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ABONOS PARA EL TRIGO Javier Salazar y Vigil de Quiñones Ingeniero Agrónomo del Centro de Cerealicultura de Madrid (I. N. I. A.). Si comparamos los rendimientos de nues- tra producción triguera con los de la mayo- ría de los países europeos, resultan ser muy inferiores. ¿A qué se debe esta inferioridad? No cabe duda que en primer lugar influye la escasez de lluvias, muchos arios mal distri- buídas, que afectan a la mayor parte de nues- tros trigales, cultivados en secano. También es otro factor de importancia la escasa cantidad de abonos orgánicos y minerales que se apor- tan a su cultivo. El trigo suele seguir al bar- becho, y con la pequeña acumulación de ni- trógeno que se obtiene con éste y un poco de fosfórico que s:e echa al terreno con el super- fosfato, el labrador sale adelante. En muchos casos, aun en los peores secanos, podrían aumentarse los rendimientos empleando con tino los abonos minerales y orgánicos. Ya sa- bemos que ello encarece el cultivo, pero aumenta los Iendimientos, y ¿hasta qué lími- te es rentable la adición de los abonos? Para conocer esto deben analizarse los suelos, con- sultar las fórmulas de abonado, observar los. resultados en la cosecha, pero no entregarse a la rutina y a la desconfianza. Pensemos, por otra parte, que las variedades selectas de trigo, cuyo cultivo se extiende de día en día, son más exigentes que los modestos «trigos del país», y si dan grandes producciones es. con la condición de abonar bien. Elementos fertilizantes. Para la alimentación del trigo, lo mismo. que para las restantes plantas cultivadas, es. indispensable /a presencia en el suelo de los. cuatro elementos químicos llamados principa- les: nitrógeno, fósforo, potasio y calcio. Ade- más son necesarios otros elementos cuya apor- tación a las cosechas no debe, en general, 2

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ABONOS PARA EL TRIGOJavier Salazar y Vigil de Quiñones

Ingeniero Agrónomo del Centro de Cerealicultura de Madrid (I. N. I. A.).

Si comparamos los rendimientos de nues-tra producción triguera con los de la mayo-ría de los países europeos, resultan ser muyinferiores. ¿A qué se debe esta inferioridad?No cabe duda que en primer lugar influye laescasez de lluvias, muchos arios mal distri-buídas, que afectan a la mayor parte de nues-tros trigales, cultivados en secano. También esotro factor de importancia la escasa cantidadde abonos orgánicos y minerales que se apor-tan a su cultivo. El trigo suele seguir al bar-becho, y con la pequeña acumulación de ni-trógeno que se obtiene con éste y un poco defosfórico que s:e echa al terreno con el super-fosfato, el labrador sale adelante. En muchoscasos, aun en los peores secanos, podríanaumentarse los rendimientos empleando contino los abonos minerales y orgánicos. Ya sa-bemos que ello encarece el cultivo, peroaumenta los Iendimientos, y ¿hasta qué lími-

te es rentable la adición de los abonos? Paraconocer esto deben analizarse los suelos, con-sultar las fórmulas de abonado, observar los.resultados en la cosecha, pero no entregarsea la rutina y a la desconfianza. Pensemos, porotra parte, que las variedades selectas detrigo, cuyo cultivo se extiende de día en día,son más exigentes que los modestos «trigosdel país», y si dan grandes producciones es.con la condición de abonar bien.

Elementos fertilizantes.

Para la alimentación del trigo, lo mismo.que para las restantes plantas cultivadas, es.indispensable /a presencia en el suelo de los.cuatro elementos químicos llamados principa-les: nitrógeno, fósforo, potasio y calcio. Ade-más son necesarios otros elementos cuya apor-tación a las cosechas no debe, en general,

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Estiércol artificial puede su-plir la falta del natural, tanescaso en nuestros secanos.Para su obtención nos so-bra una de las materias pri-mas: la paja. Sólo hay queponer cuidado en su elabo-ración, una de cuyas faseses el adecuado riego del

montón. (De Gros.)

El estiércol es el rey de losabonos. Debemos fabricar-lo lo mejor posible y usar-lo convenientemente: sudistribución en montones ylas labores para enterrarlose deben hacer con la ma-yor prontitud, sobre todocuando se trate de estiér-col muy hecho, para evitarpérdidas de nitrógeno. (Fo-

to C. del Pozo.)

preocupar al agricultor, pues suelen hallarseen cantidad suficiente en el suelo o se incor-poran con los abonos de uso más frecuente;tales son el azufre, hierro, manganeso y otros.

El papel del calcio y los encalados.

La cantidad de calcio requerida por el tri-go para su alimentación es muy pequeña. Laimportancia del calcio se debe a que corrigeo mantiene la reacción del suelo. No olvide-mos que el trigo prospera mal en las tierrasácidas, pobres en cal, y prefiere las neutraso algo alcalinas.

Para alcalinizar un suelo ácido es necesariala adición de cal. Para el encalado de las tie-rras pueden emplearse materiales muy diver-sos: cal viva (que se apagará previamente),piedra caliza molida, espuma de azucarería,conchas pulverizadas, escombros de derribospulverizados, etc.

Las dosis empleadas para encalar con calviva son de 1.500 a 2.500 kilos por hectárea,cada dos o tres años. Esta es una normaaproximada, que en muchos casos puede serexcesiva y en otros insuficiente. Antes de deci-dirse por el encalado de un suelo, convieneque el agricultor mande una muestra para su

análisis a la Jefatura Agronómica Provincialu otro laboratorio oficial, dende le determina-rán las necesidades en calcio del suelo y daránconsejo sobre la manera de efectuar la en-mienda.

Para que la enmienda caliza sea eficaz debeir acompañada de aportaciones de materia or-gánica que mantengan en el suelo una riquezadel 3 por 100 o más.

Estercoladuras.

El estiércol que se aporte al cultivo deltrigo debe ser «muy hecho», pues es plantaque necesita alimentos de asimilación muy fá-cil y rápida. Si el estiércol disponible está«poco hecho», puede añadirse a la cosechaanterior (cebada, patatas, remolacha, etc.) oal barbecho que le precede. En nuestros se-canos son convenientes cantidades de 10.000a 20.000 kilos por hectárea, y en regadío de-ben emplearse 30.000 kilos o más, según loscasos. Estas estercoladuras se realizarán cadados o tres arios.

El lector alegará que en muchos casos esimposible adquirir esas cantidades de estiérco-les. Es cierto, pero también es posible utili-zar estiércoles artificiales, que puede fabricar

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BOLETIN INFORMATIVO

el propio agricultor, a base de paja fermenta-da con ayuda de agua, distintas sustanciasllamadas «estercolizadoras» y, a veces, orinesde orígenes diversos. No entramos en los de-talles para su preparación, que dependen delas sustancias empleadas. Las dosis de estosestiércoles deberán ser análogas a las aconse-jadas para los naturales.

En muchas zonas es posible el cultivo dela veza, u otra leguminosa, para enterrar enverde en el mcmento de la floración. Estaforma de abonado orgánico es eficaz y eco-nómica.

Abonos minerales.

Antes de abonar debemos conocer por elanálisis o por la experiencia cuáles son las de-ficiencias del suelo en principios fertilizantes.El análisis es necesario si queremos conocerno solamente las cantidades de abonos, sinotambién las clases más convenientes. Unosabonos son más aptos que otros para los sue-los alcalinos o para los ácidos.

Los abonos de uso más frecuente en elcultivo del trigo, agrupados por el elementoprincipal que ellos aportan, son los siguientes:

Nombre del abono Prin cipios fertilizantesRiqueza

Por lo() (*) Conviene en suelos

Superfosfato de cal Fósforo 16 a 20 Neutros o alcalinos.Escorias Thomas Idem 16 a 20 Acidos.Sulfato amónico Nitrógeno (acción lenta)... 20 a 21 Neutros o alcalinos y los sa-

linos.Cianamida cálcica Idem ídem 20 a 22 Acidos.Nitrato sódico (nitrato de

Chile) Nitrógeno (acción rápida). 15 a 16 Ricos en cal y no salinos.Nitrato cálcico Idern ídem 15 a 16 Acidos.Cloruro potásico Potasio 44 a 50 En los ricos en cal.

Fertilización anterior a la siembra.

Antes de la siembra conviene usar abonosde acción más bien lenta y que además nose pierdan fácilmente por la acción del aguade lluvia. También debe tenerse en cuentala reacción del suelo; si se trata de suelos dereacción ácida usaremos preferentemente abo-

nos neutros o alcalinos, y lo contrario en elcaso de suelos alcalinos.

La proporción en que deben entrar los prin-cipios fertilizantes depende, principalmente, delcultivo que haya precedido al trigo y de lanaturaleza del suelo. Como primera aproxi-mación son recomendables las siguientes pro-porciones de fertilizantes:

Nitrógeno Fosfórico Potasa

REGAndo:Trigo, después de planta de escarda 1 1,6 1,25Trigo, después de alfalfa u otra pradera artificial 1 3,4 3,2

SECANO:

Trigo, después de barbecho estercolado 1 1,2 1,33

Estas proporciones pueden variarse cuandose trate de tierras particularmente ricas o po-

(*) La riqueza de los abonos se expresa, según or-dena nuestra legislación, de la siguiente forma:

Para el superfosfato y las escorias, en anhídrido fos-fórico (P205), vulgarmente llamado «ácido fosfórico».

Para el sulfato amónico, en nitrógeno amoniacal.Para cianamida cálcica, en nitrógeno orgánico.Para los abonos potásicos, en óxido potásico (K20);

vulgarmente, «potasa».Para los nitratos, en nitrógeno nítrico.

bres en alguno de los principios fertilizantes.Otra cuestión es la cantidad de abono que

debe emplearse, lo que depende de diversosfactores: riqueza, profundidad, humedad delsuelo, cultivo anterior, cantidad de lluvia, va-riedad de trigo, que puede ser más o menosproductiva, etc.

Pueden servir de orientación las siguientescifras, referidas a la hectárea, deducidas de lasproporciones antes citadas:

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SERVICIO DE EXTENSION AGRICOLA

Trigo tras plantade escarda

Trigo tras asfalfao pradera de le-

guminosa

SECANO

Trigo trasbarbecho

R EG A 1) 10

Sulfato amónico (o cianamida cálcica) 200 125 150Superfosfato de cal (o escorias Thomas) 400 525 400Cloruro potásico (o sulfato potásico) 100 a 200 160 a 200 80 a 100

Las dosis señaladas en la tercera columnason recomendables cuando las cantidades delluvia anual no sean inferiores a 600 milíme-tros. Para precipitaciones anuales de 400 mi-límetros, corrientes en España en el valle delGuadalquivir y la Meseta Norte, pueden acon-sejarse 100 kilos de sulfato, 300 kilos de su-perfosfato y 50 a 60 de cloruro potásico, ycantidades menores si las lluvias son infe-riores.

Empleo de los abonos de otoño.Para la conservación y distribución de los

abonos, a voleo o con máquina, puede serconveniente mezclarlos, pues así se economizaespacio de almacenaje, mano de obra y tiem-po. Sin embargo, hay abonos que no debenmezclarse nunca antes de su empleo y otrosse pueden mezclar poco antes de su distribu-ción.

Otros detalles referentes al empleo de losabonos de otoño van resumidos en el siguientecuadro:

ABONOS DE OTOÑO

Cianamida cálcica.

Sulfato amónico.

Profundidad a queconviene enterrar

Muy poca en suelossueltos y climalluvioso. Mayor enel caso contrario.

Idem.

Muy poca.

Idem.

Como el superfosfato.

Epoca de aplicación

En tierras neutras o bási-cas, al tiempo de lasiembra. En los ácidos,de quince a treinta díasantes.

Puede mezclarse con la si-miente para hacer con-junta la siembra y elabonado.

Un mes antes de la siem-bra.

De quince a treinta díasantes de la siembra.

De quince a treinta díasantes de la siembra.

Observaciones

En tierras básicas de Phmayor a 7,5 convieneque la semilla y el su-perfosfato se entierrenjuntos, pues éste se mo-viliza muy poco.

No mezclar nunca con lasemilla. Abono cáusticodel que hay que prote-gerse si viene en polvo.En forma granulada noofrece peligro.

Sales potásicas.

Escorias Thomas.

ABONO

Superfosfato de cal.

Fertilización de primavera.A pesar de que en la época de siembra ha-

yamos abonado a la perfección, puede ocurrir

que, por diversas circunstancias, al llegar laprimavera, la cosecha necesite una nutricióncomplementaria. La principal causa es el cm-

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BOLETÍN INFORMATIVO

pobrecimiento del suelo en nitrógeno asimi-lable, debido, ante todo, a que las aguas delluvia lo han arrastrado a capas más profun-das, donde no alcanza la acción de las raíces.

Al principio de su vida, debido al frío, eltrigo crece con lentitud y sus necesidades nu-tritivas son muy pequeñas. Después, al aumen-

tar durante la primavera las horas de luz yla temperatura, se acelera el desarrollo de laplanta y entonces esas necesidades son muygrandes.

Los tantos por ciento del nitrógeno totalasimilado en cada fase del desarrollo son lossiguientes:

Tanto por loo

Desde la nascencia al fin del ahijamiento 3,5Desde el fin del ahijamiento hasta el fin de la floración 72,5Desde la floración hasta la maduración 24,0

En la segunda fase, la del encañado, laplanta tiene las máximas necesidades; por elloes frecuente que en esta época la cosecha pre-sente síntomas de «hambre de nitrógeno» y,en general, de «hambre de abonos». Si llega-da esa época se observa que los sembradospresentan un color verde pálido anormal y lavegetación toma un aspecto raquítico, habráque ayudar al cultivo aportando nitrógeno.

Por su fácil asimilación, los únicos abonosnitrogenados que deben emplearse en prima-vera son los nitratos (sódico, cálcico, etc.).Las cantidades más convenientes varían mu-cho, pues influye el estado de la cosecha, lahumedad presente en el suelo o la que espe-remos poder suministrar por el riego, y las llu-vias en perspectiva. Los límites aconsejablesen cada caso pueden ser los siguientes:

CLIMA Y SUELO

Kg./Ha. Distribución

Clima árido, tierras con algo de humedad y cul-tivo extensivo

Clima semiárido, tierras con humedad suficientey cultivo extensivo

Tierras muy frescas o de regadío y cultivo inten-sivo

75 a 100

En dos o más veces.

100 a 150 En tres veces.

150 a 250

En varias veces (50 kiloscada vez).

En regadío puede no fijarse la dosis de ante-mano, sino que, añadiendo 50 kilos cada vez,con intervalos de quince días, por ejemplo,observaremos, por el estado y color de la ve-getación, hasta cuándo conviene su adiciónpara evitar el «encamado».

En secano no conviene la adición de nitra-to cuando el suelo no tiene humedad ni seesperan lluvias inmediatas al momento delabonado.

En general, los nitratos deben aplicarsecuando se vaya a iniciar el encañado de laplanta, y el momento oportuno, cuando la tie-rra tenga «tempero» conveniente: ni demasia-do húmeda ni muy seca.

Algunos autores aconsejan, en esta época, la

adición de superfosfato de cal, en dosis de200 a 300 kilos por hectárea. Esta medidaresultaría inútil en la mayor parte de nues-tros secanos, en los que, por el sistema decultivo, no es posible dar labores entre líneas,sin las cuales el superfosfato queda retenidoen la capa superficial, de donde sería absor-bido por algunas raíces secundarias en muyescasa proporción.

La adición de superfosfato en primavera,cuando sea posible enterrarlo, puede ser útilsi la vegetación, debido a un exceso de ni-trógeno, adquiere un desarrollo excesivo, conpeligro de la granazón; en tal caso, el super-fosfato cumple la importante misión de equi-librar el efecto perjudicial del nitrógeno, favo-reciendo la producción de grano.

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