucin que comparten responde a una muy distinta motivacin. Baste sealar que precisamente aquello que Kant critic de la revolucin el intento de hacer valer polticamente la rei-vindicacin de felicidad es precisamente lo que el idealismo celebra como un indicio de que resulta posible subvertir el orden social esta-blecido sobre la escisin, detener el proceso de autonomizacin de las facultades y los mbitos de accin humanos, y alcanzar una nueva unidad sin subordinacin. Para Kant, el estado no tiene nada en co-mn con los fines que el ciudadano persigue de modo natural porque, en ltima instancia, "a la voluntad no le es posible ponerse bajo un principio comn"38. Desde este contexto se entiende el decreto de di-solucin del estado que Hegel, Schelling y Hlderlin extendieron en su manifiesto de la filosofa idealista39. Evidentemente, una libertad entendida como Vershnung, inmunizada frente al argumento contra el paternalismo y orientada hacia la constitucin de una comunidad espiritual, no poda dejar de considerar el individualismo como una revolucin incompleta.

    3 4 Cfr. VIII, p. 366 y 290; XIX, p. 564; KrV, A 316-317/B 373-374.

    " Cfr. Zurckforderung der Denkfreiheit, Fichtes Werke, ed. J. H. Fichte, Walter de Gruyter, Berln, 1971, VI, pp. 9 y 76.

    3" Cfr. ber das Recht des Volks zu einer Revolution und andere Schriften,

    Jena-Leipzig, 1795, pp. 179-194. 3 7

    Cix.Werke., ed. G. Fleischer, Leipzig, 1812-1825,1, p. 245. 3 8

    VII, p. 290. 3^ "Tenemos que ir por tanto ms all del estado! Porque todo estado tiene que

    tratar a los hombres libres como engranajes mecnicos, y puesto que no debe ha-cerlo debe dejar de existir" (Das lteste Systemprogramm des deutschen Idealismus, FrhSchr., I. pp. 234-235).

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    El ltimo rasgo distintivo que cabe destacar en la concepcin idea-lista de la revolucin es el pathos de la plenitud. Entramos as en la motivacin estrictamente religiosa que subyace en la valoracin que el primer idealismo hace de la revolucin. La resonancia teolgica de los conceptos que hasta ahora han ido apareciendo es manifiesta, como tambin lo es la motivacin teolgico-poltica que explica su surgi-miento. Al igual que Novalis y F. Schlegel, tambin Hegel, Schelling y Hlderlin entendieron que toda protesta tena un sentido religioso y que, en ltimo trmino, el cristianismo es la revolucin por antono-masia y el origen de toda revolucin40. Es como si solamente gracias a ella tuviera el hombre un tribunal al que apelar y una instancia para relativizar lo histricamente dominante.

    El eco de la revolucin francesa en Alemania no hay que buscarlo tanto en la literatura poltica cuanto en la predicacin teolgica. La pe-culiar articulacin entre teologa y revolucin que caracteriza al entra-mado cultural del que surge el idealismo alemn se debe a que el pie-tismo protestante y el pensamiento ilustrado tematizaron de manera muy similar el fin de los tiempos. Filosofa y religin comparten una similar visin escatolgica. Aunque carecemos de testimonios histri-cos que demuestren una influencia inmediata, resulta plausible supo-ner que la filosofa del idealismo alemn tuvo una fuente de inspira-cin en el pietismo de Suabia, representado por Friedrich Christoph

    4 0 Cfr. Gesch.Phil, XIX, p. 404; XX, p. 49; PhilReL, XVI, p. 245. Me pa-

    rece insostenible la tesis de que el joven Hegel crey ver en la revolucin la cul-minacin de la dialctica histrica y slo posteriormente adjudic este valor a la Reforma protestante. En el marco de estas interpretaciones, se ha reprochado a Nohl por haber agrupado los escritos juveniles de Hegel bajo el ttulo de Theologische Schriften. Quizs haya en ello una generalizacin excesiva, pero no injustificada. Tanto el inters teolgico de Hegel como la influencia que la teologa de la poca tuvo en el origen del idealismo estn fuera de toda duda. As lo pone de manifiesto la investigacin ms reciente, en la que se obseva un giro radical frente a la escuela de Lukcs, cuya insistencia en los aspectos sociales y polticos no ha-ca justicia al inters especficamente especulativo de la reflexin juvenil hegeliana y, en esa misma medida, impeda comprender algunos aspectos esenciales de la fi-losofa dialctica. La crtica de la religin en los primeros escritos de Schelling y Hegel va dirigida ms bien contra su utilizacin como instrumento para legitimar un orden poltico carente de libertad y contra una teologa cuyo carcter abstracto es incapaz de plasmarse en una religin, es decir, en un asentimiento interior que vincule libremente.

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    Oetinger y Friedrich Cari von Moser. La reclusin pietista en la inte-rioridad llevaba consigo una resignacin poltica. La constitucin de comunidades al margen de la sociedad estaba motivada por el deseo de vivir en el seno de una lgica distinta de la mecnica social, no as-piraba a influir sino a protegerse de sta. Resultaba por tanto indife-rente respecto de las circunstancias polticas exteriores, de las que slo se espera su definitiva decadencia. Al margen de la finitud y la corrupcin material existe una Iglesia invisible una "hermandad de libertad y derechos humanos"41 en la que se refugian los valores que han sido expulsados de la sociedad civil. Pero la crtica de la poca no haca sino despertar las expectativas de una futura "era do-rada" en la que habran de reconciliarse lo finito y lo infinito.

    Algunos de estos trminos aparecen precisamente en los primeros escritos de Hegel, Schelling y Hlderlin. Es cierto que Hegel se dis-tingua de sus compaeros por carecer de influjo pietista. Para un hijo de funcionario de la capital podra incluso resultar incomprensible lo que formaba parte de las convicciones religiosas de los provenientes de pequeas aldeas del campo. Pero la idea de libertad como Vershnung debe ms a la aspiracin religiosa de reconciliacin que al ideal moderno de subjetividad autnoma. Y aunque la posterior evo-lucin del pensamiento hegeliano parezca alejarse de estos ideales, no cabra interpretar la sntesis dialctica de la libertad el gnosti-cismo poltico de su concepcin del estado como realizacin de la li-bertad como una teora del cumplimiento intramundano de aquellas expectativas escatolgicas?

    En la comprensin idealista de la revolucin se advierte la grandeza y la ambivalencia de la idea de libertad que alienta los primeros pasos del pensamiento de Hegel, Schelling y Hlderlin. El proyecto de rectificar sustancialmente la mera emancipacin es una empresa cuya necesidad histrica y valor filosfico estn fuera de toda duda. Pero la valiosa intuicin de que la libertad slo es posible si su contexto tam-bin lo es si el espritu objetivo es obra slo de la libertad llevar al idealismo a una acentuacin de la exterioridad de la libertad que re-sulta insatisfactoria. El idealismo alemn no se detuvo ante los lmites de toda teologa poltica. No quiso resignarse a que el espritu objetivo

    41 Cfr. F. C. von Moser, ber Regenten, Regierung und Ministers. Schutt zur

    Wege-Besserung des kommenden Jahrhundert, Frankfurt, 1784, p. 20; F. C. Oetinger, Biblisches und Emblematisches Wrterbuch (1776), ed. Olms, Hildesheim, 1987.

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    se mostrara difcilmente penetrable en todos sus extremos por la li-bertad. Pero la realizacin poltica de la libertad participa siempre de la finitud de todo proyecto histrico. Y mientras la libertad total sea un valor que no se compadece con ninguna concrecin finita todava tendr sentido mantener una cierta reserva de la libertad subjetiva frente al todo social, hacer imposible la satisfaccin absoluta con un estado de hechos y dar cauce a la rebelin y la protesta. Gracias a que toda realizacin de la libertad es finita, puede mantenerse la diferencia entre exterioridad y autodeterminacin que la hace posible. Y, en l-timo caso, su infinitud consiste en la resistencia a aceptar como defi-nitiva una de sus expresiones.

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