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    ra huir del terrible destino al que el Crculo lo haba condenado, Tarod ltener el pndulo que rige el ineludible fluir del tiempo. Y el tiempo dejaistir.

    rod, prisionero en un limbo sin ayer ni maana, vive resignndose a

    mortalidad cuando un warp, la terrible tempestad desencadenada poerzas del caos, arrastra a dos seres humanos, un hombre y una mujer, hCastillo de la pennsula de la Estrella.

    a es Cyllan, una humilde boyera dotada de poderes parapsicolgicos, y pe Tarod sentir un amor intenso y puro. l, Drachea, el presunturedero del Margrave de la provincia de Shu. Encerrados los tres e

    stillo, provocarn nuevos y terribles acontecimientos hasta lograr qumpo reemprenda su lento e inexorable camino.

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    uise Cooper

    l Proscrito

    seor del tiempo II

    ub r1.2

    nix 01.05.15

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    ulo original: The Outcastuise Cooper, 1986aduccin: Jos Ferrer Aleueo de portada: Vctor Viano

    stracin de portada: Kevin Tweddell

    tor digital: Fnixub base r1.2

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    CAPTULO I

    Te digo que no encontrars mejores productos alimenticios en Shu, y ni siquPerspectiva o en Han. El vendedor puso un puado de races rosad

    rpreas ante las narices de la compradora y las sacudi casi amenazadoramentengo cosas mejores que hacer en el mercado que perder el tiempo con una m

    rastera que probablemente no tiene un gravn en el bolsillo. As que, deconto, si no quieres que azuce a mi perro contra ti!

    El sarnoso perro hbrido, torpemente tumbado debajo del desvencijado tendr hoscamente a su dueo, y la muchacha a quien se haba dirigido el vendedr a su vez, fra e impvida. Tena ya demasiada experiencia en el regateo estar atencin a las amenazas y a los insultos; haba juzgado la calidad de las frurduras en venta y tomado su propia decisin sobre su precio. Meti una mano s

    la bolsa colgada de su cinto y sac una gastada moneda de cobre.He dicho un cuarto, y no dar ms. Lo tomas o lo dejas.Por un instante, el hombre la mir airadamente, resentido por sus modales, p

    cho de que ella no se dejase intimidar y, sobre todo, por la ignominia de tenergatear con una mujer y una mujer de baja estofa. Pero era evidente que ella noceder, y una venta era una venta En invierno, el negocio era flojo, en el mejos casos.

    Agarr bruscamente la moneda y arroj las races en la bolsa de camo quetenda.Y la fruta dijo la muchacha.El hombre aadi de mala gana seis peras arrugadas a las verduras y des

    cupi en el suelo, a los pies de ella.Toma! Y que los gatos se coman tu cadver!Rpida pero reflexivamente, la muchacha hizo delante de su propia cara una s

    e tena por objeto frustrar las maldiciones y prevenir contra el mal de ojo y, poomento, la mirada de sus extraos ojos ambarinos hizo que el vendedor se sinaramente inquieto. Algo en ella le haba irritado; a juzgar por su acento, era dsta del Este, y los de aquella regin no tenan fama de hechiceros, pero, al ha aquella seal, haba sentido como si el veneno de sus propias palabras se volvlpablemente contra l.

    Maldita mujer! No era ms que una campesina vestida con ropa viej

    mbre, pero l tena su moneda en el bolsillo y esto era lo que contaba.

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    mbargo, la mir disimuladamente mientras se alejaba y su inquietud nsvaneci hasta que se hubo mezclado con la muchedumbre y perdido de vista.

    Cyllan Anassan se trag su clera mientras cruzaba la plaza del mercado lver al puesto de su to, al margen de los grupos de tenderetes. Ahora hubbido estar ya acostumbrada a la actitud de aquellos hombres, sobre todo aqu, s prspero Sur; esperaban que una muchacha de su edad y de humilde condi

    ese tonta en el mejor de los casos, y cuando no conseguan engaarla con la hes productos a precios exagerados, recurran al insulto. Desde luego, Shu-Nhapital de la provincia de Shu, era mejor que muchas ciudades que haba visitro el trato arrogante que le haba dado el vendedor todava le escoca. Y despuda la discusin, se haba marchado de all con unos productos de mala calidadrdaran el doble de lo normal en cocerse, para ser comestibles.

    Le habra gustado detenerse en la parte mejor del mercado y elegir entre

    culentas verduras que all se vendan (y, segn se confes, tener la setisfaccin de mezclarse con la flor y nata de los clanes que honraban con su vuellos tenderetes), pero desisti de ello al imaginar la clera de su to ante odigalidad. Si estaba sereno, sentira Cyllan la hebilla de su cinturn marcndopalda; si estaba borracho, la perseguira probablemente a patadas desde un extrotro de la plaza.

    Inconscientemente espoleada por esta idea, aceler el paso, murmurando

    sculpa al tropezar con un grupo de mujeres elegantemente vestidas ismorreaban junto a un puesto de golosinas y vino, y tratando de apresurarse emultitud. Pero ahora que haba dejado atrs la parte ms barata y menos concul mercado, darse prisa era imposible; haba all demasiada gente. Pero la tentaholgazanear era irresistible; sta era su primera visita a Shu-Nhadek y haba ta

    sas que ver y que comprar A su alrededor, la enorme plaza del mercado esna de color y movimiento; a lo lejos, el revoltijo de tejados de los altos edific

    paredes pintadas de colores pastel enmarcaba el cuadro, y todava ms lejoyllan estiraba el cuello para mirar los esbeltos mstiles de los barcos anclados eerto eran apenas visibles. Shu-Nhadek era el puerto de mar ms grande y tiguo de todo el pas; al abrigo de la Baha de las Ilusiones, de cara al Suvorecido por las mansas corrientes de los Estrechos de la Isla de Verano, era durdo el ao un refugio perfecto tanto para los comerciantes como para los viajeroayora de las rutas importantes de ganado terminaban en la ciudad, y la proxim

    sta a la Isla de Verano, residencia del Alto Margrave, le daba un prestigionguna otra capital de provincia poda esperar igualar. All poda encontrarse g

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    todas las condiciones imaginables: ricos mercaderes, artesanos, agricultnductores de ganado como la pandilla de su to, Hermanas de Aeoris, conbitos blancos, e incluso hombres y mujeres de la Isla de Verano, que se tomabaspiro de las formalidades de la vida cortesana. Y en los dos das de mercensual, la poblacin de la ciudad se quintuplicaba. Cyllan habra podido permanantada all, observando aquel bullicio desde el amanecer hasta el crepsculo

    urrirse en absoluto.Pero al fin tuvo que detenerse en seco para dejar pasar a un mozo que condrios caballos de pura sangre del Sur. Mientras esperaba, Cyllan contemplvidia los altos y elegantes animales (tan diferentes del rechoncho e irritable ponba montado ella cuando viajaba con Kand Brialen y sus mozos) y brusopinadamente, el calor y el bullicio y la vida exuberante del mercado despertaroa un recuerdo que durante meses haba tratado de olvidar. Un recuerdo de

    gar, de otra ocasin festiva, y que hizo que el gran mercado de Shu-Nhreciese de pronto un dbil reflejo de aqul. Un espectculo que probablementlvera a presenciar en su vida: las fiestas de la investidura del nuevo Sumo Iniciel Castillo de la Pennsula de la Estrella, en aquella punta del lejano Norte. H

    do a finales de verano, cuando incluso el clima del Norte era agradable, e imgla ceremonia y su boato (el antiqusimo Castillo adornado con gallardet

    nderas, el largo desfile de la nobleza, las hogueras, la msica, los bailes) cruz

    r su mente con la misma claridad que si las viese con sus propios ojos. Incba visto al Sumo Iniciado, Keridil Toln, joven, seguro, resplandeciente en su ceremonia, cuando sali con su comitiva de las puertas del Castillo para d

    ndicin de Aeoris a la enorme multitud.Haba sido una experiencia inolvidable, pero el recuerdo que le haba cau

    egra y dolor durante los ltimos meses nada tena que ver con la gloria delebraciones. Era el recuerdo de un hombre; alto, de cabellos negros y piel bla

    n una mirada atormentada en sus ojos verdes; un hechicero y alto Adeptorculo. Se haban encontrado una vez antes de entonces, por casualidad y, coda probabilidad, l la haba recordado. Ella estaba bebiendo un asqueroso bree haba comprado con su ltima moneda en un puesto de vinos; l haba arrojadelo el contenido del vaso, dado un rapapolvo al vinatero y hecho que le sirvno de una cosecha de alta calidad. Desde entonces, haba lamentado ella mil v

    propia cobarda, haba deseado tener otra oportunidad, pero sta no se hesentado. Y ms tarde, aquella misma noche, su sentido psquico le haba dichos sueos no podan hacerse realidad, al conjurar una visin de l en

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    bitaciones privadas y verle en compaa de una joven agraciada y noble, y hmprendido que l ya la haba olvidado

    Los caballos haban salido ahora de la plaza y la multitud volvi a agruparsesar por delante de un puesto donde se vendan anticuados aderezos de memalte, Cyllan se detuvo, al llamar su atencin algo medio oculto entre los montquincalla. Se acerc ms, para verlo mejor, y despus mir con expresin culp

    dueo del puesto, esperando que la echase de all. Pero este vendedor sabaperiencia que los buenos clientes se presentaban a menudo bajo los disfraces verosmiles y la invit cortsmente a proseguir su examen. Cyllan, animada porsto, tom el objeto que la haba intrigado y lo levant. Era un collar; una cadenbre finamente tallada y de la que pendan tres discos de cobre batido. En entro, que era el ms grande, un hbil artesano haba labrado, en una filigranata y esmalte azul, un relmpago dividido en dos partes por un ojo.

    Un relmpago, smbolo de los Adeptos. Cyllan se mordi el labio, al despnuevo el recuerdo, y se pregunt cunto podra costar aquel collar. No se atrevregatear en un puesto de esta naturaleza y, adems, no saba nada del valor deetales. Pero tena un poco de dinero muy poco: un par de gravines que hdido ahorrar durante meses. Y sera tan agradable poseer una sola cosa bellajeto que le recordaseDerret Morsyth es uno de los mejores artesanos de la provincia dijo de pr

    dueo del puesto.Cyllan se sobresalt y despus mir al hombre a la cara. Este se haba planlante de ella, y no haba hostilidad en sus ojos.Es muy bello dijo ella.Ciertamente. Derret slo quiere trabajar con metales inferiores, y hay quie

    sprecia porque no hace incrustaciones de oro y piedras preciosas en sus piero a mi modo de ver, puede haber tanta belleza en un pedazo de cobre o de es

    mo en un montn de esmeraldas. Es la mano y la vista lo que cuenta, noateriales.Cyllan asinti enrgicamente con la cabeza, y el hombre seal el collar.

    Prubatelo.No. Yo no podraEl hombre se ech a rer.

    Todava no sabes el precio, muchacha! Derret Morsyth no abusa, ympoco. Prubatelo; el cobre casi hace juego con tus lindos ojos.

    Ella se ruboriz ante el desacostumbrado cumplido. Vacilando, levant el c

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    sta su garganta. El metal pareca fresco y pesado contra su piel; haba algo sustanl. Se volvi a medias y a punto estaba de decirle al vendedor que lo abroch

    ando vio su propia imagen en un bruido espejo de bronce, y lo que vio hizosase al instante su afn.Lindos ojos, haba dicho el dueo del puesto Pero, por todos los dioses, ell

    a bonita! Su cara era vulgar, demasiado estrecha y delgada; la boca, demas

    ande, y sus ojos ambarinos no eran hermosos, solamente eran peculiares. bellos, tan claros que casi parecan blancos, pendan en revueltos mechones ss hombros; esa maana se haba esforzado, por comodidad, en sujetarlos eoo sobre la nuca, pero ahora se haban desprendido la mitad de ellos y parecpantapjaros. Llevaba pantalones y jubn y una camisa vieja y sucia, todo redado de uno de los conductores de ganado de su to. Y sobre su pecho, peora el collar que tanto haba codiciado. Haba sido confeccionado para una d

    para una muchacha pobre y, alrededor de su cuello, se haba convertido enotesca parodia.Desvi rpidamente la mirada de aquella horrible revelacin y levant una m

    ra detener al vendedor que estaba a punto de abrochar el cierre.No. Yo lo siento, pero no puedo. Gracias, pero ya no quiero comprarlo.El hombre se qued perplejo.

    No es caro, muchacha. Y seguramente cualquier joven se merece

    Aquel intento de amable persuasin fue como una cuchillada para Cyllan,cudi violentamente la cabeza.No, por favor! Y adems, no tengo dinero. Ni siquiera medio grmento haberte hecho perder el tiempo Gracias.Y antes de que l pudiese aadir palabra, se alej casi corriendo de aquel puesEl desconcertado comerciante la sigui con la mirada hasta que una nueva v

    cord el negocio.

    Rishak?Sobreponindose, Rishak mir a su cliente y reconoci al hijo mayorargrave de la provincia de Shu.Oh, disclpame, seor! No te haba visto. Estaba pensando en aquella j

    e va por all. Muy rara, si me permites decirlo.Drachea Rannak arque las cejas, con curiosidad.

    Rara?Rishak resopl, irnicamente divertido.

    Primero muestra un gran inters por una de las piezas de Morsyth, e

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    nto de comprarla, y entonces, de pronto, cambia de idea y echa a correr sin dampo a decirle una palabra.

    El joven sonri.Dicen que el espritu de contradiccin es propio de la mujer.Eso dicen Bueno, tal vez si yo estuviese casado las comprendera m

    ora, seor, qu puedo mostrarte hoy?

    Estoy buscando un regalo para mi madre. Dentro de tres das sermpleaos, y quisiera algo especial y un poco personal.Para la Seora Margravina? Bueno, ten la bondad de felic

    spetuosamente de mi parte. Y creo que tengo precisamente aqu algo digno den gusto

    Slo cuando hubo dejado atrs los tenderetes de baratijas se detuvo Cyllan cobrar aliento. Estaba furiosa consigo misma, tanto por su vanidad inicial como

    tonto comportamiento al darse cuenta de su error. De qu le habra servidllar? Para lucirlo en la prxima ocasin social, tal vez en su prxima visiastillo de la Pennsula de la Estrella? Casi se ri en voz alta. Ms bien habra sidtorbo cuando tratase de hacer comestibles aquellas verduras de tercera clase. lo habra encontrado y vendido, embolsndose el dineroEl corazn le palpitaba todava dolorosamente por la ignominia de la experien

    tuvo la ilgica conviccin de que cuantos la rodeaban conocan su humillacin

    rlaban de ella en secreto. Por fin se detuvo cerca de la puerta de una taberna aza y, cediendo a un sbito impulso, para animarse, se abri paso entre la multitdi una jarra de cerveza de hierbas y una rebanada de pan con queso. El saln berna estaba atestado; por consiguiente, busc un sitio tranquilo en un bancoterior y observ cmo pasaban los que iban o venan de comprar en el mercentras coma y beba lentamente.Al cabo de un rato, una voz montona que proceda de un puesto prximo

    berna le llam la atencin. Su ocupante era un adivino y estaba regalando a su aente con una larga historia de buena fortuna y de fama. Intrigada a pesar dtado de nimo, Cyllan se acerc ms, hasta que pudo ver algo y observaocedimiento y su pulso se aceler.

    El adivino haba arrojado seis piedras sobre la mesa y, por lo visto, estaba leyefuturo de su consultante en el dibujo que formaban aquellas. La geomancia eralas ms antiguas tcnicas conocidas en la tierra del Este, que era la de Cyllan, yr rpidamente la cara del vidente, buscando la piel plida y las facci

    stintivas de los nativos de las Llanuras. Pero, fuera lo que fuese aquel hombre

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    a un oriental. Y las piedras, hubiese debido haber muchas, no solamente seena sobre la que arrojarlas. Y el dibujo que formaban no era ms que un galimn sentido.

    Cyllan bulla de clera por dentro. El supuesto adivino no era ms quearlatn que negociaba con la supersticin y con una facultad psquica que acticaban unos pocos en secreto. En las Grandes Llanuras del Este, cualquiera

    viese dotes de vidente era ahora poco ms que un paria; ella misma haba aprensu edad temprana a ocultar esta facultad a todos, salvo a la vieja que le hseado reservadamente a leer en las piedras, y ni siquiera su to saba algo deciosa coleccin de guijarros, desgastados y alisados por el mar, que guardaba lsa colgada del cinto. Aprendiza de boyero, que era el ms bajo de los ofinca pregonara su talento si saba lo que era bueno para ella Pero el talent

    yllan era real, a diferencia de las burdas mentiras de ese truhn, que se aprovec

    la mezcla de miedo y crdula fascinacin de sus clientes.Ella debera estar en una Residencia de la Hermandad. De pronto oy labras en su cabeza, tan claramente como si el alto y moreno Adepto estuantado delante de ella y le repitiese aquellas palabras en voz alta. l hconocido su habilidad y le haba hecho este cumplido.Debera haber sido adm

    aquella augusta comunidad de mujeres servidoras de los dioses, y su talementado y alimentado all Pero la Hermandad no poda perder el tiemponte como una campesina conductora de ganado. Ella no tena dinero ni quieotegiese, y as, en vez de vestir el hbito blanco, se hallaba sentada en un btaberna, escuchando a un charlatn que prostitua las dotes de los videntes,

    na autoridad para intervenir.El adivino puso fin a su monlogo y su cliente se levant para marcharse, co

    stro colorado y dndole efusivamente las gracias. Cyllan vio que una monednco gravines cambiaba de manos y se sinti asqueada; pero si el falso adircibi algo de su clera, no dio muestras de haberse enterado. Estaba contandnancias de la tarde, cuando un joven esbelto y de cabellos castaos se delante del puesto. La mirada del recin llegado pas del adivino a Cyllan y se demomento, como si la reconociese; despus, mirando disimuladamente por en

    l hombro, se sent en la silla vaca delante de aqul.El charlatn hizo grandes aspavientos de bienvenida a su visitante; hasta el p

    que Cyllan se dio cuenta de que deba de ser hijo predilecto de un clan local stinguido y rico. Pero, fuera cual fuese su posicin, estaba claro que no

    enos crdulo o supersticioso que cualquier campesino. Sus modales, su maner

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    clinarse atentamente hacia adelante, sus preguntas en voz baja, todo esto demostafn ingenuo que el adivino no perdi tiempo en explotar. Cyllan observ las

    edras y los signos y pases sin sentido que hizo sobre ellas el falso adivino, antempezar su monlogo.

    Veo que tendrs mucha suerte, joven seor. Ciertamente, mucha suerte, pusars dentro de este ao. Una boda por amor, si me permites decirlo; con una d

    sin par belleza entre sus iguales; tendris muchos hijos hermosos. Y veo tambiAqu hizo una pausa teatral, como esperando que la inspiracin divina tocasngua, mientras el joven miraba fijamente las piedras. S! Un alto cargo, jor; mucho poder y renombre. Te veo plantado en un gran saln, un ssplandeciente, administrando justicia. Tendrs una vida larga, seor; una vida bfeliz.

    El joven tena los ojos encendidos. Jadeante, entusiasmado por el dictamen

    arlatn, murmur una pregunta que Cyllan no pudo captar, y sta, de prontservarle, ajust inconscientemente su visin de manera que los dos personntados a aquella mesa cubierta con un tapete quedaron desenfocados. Hscubierto que, en raras ocasiones, poda hacer pequeas predicciones o averigurcter o los antecedentes de un desconocido, sin necesidad de valerse de las piea un don espordico, imprevisible la mayora de las veces; pero ahora sinti qustinto psquico era seguro Cerrando los ojos, se concentr lo ms que pud

    mpez a formarse una vaga impresin mental que fue cada vez ms clara, hastafin, satisfecha, volvi a abrir los ojos.El adivino haba terminado y el joven se levant para marcharse. Unas mon

    mbiaron de manos; el joven dio las gracias y recibi a cambio respetuverencias; despus, el vidente se escabull detrs de la cortina y se perdi de vis

    El joven iba a pasar por delante del banco de Cyllan, y ella decidi de prontopoda guardar silencio. Poco bien poda hacerle, pero su sentido de la justic

    bel contra la idea de que aquella trapacera no fuese descubierta. Al llegar el jou nivel, se levant.Disclpame, seorl se sobresalt, se volvi y frunci el entrecejo, claramente molesto de que

    sconocida de la clase baja le interpelase tan directamente. No queriendo que pudnsar que quera importunarle, Cyllan habl rpidamente y en voz baja.El adivino es un charlatn, seor. Pens que debas saberlo.l estaba ahora sorprendido. Una cara fresca y suave, pens; l no haba pa

    nca apuros, nunca le haba faltado nada y probablemente esto explicab

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    genuidad ante los halagos del vidente. Ahora, recobrando el dominio de s miacerc ms al lugar donde ella estaba.Un charlatn? Su sonrisa era dbilmente protectora. Por qu ests

    gura?Evidentemente, sospechaba que tena algn motivo personal para trata

    sacreditar a aquel hombre. Cyllan aguant impvida su mirada.

    Yo nac y me cri en las Grandes Llanuras del Este dijo. Leer las piedr un antiguo arte y, por eso puedo descubrir a un impostor cuando le veo.El joven cruz las manos y mir reflexivamente un anillo muy valioso que lle

    un dedo.Es forastero en Shu-Nhadek, como al parecer lo eres t, y, sin embarg

    ivinado muchas cosas sobre mi posicin. No habla esto mucho en su favor?Cyllan decidi apostar a que su destello de clarividencia haba sido acertad

    nri.Un vidente no necesita ser muy hbil, seor, para reconocer en ti al hredero del Margrave de la provincia de Shu.

    Haba estado en lo cierto El joven arque las cejas y la mir con nuevo interEres tvidente?Lectora de piedras, y de poco talento dijo Cyllan, haciendo caso omiso

    sulto, sin duda involuntario, que implicaba la sorpresa de l. No practico

    bilidad, ni trato de sacar provecho de ella; no pretendo quitarle los clientes ambre, pero me indigna ver cmo los embaucadores explotan a sus vctocentes.

    La idea de que l era una de esas vctimas inocentes no pareci gustar al hijoargrave y, por un instante, se pregunt Cyllan si haba sido demasiado audaz ba ofendido. Pero, despus de una breve vacilacin, l asinti con la cabeza.Entonces, estoy en deuda contigo. Har que ese charlatn sea expulsado

    smo de la provincia! De pronto entrecerr los prpados y estudi ms de cerra de ella. Y si eres lo que dices, me interesara ver si puedes hacerlo mejor

    Quera que leyese las piedras para l, y Cyllan se alarm. Su to, que, comayora de sus semejantes, era sumamente supersticioso y consideraba las facultquicas como de competencia exclusiva de unos pocos privilegiados (y oficialmrobados), la matara si descubriese que haba estado empleando su don. Y leer hijo del Margrave no poda hacerlo, no se atreva a hacerlo.Lo siento dijo en tono confuso, pero no puedo.

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    No puedes? El joven se irrit de pronto. Qu quieres decir con ese no puedes? Dices que eres una vidente. Yo te pido que lo demuestres!Quiero decir, seor, que no me atrevo. No tena ms solucin que ser sin

    . Trabajo con mi to, y desaprueba estas Cosas. Si llegase a enterarseCmo se llama tu to?Es Mir la cara del joven y trag saliva. Kand Brialen. Boyero.

    Un boyero que no explota un negocio provechoso que tiene ante las narMe cuesta creerlo!Por favor! le suplic ansiosamente Cyllan. Si l llegase a saberloPor todos los dioses! Tengo cosas mejores en que emplear mi tiempo qu

    es con chismes a los campesinos replic, malhumorado, el joven. Si no quer para m, no lo hagas. Pero recordar el nombre. Kand Brialen Lo recordar

    Y antes de que Cyllan pudiese aadir palabra, gir sobre sus talones y se alej

    Poco a poco, Cyllan se sent de nuevo. Le palpitaba con fuerza el corazment su imprudencia al entrometerse en el caso. Ahora, si se le antojaba, el hijoargrave poda encontrar algn pretexto para buscar a su to y, si tanto le hendido su negativa, decir lo suficiente sobre su encuentro para que tuviesegarlo caro. No estaba acostumbrado a que se frustrasen sus deseos; evidentema un joven mal criado y poda mostrarse rencoroso. Y si

    Cort de pronto el hilo de sus pensamientos y suspir. Hiciera lo que hicie

    o del Margrave, ella no poda impedirlo. Haba sobrevivido a la furia de Kialen antes de ahora, podra sobrevivir una vez ms. Lo mejor que poda haceminar su cerveza y disponerse a capear el temporal.El mozo de la taberna sali para recoger su jarra y le pregunt si quera

    yllan sacudi la cabeza y se levant de mala gana del banco, encaminndose hlado de la plaza del mercado donde empezaba a menguar la concurrencia. Aqu

    z de puestos y tenderetes, haba corrales con techos de paja, donde manada

    imales de ojos cansinos mugan y se lamentaban y esperaban su destino. Kialen y sus boyeros haban levantado sus tiendas a un lado del corral ms granrante todo el da, el negocio haba estado animado; tenan un centenar de rdas desde Han, para vender, as como cuatro buenos caballos de labor que Kba comprado a bajo precio en Perspectiva, despus de un largo regateo. Y coimavera y la poca de la reproduccin a la vuelta de la esquina, estaban obtenienos precios.

    Cyllan haba aprendido haca tiempo a no pensar demasiado a menudo eopio futuro con Kand Brialen y sus boyeros. Cuatro aos atrs, cuando su m

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    e era hermana de Kand, y su padre haban desaparecido con su barca de pesca trecho de los Bajos Blancos, su to se haba hecho cargo de ella, pero, desdimer momento, no se haba esforzado en disimular lo mucho que le disgustaba su modo de ver, Cyllan era una carga no deseada; deca que las mujeres n

    rvan para nada, salvo alguna ramera ocasional cuando le apeteca, y haba deen claro que, si su sobrina hurfana esperaba que la mantuviese, tendra

    grselo trabajando tan duro como cualquier hombre de su pandilla. Y por sde haca cuatro aos, Cyllan vesta como un boyero, trabajaba como un boyeca, adems, todos los trabajos de mujer que le ordenaban. Cierto que tamba viajado mucho y visto mucho mundo; algo inaudito en una muchacha deanuras del Este. Pero era una vida que le daba muy pocas esperanzas para el futu

    En su tierra (aunque cada temporada se le haca ms difcil pensar que existiesgar que pudiera llamar su tierra), sin duda se habra casado con el segund

    cer hijo de otra familia de pescadores, en una alianza pragmtica de fcilmente habra podido considerarse un gran logro, pero habra sido sin ejor que esta dura existencia nmada. Tal como estaban las cosas, su futuro areca siempre igual, hasta el infinito: trabajo, viajes, dormir cuando tuvortunidad de hacerlo, hasta que los vientos del Norte y el sol del Sur la marchitematuramente.

    Sacudi esta triste idea de su cabeza al ver la fornida figura de su to movin

    tre las hileras de caballos atados con ronzal cerca de los corrales. Le acompaabmbre de edad madura, alto y ligeramente encorvado, que, a juzgar por su abbeteado de piel y por la obsequiosidad de Kand, deba de ser un posible cliente yllan trat de pasar inadvertida al dirigirse a la tienda, ansiosa de no molestar a sentras estaba negociando. Y casi haba llegado cuando alguien habl, en voz ro alegre, detrs de ella.Ah, conque ests aqu!

    Se volvi, sobresaltada, y se encontr cara a cara con el hijo del Margravven sonrea, con aire de complicidad, y seal en direccin a los dos hombres.Kand Brialen: record el nombre. Y cuando vi que tena buen ganado

    nder, insist en que mi padre lo viese personalmente.Conque aquel hombre era el Margrave de Shu De pronto, Cyllan se dio cuque su asombro deba de ser demasiado evidente y desvi apresuradamen

    rada.T y yo dijo el hijo del Margrave hemos dejado algo por terminar. Y

    e mi padre y tu to tardarn mucho tiempo en hacer sus tratos, por lo que tu sec

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    tar a salvo. Ven conmigo!Por lo visto no era persona que admitiese discusiones, y por esto se abs

    yllan de protestar cuando l la asi del brazo y la condujo rpidamente lejos drrales. Entraron en una calle estrecha que iba de la plaza del mercado al puerto,ven seal una casa descuidada sobre cuya puerta se vea una ensea con

    mbarcacin blanca toscamente pintada y un mar rabiosamente azul.

    La taberna de la Barca Blanca dijo l, penetrando en la oscuridad del int. Suelen frecuentarla marineros y mercaderes, por lo que no es probable quea alguien que me conozca.

    Cyllan hizo caso omiso del velado insulto (a fin de cuentas, l se estaba rebajaparecer en pblico en su compaa) y trat de valorar la primera impresin quba causado su acompaante. Cuando le haba pedido que leyese sus piedras haba advertido una mirada casi febril en sus ojos, y su determinacin de sa

    n la suya deca mucho ms sobre su personalidad que lo que habra popresarse con palabras. Haba conocido a otros de esta clase; los que, interesadosocultismo, desafiaban los convencionalismos que prohiban esta materia a tod

    undo, salvo al Crculo y a la Hermandad de Aeoris, y a menudo aquel inters raobsesin. Cyllan haba reconocido inmediatamente este rasgo en el hijo

    argrave, y saba que deba andarse con cautela; si se descuidaba, poda encontrdificultades.

    Pero, por lo dems, el joven pareca bastante corriente. Tena la buena preseica de los nativos de la provincia de Shu: abundantes cabellos castasortijados sobre su cabeza y cortos segn el estilo ahora de moda en el Sur;

    na, con un matiz olivceo que disimulaba una tendencia a la rubicundez, y gros y expresivos, con pestaas notablemente largas. Era muy alto para ser delaunque probablemente engordara con los aos, todava no daba seales de ello

    Ahora arrastr una silla de debajo de una mesa vaca en el rincn de la taber

    asc los dedos para llamar al mozo. Cyllan se sent en silencio en la silla opueper, mientras l peda vino para los dos y una tajada de buey y pan moreno paro pregunt a Cyllan si tena hambre. Llegaron el vino y la comida, que fujados bruscamente sobre la mesa; antes de irse, el mozo dirigi una milminante al distinguido cliente.Ahora dijo el hijo del Margrave, vayamos al grano. Dime cmo te llamCyllan Anassan. Aprendiza de boyero, de Cabo Kennet, en las Grandes Llan

    l Este dijo ella, presentndose de la manera formal acostumbrada, colocandlma de la mano sobre la mesa.

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    l apoy la suya sobre la de ella, pero muy brevemente.Drachea Rannak. Heredero del Margrave de la provincia de Shu, de

    hadek. Y echndose atrs, aadi. Y ahora dime, Cyllan Anassan, qu tvado al oficio de boyero, que es la ocupacin ms inverosmil para una mujer?

    El relato de ella fue breve y triste; emple en l las mnimas palabras posibles,ven la mir con curioso inters.

    Y sin embargo, eres vidente? Yo habra pensado que la Hermandad hubbido interesarte ms que conducir ganado.Ella sonri dbilmente. En el mundo de l, bastaba que una nia dijese que qu

    gresar en la Hermandad de Aeoris, para que se cumpliese su deseo, y Cyllan dque l pudiese considerar el asunto de otra manera.Digamos que no tuve oportunidad respondi. Adems, dudo de qu

    ermanas me reconocieran como vidente.

    Drachea empuj con disgusto la rebanada de pan moreno sobre el plato.Tal vez s, pero hubieses debido intentarlo. Levant la mirada. En realno ser por mi posicin en Shu, tal vez habra pensado en seguir el mismo cami

    esentarme como candidato al Crculo.Al Crculo?Su reaccin haba sido inmediata, y entrecerr los ojos. Drachea se encogi

    mbros.

    Desde luego, en mi situacin, esto es imposible, a menos que renunciara arechos en favor de mi hermano menor, y esto traera muchas complicacioneszo una pausa y prosigui. Por lo visto has viajado muchsimo. Has estado alz en la Pennsula de la Estrella?

    Cyllan empezaba a comprender lo que haba detrs de la fascinacin del jovens materias arcanas.

    S dijo. Estuvimos el verano pasado, cuando el nuevo Sumo Inic

    cibi su investidura.Estuviste all? Drachea se inclin hacia adelante, olvidada de prontndescendencia. Y viste a Keridil Toln en persona?Slo desde lejos. Sali del Castillo para hablar y dar la bendicin de Aeoris

    ultitud.Dioses! Drachea bebi un largo trago de vino, sin darse cuenta de lo

    ca. Y pensar que me perd aquel gran acontecimiento! Desde luego, mis pacieron el viaje, pero yo estaba enfermo con fiebre y tuve que quedarme en casa

    lami los labios. Entonces lo viste todo Y cruzaste el puente que condu

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    astillo?S, por poco tiempo.Aeoris! Drachea hizo una seal sobre su corazn, para mostrar qu

    clamacin no haba querido ser irrespetuosa para el ms grande de los dioseebi de ser una experiencia inolvidable! Y qu me dices de los Iniciados? Sin

    ste a algunos de ellos, aunque me imagino que no conocistea ninguno, verd

    Las sospechas de Cyllan haban sido por fin confirmadas. La nica ambidiente de Drachea era ingresar en las filas del Crculo, para satisfacer su afber la verdad que haba detrs de los secretos que le obsesionaban. Y comprenmbin, por qu estaba tan empeado en que le leyese su futuro. Quera creer qu

    mbicin se vera cumplida, y sus palabras de vidente seran suficientes para avivego que arda en su interior.Cyllan! Ella se sobresalt cuando l le agarr un brazo y lo sacudi

    scchame! Te he preguntado si conociste a algn Iniciado.Una inquietante yuxtaposicin de imgenes pas por la mente de Cyllasponder a su mirada. La cara de Drachea, joven, franca, consciente de su prportancia; y otra cara, macilenta, reservada, y unos ojos que delatnocimientos y emociones mucho ms profundos de lo que corresponda a la ica.

    Dijo, con voz ronca:

    Hace algn tiempo conoc a un hombre un Adepto de alto grado.Entonces, no se recluyen los Adeptos dentro de s mismos? Haba cir, bah!, pero los rumores crecen como hierbajos. Tengo que ir all a verlos ojos. Ya lo habra hecho, pero se necesita tanto tiempo para ello! Cerros en su frustracin, pero su expresin cambi bruscamente. Volviste nnsula despus de aquellas fiestas?No. Pasamos un mes en la Provincia Vaca y, desde entonces, hemos es

    minando rumbo hacia el Sur.Entonces, no debes saber lo que hay de verdad en los nuevos rumoresrren.Nuevos rumores? Cyllan se puso alerta. No me he enterado.No Me extraara que los hubieras odo. Empezaron en la Tierra Alta del

    en Chuan, y ahora se estn extendiendo tambin por aqu. Nadie parece conocechos, pero dicen y Drachea hizo una pausa para dar mayor nfasis a sus palaque algo anda mal en el Castillo. Hace algn tiempo que no se han recibido notnadie de all, y no se sabe que nadie haya visitado el Castillo desde la l

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    njuncin lunar.A Cyllan se le hizo un nudo en la boca del estmago. No poda explicar a qu

    bido, ni dar un nombre a esa sensacin; era como si en lo ms profundo despertase un sentido animal que estaba dormido. Contenindose, dijo:No me he enterado. Qu decs vosotros que puede andar mal?Aqu est la cuestin: nadie lo sabe. En la Tierra Alta del Oeste, se h

    cientemente de un peligroso malhechor aprehendido en la Residencia dermandad que hay all, y se dice que esto tiene relacin con los sucesos del Casro, aparte de esto, todo son especulaciones. Parece que los Iniciados han decislarse completamente del resto del mundo, pero nadie sabe por qu. Cruzanos y las mir frunciendo el entrecejo. He estado buscando claves y presaro no encuentro nada que tenga sentido. Lo nico extrao que ha ocurrido aqu

    do un nmero desacostumbrado de Warps.

    Cyllan se estremeci involuntariamente al or la palabra Warp. Todos los homujeres y nios del pas sentan un miedo justificado a las misteriosas tormebrenaturales que llegaban aullando del Norte a intervalos imprevisibles. Nadeva a enfrentarse al aire libre con el cielo pulstil y las estridentes vmonacas de un Warp; los pocos locos o valientes que lo haban hecho hasaparecido sin dejar rastro. Ni siquiera los eruditos ms sabios saban de dnan los Warps ni qu los impulsaba; segn la leyenda, eran el ltimo legado qu

    erzas del Caos dejaron cuando los seguidores de Aeoris destruyeron a los Ancirestablecieron el imperio del Orden.Pero fuera cual fuese el poder que haba detrs de los Warps (y era algo en lo

    gente sensata prefera no pensar), Drachea tena razn al decir que la incidencs Warps haba aumentado ltimamente. Slo haca cinco aos que, al cruzartiles llanuras que separaban Shu de Perspectiva, haba odo la pandilla de Kialen el sonido ms temido en todo el mundo: el dbil pero estridente aullido

    niendo del Norte, anunciaba que se acercaba la tormenta. Cyllan an vea ensadillas aquella desesperada carrera hasta el refugio ms prximo contrarmentas, uno de los largos y estrechos cobertizos que haban sido construidos guridad de los viajeros a lo largo de las principales rutas ganaderas; y recordabavor el interminable tormento sufrido en el interior del precario refugio, mieca con la cara enterrada en su abrigo, tapndose los odos para no escuchtruendoso caos, ni el mugido de las aterrorizadas reses a su alrededor. Haba sidcera experiencia de esta clase desde que haban salido de la Provincia VacaIncluso la tranquila actitud de Drachea se haba alterado con el tema. Dn

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    enta de que la atmsfera se estaba haciendo incmoda, seal la jarra que estre los dos sobre la mesa.No has tocado el vino.Oh! S, gracias.Cyllan no se estaba concentrando; haba rechazado el horrible recuerdo,

    gua inquieta. Su instinto animal la aguijoneaba de nuevo

    En cuanto a ese misterio del Castillo sigui diciendo Drachea, creo quiciados tienen sus propias razones, que no conviene investigar. Aunque, si al leeedras vieras un presagio que pudiese decirnos algo

    La mir, esperanzado, y ella sacudi enrgicamente la cabeza.No! No me atrevera, no me atrevera a intentar ver claro en esas cosas. L

    ra ti, Drachea, pero no ir ms lejos.l se encogi de hombros, con gesto descuidado.

    Est bien. No perdamos ms tiempo. Mustrame lo que no pudo mostrarmarlatn!Cyllan hurg en la bolsa que llevaba colgada del cinto y sac un puad

    edrecitas pulidas y de diferentes formas. Tericamente, necesitaba arena para arbre ella los guijarros, pero otras veces haba trabajado sin ella y sin duda polver a hacerlo ahora.

    Drachea se inclin hacia adelante, mirando fijamente las piedras, como tratand

    ivinar algo sin la ayuda de ella. Y sbitamente, al tenerlas en la palma de la mra arrojarlas, Cyllan se detuvo. Algo estaba murmurando con insistencia eente, un aviso, tan claro como si hubiese sido pronunciado en voz alta junto do.Pasara lo que pasase, no deba leer las piedras para Drachea Rannak!Qu pasa? oy que deca la voz impaciente de Drachea, y se sobre

    olentamente y se le qued mirando como si fuera la primera vez que le vemos, Cyllan, o eres una adivina o no lo eres! Si me has hecho perder el tiempoNo ha sido sta mi intencin! Se puso de pie, vacilando. Pero no pu

    er para ti, Drachea No puedo!l se levant tambin, sbitamente irritado.

    En nombre de los siete infiernos, por qu?Porque no me atrevo! Oh dioses, no puedo explicarlo! Es un presentimimiedo Y de pronto brotaron las palabras de sus labios sin que pudiese evi

    . Porque s en el fondo de mi ser que algo terrible va a ocurrirte!

    l se qued pasmado. Lentamente, se sent de nuevo. Estaba muy plido.

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    T sabes?Ella asinti con la cabeza.

    Por favor, no me preguntes nada ms. Tena que haberme callado Sin toy equivocada; no tengo talento yNo. Ella se estaba apartando de la mesa y, sbitamente, l alarg una ma

    agarr el brazo, causndole dolor. Sintate! Si se est tramando algo, por t

    s dioses que vas a decrmelo!Un par de parroquianos de la taberna les estaban mirando ahora, sonrivertidos, sin duda interpretando a su manera la discusin. No queriendo llamaratencin, Cyllan se sent de mala gana.Ahora, dime! orden Drachea.Las piedras eran como ascuas en la mano de ella. Reflexivamente, las dej ca

    desparramaron sobre la mesa, formando un dibujo claro y desconcertante. Dra

    s mir fijamente y frunci el entrecejo.Qu significa eso?Tambin Cyllan estaba mirando las piedras, y le palpitaba el corazn. No con

    uel dibujo y, sin embargo, pareca hablarle, llamarla. Sinti un dbil hormiguenuca y se estremeci.No no lo s empez a decir, y despus lanz una exclamacin ahog

    rque una imagen haba cruzado por su mente, con tanta rapidez que apenas p

    ptarla.Una estrella de siete puntas, irradiando colores indescriptiblesNo! se oy decir a s misma, con vehemencia. No puedo hacerlo!

    iero!Maldita sea! Lo hars! replic Drachea furioso. No voy a dejar que

    mpesina forastera me tome el pelo! Dime lo que ves en esas piedras, o te llete mi padre por tratar de embrujarme!

    La amenaza era bastante seria. Cyllan mir las piedras una vez ms y, de prontbujo cristaliz en su mente. Ahora saba, con infalible instinto, lo que significabinsistencia de Drachea no iba a poder convencerla.

    Bruscamente, recogi las piedras, las meti en la bolsa, y se puso de pie de nuPuedes hacer lo que creas adecuado dijo serenamente, y se volvi

    archarse.Cyllan! le grit Drachea. Ella sigui su camino. Oy el roce de madera s

    edra y las pisadas de l a su espalda. La alcanz cuando iba a llegar a la puerQu ests haciendo, Cyllan? No voy a tolerarlo! Me prometiste leer las piedras

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    , yDjame!Se retorci para librarse de la mano que trataba de agarrarla del brazo y ha

    lver, pero al dirigirse a la entrada de la taberna choc con un marinero merco y corpulento, que entraba apresuradamente con tres compaeros.Mira por dnde vas! le grit el hombre, empujndola a un lado. C

    urmur una disculpa y sigui adelante, seguida de Drachea, pero el marineroit. Eh vosotros dos! En nombre de todos los diablos de las tinieblas, adis?

    Ellos le miraron, sin comprender, y el hombre seal con el pulgar hacia la pur la que entraban apresuradamente ms personas.No tenis una pizca de juicio entre los dos? Se acerca un Warp! Tod

    udad est alborotada. Un da de mercado, y un hijo de perra de Warp decide

    bre nosotros! Como si las tormentas de los Estrechos de la Isla de Verano no fustanteSe dirigi furioso al mostrador y pidi a gritos una copa.La cara de Cyllan adquiri una palidez griscea. Al or que el mari

    encionaba el Warp, sinti como si se le helase el estmago. Un miedo terriblba apoderado de su razn y aumentaba a cada momento. En la taberna esgura, pero no se senta segura. Y si haba interpretado bien el presagio de

    edrasMientras tanto, Drachea se haba acercado a la puerta y estaba mirando al exteorra gente por todas partes, buscando un refugio; en algn lugar, un nio gempanto. Ms all de los apretujados tejados de las casas de la estrecha calle, el

    era ms que una franja brillante, pero el brillo estaba ya menguando, empar las amenazadoras sombras que se extendan sobre el azul. Y por encima del rlos pies que corran y de las voces que gritaban, se oy un aullido estride

    sterioso, como un coro de almas condenadas al infierno.Dioses! Drachea contempl el cielo cambiante con morbosa fascinaciMira, Cyllan! Mira eso!

    Olvidada la disputa, Cyllan temi ahora por su seguridad.No hagas eso, Drachea suplic. Entra! Es peligroso!Todava no lo es. Tenemos unos minutos antes de que caiga sobre noso

    ira Y entonces, en un instante, cambi su expresin, y su voz con evndose al impulso de un incrdulo horror. Oh, por Aeoris, miraeso!

    La haba agarrado y tirado de ella hasta delante de la puerta. Fuera, la calle es

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    sierta y se estaban cerrando de golpe los postigos de todas las ventanas. Draalaba a lo largo del callejn, en la direccin del puerto de Shu-Nhadek, y la mtemblaba violentamente.Mira!Cyllan mir y un terror ciego nubl toda su razn. Al final de la calle, una fi

    litaria se ergua como una estatua. Una prenda parecida a una mortaja envolv

    erpo, pero la cara cruel y de delicadas facciones se vea con bastante claridad, lo de cabellos rubios desprenda una luz brillante. Una aureola oscura centelleaalrededor, y el personaje levant una mano de largos dedos, invitndo

    ercarse.Ella haba visto antes de ahora esta imagen de pesadillaCyllan trat de echarse atrs, de huir de aquella figura hipntica y de su m

    toritaria, pero no poda moverse. Su voluntad se estaba debilitando; es

    minada por el insensato deseo de cruzar la puerta, salir a la calle y obedecermada. Oy que Drachea murmuraba junto a ella: Qu es?, con la voz de un errorizado, y ella sacudi la cabeza, incapaz de encontrar una respuesta.

    La figura repiti su ademn, y fue como si unas cuerdas invisibles tirasen deembros. Luch contra esa fuerza con toda su energa, pero su pie izquierdsliz hacia adelante, impulsndola.Qu ests haciendo, Cyllan? le grit Drachea. Vuelve!

    Ella no poda volver atrs. La llamada era demasiado fuerte, ms poderosa quedo y su sentido de autoconservacin. Y del corazn de la siniestra aparicin ba luz irreal que cobr vida y aument, convirtindose en una estrella cegadoraborr todo, salvo aquella mano que llamaba lentamente.Cyllan!La voz de Drachea se desgarr en un grito de protesta cuando ella se despre

    uscamente de su mano y sali de la taberna. Sin pararse a pensar, l sali corri

    s ella; y entonces la reluciente aparicin se desvaneci.Cyllan lanz un aullido bestial, que reson en toda la callejuela, y se detuvco, de manera que Drachea choc contra ella. l la sacudi como si fueseueca de trapo, gritando para hacerse entender.Cyllan, el Warp! Est llegando! En nombre de todo lo que es santo, muvMientras gritaba las ltimas palabras, la oblig a volverse, dispuesto a lleva

    stras, si era necesario, al refugio de la taberna, antes de que fuese demasiado tavolvi yLa pared de oscuridad les dio de lleno al barrer la calle con la rapidez y la fur

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    maremoto. Drachea oy la voz del Warp elevndose en un estruendoso cresctriunfo, y vio un torbellino de formas retorcidas que se le echaban encima, venninguna parte. Por un instante, sinti que Cyllan le agarraba una mano; despu

    artillazo de agona pareci romper todos los huesos de su cuerpo, y con l llegrasador olvido.

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    CAPTULO II

    La impresin de que estaba tragando algo que le quemaba la garganta ylmones hizo que Cyllan recobrase violentamente el conocimiento. Trat de gro no pudo hacerlo, porque aquella cosa llenaba de nuevo su boca y su nurante un momento de pesadilla, crey que estaba muerta, sumergida en un infi

    rde y negro que ruga en sus odos y en el que su cuerpo giraba y se retorcamedio pero entonces comprendi, al recobrar su sentido. Se estaba ahogand

    Dejndose llevar por un furioso instinto de conservacin, dobl y estir el cudio unas brazadas en la direccin de la que vena una luz dbil. Si hubiese eleal, habra muerto a los pocos minutos; pero, segundos ms tarde, su cabeza emel agua y se elev sobre la cresta de una ola oscura, escupiendo el agua que hgado y llenando de aire sus pulmones.

    Estaba en el mar y era de noche! Este hecho era tan absurdo que nomentneamente su razn mientras braceaba, luchando por mantenerse a fbre su cabeza, el cielo era una enorme bveda oscura teida de un verde nacara su alrededor, olas incansables se hinchaban amenazadoramente, monstruuetas que la zarandeaban y arrastraban a la fuerza. No haba tierra, ni lunasarp.

    Aturdida y confusa, no vio la ola grande hasta que sta le cay encima

    mergi de nuevo. Pataleando, subi otra vez a la superficie. Tenaque convencque poda sobrevivir, o se ahogara como una rata en un cubo de agua!

    mopodasobrevivir? No haba costa, ni direccin De alguna manera, habanzada a travs del Warp, arrojada a esta inverosmil pesadilla.

    Y entonces oy un grito. Era dbil, pero no lejano, como si alguien la llamsde un puerto seguro invisible. Cyllan se volvi nadando en la direccin de laoceda el sonido y dando gracias por el agua salada que la haca flotar. Un mom

    s tarde, le vio.Estaba agarrado a un trozo de madera y casi sumergido por las olas qu

    otaban implacablemente. Drachea!Cyllan record los ltimos segundos antee el Warp cayese sobre ellos: l haba tratado de meterla en la taberna; haban rastrados juntosDrachea!Su voz era dbil y l no la oa. Ahorrando fuerzas para nadar, brace haci

    udada por una ola que se elev a contracorriente y casi la lanz a su lado. Le ag

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    r debajo de los brazos, sujetndole contra los tirones del mar, ystantneamente, tuvo pnico y empez a debatirse.

    Drachea! le grit ella al odo. Soy Cyllan! Estamos vivos, estamos vil no la oy, sino que continu retorcindose y golpendola con las manos.

    na que detenerle, o se ahogaran los dos. Alargando un brazo, asi el madero alba estado l agarrado. Estaba empapado en agua, pero era lo bastante pequeo

    e pudiese levantarlo y golpear torpemente con l la cabeza del joven. Este perdnocimiento y Cyllan le sostuvo, con la poca fuerza que le quedaba, cuando emphundirse bajo las olas.

    Volvindose sobre la espalda, empez a patalear y arrastrar el bulto inertachea. El agua la sostena, pero no podra mantener por mucho tiempo afuerzo. Como todos los moradores de la costa del Este, Cyllan haba aprendidinfancia a nadar como un pez, pero su fuerza se estaba agotando de prisa; el

    a fra como el hielo y entumeca sus manos y sus pies, y con esta nueva carga da avanzar lenta y dolorosamente.Y si no encontraba tierra?, murmur una vocecilla en su cabeza. Qu pas

    tonces?Drachea y ella se ahogaran, tan seguro como que maana saldra el sol. Cy

    ndra mayores probabilidades de salvacin si le soltaba y reservaba toda su enera ella misma; pero no poda hacerlo. Sera como un asesinato; no pandonarle ahora.

    Agarr con ms fuerza su desvalida carga y sigui luchando contra las olas prichosamente, parecan cambiar a cada momento de direccin, como si una docorrientes diferentes se disputasen la supremaca. El rugido del mar macha

    nstantemente sus odos, aumentando su fatiga; el agua helada pareca tirar den ms fuerza cada vez que agitaba los pies, y sus miembros iban perdientamente la sensibilidad a medida que el fro iba penetrando hasta la mdula desos. Y pronto el constante balanceo, acentuado por sus intentos de nmicamente, se hizo peligrosamente hipntico. Extraas imgenes de sueo pasr su mente, hasta que crey ver la proa de una barca surgiendo de la oscuridadireccin. Levant un brazo y grit; entonces su boca y su nariz se llenaro

    cante agua salada al sumergirse. Instantneamente, la impresin la sac de aeo, pero lo nico que pudo hacer fue arrastrar de nuevo el peso muertachea hasta la superficie. Aspir aire, sollozando de terror y alivio en igual med

    cuando se aclar su vista, se dio cuenta de que no haba ninguna barca, ni nadie

    ese a salvarles; solamente la ilusin engaosa de una mente agotada.

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    Se estaba debilitando. El espejismo casi la haba matado, y otro error comoda ser fatal.

    Y las olas no tenan todava crestas blancas que indicasen la proximidad de tivasto e implacable ocano se extenda hasta el infinito a su alrededor y, de pro

    o mentalmente una terrible imagen de ella misma y de Drachea oscilando cminutos e insignificantes pecios sobre una gigantesca extensin de nada. Des

    ta idea, sabiendo que, si dejaba que se apoderara de ella, la privara de luntad de supervivencia. Pero esta voluntad no poda sostenerla durante mus tiempo.

    Sin previo aviso, una enorme ola negra producida por una fuerte contracorrgolpe de lado, y esta vez no pudo recobrar el impulso. El cuerpo de Drachea tiella hacia abajo, y sus miembros estaban casi completamente entumecidos. E

    stante de terrible claridad, Cyllan se enfrent con el conocimiento de que es

    ncida. Lo haba intentado, pero ya no le quedaban fuerzas, e incluso sin su cargpoda salvarse. El mar hambriento haba triunfado, tal como una parte drebro le haba dicho que haba de ocurrir. Iba a morir

    Y entonces, en un rincn oscuro de su mente, surgi el recuerdo de los fanaanLa probabilidad era tan remota que casi abandon la idea. Sera m

    guramente sera mejor, entregarse a lo inevitable y dejar que las fras profundidapoderasen ahora de ella, en vez de prolongar su agona con una esperanza qu

    da verse cumplida. Pero todava permaneca un eco de su deseo de sobrevivficiente para hacer que sus menguados sentidos emprendiesen un ltimsesperado intento de salvar la vida. Se esforz en enfocar la mente, en hacer acvoluntad, por dbil que sta fuese.Ayudadme El mudo ruego teleptico surgi de lo ms hondo de su ser

    mbre de todos los dioses, ayudadmeEl mar se agit a su alrededor, burlndose con voz tonante de su desesperaci

    ruego no era escuchado, morira al cabo de unos minutosAyudadme, por favor, ayudadmeDe pronto lo sinti; el primer dbil indicio de otra presencia en su mente, alg

    e senta curiosidad por conocer la naturaleza de la extraa criatura que lucntra el agua con su inconsciente carga. Cyllan redobl sus esfuerzos para llampresencia se hizo ms viva, ms prxima.

    Cuando oy los primeros sones agridulces de la cancin de los fanaani, casi alegra. Las notas argentinas resonaban contra el rugido del mar, elevndo

    jando, llamndola, y un momento ms tarde sinti que algo resbaladizo y

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    zaba sus piernas.El primero se alz a su lado, con su cara de nariz roma, como de gato, a slo

    lgadas de la suya. Los lmpidos ojos castaos miraron tristemente los de ella,naan, mayor que ella, de piel abigarrada y casi fosforescente en la oscuridad, tocorto bigote y sopl, echndole a la cara su aliento de pez. Entonces apareci ota sinti que un tercero se alzaba debajo del agua, cargando con el peso de Drach

    stenindole.Cyllan se tendi sobre un costado en el agua y se agarr al hombro musculosamfero marino que tena al lado. El fanaan levant la cabeza y llam con voz sgemebunda, y la segunda criatura se movi de manera que entre los dostuvieron, levantndola sobre las grandes olas. Cyllan vio que Dracheansportado de igual manera por otros dos fanaani, y su mente agotada les dio mfervientemente las gracias. Su ltimo y desesperado ruego haba sido escuch

    uellos extraos, raros y telepticos seres haban respondido a su llamada y, igmtica manera, haban decidido ayudarla. Haban venido, slo los dioses sadnde, para ayudar a un ser extrao que estaba en peligro, y Cyllan nunca po

    gar la deuda que haba contrado con ellos.El primer fanaan llam de nuevo, y todos se le unieron en la estremecedora y b

    ncin.El agotamiento venci a Cyllan mientras aquellas criaturas avanzaban nadand

    cntico fantstico de sus salvadores se mezcl con extraos sueos marinos cuaa se sumi en una bienhechora inconsciencia.

    Se despert y se encontr yaciendo boca abajo en una playa de guijarroundo volva a estar en calma; a su espalda, el mar segua latiendo y zumbacesantemente, pero el balanceo del fro oleaje se haba aplacado. La haban trarra y los fanaani se haban marchado.

    Cyllan se incorpor lentamente hasta quedar arrodillada sobre los duros guijas cabellos y su ropa chorreaban agua, y sus miembros temblaban involuntariamfro. Todava era de noche; una blanca niebla marina se infiltraba en la oscurid

    nverta en fantasmas las melladas rocas que la rodeaban. A su espalda, la pscenda hasta la ruidosa rompiente, sembrada de desechos que el mar hchazado. Delante de ella

    Delante de ella se alzaba hacia el cielo una negra pared de granito, que no refle

    nguna luz. La playa se extenda a ambos lados, sin ofrecer ningn refugio, y cu

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    vant la vista y se esforz por enfocarla, slo vio el acantilado que se elevaba hs all de los lmites de la visin. Los fanaani la haban trado a tierra, pero arra dura y cruel que en nada se pareca a las que conoca ella.

    El ruido de las piedras le advirti que algo se mova cerca de ella, y Cyllalvi, asustada. A pocos pasos de distancia, Drachea Rannak estaba sentado copalda apoyada en la roca. La estaba mirando, pero sus ojos eran vidriosos, y Cy

    dio cuenta de que no la reconoca. La impresin, el terror haba sido demasra l, pero al menos estaba tambin vivo.Luchando contra el dolor producido por el fro, Cyllan se arrastr hacia l.

    Drachea Drachea, estamos vivosl sigui mirndola fijamente, inerte como una marioneta a la que le hubi

    rtado los hilos.Vivos repiti.

    S, vivos! Los fanaani nos salvaron; les llam y vinieron y Sacudbeza y tosi. Estamos vivos.Durante un momento, todo qued en silencio, salvo el incesante ruido del

    espus dijo Drachea, torpemente:Dnde?No lo s Estaba segura de que Drachea tena nublada la razn. Era incenfrentarse con la realidad del peligro y algo dentro de l se haba roto, y slo p

    perar que recobrase su inteligencia antes de que el fro les venciese a los breponindose a la angustia, aadi con mayor vehemencia: Pero, dondeque estemos, Drachea, nos hemos salvado! Hemos sobrevivido y no es este importa?Quin sabe! Drachea esboz una extraa y torcida sonrisa sin pizc

    mor. Tal vez estamos muertos y esto es el ms all. Una playa de guijarros,che interminable, un acantilado por el que no podemos trepar. Diablos, Cy

    No es esto lo que viste en tus piedras?No lo es?

    Se inclin sbitamente hacia adelante y la agarr de los hombros, sacudinn violencia. Por un instante pens ella que iba a tratar de estrangularla; tonces l afloj su presa y se volvi, apretando la cara contra la pared de rourrucndose como un nio asustado y desafiador.Vete dijo con voz confusa. De no haber sido por ti, estara seguro e

    sa de Shu-Nhadek. Vete y djame en paz!De no haber sido por mi, estaras muerto!, pens Cyllan, furiosa, pero des

    chaz esta idea como indigna y poco caritativa. Tal vez l tena razn: de no h

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    do por ella, esa pesadilla no habra ocurrido nunca.Entonces record por primera vez la aparicin que se haba manifestado ante

    e el Warp cayese sobre ellos en Shu-Nhadek. La mano, el ademn llamndonti un fuerte escalofro. Haba sido mucho ms que un presagio. Y las piedrstintivamente llev una mano a la bolsa del cinto y encontr all el bulto familias guijarros. No las haba perdido, aunque empezaba a preguntarse si eran

    aldicin ms que un bien.Drachea estaba todava escondiendo la cara y Cyllan se dio cuenta de qunan que escapar de aquella playa infernal, debera llevar ella la iniciativa. El pelas privaciones eran conceptos ignorados por el hijo del Margrave de Shu;taba ms preparada para salvarse, si es que haba salvacin posible. Se volvr hacia el mar. Pareca que la niebla se haba espesado en los pocos minnscurridos desde su brusco despertar; ms all de donde rompan las olas e

    rde de la playa, no poda ver nada. Tembl, pero ya no era de fro. Qu htrs de aquella niebla? Una tierra familiar, conocida, o quiz nada? No pber otro lugar en el mundo tan desolado, tan desierto, tan sin esperanzaNinguno, le dijo una muda voz interior,salvo uno

    Pero no era posible Cyllan se puso trabajosamente en pie, mientras la sospiba convirtiendo en certidumbre, y estir el cuello para mirar el impon

    antilado. El vrtigo hizo que se sintiese mareada; lo combati resueltamente y ver la cima de la pared rocosa, retrocediendo en la playa hasta que el agua del

    lleg a las rodillas.La monstruosa mole de granito tena un final. Vea un punto en que la

    edaba bruscamente cortada y, desde su posicin, la perspectiva de la playa hmbiado lo bastante para que se diera cuenta de que el acantilado era en realidaasco que se elevaba en el ocano circundante.

    Su pulso se aceler. Si sus sospechas eran acertadas, debera ver el estrecho l puente que conectaba este solitario pinculo de piedra con la tierra figuzando la mirada para penetrar la espesa niebla, Cyllan observ

    Nada. La niebla era demasiado densa, o ella se haba equivocado y el incintido de familiaridad que la asaltaba era una ilusin engaosa.

    Pero, fuera cual fuese la verdad, tena que haber una manera de escalar aqumenazadora pared. Permanecer en esta playa sera darse por vencida, y despu

    ber sobrevivido a pesar de todo, darse por vencida era algo que Cyllan no p

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    nsiderar. Tenaque haber una manera y tal vez cuando la luz del da viniese euda podra encontrarla.

    Todava insegura de s misma, pero un poco ms animada, volvi al lugar dca Drachea. Pareca haberse dormido, o estar de nuevo inconsciente, y su piequietantemente fra al tacto. Cyllan se volvi y empez a buscar a su alrededor e pudiese dar calor hasta el amanecer. Algas Olan muy mal y estaban

    ojadas como ellos, pero al menos podan protegerles de lo peor del fro de la ninvierno. Consciente de que sus miembros se estaban agarrotando por la fatigao, empez a recoger grandes brazadas de algas en los lugares donde las hrojado el mar, y pronto tuvo un montn de fibras de un verde parduscotendi sobre el cuerpo inmvil de Drachea. Finalmente, se tendi boca arurrucndose junto a l de manera que no se desperdiciase el calor que les quedespus de tender sobre ella misma algunas algas, cerr los ojos.

    Cyllan se despert de un sueo poblado de odiosas pesadillas, con la impresie algo andaba mal. La manta de algas haba resultado bastante eficaz y ya no s

    nto fro en los huesos; pero, cuando trat de moverse, su cuerpo estaba tan rgilorido que apenas la obedeca. Y algo andaba mal

    Levant la cabeza, contemplando la oscuridad verde-gris. La niebla flotaba todmo una cortina impenetrable a pocos pasos de distancia, y el sonido del mar pa

    s lejano, amortiguado por aquella densa niebla. La marea haba bajado, dejaa franja ms extensa de guijarros que brillaba dbilmente hasta el borde debla, lo cual quera decir que deba de haber dormido varias horas. Pero ni siqu

    el corazn del invierno eran eternas las noches. El sol hubiese debido levan, pero no haba el menor indicio de la aurora.

    Cyllan tuvo un alarmante presentimiento. No haba un lugar en el mundo dosaliese el sol, y sin embargo, la noche se cerna an sobre la playa. Todo es

    masiado tranquilo, demasiado callado, como si ms all de la niebla no hubiesee el vaco

    Temblando, se volvi hacia Drachea, que yaca a su lado, y le sacudi.Drachea! Despierta!l se movi de mala gana y, por el juramento que lanz, Cyllan comprendi

    ea estar en su cama de Shu-Nhadek, riendo a una doncella por molestarlecudi de nuevo.

    Drachea!

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    Este abri los ojos y empez, lentamente, a comprender.Cyllan! murmur, al sentir los guijarros mojados bajo su cuerpo. D

    tamos?Ojal lo supiera!Qu?Dejemos esto. No poda gastar energa en discusiones. Escchame

    plorado el terreno lo mejor que he podido y parece que estamos en una isla. Ndido observar ninguna comunicacin con el continente; por lo tanto, tenemoscontrar la manera de subir al acantilado.

    Haciendo un esfuerzo, Drachea se sent para aclarar sus ideas, a pesarnsancio, y empuj a un lado las malolientes algas que le cubran. Cuspondi, lo hizo con voz malhumorada:Todava es noche cerrada! No vamos a morirnos en el tiempo que media

    ora y el amanecer! Y cuando salga el sol, nos encontrarn! Tiene que haber gscndome; mis padres habrn dado la voz de alarma. Por qu habra de gastarerzas escalando un tres veces maldito peasco sin objeto alguno?

    Cyllan apret los labios, irritada. Por lo visto, Drachea no tena la menor ideligro en que se hallaban; acostumbrado a ver cumplidos todos sus deseos, presegamente que su rescate era inminente. Y tal vez habra sido as, si hubiesen esdava cerca de Shu. Pero Cyllan saba que no era as

    Trat de hacerle comprender.Escchame, Drachea. La marea ha bajado, lo cual quiere decir que llevau tiempo de sobra para que haya salido el sol, y sin embargo no lo ha hecho.

    l frunci el entrecejo.Qu quieres decir?No lo s; salvo que aqu ocurre algo terrible. Y otra cosa: no estamos e

    ovincia de Shu, ni cerca de ella.

    El quiso protestar.PeroEscchame! No me preguntes cmo lo s, pero lo s! Puedo sentachea, con toda seguridad! Hizo una pausa, tragando saliva para recobrento. Si no queremos pudrirnos y morir en esta playa, debemos encontranera de subir a la cima!

    Drachea la mir fijamente, reacio a reconocer la verdad de sus palabras. Deso, con irritacin:Tengo hambre.

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    Cyllan le habra estrangulado. Caprichosamente se negaba a enfrentarse coalidad, y aunque en parte le compadeca (a fin de cuentas, nunca se hcontrado en tales apuros en su vida), en parte senta solamente la repugnancia

    ustracin.Sabiendo que no podan perder ms tiempo, se levant y recorri el pie

    antilado, aplicando las palmas de las manos al duro granito, como tratand

    ivinar por dnde poda empezar a escalar. La suerte y la resolucin les haban trsta aqu y, a menos que los dioses quisieran abandonarles ahora, tena que ha salida. Detrs de ella, Drachea se quej de dolor y rigidez, y Cyllan perditribos.Entonces muvete, maldito seas! Aydame! No puedo hacerlo todo yo sol

    peras que cargue contigo como si fuese tu sirvienta!Drachea la mir con irritada consternacin y Cyllan sinti que las lgrimas acu

    sus ojos, al tiempo que el miedo que llevaba dentro amenazaba con salir perficie. Las retuvo furiosamente e intent reponerse. No poda perdetodominio; flaquear ahora significara el desastre.Dondequiera que estemos dijo, apretando los dientes para que

    staeteasen, la provincia de Shu est a un mundo de distancia. Y no tenemida ni cobijo. Si nos quedamos aqu, moriremos de fro o de hambre o de amsas. Mir reflexivamente la imponente pared del acantilado. Tenemos

    contrar la manera de subir.Drachea cruz los brazos y los apret contra su cuerpo, temblando.Si no sabes dnde estamos, cmo puedes estar tan segura de que no vendr

    lvarnos? arguy, malhumorado.No puedo estar segura. Pero no voy a estarme sentada aqu esperando, h

    e est demasiado dbil para buscar una alternativa. Cyllan haba empezaejarse de l, pero ahora se detuvo y mir atrs. Voy a buscar un camino. Lo

    gas t es cosa tuya.l le lanz una mirada fulminante, venenosa, y se volvi de espaldas. Pero Cylo haba dado dos pasos ms cuando le oy suspirar y lanzar una imprecaciz baja. Despus, metiendo las manos en los bolsillos de su chaqueta, Dramin rgidamente sobre los rechinantes guijarros para reunirse con ella.

    Fue Drachea quien encontr por fin los gastados escalones, tallados h

    numerables generaciones en la roca vertical y que ascendan serpenteando e

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    che. Siglos de erosin los haban desgastado hasta la lisura traidora del cristalndiente era espantosa; pero Cyllan crey que, con un poco de buena suerte drte, podran escalar la roca sin contratiempos.Tendr que ser ms fcil cuanto ms subamos dijo a Drachea, rezand

    encio por no equivocarse. Donde no puede alcanzar el mar, tiene que henos erosin y pasaremos con ms seguridad.

    l mir, dudoso, los escalones tallados.No puedo imaginarme quin pudo hacer esto, ni por qu. Y nadie los hmpleado desde hace generaciones.

    Pero han sido empleados, y esto es lo que cuenta. Si otros pudieron subiros, tambin podremos nosotros! Y esto significa Mir hacia arriba el enoasco que pareca abalanzarse sobre ellos en la noche. Significa que tieneber algo en la cima. Un refugio, Drachea

    l asinti con la cabeza, temeroso pero tratando de disimularlo. Haban concera tregua un poco insegura, sometiendo sus diferencias a la mutua necesidabrevivir. Drachea seal los gastados escalones.Pasa t primero. Es ms probable que yo pueda agarrarte si te caes.Esta muestra de galantera, aunque agradable, pronto descubri Cyllan que es

    era de lugar. Drachea tena una cabeza bastante firme para las alturas, pero al ss traidores escalones se puso de manifiesto que las fuerzas le estaban abandon

    pidamente. La impresin, la fatiga y el hambre se dejaban sentir, y Cyllan,taba en mucho mejores condiciones fsicas, tena que detenerse con frecuencia dejarle demasiado atrs. Para ella, la escalada era difcil pero no imposible; h

    rrido riesgos parecidos en el pasado, escalando los vertiginosos cantiles de la cla Tierra Alta del Oeste, con la esperanza de ver a los esquivos fanaani, peroachea siguindola con tanta dificultad, contuvo su instinto de subir ms de pra alcanzar la cima de la terrible escalera antes de que flaqueasen su voluntad

    erga.Esta, pens, era la parte ms intimidante de la escalada. Ahora deban de estenos a seiscientos pies sobre el nivel del mar y, sin embargo, no haba seales dma del enorme acantilado. Cuando se atrevi una vez a mirar hacia arriba, solamdo ver la interminable pared de granito elevndose ms all de los lmites dsin, sin ofrecerle un respiro.

    Y cuando llegasen por fin, si llegaban, a la cumbre, qu pasara?Al contiascensin, Cyllan haba percibido con claridad cmo la semilla del m

    rminaba en su interior. Era el mismo instinto animal que la haba asaltado e

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    berna de Shu, pero mucho ms fuerte. Algo les esperaba en la cima del acantiladena miedo de descubrir lo que era.Pero no haba alternativa. A cientos de pies debajo de ellos se extenda una p

    sierta que no ofreca la menor esperanza de salvacin, e incluso una incgmible era una perspectiva mejor que aquello. Deban seguir adelante y enfrenn lo que fuese.

    Un acceso de tos debajo de ella la detuvo entonces y, al mirar cuidadosamrs, vio que Drachea estaba doblado por la mitad, agarrado a un precario salieyllan retrocedi prudentemente un paso o dos y alarg un brazo para asirle la mayudarle a salvar un trecho en que los escalones de granito se haban derrumbse mordi el labio, conteniendo el aliento hasta que estuvo con ella, y poco a p

    tigosamente, continuaron subiendo.En definitiva, la escalada se convirti en una obsesionante pesadilla para Cy

    ada escaln que suba era un tormento para los doloridos msculos y cada pulavance, un pequeo triunfo por s solo. Habra podido estar trepando durante vida, seguida por Drachea, arriba y arriba, sin llegar nunca a ver el final. A v

    si se rea en voz alta ante la extraa naturaleza de todo aquello: la roca siempre icielo siempre igual, el aullido fnebre y siempre igual del viento que le helab

    anos y amenazaba con arrancar los ateridos dedos de las manos y los pies deseguros agarraderos. Cunto tiempo llevaban subiendo? Minutos? Horas? D

    cielo no les daba ninguna indicacin; la noche se cerna todava sobre ellos sinnguna de las dos lunas trazase su arco para marcar el paso del tiempo. Si estoa locura, no se pareca en nada a cuanto ella haba imaginado antes de ahoraAeoris!El juramento sali de sus labios antes de que pudiese retenerlo, cuand

    antilado termin bruscamente y pudo dejarse caer en el blando y tierno csped. vo tiempo de registrar en su cerebro la impresionante imagen que tena dela

    tes de recordar a Drachea y volverse y alargar los brazos para ayudarle a subitimos escalones. Ambos yacieron jadeando en el suelo; el mundo pareca rtiginosamente a su alrededor mientras trataban de cobrar aliento, y Cyllan ce oa a Drachea murmurar entre sus resecos labios lo que pareca ser una fervcin de gracias. Al fin, cuando tuvo fuerza suficiente, asi a Drachea de un braal algo, incapaz de hablar.

    A menos de cien pasos de distancia, se elevaba el Castillo, como si hubiese sala roca viva. Ms negro que todo lo que Cyllan poda imaginar, se al

    ponente en la noche, dominado por cuatro torres titnicas que apuntaban al c

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    mo dedos acusadores, y pareca absorber la poca luz que llegaba hastagndola, engullndola y desmenuzndola. Por encima de las recortadas almena

    splandor carmes tea el aire, como si una gran hoguera ardiera a fuego lento, nstantemente, dentro del recinto del Castillo. Y aunque la monstruosa estrucreca totalmente cambiada, Cyllan la reconoci

    Drachea hundi reflexivamente las manos en el csped.

    Qu es ese lugar? murmur.Cyllan sinti que su pulso lata en su garganta hasta casi sofocarla, y tuvocer un gran esfuerzo para hablar.Dijiste que te gustara visitar la fortaleza del Crculo murmur con voz r

    . Tu deseo ha sido cumplido, Drachea. Ese es el Castillo de la Pennsula dtrella!

    Drachea no replic. Estaba mirando fijamente el Castillo, incapaz de dar crd

    que estaba viendo. Al fin consigui articular unas palabras.No me imaginaba, ninguna de las historias que haba odo deca que pr como eso!

    Un escalofro recorri el cuerpo de Cyllan, y su miedo se multiplic.No lo es murmur. O al menos no era as cuando yo lo vi. Algo mal

    sadoLos rumores empez a decir Drachea.

    S Pero si los Iniciados se han recluido ah, cmo hemos podido cruzrrera?Drachea se puso en pie tambalendose. Segua mirando fijamente el Cas

    mo si temiera desmayarse si miraba un momento a otra parte.Debemos averiguarlo dijo.Ella no quera acercarse De pronto se haba sentido terriblemente espan

    ro el argumento de Drachea no admita discusin. Si cruzaban el puente

    llaran ms que las montaas norteas durante leguas. Dos cuerpos agotadmbrientos no podan esperar sobrevivir en invierno al cruzar el puerto de montaunque mir al lugar donde hubiese debido estar el puente, Cyllan no pudo vlamente la niebla, suspendida como una cortina, como para marcar una ba

    franqueable entre el mundo real y este mundo de pesadilla y de ilusin.Se puso de pie, turbada por este pensamiento, y se acerc a Drachea. l la m

    t de sonrer.O seguimos adelante, o nos quedamos aqu dijo. Qu hacemos?Adelante

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    La palabra haba brotado de sus labios casi sin que ella pudiera darse cuenta.Poco a poco, echaron a andar hacia el Castillo, que pareca salir a su encue

    qu incluso el viento haba cesado y el silencio era fantstico. Al acercarse aciza entrada, Cyllan se dio cuenta de que no haba seales de vida en el Cass grandes puertas estaban cerradas, y la mate radiacin carmes que brotabntro permaneca siempre igual. El lugar pareca abandonado

    Y cmo, se pregunt de nuevo, haban podido cruzar la barrera que mantslado el Castillo? Cmo haban podido pasar a travs del Laberinto?Drachea Le agarr de un brazo y tir de l, bruscamente atacada por

    rrible duda. Drachea, algo espantosamente malo ha ocurrido aquEra una dbil repeticin de su miedo anterior, pero no haba podido encontrar

    anera ms clara de expresar sus temores. En cambio, Drachea no quera dejimidar. Se desprendi irritado de ella y empez a caminar ms de prisa, rriendo al bajar la ltima pendiente del prado que conduca a la entrada del Cas

    yllan le sigui y le alcanz cuando l empujaba intilmente las enormes puertas.Estn cerradas! Drachea se volvi en redondo, apoyando la espalda cont

    erta y empujando desalentado; pero fue intil. Maldita sea! No he pasado tatigas para verme ahora frustrado!Drachea, no! protest Cyllan.Pero era demasiado tarde. l se haba vuelto de nuevo de cara a la entra

    lpeaba furiosamente con los puos la madera de la puerta, gritando con furorstrico:

    Abrid! Abrid, malditos! Dejadnos entrar!De momento, nada ocurri. Despus, para asombro de Drachea y de Cylla

    aciza puerta rechin. Se oy un chasquido sordo, un ruido que reson en el vacentamente, muy lentamente, las enormes hojas de madera se abrieron hacia desilencio y con gran suavidad, derramando una lgubre radiacin roja de sangre

    anch el csped.Dioses!Drachea se ech atrs, contemplando con una mezcla de pasmo y pesar la

    e haba revelado la puerta al abrirse. Ante ellos, enmarcado por un arco negaco, estaba el patio del Castillo, y ambos contemplaron la escena con inquombro.

    El gran patio estaba vaco y silencioso como una tumba. En el centro, reflejuella desolacin, se alzaba una fuente arruinada y seca, con sus estatuas tall

    rndoles de soslayo, con una sonrisa helada. Aquella luz carmes de pesadilla

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    ba brillado sobre las negras murallas era aqu mucho ms intensa, pero parecotar de parte alguna; simplemente, exista sin un origen visible, y cuando Cr inquieta a Drachea, vio que aquella luz tea de sangre su piel.Muy bajito, Drachea silb entre los dientes apretados, y Cyllan se estremeci.

    Parece muerto. Vaco. Como si no hubiese aqu alma vivienteS Drachea avanz prudentemente, pasando bajo el silencioso arco n

    sta entrar en el patio, con Cyllan pisndoles los talones. Respir hondo. ede haber ninguna duda? Es ste el Castillo?Oh, s! No cabe la menor duda.l asinti con la cabeza.

    Entonces, los Iniciados tienen que estar aqu. Y sea cual fuere su propsislarse del resto del mundo, seguramente no pueden negarse a darnos asilo!

    Empez a cruzar ansiosamente el patio desierto, pero no antes de que Cy

    rcibiera en sus ojos un destello de expectacin casi febril. Drachea haba olvidaarp, el mar, la triste playa al pie del promontorio del Castillo Lo nico quportaba ahora era que el destino le haba trado a la fortaleza del Crculo. El po

    el cmo importaban poco: la antigua y obsesiva ambicin de formar parte de aqunerada y selecta minora haba eclipsado todas las dems consideraciones.

    Se haba adelantado ya a Cyllan, dirigindose al tramo de escalones anchos y be conduca a una doble puerta abierta. Ella aceler el paso, temerosa de qued

    la en aquel lgubre e inquietante lugar, y le alcanz cuando empezaba a subcalinata.Drachea, espera, por favor! le suplic. No podemos entrar ah; p

    ber razonesl la interrumpi, rechazando sus dudas con impaciencia:

    Qu prefieres? Que nos quedemos en el patio hasta que alguien scubra? No seas tonta, no hay nada que temer!

    S que lo hay, protest una voz interior. Cyllan no poda librarse de aesentimiento; antes al contrario, se intensificaba por instantes, y tuvo que domin

    pulso de dar media vuelta y echar a correr hacia la puerta y la aparente seguridacima del acantilado. Mir rpidamente por encima del hombro y, con una sensaimpotencia, se dio cuenta de que cualquier intento de fuga no servira de nada.Fuera lo que fuese, la fuerza callada y secreta que haba abierto la puerta

    anquearles la entrada la haba cerrado de nuevo. Estaban atrapados, como moscaa telaraa

    Cyllan se sinti mareada. No quera aventurarse a entrar en el Castillo,

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    achea se negaba a escucharla. Estaba resuelto a seguir investigando, tanto siera como si no; poda seguirle o permanecer donde estaba, sin ms compaa

    s muertas y sonrientes grgolas de la fuenteVolvindose de nuevo, vio que Drachea haba cruzado ya el umbral de la pue

    taba plantado en un pasillo. La luz carmes penetraba incluso hasta all, comano fuego infernal, y su resplandor haca que pareciese inhumano. Drachea

    cia atrs y grit:Vienes? O tendr que buscar solo a los Iniciados?Cyllan no respondi, pero se apresur a reunirse con l, palpitndole el coraz

    nsando que elega el menor de los males tangibles. Lentamente, se adentraron astillo, y sus pisadas resonaron misteriosamente en el profundo silencio. Nadova, nadie sala a darles la bienvenida o a reprenderles y entonces Drachetuvo ante otra pesada puerta que estaba parcialmente abierta.

    Un saln, o algo parecidoToc la puerta y sta se abri fcilmente a un vasto saln de elevado techo. Hgas y pulidas mesas en toda la gran estancia y, en el fondo, vease un enorme hco, con sus tiles de cobre bruido resplandeciendo con un rojo de sangre bajtraa luz. Sobre la maciza campana haba una galera con balaustres, casi invila sombra y con pesadas cortinas colgando a ambos lados. El lugar estaba tan v

    muerto como el patio.

    Aqu debe de ser donde comen los Adeptos dijo Drachea en voz bayllan adivin lo que estaba pensando.Pero no hay nadie.Un sonido, tan dbil que poda ser fruto de la imaginacin, flot en los lmite

    perceptible y se extingui. Era una risa lejana de mujer Drachea palideci.Has odo?S, lo he odo. Pero aqu no hay nadie!

    Tiene

    que haber alguien El Castillo de la Pennsula de la Estrandonado y vaco? No es posible!Cyllan sacudi la cabeza, tratando de acallar la vocecilla obsesionante qu

    eguntaba ahora: Crees en fantasmas? Las pisadas de Drachea pareciscaradamente fuertes cuando se acerc a la mesa ms prxima y apoy las mella.Esto es bastante real dijo a media voz. A menos que est soand

    uerto, yoCall al or el inconfundible ruido de unas pisadas en la galera.

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    Por un momento observaron paralizados la oscura galera que se encontraba svaca chimenea. Las cortinas no se movieron y al extinguirse el dbil ruidobo ya ms seales de vida. Pero el rostro de Drachea asumi de pronto presin de triunfo.Lo ves? murmur. No estamos solos, y no estoy soando! Los Inici

    tn aqu, y se han dado cuenta de nuestra presencia! Se irgui, llevndo

    lma de una mano al hombro opuesto en ceremoniosa actitud, y grit: Te saloy Drachea Rannak, heredero del Margrave de la provincia de Shu! Ten la bonmanifestarte!Le respondi el silencio. No ms pisadas; ningn movimiento. Cyllan sinti

    rmigueo en su piel y se acerc a Drachea. El joven tena el entrecejo fruncidrraspe, perplejo.He dicho que tengas la bondad de salir. Estamos mojados y agotados, y ped

    hospitalidad debida al cansado viajero. Maldita sea! Es ste el Castillo dnnsula de la Estrella o?Drachea! le interrumpi Cyllan, agarrndose a l.l lo vio un momento despus de que los ms rpidos sentidos de ella hubi

    scernido el primer movimiento. Una sombra, que se desprendi de la ms dcuridad de la galera, avanz rpidamente hasta la cima de la escalera que desceespiral al comedor, y empez a bajar.

    Drachea retrocedi, perdida su arrogancia delante de aquella manifestacquella persona (pues era ahora perceptiblemente humana) acab de bajar tuvo al pie de la escalera. Cyllan advirti, con espanto, su fro e impacrutinio, pero el recin llegado estaba todava demasiado envuelto en sombras e fuesen visibles sus facciones. Pero fuera quien o lo quefuese, su aspecto proella la inquieta impresin de algo conocido.Una mano blanca y delgada se agit con impaciencia en la oscuridad que envo

    la aparicin, y algo negro se movi y onde. Cyllan se dio cuenta de qursonaje llevaba una capa oscura y de alto cuello que barra el suelo a sus tonces, una voz con un acento que la hizo estremecer dijo bruscamente:Cmo, en nombre de los Siete Infiernos, habis podido cruzar la barrera?Drachea se ech atrs, impresionado por el tono amenazador del personaje.

    yllan permaneci como petrificada por un recuerdo que volva a su mentecuerdo que haba estado luchando por borrar de su memoria. Abri mucho los entras aquel hombre alto y oscuro se acercaba y, por primera vez, el resplarmes le alcanz, iluminando sus facciones.

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    Haba cambiado Por los dioses, cmo haba cambiado! La carne de su caradavrica, la estructura sea, dura y esqueltica. Pero los revueltos cabellos nee caan en cascada sobre sus hombros eran los mismos, y los ojos verdes de nestaas tenan an la misma intensidad misteriosa, aunque ahora brillaban conteligencia cruel que ella no poda comprender. Pareca un demonio encarnadoe un hombre viviente, pero ella le haba conocido. Y el momentneo destell

    conocimiento que brill en la expresin de l confirm su certidumbre.Tarod dijo Cyllan con voz insegura.

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    CAPTULO III

    Tarod contempl fijamente a las dos andrajosas criaturas plantadas delante ds primeros seres humanos que vea en Cort el hilo de su pensamieeramente divertido por el hecho de que una parte de su mente insistiese todavnsar en trminos de tiempo. Y esa muchacha La record al ver sus cabellos c

    sus extraos ojos ambarinos, y un nombre acudi a su memoria. La haba olvidro, de una manera inverosmil, ella estaba ahora en el Castillo, donde nadie, salvsmo, haba caminado desde el da en que Keridil Toln haba intentado afanosamstruirle.

    Esto le haba pillado desprevenido, pero ahora estaba recobrando su aplonque le costaba un considerable esfuerzo en vista de lo que haba sucedido. Ninr humano poda ser capaz de cruzar la barrera que mantena al Castillo inmovili

    un limbo fuera del Tiempo. Su propio poder, grande como era, no poda penamorfa envoltura sin dimensiones pero espantosamente real, de tiempo y espe le haba atrapado aqu en su ltimo y desesperado esfuerzo por salvar su vida

    ma; y fuera cual fuese su talento psquico, Cyllan no era una verdadera hechin embargo, estaba aqu, tan real como l

    Dio un paso adelante; su movimiento implicaba una amenaza que hizo achea retrocediese, y su mirada fra se pos sucesivamente en los dos.

    Cmo rompisteis la barrera? pregunt de nuevo. Cmo llegasteastillo?

    Drachea, socavada su confianza, trag saliva y trat de hacer una ceremonverencia.Seor, soy Drachea Rannak, heredero del Margrave de la provincia de Sho, empleando su rango como un arma defensiva. Hemos sido vctimas dtrao accidente que

    No me interesan tu nombre, tu ttulo ni tus circunstancias! gru Taroesponde a mi pregunta. Cmo llegasteis aqu?

    Pasmado por el hecho de que alguien, fuera cual fuese su rango, se atrevietar con tan manifiesto desdn al hijo de un Margrave, Drachea abri la boca

    plicar con furia. Pero antes de que pudiese hablar, Cyllan dijo rpidamente:Vinimos del mar.Tarod se volvi y la mir fijamente, y ella le aguant la mirada sin pestaear

    na miedo, le asombraban los impresionantes cambios que pareca haber sufrid

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    ba que irritarle poda ser peligroso; pero no dara un paso atrs. Y bruscamrte de aquel brillo peculiar se extingui en los ojos de Tarod.Del mar? repiti con una curiosidad ahora ms amable.Cyllan asinti con la cabeza.

    Fue el Warp Estbamos en Shu-NhadekVacil, dndose cuenta de que la historia debera parecer imposible incluso

    iciado, y antes de que pudiese continuar, Tarod la sorprendi alargando una macando un mechn de sus cabellos. Lo estruj entre sus dedos; estaba rgigajoso a causa de la sal y las hebras no queran separarse.Apenas te has secado.Una pizca de caridad se estaba abriendo paso entre la mezcla de sorpresa, rec

    sbos de una inquieta comprensin. Un Warp Su propia y terrible experiencia ando era nio, le haba trado al amparo del Castillo, volvi bruscamente

    emoria. Tambin l haba sobrevivido a un Warp, para encontrarse con que le hnsportado a lo largo de medio mundo. Era posible, seguramente era posible, qs Warps podan trascender el espacio, pudieran tambin trascender el tiempo.

    De pronto pregunt:En qu estacin estamos?Estacin? Cyllan se qued perpleja. Pues, casi en primav

    mpezar dentro de quince das.

    No era todava pleno invierno cuando se haban producido los cambios Hasado aos, o simplemente semanas, ms all de la barrera del tiempo? Tarodo especular sobre ello, pues Drachea habl bruscamente:Debo protestar, seor! Llegamos aqu sin culpa por nuestra parte; esta

    otados. Ha sido una suerte que estemos vivos! Solicitamos la simple corbida a quien est en dificultades, y t pareces considerar ms importante sabe estacin estamos! Seguramente el tiempo que reina ms all de estas parede

    s que suficiente paraSe interrumpi cuando Tarod le mir con desdeosa hostilidad. Fuera loese, Iniciado o no, aquel hombre estaba loco; no poda haber otra explicacin,ea de lo que poda hacer un Adepto loco era para espantar a cualquiera. Drag saliva y prosigui, tratando de parecer tranquilo, pero desagradablemnsciente del temblor de su voz:No he querido ofenderte, pero si el Sumo Iniciado quisiera concederme

    trevistaLa sonrisa de Tarod fue ligeramente irnica.

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    Temo que esto es imposible. El Sumo Iniciado no est aqu.Entonces, hablar con el que est encargado insisti Drachea.Tarod haba cobrado inmediatamente antipata al orgulloso joven, y la perspetratar de explicarle la verdad no le gustaba en absoluto. Incluso Cyllan, co

    rcepcin ms amplia, encontrara que los hechos eran difciles de aceptar.No hay nadie encargado, como t dices respondi a Drachea. Y st

    momento de dar explicaciones. Ambos habis sufrido un penoso accidentestras necesidades no han sido atendidas, segn te has dignado indicar. Antensiderar otras cosas, deberais tomar un bao y descansar.Bueno Drachea se abland. Te quedar muy agradecido por esto! S

    gn criado libreTarod sacudi la cabeza.

    Ahora no hay ningn criado. Temo que tendris que conformaros con lo

    edo ofreceros. Y viendo que el joven segua sin comprender, aadi. Nodie ms en el Castillo.Drachea se qued pasmado.

    PeroPronto tendrs la respuesta que buscas dijo Tarod en un tono que no adm

    plica. Esper a que Drachea se apaciguase y despus seal hacia el fondo del s. Los servicios del Castillo estn por aqu. Seguidme.

    Cyllan