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  • Anuario Filosfico, XXXVI/3 (2003) 715-742 715

    LA RACIONALIDAD PRCTICASEGN LEIBNIZ

    ANLISIS DEL DETERMINISMO EN LA ELECCIN MORAL

    JOS MARA TORRALBA

    An analysis of the particular kind of determinism that is to befound in the moral election according to Leibniz shows the modelof practical reason held in his philosophy. The hermeneutical clueused in the article is to make a parallelism between the model ofrationality of Gods election to create the best possible world andthat of human moral election.

    Como filsofo, Leibniz ha pasado a la historia fundamen-talmente como uno de los grandes metafsicos, y ciertamente lo es.Sin embargo, parece que en muchas ocasiones no se ha prestadosuficiente atencin al papel que juega la perspectiva tica en elentero sistema leibniziano, tambin en su metafsica1. La causa de

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    * Quiero expresar mi agradecimiento al Prof. ngel Luis Gonzlez por ladireccin del trabajo de investigacin que me ha permitido escribir el presenteartculo, a la Prof. Mara Jess Soto por sus recomendaciones bibliogrficas, y aPablo Cobreros y Miguel ngel Martn por sus sugerencias tras la lectura deltexto.

    1. Son muchos los que han denunciado esta situacin. Cfr., por ejemplo,A. HEINEKAMP, Das Problem des Guten bei Leibniz, Kantstudien, Ergn-zungshefte 98. H. Bovier v. Co. Verlag, Bonn, 1969; D. CAMPANALE, La finalitmorale nel pensiero di Leibniz, Adriatica editrice, Bari, 1954; C. ROLDN,Estudios leibnizianos sobre tica: un bien tan prometedor como escaso,

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    esto residira en el olvido de que la Bondad de Dios, el mejor delos mundos posibles, la necesidad moral, la voluntad que persigueel bien, el Reino de la Gracia, la consecucin de una JusticiaUniversal, etc., son categoras que, de un modo u otro, conducen aproblemas ticos. Adems, es conocido que la misma Teodicea,concebida como justificacin de la bondad de Dios, no es ms queel intento por salir de la perplejidad que supondra un dios malo.

    El presente artculo intenta poner de manifiesto la ntima rela-cin que hay entre el anlisis de la accin creadora de Dios (juntocon el problema de la libertad divina) y el obrar humano2, donde elgran principio metafsico, el de Razn Suficiente, se convierte en laclave para comprender el peculiar determinismo leibniziano, queconsiste en mantener un hbil equilibrio entre la posibilidad y lanecesidad3. La obsesin por hacer inteligible la realidad, le lleva adefender que jams se verifica un suceso sin que haya una causa,o por lo menos una razn determinante, es decir, algo que puedaservir para dar razn a priori de por qu existe esto de esta manerams bien que de otra. () Sin este gran principio, nunca podra-mos probar la existencia de Dios (). Adems de que nada es tandbil como esos sistemas en que todo son vacilaciones y excep-ciones; defecto de que carece el que yo sostengo, en el que todomarcha conforme a reglas generales, que a lo ms se limitan lasunas por las otras4. Esta pretensin ilustrada de formular reglas y

    _________Thmata, 2002 (29), pp. 171-183; o, tambin, J.A. NICOLS, La rationalitmorale du monde chez Leibniz, Studia Leibnitiana, Sonderheft 21, pp. 162-168.

    2. Sobre la relevancia de esta conexin para la comprensin de la filosofade Leibniz, cfr. M.-T. LISKE, Leibniz Freiheitslehre. Die logisch-metaphysischenVoraussetzungen von Leibniz Freiheitstheorie, Felix Meiner Verlag, Hamburg,1993, p. 212.

    3. Cfr. D. CAMPANALE, 248, y tambin, J.A. NICOLS, Razn, verdad ylibertad en G.W. Leibniz, Servicio de Publicaciones de la Universidad deGranada, Granada, 1993, pp. 199-218.

    4. G.W. LEIBNIZ, Teodicea. Ensayos sobre la bondad de Dios, la libertaddel hombre y el origen del mal, Traduccin de Patricio Azcrate, Ed. Claridad,Buenos Aires, 1946, 44.

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    principios para los que no haya excepciones va a ser, como se ver,el origen de las dificultades cuando, desde un pensamiento as, seintente dar razn del mbito de la realidad que estudia la filosofaprctica, es decir, el mbito de lo operable por el hombre.

    Para comprender el problema es preciso no perder de vista que,para Leibniz, es una imperfeccin de nuestra libertad el quepodamos escoger el mal en lugar del bien, un mal mayor en vez deuno menor, el menor bien en vez de uno mayor5. La nocin delibertad que supone una declaracin as ser el trasfondo paracomprender el modelo de racionalidad moral que tiene su autor.

    Por ltimo, tambin resulta conveniente percibir que los escritosde Leibniz reflejan el trnsito del aristotelismo medieval a la filo-sofa moderna. Cuando Leibniz habla de Aristteles, lo hace a tra-vs de la escolstica, y cuando se enfrenta a los problemas plantea-dos por el Estagirita tiene en cuenta el pensamiento de sus contem-prneos (especialmente Hobbes, Locke, Descartes y Spinoza)6.

    1. LA ELECCIN DEL MEJOR DE LOS MUNDOS POSIBLES COMOMODELO DE RACIONALIDAD

    La doctrina de la creacin y las cuestiones filosficas que stasuscita son de gran importancia en cualquier sistema filosfico, yLeibniz es posiblemente uno de los autores que ms han profun-dizado en la comprensin del tema. De todos modos, el inters quetiene esta cuestin para el presente trabajo es el de abstraer elmodelo de racionalidad que subyace a lo que Leibniz llamar laeleccin del mejor de los mundos posibles.

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    5. G.W. LEIBNIZ, Teodicea, 319.6. Cfr. F. PIRO, Leibniz et lEthique Nicomaque, Studia Leibnitiana

    Sonderheft 22, Leibniz und die Frage nach der Subjektivitt, p. 179.

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    Al aplicar el Principio de Razn Suficiente a la creacin delmundo7, surgen dos preguntas: (a) por qu la creacin? y (b) porqu esta creacin concreta?, donde parece claro que la carga de lapregunta no reside tanto en el hecho de la creacin, como en surazn, motivo o causa. La primera pregunta por qu la crea-cin? recibe una breve pero contundente respuesta en estaspalabras del propio Leibniz: hay que confesar que () seraposible no crear en absoluto mundo alguno, puesto que su creacinha dependido de la voluntad libre de Dios8. Es decir, hay mundoporque Dios ha querido que lo haya y en esto Leibniz no se separade la tradicin medieval que le precede, para la que la creacinresponde al deseo que tiene Dios de comunicarse9.

    La respuesta a la segunda cuestin por qu esta creacin?se encuentra en el escrito Sobre el origen radical de las cosas,donde Leibniz dice que, de igual modo, una vez admitido que elser prevalece sobre el no ser o sea que hay una razn de por quexiste algo antes que nada, o sea, que debe pasar de la posibilidadal acto, de aqu se sigue, que faltando toda otra determinacin, loque se realiza es el mximo posible respecto de la capacidad deltiempo y del lugar (o sea del posible orden de existencia) tal comolas baldosas se ubican en una superficie de manera que quepa elmayor nmero en el rea prevista10. Hay que tener presente que lacreacin del mundo se sigue de las tres condiciones siguientes:

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    7. G.W. LEIBNIZ, Principios de la Naturaleza y de la Gracia fundados enrazn, 7 en Escritos filosficos, Edicin de Ezequiel Olaso, Editorial Charcas,Buenos Aires, 1982. Referencia original en Die Philosophischen Schriften,Herausgeben von C.J. Gerhardt, 7 Bnde, Georg Olms Verlagsbuchhandlung,Hildesheim, 1965, VII 602. En adelante, citado como GP.

    8. G.W. LEIBNIZ, Compendio de la controversia reducida a argumentos enforma (1710), respuesta a la primera objecin (GP VI 377).

    9. La bondad lleva a Dios a crear a fin de comunicarse y esta mismabondad, unida a la sabidura, le conduce a crear lo mejor. G.W. LEIBNIZ,Teodicea, 228.

    10. G.W. LEIBNIZ, Sobre el origen radical de las cosas, GP, VII, 304.Cfr. tambin Teodicea, 225.

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    (1) la propia pretensin de existencia de los posibles (que noconsiste en otra cosa que en ser una esencia), (2) el principio decomposibilidad, es decir, que el posible en cuestin forme partede un mundo posible (y no slo de cualquiera, sino del mejor) y(3) que Dios (que es el Existentificans) produzca la existencia11.Lo llamativo es que, en cierto sentido, estas tres condiciones seidentifican o, al menos, se coimplican: Dios, a causa de su infinitabondad, se somete al principio de composibilidad que, a su vez,no es sino consecuencia de la pretensin a la existencia de lasesencias (que, por as decirlo, se armonizan necesariamente enmundos posibles). Cmo puede en ltimo trmino entenderseesto? Sabiendo que para Leibniz, Dios puede todo y slo quiere lomejor12. Cuando Dios se dispone a crear el mundo, se le presentana su intelecto varios mundos posibles. l, por su omnipotencia,puede crear cualquiera de ellos, y sin embargo su voluntad seinclina por el mejor. Cul es el mejor? El que tenga mayor perfec-cin, mayor cantidad de esencia. Dios aplica una cierta mate-mtica divina13 con la que encuentra el mejor de los mundosposibles. Lo que hace es medir las esencias o, lo que es lo mismo,la realidad de esos mundos, porque algo es ms real cuanto mayorperfeccin tenga. No hay que olvidar que la combinatoria de losmundos posibles es previa a la decisin creadora de Dios y que,por tanto, el mundo elegido por Dios es el posible composibleptimo. En definitiva, lo que parece es que la creacin viene deter-minada por el estado de cosas de los posibles.

    Sin embargo, que la creacin sea un acto libre significa queDios puede crear cualquier mundo e, incluso no crear ninguno. Por

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    11. Cfr. A.L. GONZLEZ, Lo meramente posible, Anuario Filosfico,27 (1994), pp. 350-351. Cfr. tambin, a este respecto, del mismo autor:Presupuestos metafsicos del Absoluto creador en Las pruebas del Absoluto enLeibniz, Eunsa, Pamplona, 1996; y La existencia en Leibniz (Una introduccin),Thmata, 9 (1992), 183-196.

    12. A.L. GONZLEZ, p. 354.13. G.W. LEIBNIZ, Sobre el origen radical de las cosas, GP, VII, 305.

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    eso, pensar que Dios crea (necesariamente) el mundo ms perfectoy que esa perfeccin se mide por el grado de esencia, no parecesino un recorte de la libertad creadora. Leibniz es conscientedel problema y defiende que se ve al mismo tiempo y claramentecmo el autor del mundo es libre, por ms que lo haga todo condeterminacin, porque obra conforme a un principio de sabidurao de perfeccin. Porque efectivamente la indiferencia nace de laignorancia, y cuanto ms sabio se es, tanto ms uno se resuelvey determina por ms alto grado de perfeccin14. As pues,sabidura y determinacin por lo ms perfecto parecen conceptoscorrelativos15.

    Que Dios no hace nada fuera de orden16 es casi un axioma enLeibniz, puesto que si no hubiera ningn tipo de ley o principioque ordenara la accin divina, lo que est bien y lo que est maldependeran absolutamente de la voluntad de Dios. A Leibniz estole parece terrible, pues en ese caso se destruye, a mi juicio, sinpensarlo, todo el amor de Dios y de su gloria. () Dnde estarsu justicia y su sabidura, si no queda ms que cierto poder des-ptico, si la voluntad sustituye a la razn y si, segn la definicinde los tiranos, lo que complace al ms poderoso es por eso mismojusto?17. La voluntad divina deber seguir los dictados de suentendimiento18, y Leibniz cifra la libertad del Absoluto en suadecuada determinacin hacia lo ms perfecto19. La libertad enten-dida como libre albedro es, por as decir, una libertad de poca__________________________

    14. G.W. LEIBNIZ, Sobre el origen radical de las cosas, GP, VII, 304.15. Cfr. G.W. LEIBNIZ, Discurso de Metafsica, Introduccin, traduccin y

    notas de Julin Maras, Alianza, Madrid, 1982, 3. Y, tambin, P. Burguelin,Commentaire du Discours de Mtaphysique de Leibniz, PUF, Paris, 1959, p. 93.

    16. G.W. LEIBNIZ, Discurso de Metafsica, 6.17. G.W. LEIBNIZ, Discurso de Metafsica, 2. Cfr. tambin, Teodicea,

    prefacio, p. 32.18. G.W. LEIBNIZ, Discurso de Metafsica, 2.19. A este respecto es interesante saber que el escrito Quod ens perfectis-

    simum existit es respuesta a la tica de Spinoza, que discuti con l.Cfr. J. AITON, Leibniz, Alianza Editorial, Madrid, 1989, pp. 107-108.

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    monta, ya que slo el sabio puede hacer uso pleno de su libertad,porque slo l sabe hacia dnde debe dirigirla20.

    Lo que Leibniz sostiene, por tanto, es que la libertad no es-tribara en la indeterminacin de la eleccin, sino en la plenadeterminacin racional. El Absoluto nicamente podra haberescogido el mejor de los mundos posibles, lo cual lleva consigo,segn Leibniz, una necesidad no metafsica, sino moral21.La mayor perfeccin el mayor bien, por tanto se presenta alentendimiento divino, infinitamente sabio, como lo que debehacerse. Y debe hacerse necesariamente en funcin de la bondaddivina, que siempre prefiere lo ms perfecto, el mayor bien. Comose acaba de decir, la necesidad que aqu se propone no es meta-fsica (pues anulara la libertad, ya que Dios no podra hacercualquier mundo posible), sino moral (la voluntad santa de Dios,por definicin, quiere lo mejor y, por eso, elige el mundo msperfecto posible). En definitiva, en Leibniz la exigencia de existirdel mejor composible es la voluntad creadora, o dicho de otro mo-do, el mecanismo metafsico de originacin de las cosas constituyela misma voluntad del Absoluto22, o lo que es lo mismo: la exi-gencia de existir que determina moralmente la voluntad creadora esla propia voluntad divina.

    Ahora bien, es suficiente esa distincin entre necesidad meta-fsica y moral para justificar la libertad divina? Parece que no lo es,especialmente si se tiene en cuenta que Dios es la BondadSuprema, y que si no quiere contradecirse, tiene que crear (necesa-riamente) el mejor de los mundos posibles, es decir, este mundo.A pesar de ello, Leibniz defiende la libertad de Dios basndose enlos mundos posibles, ya que siempre hay otros posibles que po-dran haber sido creados. Sin embargo, sa es una posibilidad

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    20. Acerca del sentido de la doctrina de la sabidura en Leibniz, Cfr. G. Grua,La justice humaine selon Leibniz, PUF, Paris, 1956, pp. 34-41.

    21. A.L. GONZLEZ, p. 355.22. A.L. GONZLEZ, p. 359.

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    lgica, pero no real23 y, por tanto, la libertad de Dios sera unalibertad de los posibles lgicos.

    Lo ms interesante es que, para Leibniz, la voluntad de Diosposee la misma libertad que la nuestra24, porque, al fin y al cabo,entre el hombre y Dios, como mnadas, existira slo una distin-cin de grado: la que hay entre lo finito y lo infinito25. Y, forzandoun poco las palabras, se puede afirmar que Dios sera simplementela primera mnada. Es ms, algunos estudiosos han llegado aafirmar que Dios, para demostrar su bondad, debe tomar la deci-sin de crear el mejor de los mundos posibles, y que si, porcualquier motivo, no la tomara y decidiera crear un mundo menosperfecto, con sus hechos estara demostrando que no posee laperfeccin moral26.

    En definitiva, Leibniz enmarca su explicacin del decreto[creador] en el mbito general de la libertad. La eleccin divina delo mejor sera, aparentemente, un caso del funcionamiento de toda__________________________

    23. Cfr. A.L. GONZLEZ, p. 346. Tambin A. FUERTES, La contingencia enLeibniz, Cuadernos de Anuario Filosfico. Serie Universitaria, n 126, Servicio dePublicaciones de la Universidad de Navarra, Pamplona, 2001, p. 45.

    24. Esa es la aspiracin del propio LEIBNIZ: Cfr. Definicin de la libertad(1692) en G.W. LEIBNIZ, Escritos en torno a la libertad, el azar y el destino.Seleccin, estudio preliminar y notas de Concha Roldn, Tecnos, Madrid, 1990,p. 209. Y, adems, as lo afirman los estudiosos del tema: P. BURGUELIN, p. 95, yL. Le CHEVALIER, La morale de Leibniz, J. Vrin, Paris, 1933, p. 145.

    25. Cfr. G.W. LEIBNIZ, Teodicea, 61 y 65. Como dice A. HEINEKAMP,Das Problem des Guten bei Leibniz, p. 201: ...nach Leibniz zwischen Gott undden Geschpfern nur ein gradueller Unterschied besteht. Cfr. tambinN. RESCHER, Leibniz. An introduction to his philosophy, Basil Blackwell, Oxford,1979, p. 19.

    26. Por tanto, la perfeccin moral de Dios es contingente, es decir, exacta-mente como sucede en el caso del hombre. La afirmacin Dios decide siemprehacer lo mejor que es expresin de su bondad es una proposicin contin-gente, pero singular, puesto que en ella se fundamentan el resto de proposicionescontingentes, como da a entender Leibniz: Deus vult eligere perfectissimum.Haec propositio demonstrari non potest; est omnium propositionum facti prima,seu origo omnis existentiae contingentis. Reflexions sur Bellarmin, 1680-1682?,en G.W. LEIBNIZ, Textes Indites, II, Ed. de Gaston Grua, p. 301. Cfr. K.R.SEESKIN, Moral Necessity, The New Scholasticism, LI (1977), p. 97.

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    mente. La mente se determina por el mayor bien, verdadero en elcaso de la mente omnisciente, aparente si se trata de la humana.Pero esta determinacin no implica necesidad, sino libertad, debidoa que es una determinacin no extrnseca sino interna, es decir, unaautodeterminacin, y en esto consiste la espontaneidad, condicinnecesaria de la libertad. Es ste uno de los puntos de la filosofa deLeibniz en los que resulta difcil deslindar los distintos planos. Nose aprecia con claridad cul es el punto de arranque del plantea-miento. Puede tratarse, tal como la literalidad de las palabras loindica, de un estudio general de lo que sucede a las mentes, y, dadoque Dios lo es, entonces todo lo visto en la generalidad cumplir suparticularidad en Dios. () Tambin puede considerarse queLeibniz comienza analizando el proceso cognoscitivo-electivo enel hombre y luego extrapola las conclusiones a Dios. Por ltimo,cabra considerar an otra posibilidad. Dado que Dios es la menteperfecta, slo analizando su proceder alcanzaremos verdades vli-das acerca de lo propio y caracterstico de toda mente y que, portanto, pueden ser aplicadas al hombre cambiando lo que haya quecambiar27. En lo que sigue se tratar de mostrar que esta ltimaposibilidad es la ms acertada, puesto que para Leibniz la autnticafilosofa es siempre una reflexin desde el punto de vista delAbsoluto: la nica perspectiva desde la que cabe dar razn de todo.

    Ms arriba se ha mostrado que el fundamento de la nica accinque precede al mundo, su propia creacin, se encuentra en la elec-cin que es, a su vez, el momento clave de la teora de la accin decualquier racionalidad prctica28. En ese contexto surge la nocinde necesidad moral como piedra angular para comprender laracionalidad moral de la filosofa leibniziana. Lo moralmente nece-sario expresa la necesidad que inclina a los agentes libres a elegir

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    27. A. FUERTES, p. 80.28. Cfr. F. PIRO, p. 190.

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    el bien29. En cambio, la necesidad lgica no deja espacio para ladecisin, porque cualquier posibilidad alternativa es una contra-diccin lgica30. Con la nocin de necesidad moral, Leibniz pre-tende dar razn tanto del obrar divino como del actuar humano,que son siempre libres.

    2. LAS MNADAS COMO AGENTES RACIONALES

    El ser humano, en cuanto agente, es considerado desde la pers-pectiva metafsica leibniziana como una mnada dotada de ciertogrado de percepcin y de apetito, es decir, de sensibilidad y deactividad31. La mnada posee, adems, un dinamismo primordial,el conatus, que est en el origen mismo de toda percepcin ymovimiento32. La actividad independiente y espontnea de lamnada persigue la consecucin de aquello que se le aparece comoun bien para su perfeccionamiento. Sus representaciones intelec-tuales van acompaadas siempre de un impulso para hacerlas

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    29. Sera una inclinacin que incline sin necesitar. G.W. LEIBNIZ,Teodicea, 45. En otros contextos Leibniz se refiere a la necesidad moral llamn-dola necesidad de consecuencia o, tambin, necesidad hipottica (como opuesta ala necesidad absoluta). Cfr., por ejemplo, Extraits de Bellarmin, 1680-1682?,pp. 297-298. La necesidad moral de elegir lo mejor significa que, supuesto elmodo de ser de la naturaleza divina o humana, de sta se sigue la inclinacinen el sentido que le da Leibniz por lo ptimo. La necesidad viene de lanaturaleza, y no de que las dems acciones posibles sean, en s mismas,lgicamente contradictorias.

    30. Cfr. K.R. SEESKIN, p. 91.31. Cfr. G.W. LEIBNIZ, Monadologa, 19 y, tambin, L. LE CHEVALIER,

    p. 32.32. La nocin de conatus es compleja y presupone el desarrollo metafsico

    de la monadologa y del concepto de forma activa. Un excelente estudio deltema se puede encontrar en M.J. SOTO, Individuo y unidad, La substanciaindividual segn Leibniz, Eunsa, Pamplona, 1988, especialmente pp. 134-149.

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    realidad, de un conatus agendi33, desde el momento en que en todoser hay una tendencia a su constitucin, a su desarrollo, que se haceperceptible por el dolor o el agrado que se alcanza en la medida enque efectivamente se produzca, o no, el desarrollo propio de lamnada34. Para todo el universo natural sta es la ley de suactividad. En cambio, en el caso del hombre, tambin se ha detener en cuenta su razn, que le eleva sobre las dems criaturas35.

    Con la nocin de conatus, por tanto, se explica uno de los pun-tos fundamentales de la filosofa de Leibniz: la absoluta espon-taneidad e independencia de que gozan las mnadas, puesto quetomadas las cosas en rigor, el alma tiene en s el principio de todassus acciones y hasta de todas sus pasiones; y que lo mismo sucederespecto de todas las sustancias simples desparramadas por toda lanaturaleza, aunque slo se da libertad en las que son inte-ligentes36. La espontaneidad requiere la autonoma de la mnadarespecto de cualquier influencia exterior dicho en otras palabras:la mnada no tiene ventanas, pues sus acciones tienen quepoder explicarse de acuerdo con el Principio de Razn Sufi-ciente exclusivamente desde su interior: de otra manera, segnLeibniz, no se podra hablar de autntica accin libre37.

    En diversos pasajes habla Leibniz de las tres condiciones deposibilidad de la accin libre: la contingencia, la racionalidad y la

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    33. M. SCHNEIDER, Leibniz Theorie der Aktion im Jahrzhent vor demDiscours de mtaphysique 1677-1688, Studia Leibnitiana, 2001 (XXXIII/1),p. 111.

    34. Cfr. L. LE CHEVALIER, pp. 53-54.35. G.W. LEIBNIZ, Nuevos ensayos del entendimiento humano, Edicin de

    Javier Echeverra, Editora Nacional, Madrid, 1977, IV, 16, p. 569 y ss.36. G.W. LEIBNIZ, Teodicea, 65. Fr die Substanzen ist deshalb das

    Handeln, die Aktivitt charakteristisch, weil sie in sich ein inneres Prinzip (eineinnere Kraft) besitzen, ihre Handlungen spontan zu erzeugen. M. SCHNEIDER,Denken und Handeln der Monade. Leibniz Begrndung der Subjektivitt en enStudia Leibnitiana, 1998 (XXX/1), pp. 71-72.

    37. Cfr. M.-T. LISKE, p. 207.

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    espontaneidad38. La pregunta crucial es si para la libertad es msnecesaria la espontaneidad o la contingencia, puesto que la raciona-lidad constituye el presupuesto bsico de la accin humana. Deentrada, parece que la contingencia, en cuanto opuesta a la nece-sidad, es el componente fundamental de la libertad. Sin embargo,cuando Leibniz compara la contingencia con la espontaneidad39,indica que, mientras la contingencia es un rasgo absoluto de lalibertad (se posee o no), la posesin de la espontaneidad es gradual.Supuesto que ya se posee la contingencia (que sera una condicinnecesaria), cuanto ms espontneas sean las elecciones, ms libressern. Por tanto, slo Dios gozara de la absoluta espontaneidad,dado que el grado de espontaneidad aumenta con la claridad de lasideas y tambin con la purificacin de las pasiones (que no son msque percepciones confusas), y que espontaneidad significa autono-ma respecto de cualquier influencia externa40.

    En la tradicin escolstica, que sigue aqu presente, la actividaddel sujeto se explicaba siempre como el resultado de la interaccinde razn y voluntad. La razn, para Leibniz, es la facultad deconcebir las causas o razones (causa sive ratio) que dan cuenta delencadenamiento de los hechos, constituyendo un orden general enforma de leyes constantes y universales. En principio, esta defi-nicin no se aleja mucho de esa tradicin escolstica. En cambio,al hablar de la voluntad, se abandona el paradigma medieval y se

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    38. Vernunfteinsicht und Spontaneitt (...) vereinen sich zur sittlichenberlegung (...), gleichsfalls einem subjektiven Akt, aus dem die Wahlent-scheidung (...) resultiert, in der sich die Freiheit eigentlich vollzieht. Die Kontin-genz demgegenber bildet die objektive Ermglichung einer solchen Wahl- oderEntscheidungsfreiheit (M.-T. LISKE, 204). Cfr. tambin P. PHEMISTER, Leibniz,Freedom of Will and Rationality, Studia Leibnitiana, 1991 (XXIII/1), pp. 25-39.

    39. Cfr. G.W. LEIBNIZ, Nuevos Ensayos, II, 21, 8, pp. 203-204 de la edicinde Javier Echeverra).

    40. Cfr. G.W. LEIBNIZ, Nuevos Ensayos, p. 206.

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    sita en un contexto plenamente moderno41. Leibniz define lavoluntad como un impulso (conatus) que sigue al juicio (opinio)del agente acerca del bien y del mal42, constando as la voluntadde dos elementos: la fuerza desiderativa y el juicio. Lo funda-mental es que Leibniz considera ese conatus como la actividadmental43, cuya tarea fundamental es la tendencia al propio perfec-cionamiento, y que, para llevarla a cabo, debe ajustarse al principiode lo mejor, que conoce en el juicio acerca de lo bueno y lo malo44.

    El instinto que el ser humano comparte con los animales le guahacia su fin, pero lo hace de un modo oscuro e imperfecto. Al se-guirlo no es libre y, adems, puede equivocarse con facilidad.Al conocimiento que proporciona ese nivel sensible, Leibniz lollama percepcin: conocimiento confuso, escasamente consciente yque se da en todos los grados de la vida animal. La apercepcin,por el contrario, es el conocimiento claro y distinto que slo elhombre posee45. Por esto, esa apercepcin es la que debe entrar enjuego a la hora de la accin46. De esta manera, la voluntad semanifiesta en un doble aspecto: controlando los instintos y comoprincipio de una energa nueva, fortalecida por el conocimientodistinto (apercepcin) del fin que se propone. El hombre, adiferencia de los animales, sabe por qu acta, y es ms libre en lamedida en que ms sabe por qu acta. De este modo Leibnizacaba por definir la voluntad como spontaneitas intelligentis, dado__________________________

    41. Cfr. A. HEINEKAMP, Das Glck als hchtes Gut in Leibniz Philo-sophie, The Leibniz Reinassance, International Workshop, Firenze, 1989, p. 121y ss.

    42. Voluntas est conatus qui sequitur opinionem boni vel mali praesentem inconante. G.W. LEIBNIZ, Textes Indites, p. 513.

    43. Cfr. J. HOSTLER, Leibnizs Moral Philosophy, Duckworth, London 1975,p. 19. Y tambin: Der mentale conatus agendi bleibt als Grenzbegriff desAktionsbeginns insofern interner Zustand der mens. M. SCHNEIDER, LeibnizTheorie der Aktion, p. 112.

    44. Cfr. L. LE CHEVALIER, p. 78.45. Cfr. G.W. LEIBNIZ, Principios de la naturaleza y de la gracia, 4.46. Cfr. M. SCHNEIDER, Denken und Handeln der Monade, p. 81.

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    que la voluntad no sera ms que el conatus originario de lamnada dirigido por la inteligencia. Por espontaneidad se ha dichoque Leibniz entiende que el agente encuentre en l mismo elprincipio y la razn de su accin y sa sera justamente la defini-cin de voluntad47.

    Desde esta perspectiva, parece que la voluntad no es realmenteuna facultad distinta de la razn y que, junto con la razn, seidentifica con el acto de la mnada, con el conatus48. La actividadde las mnadas consistira en el desarrollo de una serie de percep-ciones guiadas por sucesivas apeticiones de nuevas percepciones yde la realizacin de esos cursos de accin que la mnada serepresenta49. Segn Leibniz, cada percepcin est conectada connuevas percepciones mediante una apeticin y cada apeticin tomasu origen de una percepcin50. De este modo, percepcin y apeti-cin seran actos distintos pero no independientes. La apeticinser siempre del bien conocido, pero no slo eso, sino que el meroconocimiento, la percepcin misma, es ya, ea ipsa, tendencia,

    __________________________

    47. Cette thorie de lentendement actif revt une haute importance dans ladoctrine de Leibniz ; car elle aboutit cette conclusion, que la volont nest pasautre chose que la spontainet naturelle, claire et dirige par lintelligence,spontaneitas intelligentis. L. LE CHEVALIER, pp. 80-81. Y tambin : Il grandeprincipio che comanda tutto il sistema di Leibniz il principio logico dellinerenza del predicato al sogetto predicato inest subjecto. Il principio diragione sufficiente o determinante non che una variante di questo principio emedia e dialetizza il passagio dalla logica alla metafisica, ritrascrivendosi neitermini dellautosufficienza della monade, che in sede etica si ripresenta comeautodeterminazione e libert, come spontaneit. D. CAMPANALE, p. 3.

    48. Cfr. M. SCHNEIDER, Leibniz Theorie der Aktion, p. 108. Por lo que, endefinitiva, no hay una distincin real entre acto y facultad, sino slo de razn. Locual implica que el sujeto agente racional, en nuestro caso, no puede tenerdominio sobre su acto; si tiene la facultad de apetecer, apetece. Pero, qu ape-tece? Lo que de manera absolutamente determinada se le hace apetecer.J. J. ESCANDELL CUCARELLA, Voluntad humana y libertad en Leibniz, Espritu,XLIII (1994), p. 161.

    49. Cfr. M. SCHNEIDER, Denken und Handeln der Monade, 75. Cfr. G.W.Leibniz, Monadologia, 22.

    50. G.W. LEIBNIZ, Monadologa, 15.

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    apeticin51. El gran significado que adquiere la voluntad en elsistema leibniziano, proviene de su consideracin de la mnadacomo entelequia y como fuerza originaria, es decir, como tenden-cia o apeticin. Para l, la substancia, propiamente, no tiene unprincipio de accin, sino que es un principio de accin52.

    Este cambio en la comprensin de la voluntad, lgicamente, esparejo al giro que se produce en la forma de entender la virtud. Ladefinicin que nos da Leibniz de la virtud es la siguiente: Lavirtud es cierta fuerza mental, por la que nos dirigimos haciaaquello que creemos que es bueno53. Es muy interesante observarla diferencia entre esta definicin y la aristotlica, para quien lavirtud es una disposicin para elegir la buena accin. Leibniz siguedescribiendo la virtud como una disposicin, pero no para elegir labuena accin, sino para actuar de acuerdo con la eleccin. Esimportante notar que, para el de Hannover, la virtud parece que notiene nada que ver con saber hacer el bien, sino con una firmeza enla decisin de hacer el bien54. La virtud sera la decisin conscientey deliberada de actuar en todas las ocasiones conforme a un idealdel bien, subordinando a ese ideal todas las inclinaciones y deseossensibles55. La eleccin moral es, como se ve, el contexto en el quese manifiesta la posesin (o la ausencia) de la virtud.

    __________________________

    51. Cfr. E. COLORNI, Conoscenza e volont in Leibniz, Scritti leibniziani,La Nuova Italia Editrice, Firenze, 1975, p. 121. Cfr. tambin A. HEINEKAMP,Das Problem des Guten bei Leibniz, pp. 210-211.

    52. M.J. SOTO, p. 143.53. G.W. LEIBNIZ, De vita beta. II: De virtute en Opera philosophica.

    Instruxit Johann Eduard Erdmann, Scientia Verlag Aalen 1974, p. 72 a. De estadefinicin se sigue uno de los puntos capitales en la tica de Leibniz: la buenavoluntad; Cfr. L. LE CHEVALIER, p. 92.

    54. Cfr. J. HOSTLER, 65. Sobre la importancia de esta diferencia para elconcepto de racionalidad prctica, Cfr. M. RHONHEIMMER, La perspectiva de lamoral, Rialp, Madrid, 2000, p. 205.

    55. Cfr. L. LE CHEVALIER, p. 156.

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    3. LA RACIONALIDAD DE LA ELECCIN MORAL

    Para Leibniz, elegir es propiamente tomar de entre muchosaquello que parece mejor56. La eleccin, por tanto, consiste en unjuicio que sera una representacin de las alternativas segn sugrado de bondad, dando una opinin sobre qu sera lo mejor parael agente, junto con el conatus agendi, con el impulso paraalcanzarlo57. La eleccin aparece, por tanto, como la actividadpropia de la voluntad, en tanto que sntesis de juicio y fuerzadesiderativa.

    Qu relacin hay aqu entre la razn o la representacin delas alternativas y la voluntad o el deseo de realizarlas? Elproceso de deliberacin precede a la eleccin y en la deliberacinse valoran las distintas opciones posibles. Hay, por tanto, unclculo que podra llamarse la matemtica de la deliberacindonde se produce la conexin estructural entre la voluntad y larazn. Si la razn por s sola es capaz de determinar qu opcin deentre las posibles es la mejor, entonces a la voluntad no le quedaotro remedio que aceptar ese veredicto. La eleccin sera mera-mente la ecuacin de esa matemtica de la deliberacin, es decir,exactamente lo mismo que suceda en el caso de la eleccin divinadel mejor de los mundos posibles.

    Sin embargo, esa explicacin se hace en trminos de dialcticaentre la razn y la voluntad, una dialctica que no est claro que sed en Leibniz s en Aristteles y en los medievales, puesto quepara l la eleccin es un acto puramente mental58. Las percep-ciones y las apeticiones son, como se ha dicho, las dos caras de unamisma moneda, dos perspectivas de la nica actividad mondica.

    __________________________

    56. Cfr. G.W. LEIBNIZ, De libertate (1677?), edicin de Grua, p. 276.57. Cfr. F. PIRO, p. 191.58. Der Akt der Enstscheidung ist aber ein mentaler Akt. M.-T. LISKE,

    p. 210.

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    Para resolver este problema puede servir lo visto acerca de laeleccin divina.

    Dios es el modelo perfecto de la doctrina leibniziana de laeleccin, como lo era para Aristteles el phronims59. Y, si en elcaso de Dios se hablaba de una perfecta determinacin racional dela eleccin, lo mismo tendra que suceder en el hombre. Adems,parece que la perfecta racionalidad de la eleccin resulta inclusoms importante que la autodeterminacin, dado que cada decisinno es independiente de las dems, sino que tiene su origen en lasanteriores y determina las siguientes. Es decir, que cada eleccin serealiza entre alternativas totales: puesto que para un individuodeterminado en este mundo determinado, slo existe una opcinptima en cada ocasin, si ese individuo eligiera otra opcin,entonces tendra que ser un individuo distinto en un mundodistinto60.

    Esta ltima afirmacin queda justificada, supuesta la definicinde la libertad de Leibniz: la autodeterminacin por el bien, frutodel conocimiento y de un conocimiento que, por lo visto hastaahora, impone su realizacin. Segn Leibniz, sta es la libertad dela eleccin: tenemos derecho de hacer el bien y tenemos laobligacin de evitar el mal. Ahora bien, ese derecho de hacer elbien se convierte en una obligacin moral desde el momento enque nuestra voluntad se determina por lo ms perfecto.

    La determinacin racional de la que se est hablando, excluye laposibilidad de acciones humanas indiferentes. Para la justificacinde esa imposibilidad, Leibniz argumenta en contra del clsicoejemplo del Asno de Buridn, tanto por el Principio de RaznSuficiente (debe haber alguna razn para preferir uno de los dossacos de paja), como por el Principio de Identidad de losIndiscernibles (en el caso de que para ambos sacos existieran exac-__________________________

    59. Cfr. F. PIRO, 193. Y tambin: ...Gott, der Idealtypus des Vir Bonus sivesapiens, in seiner unendlichen Weisheit. M.-T. LISKE, p. 253.

    60. M.-T. LISKE, pp. 234-235.

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    tamente las mismas razones a favor y en contra): el dilema no estal, puesto que ambos sacos son el mismo y nico saco (si poseenlas mismas propiedades, estamos ante la misma sustancia, pues nohay dos sustancias iguales)61.

    Por tanto, en el momento de la decisin, toda accin es buena omala, o al menos, mejor o peor que la otra. El agente slo tiene dosposibilidades: o bien l es libre para actuar si elige, o bien no eslibre y est atado por un obligacin. El orden moral queda de estamanera cerrado (racionalizado, se podra decir), desde el momentoen que toda accin debe ser buena o mala62. Para Leibniz nuncase da una indiferencia de equilibrio, es decir, en que todo seaperfectamente igual de una y otra parte, sin que haya ms incli-nacin hacia una de ellas63.

    La teora del deber en Leibniz, a la que se refieren las palabrasanteriores, permite entender en qu sentido el hombre es libre en laeleccin. Cuando el agente posee el derecho de actuar, entonces eslibre porque puede elegir entre actuar o no; en cambio, cuando algose le impone como una obligacin, no hay eleccin posible64.Ahora bien, si la situacin de indiferencia (o libertas indiferentiae)es una contradiccin lgica (por el Principio de Razn Suficiente),qu significa que tener un derecho implica poder elegir entreactuar o no?

    El hombre bueno elige aquello que se le presenta como elmayor bien, y lo elige necesariamente, con la misma necesidad conque Dios eligi el mejor de los mundos posibles, es decir, con unanecesidad moral. Para el hombre bueno el no debo se identifica__________________________

    61. Cfr. G.H.R. PARKINSON, Leibniz on human freedom, Studia Leibnitiana,Sonderheft II (1970), p. 47. Cfr. tambin M.-T. LISKE, pp. 251-252.

    62. J. HOSTLER, p. 68.63. G.W. LEIBNIZ, Teodicea, 46.64. Leibniz describes an obligation as a moral necessity which therefore

    relates to a moral impossibility: for just as an act is morally possible if one has aright to do so; and the failure to do it is made morally impossible, in the sense thatsuch failure cannot be right or correct. J. HOSTLER, p. 66.

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    con el no puedo. El ejercicio de la voluntad, por tanto, consisteen cumplir el deber y actuar conforme a la razn (i.e., libremente).Las obligaciones y los deberes surgen de las cualidades y losvalores que se conocen intelectualmente al considerar quin es elhombre bueno65. Leibniz sigue la tradicin aristotlica cuando serefiere al hombre bueno como instancia de correccin moral. Ques actuar bien? Actuar como lo hace el hombre virtuoso, respon-dera Aristteles. Sin embargo, es ste un paradigma distinto algriego y para Leibniz ese actuar como el hombre bueno tiene unsentido diverso.

    Que todo agente obra por un bien es, para Leibniz, algo claro.Existiran dos criterios para determinar un bien: el placer y laperfeccin, aquello que produce placer y aquello que incrementanuestra perfeccin; siendo la relacin que se da entre ambos crite-rios bien sencilla: el hombre percibe como placentero precisamenteaquello que le perfecciona. Ahora bien, la primaca siempre est enla perfeccin, pues bien no significa siempre necesariamente lomismo que agradable, aunque para el hombre sabio as lo sea.La cuestin es determinar la naturaleza del hombre sabio (buenoo prudente son aqu sinnimos) y el progreso moral hacia la perfec-cin en el ser.

    Para Aristteles, el progreso moral se realiza mediante laadquisicin de las virtudes especialmente la prudencia que noscapacitan para tomar buenas decisiones y, consecuentemente,obrar bien. En cambio, Leibniz est pensando ms bien en lajusticia cuando se refiere al hombre bueno66. Segn l, losprincipios morales son universales y son expresados medianteproposiciones necesarias. Las leyes que ordenan el universo se__________________________

    65. J. HOSTLER, p. 68.66. De todos modos, es cierto que resulta difcil delimitar con exhaustividad

    las fronteras que existen en el pensamiento de Leibniz entre la jurisprudencia, latica y la poltica. C. ROLDN, La salida leibniziana del laberinto de la libertad,Estudio prelimiar de G.W. LEIBNIZ, Escritos en torno a la libertad, el azar y eldestino, Tecnos, Madrid, 1990, p. LXV.

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    imponen incluso a Dios. La pregunta fundamental en este asuntoes, pues, cules son esas leyes? y cmo se conocen?.

    Leibniz defiende que esas leyes pueden deducirse de la propiadefinicin de hombre bueno. Esto supone que tales preceptosobligan a cualquier ser capaz de amor y de sabidura, es decir, acualquier persona. Y, puesto que Dios posee esos atributos,tambin l est sujeto a ellos67.

    De todos modos es preciso establecer la definicin de hombrebueno o, dicho en trminos ms clsicos, delimitar el rgon pro-pio del hombre, como aquella actividad, teleolgicamente orde-nada, que sirve de referente para juzgar la bondad o la maldad delos actos humanos, en la medida en que colaboran a su consecucino no. Lo significativo es que este problema es, para Leibniz,meramente cognoscitivo: una vez conocido el concepto de hombrebueno, de l se siguen necesariamente los principios morales y elmodo de aplicarlos. Por un lado, con su teora de las clases, aseguraque todos los espritus comparten la mismas propiedades bsicasde razn y voluntad y, por tanto, pertenecen a la misma clase. Y,adems, de eso se sigue que aquel espritu que ms intensamentedesarrolle sus cualidades esenciales, es ms perfecto y mejor que elresto. Por otro lado, afirma que no es preciso poseer una gran inte-ligencia para ser un hombre bueno (la que hara falta para conoceren toda su profundidad ese concepto), basta con tratar de ajustar lapropia conducta a la perfecta sabidura y amor combinados en lasacciones divinas, siendo la creacin del mejor de los mundos posi-bles un buen ejemplo de ella68.

    Dicho con sus propias palabras: La jurisprudencia es la cienciade lo que es justo; la ciencia de lo permitido y lo obligado; la cien-cia de lo que es correcto en un caso dado. La llamo ciencia apesar de que es de tipo prctico, puesto que todos sus enunciados

    __________________________

    67. J. HOSTLER, p. 75.68. J. HOSTLER, p. 53.

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    pueden deducirse de la mera definicin de un hombre bueno, y nodependen de la induccin y de los ejemplos69. Es decir, que tantolos principios generales como los particulares se deducen delconcepto de hombre bueno. Para Leibniz ste es el nico modo dehablar de ciencia y, por tanto de conocimiento70.

    As pues, la deliberacin leibniziana no es ejercicio de inteli-gencia prctica71, sino una dimensin prctica (en cuanto a las con-secuencias que se extraen) de la inteligencia como inteligencia72.No hay que olvidar que la inteligencia es el requisito esencial delobrar libre, puesto que saber (en sentido leibniziano) qu es el bienposibilita nuestra libertad.

    Ahora bien, la absoluta claridad (o transparencia) que existiraen una eleccin as, socava los fundamentos de una eleccin real-mente libre73. No se puede evitar el determinismo () [si] laeleccin es clculo de combinaciones de bienes, y est determinadacomo todo clculo; de una operacin matemtica no se obtienensimultneamente soluciones opuestas, pues todo clculo es nece-sario. () El agente no es dueo de su accin, sino slo sujeto deatribucin74. Pero cabe preguntarse, si la eleccin quedadeterminada por el conocimiento del bien, qu sucede cundo seacta mal?

    Es una experiencia universal que Leibniz comparta elhecho de que el hombre es capaz de equivocarse e incluso de

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    69. G. MOLLAT, Rechtphilosophisches aus Leibnizens ungedrucktenSchriften, p. 85. Citado en J. HOSTLER, p. 53.

    70. Leibniz ne perdra jamais ce souci de logifier le Droit et toute sciencemorale. Y. BELAVAL, Leibniz. Initiation a sa philosophie, J. Vrin, Paris, 1962,p. 49.

    71. Al menos en sentido clsico, cfr. ARISTTELES, tica a Nicmaco, Edi-cin bilinge de Mara Araujo y Julin Maras, CEPC, Madrid, 1999, 1139 a-b.

    72. Cfr. F. PIRO, p. 191.73. Entendiendo libertad aqu como capacidad de eleccin. Cfr. M.-T. Liske,

    p. 272.74. J.J. ESCANDELL CUCARELLA, p. 159.

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    actuar en contra de aquello que percibe como lo mejor. El pro-blema consiste en dar razn de esa posibilidad, supuesto quenuestra voluntad est orientada hacia el bien. Esta cuestin sepuede resolver considerando de qu manera da cuenta Leibniz delclsico ejemplo del incontinente. La akrasia es, segn emplea eltrmino Aristteles, uno de los estados morales a evitar75, dado queel incontinente conoce la mejor alternativa posible, pero eligeconscientemente la peor. Aristteles divide la akrasia en dos tipos:(a) cuando el problema se encuentra en las premisas del silogismoprctico (por precipitacin, la razn no lo construye bien y se dejaengaar por la pasin), y (b) cuando el problema es que, una vezalcanzada la conclusin correcta, sta se ignora (el problema aques de debilidad).

    Es sabido que, segn Aristteles, el akrats acta con apetitopero sin eleccin76. En cambio, Leibniz afirma que el ste de hechoelige aquello que considera peor, aunque lo hace por error, claroest. Cuando Dios hace una eleccin, la hace conforme a suconocimiento de lo ptimo; cuando el hombre la hace, escoge laalternativa que parece ser la mejor. Si, de todos modos, l escogelo que parece menos til o agradable, es debido a alguna razn desu gusto corrompido es decir, razones que determinan su elec-cin pero que no seran vlidas. No hay excepciones a estaregla77. sta es la mxima leibniziana: de toda actuacin se debepoder dar una razn.

    Por tanto, qu razones se pueden dar para no seguir lo que seconoce como mejor? La respuesta se halla en la existencia de per-cepciones inconscientes y diminutas que empaan nuestro cono-

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    75. ARISTTELES, tica a Nicmaco, Libro VII, caps. 1-10.76. Cfr. tica a Nicmaco, 1111 b.77. GP, III, 402.

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    cimiento78. En los Nuevos Ensayos se desarrolla esta teora de laspercepciones diminutas e inconscientes, que hacen que se con-sidere un curso de accin equivocado como bueno en una deter-minada situacin que se presenta al agente79. Aristteles achacabaesos errores en la eleccin ms bien a una debilidad de la voluntad,que todava deba adquirir las virtudes necesarias para captarcorrectamente las premisas del silogismo o para poner por obra laconclusin del mismo. En ambos casos el problema es de lavoluntad, que no ha integrado todava sus pasiones dentro delesquema de la virtudes. Para Leibniz, sin embargo, aqu slo existeun problema de conocimiento que debe solucionarse con un perfec-cionamiento de la razn80. Por tanto, la lucha entre espritu ycuerpo, entre razn y pasin, se convierte en una lucha entre per-cepciones distintas y percepciones confusas. Y no es una lucha quese realice con un simple acto de la voluntad, sino con unaprofundizacin del conocimiento81.

    Como consecuencia de lo anterior, Leibniz sostiene que laapeticin slo ser libre, y por tanto digna del hombre, cuando seauna apeticin puramente racional82. Las pasiones se convierten de__________________________

    78. For when a man acts contrary to what he consciously believes to be thebest (unlike Aristotle) can still maintain that he willed to act thus, by appealingto his theory of unconcious motivations. J. HOSTLER, p. 65.

    79. M.-T. LISKE, pp. 249-250.80. Wenn ein sich fr etwas schlechtes entscheidet, so scheint der Grund

    dafr nicht in seinem Willen, sondern in seinem mangelnden Ansicht, also einemIrrtum, zu suchen su sein. Betont Leibniz im Gegensatz zu Descartes doch, dadie Irrtmer nicht im Willem, sondern in Verstand ihren Ursprung haben.(...) Mann knnte versucht sein, daraus zu folgern, da es fr Leibniz keinVergehen im eigentlichen Sinne und keine Schuld gibt, sondern nur Irrtmer.A. HEINEKAMP, pp. 209-210. Y as la moral se identifica con el conocimiento.Cfr. E. COLORNI, Conoscenza e volont in Leibniz, pp. 116-117.

    81. E. COLORNI, pp. 117-118. Cfr. tambin G. GRUA, pp. 71-74.82. Si, pragmaticament, le vouloir humain admet un certain dcalage entre

    la perception du bien et laction, dans son authenticit, la volont est determinpar lentendement et lide dune volont absolument non raissonable se dtruitelle-mme. Si Dieu a donc une volont, el faut lui appliquer le principe universel.P. BURGUELIN, p. 90, comentario al 2.

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    este modo en apeticiones irracionales, es decir, en conocimientoserrneos o imperfectos. Sin embargo, el sentimiento no se disuel-ve a la luz del conocimiento, sino que se potencia y supera conella. La razn no es fra, impasible, imperturbable. La victoriacontra las pasiones es la victoria de un sentimiento ms amplio yuniversal83. Sentimientos, apetitos, tendencias son para Leibnizsentimientos, apetitos y tendencias de la razn (en la medida enque una cosa as sea posible)84.

    4. EL ESTATUTO DE LA PRUDENCIA EN UNA RACIONALIDADPRCTICA DETERMINISTA

    Hasta ahora se ha estudiado el modelo leibniziano de la elec-cin moral, su paralelismo con el modelo divino y los intentos deLeibniz por ir solucionando las dificultades que se le presentan aese modelo. Ahora, y como conclusin, se tomar una visinexterna, la de Aristteles, que sirva de contrapunto para calibrarcon ms precisin el modelo leibniziano de racionalidad prctica.Lo que se intenta no es tanto hacer una crtica a Leibniz, como evi-denciar su distancia de lo que en tica se entiende por racionalidadprctica, al menos en sentido clsico85. Para ello habr que prestar

    __________________________

    83. E. COLORNI, p. 119.84. Colorni explica que en Leibniz culmina la rectificacin del dualismo

    cartesiano (cuerpo y alma, intelecto y voluntad) que haba comenzado conSpinoza. non ammette una volont a s stante, di fronte allintelletto. Il corpo() [es la] medessima sostanza che lo spirito. E. COLORNI, p. 116. TambinY. Belaval habla en su libro del monismo leibniziano, pp. 278-280.

    85. Mucho se podra discutir sobre este punto. Aqu se toma como modelo deracionalidad prctica el contenido en la tica Nicomquea y sus reelaboracionescontemporneas, tanto en el mbito anglosajn (cfr. G.E. Anscombe, Intention,Basil Blackwell, Oxford, 1957) como en el rea amerciana y continental (cfr. A.MACINTYRE, Justicia y racionalidad, Eiunsa, Barcelona, 1994; y M. RIEDEL,Rehabilitierung der praktischen Philosophie, Freiburg, Rombach, 1972).

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    atencin a dos conceptos: el de prudencia y el de conocimientoprctico.

    La pregunta es si en Leibniz existe la virtud de la prudencia, yqu sentido tiene. En varias ocasiones Leibniz se refiere a laprudencia, por ejemplo, en el siguiente dilogo que mantiene conun poltico: S. Qu me dara usted, seor, si yo le mostrara unmtodo seguro para terminarlas [las cosas que no son seguras:las contradicciones de los mdicos, la diversidad de las costum-bres, etc.] siempre, siguiendo los principios de una indiscutibleprudencia?86. Parece que Leibniz entiende la prudencia a lamanera de una deduccin lgica a partir de principios y, como taldeduccin, puede gozar de certeza y evidencia siempre que seformulen bien las proposiciones, el agente se atenga a los prin-cipios y se respete el mtodo87. Esto puede tener cierta similitudcon el silogismo prctico de Aristteles, donde la prudencia es laencargada de determinar la premisa menor. Sin embargo, la lgicano da cuenta de lo contingente y particular, sino que trata de for-malizar los casos particulares bajo una misma clase. Y lo espe-cfico del conocimiento prctico, y de la prudencia, es que seenfrentan a un caso singular: el presente.

    Segn el modelo leibniziano, la lgica determina no slo el finde la accin (al fin y al cabo, la felicidad), sino tambin losmedios88. La prudencia aristotlica, en cambio, tiene como una desus funciones principales la determinacin de los medios ms ade-cuados (que no son dados de antemano) conducentes al fin

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    86. G.W. LEIBNIZ, Dilogo entre un poltico sagaz y un sacerdote dereconocida piedad (1679), Edicin de Ezequiel de Olaso, p. 223.

    87. el juicio correcto debe resultar siempre en una accin correcta.J. HOSTLER, pp. 19-20.

    88. Ist der Mensch nun auf das Letztziel seines Lebens determiniert, wie esdie intellektualistiche Auffasung annimmt, dann mu er auch auf eine exaktangebbare Menge von Teilzielen und Mitteln (zum Erreichen dieser Teilzielen)festgelegt sein, durch die dieses Letztziel unter den spezifischen Bedingungenseines Lebens am angemessestens realisiert werden kann. M.-T. LISKE, p. 218.

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    (que viene por naturaleza), o, dicho de otra manera, en la con-crecin del fin aqu y ahora.

    De ser esto cierto, la doctrina leibniziana de la sabidurahumana no sera capaz de abarcar todo el campo de accin de laphrnesis aristotlica89, que sera el genuino mbito de la racio-nalidad prctica. La irreductible competencia de la contingencia enla accin humana, es difcilmente asimilable por una doctrinaaxiomatizada del optimum. Leibniz quiere tener todo previsto deantemano y, si bien eso es posible en el caso de la ciencia de visinde Dios, no lo es en el caso del hombre90. Habra una confusinentre conocimiento terico de lo prctico y conocimiento prcticode lo prctico91. El conocimiento terico de lo prctico es el juicioque se puede formular en tercera persona acerca de la accin de unindividuo (l actu bien), en cambio el conocimiento prctico delo prctico es lo que se ha llamado en la tradicin juicio prctico yes el juicio que formula el propio agente acerca de su accin (yoacto bien). Pues bien, para Leibniz slo existira el conocimientoterico de lo prctico92.

    Esto mismo se puede expresar con las nociones de deliberaciny eleccin. Para Leibniz, la deliberacin sera simplemente el pasode una voluntad antecedente indeterminada a una voluntadconsecuente determinada por utilizar la terminologa escols-tica de la poca, que es la eleccin misma. La eleccin, que esun acto propio de la voluntad, se reduce de esta manera a la delibe-

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    89. La sabidura de la que habla Leibniz nest pas une vertu dianotique,mais une scientia ou une ars. F. PIRO, p. 182.

    90. Dans le cas de la sagesse divine, ces problmes nexistent pas. F. PIRO,p. 194.

    91. Cfr. A. CRUZ, Ethos y polis, Bases para una reconstruccin de la filosofapoltica. Eunsa, Pamplona 1999, p. 116. Cfr. tambin, M. RHONHEIMMER, pp. 41-45.

    92. Cfr. G. GRUA, 32-33. All se muestra la identificacin leibniziana de ticay derecho natural [racionalista], de manera que la tica se convierte en cienciademostrativa (p. 34).

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    racin, que es un acto netamente intelectual93. Se percibe aqu ladecisiva conexin que existe entre la capacidad del agente decontrolar su propio perfeccionamiento a la luz de la razn y lacreacin de un modelo altamente abstracto de la esfera prctica94.Y as, el conocimiento moral que puede tener un agente de suspropias acciones es el mismo conocimiento que puede tener otroagente de las acciones del primero95. En este contexto, se entiendeque para Leibniz el juicio (prctico) no consista en una decisin,sino simplemente en el reconocimiento de la verdad96. Con esto sesalvaguarda la objetividad del bien real, independientemente deque el hombre lo desee o lo quiera97, pero tambin, simultnea-mente, elimina la posibilidad de hablar del bien prctico como lohace Aristteles.

    As, probablemente, el pensamiento prctico que corresponde ala virtud de la prudencia es, para Leibniz, meramente un pensa-miento con propiedades causales especiales. Leibniz aade que si,en la definicin de voluntad que se acaba de dar, sustituimos eltrmino juicio por su definicin, obtenemos la voluntad es unpensamiento sobre el bien y el mal, acompaado de una tendenciaa actuar. Esto, dice l, es conforme con la definicin de lavoluntad como el momento final (ultimum) de la deliberacin98.Del proceso deliberativo propio del entendimiento surge latendencia de la voluntad, es decir, que el querer surge del conocer.

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    93. Mais la dliberation et le choix ont chez Leibniz une fonction diffrentede celle que Aristote leur rconnaisant. F. PIRO, p. 190.

    94. Cfr. F. PIRO, p. 185.95. Surge aqu la cuestin de la notio completa de la mnada.96. Cfr. J. HOSTLER, p. 24 y ss.97. J. HOSTLER, p. 75.98. G.H.R. PARKINSON, p. 21. Y tambin, L. LE CHEVALIER, p. 79 : Assur-

    ment, la connaissance des possibilits idales et de leur valeur relative, la delib-ration et le jugement qui est en la conclusion, toutes oprations dordreintellectuel, son autant delments indispensables la dcision ou rsolution de lavolont, et telle est bien la pense de Leibniz.

  • JOS MARA TORRALBA

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    Y aqu no se est diciendo simplemente nihil volitum nisi prae-cognitum, sino volitum quia cognitum.

    En definitiva, parece que segn el modelo leibniziano, laeleccin, en cuanto acto de la voluntad, est determinada (moral-mente) por el conocimiento del bien, sin que exista una posibilidadreal de no seguirlo. De todos modos, Leibniz defiende que sepuede hablar de libertad en el momento de la eleccin, porque secumplen los tres requisitos que l haba marcado para que sta sediera: espontaneidad, ya que esa determinacin brota espontnea-mente del interior de la mnada es decir, es el despliegue de supropia fuerza o conatus; racionalidad, dado que el desplieguemondico describe un orden racional; y contingencia, que estsupuesta al no haber necesidad lgica, sino moral. El problema esel estatuto y el sentido que tiene la prudencia y, con ella, loespecficamente prctico en una racionalidad moral determinadade esa manera.

    Jos Mara Torralba LpezDepartamento de FilosofaUniversidad de NavarraE-31080 [email protected]