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    HISTORIA DE LA SALVACIN Y LITURGIAJean DANIELOU

    Sumario:LA HISTORIA DE LA SALVACIN EN LA CATEQUESISLOS SACRAMENTOS Y LA HISTORIA DE LA SALVACINEL MISTERIO LITRGICO, INTERVENCIN ACTUAL DE DIOS EN LA HISTORIAEL CANTO DE MOISS YLA VIGILIA PASCUAL

    LA HISTORIA DE LA SALVACINEN LA CATEQUESIS

    Hemos considerado hasta ahora la historia de la salvacin como historia de lasgrandes maravillas de Dios. Pero esto no es ms que un aspecto de la misma.

    La historia de la salvacin es, adems, la historia del pecado. Por una partetenemos la historia tal como Dios la realiza, con sus fines y por sus caminos. Porotra, la historia tal como los hombres quieren construirla, con fines humanos yconmedios tambin puramente humanos. Estas dos historias se encuentrancontinuamente. El choque de ambas se expresa existencialmente en la oposicin de

    las potencias del mundo, que representan la historia del pecado, con los testigos deDios, representantes de la historia sagrada. La lucha entre los profetas y los reyesdel Antiguo Testamento, la pasin de Cristo, el martirio de los cristianos, son otrastantas manifestaciones de este choque.

    A este conflicto se le da una importancia extraordinaria en las catequesis antiguas.Leemos en el De catechizandis rudibus (AGUSTIN-SAN) Dos ciudades, la de lospecadores y la de los santos recorren la historia, desde la creacin de la humanidad

    hasta el fin de los siglos; actualmente estn mezcladas en cuanto al cuerpo,separadas en cuanto a las voluntades; el da del juicio se separarn tambincorporalmente. Todos los hombres que se complacen en el ansia de poder y en elespritu de dominio, en la gran ilusin del prestigio mundano, cuantos aman estascosas y buscan su propia gloria, sometindose a los hombres, forman una mismaciudad. Y aun cuando luchen entre s por estos mismos bienes, se precipitan en losmismos abismos por el peso de la misma concupiscencia y se asemejan por laigualdad de costumbres. Y, al contrario, todos aquellos que buscan humildementela

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    gloria de Dios, pertenecen a una misma ciudad (31).

    Con estas palabras nos introduce Agustn en las profundidades dramticas de lahistoria de la salvacin. Segn este texto, las dos ciudades se componen dengeles y de hombres. El drama humano se integra en un drama ms profundo, enel conflicto que opone las potencias espirituales que tienen a la humanidad cautiva ya los ngeles de Dios, cuyo rey es Cristo. El conflicto humano es como lamanifestacin visible de ese otro conflicto espiritual. Para Agustn, como para todoslos padres, hay una relacin ntima entre los ngeles malos y las idolatras terrenas.El choque de las dos ciudades es la lucha de los adoradores del verdadero Dios conlos adoradores de los dolos. Adoradores de los dolos son todos aquellos queconvierten las realidades humanas en algo absoluto. Los ngeles malos de lasnaciones siguen existiendo siempre y reaparecen cuando una nacin o una clase ouna colectividad, sea cual fuere, se toma a s misma como fin. O, como casoextremo, cuando la humanidad entera se convierte en dolo de Si misma. HTSV/HTHUMANA:Esto nos obliga a tocar un punto esencial, el de la relacin entre lahistoria de la salvacin y la historia poltica y econmica. Para san Agustn todoentra dentro de la historia de la salvacin. No hay historia profana con valor yconsistencia propios. Nada hay fuera del designio nico de Dios y del dominio nico

    de Cristo. Es que entonces la historia profana se identifica con la ciudad deSatans? Tal afirmacin sera ajena totalmente al pensamiento cristiano. Lasciudades entran en la creacin y son buenas en s mismas (Por esto "est mandadoque todos obedezcan a los poderes de este mundo hasta la liberacin escatolgica"(31). Figura de ello la tenemos en la sumisin de Israel al rey de Babilonia). Pero enrealidad la historia poltica se convierte en la ciudad de Satans cuando se toma porfin a s misma. Y esto ocurre con bastante frecuencia, hasta el punto de que lospoderes temporales son con frecuencia representativos de las potencias de laciudad de Satans, perseguidora de la ciudad de Dios.

    Sin embargo, los prncipes y los poderes de este mundo pueden entrar en la ciudad

    de Dios cuando los reyes mismos, dejando los dolos, en cuyo nombre perseguana los cristianos, reconocen y adoran al verdadero Dios y al Seor Jess, y cuandodan la paz a la iglesia, aunque sea slo una paz temporal, para la edificacin de susmoradas espirituales (37).

    No hay trmino medio entre las dos. No hay un orden profano propio que pudieraentrar en el plan de Dios sin entrar en el plan de Cristo y de la Iglesia. Todolo queest fuera de esta lnea, todo aquello que no reconoce la soberana de Dios,pertenece a la ciudad de Satans, y a la historia carnal. La frontera, sin embargo,como recuerda san Agustn, no se distingue visiblemente. Se puede entrar

    visiblemente en la Iglesia y pertenecer a la ciudad de Satans, y viceversa.

    Hay que advertir que esta visin de la historia no es slo una visin teolgica, es laclave de la historia aun desde un punto de vista puramente emprico. EI granhistoriador ingls Butterfield observa, en Christianity and History, que todas lasinterpretaciones de la historia marxista o liberal, racista o personalista, hanfracasado. Esto se debe, segn l, a que son autojustificaciones. Nada hay peor queun idealismo optimista que pretenda que su solucin es la nica vlida. Aqu radicaprecisamente la idolatra: hay un principio esencial para el historiador, el no cre

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    eren la naturaleza humana. No se comprende nada de la historia humana si no separte del principio del pecado universal (p. 47). La historia humana es la historia

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    del pecado del hombre frente a Dios, de la fidelidad de Dios y de la infidelidaddelhombre.

    Segn esto la historia de la salvacin comprende tambin la historia profana. La razprofunda de esta historia, por encima de las apariencias superficiales que parecenhacerla depender de los conflictos nacionales o racistas, es una raz teolgica. Peroesto no basta. Hay que ir ms lejos an. La historia sagrada comprende no slo latotalidad de la historia humana, sino la totalidad de la historia csmica (CirilodeJerusaln: subraya esto: "Por el espritu de profeca (que es la inteligencia religiosade la historia) el hombre, a pesar de su pequeez, ve el principio y el fin del cosmosy el centro de los tiempos y conoce la sucesin de los imperios": PG 33,941 B). Lahistoria santa no se sita slo en el mundo de la naturaleza y en una historia natural,en la que haya hecho irrupcin, sino que abraza esta historia de la que es inclusoconstitutiva. El verbo redentor es el mismo que el verbo creador.

    Por esto tenemos que hacer aqu una advertencia importante, y es que, paranuestra catequesis la historia de la salvacin no comienza con la eleccin deAbrahn, sino con la creacin. San Agustn lo repite frecuentemente. La "narratioplena" comienza con en el principio cre Dios los cielos y la tierra. Y en esto lacatequesis no hace ms que seguir a la misma Escritura, que es la verdaderahistoria. Lo mismo hace san Ireneo, con especial empeo contra los gnsticos, quedistinguan el demiurgo creador del Dios redentor. La creacin del universo es elprimer acto del plan de Dios que terminar con la creacin de los cielos nuevos y dela nueva tierra. La creacin es una obra admirable de Dios. Revela, por una parte,laradical dependencia de todo el universo en relacin con Dios. Pero, por otra, es u

    naaccin histrica, un comienzo de los tiempos y, en este sentido, forma parte de lahistoria de la salvacin.

    La historia de la salvacin, como acabamos de notarlo, terminar tambin con unacontecimiento csmico, la resurreccin de los cuerpos. En realidad sera mejordesignar esta resurreccin como la creacin del nuevo cosmos, pues no se refiereslo a los cuerpos, sino que se extiende a toda la creacin. Por consiguiente, lahistoria de la salvacin se sita entre dos acciones de alcance csmico, quecomprenden la totalidad del universo. San Agustn, por su parte, relacionaexpresamente ambas acciones. La esperanza de la resurreccin es la queencuentra ms oposicin entre los paganos: Por qu no creer que existirsdespus de haber existido, cuando sabes que existes despus de no haber

    existido? Es difcil para Dios que te ha dado tu cuerpo cuando no exista, rehacerlouna vez que ya ha existido? (46).

    As pues, la historia de la salvacin se sita entre dos acciones csmicas. Pero en elcosmos no repercuten slo estas dos acciones. La resurreccin de Cristo, situadaen el centro de la historia, es tambin una accin creadora. El mismo Verbo de Dios,por quien todo ha sido hecho, es el mismo que, al fin de los tiempos, vendr arehacerlo todo. "Como es el Verbo de Dios todopoderoso, cuya presencia invisibleest en nosotros y llena el universo, l contina su influjo en el mundo, en toda su

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    longitud, latitud, altura y profundidad; pues por el Verbo de Dios todo se hallabajo elinflujo de la economa redentora, y el Hijo de Dios fue crucificado por todo, habiendotrazado el signo de la cruz sobre todas las cosas. Pues era justo y necesario queaquel que se haba hecho visible, llevase todas las cosas visibles a participar ensucruz, y de esta manera, bajo una forma sensible, su influjo propio se ha hecho sentir

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    sobre las mismas cosas visibles. Pues l es quien ilumina las alturas, es decir, loscielos, es l quien penetra las profundidades de los infiernos, l el que recorrelalarga distancia del oriente al occidente, l el que une el inmenso espacio del norte almedioda, llamando al conocimiento de su Padre a todos los hombres de cualquierregin (34).

    Esto es importante para la catequesis. El hombre moderno tiene concienciaprofunda de su cautividad. Se inclina hacia movimientos que prometen sacarle deesa esclavitud econmica o psicolgica, por la ciencia o por la revolucin. Si se lepresenta un cristianismo idealista que prescinde de la miseria social y fsica delhombre, si se le ofrecen consuelos puramente espirituales, el cristianismo no leinteresa. Pero al mismo tiempo hay que hacerle ver que las soluciones humanas nole liberan autnticamente, ni siquiera de esa misma miseria humana; que laaspiracin ltima de la ciencia, la prolongacin indefinida de la vida humana, sera elpeor infierno; que slo Jesucristo ha bajado hasta los abismos de la miseriahumana, ha vencido la muerte y ha liberado al hombre plenamente de su cautividad.De aqu la importancia del aspecto csmico de la redencin, la afirmacin de laresurreccin, es decir, de la victoria de Cristo sobre todas las formas de la muer

    te.Tambin es importante esto desde otro punto de vista. El hombre moderno esthabituado a considerar el mundo como fruto de una evolucin csmica. Si no se lehace ver que el orden csmico est dominado por la cruz de Cristo, sometido a suaccin soberana, hay peligro de que la historia sagrada se pierda en la historianatural, que Cristo se disuelva en el devenir csmico. Ciertas visiones cristianasdela evolucin no escapan a este peligro. Hay que hacerle ver que no se trata de unaevolucin inmanente, sino de acciones creadoras del Verbo. El mundo del cosmos,visto desde la perspectiva de la historia de la salvacin, es el teatro de la accindel

    Verbo creador, que lo ha puesto en la existencia, que no cesa de sostenerlo y que,cado en poder de las tinieblas, ha venido, no a destruirlo, sino a liberarlo ytransfigurarlo.

    ***

    La "narratio plena" comienza con la creacin del cielo y de la tierra. Se extiende, nosdice san Agustn, "usque ad praesentia tempora". Esto es importantsimo. La historiasanta no es slo la de los dos Testamentos. Dicha historia se contina en medio denosotros. Vivimos en plena historia santa. Dios contina realizando sus acciones,

    laconversin, la santificacin de las almas (Todo lo que hemos ledo que se cumplien el pasado lo vemos ahora cumplirse en el presente.45). La teologa protestantetiende a identificar la historia santa con la que la Escritura nos narra, y a nover en laIglesia la continuacin de la actuacin de Dios, que se manifiesta infaliblemente porel magisterio e irresistiblemente por la accin sacramental. Nuestra teologa catlicade la Iglesia, por su parte, considera demasiado a sta como una jerarqua

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    institucional inmvil y no como una historia viva. Y, a la inversa, la historia catlicade la Iglesia no se preocupa de descubrir la teologa de la historia. Finalmente,loscristianos en general miran superficialmente la historia, ven slo su realidad exteriorsin pensar en penetrar, con la mirada de la fe, en sus profundidades sobrenaturales.

    San Agustn precisa el contenido de esta historia presente. Se la puede considerarbajo dos aspectos fundamentales: por una parte, el contenido presente de la historiaes la misin, es decir, la extensin a la humanidad entera de la gracia capital deCristo. El retraso de la parusa es para permitir que la predicacin llegue a todo el

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    mundo: El reino de la Iglesia, que los profetas y Cristo haban anunciado queabarcara a todas las naciones, extiende sus frtiles ramas (44). Se trataprincipalmente de una extensin en el espacio, obrada por el Espritu Santo pormedio de los apstoles. Se realiza por la predicacin y por los sacramentos. De aquse deriva toda una teologa de las misiones, todava sin desarrollar, que deberamostrar cmo la misin prolonga el misterio de la muerte y de la resurreccin deCristo, ya que es a la vez ruptura y transfiguracin, que se realiza en la conversin.

    La teologa sacramental deber ser cuidadosamente presentada dentro de estaperspectiva histrica, como lo ha mostrado el P. Chenu. Los sacramentos son a lavez memorial, presencia y profeca. Son la continuacin de las grandes obras deDios en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. De aqu la importancia de la tipologa.En el bautismo se realiza una obra anloga al paso del mar Rojo: El pueblo deDios, al salir de Egipto, pas a travs de las aguas en las que perecieron susenemigos. Aqu tenemos una figura del bautismo por el que los fieles pasan a unavida nueva, mientras sus pecados son destruidos y mueren como enemigos. Msclaramente an fue prefigurada la pasin de Cristo en este pueblo cuando recibi laorden de comer el cordero y de ungir con su sangre las puertas. Con la seal deesta pasin y de esta cruz vas a ser t sealado hoy en la frente, como ellos en suspuertas, y como lo han sido todos los cristianos.

    En este ltimo caso notamos la relacin entre la seal de la sangre sobre laspuertas de los primognitos de los judos y la seal de la cruz sobre la frente delcristiano. Con este signo de la cruz era marcado en la frente el cristiano, segneluso antiguo. La relacin con el Antiguo Testamento liga este gesto a toda la historiade la salvacin y le da todo su alcance. Los sacramentos aparecen, pues, como hadicho Cullmann, como los Wunder, los "mirabilia" del tiempo de la Iglesia,continuadores de las grandes obras de Dios en el Antiguo Testamento. Por elbautismo el fiel se inserta en esta historia. En el diluvio, dice san Justino, secumpli el misterio de nuestra salvacin (JUSTINO, Dilogo con Trifn, 138,1:Padres Apologistas Griegos. BAC, Madrid 1954). Tambin ahora, aquel que ha sido

    sellado con la "sphragis" de Cristo escapa al juicio venidero, lo mismo que losprimognitos de los judos fueron salvados del ngel exterminador. Pero si la vidapresente contina las grandes obras de Dios, choca tambin con el mundo delpecado. Las potencias del mal, aunque vencidas ya por la cruz de Cristo, conservanun poder aparente hasta la parusa. La Iglesia de Cristo, lo mismo que Israel, seenfrenta con la historia del pecado. San Agustn distingue aqu dos aspectos. Elprimero es la oposicin externa que sufre la Iglesia, que culmina en el martirioTanto ms se extiende la Iglesia cuanto ms empapada est por la sangre de losmrtires (44).

    Aqu se descubre una teologa del martirio que forma parte de la teologa cristianacomo expresin de la lucha entre la historia santa y la profana. El martirio

    aparecera como la forma extrema de la lucha contra las potencias del mal, como lacima de la santidad cristiana conseguida por la transformacin en Cristo, como lapromulgacin oficial del evangelio ante los representantes oficiales de la ciudadterrena.

    El segundo es el de las divisiones internas, ya que la accin del demonio no se dejasentir slo en las persecuciones exteriores: Era necesario, escribe san Agustn,que esta via, como fue anunciado por el Seor, sea probada, y que los sarmientos

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    estriles sean podados. Por esto han surgido cismas y herejas suscitadas porhombres que no buscaban la gloria de Dios sino su propia gloria (44). Aqu habraque insertar una teologa de la separacin de las iglesias y de su reunificacin,como la est haciendo ya el P. Congar. Con ella podra pensarse teolgicamente lahistoria triste de las herejas, descubriendo su verdadero sentido. Y al mismo tiempodicha teologa permitira plantear tambin el problema de la hereja en el mundoactual y de las formas en que puede presentarse.

    ***

    Hemos llegado ya al ltimo punto de nuestra exposicin. Hemos notado que, parasan Agustn, la narratio plena comprende desde el exordium temporis hasta lostempora praesentia. Con stos termina propiamente la historia de la salvacin. Perono por eso ha terminado ya la catequesis, pues sta exige terminar con unaexposicin del hecho de la resurreccin.

    Ya en Egeria vimos que la catequesis prebautismal terminaba con dicha exposicin.Tambin Cirilo de Jerusaln termina con una catequesis sobre la resurreccin,despus de haber expuesto todo el plan de la salvacin. San Agustn tambin. Es,pues, la forma ordinaria de la catequesis. La catequesis sobre la resurreccin, sinembargo, ya es parte distinta, pues ya no nos encontramos en la narratio sino en

    laexpectatio.

    Aunque, al mismo tiempo, es su conclusin, pues toda la narratio tiene por objetofundamentar la expectatio, la narracin de las grandes obras de Dios en el pasadose ordena a fundar la esperanza en las grandes obras de Dios en el futuro.

    En esto pone especial empeo san Agustn Los primeros cristianos que no habanvisto an realizado lo que nosotros vemos, se sentan inclinados a creer por lasgrandes obras realizadas ya por Dios. As tambin nosotros, que no slo vemosrealizadas ya todas las cosas que haban sido anunciadas en los libros santos,escritas mucho tiempo antes de su cumplimiento, sino que las vemos realizndosean continuamente en nosotros, nos sentimos inclinados a creer tambin la

    realizacin de las cosas que faltan an, perseverando en la paciencia en el Seor.Pues aquel que se dign venir en la humildad de la carne, vendr tambin en elestado de poder (45). Aqu tenemos una perspectiva fundamental dentro de lateologa bblica. El pensamiento bblico es esencialmente escatolgico, proyectadohacia el futuro. Las grandes obras de Dios en el pasado son recordadas para fundarla fe en las que Dios cumplir en el futuro.

    Es ste el ltimo aspecto de la historia de la salvacin en la catequesis, ya que statiende a asegurar la esperanza escatolgica, y sta es tanto ms fuerte cuanto msse apoye en esta inmensa realidad que es toda la historia santa pasada. El que creeen la alianza con Abrahn, en la resurreccin de Jesucristo, en la efusin del

    Espritu Santo, el que contempla el testimonio de las primitivas comunidadescristianas, el que se ha encontrado con los santos, ste creer que Dios puederesucitarle en el futuro. Aqu est el fundamento autntico de la esperanza cristiana,que se apoya esencialmente en el dato histrico. La fe en las grandes obras de Diosen el pasado es el principio de la esperanza en sus grandes obras futuras:"Quidquid narras, ita narra ut ille cui loqueris, audiendo credat, credendo speret,sperando amet" (8).

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    La historia sagrada no es un objeto que deje indiferente al hombre. Es la historia enla que todo hombre est personalmente implicado. El hombre no existe ms quecomprometindose en dicha historia.

    Esto lo han visto perfectamente los modernos. Se existe comprometindose en lahistoria. El cristiano es aquel que se compromete en la nica historia autntica. Lahistoria de la salvacin es, pues, al mismo tiempo, el fundamento de la ticacristiana, que es vocacin, llamada de Dios a un compromiso hic et nunc en lahistoria santa, participacin del alma en la liberacin espiritual de la humanidadentera. Este debe dirigir toda la exposicin catequstica, que no es especulacinpura, sino vida. Se advertir que no hay exposicin de la moral. Pero la moral sederiva de la simple consideracin de la historia de la salvacin. La contemplacin delas grandes maravillas de Dios debe provocar la admiracin y despertar lagenerosidad.

    J. DANIELOUHISTORIA DE LA SALVACION Y LITURGIA

    SIGUEME. Salamanca 1965.Pgs. 20-32LOS SACRAMENTOSY LA HISTORIA DE LA SALVACIN

    1. CREACION:Como el espritu de Dios, incubando sobre las aguas primitivas, dio origen a laprimera creacin, as el Espritu de Dios, incubando sobre las aguas bautismales,causa la nueva creacin, obra la regeneracin (Cf. J. DANIELOU, Sacramentos yculto segn los SS. Padres. Madrid-I964, p. 87-103). El Espritu es, pues, Espritucreador. La Palabra de Cristo alude a esto: Quien no naciere del agua y delespritu no puede entrar en el reino (Jn 3, 5). Por qu te has sumergido en el

    agua?, pregunta Ambrosio al nefito. Leemos: Las aguas produzcan seresvivientes (Gn 1, 20). Y los seres vivientes surgieron al principio de la creacin. Ati se te otorga que el agua te regenere por la gracia (De sacram. 3, 3).

    Se adivina ya la dimensin que esta analoga da al bautismo. El bautismo es delmismo orden que la creacin del mundo. Porque crear es una accin propiamentedivina. El mismo Espritu que realiz la creacin primera es el que suscitar lanueva creacin, el que descender sobre las aguas del Jordn para suscitar lanueva creacin que es la del hombre-Dios. El bautismo es la continuacin en eltiempo de la Iglesia de esta obra creadora. La misma primavera, poca en que seadministra el bautismo, expresa esta analoga. La primavera, aniversario anual delacreacin, es tambin aniversario de la nueva creacin.

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    La oracin consecratoria alude, despus de la creacin, al diluvio. Es una nuevaaccin de Dios y un nuevo simbolismo del agua. La relacin del diluvio con elbautismo es la ms antigua de todas. La encontramos ya en la primera carta dePedro (/1P/03/21), en la que el bautismo se llama expresamente antitipo del diluvio.Optato de Milevi escribe en el siglo v: El diluvio era figura del bautismo ya queeluniverso entero profanado recobr su pureza primitiva por medio del agua (Donat.5, 1: PL 11,1.041). El agua es el instrumento del juicio de Dios; el agua destruye almundo pecador. El bautismo es un misterio de muerte. Es destruccin del hombreviejo, como el diluvio lo fue del mundo antiguo, para que surja una creatura nueva,renovada por el agua bautismal. Lo esencial es aqu el simbolismo del agua.Lactancio escribe El agua es figura de la muerte (Div. Inst. 2, 10: PL 6, 311 A),yAmbrosio El agua es imagen de la muerte (Sp. Sanct. 1, 6, 76 PL 16, 722A). PeroLundberg ha subrayado la importancia de este tema de las aguas de la muerte quenos parece extrao 2. Pero por el texto de san Pablo (Rom 6, 4) vemos que elbautismo es a la vez muerte y resurreccin con Cristo. De aqu que la oracinconsecratoria aludiese a la oposicin entre las aguas creadoras y destructoras, lasde la creacin y las del diluvio: El mismo elemento designaba a la vez la

    destruccin y el nacimiento a la virtud. De este modo el texto de Pablo se refierealmismo rito bautismal. Este rito, por la inmersin simboliza la muerte, y por laemersin un nuevo nacimiento. Descubrimos el autntico simbolismo del rito porreferencia a las realidades del Antiguo Testamento.

    Con esto no hemos agotado las analogas bblicas del bautismo. La oracinconsecratoria habla a continuacin de los ros del paraso. Con esta alusinentramos en un terreno nuevo. El tema ms frecuentemente tratado en loscomentarios patrsticos es la analoga entre la situacin de Adn y la delcatecmeno. Adn fue arrojado del paraso despus del pecado. Cristo volvi aintroducir al ladrn en el paraso. El bautismo es el retorno al paraso que es laIglesia. Desde el principio la preparacin al bautismo se presenta como el antitip

    ode la tentacin del Edn. La renuncia a Satans es, para san Cirilo de Jerusaln, ladestruccin del pacto que desde Adn ligaba al hombre con el demonio. Elbautismo es ciertamente la destruccin del pecado original. Pero la imagen no es lade la mancha que el agua limpia, sino la oposicin dramtica entre la exclusin delparaso y el retorno al mismo.

    El bautismo es el retorno al paraso. Este tema es tan esencial en la liturgia como eltema pascual. Cristo es el nuevo Adn, el primero que penetra en el paraso. Por elbautismo el catecmeno es introducido a su vez en l. La Iglesia es el paraso. DeBruyne y otros autores han demostrado que el simbolismo de los antiguos

    bautisterios es paradisaco, con los rboles de la vida, con los cuatro ros. CiprianoSAN escribe La Iglesia, a semejanza del paraso, encierra dentro de sus murosrboles cargados de frutos. Riega estos rboles con los cuatro ros, por los queconfiere la gracia del bautismo (Epist. 73,10). En ella, aade Efrn-SAN, serecoge cada da el fruto que da la vida a todos (Hymn. Par. 6, 9). Nada hay msantiguo en la Iglesia que este tema: se encuentra en las Odas de Salomn, en laCarta de Diognetes, Papas la considera como recibida de los apstoles. La oracinconsecratoria alude a continuacin a la roca del desierto. Entramos en el ciclo delxodo. Uno de los temas ms importantes de este ciclo, que no aparece en la

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    oracin consecratoria pero s en el Exultet, es el del paso del mar Rojo. Ya laprimera carta a los corintios ve en l una figura del bautismo (10,1-5) 4. Slo citaruno de los testimonios patrsticos ms antiguos, el de Tertuliano Cuando el

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    pueblo, dejando libremente Egipto, escap del poder del faran atravesando por elagua, sta extermin al rey y a todo su ejrcito. Qu figura ms clara del bautismopodremos dar? Las naciones son libradas del mundo por el agua y de la tirana deldiablo, anegado en el agua, que los esclavizaba (Bapt. 9).

    Una vez ms importa no detenerse en la imagen, sino buscar la analoga teolgica.El mismo Tertuliano nos la indica: En qu consiste la maravilla de Dios realizadaen el paso del mar Rojo? El pueblo se encuentra en una situacin desesperada,entregado al exterminio. Slo el poder de Dios puede hacer que el mar se abra,para que el pueblo pase y llegue a la otra orilla, entonando el cntico de laliberacin. Aqu no se trata de una obra de creacin ni de juicio, ni de santificacin,sino de redencin, en el sentido etimolgico de la palabra. Dios, y slo l, es el quelibera.

    La situacin del catecmeno es idntica; est al borde de la piscina bautismal; susituacin es desesperada tambin. Se halla sometido al prncipe de este mundo yavocado a la muerte. Pero entonces, por un acto del poder de Dios las aguas seabren y el catecmeno las atraviesa. Al llegar a la otra orilla, libre ya del dominio delas fuerzas del mal, entona tambin l el cntico de la liberacin. En ambos casosnos encontramos en presencia de una accin divina de salvacin. Entre uno y otroha intervenido tambin la liberacin de Cristo, prisionero de la muerte y que por el

    solo poder de Dios ha hecho saltar cerrojos y cerraduras, siendo as el primognitode los resucitados.

    La roca de agua viva nos sita en una perspectiva totalmente distinta. San Pablo havisto tambin en ella una figura del bautismo. Nuestros padres bebieron unamisma bebida espiritual, pues beban de la roca espiritual que les segua, y la rocaera Cristo (1 Cor 10, 4). La efusin de las aguas vivas se prometa en el AntiguoTestamento junto con la efusin del Espritu para los ltimos tiempos. Los textos deEzequiel y de Isaas forman parte de nuestra liturgia actual del bautismo. Esverosmil, como lo ha mostrado Lampe, que el bautismo de Juan Bautista se refieratambin a esta profeca, pues l tambin une el agua y el espritu. Esto significa que

    los tiempos escatolgicos de la efusin del Espritu han llegado ya. Sabemos, porotra parte, que es ste un tema predilecto de la comunidad de Qumran. Pero Juanslo bautiza en agua. Es Cristo quien derramar el agua y el Espritu.

    El mismo Cristo se lo atribuye Si alguno tiene sed, venga a m, y beba el que creeen m; segn dice la Escritura, manarn de sus entraas ros de agua viva. Esto dijodelpritu que haban de recibir los que creyeran en l. Pues no haba anEspritu, porque Jess an no haba sido glorificado (Jn 7, 37-39). Tambin sepuede reconocer, con Cullmann, el anuncio del bautismo en los textos en que sanJuan habla del agua viva, especialmente el dilogo con la samaritana. Y con l ycon toda la tradicin, hay que reconocer ese anuncio en el agua y la sangre quebrotan del costado de Cristo, imagen del agua unida al Espritu, pues la sangre esel

    Espritu. Es decir, que Cristo crucificado es la roca de los ltimos tiempos, de cuyocostado pursimo brota el agua que sacia para la vida eterna, es decir, el bautismoque nos comunica el Espritu.

    Puede notarse a este propsito que el Espritu est esencialmente ligado a laefusin del agua. En el siglo III se acenta una tendencia a distinguir el rito delagua, rito de purificacin, y el rito de la uncin o imposicin de las manos, queconferira el Espritu. Gregory Dix se funda en estos textos para distinguir en la

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    iniciacin cristiana un sacramento del Espritu, distinto del bautismo, es decir, laconfirmacin. Pero esto se opone tanto a la tradicin primitiva como a la tradicincomn. El agua, y slo ella, es la que da el Espritu. Los ritos que la acompaan sonsolamente ilustrativos. En cuanto a la confirmacin, se trata de un sacramentodistinto, ligado al desarrollo espiritual y a la participacin en el ministerio. Los temasbblicos examinados hasta ahora tenan relacin con el agua. Sin embargo, no esesta relacin con el agua la esencia de su relacin con el bautismo. Por esto lamencin del agua en el tema del retorno al paraso es secundaria, pues lo esencialen dicho tema es la restauracin de Adn en el ambiente de gracia en que Dios lehaba colocado despus de la creacin y en el que el bautismo le reintegra. Por otraparte, en este tema paradisaco se alude a la eucarista tanto como al bautismo;ambos estn estrechamente asociados. Tambin la roca de aguas vivas dicerelacin al bautismo y a la eucarista al mismo tiempo.

    Lo esencial, en efecto, es la relacin teolgica. Y sta aparece tambin en otrostemas bblicos que la tradicin relaciona con el bautismo y la eucarista. Por ejemploel tema de la alianza. La gracia del bautismo, dice expresamente san Gregorio, esuna alianza (Or. Bapt. 8). La alianza es el acto por el que Dios se aviene aestablecer entre el hombre y l una comunidad de vida, con carcter irrevocable.

    Cristo realiza la nueva y eterna alianza uniendo indisolublemente para siempre,ens mismo, la naturaleza divina y la naturaleza humana, de suerte que no se separenjams. No olvidemos que el cristianismo primitivo llama a Cristo con el nombre dealianza tomando este ttulo de Isaas Yo te he constituido en "alianza" para mipueblo (42, 6).

    El bautismo forma parte de esta alianza, ms an, la constituye por el compromisoque el bautismo supone tanto por parte de Dios como por parte del hombre. Cuandoel bautismo se administraba con la frmula interrogativa, ese compromiso formabaparte esencial de la misma forma del bautismo, que se administraba, segn

    Justino-SAN, en la fe y en el agua (Dial. 138, 3). Ms tarde pasar a la profesinprebautismal Tambin vosotros, catecmenos, debis descubrir el sentido de estafrmula: renuncio a Satans. Con ella, se establece la alianza (syntheke) con elSeor (Cat. 2 PG 49, 239). Dicho compromiso es llamado symbolon, pacto, y deah dicho trmino pas a designar la profesin bautismal que precede.CRISOSTOMO-JUAN-SAN subraya el carcter incondicionado e irrevocable delcompromiso de Dios Dios no pone ninguna condicin, si hacis esto o lo otro.Tales fueron las palabras de Moiss cuando esparci la sangre de la alianza. Y Diospromete la vida eterna (Com. Col. 2, 6 PG 62, 342).

    Debemos fijarnos en la alusin a la sangre de la alianza esparcida por Moiss. Laantigua alianza estaba sancionada por un sacramento: la particin de una mismasangre, derramada a la vez sobre el pueblo y sobre el altar, que significaba y

    obrada a la vez una comunin de vida. Cristo, aludiendo al gesto de Moiss, tom elcliz y lo bendijo, diciendo Esta es mi sangre, la sangre da la nueva alianza,antes de drsela a sus discpulos como signo de la comunin de vida obrada entreellosy l. La eucarista es verdaderamente el nuevo rito que atestigua y obra almismo tiempo la alianza sellada por Cristo con la humanidad en la encarnacin y enla pasin.

    Tambin aqu advertimos lo que supone la analoga bblica. Por ella descubrimos enla comunin eucarstica todo su sentido, es decir, el de la participacin en la vida d

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    Dios adquirida irrevocablemente para toda la humanidad en Cristo y ofrecida a todohombre. Dicha analoga une la eucarista a la Escritura, mostrndonos en aqulla lacontinuacin, en el tiempo de la iglesia, de las acciones divinas atestiguadas enambos testamentos. La Escritura nos aclara el simbolismo de los ritossacramentales, hacindonos ver en la particin de la sangre la expresin sublime dela comunidad de vida, siendo la sangre la expresin misma de la vida.

    Al mismo tiempo que religacin con Dios, y en orden a esta religacin, la alianza esagregacin al pueblo de Dios. Signo de esta agregacin era en la antigua alianza lacircuncisin. Cullmann, Sahlin y otros han estudiado la relacin de sta con elbautismo, y los datos valiosos que aporta a la teologa del bautismo. El bautismode los cristianos, escribe Optato de Milevi, estaba figurado en la circuncisin deloshebreos (Donat. 5, 1 PG 11, 1045A). Ya la carta a los efesios haba subrayadoeste paralelismo Recordad que un tiempo, vosotros, gentiles segn la carne,llamados incircuncisos, erais extraos a la alianza de la promesa; mientras queahora, por Cristo Jess habis sido aproximados por la sangre de Cristo(/Ef/02/11-14).

    El bautismo es el nuevo rito de agregacin del pueblo de Dios a la Iglesia. Pero,como en otros aspectos, hay un rito especial para ilustrar esto. Es la sphragis,

    laseal de la cruz hecha sobre la frente. Ya Ezequiel haba anunciado que losmiembros de la comunidad escatolgica llevaran en la frente una tau, signo delnombre de Yav. Parece cierto que los saduceos de Damasco llevaban esta seal.El Apocalipsis de san Juan dice que los elegidos estn marcados con el signo deYav, es decir, con la tau. Es muy probable que sta sea la seal con la que hansido marcados los primeros cristianos desde el principio, como signo de suagregacin a la comunidad escatolgica, a la nueva alianza. Dicho signo tiene laforma de cruz, por la cual, en el ambiente griego, donde el sentido de dicho signo nose entenda, se interpret como una seal de la cruz de Cristo. Sin embargo,todava Hermas dice aquellos que han sido sealados con el nombre (Sim. 9,14,5). Esto nos lleva a otro tema afn al de la alianza, el de la shekinah, presencia

    .Yav haca morar su nombre entre los suyos. Este es el misterio del tabernculo.Este lugar en adelante es la humanidad de Cristo, en la que el nombre ha plantadosu tienda. Pero esta morada se contina en la eucarista. sta, como acabamos dever, es comunin, alianza. Ahora es presencia, shekinah. As lo expresa la oracineucarstica de la _Didaj: Te damos gracias, Padre santo, por tu santo nombre,que hiciste morar en nuestros corazones (10, 2). El nombre, como ha observadoPeterson es aqu el Verbo. Pero la expresin el nombre es ms antigua y mspropia. En el Antiguo Testamento la presencia se relaciona con el nombre, no conlapalabra.

    En cuanto al ltimo aspecto importante de la eucarista, el de sacrificio, que es a

    lavez adoracin, accin de gracias y expiacin, la misma liturgia nos invita a buscar elsmbolo, la figura en el sacrificio de Abel, de Abrahn y de Melchisedech. Tambinaqu nos encontramos con que los profetas haban anunciado que al fin de lostiempos sera ofrecido el sacrificio perfecto por el siervo obediente, nuevo Isaacyverdadero cordero pascual. El sacrificio eucarstico hace perpetuamente presente,en todos los tiempos y en todos los lugares, esta accin sacerdotal, por la que ha

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    sido dada para siempre toda gloria a la santsima Trinidad.

    Con esto hemos expuesto los elementos tradicionales. Los sacramentos se

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    conciben y explican relacionndolos con las acciones de Dios descritas en elAntiguo y en el Nuevo Testamento. Dios acta en el mundo. Sus acciones son losmirabilia, que slo l puede realizar. Dios crea, juzga, hace alianza, est presente,santifica, libra. Estas mismas acciones se realizan en los distintos planos de lahistoria de la salvacin. Hay, pues, una analoga fundamental entre estas acciones.Los sacramentos son simplemente la continuacin, en el tiempo de la Iglesia, de lasacciones de Dios en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. Este es el sentido propiode la relacin entre Biblia y liturgia. La Biblia es historia santa. La liturgia es historiasanta tambin.

    La Biblia es un testimonio de los sucesos realizados. Es historia santa. Hay unahistoria profana que es la de las civilizaciones, y que nos describe lo que el hombreha hecho. La Biblia es la historia de las acciones divinas: nos revela las maravillasrealizadas por Dios. Toda la Biblia es para gloria de Dios. En este sentido es objetopropio de la fe. Porque creer es no slo creer que Dios existe, sino sobre todo qu

    einterviene en la existencia humana. La fe toda entera recae sobre estasintervenciones de Dios que son la alianza, la encarnacin, la resurreccin, la efusindel Espritu Santo. Ya el Antiguo Testamento es esencialmente historia sagrada.

    Hay que subrayar este ltimo punto, pues existe actualmente, especialmente enBultmann y sus discpulos, una tendencia a ver en el Antiguo Testamento, y en laEscritura en general, solamente una palabra actual que Dios nos dirige. Bajo elpretexto de que los acontecimientos del Antiguo y del Nuevo Testamento sedescriben de una forma estilizada, se pone en duda su historicidad. Ladesmitizacin se convierte en negacin de la historia. Cullmann y Eichrodt, esteltimo precisamente a propsito del problema que aqu nos interesa, el de la

    tipologa, han subrayado la primaca del suceso sobre la palabra, del ergon sobre ellogos. El objeto de la fe es la existencia de un plan de Dios. La realidad objetiva delas intervenciones divinas es la que modifica ontolgicamente la condicin humanay a esa realidad es a la que asentimos por la fe.

    Esta historia es propiamente historia de las obras de Dios, conocidas slo por lafe,y que no consiste en reconstruir el cuadro histrico y arqueolgico del pueblo deDios o de la iglesia primitiva. Esto cae dentro de la historia de las civilizaciones yconstituye un orden diferente. La historia sagrada trasciende el orden de los

    cuerpos y aun de los espritus y comprende lo que Pascal llamaba el orden de lacaridad, es decir, lo que en terminologa no agustiniana llamamos el ordensobrenatural. Describe, pues, la historia sobrenatural de la humanidad, la msimportante en definitiva, ya que versa sobre los problemas fundamentales deldestino del hombre y de la humanidad, sobre lo ms ntimo del hombre.

    Segn esto, el Antiguo Testamento nos recuerda las maravillas que Dios hacumplido por su pueblo. Pero esto no es ms que un aspecto. Comprende la ley,pero tambin los profetas. La profeca, en su sentido genuino, es consustancial alAntiguo Testamento, ya que la profeca no es ni simple predicacin ni simple

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    proclamacin. La profeca es el anuncio de que Dios cumplir al fin de los tiemposobras mayores an que en el pasado. El movimiento progresivo del AntiguoTestamento es en esto contrario al de las religiones naturales. Estas, como handemostrado Eliade y van den Leeuw, son esencialmente un esfuerzo por defender,contra la accin destructora del tiempo, las energas primitivas.

    Sentido del tiempo

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    Con la Biblia el tiempo adquiere un contenido positivo, como lugar en el que serealiza un designio de Dios. Sin embargo, esta orientacin hacia el futuro suponeunacto de fe, fundado en las promesas de Dios. El hroe bblico, Abrahn, se opone alhroe griego, Ulises. El ttulo del poema de Homero es "nostoi", la vuelta. Lacaracterstica de Ulises es la nostalgia. Por eso, despus de haber navegadolargamente volver a su punto de partida. El tiempo es partida. El tiempo sedestruye a s mismo. Abrahn, al contrario, deja Ur de Caldea para siempre y sepone en camino para la tierra que Dios le dar. Para el hombre bblico, el paraso, lainocencia, no estn en el punto de partida, sino en el trmino. Es esencial para l laactitud escatolgica.

    Es curioso, sin embargo, que los acontecimientos futuros cuya realizacin seespera, se relacionan esencialmente con los del pasado. Las promesas de Diospermanecen invariables. Dios dice a Isaas: No os acordis para nada de las cosaspasadas. He aqu que voy a realizar un prodigio nuevo. Har surgir un camino en elmar (/Is/43/18-19). Uno de los acontecimientos del pasado fue el paso del marRojo. Es una accin salvfica por la que Dios libr a su pueblo en una situacindesesperada. El acontecimiento escatolgico ser un nuevo xodo, una nuevaliberacin, una nueva redencin. En esto vemos, como lo han notado Goppelt yEichrodt que lo que fundamenta la tipologa en el Antiguo Testamento es la analoga

    de las obras divinas en los diferentes momentos de la historia de la salvacin.La profeca nos anunciaba los acontecimientos escatolgicos. El Nuevo Testamentoes la afirmacin paradjica de que estos acontecimientos estn ya presentes enJesucristo. Hemos perdido de vista la importancia de estas expresiones tancorrientes en el Nuevo Testamento Para que se cumpliesen las profecas. Estose debe a que hemos perdido el sentido de la profeca. Cristo realiza las profecasen cuanto que la profeca anuncia el fin de los tiempos -y no un suceso futurocualquiera-, y en cuanto que Cristo es el fin de los tiempos. Lo esencial es, pues,que Cristo es anunciado como el fin de los tiempos. As se comprende el gesto deJuan Ecce agnus Dei. No dice existe un cordero de Dios, sino El Cordero deDios est ah.

    La expresin el fin de los tiempos debe entenderse en un sentido absoluto. No esslo el final de los tiempos, el trmino. Sino el fin, el acontecimiento definitivoydecisivo, aquel ms all del cual ya no hay nada porque no puede haber nada ms.La afirmacin cristiana paradjica es, como lo ha demostrado Cullmann-O, que elhecho decisivo de la historia se ha realizado ya. Ningn invento, ninguna revolucinnos traer nunca nada tan importante como la resurreccin de Jesucristo. Pues enla resurreccin de Cristo se han cumplido dos cosas insuperables: la glorificacinperfecta de Dios, y la unin perfecta del hombre con Dios. Nunca, pues, Cristo sersuperado. l es el fin de los designios de Dios.

    Pero entonces la historia sagrada no termina en Jesucristo? Esto solemos decirordinariamente. Y por esto no situamos los sacramentos en la perspectiva de lahistoria sagrada. Pero esto supone olvidar que si Jesucristo es el fin de la historiasanta, su venida no es ms que la inauguracin de sus misterios. En el smbolo delos apstoles, despus de confesar los misterios pasados, hablamos de un misteriofuturo "unde venturus est"; pero entre ambos hay un misterio presente, el "sedetaddexteram Patris", el estar sentado a la diestra del Padre. Existe, pues, un misterio

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    de Cristo del que somos contemporneos. Estamos situados en plena historia

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    sagrada, entre la ascensin y la parusa, en el perodo en que Cristo est a laderecha del Padre.

    En realidad este estar sentado a la derecha del Padre no es ms que la instauracindefinitiva del Verbo encarnado, que por la ascensin penetr en el tabernculocelestial, en su funcin de rey y de sacerdote. La humanidad gloriosa de Cristocausa durante todo el tiempo de la Iglesia, toda gracia, toda iluminacin, todasantificacin, toda bendicin. Y las obras divinas realizadas por el Cristo gloriososon eminentemente las obras sacramentales. Estas son las obras propiamentedivinas en el corazn de nuestro mundo, por las cuales Dios realiza la santificaciny edifica el cuerpo de Cristo, de cuya irradiacin procede toda santidad, toda virtud,toda misin.

    De esta manera, la historia de la salvacin nos descubre la naturaleza de lossacramentos. Son las acciones divinas correspondientes a este momento particularde la historia de la salvacin que es el tiempo de la Iglesia. Estas acciones divinasson la continuacin de las acciones de Dios en el Antiguo y en el NuevoTestamento, como ha mostrado Cullmann. Porque los modos caractersticos de

    obrar de Dios son siempre los mismos: crea, juzga, salva, hace alianza, se hacepresente. Pero con una modalidad en cada perodo de la historia de la salvacin.

    As pues, lo que caracteriza el tiempo de la Iglesia es, por una parte, el ser posterioral acontecimiento esencial de la historia santa, por el que la creacin ha alcanzadoya su fin y al que nada puede aadirse ya. Las acciones sacramentales no son msque la actualizacin salvfica de la pasin y de la resurreccin de Cristo. El bautismonos sumerge en su muerte y en su resurreccin. La misa no es otro sacrificio, sinoel nico sacrificio hecho presente en el sacramento: en este sentido es cierto que

    los sacramentos no aaden nada a Cristo, y son slo la imitacin sacramental de loqueha sido realizado realmente en l.

    Por otra parte, en el tiempo de la Iglesia aquello que se cumpli en Cristo, que es lacabeza, se comunica a todos los hombres, que son el cuerpo. El tiempo de lamisin, el del crecimiento de la misma Iglesia. Los sacramentos son losinstrumentos de este crecimiento. Por ellos se incorporan a Cristo los nuevosmiembros de su cuerpo. Como dice Gregorio-NISENO-SAN, Cristo se construye as mismo por aquellos que continuamente se agregan a la fe por medio delbautismo (PG 46, 1397c). Metodio de Olimpo califica la vida sacramental como losesponsales continuos de Cristo con su Iglesia (Conv. 3, 8). Se comprendeperfectamente que Cirilo de Jerusaln (CIRILO-JERUSALEN-S) califique al Cantar

    de los cantares como el texto sacramental por excelencia (/Ct/CIRILO-J-SAN). Elltimo aspecto del tiempo de la Iglesia es que la transformacin operada por Cristoafecta realmente a la humanidad y sin embargo no se manifiesta an. La oposicinentre el tiempo presente y el de la parusa es la que va entre lo que existe y loquese manifiesta Vosotros sois ya hijos de Dios pero no se revel todava lo queseris (1 Jn 3, 2). Los sacramentos tienen, pues, un aspecto oculto. Son un velo ala vez que una realidad Jesu, quem velatum, nunc aspicio, oro -ut te revelatacernens facie...

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    Esto nos hace descubrir un ltimo aspecto de los sacramentos en la historia de lasalvacin. No son la ltima etapa. A los misterios pasados sucedern los misteriosfuturos. Prefigurados por las realidades del Antiguo Testamento y del Nuevo, sonasu vez figura de la vida eterna. El bautismo anticipa el juicio, la eucarista esel

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    banquete escatolgico presente ya en el misterio. En los sacramentos, por tanto, serecapitula toda la historia de la salvacin. Son memorial, presencia y profecarecolitur memoria passionis ejus, mens impletur gratia et futurae gloriae nobispignus datur.

    Los sacramentos, pues, son las acciones de Dios en el tiempo de la Iglesia. Pero,como hemos dicho ya, los modos de obrar de Dios son siempre los mismos. En estose funda el derecho de la Iglesia para ver las analogas entre los sacramentos y lasactuaciones divinas que la Escritura nos describe. Aqu est e] fundamento ltimode lo que hemos expuesto en la primera parte de este captulo. El mundo de laliturgia es esta sinfona maravillosa en la que, en virtud de estas analogasfundamentales, aparece la correspondencia entre los diferentes momentos de lahistoria de la salvacin, y en que la liturgia nos hace pasar del Antiguo Testamentoa los sacramentos, de la escatologa a la espiritualidad, del Nuevo Testamento a laescatologa. El conocimiento de estas correspondencias es el saber cristiano talcomo lo comprendan los padres, la inteligencia espiritual de la Escritura. Y en esto,la liturgia es maestra de exgesis.

    ***

    Para muchos es una dificultad fundamental el captar el vnculo que une la Escrituraa la Iglesia. Creen en la Escritura pero no ven la necesidad de la Iglesia. Esabsolutamente necesario mostrarles la continuidad rigurosa entre la Escritura ylaIglesia, tal como aparece precisamente en la historia de la salvacin, pues en estahistoria las realidades que constituyen la Iglesia y aquellas de las que habla laEscritura aparecen como etapas de una misma obra. Adems, la referencia

    continua a la Escritura en la exposicin de los sacramentos, empleando un nicolenguaje, que es aquel del que se ha servido la palabra de Dios, y haciendodescubrir en los sacramentos las categoras escritursticas, manifiesta supertenencia a un mismo y nico universo.

    La Biblia y la liturgia se explican mutuamente. La Biblia garantiza y al mismo tiempoilumina a la liturgia. La garantiza por la autoridad de las profecas y de las figurasque en ella se cumplen y por situarla en el conjunto del plan de Dios. La ilumina,proporcionndonos las formas de expresin por las que comprendemos el sentidoautntico de los ritos. A su vez, la liturgia aclara la Escritura. Nos da su

    interpretacin autntica hacindonos ver en ella un testimonio de los "mirabilia Dei".Ms an, como estas acciones se continan en los sacramentos, dichas accionesactualizan la palabra de Dios autorizndonos a aplicarla a las acciones actuales deDios en la Iglesia en virtud de la analoga de las acciones de Dios en los distintosniveles de la historia de la salvacin.

    J. DANIELOU

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    HISTORIA DE LA SALVACION Y LITURGIASIGUEME. Salamanca 1965, pgs. 52-70

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    EL MISTERIO LITRGICO,

    INTERVENCIN ACTUAL DE DIOS EN LA HISTORIA

    La Constitucin de Liturgia, junto con las directrices prcticas propone los principiosen que dichas directrices se fundan. Estos principios son de una importanciaexcepcional, ya que la reforma litrgica debe hacerse para no caer en lo arbitrario,en conformidad con dichos principios. Estos principios se reducen a dos que, aprimera vista, podran parecer difciles de compaginar. El primero es el principio dela tradicin: hay que revalorizar los datos litrgicos primitivos. El segundo, el delaadaptacin: hay que hacer el culto cristiano accesible al hombre del siglo xx. Miintencin es hacer ver que la concepcin de las acciones litrgicas comoacontecimientos de la historia de la salvacin responde a esta doble exigencia.

    La explicacin de los sacramentos, la catequesis mistaggica, de la que tenemosdocumentos excepcionales en el siglo IV, se apoya ntegramente en la analoga delos sacramentos con los mirabilia Dei del Antiguo Testamento. As sucede ya en el

    De Baptismo de Tertuliano. Como ejemplo tomar slo la 3 catequesis bautismalde san Juan CRISOSTOMO. En ella, el bautismo y la eucarista se explican a basedel tema adamtico: De la misma manera que Dios tom la costilla de Adn y forma la mujer, as Cristo nos dio la sangre y el agua de su costado para formar laIglesia. Esta sangre y esta agua son smbolos del bautismo y de la eucarista (3,17-18). La renuncia a Satans y la adhesin a Cristo son la rplica al pacto firmadopor Adn y abolido por Cristo.

    Lo mismo sucede con el xodo Quieres conocer la virtud de la sangre(eucarstica)? Veamos lo que fue su figura en los tiempos antiguos. Yav querasuprimir a los primognitos de los egipcios. Qu hacer para salvar a los judos?Inmolad un cordero sin mancha, dice Moiss, y ungid vuestras puertas con susangre. Aquel da el ngel exterminador vio la sangre y no os entrar. Con cunta

    mayor razn se guardar hoy el diablo de entrar en los fieles, convertidos ensantuario de Cristo, al ver sus labios marcados con la sangre de Jess (3,15). Yms adelante Los judos vieron milagros. T los has visto mayores. T no has vistoal faran anegado con su ejrcito. Los judos pasaron el mar, t has pasado lamuerte (3, 24).

    En la decoracin de las iglesias, de los bautisterios, de los sarcfagos, las accioneslitrgicas se representan con smbolos de los episodios del Antiguo y del NuevoTestamento. Precisamente los mismos que mencionan las catequesis y losprefacios. Los estudios de M. Martimort, confirmados recientemente por De Bruyne,son decisivos a este respecto. Se representa principalmente a Dios tocando la ma

    node Adn, que significa la comunicacin del espritu al hombre nuevo por el bautismo,a No en el arca, a la roca de agua viva del desierto, al pescador qu evoca lapesca milagrosa de Ez 47 y de Jn 21.

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    Tenemos que reflexionar sobre estos hechos para descubrir su sentido. En primerlugar nos sorprende el carcter aparentemente arbitrario de estas relaciones. Noshace pensar que el bautismo se relaciona con el diluvio o con el paso del mar Rojo,simplemente porque el bautismo se administra con agua o porque el agua juega unpapel importante en esos episodios. Tenemos que confesar que esta advertencia nocarece de valor, pero sera un error quedarnos ah, ya que los padres de la Iglesiano quieren poner de relieve la analoga de los signos, sino la de las realidades.Oigamos a Ambrosio-san: Que en el mar Rojo hay una figura de este bautismo,nos lo dice el apstol con estas palabras "nuestros padres fueron bautizados en lanube y en el mar". Y aade: "todo esto les ocurra en figura. Entonces Moiss tendasu vara, cuando el pueblo judo estaba cercado por todas partes. El egipcio con suejrcito lo asediaba por un lado, y por el otro, el mar les cerraba el paso" (Sacr.1,29).

    San Ambrosio insiste aqu en que lo esencial es una situacin concreta. El paso delmar Rojo significa y expresa una situacin desesperada y sin salida humana. Elpueblo es salvado slo gracias a la intervencin de Dios. Pues bien, esta mismasituacin es la del catecmeno ante la piscina bautismal, una situacin desesperada

    por antonomasia, ya que es el estado de muerte espiritual y de mortalidad corporal.Slo el poder de Dios puede librarlo de este estado, estado que es ciertamente unasituacin de salvacin. Lo mismo ocurre con todas las figuras de los sacramentos.El agua bautismal se compara con las aguas primitivas, sobre las que incubaba elespritu de Dios: el bautismo se nos presenta, segn esto, como una nuevacreacin. Se le compara con las aguas del diluvio: el mundo estaba en pecado; eljuicio de Dios castiga al mundo pecador; lo esencial es que el bautismo aparececomo un juicio de Dios, que destruye al hombre pecador Por el bautismo habissido sepultados con Cristo.

    Lo mismo puede decirse de los dems sacramentos. Tomemos la eucarista.Decimos en las palabras de la consagracin Esta es mi sangre, la sangre de lanueva alianza, que ser derramada por vosotros en remisin de los pecados. Estetexto est cargado de resonancias bblicas. Pero tambin aqu habr que descubrir,por encima de la analoga de los ritos, la de las realidades: Moiss haba derramadola sangre sobre el pueblo y el altar; la divisin de la sangre significaba la alianza, esdecir, la participacin y comunin de vida definitivamente operada Ellos sern mipueblo y yo ser su Dios. La eucarista es alianza. Yav haba derramado el clizde la clera sobre sus enemigos; la sangre de Cristo es derramada tambin peropara bendicin, no para maldicin, al menos para aquellos que no beben su propiacondenacin.

    Yav habitaba en el templo de Jerusaln. Esta presencia de Dios en medio de supueblo es una de las caractersticas de la historia santa. En la eucarista el VerbodeDios habita en el nuevo templo que es la Iglesia, hecha de piedras vivas. En estenuevo templo, el sacerdocio nuevo, el sacerdocio real, de que nos habla la primeracarta de san Pedro, ofrece los sacrificios espirituales, es decir, los sacrificios delhombre renovado por el Espritu Santo, los nicos que el Padre acepta con agrado.

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    La sangre del cordero pascual, puesta sobre las puertas de las casas de losegipcios apart al ngel exterminador. El juicio pasa (pesha), evita a los que estnmarcados con la sangre del Cordero que, a pesar de ser inocente, ha cargado sobres el peso de la clera, para que este peso no caiga sobre los pecadores.

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    Hemos sealado las analogas entre el Antiguo Testamento y los sacramentos.Hemos prescindido del Nuevo Testamento. Pero es evidente que se sita en lamisma perspectiva. El Nuevo Testamento nos revela el contenido teolgico de lasacciones de Cristo por analoga con el Antiguo: Cristo es la nueva creatura queengendra el Espritu en las entraas de Mara; su humanidad es el templo en el queel Hijo de Dios ha establecido su morada; es la alianza no slo nueva, sino eterna,ya que con l se da a la humanidad definitiva e ntegramente la vida divina. Lossacramentos, por su parte, se referirn a estos misterios de la vida de Cristo: elbautismo es una imitacin de su muerte y resurreccin, cuyos efectos realesproduce; es una participacin en la alianza concluida en l; una participacin en eljuicio cumplido en l y en la presencia de Dios que en l se realiza.

    Llegamos, pues, a la conclusin de que la relacin establecida por las catequesispatrsticas entre los sacramentos y las acciones de Dios descritas en el Antiguo yenel Nuevo Testamento significa que los sacramentos corresponden a situacionesidnticas si bien en los distintos niveles de la historia de la salvacin. Estassituaciones son acciones divinas. Comprenden un campo del ser que no es el de lasperfecciones o el de las relaciones eternas. Es el de las intervenciones de Diosen la

    historia. Estas intervenciones de Dios en la historia son el objeto de ta fe. Descubrireste ncleo en los sacramentos es ponernos en contacto con su esencia msntima. Llegamos pues, a la definicin de los sacramentos, sustancialmente tomadade Cullmann-O, como la continuacin en el tiempo de la Iglesia de las grandesacciones de Dios en el Antiguo y en el Nuevo Testamento.

    De aqu se deducen consecuencias importantes. Hemos descubierto en lossacramentos su ncleo fundamental. Por otra parte, la relacin de los sacramentoscon las acciones de Dios en ambos testamentos, refiere los sacramentos a lahistoria santa. Nos indica que la historia santa no se prolonga en los libros, sino enla realidad. Dicha relacin funda la fe en los sacramentos en la fe en las accione

    s deDios en su pueblo y en Cristo. Es esto lo que hace el ngel Gabriel cuando, paraprovocar la fe de Mara le propone el ejemplo de lo que ha hecho Dios en Israel.Pues el acto de fe no es fe en lo arbitrario ni en lo absurdo, sino, al contrario, en lacontinuidad de un plan que sita a su objeto y le da inteligibilidad.

    Finalmente esa analoga explica el contenido de los sacramentos ya que nos indicaque ese contenido no es distinto del de las dems acciones de Dios. Los modos deactuacin de Dios son siempre los mismos. En todos los niveles de la historia de lasalvacin, Dios crea, salva, se hace presente, juzga, hace alianza. Y la fe consiste

    en creer eso, ya se trate del Antiguo Testamento, ya de Cristo o de los sacramentos.De aqu que esta analoga supone una simplificacin extraordinaria en la enseanzareligiosa. Suprime de ella todo lo adyacente. Exgesis, espiritualidad, teologa,moral, tratan de lo mismo. Con esto es posible una cierta unificacin del sabercristiano. Ms vale emplear mucho tiempo en dar a entender cules son los modosde actuacin de Dios, en suscitar la fe en estas acciones divinas, que en perderlocon una multitud de cuestiones secundarias.

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    Hemos visto hasta ahora cmo las acciones de Dios en los sacramentos son lasmismas que las que realiz en el pueblo elegido y en Cristo. Pero si estas accionesson las mismas, son tambin distintas en cuanto que se realizan en otro momentode la historia de la salvacin. Esto nos permitir explicar el ttulo completo de este

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    captulo: no se trata solamente de una intervencin cualquiera de Dios, sino deintervenciones actuales. La tipologa es la analoga de los modos de actuacin deDios en los diversos estadios de la historia de la salvacin. Al decir analogaqueremos decir semejanza y diferencia a la vez. Tenemos que exponer ahora estaforma particular de creacin, de presencia, de salvacin, de alianza, de juicio, queson los sacramentos. Pues es evidente que el Antiguo Testamento, Cristo y lossacramentos presentan contenidos diferentes.

    Para esto tenemos que describir los grandes rasgos de la teologa de la historiasanta. Los sacramentos se integrarn en ella. El Antiguo Testamento es untestimonio de las acciones divinas ya pasadas: creacin, alianza, templo. Es unprimer aspecto y fundamental. Pero el Antiguo Testamento es al mismo tiempoprofeca. Comprende, dir Justino, typoi y logoi. Los logoi anuncian queYav cumplir en el futuro obras anlogas y mayores que las del pasado. As loafirma Isaas No recordis las maravillas pasadas, mirad que yo har una maravillanueva. Pondr un camino en el mar (/Is/43/18-19). Esta afirmacin es capital.

    Supone una inversin de la perspectiva pagana, segn la cual la historia no es msque una vuelta nostlgica al origen. A esta nostalgia opone el Antiguo Testamentolaesperanza. Slo es memorial para convertirse en profeca. El recuerdo del pasadofundamenta la esperanza en el porvenir. La fe en el antiguo xodo funda la

    esperanza de un nuevo xodo. Es la dimensin escatolgica.Pero aqu interviene un tercer dato. El acontecimiento escatolgico ya est cumplidoen Cristo. En los misterios de la encarnacin y de la resurreccin se ha cumplido elfin de las cosas, el plan de Dios se ha realizado. l es la nueva creacin, la nuevayeterna alianza, la presencia definitiva de Dios entre los hombres, la salvacindefinitivamente operada. La paradoja cristiana es que el acontecimiento definitivo seha cumplido ya. Nunca se progresar hasta el punto de que Cristo quede superado.En l hemos llegado al punto final, ms all del cual ya no hay nada: la glorificacinperfecta del Padre, la perfecta divinizacin del hombre. Estamos otra vez en elncleo de la fe cristiana. La fe en que la escatologa est ya presente en Jesucristo,

    el mundo sustancialmente salvado, Dios sustancialmente glorificado.

    Cul es entonces el carcter de este tiempo, el tiempo de la Iglesia? Primeramenteque es posterior al acontecimiento esencial de la historia sagrada. sta haalcanzado ya sustancialmente su fin en la encarnacin y resurreccin. Lahumanidad est ya salvada y la glorificacin de Dios conseguida. Ya no puedehaber otro acontecimiento. Pero lo que se ha cumplido ya en la humanidad de Cristodebe comunicarse an a toda la humanidad. Cristo glorificado y sentado a la diestradel Padre edifica su cuerpo que es la Iglesia. Este misterio de Cristo llena eltiempo

    que va de la ascensin a la parusa. Cristo lo ocupa por entero. No tiene ni puedetener otro contenido distinto. Pero este contenido se va desarrollando. La estructurasacramental pertenece a ese carcter del momento actual de la historia santa.

    Pero por otra parte lo que se ha cumplido ya en Cristo, no repercute todava ennuestro cuerpo. La segunda caracterstica de la estructura sacramental de la historiade la salvacin es su carcter oculto Estis muertos y vuestra vida est escondidacon Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, vuestra vida, entonces tambin os

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    manifestaris gloriosos con l (/Col/03/04). La accin sacramental corresponde,pues, a una poca de la historia de la salvacin en la que las realidadesescatolgicas estn ya cumplidas, pero no se han manifestado an. Ahora somos

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    hijos de Dios aunque an no se ha manifestado lo que hemos de ser (/1Jn/03/02).0 tambin La creacin entera gime hasta ahora... suspirando por la adopcin, porla redencin de nuestro cuerpo (/Rm/08/22). La filiacin divina es ya una realidad,pero su repercusin csmica est an en suspenso. Salvo en la humanidad de laMadre de Dios.

    Tal es el momento de la historia de la salvacin en que nosotros vivimos.Corresponde a un misterio de Cristo. El ltimo de los misterios pasados es laascensin. El misterio futuro es la parusa. El nico misterio actual es el estarsentado a la diestra del Padre. Es el misterio del Cristo exaltado en la gloriadelPadre, que construye su propio cuerpo hasta que, habiendo establecido el reino deDios sobre toda creatura, entregue todas las cosas a su Padre, ofrecindole lacreacin perfeccionada, como un sacrificio de eterna alabanza, ante el estupor delos ngeles. Los sacramentos corresponden a esta consagracin progresiva delhombre y del universo. Se sitan en el mundo escondido de los corazones. Slocuando el reino de Dios se haya establecido en los corazones, se manifestar en loscuerpos futurae gloriae nobis pignus.

    Pero aunque los sacramentos corresponden a un estadio propio de la historia de la

    salvacin, no suprimen los dems estadios, sino que recapitulan toda la historia yapasada. En la celebracin litrgica se contina aquello que se inaugur ya en losalbores de la historia de la salvacin. La celebracin litrgica asume la historiahumana ya desde sus orgenes y la orienta hacia su ltimo fin. Es arqueologa yescatologa. Los historiadores suelen empezar la historia del pueblo de Dios conAbrahn. Pero esto tiene resabios de academismo. La liturgia abarca dimensionesms amplias. Penetra, con su mirada proftica, en los abismos de la historiacsmica, donde la ciencia no penetra. Y los asume con seguridad majestuosa.

    Asume al hombre, a la raza humana, en su origen adamtico. Incorpora al primerAdn, modelado del polvo de la tierra y vivificado por el soplo de Dios. Muestra larecapitulacin del primer Adn en el segundo, nacido no ya de la tierra virgen, sino

    de la Virgen Mara. La liturgia nos hace descubrir en esta accin creadora, unaaccin divina en el centro de la historia, anloga a la que tuvo lugar en los orgenesde la misma. Y nos presenta esta nueva creacin como realizada en cada uno delos hijos de Adn en virtud del bautismo Quien no naciere del agua y del espritu nopuede entrar en el reino de Dios (Jn 3, 5). El tema del cristiano como nuevo Adnllena toda la catequesis litrgica, desde Ireneo hasta Teodoro de Mopsuestia, yconstituye la dimensin ms radical de la misma, dimensin que la convierte en unarespuesta al problema de toda la humanidad.

    Este empalme en Adn se desarrolla en distintos planos. Adn, creado a imagen deDios, es colocado en el paraso, del que le arrojar su pecado. El bautismo es un

    retorno al paraso. El paraso describe, de modo concreto, un aspecto de losmirabilia Dei, el de la presencia. El paraso es el lugar en que Dios est presenteyen el que brilla esplendorosamente su gloria. En l, los ros de aguas vivas hacenbrotar los rboles de la vida. Este paraso vuelve a abrirse cuando el nuevo Adnvuelve al paraso la tarde del viernes santo, llevando consigo al buen ladrn,smbolo de toda la humanidad pecadora. El Apocalipsis nos describe el ro de aguasvivas que brota del trono de Dios y del cordero y que hace crecer los rboles de lavida. En otro lugar he expuesto cmo cada uno de los descendientes de Adn

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    vuelve a entrar, por el bautismo, en el paraso. El medio sacramental, bautismo,

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    confirmacin, eucarista, son esos efluvios vivificadores de mirra, las aguas vivasque hacen crecer los rboles de la vida o hacen brotar la vida en el mar estril, elpan de vida que comunica la vida incorruptible; el medio sacramental es, en unapalabra, el paraso recuperado.

    Cuando el catecmeno pide el bautismo, dice Teodoro de Mopsuestia, se presentacomo pecador citado ante el juez de vivos y muertos. Est an bajo el yugo deSatans, a quien Adn lig su descendencia al venderse a l, para obtener acambio el poder de ser igual a Dios. El catecmeno viene a denunciar este contrato.Puede hacerlo porque el quirgrafo, el documento jurdico firmado por Adn, ha sidoya denunciado y roto por Cristo en la cruz. El catecmeno denuncia el contrato delahumanidad con Satans y restablece la antigua alianza, renovada por Cristo en lacruz. Como pertenece ya a la nueva creacin, como vive ya en el nuevo paraso,entra en la nueva alianza.

    **

    Quiero indicar, para terminar, cmo esta interpretacin de la celebracin litrgicacomo acontecimiento de la historia de la salvacin, permite resolver algunas de las

    dificultades de la pastoral de los sacramentos. La primera dificultad queencontramos continuamente es la de que los smbolos sacramentales ya no soninteligibles para los hombres de hoy, porque el hombre de hoy ha perdido el sentidode la dimensin simblica de las realidades csmicas y naturales. El agua y elfuego, el pan y el vino, el aceite y la sal tenan para el hombre antiguo unasignificacin sagrada, que han perdido ya para el hombre actual. El hombremoderno ya no capta el sentido sagrado del mundo. No interesa si esto es unaenfermedad pasajera o es una conquista irreversible. El hecho es cierto.

    Sin embargo, el simbolismo de las acciones litrgicas no se funda en analogastomadas del cosmos. No se trata del simbolismo natural del agua o del vino, delaceite o de la sal. O por lo menos este simbolismo no es lo principal, sino que

    fundamentalmente se trata de la analoga existente entre situaciones histricas, esdecir, entre realidades humanas.

    El hombre de hoy es extraordinariamente sensible a las realidades humanas.Situaciones como la de la cautividad y la liberacin, la soledad y la comunicacin,condenacin y absolucin, presencia y ausencia, confianza y desconfianza le sonfamiliares, ms an, se emplean con frecuencia simblicamente, con un simbolismoa veces ambivalente, sobre todo en el cine. Pienso en un film de Buuel que vi elao pasado en el que unos hombres estn encerrados en una casa de la que nopueden salir. Al amanecer son liberados. Es la liberacin obrera? Es lasalvacin?

    Aqu est el nudo del problema. Si las realidades de los sacramentos se refieren a

    realidades humanas, los signos sacramentales se referirn tambin a dichasrealidades humanas; no sern, por tanto, meros smbolos csmicos. Esto es capital,pues una de las grandes dificultades de nuestro tiempo es que el cosmos ya no esportador de misterio, y tanto menos lo ser cuanto ms explorado sea. Si los signossacramentales se refiriesen esencialmente al cosmos sera difcil convertirlos ensigno del misterio. Pero los signos sacramentales, como hemos dicho, se refierena

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    situaciones humanas. Los smbolos que utilizan son los de la comida comocomunin, el agua como juicio, el amor como alianza, la muerte y el nacimiento,como liberacin y creacin. Esto sin embargo no es solucionar el problema, sinoslo retrasar su solucin, pues para que los gestos humanos puedan ser referidos almisterio es necesario que tengan en s mismos algo de sagrado. Pero, no hanperdido tambin los gestos humanos su sentido sagrado? No es difcil convertir lacomida en signo de la comunin con Dios, el amor humano en signo de la alianza, lamuerte humana en signo de la perdicin espiritual? Las imgenes que estos gestosevocan, no son puramente profanas hasta el punto de que sorprenda su aplicacina los misterios cristianos? El problema queda planteado. A m me parece que elhombre moderno empieza a redescubrir lo sagrado en las situaciones humanas.Cuando la tcnica afronta el dolor o la muerte, ya se trate del control de la natalidad

    o de la eutanasia, se encuentra con el misterio. Lo sagrado renace en el mundoprecisamente al nivel del hombre. La imagen de Dios ya no se descubre en eluniverso, sino en el hombre. Por esto el simbolismo sacramental, que parte desituaciones humanas, vuelve a adquirir su valor.Pero es necesario, adems, que comprendamos el carcter sagrado de lasrealizaciones humanas en s mismas, en su mismo orden humano, aquello quepudiramos llamar el eterno paganismo que el cristianismo supone siempre. Quierodecir con esto que es infinitamente precioso, por ejemplo, el que un chico o una

    chica, aunque sean cristianos mediocres, no acepten celebrar su matrimonio sin labendicin de la Iglesia. No hay en esta actitud una sensibilidad, elemental si sequiere, para lo sagrado, cuya importancia desconocen hoy muchos, si no es que seempean en destruirla? Los protestantes opinan que la revelacin supone la muertede la religin natural. Yo pienso lo contrario. Pienso que lo sagrado es algosustancialmente humano y que debemos salvaguardarlo all donde exista an,aunque sea mezclado con supersticiones, y que debemos provocarlo all dondetodava no existe, en las esferas de la sociedad que hayan perdido ese sentido delosagrado.

    La dificultad est en el paso de los signos a las realidades, del rito pagano alevangelio cristiano. Los sacramentos expresan siempre la relacin del hombre vivocon el Dios vivo. En este sentido ofrecen dificultad en cuanto que ponen al hombreen una condicin de relacin con Dios. Pero esta dificultad no es otra que ladificultad eterna de la fe. Sin embargo, la pedagoga cristiana, no consisteprecisamente en familiarizar progresivamente al hombre con estas situaciones quese encuentran en todas las etapas de la historia de la salvacin? El problema delbautismo, el de la resurreccin de Cristo, el de la historia de Israel, el de la muerte,no son problemas distintos, son un nico problema, el de la dimensin que la fe

    introduce en la existencia, principalmente en la existencia del hombre, no en ladelcosmos.

    Otra dificultad que podra formularse es la de que puede parecer peligroso fundarlafe en los sacramentos sobre acontecimientos del Antiguo Testamento, cuyahistoricidad es a veces problemtica. Tocamos aqu la cuestin de la hermenutica.Es cierto que desde el punto de vista de la investigacin histrica, los sucesos deque nos habla el Antiguo Testamento se sitan en niveles totalmente distintos. Par

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    alos mismos autores sagrados la liberacin de No, la de Moiss y la de Jons,pertenecen todas ellas a la historia santa, aunque en sentidos distintos.

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    La primera se refiere a la interpretacin teolgica de la historia de Israel; la tercera,a la interpretacin teolgica de la escatologa. La primera y la tercera, porconsiguiente, no se deducen de la investigacin histrica. Pero proceden, con todacerteza, de la historia santa. Y esto es lo que aqu nos interesa.

    En efecto, como la tipologa permite descubrir las leyes de la gracia, es evidentequeestas leyes tienen un carcter universal, es decir, que abarcan la totalidad deldevenir histrico. La historia santa, en efecto, no empieza con Abrahn paraterminar con Pablo Vl. Comienza, nos dice san Agustn, con la creacin del mundo.Es una interpretacin integral del devenir csmico y del devenir humano. Penetracon su mirada proftica ms all de lo que puede captar una investigacin histricacientfica en el pasado o en el futuro. Se apoya, por consiguiente, no en datossiempre verificables por una historia emprica, ni sobre representaciones que serefieren a culturas ya perdidas, sino sobre una revelacin que capta en su ncleofundamental la realizacin ltima del plan de Dios que se desarrolla a travs de lahistoria.

    Esto significa que es imposible separar Biblia y liturgia, construir una teologade lossacramentos sin teologa bblica, una catequesis de los sacramentos sin catequesisbblica. Se puede hablar de los sacramentos o de Cristo o del Antiguo Testamento,

    esto no tiene importancia alguna, ya que siempre se trata de lo mismo. Pero es claroque es imposible referir los sacramentos a la Biblia, o la Biblia a los sacramentos, siantes no se conoce la Biblia. Por esto una iniciacin a las categoras bblicasfundamentales, despojadas de todo arqueologismo, que haga captar el contenidodivino de los acontecimientos de la historia santa y suscite la fe en ese contenido, escondicin indispensable de cualquier teologa de la liturgia. Adaptacin, cuanta sequiera, pero a condicin, ante todo, de que se conozcan autnticamente y seconserven las cosas que se adaptan.

    J. DANIELOU

    HISTORIA DE LA SALVACION Y LITURGIASIGUEME. Salamanca 1965.Pgs 71-86

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    EL CANTO DE MOISS Y LA VIGILIAPASCUAL

    "Dichoso aquel que comprende el significado de los cantos escribe Orgenes,puesto que nadie canta si no est en fiesta; pero dichoso an ms quien canta elcanto de los cantos. Antes es preciso salir de Egipto para poder entonar el primerode los cantos: Cantad a Yav, que se ha mostrado de modo glorioso"1. Podrapensarse que la idea de agrupar los cantos del Antiguo Testamento en una especiede escala progresiva que marca a un mismo tiempo las etapas de liberacin de lahumanidad y el rescate del alma sea una invencin genial, pero caprichosa, delgran alegorista alejandrino. Pero la razn de haberle aducido es el testimonio quelmismo nos da de un uso litrgico anterior a l.

    El canto del xodo formaba parte, sin duda alguna, de la pascua juda. De ella pasa la liturgia de la primitiva Iglesia. Zenn de Verona nos lo asegura ya en el siglo IV.Baumstark piensa que formaba parte, junto con el cntico de los tres jvenes, delncleo primitivo de la vigilia pascual. Por eso la Iglesia, con un instinto seguro, en la

    reciente reforma litrgica del oficio de la vigilia pascual lo ha mantenido, justificandoel que, a imitacin de Orgenes, busquemos en el cntico de Moiss la expresin dela alegra del pueblo de Dios ante el misterio pascual de la salvacin de lasnaciones.

    *****

    Antes es preciso salir de Egipto... El primer cntico es el del xodo. El AntiguoTestamento nos muestra el bosquejo de las grandes obras de Dios, el Nuevo nosanuncia su cumplimiento, la Iglesia nos presenta su resonancia actual. El xodo esuna de las obras ms importantes realizadas por Dios. Es propiamente un misteriode liberacin. No es sino un aspecto de la pascua, pues la pascua encierra en s

    misma todo el misterio cristiano: es creacin y liberacin, expiacin y purificacin. Ecanto del xodo no exalta ms que un aspecto particular: el de la liberacin delpueblo de Dios, cautivo de las fuerzas del mal. Este misterio del Dios libertadorreaparece en todos los niveles de la historia de la salvacin, como un sonido queseprolonga en ecos cada vez ms profundos. A orillas del mar Rojo es liberacin deIsrael perseguido por el ejrcito del faran; a orillas de las aguas profundas de lamuerte es liberacin de Cristo cautivo del prncipe de este mundo; a orillas de lasaguas del bautismo es liberacin del pagano, cautivo de los poderes de la idolatra,

    misterio misional, entrada en la Iglesia, edificacin del cuerpo mstico; a orillasdelmar de cristal mezclado de fuego, que nos describe el Apocalipsis, es liberacinescatolgica de los cautivos de la bestia: la muerte. Y siempre, tras la otra orilla,tras haber escapado milagrosamente de la persecucin del enemigo, el pueblo delos rescatados entona el cntico triunfal.

    El pueblo de Israel, guiado por la columna de nube, hua de la tirana egipcia. Elfaran y sus carros de combate salen en su persecucin. El pueblo lleg al mar. El

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    camino estaba cortado. Se encontraban abocados o a un total aniquilamiento o auna nueva servidumbre. Situacin trgica de un ejrcito acorralado junto al marhasta el punto de ser destruido o capturado. Es menester subrayar fuertemente estecarcter desesperado de la situacin, ya que ello da todo el sentido al episodio. Enefecto, precisamente en el momento crtico en que se encontraban con

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    imposibilidad absoluta de poder salvarse por s solos es cuando el poder de Diosrealiza lo que para el hombre era imposible:

    Moiss extendi su mano sobre el mar e hizo soplar Yav sobre el mar toda lanoche un fortsimo viento solano. Los hijos de Israel entraron por el medio del mar ylas aguas formaban una muralla a derecha e izquierda. Los egipcios los seguan yentraron detrs en medio del mar. Moiss extendi ahora su mano, y las aguas,reunindose, cubrieron los carros, los caballeros y toda la armada del faran, de talforma que no escap ni uno solo (Ex 14, 21-28).

    Esta accin de Dios librando a su pueblo de una situacin desesperada ser atravs de los siglos el mayor recuerdo de la historia de Israel:

    No eres t quien secaste el mar, las aguas del profundo abismo, y tornaste lasprofundidades del mar en camino para que pasasen los redimidos? (Is 51,10).

    Despus, al contemplar al alba, tras la noche trgica y prodigiosa, los cadveres delos egipcios llevados por las olas a la orilla, Moiss y los israelitas improvisaron elcanto del xodo:

    Cantar a Yav, que se ha mostrado sobre modo glorioso. El arroj al mar alcaballo y acaballero. Yav es mi fortaleza y el objeto de mi canto. l ha sido misalvador...

    Mara, la profetisa, hermana de Aarn, toma en sus manos un tamborn y todas lasmujeres la siguen tocando y danzando. Mara responda a los hijos de Israel

    Cantad a Yav, que se ha mostrado sobre modo glorioso. l arroj al mar alcaballo y al caballero...

    A orillas del mar Rojo se form la primera liturgia pascual. Dom Winzem ha podidoescribir que en esta hora naci el oficio divino. Ciertamente se trata de unaverdadera liturgia. El coro de las mujeres, repitiendo el estribillo, alterna co

    n el delos hombres, que canta las estrofas. Nosotros lo cantamos todava en la vigiliapascual, y resonar en adelante, a travs de toda la historia de la salvacin, entodas las pascuas. Hay algo de extraordinario en esta continuidad, y la liturgiaaparece aqu como maestra de doctrina. Nos muestra la fidelidad de Dios que salvaa su pueblo.

    Si la travesa del mar Rojo es una obra admirable de Dios, el Antiguo Testamentonos muestra que Dios realizar en el futuro una obra de liberacin mucho msadmirable todava. El mensaje especfico del Antiguo Testamento consiste enanunciarnos este suceso. Es esencialmente profeca. Recoge los acontecimientospasados nicamente para fundamentar nuestra esperanza en los acontecimientos

    futuros, y no para que nos desesperemos en la nostalgia de un pasado perdidoirremediablemente o imposible de revivir ms que por un mero volver hacia atrs.He aqu una diferencia fundamental entre el libro santo de los judos y los de lasreligiones naturales. stos tienen como objeto siempre el mito original, que subsisteen un tiempo arquetipo y en el que el hombre, arrastrado por la ola del tiempoprofano, se esfuerza por participar, en virtud de esos mismos ritos que renuevanlasfuerzas de la vida, en las fuentes mismas de la creacin primera.

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    y una gran obra de Dios; pero la liberacin nueva que haba de realizarse al fin delos tiempos es tanto ms gloriosa cuanto que pascua no ser en adelante paranosotros sino el memorial de la resurreccin de Cristo. En cierto sentido podemosdecir que pensamos ms en la antigua alianza. Cuando el sol domina el horizonte,escriba san Basilio, no hay necesidad de lmparas. Con todo, siempre es buenovolver sobre esos esbozos de la ley antigua ya que nos ayudan a comprender mejorel sentido de unas acciones mucho ms admirables, las de la ley nueva. Adems,por el contraste que nos ofrecen entre s, nos permiten captar mejor su grandeza.

    Por eso, he aqu lo que en el corazn mismo del Antiguo Testamento anunciabaIsaas, profeta del nuevo xodo:

    As habla Yav que abre un camino en las nubes, un sendero en las aguaspoderosas. No os acordis ms. de los acontecimientos pasados y no considerisya ms las cosas de otro tiempo: he aqu que voy a hacer una maravilla nueva (Is43, 16-19).

    Es cierto que la travesa del mar Rojo fue una maravilla, pero la maravilla nuevaqueDios va a realizar es tal que ya aqulla no se recordar ms. En seguida Isaas nosmuestra la nueva creacin oscureciendo el resplandor de los primeros cielos, de la

    primera tierra. En estos mismos trminos nos dice lo mismo el nuevo xodo.Esta liberacin nueva y definitiva, se realiz en la resurreccin de Cristo, llevada acabo en la misma noche en que Dios libr a su pueblo del poder de los egipcios. Elmensaje del Nuevo Testamento no es precisamente ensearnos y mostrarnos unaliberacin ms extraordinaria que la del xodo. El Antiguo Testamento sera yasuficiente para eso. El autntico mensaje del Nuevo Testamento consiste enhacernos saber que esta liberacin se ha cumplido ya. Una sola palabra resume elNuevo Testamento: hodie. Hoy estars conmigo en el paraso. El objeto quepersiguen los evangelistas es precisamente el mostrarnos que el futuroescatolgico, la liberacin futura anunciada por el profeta se ha cumplido ya.

    Jalonan la vida de Cristo los smbolos del xodo: la serpiente de bronce, la roca deaguas vivas, el man celestial, la columna luminosa.

    Esta liberacin, sin embargo, es de mayor envergadura que la del xodo. Entoncesse trataba solamente del pueblo judo cautivo de los paganos; aqu se trata de lahumanidad entera cautiva de las fuerzas del mal, de lo que llamamos el pecadooriginal. De igual modo que el pueblo de Israel se encontraba en una situacindesesperada, aqu es la humanidad toda la que se encuentra en esa mismasituacin. Lo ms grave es que no puede salir de ese apuro por s sola. No haysalvacin del hombre por el hombre. El hombre es presa de la muerte, privado de lagracia de Dios en su alma, de la vida de Dios en su cuerpo. El mal no es un

    problema en el que el hombre haya tomado parte. Existe un misterio del mal, razvenenosa de la que ese mal