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06 No. 437 del 10 al 16 de julio de 2005 La Liturgia Eucarística La Eucaristía es el sacramento central de todos los cristianos, el banquete en el que Cristo ofrece su Cuerpo y su Sangre bajo las espe- cies del pan y del vino, haciéndo- nos partícipes de su Vida Gloriosa. Por eso, Eucaristía (que proviene de dos términos griegos: eu y xaris) significa “buena gracia” o “acción de gracias”. Ficha 34 ¡Colecciónalas! Consulta las fichas anteriores en: www.arquidiocesismexico.org.mx Introducción “En la última cena, Cristo instituyó el sacrificio y banquete pascual, por el que se hace continuamente presente en la Iglesia el sacrificio de la cruz, cuando el sacerdote, que representa a Cristo, lleva a cabo lo que el Señor mismo realizó y confió a sus discípulos para que lo hicieran en memoria suya”. Sentido Importancia Recomendaciones • Es importante estar atentos en la celebración para contemplar a Jesucristo en la Eucaristía y ex- perimentar su presencia amoro- sa en medio de la Asamblea. Esta tercera parte de la Misa, en la que la Iglesia prepara la ofrenda que actualizará el Misterio Pascual de Cristo para nutrir al Pueblo de Dios, consta de tres partes: • La Preparación de los Dones. • La Plegaria Eucarística. • El Rito de Comunión. Partes de la Liturgia Eucarística cuerpo, pues todos participamos de un Pan”. 1Co 10, 17). • Siente el deseo de poder celebrarla en plena unidad con todos los cristianos. • Se fortalece la voluntad para entregar la vida como su Maestro por los demás. • Trata de imitarlo con un compromiso a favor de los pobres. • La Eucaristía es luz y vida del nuevo milenio para la Iglesia que peregrina y se empeña en el trabajo de una nueva evangeli- zación; por eso, merece todo el respeto y participación activa de la Asamblea. • Cristo se hace presente desde el inicio en la Asamblea reuni- da, en la Palabra proclamada y sobre todo en el pan y en el vino; por tal motivo, antes de que participes de la Misa apaga tu celular. Estar atentos Respeto y participación Apagar celulares Por la Eucaristía: • La comunidad se une más a su Señor (“el que me come permanece en mí y yo en él... vive por mí, como yo vivo por el Padre”. Jn 6, 56-57). • Se robustece en su lucha contra el mal y el pecado. • Crece en fraternidad eclesial (“no- sotros, los muchos, somos un pan y un A partir de esta ficha comenzare- mos a explicar la tercera parte de la Misa, llamada “Liturgia Euca- rística”, que comprende desde la Preparación de los Dones hasta el Rito de Comunión.

302 Todos Liturgia Eucaristica

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06 No. 437 del 10 al 16 de julio de 2005

La Liturgia Eucarística

La Eucaristía es el sacramento central de todos los cristianos, el banquete en el que Cristo ofrece su Cuerpo y su Sangre bajo las espe-cies del pan y del vino, haciéndo-nos partícipes de su Vida Gloriosa. Por eso, Eucaristía (que proviene de dos términos griegos: eu y xaris) significa “buena gracia” o “acción de gracias”.

Ficha 34¡Colecciónalas!

Consulta las fichas anteriores en:www.arquidiocesismexico.org.mx

Introducción

“En la última cena, Cristo instituyó el sacrificio y banquete pascual, por el que se hace continuamente presente en la Iglesia el sacrificio de la cruz, cuando el sacerdote, que representa a Cristo, lleva a cabo lo que el Señor mismo realizó y confió a sus discípulos para que lo hicieran en memoria suya”.

Sentido

Importancia

Recomendaciones

• Es importante estar atentos en la celebración para contemplar a Jesucristo en la Eucaristía y ex-perimentar su presencia amoro-sa en medio de la Asamblea.

Esta tercera parte de la Misa, en la que la Iglesia prepara la ofrenda que actualizará el Misterio Pascual de Cristo para nutrir al Pueblo de Dios, consta de tres partes:

• La Preparación de los Dones. • La Plegaria Eucarística. • El Rito de Comunión.

Partes de la Liturgia Eucarística

cuerpo, pues todos participamos de un Pan”. 1Co 10, 17).

• Siente el deseo de poder celebrarla en plena unidad con todos los cristianos.

• Se fortalece la voluntad para entregar la vida como su Maestro por los demás.

• Trata de imitarlo con un compromiso a favor de los pobres.

• La Eucaristía es luz y vida del nuevo milenio para la Iglesia que peregrina y se empeña en el trabajo de una nueva evangeli-zación; por eso, merece todo el respeto y participación activa de la Asamblea.

• Cristo se hace presente desde el inicio en la Asamblea reuni-da, en la Palabra proclamada y sobre todo en el pan y en el vino; por tal motivo, antes de que participes de la Misa apaga tu celular.

Estar atentos

Respeto y participación

Apagar celulares

Por la Eucaristía:

• La comunidad se une más a su Señor (“el que me come permanece en mí y yo en él... vive por mí, como yo vivo por el Padre”. Jn 6, 56-57).

• Se robustece en su lucha contra el mal y el pecado.

• Crece en fraternidad eclesial (“no-sotros, los muchos, somos un pan y un

A partir de esta ficha comenzare-mos a explicar la tercera parte de la Misa, llamada “Liturgia Euca-rística”, que comprende desde la Preparación de los Dones hasta el Rito de Comunión.

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06 No. 438 del 17 al 23 de julio de 2005

El Canto del Ofertorio

Ficha 35¡Colecciónalas!

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El Canto del Ofertorio acompaña a la procesión que realiza la pre-sentación de las ofrendas, debe durar hasta que los dones (pan y vino) han sido depositados sobre el altar. Con este canto expresa-mos nuestro agradecimiento a Dios, quien día con día nos da toda clase de bienes materiales y espirituales, bienes que están representados en el pan y el vino que presenta el sacerdote ante Dios. Por nuestra parte, respon-demos a la generosidad de Dios mediante la colecta que la asam-blea entrega para ayudar a los más desprotegidos y para cubrir las necesidades de la comunidad.

Sentido

El Canto del Ofertorio tiene la finalidad de crear un ambiente de alegría, generosidad y alaban-za, en el que debe participar de manera activa toda la asamblea; por ello, se debe procurar que el texto de este canto no sea su-perficial, sino que manifieste la entrega que los cristianos hacen a Cristo y a la Iglesia de sus vidas y sus bienes.

Importancia

La melodía debe estar libre de cualquier influencia profana, es decir, que no intente remedar canciones de los teatros, de bala-das de la radio, etc. El canto cris-tiano, por su naturaleza, busca que la melodía se una a las pala-bras divinas con toda sencillez, y revele el sentido de ellas.

El cantor o el coro debe can-tar con sencillez y dicción clara; deberán huir de la tentación del lucimiento teatral o personal, y cuidar que el canto brinde una sensación de espiritualidad.

Condiciones esenciales

Recomendaciones

Es conveniente revisar el conte-nido de los cantos de ofertorio. Estos no deben insistir en el aspecto de ofrenda sacrificial a Dios (esta idea se desarrollará más adelante, después de la Con-sagración).

Revisar los cantos

El canto debe contribuir a la comunión y no a la dispersión entre los participantes. El coro, cuando proponga cantos nuevos, debe promover la participación de los fieles, de lo contrario, éstos sólo serían espectadores y se perdería la participación que se va formando cuando toda la asamblea canta a Dios con alegría y sencillez.

Promover la participación

Los sacerdotes, por su parte, deben cuidar la pastoral del canto, animando al coro, integran-do a su director en el equipo de liturgia de la parroquia, revisando antes de la celebración lo que se va a cantar, proponiendo cantos más litúrgicos; preparando a varios miembros de la comunidad, cantando las melodías que le co-rresponden como presidente, y facilitando la participación del pueblo con las intervenciones de la asamblea en los diálogos y aclamaciones.

Participación de los sacerdotes

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06 No. 440 del 31 de julio al 6 de agosto de 2005

El rito del Ofertorio

Ficha 37¡Colecciónalas!

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Una vez que se han entregado al sacerdote las ofrendas que serán presen-tadas a Dios, el sacerdote prepara el altar extendiendo un lienzo blanco llamado corporal y, posteriormente, realiza las siguientes acciones:

Introducción

Una vez que el sacerdote ha presentado el pan, pone vino y unas cuantas gotas de agua en el cáliz (este signo se llama “infu-sión”), lo que representa la doble naturaleza de Cristo (unión de la naturaleza divina con la huma-na). El sacerdote dice en secreto: “El agua unida al vino sea signo de nuestra participación en la vida divina de quien ha queri-do compartir nuestra condición humana”.

La mezcla de vino y de agua

Después de colocar el cáliz so-bre el altar, el sacerdote se in-clina y pronuncia una oración en silencio cuya raíz podemos encontrar en el libro de Daniel (3, 39-41). La oración es la si-guiente: “Acepta, Señor, nues-tro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro”.

La oración de Azarías

Terminado el ofrecimiento del pan y el vino, el sacerdote pue-de incensar los dones, el altar y la cruz. El humo que asciende al cielo es símbolo de la oración que debe envolver y santificar los dones para el sacrificio eu-carístico. En seguida, el diáco-no u otro ministro inciensa al sacerdote y al pueblo hacién-doles conscientes de que ellos también tienen que ofrecerse en su vida diaria para gloria del Padre.

Incensación sobre las ofrendas

Al término de la incensación el sacerdote se lava ambas manos para expresar su deseo de estar totalmente purificado antes de comenzar su gran intervención en la Plegaria Eucarística, mis-ma en la que realiza plenamen-te su sacerdocio ministerial.

La oración pronunciada por el sacerdote en secreto es: “Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado”, cuyo origen bíblico lo encontramos en el Salmo 50.

El lavado de manos

• Deben ser los fieles quienes presenten la ofrenda al sacerdote, para que éste, a su vez, la ofrezca por todo el Pueblo a Dios.

• En algunas comunidades se suelen hacer moniciones para la presentación de algunas ofren-das como instrumentos musica-les, rosarios, biblias, velas, etc.; sin embargo, estas acciones son inadecuadas para este momento, porque el pan y el vino (materia del sacrificio eucarístico) repre-sentan todo aquello que es fruto, esfuerzo y trabajo del hombre que se presenta ante Dios.

• Dar dinero en la celebración no es dar una limosna, ni hacer una colecta, sino reconocer a Dios como origen de todo bien, un sig-no fraterno de compartir con los hermanos los dones de Dios, y es una acción de gracias a la Provi-dencia Divina.

Recomendaciones:

Esta es una acción de gracias que tiene su origen en el pueblo judío (la llaman “Berakah”) y que sigue su mismo esquema: dos bendiciones diferentes, una sobre el pan y otra sobre el vino. En la bella plegaria que se reali-za en ese momento se reconoce a Dios como el origen de todos los bienes que el hombre recibe, aun aquellos que son producto de su trabajo. Asimismo, pedimos a Dios que acepte nuestra ofrenda material para que las transforme en ofrenda espiritual: en pan de vida y bebida de salvación.

Bendición del pan y el vino1

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06 No. 441 del 7 al 13 de agosto de 2005

La oración sobre las ofrendas

Ficha 38¡Colecciónalas!

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La preparación de los dones ter-mina con la oración sobre las ofrendas, después de la cual co-mienza la Plegaria Eucarística.

Introducción

•Atendiendo a la Instruc-ción General del Misal Roma-no, la asamblea permanece sentada cuando el sacerdote dice: “Orad, hermanos, para que este sacrificio mío y de todos ustedes sea agradable a Dios Padre todo poderoso”; y se levanta cuando responde: “El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre para nues-tro bien y el de toda su santa Iglesia.” De aquí tenemos que:

•El orad hermanos es una invitación para estar en ora-

Recomendaciones:

Es la oración en la que el sacerdote presenta a Dios las ofrendas del sacrifico eucarís-tico a nombre propio y de toda la asamblea. La oración nos debe hacer comprender que las ofrendas son signo de nuestra personal entrega al Señor, y así mismo, debe ayudar a la comu-nidad a disponerse a obtener las gracias que el Señor quiera ofrecerle como fruto del Santo Sacrificio que a continuación se ofrecerá.

Sentido

Nos ayuda a pasar de una sim-ple presentación del pan y del vino a su sentido propio: dones para el banquete eucarístico. En la oración se pide a Dios que reciba las ofrendas como agradables, con benevolencia; también es un momento en el que tomamos conciencia de nuestra pequeñez y nuestras limitaciones; sin embargo, ape-lamos a la misericordia amo-rosa de Dios para que acepte nuestros pobres dones.

Su importancia

La oración sobre las ofren-das va precedida por una invitación: (“Orad her-manos”), realizada por el sacerdote que preside la celebración para que la asamblea entre de manera consciente y orante en la acción eucarística.

Esta invitación recuerda a los fieles su participación como pueblo sacerdotal que es, pues también par-ticipan activamente a tra-vés de la oración.

“Orad hermanos”ción y prepararnos así para el sacrificio eucarístico

•La respuesta (El Señor reciba de tus manos...) y la prontitud para ponerse de pie manifiesta la disposición del fiel cristiano para unirse en oración con el sacerdote.

•Por último, la oración so-bre las ofrendas es una oración que solamente corresponde al sacerdote que preside la cele-bración, en la cual, la asamblea permanece atenta y con reco-gimiento respondiendo al final: Amén.

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06 No. 442 del 14 al 20 de agosto de 2005

La Plegaria Eucarística

Ficha 39¡Colecciónalas!

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La Plegaria Eucarística se inicia con el diálogo del Prefacio y ter-mina con el Amén de la Doxo-logía (breve himno de glorifica-ción al Padre, en el Hijo y por el Espíritu Santo: Por Cristo, con Él y en Él...) con que la asamblea hace presente su participación.

Introducción

La Plegaria Eucarística es el cúlmen de toda la celebración; es la oración de acción de gra-cias y de santificación, y busca que la asamblea entera se una a Cristo en la proclamación de las maravillas de Dios y en la ofrenda del Santo Sacrificio.

Sentido

La Plegaria Eucarística la pro-nuncia el sacerdote, quien es a la vez voz de Dios dirigida al pueblo, y voz del pueblo dirigi-da a Dios. Sólo debe escuchar-se la oración del sacerdote: el pueblo que se ha congregado para celebrar la Sagrada Litur-gia, guarda, mientras tanto, un religioso silencio.

¿Quién la pronuncia y por qué?

A través de los siglos esta parte de la Misa ha recibido diver-sos nombres. En la antigüedad se le llamó “Eucaristía” para señalar el aspecto de acción de gracias. Más tarde, cuando se acentuó su sentido sacrificial, se le llamó “Oración de Obla-ción”, “Acción del Sacrificio” y, en el Oriente, “Anáfora”. Hoy en día se llama “Plegaria Eucarística” para acentuar de nuevo el contenido de acción de gracias y alabanza.

Diferentes nombres

A fines del siglo VI ya estaba fijada en la forma actual. Acen-túa, más que otras plegarias, el aspecto sacrificial y de obla-ción. Su uso se recomienda en las grandes solemnidades, en las fiestas de aquellos santos que se nombran en su texto y en la celebración eucarística dominical.

Las Plegarias Eucarísticas del Misal

Plegaria Eucarística I (Conocida como Canon Romano).

Esta plegaria es breve y es la más antigua; proviene del Canon de Hipólito de principios del siglo III. Resume de manera sin-tética la teología de la Eucaristía. Se recomienda usarlo en las misas de niños, de jóvenes y durante la semana.

Plegaria Eucarística II

Es una plegaria de corte oriental compuesta a mediados del siglo IV. Es de una extensión media. Es oportuno usarlas en las euca-ristías dominicales alternándolas con el Canon Romano.

Plegaria Eucarística III

Tomada de la Anáfora griega de San Basilio. Compuesta por este obispo en la segunda mitad del siglo IV. Es una larga narración de las intervenciones de Dios en la historia de la salvación, puede usarse en ambientes más inicia-dos en Biblia y Liturgia. Puede servir como esquema de cateque-sis de la Historia de la Salvación.

Plegaria Eucarística IV

Elaboradas con motivo del Año Santo de 1975, cuyo tema central era el de la reconciliación con Dios y con los hermanos. Su uso se recomienda para los tiempos y días penitenciales, como la Cua-resma y los viernes.

Plegarias Eucarísticas de la Reconciliación

Compuestas para facilitar la com-prensión y la participación de los niños en la Eucaristía. En ella se multiplican las aclamaciones con la finalidad de que los niños ex-presen su fe y su incorporación a la celebración.

Plegarias Eucarísticas para misas de niños

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06 No. 443 del 21 al 27 de agosto de 2005

El Prefacio

Ficha 40¡Colecciónalas!

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La palabra “Prefacio” proviene de dos vocablos del latín: prae-fatio que significa “lo que se dice antes”, “lo que se pronuncia primero”, o bien “lo dicho delante de otros”. Se le llama así a la prime-ra parte de la Plegaria Eucarística, que consiste en una alabanza a Dios Padre y que termina con la aclamación del Santo por parte de la comunidad.

Actualmente hay una amplia variedad de prefa-cios en los que se alaba y se da gracias a Dios por diversos motivos, evitando así la monotonía, al tiempo que se celebra ampliamente las diversas razones de acción de gracias.

Introducción

El Prefacio es un himno de acción de gracias al Padre por habernos dado a Jesucristo, su Hijo amado. El motivo de esta acción de gracias se expresa en cada Prefacio, haciendo consciente a la asamblea que Jesucristo es el autor de toda la salvación. Cada fórmula motiva la acción de gra-cias de la comunidad según el tiempo litúrgico o las circunstancias de la celebración. En ocasiones se agradece por Jesucristo nacido, por nuestra salvación; otras por Cristo resucitado, nuestra Pascua; otras porque en Él brilla la esperanza de nuestra resurrección.

Sentido

El Prefacio consta de cuatro partes esenciales:

Estructura

El Prefacio inicia con un diálogo que expresa la unión de la asamblea y del sacerdote que está presidiendo la celebración, teniendo así un profundo sentido de participación y disposición de la comunidad a este momento central:

1. El diálogo inicial

• “El Señor esté con ustedes”: es un saludo que alude a la presencia misericordiosa de Dios (Sal 90, 17). Un saludo semejante lo podemos ver en el pasaje de la Anunciación, cuando el ángel dice a María: “El Señor está contigo” (Lc 1, 28). Expre-sa la promesa de Cristo: “Y he aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mun-do”. (ver Mt 28, 20)

• “Y con tu espíritu”: es un modo hebreo de hablar. Significa “y contigo”.

• “Levantemos el corazón”: hace alusión a lo que San Pablo nos recomienda: “Busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Aspiren a los bienes de arriba no a los de la tierra”. (ver Col 3, 1-2).

• “Lo tenemos levantado hacia el Señor”: es la respuesta que pronuncia la asamblea con la certeza de que tiene su corazón puesto no en las riquezas que son pasaje-ras sino en el Dios que da la vida.

• “Demos gracias al Señor nuestro Dios”: era costumbre en la bendición de la cena judía que el padre de familia invitara a to-dos a la acción de gracias. El sacerdote con estas palabras nos invita a ser conscientes de los dones que Dios nos da en su Hijo muy amado a través de la Iglesia.

• “Es justo y necesario”: es la decidida aceptación de la asamblea para dar gracias y alabar a Dios nuestro Señor.

Después del diálogo entre el sacerdote y la asamblea sigue una introducción a la alabanza que se tributa a la Trinidad, es decir, se prepara el ambiente de alabanza que se dirige a Dios Padre, en el Hijo, por el Espíritu Santo.

2. Introducción a la alabanza

Puede considerarse el punto central del Prefacio porque explica el motivo de la acción de gracias desarrollando la temática de alabanza de ese Prefacio en particular.

3. El motivo de la acción de gracias

El contenido de esta última parte del Prefacio nos motiva para entonar y proclamar jubilosos el himno del Santo.

4. La preparación del Santo

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El Santo

Ficha 41¡Colecciónalas!

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Todos los prefacios culminan en la alabanza incesante del Santo. Se trata de un himno de alabanza que realizan en conjunto el sacer-dote que preside y la asamblea. Está dirigido a Dios, el tres veces Santo.

Introducción

Esta alabanza aparece en el An-tiguo Testamento en el libro del profeta Isaías (ver Isa. 6:3) del que se toma la fórmula de esta aclamación que hacen los serafi -nes para pregonar que Dios es el Señor de los ejércitos tres veces Santo, de cuya gloria llena toda la tierra. También esta alabanza aparece de manera similar en el libro del Apocalipsis. (Ver Apoc. 4:8) Más tarde se introdujo la segunda parte de la aclamación, el Bene-dictus (Bendito), que fue tomado del pasaje bíblico en el que se na-rra la entrada triunfante de Jesús en Jerusalén: “Hosanna al Hijo de David. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en las alturas” (ver Mt 21, 9).

Datos de la Escritura

Mediante esta aclamación la comunidad se asocia a los ángeles y al cosmos en la alabanza a Dios, Creador del universo entero, y a su Hijo Jesucristo, nuestro Salvador, manifestando la actitud propia del cristiano: que es de alabanza y adoración a Dios, Señor del universo.

Sentido

06 No. 444 del 28 de agosto al 3 de septiembre de 2005LA MISA EXPLICADA PASO A PASO

En este jubiloso himno la comunidad proclama:

• Que en Dios está la plenitud de la santidad, por eso a esta aclamación se le conoce también como trisagio (del griego “tris-agion”) que signifi ca tres veces Santo. En él se alaba a Dios Uno y Trino.

• Que la gloria de Dios se manifi esta en la creación: “Llenos están los cielos y la tierra...”, pues su grandeza y su amor se han manifestado en Cristo Jesús, esplendor de la gloria del Padre.

Su importancia • La total confi anza en Dios: “Hosanna en el cielo”. En hebreo “hosi-ah-nna” signifi ca “danos la salvación” con tono de urgencia y de confi anza en Dios. Es la súplica llena de alegría y entusiasmo por la cercanía salvadora de Dios otorgada en Jesús, el Ungido, por eso la asamblea lo bendice y aclama diciendo: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

Esta alabanza es una aclamación llena de belleza y simbolismo en la que el hombre, despojado de sí mismo, se goza en contemplar y alabar la santidad y la grandeza de Dios.

• Nunca se debe sustituir el San-to por ningún otro canto.

• De preferencia de debe cantar siempre.

• Nunca se debe cambiar la le-tra (aunque haya otra que nos parezca más bonita), pues se co-rre el riesgo de que se pierda su rico signifi cado.

• En las plegarias eucarísticas para misas con niños, el Santo se fragmenta en varias aclama-ciones que se intercalan en los párrafos de la alabanza del pre-sidente.

Observación

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El Post Santo y la Epíclesis

Ficha 42¡Colecciónalas!

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Entre el Santo y la Epíclesis o in-vocación (lo que comúnmente conocemos como Consagración) todas las plegarias eucarísticas tienen una parte intermedia co-nocida como Post-Santo.

El Post-Santo

El Post-Santo suele variar su extensión según la plegaria eucarística que se use:

Sentido

06 No. 445 del 4 al 10 de septiembre de 2005LA MISA EXPLICADA PASO A PASO

El Post-Santo es un elemento que sirve de enlace entre el Prefacio y el resto de la Plegaria Eucarística. Además manifi esta la alabanza de la asamblea, invocando a Dios para que haga presente, en ese momento, su poder transformador.

Importancia

Término que proviene del griego: epi-kaleo (“llamar sobre”) traduci-do al latín como in-vocare (“invo-car”).

La Epíclesis

Es una oración de invocación que se dirige al Padre para que envíe al Espíritu Santo sobre las ofrendas del pan y el vino, y las convierta en el Cuerpo y la Sangre del Señor. El gesto propio de esta invocación es la imposición de las manos que el sacerdote extiende sobre las ofren-das, signifi cando con ello la acción transformadora del Espíritu.

Sentido

1. Todas las plegarias contie-nen esta Epíclesis o invocación. Hay que tener presente que no es la palabra del ministro la que tie-ne fuerza para transformar el pan y el vino (eso sería una creencia mágica y carente de sentido) en el Cuerpo y la Sangre de nuestro Se-ñor Jesucristo. Es el Espíritu Santo quien la realiza: “Santifi ca estos dones con la efusión de tu Espíri-tu, de manera que sean para noso-tros Cuerpo y Sangre de Jesucristo Nuestro Señor” (Plegaria Eucarísti-ca III).

2. Este elemento tan grandioso no admite de ninguna manera y por ningún motivo que haya cam-bios en su texto, hacerlo sería co-meter un gravísimo abuso.

3. Se trata del momento cúl-men de la celebración, por lo que la asamblea debe participar guar-dando un profundo silencio, en una actitud de contemplación y adoración del maravilloso miste-rio que celebramos.

Observaciones

En esta plegaria, el Post-Santo consta de numerosas oraciones en las que también se recuerda a los fi eles vivos y difuntos, y se invoca a Dios para que acepte la ofrenda de la Iglesia.

Plegaria Primera

Este Post-Santo es muy breve; se expresa con las siguientes palabras: “Santo eres, en verdad, Señor, fuente de toda santidad...”

Plegaria Segunda

El Post-Santo de esta plegaria es un poco más largo; dice así: “Santo eres, en verdad, Señor, y con razón te alaban todas tus criaturas...”

Plegaria Tercera

El Post-Santo es muy extenso, dado que narra con gran belleza y en forma sintética toda la historia de la salvación; la historia del amor que Dios realiza para salvar al hombre. Se recomienda para alabar a Dios y gloriarnos de su presencia misericordiosa.

Plegaria Cuarta

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2a Epíclesis, Intercesiones y Conmemoraciones de los Santos

Ficha 44¡Colecciónalas!

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2a Epíclesis

Anteriormente vimos la epíclesis de consagración en la que se invoca al Espíritu Santo para que realice el milagro de convertir el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo. Ahora tenemos una segunda epíclesis, conocida también como epíclesis de comunión, que se realiza después de la narración y del ofrecimiento, y en la que se pide de nuevo a Dios que envíe su Espíritu, esta vez sobre la comunidad que va a participar de la Eucaristía, para que también ella se transforme y crezca en la unidad:

Sentido

06 No. 447 del 18 al 24 de septiembre de 2005LA MISA EXPLICADA PASO A PASO

Observaciones

Intercesiones y Conmemoraciones de los Santos

La Eucaristía tiene un contenido escatológico, es decir, que participamos ya de la acción salvadora de Cristo desde esta vida, pero esta salvación alcanzará su plenitud en el cielo. Por eso la Iglesia -dentro de la celebración eucarística- hace una conmemoración de los Santos, pues mirándolos a ellos, comprendemos el plan Salvador de Dios que también a nosotros nos hará participar de la resurrección de su Hijo. Esta invocación dentro de la Eucaristía tiene un profundo

Sentido

• “Que cuantos recibimos el Cuerpo y Sangre de tu Hijo... tengamos también parte en la plenitud de tu reino” (Plegaria Eucarística I).

• “Que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo” (Plegaria Eucarística II).

•“Que formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu” (Plegaria Eucarística III).

• “Que seamos en Cristo víctima pura para tu alabanza” (Plegaria Eucarística IV).

1 Por la epíclesis o invocación del Espíritu Santo sobre la ofrenda (epíclesis de consagración) y ahora sobre la co-munidad (epíclesis de comunión), reconocemos que es Dios quien salva, sin su acción no puede realizarse la Eucaristía. La Iglesia reconoce que el protagonismo lo tiene la acción de su Espíritu santifi cador.

2 Por otra parte, esta invocación muestra que quienes estamos celebrando la Eucaristía y ofrecemos junto con el sacerdote el sacrifi cio de Cristo, participamos también de éste banquete divino, Pan de Vida eterna y Cáliz de eterna Salvación.

sentido eclesial: la Iglesia celeste se une a la terrestre, pues todos los bautizados pertenecemos al cuerpo de Cristo, al pueblo de Dios.

También debemos tener presente que la Eucaristía se ofrece por toda la Iglesia. Por ello, en la plegaria eucarística hay una intercesión explícita por todos los que la conforman: el Papa, el Obispo, la jerarquía, los oferentes, los que están reunidos, los ausentes, los difuntos; se pide que a todos ellos alcance la salvación de Cristo representada y actualizada en la Eucaristía.

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La Doxología de Alabanza

Ficha 45¡Colecciónalas!

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En el Nuevo Testamento encontramos doxologías dirigidas a Cristo o a Dios Padre: “Porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas. A Él la gloria por los siglos Amén” (ver Rm 11, 35); “... a Dios, el único sabio, por Jesucristo, ¡a Él la gloria por los siglos de los siglos! Amén” (ver Rm 16, 27); “Y a Dios, nuestro Padre, la gloria por los siglos de los siglos. Amén” (ver Flp 4, 20).

Todas estas doxologías son un signo claro de la actitud del hombre, quien contempla las maravillas del Padre obradas en el Hijo, en virtud del Espíritu Santo, cuyo corazón se une al pensamiento para alabar y glorificar a la Trinidad Una y Santa con palabras y obras.

El cristiano siempre, y en todo momento, debe alabar y glorificar al Padre con la vida misma, como nos dice San Pablo: “Por tanto, ya sea que coman, ya sea que beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para gloria de Dios” (ver 1a Cor 10, 31)

Fundamento bíblico:

06 No. 448 del 25 de septiembre al 1 de octubre de 2005LA MISA EXPLICADA PASO A PASO

Esta Doxología de Alabanza corona la Plegaria Eucarística; es un breve himno de glorificación al Padre, en el Hijo y por el Espíritu Santo. La Asamblea asiente con su Amén -solemne y firme- con el que declara su fe y aceptación del gran misterio celebrado, misterio del que es parte y del que participa para adquirir la vida divina.

Sentido

Las Plegarias Eucarísticas concluyen con la llamada Doxología de Alabanza: “Por Cristo, con Él y en Él, a ti Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.”

La palabra “doxología” viene de dos términos griegos (doxa “gloria” y logos “palabra”) que significan “palabra de gloria”; en la liturgia, la Doxología de Alabanza suele ser trinitaria (es decir, de reconocimiento por igual a las Tres Divinas Personas) y con un profundo sentido de alabanza con el que se concluye una oración o himno.

• Es una alabanza trinitaria: en ella agradecemos y alabamos al Padre por el banquete que nos deja en su Hijo muy amado, quien se ofreció por nuestra salvación, dándonos en su Cuerpo y en su Sangre, por medio del Espíritu Santo, el Pan de Vida Eterna y el Cáliz de eterna Salvación.

• Es la conclusión de la Plegaria: en esta alabanza se encierra de manera excelsa el sentido de la

Celebración Eucarística, de la oración de la Iglesia y de la vida del cristiano (glorificar al Padre, por el Hijo, en el Espíritu Santo).

• Es una anticipación de lo que viviremos en el futuro: la gloria de Dios es el fin último de la vida cristiana. Con esta alabanza el alma aspira a poner la mirada, sus fuerzas y anhelos en la gloria misma de Dios.

• Es una entusiasta adhesión al Misterio

Eucarístico: con el Amén que la Asamblea pronuncia al final de la alabanza, proclama una entusiasta adhesión a todo lo realizado en la Celebración, asumiendo el compromiso de que, a su término, manifestará la alegría y el amor de Dios en medio de su prójimo, pues todas las promesas hechas por Dios han tenido su sí en Cristo; y por eso decimos por Él “Amén” a la gloria de Dios (2a ver Cor 1, 20).

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3 Importancia

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El rito de la Comunión

Ficha 46¡Colecciónalas!

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En el rito de la Comunión, los fi eles participan de la salvación de Cristo ofrecida en la conmemoración del Misterio Pascual; renuevan la alianza con Dios a través de la Sangre de su Hijo, derramada por todos los hombres, y anticipan el banquete último y defi nitivo del Reino de Dios en el que todos los creyentes tomaremos parte.

Sentido

06 No. 449 del 2 al 8 de octubre de 2005LA MISA EXPLICADA PASO A PASO

Una vez que se ha cerrado la Plegaria Eucarística con la Doxología de Alabanza (“Por Cristo con Él y en Él...”), el sacerdote que preside la Eucaristía inicia el rito de la Comunión, invitando a los fi eles a recitar el “Padrenuestro”. Esta parte de la Misa concluirá con la Oración después de la Comunión.

Partes y signos del rito de la Comunión

Varios signos -mutuamente relacionados- encaminan hacia el signo-cumbre de la Comunión:

Es un signo de la adopción divina. En esta oración reconocemos a Dios como nuestro Padre y -en consecuencia- si todos somos hijos del mismo Padre, a todos los hombres también los reconocemos como hermanos.

El Padrenuestro

Es un signo de fraternidad. Es el símbolo de la aceptación gozosa de los hermanos, el reconocimiento de una nueva fraternidad que no es fruto de la carne y de la sangre, sino de la redención realizada por Cristo.

El rito de la Paz

Es un signo de amor-caridad. Cristo se parte y se reparte, y al repartirse no se agota sino que se multiplica. Lo mismo el cristiano está llamado a compartir su vida y sus bienes con sus hermanos para asemejarse así a Cristo.

La fracción del Pan

Es un signo de la incorporación a Cristo y a la Iglesia. La recepción del Cuerpo y la Sangre de Cristo nos hace uno con Él, quien es nuestra Cabeza y nos une a los hermanos con lo que formamos un solo cuerpo que es la Iglesia.

La Comunión

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El Padrenuestro

Ficha 47¡Colecciónalas!

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El Padrenuestro es la oración por excelencia de los cristianos. El hecho de que la asamblea la realice dentro de la celebración eucarística le ayuda a unir la escucha de la Palabra y la recepción del Banquete Pascual con su vida diaria.

Sentido

06 No. 450 del 9 al 15 de octubre de 2005LA MISA EXPLICADA PASO A PASO

Estructura del Padrenuestro

Podemos invocar a Dios como nues-tro “Padre” porque hemos sido crea-dos hijos en el Hijo. Jesús es quién nos ha revelado el Rostro amoroso de Dios -que antes que nada es Pa-dre- y gracias a la acción del Espíri-tu Santo lo podemos invocar como “Abba”, es decir, como Padre.

Padre nuestro

Es una expresión que no indica un lugar, sino la divinidad y la ma-jestad del Padre quien a pesar de pertenecer al cielo, siempre está con nosotros en la tierra.

Que estás en el cielo

Después tenemossiete peticiones

Primera solicitud en la que pedimos el reconocimiento y la adoración de Dios, quien es el único Santo, por el que recibimos la salvación y la san-tifi cación, y junto con nosotros, toda la creación. Santifi car el nombre de Dios es tomar conciencia de que todas nuestras acciones y palabras deben bendecir al Padre de Bondad.

1. Santifi cado sea tu nombre.

El reino de Dios está en medio de nosotros, se ha hecho presente en Jesucristo, a quien se anunció en el Evangelio y de quien seremos partí-cipes cuando recibamos su Cuerpo. Es también el grito de “Ven Señor Jesús”, la venida fi nal y triunfante del Señor y la instauración defi nitiva del Reino de Dios.

2. Venga a nosotros tu reino.

En esta petición rogamos al Padre que una nuestra voluntad con la del Hijo para realizar su plan de salva-ción.

3. Hágase tu voluntad, enla tierra como en el cielo.

Con esta petición expresamos nuestra confi anza de hijos de Dios, pidiendo que nos alimente del Pan de su Palabra y de la Eucaristía.

4. Danos hoy nuestro pan de cada día.

Imploramos la misericordia de Dios, la cual no puede penetrar en nuestro corazón si no hemos aprendido a perdonar a nuestros hermanos.

5. Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdona-mos a los que nos ofenden.

Pedimos a Dios que no nos permita tomar el camino que conduce al pecado. Es implorar al Espíritu Santo para que nos dé fuerza y perseverancia en el amor de Cristo.

6. No nos dejes caer en tentación.

Última petición en la que el cristiano pide a Dios con la Iglesia que manifi este la victoria, ya conquistada por Cristo, sobre Satanás, quien se opone a Dios y a su plan de salvación.

7. Líbranos del mal.

Con el Amén fi nal expresamos nuestro “fi at” (hágase) respecto a las siete peticiones.

Amén

ObservaciónNo está previsto o señalado ningún gesto que deba realizar la asamblea para acompañar la recitación del Padrenuestro. Si los fi eles hacen algún gesto, éste debe ser ocasional. Levantar las manos extendidas puede ser una buena expresión de fi liación y dependencia a Dios.

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El rito de la Paz

Ficha 48¡Colecciónalas!

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Este es uno de los ritos más antiguos y a lo largo de los siglos ha variado el lugar que ha ocupado en la celebración: antes o después de la Plegaria Eucarística. La actual liturgia ha recuperado el rito de la paz en su sentido primitivo y en el mismo lugar que ocupó desde fi nales del

siglo IV y comienzos del V, después de la Plegaria Eucarística.

Sentido

06 No. 451 del 16 al 22 de octubre de 2005LA MISA EXPLICADA PASO A PASO

El sentido del rito es muy claro: la comunión eucarística reclama comunión fraterna y la comu-nión con el Señor supone comu-nión con el hermano. Y es que no podemos comulgar con Dios sin estar dispuestos a comulgar (re-conciliarnos, solidarizarnos, com-partir) con los hermanos. No hay que olvidar que a la Comunión hay que acercarse con espíritu de comunión.

El rito de la paz recuerda tam-bién que la participación en el pan único, que es Cristo, exige la unión y la concordia fraterna. Con este rito, los fi eles imploran la paz y la unidad para la Iglesia y para toda la familia humana y se expresan mutuamente la ca-ridad, antes de participar de un mismo pan.

Oración presidencial

Elementos del rito de la Paz

El primer elemento del rito es la Oración Presidencial: “Señor Je-sucristo, que dijiste a los apósto-les: “Mi paz os dejo...”. Esta es di-cha por el celebrante en nombre de toda la asamblea. La oración se dirige a Cristo, el Redentor que nos ha dado la paz, el que es nuestra paz. La Iglesia es peca-dora, pero cree en su Señor (“no mires nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia”) y le suplica la paz y la unidad.

Anuncio de pazInmediatamente después de la Oración Presidencial, el ce-lebrante dirige a la asamblea el saludo-anuncio de paz: “La paz del Señor esté siempre con ustedes”. Esa paz, que ha sido suplicada en la oración, es transmitida por el cele-brante a la asamblea, en nombre de Cristo, y acogida por ésta, que la desea también a quien la preside. Es éste el momento central de rito.

Saludo fraternoEl gesto de la paz, o saludo frater-no, completa y culmina el rito, y es, sin duda, el elemento más ex-presivo y característico del mis-mo. Va precedido de la invitación del celebrante y puede realizarse de diversas maneras, según luga-res y asambleas: apretón de ma-nos, abrazo, o pueden tomarse todos de la mano.

Observaciones

Este gesto no debe confundir-se con otras formas de saludos, como felicitaciones en aconteci-mientos alegres o condolencias en las celebraciones de funerales. Es esencialmente un signo de co-munión y amistad cristiana que hay que compartir con las perso-nas más cercanas (para evitar se-veras distracciones la paz sólo se debe dar a quienes se encuentren cerca de nosotros).

Sería preferible no cantar nada durante el rito de la paz para que el saludo pueda ser más espontáneo; sin embargo, si hay algún canto, éste no debe reem-plazar el Cordero de Dios.

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La fracción del Pan

Ficha 49¡Colecciónalas!

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Este gesto ha sido recuperado por la liturgia actual devolviéndole su sentido original: partir el pan para darlo en comida a los participantes. El gesto del pan único partido y compartido para todos los creyentes simboliza la unidad de la Iglesia.

Cuando el sacerdote parte el pan para darlo repite el mismo signo que Jesús hizo en la Última Cena, es lo que hicieron después los cristianos de los primeros tiempos que, incluso, dieron el nombre de “fratio panis” (fracción del pan) a la celebración eucarística.

Sentido

06 No. 452 del 23 al 29 de octubre de 2005LA MISA EXPLICADA PASO A PASO

La fracción del pan como símbolo de unidad fraterna y de caridad nos recuerda que no nos acercamos a comulgar solos; que compartimos con otros el mismo pan de vida, y que ese compartir el pan nos hace compañeros, hermanos que se ali-mentan de la misma mesa para crecer en la fraternidad, para hacer y rehacer cada día el cuerpo eclesial. “Como hay un solo pan, aún siendo muchos formamos un solo cuerpo, pues todos y cada uno participamos de ese único pan”.

ContenidoEste rito comprende tres elementos:

a) La fracción del pan

Su pedagogía es sencilla, simbólica y profunda: se parte y se comparte el cuerpo glorioso de Cristo.

b) La conmixtión

Del término latino commisceo, que signifi ca mezclar o unir. También se le suele llamar inmixtión (unir o juntar dentro). Es un gesto simbólico que el sacerdote hace antes de la comu-nión, que consiste en dejar caer una parte del pan consagra-do en el cáliz. Este rito simboliza que la unidad de la Iglesia universal se realiza y recibe nuevo impulso en la celebración de la única Eucaristía, en la comunión de la fe, en la fraterni-dad que anima y edifi ca el Cuerpo del Señor por la fuerza del Espíritu. Todo este gesto ritual es acompañado por el canto o la recitación del Cordero de Dios por parte de la asamblea.

c) El canto del Cordero de Dios

Es un canto sacrifi cial que acompaña el gesto de la inmixtión del pan. Puede ser cantado por la asamblea alternando con el coro. No debe ser sustituido por algún otro canto de paz. El simbolismo del cuerpo partido de Cristo o de su entrega sa-crifi cial, puesto de relieve por el canto del “Cordero de Dios”, nos recuerda que el Cristo a quien decimos “amén” y recibi-mos en la Comunión eucarística es el Cristo que se entrega a la muerte por nosotros y por todos, el Siervo de Dios que car-ga con nuestros pecados, el Cordero pascual inmolado para el perdón y la vida del mundo.

Cristo, el Cordero de Dios, nuestro Cordero Pascual, es el que con su carne sacrifi cada e inmolada en la cruz nos alimenta, nos da su vida divina, y por otra parte, es el Cordero cuya sangre nos lava, nos purifi ca y nos salva: por su sangre preciosa hemos sido comprados para Dios y redimidos.

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La Comunión

Ficha 50¡Colecciónalas!

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Comunión viene del termino griego koinonia traducido al latín con la palabra “communio”, que signifi ca acción de unir, de asociar y participar. Comunión signifi ca pues la unión de las personas con Cristo, con la comunidad (Cuerpo místico de Cristo) y con los Santos.

Oraciones privadas e invitación a la comunión

06 No. 453 del 30 de octubre al 5 de noviembre de 2005LA MISA EXPLICADA PASO A PASO

Una vez que se ha recitado el Cordero de Dios el sacerdote dice en voz baja cualquiera de las si-guientes oraciones:

• Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo, diste con tu muerte la vida al mundo, líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal. Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás permitas que me separe de ti.

• Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre no sea para mí un motivo de juicio y con-denación, sino que, por tu piedad, me aproveche para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.

Después, el sacerdote hace una genufl exión, toma el pan consagra-do y, sosteniéndolo un poco eleva-do sobre la patena, lo muestra al pueblo, diciendo: “Éste es el Corde-ro de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.” Es propiamente la invitación a comulgar. Ésta es una espléndida afi rmación inspirada en dos pasajes de la Escritura: Jn 1, 29 y Ap 19, 9. Así pues, esta frase está llena de admiración y emotividad como la que debió sentir Juan el Bautista al ver a Cristo, y a su vez se nos invita a reconocerlo participan-do de su Cuerpo y de su Sangre.

La Asamblea responde con las palabras del centurión, recono-ciendo con humildad y confi anza a Cristo como el Señor y Redentor del mundo: “Señor no soy digno que entres en mi casa, pero una pala-bra tuya bastará para sanarme.”

SentidoEste es el momento culminante de la Celebración Eucarísti-ca, pues luego de que Cristo se nos ha dado como palabra salvadora, ahora, se recibe desde su existencia de Resucita-do como alimento bajo las especies de Pan y del Vino nu-triéndonos para nuestro peregrinar en este mundo hacia el encuentro defi nitivo con el Padre.

ObservacionesEs necesario antes que nada

un silencio preparatorio para acoger a Cristo, Pan de Vida, en espíritu de oración.

Es recomendable que los fi eles se acerquen a comulgar en procesión, avanzando en dos fi las hacia el altar. Este gesto ex-presa la actitud caminante del cristiano que, con un hermano al lado y cantando la alegría de sentirse hijo de Dios, come el Pan de los caminantes –Viáti-co- para reparar sus fuerzas y seguir avanzando con el testi-monio de su vida. Si a algunos fi eles se les complica formarse deben permanecer en pie para no perder su sentido de pere-grinar.

Mientras la Asamblea comul-ga se debe cantar un canto que una a todos y que les ayude a comprender más en profundi-dad el misterio que celebran.

El ministro extraordinario sólo puede distribuir la comu-nión cuando faltan el sacerdote, el diácono o el acólito; o bien, cuando el sacerdote está impe-dido por enfermedad o edad avanzada o cuando el número de fi eles que se acercan a co-mulgar es muy grande.

En cuanto a la comunión por intinción (del latín intingere que signifi ca mojar; en este caso el Pan consagrado en el Cáliz) resulta más práctico que el que reparte la comunión tenga el Cáliz en su mano y moje en el la Hostia que un ministro le presenta en una patena o copón a su derecha.

Debe fomentarse después de la Comunión el silencio, el cual puede alternarse con un salmo o cántico de alabanza favore-ciendo la mirada agradecida y alegre a Cristo, el Pan vivo bajado del Cielo.

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Plenario de la tercera parte de la Misa:la Liturgia Eucarística

Ficha 51¡Colecciónalas!

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Ya hemos explicado en qué consiste la tercera parte de la Misa llamada Liturgia Eucarística, que comprende desde la “Preparación de los dones” hasta el “rito de Comunión”. Debido a su extensión, en el plenario correspondiente sólo tocaremos los elementos más signifi cativos de esta parte de la Misa.

Elementos y partes de la Liturgia Eucarística

06 No. 454 del 6 al 12 de noviembre de 2005LA MISA EXPLICADA PASO A PASO

El sentido profundo de este momen-to es compartir entre los herma-nos los bienes que el Señor nos ha regalado, que no sólo se sitúan en un ámbito meramente material, sino espiritual.

La Presentación de las ofrendas

Es una oración de acción de gracias y de santifi cación que tiene como fi nalidad que la asamblea se una a Cristo en la proclamación de las maravillas de Dios y en la oblación (ofrenda) del Sacrifi cio.

La Plegaria eucarística

Es una oración de invocación que se dirige al Padre para que envíe el Espíritu Santo sobre las ofrendas de Pan y Vino y las convierta en el Cuerpo y la Sangre del Señor. El gesto propio de esta invocación es la imposición de las manos que el sacerdote extiende sobre las ofren-das, signifi cando con ello la acción misma del Espíritu Santo.

La Epíclesis de consagración

El sacerdote, en nombre de todo el pueblo sacerdotal, ofrece el sacrifi -cio eucarístico al Padre como obla-ción agradable a Él y salvadora para los hombres.

El Ofrecimiento

Es una oración para pedir de nuevo a Dios que envíe su Espíritu Santo, pero esta vez sobre la comunidad que participa de la Eucaristía, para que también ella se transforme y crezca en la unidad.

La Epíclesis de comunión

En este rito, la asamblea participa de los benefi cios salvadores del Misterio Pascual; renueva la alianza con Dios a través de la Sangre de su Hijo y anticipa el banquete último y defi nitivo del Reino de Dios.

El rito de Comunión

Es la oración por excelencia de los cristianos. El hecho de que la asamblea la realice dentro de la Misa, le ayuda a unir la escucha de la palabra y la recepción del Banquete Pas-cual con su vida diaria.

El Padrenuestro

El rito reprodu-ce la acción de Cristo en la Última Cena, pero con el contenido doc-trinal profundo que formula San Pablo: “Cristo es el único Pan Partido; los que comemos de un mismo pan formamos un solo cuerpo” (1 Cor 10, 17).

La fracción del Pan

Este es el momen-to culminante de la celebración eucarís-tica, pues luego de que Cristo se nos ha dado como palabra salvadora, ahora se recibe como alimen-to bajo las especies de Pan y del Vino, nutriéndonos para nuestro peregrinar en este mundo hacia el encuentro defi nitivo con el Padre.

La Comunión

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Cuarta parte de la Misa:El rito de conclusión

Ficha 52¡Colecciónalas!

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El rito de comunión termina con una oración presidencial (la Oración después de la Comunión), precedida de la invitación: “Oremos”. En esta oración última, la asamblea pide que se realice en cada uno de los que ha participado de este banquete admirable los efectos de la gracia recibida. La fi esta del día del Señor no ha terminado, sino que continúa después de la celebración de la Eucaristía y nos disponemos a hacerlo así, regresando a nuestras actividades con la gracia y la paz del Señor, y con el gusto de haber compartido la Eucaristía con la gran familia parroquial.

06 No. 455 del 13 al 19 de noviembre de 2005LA MISA EXPLICADA PASO A PASO

Partes del rito de conclusión

Se trata de un momento breve y sencillo, pero también intenso, digno y signifi cativo: la asamblea reunida se dispersa; el sacerdote, presidente de la misma, invoca sobre ella la bendición de Dios para que lo que hemos celebrado continúe en nuestras vidas. Como los otros ritos que se han presentado en las fi chas anteriores, también el rito de la comunión tiene sus pasos: los avisos de la comunidad, la bendición, la despedida y eventualmente el canto fi nal.

Los avisos a la comunidad

Antes de la bendición, el sacerdote u otra persona encargada por él, puede darnos avisos oportunos; por ejemplo, de algún evento o campaña que se esté organizando en la parroquia o en la diócesis. También los encargados del templo, de la catequesis o de cualquier otro servicio parroquial, pueden hacer sus comunicados breves y en tono famiar. No es conveniente sentarse para los avisos a no ser que lo pida el sacerdote.

El saludo y la bendición

Es el acto central del rito de conclusión y debe dársele todo el relieve e importancia. El ritual de la Eucaristía nos ofrece varias posibilidades para ese momento, como pueden ser las Bendiciones Solemnes en los diversos tiempos litúrgicos y las Oraciones Solemnes sobre el pueblo. El diácono o el sacerdote dice el invitatorio: “Inclinemos la cabeza para recibir la bendición”, u otra fórmula semejante. Y con las manos extendidas sobre la asamblea el sacerdote pronuncia una triple bendición a la cual se responde “Amén”. El signo normal para bendecir es la Señal de la Cruz, porque toda bendición es participación de la salvación pascual de Cristo.

La despedida

Son las palabras fi nales que nos dirige el sacerdote: en ellas nos manifi esta el deseo de que regresemos a nuestra familia, a nuestras tareas y actividades con la paz del Señor y con el gusto de haber participado en la Eucaristía dominical. La fórmula “pueden ir en paz” es una misión, de modo que con la despedida se precisa que la celebración eucarística tiene en efecto conexión con la vida, pues es salir a la calle con un compromiso, con una esperanza, con la sensación de haber crecido en la fraternidad y la decisión de dar testimonio en medio del mundo (es vivir lo que hemos visto, experimentado y oído en la celebración). Antes de retirarse, el sacerdote venera el altar besándolo. Si hay un diácono, también el besa el altar.

El canto fi nal

Aunque el ritual de la Misa no habla para nada del canto fi nal es una bonita costumbre introducida por el sentir popular. Este canto debe ser de tono festivo y cantado por todos los hermanos. Éste canto acompaña la procesión de salida. Por lo regular debe ser un canto dirigido a María, nuestra Madre y Maestra en la fe. Puede ser también música de órgano.