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37* CONFERENCIA
Caracteres del delito. — Excusas absolutorias. — Grupos de excusas en el Código Penal Venezolano
Comenzó el Profesor Luis Jiménez de Asúa en la 37a. Conferencia del Segundo Ciclo que da en la Universidad Central, hablando de los caracteres del delito y entre ellos enumeró a las causas o excusas absolutorias de penalidad, y asimismo el Profesor Jiménez de Asúa, contempló los grupos de estas excusas en que está dividido el Código Penal Venezolano.
En el aspecto injusto de la penalidad miran autores nacionales y extranjeros y entre ellos los alemanes Franz Von Liszt y M. E. Mayer, señalando entre las excusas personas o causas personales, que excluyen del castigo, a pesar de ser hechos delictuosos porque no afectan ni la antijuridicidad ni la culpabilidad de la acción, sino que solamente se vinculan a la aplicabilidad de la pena; son verdadera y propiamente causas de impunidad establecidas por razones de utilidad (utilitatis causa), pues la injusticia del hecho y la culpabilidad del autor personal permanecen intactas. Por eso son causas personales de impunidad, que dejan subsistente la responsabilidad civil por el hecho cometido. El cómplice del sujeto que robó algo a su padre es punible, aún cuando no lo sea el autor principal; para éste subsiste la responsabilidad civil. Como se ve, es muy distinta la situación según la pena sea excluida por una causa de justificación, por una causa de inculpabilidad o por una mera excusa absolutoria.
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Estas excusas absolutorias son distintas a aquellas que se fijan en la parte especial de los códigos penales y que Birkmeyer afirma que en virtud de ellas no se podría imponer pena por la im. posibildad que establece la propia Ley, y que por eso se denominan excusas absolutorias. El Código Español las denomina en esa misma forma de excusas absolutorias. Ellas tienen un aspecto negativo. Kohler, habla de la índole delictiva del acto para aplicar la pena y no hace desaparecer lo injusto de la acción, porque a pesar de ser culpable el hecho no está penado por la Ley, pero siempre queda subsistente el delito. Rodríguez Muñoz, discípulo de Jiménez de Asúa, y Profesor en Valencia de España de Derecho Penal emplea las excusas absolutorias más como tipo que como infracción de la Ley.
A estas causas de impunidad delictiva, se les denomina uti- litatis causa, porque no suprimen ni la antijuridicidad ni la culpabilidad, no permiten que se descargue la pena, suprimiendo el último carácter del delito y no figuran por ello en la parte especial de los códigos, por tener una noción distinta. Beling, Mez. ger, Soler, hablan de las excusas absolutorias y son causas negativas de la penalidad, porque como se sabe las causas de penalidad se dividen en positivas y negativas, y las negativas son las excusas absolutorias.
Así, sigue manifestando el eminente jurista Luis Jiménez de Asúa, el Código Penal Venezolano entre las excusas absolutorias, existen muchas y para su mejor comprensión las divide en grupos, los cuales enumera, a saber: 1° grupo, los Arts. 445, 441, párrafo 2o. 448, párrafo 2o. hechos en que falta el acto y que propiamente son excusas absolutorias, falta de “tipo legal”, es decir, por ejemplo, en la difamación en virtud del art. 445 citado, no ha tenido el autor intención de ofender al querellado, completa carencia de índole ofensiva, al dirigir una acusación a un funcionario público, y por ello desaparece el tipo de índole injusta en la difamación. En los casos siguentes del que comprare prendas u objetos sin saber su procedencia y compruebe después que los objetos tenían procedencia legítima, no ha cometido ningún delito, y lo mismo cuando las partes en litigio se hagan injurias recíprocas y el juez considere que ambas partes se han compensado en las injurias, no hay delito, es decir, estamos en presencia de excusas absolutorias por falta “tipo legal”.
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2° Grupo. — Los artículos 221, 228, 163, párrafo 3o; 400, pá- párrafo l g y 448, párrafo 2°, en el primer artículo nos encontramos con casos de legítima defensa y nunca de excusas absolutorias, dice el Profesor Luis Jiménez de Asúa; los otros artículos se refieren a estado de necesidad, y así Silvio Longhi al hablar de ello, muy significativamente lo hace ver en importante obra al respecto.
3° Grupo. — a) Arts. 240, párrafo 2o.; b) 458; propiamente no hay excusas absolutorias, sino no exigibilidad de otra conducta.
4° Grupo. — Arts. 130, 131, 133-144; 146; párrafo lo. del Art. 163; párrafo 2o. y párrafo lo.; 164, 200; párrafo 3o.; 145 y 301. En este cuarto grupo, dice el Profesor Luis Jiménez de Asúa, no hay propiamente excusas absolutorias, sino como dice Rodríguez Muñoz, al comentar el código penal español en el mismo articulado, no hay más que un medio, que nos obliga a perdonar acios ya efectuados y por evitar la continuación de ellos, se conmina a los que han cometido la acción, desistir de ella, para así no aplicarse el castigo que merece su acto injusto e ilegítimo. En estas excusas “utilitatis causa” hay muchas veces ausencia de “tipo legal”; como sucede en el primer grupo; en otros más bien lo que hay es legítima defensa y estado de necesidad; no exigibilidad de otra conducta, miedo de que se siga cometiendo un hecho delictuoso como ya dijimos, expresa Rodríguez Muñoz, etc., apreciando esta cualidad de no exigibilidad de otra conducta a pesar de que el acto sea culposo o doloso; y así, se puede muchas veces después de cometido el acto injusto perdonarlo, como sucede en el cuarto grupo de excusas absolutorias de nuestro código penal, y ello por utilitatis causa.
La más típica de estas excusas es el uxoricidio por adulterio, sobre cuyo tema el Profesor José Peco, de la Argentina, tiene una monografía interesantísima que nos habla de este delito desde los tiempos romanos hasta la época actual. Diciendo el Profesor Jiménez de Asúa, que anteriormente en las primeras fases del derecho romano, se daba al marido derecho de vida y muerte sobre la mujer encontrada in jraganti delito de adulterio, pero después que se promulgó la Lex Julia de Adulteriis, ese derecho se transfirió al pater familias, para así evitar con ello abusos e injusticias, como también que el paterfamilias, sería más imparcial al juzgar estos hechos que el marido, que siempre iría guiado por la pasión lo cegaría en momentos en
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que más se necesita un estado de recto ánimo y tranquilidd natu- tural. El justo dolor podría alegarse en el caso de inimpútabili- dad por trastorno mental transitorio y nunca como causa de justificación. En Colombia (nuevo Código Penal) el que mata a su mujer o al cómplice en flagrante delito de adulterio, se tiene como que ha obrado en legítima defensa. En Roma, según nos refiere Ci. cerón, el hombre podía matar a la mujer in fraganti delito de adulterio, pero no así la mujer al hombre. Después de la Lex Julia de Adulteriis ese derecho, como ya se dijo, correspondía al pater familias, que era una autoridad imparcial. Esta excusa absolutoria no ampara a la mujer en Roma. El severo Catón en su Oración sobre las dotes exalta la soberanía marital. El marido no es tanto un censor cuanto un juez. Sus palabras se perpetúan a través del elegante Aulo Gelio. A menos que exista divorcio, el marido es juez de su mujer en vez de censor. Sobre ella tiene imperio absoluto. Si ha hecho algo deshonesto o vergonzoso, si ha bebido vino, si ha faltado a la fe conyugal, él la condena y la castiga. Si sorprendiese a su mujer en adulterio, ella no se atrevería a tocarle con el dedo; así es la Ley. La Lex Julia de Adul- ieriis (Ley de Adulterio) contempla y consagra explícitamente la exclusión de responsabilidad, la cual entraña el concurso de cinco recaudos concernientes: al autor, a las víctimas, a la forma y al lugar, a saber:
a) Es un derecho conferido no al esposo, sino al pater familias;
b) Ha de matar conjuntamente a ambos delincuentes: a la mujer y al coparticipante;
c) La mujer debe estar necesariamente sujeta a la potestad del pater familias;
d) El pater familias ha de sorprenderlos en in fraganti delito de adulterio;
e) El delito debe ejecutarse en la propia casa del pater familias o en la casa del yerno.
Esta severidad de costumbre, según nos refiere Tácito en sus “Anales”, se mantuvo durante el tiempo que Roma tuvo sus costumbres limpias, pero después que durante los reinados de Nerón quien además de cultivar el incesto con su madre Agripina, el adulterio fué moneda corriente, no solamente durante su nefasto régimen, sino en tiempos de Claudio, Tiberio y Calígula, en que Mesalina para satisfacer su excesiva lascivia, recorría los bur-
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deles romanos. Las costumbres honestas de la República decaen, y el adulterio ya no se penaba con la severidad de antaño. El matar a la mujer en flagrante delito de adulterio, constituye más bien un acto pasional, y así dice Sighele, “el delincuente pasional obra aisladamente por la misma razón que mueve al alienado a obrar solo. El huracán psicológico que impulsa al hombre a cometer un delito no es sino un estado transitorio instantáneo de locura. “Es pues, continúa el Profesor Jiménez de Asúa, el acto de matar a la mujer in fraganti delito de adulterio, una causa de imputabilidad que una excusa absolutoria.
Es fácil demostrar, sigue diciendo el eminente penalista Jiménez de Asúa, que no son expresiones filosóficas abstractas, la legítima defensa putativa, el exceso de legítima defensa, el estado de necesidad,, el error (como causa de justificación negativa); las llamadas causas de “atipicidad”, es decir, hechos en que falta el tipo legal; la usura, que a pesar de que no se castiga por nuestro Código Penal, es un delito, cuando es excesiva y reincidente el prestamista. No tiene valor forense la “tipicidad” tn el caso narrado, no reviste el hecho “descripción típica”. Así, por ejemplo, cuando el loco comete un hecho injusto, no hay “tipicidad”, porque este sujeto, no asume responsabildad penal, sí civil, de conformidad con los Arts. 114 y 115 del Código Penal, porque ahí lo injusto ha desaparecido, pero subsiste el daño civil causado a la 'víctima. El inciso 4° del artículo 65, dice al respecto, lo siguiente: “El que obra constreñido por la necesidad, de salvar su persona, o la de otro, de un peligro grave e inminente, al cual no haya dado voluntariamente causa, y que no puede evitar de otro modo. . . ” Pacheco, habla de la causa ex-délito en que existe una singular responsabilidad civil de los Arts. 114 y 115 ejusdem, y que para reponer el mal causado se requiere la indemnización civil, y que representa al daño como una causa objetiva de penalidad, como verdadera y auténtica condición del tipo, son excusas absolutorias, que traen indemnización civil, y hacen nacer la forma negativa de que ya se ha hablado.
En esta conferencia el Profesor Jiménez de Asúa, rebate la opinión de Ferri que en estos comentarios traje a colación, donde el maestro italiano, asienta que la Dogmática Alemana, es pura abstrusería, nada útil para los abogados, jueces y estudiantes de derecho; y afirma, el Profesor de Asúa, que sin saber Dogmática Jurídico Penal, no se puede conocer la Ley ni hacer que ella se aplique correctamente, porque la tipicidad es la encuadración correcta del derecho penal.
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38g CONFERENCIA
Atenuantes y agravantes en el Código Penal Venezolano.—La clasificación hecha por el profesor Jiménez de Asúa
En la 38a. Conferencia del Segundo Ciclo que da el Profesor don Luis Jiménez de Asúa en la Universidad Central, habló de las atenuantes y agravantes y de su clasificación, hacienda hincapié sobre las más importantes.
Estas causas denominadas agravantes y atenuantes modifican la responsabilidad del delincuente y ellas nada tienen que ver con las características del delito de que ya en otras conferencias se han hablado, y voy a decir, sigue el aludido profesor Jiménez de Asúa, unas pocas palabras sobre las atenuantes y agravantes.
Una teoría general se viene ensayando desde Carrara y antes desde Beccaría, para ajustarse a las sanciones que el Estado impone — del daño social que ellas causaban. Filangieri y Ro_ magnosi, han también hablado con mucho acierto sobre este importante tópico y así explican, que, a la culpabilidad debía adaptarse la acción del Estado porque es un derecho de defensa contra los transgresores. Carrara, examina estas doctrinas y Rossi busca las substancias a que debe adaptarse el daño inmediato y mediato y también el hecho subjetivo, en el hecho causado por el delincuente. La Escuela Positiva reemplaza esta substancia del daño inmediato y mediato, creando el elemento “peligrosidad” del agente; afirmaba también esta Escuela que no había delito sino
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delincuentes, teniéndose que estudiar el delito y el delincuente en sus tres aspectos: a), gravedad del delito, bien jurídico que hay que proteger; b), móviles del delincuente; c), el peligro del delincuente en el hecho o hechos cometidos. El legislador debe trabajar hacia estps fines, que son por demás de suma trascendencia, para dictar medidas de prevención general, para evitar la gravedad de las acciones, y medidas de prevención especial, y así conjurar el peligro de un delincuente malévolo y reincidente. Así, pues, la prevención como ya se enumeró, puede ser general y especial. La prevención general es más eficaz que la especial y de más necesidad. Dracón, no encontraba para los delitos leves otras pena que la capital y para los delitos graves penas justas, derivándose de ello, que no existía otra clase de penas para este insigne legislador griego, que la pena de muerte.
La “tipicidad”, sigue manifestando el Profesor Jiménez de Asúa, sigue midiendo la altura de la pena, indicando la que se debe imponer tanto en un leve hurto como en un homicidio con alevosía y premeditación, y que es lo que determina el criterio subjetivo de la pena. En toda esta catalogación, predomina, como ya se dijo, el elemento subjetivo, porque ahí tenemos que cargar nuestro fuero por el presupuesto subjetivo de la pena, y por ello ha de guiarse el juez para aplicar el quantum de la pena. Ya desde los tiempos de Roma y en las Leyes de Partidas, se trató, aunque con cierta timidez, de encontrar atenuantes para las penas y así como también se imponían agravantes para aquellos delitos q’ causaban repulsa de la sociedad. Mas, después de esta época, surge un derecho revolucionario, en que se hace un esfuerzo colosal, para acabar con la arbitrariedad que llega hasta la sentencia indeterminada. En Francia, desde 1810, se empiezan a considerar las atenuantes de la pena, es desde 1824 a 1832 que los códigos franceses dan cierta soltura a la entrada de atenuantes en la comisión del delito.
Aparecen dos sistemas: el de España, en que aparece la catalogación de las penas, Venezuela copia este sistema en los artículos 74 y 77, donde aparecen una larga serie de agravantes y atenuantes. En Holanda e Inglaterra llegan desde el máximum, que es cuando el sujeto da el aspecto de mayor peligro, siendo el juez quien determina y cataloga la gravedad del delito e impone la pena, de acuerdo con ello. El artículo 41 del Código Penal argentino, da también amplias facultades al juez para la aplicación
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de la pena. Pero desde 1937, en que las ideas del Profesor Enrico Ferri empiezan a imponerse en Hispanoamérica, la Argentina, copia del Proyecto Ferri de 1921 el sistema de catalogación y lo impone en su legislación. Este sistema de Ferri es copiado por la República de Colombia.
Esta división de modificaciones de la pena: objetivas y subjetivas, de que habla Silvela, no tiene razón de ser, en cuanto a la imputabilidad o sobre el peligro que el sujeto delincuente representa, porque ellas son todas objetivas, en cuanto al peligro que encierran, y que es lo único que vale para la apreciación de la pena y del delito.
Dijo el Profesor Jiménez de Asúa que se podían agrupar las atenuantes, en grupos: 1° Grupo, que son las eximentes incompletas., la imputabilidad disminuida: art. 63 del Código Penal Venezolano; apartes 3o., 4o. y 5o. del artículo 64; art. 70, eximente incompleta; art. 72, el exceso en la legítima defensa y en la obediencia jerárquica; art. 66. 2° Grupo: Las excusas, atenuantes en casos especiales: Arts. 71, 67, 74, 77, párrafo 2o.; estado pasional, art. 74, párrafo 3er. Grupo: Atenuantes por analogía: arts. 74, párrafo 4o.; 406, 413, 436, 431, denominadas también atenuantes específicas. Atenuantes por pasión (especiales): arts. 433 y 424.
Me ha preocupado mucho — manifiesta el Profesor Jiménez de Asúa — esa enorme cantidad de eximentes y agravantes que traen los códigos, sobre todo las enormes clasificaciones de códigos penales como el de Cuba, y que ello en realidad, no tiene ninguna importancia para la determinación de la peligrosidad del delincuente. Y podemos clasificar estas agravantes en tres grupos: )a alevosía y fines derivados de ella; b) móvil bajo y brutal; y c) peligrosidad especial. La alevosía y sus fines es de mucha importancia para determinar la gravedad del hecho. Alevosía sensu estricto, es aquel que obra a traición, empleando algún disfraz, el robo con escalamiento y fractura. Móvil bajo y brutal. Precio o recompensa, ensañamiento; ofensas a la autoridad o al sexo. Insensibilidad o peligro especial — artificio — parentesco, la premeditación y la reincidencia. La Alevosía es una larga elucubración del hecho. El Código francés considera la alevosía como el asesinato, porque el asesino acecha a traición, asegurando. el riesgo que pueda correr el delincuente. Móvil bajo: el precio y el ensañamiento, se refiere tanto al que da como al que recibe la paga, porque el que compra es tan inmoral como el que se vende para fines delictuosos. Y el ensañamiento se refiere al sufrimienr
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to que se da a la víctima para cometer el delito. El caso de Peter Kuerten es una categoría de criminalidad crónica y sádica, son acciones delictivas neuróticamente condicionadas, en que se hace sufrir a la víctima sin necesidad, en que se goza viendo a la víctima despedazada. La premeditación ha sido objeto de estudios muy diversos por los penalistas, y en ella se habla de los delitos por el resultado. Alimena, se ha interesado mucho en esta categoría delictual. En el código alemán se habla de la mesuración de la pena. No debe entenderse la premeditación por el tiempo transcurrido ni con arreglo al ímpetu del autor del hecho, sino tomando en cuenta el dolo sensw estricto, cuando ese dolo es el moral de que habla el art. 77 y 74, párrafo 3o., porque el dolo impetuoso es siempre un atenuante, debiéndose tomar en cuenta más que todo, la fría serenidad de ánimo del sujeto antes de llegar a los hechos y esa premeditación como lo afirma nuestro código debe ser "conocida”, no bastando la una ni la otra, sino todas reunidas. Im- pallomeni y Alimena, dicen que la premeditación cuando es agravante tiene que ser apasionada. La fría deliberación y el tiempo transcurrido tienen que ser apasionados y ellos entrar en el calor de las pasiones, no significando nada el tiempo, porque lo subjetivo está en la perversidad de ánimo del autor, porque el tiempo no es más que instrumental. Que hayan pasado veinte y cuatro horas, no importa, ello es bastante para completar un deliberado fin.
Así, para esta apreciación se debe dar amplias facultades al juzgador—, porque desde los artículos 62, 74 y 36 del Código Penal, se viene notando una cierta desconfianza hacia el juez, y por eso se le restringe en la aplicación de la pena, de acuerdo con las disposiciones que se dejan mencionadas. Por eso, debe evitarse largas enumeraciones de agravantes y atenuantes y no hacer como el dictador español Primo de Rivera, que en 1928, en el código penal de esa fecha, estableció como agravante realizar el delito montado en automóvil, lo cual constituyó una ridiculez porque no se necesita estar montado en un burro para que una pena se agrave por ese hecho.
Dijo por último, el Profesor Jiménez de Asúa, en cuanto la amplia facultad que debe darse al juez penal, que deberá apreciar en mejor forma las características que revisen al crimen y de acuerdo con ello aplicar la pena; pero en lo que se debe tener especial cuidado, es en la selección de los jueces, no escogiendo para ello, a sujetos sin principios morales y sin conocimientos; pero, después que la escogencia se haga, darle vastísimas facultades para conocer de las causas.
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39* CONFERENCIA
La frustración. — El desestimiento. — El arrepentimiento. — El delito imposible. — Su punición
Comenzó el profesor don Luis Jiménez de Asúa la 39a. Conferencia del Segundo Ciclo que da en la Universidad Central, hablando del delito frustrado, del desistimiento, del arrepentimiento, del delito imposible y su punición. Esos conceptos fueron expuestos por el sabio Maestro con lujo de detalles que dejaron ampliamente impresionados a los oyentes que vienen siguiendo con acuciosidad todo lo que viene de tan docto profesor.
Romagnosi, habla del delito frustrado con bastante precisión y dice que son actos ejecutivos independientes de la voluntad con objeto de cometer un delito. En esa misma forma lo definen los códigos sardo, napolitano y español, como un delito imperfecto. El código penal suizo, el cual fue redactado en alemán y luego vertido al francés e italiano, idiomas estos obligatorios en la Confederación Helvética, trae el mismo concepto que se deja citado. Según manifiesta el profesor Jiménez de Asúa la diferencia entre tentativa y frustración es muy fácil en teoría, pero en la práctica es casi imposible diferenciar ambos conceptos. Así los artículos 80, 81 y 82 al hablar de la frustración y tentativa, dicen:
“Hay delito frustrado cuando alguien ha realizado, con el objeto de cometer un delito, todo lo que es necesario para contumar-
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lo, y sin embargo, no lo ha logrado por circunsancias independientes de su voluntad.. . ” (art. 80, 2° aparte).
(Art. 81) “Si voluntariamente desiste el agente de continuar en la tentativa, sólo incurre en pena cuando los actos ya realizados constituyen, de por sí, otro u otros delitos faltas. . . ”
(Art. 82) “En el delito frustrado se rebajará la tercera parte de la pena que hubiere debido imponerse por delito consumado, atendidas todas las circunstancias; y en la tentativa del mismo delito, se rebajará la mitad a las dos terceras partes, salvo en uno y otro caso disposiciones especiales. . . ”
Hay que atender en la frustración al dolo del agente, su actividad criminosa, porque el delito empieza con la tentativa y termina con la frostración. El profesor José Rafael Mendoza, de la Universidad de Caracas, trae en su texto “Curso de Derecho Penal”, conceptos muy atinados a este respecto y así lo manifiesta el profesor Jiménez de Asúa. Impallomeni, cita ejemplos concretos para hacer una diferencia concisa entre la tentativa y la frus- ración. Un hombre apunta a otro para matarlo y por causas independientes de su voluntad, la bala se desvía, bien porque la ventana donde estaba parada la víctima se cerró antes de salir el disparo y en esa forma el hombre se salva, ahí hay tentativa; pero si en otro ejemplo, la bala sale y pega al hombre disparado, pero la pólvora no tiene fuerza suficiente para causar la muerte o los órganos donde éstas se incrustaron no eran vitales, entonces en ese caso hay frustración, porque hubo la intención de matar, porque ese es el elemento esencial para poder determinar la tentativa y el delito frustrado. Dice el profesor de Asúa, que a pesar de los ejemplos citados, es imposible hacer una diferencia en la práctica de la tentativa y el delito frustrado. En la Conferencia de Varso- via se trató de conseguir una fórmula para llegar a determinar los límites de ambos conceptos. Niceto Alcalá Zamora y Castillo, habla del arrepentimiento y desistimiento en la frustración y tentativa, y define ambos principios, así: desistimiento, cuando después de comenzado un hecho criminal, se desiste de él, por causas dependientes de la voluntad. Y arrepentimiento, cuando ya efectuado el hecho se arrepiente el sujeto de haberlo cometido. La tentativa desistida, es como decían los alemanes, un puente de plata tendido al enemigo que huye. Carmignani y Beccaría, con expresiones muy sólidas sobre la tentativa y la frustración; lo mismo hacen Alimena y Carnevale.
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El código penal venezolano, en su art. 82 hace una rebaja de la pena, en la frustración, atendiendo a la no ejecución del hecho principal que se proponía el autor por su desestimiento involuntario, en virtud del concepto de que, desistimos de aquello que no pudimos hacer y nos arrepentimos de aquello que ejecutamos. Subjetivamente no se puede desistir, pero sí arrepentirse.
El tema arrepentimiento, sigue manifestando el profesor Jiménez de Asúa, como a mayor abundamiento hemos expuesto, absorbe los actos anteriores. Cuando un ladrón entra a una casa a robar, el robo absorbe el allanamiento de morada o violación de domicilio, porque el medio era necesario para cometer el hecho, debido a que el robo no se iba a consumar en mitad de la calle. Lo mismo sucedería con la violación, este delito absorbe el allanamiento de morada, porque no se iba a llevar a cabo en la vía pública (levantarle las faldas a una mujer en la calle) porque en este caso existiría otro delito contra la moralidad pública. El delito secundario se absorbe en el delito principal. Pero si el sujeto entró a una casa para violar a una mujer y después de entrar a la.pieza donde duerme ésta, se encuentra con que le da lástima por apreciar sus atributos de virgen inmaculada, entonces queda subsistente el delito de allanamiento de morada o violación de domicilio. Para que progrese el delito tienen que existir elementos eficaces para ello. El concepo del arrepentimiento eficaz destruye la frustración, porque cuando por nuestra voluntad desistimos o nos arrepentimos de cometer un acto criminoso no existe la frustración. Para comprobar este caso, el profesor Jiménez de Asúa trajo el ejemplo de un caso concreto sucedido en España y que éste discutió en ese país, como abogado en ejercicio. Se trataba de dos novios que se amaban entrañablemente, y ambos querían mucho a un padrino de la novia. Es el caso, que ambos novios contrajeron m a t r i m o n i o , pero el marido no pudo cumplir sus obligaciones conyugales por sufrir de i m p o t e n c i a manifiesta y permanente. Hizo todo lo posible por curarse de tan grave mal y ello no fué posible. Su esposa seguía visitando al padrino y tratándolo con el mismo cariño de siempre. Por este motivo al marido le entraron unos celos feroces y para comprobar que su esposa lo seguía queriendo como siempre, le sugirió la idea de matars# juntos, a lo cual accedió ésta. Compró un revólver el marido y se fueron a un bosque cercano. El marido disparó primero sobre la esposa y después trató de suicidarse éste haciéndose un disparo. Pero la esposa sobrevivió a la
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herida y viendo el marido por compasión que ésta se desangraba, a pesar de estar herido la tomó en sus brazos y la llevó a una casa cercana, salvándola así de una muerte segura. El marido por el esfuerzo que hizo estuvo también al borde de la muerte, pero se salvó. Se pregunta ahí. ¿Si la frustración se consumó? ¿O el arrepentimiento que vino después de cometido el hecho, la destruyó, mediante el esfuerzo que hizo éste para impedir el resultado? ¿Pe. ro a pesar de ese arrepentimiento eficaz, existe o subsiste el delito de lesiones? Evidentemente qué sí, manifiesta el profesor de Asúa. La frustración se consumó, quedó extinguida, pero no las lesiones. La Escuela Correccionalista de Carlos David Augusto Boeder, estudia la frustración desde el punto de vista objetivo, como lo hace la Escuela Clásica con buen criterio y fundamento, y en esa forma aplica la pena. La Escuela positiva, representada por Garófalo, Ferri y Florián, hablan del estado peligroso del sujeto, para poder aplicar la pena a la frustración. Rebajar la pena
— es a mi juicio — dice el profesor de Asúa, en cuanto a la aplicación de castigo — el camino más correcto para resolver la frustración, como lo hace el Código Penal Venezolano, en el artículo 82.
En el delito imposible hay que tomar en cuenta tres aspectos; para que pueda surtir efecto. Y así, l 9, que el medio no sea adecuado; 2o., que el objeto no sea idóneo; y 3o., que el objeto no exista. Como ejemplo del primer caso tenemos darle agua de azúcar a una persona creyendo que se envenena con esa mezcla; 2o. caso, corresponde como ejemplo, apuñalar a un cadáver, creyendo que se hace a un ser vivo; y al tercer caso, corresponde como ejemplo, disparar sobre una sombra que pasa delante de nosotros. Se roba un baúl creyendo que contiene alhajas y no tiene nada. En ese caso se castigaría por el robo del baúl, determinando su valor, para poder aplicar la pena. El delito imposible se asemeja mucho al delito putativo en cuanto a su identificación.
La Ley no define al delito imposible; se limita a disponer cómo procederá el juez si el delito fuere imposible. Pero estableciendo en tales casos, a diferencia de los de tentativa, la posibilidad de la total exención de pena. La imposibilidad puede darse a) por una deficiencia intrínseca de la acción físicamente considerada, y que puede residir tanto en la actuación voluntaria como en el resultado material propuesto; b) en una inadecuación de la
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acción a una figura legal, por no corresponder a aquélla exactamente la forma en que la propia Ley está concebida. El delito imposible, plantea los problemas de la idoneidad de la acción. Hay delito imposible, cuando aquel no se consuma por un error de hecho acerca de la idoneidad de acción. Sus características esenciales son: una objetiva y otra subjetiva: el error y la inidoneidad. En el aspecto objetivo, la tentativa se diferencia del delito imposible en la idoneidad e inidoneidad del medio empleado o del objeto sobre el cual la acción recaía. Pero en la diferencia del medio idóneo e inidóneo existen dos corrientes doctrinarias profundamente discrepantes, pues mientras unos aprecian exclusivamente desde el punto de vista de la experiencia objetiva, teniendo en cuenta el fin propuesto, más no la creencia errónea acerca de la idoneidad. En la concepción subjetiva el principal sostenedor de ésta, es el Profesor Von Buri, y quien dice: “ el delito consumado consiste en un hecho (Tatbestand) subjetivo y objetivo. El subjetivo es la voluntad delictiva traducida al exterior en forma reconocible, por medio de la acción; el hecho; • objetivo es la totalidad de aquellos elementos por cuya concurrencia, conformes a los preceptos de Ley, la faz objetiva de la lesión jurídica debe ser integrada” . Carrara, dice que cuando el peligro se produce hay objeto idóneo, por existir un medio objetivo idóneo. Feuerbach, interpreta la idoneidad absoluta y relativa.
En la misma forma la concibe Von Liszt. El Profesor Jiménez de Asúa nos trae el ejemplo de la obra de Aleandro Dumas, “El Conde de Montecristo” en donde a un inválido se le suministra arsénico para matarlo, pero en vez de matarlo lo que hizo fué purgarlo, ya que su organismo estaba ya acostumbrado a ingredir grandes dosis de este veneno y había que darle una dosis muy fuerte para conseguir un fin mortal. Esta teoría había sido ya formulada por Feuerbach, cincuenta años antes de Carrara. La fórmula del Profesor Von Buri fué presentada en 1880. Mezger, habla del comienzo del deseo y de la ejecución.El delito imposible puede quedar a voluntad del juez para apreciar su voluntad en cuanto a la aplicación de la pena. Longhi, en Italia, habla de medidas de seguridad. Córdoba, en Colombia, escribe sobre la idoneidad e inidoneidad en el delito imposible, desde el punto de vista de lege lata y no de lege ferenda. También hay que considerar en esta apreciación todo lo referente a la “ tipicidad”, como lo indican los arts. 453 y 457 del Código Penal Venezolano, en los delitos contra la propiedad. Este concepto viene desde el código
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Zanardelli y código Rocco. Aquí en Venezuela se confunden, dice el Profesor Jiménez de Asúa, los delitos de robo y extorsión porque ambos significan lo mismo, porque el “ apoderamiento” es lo que identifica el delito de robo y es ahí que existe la diferencia entre frustración y consumación. Para poder hablar del delito “agotado” , lo identifica con el “ bis” moral, Carrara, afirma que “agotamiento” es el fin que persigue el agente para aplicarlo a sus necesidades. El fin de lucro que el sujeto se propone: robar unos candelabros para venderlos y lucrarse con ellos, constituye el fin o “ agotamiento” del hecho delictuoso, pero si robo los candelabros para hacer una colección de estos objetos ello no constituye un fin “ lucrativo” y no hay por tanto el hecho de la consumación. En cambio, si fundo aquellos candelabros para venderlos como plata al peso, también hay un fin lucrativo que caracteriza al robo.
En nuestra legislación no se habla de delito imposible, pero sí de la tentativa y del delito frustrado en los arts. 80, 81 y 82 donde se pauta, la pena que debe aplicarse en cada caso concreto, disminuyendo su castigo. No existe pues una definición precisa del delito sino que cada uno de ellos hay que conceptuarlos aparte.
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40* CONFERENCIA
El “ Iter Criminis” . — Provocación, instigación y excitación. — Apología y amenazas
En la 40a. Conferencia que da el Profesor Don Luis Jiménez de Asúa en la Universidad Central habló del “ iter criminis” su importancia en cuanto a la apreciación de la tentativa en su primera fase y de las diferentes partes que la constituyen para la apreciación del hecho delictuoso y de sus consecuencias.
El problema de la tentativa suscita graves interpretaciones que es necesario apreciar para saber cuando ésta existe en realidad y cuándo es una mera idea que no tiene ningún valor delictual. Por eso, hay que apreciar la fase interna y externa de la tentativa. Ordinariamente el hombre delibera y luego ejecuta. Sin embargo, a veces el sujeto sin entrar en la fase de realización, produce una manifestación intermedia: excita a la rebelión, hace la apología del crimen, etc. En esta fase intermedia estudiamos el delito putativo, porque se trata de una ideación. Por último, en la fase externa* incluimos primero los actos preparatorios; luego, la tentativa y la frustración. Más tarde, del medio idóneo e inidóneo — la tentativa imposible — si hubiese sido posible en el estrecho marco de estas apreciaciones. Toda técnica del concepto de la tentativa ha de extraerse dogmáticamente del concepto jurídico del delito, desde el punto de vista de la perfección de éste. Su concepción es siempre derivada, porque, aunque dándole tal amplitud de
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que es susceptible, es decir, haciéndola comprender la frustración, la tentativa no es más que un delito que no llega a consumarse. Ese carácter derivado de la tentativa respecto del delito se manifiesta en el especial interés que el “ tipo” tiene en las concepciones penales. De su estructura, depende en cada caso la determinación del momento en que empieza y en que términa la tentativa. En el robo, por ejemplo, el hecho de preparar la ganzúas, no es empe. zar a robar, conteniendo algunos códigos descripciones típicas que son verdaderas resoluciones manifestadas — apología — excitación a la rebelión — en contra de la regla general de los tipos que sólo constituyen figuras consumativas; pero en la pura técnica el proceso de la resolución, aunque se manifieste, no es un acto externo sino interno, y entra de lleno en el llamado por los prác. ticos “ iter criminis’ y por el Profesor Valdés “ vida del delito” . El “ iter criminis” supone la investigación de las fases por las que pasa el delito, desde la ideación hasta el agotamiento del delito, esto es, todo lo que pasa desde que la idea entra en él hasta que consigue el logro de sus afanes. Y tiene dos fases fundamentales: interna y externa. La fase interna sólo existe mientras el delito, encerrado en la mente del autor, no se manifiesta exteriormente. La externa ya se manifiesta. Sale a la luz por actos, incluso de preparación. En la fase interna están: la ideación, deliberación y resolución. El sujeto delibera, piensa el pro y el contra. De esta deliberación puede ser rechazada la idea. Pero puede determinar una resolución criminal, que aunque no manifestada exteriormente, es capaz de sufrir dos procesos. Uno, quedar anulada en el agente. Otro, salir de él; por ejemplo, propone a otro el robo, provoca, incita, conspira. Con esto ha quedado agotado el proceso interno y se entra en los actos externos.
Las ideas no son punibles y así lo afirmaba Ulpiano, cuando d*cía: “ cogitationis poenam nemo patitur” . Rossi, decía: “El pensamiento es libre, escapa a la acción material del hombre; podrá ser criminal; pero no podrá ser encadenado. . . En España, algunos escritores han situado el problema de una manera distinta. En 1899, el padre Minteguiaga, en su obra la punibilidad de las ideas, y posteriormente Suárez Tángil y Pidal Rodrigalvarez (la punibilidad de las ideas y el delito político), en 1924, presentan una serie de cuestiones políticas y técnicas y afirman que si bien es imposible castigar un hecho que no se haya manifestado, deben castigarse las ideas, cuando éstas se expresan o exteriorizan. Suárez Tángil y Pidal Rodrigalvarez lo que han hecho es confundir
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los conceptos. Así se fundan en las ideas fuerzas. Fouillé y Longo han hablado de ideas que prenden en el sentimiento — ideas fuerzas — esto, es, ideas peligrosas, que deben incriminarse. Pero esto nos lleva a lo que Rossi criticó: los que hacemos es cubrir las chispas. . . “El problema se reduce a que con el pretexto de las ideas fuerzas y de la propaganda se intenta buscar una objetividad jurídica infringida inexistente. Con esto llegamos a la conclusión que el límite para la punibilidad de las ideas es la resolución manifestada'y que toda otra postura que se adopte entra en el campo de la política. En las dictaduras se quiere declarar ilegales a determinados políticos. En Holanda, se trató de impedir por el proyecto de Ley presentado en la segunda cámara, el 24 de julio de 1933, manifestaciones de tipo fascista introduciendo el art. 435 del Código Penal, una nueva disposición que decía: “El que usare o llevare en público alguna prenda de vestir o algún distintivo que sean la expresión determinada de alguna tendencia política, será castigado con prisión hasta de doce días, como máximo, o con multa hasta de 150 florines. En Checoeslovaquia dió la Ley de 23 de octubre de 1933, relativa a la suspensión de la actividad y a la disolución de los partidos políticos, en cuyo artículo lo., se decía que “si la actuación de un partido político amenazase con caracteres de gravedad la independencia y unidad constitucional, la integridad y forma democrático-republicana la seguridad de la República Checoeslovaca, el gobierno podría suspender la actividad de tal partido o disolverlo; añadiendo en la letraa), párrafo 2 del art. 29 que se prohibirá expresamente “el uso de emblemas, uniformes, banderas, maneras especiales de saludo y toda clase de símbolos o señales exteriores por las cuales se muestre la adscripción de personas individuales o de grupos, o de cosas determinadas a tal período. En la Cámara de Diputados franceses, el 7 de diciembre de 1935, se votó la Ley sobre la disolución de grupos de combate o milicias privadas, modificando este proyecto de manera importante por la adopción de una enmienda socialista. El primer artículo de este proyecto, quedó, pues redactado en la siguiente forma: “Serán disueltos por decreto, a propuesta del Ministro del Interior y previo informe del Consejo- de Estado, todas las asociaciones o grupos que l 9 provocarán manifestaciones armadas en la calle. 2o. Que sin haber sido autorizadas por el ministro de la guerra preparen afiliados o terceras personas para el servicio militar o para la guerra, o bien por la disciplina de sus miembros bajo la autoridad de sus jefes, poner cuadros o por usos de uniformes, emblemas o insignias presenta
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rán el carácter de grupos de combate o milicia privadas, y 3o. aquellos que tuvieren por objeto atentar a la integridad del territorio nacional o atentar por la fuerza a la forma de gobierno republicano. En los regímenes de la Rusia Soviética y fascismo alemán e italiano, existen disposiciones similares para mantener semejantes gobiernos de barbarie, con el objeto de coartar la liber. tad, en defensa de sus instituciones que procuran mantener por la fuerza y mediante medidas de policía. En la Argentina, en 1936 se presentó un proyecto de código penal redactados por los penalistas Eusebio Gómez y Jorge Eduardo Coll, en que se sometía a la consideración del Congreso la adopción de medidas de seguridad para acabar con el ‘'comunismo” que minaba a más y mejor las instituciones del gran país del Sur, pero nada se decía del “ fascismo” , que las “ élites” ya miraban como la salvación del mundo, pensando quizás importar a un pequeño “ Duce” de cartón. En este Proyecto “ Coll-Gómez” se penaban las ideas que fueran en contra de la libertad. En los códigos españoles y francés, se habla del complot, en donde se traen una serie de amonestaciones para castigar esta fase del “ iter criminis” , y en España ello se hace en los códigos penales desde 1.842 a 1.932.
Estos principios no se encuentran en el Código Penal Venezolano, pero si se habla de la “ conspiración” y la “proposición” , haciendo mención de la inducción, la excitación, la provocación y la determinación. El art. 286 castiga al que haga la apología de los delitos. El Profesor Valdés, anterior a la cátedra de Derecho Penal en la Universidad de Madrid al Profesor Jiménez de Asúa, habla de conspiración y proposición. Garraud, habla de apología y amenaza que integran la inducción. El arf. 284 del Código Penal Venezolano explica sobre la excitación, la provocación, en que se refiere a los delitos por el resultado — el que instiga a otro a un acto — esto de por sí es delictivo, haciendo lo mismo el artículo 484 y los que siguen, artículos 200, 211. párrafo 2°, 388. 264, párrafo 2o. todos ellos se refieren a “ inducir” . También se hace referencia a la “apología” en el art. 286. El art. 176 del Código Penal argentino está de acuerdo en el mismo punto con el venezolano. A pesar de que el delito no se cometa y quede únicamente que en el pensamiento, ello podría ser delictuoso cuando con ello se trata de cortar la libertad de los ciudadanos. Por eiemplo, cuando se amenaza a un sujeto con matarlo, pero sin llevar a cabo la ejecución del hecho, ello en esa forma constituye un hecho criminal, por la amenaza constante a que se somete la vícti
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ma que le priva de su libertad. El delito putativo es lo aparente, lo que pensamos que es así, sin ser delito, creemos que lo castiga la Ley. Binding lo llama error al revés. Creyendo purgar a una persona le doy arsénico y lo mato. Este delito se puede apreciar en tres grupos: a) aquel que cree realizar un hecho, pero no puede porque el objetivo es inexistente: hacer abortar a una mujer que no está encinta, no hay idoneidad de medio, b) El segundo grupo de los delitos putativos se hizo a base de una sentencia dictada en Italia, imitando hechos para provocar otros a fin de descubrir al delincuente. A fin de ser descubierto un chantagista se le tiende una trampa y el sujeto por incauto cae y es apresado. A un ladrón que se marquen los billetes de Banco para descubrirlo y ello se logra por ese medio simulado, c) Este grupo se refiere a la concepción de Binding de considerar el delito putativo como un delito al revés, y así, un español llega a la Argentina, creyendo que no es delito, como en su país portar armas, comete un delito al revés, ya que la norma de cultura de su patria es superior a donde va a fijar su residencia. Y terminamos con la frase de Ulpiano: Cogitationis poenam nemo patitur (el pensamiento no delinque) , como elemento de importancia suma en el “ iter criminisV
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