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56 _ SAVIA _ NOVIEMBRE2008 SIN SALIR DE ESPAÑA Rincones de otoño Pasear por la mullida hojarasca que cubre los bosques, descubrir cuevas con millones de años, navegar por las aguas del Duero o recolectar setas son algunas de las propuestas de temporada E l principio del invierno invita a salir a la naturaleza y descubrir los tesoros que esconde, desde sus cuevas hasta los frutos y las cambiantes hojas de los árboles. HAYEDOS NAVARROS Territorio mágico El norte de Navarra puede presumir de disponer de la mayor superficie de hayedos de la península. El de Irati es el segundo más grande del continente, con 17.195 hectáreas, sólo superado por la Selva Negra alemana. Más al nororeste se encuentra el de Urbasa, mientras que el valle de Belagua acoge al más oriental de la comunidad, en el límite con Huesca. No son simples bosques, y menos en esta época del año. Se trata de verdaderos santuarios naturales, reinos de luces y sombras cuya misteriosa belleza parece extraída de los cuentos de hadas infantiles. Territorio ideal para dar largos paseos, practicar el arte de la fotografía y, sobre todo, desconectar del estrés de la vida diaria y disfrutar arrullados por el susurro de las hojas y el murmullo de los riachuelos. Las hayas, árboles sagrados de los celtas, pueden llegar a medir hasta 40 m y vivir más de tres siglos. Sin embargo, pese a su apariencia atemporal y milenaria, son los bosques más jóvenes de nuestro continente. En otoño se inundan de color, formando cuadros en los que el verde de musgos, helechos y especies perennes – abetos, acebos, bojes o tejos– se mezcla con los rojizos y anaranjados de las hojas de haya y el reflejo plateado del agua. CANTABRIA SUBTERRÁNEA Un viaje en el tiempo Si el viajero ya ha recorrido los Picos de Europa, disfrutado de los paisajes y la gastronomía de los valles pasiegos y observado a los animales en Cabárceno, aún le quedan muchas razones para ir a Cantabria, especialmente ahora que nueve cuevas con arte paleolítico de esta comunidad (El Castillo, Las Monedas, Las Chimeneas, La Pasiega, La Garma, El Pendo, Covalanas, Hornos de la Peña y Chufin) han sido incluidas en la lista de Patrimonio Mundial. Manos, ciervas, bisontes, caballos o uros esperan al visitante en estas cavidades misteriosas, testigos de excepción de la evolución de la humanidad. En Puente Viesgo se alza el monte Castillo, que alberga un laberinto de cuevas recorridas por el hombre durante los últimos 150.000 años. Cinco de ellas incluyen manifestaciones rupestres paleolíticas, aunque destaca principalmente la de El Castillo. En la ladera nororeste del monte Pando (en Ramales de la Victoria), y con unas vistas espectaculares, se encuentra la cueva de Covalanas, conocida como la de las ciervas rojas. No es la más grande ni la más majestuosa de las nueve, pero el camino que conduce hasta ella –que permite disfrutar del espectacular paraje donde nace el río Asón– hacen que su visita sea más que recomendable. Si sobra tiempo, la cueva de El Soplao no ofrece pinturas prehistóricas, pero sí un recorrido de aventura de tres horas para asombrarse de la cristalina belleza de sus caprichosas formaciones. LOS ARRIBES DEL DUERO Ornitología y naturaleza El parque natural Arribes del Duero es un espacio privilegiado que discurre a orillas del destino_s

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SIN SALIR DE ESPAÑA

Rincones de otoñoPasear por la mullida hojarasca que cubre los bosques, descubrircuevas con millones de años, navegar por las aguas del Dueroo recolectar setas son algunas de las propuestas de temporada

El principio del invierno invita a salir a la naturaleza y descubrir los tesoros que

esconde, desde sus cuevas hasta los frutos y las cambiantes hojas de los árboles.

HAYEDOS NAVARROSTerritorio mágicoEl norte de Navarra puede presumir de disponer de la mayor superfi cie de hayedos de la península. El de Irati es el segundo más grande del continente, con 17.195 hectáreas, sólo superado por la Selva Negra alemana. Más al nororeste se encuentra el de Urbasa, mientras que el valle de Belagua acoge al más oriental de la comunidad, en el límite con Huesca. No son simples bosques, y menos en esta época del año. Se trata de verdaderos santuarios naturales, reinos de luces y sombras cuya misteriosa belleza parece extraída de los cuentos de hadas infantiles. Territorio ideal para dar largos paseos, practicar el arte de la fotografía y, sobre todo,

desconectar del estrés de la vida diaria y disfrutar arrullados por el susurro de las hojas y el murmullo de los riachuelos. Las hayas, árboles sagrados de los celtas, pueden llegar a medir hasta 40 m y vivir más de tres siglos. Sin embargo, pese a su apariencia atemporal y milenaria, son los bosques más jóvenes de nuestro continente. En otoño se inundan de color, formando cuadros en los que el verde de musgos, helechos y especies perennes – abetos, acebos, bojes o tejos– se mezcla con los rojizos y anaranjados de las hojas de haya y el refl ejo plateado del agua.

CANTABRIA SUBTERRÁNEAUn viaje en el tiempoSi el viajero ya ha recorrido los Picos de Europa, disfrutado de los paisajes y la gastronomía de los valles pasiegos y observado a los animales en Cabárceno, aún le quedan muchas razones para ir a Cantabria, especialmente ahora que nueve cuevas con arte paleolítico de esta comunidad (El

Castillo, Las Monedas, Las Chimeneas, La Pasiega, La Garma, El Pendo, Covalanas, Hornos de la Peña y Chufi n) han sido incluidas en la lista de Patrimonio Mundial. Manos, ciervas, bisontes, caballos o uros esperan al visitante en estas cavidades misteriosas, testigos de excepción de la evolución de la humanidad. En Puente Viesgo se alza el monte Castillo, que alberga un laberinto de cuevas recorridas por el hombre durante los últimos 150.000 años. Cinco de ellas incluyen manifestaciones rupestres paleolíticas, aunque destaca principalmente la de El Castillo. En la ladera nororeste del monte Pando (en Ramales de la Victoria), y con unas vistas espectaculares, se encuentra la cueva de Covalanas, conocida como la de las ciervas rojas. No es la más grande ni la más majestuosa de las nueve, pero el camino que conduce hasta ella –que permite disfrutar del espectacular paraje donde nace el río Asón– hacen que su visita sea más que recomendable. Si sobra tiempo, la cueva de El Soplao no ofrece pinturas prehistóricas, pero sí un recorrido de aventura de tres horas para asombrarse de la cristalina belleza de sus caprichosas formaciones.

LOS ARRIBES DEL DUEROOrnitología y naturalezaEl parque natural Arribes del Duero es un espacio privilegiado que discurre a orillas del

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Duero, en el tramo fronterizo entre España y Portugal, al noroeste de la provincia de Salamanca y al suroeste de la de Zamora. Su bien más preciado es su fauna; fue declarado en 1990 Zona de Especial Protección para las aves. Este espacio cobija a más de 200 especies de aves, entre ellas algunas de las más amenazadas, como la cigüeña negra, el alimoche, el águila perdicera y real, el buitre leonado y el halcón peregrino. Para los no afi cionados a la ornitología, la principal riqueza de este espacio radica en sus grandiosos paisajes, labrados gracias a la fuerza de los siglos y de las aguas del Duero, que discurre entre moles graníticas. La grandiosidad de sus valles compite con la majestuosidad del profundo y escabroso cañón del Duero que, alimentado por sus afl uentes, discurre pacífi camente entre hoces y barrancas cuajadas de olivos, naranjos, almendros y vides hasta Vega de Terrón, su última parada en tierras españolas antes de internarse en Portugal, hasta llegar a Oporto. Desde Playa del Rostro, a 5 km de Corporario (Salamanca), salen barcos que recorren las aguas del río entre las presas de Aldeadávila y Bemposta, y se pueden alquilar piraguas para uno o dos pasajeros. El corredor fl uvial que forma ofrece un paisaje sorprendente, formado por los profundos arribes que oscilan entre los 700 y los 130 m. Para observar el paisaje, basta con acudir a parajes como los

Humos de Masueco, la Code de Mieza, el Teso de San Cristóbal en Villarino, Rupitín y Rupurupay en Aldeávila, el monte Gudín en Vilvestre, Espadacinta en Saucelle...

DE SETAS POR SORIATurismo micológico‘De setas por Soria’ es el nombre de uno de los paquetes turísticos que, desde el pasado 19 de septiembre, Soria y Turismo ofrece al visitante. Las rutas micológicas se han convertido en uno de los principales atractivos de esta región, que ha desarrollado una completa oferta micoturística que incluye menús especiales, guías, cursos de inciación... Aunque los más expertos en salir a recolectar estas codiciadas exquisiteces ya saben bien qué y dónde buscar, el programa tiene en cuenta a los novatos. En la primera jornada, la del sábado, se asiste a una charla en el Centro Micológico de Navaleno, titulada ‘Bienvenidos al Reino Fungi’, a cargo de guías especializados que introducen al asistente en el mundo de las setas antes de llevarle a pasear por el campo para ayudarle a identifi car, sobre el terreno, las distintas especies: níscalos, cantarelus, senderuelas, boletus... mientras el visitante descubre los rincones más prolífi cos del bosque. El domingo llega la hora de poner en práctica lo aprendido acerca de las setas y los hongos, siempre con la ayuda de los guías.

Los celtas estaban convencidos de que las castañas –los alimentos que, frescos, secos o en harina, llenaban sus despensas a lo largo del invierno– no podían ser más que un regalo directo de los dioses, la consecuencia de su divina generosidad. Por ello, poco antes del invierno, peregrinaban desde sus aldeas hasta algún claro abierto en el bosque y se sentaban alrededor de un gran fuego purifi cador donde, una vez que el druida agradecía a los dioses los frutos recibidos y les encomendaba los espíritus de los difuntos, se asaban las primeras castañas de la temporada.Cuando siglos más tarde arribó a Baiona la carabela Pinta trayendo la noticia del descubrimiento del maíz y la patata, en la vieja Europa la dieta dejó de orbitar alrededor de la castaña. Sin embargo, en Galicia continuó viva la tradición de asar castañas e invocar a los muertos, de festejar la regeneración de la tierra al calor de grandes fuegos –magnus ustus–, los llamados magostos que en noviembre salpican los bosques gallegos como antorchas mágicas. El ritual es el siguiente: en los pueblos se forman grupos que caminan hasta el lugar escogido para encender la hoguera. Se prepara la leña y, cuando el fuego está vivo, se le añaden hierbas verdes para que el humo que ascienda al cielo sea blanco y denso, y ramas de laurel cuyas hojas crepitarán al quemarse y llenarán el aire con su aroma.Cuando el fuego se extingue y sólo quedan las brasas, se esparcen sobre éstas las castañas con la piel rajada a navaja para que no revienten, y se descorchan botellas de vino nuevo, vendimiado en septiembre, casi siempre a medio fermentar. Cuando las castañas están hechas, se pelan y se degustan con los dedos bien tiznados, y se dejan algunas sin comer para que las almas puedan acudir por la noche a participar del magosto.

El magostopor Domingo Villar, escritor

Comentario gastronómico

El Soplao.

Covalanas.

Los Arribes del Duero.

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