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Abasto de los reales mineros de la Provincia de la Plata por vía del comercio. Siglo XVI Jaime García Mendoza ISBN: 978-607-7698-79-1 19 Abasto de los reales mineros de la Provincia de la Plata por vía del comercio. Siglo XVI Dr. Jaime García Mendoza El comercio fue una práctica muy importante para la minería novohispana del siglo XVI, en particular para La Provincia de la Plata, pues a través de él se abastecieron de diversas mercancías los reales mineros de las comarcas Temazcaltepec, Zultepec, Zacualpan y Taxco, que en su conjunto la integraban. La actividad comercial la ejercieron tanto los españoles, mestizos y mulatos, como las comunidades indígenas de la Provincia de la Plata y de las provincias circunvecinas a ella. Comercio indígena En las Relaciones Geográficas del siglo XVI se advierte como el sistema económico de las comunidades indígenas había sufrido transformaciones importantes hacia 1580. La necesidad de adquirir dinero en efectivo para cumplir con sus tasaciones monetizó relativamente su economía. Este fenómeno se originó por las modificaciones realizadas a las encomiendas, referentes al servicio personal retribuido; pero también porque las comunidades se vieron obligadas a vender los productos excedentes de su producción. En ambos casos, la economía de los naturales se fue adaptando a una economía capitalista, 1 aunque mantenían prácticas de su economía natural como el trueque de los productos. Asimismo, el comercio de las comunidades indígenas incluía transacciones con otros grupos de 1 René Acuña (ed.), Relaciones Geográficas del siglo XVI: México, Instituto de Investigaciones Antropológicas, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1986, v. 7, t. II, pp. 115-116. Noticias similares se localizan en la misma fuente: pp. 130-131; y en el v. 8, t. III, p. 187; también Luis García Pimentel (ed.), Descripción del Arzobispado de México hecha en 1570, José Joaquín Terrazas e Hijas impresores, México, 1897, pp. 124, 127, 129, 137, 138, 215-222 y 255.

Abasto de los reales mineros de la Provincia de la Plata por vía del

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Abasto de los reales mineros de la Provincia de la Plata por vía del comercio. Siglo XVI Jaime García Mendoza

ISBN: 978-607-7698-79-1 19

Abasto de los reales mineros de la Provincia de la Plata por vía del comercio. Siglo XVI

Dr. Jaime García Mendoza

El comercio fue una práctica muy importante para la minería novohispana del

siglo XVI, en particular para La Provincia de la Plata, pues a través de él se

abastecieron de diversas mercancías los reales mineros de las comarcas

Temazcaltepec, Zultepec, Zacualpan y Taxco, que en su conjunto la integraban.

La actividad comercial la ejercieron tanto los españoles, mestizos y mulatos, como

las comunidades indígenas de la Provincia de la Plata y de las provincias

circunvecinas a ella.

Comercio indígena

En las Relaciones Geográficas del siglo XVI se advierte como el sistema

económico de las comunidades indígenas había sufrido transformaciones

importantes hacia 1580. La necesidad de adquirir dinero en efectivo para cumplir

con sus tasaciones monetizó relativamente su economía. Este fenómeno se

originó por las modificaciones realizadas a las encomiendas, referentes al servicio

personal retribuido; pero también porque las comunidades se vieron obligadas a

vender los productos excedentes de su producción. En ambos casos, la economía

de los naturales se fue adaptando a una economía capitalista,1 aunque mantenían

prácticas de su economía natural como el trueque de los productos. Asimismo, el

comercio de las comunidades indígenas incluía transacciones con otros grupos de

1 René Acuña (ed.), Relaciones Geográficas del siglo XVI: México, Instituto de Investigaciones

Antropológicas, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1986, v. 7, t. II, pp. 115-116. Noticias similares se localizan en la misma fuente: pp. 130-131; y en el v. 8, t. III, p. 187; también Luis García Pimentel (ed.), Descripción del Arzobispado de México hecha en 1570, José Joaquín Terrazas e Hijas impresores, México, 1897, pp. 124, 127, 129, 137, 138, 215-222 y 255.

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la población novohispana, principalmente españoles,2 el cual comercio se

realizaba las dos modalidades de trueque y pago con moneda.3

El comercio indígena se organizaba en tianguiz o mercados, un día a la

semana, donde acudían los sujetos de cada cabecera, como por ejemplo los que

se realizaban en la comarca de Temazcaltepec.4 Asimismo, las ordenanzas

establecieron que los mercados se realizaran únicamente lo días domingos dentro

de los reales mineros; y fuera de ellos, en cualquier día entre semana, en un límite

de cuatro leguas alrededor de cada real.5 Este esquema se repitió en las otras tres

comarcas de La Provincia de la Plata: Zultepec, Zacualpan y Taxco.

La organización de los tianguiz permitió la formación de circuitos comerciales

que incluyeron a las comarcas circunvecinas a la provincia, donde los indígenas

vendían o compraban productos. Por ejemplo, las comunidades de las provincias

de Ichcateopan, Tetela y Cuezala compraban carne de vaca y de carnero y

productos de Castilla en las minas de Zacualpan y Taxco.6 Pero también, las

comunidades de las comarcas de Ichcateopan, Zicapuzalco, Alahuiztlan, Oztuma,

Cuezala, Teloloapan e Iguala acudían a las minas de Zultepec, Taxco y Zacualpan

a vender productos como: maíz, chile, cacao, cera, semillas y frutos de la tierra y

gallinas de la tierra y de Castilla.7

La información nos muestra como algunos miembros de estas comunidades

adquirieron diferentes productos en los reales mineros de la Provincia de la Plata,

que incluían productos de origen europeo. También se explica que había

indígenas que acudían a alquilarse para trabajar, principalmente, en las minas de

2 René Acuña (ed.), Relaciones Geográficas..., op. cit., v. 7, t. II, pp. 115-116. Noticias similares se

encuentran en la misma fuente: pp. 130-131; y en el v. 8, t. III, p. 187; y también en Luis García Pimentel (ed.), Descripción..., op. cit., pp. 124, 127, 129, 137, 138, 215-222 y 255. 3 En la información destaca el “rescate” de la plata por productos españoles o por dinero, que

permite advertir la existencia de un mercado de la plata, a pesar de la legislación de la Corona al respecto. Debió tratarse de la plata que los trabajadores indígenas recibían por su salario o de la que se robaban en las minas y haciendas de beneficio. 4 René Acuña (ed.), Relaciones..., op. cit., v. 7, t. II, pp. 152-153.

5 Silvio Zavala, Libro de Asientos de la gobernación de la Nueva España (periodo del virrey don

Luis de Velasco 1550-1552), Archivo General de la Nación, México, 1982, p. 179. 6 René Acuña (ed.), Relaciones..., op. cit., v. 6, t. 1, pp. 267, 303, 308 y 320.

7 Ibíd., v. 6, t. 1, pp. 130-131, 267, 275, 280, 289, 298, 320 y 330.

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Zacualpan y Taxco. Esto permite deducir que era probable que muchos de ellos

adquirieran productos en dichas minas para llevarlos luego a sus hogares.

Asimismo, hay noticias sobre comerciantes indígenas, provenientes de

regiones bastante alejadas, que acudían a La Provincia de la Plata a vender sus

productos. Por ejemplo, el 12 de septiembre de 1551, se otorgó licencia a tres

indios de la ciudad de México para que vendieran sus productos a los naturales de

las comarcas mineras, tanto en Taxco como en Zacatecas.8 Por otra información

del mismo año, se sabe que algunos indios de los pueblos de Amecameca, en la

provincia de Chalco, vendían productos en las minas de Taxco y Zultepec.9 En

ambas noticias no se menciona el tipo de productos que intercambiaban.

El comercio de las comunidades indígenas fue tan importante que las

autoridades españolas emitieron algunas ordenanzas para controlarlo. Una de

estas ordenanzas estuvo dirigida a evitar el endeudamiento de los esclavos indios

y negros, pues los mercaderes o regatones se metían a las casas de los esclavos

y los obligaban a comprar a precios excesivos productos como ropa, cacao,

gallinas, melones, granadas y vino de Castilla.10

Otras ordenanzas estuvieron dirigidas a evitar la escasez de producto de alta

demanda como los cereales. El 23 de diciembre de 1578, se permitió a los indios

vender libremente su maíz en los mercados y plazas públicas y se les prohibió que

lo vendieran en sus propias casas y obligándolos a respetar los precios oficiales.11

También, con el fin de evitar la escasez y el encarecimiento de los productos, se

prohibió la reventa a intermediarios. El 20 de agosto de 1579, se ordenó a los

indios, mestizos y mulatos que comerciaban frutas, semillas y legumbres, las

expendieran directamente en los mercados y plazas públicas y se les prohibió que

las vendieran a los intermediarios conocidos como regatones.12

8 Silvio Zavala, Libro.., op. cit., p. 214.

9 Ibíd., pp. 351-352.

10 Ibíd., p. 178.

11 Eusebio Ventura Beleña, Recopilación Sumaria, Estudio introductorio de María del Refugio

González, 2ª ed., Instituto de Investigaciones Jurídicas, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1991 (Serie A. Fuentes b) Textos y estudios legislativos N° 28), t. I, pp. 21-22. 12

Ibíd., t. I, p. 104.

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A lo largo del siglo XVI, se observa que el control por parte de la Corona

sobre el comercio indígena se fue ampliando. Por ejemplo, el 23 de septiembre de

1588, se ordenó que todos los indios comerciantes pagaran alcabala por la venta

de mercancías de Castilla.13 Seguramente, los oficiales reales se dieron cuenta

que los indígenas comerciaban productos europeos sin pagar impuestos, lo que

representaba un pérdida para la Real Hacienda.

Otro producto importante del comercio indígena la sal, el cual adquirió mayor

relevancia económica a partir de la introducción del método de amalgamación en

la región a mediados del siglo XVI. La información ha permitido detectar tres

circuitos salineros. El primero fue un circuito local compuesto por las comunidades

salineras del interior de la Provincia de la Plata que vendían su producción en las

minas: Hueyztacan, Temazcaltepec, San Francisco Iztapan, San Miguel Iztapan,

Tejupilco, Amatepec, Almoloyan, Zacualpan, Yagualzingo, Tonatico e Iztapan.14 El

segundo circuito, de carácter regional, estaba formado por las provincias

circunvecinas de Zicapuzalco, Alahuiztlan, Oztuma, Cuzamala, Iguala, Jacona y

Taimeo.15 Y el tercer circuito, a nivel novohispano, estaba integrado por Tehuacán,

Piaztla y Chiautla, provincias alejadas varios cientos de kilómetros y desde donde

se trasportaba la sal para cubrir la demanda en los reales mineros de La Provincia

de la Plata.16

La información menciona cantidades y precios de la sal. Por ejemplo, en

1579, en la provincia de Alahuiztlan se sacaron cerca de 2,000 fanegas anuales,

equivalentes a 92 toneladas, la cual se vendió en la misma cabecera a 2.5 pesos

de oro común cada fanega. Pero en los reales mineros alcanzó el precio de 4

13

Ibíd., t. I, p. 77. 14

Luis García Pimentel (ed.), Descripción..., op. cit., pp. 215-222; René Acuña (ed.), Relaciones..., op. cit., v. 7, t. II, p. 130; Francisco González de Cossío (comp.), El libro de las tasaciones de la Nueva España. Siglo XVI, Archivo General de la Nación, México, 1952, pp. 37-38, 449-450 y 615-617. 15

René Acuña (ed.), Relaciones..., op. cit., t. I, v. 6, pp. 267, 275 y 280; t. II, v. 7, p. 130; Francisco González de Cossío (comp.), El libro..., op. cit., pp. 158-161, 213-217 y 315-316. 16

René Acuña (ed.), Relaciones..., op. cit., t. II, v. 7, p. 130; Silvio Zavala y María Costelo (comps.), Fuentes para la Historia del Trabajo en la Nueva España, Fondo de Cultura Económica, México, 1939, t. II, p. 334 y t. VI, pp. 384-385; Eusebio Ventura Beleña, Recopilación…, op. cit., t. I, p. 106.

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pesos. Según el informe, la sal proveniente de estas salinas era la de mejor

calidad de los alrededores.17 Las dos mil fanegas de sal redituaban anualmente

cerca de cinco mil pesos de oro común. Y si como dice la información, entre los

mineros se llegaba a vender en 4 pesos, las ganancias se duplicaban.

Siendo la sal un producto de gran demanda para la minería, que dejaba

importantes ganancias a los vendedores, su comercialización se convirtió en un

problema para los mineros debido a que algunos españoles les revendían la sal.

Así que de acuerdo a la ordenanza del 12 de agosto de 1575, se mandó que la sal

se adquiriera únicamente en las comunidades indígenas productoras y que fuera

conducida directamente a las minas sin revenderla por el camino. También, se

prohibió la sal fuera ocultada para evitar que con este mecanismo se elevara su

costo y que las autoridades locales repartieran directamente la sal a los mineros.18

El desarrollo y la importancia del comercio indígena en La Provincia de la

Plata, empujó a algunas de las propias comunidades a insertarse en el ramo de la

transportación y el hospedaje, como se menciona en un documento de 1569.19 De

este modo, la arriería indígena se convirtió en uno de los eslabones económico

más importantes del desarrollo de la minería y del comercio de la región, por esa

razón la Corona trató de proteger el desempeño de esta actividad. El virrey Martín

Enríquez ordenó al alcalde mayor de Malinalco que obligara a los españoles, que

iban a las minas de Taxco, a pagar los servicios de arriería prestados por los

indígenas.20

Ligada a la actividad del transporte de mercancías se encontraba el

hospedaje de viajeros, la mayor parte de ellos comerciantes y arrieros. La actividad

17

René Acuña, Relaciones..., op. cit., v. 6, t. 1, p. 280. Las 2,000 fanegas equivalían a cerca de 92 toneladas. Alexander Von Humboldt, Ensayo Político sobre el Reino de la Nueva España, Introducción y notas de Juan A. Ortega y Medina, 4ª ed., Porrúa, México, 1984 (Sepan Cuantos, 39), Apéndice III, pp. CXLIV y CXLV, una fanega era equivalente a 46 kilogramos aproximadamente. 18

Silvio Zavala, Fuentes…, op. cit., t. I, pp. 32-33. 19

René Acuña (ed.), Relaciones..., op. cit., v. 7, t. II, pp. 115-116. Noticias similares se encuentran en la misma fuente: pp. 130-131; v. 8, t. III, p. 187; y en Luis García Pimentel (ed.), Descripción..., op. cit., pp. 124, 127, 129, 137, 138, 215-222 y 255. 20

Silvio Zavala, Fuentes ..., op. cit., t. II, pp. 274-275.

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del hospedaje fue practicada principalmente por las poblaciones indígenas vecinas

a los caminos principales que conducían a los reales de minas. Con lo ingresos

obtenidos, las comunidades también se ayudaban para pagar sus tasaciones.21

Comercio español

Desde los inicios de la dominación española, los españoles, mestizos y negros

también practicaron actividades comerciales,22 que la Corona se preocupó por

regular desde un principio. Así durante la primeras tres décadas del dominio

español, la regulación del comercio se fue extendiendo desde la ciudad de México

hacia otros lugares importantes económicamente como los reales de minas, en

particular a Taxco, Zultepec y Zacualpan, donde la falta de una prevención

legislativa había provocado daños en la economía de los mineros, durante las

primeros años de su explotación.

El oidor Lorenzo de Tejada visitó La Provincia de la Plata, emitiendo las

primeras ordenanzas para las minas el 4 de octubre de 1542, las cuales fueron

confirmadas el 19 de octubre de 1547 y el 5 de diciembre de 1551.23 Las

ordenanzas tienen un contenido muy amplio que contemplan aspectos

económicos, laborales y sociales.

Con respecto al comercio, destaca la prohibición a los mercaderes españoles

de vender productos a lo indios y negros, en un radio de cuatro leguas de los

reales mineros.24 La medida se retomó en un auto acordado el 17 de septiembre

de 1583, donde se confirmó la prohibición a los buhoneros o mercaderes

ambulantes, ya fueran españoles, mestizos, mulatos y negros, entrar en las casas

a vender, ya fuera en las ciudades o reales mineros, ordenándoles que lo hicieran

21

Luis García Pimentel (ed.), Descripcion..., op. cit., pp. 181 y 216. 22

En este artículo se ha considerado como comercio español el practicado por españoles, mestizos, mulatos y negros. 23

Aún cuando en los documentos se menciona únicamente a Taxco, la legislación se extendió hacia las otras comarcas mineras de la Provincia de la Plata: Temazcaltepec, Zultepec y Zacualpan. 24

Silvio Zavala, Libro…, op. cit., p. 177.

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en las plaza, mercados y tiendas.25 Ambas ordenanzas tuvieron como objetivo

controlar con mayor rigor el comercio ambulante, pero también evitar que a los

indios y negros pagaran las mercancías con plata, que seguramente robaban en

las haciendas de beneficio. Asimismo, se prohibió a los españoles la compra y

reventa de maíz y otros productos dentro de un límite de veinte leguas a la redonda

de los reales mineros.26 La medida tuvo la finalidad de evitar el acaparamiento y

encarecimiento de los comestibles más importantes para la alimentación de la

población de los reales mineros.

En los reales de minas, se permitió a los mercaderes expender sus productos

de forma establecida. En la confirmación de las ordenanzas de minas de 1547, se

autorizó la creación de dos tiendas en cada real de minas para el abasto exclusivo

de hierro, acero, herramientas para la minería, jergas, sayales, jarcias, alpargatas y

candelas.27 Como seguramente la demanda de estos productos aumentó, en años

posteriores se concedieron licencias a los comerciantes para abrir otras tiendas en

los reales de minas, como sucedió con el caso del minero Juan Agustín Justiniano,

en las minas de Taxco,28 o como fue el caso del mercader Pedro de Herrera en

las minas de Zultepec.29

En la ordenanza de 1547, también se autorizó la creación de una taberna en

la plaza principal de Taxco, donde se vendería vino hasta la puesta del sol. Se

incluyó la prohibición de vender vino a cualquier persona fuera de la taberna, en un

límite de ocho leguas alrededor de los reales mineros, así como a los esclavos

negros o indios.30 Otras ordenanzas posteriores también vetaron la venta de vino

en las comunidades indígenas, aún cuando los comerciantes fueran de paso.31 La

25

Eusebio Ventura Beleña, Recopilación..., op. cit., t. I, p. 22. 26

Silvio Zavala, Libro…, op. cit., p. 177. 27

Ibíd., p. 185. 28

Silvio Zavala, Fuentes..., op. cit., t. II, pp. 225-226. 29

Archivo General de la Nación México (AGNM), Mercedes, v. 1, e. 425, f. 200. Ver También Mario Colín, Índice de documentos relativos a los pueblos del Estado de México. Ramo Mercedes del Archivo General de la Nación, Editorial Jus, México 1967 (Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, 8-9), v. 1, p. 222. 30

Silvio Zavala, Libro…, op. cit., p. 185. 31

Eusebio Ventura Beleña, Recopilación…, op. cit., t. I, p. 112. Se trata de las ordenanzas del 18 de junio de 1572, 3 de octubre de 1598, 29 de marzo de 1610 y 30 de abril de 1630.

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intención de la ordenanza fue evitar la propagación del alcoholismo entre las

comunidades indígenas, que se estaba convirtiendo en un grave problema social.

Asimismo en la confirmación de las ordenanzas de minas de 1547, se trató de

suprimir el mecanismo implementado por los mineros de endeudar a los

trabajadores indígenas libres para mantenerlos adscritos a sus haciendas de

beneficio y asegurar con ello la mano de obra. Se da noticia que, en muchas

ocasiones, los mineros tenían sociedades con los comerciantes que tenían tiendas

en sus haciendas y través de ellos endeudaban a los trabajadores libres.32

Otras ordenanzas estuvieron dirigidas a controlar los insumos directos, más

importantes de la minería. Por ejemplo, en la confirmación de las ordenanzas de

minas de 1551, se permitió a los mineros comprar directamente greta, cendrada, y

plomo en las minas de Zumpango, Ayoteco y Tehuacán, para llevarlo a revender a

los reales de minas de la Provincia de la Plata al precio que desearan, siempre y

cuando ellos mismos fueran los introductores directos.33 Con esta medida se

deseaba evitar la especulación de insumos tan importantes para el método de

fundición en la producción de plata. Se denota que también aquí había un circuito

mercantil de estos productos que se llevaban a los reales de minas de la Provincia

de la Plata, desde lugares como Zumpango, Ayoteco y Tehuacán.

La legislación anterior indica que las autoridades trataron de fomentar el

comercio establecido en los reales de minas, que si bien se reguló, no se prohibió,

permitiendo que esta actividad prosperara a la par que la minería. Varios de los

documentos consultados demuestran como los comerciantes de los reales de

minas lograron forjar pequeñas fortunas significativas en pocos años, vendiendo

mercancías procedentes de distintos lugares, que incluían a Europa y Asia, como

se muestra en el testamento de Amador Herranz Páez, vecino de Taxco, por

ejemplo artículos de piel, calzado y arriería; sombreros y tocados; ropa, telas y

32

Silvio Zavala, Libro…, op. cit., p. 185. 33

Ibíd., pp. 186-187.

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mercería; comestibles, objetos de cocina y otros diversos; e insumos y

herramientas para la minería. Taxco.34 Este caso ejemplifica como la actividad

comercial fue muy redituable para los comerciantes radicados en los reales de

minas de La Provincia de la Plata. Este personaje que llegó a la Nueva España en

1588, forjó una mediana fortuna en una década. Al morir, había en su casa 120

pesos de oro común en reales de plata y 6 marcos de plata proveniente del

rescate, con un valor aproximado de 45 pesos. La venta de sus mercancías en

almoneda pública alcanzó 570 pesos de oro común aproximadamente, además de

las escrituras que le debían varios mineros y trabajadores de las minas de Taxco

que totalizaron 800 pesos. Asimismo, un año antes había comprado unas minas

en el real de Charcas por un valor de 1,500 pesos de oro común y otras en el real

de Fresnillo en Zacatecas.35

Otro caso semejante es el de Bartolomé Solano mercader de las minas de

Temazcaltepec. En su testamento aparecen mercancías semejantes a las

expendidas por el comerciante anteriormente mencionado. 36 El primer registro de

la presencia de Solano en Temazcaltepec proviene de 1575, según una cédula de

pago que le debían. También en aproximadamente una década creó una fortuna

importante. La venta de estas mercancías en almoneda pública arrojaron la

cantidad de: 657 pesos de oro común. El inventario de las escrituras y cédulas de

adeudo de los mineros del lugar totalizó 2,563 pesos de oro común y 10 marcos de

plata, con un valor aproximado de 72 pesos. Asimismo uno de sus albaceas había

cobrado a otros de sus deudores 503 pesos de oro común.37

34

AGNM, Bienes Nacionales, v. 414, e. 9, fs. 6v-10v, 12, 16v., y 24-38. Amador Herranz Páez, vecino y mercader de las minas de Taxco, fue originario de la villa de Ucariche, del arzobispado de Toledo, en los reinos de Castilla, hijo legítimo de Simón Francés y de María Herranz, difuntos. En 1588, había pasado a la Nueva España con su suegra y su mujer María López, con la que tenía una hija de nombre Martha Herranz, de cerca de doce años. Amador Herranz Páez tenía una tienda en las minas de Taxco. Murió en 1598. 35

AGNM, Bienes Nacionales, v. 414, e. 9, fs. 24-38, 43-56 y 78. Para esas épocas, la plata diezmada tenía un valor aproximado de 7.24 pesos de oro común por marco de plata. AGNM, Civil, v. 662, exp. 2, fs. 28-34v. 36

AGNM, Bienes Nacionales, v. 224, e. 20. 37

AGNM, Bienes Nacionales, v. 220, e. 20. Bartolomé Solano, vecino y minero de las minas de

Temazcaltepec, nació en la villa de Hortigosa, obispado de Calahorra, en los reinos de Castilla.

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Se observa, que además del comercio, estos comerciantes se dedicaron al

financiamiento de los mineros a través del crédito, como se deduce de las

escrituras que tenían en su poder. Se pueden encontrar una docena de casos

similares, los dos presentados ejemplifican la importancia de las actividades

comerciales en La Provincia de la Plata y confirman la existencia de nexos con

otras regiones no solamente de la Nueva España sino también de Europa y Asia.

En consecuencia, la información anterior, permite descubrir en estos nexos

comerciales cuatros flujos de mercancías: uno regional, uno novohispano, uno

asiático y uno metropolitano.

Otra actividad económica donde participaron los españoles fue la hospedería,

quienes desde fechas tempranas fundaron mesones, ventas y posadas en los

caminos hacia las minas de La Provincia de la Plata. Por ejemplo en 1543, fueron

concedidas dos mercedes de tierra en la comarca de Zultepec. La primera fue

otorgada a Juan Muñoz, en el pueblo de Teotenango, para hacer una venta en el

camino que iba de las minas hacia Toluca,38 y la segunda, a Pedro de Herrera para

hacer un mesón en uno de los caminos que conducían hacia Zultepec.39 En el

partido de Temazcaltepec se concedió en 1560, una merced a Pedro de

Castañeda de un sitio para construir una venta en el camino real que iba de las

minas hacia Toluca.40En el distrito de Zacualpan, también se le concedió una

merced de caballería de tierra a Francisco Gómez Saavedra para instalar una

venta en el poblado de Iztapan, en 1576.41

Obsérvese que los mesones y ventas se localizaban en los caminos de

acceso hacia las minas, dos en el camino que conducía de las minas de

Temazcaltepec y Zultepec hacia Toluca, vía Zinacantepec, y otras dos en el

camino que iba de Zacualpan y pasaba por Iztapan y Teotenango que también

Bartolomé Solano fue hijo de Juan de Solano y de María Alonso, naturales y vecinos de la misma

villa. 38

AGNM, Mercedes, v. 2, e. 304, f. 120. Ver también Mario Colín, Índice..., op. cit., v. 1, p. 223. 39

AGNM, Mercedes, v. 2, e. 383, f. 160v. Ver también Mario Colín, Índice..., op. cit., v. 1, p. 223. 40

AGNM, Mercedes, v. 5, f. 161v. Ver también Mario Colín, Índice..., op. cit., v. 1, p. 249. 41

AGNM, Tierras, v. 2746, fs. 1-7v. “Petición de una caballería de tierra y una venta en Iztapa para Francisco Gómez de Saavedra”.

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conducía a Toluca. Incluso de Iztapan se podía seguir camino hacia las minas de

Taxco.

Comercio de plata

En los reales de minas de la región en estudio existieron prácticas consideradas

como ilícitas, pero permitidas por los usos y costumbres, utilizadas con la finalidad

de financiar la explotación argentífera. Una de estas prácticas fue el rescate de

plata por parte de las propias autoridades locales. Por la ordenanza del 19 de julio

de 1580, se prohibió el uso de este recurso mercantil a los alcaldes mayores y sus

subalternos e incluía a sus familiares y amigos. También se vetó el préstamo de

dinero o mercancías a los mineros, por parte de las personas que tuvieran trato en

el rescate de la plata.42 Este tipo de mecanismos financieros se propiciaron por la

necesidad de los mineros de contar con capital líquido, como se puede explicar con

mayor detalle en el siguiente ejemplo.

El 27 de octubre de 1593, el virrey Luis de Velasco envió al escribano

Bernardino Álvarez, para que efectuara el juicio de residencia a Diego de Santa

Cruz, alcalde mayor de las minas de Zacualpan y a sus colaboradores: Juan de la

Peña, alguacil mayor; Melchor de Legazpi, Martín de la Puente, Bernardo Cabello,

Gabriel Jaimes y Alonso Martín del Castillo, alguaciles; a Jerónimo de Tovar,

escribano público; y a Alonso del Río, Juan de Fromesta, Francisco de Tovar y

Pedro de la Costa, escribanos nombrados.43 Entre las preguntas que se les

hicieron había algunas relacionadas con el enriquecimiento ilícito de las

autoridades como la compra de mercaderías por parte de los oficiales reales de

manera directa o indirecta o si habían cambiado plata por mercancías o por dinero

en efectivo. 44

Durante el juicio de residencia, varias personas dieron su testimonio. Y en

las respuestas se dijo que Isabel de Salcedo y Legazpi, esposa del alcalde mayor

42

Silvio Zavala, Libro…, op. cit., p. 37. 43

AGNM, Criminal, v. 4, e. 2, f. 21. 44

Ibíd., fs. 25-27v.

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Diego de Santa Cruz, y el sobrino de ella, Melchor de Legazpi,45 eran las

personas que rescataban plata, realizando préstamos a los mineros al darles

moneda en reales que, posteriormente, pagaban con planchas de plata.46

También se declaró que la plata que el alcalde mayor había rescatado en el real

de minas se enviaba a la ciudad de México, donde la cambiaba por moneda en

reales que volvía a enviar a las minas.47

En los testimonios se mencionó que el alcalde mayor, su esposa y el sobrino

de ésta, habían llevado de México a las minas de Zacualpan 20,000 pesos de

dinero en efectivo en reales de plata que prestaron a los mineros, a los cuales

cobraron por el rescate, cinco reales por cada marco de plata, como era

costumbre en las minas.48 Lope Rodríguez Carballo declaró que se habían

enviado a la casa de Pero Sánchez Marín, dos mil pesos en reales, que después

los devolvería en plata con una utilidad llamada rescate o refacción.49 Rodrigo

López, manifestó que doña Isabel de Salcedo y Legazpi, le había dado moneda en

reales por un valor de entre seis y siete mil pesos para regresarlos en plata,

cobrando una refacción de cinco reales por cada marco de plata.50 Bernardino

Gómez llegó a deberle a la esposa del alcalde mayor 1,025 marcos de plata,

equivalentes a 7,500 pesos aproximadamente, por los que había pagado 625

marcos de plata, que había utilizado en el avío de su hacienda.51 Lorenzo Suárez

de Figueroa declaró haber pagado a doña Isabel treinta marcos de plata, de un

45

Probablemente se trate de un nieto homónimo del Adelantado de Filipinas Melchor de Legazpi, pues éste era tío de doña Isabel de Salcedo y Legazpi. La otra posibilidad es que el propio Adelantado fuera la persona a la que se hace mención en el documento y que el parentesco se haya invertido, pues se habla del sobrino de doña Isabel, cuando en realidad ella era la sobrina de Melchor de Legazpi. Esta segunda posibilidad no es remota, pues el Adelantado también tenía propiedades mineras en la comarca de Zacualpan. Ver Jaime García Mendoza, La formación de grupos de poder en La Provincia de la Plata durante el siglo XVI, Universidad Autónoma de México, Facultad de Filosofía y Letras, Tesis de Doctorado, México, 2001, Apéndice de los árboles genealógicos. 46

AGNM, Criminal, 4, e. 2, fs. 30-31v., 38-39v., 43-45; y 49v.-71v. 47

Ibíd., fs. 57-61v. El arriero que se encargaba de transportar la plata era un tal Melgarejo. 48

Ibíd., fs. 32-33, 35-37v., 41-43, 47v. y 49v. 49

Ibíd., fs. 41-43. 50

Ibíd., fs. 69v. 71. 51

Ibíd., fs. 33-35.

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ISBN: 978-607-7698-79-1 31

adeudo que tenía por cerca de siete u ocho mil de pesos.52 Alonso Álvarez

Alderete, expresó que había adquirido un préstamo por cerca de 1,000 pesos de

oro común.53

Como se denota, el rescate de plata en realidad era un mecanismo financiero

que permitió a los mineros continuar beneficiando sus haciendas y minas.

De acuerdo a la declaración de Martín de Arana, había otras autoridades

implicadas en el rescate de la plata y el comercio en las minas, entre las que

destaca muy en particular el alguacil mayor Juan de la Peña.54

En los testimonios se dice que Juan de la Peña, antes de acceder al cargo

de alguacil mayor, ya se había dedicado al rescate de la plata, habiendo sido

teniente de alcalde mayor de las minas. De la Peña compraba el marco de plata a

cincuenta reales, es decir, a seis pesos y dos reales de oro común. Según unos

testigos, la plata la recibía en hornazos o tejuelos de plata pequeños que se

habían obtenido en pequeños hornos caseros o cendradillas. La plata recibida se

fundía la plata en planchas grandes de cien marcos en las haciendas de Juan

Gómez Núñez, las que después eran llevadas a marcar por los mineros más ricos

de las minas y, que posteriormente, ya marcada la plata y pagados los derechos,

se la devolvían.55

Juan Bautista Orozco denunció que Juan de la Peña tenía una tienda que le

administraban Juan Ortiz Frías y Pedro de Osta, donde se vendían mercancías a

los mineros a cambio de plata. Francisco Ramírez Bravo, otro denunciante,

confesó haber cambiado su plata en la mencionada tienda.56 Cabe notar que,

nueve años antes, el propio Ramírez Bravo, había denunciado ante Cristóbal de

Tapia, alcalde mayor de las minas de Taxco, el rescate de plata que realizaba

Juan de la Peña, pero no se hizo acción alguna para evitarlo.57

52

Ibíd., 160-162v. 53

Ibíd., fs. 49v. 51. 54

Ibíd., 47v.-49v., 79, 91-97 y 103-105. 55

Ibíd., fs. 79-83 y 92-97. 56

Ibíd., fs. 83-89 y 92-97. 57

Ibíd., fs. 83-90.

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Si se pregunta por qué razón no prosperó la denuncia, la respuesta puede

encontrarse en el testimonio de Martín de Arana, quien explicó que el rescate y

trato de la plata era benéfico para los mineros, pues permitía el avío o

financiamiento de las haciendas de beneficio.58 Hay que recordar que en los casos

de los mercaderes de Taxco y Temazcaltepec presentados con anterioridad,

también se habían realizado rescates de plata,59 de acuerdo a lo cual se puede

afirmar que este mecanismo comercial y financiero era práctica común en toda la

Provincia de la Plata.

El rescate de la plata no fue el único negocio en que estuvieron implicadas

las autoridades locales. Por ejemplo, en el real de Tezicapan, donde Juan de la

Peña tenía su tienda, se expendía, además, maíz a los mineros y carne res al

menudeo a los indios.60 Asimismo, Juan de la Peña compraba los productos como

la sal y el maíz a los indios, imponiéndoles el precio de compra, para luego

revenderlos a los mineros a precios más altos.61 Asimismo, Juan de la Peña era

dueño de una recua, la cual enviaba a las salinas de Ocotlan y de Alahuistlan, de

donde traía sal y en ocasiones maíz, productos que revendía a crédito a los

mineros, quienes, posteriormente le pagaban con plata.62

En el comercio de productos como la sal y el maíz, también participaron

Melchor de Legazpi y Diego de Santa Cruz. Legazpi compraba maíz en el valle de

Toluca y posteriormente, lo almacenaba en su casa. Se dice que había

almacenado hasta mil fanegas de maíz y lo había vendido entre dos y tres pesos

de oro común cada fanega.63

Por su parte, el alcalde mayor Diego de Santa Cruz comerciaba con la sal a

través de un comerciante de las minas llamado Juan Núñez Safín, a quien los

mineros le pagaban con plata las cantidades de sal prestadas. Por lo que se sabe

58

Ibíd., 47v.-49v. 59

Ver supra, pp. 6-8. 60

AGNM, Criminal, 4, e. 2, 47v.-49v., 54-56v. y 79 61

Ibíd., fs. 83-89. 62

Ibíd., 92v.-97 y 103-105. 63

Ibíd., 38-39v., 41-45, 51-53v., 57-61v., 134-136v., 141v.-145v., 150-153 y 161-162v.

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eran cantidades importantes de sal como en el caso de las 100 fanegas de sal que

vendió a Bernardino Gómez,64 aproximadamente cinco toneladas.

Este mecanismo de la venta a crédito de insumos, fue también muy

provechoso para los mineros, pues los mineros podían continuar con la producción

de plata, sin detenerse por la falta de capital. Martín Flores dijo que este tipo de

transacciones beneficiaba a los mineros al darles los bastimentos a crédito, en

particular, la sal para incorporar los metales.65

Maíz, sal y azogue

Tres productos se volvieron indispensables en los reales de minas: maíz, sal y

azogue. El primero porque estaba relacionado con la dieta diaria de los

trabajadores indígenas y negros y los otros dos con la producción de plata por el

método de amalgamación por mercurio.

En las primeras ordenanzas de la minería, el virrey Antonio de Mendoza

ordenó que los mineros tenían la obligación de alimentar a los indios libres, así

como se hacía con los esclavos, estableciendo la dotación de un cuartillo de maíz

en grano, de chile y de frijol por persona, además de darles la comida suficiente

para el viaje de regreso a sus comunidades.66 Este punto fue corroborado en las

ordenanzas del 4 de octubre de 1542, dadas por el licenciado Lorenzo de Tejada en

las minas de Taxco. En las ordenanzas se mandó que los dueños de minas

deberían alimentar y vestir a los indios esclavos y naboríos que trabajaran para

ellos.67 Así, los mineros, además de pagar la mano obra libre proveniente de las

comunidades indígenas, tenían que cubrir los costos de su alimentación por el

tiempo que laboraran para ellos. Por supuesto los mineros que tenían

encomiendas, se ahorraban la mano de obra por el servicio personal de los indios y

parte de los costos de los alimentos, con el tributo en especie.

64

Ibíd., fs. 51-53v. 65

Ibíd., 92v.-97. 66

Francisco del Paso y Troncoso,Epistolario de la Nueva España. 1505-1818, Antigua Librería Robredo, México, 1939 (Biblioteca Histórica Mexicana de Obras Inéditas), v. 3, pp. 186-189. 67

Silvio Zavala, Libro…, op. cit., p. 178.

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El 6 de octubre de 1542, se informaba en las minas de Taxco, que el precio

del maíz se había elevado de uno a ocho reales la fanega.68 Al calcular la cantidad

de maíz para alimentar un indio durante un año, resulta que, un cuartillo equivalía

aproximadamente a 1.56 litros y una fanega tenía 55.5 litros, lo que indica que se

requerían cerca de 10 fanegas de maíz al año para alimentar una persona, con un

costo de 10 pesos de oro común. Por ejemplo, se sabe que Hernán Cortés tenía en

sus minas de Taxco cerca de cien esclavos.69 Así que probablemente, necesitó

cerca de mil fanegas de maíz con un costo de mil pesos de oro común al año para

alimentar a sus esclavos, sin tomar en consideración los cuartillos de frijol y de chile

que establecían las ordenanzas del virrey Mendoza.70

Estas cantidades únicamente permiten dar una idea muy somera de las

necesidades financieras de los mineros para cubrir los gastos por la manutención

alimentaria de los trabajadores. A finales del siglo XVI, se pedían 4,600 fanegas de

maíz en Temazcaltepec; 6,050 en Zacualpan; 7,050 en Taxco; y 7,700 en

Zultepec;71 que eran en total 25,400 fanegas con un costo aproximado 25,400

pesos de oro común.

La enorme demanda del maíz ocasionó que algunos comerciantes se

aprovecharan de la situación, acaparando el producto para especular con los

precios. Como se verá más adelante la Corona tuvo que tomar en sus manos el

control del maíz a través de un juez en cada real de minas, función que en muchas

ocasiones desempeñó el alcalde mayor.

En lo que respecta a la sal y el mercurio, la primera actuaba como un

catalizador que aceleraba la reacción química para lograr la amalgama entre la

plata y el mercurio. Según Federico Sonneschmid, por cada montón de veinte

quintales de mineral se requerían entre 1.5 y 3 fanegas de sal tierra.72

68

Ibid., p. 181 69

Silvio Zavala, El servicio personal de los indios en la Nueva España, El Colegio de México, El Colegio Nacional, México, 1984, t. I, p. 226. 70

Las 1,000 fanegas de maíz equivalen aproximadamente a 50 toneladas. 71

Silvio Zavala, El servicio..., op. cit., t. III, p. 323. 72

Federico Sonneschmid, Tratado de amalgamación de Nueva España, Sociedad de exalumnos de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1983, p. 16.

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Ante la alta demanda del producto, también aquí, la Corona decidió tomar el

control del comercio de la sal emitiendo algunas ordenanzas para ello. El 9 de

octubre de 1571, se ordenó que las personas que compraran sal y otros productos

en un radio de treinta kilómetros alrededor de los reales mineros, tenían la

obligación de manifestarlo ante el alcalde mayor y los diputados de minas.73

En 1580, se emitieron unas ordenanzas especialmente para las salinas con el

fin de disminuir el acaparamiento de este producto. Se prohibió el comercio de sal

en un radio de seis leguas alrededor de las salinas, así como en los caminos con

cualquier tipo de comerciante o persona, ya fuera español, mestizo, indio o negro.

Únicamente podían comprarla directamente en las salinas, los mineros y los

arrieros y carretoneros que la vendían exclusivamente en los reales de minas.

Otras medidas se dirigieron a la prevención de la caída de la producción de sal,

prohibiendo que los indios que vivían en las salinas realizaran servicios personales

de otra especie. En este sentido, se prohibió a los españoles, negros, mulatos y

mestizos establecerse a vivir en las cercanías de las comunidades salineras, para

evitar que los indios fueran obligados a realizar otras actividades diferentes.74

La medida tuvo como objetivo principal regular el abasto de la sal por parte de

las autoridades locales, evitando que se encareciera el proceso de producción de

la plata y que éste no decayera.

Asimismo, desde fechas anteriores, se había buscado solucionar el problema

del suministro regular de la sal a los centros mineros. Por ejemplo, por la

ordenanza del 22 de abril de 1551, se había ordenado resolver el problema que

tenían los pueblos de Tonatico e Iztapan por unas salinas.75 El 19 de septiembre

de 1580, se instruyó al alcalde mayor de las minas de Temazcaltepec para prohibir

que los indios de los pueblos de Tejupilco e Iztapan fueran obligados a acudir al

repartimiento de mano de obra para las minas y se pudieran dedicar

73

Silvio Zavala, Fuentes..., op. cit., t. I, p. 2. 74

Eusebio Ventura Beleña, Recopilación..., op. cit., t. I, pp. 106-110. 75

Silvio Zavala, Libro..., op. cit., p. 361.

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ISBN: 978-607-7698-79-1 36

exclusivamente al beneficio de las salinas.76 Todavía a principios del siglo XVII, el

19 de febrero de 1620, se confirmó un mandamiento autorizado por el virrey Luis

de Velasco, donde se reservaba a los indios de la comunidades Zicapuzalco del

servicio personal en las minas de Taxco, para que se dedicaran únicamente al

beneficio de la sal y la llevaran a dicho real de minas.77

Otra medida posterior por parte de la Corona, fue tomar en sus manos el

abasto de sal, maíz y azogue, designando jueces de repartimiento para su

administración en los reales de minas. Esta medida se comenzó a aplicar, con toda

probabilidad, a partir del conocimiento de la participación de las autoridades locales

en el abasto de mercancías en los reales de minas, como el caso presentado

anteriormente del alcalde mayor de Zacualpan, Diego de Santa Cruz, en 1593.

Los pagos de la sal los realizaba el alcalde mayor de la propia plata quintada

como lo revela un documento de 1599, referido a las minas de Zultepec. 78 Esto

significa que eran la autoridades reales las que en ese momento financiaban la

compra de la sal, la cual era entregada a lo mineros según sus necesidades y

tendrían que pagarla posteriormente cuando fueran a marcar la plata producida.

Ante los adeudos de los mineros, el 17 de septiembre de 1603, se ordenó al juez

repartidor de indios de las minas de Taxco que a los mineros que debían el

repartimiento de sal y maíz, no se les dieran indios de repartimiento para trabajar

en sus haciendas.79

En lo concerniente al monopolio del mercurio, se sabe que a mediados del

siglo XVI, se había comenzado a generalizar el método de amalgamación por

azogue en el beneficio de la plata. Desde entonces se hizo necesario implementar

varios mecanismos de control sobre su consumo, con la finalidad de evitar su

acaparamiento y encarecimiento por parte de los particulares que lo

comercializaban. En primer lugar, se trató de disminuir el contrabando del azogue,

pues los trabajadores de las minas lo robaban para revenderlo como se manifiesta

76

Silvio Zavala, Fuentes..., op. cit., t. II, p. 334. 77

Ibíd., t. VI, pp. 384-385. 78

AGNM, Mercedes, v. 23, f. 12. Ver También: Mario Colín, Índice..., op. cit., v. 2, p. 226. 79

Silvio Zavala, Fuentes..., op. cit., t. V, p. 128.

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en la ordenanza del 12 de agosto de 1575, que prohibió la compra de azogue a los

indios o a los negros trabajadores de las minas y haciendas de beneficio.80

De forma paralela, las autoridades de la Corona vieron la posibilidad de

servirse del azogue como un mecanismo de control sobre la producción de plata.

El 22 de octubre de 1575, el virrey Martín Enríquez, previo acuerdo de los jueces y

oficiales de la Real Hacienda, ordenó al alcalde mayor de las minas de

Temazcaltepec adquirir el azogue en las Cajas Reales, que la Corona española

había enviado a la Nueva España, para venderlo directamente a los mineros. Para

ello, el alcalde mayor, el escribano y los diputados de las minas tuvieron que

otorgar fianzas a los oficiales de la Real Hacienda para adquirir el azogue que se

requería en sus reales de minas. Se implementó un control contable a través de

libros que se resguardan en la caja de tres llaves, donde también se guardaba el

azogue para vender a los mineros y la plata obtenida del quinto y de los pagos de

los mineros. 81 De acuerdo a la instrucción, el objetivo de monopolizar la venta del

azogue por parte de la Corona española, fue captar mayores ingresos de su venta

y asegurar simultáneamente la producción constante de plata en la Nueva

España.

De acuerdo a todo lo expuesto anteriormente se puede concluir que desde

los inicios del periodo novohispano, el comercio en La Provincia de la Plata fue

practicado tanto por las comunidades indígenas como por un grupo más amplio

integrado por españoles, mestizos y negros.

Desde mediados del siglo XVI, las comunidades indígenas se integraron aún

más al comercio con los reales de minas, con la finalidad de obtener el metálico

para pagar el tributo. El comercio indígena se organizaba en tianguiz o plazas que

se establecían durante la semana en las diversas poblaciones, y los días

domingos en los reales de minas. A estos tianguiz también acudían las

comunidades indígenas circunvecinas a La Provincia de la Plata, donde

80

Ibíd., t. I, pp. 40-41. 81

Acervo Histórico del Palacio de Minería (AHPM), Caja 1, Legajo 1, Nº 1381. “Libro de cuenta donde se asienta el azogue que se me entrega para vender a los mineros de estas minas de Temazcaltepec por su real Majestad y a quien se vende. Año de 1575”.

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ISBN: 978-607-7698-79-1 38

intercambiaban productos de sus propias regiones por productos que incluso

provenían de la ciudad de México y de Europa.

A partir de la introducción del método de azogue, la sal se convirtió en un

producto muy importante para la minería, lo que redundó en un beneficio para las

comunidades salineras de la región que vendían este producto en los reales de

minas. Incluso otras comunidades circunvecinas y otras aún más alejadas varios

cientos de kilómetros vendieron su sal en los reales mineros de La Provincia de la

Plata.

Debido a la importancia que adquirió el transporte de mercancías y el flujo de

viajeros en la región en estudio, las comunidades indígenas practicaron también la

arriería y la hospedería, con la misma finalidad de obtener dinero líquido para el

pago de sus tributos.

El comercio “español”, que incluyó a otros grupos étnicos como los mestizos

y los negros, fue una actividad económica bastante redituable para quienes la

ejercieron, pues les permitió obtener ganancias satisfactorias a través del

intercambio de mercancías provenientes de distintos lugares, tanto del interior de

la Nueva España como de Asia y Europa, como se testimonia en los inventarios

de bienes de los mercaderes.

Se puede apreciar que los mercaderes, junto con algunas autoridades

locales, muchas de ellas antiguos comerciantes, jugaron un papel muy importante

en el financiamiento de las actividades mineras a través de préstamos de dinero

líquido en reales de plata y de préstamos en especie con diversas mercancías,

principalmente, los insumos más requeridos en la minería como sal, maíz, greta,

cendrada, plomo o herramientas.

Se pueden apreciar varios circuitos comerciales a los que estuvo ligada La

Provincia de la Plata. Los circuitos regional y novohispano estuvieron destinados al

abasto de productos como plomo, greta, cendrada, sal, textiles y otros productos

“de la tierra”. El circuito asiático, al suministro de diversos géneros, principalmente,

textiles y algunas especias. Y circuito metropolitano importaba productos europeos

como herramientas de hierro, acero, azogue, vino y otros productos menores.

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La legislación sobre el comercio en general, tenían como objetivo mantener

un control de las mercancías españolas y evitar su introducción ilícita; evitar el

contrabando de la plata, por parte de comerciantes, aviadores y autoridades civiles;

prevenir el endeudamiento de los mineros y de los trabajadores de los reales

mineros; y evitar el desabasto y encarecimiento de los productos que entraban

hacia los reales mineros.

Desde los inicios del periodo novohispano, la Corona jugó un papel muy

importante como regulador del comercio a través de una la legislación que trató de

controlar el comercio ambulante, evitar el acaparamiento y especulación de

mercancías, y eliminar el contrabando de plata.

Asimismo, la Corona española se convirtió en proveedor de mercurio para los

reales de minas al adquirir el monopolio del azogue en 1575, con la finalidad de

evitar la especulación, el acaparamiento y la carestía y promover la producción

continua de plata en las haciendas de beneficio.

El panorama expuesto sobre La Provincia de la Plata, integrada por los

reales de minas de Taxco, Zacualpan, Zultepec y Temazcaltepec, permite

observar una complicada trama de actividades económicas entre los mineros, las

poblaciones indígenas, los mercaderes españoles, mestizos y negros, las

autoridades locales y la Corona española, como parte del ramo del comercio, el

cual jugó un papel muy significativo en el abasto de los reales de minas, columna

vertebral de la economía novohispana durante el siglo XVI.

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