7 de julio, Chapu Apaolaza

Embed Size (px)

Citation preview

  • 8/17/2019 7 de julio, Chapu Apaolaza

    1/4

    «Hoy es el día en que menos miedo vas a tener nunca, porque aún no sabescómo es», le dijo su padre al autor de este libro la primera vez que corrió, con

    quince años, delante de los toros en Pamplona. Desde entonces no hay día enque Francisco Apaolaza no se acuerde de ese momento. Dos décadasdespués se pregunta cómo es posible que en un mundo cada vez másprevisible, más edificador y más enfrascado en normas de seguridad dondecada vez más se mide la utilidad de las cosas haya miles de hombres ymujeres que, contra toda lógica, se juegan la vida delante de un toro a las ochode la mañana durante ocho días de julio. ¿Por qué?

    Esa es la pregunta que atraviesa este libro escrito desde la experiencia delcorredor y la curiosidad del periodista. Francisco Apaolaza construye un puzlefascinante sobre los encierros de Pamplona más allá del tópico caduco de

    virilidad y sangría. En sus páginas hay tramos de adrenalina y tramos de unaextraña quietud; hay sordos que cuando corren sienten la electricidad del torosobre la espalda, veinteañeros que mueren a miles de kilómetros de casa yguiris a quienes una cogida salvará de tomar el avión que acabaríaestrellándose; hay cirujanos que temen la incertidumbre, abogados que acudenal notario con la cabeza sangrando después de una cogida, mujeres que danlecciones a corredores paternalistas, concejales que dejan plantado a ArthurMiller para bajar a correr el encierro.

    Siete de julio habla del miedo, la muerte, el azar y la ansiedad, pero también dela felicidad y la euforia y la intensidad de la luz de la mañana después de quehaya pasado la manada. Es un alegato a favor de la vida real y manchada.

  • 8/17/2019 7 de julio, Chapu Apaolaza

    2/4

    EL AUTOR

    Francisco (Chapu) Apaolaza se gana lavida como observador profesional ycontador de historias. Llegó al mundocon el chupinazo de los sanfermines de1977. Creció en una familia con gustopor la tauromaquia, la poesía, laprimavera, los erizos de mar y ciertaafición a bailar los valses de Año Nuevoen pijama. Navarro de corazón ymatrimonio, se considera de muchos

    sitios y ninguno malo, y navega en algún punto indeterminado de Madrid, amedio camino entre la bahía de la Concha y el faro de Trafalgar. Trabaja en lasección V de reportajes de los regionales de Vocento y es Premio dePeriodismo Manuel Alcántara. Confiesa que en el encierro de Pamplona no hasido nada, pero que para él el encierro lo ha sido todo.

    DATOS TÉCNICOS

    184 páginas

    ISBN: 978-84-16001-57-6

    Precio: 15,90 euro

    Ilustración: Artur Galocha

    Distribuidora: UDL

  • 8/17/2019 7 de julio, Chapu Apaolaza

    3/4

    FRAGMENTO

    El servicio del bar restaurante de Estafeta con Tejería, antes del tramo de

    Telefónica, era de esos de puntería: una loza cuadrada con dos elevacionespara poner los pies y un agujero redondo en medio, abierto a la oscuridad delcentro de la tierra, para mandar por allá todo lo que al sanferminero le sobra,que es materia diversa y en general abundante. Medio siglo después abrirá allíun sitio moderno en el que se cocina a fuego lento en ollas de hierro fundido,pero en los años 60, el bar de aquella toilette es una puerta a otra dimensión.

    Hay cola fuera. En las cuclillas de la urgencia incómoda de ese váter seagacha Paco, mi padre. No es el primero. Fuera hay cola. A sus 16 años esuno más de una cadena de hombres que a las siete menos cuarto de lamañana, antes de correr el encierro, comen las sobras de la noche anterior queel restaurante les ofrece a modo de beneficencia. Se echan al coleto asados yguisos venidos a menos y medio fríos porque es lo poco que comen en todo eldía y lo único que pueden pagarse. Después esperan en la cola, entran, sedesabrochan los pantalones, sueltan el peso del miedo y reciben la bendicióndel páter, un sacerdote que espera en la puerta del inodoro: —In nomine Patris, et Filii et Spiritus Sancti. — Amén. — A correr.

    Un cogotazo y a la calle. Mi padre y sus amigos salen al adoquín sindormir, con el cuerpo cortado y llenos de comida. Ha dormido en cualquierparte, si es que ha dormido, en un banco de la calle o en un portal con un diariode papel metido en el pecho. Uno o dos días antes se ha levantado de la cama

    de San Sebastián en silencio, se ha vestido, ha tomado unas tortillas francesasenvueltas en papel, lo poco que ha ahorrado, y se ha tirado a la calle demadrugada. Ha saltado dentro del remolque de uno de los camiones que sellevan a Pamplona la tierra de las afueras de San Sebastián, y en ese remolqueha llegado a la fiesta por la carretera maquiavélica del puerto de Azpíroz, comoun polizón desesperado: cansado, helado, sin un duro y al borde de lavomitona. En el Riau riau del día 6 por la tarde baila el Vals de Astráin una y

  • 8/17/2019 7 de julio, Chapu Apaolaza

    4/4

    otra vez, y otra, y otra más en una danza hipnótica que, mezclada con el vino,le acerca al desmayo.

    En la casa de techos altísimos del Boulevard 9, poco después de su huida,también le llaman Chapuli. Su madre Elena, mi abuela, se ha dado cuenta deque falta en la cama, de que se ha vuelto a escapar y, presa del pánico y de laangustia, le cuenta la gamberrada a mi abuelo Paco, que la mira conserenidad, casi con una traza de placer por la proeza del hijo.—¡Ay, Paco, a ver si lo va a coger un toro! —Elena, lo peligroso son las vacas.