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[a l a ¡HJBerda] La crisis alimentaria Movilizaciones en el Sur Laurent Delcourt Coordinador

[a la ¡HJBerda] La crisis alimentaria · del sistema agrario tradicional, que ya arrastraba una fuerte cri sis, agravada por la política excluyente de los años 90. Este modelo

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[a la ¡HJBerda]

La crisis alimentaria

Movilizaciones en el Sur

Laurent Delcourt Coordinador

Primer semestre de 2008. El Sur vive

una oleada de violentas irrupciones popula­

res tras el vertiginoso aumento de los precios

alimentarios. Ningún continente logró escapar.

Como un reguero de pólvora, estallan de manera

sucesiva manifestaciones urbanas en Guinea,

Burkina Faso, Camerún, Senegal, Haití, Costa de

Marfil, Filipinas, Bangladesh, Pakistán, Indonesia,

Malasia... Ocurren casi de forma simultánea

en Marruecos, Túnez y Egipto. Por doquier el

escenario parece repetirse: aumento local de

los precios, manifestaciones de cólera popular,

saqueo de tiendas o almacenes, proclamación

de estado de emergencia por parte de las autori­

dades, enfrentamientos violentos con las fuerzas

del orden que, en ciertos casos, no vacilan en

disparar contra la "multitud".

Rápidamente un viento de pánico se

apodera de la comunidad internacional. Ante

esta multiplicación de "manifestaciones contra

el hambre", algunos hablan ya de la "primera

crisis alimentaria global después de la Segunda

Guerra Mundial". Otros señalan el carácter inédi-

ISBN: 978-84-7884-450-0

to de esta crisis, muchos temen el contagio

alborotador.

El tono es alarmante; el cuadro pesimista:

Se trata de 100 millones de personas, señalan las

Naciones Unidas, que podrían caer en la pobreza

debido al alza de los precios de los productos

alimentarios básicos, si no se toma ninguna

medida enérgica.

Sin embargo, el concepto de "soberanía

alimentaria" sale a relucir, que sintetiza los dife­

rentes retos ligados a los problemas agrícolas y

alimentarios y define un proyecto alternativo para

las políticas de liberalización, y que puede servir

de base a tales convergencias, como lo muestra

el éxito de la experiencia de Vía Campesina.

Por otro lado se reclama una reorientación

radical de las políticas agrícolas para superar el

caos a cuya creación ha contribuido la globa-

lización, recordando de paso que las políticas

de libre comercio han desestructurado a las

sociedades rurales y "lanzado a millones de

trabajadores rurales y urbanos a una economía

informal, en donde el hambre constituye una

realidad cotidiana".

La crisis alimentaria.

Movilizaciones en el sur

Coordinado por

Laurent Delcourt

Laurent Delcourt Shawn Hatt ingh Patrick Mbataru

Michel Luntumbue Fred Eboko

Olutayo Adesina August in Loada

Derriba Moussa Dembélé Lamia Zaki

Sarah Ben Néfissa Caroline Abu-Sada

M y r i a m Catusse Karam Karam

Laurent Bonnefoy Aysen Uysal Vinod Raina

Sarath Fernando

H a m i d u l H u q Lau K i n Chi

Jacques-Chai Chomthongdi Raoul-Marc Jennar

Khudori Tamatoa Brambridge

Hir ia Ottino Maristella Svampa

Marielle Palau Mamerto Pérez

Carlos Walter Porto-Goncalves, Paulo Roberto Alentejano

Héctor Lucena Leticia Monti l la

Maggy Mathur in Simona Violetta Yagenova

Guillermo Almeyra

Editorial wf opular

La primera edición de este libro fue publicada en francés por Centre Tricontinental (louvain-laNeuve, Bélgica) y Éditions Syllepse con el titulo La Crisse Alimentaire

© Editorial Popular, Madrid, 2009 C / Doctor Esquerdo, 173 6 o Izqda. 28007 Madrid - España Tel.: 91 409 35 73 Fax: 91 573 41 73 E-mail : [email protected] http://www.editoriaIpopular.com

© Centre Tricontinental

© Éditions Syllepse

I.S.B.N.: 978-84-7884-450-0 D . L . : M-27116-2010

Diseño de portada: José Luis del Río

Traducción: Alexander Paredes

Imprime: Ulzama

Printed in Spain - Impreso en España

Quedan rigurosamente prohibidas sin la autorización escrita de los titula­res del «copyright», bajo las sanciones establecidas en las leyes, la repro­ducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.

índice

EDITORIAL

Movilizaciones en el Sur ante la crisis alimentaria, Laurent Delcourt I 9

PARTE I

África Subsahariana Capítulo 1 Sudáfrica: movimientos sociales frente a la industria agroalimentaria I 45

Shawn Hattingh

Capítulo 2

Kenia: inercia de la sociedad civil, insuficiencia de las políticas agrícolas I 53

Patrick Mbataru

Capítulo 3

República Democrática del Congo: una crisis que genera otra I 59

Michel Luntumbe

Capítulo 4

Camerún: actores y lógicas de los disturbios de 2008 I 67 Fred Eboko

4 Capítulo 5 Nigeria: poca acción colectiva, mucha violencia I 75

Olutayo Adesina

Capítulo 6

Burkina Faso: pequeñas maniobras y grandes resoluciones ante las movilizaciones I 81

Agustín Loada

Capítulo 7

Senegal: toma de conciencia a favor de la autosuficiencia alimenta­ria I 93 Derriba Moussa Dembélé

PARTE I I

Magreb y Medio Oriente

Capítulo 1

Marruecos: dependencia alimentaria, radicalización contestataria, represión autoritaria I 101

Lamia zaki

Capítulo 2

Egipto: crisis alimentaria y mutaciones del espacio público I 109

Sarah Ben Néfissa

Capítulo 3

Palestina: inseguridad alimentaria, subproducto de la ocupación I 117

Caroline Abu-Sada

Capítulo 4

Líbano: entre la negación de los retos sociales y el electoralismo comunitario I 125

Myriam Catusse y Karam Karam

Capítulo 5

Yemen: factores de desestabilización y descontento popular I 135

Laurent Bonnefoy

Capítulo 6

Turquía: ¿por qué la "crisis" alimentaria no condujo a movilizaciones? I 143 Aysen Uysal

PARTE I I I

Asia Capítulo 1 India: puesta a prueba de los movimientos de resistencia I 153 Vinod Raina

Capítulo 2 Sri Lanka: ¿qué oposición popular al neoliberalismo en momentos de conflicto interno? I 163 Sarath Fernando

Capítulo 3

Bangladesh: realidad y auge de la crisis alimentaria I 167

Hamidul Huq

Capítulo 4

China: ¿prioridad al crecimiento nacional o a la soberanía alimentaria? I 171

Lau Kin Chi

Capítulo 5

Tailandia: alza del precio del arroz, muchos lo pagan caro, otros se aprovechan I 179

¡acques-Chai Chomthongdi

Capítulo 6

Camboya: seguridad alimentaria, un combate de treinta años de duración I 183

Raoul-Marc Jennar

Capítulo 7

Indonesia: agricultura nacional sobre una pendiente mortal I 189

Khudori

Capítulo 8

Pacífico insular: reacciones dispersas ante la crisis I 199 Tamatoa Bambridge e Hiria Ottino

PARTE I V

América Latina Capítulo 1

Argentina: El modelo agrario ¿Nuevos conflictos, verdaderas discusiones? I 207

Maristella Svampa

Capítulo 2

Paraguay: De la crisis a la soberanía alimentaria: ¿será posible emprender el camino? I 215 Marielle Palau

Capítulo 3

Bolivia: La actual situación alimentaria ¿crisis o momento difícil? I 223

Mamerto Pérez

Capítulo 4

Brasil: movimientos campesinos ante las consecuencias territoriales del alza de los precios I 231

Carlos Walter Porto-Goncalves, Paulo Roberto Alentejano

Capítulo 5

Venezuela: La crisis alimentaria mundial Políticas públicas y movimientos sociales I 239

Héctor Lucena y Leticia Montilla

Capítulo 6

Haití: cólera popular en un momento de crisis total I 247

Maggy Mathurin

Capítulo 7

Guatemala: Las luchas sociales frente al impacto de la globalización neoliberal I 253

Simona Violetta Yagenova

Capítulo 8

México: la tortilla voladora y la tormenta que se aproxima I 259 Guillermo Almeyra

Editorial

Movilizaciones en el Sur ante la crisis alimentaria

Laurent Delcourt1

"Pensamos que debemos dar a esta crisis un nombre más exacto. Todavía hay que encontrarlo. Pero no se trata de una crisis alimenta­ria. Es una crisis de valores que atañe tanto a las empresas transna­cionales y a los gobiernos nacionales como a la cooperación internacional."

Sinforiano Cáceres, presidente de la Federación Nacional de Cooperativas, Nicaragua (Envió, 2008).

Primer semestre de 2008. El Sur vive una oleada de violentas irrupciones populares tras el vertiginoso aumento de los precios alimentarios. Ningún continente logró escapar. Como un regue­ro de pólvora, estallan de manera sucesiva manifestaciones urbanas en Guinea, Burkina Faso, Camerún, Senegal, Haití, Costa de Marf i l , Filipinas, Bangladesh, Pakistán, Indonesia, Malasia... Ocurren casi de forma simultánea en Marruecos, Túnez y Egipto. Por doquier el escenario parece repetirse fiel­mente: aumento local de los precios, manifestaciones de cólera popular, saqueo de tiendas o almacenes, proclamación de esta­do de emergencia por parte de las autoridades, enfrentamientos violentos con las fuerzas del orden que, en ciertos casos, no vaci­lan en disparar contra la " m u l t i t u d " .

1 Sociólogo e historiador, encargado de estudios en el C E T R I (Centro Tricontinental), Louvain-la-Neuve.

204 - Asia

las islas y representan el 42% del PIB de Tonga, el 26,3% en Samoa y el 6,7% en Fiyi. Se acercan al 50% del PIB para los Esta­dos más pequeños, los más afectados por la crisis actual (Tuva-lu , Niue, Kiribati , las islas Cook).

La segunda estrategia de las poblaciones oceánicas es aumentar la parte de la agricultura de subsistencia a base de taro, mandioca y ñame en su alimentación cotidiana. Se trata en cierta manera de un regreso a las raíces. Una reciente visita a las islas Cook muestra que los cultivadores de taro recuperan terre­no, tanto sobre las colinas como en las zonas urbanas periféricas. Ciertas islas (en especial Mangaia, At iu) de las Cook exportan su excedente hacia Rarotoa, la isla capital. Esta iniciativa priva­da tomó la delantera en Fiyi. Asimismo, una sociedad china, la Shenyang Oriental Bliss Economy and Limited, en cooperación con los campesinos, reinició el cultivo del arroz, abandonado desde hace varios años.

Capítulo 1

Argentina: El modelo agrario ¿Nuevos conflictos, verdaderas discusiones?

Maristella Svampa

Desde fines de los 90, la introducción de u n nuevo modelo agrario, caracterizado por el uso de las nuevas tecnologías, de acuerdo a estándares internacionales (semillas transgénicas a través de la siembra directa), colocó a Argentina como uno de los grandes exportadores mundiales de cultivos transgénicos. Su vertiginoso desarrollo implicó una reestructuración global del sistema agrario tradicional, que ya arrastraba una fuerte cri­sis, agravada por la política excluyente de los años 90. Este modelo agrario se extendió no sólo en la región pampeana (la más rica del país), sino también en las llamadas áreas margina­les, esto es, en el norte del país, ocupando en la actualidad 18 millones de hectáreas, de las cuales el 90% está dedicado al cul­tivo de soya.

Su éxito inicial también debe ser explicado por su capacidad relativa por articular diferentes actores económicos, pese a la evidente concentración económica: mientras que en el sector semillero aparecen las grandes empresas multinacionales (como Monsanto y Cargill) y unos pocos grandes grupos económicos locales, en el circuito de producción surgieron otros actores eco­nómicos, entre ellos los "terceristas" (los que cuentan con el equipamiento tecnológico), los "contratistas", suerte de "pro­ductores sin tierra" (entre las cuales se incluyen los pooles de

208 - América Latina

siembra y los fondos de inversión, pero también productores reconvertidos), y por supuesto, los pequeños y medianos pro­pietarios, muchos de los cuales se convirtieron en mini-rentistas, alquilando sus propiedades para el cultivo de la soya. 1

Recordemos que la salida de la crisis de 2001-2002, se debió tanto a la recuperación de la industria, post-devaluación, como a la alta rentabilidad del modelo exportador, basado fundamen­talmente en la agroindustria. De manera más reciente, la renta­bil idad extraordinaria del sector agroalimentario se ha visto favorecida por la estampida de los precios internacionales de productos primarios. En la actualidad, la Argentina es el tercer exportador mundial de granos de soya y el mayor proveedor global de harinas y aceites derivados de la oleaginosa. Asimis­mo, es el segundo exportador mundial de maíz y uno de los cinco mayores de trigo.

En este contexto, tanto el gobierno de N . Kirchner (2003-2007) como el de su sucesora y esposa, han venido desarrollan­do una clara política de apoyo hacia los sectores más concentrados de la agroindustria, al tiempo que han escamotea­do el tratamiento público de las nuevas problemáticas económi­cas, sociales y ambientales ligadas al nuevo modelo, habilitando el retorno con todo vigor de una visión productivista y lineal del desarrollo. Así, entre 1988 y 2002, desaparecieron 103.405 esta­blecimientos agrarios en el nivel nacional, mientras que se incre­mentó el tamaño de la superficie media de las propiedades, que en los últimos 20 años pasaron de 243 a 538 hectáreas. Asimis­mo, las técnicas de siembra directa disminuyeron entre u n 28 y u n 37% el uso de mano de obra, lo que generó un fuerte éxodo de la población rural.

Por otro lado, la consolidación del modelo ha traído apareja­do el avance de la desforestación, el uso masivo de agrotóxicos

1 Sin que existan datos oficiales, se estima que los pequeños productores son, en un 50% rentistas, gracias a la rentabilidad que produce el alquiler de las tierras para el cultivo de la soya.

Argentina: El modelo agrario ¿Nuevos conflictos... - 209

y la tendencia al monocultivo. En este marco, han venido desa­rrollándose variadas formas de resistencia, con escasa visibil i­dad social, sobre todo de la mano de movimientos campesinos, cuya acción va delineando "la tensión existente entre una agri­cultura industrial y una agricultura campesina o familiar" . 2 Uno de los movimientos campesinos de mayor trayectoria es el Mocase (Movimiento Campesino de Santiago del Estero), que surgió en 1985 y cuenta con unas 9.000 familias organizadas, tanto por el tema de la propiedad de la tierra como por la comer­cialización de sus productos. Vale la pena subrayar que el Moca­se es una de las pocas organizaciones sociales argentinas integradas en Vía Campesina. En u n contexto de expansión de la frontera agrícola, su acción es permanentemente hostigada por las guardias "paramilitares" de los grandes terratenientes, así como por la judicialización de los conflictos en torno a la pro­piedad de la tierra. Recordemos que, aunque muchos campesi­nos no cuentan con los títulos de las tierras, la reforma constitucional de 1994 incorporó el reconocimiento al derecho veinteñal, abriendo por ello la posibilidad de titularización de las tierras a indígenas y campesinos.

En los últimos años, también se han venido conformando movimientos campesinos en otras provincias argentinas. Tal es el caso del Movimiento Campesino de Córdoba y del Mocafor (Movimiento Campesino de Formosa), este último incorporado desde hace varios años a la Central de Trabajadores Argentinos. Dichas organizaciones, que conforman hoy el Movimiento Nacional Campesino e Indígena, han sido objeto de las políticas sociales asistencialistas del gobierno de N . Kirchner y actual­mente, el de su esposa Cristina Fernández. Desde 2006, partici­pan en el Programa Social Agropecuario, que depende de la Secretaría de Agricultura, lo cual no ha traído ningún cambio de

2 D. Domínguez, P. Lapeña y D . Sabatino, " U n futuro presente: Las luchas territoriales", Revista Nómadas,

Colombia, 2007, pp. - 239-246.

210 - América Latina

status en relación con la tenencia de la tierra, al tiempo que los ha colocado en una situación de ambigüedad respecto de las políticas agrarias implementadas por el gobierno.

Ahora bien, hasta comienzos de 2008, la mayor parte de los argentinos ignoraba desde las cuestiones más elementales acerca del modelo sojero y sus consecuencias, así como los diversos sen­tidos que encierran conceptos tales como "soberanía alimentaria" o "biodiversidad". La discusión, hasta ese momento reservada a unos pocos especialistas, ecologistas marginales y movimientos campesinos, fue colocada en la agenda política, a raíz del conflic­to que se abrió entre el gobierno de Cristina Fernández de Kirch­ner (2007) y los diferentes actores del mundo agrario, ligados al nuevo paradigma biotecnológico. En efecto, a fines de 2007 la nueva presidenta aumentó las retenciones3 de las exportaciones de las mineras, hidrocarburos y productos agrícolas (entre ellos, la soya), elevándolo a un 35%. Poco después, en marzo de 2008, fijó retenciones móviles (dependientes de los precios internacio­nales), y anunció un nuevo aumento para el agro, del 44%, sin discriminar entre pequeños y grandes productores.

Uno de los objetivos de esta medida era el de frenar la infla­ción (estimada en 20% durante el año 2007), neutralizando el posible acoplamiento entre los precios internacionales de los ali­mentos y los precios del mercado interno. Sin embargo, dichas medidas, poco explicadas a la población, generaron u n crudo enfrentamiento entre el gobierno y los diferentes sectores orga­nizados del campo. De manera inédita, el frente agrario sumó desde las grandes organizaciones rurales (entre ellas, la tradi­cional Sociedad Rural Argentina, que nuclea a los grandes pro­pietarios), hasta los representantes de los pequeños y medianos productores (Federación Agraria Argentina).

3 Las retenciones (impuestos) a las exportaciones agrícolas-ganaderas es un instrumento del Estado que existe desde los años 50, y sólo fueron suspendidas bajo el gobierno de Carlos Menem (1989-1999), para ser reestablecidas por Eduardo Duhalde, en 2002, en medio de la crisis argentina y en u n contexto de gran rentabilidad para los sectores exportadores.

Argentina: El modelo agrario ¿Nuevos conflictos- - 211

Durante cuatro meses, dichos actores llevaron a cabo con­juntamente bloqueos de rutas y grandes movilizaciones, que dejaron al país al borde del desabastecimiento, en u n conflicto que polarizó dramáticamente a la sociedad argentina. Por su parte, las clases medias urbanas 4 aportaron nuevas dimensio­nes políticas al conflicto, a través de los numerosas protestas ("cacerolazos") realizadas en apoyo a los reclamos agrarios, en los cuales no estuvieron exentos n i las cuestiones de orden racista y clasista (el rechazo visceral al peronismo, asociado tra-dicionalmente a los sectores populares), ni tampoco las deman­das institucionales (la distribución del poder político, concentrado en el matrimonio presidencial y u n pequeño grupo de colaboradores).

El conflicto produjo también una fractura dentro del bloque de gobernadores pertenecientes al oficialismo, mucho más sen­sibles a las presiones de los sectores agrarios de sus provincias, permitiendo una polarización, m u y cara a la historia argentina, entre el "centro" (Buenos Aires) y el Interior (las provincias). Asimismo, produjo divisiones dentro de la Confederación General del Trabajo, a través de la salida de un sector (CGT "disidente") que decidió apoyar las reivindicaciones de los sec­tores agrarios.

La escalada vertiginosa del conflicto mostró la escasa flexibi­l idad y apertura del nuevo gobierno, lo cual se tradujo en una licuación del capital político y simbólico acumulado por el kirchnerismo desde la salida de la crisis y, por ende, en una importante pérdida de prestigio de la autoridad presidencial. A medida que el conflicto se agravaba, el gobierno tendió a enfati-

4 Cristina Fernández de Kirchner obtuvo el 45% de los votos en las elecciones presidenciales de octubre de 2007, luego de una de las campañas electorales más apáticas de la historia argentina, y como producto tanto de las lealtades partidarias como del legado de una gestión exitosa, llevada adelante por su mari­do. L a victoria electoral reflejó una fuerte correlación entre votos oficialistas e índices de pobreza. Así, la presidenta electa arrasó en los distritos urbanos donde los índices de pobreza son mayores, y obtuvo una baja votación en aquellos donde la pobreza es menor (como en las ciudades de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe). Las clases medias urbanas, cuya volatilidad política suele ser mayor que la de otros sectores sociales, y pese al actual auge del consumo, le habrían dado la espalda.

212 - América Latina

zar el carácter "popular" de la resolución, asociando las reten­ciones a la posibilidad de desarrollar una política de redistribu­ción de la riqueza. En este contexto, el ex presidente Néstor Kirchner asumió nuevamente un fuerte protagonismo, dando origen a la hipótesis del "doble comando" en el poder. Por su parte, los sectores aliados al oficialismo (movimientos territoria­les integrados al gobierno y cúpula de la CGT) no dudaron en leer el conflicto en clave latinoamericana, esto es, en el marco de una supuesta polarización entre la derecha oligárquica y un gobierno nacional-popular o nacional-desarrollista.

A fines de junio de 2008, la presidenta decidió transferir al Parlamento la difícil tarea de decidir acerca del futuro de las retenciones móviles al agro, pero la resolución fue rechazada desde la Cámara Alta, gracias al quiebre del bloque de los sena­dores oficialistas, y al decisivo voto negativo del vicepresidente de la Nación, Julio Cobos. De esta manera, el gobierno sufrió u n duro golpe político, después de un conflicto que paralizó duran­te cuatro meses al país, actualizó hasta la crispación los esque­mas maniqueos, sobre todo del lado del gobierno, y terminó por relanzar la inflación.

Necesario es señalar que los límites al gobierno de los Kirch­ner no vinieron por la izquierda, la cual, salvo honrosas excep­ciones parlamentarias, aparece disociada de las instancias institucionales, localizada en ciertos movimientos sociales que no figuran en la agenda de los gobiernos. En realidad, frente a la exacerbación de los discursos y acciones, las pocas voces que desde la izquierda intentaron terciar, denunciando la falsa pola­rización, estuvieron lejos de ser escuchadas.

Así, por ejemplo, un sector de las organizaciones territoriales de la izquierda independiente (desocupados), críticas del gobierno, realizó una serie de marchas y campañas, en nombre del derecho a la alimentación (contra el hambre y la inflación), y la soberanía alimentaria. Otros sectores de la izquierda partida-

Argentina: El modelo agrario ¿Nuevos conflictos... - 213

ria, sucumbieron a las lecturas dominantes, levantando consig­nas como la "reforma agraria", en apoyo al frente agrario. Es importante subrayar que, en su mayoría, los cortes de ruta y movilizaciones que se multiplicaron en el país fueron sostenidos por Asambleas de autoconvocados, compuestas por pequeños y medianos productores, quienes lejos de cuestionar el modelo actual, lo que demandan es una mejor inclusión dentro del mismo.

Tampoco podría decirse que los límites al gobierno proce­dieron exclusivamente de la derecha, aunque cabe señalar que el giro inesperado que adoptaron las movilizaciones agrarias, favorecieron y posibilitaron u n reforzamiento - y una acumula­ción política- de la derecha conservadora, que efectivamente está lejos de ceder tanto a la idea de coparticipación de los enor­mes beneficios reportados hoy en día por las exportaciones agroindustriales, como a una verdadera discusión sobre las con­secuencias del modelo agrario.

Sin embargo, el conflicto sirvió para difundir por primera vez en la sociedad argentina ciertos temas. Así, por u n lado, éste activó la discusión pública acerca de la redistribución de la riqueza y la persistencia de las desigualdades, algo inimagina­ble poco tiempo atrás, interpelando al conjunto de la sociedad y sus diferentes voceros (partidos políticos, movimientos sociales, intelectuales, universidades, actores corporativos). Por otro lado, el conflicto evidenció los puntos ciegos del nuevo para­digma agrario, aún si la discusión apenas está en sus albores.

En este sentido, abrió una ventana de oportunidad política para hablar de la situación de los excluidos del modelo sojero, esto es, de los movimientos campesinos e indígenas, que desde hace años vienen sufriendo el desplazamiento y despojo de sus tierras, a causa de los desmontes y plantaciones de cultivos trans-génicos; en especial en el norte argentino. A esto tenemos que sumar lo que supone la sojización del modelo productivo en tér-

214 - América Latina

minos de renuncia de la soberanía alimentaria o, en otro nivel, de posibilidades de independencia y desarrollo tecnológico, vista la tendencia a exportar sólo commodities y no productos con mayor valor agregado. Por último, las intensas movilizaciones y accio­nes de lucha, sostenidas especialmente por los pequeños produc­tores autoconvocados, mostraron las peligrosas dimensiones de un discurso corporativo y altamente pragmático, a la vez compa­tible con la forma asamblearia, clave de bóveda de los nuevos movimientos sociales, como con la refuncionalización de las lógi­cas de poder de las clases dominantes.

Tal vez la puja entre el "campo" y el "gobierno" contribuya a generar u n verdadero debate social sobre las diferentes i m p l i ­caciones de u n paradigma productivo, que a no dudarlo, englo­ba mucho más que a los productores agrícolas, supera la discusión acerca del tamaño de la unidad productiva o el por­centaje de retenciones que debe cobrar el Estado, y pone en tela de juicio la actual visión productivista y lineal del desarrollo, que predomina tanto en el gobierno como en el conjunto de los actores involucrados en el nuevo modelo.

Lo que resulta claro es que el conflicto sirvió para instalar en la escena política u n actor, hoy central para la economía argen­tina, asociado al nuevo paradigma agrario, que está lejos de cuestionar las consecuencias negativas que acarrea tal modelo, al tiempo que terminó por fijar ciertos límites políticos que muy probablemente señalen el final de "la era K " , 5 al menos en la configuración que ésta había adoptado desde 2003 en adelante, basada en la exacerbada concentración de poder y la instru-mentalización de los aliados, aún dentro del propio bloque ofi­cialista.

5 " K " , por Kirchner.

Capítulo 2

Paraguay: De la crisis a la soberanía alimentaria:

¿será posible emprender el camino? Marielle Palau

BASE. Investigaciones Sociales El triunfo de Fernando Lugo a la presidencia del Paraguay,

después de más de 60 años de gobierno del Partido Colorado, marca sin lugar a dudas u n punto de inflexión en la historia política del país. Se abre así un período signado por la esperan­za e importantes expectativas de cambio. Lugo deberá dar res­puesta a ellas gobernando "bajo circunstancias con las que se encuentra directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado", es decir, u n país devastado por la desigualdad, a pobreza y la corrupción.

Deberá gobernar, además, en el marco de una situación inter­nacional de profunda crisis económica a nivel mundial , una de cuyas aristas es la crisis energética, que trae aparejada la llama­da crisis alimentaria global (de precios, no de disponibilidad). Esto se acentúa a partir de que los países del capitalismo central deciden subsanar la crisis energética con la producción de agro-combustibles, es decir, destinando productos agrícolas -muchos de los cuales son parte de la canasta alimentaria básica de nues­tros pueblos- a la producción de combustibles.

216 - América Latina

Ahora bien, esta nueva oleada encuentra al país en una grave situación. Sólo por hacer referencia a dos indicadores que reper­cuten directamente en la alimentación, se debe tener en cuenta que si bien en los últimos cinco años ha habido una estabilidad macroeconómica, no ha ocurrido lo mismo con la microecono-mía, es decir, ha aumentado la precariedad económica de amplios sectores de la población. Esto se refleja tanto en la pobreza extrema en la que vive el 20% de la población paragua­ya, como también en que "cerca del 50% de la población tiene serios problemas de empleo" (Rojas, 2008) y en la precarización cada vez mayor de comunidades rurales.

Aunque muchas veces pareciera que Paraguay es una isla rodeada de tierra, la crisis mundial alimentaria llegó rápida­mente. El incremento de precios de productos básicos también se ha disparado. En sólo u n año el precio del arroz se ha incre­mentado en u n 174%, el aceite en u n 138%, la carne en u n 156%, la leche en u n 88% y la mandioca -producto esencial de la dieta paraguaya- en un 173% (Guerrero, José María, 2008).

Ciertamente, si bien el descontento de la población ha ido en aumento, el mismo aún no ha adquirido la dimensión de una protesta popular que tome las calles como ha ocurrido en Haití, México y otros países. Actores sociales como la Asociación de Consumidores han expresado públicamente su preocupación y centrales sindicales han solicitado aumento del salario mínimo para mitigar los impactos. Probablemente, tanto el clima electo­ral como las expectativas hacia las acciones del nuevo gobierno, hayan inf luido en que la grave situación no motivara acciones de protesta.

Durante la campaña electoral del actual presidente, se hizo referencia a la seguridad y soberanía alimentaria; pocos días antes del acto de asunción el propio Fernando Lugo expresó "en lo que se refiera a Reforma Agraria Integral, nos proponemos como metas implementar la reforma con la mediación del Esta-

Paraguay: De la crisis a la soberanía alimentaria: 217

do y la participación de los sectores involucrados; fortalecer la agricultura familiar como la proveedora de alimentos que garantice soberanía y seguridad alimentaria" 1 , y en su discurso en el acto de toma de posesión volvió a indicar: "Nos importa resaltar la línea de la seguridad alimentaria caracterizada no sólo desde el reaseguro de u n espacio y oportunidades de pro­ducción autogestionaria, sino también en su dimensión cultural, soberana e identitaria".

El propio ministro de Hacienda expresó a finales del mes de agosto "que el plan apunta a una reforma agraria integral y reactivación de la agricultura familiar. Esto, con la mediación del Estado y la participación de los sectores involucrados. Para ello se incluye a la agricultura familiar campesina y la agricul­tura empresarial, y abarca la compra de tierras, asistencia técni­ca, provisión de créditos, infraestructura y cadena de formalización. La meta es fortalecer la agricultura familiar como proveedora de alimentos, que garantice la soberanía y la seguri­dad alimentaria; y además, pueda participar en el proceso de crecimiento y financiación del mercado" 2 .

Por su parte, las nuevas autoridades del sector agrario han manifestado que esta institución "va a liderar y apoyar el pro­ceso de la reforma agraria integral como una encomienda espe­cial del presidente electo, Fernando Lugo" , así como que "Ja seguridad y soberanía alimentarias constituyen los pilares de la política agraria que pretenden desarrollar, así como también la competitividad con miras a aumentar los índices de exporta­ción" 3 .

En el mismo sentido, el nuevo titular del Instituto Nacional de Desarrollo Rural y de la Tierra (organismo estatal responsable de la problemática agraria) manifestó que "la base de su gestión

• (http: / /www.^hr r O r n . P v / a r r i a i l 0 S . p h p ? P Í d = 4 4 1 " ^ f ^ 2 Q Q v - Q S - 1 3 2 http: / /www.ultimahora.com / notas / 144174-Lugo-no-har%C3%Al-expropiaciones-forzosas-de-tierras 3 http:/ /www.abc.com.py/articulos.php?pid=442571&fec=2008-08-18

218 - América Latina

será el impulso a la seguridad y soberanía alimentaria de los beneficiarios del Indert, así como también a la superación de la pobreza" 4.

Es de resaltar que una de las primera acciones del nuevo pre­sidente al día siguiente de asumir el cargo fue la firma de una serie de convenios de cooperación con su par Hugo Chávez, entre ellos " u n acuerdo marco en favor de la soberanía alimen­taria de las dos naciones" 5 .

Pero, más allá de las buenas intenciones e inclusive de la voluntad política que pueda tener el nuevo gobierno, no será tarea fácil implementar una política de soberanía alimentaria. Las condiciones para que la misma deje de ser sólo parte de un discurso y adquiera u n dimensión real, depende tanto de una efectiva reforma agraria -el propio gobierno lo admite- como de romper con la lógica de los agronegocios que se viene profundi­zando en el país.

Es decir, la misma será imposible en la medida en que no se revierta el hecho de que, de las más de seis millones quinientas m i l personas que habitan el Paraguay, el "29,7% de la población rural no posee tierras, el 60% de la población con menos tierra posee el 6,6% del total de las mismas y el 10% con más tierras posee el 66,4% de las tierras" (Riquelme, 2006: 39).

Asimismo, en la medida en que el territorio paraguayo siga siendo parte de la "república unida de la soya" (tal como indi­caba Syngenta en su pagina web), será prácticamente imposible que el reclamo que desde mediados de la década de los 90 viene impulsando la Vía Campesina Internacional, sea alcanzado.

Para avanzar hacia la misma será necesario revertir el mode­lo productivo que propicia inmensos desiertos verdes y expulsa a familias campesinas e indígenas de sus históricos territorios. El 25% de las tierras cultivables del país están destinadas a la

4 http:/ /www.abc.com.py/arriculos.php?pid=438162&fec=2008-08-03 3 firhttp: / /vvww.jornada.unam.mx/2008/08/17/index.php?secnon=mundo&artícle

Paraguay: De la crisis a la soberanía alimentaria:.. 219

soya y Monsanto controla entre el 60 y el 80% de las semillas de soya sembradas en Paraguay. La utilización de las semillas RR ya ha implicado -además de todo el daño humano por las into­xicaciones y medio ambientales por el deterioro del mismo- la pérdida de una gran diversidad de diferentes cultivos, de auto-consumo o de renta y el peligro de la desaparición de la cultura rural paraguaya y arraigados hábitos alimenticios. La depen­dencia de las semillas provoca una aún mayor dependencia y vulnerabilidad alimentaria (Palau, 2004).

U n dirigente del movimiento Tekojoja, resume la visión que buena parte de las organizaciones populares tienen respecto a esta situación: " N o se trata del producto en sí, sino del modo de producir y armar la cadena de intermediación. Del productor al consumidor, las empresas capitalistas se apropian del proceso y se enriquecen en todos sus pasos: en la siembra, la distribución, la industria y la comercialización. Como agravante producen también los insumos, las semillas. La agricultura campesina produce para el propio consumo; con el agronegocio hay ali­mentos en abundancia, pero accede a ellos sólo aquél que tiene posibilidades de comprarlos.

La familia campesina no tiene esos ingresos; la compra de alimentos de calidad queda restringida a ciertos sectores socia­les. Por supuesto que la gente sigue comiendo, pero come del basurero, come en los mercados las frutas podridas. La gente sigue comiendo porque no se deja morir tan fácilmente de ham­bre. La soberanía alimentaria está referida a solucionar estos problemas. La alimentación no es el acto de consumir algo, sino todo el proceso, incluido el control de la calidad de los alimen­tos. La soberanía implica también que hay tener tierra para pro­ducir, y ahí entran los problemas con las empresas que concentran la tierra. En nuestros países, la soberanía alimentaria siempre va a generar una disputa con los dueños de las tierras" 6 .

6 http:/ /www.biodiversidadla.org/conterit/view/rull/42145

220 - América Latina

Esta reivindicación es parte de la agenda campesina desde hace tiempo; ya en el año 2006, la Coordinadora de Mujeres Rurales, Trabajadoras e Indígenas (CONAMURI) , denunció públicamente que " el modelo de dependencia para alimentar­nos es fomentado por el propio Estado, que apoya y promueve los intereses de latifundistas y las grandes multinacionales del agronegocio, perjudicando el sustento, la salud y la vida de nuestras comunidades, envenenando el ambiente y destruyen­do nuestras semillas nativas, que son la fuente básica de nuestra forma de vida y soberanía alimentaria", al tiempo de reivindicar "la semilla como patrimonio inalienable de los pueblos al servi­cio de la humanidad, y como fuente de sustento y soberanía ali­mentaria, identidad y preservación de nuestra cultura, dignidad y formas de v iv i r como mujeres trabajadoras urbanas, campesi­nas e indígenas" ( C O N A M U R I , 2006).

En junio de este año la Cumbre de los Pueblos del Sur, reali­zada en la ciudad de Posadas (Argentina) bajo el lema: "Por u n Modelo Productivo que garantice la soberanía alimentaria de los Pueblos" y en la que participaron diferentes movimientos sociales paraguayos, expresó en su declaración final: "llamamos a los pueblos de América del Sur a construir una campaña regio­nal por la soberanía alimentaria, que busque asegurar el acceso a la alimentación para el pueblo y denuncie las iniciativas de la FAO que promueven solucionar la crisis alimentaria global con los mismos elementos que la causaron: agricultura industrial, monocultivos de exportación, y paquetes tecnológicos no apro­piados" 7 .

Como se ve, tanto la lucha por la reforma agraria, como las denuncias contra el modelo sojero y sus consecuencias han esta­do permanentemente en el centro de las acciones de las organi­zaciones campesinas, así como en sus demandas y propuestas al nuevo gobierno, el cual parece haberlas incorporado en las polí-7 http:/ / www.lineacapital.com.ar/7notiria-38349

Paraguay: De la crisis a la soberanía alimentaria: 221

ticas a ser implementadas en el país, las que, obviamente, gene­ran tensiones con los sectores económicos que se han enriqueci­do con los agronegocios y con aquellos sectores latifundistas que harán todo lo posible para mantener el status quo en contra­posición a la lucha de sectores populares.

En la misma dirección, la Organización de Lucha por la Tie­rra (OLT), recientemente ha hecho pública una propuesta al nuevo gobierno para la implementación de la reforma agraria, en la que mencionan "el derecho y el deber de nuestro pueblo a la producción de alimentación en el marco de la Soberanía A l i ­mentaria", por lo que proponen "promover la producción fami­liar campesina en el marco de la Soberanía Alimentaria" .

El 14 de agosto se realizó el Congreso del Frente Social y Popular, en el cual una serie de organizaciones sociales expresa­ron, entre otros puntos, "reivindicamos la agricultura familiar campesina, con políticas diferenciadas y específicas de defensa del sector que apoyen la diversidad productiva campesina, la agroindustria y las diversas estrategias de comercialización de los productos campesinos. La agricultura campesina es u n sec­tor estratégico para garantizar la soberanía alimentaria y el derecho del pueblo a la alimentación". A l mismo tiempo, mani­festaban que "acompañaremos la lucha contra el hambre con políticas de producción nacional de alimentos en el marco de la soberanía alimentaria que disminuya la dependencia de la importación de alimentos y el control de las empresas transna­cionales" (Frente Social y Popular, 2008).

El gobierno de Fernando Lugo cuenta con las propuestas adecuadas para enfrentar la crisis alimentaria, tanto la reforma agraria como la Soberanía Alimentaria están siendo parte enun­ciativa de sus políticas, también cuenta con el apoyo de las orga­nizaciones campesinas para implementarlas. Sin embargo, falta aún por definir si tendrá la fuerza suficiente para enfrentar, no sólo a los sectores más conservadores de la sociedad paraguaya

2 2 2 - América Latina

que se han beneficiado históricamente del modelo, sino si ten­drá la fuerza para contrarrestar la presión de las grandes corpo­raciones multinacionales que operan en la región.

Bibliografía

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o pobreza de la macroeconomía". En Acción N.° 2 8 7 , setiembre 2008 . Centro de Estudios Paraguayos Antonio Guasch.

Capítulo 3

Bolivia: La actual situación alimentaria ¿crisis • momento difícil?

Mamerto Pérez

Introducción Se puede decir que Bolivia no está sufriendo con profundi­

dad la denominada crisis alimentaria mundial que se desató

desde 2007 . El mejor indicador de esta convicción es la ausencia

de grandes protestas populares, como las ocurridas en África, o

incluso Haití, en el continente americano. Sin embargo, ello no

significa minimizar y mucho menos hacer abstracción de esta

situación.

Es necesario dimensionarla para estar seguros de su natura­leza, pues sólo así se podrá entenderla y valorar la profundidad de sus actuales y posibles efectos, mucho más en circunstancias en que el fenómeno inflacionario parece estar, en buena medida, magnificado y hasta inf luido por los intereses que hacen parte de la confrontación política y social que caracteriza el actual momento que vive el país. Por tanto, el presente artículo se enmarca en estos antecedentes.

La actual situación alimentaria en Bolivia y sus posibles causas

Sin duda, la manifestación central de la actual situación es el

incremento relativamente sostenido de los precios de los ali-

224 - América Latina

mentos. Esta alza, sin llegar a ser un proceso multiplicadamen-te creciente, y menos descontrolado, es u n fenómeno grave desde comienzos de 2007, pero que surgió con índices poco per­ceptibles el año 2000.

En la gestión 2007 la inflación de los alimentos registró u n índice del 13,72%, el más alto desde 1996. En marzo de 2008 la inflación subió al 15,16%. Después de ese mes prácticamente se ha perdido la pista sobre su comportamiento, debido al cambio de la base de cálculo del Indice de Precios al Consumidor (IPC) 1

realizado por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE). N o existiendo otra fuente oficial, prácticamente es imposible saber en qué proporción ha aumentado realmente la inflación de los alimentos a partir de abril . N o obstante, aun con las dudas que genera esa información, un reciente informe de esta institución reconoce que la inflación de las Carnes ha subido del 2,98% en mayo al 5,76% en agosto y la de los Pescados del 0,81 al 7,36% en el mismo período.

Este fenómeno inflacionario ha sido acompañado, especial­mente en los primeros meses de 2008, por indudables momen­tos de fuerte especulación, ocultamiento y escasez de algunos alimentos, que obviamente agravaron la situación. Destacan en particular los episodios de la fuerte elevación de los precios del aceite comestible y las carnes, y la escasez de arroz y harina de trigo. Si bien ambos fueron controlados en buena medida por el gobierno, los casos del aceite y las carnes representan el mejor ejemplo de la intervención del factor político en la crisis (según se verá más adelante).

Ahora bien, ¿cómo se explica esta situación?, ¿cuáles son sus causas?

El Banco Central de Bolivia (BCB) sostiene que la inflación importada es el principal factor de presión de la inflación nacio-

' C o m o parte de este cambio, se dividió el antiguo Capítulo de Alimentos y Bebidas en general en dos: A l i ­mentos y Bebidas no Alcohólicas, y Bebidas Alcohólicas, atribuyéndole u n a ponderación baja al prime­ro en la canasta familiar (el Banco Central de Bolivia estima que se redujo en un 10% esa ponderación).

...Bolivia: ¿crisis o momento difícil? -225

nal a través de los rubros importados que comprende la canasta familiar. Sostiene que el peso de la inflación importada se ha veni­do elevando sistemáticamente desde enero de 2007, de tal modo que al término del primer semestre de 2008 habría registrado una tasa de crecimiento anual del 16,5%. En cambio, le asigna un ter­cer lugar de importancia a las presiones de demanda, siendo que la emisión monetaria en mayo de 2008 -según la Fundación Mile­n i o - ha crecido en 66,8%, debido al gran crecimiento del valor de las exportaciones, las remesas y otras actividades de los últimos años. El BCB también refiere que el fenómeno natural de La Niña (que se manifestó desde fines de 2007 hasta principios de 2008) tiene una importancia de último orden en la inflación, al sostener que impactó sólo en 1 % el PIB (Producto Interior Bruto) agrícola de 2007, no obstante que sus daños fueron estimados en 276 millones de dólares (según datos de la CEPAL).

Empero, lo que más llama la atención de este análisis es la casi absoluta falta de alusión a las políticas de liberalización comercial que vienen aplicándose en el país desde hace más de dos décadas y sus efectos sobre el aparato productor de alimen­tos del país. La misma información oficial consigna que alimen­tos básicos tan arraigados en el consumo de la población boliviana (como el trigo, la papa y el maíz) registran no sólo estancamientos productivos o tasas bajas de crecimiento er» el período de vigencia de la liberalización comercial, sino incluso reducciones absolutas. En general, estas caídas de la producción nacional han venido siendo reemplazadas por las importacio­nes, por lo que el país ha pasado a depender peligrosamente de ellas y de sus inevitables vaivenes.

En consecuencia, la actual situación alimentaria del país no es resultado exclusivo de una coyuntura que se inicia en 2007 (o en 2000) y menos de factores externos, sino que interviene acti­vamente la calidad del aparato productivo del sector agroali-mentario, después de dos décadas de liberalización comercial.

226 - América Latina

Las reacciones del gobierno y los sectores políticos frente a la situación alimentaria

La actual problemática alimentaria que vive Bolivia se desa­rrolla en u n escenario político y social de profunda polarización, donde prácticamente todos los actores y sectores han optado por alguna de las dos visiones/posiciones en confrontación. Resulta imprescindible referirse a ese aspecto porque represen­ta uno de los factores de peso en la actual problemática alimen­taria y en su eventual agudización.

La asunción de Evo Morales a la presidencia de la república en 2006 ha supuesto el surgimiento de u n fenómeno sociopolíti-co inédito: la confrontación etnocultural y racial abierta y, por momentos, incluso física de los sectores sociales que desde siempre han ejercido el poder político, económico y social del país (secundados por los sectores que la sociología boliviana genéricamente denomina "clases medias"), contra aquellos mayoritarios, pero marginados de este poder. Estos últimos, expresados por los disminuidos, pero aún importantes sectores indígenas del área rural y por los vastos sectores populares de las ciudades, cuyo denominador común es su origen indígena.

Sin duda, la base de esta confrontación es el resquebraja­miento de ese férreo dominio del poder político ejercido por los sectores dominantes, a causa de la elección democrática (por primera vez en la historia) de u n indígena a la presidencia de la república. Siendo que ese ejercicio monopólico del poder se ha fundado en la noción de inferioridad de los sectores indígenas y populares, la razón de la oposición de los sectores dominantes trasciende factores políticos o ideológicos, y privilegia la idea de que cualquier medida del gobierno (por representar a los indí­genas) es mala por definición.

Con este escenario, el tema de la problemática alimentaria que vive el país, inevitablemente ha ingresado a la lógica de esta

.Bolivia: ¿crisis o momento difícil? - 227

confrontación, por lo que los sectores de oposición simplemen­te aseguran que se vive una situación crítica de grandes propor­ciones y que debe atribuírsela exclusivamente al gobierno, perdiendo toda noción de objetividad y ponderación adecuada. Pero no sólo eso; algunos de los sectores productivos más pode­rosos del país pertenecen también a los grupos de poder más influyentes y adversos al gobierno de Evo Morales. Estos secto­res parece que quieren aprovechar la circunstancia para inclinar la balanza de la confrontación, porque son productores oligopó-licos de algunos alimentos de consumo masivo como el aceite comestible, el azúcar y la carne vacuna, y participan fuertemen­te en otros rubros alimenticios como el trigo, el arroz, la carne de

pollo y la leche2. Por su lado, ya desde los primeros meses de 2007 -cuando se

comenzó a conocer la dimensión de los desastres causados por La Niña- el gobierno nacional ha venido reaccionando en dos planos: el político y el económico. En el orden político, el gobier­no se ha situado en una posición inclinada a minimizar la crisis. Incluso cuando ya surgieron los primeros indicios de la magni­tud de la escalada inflacionaria a fines de 2007, el gobierno man­tuvo en esencia esa posición. Y sólo cuando tuvo que reconocer su agudización, a comienzos de 2008, ha venido intentando des­baratar las acusaciones y críticas de la oposición respecto a» la dimensión del problema y de la responsabilidad gubernamental

en su surgimiento. En el orden económico, las medidas gubernamentales contra

la inflación comenzaron a aplicarse a partir del segundo trimes­tre de 2007. En principio estuvieron dirigidas a reducir y / o eli­minar las tarifas arancelarias de importación de algunos alimentos básicos. El grueso de las medidas (y las más duras)

2 Según el gobierno, el episodio del alza desmesurada de los precios del aceite y la carne de principios de 2008, se basó en esa posición y actitud de estos sectores. Sin embargo, es innegable que relegó a estos sec­tores a la hora de definir la ayuda necesaria frente a los efectos de L a Nina , bajo el argumento de su mejor capacidad financiera.

228 - América Latina

comenzaron a ser aprobadas desde los últimos meses de 2007 y particularmente desde febrero de 2008. Resumidamente, se agrupan en tres tipos:

a) prohibiciones de exportaciones de algunos alimentos, pero especialmente de aquellos cuyo abastecimiento depende ínte­gramente de la producción nacional y cuya alza de precios habría obedecido a decisiones políticas tomadas por los sectores productores de esos alimentos 3;

b) importaciones y comercialización directa de algunos ali­mentos básicos y su consiguiente subsidio; esta medida fue complementada con la creación de empresas estatales de comer­cialización y producción directa, cuyo funcionamiento, sin embargo, es aún inicial;

c) fijación y control de precios, especialmente de aquellos de mayor inflación y en los momentos más críticos.

La reacción y posición de los sectores populares y de los movimientos sociales

Como ya se mencionó, en Bolivia no se han producido hasta el momento marchas o manifestaciones públicas de la población para protestar por la escasez y/o la elevación de los precios de los alimentos, mucho menos de los sectores populares o de los movimientos sociales, ya sea del campo o de las ciudades. A l g u ­nas marchas que se han verificado en los primeros meses del año en las ciudades donde domina la oposición política al gobierno, han sido claramente organizadas con la expresa inten­ción de magnificar la situación.

A modo de ensayo se pueden plantear dos razones que explican esta situación. Por una parte, que no tiene (¿aún?) el carácter dramático de otros países, posiblemente porque no expresa la dupla simultánea inflación y escasez de alimentos.

5 Estas prohibiciones se han flexibilizado luego en función del cumplimiento de condiciones establecidas por el gobierno respecto a precios de venta máximos y aprovisionamiento del mercado interno.

...Bolivia: ¿crisis o momento diñ'cil? - 229

Por otra parte, está el momento histórico del país, en el que la generalidad de los movimientos indígenas y de los sectores populares de las ciudades (en esencia, también de origen indí­gena) se ha alineado en apoyo al gobierno de Evo Morales. Entonces, la razón de este apoyo se funda ante todo en factores simbólicos reivindicatoríos del derecho al ejercicio del poder político, que históricamente les fue negado por los grupos domi­nantes.

La encarnación de esta reivindicación en la figura del actual presidente hace que el apoyo de los sectores indígenas del campo y de las ciudades a su gestión de gobierno sea casi incon­dicional, sin que exista espacio para el análisis de sus aciertos y desaciertos, y menos para la crítica. En esas circunstancias es posible pensar que, aunque estos sectores calificaran su actual situación alimentaria como difícil, lo estarían tolerando en aras de esa suerte de compromiso y corresponsabilidad con el accio­nar del gobierno 4 .

En conclusión, la situación alimentaria que afronta Bolivia parece ser u n momento difícil y no exactamente una crisis. Es que, a diferencia de otros países de la región, la inflación boli­viana estaría más asociada al crecimiento de la demanda y a las restricciones estructurales del aparato productivo de alimentos antes que a las repercusiones de la inflación mundial de los energéticos y de los alimentos, pues el país es más bien u n exportador neto de gas natural. Sin embargo, errores de gestión de alguno de los factores que condicionan el problema podrían derivarla en crisis.

Por todo ello, el gobierno debe aprovechar el amplio margen de la actitud tolerante de los sectores sociales indígenas y popu­lares, porque le da tiempo para ejecutar las acciones necesarias

4 Además, no es exagerado asumir que la situación de ese 35% de población rural (indígena fundamental­mente) en realidad no es tan difícil en las actuales circunstancias, porque tiene la posibilidad de enfren­tarla ampliando sus actuales cultivos alimenticios y hasta incrementando sus ventas.

destinadas a enfrentar la posible agudización de la situación entre ellas sin duda, debe estar la revisión de la actual política'

S¡-** P e - inexpl i cab lnen-te mtacta hasta el momento) y la revitalización del aparato pro­ductivo de agroalimentos.

Capítulo 4

Brasil: movimientos campesinos ante las consecuencias territoriales

del alza de los precios Carlos Walter Porto-Gongalves, Paulo Roberto Alentejano1

El alza del precio de los productos agrícolas en los mercados internacionales tiene consecuencias en cadena sobre la estructu­ra territorial brasileña. Acelera la colonización del territorio amazónico y lleva a la sustitución de los cultivos destinados a la alimentación nacional por monocultivos de exportación. Nue­vos desafíos que deben tener en cuenta los movimientos cam­pesinos en su combate histórico por una reforma agraria digna de ese nombre.

La problemática agraria reaparece en primer plano en los medios de difusión y se impone en las agendas políticas a todos los niveles. Aunque en Brasil no haya tenido lugar una ola de protestas directamente ligadas al aumento del precio de los ali­mentos, no deja de ser un país clave para la comprensión de los conflictos provocados por la coyuntura agraria y alimentaria mundial . Es en especial lo que se destaca en las recientes nego­ciaciones del ciclo de Doha en la OMC, durante las cuales el gobierno brasileño defendió explícitamente los intereses del agrobusiness.

1 Profesores de geografía de la Universidade Federal Fluminense (Río de Janeiro) y de la Universidade do Estado de Rio de Janeiro, respectivamente.

232 - América Latina

Ahora bien, contrariamente a la imagen difundida a nivel internacional - la de u n modelo agrícola liberal poco interven­cionista con relación a los países desarrollados que subsidian ampliamente su agricultura-, es importante señalar que Brasil practica una política de subsidios enmascarada, que se perfila como una renegociación permanente de la deuda del sector agrícola. Asimismo, estos últimos siete años, el gobierno rene­goció no menos de cuatro veces la deuda de los productores agrícolas, por una suma total de 75 m i l millones de reais, o sea, 50 mi l millones de dólares. A propósito, los pequeños agriculto­res familiares no pudieron beneficiarse con condiciones tan ven­tajosas como las de los grandes exportadores en la renegociación de su deuda ( A n u d a Sampaio, 2008).

Dos modelos agrícolas en conflicto

En realidad, Brasil es el teatro de u n crudo conflicto entre dos proyectos para la agricultura nacional: por u n lado, los intereses relacionados con el agrobusiness- una alianza entre el capital financiero y agroindustrial, la gran propiedad de la tierra, cen­tros de investigación e inspección técnica, los medios de d i fu­sión masiva-, que apoyan la expansión de los monocultivos de soya, caña de azúcar y eucalipto, así como la gran cría de gana­do bovino, pollos, cerdos, destinados principalmente a la expor­tación; y por otra, los movimientos sociales rurales, en particular los ligados a la Vía Campesina, que denuncian los males de este modelo en términos de concentración de tierras y riquezas, de desastres medioambientales y de amenaza para la soberanía alimentaria.

Varias jornadas de movilizaciones sobre estos temas se organizaron en junio de 2008 contra las multinacionales agroindustriales (Syngenta, Monsanto, Cargill , etc.) y los gran­des proyectos "público-privado" destinados a garantizar la expansión de este modelo (desvío del curso del río Sao Fran-

:isco, grandes proyectos h i d r o e l é c t r i ^ c o s v í a s férreas, carrete­

ras, etc.).

La importancia de Brasil en el c o n t e x t o geopolítico mundial -en particular lo referente a la p r o d u c c i ó n agrícola- salta a la vista. Se trata del país que posee la m ^ y o r disponibilidad de tie­rras y aguas no explotadas del m v ^ d o . e s además algo casual que los medios de difusión informen continuamente sobre la entrada masiva de capitales^ d e o r i g e n europeo, esta­dounidense y japonés en el sector %g r í co la , seducidos por las nuevas oportunidades de ganancia.

Esta enorme disponibilidad de tie* r r a s s e contrapone, no obs­tante, a la persistencia de una e n o ; r m e m a s a ¿ e trabajadores rurales sin tierras, como consecuenci a de u n m o d e l o que agudi­za naturalmente la monopolización y j a a u s e n c i a hasta hoy de una verdadera política de r e f o r m ^ agraria. Ahora bien, el aumento del precio de la tierra, l i g e r o a la fiebre especulativa causada por el alza de los precios a g * f c o ] a S / complica aún más la realización de una redistribución d ^ i a s tierras, por su impacto en el costo de las desapropiaciones.

Este enriquecimiento acentúa u i ^ a tendencia histórica llena de consecuencias: la creación de n u e v a s explotaciones en Ama­zonia, una región cuyas tierras s o n j a s m e n o s costosas y la mayoría de las veces públicas. Est^ evolución tiene dos conse­cuencias mayores: por una parte, u n a disyunción geográfica entre el espacio de movilización tradicional de los sin tierra -situado esencialmente en el centro S u r d e l país- y la política de creación de cultivos (assentamentos) _ p u e s t a en práctica princi­palmente en la región amazónica; y p o r o t r a parte, la sustitución de los proyectos de reforma a g r a r i a p Q r proyectos de coloniza­ción en las nuevas zonas g e o g r á f i C a s (Alentejano, 2004). Ade­más, la precariedad de esta política de colonización estimula el grilagem de tierras (Oliveira, 2007), 0 s e 3 / j a apropiación ilegal de tierras públicas.

234 - América Latina

Dañinos procesos de modernización agrícola

Se observa en Brasil u n verdadero proceso de "contrarrefor­ma agraria", como lo muestran los datos sobre la evolución de las superficies cultivadas en el transcurso de las últimas déca­das. El aumento de los cultivos destinados a la producción de combustible (caña de azúcar y soya) o a la alimentación animal (soya y maíz), tiene como consecuencia una disminución de los cultivos cuyos productos entran tradicionalmente en la canasta de bienes alimentarios básicos (arroz, frijoles, yuca) 2.

La crítica realizada por el gobierno brasileño con respecto al etanol a base de maíz, cuya producción (principalmente en los Estados Unidos) sustituiría a la de los alimentos, a diferencia del etanol a partir de la caña de azúcar, está fuera de lugar: la expan­sión de los cultivos de caña ejerce también u n impacto directo en la oferta y el precio de los alimentos, así como en la geografía de su producción. Tiene lugar la sustitución de las plantaciones de arroz, frijoles, maíz y hasta de la soya por plantaciones de caña en varias regiones, en particular las que están próximas a los grandes mercados nacionales, como el oeste paulista, el Trián­gulo Minero y el sur del Estado de Goiás.

Este proceso provoca, por una parte, una reducción de la oferta en productos alimentarios y, por otra parte, un desplaza­miento de los cultivos de subsistencia hacia tierras de baja cali­dad más distantes de los principales mercados consumidores. Con el aumento de los costos de producción y transporte y la competencia por la buena tierra, el alza de los precios de estos productos alimentarios no se hizo esperar.

La espectacular expansión de la caña de azúcar se hizo tam­bién a expensas de los pastos. Ésta llevó a u n desplazamiento de

2 L a superficie destinada a la caña de azúcar, la soya y el maíz pasó de unos 28 millones de hectáreas en 1990 a más de 41 millones en 2006, o sea, un aumento del 47,5%. E n cambio, si consideramos la superfi­cie total consagrada a la producción de tres productos alimentarios básicos - e l arroz, los frijoles, la yuca- , las zonas de cultivo han disminuido de 11,5 millones de hectáreas a 9,5 millones en igual período, o sea una disminución de un 17%.

Brasil: movimientos campesinos ante las consecuencias... - 235

la cría de ganado bovino hacia la Amazonia. El 80% del aumen­to del ganado bovino brasileño entre 1990 y 2006 tuvo lugar en Amazonia, región que vio su ganado pasar de 26 millones de cabezas a 73 millones en 2006, o sea, u n crecimiento del 181%. Asimismo, se confirma la pasteurización de Amazonia, no obs­tante muy criticada durante los años 80 y 90. El ganado vacuno tiende a sustituir al bosque.

Esta geografía del modelo de desarrollo agrario pone en peli­gro la cubierta forestal y las poblaciones campesinas, incluyendo a los pueblos endémicos. N o es, pues, casual que la Amazonia se haya convertido en el teatro por excelencia de la violencia p r i ­vada de los campos brasileños: 62% del total de personas asesi­nadas entre 1985 y el 2005 en el marco de la lucha por la tierra, es decir, dos tercios de los 1.415 asesinatos censados durante este período, tuvieron lugar en la región.

Necesidad de una verdadera reforma agraria

Debemos haber comprendido que la lógica de este modelo de acumulación y ocupación del territorio resulta incompatible con la preservación de la Amazonia. La reforma agraria es, pues, u n asunto central no sólo para Brasil, sino también para la humanidad, con tan sólo mencionar sus implicaciones en la Amazonia. Ahora bien, este proyecto no tiene nada que ver con la política actual de creación de cultivos, que no tiene más refor­ma agraria que su nombre. Para los movimientos sociales, una reforma agraria digna de este nombre debe respetar determina­dos principios:

a) Realizarse en las regiones centro sur y nordeste, median­

te una actualización de los índices de productividad que

tienen en cuenta las dimensiones sociales y medioam­

bientales. b) Orientarse hacia la producción de alimentos básicos.

jj6 'América Latina

c) Comprender mecanismos que garanticen precios míni­mos que aseguren la viabilidad de los agricultores.

d) Contribuir directamente a la seguridad alimentaria. e ) Basarse en principios agroecológicos, de tal forma que no

se reproduzca el nivel de dependencia energética y los impactos socioambientales de la agricultura convencional.

^Descentralizar la producción alimentaria sobre la base de Una nueva geografía agraria que reduciría los costos de transporte.

§) Combinar la producción alimentaria y la producción des­

centralizada de agrocarburos con vistas a garantizar una

n\ayor autonomía energética a las comunidades locales.

PrBsianes

y represiones La coyuntura actual de alza del precio de las commodities ejer-

c e ^na fuerte presión sobre los trabajadores rurales, con o sin t , e r r a ' a sí como sobre los pueblos endémicos y afrodescendien-

t e s S u e viven en las regiones acuciadas. Aunque los think tanks relacionados con el lobby agroindustrial no cesan de exponer el argumento de la gran disponibilidad de tierras, éstas no están

e n a b s ° l u t o desocupadas. Las cifras de la CPT (Comisión Pasto­ral de la f ierra) muestran sin ambigüedad que el número de familias expulsadas y desplazadas continúa aún en aumento.

Destaquemos también las presiones institucionales, ejercidas P n n c i p a l m e n t e por el poder judicial. Dieron lugar a la condena ^ e n u merosos dirigentes del MST (Movimiento de los Campesi­nos Sin T i e r r a ) del Estado de Para, en lucha contra las "injusti­cias territoriales"

causadas por las actividades de la empresa Vale do R i 0 Doce. En Rio Grande do Sul, región en donde nació el Foro Social Mundial , el Ministerio Público trató de disolver rotundamente el movimiento. El gobierno federal, por su parte, persiste er\r que es posible "servir a dos amos" y lograr la c o i r i p a t i b i l i d a d del modelo agroindustrial y el de la agricul-

Brasil: movimientos campesinos ante las consecuencias... - 237

tura familiar, pese a que en el terreno esta coexistencia siempre

ha resultado imposible. Ante un problema agrario cada vez más complejo, teniendo

en cuenta el creciente número de grupos sociales implicados, la cuestión de la tierra se convierte en cuestión territorial, ya que el territorio forma u n todo que abarca las relaciones sociales y de poder. Concierne, pues, a los movimientos sociales que abo­gan por la reforma agraria, articular su lucha con la lucha global por otra sociedad, y ampliar el espectro de sus acciones más allá de la simple cuestión de la ocupación de la tierra. Su combate resulta inseparable de las movilizaciones contra las barricadas, por la defensa del medio ambiente, contra el trabajo esclavo, por otro modelo tecnológico (agroecológico), contra los transgéni-cos, por la agricultura orgánica, por una educación de calidad, etc. Sólo la convergencia de estas luchas mostrará la verdad sobre la dominación del modelo agroindustrial.

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Capítulo 5

Venezuela: La crisis alimentaria mundial Políticas públicas y movimientos sociales

Héctor Lucena y Leticia Mantilla

La crisis alimentaria se manifiesta en u n país como Venezue­la de una manera particular, ya que tradicionalmente ha sido una economía que ha dependido, en cuanto a su alimentación, de al menos una porción importante de la importación, como más adelante se precisa. Se suele hablar de "agricultura de puer­tos" para significar que a través de ellos se reciben cargamentos importantes de alimentos.

El análisis de este caso exige inevitablemente considerar y destacar el que la economía se ha basado en la exportación de petróleo como su principal fuente de ingresos, durante u n largo período en el país se mantuvo una relación del bolívar con el dólar que hacía poco estimulante la exportación, y por el con­trario facilitaba la importación de productos diversos y obvia­mente de alimentos. El país pasó de ser u n exportador modesto de productos del campo, a ser un exportador casi exclusiva­mente de petróleo. A lo largo de casi todo el siglo XX la paridad se mantuvo entre 3.35 y 4.30 bolívares por dólar USA. Esto daba a la economía venezolana una ventajosa capacidad importado­ra. Además esta fortaleza cambiaría dio lugar a que después de la I I Guerra Mundial , el país fuera u n receptor importante de inmigración europea.

La prolongada fortaleza cambiaría del Bolívar llegó a su fin en 1983 y de ahí en adelante el país ha experimentado un pro-

240 - América Latina

ceso de devaluación que ha dado lugar al encarecimiento de las importaciones.

Políticas públicas

A principios del siglo XXI, la adopción de políticas guberna­mentales aunadas a los esfuerzos de los productores agrícolas, tratan de que la crisis alimentaria que vive el mundo no afecte seriamente al país. De ahí que la FAO considere que Venezuela tiene una posición privilegiada ante la crisis alimentaria global, ya que la producción nacional de insumos derivados del fosfa­to, y el bajo costo del combustible, son variables que inciden directamente en esa situación de privilegio, aunado a los planes trazados por el gobierno nacional, en materia de soberanía ali­mentaria, aumentando y expandiendo la productividad; todo ello pretende estabilizar la oferta de productos en el país, con u n leve impacto del alza de los precios.

El gobierno venezolano se fija como objetivos estratégicos para lograr la soberanía agroalimentaria y evitar que la crisis global alimentaria azote a la población venezolana, entre otros, los siguientes:

"a.- Incrementar los niveles de disponibilidad y accesibilidad de alimentos en la Red Mercal (Mercados de Alimentos) para la población venezolana a través de la adquisición y distri­bución de alimentos de origen nacional, local o regional, e internacional a precios accesibles.

b.- Incrementar la capacidad de almacenamiento en frigoríficos, plantas de silos y centros de acopio.

c- Fortalecer de manera integral la capacidad operativa de la logística, en las áreas de operaciones portuarias, almacenaje, distribución y transporte mult imodal .

d.-Administrar y controlar los silos, almacenes y depósitos agrícolas a través de la inspección, supervisión, fiscalización, regulación, diseño, formulación, aplicación de normas.

...Venezuela: Políticas públicas y movimientos - 241

e.- Establecer los mecanismos necesarios para lograr la susten-

tabilidad económica de las empresas comercializadoras de

productos no alimenticios de la Misión Alimentación, a tra­

vés de la inyección de recursos provenientes de actividades

conexas.

i.- Suministrar alimentos de forma gratuita a la población en condiciones de exclusión e inequidad social y que habitan en áreas de difícil acceso."(Memon'fl y Cuenta 2007, Ministerio del Poder Popular para la Alimentación -MPPA- , 152). De igual forma, el gobierno venezolano trabaja a nivel regio­

nal para afrontar la crisis alimentaria, como en el Tratado de Seguridad Alimentaria con los denominados países del ALBA (Alternativa Bolivariana para Las Américas): Bolivia, Cuba, Dominica y Nicaragua. Este Tratado fue suscrito en abril de 2008. Por otra parte, Venezuela es promotor de u n aporte inicial de 100 millones de dólares para convertirlos en una fuente de financiamiento directo y seguro, para los planes que vayan sur­giendo en materia de seguridad agroalimentaria en los países Latinoamericanos y del Caribe (Agencia Bolivariana de Not i ­cias, 15/07/2008).

Además se han celebrado acuerdos internacionales con capí­tulos que enfatizan el tema alimentario con: Nicaragua, Bielo-rrusia, Bolivia, Cuba, Uruguay, Irán, Argentina, y la República Popular de China (Agencia Bolivariana de Noticias 11/ 12/ 2007). La política gubernamental intenta desprenderse de algu­nos de los proveedores tradicionales de productos alimenticios, como en los casos de Colombia y EEUU, aunque con el primero es sumamente difícil, ya que son países que comparten una extensa frontera y ello ofrece ventajas comparativas incompara­bles.

Los Ministerios del Poder Popular para la Alimentación - M P P A - y del Poder Popular para la Agricultura y Tierra -MPPAT-, trabajan mancomunadamente para tratar de abastr-

242 - América Latina

cer de productos alimenticios a toda la población; impulsando una política de distribución de alimentos a través de macro-redes a las cuales se les ha denominado "Mercados de Alimen­tos" (Mercal), con el objetivo de abastecer diariamente a 13 millones de personas, según las cifras aportadas por el MPPA.

En consonancia con este objetivo, durante el año 2007, "logró mejoras significativas en el nivel de abastecimiento de los 14 principales rubros alimenticios que se distribuyen a través de la Red Mercal, beneficiando, al cierre de ese ejercicio fiscal, un promedio de 9.642.170 de venezolanos." (Memoria y Cuenta 2007 MPPA, 5). Para tener una idea del alcance, téngase presen­te que la población venezolana alcanza los 26 millones; por tanto, la cobertura representa cerca de u n 40%, aunque en cuan­to al valor de los alimentos distribuido representa u n 16% y en toneladas métricas alcanza la comercialización de Mercal y Pdval a 148 m i l toneladas de alimentos básicos.

En la comercialización de productos alimenticios, el Ejecuti­vo Nacional invirtió recursos por el orden de 1.5 m i l millones de dólares, de los cuales u n 27,5% corresponden a compras nacio­nales, y u n 72,5% corresponden a compras internacionales. Con la finalidad de mejorar los niveles de abastecimiento, evitar escasez y desabastecimiento, así como el alza de precios e incen­tivar la producción nacional, se efectuaron importaciones de productos alimenticios sólo en los casos en que se comprobó la carencia y escasez de los mismos en el mercado nacional (Memo­ria y Cuenta 2007, MPPA, 5).

Entre los rubros de mayor demanda se mencionan: azúcar, carne de res, leche en polvo, margarina, mortadela y pollo ente­ro; éstos son los que experimentan mayor aumento en lo que se refiere a su adquisición a través de compras nacionales e inter­nacionales.

Los bajos niveles de producción agrícola dificultan la oferta permanente de productos alimenticios, principalmente en la

.Venezuela: Políticas públicas y movimientos - 243

demanda de rubros estratégicos para garantizar la seguridad agroalimentaria, tales como: grasas, proteína animal (carne y leche), granos, leguminosas. Por esta razón, la mayor parte de los alimentos que se consumen en Venezuela, son de origen importado, especialmente trigo, azúcar, leche en polvo, maíz para consumos animales, oleaginosas y leguminosas, grasa vegetal y animal, cereales, entre otros. Asimismo, el incremento en los precios de los productos alimenticios a nivel internacional dificulta la adquisición de algunos rubros, como la leche en polvo, originando así el desabastecimiento de este rubro en el país (Memoria y Cuenta 2007 del MPPA, 81).

Posición del sector empresarial privado El sector empresarial privado manifiesta que en la presente

etapa, del 2000 en adelante, experimenta dificultades por la inseguridad jurídica. A partir de este año se viene implemen-tando la nueva constitución nacional, que identifica ahora al país como "República Bolivariana de Venezuela", y. que las nuevas instituciones que se vienen creando no son objeto de consultas con el sector privado organizado en los gremios tra­dicionales, como es el caso de Fedecámaras -organismo cúpu­la del sector empresarial del país-, Fedeagro, representante de los agricultores, o Fedenaga - d e los ganaderos-. Otra copsi-deración planteada es que en los pocos casos de consulta, el sector pr ivado juzga que sus planteamientos no son conside­rados.

Cabe destacar que en la difícil relación gobierno-sector empresarial, la primera confrontación abierta provino cuando el gobierno decretó un paquete de 49 leyes, aprovechando que había recibido del poder legislativo la habilitación correspon­diente, y que los planteamientos empresariales no fueron escu­chados. Este desencuentro se tradujo en la convocatoria por parte del gremio empresarial Fedecámaras a u n paro nacional,

244 - América Latina

el 6 de Diciembre de 2002. Ese desencuentro fue el punto de par­tida para que en el transcurso de un año se realizaran cuatro paros nacionales.

Otro elemento perturbador de la actividad empresarial p r i ­vada en la producción de alimentos es la inseguridad reinante en las zonas rurales, expresada en dos problemas: las invasiones de tierras y el tema de los secuestros. La nueva ley de Tierras intenta acabar con el latifundio, y ha sido frecuente que campe­sinos hayan invadido tierras deliberadamente, obligando a los propietarias a negociar con el gobierno el traspaso de las mis­mas, ya sea porque la documentación sobre la titularidad es objetable, o porque el tamaño de la propiedad entra en conflic­to con los nuevos límites impuestos por la ley. Por otro lado Pro­vea -organismo no gubernamental dedicado a investigar sobre violación de los derechos humanos-, en sus informes reporta casos de vicariato para la eliminación de líderes campesinos -www.provea.org.ve-: estos casos son asociados con los pro­ductores afectados por las invasiones.

N o obstante los problemas expuestos, se preserva el papel de liderazgo de ciertos grupos empresariales. El mayor grupo empresarial productor de alimentos es el Grupo Polar; produce el 80% de la harina de maíz precocida, que se emplea en la ela­boración de los alimentos de consumo diario del venezolano; el 70% del aceite comestible; y el 76% del arroz. La producción de aves beneficiadas, también estriba en la Empresa privada, lide-rada por Protinal, Proagro y Souto.

A u n cuando las políticas gubernamentales se encaminan a aumentar la siembra de granos, con frecuencia, se importan grandes toneladas. La evolución del cultivo de las leguminosas más consumidas como granos secos en el país (caráotas, fri jol, quinchoncho y arveja), no ha sido la mejor. Hay una dramática reducción de su cultivo, con 83% en caráota, 43% en fri jol y 88% en quinchoncho. En lo que respecta a las frutas y verduras, la

...Venezuela: Políticas públicas y movimientos - 245

región Andina del país, es primordial para abastecer el merca­

do. El dinamismo del comportamiento del grupo de hortalizas,

sugiere que el manejo de estos cultivos en Venezuela es satisfac­

torio y que la producción estaría limitada solamente por la

superficie sembrada.

Organizaciones y movimientos sociales: el problema ali­

mentario y posiciones En 1989 se produjo en Venezuela u n levantamiento popular

-"caracazo"- que marcó la historia moderna, ya que los sectores populares se levantaron y de manera incontrolada tomaron las calles y una gran cantidad de los negocios comerciales en sus manos. En el fondo de este complejo fenómeno estaba la escasez y encarecimiento de productos alimentarios, además del aumento de los precios de la gasolina. Este levantamiento fue reprimido cruentamente, pero de ahí en adelante estimuló el distanciamiento de vastos sectores populares de las élites políti­cas que durante varias décadas venían dirigiendo el país. A par­tir de entonces, el tema alimentario ha venido ocupando u n lugar importante en las políticas públicas, y las organizaciones y movimientos sociales mantienen su preocupación por garan­tizar el abastecimiento alimentario.

Desde el gobierno se creó un ente para la defensa del consu­midor, que recientemente cambió su denominación a INDEPA-BIS, que significa Instituto Nacional de Protección y Acceso a Bienes y Servicios. Este organismo tiene relaciones con los Con­sejos Comunales, que son entidades constituidas por miembros de las comunidades para mejorar sus condiciones de vida en el ámbito territorial. Por otro lado, el gobierno ha fomentado la creación de la milicia; se trata de u n ente en donde civiles reci­ben entrenamiento militar, y una de sus funciones es velar por el abastecimiento, luchando contra el acaparamiento y la espe­culación. La milicia por supuesto es un ente que ha generado

246 - América Latina

polémicas, ya que se trata de u n nuevo cuerpo armado, no pre­visto en la constitución vigente. N o obstante, el gobierno no ha vacilado en que a partir de la reserva -ex soldados-, se susten­te la milicia para de esa manera tratar de legitimar su adecua­ción y existencia.

Desde el punto de vista del movimiento sindical o de las relaciones laborales en general, se puede señalar que existe una vieja institución en la contratación colectiva petrolera que data de los años 40 y 50, denominada el comisariato. Se trata del suministro de alimentos a precios subsidiados a los trabajadores beneficiarios del contrato colectivo. En los últimos años esta ins­titución se ha venido transformando, ya que por un lado, gra­dualmente fueron excluidos de este beneficio algunos segmentos de trabajadores, hasta que finalmente fue sustituida por una tarjeta que tiene un valor determinado con el cual los trabajadores adquieren alimentos en las redes comerciales. Con u n carácter similar existe el beneficio de los llamados tickets o bonos de alimentación que reciben los trabajadores para canjear por alimentos en redes comerciales o en restaurantes.

Capítulo B

Haití: cólera popular en un momento de crisis total

Maggy Mathurin1

Las sanguinarias huelgas que sacudieron a Haití en abril de 2008, primer episodio de u n escenario que se repetiría en las cuatro esquinas del hemisferio Sur, marcaron la opinión mun­dial. A l igual que en otros países en donde las manifestaciones tomaron u n giro violento, estos acontecimientos deben ser ana­lizados en el contexto de la larga decadencia de la sociedad hai­tiana y de la pérdida de su relativa autosuficiencia alimentaria.

Desde mediados de los años 80, la inestabilidad prevalece en Haití. El surgimiento, a partir de 1986, de una retahila de orga­nizaciones asociativas -comités de barrio, organizaciones cam­pesinas, organizaciones cívicas, asociaciones socioprofesiorjales, movimientos estudiantiles- había revivido las esperanzas de una refundación democrática, y socialmente representativa, del orden político. Estos actores políticos se movilizaron amplia­mente, hasta en los barrios populares, alrededor de reivindica­ciones democráticas (respeto a las libertades fundamentales, gestión transparente del asunto público, ejercicio efectivo de la justicia) y socioeconómicas (acceso al trabajo, a la salud, a la educación, a la vivienda, al transporte).

-Miembro fundador y coordinadora de la Plataforma Nacional de Seguridad Alimentaria (PFNSA) , h «

to Príncipe, Haití.

250 - América Latina

del contexto social en el medio urbano haitiano. En efecto, la ausencia del Estado en el terreno y la delicuescencia de la red económica local se manifestaron por una marginalidad masiva de las nuevas generaciones. En la región metropolitana de la capital, alrededor de 320.000 niños y jóvenes de 7 a 25 años no tienen nivel escolar. Estos jóvenes están desesperados. N o poseen ninguna formación profesional y están expuestos a todo tipo de actividades ilícitas: droga, prostitución, robo. La i m p l i ­cación en las huelgas de estos grupos de jóvenes que no tienen nada que perder explica las modalidades extremas que han podido tomar.

Comparado con la efervescencia de la población urbana, las reacciones de los movimientos campesinos progresistas han sido más bien apáticas. Han consistido en esencia en tomas de posición verbales y en negociaciones dispersas con los repre­sentantes del gobierno y de la cooperación internacional. Esta actitud más dócil se explica mediante la reciente evolución del movimiento campesino haitiano. Desde el 2000 aproximada­mente, la politización de los años 1980-1990 permitió amplia­mente que las O N G extranjeras dirigieran a las organizaciones campesinas. Ahora bien, las iniciativas que nacieron de esta colaboración intentan sobre todo dirigir la supervivencia en la vida cotidiana, sin cuestionamiento profundo sobre las alterna­tivas que puedan contribuir a la consolidación de estructuras económicas rurales y campesinas.

Indudablemente, los actores sociales se encuentran desde hace algunos años en una fase de reflujo. Visto de otra manera, ¿podía ser el carácter extremo de los problemas económicos y sociales que vive el país? Ciertas evoluciones permiten, no obs­tante, moderar la oscuridad del cuadro que acabamos de esbo­zar. En efecto, se constata que a pesar de todos estos escollos, varios actores de la sociedad civil hacen gala de una considera­ble madurez.

La conciencia de su debilidad les llevó a establecer nuevos

mecanismos de coordinación y redes de intercambio a todos los

niveles y para todos los sectores. Esta dinámica de convergencia

trajo consigo varias plataformas y redes organizativas que se

expresa de igual modo en el campo del desarrollo económico y

social.

I

¿ Capítulo 7

Guatemala: Las luchas sociales frente al impacto

de la ^lobalización neoliberal Simona Violetta Yagenova1

El contexto mundial t i e n e u n a influencia decisiva en las for­mas, contenidos y luchas <¿ e j o s p u e b l o s . El ciclo de luchas socia­les que se observa el día ^ e n o v e n Guatemala, si bien conforma respuestas a demandas e structurales e históricas no atendidas ni resueltas democrát icameí n t e / obedece a su vez a nuevos factores que se derivan de la a c t v i a i estrategia de acumulación del capi­tal y su competencia a i \ i V e ¡ planetario por los mercados, mano de obra barata, así como recursos naturales y energéticos.

Durante el período c i e 2 005 a 2007, se realizaron u n total de 1.087 protestas, que se c* e s glosan en 312, 417 y 364 por año res­pectivamente. Esta t e n d e n c j a r e gistró u n aumento significativo ( 25%) durante el p r i m e r s e mestre del año en curso. Las múlti­ples y variadas d e m a n d a S / q U e m o t i v a n a hombres y mujeres a salir a la calle e implerrtentar distintas actividades de protesta, tienden a ser u n reflejo d e l nivel de organización que la sociedad ha adquirido en la é p o C a de posguerra. Demuestra su alto grado de hetereogenidad, sus distintos ámbitos de acción e influencia, así como las tendencias de articulación y unidad de acción en función de demandas q u e tienen trascendencia nacional.

1 Coordinadora del Área de Estudios Movimientos Sociales, F L A C S O Guatemala; autora de diversas publicaciones sobre los m o v i m i e n l o s l n f ¡ ^ integrante de la red C L A C S O del Observatorio de Id t o n flictividad Social.

254 - América Latina

El incremento de la protesta popular debe entenderse como parte de una lucha política de quienes no tienen acceso a la toma de decisiones y una débil representación a nivel de las ins­tituciones estatales. Pero a su vez, es u n reflejo de una ciudada­nía viva que en medio de u n contexto desfavorable no ha abandonado sus sueños y sus demandas por una Guatemala distinta. Se trata de una ciudadanía que se toma el legítimo derecho de decir N o a la indiferencia estatal y a las violaciones de sus más elementales derechos.

Lo que se ha observado es un auge de demandas que surgen precisamente en oposición al nuevo ciclo de expansión del capi­tal transnacional (minería, hidroeléctricas, petróleo etc.), el alto costo de la vida producto del incremento desmedido de los ali­mentos, transporte y servicios básicos; así como del TLC con sus secuelas de modificación del marco jurídico político favora­ble para las empresas transnacionales.

N o es para menos. Tras la aplicación de las políticas neolibe­rales, políticas sociales focalizadas, la firma del RD-CAFTA, la apertura sin límites a las empresas transnacionales, las prome­sas del supuesto desarrollo económico, generación de empleo y mejores condiciones de vida nunca se concretaron más allá de elaborados discursos y banderas políticas de las fuerzas políti­cas conservadoras, mientras se profundice el proceso de empo­brecimiento de quienes no logran insertarse en los circuitos de acumulación del capital.

Los índices de pobreza general y extrema aumentaron de 5 1 % y 15.2% en el 2006 al 62.2% y 18.7% para el 2008 2 ; la tasa inflacionaria acumulada interanual global se sitúa actualmente en 14.163; para alimentos y bebidas en 19.39; y transporte en un

2 Informe de S I R S A N - S I C A 2008 en Observatorio del gasto social, U n Gobierno que no despeja dudas, Monitoreo del presupuesto 2008, Informe enero a junio 2008, p. 29

' Datos estadísticos del Instituto Nacional de Estadística julio 2008. Mientras el salario mínimo se sitúa alre­dedor de Q1540.00 al mes, la canasta básica de alimentos que debe satisfacer por lo menos las necesida­des energéticas y proteí nicas de un hogar se sitúa en Q1941.65, en tanto que la canasta básica vital incluye las necesidades y bienes esenciales para satisfacer las necesidades de bienestar de los miembros de una familia se ubica en Q3543.16.

Guatemala: Las luchas sociales frente al impacto. -255

22.05. La distancia entre los salarios mínimos y la canasta básica de alimentos y vital se ensancha sin que existan compensadores económicos que permitan reducir el impacto del alza en los pre­cios. El gobierno de Alvaro Colom, quien tomó posesión en enero de este año, se identifica como socialdemócrata y prome­te una mayor inversión en políticas públicas sociales; pero ha afrontado dificultades en la ejecución del presupuesto en aque­llos programas que buscan paliar la crisis alimentaria y las que aspiran a impulsar proyectos de desarrollo rural . Por otra parte, no se percibe que exista una estrategia, ni suficiente voluntad política para impulsar transformaciones más contundentes en la estructura agraria del país.

La ampliación de áreas de producción de la caña, y la palma africana tanto en la costa sur como en la parte norte del país, han tenido como efectos u n proceso de reconcentración de tierra, una reducción en las áreas sembradas de alimentos como el maíz y u n incremento en sus precios, afectando especialmente a la población rural.

Si bien se han instalado nuevamente mesas de diálogo con el movimiento campesino, quien desde hace tiempo está rei­vindicando una reforma agraria integral, la solución a los múl­tiples conflictos agrarios y una política de desarrollo rural , continúa la política de desalojos violentos y la criminalización de la protesta social, lo que arroja una sombra y profundas dudas sobre la ut i l idad y viabil idad de estos esfuerzos de diá­logo y negociación.

Dentro de este marco, puede comprenderse el incremento en las protestas y luchas sociales. Es de hacer notar que las fuerzas sociales con mayor beligerancia en los últimos años han sido el movimiento campesino, sindical, mujeres, magisterial, pero sobre todo las organizaciones comunitarias, la mayoría indíge­nas. Su rol preponderante como protagonista de la protesta social es un indicador de crecientes niveles de inconformidad,

256 - América Latina

de organización social y de la apropiación de derechos por parte de la ciudadanía del área rural .

A diferencia de los movimientos sociales, el arraigo territo­rial a lo local, como eje articular de su forma organizacional, imprime a estas protestas una característica particular, porque surgen de demandas y necesidades no satisfechas que emanan de su realidad inmediata, de su vida cotidiana, frente a la cual se posicionan y actúan. N o responden entonces, necesariamen­te, a estrategias de lucha impulsadas desde lo nacional sino que son producto de procesos de análisis y reflexión desde los acto­res locales, quienes se ven impulsados a visualizar su inconfor­midad y sus necesidades4.

U n aspecto que merece particular atención es que una parte significativa de las luchas libradas hoy por hoy en el ámbito terri­torial de la comunidad surgen a raíz y en confrontación con los proyectos mineros, hidroeléctricos y petroleros de las empresas transnacionales. Frente a la realización de numerosas consultas comunitarias 5 que reafirman todas el rechazo mayoritario de los vecinos/as a la explotación de sus recursos naturales y la pre­sencia del capital transnacional, el Estado ha respondido con violencia o indiferencia respaldando las acciones de las empre­sas transnacionales, lo que en la actualidad está sentando las bases para la profundización y radicalización de estos conflic­tos. Podría afirmarse, sin lugar a dudas, que el nuevo ciclo de lucha de clases en el país se sitúa precisamente en el ámbito rural, en la comunidad, y tiene como sujeto principal a los pue­blos indígenas y comunidades campesinas.

4 S. V. Yagenova.La protesta social en Guatemala: Una aproximación a los actores, demandas, formas, des­pliegue territorial, limites y alcances, F L A C S O Guatemala, agosto 2007, ibíd. p. 12

s En el país se han realizado más de 30 consultas comunitarias en contra de proyectos de minería basán­dose en el Convenio 169 y el código municipal, en todas estas consultas ha ganado el N O con amplios márgenes. Actualmente la lucha contra la minería se ha intensificado, creándose coordinadoras departa­mentales y regionales que aglutinan a miles de comunidades indígenas y no indígenas. Desde el Estado y las empresas transnacionales se aplica un amplio repertorio táctico de medidas que van desde l a cri-minalización de la protesta, cooptación de dirigentes, introducción de proyectos paliativos acompañado con una intensiva campaña mediática que busca desacreditar estas luchas.

Guatemala: Las luchas sociales frente al impacto. -257

Se ha acentuado la tendencia a la criminalización 6de la pro­testa, y u n aumento importante en las respuestas violentas de las fuerzas de seguridad frente a las manifestaciones públicas de inconformidad. Durante el año 2007 se registraron u n total de 36 enfrentamientos violentos con fuerzas de seguridad, que cons­tituye u n incremento significativo con respecto al año anterior. Estos hechos dejan entrever una creciente frustración de la ciu­dadanía, que si bien tiene causales diversos y múltiples, podrí­an ser u n indicador de una crisis de legitimidad de esta democracia tutelada, liberal y representativa. A su vez, reflejan el inadecuado manejo de las fuerzas de seguridad de los even­tos de protesta y que los ciudadanos/as confíen cada vez menos en el diálogo para dir imir sus inconformidades.

El aporte que realizan los movimientos sociales es sin duda significativo, aunque éstos afrontan todavía grandes retos como son superar la dispersión sectorial, las dificultades para con­sensuar agendas comunes y construir alianzas que les permitan debilitar la estrategia de las élites, quienes todavía cuentan con suficiente campo de maniobra política para fragmentar la inte-gralidad de las demandas planteadas e imponer su proyecto de país.

La Guatemala actual es el escenario de enormes e importan­

tes luchas y resistencias, u n reflejo finalmente de la rebeldía his­

tórica de u n pueblo que aguantó 36 años de guerra y apostó a

la f irma de la paz, pero se dio cuenta de que el tiempo de la paz

había fenecido dejando intactas las atávicas estructuras del

poder político y económico. Este pueblo, hoy por hoy, nuevamente se levanta para

enfrentar las amenazas de despojo y destrucción por parte del capital transnacional. Múltiples son los protagonistas, diversas

<La c r i m i n a l i z a d se expresa en: a ^ ^ ^ biertos;d Estado de prevención-m.htanzación ; e. Campañas de despresngio, nes; g. Proceso de destitución, despidos, etc.

258 - América Latina

son las perspectivas o métodos de lucha; sin embargo, lo que se perc be e s la búsqueda de! reencuentro con ,a utopía 2 Guatemala- la de los empobrecidos, marginados y discrimin

distinto, el de la justicia y la libertad.

Capítulo B

México: la tortilla voladora y la tormenta que se aproxima

Guillermo AlmeyTa1

Como es sabido, hace unos seis m i l años las mujeres indíge­nas mesoamericanas estudiaron y desarrollaron una plantita, que sembraron reiteradamente hasta "inventar", literalmente, el maíz que los conquistadores españoles diseminaron por todo el mundo como alimento barato y altamente energético.

Con ese maíz blanco se hacían las tortillas que, con u n poco de frijoles y mucha fantasía, constituyen el alimento básico de los mexicanos. También de la fermentación de ese maíz blanco nace el pozole, u n sabroso guiso muy común en la comida de los pobres. Pues bien, el pozole está hoy patentado (sí, leyó bien) como si fuese un invento industrial estadounidense y el pueblo mexicano se ve obligado a comer u n maíz de mala calidad que en Estados Unidos se utiliza para engordar cerdos y que, ade­más, por su precio siempre creciente no puede ser consumido en las cantidades habituales hasta hace un año.

El precio de la tortilla de maíz, en efecto, en menos de u n año aumentó en u n 50% y supera un dólar y medio (18 pesos) el kilo en un país donde el salario mínimo está fijado -en promedio- en 50 pesos por día y donde las familias tienen gran cantidad de hijos, sobre todo en los sectores más pobres.

1 Miembro sénior del Sistema Nacional de Investigadores de México, ex profesor del posgrado integrado en Desarrollo Social de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco, actual director de la revista O S A L de C L A C S O (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales).

260 - América Latina

México es u n país donde el 60% de la población económi­camente activa trabaja "en negro", en el sector llamado infor­mal, lo que equivale a decir que vive en la desocupación disfrazada, sin servicios n i atención sanitaria, sin jubilaciones o pensiones, sin reconocimiento legal alguno, en la inseguri­dad permanente.

Por supuesto, los pobres destinan el grueso de sus ingresos a la alimentación, las medicinas y el transporte y el aumento del precio de los alimentos de gran consumo (como la tortilla o el arroz y los frijoles), el aumento de los combustibles que encare­ce el transporte y la producción y el flete de los productos far­macéuticos, afecta duramente sus consumos. Quienes compraban u n ki lo y medio de tortillas por día y por familia, compran ahora menos de u n kilo, las medicinas tienden a ser reemplazadas por hierbas curativas y los viajes para i r al traba­jo o buscar empleo se racionan con cuentagotas.

Por su parte, los insumos para la producción de los campesi­nos aumentan por dos causas principales: por u n lado, la polí­tica de privatización de las empresas estatales cerró las fábricas nacionales de fertilizantes a bajo precio y acabó con la distribu­ción subsidiada de los mismos e igual cosa sucedió con las semi­llas. Fertilizantes y semillas duplicaron así sus precios.

Ahora bien, el país consume unos cuatro millones de tonela-des de fertilizantes, pero debe importar dos millones y medio. Los precios en aumento vertiginoso del petróleo y sus derivados a escala mundial hacen que esas importaciones sean cada vez más caras, con lo cual se cierra el círculo, pues se siembra con cada vez menos fertilizantes e insecticidas y se cosecha cada vez menos, de tal modo que México se ve obligado a depender de la exportación petrolera en bruto (para su refinación en Estados Unidos y ulterior importación al país con valor agregado) y de la exportación ilegal de mano de obra maltratada y peor paga­da, esperando que ésta envíe remesas.

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Como consecuencia de esta situación, el problema del costo de los alimentos básicos constituye la primera preocupación de la población pobre urbana que ve, al mismo tiempo, en el super­mercado donde trata de adquirir tortilla o un poco de verdura, la exposición de camambert, gruyere o brie franceses, de vinos italianos, franceses o españoles, y de toda clase de alimentos de calidad... para menos del 10% rico de la población. Esta burla es particularmente irritante.

Han habido por lo tanto protestas tumultuosas por la tortilla y los campesinos han hecho oír su voz en el Parlamenteo y han hecho movilizaciones con cientos de miles de participantes. Por su parte, todas las tendencias campesinas se han agrupado en u n plan de lucha que prevé, para después de la cosecha, mar­chas a la ciudad de México, ocupación de entidades públicas (municipios, bancos, financieras), corte de peajes y carreteras, bloqueo de los puestos fronterizos por donde entran el maíz y los frijoles de Estados Unidos.

Esas mismas organizaciones campesinas se han unido con sindicatos obreros en la preparación de una huelga general nacional obrera y campesina con manifestaciones simultáneas en todo el país, en torno a la exigencia de proteger la producción agraria nacional, de mantener bajo el precio de la tortilla y otros alimentos, de mantener la propiedad estatal de la empresa petrolera (PEMEX) que el gobierno está desmantelando para privatizarla luego y de mantener también en manos del Estado la generación de electricidad, para el desarrollo nacional y domiciliario urbano a bajo costo.

Esta unificación de sindicatos obreros y de servicios con las organizaciones campesinas y este plan de lucha nacional no tiene precedentes y podría dar u n respaldo importante a la movilización ciudadana por la defensa de PEMEX, que hasta ahora se ha concentrado sobre todo en la capital y ha sido cana­lizada por Andrés Manuel López Obrador, el candidato a presi-

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dente a quien en el 2006 le robaron descaradamente la elección mediante el fraude organizado desde el gobierno.

Felipe Calderón, el gobernante impuesto por dicho fraude que fue resistido en la ciudad de México con la ocupación del centro de la ciudad durante 60 días por los sectores populares que protestaban, se enfrentó a luchas populares, campesinas e indígenas muy importantes y que todavía persisten, como las movilizaciones contra el fraude y la represión dirigida en Oaxa-ca por la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), que tuvo en sus momentos más agudos experiencias de creación de organismos de poder popular en la ciudad de Oaxaca (en las barricadas y en la Universidad y barrios populares) y en las zonas indígenas.

El gobierno de Calderón se apoya en las fuerzas armadas con el pretexto de la lucha contra el narcotráfico (en el cual tienen parte fundamental muchos altos jefes castrenses) y está integra­do, en primera persona, por grandes empresarios y financistas, que ocupan los ministerios y los principales cargos públicos. Su sensibilidad ante los reclamos y movilizaciones populares es, por lo tanto, nula. Y su visión del desarrollo de México está totalmente integrada con la de Estados Unidos. Tal como Colombia con el Plan Colombia, México cede soberanía y se coloca a las órdenes del comando militar estadounidense con el Plan Mérida, calcado sobre aquél.

En cuanto a la política agraria, hay una continuidad entre este gobierno y los anteriores gobiernos neoliberales del Partido Revolucionario Institucional y por eso éste apoya a aquél en sus iniciativas parlamentarias. La teoría del ex presidente priísta Carlos Salinas de Gortari de que México carecía de tierras férti­les aptas para la agricultura y disponía en cambio de mucho petróleo que le permitía comprar a Estados Unidos alimentos baratos, sigue vigente y equivale a una condena a muerte para la producción de alimentos en México, que exportaba alimentos

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y tenía plena soberanía alimentaria a fines de los setenta, con el

Sistema Alimentario Mexicano. Es evidente que el problema de la pobreza y de la subali­

mentación es político y aumentará con el mayor precio de la energía y del transporte, así como de los alimentos a escala mundial . De ahí lo profundo de la crisis de la tortilla voladora. Porque para poder comer lo necesario los mexicanos deben lle­gar a formas de lucha inéditas, como la huelga general, hacer frentes únicos con las víctimas del sistema, plantear u n proyec­to de país alternativo. Lástima que en todo esto esté ausente el zapatismo, mudo y encerrado en Chiapas, que se niega a juntar fuerzas con otros sectores campesinos y urbanos y a formular opiniones sobre los procesos actuales de lucha.