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PEKÍN: UN MILLÓN DE HOMBRES RATA P.6 PABLO IGLESIAS EXPLICA SU REGALO AL REY P.10 CRONICA ´ EL MUNDO. DOMINGO 19 DE ABRIL DE 2015 . Nº 1017 MI FAMILIA EN EL GENOCIDIO ARMENIO P.14 ADELANTO DE UN CAPÍTULO DEL LIBRO ‘FINAL DE PARTIDA’, DE ANA ROMERO, EN EL QUE SE RELATAN LOS HECHOS QUE LLEVARON A LA ABDICACIÓN DEL REY JUAN CARLOS I CUANDO DON JUAN CARLOS QUISO CASARSE CON CORINNA LES MOSTRAMOS LOS HUESOS DE CERVANTES CUANDO MADRID ULTIMA UNA GRAN EXPOSICIÓN SOBRE EL HALLAZGO DE LA TUMBA P.8

Abdicación Del Rey

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Articulo sobre la abdicación del rey de España Juan Carlos I

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  • PEKN: UN MILLN DE HOMBRES RATA

    P.6

    PABLO IGLESIAS EXPLICA SU REGALO AL REY

    P.10

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    MI FAMILIA EN EL GENOCIDIO ARMENIOP.14

    ADELANTO DE UN CAPTULO DEL LIBRO FINAL DE PARTIDA, DE ANA ROMERO, EN EL QUE SE RELATAN LOS HECHOS QUE LLEVARON A LA ABDICACIN DEL REY JUAN CARLOS I

    CUANDO DONJUAN CARLOS

    QUISO CASARSE CON CORINNA

    LES MOSTRAMOS LOS HUESOS DE CERVANTES CUANDO MADRID ULTIMA UNA GRAN EXPOSICIN SOBRE EL HALLAZGO DE LA TUMBAP.8

  • EL MUNDO. DOMINGO 19 DE ABRIL DE 20152. C R O N I C A

    ...No en su despacho oficial ni en el saln de audien-cias donde reciba a autoridades. Tampoco a la entra-da de Zarzuela donde se fotografiaba junto a reyes y jefes de Estado. Ni en comidas o cenas con supuestos amigos en las que deca lo que los dems queran o podan or. Solo, sentado sobre un sof vaco frente a una tele. Solo, sin el sonido de los flashes y las bromas impostadas, junto a un telfono que ms que un m-vil era su cordn umbilical con un mundo del que se haba aislado. Poco a poco, le fueron quitando todo: el poder, la mujer que amaba, su capacidad para dis-frutar de la vida. No le dejaron nada, excepto la sole-dad de un viejo len que se retira solo a morir, sea-la una persona que supo de esos das trgicos de Juan

    Carlos I durante parte del ao 2013.

    Segn esa misma perso-na, a partir de enero de 2013, y sobre todo en el te-rrible mes de marzo, el rey fue sometido a un confi-namiento en rgimen de incomunicacin. Esta afir-

    macin, a todas luces exagerada, provoca reacciones diferentes. Para unos, el monarca fue abandonado por todos en su entorno inmediato como castigo a su com-portamiento poco ejemplar y como medida de presin para conducirlo a la abdicacin: Lo dejaban solo queriendo. Para otros, su soledad fue la consecuen-cia natural de una vida labrada con la laboriosidad del gran egosta que es: Una mezcla explosiva del ser humano y del jefe de Estado: cuando no acta movi-do por sus propios intereses, lo hace por los de Espa-a. Nunca lo hace pensando en qu es lo mejor para ti. No le importa nadie, slo se importa l.

    Como no busco juzgar, sino slo explicar lo que su-cedi en la convulsa parte final del reinado de Juan Carlos I, creo que fue a travs de esa escena domsti-ca un septuagenario sin familia ni amigos que se consume en una salita decorada hace mucho en azul como visualic el drama del que nace rey y es-t condenado, a perpetuidad, a ser un smbolo institu-cional antes que un hombre de carne y hueso. (...)

    A partir de Botsuana y de la falta de sensibilidad que el rey mostr hacia el posible colapso econmico de Espaa, su capital poltico y humano empez a ha-cer aguas. En marzo de 2013, se sinti impotente pa-ra recuperarlo y eso le llev a la desesperacin. Sin la caza, sin la libertad, sin los viajes, sin la compaa del ser querido, sin el poder y hasta sin ese sof mullido que a todos nos gusta tener en casa: a raz de las ope-raciones y sus dificultades para moverse, los mdicos pidieron que se le cambiara el sof del saloncito azul por uno nuevo y seguramente ms incmodo.

    La familia tambin haca tiempo que haba desapa-

    recido, si es que alguna vez la tuvo. Poda pasarse hasta dos meses sin ver al prncipe, que estaba clara-mente del lado de la madre, sealan fuentes conoce-doras de las esculidas relaciones familiares de los Borbn-Grecia. Incluso sin ver a la infanta Elena, de la que siempre se dice que es la que ms unida est a l. A veces vena a verlo cuando iba a montar a caba-llo a La Zarzuela, pero ellos no saben lo que es el amor familiar, nadie les ha enseado continan. No fue el caso Urdangarin el que descompuso a la familia: es-ta simplemente no existi nunca.

    Me daba pena verlo ah solo, un sbado, un domin-go por la tarde y por la noche, sin ms compaa que los ayudas de cmara, cuenta una persona que en ms de una ocasin dej a los suyos para acompaar al monarca en los temibles fines de semana de prisin incomunicada a los que fue condenado sobre todo tras la operacin de hernia discal del 4 de marzo de 2013, cuando le dieron un tiempo estimado de baja entre dos y seis meses. Mdicamente fue esa operacin la que ms secuelas le dej: Al quitarle la presin que sufra en la espalda, la consecuencia fue similar a la de una manguera a la que se le quita una piedra que la est presionando desde hace mucho tiempo: se queda aplanada y el agua no pasa bien. Lo mismo le ocurri a don Juan Car-los: los nervios de las piernas no le funcionaban bien y le costaba mover-las. Eso le aterroriz, por-que pens que quedara confinado en una silla de ruedas, como su madre, el resto de su vida.

    Mndame una pisto-la para que me suicide, le dijo el rey a uno de sus amigos despus de que el Gobierno, el jefe de la Casa y hasta el director del CNI le hubieran obli-gado a cancelar el viaje a Abu Dabi no por conse-jo mdico como se dijo pblicamente, sino por-que se comprendi que CSW [Corinna zu Sayn-Wittgenstein] poda ser un verdadero peligro para la seguridad nacional. La pe-ticin de una pistola era claramente una exageracin del monarca, que no poda ocultar su irritacin. Por primera vez casi desde la muerte de Franco, no se ha-ca su voluntad. Segn se coment esos das en su

    entorno, entre unos y otros le estaban dejando sin salida vital.

    Para un poltico que trabaj cerca de l durante aos, cancelar el viaje de Abu Dabi fue un error, por-que fue cuando el rey dijo: Van a por m. Desde en-tonces, y hasta finales de marzo, sufri una gran pre-sin para que abdicara. Se senta completamente solo y entr en depresin. Le obligaron a que dejara de ver-se con CSW, se oper otra vez y tena mucho miedo.

    La celeridad y la seriedad con la que se cancel el viaje a Abu Dabi el embajador de Espaa all, Eu-genio Salarich, lo supo menos de 24 horas antes le dej noqueado de una manera especial, segn fuen-tes de su entorno, que aaden: Es un manipulador nato: le dice a todo el mundo lo que quiere or en cada momento, incluido a su hijo.

    Para otros, sin embargo, por primera vez en mucho tiempo, la Casa del Rey y el Ejecutivo actuaron con de-cisin, como deban haberlo hecho durante los ltimos 38 aos: la presencia de CSW en Abu Dabi para acu-dir junto al monarca al Energy Summit era una poten-cial muesca en el desprestigio institucional que es-taba sufriendo Espaa.

    Ms de un da en esa espantosa primavera, un alto cargo del Gobierno recibi a un rey exasperado en su casa, a horas intempestivas, sin tener con quin hablar o a dnde ir. La mujer de este fiel servidor del Estado, alertada sobre la presencia de una visita destacada, ha visto ms de una pelcula en el cine a solas esperando a que el desdichado monarca abandonara su casa y ella pudiera volver sin importunarlo.

    Es difcil saber con exactitud lo que l senta y que-ra en esos momentos porque las descripciones nos llegan a travs de segundas personas. Pero de los tes-timonios de los que lo trataron en esos meses se des-prende la imagen de un hombre que se ech en bra-zos del nico apoyo que tena en ese momento: CSW. Ella era su nico objeto de consuelo y de cario. Pero para la mayor parte de su entorno, su pareja no era ms que una manipuladora que se aprovechaba de su dbil estado para sacarle todo lo que quera.

    Now that I know what it is to be with somebody, Im going to suffer solitude, Ahora que s lo que es estar con alguien, voy a sufrir de soledad, le dijo el rey a CSW. Ella, en respuesta a este enamoramiento supuestamente nico en la vida del monarca, respon-di con insistentes llamadas interesndose por sus molestias, reconfortndolo, preguntndole si se haba tomado las medicinas, cmo haba pasado el da. Le daba pena que nadie lo hiciera, que nadie se estuviera ocupando del hombre detrs del rey. l estaba ate-rrorizado: por su mala salud, por el futuro. Ella lo con-solaba y le insista en que no deba tirar la toalla. Le re-cordaba que l era el rey, que slo l deba decidir.

    A casi nadie en Espaa logr arrancarle una vi-sin positiva del papel que jug CSW en los crticos das de 2013. El entorno inmediato del rey, que co-noca su insistencia en que este no cediera a las pre-siones y renunciara la Co-rona, vea motivos intere-sados: Le vale ms como rey. Apenas un miembro de la clase poltica me ha-bl con ms caridad esa primavera: Lo atiende, le da cario, y eso est bien. Pero creo que los espao-les ya no la dejaran verlo. Sobre todo la derecha ca-verncola. S, ella ha gana-do mucho dinero gracias a l, pero tambin se lo ha hecho ganar a empresas espaolas.

    l est obsesionado con ella, y ella est embar-cada en un estilo de vida

    irreal, me seal otra persona del entorno del rey que dice conocer bien los recovecos de la vida privada de CSW. Esa primavera, la caricatura de CSW como mu-jer diablica se abri paso por los mentideros madri-leos: su mal carcter; su manera de darle al rey ca-rrete cuando conviene y de recogerlo cuando hace fal-

    Un da cualquiera de marzo de 2013, saloncito azul, palacio de La Zarzuela. Cuntos momentos de infelicidad pas don Juan Carlos solo en su saloncito azul el ao antes de abdicar?...

    Desfile del Da de la Hispanidad de 2012.

    EL REY, DESESPERADO, A UN AMIGO: MNDAME UNA PISTOLA PARA QUE ME SUICIDE

    POR ANA ROMERO

  • EL MUNDO. DOMINGO 19 DE ABRIL DE 2015 3.C R O N I C A

    ta en un perfecto ejercicio de manipulacin, y hasta la escena que CSW le mont al monarca en pleno hall de un hotel de Venecia frente a un grupo de personas que haban viajado con l en el mismo avin en el que ella no fue invitada. Ese dibujo iba acompaado de otro: un monarca mayor, dbil, asustado, que llegaba al final de su vida en completa soledad. Aqu, de nue-vo, las visiones difieren. Segn unos: Ella era la ni-ca que le hablaba claramente, que se rea de l, que le gritaba cuando haca algo inaceptable y que lo trataba normal, como un ser humano, no como un rey.

    Corinna viene de abajo, por eso la conozco tan bien, seala sin embargo otro supuesto amigo del ex rey, que comparte esa visin poco amable de la ltima pareja estable de Juan Carlos I. Me asegura, adems, que los servicios de inteligencia guardan celosamente datos de la vida privada de CSW que no dudarn en poner en circulacin si esta hace peligrar la dignidad real en Espaa.

    Llegados a este punto, es difcil rastrear los hechos como son. Lo cierto es que tras las ltimas reuniones de CSW en Zarzuela con el general Sanz Roldn y con Margallo en diciembre de 2012, la clase dirigente se cerr en banda. Fue entonces cuando, adems de su residencia en Mnaco por motivos fiscales, CSW cam-bi el hogar que tena en el monte de El Pardo por un elegante piso en una de las direcciones ms distingui-das de Londres, donde apenas los rusos y los rabes multimillonarios pueden permitirse tener casa.

    De esa dura poca de soledad impuesta por la salud y por los escndalos, hay varios nombres que sonaron en Madrid como amigos que no dudaron en acompa-ar al rey cuando l los necesit: Juan Miguel Villar Mir, el general Flix Sanz Roldn, el doctor ngel Vi-llamor o el ex presidente Felipe Gonzlez. A ninguno le gusta hablar de su relacin con el ex monarca, y menos en unas circunstancias tan difciles para l.

    Tambin CSW afirm encontrarse en una situacin muy complicada que ella no dudaba en calificar de pesadilla. No poda ver al rey pero se senta obliga-da a apoyarlo en la distancia. Se saba criticada a lo largo y ancho del pas: si estaba, por estar; si no esta-ba, por no estar. En su afn por defenderse, acab po-niendo an ms piedras en el camino. Cuando se can-cel el polmico viaje real a Abu Dabi, una CSW muy enfadada que, como hemos visto, se qued colgada en la suite presidencial del Emirates Palace se refiri a lo sucedido como un golpe de palacio en Zarzue-la que tendra retenido a don Juan Carlos. Aunque sus interlocutores no llegaron a creerla, s intuyeron sin embargo que el rey de Espaa empezaba a perder su poder. Y en el colmo de la humillacin, al compro-bar que el rey no iba a ocupar la suite presidencial, se le sugiri a CSW que deba abandonarla, a lo que ella se neg en redondo.

    Las habladuras no eran buenas para nadie, y me-nos an para un pas como Espaa que luchaba por recuperarse de una crisis econmica en medio de una persistente crisis poltica. La imagen del pas se resen-ta en los crculos dirigentes del exterior aunque estas interioridades no salieran en la prensa.

    Lo que s resultaba ms que visible era el caso Nos que, a esas alturas, estaba colocando en portada con frecuencia a la familia real. Si un da resultaba impu-tado el asesor de las infantas Elena y Cristina, Carlos Garca Revenga, machaconamente llamado secreta-rio por los medios, otro era llamado a declarar el con-de Fontao, el abogado del rey. Torres segua con su es-trategia de ir filtrando correos embarazosos. Los espa-oles empezaron a vislumbrar una Zarzuela convertida en una casa de los los donde nadie pareca estar realmente al frente, desde luego no un monarca que sala y entraba de hospitales aparentemente inca-paz de poner fin a los escndalos.

    La expulsin de los duques de Palma del paraso se fue haciendo en diferido, lo que fue malo para todos: para ellos porque les hizo sentirse an ms vctimas y para los espaoles porque les dio la sensacin de que los empujoncitos que les iban dando eran resultado de las encuestas internas un rechazo cercano al cien por cien de la poblacin espaola hacia la pareja y no al convencimiento personal o a una decisin ma-dura de los padres, el hermano y la institucin.

    El 10 de febrero de 2013, cuando Juan Carlos I acu-di al Buesa Arena en Vitoria para presidir la Copa del Rey, el recibimiento fue desolador. Adems de la tra-dicional pitada al himno nacional, los asistentes le gri-

    taron Fuera, fuera! y, lo que es peor, le corearon la cancin infantil: Un elefante se balanceaba sobre la tela de una araa. Una cosa es que se pite al rey en Espaa debido a las habituales tensiones nacionalis-tas y otra es que se le hagan chanzas porque su ima-gen ha dejado de inspirar respeto.

    Este punto fue especialmente doloroso para l, por-que todos los que le conocen lo describen como un caballero. Le llegaban los vdeos y las imitaciones ms crueles, y l los interpretaba correctamente como la prdida de popularidad entre todas las capas de la sociedad. Su corona se tambaleaba con claridad, pero cay definitivamente cuando perdi el respaldo de la clase dirigente y de los poderes fcticos.

    Como cada ao, a primeros de enero de 2013, EL MUNDO le haba regalado a Zarzuela una encuesta con preguntas que nadie pareca querer hacer para no infligir ms dao a Juan Carlos I. En esa en parti-cular se pudo ver claramente que el rey no recupera-ba la popularidad que haba perdido tras la cada en Botsuana. Esos 20 puntos de crdito que se despea-ron por el risco de la irresponsabilidad personal ya no volveran jams.

    En medio de toda esa niebla que se cerna en torno al monte de El Pardo, irrumpi CSW como un elefan-te en una cacharrera. En febrero, sintindose aban-donada a su suerte por el aparato de Zarzuela, deci-di lanzar su propio mensaje de defensa en medio de posados glamurosos que incluyeron una pulsera va-lorada en ms de tres millones de euros. Peor, impo-sible, ante un pas agobiado por la crisis econmica y el deterioro de las instituciones, empezando por la Corona. Tras leer sus declaraciones, algunos miem-bros del Gobierno entendieron adems la peligrosa relacin que se haba creado entre CSW y la Casa del Rey. Ese fue el caso, por ejemplo, del ministro de In-dustria, Jos Manuel Soria, que comprob sorprendi-do cmo se manejaban algunos de sus documentos sin que l los hubiera facilitado. Don Juan Carlos, que pareci entender el error cometido en Botsuana, se-gua errando al permitir que CSW regresara a Madrid y dialogara con Margallo, su ministro ms cortesano, sobre asuntos que slo correspondan al Gobierno, como eran los problemas con los lderes de Emiratos por las primas a las renovables.

    EL LTIMO TRABAJO DE CORINNA El ltimo trabajo de CSW para Zarzuela, en diciembre de 2012, fue la puntilla. EL MUNDO desvel que ella escribi el guin y eligi el atrezo del vdeo de Juan Carlos I para el Energy Summit de Abu Dabi, ese al que luego no asisti. En l, el monarca se dirigi a los participantes del foro en el Emirates Palace sentado junto a una enorme fotografa de sheikh Zayed, el je-que fundador de los Emi-ratos. La cinta la grab un cmara de Televisin Es-paola bajo la direccin de Javier Ayuso, el direc-tor de comunicacin de la Casa. A partir de ah, CSW slo tendra cabida en el universo emocional del monarca. Se acabaron los trabajos para Espaa.

    (...) El 31 de marzo, EL MUNDO volvi a asestar un golpe en forma de ex-clusiva al publicar el tes-tamento de don Juan de Borbn, del que siempre se dijo que vivi gracias a la ayuda caritativa de al-gunos seguidores monr-quicos espaoles. Crni-ca, el suplemento domi-nical dirigido entonces por Miguel ngel Mella-do, se hizo con el docu-mento que demostraba que don Juan muri rico y que dej a sus tres hijos casi siete millones de eu-ros entre cuentas bancarias e inmuebles. El dinero, adems, estaba en tres cuentas en Suiza. Su hijo in-gres los 2,25 millones de euros que le correspondie-ron en una cuenta en Ginebra mediante tres cheques en octubre de 1993.

    La informacin [firmada por Ana Mara Ortiz] no dej bien parado al rey, del que siempre se sospech sottovoce que poda tener cuentas en el extranjero. Durante ms de tres meses, Zarzuela guard silencio. A principios de julio se nos convoc a un briefing en Magnolias en el que, sin previo aviso, se nos inform de que el jefe de la Casa, Rafael Spottorno, haba he-cho una laboriosa investigacin fruto de la cual haba comprobado que el rey emple esos 2,25 millones de euros en pagar deudas y obligaciones de su padre, y que en 1995 cerr la cuenta. Spottorno no aport prueba documental alguna. Los bancos se haban fu-sionado, haba pasado mucho tiempo y los papeles ha-ban desaparecido. Tampoco hubo documentos de que el monarca hubiera pagado impuestos en Espaa por la herencia recibida.

    Lo que pareca que no poda empeorar, lo hizo: el 3 de abril, el juez Castro imput a la infanta Cristina y la inst a acudir al juzgado a declarar el da 27 de ese mismo mes. No se acaba de entender que el rey no comente con su hija las crticas que haba hecho llegar a su marido, escribi el magistrado en su auto.

    Doa Cristina, o la ciudadana Cristina de Borbn, como empezaron a llamarla los medios debido a su falta de ejemplaridad, no lleg a declarar porque fue desimputada por el fiscal. Esta figura jurdica no exis-te, pero fue acuada espontneamente para definir una situacin que fue debatida con entusiasmo por los espaoles de todas las clases sociales y en todos los puntos del pas. Zarzuela adopt un papel sorprenden-te: se inmiscuy de lleno en el quehacer de la Justicia al emitir un comunicado en el que expresaba su sor-presa por la decisin del juez y defenda la del fiscal. El comunicado, incomprensible para la mayora de los espaoles, se explica en el contexto de la reunin que mantuvieron en palacio el rey, el prncipe, el presiden-te del Gobierno, el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardn, y el fiscal general del Estado, Torres Dulce, en la que se estableci una lnea roja de actuacin: se dejaba caer a Urdangarin al foso pero no a la infanta para evitar la contaminacin de toda la Corona.

    Sin xito alguno, don Juan Carlos se dirigi a su hi-ja menor como rey y no como padre para que hicie-ra algo, como por ejemplo divorciarse de su marido. No slo no lo hizo, sino que la pareja Urdangarin-Bor-bn sali reforzada despus de lo que ambos consi-deraron una injusticia. Adems, de nada sirvi la in-terferencia de Zarzuela en los quehaceres de la Justi-cia: un ao ms tarde, la infanta Cristina fue imputada sine die, y as sigue.

    Por si la situacin no estuviera an lo suficiente-mente enrarecida con todos los acontecimientos, el to-do Madrid supo en ese tiempo que el director de EL MUNDO, Pedro J. Ramrez, se haba reunido en Lon-

    dres con CSW. Por encar-go de quin? Para tramar el qu? Juntos, la enemigo nmero uno del momento con el enemigo nmero uno de siempre.

    El viernes, 22 de febrero de 2013, la esquina de la redaccin de EL MUNDO. Por la ubicacin de su des-pacho, a Pedro J. le sola-mos llamar el de la esqui-na. All se concentraban los despachos del poder: el del director, el de su eterno nmero dos, Casimiro Garca-Abadillo, y el de su filsofo de cabecera, Pedro Garca Cuartango. Esa maana, con la primera entrevista de CSW ya he-cha, el director andaba dando zancadas por la re-daccin, sntoma inequvo-co de que estaba excitado por alguna noticia.

    Entre conversaciones cruzadas, y ante la incredulidad general, saqu a cola-cin la columna que Jos Antonio Zarzalejos haba pu-blicado ese da en El Confidencial y que titul El rey baraja ya la abdicacin. Me pareci relevante porque Zarzalejos es un periodista riguroso que tiene buenas fuentes, y porque intua recin / SIGUE EN PGINA 4

    El relevo en la Corona: 19 de junio de 2014.

    DON JUAN CARLOS LLEG A PEDIR AL ENTONCES PRNCIPE QUE SE DIVORCIARA

  • EL MUNDO. DOMINGO 19 DE ABRIL DE 20154. C R O N I C A

    llegada de mi encuentro con CSW en Londres que el monarca no podra hacer juegos malabares durante mucho ms tiempo.

    Sin movilidad y sin popularidad, tocado en su per-cepcin pblica por su relacin con Corinna Sayn-Wi-ttegenstein [sic] y ahora tambin por su aireada aunque no probada intervencin para proporcio-nar la presidencia de la Fundacin Laureus a su yerno, don Juan Carlos ya es permeable a asumir una prxi-ma abdicacin, siempre en una coyuntura ms disten-dida que le permita lo que, sin duda, merece: dejar la jefatura del Estado con la vitola de haber sido el mejor rey de la historia de Espaa. Porque ya su permanen-cia al frente de la institucin de la Corona ha traspasa-do el umbral de la optimizacin de la monarqua de tal forma que la proclamacin de don Felipe producira una regeneracin institucional completa con un efec-to domin en todo el sistema, ahora muy renqueante, escribi el antiguo director de Abc (...).

    Lo que Zarzalejos escribi se lo haban confirmado directamente en Zarzuela, pero los hombres de gris no tuvieron empacho en desmentirlo ese mismo da a tra-vs de un comunicado. El rey mont en clera al comprobar que su entorno no slo aceptaba con los brazos abiertos lo que an no era ms que una idea sin elaborar, sino que empezaba a difundirla para que no hubiera marcha atrs. Esto hizo extremar las pre-cauciones a Spottorno, que, en 2014, cuando la idea volvi a estar sobre la mesa, fue preguntando al rey cada da durante dos semanas si esta vez iba en se-rio, o si iba a cambiar otra vez de opinin.

    La operacin de relevo, como ya hemos visto, se em-pez a estudiar en profundidad en 2010 poco antes de la operacin de pulmn, pero el rey no quera ni or hablar del tema, apoyado por un entorno que le repe-ta: El prncipe an no est preparado. Despus de Botsuana, se lo empez a ver venir, pero no quera ni atado, me corrobora un destacado poltico que habl con el monarca de la posible abdicacin al menos en 15 ocasiones entre 2012 y 2014. Ya he hecho todo lo que tena que hacer, fue el argumento principal de don Juan Carlos para justificar un final que, en el ve-rano de 2012, puso sobre la mesa al presidente Rajoy como rdago a su decisin de seguir viendo a CSW, y que el 5 de enero de 2013, con motivo de su 75 cum-pleaos, se le haba vuelto a sugerir. Pero ella se neg en redondo a que l lo hiciera.

    Los diplomticos extranjeros acreditados en Ma-drid, y sus extensiones en los servicios de inteligencia, ya no preguntaban si el rey pensaba abdicar, como en el pasado reciente. En la primavera de 2013, la pre-gunta era: Por qu no lo ha hecho ya? A qu espe-ra? Debera hacerlo.

    A su alrededor, en un perfecto cuadro shakespea-riano, las clases informadas destacaban tres proble-mas, los tres con nombre de mujer y las tres a la de-fensiva. El primero, el de la princesa de Asturias, quien despus de unos aos muy buenos, tras tener a las nias, se torci. Considera que tiene que prote-gerse frente a una familia disfuncional. El segundo, el de la infanta Cristina, cuya soberbia le impide dar el paso la renuncia a los derechos dinsticos que aligerara la carga que lleva el rey. Y el tercero, el de CSW, que tiene mucha influencia sobre el monarca incluso en la lejana. Aunque ya no tiene dependen-cia fsica hacia ella, s la tiene psicolgica. No hay un cuarto nombre femenino, el de doa Sofa, porque ella lo nico que quiere es que su hijo reine. Nada ms, y nada menos.(...)

    LA MALDICIN DEL GEN BORBN El debate en Espaa comenzaba a deslizarse por una peligrosa pendiente: si el juancarlismo estaba herido de muerte, y los espaoles nunca haban sido monr-quicos, por qu aceptar la Corona despus de Juan Carlos I? La decepcin personal provocada por el rey confirm a muchos espaoles la maldicin del gen Borbn, que acaba siempre mal para Espaa. Este era el camino que Zarzuela y Moncloa queran evitar a toda costa: que los ltimos aos de don Juan Car-los pusieran en peligro la arquitectura poltica de la Espaa salida de la Transicin. Ese fue el temor que empez a imponerse entre la clase dirigente: si el rey permaneca en el trono habiendo perdido el respeto de los espaoles, exista el grave peligro de que los ciudadanos le dieran la espalda no slo a l, sino a la Corona en general.

    Hasta entonces, la clase dirigente se haba visto be-neficiada por un rey que traa estabilidad y confianza al pas. Pero en pocos meses se empez a instalar el convencimiento de que el monarca se haba transfor-mado en un peligro para la estabilidad del sistema creado tras la muerte de Franco. Incluso entre algu-nos de sus ms enrgicos defensores, benefactores o beneficiados. Don Juan Carlos se estaba quedando peligrosamente sin apoyos.

    El temido efecto contagio empez a producirse en 2013, y contamin hasta los grandes valores de la Ca-sa, como la reina. El 8 de enero, para gran sorpresa de sus acompaantes, doa Sofa fue abucheada en Ma-drid en un acto solidario en el cine Callao: la presenta-cin de la pelcula de televisin basada en la vida de Vicente Ferrer, que entreg su vida a los intocables de la India. Algunos de sus fieles entre los hombres de gris mostraron su sorpresa e indignacin: No es jus-to, si hay alguien que no se lo merezca es ella. Pero volvi a ocurrirle lo mismo, a finales de mes, en el Tea-tro Real. Y de nuevo, cinco meses ms tarde, en el Au-ditorio Nacional de Madrid. (...)

    Si hasta all haban acudido espaoles de bien no vi a ningn hooligan entre los abucheadores, has-ta dnde estaba llegando el descontento hacia los Borbones del siglo XXI?

    Lo supimos, en vivo y en directo, el 31 de mayo, cuando los prncipes de Asturias recibieron una sono-ra pitada en el Liceo de Barcelona, un lugar poco sos-pechoso de albergar a desarrapados. Incluso los es-paoles que no hablan cataln imaginaron que la ex-presin foteu el camp! no es precisamente un halago. Las caras de los prncipes, cada uno en su es-tilo, lo decan todo. En el caso de doa Letizia, era cla-ro el enfado: desde su punto de vista, ellos sufran las consecuencias de las actuaciones irresponsables de otros. Entre ellos, su suegro, el rey, que segua enro-cado en su decisin de no abandonar el barco hasta que la situacin poltica se aclarara, el juicio de Ur-dangarin finalizara y los espaoles se hubieran con-vencido de que, al fin y al cabo, l haba sido el mejor Borbn de la historia de Espaa.

    En esa direccin lo apoyaba y lo aconsejaba CSW, que en abril haba enviado a su primer exmarido, el americano Philip Adkins, a acompaar al rey. Adkins almorz con don Juan Carlos en Zarzuela y, por fin, lo encontr ms animado porque haba mejorado al-go. El primer da que pudo ponerse de pie despus de la operacin de hernia discal, al monarca se le llena-ron los ojos de lgrimas. Le pareci un milagro, l que se daba ya por confinado de por vida a la silla de rue-das. CSW y Adkins, por un lado, y el doctor Villamor por otro, le empujaron a hacer la dura rehabilitacin que le ayudara a caminar de nuevo. No haba mu-chos ms a su alrededor que le inspiraran el deseo de sobreponerse a la in-validez, excepto su pro-pia ambicin y la fijacin dinstica que le haba si-do inculcada desde nio.

    A corto plazo, su gran ilusin era poder viajar de nuevo al extranjero para encontrarse con CSW. Incluso los que tan-to empeo ponan para separarlos se dieron cuenta entonces de que ella era la nica que le daba vidilla. Una vidilla necesaria para mantener la estabilidad institucio-nal en Espaa hasta que el horizonte econmico, poltico y judicial se esta-bilizara. CSW, con su ha-bitual rapidez mental, pa-reci darse cuenta del cambio de rumbo en la capital de Espaa. Ms de una persona la oy comentar con amargura: Aho-ra s querrn que me ocupe yo de l para que en Es-paa puedan seguir utilizndolo. Primero me echan con cajas destempladas y ahora me buscan. Por qu no me dejan en paz?.

    Pronto, el rey pudo viajar de nuevo a Londres para

    verla, una rutina que mantuvo cada tres semanas mientras su salud se lo permiti. Estaba claro que mientras CSW no viniera a Espaa ni se inmiscuyera en los asuntos nacionales, casi era mejor que el rey si-guiera vindola para que tuviera algn tipo de espe-ranza que le ayudara a recuperarse fsicamente. Su entorno de Zarzuela, en un nuevo vaivn, empez a convencerse una vez ms, para bien o para mal, de que su mejora fsica lo pone en la casilla de salida para otros tantos aos.

    Esa tambin fue la poca en la que el rey decidi que no poda abandonar el trono con el rabo entre las piernas como casi todos sus antecesores, cuando pro-clam que volva para dar guerra. Fue un espacio temporal breve en el que lleg a creer que podra re-lanzar su imagen y erigirse en protagonista de una se-gunda Transicin. En ese tiempo de energa positiva, hasta EL MUNDO le apoyaba. Pedro J., en su Carta del Director, escribi El Rey Batallador, insistindo-le para que siguiera al frente del trono hasta la muer-te. Y hubo una portada, la del domingo 5 de mayo, que al monarca le entusiasm.

    Esa portada, que llevaba mi firma, se titul: El rey decidido a reactivar los mejores valores de la Transi-cin. Su contenido era una clara lanzadera para que don Juan Carlos retomara las riendas de la jefatura del Estado: (...) Segn el programa institucional Audien-cia abierta, de TVE, don Juan Carlos va a relanzar el papel moderador de la Corona para propiciar pactos, acuerdos y consensos frente a la crisis. El monarca, de 75 aos, quiere fomentar la transparencia y el sometimiento a la ley de todas las instituciones, em-pezando por la monarqua. (...) Desde hace dos sema-nas, el rey insiste, casi a diario, en que est de vuelta. Ayer lo hizo a travs de la televisin pblica, que ofre-ci, por primera vez en 10 aos, imgenes del monar-ca despachando en La Zarzuela con Rafael Spottorno, el jefe de la Casa del Rey (...).

    LA NOTA MS BAJA EN LAS ENCUESTAS Uno lee ahora ese artculo con una mezcla de condes-cendencia y de pena por el deseo de que ocurra lo que hay en l. No se reflejaba en mi crnica que se trataba del ensimo intento cocinado en Zarzuela por insuflar vida en una figura que se apagaba sin remi-sin: el barmetro del mes de abril del Centro de In-vestigaciones Sociolgicas dio 3,68 puntos a la mo-narqua, un claro suspenso que se convirti en la no-ta ms baja desde que comenzaron las encuestas. La vez anterior, en octubre de 2011, la monarqua haba logrado una media de 4,89 puntos. En dos aos, en-tre octubre de 2011 y abril de 2013, el gubernamental CIS se olvid de preguntar a los espaoles por su opi-nin hacia la monarqua, siguiendo el viejo axioma de

    no news, good news. Visto ahora, con la dis-

    tancia de los hechos acae-cidos, uno no puede sino esbozar una sonrisa: en qu mundo viva Zarzuela en aquella poca si pensa-ba que don Juan Carlos, Rajoy y Prez Rubalcaba podan ponerse al frente de una nueva Espaa?

    Como si Botsuana no hubiese existido, trataron de retrotraerse a marzo de 2012, cuando el rey se reu-ni con el lobby del Ibex 35 en ese encuentro-exclu-siva filtrado posteriormen-te a El Pas y EL MUNDO.

    Increblemente, el rey y su entorno estaban apa-rentemente convencidos de que don Juan Carlos an poda ponerse al fren-te de una renovacin de la imagen de la monarqua. Adems de entusiasma-

    do con esa portada, tambin se encontraba muy animado ante la perspectiva de retomar el control, aunque sigue estando solo y confundido acerca de su relacin con CSW.

    Tambin la clase poltica dirigente y los principales medios de comunicacin hicieron todo lo posible por

    VIENE DE PGINA 3 /

    Barcelona, 22 de mayo de 2006.

    DON JUAN CARLOS QUISO CONVERTIRLA EN SU ALTEZA REAL CORINNA DE BORBN

  • EL MUNDO. DOMINGO 19 DE ABRIL DE 2015 5.C R O N I C A

    reinsertar a Juan Carlos I en los corazones de los es-paoles. A este esfuerzo se sum Pedro J. Ramrez, quien en su carta El Rey Batallador dej escrito: Lo que ahora requerimos de l no es que nos vuelva re-presentar en los Juegos Olmpicos sino que impulse un proyecto regenerador, similar al de la Transicin, que nos saque del hoyo. Y lleg a decir de l que si-gue siendo el mayor activo de nuestra democracia. La extraa misiva semanal de Ramrez ech a temblar los consejeros del rey: si le peda que se quedara con esa tanda de piropos, slo poda ser para echarlo l mismo, cuando l quisiera.

    Aunque mis fuentes describieron al rey como en-tusiasmado con la mencionada portada y de volver a ser el protagonista de una segunda Transicin, lo cierto es que nunca llam a Ramrez para agradecer-le la casi aduladora carta. Juan Carlos I haba dejado de fiarse del director de EL MUNDO haca ms de 20 aos: una simple columna no iba a convertirlo en su principal apoyo. En ese tiempo hubo otro desagrada-ble motivo adicional que supuestamente jale la deci-sin real de aguantar contra viento y marea. El pro-pio rey se encargaba de airear la sospecha: doa Le-tizia no estaba preparada para ser reina de Espaa. No he podido confirmar si todo lo sucedido en torno a la princesa de Asturias durante aquellos meses fue una tormenta de verano auspiciada por los que no queran que accediera al trono, entre ellos su propio suegro, o si se trat de una serie de hechos conse-cuencia de su atribulada existencia.

    Lo que s puedo asegurar es que la tormenta tuvo lugar, aunque los medios de comunicacin pasaron por encima de ella de puntillas. Personas influyentes la utilizaron para probar que doa Letizia no era apta para ser consorte del rey de Espaa. La mano de Sha-kespeare se dej sentir de nuevo en La Zarzuela en un extrao segundo acto de una tragedia cuyos captulos estaban ya muy avanzados. Las personas que se de-can ms responsables e informadas se jactaban de poseer los datos necesarios para declararse contrarios a la posibilidad de que doa Letizia ocupara el lugar de la reina Sofa. El rey haca poco por defenderla.

    Ella se cas enamorada, pero luego se desenamo-r, se desenga o no est bien, sealan fuentes sol-ventes sobre lo que empez a ocurrir en la primavera de 2013 tras la publicacin del libro Adis princesa, es-crito por un primo de doa Letizia, David Rocasolano, y que no fue publicitado en ningn medio de comuni-cacin tradicional.

    El libro en cuestin, con bastante mal estilo, es un claro acto de venganza hacia un familiar con el que la relacin se ha roto, y no deja bien parada a la actual reina de Espaa. A partir de ah, no sabemos si influi-da por la traicin familiar, doa Letizia empez a dar muestras pblicas de un claro malhumor. Su cara es-ttica y su tensin latente se convirtieron en marca per-sonal hasta septiembre de 2013, en que lo peor haba pasado y le vio las orejas al lobo. En Buenos Aires, durante la malhadada presentacin de la candidatura a los Juegos Olmpicos, los prncipes de Asturias de-mostraron pblicamente que sus supuestas dificulta-des matrimoniales haban quedado atrs. La excelen-te intervencin de don Felipe, sobre todo comparada con la lamentable de los polticos, le dio un halo real al heredero ante todo el pas, que lo sigui por televisin.

    Desde abril y hasta septiembre de 2013, los proble-mas de doa Letizia se superpusieron a los de don Juan Carlos: comenzaron a ser discutidos por el todo Madrid su extrema delgadez, su mala relacin con don Felipe, sus inadecuadas salidas con amigas y, lo peor, unos mensajes de mvil de una persona que ac-tuaba contra ella. Al parecer, el Gobierno tuvo que pe-dir al CNI que interviniera ante un intento de chanta-je. Un asunto turbio que debi de complicar la rela-cin familiar hasta el punto de que, en agosto, doa Letizia abandon Mallorca y dej al prncipe all con las infantas Leonor y Sofa. En ese momento, el rey pi-di al prncipe que se divorciara de ella, pero el resul-tado fue el mismo que el de la peticin que formul a la infanta Cristina: la pareja se volvi a unir y luch aliada contra la adversidad.

    Fue ese el extrao verano en el que la prensa mo-nrquica public un artculo llamando al orden a do-a Letizia para luego rectificar y afirmar que supues-tos problemas en la pareja no eran ms que una err-nea percepcin pblica. El talante cambiante de la princesa, que mejor en septiembre de 2013 y defi-

    nitivamente en junio de 2014 cuando se convirti en reina, vade el temporal, de modo que su supuesta incapacidad para reinar qued enterrada en el olvido. Ya haba un motivo menos para que don Juan Carlos se resistiera a abdicar. Sobre todo, deba dejar paso al prncipe de Asturias mejor preparado de la Historia, como l mismo dijo en TVE en enero de 2013.

    Como el ao anterior, el rey eligi el Da de las Fuer-zas Armadas para hacer una rentre pblica tras una operacin. Esta vez, tuvo lugar en la plaza de la Leal-tad de Madrid, no en Valladolid, y result bastante des-lucida y pobre. Dur apenas 20 minutos, y el paso len-to del monarca, seguido de las caras de circunstancias de los prncipes de Asturias, no sirvi exactamente co-mo el espejo de los ejrcitos de Espaa. (...)

    EN LA MISA DEL CENTENARIO DE DON JUAN El 20 de junio, la misa conmemorativa del centenario del nacimiento de don Juan se convirti en el mejor ejemplo del estado de descomposicin en el que se encontraba la familia real espaola: nada de esto que-d fotografiado o contado, pero los que acudimos ese da al Palacio Real pudimos observarlo y casi tocarlo con las manos. Los reyes, como de costumbre, no se miraron ni se hablaron. Los prncipes de Asturias se presentaron sin sus hijas, aparentemente porque do-a Letizia se neg en redondo a que las nias asistie-ran. La princesa de Asturias estuvo tan seria y malen-carada que claramente haba tenido un altercado re-ciente: no comulg, no bes el anillo del obispo como el resto de la familia real y tampoco hizo la reveren-cia ante el Santsimo. Todos estos gestos, salvo la co-munin, forman parte del protocolo. Saltrselos era su manera de mostrar un monumental enfado. Por su parte, la infanta Cristina, que reapareci sola tras ao y medio de ausencia, se senta claramente a disgusto: tan pronto sonrea demasiado como mostraba unos ojos llorosos. Los ms normales, la infanta Elena y su hijo mayor, Felipe Juan Froiln. Los que conocen los intrngulis de palacio afirman: El abuelo tiene tan po-ca relacin con los nietos que no sabe dnde estudian o si el mayor es un gamberro.

    De la ceremonia salimos confundidos y con la clara sensacin de que la familia real, as, no poda seguir cumpliendo su funcin institucional. Las principales autoridades del pas, all presentes, tuvieron que tener por fuerza la misma impresin. Era evidente.

    El rey hizo caso omiso a esta clara descomposicin familiar, declar que lo suyo era cuestin de torni-llos, no de estar enfermsimo y se lanz a visitar Marruecos. Ese viaje haba tenido que ser pospuesto a primeros de ao por su operacin de hernia discal, y en ese momento se sinti con nimos de hacerlo: era un trayecto corto que le traera muchos rditos, dada la importancia poltica de la relacin entre los jefes de Estado vecinos. Zarzue-la repiti sin cesar que, nue-ve meses despus del com-plicado viaje a India, el rey estaba en plena forma para recuperar su agenda exte-rior. Segn pudimos ob-servar en Marruecos, esa aseveracin era claramente exagerada. De la misma forma que la visita a la India quedar en mi memoria por la longitud de la primera al-fombra roja, el ltimo viaje oficial a Marruecos de Juan Carlos I est para m con-formado por varias escenas aisladas: la llegada en el Falcon, del que sali con enorme dificultad, y la ter-nura con la que un alto fun-cionario le prest su brazo a la vuelta para que pudiera subir con dignidad. Los pe-riodistas estbamos lo sufi-cientemente cerca como para comprobar el enorme esfuerzo que este hombre llev a cabo para facilitar la entrada de don Juan Carlos en el avin. Me hizo pensar en mi padre, me dira ms tarde el funciona-rio cuando le hice ver lo difcil que debi de ser exten-der su brazo sin mover un msculo y sostener al mo-

    narca hasta que entr en el avin. Ese viaje tambin tuvo su traspis con una alfombra

    en el palacio real de Rabat, donde una mano amiga tambin lo sujet con fuerza. Y finalmente, una recep-cin en el jardn del embajador de Espaa, Alberto Na-varro, en la que un invitado marroqu suspir: Qu pena verlo as. Esta ser su ltima visita a Marruecos.

    En esa recepcin, el rey se arrastr a duras penas entre los invitados apoyndose en sus muletas y con-testando irritado a las preguntas de los periodistas. Ahora voy a pensar en m, nos dijo.

    Puede que as se explique que unas semanas ms tarde, en agosto, cuando pas unos das en la casa de Philip Adkins en Sussex, discutiera con CSW la posi-bilidad de contraer matrimonio y de que ella obtuvie-ra el ttulo de su alteza real Corinna de Borbn. El complicado plan implicaba aguantar un ao ms, lle-gar hasta los fastos de celebracin del 40 aniversario de su proclamacin en noviembre de 2015 y luego re-tirarse con ella en un pas extranjero, apenas con un apartamento en el Palacio Real al que acudir cuando los nimos de los espaoles se hubieran atemperado respecto a ella. Era un deseo recurrente en el nimo del monarca pero de muy difcil encaje en la realidad poltica y constitucional de Espaa.

    Su ilusin era que el 22 de noviembre de 2015 pu-diera celebrar sus cuatro dcadas en el trono [termin firmando su abdicacin el 18 de junio de 2014] antes de pasar la batuta a su hijo despus de que la Justicia ajustara cuentas con su yerno y los espaoles se hu-biesen pronunciado de nuevo por una estabilizadora victoria del Partido Popular.

    Pero todo parece indicar que el rey no se daba cuen-ta de que el tren haba pasado de largo delante de l. A finales de agosto, a la vuelta de Sussex, unos terri-bles dolores le volvieron a atacar. El doctor Villamor descubri que se trataba de la peor de las opciones: una infeccin en la prtesis que l mismo le haba co-locado en la cadera izquierda en noviembre de 2012.

    La teora, que el mismo rey ha interiorizado, de que poda haber muerto de septicemia es ridcula, segn fuentes mdicas. La prueba: que durante un mes La Zarzuela debati y organiz la mejor mane-ra de volver a empezar. Qu opcin mdica tomar, y cundo y cmo informar a los espaoles de que el rey aquel que iba a ponerse al frente de la nueva Transicin espaola volva a quirfano por trigsi-ma vez en tres aos. En secreto, los planes se fueron desarrollando a lo largo del mes de septiembre, y ayudan a entender el buen humor de los prncipes de Asturias a su regreso veraniego. A finales de mes, El Confidencial desvel que mdicos americanos ha-ban estado visitando al rey, y el plan de Zarzuela de esperar hasta el ltimo minuto para informar a los

    ciudadanos se tuvo que adelantar.

    El viernes 20 de sep-tiembre por primera vez en la historia!, tuvo lugar una rueda de prensa en La Zarzuela presidida por Rafael Spottorno con la compaa de tres mdi-cos: a su derecha, dos ve-nidos de Estados Unidos, y a su izquierda, el doctor Villamor, cuyo rostro serio dejaba intuir que algo ms estaba pasando en medio de todo el tumulto.

    Segn me han contado, al medioda, Villamor al-morz en buena sintona con los mdicos venidos de la clnica Mayo Miguel Cabanela y Robert Trous-dale, Spottorno y dos miembros del gabinete de prensa. Pero a algunos pe-riodistas no les pas desa-percibida la manera en la

    que Spottorno cogi a Villamor por el brazo y lo apar-t del equipo mdico a la hora de sentarse en la rueda de prensa. Con gran firmeza, agarr al mdico del rey y le dijo: T, aqu.

    Una nueva partida estaba a punto de empezar. @AnaRomeroGalan O

    Final de partida, de Ana Romero, publicado por La Esfera de los Libros, a la venta el martes.