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Marcelino ChampagnatCarisma y espiritualidad: la sencillez

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4 . Carisma y espiritualidad:la sencillez

Manuel MESONERO - José M. FERRE

Introducción

Hoy día, en nuestra sociedad el adje-tivo “sencillo” parece resumir todoaquello de bueno y deseable a lo queaspiramos: hablamos de personassencillas, de celebraciones sencillas,de decoraciones sencillas, de discur-sos sencillos, como queriendo expre-sar que eso es precisamente lo quenos agrada y nos convence. No cabeduda que la sencillez es un valor enalza. No es fácil distinguir entre loque hay de ficticio y de auténtico enestas expresiones de sencillez, peroes cierto que lo sencillo atrae.

No siempre la sencillez ha sido valorada y apreciada de la misma mane-ra. En la vida de Marcelino Champagnat apareció como un fenómenorelativamente nuevo y no bien comprendido por sus contemporáneos.Es un tiempo en que se habla y escribe mucho acerca de la humildad,pero hay poca reflexión teórica sobre la sencillez: la experiencia concre-ta pasa por encima de la formulación.

Hay un texto de un autor contemporáneo del P. Champagnat en el quese nos dice lo siguiente: “La sencillez es una virtud cristiana,también llamada candor o ingenuidad. Es lo opuesto a ladoblez, a la malicia, al carácter suspicaz y desconfia-do. Un alma sencilla dice espontáneamente lo que piensa,cree fácilmente lo que le dicen, no desconfía de nadie,se fija en las cosas buenas más que en las malas, está

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llena de inocencia. La sencillez, sin embargo, no excluyela prudencia ni la cautela, pero huye de todo lo que essofisticado o fingido. Ninguno de los antiguos filóso-fos aconsejó esta virtud; la consideraban como un defec-to y no como una cualidad; no entraba en sus miras ni seencuentra en sus libros. Ha habido corrientes filosófi-cas para las que la sencillez es casi una injuria y lossencillos, imbéciles”. (Abbé Bergier, Diccionario de Teología,Besançon, 1831, p. 385-386)

Siglo y medio después de la muerte de Marcelino, nos siguen cautivan-do las personas que, como él, no necesitan hablar mucho de la senci-llez. La reflejan y la contagian con sus vidas. Ejemplos como Juan XXIII,Teresa de Lisieux, Teresa de Calcuta, están ahí a la vista de todos.

Evocando la vida sencilla de Francisco de Asís, un autor contemporá-neo nuestro escribe:

"La palabra más terrible que haya sido pronunciadacontra nuestro tiempo es quizá ésta: Hemos perdido laingenuidad. Decir esto no es condenar necesariamenteel progreso de la ciencia pero... el hombre, enorgulle-cido por su progreso y sus técnicas, ha perdido algode su sencillez.

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. . .sinónimosde sencillo serían:simple, fácil,sobrio, liso, llano,cándido,candoroso, plano,uniforme,espontáneo,natural, franco,transparente,sincero, inocente,ingenuo, puro,claro, abierto,diáfano.. .

.. .sinónimosde sencillo serían:simple, fácil,sobrio, liso, llano,cándido,candoroso, plano,uniforme,espontáneo,natural, franco,transparente,sincero, inocente,ingenuo, puro,claro, abierto,diáfano.. .

Al perder esta “ingenuidad”, elhombre ha perdido también el se-creto de la felicidad. Su cienciay sus técnicas le dejan inquieto ysolo... En algunas horas de luci-dez el hombre comprende que nada,absolutamente nada, podrá darleuna alegre y profunda confianzaen la vida, a menos que recurra auna fuente que sea al mismo tiempouna vuelta al espíritu de infan-cia: Si no os hacéis como niños noentraréis en el Reino de los cie-los”. (E. Leclerc, Sabiduría de un pobre)

Para comprender mejor el sentido de la pala-bra sencillez, ya que no es fácil establecer unadefinición, resulta interesante valerse de un dic-cionario de sinónimos y antónimos y, a partirdel vocablo sencillez o sencillo, ir descubrien-do las distintas entradas que nos ofrecen lamultiplicidad de significados y de matices.

A título de ejemplo, sinónimos de sencillo se-rían: simple, fácil, sobrio, liso, llano, cándido,candoroso, plano, uniforme, espontáneo, na-tural, franco, transparente, sincero, inocente,ingenuo, puro, claro, abierto, diáfano. Cuan-do hablamos de alguien o algo sencillo, żpo-dríamos sustituir este adjetivo por alguno delos precedentes?

Buscando significados opuestos o antónimostambién nos ayuda a comprender qué es locontrario de ser sencillo. Por ejemplo: doble,complicado, sofisticado, complejo, difícil, in-trincado, presuntuoso, vanidoso, ensoberbe-cido, vano, fatuo, compuesto, enrevesado,afectado, oscuro, fingido, simulado, malicio-so, tortuoso, astuto, rebuscado, petulante,turbio,...

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a. La sencillez evangélica

Marcelino Champagnat está profundamente marcado por la sencillez.Es el gran carisma que Dios ha querido concederle para que, a través deél y de cuantos lo comparten, esta característica tan evangélica brillecon fuerza en la vida de la Iglesia.

No cabe duda que el evangelio entero rezuma sencillez. Más que largasexplicaciones al respecto, encontramos en sus páginas gestos y actitudesque nos hacen comprender la sencillez como la clave para entender lavida y el comportamiento de Jesús.

“Le acercaban niños para quelos tocara, pero los discípulosles regañaban. Al verlo Jesús,les dijo indignado: Dejad quese me acerquen los niños, no selo impidáis. Os lo aseguro quequien no acepte el Reino de Dioscomo un niño, no entrará en él.Y tomándolos en brazos, los ben-decía imponiéndoles las manos”.(Mc 10, 13-16)

Este texto breve pero maravilloso querecogen los sinópticos es riquísimo encontenido y es suficiente para fundamen-tar toda una vocación. Exégetas impor-tantes como R. Brown dicen que Mar-cos, al escribir que Jesús se indignó nosquiere hacer entender que andaba enjuego un valor muy importante.

No se lo impidáis. Marcos pone en guardia a los discípulos. No setrata de criticarles por su envidia o impaciencia ante la pesadez de unosnińos. Jesús pone una condición universal y básica para que el Reino deDios pueda hacerse presente entre nosotros: no es posible la realizacióndel Reino de Dios si no nos hacemos como nińos. Hacerse nińos esvolver a la ingenuidad, a la transparencia, a la espontaneidad... a lasencillez. Los nińos entran en la categoría y se convierten en símbolo dequienes van a ser los protagonistas del evangelio: los pobres, los margi-nados, los indefensos, los necesitados.

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Sencilla es María, y José, y los pastores. Sencilla es la gruta de Belén y lacasa de Nazaret. Sencillos los discípulos que Jesús escoge de un mediorural y trabajador. Sencillas las masas de gente que le siguen y le escu-chan. Jesús puede proclamar: “Bendito seas, Padre, Señor decielo y tierra porque si has escondido estas cosas a lossabios y entendidos, se las has revelado a la gentesencilla; sí, Padre, bendito seas por haberte parecidoeso bien”. (Mt. 11,26)

Todo lo que hay en Jesús de sencillez en su lenguaje, en sus actitudes, lohay de duro ante comportamientos hipócritas, dobles, engańosos. “Ayde vosotros letrados y fariseos hipócritas que os pare-céis a los sepulcros encalados. Por fuera tienen buenaapariencia, pero por dentro están llenos de podredumbre”(Mt 23, 27). “Que vuestro sí sea un sí y vuestro no un no”(Mt 5, 37).

b. La sencillez marista

Inspirándose en el Evangelio y tomando a María como modelo, Marce-lino fue descubriendo ese don que Dios le hacía: poner la sencillez comobase de su vida, de su espiritualidad y de su misión. El carisma de lasencillez fue el gran regalo del Espíritu a Marcelino. Así fue como Dioslo preparó para el servicio que tenía que ofrecer a la Iglesia y al mundo.La sencillez es algo nuclear en Marcelino; es como un foco a partir delcual se difunde la luz sobre la obra entera del Fundador.

El H. Francisco, primer Superior general y sucesor de Marcelino, asimi-ló muy bien la novedad del carisma de su maestro. Nos dice: “SanFrancisco de Asís fundó la Orden de los Frailes Me-nores, que se caracterizan por su pobreza. MarcelinoChampagnat fundó el Instituto de los Hermanitos de Maríaque tienen como sello la sencillez”.

Y continúa más adelante: “El espíritu de los Hermanitos deMaría, su carácter particular y distintivo es un espíritude humildad y sencillez. La humildad y sencillez debenser siempre las virtudes principales, privilegiadas y ca-racterísticas de cada uno de nosotros”. (Instrucciones, tomo1, p.147-150)

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Es lo que ya Marcelino había expresado en su Testamento espiritual:“Deseo que la humildad y la sencillez constituyan elcarácter distintivo de los Hermanitos de María”.

Su biógrafo nos dice: “Para que los Hermanos captasen per-fectamente su idea, les dio el nombre de Hermanitos deMaría para que el mismo nombre les recordase continua-mente lo que deben ser. Este diminutivo, Hermanito, que aalgunos molesta, que es un enigma para quien desconozcael espíritu de la Congregación, no se les ha dado a loshermanos sin motivo. En el pensamiento del Fundadoresta palabra debe recordarles que la humildad y lasencillez son el sello del Instituto, el espejo que reflejaconstantemente el espíritu del Fundador”. (Vida, p. 409-410)

Si es cierto que la humildad es una dispo-sición esencial que está en la base de todavida cristiana, con todo, debe permane-cer en la oscuridad, en virtud de su mis-ma naturaleza, so pena de aparecer sólocomo una caricatura. Sería difícil presen-tarnos hoy en público seńalando la hu-mildad como nuestra primera caracterís-tica. Esto lo intuyó también Marcelino:“Los hermanos maristas deben hu-millarse ante Dios y ante los hom-bres, exteriormente y sobre todointeriormente, pero deben practi-car la humildad con tanta senci-llez y naturalidad que, a ser po-sible, no se haga notar” (Reglas de1852, art. 14)

El H. Basilio Rueda, que fue Superior general del Instituto Marista de1967 a 1985, nos dice: “Muchas afinidades se aprecian en-tre la sencillez y la humildad, aun cuando no falten lasdiferencias. Así, por ejemplo, no aparecen en la senci-llez aquellos aspectos de la humildad que podríamosllamar antipáticos. Nunca ha sido utilizada tampoco como

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vehículo de humillación. Señalemos, con todo, el peligrode asimilarla a cierto simplismo o a cierta ingenuidadque dañarían a su capacidad educadora y nos haríantemer por la acción que se espera de nosotros”. (H. BasilioRueda, El espíritu del Instituto, 1975, p. 237)

Así, para Marcelino la sencillez es un espíritu de infancia espiritual quees preciso comprender sobre todo en su dimensión positiva, como unbrotar de la vida en libertad. Él no entiende la humildad como un sen-timiento de inferioridad o de inhibición sino como el dinamismo gene-roso de un alma libre en su sencillez y totalmente disponible al amor deDios y del prójimo.

En el caso de Marcelinoesta sencillez estaba favo-recida por una cierta limi-tación intelectual que, alponerlo al resguardo de losrefinamientos del espíritu,orientaba su fuerza vitalhacia la expresión directaen la acción y la afectivi-dad. Su carácter no inte-lectual y su gran dinamis-mo vital le ayudaron engran medida a hacer lasrupturas necesarias para adquirir la autonomía personal y llegar a sersencillamente él mismo. Su naturaleza rica y generosa quedaba así abiertaal mundo, llena de espontaneidad, llena de simpatía hacia los hombresy fundamentalmente orientada hacia Dios.

En las páginas siguientes vamos a ver el estilo propio de Marcelino devivir la sencillez, en sus relaciones consigo mismo, con los demás y conDios. Pero quede claro que este carisma de la sencillez no es exclusivosuyo. Lo compartieron los primeros hermanos y, a lo largo de los ańos,se nos ha ido transmitiendo como un gran regalo de Dios a todos losque somos y nos sentimos maristas, hermanos o seglares, y que por esomismo compartimos ese mismo don.

żEstamos en línea con Marcelino y con toda esa generación de susprimeros discípulos que tanto impresionaron precisamente por su sen-cillez?

Del H. Lorenzo Audras se ha escrito: “Su espíritu de pobreza

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era perfecto, su sencillez admirable y, junto con eso, erade una piedad tan tierna y espontánea que agradaba atodos” Y añade luego: “Tanto él como el H. Damián, elH. Doroteo y todos los hermanos que estuvieron presentesen el nacimiento del Instituto, llevan el sello particularde la sencillez”. (Circulares del H. Francisco, t. 2, p. 72)

“El H. Alejandro, uno de los primeros discípulos del P.Champagnat, era lo que se dice un buen israelita, de unasencillez como la de la mayoría de los antiguos herma-nos”. (Anales del H. Avit, cuaderno 7, p. 747)

Reflexiona y comparte

1. Antes de seguir adelante en la lectura del folleto y partiendo detu propia experiencia, ¿cómo definirías la sencillez? ¿Cómo laexplicarías a los niños y jóvenes con quienes te relacionas?

2. ¿Podrías completar la lista de sinónimos y antónimos de senci-llez que aparecen en esta sección? ¿Cuáles te parecen másapropiados para expresar lo que es, o no es, la sencillez evangé-lica y marista?

3. Seguramente has conocido personas que te han impactado porsu sencillez. ¿Podrías citar algunos de los rasgos que te mue-ven a calificar a esas personas como sencillas?

4. Seguramente estás familiarizado con las canciones de Kairoi.Toma un cancionero y vete anotando aquellas estrofas o expre-siones que ponen de relieve lo que es la sencillez marista.

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Su palabraera sincera. Cuan-dohablabase retratabaa sí mismo

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1.Sencillos con nosotros mismos

como Marcelino

a . A u t e n t i c i d a d

Una de las expresiones más claras de la sencillez en la personalidad deMarcelino es su autenticidad de vida, su coherencia. En el hombre sen-cillo no hay doblez. Marcelino expresaba lo que sentía y lo que era. Paraél no existían las apariencias. Ser y parecer formaban una ecuaciónperfecta.

Su palabra era sincera. Cuando hablaba se retrataba a sí mismo. Tene-mos bastantes testimonios al respecto. Durante sus ańos de vicario en laparroquia rural de La Valla, la gente disfrutaba con sus sermones y suscatequesis. “Las exhortaciones que el P. Champagnat nosdirigía eran sencillas, claras, llenas de unción y de vi-da. Nos hablaba siempre con el acento de una profundaconvicción. Al oírle, quedaba uno convencido de quecreía firmemente lo que decía”. (Vida, p. 46)

Al salir de la iglesia, sus parroquianos comentaban: “Es cierto loque nos dice porque él mismo lo practica”. (Vida, p. 233)

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12 Marcelino Champagnat

En un hombre sencillo como Marce-lino sus convicciones quedan al des-cubierto en sus palabras. Para él, ha-blar no es recitar algo escrito o expo-ner tales o cuales ideas aprendidas ocopiadas. Es cierto que Marcelino re-curría a textos de grandes predicado-res para orientar sus sermones peropronto se notaba que lo que hablabaera su vida, sus experiencias. Él, comotodos los santos, tuvo la gran preocu-pación de SER antes que PARECER,ser virtuoso antes que predicar la vir-tud.

El H. Lorenzo nos asegura: “Cuandohablaba de la bondad de Diosy de su amor hacia nosotros, po-nía tal acento de su persuasiónque nos transmitía el fuego divi-

no del que estaba lleno”. (Circulares, vol. 1, p. 238)

No hay en Marcelino pretensiones ni complejos. La sencillez le hacetransparente, sin afectación ni fingimiento. Sus instrucciones a los Her-manos eran sencillas, profundamente meditadas, vividas y cargadas conesa fuerza que da la convicción. Por eso captaba la atención y desperta-ba el entusiasmo: "El P. Champagnat predicaba a menu-do y de una manera muy práctica. Nosotros prefe-ríamos sus instrucciones a las de otros predica-dores, aun los más famosos. Nos llamaba laatención la convicción que reflejaban sus pala-bras. Sus discursos no eran académicos sino cla-ros, piadosos y llenos de vida.”. (Vida p. 158)

“Las catequesis del P. Champagnat eran tan interesantesque muy pronto llamaron la atención en la parroquia.También los mayores querían escucharlo y acudían enmasa los domingos. Después de explicar el texto, pormedio de preguntas sencillas y al alcance de las inteli-gencias menos dotadas, sacaba algunas conclusiones ylas aplicaba a la vida concreta”. (Vida, p. 45)

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b . H u m a n i d a d

Otra expresión de la sencillez de Marcelino se da en su carácter espon-táneo, natural, franco, profundamente humano, que le permite expre-sar toda la riqueza de su mundo afectivo.

“Particularmente emotivo, siente todas las cosas con granintensidad; no le resulta fácil superar las impresionesrecibidas o liberarse de ellas; al contrario, permanececomo impregnado por las emociones que ha experimentadoy que le acompañan, convirtiéndose en parte integrante desu vida”. (Análisis grafológico hecho por Bruno Tavernier)

Varias veces nos dice el evangelio que Jesús llo-ró. También Marcelino. En una de sus cartas apa-recen todavía los efectos de unas probables lágri-mas sobre la escritura manuscrita. Estamos en1827 y escribe al Vicario general de Lyon paradesahogarse de las profundas crisis que se estánviviendo en el Hermitage: “El triste asuntodel Sr. Courveille y la marcha del Sr.Terraillon me ponen en una situación di-fícil ante la gente, que habla sin cono-cimiento de causa. Todos estos contra-tiempos me afligen, es verdad, pero nome sorprenden; espero todavía pruebasmayores que la divina Providencia metiene reservadas. Con tal que Dios nome abandone, nada temo. Me encuentrosolo, pero no pierdo ánimo; sé que Dioses poderoso y que sus caminos estánvelados aun a los hombres más inteli-gentes. Estoy firmemente convencido deque Dios quiere esta obra, pero quizáquiera llevarla adelante con otras per-sonas. Que su nombre sea bendito. Loúnico que yo deseo con todas mis fuer-zas es cumplir su santa voluntad”. (Carta4, mayo 1827)

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żTe imaginabas a un Marcelino tan sensible,tan humano? Sí, efectivamente lo era y haymuchos detalles que podríamos ir espigandoen su vida.

El H. Javier nos dice: “Habiendo caídoenfermo en el Hermitage me llevarona la enfermería. El P. Champagnat,cuando me visitó, viéndome tan mal yconsiderando que mi cama era pococómoda, me tomó en sus brazos y mellevó a su cuarto donde me atendiócon cuidados paternales día y no-che”. (Testimonios, tomo X, nș 53)

"En época de vacaciones llegaronal Hermitage varios Hermanos empa-pados por la lluvia. Llamó al H.Administrador para que les propor-cionase una muda. Ya que dicho her-mano había salido y se había lleva-do la llave de la ropería, el P. Cham-pagnat que no podía sufrir este re-traso y deseaba proporcionar alivioa sus hijos, forzó él mismo la puertay les distribuyó la ropa". (Vida, p.440)

"Un día, ya acostada la comunidad,Marcelino fue a ver a un hermanogravemente enfermo Éste, después deoír las palabras de consuelo que ledirigió el Padre, le dijo emociona-do: Me siento confundido por tantaamabilidad. Le confieso que sientomuchísimo causar tantas molestias ytantos gastos a la comunidad. Her-mano mío,- le contestó Marcelino,-está usted equivocado. Un enfermo

Particularmenteemotivo, sientetodas las cosascon granintensidad; nole resulta fácilsuperar lasimpresionesrecibidas oliberarsede ellas;al contrario,permanece comoimpregnado porlas emocionesque haexperimentadoy que leacompañan,convirtiéndoseen parteintegrantede su vida.

Particularmenteemotivo, sientetodas las cosascon granintensidad; nole resulta fácilsuperar lasimpresionesrecibidas oliberarsede ellas;al contrario,permanece comoimpregnado porlas emocionesque haexperimentadoy que leacompañan,convirtiéndoseen parteintegrantede su vida.

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no es una carga para la comunidad sino una bendición.Servirle no es para nosotros una molestia sino un consue-lo. Deseche por tanto esas ideas; si supiera que siguepreocupado por ellas, no podría dormir esta noche.” (Vida,p. 441)

Hoy nos cautiva encontrar personas con esta gran dosis de humanidad,diáfana y sincera, sin afectación ni fingimiento. Es fruto de una gransencillez. Para Marcelino fue un camino largo. Las bases familiares fue-ron buenas, pero luego vino el largo trabajo de conocerse, de aceptarse,de descubrir el sentido de sus tendencias, de sus apegos, de sus antipa-tías. Tuvo que empezar a reconocer toda la rica afectividad que había enél, a llamar a las cosas por su nombre, a superar una cierta represión delos sentimientos, a controlar su temperamento ardiente. El fruto es esasencilla espontaneidad del hombre que se siente unificado, integrado enlas dimensiones de su persona. Una sencillez que se traduce en humani-dad y coherencia.

Muchos de nosotros hemos consta-tado que, cuando estamos sumergi-dos en la actividad, parece que nonecesitamos alimentos afectivos; sediría que nuestras realizaciones, nues-tro trabajo nos compensan con cre-ces. En esta situación aparentamosuna especie de frialdad afectiva, comosi lo sensible, lo afectivo, el carińo...no nos fueran necesarios. Esta situa-ción nos puede llevar a presentar unrostro duro, indiferente que en reali-dad no es más que una máscara, unacareta. Se debe muchas veces al pa-pel que desempeńamos, a las repre-siones que hacemos... Y así la actividad puede constituirse en una caretaque nos impide presentarnos como somos y manifestar nuestra vidaafectiva.

Esto es importante para comprender mejor al P. Champagnat. Uno esMarcelino visto de lejos y otro visto de cerca. Uno es el Marcelino jovensacerdote y otro el hombre maduro que ha ido integrando su vida. Estáel Marcelino de las cartas, de los encuentros personales, de las relacio-nes comunitarias, de los contactos oficiales. La grafóloga antes citadaexpresa su admiración al ver cómo el P. Champagnat ha logrado un

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equilibrio entre “actividad” y “afectividad”. Y esto nos revela una vezmás la gran riqueza de su sencillez.

c . Pobreza y trabajo

Hay dos expresiones muy típicas de la sencillez de la persona: su sentidode la pobreza y su amor al trabajo. Ambas aparecen claramente enMarcelino.

Entre sencillez y pobreza hay lazos estrechos. Una persona sencilla comoMarcelino es naturalmente sobria, austera, sabe vivir con lo indispensa-ble. No necesita lujos ni cosas superfluas. Frente a la tendencia naturala la comodidad, a la riqueza y al poseer, la persona sencilla sabe ir a loesencial, a la verdadera riqueza, a los auténticos valores del ser. Nonecesita aparentar por su estilo de vestir o de comer o de vivir. No tienepor qué llevar una doble vida, presumir o fingir. Todo lo que es sofisti-cado, poco natural es enemigo de la sencillez.

“La Valla es para cada uno de nosotros una invitacióna vivir en la sencillez y el desprendimiento, tanto a nivelpersonal como comunitario” (Constituciones, art. 32). El régimenalimenticio era sencillo y frugal. El alojamiento, el ajuar y la comida delos primeros hermanos guardaban relación con la comida. Se privabande lo que no fuera indispensable. Viviendo y actuando así, imitaban loshermanos el estilo de vida sencillo de Marcelino; no pensaban hacernada extraordinario sino compartir sencillamente la vida de aquélloscon quienes convivían y a quienes estaban enviados: la gente llana ypobre de los pueblos.

Una anécdota nos lo aclara: “En uno de los colegios un hermanocayó enfermo y algunas personas acomodadas del lugarque apreciaban mucho a los hermanos, le enviaron gran

Una persona sencilla comoMarcelino es naturalmentesobria, austera, sabe vivir conlo indispensable. No necesitalujos ni cosas superfluas.

Una persona sencilla comoMarcelino es naturalmentesobria, austera, sabe vivir conlo indispensable. No necesitalujos ni cosas superfluas.

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cantidad de dulces y otros rega-los. Un día, ya convaleciente,mirando todo aquello dijo: ¿Quévamos a hacer con tanto azúcar,tarros de confitura y botellas devino? Yo no necesito nada de eso.No habiendo qué hacer, los her-manos determinaron llevarlo a losenfermos del hospital, que nodistaba mucho de allí”. (Vida, p.375)

Recuerdo que hace unos ańos una comu-nidad de religiosas propuso cambiar elnombre al voto de pobreza y llamarlo votode sencillez. Creo que no estaban muydescaminadas. żPodemos vivir la llamadade Jesús a la pobreza evangélica por otroscaminos que no sean los de la sencillez?

Íntimamente relacionado con lo que pre-cede quisiera hacer resaltar el vínculo queexiste entre sencillez y trabajo. Todos sa-bemos la importancia que Marcelino con-cedía al trabajo, sobre todo al manual.Era en parte fruto de su educación, de lainfluencia de su familia. Fue incansable ymuy capaz al realizar actividades propiasde oficios como agricultor, albańil, car-pintero, etc. Sin embargo sabemos quetambién dedicó muchas horas al trabajointelectual: instrucción y formación de loshermanos, mantenimiento al día la corres-pondencia y la contabilidad, estudio per-sonal, preparación de las reglas de la co-munidad... Siempre declaró la guerra a laociosidad y era éste uno de los puntosque más insistía a los hermanos.

Pienso, sin embargo, que este amor delP. Champagnat al trabajo es sobre todofruto de su personalidad de hombre sen-

¿Podemosvivir lal l amadade Jesús ala pobrezaevangélicapor otroscaminosque no seanlos dela sencillez?

¿Podemosvivir lal l amadade Jesús ala pobrezaevangélicapor otroscaminosque no seanlos dela sencillez?

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cillo, porque la sencillez nos pone a nivel real, de lo que somos, sintener que aparentar o escondernos detrás de roles. Hay personas quedesdeńan algunos trabajos por una pretendida situación social. Marceli-no era sacerdote y, a pesar de las críticas que recibió de sus compańe-ros, nunca consideró indigno o humillante manchar sus manos llevandoadelante los trabajos de construcción del Hermitage, de limpieza o dereparación de su incipiente comunidad. Sabía que eso ni le ponía ni lequitaba nada a lo que era, y eso es sencillez.

Bajo la influencia y ejemplo de Marcelino, los primeros hermanos valo-raron mucho este aspecto, y esta expresión de la sencillez marista siguesiendo una tradición viva hasta nuestros días.

Cuentan del H. Charles-Raphael, Superior General hasta 1967, que ensus últimos ańos, retirado ya en su Bélgica natal, dedicaba tiempo arecoger papeles en los patios del colegio donde residía.

Una alumna de los últimos cursos de secundaria participaba reciente-mente en una convivencia con uno de los hermanos del colegio, afama-do profesor de matemáticas. Quedó sorprendida al verle metido en lacocina, pelando patatas y preparando la comida. Luego afirmaba: “Creoque ahora, después de haber estado fregando platos conel hermano, voy a aprender mejor las matemáticas”.

Fregar y barrer, hacer reparaciones, pintar, meterse en la cocina, lim-piar retretes, quitar el polvo, poner un cuadro, transportar muebles,

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trabajar en la huerta o cuidar las macetas, son algunos de los mil gestosmaristas heredados de Champagnat que se combinan perfectamentecon el esmero de las personas por preparar las clases, dar una charla,animar una celebración litúrgica o escribir un artículo. Es esa simplenaturalidad que nos viene de Marcelino.

Reflexiona y comparte

1. Analiza tu estilo de vida: tu modo de vestir, de comer, de divertirte,de hablar... ¿Hasta qué punto refleja naturalidad, espontanei-dad, sencillez? ¿Refleja este estilo tu verdadero yo o te sientesmanipulado por la moda, el qué dirán, la influencia de los otros?

2. La persona sencilla no necesita caretas. Nosotros las solemosutilizar para aparentar, para disimular complejos, como meca-nismos de defensa. Piensa un momento en esos momentos detu vida en que te escondes detrás de máscaras que no te dejanser tú mismo.

3. Marcelino Champagnat logró un equilibrio entre su actividad ysu afectividad. ¿Cómo vives tú el rico y complejo mundo de tusafectos? ¿Los expresas con naturalidad? ¿Los reprimes? ¿Co-noces, aceptas y expresas con naturalidad tus sentimientos: dealegría, de dolor, de amistad...? ¿Te consideran espontáneo oenigmático?

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Sencillos ante los demáscomo Marcelino

a . Sencillez en las relaciones

A Marcelino se le reconocía en su trato con la gente. Creció en unambiente sano y natural y le vemos que, ya desde el seminario, sabemantener amistades profundas y sinceras. Siendo joven siente la ten-dencia de querer a unos y rechazar a otros, y una de sus preocupacio-nes como joven seminarista consistió en luchar por no tener lo que élllama acepción de personas, o sea no tener grupitos hechos, no tratar alos demás con prejuicios.

A medida que va madurando y unificando su vida todo se hace mássencillo. Descubre toda la riqueza humana y cristiana que hay en aquelgrito revolucionario de igualdad y fraternidad. Marcelino se expresa con

naturalidad y cercanía y por eso lagente le quiere. Apenas tuvo ene-migos declarados y sí se hizo conmuchos y muy buenos amigos.

En sus ocho ańos como vicario pa-rroquial en La Valla supo ganarseel corazón de la gente. Todos leapreciaban: nińos, jóvenes, adultos,ancianos. Sabía ponerse al nivel decada uno, les dirigía siempre un sa-ludo, una palabra amable, una pre-gunta oportuna, que revelaba su co-razón acogedor y sencillo. Todosnotaban en él la sinceridad y trans-parencia de quien va con el cora-zón en la mano y no tiene nada queocultar. Era el suyo , como quedareflejado en las Constituciones ma-ristas, “un amor sencillo y cor-dial, atento para adivinarlas necesidades de los de-más, lo bastante humilde

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para compartir sus alegrías y lo suficientemente generosopara entregarse a todos”. (Constituciones, art. 23)

Evocando aquellos ańos de la parroquia se ha escrito: “El P. Cham-pagnat hablaba con gusto con cualquiera que encontra-ba; su franqueza y su cordialidad constituían el encantode esas charlas en las que nunca dejaba de introduciralgunas palabras edificantes. Todos se considerabanfelices de charlar con él y luego comentaban: Nuestrocura no es nada orgulloso; se le puede decir todo lo queuno quiera”. (Testimonio del H. Aidan).

Dice su biógrafo que "tenía el don poco frecuente de agradarhasta cuando corregía; sabía dar un giro positivo a susreproches con unapalabra de discul-pa, de elogio o dealiento. De este mo-do consiguió que lagente aceptase suspropios errores ylas consecuenciasdel mal obrar, sinsentirse herida en suamor propio”. (Vida,p. 57).

Arte difícil de lograrpara quienes no tienenuna sencillez al estilo deMarcelino, pero él con-siguió así erradicar algu-nos abusos de la parro-quia y reforzar la vida cristiana.

En sus relaciones con los hermanos es algo parecido. El ideal de frater-nidad que él pone en la base de toda su obra hay que leerlo en clave desencillez: relaciones auténticas, sinceras, vida de familia. “El P. Cham-pagnat hizo de la comunidad de los primeros discípulosuna verdadera familia. Compartió en todo la vida de los

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hermanos en La Valla y en el Hermita-ge y se desvivió totalmente por ellos.En reciprocidad los hermanos le ama-ban como a padre. A su lado y en tor-no a la buena Madre, profundizabanel sentido de la fraternidad.” (Consti-tuciones, art. 49)

Todo en los comienzos es sencillo: la vivienda,la comida, el atuendo, las escuelas, los mediosdisponibles. Quiere que los hermanos lleven unavida sencilla y sobria, pero no permite que lesfalte lo necesario. Marcelino sabe oponerse aquienes pretenden enriquecer la mesa con man-jares exquisitos o a quienes se dejan llevar de lavanidad en el atuendo. Sabe frenar al hermanojoven que marcha a su primer destino escolarcon un maletón cargado de lo que él llama“grandes medios de éxito”. Pero también Mar-celino, con sencillez y firmeza, sabe enfrentarsecon las autoridades, sean párrocos o alcaldes,que no respetan las mínimas condiciones de alo-jamiento y sueldo que ha establecido para lacomunidad.

Sabe también utilizar todos los recursos de sucorazón sencillo para ir formando a los herma-nos, para hacer de aquellos jóvenes buenos perotoscos unos verdaderos religiosos educadores.Dice su biografía que se le vio reprender a ve-ces a algunos hermanos con energía, pero nun-ca se enfadaba con los culpables, ni les hablabaairadamente. Casi siempre aplicaba la correc-ción en forma de avisos, diciendo con sencillez,llaneza y bondad lo que convenía hacer o evi-tar. Cuando no bastaba esta primera adverten-cia, se conformaba con repetirla sin manifestarimpaciencia.

Así lo vemos con el H. Silvestre, joven y revol-toso. Queriendo gastar una broma a un com-pańero, se subió a caballo en las espaldas deMarcelino y le hizo subir las escaleras. Como

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no había luz no se dio cuenta de que era el Padre hasta que vio queentraba en su habitación. Veamos el modo tan distinto como relata elpropio interesado el episodio y cómo lo refleja su biógrafo, que pinta unChampagnat más serio y severo.

“Esperaba naturalmente una penitencia ejemplar. Puesbien, nada de eso. Cuando fui a verle el sábado parapedirle el permiso acostumbrado, me dirigió unas pala-britas a la vez irónicas y agradables; me recomendóque fuese un poco más serio, pero jamás volvió a haceralusión a esta ligereza, propia de mi atolondramien-to”. (Anales del H. Silvestre).

El Padre le dejó dos o tres días en perplejidad e inquietud. Luego lemandó llamar y, al verlo confuso y cabizbajo, le dijo con tono severo,aunque paternal: "¿Cuándo va a dejar de comportarse comoun niño? ¿A qué ha venido aquí, a distraer a los Herma-nos y a disipar el orden de la casa? Mire, le doy un añopara que se corrija definitivamente de su ligereza."

Otro detalle simpático es con el H. Dominique, un carácter nervioso einquieto. Al mes de haber llegado a su nuevo destino le escribe a Mar-celino pidiendo el cambio. Éste le contesta: “No te creo capaz dehacer una cabezonada así; sabes el precio que hay quepagar cuando se actúa de esta manera. Si tuvieras unpoco más de humildad y de obediencia, las cosas no teirían tan mal. ¿No crees que deberías pagar este año unpoco de lo que tú mismo has hecho sufrir a los demás?Paciencia, amigo, paciencia; te veré dentro de unos díasy con la gracia de Dios arreglaremos las cosas lo mejorposible...” (Carta al H. Dominique, 23 Nov. 1834)

b . Pedagogía de la sencillez

Todos hemos oído y seguramente sabemos por experiencia que uno delos rasgos característicos de la pedagogía marista es la sencillez. Apare-ce unida a la pedagogía de la vida de familia, del trabajo, de la presencia,y todo ello bajo la inspiración maternal de María. Ésta es una herenciaque nos viene de Marcelino y que nos demuestra claramente hasta quépunto este hombre de Dios llegó a integrar y unificar su vida.

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Marcelino vivió una espiritualidad que hunde sus raíces en su experien-cia personal de Dios, un Dios que se le hace presente y a quien él sehace presente en las mil circunstancias de su vida. Conocemos su insis-tencia en recordarnos la importancia de vivir en la presencia de Dios. Ala hora de tratar con los nińos y jóvenes, y de aconsejar a los hermanos,żqué otra cosa podía recomendarles sino esta pedagogía del amor a losnińos, de la presencia y la cercanía?

Marcelino sabe el valor y la riqueza de la vida de familia, del trabajoconstante. Lo ha experimentado, lo ha hecho vida en su naciente comu-nidad de hermanos. żCómo será la pedagogía que él aconseje más quebasada en la creación de un ambiente de familia en nuestros colegios ycaracterizada por el trabajo?

Marcelino -lo estamos viendo en este folleto- es un hombre sencillo,con todas las dimensiones que implica esta vivencia de la sencillez. Esuna de las grandes lecciones que ha ido aprendiendo en la vida, de lamano de María. Y es lógico que, al insistir en los elementos básicos dela educación que él quiere para las escuelas maristas, le salga espontá-neamente del corazón: pedagogía de la sencillez.

Es importante considerar esta vinculación estrecha entre espiritualidady misión. Expresa de un modo natural, lógico, la gran coherencia quehay en su vida. Lo que Marcelino es y lo que hace, su manera de ser yde actuar, van en la misma línea, sin división, sin rupturas. Una alimen-ta a la otra. Esta integración, esta armonía es una de las cosas que másmaravillan en Marcelino y que mejor expresan su sencillez. No haycaretas, no hay un Marcelino que ahora hace de sacerdote y luego deeducador y luego de fundador y luego de Padre de hermanos. Siemprees sencillamente él mismo.

Desarrollando concretamente el tema de la pedagogía de la sencillez, losdocumentos maristas nos recuerdan que “en los contactos conlos jóvenes les damos muestras de una atención impregna-da de humildad, sencillez y desinterés” (Constituciones, 83);que “la sencillez ha de caracterizar nuestra acción apos-tólica y nuestras obras” (Constituciones, 32 y 167). “Herma-nos que se hacen presentes lo más posible, especialmenteentre los niños y jóvenes de una manera sencilla y acoge-dora” (XIX Cap. Gen., Misión, nș 26).

Hermanos y seglares maristas, profesores, animadores,... hemos reco-gido esta herencia de Marcelino y, a pesar de nuestras debilidades y

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fallos, la hemos ido asimilan-do como un precioso tesoroque hemos recibido y que de-bemos transmitir. Todos po-dríamos evocar mil detallesque ponen de relieve esas ac-titudes de la sencillez marista.Sugiero algunas; otras las po-déis completar vosotros.

El educador marista que essencillo:

- Evita cualquier ostentación o alarde de su sa-ber, de sus títulos, de sus habilidades. Simple-mente los pone al servicio de aquellos conquienes trabaja.

- Trabaja de manera desinteresada, sin espe-rar aplausos ni recompensa.

- Hace el bien sin ruido, sin querer llamar la aten-ción, sin querer ser la estrella.

- Sabe retirarse cuando conviene y dejar quelos niños y jóvenes crezcan.

- Se muestra como es, sin necesidad de más-caras.

- Se muestra ecuánime, equilibrado, con sere-na alegría y buen humor.

- Evita protocolos y distancias en sus relacio-nes.

- Se acerca a los más pobres y necesitados demodo natural y espontáneo.

- Reconoce sus propios errores, su falta de ex-periencia; sabe pedir perdón.

- Hace que la gente que trata con él se sientacómoda y distendida.

- Se adapta al ritmo y a las capacidades de susalumnos.

- Es una persona disponible.

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Estas ideas se encarnan en numerosos ejemplos que cada uno ha podi-do reconocer, observar en su propia experiencia de la realidad educati-va y apostólica marista y en otras personas con quienes nos hemosrelacionado. Evocar estos retazos de vida, impregnados de sencillez,pueden ser, sin duda, un estímulo para todos.

ˇCómo disfrutaba Marcelino viendo a sus hermanos rodeados de susalumnos, atrayéndoles por la sencillez de su trato y de sus palabras! ̌ Ycómo se esforzó por formarles cuando se desviaban de esta línea!

Un día oyó a un hermano usar términos demasiado elevados en lacatequesis. Lo mandó llamar después de clase y le dijo: “Me ha cau-sado pena la ridícula presunción que ha mostrado en susinstrucciones. ¿Por qué no utiliza palabras más compren-sibles para expresar lo que quiere decir? ¿Qué significapara sus alumnos la expresión Jerusalén celestial ? ¿Nole habrían entendido mejor diciendo sencillamente el cie-lo? Si fuera usted sencillo en vez de dejarse llevar porla vanidad, en vez de emplear frases rebuscadas, ha-

blaría más sencillamente para hacerse en-tender de los niños más pequeños y atrasa-dos". (Vida, p. 411)

c. Sencillez en una sociedad de consumo

Un último aspecto que quisiera recordar es el signifi-cado que tiene la sencillez marista en nuestro mundoactual, tan marcado por la presunción, la vanidad, elaparentar, el consumir, el lucir... tan hipócrita mu-chas veces.

Vivir la sencillez en este contexto histórico y social enel que estamos es actualizar este tesoro de Marcelino.Nos lo recordaba el XIX Capítulo general de los her-manos: “La sencillez de vida a la que esta-mos llamados, denuncia la fragilidad dela sociedad de consumo y la inconsisten-cia de sus ídolos, valorando a la personapor lo que es y no por lo que tiene”. (Mensajedel Capítulo general, nș 12)

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4. Carisma y espiritualidad: la sencillez 27

Un pequeńo test nos puede ayudar a comprender hasta qué punto lasencillez es parte de nuestra vida o estamos bajo la influencia de unasociedad que, como ya decía el apóstol Juan está llena de, “bajos instin-tos, ojos insaciables y arrogancia de dinero, y eso no procede del Pa-dre” (1 Jn 2, 16). Se trata de lo siguiente. Entra en tu habitación, tomaun papel y todo lo que tienes clasifícalo en cinco columnas:

- Lo indispensable (lo ab-solutamente necesariopara vivir);

- Lo necesario (cosas quesi prescindimos de ellasnos pueden provocar undesequilibrio);

- Lo conveniente (lo que esútil para mi trabajo, misestudios, mi descanso,mi salud);

- Lo superfluo (lo que so-bra, lo que acumulamospor acumular);

- Lo lujoso (lo que escan-daliza que tengamos vi-viendo en el mundo enque vivimos).

Las conclusiones las pue-de sacar cada uno.

Cuando aprendemos a vi-vir con lo necesario, cuan-do vivimos sencillamente, nos hacemos personas y crecemos en expe-riencia y calidad humana. La sencillez es una palabra dura pero realistapara la sociedad actual. Sin un estilo de vida sencillo no hay futuro en lahumanidad, desaparece la verdadera sensibilidad humana en las perso-nas. Vivir con sencillez no es sólo una exigencia del evangelio, de laespiritualidad; nos lo aconseja la ecología y nos lo reclama una buenaantropología. (Cfr. José MȘ Arnaiz, Un estilo de vida marcado por lasencillez, 1995).

La cultura actual en la que estamos inmersos nos orienta desde la infan-cia a ser grandes consumidores; nos crea necesidades. La publicidadtrabaja en este sentido y es como el aire que respiramos. La propaganda

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pasa sus mensajes del nivel racional al inconsciente y nos quita la liber-tad. Terminamos creyendo que lo superfluo es conveniente y lo conve-niente, necesario. (o.c.)

Esta cultura actual no sólo se contenta con modelar la persona del con-sumidor. Crea estructuras, ambiente, cultura y sociedad de consumo alapoyo del hombre consumidor. Nos hace creer que desarrollo significatener más, acaparar, aumentar ingresos. De ahí que la sencillez de vidaaparece como absolutamente necesaria para la supervivencia material ysocial del género humano. Dentro de 20 ańos, cuando los habitantesdel globo lleguen a 7.500 millones, żcómo van a tolerar los 5.000millones verse privados de lo más indispensable para sobrevivir? Todosadmiten la necesidad de hacer algo eficaz y pronto para detener estacarrera de consumismo; pero son conscientes que esta meta no podrálograrse sin grandes sacrificios. (o.c.)

La gran invitación que nos hace Marcelino en este contexto es a lucharpor una sociedad justa y equilibrada, sencilla y solidaria, pasando delhomo consumens al homo serviens, del hombre esclavo de la sociedadde consumo al hombre que se pone al servicio de sus hermanos. Unhombre que no aspira a tener más, sino a ser mejor y para ello, enbuena parte, ha descubierto que debe tener menos.

Seguramente Marcelino nunca intuyó nuestro contexto cultural, distin-to ciertamente del suyo. Pero su espíritu está ahí animándonos a unestilo de vida sencillo. Esta sencillez de vida es un modo de sercontracultural, vamos a ir contra corriente; no es así como se procedede ordinario, pero nos va haciendo personas solidarias y sobrias, cerca-nas y humildes, compasivas y comprometidas.

Esta sencillez de vida es unmodo de ser contracultural,vamos a ir contra corriente;no es así como se procede deordinario, pero nos vahaciendo personas solidariasy sobrias, cercanas y humildes,compasivas y comprometidas.

Esta sencillez de vida es unmodo de ser contracultural,vamos a ir contra corriente;no es así como se procede deordinario, pero nos vahaciendo personas solidariasy sobrias, cercanas y humildes,compasivas y comprometidas.

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4. Carisma y espiritualidad: la sencillez 29

Reflexiona y comparte

1. Fíjate en esos testimonios citados acerca de la sencillez deMarcelino en sus relaciones con los demás. ¿Con qué caracte-rísticas te identificas? ¿Cuáles sientes que te atraen más, qui-zá porque te faltan? ¿Qué te sientes llamado a desarrollar paraser más sencillo en tus relaciones?

2. Recuerda ejemplos de sencillez que has vivido u observado enel trabajo de educación marista, en el contacto con niños y jóve-nes. Completa la lista que aparece en el apartado b. de estasección. Piensa en detalles concretos que has vivido en clase,con tu grupo.

3. En el apartado c. tienes un pequeño test personal. Si te hasanimado a hacerlo, ¿estás dispuesto a compartir algo de lo quehas encontrado, de lo que has sentido?

4. Toma conciencia de hasta qué punto somos esclavos de la so-ciedad de consumo. Recoge publicidad en este sentido. Comén-tala. Piensa en detalles concretos de tu propia vida en que lavivencia de la sencillez puede ayudarte a ir contra la corrientedel consumismo.

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Sencillos ante Dioscomo Marcelino

Aquí llegamos al núcleo, al meollo de todo. Si la sencillez no nace deuna experiencia de Dios, se nos quedará en algo anecdótico, en detallespostizos, en formas exteriores. Buscar a Dios en la raíz de la sencillez esir a lo esencial.

a . La experiencia del Dios sencillo

“Dios no es complejo y su sencillez debe ser el idealde la nuestra. Su sencillez es la verdad. Él es laverdad, lo mismo que Él es el amor. Dios es sencilloy es su sencillez la que unifica en Él lo que en losdemás sería oposición. Él es poder, pero al mismotiempo es amor y es verdad; sus atributos no establecenen Él ni complejidad ni multiplicidad. Nosotros, por elcontrario, somos seres complejos, complicados; somosun compuesto de elementos dispares, que muchas vecesno están armonizados ni desembocan en un conjuntocoherente. Nuestra personalidad, compleja por natura-leza, nos puede llevar a la desintegración, a la esqui-zofrenia. Lo importante es que, poco a poco, conquis-temos la unidad en nosotros mismos”. (H. Basilio Rueda, Elespíritu del Instituto, 1975)

Todo el secreto de la vida cristiana está en experimentar a Dios ennuestra vida, dejarle que entre en ella y vayamos identificándonos cadavez más con Él, superando así esa oposición, tan humana y tan funda-mental de la que nos habla san Pablo: “Cuando quiero hacer lo buenome encuentro fatalmente con lo malo en las manos. En lo íntimo,cierto, me gusta le Ley de Dios, pero en mi cuerpo percibo unoscriterios diferentes que guerrean contra los criterios de mi ra-zón... No hago el bien que quiero; el mal que no quiero, eso es loque ejecuto”. (Rom. 8, 18-25)

3.

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Se han escrito grandes tratados sobre Dios,en un intento jamás logrado de compren-derlo. La teología ha creado nuevos voca-blos y expresiones para captar algo de sutrascendencia. Pero nada de esto es compa-rable a la experiencia sencilla de muchaspersonas para quienes Dios no es un objetode estudio intelectual, sino una realidad per-sonal, cercana.

Las experiencias de Dios son sencillas. Yano lo es tanto el conseguirlo, y precisamen-te por nuestra complejidad. Los grandes san-tos, como Marcelino, han llegado a experi-mentar a Dios en su vida. Y es una experien-cia tan íntima, tan simple, que las palabrasse quedan cortas para poder expresarla. Ahíse manifiesta con fuerza la sencillez. Marce-lino, al intentar comunicar lo que Dios espara él, repite una y otra vez su palabra cla-ve: PRESENCIA. Marcelino lo ha experimen-tado como alguien que se le ha ido haciendopresente en su vida y ante quien él intentaestar presente. Ésa es toda su experiencia,sencilla y profunda, expresada con la pobre-za y limitación de nuestro lenguaje. Cuandoquiere comunicar esto a los hermanos nohará más que repetir una y otra vez a susdiscípulos: “Vivid en la Presencia deDios”.

Varias veces, en sus cuadernos de notas yde contabilidad vemos, anotada al margen,una expresión de su puńo y letra: “Tú losabes, Señor”. No necesita más. Es elgrito sencillo de quien se ve abrumado deproblemas, sin salidas fáciles, y automática-mente eleva el corazón a quien es el centrode su vida.

La presencia de Dios le invade y lo que paraél son gestos y actitudes sencillas, para losque le ven se convierten en ejemplo vivo.

Vividen la

Presenciade Dios

Viv iden la

Presenciade Dios

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“Lo que más me impresionó y edi-ficó del P. Champagnat fue lacompostura y respeto que teníadelante del Santísimo Sacramen-to y la veneración que se trans-parentaba en él cuando se acer-caba al altar para celebrar lamisa. Se diría que veía al Señorcara a cara. Su acción de gra-cias después de misa y su acti-tud durante las visitas al Santí-simo eran ejemplares”. (Testimoniodel H. Aidan)

Marcelino no necesita palabras rebusca-das ni actitudes ficticias ante Dios. Se sien-te ante Él con la sencillez del hijo ante elpadre. Es la actitud filial, de infancia es-piritual que, como decíamos al principio,está en el corazón del Evangelio y queimplica una profunda experiencia deDios.

Esta actitud tan sencilla es fruto de unlargo camino de conversión. Y es her-moso ver a personas como Marcelino quese relacionan con ese Dios en el que “vi-vimos, nos movemos y existimos” (He-chos, 17, 27) con toda naturalidad.

Esta misma sencillez le lleva a unificaradmirablemente su experiencia de Dios yde María. Esa devoción mariana tan ca-racterística de Marcelino no es un ańadi-do, un anexo a su experiencia de Dios.Es lo mismo; cara y cruz de la mismamoneda.

Marcelino experimenta en su vida a unDios de bondad y misericordia, el Padrebueno. Y de ahí nace su experiencia deMaría como la Madre buena. No podía

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ser de otra manera. Hoy día la teología nos lo confirma cuando noshabla de María como una expresión del rostro materno de Dios.

Marcelino siente a Dios como grande, poderoso, inmenso, es el Seńor ydueńo de todo, que gobierna y dirige los acontecimientos de la vida delos hombres. Al mirar en Él a María le surge un apelativo: María serápara los maristas la primera Superiora, a la que todo le pertenece por-que lo ha hecho todo entre nosotros.

Para Marcelino, la confianza en Dios no tiene límites. żCómo dudar delPadre bondadoso que nos quiere? No pierde ocasión de recordar a loshermanos que confíen en la Providencia de Dios a quien él no cesa derecurrir, sobre todo en los momentos de apuro y confusión. żNo esnormal que al mirar a María la invoque como Recurso Ordinario? żNoes ella a fin de cuentas una de las más bellas expresiones de la Providen-cia de Dios?

Marcelino no pensó en razonar todo esto, como nosotros lo estamoshaciendo. Simplemente lo vivió. Con espontaneidad, con coherencia,con sencillez.

Concluyamos esta sección con una oración del mismo Marcelino. Dicesu biógrafo que, en 1822, ante la falta de vocaciones, expuso a Maríacon la sencillez de un nińo que siendo ella la madre y superiora de lacasa debía ocuparse de evitar su desaparición. Le decía: “Es tu obra;tú nos has reunido a pesar de la oposición del mundo paraprocurar la gloria de tu Hijo. Si no nos socorres, pere-ceremos; nos extinguiremos como una lámpara sin aceite.Pero si perece, no es nuestra obra la que perece, es latuya, pues tú lo has hecho todo entre nosotros. Contamos,pues, contigo, con tu ayuda poderosa; en ella confiare-mos siempre.”. (Vida, p. 96)

María..., si no nos socorres,pereceremos;nos extinguiremoscomo una lámpara sin aceite...

María..., si no nos socorres,pereceremos;nos extinguiremoscomo una lámpara sin aceite...

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b . Una espiritualidad sencilla

Una falsa idea de lo que es la espiritualidad ha llevado a creer que ésta esprivilegio de unas pocas personas selectas. Aún hay gente que siguehaciendo una división entre quienes viven insertos en las realidades tem-porales del día a día, para quienes la espiritualidad resultaría algo lejano,inaccesible, y para aquéllos que han optado por “salir del mundo” yentrar, por así decir, en la órbita de lo sagrado.

Otros piensan que la espiritualidad es algo desencarnado de la realidad,opuesto a los problemas materiales que cada día hay que afrontar, obien algo válido solamente para momentos concretos y específicos de lavida, creando así una dicotomía entre temas materiales y temas espiri-tuales.

Esta visión es errónea. Cualquier persona, sea joven o viejo, soltero ocasado, religioso o seglar, puede hacer una experiencia de Dios en suvida, puede vivir una espiritualidad que no es sino un estilo de vidacoherente según el Espíritu que nos hace integrar todo lo humano y locristiano, a ejemplo del mismo Jesús.

La espiritualidad, claro está, no se vive de una sola manera. Toma for-mas distintas según la edad, los estados de vida, los dones que cada unoha recibido del Seńor.

Aquí es donde Marcelino, con toda susencillez, nos ofrece las pautas para irintegrando todos los elementos de nues-tra vida en una visión armonizadora, sindualismos, sin oposiciones. Todo depen-de con qué ojos miramos la realidad, elmundo en que vivimos, porque es pre-cisamente ahí, en ese mundo, donde“descubrimos y experimentamosa Dios, donde podemos escu-char, servir y amar a Dios” (XIXCap. Gen., Espiritualidad Apostólica Ma-rista, nș 12)

Marcelino estuvo metido en muchosasuntos temporales. Lo requería el tra-bajo de fundación y su carencia de me-dios económicos. Era un verdadero curaobrero que, además de su ministerio

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sacerdotal, tenía que afrontar lostrabajos de construcción y repara-ción y llevar al día la contabilidad,la correspondencia y mil otros asun-tos. Tuvo duras críticas de quienesveían incompatible su ritmo de vidacon la espiritualidad propia de suvocación. “Sabemos que lossacerdotes colegas del P.Champagnat juzgaron severa-mente el hecho de que se de-dicara a toda clase de tra-bajos; tuvieron incluso inten-ción de que fuera suspendi-do en sus funciones porque,a su parecer, el P. Cham-pagnat deshonraba el carác-ter sacerdotal”. (H. A. Balko,Volviendo a las fuentes)

Le animaron a que estuviera másatento a la formación intelectual yespiritual de los hermanos. El Su-perior general de los Padres Maris-tas, donde Marcelino había profe-sado, le escribe: “Le pido comoamigo y como hermano que seocupe menos intensamente delos quehaceres exteriores ydé más importancia a losasuntos espirituales de su co-munidad; así conservará me-jor su salud y también sualma” (Carta del P. Colin, 1837).

Marcelino, sin embargo, sabía muybien por dónde se andaba. Habíarecorrido un largo camino de fe quele llevaba a descubrir las huellas dela presencia de Dios en los aconte-

Marcelinotuvo durascríticasde quienesve íanincompatiblesu ritmode vida conla espiritualidadpropiade su vocación

Marcelinotuvo durascríticasde quienesve íanincompatiblesu ritmode vida conla espiritualidadpropiade su vocación

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cimientos diarios. Él no encontraba mayor problema en sentirse unidoal Seńor cuando paseaba por los tranquilos bosques del Hermitage quecuando se afanaba haciendo gestiones por las calles de París, intentandoconseguir la aprobación del joven Instituto.

En su profunda sencillez, Marcelino fue consiguiendo una espiritualidadque armonizaba plenamente su vida. Sabía leer los acontecimientos,alegres o penosos, descubriendo en ellos llamadas e invitaciones delSeńor. A medida que Dios se iba constituyendo como centro de suvida, Marcelino sólo tenía una preocupación: hacer la voluntad del Se-ńor. Saber descubrir esta voluntad requiere entrenamiento, discerni-miento. Y por eso Marcelino pasaba largas horas en oración, leyendolos acontecimientos a la luz de Dios, dejándose impregnar por el Evan-gelio. Ahí es donde él afinaba su espíritu. “Nunca me atrevería aemprender nada -decía- sin antes habérselo encomendado aDios durante mucho tiempo en la oración” (Vida, p. 315).

Ésa fue la espiritualidad de Marcelino. Sencilla. Sin arrebatos místicos niexpresiones extraordinarias, pero yendo a lo esencial. Sin separar lohumano y lo sagrado, porque todo es sagrado y signo y sacramento deDios para quien sabe leer la vida con ojos de fe.

Así formó a los hermanos y así les estimulaba a vivir la espiritualidad.Lo hacía con sus palabras y, sobre todo, con su propio ejemplo. Lesanimaba a dedicar tiempo a la oración personal y comunitaria, unaoración sencilla, filial. Y les animaba igualmente a llevar a cabo susactividades: la clase, la vigilancia de los patios, las tareas domésticas...

Ésa fue la espiritualidadde Marcelino. Sencilla.Sin arrebatos místicosni expresionesextraordinarias, peroyendo a lo esencial.

Ésa fue la espiritualidadde Marcelino. Sencilla.Sin arrebatos místicosni expresionesextraordinarias, peroyendo a lo esencial.

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con ojos de fe, desde Dios. “Si tu ojo es puro (sencillo) todo tu cuerpoestará iluminado” (Lc. 11, 34).

Muchos hermanos y seglares, con el paso del tiempo han ido descu-briendo la riqueza de esta espiritualidad sencilla de Marcelino. Y sigueinterpelándonos hoy, que tan necesitados estamos de elementos queunifiquen y den armonía a nuestra vida, tan dispersa y solicitada portantas voces, tantas llamadas, entre las que hay que distinguir las quevienen de Dios.

Reflexiona y comparte

1. Piensa en ese Dios en el que crees, de quien hablas, el Dios quevas experimentando en tu vida. ¿Cómo ha ido evolucionando laimagen de Dios en ti a lo largo de tu vida? ¿Crees que vas ha-ciendo más sencilla tu experiencia de Dios?

2. Piensa en tu oración personal y en los momentos de oracióncompartida. ¿Crees que en tu manera de dirigirte a Dios, en tuestilo de oración, en el lenguaje que utilizas, vas por caminos desencillez?

3. ¿Cómo entiendes tú la espiritualidad? ¿Te han aportado las re-flexiones anteriores algo nuevo? ¿Ves posible descubrir, expe-rimentar, amar y servir a Dios en las realidades cotidianas de lavida?

4. Al acabar la lectura de este folleto, ¿qué ha cambiado en ti res-pecto a la idea que tenías de lo que es la sencillez? ¿Qué te estápidiendo Marcelino para vivir hoy este elemento clave de sucarisma?

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Conclusión

Al empezar este folleto sentí miedo. żCómo tratar el tema de la sencillezsin complicarlo? żNo caeré en el error de darle tantas vueltas que lohaga complejo y mate así su propia esencia?

Todo es muy simple para el que así lo vive y lo experimenta. Paramuchos de nosotros, que todavía nos complicamos mucho la vida, esbueno desmenuzar para ver más claro, para captar toda la riqueza quehay en este elemento esencial del carisma marista que nos viene directa-mente de Marcelino.

Hemos separado, por cuestiones metodológicas, la sencillez con noso-tros mismos, en las relaciones con los demás y con Dios. En realidad noson cosas distintas. Están íntimamente relacionadas, se interrelacionan,se influyen mutuamente. Pero quizá así nos damos mejor cuenta detodo lo que implica el ideal de la sencillez, y evitamos el error de redu-cirla a simples gestos o actitudes externas. Es imposible parecer sencillosin serlo. La sencillez nos sigue llamando a poner el acento en lo esen-cial: en SER.

“Conviene sin embargo no forjarse ilusiones. La senci-llez no es algo que le viene a uno de golpe, como unprecipitado químico, al cabo de media hora de expe-riencias. Es, por el contrario, el término de una evo-lución constante. Implica toda una riqueza adquiridaa lo largo de un proceso gradual”. (H. Basilio Rueda, Elespíritu del Instituto, 1975, p. 245)

Y esa gran riqueza es la armonía entre las cosas, las personas y Dios,que nos lleva a la unidad de vida. La sencillez unifica a toda la personaarmonizando lo humano y lo divino, lo natural y lo sobrenatural, lotemporal y lo espiritual.

La Iglesia espera de nosotros, animadores maristas, especialmente eneste ańo de la canonización de Marcelino, que demos ejemplo de senci-llez de vida, como antídoto a todas las alienaciones de nuestra sociedadcontemporánea, que evitemos la dicotomía entre nuestra fe y nuestravida , y que nos ilusionemos por la unificación y coherencia de nuestravida.

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ÍND ICE

Introduccióna. La sencillez evangélica

b. La sencillez marista

1 . Sencillos con nosotros mismosa. Autenticidad

b. Humanidad

c. Pobreza y trabajo

2 . Sencillos ante los demás como Marcelinoa. Sencillez en las relaciones

b. Pedagogía de la sencillez

c. Sencillez en una sociedad de consumo

3. Sencillos ante Dios como Marcelinoa. La experiencia del Dios sencillo

b. Una espiritualidad sencilla

Conclusión

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40 Marcelino Champagnat

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