64752290 Matsuo Basho Sendas de Oku

Embed Size (px)

Citation preview

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

1

Sendas de OkuMatsuo Basho

Traduccin de: Octavio Paz y Eikichi Hayashiya

SEIX BARRAL Primera edicin en Seix Barral: noviembre de 1981

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

2

NDICENDICE.............................................................................................. 2 NOTA BIOGRFICA......................................................................... 4 LA TRADICIN DEL HAIK............................................................. 5 ADVERTENCIA A LA PRIMERA EDICIN (1957)......................... 22 VIDA DE MATSUO BASHO ........................................................... 23 LA POESA DE MATSUO BASHO ................................................. 25 Sendas de Oku ............................................................................... 38 Partida ............................................................................................ 39 La posada de Soka......................................................................... 40 Muro-no-Yashima ........................................................................... 41 Nikko............................................................................................... 42 A campo traviesa en Nasu.............................................................. 44 Unos das en Kurobane .................................................................. 45 La Piedra-que-mata ........................................................................ 48 Sauce.............................................................................................. 49 El paso de Shirakawa ..................................................................... 50 La posada del ro Suga................................................................... 52 El monte Asaka y hanakatsumi ...................................................... 54 Kurozuka y la piedra ....................................................................... 55 Ruinas del castillo de Sato ............................................................. 56 Una noche en Iizaka ....................................................................... 57 Minowa y Kasajima......................................................................... 58 El pino de Takekuma ...................................................................... 59 Cuatro o cinco das en Sendai........................................................ 60 Juncos de Tofu y monumento de Tsubo ........................................ 62 Sue-no-Matsuyama, Oku-Johruri.................................................... 63 El santuario de Shiogama............................................................... 64 Matsushima .................................................................................... 65

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

3

Pennsula de Ojima ........................................................................ 66 El templo de Zuigan Ishinomaki...................................................... 67 Hiraizumi......................................................................................... 69 Paso de Shitomae .......................................................................... 71 El monte Ooyama ........................................................................... 72 Obanazawa..................................................................................... 73 Sosiego en un templo de la montaa ............................................. 74 Ohishida.......................................................................................... 75 El ro Mogami.................................................................................. 76 El monte Haguro............................................................................. 77 Los montes Gessan y Yudono-Yama ............................................. 79 Tsurugaoka y Sokata...................................................................... 81 Paisaje de Kisagata ........................................................................ 82 Las tierras de Echigo ...................................................................... 85 Una noche en Ichiburi..................................................................... 86 Mar de Ariso ................................................................................... 87 Kanazawa ....................................................................................... 88 El Santuario de Tada ...................................................................... 89 Viento de otoo en el templo de Nata ............................................ 90 La fuente termal de Yamanaka....................................................... 91 La despedida de la pareja de gaviotas ........................................... 92 Una noche en el templo de Zensho................................................ 93 La ensenada de Yoshizaki.............................................................. 94 Templos de Tenryu y Eihei ............................................................. 95 La posada de Tosai ........................................................................ 96 El santuario de Kehi-no-Myo .......................................................... 97 La playa de Iro ................................................................................ 98 El pueblo de Ohgaki ....................................................................... 99 MAPA: VIAJE DE BASHO ............................................................ 100

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

4

NOTA BIOGRFICA

Matsuo Basho naci en Ueno (provincia de Iga, Japn) en 1644, hijo de un samurai al servicio de la familia Todo. El 1653, tambin Basho entr a servir en la familia Todo en calidad de compaero de estudios del joven heredero Yoshitada. Con l estudi el arte del verso encadenado bajo la gua de Kigin. Basho lleg a ser el ms soberano artfice del haik y su influencia en la poesa clsica japonesa fue enorme. En 1694, muri vctima de la disentera, mientras intentaba llegar al sur del Japn en uno de los viajes que le dieron notoriedad literaria, anlogos al que motiva el presente libro. Sendas de Oku es, posiblemente, la muestra ms acabada del arte de Basho en un gnero propio del siglo XVII japons: el relato de viajes que ana la impoluta nitidez en el relato y la descripcin y el supremo don potico en el verso de diecisiete slabas. Esta exquisita obra maestra ha sido admirablemente vertida al castellano por Octavio Paz, con la colaboracin de Eikichi Hayashiya, y complementada con extensos estudios, debidos igualmente a Octavio Paz, sobre la tradicin potica del haik, y sobre la vida y obra de Basho. El conjunto es, pues, la ms idnea aproximacin a un gran clsico de un momento mayor de las literaturas orientales, a cargo de un gran poeta occidental de ahora, que como pocos ha vivido el Oriente y ha hecho suyas las races de este mbito cultural.

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

5

LA TRADICIN DEL HAIK

En 1955 un amigo japons, Eikichi Hayashiya, ante mi admiracin por alguno de los poetas de su lengua, me propuso que, a pesar de mi ignorancia del idioma, emprendisemos juntos la traduccin de Oku no Hosomichi. A principios de 1956 entregamos nuestra versin a la seccin editorial de la Universidad Nacional Mxico y en abril del ao siguiente apareci nuestro pequeo libro. Fue recibido con la acostumbrada indiferencia, a despecho de que, para avivar un poco la curiosidad de los crticos, habamos subrayado en la Advertencia que nuestra traduccin del famoso diario era la primera que se haca a una lengua de Occidente. Ahora, trece aos despus, repetimos el gesto: la apuesta; no para ganar comentarios, Basho no los necesita, sino lectores. Aclaro: son los lectores, somos nosotros -atareados, excitados, descoyuntados- los que ganamos con su lectura; su poesa es un verdadero calmante, aunque la suya sea una calma que no se parece ni al letargo de la droga ni a la modorra de la digestin. Calma alerta y que nos aligera: Oku no Hosomichi es un diario de viaje que es asimismo una leccin de desprendimiento. El proverbio europeo es falso; viajar no es morir un poco sino ejercitarse en el arte de despedirse para as, ya ligeros, aprender a recibir. Desprendimientos: aprendizajes. Entre 1957 y 1970 han aparecido muchas traducciones de la obrita de Basho. Cuatro han llegado a mis ojos, tres en ingls y una en francs. Por cierto, cada una de ellas ofrece una versin diferente del ttulo: The narrow road tho the deep North 1; Back roads to far towns 2; La sente troite du bout-du-monde3; y The narrow road through the provinces 4. Tal diversidad de versiones me pone en la obligacin de justificar la nuestra: Sendas de Oku. En tres de las traducciones que he citado aparece el adjetivo: estrecho; nosotros1

Introduccin, traduccin y notas de Noboyuki Yuasa. Contiene traducciones de otros cuatro relatos de viaje de Basho. Londres, 1966.2 3 4

Traduccin y notas de Cid Corman y Kamaike Susum, Nueva York, 1968. Traduccin y notas de Ren Sieffert, nmero 6 de LEmphmre, Pars, 1968.

Introduccin, traduccin y notas de Earl Miner. es parte del libro Japanese Poetic Diaries, California University Press, 1966.

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

6

lo suprimimos por antipata a la redundancia: todos los senderos son estrechos. Las versiones al ingls dan una idea ms bien realista del viaje de Basho y de su punto de destino: norte remoto, pueblos lejanos, provincias; la traduccin francesa, aunque ms literal, se inclina hacia lo simblico: fin de mundo. Nosotros preferimos la va intermedia y pensamos que la palabra Oku, por ser extraa para el lector de nuestra lengua, podra quiz reflejar un poco la indeterminacin del original. Oku quiere decir fondo o interior; en este caso designa a la distante regin del norte, en el fondo del Japn, llamada Oou y escrita con dos caracteres, el primero de los cuales se lee Oku. El ttulo evoca no slo la excursin a los confines del pas, por caminos difciles y poco frecuentados, sino tambin una peregrinacin espiritual. Desde las primeras lneas Basho se presenta como un poeta anacoreta y medio monje; tanto l como su compaero de viaje, Sora, recorren los caminos vestidos con los hbitos de los peregrinos budistas; su viaje es casi una iniciacin y Sora, antes de ponerse en marcha, se afeita el crneo como los bonzos. Peregrinacin religiosa y viaje a los lugares clebres -paisajes, templos, castillos, ruinas, curiosidades histricas y naturales- la expedicin de Basho y de Sora es asimismo un ejercicio potico: cada uno de ellos escribe un diario sembrado de poemas y, en muchos de los lugares que visitan, los poetas locales los reciben y componen con ellos esos poemas colectivos llamados haikai no renga. El nmero de traducciones de Oku no Hosomichi es un ejemplo ms de la aficin de los occidentales por el Oriente. En la historia de las pasiones de Occidente por las otras civilizaciones, hay dos momentos de fascinacin ante el Japn, si olvidamos el engouement de los jesuitas en el siglo XVII y el de los filsofos en el XVIII: uno se inicia en Francia hacia fines del siglo pasado y, despus de fecundar a varios pintores extraordinarios, culmina con el imagism de los poetas angloamericanos; otro comienza en los Estados Unidos unos aos despus de la segunda guerra mundial y an no termina. El primer perodo fue ante todo esttico; el encuentro entre la sensibilidad occidental y el arte japons produjo varias obras notables, lo mismo en la esfera de la pintura -el ejemplo mayor es el impresionismo- que en la del lenguaje: Pound, Yeats, Claudel, Eluard. En el segundo perodo la tonalidad ha sido menos esttica y ms espiritual o moral; quiero decir: no slo nos apasionan las formas artsticas japonesas sino las corrientes religiosas, filosficas o intelectuales de que son expresin, en especial el budismo. La esttica japonesa -mejor dicho: el abanico de visiones y estilos que nos ofrece esa tradicin artstica y potica-

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

7

no ha cesado de intrigarnos y seducirnos pero nuestra perspectiva es distinta a la de las generaciones anteriores. Aunque todas las artes, de la poesa a la msica y de la pintura a la arquitectura, se han beneficiado con esta nueva manera de acercarse a la cultura japonesa, creo que lo que todos buscamos en ellas es otro estilo de vida, otra visin del mundo y, tambin, del trasmundo. La diversidad y an oposicin entre el punto de vista contemporneo y el del primer cuarto de siglo no impide que un puente una a estos dos momentos: ni antes ni ahora el Japn ha sido para nosotros una escuela de doctrinas, sistemas o filosofas sino una sensibilidad. Lo contrario de la India: no nos ha enseado a pensar sino a sentir. Cierto, en este caso no debemos reducir la palabra sentir al sentimiento o a la sensacin; tampoco la segunda acepcin del vocablo (dictamen, parecer) conviene enteramente a lo que quiero expresar. Es algo que est entre el pensamiento y la sensacin, el sentimiento y la idea. Los japoneses usan la palabra kokoro: corazn. Pero ya en su tiempo Jos Juan Tablada adverta que era una traduccin engaosa: kokoro es ms, es el corazn y la mente, la sensacin y el pensamiento y las mismas entraas, como si a los japoneses no les bastase sentir cono solo el corazn5. Las vacilaciones que experimentamos al intentar traducir ese trmino, la forma en que los dos sentidos, el afectivo y el intelectual, se funden en l sin fundirse completamente, como si estuviese en perpetuo vaivn entre uno y otro, constituye precisamente el sentido (los sentidos) de sentir. En un ensayo reciente Donald Keene seala que esta indeterminacin es un rasgo constante del arte japons e ilustra su afirmacin con el conocido haik de Basho: La rama seca Un cuervo Otoo-anochecer. El original no dice si sobre la rama se ha posado un cuervo o varios; por otra parte, la palabra anochecer puede referirse al fin de un da de otoo o a un anochecer a fines de otoo. Al lector le toca escoger entre las diversas posibilidades que le ofrece el texto pero,5

Jos Juan Tablada: Hiroshigu, Mxico, 1914.

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

8

y esto es esencial, su decisin no puede ser arbitraria. La Capilla Sextina, dice Keene, se presenta como algo acabado y perfecto: al reclamar nuestra admiracin, nos mantiene a distancia; el jardn de Ryoanji, hecho de piedras irregulares sobre un espacio monocromo, nos invita a rehacerlo y nos abre las puertas de la participacin. Poemas, cuadros: objetos verbales o visuales que simultneamente se ofrecen a la contemplacin y a la accin imaginativa del lector o del espectador. Se ha dicho que en el arte japons hay una suerte de exageracin de los valores estticos que, con frecuencia, degenera en esa enfermedad de la imaginacin y de los sentidos llamada buen gusto, un implacable gusto que colinda en un extremo con un rigor montono y en el otro con un alambicamiento no menos aburrido. Lo contrario tambin es cierto y los poetas y pintores japoneses podran decir con Yves Bonnefoy: la imperfeccin es la cima. Esa imperfeccin, como se ha visto, no es realmente imperfecta: es voluntario inacabamiento. Su verdadero nombre es conciencia de la fragilidad y precariedad de la existencia, conciencia de aquel que se sabe suspendido entre un abismo y otro. El arte japons, en sus momentos ms tensos y transparentes, nos revela esos instantes -porque no slo un instante- de equilibrio entre la vida y la muerte. Vivacidad: mortalidad. El poema clsico japons (tanka o waka) est compuesto de cinco versos divididos en dos estrofas, una de tres lneas y otra de dos: 3/2. La estructura dual del tanka dio origen al renga, sucesin de tankas escrita generalmente no por un poeta sino por varios. A su vez el renga adopt, a partir del siglo XVI, una modalidad ingeniosa, satrica y coloquial. Este gnero se llam haikai no renga. El primer poema de la secuencia se llamaba hokku y cuando el renga haikai se dividi en unidades sueltas -siguiendo as la ley de separacin, reunin y separacin que parece regir a la poesa japonesa- la nueva unidad potica se llam haik, compuesto de haikai y de hoku. El cambio del renga tradicional, regido por una esttica severa y aristocrtica, al renga haikai, popular y humorstico, se debe ante todo a los poetas Arakida Moritake (1473-1549) y Yamazaki Sokn (1465-1553). Un ejemplo del estilo rpido y hecho de contrastes de Moritake: Noche de esto: el sol alto despierto, cierro los prpados.

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

9

Otro ejemplo de la vivacidad ingeniosa pero no exenta de afectacin del nuevo estilo es este poemita de Sokn: Luna de esto: si le pones un mango, un abanico! 6 El haikai de Sokn y Moritake opuso a la tradicin cortesana y exquisita del renga un saludable horror a lo sublime y una peligrosa inclinacin por la imagen ingeniosa y el retrucano. Adems y sobre todo signific la aparicin en la poesa japonesa de un elemento nuevo: el lenguaje de la ciudad. No el llamado lenguaje popular vaga expresin con la que se pretende designar al lenguaje del campo, arcaico y tradicional- sino sencillamente el habla de la calle: el lenguaje de la burguesa urbana. Una revolucin potica semejante, en este sentido a las ocurridas en Occidente, primero en el perodo romntico y despus en nuestros das. El habla del siglo, dira yo, para distinguirla de las hablas sin tiempo del campesino, el clrigo y el aristcrata. Irrupcin del elemento histrico y, por tanto: crtico, en el lenguaje potico. Matsunaga Teitoku (1571-1653) es otro eslabn de la cadena que lleva a Basho. Teitoku intent regresar al lenguaje ms convencionalmente potico y atemporal del antiguo renga pero sin abandonar la inclinacin de sus antecesores por lo brillante. Ms bien la exager hasta una insolencia briosa:

6

Antonio Machado glos este poema en Nuevas Canciones (1925): A una japonesa le dijo Sokn: con la luna blanca te abanicars, con la luna blanca a orillas del mar.

A pesar de que una de sus virtudes era la reticencia, en este caso Machado no resisti a la muy hispnica e hispanoamericana tendencia a la explicacin y la reiteracin. En su parfrasis ha desaparecido la sugestin, esa parte no dicha del poema y en la que est realmente la poesa.

Matsuo Basho Ao del tigre: niebla de primavera tambin rayada!

- Sendas de Oku -

10

Esta manera crispada puede producir poemas menos ingeniosos y ms verdaderos, como este de Nishiyama Soin (1605-1682), fundador de la escuela Danrin: Lluvia de mayo: es hoja de papel el mundo entero. Sin duda Basho tena en la mente este poema cuando dijo: si no hubiese sido por Soin todava estaramos lamindole los pies al viejo Teitoku. A Basho le toc convertir estos ejercicios de esttica ingeniosa en experiencias espirituales. Al leer a Teitoku, sonremos ante la sorprendente invencin verbal; al leer a Basho, nuestra sonrisa es de comprensin y, no hay que tenerle miedo a la palabra, piedad. No la piedad cristiana sino ese sentimiento de universal simpata con todo lo que existe, esa fraternidad en la impermanencia con hombres, animales y plantas, que es lo mejor que nos ha dado el budismo. Para Basho la poesa es un camino hacia una suerte de beatitud instantnea y que no excluye la irona ni significa cerrar los ojos ante el mundo y sus horrores. En su manera indirecta y casi oblicua, Basho nos enfrenta a visiones terribles; muchas veces la existencia, la humana y la animal, se revela simultneamente como una pena y una terca voluntad de perseverar en esa pena: Carranca acerba: su gaznate hidrpico la rata engaa. Al expresionismo de este cuadro de la rata con la garganta reseca bebiendo el agua helada del albaal, suceden otras visiones -no contradictorias sino en oposicin complementaria- en las que la contemplacin esttica se resuelve en visin de la unidad de los

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

11

contrarios. Una experiencia que es percepcin simultnea de la identidad de la pluralidad y de su final vacuidad: Narciso y biombo: uno al otro ilumina, blanco en lo blanco. El poeta traza en tres lneas la figura de la iluminacin y, como si fuese un copo de algodn, sopla sobre ella y la disipa. La verdadera iluminacin, parece decirnos, es la no-iluminacin. Una rplica en negro, tanto en el sentido fsico de la palabra como en el moral, del poema de Basho es este de Oshima Ryata (17181787): Noche anochecida, oigo al carbn cayendo, polvo, en el carbn. Recursos de Ryata: contra lo negro, lo verde; contra la clera, el rbol: Vuelvo irritado mas luego, en el jardn: el joven sauce. Rivaliza con el poema que acabo de citar un haik de Enamoto Kikaku (1661-1707), uno de los mejores y ms personales discpulos de Basho. En el poema de Kikaku hay una valiente y casi gozosa afirmacin de la pobreza como una forma de comunin con el mundo natural: Ah, el mendigo! El verano lo viste de tierra y cielo.

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

12

En un haik de otro discpulo de Basho, tambin excelente poeta: Hattori Ransetsu (1654-1707), hasta la sombra adquiere una diafanidad cristalina: Contra la noche la luna azules pinos pinta de luna. La noche y la luna, luz y sombra que se interpenetran, victoria cclica de lo oscuro seguida por el triunfo del da: El Ao Nuevo: clarea y los gorriones cuentan sus cuentos. (La otra madrugada me despertaron, ms temprano que de costumbre, el alba y los pjaros. Cog un lpiz y sobre un pedazo de papel escrib lo siguiente: Clarea: cuentan sus cuentos los gorriones; es Ao Nuevo?) Entre los sucesores de Basho hay uno, Kobayashi Issa (17631827), que rompe la reticencia japonesa pero no para caer en la confesin a la occidental sino para descubrir y subrayar una relacin punzante, dolorosa, entre la existencia humana y la suerte de animales y plantas; hermandad csmica en la pena, comunidad en la condena universal, seamos hombres o insectos: Para el mosquito tambin la noche es larga, larga y sola.

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

13

El regreso al pueblo natal, como siempre, es una nueva herida: Mi pueblo: todo lo que me sale al paso se vuelve zarza. Quin no ha recordado, ante ciertas caras, al animal inmundo? Pero pocos con la intensidad y naturalidad de Issa: En esa cara hay algo, hay algo qu? Ah, s, la vbora. Si el horror forma parte del sentimiento del mundo de Issa, en su visin hay tambin humor, simpata y una suerte de resignacin jubilosa: Al Fuji subes despacio -pero subes, caracolito. Miro en tus ojos, caballito del diablo, montes lejanos. Maravilloso: ver entre las rendijas la Va Lctea. No me referir a la influencia de la poesa japonesa en las de lengua inglesa y francesa: es una historia muy sabida y ha sido contada varias veces. La historia de esa influencia en la poesa de nuestro idioma, lo mismo en Amrica que en Espaa, es muchsimo

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

14

menos conocida y todava no existe un buen estudio sobre el tema. Una deficiencia, otra ms, de nuestra crtica. Aqu me limitar a recordar que entre los primeros en ocuparse de arte y literatura japoneses se encuentran, a principios de siglo, dos poetas mexicanos: Efrn Rebolledo y Jos Juan Tablada. Ambos vivieron en Japn, el primero varios aos y el segundo, en 1900, unos cuantos meses. Su aficin naci sin duda por contagio francs: el libro que tablada consagr a Hiroshigu -quiz el primer estudio en nuestra lengua sobre ese pintor- est dedicado a la venerada memoria de Edmundo de Goncourt. A pesar de que Rebolledo conoci ms ntimamente el Japn que Tablada, su poesa nunca fue ms all de la retrica modernista; entre la cultura japonesa y su mirada se interpuso siempre la imagen estereotipada de los poetas franceses de fin de siglo y su Japn fue un exotismo parisino ms que un descubrimiento hispanoamericano. Tablada empez como Rebolledo pero pronto descubri en la poesa japonesa ciertos elementos -economa verbal, humor, lenguaje coloquial, amor por la imagen exacta e inslita- que lo impulsaron a abandonar el modernismo y a buscar una nueva manera. En 1918 Tablada public Al sol y bajo la luna, un libro de poemas con un prlogo en verso por Leopoldo Lugones. En aquellos aos el escritor argentino era considerado, con razn, como el nico poeta de la lengua comparable a Daro; su poesa (ahora lo sabemos) anunciaba y preparaba a la de vanguardia. El libro del mexicano era todava modernista y su relativa novedad resida en la aparicin de esos elementos irnicos y coloquiales que los historiadores de nuestra literatura han visto como constitutivos de esa tendencia que llaman, con notoria inexactitud, postmodernismo. Esa tendencia es una invencin de los manuales: el postmodernismo no es sino la crtica que, dentro del modernismo y sin rebasar su horizonte esttico, hacen al modernismo algunos poetas modernistas. Es la descendencia, va Lugones, del simbolista antisimbolista Laforgue. Adems de esta nota crtica, haba otro elemento en el libro de Tablada que anunciaba su futuro, inminente cambio: el crecido nmero de poemas con asunto japons, entre ellos uno, muy celebrado en su tiempo, dedicado a Hokusai. Al ao siguiente, en 1919, Tablada public en Caracas un delgado libro: Un da Era casi un cuaderno y estaba compuesto exclusivamente por haik, los primeros que se hayan escrito en nuestra lengua. Un ao despus aparece Li-po, un volumen de poemas ideogrficos en los que Tablada sigue de cerca al Apollinaire de Calligrammes (aunque tambin figuran en esa coleccin poemas ms personales, entre ellos el inolvidable y perfecto Nocturno alterno). En 1922, en Nueva

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

15

York: El jarro de flores, otro volumen de haik. En esos aos Vicente Huidobro publica Ecuatorial, Poemas rticos y otros muchos textos poticos, en espaol y en francs, que inician el gran cambio que experimentara unos pocos aos despus la poesa de lengua castellana. En la misma direccin de exploracin y descubrimiento se sita la poesa de Tablada. El mexicano fue lo que se llama un poeta menor, sobre todo si se le compara con Huidobro, pero su obra, en su estricta y querida limitacin, fue una de las que extendieron las fronteras de nuestra poesa. Y la extendieron en dos sentidos: en el espacio, hacia otros mundos y civilizaciones; en el tiempo, hacia el futuro: la vanguardia. Doble injusticia: el nombre de Tablada no figura en casi ninguno de los estudios sobre la vanguardia hispanoamericana ni su obra aparece en las antologas hispanoamericanas. Es lamentable. Sus pequeas y concentradas composiciones poticas, adems de ser el primer trasplante al espaol del haik, fueron realmente algo nuevo en su tiempo. Lo fueron a tal punto y con tal intensidad que, todava hoy, muchas entre ellas conservan intactos sus poderes de sorpresa y su frescura. De cuntas obras ms presuntuosas puede decirse lo mismo? Tablada llam siempre a sus poemas haikai y no, como es ahora costumbre, haik. En el fondo, segn se ver, no le falta razn. Sus breves composiciones, aunque dispuestas generalmente en secuencias temticas, pueden considerarse como poemas sueltos y en este sentido son haik; al mismo tiempo, por su construccin ingeniosa, su irona y su amor por la imagen brillante, son haikai: Pavo real, largo fulgor: por el gallinero demcrata pasas como una procesin. Tablada casi siempre est ms cerca de Teitoku que de Basho: Insomnio: en su pizarra negra suma cifras de fsforo. Por nada los gansos

Matsuo Basho tocan alarma

- Sendas de Oku -

16

en sus trompetas de barro. El poeta mexicano conserva la estructura tripartita del haik aunque poqusimas veces se ajusta a su esquema mtrico (17 slabas: 5/7/5). Pero hay un ejemplo de perfecta adaptacin mtrica y de real poesa: Trozos de barro: por la senda en penumbra saltan los sapos. Una objetividad casi fotogrfica que, por su precisin misma, libera ese sentimiento indefinible que nos produce el recordar una caminata al atardecer por un sendero mojado. En sus momentos ms afortunados la objetividad de tablada confiere a todo lo que sus ojos descubren un carcter religioso de aparicin: Tierno saz: casi oro, casi mbar, casi luz. A la imagen visual yuxtapone con exquisita maestra la friccin de las slabas y los fonemas: Peces voladores: al golpe del oro solar estalla en astillas el vidrio del mar. Tablada concibe el haik como la unin de dos realidades en unas cuantas palabras, potica tan cerca de Reverdy como de sus maestros japoneses. Citar ahora dos poemas que son dos visiones absolutamente modernas, el primero por la alianza de lo cotidiano y lo inslito, el segundo por el humor y las asociaciones verbales y visuales entre la luna y los gatos:

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

17

Juntos en la tarde tranquila vuelan notas de ngelus, murcilagos y golondrinas. Bajo mi ventana la luna en los tejados y las sombras chinescas y la msica china de los gatos. Casi nunca sentimental ni decorativo, el poeta mexicano alcanza en unos cuantos de sus haik una difcil simplicidad que tal vez habra merecido la aprobacin de Basho. En ellos el humor se vuelve complicidad, comunidad de destino con el mundo animal, es decir, con el mundo: Hormigas sobre un grillo inerte. Recuerdo de Gulliver en Liliput. Mientras lo cargan suea el burrito amosquilado en parasos de esmeralda. El pequeo mono me mira quisiera decirme algo que se le olvida! La obra de Tablada es breve y desigual: vivi del periodismo y el periodismo acab por devorarlo. Muri en 1945 y todava no ha sido posible que en Mxico se publique un volumen con sus poemas y aquellos pocos textos en prosa (crnicas y crtica de arte) que valga la pena rescatar. Su ltimo libro de poemas, La Feria, apareci en 1928. Debe haber poemas no recogidos en volumen. A m me toc descubrir uno, en francs: La croix de Sud; es la segunda parte de

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

18

Offrandes, una cantata que compuso Edgard Varsse en 1922; para la primera parte Varsse se sirvi de un poema de Huidobro, tambin en francs7 Hasta hace poco, a ms de juzgar su poesa insignificante, se tena a Tablada por un semi-letrado ingenuo y vctima de un orientalismo descabellado. La acostumbrada, inapelable condenacin en nombre de la cultura clsica y del humanismo grecorromano y cristiano. Una cultura en descomposicin y un humanismo que ignora que el hombre es los hombres y la cultura las culturas. Cierto, las ideas filosficas y religiosas de Tablada eran una curiosa mixtura de budismo real y de ocultismo irreal pero qu decir entonces de Yeats y de Pessoa? No es posible dudar de su familiaridad con la cultura japonesa aunque, claro, la suya no haya sido la familiaridad del erudito o del scholar. Su conocimiento de la escritura japonesa debe haber sido rudimentario, pero sus libros y artculos revelaron un trato directo con la gente, el arte, las costumbres, las ideas y las tradiciones de ese pas. Si es excepcional haber escrito, en 1914 y en Mxico, un libro sobre Hiroshigu, ms lo es que en ese libro Tablada hablase tambin, con discrecin y gusto, del teatro N y de Basho, de Chicamatsu y de Takizawa Bakin. Otro dato de inters: gran aficionado a las artes plsticas, logr reunir en su casa de Coyoacn ms de mil estampas de artistas japoneses, una coleccin que dispers al abandonar el pas, hacia 1915. Dicho todo esto, repito: Tablada no es memorable por su erudicin sino por su poesa. Cules fueron los modelos que inspiraron su adaptacin del haik al espaol? Si hemos de creerle, su tentativa fue independiente de las que por esos aos se hacan en Francia y en lengua inglesa. Como su testimonio puede ser tachado de parcial, vale ms atenerse a los datos de la cronologa: los experimentos franceses fueron anteriores a los de los imaginistas angloamericanos y a los de Tablada; as pues es posible que Tablada haya seguido el ejemplo de Francia aunque, hay que decirlo, los haik del mexicano me parecen ms frescos y originales que los de los poetas franceses. O sea: hubo estmulo, no influencia ni imitacin. Por lo que toca al imagism de Pound, Hulme y sus amigos ingleses y norteamericanos: Tablada conoca bien el ingls pero no creo que en esos aos le interesase mucho la poesa inglesa. En cambio, por su correspondencia con Lpez Velarde sabemos que segua muy7

En 1971 se publicaron las poesas completas de Tablada (Universidad Nacional de Mxico) pero aun falta la prosa.

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

19

de cerca lo que ocurra en Pars. Fue uno de los primeros hispanoamericanos que habl de Apollinaire y sus caligramas lo entusiasmaron; nada ms natural: vea en ellos lo que l mismo se propona hacer, la unin de la vanguardia con la poesa y la caligrafa del Oriente. En suma, Tablada recoge y expresa las tendencias de la poca pero sera falso hablar de imitacin y an de influencia. Las fuentes de su haik no fueron los escritos por poetas franceses y angloamericanos sino los mismos textos japoneses. En primer trmino, las traducciones al ingls y al francs; en seguida, la lectura ms o menos directa de los originales con la ayuda de amigos y consejeros japoneses. La influencia de Tablada fue instantnea y se extendi a toda la lengua. Se le imit muchsimo y, como siempre ocurre, la mayora de esas imitaciones han ido a parar a los inmensos basureros de la literatura no leda. Pero hubo algo ms y mejor que las imitaciones descoloridas y las exageraciones caricaturescas: los poetas jvenes descubrieron en el haik de Tablada el humor y la imagen, dos elementos centrales de la poesa moderna. Descubrieron asimismo algo que haban olvidado los poetas de nuestro idioma: la economa verbal y la objetividad. La correspondencia entre lo que dicen las palabras y lo que miran los ojos. La prctica del haik fue (es) una escuela de concentracin. En la obra juvenil de muchos poetas hispanoamericanos de esa poca, entre 1920 y 1925, es visible el ejemplo de Tablada. En Mxico la leccin fue recogida por los mejores: Pellicer, Villaurrutia, Gorostiza. Aos despus el poeta ecuatoriano Jorge Carrera Andrade redescubri por su cuenta el haik y public un precioso librito: Microgramas (Tokio, 1940). En Espaa el fenmeno es un poco ms tardo que en Amrica: hay un momento japons en Juan Ramn Jimnez y otro en Antonio Machado; ambos han sido poco estudiados. Lo mismo sucede con la poesa juvenil de Garca Lorca. En los tres poetas hay una curiosa alianza de dos elementos dispares: el kaik y la copla popular. Dispares por el espritu, no por la mtrica: tanto la seguidilla como el tanka y el haik estn compuestos por versos de cinco y siete slabas. La diferencia es que el tanka es un poema de cinco lneas, el haik de tres y la seguidilla de cuatro (7/5/7/5). No obstante, en la segunda estrofa de una combinacin menos frecuente, la seguidilla compuesta, aparece una duplicacin del haik: 7/5/7/5: .5/7/5. La analoga mtrica no hace, por lo dems, sino subrayar las diferencias profundas entre estas dos formas: en la seguidilla la poesa se ala a la danza, ese canto y baile, en tanto que en el haik la palabra se resuelve en silenciosa contemplacin, sea pictrica como en Buson o espiritual como en Basho. Ninguno

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

20

de los tres poetas espaoles -Jimnez, Machado y Garca Lorca- se inspiraron en el haik por su parecido mtrico con la seguidilla, aunque esta semejanza sin duda debe haberles impresionado, sino porque vieron en esa forma japonesa un modelo de concentracin verbal, una construccin de extraordinaria simplicidad hecha de unas cuantas lneas y una pluralidad de reflejos y alusiones. Haban ledo los poemas de Tablada? Parece imposible que los ignorasen. Un indicio: Enrique Diez-Canedo, el primero en sealar la influencia del haik en las Nuevas canciones de Antonio Machado, conoca y admiraba a la poesa de Tablada. Es revelador, por otra parte, que el haik haya sido para Tablada, a la inversa de los poetas espaoles, una ruptura de la tradicin y no una ocasin para regresar a ella. Actitudes contradictorias (complementarias) de la poesa espaola y de la hispanoamericana. Despus de la segunda guerra mundial los hispanoamericanos vuelven a interesarse en la literatura japonesa. Citar, entre otros muchos ejemplos, nuestra traduccin de Oku no Hosomichi, el nmero consagrado por la revista Sur a las letras modernas del Japn y, sobre todo, las admirables traducciones de un traductor solitario pero que vale por cien: Kasuya Sakai. Ya seal que la actitud contempornea difiere de la de hace cincuenta aos: no slo es menos esttica sino que tambin es menos etnocntrica. El Japn ha dejado de ser una curiosidad artstica y cultural: es (fue?) otra visin del mundo, distinta a la nuestra pero no mejor ni peor; no un espejo sino una ventana que nos muestra otra imagen del hombre, otra posibilidad de ser. Dentro de esta perspectiva lo realmente significativo no es quiz la traduccin de textos clsicos y modernos sino la reunin, en abril de 1969, en Pars, de cuatro poetas con el objeto de componer un renga, el primero en Occidente. Los cuatro poetas fueron el italiano Eduardo Sanguineti, el francs Jacques Roubaud, el ingls Charles Tomlinson y el mexicano Octavio Paz. Un poema colectivo escrito en cuatro lenguas pero fundado en una tradicin potica comn. Nuestra tentativa fue, a su manera, una verdadera traduccin: no de un texto sino de un mtodo para componer textos. No son difciles de adivinar las razones que nos movieron a emprender esa experiencia: la prctica del renga coincide con las preocupaciones mayores de muchos poetas contemporneos, tales como la aspiracin hacia una poesa colectiva, la decadencia de la nocin de autor y la correlativa preeminencia del lenguaje frente al escritor (las lenguas son ms inteligentes que los hombres que las hablan), la introduccin deliberada del azar concebido como un homlogo de la antigua inspiracin, la indistincin entre traduccin y obra original

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

21

El haik fue una crtica de la explicacin y la reiteracin, esas enfermedades de la poesa; el renga es una criticadle autor y la propiedad privada intelectual, esas enfermedades de la sociedad. Sendas de Oku aparece ahora en una versin revisada. Comparamos nuestra traduccin con las otras al ingls y al francs pero adems Eikichi Hayashiya tuvo oportunidad de consultar las nuevas ediciones crticas de Oku no Hosomichi publicadas en Japn durante los ltimos aos. Al corregir las versiones de los poemas he procurado ajustarme a la mtrica de los originales. En todos los casos prescindo de la rima: la poesa japonesa no la usa, a pesar de que abunda en paronomasias, aliteraciones y otros juegos verbales. Tambin son nuevas las versiones de los poemas que cito en La poesa de Basho. Por ltimo: hemos aadido muchas notas a las 70 de Eikichi Hayashiya que contena la primera edicin. En verdad, esta edicin es otro libro Despus de estas aclaraciones debera cortar este prlogo sinuoso y prolijo, pero me pareca traicionar a Basho si no aado algo ms: su sencillez es engaosa, leerlo es una operacin que consiste en ver al travs de sus palabras. El poeta Mukai Kyorai (1651-1704), uno de sus discpulos, explica mejor que yo el significado de la transparencia verbal de Basho. Un da Kyorai le mostr este haik a su maestro: Cima de la pea: all tambin hay otro husped de la luna. En qu pensaba cuando lo escribi?, le pregunt Basho. Contest Kyorai: Una noche, mientras caminaba en la colina bajo la luna de verano, tratando de componer un poema, descubr en lo alto de una roca a otro poeta, probablemente tambin pensando en un poema. Basho movi la cabeza: Hubiera sido mucho ms interesante si las lneas: all tambin hay otro/husped de la luna se refiriesen no a otro sino a usted mismo. El tema de ese poema debera ser usted, lector. Octavio Paz Cambridge, 22 de marzo de 1970.

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

22

ADVERTENCIA A LA PRIMERA EDICIN (1957)A pesar de que los poemas de Basho han sido traducidos a casi todos los idiomas europeos y han influido en varios movimientos poticos modernos y en algunos poetas ingleses, norteamericanos y franceses (para no hablar del mexicano Jos Juan Tablada, introductor del haik en Amrica y Espaa), la traduccin que ahora publicamos es la primera que da a conocer, en una lengua occidental, el texto completo del clebre diario de viaje: Oku no Hosomichi. Los traductores se han acercado con respeto y amor al original, aunque sin hacerse excesivas ilusiones sobre la posibilidad de trasplantar al espaol un texto que es elusivo aun en japons. Esperan, de todos modos, que su versin d una idea de la sencillez y movilidad de Basho, que procede por alusiones y cuyo lenguaje, posedo por un infinito respeto al objeto, no se detiene nunca sobre las cosas sino que se contenta con rozarlas. La traduccin de los poemas -sacrificando la msica a la comprensinno se ajusta a la mtrica tradicional del haik pero en muchos casos se ha procurado encontrar equivalentes en espaol de la concentracin potica del verso japons y de sus medidas silbicas. Acompaan al texto 70 notas, que lo aclaran y dan ms de una noticia interesante o curiosa. Todas ellas son fruto del paciente trabajo del seor Eikichi Hayashiya. El profesor Eiji Matsuda, de la Universidad Nacional de Mxico, amablemente identific y tradujo los nombres de las plantas y flores japonesas que se citan en el libro. El invierno pasado, en Nueva York, Donald Keene ley nuestra traduccin y me hizo algunas sugerencias que mejoraron nuestro texto. Doy aqu las ms cumplidas gracias a tan generoso amigo. Octavio Paz.

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

23

VIDA DE MATSUO BASHOMatsuo Basho (o a la occidental: Basho Matso) naci en 1644, en Ueno. Basho fue su ltimo nombre literario; Kinkasu fue su nombre de nacimiento. Su padre era un samurai de escasos recursos al servicio de la poderosa familia Todo. A los nueve aos Basho fue enviado a casa de sus seores, como paje de Yoshitada, el heredero de los Todo; el joven Yoshitada era apenas dos aos mayor que Basho, de modo que pronto los uni una estrecha amistad, originada y fortalecida por su comn aficin a la poesa. Los dos muchachos estudiaron el arte de la poesa con Kitamura Kigin (1624-1703), discpulo de Teitoku y l mismo poeta de distincin. Se conservan poemas de esa poca firmados por Sengin y Sobo, nombres literarios del joven seor y de su paje y amigo. Sengin muere en 1666 y Basho, apenado por esta muerte prematura, pide separarse del servicio de la familia; rechazan su peticin y el poeta huye a Kyoto. Nuevos estudios de poesa y caligrafa; lectura de los clsicos chinos y japoneses; amores con Juteini, aunque poco se sabe de este episodio y casi nada sobre ella. En 1672 Basho se instala en Edo (Tokio). En 1675 conoce al poeta Soin y durante algn tiempo es miembro de su escuela potica (Danrin). Cambia su nombre literario por el de Tosei y su lenguaje potico por uno ms fluido y menos literario. Publica varias antologas. Ya libre de influencias, crea poco a poco una nueva poesa y pronto lo rodean discpulos y admiradores. Pero la literatura es tambin y sobre todo experiencia interior; intensa bsqueda, aos de meditacin y aprendizaje bajo la direccin del maestro de Zen, el monje Buccho (1643-1715). Uno de sus admiradores, Sampu, hombre acomodado, le regala una pequea casa cerca del ro Sumida, en 1680. Ese mismo ao otro de sus discpulos le ofrece, como presente, una planta de banano (Basho). La planta da nombre a la ermita y luego al poeta mismo. Perodo de meditacin y de lenta conquista, contra angustia psquica y males del cuerpo, de una siempre precaria serenidad. Su influencia crece, lo mismo que el renombre de sus libros y de las antologas que publica con sus discpulos. Kikaku, Sora, Sampu, Boncho, Kyori, Joso, Ransetsu Viajes, solo o acompaado; viajes a pie como un monje pero asimismo como un extrao sembrador de poesa. En 1683 publica su primer diario de viaje; en 1687 escribe un relato de su excursin al santuario de Kashima y un poco despus emprende

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

24

una nueva y larga excursin de once meses, origen del tercer y cuarto diario. En 1689 se inicia la peregrinacin que relata Oku no Hosomichi. Basho tena cuarenta y cinco aos y el viaje dur dos aos y medio, aunque el texto tiene por materia slo los seis primeros meses. Para darse cuenta de lo que signific esa expedicin debe sealarse que para los japoneses del siglo XX esa regin es considerada todava como un pas remoto y abrupto. En 1691 Basho regresa a Edo. Nuevas ermitas: Choza de la Visin, Cabaa de la AnonimidadEn 1694, otra excursin, ahora a Nara y Osaka. En esta ltima ciudad cae enfermo, en el curso de una comida en casa de Ono, su discpula; sus amigos lo transportan a casa de un florista, donde muere, el 12 de octubre. Est enterrado en Otsu, a la orilla del lago Biwa. Octavio Paz

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

25

LA POESA DE MATSUO BASHOTras una larga serie de guerras intestinas, durante las cuales la antigua capital, Kyoto, es casi destruida, Japn conoce un largo perodo de paz. Al iniciarse el siglo XVII la familia Tokugawa asume la direccin del Estado, que no dejar hasta la restauracin del poder imperial, a mediados del siglo pasado. La residencia de los Shogunes (gobernantes supremos, frente al poder puramente simblico de los emperadores) se traslada a Edo (la actual Tokio). El Japn cierra sus puertas al mundo exterior y vive dentro de las normas de una rgida disciplina poltica, social y econmica que a veces hace pensar en las modernas sociedades totalitarias o en el Estado que fundaron los jesuitas en Paraguay. Pero desde mediados del siglo XVII una nueva clase urbana empieza a surgir en Edo, Osaka y Kyoto. Son los mercaderes, los chonines u hombres del comn, que si no destruyen la supremaca feudal de los militares, s modifican profundamente la atmsfera de las grandes ciudades. Esta clase se convierte en patrona de las artes y la vida social. Un nuevo estilo de vida, ms libre y espontneo, menos formal y aristocrtico, llega a imponerse. Por oposicin a la cultura tradicional japonesa -siempre de corte y cerrado crculo, aristocrtica o religiosa- la nueva sociedad es abierta. Se vive en la calle y se multiplican los teatros, los restaurantes, las casas de placer, los baos pblicos atendidos por muchachas, los espectculos de luchadores. Una burguesa prspera y refinada protege y fomenta los placeres del cuerpo y del espritu. El barrio alegre de Edo no slo es un lugar de libertinaje elegante en donde reinan las cortesanas y los actores sino que, a diferencia de lo que pasa en nuestras abyectas ciudades modernas, tambin es un centro de creacin artstica. Genroku -tal es el nombre del perodose distingue por una vitalidad y un desenfado ausentes en el arte de pocas anteriores. Este mundo brillante y popular, compuesto por nuevos ricos y mujeres hermosas, por grandes actores y juglares, se llama Ukiyo, es decir, el Mundo que Flota y que pasa como las nubes de un da de verano. El grabado en madera -Ukiyoe: imgenes del mundo fugitivo- se inicia en esta poca. Arte gemelo del Ukiyoe, nace la novela picaresca y pornogrfica: Ukiyo-Soshi. Las obras licenciosas -llamadas con elptico ingenio: Libros de Primavera- se vuelven tan populares como la literatura libertina de fines del siglo XVIII europeo. El teatro Kabuki, que combina el

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

26

drama con el ballet, alcanza su medioda y el gran poeta Chikamatzu escribe para el teatro de muecos obras que maravillaron a sus contemporneos y que todava hieren la imaginacin de hombres como Yeats y Claudel. La poesa japonesa, gracias sobre todo a Matso Basho, alcanza una libertad y una frescura ignoradas hasta entonces. Y, asimismo, se convierte en una rplica al tumulto mundano. Ante ese mundo vertiginoso y lleno de colorido, el haik de Basho es un crculo de silencio y recogimiento: manantial, pozo de agua oscura y secreta. Basho no rompe con la tradicin sino que la contina de una manera inesperada; o como l mismo dice: No sigo el camino de los antiguos: busco lo que ellos buscaron. Basho aspira a expresar, con medios nuevos, el mismo sentimiento concentrado de la gran poesa clsica. As, transforma las formas populares de su poca (el haikai no renga) en vehculos de la ms alta poesa. Esto requiere una breve explicacin. La poesa japonesa no conoce la rima ni la versificacin acentual y su recurso principal, como en la francesa, es la medida silbica. Esta limitacin no es pobreza pues es rica en onomatopeyas, aliteraciones y juegos de palabras que son tambin combinaciones inslitas de sonido y sentido. Todo poema japons est compuesto por versos de siete y cinco slabas; la forma clsica consiste en un poema corto -waka o tanka- de treinta y una slabas, dividido en dos estrofas: la primera de tres versos (cinco, siete y cinco slabas) y la segunda de dos (ambos siete slabas). La estructura misma del poema permiti, desde el principio, que dos poetas participasen en la creacin de un poema: uno escriba las tres primeras lneas y el otro las dos ltimas. Escribir poesa se convirti en un juego potico parecido al cadver exquisito de los surrealistas; pronto, en lugar de un solo poema, se empezaron a escribir series enteras, ligados tenuemente por el tema de la estacin. Estas series de poemas en cadena se llamaron renga. El gnero ligero, cmico o epigramtico, se llam renga haikai y el poema inicial hokku. Basho practic con sus discpulos y amigos dndole nuevo sentido- el arte del renga haikai o cadena de poemas, adelantndose as a la profeca de Lautramont y a una de las tentativas del surrealismo: la creacin potica colectiva. Cualquiera que haya practicado el juego del cadver exquisito, el de las cartas rusas o algn otro que exija la participacin de un grupo de personas en la elaboracin de una frase o de un poema, podr darse cuenta de los riesgos: las fronteras entre la comunin potica y el simple pasatiempo mundano son muy frgiles. Pero si, gracias a la intervencin de ese magnetismo o poesa objetiva que

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

27

obliga a rimar una cosa con otra, se logra realmente la comunicacin potica y se establece una corriente de simpata creadora entre los participantes, los resultados son sorprendentes: lo inesperado brota como un pez o un chorro de agua. Lo ms extrao es que esta sbita irrupcin parece natural y, ms que nada, fatal, necesaria. Libertad y necesidad coinciden en un punto de interseccin incandescente. Los poemas escritos por Basho y sus amigos son memorables y la complicacin de las reglas a que deban someterse no hace sino subrayar la naturalidad y la felicidad de los hallazgos. Cito, en pobre traduccin, un fragmento de uno de esos poemas colectivos: El aguacero invernal, incapaz de esconder a la luna, la deja escaparse de su puo. Mientras camino sobre el hielo piso relmpagos: la luz de mi linterna. Al alba los cazadores atan a sus flechas blancas hojas de helechos. Abriendo de par en par la puerta norte del Palacio: la Primavera! Entre los rastrillos y el estircol de los caballos humea, clido, el aire. (Kakei) 8 (Basho) (Yasui) (Jugo) (Tokoku)

El poema se inicia con la lluvia, el invierno y la noche. La imagen de la caminata nocturna sobre el hielo convoca a la del alba fra.8

Utilizo para mi traduccin la versin inglesa de Donald Keene (Japanese Literatura: An Introduction for Western Readers. London, 1953).

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

28

Luego, como en la realidad, hay un salto e irrumpe, sin previo aviso, la primavera. El realismo de la ltima estrofa modera el excesivo lirismo de la anterior. El poema suelto, desprendido del renga haikai, empez a llamarse haik, palabra compuesta de haikai y hokku. Un haik es un poema de diecisiete slabas y tres versos: cinco, siete y cinco slabas.9 Basho no invent estas formas; tampoco las alter: simplemente transform su sentido. Cuando empez a escribir, la poesa se haba convertido en un pasatiempo: poema quera decir poesa cmica, epigrama o juego de sociedad. Basho recoge este nuevo lenguaje coloquial, libre y desenfadado, y con l busca lo mismo que los antiguos: el instante potico. El haik se transforma y se convierte en la anotacin rpida -verdadera recreacin- de un momento privilegiado: exclamacin potica, caligrafa, pintura y meditacin, todo junto. El haik de Basho es ejercicio espiritual. Discpulo del monje Buccho -y l mismo medio ermitao que alterna la poesa con la meditacin- acaso no sea impertinente detenerse en la significacin del budismo Zen en su obra y en su vida. Tanto en su forma primera (Hinayana) como en la tarda (Mahayana), el budismo sostiene que la nica manera de detener la rueda sin fin del nacer y del morir y, por consiguiente, del dolor, es acabar con el origen del mal. Filosofa antes que religin, el budismo postula como primera condicin de una vida recta la desaparicin de la ignorancia acerca de nuestra verdadera naturaleza. Slo si nos damos cuenta de la irrealidad del mundo fenomenal podemos abrazar la buena va y escapar del cielo de las reencarnaciones, alimentado por el fuego del deseo y el error. El yo se revela ilusorio: es una entidad sin realidad propia, compuesta por agregados o factores mentales. El conocimiento consiste ante todo en percibir la irrealidad del yo, causa principal del deseo y de nuestro apego al mundo. As, la meditacin no es otra cosa que la gradual destruccin del yo y de las ilusiones que engendra; ella nos despierta del sueo o mentira que somos y vivimos. Este despertar es la iluminacin (Sambodhi en snscrito y Satori en japons). La iluminacin nos lleva a la liberacin definitiva (Nirvana). Aunque las buenas obras, la compasin y otras virtudes forman parte de la tica budista, lo esencial consiste en los ejercicios de meditacin y contemplacin. El estado satori implica no tanto un saber la verdad como un estar en ella y, en los casos supremos, un ser la verdad.El haik se constituye como una forma propiamente autnoma hasta principios del siglo XIX.9

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

29

Algunas sectas buscan la iluminacin por medio del estudio de los libros cannicos (Sutras); otras por la va de la devocin (ciertas corrientes de la tendencia Mahayana); otras ms por la magia ritual y sexual (Tantrismo); algunas por la oracin y aun por la repeticin de la frmula Namu Amida Butsu (Gloria al Buda Amida). Todos estos caminos y prcticas se enlazan a la va central: la meditacin. La doctrina Zen -y esto la opone a las dems tendencias budistasafirma que las frmulas, los libros cannicos, las enseanzas de los grandes telogos y aun la palabra misma de Buda son innecesarios. Zen predica la iluminacin sbita. Los dems budistas creen que el Nirvana slo puede alcanzarse despus de pasar por muchas reencarnaciones; Gautama mismo logr la iluminacin cuando ya era un hombre maduro y despus de haber pasado por miles de existencias previas que la leyenda budista ha recogido con gran poesa (Jatakas). Zen afirma que el estado satori es aqu y ahora mismo, un instante que es todos los instantes, momento de revelacin en que el universo entero -y con l la corriente de temporalidad que lo sostiene- se derrumba. Este instante niega al tiempo y nos enfrenta a la verdad. Por su misma naturaleza el momento de iluminacin es indecible. Como el taosmo, a quien sin duda debe mucho, Zen es una doctrina sin palabras. Para provocar dentro del discpulo el estado propicio a la iluminacin, los maestros acuden a las paradojas, al absurdo, al contrasentido y, en suma, a todas aquellas formas que tienden a destruir nuestra lgica y la perspectiva normal y limitada de las cosas. Pero la destruccin de la lgica no tiene por objeto remitirnos al caos y al absurdo sino a travs de la experiencia de lo sin sentido, descubrir un nuevo sentido. Slo que este sentido es incomunicable por las palabras. Apenas el humor, la poesa o la imagen pueden hacernos vislumbrar en qu consiste la nueva visin. El carcter incomunicable de la experiencia Zen se revela en esta ancdota: un maestro cae en un precipicio pero puede asir con los dientes la rama de un rbol; en este instante llega uno de sus discpulos y le pregunta: en qu consiste Zen, maestro? Evidentemente, no hay respuesta posible: enunciar la doctrina implica abandonar el estado satori y volver a caer en el mundo de los contrarios relativos, en el esto y el aquello. Ahora bien, Zen no es ni esto ni aquello sino, ms bien, esto y aquello. As, para emplear la conocida frase de Chuangts: el verdadero sabio predica la doctrina sin palabras. La actitud Zen ante los problemas filosficos puede ejemplificarse tambin con un dilogo que hace tiempo me refiri el doctor Erich Fromm. Parece que el profesor Suzuki -el gran expositor de Zen- visit hace aos a Martin

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

30

Heidegger. El filsofo alemn mostr inters por saber cul era la posicin del budismo Zen frente al problema del Ser. Suzuki repuso que no poda darle ninguna contestacin categrica pero que le contara una ancdota que respondera a su interrogacin: un discpulo se acerca a un maestro y, antes de hablarle, le hace una reverencia. En lugar de contestar el saludo, el maestro lo golpea con su bastn. Pero por qu me pegas si an no he hablado? A lo que el monje responde: No era necesario esperar a que lo hicieses. Para Zen no slo salen sobrando las respuestas sino tambin las preguntas Y no obstante, hay una indudable y extraa analoga entre el budismo Zen y las meditaciones de Heidegger sobre el tiempo y la nada. Desde el perodo Muromachi (1333-1600) la cultura japonesa se impregna de Zen. Para los samurais, Zen era el otro platillo de la balanza. En un extremo, el estilo de vida bushido, es decir, el estilo del guerrero vertido hacia el exterior; en el otro, la Ceremonia del t, la decoracin floral, el Teatro N y, sustento al mismo tiempo que cima toda esta vida esttica, cara al interior, la meditacin Zen. Segn Issotei Nishikawa esta vertiente esttica se llama furyu o sea diversin elegante10. Las palabras diversin y elegante tienen aqu un sentido peculiar y no denotan distraccin mundana y lujosa sino recogimiento, soledad, intimidad y renuncia. El smbolo de furyu sera la decoracin floral (ikebana) cuyo arquetipo no es el adorno simtrico occidental, ni la suntuosidad o la riqueza de colorido sino la pobreza, la simplicidad y la irregularidad. Los objetos imperfectos y frgiles -una piedra rodada, una rama torcida, un paisaje no muy interesante por s mismo pero dueo de cierta belleza secreta- poseen una calidad furyu. Bushido y furyu fueron los dos polos de la vida japonesa. Economa vital y psquica que nos deja entrever el verdadero sentido de muchas actitudes que de otra manera nos pareceran contradictorias. Gracias al budismo Zen la religiosidad japonesa se ahonda y tiene conciencia de s misma. Se acenta el lado interior de las cosas: el refinamiento es simplicidad; la simplicidad, comunin con la naturaleza. Las almas se afinan y templan. El culto al mundo natural, presente desde la poca ms remota, se transforma en una suerte de mstica. El octavo Shogn Ashikaga (Yoshimasa) introduce la Ceremonia del T, regida por los mismos principios: simplicidad, serenidad, desinters. En una palabra: quietismo: Pero nada ms lejos del quietismo furibundo y contrado de los msticos10

Floral art of Japan, Tokio, 1936.

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

31

occidentales, desgarrados por la oposicin inconciliable entre este mundo y el otro, entre el creador y la criatura, que el de los adeptos de Zen. La ausencia de la nocin de un Dios creador, por una parte, y la de la idea cristiana de una naturaleza cada, por la otra, explican la diferencia de actitudes. Buda dijo que todos, hasta los rboles y las yerbas, algn da alcanzaran el Nirvana. El estado bdico es un trascender la naturaleza pero tambin un volver a ella. El culto a lo irregular y a la armona asimtrica brotan de esta idea de la naturaleza como arquetipo de todo lo existente. Los jardineros japoneses no pretenden someter al paisaje a una armona racional, como ocurre con el arte francs de Le Ntre, sino al contrario: hacen del jardn un microcosmos de la inmensidad natural. La actitud zen ha influido en todas las artes, desde la pintura y la poesa hasta el teatro y la msica. Zen es alusivo y elusivo, Chicamatzu nos ha dejado una excelente definicin de esta esttica: El arte vive en las delgadas fronteras que separan lo real de lo irreal. Y en otra parte expresa: El poeta no dice: esto es triste sino que hace que el objeto mismo sea triste, sin necesidad de subrayarlo. El artista muestra; el propagandista y el moralista demuestran. Tambin las reflexiones crticas de Zeami -el gran autor del teatro N- estn impregnadas del espritu Zen. En un pasaje nos habla de que hay tres clases de actuacin teatral: una es para los ojos, otra para los odos y la ltima para el espritu. En la primera sobresalen la danza, los trajes y los gestos de los actores; en la segunda, la msica, la palabra y el ritmo de la accin, en la tercera, se apela al espritu: un maestro del arte no mover el corazn de su auditorio sino cuando ha eliminado todo: danza, canto, gesticulaciones y las palabras mismas. Entonces, la emocin brota de la quietud. Esto se llama: la danza congelada. Y agrega: Este estilo mstico, aunque se llama: N que habla al entendimiento, tambin poda llamarse: N sin entendimiento. La conciencia se ha disuelto en la quietud. Zeami muestra la transicin de los estados de nimo del espectador, verdadera escala del xtasis, de este modo: El libro de la crtica dice: olvida el espectculo y mira al N; olvida el N y mira al actor; olvida al actor y mira la idea; olvida la idea y comprenders al N.11 El arte es una forma del conocimiento. Y este conocer, con todas nuestras potencias y sentidos, s, pero tambin sin ellos, suspendidos en arrobo inmvil y vertiginoso, culmina en un instante de comunin: ya no hay nada que contemplar porque nosotros mismos nos hemos11

Citado por Arturo Waley en The N plays of Japan. Londres, 1950.

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

32

fundido con aquello que contemplamos. Slo que la contemplacin que nos propone Zeami posee un carcter distinto del xtasis occidental; la diferencia es capital porque para la esttica del N, el arte no convoca a una presencia sino, ms bien, a una ausencia. La cima del instante contemplativo es un estado paradjico: es un no ser en el que, de alguna manera, se da el pleno ser. Plenitud del vaco. Un sucesor de Basho, el poeta Oshima Ryota (1718-1787), alude a esta suspensin del nimo en un poema admirable: No hablan palabra el anfitrin, el husped y el crisantemo. Yosa Buson (1716-1783), pintor, calgrafo y poeta, uno de los cuatro maestros del haik (los otros son Basho, Issa y Shiki), expresa la misma intuicin aunque con una irona ausente en el poema de Ryota y que es una de las grandes contribuciones del haikai: Llovizna: pltica de la capa de paja y la sombrilla. A lo que responde Misoaka Shiki (1867-1902): Ah, si me vuelvo ese pasante ya no es sino bruma. Desde un punto de vista formal el haik se divide en dos partes: una de la condicin general y la ubicacin temporal o espacial del poema (otoo o primavera, medioda o atardecer, un rbol o una roca, la luna, un ruiseor); la otra, relampagueante, debe contener un elemento activo. Una es descriptiva y casi enunciativa; la otra, inesperada. La percepcin potica surge del choque entre ambas. La ndole misma del haik es favorable a un humor seco, nada

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

33

sentimental, y a los juegos de palabras, onomatopeyas y aliteraciones, recursos constantes de Basho, Buson e Issa. Arte no intelectual, siempre concreto y antiliterario, el haik es una pequea cpsula cargada de poesa capaz de hacer saltar la realidad aparente.12 Un poema de Basho -que ha resistido, es cierto, a todas las traducciones y que doy aqu en una inepta versin- quiz ilumine lo que quiero decir: Un viejo estanque: salta una rana zas! chapaleteo. Nos enfrentamos a una casi prosaica enunciacin de hechos: el estanque, el salto de la rana, el chasquido del agua. Nada menos potico: palabras comunes y un hecho insignificante. Basho nos ha dado simples apuntes, como si nos mostrase con el dedo dos o tres realidades inconexas que, de algn modo, tienen un sentido que nos toca a nosotros descubrir. El lector debe recrear el poema. En la primera lnea encontramos el elemento pasivo: el viejo estanque y su silencio. En la segunda, la sorpresa del salto de la rana que rompe la quietud. Del encuentro de estos dos elementos debe brotar la iluminacin potica. Y esta iluminacin consiste en volver al silencio del que parti el poema, slo que ahora cargado de significacin. A la manera del agua que se extiende en crculos concntricos, nuestra conciencia debe extenderse en oleadas sucesivas de asociaciones. El pequeo haik es un mundo de resonancias, ecos y correspondencias: Tregua de vidrio: el son de la cigarra taladra las rocas. El paisaje no puede ser ms ntido. Medioda en un lugar desierto: el sol y las rocas. Lo nico vivo en el aire seco es el canto de las cigarras. Hay un gran silencio. Todo calla y nos enfrenta a algo queSobre el haik, su tcnica y sus fuentes espirituales, lase la obra que, en cuatro volmenes, ha dedicado R. H. Blyth al tema: Haik, Hokuseido, 1951.12

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

34

no podemos nombrar: la naturaleza se nos presenta como algo concreto y, al mismo tiempo, inasible, que rechaza toda comprensin. El canto de las cigarras se funde al callar de las rocas. Y nosotros tambin quedamos paralizados y, literalmente, petrificados. El haik es satori: El mar ya oscuro: los gritos de los patos apenas blancos. Aqu predomina la imagen visual: lo blanco brilla dbilmente sobre el dorso oscuro del mar. Pero no es el plumaje de los patos ni la cresta de las olas sino los gritos de los pjaros lo que, extraamente, es blanco para el poeta. En general, Basho prefiere alusiones ms sutiles y contrastes ms velados: Este camino nadie ya lo recorre, salvo el crepsculo. La melancola no excluye una buena, humilde y sana alegra ante el hecho sorprendente de estar vivos y ser hombres: Bajo las abiertas campnulas comemos nuestra comida, nosotros que slo somos hombres. Un poema de Issa contiene el mismo sentimiento, slo que teido de una suerte de simpata csmica: Luna montaesa: tambin iluminas al ladrn de flores.

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

35

El haik no slo es poesa escrita -o, ms exactamente, dibujadasino poesa vivida, experiencia potica recreada. Con inmensa cortesa, Basho no nos dice todo: se limita a entregarnos unos cuantos elementos, los suficientes para encender la chispa. Es una invitacin al viaje pero a un viaje que debemos hacer con nuestras propias piernas; como l mismo dice: No hay que viajar a lomos de otro. Piensa en el que te sirve como si fuese otra y ms dbil pierna tuya. Y en otro pasaje agrega: No duermas dos veces en el mismo sitio; desea siempre una estera que no hayas calentado an. Los diarios son un gnero muy antiguo y popular en la literatura japonesa. Zeami escribi uno -El libro de la Isla de Oro- en el que entrevera pensamientos sueltos, poemas y descripciones. Basho escribi cinco diarios de viaje, verdaderos cuadernos de bocetos, impresiones y apuntes. Estos diarios son ejemplos perfectos de un gnero en boga en la poca de Basho y del cual l es uno de los grandes maestros: el haibun, texto en prosa que rodea, como si fuesen islotes, a un grupo de haik. Poemas y pasajes en prosa se completan y recprocamente se iluminan. El mejor de esos cinco diarios de viaje es, segn la opinin general, Oku no Hosomochi. En ese breve cuaderno hecho de veloces dibujos verbales y sbitas alusiones -signos de inteligencia que el autor cambia con el lectorla poesa se mezcla a la reflexin, el humor a la melancola, la ancdota a la contemplacin. Es difcil leer un libro -y ms an cuando casi todo su aroma se ha perdido en la traduccin- que no nos ofrece asidero alguno y que se despliega ante nuestros ojos como una sucesin de paisajes. Quiz haya que leerlo como se mira al campo: sin prestar mucha atencin al principio, recorriendo con mirada distrada la colina, los rboles, el cielo y su rincn de nubes, las rocas De pronto nos detenemos ante una piedra cualquiera de la que no podemos apartar la vista y entonces conversamos, por un instante sin medida, con las cosas que nos rodean. En este libro de Basho no pasa nada, salvo el sol, la lluvia, las nubes, unas cortesanas, una nia, otros peregrinos. No pasa nada, excepto la vida y la muerte, Es primavera: la colina sin nombre entre la niebla.

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

36

La idea del viaje -un viaje desde las nubes de esta existencia hacia las nubes de la otra- est presente en toda la obra de Basho. Viajero fantasma, un da antes de morir escribe este poema: Cado en el viaje: mis sueos en el llano dan vueltas y vueltas. En una forma voluntariamente antiheroica la poesa de Basho nos llama a una aventura de veras importante: la de perdernos en lo cotidiano para encontrar lo maravilloso. Viaje inmvil, al trmino del cual nos encontramos con nosotros mismos: lo maravilloso es nuestra verdad humana. En tres versos el poeta insina el sentido de este encuentro: Un relmpago y el grito de la garza, hondo en lo oscuro. El grito del pjaro se funde al relmpago y ambos desaparecen en la noche. Un smbolo de la muerte? La poesa de Basho no es simblica: la noche es la noche y nada ms. Al mismo tiempo, s es algo ms pero es un algo que, rebelde a la definicin, se rehsa a ser nombrado. Si el poeta lo nombrase, se evaporara. No es la cara escondida de la realidad: al contrario, es su cara de todos los das y es aquello que no est en cara alguna. El haik es una crtica de la realidad: en toda realidad hay algo ms de lo que llamamos realidad; simultneamente, es una crtica del lenguaje: Admirable aquel que ante el relmpago no dice: la vida huye Crtica del lugar comn pero tambin crtica a nuestra pretensin de identificar, significar y decir. El lenguaje tiende a dar sentido a todo lo que decimos y una de las misiones del poeta es hacer la crtica

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

37

del sentido. Si decimos que la vida es corta como el relmpago no slo repetimos un lugar comn sino que atentamos contra la originalidad de la vida, contra aquello que efectivamente la hace nica. La verdad original de la vida es su vivacidad y esa vivacidad es consecuencia de ser vida mortal, finita: la vida est tejida de muerte. Pero al decirlo convertimos en dos conceptos, vida y muerte, la vivaz y fnebre unidad vida-muerte. Hay un lenguaje que diga, sin decirla, esa unidad? S, el haik: una palabra que es la crtica de la realidad, un lenguaje que es la burla oblicua de la significacin. El haik de Basho nos abre las puertas de satori: el sentido y la falta de sentido, vida y muerte, coexisten. No es tanto la anulacin de los contrarios ni su fusin como una suspensin de nimo. Instante de la exclamacin o de la sonrisa: la poesa ya no se distingue de la vida, la realidad reabsorbe a la significacin. La vida no es ni larga ni corta sino que es como el relmpago de Basho. Ese relmpago no nos avisa de nuestra mortalidad; su misma intensidad de luz, semejante a la intensidad verbal del poema, nos dice que el hombre no es nicamente el esclavo del tiempo y de la muerte sino que, dentro de s, lleva a otro tiempo. Y la visin instantnea de ese otro tiempo se llama poesa: crtica del lenguaje y de la realidad: crtica del tiempo. La subversin del sentido produce una reversin del tiempo: el instante del haik es inconmensurable. La poesa de Basho, ese hombre frugal y pobre que escribi ya entrado en aos y que vagabunde por todo el Japn durmiendo en ermitas y posadas populares; ese reconcentrado que contemplaba largamente un rbol y un cuervo sobre el rbol, el brillo de la luz sobre una piedra; ese poeta que despus de remendarse las ropas radas lea a los clsicos chinos; ese silencioso que hablaba en los caminos con los labradores y las prostitutas, los monjes y los nios, es algo ms que una obra literaria: es una invitacin a vivir de veras la vida y la poesa. Dos realidades unidas, inseparables y que, no obstante, jams se funden enteramente: el grito del pjaro y la luz del relmpago. Octavio Paz. Mxico, 1954.

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

38

Sendas de OkuLos meses y los das son viajeros de la eternidad. El ao que se va y el que viene tambin son viajeros. Para aquellos que dejan flotar sus vidas a bordo de los barcos o envejecen conduciendo caballos, todos los das son viaje y su casa misma es viaje. Entre los antiguos, muchos murieron en plena ruta. A m mismo, desde hace mucho, como girn de nube arrastrado por el viento, me turbaban pensamientos de vagabundeo. Despus de haber recorrido la costa durante el otoo pasado, volv a mi choza a orillas del ro y barr sus telaraas. All me sorprendi el trmino del ao; entonces me nacieron las ganas de cruzar el paso Shirakawa y llegar a Oku cuando la niebla cubre cielo y campos. Todo lo que vea me invitaba al viaje; tan posedo estaba por los dioses que no poda dominar mis pensamientos; los espritus del camino me hacan seas y no poda fijar mi mente ni ocuparme en nada. Remend mis pantalones rotos, cambi las cintas a mi sombrero de paja y unt moka quemada en mis piernas, para fortalecerlas. La idea de la luna en la isla de Matsushima llenaba todas mis horas. Ced mi cabaa y me fui a la casa de Sampu,13 para esperar ah el da de la salida. En uno de los pilares de mi choza colgu un poema de ocho estrofas.14 La primera deca as: Otros ahora en mi choza - maana casa de muecas.15

13

Sugiyama Sampu (1648-1733). Comerciante acomodado de Edo (Tokio), protector de Basho y discpulo suyo. Fue poeta de cierta distincin.

Ms exactamente: una serie de ocho poemas (renga haikai). Basho cita solamente el poema inicial (hokku). Era costumbre colgar en un pilar de la casa el renga.15

14

Las familias con nias celebran la Fiesta de las Muecas el da tercero del tercer Mes de cada ao. En esa fecha se colocan las muecas tradicionales, que se conservan de generacin en generacin, en el saln principal de la casa, adornado con flores. Basho piensa en la metamorfosis de su choza, hasta entonces habitada por un poeta que haca vida de ermitao.

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

39

PartidaSalimos el veintisiete del tercer Mes. El cielo del alba envuelto en vapores; la luna en menguante y ya sin brillo; se vea vagamente el monte Fuji. La imagen de los ramos de los cerezos en flor de Ueno y Yanaka me entristeci y me pregunt si alguna vez volvera a verlos. Desde la noche anterior mis amigos se haban reunido en casa de Sampu, para acompaarme el corto trecho del viaje que hara por agua. Cuando desembarcamos en el lugar llamado Senju, pens en los tres mil ri de viaje que me aguardaban y se me encogi el corazn.16 Mientras vea el camino que acaso iba a separarnos para siempre en esta existencia irreal, llor lgrimas de adis: Se va la primavera, quejas de pjaros, lgrimas en los ojos de los peces. Este poema fue el primero de mi viaje. Me pareci que no avanzaba al caminar; tampoco la gente que haba ido a despedirme se marchaba, como si no hubieran querido moverse hasta no verme desaparecer.

Senju era la primera posada en el camino del norte. Ri: medida antigua de longitud; cada ri estaba compuesto de 36 cho; un cho equivale a 109 metros y un ri a 3,92 Km. Tanto en la poesa china como en la japonesa, la expresin tres mil ri equivale a gran distancia.

16

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

40

La posada de SokaSin muchas cavilaciones decid, en el segundo ao de la Era de Genroku (1689), emprender mi larga peregrinacin por tierras de Oou. Me amedrentaba pensar que, por las penalidades del viaje, mis canas se multiplicaran en lugares tan lejanos y tan conocidos de odas, aunque nunca vistos; pero la violencia misma del deseo de verlos disipaba esa idea y me deca: he de regresar vivo!. Ese da llegu a la posada de Soka. Me dolan los huesos, molidos por el peso de la carga que soportaban. Para viajar debera bastarnos slo con nuestro cuerpo; pero las noches reclaman un abrigo; la lluvia, una capa; el bao, un traje limpio; el pensamiento, tinta y pinceles. Y los regalos que no se puedan rehusar Las ddivas estorban a los viajeros.

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

41

Muro-no-YashimaVisitamos el santuario de Muro-no-Yashima. Sora,17 mi compaero, me dijo que la diosa de este santuario se llama Konohana Sakuyahime (Seora de los rboles Floridos) y que es la misma del monte Fuji. Es la madre del prncipe Hikohohodemino-Mikoto.18 Para dar a luz se encerr en esa casa tapiada y se prendi fuego. Por eso el santuario se llama Muro-no-Yashima, que quiere decir: Horno de Yashima. As se explica la costumbre de mencionar al humo en los poemas que tienen por tema este lugar. Tambin se conserva una tradicin que prohbe comer los peces llamados konoshiro.19

Iwanami (despus: Hawai) Sora (1649-1710), discpulo de Basho. Lo acompa en este viaje y en otro anterior (Una visita al santuario de Kashima).18

17

Hikohohodemi-no-Mikoto es el nombre del Primer Emperador (Jinmu), antes de su ascensin al trono. Segn el relato mitolgico (Nihon-Shoki, primera cronologa de Japn), la gran diosa-sol, Amaterasu, enva a su nieto, el Prncipe Ninigi, a gobernar las islas japonesas. Ninigi contrae matrimonio con la Princesa Konohana-Sakuya y sta concibe la misma noche de la boda. El Prncipe duda de la legitimidad de su hijo; la Princesa se encierra en una cueva tapiada y se prende fuego; si el ser que va a nacer no es hijo de Ninigi, se incendiar; si lo es, ni el fuego podr hacerle dao. As naci el Prncipe Hikohohodemi (nacido del Fuego o Visible por el Fuego).

En el siglo VII, al ser descubierta una conspiracin contra el Emperador, se destierra al prncipe Arima a Shimotsuke. All se enamora de la hija de un rico, prometida ya al Gobernador del lugar; el prncipe visita con frecuencia a la joven, hasta el da en que se descubre que la muchacha est encinta. Mientras tanto, el Gobernador apremia al padre para que se lleve a cabo el matrimonio. El rico no encuentra otra excusa que decir al prometido que la joven ha muerto repentinamente. Para consumar el engao colocan en el atad, en lugar del cuerpo de la muchacha, un pescado que al quemarse despide un olor parecido al que se desprende del cuerpo humano al ser incinerado. Desde entonces a esta clase de pescados se les llama konoshiro, que quiere decir en lugar del hijo.

19

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

42

NikkoEl da treinta nos hospedamos en una posada situada en la falda del monte Nikko. El dueo se la posada me dijo que se llamaba Gozaemon y que, por su rectitud, la gente lo nombraba Gozaemon del Buda. Reposen sosegados esta noche, nos dijo, aunque su almohada sea un manojo de hierbas. Preguntndome qu Buda haba reencarnado en este mundo de polvo y pecado para ayudar a tan pobres peregrinos como nosotros, me dediqu a observar la conducta del posadero. Aunque ignorante y tosco, era de nimo abierto. Uno de esos a los que se aplica el Fuerte, resuelto, genuino: un hombre as, est cerca de la virtud.20 En verdad, su hombra de bien era admirable. El da primero del Cuarto Mes oramos en el templo de la montaa sagrada. Antiguamente la montaa se llamaba Futara, pero el gran maestro Kukai,21 al fundar el templo, cambi su nombre por el de Nikko, que quiere decir: Luz del Sol. El gran sacerdote adivin lo que ocurrira mil aos despus, pues ahora la luz de esta montaa resplandece en el cielo, sus beneficios descienden sobre todos los horizontes y los cuatro estados viven pacficamente bajo su esplendor.22 La discrecin me hace dejar el tema.23 Mirar, admirar hojas verdes, hojas nacientes entre la luz solar.

20 21

Cita de las Analectas de Confucio.

Kukai (774-835), ms conocido por su nombre pstumo: Kobo Daishi. Fue el fundador de la secta Shigon y es uno de los grandes santos del budismo japons. Los cuatro estados o clases del Japn en el siglo XVII: soldados, campesinos, artesanos y comerciantes.23 22

En este monte, hoy Santuario Toshogu, se venera al primer Shogn de la familia Tokugawa, Ieyasu. Dice el poeta que la discrecin le hace dejar el tema por tratarse de un antepasado de la familia del Shogn reinante.

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

43

La niebla envolva al monte Cabellera Negra y la nieve no perda an su blancura. Sora escribi este poema: Rapado llego a ti, cabellos Negros: mudanza de hbito.24 Sora es de la familia Hawai y su nombre de nacimiento es Sonoro. Vive ahora cerca de mi casa, bajo las hojas de Basho,25 y me ayuda en los quehaceres diarios. Deseando ver los panoramas de Matushima y Kisagata, decidi acompaarme y as prestarme auxilio en las dificultades del viaje. En la madrugada del da de la partida afeit su crneo, cambi su ropa por la negra de los peregrinos budistas y cambi la escritura de su nombre por otra de caracteres religiosos.26 Estos detalles explican el significado de su poema. Las palabras con que alude a su mudanza de hbito dicen mucho sobre su temple. En la montaa, a ms de veinte cho (2180 metros de altura), hay una cascada, desde el pico de una cueva se despea y cae en un abismo verde de mil rocas. Penetr en la cueva y desde atrs la vi precipitarse en el vaco. Comprend porqu la llaman Cascadavista-de-espaldas. Cascada - ermita: devociones de esto por un instante.27

Antes del viaje, Sora se afeita el crneo, a la manera de los bonzos budistas. Los dos viajeros llegan al monte Kuro Kami, que quiere decir Cabello Negro, justamente en la poca de cambiar el hbito de primavera por el de verano. Juego de palabras: Sora cerca de la casa del poeta y bajo su proteccin; Basho, seudnimo del poeta, tambin es el nombre de un rbol parecido al banano.26 25

24

Transformado en peregrino, Sora escribe su nombre con signos distintos y que poseen una significacin religiosa aunque la pronunciacin sea la misma.

La segunda lnea alude a la poca en que dan comienzo los ejercicios espirituales de verano de los bonzos, perodo de encierro total.

27

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

44

A campo traviesa en NasuTengo un conocido en un sitio llamado Kurobane, en Nasu. Por buscarlo, atraves en lnea recta los campos en lugar de ir por los senderos. A lo lejos se vea un pueblo pero de pronto empez a llover y se vino encima la noche; me detuve en casa de un campesino, que me dio alojamiento. Al da siguiente cruc de nuevo los campos. Encontr un caballo suelto y a un hombre que cortaba yerbas, a quien ped auxilio. Aunque rstico, era persona de buen natural y me dijo: Es difcil encontrar el camino porque los senderos se dividen con frecuencia; un forastero fcilmente se perdera. No quisiera que esto le ocurriese. Lo mejor que puede hacer es tomar este caballo y dejarse conducir por l hasta que se detenga; despus, devulvamelo. Mont el caballo y continu mi camino. Dos nios me siguieron corriendo durante todo el trayecto. Uno era una muchacha llamada Kasane: nombre extrao pero elegante. Kasane, dices? El nombre debe ser del clavel doble.28 A poco llegu al pueblo. En la silla de montar puse una gratificacin y devolv el caballo.

28

Kasane: quiere decir doblar o doble.

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

45

Unos das en KurobaneVisitamos al administrador del Seoro de Kurobane, un tal Joboji. No nos esperaba y esto pareci redoblar la alegra con que nos recibi. Pegamos la hebra y pasamos charlando das y noches. Su hermano Tohsui tambin nos visit con frecuencia, nos llev a su casa y nos present a su familia. Todos nos hacan invitaciones. Al cabo de unos das de descanso, recorrimos los alrededores y visitamos el lugar en donde se ejercitaban en la cacera de perros.29 En el llano de bambes de Nasu visit la tumba de la Seora Tamamo30 y el Santuario de Hachiman. Me enter de que Yoichi, cuando flech el abanico, invoc especialmente a Hachiman, patrn de su pas. El dios de este Santuario es precisamente aquel al que pidi ayuda Yoichi.31 Todo esto me conmovi. Al ponerse el sol, regres a casa de Tohsui. Cerca hay un monasterio Shugen, llamado Komo-ji. Nos llevaron all y en la ermita de Gyojya, ante sus sandalias gigantescas, compuse lo siguiente:

29

La cacera de perros era un deporte popular entre los guerreros de la poca de Kamakura (1192-1221). Montados a caballo, los jinetes flechaban a los perros que soltaban en un lugar cercado.

Tamamo-no-mae era la amante del Emperador Konoe. Una noche la tierra tembl y se apagaron todas las luces del palacio; en la oscuridad se vio brotar un relmpago del cuerpo de la muchacha y desde esa noche enferm gravemente el Emperador. El Adivinador Imperial declar que la culpable era Tamamo-no.mae; descubierta, la joven se convirti en una zorra de pelo color de oro con nueve rabos y huy a Nasu. Miura-nosuke-Yoshiaki fue nombrado Capitn de caceras y logr matar a la zorra color de oro, pero el espritu de la hechicera se convirti en una piedra dotada de una extraa propiedad: los insectos que la rozaban, moran.31

30

Nasu-no-Yoichi fue un guerrero oriundo de ese lugar, contemporneo de las luchas entre los clanes Taira y Minamoto (1156-1192). Yoichi perteneca al ejrcito mandado por el famoso Minamoto-mo-Yoshitsune. En la batalla naval de Yashima se destac de la escuadra de los Taira un barco en cuyo mstil se haba atado un abanico, decorado con un dibujo del sol. En el barco iban slo un remero y una mujer, lujosamente ataviada, en seal de burla y menosprecio. Yoshitsune orden a Yoichi tirar contra el abanico y derribarlo. Los Taira fueron derrotados y as se inici una nueva poca de la historia japonesa.

Matsuo Basho Sandalias santas:

- Sendas de Oku -

46

me inclino: a mi me aguardan verano y montes.32 En esta regin, atrs del templo del Risco entre las Nubes, perdida en la montaa, se encuentra la ermita del Venerable Buccho.33 Una vez l me dijo que haba escrito sobre la roca, con carbn de pino, esto: Mi choza de paja: ancho y largo menos de cinco shaku.34 Qu carga poseerla! Pero la lluvia Para ver lo que quedase de la cabaa me dirig al templo. Algunas gentes, la mayora jvenes, vinieron a ofrecerse como guas. Conversando animadamente y sin darnos cuenta llegamos a la falda de la montaa. La espesura era impenetrable y slo se vean a lo lejos los distintos senderos del valle; pinos y cedros negros; el musgo goteaba agua y estaba fro an en el cielo del Cuarto Mes. Tras de contemplar los Ros Panoramas, cruzamos el puente y pasamos el Prtico pero dnde estaban las ruinas de la ermita de Buccho? Al fin, trepando la montaa por detrs del templo, descubrimos frente a una cueva una pequea choza colgada sobre la roca. Sent como si me encontrase en presencia de la Puerta de

El fundador de la secta Shugen, el asceta En-no-Gyoya, recorri el pas a pie, predicando la doctrina y calzado con sandalias de madera (guetas). La estatua de Gyoya, objeto del kaik de Basho y de su plegaria, est calzada de inmensas guetas. Buccho Osho (1643-1715), monje y maestro Zen. Fue director espiritual de Basho durante algunos aos.34 33

32

Un shaku equivale a 30,3 cm.

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

47

la Muerte del Gran Bonzo Myo o de la Celda de Piedra del Maestro Houn.35 Escrib estos versos all mismo y los dej pegados en uno de los pilares de la ermita: Ni t la tocars pjaro carpintero: oquedad en verano.

La Puerta de la Muerte del Gran Bonzo Myo es la cueva donde medit durante quince aos Yuen-Miau (Myo en japons), monje budista chino de la poca Sung; la Celda de Piedra del Maestro Houn es la celda de Fa-yun (Houn en japons), monje chino del perodo Liang.

35

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

48

La Piedra-que-mataCerca de Kurobane se encuentra la Piedra-que-mata.36 Como decidiese ir a verla, el administrador del Seoro me prest un caballo y un palafrenero. Durante el trayecto aquel hombre de ruda apariencia me rog que compusiese un poema. Me sorprendi tanta finura y escrib lo siguiente: A caballo en el campo, y de pronto, detente: el ruiseor! Detrs de la montaa, junto al manantial de aguas termales, se halla la Piedra-que-mata. El veneno que destila sigue siendo de tal modo activo que no se puede distinguir el color de las arenas en que se asienta, tan espesa es la capa formada por las abejas y mariposas que caen muertas apenas lo rozan.

36

Ver la nota 30.

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

49

SauceEn el pueblo de Ashino estn los sauces temblando en el agua clara.37 Se les ve entre los senderillos que dividen un arrozal de otro. Tobe, el alcalde de este lugar, nos haba prometido muchas veces que un da nos los mostrara. Ahora por fin poda contemplarlos. Pas un largo rato frente a un sauce: Qued plantado el arrozal cuando le dije adis al sauce.

37

En la coleccin Shinkokin (antologa de poemas waka, recopilada por orden imperial en el ao de 1205), hay un poema del bonzo Saigyo (1118-1190) que dice: El sauce tiembla en el agua corriente. Bajo su sombra rumores y reflejosun momento reposo.

Matsuo Basho

- Sendas de Oku -

50

El paso de ShirakawaHaba estado varios das inquieto pero mi ansiedad errante se apacigu cuando llegamos al Paso de Shirakawa. Cunta razn tena aquel poeta que al llegar a este lugar dijo: si slo pudiera darles un vislumbre de esto a los de la capital!38 El Paso de Shirakawa es uno de los tres ms famosos del Japn y es el ms amado por los poetas. En mis odos soplaba el viento del otoo,39 en mi imaginacin brillaban sus hojas rojeantes,40 pero ante mis ojos, delicia de la v