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RDOS DE PAZ EN GUATEMALA: LEGALIDAD Y LEGITIMIDAD ÍNDICE 1 INTRODUCCIÓN 4 CAPÍTULO I-LEGALIDAD Y LEGITIMIDAD A. LA LEY 7 B. LA LEGISLACIÓN 14 C. LA FORMACIÓN DE LA LEY (LEGISLACIÓN) EN GUATEMALA 19 D. ACUERDOS INTERNACIONALES 21 E. ACUERDOS POLÍTICOS 24 E.1. Cuadro comparativo entre los Acuerdos Internacionales y los Acuerdos Políticos 25 F. DIFERENCIAS ENTRE LEGALIDAD Y LEGITIMIDAD 26 CAPÍTULO II-CONSIDERACIONES ACERCA DE LA REPRESENTACIÓN EN UN SISTEMA DE GOBIERNO DEMOCRÁTICO A. LOS GRUPOS DE REPRESENTACIÓN 27 B. LA JUSTICIA SOCIAL 33 C. LA JUSTICIA SOCIAL EN LOS ACUERDOS DE PAZ 38 CAPÍTULO III-ANTECEDENTES DE LOS ACUERDOS DE PAZ BREVE REFERENCIA HISTÓRICA DEL NACIMIENTO DE LOS ACUERDOS DE PAZ 40 CAPÍTULO IV-APRECIACIONES SOBRE LOS ACUERDOS DE PAZ EN BASE A LEGALIDAD Y LEGITIMIDAD A. CRÍTICA A LOS ACUERDOS DE PAZ EN BASE A LEGALIDAD Y LEGITIMIDAD 47 B. ANÁLISIS DE LA INCONSTITUCIONALIDAD PLANTEADA EN CONTRA DE LOS ACUERDOS GUBERNATIVOS: SIN NÚMERO, DE FECHA 11 DE SEPTIEMPRE DE 1987, DONDE SE CREA LA COMISIÓN NACIONAL DE RECONCILIACIÓN, Y 258-92 DE FECHA 28 DE ABRIL DE 1992, DONDE SE CREA LA COMISIÓN DE LA PAZ Y DE LA SENTENCIA DE LA CORTE DE CONSTITUCIONALIDAD DE FECHA 20 DE FEBRERO DE 1996, (EXPEDIENTE 848-95), QUE RESUELVE LA INCONSTITUCIONALIDAD PLANTEADA EN

Acuerdos de Paz en Guatemala

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Acuerdos de Paz en Guatemala y derecho comparado

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Page 1: Acuerdos de Paz en Guatemala

RDOS DE PAZ EN GUATEMALA:

LEGALIDAD Y LEGITIMIDAD

 

ÍNDICE 1

INTRODUCCIÓN 4

CAPÍTULO I-LEGALIDAD Y LEGITIMIDAD

A. LA LEY 7

B. LA LEGISLACIÓN 14

C. LA FORMACIÓN DE LA LEY (LEGISLACIÓN) EN GUATEMALA 19

D. ACUERDOS INTERNACIONALES 21

E. ACUERDOS POLÍTICOS 24

E.1. Cuadro comparativo entre los Acuerdos Internacionales y los Acuerdos Políticos 25

F. DIFERENCIAS ENTRE LEGALIDAD Y LEGITIMIDAD 26

CAPÍTULO II-CONSIDERACIONES ACERCA DE LA REPRESENTACIÓN

EN UN SISTEMA DE GOBIERNO DEMOCRÁTICO

A. LOS GRUPOS DE REPRESENTACIÓN 27

B. LA JUSTICIA SOCIAL 33

C. LA JUSTICIA SOCIAL EN LOS ACUERDOS DE PAZ 38

CAPÍTULO III-ANTECEDENTES DE LOS ACUERDOS DE PAZ

 

 

BREVE REFERENCIA HISTÓRICA DEL NACIMIENTO DE LOS

ACUERDOS DE PAZ 40

CAPÍTULO IV-APRECIACIONES SOBRE LOS ACUERDOS DE PAZ EN BASE A LEGALIDAD Y LEGITIMIDAD

A. CRÍTICA A LOS ACUERDOS DE PAZ EN BASE A LEGALIDAD Y LEGITIMIDAD 47

B. ANÁLISIS DE LA INCONSTITUCIONALIDAD PLANTEADA EN CONTRA DE LOS ACUERDOS GUBERNATIVOS: SIN NÚMERO, DE FECHA 11 DE SEPTIEMPRE DE 1987, DONDE SE CREA LA COMISIÓN NACIONAL DE RECONCILIACIÓN, Y 258-92 DE FECHA 28 DE ABRIL DE 1992, DONDE SE CREA LA COMISIÓN DE LA PAZ Y DE LA SENTENCIA DE LA CORTE DE CONSTITUCIONALIDAD DE FECHA 20 DE FEBRERO DE 1996, (EXPEDIENTE 848-95), QUE RESUELVE LA INCONSTITUCIONALIDAD PLANTEADA EN CONTRA DE LOS ACUERDOS GUBERNATIVOS QUE CREARON LAS COMISIONES NEGOCIADORAS DE PAZ. 50

CAPÍTULO V-CONCLUSIONES 56

BIBLIOGRAFÍA 59

ANEXOS

Page 2: Acuerdos de Paz en Guatemala

a. INCONSTITUCIONALIDAD PLANTEADA EN CONTRA DE LOS ACUERDOS GUBERNATIVOS: INNUMERADO, DE FECHA 11 DE SEPTIEMPRE DE 1987, DONDE SE CREA LA COMISIÓN NACIONAL DE RECONCILIACIÓN, Y 258-92 DE FECHA 28 DE ABRIL DE 1992, DONDE SE CREA LA COMISIÓN DE LA PAZ.

b. SENTENCIA DE LA CORTE DE CONSTITUCIONALIDAD DE FECHA 20 DE FEBRERO DE 1996, (EXPEDIENTE 848-95), QUE RESUELVE LA INCONSTITUCIONALIDAD PLANTEADA EN CONTRA DE LOS ACUERDOS GUBERNATIVOS QUE CREARON LAS COMISIONES NEGOCIADORAS DE PAZ (INCLUYE EL VOTO RAZONADO CONCURRENTE DEL MAGISTRADO MYNOR PINTO ACEVEDO).

 

INTRODUCCIÓN

Uno de los acontecimientos más importantes de este siglo para Guatemala ha sido la denominada Firma de la Paz, el 29 de diciembre de 1996. Sin lugar a dudas un paso importante para el desarrollo de nuestro país, pues con él se pretende, entre otros objetivos, hacer un poco más seguras las inversiones de largo plazo por no tener el riesgo del conflicto bélico.

La hipótesis de la que partimos es la siguiente: ¿Afecta la legitimidad de la legislación que se emite como consecuencia de los Acuerdos de Paz la posible legalidad de la misma?

Al hacer un examen jurídico propio de una tesis de grado, nos cuestionamos como futuros abogados cuál es la legitimidad de estos acuerdos de paz. Aceptar su legitimidad como un hecho sería un poco ingenuo a la par que dogmático de nuestra parte. Esto no es jurídico y mucho menos científico. Estos acuerdos podrán ser sancionados formalmente como ley de la República por un Congreso que está dominado por una mayoría partidaria que también toma las decisiones en el poder ejecutivo; pero jamás podrán tener una concordancia plena con el Estado de Derecho, pues su contenido viola derechos fundamentales como la igualdad ante la ley, la propiedad y la libertad. Asunto muy distinto es que los acuerdos de paz realmente sean legítimos, pues pretendemos desarrollar en esta tesis una hipótesis contraria.

En el contexto de la democracia contemporánea se piensa que lo que dice algún grupo de presión representa legítimamente la opinión de un sector de la sociedad. No siempre es así. A veces la minoría disidente puede hacer más ruido que la mayoría silenciosa y de esa forma prevalecer mediante su influjo en la opinión pública. Es nuestra opinión y como pretendemos demostrar en este trabajo, la URNG y el Gobierno de la República de Guatemala, representado en la Comisión de Paz, no constituyen grupos que legalmente podrían hacer compromisos políticos secretos que impliquen cambios legislativos para los guatemaltecos en general. Porque la URNG fue una minoría armada al margen de la ley, que luchaba por la revolución marxista, que fue derrotada militarmente, y las Comisiones de Reconciliación y de Paz, no tuvieron sustento jurídico para negociar con grupos involucrados en actividades delictivas. ¿Por qué se pretende hacer concesiones a nivel constitucional y legislativo a grupos organizados al margen de la ley?

Con este aporte, original esperamos¾ aunque casi todo lo que una persona dice ya ha sido dicho con anterioridad por alguna otra¾ hacer una reflexión sobre un proceso con un fin encomiable como la paz. Y cuando el resultado se pueda ver, determinar si la legislación que emane de ellos, tendrá las características que conforman la verdadera ley o si, por el contrario, será una normativa jurídica ilegítima.

En el proceso de elaborar este trabajo, encontramos que iniciamos con una hipótesis que la investigación posterior nos confirmó, pero también descubrimos la verdadera naturaleza de estos Acuerdos de Paz, y es la de acuerdos de carácter político entre un grupo armado y representantes del Gobierno. En otras palabras, el aporte que originalmente esperábamos que surgiera al concluir esta tesis no fue sólo el determinar la legitimidad de los Acuerdos de Paz, sino también la naturaleza de éstos. Para que el lector se pueda formar una opinión por sí mismo sobre estos humildes aportes al mundo de la literatura jurídica, le remitimos al texto de este trabajo.

CAPÍTULO I-LEGALIDAD Y LEGITIMIDAD

 

A. LA LEY

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Toda actividad social necesita de reglas. En la convivencia es imprescindible tener algún parámetro para poder juzgar con cierto grado de probabilidad la conducta de nuestro prójimo. He ahí la importancia de las normas: hacer de nuestra conducta y la de otras personas, predecible, hasta cierto punto. Cuanta mayor sea la regularidad de la conducta descrita por la regla, mejor está cumpliendo su cometido de coordinadora de la acción humana.

No por afirmar que toda actividad social necesita de normas debemos caer en el error de afirmar que todas las normas están hechas para un mismo cometido o que cumplen todas una misma finalidad. Algunas normas son diseñadas para fines concretos, como cuando una organización empresarial tiende al éxito económico; una política al electoral, o una religiosa al espiritual. Otras, en cambio, no tienen un cometido concreto como las anteriores, sin embargo, permiten que estas muy particulares formas de desempeñar una actividad en el orden espontáneo de la sociedad puedan desarrollarse eficientemente. Estas últimas no tienen un designio humano que las oriente, como las primeras. Más bien, la propia acción humana a través del proceso ensayo-error, corrección que ha evolucionado a través de los siglos, es la norma que las orienta. De esa forma, cuanto más se pueda sobrevivir y convivir eficientemente con estas normas generales y abstractas, producto de la acción humana mas no del designio humano, mayor es la tendencia a adoptarlas como parte de las reglas de convivencia de un grupo de seres humanos. Para poner algunos ejemplos de estas normas diremos: el lenguaje, que permite comunicar conceptos, tiene sus propias normas, que ninguna mente inventó por sí sola; el dinero, como instrumento de cambio de las transacciones entre personas ha evolucionado a partir de la experiencia comercial de muchos siglos hasta llegar a tener la sofisticación que tiene hoy día; la moral, que es sinónimo de tradición (mores) en latín, que apela a la conciencia de los miembros de la sociedad para que actúen o se abstengan de actuar y así permitir que el grupo sobreviva; y por supuesto, el derecho que es la expresión máxima de la normativa que las sociedades se dan a sí mismas para vivir en paz.

En el caso del derecho, es más evidente con el derecho común, que con el derecho escrito. Porque el primero es de todos conocido y el juez se limita a sancionar a aquel que ha quebrantado las reglas de convivencia para permitir que las expectativas sigan teniendo la mayor probabilidad de certeza mientras esté vigente la norma.

En el caso de derecho escrito, que se confunde hoy en día con la legislación, los legisladores en muchos casos se valen más de su designio que de la acción humana que ha configurado alguna institución; agregamos a esto, que su designio muchas veces contraviene la tradición haciendo que las expectativas del comportamiento de nuestro prójimo sean menos ciertas. Para poner un ejemplo: las sociedades de cultura occidental tienden a aceptar el respeto a la propiedad individual como una norma deseable. Si preguntáramos por qué es mejor respetar la propiedad individual que sustituir este régimen por el de propiedad colectiva, no hallaríamos una respuesta satisfactoria del todo, racionalmente. Sin embargo, en sociedades como la rusa, la nicaragüense y otras que se han acogido al plan marxista que rechaza la propiedad privada porque la concibe como un instrumento de dominación de la clase dominante sobre la clase dominada, ha fracasado. ¿Por qué? La respuesta que podemos proporcionar tiene factores racionales y morales. Diremos, primero, que cuando la propiedad ha sido respetada ha habido mayor progreso en las sociedades, porque las posesiones de sus miembros hacen más rentables las inversiones a largo plazo y para el fin que el propietario estima más productivo según su particular conocimiento. En segundo lugar, el progreso de tales sociedades es una refutación a la lucha de clases, pues la propiedad no es un instrumento de dominación, porque sólo se puede intercambiar lo que es de uno y por mutuo acuerdo, es decir, vía cooperación, para lo cual también se necesitan normas. Pero falta el tercer factor, que es más moral que racional, y es que cuando a las personas se les priva de lo que les pertenece, sin su consentimiento, hay un sentimiento de injusticia y rechazo con el cual podemos simpatizar e identificarnos intuitivamente. Aunque se pueda objetar a favor o en contra de lo anterior, el punto que deseamos enfatizar es que las normas que han permitido la sobrevivencia y el progreso de las sociedades son las que favorecen el respeto, la cooperación y el uso del conocimiento particular. Las que no han cumplido con ese cometido, son monumentos a la arrogancia intelectual.

Como hemos mencionado arriba, F.A. Hayek menciona los órdenes espontáneos en su teoría para demostrar que muchas veces el proceso racional del hombre es limitado e incompleto. En el caso de estos órdenes el que más nos interesa es el Derecho. Hayek presenta al Derecho como un orden, diferenciable de la Ley y de la Legislación, aunque los incluye.

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En este orden de ideas, el Derecho es el orden más completo que incluye principios que la ley y la legislación pueden y deben incluir, tales como la libertad y la igualdad ante la ley. Como veremos más adelante, esta teoría se opone frontalmente a la teoría kelseniana que asimila el derecho y la ley con la legislación.

En el caso de Guatemala, lo que Hayek denomina Derecho (del inglés Law) es sinónimo de los principios generales del Derecho (y que en este trabajo hemos aceptado como el término Ley, propiamente dicha).

Si bien "principios generales del derecho" es un término que se presta a connotaciones ambiguas, recurrimos a la doctrina de los autores para aclararlo y así evitar malas interpretaciones de lo que pretendemos comunicar en esta tesis.

Primeramente, Luis Recaséns Siches menciona en reiteradas ocasiones en su libro "Introducción al Estudio del Derecho" que cuando los jueces se confrontan a casos en los que no hay una norma de derecho positivo formalmente válido para resolver un caso concreto, entonces la propia legislación manda a los jueces a que resuelvan de conformidad con los principios generales del derecho. Aunque estos principios no son normas escritas, las normas escritas recogen estos principios. Como el propio Recaséns lo menciona:

"Hay algunos ordenamientos jurídicos que contienen expresamente ese principio (el de plenitud hermética del ordenamiento jurídico positivo), en forma de precepto incluido, sea en la constitución, sea en el código civil; y explícitamente ordenan al juez que cuando se halle frente a un caso no previsto por la ley, ni por la costumbre (ni tampoco por la jurisprudencia del supremo tribunal), deberá resolverlo según el criterio que estime como obligatorio: según los principios generales del Derecho)...".

En forma más concreta, las autoras nacionales Josefina Chacón de Machado y Carmen María Gutiérrez de Colmenares señalan que los principios generales del derecho son:

"...postulados del Derecho Natural que son los pilares fundamentales sobre los que se erige la legislación positiva o a los ideales jurídicos de la comunidad."

Esto no debiera ser nuevo. De hecho, no lo es. Los griegos denominaban physei, a las normas que eran producto de la acción humana, mas no del designio humano. A las normas que se tomaban como producto de una decisión se les llamaba nomos. F.A. Hayek varía en esta terminología y en vez de physei, utiliza nomos para llamar de alguna manera a las normas que propiciaban el ejercicio más eficiente de la libertad en una sociedad. El término thesis designa a las normas que sí provenían de alguna voluntad humana con un fin particular, así respetara o ultrajara la libertad.

En base a lo anterior podemos darnos cuenta que las leyes físicas (derivadas del physei) o leyes naturales que son el ejemplo clásico de la regularidad y la certeza, sugieren algo similar en los contextos sociales: regularidad en el comportamiento de los particulares. De esa forma, si una norma jurídica proporciona mayor regularidad en las expectativas del comportamiento ajeno, para poder vivir sin conflictos y sus miembros puedan hacer un uso responsable de sus conocimientos y su libertad, entonces podemos llamarla ley. Además, las leyes naturales de la física por su enunciación implican una imposibilidad de obrar contra el principio contenido en ellas. En lo jurídico, sí se puede contravenir una norma, por eso la autoridad gubernamental está facultada para intervenir por medio de la fuerza pública. La coacción como característica diferenciadora de lo jurídico pretende evitar lo injusto para alcanzar la paz y no imponer lo justo para procurarla. Como lo define magistralmente Frederic Bastiat en su opúsculo La Ley: "La ley, Concepto Negativo…Debe decirse: ‘La finalidad de la ley está en impedir el reinado de la injusticia’. En efecto, no es la justicia quien tiene existencia propia, sino la injusticia. La una es resultado de la ausencia de la otra… Pero cuando la ley—por intermedio de su agente necesario, la fuerza—impone un modo de trabajo, un método o una materia de enseñanza, una fe o un culto, no actúa ya negativamente; actúa en forma positiva sobre los hombres. Sustituye la voluntad del legislador a la propia iniciativa".

Nótese que la analogía de physei y nomos, en su sentido original es sólo una sugerencia. No obstante, una muy elocuente. Pues la verdadera ley jurídica, al igual que la ley física es un supuesto hipotético abstracto y general. Agregamos que en el caso de la norma jurídica la infracción usualmente viene acompañada de una sanción. Al no darse el hecho del supuesto, la ley natural queda refutada y la jurídica ineficaz aunque válida. Cuanta mayor certeza, tanto más eficiente es la ley. Las diferencias radicales que encontramos en esto son que las leyes físicas no son para favorecer la paz en una sociedad, pues ellas mismas demuestran su eficacia al que quiere 

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contravenirlas, pues no son contravenibles. En las jurídicas, un juez debe apreciar los hechos y dotarlas de eficacia para que las expectativas razonables que tenemos no sean meros castillos en el aire.

Haremos la salvedad, que también hay concepciones ético-religiosas sobre las leyes naturales de la conducta humana. Sin embargo, los tratadistas no siempre se ponen de acuerdo en definir qué es y cómo opera lo natural para proporcionar certeza en las expectativas de la acción. A guisa de ejemplo, está el concepto del kharma hindú, el iusnaturalismo racionalista de Wolff, Grocio y Puffendorf, entre otros. La concepción evolucionista de Hayek, en nuestra opinión, sí explica satisfactoriamente cómo la norma que refleja razonabilidad en nuestras expectativas del comportamiento de los demás puede llamarse ley.

En Guatemala el término LEY es sinónimo de legislación. En este trabajo, sin embargo, hemos querido diferenciar la ley, propiamente dicha, de la legislación. Y encontramos que la Ley, como es entendida en esta tesis es sinónimo de lo que en Guatemala y en la doctrina de los autores se acepta como "principios generales del derecho".

B. LA LEGISLACIÓN

Como dijimos supra, la legislación sí es el producto del designio humano y no siempre refleja satisfactoriamente la tendencia de las normas que son producto de la acción humana y que sí merecen el calificativo de leyes.

En Roma se distinguía entre lex y leges. La primera gozaba de mayor prestigio que las segundas, puesto que llevaba dentro de ellas el asentimiento de la nación romana a través del mores maiorem. Las segundas aunque también eran prestigiosas eran más orientadas hacia fines particulares que no siempre tenían que ver con el mores maiorem.

Con lo que hemos dicho anteriormente no quisiéramos dar la impresión de estar en contra de la legislación, propiamente dicha. Esta tiene una ventaja que no tiene la ley como la hemos definido: es adaptable, flexible y puede hacer más eficiente la ley, pues la costumbre tarda más en evolucionar. A manera de ejemplo, los jueces ingleses no permitieron la formación de sindicatos durante el inicio del siglo XIX porque esto iba contra el principio de derecho consuetudinario que la unión de dos es más que la fuerza de uno. También en el libro Hayek On Liberty, de John Gray, se hace referencia a la crítica que James M. Buchanan le hace a la concepción hayekiana de derecho consuetudinario, pues dice que el derecho consuetudinario tarda más en evolucionar y esto hace que el Common Law sea en cierta medida ineficiente. Para remediar esta situación propone que ahí donde el derecho consuetudinario sea ineficiente se legisle vía estatuto. Hayek rectifica su postura en Derecho, Legislación y Libertad y en la introducción de esta obra y a lo largo de la misma acepta la importancia de la legislación como correctivo de normas ineficientes, siempre que sean generales, abstractas y respetuosas de los principios que han permitido la convivencia en grupo: vida, propiedad y libertad.

Lo que sí no parece digno de mencionar es que la legislación es equiparada a la ley. Está bien en un sentido amplio. Pero en sentido estricto, la ley y la legislación son distintas. La identificación entre ambas tiene una honda raíz en los movimientos antiiusnaturalistas de los siglos XVIII y XIX que abogaban por rechazar toda especulación metafísica sobre la obediencia a la ley. Es decir, lo que no pudiera explicarse en proposiciones lógicas era descartado. En consecuencia, el derecho consuetudinario cayó en total desuso en los países de Europa continental, aunque debe advertirse que también se debió en alguna medida a las influencias de las Compilaciones Justinianeas por su efecto de anquilosar la evolución de la costumbre y la ley.

Lo especulativo, lo metafísico, lo iusnaturalista, dió lugar a lo positivo, lo palpable, lo apodícticamente cierto que estaba manifestado en la legislación y que ahora era la ley. Los jueces de la tradición del derecho civil, o sea, los de Europa continental por el influjo de la revolución francesa resuelven sus sentencias a manera de silogismo. La premisa mayor es la ley (o mejor dicho, la legislación), la menor es el hecho sometido a juicio y la conclusión es proferida como la sentencia. Este influjo persiste hasta nuestros días, con consecuencias lamentables cuando esa legislación no hace eficientes los procesos de interacción de sociedad para que cada miembro haga uso de su conocimiento de las expectativas del comportamiento de otros y del suyo.

Tampoco podemos pasar por alto el influjo que el positivismo jurídico tuvo en todo esto. El representante más conspicuo de esta corriente de pensamiento es Hans Kelsen, jurista austríaco de notable trayectoria, creador de la Corte Constitucional de Austria (paradigma del sistema concentrado del control constitucional de leyes) y 

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magistrado de la misma. La "Teoría Pura del Derecho" de Kelsen pretende equiparar la legislación a la ley. Hace bien en rechazar la metafísica y sus especulaciones para sustentar la obediencia a la ley, pero se equivoca cuando pretende que obedezcamos la ley sólo porque es ley, o mejor dicho, obedecer la legislación porque es legislación. Este sí que es un grave defecto del positivismo de Kelsen por sustentarse en la falacia de petitio principii, o sea, lo que es efecto es señalado a la vez como causa. La ley se obedece porque es ley. Pero: ¿qué pasa con la ley ilegítima? ¿Será que se puede alcanzar la convivencia pacífica con leyes que dificultan nuestras relaciones sociales? Kelsen podría escudarse en la pureza de su teoría y decir que se excluye de ella cualquier calificación de legítima por ser una calificación de tipo moral. Y la moral está separada absolutamente del derecho, según Kelsen. Pero esto no es sustentable. La separación entre moral y derecho (legislación, más propiamente dicha, por el equívoco kelseniano). La moral también informa al derecho, como dice Jellinek, el derecho es el mínimo de moral. Es cierto que una legislación absolutamente moralizante sería lo más inmoral, pero una legislación que permite a cada cual adoptar una postura moral que no perjudique a los demás es bastante aceptable porque concuerda con el ideal jurídico de evitar la injusticia. Después de todo, las Constituciones no sólo son legislación; en teoría, también recogen juicios morales de las personas que han aceptado cumplirla y respetarla.

Con lo que sí estamos en desacuerdo y lo hacemos notar enfáticamente es que la legislación al ser sancionada y promulgada masivamente, sin apoyo en la experiencia o la costumbre y sin ningún tipo de control técnico-jurídico, genera una cantidad de decretos que hacen peligrar nuestra vida, propiedad y libertad. No puede haber sociedad alguna que viva en paz, sin respeto a estos tres elementos: vida, propiedad y libertad. Esta es la tesis que Bruno Leoni defiende en su obra La libertad y la ley. En Guatemala es aplicable esta tesis porque según estadísticas del departamento informático-jurídico del Organismo Judicial -CENALEX- hay aproximadamente treinta mil leyes vigentes en Guatemala. Esto hace difícil que la persona común pueda conocer su situación jurídica. En Roma, aunque la mayoría de romanos no sabía leer podían consultar con los hombres de leyes, los jurisconsultos, para saber qué decía la ley respecto a casos en que se veían involucrados o tenían duda. Pero, en la época del Imperio o Principado, también llegaron al extremo de legislar difusamente y fue cuando surgieron intentos por sistematizar todas las disposiciones y se dieron el Digesto y las Compilaciones Justinianeas que lo hicieron con algún éxito puesto que pasaron la prueba del tiempo. Aunque tuvieron algún efecto negativo: anquilosaron la evolución del Derecho y su tradición cesarista también es responsable de nuestra tendencia monárquica. Regresando a lo nuestro: ¿quién se va a tomar el tiempo de estudiar treinta mil leyes vigentes en Guatemala? ¿Y si lo hace, cuánto tiempo le va a tomar manejarlas con propiedad? ¿Qué puede hacer un juez ante esta situación que requiere análisis y prudencia por un lado y celeridad por otro? ¿Cometerá prevaricato si se aparta del esquema del silogismo jurídico aunque resuelva injustamente por una "ley" que así le manda? Y nosotros como ciudadanos, ¿qué podemos esperar del juez en vista de estas circunstancias? Nuestra opinión es que la legislación poco cualificada y bastante cuantificada efectivamente hace peligrar nuestra vida, libertad y propiedad por la poca prudencia que tiene el legislador para prever los resultados de sus disposiciones y por arrogarse conocimientos que se apartan mucho de las situaciones en que vivimos. En consecuencia, la legislación que no tiende a hacer valer el respeto a la vida, la propiedad y la libertad como pilares de la convivencia social, merece ser calificada de espuria e ilegítima.

Como lo dijimos al final del apartado anterior, en Guatemala ley y legislación se utilizan indistintamente como sinónimos.

Para el cometido de este trabajo resulta conveniente analizar cómo se forma la legislación de Guatemala. Esto lo haremos en la siguiente sección.

 

 

C. LA FORMACIÓN DE LA LEY (LEGISLACIÓN) EN GUATEMALA

En nuestro país, la Constitución establece cómo se aprueba y se sanciona una ley. Es una atribución que le compete al Congreso de la República, aunque sea una perogrullada enunciarlo. Más que repetir el proceso, que es bastante sencillo, nos interesa determinar qué tan legítimos pueden ser los decretos legislativos que emanan del Congreso.

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Primero, surge una iniciativa de ley. La propia Constitución establece quiénes tienen la potestad de someter al Congreso de la República estas iniciativas. Las comisiones específicas, organizadas conforme a la Ley de Régimen Interior, conocen de estas iniciativas y cuando es procedente escuchan a aquéllos que se acerquen a ellas para opinar sobre las mismas. Luego del dictamen favorable de la comisión específica se somete a la consideración de la autoridad máxima del Congreso, o sea, el pleno. En el pleno, el trámite normal es que las iniciativas, ahora proyectos de ley, se conozcan en tres lecturas para que los distintos bloques parlamentarios hagan sus observaciones sobre la legislación bajo consideración. Aprobada en tercera lectura, la ley se remite al Organismo Ejecutivo, donde el Presidente de la República puede sancionar o vetar lo aprobado por el Congreso. Si lo sanciona y promulga, entonces ordena la publicación de la ley. Hecha la publicación de ley, si ésta no amplía o restringe su entrada en vigencia, surte efectos a los ocho días de publicada íntegramente en el Diario Oficial.

En lo referente a tratados internacionales, el Organismo Ejecutivo es el que tiene la atribución de dirigir la política exterior del país y en consecuencia, la celebración de tratados. Una vez celebrados son sometidos, por atribución constitucional, al Congreso de la República para que lo apruebe mediante un decreto legislativo. Hecha la aprobación es remitido al Presidente de la República para que lo ratifique mediante Acuerdo Gubernativo.

Cuando se duda de la constitucionalidad de una iniciativa de ley, la propia Constitución Política también establece que la Corte de Constitucionalidad a través de las opiniones consultivas, que no constituyen sentencias, puede resolver dudas sobre la constitucionalidad de los proyectos de ley.

En el punto que nos interesa seremos bastante francos en decir que por el sólo hecho que los grupos de presión o de intereses, organizados de la manera que fuere, recurran a cabildear al Congreso no hace a las leyes más legítimas. Muchas veces es todo lo contrario. Los grupos referidos buscan el apoyo del Congreso, a cambio de favores o privilegios para beneficiarse ellos mismos a costa de otros. En las comisiones del Congreso se da este fenómeno con mucha frecuencia. En el mismo Pleno del Congreso se busca consenso para aprobar iniciativas de ley. Estos consensos se darán no tanto en el interés de los electores, sino a favor del programa político de los partidos representados en el Congreso para ganar más electores. El resultado de estos consensos es, muchas veces, desastroso. A pesar que en el Congreso de la República hay abogados y no-abogados que también pueden opinar con propiedad sobre la legislación, todos ellos tienen un conocimiento limitado de los efectos de la aprobación de la legislación, por muchos asesores que tengan. No obstante, el volumen de trabajo hace que muchas veces el dictamen de los asesores sacrifique conveniencia por urgencia. Ese beneficio tan proclamado para aprobar una ley es siempre dudoso porque como Hayek lo afirma, tenemos poco conocimiento si acaso alguno, de las consecuencias de nuestros actos en la esfera de vida de otros. Los legisladores tienen una particular tendencia a proclamar que una ley determinada conlleva mejoras para el pueblo; pero ni ellos ni nadie tienen el conocimiento necesario para determinar en última instancia si así es. A veces una legislación con buenas intenciones es mala en sí misma, como cuando el remedio resulta peor que la enfermedad.

D. ACUERDOS INTERNACIONALES

Los Acuerdos Internacionales son manifestaciones de voluntad de los sujetos de Derecho Internacional, en donde se comprometen a adquirir derechos y contraer obligaciones para uno o más asuntos determinados. La regla general que se aplica a estos tratados está sintetizada en el aforismo latín: Pacta sunt servanda. Esto quiere decir, los pactos son ley entre las partes. Al ser los Convenios Internacionales una especie de pacto, son ley.

En el Derecho Internacional Público se estudian en detalle las características esenciales de los Acuerdos Internacionales que podemos resumir así:

Los Acuerdos Internacionales son fuente de obligaciones, más que fuente de derecho. La característica principal, aparte de la ya mencionada, es que el Tratado recoge un principio general que es anterior a cualquier legislación. Si nos preguntamos cuál es este principio y en qué consiste es: nuevamente, pacta sunt servanda y quiere decir que las partes que de mutuo acuerdo se obligan a cumplir una norma lo hacen en conformidad con los términos que se obligaron.

La legislación interna de cada Estado es una fuente formal de derechos y obligaciones desde su nacimiento, en virtud de la soberanía que cada autoridad ejerce dentro de su Estado. Sin embargo, en el Derecho Internacional Público, el tratado sólo es un indicio de derechos y obligaciones.

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El tratado refleja ciertos principios anteriores a la legislación, que los Estados en calidad de sujetos del Derecho Internacional Público, pueden aceptar o rechazar. Pero que en caso de aceptar, implica que el compromiso adquirido debe ser respetado y cumplido, tal y como fue pactado.

Como lo dice D.J. Harris en su obra "Cases and Materials On International Law":

"Considerados en sí mismos, y particularmente dentro de sus principios, los tratados son formalmente una fuente de obligaciones más que una fuente de ley (...)"

"El tratado puede que sea un instrumento en el cual la ley es convenientemente afirmada, y en él se evidencie lo que es, pero aún así no es la ley propiamente dicha.".

Dentro de las características principales de los tratados encontramos los parámetros establecidos en el artículo 2 de La Convención de Viena de 1969 sobre la Ley de los Tratados el cual D.J. Harris cita en la obra antes mencionada. Estas características son las siguientes:

a. son documentos escritos;

b. es entre sujetos de Derecho Internacional Público (Estados, generalmente).

c. Los Estados pueden aceptarlo o rechazarlo en ejercicio de su soberanía. Pero una vez aceptados, obligan a su cumplimiento aún en contra de la voluntad del Estado aceptante después que éste lo ratifica. Esto quiere decir, que se vuelven coercibles.

d. En Guatemala no se puede invocar el derecho interno para excluirse de la aplicación del tratado. Pero previamente debe ser aprobado por el Congreso de la República, según lo que establecen los artículos constitucionales 171 inciso l) y 172 incisos a) y b) de la Constitución Política de la República. Debe tenerse presente en todo caso, lo que establecen los artículos 46 y 204 de la Constitución Política de la República.

e. El Acuerdo es el mismo cuando se dan todos sus elementos constitutivos, independiente del nombre que se le quiera dar. Tal como "Carta", "Convenio", etc.

E. ACUERDOS POLÍTICOS

 

Para no ser reiterativos en la diferenciación entre los Acuerdos Internacionales y los Acuerdos Políticos, establecemos los puntos medulares de estos últimos con base en: su origen, las partes y los efectos.

Por su origen: puede tener cualquier origen.

Por las partes: las partes no se limitan a los Estados, como sujetos de Derecho Internacional Público. Pueden ser incluso los partidos políticos.

Por sus efectos: los Acuerdos Políticos no vinculan para su cumplimiento. Si vinculan, ya no son políticos, sino jurídicos. Son Acuerdos que manifiestan intenciones de los sujetos, pero sin implicar la voluntad de obligarse.

Los Acuerdos de Paz, como se podrá notar de lo dicho en párrafos anteriores, no tienen los elementos de un Acuerdo Internacional porque no son documentos escritos celebrados entre sujetos de Derecho Internacional Público. Además la URNG no tenía el reconocimiento del Gobierno de Guatemala para ser considerado ente beligerante. Principalmente, estos Acuerdos no vinculan, en consecuencia, no son jurídicos, sino políticos.

E.1 Cuadro comparativo entre los Acuerdos Internacionales y los Acuerdos Políticos

ACUERDOS INTERNACIONALES ACUERDOS POLÍTICOS

Por su origen: Pueden tener su origen en cualquier ámbito de la acción humana. En Guatemala, hay circunstancias especiales para ratificar ciertos tratados, como los que indica el 

Por su origen: El Acuerdo Político también tiene su origen en cualquier ámbito de la acción humana. No están regulados en la Constitución de la República porque no son jurídicos. Sin 

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artículo 171, inciso l) de la Constitución Política de la República.

embargo, su validez radica en el principio contenido en la Constitución que establece que se puede hacer lo que no está prohibido por la ley.

Por las partes: Suelen ser los Estados, como sujetos de Derecho Internacional Público en el uso de su soberanía, o cualquier organización internacional debidamente acreditada.

Por las partes: Pueden ser los Estados, pero es más amplio, porque puede incluir a particulares y a partidos políticos.

Por sus efectos jurídicos: El Acuerdo Internacional recoge principios generales del derecho que son los que verdaderamente obligan a cumplir con las obligaciones aceptadas al ratificar el tratado. El Tratado, como tal, no obliga hasta que no está debidamente aprobado y ratificado como ley de la República.

Por sus efectos: Los Acuerdos Políticos no obligan, pues si así lo hicieran ya dejarían de ser políticos para empezar a ser jurídicos.

 

 

 

F. DIFERENCIA ENTRE LEGITIMIDAD Y LEGALIDAD

A continuación se presenta un cuadro sinóptico para comparar la legitimidad y la legalidad, para poder considerar en los apartados posteriores si la legislación que emane de los Acuerdos de Paz es legítima.

LEGALIDAD LEGITMIDAD

Es eminentemente formal. Para que sea válida basta que se ajuste al procedimiento que la legislación establece.

  Incluye la formalidad (o sea, respetar los trámites establecidos en legislación), pero no basta con aquélla. Esto quiere decir, que debe respetar los principios generales del derecho.

  Puede ser que una mayoría legislativa se imponga a una minoría y le dé apariencia de legítima a la legislación.

  La auténtica legitimidad no tiene apariencias. Si es representativa de los ideales y de los valores comunes de una sociedad, entonces subsiste a través del ensayo-error.

  La legalidad puede ser por tiempo determinado.

  La legitimidad es por tiempo indeterminado y generalmente se apoya en la experiencia común de una sociedad.

  La legalidad es producto del designio humano.   La legitimidad es producto de la acción humana y no siempre es producto del designio humano (resultado del orden espontáneo).

  La legalidad debiera reflejar legitimidad y hacer la interacción entre humanos más eficiente y más predecible.

  La legitimidad puede valerse de la legalidad para ser más eficiente y más predecible, aunque no siempre. Ejemplo: la moral.

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  La legalidad no debe contener disposiciones contrarias a la Constitución de la República ni a los principios generales del derecho.

  La norma es legítima, si tiene legalidad.

CAPÍTULO II—CONSIDERACIONES ACERCA DE LA REPRESENTACIÓN EN UN GOBIERNO DEMOCRÁTICO

A. LOS GRUPOS DE REPRESENTACIÓN

En la actualidad casi todos los gobiernos del mundo occidental adoptan el sistema de gobierno representativo. Esto es porque se ha descartado la dictadura o la monarquía absoluta como el gobierno de un individuo por la fuerza y con arbitrariedad sobre sus súbditos. El uso de la fuerza se hace necesario para mantener la convivencia entre los habitantes, pero debe ser conforme a normas de general observancia y en supuestos preestablecidos (abstractos) para que no sea una coacción arbitraria ni un menoscabo a los derechos de las personas. En el caso de las asambleas legislativas, por representar al pueblo que los eligió, tienen derecho a opinar por ellos legítimamente.

Supuestamente, los representantes del pueblo por tener un compromiso con sus electores darán al electorado las leyes mejores por conocer sus modos de vida. En un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, como dijera Lincoln, los representantes traducirían las inquietudes de sus electores en iniciativas de ley. Los representantes son, con las reservas del caso, la voz del grupo que los ha legitimado para tomar decisiones en las asambleas legislativas donde otros grupos que conviven en el Estado también están acreditados mediante sus diputados.

Como lo señala Bruno Leoni, la representación como se entiende hoy en el ejercicio de la democracia, se ha desnaturalizado. Pareciera que votar en las elecciones de funcionarios se asemeja a un proceso de mercado. Sin embargo, Leoni dice que la gran diferencia es cuando las "decisiones representativas" son tomadas por mayorías en perjuicio de minorías, el ejercicio democrático que tiende a conservar la libertad pierde su objetivo, porque la libertad de éstas es menoscabada mediante la voluntad mayoritaria de aquéllas. En el proceso de mercado, en cambio, se compra lo que se necesita y se es responsable de esa decisión sin que haya costos significativos en la libertad del adquirente, cuando sí los hay en el proceso político. Más aún, los partidos toman cada vez en mayor proporción la estructura de empresas, en donde los dirigentes toman decisiones como que si fueran una especie de Consejo de Administración que decide por la mayoría y ésta acata lo dispuesto por aquéllos. En palabras del propio Leoni: "Los que apoyan el procedimiento de las decisiones de grupo (por ejemplo el de la legislación) están siempre inclinados a pensar en que en tal o cual caso, las decisiones individuales son incompatibles entre sí y que los asuntos en cuestión, son necesariamente del tipo ‘todo o nada’ y que la única manera de llegar a una elección final es la de adoptar procedimientos coercitivos como el predominio de la mayoría. Esas personas pretenden ser campeones de la democracia…Precisamente ésa es la especie de la democracia que debiera ser limitada al mínimo, a fin de conservar el máximo de democracia compatible con la libertad individual".

Lo anterior es parte de la idea original de la democracia. En nuestros días las legislaturas no siempre están sujetas a ese ideal. La razón estriba en que el poder de las mayorías parlamentarias no está limitado por reglas llamadas constitucionales, en contraposición a las reglas operativas. Las constitucionales son normas que establecen los parámetros para aprobar otras normas que afectan directamente los derechos más importantes de un grupo, como por ejemplo, los derechos fundamentales (vida, propiedad, libertad). En otras palabras, son las reglas del juego. Como afectan a todos los integrantes del grupo debieran garantizar que éstos, por muy mayoritarios que sean, no abusarán de las minorías. A la vez, las minorías si van a ser perjudicadas deben ser compensadas previamente por el daño, lo cual supondría un arreglo beneficioso para las partes. Nadie pierde y todos ganan. Opera la regla de la unanimidad, para lo que se refiere a derechos fundamentales regidos por reglas de reglas (reglas constitucionales). Las reglas operativas, por el contrario, no requieren de arreglo alguno para ser aprobadas o modificadas porque no afectan los derechos de todos los miembros de una colectividad determinada. Un caso de éstas podría ser si las vías de las calles van a ser de norte a sur o de sur a norte. En el 

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caso de las constitucionales, una ilustración podría ser la fijación de impuestos. La Constitución de los Estados Unidos establece en sus principios "No taxation without representation", o sea, no habrá impuestos sin representación y todo impuesto debe ser uniforme en toda la Unión Americana.

Las afirmaciones de Tullock y Buchanan en relación a la política también presuponen una cierta racionalidad en relación a la toma de decisiones. La racionalidad es desde un punto de vista económico, es decir, en la administración de recursos: la persona que decide en política toma en consideración, por regla general, la forma de maximizar su beneficio y minimizar sus costos. Esta es la tendencia que cualquier persona racional tendría, sin juzgar sobre casos particulares. Habrá personas que deliberadamente minimicen sus beneficios y aumenten sus costos a largo plazo, por consideraciones éticas o por otros motivos. Pero esta no es la regla general. La tendencia a ser racional es lo que hace posible un estudio más analítico y científico de la política tal y como lo plantean Buchanan y Tullock. En las legislaturas este fenómeno se da con harta frecuencia mediante el intercambio de votos, concesión de privilegios, algunas veces dinero, la búsqueda de fama, etcétera. Obviamente, para el tema que nos interesa, los agentes que intervienen en estos procesos de intercambio o log-rolling son los grupos de representación.

Si el proceso de intercambio no está limitado por reglas constitucionales es posible que la legislación que emana de las legislaturas privilegie a unos pocos en desmedro de muchos. El grupo de representación, como suele estar mejor organizado, es posible que negocie con más habilidad con los diputados para que se le concedan beneficios a costa de una mayoría desorganizada y con poco interés en cambiar la situación, pues la carga que se le impone puede estar tan difusa que es más barato seguir aguantando la carga que organizarse para remediar la situación.

Como lo dijera Leoni, el proceso político, y en especial el legislativo, se asemeja en mucho al mercado, con la diferencia que hay un elemento coercitivo presente en la legislación que no se da en las transacciones individuales. Si la obligatoriedad de la legislación concede privilegios o beneficios concentrados, entonces tenemos una legislación ilegítima, pero legal en sentido formal.

Esta afirmación es válida para el contexto político actual, en donde ha prevalecido el Estado Benefactor abanderado por la justicia social. Contrario a lo que pudiera parecer, la legislación más costosa es muchas veces, la mayoría, una legislación bien intencionada. Como el Estado Benefactor, aunque equivocado en su política. Si un grupo de presión o de interés logra convencer a un número suficiente de diputados, para que voten por su propuesta, porque es beneficiosa para el "interés general" y a cambio dan algo que le pueda interesar a los diputados, entonces podemos llegar a presenciar el fenómeno que hemos dicho: legislación legal en sentido formal, pero ilegítima en sentido material. Porque ese interés general es de pocos, frente al interés general de muchos.

Otras veces ni siquiera es necesario dialogar con los diputados. La estructura empresarial del partido puede imponer disciplina de voto a los representantes de un partido en la legislatura y si el grupo de presión capta el interés de la dirigencia del partido para promover un proyecto de ley, entonces la dirigencia ordena a los legisladores a que la iniciativa de ley pase.

Lo que hemos dicho no supondría una objeción novedosa a cómo se hace política en las cámaras de representantes. Esta es una verdad sabida, aunque tal vez con otras palabras, para casi todas las personas medianamente informadas de la política actual con los políticos incluidos. Sin embargo, para el político, en sus circunstancias, es algo muy diferente saber que sus proyectos de ley impondrán un costo difuso a la población mientras su partido y él obtienen ventajas importantes en el proceso electoral. Como lo dijera John Stuart Mill hace 137 años en su libro Considerations On Representative Government:

 

 

"Dos muy distintas ideas son confundidas bajo el nombre de democracia. La idea pura de democracia, de acuerdo con su definición, es el gobierno de todas las personas por todas las personas, igualmente representadas. La democracia como es comúnmente concebida y practicada hasta ahora, es el gobierno de todas las personas por una mera mayoría de las personas, exclusivamente representadas. Aquella es sinónimo de la igualdad de todos los ciudadanos; esta, extrañamente confundida con ella, es el gobierno del privilegio, en favor de la mayoría 

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numérica, que solitaria posee prácticamente cualquier voz en el Estado. Esta es la consecuencia inevitable de la manera en que ahora se toman los votos, para la completa exclusión de las minorías".

B. LA JUSTICIA SOCIAL

 

Los abogados tenemos el deber moral de luchar por la realización del ideal justicia, porque el derecho procura la existencia pacífica en pos de alcanzarla. Las personas que dicen actuar decentemente, también deben procurar realizar este ideal. La legislación no debiera contener injusticias. La ley, como la hemos entendido en este trabajo, es la que más se aproxima a la justicia por ser la que más legitimidad tiene implícita y en consecuencia, la que favorece una coexistencia pacífica.

Es importante delimitar qué se entiende hoy día por "justicia social". Primero, porque el uso y abuso de este término está de moda. Segundo, porque algunos la aceptan como un principio general del derecho.

La justicia social hoy día se entiende como igualdad en el trato, mas no en la condición. Esto quiere decir, tratar igual a los iguales y desigual a los desiguales. Sobre esto volveremos, más adelante en este apartado.

Sin embargo, lo que hemos dicho en el párrafo anterior es motivo de confusión. Hay más de una manera de entender el término "justicia". En esa situación, la atribución de significado se hace difícil si no definimos en este trabajo lo que entendemos por justicia en sentido estricto, o simplemente justicia, y lo que entendemos por justicia social.

Estamos de acuerdo con la defensa que Hayek hace sobre la definición negativa del término justicia. Esto quiere decir que la definición sobre lo que es la justicia es difícil justamente por la variedad de significados que suelen atribuírsele. Sin embargo, sí podemos conocer lo que es la injusticia sin mucha dificultad. En términos éticos, la injusticia se presenta cuando los actos de otros afectan negativamente nuestra vida, propiedad, y libertad; en términos económicos, esto es apreciado como una externalidad, contraria a una internalidad, que es cuando la persona absorbe el costo por sí misma de una actividad perjudicial para otros31. Es entonces cuando los tribunales de justicia deben intervenir para evitar que estas acciones sigan afectando estos tres derechos fundamentales y de ser el caso hacer la valuación respectiva para que el perjuicio económico ocasionado sea reparado, cuando puede y debe ser reparado.

Kelsen32, por su parte, señaló a la justicia como un ideal irracional. En palabras del propio maestro vienés: "Desde el punto de vista del conocimiento racional sólo hay intereses y, por tanto, conflictos de intereses cuyo solución es dada por un orden de intereses que, o bien satisface un interés contra el otro y a costa del otro, o bien instituye una compensación, un compromiso entre intereses contrapuestos. Mas por vía del conocimiento racional no puede fundarse que sólo uno de los órdenes tenga valor absoluto, es decir, que sea el "justo". Si se diera una Justicia en el sentido que suele invocarse su existencia cuando se quiere que prevalezcan ciertos intereses respecto de otros, fuera entonces por completo superfluo el Derecho positivo y del todo inconcebible su existencia. Ante la presencia de un orden social absolutamente bueno, resultante de la Naturaleza, de la razón, o de la voluntad divina, la actividad del legislador estatal sería la insensata tentativa de una iluminación artificial a la luz solar. Pero la objeción corriente: hay sin duda una Justicia, sólo que no se deja determinar¾ o lo que es lo mismo, determinar unívocamente¾ , es en sí misma una contradicción, y en esta contradicción está el encubrimiento típicamente ideológico del verdadero estado de cosas, asaz doloroso. La Justicia es un ideal irracional. Por indispensable que sea al querer y al obrar del hombre, no es accesible al conocimiento. A éste sólo se le da el Derecho positivo, o más correctamente: sólo el Derecho positivo se le plantea como problema. Cuanto menos se esfuerza por separar claramente a éste de aquélla, cuanto más complaciente se es con el empeño proveniente del poder que establece el Derecho, en aceptarlo a todo trance como justo, tanto más se favorece aquella tendencia ideológica que caracteriza a la teoría conservadora clásica del Derecho Natural: no le interesó tanto a ésta tanto un conocimiento del Derecho valedero, sino más bien una justificación del mismo, una glorificación lograda por la comprobación de que el Derecho positivo es sólo una emanación de un orden natural, divino o racional, es decir, de un orden absoluto, recto y justo. En cambio la teoría revolucionaria del Derecho Natural, que juega un papel relativamente modesto en la historia de la Ciencia Jurídica, persigue la mira opuesta: poner en tela de juicio la validez del Derecho positivo al afirmar su contradicción con un orden absoluto supuesto en alguna forma; y por eso presenta a veces la realidad jurídica con una luz más desfavorable de la que le 

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corresponde a la verdad" (El resaltado es nuestro). Nos preguntamos si de la cita anterior, extensa por cierto para no restar elementos a favor de Kelsen el maestro vienés descartaría el examen negativo de la justicia que Hayek defiende para conocer la justicia negativamente. Es decir, al conocer la injusticia sabemos lo que no es la justicia. Es verdad que ésta no se puede justificar del todo racionalmente, pero el sentimiento que genera la injusticia es un hecho irrefutable y no porque sea un sentimiento quiere decir que haya que descalificarlo como un conocimiento cierto. La pregunta que nos formulamos en función de la afirmación kelseniana, que la legislación es el verdadero problema del conocimiento racional es: ¿entonces por qué varía la legislación? ¿Qué motiva a los legisladores a inclinarse por cambios en una legislación que resulta ineficaz o que provoca descontento generalizado (injusta)? ¿O será que el legislador es menos ignorante que nosotros y posee un conocimiento de la justicia que nos hará felices a todos por igual? Como hemos reiterado a lo largo de este trabajo, las leyes de la conducta humana, sean éstas leyes propiamente dichas o legislación, no constituyen la justicia realizada en términos absolutos. El examen negativo de la justicia nos orienta gradualmente hacia las leyes que tienden a ser si no justas, menos injustas.

Otra fuente de confusión, más próxima a nuestro objetivo de delimitar cómo entendemos justicia y justicia social, es la definición que Aristóteles33 diera en la Etica Nicomaquea. Para Aristóteles había dos grandes tipos de justicia: la justicia conmutativa (darle a cada cual lo que le corresponde) y la justicia distributiva (tratar igual a los iguales y desigual a los desiguales). En este contexto, el término justicia es ambiguo. Con resultados distintísimos según la definición del término.

La justicia conmutativa es la que opera en las transacciones entre particulares. El intercambio es libre, impersonal, sin coacción y en ausencia de un elemento de consentimiento libre o en presencia de un daño contractual, la sanción es justa. Por ejemplo: si Juan le pagó a Pablo por una casa, Pablo debe entregar la casa por la cual le pagaron. A Juan le corresponde el pago y a Pablo la entrega de la casa. Si uno de los dos incumple es obvio que es injusto para el que sí cumplió. Y si ninguno cumple, pues no hay daño. Por tanto, no hay justificación para una sanción.

La justicia distributiva tiene un enfoque diferente. Aquí se trata igual a los iguales y desigual a los desiguales, como dijéramos anteriormente. Pero: ¿iguales o desiguales a juicio de quién? Aquí está una diferencia sustancial entre ambos significados del término justicia. Mientras que en aquél no hay imperio, éste lo presupone. Pues sólo una autoridad está en posibilidades de hacer la diferenciación. Otorga premio a quien sigue las reglas y sanción al que no. Esto no es problema, por sí solo. El problema es que si la autoridad le quita a los desiguales para darle a los iguales caemos en injusticia (expoliación). En nuestro tiempo, la expoliación entre grupos se da por vía de decretos legislativos (legislación), producto del compromiso político y en aras de la justicia social, que en realidad es una derivación de la justicia distributiva.

La justicia distributiva atenta contra los principios generales del derecho. Especialmente, contra el principio de igualdad ante la ley. Porque pretende tratar igual a los iguales y desigual a los desiguales; pero, como cuestionamos en párrafos anteriores: ¿Iguales a juicio de quién?

Una justicia legítima y justa, no debiera hacer unos individuos diferentes de otros, porque no es el principio a que hemos aceptado someternos en un régimen democrático.

 

C. LA JUSTICIA SOCIAL EN LOS ACUERDOS DE PAZ

Afortunadamente el marxismo nunca se hizo realidad en Guatemala, aunque persiste cierta tendencia de algunos sectores políticos e intelectuales hacia lo que se denomina estado benefactor, neomarxismo o neosocialismo. Esta tendencia afirma que el mercado adolece de injusticias que corresponde al Estado corregir. No claudican en proclamar la imperfección del mercado y la justicia social. Ahora con menos convicción que antes porque ya no pueden negar que la intervención del Estado en la economía ha acarreado a ruina de la que fuera Unión Soviética y los países socialistas de Europa oriental.

Aunque nuestras circunstancias políticas y económicas no sean las de un país del primer mundo, al menos son condiciones que van en proceso de mejorar. Máxime ahora que ha concluido el conflicto armado, vano y fútil.

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No obstante lo anterior, los acuerdos de paz quisieron llegar a una tercera vía que reconociera beneficios del mercado con justicia social. Esta situación no es posible, pues el mayor o menor grado de intervención en la economía tiene límites muy poco precisos. Lo cual implicaría una regresión al intervencionismo. Por otro lado, el aspecto que pretendemos sustentar en esta tesis, si es debidamente ponderado y ejecutado, impide que esta tercera vía tenga viabilidad alguna: que los acuerdos de paz por ser políticos, no son vinculantes para el Congreso de la República. Téngase presente, por otra parte, que fueron hechos por una comisión que no tenía facultades legales para negociar con grupos al margen de la ley; aunado a lo anterior, la ilegitimidad de pretender imponer a la mayoría de guatemaltecos principios que fueron negociados en secreto y que no pudieron ser debatidos públicamente.

CAPÍTULO III-ANTECEDENTES DE LOS ACUERDOS DE PAZ

BREVE REFERENCIA HISTÓRICA DEL NACIMIENTO DE LOS ACUERDOS DE PAZ

En los últimos cincuenta años del siglo XX, el mundo ha tenido la oportunidad de experimentar el conflicto bélico a veces e ideológico otras, entre el capitalismo y el comunismo. Centroamérica y especialmente Guatemala fueron parte de esta confrontación con sus propios conflictos armados. En el trasfondo de estas pugnas estaban, por una parte, los países capitalistas o anticomunistas liderados por Estados Unidos y en la otra parte estaban los países del bloque comunista encabezados por la disuelta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y China Comunista. En Guatemala, los gobiernos que enfrentaron a la guerrilla por treinta y seis años si bien tuvieron en algún momento el apoyo de Estados Unidos en la lucha contrainsurgente, en la parte más cruenta del conflicto (1979-1983) se tuvo que afrontar sin la ayuda militar norteamericana y se recurrió en cambio a la ayuda de países como Taiwan e Israel. La guerrilla a su vez contó con el apoyo material e ideológico del gobierno de Fidel Castro, así como el de los sandinistas cuando detentaron el poder en Nicaragua.

La URNG surge en 198233 en Cuba como resultado de la sugerencia de Fidel Castro de aglutinar a las distintas fuerzas rebeldes en un solo bloque.

Los esfuerzos por lograr que Centroamérica pudiera resolver sus conflictos en el ámbito interno empiezan oficialmente en Contadora, en 1985. No hubo continuidad en este proceso, por lo cual no suele hacerse mayor referencia a esta reunión en la isla panameña de ese nombre. Por esa razón, se señala como verdadera fecha oficial el documento "PROCEDIMIENTO PARA ESTABLECER LA PAZ FIRME Y DURADERA EN CENTRO AMERICA" (Esquipulas II), porque ahí se establecen los mecanismos que cada gobierno seguirá para alcanzar la pacificación de su estado respectivo. Aunque en el preámbulo del documento final se menciona: "Los Presidentes de las Repúblicas de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, reunidos en la Ciudad de Guatemala el 6 y 7 de agosto de 1987, alentados por la visionaria y permanente voluntad deContadora y el Grupo de Apoyo en favor de la paz, robustecidos por el apoyo constante de todos los gobernantes y pueblos del mundo, de sus principales organizaciones internacionales y en especial de la Comunidad Económica Europea y de Su Santidad Juan Pablo Segundo; inspirados en Esquipulas I, y juntos en Guatemala para dialogar en torno al plan de paz presentado por el Gobierno de Costa Rica…" (El resaltado es nuestro).

De este documento de agosto de 1987 surge la Comisión Nacional de Reconciliación, en septiembre del mismo año, mediante Acuerdo Gubernativo de fecha 11 de septiembre. Los integrantes de la Comisión eran el Poder Ejecutivo, la Conferencia Episcopal de Guatemala, los partidos políticos de oposición legalmente inscritos y dos ciudadanos notables. Todos fueron juramentados en sus cargos el 30 de septiembre de 198734.

Lo que resulta importante resaltar es que desde 1988, en donde la CNR y la insurgencia se reunieron en Costa Rica por vez primera, hasta la suscripción del Acuerdo de Oslo en marzo de 1991, el Gobierno nunca se había reunido con la URNG. El Acuerdo de Oslo pretendía que la paz pudiera darse en un marco que fuera de mutuo consenso y que la paz pudiera alcanzarse por medios políticos y pacíficos. La CNR era una instancia que buscaba propiciar esas reuniones con el fin último de alcanzar la paz firme y duradera, pero era independiente del Gobierno.

La Comisión Nacional de Reconciliación convocó a un Gran Diálogo Nacional para que entre los diversos sectores organizados de Guatemala se pudieran delimitar problemas que afectaban al país y buscarle soluciones consensualmente. El CACIF no participó. Sin embargo, mucha atención a esto: la URNG no pudo participar en este diálogo. El Gobierno sí, pero como un sector más de los nueve que había. Afirma doña Teresa de Zarco que las 

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razones por las cuales no se invitó a participar a la URNG eran: "…La insurgencia (URNG) por estar fuera de la legalidad, no estuvo en capacidad de participar. Además de legalidad, los requisitos necesarios para participar, fueron: legitimidad y representatividad. El sorprendente éxito de este diálogo nacional proporcionó la primera instancia firme para el diálogo entre el Gobierno de Guatemala y la Insurgencia"35. Posterior al Gran Diálogo Nacional la URNG se reunió con cada uno de los sectores que participaron en el Diálogo. De esas reuniones tenemos:

1. con los partidos políticos, el Acuerdo de El Escorial, de junio de 1990;

2. con el sector empresarial organizado de Guatemala (CACIF), los Comunicados de Ottawa de septiembre de 1990;

3. con el sector religioso de Guatemala, la Declaración de Quito de septiembre de 1990;

4. con los sindicatos y organizaciones populares de Guatemala la Declaración de Metepec, Puebla de octubre de 1990;

5. con las organizaciones académicas, cooperativistas, empresariales, de pobladores y profesionales guatemaltecos, la Declaración de Atlixco, Puebla de octubre de 199036.

Como dijimos, en el Acuerdo de Oslo de 1991 se fijaron las reglas para reuniones directas entre Gobierno e insurgencia. Después de cuatro años de gestiones, la primera reunión entre el Gobierno y la insurgencia, para tratar el tema de la paz es en abril de 1991 en la ciudad de México. De estas reuniones que se efectuaron posteriormente, tenemos como resultado:

1. Acuerdo de México;

2. Acuerdo de Temario General, ambos de fecha 26 de abril de 1991 y

3. Acuerdo de Querétaro del 25 de julio de 1991.

El más importante, en nuestra opinión, es el Acuerdo de México. Fue uno de los últimos documentos suscritos, pues las negociaciones llegaron a un punto muerto en el que la comunicación marcaba una tendencia hacia la hostilidad. En el ACUERDO MARCO PARA LA REANUDACIÓN DEL PROCESO DE NEGOCIACIÓN ENTRE EL GOBIERNO DE GUATEMALA Y LA UNIDAD REVOLUCIONARIA NACIONAL GUATEMALTECA de enero de 1994 se hace referencia a él en el primer apartado. En otras palabras, la segunda fase del proceso de paz guatemalteco empieza en donde se quedó la primera fase; esto es, en el Acuerdo de México y su Temario General. Pero nos hemos adelantado a la cronología de otros importantes sucesos de la política y la legislación guatemalteca.

En 1993, se suscita el autogolpe de Serrano con su posterior destitución y la toma de posesión de Ramiro de León Carpio como Presidente de la República. La Comisión Nacional de Reconciliación se disuelve y en 1994 toma su lugar la COPAZ creada mediante Acuerdo Gubernativo 258-92.

En el gobierno de Ramiro de León Carpio y bajo la dirección de Héctor Rosada Granados, la COPAZ reinicia las negociaciones que habían estado virtualmente estancadas, logrando avances significativos en la suscripción de Acuerdos, durante su gestión. Incidentalmente, en noviembre de 1995, dentro del proceso de la firma de la paz se dio una impugnación de inconstitucionalidad al Acuerdo Gubernativo de fecha once de septiembre de 1987 que creó la CNR y al Acuerdo Gubernativo 258-92 que creó la COPAZ. Sobre la inconstitucionalidad planteada y su respectiva sentencia, haremos un análisis en el siguiente apartado.

La COPAZ cambió de Secretario con la transición de gobierno en 1996 y es bajo la dirección de Gustavo Porras Castejón que concluye el proceso con la firma del ACUERDO DE PAZ FIRME Y DURADERA en el Palacio Nacional de Guatemala, el 29 de diciembre de 1996. Además del ACUERDO DE PAZ FIRME Y DURADERA hay otros más, cada uno con diversos aspectos que fueron objeto de compromiso entre COPAZ y URNG. Entre estos están:

1. ACUERDO GLOBAL SOBRE DERECHOS HUMANOS, del 29 de marzo de 19994;

2. ACUERDO PARA EL REASENTAMIENTO DE LAS POBLACIONES DESARRAIGADAS POR EL ENFRENTAMIENTO ARMADO, del 17 de junio de 1994.

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3. ACUERDO SOBRE EL ESTABLECIMIENTO DE LA COMISIÓN PARA EL ESCLARECIMIENTO HISTÓRICO DE LAS VIOLACIONES A LOS DERECHOS HUMANOS Y LOS HECHOS DE VIOLENCIA QUE HAN CAUSADO SUFRIMIENTOS A LA POBLACIÓN GUATEMALTECA, del 23 de junio de 1994;

4. ACUERDO SOBRE IDENTIDAD Y DERECHOS DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS, del 31 de marzo de 1995;

5. ACUERDO SOBRE ASPECTOS SOCIOECONÓMICOS Y SITUACIÓN AGRARIA, del 6 de mayo de 1996;

6. ACUERDO SOBRE EL FORTALECIMIENTO DEL PODER CIVIL Y FUNCIÓN DEL EJÉRCITO EN UNA SOCIEDAD DEMOCRÁTICA, del 19 de septiembre de 1996;

7. ACUERDO SOBRE EL DEFINITIVO CESE AL FUEGO, del 4 de diciembre de 1996;

8. ACUERDO SOBRE REFORMAS CONSTITUCIONALES Y RÉGIMEN ELECTORAL, del 7 de diciembre de 1996;

9. ACUERDO SOBRE BASES PARA LA INCORPORACIÓN DE LA UNIDAD REVOLUCIONARIA NACIONAL GUATEMALTECA A LA LEGALIDAD, del 12 de diciembre de 1996;

10. ACUERDO SOBRE CRONOGRAMA PARA LA IMPLEMENTACIÓN, CUMPLIMIENTO Y VERIFICACIÓN DE LOS ACUERDOS DE PAZ, del 29 de diciembre de 1996.

Con la firma de la paz, firme y duradera concluye el episodio del enfrentamiento armado guatemalteco, que ya había durado casi cuatro décadas.

CAPÍTULO IV¾ APRECIACIONES SOBRE LOS ACUERDOS DE PAZ EN BASE A LEGALIDAD Y LEGITIMIDAD

A. CRÍTICA A LOS ACUERDOS DE PAZ EN BASE A LEGALIDAD Y LEGITIMIDAD

Resulta innecesario incluir todos los acuerdos de paz en este apartado. Nuestra metodología será hacer referencia a los aspectos que sustentan nuestra tesis y que son válidos para todos los acuerdos. Es decir, nuestro análisis sobre la ilegitimidad e ilegalidad de los Acuerdos de Paz, toma como punto de partida los principios sustentados en el ACUERDO MARCO.

Hemos considerado más relevantes los acuerdos que se dan en la etapa de negociaciones que va desde enero de mil novecientos noventa y cuatro, con la suscripción del ACUERDO MARCO PARA LA REANUDACIÓN DEL PROCESO DE NEGOCIACIÓN ENTRE EL GOBIERNO DE GUATEMALA Y LA UNIDAD REVOLUCIONARIA NACIONAL GUATEMALTECA, hasta diciembre de mil novecientos noventa y seis con la firma del ACUERDO SOBRE CRONOGRAMA PARA LA IMPLEMENTACIÓN, CUMPLIMIENTO Y VERIFICACIÓN DE LOS ACUERDOS DE PAZ y el ACUERDO DE PAZ FIRME Y DURADERA. La relevancia estriba en que realmente hubo algún avance desde la fecha mencionada hasta la firma de la paz. Previo a esta fecha, las negociaciones habían quedado estancadas y no había habido logros significativos para la finalidad del proceso, o para el Gobierno. No así para la URNG que sí tenía una ventaja estratégica al haber conseguido que un gobierno se sentara a negociar con ellos, lo que supuestamente les daba cierta presencia militar y hacía notar su presencia política38.

En el ACUERDO MARCO se fijan las reglas del juego para las negociaciones subsiguientes. En el primer párrafo del apartado I. de este instrumento se delimitan los temas de la negociación, o sea los del Acuerdo de México y su Temario General.

Más interesante resulta el segundo párrafo del mismo apartado que dice: "El Gobierno y la URNG se comprometieron a estar debidamente representados durante las negociaciones por delegados de alto nivel a fin de asumir acuerdos políticos acordes al marco constitucional, sin limitar su facultad de llegar a acuerdos sobre reformas institucionales y constitucionales". Y el remate de tamaña aberración jurídica lo da el apartado V, inciso I) del mismo acuerdo, que establece los procedimientos del acuerdo: "i) Divulgación: Las partes convienen que las negociaciones bilaterales se desarrollen dentro de la más estricta reserva para asegurar que las mismas se lleven a cabo en un ambiente de confianza y seriedad. Acuerdan que la única información pública sobre su desarrollo 

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será aquella que proporcione el representante del Secretario General de las Naciones Unidas, a efecto de la coordinación con las labores de la Asamblea, el Moderador y el Presidente de la Asamblea establecerán arreglos adecuados para permitir intercambios de información que no vulneren la reserva necesaria para los trabajos de la mesa bilateral".

Entonces, tenemos que se van a realizar iniciativas de reformas constitucionales, que serán deliberadas o elaboradas a espaldas del pueblo. Estas reformas las puede plantear el Presidente sin inconveniente alguno al Congreso de la República, de conformidad al artículo 277 de la Constitución Política de la República. Pero, esta es la gran objeción: ¿cuál es la representatividad de la cúpula del gobierno y la de la URNG para modificar la ley suprema de todos los guatemaltecos?39 Aquí se da el problema que señalamos en el apartado referente a los grupos de representación, cuando dijimos que la democracia40 actual ya no es representativa de los electores, sino de los intereses de algunos para el perjuicio de todos. Nuestra opinión es que la URNG no tuvo ni tiene representatividad jurídica, política o ideológica de los guatemaltecos en general por propugnar una ideología clasista, caduca e inhumana que sobrepone el Estado a la persona. En consecuencia, la legislación que emane de esos acuerdos políticos, podrá ser legal pero nunca legítima.

En consecuencia, estos acuerdos, son meros compromisos políticos. No son leyes ni tratados internacionales. En consecuencia, no son de naturaleza jurídica y el Congreso no tiene potestad para ratificarlos. El Congreso tampoco debe legislar en perjuicio de los guatemaltecos por un compromiso político. Situación que es un tanto difícil porque actualmente el partido que gobierna a Guatemala tiene mayoría absoluta y en el poder ejecutivo. Y recordemos que los votos en estas circunstancias raras veces son a conciencia de los legisladores y muchas veces, la mayoría de ellas, son por disciplina partidista. Sin olvidar la conveniencia electoral de decir: nosotrosfirmamos la paz, nosotros cumplimos los acuerdos de paz.

Por otro lado, por no ser estos acuerdos ley de la República no pueden ser impugnados de inconstitucionalidad.

B. ANÁLISIS DE LA INCONSTITUCIONALIADAD PLANTEADA EN CONTRA DE LOS ACUERDOS GUBERNATIVOS: INNUMERADO, DE FECHA 11 DE SEPTIEMPRE DE 1987, DONDE SE CREA LA COMISIÓN NACIONAL DE RECONCIALIACIÓN, Y 258-92 DE FECHA 28 DE ABRIL DE 1992, DONDE SE CREA LA COMISIÓN DE LA PAZ Y DE LA SENTENCIA DE LA CORTE DE CONSTITUCIONALIDAD DE FECHA 20 DE FEBRERO DE 1996, (EXPEDIENTE 848-95), QUE RESUELVE LA INCONSTITUCIONALIDAD PLANTEADA EN CONTRA DE LOS ACUERDOS GUBERNATIVOS QUE CREARON LAS COMISIONES NEGOCIADORAS DE PAZ.

Se intentó impugnar alguna vez los acuerdos gubernativos de creación de las comisiones negociadoras de paz basándose en lo que dijimos anteriormente: que el Ejecutivo no tenía potestad constitucional para crear comisiones negociadoras con grupos armados y al margen de la ley.

A pesar del intento no se consiguió declarar estos acuerdos gubernativos inconstitucionales. Adjuntamos el memorial del recurso y la resolución de la Honorable Corte de Constitucionalidad en sendos anexos para que el lector pueda tener noción de cuáles eran los argumentos que se hicieron valer en su momento contra los acuerdos gubernativos de creación de las comisiones de paz y que se desestimaron.

A quien afirme que estos acuerdos dan mayor justicia social, le diremos que no es así. Pretenden privilegiar a grupos étnicos (mayenses, garífunas y xincas) a costa de todo aquél que no sea de estas etnias. Entonces, cuando dejen de ser privilegiados estos grupos (mayenses, garífunas y xincas) ¿habrá que privilegiar a los otros a costa de ellos por esa misma justicia social? ¿Por la vía armada? Afirmamos que no. Porque aquí se aplica con perfecta nitidez el examen negativo de la justicia al que hiciéramos alusión en su momento. Expoliar por vía legal a otros que no sean privilegiados, de su vida, propiedad y libertad es el origen de más conflicto. Y el desarrollo y la inversión no son posibles en un marco de conflicto. Aunque la URNG y el marxismo digan lo contrario.

Esta impugnación, como hemos dicho antes, iba contra los acuerdos gubernativos de la creación de comisiones, pues los Acuerdos de Paz no han sido hechos ley de la República. Se arguyó, en su momento, que no se podía negociar con grupos armados al margen de la ley y que el Presidente de turno y sus antecesores en el cargo lo habían hecho excediéndose en sus facultades constitucionales. Si bien el Acuerdo de Esquipulas II establecía un procedimiento para pacificar la región centroamericana que incluía comisiones negociadoras, este acuerdo nunca fue conocido ni ratificado por el Congreso. A lo que agregamos nosotros que si el Congreso lo hubiera ratificado sin hacer la reserva que el Presidente no podía crearlas sin excederse de las facultades otorgadas expresamente 

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por la Constitución Política, debía declararse inconstitucional también este acto, por exceder el principio de legalidad, que es el límite a la autoridad del gobierno.

La Corte de Constitucionalidad en Expediente 848-95, dictó sentencia de fecha 20 de febrero de 1996, y declaró sin lugar esta acción. Sentencia muy cuestionable y discutible, pues da la casualidad que uno de los Honorables ex Magistrados había sido parte de la Comisión Nacional de Reconciliación, como ciudadano notable suplente. Este magistrado no se excusó de conocer del caso. No obstante, razonó su voto de manera concurrente. Hizo un análisis más profundo que el que hizo el pleno de la Corte. Señala el Honorable ex Magistrado que la Comisión Nacional de Reconciliación no fue creada basándose en Esquipulas II, ya que este acuerdo sólo tenía carácter de declaración de voluntad política de pacificar el área. Además, la CNR no fue una comisión negociadora, sino una comisión verificadora de esta voluntad política, a juicio del Honorable ex Magistrado. En cuanto a la COPAZ, señala que al darle carácter de Secretaría de la Presidencia, el Presidente de la República sí está facultado para crear esta comisión con base en los artículos 183, incisos a), e), s) y v) de la Constitución y 2 de la Ley del Organismo Ejecutivo vigente en aquel entonces.

Nosotros nos preguntamos si aún y cuando el Presidente puede crear una secretaría y tener a cuanto asesor necesite, puede autorizar que esta comisión negocie en secreto los acuerdos que de cumplirlos significarían cambios en el ámbito jurídico y no sólo político. Reiteramos que estos acuerdos no vinculan a las autoridades a legislar, pues no son coercibles por ser acuerdos políticos.

También téngase presente la cita que hiciéramos del libro de doña Teresa de Zarco, en relación al Gran Diálogo Nacional y de porqué no se había invitado a participar a la URNG: porque era un grupo que estaba al margen de la legalidad. Esto quiere decir, que además de llegar a un acuerdo con un grupo armado ilegal, de respetar y cumplir los acuerdos, habría cambios legislativos con base en acuerdos políticos negociados en secreto.

A nosotros nos da la impresión que la URNG tampoco representa un segmento importante de la opinión pública guatemalteca. Por la sencilla razón que ni la lucha de clases ni el conflicto armado son opciones viables en una sociedad democrática que puede solucionar sus problemas por los métodos tan contrarios al marxismo, al leninismo o al maoísmo. Es decir, sin matar a las personas por sus libres convicciones o por su situación social.

Por qué se interpuso la inconstitucionalidad

(Argumentos de los accionantes)

Por qué se desestimó

(Argumentos de la Corte)

1. El Presidente de la República violó los artículos 171, inciso l) de la Constitución y 183 inciso k).

1. Por no ser un tratado o acuerdo internacional, el Presidente no violó la Constitución (artículos 183, incisos k) y o) y 171, inciso l).

2. Violación al principio de legalidad por el acuerdo sin número del once de septiembre de 1987 y a los artículos 171 constitucional, inciso m) y 183 constitucional, incisos d), ñ) y v)

2. Por ser un acuerdo derogado el acuerdo sin número del once de septiembre de 1987, la Corte no entró a conocer el fondo del asunto.

3. El Presidente de la República viola nuevamente el principio de legalidad y del artículo 171 constitucional, inciso m) (Facultad del Congreso para nombrar comisiones en asuntos de interés nacional).

3. El artículo 182 de la Constitución Política de la República faculta al Presidente para velar por los intereses de toda la población. Esta norma establece que además de los funcionarios ahí especificados, el Organismo Ejecutivo se integra con los demás funcionarios dependientes. Amparan la creación de la COPAZ con el artículo 183, incisos a), b) e), s) y x) de la Constitución Política de la República y el 29, inciso 1 de la Ley del Servicio Civil, que es congruente con el artículo 108 de la Constitución. Respecto del artículo 171, inciso m) de la Constitución, la 

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Corte establece que no se puede concluir que sólo el Congreso esté facultado para constituir comisiones.

4. En virtud de los argumentos anteriores, solicita se declare la inconstitucionalidad de los acuerdos gubernativos referidos.

4. La Corte desestima esta petición, por no hallar inconstitucionalidad en los actos reclamados.

A nuestro juicio, la Corte interpretó erróneamente la Constitución porque si el Presidente efectivamente se excedió en sus facultades al crear comisiones para las cuales no tenía atribución constitucional, en violación al artículo 154 de la Constitución y en consecuencia, al violar la ley, era procedente declarar los actos reclamados como inconstitucionales.

Sin embargo, la Corte no se pronunció sobre una evidente ilegalidad en la creación de la Comisión Nacional de Reconciliación y de la COPAZ, alegando que los acuerdos no eran de carácter jurídico.

En cuanto a la naturaleza jurídica de los Acuerdos de Paz, la Corte no se pronuncia. Simplemente desestima que sean Acuerdos Internacionales, por lo que basándose en lo expuesto en el capítulo I de este trabajo y al no poder enmarcar los Acuerdos de Paz dentro de los convenios y tratados internacionales, creemos que son acuerdos eminentemente políticos. Por lo tanto, no obligan al Estado de Guatemala a cumplirlos.

CAPÍTULO V¾ CONCLUSIONES

A. Los Acuerdos de Paz suscritos entre URNG y COPAZ son acuerdos de carácter político. Como acuerdos de tipo político pretenden llegar a ser acuerdos de tipo legal, pues dentro de sus textos y contextos se busca promover reformas legislativas y constitucionales. En el presente caso, los Acuerdos de Paz no son legislación aunque pretenden ostentar ese carácter, ya que el órgano estatal que constitucionalmente tiene la potestad de legislar no los ha reconocido como tales por lo tanto no son vinculantes, lo que no obliga a su cumplimiento, puesto que no son ley de la República.

B. Si la legislación busca tener la legitimidad de la ley, propiamente dicha, entonces debiera dar oportunidad a que en su proceso de creación se oiga a los que están dentro de la legalidad y tienen una opinión al respecto. La URNG, como organización político-militar al margen de la legalidad, pretende imponer una agenda política que se negoció en secreto con la COPAZ, pero nunca dio opción a que se pudiera oponer cualquier ciudadano, pues las negociaciones fueron secretas. Por tanto, si alguna vez tuvieran legalidad nunca tendrán legitimidad. Además, Como hemos dicho anteriormente, no puede ser legítima la legislación que pretenda privilegiar a unos a expensas de otros.

C. Dándole respuesta a la hipótesis planteada que como se recordará es la siguiente: ¿Afecta la legitimidad de la legislación que se emite como consecuencia de los Acuerdos de Paz la posible legalidad de la misma? En nuestra opinión la respuesta es la siguiente: La ilegitimidad de estos acuerdos sí afecta la legalidad de la legislación que emane de ellos en el caso que esa legislación sea contraria a los principios generales del derecho, especialmente el de igualdad ante la ley. Si el Estado pretende darle eficacia a estos acuerdos políticos tendrá que hacerlo a costa de unos en beneficio de otros. La URNG, como cualquier otro ente político, busca la mayor cantidad de beneficios para sus allegados a costa de los derechos de los no-allegados. Entonces, nuestra opinión es que los acuerdos de esta naturaleza que pretenden privar a los no allegados de la URNG de sus derechos atenta contra la igualdad que la Constitución reconoce a todos los habitantes del territorio nacional. Es decir, que si el Congreso de la República llegara a emitir y promulgar leyes por cumplir compromisos comprendidos en los acuerdos de paz, tales leyes adolecerían de inconstitucionalidad e ilegitimidad.

D. La legalidad, contrapuesta a la legitimidad, es eminentemente formal. Para que sea válida basta que se ajuste al procedimiento que la legislación establece. La legitimidad puede incluir la validez formal para afirmar que algo es legitimo, pero tiene un elemento moral (la noción de lo justo) que la legalidad no 

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tiene y por eso es más amplia. En la legalidad se puede dar el abuso de mayorías hacia minorías parlamentarias. En la legitimidad no se puede, sin antes hacer la imposición ilegítima.

E. Respecto de nuestra afirmación, de que se afecta la igualdad ante la ley con la implementación de estos acuerdos mediante decretos legislativos, creemos que es importante recordar y reafirmar que la URNG nunca antes, cuando negoció, ha estado dentro de la legalidad. Si se duda de lo que afirmamos puede consultarse el ACUERDO SOBRE BASES PARA LA INCORPORACIÓN DE LA UNIDAD REVOLUCIONARIA NACIONAL GUATEMALTECA A LA LEGALIDAD. Resaltamos la palabra legalidad. Los integrantes de la URNG han cometido actos delictivos debidamente tipificados por una ley anterior y no han promovido su programa político por medios legales. Sin embargo, no se les juzgará como a cualquier otra persona que ha estado dentro de la legalidad durante el conflicto armado41. Esto es una excepción al principio de igualdad ante la ley. Además, en el acuerdo que hemos mencionado se pretende garantizar a los excombatientes de URNG condiciones económicas y jurídicas de las que no gozarán los que no fueron de la URNG, aunque la combatieron cuando eran un grupo subversivo. Esto ha generado descontento entre quienes sí se apegaron a la legislación y cumplieron con su deber. Se recordará que cuando se pretendía desmovilizar a la Policía Militar Ambulante, hubo un conato de alzamiento por esta injusticia.

BIBLIOGRAFÍA

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PUBLICACIONES PERIÓDICAS

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GACETA JURISPRUDENCIAL NÚMERO 39 DE LA CORTE DE CONSTITUCIONALIDAD. Período de enero a mayo de 1996. P.29 véase la sentencia del expediente 848-95 que resuelve sin lugar la acción de inconstitucionalidad contra los acuerdos gubernativos que crearon la Comisión Nacional de Reconciliación y posteriormente a la COPAZ.

REVISTA DE LA FACULTAD DE DERECHO de la UNIVERSIDAD FRANCISCO MARROQUÍN. Año VII. No.14 Segunda época. (Véase especialmente el artículo del licenciado Eduardo Palomo Escobar en la página 17 del número citado, que lleva por título: "¿Habrá necesidad de reformas constitucionales?" donde alude y ocupa buena parte de los Acuerdos de Paz).

PRENSA LIBRE de fecha 24 de junio de 1997 hasta el 16 de septiembre de 1997¾ para los artículos del exsecretario de COPAZ, Héctor Rosada Granados que se titulan LUCUBRANDO. Son veinticinco artículos sobre su perspectiva de las estrategias y pormenores de algunos aspectos de la negociación.

OTROS DOCUMENTOS

 

PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA DE GUATEMALA. Los Acuerdos de Paz. Compilación de los Acuerdos de Paz, que van desde el ACUERDO MARCO PARA LA REANUDACIÓN DEL PROCESO DE NEGOCIACIÓN ENTRE EL GOBIERNO DE GUATEMALA Y LA UNIDAD REVOLUCIONARIA NACIONAL GUATEMALTECA hasta el ACUERDO DE PAZ FIRME Y DURADERA.

CORTE DE CONSTITUCIONALIDAD. CD-ROM que contiene Gacetas Jurisprudenciales No. 1 a 42. Guatemala. 1998.

 

LEGISLACIÓN DE LA REPÚBLICA DE GUATEMALA

 

Constitución Política de la República de Guatemala

Ley del Organismo Ejecutivo, Decreto 93 del Congreso de la República de Guatemala. Derogada por el Decreto Número 114-97 del Congreso de la República de Guatemala.

ANEXOS

a. Inconstitucionalidad planteada en contra de los acuerdos gubernativos: sin número, de fecha 11 de septiembre de 1987, donde se crea la Comisión Nacional de Reconciliación, y 258-92 de fecha 28 de abril de 1992, donde se crea la Comisión de la Paz.

b. Sentencia de la Corte de Constitucionalidad de fecha 20 de febrero de 1996, (Expediente 848-95), que resuelve la inconstitucionalidad planteada en contra de los acuerdos gubernativos que crearon las comisiones negociadoras de paz (Incluye el voto razonado concurrente del magistrado Mynor Pinto Acevedo).

a) Inconstitucionalidad planteada en contra de los acuerdos gubernativos: sin número, de fecha 11 de septiembre de 1987, donde se crea la Comisión Nacional de Reconciliación y 258-92 de fecha 28 de abril de 1992, donde se crea la Comisión de la Paz.

b) Sentencia de la Corte de Constitucionalidad de fecha 20 de febrero de 1996 (Expediente 848-95) que resuelve la inconstitucionalidad planteada en contra de los acuerdos gubernativos que crearon las comisiones negociadoras de paz (Incluye el voto razonado concurrente del magistrado Mynor Pinto Acevedo).