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6, LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES DE 1966 6.1 Oposición y candidaturas El amplio respaldo que recibieron las listas frentenacionalistas en las eleccio- nes legislativas del 20 de marzo, desmotivó a emerrelistas y lauroalzatistas para presentar un candidato de unión a la presidencia de la República. De haber corrido con la suerte de los anapistas, es muy probable que a López y a Gómez no les hubiera incomodado contar con Rojas y sus seguidores como socios minoritarios. Que el vencedor fuera Rojas desmontaba definitivamente el embeleco de la candidatura de la oposición. Se esperaba, entonces, que la comunidad anapista promoviera la figura de su líder como contracandidato, hacia allá había evolucionado la confrontación partidaria en el país. Sin em- bargo, los ideólogos del anapismo dieron muestra una vez más de su disposi- ción inquebrantable de someterse a las reglas del juego establecidas. Desde el día siguiente a las elecciones Rojas declaró que el candidato sería un liberal que no representara un peligro para nadie y que cumpliera con la realización plena de los «programas que nos hemos trazado para reconquistar el poder real para el pueblo» 1 . Comenzó entonces el anapismo una azarosa y contradic- toria búsqueda de nombres liberales. Dando la impresión de poner en subasta pública la confianza electoral depositada en el movimiento, la cúpula anapista vislumbró la posibilidad de acudir a los liberales Alfonso López Michelsen y Alberto Ruiz Novoa. Sorteó los nombres de Femando Mazuera, Carlos Arango Vélez y Juan José Turbay 2 . En un segundo orden sonaron Darío López Ochoa, Indalecio Liévano Aguirre, Abelardo Forero Benavides, Carlos Sanz de Santamaría, el excanciller José Joaquín Caicedo Castilla, el gerente de la Flota Mercante Grancolombiana Alvaro Díaz y el militar Alfredo Duarte Blum. Personalidades que, por supuesto, no estaban interesadas en aparecer como candidatos de lo que aún se consideraba «el rojismo». El prestigioso exalcalde de Bogotá y dirigente del desaparecido Movimiento Independiente Liberal MIL, Femando Mazuera, que no se encontraba en el país, declaró desde Nueva York que aceptaría la postulación siempre y cuando viniera de los tres grupos de la oposición 3 . Seguidamente la Junta de Parlamentarios de Alianza Nacional Po- pular declaró que se acogía al deseo del jefe de la agrupación de escoger el ' Conversación de Rojas Pinilla con la redacción del periódico El Nacional, marzo 22 de 1966, p. 1 2 El exministro de Minas declaró que de no ser el candidato López Michelsen, el MRL debería marginarse del debate electoral. Ver ampliamente El Tiempo, marzo 30 de 1966, p. 31. 1 La contradictoria posición de la AÑAPO causó malestar entre su militancia y sus simpatizantes. El Nacional por ejemplo, cercano a los anapistas, tenía razón cuando señalaba que entre losnombres indicadospor los ideólogos del Movimiento, se encontraban personajes mucho más oligárquicos que el candidato del Frente Nacional. «Lleras por lo menos tiene un programa de evolución, de revolución pacífica -escribió el editorialista- y es muy posible que al llegar al poder rompa con la rosca odiosa que lo oprime y desprestigia y lo cumpla». Véase El Nacional, marzo 23 de 1966, p.4. 225

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6, LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES DE 1966

6.1 Oposición y candidaturas

El amplio respaldo que recibieron las listas frentenacionalistas en las eleccio­nes legislativas del 20 de marzo, desmotivó a emerrelistas y lauroalzatistas para presentar un candidato de unión a la presidencia de la República. De haber corrido con la suerte de los anapistas, es muy probable que a López y a Gómez no les hubiera incomodado contar con Rojas y sus seguidores como socios minoritarios. Que el vencedor fuera Rojas desmontaba definitivamente el embeleco de la candidatura de la oposición. Se esperaba, entonces, que la comunidad anapista promoviera la figura de su líder como contracandidato, hacia allá había evolucionado la confrontación partidaria en el país. Sin em­bargo, los ideólogos del anapismo dieron muestra una vez más de su disposi­ción inquebrantable de someterse a las reglas del juego establecidas. Desde el día siguiente a las elecciones Rojas declaró que el candidato sería un liberal que no representara un peligro para nadie y que cumpliera con la realización plena de los «programas que nos hemos trazado para reconquistar el poder real para el pueblo»1. Comenzó entonces el anapismo una azarosa y contradic­toria búsqueda de nombres liberales. Dando la impresión de poner en subasta pública la confianza electoral depositada en el movimiento, la cúpula anapista vislumbró la posibilidad de acudir a los liberales Alfonso López Michelsen y Alberto Ruiz Novoa. Sorteó los nombres de Femando Mazuera, Carlos Arango Vélez y Juan José Turbay2. En un segundo orden sonaron Darío López Ochoa, Indalecio Liévano Aguirre, Abelardo Forero Benavides, Carlos Sanz de Santamaría, el excanciller José Joaquín Caicedo Castilla, el gerente de la Flota Mercante Grancolombiana Alvaro Díaz y el militar Alfredo Duarte Blum. Personalidades que, por supuesto, no estaban interesadas en aparecer como candidatos de lo que aún se consideraba «el rojismo». El prestigioso exalcalde de Bogotá y dirigente del desaparecido Movimiento Independiente Liberal MIL, Femando Mazuera, que no se encontraba en el país, declaró desde Nueva York que aceptaría la postulación siempre y cuando viniera de los tres grupos de la oposición3. Seguidamente la Junta de Parlamentarios de Alianza Nacional Po­pular declaró que se acogía al deseo del jefe de la agrupación de escoger el

' Conversación de Rojas Pinilla con la redacción del periódico El Nacional, marzo 22 de 1966, p. 1 2 El exministro de Minas declaró que de no ser el candidato López Michelsen, el MRL debería marginarse del debate electoral. Ver ampliamente El Tiempo, marzo 30 de 1966, p. 31. 1 La contradictoria posición de la AÑAPO causó malestar entre su militancia y sus simpatizantes. El Nacional por ejemplo, cercano a los anapistas, tenía razón cuando señalaba que entre losnombres indicadospor los ideólogos del Movimiento, se encontraban personajes mucho más oligárquicos que el candidato del Frente Nacional. «Lleras por lo menos tiene un programa de evolución, de revolución pacífica -escribió el editorialista- y es muy posible que al llegar al poder rompa con la rosca odiosa que lo oprime y desprestigia y lo cumpla». Véase El Nacional, marzo 23 de 1966, p.4.

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candidato de las filas del Movimiento Revolucionario Liberal MRL. En ese orden de ideas, la junta solicitó al MRL una lista de nombres de esa agrupa­ción con el objeto de someterla a la discusión de la dirección de la ANAPO. La junta asesora del MRL reunida el 29 de marzo, deliberó sobre la participación del movimiento en la campaña presidencial con el nombre de López. Después de largas discusiones se decidió votar. De los miembros de la junta 21 estuvie­ron a favor y 15 en contra. López declinó de plano su candidatura. Seguida­mente la junta asesora emitió una declaración en uno de cuyos apartes leemos: «Que el MRL es el personero indiscutible de la oposición liberal y como tal no proclama ni auspicia candidatura alguna para la próxima presidencia de la república...Que en consecuencia deberá marginarse en el próximo debate pre­sidencial, no sólo como enérgica protesta contra el actual sistema, por los medios inescrupulosos empleados para defraudar el sentimiento oposicionista de las mayorías populares, sino por no sentirse representados ideológicamente en los candidatos que llegaron a lanzar algunos de los dos grupos de oposición

Sonó también el nombre de Alvaro Uribe Rueda. Sus amigos vallecaucanos, los emerrelistas Ramiro Andrade y Luis Leyra, anunciaron a la prensa nacio­nal que inscribirían a Uribe Rueda como candidato a la presidencia por la Línea Dura. De inmediato, Uribe se dirigió a los citados dirigentes, que le dieron la feliz oportunidad para manifestarse de lleno sobre su papel desempe­ñado en la oposición. Al contrario del laconismo de López Michelsen frente a la aceptación de su nombre para el debate presidencial, Uribe escribió: «Mi empeño por una patria mejor no puede disminuirse a una pobre empresa de carácter circunstancial para halagar ocasionalmente a alguien, sino que se dirige a metas mucho más precisas y altas como son las de devolverle a Co­lombia la conciencia de la patria colombiana, estructurar una organización fuerte y capaz alimentadas por unas ideas claras y precisas acerca del Estado y sus funciones, enrumbar la política por los caminos de la seriedad creadora y darle al país un equipo de hombres capaces para realizar la inaplazable trans­formación democrática hasta ahora retardada tanto por su casta dirigente como por los falsos apostóles del cambio y la revolución»5.

Los dirigentes Hernando Olano Cruz y Jaime Piedrahíta Cardona se entrevis­taron con Alvaro Gómez para decidir también sobre el problema de la candi­datura. El jefe del Lauroalzatismo no coincidió con su copartidario Humberto Silva Valdivieso para quien el candidato ideal sería el General Ruiz Novoa6.

4 Véasetexlo completo déla Declaración del MRL en El Tiempo, marzo 31 de 1966, p. 15. 5 Véase texto completo de la carta de del exjefe de la Línea Dura en: López y Uribe Rueda rechazan candidatura. El Tiempo, marzo 25 de 1966,p. 25. 6 Humberto Silva Valdivieso acometió sin éxito la tarea de convencer a los grupos de oposición de la necesidad de lanzar un candidato para no de&audar al pueblo. Mas tarde, El Espectador difundió una información del radioperiódico Avance donde se afirmaba que silva junto con Armando Zabaraín y Aurelio Caicedo Ayerbe habían adherido a la candidatura de Jaramülo Giraldo. Según el citado

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Gómez por el contrario, opinó que lanzar un candidato de oposición a Lleras Restrepo «sería engañar a la opinión pública» y siguiendo los pasos del MRL llamó a la abstención: «No nos sentimos autorizados -dijo el jefe del desvenci­jado lauro-alzatismo- para invitar a nuestros amigos a participar en una cir­cunstancia electoral que no habrá de decidir nada que no esté ya resuelto, porque fomentaríamos, a sabiendas falsas ilusiones. Tampoco creemos que esa circunstancia merezca ningún acto de disciplina para impedir que las gentes realicen, con su voto, un último acto de protesta por cuanto ha sucedido»7. La opinión del comunismo colombiano fue del mismo tenor. En reunión de su Comité Ejecutivo del primero de abril los líderes de esa comunidad política decidieron no concurrir a las urnas8. En últimas, ¡vaya paradoja! emerrelistas, comunistas y demás, que tanto le criticaron a Camilo Torres su llamado a la abstención, resultaron promoviéndola, sólo que de manera coyuntura!, incon­secuente y desconsiderada con sus seguidores.

No había remedio, el candidato saldría de la ANAPO. El nombre de María Eugenia empezó a sonar. Su identificación con el conservatismo ponía en pe­ligro la vocación del anapismo por respetar las reglas del juego. El mismo Rojas Pinilla se encargó de conjurar las diferentes opiniones en torno a los candidatos, señalando un nombre liberal sacado de sus propias filas: José Jaramillo Giraldo. Se polarizaba, así, la política colombiana: anapismo versus Frente Nacional.

6.2 José Jaramillo Giraldo

El 2 de abril, a menos de treinta días para las elecciones, los medios comunica­ron a los colombianos que la noche anterior el dirigente liberal José Jaramillo Giraldo había sido ungido por el anapismo a la candidatura presidencial. La noticia fue bien recibida por la opinión política nacional, por cuanto desvane­cía el generalizado temor de la candidatura única de Carlos Lleras9. Aunque hacia parte Jaramillo de la plana mayor del anapismo, era un personaje opacado nacionalmente. Refugiado en su profesión después de la caída de Rojas, su vida política pertenecía más al pasado político del país que al presente históri­co que se vivía. Pero precisamente en ese pasado estaba demostrada su filia-

noticiero, estos personajes acusaron a Gómez Hurtado denoposeer personalidad suficientepara orien­tar el Movimiento y lo acusaron de obrar sin decisión en la campaña electoral pasada y de acobardarse frente a la candidatura de la oposición. Véase El Espectador, abril 21 de 1966, p. 1. ' Véase «Texto del Mensaje del Jefe Conservador a los Colombianos». En: El Siglo, abril 29 de 1966,p. 1. 8 Cuando se conoció el nombre de Jaramillo Giraldo como candidato de la ANAPO, el comunismo declaró que «no representaba realmente las fuerzas democráticas del país». Véase El Tiempo, abril 2 del966,p. 31 9 Fue furibundo, sin embargo, el editorial de El Tiempo: «El Testaferro de Rojas», abril 2 de 1966, p. 4. La República tituló el suyo «El Fin de una aventura», abril 2 de 1966, p. 4.

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ción a los principios liberales. Los colombianos lo recordaban por haber sido presidente del Senado en la administración de Ospina Pérez y por haber pro­nunciado, en su posesión, un discurso de más de cinco horas. Desde la época del gobierno de las Fuerzas Armadas, cuando participó en la Asamblea Nacio­nal Constituyente, Jaramillo Giraldo era un personaje cercano a la casa Rojas. Había nacido en Manizales en 1915, sus estudios secundarios y universitarios los realizó en la Universidad del Cauca. Aquí, fundó a los 12 años, el periódi­co «La Academia de Ideas». Se recibió de abogado en 1936 con la tesis «Las nacionalidades y el derecho a su auto-determinación». En una entrevista a El Siglo dijo entre otras cosas, las siguientes: «...organicé la lucha de los obreros y clase media en Popayán y otras ciudades del país, librando la batalla que también resultó victoriosa, por la rebaja de los impuestos y el aumento de los salarios, como en la fábrica de calzado «El Tigre» de Cali...Mis luchas en el Quindio se libraron bajo el mismo signo: también culminaron con el éxito y con mi absoluta pobreza»10. Jaramillo Giraldo se desempeñó como abogado de los pobres en 1936; funcionario de la Gobernación de Caldas en 1937; alcalde de Armenia en 1938; Concejal y Diputado. Representante a la Cámara en 1941; Senador en 1943 y 1946. Director de los periódicos caldenses «Pueblo Libre», «El Fígaro», «El Universal». Magistrado y Presidente de la Corte Su­prema de Justicia entre 1957 y 1958. No tenía por costumbre escribir, a pesar de la erudición que desplegaba en la plaza pública, pero aún así quedaron algunos escritos suyos: «Vagos, Maleantes y Rateros» en 1937; «La necesidad de la victoria» en 1941; «Transmisión del mando» en 1946 y «Problemas de la Industria Petrolera en Colombia» en 1949. En la víspera de la realización del plebiscito, cuando la Iglesia declaró que incurriría en pecado quien no votara (positivamente) y que excomulgaría a quien no lo hiciera. Diario de Colom­bia publicó unas declaraciones donde Jaramillo descubría la esencia de la con­sulta: «...canalizar la opinión pública a través de dos grupos políticos sola­mente, con el fin de que no se presentara resistencia al plan oligárquico....» Jaramillo señalaba que en el paquete «tramposo» del plebiscito no se aludía «al problema de la economía nacional, ni de los precios; tampoco se decía una palabra acerca: de la intensificación y abaratamiento de la educación, de la dotación de vivienda barata, de la higienización de los campos y de los barrios pobres, de la democratización del crédito, de la reforma bancaria, de la defen­sa de la familia y el niño, de la defensa del consumidor, y de una política agraria encaminada a hacer propietarios al mayor número posible de campesi­nos»; declaraciones y cuestinamientos que reprodujo en cien mil hojas volan­tes, difundidas la noche anterior al primero de diciembre de 1957".

A José Jaramillo Giraldo le correspondió hacer el balance de los gobiernos de la llamada República Liberal, al posesionar en su calidad de presidente del

10 Véase El Siglo, abril 12 de 1966 p 12. Esteperiódico, ilustró de manera más amplia que el resto de los rotativos del país la campaña del candidato de la ANAPO. 11 Véase Diario de Colombia, noviembre 30 de 1957 y El Siglo, abril 12 de 1966, p. 12.

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Senado a Ospina Pérez en 1946. Allí demostró sus capacidades de hombre de estado estrechamente vinculado a la política liberal y al establecimiento co­lombiano en general. Nada tenían entonces que enrostrarle. No fue casual por ello, que Rojas dijera de él, en su presentación como candidato: «Es un liberal de limpios antecedentes, en quien ni el partido conservador ni el partido libe­ral pueden encontrar una amenaza...Que se desencadene ahora toda la prensa, en la seguridad de no encontrar mancha alguna que sacarle a nuestro candida­to»12. Aunque Jaramillo poseía el talento del demagogo clásico: buen orador y seductor de masas, era un hombre ponderado13. En el discurso de marras, planteó que la preocupación por el hombre campesino y por el desarrollo del campo colombiano no pertenecía con exclusividad al patrimonio político del conservatismo. Señalando los logros de la República liberal en las políticas rurales, reconoció los méritos del conservatismo en ese campo. No era pues, un industrialista a ultranza. Había coincidido con Antonio García en las aulas universitarias de Popayán y ambos se identificaron con los problemas y angus­tias de los indígenas del país14. En general, Jaramillo era un hombre que con­densaba pareceres y por eso servía de centro de confluencias. A la vez que saludaba el progreso, advertía y padecía sus consecuencias, de no aplicarse políticas de asistencia social a favor de los sectores intermedios y populares. Su discurso de agosto de 1946, habría podido pronunciarlo veinte años des­pués, en el momento de la campaña, como si el tiempo no hubiera pasado. No le faltó objetividad a Jaramillo para denunciar las tendencias económicas al término de la República Liberal: «La carestía de la vida, por ausencia de una adecuada política monetaria, ha alcanzado proporciones impresionantes. La gente pobre vive peor que antes, porque sus sueldos y salarios no han subido en armonía con el alza del costo de la vida»15. Daba a entender Jaramillo, que

12 Véase José Jaramillo Giraldo, el candidato de ANAPO. En: La República, abril 2 de 1966, p. 3. 13 Samuel Moreno Díaz le recuerda de la siguiente manera: «Yo creo queno ha habido un orador de su talla. Era un hombre que hablaba con más profundidad inclusive que Gaitán. Lo que pasa es que Gaitán movía más la sensibilidad de las masas. José era un hombre que llegaba al estudiante, al obrero, al campesino, al universitario, al profesional, al que había tenido especialización en su rama, al econo­mista, al historiador. Era un hombre mullifacético...Sus discursos eran verdaderas piezas oratorias dentro de una formidable construcción literaria y humanística. Era un hombre que se apoderaba de las masas en una forma tal que éstas admitían que fuera el único orador que les hablara durante deshoras. Entrevista del autor el 28 de octubre de 1993. 14 Precisamente su tesis de grado, escrita cuando aún era un adolescente, se encaminó a defender el derecho de los indígenas colombianos a su autodeterminación. Escrita en el lenguaje de Antonio García y en el espíritu indigenista de la región andina del continente y, con recursos teóricos del leninismo, Jaramillo culminó su trabajo así: «La lucha de las nacionalidades indígenas en nuestro país, ayudada por la solidaridad de las masas trabajadoras de la nacionalidad opresora y sus organizaciones, tiene que culminar con la reconquista de los derechos de los pueblos oprimidos, con el goce de sus propios derechos nacionales, con la organización de sus propios gobiernos...Las nacionalidades indígenas se regirán asímismas, crearán sus propios órganos de poder, libre y voluntariamente podrán unirse a las naciones entre si y a otros pueblos que, bajo el signo de una completa igualdad internacional, les reconozcan y respeten sus propios derechos de naciones». Véase Las Nacionalidades y el Derecho a su Auto-determinación. Uña contribución al ascenso de la teoría revolucionaria en Colombia. Tesis pre­sentada para optar al título de Doctor en Derecho y Ciencias Políticas, por José Jaramillo Giraldo. Universidad del Cauca, Popayán, mayo de 1936. (Biblioteca de la Facultad de Derecho). 15 Véase «Transmisión del Mando. Discurso del Presidente del Congreso, doctor José Jaramillo Giraldo, agosto 7 de 1946». Bogotá, Imprenta Nacional, s.f p.53.

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el gobierno que se instauraría en cabeza de Ospina Pérez podría realizar una buena administración, que incluso corregiría los errores e insuficiencias de los anteriores gobiernos, en particular los relacionados con el Estado, que, por otra parte ocupa un destacado lugar en el discurso de Jaramillo. Durante su permanencia en el Congreso en la década del cuarenta, estuvo en contra de la conversión del Estado en agente de los grandes intereses. Al contrario, abogó por un Estado que favoreciera a los menos influyentes, que protegiera los pe­queños intereses. Inculpó al mismo establecimiento de arrojar al campesino al «torbellino de la vida industrial urbana, para cuyo ambiente no ha sido prepa­rado, sin que luego se preocupe por reeducarlo u orientarlo»16. Aunque no se alistó en el gaitanismo, sino que fue uno de los jefes de la campaña de Gabriel Turbay, Jaramillo coincidió con los gaitanistas que se acercaron al gobierno de las Fuerzas Armadas. Caído Rojas, las circunstancias lo obligaron a refugiarse en su profesión, casi hasta el momento de su candidatura.

Con la elección del nombre de Jaramillo y no el de Rojas para la candidatura presidencial y con el fortalecimiento del ala liberal anapista en las ultimas elecciones, la gran prensa y el establecimiento en general hablaron menos del rojismo y comenzaron a referirse a esa comunidad como «La ANAPO». Jaramillo se le midió sin titubeos a la candidatura. Seguro de si mismo y del respaldo popular comenzó su campaña: «Ahora mismo entro en contacto con el pueblo conservador y liberal», murmuró pleno de optimismo la noche de su nominación como candidato17. Realmente el nuevo candidato se entrevistó con nacionalistas, emerrelistas, con gente de las vertientes de la oposición e inde­pendientes en general. Adelantó conversaciones con políticos, intelectuales y líderes obreros de la provincia colombiana y con hombres de empresa.

En la mañana del 6 de abril Jaramillo inscribió su candidatura. Desde los balcones de la alcaldía se dirigió a sus seguidores. Se organizó luego una mar­cha que recorrió la carrera séptima rumbo a la parte norte de la ciudad. A la altura de la calle 14, los manifestantes fueron agredidos por la policía y Jaramillo fue herido a bala en una pierna. En convalecencia, el candidato de la ANAPO leyó para todos los colombianos su programa de gobierno.

Cómo en ninguna otra contienda electoral, en la de 1966 la radio jugó papel decisivo. «La revolución del transistor» como se le conoció a la populariza­ción de un pequeño aparato de radio que funcionaba con pilas, permitió que el mensaje político llegara a las remotas poblaciones del país, cuando todavía el televisor era un artículo de lujo y la televisión no estaba politizada. Fue preci­samente por radio que se reanudó la campaña del Frente Nacional. Las pode­rosas cadenas radiales transmitieron los discursos y conferencias de los diri­

mid. Ibid.

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gentes del Frente Nacional. En menor escala, la invasión de los transitores favoreció también a la ANAPO, que contó con propietarios de pequeñas esta­ciones de radio que militaban en el movimiento18. En general, las partes en confrontación hicieron uso con profusión de los medios de comunicación. El Nacional reproducía en sus páginas las conversaciones de los cronistas políti­cos con Rojas y demás dirigentes nacionales, para citar un caso.

La campaña por la presidencia tomó nuevos bríos después del receso de la Semana Santa. El domingo de resurrección de 1966, las dos partes enfrenta­das se dirigieron por las cadenas radiales al país. Primero lo hizo Alberto Lleras y, minutos después, Jaramillo Giraldo lo rebatió por los micrófonos de Radio Modelo. El 13 de abril, Giraldo emprendió giras por el país; ese día visitó Medellín, Barranquilla el jueves 14 y el viernes 15 estuvo en Cali y en poblaciones del Quindio y Caldas. La gran prensa se limitó a reproducir los apartes de los discursos de Rojas y Jaramillo que tenían que ver con la belige­rancia que caracterizaba al anapismo. He aquí algunos; «haremos usos de los recursos legales por última vez -dijo el candidato en Manizales - si nos roban las elecciones del primero de mayo, lloverá piedra sobre piedra», «Pagarán con sus vidas los oligarcas -peroró Rojas- si somos derrotados en las eleccio­nes del primero de mayo, por el espantoso fraude que están preparando, si al pueblo no le queda más que el puñal, pues ese es el símbolo ante las armas que poseen las oligarquías en el ejército, la marina y la aviación». «Si las malditas oligarquías liberales y conservadoras, que me robaron el triunfo el 20 de mar­zo -amenazó Rojas en Palmira- me lo roban el primero de mayo, pagarán con sus vidas esa infamia»19. Es de anotar que en varias localidades del viejo Cal­das los líderes anapistas alternaron el uso de la palabra con dirigentes del MRL.

El domingo 17, gracias a una solicitud que el candidato había hecho ante el presidente para acceder a la Radio Nacional y a la Televisora «en uso de la libertad de expresión y ante la coacción oligárquica sobre los medios particu­lares de comunicación»20, Jaramillo pudo apelar a este moderno servicio reser­vado para los oráculos del establecimiento. Desde allí, lanzó acusaciones con­tra el Frente Nacional y contra las oligarquías. En compañía de María Eugenia y Josefina Valencia de Hubach, Jaramillo manifestó que aunque fuera procla­mado candidato por la ANAPO, no quería decir eso que no lo fuera de toda la oposición, «pues me acompañan las masas del lauro-alzatismo y del Movi-

18 Radio Modelo, pertenecía al anapista vallecaucano Marcos Várela. «Esta era una pequeña emiso­ra - recuerda Samuel Moreno Díaz- que nos transmitía todo lo que nosotros les pasábamos: boletines, discursos... A ellos les fueron quitando la propaganda y terminaron cancelándoles la Ucencia de radio­difusión. Várela perdió todo el capital que tenia. Fue uno de los grandes damnificados de la ANAPO. Entrevista del autor con el ideólogo anapista Samuel Moreno Díaz, octubre 28 de 1993. " Véanse los reportes de prensa oficial correspondiente a la segunda quincena de abril de 1966. 20 Véase La Nueva Prensa, N" 143 abril 30 de 1966p. 5. El Diario La República y Alberto Lleras se escandalizaron cuando el Ministro de Comunicación otorgó espacio al anapismo para que difundie­ra sus tesis por los canales nacionales de la televisión.

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miento Revolucionario Liberal», dijo21. Algo tenían de cierto sus declaracio­nes. En Barranquilla, por ejemplo, en donde estuvo el 14 de abril, Jaramillo alternó el uso de la palabra con dirigentes de los sectores que mencionó en su intervención por televisión. Viajó luego a Neiva y Pasto. En esta última ciu­dad, el candidato fue llevado en hombros al paraninfo de la Universidad donde arengó a los estudiantes.

Esta vez, juntos, Mariano Ospina y Lleras Restrepo continuaron la campaña. Visitaron las regiones de crecimiento intempestivo del anapismo, o donde el emerrelismo continuaba canalizando la oposición liberal: Nariño por ejemplo. Aquí los seguidores conservadores del General Rojas venían incrementando su votación a costa del electorado laureanista y la ausencia del anapismo libe­ral, le permitía al MRL seguir siendo la segunda fuerza dentro del liberalismo. Ospina, en presencia de Lleras o, Silvio Villegas por su cuenta, volvieron so­bre el tema de la cercanía del candidato frentenacionalista a las doctrinas de la iglesia y del conservatismo mismo. Hicieron énfasis en que las doctrinas de la Democracia-cristiana o de la Social-Democracia se encontraban reflejadas en el programa de la Transformación Nacional22.

Cuando el anapismo optó por un candidato liberal puso de presente que era en serio la decisión de ese movimiento de configurar un frente nacional popular. Los conservadores anapistas venidos del alzatismo y del laureanismo votarían por Jaramillo. Por él votarían además, liberales emerrelistas de base desenga­ñados de las inconsecuencias de López Michelsen. En Barranquilla, por ejem­plo, se conformó un comando pro candidatura de Jaramillo Giraldo integrado por grupos del MRL, del lauro-alzatismo, el Movimiento Obrero Popular de izquierda MOPI y desde luego por el anapismo23.

6.2.1 Alberto Zalamea, el Movimiento Democrático Nacional y la Nueva Prensa adhieren a la ANAPO

Sin embargo, la adhesión más importante que recibió Jaramillo fue la del Movimiento Democrático Nacional MDN24. Considerando que la ANAPO había sido el único grupo que pudo convertir «el voto electorero y sectario en voto social», Alberto Zalamea se trasladó con su gente, su prensa y sus idearios al anapismo. El itinerario de sus actividades, descritas en esta investigación, su­mado a las circunstancias políticas posteriores a las elecciones del 20 de mar-

21 Véase El Nacional, abril 18 de 1966, p. 1. 22 Silvio Villegas clausuró la campaña del Frente Nacional en Cartagena con un discurso que La República, ahora bajo su dirección, tituló «Los Problemas de la Democracia Cristiana y el Movimien­to de Transformación Nacional». Véase edición del 24 de abril de 1966. 23 Véase edición de El Nacional, abril 9 de 1966. 24 Aunque el 22 de abril. El Espectador publicó unas declaraciones de Humberto Silva Valdivieso emitidas para protocolizar su retiro del lauro-alzatismo y su traslado a la ANAPO, la adhesión no se materializó. Véase edición del 22 de abril de 1966,p. 1.

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zo, revela que sus propuestas y concepciones apuntaban hacia el movimiento de Rojas. Con la llegada del MDN, se amplían y refuerzan los contenidos de los programas anapistas. Al discurso de la plaza pública se suma con intensi­dad el tema del nacionalismo colombiano, antes disperso en las corrientes disidentes del bipartidismo o en las frustradas terceras alternativas. Fundidas sus plataformas, la campaña por el poder continúa con el nombre de «Concen­tración Patriótica de intelectuales, profesionales, clases medias, empleados y obreros de todas las vertientes», según La Nueva Prensa.

La ANAPO y el MDN convinieron en un programa que recogió las platafor­mas de ambos movimientos: lo. Convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente Nacional y Legislativa que reforme la actual Constitución y la modernice, poniéndola de acuerdo con las conveniencias y las realidades co­lombianas. Solo una Asamblea Constituyente puede abordar y solucionar los urgentes y dramáticos problemas a que hoy se enfrenta la Nación; 2o.La bús­queda de una auténtica integración nacional, en el marco de la cual se ordenen todos los estamentos colombianos, dentro de un nuevo sistema de convivencia en que todo esté sometido a la norma del interés nacional, por encima de todo interés de grupo o personal; 3o. Elección popular de gobernadores y alcaldes, recuperándose así la auténtica soberanía popular y responsabilizando a las regiones de su propio desarrollo dentro del plan general de la Nación; 4o. Elección popular de jueces y fiscales dentro de severas normas que serían re­glamentadas en orden a garantizar la pureza y la independencia de la justicia; 5o. Reconquistar para el Estado la función de Director de la economía nacio­nal, otorgando al departamento de planeación, dirigido con un criterio técnico pero de orientación social, plenos poderes para regular el desarrollo colombia­no; 6o. Nacionalización del Banco de la República, con el objeto de que el Estado recupere el control de la moneda y canalice el crédito de fomento; 7o. Conquistar la estabilidad monetaria, haciendo del peso colombiano una mone­da dura, fuerte, que represente realmente el trabajo de todos los colombianos. Para ello se requerirá limitar los gastos de funcionamiento del gobierno y au­mentar el rubro de inversiones, reformar la estructura de la inversión pública y privada cuyo aumento y selección deben estar sujetos a una escala de priorida­des y necesidades impuestas por el Estado, y, por último buscar la repatriación de los capitales colombianos inmovilizados en el exterior, creando estímulos e incentivos para su retorno así como castigos tributarios fuertes para quienes se nieguen a hacerlo; 8o. Nacionalización del comercio exterior, para suprimir a los poderosos intermediarios que hacen subir el costo de la vida y fortalecen cada día más la tendencia monopolizadora de la actual economía colombiana; 9o. Establecimiento de una reforma tributaria realista y valerosa que haga contribuir a los ciudadanos en forma justa y eficaz al desarrollo colombiano. Es evidente que el simple control de la evasión de impuestos podría hacer innecesaria la creación de nuevos tributos. Es indispensable que quienes todo lo tienen paguen en forma justa su tributo y quienes nada tienen, en lugar de verse afectados año tras año por el impuesto abusivo se vean en cambio favore-

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cidos por el Estado en su educación, en su salud, en su vivienda. El impuesto predial, el impuesto de renta de trabajo deben ser reformados en forma tal que no se conviertan en una carga para los pobres y en rey de burlas de los ricos; 10o. Reformar la actual estructura educativa del país e implantar la educación pública y gratuita en todos los niveles -primario, secundario, universitario y técnico-; crear el Instituto Nacional de alfabetización (INALFA), es decir, emprender un plan bienal para alfabetizar al pueblo colombiano; lio. Crear los Centros Regionales de Salud, reformar a fondo el Instituto Nacional de Nutrición y tecnificar el Instituto de Seguros Sociales; 12o. Reforma Agraria, sobre la base de una Ley que solo tenga en cuenta la productividad y busque convertir los grandes baldíos nacionales en riqueza, reforzando la base estruc­tural de nuestro campo, con carreteras, enseñanza agrícola y ganadera, crédito para regadíos, abonos, semillas, cooperativas de producción, distribución y consumo, estímulos a las fábricas de abono, de insecticidas, de alimentos ani­males y estímulos a las grandes unidades económicas y sociales, con inversión estatal y ayuda técnica; 13o. Creación del Banco Habitacional que haga posi­ble que cada familia sea poseedora de su vivienda urbana o rural. El Banco Habitacional financiará la construcción de nuevas viviendas y la adquisición de las actualmente habitadas por medio de los propios pagos de arrendamien­to; 14o. Nacionalización del petróleo y de todos nuestros recursos naturales, por caminos técnicos y practicables, respetando los intereses privados, nacio­nales y extranjeros, pero iniciando su negociación de inmediato. Ecopetrol debe tomar en sus manos como Empresa Estatal, toda la distribución de los productos petrolíferos, abasteciendo las cooperativas que serán creadas, 15o. Participación equitativa y justa de los obreros y empleados en las utilidades de las empresas que deben convertirse en unidades socioeconómicas de produc­ción, en las cuales la gestión común obrero-patronal procure evitar al máximo las posibilidades de huelgas y paros desastrosos para la economía nacional en desarrollo; 16o. Reorganización total del Ministerio de Relaciones Exteriores que será convertido en una auténtica agencia de defensa de nuestra soberanía nacional en todos los campos, desde el político, hasta el comercial. Debe bus­carse la posibilidad de nuevos mercados internacionales y la diversificación de nuestras exportaciones agrícolas e industriales; 17o. Colocar a las Fuerzas Militares en su auténtica misión de guardianes de la soberanía nacional y de vanguardias en la lucha técnica contra el subdesarrollo económico y social y en favor de los trabajadores de la ciudad y del campo; 18o. Crear el Ministerio de la Juventud y los Deportes, cuyo objetivo esencial será la defensa, la protec­ción de la niñez desamparada y de la juventud en general; 19o. Restituir al intelectual, al profesor, al estudiante, al obrero capacitado, al militar, el sitio de honor que les corresponde en la escala de valores nacionales, hoy pisoteada por las fuerzas del dinero y la plutocracia; 20o. Indulto general a todos los presos políticos para restablecer el imperio de la paz y la concordia en el seno de la gran familia colombiana25.

25 Véase La Nueva Prensa, N° 143, abril 22 de 1966,p. 3 y 4.

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Al fundador de La Nueva Prensa le correspondió proclamar a José Jaramillo Giraldo en apabullante acto de masas en la Plaza de Bolívar, en la tarde del viernes 22 de abril. En la tribuna localizada en el atrio del Capitolio Nacional, estuvieron junto con el candidato y con el jefe máximo del Movimiento, Alber­to Zalamea, Josefina Valencia de Hubach, María Eugenia Rojas y los sacerdo­tes antioqueños Ignacio Yepes y Eugenio Garcés. Las fotografías en pro y en contra de la manifestación revelan la dimensión del evento. La concurrencia fue calculada por los adversarios de la ANAPO, en 30 mil personas. Desde la creación de su Movimiento, los anapistas venían insistiendo en tomarse la Plaza de Bolívar. En las anteriores campañas electorales, las marchas hacia la histórica plaza habían sido interrumpidas por la fuerza pública. Por ello, el significado de la concentración era inmenso para la comunidad anapista. Por fin el general Rojas podía hablar a sus anchas desde el otrora vedado espacio simbólico de la plaza mayor de la República.

Fue todo un espectáculo que duró desde las cuatro de la tarde hasta las 8 de la noche. Como en los conciertos modernos, antes de la aparición de los protago­nistas, intervinieron personalidades de segunda categoría: Blasteyo Trejos, el controvertido dirigente vallecaucano; Marcos A. Castaño, reconocido dirigen­te del MRL por Cundinamarca y los dirigentes Gregorio Duarte Jiménez y Alvaro Ramos Murillo. María Eugenia llegó acompañada de una banda de músicos, minutos después arribaron Rojas y su señora; Jaramillo Giraldo, los presbíteros Yepes y Garcés y Josefina Valencia de Hubach26. Con las manos entrelazadas por lo alto, el jefe de la ANAPO, su hija y el candidato saludaron a la multitud. Jaramillo se despojó de su abrigo y lo lanzó a sus admiradores. Al problema de la explosión demográfica que venía planteando el expresiden­te Alberto Lleras, el candidato de la ANAPO, prometiendo conjurar el desam­paro social, elevo ante la multitud un niño recién nacido, reafirmando con ello, en forma simbólica, el voto por la vida y un rechazo al control de la natalidad27. Los sacerdotes representaron al clero popular y la vocación reli­giosa del movimiento. La presencia de Alberto Zalamea sintetitizó la llegada al anapismo del ideal nacionalista que deambulaba en el ambiente político sin norte preciso y el arribo del dirigente Marcos A. Castaño significó la llegada del emerrelismo popular a la ANAPO. Esta vez fue el padre Garcés y no Rojas quien tomó el juramento a los manifestantes: «He aquí al hombre -dijo el prelado señalando a Jaramillo- Señores liberales y conservadores de Colom-

26 El padre Yepes pertenecía a la Diócesis de Santa Rosa de Osos. Acababa de ser suspendido de funciones sacerdotales por Monseñor Miguel Ángel Burles por negarse a leer en misa la pastoral en que el Obispo hacia la apología de la candidatura de Lleras y condenaba la oposición, en particular la rojaspinillista. Yepes dirigió una carta al Jerarca donde explica las razones de su militancia en el Movimiento de Rojas y de su animadversión hacia el Frente Nacional. Véase texto completo de la misiva en El Nacional, abril 22 de 1966, p. 1 y 2. El texto del decreto de suspensión puede consultarse en El Siglo, mayo 3 de 1966, p.8. 27 Véase formidable fotografía tomada por el reportero gráfico de El Vespertino, del 23 de abril p. 1 o su reproducción en primera plana en El Espectador al día siguiente.

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bia, vamos a jurar que derrotaremos a Lleras en las elecciones del primero de mayo: Juráis por Dios y por la Patria, por vuestras esposas y por vuestros hijos, que ganaremos las próximas elecciones?». Ante la respuesta afirmativa de la gente, Garcés replicó: «Que Dios os pague»28.

El jefe del MDN aprovechó su intervención en el acto de masas para populari­zar y reafirmar sus concepciones y las de sus seguidores, que venían difun­diendo con mística desde los primeros días de La Nueva Prensa29. Era la oportunidad de llegar a un auditorio popular al que de seguro no llegaba la afamada revista. «No hemos venido aquí -exclamó Zalamea- a proclamar un nombre sino un programa técnico, eficaz, plausible que encamine a Colombia por los caminos del desarrollo»30. Zalamea habló de «la hipoteca de la sobera­nía económica», de programas de «planeación técnica y nacionalizaciones». Consagró gran parte de su discurso a criticar la izquierda tradicional. Dijo que la «auténtica izquierda, es decir el pueblo con sus aspiraciones centenarias» estaba reunido allí, en la plaza de Bolívar, «dándose la mano con una derecha popular» que por fin había entendido cómo era utilizada por la oligarquía para dividir el país y usufructuar esa división». «La dicotomía izquierda derecha -continuó diciendo- no tiene sentido, cuando un país subdesarrollado como el nuestro se enfrenta al reto del imperialismo. No hay más camino, que aquel que indica el nacionalismo popular revolucionario». Finalmente, Zalamea lanzó un llamamiento a conformar nuevos cuadros del nacionalismo popular revolu­cionario, capaces de «conquistar posiciones de fuerza dentro del panorama nacional, como primer paso hacia la conquista del poder para el pueblo»31.

La reacción de los organizadores de la campaña del Frente Nacional, frente al éxito de la manifestación de la Plaza de Bolívar, fue comparable con la reac­ción que produjo en ellos mismos la movilización popular que hicieran los anapistas de Barranquilla para escuchar al General Rojas en los días previos a las elecciones legislativas. Los frentenacionalistas le temían a una eventual

28 Véase la prensa nacional del sábado 23 de abril de 1966. 29 Los siguientes fueron los textos de los carteles de la campaña de Jaramillo inspirados por La Nueva Prensa: Sin política internacional/independiente mo hay soberanía polrticami libertad econó­mica/ni dignidad nacional/votando/por/José Jaramillo Giraldo/digmdad-libertad/soberanía/; El pue­blo colombiano exige/la nacionalización del/Banco de la República/El pueblo colombiano necesita la naionalizacícn deLpetróleo/. El gobierno de la Concentración Patriótica adquirirá el control de la moneda y el subsuelo/desterrando la miseria/; El control sobre los/oligarcas que evaden los impuestos y expor­tan sus capitales/hará que el gobierno de la/concentración patriótica/pueda aliviar/la carga fiscal/de los menos/favorecidos/; Los nuevos mercados/ que Colombia necesita/están cerrados/por los Cipayos/ El Gobierno de la/Concentración Patriótica/los abrirá/para beneficio de todos los colombianos/; ¡He aquí nuestros títulos al poder! /Soberanía Política/Democracia de Masas/Eficiencia Técnica/Alianza Nacional Popular/Nacionalismo Revolucionario/Liberalismo Independiente/Conservatismo Autóno­mo/Independientes/ j He aquí las fuerzas que defenderán el votopor el Candidato de la Oposición!/. !0 Véase la edición de La Nueva Prensa N° 143 abril 30 de 1966. 51 Ibid.

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candidatura de Rojas32. Si en un principio estimaron de poca monta el lanza­miento de una personalidad como la de Giraldo para oponerlo a Carlos Lleras, el acontecimiento del 22 de abril y la acogida popular del contracandidato los asustó. Desempacaron la artillería. De nuevo los editoriales de la gran prensa se volcaron contra el anapismo33. Los líderes ospinistas llamaron a los conser­vadores que habían votado por la ANAPO a reconsiderar sus posiciones y redoblaron esfuerzos para convencerlos de la garantía que representaba Lleras para la doctrina de ese partido. De inmediato se organizaron alocuciones ra­diales, diálogos y cenas con los gremios económicos. Presionados por la pre­mura del tiempo, los más destacados dirigentes del Frente Nacional, se divi­dieron el país para su nueva cruzada. Todos recibieron la orden de convocar de nuevo a los colombianos para la «salvación de la patria».

Al día siguiente de la manifestación de Bogotá, la comitiva de la ANAPO partió para los santanderes. Fue exitosa la concentración en la Plaza Santander de Cúcuta el sábado 23. Con disciplina, los anapistas conservadores aclama­ron al candidato liberal de su movimiento. Lemus Garviras, el jefe regional y electo Senador anapista, manifestó que el recibimiento multitudinario a Jaramillo constituía una «definitiva notificación de que los nacionalistas se habían emancipado de los sistemas de engaño a que los tenían sometidos los partidos tradicionales»34. Después de una intervención de una hora, Jaramillo fue paseado en hombros. El candidato visitó Pamplona y Bucaramanga. El domingo 24, Jaramillo recorrió varios poblados del Departamento del Tolima y Cundinamarca. Fueron significativas las concentraciones de El Espinal y Girardot.

Desde el primero de abril, cuando Rojas anunció la selección definitiva del candidato de la ANAPO, hasta el día del cierre de la campaña, el 26 del mismo mes, Jaramillo pronunció 92 discursos y concedió 22 reportajes35.

32 Uno de los jefes liberales, Julio César Turbay Ayala reiterando su tesis de la peligrosidad de la ANAPO, alcanzó a declarar que Jaramillo era «un simple accidente en la lucha». Véase El Especta­dor, abril 11 de 1966,p.l y 13. 33 Véanse: «En Plena Locura». En: El Tiempo, abril 23 de 1966p. 4; «Dos Políticas»; «La Trampa Rojista». En: El Espectador, abril 23 y abril 24 de 1966, p. 2A 34 El Senador Lemus, declaraba después de la concentración, que «el pensamiento de mucha gente, estaba por encima de los decandentes». Anotaba que la ANAPO «había comenzado a trabajar con gentes nuevas, dueñas de ideas nuevas y con enfoques nuevos de la problemática colombiana». Véase El Nacional, abrü 25 de 1966,p. 1 y 2. 35 Uno de los últimos carteles con el que los anapistas empapelaron las principales ciudades delpaís, daba cuenta del resumen del programa de la campaña de Jaramillo: «Un programa para todos los colombianos/1 o. Asamblea Constituyente que derogue el Frente Nacional y establezca las bases de un Estado modemo/2o. Planeación técnica de la Economía en busca de una auténtica integración nacional/3o. Nacionalización del Banco de la República para recuperar el control monetario y organi­zar el crédito/4o. Nacionalización del Comercio Exterior que suprima la tendencia monopolizada ac-

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6.3 Los resultados de las elecciones presidenciales

El primero de mayo de 1966, Carlos Lleras Restrepo se convirtió en el tercer presidente del Frente Nacional, con 2.638.411 votos. Los anapistas pasaron de 523.102 sufragios en marzo, a 741.208 en mayo. Esto quiere decir que el can­didato de la ANAPO sedujo a 218.101 electores más. Del 17.8% que le corres­pondió en el total de la votación general de marzo, el movimiento del General Rojas ascendió al 28.2% en mayo. La votación por Jaramillo superó las cifras de la oposición conservadora de Leyva en 1958 y la liberal de López en 1962.

Con la candidatura de Jaramillo Giraldo, la ANAPO aumentó considerable­mente su votación en: Cundinamarca, Valle, Nariño, Santander, Huila, Mag­dalena, Atlántico, Norte de Santander, Caldas, Bolívar, Guajira; incluso en Boyacá. En menor número, aumentó en el joven Departamento del Quindio, en Córdoba, Tolima y Meta. Sólo en Antioquia y Chocó disminuyó la canti­dad. En el primero, no obstante habérsele refundido al anapismo 4524 votos, su porcentaje aumentó; en el segundo se perdieron 340 de los votos consegui­dos en las elecciones legislativas. (Véase cuadro 5).

El candidato liberal anapista le ganó a Lleras Restrepo en 11 municipios con­servadores de Cundinamarca y en 13 vallecaucanos. Cuestión bastante signifi­cativa por tratarse de pueblos de profunda tradición conservadora. El triunfo de la ANAPO en ellos, revelaba el surgimiento y consolidación de una fuerza política independiente36. La ANAPO crecía en estos departamentos como fuerza conservadora, en forma sostenida desde 1962. Que fuera un liberal el candida­to no ocasionó traumatismos. Aunque arriesgada, porque aventuraba su elec­torado conservador, la decisión de la cúpula de la ANAPO, de lanzar un libe­ral como contracandidato, fue inteligente. El caso del Departamento del Valle del Cauca merece un comentario. Aquí, la ANAPO no había podido ver crecer su ala liberal. Para los liberales el anapismo se asociaba a los «pájaros», cua-

tual de la Economía colombiana/5o. Educación pública gratuita en todos los niveles y creación del Instituto Nacional de Alfabetización INALFA/60. Plan de Salud Nacional y tecnificación de los insti­tutos de Nutrición y Seguros Sociales/7o. Reforma Agraria asentada en el principio de la productivi­dad y conversión de grandes baldíos nacionales en riqueza, reforzando la base estructural de nuestro campo/80. Nacionalización del petróleo, respetando los intereses privados nacionales y extranjeros pero iniciando su negociación de iumediato/9o. Creación del Banco Habitacional que financiará la construcción de nuevas viviendas y la adquisición de las actualmente habitadas por medio de los propios arrendamientos/10o. Creación del Ministerio de la Juventud y los Deportes, que otorgue a la juventud colombiana un papel de principalísima magnitud en la Revolución Nacional/El Primero de Mayo usted puede hacer/aprobar este Programa/El 7 de Agosto la Nueva Colombia/podrá rea­lizarlo/. Tomado de La Nueva Prensa, N° 143, abril 30 de 1966, p. 9-13 16 En Cundinamarca Jaramillo ganó en: Arbeláez, Choachí, Gama, Guasca, Guayabal de Siquima, La Peña, Medina, Nimaima, Quebradanegra, Soacha y Vülagómez. Hubo considerable incremento del voto anapista en las poblaciones liberales de Chía, Girardot, Facatativá, Fusagasugá y Bogotá. A su vez en el Valle, el candidato anapista triunfó en: Anserma, Argelia, Bolívar, El Águila, El Cairo, El Cerrito, El Dovio, La Victoria, Restrepo, Riofrio, Toro, Ulloa y Versalles.

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drillas de matones conservadores que en décadas pasadas habían perseguido y asesinado a gentes de su partido. La presencia en la arena de la política local de líderes y movimientos populares impedía que el discurso mesiánico llegara al alma popular. Primero estuvo Alfonso Barberena seduciendo los barrios pobres de la ciudad, vino después la actividad del MRL. En él, blandos, duros y comunistas, abogaron por los marginados. Cuando empezó su desarticula­ción, emergió la figura del líder popular de Cartago Carlos Holmes Trujillo, quién utilizando la misma sigla del MRL, empezó a acaudillar sus seguidores en el Movimiento de Revitalización Liberal. Las inconsecuencias y contradic­ciones de las líneas del emerrelismo, llevaron a que comunistas y filocomunistas fundaran el «MRL del Pueblo». Era esta la crisis que vivía el liberalismo po­pular vallecaucano cuando se lanzó la candidatura de Jaramillo Giraldo. Del 21.9% de la votación departamental en marzo de 1966, el anapismo pasó al 35.2%. En Cali: del 18.2% pasó al 27.8%. El liberalismo anapista del Valle, había alcanzado la cifra de 216 votos. Con Jaramillo los votos se elevan a 101,354. Es muy probable, que los afluentes liberales de esta votación nacie­ran en Buenaventura, Buga, Candelaria, Florida, Jamundí, Palmira, Tuluá, Pradera y Dagua, municipios liberales de amplias simpatías emerrelistas en un pasado muy reciente37.

En tres municipios antioqueños Jaramillo derrotó a Lleras: Bello, Caracoli y San Luis, respaldo que provenía del voto conservador. Igual podemos decir del avance anapista en San Carlos, Cocorná, Caldas, Bello y Marinilla.

El caso de Boyacá también es interesante. Allí la ANAPO se había convertido en la primera fuerza conservadora. La presencia de un candidato liberal salido de las entrañas del movimiento mantuvo e incluso aumentó su cauda electoral. Jaramillo triunfó sobre Lleras en 41 municipios (es decir en el 33.8%). En 37 de ellos había triunfado en marzo pasado la ANAPO conservadora. La mayor votación por el candidato de la ANAPO provino de Boavita, Duitama, Güicán, La Uvita, Pachavita, San Mateo, Socha y Umbita. De representar el 34.2% de la votación departamental en marzo, la ANAPO pasa al 37.5 en mayo.

La candidatura de José Jaramillo Giraldo fue respaldada por 48.737 santandereanos. Votos que significaron para el anapismo, un aumento de 12.5% respecto a los resultados de marzo. En otras palabras: del 18.3%, pasó a repre­sentar el 30.8% del porcentaje departamental. Los anapistas se llevaron la victoria en 11 de los 75 municipios del departamento. Los votos por Jaramillo se concentraron en: Floridablanca, Girón, Puerto Wilches, Rionegro y Zapatoca, precisamente donde había crecido el anapismo liberal en las anteriores elec­ciones. Es interesante el caso de Jordán, Aquí los únicos que se presentaron a las elecciones legislativas fueron los lauro-alzatistas. En las presidenciales.

En lo sucesivo ver cuadro N° 6.

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CUADRO No. 6 LOS AVANCES DE LA ANAPO EN LAS ELECCIONES DE 1966

N o .

1

2

3

4

5

6

7

8

9

10

11

12

13

14

15

16

17

18

19

D e p a r t a m e n t o s

y Cap i ta les

Ant ioqu ia Mede l l ín At lán t ico B a r r a n q u i l l a Bo l íva r C a r t a g e n a Boyacá Tunja Ca ldas Man iza l e s Cauca* P o p a y á n C ó r d o b a M o n t e r í a C u n d i n a m a r c a Bogo tá C h o c ó * Q u i b d ó Hul la** Neiva L a G u a j i r a " R i o h a c h a M a g d a l e n a * S a n t a m a r í a M e t a Villavi cencío N a r i ñ o * P a s t o N o r t e de S a n t a n d . C ú c u t a Qu ind lo* A r m e n i a S a n t a n d e r B u c a r a m a n g a Tol ima I b a g u é Valle Cal i

Tota les nac iona les

20 D E M A R Z O

Votación tota l

385 .171 125.825 125.670

75.771 169.374

29.571 160.009

9.651 182.749

38.305 110.282

13.933 91.668 16.742

529.240 331 .135

39 .551 10.350

100.279 19.252 36.279

8.259 124.619

15.168 34 .241

9.399 116.170

18.573 95 .647 29.425 44.582 20.806

174.069 40 .474

138.598 26.161

281.024 102.904

2.939.222

% r e p r e s .

p o r A N A P O

18.05 23.5 12.4 18.1

7.8 17.5 34.2 43.6 15.6 15.8

5.9 13.6 12.6 22.2 25.3 31.7

2.4 1.14 14.8 20.8

5.5 3.6 8.9

15.8 25

39.6 9.1

20.0 22.2 26.6

7.8 7.1

18.3 22.8 16.9 18.7 21.9 18.2

17.8

P R I M E R O D E M A Y O

Votación total

301.948 114.959 103.514

66.598 131.046

22.240 155.169

10.394 166.956

38.901 101.150

14.500 74.085 15.272

574.151 371.690

34.208 8.959

80.445 20.094 21.837

5.679 91.775 11.822 28.388

9.416 119.137 23.082 88.840 33.250 37.062 19.508

158.152 45.188

109.638 21.156

287.910 120.043

2.638.411

% r ep re s . p o r J.

Jaramillo G.

21.5 26.5 27.8 36.0 14.7 22.1 37.5 42.8 21.9 24.0

9.0 19.2 16.9 23.2 34.9 39.9

1.8 3.7

39.1 52.9 36.5 44.3 27.8 40.2 33.5 46.2 28.1 46.6 34.6 42.2 17.2 20.2 30.8 39.7 22.2 18.6 35.2 27.8

28.1

Diferenc ia e n t r e los

dos %

3.4 3.0

15.4 17.9

6.9 4.6 3.3

-0.8 6.3 8.2 3.1 5.6 4.3 1.0 9.6 8.2

-0.6 2.6

24.3 32.1 31.0 40 .7 18.9 24.4

8.5 6.6

19.0 26.6 12.4 15.6

9.4 13.1 12.5 16.9

5.3 -0.1 13.3

9.6

10.3

En estos departamentos la ANAPO sólo presentó listas conservadoras en marzo. Incluye los resultados del Caquetá.

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Jaramillo contó aquí, con la totalidad del voto de esa corriente conservadora38. Fueron considerables los avances anapistas en las dos ciudades liberales más importantes del departamento: Bucaramanga y Barrancabermeja. En la pri­mera, los partidarios de la Alianza Nacional Popular, pasaron de representar el 22.8% de la votación total de la ciudad en marzo, al 39.7% en mayo. En la segunda, Jaramillo superó la votación de marzo por el Movimiento: de 1963 votos pasó a 4528.

En Caldas, su departamento, Jaramillo Giraldo derrotó a su contrincante en dos municipios: La Celia y Marquetalia. Municipios que se habían convertido en fortines del anapismo. El respaldo al candidato vino como en los casos anteriores de localidades conservadoras. La candidatura liberal no frenó el crecimiento que traía la ANAPO desde 1962 en este departamento.

En Nariño, donde no hubo listas liberales por la ANAPO ni en 1964 ni en 1966, el respaldo a Jaramillo fue sorprendente: 33.567 votos. En sólo Pasto, se duplicó la votación departamental anapista de marzo: de 3.728 votos, se pasó a 10.766 el primero de mayo, convirtiéndose en la tercera ciudad, en el país, de mayor incremento electoral para la ANAPO. Los seguidores del contracandidato ganaron en cinco municipios Albán, Arboleda, Funes, Guartarilla y San Lorenzo.

Fue también sorprendente el caso del Huila39. Neiva por ejemplo, tradicional-mente liberal, fue la única ciudad capital donde José Jaramillo Giraldo le ganó a Carlos Lleras Restrepo, hecho que la convierte en la segunda ciudad de alto incremento electoral para los anapistas. De igual manera, el candidato de la ANAPO triunfó en 9 localidades más: Acevedo, Palermo, Pital, Rivera, Santa María, Tesalia, Teruel, Yaguara y en el Doncello (Caquetá). En general en el Huila, crecía el respaldo liberal al anapismo desde 1964. Sin duda la desarti­culación del emerrelismo ayudó al fortalecimiento del Movimiento en la re­gión.

En Norte de Santander, Jaramillo Giraldo ganó en seis municipios: Conven­ción, Herrán, Mutiscua, Pamplonita, Ragonvalia y Santiago. La procedencia del voto por el candidato de la ANAPO, provino del conservatismo. Se conso­lidan las tendencias electorales que traía el anapismo en este departamento. Aumentan los votos no sólo en los municipios donde triunfó. Crece el Movi­miento en Ábrego, Ocaña, Pamplona y Sardinata. En Cúcuta el aumento fue significativo: del 26.6% del total de marzo, pasó al 42.2% en mayo. A nivel departamental, el anapismo pasó del 22.2% al 34.6%.

A los 621 votos lauroalzalistas, se sumaron 44 votos nuevos. A los votos por esta ciudad se sumaron los del Caquetá.

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El 83.3% de los votos por el candidato de la ANAPO en el Atlántico, se con­centró en su capital. En realidad, los líderes que promovieron la candidatura de Jaramillo no tuvieron el tiempo necesario para desplazarse a otros lugares. Sin embargo. Aunque no triunfa en ningún municipio, la Anapo aumenta su porcentaje electoral tanto en Barranquilla como en el departamento. En la primera, pasa del 18.1% al 36% y en el segundo del 12.4% al 27.8%. Fue amplio el respaldo electoral en Sabanalarga y Soledad. Puede asegurarse que la confluencia de varios sectores populares, al igual que buena parte del electo­rado lauro-alzatista contribuyó al avance electoral en este departamento.

Los anapistas conservadores del departamento del Magdalena lograron un importante avance electoral. En su orden de crecimiento, Santa Martha ocupó el cuarto lugar. Del 15.8% de marzo, pasó al 40.2% en Mayo. A nivel departa­mental del 8.9% pasó al 27.8%. Jaramillo Giraldo ganó en tres localidades, donde ya habían ganado las listas anapistas en marzo pasado: Aguachica, Curumaní y Rio de Oro. El voto anapista de Chimichagua, Chiriguaná, El Banco y Guamal fue cooptado del electorado conservador. En ciénaga el anapismo se nutrió de liberales y conservadores. La ANAPO avanzó por lo regular en los municipios de mayor población.

En el Tolima, los anapistas consolidan su electorado. El voto a su favor conti­núa proviniendo del viejo laureanismo. Jaramillo triunfa en 4 municipios: Cunday, Espinal, Flandes y San Antonio. Aumenta la votación en Flandes, Honda, Líbano, Purificación. En este último y en Guamo la competencia fue reñida. Como se anotó arriba, en el departamento de Bolívar los anapistas debutaron con sus dos alas a partir de 1966. Para empezar no estuvieron mal las cosas. Del 7.8% del total departamental en marzo, los anapistas pasaron al 14.7%. También se incrementó su porcentaje electoral en la capital: de 17.5% pasó al 22.1%. Jaramillo triunfó en la Isla de San Andrés, que se contaba en esta circunscripción. La ANAPO aumentó su caudal electoral en Córdoba. Su electorado continúa nutriéndose del sector laureanista de la región. En Ayapel, Ciénaga de Oro, Planeta Rica y San Bernardo del Viento el crecimiento del anapismo es considerable. En el cauca, donde tampoco existía ala liberal, los anapistas conservadores votaron por Jaramillo, logrando incluso incrementar sus efectivos en 9 municipios donde sacó el 75.5% de sus votos. En Meta, le correspondió a los anapistas el 33.5% de la votación total departamental para Presidente, mientras que en las legislativas fue del 25%. En Villavicencio, la confrontación entre los dos candidatos fue pareja. Lleras se impuso por escasa diferencia. En Acacias, Guamal, Restrepo, San Luis de Cubaral y en Castilla la Nueva, donde los anapistas se habían impuesto sobre lauro-alzatistas y unionistas en las elecciones de marzo, triunfó Jaramillo. En la Guajira, los anapistas iniciaron su carrera por el voto popular con éxito. Los logros aquí significaron para la ANAPO el mayor avance electoral en la jornada del pri­mero de mayo. A nivel departamental el Movimiento pasó del 5.5% al 36.5% de la votación total. En Ríohacha del 3.6% pasaron al 44.3%. El triunfo de

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Jaramillo sobre Lleras en Maicao condensó el incremento del voto anapista. También en el Quindio, los conservadores que simpatizaban con el General Rojas, mejoraron sus posiciones con el nombre de Jaramillo Giraldo: Del 7.8% de la votación total departamental de marzo, pasaron al 17.2% en la de mayo. En Calarcá, Armenia y Quimbaya mientras el candidato frentenacionalista disminuyó sus efectivos de marzo, la ANAPO aumentó los suyos. En el único departamento donde la ANAPO disminuyó su votación fue en el Chocó. Aquí se presentó una abstención que afectó a oficialistas y no oficialistas. No obs­tante, el Movimiento mejoró sus posiciones en la capital y en el Municipio de El Carmen.

Concluyamos: los resultados electorales de mayo de 1966 a favor del candida­to José Jaramillo Giraldo, significaron el fortalecimiento del voto anapista. No obstante la pertenencia conservadora de la base electoral del movimiento, los seguidores del general Rojas depositaron su voto por el candidato liberal que éste les señaló. Fue el espíritu del Frente Nacional el que salió ganando en toda la contienda electoral que acababa de terminar. Si realmente ese espíritu hubiese consistido en la conciliación interpartidista de los colombianos, los adversarios de la ANAPO habrían advertido que en esa dirección trabajaban Rojas y sus seguidores. El conservatismo otrora recalcitrante y fundamentalista de regiones como Boyacá, los santanderes, Cundinamarca, Nariño y Valle del Cauca, no tuvo reparos para expresarse a favor de un liberal libertario como José Jaramillo Giraldo. Podría pensarse que la ANAPO empezaba a ser otra cosa.

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CONCLUSIONES

1. EL ORIGEN DEL VOTO ANAPISTA

La gente conservadora que llega a la ANAPO entre su fundación en 1961 y las elecciones de 1966 proviene de esa especie de conservatismo doctrinario y fundamentalista que profesaban antes del establecimiento del Frente Nacio­nal, Gilberto Álzate Avendaño y Laureano Gómez. El voto conservador anapista, por eso, es un voto de llegada, cooptado no de manera simple. Hubo conserva­dores de esta estirpe que entraron a la ANAPO, en el vacío que dejó la intem­pestiva muerte de Álzate en 1960. Las masas alzatistas acompañaron incluso al «Mariscal» en el experimento electoral del Ospino-alzatismo, que los metió de pronto en el Frente Nacional. Defraudados poco después, acamparon, en el «doctrinarismo» fórmula ideada por los laureanistas, ahora liderados por Al­varo Gómez, hijo del caudillo, para continuar en la arena política cuando fue­ron desplazados del poder por el ospinismo. Conformaron junto con Gómez Hurtado el «lauro-alzatismo», último intento por arriba (tanto de líderes laureanistas como alzatistas) de cooptar la base electoral de ambos políticos. El curso del Frente Nacional, las contradicciones y estilo político personalista de Alvaro Gómez y la estrecha alianza ospino-llerista, volcó sobre el anapismo el respaldo conservador que antes le pertenecía a aquellos.

2. LOS LIBERALES DE LA ANAPO

La lenta conformación de un sector liberal en el anapismo se debió a la proli­feración de movimientos de estirpe liberal en la arena política durante el pe­ríodo estudiado. Hemos demostrado, que la causa por la cual el ala liberal anapista no alzó vuelo no se debió únicamente a la presencia de un MRL que canalizaba la inconformidad liberal. Esa era, apenas, una parte de la explica­ción. Otros idearios, impedirían el anhelado sueño de los ideólogos del anapismo.

Desde posiciones doctrinarias, Gilberto Álzate Avendaño por el conservatismo y Alfonso López Michelsen por el liberalismo canalizaron la oposición al sis­tema paritario. En ambos movimientos tuvieron cabida no sólo nuevas fuerzas políticas, sino además quienes habían participado en el gobierno militar. La inesperada muerte de Álzate en noviembre de 1960 dejó huérfanos a miles de conservadores rasos que vieron en sus planteamientos la pureza doctrinaria de ese partido. Muerto Álzate la única fuerza en capacidad de heredar la incon­formidad y doctrina conservadoras fue el anapismo que, de hecho, se convirtió después de 1963 en la segunda alternativa de ese partido, como en efecto lo demostraron sus logros electorales de 1964.

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No sucedió lo mismo por el lado liberal. El anapismo contaba con políticos de ésta procedencia, pero cooptados por el general Rojas desde los tiempos del gobierno militar: Parmenio Zapata, José Jaramillo Giraldo, Milton Puentes, Jorge Villaveces, entre otros. Aunque en Bogotá, cerca de 15 mil liberales votaron por la ANAPO en 1964 y 23 mil en toda Cundinamarca por el nombre de Parmenio Zapata para la Asamblea del Departamento1, lo cierto es que sólo a mediados de la década del sesenta, ante el irreversible declive del MRL y la precipitada renuncia del general Alberto Ruiz Novoa a su candidatura presi­dencial, políticos nacionalistas y emerrelistas de todas las líneas, empezaron a deslizarse hacia la ANAPO.

¿Por qué no fue capaz la ANAPO de atraer inmediatamente a las masas frus­tradas del MRL? nos preguntábamos en el curso de nuestra investigación. La respuesta a este interrogante la encontramos en la naturaleza de la composi­ción política y social de ese movimiento, que agrupaba a sectores liberales, nacionalistas, comunistas y gentes de avanzada en general. Obviamente, las tendencias reunidas allí, entendían el carácter de la alianza desde diferentes tópicos. Por un lado, la presencia del MRL en el escenario político le permitió al liberalismo no perder su influencia en sectores de ese partido insubordina­dos al proyecto del Frente Nacional, incluidos los bandoleros y las bases cam­pesinas influidas por estos. Por otro lado, los comunistas estaban interesados en empujar hacia la izquierda marxista, que profesaban, a las masas identifi­cadas con el MRL2. Mas no era el emerrelismo la única agrupación rebelde que convocaba a las masas liberales.

En 1961 un grupo de líderes adversos al Frente Nacional y que veían en el MRL la encarnación de un lopismo con el que no simpatizaban, se arremoli-

1 En artículo acerca de los resultados electorales de 1964, Gilberto Vieira, Secretario General del Partido Comunista escribió: «Aunque es imposible establecer la cuantía de votos rojaspinillistas de origen conservador y de origen liberal, el caso de Bogotá es sugestivo. La lista conservadora de la ANAPO encabezada por María Eugenia Rojas de Moreno obtuvo 38.561 votos y la lista liberal de la misma ANAPO para la asamblea departamental encabezada por Parmenio Zapata obtuvo 23.198 votos. Los electores que votaron por la lista encabezada por Zapata para la Asamblea de Cundinamarca votaron a la vez, en la misma papeleta, por María Eugenia Rojas para la Cámara. En consecuencia, aparentemente más de 15.000 ciudadanos de origen liberal votaron en Bogotá por candidatos conser­vadores, mientras que al mismo tiempo ciudadanos de origen conservador votaron por candidatos liberales. Este es un hecho interesante y de alguna manera positivo frente a la tragedia de los «odios heredados» tradicionales en Colombia». Véase: Vieira Gilberto. Bases para un Balance de las eleccio­nes del 15 de marzo. Documentos Políticos No. 35, 1964 p. 5 2 El PCC entendió que este movimiento no era homogéneo, apoyó los planteamientos de su jefe máximo que, según ellos, tomados en forma conjunta, parecían ser la opción opositora más coherente al Frente Nacional. López estaba formulando diagnósticos y soluciones de carácter radical, neutrali­zando a su vez los enfoques puramente represivos del nuevo gobierno. Sostenía que la violencia no se podía combatir efectivamente sino con transformaciones estructurales; que era necesario realizar una reforma agraria democrática que correspondiera a la insurgencia campesina, etc. Lo anterior sumado al alegato jurídico de la alternación, en el sentido de lograr que otrosparlidos distintos a los tradiciona­les pudieran participar en la lucha política legal y finalmente su respaldo a la revolución cubana, hicieron que el partido comunista entrara en alianza con el MRL, peleando su legitimación. Dividido el MRL, el PCC estableció con la linea dura una serie de alianzas más o menos estables hasta las elecciones de 1964.

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naron alrededor en la revista La Nueva Prensa. Los intelectuales reunidos en la revista empezaron a promover un «nacionalismo popular» que sintetizaba los idearios nacionalistas colombianos de todos los tiempos y de todas las pro­cedencias. Se adecuaron a las condiciones del decenio del sesenta, el naciona­lismo conservador difundido entre los finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, el promovido por los líderes del Movimiento Socialista Colom­biano de Antonio García desde los años cuarenta y se adaptaron al suelo co­lombiano los modelos nacionalistas de Asia y África. Los primeros en identi­ficarse ideológicamente entre si, fueron los dirigentes de la Línea Dura del MRL y del «nacionalismo popular». Después de las elecciones de 1964 cuan­do la ANAPO se convirtió en movimiento de oposición mayoritario, duros y nacionalistas de la LNP empezaron a ver con buenos ojos un acercamiento hacia la corriente que seguía las orientaciones de Gustavo Rojas Pinilla, Sin embargo, el contenido de las intervenciones del General Alberto Ruiz Novoa, tanto en el Ministerio de Guerra como en la oposición, volcó hacia él toda la atención de los nacionalistas colombianos. Su discurso abrazó todo el espectro de las propuestas políticas ubicadas entre las de las cúpulas de los partidos tradicionales y las del. comunismo. Ruiz mostró una asombrosa capacidad de reunir en su pensamiento, en su acción y en su investidura, múltiples expresio­nes ideológicas deambulantes en el ambiente político del país. Puso, pues, en peligro el crecimiento de las agrupaciones que buscaban el respaldo popular recurriendo a los temas de los que él se había apropiado. En peligro de quedar sin argumentaciones, estuvieron el General Rojas y su grupo, lo mismo pasaba con López o Uribe Rueda y con todos los que acariciaron la idea de un gobier­no fuerte que aplicara en el país una justicia social. Así, en la primera mitad de 1965 la gente de LNP junto con Ruiz Novoa conformaron el Movimiento De­mocrático Nacional MDN, que lanzó poco después la candidatura a la presi­dencia del exministro de guerra. En la configuración del MDN tomó parte activa el dirigente de la Línea Dura, Ramiro De la Espriella. Con amplitud el emerrelista escribió sobre el carácter que debería tener el nuevo partido. Tras­ladando a las condiciones colombianas, las tácticas del populismo anarquista del viejo continente. De la Espriella consideró que el nuevo partido debería nacer en la lucha diaria. Para él no eran necesarias las condiciones objetivas, hablaba de una reagrupación ideológica en torno a la acción, a los hechos. Como los conspiradores de la ANAPO, De la Espriella no creía en la fuerza popular, sino en una minoría escogida, en una élite intelectual pensante que resolviera los problemas sociales. Habló de un grupo de gente intrépida y au­daz. Estuvo de acuerdo con el nombre de Ruiz Novoa para enfrentarlo a Carlos Lleras Restrepo, pero recomendó que el objetivo de Ruiz debería ser la toma del poder. Concluyó su posición ante el fenómeno Ruiz Novoa manifestando que lo que le imprimía respeto a un movimiento político era «su fuerza explo­siva de reacción en cadena». El líder emerrelista no habló del MDN sino del «partido de la Nacionalidad Colombiana». Estuvo de acuerdo con la gente de LNP en que el mecanismo de cooptación escogido para convocar a todo el mundo, debería ser el nacionalismo.

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La inmediata aceptación popular del MDN es explicable. El Movimiento sur­ge en un momento de declive del MRL, Si éste había correspondido al auge de las expectativas que despertó en el país la Alianza para el Progreso, el auge del MDN corresponde al fracaso de aquella, Ruiz logra penetrar en el mundo de los sectores sociales que directamente estaban padeciendo los embates de un proceso disparado de concentración de la economía. Su discurso fue sensible ante todo a los sectores de la pequeña burguesía, a las capas medias y por extensión a las masas populares. «Sostenemos, había manifestado, que es po­sible terminar con los oligopolios y con los monopolios que están estrangulan­do la iniciativa y la capacidad de empresa y la energía de los colombianos, además de someter a vastos sectores de la actividad nacional a la tiranía de los privilegios. Creemos que la solución de los problemas nacionales no pueden entregarse a los grupos de presión para que acuerden en comisión de alto nivel compromisos y medidas que no consultan el interés de la inmensa masa de los consumidores y de las gentes que no están representadas en las discusiones»3. Era el discurso hegemónico de entonces. Quiere esto decir, que los temas, abordados por Ruiz, no eran patrimonio suyo. El personaje realizó una apro­piación oportuna y efectiva de ellos. Su ubicación en las altas esferas del poder cuando comenzó la exposición de sus tesis y el respaldo de las capas medias que le rodeó de inmediato, le imprimieron a su prédica una irresistible convo­catoria de poder en desmedro de la popularidad y del reconocimiento que con la insistencia en el mismo discurso había empezado a cosechar el movimiento de los anapistas. No resultaba casual por ello, que entre los asistentes de lujo a la recepción que le hicieran los bumangueses a Ruiz en abril de 1965, estuvie­se Rodolfo García García, el motorcito de los rojistas en la legislatura 1962-1964.

Así que Ruiz y el conjunto de hombres seducidos por el MDN, no solo jugaban como alternantes entre el Frente Nacional y la izquierda marxista, sino que además frenaban en seco los avances del anapismo. Inconsciente o concientemente quizás, los integrantes del MDN derruían el edificio del dis­curso que hasta entonces le había permitido a Rojas Pinilla introducirse de nuevo en la vida de los colombianos. Primero, ya está anotado, se apropiaron los nacionalistas de nuevo cuño, de los temas que del alzatismo había hereda­do y trabajado el anapismo, luego intentaron arrebatarle los mecanismos que también él había perfeccionado del gaitanismo: el respeto a la pertenencia liberal-conservadora de los colombianos. Pero en ésto no les fue muy bien. Aunque Ruiz Novoa no pretendió que sus seguidores renunciaran a sus parti­dos, su mensaje lo dirigió a los conservadores y liberales modernos: al hombre de clase media, al universitario, al profesional; dejándole de esa manera a Rojas un espacio que tan sólo él podría llenar: el pueblo llano y tradicional. Así, el paralelo de la diferencia entre el discurso del MDN, particularmente el

' Ibid. p. 65

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de Ruiz; y el de la ANAPO, particularmente el de Rojas, pasaba por el trata­miento que ambos universos políticos hacían del pueblo.

Después de la renuncia de Ruiz Novoa a la candidatura presidencial y su in­tento de disolver el MDN en mayo de 1965, la agitación política de una nueva agrupación dirigida por el sacerdote Camilo Torres Restrepo se interpuso en el camino de Rojas, colocando también en aprietos la popularidad que el anapismo había conquistado hasta entonces. Son estos algunos de los obstáculos que encuentra la Alianza Nacional Popular para hacer realidad el sueño de tener su propia clientela liberal. Tendría que esperar un poco. Camilo, junto con su Frente Unido abogaron por la justicia social y como los intelectuales de LNP o de la ANAPO, propusieron en un principio, resolver los problemas de la po­blación colombiana de manera inmediata. De ahí que se haya despertado cier­ta solidaridad y simpatía de los anapistas de base con el clérigo, lo mismo que semanas antes, se había manifestado con Ruiz. Aunque su aparición en el escenario político fue casi simultánea, el ascenso de la popularidad de Camilo dependió en gran medida de la incapacidad del Movimiento Democrático Na­cional de conformarse en una fuerza política sólida. O mejor, la inconsecuencia del General Ruiz Novoa con su propia prédica, hizo que Camilo empezara después del 10 de mayo de 1965, a llenar el vacío que dejaba el afamado General. Es a partir de ese momento que empieza su línea de ascenso. Como en los comienzos de Ruiz, las primeras palabras de Camilo se referían al cam­bio de las estructuras, pero a diferencia de aquel, planteó de una vez por todas, que para cambiarlas se necesitaba una revolución. Se definió «revolucionario como ciudadano colombiano, como sacerdote, y como sociólogo»4. Al levita le empezaron a llegar mensajes de la provincia colombiana en el mismo tono y en los mismos términos de los que le habían llegado en su momento al General Ruiz Novoa5.

En medio de la movilización política que caracterizó al año 1965, el Movi­miento Revolucionario Liberal que seguía las orientaciones de Alfonso López Michelsen resurgía de su crisis como el ave fénix. Decididos a librar una nue­va batalla que los pusiera en capacidad de competir por el favor popular, la dirección del Movimiento consideró oportuno dotar al MRL de un aparato moderno que lo distinguiera como un partido democrático de izquierda. En ese sentido prometiendo darle al movimiento una organización disciplinada, convocaron a «todos los colombianos, liberales oficialistas y de otras tenden-

4 Véase El Espectador, mayo 23 de 1965 p. 10A 5 Un denominado «Comité de Acción Revolucionaria del Huila», le hizo llegar una Declaración que anunciaba el respaldo «a lastesíspolílicas y socioeconómicas tendientes a buscar el cambio de las caducas y anacrónicas estructuras del actual sistema que origina nuestro atraso, tal como lo preconi­zan los patriotas y valerosos sacerdotes Camilo Torres y Martín Amaya, e invitan a todo el pueblo huilense a sumarse a este movimiento de inconformidad nacional. Por una Colombia libre, nueva y democrática». Véase El Espectador, julio 22 de 1965 p.7A

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cias, que ante la dramática situación a que ha llegado el país, comprendan que el MRL es la única alternativa entre la catástrofe y la salvación nacional, entre la reacción y el progreso, entre la democracia y la dictadura»6. El contraataque de este sector del MRL, evidenciaba que entre los seguidores de López se encontraban aún elementos ubicados a su izquierda. La militancia de sectores medios continuaba radicalizando el discurso del MRL. Mientras tanto López recuperaba en el discurso sus banderas refundidas o arrebataba las de los Mo­vimientos que surgían debido a sus mismas contradicciones. En varias oportu­nidades, López se quejó de la carencia de «un propósito nacional», como si no hubiera sido ese el caballito de batalla del controvertido exministro de guerra.

A esta altura de la década, los movimientos políticos de oposición decidieron apelar a la experiencia de la táctica anapista. Todos empezaron a hablar de alianzas bipartitas. Se aspiraba a derrotar el sistema del Frente Nacional me­diante la utilización de sus propios mecanismos. El emerrelismo lopista inició una serie de conversaciones con dirigentes jóvenes del conservatismo, con el propósito de abonar terreno en la conformación de un «Frente Nacional del Pueblo». Más adelante, López consciente de la fuerza electoral de la ANAPO, no descarta una eventual contracoalición antifrentenacionalista de anapistas y demás grupos de la oposición contra «el partido único del Frente Nacional». En realidad, el dirigente reconoció que después de las elecciones de 1964, el partido liberal había dejado de ocupar definitivamente el puesto de protesta social y popular que lo había identificado en el pasado. Ocuparse de la Alianza Nacional Popular y vislumbrar con ella una eventual alianza electoral, signifi­có un importante reconocimiento político; aunque en el fondo el dirigente, intentaba con este paso mediatizar la simpatía popular liberal desplazada ha­cia el movimiento de Rojas. Le reconocía López al anapismo, la eficacia de su conformación bipartita y popular para enfrentar el «nuevo partido» del Frente Nacional. Si bien el MRL se valió de los principios alzatistas, para su conver­sión en Moviminto revolucionario, ahora en su ocaso, recurría no sólo a tácti­cas probadas por la ANAPO, sino también a conceptos trajinados por ella7.

3. LOS DOCUMENTOS PROGRAMÁTICOS, LA CONSTRUCCIÓN DE DESTINATARIOS, CONTRADESTINATARIOS Y LA CONFLUENCIA DE LOS DISCURSOS

De todos los movimientos analizados entre 1959 y 1961, fue la ANAPO la agrupación que destinó la mayor parte de sus mensajes al pueblo. Entre las

6 Ibid. 7 En la plataforma de 1964, el anapismo había consignado: «El Frente Nacional unió las oligar­quías liberales y las plutocracias conservadoras, creando asi un partido único, con intereses propios, que ejerce el poder de manera exclusivista y hegemónica». Véase Plataforma de la Alianza Nacional Popular, 1964. p. 8

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agrupaciones estudiadas entre 1963 y 1966 la ANAPO y el ELN continuaron en esa tónica. Sin embargo, se trata de discursos políticos altamente correlacionados entre sí. Hacia 1961, La Alianza Nacional Popular estuvo cer­cana a los idearios que se expresaban en el combativo MRL de entonces. A su vez las agrupaciones políticas que surgieron momentos después estuvieron cercanos a ella: La Línea Dura del MRL, el Partido Social-Demócrata Cristia­no PSDC, el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Años después, cuando la divulgación de la plataforma de 1964, la ANAPO continuó identificándose con las formas como el MRL de 1961 apelaba al pueblo. Es decir, el anapismo estaba más cercano a la versión original del MRL que los mismos emerrelistas que intervenían en la campaña electoral de 1966. El mensaje popular de la Línea Dura, del PSDC, y del ELN estuvieron altamente identificadas con las formas que la ANAPO utilizaba para acercarse al pueblo. Los 14 movimientos sometidos a nuestro análisis comparten la mayoría de sus planteamientos. Pre­cisamente para detectar qué los diferenciaba emprendimos este estudio. El 60% de las agrupaciones estuvieron relacionadas entre sí por su manera de concebir el destinatario de sus mensajes. Conforme avanzaba la década, ma­yor era la identificación entre ellos. El partido comunista, para poner un caso, no estaba altamente correlacionado con Movimiento alguno en 1961; en cam­bio, en 1966 cuando se reunió en su X Congreso se acercó significativamente no sólo con los anapistas sino que, además recogió las experiencias del MOEC y de las plataformas de emerrelistas y anapistas divulgadas en 1961. A dife­rencia de la «Línea Dura» que buscaba acercar a «los revolucionarios», López dirigiéndose a los «lauroalzatistas» a «los conservadores progresistas», y a «todos los grupos de oposición», etc, no está interesado en cooptar los sectores de extrema izquierda, por el contrario es claro al mencionar como destinata­rios políticos «los grupos anticomunistas», o bien «la resistencia». A López le importaba más el destinatario liberal en toda su extensión, es decir, tanto «los compañeros liberales», «el liberal del pueblo», como los «liberales extravia­dos», aquellos que se encontraban por fuera de la «Línea Blanda». Esto por la responsabilidad que le correspondía al liberalismo frente a los cambios que el Frente Nacional adelantaba. Cuando en Santa Fé de Antioquia mencionó su próximo itinerario por el Caribe, dijo López que iría allí «donde se está incu­bando por igual el porvenir económico de Colombia, como nación exportadora y el porvenir del Partido Liberal, como partido revolucionario»8.

No estaban lejanos entre sí los movimientos políticos de mediados de los años sesenta. Todos tomaban sus ideas de la fragua del discurso hegemónico. A ninguno se le escapó la revolución, el cambio, el tercer mundo, el desarrollo, el crecimiento de la población. Los contenidos se cruzan en múltiples coinci­dencias. No hubo movimiento político en los años 60 que no hablara de la revolución. Era el término por excelencia al que acudían todos los dirigentes

Véase <¡E\ Movimiento Revolucionario es la Paz» en Posdata a la Alternación ... Op.Cit. p 115

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para legitimar sus propuestas. Las había de todas las especies y para todos los gustos: socialistas, democratice-burguesas, populistas, pacíficas, científico-téc­nicas, campesinas, obreras, obrero-campesinas, nacionalistas, nacionalista y popular, cristiana, cristiana y nacionalista, de liberación nacional, e incluso burguesa. Sintetizaba el vocablo el espíritu de la época. El mundo en general vivía una de sus tantas olas revolucionarias. Aunque en Colombia se ha habla­do de revolución desde siempre (a ella han acudido desde los comunistas hasta los conservadores), fue con la Revolución Cubana y el proceso de liberación de los pueblos de Asia y África durante los años 60 que la apelación a dicho vocablo desbordó el discurso político. El surgimiento del movimiento guerri­llero primero y la aparición del sacerdote Camilo Torres en la escena política nacional después, reverdecieron el tema de la revolución.

Para la época en que se concentra esta investigación, no se puede hablar ya de la identidad ideológica de los partidos tradicionales. Con Carlos Lleras Restrepo se pierde definitivamente el mito del liberalismo como partido antirreligioso o anticatólico. Nadie tenía el monopolio de las ideas en boga. Se trató de mati­ces, de intensidades y fijaciones en el planteamiento de las tesis y en últimas de los sujetos que enuncian el discurso, de sus capacidades de convocatoria y de sintonizarse de manera natural y no artificial con los anhelos de la comuni­dad. Empero, no eran los Movimientos de la oposición portadores del senti­miento de cambio. Por reacción o por convicción, por presión o necesidad, el establecimiento puso a prueba su capacidad de adaptarse a los nuevos tiempos. El proyecto político que aspiraba a imponer Lleras en la segunda etapa del Frente Nacional pretendió desarrollar a corto tiempo y sin oposición, la infra­estructura de una sociedad capitalista que él adornaba con la fórmula de una «sociedad más igualitaria». Proceso inconcluso y frenado durante todo el si­glo. Lleras aceptaba el reto de la oposición. Esta a su vez no creemos que lo haya advertido. Si lo advirtió, nunca creyó que uno de los gestores del Frente Nacional, precisamente «el continuista Carlos Lleras Restrepo», pudiera ha­cerlo. Por eso a diferencia de López, que jugaba con lo supraestructural. Lleras decidido a coger el toro por los cachos, fue al grano. De manera pragmática hizo un inventario de los problemas del país y presentó soluciones.

La llamada alianza entre el MRL-Línea Blanda, el lauroalzatismo y la ANAPO para escoger de común acuerdo el nombre de un candidato a la Presidencia de la República, fue un mecanismo de conveniencia electoral. No fue suficiente el común antillerismo como catalizador de la unidad. El amplio respaldo que recibieron las listas frentenacionalistas en las elecciones legislativas del 20 de marzo de 1966, desmotivó a emerrelistas y lauro-alzatistas para presentar un candidato de unión a la Presidencia de la República. El que el vencedor fuera Rojas desmontaba definitivamente el embeleco de la candidatura de la oposi­ción. Se esperaba entonces que la comunidad anapista promoviera la figura de su líder como contracandidato. Sin embargo, los ideólogos del anapismo die­ron muestra una vez más de su disposición inquebrantable de someterse a las

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reglas del juego establecidas. El 2 de abril, los medios comunicaron a los co­lombianos que la noche anterior el dirigente liberal José Jaramillo Giraldo había sido ungido por el anapismo a la candidatura presidencial. Con la elec­ción del nombre de Jaramillo y no el de Rojas para la candidatura presidencial y con el fortalecimiento del ala liberal anapista en las pasadas elecciones, la gran prensa y el establecimiento en general hablaron menos del rojismo y comenzaron a referirse a esa comunidad como «La ANAPO». La adhesión más importante que recibió Jaramillo fue la del Movimiento Democrático Nacional MDN. Alberto Zalamea se trasladó con su gente, su prensa y sus idearios a las toldas del anapismo. Con la llegada del MDN, se amplían los contenidos de los programas anapistas. Al discurso de la plaza pública se le suma con intensidad el tema del nacionalismo colombiano, antes disperso en las corrientes disidentes del bipartidismo o en las frustradas terceras alternati­vas. Empieza el ensanchamiento del sector liberal del anapismo ante el fraca­so, e inconsecuencias de las disidencias liberales.

4. EL RESCATE DE LA PLAZA PUBLICA.

Gran parte de la agitación política entre 1964 y 1966 transcurrió en medio del estado de sitio. Fue esa una de las razones que llevó a las agrupaciones de la oposición a reunirse en recintos cerrados. Pero fue sólo una de las razones. Ante las nuevas circunstancias que vivía el país, las reagrupaciones y alianzas políticas se convirtieron en el nuevo tema de las discusiones políticas. Mien­tras que todo el mundo concertaba, negociaba o discutía en hoteles, sindicatos, universidades, sedes de los gremios, sobre las maneras de llegar al poder, el anapismo recorría las plazas públicas colombianas de manera intensa y per­manente. Rojas tenía muy presente la geografía nacional para la realización de sus campañas políticas. Se le ve en Maicao o en San Andrés; recorriendo el sur del Magdalena en canoa o deslegitimando el Frente Nacional en las principa­les ciudades del país. Hay una correspondencia entre las regiones visitadas por el jefe del movimiento y la alta votación a su favor en las mismas.

Finalmente, para una sociedad como la colombiana, altamente politizada a mediados de la década del sesenta, la presencia de tanto movimiento político, servía de control de la misma. Las agrupaciones existentes evitaron que fuera peor en Colombia, por la exclusividad del Frente Nacional, el problema de la falta de canalización político-social para los nuevos sectores de la población colombiana que necesitaban expresarse. Lainstitucionalización del bipartidismo no significó siquiera la participación de la mayoría de los colombianos libera­les y conservadores. Tenían razón los grupos de la oposición que acusaban al sistema político del país de unipartidista. No significaba esto que las agrupa­ciones de la oposición, con la excepción de la Línea Blanda, estuvieran intere­sadas en hacer del sistema político colombiano un sistema de partidos; no obstante que el análisis cuantitativo realizado permitió advertir en el compor-

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tamiento de los grupos de la oposición algunos elementos que contribuían a la configuración de un sistema de partidos9. Sin embargo, los avatares de la evo­lución política del país no favorecieron ni el fortalecimiento de esta tendencia como tampoco la estructuración y regularización de un sistema de canaliza­ción diversificado. A la larga, los grupos de oposición aspiraban a imponer en caso de llegar al poder el tipo de Estado que rondaba en sus cabezas. En una carta al Presidente Valencia, firmada por los máximos dirigentes de la Línea Dura Alvaro Uribe Rueda y Ramiro Andrade, por la cúpula del MDN Hernando Echeverry Mejía, Alberto Zalamea y Roberto Torres Quintero, por los líderes del PSDC Alvaro Rivera Concha y Francisco de Paula Pérez y por numerosos intelectuales del país, se consignan algunas opiniones interesantes a propósito de las medidas de excepción tomadas entonces por el ejecutivo: «Si este estado de sitio fuera aprovechado para darle a la Nación el rumbo nuevo que estamos reclamando todos los colombianos, desde las plazas públicas, desde las uni­versidades, en el silencioso discurrir de nuestros campos, a través de las voces de descontento reiteradamente repetidas por nuestros obreros o por entre el sereno razonar de nuestros intelectuales, y se acometiera, por medio de ese peligroso pero eficaz instrumento, la obra de transformación radical de nues­tras carcomidas estructuras políticas, económicas, sociales y culturales, noso­tros, y los movimientos de opinión pública que representamos, no tendríamos ningún reparo que hacer a esa obra constructiva que por si misma contaría con el apoyo ciudadano10. Interesados en la toma del poder y en la realización de sus programas por la vía más directa y rápida, las agrupaciones de esta parte de la década no se concentraron en trazar a largo plazo las directrices para su conversión en verdaderos partidos políticos. Les llamaba más la atención un gobierno que con el estado de sitio lograra: «nacionalizar el Banco de la Repú­blica, implantar la función social y colectiva del crédito; para establecer un control planificado de las divisas con fines de desarrollo; para las posibilida­des pesqueras de nuestros mares; para imponer la planeación en todos los niveles y hacer cumplir los planes; para otorgar a la cultura su primer puesto en la escala de los valores sociales; para defender nuestra dignidad de Estado soberano y dar a nuestra política exterior la dimensión de la gran nación his­panoamericana; para conseguir nuestra libertad auténtica a través de la inde­pendencia económica y la justicia social; para sentar las bases de una reforma urbana y dar un paso serio en favor de una verdadera reforma; para establecer nuevas relaciones en régimen empresarial, dentro de las cuales el trabajo no

' En este sentido es sugestiva la siguiente tesis de Giovanni Sartori: «Lospartidosno constituyen un sistema, sino cuando son partes (en plural), y un sistema de partidos es precisamente el sistema de interacciones que es resultado de la competencia entre partidos. Esto es, el sistema de que se trata guarda relación con la forma en que se emparentan los partidos entre sí, con cómo cada uno de los partidos es función (en el sentido matemático) de los demás partidos y reacciona, sea competitivamente o de otro modo, a los demás partidos» Véase: Sartori Giovanni. Partidos y Sistemas de Partidos, 1. Madrid, ed. Alianza Universidad, 1980. p.69 10 Véase «Transformar Estructuras con Decretos Leyes», piden grupos. En: El Espectador, mayo 30 de 1965 p. 2A.

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sea considerado simplemente como una mercancía; para hacer en fin, de Co­lombia una Nación digna y poderosa, una patria en constante expansión espi­ritual y material»".

Ibid.

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Visita de Alberto Zalamea, Director de la revista La Nueva Prensa a Rojas lanilla en Melgar, el Domingo de Pascua de 1964.

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