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Voces: CONSTITUCIONALIDAD ~ EFECTOS DE LA SENTENCIA ~ ACCION DE AMPARO ~ LEY NACIONAL DE TELECOMUNICACIONES ~ LEGITIMACION ~ ACCION DE CLASE ~ PROCESO COLECTIVO ~ TELECOMUNICACIONES ~ INTERNET ~ CONSTITUCION NACIONAL ~ COSA JUZGADA ~ INTERESES DIFUSOS ~ INTERVENCION DE LINEAS TELEFONICAS ~ USUARIO ~ CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA NACION ~ DOCTRINA DE LA CORTE SUPREMA ~ GARANTIAS CONSTITUCIONALES ~ DERECHO A LA INTIMIDAD Título: Acciones de clase: un avance pretoriano determinante del Alto Tribunal Autores: De la Rúa, Fernando Saravia Frías, Bernardo Publicado en: LA LEY 06/05/2009, 06/05/2009, 6 - LA LEY2009-C, 247 Fallo comentado: Corte Suprema de Justicia de la Nación (CS) CS ~ 2009-02- 24 ~ Halabi, Ernesto c. P.E.N. ley 25.873 dto. 1563/04 Sumario: SUMARIO: I. Introito. El valor de la creación pretoriana. - II. Acciones de clase: origen, concepto e ideas fuerza. - III. Ventajas y Limitaciones para Demandantes y Demandados. - IV. Sobre derechos individuales, colectivos, de incidencia colectiva, difusos, de pertenencia difusa, homogéneos, causas fácticas comunes, bienes colectivos y un largo etcétera. - V. Los parámetros establecidos por la Corte Suprema para la procedencia de las acciones de clase. El considerando 20 de "Halabi". - VI. Conclusión. I. Introito. El valor de la creación pretoriana Desde hace largo tiempo que la Corte Suprema de Justicia viene reclamando la legislación de las acciones de clase (1) . La anomia reinante sobre el tema ha dado lugar a un complejo escenario, preñado de dudas e incertidumbres, tan impropias de un estado de derecho. Con acierto, nuestro Tribunal Supremo optó por la creación pretoriana, bajo el entendimiento que los derechos fundamentales contenidos en nuestra Carta Magna —como es el caso del segundo párrafo del artículo 43— son operativos, aun ante la carencia de una ley que los reglamente (2) . El valor del fallo "Halabi, Ernesto c. PEN- ley 25.873 - dto. 1563/04 s/amparo ley 16.986" ("Halabi") trasciende el caso. En el marco de una acción de amparo interpuesta por el abogado Ernesto C. Halabi cuestionando la constitucionalidad de la ley 25.783 (Adla, LXIII-E, 4959) y su decreto reglamentario, la Sala II de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal dispuso su inconstitucionalidad, estableciendo, además, los efectos erga omnes de su decisión en beneficio de todos los usuarios de telefonía o Internet que podrían haber visto intervenidas sus comunicaciones en virtud de la norma cuestionada, aun cuando no hubieren participado en el proceso. La Corte Suprema, ante el recurso interpuesto por el Estado Nacional desafiando específicamente la extensión de los efectos de la sentencia, confirmó lo decidido por la instancia previa. Halabi consagra de esta manera las acciones de clase y establece pautas, parámetros y lineamientos que los tribunales inferiores habrán de respetar y completar con decisiones futuras (3) . La vía pretoriana empieza a llenar el vacío de la inacción legisferante (4) . Ante una sociedad signada por la globalización, en la que el tiempo se abrevia, el espacio se encoge y la historia se acelera, que trastorna, cuestiona y pone en tensión la organización jurídica existente, se profundiza la necesidad de una rápida adaptación a la dinámica y los cambios. Halabi es una respuesta de la Corte a este desafío, que trae a la memoria la labor de ____________________________________________________________ © Thomson La Ley

Acciones de Clase, Un Avance Pretoriano Determinante Del Alto Tribunal (1)

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Voces: CONSTITUCIONALIDAD ~ EFECTOS DE LA SENTENCIA ~ ACCION DE AMPARO ~ LEY NACIONAL DE TELECOMUNICACIONES ~ LEGITIMACION ~ ACCION DE CLASE ~ PROCESO COLECTIVO ~ TELECOMUNICACIONES ~ INTERNET ~ CONSTITUCION NACIONAL ~ COSA JUZGADA ~ INTERESES DIFUSOS ~ INTERVENCION DE LINEAS TELEFONICAS ~ USUARIO ~ CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA NACION ~ DOCTRINA DE LA CORTE SUPREMA ~ GARANTIAS CONSTITUCIONALES ~ DERECHO A LA INTIMIDADTítulo: Acciones de clase: un avance pretoriano determinante del Alto TribunalAutores: De la Rúa, Fernando Saravia Frías, Bernardo Publicado en: LA LEY 06/05/2009, 06/05/2009, 6 - LA LEY2009-C, 247Fallo comentado: Corte Suprema de Justicia de la Nación (CS) CS ~ 2009-02-24 ~ Halabi, Ernesto c. P.E.N. ley 25.873 dto. 1563/04

Sumario: SUMARIO: I. Introito. El valor de la creación pretoriana. - II. Acciones de clase: origen, concepto e ideas fuerza. - III. Ventajas y Limitaciones para Demandantes y Demandados. - IV. Sobre derechos individuales, colectivos, de incidencia colectiva, difusos, de pertenencia difusa, homogéneos, causas fácticas comunes, bienes colectivos y un largo etcétera. - V. Los parámetros establecidos por la Corte Suprema para la procedencia de las acciones de clase. El considerando 20 de "Halabi". - VI. Conclusión.

I. Introito. El valor de la creación pretorianaDesde hace largo tiempo que la Corte Suprema de Justicia viene reclamando la legislación de las acciones de

clase (1). La anomia reinante sobre el tema ha dado lugar a un complejo escenario, preñado de dudas e incertidumbres, tan impropias de un estado de derecho. Con acierto, nuestro Tribunal Supremo optó por la creación pretoriana, bajo el entendimiento que los derechos fundamentales contenidos en nuestra Carta Magna —como es el caso del segundo párrafo del artículo 43— son operativos, aun ante la carencia de una ley que los reglamente (2).

El valor del fallo "Halabi, Ernesto c. PEN- ley 25.873 - dto. 1563/04 s/amparo ley 16.986" ("Halabi") trasciende el caso. En el marco de una acción de amparo interpuesta por el abogado Ernesto C. Halabi cuestionando la constitucionalidad de la ley 25.783 (Adla, LXIII-E, 4959) y su decreto reglamentario, la Sala II de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal dispuso su inconstitucionalidad, estableciendo, además, los efectos erga omnes de su decisión en beneficio de todos los usuarios de telefonía o Internet que podrían haber visto intervenidas sus comunicaciones en virtud de la norma cuestionada, aun cuando no hubieren participado en el proceso. La Corte Suprema, ante el recurso interpuesto por el Estado Nacional desafiando específicamente la extensión de los efectos de la sentencia, confirmó lo decidido por la instancia previa. Halabi consagra de esta manera las acciones de clase y establece pautas, parámetros y lineamientos que los tribunales inferiores habrán de respetar y completar con decisiones futuras (3). La vía pretoriana empieza a llenar el vacío de la inacción legisferante (4). Ante una sociedad signada por la globalización, en la que el tiempo se abrevia, el espacio se encoge y la historia se acelera, que trastorna, cuestiona y pone en tensión la organización jurídica existente, se profundiza la necesidad de una rápida adaptación a la dinámica y los cambios. Halabi es una respuesta de la Corte a este desafío, que trae a la memoria la labor de los pretores en Roma (5), expresión sublime de la adaptación del derecho a la complicación creciente de la sociedad romana, con la generación de nuevas instituciones, que no eran un abstracto embeleco ni expresión ambiciosa de un vago prurito reformista, sino hallazgos geniales y certeros (6). Halabi se entronca de algún modo en esta tradición, reconociendo el vacío legal imperante y la necesidad de una regulación de las acciones de clase en nuestro país.

II. Acciones de clase: origen, concepto e ideas fuerzaEl origen de las acciones de clase se remonta al siglo dieciocho, cuando las cortes de equidad inglesas las

admitieron bajo el nombre de Bills of Peace (7). Este instrumento procesal se trasladó luego a los Estados Unidos donde tomó forma de ley en 1842 (8), y tras una larga evolución adquirió la forma bajo la que actualmente se conoce y utiliza: la Regla 23 de las Reglas Federales del Procedimiento Civil (Rule 23 of the Federal Rules of Civil Procedure) (9). Es en ese país donde encontró un gran desarrollo y donde indefectiblemente se debe posar la vista al analizar este tema, más allá de efímeras menciones que se puedan hacer ahora a las modernas legislaciones españolas y brasileñas (10).

En cuanto a su concepto, puede ser entendida como una herramienta procesal no tradicional, que permite a una persona erigirse en representante de un grupo de personas afectadas por la violación o amenaza de violación de un derecho, siempre que la cuestión "sea de interés común o general a personas tan numerosas que sea impracticable llevar a todas ellas ante la corte."(11)

Es posible identificar tres ideas que subyacen e impulsan el concepto de acciones de clase, y que sirven también para explicar por qué este instituto debidamente regulado beneficia al sistema todo: i) el problema de la acción colectiva en términos genéricos, ii) el principio de economía procesal y iii) el efecto disuasivo o

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preventivo que las acciones de clase pueden producir respecto de eventuales violaciones al ordenamiento jurídico vigente.

El problema de la acción colectiva fue originalmente desarrollado en el ámbito de la sociología y la economía por Mancur Olson, y es de plena aplicación al derecho en general y al concepto de acciones de clase en particular (12). Conforme a Olson, cuando un grupo numeroso de personas comparte los mismos intereses, no es nada evidente que vayan actuar conjuntamente en función de los mismos, porque todos ellos pueden suponer que el beneficio que obtendrán de la acción colectiva será inferior al esfuerzo individual que tendrán que llevar a cabo. En otras palabras, siempre existe una fracción importante de ese grupo para la que el esfuerzo (costo) de realizar una acción colectiva será superior a los potenciales resultados (beneficios) (13), lo que se explica porque la acción es pública (los beneficios lo reciben todos) y el beneficio o costo es individual. A manera de ejemplo, basta pensar en un cargo cobrado (dolosa o negligentemente) por una empresa de servicios públicos de dos pesos a cada uno de sus contribuyentes, y el poco incentivo que éstos tienen para realizar acción alguna al respecto. El problema en cuestión se supera justamente con incentivos, y es esto lo que provee, lo que permite la acción de clase, al admitir que una persona se arrogue la representación del grupo afectado.

En cuanto a la economía procesal, las acciones de clase propenden a evitar el dispendio jurisdiccional, en tanto permiten consolidar acciones con idéntico o similar objeto (14) que de otra forma tramitarían separadamente, con el consiguiente riesgo adicional de arbitrariedad e inseguridad jurídica ante decisiones encontradas (15), sin perder de vista uno de sus objetivos fundamentales que es la debida protección de la clase ausente o representada.

Por último, el instrumento procesal bajo análisis tiene características disuasivas, como una suerte de valla preventiva ante eventuales violaciones que encuentran justamente sustento en la pasividad, que por la falta de incentivos antes explicados, suele caracterizar a grupos numerosos afectados por la violación de un derecho (16). Es una forma de incentivar un control por los particulares del cumplimiento de las normas, que se torna aun más interesante si se piensa que los controlados suelen ser grandes empresas que prestan servicios masivos y tienen, en principio, una posición de fuerza respecto de los eventuales afectados, que se equilibra por medio de esta herramienta.

III. Ventajas y Limitaciones para Demandantes y Demandados(17)Existe una presunción generalizada que los beneficios de las acciones de clase recaen esencialmente en los

demandantes, lo que no es del todo cierto. Sin lugar a dudas que confieren a éstos ventajas varias, entre las que se destaca una posición procesal y eventualmente negociadora mucho más fuerte, ahorro de costos, interrupción de los plazos de prescripción, entre otras. Pero las ventajas no son patrimonio exclusivo de los actores. Desde el punto de vista de los demandados y siempre que la acción de clase esté debidamente regulada, este instituto tiene dos ventajas que resultan fundamentales: por un lado, permite evitar una multiplicidad de acciones, con resultados que pueden ser diversos y hasta contradictorios; por el otro, tanto frente a una sentencia como a un acuerdo transaccional con los demandantes, permite dar por concluido de una vez y para siempre un planteo, en tanto la sentencia tiene efectos de cosa juzgada para todos aquellos miembros de la clase que no se han excluido expresamente a través de los medios legales previstos. Adicionalmente, en el caso que el demandado entienda que un acuerdo transaccional es conveniente, permite tener un vehículo apto para poder canalizar la negociación que de otra manera tendría lugar con un número indeterminado de personas, por medio de un único representante.

IV. Sobre derechos individuales, colectivos, de incidencia colectiva, difusos, de pertenencia difusa, homogéneos, causas fácticas comunes, bienes colectivos y un largo etcétera

Bartolomé Mitre hizo la primera mención —en la Convención de 1860— a los derechos que se le reconocen a la sociedad como "ente moral o colectivo"(18). Es esa referencia el primer antecedente local que se tiene de lo que modernamente se ha dado en denominar derechos colectivos, de incidencia colectiva, difusos, de pertenencia difusa (19), y otras variantes que constituyen un atentado a la claridad a través de una maraña de denominaciones.

La Corte en "Halabi" no fue una excepción a esta manía clasificatoria. En el considerando 8 del fallo y al analizar la cuestión de la legitimación procesal en relación a una acción de amparo, distingue tres categorías de derechos: los individuales, los de incidencia colectiva que tienen por objeto bienes colectivos y los de incidencia colectiva referentes a intereses individuales homogéneos.

En cuanto a los derechos individuales, conformarían éstos el objeto de la tradicional acción de amparo contemplada en la primera parte del artículo 43 de la Constitución Nacional, luego de la última reforma (20). En terminología de la Corte, a través de esta acción se buscaría la protección de derechos divisibles, homogéneos, y la reparación de un daño esencialmente individual y atinente a cada uno de los afectados.

Con la segunda categoría, los de incidencia colectiva que tienen por objeto bienes colectivos, el calificativo de "difuso" de los derechos se propaga a la clasificación, con el empleo de una terminología, cuando menos, compleja, cargada de ergotismos y perífrasis. Debe remarcarse que no son estos términos que se condigan con la

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letra del artículo 43 segundo párrafo de la Carta Fundamental, a partir del cual la Corte les da origen. Siempre siguiendo al Alto Tribunal, dos elementos informan estos derechos: la petición debe tener por objeto la tutela de un bien colectivo, que es indivisible y pertenece a toda la comunidad, esto es, no pertenece a la esfera individual, como es el caso del ambiente; y la pretensión debe estar enfocada en la incidencia colectiva del derecho, y no en la repercusión que el daño puede tener en el patrimonio individual, la que corresponde a su titular. La protección de estos derechos de incidencia colectiva que tienen por objeto bienes colectivos, corresponderían al Defensor del Pueblo, a las asociaciones de defensa del consumidor debidamente autorizadas por la ley y al afectado.

La tercera categoría tampoco surge de la letra del artículo 43 ya mentado. En el considerando 12 de "Halabi", la Corte interpreta, ad libitum, que ese párrafo de la norma admite lo que denomina derechos de incidencia colectiva referentes a intereses individuales homogéneos. Serían "derechos personales o patrimoniales derivados de afectaciones al ambiente y a la competencia, de los derechos de los usuarios y consumidores como de los derechos de sujetos discriminados." En lo que respecta a estos derechos, no estaría en juego un bien colectivo frente a una vulneración, sino derechos individuales puramente divisibles. Sin embargo, la lesión sería provocada por un hecho común, identificable como "una causa fáctica homogénea", dato este último que sería de fundamental relevancia, ya que daría lugar a que la demostración de los presupuestos de la pretensión sería común a todos los afectados, excluyendo, por cierto, la prueba del daño. Esa causa fáctica homogénea es la que justificaría, en el entendimiento de la Corte, la realización de un solo juicio "con efectos expansivos de la cosa juzgada que en él se dicte, salvo en lo que hace a la prueba del daño." (sic) Este gris lenguaje instala varias incógnitas, que deberán ser despejadas por los tribunales inferiores.

Para la procedencia de una acción de amparo que tenga por objeto un "derecho de incidencia colectiva referente a intereses individuales homogéneos", Halabi establece un test con tres puntos basilares, que ya había sido expresado en un obiter dicta del presidente del Alto Tribunal en el ya citado caso "Mujeres por la Vida", y ahora es adoptado por la mayoría: 1) la existencia de un hecho único o complejo que causa una lesión a una pluralidad relevante de derechos individuales; 2) la pretensión debe estar concentrada en los efectos comunes y no en lo que cada individuo puede peticionar, y 3) la constatación de una clara afectación del acceso a la justicia, que ocurriría cuando la lesión al interés individual afectado no justifica el costo de litigar por sí mismo (21). Al igual que la clasificación tripartita antes descripta, sobre todo en lo relativo a sus dos últimas categorías, este test revela signos de interrogación varios que deberán ser develados por las instancias inferiores, sin desmedro de las pautas establecidas en el considerando 20 de "Halabi", que se describen a continuación.

Debe remarcarse que este test fue aplicado (antes del dictado de Halabi y en base al obiter dicta ya referido) por la Cámara Comercial de Apelaciones en lo Comercial Sala E, en los autos "Damnificados Financieros Asociación Civil p/su defensa c. Merril Lynch Argentina S.A., y otros", rechazando el reclamo de una asociación de consumidores que, arrogándose la representación de un número indeterminado de inversores en títulos públicos emitidos por el Estado Argentino antes de la fatua declaración de su default en el 2001, impetró un reclamo judicial contra cuatro entidades financieras que los habrían comercializado, requiriendo "el reintegro de una suma equivalente a las cifras líquidas perjudicadas, sea de capital y/o intereses"(22).

V.Los parámetros establecidos por la Corte Suprema para la procedencia de las acciones de clase. El considerando 20 de "Halabi"

En "Halabi", el Tribunal Superior reconoce que por ser este caso la primera vez en la que se demarcan los caracteres de la acción colectiva que tiene por fin la protección de derechos individuales homogéneos, el análisis de los recaudos aplicables a su procedencia es menos rigoroso. Más adelante, en el considerando 20, delinea ciertas pautas mínimas que deberán ser tomadas en consideración al analizar la procedencia de este tipo de reclamos, parámetros insoslayables para instancias inferiores, reclamantes y accionados. Este es, a nuestro criterio, un aspecto medular del fallo bajo análisis, ya que vislumbra los requisitos mínimos que deberán cumplir en el futuro los procesos en los que se interpongan las acciones de clase.

El pivote sobre el que la Corte desarrolla estos lineamientos es el derecho de defensa en juicio de los miembros ausentes de la clase, es decir, las personas afectadas por la violación de un derecho y respecto de las cuales, un tercero se arrogaría su representación en un reclamo colectivo (23). Entendemos que esta aseveración no toma en cuenta, equivocadamente, que este derecho contemplado en el artículo 18 de la Ley Fundamental no sólo abarca a los supuestamente afectados, sino también a quienes son demandados bajo el esquema de una acción colectiva. A solo título de ejemplo, si no está claro que todas las personas supuestamente afectadas van a formar parte de una clase, una sentencia adversa o un acuerdo transaccional no ponen fin a la cuestión por parte del demandado, ya que nada le asegura que más tarde personas que no se consideraron parte o no fueron debidamente notificadas por quién se arrogó su representación, puedan interponer un nuevo reclamo. El accionado desconoce, en definitiva, la dimensión del reclamo que está enfrentando y nada lo protege contra sentencias varias y hasta contradictorias, lo que lo sume, por cierto, en la desprotección y el desconcierto, que justamente esta cláusula constitucional intenta proteger (24).

Los recaudos esbozados por la Corte son básicamente cinco y todos ellos han sido desarrollado largamente

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por la jurisprudencia y ley norteamericanas, por lo que nos permitiremos relacionar cada uno de ellos con aquéllos, en el entendimiento que pueden servir de parámetro para futuras sentencias de tribunales inferiores, más allá de referencias que, como ya se mencionó, puedan hacerse a las más modernas leyes españolas y brasileras sobre la materia:

1) Debe asegurarse "la existencia de un planteo que involucre, por sobre los aspectos individuales, cuestiones de hecho y de derecho que sean comunes y homogéneas a todo el colectivo." Es éste uno de los prerrequisitos para la procedencia de una acción de clase bajo la Regla 23 (a) del derecho de los Estados Unidos. En realidad, los prerrequisitos son cuatro, a saber: a) debe tratarse de una cuestión de derecho o de hecho común a una clase de personas en una situación similar; b) para las que juntarse es impracticable; c) cuyos intereses serán adecuadamente protegidos, y d) por alguien cuyo reclamo o defensa es típica de la clase (25). Bajo el derecho norteamericano debe cumplirse con los cuatro postulados. Los dos primeros requisitos surgen de la naturaleza misma de la acción de clase, buscando lograr uniformidad en las decisiones y economía procesal. Los últimos dos (26), por su parte, persiguen asegurar que quienes se arrogan la representación del grupo posean las cualidades y atributos necesarios, libres de conflictos de intereses, para representarlo debidamente (27), protegiendo así los derechos de los miembros ausentes de la clase.

2) La admisión formal de toda acción colectiva requiere "la precisa identificación del grupo colectivo afectado." Este recaudo es de toda lógica, ya que permite establecer la clase reclamante y es el punto de partida necesario para cualquier proceso de estas características. Este recaudo está contemplado en la Federal Rule 23 (c) 2 del derecho norteamericano, y se halla relacionado con el requisito anterior.

3) Se debe arbitrar "un procedimiento apto para garantizar la adecuada notificación de todas aquellas personas que pudieran tener un interés en el resultado del litigio, de manera de asegurarles tanto la alternativa de optar por quedar fuera del pleito como la de comparecer en él como parte o contraparte." Esta precisión también está contemplada en la ley norteamericana, y constituye uno de sus aspectos centrales, al punto que ha alcanzado un notable grado de detalle. Siempre teniendo en vista a los miembros ausentes de la clase y con el objetivo de darles adecuada protección a la luz del principio constitucional del debido proceso, existen dos momentos en los que es obligatorio cursar una notificación individual a aquellos: cuando se inicia el proceso y cuando éste concluye, sea porque se desiste de la acción o bien porque se llega a un acuerdo transaccional con la otra parte. Conforme a la Rule 23 (c) 2, debe cursarse una notificación individual a cada miembro de la clase que pueda ser identificado a través de un esfuerzo razonable (28). Adecuada constancia del modo en que los miembros ausentes de la clase han sido notificados debe ser exigida por el tribunal, para lo que los representantes deberán proveer prueba suficiente tanto en el caso que el método de notificación sea cuestionado, como si los costos al fin del entuerto son impuestos a los demandados perdidosos (29).

4) Se debe asegurar "la idoneidad de quién pretenda asumir la representación." Este recaudo también fue contemplado y desarrollado por el derecho norteamericano. Se relaciona con la exigencia del punto anterior, y más puntualmente, los costos de la notificación y de la identificación de los miembros de la clase son de responsabilidad del representante de la acción (30). Si los costos son extraordinarios y el tamaño de la clase no se puede reducir, entonces, el representante no es adecuado por carecer de la solvencia suficiente.

5) Es menester "que se implementen adecuadas medidas de publicidad orientadas a evitar la multiplicidad o superposición de procesos colectivos con un mismo objeto a fin de aventar el peligro de que se dicten sentencias disímiles o contradictorias sobre idénticos puntos." En rigor de verdad, este recaudo debería ser sobradamente cumplido con una adecuada notificación a los miembros ausentes de la clase. Estimamos, entonces, que es un requisito tautológico, siempre que se cumpla acabadamente y con eficiencia con las notificaciones del caso.

Sin caer en copias ampulosas y ortopédicas de institutos extranjeros, no podemos dejar de notar que los postulados del derecho norteamericano parecen ser de una completitud y detalle muy mayor a la acotada mención que nuestra Corte hace en el considerando 20 de "Halabi", por lo que deberían servir aquellos de referencia en futuras decisiones por parte de tribunales inferiores.

VI. ConclusiónUna de las manifestaciones mayores de la dinámica y capacidad de adaptación del derecho romano a la

evolución de su sociedad, fue la creación de la institución del tribuno de la plebe, luego de que gran parte de sus miembros (proletarii) abandonan Roma y se trasladan al monte Sacro, como reclamo radical frente al hasta entonces anquilosado derecho de las doce tablas, que solo favorecía a los patricios (asidui) (31). Entre nosotros lo fue la acción de amparo, con los casos "Siri" (LA LEY, 89-531) y luego "Kot" (LA LEY, 92-632) (32). La consagración de la acción de clase en "Halabi" es una eximia muestra de la creación pretoriana del derecho en nuestros días. Quedan, sin embargo, varios interrogantes sin responder, que deberán ser despejados por los tribunales inferiores (33), y, eventualmente, por una adecuada legislación del tema.

Especial para La Ley. Derechos reservados (Ley 11.723).

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 (1) Esta preocupación fue manifestada por vez primera por el presidente de la CSJN en "Mujeres por la Vida —Asociación sin fines de lucro— filial Córdoba c. Ministerio de Salud y Acción Social de la Nación", donde expresó: "[...] no hay en nuestro derecho una ley que reglamente el ejercicio efectivo de las denominadas acciones de clase en el ámbito específico que es objeto de esta litis [...] Frente a esa falta de regulación —la que, por lo demás, constituye una mora que el legislador debe solucionar cuanto antes sea posible, para facilitar el acceso a la justicia que la Ley Suprema ha instituido—, cabe señalar que la referida disposición constitucional es claramente operativa y es obligación de los jueces darle eficacia, cuando se aporta nítida evidencia sobre la afectación de un derecho fundamental y del acceso a la justicia de su titular..."Ha sido también objeto de preocupación de la doctrina (Ver Julio C. CUETO RUA, La acción por clase de personas (Class actions), LA LEY, 1988-C, 953 y Alberto B. BIANCHI, Las acciones de clase, ed. Depalma, Buenos Aires, 2001) y algunos legisladores (ver proyectos presentados por los diputados Juan Manuel URTUBEY (2007), Angel Enzo BALTUZZI (2005) y el senador Eduardo BAUZÁ (2000)).

 (2) El art. 43 de la Constitución Nacional consigna el derecho a accionar en defensa de intereses colectivos. Dice en su segundo párrafo: "Podrán interponer esta acción (amparo) contra cualquier forma de discriminación y en lo relativo a los derechos que protegen al ambiente, a la competencia, al usuario y al consumidor así como a los derechos de incidencia colectiva en general, el afectado, el defensor del pueblo y las asociaciones que propendan a esos fines, registradas conforme a la ley, la que determinará los requisitos y formas de su organización".

Respecto de la operatividad de esta norma constitucional,ver Germán BIDART CAMPOS, "Tratado Elemental de Derecho Constitucional Argentino", Ediar, 2003, p. 304.

 (3) Los antecedentes jurisprudenciales fueron variados, y comprendieron las más diversas materias. Para mencionar algunos que fueron notables por la repercusión pública de los temas cabe citar el rechazo de la Corte Suprema en la causa "Prodelco c. PEN s/amparo" (Fallos 321:1252, 7 de mayo de 1998) donde negó a la ex diputada Cristina Zucardi legitimación para obrar; el rechazo de la Cámara Nacional Electoral al amparo deducido por el ex senador Alberto Fonrouge por el plebiscito en la cuestión del Beagle (31 de agosto de 1984, LA LEY, 1984-D, 123); el amparo en "Ekmekdjian c. Sofovich y Canal 2 TV" por ofensas religiosas rechazado en base a la libertad de prensa y los límites del derecho a réplica; el planteo de los entonces diputados Héctor Polino y Alfredo Bravo por la reforma constitucional (7 de abril de 1994, Fallos 317-341); el caso Kesselman del 29 de junio de 1994 quejándose por la lentitud de los Tribunales del Trabajo de la Capital rechazado porque "había otras vías"; el reclamo en "Gambier c. PEN" por los avisos personalizados del Poder Ejecutivo ("Menem lo hizo") (19 de agosto de 1999, rechazado por la CNCont.Adm, Sala II, LA LEY, 1999-E, 623); lo planteado en "Rodríguez Jorge en Nueva A y otros c. PEN" por la concesión de los aeropuertos (17 de diciembre de 1997), admitido en primera y segunda instancia y rechazado en la Corte; el amparo deducido por los diputados Nilda Garré y otros contra el Gobierno Nacional (14 de julio de 1999), por el Decreto de Necesidad y Urgencia 21/99 que autorizaba a comprometer créditos presupuestarios a futuro para obras llave en mano, que fue rechazado. Y muchos más, algunos de los cuales se citan en este trabajo.

 (4) Hace excepción el Código de Tucumán, Ley N° 6944 (Adla, LIX-B, 2673).

 (5) En Roma, la autoridad judicial perteneció primero a los reyes y luego a los cónsules. En el año 387 fue confiada al pretor (praetor) quién se convirtió de allí en adelante en el principal magistrado. PETIT, Eugéne, "Tratado Elemental de Derecho Romano", Editorial Universidad, 1999, p. 598.

 (6) ORTEGA Y GASSET, José, "Obras Completas", T. IV, 2006, p. 125 y ss.

 (7) Ver S. YEAZELL, From Medieval Group Litigation to the Modern Class Action (1987); "In re Joint Eastner and Sothern Dist. Asbestos Litigation", 129 B. R. 710, 803 (E.D.N.Y. 1991). Ver también fallo de la Corte Suprema de los Estados Unidos "Hansberry v. Lee", 311 U.S. 32, 61. Un antecedente aislado pero interesante en nuestro país es el caso "Catan, Alberto E. y otro c. Poder Ejecutivo Nacional" Juzgado de Primera Instancia en lo Contencioso Administrativo y Federal, N° 2, 1983, E.D., 105-245, en el que un particular planteó un amparo contra la caza de toninas.

 (8) Federal Rule of Equity 48 (1842) de los Estados Unidos de América.

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 (9) La última reforma a la Regla 23 tuvo lugar el 18 de Febrero de 2005 a través de la Class Action Fariness Act of 2005 que intenta prevenir abusos de estas acciones.

 (10) Ver fallo Halabi, considerando 18 del voto de la mayoría. Un precedente importante es el Código Modelo Iberoamericano, que recoge gran parte de la experiencia de Brasil, precursor en esta importante cuestión, ver GUIDI, Antonio, "Las acciones colectivas y la tutela de los derechos difusos, colectivos e individuales en Brasil", México, UNAM, 2004. El Instituto Iberoamericano de Derecho Procesal hizo práctica una idea surgida en 2002 de un Código Modelo Iberoamericano. Su primera versión se dio a conocer en las XVIII Jornadas Iberoamericanas de Derecho Procesal de Montevideo (Veáse PELLEGRINI GRINOVER, Ada, "Acción de amparo colectiva (Mandado de segurança)", en Revista de Derecho Procesal, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2000, n.4; PELLEGRINI GRINOVER, Ada, "Significado social, político y jurídico de la tutela de los intereses difusos" (en italiano) en Rivista di Diritto Processuale, Cedam, 1999).Fue aprobado en las XIX Jornadas realizadas en Caracas en 2004 y está ampliamente comentado, artículo por artículo, en una edición coordinada por Antonio Gidi y Eduardo Ferrer Mac-Gregor (Antonio Guidi y Eduardo Ferrer Mac-Gregor (coordinadores), "Código Modelo de Procesos Colectivos - Un diálogo Iberoamericano. Comentarios artículo por artículo", México 2008, Ed. Porrúa y UNAM).

 (11) Fallo de la Corte Suprema de los Estados Unidos "Supreme Tribe of Ben Hur v Cauble", 255 U.S. 356, 41.

 (12) OLSON, Mancur, "La Lógica de la Acción Colectiva", Harvard University Press, Cambridge, 1971. El concepto fue originalmente esbozado por uno de los padres de la sociología moderna, Max WEBER. Ver, "Economía y Sociedad, Esbozo de Sociología Comprensiva", Ed. Fondo de Cultura Económica, Capítulo I.

 (13) A este grupo de personas se les da el nombre de free riders.

 (14) Ver fallo de la Corte Suprema de los Estados Unidos "Califano v. Yamasaki", 442 U.S. 682, 701, 99.

 (15) Ver Rules Advisory Comitte Notes to 1966 Amendments to Rule 23, 39 Federal Rules Decisions pp 69, 102-03.

 (16) Ver CHAYES, "Forward: Public Law Litigation and the Burger Court", 96 Harv. L. Rev. 4 (1982). Ver también fallo del Southern District de New York "Epifano v. Boardrom Business Products, Inc.", 130 F. R. D. 295 (1990).

 (17) Para un análisis detallado de las ventajas y desventajas en los Estados Unidos ver CONTE, Alba y NEWBERG, Herbert, "Newberg on Class Actions", fourth edition, Thomson West, 2002 (actualizado en Junio de 2007), T. 2, Capítulo 5.

 (18) RAVIGNANI, Emilio, "Asambleas Constituyentes Argentinas", T. IV, ps. 842 y ss.

 (19) BIDART CAMPOS, op. cit., T. I-A, p. 738. MORELLO, Augusto Mario - SBDAR, Claudia B., "Acción Popular y procesos colectivos. Hacia una tutela eficiente del ambiente", Lajoune, Bs.As., 2007, sostienen que "los derechos de grupo" o de "incidencia colectiva" pueden clasificarse en difusos, colectivos e individuales homogéneos, (conforme la ley brasilera). Ver también MORELLO, Augusto Mario, "La tutela de los intereses difusos en el derecho argentino", Platense, La Plata, 1999.

 (20) Respecto de la acción de amparo en general, ver DIAZ, Silvia Adriana, "Acción de Amparo", La Ley, 2001.

 (21) Considerando 12 del voto del Dr. LORENZETTI y 13 del voto de la mayoría en Halabi.

 (22) Ver SARAVIA FRIAS, Bernardo y CHILLIER, Leandro, "A propósito de una reciente sentencia sobre acciones de clase", LA LEY, 2008-C, 313.

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 (23) La Corte afirma que se trata de "evitar que alguien pueda verse afectado por una sentencia dictada en un proceso en el que no ha tenido la posibilidad efectiva de participar."

 (24) SARAVIA FRIAS, Bernardo, "Cuestiones de Derecho Bancario Moderno", Ad-Hoc, 2008. p. 179.

 (25) Ver Regla 23 (a), Prerequisites to a Class Action.

 (26) Los requisitos del segundo grupo son conocidos como "las calificaciones deseadas de los representantes." Ver Rules Advisory Comitte Notes to Amend Rule 23, 39 F.R.D. 69, 100 (1996). El Rules Advisory Committee fue conformado por representantes de los distintos sectores interesados (i.e. jueces, abogados, etc.) con el fin de consensuar la reforma al texto anterior de la ley federal que regulaba las acciones de clase.

 (27) Ver Rules Advisory Committee Notes to Amend Rule 23.

 (28) Ver Federal Rule 23 (c) 2.

 (29) Ver CONTE, op. cit., t. 3, pág 180.

 (30) Ver fallo "Eisen v. Carlisle and Jacquelin" ya citado.

 (31) DE COULANGES, Fustel, "La Ciudad Antigua", Edaf, 1982, p. 276.

 (32) GONZALEZ, Joaquín V., "Manual de la Constitución Argentina", La Ley, 2001, ps. 147 y ss.

 (33) Un fallo reciente que se encolumna en esta tendencia es "Adecua c. Banco BNP Paribas S.A. y otro", de la Cámara Comercial, sala D, que en relación al alcance del concepto de "justicia gratuita" consignado en el artículo 55 de la Ley de Defensa del Consumidor, estableció que no puede ser interpretado como un "bill de indemnidad" para las asociaciones de defensa del consumidor, es decir, que éstas, una vez que encuentran habilitada gratuitamente la jurisdicción, deben atenerse a las vicisitudes del proceso, incluida la condena en costas.

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