CREATIVOS en Nueva York ///4

Por: Fernando Bartolomé Delmar

Las madres de familia, tan llenas de esperanza y corazón, ven cómo las

juventudes de sus hijos se acaparan de “creatividad”: que si Alfredito y la guitarra, con la que formó un grupo de rock (que seguro tiene por llamarse algo así como Almohada Rabiosa) y toca todos los fines de semana en los jardines de su tío. Que si Marianita hace manualidades

“divinas” con alambre de cobre, ya se compró un elegantísimo estuche de pinturas y bordado y se convence de sus talentos en la fotografía a punta de Instagrams. Que está bien y enorgullece que Fernando escriba

bonito, pero no se le vaya a ocurrir dedicarse a “eso de la literatura” porque, ahí sí, firma desde temprano su sentencia para morirse de hambre - total, ya nadie lee. Todos nuestros muchachos muy llenos del arte. Todos muy creativos, quizá hasta como para vestirse con harapos estrambóticos que los dotan de algo de folclor.

“Ay, estos niños…”

Entonces nos encontramos con Luis, que estudió matemáticas. Y, además, estudió Matemáticas Puras, algo así como el último reducto de abstracción árida para todos los que sufrían los primeros apuntes del Baldor y querían dedicarse al diseño gráfico, a ser monumentales estrellas del pop o convertirse en genios malentendidos por sus usos lingüísticos. Luis, en cambio, disfrutó su carrera y aprovechó la estructura mental que le brindaba: con los números y las series numerales contigentes al infinito, poco a poco fue formando una estructura mental que aprovechó para sus años laborales.

“El asunto con las mates”, dijo fumándose un cigarro en medio de un Manhattan helado, justo afuera de la sede de Microsoft en Nueva York.

“Es que se tratan de solucionar problemas. Y ya, bajo ese principio, puedes básicamente hacer lo que sea. Es el primer paso para cualquier ejercicio creativo”.

De plática ágil e interesante, Luis presume (sin presumir) de un buen bagaje cultural. Habla de tecnología y de sistemas educativos, sabe algo de cine y conoce bastante bien la ciudad de los rascacielos. Podría sorprender que un matemático de formación tenga tan amplia visión del mundo (al menos, para ingenuos “creativos” como el que esto escribe), pero su inteligencia trasciende encasillamientos infantiles. No sorprende, en este contexto, que hoy por hoy sea una de las cabezas creativas más importantes en una rama fundamental para las actividades comerciales de México y el mundo: la publicidad.

Nueva York hospeda a Luis Ribó y a otros héroes improbables de la industria publicitaria de México. Son figuras clave para las agencias más importantes del país (Luis trabaja en BBDO México) y sus trabajos han afectado, directa o indirectamente, nuestra forma de relacionarnos con marcas, conceptos, medios de comunicación y algunos recuerdos.

EnseñanzasAprendizajes

El trabajo de Pepe con la agencia Ogilvy México es ya asunto de leyenda: si hablamos de ingenio, el de Pepe parece un don natural que rebasa al de los mortales. No es gratuito que sea así de tranquilo y receptivo. Pensándolo bien, es el método perfecto para empezar a generar soluciones creativas: un músico siempre tiene que partir de escuchar la música de otros. Nueva York, por su estilo de vida vibrante y enorme actividad, seguramente va a generar una cantidad de ideas en la cabeza de Montalvo que estaremos prontos a disfrutar (como quien observa una obra de arte) en la publicidad de nuestra ciudad.

De una inteligencia suprema, es imponente y serio. Desplanta de risa de vez en vez, y sus fijaciones tecnológicas quedan claras cuando, en confesión, cuenta que hace casi dos décadas fue parte de un grupo musical dedicado al techno… cuando en México dicho género musical apenas comenzaba a saber pronunciarse. Después trabajó por años en Yahoo! y ahora es fundador directivo de Substance, agencia especializada en la publicidad de vanguardia tecnologizada.

Cada uno es un mundo distinto al del otro y sus historias enriquecen mucho el retrato del medio en el que trabajan.José Montalvo (“Pepe” de aquí en adelante), por ejemplo, es un hombre sencillo e introspectivo. Escucha con atención, nunca alza la voz, y resulta extraordinariamente agradable por su humildad. Sorprende muchísimo cuando se revisa, entonces, su perfil curricular: Pepe es, ni más ni menos, una de las mentes geniales detrás de las campañas de Gandhi, esa librería que con textos en negro y amarillo nos invita a leer porque

“Leer, güey, enriquece, güey, tu vocabulario, güey”. Resulta difícil encontrar a un habitante de las grandes ciudades de nuestro país que no conozca, y haya reído, con alguno de esos anuncios.

Aunque bien, como otro de los viajeros ha dejado en claro, existen otros

medios además de los tradicionales. Rafael Jiménez lo sabe como quizá nadie lo sepa en México; si alguien sabe de publicidad digital en nuestro país, es él.

Además de llevar cuentas para muchas marcas de renombre internacional (Si usted ha tenido contacto con Pfizer a través de algún medio digital, fue gracias a Rafa), la página web de Substance da una luz increíble en la reflexión diaria que un creativo tiene de su propio trabajo: es un blog en donde se habla de la publicidad digital, con sus problemáticas y ventajas, con una seriedad y una profundidad dignas de cualquier tratado de teoría artística. Leerlo (¡porque hay gente que sí lee!) deja en claro que la publicidad no es un asunto tan sencillo como vender piñas… o escribir un retrato de las mejores mentes publicitarias de México.

Si existen “teóricos” al nivel de Rafa, maestros del ingenio como Pepe o personas con una visión integral y completa del mundo como Luis, también hay publicistas increíblemente conscientes de que, en este mundo, no se ha perdido la idea de comunidad. El reto creativo de Bruno Lambertini parece inclinarse a eso: cómo hacer que cada uno de los habitantes de un país (pues Circus Marketing, su agencia, trabaja en toda América Latina) se atreva a ser partícipe y relacionarse con una marca o producto con la que esté trabajando.

Bruno es así, incluyente, simpático, muy accesible al trato. Está, además, envidiablemente conectado con los asuntos terrenales que le rodean: los viajes, las amistades, el cariño y la convivencia resultan ser sus valores fundamentales. Por eso resultó para todos un placer convivir con él en un Nueva York lleno de frío, complejo como es, una suerte de salvavidas de esperanza latina para una ciudad que puede acabar con todos.

Porque Nueva York se trata, fundamentalmente,de dos cosas: 1. Trabajo y producción; 2. Rinconcitos extraordinarios.

Lo primero suena terriblemente aburrido para el incauto, pero hay que entenderlo en perspectiva: todo lo que se trabaja, cuando se trabaja bien, resulta extraordinariamente interesante.

Y en ningún lado del mundo se trabaja como se trabaja en Nueva York. Estos muchachos fueron, justamente, a eso: a tratar de extender sus capacidades (ya muy extendidas) a la locura de esa metrópolis. Que fuera por una invitación de Microsoft agrega detalle, pues la cita viajera trataba, esencialmente, de presentarle a estos Grandes Maestros publicitarios los desarrollos tecnológicos de la compañía más importante de las últimas décadas; si algo puede explotar el mundo publicitario, como cualquier otro ejercicio creativo, es el poder de la tecnología y la conectividad en la sociedad contemporánea.

El mundo de la publicidad, puede ser revolucionado de pronto. Es como si Microsoft les hubiera presentado, a algunos pintores, una brocha más grande, más eficiente y más llena de colores. Como si habláramos de música electrónica en un momento en donde todavía no existía:

De esta forma, la experiencia general hizo que pudieran cambiar las herramientas del creativo para el futuro y de que, sí, el testigo externo se diera cuenta de que el mundo de la publicidad es un arte en sí mismo, con sus propias reglas, métodos e intereses. Es así que Microsoft, invita a: Montalvo, Ribó, Jiménez y Lambertini a usar los nuevos pinceles y las nuevas y sofisticadas guitarras que se les presentaron.

“vas a poder componer una sinfonía desde casa”.