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E l lugar está dispuesto en el garaje de una casa que tendrá aproximadamente unos cincuenta años. Apenas ingresé, un mural gigante de Sandra (Mihanovich) y Celeste (Carballo) me dio la bienvenida. Para los que no están adentrados en el tema, estas dos músicas argentinas son el símbolo de la homosexualidad femenina, por lo menos para una generación que hoy ronda los cuarenta años. Seguí caminado por el pasillo desvencijado y al final me topé con una barra con bebidas, fundamentales para el jolgorio. Observé el lugar detenidamente y no encontré ninguna huella de lo que se supone feminidad, salvo por las personas que lo habitaban. Había sillones viejos, una araña pintada con colores primarios, mesas ratonas en clenque y un dibujo de una torta de cumpleaños surrealista a la que le chorreaba sangre en vez de glasé. Como en todo evento social, había varios grupitos ocupando diferentes espacios del improvisado bar. Sin embargo, todas ellas se conocían de algún lado o de alguna situación. Eso daba un aire de familiaridad. Cuando terminé de recorrer el lugar, me senté al lado de tres chicas, que muy predispuestas me contaron algunas características de este tipo de eventos. Según ellas, el “ambiente” es chico -pese a que estamos en la segunda ciudad más grande del país- y por lo tanto, muchas de ellas son amigas o en algún momento fueron pareja. Palabra muy utilizada durante la noche. La charla consistió en preguntas respecto al lugar. Todas coincidieron en la comodidad y calidez de estar en una casa con música estimulante pero no ensordecedora. Además, agregaron que conocen a la organizadora y según sus propias palabras “Es muy seria, se maneja de manera honesta y no busca lucrar, todo es a pulmón” Pasada la medianoche, la casa ya contaba con una cantidad interesante de personas, pero no abrumadora, alrededor de cuarenta. La mayoría se saludaban, algunas acercándose y otras desde lejos. El clima era agradable, relajado y sin prejuicios. Todas circulaban libremente como si fuese su propia casa. La edad de las presentes estaba en un rango de entre 25 y 35 años. Había parejas, grupo de amigas y chicas que iban solas. No se notaba mucha producción en su aspecto físico -como suele ocurrir en otro tipo de fiestas-. El estilo que predominaba era natural, fresco y auténtico. El patio estaba habilitado para las que el vicio del cigarrillo no les permitía estar adentro. El club de Sandra y Celeste (Foto de la carátula del disco “Mujer contra Mujer” de Sandra Mihanovich y celeste Carballo) 9

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El lugar está dispuesto en el garaje de una casa que tendrá aproximadamente unos cincuenta

años. Apenas ingresé, un mural gigante de Sandra (Mihanovich) y Celeste (Carballo) me dio la bienvenida. Para los que no están adentrados en el tema, estas dos músicas argentinas son el símbolo de la homosexualidad femenina, por lo menos para una generación que hoy ronda los cuarenta años.Seguí caminado por el pasillo desvencijado y al final me topé con una barra con bebidas, fundamentales para el jolgorio. Observé el lugar detenidamente y no encontré ninguna huella de lo que se supone feminidad, salvo por las personas que lo habitaban.Había sillones viejos, una araña pintada con colores primarios, mesas ratonas en clenque y un dibujo de una torta de cumpleaños surrealista a la que le chorreaba sangre en vez de glasé.

Como en todo evento social, había varios grupitos ocupando diferentes espacios del improvisado bar. Sin embargo, todas ellas se conocían de algún lado o de alguna situación. Eso daba un aire de familiaridad.Cuando terminé de recorrer el lugar, me senté al lado de tres chicas, que muy predispuestas me contaron algunas características de este tipo de eventos.Según ellas, el “ambiente” es chico -pese a que estamos en la segunda ciudad más grande del país- y por lo tanto, muchas de ellas son amigas o en algún momento fueron pareja. Palabra muy utilizada durante la noche.La charla consistió en preguntas respecto al lugar. Todas coincidieron en la comodidad y calidez de estar en una casa con música estimulante pero no ensordecedora.Además, agregaron que conocen a la organizadora y según sus propias palabras “Es muy seria, se maneja de manera honesta y no busca lucrar, todo es a pulmón”

Pasada la medianoche, la casa ya contaba con una cantidad interesante de personas, pero no abrumadora, alrededor de cuarenta. La mayoría se saludaban, algunas acercándose y otras desde lejos.El clima era agradable, relajado y sin prejuicios. Todas circulaban libremente como si fuese su propia casa.La edad de las presentes estaba en un rango de entre 25 y 35 años. Había parejas, grupo de amigas y chicas que iban solas.No se notaba mucha producción en su aspecto físico -como suele ocurrir en otro tipo de fiestas-. El estilo que predominaba era natural, fresco y auténtico.

El patio estaba habilitado para las que el vicio del cigarrillo no les permitía estar adentro.

El club de Sandra y Celeste

(Foto de la carátula del disco “Mujer contra Mujer” de Sandra Mihanovich y celeste Carballo)

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