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EL ARTE

DE LA DEFENSA

EN AJEDREZ

 Andrew Soltis

Gran Maestro Internacional 

EDITORIALPAIDOTRIBO

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Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titularesdel “copyright”, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducciónparcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidosla reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ellamediante alquiler o préstamo públicos.

Título original:The art of defense in chess

Esta traducción se ha publicado con acuerdo, de Random House Group, una división deRandom House, Inc.

Traducción:Antonio Gude

Revisión técnica:Yago Gallach

Diseño cubierta: David Carretero

© 2005,Andrew Soltis

Editorial PaidotriboLes GuixeresC/de la Energía, 19-2108915 Badalona (España)Tel.: 93 323 33 11 – Fax: 93 453 50 33http: //www.paidotribo.com/

E-mail:[email protected]

Primera edición:ISBN: 84-8019-878-8Fotocomposición: Editor Service, S.L.Diagonal, 299 – 08013 BarcelonaImpreso en España por A & M Gràfic

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Introducción. Qué es la defensa........................................................ 5

1. El espíritu de la defensa ................................................................. 172.Armas y temas defensivos.............................................................. 43

3.Amenazas y restricción................................................................... 79

4. El contrajuego ................................................................................. 111

5. El sacrificio....................................................................................... 1396. Otras cuestiones acerca del material ............................................ 167

7. Cómo evitar la derrota ................................................................... 197

Soluciones a los ejercicios para estudio ........................................... 221

Í NDICE

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5

Veamos una partida rela-

tivamente oscura de untorneo relativamente os-curo:

Kljavin – Zhdanov. Campeo-nato de Letonia de 1961. 1 e4 c6 2¤c3 d5 3 ¤f3 g6 4 d4 ¥g7 5 h3a6?! 6 ¥f4 ¤f6?! 7 e5 ¤g8 8 £d2b5 9 ¥e2 h6 10 0-0-0 e6.

No se requiere mucho tiempo

para llegar a la conclusión de quelas blancas tienen un ataque muyfuerte. Han desarrollado casi to-das sus piezas, mientras que lasnegras sólo han desarrollado una,el alfil de rey, que se estrella con-tra un muro. El flanco de damanegro está lleno de agujeros enlas casillas oscuras y el alfil de da-ma está encerrado. Podría vatici-narse un rápido ataque de mate,diría usted. Y, desde luego, ten-dría razón:

11 g4 ¤d7 12 ¥g3 ¥f8! 13¦df1 ¤b6 14 ¤d1 a5 15 ¤e1 b416 ¤d3 ¤c4 17 £e1 £b6 18 b3£xd4 19 bxc4 £a1+ 20 ¢d2 dxc4

21 ¤f4 £xa2 22 ¢e3 ¥b7 23 £d2g5 24 ¤h5 c3 25 £d3 ¦d8 26 £e4¥c5+ 27 ¢f3 ¦d4 28 £e3 £d5+,y sigue mate.

Qué es la defensa

“El ajedrez es antes que nada un arte”. –Mijaíl Tal.“El ajedrez es una lucha”. –Emanuel Lasker.

INTRODUCCIÓN

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Sin embargo, fueron las negraslas que dieron mate. Y en menos

de 20 jugadas a partir de la posi-ción del diagrama. Lo cierto esque con una buena comprensióndel juego defensivo, el resultadode la partida no debe sorprenderen absoluto. Pero esa compren-sión es el conocimiento más difí-cil de adquirir en ajedrez.

Considere por un momentolos libros de aprendizaje que haleído. Unos cuantos le dicen có-mo lograr la iniciativa en la aper-tura. Otros explican cómo con-vertir la iniciativa en una ventajasólida durante el medio juego.Los libros sobre el final se ocu-pan de la última fase de la partiday describen cómo la ventaja tan-gible se transforma en un margendecisivo que fuerza el mate o larendición del adversario.

El problema tiene dos caras:1) Por cada jugador que tiene lainiciativa, el ataque o ventaja ma-terial, hay otro jugador –su rival–

que trata de reducir esa ventaja yde cambiar las tornas, y 2) la ma-yoría de las partidas de ajedrezno se ganan: se pierden. Es decir,que con un juego preciso hastaposiciones muy malas pueden lle-gar a salvarse. Se requieren varioserrores para perder.

Hay muy poca literatura aje-drecística que le explique al juga-dor en progresión cómo puedemoderar la ventaja de su opository eludir la derrota. Muchos juga-

dores no saben por qué han per-dido una determinada partida. Lo

normal es que nos quejemos deuna omisión, una jugada sorpren-dente, una concepción errónea,cuando la razón no se halla enuna sola jugada, sino en toda unaserie de errores: errores de acti-tud, errores de estrategia y erro-res tácticos. Pero lo curioso es

que la mayoría de los libros deajedrez se escriben para ayudar alpotencial vencedor a entenderpor qué ha ganado.

El objetivo de este libro es po-ner de relieve las tácticas y princi-pios defensivos, y explorar su po-sible aplicación a situacionestípicas de partida. Podríamos defi-nir la defensa como la protección

de las debilidades, que puede sig-nificar, por ejemplo, rechazar elataque a la desesperada de un ri-val estratégicamente vencido.Puede significar proteger debili-dades crónicas tanto y tan tenaz-mente que una posición “desespe-

rada”acabe por sostenerse. Puedesignificar distraer la atención delrival de sus debilidades, mediantela creación de contrajuego en unaposición equilibrada.

La defensa es impopular por-que atacar es más divertido. Noobstante, mejorar la capacidad

defensiva mejorará todo su juegomucho más que asimilar una nue-va apertura o algunos trucos enun final de torres y peones. Siem-pre habrá posiciones en las que

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tendrá usted que defenderse. Nose puede atacar todo el tiempo.

Los grandes maestros del ataque–Alekhine, Tal, Spielmann yMarshall– también sabían de-fenderse bien, y por eso se en-cuentran entre los más grandes jugadores de todos los tiempos.Por otro lado, los grandes maes-tros de la defensa –Steinitz, Las-

ker, Capablanca, Botvínnik y Pe-trosián– fueron campeones delmundo durante 80 de los últimos110 años.

En primer lugar, despachemosalgunos mitos.

1) La defensa es propia de espí-

ritus apocados. La defensa, como

el ajedrez en conjunto, es 90%táctica. En realidad, puede decir-se que la ausencia de principiosgenerales que aplicar en el juegodefensivo supone un mayor énfa-sis táctico para el defensor quepara el atacante.

Moscú (Rusia), 1933, las blancasluchan desesperadamente contra

un déficit de dos peones y, a pe-sar de la aparente actividad desus piezas, son el bando defensor.El peón de d negro inmovilizauna pieza pesada enemiga. Pero,pese a todo, las blancas contraa-tacan con 76 ¦f1!! d1£ 77 £e6+.Si las negras toman la dama(quedando así con dos damas deventaja), reciben mate con ¦f8+y ¦h8++. Es forzado 77 ... ¢h7,pero entonces sigue 78 ¤f8+ (no78 £xe8, por 78 ... £xh5+ y 79 ...£xg6) 78 ... £xf8 79 £g6+! ¢g880 £e6+, y tablas por jaqueperpetuo.

O tomemos la partida Julius

Perlis – Frank James Marshall;Karolvy Vary (República Checa),1911, que comenzó así:

1 e4 e5 2 ¤f3 ¤c6 3 ¥b5 a6 4¥a4 ¤f6 5 £e2 ¥c5 6 d3 d6 7 c30-0 8 0-0 ¥g4 9 ¥e3 b5 10 ¥b3£d7 11 ¤bd2 ¢h8 12 h3 ¥h5 13¢h2 ¦ad8 14 ¥g5 ¤e7 15 ¥xf6?

gxf6 16 g4? ¥xg4! 17 hxg4 £xg418 ¦g1 £h5+ 19 ¢g2 ¤g6! 20¢f1 ¤f4.

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En esta posición, de la partidaNikolái Riumin – Borís Verlinski;

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La posición blanca parece es-tar perdida, puesto que a 21 £d1

sigue 21 ... ¤xd3, o incluso 21 ...£h3+ y las protecciones del reyblanco se vienen abajo. Sin em-bargo, Perlis encontró una defen-sa inspirada:

21 d4!! exd4 22 cxd4 ¤xe2 23¢xe2 ¥xd4 24 ¦h1

La idea es expulsar a la dama

negra del flanco de rey para se-guir con ¦xh7+! y dar jaqueperpetuo con la otra torre. Porejemplo, si las negras hubiesen to-mado la dama de inmediato, en la jugada 21ª, entonces, después de22 ¢xe2 exd4, las blancas podríanseguir con 23 ¦h1 £g4 24 ¦ag1£d7 (24 ... £f4 25 ¦h4) 25¦xh7+!!, y el rey negro no puedeescapar de los jaques en las co-lumnas h y g. Si el rey sube hasta‘g4’, recibe mate con ¦h4.

El juego siguió así: 24 ... £c525 ¦ac1, y las negras se vieronobligadas a devolver la dama, afin de conservar posibilidades de

victoria. (Obsérvese que con 25¤xd4 £xd4 26 ¦xh7+ no se fuer-zan las tablas, debido a 26 ...¢xh7 27 ¦h1+ ¢g6 28 ¦g1+¢h5 29 ¦h1+ ¢g4 30 ¦g1+ ¢f4,como señaló Vidmar en el librodel torneo). Las blancas consi-guieron hacer tablas después de

25 ... ¥xb2 26 ¦xc5 dxc5 27 ¥d5c4 28 ¤f1 ¦d6? 29 ¤e3 ¥e5 30¤f5 ¦b6 31 ¤h6 ¢g7 32 ¤f5+¢h8 33 ¤h6, con repetición de jugadas.

2) La defensa es monolítica.La afirmación de que el juego de-

fensivo es mecánico, carente deimaginación y con poca variedadcarece de fundamento. Hay va-rios tipos de acción que llamamosdefensiva. Para ilustrarlo, veamosqué sucede en una apertura típicacuando se pone en práctica unaidea de ataque: 1 e4 c5 2 ¤f3 d6 3

d4 cxd4 4¤

xd4¤

f6 5¤

c3 e6 6g4.

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Con su última jugada, las blan-cas inician un ataque a la bayone-

ta en el flanco de rey. La inten-ción es jugar g5, seguido de f4 y/oh4. De esta forma se expulsará auna pieza defensiva (el caballo derey negro) y las blancas podránabrir líneas en torno al rey negro,con ‘f5’ y ‘g6’. Las negras tienenaquí una amplia elección:

a) Pueden  golpear  en el centrocon 6 ... d5 ó 6 ... e5. Ésta seríala reacción tradicional. La ideaes que, al abrir el centro, elflanco de rey blanco se con-

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vierta más en un sector débilque fuerte. Pero en este caso la

acción es prematura: 6 ... d5 7exd5 ¤xd5 8 ¥b5+ ¥d7 9¤xd5 exd5 10 £e2+ £e7 11¥e3, las negras quedan con suspiezas descoordinadas y un pe-ón débil en ‘d6’, mientras quesi 6 ... e5, con 7 ¥b5+, seguidode ¤f5, las blancas obtienen

un fuerte control estratégicoen el centro y flanco de rey.b) Pueden cambiar las potenciales

 piezas atacantes, que es una sa-bia política en muchas situa-ciones, pero aquí 6 ... ¤c6 7 g5¤xd4? 8 £xd4 ¤d7 9 ¥e3(impide cambios posteriorescon ...£b6) deja a las blancascon un control férreo del cen-tro.

c) Pueden contener el avance

blanco. La jugada 6 ... h6 esmuy razonable, si bien no impi-de que las blancas jueguen 7‘g5’, que abre líneas en el alade rey. En tal caso, el primer ju-

gador puede beneficiarse de lacolumna g semiabierta, perotambién se arriesga a perder supeón de h. Por otro lado, el ca-ballo de ‘f6’ puede permaneceren su puesto.

d) Pueden desdeñar la amenaza y proseguir el desarrollo. Por

ejemplo: 6 ... ¤c6 y, después de7 g5 ¤d7, llevar el caballo derey a un buen puesto, como‘c5’ ó ‘e5’. Pocas jugadas mástarde, las negras pueden estar

mejor desarrolladas y contraa-tacar en el flanco de rey, con

...h6, o en su ámbito natural, elflanco de dama.e) Finalmente, pueden buscar un

contrajuego inmediato en elala opuesta. Con 6 ... a6 las ne-gras preparan ...b5-b4, ...¥b7y ...¦c8. Si las blancas no to-man precauciones en el flanco

de dama, su ataque en el derey puede llegar a un puntomuerto.

Todas estas opciones tienen surazón de ser. En muchas posicio-nes una política de cambios pue-de ser más conveniente que unade contrajuego. Pero lo importan-te es que las negras disponen dediversas alternativas. Se trata deun ejemplo típico en el que el de-fensor debe afrontar un planofensivo. Consideremos ahora lasalternativas cuando las negras seenfrentan a una amenaza directay peligrosa. Por ejemplo: 1 e4 e6 2

d4 d5 3 ¤c3 ¥b4 4 e5 c5 5 a3¥xc3+ 6 bxc3 £c7 7 £g4.

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Ésta es otra apertura de doblefilo de considerable importancia

analítica. Nos centraremos en elmétodo con que las negras pien-san neutralizar la amenaza contrael peón de ‘g7’, que ganaría no só-lo un peón, sino también la torrede rey. Las distintas opciones son:

a) Protección inmediata. Las ne-gras pueden responder a laamenaza de dos formas senci-llas, 7 ... g6 y 7 ... ¢f8. Ambas,sin embargo, tienen inconve-nientes. El avance de peón creagrandes agujeros en el flancode rey (‘f6’ y ‘h6’). Con la juga-da de rey las negras pierden elderecho a enrocar. La intro-ducción de Wilhelm Steinitz ala teoría de la defensa econó-mica ha servido para erradicartales jugadas. ¿Hay una formamás efectiva de contrarrestarla amenaza? En otras palabras,¿existe alguna defensa quepermita evitar tales concesio-nes?

b) Defensa con ganancia de tiem-

 po. Con 7 ... f5 las negras des-cubren la séptima fila, prote-gen el peón con su dama y, almismo tiempo, atacan la damaenemiga, de modo que lasblancas deberán perder untiempo en responder a esaamenaza.

c) Contraamenaza. Con 7 ... ¤e7las negras sacrifican un peón,con idea de asumir la iniciativa

y crear sus propias amenazasdespués de 8 £xg7 ¦g8 9 £xh7

cxd4. Ahora, las blancas se en-frentan a las amenazas 10 ...£xc3+ y 10 ... £xe5+.

d) Defensa y contraataque central.

7 ... f6! se considera actualmen-te la mejor respuesta, porqueprotege ‘g7’ y mina el centroblanco. Aunque no es tan im-

petuosa como 7 ... f5, esta juga-da crea problemas a las blan-cas, pues, con la dama en elflanco de rey, no están bienpreparadas para luchar en elcentro.

Hemos visto, de nuevo, que

hay una amplia elección, comosuele ser el caso cada vez que un jugador plantea una amenaza.

3) La defensa no es gratifican-

te. Este cargo sugiere que lo me- jor que puede esperarse con unadefensa eficaz es hacer tablas y,por tanto, el jugador lleva a cabouna dura tarea en el tablero, acambio de la cual sólo obtieneuna retribución mínima.

La respuesta es que, en primerlugar, uno no elige defenderse.Algunas posiciones así lo requie-ren.Aparte de unos pocos contra-gambitos, no se puede aspirar aasumir la iniciativa en la primerafase del juego cuando se llevanlas piezas negras. En segundo lu-gar, la defensa vale la pena, por-

que es difícil de dominar. Ema-

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nuel Lasker observó en su díaque el defensor alerta, que está

continuamente buscando réplicasdifíciles a las amenazas de mate, amenudo suele frustrar al alocadoatacante, cuyas jugadas son fáci-les de encontrar. En tercer lugar,hay situaciones en las que confrecuencia el bando defensor seimpone partiendo de una posi-

ción muy mala. La razón es que elatacante despliega alegrementesus efectivos y presiona intensa-mente en una posición que no justifica esa táctica.

He aquí otro caso con la ame-naza £g4 de las blancas:

Lajos Portisch – Mark Taimá-nov; 3ª partida del 2º tablero delduelo Budapest – San petersbur-go, 1959. 1 c4 e6 2 ¤c3 ¥b4 3 e4c5 4 £g4?! ¢f8! 5 ¤f3 ¤f6 6 £h4d6 7 ¥e2 ¤c6 8 0-0 h6 9 h3?

retirada,quedan así con un insufi-ciente control del centro. Las ne-

gras han renunciado al enroque,pero su recompensa será un vigo-roso contraataque en las próxi-mas jugadas:

9 ... ¦h7!! 10 ¤e1 ¤d4 11 ¥d1

g5! 12 £g3 e5 13 h4? ¤e6 14 ¤c2¥xc3 15 bxc3 ¤f4 16 d4 ¦g7 17£h2 ¤xe4 18 ¥f3 ¤xc3 19 dxe5

dxe5 20¥

b2 g4 21¥

d5¤

ce2+ 22¢h1 g3! 23 fxg3 ¤xg3+ 24 ¢g1

¤fe2+ 25 ¢f2 £f6+, y las blancasse rindieron.

Después de 4 £g4, las negrasno estaban en disposición de ha-cer otra cosa que defender su de-bilidad de ‘g7’ en la jugada si-

guiente. Pero una vez cubierta esadebilidad, pudieron empezar apensar en el contraataque, un con-traataque, por cierto, mejor funda-do que el prematuro ataque de lasblancas.Veamos un caso similar.

Rudolf Rezso Charousek –Geza Maroczy; 1897. 1 e4 e6 2 d4

d5 3 ¤c3 ¤f6 4 ¥g5 ¥e7 5 ¥xf6¥xf6 6 e5 ¥e7 7 £g4 0-0 8 ¥d3

c5 9 £h3 g6 10 dxc5 ¤c6! 11 f4

¥xc5 12 ¤f3.

(D)

El juego blanco en el ala derey ha forzado el avance ...g6 delas negras, una concesión desa-gradable, pero en modo algunocrítica. Las negras, sin embargo,se han adelantado en desarrollo ycuentan con la ventaja de la pare-

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El ataque de las blancas esprematuro y cometen el error deno darle a su dama un pasillo de

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 ja de alfiles, que ahora explotaránabriendo la posición en el sectordel tablero en que están teórica-mente inferiores:

12 ... f6! 13 £h6 ¦f7 14 exf6

£xf6 15 g3 ¥a3! 16 ¤d1 ¥f8 17

£h4 ¤d4 18 ¤xd4 £xd4 19 £g5

¥d7 20 h4? ¥e7 21 £h6 e5! 22 h5

g5! 23 ¥g6 ¦g7! 24 c3 £b6 25

fxg5 £d8! 26 ¥c2 ¥c8!, y lasblancas se rindieron. Un curiosofinal de partida: la dama blancaestá cazada.

Puesto que defensa puedesignificar tantas cosas distintas(contraataque, neutralización deamenazas, restricción, sacrificio,fortificación), no es infrecuenteque un virtuoso de la defensagane, de forma regular, asumien-do el bando más incómodo enposiciones de doble filo. Con laspiezas negras, ¿de qué otro mo-do puede aspirarse a ganar?

Viktor Korchnói, el maestromás destacado del mundo en eldominio del contrajuego, explica

el éxito de su forma personal de jugar:

“Emanuel Lasker dijo en unaocasión que, cuando en el tablerohay una posición igualada, el jue-go rara vez tiene mucho conteni-do y la partida suele finalizar entablas. El jugador al que no legustan las tablas –y yo me en-cuentro entre los jugadores de

ese tipo– debe tratar de alterar dealgún modo el equilibrio existen-te. [La elección] es bien sacrificaralgo y asumir de ese modo la ini-ciativa, bien permitir a tu propiorival que ataque...

”A mí no me gusta atacar elprimero, ni sacrificar piezas y pe-

ones. Prefiero darle a mi adversa-rio la oportunidad de emprenderun ataque, que debilite sus peo-nes y que sacrifique algo y, llega-do el momento, le devuelvo loque ha sacrificado”.

Korchnói ha ido modelandosu estilo hasta convertirlo en loque podríamos llamar un ajedrezprovocador. Siempre está dis-puesto a asumir la defensa si creeque su posición puede resistir elataque. En 1969 comenzó unapartida de torneo de esta forma:

1 d4 ¤f6 2 c4 c5 3 d5 e5 4 ¤c3

d6 5 e4 ¥e7 6 g3 0-0 7 ¥g2 ¤bd7

8 £e2 a6 9 a4 b6 10 ¢d1!?

(D)

Aparte de la posibilidad deque, por haber tocado el rey, lasblancas se hubiesen visto obliga-

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das a jugarlo, en virtud de la regla“pieza tocada, pieza jugada”, laúnica explicación para 10 ¢d1 esque induce a las negras a un con-traataque precipitado con ...f5.Eso es precisamente lo que hizo el

 joven opositor checo de Korchnói:10 ... ¤e8 11 f4 f5? 12 exf5

exf4 13 ¥xf4 ¤e5 14 g4! b5 15¥xe5 dxe5 16 axb5 ¤d6 17 ¤f3¥b7 18 ¢c2 axb5 19 cxb5 e4 (de-sesperación) 20 ¤d2 ¦xa1 21¦xa1 e3 22 £xe3 ¥g5 23 £xc5¥xd2 24 ¢xd2 £g5+ 25 ¢c2 £f4

26 ¦e1 ¤c4 27 ¦e2 £xg4 28 d6!¥xg2 29 d7! ¤d6 30 £xd6 £xf5+

31 ¢b3 £f7+ 32 ¢b4! Las negrasse rindieron.

El argumento final en apoyode la defensa es éste: el único lo-gro equiparable, en satisfacciónpersonal, a un brillante ataquecombinatorio ante un adversariofuerte es una bien concebida vic-toria, basada en variados recursosdefensivos contra ese mismo ju-gador.

Nuestra partida ilustrativa deeste capítulo es:

Ígor Zaitsev – Leonid Sham-kovich. Semifinal del Campeona-to Soviético, 1958

1 e4 c5 2 ¤f3 e6 3 d4 cxd4 4¤xd4 a6 5 ¤c3 £c7 6 ¥d3 ¤c6 7¥e3 ¤f6 8 0-0 ¤xd4 9 ¥xd4 ¥c5

10¥

xc5£

xc5 11£

e2 d6 12 a4?!¥d7 13 ¢h1 e5! 14 f4 ¦c8 15¦ae1 0-0 16 f5 ¥c6 17 ¦f3!

13QUÉ ES LA DEFENSA

8

7

6

5

4

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2

1

a b c d e f g h

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6

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4

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2

1

a b c d e f g h

La octava y novena jugadas delas negras responden a ideas deeliminación con intención de faci-litar la tarea defensiva. En cone-xión con ...e5, le permiten a lasnegras disputar un medio juegoen el que su alfil es mejor que elblanco. Por otra parte, las blancastienen un ataque en ciernes a ba-se de ¦g3 y £d2, seguido de¦xg7+, o £g5 (ó £h6). ¿Por quées peligroso para las negras unataque así? Porque se han des-prendido del defensor más efecti-

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vo de ‘g7’ en la décima jugada.Ese mismo cambio les ha permiti-

do, por otro lado, un control fuer-te de las casillas oscuras en el cen-tro y flanco de dama.

17 ... £b4!

Las negras tienen excelentesperspectivas y deberían conser-

var la dama.A 17 ...¦

fe8, seguiría18 £e3!, o aun 17 ... b5 18 axb5axb5 19 ¥xb5 ¥xb5 20 £xb5,cuando las negras tienen buen juego, pero menores posibilida-des de ganar. Primero, las negrasatacan un punto débil del contra-

rio.

18 £d2 h6!

La máxima que proclama queel defensor “no debe mover nun-ca sus peones del enroque” re-quiere una frase complementaria:“a menos que haya una buena ra-zón”. El principio de economía

de Steinitz requiere que las ne-gras busquen el método menosperjudicial de contestar a la ame-naza en ‘g7’. (“Como un gran pú-gil que, en el momento oportuno,esquiva el golpe en un movimien-to casi imperceptible”, como ano-tó Lasker).

Aquí las negras se preparanpara responder a 19 ¦g3 con 19 ...¢h7, seguido de 20 ... £xb2 ó 20... d5. La inmediata 18 ... £xb2permitiría 19 ¦g3 ¤e8 20 f6, o 19

... g6 20 ¤d1, con una defensa“más costosa”.

19 ¦h3! d5!

Las negras necesitan esta rup-

tura central para asegurarse la su-pervivencia. A la natural 19 ...£xb2, las blancas responderían20 ¦xh6!! Por ejemplo: 20 ... gxh6

21£

xh6 (amenazando tablas, co-mo mínimo, con jaques de la da-ma) 21 ... ¤h7 22 f6. Las negraspueden impedir el sacrificio en‘h6’ con 19 ... ¢h7, pero entonces20 g4! d5 21 g5 es más fuerte, yaque a 21 ... ¤xe4, 22 ¤xe4 ganapieza.

Pero tras 19 ... d5, las blancasno tienen tiempo para jugar 20¦xh6, pues las negras puedentranquilamente hacer caso omisodel sacrificio: 20 ... dxe4! 21 ¦xf6exd3 22 £g5 £f4, y deben ganarel final. En b4 la dama negra estáperfectamente situada para pre-sionar en el flanco de dama, vigi-

lar el centro y la cuarta fila.

20 exd5 ¤xd5

Las blancas siguen sin podersacrificar 21 ¦xh6 debido a la in-

tercepción de líneas que se produ-ce tras 21 ... ¤f4, que amenaza

‘g2’ y corta la comunicación entrela dama y la torre blancas. En ca-so de 21 ¦xe5, la tarea de las ne-gras se vería facilitada con 21 ...£xb2, el movimiento con que han

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estado amenazando desde hacecuatro turnos, pero que sólo aho-

ra pueden jugar. Tras la capturadel peón ‘b2’, las negras estaránatacando el caballo blanco de‘c3’, a lo que se suman las amena-zas sobre la primera fila con laayuda de clavadas.

21 ¦e4! £xb2

22¤

d1£

a1!

Otra magnífica jugada que sir-ve para varios fines: 1) anula la

amenaza 24 ¦xg7+!; 2) mantienelas amenazas en la primera fila(por ejemplo: si 24 ¦xh6, 24 ...¤e3!), y 3) produce una intercep-ción en la casilla ‘e4’. Después de24 ¦xg7+ £xg7 25 ¦g3, las negrasganan con 25 ... exd3 26 £xh6£xg3 27 hxg3 ¦fe8.

24 ¥xe4 ...

Las blancas deben capturar en‘e4’, y en caso de hacerlo con latorre, alejan una pieza atacanteclave y dan a las negras tiempopara jugar 24 ... ¤c3!

24 ... ¦fe8!

Las negras  se apoderan de lí-neas abiertas a la par que le dan alrey una casilla de escape. Que es-to es vital para la victoria lo ponede manifiesto una variante indi-cada por el analista soviético

Fridshtein: 25 ¦3g3!, y ahora 25 ...¢f8! 26 ¦xg7 ¦xe4 27 ¦g8+ ¢e728 ¦xc8 £c1!!, sobrecarga la da-ma blanca, debido a la amenazade mate en la primera fila.

25 c3 ...

Esta jugada tramposa cierra elcamino de la dama negra al flan-co de rey, y amenaza de nuevo 26¦xg7+. ¿Cómo deben defenderselas negras?

15QUÉ ES LA DEFENSA

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7

6

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1

a b c d e f g h

Esta jugada restrictiva man-tiene inmovilizados a dama ycaballo blancos, por lo que de-

fiende indirectamente el punto‘g7’. La conexión de ideas de-fensivas no es infrecuente enuna partida compleja. La jugadade dama es necesaria porque, apesar del excelente juego des-plegado hasta aquí por las ne-gras, podrían haberlo estropea-

do todo con 22 ... £b6, a lo queseguiría 23 £xh6!! gxh6 24¦g4+ ¢h7 25 f6+ y mate.

23 ¦g4! e4!

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25 ... ¤f4!

Otra intercepción o bloqueode líneas que decide la partida.Las negras amenazan ... ¤xh3 y ...¦cd8, pero las blancas no puedencapturar el caballo de dama, y a

26 ¦xf4, la respuesta sería 26 ...¥xe4, seguido de ...¦cd8. Por fin,si 26 ¥xc6 ¦cd8, ó 26 ¦xg7+¢xg7 29 £d4+ f6, la situación delas blancas sería desesperada. Só-lo queda una última tentativa...

26 f6! ...

Ciertamente peligrosa, pueslas blancas dan mate en caso de

26 ... ¤xh3 27 ¦xg7+ ¢f8 28£d6+, o de 26 ... ¦cd8 27 ¥h7+!¢h8 28 fxg7+ ¢xh7 29 ¦xh6+!¢xh6 30 £xf4+, o, por último, de26 ... g6 27 ¦xf4 ¥xe4 28 ¦xh6¦cd8 29 ¦h8+! ¢xh8 30 ¦h4+¢g8 31 ¦h8+ ¢xh8 32 £h6+. Es-tas hermosas variantes suelen se-

ñalarse cuando gana el atacante.Sin embargo aquí...

26 ... g5!

Este avance resuelve todos losproblemas gracias a la disposiciónde las piezas defensivas. Porejemplo: 27 ¦xh6 ¥xe4 28 ¦xg5+¥g6!

El resto de la partida es fácil:27 ¥h7+ ¢xh7 28 ¦xg5 ¦g8

29 £c2+ ¦g6 30 ¦xg6 fxg6 31 ¦e3¦d8 32 ¦e1 ¤xg2 33 ¦e7+ ¢h8.

Las blancas se rindieron. Unavictoria muy gratificante.

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Una de las razones por las

que la defensa es el as-pecto peor entendidodel ajedrez es la ausencia de prin-cipios generales que puedanguiar al estudiante. Como es sabi-do, existen reglas de oro institui-das para casi todas las demás si-tuaciones de la partida (“en el

final, los peones pasados debenavanzarse”, “evite perder tiempoen la apertura”, “el atacante ne-cesita líneas abiertas”, y así suce-sivamente), pero los grandes de-fensores nos han dejado muypocos preceptos técnicos quepuedan orientarnos.

Steinitz y Lasker, a pesar de suatención sobre la naturaleza elás-tica de las posiciones defensivas,mostraron principalmente, comoinstructores, su preocupación porla explotación de las debilidades.

Lasker, quien más que ningún

otro maestro trató de descubrirlos resquicios en los principios ge-nerales del ataque,apenas nos de- jó legado teórico alguno al res-pecto. Pero sí nos legó un espírituy una filosofía de la defensa.

Antes de detenernos en losmotivos tácticos y temas estraté-gicos de la defensa, es importantehacer balance de las actitudesmentales que pueden ocupar ellugar de los principios generales.Para una buena defensa, la acti-tud es tan esencial como cual-quier otro elemento. Algunos ju-gadores quedan derrotados desdeel momento en que pierden la ini-

ciativa: se desaniman cuandocomprueban que ya no puedenseguir atacando. Otros sobresalenen la defensa porque se la tomancomo un reto personal, que inclu-

El espíritu de la defensa

CAPÍTULO 1

17

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ye buenas dosis de aventura ytanta exigencia como la que se re-

quiere para llevar a cabo un ata-que de mate. Pero de costumbre,como David Bronstein sugiere:“El jugador que sacrifica peonesse siente inspirado, mientras queel jugador obligado a aceptar unsacrificio se siente invariablemen-te incómodo”.

¿Cómo debe usted actuar en elpapel de defensor? Debería adop-tar una actitud intermedia entreun “pesimismo animado” y el “es-cepticismo creativo” que FredReinfeld le atribuía a Lasker. Pue-de que tenga usted una posicióninferior, pero eso no significa, enmodo alguno, que tenga que per-der. La carga es tan pesada para elatacante como para usted. No im-porta lo pobres que parezcan susperspectivas (excluidos, natural-mente, los casos de un mate forza-do o de pérdida de material), notiene por qué perder, a menos quecometa nuevos errores.

DEBILIDAD EXPLOTABLEE INSERVIBLE

Regresemos a aquella curiosapartida de la Introducción entre jugadores letones. ¿Quién está re-

almente mejor?(D)

La tendencia a responder “lasblancas” con seguridad se basa

en la ventaja en desarrollo y a ladebilidad de las negras en el cen-tro y flanco de dama. Sin embar-go, el desarrollo es un valor va-riable, que guarda relación con el

carácter abierto o cerrado deuna posición. Si en la era deMorphy –con el absoluto predo-minio de las partidas abiertas, 1e4 e5– el desarrollo tenía granimportancia, era debido a quecada posición estaba repleta delíneas abiertas. Pero en el diagra-

ma tenemos una posición cerra-da, sin líneas abiertas y con va-rias diagonales bloqueadas.

Ambos jugadores deben mo-ver sus piezas a nuevas casillas,porque el desarrollo inicial noencaja con la estructura de peo-nes en este medio juego. Las ne-

gras, que se preparan para moverel alfil de rey de ‘g7’ a ‘f8’, dondedispondrá de un excelente pano-rama, ¡están perfectamente encuanto al desarrollo se refiere!

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Más importante es la naturale-za de las debilidades en ambos

sectores del tablero. Las negrastienen “agujeros” en las casillasdebilitadas de su color, tales como‘d6’, ‘c5’, ‘f6’ y ‘b6’. Son débilesporque han perdido la proteccióntotal o parcial de peones. Recuer-de que en la Introducción hemosdefinido la defensa como protec-

ción de debilidades. Con la natura-leza cerrada de la posición y el malemplazamiento de las piezas me-nores blancas, no se puede pararpartido alguno estas debilidades.

Es cierto que si las blancas pu-dieran llevar la dama a ‘d6’, oabrir la columna e, o trasladar uncaballo a ‘c5’, dispondrían de un juego terrífico. Pero, tal y comoestán las cosas, se requerirán mu-chas jugadas para explotar lasevidentes debilidades enemigas.

Ahora echemos un vistazo a laposición desde la silla de las ne-gras. Las blancas no tienen debili-dades de peones en el flanco de

dama, donde se ha instalado surey, y ninguna de sus casillas cen-trales o del flanco de rey carecende protección de peones. Sus pie-zas parecen estar bien situadas.Pero, en realidad, el ala de damablanca se puede atacar fácilmen-te, por ejemplo con la maniobra

...¤d7-b6-c4, y si este caballo secambia, se captura con el peón deb. Entretanto, las blancas tienenque tomar algunas medidas pre-paratorias para que sus piezas

menores resulten operativas. Ne-cesitan jugar ‘f4’ y ‘g4’, en prepa-

ración de la ruptura f5, antes deque puedan liberar la energíalatente de sus piezas.

Ahora bien, ¿es esto justo pa-ra las blancas, que no han cometi-do un solo error, mientras que lasnegras han perdido tiempo y vanretirando las piezas detrás de sus

debilidades? Las blancas han co-metido, en realidad un error, unograve: 10 0-0-0?? De haber enro-cado corto y comenzado a explo-tar la situación contraria en elflanco de dama con ‘a4’, todos lostriunfos estarían en su mano. Estasencilla diferencia –además de laserie de jugadas de ataque sinsentido que siguió– es la razónpor la cual les costó la partida alas blancas.

Este principio de explotaciónfrente a debilidades inexplotableses la lección más importante quese debe aprender de la defensa.Con frecuencia, el defensor re-

quiere restringir o impedir elavance del atacante y para ello re-aliza jugadas que parecen debili-tantes. Es cuestión de evaluacióndecidir si vale o no la pena hacertales jugadas. Tomemos, por ejem-plo, una partida de 1959 entre Sve-tozar Gligoric y Vassili Smíslov.

1 d4 ¤f6 2 c4 g6 3 ¤c3 d5 4cxd5 ¤xd5 5 e4 ¤xc3 6 bxc3 ¥g77 ¥c4 c5 8 ¤e2 0-0 9 0-0 ¤c6 10¥e3 £c7 11 ¦c1 ¦d8 12 h3 b6 13f4.

19EL ESPÍRITU DE LA DEFENSA

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Las blancas amenazan elavance f5, que abre paso al alfildama, seguido de la apertura dela columna f, con peligrosa inicia-tiva. Las negras pueden impedireste plan con un bloqueo de peo-

nes, pero que “airearía” la posi-ción del rey. Con todo, si el flancode rey negro se vuelve poroso,también es cierto que las blancasno están en condiciones de explo-tarlo de inmediato. Por esta ra-zón, siguió: 13 ... e6! 14 £e1 ¥b715 £f2 ¤a5 16 ¥d3 f5!, que es

una maniobra muy fuerte porquede esta forma se ataja el peligroinmediato y se frena la iniciativadel contrario, lo que es más im-portante que las debilidades enque se ha incurrido y por las que,más tarde, podrían infiltrarse laspiezas enemigas.

En esta partida las blancas si-guieron el conocido principio ata-cante de cerrar el centro con ob- jeto de poder progresar en elflanco, una estrategia muy pobreen este punto: 17 e5?? c4! 18 ¥c2

¤c6! 19 g4 ¤e7 20 ¢h2 £c6 21¤g3 b5, y las negras asumieron la

iniciativa en ambos sectores deltablero.La lección de las debilidades

explotables es común a muchossistemas modernos de apertura.Así, las negras asumen un peónde d retrasado en la Variante Naj-dorf de la Siciliana (1 e4 c5 2 ¤f3

d6 3 d4 cxd4 4¤

xd4¤

f6 5¤

c3a6 6 ¥e2 e5) o un peón centralaislado en la Defensa Tarraschdel Gambito de Dama (1 d4 d5 2c4 e6 3 ¤c3 c5 4 cxd5 exd5 5 ¤f3¤c6 6 g3, seguido de d4xc5) sinmayores aspavientos, porque laexperiencia ha demostrado que

las negras obtienen a cambio mu-cho contrajuego antes de que lasblancas puedan esperar explotar,de forma realista, la debilidad delpeón de d aislado.

La debilidad, por consiguien-te, no es estática, sino que está re-lacionada con los valores tradi-cionales de fuerza y tiempo. Contiempo suficiente, casi cada posi-ción puede reforzarse. Por otrolado, si un atacante es continua-mente distraído con algún tipo deamenazas, no tendrá tiempo paraexplotar las debilidades más acu-sadas.

Consideremos la siguiente po-sición:

(D)

Es fácil percibir los puntos dé-biles en el flanco de rey negro:

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‘f6’ y ‘h6’. Naturalmente, estasdebilidades podrán explotarsesiempre y cuando haya una damablanca en el tablero. Por otra par-te, el flanco de rey blanco tam-bién tiene sus propias debili-

dades en las casillas claras. Si lasnegras sólo tienen un alfil de ca-sillas oscuras durante un medio juego complejo, las blancas esta-rán relativamente a salvo. Unaposición ampliamente abierta,con debilidades, se explota mejorcon torres sobre el tablero, y una

posición cerrada se explota me- jor con caballos.

JUEGO DINÁMICOFRENTE A SEGURIDAD

Una de las muchas circunstan-cias que pueden producirse enuna partida de ajedrez es ésta: sisus piezas están todas bien situa-das para proteger sus propias de-bilidades, es muy probable quesean incapaces de explotar las de

su adversario. Con el tiempo, surival podrá presionar el eslabón

más débil de su cadena defensiva.Ésta es la razón por la que elcontraataque es la forma de de-fensa prioritaria, incluso a expen-sas de otros valores, como la se-guridad del rey, la estructura depeones, el material y el desarro-llo. Esto se estudia con más dete-

nimiento en el capítulo 4, peroaquí queremos mostrar la conve-niencia del contraataque. Siguien-do una rígida obediencia a lasexigencias de seguridad, lo másque puede esperarse en una par-tida es el empate. Proteger la pro-pia posición no es la forma de ga-nar partidas.

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Tigrán Petrosián lleva las pie-zas negras en la posición del dia-grama, que corresponde a unapartida de la Olimpiada de 1962,contra Andreas Dueckstein, deAustria. La Defensa Caro-Kann leha dado a Petrosián posibilidadesde ataque en la columna h, y elplan inmediato puede ser ...¥e7,

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...¦h6 y ...¦dh8. Pero las blancaspueden, en la práctica, contrarres-

tar ese peligro con ¦ad1 y ¦xd8, o¦fe1 y ¥e5. Como es sabido, cam-biar piezas es el método defensivomás antiguo del ajedrez.

Petrosián evaluó los peligrosde la posición y jugó 18 ... a5!! Sí,las negras proponen la destruc-ción de la cobertura de peones de

su rey. Pero juzgaron que obten-drán a cambio suficiente juego di-námico para mantener ocupadasa las blancas, y que la seguridaddel rey no entrará en considera-ción durante algunas jugadas. Esdecir, la seguridad del rey negro.Si, por ejemplo, 19 bxa5 ¥xc5 20¦

ab1, las negras darían mate con20 ... ¦xh2! 21 ¢xh2 ¦h8+ 22¢g1 ¤xg3.

Las blancas buscaron cambios,pero después de 19 ¦ad1 ¦xd1 20

¦xd1 ¦h4! 21 bxa5 ¥xc5 22 a6?!

b6 23 ¦e1 ¢a7, las negras ganaroncon un estilo fenomenal: llevaronel rey hasta la tercera fila con lasdamas sobre el tablero. La fractu-ra de los peones del flanco de da-ma fue parte del porqué de la de-rrota de las blancas.

Otro ejemplo sorprendente dedinamismo que se antepone a laseguridad lo tenemos en la parti-da Carlos Guimard – WolfgangUnzicker; Buenos Aires (Argen-tina), 1960:

1 d4 ¤f6 2 c4 e6 3 ¤c3 ¥b4 4¥g5 h6 5 ¥h4 c5 6 d5 b5 7 e4 g5!?

8 ¥g3 ¤xe4 9 ¥e5.

En este momento las negras jugaron 9 ... 0-0! Es temerario en-rocar de esta forma, se permiteun ataque natural, pensará usted.Puede verse fácilmente que lasblancas tienen la dama, los dos al-

files y una ruptura (h4) listas conel mate como objetivo.Sin embargo, el enroque sirve

para varios fines importantes pa-ra las negras. Aparta el rey de lacolumna e y prepara una manio-bra de minado del centro con...exd5 y ...¦e8. También activa la

torre de rey, sin invertir un tiem-po en la torpe ...¦g8 o la debili-tante ...f6. La pregunta crítica es¿pueden las negras obtener losprincipales beneficios de enrocarantes de que las blancas desplie-guen un ataque decisivo?

Un método de ataque es 10£h5!, pero 10 ... d6! parece unarespuesta adecuada. Por ejemplo:11 £xh6 dxe5! 12 ¥d3 exd5 13cxd5 ¥f5, u 11 ¥d3 ¤xc3 12£xh6 ¤e4+! 13 ¢e2 dxe5 14¥xe4 f5, y las blancas deben refu-

EL ARTE DE LA DEFENSA EN AJEDREZ22

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giarse en un jaque perpetuo, an-tes de que la ventaja material de

las negras haga su efecto.En la partida, las blancas juga-ron 10 ¥d3, y las negras podíanhaber traspuesto a la variante an-terior con 10 ... ¤xc3. Sin embar-go, optaron por la arriesgada 10 ...

exd5, para responder a 11 cxd5con 11 ... ¦e8. Siguió 11 ¥xe4

dxe4 12£

d5¤

c6 13¥

d6, y lasblancas fueron aplastadas des-pués de 13 ... ¥xc3+ 14 bxc3

£f6!, las negras ganaron once ju-gadas más tarde.

JUGADAS VALIENTES

Y JUGADAS FEASPuesto que nos encontramos

estudiando el tema de la actitudmental adecuada, uno de los ele-mentos más importantes que de-ben integrar esa actitud es la dis-posición a efectuar jugadas queparezcan feas, si no suicidas. Latentación que siempre acecha es jugar seguro mediante jugadasque a la vista sean más tranquilasy menos etéreas. Pero las jugadas“feas” de doble filo a menudo sonlas mejores –y, a veces, incluso lasúnicas– en una posición dada. Losrequerimientos tácticos de la po-sición –aquellos que constituyenexcepciones a las reglas generalesde seguridad– pueden dictar unarápida retirada de piezas bien de-sarrolladas, o una marcha forzada

de su rey o un avance general dela barrera protectora de peones.

La lección más significativa aquí es que el defensor debe estar dis-puesto a recoger el guante.

23EL ESPÍRITU DE LA DEFENSA

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Esta posición se produjo enuna partida yugoslava disputadaen 1970, en la que se planteó unavariante muy teórica de la Sicilia-na Dragón: 1 e4 c5 2 ¤f3 d6 3 d4

cxd4 4 ¤xd4 ¤f6 5 ¤c3 g6 6 ¥e3¥g7 7 f3 ¤c6 8 £d2 0-0 9 ¥c4£a5 10 ¥b3 ¥d7 11 0-0-0 ¤e5 12¢b1 ¦fc8 13 h4 b5 14 ¥h6 ¥xh6

15 £xh6 ¦xc3 16 bxc3 £xc3 17¤e2 £c5 18 ¤f4 a5 19 h5 a4 20

¤xg6 ¤xg6 21 ¦d5 £a3 22 hxg6.La primera impresión es que

las negras pueden hacer casoomiso tranquilamente a la crisisdel flanco de rey con 22 ... axb3, ysi las blancas juegan 23 gxh7+, elrey negro puede ocultarse en ‘h8’.

Pero, tras una inspección másdetenida, las negras descubrieronel bonito mate forzado 23 gxh7+¢h8 24 £g7+!! ¢xg7 25 h8£+!

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¦xh8 26 ¦g5+ y 27 ¦xh8+. La po-sición de las negras es crítica,

pues ni siquiera disponen de al-guna jugada intermedia que obs-taculice la amenaza. Tampocopueden cambiar piezas a tiempoy si capturan el peón de ‘g6’, o re-ciben mate en una o permiten undescubierto mortal.

En este punto el defensor pue-

de razonar a lo Sherlock Holmes.Si todas las defensas posibles(“razonables”) fallan, deben in-tentar lo imposible. En conse-cuencia, las negras jugaron 22 ...fxg6!!

No hay mucho donde elegir.Las alternativas son: a) esperarque a las blancas (conducidas, porcierto, por un gran maestro) se lesescape el sacrificio de dama, y b)rendirse. Pero resulta que las ne-gras tienen una posición increi-blemente segura, porque no haymejor jaque descubierto que 23¦g5+. La partida siguió: 23 ...axb3 24 ¦xg6+ ¢f7! (24 ... hxg6??

25 £xg6+ ¢f8 26 ¦h8++) 25£g7+! ¢e6 26 ¦xf6+ exf6 27£g4+ ¢e5! 28 £g3+ ¢e6 29£g4+, y se acordaron las tablas.De optar por las complicaciones,las blancas se habrían arriesgadoa perder: 25 ¦xf6+? exf6 26£xh7+ ¢f8!, y el rey negro esca-

paría.Se requiere otro tipo de fuerza

de voluntad para retirarse. A me-nudo, al defenderse en una malaposición, es esencial conservar

ciertos puestos avanzados duran-te varias jugadas a fin de contener

el avance enemigo. Pero la retira-da voluntaria también tiene susméritos, de los cuales no es el me-nor el hecho de que esa jugadapuede ser la más inesperada enuna posición. La lógica de la reti-rada es ésta: su opositor ha com-prometido sus piezas en función

de una determinada estructura depeones. Al reagrupar usted suspiezas, expone a las de éste a unadisposición posiblemente mala.Esto significa que, a veces, retro-ceder puede ser muy provechoso.

Ennio Contedini – Max Euwe;Olimpiada de Leipzig (Alema-nia), 1960.

1 e4 e5 2 ¤f3 ¤c6 3 ¥c4 ¥c54 c3 ¥b6 (una retirada que se an-ticipa al avance d2-d4) 5 d4 £e7 60-0 d6 7 h3 ¤f6 8 ¦e1 0-0 9 a4 a610 ¤a3.

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Las blancas amenazan ¥g5 así como trasladar este caballo alfuerte puesto avanzado de ‘d5’,vía c2-e3, lo que anularía los es-

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fuerzos de las negras por mante-ner un punto fuerte en e5. En esta

situación, el ex campeón mundialinicia una conocida pero sorpren-dente serie de jugadas de reagru-pamiento, que se anticipa a lasamenazas de las blancas y prepa-ra el contraataque en el flanco derey:

10 ... ¢h8! 11 ¤c2 ¤g8 (para

reforzar el peón de ‘e5’ con ...f6)12 ¤e3 ¥a7 (se adelanta a ¤d5)13 ¤d5 £d8 14 ¥e3 f6 15 b4¤ce7! 16 dxe5? ¤xd5 17 ¥xd5¥xe3 18 ¦xe3 fxe5.

xander Alekhine; Baden-Baden(Alemania), 1925:

1 e4 e5 2 ¤f3 ¤c6 3 ¥c4 ¥c54 c3 ¥b6 5 d4 £e7 6 0-0 ¤f6 7¦e1 d6 8 a4 a6 9 h3 0-0 10 ¥g5 h611 ¥e3 £d8! 12 ¥d3 ¦e8 13¤bd2 ¥a7! 14 £c2 exd4 (fuerte,porque 15 cxd4 permite contra- juego con 15 ... ¤b4) 15 ¤xd4¤e5 16 ¥f1 d5! 17 ¦ad1 c5 18¤

4b3£

c7 19¥

f4¤

f3+ 20¤

xf3£xf4 21 exd5? ¥f5!, y las negrasganaron rápidamente: 22 ¥d3¥xh3 23 gxh3 £xf3 24 ¦xe8+¦xe8 25 ¥f1 ¦e5 26 c4 ¦g5+ 27¢h2 ¤g4+ 28 hxg4 ¦xg4. Lasblancas se rinden.

Otro ejemplo más, EmanuelSchiffers – Wilhelm Steinitz; En-frentamiento, Rostov del Don(Rusia), 1896:

1 e4 e5 2 ¤f3 ¤c6 3 ¥b5 ¥c54 0-0 £f6 5 c3 ¤ge7 6 d4 exd4 7¥g5 £g6 8 ¥xe7 ¥xe7 9 cxd4 0-010 ¤c3 d6 11 ¤d5.

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Las negras están ya mejor de-bido a su contrajuego temáticopor la columna f (por ejemplo,con el plan ...£f6, ...¤e7-g6-f4).Ahora algunos errores de lasblancas decidieron la lucha: 19¥b3 £f6 20 c4 ¤e7 21 c5 dxc5 22bxc5 ¤g6 23 £d5? ¥xh3! 24 gxh3

¤h4! 25 ¤xh4 £xf2+ 26 ¢h1£xe3 27 ¤f5? £xh3+ 28 ¢g1¦f6. Las blancas se rindieron.

Hay un ejemplo similar en lapartida Siergbert Tarrasch – Ale-

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La disposición defensiva delas negras es engañosa, cada reti-rada de pieza contiene el germen

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del contraataque. La partida con-tinuó así: 11 ... ¥d8 12 £d3 ¤b8!,

amenaza ...c6, y aunque en tal ca-so el peón de ‘d6’ será débil, noresultará fácil de atacar.

Tras un reagrupamiento deefectivos, 13 ¥c4 c6 14 ¤f4 £h615 ¤e2 ¤d7 16 ¤g3 ¤b6 17 ¥b3¥c7 18 ¦ac1 ¥d7, las blancas co-metieron el error de tratar de for-

zar acontecimientos con 19 d5(en lugar del desarrollo correcto,19 ¤d2), y Steinitz aprovechó laoportunidad con 19 ... c5 20 ¤d4?g6 21 f4? ¦ac8!, y las negras gana-ron poco después: 22 ¤de2 c4 23¥xc4 ¤xc4 24 ¦xc4 ¥b5!

Aún menos digerible que laretirada es el movimiento del reycuando no se trata del enroque.En la época dorada del Romanti-cismo, Morphy y sus imitadores amenudo enrocaban rápidamentepara incorporar las torres al jue-go y proteger el rey. Pero el reyno siempre está bien situado enun rincón, como Steinitz demos-

tró más tarde, y las torres nosiempre participan en las luchasdel medio juego. Hay jugadas derey que pueden ser poderosas siel defensor sabe superar la re-pugnancia instintiva a realizarlas.Veamos la partida Paul Keres –Kurt Richter; Múnich (Alema-

nia), 1944:1 c4 e5 2 ¤c3 ¤f6 3 ¤f3 ¤c6 4

d4 exd4 5 ¤xd4 ¥b4 6 ¥g5 h6 7¥h4 g5?! 8 ¥g3 d6 9 ¦c1 ¤xd410 £xd4 ¥f5 11 h4.

Las blancas quieren forzarnuevas debilidades en el flancode rey (...g4) que más tarde po-drían explotar. Las negras tienenque afrontar la amenaza 12 hxg5,y lo hacen con la asombrosa 11 ...

¢d7!!, que establece comunica-ción entre la dama y la torre de‘h8’. También amenaza 12 ... ¤e4,seguido de ...¤xg3 ó ...¥c5.

Además de tomar la decisiónvaliente de mover su rey tan tem-prano, Richter tenía que calcularque a 12 ¥e5 podía contestar con

12 ... ¥c5 13 ¥xf6 ¥xd4 14 ¥xd8¦axd8, con un excelente final.Keres lo vio y también descartó12 f3 y 13 ¥f2, la continuaciónconservadora para consolidar laposición. Optó, en cambio, por 12¦d1 con la amenaza 13 c5. Sinembargo, después de 12 ... ¤e4

13 £e5, las negras respondieron13 ... ¥xc3+ 14 bxc3 ¤xg3 15fxg3 ¥g6, y obtuvieron una posi-ción mucho más segura que la es-pacialmente superior de su rival,

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y acabaron ganando un largo fi-nal.

A veces, en situaciones deses-peradas, la mejor posibilidadpráctica puede ser tratar de con-fundir a nuestro rival de turno conun avance de rey. Nuestro adver-sario, que puede ganar de variasmaneras sencillas, trata entoncesde buscar el bonito mate que de-

be existir por algún lado. El de-fensor está utilizando, en tal caso,un arma psicológica: el deseo detodo ajedrecista de jugar partidasbonitas. Lo cierto es que, aun enel caso de que el mate existiera, elatacante debe descubrirlo.

va. Si 25 ¢e2, las negras ganan to-mando, simplemente, la torre de

‘e1’. De modo que las blancas ju-garon la provocadora 25 ¢d3!?Las negras recogieron el guan-

te mediante 25 ... ¤b4+ 26 ¢c4¥g7!, con amenaza de jaques en‘b5’ y ‘c3’. Si las blancas capturanel caballo con el rey, reciben matecon ...£c3+ y ...£a5++. Siguió: 27¤

d4¤

d5! 28¦

xe6+!¥

xe6 29¤xe6 ¤e3+ 30 ¢c5.El juego de las negras ha sido

soberbio, y ahora sólo tienen queatender al peligro de £g6+ y d7+.Desde el punto de vista de lasblancas, la posición es tan deses-perada que su incursión de rey estan válida como cualquier otraposibilidad. El remate “normal”de la partida debería haber sido30 ... £e5+ y 31 ... £xe6, despuésde lo cual las blancas tendríandos piezas menos y se encontrarí-an amenazadas de mate.

Sin embargo, en apuros detiempo, Barden seguía buscando

un mate bonito, así que jugó 30 ...£c3+?? 31 ¢b6 ¤xd1, omitiendola réplica 32 ¤xg7+ ¢d7 33¤e8+!, y después de 33 ... ¢e6 34£e7+ ¢d5 35 ¤c7+ ¢d4 36£g7+ ¢e4 37 £xf8, las blancasrecuperaron la torre y su rival só-lo consiguió postergar lo inevita-

ble con unos cuantos jaques. Laderrota de las negras sólo es im-putable a la confusión creada porlas blancas con la marcha de surey.

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Esta posición se produjo en lapartida John Eric Littlewood –Leonhard William Barden; 4ª par-tida del Torneo de Hastings (In-glaterra), 1961-1962, y las cosas

no pueden ser más feas para lasblancas, que han sacrificado piezapor un ataque comerciante. Peroun sacrificio de calidad ha dado alas negras una tremenda iniciati-

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Si este ejemplo no fuese lobastante sorprendente, le propon-

go la siguiente posición.

19 ¦h3 a6 20 £g5 h6? 21 £e3! e522 ¢xd3 ¥f4 23 £g1 0-0-0 24 ¢c2

¥xc1 25 ¦xc1! £xa2 26 ¦h2, lasblancas sobrevivieron e inclusoganaron la partida.

Otro elemento poco atractivode la defensa, aunque a menudogratificante, es el avance del pro-pio escudo protector de peones.Su instinto le dice a todo buen

defensor que los peones que cu-bren al rey no deberían tocarse.No obstante, la defensa es el artede descubrir excepciones a las re-glas del ataque. Naturalmente, elavance de peones protectores esalgo que debe calcularse muybien, pues un mal paso puedemarcar la diferencia entre anularla fuerza atacante y el suicidio.

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¿Quién podría creer que lasblancas pueden ganar?

Se trata de la partida AnatoliKárpov – Alexánder Zaitsev;URSS, 1970, que comenzó así: 1e4 c6 2 d4 d5 3 ¤c3 dxe4 4 ¤xe4¤d7 5 ¤f3 ¤gf6 6 ¤xf6+ ¤xf6 7¤e5 ¥f5 8 c3 e6 9 g4 ¥g6 10 h4¥d6! 11 £e2 c5 12 h5? ¥e4 13 f3cxd4 14 £b5+ ¤d7 15 ¤xf7 ¥g3+

16 ¢e2 d3+ 17 ¢e3! £f6 18 ¢xe4.Después de 18 ... £xf7 quedó

restablecido el equilibrio material,pero el rey blanco se encuentra enel centro del tablero. Lo que im-porta, sin embargo, es el controlterritorial. A las negras no les re-sulta fácil cuestionar seriamente la

presencia del monarca enemigoen e4, de modo que la posición delrey blanco puede considerarse loque llamamos una debilidad queno se puede explotar. Después de

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A la posición del diagrama an-terior se llegó en una partida de

cuando Mijaíl Tal era joven, des-pués de 1 e4 e5 2 ¤f3 ¤c6 3 ¥c4¥c5 4 b4 ¥xb4 5 c3 ¥a5 6 d4 d6 7¥g5 ¤ge7 8 d5 ¤b8 9 ¥xe7¢xe7! 10 £c1 ¤d7 11 0-0 ¦e8 12

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¤h4 ¢f8 13 ¤f5 ¤c5 14 ¤g3¤d7 15 ¤d2 ¥b6 16 ¤f3 ¢g8 17

¦e1 ¤f8 18 ¥b5 ¥d7 19 ¥xd7£xd7 20 £g5.

Al guarecer al rey –por el pro-cedimiento conocido como “en-roque artificial”–, Tal ha sobrevi-vido a la primera situación críticade la lucha conservando intactosu peón de ventaja. Ahora se en-

frenta a un nuevo peligro: la in-trusión de la dama y los caballosblancos, que amenazan, por ejem-plo, ¤h5 y ¤h4-f5.

La defensa negra comienzacon 20 ... f6!, con lo que bien elcaballo se activa con ganancia detiempo, bien expulsa a la damablanca de la zona de peligro. Lasblancas decidieron permaneceren el entorno con 21 £h5 ¤g6 22¤f5 ¤f4 23 £h4, y tras 23 ... ¢h8las negras prepararon una sorpre-sa que su rival debía haber pre-visto: 24 g3 ¤d3 (24 ... g5 25 £h6)25 ¦e2, pero las blancas sólo vie-ron la amenaza ...¤d3 y jugaron24 ¦ad1.

Entonces las negras jugaron24 ... h5!?, una especie de bombaque, sin embargo, las blancas hu-bieran hecho bien en desdeñar.Comprendieron que 25 g3?? g526 ¤xg5 fxg5 27 £xg5 ¤h3+ lescostaría la partida. De modo que

 jugaron 25 g4?, cuya réplica fue25 ... g5! 26 £g3 £h7, y si 27 h4,las negras podrían abrir la colum-na mortal con 27 ... hxg4 28 £xg4¦g8.

Las blancas intentaron 27 gxh5,y después de 27 ... g4! 28 ¤3h4

¤xh5 29 £d3 ¤f4 30 £g3 ¤h3+31 ¢f1 ¥xf2! 32 £xg4 ¥xe1! 33¤g6+ ¢g8 34 ¤fe7+ ¢f7, las ne-gras emergen vencedoras.

Un caso de este efecto en mi-niatura lo tenemos en la partidaJan Hendrik Timman – SvetozarGligoric; Ámsterdam (Países Ba-

 jos), 1971: 1 e4 e5 2¤

f3¤

c6 3¥b5 a6 4 ¥xc6 dxc6 5 0-0 f6 6 d4exd4 7 ¤xd4 ¥d6 8 £h5+ g6 9£h4? Esto es inferior a la retirada9 £f3. Las negras jugaron aquí 9... h5!, cuya amenaza es encerrarla dama blanca con 10 ... g5. Lasblancas tomaron fuertes medidasal respecto: 10 e5! fxe5 11 ¥g5

¥e7 12 ¤f3 ¥xg5 13 ¤xg5 ¥f5 14¤c3 ¤h6, y esas medidas resulta-ron lo bastante efectivas paramantener el equilibrio. En la par-tida en cuestión, sin embargo, lasnegras pronto asumieron el man-do tras 15 £g3 ¤f7 16 ¤ce4 ¤xg517 ¤xg5 £f6 18 f4? e4 19 ¦ad1

£xb2!, y ganaron en 31 jugadas.

TÓMESE SU TIEMPO PARALAS COSAS IMPORTANTES

La tentación natural para eldefensor es enrocar, desarrollar

rápidamente las piezas y crearamenazas. Sin embargo, eso no estan fácil por varios motivos. Lamovilización rápida de las fuerzasy la situación del rey pueden esti-

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mular al bando contrario en cuan-to a precisar el objetivo de ataque.

Eso es exactamente lo que hizoKljavin en la partida letona citadaen la introducción. Por otra parte,el desarrollo sencillo de piezas yel enroque no es tan fácil de reali-zar en las aperturas modernas ysofisticadas, alejadas a años luzdel Giuoco Piano o el Gambito de

Rey. (Wilhelm Steinitz, por ejem-plo, necesitó 32 jugadas para en-rocar en una partida contra Zu-kertort en el duelo de 1886).

El defensor experimentadosabe que en ciertas circunstancias–como con un centro cerrado–puede tomarse su tiempo al efec-tuar jugadas de desarrollo. Puedealterar el orden de sus priorida-des mediante mejoras y tareas derefuerzo o parcheado antes decoordinar las piezas. He aquí unbuen ejemplo del CampeonatoSoviético de 1934.

Leonid Savitski – Gavril Veré-sov. 1 e4 c6 2 ¤c3 d5 3 ¤f3 ¤f6?!

4 e5 ¤e4 5 ¤e2 ¥g4 6 ¤fg1! ¤c57 f3 ¥d7 8 d4 ¤ca6 9 c3 e6 10 b4?!

Las negras se han visto obli-gadas a retirarse y las blancas es-

tán dispuestas a efectuar un rea-grupamiento de piezas, con ideade lanzar un fuerte ataque en elflanco de rey, a base de f4, ¤f3,¤g3 y ¥d3. Pero antes contienenla ruptura liberadora ...c5, que esla principal fuente de contrajue-go de las negras en estos esque-

mas. Se trata de la famosa agre-sión a la base de la cadena depeones, cuyo precursor fue Nim-zovich en el primer cuarto del si-glo XX.

Cabe destacar dos puntos enrelación con 10 b4. Es una jugadamuy ambiciosa que debería teneréxito si las negras jugasen de for-ma rutinaria, 10 ... ¥e7 y 11 ... 0-0.Pero decidieron que podían dife-rir el enroque en tanto las blancasse mantuviesen ocupadas y no pu-diesen realizar el avance f4-f5, elataque a la base de la cadena ne-gra de peones. El segundo puntotiene que ver con una cuestión ló-

gica: ¿Por qué se considera muyambicioso que las blancas se ha-yan tomado su tiempo para jugarb4 y no, sin embargo, la siguienteserie de jugadas de las negras? Larespuesta parcial a esa pregunta esque las negras actúan en el sectordel tablero en el que están fuertes.

Pero las blancas están en inferiori-dad en el flanco de dama y la ten-tativa de anticiparse a la ruptura...c5, antes de completar el desa-rrollo, está condenada a fracasar.

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La partida prosiguió así: 10 ...b6! 11 ¤g3 c5 12 a3 ¤c7 13 ¥d3

a5! La apertura de líneas en unflanco es beneficiosa en nueve ca-sos de cada diez para el bandoque está más fuerte en ese flanco.Las negras siguen postergando...¥e7 y ...0-0. 14 bxa5 bxa5 15¤1e2 ¤c6 16 0-0 £b8!, con ideade intensificar la presión contra el

peón de ‘d4’, con ...£

a7.Tal vez las blancas no vislum-braron los planes a largo plazo delas negras. Intentaron 17 ¥e3£a7 18 £d2 c4! 19 ¥c2 a4! 20¥f2, y entonces 20 ... ¤a5 21 ¤h50-0-0! puso de manifiesto que lasnegras tenían ventaja. En estemomento se disponen a bloquearla columna b con ...¤b3, y luegoplanean ocuparse de los peonesdébiles ‘a3’ y ‘c3’.

¥f2 £xc3 28 £f4 ¥c6 29 ¦d1£a5 30 £g3 d4 31 f4 d3 32

¥xd3!? cxd3 33 ¦xd3 ¥c5 (pri-mera jugada de esta pieza) 34¥xc5 £xc5+ 35 £f2 £c1+ 36 £f1£xf1+ 37 ¢xf1 ¥b5, y las blancasse rindieron.

Steinitz fue el maestro que in-trodujo el concepto de tomarsetiempo para ejecutar ideas estra-

tégicas antes de completar el de-sarrollo. Expuso el principio deque las mejoras estructurales po-dían llevarse a cabo siempre ycuando el centro estuviese cerra-do. Así, una pérdida de tiempocon vistas a un reagrupamiento ouna determinada maniobra notiene la misma repercusión queen una partida abierta.

Johannes Hermann Zukertot– Wilhelm Steinitz; 5ª partida delduelo de Londres (Inglaterra),1872. 1 e4 e5 2 ¤f3 ¤c6 3 ¥b5 a64 ¥a4 ¤f6 5 d3 d6 6 ¥xc6+ bxc67 h3? g6 8 ¤c3 ¥g7 9 ¥e3? (9

d4!) 9 ... c5! 10 £d2 h6 11 ¦b1¤g8! 12 ¤h2 ¤e7 13 f4 exf4 14¥xf4 g5! 15 ¥e3 f5 16 0-0 f4, y lasnegras tienen la partida estratégi-camente ganada, lo que han con-seguido en sus cinco últimas juga-das. Las blancas decidieron abrirla posición en el flanco de dama,

con la esperanza de conseguircontrajuego: 17 ¥f2 ¤c6 18 ¤d50-0 19 b4 cxb4 20 ¤xb4 ¤xb4 21¦xb4 ¥e6 22 ¥d4 ¥xd4+ 23¦xd4 c5 24 ¦a4 £b6 25 c4 a5 26

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Ante la ausencia de contrajue-go en el flanco de rey, las blancaspronto se vinieron abajo: 22 ¥h4¦e8 23 £f4 ¤b3 24 ¦a2 ¤b5 25£xf7 ¤xc3 26 ¤xc3 £xd4+ 27

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¦a3 a4! 27 ¦c3 ¦fb8 28 ¦c2 £c7

29 ¦b2 a3! 30 ¦bb1 £g7! 31

¦xb8+ ¦xb8 32 £a5 £d4+ 33¢h1 £xd3 34 £c7 ¦b1 35 £d8+

¢f7, y las blancas se rindieron.

SANGRE FRÍAEN LA BATALLA

También fue Steinitz el primergran jugador que vivió la transi-ción de joven maestro del ataquea maduro maestro de la defensa.Puesto que era, además, uno delos grandes pensadores del aje-drez, se preguntó a sí mismo quéera lo que hacia que un ataque

tuviese éxito. No se trataba sólodel genio de un jugador en la eje-cución del ataque o de falta dehabilidad por parte del defensor.Incluso contra la mejor defensamuchos ataques logran grandesventajas.

En consecuencia, Steinitz con-cluyó que debía haber alguna for-ma de superioridad en manos delatacante antes de efectuar la pri-mera jugada de ataque. Un ata-que contra la posición sólida deun rival no podía tener éxito. Unataque eficaz no era, pues, otracosa que la correcta explotaciónde las debilidades (explotables).

Lo que esto significó para el ju-gador práctico tiene más que vercon la fe que con la ciencia. Cuan-do un jugador despliega sus piezaspara proceder al asalto, debe, en

teoría al menos, disfrutar de algúntipo de ventaja en la posición que

 justifique el ataque. Esa ventajapuede ser debilidad en el flanco derey en campo enemigo, ventajade espacio o ventaja de desarrolloen algún sector. Por supuesto, esta justificación no garantiza por sí so-la el éxito del ataque, pero es unapremisa necesaria para cualquier

ataque fundado.Por consiguiente, el defensorpuede decirse a sí mismo que sisu rival ataca, en una posición enla que no tiene superioridad al-guna, ese ataque está condenadoal fracaso ante una defensa pre-cisa. “Quiere ganarme con unataque falso”, puede decirse us-ted para sí, sabiendo que puederefutar sus amenazas con res-puestas exactas.

He aquí un ejemplo del propioSteinitz en el que aplica su reglade oro –depositando, por tanto,una fe absoluta en que su posi-ción es defendible– contra Zu-

kertort, en su enfrentamiento de1886.

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Las blancas gozan de una ven-taja espacial evidente y tienen un

caballo excelente. Pero la com-pensación de las negras radica enla presión contra los peones cen-trales colgantes y la posibilidadde expulsar al caballo enemigocon ...f6. Llegado el momento, lasblancas podrían obtener un fuer-te control estratégico con ¦ed1,£

b3, c5 y¤

c4-d6. Pero las negraspueden anticiparse a esa amena-za estratégica con ...b6, seguidode alinear las torres en la colum-na c y ...f6. La posición, como sue-len decir los analistas, está teóri-camente igualada, lo que distaconsiderablemente de ser una po-sición de tablas.

Zukertort jugó 23 ¦e3?, con lacreencia errónea de que un ata-que al flanco de rey podría teneréxito. Steinitz “sabía” que no po-día tenerlo, incluso antes de cal-cular sus posibilidades defensi-vas: tenía fe en su posición.

Las negras respondieron 23 ...

£d6, para contestar a 24 ¦h3con la simple 24 ... h6, y si 25¦d1, 25 ... f6, que rechaza las pie-zas blancas. Así pues, las blancasdefendieron el peón de d4 con 24¦d1, y se vieron molestadas con24 ... f6. El caballo puede retirar-se a ‘f3’, pero entonces seguiría

25 ... £a6! 26 ¤d2 e5, o 26 £b3¦xc4 27 ¤d2 ¦cxd4 28 ¦xe6¥f7, que sería muy malo para lacausa blanca. De modo que op-taron por la única amenaza de

que disponen en esta posición:25 ¦h3.

Aquí Steinitz podía tomar elcaballo y soportar un largo ata-que. Por ejemplo: 25 ... fxe5 26£xh7+ ¢f8 27 ¦f3+ ¥f7 28 £h8+¢e7 29 £xg7 ¦f8 30 ¦b1, o aun27 ¦g3 ¥f7 28 ¦xg7 ¦c7 29 c5!Pero había un camino más senci-llo hacia la victoria: 25 ... h6!

Ahora las blancas tienen quemover el caballo, y ¤f3 no es me- jor que antes. Las jugadas interca-ladas ¦h3 y ...h6 permiten 26¤g6, pero Zukertort lo descartó,debido a 26 ... ¥xg6 27 £xg6¦xc4! 28 ¦xh6 £xd4! Por ejem-plo: 29 £h7+ ¢f8 30 £h8+ ¢f731 £xd8 £xd8!

Lo que realmente sucedió fue26 ¤g4, y las negras se dedicarona confundir a las piezas blancasen la fase final del juego: 26 ...£f4! 27 ¤e3 ¥a4 28 ¦f3 £d6 29¦d2 ¥c6 (aún es mejor 29 ... b5)30 ¦g3 f5 31 ¦g6 ¥e4 32 £b3¢h7. La partida termina con las

piezas negras dominando todo eltablero: 33 c5 ¦xc5 34 ¦xe6 ¦c1+35 ¤d1 £f4 36 £b2 ¦b1 37 £c3¦c8 38 ¦xe4 £xe4, y las blancasse rindieron.

Una situación muy diferentese produce cuando un jugadorpiensa para sus adentros: “Haz lo

que quieras ahora, pues con cual-quier cosa estás perdido”.Aquí eldefensor no tiene fe en su posi-ción. Admite, en su fuero interno,que está perdido. Sin embargo,

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tiene sentido calcular cada va-riante posible. El defensor asume

que puede tratar de hacer la me- jor jugada en cada turno: sólo unacada vez.

La posición siguiente corres-ponde a la partida Robert JamesFischer – Aleksandar Matanovic;Bled (Eslovenia), 1961. Ademásdel peligro evidente que para las

blancas supone las activas piezasnegras, existía la presión adicio-nal de que Fischer encabezabauno de sus primeros torneos ver-daderamente fuertes.

¦e1!, una excelente jugada sim-plificadora que se puede evitar si

otorgar a las blancas un mejor juego defensivo. Por ejemplo: 31... ¦b8 32 £d1 ¤g4 33 £f3.

Matanovic jugó la precisa 31 ...¦xe1+ 32 ¥xe1 ¥c5, y Fischer tu-vo que asumir la pérdida de suimportante peón protector de g,A 33 £xc4 siguió 33 ... £xg3+ 34

¢f1

£h3+ 35

¢e2

£h5+ 36

¢f1£h1+ 37 ¢e2 £h5+ 38 ¢f1 y, fi-

nalmente, 38 ... ¥f8. Las negrassiguen teniendo una partida ga-nada, aunque en la secuencia an-terior disponían de mejores ja-ques de dama. Pero después de 39

£xa6!, Matanovic omitió 39 ...£

f3! (por ejemplo: 40¢

g1£

g4+41 ¢f1 ¤h5) y permitió una nue-va simplificación, 39 ... ¤xd5 40

¤xd5 £xd5 41 a4, y el peón pasa-do blanco adquirió gran fuerza.Desde este momento, es de supo-ner que las blancas viesen que surey podía ser jaqueado hasta eldía del Juicio Final, pero que esono mejoraría las perspectivas devictoria de las negras.

La secuencia crítica llegó tras41 ... f5 42 ¥c3 f4 43 £f6 £h1+ 44

¢e2 £e4+ 45 ¢d2 f3 46 £h8+

¢f7, y ahora no 47 £xh7+?? ¢e8,después de lo cual es decisiva laamenaza de un jaque de dama en‘e2’, sino 47 £f6+! ¢e8 48 £e5+!!,que consigue las tablas: 48 ... £xe5

49 ¥xe5 ¥c5 50 ¢d3! g5 (o 50 ...¥xf2 51 ¢e4!, y se elimina el peónde ‘f3’) 51 ¢e4 g4 52 ¥g3 h5 (de

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Pero, aun con blancas, estabasiendo superado, lo que se pusode evidencia después de 30 ...£xh3!, que invalida 31 £xb4, acausa de 31 ... ¤g4.

De repente, las blancas tienenun peón menos, en una posiciónmuy dispersa, y pueden contarcon ser despachadas en una doce-na de jugadas. Pero una partidasólo se puede perder una vez. Siestá perdida, no hay nada que ha-cer. Fischer jugó fríamente 31

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otro modo, 53 ¢f5 h5 54 ¢g5, y elrey captura los peones negros) 53

a5 ¢d7 54 ¢d5! ¥a7 55 ¢e4 ¢c856 ¢f5! ¥b8 57 ¢g5!, seguido dela recolección de peones.

El hombre sentenciado puede,sencillamente, elegir su camino.Puede descartar los caminos queconducen al mate o a la pérdidadecisiva de material. Saber que tu

posición está objetivamente per-dida, a menudo te permite unadescarga psicológica, lo que resul-ta bastante irónico. Lo único quetenemos que decidir es disponer-nos a luchar en una partida ar-dua. A menudo ésta es la mejorforma de confundir al opositor y

de salvar una partida perdida. Alenfrentarse a una mala posiciónen su primer gran torneo, JoséRaúl Capablanca permitió unavariante evidente con sacrificio,en la que su rey tuvo que hacermalabarismos por todo el tablero.“En realidad”, escribió, “yo habíavisto ya lo que iba a pasar, perosentía que mi única posibilidadera capear el temporal”.Lo ciertoes que ganó la partida y tambiénel torneo.

LA GRACIA SALVADORA

Los jugadores de ajedrez notienen la reputación de creer enla salvación divina. Pero ante eltablero, un defensor eficientepuede beneficiarse de la fe en la

existencia de una gracia tácticasalvadora. Por parafrasear un an-

tiguo argumento a favor de creeren la existencia de Dios, creer enla supervivencia de su posiciónes una apuesta fundada. Si noexiste posibilidad alguna de sal-varla, no habrá perdido nada. Pe-ro si cree que aparecerán posibi-lidades tácticas en una fase

ulterior y que esas posibilidadesrealmente existen, estará usteden mejor disposición de ánimopara aprovecharlas que el juga-dor que está convencido de quese encuentra irremisiblementeperdido.

El problema es que la mayoríade los defensores se dejan des-lumbrar por la combinación bri-llante de su rival y rápidamentese desmoralizan. Esto les hace re-signarse y se reprochan su propiofallo por no haber previsto lacombinación. Pero lo que a me-nudo deberían reprocharse es nohaber respondido certeramente a

la brillantez de su rival.

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El diagrama muestra la posi-ción de una famosa partida amis-

tosa protagonizada por el vetera-no jugador de café, y ocasionalganador de torneos internaciona-les, Richard Teichmann. La combi-nación final de las blancas se cita,con frecuencia, por los instructo-res de ajedrez como un modelo degenio táctico. Teichmann jugó: 1¦

xh6!!, que amenaza mate en ‘h8’.Después de 1 ... ¤xh6, siguió con 2£g5, que amenaza jaque en ‘d8’ ya 2 ... ¤f7, Teichmann continuócon 3 £d8+!! ¤xd8 4 h6!, y las ne-gras se rindieron ante la imparable5 h7+.

Es reconfortante pensar quetoda una serie de sacrificios fuer-zan el abandono a causa de un ja-que imparable de peón. Sí, el aje-drez puede ser una partidahermosa, pensará. Pero no es unabuena actitud para el defensor.Millones de jugadores se han ma-ravillado con la combinación deTeichmann, pero hace sólo unos

años que un desconocido analistaruso descubrió que las negras noestaban perdidas en absoluto. Lasnegras, según señaló, pueden ju-gar 4 ... £f8!! 5 h7+ ¢f7!, despuésde lo cual las blancas emergencon una dama extra, pero las ne-gras cuentan con suficiente mate-

rial compensatorio. Con todo, latendencia psicológica a favor delataque hizo que esta gracia salva-dora pasase desapercibida duran-te más de medio siglo.

Basta con hojear en una co-lección de partidas famosas y

examinar una docena de ataquescon sacrificios. Casi en cada casolos comentaristas han descubier-to que el defensor podía haberresistido mucho más (y que, enalgunos casos, ni siquiera debíahaber perdido). Comoquiera quesea, en la inmensa mayoría de ta-

les partidas, el defensor suele ha-ber omitido sus mejores posibili-dades.

Mijaíl Tal llegó a proclamarsecampeón del mundo tras haberganado muchas partidas así. Enocasiones, sin embargo, se estre-llaba contra algún maestro menorque refutaba su ataque. Pero Talcompensaba esos traspiés oca-sionles ganando cinco o seis parti-das más, que de otro modo hubie-ran sido tablas.

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En este caso, Tal (con las pie-zas blancas) ha caído en una posi-ción inferior frente al Dr. Miros-

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lav Filip, en el Torneo Interzonalde 1958. Puede que la natural 28

¥e3 permitiese resistir en el finaltras un doble cambio de torres.Pero Tal jugó 28 ¥xh6!? gxh6 29

£xe5, una opción objetivamenteinferior, pero tal vez la mejor ten-tativa práctica.

Su rival siguió 29 ... ¥e7 30

¦d4! ¦xd4 31 cxd4 ¢h7, y Tal res-

pondió 32¦

d1, pero si Filip hu-biese profundizado más, habríadescubierto no sólo una defensasalvadora, ¡sino ganadora!: 32 ...£g7!!, que impide 33 £xe7, puescon 33 ... ¦g8 las negras dan mate,y a 33 ¦g1 cazan la dama blancacon 33 ... ¥d6!! Es razonable asu-

mir que Filip omitió esta posibili-dad defensiva porque no la esta-ba buscando. Es decir, porque nosospechaba que pudiese recurrira medios tácticos para consolidarsu posición.

Max Pavey, un norteamerica-no nacido en Escocia, que ascen-dió a las cimas del mundo del aje-drez y del bridge en los añoscincuenta, formuló una teoría(más tarde abrazada y perfeccio-nada por el gran maestro LarryEvans), según la cual no importalo mala que sea tu posición –amenos que exista una derrota for-zada o un zugzwang–, porquesiempre tendrás la oportunidadde eludir la derrota. Esto puedeparecer excesivamente rebusca-do, pero las posiciones de ajedrezmuestran una resistencia a doble-

garse tan increíble que nunca de- ja de asombrarnos. Consideremos

la siguiente posición de Tal:

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El gran maestro letón llevabablancas contra su colega, el islan-

dés Friorik Olafsson, en el torneode Bled de 1961. La partida, unaDefensa Siciliana, evolucionó así:1 e4 c5 2 ¤f3 ¤c6 3 d4 cxd4 4¤xd4 e6 5 ¤c3 £c7 6 ¥e3 a6 7 a3¤f6 8 f4 d6 9 £f3 ¥e7 10 ¥d3 0-011 0-0 ¥d7 12 ¦ae1 b5 13 £g3¢h8!? 14 ¤xc6 ¥xc6 15 e5 ¤g8

16£

h3¤

h6 17 f5!¤

xf5 18¦

xf5exf5 19 ¥xf5 g6 20 ¥d4.Las negras podían haberse fa-

cilitado antes la tarea, con 11 ...¤xd4 y 12 ... e5. Con sus jugadas13ª y 15ª construyeron una forma-ción defensiva en el flanco de reypopularizada por Miguel Najdorf en los años cuarenta y cincuenta.Pero lo que aquí nos interesa es lahabilidad defensiva de las negraspara sobrevivir a un asalto apa-rentemente demoledor, nada me-nos que a cargo de Tal.

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Olafsson jugó 20 ... ¢g8? yperdió poco después, tras 21 e6!

¥g5 22 exf7+ ¦xf7 23 ¥xg6! ¦g724 £e6+ ¢h8 25 ¥e8!!Los recursos mágicos de la de-

fensa se habrían manifestado des-pués de 20 ... £d8!!, que permiteneutralizar el jaque en la grandiagonal interponiendo el alfil enf6. La primera posibilidad crítica

es 21 e6+¥

f6 22£

h4!, con laamenaza e7. Después de 22 ...fxe6 23 ¦xe6, las negras no pue-den jugar ni 23 ... ¥xd4+ 24£xd4+ ¢g8 25 ¦xd6, ni 23 ... ¢g724 ¦xf6 ¦xf6 25 ¥e4!!, pero sí 23... ¥e5!!, y matan el ataque. ¡Esohabría estado muy bien!

¿Qué pasa si 21 exd6+ ¥f6 22£h4, la segunda tentativa? Denuevo se refutaría 22 ... ¢g7, estavez con la ingeniosa 23 ¥d7!!(amenaza ¥xc6 y ¦e7) 23 ...¥xd7 24 ¤d5! ¥xd4+ 25 £xd4+f6 26 ¦e7+, o 25 ... ¢h6 26 ¦e4 f627 ¦e7. Pero otra vez existe unadefensa: 22 ... ¥g7!!

Esta partida es un ejemplo decómo un cálculo exhaustivo hu-biera podido salvar a las negras.Pero a menudo, percibir o no unasola jugada intermedia o un sen-cillo contraataque marca la dife-rencia. Parafraseando a Tartako-wer, los golpes defensivos están

ahí, esperando ser descubiertos.

(D)

La posición del diagrama an-terior se produjo en la partida

entre Israel Albert Horowitz yOrest Popovych, en el Campeo-nato de EE.UU. de 1972.A lo lar-go del medio juego, las blancasestuvieron machacando la posi-ción negra, primero con amena-zas en el flanco de rey, luego con

una aguda táctica en el flanco dedama, a continuación con un parde sacrificios y, por último, con unataque de mate. Aquí las blancas jugaron 32 £e5+ ¢f7 33 ¦xe4fxe4 34 ¥c4 £c6 35 ¦f1+, y des-pués de 35 ... ¢g6 36 £xe4+ ¢h637 ¥e3+, las negras perdieron

por tiempo.Es verdaderamente curiosoque tanto blancas como negras–seguramente convencidas de loinevitable de la victoria blanca–omitiesen 33 ... ¦he8!, una jugadaintermedia que convierte una po-sición perdida en una auténticalucha, después de 34 ¥c4 ¦xe5 35¦xe5 £c6 y ...¢g6. Naturalmente,32 £e5+ era malo, y las blancaspodían haber obtenido el mismoresultado con 32 ¦xe4+ y 33£e5+. Pero así es la naturaleza

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del optimismo –y, en el caso de lasnegras, del pesimismo–, que se

apodera de la mente de los juga-dores durante un ataque difícil.

PARTIDAS ILUSTRATIVAS

Leonid Stein – Salo Flohr;Campeonato de Ucrania, 1957

1 e4 c6 2 d4 d5 3 ¤c3 dxe4 4¤xe4 ¤d7 5 ¥c4 ¤gf6 6 ¤g5 e67 £e2 £e7? 8 ¥d2 b6 9 0-0-0¥b7 10 ¤gf3 h6.

11 ¥b4!! sacuda el espíritu a cual-quiera. De todos modos, ni si-

quiera una serie de jugadas des-lumbrantes basta para ganarle aun decidido defensor. Salo Flohr,un veterano curtido en numero-sas competiciones y víctima demuchos premios de belleza, nun-ca pierde su voluntad de supervi-vencia en esta partida.

11 ... c5

12 dxc5 bxc5

13 ¥xc5!? ...

La consecuencia más enérgicade la 11ª jugada. Las negras de-ben capturar con el caballo, des-

pués de lo cual¤

e5 amenaza¥b5+. Las blancas consiguen dospeones y una duradera iniciativapor la pieza.

13 ... ¤xc5

14 ¤e5 ¤fd7

15 ¤gxf7 ¤xe5

16 ¤xe5 £g5+

17 f4! ...

Abre, sin pérdida de tiempo, lacolumna f, logrando el control de‘h5’ para un jaque de dama. Has-ta ahora, todo ha ido sobre rue-das para las blancas.

17 ... £xf4+

18 ¢b1 ¥e4!

Hasta en las posiciones máscríticas hay buenas jugadas, y ésta

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11 ¥b4! ...

Esta especie de bomba crea alas negras numerosas dificultades.No pueden tomar el alfil, debidoa 12 ¤xf7! Por ejemplo: 12 ...¢xf7 13 £xe6+ ¢g6 14 ¥d3+ ymate, o 12 ... ¦h7 13 £xe6+ £e714 £f5 £b4 15 ¦he1+ y 16 £e6.Lo mejor es 12 ... £xc4!, pero esfácil que un golpe táctico como

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sirve para: 1) impedir ¤g6; 2) dis-minuir el efecto de £h5+, y (3)

amenazar el caballo blanco de‘e5’.

19 £h5+ g620 ¥b5+ ¢e721 ¤xg6+ ¥xg622 £xc5+ ...

Un panegírico a Stein, des-pués de su muerte prematura, seabría con este comentario: “Aho-ra era el momento de pasar delRomanticismo al cálculo sobrio,y jugar la ‘tranquila’ 22 £xg6”.Esa jugada amenazaría ¦hf1 yles permitiría a las blancas con-testar a las propuestas de cambiode damas con sus propias amena-zas. Por ejemplo: 22 ... £e4 23¦d7+!, o 22 ... £f5 (22 ... £f6 ó 22... £f7) 23 £g3. Pero el comenta-rista ruso no mencionaba 22 ...£g5!

En apariencia, una jugada de-cisiva debido a la doble amenaza

£xa8 y ¦hf1. Pero el ataque pue-de ser tan difícil de interpretarcomo la defensa si el atacante só-lo dispone de opciones forzadas.Aquí las blancas podían y debíanhaber buscado otras alternativas,como 23 £c3 ¢g8 24 ¦hf1 £g425 ¥d7.

23 ... £e4!

Una jugada salvadora, es de-cir, una jugada que impide que laposición se derrumbe de inme-diato. Es interesante observarque ahora las blancas, en una po-sición que sigue siendo muy pro-metedora, comienzan a realizarmalas jugadas. Esto nos permitepercibir el efecto psicológico so-bre ambos jugadores. Las negrasmantienen un “alegre pesimis-mo”, incluso después de 11 ¥b4 y13 ¥xc5, pero las blancas prontose vienen abajo tras 23 ... £e4.

24 £d7+ ¢g825 ¥d3 £g426 h3 £g527 £xe6+? ...

“El amor al jaque” es aquí condenable. 27 ¦hf1! ofrecía muy

buenas perspectivas a las blancas:27 ... ¦h7? 28 £xe6+, o bien 27 ...¥g7 28 £xe6+ ¢h7 29 h4.

27 ... ¥f7

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22 ... ¢f723 £c6 ...

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28 £c6 ¦b829 £c7 ¦b6

30 ¥c4? ...

De nuevo habría sido fuerte30 ¦hf1. Por ejemplo: 30 ... ¦f6 31¦xf6 £xf6 32 ¦f1 £e6 33 b3! (no33 ¦xf7, por 33 ... £e1++) 33 ...£e7 34 £c8 (ó 34 £f4).

30 ...¦

h7

31 ¦hf1 ¦f632 ¦xf6 £xf6

33 ¦f1?? £xf1+

Las blancas se rindieron, debi-do a 34 ¥xf1 ¥xa2+ y 35 ... ¦xc7.Vale la pena hacer notar que yaen 1957 Leonid Stein era un aje-drecista peligroso. Pero, como di- jo Tarrasch, no basta con ser un

buen jugador; también hay que jugar bien.

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Las armas del ataque, tales

como el sacrificio, la rup-tura de peones para abrirlíneas, la clavada y el ataque do-ble, son bien conocidas. Cada ma-nual de iniciación explica, al me-nos, algunas de ellas. Las armasde la defensa, sin embargo, hantenido siempre una mala prensa.

El defensor dispone de un buennúmero de bazas a su favor, peroresultan mucho menos familiaresque las del atacante. En este capí-tulo examinaremos las siguientes:

1) Conservación de las líneas deataque cerradas o bajo control.

2) Refuerzo de debilidades.

3) Cambio de piezas para forzarun final.4) Eliminación de la pieza ata-

cante más fuerte.5) Alivio de la presión.

6) Desorden de las piezas contra-

rias.7) Maniobra y reagrupamiento.8) Rotura del frente de ataque.9) Establecimiento de un punto

fuerte en el centro.

LÍNEAS ABIERTAS

Las líneas abiertas son los ca-nales del ataque. Si el jugador conla iniciativa tiene un acceso in-cuestionable a esas avenidas, pue-de trazar su propio plan. “El ata-que se juega solo”, como suelendecir los comentaristas. La tácticapara el éxito se sugiere por sí mis-

ma. El defensor debería, por tan-to, tratar de hacer una de estastres cosas: a) bloquear, b) dispu-tar, c) paliar el efecto de las líneasabiertas del atacante. Una cuarta

Armas y temas defensivos

CAPÍTULO 2

43

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cas sólo son efectivas en la medi-da en que presionan toda la co-

lumna g o uno de sus extremos(‘g7’). Cuando ese extremo esacortado en una casilla, y ésta seconvierte en un punto fuerte, laactividad de las torres se resiente.Por otro lado, el hecho de que lasblancas dispongan de una bonitay despejada línea de juego para el

alfil no basta en una posición contantas piezas pesadas. Al acortarla columna g –reduciendo así elefecto del control de las piezasblancas en ella–, las negras lesdieron un golpe de timón al me-dio juego e inclinaron las posibili-dades a su favor.

Las líneas abiertas, por sí so-las, no bastan al atacante. Peronormalmente al defensor le con-viene minar esas líneas (porejemplo, la columna g, en el casoanterior), de paso que utilizaaquellas que domina (columnas ey f en el mismo ejemplo). He aquí un ejemplo de cierre de líneas to-

mado del XX Campeonato So-viético.

Las blancas acaban de jugar17 g5 (después de 1 e4 c5 2 ¤f3

¤c6 3 d4 cxd4 4 ¤xd4 ¤f6 5 ¤c3d6 6 ¥g5 e6 7 £d2 ¥e7 8 0-0-0¤xd4 9 £xd4 0-0 10 f4 £a5 11¢b1 h6 12 h4! ¦d8 13 g4 e5! 14£g1 exf4 15 ¥xf6 ¥xf6 16 ¤d5¥e5). De buscar inmediato con-trajuego, las negras podrían nin-gunear el flanco de rey por el mo-

mento, y jugar 17 ...¥

e6 (y a 18gxh6, 18 ... ¥xd5 19 exd5 £b5, ó19 ... £b6), en cuyo caso tendríanbuenas posibilidades de supervi-vencia, gracias al fuerte alfil decasillas negras.

Pero las negras (Taimánov) ju-garon 17 ... h5!, y su rival (Bivs-hev), omitió la continuación co-rrecta: 18 g6 (por ejemplo: 18 ...¥e6 19 ¥c4 £c5 20 gxf7+), que,al menos, abre la columna parasus piezas mayores. Las blancas jugaron 18 ¥c4?, y después de 18... g6! las negras sellaron el flancode rey hasta un futuro lejano. Elataque rápidamente pasó a ma-

nos de las negras, que ganaron deforma progresiva, después de 19¦d3 ¥e6 20 ¦b3 ¦ab8 21 ¦h2£c5 22 £f1 ¢g7 23 ¦d2 ¦dc8 24¥e2 a6, seguido de ...b5. Las casi-llas negras del flanco de rey fue-ron debilidades inservibles, entanto Taimánov conservase el al-

fil de rey para protegerlas.Lo que vale para una colum-

na, vale para una diagonal. Enotro Campeonato Soviético, cele-brado dos años más tarde, Borís

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Spasski estaba siendo fuertemen-te presionado por las negras en

esta posición:

sita anticiparse a la apertura for-zada de líneas. En muchos casos

eso significa anticiparse a las posi-bles rupturas de peones. Algunasson inevitables y no pueden impe-dirse. La solución, en tales casos,es disminuir su efecto. Un inte-resante ejemplo de apertura delíneas en dos sectores del tablerose vio en la partida Robert James

Fischer – Bent Larsen; 9ª partidadel Torneo Interzonal de Palmade Mallorca (España), 1970:

1 e4 c5 2 ¤f3 d6 3 d4 cxd4 4¤xd4 ¤f6 5 ¤c3 ¤c6 6 ¥c4 e6 7¥b3 ¥e7 8 ¥e3 0-0 9 £e2 a6 100-0-0 £c7 11 g4 ¤d7 12 h4? ¤c513 g5 b5 14 f3 ¥d7 15 £g2 b4 16¤ce2 ¤xb3+ 17 axb3 a5.

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Las negras tienen obstruido el

alfil en la gran diagonal de casi-llas blancas tras la jugada anteriorde Spasski, d5! Ahora, antes deque las blancas tengan tiempo de jugar ¦ab1, las negras trataron deabrir la diagonal, con 23 ... exd5,pero las blancas jugaron 24 c5!, yla mantuvieron cerrada, a la espe-

ra de variantes como 24 ...¤

g5 25cxb6 £xb6 26 £xb6 y 27 a4, para jugar el final.

Las negras conservaron sus es-peranzas con 24 ... ¢h8, sacandoal rey de la clavada que impide elavance del peón de d. Pero des-pués de 25 cxb6 £d6 26 ¦c7 ¥a627 b7 ¦g8 28 b8£ ¥xd3 29 g3!¤xf2+ 30 ¢g2 ¥c4 31 ¦c8 £xb832 £xb8, las negras tuvieron querendirse.

Otra lección que convieneaprender es que el defensor nece-

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Los problemas de las blancasnacieron en la duodécima jugada.Han elegido una variante de ata-que muy aguda en una aperturaque también lo es y un simple pa-so en falso puede resultar muydañino, cuando no fatal. La deci-sión tomada por Fischer en la ju-

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gada 12ª fue lanzar un ataque a labayoneta en regla en el flanco de

rey, lo que significa que debía ju-gar g5 y h5, para abrir líneas cong6 ó h6. En realidad, muchasotras partidas han demostradoque es mejor para las blancas ju-gar 12 g5!, seguido de un ataquedirecto de piezas, como ¦hg1-g3-h3 y £h5. En este caso, un ataque

de piezas es más preciso que unaavalancha de peones.En el diagrama vemos que las

negras jugarán ...a5-a4, abriránirremisiblemente la columna a asu favor. Las blancas podían evi-tar este peligro concreto reto-mando, en la jugada 17ª, con el ca-ballo. Pero también en ese casolas negras continuarían ...a5-a4,con un tiempo por delante delataque blanco en el flanco de rey,aunque ambas formaciones depeones serían muy similares.

Fischer admitiría que 18 h5 esdemasiado lento. Por ejemplo: 18... a4 19 bxa4 ¦xa4. Si las blancas,

eventualmente, juegan g6, las ne-gras podrían obviarlo, porque trasgxh7+ ¢h8, las blancas seguiríansin tener amenazas serias, pues elpeón bloquearía sus propias pie-zas. Por consiguiente, las blancas jugaron 18 g6!?, y ganaron untiempo respecto a 18 h5, después

de 18 ... fxg6 19 h5.Este sacrificio de peón ha teni-

do éxito en muchos otros ejem-plos, puesto que las blancas abrendos columnas de un golpe tras 19

... gxh5 20 ¦xh5. Pero Larsen optóinteligentemente por 19 ... ¤xd4

20 ¤xd4 g5!! 21 ¥xg5 ¥xg5 22£xg5 h6 23 £g4 ¦f7, después delo cual su flanco de rey quedó fir-me como la roca. Las blancas yano pudieron impedir el avance...a4 y su posición pronto se vinoabajo: 24 ¦hg1 a4! 25 bxa4 e5 26¤e6 £c4, y ganaron pieza.

Un último ejemplo sobre el te-ma de anticipación a la aperturade líneas es la partida Marvin Pal-mer – Samuel Herman Res-hevsky; Detroit (EE. UU), 1933,que comenzó así:

1 d4 ¤f6 2 c4 g6 3 ¤c3 ¥g7 4e4 d6 5 ¤f3 0-0 6 h3 ¤fd7?! 7¥e3 c5 8 £d2 ¤c6? 9 d5 ¤ce5 10

¤xe5 ¤xe5 11 ¥h6 f6! 12 ¥e2¥d7 13 h4 £c8 14 f3 a6 15 g4?!b5 16 ¢f2? bxc4 17 ¥xg7 ¢xg718 ¦ag1.

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A partir de una apertura defi-ciente, las negras comenzaron,con su 11ª jugada, a restringir laruptura e5 y se prepararon para

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responder a h5 ó f5 con ...g5 conobjeto de mantener la posición

cerrada.Ahora, tras haber amino-rado injustificadamente la mar-cha del ataque en el flanco de rey,las blancas amenazan 19 g5, y si19 ... f5, entonces 20 h5, abriendola columna h. También se amena-za 19 h5.

Aunque esto no es decisivo, re-

sulta una desagradable amenaza.De modo que las negras decidie-ron jugar 18 ... h6!, que: a) les per-mite responder a 19 g5 con 19 ...fxg5 20 hxg5 h5!, y se mantiene ce-rrada la columna más peligrosa, yb) también les permite bloquear elflanco de rey después de 19 h5 g5!

Las blancas necesitaban tiem-po para preparar la tercera ideade ruptura, 19 f4, y optaron por19 ¤d1. Siguió: 19 ... ¦b8 20 ¤e3

£b7 21 f4. En este momento, lasnegras se encontraron en condi-ciones de realizar un fuerte sacri-ficio con 21 ... £xb2! 22 £xb2

¦xb2 23 fxe5 fxe5+ 24 ¢e1 ¦f4.Las torres negras barrieron el ta-blero y en seis jugadas más se ha-bían alzado con la victoria. Peroes la jugada 18ª de las negras, y noel sacrificio de caballo, lo que tie-ne mayor mérito, porque permi-tió el contrajuego subsecuente.

Hasta ahora nos hemos con-centrado en rupturas de peones.A veces el defensor debe lanzarsus piezas al asalto enemigo, o si-tuarlas de forma tal que puedancrear confusión entre las piezas

enemigas o bloquearlas. Siguendos ejemplos:

a) Mijaíl Tal – Lev Aronin;Campeonato de la URSS porequipos, Riga (Letonia), 1954. 1

e4 c6 2 ¤c3 d5 3 ¤f3 dxe4 4 ¤xe4¤f6 5 ¤xf6+ gxf6 6 ¥c4 £c7 7

0-0 ¥g4 8 d4 e6 9 ¦e1 ¤d7 10 h3

¥h5 11 ¥xe6?! fxe6 12 ¦xe6+

¢f7! 13 ¤g5+ fxg5 14 £xh5+

¢xe6 15

¥xg5, y ahora la amena-za 16 ¦e1+ parece decisiva. Pero

las negras bloquearon momentá-neamente la columna con 15 ...

¤e5! 16 ¦e1 £g7! Esta maniobrapermite la escapatoria del rey ylas negras pudieron imponer rá-pidamente su torre extra. 17

£g4+

¢d6 18 dxe5+

¢c7 19 e6¦g8 20 ¥f4+ ¥d6 21 ¥xd6+

¢xd6 22 ¦d1+ ¢c7 23 £f4+ ¢c8.b) Mark Taimánov – Yuri Sa-

 járov; XXXI Campeonato de laURSS, 1963. 1 c4 e5 2 ¤c3 ¤f6 3

e3 ¤c6 4 ¤f3 ¥b4 5 ¤d5 e4 6

¤xb4 exf3 7 ¤d5 fxg2 8 ¥xg2

¤e5 9 £e2 d6 10 d4 ¤g6 11 h4!

¤xd5 12 ¥xd5 c6 13 ¥e4 0-0 14

h5, y ahora las negras hallaroncon una idea interesante paracontrolar las líneas del flanco derey, que de no ser así habrían pa-sado a manos de las blancas. Lasnegras jugaron 14 ... ¤h4! 15 ¥d2

d5 16 cxd5 cxd5 17 ¥d3 (17 ¥xd5¥f5 18 e4 ¦e8 no sería desagra-dable para las negras) 17 ... £f6

18 0-0-0 ¤f3! Este caballo, apun-talado por el bloqueo en las casi-llas blancas que va a producirse,

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ejerce un efecto inhibidor en laposición que reduce las perspecti-

vas del ataque contrario. La parti-da prosiguió así: 19 ¥c3 ¥g4 20¥c2 £e6 21 £d3 f5 22 h6 g6, y lasnegras quedaron bien.

REFUERZO DE DEBILIDADES

pasaron la lucha a un final con supeón extra después de 18 ... £g4

19 ¤d2 £g6 20 ¤f3 ¥g4 21 £g5!Teniendo en cuenta la imposi-bilidad de volver atrás los peonesavanzados, así como la incorpora-ción de nuevos peones al tablero,los defensores tienen que lidiarcon sus debilidades de la formaconvencional, es decir, situando

piezas en las casillas correctas pa-ra reforzar esas debilidades. Otraversión de este tema puede pro-ducirse en la Apertura Escandi-nava: 1 e4 d5 2 exd5 £xd5 3 ¤c3£a5 4 d4 ¤f6 5 ¥d3. Suponga-mos que las negras se ponen ner-viosas porque les preocupa la dia-

gonal de ataque que va desde elalfil blanco hasta ‘h7’. Suponga-mos que el jugador con negras hasufrido en sus propias carnes elclásico sacrificio de alfil ¥xh7+una vez que ha enrocado.

Una forma de erradicar esepeligro y, al mismo tiempo, desa-rrollar una pieza es 5 ... ¥g4! 6 f3

¥h5, seguido de ¥g6, para anularla presión en la diagonal. Porejemplo: 7 ¤e2 c6 8 0-0 e6 9 ¤e4

¤bd7 10 ¥f4 ¤xe4 y 11 ... ¥g6!,con excelente juego (Schiffers –Tarrasch, Leipzig, 1894).

Estos casos tienen que ver conla reparación de debilidades pormedio de un reagrupamiento depiezas. A menudo se lleva a cabocon alfiles, pero también puedeconseguirse con otras piezas. Laespecial cualidad de un alfil es

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Consideremos la posiciónblanca en este esquema típico delGambito Marshall en la Ruy Ló-pez. El primer jugador ha so-brevivido al asalto inicial, pero a

costa de realizar el avance g3, quepuede ser explotado por las ne-gras con el alfil de casillas blancas(...¥b7 ó ¥g4-f3). A las blancasles gustaría reparar el flanco derey retrocediendo una casilla supeón de g. Pero como eso es ile-gal, tienen otra forma de hacerlo:16 ¥d5! ¥f5 17 £e3 ¦ad8 18¥g2! De repente, las blancas tie-nen un alfil flanqueado y un flan-co de rey sólido. En una partidade Tal de 1959, las blancas se con-solidaron, y, tras algunos cambios,

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que puede servir como un “peóngrande” en su nueva función.

Puede ser una pieza fuerte por sí misma y además servir para re-mendar casillas que han sido de-bilitadas por el avance de un pe-ón. La pieza reparadora no debemalgastarse, como recomiendanuestra regla de economía.

Sigue un nuevo ejemplo, que

procede de la victoria más famosade Steinitz en el CampeonatoMundial (contra Zukertort, SanLuis, 1886). Después de 1 d4 d5 2

c4 e6 3 ¤c3 ¤f6 4 e3 c5 5 ¤f3

¤c6 6 a3 dxc4 7 ¥xc4 cxd4 8 exd4¥e7 9 0-0 0-0 10 ¥e3 ¥d7 11

£d3, Zukertort está iniciando una

formación familiar de ataque de-trás del péon de d aislado. La for-mación normalmente comprendelas jugadas ¥g5, ¤e5 y ¥a2-b1,con las torres dispuestas en ‘c1’ y‘e1’. Las negras respondieron pre-sionando al peón de d y al flancode dama: 11 ... ¦c8 12 ¦ac1 £a5

13 ¥a2 ¦fd8 14 ¦fe1 ¥e8.Ahora las blancas dirigieron

su atención hacia el punto ‘h7’con 15 ¥b1. Steinitz podía habér-selo pensado dos veces, antes dedebilitar sus casillas negras, perolo cierto es que jugó 15 ... g6. Re-alizó esta jugada con seguridad yla partida continuó así: 16 £e2

¥f8! 17 ¦ed1 ¥g7. El flanco derey negro ha sido debilitado y re-parado en tres jugadas, y comoconsecuencia de ello, la posiciónnegra ha mejorado claramente.

Tal y como fueron las cosas,Zukertort trató de poner en mar-

cha un ataque con 18 ¥a2? ¤e7!19 £d2 (con la potencial amena-za 20 ¤d5) 19 ... £a6 20 ¥g5 ¤f521 g4?, pero las negras lograronuna posición ganadora despuésde 21 ... ¤xd4! 22 ¤xd4 e5 23¤d5 ¦xc1 24 £xc1 exd4 25 ¦xd4¤xd5 26 ¦xd5 ¦xd5 27 ¥xd5£

e2!

EL CAMBIO

Cambiar piezas es el recursodefensivo más evidente y conoci-do. Con menos piezas sobre el ta-blero –y, sobre todo, con menospeones– se alivia la tarea del de-fensor, porque se atenúa la pre-sión en sus debilidades.

Con un cambio forzado pue-den erradicarse a menudo todoslos peligros de la posición.

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Si las negras dispusieran detiempo, con ...¥c8-g4 ó h3 podrí-

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an contrarrestar las ventajas de laposición de las blancas, crearían

amenazas tácticas que habría queatender con sumo cuidado. En es-ta partida de cuando Botvínnikera joven, las blancas optaron por22 £f5!, y forzaron el cambio dedamas (22 ... £xf5? 23 ¤e7+ y 24¤xf5 gana un peón). En pocosmovimientos se puso de manifies-

to que las piezas atacantes negrasestaban mal situadas en el final:22 ... £h5 23 £xh5 ¤xh5 24 f4!

¦e8 (24 ... exf4 25 g4!) 25 ¦ae1,etc.

Con frecuencia, el peligro noradica sólo en un ataque al flan-co de rey –que puede ser anula-

do con el cambio de una piezaimportante–, sino en la presiónestratégica en todo un sector deltablero. En tal caso, lo que pro-cede es cambiar las piezas pesa-das, siempre y cuando: 1) nocambie usted sus piezas más úti-les y activas por piezas pasivascontrarias, y 2) como consecuen-cia de los cambios, no le concedatiempo a su rival para desplegarla iniciativa.

Detengámonos en esta partidadel Campeonato Soviético de1963.

Ígor Bondarevski – Viatches-lav Osnos. 1 d4 f5 2 ¤f3 ¤f6 3 c4

g6 4 ¤c3 ¥g7 5 £c2?! c5! 6 d5

¤a6 7 a3?! d6 8 g3 ¤c7 9 ¥g2

¦b8 10 0-0 b5! 11 cxb5 ¤xb5 12¤xb5 ¦xb5 13 ¤g5 0-0 14 ¦b1£b6.

A primera vista, parece quelas blancas tienen buen juego. Pe-ro un examen más detenido reve-la que no pueden explotar el pun-to débil de e6, mientras que suspropias debilidades (peones de‘d5’ y ‘b2’) sí son explotables. Elpeón de ‘d5’ está prácticamenteaislado, es decir, no puede serprotegido con otro peón (e2-e4)por el control que las negras ejer-cen en esa casilla (...fxe4).

Aunque hay otros métodospara defender la posición, algu-nos de los cuales le ofrecen a lasblancas posibilidades de ganar,Bondarevski buscó la seguridaddel final. Comenzó con 15 b4

cxb4 16 ¥e3! £b8 17 ¦xb4! Estamaniobra forzó la liquidación delos peones del ala de dama, lo quecasi siempre es bueno para la de-fensa, porque en muchas partidaslas mejores posibilidades de ta-blas se logran a base de eliminartodos los peones del centro yflanco de dama... aun a costa de

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¥xf6, seguido de la captura delpeón de ‘d5’. Así que las negras

buscan otro método de contra-rrestar la amenaza.¿Cuáles son las piezas más

peligrosas de las blancas? Bue-no, el principal problema loconstituye el alfil de ‘d4’. Lasotras dos piezas menores estánobjetivamente alejadas del tea-

tro de la acción, contenidas porlos peones centrales negros. Porconsiguiente, lo indicado es 18 ...¤d7! 19 ¦ae1 ¥f6! La idea eseliminar el molesto alfil enemigode casillas negras, con lo cual elataque blanco perderá casi todoel veneno. Siguió: 20 ¥xf6 ¤xf621 g4. Las blancas parecen ha-berse propuesto dar mate con ladama y dos peones, algo difícil,aunque no imposible.

La eliminación del alfil de ca-sillas negras también ha mejora-do las perspectivas de contrajue-go de Simaguin en el flanco dedama, y este maestro no las desa-

provecha: 21 ... a4! 22 ¤xa4 ¥a623 ¦f2 ¦fe8! 24 ¦xe8+ ¦xe8 25¤c5 £b6 26 ¤xa6 £xa6, despuésde lo cual, el control de la colum-na abierta por parte de las negrasy una mejor pieza ligera constitu-yeron compensación suficientepor el peón. Las negras quedaron

mejor.Eliminar las potenciales pie-

zas atacantes es una idea habi-tual en ciertas aperturas. Así, enla Defensa Francesa las negras a

menudo cambian el buen alfil derey de las blancas. Por ejemplo: 1

e4 e6 2 d4 d5 3 ¤c3 ¥b4 4 e5¤e7 5 a3 ¥xc3+ 6 bxc3 b6, paraseguir con ...¥a6, o 3 e5 c5 4 c3£b6 5 ¥d3 ¥d7, con idea de...¥b5.

Otra versión de esta idea seprodujo en la partida S. Múdrov –Mijaíl Botvínnik (Ucrania), Ode-

sa, 1929: 1 d4¤

f6 2 e3 e6 3¥

d3¥e7 4 f4 c5 5 c3 b6 6 ¤f3 0-0 7 0-0¥a6! 8 ¥xa6 ¤xa6 9 £e2 £c8.Aquí la retirada del tablero de lapieza blanca buena (el alfil de ca-sillas claras) puede representarun lastre para el primer jugadordurante toda la partida, puestoque se queda con un alfil malo ydebilidades en las casillas blancas.El primer jugador trató de obviarsus problemas estratégicos con 10e4 £b7 11 ¤bd2 cxd4 12 e5 ¤d513 ¤xd4 (si se captura con peón,sigue 13 ... ¤xf4) 13 ... f5!

De esta forma, las negras se-llaron el flanco de rey y queda-

ron con ventaja estratégica. Lasblancas persistieron: 14 ¦f3?¤c5 15 ¤f1 ¤e4 16 ¦h3 g6 17g4? ¢h8 18 ¤g3 ¤xg3 19 hxg3¥c5 20 ¥e3 fxg4 21 ¦h4 h5 22¤c2 ¤xe3 23 ¤xe3 £e4 (domi-nio central) 24 ¢f2 ¦xf4+, y lasnegras se impusieron poco des-

pués.Al hablar de una pieza atacan-

te molesta, debemos tener pre-sente que un simple peón puedeser la mayor de las molestias.

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Este temprano caso no puedeconsiderarse anunciador del ge-nio de Tal. No lo es porque, conuna defensa fría, las negras forza-ron las tablas. Pero se diría que,en la posición del diagrama, las

negras se encuentran ante dificul-tades graves, debido a la sutilamenaza 29 f3!!. El alfil atacadopodría entonces retirarse a h5–para bloquear la columna h–, opor la otra diagonal, por ejemploa ‘e6’, lo que permite la maniobra¦d1-h1!!, y todo eso a pesar de la

enorme ventaja material de lasnegras.Lev Aronin (negras) se figuró

cuál era el verdadero problemade la posición y decidió eliminar-lo: 28 ... ¦c8! 29 f3 ¦c6!, con la evi-dente intención de capturar el pe-ón de ‘f6’, pues este soldado es laclave en que basan las blancas to-da su ofensiva. Ahora las blancasperderían si capturasen el alfil,debido a 30 ... ¦xf6 31 ¦dh3 ¦f2+y 32 ... £d6, de modo que se vie-ron obligadas a forzar un final de

tablas con 30 ¦xf7 £xf7 31 ¤xf7¢xf7 32 fxg4 ¢xf6 33 ¦d7 ¦b6.

Por último, conviene tomar no-ta de que cuando desaparecen deltablero las piezas más agresivas,suelen quedar en entredicho laspropias debilidades del bandoatacante. La supervivencia de al-gunos sistemas de apertura, porejemplo, depende de la interac-

ción entre las piezas menores.Cuando esas piezas menores des-aparecen, la estructura de peonesno resulta adecuada para el plan-teamiento general. Me vienen a lamente algunas variantes de la De-fensa Siciliana, como la que sigue:

1 e4 c5 2 ¤f3 ¤c6 3 d4 cxd4 4¤xd4 ¤f6 5 ¤c3 d6 6 ¥c4 e6 7

¥b3 ¥e7 8 0-0 0-0 9 ¢h1?! ¤a5!10 f4 b6 11 e5 ¤e8! 12 ¦f3.

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Las negras querrían jugar 12 ...¥b7, seguido de ...¤xb3, perodespués de 13 ¦h3 ¤xb3 14 £h5!h6 15 ¤xb3 tendrían problemascon su rey (por ejemplo, ante laamenaza f5 y ¥xh6). Así, en lapartida Oleg Neikirkh – Mijaíl

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Botvínnik (Olimpiada de Leipzig,1960) siguió 12 ... ¤xb3 13 ¤c6

(incómodo, pero no fatal) 13 ...£d7 14 ¤xe7+ £xe7 15 axb3, yahora 15 ... f6!

Curiosamente, las negras sedisponen a abrir el juego, algoque hubiera resultado muy peli-groso unas jugadas antes, con dospares de piezas adicionales en ac-

ción. Pero ahora sí es apropiadopara las negras, porque sus piezasmenores supervivientes son me- jores que las blancas, cuya estruc-tura de peones, por otra parte,obliga a la pérdida de tiempo, an-te la descoordinación de sus pie-zas. (Esto no sería así de estar si-tuados los peones blancos, porejemplo, en ‘e4’ y ‘f3’ antes que en‘e5’ y ‘f4’, pero ése ha sido el pre-cio del ataque).

La evolución de la lucha fuegradual: 16 exd6 ¤xd6 17 ¦d3¤f5 18 ¦a4! £e8! 19 ¤e4! b5 20¦a5 ¥b7 21 ¤d6 (21 ¤b5¥xg2+!) 21 ... ¤xd6 22 ¦xd6 ¦d8

23 £d2 ¦xd6 24 £xd6 £d8!! 25£xe6+ ¦f7 26 £e1 ¦e7, y en vistade ...¦xe1+ y ...£d1+ (ó 27 £d2¦d7), las blancas abandonaron,pues sus piezas estaban totalmen-te descoordinadas.

ALIVIO DE LA PRESIÓNY CLAVADAS

Una de las peores tareas deldefensor es sobrevivir en una po-

sición en la que está siendo cons-tantemente presionado. La pre-

sión puede ser un asalto masivode piezas pesadas en el flanco dedama o en el centro, o puede seruna penosa clavada en una fila ocolumna vital. Las clavadas, enparticular, son elementos de pre-sión que le cuestan poco al ata-cante y que para el defensor son

difíciles de deshacer.Todos sabemos, por ejemplo,lo comprometido que es romperuna clavada en el flanco de rey(el alfil contrario en ‘g4’ clava elcaballo de ‘f3’), con h3 y g4. Setrata de un caso especial de elimi-nación de la pieza atacante, quevulnera nuestro principio de eco-nomía, al incurrir en graves debi-litamientos de peón.

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La posición del diagrama se

produjo en la partida Borís Spass-ki – Bent Larsen; 3ª partida delDuelo del Siglo, Belgrado (Serbiay Montenegro), 1970, después de1 d4 ¤f6 2 c4 e6 3 ¤f3 b6 4 ¤c3

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¥b7 5 ¥g5 ¥e7 6 e3 0-0 (aquí eraposible desembarazarse de inme-

diato de la clavada, con 6 ... ¤e4,pero las negras buscan un juegomás agudo) 7 ¥d3 c5 8 0-0 ¤c6?!9 d5! ¤b4 10 d6 ¥xd6 11 ¥xh7+¢xh7 12 £xd6 ¥xf3 13 gxf3.

La última secuencia de juga-das parece haber ayudado a lasblancas, que pueden presionar ya

el peón retrasado de ‘d7’. Estapresión es más acuciante por laclavada del alfil de ‘g5’, que lasnegras no pueden expulsar, con...h6, porque este peón ya no exis-te. De modo que si no hacen algoinmediato, pueden verse forzadasa una permanente pasividad des-pués de 14 ¦ad1.

En consecuencia, Larsen bus-có y descubrió una solución tácti-ca que resolviese su problema: 13... ¤e8! Una de las claves de esta jugada es que tanto si 14 £g3, co-mo si 14 £f4, las negras puedenrechazar el alfil con 14 ... f6. Estolleva a considerar dos sacrificios

de calidad planteados con la reti-rada del caballo. Después de 14£xf8 £xg5+ 15 ¢h1 £h5 16 ¦g1£xf3+ 17 ¦g2 g6 y ...¤d3, las pie-zas negras son muy activas en elmedio juego, y, por otra parte, des-pués de 14 ¥xd8 ¤xd6 15 ¥e7¤xc4 16 ¥xf8 ¦xf8, las negras

tienen buenas perspectivas en elfinal, con un peón por la calidad yun centro fuerte. La conclusión esque en estas dos variantes las po-sibilidades tienden a equilibrarse.

Así, con un inteligente recur-so, 13 ... ¤e8!, el juego de las ne-

gras se aviva considerablemente.En la partida, las blancas jugaron14 £e7!?, y después de 14 ...£xe7 15 ¥xe7 ¦g8, sólo queda-ron con una ligera ventaja.

Otra versión del tema de ladesclavada se produce en la Aper-tura Cuatro Caballos: 1 e4 e5 2¤

f3¤

c6 3¤

c3¤

f6 4¥

b5¥

b4 50-0 0-0 6 d3 ¥xc3 7 bxc3 £e7 8¦e1 d6 9 ¥g5 ¤d8! 10 d4 ¤e6 11¥c1. Ésta es la variante conocidacomo desclavada de Metger, quetrata de expulsar el alfil de damablanco de la diagonal ‘h4’-‘d8’,con una maniobra del caballo ne-gro. Obsérvese que si 11 ¥h4, lasnegras vuelven a desclavarse con11 ... ¤f4 y 12 ... ¤g6.

Esta apertura vivió una épocade popularidad, a causa de quelas blancas quedaban con la pare- ja de alfiles. Sin embargo, a co-mienzos del siglo XX, empezó aconsiderarse dudoso que los dos

alfiles superasen el dominio delas negras en las casillas centrales.Resulta interesante, a nuestros fi-nes, seguir el desarrollo de la par-tida en 1941 entre los grandesmaestros Bondarevski y Lilient-hal, que demuestra lo que sucedecuando, en virtud de un juego de-

ficiente por parte de las negras,las blancas establecen una clava-da fuerte en el flanco de rey:

11 ... c5! 12 ¥f1 (12 dxe5 dxe513 ¤xe5 ¤c7!) 12 ... ¦d8? 13 g3

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£c7? 14 d5! ¤f8 15 ¤h4 ¤g6 16¥g5 ¤xh4 17 ¥xh4 £e7 18 f4 h6

19 ¥g2.

en el punto fuerte de ‘e5’. Pero lasblancas optaron por la inespera-

da 22 e5!, que originó un medio juego muy difícil después de 22 ...

¤xe5 23 £h5 hxg5 24 ¥xg5 f6 25

¥h4 £g7 26 ¥g3 ¥g4 27 £h4

¢f7! (amenaza ...¦h8), pero querápidamente se decantó a favorde las negras.

Estos ejemplos demuestran

que hay métodos tácticos y mecá-nicos para desclavar piezas y ali-viar así la presión. Las clavadas,por supuesto, no son el único tipode presión que el defensor tratade aliviar, pero se encuentran en-tre los mecanismos más fáciles deentender. Además de la clavada,

el defensor debe preocuparse porun adversario que emplee la ven-taja de espacio para exprimir laposición o, como diría Arthur Bis-guier, para “dar un buen masaje”a su rival. Pero, una vez más, eldefensor puede consolarse con laidea de que lo normal es que elagresor pague un precio por esetipo de presión.

En el Torneo de Candidatosde 1953, Miguel Najdorf logrópresionar el flanco de dama, ensu partida contra Yuri Averbaj,con una idea nueva de apertura,aunque de doble filo: 1 c4 ¤f6 2¤f3 e6 3 g3 b6 4 ¥g2 ¥b7 5 0-0

¥e7 6 d4 0-0 7 ¤c3 ¤e4 8 £c2

¤xc3 9 bxc3?! ¤c6 10 ¤e5. Laidea de la infrecuente novena ju-gada blanca es reforzar el centrocon un peón extra, aun a costa de

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Es evidente la ventaja de lasblancas, que se disponen a incre-

mentar la presión doblando torresen la columna f, con el caballo de‘f6’ como objetivo, convertido enun punto débil gracias a la clava-da. Afortunadamente, las negrashabían preparado una interesanterespuesta táctica: 19 ... exf4 20gxf4 g5! La idea es invertir la cla-

vada después de 21 fxg5¤

g4!, se-guido de ...¤e5-g6. Lo mejor paralas blancas era, en realidad, 21¥g3, a fin de poder explotar susopciones en el flanco de rey tras21 ... gxf4 22 ¥xf4 ¤g4 23 h3 £f624 ¦f1 ¤e5 25 £h5.

Bondarevski, sin embargo, ju-gó 21 fxg5 y después de 21 ... ¤g4

pudo convencerse de que las ne-gras podían librarse de la clavadacon ...¤e5-g6. En la posición re-sultante las negras quedarían me- jor, debido a la fuerza del caballo

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crearse un par de peones do-blados.

fácilmente de esa molestia con 14¤xe7+, pero entonces toda la

presión se habría desvanecido ylas negras se apoderarían de lainiciativa con ...£e8, seguido de...c5, ...¤a5 y ...¦ac8, para asesi-nar el flanco de dama contrario.

Najdorf lo vio y trató de des-prenderse de sus peones débilesantes de que se convirtiesen en

un problema: 13¤

d3¤

a5 14 c5,pero después de 14 ... £e8! 15£xe8 ¦fxe8 16 ¦b1 ¦ec8! 17 h4d5 18 ¥f4 h6, y, eventualmente,...¤c4, las negras consiguieronun final ganado. La presión quelas blancas obtuvieron con 9bxc3?! no fue suficiente y en de-finitiva le costó a Najdorf la par-tida.

Otra situación del mismo tor-neo puso de relieve el problemade aliviar la presión central. Setrata de la partida Guéler – Ke-res, y comenzó con 1 d4 ¤f6 2 c4e6 3 ¤c3 d5 4 ¤f3 c5 5 cxd5 cxd46 £xd4 exd5 7 e4! ¤c6 8 ¥b5

¤xe4?! 9 0-0.Aquí las blancas se hicieron

con una iniciativa tremenda porun peón. Las negras vieron que 9... ¤xc3 10 £xc3 ó 10 bxc3 las de- jaban con problemas graves paracompletar el desarrollo. Keres eli-gió, en su lugar, la modesta retira-

da 9 ... ¤f6!, que es lo mejor,dadas las circunstancias.

En este momento las blancasfueron muy optimistas y pensa-ron que podían detener el juego

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El primer beneficio de lasblancas –de la inusual novena ju-gada– es una clavada en la grandiagonal ‘h1’-‘a8’. Para aliviar esapresión, las negras deben efectuaralgunos juicios críticos en torno asu centro. Y lo hicieron: 10 ...¤a5! 11 ¥xb7 ¤xb7, y entoncestuvieron que resolver el proble-ma del ataque a su peón ‘d7’ tras12 £a4.

Podían haberlo hecho forman-do un esquema tipo “erizo”, esdecir, avanzando sus peones a lasexta fila, con 12 ... c6, seguido de13 ... f6 para expulsar el caballo, yluego 14 ... d6 y ...c5. Una forma-ción sólida, aunque un poco len-ta. Averbaj concluyó que podía

olvidarse de la casilla ‘c6’ y movió12 ... d6! Si las blancas jugasenahora 13 ¤c6, se encontraríanclavadas con 13 ... £d7, aunque,por supuesto, podrían liberarse

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de las piezas negras con 10 ¦e1+(es mejor 10 ¤e5) 10 ... ¥e7 11

£e5, porque consideraron quesólo era viable 11 ... ¥e6 12 ¤d4!Pero las negras se escabulleroncon 11 ... 0-0! (pues si 12 ¥xc6, si-gue 12 ... ¥d6!). La partida se en-caminó hacia una segunda crisisdespués de 12 £e2 ¦e8! 13 ¥g5¥g4 14 ¦ad1 h6 15 ¥h4.

¤xc3 25 ¥d7 ¦d8 26 ¥f5 g6 27

¥d3 ¤d1, y las blancas se rindie-

ron.

CONFUNDIR LASPIEZAS CONTRARIAS

Confundir no significa aquí complicar la posición hasta un

grado tal que su opositor no en-tienda la situación y cometa erro-res a causa del desconcierto. Laconfusión que debe tratar de cre-arse tiene que ver con alterar elconcierto armonioso de las pie-zas enemigas, tratar de entorpe-cer la comunicación entre ellas,

de tal forma que acaben ocupan-do malas casillas, en cuyo caso elatacante pierde el control de unvalioso territorio: la máquina es-tá bien engrasada, pero sus en-granajes se encuentran desajusta-dos.

Un ejemplo sencillo sobre estetema lo tenemos en la partida deSamuel Herman Reshevsky (ne-gras) contra Weaver WarrenAdams (Campeonato de EEUU,1936):

1 e4 e6 2 d4 d5 3 ¤c3 ¥b4 4

¥d3 dxe4 5 ¥xe4 ¤f6 6 ¥g5 h6 7

¥xf6 £xf6 8 ¤f3 0-0 9 0-0 ¤d7

10 ¤e2? ¥d6 11 c4 c5 12 ¦c1

cxd4 13 ¤exd4.

(D)

A pesar de haber cedido la pa-reja de alfiles, las blancas cuentan

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Las blancas conservan unacierta presión contra la posicióncentral enemiga, pero Keres supo

trasladar la lucha, por medios tác-ticos, a un final favorable, sólocon algunos cambios: 15 ... ¤e4!,y ahora 16 ¥g3 (sería malo 16¥xe7 ¤xc3 17 bxc3 ¦xe7, o 16¦xd5? ¤xc3, o aun 16 ¤xd5?¥xh4!) 16 ... ¤xc3 17 bxc3 ¥f6 18£xe8+ £xe8 19 ¦xe8+ ¦xe8 20¦xd5 ¦c8! La posición es ahoratan favorable a las negras queunas cuantas jugadas inferioresde Guéler le costaron rápidamen-te la partida: 21 ¦d3? ¤b4! 22¦e3 ¤xa2 23 h3 ¥xf3 24 gxf3

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gran parte a la labor de confusióncreada por el caballo.

El elemento importante en ca-da campaña de confusión es lanaturaleza forzada de las amena-zas. La jugada más forzosa es, porsupuesto, el jaque, como quedaráilustrado en nuestro último ejem-plo de esta sección, Max Euwe –Samuel Herman Reshevsky; Tor-

neo AVRO (Países Bajos), 1938: 1d4 ¤f6 2 c4 g6 3 f3 d5 4 cxd5¤xd5 5 e4 ¤b6 6 ¤c3 ¥g7 7 ¥e30-0 8 f4?! ¤c6 9 d5 ¤b8 10 ¤f3 c611 £b3 cxd5 12 ¤xd5 ¤xd5 13exd5 ¤d7 14 ¥e2. En este mo-mento, la jugada 14 ... £a5+ lesdaba a las blancas la posibilidadde dejar mal situada una de trespiezas. Prefirieron no jugar 15¤d2 ¤b6, ni 15 ¢f2 ¤f6!, en fa-vor de 15 ¥d2. Las negras res-pondieron 15 ... £b6, proponien-do un final en el que el peón de‘d5’ quedaría perdido. Siguió en-tonces 16 ¥c3 ¥xc3+ 17 bxc3(para defender el peón de ‘d5’

con otro peón), y después de 17 ...£e3!, la dama negra interfirió enel juego normal de las blancas enel flanco de rey y Euwe tuvo queentregar un peón: 18 c4 £xf4 190-0 £c7 20 ¢h1 ¤f6 21 £e3, des-pués de lo cual las negras elimina-ron la única pieza peligrosa de

ataque y alcanzaron una posiciónganadora. 21 ... ¥g4 22 £h6¥xf3! 23 ¦xf3 b5! 24 cxb5 £e5 25¦e1 ¤xd5, etc. Confunde, dividey vencerás.

MANIOBRAS YREAGRUPAMIENTO

Las maniobras son la guerrade trincheras del ajedrez. En tér-minos sencillos, significa el movi-miento de piezas desarrolladas adistintas casillas, presumiblemen-te mejores, dentro de las líneasdel propio campo. El principal

efecto de la maniobra (o, al me-nos, eso se espera) es optimar lafuerza y actividad de las piezaspropias. Una pieza reagrupadapuede cambiar drásticamente lanaturaleza de la partida, comoponen en evidencia muchas parti-das de maestros y estudios. Exclu-yendo la aparición de líneasabiertas, las maniobras son la cla-ve en los planes de muchos me-dios juegos. Aunque el reagrupa-miento se estudia en otroscapítulos, aquí nos detendremosen algunos aspectos.

Una pieza reagrupada puedehacer maravillas. Consideremos,

por ejemplo, la siguiente partidadel XXII Campeonato Soviético:

1 d4 ¤f6 2 c4 g6 3 ¤c3 ¥g7 4e4 d6 5 f3 e5 6 d5 ¤h5 7 ¥e3 f5 8¤ge2 0-0 9 £d2 ¤d7 10 0-0-0¤c5 11 ¢b1 fxe4 12 fxe4 ¤f6 13¥xc5 dxc5 14 h3.

(D)Al no contar con el alfil de ca-

sillas negras, se diría que las blan-cas no tienen verdaderas perspec-tivas de ataque en el flanco de

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rey. Nuestra teoría de la debilidadque no se puede explotar propo-ne que las casillas negras del flan-co de rey no son alcanzables paralas blancas. Pero sí pueden tratarde explotar las casillas blancas. Si

se cambiasen los alfiles de ese co-lor, las negras tendrían problemaspara defender el punto ‘e6’, quesería un objetivo del caballo ene-migo. Por otro lado, el otro alfil(‘g7’) sería un alfil malo, e inclusohabrían posibilidades de matecon el avance h4-h5.

En la partida en cuestión, Kan– Borisenko, las negras realizaronuna sencilla maniobra, 14 ... ¤e8!,con idea de emplazar el caballoen ‘d6’, seguido, tal vez, de ...¤f7,para proteger varias casillas im-portantes. Desde allí, por ejemplo,el caballo negro ayudaría a que elalfil de ‘g7’ cobrase vida por ‘h6’.

Pero las blancas no se durmie-ron en los laureles y jugaron 15¤g1!, otra buena maniobra, conidea de controlar ‘g5’ desde ‘f3’. Lapartida prosiguió con 15 ... ¤d6 16

¤f3 ¤f7! 17 ¥d3 ¥h6 18 £f2 b619 ¦df1 £f6, y las negras han igua-

lado el juego de piezas. Prontoacordaron tablas, pero las negraspodían haber aspirado a más.

La maniobra puede ser tam-bién un método defensivo  para

 provocar nuevas debilidades en la

estructura de peones contraria.Detengámonos en la partida Paul

Keres – Max Euwe; Zandvoort(Países Bajos), 1936: 1 e4 e6 2 d4d5 3 e5 c5 4 ¤f3 cxd4 5 £xd4 ¤c66 £f4 f5 7 ¥d3 ¤ge7 8 0-0 ¤g6 9£g3 ¥e7 10 ¦e1 0-0 11 a3. Aquí las negras iniciaron una maniobrade caballo beneficiosa, con 11 ...¤b8!, que tiene por destino ‘e4’,vía ‘a6’ y ‘c5’.

Para evitar esto, las blancas ju-garon 12 ¤bd2 a5 13 ¤b3, peroentonces, para mantener las pie-zas en sus puestos, tuvieron quehacer concesiones en el flanco dedama: 13 ... ¤a6 14 a4 ¤b4 15¤bd4 ¥d7 16 ¥b5 ¤c6 17 c4? Aestas alturas, las negras disponían

de una posición muy buena y es-taban preparadas para hacersecon la iniciativa: 17 ... ¤xd4 18¤xd4 ¥c5 19 £d3 ¥xb5 20 ¤xb5£h4 21 £f1 ¦ad8, seguido delavance del peón de d. Las negrasganaron una partida brillante.

Una tercera forma de manio-

bra es el reagrupamiento general de las piezas para el contrajuego.Un excelente ejemplo de esto lotenemos en la partida WolfgangUnzicker – Mark Taimánov; Tor-

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Larsen le hubiera gustado impe-dir eso con ...b4, pero tal avanceconduce, tras 12 axb4 cxb4 13¤e2, a una excelente posición pa-ra las blancas, que pueden hacercaso omiso por cierto tiempo losacontecimientos en el flanco dedama y preparar su propio asaltoen el centro con c3 y d4.

Las negras, por tanto, quieren jugar ...a5, con el doble propósitode restringir b4 y preparar su pro-pio avance a la misma casilla, 12... b4 13 axb4 axb4!, lo que les per-

mitiría penetrar por la columna a.Con esta importante diferencia,el juego prosiguió 11 ... a5, y aho-ra 12 a4!!.

Esta jugada sencilla sólo esefectiva gracias a la última de lasnegras, que no pueden defenderla casilla ‘b5’ con un peón al ha-

ber avanzado el peón de a. Así,Larsen tuvo que elegir entre dis-locar sus peones, y permitir quelas blancas se consoliden en elflanco de dama (12 ... bxa4 13

¤xa4, seguido de b3), o avanzar,como finalmente hizo, 12 ... b4.

Las blancas continuaron con13 ¤b5, y ahora 13 ... d5 (o 13 ...¥a6 14 c4, que anula todo el jue-go en el flanco de dama) 14 c4!bxc3 15 bxc3, y a pesar de 15 ...c4!, que les dio a las negras algu-nas posibilidades de contrajuego,Spasski quedó mucho mejor des-

pués de 16¥

e3! cxd3 17 e5!Una versión comparable deformación de peones dislocada seencuentra en la partida TigránPetrosián – Vlastimil Hort; Cam-peonato de Europa por equipos,Oberhausen (Alemania), 1961:

1 c4 e5 2 ¤c3 ¤c6 3 g3 f5 4¥g2 ¤f6 5 d3 g6 6 ¦b1 ¥g7 7 b4d6 8 b5 ¤d4 9 ¤h3! 0-0 10 0-0 h611 f4! ¢h7 12 a4 ¦b8 13 ¤f2 ¥d714 £d2 ¤h5 15 e3 ¤e6 16 ¥b2 g5.

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La contención de las blancasen el flanco de rey ha sido muyinstructiva. En particular, la ma-niobra de caballo ¤h3-f2 prote-

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ge las casillas ‘e4’ y ‘g4’, ademásde permitir el avance f4, que im-

pide ...f4 del rival, la ruptura típi-ca de cualquier agresión negraen el sector. Puesto que el éxitode esta variante de apertura de-pende de que el ataque blancoen el ala de dama llegue antesque las amenazas de mate de lasnegras, esta pequeña precaución

es esencial.Ahora, sin embargo, las ne-gras sitúan a su rival ante la ine-vitable apertura de algunas líne-as en el flanco de rey. Lasblancas no pueden mantener in-definidamente el peón en ‘f4’.Pero Petrosián dispone de unapoderosa réplica: 17 fxe5 dxe5 18g4!!, disloca la falange de peonesnegros. Con esta útil jugada ga-na, además, la casilla ‘e4’ parasus piezas, lo que le permitirácontinuar con el bloqueo de lascolumnas y diagonales peligrosaspara su rey.

La única esperanza de las ne-

gras reside en las complicacionesderivadas de 18 ... fxg4 19 ¤xg4¤ef4, a lo que las blancas res-pondieron con 20 ¥e4+ ¢h8 21exf4 ¥xg4 22 fxg5 ¤f4 (22 ...hxg5 23 ¦xf8+ y 24 ¤d5, con unmedio juego en el que las blan-cas dominan el centro y el flanco

de dama, sin tener nada de quepreocuparse en el flanco de rey)23 gxh6 ¥xh6 24 ¢h1 £h4 25£e1, seguido de £g3, con unapartida ganada.

CREACIÓN DE UN PUNTOFUERTE EN EL CENTRO

Hasta el jugador que acaba defamiliarizarse con los fundamen-tos del juego sabe que un ataquede flanco requiere ser contrarres-tado por una acción en el centro.Normalmente eso se consiguemediante un avance de peón que

obstaculizará el control del rivalen el centro o facilitará el contra-ataque propio. Un motivo algo di-ferente es el avance de peón quesencillamente gana un valioso es-pacio antes de lanzar un ataque de

 flanco.Esta acción central puede ser-

vir para muchos fines. Considere-mos, en primer lugar, el avance depeón que priva al adversario decasillas para sus piezas. Veamos,por ejemplo, esta posición de laDefensa India de Rey:

1 d4 ¤f6 2 c4 g6 3 ¤c3 ¥g7 4e4 d6 5 f4 c5 6 d5 0-0 7 ¥d3 e6 8¤ge2 exd5 9 exd5.

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La disposición de los caballosindica la intención de las blancas:

atacar en el flanco de rey con¤g3 y f5, seguido de la utilizaciónde la casilla ‘e4’ y las columnas e yf. Aunque hay varios planes paraoponerse al anterior, el más efec-tivo es 9 ... ¤h5! (amenaza debili-tar el flanco de rey blanco con un jaque en ‘h4’) 10 0-0 f5!

Este avance de peón frenamecánicamente f5 y g4, y priva,además, a las blancas de la casilla‘e4’. Por otra parte, las negraspueden pensar ahora en el flancode dama y en la columna e, yaque tienen ahí tantas posibilida-des como las blancas.

La pieza del centro que el peónavanzado controla puede consti-tuir en sí misma una recompensa.Aporta un refugio para contrajue-go a la vez que le resta espacio alopositor. Recuerdo una partidapor correspondencia de Chigorin:1 e4 e5 2 ¤f3 ¤c6 3 c3 ¤f6 4 d4

¤xe4 5 d5 ¤b8 6 ¥d3 ¤c5 7

¤xe5 ¤xd3+ 8 £xd3 ¥e7 9 0-0 d6

10 ¤f3 0-0 11 c4 ¤d7 12 ¤c3.Las negras tienen un juego ex-

celente debido a la ventaja delpar de alfiles y a unas buenas ca-sillas centrales como ‘e5’. Podrí-an, por ejemplo, iniciar sus accio-nes de medio juego restringiendoa las blancas en el flanco de damacon 12 ... ¤c5 13 £c2 ¥f6 14 ¦b1a5. Pero Chigorin puede permitir-se jugar con mayor agresividad:12 ... f5!

Esto es una sorpresa porquelas blancas parecen tener posibili-dades de instalar un caballo en‘e6’. Pero antes de que puedan ex-plotar esa debilidad con 13 ¤d4,las negras pueden luchar por la

casilla con 13 ... ¤c5 y 14 ... ¥f6,o13 ... ¤e5. La partida siguió con 13¦e1 ¥f6 14 ¥e3, y ahora 14 ...¤e5 15 ¤xe5 dxe5 no es tan fuer-te porque las blancas replicarían16 f4!, y controlarían muy bien lamasa de peones centrales.

Chigorin jugó 14 ... g5!, un

avance justificado por la actualfortaleza de las negras en el cen-tro. El argumento táctico ocultoes: 15 £xf5 ¥xc3 16 £e6+ ¢g717 bxc3 ¤f6! 18 ¤xg5 ¢g6!! Lasnegras pronto obtuvieron una po-sición abrumadora en el flanco derey: 15 ¥d4 g4 16 ¤d2 ¥e5 17¤e2 f4 18 f3 ¥xd4+ 19 £xd4

¤e5! Este ataque relámpago sólofue posible, sin embargo, graciasal control central que ejercen pie-zas y peones negros desde la ju-gada 12ª.

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Una versión más sencilla decómo apoderarse de un punto

fuerte en el centro es el tema ...e5en la Defensa Siciliana. Por ejem-plo, después de 1 e4 c5 2 ¤f3 ¤c63 d4 cxd4 4 ¤xd4 e6 5 ¤c3 £c7 6¥e2 a6 7 a3 ¤f6 8 ¥e3 ¥e7 9 0-00-0 10 f4 d6 11 £e1, y ahora lasnegras pueden igualar con 11 ...¤xd4 12 ¥xd4 e5! 13 fxe5 dxe5

14£

g3¥

c5! 15¥

xc5£

xc5+.Las negras no han conseguidopoco con el avance 12 ... e5. Conel peón de ‘e4’ bloqueado, las pie-zas menores restantes de las blan-cas no tienen el mismo grado deactividad. Una pieza atacante pe-ligrosa, el alfil de dama, ha sidocambiado y las negras están tanbien que después de 16 ¢h1¢h8!, la mejor posibilidad de lasblancas para evitar caer en des-ventaja es 17 ¦xf6! gxf6 18 £h4¦g8 19 ¤d5 (ó 19 £xf6+), con ta-blas probables. Si las blancas nosacrifican la calidad, entonces lasnegras pueden sostener su posi-

ción con ...¥e6, seguido de ...¤g8o ...¤d7 y ...f6. Por ejemplo, lapartida Octavio Troianescu – Mi-lan Matulovic; Venecia (Italia),1969, prosiguió así: 17 £h4? ¤g818 ¥d3 ¤e7 19 ¦ae1 ¥e6 20£f2? £xf2 21 ¦xf2 f6 22 ¢g1¦fd8, y las negras pronto logra-

ron un final ganador.Cuando las negras juegan ...e5

en una situación de este tipo tie-nen en mente seguir con ...exf4, afin de habilitar ‘e5’ para sus piezas

menores. El hecho de que su peónde d quede aislado es insignifican-

te, por curioso que parezca. Enmuchos casos se trata de una de-bilidad que no se puede explotar.

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La posición del diagrama an-terior corresponde a una partidadel autor en el torneo de Reggio-Emilia de 1971-1972. Las blancastienen una ventaja amplia de es-pacio, además de la pareja de alfi-les. Las negras han perdido variostiempos en la última fase de laapertura y ahora deberán jugarcon suma precaución. Optaronpor 20 ... ¤c6, una jugada de apa-riencia inocua, a la que las blan-cas respondieron con 21 £d2,para impedir 21 ... ¥b2. Sin em-bargo, con la sencilla 21 ¦cd1! lasuperioridad blanca se manten-dría intacta. La textual, en cam-

bio, permitió 21 ... e5!Las blancas podían haberla

desestimado, mediante 22 f5, peroentonces 22 ... ¤d4 les aseguraríaa las negras un buen juego de pie-

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zas. Las blancas asumieron que 21... e5 era una mala jugada, porque

les permitía presionar en ‘d6’ y‘f7’. El juego siguió así: 22 ¥g4

¦a8 23 £f2 exf4! 24 £xf4 ¤e5!

Ahora las debilidades de las ne-gras quedan compensadas por elpunto fuerte de ‘e5’. La posiciónse sostiene, tácticamente, con va-riantes como 25 £xf6 £xf6 26¦

xf6¤

xg4. Lo mejor que puedenhacer las blancas es 25 ¥e2 ¥g726 ¦cd1 £c7, aunque las negrasse han asegurado una posicióndefendible. Pero las blancas juga-ron alegremente 25 ¦cd1?, y per-dieron un peón tras 25 ... ¤xc4 26

¥c5 £e7 27 ¥e2? ¥e5. Las ne-

gras, con el tiempo, acabaron ga-nando.Nuestro ejemplo final es Vasi-

le Georgescu – Leonid Stein; Bu-carest (Rumania), 1960: 1 e4 c5 2

¤f3 d6 3 d4 cxd4 4 ¤xd4 ¤f6 5

¤c3 a6 6 ¥g5 e6 7 f4 ¥e7 8 £f3£c7 9 0-0-0 h6 10 ¥xf6?! ¥xf6 11

g4 ¤c6 12 ¤b3 ¥d7 13 ¥g2 0-0-

0!? 14 h4 g6 15 g5 ¥g7 16 £d3, yahora el juego es difícil para lasnegras a causa del peón retrasadode ‘d6’.

Sin embargo, Stein continuócon 16 ... ¥xc3! 17 £xc3 e5!, y lo-gró un final superior después de18 fxe5 ¤xe5 19 ¦xd6 £xc3 20

bxc3 hxg5 21 ¦d5 (21 hxg5 ¦xh1+y 22 ... ¦h8 también es malo paralas blancas) 21 ... ¦de8 22 hxg5¦xh1+ 23 ¥xh1 ¥c6. No muchodespués, las negras forzaron la

rendición de su rival en un muypoco tiempo: 24 ¦d1 ¦h8 25 ¤d4

¦h3 26 ¦g1 ¦xc3 27 ¥g2 ¢c7 28¤xc6 ¢xc6 29 ¥f1 ¢c5 30 ¥d3¤xd3+ 31 ¢d2 ¢d4 32 ¦g3 ¤c5!,y la blancas abandonaron. Laspiezas negras cobraron vida des-pués de 17 ... e5.

PARTIDAS ILUSTRATIVASAlexéi Suetin – Litvínov;

Campeonato de Bielorrusia, 1959

1 e4 c5 2 ¤f3 e6 3 d4 cxd4 4¤xd4 a6 5 ¤c3 £c7 6 ¥d3 ¤c6 7¥e3 ¤f6 8 0-0 ¤e5 9 ¥f4 ¥c5 10¤b3 ¥a7 11 £e2 d6 12 ¢h1 b513 a4?! b4 14 ¤b1 0-0 15 ¤1d2¥b7 16 ¥g5.

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Ambos bandos han incurridoen ciertos riesgos. El emplaza-miento del alfil de rey negro en‘a7’, en lugar de su más útil pues-to defensivo en ‘e7’, podía haber

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Por fin otra amenaza (29¤g6+) de las blancas, cuyas pie-

zas permanecían en tinieblas, co-mo consecuencia de la modifica-ción sufrida por la estructura depeones. Las negras están prepara-das para entrar en la fase final,con la ruptura central ...d5 enmente, una vez rechazadas lasamenazas inmediatas.

28 ... ¢g829 £e2 ...

Amenaza el jaque en ‘c4’. Lasblancas perderían toda una torreen caso de 29 ¤g6 hxg6 30 fxg6¥c8, sin conseguir a cambio niuna sola amenaza.

29 ... d5!30 ¦d1 ¦d731 exd5 ¥xd5

Las negras devuelven el peón(32 ¥xa6 ¦ad8 33 ¥d3 b3) a finde coordinar sus piezas para la

maniobra decisiva.

32 ¤g6!? £c633 ¤xf8 ¥xg2+34 ¢g1 ¥xh3

Las blancas se rindieron.

Vasili Smíslov – Georgui Ili-vitski; XXII Campeonato de laURSS, Moscú, 1955

1 f4 d5 2 ¤f3 g6 3 e3 ¥g7 4¥e2 ¤f6 5 0-0 0-0 6 £e1 c5 7 d3

¤c6 8 c3 ¥g4!?

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Una idea lógica. Las negrasquieren jugar ...e5, y antes deben

eliminar el caballo de ‘f3’ para re-ducir la presión en dicha casilla.Más significativo es el cambio deuna potencial pieza atacante. Ladisposición de piezas de las blan-cas a menudo conduce a un ata-que de mate, con £h4 y ¤g5. Pe-ro sin el caballo, el ataque blanco

sencillamente no existe.

9 ¤bd2 £c710 ¤b3!? b611 d4 cxd412 exd4 ¤e4

Las blancas han evitado ...e5,

trasponiendo a una formación demuro de piedra (‘f4’ y ‘d4’). El in-conveniente de esta formación esla toma de ‘e4’ con un caballo,que puede reforzarse con ...f5.

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¦g3 ¤e7 27 ¦xg6 (de otro modo,27 ... ¦h8!) 27 ... ¤xg6 28 £h5

¥xb2 29 ¥d3 ¢g7 30 g3 ¦c3 31¢e2 ¦c6 32 h4 ¦e8+ 33 ¢f1 ¦e3

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34 £xf5 ¤e7 35 £h7+ ¢f8 36 g4¥g7 37 ¢f2 d4 38 g5 ¢e8 39 ¥e2

¦c5 40 h5 ¦f5 41 h6 ¦xf4+ 42¢e1 ¥e5 43 ¢d1, y las blancas serindieron.

EJERCICIOS PARA ESTUDIO(Soluciones en la página 221)

1. Las blancas amenazan matea lo largo de la columna h en po-cas jugadas. ¿Cómo pueden res-ponder las negras a esa amenaza?

2. Las negras ejercen una pre-sión considerable en los peonesblancos del ala de dama (porejemplo: si 1 bxa4, 1 ... £a6 y...¥c6). ¿Cómo pueden las blan-cas atenuar la presión?

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3. Las blancas arruinaron par-te del enroque enemigo con 1 h5

gxh5, y luego siguieron con 2¤d1. ¿Cómo deben continuar lasnegras?

4. ¿Están amenazando lasblancas 1 ¥xh6? Si fuera su tur-no, ¿cuál sería la continuaciónmás lógica para las negras?

5. Las negras tienen proble-mas en el flanco de rey, pues lasblancas amenazan ¦e3 y ¤h5.¿Cuál es el mejor reagrupamien-to de las negras para reparar la

posición?

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6. ¿Qué hace que la posiciónblanca sea viable y qué pueden

hacer las negras al respecto?

7. Las negras necesitan contra- juego y el flanco de rey parece ellugar idóneo para ello. Pero ¿có-mo pueden sofocar las accionesinminentes en el flanco de dama?

8. Las negras podrían aliviarsu posición mediante cambios. Lacuestión es ¿cuáles?

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9. ¿Qué puede hacerse paradetener el rodillo de piezas y peo-

nes negros en formación de ata-que?

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Las amenazas son los ladri-

llos con que se construyetodo ataque. Ya sean sutil-mente estratégicas y dirigidas alflanco de dama, ya puramente tác-ticas y con el propósito exclusivode asestar mate, las intencionesagresivas de un jugador se hacenreales al plasmarse en amenazas.

En palabras de Lasker, unaamenaza es “un proyecto de com-binación” que “se convierte enataque, a menos que la parteamenazada pare, defienda, pre-venga o refute la intención quecontiene”. Esto abarca gran cosae incluiría, por ejemplo, el pro-yecto de una combinación inco-rrecta que, sin embargo, puedeparecerle fundada al atacante. Pe-ro, para nuestros propósitos, unaamenaza es una tentativa de ex- plotar una debilidad.

Las amenazas, desde el punto

de vista del atacante, pueden di-ferenciarse según la debilidadque éste trata de explotar (ame-nazas de mate, de ocupar casillasdébiles, de debilitar la estructurade peones, etc.). Pero desde elpunto de vista del defensor, elpunto de partida es la proximi-dad de que la amenaza se consu-me. ¿Cuál es el período de gesta-ción, en número de jugadas, entreun giro táctico como idea vaga enel cerebro de nuestro rival y elpunto en que el truco hace trizassu posición?

Nos referimos a una amena-za inminente, cuando nuestro

adversario mueve un caballo a‘d5’ que amenaza nuestra damaen ‘e7’. El período de gestaciónes de una jugada, y si no somoscapaces de eludirla, nuestra da-

Amenazas y restricción

CAPÍTULO 3

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ma desaparecerá del tablero. Almismo tiempo, la jugada ¤d5

puede haber iniciado un planpara llevar un peón a ‘g5’ y apo-yar así la jugada ¤f6+, que pon-dría en un grave aprieto nuestroenroque. Esto puede conside-rarse como una amenaza inter-media. En tercer lugar, la jugadade caballo puede encajar en una

secuencia que comprende diez jugadas. Por ejemplo: nuestro ri-val espera cambiar las piezasmenores con ¤d5 y forzar así un final favorable de piezas ma-yores, por razones de superiori-dad material o mejor estructurade peones. Tal amenaza sería,por tanto, una amenaza a largoplazo.

Lo primero que hay que ha-cer, cuando se produce un cam-bio en la posición –y es un buenhábito hacerlo en cada jugada–es preguntarse a uno mismo:¿hay alguna amenaza? Si es así,¿de qué tipo?: ¿inmediata, a cor-

to plazo o a largo plazo? Si hayuna amenaza inmediata, tendráque responder a ella en su próxi-ma jugada. Pero si hay un peli-gro más intrincado, que planeasobre el futuro próximo, tam-bién tendrá que prestarle aten-ción.

(D)

Ésta es una partida de Botvín-nik en 1943, en la que las negrasse han defendido en una Ruy Ló-

pez, en la que las blancas optaronpor la Variante del Cambio (4¥xc6). Como consecuencia, se haproducido una estructura de peo-nes típica. En teoría, los dos alfi-les compensan a las negras su de-teriorada estructura de peones,aunque se trata de una cuestióndifícil de demostrar en la prácti-ca.

Las negras (Botvínnik) se di-cen para sí: ¿hay alguna amena-za? Sí, la hay y guarda relacióncon el peón de ‘c5’. Las blancas se

disponen a jugar £f2 y ¤a4, paraganar ese peón. (Una de las cuali-dades desafortunadas de los “dosalfiles” es que no pueden emple-arse para defender la misma casi-lla, en este caso, ‘c5’). No existe laamenaza inmediata de capturarel peón, pero podemos ver que

las intenciones blancas crean unaamenaza a corto plazo. Por otrolado, hay un plan más distante decambiar torres y damas en la co-lumna d con el propósito de al-

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canzar un final de piezas meno-res. Aparentemente, las negras

sólo pueden conservar las piezaspesadas si las retiran de la únicacolumna abierta del tablero.

Una vez que las negras com-prenden los peligros que les ace-chan, pueden emprender una ac-ción “desesperada” con la certezade que es lo que la posición re-

quiere. Botvínnik jugó 25 ...¦

d4!!Este movimiento responde a laamenaza a corto plazo de ataqueal peón débil.También resuelve elproblema de cambiar varias pie-zas pesadas, pues si ahora 26¦xd4?, 26 ... cxd4 corregiría per-fectamente la formación de peo-nes.Al sacrificar la calidad, las ne-gras convertirán su peón másdébil en el más fuerte: un peónpasado y protegido. Por otra par-te, la naturaleza cerrada de laposición reduce el efecto de lastorres blancas y, en este casoconcreto, se activan los alfiles ne-gros.

Las blancas aceptaron el sa-crificio, con 26 ¤e2 (mejor captu-rar con el caballo que con el alfil)26 ... ¥c8 27 ¤xd4 cxd4 28 ¥f2,pero quedó claro que las negrashabían logrado algo más queigualar cuando actuaron en elflanco de rey: 28 ... c5 29 ¦f1 f5 30

¥g3 ¥d7 31 ¦ad1 f4 32 ¥f2 g5, ylas negras ganaron en la jugada53ª.

Estas distinciones entre ame-nazas inmediatas, a corto y a lar-

go plazo tienden a confundirse.Por ejemplo, conviene observar

que el sacrificio de calidad de lasnegras sólo resultó fundado por-que lograron conservar la segun-da torre sobre el tablero. (Unabuena regla práctica es que, cuan-do pierda o sacrifique la calidad,trate de conservar la otra torre,pues de no ser así, no podrá com-

petir en condiciones por filas ocolumnas.) Por consiguiente, po-dríamos decir que las blancasplanteaban la amenaza inmediata26 ¦xd8, con lo que hubieran qui-tado mucho hierro a la ulterior...¦d4, que sería bastante menosefectiva. En cualquier caso, es im-portante saber qué amenazasexisten en la posición y si éstas seciernen sobre un futuro inmedia-to o sobre uno lejano.

AMENAZAS INMEDIATAS

En esencia, sólo pueden ha-

cerse tres cosas con las amenazasinmediatas: 1) impedir físicamen-te que lleguen a plantearse (porejemplo, cambiar la pieza amena-zadora, bloquear la columna cla-ve, ocupar la casilla en cuestión);2) distraer la atención del oposi-tor hacia otro sector del tablero

(véase  jugada intermedia, capítu-lo cinco), y 3) reducir los efectosde la amenaza al ser ésta realiza-da. Se trata de detener, postergaro quitar veneno a la amenaza.

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En cada caso, sin embargo, eldefensor debe determinar si el re-

medio es (o no) peor que la en-fermedad: “Estoy incurriendo enun riesgo demasiado grande paraprevenir algo con lo que podríaconvivir perfectamente”. La viejahistoria de que la amenaza es másfuerte que su ejecución ha costa-do a los defensores cientos (si no

millares) de partidas.Las mejores guías son los prin-cipios familiares de economía yde la debilidad explotable. ¿Puedela amenaza ser contrarrestada abajo coste o con una concesiónque no puede explotarse? Si esusted capaz de responder correc-

tamente a esta pregunta, puedeestar seguro de que se eleva al ni-vel de la verdadera maestría, pueses la más difícil de todas las habili-dades defensivas.

Veamos, por ejemplo, una po-sición típica de la Defensa Fran-cesa:

1 e4 e6 2 d4 d5 3 ¤d2 ¤f6 4 e5¤fd7 5 ¥d3 c5 6 c3 b6!? 7 ¤e2¥a6 8 ¥xa6 ¤xa6 9 0-0 ¤c7 10¤g3 ¥e7 11 ¤f3

(D)

Si las negras, como es natural,enrocan, deberán soportar algode presión en el flanco de rey tras12 ¤h5! ¿Hasta qué punto puedeconsiderarse esta jugada unaamenaza? Botvínnik se encontróuna vez en esta posición (contraTolush en el Campeonato de la

URSS de 1952) y optó por 11 ...h5!? Siguió: 12 ¤e1 g6 (no 12 ...h4 13 ¤h5 g6 14 ¤f4, seguido de£g4 y ¤f3, que gana el peón deh).

Las debilidades del flanco derey negro eran estáticas y, portanto, no fácilmente reparables.Pero las piezas blancas estabancortadas de la acción. El mejorplan para las blancas era cambiarel alfil contrario de casillas ne-gras. Las negras trataron de difi-

cultar esta idea al tiempo que po-nían en marcha su propio plan decontrajuego: 13 ¤d3 £c8 14 ¥e3c4 15 ¤f4 b5 16 ¤h3! £d8! 17£d2 a5 18 a3 ¤b8!, y con 19 ¥g5¤c6, seguido de ...¤e7-f5, tras elcambio de alfiles, las negras que-daron con una posición perfecta-mente digna de ser jugada.

Pero las blancas tenían mejor juego. El campeón del mundo es-tuvo afortunado al hacer tablas yla culpa se achaca al experimentode avanzar los peones del flanco

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El avance 18 g4 se basaba enla idea de que si 18 ... ¥xd3, las

negras perderían pieza, por la cla-vada en la columna d, y en que laretirada 18 ... ¥e6 llevaba, tras 19£d2, al mismo efecto. Las negrasnecesitaban crear una amenaza ydebían tener alguna en mente al jugar 16 ... ¤d7. La respuesta sal-vadora es 19 ... ¤e5!!, que gana,

como mínimo, un peón, pues 20£xd6 £xd6 21 ¦xd6 ¤xf3+ y 22... ¤xe1 cuesta una calidad más.La partida siguió así: 20 £f1¤ec4 21 ¥c1 £a5! 22 ¦e2 £xa2,y las negras hicieron caja cuaren-ta jugadas después.

Un ejemplo aún más especta-cular de juego basado en amena-zas a la contra, ante amenazas pri-marias, lo tenemos en la partidaMilan Vidmar – Frederick Yates;San Remo (Italia), 1930, a partirde la posición del diagrama.

En efecto, las ideas evidentesson 35 ¤f5+ y 35 ¦xf7+. Mien-

tras las negras maniobraron consus torres por la columna abier-ta, olvidaron escudar al rey. Sinembargo, Yates, un maestro dealto vuelo, era consciente del pe-ligro y jugó 34 ... ¤xc3!!, táctica-mente justificada, como puedeverse en la variante 35 ¤f5+ ¢f8

36¤

xe7¦

xf1+ 37¦

xf1 (37¢

xf1permitiría el mate) 37 ... ¤e2+38 ¢f2 ¤xg3 y 39 ... ¢xe7, yaque los peones negros deben ga-nar. Caso de 35 ¦xf7+, las negrasresponderían, sencillamente, 35... £xf7.

Esta constatación enfureció

de tal modo a las blancas queempeoraron las cosas con 35 £g4

h5 36 £c8? (mejor es 36 £f3) 36

... ¤e2+!, y puesto que 37 ¦xe2£h4 38 g3 £xd4+ 39 ¢g2 ¦xf140 ¢xf1 ¦a1+ 41 ¢g2 £g1+ 42¢h3 £f1+ 43 ¦g2 ¦a2 pierde an-te un cambio de damas y el subsi-guiente avance del peón de c, y38 ¦f2 ¦xf1+ 39 ¦xf1 £xd4+ 40¢h1 ¦a1 es una invitación al ma-te, las blancas tuvieron que asu-mir un mal medio juego con 37

¢h1, que finalmente acabaronperdiendo.

Estos ejemplos muestran aldefensor respondiendo con fue-gos artificiales. La verdadera difi-cultad consiste en preparar lasideas tácticas disponibles en talesposiciones. Eso requiere perspi-cacia y capacidad de cálculo. Pero

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La jugada 34 ¤d6 planteauna doble amenaza que tiene to-do el aspecto de ser concluyente.

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ambas habilidades pueden desa-rrollarse con el estudio y la dispu-

ta de partidas de competición.Las jugadas de los maestros amenudo son inexplicables para elojo inexperto. Por ejemplo: ¿paraqué puede servir, en la posicióndel diagrama, la jugada 15 ...¦bd8?

tar el mate en ‘h7’ con 15 ... g6 ó15 ... h6, pero estas jugadas son

demasiado debilitantes y, por tan-to, demasiado “caras”.La idea natural, si tenemos en

cuenta nuestra sección sobre lacreación y ocupación de un puntofuerte en el centro, es 15 ... e5; pe-ro esto dejaría a las blancas lasmanos libres para seguir actuan-

do: 16 fxe5 dxe5 17¥

g5, con ideade ¤d5 ó £h4, seguido de la ma-niobra ¦e3-h3. Tampoco está na-da claro que 15 ... a5 16 e5 b4? déresultado.

La belleza de la jugada 15 ...¦bd8! está contenida en la posi-ble alternativa de juego 16 e5

dxe5 17 fxe5£

xe5, cuando 18¥b6 gana la calidad, pero conce-de a las negras un excelente juegodespués de 18 ... £g5 19 ¥xd8¦xd8. Por ejemplo: 20 ¦e3?¥xg2+, o también 20 ¤e4 ¤xe421 ¥xe4 ¥xe4 22 ¦xe4 £f6!

La segunda e importante clavede 15 ... ¦bd8! se pone de mani-fiesto en la continuación de lapartida: 16 ¥d4 e5! 17 fxe5 dxe5

18 ¤d5! ¥xd5 19 ¥xe5 £xe5 20

exd5 £xb2, y ahora 21 ¦xf6 g6!

22 ¦xa6 ¦xd5 23 £f3 ¦e5. Tablas.Un tercer aspecto, que no apa-

reció en la partida ni en sus prin-cipales variantes, era la posibili-dad de que las negras contestasena e5, en algún momento, con...dxe5 y ...¦xd3, un interesantesacrificio de calidad que reduciríaa la nada el ataque blanco a ‘h7’.

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La partida Arkadi Novopas-hin – Víktor Korchnói; XXXICampeonato de la URSS, 1963,tuvo este desarrollo: 1 e4 c5 2 ¤f3

a6 3¤

c3 e6 4 d4 cxd4 5¤

xd4£c7 6 ¥d3 ¤f6 7 0-0 ¤c6 8 ¥e3¥e7 9 ¢h1 d6 10 f4 0-0 11 £f3¥d7 12 ¦ae1 b5 13 a3 ¦ab8 14¤xc6 ¥xc6 15 £h3! ¦bd8!

La segunda jugada negra conla torre de dama aparta a esta pie-za de una columna en la que po-dría crear contrajuego con ...b4, yla sitúa detrás de un peón prote-gido. La clave de Korchnói, sinembargo, es que existía la amena-za fuerte 16 e5 dxe5 17 fxe5 £xe518 ¦xf6. Las negras podrían evi-

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Esto difícilmente agota el nú-mero de respuestas posibles a las

amenazas inmediatas. Pero sugie-re la naturaleza del juego tácticoque el defensor está obligado adominar. Un importante errorque puede cometer un estudiantede ajedrez es creer que sólo los jugadores de ataque son tácticosy que los jugadores defensivos só-

lo son estratégicos. Una sugeren-cia es que estudie partidas co-mentadas por Samuel Reshevsky,por ejemplo, podrá ver cómo cen-tenares de pequeños detalles tác-ticos salpican el juego de este ve-terano gran maestro, consideradocomo el jugador estratégico másdestacado de Norteamérica.

AMENAZAS A CORTO PLAZO

Por amenaza a corto plazo po-demos entender dos significados.Uno se refiere a una amenazaque requiere dos, tres o más juga-

das (pero menos de, digamos,diez) para ser ejecutada. Otro sig-nificado, y quizás el más impor-tante, se refiere a amenazas quepueden ser ejecutadas en uno odos movimientos, pero cuyosefectos sólo podrán verse varias jugadas más tarde. El segundo ca-

so puede ilustrarse con una rup-tura de peones en el medio juego.

Imaginemos que hemos llega-do a un punto, después de la pri-mera docena de jugadas o algo

así, en que el atacante necesitauna nueva ruta. Prepara una rup-

tura, relacionada con el avance deun peón a una casilla, donde for-zará el cambio de peones y laapertura de líneas. La ruptura depeones no le reportará ningunaventaja material ni estratégica, demodo que no puede calificarse deamenaza inmediata. Pero la rup-

tura le concederá el control deuna diagonal o una columna cla-ve y habrá eliminado un obstácu-lo. La explotación de este controles el paso siguiente y puede re-querir varios movimientos. Perono es algo que el defensor quieraprever. Por consiguiente, el de-fensor debería anticiparse y eva-luar las consecuencias de la rup-tura que el atacante plantea.

De nuevo, tenemos que elegirentre erradicar la amenaza, dis-traer la atención del atacante odisminuir el efecto de la amena-za. Prevención y restricción sonlos conceptos esenciales que debe

asimilar el estudiante.

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Nimzovich consideraba la po-sición del diagrama un caso ex-

cepcionalmente instructivo. Pro-cede de la partida AbrahamKupchik – José Raul Capablancay Graupera; Lago Hopatcong(EE. UU), 1926.

Las negras deben de tener unexcelente juego gracias a que susalfiles son mejores y a sus pers-

pectivas en el flanco de dama con...a6, ...b5 y ...b4. Pero antes de es-to, les preocupa el plan ¦g1 (y¦h3) para apoyar el avance g4.Esto les daría a las blancas unbuen contraataque que, junto con¥e1-h4, podría resultar molesto.

Capablanca optó por un plande restricción férrea: 19 ... h5! 20

¦ef1 ¦h6!, y las blancas vieronabortados sus planes, pues ni si-quiera pudieron jugar h3 y g4. Sinrupturas en el flanco de rey, lasblancas trataron de forzar aconte-cimientos prescindiendo de ellas,pero pronto tuvieron que situarsea la defensiva en el flanco opues-

to: 21 ¥e1 g6 22 ¥h4 ¢f7 23 £e1a6 24 ¥a4 b5 25 ¥d1 ¥c6 26 ¦h3a5 27 ¥g5 ¦hh8 28 £h4 b4,etc.

Capablanca tuvo que decidir,antes de jugar 19 ... h5 que podíapermitirse las debilidades en elflanco de rey (porque, en otraspalabras, no se pueden explotar)

y que podría llevar a cabo unaavalancha de peones contra el ex-plotable flanco de dama blanco,aunque difícilmente se perciba enel diagrama.

Un ejemplo clásico de restric-

ción fluida lo aporta Viacheslav

Ragozin, con su victoria contraAndréi Lilienthal,en el torneo in-ternacional de Moscú de 1935. Laapertura rápidamente creó un de-bate táctico sobre si las blancaspodrían llevar a cabo el avancee4.

1 d4 ¤f6 2 c4 e6 3 ¤c3 ¥b4 4

a3¥

xc3+ 5 bxc3 c5 6 f3 d5 7 e3(es mejor 7 cxd5 de inmediato) 7... 0-0 8 cxd5 exd5 9 ¥d3 ¤c6 10¤e2 ¦e8 11 0-0 a6 12 £e1 b5 13£f2.

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Las jugadas sexta y séptima delas blancas, así como las dos últi-mas, están relacionadas con elplan de avance e3-e4, que activael segundo alfil y amenaza con se-guir avanzando el peón a ‘e5’, en

cuyo caso formará una cabeza depuente. Desde la cuarta jugada, elalfil de dama blanco es la clavedel éxito, puesto que no tiene ri-val. Las negras, por otra parte, po-

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¤xh5 30 £xh5 ¥c6 31 £g5

¦xc3!! 32 £d2 ¦xc2 33 ¦xc2 ¤e6.

En el final, los peones pasadosnegros resultaron ser más fuertesque las torres: 34 ¦d1 b4 35 ¦b2

b3 36 £c3 ¤c7 37 ¦e2 £a7 38£b4 ¤b5 39 ¦e7 £a3 40 £e1! c3!

41 ¦e8+ (con la esperanza de con-seguir un jaque perpetuo) 41 ...¥xe8 42 £xe8+ ¢h7 43 £xf7 (43£

xb5 c2 y las negras ganan) 43 ...£a8 44 ¦e1 ¤d6 45 £c7 c2! 46£xd6 b2 47 £f4 £c6, y las blancasse rindieron. Una de las mejorespartidas defensivas de todos lostiempos, una obra maestra de res-tricción fluida por medios tácticos.

En general, el defensor no de-

be preocuparse por la creación denuevas debilidades en su camposi considera que resultarán difíci-les de explotar. Me viene a lamente una partida de Alekhinecuando era joven: 1 e4 e5 2 ¤c3¤f6 3 ¥c4 ¤c6 4 d3 ¥b4 5 ¥g5

h6 6 ¥xf6 ¥xc3+ 7 bxc3 £xf6 8¤e2 d6 9 d4 ¥d7 10 ¦b1 ¤d8 11

0-0, y ahora las negras decidieronque podían permitirse impedir 12f4 con 11 ... g5!

(D)

Las blancas no están en condi-ciones de cuestionar la objeciónplanteada por las negras (con g3y f4), porque en tal caso la posi-ción de su rey sería mucho másvulnerable. Por otra parte, la fuer-za de 11 ... g5 tuvo, además, unefecto psicológico adicional en un

 joven de 17 años. Alekhine tratóde forzar las cosas con una accióncentral poco justificada: 12 £d3¥g4 13 ¤g3 0-0 14 f3 ¥c8 15 d5?£g6 16 ¤f5? ¥xf5 17 exf5 £g718 £e4 f6 19 g3 a5 20 ¢h1 b6! 21f4 ¤b7 22 fxe5 fxe5 23 ¥e2 ¤c5,

con una gran ventaja estratégicapara las negras.Profundizando algo más en es-

te tema, hay que decir que las ju-gadas restrictivas no se limitansólo a las rupturas de peones.También pueden constituir, en sí mismas, una fuente legítima de

contraataque.Carl Schlechter – Aaron Nim-zovich; Karolvy Vary (RepúblicaCheca), 1907:

1 e4 e5 2 ¤f3 ¤c6 3 ¥b5 a6 4¥a4 ¤f6 5 ¤c3 ¥b4?! 6 ¤d5¥e7 7 0-0 0-0 8 ¦e1 d6 9 ¤xf6+¥xf6 10 c3 h6 11 h3 ¤e7 12 d4¤g6 13 ¥e3 ¢h7 14 £d2 ¥e6 15

¥c2 £e7 16 d5! ¥d7 17 ¢h2?!

(D)

La jugada 16ª de las blancases el método correcto de cerrar

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el centro para emprender unataque de flanco. Pero con la ju-gada siguiente, Schlechter ponede manifiesto que piensa lanzarese ataque en el flanco erróneo.Nimzovich concluyó correcta-

mente que las blancas se dispo-nían a jugar f4-f5 y un ataque ala bayoneta en el flanco de reyen lugar del plan apropiado, abase de a4-a5, b4 y c4, seguidode ruptura en ‘b5’ ó ‘c5’. Teníarazón, porque después de 17 ...¤h8!?, Schlechter jugó 18 ¤g1.

Las negras plantearon una res-tricción férrea con 18 ... g5! 19g3 ¤g6 20 £d1 ¥g7.

Pero eso no fue todo. Nimzo-vich también se preocupó de qui-tarle hierro al plan B, los avancesen el flanco de dama: 21 £f3 a5!22 ¤e2 ¥b5! 23 a4 ¥d7. Ahoralas blancas comprenden que f4 esimposible de realizar y que tam-poco es posible ya el plan b4-b5.Las negras, por tanto, pueden em-pezar a pensar en un contraata-que peligroso.

Les gustaría jugar ...f5, peroeso sería difícil de llevar a cabo

teniendo en cuenta lo débiles queson sus casillas blancas. El ataquedebería ser casi decisivo antes deponerse en marcha. Lo que hizoNimzovich fue responder a 24¦h1 con 24 ... £e8!, con el dobleefecto de preparar ...f5 y frenar laúltima idea en el flanco de rey, h4,

cuando la dama llegue a ‘c8’.Schlechter jugó 25 h4?, y des-pués de 25 ... £c8 26 ¥d3 ¥g4 27£g2, fue cazado en un fino re-mate táctico: 27 ... gxh4 28 f3 h329 £f1 f5! 30 fxg4 fxe4 31 £xh3exd3 32 ¥xh6 ¦h8!!, y las blan-cas se rindieron (ante ...¢g8). Enconjunto, las negras tuvieron querestringir tres rupturas de peón:f4, b4-b5 (ó c4-c5) y h4, y en cadacaso, a su prevención siguió elcorrespondiente contrajuego.

Además de la restricción, haytodo un capítulo acerca de la ex-plotación de rupturas deficientes.De nuevo, tomaremos el caso tí-

pico de un jugador que trata deefectuar el avance f4 en una aper-tura abierta (1 e4 e5). Pero vea-mos lo que sucede si el otro ban-do lo permite, a fin de aprovecharlas ventajas derivadas de la aper-tura de líneas y de las casillas debloqueo. En un caso así, f4 puede

ser la única ruptura en el flancode rey, pero puede que no seabuena en absoluto. Veamos unapartida de Tal cuando éste era jo-ven:

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1 e4 e5 2 ¤f3 ¤c6 3 ¥b5 a6 4¥a4 ¤f6 5 £e2 b5 6 ¥b3 ¥e7 7

c3 0-0 8 0-0 d6 9 h3 ¤a5 10 ¥c2c5 11 d4 £c7 12 d5 ¥d7 13 ¤h2c4 14 g4 ¤b7 15 f4?

... fxg5 24 ¤xg5 ¥xg5! 25 £xg5¤e5 dio a las negras una ventaja

tangible. El rival letón de Tal sevino abajo de inmediato: 26 ¥xe5dxe5 27 ¦xf8+ ¦xf8 28 £xe5?£h6 29 £h2 ¥xh3 30 ¤f3 £h531 ¤g1? ¥g2+!, y ganó la dama.

He aquí otros casos simalaresde explotación de la misma rup-tura:

1) Siergbert Tarrasch – MijaílChigorin; Enfrentamiento, SanPetersburgo (Rusia), 1893. 1 e4e5 2 ¤f3 ¤c6 3 ¥b5 ¤f6 4 0-0d6 5 d4 ¤d7 6 ¤c3 ¥e7 7 ¤e20-0 8 c3 ¥f6 (inicia un extrañoreagrupamiento insatisfactorio,pero que demuestra lo que se

puede obtener con él) 9 ¤g3¤db8 10 h3 a6 11 ¥c4 ¤d7 12¥e3 ¤e7 13 £d2 ¤g6! 14¦ad1 £e8 15 ¢h2 ¢h8 16 ¥b3¥e7 17 ¥a4 b5 18 ¥c2 ¤f6 19¤e1 ¤g8! 20 f4?! exf4 21 ¥xf4¤xf4 22 £xf4 (no 22 ¦xf4¥g5), y aquí las negras no pue-

den restringir e5 por razonestácticas. 22 ... ¤h6 23 ¤f3 f6 24e5! ¥e6! (si 24 ... fxe5, seríafuerte 25 £e4; ahora las blan-cas resuelven la tensión dema-siado pronto y obtienen unaposición pobre) 25 exf6? ¥xf626 £e4 ¥g8 27 £d3 £d7 28¦

de1 g6! 29£

d2¥

g7 30 b3¤f7. Las negras tienen una po-sición segura y están algo me- jor debido a sus dos alfiles.Acabaron ganando en la juga-da 62ª.

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El problema con f4 es que elpeón de ‘e4’ se convierte en débily que las negras obtienen una ca-silla espléndida en ‘e5’. Pero an-tes de explotar estas ventajas, lasnegras deben impedir la rupturae5. Así, su principal tarea es unarestricción adicional para tratar

de reducir los efectos de la prime-ra ruptura: 15 exf4 16 ¥xf4 ¤c517 ¤d2 ¢h8 18 ¦ae1 ¦ae8 19£g2 £b6! 20 ¢h1 ¥c8!

Aquí se plantea un truco tácti-co: si 21 e5, 21 ... ¤xd5! 22 £xd5?¥b7. Estos trucos no son simplesnotas a pie de página, sino adver-tencias para el jugador que está apunto de suicidarse abriendo aúnmás la posición de su rey. No obs-tante, las blancas siguieron ade-lante con sus planes: 21 ¤hf3¤fd7 22 £g3 f6! 23 g5, y ahora 23

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de las negras en el flanco de reycon f4-f5-fxg6 y £g3. Pero el plan

a base de e5 permite abrir el cen-tro, hace vulnerables los peonesdébiles de las negras y también surey.

Posiciones como ésta requie-ren una habilidad sutil que inclu-ye jugadas de anticipación, decambio y, sobre todo, de espera,

de paso que se completa un buendesarrollo. El contrajuego seríamuy deseable, pero no existe enabsoluto. No hay cambios inme-diatos en la columna abierta por-que las blancas pueden bloquear-la con el caballo. Las negrastienen una posición lo bastantedébil como para soñar con ruptu-ras del tipo ...f5 ó ...e6.

Korchnói se dispuso, por tan-to, a efectuar un cambio de ubica-ción de su pieza más poderosapara llevarla a una casilla desde laque pudiese influir en los aconte-cimientos: 21 ... ¦c8 22 ¦ac1 £d8!23 f4 £c7 24 ¥d3 £b8! Después

de 25 ¦fe1, apartó su pieza másvulnerable (el rey) de una línea apunto de abrirse: 25 ... ¢g8.

Las blancas podrían haber se-guido preparando e5, pero las ne-gras hubieran podido obtener al-gún tipo de contrajuego confusoen el caso de que se hubiese retra-

sado la ruptura. Por ejemplo, si lasblancas doblan las torres en la co-lumna e, las negras pueden jugar...£c7 en algún momento. Porconsiguiente, las blancas jugaron

26 e5, y como las negras no podrí-an sobrevivir mucho tiempo con

un peón en ‘e6’ bloqueando a sualfil, jugaron 26 ... fxe5 27 fxe5¥f5!

Aquí las blancas cometieronun pequeño desliz. Puede que lomejor fuese 28 ¥xf5 y 29 e6, perolo que se jugó fue 28 ¥c4 ¦c7 29g4, un movimiento que parece

fuerte. Mas las negras lo contra-rrestaron con 29 ... £c8!, un golpetáctico salvador, que plantea unataque doble (contra alfil y ‘g4’).Esto forzó una nueva liquidación,que las negras procuraron exten-der hasta que no quedase casi na-da con que luchar: 30 ¤e4 ¥xe431 ¦xe4 £b8 32 ¦ce1 (de otromodo, se cambiarán torres) 32 ...b5! 33 axb6 £xb6 34 £xb6 ¤xb635 ¥xa6 dxe5 36 ¦xe5 ¦f4 37 g5¦xb4 38 ¥f1 ¦g4+ 39 ¢h1 ¦f4 40¥h3! (última tentativa) 40 ... ¢f841 ¦b1 ¤c4 42 ¥e6 ¢g7 43 ¦e2¤d6! 44 ¦be1 ¤f7 45 ¥xf7 ¢xf746 ¦e5 ¦d7 47 ¦d1. Tablas.

Para que las negras puedandefender una posición así, llenade debilidades estáticas irrepara-bles, se requiere saber descubrir jugadas excelentes de antici-pación, una vigilancia constante yalguna ayuda por parte del rival.Hay que concederle a Korchnói

los méritos que tiene salvarla,pues la forma en que lo hizo re-sulta altamente instructiva.

He aquí otro ejemplo de cómoreducir el peligro de un avance de

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Las antenas de Petrosián estánencendidas y captan signos que lealertan acerca de un avance gene-ral de peones en el flanco de reycon ¤h4 y f4, o un avance similaren el centro. A partir de ahora,prevé, con una anticipación de va-

rias jugadas, que su segunda filaserá vulnerable, en especial la ca-silla ‘e7’. Además, sigue teniendoel problema del rey en el centro,que debe defender el alfil de ‘d7’.

Petrosián eligió una profunda jugada de seguridad que le per-mitía cubrir numerosas casillas:

14 ...¦

b8! 15¦

he1¦

b7! Busqueahora una amenaza inmediatacontra la segunda fila de las ne-gras y, desde luego, no la encon-trará. Pero las negras están pen-sando en el futuro próximo.

La apertura de las negras, quepodríamos considerar una espe-cie de ajedrez provocador, fue de-masiado para Pomar, que trató delograr un derrumbe inmediato, enlugar de preparar su ofensiva con¤h4 y f4. La partida continuó así:16 e5? fxe5 17 ¤g5 0-0 (posible

porque la torre de ‘b7’ protege elalfil de ‘d7’) 18 ¤d5 ¤xg5 19

¥xg5 ¥e8! 20 ¥h6 e6 21 ¥xg7¦xg7 (armonía en la segunda fila)22 ¤c3 ¤d4!, y la partida quedósentenciada a efectos prácticos.Las blancas resistieron, antes decaer en una posición desespera-da: 23 ¦xe5 ¦gf7 24 ¤e4? £c7 25¦g5 ¦f4! 26 £d3 (26 b4 e5) 26 ...

h6 27¤

d6 hxg5 28¤

xe8¦

xe8 29£xg6+ ¢f8 30 £xg5 £h7+.La protección de la fila por

parte de Petrosián es un temaefectivo en amenazas a largo pla-zo. Permite a las piezas menoresno sólo operar eficazmente, sinoque también les concede espacio

para que puedan moverse y dejarque las torres actúen cuando lle-gue el momento. La necesidad deproteger una fila clave es algoque puede preverse y que permi-te una anticipación a largo plazo.Veamos dos ejemplos con dospartidas de Borís Spasski.

Antonio Ángel Medina Gar-cía – Borís Spasski; Torneo Inter-zonal de Gotemburgo (Suecia),1955. 1 e4 e5 2 ¤f3 ¤c6 3 ¥b5 a6

4 ¥a4 ¤f6 5 0-0 ¥e7 6 ¦e1 b5 7

¥b3 d6 8 c3 0-0 9 h3 ¤b8 10 d3

¤bd7 11 ¤bd2 ¥b7 12 ¤f1 ¤c5

13 ¥c2 ¦e8 14 ¤g3 ¥f8 15 ¤h2?!

d5 16 £f3 g6 17 ¥g5 ¥e7! 18 h4.

(D)

La jugada 17ª de las negras esmejor que 17 ... ¥g7, porque éstales permitiría a las blancas mante-

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ner una clavada.Aun así, las blan-cas tienen presionan en ‘f6’, masSpasski encontró una forma efec-tiva de neutralizarla: 18 ... a5! 19h5 ¦a6!

Tras algunos errores mutuos,20 ¥h6 d4 21 cxd4 ¤e6? (mejor

es, sencillamente, 21 ... exd4) 22hxg6 hxg6 23 dxe5 ¤d4 24 £d1¤d7 25 ¤g4? (25 ¤e2), las ne-gras ganaron rápidamente: 25 ...¥b4 26 ¦e3? £h4! 27 ¥b3 ¤xe528 ¤xe5 ¦xe5 29 ¦f3 £xh6 30¦xf7 ¤xb3 31 ¦xc7 ¤xa1 32¦xb7 ¦c6, y las blancas se rindie-

ron.Diez años más tarde, en suduelo de Candidatos contra Mija-íl Tal, ambos bandos repitieronlas jugadas de la partida con Me-dina hasta que Tal se desvió con15 b4 ¤cd7 16 ¥b3 a5! 17 a3axb4 18 cxb4 h6 19 ¤f5 d5 20¤3h4 c5 (este contrajuego cen-tral es mejor que aceptar el sacri-ficio 20 ... ¥xb4 21 axb4 ¦xa1 22¤xg7, o incluso 21 ¤xg7 ¥xe1 22¤gf5) 21 ¦e3 c4 22 ¦g3! ¢h7 23¥c2 d4 24 £f3.

La jugada 24 ... ¦a6!! fue unaanticipación extraordinariamen-

te perceptiva, porque quitó elveneno a todos los posibles sa-crificios en el flanco de rey an-tes de que Tal los hubiese plan-teado. La protección que estatorre asume de la sexta fila per-mitió a las negras rechazar conéxito la última embestida de su

rival: 25¤

xh6 gxh6 26¤

f5£

a8!27 ¤xh6 ¥xh6 28 £f5+ ¢h8 29¥xh6 ¦g8, y luego consolidar laposición hasta lograr un medio juego fácilmente ganado: 30¥g5 £e8, seguido de ...¤h7 y...¦ag6.

Sigue otro excelente ejemplode anticipación, en una posicióndifícil, producida en el Campeo-nato de EEUU de 1974.

Kim Commons – LarryMelvyn Evans. 1 e4 c5 2 ¤f3 d6 3d4 cxd4 4 ¤xd4 ¤f6 5 ¤c3 e6 6¥e2 a6 7 0-0 ¥e7 8 f4 0-0 9 ¥e3¤c6 10 £e1 ¤xd4 11 ¥xd4 b5 12a3 ¥b7 13 £g3 g6? 14 ¥d3 d5 15

e5 ¤e4 16 £e3! ¤xc3 17 ¥xc3.

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continuación recomendada por lateoría a 9 e4 es 9 ... ¤e8!, seguido

de ...f5 en respuesta a f4. La reti-rada del caballo cumple dos obje-tivos: detener el avance del peónde f blanco en territorio negro eimpedir la clavada ¥g5 que tantopuede irritar al segundo jugador.

10 ¥g5! h6

11¥

h4 e5

La estrategia de las negras esfijar la masa de peones blancos encasillas oscuras, justificada ante ladesaparición de su alfil de rey. Lasblancas necesitan efectuar unaruptura y la única efectiva es f4.Pero las negras la han impedidocon sus dos últimas jugadas por-que, por ejemplo, 12 f4 conduce a12 ... exf4 13 ¤xf4 g5.

Una tentativa más lenta deromper en el flanco de rey cong4-g5 es dudosa: 12 f3 ¤a5 13 g4¥a6, y no sirven ni 14 ¤g3 g5, ni14 g5 ¤h7.

12 0-0 g5!?

Bastante arriesgado, pero ne-cesario si hay que impedir f4. Silas negras siguen con jugadas na-turales, como 12 ... ¥a6, las blan-cas podrían intentar 13 f4! exf4 14

¤xf4 (o 14 ¥xf6 antes) 14 ... g5?15 ¤h5 ¤xh5 16 £xh5 gxh4 17£xh4, con amenazas de mate me-diante e5 y ¦f4.

13 ¥g3 ¢g7?

Las negras quieren sellar elflanco de rey situando peones en

‘e5’, ‘f6’ y ‘g5’, para restringir cual-quier ruptura que las blancas pre-tendan realizar en el sector. Latextual es una buena jugada pre-paratoria, pero permite el sacrifi-cio 14 f4! exf4 15 ¤xf4 gxf4 16¥xf4, seguido de £d2 ó £f3, conmucho juego por la pieza. 13 ...¤

h5 serviría para el mismo propó-sito, pero sin el riesgo de la tex-tual. Sin embargo, las blancas tam-bién omiten la idea de sacrificio.

14 f3? £e815 ¥f2 ¤h5

Si no se jugase esto aquí, lasblancas seguirían con ¤g3 y lue-go £d2, ¥e3 y h4.

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Las blancas deberían efectuarun balance en este punto y decidir:a) que el plan h4xg5 conduce a unsuicidio en la columna h; b) que f4es demasiado difícil de llevar a ca-bo a causa de las maniobras de las

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33 ¤e3 ¥d734 ¦gf2 ¦f7

35 £g3 ...

37 ¥c1 ¦a1!

De forma que ante 38 ¥d2pueden simplificar ventajosamen-te con 38 ... ¦xb1 39 ¦xb1 ¤d3 40£f3 ¤xf2+ 41 £xf2 £xe4+, comoseñala Pánov en sus memorias.

38 ¦b2 h5!

Ahora se abre el flanco de reypara las piezas negras. Pánov notiene por qué temer 39 ¤c2 ¦a740 £h6+ ¢g8.

39 gxh5 ¤xh540 £f2 ¢g8!41 ¥c2 ¦h742 ¦b1 ¦xb143 ¥xb1 g5!

Este avance derrumba las últi-mas defensas blancas. Por ejem-plo: 44 ¤f5 ¥xf5 45 exf5 ¤f4 46¥xf4 ¦xh4+ 47 ¥h2 ¤g4. Las ne-gras remataron la lucha con buenestilo:

44 ¦g1 ¤g745 ¤g2 ¤g446 £b2 ¤h547 ¦e1 gxh448 e5 h3!

Las blancas se rindieron.

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La última jugada blanca esuna tentativa inteligente de se-guir con 36 h5 g5 37 h6! (de otromodo, 37 ... h6), y alterar así elequilibrio en el flanco de rey.

35 ... h6!36 £f4 ¢h7

Las negras juegan esto a sa-

biendas de que el peón de ‘h6’no puede ser fácilmente protegi-do por otras piezas. Con la si-guiente jugada, las blancas creanla posibilidad ¤f5!?, seguido de£xh6+, gxf5 y doblar torres en lacolumna g. Las negras deben ac-tuar a tiempo.

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0-0 0-0 10 f4 ¥c5+ 11 ¢h1 d6 12f5 h6 13 g4!

decidirse en favor del contrajue-go central, las negras deben cal-

cular las variantes con suma pre-cisión.Pero las negras no lo hicieron.

Jugaron 13 ... d5? 14 g5 dxc4?,cuando lo mejor que tenían a sudisposición era 14 ... hxg5 15¥xg5 dxc4 16 ¥xf6 £xf6 17¥xc4. Así que Najdorf fue rápi-

damente aplastado con 15 gxf6£xd3 16 fxg7 ¢xg7 17 £g4+ ¢h718 ¥xh6!, y las negras se rindie-ron (18 ... ¢xh6 19 £h4+ y 20¦g1+ con mate). Con todo, 13 ...¤h7! podría haber sostenido laposición.

Lo que le hizo perder la parti-da a las negras fue la suma de uncontrajuego falto de fuerza y la ra-pidez del ataque de mate blanco.Si ...d5 hubiese tenido algo más deapoyo o el ataque al flanco de reypudiese ser defendido, entonces laevaluación de la jugada 13ª de lasnegras sería bien distinta.

La resistencia de algunas posi-

ciones es asombrosa. En una po-sición relativamente cerrada, un jugador puede ningunear el desa-rrollo o los agresivos ataques demate mientras elabora su propiocontrajuego. La protección natu-ral de sus piezas se encarga delresto.

Hay un ejemplo entretenidode lo que acabamos de decir. Setrata de una partida en consultade 1952 entre los grandes maes-tros rusos Yuri Averbaj, Efim

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La posición de las negras essegura en el centro, pero inesta-ble en el flanco de rey. Ahora de-berán elegir entre restringir laamenaza inmediata (abrir la co-lumna g con 14 g5) o buscar con-trajuego rápido en el centro. Enotras palabras, se trata de las ju-gadas 13 ... ¤h7 ó 13 ... d5.Ambasideas son válidas en situacionessimilares, pero en este caso optar

por una de ellas resulta una deci-sión crítica.

Con 13 ... ¤h7 las negras re-nuncian temporalmente a la reac-ción ...d5,pero controlan la casilla‘g5’ por algún tiempo. Las blancastendrían entonces que jugar £f3-g3 y h4, para preparar el avance

g5, momento en que las negrasaún podrían seguir restringiendoesa ruptura con ...f6. Por otra par-te, el inconveniente de 13 ... d5 esque permite el avance g5. Para

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Guéler, Tigrán Petrosián y MarkTaimánov (con las piezas blan-

cas); y Paul Keres, Alexánder Ko-tov,Alexánder Tolush e Isaak Bo-leslavski en el bando opuesto. Lapartida comenzó así:

1 d4 ¤f6 2 c4 e6 3 ¤c3 ¥b4 4a3 ¥xc3+ 5 bxc3 ¤c6 6 f3 b6 7 e4¥a6 8 ¥g5 h6 9 ¥h4.

gras estimaron que no debían pre-ocuparse por 12 ¥xf6 gxf6, pues

siempre podrían enrocar largo.Demodo que el cuarteto blanco con-tinuó con la jugada más natural deagresión, 12 f4, y la partida siguióasí: 12 ... £c6! 13 d5 £a4 14 e5£b3! ¡Ésta es la dama que, cinco jugadas antes, estaba tranquila-mente situada en su casilla de ori-

gen! Las negras desdeñan el ata-que blanco a su caballo (15 exf6£xc3+ 16 ¢f2 g5!,porque sería fa-vorable a su causa,por ejemplo: 17¤f3 gxh4 18 dxe6 dxe6 19 ¤e5 0-0-0), tras dictaminar que su con-trajuego tenía más peso específico.Ahora, los conductores de lasblancas descartaron 15 £d2 ¤g8 y15 ¦c1 £xa3, y prefirieron 15 ¢f2£xc3 16 ¤f3 ¤xd5! 17 ¦hc1, perodespués de 17 ... £b3 18 ¢g3¤xf4! 19 ¢xf4 g5+, las negras lo-graron una posición ganadora.

Una vez más, se trató, en estapartida, de un caso de ventajas ex-plotables contra ventajas que no

puedan ser explotadas. Más con-cretamente, de la posibilidad deexplotar las debilidades del flancode dama blanco frente a la impo-sibilidad de hacer lo mismo en elflanco de rey negro. El contrajue-go,como tantas otras cosas en aje-drez, es una cuestión de tiempo.

Con algunos tiempos extra, lasblancas habrían demolido con suataque la posición negra.

La exigencia de contrajuego amenudo excede el deseo de con-

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Las negras podrían tratar deresolver el asunto del flanco derey con 9 ... ¤a5 10 e5 g5!?, peroel cuarteto de grandes maestrosoptó por una idea muy original.

Consideraron que el flanco derey era lo bastante seguro y queno había nada que hacer en elcentro (9 ... e5 10 dxe5! ¤xe5 11f4 sería favorable a las blancas).Se enfrentaban, no obstante, a laamenaza e5. Así que decidieronenviar la dama en una misión

aventurera a su flanco.9 ... £c8 10 ¥d3 ¤a5 11 £e2

£b7!, con idea de llevar la dama a‘c6’ para ganar el peón ‘c4’. Loscuatro grandes maestros con ne-

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tar con una formación sana depeones. Ésta es una de las leccio-

nes aprendidas que distinguen alos maestros de los fuertes juga-dores de club. El maestro sabe, di-gamos, que en una Defensa Fran-cesa típica, con el flanco de damabloqueado, las negras deben rom-per en el flanco de rey (con ...f6)para crear algo de contrajuego.

Por ejemplo: 1 e4 e6 2 d4 d5 3¤c3 ¥b4 4 e5 c5 5 a3 ¥xc3+ 6bxc3 ¤e7 7 a4 ¤bc6 8 ¤f3 £a5 9¥d2 ¥d7 10 ¥e2 c4 11 0-0 f6! 12exf6 gxf6, y 13 ... 0-0-0, con juegoexcelente.

Una partida famosa en Smís-lov – Botvínnik (Campeonatode la URSS, 1944) siguió: 9 ... c410 ¤g5 h6 11 ¤h3 ¤g6 12 £f3¥d7 13 ¤f4 ¤xf4 14 £xf4 ¤e715 h4! ¥xa4 16 h5 £b5 17 ¢d1¦c8 18 ¥c1 ¦c6! 19 ¥e2 ¦a6 20¢d2 0-0?! 21 g4, y las negras sevieron en realidad obligadas a jugar 21 ... f6 22 exf6 ¦xf6, peroel peón débil de ‘e6’ fue, tal vez,

el aspecto menos significativode una posición plagada deamenazas y contrajuego.

Otra versión de esto mismo: 1e4 c5 2 ¤f3 d6 3 d4 cxd4 4 ¤xd4¤f6 5 ¤c3 a6 6 f4 £b6 7 ¥e2 (7e5!) 7 ... ¤c6 8 ¤b3 e6 9 ¥f3 ¥e710 £e2 0-0 11 ¥e3 £c7 12 a4 b6

13 0-0 ¦b8 14 ¢h1? (14 g4 es másactivo y preciso), y en esta posi-ción, tomada de una partida sovié-tica de 1962, el plan correcto es 14... ¤a5! 15 ¤xa5 bxa5, y a pesar

del lamentable aspecto de los peo-nes del flanco de dama, las negras

tienen contrajuego en la columnab que compensa esa deficienciaestructural. Las blancas sólo pue-den explotar los peones débilesnegros de la columna a en el final.Pero podrían dar mate a las ne-gras en el medio juego si éstas nocrean algún tipo de contrajuego.

En cierto sentido, ésta es laparadoja del contrajuego. Pararechazar el ataque contra algunade tus debilidades, tienes que cre-arte otras nuevas. Las decisionesmás difíciles para un defensorson las ocasiones en que tieneque elegir entre una protecciónsólida y un contrajuego activo dedoble filo. Hay que añadir que, sibien existen las opciones que po-dríamos considerar teóricamente“correctas”, el jugador prácticocon frecuencia debe tener encuenta cosas como el estilo de juego de su adversario y la posi-bilidad de inducirlo a cometer un

error.La partida David Bronstein –

Vladímir Baguírov; XXXI Cam-peonato de la URSS, San Peters-burgo (Rusia), 1963, es un ejem-plo de primera magnitud:

1 e4 ¤f6 2 e5 ¤d5 3 d4 d6 4 c4¤b6 5 exd6 cxd6 6 ¥e3 g6 7 ¤f3

¥g7 8 ¥e2 ¥g4 9 ¤bd2 0-0 100-0 ¤c6 11 d5 ¤e5 12 ¤xe5 ¥xe213 £xe2 ¥xe5 14 ¤f3 ¥g7 15¦ad1 ¤d7 16 b3 ¦e8 17 ¤d4 a618 f4.

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Lo positivo es que las negrastienen una posición mucho más

libre que en el diagrama anterior.Y lo negativo es que deben de-fender un centro de peones está-tico que puede ser magníficamen-te bloqueado por la dama blancaen ‘d4’ y el caballo blanco en ‘e5’.Las negras pueden presionar elpeón blanco de ‘f4’ y también tra-

tar de llevar el caballo a ‘e4’.En conjunto, podemos con-cluir que las negras debían habercontemporizado en su jugada 18ª.Pero Bronstein premió la intensi-dad de Baguírov mediante 26¦de1?? ¤xf4! 27 £c3+ (27 £d4+e5, o aun 27 ¦xf4 £xg5) 27 ... d4

28£

g3 e5 29 h4 d3, y las negrasganaron. Esto plantea otra cues-tión insoluble: dado que era im-pensable asumir que las blancasiban a cometer un error burdo ypor ello perdieran –teniendo encuenta que las negras podían ha-ber jugado 18 ... £c7 ó 18 ... ¦f8–¿estaba justificado el contrajuegocon 18 ... e5? ¿Qué habría pasadosi las blancas hubiesen jugadocon más precisión en la jugada26ª, con 26 g3 ó 26 £d4+, y luegohubiesen obtenido ventaja decisi-va? Teóricamente, 18 ... e5 es una jugada dudosa, pero en la prácti-ca tiene indudables méritos.

Por conveniencia metodológi-ca, consideraremos las diversasformas de contrajuego, dividién-dolas en: contrajuego en el centro(como reacción a un ataque de

flanco), contrajuego en el flancoopuesto y contrajuego en el mis-

mo sector del tablero. Pero antesprocede realizar algunas precisio-nes.

Hasta ahora nos hemos ocu-pado de obtener contrajuego deforma similar al ataque del adver-sario: llevar piezas al sector deltablero en cuestión y luego forzar

una ruptura de peón. Pero hastaen la posición defensiva menosprometedora, sin rupturas dispo-nibles, puede inyectarse una dosisde vitalidad mediante una manio-bra diestra o un traslado de efec-tivos. La conciencia de estasoportunidades, cuando se presen-

tan, es una de las cualidades quedistingue a los mejores ajedrecis-tas del resto.

Detengámonos en esta posi-ción de doble filo del Campeona-to Soviético de 1963:

Víktor Korchnói – LeonidStein. 1 d4 ¤f6 2 c4 g6 3 ¤c3 ¥g7

4 e4 d6 5 f3 0-0 6 ¥e3 ¤c6 7¤ge2 a6 8 a3!? ¥d7 9 b4 e5 10 d5¤e7 11 g4 ¤e8 12 ¤c1 f5 13 ¤b3

c6! 14 g5! cxd5 15 cxd5.

(D)

Amparadas en un centro blo-queado, las blancas han montadoun ataque de flanco doble y tie-nen una fuerte posición. Por otrolado, las negras ya han efectuadolas dos rupturas temáticas libera-doras (...f5 y ...c6) en este tipo deestructura, pero sus piezas siguen

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11 ¤xc6 (de otro modo, seguiría11 ... ¤xd4!, que desviaría la dama

del ataque blanco en el ala de rey)11 ... bxc6 12 g5 ¤d7 13 f5.

con el avance del peón de d, lasnegras acortan la diagonal del al-

fil de rey contrario y quitan al ca-ballo de la casilla ‘e4’.La verdadera prueba de fuego

para la defensa radica en las va-riantes específicas. Ante 15 f6 lasnegras pueden jugar 15 ... ¥c5+16 ¢h1 g6, a fin de responder a 17£e1 ¥b7 18 £h4 con 18 ... ¦fe8

19£

h6¥

f8, y obtener mejor jue-go.Y contra 15 ¢h1 ¥d6 16 £h5,pueden jugar 16 ... ¦e8 17 f6 g6 18£h4 ¤c5, también con un juegoexcelente. Una tercera idea es 15g6. Por ejemplo: 15 ... hxg6 16 fxg617 ¤xd5!, pero las negras conser-van una buena posición con 17 ...¤f6!

El reverso de la moneda es unataque de flanco en respuesta aldominio del rival en el centro. Es,por supuesto, muy deseable ejer-cer un mayor control central quesu rival, pero eso no siempre esposible. El ataque de ala contra elcentro es muy efectivo cuando

expulsa piezas y peones contra-rios que defienden puntos clavedel centro.

Quizás el caso más famoso deeste tema sea la partida MilanVidmar – Aaron Nimzovich; Nue-va York (EE. UU), 1927, en cuyapartida las blancas parecían tener

el control de las casillas centralesdespués de 1 d4 ¤f6 2 ¤f3 e6 3 c4¥b4+ 4 ¥d2 £e7 5 ¤c3 0-0 6 e3d6 7 ¥e2 b6 8 0-0 ¥b7 9 £c2¤bd7 10 ¦ad1?! ¥xc3 11 ¥xc3

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El plan de las blancas es jugarf6 ó g6 para forzar la apertura delíneas en la vecindad del rey ne-gro. Aquí mantener simplementelas líneas cerradas no es suficien-te para las negras. En la partidaRobert James Fischer – SvetozarGligoric; Olimpiada de Varna(Bulgaria), 1962, las negras juga-ron 13 ... ¦e8 14 ¢h1 ¥f8, pararesponder a 15 fxe6 con 15 ...

¦xe6 y ...¤e5, cuando quedaríancubiertas todas las casillas de suflanco de rey. Pero después de 15¥f4 ¤e5 16 f6 g6, las blancas pue-den mejorar el juego de Fischer(17 h4?) con 17 ¥xe5!, seguido deun ataque rápido en la columna hsin temor al contrajuego del rival.

La idea correcta es 13 ... exf5!14 exf5 d5, para explotar la co-lumna e y dar a las piezas meno-res (sobre todo el alfil de dama)un futuro mejor. Por otra parte,

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los defensores rara vez lo tienenpara aplicar una cura.

Por ejemplo, en esta posiciónaguda de la Defensa India deRey, popular en la década de losaños cincuenta:

1 d4 ¤f6 2 c4 g6 3 ¤c3 ¥g7 4e4 d6 5 ¤f3 0-0 6 ¥e2 e5 7 0-0¤c6 8 d5 ¤e7 9 ¤e1.

ataque a otros puntos de la cade-na blanca de peones: las casillas

‘f3’ y ‘g2’. Con la 13ª jugada dejande atender la casilla ‘c5’, pero yano podían restringir el avance c5.Si jugasen ...b6, las blancas segui-rían con b4 con buenas perspecti-vas de abrir dos columnas en elflanco de dama. Lo mismo puededecirse para un eventual h3 de las

blancas: sólo conseguiría hacerinevitable la apertura del flancode rey.

Durante muchos años se pen-saba que la acción de las blancasen el ala de dama era más rápidaque el ataque de mate que pre-tenden llevar a cabo las negras.

Pero en el Torneo de Candidatosde 1953, Najdorf se anotó unaasombrosa victoria sobre Taimá-nov después de 15 ... ¦f7! 16 ¦c2

¥f8! 17 cxd6 cxd6 18 £d2 g4 19

¦fc1 g3! 20 hxg3 hxg3 21 ¥xg3¤h5 22 ¥h2 ¥e7 23 ¤b1 ¥d7 24£e1 ¥g5 25 ¤d2 ¥e3+ 26 ¢h1

£g5, y una serie de amenazas de-cisivas forzaron la rendición pocodespués.

La preparación instructiva delavance ...g3 se adelantó al juegode las blancas en el flanco de da-ma. Conviene tomar nota de que15 ... ¦f7 y 16 ... ¥f8 no sólo per-miten que la torre negra se trasla-de a la columna g, sino que, ade-más, cubren las debilidades de sucampo en ‘c7’ y ‘d6’.

Pasemos ahora al procedi-miento mixto de restricción y

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Las negras deben buscar con-trajuego en el flanco de rey, a me-nos que las blancas cometan un

desliz grave en el de dama. Estosignifica que debe atacarse la basede la cadena de peones con ...f5.Entretanto, las blancas estaránatacando la base negra con c4-c5.Con esto en mente, las negras jue-gan 9 ... ¤d7 en lugar de 9 ... ¤e8,porque la primera de estas juga-das restringe mejor el avance c5.

Entonces, después de 10 ¥e3,prosigue el contrajuego de flanco:10 ... f5 11 f3 f4! 12 ¥f2 g5 13 ¤d3¤f6 14 c5 ¤g6 15 ¦c1. Obsérveseque las negras han trasladado el

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contrajuego en el otro sector deltablero. Nuestro modelo de estu-

dio es la partida Arthur BernardBisguier – Svetozar Gligoric;Bled (Eslovenia), 1961:

1 e4 c5 2 ¤f3 d6 3 d4 cxd4 4¤xd4 ¤f6 5 ¤c3 a6 6 ¥e2 e6 7 0-0 £c7 8 f4 ¤bd7 9 ¥f3 ¥e7 10¢h1 ¤f8?! 11 g4! h6 12 f5 e5 13¤de2 ¥d7 14 a4 ¥c6 15 ¥e3¤

8d7 16¤

g3¦

c8 17£

e2.

sión natural de las negras en elala de dama, ...b5-b4.

Pero a4 también crea debili-dades en el flanco de dama blan-co, que las negras esperan explo-tar mientras vigilan la casilla g5.Jugaron 17 ... £b8 con idea de 18... b5, y las blancas continuaroncon 18 a5 £c7 19 b4!? para se-guir con b5 en algún momento.

Como amenaza inmediata, 20 b5axb5 21 ¤xb5 ¥xb5 22 £xb5, ó21 ... £b8 22 c4, sería fuerte ya.De modo que las negras volvie-ron a jugar 19 ... £b8, para res-ponder a 20 b5 con 20 ... axb5 21¤xb5 d5!, y abrir el centro.

La siguiente fase es delicada.Las negras se anticipan a laconstrucción blanca en el ala derey, protegen al monarca, aun-que no enrocan. Después de 20¦f2 ¤h7 21 ¤h5, las negras ju-garon 21 ... ¢f8!, que les permitemantener en la proximidad latorre de ‘h8’ al tiempo que espe-ran contener el avance g5. Si-

guió: 22 ¦d1 ¥g5 23 ¥xg5 ¤xg524 ¥g2? (mejor es 24 h4!) 24 ...¤h7!

Las negras retroceden con elcaballo para responder a 25 £d2con 25 ... ¤hf6 26 £xd6+ £xd627 ¦xd6 ¤xg4 28 ¦fd2 ¤df6 29¦d8+ ¢e7. Las blancas jugaron

de forma coherente, 25 h4, peroentonces 25 ... ¤df6! 26 ¤g3 (si26 ¤xf6 ¤xf6 27 ¢g1 h5!, lasblancas tienen problemas en elflanco de rey) 26 ... ¥d7 dio a las

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La extravagante maniobra delcaballo negro en la 10ª jugada erauna idea popular de Petrosián,

cuyo fin es establecer un puntofuerte en el centro. El gran maes-tro armenio la había empleadoantes, en el torneo de Bled, y notuvo problemas para igualar (11£e1 ¤g6 12 ¥e3 0-0 13 ¦d1 e5!14 fxe5 dxe5 15 ¤f5 ¥b4 16 ¦d3¥xf5 17 exf5 e4 18 ¥xe4 ¤xe4 19

¤d5 ¥xe1 20 ¤xc7 ¦ac8). Perola jugada 11 g4! sitúa a las negrasa la defensiva en el flanco de reydebido a la amenaza g5; 14 a4 eranecesario para impedir la expan-

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negras un contrajuego excelenteen el flanco de dama. Las blancas

tenían débiles las casillas ‘c3’ y‘c4’, y ahora que b5 ha perdido sucarácter de amenaza inmediata,tienen que protegerlas.

Antes que 27 ¦d3 ¦c4, lasblancas siguieron con 27 ¤d5¤xd5 28 exd5?, que resultó peor:28 ... ¥b5 29 £f3 ¤f6 30 ¥f1¥

xf1 31¤

xf1¦

c4! 32¤

e3¦

xb433 c4 £a7! 34 ¢g1 ¦b3 35 ¦e1£d4, y las negras ganaron pocodespués.

A pesar de que no creasencontrajuego en el flanco de damay de la evidente amenaza blancag5, una combinación oportunista

de restricción y contraamenazas(además de la imprecisa 24¥g2?) les permitió a las negrasvolver las tornas.

Hay casos en que un ataque deflanco puede ser más deseable queuna ruptura central. La sensacio-nal partida de 1969 entre el jovenmaestro italiano Mariotti y el ve-terano gran maestro Gligoric sirvede ilustración en este sentido:

1 d4 ¤f6 2 c4 g6 3 ¤c3 ¥g7 4

e4 d6 5 f4 c5 6 d5 0-0 7 ¥e2 e6 8

dxe6!? fxe6 9 g4.

(D)

Está claro que las blancas bus-can un mate rápido a partir de unataque a la bayoneta. Como decostumbre, una avalancha de pe-ones no puede contrarrestarsecon un juego de piezas simple.

Las negras necesitan movilizarpeones y deben elegir entre unareacción central (...d5) o lateral(...b5). La derrota de Gligoric fuecriticada y se atribuyó a su pre-

ferencia por el juego en el centro.Pero esas críticas no son justas.Podría haber obtenido buen jue-go de inmediato con 9 ... d5!? Porejemplo: 10 cxd5 exd5 11 exd5¤xg4! 12 ¥xg4 £h4+, o también10 cxd5 exd5 11 e5 ¤xg4 12£xd5+ £xd5 13 ¤xd5 ¤c6, o aun

10 exd5 exd5 11 g5¤

e4.Las negras jugaron 9 ... ¤c6 10h4 ¤d4, aunque con 10 ... d5! hu-bieran podido abrir satisfactoria-mente la posición. Pero el errordecisivo de Gligoric fue respon-der a 11 h5 con 11 ... d5?, que per-mitió a las blancas lanzar un ata-que imparable: 12 e5 ¤e4 13 hxg6hxg6 14 £d3! b5 15 ¤xe4 bxc4 16£h3! dxe4 17 £h7+ ¢f7 18 f5!exf5 19 ¦h6!, y las blancas gana-ron. Es cierto que las negras podí-an haber tomado mayores pre-

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cauciones, cambiando piezas yevacuando la zona de peligro, con

14 ... ¤xc3 15 bxc3 ¤xe2 16 ¤xe2¢f7, pero aun así su posición se-guiría siendo inferior.

El plan correcto para las ne-gras, una vez situado su caballo en‘d4’, era 11 ... b5!, con idea de sa-crificar peones para apoderarsede la iniciativa. A 12 hxg6, las ne-

gras siguen con 12 ... b4! 13 gxh7+¢h8, con un grado de seguridadaceptable para su rey: ganan elpeón de ‘e4’ y, a continuación, si-túan su alfil de dama en la grandiagonal ‘h1’-‘a8’. Si las blancasoptan por 12 cxb5 ¥b7 13 ¥d3,las negras pueden entonces jugar

13 ... d5 14 e5¤

e4, cuando a la da-ma blanca no le resulta fácil acer-carse al rey contrario. (Una parti-da de 1974, entre dos escolaresbritánicos,siguió así:15 ¤f3 g5! 16¥xe4 dxe4 17 ¤xg5 h6 18 ¤xe6¤xe6 19 £b3 £d3 20 £xe6+ ¢h821 ¤e2 ¥d5 22 £a6 ¥c4 23 ¦h2¦ad8 24 £a4 ¥xe5 25 ¥e3 ¥xb226 ¦d1 ¥c3+ 27 ¤xc3 £f1++. Lasnegras aún hubieran dispuesto demejores posibilidades con 17 ...¥xe5! 18 fxe5 e3 19 ¤ge4 e2!).

CONTRAJUEGOEN EL MISMO FLANCO

Cuando el defensor elige (o seve obligado a elegir) luchar en elmismo sector del tablero en queactúa el atacante, el juego se con-

vierte a veces en una batalla porel espacio. El defensor puede

concederle terreno a su adversa-rio, pero sólo si está seguro deque puede crear una línea inex-pugnable de resistencia.

En la posición del diagrama si-guiente, que se produjo en la par-tida Vasili Smíslov – Yuri Averbaj;XXII Campeonato de la URSS,

Moscú (Rusia), 1955, después de1 ¤f3 ¤f6 2 g3 g6 3 ¥g2 ¥g7 4 0-0 0-0 5 d4 d5 6 c4 c6 7 ¤a3 e6? 8¥f4 b6 9 £c1! ¥b7 10 ¥h6 ¤bd711 ¥xg7 ¢xg7 12 b3 ¦c8 13 £b2£e7 14 ¦ac1 ¢g8, las negras que-daron sin juego en el flanco derey y tampoco tenían fuerzas sufi-cientes para realizar el avance...e5 o cualquier otro juego cen-tral.

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Si, por ejemplo, 14 ... dxc4 15¤xc4 c5 16 £a3, la posición es in-cómoda para las negras. De modoque esperan a que las blancasmuestren sus planes para el me-dio juego. Un defensor alerta amenudo puede optar por jugadas

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do el asalto blanco en el ala derey. Por otro lado, la alternativa11 gxh5 ¤xh5, seguido de ...f5, esaún peor para las blancas.

La mejor opción de las blan-cas es 11 h3 para mantener la ten-

sión. Pero con el flanco de rey enequilibrio, las negras pueden apo-derarse de la iniciativa en el flan-co opuesto con 11 ... b5! Porejemplo: 12 ¥g2 ¤bd7 13 ¥g5£a5, y ...b4.

La debilidad del avance ...h5es mucho menor que g4, un avan-ce que a Tarrasch le gustaba lla-mar “la jugada del harakiri”. Unadivertida explotación de esteavance sucedió en la partida Sh-teinberg – Tukmákov, URSS,1966: 1 c4 c5 2 ¤c3 ¤c6 3 g3 g6 4¥g2 ¥g7 5 ¤f3 e6 6 0-0 ¤ge7 7d4?! ¤xd4 8 ¤xd4 cxd4 9 ¤b5¤f5 10 g4 a6! 11 £a4 ¤h4 12

¤d6+ ¢f8 13 ¤xc8? £xc8! 14

£b4+ ¢g8 15 ¥xb7 £b8 16 £b3,y las negras plantearon un exce-lente sacrificio con 16 ... h5!, quede aceptarse habría conducido a

un ataque demoledor (17 ¥xa8£xa8 18 £g3 hxg4). Las blancas

rehusaron la oferta con 17 g5,pe-ro perdieron rápidamente, tras 17... ¦a7.

CENTRO PASIVOCONTRA CENTRO ACTIVO

He aquí una situación típicade medio juego en un Gambitode Dama Rehusado: 1 d4 d5 2 c4c6 3 ¤f3 ¤f6 4 e3 e6 5 ¥d3 ¤bd76 ¤bd2 ¥d6 7 0-0 0-0 8 e4 dxe4 9¤xe4 ¤xe4 10 ¥xe4 ¤f6 11 ¥c2h6 12 £e2 b6 13 b3 ¥b7 14 ¥b2£e7 15 ¦ad1 ¦ad8 16 ¥b1.

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Es fácil imaginar que las ne-gras reciban mate rápidamente,digamos en una docena de juga-das. Por ejemplo: 16 ... £c7 17¤e5 ¤d7 18 f4 ¦fe8 19 £g4 ¤f820 ¦f3, con el oportuno avance d5ó f5. Pero las negras, a partir deldiagrama, tienen una posiciónperfectamente viable. La razón

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por la que podrían perder rápida-mente es que su posición requie-

re contrajuego. La única forma deobtenerlo es transformar su for-mación central pasiva en activa.

En esta situación, familiar enpartidas con el Gambito de Da-ma o la Defensa Caro-Kann, lasnegras necesitan jugar bien ...e5,bien ...c5, para liberar sus piezas.

Esto fue, precisamente, lo que su-cedió en la partida Oldrich Duras– Alexander Alekhine; KarolvyVary (República Checa), 1911,después de 16 ... c5! 17 ¦fe1 cxd4

18 ¤xd4 ¥b4! 19 ¦f1 ¦fe8.De repente, los alfiles negros

son tan amenazadores como los

blancos, y Alekhine estaba prepa-rado para crear nuevas amenazascon ...£c5 ó ...e5, o incluso ...b5.El juego flojo de las blancas pre-cipitó su caída: 20 ¢h1 £c5 21 f3

£g5 22 ¤b5 ¤h5! 23 ¥e5? f6 24

¥c7 ¦xd1 25 ¦xd1 a6 26 ¤d4 e5

27 ¤f5 g6 28 ¤e3 ¥c5 29 ¤f1

¤f4 30 £b2 ¥xf3!, y las negrasganaron.

Volviendo al diagrama, podría-mos criticar la ruptura ...c5 por va-rias razones. Por ejemplo: concedea las blancas mayoría de peonesen el flanco de dama. Además,abre la gran diagonal de casillasnegras. Pero estas consideracionespalidecen ante la exigencia de un juego dinámico de piezas. Las ne-gras, sencillamente, están obliga-das a reaccionar en el centro si noquieren ser barridas del tablero.

Otro caso lo tenemos en la si-guiente partida del IX Campeo-

nato de la URSS, 1934.Alexánder Ilyin-Jenevski – Ni-kolái Riumin. 1 e4 c6 2 d4 d5 3¤c3 dxe4 4 ¤xe4 ¤d7 5 ¤f3¤gf6 6 ¤g3 e6 7 ¥e2?! ¥d6 8 0-00-0 9 b3 £c7 10 ¥b2.

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Si las negras no rompen en elcentro, sus piezas menores nuncacobrarán vida. Podrían prepararla ruptura con ...b6 y ...¥b7, y lue-go situar las torres en ‘e8’ y ‘d8’, oen ‘d8’ y ‘c8’, según quieran jugar...c5 ó ...e5. O podrían jugar ...c5de inmediato.

Pero Riumin jugó 10 ... e5!,que es lo más efectivo, porqueplantea su propia amenaza (...e4)y asegura casillas de desarrollopara el alfil y el caballo de dama.No teme 11 ¤f5, por 11 ... e4 12¤xd6 exf3! 13 ¤xc8 fxe2 14¤e7+ ¢h8 15 £xe2 ¦ae8, y el ca-ballo de ‘e7’ cae.

Las blancas no consiguen na-da con 11 dxe5 ¤xe5 12 ¤xe5¥xe5 13 ¥xe5 £xe5, si no es un

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Ratmir Jólmov – ViacheslarRagozin; XXI Campeonato de la

URSS, Kiev (Rusia), 1954. 1 c4¤f6 2 ¤c3 d6 3 g3 g6 4 ¥g2 ¥g75 e3 0-0 6 ¤ge2 c5 7 0-0 ¤c6 8 b3¥f5 9 d4 cxd4 10 ¤xd4 ¤xd4 11exd4 £d7 12 ¦e1 ¦fe8 13 ¥b2¦ab8 14 £d2 ¥h3 15 ¥h1 h5 16d5 ¥f5 17 ¦e2 a6 18 a4 £c7 19¤d1 £b6 20 b4 ¥g4! 21 ¥d4 £c7

22 f3¥

d7 23¤

e3.

es 27 axb6 £xb6 28 c5! £xb4 29£xb4 ¦xb4 30 c6 ¥c8 31 g4, aun-

que, como indicó Ragozin en susnotas, las negras tendrían buenasposibilidades con 31 ... e6.

La idea combinada de atacarel flanco de dama blanco en subase y el flanco de rey en ‘g3’ esmuy original. Las negras vieronrecompensada su creatividad

cuando su opositor jugó 27¦

b2?,omitiendo 27 ... bxa5 28 ¦xa5¦xb4!, después de lo cual siguió29 ¦xa6 (29 ¦xb4 £xa5) 29 ...¦xb2 30 £xb2 ¦b8 31 £d4 ¦b1+32 ¤f1 ¤f5, y las negras se hicie-ron con la iniciativa. Ahora lospeones blancos caen como frutamadura: 33 ¦a8+ ¥c8 34 £f2

£xc4 35 ¥g2 ¢g7 36 g4 ¥b7! 37¦a2 ¤d4 38 ¦d2 ¤b3 39 ¦e2¥xd5 40 ¦xe7 ¤d4 41 h3 ¥e6 42£e3 ¤e2+ 43 ¢f2 ¤f4 44 ¤d2¤d3+, y las blancas se rindieron.

PARTIDAS ILUSTRATIVAS

Arthur Bernard Bisguier – Ti-grán Petrosián; EnfrentamientoEE.UU. – URSS, 4ª partida, Nue-va York (EE.UU.), 1954

1 d4 ¤f6 2 c4 c5 3 ¤f3 cxd4 4¤xd4 ¤c6 5 ¤c3 e6 6 g3 ¥c5 7

¤b3 ¥e7 8 ¥g2 0-0 9 0-0 d6.

Las blancas tienen una peque-ña ventaja estratégica debido a sumayor dominio espacial. La mo-

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Está claro que las blancas tie-nen la porción del pastel en elcentro y un fuerte juego en elflanco de dama. El plan, por

ejemplo, a base de a5, £b2, ¦c1 yc5 sería prácticamente ganador.El contrajuego de las negras po-dría organizarse con ...e5, peroRagozin encontró una interesan-te alternativa: 23 ... h4! 24 a5 ¤h5(elimina la pieza más fuerte) 25¥xg7 ¤xg7 26 £d4 b6!

La idea de las negras es cam-biar peones, jugar luego ...£c5 yocupar la columna con las torres.El sacrificio del peón de h vale lapena. El mejor plan de las blancas

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desta disposición de las piezas ne-gras indica que jugarán contra el

peón de ‘c4’ como en una Defen-sa Siciliana. Puesto que ésa es laposibilidad principal de contra- juego de las negras, las blancasdeberían continuar con 10 ¤d4 y11 b3, o algo por el estilo.

10 e4?! ¤e5

11£

e2£

c712 ¤d2 a613 b3? b5!

Esto les asegura un juego acti-vo a las negras puesto que si 14 f4¤c6 15 cxb5, las blancas perderí-an pieza con 15 ... ¤d4 y 16 ...£xc3!

14 f4 ¤c615 ¥b2 ...

ón de b (15 ... ¤a7 16 e5), y no lesconviene 15 ... bxc4 16 ¤xc4, se-

guido de ¦ac1.15 ... b4!

Decisión excelente que, a pri-mera vista, parece renunciar a laactividad en el flanco de damainiciada con ...b5. Pero las negras

dirigen su atención a la columnaa, que se proponen abrir con elnuevo avance ...a5-a4. En conjun-ción con la maniobra ...¤d7-c5,las negras pueden plantear seriosproblemas a las blancas en el alade dama. Si las blancas optan porsuprimir radicalmente la ruptura,con 16 ¤a4, entonces las negras juegan ...¤d7-c5, y se beneficia-rán de la apertura de la columnad en caso de ¤xc5.

16 ¤d1 a517 ¤e3?! a418 ¦ab1 axb319 axb3 ¦a2

Las negras tienen un juegomagnífico gracias al dominio de lacolumna a. Para desalojar la torrenegra, las blancas tendrían quellevar un caballo a d3,vía f2, cuan-do, con ¦a1 ó ¤c1, la torre seríaexpulsada, como señaló Hans

Kmoch. En lugar de esto, las blan-cas se lanzan en una tentativa deforzar el mate. Esta partida nostrae reminiscencias de otra pro-ducción magistral de Petrosián:

133EL CONTRAJUEGO

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7

6

5

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3

2

1

a b c d e f g h

Las negras han ganado unapequeña batalla táctica, al haberpodido realizar el avance ...b5,pero ahora se enfrentan a un pro-blema. No pueden sostener su pe-

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Donald Byrne – Tigrán Petro-sián;Torneo de Palma de Mallorca

(España), 1968. 1 c4 g6 2 ¤c3 ¥g73 g3 ¤f6 4 ¥g2 0-0 5 e4 d6 6 ¤ge2c6 7 0-0 a6 8 d4 ¤bd7 9 h3 ¦b8 10d5 c5 11 a4 ¤e8 12 f4 ¤c7 13 £d3¤f6 14 ¥d2 ¥d7 15 a5 b6 16 axb6¦xb6 17 £c2 £b8 18 ¤d1 ¤fe8 19¥c3 ¥xc3 20 ¤exc3 ¦b4 21 £e2e5 22 f5 ¤f6 23 ¦f2 ¢h8 24 ¢h2

g5! 25¤

e3¦

g8 26¥

f3¦

b6 27¢h1 ¢g7! 28 h4 h6 29 ¦g1 ¢f8 30¤g4 ¤xg4 31 ¥xg4 ¤e8 32 f6¥xg4 33 £xg4 ¦g6 34 ¦gf1 gxh435 £xh4 ¦xb2 36 g4 ¦xf2 37 ¦xf2£b3 38 ¦f3 ¢g8! 39 g5 hxg5 40£g4 ¤xf6. Las blancas abando-nan.

Siguiendo con la partida ante-rior:

20 g4 ¤d7!21 g5 ¦e822 ¢h1 ¤c523 h4 £d824 ¦f3 ¥f8

ahora se disponen a efectuar uncontragolpe en el centro para

abrir líneas decisivas. De ahoraen adelante, nunca cederán la ini-ciativa.

25 ¦g3 e5!

26 f5 ¤d4!

Además del ataque a la dama,

existe la amenaza de invasión en‘d3’. Por otro lado, después de 27¥xd4 exd4, las blancas pierdenuno o dos peones (cuando el ca-ballo mueva, sigue ...¥xf5).

27 £f1 ¤dxb3

28 ¤xb3 ¤xb3

29£

e1¤

c5!

Otra jugada estelar: las negrasganan tiempo para presionar ‘e4’ yexplotar la descoordinación de laspiezas blancas en ambos flancos.

30 £xb4 ¥b7

31 ¤d5 ¦a4

32 £d2 ¥xd5

Las negras suprimen radical-mente la última posibilidad de lasblancas: 33 ¤f6+ gxf6 34 gxf6+.

33 £xd5 ¦b4!

Las negras ganan ahora unapieza gracias a la clavada en lacolumna b. El juego de Petrosiánen posiciones cerradas o restrin-gidas era un modelo de agudeza

EL ARTE DE LA DEFENSA EN AJEDREZ134

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7

6

5

4

3

2

1

a b c d e f g h

Las negras han cubierto ade-cuadamente el flanco de rey y

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y de lucidez. La partida finalizóasí:

34 ¥f3 £a835 £d2 £b736 ¦g2 ¦b837 ¥d1 £xe438 ¥c2 £xc439 g6 ¦xb240 gxh7+ ¢h8

41¦

bg1£

xh4+42 ¦h2 £f4

Las blancas se rindieron.

Grigori Ravinski – Vasili Smís-lov; XIII Campeonato de laURSS, Moscú (Rusia), 1944

1 d4 ¤f6 2 c4 e6 3 g3 d5 4 ¥g2dxc4 5 £a4+ ¥d7 6 £xc4 ¥c6 7¤f3 ¥e7 8 ¤c3 0-0 9 0-0 ¤bd7 10¥g5 h6 11 ¥xf6 ¤xf6 12 ¦ad1.

nas líneas y casillas para sus pie-zas menores. Curiosamente, aún

tienen que seguir jugando con su-ma precisión para poder igualar.Su problema es dotar a sus piezas,sobre todo a la dama y a las to-rres, de un juego activo. Hay uncierto embotellamiento central ydeberán evitar los posibles trucosde las blancas, relacionados con¤

e5 y d5. Por ejemplo: 12 ...¤

e413 ¤e5 ¤xc3 14 ¤xc6,o aun 12 ...¤e8 13 e4 ¤d6 14 £d3.

12 ... £d6!

Esto alivia mucho el juego delas negras, porque un cambio de

damas (con ...£

b4) les permitiríaatacar de inmediato el centroenemigo. De esta forma, tambiénhabilitan las jugadas ...¦fd8 y...¥e8, para seguir con ...b6 y ...c5.Esta última ruptura es la clave delcontrajuego negro, pero requieresuma cautela en su ejecución.Una partida modelo es Junge –Alekhine, Múnich, 1942, aunquese desvió de ésta en plena apertu-ra:

13 £d3 £b4

14 £c2 £a5

15 e4 ¦fd8

Ahora las blancas pueden ju-gar ¤e5 sin cambiar el fuerte alfilde fianchetto. Con su última juga-da, las negras permiten la retiradaeventual del alfil de dama a ‘e8’

135EL CONTRAJUEGO

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6

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a b c d e f g h

Las negras han logrado la pa-reja de alfiles y cuentan con bue-

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sin encerrar una torre. Smíslovcomenta que a las negras no les

disgustaría la variante 16 ¤e5¥e8 17 ¤c4 £a6 18 b3 c6, debidoa que disponen de amenazas con-tra el centro, a base de ...b5 y...£b6.

16 ¦fe1! ¥e8!

De este modo las negras se an-ticipan al avance 17 d5, que ahorapodrían replicar con 17 ... exd5 18exd5 ¥b4 19 ¤d4 ¥d7, seguidode ...¥xc3 y ...¦e8 ó ...¥g4, en cu-yo caso el peón de ‘d5’ constitui-ría una debilidad seria para lasblancas.

En la siguiente fase, las blan-cas aprovechan la posición de ladama negra para establecer loque parece un control férreo delavance ...c5. Esta cuestión es pre-cisamente la clave de la lucha,porque si las negras consiguen re-alizar esa ruptura, determinaránel curso de la partida.

17 a3 c6

18 ¤a4 ¦ac8

19 b4!? £c7

20 £b3 b6

21 ¦c1 c5!

(D)

La ruptura es eficaz, en virtudde que, en la posición simplifica-da que se producirá, el alfil ne-gro y la utilización de la columnad garantizan a las negras una pe-

queña iniciativa. Los problemasblancos están vinculados con‘e4’. Si este peón estuviese situa-do en ‘e3’, entonces el peón de‘f2’ no sería fácilmente atacable,el peón de e podría defendersesin dificultades, y, en consecuen-

cia, el juego desembocaría enunas tablas.

22 dxc5 ¥xa423 £xa4 bxc524 ¥f1 £b625 b5! ...

Una buena jugada defensivarelacionada con la idea de blo-queo ¥c4.

25 ... c4!

Pero la diagonal ‘g1’-‘a7’ bienvale un peón para las negras. Porejemplo: 26 ¥xc4 ¤g4 27 ¦e2¦d3!, o 26 ¦xc4 ¤g4 27 £c2 ¦xc428 ¥xc4 ¤xf2! Lo mejor para lasblancas es 26 ¦xc4 ¤g4 27 ¦e2¦xc4 28 £xc4 ¥c5 29 £c2 £xb530 h3.

EL ARTE DE LA DEFENSA EN AJEDREZ136

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Un sacrificio brillante, dijoen una ocasión el hom-bre sabio, sólo demues-

tra que alguien se ha equivocado.Lo que Savielly Tartakower quisodecir es que las entregas de damasy torres deslumbrantes sólo pue-den ser correctas si quien las reali-za cuenta en su haber con una se-

rie de ventajas estratégicas.Entonces, una vez acumulada unasuperioridad manifiesta, puedecoronar el medio juego con un sa-crificio espectacular y conservarla planilla para su posterior publi-cación en las antologías del juego.

Este tipo de sacrificio “prácti-

co” o  seudosacrificio es fácil deentender. En cambio, el sacrificiono concluyente, que no fuerza larendición en la continuación in-mediata, es el auténtico reto para

el defensor. No puede hacersegran cosa acerca del seudosacrifi-cio antes mencionado, porque suposición posiblemente fuese, encualquier caso, desesperada. Peroel sacrificio no concluyente u op-timista requiere una gran aten-ción.

¿Debo capturar el material

que se me ofrece? ¿Puedo rehu-sarlo? Desde un punto de vistapráctico, ¿rehusar el sacrificioconfundirá más a mi adversarioque su aceptación? Si lo acepto,¿podré defenderme contra lasamenazas inmediatas? ¿Qué pa-sará con las amenazas a largo

plazo como consecuencia de laaceptación? ¿Cuánto materialnecesito para ganar? ¿Cuándodebo devolver el material sacrifi-cado? ¿Por cuánto material vale

El sacrificio

CAPÍTULO 5

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la pena correr el riesgo? Éstassólo son algunas de las preguntas

a los problemas planteados.En este capítulo pasaremos re-vista a algunas de las principalescuestiones relacionadas con los sa-crificios. Desde un punto de vistapráctico, no hay mucha diferenciaentre: a) un sacrificio deliberada-mente planeado por el rival, b) la

pérdida de material omitida por eladversario, y c) que usted hayaprovocado su sacrificio, haciendoque cualquier alternativa se tra-duzca en una posición inferior. Entodos los casos se gana y se pierdematerial y los méritos del cambiode material a menudo tienen pocoque ver con la motivación. Pero aefectos de nuestro estudio, dejare-mos la provocación y la recolectade peones para el capítulo siguien-te.

¿ACEPTAR O REHUSAR?

Existen numerosas y excelen-tes monografías escritas desde elpunto de vista del jugador que re-aliza el sacrificio. En esas obras,los autores, como Spielmann, Vu-kovic o Shamkovich, se toman lamolestia de distinguir entre lasfunciones que realizan los dife-

rentes sacrificios. Algunos se eje-cutan para abrir líneas, otros paraasegurarse a tiempo una ventaja,otros para desmantelar el enro-que enemigo, etc.

Desde el punto de vista deldefensor, sin embargo, tales dis-

tinciones son secundarias. La pri-mera división que el defensor tra-za es entre sacrificios forzosos yno forzosos. En otras palabras, lapregunta que se plantea es: ¿De-bo aceptar este sacrificio o puedorehusarlo?

Miguel Najdorf recordaba

otro tartakowerismo cuando seanotó su primera partida, contraWolfgang Unzicker, en el TorneoPiatigorsky de 1966.La posición aque llegaron ambos grandes ma-estros era un producto típico dela Defensa Nimzoindia:

1 d4 ¤f6 2 c4 e6 3 ¤c3 ¥b4 4e3 0-0 5 ¥d3 d5 6 ¤f3 c5 7 0-0

¤c6 8 a3 ¥xc3 9 bxc3 dxc4 10¥xc4 £c7 11 ¥d3 e5 12 £c2 ¦e813 dxe5 ¤xe5 14 ¤xe5 £xe5 15f3 ¥e6!? 16 ¦e1? ¦ad8 17 ¦b1£d5! 18 ¥f1 ¥f5 19 e4.

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Ahora se puso de manifiestola idea de las negras en la jugada

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18ª: 19 ... ¤xe4!, una idea de sacri-ficio más o menos transparente

que les hubiera concedido unaposición ganadora tras 20 fxe4¦xe4! 21 ¦xe4 ¥xe4 22 £b2¥xb1 23 £xb1 £d1, seguido de...£e1 y ...¦d1.

“Por fortuna, no perdí la cabe-za y me acordé de una máxima demi viejo maestro Tartakower”, es-

cribió Najdorf en el libro del tor-neo, “según la cual ‘para perderno basta con cometer sólo unerror’”.

Para complicar las cosas, lasblancas jugaron 20 £b3!!, un re-chazo inesperadamente fuertedel sacrificio. Si las negras cam-biasen ahora material para pre-servar el peón de ventaja, se en-contrarían en un final inferior: 20... £xb3 21 ¦xb3 ¤d6 22 ¦xe8+¦xe8 23 ¥f4, o bien 22 ... ¤xe8 23¦xb7 ¦d1 24 ¦b8 ¢f8 25 ¥e3!

Unzicker decidió ganar unsegundo peón, con 20 ... ¤xc3,pero después de esto, las blancas

se aseguraron el empate graciasa la actividad de sus piezas. Lapartida concluyó rápidamentecon 21 ¦xe8+ ¦xe8 22 £xd5¤xd5 23 ¦xb7 ¢f8 24 ¢f2 ¦e725 ¦b8+ ¦e8 26 ¦b7 ¦e7. Ta-blas. Najdorf se recuperó justo atiempo, antes de cometer el se-

gundo error, como hubiera suce-dido en caso de aceptar el sacri-ficio de Unzicker.

El simple acto de rehusar unsacrificio ha bastado para confun-

dir a más de un jugador, incluidoslos más fuertes maestros. El juga-

dor que sacrifica ha preparado suposición para ese momento y hacalculado todas las variantes quehacen de la aceptación del sacrifi-cio. Pero ¿ha considerado con laatención debida el rechazo del és-te? Una manifestación aguda deeste caso se produjo en una parti-

da del Campeonato de la URSSpor equipos de 1963, entre BorísSpasski y Alexéi Suetin:

1 d4 d5 2 c4 dxc4 3 ¤f3 ¤f6 4e3 e6 5 ¥xc4 c5 6 0-0 a6 7 £e2 b58 ¥b3 ¥b7 9 ¦d1 £c7 10 ¤c3¤bd7 11 e4 cxd4 12 e5!? bxc3 13exf6 ¤xf6 14 ¤e5 ¥c5! 15 ¥f4£b6 16 ¤xf7.

141EL SACRIFICIO

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Las negras podrían tratar dedefenderse con 16 ... ¢xf7, pero

Suetin comprendió que hubierasido imposible sobrevivir a 17¦d6!!, que Spasski le tenía prepa-rado. Pero, aunque esta jugada nofuese convincente, era preferible

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optar por la segura 16 ... 0-0!!,co-mo jugó Suetin.

Sí, es perfectamente regla-mentario enrocar corto en estaposición. Pero Spasski sin duda lohabía omitido en sus cálculos,cuando estudió las complicacio-nes con 12 e5. Ahora, el futurocampeón mundial debía haber ju-gado 17 ¤d6, pero, tal vez sacudi-

do por la inesperada réplica de surival, quedó fuera de onda y per-dió en pocas jugadas, después de17 ¤g5? cxb2 18 ¦ab1 ¦ae8 19

¦xb2 £c6 20 ¤f3 ¤e4!

Una de las razones por la quelos sacrificios oportunistas tienenéxito tan a menudo es que los de-

fensores tienden a creer en el an-tiguo aforismo “la mejor formade refutar un sacrificio es acep-tarlo”. Amos Burn, que fue du-rante muchos años el más fuerte jugador inglés más fuerte, era es-pecialmente vulnerable a esa sen-tencia, y los aceptaba todos “porprincipio”. Un notable ejemplode ello fue su derrota ante FrankMarshall (blancas) en Ostende en1907. El americano comenzó con1 d4 ¤f6 2 ¤f3 d6 3 ¥f4 ¤bd7 4

e3 g6 5 ¥d3 ¥g7 6 ¤bd2 0-0 7

h4?! ¦e8 8 h5 ¤xh5 9 ¦xh5? gxh5

10 ¥xh7+. Aquí la sencilla 10 ...¢f8! hubiera puesto punto finalal ataque de Marshall, antes deéste hubiese comenzado, y las ne-gras podrían asumir la iniciativacon ...e5. Pero, fiel a sí mismo,Burn jugó 10 ... ¢xh7??, y recibió

mate en 11 jugadas, se empezópor 11 ¤g5+ ¢g6 12 ¤df3 e5 13

¤h4+ ¢f6 14 ¤h7+.Pero quizás el ejemplo másnotorio de esta fidelidad dudosaa los principios se encuentre enuna partida de Karl Schlechter ensu victoria de torneo más brillan-te. Tenía blancas contra GeorgSalwe, en San Petersburgo, 1909:

1 e4 e5 2¤

f3¤

c6 3¥

b5 a6 4¥a4 ¤f6 5 0-0 ¥e7 6 ¦e1 b5 7¥b3 d6 8 c3 ¤a5 9 ¥c2 c5 10 d3¤c6 11 ¤bd2 0-0 12 ¤f1 £c7 13¥g5 ¤e8 14 ¤e3 ¥xg5 15 ¤xg5¤e7 16 a4 ¦b8 17 axb5 axb5 18£d2 h6 19 ¤f3 ¥e6 20 d4 ¤f6 21¦a6 ¦a8.

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Aquí Schlechter jugó 22dxe5!?, un sacrificio que, comoobservó el campeón mundialEmanuel Lasker, era ventajoso,ya fuese aceptado o rehusado. A22 ... dxe5 23 ¦ea1 ¦xa6 24 ¦xa6¥c8, las blancas tenían tiempo de jugar 25 £d6!, con una gran ven-taja en el final, y si 24 ... ¦d8, lasblancas jugarían 25 £c1, para do-

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blar en la columna a, la superiori-dad sería incuestionable.

Por consiguiente, Salwe eligió22 ... ¦xa6 23 exf6 gxf6 24 ¤d5!¥xd5 25 exd5 ¢g7 26 ¤h4, conuna posición perdida, que lasblancas ganaron al estilo clásico:26 ... ¦e8 27 h3 £d8 28 ¦e3 ¤g6

29 ¤f5+ ¢f8 30 ¦e6!!

Después de que la partida ga-

nase el premio de belleza y deque Lasker la alabase en el librodel torneo, se descubrió que el sa-crificio se habría refutado senci-llamente con 22 ... ¤xe4!, ya quesi 23 ¥xe4, sigue 23 ... ¦xa6 y elenroque negro es sólido como laroca.

PROBLEMAS YVENTAJAS DE REHUSAR

Lo que permite que estos sa-crificios se puedan rehusar es queno tienen un carácter forzoso.Una cosa es que cuando su oposi-tor tome un caballo con una to-rre, usted deba retomar si noquiere quedarse con pieza de me-nos, y algo muy distinto cuando,por ejemplo, sitúa una torre enmedio del tablero, como en lapartida Vasili Smíslov – VladímirMakogónov; XIII Campeonatode la URSS, Moscú (Rusia), 1944:

(D)

Esta posición nos recuerda ala partida de Botvínnik del capí-

tulo 3. Las negras acaban de jugar24 ... ¦e4!, con la intención de si-tuar el caballo en ‘d5’ después de25 ¥xe4 dxe4. Luego, con la peli-grosa columna e cerrada, puedenrespirar más fácilmente. Desde el

punto de vista material, la situa-ción estaría casi igualada, debidoal peón extra ganado en la aper-tura.

Las blancas, sin embargo, noestán obligadas a capturar. En re-alidad, Smíslov simplemente me- joró su posición con una penetra-

ción de dama, pues de todosmodos la oferta de la calidad noiba a escaparse. El juego siguióasí: 25 £g3! ¦g8 26 £g5! ¥e7 27£h6 ¥f6 28 £h7 ¦g7 29 £h8+¤c8, y ahora 30 ¥xe4 dxe4 31£f8. El caballo ya no puede lle-gar tan fácilmente a ‘d5’ y las pie-zas negras están mucho peor co-ordinadas. No sólo el sacrificio delas negras no era forzoso, sino quetampoco estaba condicionado porel tiempo. Las blancas acabaronganando en una dura lucha.

143EL SACRIFICIO

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¿Cuán apremiante es forzoso?Cuando hablamos de un sacrifi-

cio forzoso, queremos decir quelas concesiones que realizaría eldefensor, caso de rehusarlo, serí-an demasiado grandes.A menudoeste tema es cuestión de apre-ciación: “Si no tomo ahora su ca-ballo, lo apartará en la jugada si-guiente, y quedará con un peón

de ventaja. ¿Vale la pena quepierda un peón?”. De todos mo-dos, es más una cuestión de cálcu-lo que de evaluación.

Tal fue el caso en la partidacrítica del Torneo de Candidatosde 1953. Paul Keres, que se en-contraba a un punto del jovenDavid Bronstein, buscó el mate atoda costa en una de las últimasrondas.1

Keres – Smíslov. 1 c4 ¤f6 2¤c3 e6 3 ¤f3 c5 4 e3 ¥e7 5 b3 0-06 ¥b2 b6 7 d4 cxd4 8 exd4 d5 9¥d3 ¤c6 10 0-0 ¥b7 11 ¦c1 ¦c812 ¦e1 ¤b4! 13 ¥f1 ¤e4! 14 a3¤xc3 15 ¦xc3 ¤c6 16 ¤e5 ¤xe5

17 ¦xe5!? ¥f6 18 ¦h5 g6 19¦ch3!!?

(D)

Como escribió Bronstein ensu libro del torneo, Smíslov esta-ba predispuesto a aceptar el sa-crificio de la torre, “tanto más

cuanto que no veía de qué modopodrían ganar las blancas”. Re-trospectivamente, sin embargo,debe aplaudirse su decisión derehusar la entrega de la torre,porque los análisis posterioresdemostraron que las blancas dis-ponían de un ataque devastadordespués de 19 ... gxh5 20 £xh5¦e8 21 a4!! (para jugar ¥a3) 21... £d6 22 c5! Por otra parte, lo justo hubiera sido plantearletambién a Keres la pregunta desi había descubierto el métodoganador.

Pero las negras conservaron lasangre fría, tras la asombrosa ju-gada 19ª de su rival. Por supuesto,la alineación de torres contra elpeón de ‘h7’ significa que las pie-zas blancas penetrarán en el en-roque. ¿Hasta qué punto es esopeligroso? Analizando un poco

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1

a b c d e f g h

1 El autor no contrastó sus recuerdos, y conviene situar esta importantísima partida en el contexto

 preciso. Cuando se disputó,en la 24ª ronda, a falta de seis para el final, Smíslov y Reshevsky mar-

chaban en cabeza, con 13,5 puntos, seguidos de Keres y Bronstein, con 13.Smíslov tenía, además,

una partida menos, por lo que el encuentro era, ciertamente, decisivo para Keres. N.del T.

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más, Smíslov se convenció de quepodía rehusar la oferta con 19 ...

dxc4!!La primera razón de por quées fuerte esta jugada es que lasblancas no pueden capturar conla rutinaria 20 bxc4, porque en-tonces las negras toman la torre yrechazan el ataque mediante eltraslado de su alfil de dama a ‘e4’.

La segunda razón es que las blan-cas se encuentran ahora en elpunto de mira.Tienen que encon-trar una réplica igualmente fuerteentre las diversas jugadas candi-datas, como 20 ¦h6, 20 £g4 y 20¦xh7. Someter al contrario alproblema de elegir es una magní-fica arma defensiva.

La última posibilidad, 20 ¦xh7,era crítica, porque también res-pondía a la cuestión de si la juga-da 19ª de las blancas suponía o noun sacrificio forzoso. Keres jugó20 ¦xh7 c3 21 £c1!, con idea dellevar la dama a ‘h6’. Smíslov, sinembargo, había calculado de an-

temano que podía incorporar sudama a la defensa con 21 ...£xd4!, cubre ‘g7’ y ‘h8’. Esta ju-gada resultó demoledora y la par-tida finalizó así: 22 £h6 ¦fd8 23¥c1 ¥g7 24 £g5 £f6 25 £g4 c226 ¥e2 ¦d4 27 f4 ¦d1+ 28 ¥xd1£d4+, y las blancas se rindieron.

Cuando el defensor se dice a sí mismo: “Puedo permitirme rehu-sar el sacrificio”, también está re-alizando un sacrificio. A veces,eso significa sacrificar la estructu-

ra de peones, y otras, significa en-tregar una pieza o peón tempo-

ralmente, o incluso de forma defi-nitiva.He aquí la partida del Campe-

onato Soviético de 1952, entreKorchnói (negras) y Goldénov.Las negras han defendido hábil-mente su flanco de rey y se dispo-nen a asumir la iniciativa con 27

...¦

e2. El problema de las blan-cas es que si 27 ¦e3, 27 ... ¥f4!, ysi 27 £g5, 27 ... f6! 28 ¥xf6 h6 29£g6 £e6!

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Ante estas variantes, Goldé-nov buscó refugio en la honora-ble tentativa de un jaque perpe-tuo tras 27 ¥xg7, con idea de dar jaques interminables en ‘f6’, ‘g5’ y‘h6’. ¿Es un sacrificio de obligadacaptura?, se preguntó Korchnói.

Las blancas amenazan 28 ¥f6 ó28 £g5 si las negras juegan otracosa que 27 ... ¢xg7.

Pero las negras encontraron27 ... £f5!, que tiene la doble fun-

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ción de tomar el alfil (ahora queel perpetuo es imposible), y tam-

bién de apoyar un poderoso con-trajuego a base de ...¦e2 y ...¥f4.Para impedir esta última idea, lasblancas jugaron 28 ¥h6, pero en-tonces siguió 28 ... ¦e2! 29 £g5+£xg5 30 ¥xg5 ¥e5!, con un finalsuperior para las negras; por cier-to, resulta interesante la forma en

que Korchnói explotó su ventaja:31 ¦d1 ¥xb2 32 ¢f1 ¦c2 33 ¦d2?¦c1+ 34 ¢f2 ¥c3! 35 ¦e2 ¥e1+!

36 ¦xe1 (36 ¢f1 ¥d2+, seguidode 37 ... ¦xe2+ y 38 ... ¥xg5) 36 ...

¦cxe1, ganan.Las negras corrieron un riesgo

al responder al sacrificio de alfil

con 27 ...£

f5!, pues consideraronque su contraataque valía másque el peón. Otra ilustración deeste enfoque la tenemos en lapartida clave Fridrik Olafsson –Mijaíl Tal; 11ª ronda del Torneode Candidatos, Bled, Zagreb, Bel-grado, 24 de septiembre de 1959.

1 e4 c5 2 ¤f3 e6 3 d4 cxd4 4¤xd4 a6 5 c4 ¤f6 6 ¤c3 ¥b4 7¥d3 ¤c6 8 ¤e2 £c7 9 0-0 ¤e5?

10 f4! ¤xc4 11 ¢h1! ¥e7 12 b3¤b6 13 e5 ¤fd5 14 ¤e4 f5! 15

exf6 ¤xf6 16 ¤2g3 ¤bd5 17 ¥b2

0-0 18 ¦c1 £d8 19 £e2 b5 20

¤xf6+ ¥xf6 21 £h5.

(D)

Las negras han aceptado unsacrificio dudoso de peón, y a pe-sar del buen intento por controlarespacio en el flanco de rey (14 ...

f5), su posición sigue siendo infe-rior. En realidad, hay varias posi-bles mejoras para las blancas enel juego precedente.Aquí, sin em-bargo, las negras tienen pocaelección, pues si 21 ... h6, 22 ¥a3,seguido de £g6 ó f5, sería muy

fuerte para las blancas.En consecuencia, las negrasoptaron por un ingenioso sacrifi-cio de peón, devolvieron el gana-do en la apertura: 21 ... g6! 22¥xg6, y ahora no 22 ... hxg6 23£xg6+ ¢h8 24 ¤f5!, seguido de¦f3-h3, sino 22 ... £e7!

Examinemos ahora la posi-ción. Las blancas sólo pueden re-novar el ataque a ‘h7’ y a otrosobjetivos del flanco de rey congrandes dificultades. El mayorproblema es resolver el de suspiezas amenazadas de captura ocambio. Para coordinar las piezas,deberán perder tiempo, y es pre-cisamente la ganancia de tiempolo que salva a las negras.

Lo que sucedió fue esto: 23¥xf6 ¤xf6 24 £f3 ¦b8 25 ¥d3¥b7 26 £e2 ¢h8 27 ¦ce1 ¦be8, y

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aquí las blancas deberían haberbuscado las simplificaciones con

28 ¤e4. Pero se equivocaron: 28¤f5? £b4 29 £b2 ¦c8 30 ¤g3£c3 31 £e2 ¦g8 32 ¤e4 £d4, yquedó claro que la iniciativa ha-bía pasado a manos de las negras.Mijaíl Tal ganó poco después.

Rehusar un sacrificio tambiénpuede hacerse planteando otro sa-

crificio basado en valores no mate-riales, como la solidez de la propiaestructura de peones, la actividadde las piezas, etc. Un ejemplo típi-co se da en una variante del Gam-bito de Dama, que era el azote amediados de los años treinta:

1 d4 d5 2 c4 dxc4 3 ¤f3 ¤f6 4e3 e6 5 ¥xc4 c5 6 0-0 ¤c6 7 £e2a6 8 ¦d1 b5 9 ¥b3 c4!? 10 ¥c2¤b4 11 ¤c3 ¤xc2 12 £xc2 ¥b713 d5!?

Flohr introdujo una defensa exce-lente contra Reshevsky, 13 ... £c7!

Las negras asumen un débil pe-ón de e después de 14 dxe6 fxe6,porque entonces 15 e4 se neutrali-za con 15 ... b4. Las negras puedencontinuar con ...¥e7 ó ...¥d6,...0-0y ...¦ad8. El peón de ‘e6’ de nuevoes, en este caso, una debilidad de laque no se puede sacar partido en

un medio juego complicado.De modo que, en la partida ci-tada, las blancas prosiguieron con14 e4, en lugar de 14 dxe6, y estopermitió 14 ... e5!, que mantieneel centro cerrado. Las negras que-daron bien después de 15 ¥g5¤d7, e incluso algo mejor, debidoa la mayoría en el flanco de da-mas y a la pareja de alfiles.

Por último, hay que hacer no-tar que un sacrificio no forzosopuede tener un precio alto, aun-que el defensor no pueda acep-tarlo ni lanzar un inmediato con-traataque. El atacante puedehaber recortado también sus pro-

pias opciones al efectuarlo. Porejemplo, en un duelo entre Naj-dorf y Reshevsky, en 1952, el granmaestro argentino jugó:

1 d4 ¤f6 2 c4 e6 3 ¤c3 ¥b4 4£c2 c5 5 dxc5 0-0 6 a3 ¥xc5 7¤f3 ¤c6 8 b4 ¥e7 9 e3 d6 10 ¥b2a5! 11 b5 ¤b8 12 ¤g5 ¤bd7 13

¥e2 h6 14 h4.

(D)

El debutante puede perder va-rias partidas ante jugadores que

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Las blancas se anotaron variasvictorias espectaculares despuésde 13 ... exd5 14 e4!, ya que el cen-tro se ha abierto y las negras trata-ron de aferrarse al material a cam-bio de un desarrollo inferior. Peroen Nottingham en 1936, Salo

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no retiran sus piezas cuando lasatacan con ...h6 y, en lugar de ello,responden h4. El debutante tomala pieza y recibe mate en pocas jugadas en la recién abierta co-lumna h.

Pero éste es uno de los másantiguos sacrificios no forzosos.Las negras no están ansiosas por jugar 14 ... hxg5? 15 hxg5 ¤e8??16 £h7++. Pero si no es obligadala captura ...hxg5, entonces h4 esuna jugada ingenua. No sólo inge-nua, sino también costosa, porquelas blancas se han privado de laposibilidad de disputar un medio juego estratégico tranquilo con laopción de enrocar corto. Su  seu-

dosacrificio es rehusado, pero lapérdida de la opción de juego es-tratégico es irrecuperable.

Las negras respondieron 14 ...£c7 15 ¤ce4 e5!, que anula así laamenaza ¤xf6+ y ¥xf6 con ideade desarrollar las piezas para lareacción central ...d5, de modoque las piezas blancas estaríandispersas y mal situadas y el caba-

llo de ‘g5’ tal vez podría capturar-se. La idea misma de ataque fra-

casó después de 16 ¤g3 ¦d8 17¦c1 ¤f8 18 ¤5e4 ¥e6 19 ¤f5¦ac8 20 ¤xe7+ £xe7 21 ¤xf6+£xf6 22 £e4 (para impedir ...d5)22 ... b6 23 h5 ¤d7 24 f4 ¥f5 25£f3 ¤c5! 26 fxe5 dxe5 27 0-0¥d3!, y, pocas jugadas más tarde,las blancas perdieron por tiempo

en una posición desesperada.

JUGADA INTERMEDIAY SACRIFICIO A LA CONTRA

Hay algunos casos (aunque,curiosamente, ocurren con ciertafrecuencia) relacionados con la jugada intermedia y los sacrificiosa la contra antes y después de laaceptación de un sacrificio.

La palabra Zwischenzug –pa-labra alemana para designar la jugada intermedia– denota la in-terrupción de la secuencia nor-mal de los acontecimientos con

una jugada inesperada. Esta juga-da es de naturaleza tan apremian-te que el otro bando debe aten-derla antes de reanudar lavariante del sacrificio. La  jugada

intermedia introduce un nuevoescenario de circunstancias quecuestionan la validez o corrección

del sacrificio.Una partida de Alekhine

cuando era joven contra Olland,en Scheveningen en 1913, consti-tuye un excelente ejemplo:

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1 e4 e5 2 ¤f3 ¤c6 3 ¥b5 ¤d44 ¥e2? ¤xe2 5 £xe2 d6 6 c3 c6 7

d4 £c7 8 ¥e3 ¤f6 9 ¤bd2 ¥e710 h3 b6 11 0-0 a5 12 c4 c5! 13 d5h6 14 a3 g5! 15 b4 g4 16 hxg4¥xg4 17 bxc5 bxc5 18 £d3 £d7.

gante: 19 ... ¥xf3! 20 ¤xf3 ¦g8!Esto equivale al sacrificio de un

peón, porque las blancas podríanretirar ahora el alfil de ‘c5’. Sinembargo, el sacrificio planteadopor las negras no puede ser acep-tado, a causa de una amenazabrutal: 21 ¥e3 ¦xg2+! 22 ¢xg2£g4+ 23 ¢h2 £xf3, seguido dela poderosa entrada del caballo

negro en ‘g4’ y de una torre en‘g8’.La partida tenía, por supuesto,

más contenido. Las blancas com-prendieron el peligro y jugaron21 ¤xe5! dxe5 22 ¥xe7, de formaque capturaran en el supuesto deque las negras capturasen en ‘e7’,podrían consolidar la posición delenroque con f3 y ¦f2. En tal caso,tendrían algunas posibilidades enel medio juego, con dos peonespasados y unidos en el flanco dedama, listos para avanzar.

Pero de nuevo las negras en-contraron una jugada intermediafuerte: 22 ... £g4!, que les permi-

tió conservar la pieza extra y lainiciativa en el flanco de rey co-mo contrapeso a los peones cen-trales blancos.

La partida continuó así: 23 g3¢xe7 24 d6+ ¢f8 25 ¦fe1 h5 26¦ad1 ¦d8 27 c5 h4 28 ¦e3 hxg3,seguido de ...¤h5, con ventaja de-

cisiva para las negras. Un juegomuy distinto del que se habríaproducido después de 19 ... dxc5.

Otro ejemplo de la confusiónque crea una jugada intermedia

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Olland (blancas) comprendióque estaba quedándose sin juegoy que su posición podía venirse apique sólo con un asalto en la co-lumna g. Así que tomó las medi-das oportunas para que eso nosucediera, y comenzó con 19

¥xc5!, para responder a 19 ...dxc5 con 20 ¤xe5 y f3-f4, con unpoderoso centro de peones acambio de un sacrificio de mate-rial relativamente pequeño. Ental caso, los problemas de lasblancas en el flanco de rey seríanmenos significativos, y mayor es,

en cambio, los del retraso en de-sarrollo de las negras.

Pero no hay prisa por aceptarla pieza. Alekhine calculó unaserie de jugadas intermedias ele-

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puede verse en las sub variantesde un ataque combinatorio, en

una variante controvertida de laSiciliana Najdorf, que comienzacon:

1 e4 c5 2 ¤f3 d6 3 d4 cxd4 4¤xd4 ¤f6 5 ¤c3 a6 6 ¥g5 ¤bd77 ¥c4 £a5 8 £d2 e6 9 0-0-0 b5 10¥b3 ¥b7 11 ¦he1 ¤c5? 12 e5!dxe5 13 ¥xe6! fxe6 14 ¤xe6!

El análisis  post ludum revelóque también las negras podían

mejorar su juego. No con 14 ...¤xe6, debido a 15 ¥xf6, con laamenaza mortal £d7. Pero consi-deremos la jugada intermedia 14... b4! La clave de esta jugada ra-dica en que queda atacada otrapieza blanca. El caballo de ‘c3’ nodispone de un salto cómodo, pero

además el avance 14... b4 pone ala dama negra en contacto indi-recto con el peón de ‘e5’. Estopuede hacerse notar, por ejem-plo, en la variante 15 ¦xe5 ¤d3+!16 £xd3 £xe5, o aun 15 ¤xc5bxc3 16 ¦xe5+ ¢f7. Puesto que¦xe5 no puede jugarse de inme-diato y que luego no resultaríamortal, la jugada 14 ... b4 es unamejora sustancial.

La aparición de estas ideas de jugadas intermedias no sólo seven en variantes forzadas, sinotambién en sacrificios oportunis-tas. Como ejemplo, recordamosotra partida de Alekhine, esta vez

con el futuro campeón mundialen el lado perdedor. Se trata desu partida contra Teichmann, enKarolvy vary en 1911: 1 e4 e5 2¤f3 ¤c6 3 ¥b5 a6 4 ¥a4 ¤f6 5d4 exd4 6 0-0 ¥e7 7 e5 ¤e4 8¤xd4 0-0 9 c4 ¤c5.

Aquí las blancas optaron por

el sacrificio oportunista de su pe-ón de ‘e5’, a fin de preservar el al-fil de rey: 10 ¥c2?! ¤xe5 11 £h5¤g6 12 f4. Obviamente, las blan-cas disponen de la fuerte amena-

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Hay formas mucho más segu-ras de jugar posiciones derivadasde 6 ... ¤bd7 (por ejemplo, 11 ... 0-

0-0). La posición del diagrama esmuy interesante en sí misma. Seprodujo en el gran torneo de Bleden 1961, en la partida entre Boris-lav Ivkov y Tigrán Petrosián. Iv-kov empleó más de dos horas ensus primeras 14 jugadas, y despuésde 14 ... ¤bd7 15 ¥xf6 ¤xf6,

aceptó la propuesta de tablas dePetrosián, a causa de sus apurosde tiempo. Más tarde se sugirióque hubiera sido muy fuerte 16¦xe5 ¢f7 17 £f4 (ó 17 £e3).

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za 13 f5 ¤e5 14 f6 (amenaza mateen ‘h7’) 14 ... g6 15 fxe7, que gana

pieza. La defensa natural sería 12... ¦e8 13 f5 ¤f8, y esto es satis-factorio sólo porque a 14 f6, lasnegras pueden tomar el peón dealfil: 14 ... ¥xf6 15 £xc5 £e7 16£d5 c6, recupera pieza.

Teichmann encontró una de-fensa todavía más simple: 12 ... d6

13 f5¥

f6!, con la amenaza inter-media ...¥xd4+. Pero el elementoañadido de esta jugada (que haceviable 12 ... d6) es que ahora lacasilla ‘f6’ está ocupada, y elavance f6 es físicamente imposi-ble. Después de 14 ¥e3 ¤e5, laposición de las negras era perfec-tamente segura y, en realidad, in-cluso pudieron añadir un nuevopeón al que ya tenían de ventajaen pocas jugadas más: 15 ¤d2¦e8 16 ¢h1 ¤ed3! 17 ¤e6 ¥xe618 fxe6 ¦xe6 19 ¥xc5 g6 20 £f3¤xc5, y ganaron fácilmente el fi-nal.

Un nuevo ejemplo demuestra

cómo un sacrificio a la contrapuede ser una forma de jugadaintermedia que invalide el temadel sacrificio: 1 d4 ¤f6 2 c4 g6 3g3 ¥g7 4 ¥g2 0-0 5 ¤f3 d6 6 0-0¤bd7 7 ¤c3 e5 8 e4 c6 9 h3 £a510 ¥e3 exd4 11 ¤xd4 ¤b6!? 12£d3 £a6 13 b3 d5, y ahora, para

impedir que la clavada en la da-ma blanca les conceda a las ne-gras una peligrosa iniciativa, losanalistas de aperturas de comien-zos de los sesenta recomendaban

14 £c2 c5 15 exd5. La clave esque a 15 ... cxd4 16 ¥xd4, las

blancas obtienen una excelentecompensación en forma de dosfuertes peones centrales. Unapartida de entonces siguió así: 16... ¦d8 17 ¦fd1 ¥f5 18 £d2 ¤e819 g4! ¥xd4 20 £xd4 ¥d7 21 c5¤c8 22 d6 ¥c6 23 ¤e4, con posi-ción ganadora.

Sin embargo, la evaluación ha-bía sido precipitada y el descubri-miento del sacrificio intermedio15 ... ¤fxd5! demostró que las ne-gras lograban ventaja en todas lasvariantes: 16 ¤xd5 ¤xd5 17 cxd5cxd4, seguido del control de la co-lumna c, o aun 16 ¤b5 ¤xe3, etc.

EL SACRIFICIOQUE DEBE ACEPTAR

El sacrificio forzoso le quita aldefensor una de las opciones:rehusar su aceptación, y es, portanto, un “animal” más peligroso.

La prioridad del defensor es estaralerta ante todas las posibilidadesde sacrificio que existen en tal ocual posición de medio juego. Enuna Defensa Francesa, por ejem-plo, con negras debe usted reco-nocer la presencia de un alfilblanco en la diagonal ‘b1’-‘h7’

 junto con un peón en ‘e5’, ya quecrean el peligro del sacrificio clá-sico ¥xh7+, ¤g5+, £h5. Tambiéncon negras, en la Defensa Sicilia-na, hay que mantenerse alerta an-

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te las posibilidades de sacrificiode pieza en ‘b5’ y ‘e6’. Estas posi-

bilidades no se producen en todaslas partidas, pero el defensor de-be saber que existen y que podrí-an llegar a plantearse. Lo únicoque se requiere es un pequeñodesliz para que el sacrificio sevuelva real.

Aquí debemos establecer una

nueva distinción entre sacrificiosde material pesado, con escasa re-cuperación material inmediata(alfil por peón, torre por dos peo-nes, dama por dos piezas) y los sa-crificios que pueden considerarse,según la expresión de Spielmann,una especie de transacción co-mercial (alfil por dos o tres peo-nes). En el primer caso, el defen-sor se enfrenta a una serie deamenazas que el atacante consi-dera indefendibles. El defensorpuede consolarse con la idea deque si sobrevive a la crisis, en po-cas jugadas, acabará ganando gra-cias a su ventaja material. En el

último caso, las amenazas suelenser menos inmediatas, pero la di-ferencia material es menor.

Un lector aficionado a las an-tologías de partidas puede llegara la conclusión de que ciertos sa-crificios ganan siempre, ya que,después de todo, cada vez que ha

visto plantearse determinado sa-crificio, éste desemboca en el ma-te. Sin embargo, y por alguna ex-traña razón, cuando él lo plantea,nunca gana. Para esos jugadores,

algunos ejemplos como el si-guiente pueden resultarles tonifi-

cantes.Fiódor Dus-Jotimirski – Gri-gori Levenfish; Karolvy Vary(República Checa), 1911.

1 d4 d5 2 ¤f3 ¤f6 3 e3 c5 4dxc5 e6 5 a3 ¥xc5 6 b4 ¥e7 7¥b2 a5 8 b5 ¤bd7 9 ¥d3 b6 10¤e5 ¤xe5 11 ¥xe5 0-0 12 0-0¤

d7 13¥

d4¥

b7 14 f4¤

c5

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Las negras podían bloqueartambién la línea de ataque ‘b1’-‘h7’, con 14 ... f5,y luego rebajar lapresión en la diagonal ‘a1’-‘h8’con ...¥f6 (véase capítulo 2, Líne-as abiertas). Pero la textual es una jugada correcta, porque aquí elsacrificio de los dos alfiles no daresultado. La idea de sacrificar losdos alfiles fue popularizada, iróni-camente, por una de las grandes

mentes defensivas, Emanuel Las-ker. Pero las blancas pensaronque la combinación funcionaba y jugaron 15 ¥xh7+ ¢xh7 16 £h5+¢g8 17 ¥xg7. El mecanismo habi-

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tual sigue con ...¢xg7, jaque dedama en la columna g para obli-

gar al rey negro a situarse en lacolumna h, y la decisiva subida detorre ¦f3 para seguir con ¦h3++.

Por desgracia para él,Duz Joti-mirsky se encontró con que se ha-bía quedado con pieza de menos,después de las siguientes jugadas:17 ... ¢xg7 18 £g4+ ¥g5! 19 fxg5¤

e4 20 h4£

c7! 21¤

d2£

g3.He aquí otro caso apropiado:un festín de sacrificios entre dosrusos desconocidos varias déca-das atrás: 1 e4 c5 2 c3 ¤f6 3 e5¤d5 4 d4 ¤c6 5 dxc5 e6 6 ¤f3¥xc5 7 ¤bd2 £c7 8 ¤c4 0-0 9¥d3 b5. Ahora las blancas tienensu posición en orden, pero las ne-gras les inducen a sacrificar: 10¥xh7+ ¢xh7 11 ¤g5+ ¢g6 (no11 ... ¢g8?? 12 £h5 y mate) 12£d3+ f5 13 £g3. Como en innu-merables partidas publicadas, lasblancas han sacrificado el alfil en‘h7’ y ahora se disponen a ejecu-tar un tremendo descubierto so-

bre el rey negro.Pero las cosas no siempre su-

ceden como uno quiere, y estavez fueron las negras las que secubrieron de gloria: 13 ... f4! 14¥xf4 ¥xf2+! 15 ¢xf2 ¦xf4+ 16¢e1 ¢h6. El rey negro está a sal-vo en esta casilla una vez que el

alfil enemigo de casillas negras hadesaparecido del tablero. La par-tida finalizó así: 17 £h3+ ¢xg5!18 £h7 ¤xe5 19 £xg7+ ¤g6 20h4+ ¦xh4 21 ¦xh4 £g3+ 22 ¢e2

£xh4 23 ¤d2 ¤f4+ 24 ¢d1 ¥b7,y las blancas abandonaron.

En estos casos en que se sa-crifica una cantidad de materialconsiderable para crear amena-zas directas, los amigos del de-fensor son los mismos elementostácticos antes comentados (con-traamenazas, cambios, jugadasintermedias, eliminación de las

piezas atacantes más peligrosas yrefuerzo de debilidades). Unamigo adicional es el retorno dematerial mediante sacrificios. Es-to puede significar devolverexactamente el mismo materialsacrificado, a fin de romper elataque y obtener una ventaja es-tratégica en el medio juego re-sultante con material igualado. Opuede significar crear un dese-quilibrio material, devolviendootras piezas, por ejemplo paradebilitar el efecto de un sacrifi-cio de dama por torre, el sacrifi-cio de calidad para poner térmi-no al ataque iniciado con su

sacrificio, etc.He aquí un ejemplo clásico de

cómo devolver material de formaprovechosa:

Carl Oscar Ahues – Carl Jo-han Margot Carls; Hamburgo(Alemania), 1921. 1 e4 c6 2 d4 d53 exd5 cxd5 4 c3 ¤c6 5 ¥d3 e6 6

¤f3 ¥d6 7 0-0 ¤ge7 8 £e2 ¤g6 9¤g5 ¤ce7 10 f4 0-0!, y las blancashan sido inducidas a un seductor seudosacrificio: 11 £h5 h6 12¤xf7 ¢xf7! 13 g4.

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Las blancas amenazan f5 pararecuperar el caballo. Las negraspoco pueden hacer para sacar elrey de la clavada y se diría que es-ta primera escaramuza ha favore-cido a las blancas, pues el flancode rey negro está expuesto. Sinembargo, las negras demostraronque son las blancas las que estánen apuros una vez que el equili-brio material se restablezca:

13 ... £e8! 14 f5 exf5 15 gxf5¥xf5! 16 ¥xf5 ¢g8! 17 ¥d3¦xf1+ 18 ¢xf1 £f7+ 19 ¢g1 ¦f8.

En pocas jugadas, las negras sehan apoderado de las líneasabiertas del flanco de rey y de lainiciativa, y ahora reducirán a ce-nizas las esperanzas de su rivalcon unos cuantos golpes efecti-vos: 20 ¥e3 ¥f4! 21 £e2 £f6 22¢h1 £g5 23 ¥g1 ¥c1!! 24 ¥xg6

¤xg6, y las blancas se rindieronante la amenaza ...¤f4.Consideremos ahora el dese-

quilibrio material resultante deun sacrificio a la contra. Un caso

sencillo es: 1 e4 e6 2 d4 d5 3 ¤c3¤f6 4 ¥g5 ¥e7 5 e5 ¤fd7 6 ¥xe7

£xe7 7 £g4 0-0 8 ¤f3 c5 9 ¥d3cxd4 10 ¥xh7+ ¢xh7 11 £h5+¢g8 12 ¤g5, y ahora la única for-ma de impedir el mate es 12 ...£xg5!, una solución perfecta-mente satisfactoria después de 13£xg5 dxc3. Las negras tienen trespiezas menores y excelentes pers-

pectivas en la columna c y contrael peón de e5. El ataque blancoha llegado a un punto muerto, yuna vez que las piezas negras es-tén coordinadas, las blancas debe-rán situarse a la defensiva.

Los sacrificios a la contra for-man uno de los temas más exi-gentes del ajedrez, y entre losmás emocionantes citaremos al-gunos ejemplos:

1) Karl Robatsch – Mijaíl Tal; 5ªronda de la Olimpiada deLeipzig (Alemania), 1960. 1 e4c5 2 ¤f3 d6 3 d4 cxd4 4 ¤xd4¤f6 5 ¤c3 a6 6 ¥c4 e6 7 a3

¥e7 8 ¥a2 0-0 9 0-0 b5 10 f4¤bd7 11 ¦f3! ¥b7 12 ¦h3 ¦c813 ¥e3 £c7. Las blancas tie-nen aquí un poderoso ataqueempezando por 14 ¤xe6! fxe615 ¥xe6+ ¢h8 16 ¥d4 ¥d8,pero omitieron la fuerte conti-nuación 17 ¥f5! La fuerza del

asalto blanco en la apertura estal que en partidas posterioreslas negras postergaron el enro-que hasta haber conseguido uncontrajuego considerable en el

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flanco de dama. Las blancas noestaban entonces tan bien pre-

paradas para abrir el centrocomo en esta partida paraabrir el flanco de rey.Pero la partida continuó así: 17£e2? £c6 18 ¢h1 ¥b6 19¥xd7!, y las negras no pudie-ron preservar su pieza extra,pues si 19 ... ¤xd7, las blancas

ganan con 20£

h5. Pero Tal en-contró un ingenioso sacrificio:19 ... £xd7 20 ¥xb6 ¦c4! 21 b3£xh3!! 22 gxh3 ¦xc3 23 ¢g1¥xe4, que no sólo sirvió pararechazar el ataque blanco, sinoque casi gana la partida. Las ta-blas fueron el justo resultadode esta lucha intensa.

2) Ludek Pachman – Robert Ja-mes Fischer; 13ª ronda del Tor-neo de Bled (Eslovenia), 1961.1 c4 ¤f6 2 ¤f3 g6 3 g3 ¥g7 4¥g2 0-0 5 0-0 d6 6 ¤c3 ¤c6 7d4 e5 8 dxe5 dxe5 9 ¤d5 ¥e610 ¤g5 ¥f5 11 h3 h6 12 g4?!

¥c8! 13 ¤xf6+ £xf6 14 ¤e4£h4 15 ¤c3 f5 16 ¤d5 fxg4!?La decisión de las negras de sa-crificar la torre de ‘a8’ está ple-namente justificada en razónde los agujeros del enroqueblanco. Fischer dejó escapar susmejores posibilidades en el jue-

go resultante, pero incluso des-pués de 17 ¤xc7 gxh3 18 ¥d5+¢h7 19 ¤xa8 ¤e7? 20 ¥e3h2+ 21 ¢h1 ¥h3, parece seguirteniendo la posición ganada.

Pachman aprovechó la oca-sión de neutralizar las amena-

zas ...¤f5xe3 y ...e4, con un ex-celente sacrificio: 22 ¤c7! ¤f523 ¤e6! ¦f6 24 ¤xg7 ¤xe3 25fxe3! ¦xf1+ 26 £xf1 ¥xf1 27¦xf1, y después de 27 ... ¢xg7,las blancas dieron jaqueperpetuo en la columna f.

3) Efim Guéler – Max Euwe; 2ªronda del Torneo de Candida-tos, Zúrich (Suiza), 1953. 1 d4¤f6 2 c4 e6 3 ¤c3 ¥b4 4 e3 c55 a3 ¥xc3+ 6 bxc3 b6 7 ¥d3¥b7 8 f3 ¤c6 9 ¤e2 0-0 10 0-0¤a5 11 e4 ¤e8! 12 ¤g3 cxd413 cxd4 ¦c8 14 f4! ¤xc4 15 f5f6! (para impedir f6 y mantenercerrada la diagonal ‘b1’-‘h7’) 16¦f4? b5! 17 ¦h4 £b6 18 e5!¤xe5 19 fxe6 ¤xd3 20 £xd3£xe6! 21 £xh7+ ¢f7 22 ¥h6.El ataque blanco no debe su-bestimarse. El sacrificio a lacontra elegido por Euwe ejer-ció un gran efecto, porque de-

sequilibró psicológicamente alas blancas, que ahora debíanpasar del ataque a la defensa,y de inmediato dejaron esca-par su mejor oportunidad. Lapartida continuó así: 22 ...¦h8!! 23 £xh8 ¦c2! 24 ¦c1??¦xg2+ 25 ¢f1 £b3! 26 ¢e1

£f3, y las blancas se rindieron.

¿Cómo deberían haberse de-fendido las blancas del ataque fi-nal? La idea adecuada era parar

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el mate inmediato con 24 d5!!,que obliga a las negras a capturar

en d5 con una de las dos piezas. Silo hace el alfil, la dama no puedepenetrar fácilmente en ‘b3’. Si lohace la dama, entonces las blan-cas pueden bloquear la gran dia-gonal con caballo o ¦e4.

Estos ejemplos deberían indi-car la amplitud de posibilidades

de un sacrificio a la contra, a ve-ces para impedir el mate, a vecespara asegurar el jaque perpetuo, yen otras ocasiones para iniciarnuestro propio ataque de mate.

SACRIFICIOS DE PEÓN

Cuando el atacante no se juegael todo por el todo, sino que buscasus opciones sacrificando un peóno algún otro tipo de material míni-mo, se requiere una nueva actitudpor parte del defensor. Cierto queéste debe seguir procurando elcambio de material, neutralizar las

piezas enemigas peligrosas y cues-tionar la iniciativa del rival. Peroel sacrificio a la contra no siempretiene éxito por el hecho de que lainversión material del contrariohaya sido mínima, y todos los fina-les no están automáticamente ga-nados.

El sacrificio oportunista de unpeón para lanzar un ataque en elflanco de rey es un caso típico y unbuen punto de partida. Una im-portante lección que debe apren-

derse es que no debe aspirarse a lavirtud absoluta, como se pensó

una vez. La teoría del siglo XIXenseñaba que los gambitos erancorrectos porque se considerabaque la ganancia de algunos tiem-pos de juego compensaba el sacri-ficio de un peón. Pero hoy en díasabemos que tales gambitos sonperfectamente viables para las ne-

gras, aunque se retrasen en desa-rrollo. Por ejemplo, la VarianteGotemburgo (o del peón envene-nado) en la Siciliana: 1 e4 c5 2 ¤f3d6 3 d4 cxd4 4 ¤xd4 ¤f6 5 ¤c3 a66 ¥g5 e6 7 f4 £b6 8 £d2 £xb2.

Más importante en la lista deprioridades del defensor es el cui-dado y refuerzo de los puntos dé-biles y la coordinación de piezas.El defensor debe ser muy pacien-te al movilizar sus piezas.

Detengámonos, por ejemplo,en la partida Alfred Brinckmann –Aaron Nimzovich; Berlín (Alema-nia), 1927: 1 e4 ¤c6 2 d4 d5 3 exd5£xd5 4 ¥e3 e6 5 ¥e2!? £xg2! 6

¥f3 £g6 7 ¤e2. Hay muchas ide-as defensivas evidentes, por ejem-plo, el desarrollo de más piezas, yaque, después de todo, las negrasestán luchando sólo con dama ycaballo.

(D)

Las blancas parecen tener unacompensación excelente en tér-minos de tiempo y espacio, y sediría que pueden explotar amboselementos insistiendo con el ata-

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que a la dama contraria. Luego,una vez que hayan enrocado lar-go, pueden romper en el centrocon el avance d5.

Las negras, sin embargo, apro-vechan la ocasión de aliviar susproblemas en el flanco de dama,con 7 ... ¤b4! 8 ¤a3 ¤d5. Por elmomento se ha bloqueado elavance d5, y el caballo negro estáprestando valiosos servicios, y deeste modo las negras han acorta-do la peligrosa gran diagonal decasillas blancas al alfil enemigo.

El análisis subsiguiente de-mostró que lo mejor que podíanhaber hecho las blancas era 9¤b5! c6 10 ¤f4! ¤xf4 11 ¤c7+¢d7 12 ¤xa8, después de lo cual12 ... ¤g2+ conduce a una posi-ción de aproximado equilibriomaterial. En la partida citada las

blancas prefirieron conservar suventaja en desarrollo con 9 ¤c4,pero después de 9 ... £f6! 10 ¤g3£d8, las negras habían reparadola mala disposición de sus piezas

sin mayores peligros. Entonces, ysólo entonces, se dispuso Nimzo-

vich a completar el desarrollo, ylo hizo de forma gradual, con 11£d2 ¤gf6 12 ¤e5 c6 13 0-0!?¥d6, y acabó ganando en 35 juga-das.

Tomarse el tiempo para las co-sas importantes es una considera-ción vital. En una partida rusa de

1960 (Vasili Bivshev – Liavdans-ki), las blancas propusieron ungambito irregular: 1 e4 c5 2 ¤f3¤f6 3 e5 ¤d5 4 ¤c3 e6 5 ¤e4¤c6 6 c4 ¤db4 7 a3 ¤a6 8 d4£a5+! 9 b4!? cxb4 10 c5, y des-pués de 10 ... bxa3+ 11 ¥d2 ¤ab412 ¥e2, lograron cierta compen-sación gracias al control de algu-nas importantes casillas centrales.La tentación para las negras esquedarse con el botín mediante...£d8, ...¤d5, ...¥e7 y enroque.

El cambio de ritmo, pasandoal desarrollo simple y directo, tie-ne sus virtudes, pero eso dejaríaimpune el dominio central de las

blancas, además de exponer el reynegro a un ataque. Naturalmente,las negras pueden enrocar corto,pero no hay prisa por concederun objetivo a las blancas. Así que,en lugar de ello, decidieron cues-tionar el control de su rival: 12 ...b6! (13 ¤d6+ ¥xd6 14 cxd6 £d5,

con idea de ...¥b7 y, tal vez, ...a5,y la tarea de las negras se habríaaliviado considerablemente). Silas blancas diesen el jaque de ca-ballo, disminuiría el control cen-

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tral y las negras podrían desen-tenderse del juego en el centro.

Por esta razón, el primer jugadoroptó por un segundo sacrificio depeón: 13 0-0 bxc5 14 dxc5 ¥xc515 £c1 ¥e7 16 ¦xa3 £d8 17¤eg5.

De nuevo las negras estuvie-ron tentadas de seguir de formamecánica, 17 ... h6 y 18 ... 0-0, pero

esto sólo sirve para estimular 19¥xh6, el tipo de combinación quehabían estado buscado las blan-cas. De modo que las negras setomaron su tiempo para poner enorden los asuntos del flanco dedama: 17 ... ¦b8 18 ¦d1 a5 19 ¦a4h6 20 ¤e4 ¥b7 21 ¥c3 ¤d5! Ob-sérvese que, por ahora, las blan-cas están privadas de cualquier ti-po de objetivos a los que dirigirsus piezas pesadas. Eso es lo quehace posible la acción de las ne-gras en el flanco de dama.

La tercera fase de la partidacomienza con un intento desespe-rado de las blancas por penetrar

en la posición enemiga: 22 ¦xd5!?exd5 23 ¤d6+ ¥xd6 24 exd6.Una vez más, en la situación pro-ducida tras el sacrificio de cali-dad, las negras se ven tentadas aseguir con jugadas naturales dedesarrollo, como 24 ... 0-0. Pero,también de nuevo, esa decisión

sería un error, porque caerían enmanos de las blancas después de25 ¦g4 f6 26 £xh6 ¦f7 27 ¥d3!

Las negras desbarataron tran-quilamente el peligro con 24 ...

d4! 25 ¤xd4 ¤xd4 26 ¦xd4 £g5!27 £d1 h5! (las dos últimas juga-

das negras impiden ¦g4). Sólodespués de 28 h4 £c5 29 £a1,op-taron por consolidar con 29 ... 0-0! Enrocar en la jugada 29ª nocontituye marca alguna. El anua-rio soviético recuerda, por ejem-plo, la partida Yates – Alekhine,San Remo, 1930, en la que el cam-

peón del mundo fue postergandoesa medida hasta la jugada 36ª.En la partida que nos ocupa nofue preciso llegar tan lejos. El jue-go terminó así: 30 ¦d1 ¦e8 31¥f1 ¦e6! 32 ¥xg7 £f5 33 ¦d3¥c6 34 ¦g3 ¦g6 35 ¦xg6 £xg6 36¥b2 ¦b4 37 ¥c3 ¦b1 38 £xa5£xg2++.

Otro excelente ejemplo lo te-nemos en una partida del Campe-onato Mundial de 1963, y se pro-dujo después de 1 d4 d5 2 c4 dxc43 ¤f3 ¤f6 4 e3 e6 5 ¥xc4 c5 6 0-0a6 7 a4 ¤c6 8 £e2 ¥e7 9 dxc5¥xc5 10 e4! ¤g4 (para impedir lapeligrosa formación ofensiva 11

e5 y ¤d2-e4) 11 e5 ¤d4 12 ¤xd4£xd4 13 ¤a3!

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La última jugada blanca supo-ne el sacrificio del peón de ‘e5’,

muy agudo y peligroso. La jugadatextual de caballo sirve para dospropósitos: proteger el alfil de ‘c4’y amenazar 14 h3 ¤xe5 15 ¦d1,además de plantear la amenazadirecta 14 ¤c2 para obligar a ladama negra a perder la comuni-cación con su caballo de ‘g4’. La

característica más importante esque a la captura inmediata delpeón, 13 ... ¤xe5, seguiría 14¥e3! £d6 15 ¦fd1 £e7 16 ¥xc5y 17 ¦ac1, y las blancas tendríansus torres conectadas y se dispon-drían a ejercer una tremenda pre-sión en el flanco de dama. TigránPetrosián consideró que no valíala pena correr el riesgo.

En consecuencia, jugó 13 ...¥xa3 14 ¦xa3 ¤xe5, que le plan-teó a las blancas el mayor proble-ma. Como sabemos, las tareasmás difíciles del medio juego noradican en el cálculo, sino en latoma de decisiones. Botvínnik

pensó durante 40 minutos y aca-bó descartando una de las alter-nativas más seductoras, pero ine-xacta: 15 ¦d1 £g4 (no 15 ... £xc416 £xe5 0-0 17 ¥h6 f6 18 £g3)16 f3 £f5, o aun 16 £d2 0-0.

Las blancas se decidieron por15 b3!, resolvieron el problema

de la protección del alfil y crea-ron la posibilidad ¥b2. Una nue-va crisis se le planteó a las negras.Petrosián se decidió por 15 ...£c5!, otra excelente jugada de-

fensiva, que se anticipa a ¥b2 yse dispone a seguir con ...¤xc4,

...¥d7 y ...0-0-0. Antes tuvo quetener en cuenta 16 b4!? £xc4 17£xe5 0-0 18 ¦c3, y llegar a la con-clusión de que 18 ... f6! sería lobastante sólido y correcto.

Botvínnik jugó entonces la en-gañosa 16 ¦a2!, de forma que a 16... ¤xc4 17 bxc4 ¥d7, pudiese con-

tinuar con 18¥

a3£

f5 19¦

d2! Enestas posiciones el ataque es tandifícil de jugar como la defensa,pero el plan correcto de las blan-cas se puede prever 19 ... ¥xa4 20¦d5, o bien 19 ... 0-0-0 20 ¥e7!¦de8 21 ¥d6, con buenas perspec-tivas de penetrar en las defensasnegras con las piezas pesadas.

Petrosián planeó muy sutil-mente sus próximas jugadas. Surey está retenido en el centro, pe-ro aunque tenga que devolver elpeón extra para ponerlo a cubier-to, su posición es superior debidoa una mejor estructura de peonesen el final. El problema inmedia-

to es la amenaza ¦d5 y ¦fd1. Lasolución fue 19 ... ¥c6 20 ¦e1 h5!21 £e3! f6! (mejor que 21 ... ¦h6ó 21 ... h4, debido a 22 ¦d5! y£c5). Las blancas vieron que elrey negro podría escapar por ‘f7’y que las torres negras se comuni-carían. Entonces Petrosián no

tendría problemas para protegersus casillas negras y podría lucharpor la columna d. Por consiguien-te, las blancas jugaron 22 £xe6+ yentraron en un final inferior. Ex-

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celente, paciente y precisa con-ducción de un difícil gambito.

SACRIFICIO OPORTUNISTADE PIEZAS

Los jugadores no sólo sacrifi-can peones. A menudo entreganmadera más pesada. El sacrificio

oportunista de una pieza menorpor uno, dos o tres peones resultaespecialmente difícil para el de-fensor porque su adversario estálogrando algo tangible a cambiode su oferta. En muchas ocasio-nes hemos visto cómo algún ma-estro menor aceptaba el sacrificiode caballo de un Tal o un Alekhi-ne, rechazaba las amenazas inme-diatas y descubría entonces, conhorror, que el final resultante es-tába perdido a causa de los peo-nes pasados del atacante.

Es casi imposible, en la mayo-ría de las variantes de aperturamodernas, prevenir un sacrificio

oportunista de pieza, que le ga-rantiza al atacante algunos peo-nes y la iniciativa. Existen dema-siadas posibilidades. Pero lamayoría de ellas son incorrectas.La dificultad radica en que por“incorrecto” entendemos aquelsacrificio que debe fracasar con-

tra una defensa apropiada. Contrauna defensa de segundo orden, elsacrificio no sólo puede dar resul-tado, sino que hasta puede resul-tar brillante.

Bien, su opositor ha sacrificadopieza y usted, tras una buena dosis

de cálculo, se ha convencido a sí mismo de que las amenazas inme-diatas no son terminales. (Recuer-de, naturalmente, que debe buscarsus amenazas en cada jugada).De-bería apreciar que su rival puededisponer de una gran flexibilidadpara elaborar amenazas a largo

plazo. Por consiguiente, sus priori-dades deben ser determinar cuálesson los peligros previsibles en elfuturo inmediato y proteger lospuntos más vulnerables contra unasedio prolongado.

Un ejemplo a propósito:Mijaíl Tal – Paul Keres; Cam-

peonato por equipos de la URSS,Moscú (Rusia), 1959. 1 e4 c6 2 d4d5 3 ¤c3 dxe4 4 ¤xe4 ¥f5 5 ¤g3¥g6 6 ¤f3 ¤d7 7 h4 h6 8 ¥d3¥xd3 9 £xd3 ¤gf6 10 ¥f4 £a5+11 c3 e6 12 0-0 ¥e7 13 ¦fe1 0-014 ¤f5 ¦fe8 15 ¤xg7!?

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No hay más remedio queaceptar el sacrificio y esperar losacontecimientos. 15 ... ¢xg7 16

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¤e5. Éste es el momento en quelas negras deben proceder a un

dictamen de la posición. ¿Existeuna amenaza inmediata? Sí, 17£g3+ haría mucho daño. Las ne-gras asumen que esa amenaza sepodrá neutralizar, por ello han to-mado un caballo a cambio de unpeón. Puede que también pierdanel peón de ‘f7’ ó el de ‘h6’ en las

próximas jugadas, pero aun así se-guirían contando con ventaja ma-terial. Pero es difícil imaginar quelas negras pierdan un segundopeón en el entorno de su rey sinconceder a las blancas importan-tes posibilidades tácticas.

No hay duda de que las negrasestuvieron considerando el cam-bio 16 ... ¤xe5, pero lo descarta-ron porque los inconvenientes su-peraban a las ventajas. Así seeliminaría una pieza atacante pe-ligrosa, cierto, pero las negras sedesprenderían de una pieza de-fensiva muy valiosa, lo que facili-taría la penetración de otra pieza

atacante (la torre o el alfil de da-ma, según la pieza con que captu-ren las blancas, 17 ¦xe5 ó 17¥xe5) en el teatro de la acción.Por otro lado, puesto que 16 ...¤f8 17 £e3! ¤g8 18 £g3+, o bien17 ... h5 18 ¥h6+ ¢g8 19 £g5+son innecesariamente desagrada-

bles, las negras jugaron 16 ... ¦h8!Aunque esta jugada conduce a

la incomunicación entre torres,sintoniza perfectamente con elprincipio de economía. Esta torre

queda temporalmente alejada del juego en el centro, pues se emplea

para defender las debilidadesprincipales del flanco de rey,‘f7’ y‘h6’. Luego, con una torre en ‘h7’,las negras llevarán su caballo dedama a ‘f8’ desde donde cubrirálas casillas ‘e6’ y ‘g6’. Este reagru-pamiento cubre todo el complejode casillas débiles en el flanco de

rey.La partida continuó así: 17£h3 (con la amenaza 18 ¤xf7) 17... ¦h7! 18 c4 ¤f8 19 ¦ad1 ¦d8 20¥d2 £b6 21 ¥c3 ¢g8, se comple-ta el reagrupamiento final. La si-guiente fase tiene por objeto ex-pulsar la única pieza realmentemolesta: 22 ¦e3 ¤e8! 23 ¦g3+

¤g7 24 ¦dd3 f6! 25 ¤g6 ¤xg6 26¦xg6, ahora, con 26 ... ¢f7, a lasnegras sólo les quedaron por re-solver algunos problemas técni-cos, y Tal se rindió en la jugada46ª, porque su ataque fue diluyén-dose.

Más allá de las amenazas in-

mediatas, existe el peligro a largoplazo de que el atacante incorpo-re más y más piezas desarrolladasa la zona de peligro. La partidaanterior podría haber tenido undistinto desenlace si las blancasno hubiesen tenido tantas dificul-tades para movilizar una fuerza

conjunta de agresión. La defensasólo tuvo que construir un refu-gio seguro para su rey, y pudo ha-cerlo varias jugadas antes de queestuviese seriamente amenazado.

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En otra partida, disputada enel duelo por el Campeonato

Mundial de 1960, Mijaíl Tal reali-zó un sacrificio similar, esta vezpor dos peones:

Tal – Botvínnik. 1 e4 c6 2 d4d5 3 ¤c3 dxe4 4 ¤xe4 ¥f5 5 ¤g3¥g6 6 ¤1e2 ¤f6 7 h4 h6 8 ¤f4¥h7 9 ¥c4 e6 10 0-0 ¥d6 11¤xe6!? fxe6 12 ¥xe6.

En realidad, el instinto deBotvínnik le guió acertadamente,

aunque la secuencia de juego fueerrónea. Además de 12 ... £c7 13¦e1 ¤bd7, como se jugó, las blan-cas debían haber reforzado la po-sición de su buen alfil, con 13¤h5 ¢f8 14 f4! y f5. Pero 12 ...¤bd7, la jugada precisa, traspon-dría a la secuencia de la partida

después de 13¦

e1£

c7! Lo queparece que Botvínnik calculó enesta posición fue los posibles ja-ques descubiertos. Es curioso quelas blancas no dispongan de nin-guno verdaderamente fuerte, pe-ro Tal optó por 14 ¥g8+ ¢f8 15¥xh7 ¦xh7 16 ¤f5.

Esta nueva situación demues-tra que Botvínnik había capeadola primera oleada del ataque, pe-ro ahora debe anticiparse a la in-corporación de fuerzas de reservapor parte de las blancas, dama ytorre de dama, por ejemplo. Así,las negras optaron por el sacrifi-cio constructivo de un tercer pe-

ón tras concluir que el objetivomás importante, además de dis-poner un refugio para el rey, erala comunicación entre sus piezas,cosa que lograron con 16 ... g6! 17¥xh6+ ¢g8 18 ¤xd6 £xd6 19¥g5 ¦e7.

A cambio del peón de h, la to-

rre negra ha salido de su aisla-miento y las negras están ahoraen condiciones de apoderarse dela columna abierta e. La piezamás activa de las blancas (el caba-

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2

1

a b c d e f g h

Lo que pasaba por la mente deambos contrincantes indica los di-ferentes planteamientos entre ata-cantes y defensores instintivos. Mi- jaíl Tal, el calculador prodigioso,

analizaba variantes complejas co-mo 12 ... ¥xg3 13 fxg3 ¥g8 (paracubrir ‘e6’) 14 £e1! £e7 15 ¥c8!,y llegó a la conclusión de que teníamuy buenas posibilidades. El so-brio campeón vigente, Botvínnik,no se concentró en variantes for-zadas. En lugar de ello, se esforzó

por imaginar variantes en las quesus piezas quedasen bien coordi-nadas y su rey a cubierto. Exami-nó, por ejemplo, ...¤bd7 y ...£c7,seguido de ...¢f8 y ...¦e8.

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llo de ‘f5’) ha desaparecido del ta-blero, y el rey negro puede refu-

giarse en ‘g7’. La posición de Bot-vínnik es ideal para un medio juego combativo (aunque Tal op-tó por un final inferior, con 20£d3 ¢g7 21 £g3?). La victoriade las negras se produjo en un fi-nal de caballo contra peones en elque Botvínnik siempre tuvo las

de ganar.Un tercer ejemplo muestra laimportancia de contrarrestar, enel medio juego, las amenazas delrival antes de que éstas lleguen aproducirse. Esta partida comien-za con el sacrificio de un alfil pordos peones.

William James Lombardy –Paul Keres; 7ª ronda del Torneo deMar del Plata (Argentina), 1957.

1 d4 ¤f6 2 c4 e6 3 ¤c3 ¥b4 4e3 b6 5 ¤e2 ¥a6 6 a3 ¥e7 7 ¤f4d5 8 cxd5 ¥xf1 9 dxe6!? ¥a6 10exf7+ ¢xf7.

ma y el caballo blancos tendríanmuchas posibilidades (10 ... ¢f8?

11 ¤e6+). Eso deja a las blancascon dos peones y una difícil elec-ción en cuanto a cómo desplegarla iniciativa. Podrían ganar, porejemplo, un tercer peón con 11£b3+ ¢e8 12 ¤e6. Sin embargo,esta maniobra le permitiría a lasnegras consolidar su posición más

fácilmente, 12 ...£

d7 13¤

xg7+¢d8 y ...¢c8, con lo que tendríanexcelentes posibilidades de arre-batarles la iniciativa a las blancas,peor desarrolladas. Una partidapor correspondencia (Czernia-kow – Batik, 1955-1956) siguiócon 14 ¤e6+ ¢c8 15 ¥d2 ¤c6!

16¤

f4¤

a5 17£

c2£

c6 y las ne-gras acabaron ganando.Lombardy prefirió 11 e4!, con

el plan fuerte de emplear la falan-ge de peones centrales para pre-parar el terreno a sus piezas. Sipueden jugar e5 y £b3+, las ne-gras tendrán problemas. Las blan-cas podrían también fortalecersencillamente el centro con ¥e3y bien ¦ad1, bien ¦fe1, antes deque las negras sean capaces deconsolidar con ...¦f8 y ¢g8.

El comentario de Keres aquí es muy perspicaz. Señala que lasnegras deben presionar de inme-diato los peones blancos, pues deotro modo el centro tendría ma-yor peso específico que una ven-taja material relativamente corta.En consecuencia, las negras juga-ron 11 ... c5!

163EL SACRIFICIO

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1a b c d e f g h

Las negras deben retomar elpeón, pues de lo contrario la da-

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La primera clave es que a 12e5, las negras pueden contestar

con 12 ... £xd4!, devolviendo elmaterial con ventaja. La segundaes que tanto 12 d5 ¤bd7 13 d6¥f8, como 13 ¤e6 £b8 14 f4 ¦e8conducen a posiciones en las quelas blancas sólo pueden progresaren apariencia. Las negras estándispuestas a devolver la pieza por

dos peones, pero a cambio de unmedio juego superior. Las piezasnegras pueden volverse más acti-vas con mayor facilidad que lasblancas en tal caso.

Lo que siguió fue: 12 ¥e3 ¤c613 £b3+, que forzó la respuesta13 ... c4 (pues de otro modo, 14£a4 hace daño). Después de 14

£d1, las blancas han convertidoe5 en una fuerte amenaza y resol-vieron el asalto a su centro inicia-do con 11 ... c5.

Pero Keres respondió ahora14 ... ¥d6!, después de lo cual lasblancas no pudieron evitar el sa-crificio de pieza preparado por

las negras ante la amenaza 15 ...¥xf4. El juego siguió así: 15 e5¤xe5 16 dxe5 ¥xe5 17 ¤fd5 ¦e818 ¤xf6 £xf6, las negras queda-ron ya en una posición superior, yacabaron ganando un final largo.

Un ejemplo final, de piezacontra peones, plantea algunas

cuestiones acerca de cómo afron-tar una masa de peones contra-rios. Las cuestiones están plantea-das por una variante de laDefensa Alekhine, y la partida

fuente es Eugueni Vasiukov – Bo-rís Spasski; XVI Campeonato de

la URSS, Tiflis (Georgia), en1959:1 e4 ¤f6 2 e5 ¤d5 3 c4 ¤b6 4

c5 ¤d5 5 ¥c4 e6 6 ¤c3 d6!? 7¤xd5 exd5 8 ¥xd5 c6! 9 ¥xf7+!(de otro modo, las negras no tie-nen problemas: 9 ¥b3 dxe5 10£h5 £e7) 9 ... ¢xf7 10 cxd6.

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Obviamente, las intencionesde las blancas son avanzar sus pe-ones a base de 0-0 y f4-f5, o algu-na otra disposición similar. El ob-

 jetivo de las negras es, como esnatural, detenerlos. Pero eso noes fácil. Por ejemplo: 10 ... ¥e6 11¤h3!, seguido de ¤g5+ o ¤f4. Latarea de las negras consiste enafrontar el plan de las blancas deuna de estas dos formas: 1) pormedios tácticos, distraer la aten-

ción de las blancas y mantenerlasocupadas hasta que estén en con-diciones de devolver la pieza; 2)plantear un bloqueo férreo. Eltercer método de afrontar las

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amenazas –objeto de estudio enel capítulo tres–, reducir su efec-

to, no parece aquí aplicable.La jugada 10 ... £e8! fue unbuen comienzo porque creó unaclavada en la columna e (amena-za ...¥xd6) y le causó a las blan-cas algunos problemas tácticos. A11 £e2, por ejemplo, las negraspueden continuar con 11 ... ¥e6 y

...¥

d5, o con 11 ... c5 12¤

f3¥xd6! (13 exd6 £xe2+ y 14 ...¦e8+ es excelente para las ne-gras).

Las blancas descubrieron unasutileza: 11 £f3+ ¢g8 12 £e3,que para el sacrificio a la contra yobliga a las negras a concentrarseen el bloqueo. La partida prosi-guió con 12 ... ¥e6 13 ¤e2 ¤d7,llega el momento para tomar unadecisión crítica. Vasiukov se deci-dió por 14 0-0, una jugada naturalque, sin embargo, se encuentracon una réplica inesperada: 14 ...¤xe5! 15 £xe5 ¥c4! 16 £xe8¦xe8, y las blancas debieron lu-

char en un final para conseguirtablas después de 17 d3 ¥xd3 18¦d1! ¥xe2 19 d7 ¦d8 20 ¥g5!¥xd1 21 ¦xd1 ¥e7! 22 ¥xe7 ¢f723 ¥xd8 ¦xd8.

Más delicado es el tema dequé sucede si las blancas se to-man su tiempo para impedir la

amenaza de las negras con 14 d4ó 14 f4. La primera de estas juga-das no es válida, porque tras 14d4 ¥c4, es difícil evitar la fuerte15 ... ¥xd6! Pero 14 f4!? parece

dura. En este caso la elección sereduce, de nuevo, a dos opciones.

La idea táctica es 14 ... £g6 15 0-0¦e8, o 15 ... ¥d5. Esta última ju-gada tiene algunas virtudes, como16 ¤g3 h5 17 f5 £e8 18 d4 h4 19¤e2 ¥xd6! 20 exd6 £xe3+ 21¥xe3 ¦e8 22 ¢f2 ¦h5, una va-riante propuesta por el gran ma-estro soviético Jólmov, con exce-

lente juego. Sin embargo, no estan atractiva para las negras des-pués de 18 e6! ¥xd6 19 exd7£xd7 20 d3! ¦e8 21 ¤e4.

En cuanto a la variante 14 ...£g6 15 0-0 ¦e8, se producengrandes complicaciones a raíz de16 ¤g3 ¥xd6 17 f5 (17 exd6¥c4!) 17 ... ¥xf5 18 ¤xf5 ¥c5 19d4, o 16 ¤g3 ¥d5 17 f5 £g5 18 e6¤f6 19 e7 ¥xe7 20 dxe7 ¢f7, y elmétodo de la defensa se justificaaquí como la búsqueda de un ca-mino más sencillo hacia la super-vivencia en el final.

La respuesta a la cuestión es elbloqueo: 14 ... g6! 15 0-0 ¥g7 16

d4 ¤b6 17 ¤c3 ¤d5! 18 ¤xd5¥xd5 19 ¥d2 £e6 20 a4 h5 y 21... ¢h7, como se jugó en una par-tida rusa posterior.

Antes de pasar a otros temas,bajo el denominador común delsacrificio y ganancia de material,deberíamos recordar otro tarta-

kowerismo: “Es mejor sacrificarlas piezas del rival”.

165EL SACRIFICIO

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C omo suele suceder, la con-notación de ciertas frasesy palabras relacionadas

con ganancia y pérdida de mate-rial están sesgadas a favor del ata-cante. “Sacrificio” sugiere riesgo,emoción y atrevimiento. Pero“captura de peón” sugiere teme-ridad, codicia y pérdida de tiem-po. En nuestro subconsciente to-dos nos inclinamos por elsacrificador y desdeñamos al ju-gador que, haciendo gala del mis-

mo coraje, captura material ene-migo y luego tiene la habilidad derechazar las amenazas.

Hasta Nimzovich, el paladínde la defensa heroica, dice, en lasprimeras páginas de Mi Sistema:“¡Nunca trate de ganar un peón sisu desarrollo no está completa-

do!”. Cierto que deja abierta unaventanilla a la excepción: “Un pe-ón central siempre debería captu-rarse si su captura no implica de-masiado peligro”. Hoy sabemosque hasta capturando el peón deb con nuestra dama –una prácticaproscrita en virtualmente cadamanual– puede el defensor so-brevivir y, a menudo, alcanzar conéxito el final.

En su tiempo, Steinitz estababastante satisfecho al exponer sus

propias evaluaciones acerca decuánto riesgo era aceptable asu-mir durante una partida. Perdióbuen número de partidas con losgambitos inverso1 de su propia co-secha, tales como 1 e4 e5 2 ¤f3¤c6 3 d4 exd4 4 ¤xd4 £h4! (5¤b5 £xe4+, o bien 5 ... ¥b4+ pri-

Otras cuestiones

acerca del material

CAPÍTULO 6

1 Como nos explica Glen Petersenn –Editor de la revista de ajedrez de la Federación de los Esta-dos Unidos Chess Life–: “El gambito inverso [negative-gambit] es probablemente la forma enque Soltis justifica la predilección de Steinitz por jugar variantes inferiores una y otra vez.Sin em-bargo, se trataba de sus análisis y se sentía obligado a defender sus teorías jugando siempre esasvariantes, sin importarle el número de partidas perdidas. Al conceder a sus rivales una ventaja

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mero, y luego 6 ... ¢d8, para cubrir‘c7’). Pero la consistencia de sus

ideas es hoy ampliamente recono-cida por los analistas actuales.No existe una regla infalible

para guiar a un jugador indecisoentre capturar o no determinadopeón. Se trata, una vez más, deuna cuestión de enjuiciamientoestratégico, esa mal definida zona

del conocimiento ajedrecístico,que parece adquirirse sólo a tra-vés de la experiencia. Podemossugerir, sin embargo, que es me- jor tomar un peón cuando, de nohacerlo, quedaría usted en unaposición inferior o cuando, de esaforma, puede rechazar las amena-zas inmediatas del contrario. In-cluso es inteligente provocar unsacrificio, cuando la alternativa aesa provocación es una resignadasumisión al ataque enemigo.

Tal fue el caso en la partidaMora – Mark Taimánov; Lyón(Francia), 1955, que comenzó así:

1 e4 e5 2 ¤f3 ¤c6 3 ¥b5 a6 4

¥a4 b5 5 ¥b3 ¤a5 6 ¤xe5 ¤xb37 axb3 £e7 8 d4 d6 9 ¤f3 £xe4+10 ¥e3 ¥b7 11 £e2 ¥e7 12 ¤c3£g4 13 ¦g1 ¤f6 14 0-0-0 0-0? (14... b4! 15 ¤a2 ¤d5) 15 d5! ¦fe8 16¦d4 £c8 17 £d3! ¦b8 18 ¤e4 a519 ¥g5 ¤xe4 20 ¦xe4 ¥f8 21 ¦h4.

Las negras deben tomar aquí 

dos decisiones. La primera es defi-nir hasta qué punto es mala 21 ...g6. La respuesta es que, cierta-

mente, es muy mala, puesto quelas negras tendrán que tomar me-didas extremas para neutralizar laamenaza 22 g4 y ¦g3-h3, o incluso22 ¥f6 y ¤g5. La segunda deci-sión está relacionada con las con-secuencias de 21 ... h6 22 ¥xh6.

Taimánov llegó a la conclusión deque podía tolerar el sacrificio yque era preferible ser atacado acambio de una pieza extra, queser atacado a cambio de nada.

En la partida se jugó 21 ... h622 ¥xh6 gxh6, pero entonces lasblancas se equivocaron con 23¤g5?, una jugada atractiva, peroque le permite a las negras poner-se a cubierto y conservar la venta- ja material. Siguió: 23 ... ¥g7 24¦xh6 £d7! 25 £h7+ (25 ¦h8+¥xh8 26 £h7+ ¢f8 27 £xh8+¢e7 28 £h4 ¢d8!!, y las negrasganan, porque el doble descubier-to no es decisivo) 25 ... ¢f8 26

¤e6+ fxe6 27 ¦f6+ ¥xf6 (ahora27 ... ¢e7 28 £xg7+ ¢d8 es hari-na de otro costal, después de 29

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conocida de antemano (algo que nunca le agradecieron), Steinitz solía caer en una posición infe-rior o perdida desde una fase temprana de la partida. Creo que a esto podríamos denominarlogambito inverso.Considérelo una forma graciosa de explicarnos su terquedad y su enorme ego”.

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¦f7 ¦e7 30 £g8+) 28 £xd7 ¥xd529 £xc7 ¦fd8 30 ¢b1 a4!, y las

negras lograron un ataque de ma-te contra el enroque gracias a susuperioridad material.

¿Qué habría sucedido, en casode haberse jugado la más fuerte 23g4!, podemos preguntarnos? Laamenaza g5 puede neutralizarsecon 23 ... ¥xd5! 24 £xd5 £e6 25£

d2£

e2, que fuerza el cambio dedamas. La decisión de Taimánovfue, obviamente, la correcta.

Las virtudes de la provocacióntambién se ponen de manifiestocuando el defensor puede reali-zar una mejora posicional.

Akiba Rubinstein – GrigoriLevenfish; Karolvy Vary (Repú-blica Checa), 1911.

1 d4 e6 2 e4 d5 3 ¤c3 ¤f6 4¥g5 ¥e7 5 e5 ¤fd7 6 ¥xe7 £xe77 £d2 0-0 8 f4 c5 9 ¤f3 f6 10 exf6£xf6?! 11 g3 ¤c6 12 0-0-0 a6 13¥g2 ¤b6 14 ¦he1 ¤c4 15 £f2 b5.

querrían presionar con sus piezaspesadas contra el débil peón de

‘e6’ y asaltarlo luego con ¥h3 y¤g5 en el momento oportuno.Pero para ello tendrían que resol-ver la tensión de la casilla ‘d4’. Laidea evidente es 16 dxc5, pero esopermitiría 16 ... ¤xb2 (no 16 ... b417 ¤a4) 17 ¢xb2 b4, recupera lapieza tras haber abierto la posi-

ción del rey blanco.Pero Rubinstein efectuó unmejor dictamen de la posición y jugó 16 dxc5! ¤xb2 17 ¢xb2 b418 ¤d4!, y a 18 ... bxc3+, respon-dió 19 ¢a1! La consecuencia delas últimas jugadas es que el pro-blema de las blancas con ‘d4’ estáresuelto y su rey se encuentra se-guro. Sin el peón de ‘c3’ (un peónque puede ser capturado en cual-quier final), las negras estaríanmejor, porque tendrían una cla-vada contra el rey en la gran dia-gonal. Pero tal y como son lascosas, las negras carecen práctica-mente de ataque, y su posición se

derrumbó después de 19 ... ¤xd420 £xd4 ¦b8 21 ¦e3 g5 22 ¦xc3!gxf4 23 gxf4 ¥d7 24 c6 £xd4 25¦xd4 ¥e8 26 ¥h3 ¦f6 27 c7 ¦c828 ¦xd5! ¦xc7 29 ¥xe6+, y lasnegras se rindieron. La provoca-ción, más un sacrificio a la contra,más evaluación condujeron a

ventaja estratégica.Una vez más podemos decir

que es mejor aceptar un sacrificiode peón cuando no aceptarloequivaldría a una posición relati-

169OTRAS CUESTIONES ACERCA DEL MATERIAL

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No es fácil para las blancasprogresar en el medio juego debi-do a la demostración enemiga enel flanco de dama. Las blancas

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vamente más peligrosa que la quese produce si se acepta. Un caso a

propósito es la partida Smíslov –Botvínnik de su duelo por elCampeonato Mundial, en 1954.

1 e4 c5 2 ¤c3 ¤c6 3 g3 g6 4¥g2 ¥g7 5 d3 b6 6 ¤ge2 d6 7 0-0¥b7 8 f4 f5! 9 g4?!

... fxg4 porque con cualquier otra jugada las blancas obtendrían

gratis un fuerte ataque. Por ejem-plo: 9 ... ¤h6 10 g5 ¤f7 11 exf5gxf5 12 ¤g3, seguido del despla-zamiento de dama o caballo a‘h5’, o también 9 ... £d7 10 gxf5gxf5 11 ¤g3, después de lo cuallas blancas deben penetrar en elflanco de rey.

Después de 10 f5£

d7 11¤

f4(puede que fuese más exacto 11¤d5, aunque después de 11 ...¤d4, la posición negra es muy só-lida), las negras encontraron unmétodo fuerte para contrarrestarlos planes blancos de ¤d5 y ¤e6.Jugaron 11 ... gxf5 12 exf5 ¥d4+!13 ¢h1 ¥xc3! 14 bxc3 ¤e5. Laclave de la 11ª y 12ª jugadas ne-gras es que ahora la gran diago-nal del alfil de dama lleva hasta elrey blanco. La razón de la 13ª ju-gada es impedir el salto ¤cd5. Lapérdida de la pareja de alfiles esuna concesión relativamente me-nor, porque ninguno de los alfiles

blancos es especialmente fuerteen la formación de peones resul-tante.

Las blancas no tuvieron nadamejor que 15 £e2 ¤f6 16 ¥xb7,entraron en un final inferior (queperdieron, después de 16 ...£xb7+ 17 £g2 £xg2+ 18 ¢xg2

c4!), porque ni 15 c4 ¥xg2+ 16¢xg2 £b7+, ni 15 £e2 ¤f6 16¤e6 ¥f3 (ó 16 d4 ¤f3) eran al-ternativas dignas. Las negras ga-naron rápidamente.

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La última jugada negra luchapor una cuota adicional del cen-tro e impide el avance f4-f5. Paraforzar una ruptura, las blancashan entregado un peón. Si 9 ...

fxg4, seguirán con 10 f5, con elproyecto de situar los caballos en‘d5’ y, tal vez, en ‘e6’. No hay unmétodo sencillo para anular esasamenazas, lo que significa que lasnegras deben tomar una decisióncrítica.

La decisión de las negras de

tomar el peón puede haberse ba-sado en un minucioso análisis delas posibilidades tácticas. Pero,considerando el estilo de Botvín-nik, podemos concluir que jugó 9

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LA ALEGRÍA DECAZAR PEONES

Es sorprendente la reticenciaque hasta los jugadores másfuertes exhiben a menudo engastar uno o dos tiempos paracapturar un peón débil. La excu-sa normalmente es “siemprepuedo hacerlo en el final”, o bien

“no quería alejar mis piezas delflanco de rey”, o alguna otra porel estilo.

En su libro sobre el gran tor-neo de Nueva York de 1927, Ale-xander Alekhine se quedó sin pa-labras al tratar de explicar lasiguiente partida:

Marshall – Vidmar. 1 e4 e5 2

¤f3 ¤c6 3 ¤c3 ¤f6 4 ¥b5 ¥b4 50-0 0-0 6 d3 ¥xc3 7 bxc3 d6 8 ¥g5£e7 9 ¥xc6? bxc6 10 ¦b1 h6 11¥xf6 £xf6 12 £e2 £e6! 13¤h4!? £f6? 14 ¤f3 £e6 15 ¤h4£f6? 16 ¤f3 £e6. Tablas.

¿Por qué, se preguntaba Alek-hine, no pueden las negras tomar

el peón de ‘a2’ en su jugada 13ª ó15ª (y, de haber continuado lapartida, seguramente en la 17ª,19ª, 21ª, etc.)? Sugería, después de13 ... £xa2, 14 c4, para bloquearla retirada de la dama negra, peroentonces 14 ... £a5 15 f4 exf4 16¦xf4 £g5 (16 ... g5 17 ¤f5) 17

¦af1 a5!, y las blancas difícilmen-te tienen compensación suficientepor el peón. Marshall no tuvo res-puesta a este argumento, ni tam-poco Vidmar.

La decisión en cuanto a tomaro no un peón enemigo es una de

las más habituales en ajedrez. Aveces olvidamos la frecuencia conque ocurre, porque creemos queen determinadas situaciones fa-miliares, tal o cual peón suele es-tar envenenado y, por tanto, su-primimos la posibilidad decaptura de todos nuestros pensa-

mientos.A veces descartamos una cap-tura de peón porque asumimos,de forma mecánica, que nuestrorival debilitará nuestra forma-ción de peones, o encerrará uncaballo, o conseguirá la pareja dealfiles, o situará una torre en sép-tima, etc. En otras palabras, por-que asumimos que debe obtenercompensación a cambio. Pero esono siempre es cierto. Por otraparte, cohibirse ante el posiblebarrido de peones del tablero noconsiste en que nuestro adversa-rio tenga compensación adecua-da, sino que la cuestión es que

tenga una compensación más queadecuada.

Bent Larsen a menudo se haencontrado en su carrera a amboslados de la cuestión de la capturade peones, y citaremos aquí supartida con Smíslov (blancas) deltorneo de Moscú de 1959:

1 e4 c5 2 ¤f3 ¤c6 3 d4 cxd4 4¤xd4 e6 5 ¤c3 ¥b4?! 6 ¤b5 a6?(6 ... ¤f6!) 7 ¤d6+ ¢e7 8 ¥f4!¤f6 9 ¥c4 £a5 10 0-0 ¤e5 11¤xc8+? ¦axc8 12 ¥b3.

171OTRAS CUESTIONES ACERCA DEL MATERIAL

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¿Deben las negras ganar unpeón con 12 ... ¥xc3 13 bxc3£xc3? ¿Cuáles son los inconve-nientes que pueden derivarse dedicha captura? Las blancas obtie-nen dos buenos alfiles en una po-sición en la que pueden desempe-ñar un papel principal. El reynegro está en el centro y cuandoenroque artificialmente, dejará deproteger el peón débil de d.

Por otro lado, las piezas pesa-das negras ocuparían casillas quecontrolan varias líneas importan-

tes en un futuro previsible. Otrofactor es que las blancas no po-drán incorporar fácilmente su da-ma a la acción con la dama negraen ‘c3’.

Las negras tomaron el peón yluego consolidaron su posiciónrápidamente para entrar en un

medio juego normal: 12 ... ¥xc313 bxc3 £xc3 14 ¦e1 d6 15 £e2¦fd8 16 ¦ad1 ¢f8. Obsérveseque 16 a4 (para impedir ...b5)puede contestarse con 16 ... ¤c6 y

17 ... ¤d4. Los problemas de lasnegras no han terminado a pesar

de el rey está mas seguro. Lasblancas pueden elegir entre do-blar torres en la columna d (pro-bablemente, la mejor opción) yatacar en el flanco de rey, cuyaidea está relacionada con el avan-ce f4.

Smíslov eligió el segundo

plan: 17¢

h1 b5 18¥

g5¤

g6 19¥d2 £c7 20 f4 ¢g8 21 ¦f1. Lasnegras se prepararon ahora paraadoptar a uno de nuestros amigosdefensivos del capítulo 2, a saber:establecer un punto fuerte en elcentro. Jugaron 21 ... £c6, pararesponder a 22 ¦de1 con 22 ... d5!

Las blancas jugaron 22 ¥a5,pero tras 22 ... ¦e8 23 ¦d4, las ne-gras efectuaron otro avance en elcentro: 23 ... e5! 24 fxe5 dxe5 25¦b4 ¤f4, seguido de la maniobra...¤e6-d4 (ó c5), y quedaron conuna posición ganadora (si bien laestropearon más tarde y debieronconformarse con tablas). Obsér-

vese que las blancas podían haber jugado con más solidez y lograrcompensación doblando torresen la columna d, pero, en cual-quier caso, la decisión de las ne-gras al tomar el peón de ‘c3’ fuela correcta.

Lo que hace que la decisión de

capturar un peón sea tan difícil esque normalmente existen otrosmétodos de lograr buen juego,que implican menos riesgo, aun-que también, como es lógico, la

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recompensa sea menor. Repitien-do un comentario anterior, una

de las cualidades más difíciles deadquirir es la de realizar buenaselecciones entre varias alternati-vas razonables.

He aquí un caso, tomado de lapartida de Bled de 1961 entreUdovcic y Bisguier:

1 c4 ¤f6 2 g3 e6 3 ¥g2 d5 4¤

f3¥

e7 5 0-0 0-0 6 b3 c5 7 cxd5¤xd5 8 ¥b2 ¤c6 9 ¤a3 b6 10¤c4 ¥b7 11 d4 ¦c8 12 e4 ¤f6 13e5 ¤d5 14 dxc5 ¥xc5 15 ¤fd2!?

16 ... ¤f5, para cubrir la debilidadde ‘d6’.

Queda una última idea: 15 ...¥a6 16 ¤e4 ¤a5!?, que obligaríaa las blancas a perder un peón enel ala de dama, so pena de perpe-tuar la clavada del caballo de da-ma. Las blancas no pueden evitarel sacrificio con 17 ¤xc5, debidoa 17 ... ¥xc4! 18 bxc4 ¤xc4. ¿Pero

es éste un buen sacrificio dignode provocar? Aquí la decisión de-be partir del cálculo y de la eva-luación estratégica. Bisguier si-guió adelante y tomó el peón.

En la partida, las blancas juga-ron 17 ¦c1 ¥e7 18 £g4, con laidea táctica ¤f6+ en mente. De

este modo, se disponían tambiéna desclavar el caballo situando latorre en ‘d1’. En este punto, lasnegras podían abstenerse de ga-nar un peón, pero 18 ... ¢h8 19¤ed6 y 18 ... ¤xc4 19 bxc4 ¤b420 ¦fd1 no eran platos de gusto.

Las negras jugaron 18 ... ¤xc4!

19 bxc4 ¦xc4 20 ¦xc4 ¥xc4, yahora 21 ¤f6+ ¢h8 las deja per-fectamente seguras. Esta posicióntenía que haber sido prevista yminuciosamente evaluada antesde tomar el peón, pero las negrasdecidieron que su posición era fia-ble. Con 22 £xc4 gxf6, las blancasno pueden intentar la evidente 23¦d1, a causa de 23 ... ¤e3! 24¦xd8 ¤xc4, ni tampoco 23 ... exf6¥xf6 24 ¥a3 ¦g8, ni 23 ¥xd5!£xd5 (23 ... exd5 24 exf6! ¥xf6 25¥xf6+ y 26 £xe6 también es via-

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La idea de las blancas es jugar¤e4, y ocupar con un caballo ‘d6’seguidamente. A las negras lesgustaría oponerse a este plan con15 ... b5, pero esto no impediría,en realidad, 16 ¤e4! Sin embar-go, las negras disponen de unaopción defensiva sólida, con 15 ...¥e7 16 ¤e4 ¦c7, de forma que a17 ¤ed6, podrían responder 17 ...¥a6, con idea de ...b5, y a 17¤cd6, también 17 ... ¥a6, peropara seguir con ...f5! Aún hayotra idea, 15 ... ¤ce7, seguido de

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ble) 24 £xd5 exd5 25 exf6 ¥c5parecen reportar ventaja alguna a

las blancas. Pero la última posibi-lidad les concede, al menos, un juego satisfactorio.

Las blancas llevaron demasia-do lejos sus expectativas: 22 £h4?¥d3! 23 ¦d1 ¥g6, y pronto que-daron perdidas: 24 £g5 (24 ¥xd5exd5 25 ¦xd5 £xd5) 24 ... gxf6 25

exf6¥

c5 26 h4¦

g8! 27¥

xd5¥c2! 28 £h6 ¦xg3+ 29 ¢h2 ¦g630 ¥e4 ¥d6+ 31 ¥e5 ¥xd1, y eneste momento su banderita cayópiadosamente.

Al tomar peones, el defensordebe recordar que... ¡es un defen-sor! Es decir, que debe compren-der que tiene ventaja material yque no necesita obligatoriamentecontrajuego. Puede contentarsecon cambios y liquidaciones. Por-que con demasiada frecuencia elcazador de peones actúa como siquisiera igualar el juego de piezasy obtener tanto espacio como elatacante,de paso que conserva un

material extra. Eso rara vez da re-sultado.

Consideremos la situación enque las negras aceptan el gambitode peón, en el Ataque Chatard-Alekhine de la Defensa Francesa:1 e4 e6 2 d4 d5 3 ¤c3 ¤f6 4 ¥g5¥e7 5 e5 ¤fd7 6 h4!? ¥xg5 7

hxg5 £xg5!? 8 ¤h3 £e7.

(D)

El gambito casi siempre se elu-de en la época actual, a pesar deque las negras disponen de exce-

lentes recursos. Ante 9 £g4, porejemplo, las negras pueden soste-ner su posición con 9 ... f5! 10£h5+ g6 11 £h6 ¤f8 12 ¤f4 c6(para impedir sacrificios en d5), ylas blancas deben demostrar quesu gambito tiene fundamento.

La jugada más natural es 9¤f4, después de la cual normal-mente se juega 9 ... a6, para impe-dir 10 ¤b5. El cazador de peonesnovato jugaría 9 ... c5?, y se en-contraría en problemas tras 10¤b5, o podría intentar 9 ... a6 10£g4 ¢f8 11 £f3! ¢g8 12 ¥d3 c5?(con lo que perdería, por 13¥xh7+! ¦xh7 14 ¦xh7 ¢xh7 150-0-0!, con un violento ataque enla columna h), con la presunciónde que las negras deben jugarigual que  siempre: atacar la basede la cadena de peones blancos.

Pero cuando las negras tienenun peón de ventaja, es innegable

que pueden jugar de modo másconservador. Incluso hay que con-siderar 9 ... g6!? Por ejemplo: 10¥d3 ¤f8 11 £d2 £g5!, para ataralgunas piezas, o 10 £g4 ¤c6 110-0-0 ¤b6, seguido de ...¥d7 y

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...0-0-0. Las debilidades estáticasde peones normalmente compen-

san un peón de desventaja.Hasta en las variantes teóricasprincipales 9 ¤f4 a6 10 £g4, lasnegras tienen buen juego con 10... g6 11 0-0-0 ¤b6 12 ¥d3 ¤8d713 ¦h6 (13 ¥xg6 fxg6 14 ¤xg6¦g8) 13 ... ¤f8 14 ¦dh1 ¥d7, obien 11 £g3 ¤b6, pero no des-

pués de 11£

g3 c5?, por 12¤cxd5!, con ataque ganador.Las negras tienen un medio

 juego seguro en estas variantesmientras controlen las ideas de sa-crificio en ‘d5’ y ‘g6’. Pero el caza-dor de peones debe recordar queno necesita contrajuego inmedia-to (...c5) además del material.

¿CUÁNTO ES BASTANTE?

Cuando su iniciativa comienzaa diluirse, el atacante puede haceruna de estas dos cosas:bien reple-gar las velas y tratar de salvarse

en el final; bien continuar el ata-que echando más leña al fuego.En el último caso, no importa lacantidad de peones menos, puescualquier final estaría, de todasformas, perdido.

Eso plantea un nuevo quebra-dero de cabeza a la defensa.Aho-ra que la partida parecía marcharconforme a sus deseos, puede queusted quiera cerciorarse de quetiene material suficiente para ga-nar. Pero, ¿y si hay otro peón quepuede ganarse para asegurar la

ventaja? Desde luego, no quiereque el ataque contrario se reavi-

ve, pero tampoco quiere que lapartida acabe en tablas despuésde todo lo que ha pasado. Unrompecabezas similar representael sacrificio a la contra.

Un ejemplo dramático de estasituación ocurrió en una partidade principios del siglo pasado,

entre los campeones norteameri-canos Marshall y Pillsbury.

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Tras un medio juego con posi-bilidades para uno y otro bando,las negras (Pillsbury) tienen una

torre de ventaja. Podían haberconsolidado mejor, pero ahora es-tán a punto de lograr una simplifi-cación decisiva. Mas tienen unaespina clavada en el flanco de da-ma, a saber, la amenaza dxc6+, ysi,por ejemplo, 31 ... cxd5, sigue 32£xd5+, o incluso 32 ¤b5.

Lamentablemente, Pillsburytrató de aferrarse al material y ju-gó 31 ... ¦f8??. Después de 32dxc6+ ¢a8 33 cxd7, era su turnode atacar, cosa que hizo con 33 ...¦f2+ 34 ¢b3 £xb2+ 35 ¢a4, y de

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repente las negras se rindieron,debido a que si 35 ... b5+ 36 ¢a5

£xc3+ 37 ¢a6, las blancas se ha-brían quedado sin jaques y su rey,punto de recibir mate.

En sus notas, Marshall cita losanálisis de un aficionado vienés:31 ... ¤c5!! 32 £xd8 (o 32 £xc6+¢b8 33 ¤b5 ¦c8) 32 ... £f1!! 33dxc6+ ¢xc6, y ahora, a pesar del

equilibrio material, las negras ga-nan gracias a sus peones pasadosdel flanco de rey. Por ejemplo: 34£d5+ ¢c7 35 £e5+ ¢b7, elude el jaque perpetuo, o 34 ¤b1 g3 35¤d2 (35 £d5+ ¢c7 36 £e5+ ¢b737 £xg3 pierde, por 37 ... £e2+38 ¤d2 £xd2+!) 35 ... g2 36 £c8+¢

b5, y las negras ganan.La ironía de que las negras pier-dan,al tratar de conservar su mate-rial de ventaja, mientras que gananen un final con material igualado,no es desconocido para los grandesmaestros. Saben que no necesitanmás que una cierta cantidad de ma-terial para ganar una posición yque el resto es superfluo.

En la siguiente posición, co-rrespondiente a la partida Wolf-gang Unzicker – David Brons-tein; 2ª ronda del TorneoInterzonal de Gotemburgo (Sue-cia), 1955, las negras pueden ele-gir entre la simplificación o la ga-nancia de más material.

(D)

Las negras podrían jugar 38 ...£xb3 39 ¦xg5 £b2, que es lo bas-

tante bueno como para ganar elfinal de peones resultante de 40¦xa5 £f2! 41 ¦e5 ¦xe5 42 fxe5h4!, o de 40 ¦e5 ¦xe5 41 fxe5£f2! 42 h4 g6 43 ¢h3 ¢f8.Tal vezdebido a los apuros de tiempo,Bronstein no eligió esta línea di-

recta y simplificadora, aunque untanto incierta.En lugar de ello, optó por la

atractiva promoción de su peónde e: 38 ... e2 39 ¦xg5 e1£. Lasblancas sólo tienen una últimatentativa: 40 ¦xg7+ ¢h8 41 £g5,con las amenazas 42 £h6++ y 42¦

xf7, seguido de 43£

g7++. Si lasnegras no hubiesen previsto estaposibilidad, se habrían encontra-do en serios aprietos, pues no hayuna forma sencilla de rechazar elpeligro creado in extremis por lasblancas. Pero Bronstein no se ha-bía olvidado de cuánto materialnecesitaba para ganar, de modoque jugó 41 ... £xg2+! 42 £xg2(42 ¢xg2 ¦e2+ y mate) 42 ... ¦e2,y las blancas se rindieron, puestoque el rey negro escapa de los ja-ques de torre por ‘h6’.

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Ya hemos dicho que la decisiónde capturar peones u otro mate-

rial siempre es difícil. También loes decidir cuándo hay que parar.Veamos la partida Aivars Gipslis –Víktor Korchnói; Semifinal delCampeonato de la URSS, Tash-kent (Uzbekistán), 1958:

1 e4 c5 2 ¤f3 d6 3 d4 cxd4 4¤xd4 ¤f6 5 ¤c3 a6 6 ¥g5 e6 7 f4

h6 8¥

h4£

b6 9£

d2£

xb2 10¤b3 £a3 11 ¥d3 ¥e7 12 0-0¤xe4! (hasta aquí se jugó tam-bién la 7ª partida del duelo Spass-ki – Fischer) 13 ¥xe4! ¥xh4 14 f5.

Las blancas siguieron con 15

fxe6 ¥xe6 16 ¤d4, pero se vieron

confundidas con 16 ... ¥g5!, queimpide 17 £f2 £xc3 18 ¤xe6, de-bido a 18 ... ¥e3.El juego continuócon 17 £d3 ¥c4 18 £h3. ¿Qué de-ben hacer ahora las negras?

Antes de tomar la calidad en‘f1’, deberían considerar las con-secuencias de 19 £c8+. Si no de-

ben permitir este jaque, entoncestendrían que jugar 18 ... 0-0!, quepone su rey a cubierto y amenaza19 ... ¥xf1 sin peligro. Después de18 ... 0-0, las negras tendrían un juego fácil en caso de que lasblancas opten por 19 ¦ab1 £c5,o19 £f5 g6. La jugada crítica es 19¦

f5, amenaza¦

xg5, pero enton-ces sería fuerte 19 ... £b6! (ame-naza a su vez ...£xd4+ y ...¥e6).Por ejemplo: 20 ¦xg5 £xd4+ 21¢h1 ¦e8! 22 ¦d1 £f6 (o 22 ...¦xe4).

Esta política habría sido laacertada, pero parece que aKorchnói se le escapó 20 ¤e6!después de jugar 18 ... ¥xf1? 19

£c8+ ¥d8 20 ¤e6! El caballo esinmune, debido a la variante 20 ...fxe6 21 £xe6+ ¥e7 22 £c8+ ¥d823 ¥g6+.Aunque en la partida lasnegras consolidaron hábilmentesu posición con 20 ... £b6+ 21¢xf1 ¤c6! 22 ¤xg7+ ¢f8 23 £xa8

¢xg7 24 ¦b1 £d4, las blancas po-drían haber complicado muchomás la lucha con 21 ¢h1! (a fin deconservar abierta la columna f).En esta alternativa, obsérvese que

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La captura de alfil (en lugarde caballo) en ‘e4’ tiene sus razo-nes. Por ejemplo: 14 ... e5 15 ¤d5¥d8 16 f6, o aun 14 ... 0-0 15 f6¥xf6 16 ¦xf6!, o también 14 ... d515 fxe6!? dxe4 16 £f4 ¥f6 17¤d5. Korchnói encontró una res-puesta satisfactoria: 14 ... £b4!,ata la dama blanca al caballo de‘c3’ y protege, de paso, el punto‘b7’, lo que le permite desarrollarel alfil de ‘c8’.

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21 ... ¤c6 22 ¤xg7+ ¢f8 23 ¤e6+fxe6 24 ¦xf1+ ¢g7 25 £xa8? ¥f6!

pierde, pero con 25 £d7+! y 26£xe6, las blancas ganan.

CONSOLIDACIÓNY VIGILANCIA

Una vez que la crisis inicial

planteada por el sacrificio ha fina-lizado, la tarea del defensor cam-bia. Ya no tiene que seguir recha-zando las amenazas del ataque,sino que ha de consolidar la venta- ja material y coordinar sus fuerzas.Su mayor peligro es el exceso deconfianza que le acecha tras habersuperado una presión considera-ble en las jugadas precedentes.

Los jugadores jóvenes son es-pecialmente propensos a incurriren errores de ese tipo tras habersorteado bien los peligros del ata-que enemigo. Alexander Alekhi-ne demostró que, a sus 22 años,era uno de los jugadores más

fuertes del mundo en el torneo deSan Petersburgo de 1914; peroese mismo año y en la misma ciu-dad, sufrió un castigo tremendoante otra estrella en alza.

Alexander Alekhine – EfimBogoljubov; San Petersburgo(Rusia), 1913.

1 e4 e5 2 ¤f3 ¤c6 3 ¥b5 ¥c54 c3 ¤ge7 5 d4 exd4 6 cxd4 ¥b4+7 ¥d2 ¥xd2+ 8 £xd2 a6 9 ¥a4d5 10 exd5 £xd5 11 ¤c3 £e6+ 12¢f1! £c4+ 13 ¢g1 0-0 14 d5

¦d8? (14 ... ¤a7) 15 £e1! ¥g4 16¥b3 £f4 17 dxc6 ¥xf3 18 £xe7

¥xc6. Ahora, gracias a la piezaextra, las blancas deben ganar. Laconsolidación más sencilla debeser ¤e2-g3, pero las blancas juga-ron 19 h4?, y quedaron perdidastras 19 ... ¦d2 20 ¦f1?? ¦e8! 21£g5 ¦xf2! 22 ¥xf7+ ¢h8! 23 ¦d1£xf7 24 ¦d2 h6 25 ¦xf2 ¦e1+ 26¢

h2£

xf2 27£

g4¥

xg2, y lasblancas se rindieron.También un gran maestro ma-

duro puede ser derrotado en lopsicológico, como sucedió en lacuriosa partida Tal – Guéler, delXXV Campeonato de la URSS.Tras un espectacular sacrificio decalidad, se llegó a la posición deldiagrama:

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Aquí las negras respondieron

a 25 ¥xf6 con 25 ... gxf6??, queperdió por 26 ¦e7, ya que a 26 ...£xe7 sigue un jaque de dama en‘g4’. ¿Qué le había sucedido aGuéler? Ésta fue su explicación:

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“Después de la, para mí, aven-turera 12ª jugada de mi rival, me

sentí obligado a castigarlo... Aho-ra tenía calidad de ventaja, lasamenazas directas a mi rey habíansido rechazadas y sentía que lavictoria estaba cerca. Un sencilloanálisis de la natural 25 ... £xf6me demostró que ya no podía ga-nar. ¡Y tenía que ganar! El juego

‘incorrecto’ de mi rival debía sercastigado, y puesto que 25 ... £xf6no ganaba,opté por la otra opciónsin pensármelo dos veces”.

Al consolidar su posición, eldefensor debe convencerse a sí mismo de que está satisfecho consu posición, y que ésta se encuen-tra bien protegida contra las ame-nazas. Entonces es cuando puedeempezar a pensar en optimar laactividad de sus piezas. Su aliadomás importante es la amenaza decambiar material y pasar a un fi-nal ganado.

Un buen ejemplo de esta téc-nica lo tenemos en la partida Bot-

vínnik – Stein, jugada en el Cam-peonato Soviético por equipos de1964, en la que Stein realizó unsacrificio oportunista de damapor torre y alfil.

1 c4 g6 2 ¤c3 ¥g7 3 d4 ¤f6 4e4 0-0 5 ¥e3 d6 6 f3 b6 7 ¥d3¥b7 8 ¤ge2 c5 9 0-0 ¤c6 10

¥c2?! e5! 11 dxe5 dxe5 12 ¥g5h6 13 ¥h4 ¤d4 14 ¤d5 ¤xd5?!15 ¥xd8 ¤e3 16 £d3 ¦axd8 (16... ¤dxc2 17 ¥h4) 17 £xe3 ¤xc218 £c3 ¤xa1 19 ¦xa1 ¥a6.

La jugada 20 £c2! fue un pasoimportante en la activación de laspiezas blancas, en especial del ca-ballo, que ahora podrá llegar a‘d5’ vía ‘c3’. Las blancas observa-ron que 20 ... b5 21 ¤c3 bxc4 22£a4 haría las cosas fáciles para sucausa. El juego siguió así: 20 ... h521 £a4 ¦d2 22 ¤c3 ¥c8, y ahora23 ¦d1! situó a las negras ante ladifícil decisión de cambiar torreso ceder la columna abierta.

Después de 23 ... ¦xb2 24¤d5, las negras tenían suficientecompensación por la dama en elaspecto material. Pero sus piezassencillamente no se podían equi-parar a las blancas que, por cierto,amenazan encerrar la torre ene-miga con 25 £a3 ¦c2 26 £b3 ¦e227 ¢f1. Las negras realizaron unatentativa valiente con 24 ... ¥e6!,a la espera de 25 £a3 ¥xd5 26

£xb2 ¥xc4.Pero las blancas no le dieron

el menor respiro a su rival: 25£xa7! ¥xd5 26 exd5 b5 27 d6!bxc4 28 d7 c3 29 £xc5! c2 30 ¦c1

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¦d8 31 ¦xc2 ¥f8 32 £c8 ¦b8 33£xb8!, y las negras se rindieron.

La simplificación debe ayudaral defensor y por esa razón el pro-ceso de consolidación puede serlento. Proponiendo constantescambios, el defensor desvía las pie-zas atacantes una y otra vez. Uncaso a propósito es el siguiente:

Mijaíl Tal – Edwin Bhend; Zú-

rich (Suiza), 1959.1 d4 c5 2 d5 d6 3 e4 g6 4 ¤f3¥g7 5 ¥e2 ¤a6 6 0-0 ¤c7 7 ¤c3f5!? 8 ¥d3 fxe4 9 ¤xe4 ¤h6 10¥f4 0-0 11 £d2 ¤f7 12 c4 b5 13¦ae1 ¦b8 14 b3 e6 15 ¤fg5 ¤xg516 ¥xg5 £d7 17 ¤c3 b4 18 dxe6¤xe6 19 ¤d5 ¥b7 20 ¥e4 ¤xg521 £xg5 ¢h8.

Las blancas recuperaron comopudieron la compostura y juga-

ron 24 ¦fe1. A partir de este mo-mento, las negras se concentraronen esquivar las trampas plantea-das por su rival y apoderarse dela iniciativa mediante propuestasde cambios. En consecuencia, ju-garon 24 ... ¥f7!, para explotar laclavada de la torre blanca. Obsér-

vese que 24 ...¥

g8 les hubiera da-do a las blancas un juego conside-rable, después de 25 £h5, debidoa la amenaza 26 ¦e8 ¦xe8 27¦xe8 £c7 28 £xh7++.

Siguió: 25 ¥c2 ¦b7!! 26 h4¦xe7 27 ¦xe7 h6 28 £f5 ¥g8 29£e4 d5! 30 exd5 £xd5. Mientrasa las negras les quede un solo pe-ón en el flanco de dama, puedenganar los finales derivados de uncambio de damas. Así pues, Tal seve obligado a retroceder: 31 £g6£d4! 32 £g3 ¦f7 33 ¦e4 £b2 34¥d3 ¥d4 35 ¦e2 £c1+ 36 ¢h2£f4 37 ¦e8 £xg3+ 38 fxg3 ¢g739 ¥c4 ¦f8 40 ¦e7+ ¢f6 41 ¦xa7

¥xc4 42 bxc4 ¢f5 43 ¦e7 ¦a8 44¦e2 ¦a3 45 ¢h3 h5, y las blancasse rindieron.

PARTIDAS ILUSTRATIVAS

David Bronstein – Paul Keres;

Torneo de Candidatos, 12ª ronda,Zúrich (Suiza), 1953

1 d4 ¤f6 2 c4 e6 3 ¤c3 ¥b4 4e3 c5 5 ¥d3 d5 6 ¤f3 0-0 7 0-0

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Mijaíl Tal jugó ahora 22¥xg6?!, con idea de responder a22 ... hxg6 con 23 ¤e7, con lasfuertes amenazas ¤xg6+ y £h4+.

Después de 22 ... ¥xd5, las blan-cas jugaron 23 ¦e7. Bhend retirósu dama, 23 ... £d8, y Tal descu-brió que 24 £h5 podía contestar-se con 24 ... ¥g8!

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¤c6 8 a3 ¥xc3 9 bxc3 dxc4 10¥xc4 £c7 11 ¥d3 e5 12 £c2

Antes de continuar el desarro-llo de esta extensamente analiza-da apertura, le damos la palabra aDavid Bronstein, que escribió losiguiente en la introducción a lapartida en su famoso libro sobreel torneo:

«Casi siempre tiene sentido un

sacrificio de peón, a veces inclusode pieza, para mantener al reyenemigo en el centro, donde pue-de ser atacado con las piezas pe-sadas. Pero debemos distinguirentre dos tipos de ataque: 1) elrey se halla en la primera fila ro-deado de sus propias piezas y pe-ones; 2) el rey avanza hasta la ter-cera o cuarta filas, en busca derefugio en uno de los flancos.

«En esta partida puede verseun ejemplo del segundo tipo: mirival utiliza al máximo el mejorrecurso del defensor, la sangrefría. En un momento dado, me viobligado a olvidarme de todas

las variantes calculadas parapreguntarme quién atacaba aquién».

La posición de apertura nos re-sulta familiar. Las blancas quierenrealizar el avance e4 y expandirseen el flanco de rey con sus piezas ypeones. Las negras presionan el

centro enemigo y tratan de conte-ner los alfiles blancos.

12 ... ¦e813 e4 exd4!?

Un fácil camino hacia la igual-dad era 13 ... c4, con lo que se

fuerza un final teóricamenteequilibrado: 14 ¥xc4 exd4 15cxd4 ¤a5 16 ¥d3 £xc2 17 ¥xc2¤xe4, y 18 ... ¥f5. La elección deEuwe es mucho más aguda, por-que el centro blanco resultarámás vulnerable en el medio juegoque en el final.

14 cxd4 ¥g415 £xc5 ...

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a b c d e f g h

Las blancas renuncian a uninteresante reto: 15 e5 forzaríala variante 15 ... ¥xf3 16 exf6¤xd4 17 ¥xh7+ ¢h8 18 fxg7+¢xg7 19 ¥b2, y ahora 19 ...¦ad8 ó 19 ... £f4. A pesar de laairada situación de su rey, lasnegras tienen buenas piezas en

 juego por las amenazas ...¥e2 y...¦h8. Tras 19 ... £f4, por ejem-plo, 20 gxf3 ¦e5! 21 ¥xd4 cxd4,las blancas se encontrarían conel agua al cuello, ante las ame-

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nazas ...¦g5+ ó ...¦h8. Las blan-cas podrían entrar en dos finales

con 20 £f5 £xf5 21 ¥xf5 ¥c6,ó20 £xc5 ¢xh7 21 £xd4 £xd422 ¥xd4, pero las negras conta-rían con excelentes posibilida-des de tablas en ambos casos.

Retrospectivamente, puedeque este plan fuese el mejor pa-ra las blancas. Sin embargo,

Bronstein prefirió una varianteigualmente complicada, que pa-rece superior a primera vista.(Veinte años más tarde se descu-brió que 15 ... ¥xf3! 16 gxf3£d7, que amenaza el peón de dy ...¤xe4, con jaque perpetuo,era lo más fuerte para las ne-

gras).15 ... ¤xe4

16 ¥xe4 ¦xe4

17 ¤g5! ...

Una excelente idea de ata-que, que incita a las negras a eli-minar el peón de ‘d4’ para acti-var el alfil en la gran diagonal.Por ejemplo: 17 ... ¦xd4 18 ¥b2¦d7 19 £c2 g6 20 ¤e4 es tanfuerte que lo mejor que puedenhacer las negras es contraatacarcon 18 ... £f4. Por cierto que larapidez con que el ataque puedecambiar de mano se pone demanifiesto en la variante 17 d5(para ganar el caballo clavado)17 ... ¥xf3 18 gxf3 ¦h4 19 f4£d7!, se desclavan y amenazan20 ... £g4+.

17 ... ¦e7!18 £c2 g6

19 ¤e4 ¥f5!

Esto explica por qué las ne-gras prefirieron la debilitante 18... g6 a 18 ... f5. Está claro que in-tentaban provocar un sacrificiopeligroso, porque las blancas notienen otro modo de afrontar las

amenazas de caballo y al peón de‘d4’.

20 ¤f6+! ¢g721 £d2! ¢xf6

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«En este momento me sentíamuy satisfecho con mi posición»,escribió Bronstein. «El rey negrono puede regresar a ‘g7’, y al per-manecer en el centro quedará ex-puesto al ataque combinado de

dama, torre y alfil y, quizá, de al-gunos peones. A pesar de ello, miadversario no mostraba el menorsigno de desesperación: un buenejemplo para los jugadores jóve-

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nes, que suelen alterarse tanpronto como entran en posicio-

nes difíciles, especialmente cuan-do se ven amenazados con unataque de mate, por lo que redu-cen sus propias posibilidades dedefenderse con éxito».

Con la siguiente jugada lasblancas crean tres amenazas muypoderosas: la horquilla en ‘d6’, el

 jaque natural¥

b2 y la supresiónsutil de la retirada del rey con£h6.

22 d5 ¦d8!!

Una réplica tremenda. Unsimple vistazo basta para conven-cerse de que 22 ... £d6 23 £h6!£xd5 24 ¥g5+ y 25 ¦fe1+ es unasecuencia mortal. Pero la jugadatextual amenaza con responder a23 £h6 con 23 ... ¦xd5. Tambiéndetiene el avance d6 y crea unabase firme para devolver la piezaextra.

23 ¥b2+ ¤e524 f4 £c5+25 ¢h1 ...

Ahora se revela otra virtud dela jugada 22 ... ¦d8. Si 25 ¥d4, 25... ¦xd5! 26 ¥xc5 ¦xd2 27 ¥xe7+¢xe7 28 fxe5 ¥e4; o aun 26 fxe5+

¢e6 27 ¥xc5 ¦xd2 28 ¥xe7¢xe7, y las negras deberían hacertablas, a pesar de la calidad demenos.

25 ... ¦xd526 fxe5+ ¢e6

No 26 ... ¢g7 27 £g5, queamenaza ¦xf5 y e6+.Aquí Brons-tein comenta que, a pesar de ha-ber recuperado la pieza, «el ata-que de las blancas tropieza condificultades estratégicas. El reynegro está rodeado de piezas que

muestran una cierta inclinación alcontraataque a la primera oca-sión. El rey tiene, además, muchascasillas de escape, más de hechoque cuando se hallaba enrocado.Por otra parte, con el rey en ‘h1’,la primera fila es vulnerable».

27 £g5 ¢d728 ¦ac1? ...

Las blancas dejan escapar suoportunidad de lograr una granventaja con 28 a4, seguido de 29¥a3, cuando podrían penetrarpor casillas negras o ganar la cali-dad en una situación más favora-

ble que en la nota a la jugada 25ª.

28 ... £b629 ¥c3 ¦e830 ¥b4 ¦exe5

Las negras tienen un segundopeón para consolarse, y no tiene

que preocuparles 31 ¦xf5, debidoa 31 ... gxf5! 32 £g8 ¢e6!, con ta-blas como mínimo. En muchas delas variantes que podrían produ-cirse en las jugadas siguientes, las

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blancas descartan ideas porquesólo conducen al jaque perpetuo.

Pero eso parece confirmar que,hagan lo que hagan, las tablas estodo lo que la posición puedeofrecerles.

31 £h4 a532 ¥e1 h533 ¥f2 £a6

34¥

g3¦

e4

dama fuera del tablero, las negraspueden poner su rey a cubierto,

tras sus peones del flanco de rey,sin el peligro de que la pieza másfuerte enemiga penetre en sucampo. La alternativa, 35 ... gxf536 ¦c7+ ¢e8 37 ¦c8+, sólo con-duce a tablas, a menos que lasblancas quieran afrontar la se-cuencia 37 ... ¢d7 38 £d8+ ¢e6

39£

e8+¢

f6 40£

h8+ y otra me-dia docena de jaques. ¿No es mássencillo tomar la dama?

36 ¦xd5+ ¢e6

37 ¦cd1 ...

Bronstein se dio cuenta justo a

tiempo de que 37¦

e5+??¢

f6 38¦f1+ permitía mate en una. Elresto es muy fácil.

37 ... £c4!

38 ¦d6+ ¢e7

39 ¦d7+ ¢f6

40 ¥xh4+ £xh4

41 ¦f1+ ¢g5

Tablas ante 42 ¦d5+! y 43¦xa5 que elimina la última posi-bilidad de victoria de las negras.

John Eric Littlewood – MijaílBotvínnik; Torneo de Hastings(Inglaterra) de 1961-1962, 2ª ron-da:

1 e4 c5 2 ¤f3 d6 3 d4 cxd4 4¤xd4 ¤f6 5 ¤c3 g6 6 ¥e3 ¥g7 7

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Aunque lleva ya varias juga-das en la sexta o séptima fila, elrey negro está seguro. Protegido

por sus piezas pesadas, las negrasno temen seguir deambulandocon su pieza más valiosa. Porejemplo: 35 £g5 ¢e6! Ambos ju-gadores se encontraban a puntode perder por tiempo, pero pese atodo las blancas lanzan su últimatentativa de doble filo.

35 ¦xf5!?! ¦xh4

Puede que sea seguro capturarla torre, pero instintivamente esmejor eliminar la dama. Con la

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f3 a6!? 8 ¥c4 b5 9 ¥b3 ¥b7 10£d2 ¤bd7.

Las blancas han elegido la for-mación de ataque más popular ymás efectiva contra la Variantedel Dragón planteada por las ne-gras. Con la novedad 7 ... a6, lasnegras asumen la iniciativa en elflanco de dama antes de haber

enrocado, y dejan el rey como unobjetivo inmóvil. Las blancas po-dían haberse anticipado a esteplan con 8 £d2 para responder a8 ... b5 con 9 a4!, una jugada quecrea debilidades en todo el flancode dama negro, ya jueguen 9 ...bxa4, ya 9 ... b4. Las blancas siem-pre podrían enrocar corto mástarde. Pero las negras tambiénpueden acomodarse. Por ejemplo:8 ... ¤bd7 y 9 ... £c7, antes de rea-lizar el avance ...b5.

¥h6!, que obliga a tomar una de-cisión en el flanco de rey. Las ne-

gras pueden renunciar al enro-que, con 11 ... ¥xh6 12 £xh6¤c5, pero entonces el desarrolloblanco es muy simple, mientrasque el negro es problemático. Porejemplo: 13 0-0-0 ¤xb3+ 14 cxb3!£b6 15 ¢b1 0-0-0 16 b4! y 17¤b3, como en una partida poste-

rior de Botvínnik. La alternativaes 11 ... 0-0, la jugada que las ne-gras trataban de diferir. Las blan-cas seguirían entonces con su ata-que: 12 h4 ¤c5 13 h5 ¤xb3 14axb3 b4 (de otro modo, 15 hxg6hxg6 16 ¥xg7 y mate) 15 ¤d5!¥xd5 (15 ... ¤xd5 significaría

prescindir de una importante pie-za defensora del enroque) 16exd5, seguido de hxg6 ó 17 ¤c6,oincluso 17 ¥xg7. Las negras nun-ca pueden jugar realmente...¤xh5, debido a g4 y al subse-cuente mate en la columna h.

11 ... ¤c5

Las negras pueden eliminar unatacante peligroso en cualquiermomento con ...¤xb3+. Una delas razones por las que es tan po-pular la formación blanca es que,en ‘b3’, el alfil es también una pie-za defensiva excelente. Incluso sise cambia por un caballo negro, laposición del rey blanco sigue sien-do relativamente segura.

12 ¢b1 ¤xb3

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11 0-0-0? ...

Para entender por qué es estoun error, debemos examinar 11

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13 cxb3!? ...

Siete jugadas después, este mo-vimiento podrá ser duramente cri-ticado. La razón de esta inusualcaptura –inusual porque existe unprincipio cierto y probado segúnel cual debe retomarse con peónhacia el centro– es que tiene unabase defensiva y otra ofensiva. La

idea defensiva es que tras un pos-terior ...b4 el punto ‘c2’ no será tanvulnerable. También porque lasnegras no podrán abrir del todo lacolumna a con el avance ...a5-a4xb3. La idea ofensiva reside enel uso futuro de la columna c, con¦c1, y en la explotación de las ca-

sillas negras débiles, con b4 y¤

b3.Aunque válida en muchasotras posiciones similares, esta ju-gada es inferior aquí, por razonestácticas, casi imposibles de preveren esta posición.

13 ... 0-0

Ahora las negras han realiza-do todo el trabajo preparatorioposible en el flanco de dama sin elempleo de las piezas pesadas co-mo la torre de rey. El enroque esseguro. Obsérvese que si las blan-cas toman precauciones en elflanco de dama, con 14 b4, permi-tirían ...¦c8-c4! Quizás lo mejorsea 14 ¦c1 y 15 ¦hd1, aunque se-ría admitir que el ataque de matetradicional, con h4-h5, no puedellevarse a cabo.

14 ¥h6 ¥xh6!15 £xh6 b4!

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Las negras caminan al bordedel abismo y deben actuar rápida-mente. Sólo en ciertas condicionesda resultado la captura en ‘h6’; pe-

ro no pueden darles jugadas a lasblancas, porque les bastarían paradar mate después de h4-h5. La da-ma blanca no puede ser expulsadade ‘h6’. En otros casos, las blancasobtendrían un ataque decisivo(por ejemplo: 15 ... ¦c8? 16 e5!, oaun 15 ... £b6 16 h4 ¢h8 17 h5¦

g8 18 hxg6¦

xg6 19£

h2, segui-do de ¤f5 ó g4),o una gran venta- ja estratégica (15 ... e5 16 ¤c2!,se-guido de ¤e3-d5).

16 e5? ...

A pesar de su fuerza aparente,ésta es la jugada perdedora. Si lasblancas juegan el caballo de da-ma, están asumiendo la pérdidade la iniciativa. Sin embargo, a)16 ¤d5 puede contestarse tantocon 16 ... ¥xd5 17 exd5 £d7, se-

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guido de ...¦c8-c5, ó ...e5, comocon 16 ... ¤xd5 17 exd5 ¥xd5 18

¤f5! gxf5 19 ¦xd5 f6! (no 19 ... e620 ¦xd6! £xd6 21 £g5+, con ja-que perpetuo) 20 ¦xf6 £e8 y...£f7 ó ...£g6; las negras estánmejor en casi cada final, porquetienen peones pasados en el cen-tro y las blancas no pueden crearfácilmente uno pasado en el ala

de dama; b) 16¤

ce2 puede con-testarse con 16 ... e5 17 ¤c2 a5,con un ataque más rápido que elde las blancas, o con 16 ... e6 17 h4£e7 18 h5 a5 19 hxg6 fxg6.

16 ... ¤d7!

Un recurso fino que obliga alas blancas a atacar a la desespera-da. La clave de 16 ... ¤d7 es res-ponder a 17 exd6 con 17 ... e5!(aunque 17 ... bxc3 18 ¤f5 gxf5 19£g5+ ¢h8 20 dxe7 no es peligro-so, debido a 20 ... c2+!, seguido de jaque de dama y ...¦g8).

Las blancas probablemente

esperaban 16 ... bxc3 17 exf6 exf6,que favorece a las blancas por sumejor estructura de peones des-pués de 18 bxc3. El uso que lasnegras hacen en esta partida de la jugada intermedia es divertido y,al mismo tiempo, instructivo.

17 h4 bxc318 h5 dxe5!

Sí, mejor así, porque 18 ... c2+19 ¤xc2 g5 20 £xg5+ ¢h8, que

para el mate les concede a lasblancas buenas posibilidades

prácticas después de 21 exd6. Lasblancas no tienen tiempo de jugaraquí 19 bxc3, porque 19 ... exd4 20hxg6 ¤f6, ó 20 ¦xd4 £a5 anulanel ataque.

19 hxg6 ...

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19 ... ¤f6!

Sólo aquí descubrieron lasblancas que la jugada en que con-fiaban (20 ¤f5) falla por 20 ...

c2+! y ...£c8+, seguido de la cap-tura del caballo. Sin la suma delcaballo, el ataque blanco quedamuerto porque el caballo negrocubre perfectamente la posiciónde su rey. El resto fue una laborde limpieza:

20 bxc3 exd4 21 gxh7+ ¢h8 22¦xd4 £a5 23 £e3 ¤d5 24 £d2¤xc3+ 25 ¢a1 ¦ad8 26 ¦c1£xa2+ (lo más sencillo: las negrassólo necesitan una pieza extra) 27

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£xa2 ¤xa2 28 ¦xd8 ¦xd8, y lasblancas se rindieron.

Rashid Nezhmetdínov – Ale-xánder Chistiákov; Semifinal delCampeonato de la URSS, Tiflis(Georgia), 4ª ronda, 1949

1 e4 e6 2 d4 d5 3 ¤c3 ¤f6 4

¥g5 dxe4 5

¤xe4

¥e7 6

¤g3!? b67 ¥b5+ c6 8 ¥e2 ¥b7 9 ¤f3

¤bd7 10 0-0 h6 11 ¥xf6 gxf6?!

Esta partida representa un sa-crificio de liberación de líneas deun peón por el cual las blancasbuscan bombardear al rey negro,

oculto tras la protección de unmuro de peones. Aunque los peo-nes ofrecen una barrera apa-rentemente infranqueable, éstano siempre puede contener lostrucos tácticos del atacante.

Las negras han provocado, consu 11ª jugada, un medio juego dedoble filo. No retomaron en ‘f6’con pieza debido a la presión quehabría seguido a 11 ... ¤xf6 12¤e5 y 13 ¥f3, o a 11 ... ¥xf6 12¤h5. En lugar de la tranquilidadrelativa que habrían conseguidocon 10 ... 0-0 ó 10 ... £c7 y 11 ... 0-0-0, las negras quieren un medio jue-go con los dos alfiles y con posibili-dades de ataque en la columna g.

(D)

12 d5?! ...

Las blancas recogen el guantey responden con el sacrificiooportunista de un peón basadoen la evacuación de la casilla ‘d4’para el caballo. Aunque eso difí-cilmente puede parecer suficien-

te, podemos prever algunas juga-das para vaticinar una formaciónde ataque con un caballo en ‘d4’,un alfil en ‘h5’, torres en ‘d1’ y ‘e1’y la dama en algún punto agresi-vo. Las blancas amenazarán en-tonces con sacrificios en ‘e6’ y‘f7’, así como con la apertura de

líneas a base de c4. Ahora bien,disponer las piezas de esta mane-ra sin el sacrificio de peón resul-taría imposible (¿desde qué otrolugar, si no es ‘d4’, podría la acti-vidad del caballo tener el mismoefecto?). Retrospectivamente, po-demos decir que era mejor jugar12 ¦e1 ó 12 ¤h5, pero si estuvié-ramos sentados ante el tablero,el sacrificio sin duda nos resulta-ría atractivo.

12 ... cxd5

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Las negras no tienen muchaelección. No pueden rehusar la

oferta sin incurrir en mayoresconcesiones (12 ... e5 13 dxc6¥xc6 14 ¤f5, o 12 ... £c7 13 dxe6fxe6 14 ¤d4), y no pueden tomarde peón de e porque entonces lasblancas minarían la columna econ ¦e1 y ¤f5.

13¤

d4¥

c5!

Una decisión sabia: las negraspiensan eliminar la pieza atacantemás fuerte. Está claro que las ne-gras no podrán enrocar largo de-bido a las amenazas de las blan-cas en ‘f7’ y ‘e6’ (15 ... £c7 16¥h5 ¤c5 17 b4, o 15 ... ¤c5 16¥h5 £d7 17 f4). El rey negro estámucho más seguro en el centro,aunque en algunos casos tengaque moverse a ‘f8’.

Al desprenderse de su alfil decasillas negras, Chistiakov no es-tá realizando concesión alguna,porque las blancas ya se han

desprendido del suyo y no pue-den explotar impunemente lascasillas oscuras. Las negras de-ciden oponer una formación de-fensiva con su rey en ‘f8’ paracubrir ‘g7’. El resto de sus piezaspueden apuntar a las blancasdesde casillas más o menos natu-

rales (la torre de dama, porejemplo, desde ‘c8’). Tambiéndeciden no avanzar sus peonescentrales, a menos que haya unarazón de peso para ello. No hay

excusa válida para hacer perme-able una estructura sólida de pe-

ones.14 ¥h5 ¥xd415 £xd4 ¢f8!

Se diría que los peones centra-les negros constituyen suficienteprotección para las piezas de ma-

yor rango, pero veamos, porejemplo: 15 ... £e7? 16 ¤f5! exf517 ¦fe1 ¤e5 18 f4 £c5 19 ¦ad1!,seguido de la recuperación de lapieza y una tremenda presión so-bre el centro.

16 ¦fe1 ¦c817 £b4+ ...

El problema de las blancas esque carecen de objetivos. Si se de-tienen a defender el peón de c, lasnegras pueden iniciar sus contra-golpes con 17 ... £c7 ó 17 ... ¦c4.El jaque blanco plantea algunastrampas: 17 ... ¦c5 sitúa una pieza

en una casilla torpe y hace másfácil el avance ‘c4’ después de 18¦ad1; 17 ... £e7 entra de cabezaen la variante 18 £xe7+! ¢xe7 19¤f5+ ¢f8 20 ¤d6, por ejemplo:20 ... ¦c7 21 ¤xf7 ¦g8 22 ¤d8(Chistiakov).

17 ... ¤c518 ¦ad1 £c719 £h4 ...

(D)

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Ahora las blancas tienen suobjetivo.Ya no les interesa la pre-sión contra ‘c4’ porque eso abriríala columna a las piezas pesadasnegras y la gran diagonal al alfil.Sería efectivo después de 19 ...£d8 20 c4! Por cierto, ¿cómo de-ben proteger las negras el peónde f6? A 19 ... £e7 las blancaspueden responder 20 ¤f5, y a 19... ¢g7, pueden seguir 20 £g4+¢h7 21 £h4, en busca de una re-petición de movimientos. Sóloquedan, por tanto, 19 ... f5, que in-

vita a la invasión de dama por‘f6’, y 19 ... ¤d7, que corta la co-municación en la séptima fila einvita al sacrificio 20 ¥xf7 ¢xf721 £h5+ y ¤f5 ó ¦xe6.

19 ... f5!

Las negras han calculado estasecuencia: 20 £f6 ¦h7 21 ¥g6¤d7! 22 £h4 fxg6 23 ¦xe6 £d8!24 £b4+ ¢f7 25 ¦de1 ¤c5. Unamaniobra que puede considerar-

se una mezcla de confusión de laspiezas atacantes, propuesta de

cambio y consolidación.20 c4! ...

La idea es 21 cxd5 ¥xd5 22¤xf5. El propósito, muy distinto ala amenaza inmediata, es utilizarla columna d en conexión con£

f6.20 ... dxc4!

Pero las negras han preparadoun limpio sacrificio: 21 £f6 ¦h722 ¤xf5 exf5 23 ¥xf7 £xf7! 24¦d8+ ¦xd8 25 £xd8+ ¢g7 26¦e7 ¢g6, con tres piezas por ladama y una posición fácilmenteganada.

21 £xc4 ¦g8

Las negras tienen el contraa-taque a punto y fuerzan una seriede simplificaciones con amena-

zas. La primera es 22 ... f4.

22 f4 £e7!

Prepara la amenaza 23 ...¤e4 y también planea trasladarla dama a ‘h4’. Si, ahora, 23¤xf5, entonces 23 ... ¦xg2+ 24

¢f1 £f6.

23 £d4 ¤e424 ¥f3 ¤xg325 ¥xb7 £xb7

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26 hxg3 ... ¦cxg2+ 36 ¢h1 ¢h4 37 ¦d1 ¦xa238 ¦xf7 ¢h3 39 ¦d3+ ¦g3 (Chis-

tiakov). El resto fue sencillo, por-que las blancas podrían evitar lapérdida de más peones o la pene-tración de las torres enemigas, pe-ro no ambas cosas:

33 ¦xa7 ¦d8! 34 ¢h2 ¦dd2 35¦g1 ¦e2 36 ¦a4 b5 37 ¦a7 ¦xe5

38 a4 b4 39 a5¦

a2 40 a6¦

ea5 41¦b7 ¦xa6 42 ¦xb4 h5, y las blan-cas se rindieron.

Robert James Fischer – VasiliSmíslov; Torneo de Candidatos,Bled, Zagreb, Belgrado, 21ª ron-da, 13 de octubre de 1959

1 e4 c5 2 ¤f3 e6 3 d4 cxd4 4¤xd4 ¤f6 5 ¤c3 d6 6 ¥c4 ¥e7 70-0 a6 8 ¥b3 b5 9 f4 0-0 10 f5?

191OTRAS CUESTIONES ACERCA DEL MATERIAL

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7

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2

1

a b c d e f g h

Las blancas comienzan a pen-sar en defenderse. Pero siguentendiendo trampas. Por ejemplo:26 ... ¦xg3 sería caer en una deellas tras 27 £h8+ ¢e7 (27 ... ¦g828 £xh6+ ¢e7 29 ¦xe6+!, o 28 ...¦g7 29 £h8+, o incluso 28 ... ¢e829 ¦xe6+! fxe6 30 £xe6+ ¢f8 31£xf5+ ¢e8 32 ¦e1+ ¢d8 33£f6+ ¢c7 34 £e5+! y mate) 28¦xe6+!!, con mate o ganancia dedama. ¡Vigilancia!

26 ... ¦c2!

27 £d6+ £e728 £b8+ ¢g729 £e5+ £f630 ¦d7 £xe531 fxe5 ¦xb232 ¦c1 ¢g6!

El conductor de las negras se

mantiene despierto hasta el final.Ahora se dispone a contestar a 33¦cc7 con 33 ... ¢h5, con lo cual surey estará a salvo de las amenazasdel perpetuo: 34 ¢h2 f4! 35 gxf4

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1

a b c d e f g h

Con la décima jugada, lasblancas inician una campaña es-peculativa, una campaña que exi-ge de las negras una vigilancia

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constante, a pesar de la naturale-za a veces abrumadora de su po-

sición. En varios momentos pare-ce que la ventaja negra esabsoluta, pero entonces las blan-cas se sacan de la manga nuevasideas que complican la lucha.

A efectos teóricos, 10 f5 es unabuena idea estratégica, si el pri-mer jugador tuviese tiempo de

plantearla. En el mismo torneo ypor inversión de jugadas Fischeralcanzó una posición perdidacontra Tal después de 7 ¥b3 a6 8f4 0-0 9 £f3 £c7 10 0-0?! b5 11f5? b4 12 ¤a4 e5 13 ¤e2 ¥b7 14¤g3 ¤bd7 15 ¥e3 ¥c6! 16 ¥f2£b7 17 ¦fe1 d5! El contrajuegode las negras es, sencillamente,demasiado rápido.

10 ... b4!

Este avance crea confusión enla líneas enemigas y provoca elsacrificio 11 fxe6?! bxc3 12 exf7+¢h8 13 £f3, que se refuta fácil-

mente con 13 ... ¤c6! 14 ¤xc6£b6+ 15 ¢h1 £xc6 16 ¥g5 cxb217 ¦ae1 ¥g4! 18 £f4 ¥h5, comoen la partida Jansa – Polugáievski,Kapfenberg, 1970, que fue rápida-mente ganada por las negras.

11 ¤ce2 e5

12 ¤f3 ¥b7

No había razón para jugar 11... ¤xe4 (12 ¥d5 £b6+ 13 ¢h1¤f2+ 14 ¦xf2, gana pieza), dado

que las negras pueden ganartiempo con una jugada de desa-

rrollo. El peón de ‘e4’ no va a es-capar. Pero de todos modos, 11 ...¤xe4 12 ¥d5 ¥b7! es una buenalínea.

13 ¤g3 ¤xe4!

Ahora esta captura es sólida y

correcta, aunque las negras tam-bién podían obtener un medio juego cómodo con 13 ... ¤bd7, se-guido de ...¤c5 ó ...a5. Pero unpeón es un peón...

14 ¤xe4 ¥xe415 £e1 ¥xf3

De nuevo, existía la tenta-ción de entrar en un medio jue-go igualado, con 13 ... ¥c6 14£xb4 d5, pero el peón extrabien merece soportar algunasdificultades, sobre todo tenien-do en cuenta que las negras ga-nan tiempo con sus próximas ju-

gadas.

16 ¦xf3 ¤c617 £e4 ¤d418 ¦h3! ...

La primera de una serie de pe-queñas trampas: 18 ... ¤xb3??

pierde por 19 f6 (amenaza mateen ‘h7’) 19 ... g6 20 £h4 h5 21fxe7. Debido a esta amenaza, lasblancas recuperan la iniciativadurante unos movimientos.

EL ARTE DE LA DEFENSA EN AJEDREZ192

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18 ... ¥f619 ¥d5 ¦c8

20 c3 bxc321 bxc3 ¤b5

Casilla única para el caballo,pero lo bastante buena como pa-ra iniciar el ataque contra el peóndébil de ‘c3’. La idea secundariade las negras es deshacer el blo-

queo del alfil blanco de ‘d5’, loque permitiría ...d5 y ...¤d6-e4, oincluso ...d4. La tercera amenaza,como de costumbre, es el cambiode piezas para pasar a un final ga-nado.

22 ¥d2 ¦c5!

Sólo porque las negras tenganun peón de ventaja no significaque las cosas sean fáciles. Su juga-da añade fuerza a sus dos amena-zas principales, y además contie-ne su propia celada: 23 ... £b6 24¥e3 ¤xc3!. La jugada de torreprepara ...¤c7 y ...d5-d4, que pro-

duciría una posición ganada antesde que las blancas pudiesen crearnuevas amenazas.

23 ¢h1 £d724 ¥b3! d525 £f3 ¤d6!

Se requiere precaución, yaque las blancas amenazan 26 £h5h6 27 ¥xh6, que daría resultadodespués de, por ejemplo, 25 ... d4?La maniobra del caballo crea una

contraamenaza contra el peón de‘f5’, además de “tocar” el punto

fuerte de ‘e4’ con un magníficocentrado. 26 ¥xd5 pierde por 26... e4.

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26 ¦f1 ¤e427 £h5 h628 ¥xh6 gxh6

Este sacrificio no puede rehu-sarse debido a la amenaza 29¥xg7. Las negras habían previstoun buen método defensivo, des-

pués de 29 £xh6: 29 ... ¦b8 30¥c2 ¥g7! 31 £h7+ ¢f8 32 ¥xe4dxe4 33 f6 ¥xf6 34 ¦xf6 ¦b1+.Pero no 29 ... ¤g5? 30 ¦g3 £e731 h4.

29 ¥c2!? ...

No es suficiente para salvar lapartida, pero sí lo bastante intimi-datorio como para preocupar aun experimentado defensor comoSmíslov, que había visto un cami-

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no hacia la victoria tras 29 £xh6.La jugada elegida por Fischer ga-

na un tiempo significativo en al-gunas variantes. Por ejemplo: 29... ¦b8 30 ¥xe4 dxe4 31 £xh6¥g7 32 ¦g3 f6 33 £xf6, con algu-nas posibilidades (33 ... ¦c6 34¦xg7+, o 33 ... ¦f8 34 £g5 ¦c6 35h4). En lo psicológico, es una bue-na alternativa.

29 ... ¥g530 f6 ¦b831 ¥xe4 dxe432 ¦g3 ...

¿Cómo se defenderán las ne-gras de la doble amenaza h4 y£xh6? Ésta era una prueba defuego para las negras.

32 ... £f5!

Por supuesto. El buen defen-sor siempre sabe hallar las debi-lidades, tanto en el campo pro-pio, como en campo enemigo (en

este caso, la primera fila). La tex-tual le permite a Smíslov pasar a

un final tan claramente ganadocomo si tuviese una torre de ven-taja.

33 ¢g1 £g6!34 £e2 ¦c6!35 h4 ¦xf636 ¦xf6 £xf6

37£

h5 ...

Después de 37 £xe4 £f4! 38£xf4 exf4 39 ¦g4 f5, el sacrificiode pieza sería permanente. Laclave de esta posición es que a 37hxg5 las negras responderían 37... £f4! 38 £g4 h5, no 37 ... hxg5,por 38 £h5. Ahora las negras seimponen sin mayores dificulta-des:

37 ... £f4 38 ¢h2 ¢g7 39 hxg5hxg5 40 £xg5+ £xg5 41 ¦xg5+¢f6 42 ¦h5 ¦b1 43 ¢g3 ¦f1! 44¦h4 ¢f5 45 ¦h5+ ¢e6 46 ¦h6+ f647 ¦h4 e3 48 ¦e4 f5!, y las blancasse rindieron.

EL ARTE DE LA DEFENSA EN AJEDREZ194

EJERCICIOS PARA ESTUDIO(soluciones en la pág. 223)

1. Las blancas tienen una torremenos, pero cuentan con las ame-nazas 1 ¤f6+ y 1 ¥f6. ¿Qué haría

usted con negras?

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2. Si las blancas juegan 1 ¦xf6y 2 ¥g5, ¿qué pueden hacer las

negras?

3. Las blancas juegan 1 ¤f5.¿Cómo deben defenderse las ne-gras?

4. Por el momento las negrastienen una pieza de ventaja, pero¿qué deben jugar en esta posi-ción?

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5. La última jugada de lasblancas ha sido 1 f5!? ¿Qué res-

pondería usted?

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¿Qué significa “evitar la de-

rrota”? ¿No hemos visto yatodo lo que tiene que vercon el tema de la defensa? Sí, pe-ro nos hemos concentrado en lafase de una partida en la que eldefensor se ve enfrentado a deci-siones capitales que, si son acerta-das, pueden llevar a un satisfac-

torio medio juego. Pero si laPrimera Crisis es mal tratada, en-tonces el defensor tendrá motivospara preocuparse. Detengámonosahora en las crisis posteriores.

La esencia de una buena de-fensa es crear las mayores dificul-tades posibles al opositor. Estoparece evidente, pero no lo es enmodo alguno. Cientos de millaresde partidas se han perdido cuan-do el defensor liquida una malaposición de medio juego para pa-sar a un final desesperadamente

perdido para él. O cuando el de-

fensor, en lugar de abrirse pasohacia el final, sin ceder ni un ápi-ce, decide emprender una tenta-tiva desesperada en busca decomplicaciones que destruye suscontornos defensivos en pocas ju-gadas.

El buen defensor debe ser de-rrotado varias veces en una mis-ma partida. Un error de apertura,la pérdida negligente de un peón,el fracaso de su iniciativa, una es-tructura de peones dislocado: to-do eso son cosas que puede acep-tar y seguir ofreciendo, pese aello, una dura resistencia.

Echemos un vistazo a una co-

nocida trampa teórica en la De-fensa India de Dama: 1 d4 ¤f6 2c4 e6 3 ¤f3 b6 4 ¥g5 h6 5 ¥h4¥b7 6 e3 ¥b4+ 7 ¤bd2??, y aho-ra 7 ... g5 8 ¥g3 g4 gana pieza a

Cómo evitar la derrota

CAPÍTULO 7

197

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causa de la amenaza ...¤e4 si semueve el caballo de ‘f3’. Esta po-

sición se ha producido dos vecesen torneos internacionales, y enambos casos movían las piezasblancas fuertes grandes maestros.Algunos jugadores se rendiríande inmediato para salvar la cara.Pero ninguno de los dos grandesmaestros se rindió... ¡y ninguno

de ellos perdió!

¦f8 14 ¤g6! fxg6 15 £xg6+ ¦f716 £g8+ ¦f8 17 £g6+. Tablas.

Recuerde que hay que come-

ter varios errores para perder una

 partida. Una mala posición no eslo mismo que una partida perdi-da. Sólo nuevos errores puedensignificar la transición de mala posición a posición perdida.

Para una defensa eficaz, el ju-gador debe saber dos cosas: 1)que se encuentra en dificultades,y 2) por qué está en dificultades.Sólo cuando el defensor sepa quetiene que defenderse, podrá opo-ner una dura resistencia. Sólocuando entienda qué aspectos desu posición son debilidades y cuá-les son puntos fuertes, sabrá quédebe preservar y qué debe cam-biar.

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Efim Bogoljubov – SiegbertTarrasch; Gotemburgo (Suecia),1920.

9 a3 gxf3 10 axb4 fxg2 11 ¥xg2

¥xg2 12 ¦g1 ¥b7 13 ¥h4 d6 14e4 ¤bd7 15 £f3 £e7 16 ¦g4 e517 d5 0-0-0 18 ¢e2 ¦dg8 19 ¦ag1¦xg4 20 ¦xg4 h5 21 ¦g3 ¢b8 22£f5 ¥c8 23 ¥g5 h4 24 ¦f3 £f825 ¥xf6 ¤xf6 26 £xf6 ¥g4 27 h3£h6?? 28 hxg4, y las negras serindieron.

Wolfgang Uhlmann – OveKinmark; Halle del Saale (Ale-mania), 1963.

9 ¤e5 ¤e4 10 £xg4 ¥xd2+ 11¢e2 ¥b4? 12 ¥h4 ¥e7 13 £g7

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A la posición del diagrama sellegó en la partida Abraham Spe-yer – Carl Schlechter; San Peters-burgo (Rusia), 1909, después de 1

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e4 e5 2 ¤f3 ¤c6 3 ¥b5 a6 4 ¥a4¤f6 5 0-0 ¥e7 6 ¦e1 b5 7 ¥b3 d6

8 c3 ¥g4 9 d3 0-0 10 a4 b4 11¤bd2 ¦b8 12 ¥c4 £c8 13 ¤f1?¤a5 14 ¥a2 bxc3 15 bxc3 ¥e6!16 ¤e3? ¤b3 17 ¥xb3 ¥xb3 18£d2 ¥e6 19 ¥a3 £d7.

Un juego desaliñado de aper-tura ha dejado a las blancas conun flanco débil de dama, y antes

de que sea invadido por las piezasnegras, deberán buscar contrajue-go en el centro con 20 ¤c2 y 21d4, o proteger aquel flanco a basede c4, £a5 y ¦eb1.

Sin embargo, las blancas nocomprendieron los peligros de laposición y siguieron con un juegoindeciso: 20 h3 ¦fe8 21 c4 c5!, yahora 22 g4?. Si Speyer hubieseentendido la situación, habría tra-tado de cubrir todas sus debili-dades del flanco de dama, £c2,¤d2 y ¦eb1. Otra posibilidad, se-ñalada por Lasker, era 22 ¤d5,seguido de exd5, y la preparaciónde f4, al ser cambiado el caballo

en ‘d5’. Pero la jugada 22 g4 iniciaun ataque a la bayoneta en unmomento en que el tiempo esesencial. Como hemos sugeridoen la sección sobre el contrajue-go, una avalancha de peones pue-de ser el procedimiento precisoen ciertos casos, pero siempre es

lenta.Schlechter siguió con 22 ...

¦b3, y sólo ahora se situaron lasblancas a la defensiva: 23 £c2¦eb8 24 ¤d2 ¦3b7 25 ¦eb1. Pero

ahora las negras tenían un nuevoobjetivo en el flanco de rey, y lo

explotaron hábilmente: 25 ... h526 f3 ¤h7! 27 ¦xb7 ¦xb7 28 ¦b1¥g5 29 ¤ef1 ¤f8! 30 ¦xb7 £xb731 ¥c1 ¥d7. Ante las amenazas...£b4 y ...¤e6-d4, las blancasperdieron un peón después de 32¤b1 ¥xa4, y pronto la partida.

No reconocer los peligros que

contiene la posición y jugar deforma vacilante fueron los culpa-bles de la derrota blanca en lapartida anterior. Un error igual-mente común es malinterpretarlos aspectos positivos y negativosde una posición.

199CÓMO EVITAR LA DERROTA

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Tenemos aquí un medio juegoavanzado propio del Torneo deCandidatos de 1953. Los peonesblancos son muy malos, pero laspiezas de ese bando son activas y

pueden ofrecer una defensa tenazcon 36 ¦df6! ¦xe3 37 ¥d5! Lapérdida del peón no es decisivaen tanto las blancas puedan plan-tear amenazas en el flanco de rey.

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Pero Najdorf (blancas) jugó36 £xe7??, “un increíble error

conceptual”, como él mismo diríamás tarde. En el final, el flanco derey de su rival no está amenazadoy Guéler (negras) ganó de formaexpeditiva: 36 ... ¦xe7 37 ¥d5¦xe3 38 ¦d8+ ¢g7 39 ¦c8 ¤d340 ¦a8 ¦e2+ 41 ¢g1 ¦d2 42 ¦aa1¤b4, y las blancas se rindieron.

¿QUÉ TIPO DE DEBILIDAD?

La naturaleza de la debilidadque hace mala su posición deter-mina el tipo de defensa apropia-da. Si, por ejemplo, tiene usteddebilidades estáticas (es decir,puntos vulnerables que no pue-den ser fácilmente reforzados),deberá determinar cómo puedenser atacadas. Si la respuesta es“fácilmente”, entonces tendráque golpear rápido. Si la respues-ta es “difícilmente”, entoncespuede adoptar una táctica de es-

pera. De modo similar, si su pro-blema es una pérdida de material,tiene que decidir cuán fácilmentepuede su adversario consolidaresa ventaja. Si es previsible unaserie de cambios que conducen aun final perdido, debe usted bus-car contrajuego. Pero si los cam-

bios son difíciles de forzar, o sipuede crear una fortaleza inex-pugnable en el final, entonces latáctica de espera es, una vez más,lo aconsejable.

Este ejemplo instructivo se ju-gó en el Campeonato de Estados

Unidos de 1974, entre Ken Ro-goff (blancas) y Bernard Zucker-man:

1 c4 ¤f6 2 ¤f3 g6 3 g3 ¥g7 4¥g2 0-0 5 0-0 c5 6 d4 cxd4 7 ¤xd4¤c6 8 ¤c3 ¤xd4 9 £xd4 d6 10£d3 a6 11 ¥d2 ¥f5 12 e4 ¥e6 13b3 ¦b8?! 14 ¦ac1 ¤d7 15 £e2¤

c5 16¤

d5 a5 17¦

fd1 b6.

EL ARTE DE LA DEFENSA EN AJEDREZ200

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Las blancas han ganado la ba-talla de la apertura al dificultar a

las negras las rupturas ...b5 y ...f5.Con sus dos últimas jugadas, lasnegras han pasado de una bús-queda contrajuego a una tácticade prevención del progreso blan-co (impedir b4 y c5). Aunque lasblancas tienen una clara ventaja,queda un largo camino hasta la

victoria. El primer movimientode medio juego fue 18 h4 para de-bilitar el flanco de rey enemigocon h5xg6. Este cambio no modi-ficará la naturaleza básica de la

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posición, pero les concederá a lasblancas posibilidades de explotar

el flanco de rey en el futuro.Siguió 18 ... h5 19 ¥g5! El alfilblanco ya no puede ser expulsadocon ...h6. En este punto las negrascometieron una serie de errorescruciales. Pueden defender el pe-ón con 19 ... ¦e8 y dejar que lasblancas asuman la iniciativa en el

medio juego, pues no es fácil vercómo podrían progresar. No pue-den presionar adicionalmente lospuntos débiles ‘e7’ y ‘b6’. Tal vezpodrían intentar una idea táctica:20 e5 ¥xe5 21 ¤xe7+ ¦xe7 22£xe5 dxe5 23 ¦xd8+ ¦xd8 24¥xe7, pero, después de toda estabrillantez, las negras quedan biencon 24 ... ¦d2.

¿Qué otras posibilidades hay?Las blancas pueden tratar deavanzar en el flanco de dama con£c2, a3 y b4. Esta idea pareceprometedora, pero las negras tie-nen buenas perspectivas de poderneutralizarla. Por ejemplo: 20£c2 £d7 21 a3 a4 22 bxa4 (22 b4¤b3 y ...¤d4) 22 ... ¥xd5 23 exd5£xa4. Este último aspecto es re-velador. Las negras pueden per-mitirse el cambio ...¥xd5 cuando

las blancas se hayan creado debili-

dades, y, por lo que parece, lasblancas no pueden progresar sin

incurrir en debilidades. Por consi-guiente, era obligada una tácticade espera con 19 ... ¦e8!.

Sin embargo, las negras juga-ron 19 ... ¥xd5? que facilita la

presión contra el peón de ‘e7’.Después de 20 exd5 ¦e8 21 ¥h3,

las blancas habían progresado sinel menor riesgo. Ahora, en lugarde un avance en el flanco de da-ma, las blancas pueden prepararg4, que pondrá en peligro al reynegro, pues la única pieza que lodefiende es el alfil.

Las negras apreciaron el peli-

gro y sus siguientes jugadas fue-ron precisas: 21 ... ¥f6! 22 ¥e3¢g7! Las blancas no quisieroncambiar un par de alfiles, sobretodo porque 22 ¥xf6 exf6 entre-garía a las negras la columnaabierta. Por otra parte, las dos úl-timas jugadas negras han anula-do la posibilidad del avance g4por tiempo indefinido. Por ejem-plo: 23 g4 hxg4 24 £xg4 ¦h8,pondría de manifiesto que elflanco de rey blanco es más débilque el negro.

201CÓMO EVITAR LA DERROTA

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Las blancas de nuevo tienen elproblema de convertir su ventaja

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en algo tangible, pues las negrashan cubierto bien sus debilidades.

Si las blancas regresaran al pro-yecto anterior de efectuar elavance b4, permitirían el contra- juego que las negras han estadobuscando. Zuckerman ocuparíala columna a y presionaría a lospeones blancos del ala de dama.Rogoff canceló el proyecto en

cuestión y comenzó a maniobrartranquilamente: 23 ¦c2 £c7 24¢h2.

Aquí volvieron a cometer lasnegras un error crucial. No hayun plan ganador evidente para lasblancas, como indican sus dos úl-timas jugadas. Las negras, portanto, deberían amoldarse y espe-rar acontecimientos. Pero, en lu-gar de eso, jugaron 24 ... e6? conla idea de obtener juego en la co-lumna e.El inconveniente, por su-puesto, es que esa ruptura simpli-ficó en gran medida la tarea delas blancas, les dio el objetivo quehabían estado buscando.

Después de 25 dxe6 ¤xe6 26¦cd2 ¦bd8 27 ¥g2 ¤c5 28 ¦d5¦e5 29 £f3 ¦xd5 30 £xd5, lasblancas ejercieron una presiónenorme contra el peón de d ycontra ambos flancos. Una nuevaprovocación de las negras no hizosino aumentar la ventaja: 30 ...

¥e5?! 31 ¥g5! f6 32 ¥e3 f5 33¥g5!, y las negras cometieron suúltimo error, 33 ... ¦f8, en lugarde 33 ... ¦e8 34 f4 ¥c3 35 £xd6£xd6 36 ¦xd6 ¦e2, con algunas

posibilidades. Después de 33 ...¦f8, el final era fácil para las

blancas y tras 34 f4 ¥f6 35 £xd6,ganaron en la jugada 44ª.Las debilidades de las negras

en este caso eran estáticas, perono fáciles de explotar.

Una situación diferente quedailustrada por la partida Andor Li-lienthal – Vasili Smíslov; Campeo-

nato Absoluto de la URSS, 1941:1 d4 ¤f6 2 c4 e6 3 ¤c3 ¥b4 4£c2 d6 5 g3 c5?! 6 dxc5 dxc5 7¥g2 ¤c6? 8 ¥xc6+! bxc6 9 ¤f30-0 10 0-0 ¦e8 11 ¥g5! ¥xc3 12£xc3 ¤e4 13 £e3 ¤xg5 14 ¤xg5e5 15 ¤e4?

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a b c d e f g h

Con su juego de apertura lasblancas han creado una deficien-te estructura de peones en elcampo enemigo y se disponen acapturar el peón de ‘c5’. Sin em-

bargo, era mejor jugar antes 15¦fd1. Las negras tienen debili-dades estáticas explotables, demodo que una táctica de esperasería desesperada para ellas. En

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consecuencia, las negras decidie-ron actuar enérgicamente con 15

... £d4! 16 b3 ¥g4! Esto es mejorque 16 ... £xe3, porque los peo-nes doblados blancos podrían de-fenderse fácilmente, mientrasque ése no es el caso de los ne-gros. Ahora, a 17 ¦fe1 puedecontestarse 17 ... ¦ad8 18 ¤xc5¥xe2! Por ejemplo: 19 ¦xe2£

xa1+, o bien 19£

xe2£

xc5. Es-te truco táctico que las negras su-perasen la primera crisis del me-dio juego: 17 ¤c3 e4! 18 ¦ad1

£e5.Las blancas omitieron aquí la

efectiva 19 ¤a4, y optaron por 19

¦d2, que permitió a las negras

proponer un sacrificio brillantede peón que debió haber sidorehusado: 19 ... ¦ad8! 20 ¦xd8?!

¦xd8 21 ¤xe4 f5 22 ¤c3 £xe3 23

fxe3 ¦d2. Las negras resistieronen el final resultante, gracias a lapolítica de activar sus piezas, auna costa de un precio: 24 ¦d1! ¦c2!

25 ¦d3 ¥xe2 26 ¦d8+ ¢f7 27

¤xe2 ¦xe2 28 ¦d7+ ¢e6! 29

¦xa7 (29 ¦xg7 ¦xa2 30 ¦xh7 ¦b231 ¦b7 a5 es tablas, según Botvín-nik) 29 ... g5 30 ¦xh7 ¦xa2 31

¦h6+ ¢e5 32 ¦xc6 ¢e4 33 ¦xc5

f4! 34 exf4 ¢f3 (ahora se ve laidea del avance anterior: el reynegro no podrá ser expulsado deesta casilla) 35 h3 ¦a1+. Tablas.Las blancas no pueden eludir el jaque perpetuo.

Permítame el lector que merepita. La naturaleza de sus debi-

lidades determina el tipo de de-fensa necesaria. A veces activa, a

veces pasiva. Esto puede aplicar-se tanto a desventajas materialescomo a estratégicas.

Serguéi Freiman – Milan Vid-mar; San Petersburgo (Rusia),1909.

1 d4 d5 2 c4 e6 3 ¤c3 c5 4 e3¤f6 5 ¤f3 ¤c6 6 a3 ¥d6 7 dxc5¥

xc5 8 b4¥

d6 9¥

b2 0-0 10¥

d3a5 11 b5 ¤e5 12 ¤xe5 ¥xe5 13£e2 b6? 14 0-0 ¥b7 15 ¦fd1 £e716 ¤a4 ¥xb2 17 £xb2 ¤d7 18cxd5 exd5 19 ¥f5 ¦ad8 20 ¥xd7¦xd7 21 ¤xb6.

203CÓMO EVITAR LA DERROTA

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Las debilidades del flanco dedama les ha costado a las negrasun peón, cuya captura ha creadoun peligroso peón pasado en lacolumna b. Es fácil imaginar quelas blancas transformen esa ven-taja, puesto que es un peón pasa-do distante y puede defendersefácilmente. Por lo tanto, las ne-gras no pueden confiar en sus po-sibilidades de bloquear el peón e

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impedir su avance. Así pues, tie-nen que complicar las cosas.

Vidmar se convenció de ello yel juego evolucionó así: 21 ... ¦d622 ¤a4 ¦h6, con la amenaza 23 ...£h4 24 h3 £xa4. Las blancas pa-raron la amenaza con 23 ¦d4,pe-ro después de 23 ... £c7! 24 h3¦c8!, las negras consiguieron difi-cultar al máximo la victoria con-

traria gracias a la actividad de suspiezas y al control de la única co-lumna abierta. La transformacióndel juego negro es notable.

En la continuación, las blancastuvieron problemas para consoli-dar su ventaja: 25 ¦ad1 ¦g6 26¦4d3 (permite la fuerte 26 ... d4!,que las negras omiten) 26 ... h6 27

¦d4 (no 27 ¦c3, por 27 ... ¦xg2+28 ¢xg2 d4+) 27 ... ¢h7 28 ¦1d3£e5 29 £d2 ¦c4! 30 ¤c3 £g5.Las complicaciones resultaronefectivas y las blancas cometieronun error burdo con 31 f4 £g3 32¤xd5?? ¦c1+, y sigue mate. Peroen cualquier caso, la posición ne-

gra era ya lo bastante buena co-mo para poder oponer una defen-sa resistente.

La otra cara de la moneda po-demos encontrarla en la partidaArthur Bernard Bisguier – LajosPortisch; 12ª ronda del Torneo deBled (Eslovenia), 1961.

1 d4 e6 2 c4 ¤f6 3 ¤c3 ¥b4 4¤f3 c5 5 e3 ¤c6 6 ¥d3 ¥xc3+ 7bxc3 d6 8 e4 e5 9 d5 ¤e7 10 0-0h6 11 ¤e1 g5?! 12 f3 ¤h5 13 g3!

¤g7 14 ¤g2 ¥h3 15 ¦b1 £d7 16¦f2 ¥xg2 17 ¦xg2 ¤g6 18 £b3

¦b8 19 £b5 ¢e7 20 ¦gb2 £c8 21£a4! a6 22 ¦b6.

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Tras un medio juego animadoy de mucha maniobra, las blancasestán a punto de hacer caja con23 £b3 y 24 ¦xb7+.

Obsérvese que las negras nopodían preservar la integridad delflanco de dama con 20 ... £c7, de-bido a 21 £xb7! Las negras nopueden aportar protección adi-cional a ‘b7’ en las dos jugadas si-

guientes, lo que significa que de-ben perder un peón.

Enfrentándose a lo inevitable,Portisch debe responder a la mis-ma pregunta que Vidmar en elejemplo anterior. Pero la situa-ción aquí es muy distinta. Las ne-gras no pueden complicar la par-

tida lo suficiente como paradistraer a las blancas de consoli-dar su peón extra. Pero sí puedendificultar el uso de ese peón, cosaque hicieron así:

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22 ... ¤f8! 23 £b3 ¤d7 24¦xb7 ¦xb7 25 £xb7 £xb7 26

¦xb7 ¦b8!!La genialidad de esta jugadadefensiva radica en la dificultadque tendrán las blancas para ga-nar un final con dos alfiles y pe-ón de ventaja contra dos caba-llos. El peón extra de las blancasse encuentra en ‘c3’ y parece vir-

tualmente imposible hacerlo va-ler tras el cambio 27 ¦xb8. Porconsiguiente, las blancas jugaron27 ¦a7! ¦b6 28 h4. En caso de28 ... f6, la jugada natural, las ne-gras tendrían problemas des-pués de 29 ¥c2 que amenaza 30¥a4. La séptima fila se habríadebilitado con ...f6, y ya no po-drían realizar la maniobra de-fensiva ...¤e8-f6.

Teniendo esto en cuenta, lasnegras optaron por 28 ... ¤e8!, yel juego siguió así: 29 hxg5 hxg530 ¥xg5+ f6 31 ¥h4 ¢d8, conidea de ...¤c7 y ...¢c8-b8, ence-rrando la torre blanca. Bisguier

 jugó 32 ¦a8+ y después de 32 ...¤b8 33 ¥c2 ¢c8 34 ¦a7 ¤d7,op-tó por las tablas por repetición de jugadas con 35 ¦a8+ ¤b8. Si 35¥a4 ¤c7 36 ¥xd7+ ¢xd7 37¥xf6, las negras ganarían con 37... ¢c8 38 g4 (38 f4!) 38 ... ¢b8 39¦xc7 ¢xc7 40 g5 ¢d7 41 g6 ¢e8.

Una sorprendente ilustración delos obstáculos que el defensorpuede interponer en el camino desu rival hacia una victoria en apa-riencia inevitable.

OBSTRUCCIÓN

La dicotomía entre defensapasiva y activa es uno de los pro-blemas peor entendidos de la téc-nica ajedrecística. En lugar de de-terminar la estrategia apropiada,muchos defensores hacen lo queconviene a su estilo antes queadaptarse a las exigencias de la

posición, y como es mucho másagradable optar por continuacio-nes forzadas y provocar compli-caciones, la estrategia de obstruc-ción es la más desatendida de lasdemostraciones técnicas.

La obstrucción no tiene muybuena prensa porque es esencial-mente una técnica negativa y pa-siva. La idea central es sosteneruna variante defensiva, no hacerninguna concesión al rival. Pero eldefensor tiene la ventaja psicoló-gica de haber trazado las reglasbásicas de la estrategia, que lepermitirán reconocer cualquierdesliz, por pequeño que sea, en el

 juego del agresor y provocar com-plicaciones en su caso. El peso re-cae sobre el atacante si quiere for-zar la posición. A menudo, estosignifica que el agresor se las inge-nia para cavar su propia tumba.

(D)

El diagrama refleja una posi-ción de la partida Bent Larsen –Paul Keres; San Antonio (EE.UU), 1972. Las negras tienen sudebilidad más importante en ‘d5’,

205CÓMO EVITAR LA DERROTA

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atacada por las tres piezas mayo-res enemigas. Keres toma ahorauna decisión interesante. Antesque aferrarse a la defensa del pe-ón de d, lo sacrifica a fin de entraren un final en el que sólo quedenpeones en el flanco de rey. Ya he-mos comentado antes que los fi-nales de este tipo tienen una acu-sada tendencia a tablas, muchomayor, en cualquier caso, que conpeones en ambos flancos.

Keres jugó 27 ... ¦b6, y siguió28 ¦xd5 ¦xb5 29 ¦xe5! ¦xe5 (29... £xe5 30 ¦d8+ y 31 £xf7) 30£xb7 ¦c5. Las negras pretenden

cambiar un par de piezas pesadas(31 ... £c6+) porque eso certifica-ría prácticamente las tablas. Lasblancas, por su parte, deben tratarde evitar los cambios y el jaqueperpetuo para tratar de imponersu peón de ventaja. La partidaprosiguió así: 31 ¦d6 g6 32 ¦d7

£e6 33 ¦d8+ ¢g7 34 £b4 £c4 35£b2+ £c3 36 £b7 (36 £b8£e5!) 36 ... ¦f5 37 £e7 £b2 38£f8+ ¢h7 39 £g8+ ¢h6 40 ¦d2£g7! 41 £a8 ¢h7.

Hasta ahora, las blancas nohan logrado ningún progreso. Las

piezas negras se han mantenidoactivas protegiendo a su rey yamenazando jaque perpetuo.Ahora las blancas cometen unpequeño error, que hubiera debi-do sellar las tablas: 42 e4? £c3!,que fuerza la desaparición de lastorres del tablero. Aquí podría

haberse bajado el telón, pero lasblancas continuaron la lucha: 43exf5 £xd2 44 £b7 ¢g8 45 f6£d8! 46 £c6 ¢h7 47 £c3 £d5+48 f3 £a2+ 49 ¢h3 £b1 50 ¢g2£a2+ 51 ¢f1 £a6+ 52 ¢e1 £e6+53 ¢f2 £a2+ 54 ¢g1 £b1+ 55¢g2 £a2+ 56 ¢h3 £b1. Si ahora57 ¢g2 £a2+, sería tablas por tri-ple repetición de posiciones. Loque hace que este ejemplo tengaun elemento de  suspense es quelas blancas realizaron una últimatentativa por ganar... ¡y acabaronperdiendo!: 57 g4 £h1+ 58 ¢g3£g1+ 59 ¢f4? £h2+ 60 ¢g5??£g3! 61 £e3 hxg4 62 £f4 £xf3

63 £xg4 £e3+. Ahora las negrasganan el peón de ‘f6’ después de64 £f4 £e2! 65 £g3 £b5+ 66¢f4 £f5+, y las blancas se rindie-ron en la jugada 91ª.

Los defensores pacientes hansabido ganar muchas buenas par-tidas gracias a un juego consisten-

te y preciso contra adversariosque, con sus ansias por ganar, hancorrido demasiados riesgos. Re-cordemos que la carga siemprerecae sobre los hombros del juga-

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dor que tiene ventaja. Hasta unapartida patéticamente perdida

puede llegar a salvarse si el de-fensor no se lo pone fácil a su ri-val.

¤h6 19 ¤f5) 17 ¤c4 ¢g7! (17 ...¤f7 18 ¤cxe5! fxe5 19 £c4 ¤h6

20 ¤xe5 es demasiado fuerte) 18a4 ¤f7 19 ¤xb6 axb6 20 ¥xf7¢xf7 21 ¤xe5+ ¢g7! (no 21 ...fxe5 22 f4). Pero las blancas hanrecuperado su peón y ganaránotro con 22 ¤c4.

Steinitz continuó jugando te-nazmente con 22 ... b5 23 axb5

(23¤

b6 permitiría a las negrasdesembarazarse del alfil inútil,tras 23 ... ¦a6) 23 ... £a7! 24 b6£a4 25 £c5 ¦e8. Las negrashan conseguido dos cosas: sacara la dama de su encierro y ponersu rey relativamente a cubierto.El “único” problema que ahoratienen, además del déficit mate-rial, es la camisa de fuerza quelas blancas han creado en elcentro, que hace imposible queel alfil de dama pueda entrar en juego.

Siguieron más maniobras has-ta que las negras lograron prote-ger su flanco de rey: 26 f3 £c2 27

¤e3 £b3 28 ¦b1 £f7 29 ¤c4 ¦a430 ¦b4 ¦a6. Las negras han con-seguido milagrosamente que suposición no se haya derrumbadoaún. Obsérvese cómo le han qui-tado el veneno al avance ‘e5’ y lehan hecho difícil la penetración alas blancas por la columna a cap-

taron la idea correcta: 31 £d4¢g8 32 ¤e3 ¦a3 33 ¦a4! ¦b3 34¦fa1!! ¢g7 35 ¦a8 ¦b5!

Steinitz concibió la idea dedificultar la inevitable victoria

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Esta posición se produjo enuna partida del CampeonatoMundial de 1889 entre Chigorin(blancas) y Steinitz. El hecho deque las negras no perdiesen enpocas jugadas es sorprendente.Pero que no perdiesen de algúnmodo resulta casi incomprensi-ble... ¡y lo cierto es que estuvieron

a punto de ganar!Veamos el desarrollo del jue-

go hasta llegar al diagrama: 1 e4e5 2 ¤f3 ¤c6 3 ¥c4 ¥c5 4 b4¥xb4 5 c3 ¥a5 6 0-0 £f6? 7 d4¤ge7 8 d5! ¤d8 9 £a4 ¥b6 10¥g5 £d6?! 11 ¤a3 c6 12 ¦ad1£b8 13 ¥xe7 ¢xe7 14 d6+ ¢f8

15 £b4 f6 16 ¥b3.Las negras jugaron bien a par-

tir de esta posición extremada-mente desagradable: 16 ... g6 (no16 ... ¤f7 17 ¤h4 ¥d8 18 £c4

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blanca tras alinear las torres enla octava fila. Se trata de jugar

...c5 y ...¦xb6. Aunque esto nobaste, después de 36 ¦b8! c5! 37

£d5 ¦xb6, las blancas deberíanhaber ganado con 38 £xf7+!¢xf7 39 ¦aa8 ¦c6 40 ¤d5 y ¤e7ó ¤c7, pero cometieron doserrores: 38 ¦aa8? £f8 39 ¤c4

¦c6 40 f4? b5!, y de repente las

negras quedaron mejor. Más tar-de, las negras se equivocaron ysólo hicieron tablas, pero des-pués de 41 ¦xb5 ¥a6 42 ¦xe8

£xe8 43 ¦xc5 ¦xc5 44 £xc5

£xe4, incluso tenían más posibi-lidades de ganar.

¿Cómo sobrevivieron las ne-

gras? Digamos que fue una com-binación de factores: anticipacióncuidadosa de las amenazas (16 ...g6 y 17 ... ¢g7); activación de suspiezas (22 ... b5 y 23 ... £a7); y laobstrucción continua de los pla-nes ganadores de las blancas(...£a4-c2-b3-f7, ...¦b5, ...c5 y, por

último, ...b5). Al plantear tantosproblemas a las blancas, Steinitzfrustró de tal modo a su adversa-rio que casi consigue ganar lapartida. Naturalmente, para ellose requirió también una pequeñaayuda por parte de las blancas.

OBJETIVIDAD YSENTIDO PRÁCTICO

Crear problemas al rival es laclave para dificultar la victoria.

A menudo esto se logra si-guiendo los principios generales

del buen ajedrez. Pero todo juga-dor experimentado sabe que, confrecuencia, la jugada objetiva-mente mejor en una posición da-da puede ser una que simplifiquelas cosas, de forma tal que ayudeal contrincante.

La mejor jugada en términos

prácticos es una que puede sermala estratégicamente y que, co-rrectamente respondida, podríaperder antes que con el plan teó-ricamente “correcto”. Pero tal ju-gada tiene un valor pragmáticoque obliga a nuestro adversario atomar decisiones y resolver pro-blemas que pueden ser una posi-ble fuente de errores.

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Esta posición corresponde a

una partida en la que un jovenMijaíl Botvínnik había sido supe-rado por Vladímir Alatorzev(blancas), en un torneo de 1933,cuyo desarrollo hasta ese mo-mento había sido:

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1 d4 ¤f6 2 c4 e6 3 ¤c3 ¥b4 4

¤f3 b6 5 e3 ¥b7 6 ¥d3 0-0 7 0-0

d5 8 cxd5 exd5 9 a3 ¥d6 10 b4¤bd7 11 ¤b5 ¥e7 12 ¤e5 a6 13

¤c3 c5 14 bxc5 bxc5 15 ¦b1

£c7?? 16 ¤xd7 ¤xd7 17 £b3!

¦ab8 18 ¤xd5 ¥xd5 19 £xd5¦xb1 20 ¥xb1.

El plan correcto, de acuerdocon los principios generales, sería

20 ... cxd4 21 exd4¤

f6 y 22 ...¦

d8,como señaló Ragozin. Pero tam-bién comentó que la jugada deBotvínnik, 20 ... c4!?, era la mejoropción práctica en esta posición.Esto es cierto, porque ahora lasblancas tienen que preocuparsepor un peón pasado enemigo y

deben considerar si les interesa ono ganar un segundo peón con¥xh7+. Claro que después de 21£e4! ¤f6 22 £c2, seguido delavance de los peones centralesblancos, las negras quedarían muymalparadas. Sus posibilidades desupervivencia serían, en tal caso,peores que si hubiesen jugado 20... cxd4. No obstante, las jugadas21 £e4 y 22 £c2 forman un plandifícil de encontrar.

Alatorzev jugó 21 ¥xh7+?

¢xh7 22 £e4+ ¢g8 23 £xe7, pe-ro después de 23 ... c3!, los dos pe-ones de ventaja no le ahorraronsufrimientos. Si llevan el alfil a‘a3’, con 24 a4 c2 25 ¥a3, las ne-gras tendrán un juego cómodo: 25... ¦b8 26 ¦c1 £c6 27 h3 £xa4.Tal como siguió la partida, Bot-vínnik logró una fuerte posición,

después de 24 e4 c2 25 d5? ¦b826 g3 £c8. La consecuencia de

todo esto fue que las negras gana-ron una partida dura tras 27 £g5£c4 28 f3 ¦b3 29 £d2 ¦d3 30£e2 ¤e5 31 ¢g2 ¦d1 32 £xc4¤xc4 33 d6 ¢f8 34 a4 ¢e8 35 ¢f2¤d2! 36 ¦e1 ¤xf3!

DEMANDA DECONTRAJUEGO

Una pieza mala, dice la máxi-ma, equivale a una mala posición.En las malas posiciones la priori-dad esencial consiste en lucharpor la actividad de las piezas, auna costa de material.

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En esta partida del IX Campe-onato de la URSS, el principalproblema de las negras no son suspeones débiles del flanco de da-ma o la posibilidad de un ataquede mate, sino la falta de juego co-ordinado entre sus piezas, subra-yado por la situación pésima delalfil de dama en ‘a8’. Sin embar-

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go, resolvieron el problema con28 ... c5! 29 dxc5 ¤e4!, y liquida-

ron hábilmente la posición: 30¦e3 ¤xc5 31 h4 ¥d5! 32 ¥xd5

exd5 33 ¦xd5 ¤xb3 34 ¦e4 £b7

35 £d3 ¦fc8 36 ¦e1 (36 ¦d7¤c5!) 36 ... ¤c5 37 £d1 ¤e6 38¦d7 ¦c7 39 ¦d6 ¦bc8 40 ¤g5

¦c1 41 £xc1 ¦xc1 42 ¦xc1 ¤f4!

43 ¦cc6 £b1+ 44 ¢h2 £f1 45

¢g3!

¤e2+ 46

¢f3

¤g1+, y tablaspor jaque perpetuo.

Un ejemplo más reciente es lapartida Yuri Averbaj – AnatoliKárpov; 11ª ronda del XXXIIICampeonato de la URSS, Riga(Letonia), 1970: 1 c4 c5 2 ¤f3 ¤f6

3 ¤c3 d5 4 cxd5 ¤xd5 5 e3 e6 6

d4¤

c6 7¥

d3¥

e7 8 0-0 0-0 9 a3¤f6 10 dxc5 ¥xc5 11 b4 ¥d6 12¤e4! ¤xe4 13 ¥xe4 £e7 14 ¥b2

f5? 15 ¥xc6 bxc6 16 ¥e5! ¥xe5

17 ¤xe5, y ahora las negras se en-cuentran a una sola jugada de laparálisis total con 18 ¦c1.Pero ju-garon 17 ... c5!, y después de 18

¦c1 cxb4 19 ¤c6 £f6 20 axb4

¥a6 21 ¦e1 ¥b5! 22 £d6! ¥xc6

23 ¦xc6 ¦ae8 24 g3 £e7 25 ¦d1¦f7 26 £c5 £xc5 27 bxc5 ¦b7 28

¦a6 ¦c8 29 c6 ¦bc7 30 ¦d7

¦xd7! 31 cxd7 ¦d8 32 ¦xa7 ¢f7,y las negras hicieron tablas en la jugada 52ª.

Un tercer ejemplo, con la mis-ma jugada liberadora, aunque enuna posición de distinto tipo, seprodujo en la partida José RaúlCapablanca y Granpera – MijaílBotvínnik; Moscú (Rusia), 1936.

El problema central de las ne-gras son sus peones débiles y elalfil malo, pero se las arreglaronpara hacer tablas sin mejorar nin-guno de estos factores: 35 ... c5!,con idea de ocupar la columna c

una vez que las blancas capturenel peón. Las blancas debían haber jugado 36 £d2, con la amenaza37 ¦xe6! ¦xe6 38 ¥d5 £b6 39£a2, como dijo luego Capablan-ca.

Pero ante el tablero el ex cam-peón mundial jugó 36 £xc5?, a lo

que siguió 36 ...¦

ec8 37£

b6?(mejor 37 £d4), y las negras ob-tuvieron unas posibilidades exce-lentes de tablas con 37 ... ¦ab8 38£xb3 ¥xb3, porque 39 ¦xa5 lle-va, con 39 ... ¦c1+ 40 ¢f2 ¦c2+ 41¢f1? ¥c4+, a un jaque perpetuo.Las blancas se decidieron por 39¥c6!, pero con 39 ... a4 las negrasofrecieron un segundo peón paraforzar una posición de tablas (40¥xa4 ¥xa4 41 ¦xa4 ¦c1+ 42 ¢g2¦b2+ 43 ¢h3 ¦h1). Capablanca jugó 40 g4, pero tras 40 ... fxg4 41

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¢f2 ¢f8 42 ¢g3, aceptó las ta-blas, una vez aplazada la partida,

ante la variante 42 ... ¦b6 43 ¥e4¦xd6 44 exd6 ¦d8.En estos tres casos los proble-

mas de las negras sólo parecíanestar centrados en el peón débilde c. Pero lo cierto es que la debi-lidad verdadera era la ausenciade contrajuego. Cuando se abrió

la columna c, tras la liquidacióndel peón retrasado, el juego negrofloreció.

Además de las cuestiones deactitud y estrategia, que hemosexaminado hasta ahora, existenideas tácticas específicas que pue-den beneficiar al defensor en su

lucha por evitar la derrota: el ja-que perpetuo, las secuencias a ladesesperada, alfiles de distintocolor y la defensa del perímetro.

EL JAQUE PERPETUO

En la Olimpiada de Skopie de1972, el joven yugoslavo Liubo-mir Liuboievic se divirtió mos-trando la siguiente posición agrandes maestros veteranos y losdesafió a encontrar la única juga-da con que las blancas puedenforzar tablas.

(D)

Algunos de los mejores maes-tros de la época se vieron supera-dos por el problema dudaronacerca de que las tablas pudiesen

ser evidentes después de una sola jugada. Cuando los observadores,desesperados, le pedían la solu-ción a Ljubojevic, éste reveló elmisterio: 1 ¤h6!!

Esta diabólica jugada protegelas casillas de la columna g que an-

tes no estaban protegidas. La clavees que ahora las blancas amena-zan jaque perpetuo con la torre,arriba y abajo, a lo largo de la co-lumna. Las negras sólo puedenevitar el jaque perpetuo si pasan aun final de torres que es tablas.

El jaque perpetuo es el últimorefugio de un defensor desespe-rado. No es, como muchos ejem-plos pretenden, simplemente algoque sucede cuando el atacante noconsigue dar mate y sólo puederepetir posiciones. El defensor, siestá alerta, puede descubrir mul-titud de oportunidades de jaqueperpetuo en sus partidas.

(D)

Esta posición es de una parti-da de 1947, entre los maestros so-viéticos Simaguin y Aronin. Las

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blancas tienen dos peones menos,pero juegan la espectacular yaparentemente demoledora 22¦xb7!!?, que amenaza 23 ¥g6++,además de 23 £xa4. La posiciónparece desesperada para las ne-

gras; pero consiguen salvar mediopunto gracias a 22 ... e4!!, que blo-quea la diagonal del alfil ejecutory abre otra diagonal para el suyode ‘d6’. Las blancas deben jugar23 £xa4 y aceptar las tablas queresultan de 23 ... ¥xh2+ 24 ¢h1¥g3+ 25 ¢g1 ¥h2+.

Otro ejemplo magnífico loconstituye la partida EmanuelLasker – Alexander Alekhine;San Petersburgo (Rusia), 1914: 1e4 d5 2 exd5 ¤f6 3 d4 ¤xd5 4¤f3 ¥g4 5 c4 ¤b6 6 ¤c3 e5! 7 c5exd4 8 ¤e4 ¤6d7 9 £xd4 £e7 10¥b5! ¤c6 (10 ... c6 ó 10 ... c5 secontesta con 11 0-0! y ¦e1) 11¥xc6 bxc6 12 0-0 ¥xf3 13 gxf30-0-0 14 £a4 ¤e5 15 ¢g2 £e6!16 £xa7 £f5 17 £a8+ ¢d7 18¦d1+? (18 £a3) 18 ... ¢e6! 19£xd8 £xf3+ 20 ¢g1 ¥e7! 21

£d4 £g4+ 22 ¢h1 £f3+ 23 ¢g1£g4+, y tablas.

JUGADAS DESESPERADAS

Las jugadas a la desesperada

son un recurso táctico en el que lapieza condenada puede usarsepara capturar todo el material

posible antes de sucumbir.Una sencilla ilustración de loexpuesto lo tenemos en la varian-te de la Apertura Escocesa 1 e4 e5

2 ¤f3 ¤c6 3 d4 exd4 4 ¤xd4 ¤f6

5 ¤c3 ¤xe4. El mejor método decontestar a esta captura es 6 ¤xe4

£e7 7 f3 d5 8 ¥b5, seguido de 0-0

e1. Pero nuestro interés secentra en lo que sucede despuésde 6 ¤xc6. En tal caso, después de6 ... ¤xc3!, ambos bandos debencontinuar realizando capturas consus caballos trotones. Si las blan-cas jugasen 7 bxc3, quedarían conun peón menos tras 7 ... bxc6. Porconsiguiente, la variante de juegológica es 7 ¤xd8 ¤xd1 8 ¤xf7

¤xf2 9 ¤xh8 ¤xh1, y por el mo-mento, las negras siguen con unpeón de ventaja.

Un ejemplo espectacular decontinuación a la desesperada seprodujo en la partida Eliot San-ford Hearst – Larry MelvinEvans; EEUU, 1950:

1 c4 ¤f6 2 ¤c3 g6 3 d4 d6 4 e4

¤bd7 5 g3 ¥g7 6 ¥g2 e5 7 ¤ge2

0-0 8 0-0 c6 9 h3 exd4 10 ¤xd4

¤b6 11 b3 d5 12 exd5 cxd5 13

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¥a3 ¦e8 14 c5 ¤e4 15 £d3? ¤d716 ¤a4 ¤e5 17 £c2 ¥d7! 18

¦ad1 £c8 19 ¢h2 ¥xa4, y ahora20 ¥xe4.

para ellas, las negras lograron unaposición ganadora con 21 ...

¥xb5! 22 bxc4 ¥xc4 23 ¥d3 b5!24 £b1 £a6, y las blancas deja-ron escapar sus mejores opcionescon 25 ¥xc4 dxc4 26 ¦d6.

Un ejemplo posterior de juegoa la desesperada se produjo en lapartida Tal – Keres, Torneo deCandidatos, 1962: 1 e4 e5 2 ¤f3¤

c6 3¥

b5 a6 4¥

a4¤

f6 5 0-0¥e7 6 ¦e1 b5 7 ¥b3 0-0 8 c3 d6 9h3 ¤a5 10 ¥c2 c5 11 d4 ¤d7 12¤bd2 cxd4 13 cxd4 ¤c6 14 a3exd4 15 ¤b3 ¤de5 16 ¤fxd4 ¥f617 ¥d2? ¤xd4 18 ¤xd4 ¤d3! 19¤c6? ¤xf2! 20 £f3? ¤xh3+! 21¢h2 (21 £xh3 £b6+) 21 ...¥e5+! 22 ¤xe5 dxe5 23 ¦fd1

¤f4!, y las negras ganaron.

ALFILES DE DISTINTO COLOR

La sutileza de explotar el temade los alfiles de distinto color pa-ra hacer tablas parece una tram-

pa sucia. Después de todo, si un jugador ha ganado un peón –o in-cluso dos– tras un considerableesfuerzo, no parece justo que surival pueda hacer tablas sólo por-que los alfiles respectivos no pue-dan controlar las mismas casillas.Pero el ajedrez también puede

ser injusto.Consideremos una aguda par-

tida del XXIV Campeonato de laURSS, entre Efim Stolyar y Mija-íl Tal:

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La captura intermedia de lasblancas tiene por objeto evitar 20bxa4 ¤c4, que le concedería alcaballo negro una posición domi-nante. Pero las negras llegan,pesea todo, a la ansiada casilla: 20 ...¤c4!!, que parece decidir las co-sas ante la doble amenaza 21 ...¦xe4 y 21 ... ¤xa3. Dos piezas es-tán atacadas y una de ellas debeperderse.

Pero las blancas aprovecharonla ocasión para jugar 21 ¤b5!!,que protege el alfil de dama y lespermite responder a 21 ... ¥xb5con 22 bxc4, y tener posibilidadesde supervivencia. La otra opción

difícil sería 21 ... ¦xe4 22 bxa4 a623 ¦xd5! axb5 24 £xe4 ¤xa3 25¦fd1, con suficientes complica-ciones para que las blancas siganen la partida. Lamentablemente

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1 e4 c5 2 ¤f3 e6 3 d4 cxd4 4¤xd4 a6 5 c4 ¤f6 6 ¤c3 ¥b4 7

¥d2 0-0?! 8 e5! ¤e8 9 ¤c2 ¥e710 ¥d3 ¤bc6 11 £e2 £c7 12 f4 f613 exf6 ¤xf6 14 0-0 b6 15 ¤e4!b5! 16 cxb5 axb5 17 ¢h1 ¥b7 18a3 ¤a5 19 ¤d4 £b6 20 ¤f3 ¤c4!21 ¤xf6+ ¥xf6 22 ¥b4 ¦fd8 23¤e5.

f5 4 ¤c3 ¤f6 5 exf5 ¤d4 6 ¤xe5

¥c5 7 0-0 0-0 8 ¤f3! c6 9 ¤xd4

¥xd4 10 ¥d3 (10 ¥a4! d5 11 ¤e2les permite a las blancas consoli-dar con mucha mayor facilidad)10 ... d5 11 ¤e2 ¥e5 12 ¤g3, yahora 12 ... ¤e4! simplifica paracrear una posición de tablas des-pués de 13 ¥xe4 (13 ¤xe4 dxe414 ¥xe4 £h4!) 13 ... dxe4 14 d3

exd3 15£

xd3£

xd3 16 cxd3¥xg3! 17 hxg3 ¥xf5.Las blancas siguen teniendo

un peón de ventaja, pero es unaventaja puramente formal en fi-nales de este tipo. La partida si-guió así: 18 d4 ¦ad8 19 ¥e3 ¦d5

20 ¦fc1 ¦b5 21 b3 ¦d8 22 ¦c4

¦dd5 23

¦ac1

¢f7 24

¦a4 a6 25¦c5 ¥d3 26 ¦a3 ¦bxc5 27 dxc5

¥b5 28 b4 ¦d1+ 29 ¢h2 ¥c4 30

¥f4 ¦f1 31 ¥e3, y se pactó elempate. El peón extra de lasblancas en el flanco de rey care-ce de significación y no permitealbergar la menor idea de victo-ria.

LA DEFENSADEL PERÍMETRO

Es un caso estratégico espe-cial en el que el defensor puedepresentar una línea de proteccióninfranqueable en torno a sus pie-zas. No hay una ruptura posibleque pueda trastocar la asistenciamutua entre las fuerzas defenso-ras.

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Los problemas de las negrasen el flanco de rey siguen siendocríticos si nos atenemos a lasamenazas £h5 y ¤xc4. Mijaíl Tal

 jugó 23 ...¤

e3 para forzar 24¦g1, después de lo cual pudo se-guir con 24 ... ¤f5! 25 £h5 £d4!,que le quitó mordiente al ataquea costa de un peón. La partidacontinuó así: 26 ¥xf5 exf5 27£xf5 £e4! 28 £xe4 ¥xe4 29 ¥d6(de otro modo sigue 29 ... d6) 29... ¦ac8 30 ¦ge1 ¥b7 31 ¦ac1¥xe5, y pronto se acordaron lastablas.

Del mismo torneo también esun buen ejemplo la partida Tal –Spasski: 1 e4 e5 2 ¤f3 ¤c6 3 ¥b5

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Un caso excepcional de defen-sa del perímetro se produjo en un

torneo juvenil en Bélgica en 1970.

cadena de peones. Aún intenta-ron 47 h4, antes de que se jugase

...h4, pero después de 47 ... gxh448 £d2 h3! 49 gxh3 h4, las tablaseran evidentes.

Muchos jugadores puedenconsiderar este caso como una si-tuación extrema, pero lo cierto esque la idea no es tan infrecuente.En el encuentro de Candidatos

de 1971 entre Huebner y Petro-sián, el joven gran maestro ale-mán cayó en una difícil posición,con las piezas blancas, después de1 e4 c5 2 ¤f3 e6 3 d4 cxd4 4 ¤xd4¤f6 5 ¤c3 d6 6 ¥c4 ¥e7 7 ¥e30-0 8 f4? d5! 9 ¥d3 dxe4 10 ¤xe4¤d5 11 £f3 ¤xe3 12 £xe3 £b613 0-0-0 ¦d8 14 c3 ¤c6 15 ¤g5

¥xg5 16 fxg5 ¤xd4 17 cxd4 e5?!(17 ... ¥d7!) 18 £xe5 ¥e6 19 ¢b1¦d5 20 £e4 g6.

Las blancas llegaron a la con-clusión de que estaban a punto dequedarse en posición perdidapuesto que no podían impedir,por medios normales, la pérdida

peón de d. De modo que elabora-ron un sacrificio de dama quecondujo a una disposición de pie-zas totalmente invulnerable: 21¥c4!! ¥f5 22 ¥xd5 ¥xe4+ 23¥xe4 ¦d8 24 h4 ¦xd4 25 ¦xd4£xd4 26 ¥xb7 ¢f8 27 ¥f3 £f228 ¢a1!, ¡y tablas! Las blancas

pueden limitarse a mover el alfil alo largo de la gran diagonal, y silas negras juegan ...a5-a4, enton-ces frenan este peón con a3. Si lasnegras cambian peones en el flan-

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La última jugada de las blan-cas, 45 £b2, prepara el avance 46b6, una ruptura que conduciría alcambio de damas y la consiguien-te batalla entre un caballo fuertey un alfil penosamente restringi-do por sus propios peones. Paraimpedir esa idea, las negras juga-ron 45 ... £b6!!

Esta ingeniosa idea de blo-

queo no debería haber salvado,sin embargo, a las negras, pues lasblancas pueden maniobrar con elcaballo para llevarlo a ‘b3’, y lue-go situar su rey en ‘a4’ y ganar elpeón de ‘a5’. Pero ¿por qué gastarvarias jugadas para ganar un pe-ón, cuando puede ganarse la da-

ma de inmediato? Las blancas ju-garon 46 ¤xb6+? cxb6, y luegodescubrieron que no había formade penetrar en la posición negra,debido al bloqueo absoluto de la

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co de rey, ...f6 y luego ...g5, lasblancas toman en ambos casos.

No hay modo alguno de penetraren la posición blanca.Un tercer ejemplo ilustrativo

lo tenemos, una vez más, en elTorneo de Candidatos de 1953.

PARTIDAS ILUSTRATIVAS

Isaak Boleslavski – Paul Ke-res; XX Campeonato de la URSS,Moscú (Rusia), 1952:

1 e4 e5 2 ¤f3 ¤c6 3 ¥b5 a6 4¥a4 ¤f6 5 0-0 ¥e7 6 ¦e1 d6 7¥xc6+ bxc6 8 d4 ¤d7 9 ¤bd2 0-010 ¤c4 exd4? 11 ¤xd4 ¤b8 12£

f3¥

f6 13¥

e3¥

d7 14¦

ad1¦e8 15 ¤f5 ¥xf5 16 exf5.

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Boleslavski (blancas) tieneuna posición abrumadora, y aho-ra debería haber ganado con laexacta 36 ¥xd6 (elimina unapieza defensora fuerte) 36 ...£xd6 37 g5 y ¦g2. Pero prefirió36 ¥g2? ¤de4 37 ¦f3 ¤d7 38¤g6 ¤df6 39 ¤e5 ¤d7 40 ¢g1?¤xe5 41 fxe5, y en esta posicióncrítica, las negras jugaron 41 ...¤g5!!

Entonces las blancas siguieroncon 42 ¦f8+ ¦xf8, y las negraspropusieron tablas, que fueronaceptadas, porque tras 43 ¦xf8+£xf8 44 ¥xf8 ¢xf8, el segundo jugador habría creado una forta-leza inexpugnable con posibilida-des incluso de victoria.

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Una variante de apertura du-dosa, con prematuro abandono

del centro (10 ... f6!), les ha dadoa las negras un medio juego bas-tante triste. ¿Cómo podrán desa-rrollar sus piezas del flanco de da-ma?

16 ... d5?!

Un método valiente, pero nodel todo correcto. Las negras hu-bieran debido jugar 16 ... a5, se-guido de ...£d7 y ...¤a6-b4. La jugada elegida está pidiendo unaliquidación central con ¤a5 y c4.

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17 ¤a5 ¥xb2!

Puesto que deben perder unpeón en el flanco de dama, las ne-gras mantienen el equilibrio ma-terial. No amenazan, realmente,...¥c3 porque las blancas podríanresponder ¥g5! atacando la da-ma negra y la octava fila. El razo-namiento de Keres al tomar el

peón es correcto. Si no puedendesarrollarse tranquilamente,¿por qué no obligar a las blancasa hacer algo? Así que al primer jugador le corresponde ahora de-mostrar que tiene compensaciónsuficiente por el peón.

18 c4!£

c8

Ahora la amenaza ...¥c3 sí existe. Las blancas deberían mo-ver el alfil a una de estas atracti-vas casillas: ‘c5’, ‘f4’ ó ‘d2’. Lo me- jor es 19 ¥f4!, de forma que si lasnegras optan por la misma conti-nuación que en la partida, lasblancas podrían responder 22¥xc7! ¤d7 23 £xc6, con una pre-visible victoria.

19 ¥d2?! dxc4

20 ¦xe8+ £xe8

21 ¤xc4 ¥f6

22 ¥a5 £c8

La posición de las negras esmala, pero no está perdida. Aho-ra se preparan para defender lasdebilidades y completar el desa-

rrollo, en caso necesario, con...¦a7-b7. Las blancas, por su par-

te, deberían intentar 23 £e4, se-guido de f4, con la doble idea¤e5 y g4-g5.

23 £d3 h6!

La perspectiva del mate en laúltima fila ha estado planeando

en las últimas jugadas, así que lasnegras se conceden una casilla deescape, lo que siempre es unabuena idea cuando no hay ame-nazas inmediatas por parte deladversario. La última jugada delas blancas indica que no tienenun plan efectivo, lo que anima alas negras a poner su casa en or-den antes de desarrollar las últi-mas piezas. Recuerde que hay

que tomarse el tiempo necesario para las cosas importantes.

24 ¤e3 c5!

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La amenaza era, sencillamen-te, 25 ¤g4 ¥e7 26 f6! para dislo-

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car los peones del enroque en unmomento en que las piezas ne-

gras no pueden acudir en ayudade su rey. Si, en esa variante, 25... ¥g5, las blancas podrían jugarg3, para apoyar el avance h4. Pe-ro Keres sacrifica un peón paramovilizar sus piezas inactivas. In-cluso está dispuesto a asumir laestructura deteriorada de su

flanco de rey en caso de 25¤

d5¤c6! 26 ¤xf6+ gxf6 27 ¥c3¤d4!

25 £d5 c6

26 £xc5 ¤d7

27 £d6 ¦a7

28 ¦c1 ¤e5!

Otra jugada excelente que ac-tiva las piezas negras. A 29 f4, laidea es responder 29 ... ¦d7 30£c5 ¤d3 31 £xc6 £xc6 32 ¦xc6¥d4 y ...¦e7. Keres sabe quemientras mantenga igualado elnúmero de peones en el flanco dedama, tendrá buenas posibilida-des de tablas. Con una mayoríaen el flanco de rey, las blancas notienen porqué ganar.

29 ¤d5 ¤g4

Ahora el final con 30 £xc6£xf5 31 £c8+ £xc8 32 ¦xc8+¢h7 debe poder defenderse des-pués de 33 h3 ¦d7!

30 h3 ¦d7!

31 £c5! £b7!

No, por supuesto, 31 ... ¦xd532 £xd5. El verdadero truco de la

posición es 32 ¤b6 ¥d4! 33 £xc6¥xf2+ y ...¥xb6. Lo cierto es quesólo pueden descubrirse estas po-sibilidades si se buscan con ahín-co. ¿Quién podría pensar que lasnegras tienen posibilidades tácti-cas en esta posición?

32¤

xf6+¤

xf633 £xc6 ¦d1+!!

34 ¢h2 £b8+

35 £c7? ...

El final de damas, con 35 ¥c7¦xc1 36 £xc1 £c8 37 g4! ¤d5 38¥f4, ofrecía a las blancas su últi-

ma esperanza de ganar.35 ... £xc7+

36 ¦xc7 ¦d5

37 ¥b6 ¦b5!

Precisión hasta el fin. Las ne-gras podrían perder, en caso de35 ... ¦xf5 36 ¦a7, porque el peónpasado y distante de la columna acorrería rápido hacia la meta.

38 ¦c8+ ¢h7

39 ¦c6 ¤d5

De nuevo podían las negrascaer en la tentación de tomar elpeón de ‘f5’, a lo que seguiría 40¥d8! ¦xf2 41 ¦xa6, con posibili-dades de victoria para las blancas.

40 ¥d4 ¤b4!

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41 ¦c7 ...Tablas.

Aaron Nimzovich – SavielyTartakower; San Remo (Italia),1930

1 d4 d5 2 c4 ¤c6 3 ¤c3 e5? 4cxd5 ¤xd4 5 e3 ¤f5 6 e4 ¤d6 7 f4

exf4? 8¥

xf4.

amenaza 12 ... £a5+. Las blancaspueden aceptar el sacrificio de

peón más tranquilamente, con 10¥xb5+ axb5 11 ¤xb5, pero en talcaso, 11 ... ¥b4+ 12 ¥d2 £h4+, o12 ¤c3 ¦a5!, y la tarea de las ne-gras se ha aliviado de forma con-siderable.

9 ¥d3 ¤e7

10¥

g3¤

g611 £h5! £d7!

No 11 ... f6 12 e5! Con la textuallas negras amenazan con resolverla mayoría de sus problemas delmedio juego mediante 12 ... £g4.

12 h3¤

b513 ¤f3 ¥c5

14 ¤e5! £e7!

Otro movimiento bien calcula-do, elude los problemas a los quese enfrentarían, en el flanco de rey,después de 14 ... ¤xe5 15 ¥xe5 0-016 ¦f1, o incluso 16 ¥f6!? Los es-fuerzos de las negras por lograrcontrajuego son notables.

15 ¤xb5 axb5

16 ¤xg6 ...

16 ¥xb5+ ¢d8!, y las negrastienen buenas posibilidades decontrajuego. Por ejemplo: 17¤xg6 £xe4+, o también 17 ¢d1¥d6 18 ¤xg6 fxg6 19 ¥xd6 cxd620 £e2 ¦f8, una variante indica-da por Alekhine.

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Con su excéntrico juego deapertura, las negras han quedadomuy malparadas. Las blancasamenazan e5, seguido de ¥b5+ ye6, con un rápido ataque de mate.Para oponerse a esto, nuevas con-cesiones, como 8 ... f6, no impedi-rían que las blancas obtuviesenuna posición muy dominante tras9 ¤f3 y e5.

8 ... a6!

Una jugada asombrosamentebuena en una posición tan depri-mente. Las negras se anticipan a 9e5, a lo que seguiría 9 ... ¤b5 10¤xb5 axb5 11 ¥x65+ c6!, con la

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16 ... fxg617 £e5! ...

Ahora 17 ¥xb5+ c6! 18 dxc60-0 podía resultar peligroso paralas blancas. No podían evitarselos cambios que siguen que man-tienen la superioridad de las blan-cas.

17 ... c618 ¦f1 ¦f819 a3 ¦xf1+20 ¢xf1 ¥d721 ¦c1 ¥b622 ¦d1 £xe523 ¥xe5 cxd524 exd5 ¢f7

su color, a fin de poder bloquearel peón pasado en ‘d6’ con el rey.

25 ¥d6 ¢g826 ¥b4 ¦c827 ¦e1 ¥c5!

Las blancas deben permitir elcambio debido a la amenaza 28...¦f8+. Las negras no tienen difi-

cultades en bloquear el peón pasa-do, que constituye la única posibi-lidad ganadora de su rival, despuésde 28 ¦c1 ¥xb4 29 ¦xc8+ ¥xc8,seguido de ...¢f8-e7-d6.

28 ¥xc5 ¦xc529 ¥e4 ¢f830 ¢f2 b4!

De esta forma, las negras pue-den apoderarse de la columna bdespués de 31 axb4 ¦c4 y ...¦b4.Pero Tartakower aún tuvo quecombatir contra otra tentativamás emprendedora: 31 ¢e3 bxa332 ¢d4! ¦a5 33 bxa3 ¦xa3 34

¢c5 ¦a6 35 ¥f3 ¦f6 (para poder jugar ...b6+) 36 ¦b1 b5 37 ¥e2¦f2 38 ¦f1 (38 ¥f3 ¥xh3) 38 ...¦xf1 39 ¥xf1 ¢e7 40 ¥xb5 ¥c841 ¥d3 ¥d7 42 ¥c2 ¥c8 43 ¢c6¢d8 44 ¥d3 ¥d7+ 45 ¢d6 ¥c8, ylas blancas aceptaron la propues-ta de tablas 20 jugadas más tarde.

El control que las negras ejercenen la casilla de coronación del pe-ón de dama detiene todos los in-tentos de victoria.

EL ARTE DE LA DEFENSA EN AJEDREZ220

8

7

6

5

4

3

2

1

a b c d e f g h

Las negras tienen peones dé-biles en ambos flancos, mientras

que las blancas disfrutan de unexcelente peón pasado en el cen-tro. El primer paso de las negrasen este final es cambiar alfiles de

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CAPÍTULO 2

1. Las negras pueden jugar 1 ... g5!!, devuelven un peón para mantenercerrada la peligrosa columna h. En una partida del Campeonato Mun-dial de 1957, Botvínnik quedó mucho mejor después de 2 ¥xg5 £d6 3¦h4 ¤f6! 4 ¥xf6 £xf6 5 ¦xg4+ ¢h8 6 ¢b1 ¦g8, porque puso en mar-cha su propio ataque mientras su rey quedaba cubierto por el peónenemigo de ‘h5’.

2. Las blancas mantuvieron compacto flanco de dama con un sacrificio: 1

bxa4 £a6 2 ¦b5! ¥c6 3 ¤d2! ¥xb5 4 axb5 £a3 5 ¤b1 £a5 6 a4 e6 7¤c3 ¤e7 8 ¤e4 f5 9 £c3, en la partida Averbaj – Korchnói, XXXICampeonato de la URSS de 1963, que finalizó en tablas.

3. Las negras reforzaron su debilidad de ‘g6’ antes de que las blancas tu-vieran tiempo de jugar b4, ¤f2-d3 y e5+. El juego siguió así: 2 ... ¥c6 3£f3 ¥e8! 4 b4 ¥g6! 5 ¤f2 £d4 6 ¤h3 e5 7 ¤f2 ¦b2 8 ¢h2 £c4 9 ¦d1¦b3 10 ¤d3 £xe4, y las blancas se rindieron. Uhlmann – Karpov, Sanpetersburgo, 1973.

4. La amenaza 1 ¥xh6 gxh6 2 ¦xh6 siempre puede contenerse con 2 ...¥f6, pero es una buena idea eliminar ahora el alfil de dama blanco: 1... ¥g5! 2 ¥xg5 £xg5 3 ¦h5 £g6, como sucedió en la partida Makogó-nov – Pánov, San petersburgo, 1936, que siguió así: 4 ¤g3 ¤f6 5 ¤f5¥xf5 6 exf5? £e8! 7 ¦xh6?! (en otro caso, seguiría 7 ... e4!) 7 ... gxh6 8

Soluciones a los ejercicios

para estudio

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¦xh6 e4 9 £e3 £e5+ 10 ¢c1 ¦a1 11 ¦g6+ ¢h8 12 g5 ¦fa8! 13 ¦h6+¤h7 14 g6 ¦xb1+. Las blancas abandonaron.

5. En la partida Taimánov – Panno, Palma de Mallorca, 1970, las negrasquedaron bien después de 1 ... ¦f8! 2 ¤h5 ¤e8! (3 ¥xg7 £g5) 3 ¦e3f6 4 ¥d4, y aquí se acordaron tablas.

6. El alfil es la mejor pieza de las blancas, y una vez cambiado se ponende manifiesto las debilidades de ese bando en casillas negras. La parti-da Spielmann – Yates, San Remo, 1930, siguió así: 1 ... £b6 2 ¦d2 ¥f8!3 ¦de2 ¥d6! 4 £c1 g5! 5 ¥xd6 £xd6 6 ¦f1 ¦f8 7 ¦ef2 ¥e8 8 ¤f3 ¦g79 £d2 h5!, con posición ganadora.

7. Las negras iniciaron su contrajuego con un reagrupamiento inteligen-te: 1 ... ¢b8! 2 ¤f4 £c8! 3 ¤ce2 ¤cd8, a fin de poder jugar ...c5. Lapartida Olafsson – Petrosián, Bled, 1961, continuó con 4 £b3? c6 5¥d3 c5 6 dxc5 ¥xc5 7 ¤h3 ¤xe5! 8 ¥f4 ¤f7 9 ¥b5 ¢a8, y las negrasganaron rápidamente.

8. Obviamente, sería una imprudencia 1 ... ¤xd5 2 ¤xd5 £b8, despuésde lo cual las blancas dispondrían de varias continuaciones fuertes. Porotro lado, 1 ... ¤b4 2 ¥c4 ¦xd1+ 3 ¦xd1 ¦d8 4 ¦xd8 £xd8 es malo,debido a 5 e4!, con iniciativa para las blancas en el final. Sin embargo,1 ... ¤d4! 2 ¤xd4 ¤xd5 3 ¤f5 ¤xc3 4 ¥xc3 f6 condujo a la igualdad,Botvínnik – Keres, Campeonato Absoluto de la URSS de 1941.

9. En esta posición se jugó 1 ¥d6?, pero 1 e4! (seguido de 2 ¤h2 y ¤g4)habría dislocado la falange de peones negros, lo que les habría dadobuenas posibilidades a las blancas.

CAPÍTULO 3

1. Las negras juegan 1 ... ¦xe1+ 2 ¦xe1 ¤e2+! 3 ¦xe2 ¥e6!, y las blan-cas deben invertir un tiempo para defender su primera fila. En la par-tida Grechkin – Guéler, Sverdlovsk, 1951, las blancas acabaron per-diendo después de 4 g3 ¦d1+ 5 ¢g2 £c4 6 ¦xe6 £xe6 7 £c2 £d5+ 8¢h3 g6!.

2. El único objetivo de las negras en el flanco de rey es ‘h2’, casilla queamenazan con ...¥f8 y ...¦h5. Como ninguna de sus otras piezas puede

proteger ese punto, en la partida Petrosián – Gligoric, Zagreb, 1965, lasblancas jugaron 1 £g1!, y después de 1 ... ¥g4 2 ¦a5 ¥e2 3 ¤b3 ¥b4 4¦a4 ¦b8 5 ¤e5 ¦bb5 6 ¦xc6 ¥d6 7 ¦c8+ ¢g7 8 ¦aa8 ¦xe5 9 dxe5¥xe5 10 ¦c5, ganaron.

3. 1 ... £e1+! 2 ¦xe1 ¤f2+ 3 ¢g1 ¤xh3+ y 4 ... hxg6.

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4. La amenaza es f6. Las negras podrían impedirla con 1 ... f6, pero en-tonces las blancas podrían atacar la base con g4-g5. En la partida Kan

– Riumin, San petersburgo, 1934, las negras jugaron la aguda 1 ... ¥f6!,que además de frenar el avance cambia una peligrosa pieza enemiga.Los peones doblados fueron un inconveniente menor, dado que no re-sulta fácil atacarlos. Después de 2 ¥xf6 gxf6 3 £h5 ¢h8 4 ¦f4 ¦g8 5¦h4 ¦g7 6 ¤d4 £e7 (obsérvese que de haberse avanzado el peón de f,las blancas situarían ahora su caballo en ‘e6’) 7 ¤e2 ¤d7 8 ¤f4 ¢g8,ylas negras resistieron.

5. Las blancas amenazan con doblar torres en la columna h en las si-

223SOLUCIONES A LOS EJERCICIOS PARA ESTUDIO