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Eutanasia: Derecho a una muerte digna Israel Yerena Cruz 1

Aceptación de la eutanasia por parte de la sociedad mexicana

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A menudo, el tema de la eutanasia trata de evitarse por temor a la muerte o bien, por la falta de información de la misma. La muerte asistida, como también se le conoce, genera gran controversia respecto a si es una buena opción para aquellas personas que padecen una enfermedad terminal, la cual, les cause una terrible y lenta agonía. Una decisión como esta no siempre es bien vista por algún sector de la sociedad, puesto que en ella influyen de gran manera los factores éticos, morales, religiosos y culturales en general al momento de tratar un tema de este tipo, sobre todo al verse inmersa la vida y la muerte de un ser querido. Es por esto que la presente investigación va enfocada, principalmente, a la sociedad mexicana, al ser un país con un alto índice de fieles a la religión católica y , en la cual, abundan los prejuicios éticos y morales, así como culturales respecto al tema de la vida y la muerte.

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Eutanasia: Derecho a una muerte digna

Israel Yerena Cruz

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Índice

Introducción…3

Vida artificial...4

Derecho a la muerte, ¿Un delito?...8

Salvador o Verdugo…12

Decisiones…16

Conclusiones…19

Bibliografía…22

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Introducción

El tema de la eutanasia siempre ha sido difícil de tratar y, al hablar de ella, indudablemente se abordan temas que son demasiado delicados para la sociedad, tales como la religión, la moral, la cultura, los valores e inevitablemente, la muerte. El fenómeno de la muerte es, sin duda alguna, uno de los fenómenos a los que el hombre más teme enfrentarse, más aún, cuando se sabe que la vida de una persona depende de la decisión de alguien más.

La eutanasia, o bien, la muerte asistida, es un tema al cual la sociedad debe estar abierta a la información, sobre todo, al ser un fenómeno en el cual se ve implicada la vida y el fin de la misma. La sociedad necesita saber qué es la eutanasia, cuáles son sus beneficios y, así mismo, sus consecuencias al ser una situación en la que se elige entre la vida o la muerte para, así, saber si ésta es recomendable como un procedimiento médico y legal con el fin de saber si la sociedad puede aceptarla como una opción para aquellos pacientes con enfermedades terminales.

En el presente trabajo se abordará el tema de la muerte asistida, mejor conocida como eutanasia, desde la perspectiva tanto de personas que han pasado por una situación similar como aquellas que no se han visto inmersas en ella. Así mismo, y mediante entrevistas y grupos de discusión, no sólo se verá el enfoque social, sino médico, religioso y legal para que este tema pueda ser tratado con más claridad con el objetivo de saber si la sociedad, la ley y la comunidad médica están dispuestas a aceptar la eutanasia.

Al tratarse de un tema tan delicado y del que es necesario tener información, la comunicación aborda un papel muy importante dentro de él, dado que la difusión es una acción clave para que este fenómeno pueda ser entendido a mayores rasgos y de una manera más clara. La eutanasia no es una decisión que se toma a la ligera, mucho menos con un simple “sí” o un “no”. En una situación de este tipo influyen sobremanera los factores religiosos, políticos, económicos y culturales, factores que sin duda alguna a veces truncan a la sociedad a tratar o decidir sobre temas de este tipo, motivos por los cuales es necesaria una gran difusión de la información que se tenga sobre este tipo de situaciones presentes en la vida humana.

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VIDA ARTIFICIAL

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A menudo, entre la sociedad existen temas y situaciones que pueden causar escándalo o temor entre ésta y, sin duda alguna, uno de los más delicados es el hablar de la muerte. El temor que la mayoría de la gente presenta ante ella a veces ocasiona que huyan frente a cualquier situación en la que esté inmersa, aún cuando podría verse afectada la salud y la calidad de los últimos días de vida de una persona. Con esto, se trata de hacer referencia a la “eutanasia”, palabra derivada del griego EU=BIEN y THANATOS=MUERTE, es decir, una “buena muerte”.

La eutanasia es un tema que causa estragos en lo más profundo de algunas personas al enfrentarse al fenómeno de la muerte, más aún, cuando se relaciona con el fallecimiento de algún ser querido o, inclusive, el de ellos mismos. Es precisamente por esto que una cuestión de este tipo no puede dejarse de lado, ya que, al ser la muerte un proceso natural de la vida, la decisión entre el tener una muerte digna, como algunos definen a la eutanasia, podría presentarse ante cualquiera. Siendo así que un tópico de esta importancia tiene que ser valorado, difundido y tratado con extrema delicadeza para poder ser no sólo entendido, sino comprendido.

Aunque en el siglo IV A.C. Hipócrates ya definía este fenómeno como una “muerte silenciosa y fácil”, no fue sino hasta 1605 que Francis Bacon célebre filósofo, político, abogado y escritor, quien en su tratado El avance del saber, y siendo consciente de la delicadeza de las palabras, utilizó por primera vez el término “eutanasia”, definiéndola como “aquello que compete al médico para proporcionar la salud y suavizar las penas y dolores de los enfermos, preparándolos hacia la muerte con todos los recursos de la razón”. (Bacon, 1988)

Como se mencionó anteriormente, este tipo de temas suele causar controversia entre la gente no sólo por el hecho de saber de qué tratan, sino, y tal vez más importante, de los usos y significados que gran sector de la población puede llegar a darles; significados y usos que pueden ser tanto culturales, religiosos, éticos y morales, hasta pasar por el ámbito económico. Este tipo de factores influyen de gran manera al tratar temas de está delicadeza pues, dependiendo de la cultura de cada país y de cada persona, es como se abordarán.

Una de las sociedades en las que repercute de gran manera el tema de la eutanasia, también conocida como la “muerte asistida,” es en la sociedad mexicana ya que, tomando en cuenta los factores anteriores, esta sociedad se caracteriza, entre otras cosas, por su gran arraigo que tiene con la religión y la cultura que se les ha inculcado desde su infancia respecto al tema de la vida y la muerte. Es por esto que el presente trabajo tiene como objetivo el saber si esta sociedad podría aceptar la eutanasia como un proceso médico, legal y socialmente aceptado para su aplicación en pacientes que sufren de enfermedades terminales. Sin embargo, ¿Podrá esta sociedad anteponer sus prejuicios religiosos, éticos y morales ante situaciones de éste tipo?, ¿Estará preparada medica, social y legalmente para aceptar un procedimiento como éste? Antes de contestar estas preguntas es necesario conocer los puntos de vista médicos, legales y sociales para poder llegar a una conclusión que se espera pueda dar una mirada un poco más profunda acerca de la muerte asistida en la sociedad mexicana.

Medicamente, se puede definir a la eutanasia como la decisión personal de un paciente para terminar con su propia vida al padecer una enfermedad en fase terminal, o bien, el provocar la muerte del mismo para eliminar la agonía y el dolor que le enfermedad le provoca. Tomando en cuenta estas definiciones, junto con la etimología de la palabra, se puede concluir que la eutanasia es ayudar al “bien morir”. Sin embargo, además de la serie de procesos médicos para llevarla a cabo, es una situación que conlleva una gran responsabilidad en la decisión tanto de quien la elije como de quien la ejerce.

A pesar de que el fin único de la eutanasia es ayudar a morir de la manera más rápida y con el menor sufrimiento posible de la persona enferma para evitarle así una agonía innecesaria, existen varios métodos para llevarla a cabo, cada uno de ellos con el mismo fin pero llevados a cabo de manera distinta. Tenemos así

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que nos encontramos con dos formas distintas de llevar a cabo la muerte asistida: la eutanasia directa, que a su vez se divide en activa y pasiva, y la eutanasia indirecta.

Por eutanasia directa se entiende que son aquellas acciones encaminadas a provocar la muerte del paciente evitándole el sufrimiento y conservando su dignidad, lo cual, se puede lograr mediante dos maneras: la activa, que es aquella en la que el médico proporciona dosis letales de algún fármaco para causar la muerte del paciente y, por otro lado, está la forma pasiva, en la cual, se le facilitan medidas al enfermo para que él mismo provoque su muerte.

Por otro lado, la eutanasia indirecta son las acciones que no están encaminadas a lograr la muerte, puesto que su fin es el de administrar una serie de medicamentos que pueden tener un doble fin en el tratamiento del paciente, es decir, se espera que lo ayuden a mejorar su condición o que, de alguna manera, no se prolongue su agonía. A pesar de que estos “tratamientos” tienen como fin el terminar con el dolor o la vida del paciente, no son los únicos que existen y que se llevan a cabo. Tenemos por otro lado a la “Ortotanasia”, en la cual se trata de no llegar a la obstinación médica, asumiendo así que se quiten, o se eviten (depende del caso) los métodos invasivos para evitarle más dolor al paciente del que su misma enfermedad le provoca. Se entiende por métodos invasivos a todos aquellos en los que se intuba al enfermo para poder mantenerlo con vida mediante aparatos electrónicos, los cuales lo ayudan a realizar las funciones vitales que el ya no puede realizar debido a su enfermedad, tales como el comer o respirar por sí sólo, teniendo así una vida artificial.

Otro método que, si bien no es eutanasia, es el de la norma interna que tiene los hospitales conocida como “R.C.P. 3” (Reanimación cardiopulmonar), la cual dicta que en caso de que el paciente caiga por tercera vez en un paro cardiaco, la familia puede dar el consentimiento al hospital para, en caso de caer en un cuarto paro, no llevar a cabo la reanimación para no lastimar más al paciente y dejar que sus funciones cardiacas cesen de manera natural.

Aunque medicamente la eutanasia sería buena al evitarles la agonía a un grupo de pacientes, su aplicación es bastante difícil y deben considerarse ciertos factores o requisitos para poder llevarla a cabo, y únicamente con aquellos enfermos en los cuales su enfermedad es tan avanzada y su dolor tan grande que, aún cuando se esté haciendo todo lo posible por salvarlos, sea inevitable su pronta muerte. Otra de las razones por las cuales es difícil saber si es bueno o no el llevarla a cabo, es el de decidir hasta qué punto llegan los derechos del paciente y comienzan los de sus familiares para que puedan decidir por ellos.

En estos casos, es inevitablemente también el momento en que se tienen que tomar decisiones definitivas y llegarán las preguntas por parte de los familiares, fatídicas hasta cierto grado, como el cuestionarse si su familiar estará sufriendo, o, tal vez las más duras de enfrentar, como lo es el no saber si todavía será el mismo, o peor aún, si seguirá vivo. Preguntas como estas son a las que se tiene que hacer frente puesto que exigirán respuestas, respuestas de las que podría depender la vida del ser amado. Aún así, las respuestas que definirán el curso de las decisiones que se tomen, sin duda alguna será cuando se piense en el ¿Qué es lo que él, o ella, quisiera?, ¿Qué es lo que yo quisiera para mí?, son estas preguntas las que, más que ninguna otra, dirigirán el rumbo de la situación que se está viviendo en ese momento.

Siempre se hará presenta la duda de hasta qué punto se puede decidir por alguien que ya no es capaz de tomar una decisión como ésta por sí sólo. Medicamente se puede decir que una persona es responsable de sus decisiones cuando aún está consciente y en todos sus sentidos y facultades para poder hacerlo, sin que esto afecte de manera alguna la decisión que está tomando. Hasta este punto está claro que un paciente es capaz de decidir por sí mismo pero ¿Qué pasa cuando ya no puede hacerlo, cuando sus facultades, y aún más su condición, se han deteriorado bastante debido a su enfermedad?, es aquí, y sólo hasta entonces, cuando sus derechos terminan y comienzan los de la familia.

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La decisión de los médicos es clara en cuanto a que un procedimiento como este puede ser necesario para cierto grupo de pacientes, pues se evitaría un sufrimiento innecesario tanto para el enfermo como para los familiares y, sin embargo, su opinión es hasta cierto punto confusa, pues mientras algunos médicos mencionan su postura a favor de que la eutanasia sea utilizada como un procedimiento médico, su decisión se muestra tambaleante al momento de preguntarles si ellos mismos estarían dispuestos a aplicarla de ser necesario. Tal conflicto se podría ver explicado desde dos puntos, el primero de ellos sería el del deber, el segundo, el humanitario.

La formación del médico debe ser inquebrantable, con una moral y una ética impecables debido al grado de responsabilidad y compromiso que su profesión les exige y, aún así, este tipo de valores se verán puestos a prueba en ciertas situaciones, como bien lo es en este caso el de la muerte asistida. Desde el punto de vista médico, la eutanasia, activa o pasiva, sería contraponerse a todos los principios bajo los cuales se han forjado en su ética profesional, puesto que su fin máximo es el de mejorar y salvaguardar la vida a toda costa. Es aquí cuando se enfrentan al conflicto entre el vivir y el bien morir y su factor humanitario, pues se presenta a veces que, conforme a las experiencias que viven a lo largo de su carrera con pacientes terminales y por el compromiso que tienen con ellos, su orgullo no les permite frenar y los hace perder esa conexión de ser humano, a tal grado de obstinarse por salvar una vida llegando hasta las últimas consecuencias, olvidándose así que están tratando a un ser humano y olvidando a veces la dignidad del paciente. (De la Torre, 2008)

A pesar de esto, gran parte de la comunidad médica muestra su aprobación hacia la eutanasia, tomando como base los cuatro principios bajo los que se rigen, los cuales dictan que en su formación, siempre deben actuar con beneficencia al hacer siempre el bien, no caer en la maleficencia evitando cualquier hábito o costumbre que vaya contra su ética, actuar siempre con justicia al mantener una equidad y, por último, actuar con autonomía pero, anteponiéndose a estos cuatro principios, un médico debe respetar por sobre todas las cosas la decisión del paciente. (PDF, Los cuatro principios básicos de la bioética, en camfit.com [En línea])

El objetivo de todo médico es el de preservar la vida, mantenerla a toda costa y salvaguardar la salud de cualquier persona al enfrentarse a la enfermedad que le acomete, sin embargo, cuando se trata sobre temas tan delicados como el de la muerte asistida, es cuando él mismo pone a prueba su experiencia, su ética y su formación, sin duda alguna hará lo posible por cumplir con su cometido que es el de salvar vidas, y aún así, el punto decisivo no siempre estará en sus manos, ante todo, el médico vive para ayudar y servir al enfermo, respetando ante cualquier cosa sus decisiones para que él, como médico, pueda actuar no sólo de la mejor manera posible, sino también de la forma correcta de hacerlo, siendo así que un médico siempre debe actuar con ética, rigiéndose bajo a la bioética la cual, se dedica a proveer los principios para la correcta conducta humana respecto a la vida.

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Derecho a la muerte….¿Un delito?

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A menudo se dice que al cometer un crimen tarde o temprano se pagan sus consecuencias, las cuales, van de acuerdo al grado del delito cometido y que sin duda alguna, el privar de la vida a alguien es uno de los más graves (PDF acceso el 10 Mayo, 2013, PDF, Los delitos graves y los delitos calificados en materia fiscal, en, http://www.e-paf.com [En línea], de acuerdo a esto, entonces ¿Qué sucedería si se tiene la garantía de que un quebrantamiento de la ley, como lo es el homicidio no fuera castigado?, Seguramente una situación como esta causaría un gran estrago entre la sociedad pero, ¿Qué pasaría, cuando lo que algunos considerarían como un crimen no sólo fuera permitido, sino necesario para evitar el sufrimiento de un ser querido? Muchos se preguntarían entonces si es un crimen en realidad, si sería homicidio o no y, sin embargo, ¿No sería acaso la forma correcta de actuar frente a un ser amado? Este es tal vez el mayor problema al que se enfrenta la eutanasia que, como ya hemos visto, se trata de ayudar al bien morir a personas que sufren de dolores intolerables para evitarles una agonía atroz ¿Es el ayudar al bien morir a una persona un crimen? ¿Es acaso un delito el ayudar a alguien para que no sufra en el límite de su vida? Estos son tal vez los argumentos más fuertes que la eutanasia tiene a su favor para que pueda ser legalizada como un procedimiento médico pero, entonces, otra de las dudas a aclarar sería si la sociedad puede aceptar esté procedimiento o, más delicado todavía, si está preparada para llevar a cabo el fenómeno de la muerte asistida.

Para responder a estas últimas dos cuestiones es necesario el saber la cultura que tiene la sociedad a la que se plantea tal situación, en este caso la de México, sin embargo, antes es indispensable situar la eutanasia desde el ámbito legal de esta sociedad y saber así la posibilidad que hay de que este proceso tenga lugar en caso de ser aceptada. Para esto se definirá, mediante la entrevista a un licenciado en derecho, cómo es que la ley mira a la eutanasia y si sería conveniente o no el legalizarla entre la sociedad mexicana.

Para la ley, la eutanasia es la muerte que solicita una persona en fase terminal de su enfermedad, siendo así la autorización de que se propicie el fallecimiento del enfermo por él mismo o su familia. Si bien en México aún no está legalizada como tal, es posible encontrar que en el Distrito Federal y el Estado de México está aprobada desde el siete de enero del 2008 la “Ley de Voluntad Anticipada”, que, a diferencia de provocar la muerte como lo hace la eutanasia, su fin es que el paciente que la solicite de a conocer los tratamientos que quiere que se realicen con él en caso de que su enfermedad lo haga caer en una situación en la cual ya no pueda decidir por sí mismo, es decir, el paciente da a conocer su voluntad acerca de si quiere que se practiquen métodos invasivos con él en caso de ser necesarios para mantenerlo con vida, o si prefiere que no se realicen procedimientos más que los necesarios para poder sobrellevar el dolor hasta lo hora de su muerte.

Como bien se dijo, la eutanasia no es lo mismo que la Ley de Voluntad Anticipada, de hecho, ésta ultima apoya al procedimiento al que antes nos referimos como ortotanasia, con la diferencia de que en esta ley los familiares no pueden intervenir en la decisión del paciente, pues es una decisión que debe tomar por él mismo siempre y cuando conserve todas sus facultades y su pronóstico de vida sea menor a los seis meses. En caso de que aquella persona que padezca de una enfermedad terminal quiera solicitarla debe llenar una solicitud tanto para el hospital en dónde está siendo atendido como para el Ministerio Publico, dando cuentas de su situación y su voluntad. Como ya se aclaro antes, esta solicitud sólo la puede realizar el paciente, pero debe estar acompañado de dos testigos y nombrar a un responsable que se asegure de que se cumpla lo que él pidió, siendo esta la única intervención que tienen los familiares. Para que esta solicitud pueda llevarse a cabo, es necesario el que exista una coordinación entre el hospital donde ésta siendo atendido el paciente con el Ministerio Publico, para que el primero de un informe sobre si es factible el que se otorgue el permiso al paciente de poder llevar a cabo este trámite, informándole al MP sobre la situación médica del enfermo, tomando en cuenta también la ley únicamente a aquellas enfermedades que se presenten en fase terminal, como vendría siendo un caso de cáncer avanzado, por ejemplo.

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Ya se ha aclarado que la eutanasia no es lo mismo que la Ley de Voluntad Anticipada, ésta última es un procedimiento totalmente legal, mientras que la primera, al no estar legalizada, conlleva severas consecuencias para quien la practique, sin importa si es un familiar o el propio médico quien la lleve a cabo sin el consentimiento del enfermo, puesto que estaría cometiendo homicidio y siendo más grave el delito en caso de que éste ultimo la realice a que si lo hiciera un familiar, por lo que el castigo oscilaría entre los ocho y veinte años de prisión. Aún cuando el tema de la muerte asistida sea un tanto controversial para la ley, ésta se dice estar dispuesta a aceptarla bajo ciertas condiciones, siendo la primera de ellas el que la misma sociedad sea quien la solicite. Además, una vez legalizada, se tendrían que seguir una serie de criterios para solicitarla, pesando sobre todo el punto de vista que dé el médico y el hospital en dónde esté siendo asistido quien la demande, siendo el primero de estos criterios la salud del paciente y su calidad de vida en el futuro y, en caso de ser necesario, se tomaría en cuenta únicamente la decisión de la familia que tenga lazos consanguíneos con el enfermo (o un tutor en caso de no haberla), para que así, en vez del paciente y en caso de ser necesario, la familia se vea en más libertad de llevar a cabo una elección, como lo es por ejemplo el que el enfermo haya caído en coma, ya que si no expresó su voluntad antes de caer en estado vegetativo la familia no podrá decidir por él en el futuro, puesto que la Ley de Voluntad Anticipada es única decisión del paciente sin intervención de los familiares; así, en caso de que llegue a caer en una situación parecida sin antes decidir lo que quería para él, la ley ve a la eutanasia como la mediadora y la oportunidad de que la familia decida por su paciente en caso de que éste ya no lo pueda hacer, siendo así que la familia no estaría incurriendo en delito alguno.

A su vez, si la eutanasia se legalizara, la ley menciona que es importante el dar a entender el que sería un método opcional y no obligatorio, cada quien sería libre de elegir si quiere que se aplique con uno mismo o con su familiar y, en caso de realizarla bajo los debidos procedimientos no se incurriría en ningún crimen, así como si la familia rechazara esta opción, igualmente se vería librada de cargos legales, puesto que su decisión sería extraoficial. La eutanasia se aprobaría como una opción, dando la libertad de elegir y sin afectar legalmente tanto a quienes la piden como para aquellos que la rechacen. Se hace evidente la necesidad de una regulación entre la ley y la comunidad médica así como entre la sociedad, pues a pesar de que en el DF y el Estado de México está aprobada la Ley de Voluntad Anticipada, la gente no tiene conocimiento de ella y, lo que es más problemático aún, es que gran parte del MP desconoce esta ley y en los hospitales no se da la debida información y difusión no sólo de esta ésta, sino del tema de la eutanasia, haciendo con esto que queda al aire libre la pregunta sobre ¿En dónde queda la seguridad de las personas para aquellas instituciones que deben cuidar de la sociedad, si éstas mismas están más preocupadas por otras situaciones que por los problemas sociales?

Aunque es obvio que para el Gobierno sería adecuado el legalizar la eutanasia, no sería menos obvio el preguntarse por qué lo haría y si en realidad es para el bien de la sociedad o para su propio beneficio, pues es más que evidente que al legalizarla hay varios interese de por medio para el propio Gobierno, como lo es el no seguir otorgando pensiones a gente que a sus ojos ya no son productivas y representan un cargo para él. A lo cual también responde que a su vez, para la familia seria el librarse de un tremendo gasto económico que provoca el mantener a una persona que día a día requiere más cuidados y podría no tener esperanzas de vida, siendo este otro factor que sin duda alguna influye en la decisión de aquellos quienes se ven envueltos en esta situación de legalizar la muerte asistida.

Sea cual sea la razón por la que el Gobierno esté dispuesto a aprobar la eutanasia, no deja de ser un hecho el que su legalización representaría un poco más de libertad para el sector de la sociedad que estaría dispuesta a llevarla a cabo, evitándose así de problemas legales y, visto desde el punto de vista de la economía de las familias, se ahorrarían grandes gastos como lo es el pagar los tratamientos de enfermos en fase terminal a quienes se les ha pronosticado un corto periodo de vida y deben de sufrir grandes dolores, siendo a veces que el factor económico-familiar representa un gran papel en este tipo de decisiones.

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Otra cosa que es evidente es la correcta información y difusión de la misma que, tanto las instituciones gubernamentales como las sociales pueden dar sobre el tema de la eutanasia, pues uno de los problemas que se presenta en esta sociedad, al ser un país subdesarrollado, es la desinformación y el incorrecto uso de ella, ya que “en los países que poseen un elevado nivel de vida material pero bajo de cultura, se observa, cuando se mira detenidamente, que el abuso de placeres y distracciones son otras tantas tentativas de divertirse del miedo a la muerte”. (Lepp, 1967: 182)

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Salvador o verdugo

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Cómo hemos visto, la cultura, la ética y la moral de una sociedad pueden ser los factores clave para tratar asuntos de tal calidad como lo es el de la muerte asistida, pues muchas veces una elección no sólo depende de lo que se quiere o de lo que se cree que sería lo mejor, sino también de lo que se ha enseñado y aprendido acerca de lo que está bien y lo que está mal. La religión es un factor muy importante dentro de la cultura de una sociedad al momento de tomar decisiones de este tipo, que o bien pudieran influir a una elección más fácil o hacerla incluso más difícil de hacer. México es el segundo país en el que predomina la religión católica con 92 millones 942 mil 289 fieles, siendo así que para esta sociedad la religión representa un factor importantísimo en su vida. (Excélsior, 2013, “Norberto Rivera: México debe frenar la secularización” Nacional, [En línea] en http://www.excelsior.com.mx/)

En el capitulo anterior se habían planteado las cuestiones acerca de legalizar la eutanasia con tal de evitar la agonía que una enfermedad en fase terminal le provocaría a alguien que desgraciadamente se viera envuelto en esta situación. Se ha visto ya que para la ley y el Gobierno el aplicar la eutanasia no sería considerado como un crimen si ésta se legalizara, y que quien la practicara, bajo los reglamentos y procesos legales que ésta conllevaría, no estaría cometiendo homicidio alguno en cuanto a lo legal se refiere. Ahora, no queda más que saber si la gente, aún legalizado este procedimiento, estaría dispuesta a llevarlo a cabo en cuanto a las implicaciones éticas, morales y religiosas que implicaría una situación de este tipo. Es así que al ser la sociedad mexicana por mayoría católica y ser el catolicismo el dogma que predomina en el país, se pretende saber qué piensa esta religión acerca de ayudar al bien morir a una persona para de evitarle el sufrir de manera innecesaria.

La religión católica define a la eutanasia como el derecho que tiene toda persona para tener una salida digna de este mundo a través de la separación del alma y del cuerpo. Una definición como esta al parecer no entra en conflicto respecto a lo que los creyentes piensan del catolicismo pero, tal vez la perspectiva cambia cuando se pregunta si se es bueno el practicarla pues, ¿No iría a caso contra los principios de esta religión el dejar morir a alguien?, puesto que el quinto mandamiento dicta “No mataras”, ¿Es acaso el ayudar o dejar morir a alguien, aún si esto fuera por piedad, un pecado? ¿Con qué ojos vería entonces la religión a la eutanasia?

La religión podría ver a la muerte asistida como buena o mala según las circunstancias, pero, tal vez para cierto tipo de sacerdotes, quienes han tenido un trato más cercano con sus fieles y podrían haber desarrollado una mayor sensibilidad hacia ellos, al vivir junto de la mano los problemas de los creyentes como suyos, podrían tener una opinión un poco más concreta acerca de este tema, tan es así que para ellos la muerte asistida podría ser lo más acertado y lo más humano para con un ser amado y, sin embargo, también para ellos es importante el que se realice siempre y cuando se respete la última voluntad del enfermo terminal al tomar en cuenta a la eutanasia como opción, y que dicha voluntad debe respetarse mientras exista una consciencia verdadera de que se ha caído en los últimos recursos médicos para salvar su vida.

Un sacerdote que se ha visto envuelto en este tipo de situaciones, mencionaría que por lo regular los fieles ven este tipo de decisiones como un cargo de consciencia moralmente malo, acudiendo así con ellos para pedirles orientación y de esta manera aminorar ese “cargo de consciencia” que los aflige al tomar una decisión definitiva. El sacerdote se ve implicado en medio de una guerra de sentimientos y valores y, la familia, al tomar demasiado en cuenta el consejo que el sacerdote les dé, para él se vuelve difícil el aconsejar, debe aplicar de manera muy delicada los conocimientos y criterios que tienen sobre este tema pero sin olvidar su lado humano, siendo así, que al dar una opinión, pudiera sentirse como si se convirtiera en una especie de salvador o verdugo.

Está claro que la religión juega un factor muy importante a la hora de tomar decisiones de este tipo, muestra de ello está en que últimamente ha aumentado el número de personas que piden consejo sobre la

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eutanasia a la iglesia, que si bien podría tomarse como el que la sociedad tal vez comienza a tomar un poco más en cuenta este proceso, significa también que la opinión de la religión es indispensable para gran parte de la sociedad al tomar en cuenta la opción de la muerte asistida, lo que podría verse también de una manera ambivalente, ya que al pedir consejo a la iglesia, como lo afirman algunos párrocos, bien podría ser porque algunas personas piensen que la religión tiene la última decisión o bien, buscan librarse de la responsabilidad y el cargo que una elección de este tipo implica.

La necesidad del hombre por creer en algo más grande que él, y pensar que la muerte no es el fin del camino, no sólo lo hace sentirse protegido, sino que de alguna manera hay quienes se sirven de este pensamiento para sobrellevar la vida:

“El recuerdo perdurable de los muertos fue la base de la suposición de otras existencias y dio al hombre la idea de una supervivencia después de la muerte aparente. Sólo más tarde consiguieron las religiones presentar esta existencia póstuma como la más valiosa y completa y rebajar la vida terrenal a la categoría de una mera preparación. Y, consecuentemente, se prolongó también la vida en el pretérito, inventándose las existencias anteriores, la transmigración de las almas y la reencarnación todo ello con la intención de despojar a la muerte de su significación de término de la existencia” (Freud, 1997)

En cuanto a la eutanasia y a la religión, Bertrand Russel responde a esto que el concepto de pecado es un concepto enigmático, que bien podría ser entendido si éste consistiera en provocar sufrimientos innecesarios, pero muy a menudo el pecado consiste en evitar el sufrimiento innecesario. Si el paciente opta por la eutanasia entonces comete suicidio, y el suicidio, como tal, es pecado, siendo así que los pacientes con enfermedades terminales han de soportar meses de agonía innecesaria, a menos que alguien se apiade de ellos, asumiendo el riesgo de acusación de asesinato. Para lo que Russel opina que encuentra difícilmente el concebir a un Dios, sea cual fuere, que se complace con la contemplación del sufrimiento aunque, para muchos, el pensar así signifique el estar inmerso en un grave problema moral. (Bertrand Russel, “sobre la eutanasia” [En línea] en http://www.youtube.com/watch?v=o41Q0Fi8tT0)

A esto, hay sacerdotes que responderían que aún así la iglesia podría defender a la eutanasia bajo el criterio de respeto a la voluntad del moribundo, sabiendo en estos casos, que el derecho a la vida, o a la elección de la muerte en estos casos, debería de respetarse, pues si bien la religión les exige el defender la vida, al menos ellos, estarían dispuestos a recomendar la muerte asistida sólo y únicamente para no prolongar a una persona un sufrimiento innecesario cuando ya no existen los recursos para salvarla, y así, como debe tener una vida digna, también tenga una muerte digna. Para esto ellos piden a la familia bastante comprensión, explicando que tal vez en ese momento piensen que no fue la mejor decisión, pero que su ser querido no tenía por qué sufrir injustificadamente y que en ese momento tomaron la decisión correcta y entender que la muerte es una situación incluida a la vida y comprendiendo que al no poderse evitar, se puede optar por una muerte digna.

A pesar de los riesgos de este tipo a las que algunos sacerdotes se enfrentan en ocasiones, opinan que esta sociedad aún no está preparada para aceptar este fenómeno y que, al igual que en al ámbito legal y médico, el mayor problema es la falta de conocimiento respecto a este tema y otros como el de las personas con enfermedades terminales y los derechos humanos. Sin embargo, tanto la Iglesia como sus párrocos, mencionan que algo de vital importancia es que la gente reconozca el hecho mismo de la vida con todo lo que ella implica, estar conscientes de que la muerte es una realidad inevitable y que, mientras más se haga consciencia de esto, se puede entender mejor y facilitar el tema de la eutanasia.

Una de las medidas que la Iglesia, católica al menos, toma para este tipo de situaciones, es que en ocasiones es más el cargo de consciencia moral y psicológico que el religioso, y precisamente por esto algo que debe quedar bien en claro es la finitud del ser y, si bien la Iglesia trata de explicarlo, una ciencia como la psicología podría ayudar al respecto. Freud (1997) comenta que “la escuela psicoanalítica afirma que, en el fondo, nadie cree en su propia muerte, o lo que es lo mismo, que en lo inconsciente todos nosotros estamos convencidos de nuestra inmortalidad”.

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Esta idea puede ser clave respecto a los temas en los que inevitablemente se hace presente el hablar de la muerte pues, mientras no se haga consciencia de que la muerte es un hecho natural que va inmerso en el ciclo de la vida, más difícil será el afrontarla, al contrario, si se está consciente de ella, tal vez sería más fácil el aceptarla y sobrellevarla de una mejor manera. Sin embargo, la relación entre la muerte y la finitud del ser puede verse desde varias perspectivas, como por ejemplo lo plantea Dylan Evans (1997), al citar a Lacan, tomando la idea de que la existencia humana sólo adquiere sentido en virtud del límite finito establecido por la muerte de modo que el sujeto humano es en sentido estricto “un ser-para-la-muerte”; esto se corresponde con la idea lacaniana de que el analista debe llegar a asumir, a través del proceso analítico, su propia condición mortal. Por otra parte, para algunos la vida puede ser una mera preparación para la muerte pero, de acuerdo con Erick Fromm (1992) el ciclo de la vida es unión, nacimiento y crecimiento, así como el ciclo de la muerte no es más que cesación de crecimiento, desintegración, descomposición.

De acuerdo a esto, no queda más que recalcar lo que se planteo al principio, es decir, que la cultura y la religión de una sociedad siempre se verán inmersas en estas decisiones, la diferencia está en aceptar el hecho mismo de la muerte, aunarlo con el hecho de la vida. La eutanasia es una decisión difícil y precisamente por esto requiere de un gran conocimiento sobre el tema y, más que nada, la aceptación, independientemente de la religión, del pensamiento o de la postura que se tenga respecto a la vida y al término de la misma, ayudan a elegir pero, cuando obstruyen y causan conflicto en lo que podría significar el termino de un sufrimiento innecesario que causa una terrible enfermedad, tal vez estas diferencias deberían sobreponerse.

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Decisiones…

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¿Por qué es tan difícil el hablar de la muerte? Tal vez la respuesta más obvia sería por el temor que ésta infunde en el hombre, por el hecho de afrontar que tarde o temprano se presentará en la vida de cada hombre y no saber cómo enfrentarse a ella. Cuando la gente habla de este suceso, por lo regular siempre es más fácil el hablar sobre la muerte de alguien más y no de la que podría ser la suya propia, y aún así, hay quienes al hablar de ella lo hacen tratando de dar por terminado el tema lo más rápido posible con tal de evitarla en la medida de lo posible. Sin embargo, es una realidad que la muerte está presente de manera constante en la vida de la sociedad, ya sea mediante pláticas, películas, lecturas o por situaciones vividas, entonces, ¿Por qué huir de ella? ¿Acaso no sería mejor el aceptarla y de esta manera prepararse ante ella y no temerle?

“La constante meditación sobre la muerte resulta paralizante para la acción y la vida. Por otra parte, de nada sirve confirmar la idea de la muerte en el inconsciente o esforzarse por ahogarla en una oleada de diversiones. Vale más mirar la realidad de frente, reconocer francamente el escándalo que representa para nuestra inteligencia y nuestro corazón. Sólo así nos será posible tal vez intentar sublimarla”. (Lepp, 1967)

Entre la sociedad, el tema de la eutanasia no siempre es bien visto por ésta, principalmente por las razones que hemos visto anteriormente, pues cuando no es evitado por el temor que causa el hablar de ella, cuando se habla de religión tampoco sale bien librado por los matices que genera. Sin embargo, también se ha visto que es necesario el que se conozco de ella, el saber qué es la muerte asistida y como sobrellevarla, es por esto que este ultimo capitulo la abordara desde el punto de vista que un sector de la sociedad tiene respecto a ella, tratando así de conocer lo que el futuro de la eutanasia le depara con la sociedad mexicana.

Si bien es cierto que entre la gente hace falta información respecto a este tema, los que saben de ella la definen como el proceso para terminar de una forma digna la vida de una persona y evitarle el sufrimiento en una enfermedad terminal; otros la definen como aquella decisión que se toma para el bien morir y que tanto paciente y familiares sufran lo menos posible. Aunque la concepción que la sociedad tiene sobre la muerte asistida no está alejada en lo más mínimo de como la define el ámbito medico, legal y religioso, ahora concierne el saber la opinión que la gente tiene respecto a ella y saber si pueden llegar a aceptarla.

En cuanto a lo legal se refiere, la sociedad tiene el temor de los problemas jurídicos que se sabe se enfrentarían al practicar la eutanasia y que, sin embargo y como se ha visto, el hacerlo así para la ley representaría el homicidio al no estar regulada, pero que en caso de aprobarla, se asegura a la sociedad que quien la solicite y siga el procedimiento debido no incurriría en delito alguno. Al mencionarse esto, cierto sector de la población se muestra un poco más tranquilo, puesto que en caso de que esto se logre, se daría un poco más de libertad en las decisiones que la familia tome, no sólo porque su decisión sería incuestionable para las autoridades, sino porque el dilema ahora sólo oscilaría entre lo moral, ético y religiosos y que, si bien seguirían afectando en la decisión, la elección ahora sería por completo personal y familiar sin incurrir en un crimen legal.

Un punto importante, es que un sector de la sociedad afortunadamente tiene conocimiento sobre lo que es la ya mencionada Ley de Voluntad Anticipada, saben de qué trata y cómo es que se lleva a cabo, sin embargo, este factor se muestra un tanto inconforme respecto a la manera en que se procede con ella, pues si bien están de acuerdo en que la decisión de llevarla a cabo radica únicamente en el enfermo, se preguntan a sí mismos ¿Qué pasa cuando el paciente no se decidió en el transcurso en que su enfermedad avanzo y cayó en estado vegetativo? En donde cabe mencionar, para una parte de la sociedad, es este estado el que define el límite entre el fin de los derechos del paciente y el comienzo de los derechos de los familiares para poder decidir por él. Aún cuando esta muestra de la población cree que el uso de la eutanasia es bueno, puesto que se ayuda al bien morir, no dudan que después pueden existir remordimientos por la decisión tomada pero hay certeza en que se tomó la mejor decisión, entonces, dicen ellos, el problema radicaría ahora en ¿Cómo llevarla a cabo sin cometer algún delito?

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Al aprobarse la eutanasia, la sociedad no estaría violando ley alguna al dar parte de esto a las autoridades correspondientes y practicarla, estando claro con esto que, lo que debe ser preparado es el ambiente familiar respecto a estos temas y lo ético y moral al tomar decisiones de esta índole. Ahora bien, la moral es algo que está implícito en cada uno de los seres humanos, muchas veces puede representar ciertas dificultades al tomar algunas elecciones, es por esto que, si bien la moral no debe dejarse de lado y mucho menos deshacerse de ella, si es indispensable el saber cómo sobrellevarla para que no afecte en decisiones que pueden llegar a ser de tal delicadeza, como lo es el de decidir la prolongación de la agonía de una persona o el término de su sufrimiento.

Para el filósofo alemán Friedrich Nietzsche, la moral, al igual que la religión, es una fuerza que ha corrompido a la sociedad y que no le permite superarse a sí misma, que la detiene para evolucionar ante ciertas situaciones y que causa un gran conflicto cuando se emplea en decidir lo que es bueno o malo, teniendo así que:

“La moral de los señores: es la de los fuertes, creativos, dominadores. Estos forman una

casta o clase social que se impone a la clase de los débiles, de los inferiores, de los vulgares y

sometidos. El dominador ama la vida, es duro para sí y para los demás, y desprecia la debilidad

y la cobardía, el miedo, la humildad y la mentira. No se compadece ni es piadoso.

La moral de los esclavos privilegia la igualdad, la compasión, la dulzura y la paciencia. Es

propia de los oprimidos y los débiles que a menudo desprecian esta vida y se refugian en al

más allá”. (Nietzsche, 2009a)

De igual manera, Sarte (2005) niega toda objetividad a la moral, para él “es plenamente subjetiva y fruto exclusivo de la elección de cada cual. Y ahora bien, no deja de ser moral ni ético y cada hombre es libre de decidir”. Con estas palabras, esta investigación no pretende que la moral se deje de lado en las decisiones que la vida implica y más aún al abordarse el tema de la vida y la muerte, sino que, lo que se quiere exponer aquí, son los factores que pueden llegar a influir en elecciones de tal grado como la eutanasia. De esta manera tenemos que la moral debe ser utilizada para tomar la mejor decisión, pues aunque puedan existir ocasiones en las que no se sabe si se está actuando de un buen o mal modo, en situaciones como esta no queda actuar más que de la manera correcta, aún si eso significa entrar en conflicto con la ética y la moral. “A veces es necesario ir más allá del bien y del mal, puesto que estos términos son relativos, definidos por cada quien desde su perspectiva”. (Nietzsche, 2009b)

Ahora bien, respecto a la fe, algunos miembros de la sociedad mencionan que a veces, cuando se está muy allegado a la religión, sea cual fuere, puede impedir el que las personas tomen una decisión al preocuparse por estar cometiendo no ya un crimen, sino un delito. La sociedad mexicana que profesa una religión, en este caso haciendo referencia a la católica al ser la predominante en México, está de acuerdo en que la religión ve a la eutanasia más como un pecado que como un homicidio, entendiendo así que en caso de cometerla no sólo tendrán que pagar por esa acción en su vida terrenal, sino también en la espiritual, pensamiento que afecta a una parte de la sociedad y que como bien se dijo, podría frenar una decisión que significaría el término de una agonía.

Es por esto que también una parte de la sociedad expresa que aunque el catolicismo no acepte la eutanasia al defender la vida a toda costa, la elección de la muerte asistida debe ser una decisión personal y unifamiliar, ya que la religión únicamente debe otorgar un bienestar espiritual y la medicina el bienestar físico. Es así que una parte de la sociedad concluye que, si bien no se pide dejar de lado la religión, cuando se trata de mantener la salud y de tener una muerte digna, debe pasar a segundo término, puesto que, aún con todo esto,

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“nuestra vida no tiene más sentido que el que nosotros elijamos darle”. Sarte (2005), y que “los asuntos del cielo y de la tierra deben mantenerse separados” (Fromm, 1992).

Conclusiones…

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Ley, Ciencia y Religión suelen contraponerse una con otra debido a las posturas ideológicas y jurídicas que tienen entre ellas al abordar ciertos temas, siendo tal vez el más importante el de la vida y la muerte. No cabe duda que al hablar del final de la vida, podrían entrar en conflicto entre ellas, pensando así de manera independiente cada una respecto a la otra y, sin embargo, tal vez sería posible que al querer lograr un objetivo en común pudieran actuar en conjunto para lograrlo. Esto se ha visto a lo largo de esta investigación cuando, al querer saber si la eutanasia puede ser aceptada como un procedimiento legal, la sociedad podría aceptarla para llevarla a cabo como un procesos médico, para lo cual, este fenómeno se ha visto desde un punto de vista legal, médico, religioso y social para así, llegar a una conclusión.

Si bien es cierto que el Gobierno estaría dispuesto a legalizar la eutanasia, ya sea por términos en beneficio de la sociedad o bien para él mismo, no menos cierto es que la medicina también estaría dispuesta a aceptarla como un procedimiento médico más en los casos necesarios (aunque con un poco más de dificultad por la ética que el personal médico tiene). Por otro lado se creería que para la religión, por los valores y la idea que difunde respecto a la vida y la muerte, podría ser un poco más difícil el aceptarla y, sin embargo, contrario a lo que muchos creerían, algunos clérigos mencionan que aceptarla sería, hasta cierto grado, una buena decisión por parte de la sociedad para aplicarla con aquellos seres amados a los que la enfermedad les ocasiona un terrible sufrimiento y una lenta agonía. Obteniendo con esto que legal, médica y religiosamente, se concuerda en que en los casos en la que se vea necesaria, las personas merecen tener una buena muerte y la sociedad el derecho para otorgarla.

Con esto, se está de acuerdo entonces en que la decisión radica en la sociedad, pues parte de ella afirma que a pesar de que un sector la aprobaría, la mayoría de no está lista para llevar a cabo un proceso de este tipo y tomar una decisión de esta índole. Esto derivaría sobre todo en dos factores principales, es decir, en el ámbito legal y el cultural. En lo legal, el problema radica en el que se piense que al practicar la eutanasia se está cometiendo un homicidio; en lo cultural, principalmente en lo religiosos, es el mismo temor, sólo que espiritualmente elevado a la categoría de pecado; en cuanto a lo moral y lo ético, tal vez la respuesta sería el que la sociedad elimine ciertos prejuicios hacia algunos temas y situaciones y, en el caso de la muerte asistida, ayudarse precisamente de esta ética y moral que se le ha inculcado para poder desarrollar un sentido más agudo de empatía, que sean capaces de ponerse en el lugar de la persona que está sufriendo y preguntarse qué es lo que su familiar quisiera, qué sería lo mejor y, ayudándose de todo lo antes ya mencionado, tomar, sin miedo alguno, la mejor decisión.

“Hoy en día el deseo de significado se ve frustrado a nivel mundial. Cada vez hay más gente obsesionada por un sentimiento de falta de sentido, que a menudo viene acompañado por un fuerte sentimiento de vacío, o como yo lo llamo, un vacío existencial. Se suele manifestar en forma de aburrimiento y apatía. Mientras que el aburrimiento es indicativo de una pérdida de interés por el mundo, la apatía revela una total falta de iniciativa a la hora de hacer algo en el mundo, de cambiar algún aspecto del mundo”. (Frankl, 2000).

Es entonces lo cultural, lo moral y lo ético, elementos que influyen de gran manera a este tipo de situaciones y decisiones, aún así, parte de la sociedad responde a esto que al ser legalizada la eutanasia, aclarando bajo qué términos y en qué circunstancias podría llevarse a cabo, se les otorgaría una mayor libertad al saber que no incurrirían en delito alguno. Así mismo, aceptan que una vez que el Gobierno la legalizara,

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correspondería el turno ahora a la las Iglesias y religiones el comprender que este suceso, cuando se trata de evitar una agonía, no debe ser visto como un pecado y para así, poder trascender en elecciones de este tipo.

Respecto a esto, se hace evidente una necesidad de información y, más importante, la correcta difusión de ésta al tratarse de temas tan delicados como lo es la eutanasia, que las instituciones correspondientes difundan este tema de la mejor manera posible para preparar a la sociedad respecto a la muerte y las medidas que se pueden tomar cuando ésta se presente. Hoy en día, existen ciencias, tales como la Tanatología, que tratan el fenómeno de la muerte desde una perspectiva humanista, religiosa y espiritual para poder ayudar a la sociedad a superar la muerte de un ser querido y que afronte el hecho mismo de la existencia de la muerte como un fenómeno natural que está inmerso en el ciclo de la vida.

Una de las claves para que la sociedad pueda afrontar el hecho de la muerte es el saber que existe, y que al existir, pueden prepararse para el momento en que se presente, estar conscientes de que el ser humano es un ser mortal y así, no rehuir al tema de la muerte, pues el miedo paraliza y no deja actuar ante él. Esto representaría un gran avance para que la sociedad pueda aceptar la existencia natural de la muerte y poder afrontarla, y al entenderse esto, tal vez no se esté tan equivocado al decir que “la conquista más útil del conocimiento es la de haber renunciado a la creencia en la inmortalidad del alma” (Nietzsche, 1999)

Es así entonces, que se puede llegar a la conclusión que una parte de la sociedad mexicana estaría de acuerdo en que el Gobierno legalizara la eutanasia y pueda ser así usada como un procedimiento médico para llevarse a cabo, dándole al enfermo la oportunidad de tener una buena muerte, no prolongando su dolor y finalizar de una manera digna la vida de un ser amado. Sin embargo, para el sector que está a favor de la muerte asistida, es una realidad que la mayor parte de la sociedad mexicana aún no está lista, ni cultural, moral, ética o religiosamente para aceptar este procedimiento y llevarlo a cabo.

Para la sociedad, la solución está en la correcta difusión e información acerca de la eutanasia, que la gente tenga una mente más abierta respecto a estos temas y que el Gobierno, hospitales, y la Iglesia den pláticas sobre esto, pues, si existen platicas que abordan problemas sociales, no ven por qué no se pueda informar acerca de la muerte asistida, de sus beneficios y todo lo que ella implica. Aun así, este sector de la sociedad afirma que otra de las claves está en que sea un tema que se trate en familia, que se platique qué es lo que ellos quisieran para sí en una situación de este tipo y así, de esta manera, si bien la sociedad mexicana aún no está lista para afrontar la eutanasia, se puede preparar poco a poco para ella y no temer más ante el tema de la muerte y así, poder decidir qué elecciones son las mejores pero, sobre todo, no temerla y aceptar que la muerte es un proceso natural de la vida.

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