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GUATEMALA, 1982: EL CORAZÓN DEL ORDEN BURGUÉS CONTEMPORÁNEO* MANOLO E. VELA CASTAÑEDA EL 23 DE MARZO DE 1982 EL PRESIDENTE de la República de Guatemala, ge- neral Fernando Romeo Lucas García, vio cómo, en el túnel que conecta al Palacio Nacional con la residencia presidencial, su hermana mecía la cabe- za de su madre de 90 años mientras un soldado les apuntaba (DIA, 1983). Esta escena coronó el golpe de Estado y el presidente dejó de serlo. Cedió el poder a un triunvirato conformado por los generales Efraín Ríos Montt, Horacio Maldonado Shaad y Francisco Luis Gordillo. La escena -el instan- te y sus actores- desató en la historia de Guatemala un cambio político que moldeó el orden burgués contemporáneo. Pero más que en un breve instante, la escena se construyó lentamente. El presente ensayo es una contribución al debate de una coyuntura fundacional en la historia de Guatemala. Se trata del estudio de un caso en un contexto particular, el de una rebelión aplastada con el uso brutal del terror que da paso a la democratización del régimen. El nuevo orden político se asienta sobre la violencia desatada en aquel momento de la his- toria. Se trata de indagar en esa compleja mezcla del momento de la gue- rra y el momento de la política. Me interesa ver cómo la guerra se desliza en la política, la invade, la utiliza, la coloniza, y la una se expresa a través de la otra. El golpe de Estado de marzo de 1982 en Guatemala ilustra có- mo la política es la continuación de la guerra por otros medios. De qué forma en la guerra se hallan las racionalidades del orden político. Hasta dónde la inversión de la máxima de Clausewitz de que la guerra es la polí- tica por otros medios, formulada por Michel Foucault, puede ser útil para * Este artículo fue inspirado por la cátedra "Poder y dominación" que el profesor Nelson Minello impartió entre marzo y junio de 2004, dentro del Programa de Doctorado en Cien- cias Sociales de El Colegio de México. El profesor Minello, gran maestro del pensamiento de Michel Foucault, recibió como trabajo de curso la primera versión; sus comentarios, junto con los de los revisores anónimos de la revista, la mejoraron. Guardo también un profundo agradecimiento al programa de becas de la Secretaría de Educación Pública de México. Foro Internacional 188, XLVTI, 2007 (2), 369-407

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GUATEMALA, 1982: E L CORAZÓN DEL O R D E N BURGUÉS CONTEMPORÁNEO*

M A N O L O E . V E L A C A S T A Ñ E D A

E L 23 D E M A R Z O D E 1982 E L P R E S I D E N T E de la República de Guatemala , ge­nera l F e r n a n d o R o m e o Lucas García, vio c ó m o , en el túnel que conecta al Palacio N a c i o n a l c o n l a res idenc ia pres idenc ia l , su h e r m a n a mecía l a cabe­za de su madre de 90 años mientras u n soldado les apuntaba (DIA, 1983). Esta escena coronó el go lpe de Estado y e l presidente dejó de serlo. Cedió e l poder a u n tr iunvirato c o n f o r m a d o p o r los generales Efraín Ríos M o n t t , H o r a c i o M a l d o n a d o Shaad y Franc isco L u i s G o r d i l l o . L a escena - e l instan­te y sus actores - desató e n l a h is tor ia de Guatemala u n cambio político que mo ldeó e l o r d e n burgués contemporáneo . Pero más que e n u n breve instante, l a escena se construyó lentamente .

E l presente ensayo es u n a contribución al debate de u n a coyuntura fundac i ona l en l a h is tor ia de Guatemala . Se trata d e l estudio de u n caso en u n contexto part i cu lar , e l de u n a rebelión aplastada c o n el uso b r u t a l de l terror que d a paso a l a democratización de l régimen. E l nuevo o r d e n político se asienta sobre l a v i o l enc ia desatada en aque l m o m e n t o de l a his­tor ia . Se trata de indagar en esa comple ja mezc la d e l m o m e n t o de l a gue­r r a y el m o m e n t o de l a política. M e interesa ver c ó m o l a guerra se desl iza en l a política, la invade, l a ut i l i za , l a co lon iza , y l a u n a se expresa a través de l a otra. E l golpe de Estado de marzo de 1982 e n G u a t e m a l a i lustra có ­m o la política es l a continuación de l a guerra p o r otros medios . D e qué f o r m a en la guerra se h a l l a n las rac ional idades d e l o r d e n político. Has ta dónde la inversión de l a máxima de Clausewitz de que l a guerra es l a polí­t ica p o r otros medios , f o r m u l a d a p o r M i c h e l Foucaul t , puede ser útil para

* Este artículo fue inspirado por la cátedra "Poder y dominación" que el profesor Nelson Minel lo impartió entre marzo y junio de 2004, dentro del Programa de Doctorado en Cien­cias Sociales de E l Colegio de México. E l profesor Minel lo , gran maestro del pensamiento de Michel Foucault, recibió como trabajo de curso la primera versión; sus comentarios, junto con los de los revisores anónimos de la revista, la mejoraron. Guardo también u n profundo agradecimiento al programa de becas de la Secretaría de Educación Pública de México.

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c o m p r e n d e r momentos y acontec imientos históricos. 1 L a comple ja mezc la de la guerra y la política torna inseparables ambas categorías. E n la serie de hechos que d i e r o n paso a aque l m o m e n t o en la histor ia de G u a t e m a l a es imposib le d ist inguir los motivos de l a guerra y los motivos de l a política. L a guerra y la política se presentan mutuamente penetradas. N o existe c o n nit idez u n m o m e n t o de l a guerra y otro de la política.

E l relato f o r m u l a u n a nueva interpretación de aque l m o m e n t o a part i r de l uso de fuentes hasta ahora n o revisadas. Nos referimos aquí a l a c o m b i ­nación de documentos desclasificados de diversas instituciones d e l gobier­no de los Estados U n i d o s , información hemerográfica y testimonios. A c e r c a de los pr imeros , empleamos los de l Departamento de Estado, de l a A g e n c i a de Inte l igencia para l a Defensa (DIA, p o r sus siglas e n inglés) y de la CIA. También se hace uso de l a información que sobre unidades y of icia­les de l ejército de Guat e mala fuera recop i lada - c o n base en documentos desclasif icados- p o r Carlos O s o r i o y Kate Doyle (2000), y de l a cronología de la operación de asistencia a l a contra nicaragüense que, apoyándose en mater ia l asimismo desclasificado, elaboró el A r c h i v o N a c i o n a l de Seguri ­dad de Estados U n i d o s (NSA, 1987). L a información de carácter hemero -gráfico proviene d e l semanario Inforpress, NACIA Report on the Americas, e l iF Magazine, Al Jazeera Network, e l Covert Action Quaterly, y de los periódicos Prensa Libre, The Miami Herald, The New York Times y The Washington Post. E l mater ia l de carácter test imonial proviene fundamenta lmente de diversos textos de l general Héctor A l e j a n d r o Gramajo Morales y d e l d ir igente i n ­surgente M a r i o Paye ras. L a interpretación se fundamenta e n l a aplicación de u n enfoque analítico di ferente d e l que hasta ahora h a sido base de las expl icaciones prevalecientes. E l análisis desconfía de la presencia y acción rac ional de u n ente l l amado "coalición gobernante" , que es capaz de colo­car bajo su cont ro l todo acontec imiento ; que, asociado a él, todo encuen­tra u n sentido automáticamente, fácil de establecer. Demostrar que lo que en apar ienc ia es evidente y necesario se desmorona lentamente y c ó m o , tras aquel lo que cae, se abren otras expl icaciones que d a n cuenta de las ra -

1 Este es el tema central de las once lecciones del curso que Michel Foucault dictara en el Collège de France, entre el 7 de enero y el 17 de marzo de 1976 (Foucault, 1976). L a vio­lencia de la guerra no es la naturaleza del poder, es su negación, su extremo. Es expresión de una profunda debilidad, que al mismo tiempo reclama la vida de ciertos habitantes para im­ponerse, para manifestarse frente a los otros. Pero es a la vez resultado y medio. Es también un medio porque la violencia de la guerra construye un orden. L a violencia de la guerra ne­cesita negarse a través de los discursos que la legitiman, a través de la creación de u n orden. Además, nunca opera sola. Es parte de todo un conjunto de recursos: discursos, formulacio­nes ideológicas, hechos, acciones no violentas. N o se trata de ver cómo lo racional y lo irra­cional se oponen, sino de ver cómo ambos moldean un orden, necesitándose, excluyéndose, contradiciéndose.

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cionalidades de los hechos. L o anter ior hace que las expl icaciones en tor­no al caso de Gu atemala p u e d a n rebasar las fronteras geográficas, y or ig i ­nar importantes derivaciones teóricas en torno a otros procesos de cambio sociopolítico.

P R I M E R A P A R T E . Y L A G U E R R A D I J O : " H Á G A S E U N N U E V O O R D E N P O L Í T I C O "

¿Quées 1982 en la historia de Guatemala!

Es la celebración de l a v ictor ia . Los poderosos m i r a n d o entre sus dedos ín­dice y pulgar a quienes osaron rebelarse en su contra . L a revuelta h a sido aplastada. L a copa e n alto de los vencedores, que aseguran que Guatemala no será ya u n país comunista . Es presenciar c ó m o , quitándose la máscara de l "buen c o m p o r t a m i e n t o democrático", en las relaciones de poder se emplea u n t ipo de v io lenc ia que recuerda los peores momentos de l a histo­r ia de la h u m a n i d a d . Pero , contrar iamente a lo que p u d i e r a pensarse, el m o m e n t o c u m b r e de esa coyuntura n o ocurre c o n l a b r u t a l i d a d sino cuan­do, consumado ya e l terror "necesario" - e n l a m i s m a escena i n c l u s o - , la máscara vuelve a ser co locada e n su lugar. Quienes osaron rebelarse - o quienes e l régimen pensó que podían l legar a h a c e r l o - yacen muertos. Sus familiares - i n d i v i d u o s s ingu lares - enfrentan u n p r o f u n d o t rauma. E l apa­rato de Estado debe seguir su m a r c h a - a h o r a c o n u n p r o b l e m a m á s - ocu l ­tando cadáveres y los vestigios de l a autoría de aquellos hechos. E l poder se talló en el cuerpo . E n él q u e d a r o n los rastros de l a v io lenc ia de l a guerra.

1982 será, también, u n m o m e n t o de rupturas y recomposic iones en el m u n d o de las derechas y las izquierdas, legales o armadas. Es l a emergen­cia de u n discurso en l a i zqu ierda , que convirtió l a derro ta aplastante en el in i c i o de u n nuevo c ic lo de resistencia, que culminará c o n los Acuerdos de Paz de 1996. L o s insurgentes rechazaron el sentido de l a derrota tras el discurso d e l bellum justum. P a r a éstos l a democrac ia , el correlato de l golpe de Estado, c u a n d o n o l a descal i f ican de p lano , es u n a causa de su p r o p i a lucha . A q u e l l a fecha m a r c a también e l relevo en e l l iderazgo de la extrema derecha: M a r i o Sandoval Alarcón, e l líder d e l ant i comunis ta M o v i m i e n t o de Liberación N a c i o n a l ( M L N ) ve surgir de las sombras de 1974 al general Efraín Ríos M o n t t , q u i e n lo desplazó en 1982. E l genera l Ríos M o n t t vuel ­ve a la palestra. S u sal ida d e l gob ierno , tras 16 meses, e n agosto de 1983, p o r m e d i o de otro go lpe de Estado, no impedirá su re torno seis años des­pués, en 1989. 2 N o obstante, su l iderazgo en los sucesos que c u l m i n a r o n el

2 E n 1989, su movimiento político conquistó 12 escaños en el Congreso. E n 1994, el

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23 de marzo de 1982 debe ser cuidadosamente b o r r a d o o a comodado a las circunstancias. D e b e n crearse interpretaciones c o m o las que nos presenta Al fonso Y u r r i t a (1997: 125): " P a r a hacerse cargo d e l gob ierno se llamó al general , en situación de ' d i s p o n i b i l i d a d ' , Efraín Ríos M o n t t , q u i e n gozaba de prestigio p o r l a labor que había desarrol lado al frente de l a Escuela Po ­litécnica." Se debe, además, encontrar u n a explicación a su presencia en aquel suceso. Así, Contreras y Castro i n d i c a n : "era u n m i l i t a r a q u i e n m u ­chos oficiales, sobre todo jóvenes, respetaban p o r su trayectoria en el ejér­cito. Se le cons ideraba u n c iudadano honesto y capaz, p o r lo que n o fue por accidente que se le llamó para d i r i g i r e l gob ierno , esperando que combat iera la corrupción e n el p r o p i o ejército y e n toda la administración pública" (1997: 67). E l relato debe crear al líder. H a c e r l o encajar a toda costa en l a escena.

A q u e l l a coyuntura marca e l in i c i o de u n nuevo l iderazgo en el m u n d o de las élites económicas, e l que tratará de abrazar e l discurso democrático y desembarazarse de sus conexiones con la guerra y e l terror . A lo largo de la década de los años setenta las élites económicas d is f rutaron de altas ta­sas de g a n a n c i a . 3 1982 será, asimismo, e l m o m e n t o en el que emerge u n a nueva m a n e r a de entender la relación entre el Estado y l a economía, que en adelante los organismos financieros internacionales impondrán a los países.

Frente Republicano Guatemalteco ( F R G ) obtuvo la primera mayoría. E n 1995 Ríos Montt fue electo presidente del Congreso. E n las elecciones para presidente de aquel mismo año no lo­gró ser inscrito como candidato, pero el candidato de su partido alcanzó la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, las que perdió por escaso margen (Daetz, 1997). Entre 2000 y 2004 llegó a ser en cuatro veces consecutivas presidente del organismo legislativo. E n la histo­ria política de Guatemala, esto solamente fue igualado por Mario Sandoval Alarcón, entre 1971 y 1974. E n el mismo periodo (2000-2004), su partido se hizo con la presidencia. E n 2003 cerró un ciclo, al lograr por fin ser inscrito como candidato a la presidencia y alcanzar 518 464 votos (20% del total de votos válidos) ( T S E , 2004). Su inscripción como candidato fue po­sible cuando su partido - c on la mayoría en el Congreso- pudo someter al organismo que se encarga de llevar a cabo el control constitucional. E l F R G incidió decisivamente en la elección de tres de los cinco magistrados que integran dicho cuerpo colegiado. De esa forma el artícu­lo constitucional que prohibía la inscripción de quienes habían participado en golpes de Es­tado, alzamientos militares o rebeliones tuvo una "interpretación" adecuada al momento.

3 L a tasa de recaudación tributaria (en aquella época la más baja de Centroamérica), la política arancelaria, la legislación laboral y la política crediticia -importantes instrumentos de política económica en aquel entonces en manos del gobierno- favorecieron los negocios que las élites económicas llevaron a cabo. Algunas de las cifras que ejemplifican las altas tasas de ganancia durante la década de los años setenta: 1) entre 1970 y 1980, el P I B per cápita pa­só de 1 195.00 dólares a 1 570.00 ( C E P A L , 1986). 2) conforme a la C E P A L (1986: 11), las cifras récord de crecimiento del P I B se registraron en 1974 y 1977, con 6.1% y 7.4%. 3) entre 1975 y 1977, los precios del café aumentaron 400%, y el valor de las exportaciones se duplicó (Cor­dón, 1989: 162). Para mayor detalle véase Bulmer-Thomas, 1987.

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L a coyuntura de 1982 también marca e l restablecimiento de las relacio­nes c o n e l gran al iado, los Estados U n i d o s . Estas habían l legado a u n punto crítico e n 1980, cuando Guatemala salió de los programas de asistencia m i ­litar. E l l o tuvo como antecedentes las críticas que en 1977 f o rmularan la Casa B l a n c a y e l Congreso a los abusos que, en mater ia de derechos h u m a ­nos, cometía e l régimen guatemalteco. A l análisis de ese proceso está ded i ­cado u n a parte de este artículo ( "El gran jugador : Estados U n i d o s " ) .

E n aquel la disparatada escena de 1982 los mil itares aparecerán - c o m o q u i e n se cambia rápidamente de i n d u m e n t a r i a - rescatando al país y pro ­m u l g a n d o l a democrac ia . Para el ejército, aquel la fecha está impregnada de heroísmo: frente a l a corrupción, e l fraude electoral , l a crisis económica y los guerr i l leros que preparaban la "ofensiva final", l a acción de " u n grupo de valientes" le devolvió la democrac ia a Guatemala . Para el observador i n ­cauto, aque l m o m e n t o e n e l que se hablaba de elecciones, derechos h u m a ­nos, d e l restablecimiento de la democrac ia , a l a vez que se cont inuaba con u n a campaña contra insurgente que arrasaba c o n poblac iones enteras, p u d o h a b e r parec ido contrad ic tor io . E l tono e m o c i o n a l de los acontec i ­mientos c obra características perturbadoras si nos percatamos de ciertos rasgos de l a p e r s o n a l i d a d d e l je fe de Estado , que los domingos aparecía en cadena n a c i o n a l p r o n u n c i a n d o fogosos discursos rel igiosos, en los que la f a m i l i a , l a m o n o g a m i a y e l m a t r i m o n i o , o l a ingesta de bebidas alcohó­licas, e r a n temas f recuentes . 4 ¿Había rea lmente u n a contradicción entre

4 E n diciembre de 1982, el jefe de Estado, general Efraín Ríos Montt reunió a la cúpula de la administración pública. Él leía un juramento, hacía una pausa y todos repetían: "Me comprometo ante Dios y ante la patria a cambiar. Y a lograr a través de todos mis actos, cam­biar a Guatemala. Me comprometo a que mis actuaciones estén dentro del marco de la ley y a exigir a todas aquellas personas bajo mi responsabilidad que hagan lo propio para cumplirla. Me declaro ante Dios y ante la Patria enemigo de la corrupción y de la injusticia, debiendo ser ejemplo de mis conciudadanos. Le pido a Dios que me ayude a cumplir" (Asturias, 1995: 174). Pero el auge de la iglesia evangélica en Guatemala había empezado años atrás, con la cooperación internacional que llegó cuando el terremoto de 1976 (Rose y Schultze, 1991). Para 1980, según datos del Directorio del movimiento protestante (1981), 18% de la población to­tal de Guatemala era evangélica. Dentro de las razones del crecimiento se destacan -muy a la teoría de la modernización- los procesos migratorios del campo a la ciudad, y el papel que para aquellos trabajadores esta forma religiosa representó en función de su adaptación a su nuevo entorno (Garrand, 1998). También hubo una racionalidad política: ante la violencia contra las luchas sociales, la teología protestante planteaba la salvación individual y un pro­fundo retraimiento en relación con el entorno social; así, en medio de la guerra, ser evangéli­co se tradujo en apartarse de la revuelta (Rose y Schultze, 1991). Más allá de estas interpretaciones, en los análisis de C E R I G U A (1987), Esquivel (1992) y García (1985), el pro­testantismo es también analizado como un instrumento fundamental en la batalla ideológica de la contrainsurgencia. Acerca de las raíces conservadoras del protestantismo en los Estados Unidos durante el periodo de Ronald Reagan, véase especialmente Ordóñez (1996).

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las matanzas y las bendiciones por televisión? ¿Qué pape l representaba la i dea de Dios bendic iendo a Guatemala , dando seguridad a unos a cambio de la muerte de otros? ¿Qué clase de Dios es este al que unos p iden la muer ­te de otros?

Pero , también, 1982 es e l punto de par t ida de l a liberalización de l régi­m e n y de l a transición a l a democrac ia : " E s a fue l a base d e l desarrol lo de la democrac ia en Guatemala" , sentencia e l general Efraín Ríos M o n t t (Pa­redes, 2003). " E l 23 de marzo de 1982 es e l p r i n c i p i o de la v ida institucional de ahora . P o r e jemplo, se convocó a u n a Asamblea N a c i o n a l Constituyente, se creó l a L e y de Hábeas Corpus y el T r i b u n a l S u p r e m o Electora l " , afirmó años después u n o de los miembros de l tr iunvirato mi l i tar , e l general F r a n ­cisco L u i s G o r d i l l o (Prensa Libre, 2000) ¿Cómo p e r m i t i r que el br i l lo de la celebración se opaque al conocerse el sentido, los actores y e l proceso que desembocó , la mañana de l 23 de marzo , e n l a decisión de llevar adelante u n golpe de Estado? E n síntesis, l a tarde de l 23 de marzo tres oficiales m i l i ­tares, armados, vestidos en "uni forme de fatiga", daban u n a conferencia de prensa en el Salón de los Espejos de l Palacio N a c i o n a l . A l centro, el general Efraín Ríos M o n t t . L a historia cuenta que u n puñado de "oficiales jóvenes" derrotó a u n gobierno corrupto , autoritario , en el in i c i o de u n a de las más graves crisis económicas en la histor ia de América L a t i n a , internacional -mente aislado y, para co lmo, incapaz de r ^ s t r u i r a l a insurgencia. A q u e l l o es tan senci l lo de af irmar que no nos dice m u c h o . Es u n conjunto de razo­nes y argumentos condensados en la p r o c l a m a que leyeron los líderes de la asonada mi l i tar aquel la tarde. Entre aque l discurso y las causas y factores que con f iguran u n m o m e n t o histórico hay u n camino p o r recorrer.

Las interpretaciones

Algunas interpretaciones h a n hecho u n leitmotiv de l a indignación p o r l a f o r m a en que la democrac ia pasó a ser u n ins t rumento más de la guerra, lo que n o es nada nuevo. Se impos ib i l i ta así descubr ir las racionalidades. E n t e n d e r c ó m o aquel lo era posible desde su func i onamiento . C o m o si, a l rechazarlos , los acontecimientos se h i c i e r a n intel ig ibles . Bajo esta línea, se­guiríamos pensando que la guerra y la política son dos extremos que "de­b e n " excluirse mutuamente . Q u e la " r a c i o n a l i d a d " de l a política "debe" e x c l u i r l a " i r r a c i o n a l i d a d " de la guerra . D e esa f o r m a n o logramos d ist in ­gu i r l a suma, e l con junto de rac ional idades que e m e r g i e r o n alrededor de marzo de 1982. " L a democrac ia es e l p o d e r s in v io lenc ia . L o opuesto es e l Estado autor i tar io y las diversas modal idades e n el uso de l a fuerza c omo recurso i n m e d i a t o " , advertirá Ede lber to Torres (1998: 26).

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Otros h a n buscado afanosamente c ó m o el golpe de Estado de marzo de 1982 se v incu la c o n e l manten imiento , la prolongación y l a reproduc ­ción de cierto t ipo de relaciones económicas. L a búsqueda de d icho víncu­lo h a pasado p o r alto las relaciones de fuerza que constituyeron y d i e r o n f o r m a a l acontecimiento . Intentan ver fracciones de clase que no aparecen p o r n i n g u n a parte en este último; contradicc iones que no se expl ican al ras de los hechos, sino en el papel de lo supuesto; u n interés de clase que, cual fuerza i l u m i n a d o r a , lo expl ica todo s in dar cuenta de nada. U n criterio de i n t e l i g i b i l i d a d que n o l lega a los hechos , p e r o que sirve para suponer e i n t r o d u c i r l a r e a l i d a d e n l a explicación. Así, e l go lpe de Estado redefinió equi l ibr ios entre las fracciones de l a burguesía, advertirá Susanne Joñas (1994: 168), c omo resultado de u n a " p u g n a interburguesa" al "agudizarse extremadamente las contradicciones e n el seno de l m u n d o burgués" (Fi -gueroa, 1991: 150-151); también h u b o u n "reconoc imiento de l fracaso de la d i c tadura mi l i tar como med io de dominación hegemónica sobre la socie­dad c iv i l " (Figueroa, 1991: 150-151). P a u l Dosal advertirá que, "para prevenir e l colapso total de l a coalición gobernante y u n a v ic tor ia de la U R N G , o f i ­ciales jóvenes se rebe laron e l 23 de marzo de 1982 [...] E l golpe de Estado de 1982 marca el p r i m e r intento de los mil i tares p o r detener l a fragmenta­ción de l a coalición gobernante" (Dosal , 1995: 149).

P o r lo general , las expl icaciones d e l golpe c o i n c i d e n en que en marzo de 1982 Guatemal a estaba al borde d e l abismo. Se subraya la crisis e conó ­mica , e l fraude electoral , la inept i tud mi l i tar de l gob ierno de Lucas García, l a corrupción, e l ais lamiento in te rnac i ona l . E n esto concuerdan Susanne Joñas (1994) y Héctor A l e j a n d r o G r a m a j o Mora les (1995, 1991, 1988), en ­tre otros. Para aquellos análisis, l a p r o c l a m a que el 23 de marzo de 1982 le­yeran los mil itares rebeldes sintetiza las causas que d i e r o n f o rma a aque l suceso. Y o creo que l a verdad es otra. O mejor d i cho , que detrás de aque­l l a verdad o con junto de verdades están presentes múltiples racional idades que nos ayudan a c o m p r e n d e r me jor e l acontec imiento . L a p r i m e r a c o n ­clusión l leva a l a segunda, por tanto, que el golpe era la única salida posible para "rescatar al país" de l a crisis; " r e d e f i n i e r o n el destino de l a institución y d e l p r o p i o país", advertirá A l f onso Y u r r i t a (1997: 124). A lo largo de las páginas que s iguen demostraré que otras opciones fueron , p o r momentos , posibles, y daré cuenta de la f o r m a c o m o estos cursos de acción se f u e r o n cer rando . Esto se ha l la desarrol lado e n e l apartado "Las elecciones c o m o f r a u d e " . 5 E n suma, los análisis hasta a h o r a prevalecientes conc luyen que

5 Basta por ahora, de forma sintética, precisar algunas de estas opciones: 1) L a designa­ción de u n civil como candidato de la alianza oficial de gobierno; 2) E l atentado que en junio de 1979 quitara la vida al general David Cancinos Barrios, entonces jefe de Estado Mayor Ge­neral, quien se perfilaba como candidato a presidente del partido de gobierno; 3) Que el

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hacía falta u n p l a n estratégico (el P l a n N a c i o n a l de Segur idad y Desarro ­l lo) y u n grupo de personas para l levarlo adelante (los oficiales jóvenes) . E l go lpe será - p o r t a n t o - ideado , p lan i f i cado y ejecutado íntegramente p o r e l ejército, i n d i g n a d o p o r e l estado de cosas. A contrapelo , me parece que e l go lpe de Estado de marzo de 1982 n o se exp l i ca fuera de l contexto en e l que los ejércitos de América L a t i n a , s in abandonar e l poder , se ret i ­r a r o n a sus cuarteles y de jaron e l gob ierno .

Aquí partimos de ver e l o r d e n político que atravesó más de dos décadas de l a h istor ia de Guatemala y se hace presente frente a nosotros desde la guerra y la violencia. Es u n " lugar" desde donde interrogarlo y desnudar sus racionalidades, desde donde hacer muchos cortes transversales profundos para saber c ó m o se ejercía e l poder e n aquel m o m e n t o , c ó m o funcionaba. N o se trata de decir lo que pasó y ha l lar u n a explicación que pruebe cuan imperiosos eran los acontecimientos finalmente ocurr idos , las rutas traza­das o e l c a m i n o r e c o r r i d o , y e n c o n t r a r u n a i n t e l i g i b i l i d a d fuera de los hechos . Más b i e n p r e t e n d o p o n e r e n d u d a ese carácter de neces idad , de r u p t u r a , l a p r o f u n d i d a d de ésta, y evaluar las otras opciones, los otros cursos que durante algún t iempo también p u d i e r o n ser factibles. Sacudir violenta­mente las falsas evidencias que h a n hecho s imple la compleja vinculación entre acontecimientos y procesos históricos. A contracorriente de los análi­sis hasta ahora presentados, pretendo demostrar tres cosas:

a) Q u e aquel golpe p u d o haber sido evitado, es decir , que en de te rmi ­nados momentos exist ieron otras opc iones que e n aquellas circunstancias eran factibles;

b) Q u e la razón f u n d a m e n t a l para e l golpe de Estado fue e l fracaso de Estados U n i d o s en su intento de persuadir a u n a parte de l alto m a n d o d e l cuerpo de oficiales de l ejército de retirarse de l a política y concentrarse en la guerra , democrat izando de paso a l régimen político; y

c) Q u e la presencia y decisión d e l gob ierno de Estados U n i d o s vuelve - t a l y c o m o sucedió en j u n i o de 1 9 5 4 - a ser l a clave de in te l i g ib i l idad de aque l hecho .

Desmoronar , cuales bloques de arena, u n a serie de verdades que más de dos décadas h a n convert ido en fortalezas de concreto. A la par de las vic­torias mil itares, sobre la m a r c h a se crean otras verdades, las más de las ve­ces más importantes que lo p rop iamente mi l i tar . L a f o rma en que hasta

presidente hubiera atendido las advertencias acerca de los preparativos para un golpe de Es­tado formuladas desde diciembre de 1981, lo que le habría permitido someter el movimien­to; 3) L a aceptación, por parte del presidente, de la solicitud de los candidatos de oposición para convocar a nuevas elecciones; y 5) Que el gobierno se hubiera visto imposibilitado de realizar el fraude electoral y que finalmente el candidato ganador hubiera sido el líder de la oposición, Mario Sandoval Alarcón, del Movimiento de Liberación Nacional.

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a h o r a aquel acontecimiento h a sido expl icado opaca ciertas aristas de la rea l idad y pone, porque lo necesita, de relieve otras. 1982 condensó u n a se­cuenc ia de sucesos y u n conjunto de significados. Es el punto en el que se a n u d a n los hilos con los que se teje la Guatemala contemporánea. E l p u n t o de anclaje del presente: "por m u y lejos y muy rápido que corra, l a cadena corre siempre con él" (Nietzsche, 1874). Antes que u n ejercicio arqueológi­co de saber qué pasó en marzo de 1982, c o m p r e n d o que los c imientos de u n nuevo orden burgués fueron colocados en aquel momento . Pero , ¿de­seo hacer u n a historia de l golpe de Estado? P o r supuesto que no . M i in ten ­ción es apuntar hacia el corazón de l o r d e n burgués contemporáneo. Descubr i r sus racionalidades tras (en) aquel hecho : hacer u n a genealogía d e l o r d e n burgués contemporáneo que emergió en 1982. Desbaratar u n o a u n o los argumentos que h a n hecho de aquel suceso u n mito . Enfrentar lo cara a cara, exorcizarlo y rastrear a los demonios que de él salen, expl icar su p a p e l e n aquel la no-verdad.

S E G U N D A P A R T E . D E C A U S A S H O N O R A B L E S Y O P E R A C I O N E S E N C U B I E R T A S

E l carácter evitable o inevitable d e l golpe de Estado está dado p o r l a f o r m a c o m o diversas causas se e n r e d a n unas c o n otras, complementándose, con ­tradiciéndose, provocándose. L a naturaleza de éstas, su r i tmo , sentido y t empora l idad es diversa. L o específico de aque l m o m e n t o se ha l la e n su convergencia en t iempo y espacio. A continuación se e x p o n e n , u n a a u n a , las causas que se cree que d i e r o n f o r m a al golpe de Estado de marzo de 1982. H a r e m o s u n recorr ido p o r cada u n a de ellas, intentando entender sus manifestaciones más concretas. L a corrupción, la supuesta inef icac ia de la estrategia contrainsurgente y e l avance de l a guerr i l la , y finalmente e l re­curso d e l fraude electoral , más que causas determinantes , me parece que n o son más que razones en boca de quienes la tarde de l 23 de marzo se a l ­zaron c on el poder . A l entender razones c o m o causas, la secuencia de he­chos adquiere rasgos épicos, míticos, heroicos , propios de l tono e m o c i o n a l c o n que los autores necesitan d i l igentemente impregnar sus acciones. L a h is tor ia se convierte entonces e n las razones de los actores. E n u n m o m e n ­to histórico, éstas n o s iempre constituyen la causa de los acontecimientos . P o r e l lo , en el último apartado de esta segunda parte, intentamos expl i car c ó m o actuó Estados U n i d o s e n esta coyuntura . L a potenc ia concentró sus esfuerzos en l a contención de l a amenaza guerr i l l e ra en E l Salvador . 6 Esta

6 Los debates en las comisiones del Congreso de Estados Unidos reflejan las percepcio­nes de las élites académicas y de la administración sobre la situación de E l Salvador. Esto pue­de verse en los documentos del Congreso que se detallan a continuación: The Situation in El-

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estrategia presuponía que la guerra en Guatemala no se p r o l o n g a r a y que su nivel de intens idad no se tornara crítico. Para ello era preciso hacer efi­ciente la contrainsurgencia , sacando a los mil itares de l poder y p e r m i t i e n ­do que partidos políticos e m p r e n d i e r a n ciertas reformas democráticas. 7

Pero antes, unas brevísimas notas en torno a los antecedentes.

Los años setenta

Si l a década de los setenta p u d i e r a condensarse en u n solo cuadro , en éste tomarían parte las élites económicas, los militares y los guerri l leros prepa­rándose para la batalla, y u n l iderazgo social que emerge . 8 Estarán e n aque l cuadro vecinos que se rebelan y alcanzan victorias, como la N i caragua de 1979, o que amenazan al régimen, como E l Salvador, desde el 10 de enero de 1981, cuando da in i c i o la ofensiva mi l i tar de l F M L N (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nac iona l ) (Benítez, 1989). Y por supuesto, Esta­dos U n i d o s , para el que esta región se convirtió en u n a importante tr inche­ra de la G u e r r a Fría.

Se trataba de u n a economía e n p l eno crec imiento , no obstante el i n i ­c io de lo que después fue u n a p r o f u n d a crisis; c o n u n a alta inversión esta­tal que había construido inst ituciones; u n a cúpula mi l i tar ávida de entrar

Salvador (1981), El Salvador: The United States in the Midst of a Maelstrom (1982) y Presidential Certifications on Conditions in El Salvador (1982a).

7 Los lincamientos de esta estrategia se hallan en las lecciones aprendidas por Estados Unidos de la guerra de Vietnam. Estas serían presentadas de forma sistemática por el general Harry Summers (1982, 1985). Parte de estos presupuestos serán analizados en el apartado " E l gran jugador: Estados Unidos". Michael T . Klare (1981: 2) especifica algunas de las manifes­taciones institucionales de la estrategia de Estados Unidos que fueron afectadas por el síndro­me de Vietnam: "1) la Ley de Poderes de Guerra y otras restricciones legislativas sobre la capacidad presidencial de hacer la guerra en el extranjero, 2) la abolición de la conscripción y el establecimiento de un servicio militar voluntario, 3) restricciones sobre las operaciones encubiertas de la C I A y otras agencias de inteligencia, y 4) las alianzas militares con 'gendar­mes sustitutos' como Irán (bajo el sha) y Egipto (bajo Sadát)". Pero el centro de las definicio­nes se lee en el siguiente texto de otro militar estadounidense: " L a guerra contraguerrillera es por naturaleza altamente política. L a habilidad para ganarla se basa en acciones militares y políticas del acosado gobierno anfitrión" (Paschall, 1985: 43).

8 L a marcha de los mineros de Ixtahuacán marcará un hito en la historia de las luchas sociales en Guatemala. Documentado en la obra de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales ( A S I E S ) , el movimiento se inició con la participación de 70 mineros que salieron el 11 de noviembre de 1977 del municipio de San Idelfonso Ixtahuacán, Huehueteñango. A l llegar a la ciudad, los manifestantes eran 150 000. E l movimiento alcanzó todas sus reivindicaciones y ejemplificó la forma en que las luchas entre el campo y la ciudad se habían articulado ( A S I E S , 1995).

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en los negocios de l a corrupción y l a política, que compartía l a escena c o n políticos profesionales, c o n quienes mantenía u n comple jo j u e g o de equi ­l ibrios . U n país c o n tensas relaciones c o n u n a parte de l a c o m u n i d a d i n ­ternac ional (Estados U n i d o s y España), pero que contaba c o n e l apoyo de países c omo A r g e n t i n a , Sudáfrica, C h i l e , Israel, Ta iwan , C o r e a de l Sur , en ­tre otros. C o n elecciones, Constitución, enunciación de derechos, división de poderes, las inst ituciones propias d e l régimen democrático. Más que u n contraste, aquel lo hacía parte -estaba p lenamente i n t e g r a d o - c o n el empleo de mecanismos de terror cada vez más brutales. E l general G r a m a -j o (1991) resumió así e l estado de cosas en 1982: " U n escándalo financiero en m e d i o de u n a aguda crisis p o r falta de divisas, caída de l PIB y fuga de ca­pitales, alto nivel de desempleo , deb i l i tamiento de l a estructura jerárquica de l m a n d o mi l i tar , u n a campaña extraordinar iamente eficaz de l a insur-gencia e n la organización de l a población indígena de l a l t ip lano central y occ idental . " E n palabras d e l general Gramajo Morales : " . . . N u e s t r o país se encontraba a l borde d e l colapso - u n a sociedad into lerante y po lar izada, c on instituciones políticas decadentes, u n a economía deb i l i tada p o r l a fu ­ga de capitales y aislada a n ive l i n t e r n a c i o n a l . . . " (Gramajo , 1988). F e r n a n ­do A n d r a d e Díaz-Durán, canc i l l er entre 1983 y 1986, c o n f i r m a este estado de ánimo: " G u a t e m a l a había caído en e l abismo de u n a p r o f u n d a crisis [...] y necesitaba u n reordenamiento político" (Andrade , 1988).

E l escenario de l a crisis t e r m i n a de acomodarse c o n las elecciones de 1982. E n aque l entonces, l a cand idatura of ic ial volvió a ser presentada p o r la a l ianza de l Par t ido Inst i tuc ional Democrático (PID) y e l Par t ido Revo lu ­c ionar io ( P R ) , que postulaba a l general Ángel Aníbal Guevara y a R a m i r o Ponce M o n r o y . Estos se h i c i e r o n c o n l a victor ia , a l alcanzar 379 050 votos (38 .86%) . 9 Las elecciones se rea l izaron e l d o m i n g o 7 de marzo . E l 13 de marzo se llevó a cabo la elección de segundo grado p o r parte de l C o n g r e ­so, de la que resultó ganador la d u p l a compuesta p o r Guevara y Ponce (Daetz, 1997). E n t r e aque l la fecha y l a t o m a de posesión, establecida para el 1 Q de j u l i o , m e d i a b a n más de tres meses. M u c h o antes de las elecciones, varios actores estaban interesados en que el proceso e lectoral n o c u l m i n a ­ra c o n n o r m a l i d a d .

9 E l Movimiento de Liberación Nacional ( M L N ) postuló como candidatos a Mario San-doval Alarcón para la presidencia y a Lione l Sisniega Otero para la vicepresidencia, dos líde­res del anticomunismo. Éstos obtuvieron 275 487 votos (28.24%). L a Central Auténtica Nacionalista ( C A N ) postuló a Gustavo Anzuelo Vielman (ministro de Comunicaciones con el gobierno de Arana Osorio) y a Luis Alfonso López para presidente y vicepresidente, respecti­vamente; alcanzaron 99 047 votos (10.16%). L a Democracia Cristiana presentó a Alejandro Maldonado Aguirre (ministro de Comunicaciones del gobierno de Arana Osorio) y a Rober­to Carpió Nicolle para presidente y vicepresidente, respectivamente; obtuvieron 221 810 vo­tos (22.74%) (Daetz, 1997).

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La corrupción como recurso de poder

L a participación de func ionar ios de gob ierno en actos de corrupción, más que u n a causa determinante , me parece que fue, de p r i n c i p i o a fin, u n a baza que los contendientes e m p l e a r o n en contra de u n régimen que de­bía caer. E l b u e n recurso de la corrupción será siempre u n a excelente arma para destruir al adversario. ¿De cuándo acá quienes disfrutan de la corrup­ción se indignan? ¿En qué m o m e n t o los actos de corrupción preocuparon al alto m a n d o de l cuerpo de oficiales, a los empresarios, a Estados Unidos? E n el m o m e n t o en que tuvieron u n a u t i l i dad en el enfrentamiento contra quienes pasaron a ser aliados incómodos.

L o que n o puede ser puesto en d u d a es la existencia de actos de corrup­ción y la pub l i c idad de éstos. J i m H a n d y (1986) recuerda c ó m o , en j u l i o de 1981, u n grupo de oficiales denunció al periódico mexicano UnomásUno que "$250 mil lones de los $425 mil lones de l presupuesto para la adquisición de ar­mamento fueron desviados a las cuentas que c inco generales de alto nivel te­nían en las Islas Caimán". E n Garrison Guatemala (Black, J a m a i l y Stoltz, 1984) se describe al alto m a n d o de la institución armada en los siguientes términos: " U n a camari l la de militares de alto rango que funcionaba, en todo salvo el nombre , como comité central , permitiéndoles amasar inmensas fortunas [...] merced a las posibil idades que el poder casi i l imitado les proporc ionaba" . Su-sanne Joñas refiere lo siguiente: "También los oficiales jóvenes de l ejército protestaron públicamente p o r l a corrupción de los jefes de alto rango, y por otras políticas que realmente estaban fortaleciendo el apoyo de l a guerr i l la " (1994:163). L a extensión - y probablemente la agudización o l a mayor p u b l i ­c i d a d - de u n a cul tura de corrupción f o rma parte de l sentido común de aque­llos años. C o m o sus predecesores, aquel fue u n gobierno corrupto .

L o que es preciso destacar es que, a d i ferenc ia de otras gestiones gu­bernamentales , a h o r a a lgu ien estaba interesado en hacer uso de ello c o m o arma de poder . Pasar de lo que ya se sabe, e l hecho p u r o y d u r o de func io ­narios públicos (militares y civiles) que robaban al a m p a r o de u n a arraiga­da i m p u n i d a d , a l a u t i l i d a d política de l a corrupción e n e l j u e g o de p o d e r entre unos y otros. Es eso lo que pretendo destacar y creo que el lo cambia la interpretación de este factor en el 23 de marzo . C r i t i c a r los actos de co­rrupción fue de u t i l i d a d , n o sólo para los nuevos gobernantes que entra­r o n en el gob ie rno c o n e l golpe de Estado, sino también para la p r o p i a institución mi l i ta r . E l ejército emergió l a tarde de l 23 de marzo de 1982 re­novado. E n t r e los actos de corrupción - s e n t i d o c o m ú n de los gobiernos m i l i t a r e s - y l a institución a r m a d a se creaba u n a distinción: "no , no fuimos nosotros, fue e l gob ie rno de Lucas García". E n adelante, a través de este recurso se deslindaría l a responsabi l idad de las fuerzas armadas en el sa-

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queo que func ionar ios h i c i e r o n de l Estado. D e esa f o rma , llegará a i n c l u i r ­se la apelación a l a corrupción como u n o de los puntos de l a proc lama leí­da l a tarde de l 23 de marzo de 1982. E l nuevo gob ierno puso en prisión a ciertos ex func ionar ios d e l régimen anterior , n i n g u n o de ellos mi l i tar . M e ­ses después, cuando la p ropaganda no los necesitaba más, fueron l ibera­dos. L a corrupción debía cont inuar . " H a y ahora más corrupción de la que h u b o n u n c a e n e l pasado y eso se hará saber al p u b l i c o " , sentenciaba l a DIA en u n cable secreto días antes de l golpe de Estado que d i e r a fin al gobier­no d e l general Ríos M o n t t (DIA, 1983).

¿ Cuándo se conquistó la victoria ? Las contrainsurgencias

L a inef icacia de la estrategia contrainsurgente, p o r parte de l régimen de L u ­cas García, es otra de las causas mencionadas para entender e l golpe. Para J o ­ñas, "los conflictos eran tan graves que a l imentaron u n creciente desconten­to dent ro d e l m i s m o ejército c o m o consecuenc ia de l a incapac idad de l gobierno de Lucas para ganar la guerra contra la guerr i l l a " (1994: 163). A l ­fonso Y u r r i t a (1997: 124) refiere u n inc idente en el que " u n grupo de oficia­les de baja graduación se dirigió entonces a sus instructores de la Escuela Po­litécnica para señalar que el gobierno estaba desgastando a la institución armada y que, en lugar de atacar las causas de l p r o b l e m a de l a insurgencia, se recurría solamente al empleo de l a fuerza bruta para combat i r la estrategia guerr i l l era de p o n e r a l a población adelante". M e parece que el m o m e n t o decisivo de l a guerra se libró en el segundo semestre de 1981, cuando el ejér­cito recobró la inic iat iva en los ámbitos urbano y r u r a l c on el desarrollo de u n a estrategia mi l i tar . C o n ésta, se a lcanzaron tres objetivos:

a) Se "descabezó" a l conjunto de organizaciones y movimientos socia­les que emerg ie ron y se fortalec ieron durante l a década de los años setenta;

b) Se desarticuló l a base de operaciones logísticas de las organizaciones insurgentes en C i u d a d de Guatemala , a través de métodos de intel igencia ; y

c) Se emprendió l a p r i m e r a estrategia de " t i e rra arrasada", la que tras el golpe de Estado sería cont inuada , en su f o rma , y p r o f u n d i z a d a en cuan­to a l número de objetivos ( comunidades borradas de la cartografía).

A inic ios de 1982, e l estado de ánimo de "ofensiva final" de parte de la insurgenc ia se había desvanecido en las derrotas mil itares. E l nuevo ciclo de la guerra , que había dado in i c i o en j u n i o de 1975, t e rminaba sin victoria para las organizaciones guerri l leras. Los frentes mil itares en el área rura l habían e lud ido e l combate. Se replegaron. Las organizaciones sociales esta­ban en ret irada, sus dirigentes habían sido asesinados u n o a u n o o en blo­que. L a c i u d a d se había convert ido en el cementer io de los aparatos de

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logística y de las células guerril leras (Payeras, 1987). D e esa cuenta, para la coyuntura de l golpe de Estado (marzo de 1982), la guerra había dejado de ser u n asunto de corto plazo. Es decir , e l Estado n o perdería la guerra en los próximos doce meses. C o n esto, las reclamaciones p o r la incapacidad en la estrategia contrainsurgente se d i luyeron . Es lo que expresa Joñas: " V a ­rias de sus quejas (las de los oficiales jóvenes) q u e d a r o n satisfechas cuando el general Benedic to Lucas , h e r m a n o de l presidente, lanzó u n a nueva cam­paña de contrainsurgencia" (1994: 163).

E n agosto de 1981, e l h e r m a n o de l presidente, e l general Benedicto Lucas García, se h izo cargo del Estado M a y o r G e n e r a l de l Ejército ( E M G ) , desde d o n d e puso en marcha , y dirigió personalmente , u n a campaña en la que concentró u n a gran cantidad de efectivos para masacrar aldeas com­pletas. L a estrategia se basó en u n sistema de m a n d o operac ional a través de fuerzas de tarea: áreas de operación independientes de las brigadas m i l i ­tares, e n las que se rotaban batallones de las fuerzas de reacción estratégica y de regiones mil itares c on m e n o r actividad mi l i tar (CIA, 1983a). Los dos militares que l i d e r a r o n l a victoria contrainsurgente fueron el general M a ­n u e l Bened i c to Lucas García, jefe de l E M G , y e l c o r o n e l Héctor Ismael M o n -talbán Batres, jefe de l Estado Mayor Presidencial (EMP) y director del Centro de Recolecc ión de Información ( C R I O ) . 1 0

U n a evidencia de l a situación mi l i tar e n marzo de 1982 la presenta el semanario Inforpress. A l realizar u n análisis d e l proceso electoral , una sema­n a después, evaluó el movimiento insurgente e n estos términos: "numero ­sas acciones guerri l leras se registraron en el in ter i o r de l país, aunque su inc idenc ia fue mínima en la realización de l evento e lectoral" (484: 3). Infor­press consigna, u n día después de celebradas las elecciones, u n a conferencia de prensa d e l general Benedic to Lucas, en l a que expresa c on satisfacción que e l acc ionar guerr i l l e ro n o había afectado l a realización de éstas. U n a guerr i l l a que , e n m e d i o de u n a crisis política, n o sabotea e l proceso electo­ra l es u n a g u e r r i l l a cuya capac idad operac iona l está e n d u d a .

N o obstante, las victorias militares son evaluadas (opacadas) únicamen­te en el campo de lo "táctico": no hay estrategia, a f i rmaran los detractores. "Se ganaban la mayoría de combates y las batallas pero la of ic ial idad, p r i n c i -

1 0 E l C R I O fue una agencia de inteligencia que empezó a funcionar, de acuerdo con Gra-majo Morales (1995: 163), el segundo semestre de 1981. Este organismo, además de centrali­zar la información proveniente de diversas fuentes militares y paramilitares, tenía a su disposición unidades que se encargaban de ejecutar las operaciones derivadas de la informa­ción recolectada y procesada. E l 29 de febrero de 1984, al dejar el cargo de jefe del Estado Mayor Presidencial y coordinador del C R I O , Montalbán Batres pasa a ser instructor en el Co­legio Interamericano de Defensa. Véase Osorio (2000). Gramajo Morales (1995: 163) refiere que el coordinador del C R I O (segundo al mando, después de Montalván) era el teniente co­ronel César Nájera Cifontes.

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pálmente, no miraba u n a luz al final de l túnel", advertirá años más tarde el general Gramajo Morales (2003: 83). Estas críticas f o rman parte de u n a campaña de negación respecto de la participación de la institución mil i tar en esta etapa de terror. L o que en aquellos años sucedió en Guatemala - q u e seguirá a lo largo de 1982 y 1983 - f o rma parte de u n o de los momentos más atroces en la historia contemporánea de América Lat ina . C o m o si, c on cr i t i ­car l a f o rma en que se desarrolló la guerra, se negara l a participación que en el la se tuvo. Dist inguir u n a f o rma de hacer l a guerra de otra, en función de crear u n blanco al cual criticar y hacer creer que l a guerra posterior al golpe fue estratégica porque racionalizó e l terror, lo empleó mejor. E l obje­tivo consiste en desl indar a la institución mi l i tar de l terror en los "tiempos de Lucas García", a pesar de que c o n el lo se opaca a los verdaderos estrate­gas mil i tares que l ograron aquel la v ictor ia . H a y victorias que n o soportan a los héroes públicos. L a histor ia contada precisa hacerlos anónimos.

P e r o l a crítica a l a f o r m a " luquis ta" -permítanme e l término- de hacer la guerra da para más. Servirá también para crear e l mi to de l of ic ial de campo . E l j o v e n combatiente que l i b r a l a guerra contra u n a insurgenc ia b i e n equipada . M u y a pesar de u n a camar i l l a de mil i tares corruptos, a quienes l a guerra i m p o r t a poco . Así, nos cuenta e l general Gramajo : " E l o f ic ial que combatía en las selvas, montañas y c iudades empezó a sentir la neces idad de u n a estrategia, aunque fuerte en acciones mil itares, f lexible en otros aspectos; u n a estrategia si b i e n d u r a , f lexible c o m o el acero, para que n o se quebrara [... ] E n este escenario tomó f o r m a u n a conspiración que tuvo éxito desalojando al gob ierno de t u r n o e n f o r m a vio lenta p o r m e d i o de u n a rebelión mi l i tar e l 23 de marzo de 1982" (Gramajo , 2003: 83-84). U n a u t i l i d a d más. L a estrategia a l a que se hace alusión sería for­m u l a d a e n 1982 - c o m e n t a e l p r o p i o genera l G r a m a j o - dentro de l l l amado " P l a n N a c i o n a l de Segur idad y Desarro l l o " , p o r los coroneles:

- R o d o l f o L o b o s Z a m o r a , d i rec tor de l C e n t r o de Estudios Mil i tares ( C E M ) durante e l gob ierno d e l presidente Lucas García; llegó a ser Jefe de l E M G después de l golpe;

- César Augusto Cáceres Rojas, d i rec tor de Operac iones de l E M G y d i ­rector i n t e r i n o d e l C E M durante e l gob ierno d e l presidente Lucas García; m i s m o cargo que siguió o c u p a n d o tras e l go lpe de Estado; y

- Héctor A le jandro Gramajo Morales , d irector de operaciones de l E M G entre 1976 y 1978; subdirector de l a Escuela Politécnica durante e l gobier­n o d e l presidente Lucas García; subjefe d e l E M G tras e l golpe de Estado y je ­fe d e l Teatro de Operac iones Sur O c c i d e n t a l ( T O S O ) .

Después de l golpe de Estado, e l "nuevo l iderazgo" de las fuerzas arma­das e n c o m i e n d a a l jefe y al subjefe de l a Sección de Operac iones de l E M G d e l anter ior gob ierno y a l ant iguo d i rec tor d e l C E M que le e laboren u n a es-

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trategia . L a nueva estrategia se confía a los mismos que h i c i e r o n m a l l a g u e r r a . 1 1 Así, la atención no se h a centrado e n c o n f i r m a r las c o n t i n u i d a ­des en el alto m a n d o después de l golpe de Estado, s ino en acentuar ciertas f r i cc iones derivadas de la efímera constitución de l a j u n t a mi l i tar , y las secuelas de las acciones de l 23 de marzo de 1 9 8 2 . 1 2 L a histor ia hasta ahora contada necesita anular la c o n t i n u i d a d entre los regímenes de Lucas Gar ­cía y Ríos M o n t t . Presentar a este último rodeado de u n grupo de mil itares honestos, quienes se enfrentaron y der ro taron a u n ejército guerr i l lero a p u n t o d e l zarpazo final, c on u n pensamiento estratégico que hasta ese en ­tonces se h izo presente. "Después de más de diez años, e l ejército pensaba y actuaba a nivel estratégico", dirá e l general Gramajo (2003: 84). A part i r de d i c h o pensamiento estratégico, e l terror se racionalizó. Es esto lo que está presente cuando el m ismo general l lega a af irmar: " E l Código de C o n ­ducta d e l So ldado Combat iente recordaba y exigía a l soldado u n c ompor ­tamiento respetuoso y c omed ido c o n l a población civi l n o bel igerante; que j u n t a m e n t e con la observancia de las Reglas de l E n c u e n t r o , h i c i e r o n el ac­c i onar m i l i t a r más profes ional y suavizó su relación c o n la población, los críticos más severos de l ejército exp l i can que la represión fue más selecti­va" (Gramajo , 2003: 84). E n febrero de 1983, u n te legrama secreto de l a CIA, c omentado p o r e l embajador de Estados U n i d o s en Guatemala , Frede -

1 1 "Se encargó diseñar un plan estratégico a tres coroneles que tenían experiencia en es­trategia militar: los coroneles Rodolfo Lobos Zamora, César Augusto Cáceres Rojas y Héctor Alejandro Gramajo Morales. Estos tres artífices del Ministerio de la Defensa, del Estado Ma­yor del Ejército y del Centro de Estudios Militares bajo las órdenes del general Ríos Montt, junto con algunos profesionales civiles y administradores escogidos, se dedicaron a actualizar la evaluación estratégica de 1980 del Centro de Estudios Militares, a reformular la estrategia militar y a crear, con una campaña de contrainsurgencia muy elaborada, un Plan Nacional de Seguridad y Desarrollo a largo plazo en varias etapas." (Schirmer, 2000: 52).

1 2 L a junta fue un grupo de seis militares cuya composición y función de asesoría al triun­virato fue objeto de críticas de parte de la jerarquía. Compuesta por un oficial "representante" de cada grado militar, la junta violentaba la jerarquía militar al colocar en condición de aseso­ría, por igual, a oficiales de distintos rangos. E l 12 de abril, la orden general núm. 10 del M i ­nisterio de la Defensa, entre otras rotaciones de personal, exigía el envío de estos seis militares a cargos regulares dentro de la institución ( D I A , 1982). E l telegrama secreto de la D I A (1982) refiere: "durante recientes reuniones de la junta, el general Ríos se ha visto obligado a utilizar su antigüedad militar y su posición de presidente de la junta para poner fin a las discusiones cuando el grupo asesor intentaba presionar por que la junta accediera a sus deseos. A medida que el grupo continuaba desafiando su autoridad e interrumpiendo las reuniones, el general tomó la decisión de acabar con el proceso de 'gobernar como comité' y trasladar a cada uno de los seis oficiales". Las tensiones derivadas de ciertas acciones protagonizadas contra el man­do de oficiales superiores, el 23 de marzo son evaluadas en los siguientes términos: "durante las últimas dos semanas, el respeto hacia la línea jerárquica parece estar retornando [...] Ríos visitó la mayoría de los cuarteles y habló tanto con los oficiales subalternos como con los supe­riores, enfatizando la necesidad de respetar las órdenes y la autoridad" ( D I A , 1982).

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r ic Chapín, contraviene e l sentido de "profes ional ismo" al que el general G r a m a j o aludía: "Después de l a última reunión a finales de octubre de 1982 [censurado] informó a los oficiales de l A r c h i v o de Segur idad d e l Es­tado M a y o r Pres idencia l que eran libres para arrestar, retener, interrogar y deshacerse de guerri l leros sospechosos a su convenienc ia [censurado] C o ­mentar i o : [...] durante los últimos meses se h a venido p r o d u c i e n d o u n i n ­c remento constante de la v io lenc ia , supuestamente, de extrema derecha; los secuestros, sobre todo de estudiantes y profesores, h a n aumentado en número ; y los cadáveres vuelven a aparecer de nuevo en las cunetas y las zanjas, c o n señales típicas de los escuadrones de la muerte derechistas, y que recuerdan otras ejecuciones habituales de l régimen anter ior [...] es­toy f i rmemente convencido que l a v i o l enc ia descrita [...] es o rdenada y d i ­r i g i d a p o r el gobierno de G u a t e m a l a y n o ' v io lenc ia de extrema derecha ' y que esas no son 'ejecuciones de los escuadrones de extrema derecha ' s ino , de nuevo , ejecuciones ordenadas p o r oficiales de las fuerzas armadas pró­x imos al presidente Ríos-Montt" (CIA, 1983).

P e r o como si no fuera ya suficiente, a l a condic ión de i n m i n e n t e caída d e l régimen a manos de la insurgenc ia se acompaña otra argumentación. Se presenta como traición la negativa de Estados U n i d o s a apoyar el esfuer­zo contrainsurgente. Se dice que durante su fase decisiva, l a guerra se desa­rrolló c o n "recursos propios" . " S i n l a ayuda nor teamer i cana le di j imos n o a la U R N G " , afirmará el general Efraín Ríos M o n t t (Paredes, 2003). A l f onso Y u r r i t a señala: "Ante la persistencia de su ais lamiento in ternac iona l y l a fal ­ta de ayuda estadounidense, e l Ejército tuvo que realizar grandes esfuerzos para mantener l a campaña contrainsurgente exclusivamente c on recursos internos" (1997: 126). E l pape l de Israel, A r g e n t i n a , C h i l e , Sudáfrica y de otros países que co laboraron c o n la contra insurgenc ia guatemalteca debe ser borrado de la historia . "Paradójicamente, la falta de asistencia mi l i ta r extranjera provocó u n efecto positivo que dejó a la imaginación e ingen io mi l i tar guatemalteco e l desarrol lo de los medios necesarios para que el ejército c u m p l i e r a su misión", dirá e l general Gramajo (1995: 119).

E n suma, presentar u n a c ierta incapac idad para contro lar a l a insur ­gencia c o m o causa de l a lzamiento d e l 23 de marzo tiene grandes u t i l i d a ­des. Sirve para desl indar a l a institución a r m a d a de la m a n e r a " luquis ta" de hacer l a guerra: táctica, i r r a c i o n a l , c o n énfasis en el terror y l a b ruta l idad . Igualmente , c on esto se d a l a i dea de u n a guerr i l l a a p u n t o de tomar el po ­der, lo que n o sólo es útil para presentar al ejército, c on el golpe, arreba­tando u n tr iunfo , salvando a l país, s ino que también just i f i ca e l empleo d e l terror . Se inventa al mi l i tar sacrif icado, que l i b raba la guerra en las m o n t a ­ñas a pesar de l a falta de apoyo de los generales de Lucas García. F i n a l ­mente , se remata aquel con junto de argumentac iones d i c i endo que l a

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guerra se libró c on recursos propios . H a y veces en las que u n a verdad ex­p l i ca u n momento , u n hecho y sus circunstancias. Otras veces, u n a verdad es capaz de expl icar u n a época. Esto último es lo que está detrás de esta verdad. Los usos que de el la se hacen dan u n a idea de cuan inexpugnable se precisa hacer la . A l d e s t r u i r l a , e n sus pedazos se aprec ia cuánto de los acontec imientos logramos expl i car p o r otros medios .

Las elecciones como fraude

E l recurso de l fraude electoral fue empleado e n 1974 y 1978. Eufemística-mente , e n sus memorias e l general Gramajo d e n o m i n a a esto "elecciones arregladas". E n ambos casos fue cr i t icado p o r la oposición y p o r ampl ios sectores sociales. Incluso, de f o r m a más enérgica y masiva que e n 1982. L a incorporación de este factor, c o m o causa d e l golpe de Estado, presupone c o n s impleza que " l a tercera fue l a venc ida" .

E l 2 de marzo de 1982, c inco días antes de las elecciones, l a empresa p r i ­vada se p ronunc iaba por unas "elecciones honestas, pacíficas, libres y demo­cráticas". Señalaron además que "e l régimen democrático se h a ido deterio­rando a consecuencia de la acción de grupos terroristas apoyados p o r e l imper ia l i smo soviético y C u b a " (Inforpress, núm. 483: 8). E l mismo día (2 de marzo ) , cuatro de los partidos que competirían en la justa electoral firmaban u n acuerdo en el que se comprometían a respetar su resultado "en u n a elec­ción l ibre y pura" (Inforpress, núm. 484: 2). C u a n d o los resultados fueron dados a conocer , se conformó u n a u n i d a d de acción entre los partidos perdedores . E l 8 de marzo éstos redactaron u n a carta d i r i g ida al presidente Lucas García en la que señalaban, c omo evidencia de l fraude, el uso de los recursos estata­les en apoyo a la candidatura of ic ial , l a manipulación de las actas y la i n c o m u ­nicación telefónica, y so l i c i taban: " p e d i r a l Congreso de l a República que se reúna para acordar l a n u l i d a d de las elecciones de l 7 de marzo , a efecto de que usted esté en condiciones de convocar nuevamente al pueblo a unas elec­ciones generales que deben realizarse c on todas las garantías de acatamiento de l a vo luntad de l p u e b l o " . 1 3 E l 9 de marzo , en u n a marcha de protesta, los firmantes se proponían hacer entrega de la carta al presidente de la Repúbli­ca. N o lo lograrían: fueron introduc idos en vehículos de la policía, llevados a u n a comisaría y de allí trasladados -persona lmente p o r el d irector de la P o l i ­cía N a c i o n a l , c o rone l Germán C h u p i n a B a r a h o n a - a l a res idencia de u n o de los candidatos. Inforpress registra en los siguientes términos aquellas accio-

1 3 Firman la carta, transcrita íntegramente en el reporte de Inforpress (485: 2): Gustavo Anzueto Vielman, Alejandro Maldonado Aguirre, Luis Alfonso López, Mario Sandoval Alar-cón, L ione l Sisniega Otero y Roberto Carpió Nicolle.

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nes: "fue notor ia l a d e b i l i d a d de las protestas y la falta de fundamentación probator ia f o rmal de esa aseveración [... ] incapac idad o i m p o s i b i l i d a d para movi l izar opinión post-electoral y demostrar jud i c ia lmente (y a u n política­mente) que había hab ido f raude" (485: 2).

N a d i e logró convencer al presidente de la convenienc ia de rec ib i r a los manifestantes, aceptar sus argumentos y dirigirse al Congreso - q u e al día siguiente se reuniría para real izar l a elección de segundo g r a d o - para solicitar la n u l i d a d d e l resultado electoral y la determinación de u n a nueva fecha para los comicios . C r e o que éste fue u n m o m e n t o decisivo, que aquí se definió e l r u m b o de los acontec imientos que trece días después l lega­r o n a concretarse frente a l Palac io N a c i o n a l .

E l 10 de marzo , los part idos de l a oposición se r e u n i e r o n -se i n d i c a en el reporte de Inforpress (484: 3 ) - c o n "representativos de l sector pr ivado con e l fin también de e x a m i n a r los sucesos y de l inear l a acción a seguir". Para entonces, aquel la u n i d a d de acción había empezado a desgranarse: e l candidato de la D C - P N R a l a alcaldía, A lvaro Arzú, no aceptó r e n u n c i a r al cargo. Después, l a C e n t r a l Auténtica Nac ional i s ta ( C A N ) se retiró de l a u n i ­dad de acción. Sus d iputados votarían a favor de Guevara e n l a elección de segundo grado. Los 28 d iputados de l M L N y la al ianza D C - P N R n o f u e r o n su­ficientes contra los 38 d iputados que a m p a r a r o n l a v ic tor ia de l par t ido of i ­cial en las elecciones de segundo grado llevadas a cabo p o r e l Congreso de la República e l 10 de marzo . A q u e l día, entre la decisión d e l Congreso y l a reunión de los políticos c o n l a élite económica, la pos ib i l idad de u n a solu­ción política se cerró.

E n 1982, políticos y élites económicas creían aún que las elecciones generales podrían servir de mecan ismo para e l cambio de gob ierno . C u a n ­do se c o n o c i e r o n los resultados de las elecciones, apostaron p o r l a pos ib i l i ­dad de u n a decisión d e l presidente . C u a n d o aquel la pos ib i l i dad se cerró, la mañana de l 10 de marzo , y se d i e r o n cuenta de que otras acciones esta­b a n e n m a r c h a , se asoc iaron a quienes m u c h o t i empo atrás d e c i d i e r o n que la mañana d e l 23 de marzo u n a batería de obuses 105-M56 debía estar apuntando hac ia las oficinas de l a pres idencia . L a mañana d e l 23 de mar ­zo, c omenta Gramajo e n entrevista c o n J . S c h i r m e r (2000: 50) , e n alusión a l a participación de dos destacados miembros de la ex t rema derecha: "Sis-niega O t e r o y D a n i l o R o c a d i j e r o n p o r l a radio que era u n golpe de 'los oficiales jóvenes ' . A c a b a b a n de inventar la frase 'oficiales jóvenes ' [...] D e m o d o que no había tal m o v i m i e n t o de oficiales jóvenes". ¿Cuan útil fue - y sigue s iendo, muchos años más t a r d e - lo de "oficiales jóvenes" , inventado en e l correr de los acontec imientos , para leg i t imar e l alzamiento?

A través de las memor ias d e l general Gramajo Mora les (Schirmer , 2000: 50) , es factible establecer u n a relación entre e l M L N y e l general Ríos

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M o n t t , q u i e n se desempeñaba como jefe de asesores en asuntos de seguri­dad de l candidato a presidente de aquel la fuerza política. D e tal suerte que el general Ríos habría sido comis ionado para organizar e l a lzamiento , bajo la consigna de "¡si no ganamos las elecciones, tomemos e l gob ierno me­diante u n golpe!" Comentará Gramajo : "desde muy t emprano en l a cam­paña electoral , los que apoyaban a M a r i o Sandoval para l a pres idenc ia , paralelamente estaban afanados en organizar u n golpe de Estado, que eje­cutarían en l a eventual idad de que su candidato perd i e ra l a elección" (1995: 158). N o obstante e l lo , la decisión de l jefe de Estado, general Efraín Ríos M o n t t , de dejar a u n lado a los partidos políticos podría dar luces so­bre el apoyo detrás de l golpe de Estado de l 23 de marzo . ¿ C ó m o tra ic ionar a aquellos que apoyaban el a lzamiento sin contar c o n otro socio, inc luso más poderoso? ¿Cómo entender l a decisión de apartar a los políticos de l gobierno? ¿Acaso no fue a ellos a quienes se les ocurrió l a idea , y quienes p lani f i caron , o rganizaron y e jecutaron el golpe de Estado? Pero , e n de f in i ­tiva, ¿quién ganó el 23 de marzo? Obviamente , no e l M L N , que el 24 de marzo de 1982 era u n part ido más. E n el transcurr ir de las horas de aquel día, el juego de lealtades y traiciones definió el curso de esa coyuntura .

E l deseo de l gob ierno d e l general Lucas García, de "mantener la cor­d u r a para la t r a n q u i l i d a d d e l país y para l a feliz culminación de l proceso electoral" , n o llegó a realizarse. C o n apenas 12 días de anticipación, los que faltaban se a l iaron a quienes ya meses antes habían establecido que después de las elecciones debía o c u r r i r u n golpe de Estado. Para el día 10, las acciones de l 23 de marzo eran u n a real idad. Estados U n i d o s y u n a parte de la o f i c ia l idad mi l i ta r habían previsto la necesidad de dar u n golpe de Es­tado a fin de desarrol lar u n a f o r m a de contra insurgenc ia que, c o n t i n u a n ­do c on los logros ya alcanzados, presuponía tres cosas que no podrían lograrse c o n el genera l Guevara en el poder : a) que el ejército anunc iara su ret iro de l a función de gob ie rno ; b) que, entre los part idos políticos "aceptados" p o r e l ejército, debían realizarse elecciones l ibres ; y c) que el régimen político debía parecerse lo más posible a u n régimen democrático.

E l 12 de d i c i embre de 1981, en u n a reunión informativa , c omenta G r a ­majo Mora les , e l jefe de l a Inte l igencia M i l i t a r alertó al presidente Lucas García "acerca de los detalles de u n a conspiración en contra de las autor i ­dades establecidas". E l jefe de l E M P , Montalbán Batres, se expresó "en senti­do contrar io " , descartando los rumores . E l jefe d e l E M G y h e r m a n o de l presidente, Bened i c to Lucas , "acusó a su jefe de inte l igenc ia de pensamien­to i r rac i ona l deb ido a l a tensión" (Gramajo , 1995: 163-164). Las suspicacias no l o g r a r o n detener los preparativos de l golpe. De haber atendido la reco­mendación de l servicio de inte l igenc ia mi l i tar , la histor ia probablemente sería dist inta. O t r o curso de acción se cerró. L a explicación propuesta p o r

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Jenn i f e r Sch i rmer (2000: 50) se acerca a las ideas que aquí hemos seguido, cuando afirma: "Varios informantes, tanto civiles c omo militares, h a n asegu­rado que la CIA estaba pro fundamente invo lucrada a lentando y financian­do e l golpe de 1982, que representaba ' u n acontec imiento fortui to ' , dada la inestabi l idad de la región tras la caída de l general Somoza de Nicaragua en j u l i o de 1979, l a de l general R o m e r o de E l Salvador e n octubre de 1979 y el 'caos' de l régimen de Lucas en 1981 [...] U n a fuente declaró que él sa­bía que unos oficiales de l M i l G r o u p de los E E . U U . , se habían acercado a dos jóvenes tenientes de l servicio de transmisiones c o n d inero en efectivo y luego se pus ieron en contacto c on Sandoval Alarcón, líder de l part ido M L N . Estos tenientes y dos capitanes ( inc luido el hi jo de Ríos Mont t ) fungirían como 'inspectores' . E jerc iendo gran in f luenc ia dentro de l a administración y desempeño de funciones de gobierno."

Pero es preciso tomar en cuenta otro curso de acción. E l 10 de j u n i o de 1979, el general Dav id Canc inos Barrios fue asesinado p o r u n a u n i d a d ur­bana de l a guerr i l la . E l jefe de l E M G de l ejército estaba apenas a 20 días de ser ascendido a ministro de la Defensa, el I o de j u l i o (DIA, 1979). E r a u n a tradición que este cargo abriera e l camino para la sucesión presidencial ¿Qué h u b i e r a sucedido si e l general Canc inos se presenta c o m o candidato? ¿Cuánto h u b i e r a variado el escenario? ¿Cuánta h u b i e r a sido su receptivi­dad para c on las propuestas de Estados U n i d o s sobre l a f o r m a de hacer la guerra? ¿Qué h u b i e r a sucedido si e l fraude no se real iza y l a oposición cele­bra su victoria en las urnas? ¿Cuan útil hub ie ra sido M a r i o Sandoval A l a r ­cón, c omo presidente de la República, para la f o r m a de contrainsurgencia que Estados U n i d o s creía que era l a correcta para Guatemala y para l a polí­tica estadounidense contra Nicaragua?

E n 1980, u n grupo de oficiales de l Curso de C o m a n d o y Estado Mayor , impar t ido en el C E M , e laboran la Apreciación estratégica del Estado guatemalte­co. D i c h o trabajo incluía ciertas recomendaciones que f u e r o n presentadas al alto m a n d o mi l i tar , entre ellas: " P a r a convencer a los c iudadanos de que voten, es necesario garantizarles que su vo luntad política expresada a tra­vés de urnas es u n ins trumento democrático m u y poderoso que será respe­tado. Facilitaría el acc ionar de l gob ierno si n o par t i c ipa en las próximas elecciones u n of ic ial mi l i tar c omo candidato a pres idente" ( C E M , 1981). A l ­fonso Y u r r i t a c o m e n t a que l a Apreciación "originó discrepancias con los ofi­ciales de la 'línea táctica', c o n la consecuencia de que muc hos de los de la 'línea estratégica' f u e r o n demeritados en sus func iones" (Yurrita, 1997: 123). ¿Qué h u b i e r a pasado si l a recomendación es finalmente atendida? A pesar de que aquel lo n o sucedió y de que lo que se d iga n o es más que u n juego , el descubr imiento de tales relaciones y cursos de acción coadyuvan a hacer intel igibles los acontecimientos .

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El gran jugador: Estados Unidos

Más que u n efecto de l a era Cárter, las decisiones d e l Congreso de Estados U n i d o s e n relación c o n la política hacia G uat e mala estuvieron determina­das p o r e l uso de ciertas potestades, p o r parte d e l Congreso , de supervi­sión e investigación. 1 4 A el lo es preciso agregar otro dato: a l tanto de las intenciones de Guatemala de preparar acciones mil i tares contra Bel ice , In ­glaterra logró que Estados U n i d o s cancelara la venta de aeronaves C-47 a Guat emal a en 1975 ( D I A , 1979). Este fue e l p r i n c i p i o de u n a tensa relación que c inco años más tarde se rompió . E n 1974, l a L e y de Asistencia E x t e r n a en M a t e r i a de Segur idad y C o n t r o l de l a Exportación de A r m a m e n t o fue modi f i cada , para establecer la prohibición de i n c l u i r , entre los receptores de ayuda, a países que v io laban los derechos humanos . E n 1976, se sumó a la cláusula mod i f i cada en 1974 la necesidad de que e l Departamento de Estado e laborara u n in fo rme anual sobre la situación de los derechos h u ­manos e n los países inc lu idos en el p r o g r a m a de as i s tenc ia . 1 5

L a política de Estados U n i d o s hacia G u a t e m a l a entre 1977 y 1982 se parece a u n c a m i n o que se recorre en u n i r y venir . E l p u n t o crítico de l p r i m e r c ic lo ocurre en abr i l de 1977, cuando el min i s t ro de Relaciones E x ­teriores, A d o l f o M o l i n a Orantes , cali f ica e l i n f o r m e de derechos humanos emit ido p o r e l Depar tamento de Estado de " inaceptable intervención en los asuntos internos de otros Estados [... ] algo que es totalmente inadmis i ­ble entre dos Estados soberanos" (Fajardo, A n d r a d e y Villagrán, 1997). Previamente , G u a t e m a l a se sumó a l a decisión de varios países de América L a t i n a de rechazar l a ayuda mi l i tar de Estados U n i d o s . N o obstante, a fina­les de 1977, G u a t e m a l a intentó a d q u i r i r aeronaves F-5. L a petición de c o m p r a fue denegada. A finales de 1978, G u a t e m a l a intentó adqu i r i r aero­naves T-34. A n t e l a pos ib i l idad de otro rechazo, l a c o m p r a n o se d io y en cambio G u a t e m a l a adquirió aeronaves Pilatus P C - 7 , construidas en Suiza ( D I A , 1979). T a l vez m u c h a de la visión de l gob ierno , de las fuerzas arma­das y de l a ex t rema derecha esté r e u n i d a e n e l análisis que Roberto Alejos, de l a Fundación L i b e r t a d , h i c i era de aquel m o m e n t o : "Probablemente m u ­chos en e l Depar tamento de Estado son pro-comunistas, ellos están usando

1 4 E l escándalo Watergate, que puso término al periodo presidencial de Richard Nixon , y la reacción del Congreso frente al desempeño de Estados Unidos en la guerra de Vietnam marcaron, en aquel contexto, las relaciones entre la Casa Blanca y el Congreso. Michael Mc-Clintock (1985) recuerda cómo uno de los primeros debates sobre la política de Nixon hacia gobiernos que practicaban - e n opinión del congreso de Estados U n i d o s - el terrorismo de Es­tado sería recuperado posteriormente.

1 5 Más que un resultado legislativo concreto, lo que aquellas audiencias permitieron fue que los congresistas escucharan testimonios sobre las atrocidades cometidas por los gobier­nos militares, lo que sentó las bases del informe de 1977.

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los derechos humanos como u n argumento para promover la socialización de estas áreas. H e m o s dado en el p u n t o ahora que tememos al Departa­mento de Estado más que a l a infiltración comunista . Puede que el Sr. Cár­ter sea u n presidente totalmente incapaz o puede que sea u n e lemento pro -comunista" ( N a i r m , 1989). E l presidente Lucas García se refería al pre­sidente de Estados U n i d o s como "J immy Castro" ( N a i r m , 1989).

E n 1978, e l presupuesto ya no incluía a Guatemala e n l a lista de países beneficiaros de l p rograma de ventas mil i tares (Fore ign M i l i t a r y Sales, F M S ) , y reducía su participación en el p r o g r a m a de entrenamiento mil i tar (Fo­re ign M i l i t a r y E d u c a t i o n a n d T r a i n i n g , F M T ) , d e l que sería suspendido en 1979. F inalmente , las ventas comerciales fueron también canceladas en 1980, c omo consecuencia de los sucesos ocurr idos en l a embajada de España en G u a t e m a l a . 1 6

L a vuelta , o más b i e n , e l segundo c ic lo emerge a finales de 1981, cuan­do el Par t ido Repub l i cano gana la pres idenc ia de Estados U n i d o s . L a no ­che de l 4 de nov iembre se festejó en las calles de C i u d a d de Guatemala el t r iunfo r epub l i cano . A part i r de aque l m o m e n t o , se i n i c i a u n forcejeo en­tre e l Congreso y la Casa B l a n c a y distintas agencias gubernamentales (el Departamento de Estado, el Departamento de Defensa, l a CIA, entre otros) . A d i f e renc ia de l Congreso , todos se p r o n u n c i a n p o r l a reanudación de la ayuda m i l i t a r a Guatemala . E l ex presidente de Estados U n i d o s , James Cár­ter, c o n f i r m a e l cambio que se operó c o n l a entrada de l Par t ido Republ i ca ­no en l a Casa Blanca , en enero de 1981: " C u a n d o fu i derrotado por R o n a l d Reagan y él asumió la pres idencia en 1981, lo p r i m e r o que h izo fue enviar a su representante ante l a O N U a A r g e n t i n a y C h i l e para dec ir le a los líde­res de esos países que l a política Cárter de derechos h u m a n o s se había aca­bado [... ] J e a n n e K i r k p a t r i c k fue l a enviada para dec ir le a los dictadores que se acababan los ataques p o r asuntos de derechos humanos " (Cárter, 1997). N o obstante el lo , Fajardo, A n d r a d e y Villagrán conc luyen el capítu­lo correspondiente a las relaciones entre G u a t e m a l a y Estados U n i d o s d u ­rante e l régimen d e l general Ríos M o n t t adv ir t iendo que " l a preocupación p o r los derechos humanos , latente en c ierta m e d i d a p o r los problemas de esta región, continuó s iendo u n asunto impor tante en l a política exter ior estadounidense, aunque el estilo y las modal idades de su ejecución fueron diferentes a las de l a administración de Cárter" (1997: 185).

Este viraje y sus alianzas se prepararon años atrás. E n dic iembre de 1979, el gerente e n Guatemala de la C o c a C o l a , J o h n C. Trotter , organizó la visita al

1 6 Las fuerzas de seguridad quemaron vivas a 39 personas que habían ocupado la sede diplomática el 31 de enero de 1980, en protesta por la represión política. L a acciones de 1979 y 1980 fueron referidas el 14 de mayo de 1993 por Bruce Cameron, gestor y "lobbista" en el Congreso de Estados Unidos, en entrevista con Fajardo, Andrade y Villagrán (1997: 182).

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país de varios asesores del entonces candidato R o n a l d Reagan. Entre ellos, los generales retirados J o h n K. Singlaub y D a n i e l G r a h a m , ex director de la DIA. L a visita incluyó reuniones c on el presidente Lucas García y recorridos en he­licóptero por las áreas de conflicto. S inglaub afirmaría posteriormente, en u n a entrevista, que estaba sumamente impres ionado por la f orma como el go­b i e rno de Guatemala "trataba desesperadamente de promover los derechos humanos" . E n tanto que G r a h a m afirmará que "le dijo al presidente Lucas García que a su retorno a los Estados U n i d o s , advertiría al equipo de campa­ña de R. Reagan de la necesidad de restablecer la ayuda mi l i tar a Guatemala tan p r o n t o como R. Reagan gane las elecciones y se instale en la Casa B l a n c a " ( N a i r n , 1989). E n la pr imavera de 1980, e l entonces candidato R o n a l d Rea­gan se reunió en Cal i f orn ia c on E d u a r d o Carrete , de l a Asociación de Amigos de l País, u n a agrupación de la derecha guatemalteca. E l objetivo de la reunión era parte de u n trabajo de lobby para hacer que l a prohibición de la venta de armas a Guatemala fuera e l i m i n a d a ( N a i r n , 1989). Las gestiones pugnaban p o r "sacar a Guatemala de l a lista negra" , p e r m i t i e n d o l a venta de a r m a m e n ­to y e l entrenamiento de personal , dejar de cr i t icar l a política del gobierno guatemalteco en materia de derechos h u m a n o s y, en caso necesario, interve­n i r mi l i tarmente si el ejército perdía l a guerra ( N a i r m , 1989).

P a r a e l nuevo gob ierno de Estados U n i d o s , que había tomado pose­sión e l 20 de enero de 1981, Centroamérica era u n importante campo de batal la de la G u e r r a Fría. 1 7 E l 19 de j u l i o de 1979, en Nicaragua , e l Frente Sandin is ta de Liberación N a c i o n a l (FSLN) había derrotado a la G u a r d i a N a c i o n a l d e l d ic tador So moza . E n E l Salvador, e l F M L N había dado in i c i o e n 1981 a lo que l l a m a b a n " l a ofensiva final" c o n t r a las fuerzas armadas de aquel país . 1 8 Mientras el lo era así, el jefe de l C o m a n d o Sur de l ejército de Estados U n i d o s ponía de relieve e n e l New York Times (22, V I I I , 1982) l a si ­tuación en Guatemala : "su población es mayor , l a economía es más fuerte, su posición geográfica está loca l i zada más críticamente en el sentido estra-

1 7 U n memorando secreto, que W. Casey, director de la CIA, presentó en marzo de 1981 al presidente Reagan (NSA, 1987: 6-7) detalla como asuntos de máxima prioridad: la revolu­ción nicaragüense (19, VII, 1979), la invasión soviética a Afganistán (24, XII , 1979) y la revo­lución iraní. Libia , Granada, Cuba, Laos y Camboya figuraban como otros países en los cuales se debía poner atención.

1 8 A finales de 1981, el ambiente en Washington por la guerra en E l Salvador era dramá­tico. E l reporte de Inforpress (483: 1) da cuenta de la evaluación que realizaron funcionarios de alto nivel. E l secretario de Estado, Alexander Haig , declaró que "si fuera necesario 'se pe­learía nuevamente la guerra de Vietnam' para demostrar a la U R S S la supremacía estadouni­dense". E n las mismas fechas, el secretario de Defensa, Gaspar Weinberger, señaló que "los guerrilleros debían ser derrotados y que el gobierno del presidente Reagan haría 'lo que fue­ra necesario' para evitar que la junta salvadoreña cayera". E l secretario de Estado adjunto, Walter Stroessel, anunció que "no se descartaba una intervención militar".

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tégico. Las impl icac iones de u n t r iunfo marxista e n Guatemala son m u c h o más serias que en E l Salvador".

L a estrategia de Estados U n i d o s para l a región se basaba en re fo rmar los regímenes políticos. Extrayendo las lecciones de l a derrota en V i e t n a m , la tesis consistía en p o n e r atención a la l eg i t imidad de los regímenes so­cios. E n tal escenario, los corruptos , que se sustentaban en fraudes electo­rales, que no lograban relacionarse c o n u n grupo " contro lado" de part idos políticos y c on las élites económicas, e ran regímenes que no servían para los propósitos de l a guerra . Esto se condensa en el siguiente párrafo: " L a intervención mi l i tar estadounidense e n aux i l i o de u n a élite g u b e r n a m e n ­tal o de su sistema político que n o tiene u n mínimo nive l de apoyo inter ­n o , probab lemente erosionará cua lqu ier apoyo público existente [...] esto s igni f ica que la intervención estadounidense debe ser política y mi l i ta r ­mente equi l ibrada , p r i n c i p a l m e n t e e n lo concerniente a l esfuerzo de legi ­timación de l régimen existente" (Sarkesian, 1981: 7-8).

T a l era l a vo luntad de l a Casa B l a n c a de apoyar a Guatemala , que la p r i m e r a acción de l gob ierno r e p u b l i c a n o fue - c o n t r a v i n i e n d o disposic io­nes d e l C o n g r e s o - restablecer e l p r o g r a m a de entrenamiento de pi lotos aviadores y autorizar l a venta de vehículos mil i tares de transporte (camio­nes y jeeps) y de repuestos para helicópteros. E n aquel la o p o r t u n i d a d l a ayuda ascendía a $3 200 000. P a r a lograr su comet ido , debió modif icarse u n a ley que establecía e l t ipo de productos mil itares que podían ser objeto de sanción p o r parte d e l Congreso ( U . S. Congress, 1981). A u n q u e ya tar­de, éste reparó en el hecho , l o que provocó u n escándalo.

P e r o e l suministro de armas podría hacerse a través de u n intermedia ­r io : Israel. Y a desde 1977 Israel se había convert ido en el mayor expendedor de armas para Guatemala (Rubenberg , 1986: 2 0 ) . 1 9 Diversas fuentes confir ­m a n que a pr inc ip ios de 1982 había en Guatemala a lrededor de 300 aseso­res israelíes para tácticas de contrainsurgencia . E n la edición de l 17 de agosto de 1983 de l Washington Post puede leerse: "Asesores israelíes - a l g u ­nos oficiales, otros p r i v a d o s - ayudan a los agentes de las fuerzas de seguri­d a d guatemaltecas a cazar a miembros de los grupos rebeldes" (Rubenberg ,

1 9 Las buenas relaciones entre Guatemala e Israel se remontan al momento mismo en que Naciones Unidas aceptó la creación del Estado de Israel. E l embajador de Guatemala an­te las Naciones Unidas, Jorge García Granados, entre 1947 y 1948 promovió esta causa (Gar­cía-Granados, 1948; Curtís y Gitelson, 1976). E n 1971 se iniciaron las relaciones militares, con un acuerdo de cooperación (Kaufman, Shaphira y Barromi, 1979: 107, 118). E n 1977, el di ­rector del I N T A (Instituto Nacional de Transformación Agraria), coronel Fernando Castillo Ramírez, visitó Jerusalén. Inmediatamente después, asesores israelíes llegaron al municipio de Ixcán, Departamento de E l Quiche - e n aquel entonces era una zona de guerra-, para de­sarrollar programas de acción cívica (Black, 1983: 45). Entre 1978 y 1979 Israel entrenó a mi l guatemaltecos en programas de acción cívica (Rubenberg, 1986: 18).

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1986: 20). E l jefe de E M G después de l golpe de Estado, general Héctor M a ­r io López Fuentes, resume la relación con Israel en estos términos: "Israel es nuestra fuente p r i n c i p a l de armas y e l amigo número u n o de Guatemala en el m u n d o " (Rubenberg, 1986: 21). Pero Estados U n i d o s no se ha l la fue­ra de tan buenas relaciones. E n noviembre de 1981, se firma u n m e m o r a n ­do de entendimiento . E n él, Estados U n i d o s acordaba que los países d e l T e r c e r M u n d o podrían - c o n recursos otorgados por Estados U n i d o s - ad­q u i r i r armamento de Israel. Poster iormente , en noviembre de 1983, Israel p r o p o n e servir como canal de la ayuda de Estados U n i d o s a fuerzas antico­munistas e n Centroamérica, creando para ello u n fondo independiente de los presupuestos gubernamentales de Estados U n i d o s para financiar p r o ­yectos implementados p o r "expertos israelíes" (TheMiamiHerald, 1982; The New York Times, 1984; The Washington Post, 1984). Es e n este contexto e n e l que cobra sentido u n cable secreto d i r ig ido a Washington en 1983 p o r e l embajador de Estados U n i d o s en Guatemala . E n d i cho cable se advierte: "tenemos razones para creer que nuestros buenos amigos de Israel están preparados, o casi lo están, para ofrecer cantidades sustanciales de equipo mi l i tar al gobierno de Guatemala en condic iones crediticias más allá de los veinte años. N o había tomado en cuenta la importanc ia de hacer préstamos a Israel, s iempre y cuando éste p u e d a hacer lo mismo en nuestro patio tra­sero" (Bigwood, 2003). E n términos similares se pronunciaría Ol iver N o r t h , asesor de l Consejo N a c i o n a l de Seguridad, cuando en 1983 escribió u n me­m o r a n d o en el que se lee: " C o m o hable c o n usted ayer, solicité a l a CIA, a l Departamento de Defensa y al Departamento de Estado que sugieran asis­tencia práctica que los israelíes p u e d e n ofrecer a Guatemala y a E l Salvador" (Bigwood, 2003). C u a n d o el deseo de cooperar es genuino , los medios n o i m p o r t a n . Si u n a pos ib i l idad está cerrada, se buscará otras. E n la rea l idad de los hechos Guatemala n u n c a dejaría de contar con el apoyo de l gran al iado.

E l 10 de j u l i o de 1981, F r a n k O r t i z , embajador de Estados U n i d o s e n G u a t e m a l a , r e n u n c i a a su cargo. Será reemplazado p o r Freder i c L . C h a -p i n . O r i g i n a r i o de N e w Jersey, Chapín llegó a Guatemala e l 3 de sept iem­bre de 1981. Dejó e l cargo e l 28 de febrero de 1984, siete meses después d e l go lpe de Estado que había derrocado a l general Efraín Ríos M o n t t .

E n otra m a n i o b r a que fue parte de l cambio operado p o r e l gob ierno r e p u b l i c a n o en la Casa B l a n c a , e n mayo de 1981, e l presidente Reagan en ­vió a V e r n o n Walters a Guatemala . Este func i onar i o de p r i m e r nive l tuvo p o r misión convencer a l presidente Lucas de la nueva f o r m a de l i b r a r l a guerra in terna , a l a vez que demandó el c o m p r o m i s o de Gua tema la para c o n l a estrategia reg ional contra la N i c a r a g u a sand in i s ta . 2 0 E n l a m i s m a visi-

2 0 E l general V. Walters fue subdirector de la CIA entre 1972 y 1976. Estuvo presente en Irán, cuando el golpe de Estado de 1953, y en el golpe de Estado ocurrido en Brasil en 1964.

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ta de Walters, estaba previsto que e l capitán de navio de los Estados U n i d o s J e a n T h u r b e r se r eun ie ra con el je fe de l E M G , Benedic to Lucas García. 2 1

A c e r c a de las inter ior idades de aquel la cita, existe u n a sola re ferencia co­noc ida : u n m e m o r a n d o que Rober t L . J a c o b s (1981), de la o f i c ina de D e ­rechos H u m a n o s y Asuntos H u m a n i t a r i o s de l Departamento de Estado, d ir ige el 5 de octubre de 1981 a " E i n a u d i " . 2 2 L a base de l m e m o r a n d o es e l reporte que de l a reunión elaboró el embajador Freder i c L . Chapín. J a ­cobs concluye que "los esfuerzos d e l general Walters para persuadir al pre ­sidente Lucas de que l a represión sólo extenderá el contagio guerr i l l e ro fueron , evidentemente, infructuosos" . A pesar de el lo , considera: "tenemos que dec id ir si las 'consideraciones de seguridad nac iona l ' requieren que, de todos modos, sigamos adelante c o n la asistencia de seguridad" . Este f u n ­c ionar io intenta convencer a " E i n a u d i " de lo inaprop iado que sería apoyar a l gob ierno de Guatemala y que esto dependería de si la guerr i l l a consti ­tuía u n a amenaza de corto , m e d i a n o o de largo plazo.

Entre 1977 y 1981 fue consultor de Basic Resources Services, una de las primeras compañías que explotó petróleo en Guatemala (Smith, 2002). Durante la administración republicana fue embajador itinerante, y formó parte del Central American Policy Group, un equipo inte­grado por distintas agencias para definir y ejecutar la política de Estados Unidos hacia esta re­gión. E l equipo estaba compuesto por los titulares de los departamentos de Estado, Justicia y Defensa; el director de la C I A Wil l iam Casey; el coordinador del Consejo de Seguridad Nacio­nal; y el jefe del Estado Mayor Conjunto David Jones. Coordinaban el equipo: Robert McFar-lane, asesor del Consejo Nacional de Seguridad (desde 17, X , 1983 hasta 30, X I , 1985), Thomas O. Enders (desde 12, VII, 1981 hasta 27, VI , 1983) y Langhorne Motley (desde 12, VII , 1983 hasta 3, VII, 1985), asistentes para asuntos interamericanos del Departamento de Estado. También acudían a las sesiones Stephen W. Bosworth, segundo asistente para Asun­tos Interamericanos del Departamento de Estado; James Michel , asesor legal del Departa­mento de Estado; el general Paul Gorman, jefe del Comando Central; Myles Frechette, de la Oficina de Asuntos Interamericanos del Departamento de Estado; coronel Oliver L . North , asesor de asuntos militares en el Consejo Nacional de Seguridad; Néstor Sánchez, jefe de Operaciones de la C I A para América Latina, y posteriormente asistente para Asuntos Intera­mericanos del Secretario de Defensa; y Duane "Dewey Marioni " Clarridge, sucesor de Sán­chez en la C I A (desde VIII, 1981). E l equipo interagencias, célebre tras el escándalo Irán-contras, era conocido con diferentes nombres: Core Group, Restricted Interdepartmen-tal Group y Thursday Afternoon Club ( N S A , 1987).

2 1 Edgar Chamorro (1985), encargado de relaciones públicas del Frente Democrático Nicaragüense, F D N , declaró en la Corte Internacional e Justicia de L a Haya (5, IX , 1985) que en agosto, en Ciudad de Guatemala, se dio otro encuentro entre el general Walters y dirigen­tes de la contra nicaragüense, con el objetivo de "integrar a la antigua Guardia de Somoza con los contras y que oficiales del ejército de Argentina sirvieran de asesores y capacitadores (quienes fueron luego reemplazados por personal de la C I A ) " .

22 Presumiblemente se trata de Luigu i Einaudi , secretario general adjunto de la Organi­zación de Estados Americanos (2000-2005). Entre 1977 y 1989, lapso en el que se redactó el memorando en cuestión, fue director de Planificación de Políticas de la Oficina de Asuntos Interamericanos del Departamento de Estado de los Estados Unidos.

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L a suerte de l gob ierno de l general Lucas García se definió en aquel la reunión. C o n el resultado de l a visita de l general V e r n o n Walters a C i u d a d de Guatemala el único camino que podía transitarse era el de l golpe de Es­tado. E l general Lucas y los oficiales a su a lrededor no l o g r a r o n c o m p r e n ­der que, al no aceptar los términos colocados sobre la mesa p o r Walters , serían removidos de sus cargos p o r sus propios compañeros de armas. A n t e la posición de l Congreso de Estados U n i d o s de no p e r m i t i r ningún t ipo de ayuda mi l i tar y la situación que se vivía en los países vecinos, N i c a r a g u a y E l Salvador, el nuevo gob ierno estadounidense necesitaba en G u a t e m a l a u n régimen que p u d i e r a "presentar" ante e l Congreso c omo d igno de ayuda, y que a l a vez fuera útil para contrastar l a "democrac ia en Centroamérica" c on l a revolución sandinista. C u a l q u i e r resultado proveniente de las urnas, el 7 de marzo de 1982, n o lograría c u m p l i r c on este requisito . N i l a cont i ­n u i d a d de la cúpula gobernante , c o n l a v ictor ia de l general Guevara (con el fraude o s in él ) , n i l a v ic tor ia de l candidato de oposición, M a r i o Sando-val Alarcón, de l M L N , lograrían "destrabar" la ayuda mi l i tar que, e n razón de Estados U n i d o s , G u a t e m a l a necesitaba. Incluso, esta última opc ión se compl i caba aún más p o r la a f in idad que el Part ido R e p u b l i c a n o tenía c on el líder d e l "part ido de l a v io lenc ia organizada" , c omo se d e n o m i n a b a al M L N . U n a organización que incluía dentro de sus estructuras a escuadro­nes de l a muerte , unidades paramil i tares encargadas de l t e r r o r . 2 3 Eso res­p o n d e al interrogante de p o r qué n o era posible aprovechar las elecciones de 1982 para e n r u m b a r e l proceso de liberalización de l régimen. P o r qué para Estados U n i d o s l a solución electoral estaba cerrada, se p rodu je ra o no el 7 de marzo u n fraude electoral e n Guatemala . Las elecciones no podían controlarse porque n o eran útiles para desarrol lar la guerra .

2 3 Sandoval Alarcón fue presidente del Congreso entre 1971 y 1974; vicepresidente de la República entre 1974 y 1978, y jefe de campaña del general Kjell Eugenio Laugerud García (1974-1978), cuando el general Efraín Ríos Montt, mediante un fraude electoral, perdió la presidencia de la República. También fue jefe de campaña del general Enrique Peralta Azur-dia (1978), quien perdió las elecciones frente al general Fernando Romeo Lucas García. L a relación entre el M L N y el Partido Republicano data de muchos años atrás, cuando en la Liga Anticomunista Mundia l (World Anticommunist League, W A C L ) , de la que Sandoval era líder, se daban cita personalidades clave del mundo de la derecha estadounidense que regresó a la Casa Blanca con Reagan. E n 1979, J o h n Singlaub y Daniel Graham, del Consejo Americano de Seguridad, fundadores de la sección en Estados Unidos de la Liga Anticomunista M u n ­dial, sostuvieron una serie de reuniones en Guatemala para presentar las ideas que la admi­nistración de Reagan podría llevar a cabo al momento de ganar las elecciones. Sandoval Alarcón fue invitado a los actos de toma de posesión de Reagan en enero de 1981. L a Liga Anticomunista Mundia l se fundó en 1966 en Taiwan. L a sección para América Latina de la Liga se llamó Confederación Anticomunista Latinoamericana ( C A L ) . Sandoval Alarcón fue declarado líder anticomunista mundial en la X Conferencia de la Liga, realizada en Taiwan; y conductor mundial del anticomunismo en el X I V Congreso Mundia l Anticomunista celebra­do en Taiwan, en agosto de 1981. Para más detalles, consúltese Anderson y Lee (1986).

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C o n sólo dos excepciones, E l Salvador y Guatemala, es factible estable­cer u n patrón de liberalización de los regímenes políticos en América L a t i n a entre finales de los setenta y pr inc ipios de los ochenta: en éste, el alto m a n ­do de l cuerpo de oficiales toma la decisión de retirarse de la acción de go­b i e r n o . 2 4 Sólo en estos dos casos fue preciso u n golpe de Estado para que la ruta de la liberalización de l régimen fuera seguida. C h i l e escapa a tales com­paraciones, dado que su transición dará in ic io años más tarde. E n Guatema­la, Estados U n i d o s encontró a u n grupo de oficiales que no estaba dispuesto a l ibrar l a guerra de l a f o r m a c o m o el vecino de l norte proponía. Para dar in i c i o al proceso de transición a la democrac ia , desde el régimen autorita­r io , fue preciso hacer algunos ajustes en el seno de las fuerzas armadas.

Sabiendo de antemano que el terror continuaría, y que inc luso se haría más agudo, varios funcionarios de Estados U n i d o s se lanzaron a u n a campa­ña de pronunc iamientos a favor de l nuevo gobierno que resultó de l golpe de Estado. Esa fue l a línea que Estados U n i d o s siguió después de l golpe. A n ­tes que u n efecto de las expectativas creadas por el cambio y e l discurso que pronunc iaban los líderes de l a asonada, aquello era u n cálculo para modi f i ­car voluntades e n e l Congreso . N o obstante, Fajardo, A n d r a d e y Villagrán describen así aquel la escena: " L a reacción positiva de la población ante este hecho , y el op t imismo in i c ia l que manifestaron diversos sectores en el país, generaron expectativas favorables en Estados U n i d o s sobre e l futuro de las relaciones con Guatemala " (1999: 183 ) . 2 5 E l 15 de abr i l de 1982, tres sema­nas después de l golpe de Estado, e l embajador Freder ic Chapín comprome­tió a lrededor de 50 mi l lones de dólares de ayuda. Anunció públicamente: "Los asesinatos se h a n detenido [... ] E l gobierno de Guatemala sale de la oscuridad a la l u z . " 2 6 También el 15 de abr i l , e l Departamento de Estado anunció su disposición a que la prohibición de ventas mil itares fuera levan­tada (Parry, 1999). Y a en agosto de 1982, el asistente para Asuntos Intera­mericanos de l Departamento de Estado, Thomas O . Enders , advirtió que

2 4 Por ejemplo: Perú (VII, 1977), cuando los militares anuncian su retiro del gobierno y convocan a una Asamblea Nacional Constituyente (VI, 1978), para luego celebrar elecciones presidenciales (V, 1980); en Brasil (1979), cuando los militares anunciaron el inicio de un proceso de reforma electoral que culminó en enero de 1985 con el triunfo de Tancredo Ne-ves; en Honduras (IV, 1980), cuando se instala la Asamblea Nacional Constituyente, proceso que concluye con las elecciones de noviembre de 1985; en Argentina (X, 1983), con la reali­zación de las elecciones que dan por ganador a Raúl Alfonsín; en Uruguay (XI, 1984), con las elecciones en las que resulta triunfador Jul io María Sanguinetti, del Partido Colorado.

2 5 No es de extrañar que al evaluar el otro golpe de Estado, ocurrido en agosto de 1983, dijeran que "ponía de manifiesto, una vez más, lo limitado de la influencia del gobierno de aquel país en relación con Guatemala" (Fajardo, Andrade y Villagrán, 1997: 185).

2 6 E n privado, en un memorando dirigido al Departamento de Estado, el embajador se pro­nunció sobre "las horribles realidades de los derechos humanos en Guatemala" (Parry, 1999).

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"en Guatemala , u n golpe de Estado h a instalado en el gob ierno a u n nuevo líder que h a mejorado la situación de los derechos humanos y h a abierto e l camino para u n a contrainsurgencia más eficaz" (Parry, 1999). E l in forme sobre derechos humanos de l Departamento de Estado de 1982 afirmaría: " L a conducta general de las fuerzas armadas h a mejorado a fines de l año . . . " (Parry, 1999). Incluso, el presidente Reagan se entrevistó c o n Ríos M o n t t en Tegucigalpa, H o n d u r a s , e l 4 de d ic iembre de 1982. Estas fueron las pala­bras pronunciadas en aquel encuentro por Reagan para calif icar al jefe de Estado de Guatemala : "Es u n hombre de gran compromiso e integr idad personal , totalmente consagrado a la democrac ia [...] y francamente, me siento inc l inado a creer que lo están ca lumniando . S u país enfrenta el reto brutal de u n a guerr i l la sostenida p o r otros que se encuentran fuera de G u a ­temala". Hasta los últimos días de l régimen de Ríos M o n t t , funcionarios de l gobierno de Estados U n i d o s se empeñaban en pronunc iarse de manera fa­vorable. E n j u n i o de 1983, e l enviado especial R i c h a r d B . Stone elogió "los cambios positivos" de aquel gobierno (Parry, 1999).

F ina lmente , la ayuda se desbloqueó, aunque de f o r m a mínima y lenta. Fajardo, A n d r a d e y Villagrán señalan que el 7 de enero de 1983 " la adminis ­tración reanudó algunos programas de ayuda económica y negoció c on el Congreso u n p r o g r a m a i n i c i a l de U S $6 mi l lones destinados al campo m i l i ­tar (los que, finalmente, fueron desembolsados a finales de 1984) . . . " (1997: 184). E l envío incluía repuestos para helicópteros U H - 1 H y aeronaves A-37.

C o n e l golpe de Estado de 1982, Estados U n i d o s intentó cerrar e l c ic lo que la operación éxito ( P B S U C C E S F U L L ) abrió, cuando a las 21:15 horas de l 27 de j u n i o de 1954 e l presidente Jacobo A r b e n z Guzmán anunció su re­n u n c i a en cadena rad ia l . Desde aque l m o m e n t o - e n el lo reside la idea de l c i c l o - l a política empezó a ser vista c omo u n recurso más. E n adelante es­taría acompañada de l a fuerza de las armas cont ra los comunistas o quie­nes a ellos se asemejaran. Es ésta u n a verdad c o n menos brío, menos presentable: l a democrac ia y e l o r d e n burgués contemporáneo t ienen co­m o p u n t o de emergenc ia u n a operación encubierta . Esta t o m a f o r m a ante la incapac idad de u n g r u p o de oficiales - aque l l o s que rodeaban a Lucas García- de entender que l a guerra debía hacerse c o n elecciones y dere­chos h u m a n o s ; c o n los mil i tares en el poder , pero ya n o e n e l gobierno . Las exigencias de Estados U n i d o s no fueron comprend idas , n i b i e n rec ib i ­das. Entonces , éste preparó a u n pequeño grupo de oficiales para que l le ­vara adelante e l a lzamiento mi l i tar . E n u n te legrama secreto de l a D I A (1983) se lee: " E l go lpe de Estado contra e l general R o m e o (Lucas) García e n marzo de 1982 fue perpetrado p o r jóvenes oficiales s in e l consenti ­miento , y n i s iqu iera e l c o n o c i m i e n t o de l a mayoría de los oficiales de alto rango. Este go lpe n o tenía e l apoyo de nadie más allá d e l pequeño grupo

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de oficiales jóvenes que lo organizó [...] e l único ' g r u p o ' que apoya a este régimen es e l compuesto p o r su mujer y los veintidós oficiales jóvenes que inst igaron e l go lpe , y todos están emparentados c o n Ríos-Montt." Estados U n i d o s apoyó de f o r m a decisiva aquel exper imento de gob ierno , v io lando inc luso l a restricción d e l Congreso en cuanto a l suminis tro de ayuda m i l i ­tar. Intentó presentar lo c o m o u n cambio a favor de l a democrac ia y los derechos h u m a n o s , e n m e d i o de los juegos de p o d e r entre l a Casa B l a n c a y e l Congreso . C u a n d o e n e l año 2000 le p r e g u n t a r o n a Franc isco G o r d i -11o, u n o de los m i e m b r o s d e l tr iunvirato d e l 23 de marzo , acerca de las ra ­zones d e l go lpe , éste contestó: " E l interés d e l sector e c o n ó m i c o y de la embajada de los Estados U n i d o s , para que u n par t ido político ( M L N ) y u n grupo de oficiales se a l zaran" (Prensa Libre, 2000).

Y A H O R A . . . E L O R D E N POLÍTICO

A l día siguiente d e l golpe de Estado, el 24 de marzo , la j u n t a mi l i tar decla­ró l a n u l i d a d de las elecciones realizadas e l 7 de marzo (decreto 1-82). E l mismo día disolvió e l Congreso (decreto 2-82) y determinó l a suspensión de la Constitución (decreto 3-82). Durante la p r i m e r a semana de abr i l , e l jefe de Estado se reunió c o n representantes de los part idos políticos para ofrecerles la o p o r t u n i d a d de revisar la ley electoral en u n plazo de noventa días. D e lograr u n acuerdo unánime, la convocator ia a elecciones se real i ­zaría en otro plazo de noventa días. De n o ser así, e l jefe de Estado confor­maría su p r o p i o equ ipo revisor. E n este segundo escenario las elecciones podían postergarse hasta año y m e d i o después de integrado d i cho equipo (DIA, 1982). Esta reunión, re fer ida en te legrama con f idenc ia l de l a DIA constituye l a p r i m e r a p i e d r a de l nuevo o r d e n político. L a guerra moldea ­ba, se introducía en l a pol í t ica. 2 7 Dos meses después, e l 9 de j u n i o , e l gene­ra l Efraín Ríos M o n t t disolvió e l tr iunvirato y se proc lamó presidente de la República. Más tarde, e l 8 de agosto de 1983, fue depuesto e n u n a reunión de l alto m a n d o mi l i tar . M c C l i n t o c k (1985: 238) apunta que e l líder d e l gol ­pe de Estado, genera l Óscar H u m b e r t o Mejía Víctores, sostuvo el día 7 de agosto u n a reunión con el subjefe de l C o m a n d o Sur y los jefes de las fuer­zas armadas de H o n d u r a s y E l Salvador. L a revista Time, e n su edición de l 22 de agosto de 1983, d a cuenta de la presencia, e n los alrededores d e l Pa -

2 7 E l telegrama de la D I A termina señalando lo siguiente: "Cuando los representantes políticos ya se habían retirado del lugar, se dice que el general Ríos confió a uno de sus aseso­res personales que él estaba seguro que los partidos políticos jamás podrían dejar de lado sus recelos/ambiciones personales a fin de concebir una nueva ley electoral que sería del agrado de todos. Por lo tanto, le tocaría a él [Ríos] organizar un comité y supervisar el proyecto."

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lacio N a c i o n a l , de l mayor de l ejército de Estados U n i d o s W i l l i a m M c A r d o e , qu ien ut i l i zaba u n aparato de comunicación e n momentos e n que este otro golpe de Estado estaba l legando a su fase decisiva ( M c C l i n t o c k , 1985: 238). Este otro gob ierno de facto emitió l a L e y Orgánica de l T r i b u n a l Su­premo Elec tora l (decreto ley núm. 30-83), l a Ley de l Registro de C i u d a d a ­nos (decreto ley núm. 31-83) y la Ley de Organizac iones Políticas (decreto ley núm. 32-83). Estos actos fueron complementados e l 19 de enero de 1984 p o r la convocatoria a elecciones para l a Asamblea N a c i o n a l Const i tu­yente (decreto ley núm. 3-84). E n este mes y año se organizaron dichas elecciones. Se inscr ib ieron 17 partidos y tres comités cívicos electorales. E n total par t i c iparon 1 174 candidatos para ocupar las 88 cumies . E l jefe de Estado instaló l a Asamblea N a c i o n a l Constituyente e l I o de agosto. A u n q u e la nueva Constitución entró en vigor hasta enero de 1986, se promulgó e l 31 de mayo de 1985. L a democrac ia estaba en flor, la guerra continuó.

A N O T A C I O N E S F I N A L E S

H a llegado el m o m e n t o de colocar lo hasta aquí d i cho bajo e l implacable exa­m e n de l bisturí. Ret irar capas de la narración, pa lpar e l estado de las fuentes y los datos, la coherenc ia en la secuencia de los hechos, l a selección de evi­dencias (huel las) , las reconstrucciones, las interpretac iones , e l análisis de l pape l de los actores y, finalmente, los presupuestos que a n i m a r o n lo que se h izo , c on los cuales se tensó el relato. Auscul tar aquel lo que sirvió para dar f o rma a la trama aquí contada. H e pretendido r o m p e r algo. L o escrito sobre 1982 daba la ilusión de que nos proporc i onaba las respuestas para compren­der el golpe de Estado. E l l o se basaba en el sentido de las preguntas. Qué fácil es ignorar que ignoramos. A l revés, creo haber descubierto otras respuestas. Pero , más importante que eso, creo haber bosquejado otras preguntas.

L a t rama se rebela en su esplendor. Pero , c omo s iempre, más allá de las falsas seriedades, p o r debajo de la superficie d e l relato hay agujeros m a l remendados , zonas oscuras, argumentos débiles, fragmentos de difícil com­prensión, descripciones de distinto nivel , desplazamientos a veces apresura­dos hac ia l a interpretación. ¿Cómo dotar de cierto o r d e n a u n conjunto de hechos s in que tenazmente nos recuerden su yuxtaposición y entrecruza-miento? C o m o todo análisis sociohistórico, éste n o tiene p o r qué no ser d i ­fícil, i n t r incado , desconcertante y parc ia l . D u d o d e l relato que al escribirse n o angustia n i apasiona. P o r eso, n o hay aquí u n a guía senci l la , agradable y l igera, a l estilo de que lo que tenía que suceder acabó sucediendo. Más aún, no sólo fijé m i atención en los hechos finalmente ocurr idos , también intenté indagar sobre las posibi l idades abortadas. D e esa f o rma , u n a m u l t i -

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t u d de historias posibles atraviesa los acontecimientos explicados. A l inda ­gar en éstas, se descubre la fragi l idad de los cursos finalmente seguidos, el carácter de las decisiones, los fines, el azar y las causas.

Fue el de la intr iga e l h i l o con el que intenté amarrar causas, fines y azares. Cond i c i ones y determinantes se encuentran a l a par de razones y ac­cidentes. Pero n o se trata de ver las causas c omo el subsuelo o la camisa de fuerza desde donde se acotan los fines bajo la sorpresa de l azar. Sería de­masiado bel lo . Desde la intr iga d i f o rma a l a idea de la participación de l go­b ierno de Estados U n i d o s en el golpe de Estado. Desde donde demostré c ó m o el de termin ismo de los "análisis de clase social" do tan a los actores de c ierta capacidad que aquí n o fue observable. La-"coalición dominante" n o dispuso de esa capacidad sobrenatural para preverlo todo. Hasta noso­tros llegó l a h istor ia de las razones contadas c omo causas. Creo haber de­mostrado la f ragi l idad de éstas. N o obstante, es innegable que algún pape l desempeñaron en aquel la coyuntura. S i n l a guerra , e l fraude electoral, l a corrupción, e l fin de l crec imiento e conómico , seguramente la historia se­ría otra. Pero entre esta afirmación y l a conf ianza en que fueron éstas las causas d e l a lzamiento existe u n p r o f u n d o abismo. H a y certezas que sumer­gen (ahogan) otras expl icac iones . Fue prec iso i n c e n d i a r esas certezas.

Pero al final ¿con qué nos quedamos? C o n u n a nueva explicación que red imens iona aquellas causas o razones, a part i r de l relato de los aconteci­mientos. C r e o haber establecido nudos de relaciones entre actores -agentes reales antes que categorías abstractas- e n torno a la secuencia de aconteci­mientos que c u l m i n a r o n con la decisión d e l presidente Lucas García de d i m i t i r de l cargo el 23 de marzo de 1982. Múltiples relaciones de fuerza que no se captan con u n a deducción simplista. E l a lzamiento no se expl i ca p o r sí mismo fuera de u n a tupida r e d de pequeños accidentes, posibilidades abortadas, sucesos, razones de unos y otros, u n conjunto que se comple­menta y contradice. E n adelante, desde el 24 de marzo , aquel acontecimien­to e m p e z ó a ser in tegrado , de f o r m a más o m e n o s coherente , e n u n a estrategia g lobal que reajustó, reforzó, transformó y paulat inamente fue dando sentido - p a r a aprovechar y u t i l i z a r - al hecho concreto de establecer u n gob ierno de facto. N o creo que la sola decisión de Estados U n i d o s fuera suficiente para provocar el alzamiento. A q u e l hecho n o resiste expl icacio­nes monocausales, emparentadas c o n la vieja interpretación para la cual Es­tados U n i d o s es el demiurgo de la h istor ia de América L a t i n a . S in aquellos factores - m e refiero a las razones debatidas- , el golpe de Estado no hub ie ra sido s iqu iera considerado. N o obstante, a l i n c o r p o r a r la participación de Estados U n i d o s y realizar u n balance crítico de las razones hasta ahora pre­sentadas como causas, los hechos encajan en u n a explicación diferente. Es esto lo que aquí logré hacer. E n suma, creo que se trata de la f o rma como

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las piezas que exp l i can aquel hecho son colocadas. Hasta ahora , esta p ieza - l a participación de Estados U n i d o s - había estado fuera d e l tablero.

¿Es ésta u n a genealogía? N o , creo que se apenas se trata de u n boceto. L a pretensión in i c ia l de "hacer u n a genealogía de l o r d e n burgués contem­poráneo que emergió en 1982" tendrá que esperar algún t iempo más. H e cu­bierto de f o r m a parcial ciertas aristas de lo que sería l a genealogía de aquel o r d e n . Quizá lo más importante fue tomar los hi los de la trama desde su re­vés. Antes que volver a demostrar lo hasta ahora d i cho , conf i rmar , decir me­j o r o dec i r lo mismo con "nuevas fuentes"; puse en tela de d u d a los relatos c o n los que hasta ahora se cuenta, part i cu larmente el j uego de causas y razo­nes. Es éste u n presupuesto fundamenta l . L a p r i m e r a embestida fue contra el p re tend ido carácter de necesidad detrás de los sucesos, su carácter inevita­ble a l a vez que glorioso. T o m é u n a a u n a las razones, indagué en ellas para descubr ir algunas de sus más importantes uti l idades. N o las negué, n i las tra­té c o m o simples mentiras, n i me indigné ante ellas. S implemente examiné los discursos compromet idos en el incesante juego de lo verdadero y lo falso, sus condic iones de emergencia , conservación y articulación, y sus efectos so­bre lo rea l , m u y a la m a n e r a de u n a h i e d r a que se apodera y destruye, su­p la ntando lo que otrora fue u n robusto árbol. ¿De qué f o rma , pues, detrás de aquellas razones se l i b r a u n a incesante batal la para conjurar los poderes, los pel igros y d o m i n a r e l acontec imiento aún hoy? ¿Cuál es e l régimen de verdad que o r d e n a aquellas razones c o m o causas?

Más que presentarme fiel a l pensamiento de M i c h e l Foucault , lo u t i l i ­cé. F o u c a u l t está en el p u n t o d o n d e se rematan las expl icaciones aquí br indadas . U n paso atrás de l texto finalmente escrito. Pero probablemente algunas de sus tesis sufr ieron u n a c ierta deformación. S i aquel lo sucedió, más que preocuparme , me siento c o m p l a c i d o . L a idea g e r m i n a l consistió e n pensar c ó m o en 1982 la guerra construyó u n o r d e n político. D e qué f o r m a l a carnicería fue capaz de plantearse u n "con junto de positividades" - e l régimen democrát i co - para seguir matando . Ese tenaz enfoque de ver las cosas desde su revés, c o m o parte de l a genealogía, es e l punto funda ­m e n t a l desde donde pensé - m u c h o t i empo antes de e s c r i b i r - c ó m o des­t r u i r las que hasta ahora h a n sido razones convertidas e n causas. P o r lo demás, están presentes otros postulados d e l pensamiento de Foucault . S u visión sobre e l c ont inuo rac i ona l idad - i r rac i ona l idad ; e l análisis de l p o d e r desde c ó m o se ejerce, e l p o d e r e n ejercic io , lo rea l , concreto y efectivo; emplazarse a l ras de los hechos, antes que ver e l p o d e r desde l a clase do­m i n a n t e de l a que todo puede deducirse ; e l r e conoc imiento d e l pape l d e l azar e n los acontec imientos , e n contra de l a determinación de causas fina­les e intenc iones firmemente cristalizadas; e l postulado de l a estrategia g loba l , de con junto ; e l postulado d e l saber e n perspectiva, l a m i r a d a que

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sabe desde dónde m i r a . E n fin, dec i r cuánto de lo que hice fue fiel a las "recomendaciones-precauciones de m é t o d o " que en varias ocasiones F o u -cault propuso , daría para m u c h o .

B I B L I O G R A F Í A

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